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Técnica de la perención

o caducidad de instancia
Sobre el autor

Abogado (U.N.C.). Doctor en Ciencias Jurídicas (U.C.A.). Docente univer-


sitario. Regular Member of The Supreme Court Historical Society (Was-
hington, D.C.). Miembro del Col.lectiu per la Investigació del Dret Pràctic
(Valencia, España). Mención especial Premio “Joven Jurista 2001” de la
Academia de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Premio “Diez Jóve-
nes Sobresalientes del año” de la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). Ex
director ejecutivo del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Socia-
les de Córdoba (1991-1994). Ex asesor (ad honórem) en la Convención Cons-
tituyente Municipal de Córdoba (1995).
LUIS R. CARRANZA TORRES

TÉCNICA DE LA PERENCIÓN
O CADUCIDAD DE INSTANCIA
Los tiempos que aniquilan al proceso

Prólogo de Mariano Arbonés


Asesores editoriales

Armando S. Andruet (h)


Manuel Cornet
Raúl E. Fernández
Edgar Domingo Gribaudo
Justo Laje Anaya
Julio C. Sánchez Torres
Guillermo P. Tinti

Carranza Torres, Luis R.


Técnica de la perención o caducidad de instancia / 1ª ed. / Córdoba /
Alveroni Ediciones / 2008
416 ps.; 21 x 16 cm

ISBN 978-987-643-006-7

1. Derecho Procesal Civil. I. Título


CDD47.05
Fecha de catalogación:17/06/2008

ISBN 978-987-643-006-7
COPYRIGHT © 2008, ALVERONI EDICIONES
Duarte Quirós 631 - P. B., L. 1 - Tel. (0351) 4217842 (5000) Córdoba
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www.alveroni.com
República Argentina

Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723


Se terminó de imprimir en la ciudad de Córdoba
en el mes de septiembre de 2008
Deseo dedicar la presente obra,
por democrático orden alfabético de apellidos a:

María Cristina Enrico de Pittaro, por la confianza y apoyo a un


joven abogado que quería escribir sobre el Derecho;

Patricia Sánchez, por la predisposición, el consejo


y la cordialidad de siempre, al escribir
sobre los ítems jurídicos menos comunes; y

Mercedes Urioste, por los sueños de justicia en común,


y por sus ayudas con esas lenguas extrañas
que suele adoptar el derecho comparado.
PRÓLOGO

“El tiempo es un problema para nosotros, un


tembloroso y exigente problema, acaso el más
vital de la metafísica; la eternidad, un juego o
una fatigada esperanza”.

Jorge L. Borges

Los “tiempos del Derecho” constituyen una categoría subor-


dinada del concepto genérico de “temporalidad”, entendida
como sucesión de los acontecimientos, polarizada por la esti-
mativa de “seguridad jurídica”. Pluralizo “tiempos” porque no
se nos presentan como factor esencial de todos los ordenamien-
tos normativos, ya sean sustanciales, ya sean formales, aunque
con distinta significación: programación del tiempo y cumpli-
miento del tiempo, que pueden unificarse en la realización del
Derecho por su observancia o imposición.
Por la naturaleza y materia del trabajo que tenemos el ho-
nor de prologar, si bien está referido a la temporalidad de los
actos procesales y a la función jurisdiccional, no podemos omi-
tir —por considerarlo aclaratorio— alguna breve referencia a
la “esencialidad del tiempo”, in genere, para luego poder ex-
plicar el problema crucial que depara el balance entre “tem-
pestividad” y “justicia”, cuyo instrumento es, precisamente, el
proceso jurisdiccional, ya se trate de “heterocomposición pri-
vada” (arbitraje) o de “heterocomposición pública” (judicial),
excluyendo las formas de “autocomposición” que exceden el
asunto que nos ocupa.
10 MARIANO ARBONÉS

La concepción del tiempo cronológico constituye un “obje-


to ideal”, a-empírico pero verificable cuantitativamente, que
descansa en la “intuición”. Su mensurabilidad es un recurso de
la limitada mente humana para dar una explicación práctica
del tema por asimilación a lo propio de los “objetos reales”,
característica propia del pensamiento científico, que sólo acep-
ta como materia lo que no se pueda medir o pesar; mas de algu-
na manera nos sirve para develar el misterio de la “eternidad”,
para lo cual no hay respuesta racional sino el consuelo de po-
der continuar preguntando… eternamente. Es lo mismo que
ocurre con la “espacialidad”, mensurable en tanto no se preten-
da abordar el problema de la “infinitud”.
En la Grecia clásica se distinguía entre “aión” (aiwn) y
“cronos” (cronoV). Con lo primero se designaba el tiempo de
vida, su duración, el destino de una existencia individual y
también la fuerza vital; de allí el origen del término “eón” con
que se designan unidades no normatizadas de tiempo (D E
ANQUÍN y B UELA nos hablan del eón iranio, que comienza con
Zarathustra; del eón griego, a partir de Sócrates, o del eón
cristiano, de Cristo); es decir que responden a un criterio
mensurativo, aunque es también, desde el punto de vista
etimológico, el origen de las “edades” históricas (del latín
aevum). Con “cronos”, entonces, se significaba la mensuración
del tiempo o el tiempo mensurable y por comparación, tam-
bién, al tiempo infinito. Éste es el origen de la “cronología” o
ciencia de la medición del tiempo transcurrente, como deriva-
ción de Crono o Saturno (cronoV), quien en la mitología griega
era hijo de Urano (OuranoV : uranós, bóveda celeste) y de Gea
(Gaia: jaia, tierra personificada). La simbología es clara: el
tiempo es la resultante de una simbiosis entre el cielo y la Tie-
rra.
De lo expuesto se sigue que el fraccionamiento del tiempo
cronológico o fluyente guarda directa relación con el movimien-
to del cosmos en lo atinente a unidades de medida: años, una
revolución de la Tierra alrededor del Sol; días, una revolución
sobre sí misma. Pero como las horas son divisiones convencio-
PRÓLOGO 11

nales sólo condicionadas por los husos horarios, cuando quere-


mos aplicar aquellos conceptos a la realidad tangible, las repre-
sentamos en normas reguladoras del mundo de la naturaleza
o del de las relaciones interhumanas. Las primeras son produc-
to de la observación o la experimentación: tiempos de caída de
un objeto, tiempo de desarrollo de un cultivo, etc.; en cambio,
las otras son producto de la “programación” de los hechos o
actos generados por las necesidades de la convivencia comuni-
taria (alteridad): para el cumplimiento de las obligaciones,
para la persistencia de las acciones, para el mantenimiento de
las expectativas, etc. A estos plazos admitidos convencional-
mente por consenso o decididos voluntariamente por los suje-
tos, es lo que consideramos “tiempos del Derecho”, es decir,
períodos útiles establecidos por la ley de convenciones de las
partes para la realización de los actos con relevancia jurídica.
Ese concepto, a su vez, está relacionado con el de “irreversi-
bilidad del tiempo”, llamado por PRIGOGINE “flecha del tiempo”
en función de la segunda ley de la termodinámica que CLAUSIUS,
en 1865, asociara con el concepto de “entropía” (de entropé —
“entropé”—, conversión, y de entrwgw —“entrójo”—, devorar,
tragar, es decir, destrucción de la materia, el tiempo o las co-
sas).
La primera ley de la termodinámica enuncia que “la energía
del universo es constante”, por lo que se generan procesos “re-
versibles”, donde la entropía aparece constantemente. La se-
gunda ley de la termodinámica consigna: “la entropía del uni-
verso crece hasta un máximo” y corresponde a los procesos
“irreversibles”, precisamente, por ser sus generadores.
Ya podemos advertir la relación entre lo expuesto y el tema
del trabajo que nos concita: la influencia del tiempo en el de-
sarrollo del proceso, su básica irreversibilidad (preclusión y
consumo jurídico) —salvo casos de nulidad— y el efecto des-
tructor o transformador de las situaciones normativamente re-
guladas.
Esto lo hemos expuesto a fin de cumplir con la exigencia del
principio lógico de “razón suficiente”, aplicado conforme a las
12 MARIANO ARBONÉS

cuatro raíces de SCHOPENHAUER: la causa —el devenir—, el cono-


cer, el ser y el obrar, que es la motivación. “Todas las cosas
deben tener una razón suficiente por la cual son lo que son y no
otra cosa” reza el principio expositivo básico propuesto por
LEIBNITZ; por lo tanto, si no hay razón o es insuficiente, las obras
caen en el campo de la “arbitrariedad”. Esto nos sirve para
explicar por qué ciertas instituciones son como son; por qué —
por ejemplo— el proceso judicial se divide en tres etapas bási-
cas (introducción de las cuestiones, verificación probatoria de
los extremos fundantes y evaluación de lo actuado por los su-
jetos de la litis, primero, y, finalmente, por el juez); por qué hay
procesos más acotados y otros distendidos; por qué los sistemas
formales se adecuan al derecho sustantivo que deben realizar,
etcétera.
Aunque a la ortodoxia le resulte crispante, con el debido
respeto me permito señalar un caso típico de inexistencia de
razón suficiente: la nota al art. 1072 del Código Civil, en la que
se explica el concepto de “delito” (que no define el Código Pe-
nal), consigna que la palabra “delito”, en derecho civil, tiene una
significación distinta de la que tiene en derecho criminal: en el
primero se refiere a toda acción ilícita (del latín licet, en el sen-
tido de permitido) por la que se perjudican los derechos de
otro, con intencionalidad de dañar y consciente deliberación;
en cambio, “En el derecho criminal, designa toda infracción de-
finida y castigada por la ley penal” (principio de tipicidad). A
todas luces, es ilógico que la determinación de los hechos o
actos punibles pueda depender de su descripción en las leyes,
pues ello no nos devela la esencia del instituto, no nos respon-
de a las preguntas ¿qué es delito? o ¿por qué algún acto o hecho
determinado es calificable de tal?
El concepto señalado, desde una perspectiva lógica, invo-
lucra una infracción a las “reglas de derivación”, toda vez que
la asignación del carácter delictual a una conducta no puede
descansar en la voluntad del legislador, sino surgir de las con-
diciones específicas de su perpetración en función de los bie-
nes jurídicos tutelados, además de encuadrar sistemáticamen-
PRÓLOGO 13

te en el ordenamiento normativo. Lo contrario infringe las


condiciones de atingencia que, por ende, vician el razonamien-
to: en el caso señalado, de la voluntad del legislador no puede
derivarse la legitimidad de la normativa dictada por él, porque
ello podría hacer lícito el error o el abuso, pues la legitimación
debe ser consecuencia de la concordancia entre la norma y la
naturaleza del hecho o acto al que se refiere, independiente de
la voluntad de quien la haya pergeñado o sancionado. Una cosa
es “legitimidad” y otra, “legitimación”. La primera es una vir-
tud intrínseca y autónoma de la norma; la segunda se confun-
de con justificación y ésta no se la puede proveer la razón po-
lítica de ser emanada de los representantes del pueblo, que la
“legitima” como acto de poder pero no la “legitimiza” como acto
razonablemente válido.
Lo antedicho tiene fundamental importancia al momento
de abordar la tarea de reformular las leyes, y especialmente las
disciplinarias, como las procesales. La primera preocupación,
conforme con una adecuada “técnica legislativa” —materia sis-
temáticamente ignorada o aviesamente ocultada, en la prác-
tica legisferante y en los estudios de derecho—, es indagar
sobre la esencia o razón de ser de los institutos, enfocados te-
leológicamente por la estimativa suprema realización de la
justicia.
Aquí hace su necesaria aparición el concepto de “proceso
justo”, sobre el cual tanto se ha hablado y se sigue hablando.
Para desentrañar su sentido debemos partir de la base que sig-
nifica la posibilidad de considerar, axiológicamente estimable,
el proceso como tal o neutro a los juicios de valor.
Nos enrolamos en la primera posición. Creemos que el pro-
ceso puede ser justo o injusto, pero no lo podemos confundir con
el “debido proceso legal” (due process of law). Un proceso pue-
de ser legalmente correcto y sin embargo consagrar una injus-
ticia en cuanto a las garantías de bilateralidad y equilibrio, por
ejemplo.
Llegamos así al punto álgido de la cuestión: la relación u
opción entre dilatación del proceso y justicia, y, en su caso, si el
14 MARIANO ARBONÉS

