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Índice de contenido

VIAJE AL INFRAMUNDO: las ciencias y la muerte


LEGAL
VIAJANDO AL INFRAMUNDO, VIAJANDO AL PASADO, todo en un mismo boleto
I. LA INVESTIGACIÓN interdisciplinaria
II. CÓMO SE RECONSTRUYE un suceso histórico
III. ENTONCES, ¿qué pasó aquí?
IV. Y SI REGRESÁRAMOS AL PASADO ¿qué hubiéramos presenciado?
V. LAS CIENCIAS Y LA MUERTE: reflexiones finales
AGRADECIMIENTOS
PARA SABER MÁS
COLOFÓN
Editor: Adecuación de textos:
Raúl Valadez María del Rocío Téllez
Elaboración de textos: Jefe del depto. de publicaciones del IIA:
Cristina Adriano Marco Antonio Trejo
Ana Aguirre Corrección de estilo:
Luis Barba Adriana Incháustegui
Laura Beramendi Cuidado editorial:
Jorge Blancas Ada Ligia Torres
Lilia Escorcia Diseño editorial:
Blanca Zoila González Alejandro Mendoza
Galia González Imagen de portada:
Emilio Ibarra Fernando Botas
Diana Martínez Realización de portada:
Emily McClung Paloma Alvarado
Agustín Ortiz Realización digital:
Bernardo Rodríguez Silvia Abdalá
Raúl Valadez Pablo Hernández
Judith Zurita Octubre de 2016

Esta obra fue financiada a través de la Red de Ciencias Aplicadas a la


Investigación
y Conservación del Patrimonio Cultural del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología.

Primera edición: 2016


Término de la edición: 10 de octubre de 2016

D.R. 2016 © Red de Ciencias Aplicadas a la Investigación y Conservación del Patrimonio


Cultural del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
D.R. 2016 © Universidad Nacional Autónoma de México
Ciudad Universitaria, C. P. 04510, Coyoacán,
México, Ciudad de México
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS
www.iia.unam.mx
Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional
Autónoma de México

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la


autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

D.R. Derechos reservados conforme a la ley


Hecho en México
Made in Mexico
L a ciencia es el principal promotor del conocimiento. Desde hace
varios siglos el hombre consideró necesario ampliar su visión del
mundo de forma independiente a las costumbres, creencias y
tradiciones propias de cada población o país. El conocimiento
científico posee la virtud de que parte de esquemas de trabajo en
los que se busca generar nueva información empleando
experimentos, técnicas nuevas, pruebas diversas, estudios
comparativos, todo con el fin de que los resultados y conclusiones
posean argumentos certeros y lógicos, evidencias palpables y así
mayor certidumbre. Este nuevo conocimiento se compara con
conocimientos anteriores, de modo que el ejercicio de evaluación es
permanente, siempre con el objetivo de que lo creado sea superior a
lo anterior o lo complemente.

La ciencia actual posee más herramientas de trabajo y gente


dedicada a ello que en cualquier otra época de la historia humana.
Se sabe que el desarrollo científico es fundamental para buscar
mejoramiento económico y mejores condiciones de vida, para
aprender más de nosotros mismos y así saber qué somos y a qué
podemos aspirar.

Justo por esta enorme diversidad y cantidad de conocimientos, en


la actualidad se busca que los científicos trabajen en equipo,
comparen su información y compartan sus resultados. Por otro lado,
se considera justo y necesario que este nuevo conocimiento se dé a
conocer, no sólo a los pares, sino a la sociedad en general, a través
de actividades de divulgación diversas, para que así esté disponible
para quien lo desee.

La responsabilidad de divulgar el conocimiento nuevo es aún más


importante cuando hablamos del ámbito escolar. Para el niño o
joven en formación es muy importante saber el origen de ese
conocimiento que día a día maneja en el aula y observar cómo en el
presente las barreras entre disciplinas son algo relativo y que la
unión entre ellas es tan sencilla como pasar de un salón a otro y
ofrece muchos beneficios.

La presente obra es el resultado del esfuerzo de 15 académicos de


la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) , quienes
desde hace muchos años aplican ciencias físicas, químicas,
biológicas y de la Tierra para la resolución de problemas
antropológicos. Gracias a esta propuesta de trabajo podemos
obtener información y emplearla para resolver un problema
arqueológico con alto nivel de certidumbre en la interpretación.
Consideramos que para el lector es una estupenda oportunidad para
compartir el conocimiento generado a partir de la investigación que
se realiza en la UNAM, y que a través de este libro, niños de
educación primaria y jóvenes de secundaria y bachillerato pueden
recibir de primera mano una visión de lo que es la metodología de
estudio y los resultados de investigación a un nivel accesible que
promueva su curiosidad.

El caso que se presenta no es real, en el sentido estricto de la


palabra, sino recreado a partir de la experiencia de los participantes,
de información proveniente del siglo XVI y de datos provenientes de
casos equivalentes en los que se ha participado con el paso de los
años. El objetivo es que el lector vea de cerca la forma en que:

1. Se llega a dar un hallazgo arqueológico.


2. La forma como se llevan a cabo los estudios preliminares.
3. El abanico de investigaciones que se realizan a partir del
material rescatado del sitio de estudio.
4. Cuál es el beneficio de ello.
5. Qué conocimiento se genera.
6. Hasta dónde podemos reconstruir el evento ocurrido en el
pasado a través de estos estudios.

El caso, aunque sea una recreación, no es ciencia-ficción, pues se


sustenta en información científicamente validada, lo que significa
que cualquier hallazgo similar puede ser estudiado de la misma
forma y llegar a resultados e interpretaciones equivalentes en
profundidad e impacto. Esto es parte de la ciencia mexicana
moderna, disponer de los medios para llevarnos a vivir una escena
del pasado, además ligada a tradiciones relacionadas con la muerte
y el inframundo en tiempos prehispánicos y que aún actualmente
vivimos en nuestras celebraciones, todo en la misma historia, todo
por un mismo boleto.

Si alguien desea más información sobre este tipo de estudios o


establecer una línea directa de comunicación con alguno de los
participantes puede hacerlo a través de la siguiente dirección
electrónica:

cienciaeinframundo@gmail.com

Luis Barba
H oy día las investigaciones científicas se realizan en equipo y
cada participante es un especialista en cierta disciplina. En el
caso de las investigaciones arqueológicas lo deseable es que todo
lo descubierto sea analizado por múltiples ojos, múltiples puntos de
vista, para así extraer toda la información posible. A este enfoque de
trabajo múltiple, simultáneo, integrado, con objetivos en común, le
llamamos interdisciplinario.

En el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad


Nacional Autónoma de México existen laboratorios donde se estudia
el material proveniente de las excavaciones en los sitios
arqueológicos con este esquema interdisciplinario.

Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM


(fotografía de Rogelio Santiago Salud).

Laboratorio de Antropología forense


En este laboratorio se estudia, a través de los huesos, la
diversidad biológica de las poblaciones humanas y de los rasgos
faciales y corporales de los individuos, su crecimiento, desarrollo y
envejecimiento. Por medio de la antropología física forense se
apoya al sistema de justicia legal mediante la individualización
biológica, algunas veces modificada culturalmente, con el fin de
identificar individuos. Su participación puede ser en casos de
carácter penal o civil. Así, a través de diferentes técnicas, en esta
disciplina se han desarrollado modelos para la estimación de la
edad, la definición del sexo, la estimación de la estatura, el origen
biológico o una lesión en el cuerpo o en el esqueleto. Por lo dicho
anteriormente este laboratorio tiene como finalidad desarrollar
investigaciones de este tipo en población mexicana.

Laboratorio de Antropología genética


En el Laboratorio de Antropología genética se extrae, amplifica y
caracteriza el ADN de muestras pertenecientes a poblaciones
mexicanas contemporáneas y antiguas. Se manejan muestras de
saliva, sangre o hueso de humanos, animales y plantas. Su objetivo
es desarrollar la investigación antropológica y genética de manera
integral, con la finalidad de entender los procesos evolutivos en su
interacción con los aspectos culturales, históricos, demográficos y
de salud en la población mexicana.

