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2. DERECHO ADMINISTRATIVO
ZANOBINI lo definió como «aquella parte del Derecho Público que tiene por objeto la
organización, los medios y las formas de la actividad de las Administraciones Públicas y las
consiguientes relaciones jurídicas entre aquéllas y otros sujetos».
García de Enterría, por su parte, lo ha definido como «un Derecho de naturaleza estatutaria,
en cuanto se dirige a la regulación de las singulares especies de sujetos que se agrupan
bajo el nombre de Administraciones Públicas, sustrayendo a estos sujetos singulares del
Derecho Común».
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Y de esta definición, extrae las siguientes consecuencias:
a) El Derecho Administrativo es un Derecho Público interno del Estado, del que
constituye una de sus ramas más importantes, presentándose íntimamente
relacionado y subordinado al Derecho Constitucional, dada la primacía de la propia
Constitución.
b) Es el Derecho común de las Administraciones Públicas, porque está formado, no
sólo por normas positivas, sino por principios generales que las completan si hay
lagunas. No es por tanto un Derecho especial, en virtud de la cual, las lagunas que
pueda presentar se han de suplir acudiendo a otros Derechos.
c) Tiene carácter estatutario, en cuanto regula a los singulares sujetos
“Administraciones Públicas” sustrayéndolos al Derecho común.
d) Para que exista una relación jurídico-administrativa, regulada por este Derecho
Administrativo, es preciso que, al menos, una de las partes en dicha relación sea
una Administración Pública, actuando directamente ella misma o, incluso, a través
de particulares que actúan en lugar de ella por delegación o como meros agentes o
mandatarios.
e) Este Derecho presenta unas características especiales, dada la situación de
privilegio que ostenta la Administración, al ejercer las potestades exorbitantes que
se le reconocen para el cumplimiento de su misión: servir con objetividad los
intereses generales (art. 103.1 CE). En efecto, a diferencia de los particulares, la
Administración, entre otras, tiene las potestades de decisión ejecutoria y acción de
oficio, de autotutela de sus derechos, expropiatoria, etc.
El Derecho Administrativo, por tanto, ha de estar hecho de un equilibrio entre estas
potestades y las garantías que se conceden al ciudadano frente a su ejercicio.
Sin embargo, la Administración además de actuar como tal, puede actuar en determinadas
relaciones como un particular más, en cuyo caso se le aplicará el Derecho Privado y su
control se verificará ante los Tribunales ordinarios y no ante la Jurisdicción Contencioso-
administrativa.
3.2 CONCEPTO
GARRIDO FALLA entiende por fuentes del Derecho Administrativo «aquellas nornas o actos
a través de los cuales el Derecho Administrativo se manifiesta en su vigencia».
Así, el concepto “Fuente del Derecho” se refiere a quién hace el Derecho, de dónde surge
éste, así como, en otro sentido, cómo se manifiesta al exterior dicho Derecho.
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A) FUENTES DIRECTAS
a) La Constitución.
b) Las Leyes Orgánicas, ordinarias y demás actos con fuerza de Ley (Decretos
Legislativos y Decretos-Leyes).
c) Reglamentos del Presidente del Gobierno o del Consejo de Ministros (o del
Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma), aprobados por Real Decreto
(Decreto, en el caso de las Comunidades Autónomas).
d) Reglamentos o normas de las Comisiones Delegadas del Gobierno, aprobadas por
Orden del Ministro competente o del Ministro de la Presidencia, cuando la
competencia corresponda a distintos Ministros.
e) Reglamentos o disposiciones Ministeriales (o de las Consejerías de la Comunidad
Autónoma), aprobadas por Orden Ministerial (u Orden de la Consejería de que se
trate). Si la disposición afecta a varios Ministerios, revestirá la forma de Orden del
Ministro de la Presidencia, dictada a propuesta de los Ministros interesados.
f) Reglamentos o normas de otras Entidades Públicas, es decir, la normativa
emanada de otras Corporaciones Públicas, como las Ordenanzas y Reglamentos
de las Corporaciones Locales y los Bandos de los Alcaldes.
