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La organización política incaica fue una de las más avanzadas de la América precolombina.
Tuvo una monarquía absoluta y teocrática. El Sapa Inca o simplemente, el Inca, era el máximo
gobernante, uniéndose en su persona el poder político y el poder religioso. El imperio adoptó
el nombre de Tahuantinsuyo, es decir, los cuatro suyos o regiones, concordantes con los
cuatro puntos cardinales.
La base de la organización social del Imperio incaico estuvo en el Ayllu, que puede definirse
como el conjunto de descendientes de un antepasado común, real o supuesto que trabajan la
tierra en forma colectiva y con un espíritu solidario. En el Imperio todo se hacía por ayllus: el
trabajo comunal de las tierras (tanto las del pueblo mismo como las del Estado); las grandes
obras públicas (caminos, puentes, templos); el servicio militar y otras actividades.
La sociedad estuvo organizada a base de clases sociales. Existían dos clases muy diferenciadas:
la Nobleza y el Pueblo. En cada una de estas clases había diversos niveles. La nobleza se dividía
en nobleza de sangre (la familia del inca, conformada por el auqui o el príncipe heredero, la
coya u esposa del Inca, entre otros) y nobleza de privilegio (integrada por gente recompensada
por sus meritorios servicios, ya fuesen militares o de otra índole). El pueblo estaba integrado
por los hatunrunas (la gran masa de campesinos), los mitmaqkunas o mitimaes (grupos étnicos
trasladados de un lugar a otro, según conveniencia del Estado) y los yanacunas o yanaconas
(personas asignadas a tareas especiales, como el servicio doméstico).
Uncu o poncho inca. Representación con más de 150 diseños geométricos o tocapus.
Probablemente perteneció a algún noble cuzqueño.
Otro ejemplo notable de la ingeniería incaica es el Cápac Ñan o Camino Principal, de una
longitud estimada de 6000 km y que servía de enlace a una red articulada de caminos e
infraestructuras construidas a lo largo de dos milenios de culturas andinas precedentes a los
incas. Todo este conjunto de caminos, de más de 20 000 km, vinculaba diversos centros
productivos, administrativos y ceremoniales, teniendo como centro a la ciudad del Cuzco,
donde, como la Roma antigua, todos los caminos confluían.
El arte textil incaico se caracteriza por sus tejidos con diseños geométricos o tocapus y por la
fineza de su técnica. Destacaron también sus tapices y sus mantos de plumas.
La cerámica incaica tiene dos formas típicas: el aríbalo (cántaro) y el quero (vaso), aunque este
último existió desde la época wari y era confeccionado también en madera y metal.
Conquista española[editar]