Laboratorio de Fitolitos
El objetivo de este laboratorio es analizar fitolitos (cristales
microscópicos de sílice) para reconocer la presencia de plantas que
estuvieron presentes en el sitio de estudio. Su búsqueda y estudio
se realiza en muestras de suelos y en sedimentos encontrados en
vasijas y en artefactos obtenidos durante excavaciones
arqueológicas, así como en artefactos de molienda. La
recuperación, identificación y análisis de los fitolitos provee
información para determinar patrones de subsistencia, dieta,
desarrollo de técnicas agrícolas, uso de plantas, identificación y
reconstrucción de antiguas vegetaciones.

Laboratorio de Paleozoología
Realiza investigaciones relacionadas con restos de animales
(fauna) recuperados en las excavaciones arqueológicas, desde
huesos o dientes hasta conchas o escamas. Estos estudios
permiten saber a qué especie o tipo de animal corresponde cada
elemento descubierto. También es su objetivo determinar cómo es
que dicho organismo fue utilizado en el sitio, qué percepción tenía la
gente de esa época de la fauna, así como reconocer qué tipo de
ambiente existió en otras épocas en el sitio explorado.

Laboratorio de Paleoetnobotánica y paleoambiente


Este laboratorio estudia las plantas consideradas como elementos
del entorno natural, del paisaje humano, de la subsistencia, de la
salud humana y del mundo simbólico desde la época prehistórica
hasta la actualidad. También aporta información para la
reconstrucción de las condiciones paleoambientales desde el
Holoceno medio (5 000 años antes del presente) hasta nuestros
días.

Laboratorio de Prospección arqueológica


En este laboratorio se estudian y entienden los sitios arqueológicos
antes y después de la excavación con las herramientas que utilizan
las Ciencias de la Tierra, tales como imágenes satelitales y técnicas
geofísicas (magnética, eléctrica y georradar). También permite
realizar el estudio químico de las superficies (pisos y apisonados)
que ocuparon los antiguos pobladores así como detectar y en
ocasiones identificar las sustancias que estuvieron contenidas en las
vasijas u otros artefactos involucrados en las actividades humanas y
su uso en el pasado.
Laboratorio Universitario de Radiocarbono-LUR de la UNAM
Este laboratorio es compartido por los institutos de Geofísica,
Geología e Investigaciones Antropológicas, de manera
interdisciplinaria. Es único en su tipo en el país y reconocido a nivel
mundial. Los estudios que se realizan en este laboratorio son muy
importantes pues en él se datan con Carbono 14 (un isótopo
radiactivo con una vida media de 5 730 años y presente en toda la
materia orgánica menor a 50 mil o 60 mil años) muestras
provenientes de las zonas arqueológicas. En el LUR se hace
investigación propia y se da servicio de análisis a académicos y
estudiantes de varias disciplinas e instituciones del país y del
mundo.
E n gran parte del territorio mexicano, sobre todo de la región
media hacia el sur, de hecho, hasta Nicaragua, existen
abundantes vestigios de lo que fue la civilización mesoamericana,
cuyas culturas existieron desde mediados del segundo milenio antes
de nuestra era y hasta el siglo XVI.

Muchos pueblos y ciudades actuales se desarrollaron sobre lo que


en un principio fue un poblado mesoamericano –o prehispánico,
como más frecuentemente se les conoce– por lo que no es extraño
que al empezar a construir los cimientos para una casa o cuando se
realizan actividades agrícolas se encuentre uno con evidencias de
antiguas construcciones, por ejemplo plazas, cuartos o templos. Si
esto ocurre tenemos la obligación de avisar a las autoridades para
que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) investigue
acerca del hallazgo.

En esta época una excavación arqueológica incluye una serie de


pasos previos que aseguran que el esfuerzo tenga los mejores
resultados posibles: se requiere de recorridos para observar rasgos
en el terreno y materiales en el suelo, por ejemplo cerámica
fragmentada u objetos de piedra, además de buscar elevaciones en
el terreno que pueden indicar la presencia de estructuras enterradas
(pirámides). Sin embargo, estos indicadores superficiales muchas
veces pueden ser removidos o alterados por el arado y quedar
ocultos por construcciones modernas por lo que es deseable utilizar
instrumentos que a través de ultrasonido o rayos X permitan
conocer lo que hay bajo tierra sin alterar nuestro sitio de interés,
justo como se hace con nuestro cuerpo antes de practicar una
operación quirúrgica.

Hablan los compañeros del Laboratorio de Prospección:


Llegamos al sitio que nos había señalado el arqueólogo y pudimos apreciar una
deformación del terreno, una pequeña elevación. Gracias a los estudios del georradar y
del gradiente magnético obtuvimos imágenes de lo que había bajo la superficie y así,
pocos días después, pudimos constatar que estábamos frente a una pequeña
construcción rectangular de 2 x 2 m. Dado que no teníamos nada moderno o colonial
en los alrededores era casi seguro que se trataba de una pequeña construcción
prehispánica.

Esquema de trabajo de un sitio a través de la prospección arqueológica y diferentes pasos


del proceso (fotografías del Laboratorio de Prospección arqueológica).

Comenta el arqueólogo:
… después de analizar los resultados de los estudios de prospección, se propuso hacer
una excavación de 3 x 3 justo donde está la pequeña elevación. Una semana después,
cuando habíamos excavado 70 cm, nos llamaron para avisarnos que había aparecido
una especie de piso de lajas. Trabajando con más ahínco, pero también con más
cuidado, días después habíamos terminado de dejar al descubierto no un piso, como
se creyó, sino un altar.1

En ese momento intervenimos de nuevo [mencionan los especialistas de prospección]


y realizamos un estudio con una antena de mayor resolución, para saber si había algo
en su interior. Al analizar los resultados se pudo constatar que efectivamente dentro del
altar había un espacio vacío, quizá una tumba.

El techo de lajas se retiró con todo el esmero y cuidado posible.


Pronto fue evidente que en el interior del altar había un espacio
rectangular relleno de tierra y pequeñas rocas y nos dimos cuenta
de que era un hallazgo especial, probablemente una ofrenda o una
tumba. Como parte del quehacer arqueológico hay que retirar todo
con la mayor atención, tomar muestras de la tierra, fotografiar y
dibujar cada elemento registrado y guardarlo para su posterior
estudio en algún laboratorio.

Después de varios días de excavar el altar finalmente aparecieron


el cráneo y algunos huesos de posiblemente una persona, pero lo
importante era que todo debía ser extraído, guardado en bolsas,
fotografiado, pues aunque se hubiera logrado encontrar la razón de
ser de esa estructura, aún faltaba mucho por conocer, como cuando
descubres una caja que ha estado dentro de un baúl por mucho
tiempo y está llena de pequeñas cosas que nos llenan de interés y
curiosidad.
Ejemplo de un radargrama con una anomalía que puede ser interpretada como un hueco
(imagen del Laboratorio de Prospección arqueológica).

Armando un rompecabezas

En la figura que se presenta en la página siguiente está una imagen


muy sencilla de lo que finalmente se reconoció como un entierro con
diversos objetos asociados. Además de lo que pudo detectarse a
simple vista, entre el sedimento se obtuvieron más cosas que quizá
se relacionaban con el evento o que estaban en la tierra cuando la
arrojaron sobre el cuerpo. Para saber más fue necesario que todo
este material, incluyendo el esqueleto y los sedimentos, se llevara a
los laboratorios de investigación del Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la UNAM, en los cuales serían estudiados para
extraerles toda la información posible. A continuación verás lo que
fue apareciendo y cómo todo se fue colocando, uniendo, como
piezas de rompecabezas, para resolver así varias preguntas clave:

1. ¿Quién o qué fue enterrado ahí?


