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LOS DEBATES TRINITARIOS QUE CONDUJERON A LA CONTROVERSIA ARRIANA Y

AL CONCILIO DE NICEA

ANTONIO CORRALES BRAGE

PROFESOR CHRIS STEVENS

CURSO DE HISTORIA DE LA IGLESIA ANTIGUA

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO

LA LISA, NOVIEMBRE 2023


INTRODUCCIÓN

I. El concepto trinitario de la iglesia primitiva

A. La Trinidad en el Nuevo Testamento

B. La Trinidad en el pensamiento de los Padres Apostólicos y los Apologistas

griegos

II. Las herejías que surgieron al intentar explicar la Trinidad

A. Monarquianismo dinámico

B. Sabelianismo o Monarquianismo modalista

III. El pensamiento trinitario de los Padres de la iglesia

A. Tertuliano e Hipólito

B. Clemente y Orígenes

CONCLUSIÓN

BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN

La doctrina de la Trinidad ha sido un tema central en la teología cristiana desde los primeros días

de la Iglesia. A medida que los seguidores de Jesucristo buscaban comprender la naturaleza divina de

Cristo y su relación con Dios Padre y el Espíritu Santo, surgieron diversas interpretaciones y

discusiones en los primeros siglos del cristianismo. Este ensayo se adentra en el concepto trinitario

en la Iglesia primitiva, explorando las creencias, las herejías y las contribuciones de figuras

teológicas clave, así como el desarrollo de esta doctrina fundamental. A través de un análisis de

textos bíblicos, escritos de los Padres de la Iglesia y herejías emergentes, se busca arrojar luz sobre la

compleja evolución de la comprensión trinitaria en los primeros siglos del cristianismo.

Desde los primeros escritos del Nuevo Testamento, donde se encuentra la declaración de que "el

Verbo era Dios", hasta las controversias y debates teológicos en los primeros concilios ecuménicos,

particularmente el Concilio de Nicea, el concepto de la Trinidad fue moldeado y definido en un

esfuerzo por comprender la naturaleza de Dios y la relación entre las tres personas divinas. A lo largo

de este ensayo, exploraremos cómo esta doctrina se fue formando y cómo las herejías, como el

monarquianismo dinámico y el sabelianismo, desafiaron la ortodoxia cristiana y llevaron a una

reflexión más profunda sobre la Trinidad. Esto permitirá tener una idea clara de las diferentes

opiniones que llevaron a los teólogos cristianos al Concilio de Nicea y a la definición de la doctrina

trinitaria.
Los debates trinitarios que condujeron a la controversia arriana y al Concilio de Nicea

I. El concepto trinitario de la iglesia primitiva

Sin lugar a dudas la doctrina de la Trinidad ocupó inmediatamente la atención de los cristianos de

los primeros siglos. Muy pronto la iglesia comenzó a creer en la divinidad de Cristo y exceptuando

unos pocos grupos, sobre todo de origen judío como los ebionitas, para la mayoría de los cristianos

quedó claro que Jesús era un hombre singular, y que esto se debía precisamente a su divinidad.

A. La Trinidad en el Nuevo Testamento

En las primeras páginas del evangelio de Juan (escrito probablemente entre el 90 y el 100 D.C) se

encuentra una importante declaración con respecto a Jesús: En el principio era el Verbo, y el Verbo

era con Dios, y el Verbo era Dios. (Juan 1:1). Se puede concluir por el análisis histórico que el

evangelista Juan probablemente no conocía las implicaciones profundas de lo que estaba planteando,

y esto es cierto puesto que los debates de los siglos II y III al respecto muestran esta verdad. Pero lo

que sí es claro para Juan es que Jesucristo era Dios, eternamente Dios. Este concepto respecto a la

naturaleza de Cristo era pensado de diferentes formas por las comunidades cristianas, y es totalmente

justificable para este momento de la historia la existencia de esta variedad de opiniones. Se pueden

resumir las opiniones con respecto a la divinidad de Cristo en las siguientes:

… un hombre más o menos normal y corriente, cuyo estatus pasaba a ser divino tras su muerte; o
bien si el tránsito al ámbito divino ocurría en un momento especial de su vida; o bien si era ya
divino desde su concepción en el seno de su madre; o bien si lo era antes incluso de ser
concebido en este mundo.1

