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mundial.
Además, el ingreso familiar está disminuyendo por las pérdidas de empleo, la baja
actividad en el sector informal y la disminución de ingresos de remesas del extranjero.
12 . Aunque los impactos de una caída de ingresos en la asistencia escolar dependen de
una serie de factores
13. La evidencia sugiere que una crisis prolongada provocaría la disminución de la
matrícula estudiantil en el sector público, especialmente en ciertos grupos poblacionales.
14. Así como en la educación privada en los centros urbanos, tal como sucedió en Bogotá
y Buenos Aires en 2000-2002.
15. En este documento se presentan las acciones tomadas por los países de la región en
cuanto a la continuidad en la prestación del servicio educativo durante la emergencia.
Asimismo, se ofrece un análisis de las condiciones de base sobre las que partieron los
países para impulsar dichas acciones, tanto desde la perspectiva de la oferta de servicios
como de la capacidad de recepción de las familias. Finalmente se presenta una serie de
estrategias, acciones y opciones de política para responder a la crisis en los distintos
temas identificados. Las recomendaciones se organizan en las siguientes áreas: y
estrategias para la continuidad pedagógica; estrategias de respuesta para la gestión
administrativa de los centros escolares; y aseguramiento de condiciones sanitarias para
la reapertura de los centros educativos.
El pasado mes de marzo fue confuso para la educación panameña y lo sigue siendo. El
sector educativo fue el primer afectado, al darse a conocer que el director de un reconocido
colegio había fallecido como consecuencia de la Covid-19. Esto llevó al cierre de los
planteles escolares, tanto públicos como privados, medida que aún se mantiene.
La pandemia ocasionó que los administradores del sector pedagógico se enfrentarán a sus
propias carencias, un sistema educativo obsoleto, en el que se mantiene la memoria y
repetición como método garantizado de aprendizaje.
No encontraban alternativas para salvar el año escolar, su objetivo era evitar, a toda costa,
interrumpir el proceso de enseñanza a los más de 800.000 estudiantes y 50.000 maestros.
Las instituciones formativas no estaban preparadas para abordar la instrucción virtual. Los
sectores más conservadores auguran hasta hoy una catástrofe a nivel de educación, un año
perdido.
La pregunta: ¿cuál será el método adecuado para preparar a los maestros en esta nueva
normalidad? Lo tradicional, el pizarrón y la tiza, quedaban atrás.
Otras de las graves dificultades que afronta la educación lo son los padres de familia,
muchos de ellos poco involucrados en el proceso educativo de sus hijos, en su mayoría, con
niveles de preparación elemental muy baja ¿Cómo podrán convertirse en sus guías? Es el
problema central.
Sin incluir, lo costoso que es el sistema de internet, y el tener en casa un celular de alta
generación que deberán compartir mas de dos estudiantes.
Para el politólogo Ramiro Vásquez Chambonett, “la educación pública sufre de las mismas
falencias que el resto del Estado”, además de “un proceso de retraso de la enseñanza y
aprendizaje fríamente calculado para fortalecer su privatización”.
A los más favorecidos se les imparten clases virtuales. Han cambiado su manera de
aprendizaje, son nativos digitales, poco se les complica sus horas de clase. Desaparece el
antiguo método —memoria y repetición— para dar paso a otra realidad, la investigación y
compresión de lo que se estudia, están conscientes de que la ciencia es importante.
Sin embargo, existe otra verdad paralela, el impacto de la diabólica pobreza, que se agudizó
con la pandemia, producida por la Covid-19, está ocasionando el abandono escolar, el
fracaso, para todos aquellos que son tratados como enfermos de penuria. Para ellos, la
varita mágica se extravió, puesto que para esta carencia todavía no se encuentra una
solución.
Intentan cambiar sus vidas por una mejor, sustentada en el dinero fácil y que les dará, según
ellos, un status que la educación no les brinda.
En América Latina y el Caribe, cada país al inicio de la pandemia adoptó medidas de cierre
preventivo en los centros educativos y recurrió a alternativas de educación a distancia a
medida que fue transcurriendo el tiempo de cuarentena, dentro de las que se destacan:
clases por radio y/o televisión, uso de materiales digitales en plataformas, entrega de
material físico, entrega de paquetes de alimentos, entre otros.
