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El concepto de incorporación oral fue un gran aporte a la noción de identificación en
la teoría psicoanalítica.
En Tótem y Tabú (1913) y, específicamente, en Duelo y Melancolía (1917), un sujeto
se puede identificar según un modo oral con el objeto perdido, por regresión a la
relación objetal típica de la fase oral.
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En las primeras ediciones de Tres Ensayos de Teoría Sexual (1905), Freud describía
la actividad oral bajo el aspecto relativamente limitado del placer de la succión. El
concepto va modificándose y, en 1914, dentro de lo que entonces era su teoría de las
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pulsiones (oposición entre pulsiones sexuales y pulsiones del yo o de
autoconservación), subraya que las dos actividades (sexual y alimentaria) se
encuentran íntimamente mezcladas en la incorporación de la fase oral de la libido.
primera forma de organización social según Darwin, los enlaces de ella con el
totemismo y cómo todos esos procesos psíquicos se continuaron de una generación a
la otra hasta la actualidad.
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El análisis de Freud revela que el animal totémico es el sustituto del padre, y con
eso armoniza la contradicción de que estuviera prohibido matarlo (excepto en el
banquete totémico), y que su matanza se convierta en festividad. La actitud
ambivalente de sentimientos que caracteriza todavía hoy al complejo paterno
La banda de los hermanos amotinados odiaba a ese padre que era un obstáculo para
su necesidad de poder y sus exigencias sexuales, pero también lo amaban y
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admiraban. Estaban gobernados por los mismos sentimientos contradictorios que
podemos hallar en los niños y neuróticos, como contenido de la ambivalencia del
complejo paterno. (Concordancias entre la vida anímica de los salvajes y de los
neuróticos). .C
Tras eliminarlo, tras satisfacer su odio e imponer su deseo de identificarse con él,
forzosamente se abrieron paso las mociones tiernas avasalladas. Aconteció en la
forma del arrepentimiento; así nació una conciencia de culpa, que sigue vigente.
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El muerto se volvió aún más fuerte de lo que fue en vida. Lo que antes le había
impedido con su existencia, ellos mismos se los prohibieron ahora en la
situación psíquica de la “obediencia de efecto retardado”.
Revocaron su hazaña declarando no permitida la muerte del tótem (sustituto
paterno), y renunciaron a sus frutos, denegándose las mujeres liberadas.
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En ambos estados sucede una cancelación del interés por el mundo exterior, y
una pérdida de la capacidad de amar, debido a la entrega incondicional al duelo,
que nada deja para otros propósitos e intereses.
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En la melancolía se puede hablar de una pérdida inconsciente. No sabemos qué se
perdió, o aún cuando para el enfermo es notoria la pérdida, cuando el enfermo sabe
qué o a quién perdió, pero no lo que perdió en él. Pérdida narcisista grave (p.ej.:
perder el lugar del hijo con la muerte del padre). Esto es diferente en el duelo en el
cual no hay nada inconsciente en cuanto a la pérdida. El objeto perdido es el yo
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mismo, por una regresión libidinal al estadio del narcisismo primario, en el que el yo y
le objeto de amor son uno solo.
Hubo una elección de objeto; el cual se perdió y hubo un sacudimiento del vínculo con
el objeto. No sucedió el resultado normal, el trabajo del duelo.
La investidura del objeto fue poco resistente, fue cancelada, pero la libido libre no se
desplazó a otro objeto, sino que se retiró al yo. Allí sirvió para establecer una
identificación total del yo con el objeto resignado. La sombra del objeto cayó sobre
el yo. Entonces el yo pudo ser juzgado por una instancia particular como un objeto, el
abandonado.
“En el duelo, el mundo se ha hecho pobre y vacío; en la melancolía, eso le ocurre al yo
mismo”.
En la melancolía la Conciencia moral (ideal del yo) critica a una parte del yo que fue
modificado por una identificación total narcisista con el objeto perdido.
La pérdida del objeto desembocó en una pérdida del yo, hay un conflicto entre el yo y
el objeto amado, bipartición del yo crítico y el yo alterado por la identificación.
Elección de objeto sobre una base narcisista, por eso la investidura del objeto
regresa al yo si encuentra dificultades.
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Identificación narcisista: Se resigna la investidura del objeto.
Identificación histérica: La investidura del objeto persiste y exterioriza un efecto
que habitualmente está circunscrito a ciertas accionas e inervaciones singulares.
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padre; realiza una sustitución de la madre bajo el influjo de la conciencia de culpa.
Síntoma de la persona amada:
La identificación reemplaza a la elección de objeto; la elección de objeto ha regresado
hasta la identificación. Bajo las constelaciones de la formación de síntoma de la
represión y el predominio de los mecanismos del inconsciente, el yo tome sobre sí
las propiedades del objeto.
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Las dos la identificaciones son parciales, limitadas, toman prestado un rasgo
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único.
si una muchacha recibió una carta de su amado secreto, la carta despertó celos y ella
reaccionó con un ataque histérico, alguna de sus amigas, que saben del asunto,
pescarán este ataque por la vía de la infección psíquica. El mecanismo es el de la
identificación sobre la base de poder o querer ponerse en la misma situación. Uno de
los “yo” ha percibido en el otro una importante analogía en un punto; luego crea
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extraordinaria disminución toda vez que alcanzan su meta.
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Finalmente, en el El Yo y el Ello (1923), Freud utiliza el concepto de la
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Otro punto de vista enuncia que esta trasposición de una elección erótica de
objeto a una alteración del yo es un camino que permite al yo dominar al ello y
profundizar sus vínculos con él. Cuando el yo cobra rasgos del objeto, se impone
él mismo al ello como objeto de amor, busca repararle su pérdida diciéndole
“mira, puedes amarme también a mi; soy tan parecido al objeto…”.
