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Mi planta de naranja lima

1. EL DESCUBRIDOR DE LAS COSAS.


Totoca venia enseñándome la vida. Era mi hermano mayor. Yo también
venia descubriendo cosas solo. Cantar sí que era lindo. Y estaba recordando
una música que cantaba mamá cuando yo era  pequeño. Totoca me llevó al
borde de la carretera Rio- San Pablo. Allí pasaba de todo. Camiones,
automóviles, carros y bicicletas. Me enseñó a cruzar la carretera. Cuando
crezca quiero ser sabio y poeta y usar corbata de moño. Bien ¿viste como
soy tu amigo Zezé? Entonces no cuesta nada decirme como conseguiste
“aquello”…

Entonces fui recordando algo que había pasado la semana anterior. Cuando
al tío Edmundo le dije que voy a leer. Después cuando anocheció le dije a
Jandira que me alce para leer una oración que servía para proteger a la casa,
que estaba detrás de una estrella de papel. Lo leí correctamente y todos
quedaron asombrados, boquiabiertos. Tío Edmundo también me hizo leer el
diario y me regaló un caballito de madera.

2. UNA CIERTA PLANTA DE NARANJA-LIMA.


En casa, cada hermano mayor criaba a uno menor. Lalá me había tomado
por su cuenta hacia bastante tiempo. Después venía mi hermanito Luis. A
quien primero cuido Gloria después yo. Al quien llevé a jugar. Jugamos al
jardín zoológico. El otro juego era Luciano, que era un avión que volaba
por el “campo dos Afonsos”. Después pasábamos por el jardín zoológico,
visitando a la jaula de los monos, leones, panteras, todo imaginariamente.

Hoy todo el mundo va a ver la casa nueva dijo mamá. ¿Cuándo tenemos
que mudarnos mamá? Preguntó Gloria. Dos días después de navidad
respondió. Hablaba con una voz cansada. Y yo sentía pena por ella. La casa
era un poco más chica. Mamá desató el alambre que sostenía el portón y
todo el mundo se lanzó hacia adelante. Gloria se precipitó en una carrera, y
abrazó la “mangueira” (árbol frutal que da la manga). Antonio hizo lo
mismo con la planta de tamarindo. Yo me quedé con una pequeña planta de
naranja-lima. Estaba desconcertado. Me sentía el ser más despreciado del
mundo. Me enojé. Sentado en el suelo, apoyé mi enojo en i planta naranja-
lima. Habló una voz cerca de mi corazón, era del árbol. ¿Por qué me
hablas? Le pregunté. Los árboles hablan por todas partes. Por las hojas, por
las ramas, por las raíces. ¿Quieres ver? Apoya tu oído y vas a escuchar
palpitar mi corazón. Tic…tac…tic…tac… Me quedé maravillado.

3. LOS FLACOS DEDOS DE LA POBREZA.


Cuándo le conté mi problema a tío Edmundo. Lo encaró con toda seriedad.
Crees que el murciélago te quiere mucho… Sí, me quiere, entonces puedes
Mi planta de naranja lima

estar seguro que ira. Los murciélagos tienen sentido de la orientación.


Birquinho me dijo: Que mañana a la ocho en la puerta del cine Bangu. El
dueño de la fábrica mandó comprar un camión de juguetes. ¿Vas? Sí que
voy y llevaré a Luis. Pedí a mi hermana Gloria que nos llevará pero no
quiso. Escucha Zezé. “Tengo un montón de cosas que hacer, planchar,
ayudar en la mudanza, vigilar la cazuela en el fuego…” ¡Y ahora basta!  Ve
a jugar. Pero no fui y me las ingenie para que me hiciese caso. Pero al final
terminó cerrando toda la casa para no verme.

