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Unidad 5
Estructura e integración:
En el caso argentino, existe una estructura BICAMERAL. La Constitución nacional adopta una
fórmula colegiada y compleja para el Poder Legislativo: "Un Congreso compuesto de dos cámaras,
una de diputados de la Nación y otra de senadores de las provincias y de la Ciudad de Buenos
Aires, será investido del Poder Legislativo de la Nación" (art. 44).
El esquema argentino repite en este punto el modelo estadounidense, que siguió a su vez al "plan
Franklin": un Poder Legislativo donde, por un lado, existe una representación popular (la Cámara
de Diputados) y por el otro una representación territorial (el Senado). El "plan Franklin" intentó así
compatibilizar las necesidades e intereses de Estados o provincias con gran población (que
tendrán mayor gravitación en la Cámara de Diputados) y de Estados o provincias pequeños en
cantidad de habitantes (que tendrán igual representación en el Senado).
Unicamarismo y bicamarismo:
La unicameralidad es la práctica de tener una sola cámara. Los países con asambleas unicamerales
suelen ser pequeños y homogéneos y consideran una Cámara alta como innecesaria.
Los unicameralistas señalan que una cámara alta no tiene sentido en una democracia, sino que
simplemente se dedica a duplicar la participación existente en la cámara baja. Argumentan que las
funciones de una cámara alta, tales como revisar un proyecto de ley aprobado, pueden ser
llevadas adelante por parte de comisiones parlamentarias.
En muchas situaciones, estos Estados tuvieron una segunda cámara y luego la abolieron. Esto se
puede deber a que la segunda cámara obstruía el paso de la legislación o porque se probó que no
tenía efecto alguno.
En argentina a nivel provincial, en tanto entes autónomos que son las provincias, no resulta
obligatorio para éstas adoptar el sistema bicameral en la organización de sus poderes legislativos.
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DERECHO CONSTITUCIONAL DEL PODER.
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Entre 1820 y 1853, la organización de las legislaturas provinciales fue de tipo unicameral. Con
posterioridad a 1853, la única provincia con sistema bicameral era Buenos Aires (implantado a
partir de 1854). Las demás mantuvieron el régimen unicameral, aunque gradualmente algunas de
ellas terminaron consagrando el sistema bicameral. (ej. Mendoza, Entre Ríos, Salta, San Luis,
Catamarca, Corrientes. )
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*CÁMARA DE DIPUTADOS: Los "diputados de la Nación" son elegidos "directamente por el pueblo
de las provincias, de la Ciudad de Buenos Aires, y de la Capital en caso de traslado", que a esos
fines se consideran "como distritos electorales de un solo Estado y a simple pluralidad de
sufragios" (art. 45)
Paralelamente, hasta 1947 las mujeres carecieron de voto, con lo cual esa representatividad global
de los diputados resultaba también una ficción constitucional.
La reforma de 1994 programó dos sistemas diferentes de elección de senadores, en función del
tiempo.
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El votante sufraga solamente por una lista de candidatos oficializada. No se consideran tachas o
sustituciones (arts. 158 y 159). Tampoco se tienen en cuenta, para asignar cargos, las listas que no
lograron un mínimo de 13% del padrón electoral del distrito (art. 160).
Para distribuir los cargos, se procede así: el total de votos alcanzado por cada lista se divide por 1,
2, 3, Y así sucesivamente. Los resultados o cocientes obtenidos, con independencia de la lista
de donde provenga, son ordenados en una nómina final, de mayor a menor en número igual al de
los cargos a cubrir. De haber cocientes iguales, se coloca primero el obtenido por la lista que
obtuvo mayor cantidad de sufragios, y de haber igualdad también en éstos, se realiza un sorteo.
Finalmente, a cada lista le corresponderán tantos cargos como veces sus cocientes figuren en la
nómina final, ya indicada (art. 161).
Ejemplo: supóngase que se celebra una elección para cubrir cinco cargos. Existen 24.000 electores
inscriptos. Concurren cuatro partidos, que obtienen los siguientes resultados: A, 10.000 votos; B,
8.000; C, 4.000; D, 500. Hay 1.500 votos en blanco.
No se computan, para asignar las bancas, ni los votos en blanco ni los del partido D (que no
alcanzó el 3% del padrón electoral).
