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El hombre con relación al sistema.

SER HUMANO, SISTEMA – INTERRELACIÓN – ORGANIZACIÓN

Una vez roto el paradigma, dejamos atrás al paciente y nos enfrentamos al paciente como
sistema; pero ¿qué debemos entender por sistema y es el paciente un sistema? Se entiende
por sistema “una unidad global organizada de interrelaciones entre elementos, acciones o
individuos” Morín (1), concepto que se puede aplicar en diferentes áreas (Principio Isomorfo);
en el caso que nos ocupa, es indudable que el ser humano es una unidad organizada ya que
tiene su propia disposición de interrelaciones entre sus elementos, desde las interrelaciones de
los átomos y moléculas de su
sistema bioquímico, pasando por las interrelaciones celulares, hasta las interrelaciones entre
Sistema Nervioso, Inmune y Endocrino. En este orden de ideas, observando al ser humano
encontramos un sinnúmero de interacciones entre sus elementos que establecen
interrelaciones entre los mismos, lo cual se da desde el nivel molecular, por ejemplo: la
glucolisis (proceso de oxidar glucosa para obtener energía); el metabolismo de proteínas
(parte del proceso nutritivo), pasando por el nivel celular entre las células de un órgano y
continuando entre órganos, hasta el nivel de Sistema Inmune, Nervioso y Endocrino, entre los
cuales también se da este fenómeno (cada uno de ellos tiene receptores moleculares para
productos de los otros dos sistemas). Finalmente es pertinente recordar que este fenómeno de
interacción e interrelaciones, también se da entre las diferentes células del cuerpo por medio
del Sistema Básico de Pischinger, el citoesqueleto y la radiación electromagnética (2) cuya
explicación EL SER HUMANO COMO SISTEMA Y SU RELACION CON EL FENOMENO
SALUD – ENFERMEDAD. Heberth García Rincón. www.terapianeural.com abate los objetivos
de este trabajo. Continuando con el tema del ser humano, encontramos que la estabilidad
interrelacional entre sus elementos le dan un carácter organizacional, haciendo de él una
unidad compleja (sistema), con cualidades que no se encuentran en sus partes (Morín); como
por ejemplo la mente o la crisis curativa (en Medicina Alternativa, agravamiento de síntomas
que precede a la curación), cualidades que no puedo ubicar en una parte del ser humano.
Siguiendo a Morín, la organización transforma; por tanto, dota de propiedades adaptativas al
organismo; produce, es decir hace al organismo autopoiético; reúne, o sea interconecta,
generando flujo de información entre todas las partes del organismo y mantiene el sistema, la
unidad, como tal. EL SER HUMANO:
¿QUÉ SISTEMA ES? En su desarrollo la Teoría de Sistemas ha sido adoptada por diferentes
disciplinas del conocimiento que le han hecho sus propios aportes y han generado sus propios
procesos cognitivos; está tan difundido su uso que cubre áreas como el mundo físico,
biológico, social, productivo y cultural (3); de tal manera que se origina un sinnúmero de tipos
de sistemas, según las necesidades del sujeto observador y del área de conocimiento, entre
otras variables. Esto ha dado origen a un
gran número de clasificaciones entre las cuales está la de Ramírez C., Luz Arabany (4), quien
propone clasificar según su relación con el medio ambiente, su naturaleza, su origen, sus