C) FUENTES INDIRECTAS
a) Los Tratados Internacionales, cuyo rango normativo deriva de la intervención o no
de las Cortes Generales, en su autorización, de forma que, cuando haya de
autorizarlos (tratados de carácter político, de carácter militar, que afecten a la
integridad territorial del Estado o a los derechos y deberes fundamentales
establecidos en el Título I CE, que impliquen obligaciones financieras para la
Hacienda Pública o que supongan modificación o derogación de alguna Ley o
exijan medidas legislativas para su ejecución), deben ser tenidos como auténticas
Leyes. En cambio, cuando las Cortes se limiten a ser informadas por el Gobierno
de su celebración, tienen rango reglamentario.
En cualquier caso, los Tratados Internacionales formarán parte de nuestro
ordenamiento interno como fuente directa una vez publicados íntegramente en el
Boletín Oficial del Estado (arts. 96 CE y 1.5 del Código Civil).
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b) La Jurisprudencia, que en nuestro Derecho no tiene el carácter de fuente, a
diferencia de en los países anglosajones. Sobre ella establece el art. 1.6 del Código
Civil que «complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que, de modo
reiterado, establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la Ley, la
Costumbre y los Principios Generales del Derecho».
A tenor del art. 1.2 del Código Civil «carecerán de validez las disposiciones que contradigan
otras de rango superior».
4.2 LA LEY
En un sentido restringido, la Ley es una norma estatal y escrita, de especial importancia y
rango, que se diferencia de las demás normas estatales por su procedencia y por los
especiales requisitos y solemnidades de su formación, contraponiéndose a las normas o
disposiciones estatales sin significado de Ley.
SANTO TOMÁS DE AQUINO la definió como ordenación de la razón, dirigida al bien común
y promulgada solemnemente por aquel que tiene a su cargo el cuidado de la comunidad.
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Para GARRIDO FALLA, es una «norma jurídica de carácter general y obligatorio dictada por
órganos estatales a los que el ordenamiento jurídico atribuye el Poder Legislativo».
Así, desde el punto de vista material, la Ley es una norma jurídica de carácter general y
obligatorio. Y desde el punto de vista formal, es un acto emanado del Poder Legislativo.
A) LEYES ORGÁNICAS
Esta expresión se ha utilizado tradicionalmente por nuestro ordenamiento jurídico para
referirse a las Leyes básicas reguladoras de determinadas instituciones del Estado, y en
este sentido se promulgaron las ya derogadas Ley Orgánica del Poder Judicial de 1870, del
Consejo de Estado de 1945, etc.
La CE las caracteriza por su contenido, reservando unas materias a este tipo de Ley. En
concreto, a tenor del art. 81.1, son Leyes Orgánicas:
Las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades
públicas (específicamente, los reconocidos en los arts. 15 a 29 CE).
Las que aprueben los Estatutos de Autonomía, debiendo hacerse notar el carácter
complejo del iter legislativo en este caso, toda vez que se requiere la participación
de los ciudadanos a quienes afecten, a través de referéndum, por lo que vienen a
ser -los Estatutos de Autonomía- una Ley Orgánica de especial importancia inmune
a cualquier otra Ley Orgánica que no siga su mismo proceso de elaboración.
Las que regulen el régimen electoral general (en la actualidad, la Ley Orgánica
5/1985, de 19 de junio).
Las demás previstas en la Constitución.
En particular, la Constitución prevé la necesariedad de Ley Orgánica en la regulación
de las siguientes materias:
Las bases de la organización militar (art. 8.2).
La institución del Defensor del Pueblo (art. 54).
El régimen de suspensión de derechos fundamentales para determinadas personas
(art. 55.2).
Las dudas, renuncias, etc. respecto a la sucesión en la Corona (art. 57.5).
La iniciativa legislativa popular (art. 87.3).
Las modalidades de referéndum (art. 92.3)
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La autorización para la celebración de Tratados Internacionales por los que se
atribuya a una organización o institución internacional el ejercicio de competencias
derivadas de la Constitución (art. 93).
Las funciones, principios básicos de actuación y estatutos de las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad (art. 104).
Los estados de alarma, excepción y sitio (art. 116).
La constitución, funcionamiento y gobierno de Juzgados y Tribunales y el estatuto
jurídico de los Jueces y Magistrados de carrera y del personal al servicio de la
Administración de Justicia (art. 122).
La composición, organización y funciones del Tribunal de Cuentas (art. 136).