Los restantes sufragios obtenidos se dividen de uno a cinco, generando los siguientes cocientes:
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Las cinco bancas quedan asignadas de este modo (nómina final conforme al orden decreciente de
cocientes).
Con lo cual el partido A obtiene dos bancas, el partido B, también dos, y el partido C, una.
Número de miembros:
*N° SENADORES: La constitución nacional prevé tres senadores por cada provincia, y tres por la
Ciudad de Buenos Aires (actualmente, pues, son setenta y dos). Si se compara con Diputados (que
contó en 1993 con 257 miembros), el Senado es reducido. Ello impone un ritmo de trabajo
distinto, más reservado y pausado.
El número actual de tres senadores tiene su fundamento, según el convencional Paixao, miembro
coinformante del despacho mayoritario en la Convención Constituyente de 1994, en acentuar
el pluralismo político y la necesidad de dar alguna participación a las minorías locales en el
Senado. De ahí que el actual art. 54 diga que, de los tres, dos corresponden al partido mayoritario
y uno a la primera minoría.
*N° DIPUTADOS: El art 46 de la Const. Nacional dispuso una cantidad de cincuenta diputados para
integrar la Cámara; y el art 47 expresa: "Para la segunda Legislatura deberá realizarse el censo
general, y arreglarse a él el número de diputados; pero este censo sólo podrá renovarse cada diez
años".
La ley 22.847, en su art. 3°, fijó la base representativa de este modo: un diputado por cada
161.000 habitantes o fracción no menor de 80.500. A eso se agregará, por cada distrito, la
cantidad de tres diputados; pero cada distrito no podrá tener menos de cinco.
Esto da lugar a situaciones dispares. Las provincias con escasa población están
sobrerrepresentadas, ya que -según la ley- tienen cinco diputados como mínimo,
independientemente de la cantidad de habitantes que posean. Así, hacia 1987, y como resultado
de aplicar la ley 22.847, la provincia de Buenos Aires enviaba a la Nación un diputado por cada
171.463 Votantes, mientras que la de Santa Cruz elegía uno por cada 31.041 votantes ("La
Nación", 6/9/87). Esa disparidad es inconstitucional, porque importa un trato desigualitario.
Requisitos:
*PARA SER SENADOR: El art. 55 enumera los requisitos para ser elegido senador;
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b) haber sido seis años "ciudadano de la Nación" (esta clausula rige en particular para los
extranjeros naturalizados);
c) ser natural de la provincia que lo elija, o con dos años de residencia inmediata en ella, y
d) disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una entrada equivalente.
La norma -en lo referido a la residencia- se propone aquí evitar a los legisladores alquilones, que
tanto en el Congreso Constituyente de 1852-1853 como en asambleas anteriores "representaban"
a una provincia sin tener prácticamente vinculación con ella.
El monto indicado de dos mil pesos fuertes equivaldría a cerca de tres mil trescientos kilogramos
de oro fino (bidegain), es decir, aproximadamente tres mil dólares mensuales. La clausula tiene un
sentido oligárquico, muy resistido en su momento (se aprobó en el congreso constituyente por
una mayoría muy ajustada), y se la puede considerar derogada por derecho consuetudinario
(desuetudo), además de resultar ilegitima, según una versión actualizada del sistema democrático
(carencia axiológica de norma).
La constitución parece exigir aquellas condiciones en el momento de ser elegido senador, por la
legislatura local. Una interpretación más funcional puede entender que se las debe reunir cuando
el senado aprueba el diploma respectivo, instante en el cual, como vimos, concluye el
procedimiento de designación del senador.
*PARA SER DIPUTADO: el art. 48 demanda para ser diputado estas cualidades:
Remitimos a lo dicho en cuanto a las condiciones para ser senador, aunque aquí son menores.
Respecto del momento en que deben reunirse, el texto constitucional parece indicar que es
cuando -normalmente- deben incorporarse a la Cámara. Sin embargo, en la práctica
constitucional, recuerda bidegam, se han dado situaciones de retraso en la consideración de un
diploma de diputado, a la espera de la edad constitucional (caso Hardoy, 1936-1938); o en cambio,
de rechazo por no contar con ella (caso Pineda, 1919), o de admisión, aun cuando no se tuviese la
edad exigida (caso Joaquín V. González, 1886).