Arreglé a mi hermanito Luis. Lo vestí sin hacer ruido. Acomodé sus


cabellos y lo peiné. Lindo y arregladito como estaba hasta podía ser
confundido con el niño Jesús. Gloria lloró no podía llevarnos. Encargo a
don Pasión el cartero para que nos llevara al sitio en donde iban a regalar
los juguetes. Pero nos abandonó antes de llegar. Tomé con más fuerza la
mano de Luis y continuamos la marcha. Llegamos muertos de cansancio.
No había nadie. No parecía que hubiera habido repartición de juguetes.
Don Coquito el portero, dijo que todo se había acabado y que llegamos
demasiado tarde. Estaba triste y desilusionado. En la cocina estaba
Dindinha que había venido para hacer “rebanada” mojada en vino. Era la
cena de la nochebuena. Fue una comida triste que ni daba ganas de pensar.
Todo el mundo comió en silencio, y papá apenas probó un poco de
“rebanada”. Ni siquiera había querido afeitarse. Tampoco habían ido a la
misa del gallo. Más parecía el velorio del niño Jesús que su nacimiento.
Papá agarró el sombrero y se fue. Lo más triste fue cuando la campana de
la iglesia llenó la noche de voces felices. Y algunos fuegos artificiales se
elevaron a los cielos para que Dios pudiera ver la alegría de los otros.
Fuimos a la cama a dormir. Puse mis zapatillas con la esperanza de que me
tocara un regalo.

Al despertar revisé mis zapatillas y estaban vacías. ¡Que desgracia tener un


padre pobre! Papá escuchó, agarró el sombrero y se fue para la calle.
Totoca me culpó de todo. ¿Por qué hice eso Dios mío? Mi talón tocó la caja
de lustrar zapatos y tuve una idea. Tal vez así papá me perdonaba tanta
maldad. No hablé con nadie y salí caminando. No había gente todos
estaban durmiendo, no hallé ningún cliente, para lustrarle los zapatos, me
senté y lloré. Don Coquito golpeó mi cajón y me pidió que le lustrara los
zapatos. Me pagó cinco cruzeiros. Proseguí. ¡Se lustra patrón!  Un niño
bajó del coche y me puso en el bolsillo cinco cruzeiros. Llegué a la casa de
los Villa Boas. Sergito andaba por entre las plantas, en una hermosa
bicicleta. ¿Qué te pasa Zezé? Estas raro me dijo. ¿Te regalaron muchas
cosas? Este año no tuvimos navidad en casa. Papá todavía está sin empleo.
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Sergio metió la mano en el bolsillo y me dio una moneda eran diez


cruzeiros.

Me lancé en carrera al cafetín “Miseria y hambre”. Compré cigarrillos para


papá. Pagué hice envolver el regalo. Y me lo llevé a casa. Mira papá
compré una cosa lida para ti. Miré a papá, su rostro barbudo, sus ojos. Solo
podía decirle; Papá…papá…y la voz fue consumiéndose entre lágrimas y
sollozos. Él abrió los brazos y me estrechó tiernamente.

4. EL PAJARITO, LA ESCUELA Y LA FLOR.


Casa nueva. Vida nueva y esperanzas simples, simples esperanzas. Llegué
a la casa. Di un salto y me fui. Minguito (mi planta de naranja-lima), ahora
vamos a vivir siempre uno cerca del otro. Voy a ponerte tan lindo que
ningún árbol podrá llegarte a los pies.

Al comienzo me portaba bien. Rellené una media negra de mujer. Parecía


una cobra. Lo puse en el camino. Y ¡zas! Comencé a tirar de la cobra. La
mujer dio un grito tan grande que despertó a toda la calle. ¡Socorro!
¡Socorro!… Una cobra. Corrí a esconderme en el cesto de ropa sucia y me
metí dentro. Mamá me descubrió y me dio una zurra que nunca olvidaré.

Al día siguiente fui donde el tío Edmundo. Le consulté sobre el pajarito que
tenía dentro de mí. El pajarito fue hecho por dios para ayudar a las
criaturas. Después cuando el niño ya no lo necesita más, devuelve el
pajarito a Dios. Entonces solté mi pajarito ya no lo necesitaba más.