La alteración de los límites provinciales (art. 141.1).
La autorización de la constitución de Comunidades Autónomas cuyo ámbito
territorial no supere el de una Provincia y no reúna las condiciones del art. 143.1, el
otorgamiento de Estatutos de Autonomía a territorios no integrados en la
organización provincial y la sustitución de las Corporaciones Locales a que se
refiere el art. 143.2 (art. 144).
La creación de Policías dependientes de las Comunidades Autónomas (arts.
148.1.22 y 149.1.29).
Los términos del referéndum previsto en el art. 151.1.
El ejercicio por las Comunidades Autónomas de las competencias financieras a que
alude el art. 157.1; las normas para resolver los conflictos entre éstas y el Estado y
la regulación de las posibles fórmulas de colaboración financiera entre los mismos
(art 157).
El funcionamiento del Tribunal Constitucional, el estatuto de sus miembros, el
procedimiento ante el mismo y las condiciones para el ejercicio de acciones (art.
165).
Por lo demás, con respecto a las Leyes Ordinarias, las Orgánicas presentan una
especialidad en cuanto a su aprobación, modificación o derogación, al exigirse la mayoría
absoluta del Congreso en una votación final sobre el conjunto del Proyecto (art. 81.2 CE).
Las Comunidades Autónomas no pueden aprobar Leyes Orgánicas.
B) LEYES ORDINARIAS
Son el resto, elaboradas y aprobadas por las Cortes Generales en Pleno o en Comisiones,
con arreglo a los arts. 87 a 90 CE.
Dentro de ellas hay que incluir, como especialidades, algunos Tratados Internacionales, las
leyes refrendadas, las Leyes de Armonización y las Leyes Marco a que se refiere el art. 150
CE o las leyes de bases del art. 82 CE.
Junto a ellas, finalmente, hay que consignar las Leyes de las Comunidades Autónomas.
A) LA INICIATIVA LEGISLATIVA
Se refiere a la facultad de poner en marcha el proceso legislativo mediante la presentación
de un texto que más tarde será sometido a debate y votación en las Cortes. Dicha facultad
corresponde a:
a) El Gobierno.
Es la normal. El texto elaborado recibe el nombre de Proyecto de Ley.
Los Proyectos de Ley serán aprobados en Consejo de Ministros, que los someterá al
Congreso, acompañados de una exposición de motivos y de los antecedentes necesa-
rios para pronunciarse sobre ellos (art. 88).
Las leyes de planificación (art. 131 CE) y las de Presupuestos Generales del Estado
(art. 134) sólo admiten iniciativa por proyecto de Ley.
b) El Congreso.
El texto elaborado recibe el nombre de Proposición de Ley. Las proposiciones de Ley
del Congreso podrán ser adoptadas a iniciativa de:
Un Diputado con la firma de otros catorce.
Un grupo parlamentario.
Deberán remitirse al Gobierno para que manifieste su criterio, y someterse a la toma o
no en consideración por el Pleno.
c) El Senado.
El texto elaborado recibe el nombre de Proposición de Ley. Las proposiciones de Ley
del Senado podrán ser adoptadas a iniciativa de:
Veinticinco Senadores.
Un Grupo Parlamentario.
Deberán someterse a la toma o no en consideración por el Pleno. En caso de ser
favorable, el Presidente las remitirá al Congreso para su tramitación.
d) Las Comunidades Autónomas.
Según el art. 87.2, podrán solicitar del Gobierno la adopción de un proyecto de ley o re -
mitir a la Mesa del Congreso una proposición de ley, en cuyo caso se someterán a la
toma o no en consideración por el Pleno. Delegarán ante dicha Cámara un máximo de
tres miembros de la Asamblea para su defensa.
e) La iniciativa popular.
Está regulada actualmente por la Ley Orgánica 3/1984, de 26 de marzo. Corresponde
al pueblo, y requiere no menos de quinientas mil firmas acreditadas. El texto elaborado
recibe el nombre de Proposición de Ley.
La Mesa del Congreso se pronunciará sobre su admisibilidad. Contra la decisión de no
admisión cabe la interposición de recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
No procede dicha iniciativa cuando se trate de materias propias de ley orgánica, tributa-
rias o de carácter internacional, ni tampoco en lo relativo a la prerrogativa de gracia.