• Apunte clase: los requisitos deben estar al momento de acceder al cargo, no al momento
de la elección como los senadores.
*DURACIÓN DE LOS SENADORES: El art. 56 de la Const. Nacional determina que "los senadores
duran seis años en el ejercicio de su mandato, y son reelegibles indefinidamente; pero el Senado
se renovará a razón de una tercera parte de los distritos electorales cada dos años". El propósito
de la Constitución, al prever distintos períodos para el presidente (cuatro años), diputados (cuatro)
y senadores (seis), con renovaciones escalonadas, fue impedir cambios bruscos en la composición
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política del Congreso y del Poder Ejecutivo, y así, obligar a sus titulares a realizar acuerdos o
transacciones constantes, en procura de un poder moderado Nadie, conforme a este esquema,
podría normalmente disponer de una cuota completa del poder.
*DURACIÓN DE LOS DIPUTADOS: El art. 50 de la Const. Nacional determina que "los diputados
durarán en su representación por cuatro años, y son reelegibles; pero la Sala se renovará por
mitad cada bienio; a cuyo efecto los nombrados para la primera Legislatura, luego que se reúnan,
sortearán los que deban salir en el primer periodo".
Pocos discuten la razonabilidad del período de cuatro años. Lo opinable, eso sí, es la renovación
de la Cámara por mitad, cada dos años. ¿Importa eso un régimen demasiado frecuente de
elecciones? ¿No sería más oportuno programar una renovación total de la Cámara cada cuatro
años? Existen argumentos en pro de una y otra posición. En conclusión, el esquema constitucional
nos atrae, ya que obliga a los elencos en ejercicio del poder a rendir cuentas y revalidar el apoyo
popular en plazos bastante reducidos.
Juramento:
El juramento importa una afirmación solemne de cumplir determinado deber. Originalmente tuvo
un sentido religioso: poner a Dios como testigo de la promesa que realiza quien jura (la violación
sería castigada por el mismo Dios), y todavía mantiene para los creyentes ese sentido. Los no
creyentes juran por la patria, su honor, etcétera.
Interesa observar que el art. 67 no impone el juramento religioso. El reglamento del Senado prevé
tres fórmulas: "la Patria, por Dios y los Santos Evangelios"; "a la Patria y por Dios" y "a la Patria"
(art. 10), y el de Diputados cuatro (además de las indicadas, un juramento más simple, de
desempeñar fielmente el cargo de legislador, conf. art. 10)
Incompatibilidades:
a. recibir empleo o comisión del poder ejecutivo sin previo consentimiento de la cámara
respectiva (excepto los empleos de escala): Contemplada en el art. 72 de la CN, se
custodia aquí la autonomía del congreso frente a posibles influencias de la presidencia.
Se trata de una incompatibilidad relativa: los empleos de escala no están comprendidos en
la prohibición, son cargos obtenidos mediante carrera administrativa; es decir,
nombramientos no discrecionales del poder ejecutivo.
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Está regla tiende a afianzar la funcionalidad del sistema bicameral: las cámaras son autónomas e
iguales entre sí, pero forman parte de un solo órgano legislativo. Bueno es, entonces, que operen
al mismo tiempo, y no en períodos distintos.
Quórum:
Esta palabra quiere decir "de los que” o “de los cuales” y refiere al número de individuos
necesarios para que un cuerpo deliberante tome ciertos acuerdos. Con referencia al derecho
parlamentario, tiene tres acepciones.
a) para iniciar una sesión. Según el art. 64 de la Const. Nacional, es normalmente "la mayoría
absoluta" de los miembros de cada Cámara. En la práctica, en el Senado, esa mayoría
absoluta se computa sobre los integrantes totales del cuerpo (art. 16, regl. del Senado).
Habría que descontar a quienes se encuentran en uso de licencia; o han renunciado o han
sido destituidos y todavía no se ha cubierto la vacante, pero no ocurre así en la
experiencia local.