“truncamiento” —como decía CLARIÁ— de la instancia


propende a una mejor justicia o consagra una injusticia. He aquí
el gran dilema.
La duración excesiva del trámite conspira contra la efecti-
vidad de la justicia, pues como sostiene COUTURE, “en materia
procesal el tiempo es más que oro, es justicia”, de lo que se si-
gue que la justicia extemporánea, prácticamente, no lo es.
La rémora del proceso latino radica en la suma de inciden-
cias. Los ingleses han solucionado el problema en ese aspecto,
consagrando la “inapelabilidad de las interlocutorias”, aunque
luego se admitan hasta cuatro instancias revisivas, famosa
doctrina del Código austriaco que, pese a las advertencias de
CHIOVENDA, todavía no arraigó en los sistemas de origen romanis-
ta. En alguna medida es el método de nuestro proceso abrevia-
do y ejecutivo (arts. 515 y 559, inc. 1, CPCCCba.).
Como primera reflexión corresponde señalar la naturaleza
de los tiempos del proceso. Todos claman por una justicia rá-
pida y efectiva, sin advertir que, como dijera Gregorio MARAÑÓN,
“La rapidez, que es una virtud, engendra un vicio que es la pri-
sa”. Por esto es que nosotros hemos preferido designar como
virtud propia de la instancia la “tempestividad”, es decir, no tan
rápida que se consagre una tropelía —como tributo a la premu-
ra—, ni tan lenta que, como dijera Marco DENEVI, “cuando llegue
se confunda con la buena suerte”, si la decisión es favorable,
desde luego. Pero, claro, el sello distintivo de la actual civili-
zación radica en que “El tiempo es la nueva religión de nuestra
época. Somos adictos a la velocidad”, como lo definen los suce-
sos Ridderstrale y Nordström (Funky Business). En suma, vi-
vimos apurados para no llegar a ninguna parte, que es lo que nos
hizo sostener que estamos sumidos en una “crisis de presentis-
mo”, derivada de la indiferencia por el pasado y el desinterés
por el porvenir; lo que cuenta es el “hoy y ahora”: “¡O tempora
o mores!”, deploraba ya Cicerón (106 - 44 a.C.).
El politólogo José Antonio RIESCO sintetizó el problema en
una proposición alternativa que condensa la cuestión que nos
concita, en los siguientes términos: “Siempre será necesario
PRÓLOGO 15

determinar si, en nombre de la justicia, vale la pena destruir la


seguridad jurídica” (Teoría del Estado contemporáneo). Éste es,
escuetamente, el gran dilema a que nos refiriéramos ut supra.
Se han urdido muchas pretensas soluciones al problema,
pero sigue en vigencia el viejo refrán español “Las cosas de pala-
cio, van despacio”, como lo describe Mariano José DE LARRA en su
inolvidable “Vuelva Ud. mañana” (Artículos, 14/01/1883), pero
la situación no varía, salvo para el Fisco —obviamente— con la
creación del fuero y procedimiento especial en lo fiscal, viola-
torio del art. 16 de la Constitución Nacional cuando veda los
“fueros personales”. ¿O es que el Fisco no reviste el carácter de
persona jurídica?... (art. 33, inc. 1, CC). Lo hemos dicho hace
mucho —y no nos cansaremos de repetirlo—: un “Estado de
Derecho” se manifiesta cuando, frente a una acción jurisdic-
cional, el poder público se encuentra en un pie de igualdad
con el administrado, pues como señalara MONTESQUIEU, “No es
menester mucha probidad para que un gobierno monárquico o
despótico, se mantenga o se sostenga. La fuerza de las leyes en
el uno, el abrazo del Príncipe siempre alzado en el otro, lo arre-
gla o contiene todo; pero en un Estado popular es preciso un re-
sorte más cual es la virtud” (Del espíritu de las leyes, libro III,
capítulo III).
Nosotros, irreverentemente, nos permitimos agregar que
esa “virtud”, en el régimen republicano, se manifiesta en la
supresión de los “privilegios” injustificados y las posibilidades
de control efectivo, por el pueblo liso y llano, de los desbordes
del poder.
Pero cuando un pueblo, que cree vivir republicanamente,
pierde la capacidad de reaccionar frente a la injusticia concreta
o potencial, padece pasivamente su destino bajo el yugo de una
“dictadura democrática”.
Una de las “soluciones” urdidas para mitigar la dilatación
de los procesos judiciales y administrativos, ha sido la de ins-
tituir el arbitrio de la “perención de la instancia”, con el soco-
rrido argumento de enervar la dilatación del trámite de las
causas pero con lo cual se prioriza el tiempo sobre la justicia.
16 MARIANO ARBONÉS

Si nuestro sistema procesal civil es de tipo “dispositivo”, no


cabe duda de que las partes son las “dueñas” del proceso que
arbitra el Estado, de lo que se sigue que, puesta en marcha la ma-
quinaria judicial o administrativa, son aquellas las que adquie-
ren el débito funcional de instar el progreso del trámite, y esa
“carga” debe pesar igualmente sobre todos los sujetos de la litis.
Todo estriba en considerar al proceso como un instrumento
para hacer justicia o un mero juego agonal para impedirlo. El
Estado no puede admitir que se lo “use” para fines espurios,
porque ello involucra renuncia a su función primigenia, que es
la de garantizar “la paz social” (doctrina del caso “Henningsen
vs. Bloomfield Motors Inc.”, Nueva Jersey, 1960, 32 NJ 358 161
A 2d 69), y el mero transcurso del tiempo, como forma de lograr
justicia, es una “especulación espuria” cuya gran perdedora es
la Justicia; toda vez que la decisión que acoge el planteo no re-
suelve, honestamente, a quién asiste razón jurídica o fáctica,
sino que se traduce en un “premio” a la mayor diligencia con
resentimiento del sistema jurídico, teóricamente instituido
para dar “a cada uno lo suyo” (Justitia est constans et perpetua
voluntas jus suum cuique tribuendi, en ULPIANO, Digesto, libro
I, tomo I, ley 10). Por lo tanto, si ninguna de las partes insta el
proceso, ello evidencia un desinterés en el progreso de la ins-
tancia por ambas.
En homenaje al principio de bilateralidad, transcurrido un
plazo que fija la ley, y a los fines de enervar la permanencia del
conflicto, la regulación debe establecer un sistema equilibra-
do, como podría ser una decisión “de oficio” del Tribunal, con-
vocando a ambas partes para que decidan si continúan con el
proceso o carece de interés “para ellas”, y que lo manifiesten en
el plazo que fije la ley bajo apercibimiento, recién, de declarar
caduca la instancia e imponer las costas por su orden.
De mantenerse el sistema actual, y a los fines de evitar que
el planteo de caducidad opere como una “puñalada florentina”,
propusimos que se instituyera una incidencia como un P.V.E.,
por ejemplo, que podría denominarse “prepara perención de
instancia”, mediante la cual, presentando el asunto, se
PRÓLOGO 17

convocare al actor o al incidentista o al recurrente, según fuere,


para que en el término perentorio de tres días exhiba alguna
constancia documental que acredite haber instado el proceso
(con virtualidad impulsoria), bajo apercibimiento de “admitir”
el incidente de perención y sin perjuicio de que, ante la exhibi-
ción tardía de dicha constancia, se rechace el pedido de cadu-
cidad, aun cuando las costas hayan sido soportadas por la par-
te actora que no se acogió oportunamente a la convocatoria. De
esta forma se evitarían “sorpresas” y la especulación del renuen-
te a exhibir la prueba documental en el período preparatorio,
reservándola como fundante de la oposición.
Esas proposiciones de lege ferenda no resuelven la alterna-
tiva entre priorización de los tiempos del proceso por sobre la
justicia, pero, de adoptarse, pueden mitigar los efectos de un ins-
tituto que, de acuerdo con cierta corriente doctrinaria seria, se
encuentra en vías de desaparición.
No obstante, y tal como están las cosas —aunque estén mal—
el trabajo del autor constituye un esfuerzo ponderable y bien
fundado para internarnos, con confianza, en el laberinto formal
que depara la “perención de la instancia”.

Mariano Arbonés
febrero de 2008
INTROITO

Ésta resulta ser una obra nacida de la conjunción (queda a


juicio del lector en qué forma y proporción se ha operado) del
estudio de los aspectos teóricos del instituto dentro del géne-
ro del proceso, y de las experiencias acerca de su aplicación
que depara la práctica profesional.
Hemos procurado de tal modo, brindar una exposición pre-
cisa y sumaria, pero completa, respecto de los aspectos referi-
dos a la perención o caducidad de instancia, en sede judicial o
administrativa, y tanto a nivel nacional como de nuestra pro-
vincia.
Asimismo, hemos incorporado algunas referencias al siste-
ma procesal de la provincia de Buenos Aires, en lo que éste se
distingue del patrón nacional.
El instituto de la perención o caducidad de instancia, como
nos dice CASTELÁN1, debe su existencia al proceso. Y si bien por
su mecánica podría restringirse a la esfera de lo procesal, por
la implicancia de sus efectos (prescripción de derecho, respon-
sabilidad profesional), se halla igualmente vinculado con as-
pectos sustanciales no menores. Y en no pocas oportunidades,
sus efectos se proyectan en las relaciones de fondo.
Una nutrida colección de libros y otras publicaciones de
prestigiosos autores se han referido a dicho instituto, tanto en
nuestro país, como en otros ordenamientos jurídicos que recep-
tan igualmente la figura. Ya fuera tratándolo de modo autóno-
mo, o como parte de obras más amplias de derecho procesal.

1
CASTELÁN, Marcelino, “Perención de instancia”, en Enciclopedia Jurídica
Omeba, t. XXII, Driskill S.A., Buenos Aires, 1979, p. 44.
20 LUIS R. CARRANZA TORRES

Este libro parte de ellos, sin pretensión de colocarse a su


altura. Buscando, presentar, como ya se ha expresado, en for-
ma clara y sencilla, un panorama completo acerca de las dife-
rentes implicancias de su funcionamiento, a fin de lograr un
compendio de los conceptos y explicaciones necesarios para
posibilitar un mapa de ruta básico, que pueda guiar a los actua-
rios del derecho, tanto para sus aspiraciones de simple cono-
cimiento, como de despejar dudas acerca de situaciones de la
realidad forense.
La creciente complejidad que se advierte en el curso de la
historia contemporánea ha tenido, necesariamente, su inci-
dencia en la administración de justicia al multiplicar fueros y
regulaciones procesales, lo que se refleja en la materia que nos
ocupa.
Desde ya, y como podrá ver el lector en la estructura y con-
tenido de la obra, dejamos sentada nuestra postura a favor de
la concepción de la unidad del proceso. Y, para ser consecuen-
tes con ella, frente a la realidad diversa de ordenamientos pro-
cesales (a veces producidas más en virtud de recelos forales que
por necesidades reales, hay que reconocerlo), es que se trata el
instituto, si bien tomando como base el ordenamiento procesal
civil y comercial, con referencia a los aspectos específicos que
presenta en los distintos fueros, así como respecto de procesos
previstos por leyes especiales.
Se ha incluido también en la presente obra, por entenderlo
de utilidad, a más del estudio comparativo y comentado de los
ordenamientos nacional y provincial, sumarios de jurispruden-
cia respecto de cada tema, así como gráficos, cuadros y mode-
los de presentaciones respecto de los aspectos cruciales de esta
figura procesal en análisis.
No puedo terminar este introito, sin agradecer a los direc-
tivos y personal de la Biblioteca Juan Bautista Alberdi del
Colegio de Abogados de Córdoba, por ese constante esmero y
predisposición en la búsqueda de fallos y doctrinas, sin impor-
tar su antigüedad o la carencia de algunos datos: María José
Moroni, Viviana Risso, Nydia Allende, Karen Pardo, Cristina
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 21

Zidek, Andrea Juez y Raquel Bregaglio. En el mismo sentido,


debo igualmente dar las gracias a Marisa Garza, que desde la
base documental de Foro de Córdoba, me ha prodigado con un
sinnúmero de jurisprudencias y publicaciones recientes. Y a
Federico Gacharich, por esa capacidad de traducir la norma le-
gal a un esquema gráfico fácilmente entendible.
Permítaseme también recordar, con un sentido de profun-
da gratitud, y a poco más de diez años de mi graduación como
abogado, a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional de Córdoba, donde tuve el placer de em-
pezar a conocer el Derecho. En esta década larga, por motivos
profesionales y de docencia, desde lugares varios, redescubrí
y aprendí a valorizar en su cabal dimensión ese alma mater que,
a veces admirada y otras envidiada, en ningún sitio era desco-
nocida o resultaba indiferente.
Ut portet nomen meum coram gentibus. Hemos procurado,
en lo poco o en lo mucho, y como tantos otros, ser fieles a ese es-
píritu.

