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Identificación en Freud

La identificación no es un concepto cerrado, su sentido depende del contexto en el que


se encuentre, no se puede definir por sí sola. Este concepto además fue
transformándose a lo largo de la obra de Freud y se enriqueció con diversos aportes.
Abordaré distintos usos de la identificación presentes en Tótem y Tabú (1913), Duelo
y Melancolía (1917), Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1920) y El Yo y el
Ello (1923).

(Clase de consulta: en Duelo y Melancolía Freud introduce la identificación ante la


pérdida de objeto, la melancolía es patológica. En psicología de las masas se pregunta
si sobreviene siempre una identificación ante la pérdida de objeto. En El Yo y el Ello
generaliza, siempre que hay una pérdida de objeto hay identificación, ésta no siempre
es patológica).

OM
El concepto de incorporación oral fue un gran aporte a la noción de identificación en
la teoría psicoanalítica.
En Tótem y Tabú (1913) y, específicamente, en Duelo y Melancolía (1917), un sujeto
se puede identificar según un modo oral con el objeto perdido, por regresión a la
relación objetal típica de la fase oral.
.C
En las primeras ediciones de Tres Ensayos de Teoría Sexual (1905), Freud describía
la actividad oral bajo el aspecto relativamente limitado del placer de la succión. El
concepto va modificándose y, en 1914, dentro de lo que entonces era su teoría de las
DD
pulsiones (oposición entre pulsiones sexuales y pulsiones del yo o de
autoconservación), subraya que las dos actividades (sexual y alimentaria) se
encuentran íntimamente mezcladas en la incorporación de la fase oral de la libido.

En Tótem y Tabú (1913) Freud teoriza sobre el destino de la horda primordial,


LA

primera forma de organización social según Darwin, los enlaces de ella con el
totemismo y cómo todos esos procesos psíquicos se continuaron de una generación a
la otra hasta la actualidad.
FI

El análisis de Freud revela que el animal totémico es el sustituto del padre, y con
eso armoniza la contradicción de que estuviera prohibido matarlo (excepto en el
banquete totémico), y que su matanza se convierta en festividad. La actitud
ambivalente de sentimientos que caracteriza todavía hoy al complejo paterno


en los niños, y prosigue a menudo en la vida de los adultos, se extendería


también del animal totémico.

Si conjugamos la traducción que el psicoanálisis ha dado del tótem con el hecho


del banquete totémico y la hipótesis darwiniana sobre el estado primordial de la
sociedad humana, obtenemos la posibilidad de un entendimiento más profundo.
La horda primordial darwiniana no deja espacio alguno para los comienzo del
totemismo.
Hay ahí un padre violento, celoso, que se reserva todas las hembras para sí, expulsa a
los hijos varones cuando crecen. Ese estado primordial de la sociedad no ha sido
observado en ninguna parte. Lo que hallamos como la organización más primitiva,
que todavía estaba en vigor cuando escribía Freud en ciertas tribus, son las ligas de
varones compuestas por miembros de iguales derechos y sometidos a las
restricciones del sistema totemista, que heredan por línea materna. ¿Acaso lo
uno pudo surgir de lo otro?

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Si nos remitimos a la celebración del banquete totémico podremos dar una
respuesta: un día los hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al
padre, y así pusieron fin a la horda paterna. Unidos osaron hacer y llevaron a cabo
lo que individualmente les habría sido imposible. Que devoraran al muerto era cosa
natural para unos salvajes caníbales. El violento padre primordial era el arquetipo
envidiado y temido por cada uno de los miembros de la banda de hermanos. Y en el
acto de la devoración, consumaban la identificación con él, cada uno se
apropiaba de una parte de su fuerza.

El banquete totémico sería la celebración y repetición de aquella hazaña memorable y


criminal que dio origen a las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la
religión.

La banda de los hermanos amotinados odiaba a ese padre que era un obstáculo para
su necesidad de poder y sus exigencias sexuales, pero también lo amaban y

OM
admiraban. Estaban gobernados por los mismos sentimientos contradictorios que
podemos hallar en los niños y neuróticos, como contenido de la ambivalencia del
complejo paterno. (Concordancias entre la vida anímica de los salvajes y de los
neuróticos). .C
Tras eliminarlo, tras satisfacer su odio e imponer su deseo de identificarse con él,
forzosamente se abrieron paso las mociones tiernas avasalladas. Aconteció en la
forma del arrepentimiento; así nació una conciencia de culpa, que sigue vigente.
DD
El muerto se volvió aún más fuerte de lo que fue en vida. Lo que antes le había
impedido con su existencia, ellos mismos se los prohibieron ahora en la
situación psíquica de la “obediencia de efecto retardado”.
Revocaron su hazaña declarando no permitida la muerte del tótem (sustituto
paterno), y renunciaron a sus frutos, denegándose las mujeres liberadas.
LA

Prohíben el parricidio y el incesto.


