Está en la página 1de 12

Aislamientos sociales y perdida de interacción

“En marzo, llegaremos a los dos años de interrupciones en la educación global


relacionadas con COVID-19. Sencillamente, nos enfrentamos a una escala casi
insuperable de pérdidas en la escolarización de los niños”, dijo Robert Jenkins,
jefe de Educación de UNICEF. “Si bien las interrupciones en el aprendizaje deben
terminar, la simple reapertura de las escuelas no es suficiente. Los estudiantes
necesitan un apoyo intensivo para recuperar la educación perdida. Las escuelas
también deben ir más allá de los lugares de aprendizaje para reconstruir la salud
mental y física, el desarrollo social y la nutrición de los niños”.
Los niños han perdido habilidades básicas de matemáticas y lectura. A nivel
mundial, la interrupción de la educación ha significado que millones de niños se
hayan perdido significativamente el aprendizaje académico que habrían adquirido
si hubieran estado en el aula, y los niños más pequeños y marginados enfrentan la
mayor pérdida.
En los países de ingresos bajos y medianos, las pérdidas de aprendizaje por el
cierre de las escuelas han dejado hasta el 70 % de los niños de 10 años sin poder
leer o comprender un texto simple, frente al 53 % antes de la pandemia.

Las consecuencias de seguimiento del cierre de escuelas van en aumento.


Además de la pérdida de aprendizaje, el cierre de escuelas ha afectado la
salud mental de los niños, ha reducido su acceso a una fuente regular de
nutrición y ha aumentado su riesgo de abuso.
• Una creciente evidencia muestra que el COVID-19 ha causado altas tasas de
ansiedad y depresión entre niños y jóvenes, con algunos estudios que encuentran
que las niñas, adolescentes y aquellos que viven en áreas rurales tienen más
probabilidades de experimentar estos problemas.
• Más de 370 millones de niños en todo el mundo se quedaron sin comidas
escolares durante el cierre de las escuelas, perdiendo lo que para algunos niños
es la única fuente confiable de alimentos y nutrición diaria.

A nivel mundial, el cierre de los establecimientos educativos para prevenir los


contagios y con ello proteger a las niñas, niños y adolescentes fue una constante
en los sistemas de educación. Esta realidad ha presentado efectos inmediatos
como la pérdida de aprendizaje, lo que a su vez amenaza con deteriorar aún más
los resultados educativos de los países centroamericanos. Además, se debe tomar
en consideración el alto riesgo del aumento de la deserción escolar,
principalmente en aquellas personas más vulnerables por condiciones de
desigualdad y pobreza. También, se ve afectado el apoyo que brindan los
establecimientos educativos dentro de su rol para el resguardo de la seguridad
alimentaria y nutricional, así como la salud física de los estudiantes, ya que tal
como lo señala el Banco Mundial (BM), más de 368 millones de niños a nivel
global dependen de programas de alimentación escolar. Asimismo, es aún más
importante señalar todos los efectos en la salud mental que los estudiantes están
padeciendo, muchas veces sin apoyo profesional, por el aislamiento social, lo que
incluso llega a derivar en comportamientos peligrosos y aumento en los
embarazos en adolescentes.

Actualmente, ha sido muy difícil acceder a estadísticas educativas actualizadas de


2020 y 2021, en particular en Guatemala, El Salvador y Honduras (Triángulo
Norte), lo que hace sumamente complicado medir los impactos que ha presentado
el cambio de las modalidades de educación, que pasaron de ser presenciales a
convertirse en modelos híbridos de educación a distancia, virtual y en algunos
casos, semipresencial. Según el BM, en su estudio Actuemos ya para proteger el
capital humano de nuestros niños (2021), en América Latina, el cierre de las
escuelas fue más extenso comparado con el resto del mundo durante el 2020, con
un promedio de 159 días de clases presenciales.  