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B) DELIBERACION Y VOTACION
La tramitación de los proyectos y proposiciones de ley se regula por los Reglamentos de
cada Cámara, sin que la prioridad debida a los proyectos de ley impida el ejercicio de los de -
más tipos de iniciativa legislativa (Art. 89).
a) Tramitación en el Congreso.
Recibida la iniciativa, la Mesa ordenará su publicación en el Boletín Oficial de las Cor-
tes, la apertura del plazo de quince días para la presentación de enmiendas y el envío a
la Comisión correspondiente.
Las enmiendas pueden ser a la totalidad o al articulado.
Tras sucesivos debates en Comisión y en el Pleno, el texto se someterá a votación que
requerirá mayoría absoluta en el caso de tratarse de Ley Orgánica.
b) Tramitación en el Senado.
Aprobado un proyecto de ley ordinaria u orgánica por el Congreso de los Diputados, su
Presidente dará inmediata cuenta del mismo al Presidente del Senado, el cual lo some-
terá a la deliberación de éste (art. 90.1), previa publicación en el Boletín Oficial de las
Cortes, y determinará la apertura del plazo de diez días para la presentación de en -
miendas y el envío a la Comisión correspondiente.
Igualmente las enmiendas pueden ser a la totalidad o al articulado. Se sigue una trami -
tación semejante a lo establecido para el Congreso.
El Senado, en plazo de dos meses, a partir del día de la recepción del texto, puede, me-
diante mensaje motivado:
Aprobarlo
En los mismos términos que lo recibe del Congreso, es decir, sin ninguna enmien-
da adicional. En este caso la ley queda definitivamente aprobada.
Presentar enmiendas al texto aprobado por el Congreso.
Dichas enmiendas serán objeto de debate y votación y quedarán incorporadas al
texto del Congreso las que obtengan mayoría simple de los votos emitidos.
Si se tratase de Ley Orgánica, el texto se someterá a una votación de conjunto. Si
obtuviera mayoría absoluta, quedará definitivamente aprobado, y si no la obtuviera,
quedará ratificado el texto inicial del Congreso.
Oponer su veto,
Deberá haber sido aprobado por mayoría absoluta. En tal caso, el Presidente del
Senado lo comunicará a los Presidentes del Gobierno y del Congreso.
El proyecto no podrá ser sometido al Rey para su sanción sin que el Congreso rati -
fique por mayoría absoluta, el texto inicial.
Si no se trata de Ley Orgánica, se someterá de nuevo a votación, una vez transcu-
rridos dos meses desde la interposición del veto y, si se lograse mayoría simple,
quedará igualmente levantado el veto (art. 90.2).
El plazo de dos meses de que el Senado dispone para vetar o enmendar el proyecto se
reducirá al de veinte días naturales en los proyectos declarados urgentes por el Go-
bierno o por el Congreso de los Diputados (art. 90.3).
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Las Cámaras podrán delegar en las Comisiones Legislativas Permanentes la aprobación de
proyectos y proposiciones de Ley. El Pleno podrá, no obstante, recabar en cualquier mo-
mento el debate y votación de cualquier proyecto o proposición que haya sido objeto de esta
delegación (art. 75.2).
Quedan exceptuados de la posibilidad de delegación la reforma constitucional, las cuestio-
nes internacionales, las leyes orgánicas y de bases y los Presupuestos Generales del Esta-
do (art. 75.3)
C) SANCION Y PROMULGACION
Según el art. 91 CE, el Rey sancionará en el plazo de quince días las leyes aprobadas por
las Cortes Generales, y las promulgará y ordenará su inmediata publicación.
Sanción y promulgación son funciones obligadas para el Rey, en las que no cabe posibilidad
de denegación.
a) La sanción
Es el acto del Jefe del Estado por el cual atestigua la existencia de la ley y la dota de
mayor solemnidad. Se manifiesta en el encabezamiento de la misma con la siguiente
fórmula: “A todos los que la presente vieren y entendieren hago saber que las Cortes
han aprobado y yo vengo en sancionar la siguiente Ley”.
b) La promulgación
Es el acto solemne por el que el Jefe del Estado da fuerza ejecutiva y carácter imperati-
vo a la Ley, ordenando a todos los españoles, particulares y autoridades que la cum -
plan y la hagan cumplir. Dicha fórmula se incluye al final de todos los textos legislativos.