Así, desde la conciencia de culpa del hijo varón, ellos crearon los tabúes
fundamentales del totemismo, que por eso mismo necesariamente coincidieron con
los dos deseos reprimidos del complejo de Edipo. Quien los contraviniera se hacía
culpable de los únicos dos crímenes en los que toma cartas la sociedad primitiva.
FI

_


En Duelo y Melancolía (1917) explica cómo se inscribe la pérdida de objeto, y


utiliza el concepto de la identificación para poder pensar estos dos estados.
El duelo es una reacción frente a la pérdida (real o afectiva) de un objeto amado,
que puede ser real (como una persona) o abstracto (como la libertad, la patria, el
ideal). Es un afecto normal, por el cual no es necesario ir a análisis.
Se lleva a cabo un proceso inconsciente: el trabajo de duelo, proceso identificatorio
(parcial) y desexualizante. Consiste en quitarles las conexiones libidinales al objeto
que se perdió, para que el yo vuelva a ser libre y desinhibido. Hay una vuelta de la
libido al yo. Lo normal es que prevalezca el acatamiento a la realidad, pero esto no
puede cumplirse enseguida, se ejecuta pieza por pieza, de manera lenta y dolorosa,
con un gran gasto de tiempo y de energía de investidura, y entretanto la existencia del
objeto perdido continúa en lo psíquico. A ello se opone una renuncia, el hombre no
abandona de buen grado una posición libidinal. Esa renuncia puede alcanzar tal
intensidad que puede producir un extrañamiento de la realidad y una retención del
objeto por vía de una psicosis alucinatoria.

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La pérdida debe pasar por el narcisismo.

La melancolía se halla fuera del campo de la neurosis. Se da un distanciamiento


máximo entre el Ideal del yo y el Yo, por lo que éste último se ve empobrecido.
Se caracteriza por el Delirio de Insignificancia, constantes autoreproches y
autodenigraciones al yo, una rebaja del sentimiento de sí. (QUE EN REALIDAD SON
HETEROREPROCHES). El melancólico describe a su yo como indigno, se hace
reproches, se denigra, castiga. No juzga que le sobrevino una alteración, cree que
nunca fue mejor. Sufren insomnio, repulsa del alimento, hay un desfallecimiento de la
pulsión que aferra a los seres vivos a la vida, una desmezcla pulsional. (narcisismo
primario)

En ambos estados sucede una cancelación del interés por el mundo exterior, y
una pérdida de la capacidad de amar, debido a la entrega incondicional al duelo,
que nada deja para otros propósitos e intereses.

OM
En la melancolía se puede hablar de una pérdida inconsciente. No sabemos qué se
perdió, o aún cuando para el enfermo es notoria la pérdida, cuando el enfermo sabe
qué o a quién perdió, pero no lo que perdió en él. Pérdida narcisista grave (p.ej.:
perder el lugar del hijo con la muerte del padre). Esto es diferente en el duelo en el
cual no hay nada inconsciente en cuanto a la pérdida. El objeto perdido es el yo
.C
mismo, por una regresión libidinal al estadio del narcisismo primario, en el que el yo y
le objeto de amor son uno solo.

El estudio de la melancolía permitió a Freud analizar la constitución íntima del yo.