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Esto nos reconduce a la génesis del Ideal del Yo, pues tras éste se esconde la
identificación primera, y de mayor valencia de individuo, la identificación con
los progenitores de la prehistoria personal.
Las elecciones de objeto que corresponden a los primeros períodos sexuales y atañen
al padre y a la madre parecen tener su desenlace en una identificación de esta clase,
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reforzando de este modo la identificación primaria.
Estos nexos son mucho más complejos por dos razones: la disposición triangular del
complejo de Edipo y la bisexualidad constitucional del individuo.
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Con la demolición del complejo de Edipo (positivo) en el varoncito tiene que ser
resignada la investidura de objeto de la madre. Puede tener dos reemplazos; una
identificación con la madre o un refuerzo de la identificación padre. Estas
identificaciones no responden a nuestra expectativa, pues no introducen en el yo el
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originaria del niño. El varoncito no posee solo una actitud ambivalente hacia el padre,
y una elección tierna de objeto a favor de la madre, sino que también muestra la
actitud femenina tierna hacia el padre, y la correspondiente actitud celosa y hostil
hacia la madre (como una niña). Esta injerencia de la bisexualidad es lo que vuelve tan
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inhibida, genuina, las mociones pulsionales sublimadas y de meta inhibida (que
derivan de las primeras), y la pulsión de autoconservación. Persiguen la meta
de complicar la vida mediante la reunión, la síntesis, de la sustancia viva
dispersada en partículas, para conservarla.
Pulsión de muerte: Es muda, por lo que actúa, pero no tiene representantes.
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En el sadismo opera una intricación de las pulsiones de muerte y las pulsiones
sexuales. Es la encargada de reconducir al ser vivo orgánico al estado inerte. En
un estado normal de la vida anímica existe la mezcla pulsional, pero cuando se
produce la desmezcla (por una baja en las pulsiones de vida) prima la pulsión
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de muerte, como en el caso de la melancolía. Las pulsiones de muerte son
tratadas de diversa manera por el individuo: en parte se las torna
inofensivas por mezcla con componentes eróticos, en parte se desvían
hacia afuera como agresión, pero en buena parte prosiguen su trabajo
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En capítulos 4 y 5:
En la melancolía, el superyó puede convertirse en una suerte de cultivo de las
pulsiones de muerte.
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El superyó hiperintenso se abate con furia sin misericordia sobre el yo, como si se
hubiera apoderado de todo el sadismo disponible en el sujeto.
Lo que ahora gobierna en el superyó es una suerte de cultivo puro de la pulsión de
muerte, que a menudo logra efectivamente empujar al yo a la muerte, cuando el yo no
consigue defenderse de su tirano y se vuelca a la melancolía.
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vida anímica de los salvajes y los neuróticos.
Conciencia de culpa. El muerto se volvió más fuerte de lo que era en vida.
Ellos mismos se prohíben ahora, lo que él les había prohibido antes.
Prohibición del parricidio y el incesto. (Tabúes fundamentales del
totemismo coinciden con los dos deseos reprimidos del completo de
Edipo).
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Duelo y melancolía (1917):
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Cómo se inscribe la pérdida de objeto.
Duelo, trabajo del duelo. Psicosis alucinatoria si el objeto se retiene por
un extrañamiento de la realidad.
Melancolía. Patológico, no ocurre el trabajo de duelo. Distancia máxima
entre Ideal del yo y Yo (empobrecido).
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uno solo.
Delirios de insignificancia, autoreproches y autodenigraciones. Cree que
siempre fue insignifcante. Hay una desmezcla pulsional. Depresión
profunda.
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madre. Dos identificaciones: con la persona odiada a la que se desea
sustituir, y a la persona amada, donde la elección de objeto regresa a la
identificación y toma sobre sí las propiedades del objeto. Ambas son
parciales, y toman prestado un rasgo único (tos).
Id. sin previa ligazón erótica, por proyección de un punto del yo a otro,
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respecto a un objeto que se rehúsa a la satisfacción: Uno de los “yo” ha
percibida en el otro, una importante analogía en un punto, donde
establece una identificación. Influida por la situación patógena, la
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identificación se desplaza al síntoma que el primer yo ha producido. Ésta
identificación por el síntoma es un punto de coincidencia entre los dos yo,
que debe mantenerse reprimido.
La ligazón recíproca entre los individuos de la masa tiene una
identificación de esta naturaleza, y la comunidad reside en el modo de
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El yo y el ello (1923):
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Lo que hace tan difícil ver las identificaciones y elecciones de objeto
tempranas, es la bisexualidad originaria del niño, causante del complejo
de Edipo completo (positivo y negativo): Actitud ambivalente hacia el
padre, elección tierna de objeto en la madre; actitud femenina tierna
hacia el padre, actitud celosa y hostil hacia la madre.
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Sepultamiento del Complejo de Edipo: las aspiraciones contenidas se
desmontan y de ellas surge la identificación padre y madre.
Estas dos identificaciones parentales se sedimentan en el yo, formando el
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Súper Yo. Primera alteración del Yo, se opone a él. No es sólo residuo de
las primeras elecciones de objeto del Ello, tiene la significatividad de una
enérgica formación reactiva frente a ellas (prohibiciones).
Dos tipos de pulsiones:
Pulsión de vida o de Eros: Comprende las pulsiones sexuales no
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