Luis R.Carranza Torres


Córdoba, mayo de 2008
PRINCIPALES ABREVIATURAS
Y ACRONISMOS EMPLEADOS

A Auto
Ac. Acuerdo
AI Auto Interlocutorio
ANA Administración Nacional de Aduanas
AS Acuerdos y sentencias de la Suprema Corte
de la Provincia de Buenos Aires
BCECyC Boletín de la Cámara Nacional Especial Civil
y Comercial
BCN Boletín de la Cámara Nacional Comercial
BCRA Banco Central de la República Argentina
BJC Boletín Judicial de Córdoba
BJChubut Boletín Judicial de Chubut
BJER Boletín Judicial de Entre Ríos
BJLP Boletín Judicial de La Pampa
C Cámara
CAC Colegio de Abogados de Córdoba
C.Apel. Cámara de Apelaciones
Cba. Córdoba
CC Código Civil
CCiv. y Com. Cámara Civil y Comercial
CCiv, Com, Flia y Trab. Cámara Civil, Comercial, Familia y Trabajo.
CJ Comercio y Justicia
CN Cámara Nacional
CNA Constitución de la Nación Argentina
CPACF Colegio Público de Abogados de la Capital Federal
CPC Constitución de la Provincia de Córdoba
CPCCN Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
CPCCBA Código Procesal Civil y Comercial
de la Provincia de Buenos Aires
CPCCP Código Procesal Civil y Comercial
de la Provincia de Córdoba
CSJN Corte Suprema de Justicia de la Nación
CT Cámara del Trabajo
DJ Doctrina Judicial
DJBA Diario de Jurisprudencia
(Boletín Judicial de Buenos Aires)
24 LUIS R. CARRANZA TORRES

DT Derecho del Trabajo


ED El Derecho
EN Estado Nacional
FC Foro de Córdoba
Gaz. Pal. Gazette du Palais
GI Giurisprudenza Italiana
J Juris (Santa Fe)
JA Jurisprudencia Argentina
JSJ Jurisprudencia San Juan
LCQ Ley de Concursos y Quiebras
LL La Ley
LLC La Ley Córdoba
LNPA Ley Nacional de Procedimientos Administrativos
LPPA Ley Provincial de Procedimientos
Administrativos
LSJ La Semaine Juridique
Nom. Nominación
PTN Procuración del Tesoro de la Nación
PVE Prepara vía ejecutiva
Riv. dir. Proc. Rivista di diritto processuale
Riv.trim.dir. proc.civ. Rivista trimestrale di diritto e procedura civile
Rev.trim. dro.civ. Revue trimestrielle de droit civil
S Sentencia
SAIJ Sistema Argentino de Informática Jurídica
SC Suprema Corte
SCBA Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires
TD Tribunal de Disciplina
TSJ Tribunal Superior de Justicia
T. Trab. Tribunal del trabajo
TySS Trabajo y Seguridad Social
VA Ventiquattrore Avvocato (revista jurídica)
Z Zeus
ZC Zeus Córdoba
Capítulo 1
CONCEPTO Y NATURALEZA. ESPECIES
Y ELEMENTOS CARACTERIZANTES

1.1. NORMA NACIONAL

Art. 310. Plazos. Se producirá la caducidad de instancia cuando no


se instare su curso dentro de los siguientes plazos:
1. De seis meses, en primera o única instancia.
2. De tres meses, en segunda o tercera instancia y en cualquiera de las
instancias en el juicio sumarísimo, en el juicio ejecutivo, en las ejecucio-
nes especiales y en los incidentes.
3. En el que se opere la prescripción de la acción, si fuere menor a los
indicados precedentemente.
4. De un mes, en el incidente de caducidad de instancia.
La instancia se abre con la promoción de la demanda aunque no hu-
biere sido notificada la resolución que dispone su traslado y termina con
el dictado de la sentencia.

1.2. NORMA PROVINCIAL


Art. 339. Petición de parte. La perención de instancia sólo puede
ser declarada a petición de parte y se producirá cuando no se instare su
curso dentro de los siguientes plazos:
1) Un año, en primera o única instancia.
2) Seis meses en los procedimientos incidentales y en segunda o ul-
terior instancia.
26 LUIS R. CARRANZA TORRES

3) En el que se opere la prescripción del derecho si fuere menor a los


indicados precedentemente.
4) De un mes, en el incidente de perención de instancia.
La instancia se abre con la promoción de la demanda aunque no hu-
biere sido notificada la resolución que la dispone.

1.3. COMENTARIO

1.3.1. Concepto

Se la ha conceptualizado, desde el ordenamiento procesal


galo clásico, como el aniquilamiento de todos los actos proce-
sales cumplidos en un juicio, que puede peticionar el deman-
dado contra el demandante o demandantes, cualquiera sean,
cuando ha corrido cierto plazo sin que se haya hecho ningún
acto de procedimiento1.
Resulta ser una forma anormal de conclusión del proceso,
al sobrevenir en el curso del mismo la inacción útil de las par-
tes por el tiempo fijado en la ley, sin que en tal lapso haya ocu-
rrido actuación impulsora del pleito.
En este sentido, la caducidad, llamada también perención,
supone un abandono de la instancia2.

1.3.2. Naturaleza

Casi en todos los tiempos de las sociedades organizadas en


derecho, ha sido advertida la necesidad de señalar dentro del
proceso civil, un término a la sustanciación del litigio, sea a fin
de asegurar los intereses de parte, sea por perseguir un obje-
tivo general de asegurar la justicia, o para desembarazarse de

1
CAPITANT, Henri (dir.), Vocabulario jurídico, Depalma, Buenos Aires, 1979, p. 324.
2
OSSORIO, Manuel, Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales,
Heliasta, Buenos Aires, 1994, ps. 144 y 145.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 27

las obligaciones remanentes de procesos de larga data con poco


o nulo movimiento3.
Comencemos por señalar que la caducidad tiene su base, no
en un acto jurídico, sino un hecho objetivo: la paralización del
trámite del proceso por un lapso determinado, que ocurre por
el transcurso del tiempo sin la realización de hechos o actos pro-
cesales impulsorios, dentro de un proceso pendiente.
Como nos dice FALCÓN, en el diccionario de la Real Academia
Española (edición 1992), la palabra caducidad aparece como
derivada del derecho sustancial cuando se define como: “Acción
y efecto de caducar, perder su fuerza de ley o de derecho”. Y como
una variante específica de dicho término es que aparece la noción
de caducidad de la instancia, de la que se expresa: Presunción le-
gal de que los litigantes han abandonado sus pretensiones cuando,
por determinado plazo se abstienen de gestionar en los autos4.
Frente al interés de la actora en que el proceso se manten-
ga en curso, se alza el interés de la demanda en verse liberada
de él cuando han transcurrido los plazos de ley, siendo tan le-
gítimo y atendible este último como el primero, máxime si ad-
vertimos que la adquisición de tal derecho por la accionada se
cimenta en la omisión, por parte de la promotora del proceso,
de los actos conducentes a su mantenimiento (art. 512, Código
Civil; arts. 315 y 316, CPCCN; arts. 343 y 345 CPCCP).
Es por ello que la caducidad de instancia, a la par de ser un
instrumento que tiene por fin mantener activo el proceso,
constituye un derecho de naturaleza procesal para el deman-
dado, desde el momento que el código ritual lo autoriza a peti-
cionarla, operando en su favor ante la comprobación del venci-
miento de los plazos señalados al efecto por la norma procesal.
Constituyéndose, por tanto, en una materialización instrumen-
tal del derecho al debido proceso, en cuanto a la duración razo-
nable de los litigios.

3
Véase al respecto VACCARELLA, Romano, Inattività delle parti ed estinzione del
processo di cognizione, Jovene Editore, Nápoles, 1975.
4
FALCÓN, Enrique, Caducidad o perención de instancia, Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 2004, p. 11.
28 LUIS R. CARRANZA TORRES

Desde la óptica del actor, en cambio, se trata de un institu-


to procesal que se encuentra comprendido dentro de las nor-
mas reglamentarias de los derechos constitucionales de propie-
dad y de defensa en juicio, no apuntando a coartar los mismos, sino
a imponer plazos razonables para su ejercicio. En una suerte de
aplicación específica del art. 28 de nuestra Constitución Na-
cional, respecto a la actuación de las acciones procesales5.

1.3.4. Instituto de orden público en materia nacional,


orden privado en la provincia

El instituto de la caducidad de instancia es un modo de culmi-


nar el proceso, que además de configurarse por el transcurso del
tiempo sin actividad procesal eficaz por parte del interesado, se
funda en la presunción de abandono del litigio por parte de éste.
El interés comprometido en la cuestión difiere según la escue-
la procesal que lo trate. La postura seguida en nuestro código pro-
vincial es la de considerarla, de modo análogo al del desistimien-
to, en el campo de los intereses privados del sujeto procesal, estando
vedado al juez inmiscuirse en la cuestión de modo oficioso6.
La posición publicista, en cambio, partiendo de la conside-
ración que el proceso no sólo sirve a las partes, sino que por
sobre todo tutela intereses públicos, le asignó el carácter de
pena, considerándola como una sanción a la negligencia en ac-
tuar el proceso7. Tal postura permite la actuación de oficio del
tribunal, siendo la seguida a nivel nacional.
Es por ello que el CPCCN, al entender a la “caducidad de
instancia” con una naturaleza de orden público, permite que no
sólo la parte interesada puede invocarla, sino que a los jueces

5
CNCom., Sala C, 26/09/1975, en autos “Plástica Bernabo S.A.”, LL, 1976-C- 38.
6
En dicho sentido, MORTARA, Ludovico, Commentario del Codice e delle Leggi di
Procedura Civile, vol. III, De Villardi, Milán, 1923, Nº 698: “[...] un istituto di
mero interesse privato”.
7
RICCI, Francesco, Commentario al Codice di Procedura Civile italiano, vol. I,
Fratelli Cammelli, Florencia, 1895, p. 493: “[...] conseguentemente, tale negligenza
è una colpa, e la perenzione che la colpisce ne è la pena”.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 29

pueden declararla de oficio; y cualquiera, con un interés razo-


nablemente directo en la finalización del proceso, puede de-
nunciarla ante el juzgador.
Nuestro legislador procesal provincial, en cambio, ha enten-
dido que es la parte sometida, traída por otra al proceso, la úni-
ca que puede evaluar y decidir si continúa o no en tal relación
jurisdiccional, frente al acaecimiento de determinados perío-
dos de inmovilidad en el mismo.
Por lo que, sin mengua de su naturaleza de resultar una ga-
rantía específica del derecho al debido proceso, se halla estable-
cida en el CPCCP como una facultad exclusiva de parte, es decir
con el carácter de un interés procesal del polo pasivo, jurídica-
mente protegido.
En razón de ello, no procede sin pedido de parte y tan solo
el beneficiario de ella es quien puede invocarla en el proceso.
Puestos a considerar una y otra, rescatamos la solución lo-
cal. Que resguarda la razonabilidad de los plazos, sin retacear la
autonomía de la voluntad procesal del potencial afectado.

1.3.5. Finalidad

Como nos dice RODRÍGUEZ JUÁREZ, no son coincidentes las


opiniones doctrinales sobre la finalidad u objeto del instituto.
Poniendo algunos el acento en los fines mediatos, otros en los
inmediatos o en razones de orden público8.
El fin del instituto es justamente evitar la prolongación in-
definida de los procesos judiciales, con el objetivo de otorgar
certidumbre a las relaciones jurídicas y no perturbar la correcta
administración de justicia9, a través de la fijación de plazos ra-
zonables para actuar el juicio.

8
RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel, “Algunas cuestiones prácticas relacionadas con la
perención de instancia”, en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leo-
nardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba,
2005, p. 104.
9
Cámara Civ. y Com. de Villa María, A.I. Nº 90 del 30/06/2005, en autos “Banco
Central de la República Argentina c/ Darío Ramonda y Cía S.A. - ejecutivo”.
30 LUIS R. CARRANZA TORRES

La doctrina mayoritaria se inclina por entenderla como un


instituto procesal que reglamenta las leyes de propiedad y de
defensa en juicio, que sin coartar tales derechos les impone
plazos razonables para su ejercicio. Intentando evitar que los
procesos se eternicen, como finalidad mediata, y procurando
agilizar el trámite de la instrucción de los procesos, para lograr
una justicia rápida y eficiente como finalidad inmediata10.
En cuanto busca la agilización del reparto de justicia, de
parte de la postura publicística se la entiende orientada a sa-
tisfacer intereses colocados por encima de los meramente par-
ticulares, excediendo consecuentemente, su finalidad el mero
beneficio de los litigantes, ocasionalmente favorecidos por sus
consecuencias 11 .
Se ha pretendido, asimismo, otorgarle fines de mero ordena-
miento interno del organismo judicial. Entendiendo tal perspec-
tiva que:
“La razón de nuestra caducidad está en que el Estado, después de un pe-
ríodo de inactividad procesal prolongado, entiende que debe liberar a
sus propios órganos de la necesidad de pronunciarse sobre las deman-
das y de todas las obligaciones derivadas de la existencia de una rela-
ción procesal”.12

Pero, como remarca RODRÍGUEZ JUÁREZ, el efecto buscado de


modo inmediato por la perención, que constituye su objeto, es
de neto corte individual, y consiste en liberar al demandado de
las cargas procesales derivadas del proceso iniciado por el ac-
tor13.