DD
Encontramos una parte del yo que se contrapone a la otra, la critica, la toma por
objeto. Esta parte también tiene autonomía en otras situaciones, Freud establece que
hay fundamentos para separar permanentemente esta parte, del yo. Freud, en ese
momento, la llama Conciencia moral.
LA

Heteroreproche: Si se escucha con tenacidad al melancólico las más fuertes críticas a


sí mismo se adecuan muy poco a su persona. Muchas veces, con leves modificaciones,
se ajustan a la persona que el melancólico ama. Se disciernen autoreproches como
reproches contra un objeto de amor, que desde éste han rebotado sobre el yo propio.
FI

Hubo una elección de objeto; el cual se perdió y hubo un sacudimiento del vínculo con
el objeto. No sucedió el resultado normal, el trabajo del duelo.
La investidura del objeto fue poco resistente, fue cancelada, pero la libido libre no se
desplazó a otro objeto, sino que se retiró al yo. Allí sirvió para establecer una


identificación total del yo con el objeto resignado. La sombra del objeto cayó sobre
el yo. Entonces el yo pudo ser juzgado por una instancia particular como un objeto, el
abandonado.
“En el duelo, el mundo se ha hecho pobre y vacío; en la melancolía, eso le ocurre al yo
mismo”.
En la melancolía la Conciencia moral (ideal del yo) critica a una parte del yo que fue
modificado por una identificación total narcisista con el objeto perdido.
La pérdida del objeto desembocó en una pérdida del yo, hay un conflicto entre el yo y
el objeto amado, bipartición del yo crítico y el yo alterado por la identificación.

Finalmente, la melancolía hace el mismo trabajo que el duelo. Pero mientras el


duelo debe permitirle al sujeto renunciar al objeto perdido, para poder así
reencontrar su propia investidura narcisista y su capacidad de desear
nuevamente,

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la melancolía, al llevar al sujeto a renunciar a su yo, lo lleva a una posición de
renunciamiento general, de abandono, de dimisión deseante, que da cuenta del
fin de la melancolía: el pasaje al acto suicida, generalmente radical.

Elección de objeto sobre una base narcisista, por eso la investidura del objeto
regresa al yo si encuentra dificultades.

La identificación narcisista con el objeto es sustituta de la investidura de amor, como


resultado el objeto de amor no debe resignarse a pesar de no estar más. El hombre no
abandona de buen grado una posición libidinal. Corresponde a una regresión desde un
tipo de elección de objeto al narcisismo.

La identificación narcisista es la más originaria, y nos abre la comprensión de la


histérica.

OM
Identificación narcisista: Se resigna la investidura del objeto.
Identificación histérica: La investidura del objeto persiste y exterioriza un efecto
que habitualmente está circunscrito a ciertas accionas e inervaciones singulares.

Punto de vista tópico. La representación cosa inconsciente del objeto es


.C
abandonada por la libido, pero en realidad esta representación se apoya en
representaciones singulares (sus huellas inconscientes), y la ejecución de ese
quite de libido no puede ser un proceso instantáneo sino como en el caso del duelo un
proceso lento, que avanza poco a poco.
DD

Con el desarrollo de la obra freudiana, dentro de la última teoría de las pulsiones


(oposición entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte) se pondrá en evidencia la
unión de la libido y la agresividad. En la fase de organización oral de la libido, el
LA

dominio amoroso sobre el objeto coincide con el aniquilamiento de este.

La exposición más completa que intentó dar Freud sobre la identificación se


FI

encuentra en el capítulo VII de Psicología de las Masas y Análisis del Yo


(1920). Freud se pregunta cuál es la índole de las ligazones en el interior de la
masa.


En las neurosis se ha ocupado casi exclusivamente de la ligazón que establecen con


sus objetos las pulsiones de amor que persiguen metas sexuales directas. En la masa
no pueden tratarse de esta clase de metas. En las masas nos encontramos con
pulsiones de amor que están desviadas de sus metas originarias, de metas
sexuales inhibidas. Por el psicoanálisis descubrimos que existen otros mecanismos
de ligazón afectiva: identificaciones.

En este trabajo distingue tres modos de identificación: (Nombres según el programa)

 Identificación primaria, por incorporación: El psicoanálisis conoce la


identificación como la primera ligazón afectiva con otra persona, previa a toda
elección sexual. Desempeña un papel en la prehistoria del complejo de Edipo. El
varoncito manifiesta un particular interés hacia su padre; querría crecer y ser como él.
Toma al padre como su ideal. Esta conducta no debe ser vista como una actitud pasiva
o femenina hacia el padre. Al contrario, es masculina por excelencia. Se concilia muy
bien con el complejo de Edipo, al que ayuda a preparar.