2. Si fue un humano, ¿de qué murió?
3. ¿Qué edad tenía al morir? ¿Era hombre o mujer?
4. ¿Cuándo murió?
5. ¿Cuál fue la razón para colocar los diversos objetos a su
alrededor?
Representación gráfica del entierro, junto con los objetos descubiertos durante
su rescate (elaboró Agustín Ortiz).

Conforme se fue descubriendo el entierro se tomaron muestras del


sedimento alrededor de cada elemento descubierto y en algunos
casos de su interior (por ejemplo las vasijas). Hasta lo más
insignificante fue recolectado y guardado en bolsas, se apuntaron
los datos de dónde y cómo se encontró. Esto último es muy
importante, pues sólo de esta forma podremos saber si su presencia
fue intencionada o no y su posible papel en el evento.

Madre e hijo

El hallazgo consistió en lo que reconocemos como “entierro


primario”,2 simultáneo, directo, en posición dorsal (de lado) con las
piernas flexionadas, con orientación del cráneo hacia el oeste y en
buen estado de conservación. De los restos óseos humanos se
puede saber mucho, sin embargo, antes de recuperarlos y enviarlos
a los laboratorios para su análisis, es importante registrarlos por
medio de fotografías, videos, dibujos y descripción escrita acerca de
la cantidad, la posición, la conservación, los elementos asociados y
cualquier otra característica relacionada con el hallazgo (humedad,
temperatura ambiente, coloración y otros).

Posteriormente se realiza el etiquetado y embalaje, guardando


todo en bolsas de papel y cajas de cartón, para evitar la humedad y
la proliferación de hongos. En esta fase, el investigador utiliza
guantes, cubre-bocas y ropa de protección, para evitar la
contaminación del hallazgo.

Una vez que los restos óseos han llegado al laboratorio se procede
a su limpieza, consolidación y restauración, si es necesario, y
posteriormente se realiza un inventario. Éste consiste en contabilizar
y describir la cantidad de huesos que se encontraron, así como
documentar las características que se pueden ver a simple vista
como lesiones de algunas enfermedades óseas o que dejan marcas
en el hueso, señales de cortes, fracturas, golpes y huellas de
actividad ocupacional; también se toman algunas medidas que
permiten caracterizar al individuo. Más tarde esta información
servirá para identificar el sexo, la filiación biológica, estimar la edad,
la estatura y conocer las particularidades de cada esqueleto.

En este caso fue posible saber, por las características de los


huesos de la pelvis, la gracilidad de los rasgos del cráneo y por
algunas medidas de los huesos poscraneales, que se trató de un
individuo de sexo femenino. Sus huesos no muestran evidencia de
enfermedades y se definió que se trató de una joven, que tenía
menos de 18 años, por la etapa de desarrollo en la que se
encontraban sus huesos, los cuales aún no completaban su
crecimiento y por sus terceros molares (muelas del juicio) que
apenas iniciaban el brote.
Procedimiento para documentar y embalar un entierro
a) pizarrón con datos del enterramiento y flecha de orientación.
b) documentación escrita. c) dibujo.
d) Cédula de inventario in situ, e) embalaje de elementos asociados.
(fotografías de archivo del Laboratorio de Antropología forense, IIA-UNAM).

Los otros restos humanos que le acompañaban correspondieron a


un infante de sexo masculino, también en buen estado de
conservación, que aún no completaba los nueve meses de
gestación y que murió al nacer. Es posible conocer su edad
principalmente por las dimensiones y características de todos sus
huesos, y el sexo por la forma del ilion de la pelvis.
Procedimiento para el análisis osteológico
a, b) limpieza y acondicionamiento. c) osteometría,
d) cédula de inventario óseo. e) análisis radiográfico.
(fotografías de archivo del Laboratorio de Antropología forense, IIA-UNAM).

Química y sedimentos

El estudio de los sedimentos de una tumba es muy importante, pues


contienen multitud de restos y sustancias relacionadas con el (o los)
cuerpo(s) depositado(s).

Un tipo de sustancias son los residuos químicos producto de la


descomposición del cuerpo humano y de otros organismos (o sus
partes) depositados. También llegan a encontrarse evidencias de
otras sustancias que impregnaron la superficie del depósito.

Con un muestreo sistemático, realizado cada diez centímetros


alrededor del esqueleto, es posible ver la relación anatómica del
cuerpo con la descomposición del cadáver. Al descomponerse un
cuerpo, como el de un humano, toda la materia orgánica se
distribuye en el volumen de tierra que le rodea. Normalmente la
parte superior del cadáver, donde se encuentra el cerebro, el tórax y
la mayoría de los órganos (corazón, pulmones, hígado, intestinos,
etc.), enriquecerá de manera significativa el piso de una tumba
durante su descomposición.

Características de los huesos que permiten reconocer sexo y edad en humanos


a) coxal masculino y femenino;
b) estimación de edad por cierre de epífisis;
c) desarrollo dental alrededor de los 15 años;
d) determinación de sexo en infantes
(modificado por Lilia Escorcia).

El resultado de los análisis de las muestras recuperadas alrededor


del esqueleto reveló bajo el área del tórax y cráneo la existencia de
altos valores de sustancias como proteínas y ácidos grasos, lo cual
confirmó que el cuerpo se depositó en la tumba, que nunca fue
removido y que su descomposición se dio en el lugar del hallazgo.
El mismo tipo de enriquecimiento por descomposición se encontró
en la zona donde se localizó el animal, así como dentro de la vasija
donde se depositó el bebé.

Ejemplo de un estudio químico alrededor de un cadáver. Prueba de proteínas. Entre más


oscuro sea el tono, mayor cantidad de proteínas hay en ese sedimento. Las líneas rojas y
moradas son los espacios donde aparecieron huesos (tomado de Pecci 2007).

Por otra parte los estudios de los sedimentos alrededor de la


tumba permitieron determinar la existencia de derramamiento de
líquidos, a manera de ofrenda, alrededor del cadáver. El tipo de
sustancias detectadas (carbohidratos) sugieren que se trató de un
líquido dulce, quizá pulque, pero los resultados mostraron también
altos valores de ácidos grasos que pueden corresponder al uso de
resinas durante el ritual funerario, posiblemente copal.
Por último, dentro de las vasijas fue posible reconocer, en un caso,
residuos químicos con alto valor de carbohidratos, y en otro, con alto
contenido de ácidos grasos, que podrían corresponder,
respectivamente, a líquidos como miel y chocolate.
Estudio de residuos químicos en cerámica arqueológica.
a) muestreo.
b) análisis de residuos proteicos.
c) análisis de ácidos grasos, y
d) análisis de fosfatos.

Los huesos animales

Sin duda los huesos constituyen un material de estudio muy


interesante, pues nos hablan de organismos, humanos o animales,
que quedaron depositados en el sitio.

Humanos como tales tenemos a la mujer del entierro y al recién


nacido, pero eso no significa que todos los huesos fueron de
personas, sobre todo cuando tienes algunos fragmentos muy
grandes e incluso un cráneo no humano.

Pero,¿cómo se realiza este estudio? Abarca una serie de pasos:

Además del uso de la fauna como alimento, en tiempos


prehispánicos el hueso fue la materia prima más importante para la
elaboración de instrumentos y objetos diversos. En consecuencia
siempre debemos buscar en los huesos detalles, por ejemplo,
marcas de corte, carbonización o modificación por actividades de
manufactura.
Pasos que involucra el estudio de los restos faunísticos provenientes de un
sitio arqueológico (elaboró Raúl Valadez).

