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Tomás de Aquino)
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• Respecto de un mal futuro inevitable: temor
• Respecto de un mal futuro evitable: audacia
• Respecto de un mal presente: ira.
Las estructuras límbicas se encargan principalmente del aprendizaje y el recuerdo del cerebro
–es el depósito de la memoria emocional–. Por lo cual, si se separa la amígdala del resto del cerebro,
esto desencadenará una incapacidad para apreciar el significado emocional de los acontecimientos –
"ceguera afectiva"–.
De la amígdala dependen las emociones primarias. Las lágrimas en los seres humanos, por
ejemplo, son desencadenas por la amígdala. La amígdala funciona como una especie de central de
monitoreo de alarmas, y en caso de presentarse una situación de emergencia, se conecta con los centros
cerebrales más importantes y ordena el desencadenamiento de todas las funciones de respuesta
defensiva y focaliza la atención cerebral en la elaboración de estrategias de supervivencia.
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Los sentimientos y emociones conllevan fenómenos bioquímicos. Por ejemplo, cuando una
persona vive situaciones de tristeza o depresión, esto va acompañado de un cambio bioquímico
cerebral, con déficit en la función neurotransmisora de la serotonina y/o las catecolaminas
noradrenalina y dopamina. Esta alteración puede estar causada por un bajo nivel de síntesis de los
neurotransmisores, un exceso de destrucción o de recaptación por la primera neurona o por un déficit
de transmisión en la segunda neurona.
A su vez, el enfado, la rabia, la ira, son estados del ánimo desencadenados por la percepción
sensoperceptiva. Algo que nos viene de fuera es captado psíquicamente como un peligro, es percibido
o identificado como potencialmente lesivo y tendemos a neutralizarlo, rechazarlo, destruirlo o
superarlo. Por esto lo mejor es que entre en actuación la actividad de la inteligencia y de la voluntad
del sujeto, de manera que por medio de la reflexión y los hábitos perfectivos como son la prudencia,
la justicia, la fortaleza y la templanza se pueda controlar dicho sentimiento o emoción.
4. Competencias emocionales: son habilidades que consisten en el control de las emociones. Algunas
de ellas son:
a) Empatía
• Trata de “sentir” con el(la) otro(a). Se “pone” en su lugar (lo que piensa, lo que siente, sus
circunstancias)
•El propio “yo” pasa a segundo término
•No se centra en sí mismo ni en determinados conflictos negativos de la propia existencia (neurosis)
•Aunque juzgue los hechos, no juzga a las personas
•Centrar la atención en el otro impide que nos hundamos en extraños laberintos interiores
b) Autoestima
Es el sentimiento de la propia valía, se basa en el conocimiento objetivo de sí mismo y de las propias
posibilidades (auto concepto)
c) Asertividad:
Es la capacidad de defender serenamente, pero con firmeza los propios derechos sin necesidad de
enfadarse o llegar a conflictos; por ejemplo, decir «esto que has hecho no me ha gustado, me ha
parecido una ofensa, me gustaría saber –cuando te calmes– que me expliques el por qué»
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Por eso la práctica de la humildad hace que la ira se controle. Y cuando la ira se refiera a sucesos
o acontecimientos la humildad lleva a reconocer que las cosas no son irremediablemente malas, sino
que siempre cabe la posibilidad de mejorarlas, lo cual conlleva esfuerzo, pero la persona humilde sabe
que no puede pretender que todo suceda según sus propios deseos, y que la vida se compone de cosas
buenas y menos buenas, lo cual le lleva también a no sucumbir ante la tristeza o el abatimiento.
a. Templanza
•Controla la tendencia al bien placentero inmediato, y por tanto al deseo, la tristeza, alegría sensible,
aversión, etc.
•La templanza conlleva huir del inmediatismo que busca satisfacer sus deseos de manera inmediata.