10
RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel, “Algunas cuestiones prácticas relacionadas con
la perención de instancia”, ob. cit., p. 104.
11
CNCiv., Sala D, 06/07/1979, en autos “Cuello de Fraga c/ Kupferchmidt, Máximo”,
en AMADEO, José Luis, Perención de instancia, La Ley, Buenos Aires, 1985, p. 11.
12
Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, de Tránsito y de Menores de
la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, República de Venezuela,
sentencia del 05/04/2004.
13
RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel, “Algunas cuestiones prácticas relacionadas con
la perención de instancia”, ob. cit., p. 105.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 31

1.3.6. Su denominación: ¿caducidad o perención de


instancia?
La caducidad resulta la pérdida o extinción de un derecho por
la inacción del titular por un plazo perentorio, que se inspira en
la exigencia del ejercicio solícito de derechos, a fin de eliminar
incertidumbres sobre las intenciones del titular de esos derechos.
Es por ello que se ha expresado:
“Existe la caducidad cuando la ley o la voluntad del hombre prefija un
plazo para el ejercicio de un derecho (realización de un acto cualquiera,
o ejercicio de la acción judicial), de tal modo que transcurrido el término,
no puede ya el interesado verificar el acto o ejercitar la acción”.14

Para ser estrictos, las acciones prescriben, los derechos ca-


ducan y las instancias perimen. En función de ello, resulta un
error utilizar como sinónimos los conceptos de “perención” y
“caducidad”, ya que se trata de dos institutos diferentes.15
Como nos dice PERRACHIONE, el término perención es de utili-
zación dominante en tratados y repertorios de jurisprudencia.
Habiendo nuestro Derecho, en tal sentido, recibido la influencia
francesa (peremption d’instance) e italiana (perenzione d’istanza)16.
La palabra perención deriva del vocablo latino peremptio, y
éste de perimere, que literalmente significa “destruir”17.
Caducidad, en el francés jurídico, admite dos posibles mo-
dos de traducción al castellano. Uno a partir de caducité, deri-
vado de caduc, y que refiere al estado del acto jurídico al que un
acontecimiento posterior torna eficaz. Y el otro proveniente de
déchéance, derivación del verbo déchoir, comprensiva de la pér-
dida de un derecho o función, a título de sanción, como de la pérdi-

14
COVIELLO, Nicolás, Doctrina general del derecho civil, T.S.J. del D.F., México
D.F., 2003, ps. 535 y 536.
15
RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel, “Algunas cuestiones prácticas relacionadas con
la perención de instancia”, ob. cit., p. 98.
16
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2000, p. 10.
17
CAPITANT, Henri (dir.), Vocabulario jurídico, p. 324.
32 LUIS R. CARRANZA TORRES

da de un derecho o acción, por no ejercerlos dentro del plazo y


condiciones fijadas por el juez, la ley o las convenciones18.
La relación entre las categorías “perención” y “caducidad” es
de causa a efecto. La “perención” es el instituto procesal por el que
se permite truncar el proceso por inacción del peticionante, y la
“caducidad”, por ende, y en sentido estricto, es la consecuencia
del ejercicio de la obstancia enervatoria, en el orden procesal.
Cuando se produce la “prescripción”, en similar sentido, la
caducidad es también la consecuencia del no ejercicio del dere-
cho al reconocimiento privado o público del derecho sustancial.
Sobre la cuestión, OLCESE19 expresa que si bien alguna doc-
trina reemplazó el vocablo de antiguo uso “perención” por el de
“caducidad”, tal elección no resulta acertada ya que si bien el
primero tiene un “sesgo extranjerizante” (la perenzione de los
italianos), resulta técnicamente mucho más ajustado que el
segundo (caducidad), pues en tanto este último tiene connota-
ciones muy amplias, el otro hace referencia a una específica
institución procesal. Por ello, puede hablarse sin especificacio-
nes de perención (porque sin dudas se refiere a la de la instancia),
pero si se usa el sustantivo “caducidad”, deberá ser referido ne-
cesariamente a ese elemento del proceso, para no confundirlo
con otra cosa. Por otra parte, perención tiene como raíz peremptio-
nnis: la acción de dar muerte, de donde derivan también nues-
tros plazos “perentorios” y del verbo pereo proviene el nuestro
“perecer”. Si bien aparece en el diccionario de la Real Academia,
con la aclaración de que “hoy se llama caducidad de instancia”.

1.3.7. Concepto de instancia


Como se ha dicho desde la jurisprudencia20, el término “ins-
tancia” padece de la ambigüedad que es propia del lenguaje

18
Ibídem, ps. 88 y 89.
19
OLCESE, Juan María, “Desde cuándo comienza la perención de la segunda ins-
tancia (o de las instancias extraordinarias)”, SJ, t. 72, 1995-A-680, nota 1.
20
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 319 del 07/12/2004, en autos
“Tejeda, Ramón Víctor c/ Red Vial Centro y/o quien resulte responsable - daños
y perjuicios - recurso de casación”, SJ, t. 91, 2005-A-166.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 33

que utiliza el Derecho en sus normas, es decir, que admite va-


rias acepciones cuyo recto significado será dable desentrañar
en función del contexto lingüístico y sistemático en que el con-
cepto aparece inserto.
En su acepción más común, por instancia se entiende a cada
una de las etapas o grados del proceso. Así primera, segunda,
tercera instancia. Pero también se designa como instancia el
conjunto de actos, plazos y formalidades que tienen por objeto
el planteamiento, prueba y juzgamiento de un litigio21.
Proviene de la palabra latina instantia, relacionada al ver-
bo instare, que significa “aplicarse a”22.
Podemos encontrarla empleada bajo tres distintas acep-
ciones en derecho procesal: a) como sustantivación del acto de
instar; b) en referencia a los grados de la jurisdicción de méri-
to; c) el período procesal que se extiende desde un pedimento
hasta su decisión (instancia principal, instancia incidental).
Se ha dicho asimismo que, a diferencia de la acción, que es
el derecho que tiene una persona para hacer valer una preten-
sión ante un tribunal, se llama instancia al trámite procesal
que resulta cuando el actor ejerce dicha acción23.
Su denominación abarca el conjunto sucesivo y organizado
de actos procesales que se suceden a continuación del hito que
marca la apertura de aquella, cual es la interposición de la pre-
tensión jurídica de un sujeto ante un órgano jurisdiccional, a fin
de provocar su actividad.

21
GARRONE, José Alberto, Diccionario jurídico Abeledo-Perrot, t. 2, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1986, p. 321. En igual sentido, CAPITANT, Henri (dir.), Vo-
cabulario jurídico, p. 324.
22
CAPITANT, Henri (dir.), Vocabulario jurídico, p. 324.
23
“Par opposition à l’action, qui est le droit qui appartient à une personne de
faire valoir une prétention en saisissant la juridiction compétente, l’
“instance”, est l’appellation donnée au développement procédural découlant de
la saisine du juge par la personne qui en a pris l’initiative” (“Instance”, en
Dictionnaire du droit privé français de M. Serge BRAUDO, Juripole © 1996-2006
Alexis Baumann, disponible desde http://www.dictionnaire-juridique.com/
definition/instance.php [último acceso: el 10/04/2007]).
34 LUIS R. CARRANZA TORRES

Dicha pretensión puede ser contenciosa, es decir, destina-


da a ir contra las facultades o situaciones jurídicas que inviste,
posee o detenta otro. O simplemente una petición que se ago-
ta en el propio sujeto y su universo jurídico y, por tanto, care-
ce de contradictor.
En este punto debe quedar claro que la instancia puede ser
o no litigiosa. La importancia de esto reside en que sólo en el
primer caso es atendible hablar de perención.
A este respecto la doctrina se halla dividida entre quienes
sostienen que la instancia perimible es el conjunto de actos pro-
cesales que se realizan en un período de tiempo que se extiende,
desde una petición procesal cualquiera, hasta el dictado del pronun-
ciamiento que la resuelve; mientras, la otra teoría postula que la
esencia del concepto se halla inescindiblemente relacionada a
una situación jurídica de controversia, suponiendo la aplica-
ción del instituto de la caducidad, por medio de la realización de
procedimientos encaminados a lograr el fin de una contienda
suscitada entre partes, mediante el dictado de una sentencia24.
Nos enrolamos en la segunda postura, ya que no debe con-
fundirse la acepción de la palabra en relación al proceso en ge-
neral, comprensiva de toda pretensión que se quiera hacer valer
en Justicia25, con el tipo de instancia particular (la contencio-
sa) que habilita y torna procedente de uso a la perención.
Otro error común en que se cae, es confundir el inicio de la
instancia con la interposición de la demanda. Esto es cierto,
pero incompleto, por resultar una aseveración sólo aplicable
al inicio de los procesos de conocimiento amplio o restringido,
de ordinario denominados como “primera instancia”. Hay di-
versas instancias con distintos tipos de hitos que marcan su a-
pertura (v.gr., recursiva, incidental).

24
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 16.
25
CSJN, fallo del 20/08/1958, LL, 93-129.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 35

Ya en las Partidas26 aparece el concepto de instancia, en opi-


nión de algunos por vez primera, refiriéndose al término que
debía durar un juicio desde su iniciación hasta dictarse senten-
cia definitiva, incluidos los períodos en que conocían del mismo
varios jueces o tribunales. Estos períodos se conocieron como
primera, segunda o tercera instancia. Conforme a dicho ordena-
miento, la tramitación de las tres instancias en los juicios ci-
viles no debía exceder de un periodo mayor de tres años; en los
juicios criminales no podían extenderse más de dos años. Las ins-
tancias restantes se ajustaban a periodos menores tratándose
de otro tipo de negocios27. El objeto de fijar instancias fue evitar
la prolongación de los juicios más allá de términos prudentes, si
bien sus resultados no fueron en este sentido halagüeños.
En lo que se refiere al instituto de la perención, instancia es
por tanto, toda sustanciación de una pretensión que se hace va-
ler en justicia dentro de un proceso, ya fuera como parte prin-
cipal o accesoria, pero en todos los casos, en cuanto a la trami-
tación de una cuestión controvertida.
Por ello, debe comprenderse dentro del concepto, en lo que
respecta a nuestro instituto, al conjunto de actos procesales
que se suceden a continuación del hito que marca la apertura
de aquella, esto es, demanda, interposición de recurso, o escri-
to de promoción del incidente, y que conformará una disputa
cuyo destino natural será la sentencia o resolución que la dirima.
Siendo apreciado, desde un punto de vista práctico, como un
conjunto sucesivo de actuaciones en sede judicial, que se ven-
tilan dentro de cada grado jurisdiccional, a fin de resolver ju-
risdiccionalmente dicha cuestión litigiosa.

26
Se ha seguido el texto consignado en MARTÍNEZ ALCUBILLA, Marcelo, Códigos
antiguos de España. Desde el fuero juzgo hasta la novísima recopilación, López
Camacho impresor, Madrid, 1885.
27
Ley 9º, Título VI, Partida sexta, y Ley 7º, Título XXIX, Partida séptima.
36 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.8. Lo que perime es una litis y eventualmente


caduca un derecho

Queremos ser específicos en la cuestión. El instituto de la


perención, lo que deja sin efecto, es la posibilidad de seguir tra-
mitando una determinada cuestión litigiosa.
En tal sentido, instancia resulta en el ejercicio de las accio-
nes en juicio28. Es decir, en un mecanismo de discusión entre
posturas contrapuestas.
Es en este sentido, amplio y a la vez puntual, que debe ser
entendida la instancia. Esa litis puede ser lo principal del trá-
mite o una cuestión accesoria. Pues si se entendiera instancia
en el sentido de comprender simplemente la actuación de un
determinado grado de la jurisdicción, en virtud del principio
de la indivisibilidad de la instancia, o los incidentes de un prin-
cipal no serían susceptibles de perimir, o su caducidad deter-
minaría, asimismo, la del principal, pues formarían parte del
mismo todo.
Como nos dice PERRACHIONE: “[...] la existencia de una contro-
versia constituye un elemento esencial de la instancia en orden
a la caducidad de la misma”29.
Es por ello, asimismo, que no puede acaecer la perención en los
procesos no contenciosos que pertenecen a la jurisdicción volun-
taria, salvo que ésta se convierta en un proceso controversial.
Sin embargo consideramos que, si el objeto fuera concluir un
proceso abandonado, no se advierte la razón para excluir los
llamados “actos - rectius procesos - de jurisdicción voluntaria”,
pues si bien sólo registran un débito en el Estado, éste no pue-
de permanecer indiferente sine die. Por tanto de lege ferenda
creemos que pudiera dictarse, a tono con la postura que la en-
tiende una liberación de los procesos inactivos por parte del

28
PARRY, Adolfo, Perención de la instancia, 3ª ed., Bibliográfica Argentina
S.R.L., Buenos Aires, 1964, p. 213. Con cita de VICO y su tesis sobre perención de
instancia.
29
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 20.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 37

órgano judicial, una norma que permita al Tribunal, de oficio,


conferir una ‘vista’ al Ministerio Público al cumplirse el plazo
de perención a fin de que éste se pronuncie sobre la convenien-
cia o no de mantener el proceso y decidirse su caducidad pre-
via vista, también, al peticionante.

1.3.9. Dicha litis debe guardar un interés privado

Con esto quiere señalarse que no deben estar involucrados


en el proceso aspectos de orden público. Pues en los casos que
la litis trasciende el mero interés de la parte, en cuanto al trá-
mite que se ha fijado para su conocimiento y resolución, la ac-
tuación del tribunal se vuelve oficiosa, por lo que no puede te-
ner lugar el instituto, desde que la carga impulsoria no recae
sobre las partes. Entonces, para ser posible la perención, es
que debemos estar no sólo ante una litis, sino que debe recaer
sobre una litis privata, calificada en tal forma de modo implí-
cito o explícito por el legislador.

1.3.10. Tipo de procesos excluidos

Primeramente, quedan fuera de su ámbito de aplicación


aquellas situaciones no contenciosas o no bilaterales.
Esto es sin perjuicio de nuestra opinión, de lege ferenda, ya
expresada en el apartado 1.3.8, respecto de la posibilidad de
aplicar el instituto en tales procesos, de adoptarse la postura
que lo entiende como una forma de dejar de lidiar con procesos
inactivos por parte de los tribunales.
Debe asimismo recalcarse, respecto de la cuestión, que en
virtud de su naturaleza, la perención puede operar en toda cla-
se de procesos o incidentes contenciosos, pero los intereses que
guardan relación con valores jurídicos de orden público e
irrenunciables, llevan a que el legislador excluya de su ámbito
de actuación a determinada clase de ellos, no obstante poseer en
sí una litis (v.gr., cuestiones penales, del derecho del trabajo, ha-
bilitación de la instancia contencioso-administrativa).
38 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.11. Su género: el proceso

El proceso —in genere— como fenómeno socio-cultural, nos


dice ARBONÉS30, es conceptualmente un objeto ideal, encuadra-
do en las dos coordenadas kantianas de espacio y tiempo, repre-
sentadas, respectivamente, por las formas y los plazos, esto es
principios de legalidad y temporalidad que se condensan en el
corolario de “economía procesal” y de “disciplina del proceso”.
El desarrollo de la instancia integra, como nos dice el autor
antes citado, el panorama de la formalidad del proceso. Ya que
hace a su regulación, tratándose de una cuestión formal-instru-
mental en directa relación con los tiempos del proceso. En cuyo
contexto, los plazos constituyen una cuestión de forma.