relaciones, cambios en el tiempo, sus variables; de las cuales tomaremos algunos tipos que
nos ayudan a sustentar la visión del ser humano como sistema (paciente como sistema) y al
fenómeno salud – enfermedad como propiedad emergente. Del ser humano podemos afirmar
que es un Sistema: o ABIERTO: intercambia materia, energía (ingresa alimentos, aire; elimina
desechos, CO²) e
información (“lee” información sobre T°, O², otros organismos del medio, etc. y le aporta
información al medio y a otros organismos). o AUTOPOIETICO: dado que produce sus
elementos constitutivos, así como su propia organización. o DINAMICO: experimenta
cambios y transformaciones con el tiempo, se halla en un constante movimiento,
transformación y evolución, teniendo su organización como la variable a mantener constante
(3), lo cual le permite una gran respuesta adaptativa ante los diferentes desafíos internos y/o
externos, misma que llamamos salud o enfermedad, según sea el caso. Finalmente, como
sistema viviente es autopoiético, auto organizador, autorreferente y probabilístico. SER
HUMANO COMO SISTEMA El ser humano como sistema se entiende como un todo integrado
(compuesto de sistemas dentro de sistemas) cuyas propiedades fundamentales surgen de la
relación de sus componentes y no las puedo hallar en ellos individualmente y está en íntima
relación con el medio y los sistemas que lo componen. Entonces veamos ahora los
fundamentos y principios del ser humano como sistema: ELEMENTO: es la parte integrante de
un sistema que tiene sus propiedades inherentes, con similitudes y diferencias respecto a los
otros elementos del sistema y cuyas propiedades afectan al sistema y este a su vez afecta a la
parte. El ser humano es un sistema altamente complejo, integrado por elementos
que a su vez son sistemas, deviniendo en una estructura biológica de multiniveles (sistemas
dentro de sistemas), donde el elemento es parte de un sistema y a su vez está conformado por
sistemas. Así las células forman tejidos, los tejidos órganos y estos constituyen sistemas, que
a su vez conforman el organismo, que existe dentro de sistemas sociales, ubicados dentro de
un ecosistema (5), con la propiedad de tener interrelaciones intrasistémicas e Inter sistémicas.
EL SER HUMANO COMO SISTEMA Y SU RELACION CON EL FENOMENO SALUD –
ENFERMEDAD. Heberth García Rincón. www.terapianeural.com ESTRUCTURA: es la forma
como se relacionan (interconexión – enlace) los elementos de un sistema; en el sistema ser
humano, también hace referencia a la organización o arquitectura de la célula, de los tejidos y
órganos. Como sistema altamente complejo encontramos en el organismo diferentes tipos de
estructuras (relaciones) (4) de las cuales enunciaremos algunas: 1. En red: quizá la más
frecuente; ejemplo: entre Sistema Nervioso, Inmune y Endocrino. 2.
Lineal: ejemplo, la cadena de síntesis proteica. 3. Circular: ejemplo, la retroalimentación entre
dos glándulas, poniendo por caso la glándula Tiroides y la Hipófisis; en la medida en que la
producción de hormona tiroidea se modifica, retroalimenta a la Hipófisis, que
a su vez actúa con la hormona estimulante de la Tiroides sobre la Glándula Tiroides para
regularla. 4. Centralizada y Jerárquica: así tenemos al Sistema Nervioso Central, donde hay
una relación centralizada y jerárquica entre Sistema Nervioso Central y Periférico. 5.