Por medio de ella nos hacemos capaces de retrasar el disfrute del bien placentero inmediato
•Conlleva sobriedad: modera los deseos de comer y beber; y pureza, que controla el placer que
acompañan los actos de la reproducción humana
•Modera el amor propio y el gusto de la propia excelencia (humildad), aceptando las cualidades y los
defectos, sin exagerarlos.
b. Fortaleza
•Este hábito nos capacita para hacer frente a las dificultades o al mal
•Resiste serenamente al mal, le hace frente y acomete el esfuerzo que comporta adquirir un bien difícil
o arduo
•Frente al mal se dispone a atacarlo proporcionada y oportunamente
•Conlleva paciencia cuando son múltiples las dificultades para alcanzar un bien o meta valiosa
•Requiere constancia, para no desfallecer a pesar del tiempo
•Supone laboriosidad para acometer tareas difíciles o arduas.
LECTURA
LAS PASIONES SEGÚN S. TOMÁS DE AQUINO
1. Sobre la pasión
«El nombre de pasión implica que el paciente sea atraído hacia el agente; y el alma es más atraída
hacia un objeto por la potencia apetitiva que por la aprehensiva, pues por la primera el alma dice orden
a las cosas en sí mismas. Por eso dice el Filósofo que el «bien y el mal», que son los objetos de la
potencia apetitiva, «existen en las cosas mismas». En cambio, la potencia aprehensiva no es atraída
hacia una cosa por lo que ésta es en sí misma sino que la conoce según la intención que de la cosa tiene
en sí o recibe según su modo propio. Por eso en el mismo pasaje se dice que «lo verdadero y lo falso»,
que pertenecen al conocimiento «no están en las cosas, sino en la mente». Tomás de Aquino, S. Th. 1-
2 q. 22 a. 2.
«Para conocer qué pasiones residen en el irascible y cuáles en el concupiscible, se debe examinar
el objeto de ambas potencias. Ahora bien, se ha dicho que el objeto de la potencia concupiscible es el
bien o mal sensible tomado en absoluto, que es lo deleitable o doloroso. Pero como es inevitable que
el alma experimente a veces dificultad o contrariedad en la adquisición de estos bienes o en apartarse
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de estos males sensibles, por cuanto ello excede en algún modo el fácil ejercicio de la potencia del
animal, por eso el mismo bien o mal, en cuanto tiene razón de arduo o difícil, es objeto del irascible».
Tomás de Aquino, S. Th. 1-2, q.23 a. 1.
«Las pasiones del alma pueden considerarse de dos modos: uno en sí mismas; otro en cuanto
están sometidas al imperio de la razón y de la voluntad. Si se consideran en sí mismas, esto es, en
cuanto movimientos del apetito irracional, de este modo no se da en ellas el bien o el mal moral, que
depende de la razón, como anteriormente se ha dicho. En cambio, si se consideran en cuanto sometidas
al imperio de la razón o de la voluntad, sí se da en ellas el bien o el mal moral. Y se dicen voluntarias
por cuanto o son imperadas por la voluntad o no son impedidas por ella». Tomás de Aquino, S. Th. 1-
2 q. 24 a. 2.
c) El amor
1. El amor sensible:
«El amor es la primera de las pasiones del apetito concupiscible, ya que es la aptitud o
adecuación del apetito al fin, que es el bien sensible. El amor no es otra cosa que la complacencia del
bien. El movimiento hacia el bien es el deseo y el descanso en él es el gozo». Tomás de Aquino, S.
Th. 1-2, q.25 a. 2.
«Toda dilección o caridad es amor, pero no al contrario, por cuanto la dilección añade sobre el
amor una elección precedente, como su nombre lo indica; por lo cual la dilección no se encuentra en
el apetito concupiscible, sino sólo en la voluntad y únicamente en la naturaleza racional. La caridad, a
su vez añade sobre el amor una cierta perfección de éste en cuanto el objeto amado se estima en mucho,
como da a entender el nombre mismo». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 26 a. 3.
2. Amor de amistad: Se quiere a aquel para quien se quiere el bien. Este amor ama por el otro.
Sólo se ama por él mismo y de modo absoluto. (Esto se puede dar respecto de Dios).
«El amor se divide en amor de amistad y de concupiscencia. Pues se llama propiamente amigo
aquel para quien queremos algún bien; y se dice que deseamos con amor de concupiscencia lo que
queremos para nosotros». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 26 a. 4.