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Luego, en el complejo de Edipo, el niño nota que el padre le significa un estorbo
junto a la madre; su identificación con él cobra entonces una tonalidad hostil, y pasa a
ser idéntica al deseo de sustituir al padre junto a la madre.
La identificación es ambivalente; puede darse vuelta hacia la expresión de la
ternura o hacia el deseo de eliminación. Se compara como un retoño de la fase oral,
en la que el objeto anhelado y apreciado se incorpora por devoración y así se aniquila
como tal.

 Identificación regresiva, por introyección de un único rasgo: Identificación en


la formación neurótica del síntoma. Supongamos ahora que una niña pequeña
reciba el mismo síntoma de sufrimiento que su madre, la misma tos martirizadora.
Ello puede ocurrir por diversas vías.
Síntoma de la persona odiada:
La identificación puede ser la misma que en el complejo de Edipo, que implica una
voluntad hostil de sustituir a la madre, y el síntoma expresa el amor de objeto por el

OM
padre; realiza una sustitución de la madre bajo el influjo de la conciencia de culpa.
Síntoma de la persona amada:
La identificación reemplaza a la elección de objeto; la elección de objeto ha regresado
hasta la identificación. Bajo las constelaciones de la formación de síntoma de la
represión y el predominio de los mecanismos del inconsciente, el yo tome sobre sí
las propiedades del objeto.
.C
Las dos la identificaciones son parciales, limitadas, toman prestado un rasgo
DD
único.

 Identificación sin previa ligazón erótica, por proyección de un punto del yo a


otro, respecto a un objeto que se rehúsa a la satisfacción: En este tercer caso la
identificación prescinde de la relación de objeto con la persona copiada. Por ejemplo,
LA

si una muchacha recibió una carta de su amado secreto, la carta despertó celos y ella
reaccionó con un ataque histérico, alguna de sus amigas, que saben del asunto,
pescarán este ataque por la vía de la infección psíquica. El mecanismo es el de la
identificación sobre la base de poder o querer ponerse en la misma situación. Uno de
los “yo” ha percibido en el otro una importante analogía en un punto; luego crea
FI

una identificación en ese puto. Influida por la situación patógena, esta


identificación se desplaza al síntoma que el primer “yo” ha producido. La
identificación por el síntoma pasa a ser así el indicio de un punto de coincidencia
entre los dos “yo”, que debe mantenerse reprimido.


La ligazón recíproca entre los individuos de la masa tiene la naturaleza de una


identificación de este tipo, y podemos conjeturar que esa comunidad reside en
el modo de la ligazón con el conductor.

En primer lugar: La identificación es la forma más originaria de ligazón afectiva con un


objeto.
En segundo lugar: Pasa a sustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía
regresiva, mediante la introyección del objeto en el yo.
En tercer lugar: Puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en
una persona que no es objeto de las pulsiones sexuales. Mientras más significativa sea
esa comunidad, tanto más exitosa podrá ser la identificación parcial y, así,
corresponder al comienzo de una nueva ligazón.

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En el capítulo VIII de Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1920) Freud
diferencia identificación de enamoramiento.
Identificación: El yo se enriquece con las propiedades del objeto, lo “introyecta”. El
objeto se pierde o se resigna; después se lo vuelve a erigir en el interior del yo, y el yo
se altera parcialmente según el modelo del objeto perdido. La identificación
presupone la resignación de la investidura de objeto. El objeto se pone en el lugar del
yo o en el lugar del ideal del yo.
Enamoramiento: El yo se empobrece, se entrega al objeto, le concede el lugar de su
ingrediente más importante. En el enamoramiento el objeto se ha mantenido y es
sobreinvestido como tal por el yo a sus expensas.

Las aspiraciones sexuales de meta inhibida (identificaciones) logran crear


ligazones muy duraderas entre los seres humanos. Esto se explica por el hecho de
que no son susceptibles de una satisfacción plena, mientras que las aspiraciones
sexuales no inhibidas experimentan, por obra de la descarga, una

OM
extraordinaria disminución toda vez que alcanzan su meta.

Todas estas elucidaciones han permitido a Freud indicar la fórmula de la


constitución libidinosa de una masa; al menos de una masa que tiene un conductor
y no ha podido adquirir secundariamente, por un exceso de organización, las
.C
propiedades de un individuo. La masa primaria es una multitud de individuos que
han puesto el mismo objeto, en el lugar de su ideal del yo, a consecuencia de lo
cual se han identificado entre sí.
La elaboración de la segunda tópica del aparato psíquico viene a demostrar el
DD
enriquecimiento y la importancia creciente del concepto de identificación: las
instancias de la persona ya no se describen en términos de sistemas donde se
inscriben imágenes, recuerdos, sino como los restos de diversos tipos de
relaciones de objeto. Este enriquecimiento del concepto de identificación no ha
LA

conducido, ni en Freud ni en la teoría psicoanalítica, a una sistematización que ordene


sus modalidades, sigue siendo un concepto abierto.

