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Curso 2021-2022
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1. Introducción
La gestión de conflictos en los equipos es un tema en el que varios profesionales han
centrado su atención durante los últimos años. Algunas de las razones que han motivado
este interés han sido la frecuencia en que los conflictos están presentes en la vida, y su
versatilidad, ya que, no se dan exclusivamente en el ámbito laboral o profesional, sino que
cabe la posibilidad de extrapolarlos a otros ámbitos.
Los conflictos forman parte de nuestra experiencia de vida, tanto personal como profesional.
Las personas somos seres sociales, es decir, necesitamos el contacto con otras personas.
Derivada de la interacción interpersonal, pueden surgir dificultades. La existencia de
conflictos no es un hecho negativo que debe de ser eliminado. Una sociedad sin conflictos
permanecería estancada. Es por ello, que no se deben evitar, sino aprender a manejarlos y
darles un uso constructivo y positivo orientado al desarrollo personal o grupal (Ortego, et al.,
2017). Por este motivo, consideramos que es fundamental poder conocer estrategias para
solventar la presencia de conflictos en los equipos y en el caso de que sea necesario,
también extrapolarlas a otros ámbitos de la vida personal.
Podemos hablar del proceso de gestión de conflictos como un proceso psicosocial, el cual
se considera un proceso natural inherente a las dinámicas de interacción (Jones, 1985). Por
otro lado, el conflicto es uno de los procesos más complejos, ya que intervienen
multiplicidad de factores de carácter psicológico, social, cultural, político, económico e
histórico (García, 2016).
La piedra angular de este trabajo es la gestión de conflictos en los equipos, conflictos que
pueden surgir en la llamada etapa de “storming”, mencionada en la teoría del crecimiento y
del desarrollo de los equipos de Tuckman (Bruce Tuckman, 1965), donde en función de
como el grupo afronte esta crisis, derivada de los problemas y dificultades presentes, podrá
convertirse en un equipo donde dispondrá de métodos y técnicas para poder gestionar los
problemas que vayan surgiendo en el equipo. Por lo contrario, si los equipos no disponen de
técnicas y métodos para la resolución y la gestión de conflictos, no afrontarán las crisis de
forma adecuada. En consecuencia, el equipo se convertirá de nuevo en un grupo, es decir,
retrocederán a la llamada etapa “forming” (Bruce Tuckman, 1965), o en los peores casos,
podría derivar en una disolución total del grupo.
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Si tenemos en cuenta la estructura del presente trabajo, en primer lugar expondremos
diversas definiciones sobre el concepto de conflicto realizadas por distintos autores.
Seguidamente, explicaremos los distintos tipos junto con las fuentes de conflicto. A
continuación, expondremos la dinámica del conflicto explicada des la perspectiva de
diferentes teorías. Por otro lado, plantearemos cuatro modelos a cerca de la gestión de
conflictos propuestos por diversos autores. Por último, en las conclusiones encontraréis un
análisis crítico, donde se expondrán limitaciones, ventajas, utilidades del presente trabajo y
propuestas de futuro.
2. Conflicto
2.1 Definiciones de conflicto
Cuando nos planteamos definir el concepto de conflicto, nos damos cuenta de la
complejidad de este, ya que una sola definición no tendría en cuenta todos los elementos
que forman parte de él. Por esta razón, ha habido múltiples intentos para definir el conflicto
de un modo riguroso. En el presente trabajo encontraremos las definiciones que hemos
considerado más relevantes. Para poder evolucionar en la comprensión de la definición, es
necesario tener en cuenta autores especialistas que ofrecen diversas definiciones, que se
distinguen entre sí en función del enfoque desde el cual se puede concebir y analizar el
conflicto.
Para Thomas el conflicto es “El proceso comienza cuando una parte percibe que la otra
afecta negativamente o está próxima a afectar negativamente a algo que le concierne’’
(Thomas, 1992, p.653).