1
Antonio Piñeiro, Los cristianismos derrotados (Madrid: Editorial Edaf, 2007), 45.
La primera de estas visiones sobre la divinidad de Cristo lo presentan como un hombre normal

que después de su muerte y gracias a su vida de perfecta obediencia a la ley de Dios alcanzó un

estatus divino y vino a ser un ejemplo para toda la humanidad, mostrando la forma en que deben

vivir los hombres si desean alcanzar la inmortalidad. Probablemente esta haya sido la opinión de

algunos grupos mayoritariamente judíos que intentaban entender la divinidad de Cristo sin alejarse

de sus creencias monoteístas judías. La segunda opinión, conocida como adopcionismo, mostraba a

un Jesús nacido como humano, pero que en algún momento de su vida había sido elegido y adoptado

por Dios para cumplir un ministerio especial como el Mesías de Israel. Fue en el momento de la

elección, que generalmente se creía en el bautismo, que Cristo fue ungido y capacitado para este

ministerio y recibió una especie de divinidad que lo hacía un ser diferente al resto de los humanos.

La tercera forma de entender la divinidad de Cristo que se hizo popular entre algunos grupos

cristianos fue la de un Jesús que había sido engendrado en el vientre de María por una obra

sobrenatural de Dios y que es precisamente en el momento de la concepción en la que es formado o

creado como un ser divinizado. Pero para una gran parte del mundo cristiano, como para el

evangelista Juan, Cristo era preexistente y eternamente Dios. Su origen divino era por esencia y no

por participación, Cristo no había sido creado, ni adoptado, sino que el Verbo preexistente de Dios

había asumido la naturaleza humana para redimir a la humanidad.

En cuanto la opinión del más grande de los escritores del Nuevo Testamento, el apóstol Pablo,

existe diversidad de opiniones al respecto, pero parece claro si se estudia el material escrito de Pablo

que, sobre todo en las cartas posteriores, Pablo se ubica entre aquellos que manifestaban la creencia

en la preexistencia de Jesús. Los dos textos que más luz aportan sobre esta idea son Filipenses 2:6-7,

y Colosenses 1:15-20, y en ellos resulta claro que el apóstol consideraba la naturaleza del Salvador

desde la perspectiva divina. Es importante entender que la doctrina trinitaria en estos primeros

momentos se discutió solo alrededor de la relación entre el Padre y el Hijo, existe muy poco debate

respecto a la naturaleza del Espíritu Santo.


B. La Trinidad en el pensamiento de los Padres Apostólicos y los Apologistas
griegos
La obra de los Padres Apostólicos es de vital importancia para comprender el proceso de

evolución de las doctrinas desde los apóstoles de Cristo hacia los Padres de la iglesia. Es real que el

pensamiento de los Padres Apostólicos es sobretodo simplista y poco argumentado, pero a pesar de

ello revelan las doctrinas básicas creídas por los cristianos del siglo I. En el material que hasta el día

de hoy ha llegado de esa época se encuentran referencias precisas en cuánto a la naturaleza de la

trinidad. A continuación algunos ejemplos extraídos de la obra Historia de las doctrinas cristianas

de Reinhold Seeberg:

El pensamiento rector de Clemente de Roma es el de un Dios, el Señor del mundo, el Creador y


en este sentido, el Padre. Cristo ha sido enviado por Dios para libertarnos. En cuanto a su
naturaleza él es el Hijo de Dios, exaltado por sobre los ángeles. Para Ignacio de Antioquía Cristo
es Dios, nuestro Dios, y mi Dios. Él es Dios, el Hijo único del Padre, y el Señor. Ignacio utiliza la
fórmula en el Hijo y el Padre y el Espíritu. Él estaba con el Padre antes que el tiempo
comenzara.2

En el caso de los apologistas griegos y su defensa de la verdad frente a los ataques de los

intelectuales, presentan la Trinidad desde la perspectiva de la relación entre el Dios trascedente y el

Logos inmanente al mundo. Para Justino Mártir, el principal dentro de este grupo, estaba claro a la

luz de la escritura que Cristo era un ser divino, pero los problemas comienzan cuando se intenta

profundizar en la relación existente entre el Padre y el Hijo, y esto lleva a Justino a asumir una

postura que sería característica de la mayoría de los teólogos cristianos antes de Nicea, creer en la

divinidad del Hijo, pero al intentar establecer la diferencia entre ambos, caer en el error de hacer del

Hijo un ser menor al Padre, subordinado al Padre.

II. Las herejías que surgieron al intentar explicar la Trinidad

La más importante de las herejías que tuvo que enfrentar el cristianismo durante el siglo III fue el

Monarquianismo. Casi todo el pensamiento de los Padres de la iglesia durante este período estuvo
2
Reinhold Seeberg, Manual de historia de las doctrinas, Vol. 1 (El Paso, TX: Casa bautista de
publicaciones, 1963), 66,73.
marcado por la oposición a esta desviación de la fe cristiana. Muchos cristianos asumieron esta

postura, entre ellos Sabelio y Pablo de Samosata, que aún con marcadas diferencias entre ambos,

defendían la monarquía o gobierno de un solo Dios.