La fecha de la sanción y promulgación determina la fecha de las leyes.
En cuanto a la sanción y promulgación de las Leyes de las Comunidades Autónomas,
corresponderá al Presidente de cada una de ellas, en nombre del Rey.
D) PUBLICACION
Es el hecho material de insertar la ley en el Boletín Oficial del Estado. Es un requisito esen -
cial para la existencia misma de la Ley y condición para su eficacia.
Igualmente viene a determinar la fecha de entrada en vigor. En este sentido, el art. 2 del Có-
digo civil, establece que las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publica -
ción en el Boletín Oficial del Estado, si en ellas no se dispusiere otra cosa.
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La CE, al efecto, ha previsto dos tipos de normas del Ejecutivo con fuerza de Ley: los
Decretos-Leyes y los Decretos Legislativos.
Ambas presentan notas en común:
a) Se trata de normas que, desde el punto de vista formal, emanan del Poder
Ejecutivo y, más concretamente, del Gobierno.
b) Desde el punto de vista material, unos y otros tienen el mismo valor que las Leyes
dictadas por el Poder Legislativo.
A) DECRETOS-LEYES
Los regula el art. 86 CE, conforme al cual «en caso de extraordinaria y urgente necesidad, el
Gobierno podrá dictar disposiciones legislativas provisionales que tomarán la forma de
Decretos-Leyes y que no podrán afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del
Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en el Título I, al
régimen de las Comunidades Autónomas, ni al Derecho electoral general.
Los Decretos-Leyes deberán ser inmediatamente sometidos a debate y votación de totalidad
al Congreso de los Diputados, convocado al efecto si no estuviere reunido, en el plazo de los
treinta días siguientes a su promulgación.
El Congreso habrá de pronunciarse expresamente dentro de dicho plazo sobre su
convalidación o derogación, para lo cual el Reglamento establecerá un procedimiento
especial y sumario.
Durante el plazo establecido en el apartado anterior, las Cortes podrán tramitarlos como
Proyectos de Ley por el procedimiento de urgencia».
Dado que la habilitación al Gobierno para dictar el Decreto-Ley en casos de extraordinaria y
urgente necesidad deriva directamente de la Constitución, y dado que tiene fuerza de Ley,
su enjuiciamiento, al igual que el de la Ley, queda fuera de la competencia de los Tribunales,
para atribuirse, exclusivamente, al Tribunal Constitucional (art. 161.1. a) CE.
B) DECRETOS LEGISLATIVOS
En España, la práctica de la legislación delegada se ha utilizado, por razones técnicas, en
dos supuestos:
a) Las Leyes de Bases, que pueden catalogarse como directrices establecidas por las
Cortes Generales, sobre las que autoriza al Gobierno para que dicte un Texto
Articulado desarrollándolas, sin salirse del mandato contenido en las mismas. Dicho
Texto Articulado tiene rango de Ley material.
b) Las refundiciones legales, previa autorización de las Cortes Generales mediante
Ley Ordinaria, con el fin de reunir en un solo texto normativo las disposiciones
dispersas que regulan una materia y que, por su misma dispersión, provocan en no
pocas ocasiones una clara infracción al principio de seguridad jurídica. El Texto
Refundido, que en adelante será el único aplicable, deroga las disposiciones
anteriores que refunde y tiene, también, naturaleza de Ley material.
Tanto el Texto Articulado como el Texto Refundido, en cuanto disposiciones del
Gobierno que contienen legislación delegada, recibirán el título de Decretos
Legislativos.
La regulación actual en nuestro Derecho está contenida en los arts. 82 a 85 CE.
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El art. 82 dispone que las Cortes Generales podrán delegar en el Gobierno la potestad de
dictar normas con rango de Ley sobre materias determinadas no incluidas en el artículo
anterior (las que son objeto de Ley Orgánica).
La delegación legislativa deberá otorgarse mediante una Ley de Bases cuando su objeto sea
la formulación de Textos Articulados, o por una Ley Ordinaria cuando se trate de refundir
varios Textos legales en uno solo.