Por su parte, Deutsch define el término conflicto de la siguiente manera: “Un conflicto existe
cuando ocurren actividades incompatibles. Una actividad incompatible impide o interfiere
con la ocurrencia o efectividad de una segunda actividad. Estas actividades pueden tener su
origen en el interior de una persona, grupo o sociedad, o bien entre individuos, grupos o
sociedades’’ (Deutsch, 1973, p. 669). Para este autor, el conflicto tiene que ver con lo que
las personas hacen para lograr conseguir sus intereses, tratando de mantener siempre la
relación con el otro.
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Julien Freund, llevado por su preocupación teórica por el conflicto internacional, define al
conflicto en general de la siguiente manera: “El conflicto consiste en un enfrentamiento o
choque intencional entre dos seres o grupos de la misma especie que manifiestan los unos
hacia los otros una intención hostil, generalmente acerca de un derecho, y que, para
mantener, afirmar o restablecer el derecho, tratan de romper la resistencia del otro, usando
eventualmente la violencia, la que podría llevar al aniquilamiento físico del otro’’ (Freund,
1983, p. 65).
Para Touzard, el conflicto es una situación en la que unos actores persiguen metas
diferentes, defienden valores contradictorios, tienen intereses opuestos o distintos, o bien
persiguen simultánea y competitivamente la misma meta. En cada situación, la influencia
sobre el otro, o el control total de la conducta del otro, son la meta perseguida, o bien el
medio elegido para alcanzar la meta (Touzard, 1977).
Una propuesta integradora es la definición propuesta por Rahim, el cual dice que el conflicto
es una interacción que se manifiesta en incompatibilidad, desacuerdo o diferencia dentro o
entre unidades sociales; individuos, grupos u organizaciones (Rahim, 1990).
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relación se conoce como los que surgen entre dos o más personas, ya sea por los
estereotipos, por emociones negativas o por percepciones falsas; donde no se altera la
estructura organizativa, las relaciones de autoridad, distribución de recursos o de
responsabilidad funcionales. Considerando que afecta a la fluidez y eficacia relacionales.
En segundo lugar, tenemos el conflicto estratégico, el cual se crea de forma liberada con la
finalidad de afectar la estructura organizativa, es decir, para obligar a la organización a
redistribuir la autoridad, los recursos o responsabilidades.
Por otro lado, también se presenta la clasificación desarrollada por Morton Deutsch, el cual
diferencia los conflictos según los principales efectos que producen. Estos conflictos pueden
ser los conflictos constructivos y los destructivos. En primer lugar, los constructivos, cuyos
resultados son satisfactorios para todos los participantes. En segundo lugar, los
destructivos, cuyos resultados solo pueden ser evaluados como satisfactorios para alguna
de las partes.
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fuerzas extremas dentro del conflicto. Por último, los conflictos de valores, donde los
sistemas de creencias incompatibles son los causantes. Los valores son creencias que la
gente utiliza para dar sentido a sus vidas y, a partir de los cuales, explican lo que es bueno
o malo, verdadero o falso y lo justo o injusto. El hecho de que se presenten valores
diferentes no tiene por qué desarrollar un conflicto, ya que, las disputas surgen cuando unos
intentan imponer de manera forzosa unos valores a otros que tienen una visión distinta.
Otra clasificación es la realizada por Thomas (1992), donde distingue los conflictos de
objetivos o intereses, los de juicio u opinión; también llamados conflictos cognitivos; y los
normativos o de valores. En primer lugar, los de objetivos o intereses, donde las partes
desean resultados aparentemente incompatibles o divergentes, como, por ejemplo,
satisfacer necesidades personales. La consecución de los objetivos de cada parte amenaza
u obstruye el logro de los objetivos de la otra. En segundo lugar, tenemos los de juicio u
opinión, o también llamados conflictos cognitivos, donde las diferencias son a cerca de
temas de hechos o empíricos. Una parte percibe que la otra ha llegado a conclusiones
diferentes, incorrectas para la otra, sobre lo que es verdad en un sentido empírico. Por
último, los normativos o de valores, los cuales se centran en la evaluación de una parte
sobre la conducta de la otra, en términos de expectativas sobre cómo la otra debería
comportarse. Estas expectativas pueden implicar varios tipos de estándares de lo que es
una conducta apropiada: éticos, justicia, respeto a la jerarquía de estatus y otras normas del
sistema social, etc.