En términos generales los principales retos que han debido afrontar los sistemas
educativos en la región, incluido el de Panamá, en el contexto de la respuesta a la
emergencia se resumen en: la necesidad de construir protocolos de actuación y currículos
priorizados y flexibles en poco tiempo, generar procesos de capacitación al personal en
currículo y uso de herramientas virtuales de aprendizaje, gestionar el acceso a plataformas
y/o recursos físicos de aprendizaje a partir de la adaptación curricular y el levantamiento
de información para la toma de decisiones, con sistemas de información no conectados,
entre otros.
a) Disponibilidad, es decir que el país cuente con la normativa que adopte y valide la
educación en emergencia, que cuente con un currículo priorizado conforme al contexto
del país y que los materiales que se pongan a disposición estén acordes a esta priorización
de competencias por nivel educativo.
Ahora bien, para erradicar la desigualdad es necesario generar una política educativa a
largo plazo con inversión acorde a los resultados esperados y a las necesidades de los
niños, niñas y adolescentes. En la actual situación, se puede avanzar en este terreno y de
manera paralela, recomendamos que se asegure la continuidad de los aprendizajes
adaptados a las necesidades actuales, con énfasis en garantizar el bienestar y seguridad de
los niños y niñas. Además de las recomendaciones dadas anteriormente, sugerimos:
¿Mirando en perspectiva qué riesgos corre la región y el país en cuanto a que todo esto
pueda afectar la capacitación del recurso humano para el trabajo?
Como ha planteado Unicef en su reciente publicación ¿Cómo evitar que la crisis del Covid-
19 se convierta en una crisis de los derechos de los niños, niñas y adolescentes? Un
llamado a la acción por la niñez en Panamá, a pesar de los esfuerzos, uno de los mayores
riesgos para la niñez por el cierre escolar prolongado es que se genere un potencial
aumento de las tasas de abandono escolar una vez que las escuelas vuelvan a abrir.
Se estima que en Panamá, el 17% de los jóvenes entre 15 y 24 años (unas 120 mil
personas) no estudia ni genera ingresos; el 50% de ellos son amas de casa, el 32% está
desempleado y el 15% está inactivo por otras causas. Todas estas cifras podrían
exacerbarse dado que experiencias anteriores a nivel global han mostrado que los niños y
adolescentes que han estado por fuera de la escuela por extensos períodos de tiempo
tienen menores probabilidades de regresar cuando los salones de clase vuelven a abrir.
La exclusión educativa puede incrementar con la crisis por la pandemia, teniendo
consecuencias directas y graves en la sociedad y la economía porque el mercado laboral
no tendría suficiente oferta de los recursos humanos necesarios para el desarrollo del
país, tanto para las empresas como para el servicio público. La capacidad institucional ha
sido el mayor reto de Panamá y la desigualdad en la educación agravaría este problema.
Unicef y el Banco Mundial trabajamos juntos en el Proyecto Capital Humano para
promover la educación, las habilidades y la capacitación de los jóvenes en Panamá. El país
ocupó el puesto 90 entre 157 países en el Índice del Capital Humano de 2018.
Así, aun cuando exista cada vez mayor automatización, sigue siendo imperativo invertir en
capital humano para contar con una fuerza laboral preparada para los empleos actuales y
futuros.
Esto implica la modernización del sistema educativo, labor en la que el sector empresarial
puede contribuir, especialmente en lo referente a educación técnica y creación de
habilidades blandas. Las empresas pueden tener un rol estratégico en la construcción de
políticas educativas. El ODS 17 plantea la importancia de promover alianzas eficaces en las
esferas público- privadas y de la sociedad civil y la formación de capacidades para el
ingreso futuro al mercado laboral de niños y adolescentes, una vez cumplida la edad
pertinente, es un asunto en el que el sector empresarial puede aportar.
¿En el escenario de que se dure más de dos años en esta situación en la que el
distanciamiento social prevalecerá y la educación virtual será una herramienta, qué
análisis hace la Unicef sobre esa calidad de la educación que se brindará y qué impacto
tendrá en la formación para el trabajo?
¿Cómo capacitar a los jóvenes en herramientas tecnológicas y para el trabajo del futuro?