«Hemos dicho que el bien es la causa del amor a modo de objeto; mas el bien no es causa del
apetito sino en tanto que es aprehendido, y por lo mismo el amor requiere una aprehensión del bien
amado». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 27 a. 2.
«La semejanza propiamente hablando es causa del amor. Pero se ha de notar que la semejanza
puede entenderse de dos maneras: una, cuando los dos semejantes poseen en acto una misma cualidad,
y otra cuando el uno tiene en potencia aquello que el otro posee en acto y se inclina hacia ello. El
primer modo de semejanza produce el amor de amistad o benevolencia, puesto que, por lo mismo que
dos seres son semejantes, al tener en cierto modo una sola forma, son como uno solo, y por eso la
afección del uno se dirige hacia el otro como hacia sí mismo. El segundo modo de semejanza produce
el amor de concupiscencia, de lo útil y lo deleitable. La semejanza tiene que ser virtuosa pues cuando
por esta semejanza resulta un impedimento para la consecución del bien que ama, se le hace odioso su
semejante, no como semejante sino como obstáculo para su bien propio. Por eso los alfareros riñen
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entre sí ya que se obstaculizan en el lucro y por eso se suscitan pendencias entre los soberbios porque
mutuamente se usurpan la superioridad que ambicionan». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2, q.27 a. 3.
«El amor produce la primera unión efectivamente, puesto que mueve a desear y buscar la
presencia del objeto amado como conveniente y perteneciente a uno mismo; y produce la segunda
unión formalmente por cuanto el mismo amor es tal unión o vínculo». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2
q.28 a. 1
«El celo bajo cualquier aspecto que se le considere, proviene de la intensidad del amor. El amor
intenso trata de excluir aquello que se le opone. Esto, sin embargo, acontece de modo distinto en el
amor de concupiscencia y en el de amistad. Pues en el amor de concupiscencia el que desea
intensamente una cosa se mueve contra todo aquello que impide la consecución o fruición pacífica del
objeto que ama. Más el amor de amistad busca el bien del amigo; por lo que cuando es intenso impulsa
al hombre contra todo aquello que es opuesto al bien del amigo y en este sentido se esfuerza en rechazar
todo lo que se hace o dice contra el bien del amigo». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 28 a. 4.
d) Sobre el odio
El odio es la aversión o contrariedad ante el mal sensible. Su objeto es el mal sensible, pero
ausente o distante. En el amor de concupiscencia se manifiesta en la antipatía. Si se trata de un odio
pasional conlleva un mal corporal físico. La causa del odio es el amor. Se diferencia de la ira en que
ésta es poco duradera, es decir, es más impulsiva; en cambio, el odio puede hacerse más profundo a
medida que se cultiva en el interior; por esto, también el odio daña más que la simple ira.
El odio natural es un sentimiento de repugnancia para todo lo que es contrario y corruptivo. Así
como todo lo conveniente es bueno, lo que es nocivo es malo. Ninguna cosa se aborrece sino por ser
contraria al objeto que ama. Por eso el amor es más fuerte que el odio. Cfr. Tomás de Aquino, S. Th.
1-2 q. 39.
Las causas de la delectación son: la operación, el movimiento, la esperanza, la memoria, la tristeza, las
acciones de otros, el hacer bien a otros, la semejanza y la admiración. Cfr. Tomás de Aquino, S. Th. 1-
2 q. 32. Los efectos son: la expansividad, el deseo o sed la misma delectación, el impedimento del uso
de la razón, y la perfección de la operación. Cfr. Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 33.
«Así como para la delectación se requieren dos cosas cuales son la unión del bien y la percepción
de esta unión, así también para el dolor se requiere la unión de algún mal. Es un mal por lo mismo que
priva de algún bien y la percepción de esta unión». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 35 a. 1.