Gloria me llamó temprano me aseó y me llevó a la escuela. La directora


dijo que era muy pequeño. El día 26 de febrero cumple seis años, si,
señora, dijo Gloria. Di mi nombre y me dieron el uniforme. Y vinieron las
novedades. Y las peleas. Los descubrimientos de un mundo donde todo era
nuevo. Era el mejor de la clase que leía. El mejor “Lecturero”.

Los días fueron pasando una tarde aparecí con una flor para mi maestra.
Ella se puso muy emocionada. Me dijo que era un caballero. Gloria decía
que dejaba mi diablito guardado en el cajón y me volvía otro chico.  Le
solicité a mamá me comprara un traje  que había dejado de utilizar Nardito
por ser muy chico. Mamá soy el alumno más estudioso de mi clase. La
profesora dice que voy a ganar un premio. Mi mamá aceptó. Le besé la
mano.

Godofredo entró en clase. Habló con Cecilia Parm (la maestra). Desde ese
momento me prohibió que hurtara flores del jardín de Godofredo para
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traerlos a ella. ¿Acaso el mundo no es de Dios? Entonces las flores son de


él… Quedó espantada con mi lógica.

5. EN UNA CELDA HE DE VERTE MORIR.


Fui a la sacristía, pedí a don Zacarías, los cabitos de vela. Reuní los
pedacitos y los metí en medio de mi bolsa. Y los pasé lo más rápido posible
por la calzada. Quería ver de lejos quien iba a resbalar de nuevo. Era doña
Corina. La mujer estaba desparramada en el suelo diciendo malas palabras.
Escuché cantar a un hombre. La que quería que cantase era “Fanny”.
Cuando llegaba a esa parte donde decía: “En una celda he de verte morir”.
La gente salía de las casas y compraba un folleto. ¡Nadie en el mundo
canta  tan lindo como usted! Y nos fuimos cantando y vendiendo. El
cantaba y yo iba aprendiendo. ¡Mira que eres vivo! ¿Cómo te llamas? Zezé.
Y yo Ariovaldo. Tomó la mano entre las suyas para sellar “la amistad hasta
la muerte”.

No veía la hora de que llegara martes. Ya iba a esperar a don Ariovaldo a la


estación. Su lindo vozarrón abría la ventana de la mañana. ¡Que cosa! Las
muchachas venían corriendo a comprar. Lo que me gustaba era vender los
folletos. ¿De veras formamos un dúo? Déjeme cantar le dije, usted canta
fuerte y yo entro con la voz más dulce del mundo. Y debajo del sol caliente
recomenzamos el trabajo Hasta que apareció doña María de la Peña ¡Muy
bonito! ¡Muy bonito! Que una criatura cante una inmoralidad así. Don
Ariovaldo la amenazó con un cuchillo y la vieja se fue. Luego conversamos
y me dijo: Eres un Ángel, Zezé… Le dije adiós con la mano y comencé a
reírme. ¡Ángel! Es porque él no sabe…

SEGUNDA PARTE.
1. EL “MURCIELAGO”.
Totoca y yo nos poníamos a la espalda nuestras mochilas. En la mano
llevábamos las zapatillas de tenis, para calzarlos cuando estemos cerca de
la escuela. Me fascinaba la carretera Rio-San Pablo. “Sin duda el
murciélago”.  Treparme a la parte trasera de los automóviles y sentir el
camino desapareciendo a tal velocidad que el viento me castigaba
corriendo y silbando. Me propuse subirme al carro del portugués. No tienes
coraje para eso. ¿Qué no tengo? Ya vas a ver Minguito (la planta de
naranja-lima) De un salto estaba pegado a las ruedas con todas la fuerzas
que me daba el miedo. Me descubrió el portugués. ¿Qué piensas mocoso,
que no te he estado observando, todos los días espías mi coche?  Me tomó
de las orejas. La humillación me dolía más que el propio dolor. Soltó
rápidamente mis orejas y me puso sobre sus rodillas. Me aplicó una sola
palmada, pero con tal fuerza que pensé que mi trasero se había pegado a mi
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estómago. Salí atontado, bajo las burlas. Me encontré con Totoca que me
involucró en una pelea del cual salí con un ojo morado y varios golpes. No
resistí y acabe contándole mi fracaso a Minguito. Pero enseguida pasó la
rabia y nos pusimos a conversar de otras cosas. Escuchamos un barullo y
era Luis que se venía acercando. De repente Minguito se convirtió en el
más bello caballo del mundo. Vamos, vamos, caballito. Corre, corre, la
planicie está llena de bisontes y búfalos. Pero les sentía  miedo.

