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La lengua oficial del imperio inca era el quechua. Como forma de registro utilizaban
un sistema de quipus, en el que se anudaban y trenzaban cordones de colores hechos con
lana de llama o fibras vegetales. De esta manera, a través de los nudos registraban los
hechos históricos, la cantidad y el tipo de productos guardados en los depósitos del
imperio, los censos de población y los datos sobre la organización agrícola.
Tenían un calendario de 360 días, con 12 ciclos de 30 días. Este calendario regía el
orden de las tareas agrícolas, la entrega de tributos y la organización del trabajo.
Los incas tenían grandes conocimientos sobre la medicina. Usaban plantas para curar
diversas enfermedades y sus médicos podían realizar operaciones muy complejas, como
trasplantes, injertos y cirugías cerebrales.
La capital y región original de los incas se hallaba en Cuzco, Perú pero con el tiempo, el
imperio alcanzó a dominar parte de los actuales territorios de
Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina.
Habitaron la región andina entre los siglos XII y XVI y organizaron un imperio
liderado por un monarca sagrado llamado Sapa Inca.
Tenían una sociedad estructurada en torno a la vida comunal, a través de los ayllus
(grupos de personas que reconocían un origen ancestral común).
Diferenciaban a las personas según su estatus social y establecían privilegios de
rango en relación a su origen y a su ocupación.
Desarrollaron una economía destacada por las técnicas de cultivo, y la administración
estatal de las tierras agrícolas y el trabajo.
Implementaron un estilo arquitectónico propio en aquellos pueblos que dominaron a
través de las conquistas militares.
Veneraban a los dioses Viracocha (creador del mundo) e Inti (patrono del imperio
incaico), entre otras divinidades.
Desarrollaron un sistema de notación de quipus, basado en un sistema de cuerdas
anudadas.
Ubicación geográfica de los incas
Pacha cutí fue el monarca inca que comenzó la expansión del imperio.
La historia de los incas se divide en las siguientes etapas:
Curacazgo incaico (1197-1438 d. C.). Los arqueólogos sostienen que, en su origen, los
incas partieron del lago Titicaca (actual Bolivia) y se instalaron en el valle de Cuzco
(actual Perú) en el siglo XII d. C., donde lucharon con otros pueblos por el control de
las tierras fértiles. Las leyendas incas cuentan que, alrededor de 1250 d. C., Manco
Cápac fundó la capital de los incas, llamada Cuzco, y civilizó a los pueblos de la región
con la ayuda de su mujer, Mama Ocllo. Los historiadores han logrado rastrear la
existencia de Manco Cápac y lo identificaron como el hijo del rey Apu Tambo de
Taipicala-Tiahuanaco, un reino en la zona del lago Titicaca.
Imperio incaico (1438-1533 d.C.). A partir del reinado de Pachacuti (1438-1471 d.C.),
se estableció el dominio inca de la región. En etapas sucesivas, los incas fueron
conquistando a los pueblos vecinos y conformaron el imperio más grande de la América
precolombina. Hacia 1530, los españoles llegaron a la región liderados por Francisco
Pizarro y conquistaron el imperio inca en 1533.
Estado neoincaico (1537-1572 d. C.). En 1537, Manco Inca Yupanqui fundó el reino
de Vilca bamba en el centro del actual Perú, como heredero del imperio y la cultura
inca. En 1572, luego de capturar y ejecutar a Túpac Amaru I (el último gobernante), los
españoles acabaron con la autoridad política de la resistencia inca.
El Tawantinsuyu estaba encabezado por el Sapa Inca, que era un soberano absoluto
cuyo mandato se transmitía por herencia. El Sapa Inca dictaba las leyes, ejercía como
juez supremo, comandaba los ejércitos y era el líder religioso. El pueblo consideraba
que el Sapa Inca era descendiente directo de Inti, dios sol, a través de Manco Cápac,
fundador de la monarquía incaica.
A su vez, cada suyo estaba gobernado por un apo, que residía en Cuzco, ciudad
considerada por los incas como el centro del mundo. A su vez, las regiones se dividían
en provincias, cada una bajo el mando de un jefe.