Una vez estudiados los huesos con el esquema descrito se


encontraron los siguientes resultados:
Restos identificados y Observaciones
taxa
Dos valvas izquierda Elementos en buen estado con rastros de pigmento rojo (cinabrio)
y derecha, de almeja en el interior
(Anadara sp.)
Húmero derecho, Huesos cocidos y con huellas de corte
quilla y parte de
cráneo de guajolote
(Meleagris
gallopavo).
Fémur derecho de Hueso cocido
conejo (Sylvilagus
floridanus)
Esqueleto casi Esqueleto del tamaño de un perro mediano que presenta una
completo de perro fractura en el neurocráneo, producido por un golpe, la presencia
(Canis lupus de una cresta en la parte alta del cráneo lo definió como individuo
familiaris) macho. La dentición permanente, más la presencia de huesos
cuyos extremos se desprendieron, permitieron establecer que era
un animal joven que murió cuando tenía unos diez meses de edad
Posiblemente Tres agujas de hueso con huellas de uso
humano
Doce cuentas de Algunas de las cuentas están en muy mal estado, seguramente
concha marina por el paso del tiempo. Los dientes caninos presentan perforación
(Spondylus sp.) en la raíz
Dos dientes caninos
superiores izquierdos
de perro (Canis lupus
familiaris) y diente
canino inferior
izquierdo de coyote
(Canis latrans)

Ejemplos del tipo de fauna descubierta


(elaboraron Bernardo Rodríguez y Raúl Valadez).

Las conchas de almeja se encontraron a un lado de unas vasijas;


las agujas estaban a unos 10 cm de distancia; los huesos de
guajolote y conejo estaban encima de un plato; el perro se descubrió
al pie de la difunta y a la altura de su tórax se descubrieron los
colmillos perforados. Por sus características físicas el material de las
agujas se asemejó más a huesos humanos, por lo que se pasaron al
estudio de ADN.

Las plantas

Durante la excavación se recuperaron muestras de sedimento para


el análisis de dos tipos de material botánico: macrorrestos (semillas,
frutos, fibras y madera carbonizada) y microrrestos (polen y granos
de almidón). La obtención de las muestras fue muy cuidadosa para
evitar la contaminación, esto es, se limpió la cucharilla con agua
destilada antes de tomar el sedimento, que fue lo primero que se
colectó cuando se excavó. Las muestras se tomaron de varios
lugares alrededor del individuo, es decir, de la cabeza, de los pies,
de la cavidad estomacal, así como de los objetos que conforman la
ofrenda (conjunto de vasijas tanto del interior como del exterior) y de
los restos vegetales entretejidos (posible petate).
Proceso de recuperación y estudio del material botánico macroscópico, en este
ejemplo, semillas arqueológicas de nopal (género Opuntia) (elaboró Diana Martínez).

Las técnicas empleadas para la recuperación de restos botánicos


son: la flotación para semillas y restos vegetales diversos, y para la
extracción de polen y granos de almidón, procesos que involucran
aspectos de la física y la química (físico-químicos). Posteriormente,
mediante la consulta de obras especializadas y colecciones de
referencia se determinó a qué tipo de plantas pertenecían el polen y
las semillas recuperadas.

En las muestras tomadas alrededor y debajo de la mujer se


hallaron restos de flores y semillas de cempaxúchitl (Tagetes erecta)
y polen de dalia (Dahliaspp.3), pino (Pinus spp.) y encino (Quercus
spp.). En diversos lugares se encontraron fibras que sugirieron la
presencia de un textil. El análisis microscópico de las fibras mostró
que eran de algodón (Gossypium hirsutum) y asociados se hallaron
trozos de papel amate. En la muestra alrededor del cráneo se
recuperó polen de dalia (Begonia spp.).
En las vasijas se recuperaron los siguientes restos botánicos: en el
interior de una de ellas hubo semillas y polen de girasol (Helianthus
annuus). En otra polen y semillas de maíz (Zea mays), calabaza
(Cucurbita pepo), amaranto (Amaranthus hypocondriacus), frijol
(Phaseolus vulgaris), chile (Capsicum annuum), tomatillo (Physalis
ixocarpa) y chía (Salvia hispanica). En esta última vasija también se
encontraron fragmentos de madera carbonizada de pino (Pinus
spp.).

En otra vasija se encontró polen de mirasol (Cosmos spp.) y de


flores de tejocote (Crataegus pubescens) y capulín (Prunus serotina
ssp. capuli).

Planta y semilla arqueológica (macrorresto) de girasol


(planta: Designed by Molostock / Freepik, fotografía de semilla: Cristina Adriano).
Planta de chile y macrorresto de semilla
(fotografías de Diana Martínez y Elia Matías).

Al analizar los fragmentos de petate se determinó que estaba


elaborado con hojas de tules (Typha sp.) y de pastos diversos
(Poaceae).

Un grupo interesante de materiales: los fitolitos

Con este nombre identificamos cristales de sílice que se forman en


la epidermis de las plantas a partir de células vegetales que se han
mineralizado y que presentan una estructura cristalina similar a la
del ópalo. Se forman por la precipitación del sílice disuelto en agua
que las plantas absorben del suelo. Los fitolitos presentan formas
distintivas y se conservan en el suelo, aun cuando la materia
orgánica de la planta donde se formaron ya desapareció.
Esquema de trabajo de los sedimentos en suelo y objetos diversos para la obtención y
estudio de los fitolitos (elaboró Judith Zurita).
Su estudio inicia con la toma de muestras de suelos bajo el
esqueleto, en el área del cráneo, abdomen y extremidades (manos y
pies), lo que se hace con muchas precauciones para evitar
contaminación (lavado de cucharillas con agua destilada, ausencia
de viento y la colocación del sedimento en sobres sellados de
papel). Conforme se retiraron las piezas del entierro y ofrenda se
tomaron muestras del área que ocupaban, especialmente donde
estaban los diversos elementos, las muestras se empacaron y
enviaron al laboratorio. También se retiró sedimento del contenido
de las vasijas recuperadas para su estudio, pero esto se realizó en
el laboratorio, en condiciones estériles, para evitar contaminación.

Para la recuperación de fitolitos se realiza un proceso físico y


químico de limpieza de muestra. Las preparaciones se revisan en un
microscopio óptico para determinar la presencia o ausencia de
fitolitos y su identificación.

En las muestras de suelo tomadas bajo el esqueleto se


recuperaron fitolitos de Ciperáceas (Cyperaceae), tule y de pastos
(Poaceae), lo que apoya la idea de que el cuerpo fue colocado
sobre un petate. Bajo el cráneo se recuperaron fitolitos de
gramíneas silvestres (Poaceae) y Asteraceas, también llamadas
compuestas, como el caso de los girasoles.

Llama la atención que en una de las muestras de suelo, alrededor


del esqueleto, se recuperaron fitolitos de calabaza (Cucurbita spp.)
en una gran concentración, lo que sugiere que estas verduras se
colocaron directamente sobre el suelo, como parte de la ofrenda.
Asimismo, en una de las muestras bajo una de las vasijas apareció
una alta concentración de fragmentos de tejido epidérmico de
gramíneas completamente ennegrecidas por acción de fuego, y
dentro de la vasija, fragmentos microscópicos de carbón, fitolitos de
pino (Pinus spp.) y de encino (Quercus spp.), también quemados.
Fotografías de fitolitos.
a) placa de fitolitos de Asteracea (compuestas);
b) placa de pastos silvestres (Poaceae) (fotografías de Judith Zurita).

Restos de plantas vistas en el microscopio.


a) fragmentos de tejido epidérmico de gramíneas completamente ennegrecidas
por la acción de fuego;
b) fragmentos microscópicos de carbón (fotografías de Judith Zurita).

En las muestras de manos y pies se recuperaron fibras de algodón


rojas (Gossypium hirsutum). En una de las vasijas se recuperaron
también fitolitos de Asteraceas (flores compuestas). Una segunda
vasija presentó fitolitos de maíz (Zea mays) y frijoles (Phaseolus
vulgaris).En las muestras de tierra asociada al infante, dentro de la
vasija, se recuperaron también fragmentos de fibra de algodón
(Gossypium hirsutum) y fitolitos de pastos (Poaceae), que pueden
representar los restos de un “colchón” de plantas donde se colocó el
cuerpo y de alguna tela donde se envolvió al bebé para su entierro.

a, b) Fragmentos de fibra de algodón (Gossypium hirsutum),


c) fitolitos de pastos (Poaceae)
(fotografías de Judith Zurita).