Hasta el momento ninguno de los gobiernos del Triángulo Norte de Centroamérica


se ha pronunciado respecto a los impactos en los sistemas educativos, la
matrícula escolar y la calidad educativa por las nuevas modalidades de educación.
Sin embargo, el BM realizó una simulación de algunos impactos que se podrían
dar con el cierre prolongado de los establecimientos educativos en la región de
Latinoamérica. Estas simulaciones incluyen: la pérdida de años de escolaridad, la
caída en los resultados de las pruebas PISA y el porcentaje del rendimiento
académico mínimo en los resultados de dichas pruebas. En las simulaciones se
toma de referencia el último año de datos disponible como base y se dan los
resultados en escenarios con 7, 10 y 13 meses de cierre de los establecimientos
educativos. No obstante, cabe resaltar que hasta la fecha ya han transcurrido más
de 18 meses de mantener modalidades a distancia, virtuales y semipresenciales
(hibridas), lo que supone el cierre total o parcial de las escuelas e institutos, y que
a su vez representaría un impacto aún más drástico si se toma el parámetro que
simuló el BM.

Los resultados muestran que la perdida de años de escolaridad en la región


latinoamericana sería de 1.7 años con 13 meses de cierre de establecimientos
educativos, pasando de 7.7 a 6 años. En el caso de Guatemala, se pasaría de 6.2
años a 4.8 años, en El Salvador de 7.6 años a 6.1 años y en Honduras de 6.1
años a 4.7 años, siendo este último el país que sufriría el mayor impacto. Por lo
anterior, preocupa el grave retroceso que se estaría dando en el derecho a la
educación ya que como se observa, estos países desde antes de la crisis sanitaria
ya se encontraban por debajo del promedio regional y ahora el inminente
retroceso llevará a niveles aún más bajos que los ponen en grandes desventajas.
También se tendrían efectos económicos, donde el BM estima que los estudiantes
que actualmente asisten a la escuela estarían perdiendo hasta US$23,628.0 a lo
largo de su vida, como consecuencia de la perdida de aprendizaje.
Dificultades en la entrega y evaluación de contenidos
educativos:
La pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha provocado una crisis
sin precedentes en todos los ámbitos. En la esfera de la educación, esta
emergencia ha dado lugar al cierre masivo de las actividades presenciales de
instituciones educativas en más de 190 países con el fin de evitar la propagación
del virus y mitigar su impacto. Según datos de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), a mediados de mayo
de 2020 más de 1.200 millones de estudiantes de todos los niveles de enseñanza,
en todo el mundo, habían dejado de tener clases presenciales en la escuela. De
ellos, más de 160 millones eran estudiantes.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha planteado