1.3.12. Su relación con el tipo de sistema procesal

En el sistema dispositivo, corresponde a las partes el ma-


nejo de los tiempos procesales, aunque no de la naturaleza de
dichos plazos. De allí que la rigidez en el desarrollo del proce-
so sea intrínsecamente incompatible con la filosofía de dicho
sistema, cuyo significado es que las partes “son dueñas del tiem-
po” en él; salvo en aquellos casos en que los términos están ins-
tituidos no sólo en interés de los litigantes, sino de los propios
tribunales, como por caso, los correspondientes a la deducción
de recursos31.
Dicho manejo directo de los tiempos por parte de los prin-
cipalmente interesados hace inviable que la perención o cadu-
cidad de instancia opere de pleno derecho o de oficio, debien-
do siempre ser solicitada por la parte legitimada para ello. Tal
es el sistema imperante en el Código de Procedimientos de la
Provincia de Córdoba.

30
ARBONÉS, Mariano, “La tempestividad de la justicia”, LL Cba., Año 23, Nº 10,
noviembre de 2006, p. 1009.
31
Ibídem, ps. 1009 y 1010.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 39

1.3.13. Momento de iniciación de la instancia. Efectos


generales sobre el conteo de los plazos

La instancia se abre con la promoción de la pretensión pro-


cesal del caso, por parte de un sujeto procesal que aspira a de-
batir judicialmente una determinada cuestión, que debe ser
potencialmente controvertible, pudiendo ser la presentación tan-
to de una demanda, como de un incidente, tercería o recurso.
Ahora bien, la “promoción” que se expresa en ambas normas
(art. 310, CPCCN y art. 339, CPCCP, ambos in fine), ¿debe ser
entendida como la simple presentación del actor, incidentis-
ta o recurrente en sede judicial, o sólo puede entenderse por tal
desde que existe una resolución del órgano jurisdiccional acep-
tando la misma? A mérito de la redacción de la última parte del
párrafo “aunque no haya sido notificada la resolución que la dis-
pone” debería estarse a esta última postura.
Sin embargo, la jurisprudencia ha entendido que la sola pre-
sentación ante la autoridad judicial constituye instancia. En
este sentido se ha dicho que:
“Debe considerarse por instancia el trámite seguido desde el
momento de presentación del escrito de demanda, aunque no
haya sido notificada, puesto que en derecho procesal se en-
tiende por tal todo pedido de una parte al órgano jurisdiccio-
nal encaminado a obtener del mismo la realización de una deter-
minada actividad. Acorde a ese criterio se ha resuelto que la perención
comienza a correr a partir de la fecha de promoción de la deman-
da. Si el actor no pidió que se corriera traslado de ésta correspon-
de declarar la caducidad transcurrido el término legal”32.
La instancia se abre con el ingreso en sede judicial de la preten-
sión jurídica que procesalmente se articula. Por ello, toda peti-
ción inicial de un proceso, incidente, recurso, trámite o procedi-
miento dirigido a un juez para que satisfaga un interés legítimo

32
CN Especial Civ. y Com., Sala IV, 17/09/1976, en autos “Arana, Tomás c/
Avalo, José y otros”, AMADEO, José Luis, Perención de instancia, La Ley, Buenos
Aires, 1985, ps. 95 y 96.
40 LUIS R. CARRANZA TORRES

de quien acciona, determina el inicio de la instancia. En esto


son contestes tanto la norma provincial cuanto la nacional.
Siendo el alcance jurídico de la palabra instancia en cuan-
to a la perención, la de una litis privata, dicho extremo existe
desde su enunciación ante el órgano jurisdiccional, sin que
obste a ello que no se halle efectivamente trabada, desde que
cabe distinguir entre la litisdenunciatio (situación de disputa
con otro) y la litiscontestatio (responde de la contraria que fija
el marco del proceso). A este respecto debe considerarse que
litis es equivalente al litigio, a la disputa que da lugar al juicio33.
La introducción de la demanda o petición inicial, por tanto,
determina la aplicabilidad del instituto de la caducidad aun
cuando ésta no hubiese sido notificada, y por natural conse-
cuencia, lleva aparejada la carga en cabeza de la parte intere-
sada de instar el proceso luego de interpuesta, a fin de poder
correr el pertinente traslado de ella a la contraria.
La mera presentación de la demanda impone al actor la
carga de instar el procedimiento, y su inacción, representada
objetivamente con la no confección de la cédula de notificación
transcurridos los términos de la ley, determinará la declara-
ción de caducidad34.
Por ello, alguna doctrina ha entendido como desacertado el
establecer que la perención corre desde la interposición de la
demanda aun sin notificar, porque entiende que si el demanda-
do no se entera, ningún perjuicio le causa dicho extremo35. Sin
embargo ello no es así, puesto que la existencia de una acción
pendiente, aunque resulte desconocida para el deudor, incide
en su derecho a la prescripción liberatoria.

33
GARRONE, José Alberto, Diccionario jurídico Abeledo-Perrot, t. 2, p. 460.
34
FENOCCHIETTO, Eduardo - ARAZI, Roland, Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación, comentado y concordado, t. 2, Astrea, Buenos Aires, 1999, p. 26.
35
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, Plus Ultra, Buenos Aires,
1982, p. 274. Con cita de VERNENGO CRACK, en ED, 31/07/1981, p. 2.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 41

1.3.14. Alcance del concepto de demanda

Dicho elemento procesal es entendido, en sentido amplio,


de modo semejante a lo que acontece con la interpretación del
art. 3987 del Cód. Civ., comprendiendo a toda actuación que de-
muestre inequívocamente la voluntad del actor de hacer valer
sus derechos por la vía de generar un contencioso judicial en el
que vincule procesalmente a su contrario36.
Por ello es que por demanda no sólo debe entenderse la ac-
ción formalmente entablada, sino también todo acto procesal
que demuestre, en forma auténtica, que el acreedor no ha aban-
donado su derecho al crédito y que tiene el propósito de hacer-
lo valer judicialmente37. Esto trae como consecuencia que tales
eventos producen la apertura de la instancia, y puede desde allí
operarse la prescripción.
Por otra parte, entendemos que el concepto de demanda no
agota su extensión respecto de las formulaciones de la índole
antes referida, sino que extiende sus efectos para comprender
todos los actos introductorios de planteos incidentales, e inclu-
so de recursos en el proceso, a los efectos de considerar el co-
mienzo del plazo de perención.
No debe olvidarse, respecto del planteo de recurso como
asimilado a una “demanda” a los efectos del instituto en estu-
dio, que ya Escriche hablaba, siguiendo la práctica española de
un “juicio de apelación”, y que “para entablar el juicio de ape-
lación o de segunda instancia, presenta el apelante en el tribu-
nal superior la demanda de agravios”38.

36
Conf. Cámara de Apelaciones de Río Cuarto, LL Cba., 1995-1028; Cámara
de Apelaciones de San Francisco, auto Nº 195 de 1999.
37
SCBA, 30/09/1947, JA, 1947-IV, p. 8, BORDA, Guillermo A., Tratado de derecho
civil. Obligaciones, t. II, 8ª ed. act., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, p. 36.
38
OLCESE, Juan María, “Desde cuándo comienza la perención de la segunda ins-
tancia (o de las instancias extraordinarias)”, ob. cit., p. 683.
42 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.15. Supuesto de petición introductoria de litis


(demanda, incidente o recurso) sin proveer.
Declaración de inadmisibilidad
Si la demanda o el recurso no son proveídos por el tribunal, la
perención no se puede producir por estar pendiente una resolu-
ción. Pero sí ante el rechazo liminar —lo que hace concluir la ins-
tancia— mientras no se notifique, computándose el plazo desde el
escrito de interposición, pues la declaración de inadmisibilidad no
lo interrumpe, al no tener por efecto impulsar el procedimiento39.

1.3.16. El inicio de la segunda instancia o instancia


recursiva
Existen al respecto tres posturas. Una primera que entien-
de que principia con la concesión del recurso. Hay una segun-
da que indica que dicha fecha a quo parte desde que se ha concre-
tado la notificación de todas las partes de la sentencia de la
primera instancia. Y la tercera la establece desde la introduc-
ción del recurso, con prescindencia de si ha sido concedido o no40.
Coincidimos en que el acto que determina la segunda instan-
cia es la interposición del recurso. En primer término, por el
alcance con que debe tomarse la expresión “demanda” a los
efectos de la perención (Véase al respecto lo dicho en el punto
1.3.14). Y aun cuando se la tomase en sentido escricto, no varía
la postura, desde que resulta la única solución que permite guar-
dar coherencia con el momento señalado por la norma procesal,
a los efectos de inciar la primera instancia.
Por otra parte, las restantes posturas no resultan hábiles para
presentar una distinta solución41. Pues la que considera su ini-
cio a partir de la concesión del recurso pierde de vista que si se

39
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, Marcos Lerner Editora, Córdoba, 1999, p. 257.
40
OLCESE, Juan María, “Desde cuándo comienza la perención de la segunda ins-
tancia (o de las instancias extraordinarias)”, ob. cit., ps. 680 y 681.
41
Seguimos en esta parte a OLCESE, Juan María, “Desde cuándo comienza la perención
de la segunda instancia (o de las instancias extraordinarias)”, ob. cit., ps. 686 y 689.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 43

han cumplido las condiciones de admisibilidad, el juez está


obligado a concederlo, y en caso contrario, mal podría la reso-
lución que lo rechaza abrir instancia alguna. Como que, para pro-
ducir los efectos propios de la apelación (impedir que el reso-
lutorio adquiera firmeza), basta con la interposición del recurso.
Respecto a la posición que sitúa tal comienzo con la notifi-
cación de la resolución de primera, ella confunde la finalización
de la primera instancia con el inicio de la segunda, desde que, si
notificadas todas las partes ninguna de ellas apela, mal puede
hablarse de una segunda instancia abierta.
De todas maneras hay perención en la alzada, porque como
dice CARNELUTTI, el recurso es la forma de continuar con el ejer-
cicio de la acción ante un tribunal de grado superior. De allí
que algunos nieguen el carácter de “recurso” a la reposición
que consideran un incidente, atento que procede contra actos
dictados sin sustanciación, traigan o no aparejado gravamen
irreparable. Pero en todos los casos, no debe perderse de vis-
ta que la instancia recursiva es en realidad un pleito entre el
litigante y el tribunal cuya decisión se recurre (véase lo expues-
to sobre el particular en 9.3.13).

1.3.17. Comienzo de las instancias extraordinarias

Mutatis mutandis, es de aplicación aquí lo dicho respecto


del inicio de la segunda instancia, pero debe tenerse en cuen-
ta que en el orden federal, la perención puede ser declarada “de
oficio” y de hecho, así lo hace inveteradamente la CSJN.

1.3.18. Medidas preliminares y cautelares anticipadas


en procesos ordinarios

Se ha entendido que respecto a las diligencias preparatorias


en el juicio ordinario, como a la adopción de medidas cautela-
res, no cabe aplicar la normativa referida a la perención, des-
de que no hay en tales supuestos, una instancia en el sentido
que hemos expresado anteriormente, ya que sólo resultan ac-
tuaciones previas y necesarias para la posterior aceptación de
44 LUIS R. CARRANZA TORRES

la demanda. Por lo que quedan fuera del margen temporal del


proceso en que el instituto resulta viable. Además de carecer
de la nota de “bilateralidad” que permite tener conformada, al
menos en potencia, una litis, sólo opera a la manera de antesala
de lo que conformará una futura disputa, cuyos términos están
todavía por ser definidos.
No obsta a lo antes expuesto la caducidad especial del art. 485
in fine del CPCCP y del art. 323 in fine del CPCCN, respecto de
las medidas preliminares, y la del art. 465 del CPCCP y la del
art. 207 del CPCCN en relación a las cautelares anticipadas.
Antes bien, lo confirma, desde que por su mecánica y extensión
de plazos, surge la evidencia que estamos frente a una situación
distinta de la prevista en el instituto de la perención.
Se trata por tanto, en dichos supuestos, de situaciones espe-
ciales que autorizan a invertir o anticipar el orden natural de los
actos en un proceso. Actuaciones que por su carácter accesorio
tienen una existencia potencial, sujeta al acaecimiento de su
principal. Es por ello que de no verificarse la realización de éste,
quedan privadas de toda eficacia. La caducidad se dirige al acto
o actos en sí, y no a la imposibilidad de proseguir su trámite, como
en el caso del instituto de la perención. Por ello, a diferencia de
lo que ocurre en la perención, el acaecimiento del plazo inutili-
za el acto, que ya no podrá ser empleado en otro proceso futuro.
Los efectos de demanda, de quehabla el art. 465infinedelCPCCP,
lo es a los efectos de interrumpir la prescripción y no de abrir una
instancia en el sentido que hemos expresado anteriormente.
No obstante ello, reputada doctrina y jurisprudencia ha en-
tendido procedente la perención de las medidas previas.42 En
este sentido, VENICA entiende que las medidas previas pueden
perimir, desde que la legislación provincial (art. 465, CPCCP)
le otorga “los efectos de la demanda”43 aunque lo más propio se-

42
Por caso, LOUTAYF RANEA, Roberto - OVEJERO LÓPEZ, Julio, Caducidad de la ins-
tancia, Astrea, Buenos Aires, 1986, ps. 110 y 111.
43
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, ps. 261 y 262.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 45

ría decir que “caducan” (art. 465, CPCCP, in fine) y además,


practicamente “de oficio” ya que no se prooverá la demanda si
no se deduce en el plazo establecido.
En cambio esto no rige para la prueba anticipada (art. 486,
CPCCP) en virtud de lo dispuesto por el art. 485, CPCCP, que se
refiere sólo a las medidas preliminares para delimitar la pre-
tensión que se busca interponer.