La fuente de información de la vida: el ADN

A través de los estudios de material genético, específicamente de


ADN (ácido desoxirribonucléico) es posible obtener información sobre
la herencia de los organismos. En el caso de los entierros
prehispánicos, se puede saber si son familiares o no y el grado de
parentesco. Cuando hay varios entierros, es posible reconocer si se
trata de una familia extensa o si se trata de diferentes miembros de
una comunidad. Podemos determinar la relación entre varias
poblaciones y ubicar fenómenos como aislamientos poblacionales,
por ejemplo zonas donde los habitantes de un grupo se casan entre
sí, haciendo que se mantengan “genéticamente aislados” o
migraciones, en cuyo caso los habitantes de un grupo se desplazan
a otra región y se casan con habitantes de esta nueva región dando
lugar a individuos “diferentes” en ciertos caracteres genéticos. Para
reconocer el grado de cercanía entre personas (distancias
genéticas) se cuantifica la cantidad de diferencias (mutaciones) en
sitios definidos de las cadenas de ADN.

Las mutaciones son cualquier cambio del ADN que se da al azar. Pueden ser cambios en
una de sus moléculas básicas, o en un conjunto de ellas; pueden ser la pérdida de una o
su adición por “errores” de la célula, o ser diferentes en segmentos de ADN que están
repetidos (elaboró B. Z. González Sobrino).

Cuando las mutaciones se dan al azar de manera continua, los


cambios se van acumulando con el paso del tiempo. Por ello hay
una relación directa entre la distancia genética y el espacio
geográfico. Gracias a estos principios se sabe sobre las migraciones
humanas desde que la especie salió de África y que América fue el
último continente en ser ocupado.

En una célula animal el ADN se encuentra en el núcleo, pero también en los organelos
llamados mitocondrias. Su ADN también sufre mutaciones y proviene sólo de la línea
materna, ya que cuando se unen el óvulo y el espermatozoide este último sólo participa
con el ADN de su núcleo, mientras que el óvulo aporta todo lo demás (imagen de célula de
Blanca Zoila González Sobrino, imagen de mitocondria
tomado de http://www.quo.es/salud/terapia-de-adn-mitocondrial).

A través de estudios de ADN mitocondrial se ha reconocido la


herencia genética exclusiva de América y que se denomina
haplogrupos A, B, C y D. La distribución de su frecuencia en México
es distinta en cada región. Cada haplogrupo tiene, a su vez,
variantes, de manera que el haplogrupo A abunda más en la zona
maya en donde hay variantes únicas. El haplogrupo C abunda más
en el norte, también con variantes únicas norteñas. Sin embargo, en
todo el país se encuentran los cuatro haplogrupos y siempre hay
más A y B que C y D.

Haplogrupos del Continente Americano en México (A, B, C y D). Cada haplogrupo tiene
variantes según la región; por ejemplo, no todos los haplogrupos A en el norte son los
mismos que los del sureste (elaboró B. Z. González Sobrino).

¿Cómo trabajamos el ADN en casos como los de esta historia?

Los huesos humanos encontrados de la mujer, del nonato y algunas


herramientas (agujas) tuvieron ADN, aunque éste se alteró (se
degradó) con el paso del tiempo y las condiciones del suelo (como
acidez, humedad y temperatura).

Para no contaminar las muestras al obtenerlas del esqueleto, se


utilizaron guantes y se tomó un gramo de hueso por cada una; al
llegar al laboratorio se almacenaron en el refrigerador. Para su
manejo se utilizó ropa desechable de cirujano y se trabajó en
cuartos aislados en cada fase para no contaminarlas con nuestro
ADN o el de otras muestras. El hueso se limpió con cloro y luz
ultravioleta.

Posteriormente, los huesos se molieron hasta hacerlos polvo y se


siguió un procedimiento para aislar el ADN. Una vez extraído, el ADN
se replicó con una técnica conocida como PCR, lo cual permite tener
millones de copias.
El manejo y procesamiento de muestras para extracción de ADN requiere de un especial
cuidado, ya que es muy fácil contaminarlo con el simple contacto o al quedar expuesto al
aire por falta de cuidado (fotografías del curso de ADN antiguo
2015, PAPIIT IN402015).
Termociclador en donde se realiza la técnica PCR (fotografía de Ana Julia Aguirre).

El ADN “amplificado” se puede ver en forma de bandas en geles y


con ello es posible reconocer las diferencias entre las personas.

El ADN del nonato fue idéntico al de la mujer, tenía las mismas


mutaciones. En cambio, los huesos de las herramientas fueron de
cuatro individuos distintos, con variantes de los haplogrupos A, B, D
y D, respectivamente. El individuo A tuvo una variante encontrada
únicamente en la zona maya, el B es común en el Altiplano central y
los D pertenecen a variantes de la zona oaxaqueña.
En este ejemplo se muestra un gel con el resultado del PCR para reconocer el haplogrupo
A. Los “pozos” 5 y 8 corresponden a la mujer y el nonato, y el pozo 9 al hueso de una de
las herramientas. Su similtud es evidencia de que son del mismo haplogrupo. El que haya
dos bandas significa que el ADN fue “cortado” con un enzima que reconoce la mutación
distintiva del haplogrupo A (fotografía de B. Z. González Sobrino).

Ubicando en el tiempo: la datación

Los entierros son uno de los mejores espacios para obtener


información acerca de la antigüedad de los sitios arqueológicos
excavados debido al gran cúmulo de material de origen orgánico
que los constituyen como son los restos óseos tanto del difunto
como de los animales que los acompañaban. La manta de algodón y
el petate de fibras de tule ocupados para envolver y depositar el
cadáver, así como las diversas ofrendas con alimentos brindadas al
difunto son material que por su naturaleza orgánica puede ser
analizado por el método de datación por radiocarbono, el cual nos
permite ubicar temporalmente los eventos ocurridos en el pasado,
como por ejemplo un entierro.
El material orgánico, aún el que consideramos de constitución
dura, como el hueso o la madera, es muy frágil y al estar enterrado
durante mucho tiempo tiende a descomponerse y degradarse, es
por ello que en el momento de la intervención hay que manejarlo
con mucho cuidado. Por otro lado, el material que se usará para
datar debe ser tomado utilizando guantes y con ayuda de pinzas y
espátulas metálicas para evitar la contaminación que pudiera
ocasionar el contacto con nuestras manos, con papel o con otros
objetos de origen orgánico. Una vez recuperadas las muestras
deben de secarse rápidamente en un horno o a la intemperie para
evitar que se generen hongos y bacterias que aportarían otra fuente
de carbono ajena a las muestras.
Diferentes tipos de material orgánico que se pueden datar por 14C

(fotografías de archivo del LUR, UNAM).


Esquema del modelo del radiocarbono y gráfica del decaimiento radiactivo del 14C (imagen
de archivo de LUR, UNAM).

¿Cómo funciona el modelo del radiocarbono?

Resulta que todos los seres vivos estamos formados por millones de
átomos de carbono que existen en tres tipos diferentes – el carbono
12 (12C), el carbono 13 (13C) y el carbono 14 (14C) – los cuales
asimilan las plantas a través de la fotosíntesis y el resto de los
organismos mediante la cadena alimentaria. De estos tres tipos de
carbono, sólo el carbono 14 es radiactivo (emite un tipo de energía
que conocemos como radiación). Mientras los organismos están
vivos, la proporción de los tres tipos de átomos de carbono es
constante y es la misma que hay en la atmósfera. Pero, cuando los
organismos mueren y cesa el intercambio de átomos de C con la
atmósfera, la concentración de 14C comienza a disminuir a una
velocidad constante y conocida. Es por ello que si logramos
determinar cuánto carbono 14 le queda a una muestra que alguna
vez estuvo viva, podemos saber el tiempo transcurrido desde el
evento de la muerte.4

Imágenes de la limpieza física y química de las muestras

(fotografías de archivo del LUR, UNAM).