que, incluso antes de enfrentar la pandemia, la situación social en la región se
estaba deteriorando, debido al aumento de los índices de pobreza y de pobreza
extrema, la persistencia de las desigualdades y un creciente descontento social.
En este contexto, la crisis tendrá importantes efectos negativos en los distintos
sectores sociales, incluidos particularmente la salud y la educación, así como en el
empleo y la evolución de la pobreza (CEPAL, 2020a). Por su parte, la UNESCO ha
identificado grandes brechas en los resultados educativos, que se relacionan con
una desigual distribución de los docentes, en general, y de los docentes mejor
calificados, en particular, en desmedro de países y regiones con menores ingresos
y de zonas rurales, las que suelen concentrar además a población indígena y
migrante.
En el ámbito educativo, gran parte de las medidas que los países de la región han
adoptado ante la crisis se relacionan con la suspensión de las clases presenciales
en todos los niveles, lo que ha dado origen a tres campos de acción principales: el
despliegue de modalidades de aprendizaje a distancia, mediante la utilización de
una diversidad de formatos y plataformas (con o sin uso de tecnología); el apoyo y
la movilización del personal y las comunidades educativas, y la atención a la salud
y el bienestar integral de las y los estudiantes.
Además de interrumpir las trayectorias educativas, el cierre de las escuelas afecta
la alimentación y la nutrición de la población estudiantil, especialmente en los
sectores más vulnerables. En el momento de elaboración de este documento
(inicios de julio), se observa que 21 de los 33 países han mantenido los programas
de alimentación escolar de diversas formas. La modalidad más utilizada (13
países) es la entrega de kits de alimentos para preparar en el hogar, seguida de la
provisión de almuerzos (3 países) y, en menor medida, las transferencias
monetarias y la entrega de vales para alimentos. Adicionalmente, muchos
estudiantes acceden a través de las escuelas a otros servicios que también se han
visto interrumpidos como, por ejemplo, la entrega de anticonceptivos, servicios de
salud mental o actividades recreativas.
En gran parte de los países (29 de los 33) se han establecido formas de
continuidad de los estudios en diversas modalidades a distancia. Entre ellos, 26
países implementaron formas de aprendizaje por Internet y 24 establecieron
estrategias de aprendizaje a distancia en modalidades fuera de línea, incluidos 22
países en que se ofrece aprendizaje a distancia en ambas modalidades (fuera de
línea y en línea), 4 que cuentan con modalidades exclusivamente en línea y 2 con
modalidades solo fuera de línea.
Aprendizajes. El comenzar el año escolar tarde o interrumpirlo (dependiendo de
si viven en el hemisferio sur o norte) alterará por completo la vida de muchos
niños, sus padres y maestros. Pero bastante se puede hacer para al menos
reducir este impacto a través de estrategias de aprendizaje remoto. Los países
más ricos están mejor preparados para avanzar hacia estrategias de aprendizaje
en línea (aunque con mucho esfuerzo y desafíos para los maestros y los padres).
En cambio, en los países de ingresos medios y los más pobres, la situación es
muy heterogénea; y sin intervenciones correctas, la gran desigualdad de
oportunidades que existe (ya inmensa e inaceptable para empezar) se amplificará.
Muchos niños no tienen un escritorio, libros, material de lectura, conexión a
internet, una computadora en casa o padres que los apoyen. Otros si los tienen.
Lo que debemos evitar, o minimizar en la medida de lo posible, es que esas
diferencias en las oportunidades se expandan y causen que la crisis tenga un
efecto negativo aún mayor en los aprendizajes de los niños pobres.
Afortunadamente, estamos viendo mucha creatividad. A muchos ministerios de
educación les preocupa que basar el aprendizaje remoto sólo en estrategias en
línea implicará llegar solo a los niños de familias más acomodadas. La estrategia
apropiada en muchos países es utilizar todas las modalidades posibles de entrega
utilizando la infraestructura existente. Usar herramientas en línea para asegurar
que las guías pedagógicas con planes de clase detallados, videos, tutoriales y
otros recursos estén disponibles para algunos estudiantes y probablemente para
la mayoría de los maestros. Pero también, podcasts y otros recursos que
requieran menos uso de datos al bajarlos en un smartphone. Trabajar en conjunto
con compañías de telecomunicaciones para implementar programas de “Tasa-
cero’, eliminando el costo de bajar material de sitios web educativos, o portales del
ministerio de educación puede incentivar el acceso a través de un teléfono
inteligente, dispositivo al que más estudiantes tienen acceso.
Pero eso no es suficiente. La radio y la televisión también son herramientas muy
poderosas. La ventaja que tenemos hoy en día es que, a través de las redes
sociales, WhatsApp o SMS, los ministerios de educación pueden comunicarse de
manera efectiva con los padres y los maestros y proporcionar pautas,
instrucciones y estructura para el proceso de aprendizaje, utilizando contenido
entregado por radio o TV. El aprendizaje remoto hoy no solo es aprendizaje en
línea, es el aprendizaje utilizando todas las plataformas de comunicación, con el
objetivo de llegar a la mayor cantidad de estudiantes posible.