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2.3 Fuentes de conflicto
Existen algunas condiciones que favorecen la aparición de conflictos. Estas no deben
entenderse como causas únicas, ya que, la presencia de un conflicto involucra diversos
factores. A pesar de esta multiplicidad, los factores pueden agruparse en tres categorías, las
cuales son variables estructurales, de comunicación y personales (León, 2015).
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es probable que se opongan a estos marcadores reguladores, creando, de este modo,
nuevos conflictos.
f) Conflictos previos no resueltos: si aumenta el número de conflictos previos no
resueltos, se manifiesta una situación favorable a este. El grado de resolución que se
haya dado, posteriormente, afectará a la solución de futuros conflictos. Cabe añadir que
la supresión del conflicto, mediante el uso de poder o los compromisos no cumplidos,
generan condiciones y expectativas que predicen conflictos posteriores.
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Por otro lado, en el proceso conflictivo y en su gestión proactiva intervienen tres fases o
tiempos (Gómez, 2013) los cuales son el tiempo de confrontación o fase de escalada, el de
desacuerdo o fase de estancamiento y el de reencuentro o fase de desescalada. En primer
lugar, el tiempo de confrontación o fase de escalada, que es donde tienen lugar las
sensaciones, percepciones y actitudes que llevan a la reafirmación personal de cada parte
en el conflicto. En segundo lugar, el tiempo de desacuerdo o fase de estancamiento,
durante el que se produce un distanciamiento entre las partes, evitación y rechazo mutuo.
Es el tiempo para la reflexión sobre lo sucedido y para la maduración de la situación
dolorosa hacia la reconstrucción relacional. Por último, el tiempo de reencuentro o la fase de
desescalada, donde se produce la necesidad individual de afrontar lo pasado de forma
positiva y desemboca en la resolución proactiva del conflicto.
También hemos tenido en consideración el enfoque de las fases, que supone una sucesión
de etapas en el devenir del conflicto, las cuales responden a un único patrón (Domínguez y
García, 2003):
Fases Pre-conflictuales
Las fases preconflictuales están constituidas por la situación antecedente y el conflicto
latente. En primer lugar, las situaciones antecedentes están conformadas por distintos
factores:
a) Factores individuales y grupales: las unidades sociales que entran en conflicto lo
hacen desde unas condiciones individuales y contextuales determinadas. Los sesgos
individuales y grupales, el acceso a fuentes de información, el nivel de recursos disponibles,
la posición relativa en el equipo y los factores intergrupales de relación son aspectos
fundamentales.
b) Factores del contexto social: el contexto en el que se producen los conflictos determina
gran parte de los recursos disponibles, las posibilidades de éxito o fracaso y las
consecuencias.
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c) La tradición del conflicto: las experiencias pasadas son un importante predictor de
acontecimientos futuros dentro del equipo, ya que, se sabe cuál es o ha sido el
desencadenante del conflicto, las consecuencias, que grado de flexibilidad o dureza se
puede esperar o desarrollar y cuál es la capacidad de afrontamiento.
d) Factores propiamente estructurales: son los factores presentes en todo el proceso del
conflicto. En ocasiones, se hace referencia a estos como factores antecedentes, ya que, su
influencia se manifiesta en la génesis del conflicto. La estructura social en la que están
insertos los distintos miembros del equipo supone un reparto diferencial de poder y
recursos, tanto materiales como simbólicos, lo cual, suponen una fuente de conflicto.