En el laboratorio las muestras pasan por un proceso de limpieza


física y química, para posteriormente transformarlas en una
sustancia llamada benceno que contiene todo el C de la muestra y
así poder determinar la concentración de carbono 14 de las
muestras, que es el dato que necesitamos para poder realizar el
cálculo de la edad.
Equipos para analizar muestras arqueológicas y determinar la concentración

de 14C en ellas (fotografías de archivo del LUR, UNAM).

Para nuestro caso se emplearon fragmentos del petate en el cual


estaba depositado el cadáver y fragmentos de carbón encontrados
en una de las vasijas, no se pudieron ocupar los huesos humanos ni
de animales, pues no estaban bien conservados para el análisis.
Después de determinar la concentración de radiocarbono en estos
materiales y de llevar a cabo diversos cálculos y calibraciones
empleando programas de cómputo, se determinó que el entierro
ocurrió entre 1436 y 1492 dC,5 lo cual corresponde al periodo
Posclásico tardío en el centro de México.
Material descubierto en el entierro y estudiado en los laboratorios
(elaboró Agustín Ortiz).
1 Estructura consagrada para ritos sobre la cual se hacen ofrendas o sacrificios. En el
centro de México se le denominaba momoztli.
2 Entierro primario es cuando el individuo muerto simplemente se coloca en su tumba;
entierro secundario es cuando existe evidencia de que los restos humanos descubiertos
fueron sustraídos de su contexto primario y colocados en el sitio donde se les descubrió.
3 Los nombres científicos constan de dos palabras, la primera es el género y la segunda la
especie. Si dos organismos tienen el mismo nombre de género, pero es diferente el de
especie significa que son distintas, pero emparentadas, con un ancestro común. Si tienes
el nombre genérico y en el de la especie aparece “sp.”, significa que no fue posible
determinar la especie, sólo el género y si incluyes “spp.” significa que en la identificación
pueden entrar varias especies del mismo género.
4 14C, carbono 14 y radiocarbono son diferentes maneras de referirnos al átomo de
Carbono con masa 14. El datamiento por 14C sólo puede aplicarse a material de origen
orgánico que no tenga una antigüedad mayor a los 50 mil años.
5 Después de Cristo.
H abiendo concluido los estudios básicos, el siguiente paso fue
comprender las razones que llevaron a la muerte de la mujer,
de su niño, su colocación en la tumba y la razón de todo lo que fue
puesto a su alrededor o apareció a lo largo de las investigaciones. El
dato de la antigüedad servirá, principalmente, para saber qué se
conoce acerca de eventos similares realizados en la misma época.

Cuándo y quiénes
Como se determinó a través del datamiento, el entierro se realizó
entre 1436 y 1492 dC, en el periodo que llamamos Posclásico
tardío, y el material cerámico mostró características (por ejemplo la
forma y el decorado) que al compararse con colecciones de
referencia, permitió definir que había sido creado por personas de la
cultura mexica.6

Los protagonistas
La situación del entierro, la orientación, la disposición final de los
individuos, los objetos asociados y el análisis osteológico permiten
interpretar que la causa de la muerte de la mujer fue un parto. La
colocación de los restos infantiles en una vasija al lado de la mujer,
indica que el infante nació prematuro, posiblemente muerto o murió
durante el parto junto con la madre.

Poco se conoce sobre la tasa de mortalidad materna y sus causas


durante este periodo, estas últimas pudieron ocurrir por algún tipo
de complicaciones del embarazo, parto y puerperio o quizá por
enfermedades preexistentes, hemorragias u otras. Un factor
adicional pudo también ser la temprana edad a la que se
embarazaban las mujeres lo cual era relevante para la cosmovisión
de la época, sin embargo, fisiológicamente es importante, ya que un
individuo menor a 21 años aún no completa su crecimiento. Lo cierto
es que poco se conoce del tema en las fuentes del siglo XVI, lo que
sí se sabe es que los padres de la parturienta debían tomar la
decisión de que la partera cortara en partes al producto y lo
extrajera para así salvar la vida de la madre o, en caso contrario, la
partera iniciaba los preparativos para disponer de su paso a otra
forma de existencia: acompañante del Sol.

La vestimenta y los adornos


Con base en los resultados podemos suponer que el textil
encontrado fue parte del huipil que le pusieron para enterrarla. Una
vez acomodado el cuerpo aparentemente se colocaron flores de
cempaxúchitl y dalia alrededor del individuo y en la cabeza, a modo
de corona. Además de que en México muchas de las flores tienen
su apogeo en la época de lluvia (junio-octubre), el dato del uso del
cempaxúchitl es importante, ya que lo normal es verla a finales del
año, lo que indica que el entierro tuvo lugar en este mismo periodo.
La presencia de fibras de algodón en el sedimento de la vasija del
entierro del nonato indica que éste fue cubierto por una tela.

Los objetos

Los objetos dejados alrededor de la mujer pudieron haber tenido


varios objetivos. Los restos entretejidos quizá formaron parte de un
petate que envolvía el cadáver a manera de un bulto. Significa que
se vistió y adornó a la mujer y después se le envolvió en el petate a
manera de un ataúd.

Las restantes piezas no parecen haber sido parte de su


indumentaria, pero si podrían ser artículos que necesitaría en su
viaje posterior, según sus creencias religiosas.

Las dos valvas de concha sin duda sirvieron como contenedores


de cinabrio, un pigmento mineral rojo y seguramente, junto con las
agujas de hueso, eran instrumentos de trabajo de la difunta, quien
posiblemente se dedicara a elaborar telas de algodón, idea que se
refuerza por la presencia en las muestras de fitolitos de manos y
pies de fibras de algodón rojas (Gossypium hirsutum) que pudieron
ser colocadas para vincularla con este tipo de actividad. Las agujas
eran elementos empleados en la misma labor. Ahora bien, el uso del
hueso humano para la elaboración de instrumentos fue algo muy
común en el México antiguo y los datos del ADN mostraron que
probablemente los individuos de cuyos huesos se fabricaron las
agujas hayan sido extranjeros presos en guerras y esclavizados; el
hecho de que sus restos se utilizaran para elaborar herramientas
indica que pertenecían a sectores sociales sin poder.

El alimento
Los huesos cocidos y los restos de vegetales que no formaron parte
de adornos o vestimenta seguramente fueron parte de una ofrenda
alimentaria.

Debido a que los huesos de conejo y de guajolote presentan


huellas de corte, evidencian que los animales fueron destazados.
Una práctica común al respecto era hacer comidas, una parte se
consumía durante la ceremonia y otra se colocaba junto al muerto
como para compartir con él y dejar alimento para su viaje al otro
mundo.

Las vasijas colocadas en la ofrenda que contenían semillas, polen


y fitolitos de plantas alimentarias, reflejan el tipo de comida que se
consumía de manera cotidiana: maíz, frijoles y calabaza. La vasija
que contenía polen de mirasol, tejocote y capulín, suponemos que,
probablemente, también contenía miel, debido a la presencia de
carbohidratos.

Las dos pequeñas ollas localizadas en la parte baja de sus piernas


estaban aparentemente vacías, sin embargo, el estudio mostró que
en una de ellas se había colocado algo como miel, en tanto que en
la segunda posiblemente hubo chocolate.7

El perro
Sin duda la presencia del perro merece un espacio aparte, ya que la
evidencia de la fractura del cráneo permite establecer que éste fue
sacrificado con un golpe muy fuerte que le privó de la vida para ser
empleado en el ritual del enterramiento humano. Como no hay
evidencias de cocimiento o marcas de corte, es claro que su uso
nada tuvo que ver con el alimento.

El perro era un individuo masculino, colocado a los pies de la


difunta, quizá para que fuera su acompañante. Se cree que
generalmente se colocaba a un perro junto a un muerto para que
fuera su guía en su camino hacia el inframundo, pero esto sólo lo
hacía gente del pueblo cuando moría de enfermedad, una mujer
muerta en parto era considerada una guerrera, no un enfermo, de
modo que la presencia del perro seguramente tuvo otra finalidad.
Quizá servía como protector, como guardián de ella y el niño.