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Por su parte, Bidart Campos juzga que la "mayoría absoluta" de una Cámara es "más de la
mitad" (p.ej., sobre 101 sería 51) y no "la mitad más uno" (que también sobre 101 sería 52,
ya que la mitad de 101 no puede físicamente ser 51 legisladores y medio). El reglamento
de la Cámara de Diputados, en cambio, dispone (art. 15) que el quórum se forma con "la
presencia de la mayoría absoluta de sus miembros, entendiéndose como tal cuando los
miembros presentes superen a los miembros ausentes".
b) para sesionar: después de comenzada la reunión, la praxis local admite que el número
inicial del quórum se quiebre y pueda proseguir la deliberación con menos congresales.
c) para resolver: según el derecho local, vuelve a exigirse en ese momento el quórum para
iniciar la sesión. Si no se obtiene, ésta no dará comienzo, y no se votará.
En ciertos casos, el quórum se ha bastardeado al ocupar empleados del Congreso o
personas ajenas a la Cámara el sitial de algunos legisladores y luego votar (Verbitsky). Tal
vez el caso más célebre fue en 1992, llamado vulgarmente caso del "diputrucho",
cuando una persona de apellido Kenan ocupó una banca en la sesión de la Cámara de
Diputados donde se había aprobado, con quórum aparentemente estricto, un proyecto de
ley de privatización de Gas del Estado. La Cámara, el 2 de abril de ese año, resolvió "dejar
sin efecto la votación realizada en la sesión del día 26 de marzo", y "condenar
enérgicamente el hecho de que un sujeto ajeno a este cuerpo se hubiese sentado en una
banca" ("Diario de Sesiones", 1992, p. 6531 y 6535).
Ocasionalmente la Constitución nacional demanda una mayoría especial para decidir en ciertos
temas. Cabe preguntarse si esto incide en el quórum del caso, y viceversa. Veamos seguidamente
aquellos supuestos constitucionales:
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Tipos de sesiones:
Existen distintos modos de actuar por parte del Congreso. La forma más común es por medio de
sesiones, que son de diversas clases.
a) PREPARATORIAS. Están previstas por los reglamentos de las cámaras, según vimos (art. 1°
y ss., regl. Cámara de Diputados; art. 1° y ss., regl. Senado).
Son sesiones anteriores al período ordinario. Curiosamente, no han planteado dudas sobre
su constitucionalidad, y forman parte del derecho consuetudinario vigente, pese a que, de
hecho, son sesiones extraordinarias no convocadas por el presidente.
El objeto de estas sesiones previas es incorporar a los legisladores electos y elegir las
autoridades de cada Cámara. También se fijan allí los días y horas normales de
sesión (arts. 1° y 30, regl. Cámara de Diputados, y art. 1°, regl. Senado).
b) ORDINARIAS. Así llamadas por el art. 63 de la Const. Nacional, son las que se deben
realizar "todos los años desde el 1° de marzo hasta el 30 de noviembre".
En ciertos casos, y ante el vencimiento del período parlamentario, se han aprobado en las
últimas sesiones una cantidad alarmante de leyes, y hasta se corrigieron los relojes de las
cámaras para poder aprobarlas, antes de que aquéllos marcasen la hora final de actividad.
El art 99, inc. 8, de la Const. Nacional determina que la apertura anual de las sesiones del
Congreso las hace el presidente de la República, "reunidas al efecto ambas cámaras,
dando cuenta en esta ocasión del estado de la Nación, de las reformas prometidas por la
Constitución, y recomendando a su consideración las medidas que juzgue necesarias y
convenientes".
Durante las sesiones ordinarias, la agenda de trabajo del congreso es amplia, y no existen
asuntos de su competencia que no pueda válidamente considerar.
c) EXTRAORDINARIAS: el art. 63 de la Const. Nacional añade, después de mencionar a las
sesiones ordinarias de las cámaras, que éstas “pueden también ser convocadas
extraordinariamente por el presidente de la nación o prorrogadas sus sesiones”. El art. 99,
inc. 9, prescribe que el presidente “prorroga las sesiones ordinarias del congreso, o lo
convoca a sesiones extraordinarias, cuando un grave interés de orden o de progreso lo
requiera”.
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Interesa apuntar que, por derecho consuetudinario, el Congreso ha aceptado que en las
sesiones extraordinarias se traten únicamente los temas para los cuales fue convocado por
el Poder Ejecutivo.