Soluciones alternas para mitigar la brecha


digital
Revisar los likes en redes sociales, navegar un rato por las noticias o leer este
post. ¿Sencillo? En absoluto: más de 3000 millones de personas en el mundo no
tienen acceso a internet (aproximadamente, la mitad de la población). Es decir,
mientras alguien ve el último capítulo de 'La casa de papel', otra persona, incluso
de su mismo país, ni siquiera puede abrir el mail. Esta distancia se conoce como
‘brecha digital’, y se puede superar.
Reducir la brecha digital es uno de los grandes retos del momento. Millones de
personas no tienen acceso a las herramientas tecnológicas que, hoy en día, se
consideran básicas: un ordenador con una conexión estable a internet o un
teléfono con capacidad para usar aplicaciones como WhatsApp. No tener acceso
significa que una buena parte de la población se queda atrás en el aprendizaje de
nuevas competencias y habilidades digitales. Incluso las más cotidianas:
preguntarle a Google, cotillear en Facebook, buscar empleo…

En España, aún existen 13 millones de personas sin acceso a la red o con uno
de baja calidad. 

La brecha digital es, por tanto, la desigualdad creciente entre personas en el


acceso a los recursos y servicios tecnológicos, así como en el posible desarrollo
de las habilidades fundamentales para el día a día. Veamos los datos: según 

la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), más del 85% de la población


tiene acceso a internet en las regiones desarrolladas (Europa o América del
Norte), pero en África, por ejemplo, menos del 40% tiene conexión.

¿Y dentro de cada país? Más brechas: la zona geográfica (especialmente campo-


ciudad), los recursos económicos e incluso otra vez el género, son factores que
amplían las desigualdades de acceso a internet y alfabetización digital.

¿Cómo reducir la brecha digital?


No existe una medida mágica que, de un día para el otro, ponga fin a la brecha
digital. Tampoco existe una estrategia única, ni mucho menos una única institución
que pueda resolver el problema por completo. Reducir la brecha digital
necesita colaboración y aplicación de medidas desde distintos sectores.

1. Inversión en infraestructuras. Donde no existen infraestructuras digitales


es imposible construir competencias digitales reales. Muchos territorios
no tienen acceso a internet y, en muchos otros, el acceso es realmente
limitado. Sin embargo, ampliar la cobertura tecnológica permitiría que
muchas personas buscasen espacios de trabajo y teletrabajo más allá de
la ciudad. Construir infraestructuras de calidad es, de hecho, uno de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible promovidos por la ONU.
2. Educación digital de calidad. La formación en competencias digitales es,
sin duda, una de las grandes bazas para reducir la brecha digital. Una
medida que, además, puede aplicarse dentro de distintos territorios a
partir de propuestas tan sencillas como plantear programas formativos
para personas sin recursos, enseñar competencias básicas a personas
mayores y sectores que no han crecido ‘pegados’ a un ordenador o
favorecer el uso de plataformas formativas online.
3. Facilitar el acceso a la tecnología. Existen distintos proyectos impulsados
por entidades públicas y privadas para favorecer el acceso a la tecnología:
redes wifi, acceso gratuito a internet o aumento de la velocidad de
conexión, entre otros.
4. Personal digital cualificado. Para reducir la brecha digital también es
fundamental contar con profesionales capaces de gestionar los nuevos
desarrollos tecnológicos y, especialmente, compartir el conocimiento y
el know-how con otras personas. Los nuevos usos y rutinas digitales exigen
personas que dominen el entorno y sepan gestionarlo de forma adecuada.