El cuándo
La edad del perro tiene un valor especial, ya que complementa la
información botánica para determinar cuándo se realizó el entierro.
Los perros tienen camadas dos veces al año: entre mediados de
mayo y final de junio y entre final de noviembre y principios de
enero. Si a estas fechas le agregamos diez meses, tenemos dos
momentos probables de su muerte y como los datos botánicos se
enfocan más hacia la segunda mitad del año, la conclusión es que
este evento se dio muy probablemente entre final de octubre e
inicios de noviembre.
Periodos de floración de plantas diversas en el centro de México, de Cempaxúchitl y
épocas en que tenemos perros de diez meses de edad. Con ello se concluyó que el
entierro había tenido lugar entre final de octubre y principios de noviembre.

Recreando paso a paso el entierro


Con toda la información obtenida, complementada con la
proveniente de diversas obras del siglo XVI, estamos en la
posibilidad de reconstruir por qué y cómo se realizó el entierro.

La presencia del bebé es prueba contundente de que la muerte de


la mujer está vinculada con algún problema que se dio poco antes
del parto. Aunque una edad de 17 años podía considerarse
adecuada para que una mujer fuera esposa y madre, finalmente
todo está en función de su desarrollo fisiológico y por ello un
embarazo durante la adolescencia siempre era, y es, un riesgo. En
épocas anteriores al siglo XX la probabilidad de que una mujer
muriera durante el embarazo o en el parto era grande, de ahí la
existencia de parteras y la importancia del apoyo de las mujeres
mayores, quienes conocían en detalle todo lo relacionado con el
embarazo, sus cuidados y los riesgos.

Los datos de las plantas y del perro indican que el deceso se dio
hacia el final del año, entre octubre y noviembre. Como el parto fue
prematuro, es de suponer que su embarazo inició en marzo.
El cuerpo de las mujeres muertas en el parto era bien cuidado
durante el entierro. Por considerarlas guerreras, algunas partes del
mismo, por ejemplo el dedo medio de la mano y los cabellos, eran
codiciados por los guerreros, ya que creían que podían dar a los
combatientes mayor fuerza en la batalla y, además, cegar los ojos
del enemigo.8

En la cultura mexica existía la creencia de que las mujeres muertas en parto


se convertían en acompañantes del Sol.9

La miel y el chocolate eran productos traídos de la lejana región


del Soconusco (sur de Chiapas y Guatemala), por lo que se infiere
que la persona enterrada pudo haber sido de alto estatus, además
debido a que se le enterró en un altar, en medio de varias
estructuras importantes, podemos concluir que era una noble del
poblado y se le realizó un entierro apropiado a su rango.

Su colocación en posición extendida con las piernas flexionadas y


su cabeza mirando hacia el oeste (hacia cihuatlampa) se debe a que
se creía que las mujeres que morían durante el parto iban al cielo, al
lugar donde se pone el Sol. La acostaron sobre un petate de tule y
una ofrenda de flores alrededor de su cabeza. La presencia del
polen de pino, encino y otras plantas simbolizaba el lugar a donde
moraban dichas mujeres. Al bebé muerto lo colocaron a su lado
dentro de una pequeña vasija.

Como aparece en el Códice Florentino, obra escrita en el siglo XVI


por fray Bernardino de Sahagún,10 en estos casos se realizaba una
pequeña ceremonia y después de varias oraciones y cantos se
distribuían ofrendas a su alrededor. Por último colocaron al pequeño
perro (itzcuintli) para su protección.

Aun cuando la muerte de estas mujeres entristecía y hacía


derramar llanto a las parteras, los padres y parientes de ellas se
alegraban, porque pensaban que no irían al inframundo o mictlán,
sino a la casa del Sol, y que éste, por ser valientes, las había
llevado para sí; y por eso también se les llamaban mocihuaquetzque
mujeres valientes que se levantan.
Ejemplo de un entierro real de una mujer embarazada con su feto. Proyecto SCAT 2000 de
la Dra. Yoko Sugiura Yamamoto (dibujo original de Fernando Botas).11

Colocadas las ofrendas de la mujer y su hijo, se oficiaron varias


plegarias y cantos, se colocaron cuencos con agua, chocolate y
miel, así como alimentos de carne y tortillas para que tuviera comida
una vez que llegara a su destino. Y para honrar a las deidades se
decapitaron tres codornices, cuya sangre se derramó en los cuatro
rumbos12 y en el centro de la tumba. Se esparció copal y pulque
alrededor del cuerpo y, concluido esto, el lugar fue cerrado para
siempre.

6 La cultura mexica se desarrolló en el centro de México desde finales del siglo xiii y desde
el siglo xiv fue construyendo un imperio que estaba en su apogeo cuando Hernán Cortés
y su ejército llegaron al centro de México en 1519.
7 En Mesoamérica se creía en la existencia de una entidad anímica en el cuerpo que daba
identidad y conciencia al ser humano y que lo abandonaba al morir para ir a una
existencia ultraterrena. Los aztecas identificaban dicha sustancia inmortal con el “teyolía”,
radicado en el corazón. Dicha conciencia pervivía en el lugar de los muertos en donde
seguía requiriendo alimento, reconocimiento y algunas otras ayudas espirituales que
podían ser otorgadas por los vivos para permitirles continuar su existencia inmortal. El
registro arqueológico de estos pueblos muestra que en sus ritos funerarios era común
dejar en la sepultura objetos de uso cotidiano, herramientas del oficio del difunto, joyería,
ropas, alimentos, piedras semipreciosas, entre otras cosas para ayudar al difunto en su
travesía y estancia en el otro mundo.
8 Sahagún, fray Bernardino de, 1999: Lib. vi, cap. xxix, p. 61.
9 Sahagún, fray Bernardino de, 1979.
10 Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590) fue un fraile español que vivió en la Nueva
España de 1529 hasta su muerte. Durante este tiempo se interesó en conocer la cultura
mexica y durante años reunió la información que llegaba a sus oídos. Aunque la modificó
en muchas ocasiones, posee la virtud de que buscó apegarse lo más posible a lo que le
comentaban y además su obra incluye los textos en náhuatl y su traducción o
interpretación en español. La versión original se encuentra en copias exactas
(facsímiles), por ejemplo en la biblioteca del Instituto de Investigaciones Antropológicas
de la unam, bajo el nombre de Códice Florentino. La versión más accesible al público en
general se llama Historia general de las cosas de Nueva España, publicado por editorial
Porrúa.
11 La muerte de una joven en parto y su significado en la vida lacustre: el entierro 5 en el
islote 20, la ciénaga de Chignahuapan, estado de México, Y. Sugiura, L. Torres, M.
Covarrubias, M. de Ángeles. Anales de Antropología 2003, V.37, iia, unam.
12 La cultura mexica dividía al universo en varios niveles que incluían el cielo, el
inframundo y el mundo terrenal. Respecto de este último, lo dividían en cuatro regiones
que se unían en un punto central, dominadas por cuatro dioses, cada uno vinculado con
los cuatro puntos cardinales y los cuatro elementos básicos, agua, aire, fuego y tierra.
(http://www.mexico-tenoch.com/magico/text2.html).
E sa mañana la mujer se levantó con cierto malestar. Su
embarazo había sido difícil desde el inicio, dada su juventud y
por ser su primer parto era común que tuviera episodios de miedo
que frecuentemente le llevaban al llanto y para sentirse más segura
había seguido con cuidado las indicaciones de la tlamatquiticitl, la
partera del pueblo.13 La abuela le había indicado reposo, la
ingestión de algunas yerbas especiales y algunos baños de
temazcal, el cual su esposo le preparaba dos veces por semana.

Sin embargo, esa mañana los dolores eran más fuertes de lo


normal, así que colocó algunas yerbas medicinales en agua caliente
con la esperanza de que eso aminorara su malestar. Su esposo
había salido temprano junto con un grupo de pochtecas a Tlatelolco,
así que se encontraba sola. Afuera el itzcuintli (perro) daba unos
aullidos lastimeros como si comprendiera el malestar de su ama.
Había quienes decían que era una época de malos augurios, pues
habían oído graznar al tecolotl (búho).