-
Finalmente, en el El Yo y el Ello (1923), Freud utiliza el concepto de la
FI

identificación para pensar la formación del Súper Yo y de la identidad sexual en


el desenlace del complejo de Edipo.


Suponemos la existencia de un grado en el interior del Yo, una diferenciación dentro


de él, que ha de llamarse Súper Yo.

Freud destaca que esclareció el sufrimiento doloroso en la melancolía mediante el


supuesto de que un objeto perdido se vuelve a erigir dentro del yo, una investidura de
objeto es relevada por una identificación. Tal sustitución participa en considerable
medida en la conformación del Yo, y contribuye a producir su carácter.
En la fase oral es imposible distinguir entre investidura de objeto e
identificación. Más tarde lo único que puede suponerse es que las investiduras
de objeto parten del ello, que siente las aspiraciones eróticas como necesidades.
El yo recibe noticia de las investiduras de objeto, les presta su aquiescencia, su
permiso o busca defenderse de ellas por la represión.
Si un tal objeto sexual es resignado no es raro que a cambio sobrevenga la alteración
del yo que es preciso describir como erección del objeto en el yo, lo mismo que
sucede en la melancolía. Quizás el yo, mediante esta introyección, facilite o posibilite
la resignación del objeto. Quizás esta identificación sea en general la condición bajo la
cual el ello resigna sus objetos. En un proceso muy frecuente, sobre todo en las fases

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tempranas del yo, y puede dar lugar a esta concepción: el carácter del yo es una
sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, contiene la historia de
estas elecciones de objeto.

Otro punto de vista enuncia que esta trasposición de una elección erótica de
objeto a una alteración del yo es un camino que permite al yo dominar al ello y
profundizar sus vínculos con él. Cuando el yo cobra rasgos del objeto, se impone
él mismo al ello como objeto de amor, busca repararle su pérdida diciéndole
“mira, puedes amarme también a mi; soy tan parecido al objeto…”.

La trasposición así cumplida de libido de objeto en libido narcisista conlleva una


resignación de las metas sexuales, una desexualización y, por tanto, una suerte de
sublimación. Esta mudanza tiene otra consecuencia.

Los efectos de las primeras identificaciones, serán “universales” y duraderos.

OM
Esto nos reconduce a la génesis del Ideal del Yo, pues tras éste se esconde la
identificación primera, y de mayor valencia de individuo, la identificación con
los progenitores de la prehistoria personal.
Las elecciones de objeto que corresponden a los primeros períodos sexuales y atañen
al padre y a la madre parecen tener su desenlace en una identificación de esta clase,
.C
reforzando de este modo la identificación primaria.
Estos nexos son mucho más complejos por dos razones: la disposición triangular del
complejo de Edipo y la bisexualidad constitucional del individuo.
DD
Con la demolición del complejo de Edipo (positivo) en el varoncito tiene que ser
resignada la investidura de objeto de la madre. Puede tener dos reemplazos; una
identificación con la madre o un refuerzo de la identificación padre. Estas
identificaciones no responden a nuestra expectativa, pues no introducen en el yo el
LA

objeto resignado, aunque este desenlace también se produce.


La salida y el desenlace de la situación del Edipo en identificación padre o
identificación madre parece depender, en ambos sexos, de la intensidad relativa de las
dos disposiciones sexuales.
Complejo de Edipo completo, positivo y negativo, dependiente de la bisexualidad
FI

originaria del niño. El varoncito no posee solo una actitud ambivalente hacia el padre,
y una elección tierna de objeto a favor de la madre, sino que también muestra la
actitud femenina tierna hacia el padre, y la correspondiente actitud celosa y hostil
hacia la madre (como una niña). Esta injerencia de la bisexualidad es lo que vuelve tan


difícil penetrar con la mirada las constelaciones (proporciones) de las elecciones de


objeto e identificaciones primitivas, y todavía más difícil describirlas en una sinopsis.
En efecto, la experiencia analítica muestra que, en una cantidad de casos, uno u otro
de los componentes de aquél desaparece hasta dejar apenas una huella registrable, de
suerte que se obtiene una serie, en uno de cuyos extremos se sitúa el complejo de
Edipo positivo, y en el otro el inverso, mientras que los eslabones intermedios exhiben
la forma completa con participación desigual de ambos componentes.