La delegación legislativa habrá de otorgarse al Gobierno con los siguientes requisitos:
De forma expresa
Para materia concreta
Con fijación del plazo para su ejercicio.
Se agota por el uso que de ella haga el Gobierno mediante la publicación de la
norma correspondiente.
No podrá permitir la subdelegación a Autoridades distintas del propio Gobierno.
Por lo tanto, no podrá entenderse concedida de modo implícito o por tiempo indeterminado.
Las Leyes de Bases delimitarán con precisión el objeto y alcance de la delegación legislativa
y los principios y criterios que han de seguirse en su ejercicio.
La autorización para refundir textos legales determinará el ámbito normativo a que se refiere
el contenido de la delegación, especificando si se circunscribe a la mera formulación de un
texto único o si se incluye la de regularizar, aclarar y armonizar los textos legales que han de
ser refundidos.
Por su parte, el art. 83 dispone que las Leyes de Bases no podrán en ningún caso:
Autorizar la modificación de la propia Ley de Bases.
Facultar para dictar normas con carácter retroactivo.
El art. 84 establece la defensa de las delegaciones legislativas, al prescribir que «cuando
una proposición de Ley o una enmienda fuere contraria a una delegación legislativa en vigor,
el Gobierno está facultado para oponerse a su tramitación. En tal supuesto, podrá
presentarse una proposición de Ley para la derogación total o parcial de la Ley de
delegación».
En cuanto al control de los Decretos Legislativos, el art. 82 establece que, sin perjuicio de la
competencia propia de los Tribunales, las Leyes de delegación podrán establecer en cada
caso fórmulas adicionales de control. Según ENTRENA CUESTA, la circunstancia habilitante
para que el Gobierno legisle con fuerza de Ley, en el caso de Decreto Legislativo, radica en
la Ley de delegación. Por ello, su contenido tendrá dicho rango en cuanto se ajusten a la
misma. Y, en todo lo que exceda, al carecer de apoyatura legal, tendrá carácter
exclusivamente reglamentario. Esto explica que la Constitución admita el control del Decreto
Legislativo por los Tribunales, a diferencia de lo que ocurre con el Decreto-Ley. Pero este
control habrá de ceñirse exclusivamente a verificar la adecuación del Decreto Legislativo a la
Ley de delegación, pues en la medida en que tal adecuación exista tendrá fuerza de Ley y
estará excluida del control jurisdiccional. En tal caso, sólo cabrá, como en el supuesto del
Decreto-Ley, el control del Tribunal Constitucional (art. 161.1. a) CE), sin perjuicio de la
posibilidad de que la Ley de delegación establezca controles adicionales.
En el mismo sentido, el art. 1 de la Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa (LJCA), al tratar del ámbito de dicha Jurisdicción, señala que
«los Juzgados y Tribunales del orden contencioso-administrativo conocerán de las
pretensiones que se deduzcan en relación con la actuación de las Administraciones Públicas
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sujeta al Derecho Administrativo, con las disposiciones generales de rango inferior a la Ley y
con los Decretos Legislativos cuando excedan los límites de la delegación».
6. LOS REGLAMENTOS
6.1 CONCEPTO Y NATURALEZA
Para GARRIDO FALLA, el Reglamento es toda disposición jurídica de carácter general
dictada por la Administración Pública y con valor subordinado a la Ley.
Por su parte, ENTRENA CUESTA señala que el Reglamento consiste en un acto normativo
dictado por la Administración en virtud de su competencia propia.
En este sentido, así como las disposiciones del Poder Ejecutivo con fuerza de Ley (los
Decretos Legislativos y los Decretos-Leyes) son excepcionales y suponen una sustitución
del Poder Legislativo, los Reglamentos, en cambio, son la consecuencia de las
competencias propias que el ordenamiento jurídico concede a la Administración.
Los Reglamentos, así, son fuente del Derecho Administrativo para la Administración, pero
proceden de ella misma. Esto determina que ofrezcan una doble vertiente:
Por su procedencia, al emanar de la Administración, están sometidos al principio de
legalidad y son susceptibles, en su caso, de ser fiscalizados por la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa.
Por su contenido, son normas de Derecho objetivo, de rango inferior a las Leyes.
1
Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, art. 506.
2
Según redacción dada por la Ley 4/1999, de 13 de enero, de modificación de la LRJPA.
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