En diferentes ocasiones, y encontrándose en sesiones extraordinarias, el congreso ha
sostenido que puede adoptar decisiones no legislativas; así, la cámara de diputados
designó una comisión investigadora en 1912 y 1921; sancionó a uno de sus miembros por
injuria al presidente de la nación en 1949; interpeló a un ministro, aunque éste no haya
concurrido alegando falta de competencias de la sala para hacerlo (bidegain).
d) DE PRORROGA: están aludidas, al igual que las extraordinarias, por los arts. 63 y 99 inc. 9
de la CN. El primero, relativo al congreso, puntualiza que pueden también ser prorrogadas
sus sesiones. El segundo indica que, entre las facultades presidenciales, está la de
prorrogar las sesiones ordinarias del congreso.
En cuanto a la índole de materias que está facultado para tratar el Congreso durante el
período de prórroga (cuya duración puede fijar o no el presidente de la Nación, aunque en
la práctica es usual que lo delimite), la praxis ha señalado que el Congreso está
habilitado plenamente para ejercer cualquiera de sus competencias constitucionales.
El art. 66 de la Const. Nacional determina que cada Cámara hará su reglamento y, desde luego, es
un documento muy significativo en cuanto regula la actuación de las salas del Congreso.
El reglamento vigente de la Cámara de Diputados principia por las sesiones preparatorias, dedica
el cap. II a los diputados, el III a las sesiones en general, y el IV al presidente, Sucesivos
capítulos tratan de los secretarios, taquígrafos, bloques, comisión de labor parlamentaria,
comisiones de asesoramiento, presentación de proyectos, su tramitación, las mociones, el orden
de la palabra, la discusión en Cámara, en comisión, en sesión en general y en particular, el orden
de las sesiones, las interrupciones y llamamientos a la cuestión y al orden, las votaciones, los
informes y asistencia de ministros y secretarios de Estado, empleados y policía de la casa,
observancia y reforma del reglamento, Tiene doscientos veintinueve artículos, y las dudas sobre su
interpretación las decide la Cámara por votación (art. 228).
El actual reglamento del Senado, texto aprobado en 2002, con modificaciones posteriores, tiene
un contenido relativamente similar, y cuenta con doscientos veintinueve artículos, se
complementa con el reglamento para el juicio político.
El art. 71 de la Const. Nacional señala: “cada una de las cámaras puede hacer venir a su sala a los
ministros del poder ejecutivo para recibir las explicaciones e informes que estime convenientes”.
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En nuestra jerga parlamentaria eso se llama interpelación, aunque en rigor de verdad esa
denominación resulta impropia. Las interpelaciones, típicas de los sistemas parlamentaristas,
significan también un requerimiento de informes a los miembros del gabinete, pero tienen como
objeto eventual, después de oídos los ministros, formular votos de confianza o de censura que
importan, la continuidad o la conclusión de los ministros. Al contrario, en la Argentina, esas
votaciones, aprobaciones o rechazos, aunque se den, carecen de eficacia jurídica. Habitualmente
no se realizan, concluyendo la reunión con el informe del ministro citado.
Las interpelaciones del art. 71 de la Const. Nacional están reguladas por los reglamentos de las
cámaras.
Si un ministro se niega a concurrir pese a ser debidamente citado, o elude con subterfugios la
convocatoria, el Congreso no puede traerlo manu militari, por estar amparado en su libertad física,
al ser sólo enjuiciable mediante el juicio político (tal es la interpretación dada a los arts. 53 y 60,
Const. Nacional). Desde luego, el Congreso podría removerlo por este trámite, pero ello nunca ha
ocurrido en la práctica argentina.
La reforma de 1994 previó una interpelación específica para el jefe de Gabinete de Ministros, "a
los efectos del tratamiento de una moción de censura". Para convocarlo a esos fines, se requiere
el voto de la mayoría absoluta de los miembros de cualquiera de las salas del Congreso (art. 101,
Const. Nacional). También contempló la reforma la concurrencia mensual de dicho jefe de
Gabinete de Ministros al Congreso "para informar sobre la marcha del gobierno".