A raíz del sepultamiento del complejo de Edipo, las aspiraciones contenidas en él se


desmontan y desdoblan de tal manera que de ellas surge una identificación padre y
madre; la identificación padre retendría el objeto madre del complejo de Edipo
positivo en el varón; y el objeto padre del complejo de Edipo negativo retendría una
identificación madre. En la diversa intensidad con que se acuñen sendas
identificaciones se espejará la desigualdad de ambas disposiciones sexuales.

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Como resultado de la fase sexual gobernada por el complejo de Edipo, se puede
suponer una sedimentación en el Yo, que consiste en el establecimiento de estas
dos identificaciones (parentales), unificadas de alguna manera entre sí,
formando el Súper yo. Esta primera alteración del yo recibe su posición
especial, y se enfrenta al otro contenido del yo.
No es solo residuo de las primeras elecciones de objeto del Ello, sino que
también tiene la significatividad de una enérgica formación reactiva frente a
ellas. Su vínculo no se agota en la advertencia “así como el padre debes ser”, también
está presente la prohibición “así como el padre no te es lícito ser, no puedes hacer lo
que él hace, muchas cosas le están reservadas”.

Debemos reconocer al ello como el gran reservorio de la libido.

Uno tiene que distinguir dos variedades de pulsiones:


 Pulsión sexual o de Eros: es la más llamativa. Comprende la pulsión sexual no

OM
inhibida, genuina, las mociones pulsionales sublimadas y de meta inhibida (que
derivan de las primeras), y la pulsión de autoconservación. Persiguen la meta
de complicar la vida mediante la reunión, la síntesis, de la sustancia viva
dispersada en partículas, para conservarla.
 Pulsión de muerte: Es muda, por lo que actúa, pero no tiene representantes.
.C
En el sadismo opera una intricación de las pulsiones de muerte y las pulsiones
sexuales. Es la encargada de reconducir al ser vivo orgánico al estado inerte. En
un estado normal de la vida anímica existe la mezcla pulsional, pero cuando se
produce la desmezcla (por una baja en las pulsiones de vida) prima la pulsión
DD
de muerte, como en el caso de la melancolía. Las pulsiones de muerte son
tratadas de diversa manera por el individuo: en parte se las torna
inofensivas por mezcla con componentes eróticos, en parte se desvían
hacia afuera como agresión, pero en buena parte prosiguen su trabajo
LA

interior sin obstáculos (mudas).

En capítulos 4 y 5:
En la melancolía, el superyó puede convertirse en una suerte de cultivo de las
pulsiones de muerte.
FI

El ello es totalmente amoral.


El yo se empeña por ser moral.
El superyó puede ser hipermoral y, entonces volverse cruel contra el yo.


El superyó se ha engendrado por una identificación con el arquetipo paterno.


Cualquier identificación de esta índole tiene el carácter de una desexualización o de
una sublimación. Parece que a raíz de una tal trasposición se produce una desmezcla
pulsional.
Tras la sublimación, el componente erótico ya no tiene la fuerza para ligar toda
la destrucción aleada con él, la cual se libera como agresión y destrucción. Sería
de esta desmezcla de donde el ideal extrae todo el sesgo duro y cruel del
imperioso deber ser.

El superyó hiperintenso se abate con furia sin misericordia sobre el yo, como si se
hubiera apoderado de todo el sadismo disponible en el sujeto.
Lo que ahora gobierna en el superyó es una suerte de cultivo puro de la pulsión de
muerte, que a menudo logra efectivamente empujar al yo a la muerte, cuando el yo no
consigue defenderse de su tirano y se vuelca a la melancolía.