ENTRADA – PROCESO – SALIDA: en todo sistema contemplamos como entrada todo lo que
ingresa o se importa del medio ambiente para ser procesado, originando salidas que son la
exportación al medio ambiente del producto de sus procesos. El ser humano (organismo) como
sistema abierto, importa energía y materia del medio ambiente con
el fin de producir los elementos que mantienen su arquitectura (grasas, carbohidratos,
proteínas), pero también ingresa información del medio, que, junto con la materia y energía,
utiliza para tener su propia organización como la variable que mantiene constante. Estos
procesos originan salidas de elementos tales como entropía en forma de calor, heces,
lagrimas, etc., e información para el medio y otros sistemas. A tener en cuenta que estas
entradas de alimentos (calidad y cantidad), información del medio ambiente físico, biológico y
social, le plantean un desafío que debe ser procesado y respondido (salida) con una respuesta
adaptativa que según sus características se llamará salud o enfermedad. También es
pertinente señalar que estas entradas y salidas del organismo le permiten al médico establecer
un dialogo biológico con el
organismo del paciente como sistema; cada vez que proporciono un tratamiento (entrada), será
procesado por el organismo y dará una respuesta (salida), ya sea mejoría, empeoramiento,
reacción no esperada, etc., que deberá ser interpretada por el médico para cambiar o mantener
el tratamiento, mismo que será interpretado por el organismo produciendo una nueva
respuesta, originándose una reflexividad epistémica médico – organismo. En todo este proceso
el organismo debe considerarse como un todo, es decir integro, entero, conjunto y refractario a
consideraciones disyuntivas. PROPIEDADES DEL SER HUMANO COMO SISTEMA
PROPIEDADES EMERGENTES: nacen de la interrelación de los diferentes componentes del
organismo, por tanto, no puedo ubicarlas en un órgano, tejido o célula pues a medida que
disecciono (disyunción), desaparecen. Ejemplo: la salud – enfermedad, crisis curativa,
empeoramiento inicial (agravamiento posterior a un tratamiento de Medicina Alternativa), la
mente, estado febril etc. Estas propiedades o comportamientos no pueden ser explicados al
estudiar las partes de manera aislada, hecho al que se denomina sinergia, siendo esta una
propiedad de los sistemas. ENTROPIA: conocida como una medida de desorden, también
afecta al ser humano (sistema abierto), haciendo que esta tienda hacia el equilibrio energético
(máximo desorden), lo que para EL SER HUMANO COMO SISTEMA Y SU RELACION CON
EL FENOMENO SALUD – ENFERMEDAD. Heberth García Rincón. www.terapianeural.com un
ser vivo sería la muerte. Sin embargo, los seres vivos son sistemas disipativos, es decir
importan energía y materia para mantener su propio orden lejos del equilibrio termodinámico.
En estos términos, la enfermedad sería un estado en el cual hay mayor aumento de entropía,
comparado con la salud y estaría más cerca del equilibrio térmico
implicándole un mayor gasto energético para tratar de mantener su organización (una
explicación más a fondo de la salud – enfermedad desde la termodinámica, está más allá de
los objetivos del trabajo y se hará en futuros desarrollos) RETROALIMENTACION –
RECURSIVIDAD: aunque la retroalimentación, mecanismo de control en el cual la salida retro
actúa sobre la entrada para aumentar o disminuir la actividad, como se explicó atrás en el
caso del circuito Hipófisis – Tiroides y está presente en muchos bucles de regulación en el ser
humano, hay otra propiedad de los sistemas que poco se tiene en cuenta en la Medicina
Convencional y es fundamental para la autoproducción y autoorganización del organismo,
esta es el Principio de Recursividad, que va más allá del concepto de retroalimentación,
hablándose de un bucle generador en el que los productos y efectos son productores y
originadores de lo que los produce – Morín citado por Rozo Gauta (3) – Vamos a ilustrar
mediante un ejemplo: los procesos organizadores que salen del Sistema Nervioso Central (S.
N.C.), se dirigen a la periferia (receptores periféricos y terminaciones efectoras), produciendo
una respuesta en su actividad con el medio (procesos periféricos); actividad que origina una
información.