La partera le había comentado que cerca de la próxima luna llena


nacería su primogénito, así que decidió arreglar y limpiar el pequeño
cuarto destinado para ese acontecimiento, sin hacer caso de los
dolores que cada vez eran más fuertes.

Con una escoba se hincó y comenzó a barrer la pequeña


habitación provista de un tlecuil para calentar el cuarto, mientras
hacía oraciones a Xochiquetzal, diosa de las embarazadas,
arrojando al mismo tiempo pequeñas cantidades de pulque hacia los
cuatro rumbos.

Fue en ese momento, al levantarse, cuando un fuerte dolor en su


abdomen le hizo trastabillar y sintió que un líquido la mojaba y
escurría entre sus piernas. A gritos y casi cayéndose salió hacia la
puerta donde unos niños jugaban con un totolli (guajolote) y les
urgió que corrieran por la partera para que la auxiliara.
Los niños corrieron por todo el poblado, hasta llegar a la casa de la
partera del pueblo, la cual al enterarse arregló un pequeño bulto con
sus hierbas medicinales y utensilios para el parto, pasó por su
ayudante a una casa vecina y se dirigió prontamente a la casa de la
parturienta.

Al llegar la encontró sudorosa sobre un petate temblando de frío.


Así que decidió actuar rápidamente, sin embargo, lo que vio la
preocupó más, ya que una gran cantidad de sangre manchaba las
mantas que había colocado sobre su estera. Sin perder tiempo le
ofreció una infusión a base de hojas de cihuapatli y epazotl
endulzado con aguamiel para facilitar el parto y para detener el dolor
y el sangrado mientras que daba masajes en el vientre de la
parturienta.

Una partera ausculta a una mujer embarazada. Códice Florentino


(Libro 6, Capítulo 27, foja 130).

Al instante se dio cuenta de la gravedad del problema. El bebé se


adelantaba casi una luna llena y además venía “al revés”. Por lo que
por medio de masajes intentó desesperadamente practicar el
tlaolinztli, es decir, acomodarlo en una posición más conveniente
para su nacimiento.

La colocó en cuclillas y la instó a pujar fuertemente para que


expulsara al bebé, sin embargo, para su sorpresa, confirmó que éste
se encontraba enredado en el cordón umbilical, lo cual haría el parto
aún más difícil.

Desafortunadamente, esta mujer, como muchas otras de su época,


no tuvo la suerte de sobrevivir al parto, ya que en la época
prehispánica frecuentemente la muerte era provocada
principalmente por dos situaciones: ser una madre joven y primeriza
o por un parto difícil, y ella presentaba todo esto.

La mujer muerta en parto se convertía en una mocihuaquetzqui


(mujer valiente). Las mujeres nobles, muertas en el parto llegaban a
ser cihuapipiltin e iban al templo de las cihuateteo. El destino de las
mujeres que morían luchando infructuosamente por el nacimiento de
su primogénito era igual al de los soldados que perdían la vida en la
batalla, ya que se les consideraba como guerreras al haber tomado
a su propio hijo como prisionero.

Estas mujeres iban a la “…casa del sol y residen en la parte


occidental del cielo...”, lugar en donde “…hay arboleda y bosque de
diversos árboles…” (Sahagún 1999: 381).

13 Especialista en medicina tradicional cuya función principal era atender el embarazo y el


parto, así como asistir a la mujer y al recién nacido durante el puerperio.
L a investigación arqueológica, basada en el pensamiento
interdisciplinario y el trabajo en equipo, permite llegar a
conocimientos y reconstrucciones que parecieran de ciencia-ficción,
con la diferencia de que tenemos el trabajo científico como apoyo y
por tanto una base real, confiable.

Gracias a los estudios históricos y antropológicos sabemos que la


tradición del día de muertos es una práctica mexicana basada en el
pensamiento prehispánico. Hay quienes la empalman con el día de
Halloween, pero se trata de dos tradiciones diferentes. Esta última
fiesta tiene su origen en la tradición celta, realizada el 31 de octubre,
y ligada a costumbres inglesas que involucraban ritos de hechicería,
acciones a favor del protestantismo y persecuciones religiosas.14

La fiesta del día de muertos es producto de la fusión del


pensamiento mesoamericano y el español,15 es una tradición de
enorme arraigo con manifestaciones diversas con el objetivo de
honrar a los muertos. De la parte española tomamos la fecha del 1º
de noviembre, la cual coincide con la celebración de las fiestas de
Todos los Santos y por la prehispánica la ampliación de este
concepto a todos los difuntos, en especial de nuestros seres
queridos fallecidos a quienes recordamos con un altar en el cual
colocamos fotografías y flores, para honrarlos, así como los
alimentos que eran de su preferencia, para que tengan qué comer
durante su visita al mundo de los vivos. Otro añadido proveniente de
la tradición prehispánica es el concebir que la llegada de los difuntos
involucra también celebrar a la muerte, como contraparte de la vida
y como entidad sobrenatural que ese día hace su presencia en el
mundo de los vivos.

14https://www.aciprensa.com/recursos/origenes-de-halloween-1698/
15 http://www.festivaldevidaymuerte.com/dia-de-muertos/
http://diadelosmuertos.yaia.com/historia.html
El Laboratorio de Prospección
arqueológica agradece al la Dra. Yoko
Sugiura y a la Dra. Alessandra Pecci el
poder utilizar sus figuras para mostrar la
metodología y excavación en el apartado
correspondiente a nuestros resultados.
Para saber más

Alcántara, Berenice
2000 Miquizpan. El momento del parto, un momento de muerte.
Prácticas alrededor del embarazo y parto entre nahuas y ma-
yas del Posclásico, Estudios Mesoamericanos, 2: 37-48.

Arriaza T., Bernardo, Marvin J. Allison, Guillermo Focacci y Enrique


Gerszten
1984 Mortalidad materna y de la niñez en el área de Arica
Prehispánica y conceptos asociados, Revista Chungará, 12:
161-172.

Barba, Luis
1984 The Ordered application of geophysical, chemical and
sedimentological techniques for the study of archaeological
sites: the case of San José Ixtapa, México, tesis, University of
Georgia, Athens, Georgia.

Barba Luis, Agustín Ortiz y Alessandra Pecci


2014 Los residuos químicos. Indicadores arqueológicos para enten‐
der la producción, preparación, consumo y almacenamiento de
alimentos en Mesoamérica, Anales de Antropología, 48-1: 201-
239.

Barba Luis, Luz Lazos, Karl F. Link, Agustín Ortiz y L. López Luján
1998 Arqueometría en la Casa de las Águilas, Revista de
Arqueología Mexicana, VI, (31) México.

Beramendi Orozco, Laura E., G. González Hernández, A. M. Soler


Arechalde
2012 Cronología para Teopancazco: integración de datos
arqueomagnéticos a un modelo bayesiano de radiocarbono,
Linda R. Manzanilla Naim (ed), Estudios arqueométricos del
centro de barrio de Teopancazco en Teotihuacan,
Coordinación de la Investigación Científica y Coordinación de
Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México:
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Beramendi, Laura E. y Galia González


2011 Datación por Radiocarbono, una herramienta para estudios del
Cuaternario tardío, M. Caballero y B. Ortega (comp.),
Escenarios de cambio climático: registros del Cuaternario en
América Latina,; Universidad Nacional Autónoma de México:
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Blanco, Alicia, Bernardo Rodríguez y Raúl Valadez


2009 Estudio de los cánidos arqueológicos en el México
prehispánico, Instituto de Investigaciones Antropológicas,
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Libro electrónico editado por el Instituto de Investigaciones Antropológicas
de la Uiversidad Nacional Autónoma de México. Se terminó de producir en
noviembre del 2016 en formato ePub por Silvia Elvira Abdalá Romero y
Pablo Hernández Osnaya

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