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Resumen del tema (guía para exponer)

 Identificación no es concepto cerrado


 Incorporación oral como aporte

 Tótem y tabú (1913): ES IDENTIFICACIÓN PRIMARIA (previa elección de


objeto)

 Conjunción de la hipótesis darwiniana (Padre, no observada) y la


traducción del psicoanálisis (Tótem, existente) para entendimiento más
profundo.
 Asesinato del padre primordial y banquete totémico (celebración y
origen).
 Contenido de ambivalencia del complejo paterno, y concordancia en la

OM
vida anímica de los salvajes y los neuróticos.
 Conciencia de culpa. El muerto se volvió más fuerte de lo que era en vida.
Ellos mismos se prohíben ahora, lo que él les había prohibido antes.
Prohibición del parricidio y el incesto. (Tabúes fundamentales del
totemismo coinciden con los dos deseos reprimidos del completo de
Edipo).
.C
 Duelo y melancolía (1917):
DD
 Cómo se inscribe la pérdida de objeto.
 Duelo, trabajo del duelo. Psicosis alucinatoria si el objeto se retiene por
un extrañamiento de la realidad.
 Melancolía. Patológico, no ocurre el trabajo de duelo. Distancia máxima
entre Ideal del yo y Yo (empobrecido).
LA

 Pérdida inconsciente, no se sabe lo que se perdió en lo que se perdió:


Pérdida narcisista grave (p.ej.: perder el lugar del hijo con la muerte del
padre). El objeto perdido es el yo mismo, por una regresión libidinal al
estadio del narcisismo primario, en el que el yo y le objeto de amor son
FI

uno solo.
 Delirios de insignificancia, autoreproches y autodenigraciones. Cree que
siempre fue insignifcante. Hay una desmezcla pulsional. Depresión
profunda.


 En ambos: Cancelación del interés por el mundo exterior, y pérdida de la


capacidad de amar, por entrega incondicional al duelo, que nada deja para
otros propósitos.
 Estudio de melancolía le sirve para estudiar la constitución íntima del yo.
Una parte del yo se le contrapone, lo critica, la llama conciencia moral.
 Heteroreproche en melancolía.
 Identificación total con el objeto perdido. La sombra del objeto cayó sobre
el yo. “En el duelo el mundo se ha hecho pobre y vacío; en la melancolía,
eso le ocurre al yo mismo” – Freud.
 La melancolía hace el mismo trabajo que el duelo. Pero mientras el duelo
debe permitirle al sujeto renunciar al objeto perdido, para poder así
reencontrar su propia investidura narcisista y su capacidad de desear
nuevamente, la melancolía, al llevar al sujeto a renunciar a su yo, lo lleva a
una posición de renunciamiento general, de abandono, de dimisión
deseante, que da cuenta del fin de la melancolía: el pasaje al acto suicida,
generalmente radical.

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 Psicología de las masas y análisis del yo (1920):

 Ligaduras libidinales entre los miembros, de pulsiones sexuales de meta


inhibida, como formadora de masa.
 Tres modos de identificación:
 Id. primaria, por incorporación: Identificación es la primera ligazón
afectiva, papel importante en la prehistoria personal. Niño quiere crecer y
ser como el padre, lo toma como su ideal. Conducta masculina. En el
complejo de Edipo, el padre es obstáculo. Identificación hostil, quiere
sustituirlo. Identificación es ambivalente: tierna u hostil. Id. retoño de
la fase oral, objeto anhelado y apreciado se incorpora por devoración y se
lo aniquila como tal.
 Id. regresiva, por introyección de un único rasgo: En la forma
neurótica del síntoma. Niña pequeña recibe la tos martirizadora de la

OM
madre. Dos identificaciones: con la persona odiada a la que se desea
sustituir, y a la persona amada, donde la elección de objeto regresa a la
identificación y toma sobre sí las propiedades del objeto. Ambas son
parciales, y toman prestado un rasgo único (tos).
 Id. sin previa ligazón erótica, por proyección de un punto del yo a otro,
.C
respecto a un objeto que se rehúsa a la satisfacción: Uno de los “yo” ha
percibida en el otro, una importante analogía en un punto, donde
establece una identificación. Influida por la situación patógena, la
DD
identificación se desplaza al síntoma que el primer yo ha producido. Ésta
identificación por el síntoma es un punto de coincidencia entre los dos yo,
que debe mantenerse reprimido.
La ligazón recíproca entre los individuos de la masa tiene una
identificación de esta naturaleza, y la comunidad reside en el modo de
LA

ligazón del conductor.