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Evitación: no asertivo y no cooperador
Acomodación: no asertivo y cooperador
Compromiso: medianamente asertivo y cooperador
Finalmente, el contexto de la conducta interactiva, donde, por un lado, existen las reglas y
los procedimientos de interacción, que hacen referencia al contexto normativo de la
conducta, el cual incluye normas organizacionales y de regulación. Supone un marco que
da seguridad a los integrantes del equipo, pero en ocasiones puede ser un obstáculo a la
hora de tener en cuenta casos singulares. Por el otro lado, existen los intereses de los
integrantes del equipo, los cuales deben estar interrelacionados para así influenciar de
forma favorable a la consecución del logro.
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suaves a duras; como sería ir de promesas a amenazas, la ampliación de los asuntos
conflictos; es decir, realizar una generalización y la personalización de los problemas;
percibir que todos los problemas son por la propia responsabilidad. La dinámica de esta
fase, cuando se forma de manera espontánea, depende de unos procedimientos
psicológicos, los cuales son la percepción selectiva; la cual es un tipo de sesgo cognitivo
que se da en la percepción donde el sujeto en función de sus expectativas selecciona un
objeto y desatiende la parte restante de la información. Por otro lado, las profecías
autocumplidas, término acuñado por Robert Merton (1948) las cuales hacen referencia a
una definición falsa de la situación que evoca un comportamiento nuevo, que hace que la
concepción originalmente falsa se haga realidad. Por último, el apego a los compromisos y
el entrampamiento, que sería la tendencia a encerrarse en un punto de vista particular,
aferrándose de manera extrema a él. Un apego excesivo en los compromisos previos es el
entrampamiento, el cual es un proceso donde las partes, al perseguir sus objetivos a lo
largo del tiempo, emplean más tiempo, energía o recursos de lo que parece justificable
desde un punto de vista objetivo.
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En esta última fase, el control del conflicto implica la resolución de ellos a todos los niveles,
como es el intrapersonal, interpersonal, intragrupal e intergrupal. La resolución absoluta, la
eliminación del conflicto en todos los niveles es prácticamente imposible, por ello es mejor
hablar de control que de resolución. La resolución del conflicto ha sentado las bases para el
control, pero este de nuevo es un proceso dinámico con evaluación propia.
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Según este modelo, el conflicto ocurre como una secuencia de eventos que tienen lugar en
episodios conflictivos entre las diferentes partes. Este se ve limitado por condiciones
estructurales, que serían propiedades y características de las partes y variables del contexto
en el que se da la interacción. Además, se observa que los episodios de conflicto generan
consecuencias para el logro de las tareas y para el mantenimiento del sistema social.
Asimismo, Thomas asegura que a lo largo del proceso de conflicto se dan intervenciones de
terceras partes que pueden modificar las condiciones iniciales de ese conflicto (Thomas,
1992).
Para él, el inicio del conflicto se da cuando una de las partes toma conciencia de que a la
otra le afecta o puede afectarle de manera negativa. En referencia a esto, identifica tres
asuntos sobre los que las partes toman conciencia de que hay un conflicto. En primer lugar,
se encuentran los conflictos sobre objetivos o conflictos de intereses que comprenden la
existencia de fines divergentes o aparentemente incompatibles entre las partes. En este
primer caso, el objetivo es la compatibilización entre los intereses de las partes o la
imposición de los propios. En segundo lugar, están los conflictos sobre juicios, conflictos
cognitivos o controversias que se caracterizan porque una de las partes percibe que la otra
ha sacado conclusiones erróneas. En este caso, la solución pasa por intercambiar
información y modos de razonamiento para encontrar conclusiones lo más precisas y
exactas posibles. En tercer y último lugar, encontramos los conflictos normativos, en los que
el problema se halla en la evaluación de la conducta de una parte por la otra, respecto a las
expectativas de cómo debería ser (Thomas, 1992).