La investigación legislativa:
Estas comisiones no debieran tener por meta aclarar delitos, porque esa es tarea del Poder
Judicial. Su misión específica debe ceñirse a las tareas legisferantes, de Control, jurisdiccionales y
electivas propias del Congreso, según la Constitución nacional.
En el ámbito judicial se las ha juzgado implícitamente aceptadas por el art. 75, inc. 32, de la Const.
Nacional, con amplios poderes de información y para compeler a fin de obtener los datos
requeridos (CNContAdmFed, 2211/76, "Cruzada de la Solidaridad", ED, 66-335).
A. INVASIÓN DE OTROS PODERES: ¿en qué medida puede una comisión del congreso revisar
la actuación del poder ejecutivo o del judicial? En 1975, la presidenta de la nación
manifestó a la cámara de diputados que no admitía una investigación sobre el manejo de
fondos del ministerio de bienestar social y de la cruzada de solidaridad (bidegain).
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Las cámaras, como jueces de las "elecciones, derechos y títulos" de sus miembros, se regulan por
el art 64 de la Const. Nacional, al determinar que "cada cámara es juez de las elecciones, derechos
y títulos de sus miembros en cuanto a su validez". Esta regla suscita varias interpretaciones.
a) Una, literal, atendiendo la amplitud de las palabras elecciones, derechos y títulos, parece
dejar en poder de cada sala del Congreso, competencias exclusivas y totales para apreciar
la corrección del trámite de designación de un diputado o senador.
b) Otra interpretación señala distintos momentos en el trámite de elección de un legislador,
teniendo en cuenta, de modo especial que la legislación complementaria a la Constitución
ha creado juntas electorales, jueces electorales y una Cámara Nacional Electoral, con
competencias específicas. Así (Vanossi, Bidart Campos), habría una primera etapa,
referente al escrutinio y validez del cómputo de votos del cuerpo electoral (en la elección
de diputados), esto es, lo "contencioso-electoral", propia de aquellos órganos; y una
segunda etapa, en la Cámara del Congreso, donde se examinaría si el candidato tiene las
condiciones constitucionales y se realizaría una evaluación global del proceso electivo.
Poder disciplinario:
Las cámaras disponen de poder disciplinario para corregir, remover y expulsar a sus miembros. El
art. 66 dispone que cada cámara podrá, con dos tercios de votos, corregir a cualquiera de sus
miembros por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, o removerlo por inhabilidad
física o moral sobreviniente a su incorporación, o hasta excluirle de su seno.
También los reglamentos internos de cada Cámara reprimen los desórdenes que terceros
provoquen en el recinto, incluso, dando competencias al presidente del cuerpo para desalojar a la
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barra haciendo uso de la fuerza pública (art. 220, regl. del Senado, y art. 220, regl. Cámara de
Diputados). El art, 216 del regl. del Senado le habilita a la Cámara a imponer arresto de hasta
setenta y dos horas a quien "obstaculizara o impidiera a los miembros de la cámara el ejercicio de
su actividad parlamentaria" .
El art. 74 dispone: "Los servicios de los senadores y diputados son remunerados por el Tesoro de la
Nación, con una dotación que señalará la ley".
El propósito de esta norma es garantizar adecuadamente los ingresos de los legisladores (en la
historia del derecho parlamentario, esto tuvo inicialmente por objeto atender las necesidades de
diputados provenientes de clases medias y bajas). Tales remuneraciones se llaman dietas en la
jerga parlamentaria.
En el último lustro del siglo XX, los ingresos de los parlamentarios argentinos ascendían a $ 10.600
mensuales (por dietas, $ 2.000; gastos de representación, $ 4.400; pasajes, en boletos o en
efectivo, $ 3.000; viáticos, para los senadores, en concepto de combustibles, y para los diputados,
en concepto de "desarraigo", $ 1.200), sometidos a descuentos y aportes legales. En agosto de
1996 el haber neto promedio era de $ 9.200 (“La Nación", del 16/8/96)
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En principio, ningún legislador puede ser arrestado. Ha dicho la Corte Suprema que la Constitución
impide, pues, actos de coerción personal, esto es, medidas que violen la libertad ambulatoria del
diputado o senador ("Cuervo", Fallos, 308:2091).