2. LA CONQUISTA.
Ya el portugués no estaba. Caminaba más libremente. Llegó el tiempo de
los vientos, el tiempo de la cometa. Minguito se había dado un estirón y
pronto daría frutos. Mi planta de naranja-lima era precoz como yo. El
mundo de la escuela también era bueno. Los martes íbamos con mi amigo
Ariovaldo y vendíamos todo. En la escuela yo era un ángel. Jamás me
habían reprendido y era el mimado de las maestras. Vi las guayaberas de la
casa de la negra Eugenia.  El diablo me dio fuerzas para descender y me
empujó hasta las cercas de las plantas salté y un vidrio se clavó en mi pie
izquierdo. Desesperado y triste fui donde Gloria le supliqué que no me
pegaran y me curó la herida.

Al día siguiente Gloria me defendió, porque todos me pegaban. Me ayudó a


calzar las zapatillas y me dejó en el camino a la escuela. De pronto apareció
el portugués, bajó de su coche y me llevó directo a la farmacia, donde el
doctor Adaucto Luz curó mis heridas y me puso una inyección antitetánica.
El portugués me dijo: “Así no puedes ir a casa muchachito” te llevaré.
Inventa cualquier cosa, puedes decir que te golpeaste en el recreo y que la
maestra te mandó a la farmacia. Lo miré con gratitud. El portugués se había
transformado ahora en la persona que yo más quería en el mundo.

3. CONVERSACIONES DE AQUÍ Y ALLA.


Conversé con Minguito mi planta de naranja-lima. Ya conocía donde vivía
el portugués. Agarré mi cajón de lustrar y me encaminé hacia su casa,
toqué. Salió con el jabón entre la cara estaba afeitándose. Me hizo entrar en
tan lujosa casa, y me invitó café con pan. Tanto hiciste que descubriste
donde vivía, me dijo. Tengo que salir con mi cajoncito sino piensan que
estoy haciendo travesuras y me pegan le respondí. Yo no sirvo para nada.
Soy muy malo. Por eso en navidad es el diablo el que nace para mí, y no
recibo regalos. Soy una peste. Se rascó la cabeza admirado.

Le conté que mamá trabajaba y que llegaba muy cansada. También de mi


hermana mayor que era muy enamoradiza. El portugués siempre me dejaba
en el lugar indicado. Cuando le conté eso de la navidad lloró y puso sus
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manos sobre mis cabellos, prometiéndome que nunca más dejaría de tener
regalos ese día.

Pienso que ahora ya no querrás crecer para matarme ¿verdad? No, nunca
haría eso. Lo dije cuando tenía rabia. Yo nunca voy a matar a nadie. No soy
antropófago. Casi dio un salto. ¿Qué dijiste? Que no era antropófago. ¿Y
sabes lo que es eso? Y le expliqué. Soltó una alegre carcajada. Acordamos
de no llamarlo de “usted”, si no “portuga” que sonaba más de amigos,
cuando estábamos por llegar, bajó y me llevó a la parte trasera del coche e
hice el “murciélago”, él manejo lentamente. Me sentí alegre, recosté mi
cabeza junto a su brazo, ¡portuga! Hum… Nunca más quiero estar lejos de
ti. ¿Sabes? ¿Por qué? Porque eres la mejor persona del mundo. Nadie me
maltrata cuando estoy cerca de ti y siento “un sol de felicidad dentro de mi
corazón”.

