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Eric Kandel
A Ángel Poveda
El interés para la Neurociencia de Aplysia es que tiene un encéfalo muy sencillo, con
solo unas 20.000 neuronas, algunas de las cuáles son enormes, alcanzando 1 milímetro
de diámetro. La mayor parte de esas neuronas están
agrupadas en diez ganglios cada uno de los cuales controla varias respuestas simples y
participa en comportamientos sencillos. Cada una de las neuronas se puede identificar,
nombrar y encontrar en cualquier otro animal de la misma especie. Puedes conocer el
patrón completo de conexiones entre ellas, puedes establecer los circuitos y puedes ver
los comportamientos que esos circuitos modulan. Además, cada célula se puede
diseccionar para realizar un análisis bioquímico y de cada una puede obtenerse
suficiente ARNm para generar una biblioteca de ADN complementario. Chip Quinn,
uno de los investigadores que estudió el comportamiento en Drosophila dijo en broma
que el animal ideal para estudiar el aprendizaje
“…no debe tener más de tres genes, debe ser capaz de tocar el violonchelo o al menos
de recitar griego clásico, y debe poder hacerlo con un sistema nervioso que conste
solamente de diez neuronas grandes, de colores diferentes y fácilmente reconocibles”.
Aplysia debe ser lo más parecido que existe a ese sueño de Quinn.
La persona que supo ver el enorme potencial de Aplysia para la investigación fue Eric
Kandel y su grupo pudieron ver que al igual que en el sistema nervioso de los
vertebrados, el almacenamiento en la memoria de cada tipo de aprendizaje tenía dos
fases: una memoria transitoria que duraba unos minutos y una memoria duradera que
permanecía días. La conversión de la memoria en corto plazo en memoria a largo plazo
requería una repetición espaciada, al igual que hacemos nosotros cuando estudiamos los
apuntes de la carrera. También vieron que la memoria a largo plazo requería la síntesis
de nuevas proteínas, lo que implicaba cambios bioquímicos en las neuronas
involucradas. Kandel fue capaz de estudiar el fenómeno tanto in vivo, con toda la
babosa, como in vitro, con un ganglio.
Diseccionaba el ganglio abdominal de Aplysia, que consta de unas dos mil células
nerviosas y lo colocaba en una pequeña cámara que contenía agua de mar y donde hacía
pasar aire, como si fuera un acuario diminuto. Insertaba electrodos en el interior de una
célula del ganglio, normalmente R2 que es la más grande y luego registraba su respuesta
ante diversas secuencias de estímulos aplicados en las conexiones que convergían hacia
ella. Para esto último, aplicaba con un electrodo un estímulo débil a un grupo de axones
que terminaban en la neurona R2 y repetía el estímulo durante diez veces. El potencial
sináptico que generaba R2 como respuesta a esas aferencias cada vez era menor.
Cuando se llegaba al décimo estímulo, la intensidad de la respuesta era de
aproximadamente un vigésimo de la respuesta inicial. Ese pequeño circuito neuronal
Kandel vio que esos procesos funcionaban con tan solo 24 neuronas mecanosensitivas
que inervaban la piel del sifón y hacían sinapsis directas sobre seis células motoras que
se encargaban de retraer la agalla. Lo curioso es que el circuito era igual en todos los
animales con lo que surgió la pregunta en cómo se modificaba tras el aprendizaje esa
red de neuronas. Kandel pudo ver que la memoria del aprendizaje se debía a cambios en
las conexiones sinápticas entre las neuronas, una idea anticipada por Ramón y Cajal en
la Croonian Lecture impartida ante la Royal Society británica en 1894.