Según el alto tribunal, desde el caso "Alem", la exención de arresto del legislador rige aun durante
el estado de sitio (Fallos, 54:434). Esto es así porque, al contrario, el Poder Ejecutivo podría, en la
situación de emergencia, afectar la independencia del Congreso mediante la detención de los
legisladores.
La inmunidad dura hasta el cese del cargo parlamentario, por renuncia aceptada, destitución,
conclusión del período, etcétera. Si un juez dispone un arresto (o medida equivalente) durante el
mandato del legislador, pero la medida recién se va a efectivizar una vez concluido aquél, tal
orden es válida, ha dicho la Corte Suprema ("Cuervo", Fallos, 308:2091).
La norma constitucional provoca ciertas dificultades. En primer término, cabe dirimir si sólo trata
el caso de in fraganti, en sentido estricto (o sea, cuando el legislador es aprehendido en el
momento de cometer el delito), o también de cuasi in fraganti (inmediatamente después de
perpetrar el acto ilícito; p.ej., cuando huye, o cuando existen evidencias que hacen presumir que
termina de consumarlo). Como se trata de una excepción a una regla, cabe concluir que sólo es
factible arrestar tomando el concepto de in fraganti en sentido estricto.
INMUNIDAD DE OPINIÓN: El art. 68 de la Const. Nacional prescribe: "Ninguno de los miembros del
Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente, ni molestado por las opiniones o discursos
que emita desempeñando su mandato de legislador".
Esta regla tutela al legislador durante toda su vida, esto es, aun habiendo concluido su mandato.
Despierta varios interrogantes.
A) Como pauta general para interpretar el art. 68, la Corte Suprema ha dicho que ella
establece, en razón de la independencia funcional de las cámaras, una irresponsabilidad
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c) el presidente de facto ha asumido las competencias del congreso; (Se inaugura así el
régimen de la legislación por el poder ejecutivo mediante los "decretos-leyes", con lo que
caduca el viejo principio de la división de poderes y funciones.)
d) sobre la validez en el ejercicio de las mismas, la jurisprudencia de la Corte ha sido variable.
La doctrina de los gobiernos de facto es una doctrina de origen jurisprudencial elaborada por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación de Argentina para convalidar los actos normativos de las
dictaduras militares que se instalaron en el país durante el siglo XX y de ese modo legitimarlas.
La Corte Suprema tuvo oportunidad de referirse a la asunción de poderes nacionales por parte de
Bartolomé Mitre, entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires. El tribunal admitió tal
situación, sobre la base del "derecho de la revolución triunfante y asentida por los pueblos",
además de los graves deberes que la victoria le imponía, luego de la batalla de Pavón ("Martínez",
Fallas, 2:142).
Posteriormente, el 10 de septiembre de 1930, a raíz del golpe encabezado por el teniente general
José F. Uriburu, la Corte pronunció una acordada ("Acord. s/reconocimiento del Gobierno
provisional de la Nación", Fallos, 158:290), donde acusaba recibo de una nota del Gobierno
provisional notificándole tal hecho. La Corte manifestó que dicho Gobierno se encontraba en
posesión de las fuerzas militares y policiales necesarias para asegurar la paz y el orden de la
Nación, y que declaraba mantener la supremacía de la Constitución y de las leyes; por lo tanto, le
era aplicable la doctrina de los gobiernos de facto, "respecto a la posibilidad de realizar
válidamente los actos necesarios para el cumplimiento de los fines perseguidos por él".
En 1943, en ocasión de otro gobierno de facto, la Corte Suprema repitió los conceptos de la
acordada de 1930 (Fallos, 196:5).
Con posterioridad no hubo acordadas similares, aunque la Corte ha reconocido gobiernos de facto
al referirse a sus atribuciones, juicio distinto al de su legitimidad o ilegitimidad.
La reforma de 1994 dio jerarquía constitucional a la Auditoría General de la Nación, órgano que ya
había sido creado por ley 24.156.
El nuevo art. 85 de la Const. Nacional la define como un "organismo de asistencia técnica del
Congreso, con autonomía funcional". Según el miembro coinformante del despacho mayoritario,
Paixao, respondió a la necesidad de que el Parlamento realizara el control de legalidad y de
gestión de cualquier sector de la Administración pública, dado "el carácter universal de su acción...
