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¿QUE ES EL CORTISOL?

El cortisol es una hormona glucocorticoide, es decir,


es una de las hormonas que se encarga de la
regulación del metabolismo de
carbohidratos favoreciendo la formación de glucosa y
suprimiendo la actividad del sistema inmunológico.
Esta se activa mediante señales nerviosas y
hormonales por el hipotálamo, ubicado en el cerebro.
Tras su activación, empezamos a producir cortisol
desde las glándulas suprarrenales situadas encima de
los riñones.

Liberación del cortisol

La liberación del cortisol sigue un ritmo circadiano, es decir, un ciclo de 24 horas que se incrementa
durante el día, para estar alerta a posibles amenazas, y se reduce por las noches.

Normalmente, los niveles de cortisol se elevan durante las primeras horas de la mañana y se alcanzan los
niveles más altos alrededor de las 7:00 a.m. Por la tarde y durante la fase temprana del sueño, los niveles
de cortisol son muy bajos. Sin embargo, si duerme durante el día y está despierto por la noche, se puede
revertir este patrón. Si no tiene este cambio diario (ritmo diurno) en los niveles de cortisol, puede tener
glándulas suprarrenales hiperactivas.

Importancia del cortisol para el cuerpo humano

Simplificadamente, podemos afirmar que no hay órgano que no se encuentre afectado por esta
hormona. Se encarga de regular el metabolismo de los hidratos de carbono, grasas y proteínas,
condiciona la respuesta inmunitaria y controla la presión arterial.

También, equilibra los niveles de glucemia (azúcar), agua y sal, controla el ciclo de sueño-vigilia, eleva la
energía para afrontar situaciones de estrés y contribuye a la memoria y concentración, entre tantos otros
roles. Por tal motivo, tanto un exceso como una producción deficiente de cortisol pueden alterar estas
funciones.

Diferentes situaciones se asocian a niveles anormales (altos o bajos) de cortisol en sangre. Una de ellas
es el estrés. Este es un ingrediente común en nuestro día a día, un desafío continuo al que debemos
enfrentarnos en un mundo en constante cambio. El cortisol es una de las principales hormonas del
estrés.

Aunque su elevación nos permite sortear esos contextos que nos estresan, la elevación mantenida y
crónica afecta la salud y calidad de vida, predisponiendo a enfermedades como depresión y Alzheimer.
Sin embargo, en esta oportunidad nos vamos a detener brevemente en dos condiciones que abordamos,
habitualmente, desde la Endocrinología: el síndrome de Cushing y la insuficiencia adrenal.

Síndrome de Cushing

Cuando el cortisol se encuentra elevado, ya sea por la propia producción del cuerpo o por el uso
prolongado de corticoides (utilizados para el tratamiento de, por ejemplo, enfermedades reumatológicas
o asma bronquial), hablamos de síndrome de Cushing. Y aunque las causas son diferentes, los síntomas
son similares.

Se constata aumento de peso y obesidad, hipertensión arterial, diabetes, debilidad muscular (incluso
para levantarse de una silla), estrías rojizas o moradas en brazos, tórax, abdomen o piernas, rostro
redondo (en la jerga médica decimos cara en luna llena), hematomas y aumento del vello corporal,
depresión e inestabilidad emocional, alteraciones menstruales, disminución del deseo sexual, fragilidad
de los huesos (incluso fracturas que suceden espontáneamente) y acumulación de grasa detrás del
cuello o encima de los hombros.

El tratamiento va a depender de la causa que lo origine y de las complicaciones que vayan sucediendo.
En caso de que se deba a un tratamiento con corticoides, se podrá considerar la disminución de la dosis
o, incluso, su suspensión, siempre y cuando la enfermedad que llevó a instaurar la terapia con
corticoides se encuentre controlada y sea posible esta opción.

Cuando la persona no se encuentra recibiendo corticoides, la aparición de los síntomas que describimos
nos obliga a estudiar los posibles motivos (tumores en hipófisis, en glándulas adrenales o, por ejemplo,
algunos tipos de tumores pulmonares), estando el tratamiento dirigido a la causa (por ejemplo, cirugía
del tumor de hipófisis).

Insuficiencia adrenal

Como contrapartida, nos encontramos con estados de insuficiencia adrenal. En esta situación, los niveles
de cortisol están bajos y el problema puede radicar en las glándulas adrenales o en la hipófisis. Las
personas que reciben por mucho tiempo corticoides y los suspenden abruptamente, también pueden
presentar síntomas de insuficiencia adrenal.

Estos incluyen debilidad muscular, fatiga extrema, pérdida de peso y de apetito, presión baja (incluso
desmayos), glucosa baja en sangre, dolor abdominal, dolores articulares y musculares, náuseas y
vómitos, depresión, caída de cabello y disminución de la libido en mujeres.

Cuando el problema se origina en las glándulas adrenales puede evidenciarse oscurecimiento de la piel y
manchas en encías y mucosas. El tratamiento consiste en tomar hormonas (hidrocortisona, por ejemplo)
para reemplazar lo que se produce deficientemente.

Más allá de esto, es muy importante identificar la causa que dio lugar a la insuficiencia adrenal y estar
alerta ante situaciones que pueden predisponer a una descompensación aguda (crisis adrenal), como
cirugías, endoscopías o infecciones.

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