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Introducción:
Desde una epistemología “popperiana” se tiene muy en cuenta de que una teoría, para poder
ser científica” tiene que cumplir con los criterios de falsabilidad. Es decir, ha de poder ser
actual o potencialmente refutable con algún dato empírico. Popper lo expresaba como
“enunciados básicos” que funcionaban como “hipótesis falseadora” de un enunciado
universal1.
En otras palabras: Para que una teoría R que incluye n cantidad de enunciados básicos E, se
cumple que es científica en tanto haya algún enunciado E que contradiga directamente
algunos de los “n” enunciados que incluye la teoría. Pero los enunciados “E” que se pretendan
como “hipótesis falseadoras” deben ser enunciados que puedan ser repetibles en
experimentos controlados (o que al menos se puedan reproducir con frecuencia en la
realidad); de lo contrario, se constituirían como meros “eventos aislados” sin importancia real
para la teoría2.
Ahora bien, nosotros en particular adherimos al racionalismo crítico, y es justamente por ello
que debemos estar abiertos a nuevas añadiduras o modificaciones que existan en nuestras
tesis. A continuación, mencionaré como nuestra teoría del valor solo tiene un buen poder
explicativo en nuestro contexto socio-económico actual, y no tanto en contextos históricos
precedentes:
En primer lugar, cabe mencionar que, los productos que eran vendidos en tiempos pretéritos
(Por ejemplo, en Inglaterra por el siglo XVI) eran productos que no contaban con una
“estrategia de ventas” tal y como la conocemos hoy. La motivación principal del consumidor
para determinar su valoración hacia el producto era la calidad real que presentaba el bien en
cuestión. Es justamente por eso que se establecieron los aranceles (tanto el rey Enrique VII
como la reina Isabel I), para que los consumidores no prefirieran las manufacturas fabricadas
por los neerlandeses al encarecerlos con grandes impuestos. Así pues, ellos solo se verían
motivados a comprar las manufacturas fabricadas nacionalmente.
Y esto se mantuvo así hasta más o menos desde año 1870, con el advenimiento de la “segunda
ola del capitalismo”3 y de las grandes marcas (Ford, Toyota, Coca-Cola) que empleaban un
enfoque “psicológico” a las estrategias de ventas, para que así el consumidor dejará una
actitud crítico-analítica de medir la calidad de los productos y se enfocaran en valorarlos por
los estímulos sensitivos que la publicidad hedonista les provocaba y la imagen que se construía
en su mente. Es ahí donde nuestra teoría comienza a tener un mayor poder explicativo con
respecto a las anteriores (teoría objetiva y teoría marginalista).
Nuestra teoría se adapta bien a explicar la valoración percibida por el consumidor en una
etapa determinada de la historia, estableciendo una sólida base antropológica y una
gnoseológica. No obstante, la historia está en un flujo de devenir constante, esto significa que
nuestra teoría puede tener validez para explicar nuestro presente, pero tal vez tenga que
revisarse en algún futuro lejano o cercano (sobre todo si se aplica nuestra propuesta de
solución expuesta en el anterior artículo, cosa que mencionare en el capítulo siguiente.)
En cuanto a nuestra teoría de la insubordinación empresarial pasa más o menos lo mismo que
con nuestra teoría del valor:
Como bien lo mencionamos en el 1er capítulo de nuestro ensayo, las empresas antes
construían su poder desde sus capacidades productivas para generar mejores productos y su
conocimiento tecnológico. Ahora bien, esto, que ha funcionado en antaño, hoy en día no
funciona más. La calidad de los bienes y servicios pasa a estar a segundo plano si es que una
empresa quiere construir poder e insubordinarse contra las líderes y hegemónicas; lo que hoy
cuenta es la construcción de una “imagen”, tanto de la empresa como de los productos que no
necesariamente se condice con la realidad.
Ahora bien, el modo de gestionar y administrar las empresas ha cambiado radicalmente con el
advenimiento de la “responsabilidad limitada” generalizada (que empieza a mediados del siglo
XIX), lo cual se constituye como un factor decisivo para la posterior reconfiguración de las
relaciones empresariales (como lo vimos también en el 1er capítulo y lo desarrollamos a
profundidad en el 4to).
Pues bien, una vez aclarado el alcance epistemológico de nuestras teorías, cabe remarcar que
estas, por su propia perspectiva realista y analítica, están destinadas a destruirse en caso de
aplique nuestra propuesta de “insubordinación fundante del consumidor” ...¿Qué?. Sí, como lo
oyó.
De llevarse a cabo, dichas “reformas culturales” dejarían atrás el mundo económico actual que
nos sirve de base para desarrollar nuestras hipótesis y generarían una “nueva atmósfera” (y un
cambio radical) que a su vez exigiría nuevos enfoques teóricos para pensar dicha realidad
futura.