Machu Picchu fue una ciudad ceremonial que fue construida con fines religiosos.
Los incas daban muchísima importancia a la arquitectura. En la época de la expansión
imperial, los ejércitos llevaban arquitectos e imponían una arquitectura oficial a los
pueblos vencidos. El estilo incaico se caracterizó por la solidez y sobriedad: los
edificios eran de piedras rectangulares o poligonales, perfectamente cortadas, pulidas y
ensambladas.
La ciudad de Cuzco, capital del imperio, tenía un diseño planificado: calles rectas,
estrechas y largas, ordenadas a partir de dos plazas principales. Las calles tenían veredas
y acequias, por las que corría el agua para asegurar la limpieza de la ciudad. Para las
viviendas utilizaban ladrillos de adobe y los techos eran de paja.
A medida que expandieron su imperio, los incas construyeron una red de caminos y
puentes. Había dos caminos principales que atravesaban el territorio incaico: uno iba
por la costa del Pacífico y otro, por las sierras andinas. Además, había diversos caminos
que cruzaban de manera transversal estas rutas principales.
Además, practicaban el barbecho, técnica que permitía recuperar la fertilidad del suelo
de forma natural al establecer descansos periódicos de la tierra. Los cultivos más
importantes eran la papa, el maíz, el zapallo, la quínoa, el tomate, la col, el algodón y
diferentes variedades de ajíes. También criaban llamas, vicuñas y alpacas para utilizar
sus lanas y fabricar tejidos.
Tierras del Inca. Eran trabajadas por los campesinos para el mantenimiento del Inca,
los nobles y el ejército.
Tierras del Sol. Eran cultivadas por campesinos para el mantenimiento de los
sacerdotes y el culto religioso.
Tierras de los ayllus. Pertenecían a las comunidades ayllus y, cada año, el curaca
repartía las tierras entre los miembros del ayllu.
Religión inca
Viracocha era uno de los dioses más venerados por los incas.
Los incas creían que el mundo tenía cuatro edades, cada una de las cuales se
representaba con un sol distinto. Según ellos, las tres primeras edades se habían
terminado con un cataclismo que puso fin a la población existente. En la cuarta edad,
los incas tenían la misión de regenerar la humanidad.
La religión de los incas era politeísta, es decir, creían en diversas divinidades. Los
dioses más adorados eran Inti y Viracocha. Según los mitos incas, Viracocha había
creado a los hombres y había puesto en el cielo el Sol y la Luna. Creían que este dios
había otorgado a la humanidad los dones de la palabra, de la agricultura y del tejido.
Luego, bajo la promesa de volver, se había marchado caminando por las aguas hacia el
oeste.
Sobre Inti, el dios Sol, se creía que era el ancestro directo del linaje de los monarcas
incas. Era venerado como dios patrono del imperio y cuidador de la sociedad inca.
Otras deidades importantes eran Illapa, dios del trueno que provocaba las lluvias;
Pachamama, diosa madre de la tierra; Quilla, la Luna, esposa del Sol; y Mamacocha,
madre de las aguas, venerada por los pescadores.
Para los incas, la muerte era un pasaje sagrado hacia la siguiente vida. Creían en la
inmortalidad del alma luego de la muerte física y desarrollaron complejas técnicas de
momificación. Además, creían en la existencia de tres mundos interrelacionados:
Los incas respetaban ciertos lugares y objetos sagrados, a los que llamaban huacas,
como lagos, volcanes, cerros o cimas de las montañas. Allí construían pequeños altares
y rendían culto a sus antepasados.
Por otro lado, el culto imperial era dirigido por un sumo sacerdote, llamado Villac
Umu, que presidía el consejo Atún Vilca, integrado por diez sacerdotes de alto rango.
Las fiestas religiosas más importantes se celebraban en junio y diciembre, y contaban
con la presencia del emperador Sapa Inca. Allí se realizaban rituales que incluían bailes
y cantos, y se dedicaban ofrendas a los dioses: hojas de coca, caracoles, chicha, sangre y
corazones de llama. En estas fiestas, además, los curacas (jefes de cada ayllu) renovaban
su juramento de fidelidad al Sapa Inca.