4. DOS PALIZAS MEMORABLES.


Yo estaba al lado de Totoca, aprendiendo a hacer un globo. Desde entonces
la idea de mi globo no me salió ya de la cabeza. Ofrecí mis bolitas y
figuritas por diez centavos. Birquinho me los compró. Entré volando en el
negocio de “Miseria y Hambre”. Compré papel de seda, color rosado y
amarillo. Comenzó a oscurecer y yo trabajaba. A mi lado estaba Luis.
¡Zezé!… ¡Luis!… Gritó Jandira tenía la manía de darnos a comer más
temprano. La diabla estaba de mal humor. Entró violentamente en la sala y
me agarró de las orejas. Entonces me enojé. No como. No como. ¡No
como! Quiero acabar de hacer mi globo. Ella se volvió hecha una fiera. Y
me tiró en medio del comedor. El diablo se soltó dentro de mí. La rebelión
estalló. ¿Sabes lo que eres? ¡Una puta! Agarró la mano de cuero de encima
de la mesa y comenzó a pegarme sin piedad. ¡Puta! ¡Puta! ¡Hija de una
puta! Ella no paraba y mi cuerpo era un solo dolor de fuego. Totoca
también me pegó en los ojos, en la cara, en la nariz. Sobre todo en la boca.
Gloria vino y me defendió. Y curó mis heridas. Completamente
desamparados lloramos juntos. No fui a la escuela, ni vi al portugués. Me
refugiaba en la sombra de mi planta naranja-lima. Vi a papá triste. Quise
hacer algo por él. Podría cantar bien bajito, y eso seguramente lo iba a
mejorar. Comencé bajito. “Yo quiero una mujer desnuda bien desnuda…”
Mi papá lo escuchó. Y estalló una bofetada en mi cara. Mi rostro no se
podía mover era arrojado de un lado a otro. ¡Asesino!… Mátame de una
vez. La cárcel está ahí para vengarme. Y me pegó sin piedad con el cinto.
De nuevo vino Gloria, y paró la golpiza cruel. Me desmayé. Desperté el
dolor era cada vez menos. Mamá. Le dije bajito: Mamá, yo no debía de
haber nacido. Debía haber sido como mi globo. Me acarició tristemente la
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cabeza. Todo el mundo debe haber nacido así, como nació. Tú también.
Solo que a veces, Zezé eres demasiado atrevido…

5. SUAVE Y EXTRAÑO PEDIDO.


Se necesitó de una semana para que me recuperase del todo. Me quedaba
quietecito sin ganas de nada, sentado casi siempre cerca de Minguito.
Mirando la vida perdido en un desinterés por todo. Llegó el día en que
podía ir a la escuela. Pero no fui a ella. Sabía que el portuga había pasado
una semana esperando con “nuestro” coche, y naturalmente solo volvería a
esperarme cuando avisara. Debía de estar muy preocupado con mi
ausencia. Fui a la confitería. Don Ladislao dijo: ¡Portuga mira quien está
ahí! Abrió los brazos y me apretó largamente. Me pidió que le contara que
me pasó. No puedo. Aquí no puedo. ¿A dónde quieres ir? Solamente salir
de aquí. Fuimos. Portuga, mírame la cara. Cara no, hocico. En casa dicen
que yo tengo hocico. Estoy hinchado de tantas palizas. Le fui contando
todo. Sus ojos se humedecieron. No sirvo para nada. Soy tan malo. Esas
son tonterías. Todavía eres un angelito. No debieras hablar esas palabrotas
a tu hermana. ¿Y eso del tango sabias lo que estabas cantando? No pensaba
en lo que quería decir… Portuga eres el único amigo que tengo.  Hoy en la
noche me voy a tirar debajo de las ruedas del Mangaratiba (tren) Yo te
quiero mucho muchacho. Mucho más de lo que piensas. Vamos sonríe. Me
invitó a dar un paseo, para el día sábado.

Habíamos viajado por lindos caminos. Llegamos al lugar. Aquello era la


cosa más linda del mundo. Portuga se puso a pescar. Pero de la pesca
solamente se pudo sacar dos “lambaris”, que hasta daba pena haberlos
pescado. Me ensucié, me dijo que me bañara me saqué mi ropa y el portuga
observó las heridas y cicatrices de las palizas que había recibido.