 Diferencias de identificación y enamoramiento.
 Aspiraciones sexuales de meta inhibida.
 La masa primaria es una multitud de individuos que han puesto el mismo
FI

objeto, en el lugar de su ideal del yo, a consecuencia de lo cual se han


identificado entre sí.
 Segunda tópica: las instancias de la persona ya no se describen en
términos de sistemas donde se inscriben imágenes, recuerdos, sino como


los restos de diversos tipos de relaciones de objeto.

 El yo y el ello (1923):

 Concepto de Identificación para pensar la formación del Superyó y de la


Identidad sexual, en el desenlace del Complejo de Edipo.
 Existencia de un grado en el interior del yo, una diferenciación, el Súper
Yo.
 En la melancolía: Una investidura de objeto es relevada por una
identificación. Sustitución: conformación del Yo, y su carácter.
 En la fase oral no se distingue entre las investiduras de objeto de las
identificaciones. Más tarde las investiduras de objeto parten del Ello. Yo
recibe noticia de eso, les presta su aquiescencia o busca defenderse por la
represión.
 Objeto sexual resignado => Alteración del yo, erección del objeto en el yo.
De esta manera podemos decir que el carácter del Yo es una

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sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, contiene la
historia de esas elecciones de objeto.
 Cuando el Yo toma los rasgos del objeto, se impone él mismo como objeto
de amor al Ello. Reparar su pérdida “soy tan parecido al objeto”.
 La trasposición de la libido de objeto en libido narcisista conlleva una
desexualización (por resignación de las metas sexuales) y por esto, una
suerte de sublimación.
 Los efectos de las primeras identificaciones serán universales y
duraderos.
 Génesis del Ideal del Yo: Identificación primera, la más importante del
individuo, la Id. con los padres de la prehistoria personal.
 Demolición del complejo de Edipo positivo, en el varón la investidura de
objeto de la madre es resignada. Consecuencia: Identificación con la
madre, o reforzamiento de la identificación con el padre, dependiendo de
la intensidad relativa de las disposiciones sexuales.

OM
 Lo que hace tan difícil ver las identificaciones y elecciones de objeto
tempranas, es la bisexualidad originaria del niño, causante del complejo
de Edipo completo (positivo y negativo): Actitud ambivalente hacia el
padre, elección tierna de objeto en la madre; actitud femenina tierna
hacia el padre, actitud celosa y hostil hacia la madre.

.C
Sepultamiento del Complejo de Edipo: las aspiraciones contenidas se
desmontan y de ellas surge la identificación padre y madre.
 Estas dos identificaciones parentales se sedimentan en el yo, formando el
DD
Súper Yo. Primera alteración del Yo, se opone a él. No es sólo residuo de
las primeras elecciones de objeto del Ello, tiene la significatividad de una
enérgica formación reactiva frente a ellas (prohibiciones).
 Dos tipos de pulsiones:
Pulsión de vida o de Eros: Comprende las pulsiones sexuales no
LA

inhibidas, las mociones pulsionales de meta inhibida y sublimadas y la


pulsión de autoconservación. Su meta es conservar la vida. Es “ruidosa”.
Pulsión de muerte: Encargada de reconducir al ser vivo orgánico al
estado inerte. Es muda, actúa pero sin representantes (ej. de la guerra).
FI

En el estado normal de la vida anímica, existe una mezcla pulsional, la


pulsión de muerte se siente y actúa cuando se produce la desmezcla (por
una baja en las pulsiones de vida), como en la melancolía. Son inofensivas
cuando están mezcladas con componentes eróticos, y en parte se


exteriorizan como agresión.


 Finalmente, en los capítulos 4 y 5: En la melancolía, el Súper Yo se
convierte en una suerte de cultivo para las pulsiones de muerte. Ello
amoral, Yo empeña por moral, Súper Yo puede ser hipermoral y volverse
cruel. Identificación desexualización, sublimación. Se produce una
desmezcla pulsional. El componente erótico ya no tiene fuerzas para ligar
la destrucción aleada en él, que se libera como agresión y destrucción. De
esta desmezcla toma el Ideal su sesgo duro y cruel, en su imperioso deber
ser.
El Súper yo hiperintenso e hipermoral se vuelca con furia sin misericordia
sobre el yo, como si se hubiera apoderado de todo el sadismo disponible
en el sujeto. El cultivo de la pulsión de muerte logra a menudo empujar al
sujeto a la muerte efectiva, cuando no puede defenderse de esta tiranía y
se vuelca a la melancolía, suicidio.

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