1.3.19. Medidas previas en los procesos ejecutivos

La posibilidad o imposibilidad de que se produzca la peren-


ción en las diligencias preparatorias de la vía ejecutiva, resulta
un tema controvertido para la doctrina y jurisprudencia.
Se ha entendido como determinante, a los efectos de admi-
tir la aplicación del instituto, el hecho de que las diligencias
preparatorias del juicio ejecutivo, constituyen una gestión in-
dispensable para integrar determinados títulos, y por ende,
tienen efecto interruptivo de la prescripción, lo que consecuen-
temente deba reconocerse al citado o demandado, un legítimo
interés en la caducidad de ese trámite, ya que producido este
hecho, la interrupción de la prescripción se tiene por no suce-
dida en virtud del art. 3987 del Cód. Civ.44
A favor de la procedencia de la perención de instancia se ha
entendido que no es necesario que haya “juicio” en la acepción
estricta del vocablo, comprendiendo dentro del alcance de ins-
tancia, a las actuaciones preparatorias de la ejecución, por ser
un pedido formulado por una parte, al órgano jurisdiccional de
una determinada actividad45.
Las diligencias preparatorias del juicio ejecutivo constituyen
entonces instancia y, por ende, son susceptibles de perimir, se-
gún la jurisprudencia dominante. Pues el concepto de instan-
cia, en general, comprende toda petición inicial de un proceso,

44
Cámara 3ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, en autos “Viano, Ángel A. c/ Pons,
Raúl A.”, SJ, t. 78, p. 343.
45
PARRY, Adolfo, Perención de la instancia, p. 300.
46 LUIS R. CARRANZA TORRES

trámite o procedimiento dirigida a un juez, para que satisfa-


ga un interés legítimo del peticionante46.
A ello le suman el aspecto consistente en que, la preparación
de la vía —a la que se adjuntan todos los documentos debidos
para la demanda—, es un acto interruptivo de la prescripción,
por lo que hay interés en la declaración de perención de sus trá-
mites en función de lo que dispone el art. 3986 del Código Ci-
vil, en tanto muestra la intención del actor de no dejar prescri-
bir la acción47.
En sentido contrario, se ha entendido que no existe diferen-
cia desde el punto de vista procesal entre un reconocimiento
de firma para habilitar el juicio ejecutivo, con las medidas pro-
batorias anticipadas del proceso ordinario, no pudiendo dicha
petición importar la apertura de una instancia en relación al
instituto de la perención.
De nuestra parte, hemos de decir que la cuestión debe ser
saldada en atención a las particularidades que recepta el pro-
ceso de ejecución. Hemos dicho previamente que la instancia
supone la existencia de un litigio, el cual puede no ser efecti-
vo sino estar en potencia.
A diferencia del proceso ordinario, en el cual las medidas
preliminares se encaminan a resguardar cierta prueba, o a re-
gistrar cierta situación, en el marco de una situación procesal
futura de contornos sumamente difusos en esa etapa, en la
preparatoria del ejecutivo, los actos se encaminan a viabilizar
un título que ya contiene en sí todos los aspectos del litigio.
Ello ya que la base originante del juicio ejecutivo se halla
dada por el título extrajudicial, al cual la ley lo inviste de espe-
ciales cualidades procesales (esencialmente, la certificación
fehaciente del crédito), las que otorgan a quien resulta acree-
dor en virtud del mismo, la posibilidad jurídica de reclamar la

46
Cámara 6ª en lo Civ. y Com., A.I. Nº 415 del 19/11/1999, en autos “Antongiro-
lami, Nello R. c/ Roque del Valle Contreras y otro - P.V.E.”, Foro de Córdoba, Nº
66, ps. 207 y 208.
47
Cámara 3ª en lo Civ. y Com., en autos “Simonazzi, Exipión Nicolás - posesión
veinteñal”, Foro de Córdoba, Nº 9, ps. 100 y 101.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 47

obligación dineraria allí establecida, por medio de un proceso


específico, sin necesidad de recurir al ordinario de conocimien-
to. Distinguiéndose dicho proceso del de conocimiento, en el
sentido que parte de un derecho reconocido, expresado en el
título. Por lo que se avanza de modo directo hacia la percepción
del crédito. Limitándose el debate procesal a lo expuesto en el
título, del cual parte propiamente la ejecución48.
En puridad, podemos considerar que la llamada “demanda”
ejecutiva, no es propiamente una “demanda”, sino una petición
de ejecutoria, y consecuentemente la denominada “sentencia”
tampoco es tal desde el momento que no se resuelve como “con-
dena”, sino que simplemente se dispone “llevar adelante la
ejecución”. Por lo tanto —exponía ARBONÉS en sus clases—, el
proceso ejecutivo se extiende desde la “petición de ejecutoria”
hasta la “subasta”, que es su objeto.
Por ello, la preparación de la vía ejecutiva debe considerar-
se integrativa de la instancia de ejecución con los efectos de
una verdadera demanda, por su objetivo prejudicial insoslaya-
ble, salvo que mediare salvo que mediare protesto, se trate de
prenda con registro o hipoteca, pues al constar en instrumen-
to público se encuentra formado el título, en tales supuestos no
resulta, por tanto, de necesidad.
Consecuentemente, la preparación de la vía ejecutiva, en
tanto resulta en un tránsito jurisdiccional tendiente a viabilizar
un instrumento que contiene ya en sí, todos los aspectos del li-
tigo que busca desarrollarse a posteriori, configura un supues-
to particular de un “ánimo de litigio” (animus litis), y por tanto,
torna viable de aplicar lo referente a la perención en su trámite.

1.3.20. Medidas cautelares

Por principio general, las providencias cautelares no sus-


penden ni interrumpen la perención, salvo supuestos en que se

48
CARRANZA TORRES, Luis, La ejecución fiscal federal, La Ley, Buenos Aires,
2001, p. 22.
48 LUIS R. CARRANZA TORRES

equiparan a una instancia (v.gr., embargo en proceso hipote-


cario para su ejecución, secuestro si tiende a la incautación del
bien prendado para subastarlo). Esto es así, pues en general
estos proveídos no tienen por objeto el impulso del procedimien-
to, sólo tienden a otorgar seguridad a las pretensiones de una
de las partes sin afectar el trámite específico de la causa.
Respecto de las cautelares en sí, en el Código Procesal Nacio-
nal encontramos un supuesto de caducidad de pleno derecho en
el art. 207, si una vez efectivizada la cautelar pedida de modo pre-
vio, no se interpone la demanda en el plazo de diez días, al igual
que nuestro art. 465, CPCCP.

1.3.21. Culminación de la instancia. Sentencia no notificada

A este respecto existen dos posturas. La primera, que el acto


resolutorio judicial respecto al fondo de la cuestión, normal-
mente la sentencia, culmina con la instancia, obviamente con
el sentido y alcance que este concepto tiene respecto del insti-
tuto de la perención. La segunda, entiende que ello acaece con
la notificación de dicho resolutorio a todas las partes. Por lo que
la cuestión en la práctica se reduce a determinar si un proce-
so, con sentencia dictada pero no notificada, puede perimir.
En el orden nacional, la situación no plantea mayores du-
das, desde que las sentencias se notifican de oficio, estando fi-
jado un plazo de tres días para ello (art. 485, CPCCN). Por lo
que ninguna actividad puede pretender endilgarse a la par-
te a este respecto, siendo de aplicación lo preceptuado en el
art. 36, inc. 1, del CPCCN49. Por lo que mal puede perimir, cuan-
do se halla, luego de su dictado, pendiente de un acto del tribu-
nal como resulta su notificación.
Más compleja se presenta la cuestión a nivel de la legislación
procesal provincial, en virtud del principio dispositivo acentua-
do que la informa.

49
“Aun sin requerimiento de parte los jueces y tribunales deberán: 1. Tomar
medidas a los efectos de evitar la paralización del proceso [...] disponiendo de
oficio las medidas necesarias”.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 49

En tal sentido, el Tribunal Superior de nuestra provincia ha


entendido que el solo dictado de la resolución torna inviable la
aplicación del instituto, con lo cual estaría dando a entender
que la instancia concluye con el dictado de la sentencia, o al me-
nos la posibilidad de su perención culmina con el acaecimien-
to de tal acto jurisdiccional. En el entendimiento de que:
“Es contrario al sentido común que habiéndose dictado una resolución
definitiva o con fuerza de tal, su falta de notificación pueda hacer ope-
rar la caducidad”50.

Para VENICA, la instancia culmina con la notificación de la


resolución respecto al fondo de la cuestión a todas las partes.
Con fundamento en que antes de dicha situación, el acto care-
ce de efectos jurídicos (art. 142, CPCCP), y puede ser modifica-
do o sustituido, lo que a su entender determina que la peren-
ción puede ser declarada de transcurrir el plazo pertienente
luego de dictada la sentencia, aun cuando fuere irrecurrible, ya
que en tanto penda la notificación no está en condiciones de ser
ejecutada, por lo que no rige el art. 342, inc. 1, del CPCCP51.
Otro aspecto de la cuestión, radica en considerar si se apli-
ca la perención de instancia de la primera instancia o la que
corresponde a la segunda instancia. Concordando con ARBONÉS,
entendemos que la primera es la procedente, ya que la alzada
se abre recién a partir de la articulación del recurso.
Entendemos que, para establecer postura respecto de esta
cuestión, primeramente debe recordarse que el ordenamien-
to jurídico no sólo es norma, sino que supone también, y por
sobre la norma, el establecimiento de ciertos principios.
Decimos esto porque somos de la opinión que el problema no
puede agotarse, ni encuentra solución en el mero cotejo de las

50
TSJ de Córdoba, A.I. Nº 248, SJ, t. 72, 1995-A-576, y A.I. Nº 356 del 23/11/
1994, ambas citadas por ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, Doctrina judicial. Solu-
ción de casos 3, 1ª reimp., Alveroni Ediciones, Córdoba, 2004, p. 330.
51
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, ps. 261 y 262.
50 LUIS R. CARRANZA TORRES

normas procesales, sino que requiere un planteo más abarca-


dor.
El fin perseguido en el ordenamiento procesal con la adop-
ción del instituto de la perención es no eternizar los pleitos,
otorgando seguridad jurídica a las relaciones litigiosas, en el
orden nacional, y otorgar una herramienta a fin de poder hacer
efectiva la garantía a un proceso de duración razonable, respec-
to de la parte traída a juicio, en el orden provincial.
Es por ello que su actuación se halla subordinada a la exis-
tencia de una litis, como ya dijéramos. Dicho concepto resulta
autónomo de la secuencia del juicio, en algunas ocasiones. Por
caso, en los procesos ejecutivos, cuando no se hubiesen opues-
to excepciones, ha desaparecido la controversia aun cuando fal-
te incluso el dictado de la sentencia. Por lo que a partir de allí
no puede perimir.
Similar situación se da con el dictado de la sentencia. La
controversia desaparece cuando hay un pronunciamiento judi-
cial expreso que establece a quién y en qué proporción asiste el
derecho respecto a lo debatido. Su no notificación no invalida
eso, ya que dicho acto no condiciona la existencia, sino la exi-
gibilidad de lo resuelto.
Por otra parte, y como tiene reiteradamente dicho la Corte
Suprema, uno de los mejores parámetros para medir la justi-
cia y razonabilidad de las decisiones judiciales es por sus con-
secuencias. Y no luce como una solución adecuada a los fines del
instituto de la perención, posibilitar que resuelta una cuestión,
su falta de notificación determine, en el mejor de los casos, te-
ner que volver a tramitar todo un proceso.
Lo antes expresado, asimismo, guarda congruencia con el
principio restrictivo con que debe verse la procedencia de la
perención, en especial cuando el proceso se halla en etapas
avanzadas o próximo a su culminación. También pacífico en la
jurisprudencia de la Corte Suprema.
Otro problema que puede presentarse, es que la única cons-
tancia a nivel provincial de la notificación es la cédula, porque
en el protocolo de resoluciones no hay constancia alguna de que
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 51

se encuentre “firme y ejecutoriada” de manera que la suerte del


instituto depende (o pende) de “un papel” que se puede extraviar
o deteriorar.
En tal sentido y de lege ferenda consideramos que debiera dic-
tarse una norma —que puede ser por Acordada— ordenando a
los secretarios que dejen constancia en cada resolución protoco-
lizada que se encuentra “firme y ejecutoriada” o que fue recurri-
da, indicando en tal caso, el Tribunal de Alzada que interviene.