compromisos familiares
El compromiso de la familia es un proceso basado en la colaboración y en las
fortalezas a través del cual los profesionales de la primera infancia, las familias y
los niños construyen relaciones positivas y orientadas a una meta. Es una
responsabilidad compartida de las familias y el personal en todos los niveles que
requiere el respeto mutuo de las funciones y fortalezas que cada uno tiene que
ofrecer. El compromiso de la familia se enfoca en el desarrollo de relaciones
cultural y lingüísticamente receptivas con los miembros principales de la familia en
la vida de un niño. Estas personas incluyen mujeres embarazadas y familias que
esperan un bebé, madres, padres, abuelos y otros cuidadores adultos. Requiere
comprometerse a crear y mantener una asociación permanente que apoye el
bienestar de la familia. También honra y apoya las relaciones padre e hijo que son
centrales para el desarrollo saludable de un niño, la preparación escolar y el
bienestar. El Marco de participación de los padres, las familias y la comunidad de
la Oficina de Head Start consta de una guía para aprender sobre cómo el
compromiso de la familia promueve un cambio positivo y duradero para los niños,
las familias y las comunidades.
El objetivo del compromiso de padres y familias es construir alianzas sólidas y
eficaces con las familias que puedan ayudar a los niños y las familias a prosperar.
Estas asociaciones se fundamentan en relaciones positivas, continuas y
orientadas a las metas con las familias. La relación positiva orientada a las
metas se basa en el respeto y la confianza mutuos y se desarrolla con el tiempo, a
través de una serie de interacciones entre el personal y las familias. La relación
exitosa se centra en las fortalezas de las familias y en un compromiso compartido
con el bienestar y el éxito de los niños. A medida que se fortalecen la relación
entre el personal y las familias, se construyen alianzas mutuamente respetuosas.
Las asociaciones sólidas con las familias contribuyen a un cambio positivo y
duradero para las familias y los niños.
¿Por qué importa la relación positiva orientada a las metas?
La relación positiva orientada a las metas apoya el progreso de los niños y las
familias. Esto contribuye a la relación positiva entre padres e hijos, lo cual es un
indicador clave del éxito en el aprendizaje temprano y el desarrollo saludable de
los niños. A través de interacciones positivas con sus cuidadores más importantes,
los niños desarrollan habilidades para el éxito en la escuela y la vida. Aprenden a
manejar sus emociones y comportamientos, resolver problemas, adaptarse a
nuevas situaciones, resolver conflictos y prepararse para tener una relación
saludable con adultos y sus compañeros.
La relación saludable entre padres e hijos se desarrolla a través de una serie de
interacciones a lo largo del tiempo. La relación saludable se construye
principalmente con interacciones cálidas y positivas. También puede haber breves
desconexiones o malentendidos en la relación. Por ejemplo, habrá momentos en
que los padres y los niños no están perfectamente sincronizados. Un niño
pequeño puede estar riendo y jugando con uno de sus padres y luego se
sorprenderá cuando su grito de deleite se encuentra con la voz levantada de su
madre, diciéndole que sea más silenciosa. Un bebé mayor está disfrutando de su
desayuno de cereal de arroz y se enfrenta a una cara infeliz cuando aplasta el
cereal en la ropa de trabajo de su abuela. Estas desconexiones temporales son
naturales y necesarias, y construyen la capacidad del niño para la resiliencia y la
resolución de conflictos. Siempre que las interacciones sean principalmente
positivas, los niños pueden aprender habilidades importantes del proceso de
reconexión.
Las desconexiones y los desafíos pueden ocurrir en nuestra relación con las
familias y los colegas también. Un padre llega para encontrar a su hija felizmente
chapoteando en charcos y está molesto con su cuidadora. Tiene prisa y no tiene