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[ya que] no hay ningún sector de la Administración que sea un área reservada en la cual el ojo, el
oído y la lectura del Congreso no puedan entrar".
Se planificó así como un cuerpo técnico-político específico, con roles de inspección y control, y
como órgano del Congreso ("Diario de Sesiones", p. 2222 Y 2223, Obra de la Convención Nacional
Constituyente 1994, t. V, p. 4889 Y 4890). De ahí que no se configure como órgano extrapoder.
La integración y funcionamiento de la Auditoría General de la Nación deben fijarse por una ley
reglamentaria, aprobada con la mayoría absoluta de los integrantes de cada sala del Congreso. El
presidente de la Auditoría es designado a propuesta del partido político de oposición con mayor
número de legisladores en el Congreso (art. 85, Const. Nacional).
La ley 24.156 estableció que la Auditoría se integraba con siete miembros, tres nombrados por el
Senado, tres por Diputados y el séptimo por resolución conjunta de los presidentes de las dos
cámaras (arts. 122 y 123). Su estructura orgánica y reglas básicas de actuación se establecen por la
Comisión Parlamentaria Mixta Revisora de Cuentas, y por las comisiones de presupuesto y
hacienda de cada cámara del Congreso (art. 116). Sobre las funciones de la Auditoría General de la
Nación, nos remitimos al 624 ya que importan, básicamente, la fiscalización -en ciertas áreas- del
comportamiento del Poder Ejecutivo.
La Convención sancionó el nuevo art. 86 de la Const. Nacional, que regula el instituto del
"defensor del pueblo", complementado por las leyes 24.284 y 24.379.
Éste "es un órgano independiente instituido en el ámbito del Congreso", y según el miembro
coinformante del despacho mayoritario, Masnatta, tuvo por fin vigorizar al Poder Legislativo para
hacerle recobrar credibilidad y contenido técnico, mediante una función especializada de control.
Presentado en la Convención como "el abogado de la sociedad", quedó claro que su inserción en
la esfera del Congreso permitía que éste regulase su estructura, pero no que le diera instrucciones
acerca de cómo actuar (convencional Figueroa, miembro también coinformante, "Diario de
Sesiones", p. 1518 a 1523, Obra de la Convenci6n Nacional Constituyente 1994, t. V, p. 4512 a
4516). Su papel de control con relación a la Administración pública fue entendido como externo a
ella, y complementario del jurisdiccional.
La ley 24.284 ha previsto como causales de cese, además del vencimiento del plazo de
designación, la renuncia, la condena firme por delito doloso, la incapacidad sobreviniente, notoria
negligencia o situación de incompatibilidad (art. 10).
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DERECHO CONSTITUCIONAL DEL PODER.
Unidad 5
Las hipótesis de renuncia, incapacidad y condena son resueltas por los presidentes de ambas
cámaras. La negligencia e incompatibilidad, por los dos tercios de los miembros presentes de cada
sala, previo debate y audiencia del defensor (art. 5°, ley 24.379).
El art 86 de la Const. Nacional agrega que "goza de las inmunidades y privilegios de los
legisladores". La exención de arresto comprende desde el día de su nombramiento hasta el de su
cese o suspensión, salvo el caso de ser sorprendido en flagrante delito, lo que deberá darse cuenta
a los presidentes de cada cámara, con información sumaria del hecho. Si se dictase contra el auto
de procesamiento por delito doloso, podrá ser suspendido por ambas cámaras (ley 24.379).
*funciones. - El art 86 de la Const. Nacional encomienda al defensor del pueblo dos tareas básicas.
A.- De protección y defensa "de los derechos humanos y demás derechos, garantías e intereses
tutelados en esta Constitución y las leyes, ante hechos, actos u omisiones de la Administración".
Para eso, "tiene legitimación procesal". El art. 43 añade que puede plantear acciones de amparo
ante casos de discriminación y para custodiar los derechos relativos al ambiente, la competencia,
el usuario y consumidor, y los de incidencia colectiva (usualmente llamados intereses difusos).
b) La otra función del defensor del pueblo es controlar el ejercicio de las funciones
administrativas públicas (art. 86, Const. Nacional).
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