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La enseñanza de la

Historia y la formación
de la subjetividad
política en un mundo
cambiante y complejo.
Clase 12

Propósito:

Comprender desde al campo de las ciencias sociales y la historia estos tiempos líquidos según
Zygmunt Bauman y poder reflexionar la subjetividad política en este mundo cambiante y
complejo, para poder comprender la significancia de la historia y las ciencias sociales.

Fundamentación

En los inicios del siglo XXI, el sociólogo Zygmunt Bauman (2002) nos sorprendió refiriéndose a
la etapa de la modernidad en que vivimos, utilizando una metáfora: transitamos la época de
los “tiempos líquidos”. Bauman aclara que la liquidez es aquello que fluye, que se desintegra y
muta con facilidad y que -continúa- vino a reemplazar a la “solidez” de otros tiempos, forjada
en convicciones y lealtades que se construyeron a través de años. Muchas de las grandes
transformaciones características de estos “nuevos tiempos” son posibles gracias al desarrollo
tecnológico sin precedentes que incluso, ha cambiado la importancia de los indicadores
“tiempo” y “espacio”. La prominencia de la instantaneidad y de la simultaneidad generó por
ejemplo en el campo de las comunicaciones y de la información, nuevos comportamientos en
actores sociales y políticos. Las redes sociales y los medios masivos de comunicación
posibilitan que la información esté disponible en todo el globo al mismo tiempo y que
productores y receptores de esa información, se mantengan en contacto permanente. La
rapidez en la circulación de la información, influye sobre acciones individuales y colectivas,
“humores sociales” y decisiones políticas que impactan fuertemente en la comprensión de la
realidad en la que estamos insertos. Ahora bien, teniendo en cuenta este contexto, no debe
resultar extraño que se promueva desde hace tiempo la inserción de las “nuevas tecnologías”
en las instituciones educativas. Sin embargo, la incorporación de las mismas no puede hacerse
de cualquier manera: deben “habitar” el espacio escolar con sentido pedagógico, es decir,
como herramientas de aprendizaje. Asistimos a una época en la que la información está
disponible en sus diferentes formatos con sólo utilizar un buscador. Pareciera por lo tanto, si lo
miramos desde una perspectiva educativa, que uno de los problemas a resolver no es el del
acceso a la información, sino qué se hace con ella…¿De qué manera trabajar en el aula
entonces, con la enorme cantidad de información disponible sin perder de vista que el
conocimiento proveniente de las Ciencias Sociales tiene que contribuir a la comprensión del
presente como paso necesario en la formación ciudadanos responsables, críticos y con
capacidad de intervenir en él? Sabemos que las Ciencias Sociales comparten a la realidad social
como objeto de estudio aunque cada una la aborda desde una óptica particular y con
herramientas específicas. Es el aporte de todas ellas, lo que permite su comprensión debido a
que “lo social” es complejo, conflictivo y cambiante. Por lo tanto, afrontar su estudio a través
de múltiples perspectivas, propicia identificar continuidades pero también las rupturas que lo
atraviesan. Al mismo tiempo, las Ciencias Sociales están integradas por disciplinas de
conocimiento que posibilitan interpelar, criticar, deliberar, revisar tradiciones, valores y
normativas que pautan y organizan la vida en sociedad así como sugerir cambios en función de
necesidades e intereses. Cada una contribuye de esta forma a la formación ciudadana, en la
medida en que favorece valoraciones y posicionamientos personales fundados, frente a
diversas problemáticas. En este marco, toda acción educativa puede ser entendida como una
intervención en el mundo, tal como lo plantea Isabelino Siede (2013).

Es sobre este postulado que radica su preocupación por la “educación política”: una educación
que además de ofrecer herramientas para el conocimiento disciplinar, provea a los estudiantes
de instrumentos para actuar en el mundo, transformarlo y transformarse en él. En el mismo
sentido, Alex Ruiz Silva (2008) propone no perder de vista que la formación ciudadana, supone
la formación política de los estudiantes, es decir, desarrollar sus capacidades para participar
responsablemente en los procesos económicos y políticos que definen los destinos de la
sociedad. Y aquí reside otra cuestión que los docentes no podemos perder de vista: la Las
Ciencias Sociales, la Historia y la formación de la subjetividad política en un mundo cambiante
y complejo. La enseñanza de las Ciencias Sociales en general y de la Historia en particular, debe
contribuir a que los estudiantes comprendan que el pasado, el presente y el futuro están en
diálogo permanente… Para Joan Pagés (2007), el mayor aporte que puede realizar la historia a
la formación ciudadana es contribuir al desarrollo del pensamiento y de la conciencia histórica
de los estudiantes.

El aprendizaje de procedimientos acerca de cómo utilizar y analizar evidencias, formular