tiempo para cambiarse. Una madre se siente frustrada de que su hijo no esté
progresando más y culpa a sus cuidadores. Las interacciones imperfectas nos
ayudan a aprender a tolerar el malestar y a resolver los desafíos. Estas son
habilidades importantes para construir alianzas sólidas.
La relación positiva entre los padres y los proveedores son importantes ya que las
familias progresan hacia otros objetivos, como la mejora de la salud y la
seguridad, mayor estabilidad financiera y mejora de las habilidades de liderazgo.
Las alianzas sólidas pueden proporcionar un lugar seguro donde las familias
puedan explorar sus esperanzas, compartir sus desafíos y hacernos saber cómo
podemos ayudar. El personal, los socios comunitarios y los compañeros pueden
ser recursos a medida que las familias deciden lo que es importante para ellos y
cómo hacerlo realidad. Los padres nos ayudan a aprender a mejorar el
aprendizaje y desarrollo saludable de sus hijos. Cuando nos centramos en las
fortalezas de las familias y vemos a los padres como socios, podemos trabajar
más eficazmente para apoyar la relación padres-hijos y otros resultados para las
familias y los niños.
Todo lo que hacemos está destinado a dar a las familias los apoyos emocionales y
concretos que desean y necesitan para alcanzar mejores resultados. Cuando una
familia progresa, los padres tienen mayor capacidad para dar a sus hijos. Por
ejemplo, una familia puede estar luchando económicamente y estar
constantemente preocupada sobre dónde vendrá su próxima comida. El padre o la
madre puede estar abrumado o avergonzado, inseguro de cómo pedir ayuda. Si el
padre de familia confía en el programa o miembro del personal, podría compartir
su angustia y preocupación. El programa puede trabajar con los padres para
encontrar y acceder a los recursos alimenticios y nutricionales en su comunidad. A
medida que la familia se estabiliza, los padres podrían trabajar con el personal
para identificar la manera de mejorar la situación a largo plazo. El padre/madre
puede decidir regresar a la escuela para aumentar su potencial de aumentar sus
ingresos o puede unirse a un grupo para conversar con otras familias acerca de
metas educativas. También podría trabajar con el programa y sus pares para
encontrar y acceder al recurso educativo. A medida que las familias toman
medidas para alcanzar sus metas, pueden entablar una relación con sus hijos que
los preparan para el éxito y la vida.
Reconocer lo que contribuyen las familias, el personal y los niños
La construcción de una relación es un proceso dinámico y continuo que depende
de las aportaciones de las familias, del personal del programa y de los niños. Las
familias tienen un conjunto de creencias, actitudes y perspectivas que afectan la
relación con el personal. Asimismo, nosotros, como proveedores, tenemos un
conjunto de creencias, actitudes y perspectivas, tanto personales como
profesionales que afectan nuestra relación con las familias. Los niños también
aportan contribuciones únicas a la relación. Estos viven y aprenden en un
ambiente único y son influenciados por sus padres, familias, y otros adultos y
compañeros en su vida. Los niños traen su comportamiento, temperamento,
emoción y etapa de desarrollo a sus interacciones con los miembros de la familia y
el personal.
Comprensión y apreciación de las diferencias
Las alianzas exitosas se crean cuando las familias y el personal valoran la
perspectiva y las contribuciones de los demás y quieren un objetivo compartido y
un resultado positivo. Los programas pueden asociarse con los padres para
comprender las fortalezas, metas, intereses y desafíos del niño y la familia. En
cada interacción podemos aprender más sobre los demás y sobre nosotros
mismos como profesionales. Cuando comprendemos y apreciamos la perspectiva
de la familia, tenemos más probabilidades de crear alianzas exitosas. Dejamos ir
nuestra propia agenda y creamos una agenda compartida con la familia. A
menudo nos referimos a esto como "unirse a las familias donde ellas se
encuentran".