Tipos de conocimiento: Conocimiento empírico:

El conocimiento empírico está muy relacionado con el científico en tanto que ambos
pretenden saber cómo es la realidad. El primero toma especial importancia a la sensación y
percepción de seres vivos, objetos y fenómenos mediante sentidos.
Este tipo de conocimiento es de tipo fáctico, pero no tan objetivo como lo es el científico,
aunque sí que está más basado en los objetos materiales en comparación con el
conocimiento filosófico y el religioso.

¿Qué es el conocimiento empírico?

El conocimiento empírico es el que se obtiene por medio de la experiencia directa o la


percepción del mundo real ya sea por la experimentación o la observación de un fenómeno,
sin recurrir a abstracciones ni a la imaginación. Este tipo de conocimiento lo formamos en base
a nuestra experiencia personal captando las características de los seres vivos, los objetos y
fenómenos del mundo por medio de nuestros sentidos. Así, podemos captar los colores,
formas, olores, texturas, sonidos y demás de lo que conforma la realidad.

Las aproximaciones materialistas de la realidad, que pretenden comprender qué es lo que hay
a partir de lo que hay, se hacen mediante el conocimiento empírico y la percepción. Pese a que
esto hace del conocimiento empírico algo subjetivo y también se le llame conocimiento no
científico, ha sido también este tipo de conocimiento el que ha servido de fundamento para la
aparición de la ciencia moderna y el pensamiento y método científicos. Lo empírico está
radicalmente opuesto al concepto de conocimiento religioso y filosófico, más de carácter
abstracto, imaginativo y metafísico.

Características

Las principales características del conocimiento empírico son las siguientes seis:

1. Basado en la experiencia

La obtención del conocimiento empírico se hace por medio de la experiencia, interactuando con
el fenómeno que se quiere captar y aprender sobre él.
Por ejemplo, para saber cómo es una rosa es necesario ver una, olerla, tocar su tallo y descubrir
que pincha.

2. Limitado a la percepción sensorial

El conocimiento empírico solo se puede adquirir mediante los sentidos. Si no se dispone de


todos los sentidos (oído, gusto, vista, tacto y olfato) o alguno de ellos alterados, esto implica
limitar la experiencia y limita la adquisición de conocimiento.
Por ejemplo, una persona ciega no puede tener conocimiento empírico de los colores. Puede
haber aprendido en la escuela que el cielo es azul o que la sangre es roja, pero nunca ha visto
esos colores y no puede hacerse una idea de cómo son.

3. Subjetivo

El conocimiento empírico es subjetivo. Para adquirirlo cada persona se vale de sus propios
sentidos, los cuales pueden estar alterados o captar la información de formas distintas. Las
experiencias dependen de lo que la persona perciba y cómo lo haga, lo que hace que la
experiencia en sí no sea objetiva.
Por ejemplo, si dos personas entran en una sala de quirófano observarán que las paredes
tienen un tono entre el azul y el verde. Puede que una diga que ese color es azul verdoso,
mientras que la otra considere que es más bien verde azulado. Ver ven lo mismo, pero su forma
de interpretarlo es distinta
4. Asistemático y no verificable

El conocimiento empírico no es ni verificable ni medible, tan solo lo fáctico lo avala. No


requiere de pasos a seguir ni de un método preciso para obtener ese conocimiento, ya que se
capta el mundo tal y como es sin más que nuestros sentidos.

Por ejemplo, si acariciamos el pelaje de nuestra mascota puede que sea una sensación muy
placentera. Ese placer no es objetivamente cuantificable, no existe una unidad de medida de lo
placentero que es algo ni tampoco otra persona puede verificar si nos resulta placentero o no
acariciar a nuestra mascota.

5. Particular

El conocimiento empírico no se puede aplicar a todos los fenómenos ni generalizar y decir


que es la opinión o realidad de todo el mundo, en otras palabras, es un conocimiento
particular.

Cada persona incorpora y asimila este conocimiento a su manera, desde su propia forma
de interpretar el mundo basado en sus propias creencias y experiencias anteriores, lo cual
convierte al conocimiento empírico en algo poco preciso.

Por ejemplo, si alguien considera que “El Grito” de Edvard Munch es un cuadro feo y
grotesco, esa es su opinión basada en su experiencia, mientras que otros pueden opinar
que es agradable a la vista y muy bonito. Sea como sea, no se puede aplicar una conclusión
general que diga que todo el mundo opina que el cuadro de “El Grito” es feo.

6. Es práctico

El conocimiento empírico tiene aplicaciones en la vida cotidiana, permitiendo entender


fenómenos diarios según lo que percibimos con nuestros sentidos. No obstante, no sirve para
elaborar teorías ni generalizaciones.