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«La causa del dolor externo es el mal presente y contrario al cuerpo y la del interno es el mal
presente y opuesto al apetito. El dolor externo sigue, a su vez, a la aprehensión de los sentidos,
especialmente del tacto; y el dolor interior a la aprehensión interna de la imaginación o de la razón
misma. El dolor interior es más fuerte que el externo del mismo modo que la aprehensión de la razón
y de la imaginación es más alta que la del sentido del tacto». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 35 a. 7.
a) La compasión: es la tristeza del mal ajeno en cuanto éste se considera como propio.
b) La envidia: es la tristeza ante el bien ajeno que se estima como mal propio.
c) La ansiedad: es la tristeza por la imposibilidad de huida ante el mal. Cuando ésta se agrava
por no vislumbrar consuelo alguno se produce la angustia
g) De la esperanza y de la desesperanza
La esperanza es la pasión del apetito irascible que sigue al bien sensible futuro, arduo y posible
de conseguir. Se contrapone al temor porque así como éste es expectación de un mal futuro, la
esperanza lo es de un bien futuro. Se contrapone a la desesperanza porque ésta es la tristeza sin ninguna
expectación de cosas mejores.
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h) Del temor
El objeto del temor es el mal futuro difícil de superar, de apartar, o de combatir, al cual no puede
resistirse. Cfr. Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 41.
Considerado en sí mismo:
- temor actual: temor.
- temor habitual: timidez.
- en el ánimo: conturbación.
- en el cuerpo: terror.
- en la cabeza: horror.
Los efectos son: induce a consultar, produce temblor y contracción e impide la operación. Cfr.
Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 44.
i) De la audacia
«La audacia es lo que más dista del temor, pues éste rehúye el daño futuro a causa de la victoria
que éste ha de lograr sobre el que teme, mientras que la audacia afronta el peligro inminente en razón
de la victoria que se ha de lograr sobre el peligro mismo». Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q 45 a. 2.
La audacia sigue a la esperanza y los audaces son más valerosos al principio que en el momento
mismo del peligro.
j) De la ira
La ira es una pasión especial porque puede ser causada por el concurso de varias pasiones, ya
que no brota el movimiento de ira sino a causa de alguna tristeza inferida y supuestos el deseo y la
esperanza de vengarse. Su objeto puede ser el bien y el mal, ya que tiende a la venganza que apetece
y a otro, bajo la razón de mal que es el hombre dañino de quien desea vengarse. Cfr. Tomás de Aquino,
S. Th. 1-2 q. 46.
Las causas de la ira pueden ser: una acción que se ha hecho contra uno, lo cual produce la
irritación; el desdén y el menosprecio, ya que todas las causas de la ira pueden reducirse al
rebajamiento de la propia dignidad, lo cual parece implicar menosprecio; la conciencia de la propia
excelencia y los defectos de los otros. Cfr. Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 47.
Los efectos de la ira son: la delectación por la venganza que conlleva, que impide en gran manera
el uso de la razón y provoca el silencio, ya que la lengua se traba y el rostro se enciende en el poseído
por la ira. Cfr. Tomás de Aquino, S. Th. 1-2 q. 48.
Los remedios contra la ira son: quitar las causas que producen la ira o al menos debilitar al
máximo posible su influjo. Frente al movimiento de ira antecedente a todo juicio de la razón se
procurará quitar su causa física, evitando el dolor y cuando esto no sea posible prever las reacciones
emocionales que a ellos o a cualquier otro estímulo emocional han de suceder, para tratar de ordenarlos
racionalmente. También podemos considerar la ira en el orden moral. No juzgar temerariamente, ya
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que la causa de la ofensa pudo haber sido la ignorancia. No dar lugar a la sospecha y, en especial, dice
Sto. Tomás: «contra la ira el mejor remedio es el reconocimiento de la propia fragilidad». Cfr. Tomás
de Aquino, S. Th. 1-2 q. 47 y 48.
ACTIVIDADES SUGERIDAS
2. Buscar la letra de canciones como “Color esperanza” de Diego Torres, o la canción “Hoy” de
Gianmarco Zignago, y describir los sentimientos que ahí se expresan.
3. Ver la película “Al filo del peligro” (“The Edge”: protagonizada por Anthony Hopkins y Alec
Baldwin) e identifique la mayor cantidad de sentimientos que ahí aparecen y la importancia del
autocontrol.