Unirse a las familias donde ellas se encuentran: Perspectivas culturales
Comprender las creencias y prioridades culturales es clave para establecer una
relación con las familias y es parte de unirse a ellas donde se encuentran. Cada
familia viene a Head Start y Early Head Start con culturas únicas que dan sentido
y dirección a su vida. La cultura es compleja y está influenciada por las tradiciones
familiares, el país de origen, la identidad étnica, el grupo cultural, las normas,
experiencias comunitarias y el idioma del hogar. Las creencias culturales de los
miembros individuales de la familia y de toda la familia afectan los
comportamientos del cuidador e informan las decisiones sobre el niño y la familia.
La cultura afecta nuestros puntos de vista sobre cuestiones clave como la
educación, los roles familiares, las prácticas de crianza, lo que constituye la
preparación escolar y cómo deben comportarse los niños. Reflexionar sobre las
perspectivas de la familia y aprender más sobre las mismas puede ayudarnos a
pensar cómo sus creencias y valores culturales influyen en sus opciones y metas.
Además, necesitamos comprender plenamente nuestra propia perspectiva y cómo
nuestras propias experiencias, sesgos y culturas afectan nuestra perspectiva.
Las formas en que las creencias culturales afectan la construcción de relación
pueden ser obvias o sutiles. En cualquier caso, las perspectivas culturales
informan las opciones de las familias y los profesionales. Algunos ejemplos de las
decisiones y prácticas de crianza que pueden ser influenciadas por la cultura son:
La comunicación. ¿Cómo quieren los padres que sus hijos se dirijan a un
maestro, abuelo, médico o vecino? ¿Es importante decir 'hola' cuando se conoce a
alguien nuevo? ¿Es el contacto visual una señal de respeto o falta de respeto?
El papel de los profesionales. ¿Es aceptable estar en desacuerdo con el
maestro de su hijo? ¿Hay áreas de desarrollo y comportamiento que se
consideran responsabilidad exclusiva de los profesionales? ¿De la familia?
El cuidado (dormir, comer, ir al baño). ¿Dormirá un niño solo o con sus padres?
¿Será amamantad o alimentad con biberón cuando sea un bebé? ¿Se esperará
que use una cuchara para comer su comida o se le animará a comer con las
manos? ¿Cuándo se espera que comience a usar el baño?
La disciplina. ¿Cómo será disciplinado si está en peligro? ¿Qué pasa si muerde a
un amigo? ¿Qué pasa si tiene una rabieta en el parque? ¿Existen estrategias de
disciplina específicas que los padres piensen que son más o menos efectivas?
El idioma. ¿Hay un idioma del hogar que sea importante para la familia? ¿Quieren
que solo hable inglés en la escuela y hable el idioma del hogar con la familia?
¿Existen tradiciones culturales importantes que se basan en la comprensión de un
idioma materno?
El aprendizaje. ¿La familia se ve a sí misma como maestra importante o el
aprender es responsabilidad de los maestros? ¿Qué tipo de actividades le gusta
hacer a la familia en casa? ¿Hay cierta edad en la que la familia espera que esté
leyendo? ¿Dónde aprende un niño?
La cultura es real e importante, pero entenderla no es necesariamente sencilla o
fácil. Requiere paciencia, compromiso y la disposición para sentirse incómodo a
veces. También requiere valentía y humildad para analizar nuestras asunciones y
sesgos y ver cómo estos afectan nuestras actitudes hacia las familias. Nuestras
metas, percepciones y experiencias guían las decisiones que tomamos a medida
que construimos nuestra relación. El liderato y el personal pueden hacer de esto
una prioridad al dedicar las actividades de desarrollo profesional, incluyendo la
práctica reflexiva y la supervisión reflexiva, para comprender cómo la cultura y el
idioma afectan las alianzas con las familias. Todo el mundo se beneficia cuando
aprendemos de las familias y traemos nuevas ideas y destrezas a nuestro trabajo.
Las asociaciones respetuosas se crean cuando las familias y el personal se
preocupan por los resultados positivos y compartidos, y valoran la perspectiva y
las contribuciones de unos y otros.