preguntas, comunicar información, comprender la complejidad de la causalidad histórica,
argumentar sus propios puntos de vista y valorar los de los demás entre otros, es
indispensable para formar jóvenes ciudadanos. Sostiene además, que problematizar los
contenidos, potenciar la enseñanza del siglo XX y fomentar los estudios comparativos, facilita
la comprensión de los cambios y las continuidades. Lograr articular el pasado y el presente,
abre las puertas para pensar un futuro no determinado, sino por construir a partir de lo
realizado: “(…) La historia puede aportar a esta conciencia ciudadana los conocimientos, los
valores y las habilidades mentales necesarias para que nuestros jóvenes sepan que su futuro
será el resultado de lo que ha existido, de lo que estamos haciendo y de lo que harán hombres y
mujeres en un contexto cada vez más globalizador y en el que hará falta saber en cada
momento, cómo decisiones que se toman a muchos quilómetros de donde residimos pueden
llegar a afectarnos con mucha mayor fuerza que decisiones que se toman al lado de casa(…) La
ciudadanía en la que creemos cada vez será menos “nacional” y se verá menos limitada por las
fronteras construidas en el pasado y por una determinada historia del pasado.”(: 213).
El enfoque de la enseñanza de la historia centrada en la ciudadanía democrática debe
favorecer, entonces, el desarrollo del pensamiento histórico, esto es de un pensamiento crítico
que permita a los estudiantes interpretar la información a la acceden siendo conscientes de las
intencionalidades y silencios de los emisores de acuerdo a puntos de vista e ideologías
diversas; a ejercer el derecho a voto con coherencia y a manifestar sus opiniones de manera
argumentada. Como afirma Antoni Santisteban Fernández (2010:35) “(…) la formación del
pensamiento histórico ha de estar al servicio de una ciudadanía democrática que utiliza la
historia para interpretar el mundo actual y para gestionar mejor el porvenir (…)”. El desarrollo
de este tipo de pensamiento, por lo tanto, “va de la mano” con la formación de la conciencia
histórica. Dicha conciencia descansa sobre la interconexión de interpretaciones que vinculan
no sólo al pasado con el presente, sino además con las aspiraciones del futuro. Por eso, frente
a un porvenir que se presenta como “opaco” y lleno de incertidumbres (“líquido” diría
Bauman), contribuir a la construcción de la conciencia histórica de los estudiantes abre la
posibilidad para que éstos puedan ver al mañana vinculado con los problemas de hoy. De esta
forma es posible que no conciban al futuro como un “destino inexorable”, sino como una
realidad que se construye y que puede cambiar a partir de la acción, es decir, como posibilidad
Concebir al futuro como parte de la conciencia histórica de los jóvenes, abre el debate acerca
de cuáles son las bases sobre las que la sociedad ha construido o debería construir su porvenir.
Al mismo tiempo, ayuda a reflexionar sobre cuál es el papel que cumplen las acciones
individuales en esa la construcción. En definitiva, si el futuro se presenta como apertura de
posibilidades y no como algo predeterminado, es posible que los estudiantes analicen los
problemas del presente y se preparen para las respuestas que deban dar en el futuro. Pero, tal
como afirman Antoni Santisteban Fernández y Carles Anguerra Cerarols (2014: 262), “(…) usar
los conocimientos del pasado para analizar los posibles futuros no es algo que se produce de
manera automática, es decir, el conocimiento de la Historia no es en sí mismo -como simple
acumulación de datos- un instrumento útil para pensar el futuro. Este tipo de relaciones y
estas capacidades para establecer conexiones entre el pasado, el presente y el futuro es un
aprendizaje que debe realizarse expresamente, guiando al alumnado en la comprensión de la
temporalidad, con un trabajo específico de formación de la conciencia histórica y de educación
para el futuro. (…)”.

En definitiva, la historia como constructora de ciudadanía está íntimamente vinculada con la


propuesta de enseñanza que se realice: presentar cuestiones controvertidas del pasado
reciente o del presente, afirman los especialistas, ayuda a relacionar el aprendizaje con la
realidad de los estudiantes y, por lo tanto, les permite asociar el conocimiento escolar con sus
propias experiencias. Esta asociación genera la posibilidad de pensar en el futuro o mejor
dicho, en futuros plurales en los que puedan proyectar las posibles consecuencias de las
acciones del presente…un presente en el que las “nuevas tecnologías” ponen a disposición de
todos una enorme cantidad de información que es necesario seleccionar y analizar
críticamente si lo que se pretende es formar subjetividades políticas.

Actividad
Propuesta:

 Observamos el corto del filósofo contemporáneo Zygmunt Baumaun para tomar las categorías
que se presenta y poder reflexionar sobre el contexto que presenta.
https://www.youtube.com/watch?v=X4YGdqgCWd8&t=212s
 Dentro de la observación del corto, se les propone que realicen una distinción y caracterización
sobre estas dos caras que presenta Zygmun Baumaun: entre la modernidad y los tiempos
líquidos
 Siguiendo con la dinámica de reflexión se les propone que argumenten en relación a la
siguiente pregunta: ¿Qué sentido tiene la enseñanza de las ciencias sociales y la historia en este
contexto tan complejo? Tener en cuenta la clase, el corto para la producción nos ayudara a la
construccion de la secuencia didáctica.

Bauman explora la modernidad como una etapa caracterizada por estructuras institucionales
sólidas y relativamente estables. En este contexto, los estados nacionales tenían un papel
central y ejercían un poder considerable para implementar políticas y resolver problemas
internos y externos. La modernidad se relaciona con la previsibilidad, la planificación a largo
plazo y la confianza en las estructuras existentes.

En contraste, Bauman introduce la noción de "tiempos líquidos" para describir la realidad


actual. Esta perspectiva sugiere que vivimos en un mundo caracterizado por la inestabilidad, la
incertidumbre y el cambio constante. Las estructuras institucionales, que alguna vez
parecieron sólidas, se han vuelto fugaces y transitorias. La falta de estabilidad y predictibilidad
en la sociedad contemporánea crea una sensación de impotencia, ya que es difícil predecir
cómo evolucionarán las situaciones y cómo reaccionar ante los eventos imprevistos. La
ausencia de reglas y leyes globales y la debilidad de los estados nacionales para resolver
problemas globales contribuyen a esta sensación de fragilidad.

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