Por otro lado, Thomas plantea dos dimensiones desde las que afrontar una situación de
conflicto. La primera es la dimensión distributiva, en la que se representan las intenciones
de las partes sobre la proporción de satisfacción de cada una de ellas respecto a los
asuntos objeto de conflicto. La segunda es la dimensión integradora, la cual consiste en
representar las intenciones de las partes respecto al total de satisfacción de los asuntos de
todas las partes. En esta dimensión, la colaboración sería la búsqueda de una solución que
pudiera satisfacer a ambas partes (Thomas, 1992).
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3.2. Modelo de Evert Van de Vliert
En este caso, como en el anterior, se trata de un modelo general, pero con una ambición
menor que en el de Thomas. Este enfoca el conflicto desde una perspectiva dinámica y se
basa en el modelo de escalada y desescalada.
Como autor dicho modelo tenemos a Van de Vliert, el cual afirma que las condiciones
antecedentes y los asuntos conflictivos forman parte de los determinantes potenciales del
conflicto. El criterio diferenciador entre ambos es la existencia de sentimientos de estar
sufriendo una obstrucción o sentimientos de irritación (Van de Vliert, 1998).
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ha encontrado una relación entre algunas de ellas y el conflicto. Por ejemplo, existen ciertos
aspectos estructurales, como el número de niveles jerárquicos o de departamentos, que
pueden ser fuente de conflicto. Además, la ambigüedad en las tareas, los recursos o
criterios de evaluación. En segundo lugar, hablamos de los conflictos de rol, que son
determinadas características culturales, como los objetivos, la tolerancia o la diversidad de
valores. Finalmente, tenemos los mecanismos de regulación de la organización.
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(Domínguez y García, 2003)
Este modelo defiende la existencia de unos procesos epistémicos implicados en la
elaboración cognitiva del conflicto, indicando que entran a formar parte del proceso los
factores epistémicos en la adquisición, mantenimiento y modificación de esos. Se puede
distinguir entre los pasivos y los activos. En primer lugar, los pasivos, son los que no
dependen de la actividad del sujeto, sino de factores externos o contextuales, podemos
afirmar que si una estructura de conocimiento permanece pasiva durante un largo periodo
de tiempo, será menos accesible para el individuo y sus vínculos con otras estructuras
cognitivas se debilitaran. Por otro lado, haciendo referencia a los activos, podemos decir
que son aquellos en los que la actividad del sujeto tiene un papel central y se clasifican en
dos tipos: las habilidades cognitivas que posee el individuo y los factores motivacionales de
su actividad cognitiva. En primer lugar, las habilidades cognitivas dependen de la flexibilidad
mental y de la creatividad del propio sujeto o de la habilidad para integrar información de
fuentes externas. En segundo lugar, los factores motivacionales se centran en diversas
necesidades, las cuales son la de tener una conformación cognitiva específica sobre un
ámbito o un tipo de conflicto; como puede ser que el grupo tienda a ver a este como
negativo y adoptar una postura defensiva o que, por lo contrario, lo considere como algo
positivo y vea la posibilidad de llevar a cabo una conducta deseada u obtener alguna
recompensa, siendo así un cambio positivo. Otro tipo de necesidad es la de evitar la
conformación cognitiva no específica, la cual se relaciona con el deseo de no hacerse una
idea hasta haber examinado diversas perspectivas de la situación. Esta suele responder a
un deseo de ser justo, al miedo de equivocarse y de ser rechazo. Por último, sería el mismo
tipo de necesidad que la anterior, pero sobre un ámbito o tipo de conflicto, donde consiste
en el deseo de tener un conocimiento firme acerca de algo. Este tipo se desea cuando hay
presiones de tiempo o cuando la situación se exige de forma inmediata. En este caso, la
persona suele obtener conclusiones rápidas y evitar la confrontación (Kruglanski et al.,
1993).
