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Por una obra de arte u obra artística se entiende un objeto elaborado empleando técnicas
artísticas y con un propósito estético o social. Es decir, se trata tradicionalmente del producto
de las llamadas Bellas Artes: pintura, escultura, literatura, música, danza, teatro, cine,
fotografía e historieta.
Sin embargo, no es sencillo definir una obra de arte, ni restringir el uso de esta expresión, que
puede emplearse también para aludir metafóricamente a algo muy bien hecho, alguien muy
hermoso o simplemente algo que nos gusta en demasía. Y esta dificultad se debe a que es
también difícil definir el arte en sí.
De hecho, lo arbitrario del criterio respecto a lo que es o no es arte, hoy en día, es materia de
debate y no existe un criterio único, científico. El arte es una construcción histórica y social, a la
que se le atribuyen valores trascendentales de la civilización humana. Estos pueden ser de tipo
histórico (documental), estético (técnico) o simbólico (social).
Tradicionalmente se supone que una obra de arte es un objeto que representa los valores
universales más trascendentes de la humanidad, o que en todo caso conlleva una reflexión
importante respecto a ellos. Pero no siempre se cumplen dichos criterios para todo el mundo
por igual.
Por otro lado, en la contemporaneidad la idea de obra artística ha estado sujeta a críticas y
desconstrucción, a medida que el arte prolifera hacia variantes más imprevisibles y menos
controlables, más modernas y atrevidas, menos vinculadas con la tradición histórica. Los
museos de arte moderno, de hecho, suelen ser escenario de dicho debate, en torno a lo que
puede o no ser considerado como una obra.
La respuesta más simple a esta pregunta es: para nada. El arte no tiene una finalidad específica
que cumplir, un rol o una utilidad. Puede ser empleado como decoración, como documento
histórico o como exploración de las sensibilidades de una época, como quien intenta
comprobar cuáles son las perspectivas personales más usuales en un período determinado.
Sin embargo, y por complejo que parezca, las obras de arte tienen un único y simple cometido:
recordarnos quiénes somos y de dónde venimos, con quiénes vivimos en el mundo y cuánto
sabemos y cuánto ignoramos de él, y de nosotros mismos.
Podríamos clasificar las obras de arte según las técnicas empleadas para hacerlas:
Obras literarias. Escritas por autores de literatura en sus géneros: poesía, ensayo, dramaturgia
y narrativa.
Obras teatrales. Dirigidas y escenificadas por un director e interpretadas por actores, en base a
un guión.
Obras cinematográficas. Las que son producidas por un equipo y filmadas en película
fotosensible.
Obras escénicas. Producto de otras formas de arte visual que requieren un escenario.
De nuevo, es difícil establecer las características comunes a toda obra de arte. Pero
convengamos en que una obra maestra debería de ser:
Contextual. La obra no existe sin su contexto histórico y sin todo aquello que podemos decir
sobre ella, pues todo eso es justamente lo que ella representa.
Simbólica. Las obras de arte no siempre contienen un mensaje explícito, sino que representan
sentidos y significados, es decir, contienen mensajes implícitos que debemos aprender.
Original. No existen otras idénticas a la obra de arte, sino que se trata de algo único e
irrepetible.
Se entiende por lenguaje artístico o lenguaje del arte aquel medio que una forma artística
emplea para transmitir sus contenidos: la pintura y la escultura son eminentemente visuales,
mientras que la cinematografía es audiovisual y la música meramente auditiva.
Se le llama lenguaje porque el arte existe sólo en la medida en que comunica un mensaje,
incluso si ese mensaje no siempre está muy claro o es fácil de descifrar.