Claro está, que este (en caso de llevarse a cabo) sería, más bien, un cambio bastante gradual
(en vez de uno abrupto). Probablemente nuestras teorías dejarían de tener el grado de validez
que tiene ahora en tanto la conducta de los consumidores y las empresas ya no se enmarque o
adapte a nuestros presupuestos; sin embargo, eso no quita que estos pueden servir aún para
explicar ciertos fenómenos psicológico relacionados con el valor (por ejemplo, el contagio
social que influye en las preferencias de consumo y en la retro-alimentación del valor).
Podría reformarse el nombre de nuestra teoría. En vez de llamarse “teoría del valor arbitrario”,
podríamos (en caso se diera el proceso de insubordinación) llamarse “teoría del valor
psicológico...¿ Y por qué?. Pues muy sencillo. Cuando nosotros utilizamos el término
“arbitrario” nos referimos a algo que no se ajusta reglas, normas o parámetros determinados o
predeterminados, y que se justifica únicamente por la voluntad de los individuos. Pues bien, si
el valor es “arbitrario” es porque depende del capricho de quienes tiene el poder para
controlar nuestra percepción sobe este (las empresas con sus estrategias de neuromarketing).
Sin embargo, si decimos que el valor es, sobre todo “psicológico”, entonces estaría más abierta
la teoría a la posibilidad de que el valor no sea necesariamente controlado por “agentes
centrales” que tengan poder sobre nuestra mente, sino que sean solamente las “fuerzas
exógenas”4 las que terminen configurando el valor en nuestra subjetividad.
3) Nuestra teoría del a insubordinación del consumidor permite asestar un “triple golpe
mortal” a las condiciones que nos oprimen.
Pero más allá de las desventajas que pueden presentar nuestros paradigmas propuestos,
nuestra propuesta de solución (la insubordinación del consumidor) nos da la oportunidad de,
en caso ser aplicada correctamente, el poder asestar un “triple golpe mortal” hacia las
condiciones que nos subyugan y nos mantiene subordinados tanto como individuos y como
sociedad. Esos 3 “golpes” atacan 3 problemáticas fundamentales, que son:
En cuanto a la segunda, pues hay que decir (como vimos en el capítulo 5), que la racionalidad
política (es decir, la racionalidad con que el votante elige a sus representantes) está
intrínsecamente relacionada con la racionalidad de los ciudadanos en tanto consumidores. En
efecto, aquellos que toman las decisiones políticas de elegir a los representantes (la sociedad
civil) son los mismos que hoy en día son manipulados por las grandes empresas que solo
buscan generar una atmosfera de “irracionalidad”, no solo para ampliar su nicho de mercado y
mantener fidelizada a gran parte de la población, sino también para evitar que estos países
busquen desarrollarse mediante la buena política. Ejemplos de irracionalidad política los
podemos ver en los últimos años, en donde incluso, en este año, se ha elegido (en mi país) ha
presidentes tan incapaces de gobernar una nación (como Pedro Castillo, que es maestro rural
de provincia)4.
Hoy en día existe muchos sesgos cognitivos a la hora de votar por tal o cual candidato. Muchas
veces se demoniza a tal o cual por simples “rumores” que por ahí se dijeron. También
descalifican con adjetivos burdos y simplistas a ciertos candidatos con ideas “políticamente
incorrectas” (como paso con el caso de Rafael López Aliaga, cuando Julio Guzmán salió a
tildarlo de “fascista” aun cuando su pensamiento y sus propuestas estaba muy lejos de serlo).
Esto no hace más que el votante actúa basándose en los prejuicios y en las ideas simplistas
(fáciles de aceptar por la facilidad cognitiva).
Y, por último, nuestra teoría nos podría brindar a nosotros (los países hispanoamericanos) una
oportunidad para realizar nuestro propio proceso de “insubordinación fundante” (esta vez en
términos de Gullo):
Dado que la acción comunicativa sirve para defender valores que son, racional y objetivamente
mejores a los “estilo de vida” a los cuales solemos adherir para organizar y articular a las
comunidades políticas en pro de un proyecto de construcción de poder nacional, y que las
empresas extranjeras y manipuladoras comenzaran a ver minadas las bases de su poder (por
ejemplo, las grandes empresas textiles o marcas de ropa), surge una oportunidad para
nosotros de “insubordinarnos”, tanto a nivel de países (insubordinación política) como a nivel
de empresas (insubordinación empresarial). Y es que incluso si no nos unificamos todos los
países hispanos en una sola “patria grande” (como bien propone Gullo), todavía es posible la
construcción de empresas e industrias que reemplacen a las empresas “viejas” y
manipuladoras y que también tengan un compromiso real para con el bien común de los
pueblos y la satisfacción del flujo de necesidades reales (y no producir nuevas necesidades,
generándose así, un flujo de producción “irracional”).