Teniendo en cuenta las implicaciones para la reducción del conflicto y su gestión según este
modelo cognitivo, cabe destacar dos niveles, el nivel general y el nivel específico. En primer
lugar, el general, se trata de un acercamiento preventivo, el cual consiste en intervenir para
modificar la concepción del conflicto como algo negativo e introducir concepciones
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socialmente más constructivas del mismo. En segundo lugar, el nivel específico se basa en
la disolución y resolución del conflicto, pudiéndose así actuar sobre los procesos tanto
activos como pasivos, mencionados anteriormente. La actuación sobre los activos sería la
resolución del conflicto actuando sobre el núcleo o la raíz de este. Se trata de mostrar las
inconsistencias de la interpretación, activando motivaciones epistémicas necesarias para
desbloquear esa interpretación. Esto se consigue mostrando tres tipos de evidencia, las
cuales son el objetivo propio no es incompatible con el de la otra parte, la otra parte no está
tratando de lograr ese objetivo y los dos objetivos no son incompatibles. Además, el
conflicto se puede resolver por el abandono de los objetivos, por la consecución de un bien
mayor. Por otro lado, la actuación sobre los procesos pasivos, hace referencia a la
disolución del conflicto por medio de extraerlo del foco de atención y ponerlo en la oscuridad
(Kruglanski et al., 1993).
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(Montes, Rodríguez y Serrano, 2014)
4.Conclusiones
Para finalizar este trabajo sobre la gestión de los conflictos en los equipos vamos a
realizar, en primer lugar, una síntesis de forma analítica sobre el trabajo realizado.
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de escalada sería una fase más reactiva que duraría menos tiempo. En cambio, tanto la
fase de estancamiento como la desescalada tienen una duración más extensa.
Por último, nos gustaría concluir afirmando que el conflicto no es algo negativo que se
deba evitar, sino que se debe aprender a manejarlo y darle un uso positivo y
constructivo. También tener en cuenta que el conflicto es un proceso integrador,
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interactivo y dinámico, siempre que se sepa ver y afrontar de una forma adecuada
mediante el uso de los diversos modelos explicados. Además, es un proceso complejo
en el cual están implicados múltiples fuentes, las cuales derivan en una clasificación de
tipos de conflicto. Por último, añadir que el conflicto es un proceso psicosocial que la
mayoría de las veces surge en el contexto de interacción interpersonal, del cual sus
consecuencias tienen un impacto a nivel psicológico.
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En referencia a los inconvenientes, realizando el trabajo, nos hemos dado cuenta de
que ha habido pocos autores que hayan estudiado este tema. Los modelos teóricos
exponen diversas formas de poder solventar y afrontar los conflictos; sin embargo, en el
momento de llevarlo a la práctica, existen contextos o personalidades más reacias a
utilizarlos o incluso circunstancias en las que no se obtienen los resultados esperados,
ya que los modelos se plantean de forma general, sin tener en cuenta la individualidad
de cada persona. Además, se trata de modelos dinámicos, es decir, modelos que no
son automáticos e inmediatos, sino que requieren de un proceso y de unas fases que
pueden llegar a ralentizar el ritmo del trabajo.
Finalmente, se hará referencia a las utilidades futuras del tema planteado en este
trabajo. En primer lugar, el ámbito más recurrente en el que se aplica la gestión de
conflictos es el de la empresa. Sin embargo, existen otros en los que también puede
resultar útil, como, por ejemplo, el ámbito de la educación; donde constantemente se
realizan trabajos grupales y en los cuales surgen conflictos, los cuales no se saben
como solucionar. También sería interesante aplicarlo en el ocio o el tiempo libre. Al fin y
al cabo, la gestión de conflictos nos puede ayudar en nuestro día a día, ya que, hasta
en nuestro grupo más primario, como es la familia, surgen conflictos que serían
interesantes de tratar para así poder dialogar respetando las posturas de los demás
para poder llegar a un acuerdo y evitar una ruptura familiar.
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6.Referencias bibliográficas
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