Cita:Conocimiento empírico: qué es, características, tipos y ejemplos

(psicologiaymente.com)

Autor: Nahum Montagud Rubio

Religión

Convertir a la religión en objeto de estudio de la sociología se presenta como una tarea de una
complejidad enorme. Muestra de ello que todos los fundadores de la disciplina se ocuparon de
ella en algún momento, y que sus maneras de hacerlo fueron distintas, aunque su objetivo fue el
mismo: comprender a la sociedad moderna, sus orígenes y sus características distintivas. Ya
fuera bajo la hipótesis weberiana de la paulatina desaparición de las cosmovisiones religiosas en
las sociedades modernas o, por el contrario, la tesis de Émile Durkheim sobre su permanencia y
transformación; la afirmación de Georg Simmel sobre los efectos sociales positivos de este
fenómeno o la evaluación negativa de Carlos Marx, autores que sentaron las bases de la
disciplina y ocupan de los retos que estas tradiciones enfrentan para mantener su vigencia en las
sociedades plurales contemporáneas.

En relación con el devenir histórico de las religiones, a un nivel muy alto de abstracción y
retomando tanto las propuestas de Niklas Luhmann como su propia teoría de las distinciones,
Rodrigo Jokisch en “Religión, sociedad, evolución y trascendencia” recorre la evolución de la
comunicación religiosa, su función como transportadora de la cultura
y la manera en la que se relaciona con formas distintivas de diferenciación social. El autor
muestra la coevolución entre las distintas estructuras sociales y las semánticas religiosas que les
dan sentido. Sostiene, además, una tesis muy novedosa: a pesar de las transformaciones de la
comunicación religiosa, a ésta siempre le subyace la distinción corporal/no corporal.

El trabajo de Pedro Jiménez titulado “Teoría de la secularización como fundamento de la


diferenciación funcional en la sociedad moderna” sostiene que el advenimiento de la era axial
resultó una evolución social crucial. Siguiendo las tesis de Shmuel Eisenstadt afirma que en esta
era no sólo se estableció la distinción entre lo mundano y lo trascendental, característica de las
grandes religiones universales, sino que también se sembraron las semillas de las
particularidades que éstas muestran hasta el día de hoy: su relación con el poder político y las
estructuras económicas; la tensión que generan entre universalismo y particularismo, entre sus
posibilidades legitimadoras o críticas. Asimismo, describe cómo la diferenciación funcional ha
supuesto una mutación importante del lugar de dichas tradiciones en las totalidades societarias.

Las singularidades que adquirió la evolución de la religión en Occidente han sido un tema
constante en la investigación histórico-social y, por supuesto, la reflexión sobre el
cristianismo, su devenir y sus transformaciones, así como la ascendencia que éste ha tenido en
las configuraciones sociales de sus áreas de influencia y ocupado un lugar importante en la
sociología de la religión. Precisamente este tema es objeto de varias de las contribuciones al
libro.

Amelia Coria, siguiendo el camino abierto por Max Weber, analiza en “cristianismo, luteranismo y
calvinismo en la sociología de la religión” las variantes del protestantismo y su relación con la
modernidad, y lanza la pregunta sobre la vigencia del cristianismo. En el mismo sentido de la
actualización de la tesis weberiana, pero desde una dimensión muy novedosa, el capítulo de
Olinca Avilés titulado “La sustentabilidad heredera de la razón práctica: a propósito de Max
Weber y la ética protestante”
sostiene que la razón ecológica constituye la última manifestación de la razón práctica analizada
en la obra weberiana fundacional.

Por su parte, Armando Morales, en “Willian James y el aspecto pragmático del


denominacionalismo en Estados Unidos “, reflexiona a partir del pragmatismo del filósofo
estadounidense sobre esta dimensión del protestantismo y su relación con el pluralismo y la
tolerancia religiosos, características de la cultura de ese país, que siempre ha constituido un gran
desafío a las tesis de la secularización.

Ubicado también en Estados Unidos, el capítulo de Freddy Valdiviezo, titulado “pentecostalismo


como alternativa socio-religiosa: espacios de reconstrucción simbólica en sociedades
marginales”, hace un recuento del surgimiento de esta denominación y sostiene que sus
orígenes, dimensiones rituales y emocionales, así como su identificación con sectores marginales
de la sociedad explican su adopción en
contextos latinoamericanos como Chiapas, México.