A. Monarquianismo dinámico
Una forma menos influyente pero peligrosa de Monarquianismo fue ideada por el obispo Pablo

de Samosata. Al parecer, Pablo combinaba ciertas tendencias monarquianista con otras tendencias

adopcionistas, defendiendo así la doctrina que se ha llamado Monarquianismo dinámico. El interés

principal de la teología de Pablo estaba en salvaguardar el monoteísmo cristiano. Todo esto le llevó a

subrayar la unidad de Dios, aun en perjuicio de la distinción entre el Padre, el Hijo y el Espíritu

Santo. El Hijo no es Dios, ni es tampoco el Verbo o Sabiduría de Dios. El Hijo no existe sino a partir

de la encarnación, a partir del momento en que Cristo es engendrado en el seno de María por el

Espíritu Santo. El Verbo, por otra parte, sí existe «desde el principio en Dios», pero sólo como su

razón inmanente, como su Sabiduría, y no como una personas o hipóstasis junto al Padre.3

B. Sabelianismo o Monarquianismo modalista


Esta fue la forma de Monarquianismo más influyente y peligrosa para la doctrina cristiana. Louis

Berkhof en su libro Historia de las doctrinas cristianas explica lo siguiente:

… concebía a las tres Personas de la Deidad como diferentes modos en los que Dios se
manifiesta… El representante más importante de esta secta fue Sabelio… Según Sabelio, los
nombres de Padre, Hijo y Espíritu Santo son simplemente designaciones de tres diferentes fases
en las cuales la esencia divina única se manifiesta. En la creación y en la entrega de la ley, Dios
se revela como Padre; en la encarnación se revela como Hijo; mientras que en la regeneración y
santificación se revela como el Espíritu Santo.4
El peligro de este pensamiento de Sabelio está en el hecho de eliminar las distinciones personales

entre las tres personas de la Trinidad, de tal modo que el Hijo era Dios, pero no un ser personal

distinto a Dios. Este sistema de pensamiento trajo como consecuencia que los teólogos cristianos,

3
Justo L. González, Historia del pensamiento cristiano, Vol. 1 (Nashville, TN: Editorial Caribe,
2002), 240-241.
4
Louis Berkhof, Historia de las doctrinas cristianas (Edinburgh: El estandarte de la verdad, 1969),
102-103.
ocupados hasta el momento en establecer la divinidad de Cristo, se vean obligados a elaborar

también una doctrina con respecto a la distinción personal entre las personas de la Trinidad para

intentar contrarrestar la herejía modalista.

III. El pensamiento trinitario de los Padres de la iglesia

Fueron precisamente los Padres de la iglesia los encargados de definir y defender la doctrina de

la Trinidad. Aunque en los primeros momentos ni ellos mismos estuvieron libres del error al intentar

entender las relaciones en el seno de la Trinidad, si sentaron las bases para las futuras discusiones y

decisiones de los Concilios que finalmente establecieron dicha doctrina.

A. Tertuliano e Hipólito

Tanto para Tertuliano como para Hipólito, padres de la iglesia occidental, el concepto de la

Trinidad es claro en la Escritura:

El único Dios es el Dios trino. Así enseña la iglesia. Se presupone en la ceremonia bautismal. El
creyente lo halla en las Escrituras. Es decir, Dios no fue nunca solo: ¨más él, siendo el solo
(Dios), era muchos. Porque no era sin palabra, ni sabiduría, ni poder, ni consejo¨.5

Tertuliano es el primer escritor en referirse al Padre, Hijo y Espíritu Santo como entidades

homoousios, es decir, de la misma sustancia. Tertuliano expresó el concepto más claro al explicar

que dos personas participan de una substancia divina en el segundo y tercer lugar. Padre, Hijo y

Espíritu Santo son iguales en esencia, naturaleza y poder, pero el Hijo y el Espíritu Santo participan

de estos atributos en el segundo y tercer grado, como sustancias personales individuales. Esta noción,

que sería la base para la futura declaración de Nicea, no libraba a Tertuliano del error, porque aun al

concebir la diferencia entre las personas de la Trinidad, y por temor al sabelianismo, Tertuliano

afirmaba que el Hijo no había sido eternamente Hijo, sino que había sido engendrado en algún

momento, pasando el Verbo inmanente a Dios a asumir la naturaleza humana y es en ese punto

5
Reinhold, Manual de historia, 129.
donde comienza a existir el Hijo de Dios. Esto deja ver como la relación entre las personas de la

Trinidad seguía siendo un problema para definir la doctrina de la Trinidad.