Hoy en día son las grandes marcas de ropa y textiles (Louis Vuitton, Calvin Klein, Pierre Cardin,
etc..) europeas o estadounidenses las que dominan y hegemonizan el mercado utilizando
técnicas psicológicas de mercadotecnia que influyen en nuestro subconsciente y nos vuelven
consumidores “fieles” a la marca. Cuando su poder “psicológico” sobre nosotros empiece a
verse minado, entonces surgirá una ventana de oportunidad para que desarrollemos nuestra
propia industria textil competitiva
Sin embargo, cabe aclarar que (fuera del sector textil) que muchas de nuestras empresas
nacionales (de Hispanoamérica), lamentablemente, también utilizan este tipo de técnicas
debido al entorno competitivo a nivel global en el que se mueven. No obstante, no
pretendemos destruir o minar e poder de esas empresas; simplemente que nuestra “reforma
cultural” pueda hacer que el fin lucrativo de dichas empresas nacionales tienda más al bien
común y, por consiguiente, dejen de utilizar tanto la manipulación de percepciones como
estrategia de venta.
Nosotros basamos nuestra propuesta en la acción comunicativa porque creemos que, de ser el
Estado el principal agente de nuestra “revolución” como consumidores, se pueden generar
dialécticas y conflictos que no harán más que seguir minando nuestra posibilidad de construir
poder político. Dichas dialécticas se refieren, más que nada, al Estado que vaya en contra de
los hábitos y estilos de vida que nosotros comúnmente adherimos y pensamos (incluso
inconscientemente) que son correctos o que al menos son aceptables. Si un estado tratase de
impulsar políticas para combatir el consumismo llevando a cabo lo propuesto en nuestro
ensayo sin antes haber existido una “depuración moral” realizada por la propia gente, bien
podría darse que la misma gente inicie se rebele contra el mismo estado, por considerar que
“se mete en lo que no le incumbe”.
En el futuro, si es que hay gente que lee nuestro ensayo, espero que puedan profundizar en los
planteamientos que he expuesto para así poder realizar todo tipo de reformas sociales e
idiosincráticas que reconstruyan las bases, tanto materiales como espirituales de los pueblos.
Es posible aceptar también otras propuestas de solución compatibles (como las que propone
Dante Urbina en su libro “La Economía Irracional” 7) y asimilables con el núcleo teórico básico
de la nuestra. En caso sean contradictorias, tendríamos que ver por cual se decanta más la
gente a realizar.
También es importante el considerar, que la acción humana (es decir, de los consumidores), si
bien está influenciada y condicionada por factores tanto endógenos como exógenos, es
esencialmente indeterminada. Esto significa que nosotros somos incapaces de predecir con
precisión epistémica absoluta el modo en como vayan a actuar los agentes de nuestra
revolución. Muchas veces proponemos soluciones que al fin y al cabo ni se aplican porque a la
gente no le interesa seguir tal tipo de pautas y solo quiere vivir su vida “normal” y sin
preocuparse de tales cosas.
Es por eso que, si alguien tiene una verdadera vocación de construir una sociedad mejor y con
individuos económicamente más racionales y virtuosos, debería al menos considerar el
difundir nuestras ideas aquí planteadas para que al menos así tengamos una oportunidad de
salir de este “mar oscuro” en el que nos encontramos
Pero con todo esto, en caso nuestra propuesta se considerase exitosa para insubordinarnos
como consumidores, hay que considerar también el hecho de que existen circunstancias
exógenas que pueden afectar el proceso mismo de rebelión y “tirar por la borda” todo lo que
hemos desarrollado.
Hoy en día la acción comunicativa está en su máximo esplendor debido al auge de las redes
sociales, que han configurado y revolucionado las relaciones sociales-interpersonales. Gracias
a ellas se han podido dar casos exitosos de “insubordinación fundante” mediante la acción
comunicativa...¿Como?. Sí. El caso de las marchas pro-vidas se dieron porque hubo gente que,
en un inicio, se rebeló contra la ideología de dominación y supo transmitir al resto de
personas; favoreciendo así la aparición de estructuras “contra-hegemónicas” (como nadie
menos o Ser Provida) y argumentando el por qué dicho tipo de ideologías eran nocivas o
perjudiciales para el pueblo y por qué los argumentos contra el aborto que defendían eran
más racionales que los argumentos a favor (como bien habíamos apuntado en la 2da sección
del cap. 6 de nuestro ensayo).
Es por eso que, nuestro proceso de rebelión tiene grandes oportunidades de alcanzar el éxito
gracias a estas nuevas formas de comunicaciones que tenemos a disposición...¡No las
desaprovechemos!.
Referencias:
5) Véase: Julio Guzmán: “Le pediría a López Aliaga que, en lugar de estar insultando,
pague sus impuestos” (lcomercio.pe/politica/elecciones-2021-julio-guzman-le-pediria-
a-rafael-lopez-aliaga-que-en-lugar-de-estar-insultando-pague-sus-impuestos-nndc-
noticia/)
6) Marcelo Gullo. Madre Patria: Desmotando la leyenda negra desde Bartolomé de las
Casas hasta le separatismo catalán. Cap.6. pg. 192