compromisos comunitarios
Este material, elaborado por Unicef Guatemala, pretende ofrecerles a
trabajadores de la salud, organizaciones comunitarias, voluntarios, líderes y
lideresas, herramientas para trabajar en la prevención de la propagación del
COVID-19.

Promueve que la población participe en la respuesta a la pandemia como parte


activa y no solamente como receptora de información y que se enfoque en la
solidaridad y el compromiso con la comunidad, a través de medidas que
protejan a todos.
Se divide en cuatro secciones con sus recomendaciones y formatos para
planificar la acción:

 Cómo trabajar con las comunidades el tema del COVID: se centra en


la manera como trabajadores de la salud, organizaciones comunitarias,
voluntarios, líderes y lideresas deben presentarse y contar qué hacen;
en la empatía y de la generación de confianza, la escucha y la
comprensión de lo que dicen las personas de la comunidad; en la
importancia de usar lenguaje sencillo y ofrecer consejos prácticos y
útiles y de combatir los rumores y mitos que se crean. 
 Haz las preguntas correctas: destaca la necesidad de entender las
preocupaciones de las personas y de establecer un diálogo con ellas
con preguntas como: ¿Qué ha escuchado sobre el Coronavirus (COVID-
19)? ¿Qué le gustaría saber sobre el Coronavirus? ¿Sabe cuáles son
los síntomas? ¿Sabe qué hacer si alguien en su familia o comunidad se
enferma con síntomas similares al resfriado? ¿Tendría miedo de alguien
que tiene el Coronavirus (COVID-19)? ¿Sabe cómo puede evitar usted y
sus seres queridos contraer el Coronavirus (COVID-19) y otras más.
 ¿Qué decir?: ofrece información clave sobre el coronavirus para
comunicar a la comunidad: qué es, qué tan peligroso es, cómo se
propaga, cómo se pueden proteger las personas, qué hacer en caso de
síntomas, etc.
 Acuerdo comunitarios: se refiere a las compromisos que se deben
lograr con la comunidad y a la importancia establecer un plan de acción
que tenga en cuenta medidas de prevention del coronavirus .

Ciudad de Guatemala, 24 de junio 2020. El Fondo de las Naciones Unidas para


la Infancia (UNICEF) en alianza con el Ministerio de Salud Pública y Asistencia
Social Desarrollo y en conjunto con organizaciones nacionales e internacionales
especialistas en niñez y adolescencia han publicado hoy unas nuevas directrices
para ayudar a prevenir la expansión del virus COVID-19 a nivel comunitario.
La guía está construida para promover que la población participe de la respuesta
como parte activa y no solamente como receptora de información. Abordando
temas relacionados a la salud, nutrición, protección de la niñez y comunicación
para el desarrollo. En la guía figuran consideraciones esenciales para brindar
apoyo al trabajo de facilitadores e incluye un listado de prácticas herramientas
para mantener a la niñez y adolescencia seguras y prevenir la propagación de la
pandemia en el país. Estas medidas incluyen:
Generar confianza en la comunidad
Identificar factores de riesgo
Recomendaciones para la participación
Mitos y rumores
Promover la conversación
Medios en situación de emergencia
Consejos de protección
Preguntas frecuentes
Acuerdos comunitarios
Elaboración de un Plan de Acción
Consejos para proteger a las niñas, niños y adolescentes durante el confinamiento
"Desde UNICEF exhortamos a las comunidades a trabajar juntos para
proporcionar un apoyo integral a todas las personas, especialmente a la niñez y
adolescencia. Debemos ofrecer información vital sobre las medidas de prevención
para la protección de las familias; facilitar el apoyo a la salud mental; y ayudar a
prevenir el estigma y la discriminación. Esta guía permitirá entablar esa confianza
en las comunidades y evitar los estereotipos cuando se habla del virus" comentó
Carlos Carrera, Representante de UNICEF en Guatemala.
Esta guía fue desarrollada por UNICEF gracias al apoyo del Gobierno de Suecia.
En su construcción se contó con la participación del Programa de Salud Mental y
del Departamento de Promoción y Educación en Salud (Proedusa) del Ministerio
de Salud Pública y Asistencia Social; el Clúster de Nutrición y al que se sumaron
13 organizaciones internacionales y nacionales especializadas en niñez y
adolescencia:
La guía será entregada a autoridades del Organismo Ejecutivo y a actores clave
de las comunidades en el país, con el fin de promover una respuesta integral que
ayude a superar los efectos de la pandemia y su expansión.

También podría gustarte