B. Clemente y Orígenes

Los padres alejandrinos van a cometer el mismo error característico de la teología en este

período. En su intento de definir y demostrar la doctrina de la Trinidad, Clemente y Orígenes afirman

la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo, pero en el momento de explicar las relaciones entre ellos,

lo harán desde el subordinacionismo que se viene manifestando como elemento común en la mayoría

de los teólogos del período. La creencia más destacada es la de Orígenes, quién a pesar de cometer el

mismo error subordinacionista, es el primero en mencionar la generación eterna del Hijo como un

intento de responder a la cuestión del momento en que fue engendrado el Hijo de Dios. Louis

Berkhof explica al respecto:

Orígenes afirma que Dios es principalmente el Padre, pero que se revela y obra por medio del
Logos quien es personal y co-eterno con el Padre, engendrado por Él mediante un acto eterno. En
relación a la idea de la generación del Hijo, rechaza toda idea de emanación y división. Pero,
aunque Orígenes reconoce la completa divinidad del Hijo, sin embargo usa algunas expresiones
que indican subordinación. Cuando habla de eterna generación, define esta frase de tal manera,
que enseña no meramente una subordinación económica sino una subordinación de la esencia del
Hijo hacia la del Padre. Algunas veces, Orígenes denomina al Hijo el segundo Dios.6

Estas dos ideas presentes en el pensamiento de Orígenes: la igualdad esencial entre las personas

de la Trinidad, pero a la vez la subordinación del Hijo y del Espíritu Santo, van a dividir a sus

discípulos en dos grupos, en la medida en que enfatizan una de estas áreas. De uno de estos grupos,

conocidos como origenistas de izquierda, surgirá el partido colucionista, al que pertenecían Arrio y

Eusebio de Nicomedia, principales defensores del arrianismo en el Concilio de Nicea. Del otro

grupo, conocido como origenista de derecha procederán hombres como Eusebio de Cesárea, quienes

defenderán sus opiniones frente a Arrio, también en el Concilio de Nicea.

CONCLUSIÓN

6
Berkhof, Historia de las doctrinas, 93.
El concepto trinitario en la Iglesia primitiva representa un proceso teológico rico y complejo

que refleja la búsqueda de comprensión de la naturaleza divina. A lo largo de los primeros siglos del

cristianismo, los pensadores y teólogos lucharon por articular de manera coherente la relación entre

el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Las discusiones y debates en torno a la divinidad de Cristo, la

generación eterna del Hijo y la igualdad esencial entre las personas de la Trinidad marcaron este

proceso.

La emergencia de herejías como el Monarquianismo y el Sabelianismo desafió la ortodoxia

cristiana y obligó a los teólogos a aclarar y defender sus creencias trinitarias. A pesar de estas

controversias, los Padres de la Iglesia desempeñaron un papel crucial al sentar las bases para la

doctrina trinitaria que finalmente se consolidó en el Concilio de Nicea en el año 325.

En última instancia, el concepto trinitario en la Iglesia primitiva refleja la complejidad y la

profundidad de la teología cristiana. A través de un proceso de reflexión, debate y resolución, los

cristianos primitivos afirmaron la coeternidad y la igualdad esencial de las personas de la Trinidad,

sentando las bases para la comprensión trinitaria que ha perdurado en la tradición cristiana hasta

nuestros días. La evolución de esta doctrina es un testimonio de la continua búsqueda de

comprensión en la fe cristiana y de la importancia de la teología en la formación y el desarrollo de la

Iglesia.
BIBLIOGRAFÍA

Álvarez, Jesús. Historia de la iglesia: Edad Antigua. Vol. 1. Madrid: Biblioteca de Autores

Cristianos, 2001.

Berkhof, Louis. Historia de las doctrinas cristianas. Edinburgh: El estandarte de la verdad, 1969.

González, Justo L. Historia del pensamiento cristiano. Vol. 1. Nashville, TN: Editorial Caribe, 2002.

Piñero, Antonio. Los cristianismos derrotados. Madrid: Editorial Edaf, 2007.

Seeberg, Reinhold. Manual de historia de las doctrinas. Vol. 1. El Paso, TX: Casa bautista de

publicaciones, 1963.

Trevijano, Ramón. Patrología. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1994.

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