Los trabajos sobre dimensiones históricas plantean preguntas ineludibles para quienes se
ocupan de las muy diversas transformaciones de la religión: pluralidad, discusión sobre su
privatización y/o presencia en el espacio público, su desinstitucionalización, el cambio observable
en las adhesiones y prácticas de los creyentes.

Al respecto, en “Religiosidad y orden neomoderno en la sociología cultural de Jeffrey Alexander”,


Alfredo Andrade aborda la producción y cambio de las estructuras simbólicas que el sociólogo
estadounidense concibe y que tienen un origen religioso, actualizando la tradición iniciada por
Durkheim. También analiza los mecanismos mediante los cuales los símbolos religiosos son
resignificados de manera que permiten su adaptación a procesos culturales contemporáneos,
posibilitando así su pervivencia aun en sociedades secularizadas, en las que, como sostiene el
trabajo “El concepto de religión en la obra de Josetxo Beriain y su pertinencia en el análisis de la
sociedad mexicana”, de Otto Salvador Vázquez, conviven diferentes esferas de sentido que
cumplen funciones diversas y desarrollan sus propios arquetipos.

Esta diferenciación de esferas de sentido se encuentra en el origen de muchos de los procesos


de cambio que han experimentado las religiones a partir de los inicios de la modernidad. Desde
la relación, en ocasiones conflictiva, en otras de convivencia problemática con otros ámbitos,
hasta los procesos contemporáneos del interior de la propia esfera religiosa, como la
pluralización, la privatización y la desinstitucionalización, son objeto permanente de análisis
sociológico. De estos fenómenos se ocupan las contribuciones de Vanessa Reséndiz y Adriana
Murguía.

La primera da cuenta, en su reflexión titulada “Religión y religiosidad: una constante en las


sociedades modernas”, de la lógica que permea a la pluralidad religiosa, dicha
lógica está guiada por dos tipos de competencia a la que se encuentran sometidas las religiones
en la actualidad: por un lado, la competencia -las más de las veces tolerante- entre diferentes
credos, y por otro, aquella a la que se ve sometida la religión como fuente de estructuración de la
sociedad frente a otras esferas de sentido, como lo son
la ciencia y la política. Estos dos tipos de competencia han obligado a las religiones a poner en
marcha mecanismos que posibiliten tanto la actualización de sus contenidos como el diálogo
interreligioso, lo que por supuesto ha traído consigo importantes transformaciones en las
creencias y prácticas religiosas.

Finalmente, el capítulo “Religión y política. Sobre el discurso religioso en la esfera pública”, de


Adriana Murguía, plantea preguntas que también se vinculan con el problema de la relación entre
la religión y otras esferas, en particular la presencia de argumentos religiosos en las discusiones
sobre temas de interés para la sociedad en su conjunto. Las diferentes posiciones son objeto de
amplios debates y van desde su rechazo enérgico, hasta la defensa de su inclusión en la esfera
pública de las sociedades democráticas. El texto aborda las discusiones que han generado las
propuestas de Jürgen Habermas al respecto.

La obra cierra con una bibliografía sobre sociología de la religión elaborada por Luis

Alvarado.

Espero que esta rápida e incompleta mirada de los temas del libro cumpla con el objetivo de
despertar el interés por su lectura. A mi juicio, el texto se hubiera beneficiado con una
organización diferente de los trabajos —la que aquí propongo es solo una, entre otras—, lo que
habría permitido lograr una mejor unidad frente a los temas abordados en los capítulos que lo
componen. La diversidad presente de los
objetos de análisis y de los puntos de vista desde los que se les aborda muestra la complejidad
que la religión impone al análisis sociológico y la evidencia, lo que constituye el acierto central del
libro.

Y es que, como afirma Habermas, la pervivencia de las religiones en el mundo contemporáneo


no constituye un “mero hecho social”, ni una faceta entre otras del pluralismo contemporáneo,
dicha permanencia es muestra de que la religión toca a lo más profundo de la experiencia
humana, a nuestro sentido de trascendencia y comunidad.

Cita:Religión y sociedad (scielo.org.mx) Autor: Jokisch, Rodrigo y Fernando Castañe

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