Comimos huevos, salame, banana, pan, como a mí me gustaba. Nos


echamos bajo un árbol. Conversamos y le pedí que me comprara para ser
su hijo. En la casa seguramente se mueren de alegría si pueden darme. No
podré sacarte del lado de tus padres ni de tu casa, aunque me gustaría
mucho poder hacerlo. Eso no está bien. Pero de ahora en adelante yo, que
te quería como a un hijo, voy a tratarte como si realmente lo fueras. Besé su
rostro gordo y bondadoso.

6. DE PEDAZOS Y PEDAZOS SE FORMA LA TERNURA.


Totoca había llegado y se sentó cerca de mí. Zezé ¿Quieres prestarme
cuatrocientos reis? No le dije. Si me prestas te cuento dos cosas
maravillosas. Quedé en silencio. Que nuestras miserias se van a acabar;
papá encontró empleo de gerente en la fábrica de Santa Aleixa. Vamos a
Mi planta de naranja lima

ser ricos de nuevo. Tengo que avisarte Zezé. Para que te vayas
acostumbrando. La  municipalidad va a ensanchar las calles. Al agrandar
las calles va a derribar todo lo que está allí. E indicó el lugar donde estaba
mi planta de naranja-lima. Hice un gesto de llanto. Tomé una moneda de
quinientos reis y se la entregué, mientras me limpiaba los ojos con los
faldones de mi camisa. Le pedí al Portuga que me llevara al cine y él
aceptó.

7. EL MANGARATIBA
Entró al salón de clases. Jerónimo. Llegaba tarde y dijo: Que el
Mangaratiba (tren) agarró al coche del portugués, en el paso de la calle da
chita. Salí del colegio. Me dirigí a la confitería donde fui agarrado por don
Ladislao. Las lágrimas mojaban mi rostro. Nunca más volvería a ver a  mi
portuga. Fui caminando por la carretera. Cuando estaba anocheciendo me
encontraba sin fuerzas, sin siquiera poder vomitar. Fui encontrado por
Totoca. Me llevó a casa, Donde estuve enfermo y vomitando. El doctor
Faulhaber vino y me examinó. Fue un shock. Un trauma muy fuerte. Vivirá
si solamente consigue vencer ese shock. “Desde que supo que iban a cortar
su planta de naranja-lima se puso así”. Todos los vecinos se preocuparon
por mí. Era increíble.

Comencé a mejorar. ¡Qué fácil era morirse para algunos! Bastaba con que
viniera un tren malvado. La debilidad me daba una continua somnolencia.
Gloria me dijo: Dentro de poco estarás sano. ¿Para que todo el mundo me
pegue? Contesté. Las cosas comenzaban a tomar su ritmo normal en la
casa. Todo me recordaba al portuga.

Abrí la puerta un día y entró Minguito a hablarme se empeñó de venir a


visitarme. “Vine porque sentí nostalgia, y quiero verte de nuevo bueno y
alegre”. En la vida todo pasa. Pasó el Mangaratiba y le grité: ¡Asesino!
¡Asesino! Y me respondió a carcajadas. No soy culpable… No soy
culpable… Era una pesadilla. Luis entró en mi habitación y me dijo: Zezé
te quiero mucho ¿quieres jugar hoy conmigo? Si no estoy cansado haremos
todo.

8. SON TANTOS LOS VIEJOS ÁRBOLES.


Parecía que una nube de paz volvía a nuestro hogar. Papá me tomó de la
mano y me sentó en sus rodillas. Me prometió que las cosas iban a mejorar,
mamá ya no tendría que trabajar más. “Un día también vas a ser padre y
descubrir que difíciles con ciertos momentos en la vida de un hombre”. Mi
planta de naranja-lima había sido cortada.
Mi planta de naranja lima

9. CONFESIÓN FINAL.
Manuel Valladares. Mi querido Portuga. Tú fuiste quien me enseñó la
ternura de la vida. Mi Portuga querido. Hoy tengo cuarentaiocho años y a
veces siento la impresión de que continúo siendo una criaturita.    Ubatuba
1967.

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