1.3.22. Incidentes

Resultan aquellas cuestiones que se suscitan durante la tra-


mitación del pleito y que guardan alguna relación con él52.
El incidente, así conceptualizado, puede alcanzar cualquier
tipo de pretensión procesal, secundaria, conexa o accesoria a
la principal pero en modo alguno puede tender a comprender
la solución sustancial respecto del objeto del pleito.
A este respecto, debemos distinguir a los incidentes, que son
cuestiones de determinada entidad, cuya solución va a tener una
influencia generalmente importante en la sentencia definitiva,
de las simples incidencias procesales, cuestiones de fácil y rápi-
da solución que no dan lugar a la formación de un incidente.
En relación a la perención, la norma procesal le ha dado un
tratamiento autónomo respecto de la litis principal, con un plazo
propio de cómputo y efectos diferenciados en cuanto de verifi-
carse el instituto en tales incidencias, sus efectos no se extien-
den al principal. Si bien la ocurrida allí sí se les extiende, lo que
en definitiva no es sino una proyección en este campo procesal
del principio general al derecho que lo accesorio sigue la suerte
de lo principal.
Siendo que los incidentes tienen su principio y fin autónomo,
aunque sean susceptibles de proyectar alguna circunstancia en
el proceso principal, finalizan normal o anómalamente con pres-

52
Conf. art. 426 del CPCCP.
52 LUIS R. CARRANZA TORRES

cindencia de la instancia principal. Computándose de modo inde-


pendiente respecto de cada incidente, en caso de pluralidad de
ellos.
Desde la perspectiva de la indivisibilidad de la instancia, la
caducidad corre independientemente para cada incidente y a
partir de su deducción opera en forma autónoma, sin afectar a
la instancia principal.
El término de su caducidad de instancia comienza a compu-
tarse a partir de su deducción.
Desde el punto de vista de sus efectos sobre el trámite del
proceso principal, los incidentes pueden ser suspensivos o no sus-
pensivos o impedimentos o dirimentes (arts. 428 y 429, CPCCP).
Y en este sentido, “mientras la promoción de un incidente sus-
pensivo es susceptible, en principio, de interrumpir el curso de
la caducidad de la instancia, la formación de un incidente que
debe tramitar por separado, carece de aptitud para producir
aquel efecto, por cuanto no se traduce en un avance del proce-
so principal”.53
A ello se suma el “principio de eventualidad” (art. 430, CPCCP)
por el que se exige que todos los incidentes que se refiriesen a un
solo hecho o situación deben plantearse simultáneamente “ad
eventum” que rechazado uno puedan prosperar “eventualmente”
otros, para evitar un ecadenamiento diferido de obstancias.
De manera que si se acumulasen incidentes suspensivos y
no suspensivos, entendemos que los segundos deben seguir el
régimen de los otros, o sea con efecto suspensivo para todos, por
un elemental principio de equilibrio.

1.3.23. Perención y excepciones dilatorias

La oposición de una excepción dilatoria en forma previa, que


no es una defensa propiamente dicha que puede poner el accio-

53
PALACIO, Lino, Derecho procesal civil, LexisNexis - Abeledo-Perrot, 1999,
Nº 2507/001987.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 53

nado, no desobliga al actor de su deber de instar su trámite, cosa


que le está impuesta por la carga de activar durante todo el de-
sarrollo del pleito so pena de caducidad, sin que el carácter sus-
pensivo de la incidencia tenga entidad suficiente para modi-
ficar tal principio. Entendiéndose desde la jurisprudencia que
la obligación del actor de instar no cesa por el hecho de que el
demandado haya interpuesto una excepción previa, o cual-
quier otro incidente suspensivo del principal, porque la resolu-
ción de estos artículos es condición indispensable para la prose-
cusión del juicio hacia su conclusión normal, esto es, para el
avance del proceso hasta el estado de sentencia54.
Por lo que resulta procedente que el demandado que articu-
ló una excepción previa, una vez transcurrido el plazo de peren-
ción del principal, pueda pedir la extinción de toda la instancia.
Ello, sin tener que desistir previamente de su incidencia, ya que
el acuse, de modo similar a lo que acontece en materia de recur-
sos, supone su desistimiento. Y en todo caso, por su calidad de
accesorio, seguiría la suerte de la resolución en el principal.
Por su parte, Arbonés entiende que el incidentista tiene la
carga de instar el artículo y transcurrido el período de peren-
ción incidental el actor puede acusarle dicha perención, pero
mientras estuvo pendiente el trámite de la excepción, debió
quedar en suspenso la instancia principal cuyo plazo útil debe
comenzar a correr desde que se resuelva la cuestión incidental.
De no ser así, sería muy fácil articular una excepción, discutir-
la hasta el hartazgo y después acusar la perención del principal.
De “lege ferenda” considera necesaria una norma similar al
artículo 339, inciso 4, CPCCP, o el inciso 3 si correspondiera.
En sentido contrario, se ha expresado que admitir tal pos-
tura, supondría situar al demandado en una posición procesal
tan paradójica como contradictoria, quedando en el inmovilis-
mo y desprovisto de la facultad inherente a su calidad procesal

54
Cámara 3ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, 29/07/1999, en autos “Raúl J.
Romanutti S.A. c/ Pedro Marino Vaccaroni - ordinario”. A la que seguimos en
cuanto a la exposición de la cuestión.
54 LUIS R. CARRANZA TORRES

de acusar la caducidad. Ya que en la práctica, se hallaría inha-


bilitado para pedir la caducidad del principal, porque para ello
tendría que desistir antes de la excepción previa, y una vez acep-
tado el desistimiento comenzaría a correr el plazo de caducidad
de la demanda, posibilitando que el actor inste y que el abando-
no del planteo defensivo, con la posible imposición de costas con-
siguiente, y que todo el asunto terminara resultando de balde
y enteramente perjudicial para el accionado.

1.3.24. Beneficio de litigar sin gastos

En este sentido debe recordarse primeramente que, tal como


se ha expresado desde la jurisprudencia, el beneficio de litigar
sin gastos supone una excepción al régimen general de impo-
sición de costas, de interpretación restrictiva, articulándose en
un trámite particular tendiente a demostrar no sólo la inexisten-
cia de fondos compadecidos con la eventual entidad económica
de los reclamos eventuales puestos en disputa, sino fundamen-
talmente con la imposibilidad “objetiva” de procurarlos55.
En dicho contexto, quien solicita un beneficio, debe acredi-
tar que se halla imposibilitado de pagar los gastos procesales
en el pleito (tasa de justicia y costas). Debiendo en consecuen-
cia, por dicha vía específica, explicar claramente cuál es su
situación económica, indicando cuáles son sus medios de sub-
sistencia, la fuente y cuantía de sus ingresos, ya que tales ex-
plicaciones resultan necesarias para valorar si el peticionario
carece de recursos que le permitan atender la tasa de justicia
y, eventualmente, afrontar las costas del juicio56.
Respecto a la contraparte, el ordenamiento procesal asig-
na una participación a nivel de contralor, que resulta una suer-

55
Cámara de Apel. Civ. y Com. de Bahía Blanca, Sala I, 12/09/1991, en autos
“Caparros de Montenegro, Liliana B. y otro c/ Alerta y otra”, DJ, 1992-2-973.
56
CNCiv., Sala K, 11/06/1993, en autos “Lleonart, Ricardo E. c/ Mariani, Carlos
A”, LL, 1994-B-691, caso 9595.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 55

te de delegación del interés público que dicho beneficio no sea


utilizado por inescrupulosos, como una suerte de “certificiado
de inmunidad”, a fin de evadir el pago de las tasas y costos pro-
cesales que el común de los litigantes se halla, por imperativo
de la ley, obligado a oblar, rompiendo así el principio de igual-
dad frente a la ley.
Es por ello que tiene la facultad de examinar, ofrecer, pro-
poner y producir prueba en el beneficio de litigar sin gastos.
Así como valorar la prueba del peticionario.
En atención a la especialidad del trámite es que se ha expresado
que:
“Dada la índole excepcional del beneficio de litigar sin gastos, su inter-
pretación debe hacerse con criterio estricto, es decir, con riguroso apego
al texto”57.

Se ha entendido al respecto de parte de nuestro Tribunal Supe-


rior provincial58, que aunque resulta una forma procesal anóma-
la que ofrece ciertas particularidades que lo distinguen de los
incidentes típicos del proceso civil, presentando un contradic-
torio atenuado, no deja por ello de encuadrar en el concepto le-
gal de incidente, debiendo entenderse, además, que tramita como
juicio declarativo, pues aun cuando los sujetos no disponen de o-
portunidad para responder la petición que es propia de los pro-
cesos de conocimiento, el procedimiento no se limita sólo al tras-
lado alegatorio de lo producido por el peticionante, sino que se
incluye una etapa de prueba, en la cual la contraria cumple una
función fiscalizadora. Por lo que resultando un iter contencio-
so, debe admitirse la perención en la forma que la ley determina.
Le corresponde entonces, el plazo de perención de los inciden-
tes, desde que se presenta como una cuestión conexa al curso del

57
CNCiv., Sala C, 27/04/1994, en autos “Revoredo, Pedro c/ Berczely”, LL,
1995-A-216.
58
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 160 del 17/06/2003, en autos “Giménez
Cristian - solicita beneficio de litigar sin gastos - recurso de casación”, reprodu-
cido en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Peren-
ción de instancia. Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba, 2005, ps. 179/83.
56 LUIS R. CARRANZA TORRES

proceso, y que debe ser resuelta antes de su conclusión, guardan-


do conexidad respecto del principal, desde que determina si ha
de satisfacer las costas de este. Revistiendo asimismo, carácter
de no suspensivo, por lo que no incide en el cómputo de la peren-
ción del principal, a la vez que tiene su propio plazo y cómputo.

1.3.25. Incidente de caducidad o perención


El pedido de perención implica la introducción de una pre-
tensión incidental, que debe ser debidamente sustanciada y cuya
procedencia se supedita a la integración de determinados requi-
sitos objetivos. Guarda dicho incidente, una conexión rotunda
con el proceso principal: la de pretender extinguir el mismo59.
El plazo en el cual se produce su caducidad procesal, tanto
en el sistema nacional cuanto en el provincial, es de un mes. De
tal forma, el incidente de perención escapa a la regla general
que se prevé para los incidentes, adoptándose un lapso propio
y particular de caducidad60.
Teniendo en cuenta que dicho incidente es suspensivo de
otros trámites, el establecimiento del lapso abreviado de un
mes se justifica y beneficia la celeridad del proceso61. Por otra
parte, resulta notoria la mayor simplicidad habitual que revis-
te tal trámite respecto de procesos autónomos, lo que también
habilita una regulación más reducida que la correspondiente
a los demás incidentes62.

59
Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. Nº 319 del 07/10/2003, en autos
“Nahum, María Antonia c/ Aguas Cordobesas - ordinario”, reproducido en
RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de
instancia. Derecho procesal, p. 213.
60
LEGUISAMÓN, Héctor, Lecciones de derecho procesal civil, Depalma, Buenos Ai-
res, 2001, p. 647.
61
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 274. En sentido diverso,
Arbonés lo entiende de carácter no suspensivo, salvo para dictar sentencia.
62
Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. Nº 319 del 07/10/2003, en autos
“Nahum, María Antonia c/ Aguas Cordobesas - ordinario”, reproducido en
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 57

El acuse de esta particular especie de la perención procede


en tanto y en cuanto se mantenga abierta la instancia respecto
de la cual se articuló tal incidencia. La resolución del litigio por
sentencia supone tornar abstracto el pedido de perención e im-
procedente acusar la caducidad de su tramitación incidental63.
El incidente tiene el efecto de suspender el proceso, estan-
do a cargo de su impulso quien lo acusa. Habida cuenta que el
planteo de perención obsta a la continación del proceso, el ac-
tor o recurrente tiene la facultad de invocar la perención de su
trámite, a fin de eliminar el obstáculo que impide la prosecu-
ción de las actuaciones principales64. Es por ello que tal facul-
tad no es sino un desprendimiento, una especie en el particu-
lar, de la carga impulsoria de la acción que sobre él recae.
Por lo mismo, la resolución que admite la caducidad del inci-
dente de perención reviste el carácter de acto impulsorio, des-
de que resulta una actividad útil para que el proceso avance, por
lo que interrumpe el plazo de perención en el principal65.
Habida cuenta de que en el incidente de perención de ins-
tancia no debe dictarse formal decreto de autos para que los
obrados puedan pasar a estudio del tribunal, cuando de hecho
el expediente ha continuado tramitándose en secretaría con o-
tras gestiones paralelas, pese a estar ya en condiciones de pa-
sar a la etapa de decisión, corresponde que el interesado pon-
ga de manifiesto esa situación y solicite que los autos pasen a
estudio efectivo de los jueces, so pena de que la instancia cadu-
que si se mantiene inerte durante el plazo de la ley66.

RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de


instancia. Derecho procesal, p. 213.
63
CNCom., Sala B, 12/04/2000, “Línea Expreso Liniers S.A.I.C. c/ Trigueros,
Jorge y otros s/ ejecución”, LL, 2001-B-870.
64
Cfr. ALSINA, Hugo, Tratado teórico práctico de derecho procesal civil y comercial,
t. II, Compañía Argentina de Editores, Buenos Aires, 1942, p. 702.
65
CNCiv., Sala C, 10/05/1979, ED, 159-692.
66
TSJ, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 453 del 19/10/1999, en autos “Romitti de Penna,
Josefa Elsa y otro c/ Amadeo Juan Rattero y otros - ordinario - apelación - nuli-
dad - recurso de casación - perención de instancia”.
58 LUIS R. CARRANZA TORRES

Asimismo, se ha entendido que resulta improcedente decla-


rar la caducidad del incidente de perención cuando se dictó una
sentencia que decretó la caducidad de la instancia y puso fin al
litigio; sin perjuicio de que se verifique la ausencia del recaudo
de la pertinente notificación, toda vez que la omisión de dicho re-
quisito no permite mantener abierta la posibilidad de acusar y
declarar operada la caducidad de la instancia, cuando el acto
principal del órgano jurisdiccional —sentencia— ha sido ya pro-
nunciado67.

1.3.26. Tercerías

No son los incidentes típicos únicamente los que interrum-


pen o alteran el curso normal del proceso, y que enfrentan a los
litigantes originales o por presentación de sujetos interesados
que irrumpen en dicho proceso voluntariamente o por citación
coactiva. Puede haber otras incidencias promovidas por terce-
ros, pero que no interfieren en el desenvolvimiento de aquél.
Hasta cuando son deducidos después de la conclusión del juicio
se tramitan como “procedimientos incidentales” y guardan, en
todos los casos, alguna conexión con la pretensión de base, por
lo que se rigen por la perención acordada a los incidentes (por
ejemplo, una tercería de mejor derecho por vía de la cual se ejer-
ce una pretensión sobre el producido de la subasta)68.
Se ha expresado desde la jurisprudencia provincial69, que
la tercería de dominio es un procedimiento de naturaleza in-
cidental que encuadra en el factum del inc. 2 del art. 339 del
CPCCP, ya que se halla incluido el Capítulo III de la ley de rito,

67
CNCom., Sala B, 12/04/2000, “Línea Expreso Liniers S.A.I.C. c/ Trigueros,
Jorge y otros s/ ejecución, LL, 2001-B-870.
68
Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, 24/06/2004, en autos “Maxi S.A. c/
Ricchiardone, Gabriela”.
69
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., 17/02/2005, en autos “Tercería de dominio
de Caram Manzur en autos ‘Banco Francés S.A. c/ Aldo Antonio Villarreal - eje-
cución hipotecaria - recurso de casación’ ” (“T” 20/03), A.I. Nº 29.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 59

donde se contienen todas las normas que la regulan dentro del


título V del código, el que justamente se denomina “incidentes”
y en cuyo seno se agrupan en forma ordenada y sistemática to-
dos los preceptos legales correspondientes, comenzando por
un régimen general que es común a todos los incidentes (arts.
426/430) y siguiendo con una serie de capítulos destinados a
regir distintas categorías de incidentes, entre los cuales se
cuentan las tercerías.
Asimismo, fuera de ello, la tercería es susceptible de encua-
drarse dentro del concepto general de incidente que, con arreglo
a las enseñanzas de la ciencia procesal, se define en el art. 426
del CPCCP, de modo que inversamente no es posible calificar-
la como un proceso autónomo respecto del juicio principal.
Ello, a pesar de las características particulares que reviste,
y teniendo presente la amplitud y generalidad que es propia del
instituto del incidente, en cuyo ámbito es dable incluir articula-
ciones de los más variados tipos, es de considerar que en ella
concurren los dos elementos esenciales de los incidentes. Por un
lado, se suscita o sobreviene durante el desarrollo de un juicio
preexistente, en cuanto el embargo dispuesto en éste para ga-
rantizar el resultado práctico de la demanda, motiva al terce-
ro a presentarse en el pleito para impetrar el levantamiento de
la medida, arguyendo ser el verdadero propietario del bien
afectado, y configurando en tal forma la típica dualidad que es
connatural a los incidentes, esto es, la promoción de un proce-
dimiento secundario o accesorio que se inserta en un procedi-
miento en curso, el que pasa, en consecuencia, a revestir el ca-
rácter de principal frente a aquel.
Por otro lado y fuera de esta circunstancia extrínseca, la
pretensión del tercerista guarda inocultable conexión con el
pleito pendiente, porque como es sabido persigue la cancela-
ción de un embargo trabado en el mismo para asegurar la efi-
cacia del derecho que allí se ventila. Tanto es así que de avan-
zar normalmente el juicio en cuyo seno se decretó la medida, no
podrá subastarse el bien gravado, ni satisfacerse el crédito del
acreedor accionante hasta que concluya la tercería y se dilucide
60 LUIS R. CARRANZA TORRES

definitivamente quién es el verdadero propietario de aquel


(art. 438, CPCCP).
Así las cosas, por reunir la tercería estas dos notas tipifican-
tes de los procesos incidentales, no es posible conceptuarla como
un proceso independiente, y si bien ella, como se señaló anterior-
mente, reviste algunos rasgos especiales, es de entender que
éstos son irrelevantes a los fines que nos ocupan y no empecen
a la calificación de incidental que se propicia. En este sentido
conviene detenerse en la circunstancia de que el tercero impe-
tra la declaración judicial de un derecho subjetivo que se atribu-
ye, concretamente, el dominio que invoca respecto del bien em-
bargado, de donde resulta que el procedimiento que se inicia
comporta un juicio declarativo o de conocimiento en cuyo ám-
bito se ventila un litigio nuevo y diferente del que se canaliza
en el pleito en el cual se decretó el embargo, y el que concluirá
por providencia que pasará en autoridad de cosa juzgada sustan-
cial. Justamente, en esta característica de las tercerías se funda
la tesitura que las conceptúa como un procedimiento autónomo
y las subsume en la hipótesis del inc. 1 del art. 339 del CPCCP.
El hecho de que en el procedimiento se discutan cuestiones
materiales, y aun cuando en él se controvierta una relación ju-
rídica distinta de la que se ventila en el juicio donde se ordenó
el embargo, pudiendo la decisión que recaiga a su término pa-
sar en cosa juzgada, es indiferente a los fines de desentrañar la
naturaleza de la articulación que nos ocupa. Ello es así porque
el carácter incidental de un procedimiento no depende del te-
nor de las cuestiones que en él se proponen, sino que proviene
única y exclusivamente de la relación en que el mismo se en-
cuentra frente al proceso preexistente de que se trata.
Por lo mismo, carece igualmente de importancia el hecho de
que las tercerías tramiten como juicio declarativo (art. 439, pri-
mer parrafo, CPCCP), pues este es un aspecto puramente extrín-
seco del procedimiento derivado de la circunstancia señalada de
que en él se debate una relación jurídico-sustancial que, empe-
ro, no ejerce gravitación alguna sobre la clase de vinculación que
la tercería mantiene con el pleito en desarrollo, lo que resulta
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 61

definitorio para efectuar una adecuada diagnosis jurídica de


ella; aparte de que la propia ley resta trascendencia al trámite
con que deben sustanciarse los incidentes (art. 427, CPCCP).
Añádase a lo expuesto que la captación de los efectos que la
perención de la tercería de dominio provoca, permite corroborar
la naturaleza incidental que es dable reconocerle. Diversamente
de lo que ocurre con los procesos verdaderamente independien-
tes cuya caducidad no impide promoverlos de nuevo (art. 346,
inc. 1, CPCCP), en cambio, la tercería que ha sufrido perención no
puede ser iniciada nuevamente, tal como sucede con los autén-
ticos incidentes (art. 346, inc. 2, CPCCP).
Finalmente media a juicio del tribunal que seguimos en esta
parte, otra razón que justifica subsumir la tercería en el factum
del inc. 2 del art. 339 y atribuirle un plazo de perención de seis
meses, la que reposa sobre apreciaciones de tipo axiológico. En
este orden de ideas, debe advertirse, primeramente, que si bien
la deducción de la tercería no suspende el desenvolvimiento del
juicio principal, el que puede continuar tramitándose normalmen-
te, en especial durante su etapa de conocimiento (art. 429, CPCCP),
con todo, su pendencia impide la realización de la subasta del
bien embargado, la cual quedará suspendida hasta que la terce-
ría concluya y se esclarezca en forma definitiva quién es real-
mente el propietario de la cosa en vías de enajenación (art. 438,
inc. 1, CPCCP).
Por consiguiente, causando la tercería la suspensión del
remate e impidiendo, por tanto, la satisfacción forzada del de-
recho de crédito ventilado en el juicio principal, el que deberá
esperar la terminación de la tercería cuyo trámite puede, even-
tualmente, transitar dos instancias y hasta radicarse en sede
extraordinaria (art. 384, primer párrafo, CPCCP), es entera-
mente razonable sustraerla al término largo de caducidad pre-
visto por el inc. 1 del art. 339 y someterla por el contrario al pla-
zo breve de seis meses captado en el inc. 2 del art. 339, CPCCP.
Mutatis mutandi, similares justificativos pueden darse, en
el ordenamiento procesal nacional, para justificar su encuadre
en el inc. 2, del art. 310 del CPCCN.
62 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.27. La perención en el proceso laboral nacional

No procede el instituto en razón del impulso de oficio que fija


para tal clase de juicios el art. 46 de la ley 18.345 y modificato-
rias y a cargo del tribunal, salvo en el caso del diligenciamien-
to de la prueba informativa, pero cuya omisión en realizar tal
prueba, de parte interesada no supone su aplicabilidad, sino la
procedencia de aplicar la caducidad del medio probatorio ofre-
cido, de no acreditar su realización dentro de los sesenta días
de la notificación del auto de apertura a prueba, en los tér-
minos del art. 84.
Es en virtud de su inaplicabilidad, que en el art. 155 de la
ley 18.345, al declarar aplicables determinadas normasdel CPCCN,
no se hace alusión a las relativas al instituto de la perención.
Como nos dice POSE70, la figura de la caducidad de instancia
ha sido considerada, en principio, incompatible con el proce-
so laboral, fundada en las siguientes razones: a) el carácter
tuitivo de la disciplina laboral que se apoya en el principio de
la irrenunciabilidad de derechos, por lo que mal puede aceptar-
se la aplicación de un instituto que presume y acepta la inexis-
tencia de interés de parte, castigando la inercia procesal; b) el
carácter oficioso de que goza el proceso laboral, donde el juez
debe instar el proceso gozando de plenas facultades para hacer-
lo, con independencia de la voluntad de las partes; y c) la situa-
ción particular que presenta el trabajador dentro del orden social,
como sujeto necesitado de una tutela “privilegiada” a los fines
procesales para superar la inferioridad de condiciones en que, por
lo general, se encuentra frente al dador de trabajo.
No entendemos como una forma particular de la caducidad
de instancia al examen preliminar de la demanda71, que resul-

70
POSE, Carlos, “Recepción de la caducidad de instancia a nivel de la Corte Supre-
ma de Justicia de la Nación en los procesos laborales”, DT, 1992-B-2053 y 2054.
71
Art. 67, ley 18.345. Examen previo de la demanda. Recibida la demanda en el
juzgado que deba intervenir, el juez examinará en primer término si corres-
ponde a su competencia y, cuando se considere incompetente, lo declarará de
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 63

ta un trámite referido a la admisibilidad de la acción; no ha-


biendo instancia propiamente dicha, desde que la presentación
ante la sede judicial no tiene firmeza por adolecer de defectos
que impiden su admisión.

1.3.28. Idéntica cuestión en los procesos de nuestra


provincia

Similar postura hallamos en la ley 7987 y modificatorias en


donde su art. 15, referido al impulso procesal, expresa: “El pro-
cedimiento deberá ser impulsado por el Tribunal aunque no
medie requerimiento de parte”. Pero aun sin tener la carga
impulsoria, las partes guardan el deber de colaborar en el di-
ligenciamiento de la prueba.

1.3.29. Regla general respecto de la perención de


instancia en la ley de concursos y quiebras

El art. 277 de la ley 24.522 y modificatorias hasta ley 26.086 ex-


presa respecto a la perención de instancia: “No perime la ins-
tancia en el concurso. En todas las demás actuaciones, y en
cualquier instancia, la perención se opera a los tres (3) meses”.
A su vez, el art. 278 norma en relación a las leyes procesales
locales que: “En cuanto no esté expresamente dispuesto por
esta ley, se aplican las normas procesales de la ley del lugar del
juicio que sean compatibles con la rapidez y economía del trá-
mite concursal”.
Ello importa que no se opera la perención de los procesos
concursales en sí, es decir, a partir del momento que existen,
luego de la apertura de un concurso preventivo o una quiebra.

oficio. Si la demanda tuviere defectos de forma, omisiones o imprecisiones, in-


timará al actor que los subsane en el plazo de tres (3) días, bajo apercibimien-
to de tenerla por no presentada, sin más trámite ni recurso.
64 LUIS R. CARRANZA TORRES

Pero sí resultan susceptibles de perimir tanto el procedimien-


to previo, cuanto todas las demás actuaciones que no sean esta-
dios procesales del concurso como tal, por caso los incidentes, los
recursos, entre otros72.
Es por ello que en el proceso concursal argentino, y respec-
to de la aplicación del instituto en estudio, es posible recono-
cer la influencia tanto de principios procesales de naturaleza
dispositiva como inquisitiva, así como la mayor vigencia de uno
u otro según las diferentes etapas del concurso preventivo y de
la quiebra que se analicen.
Así, como ejemplo de dispositivismo, y en lo que nos ocupa,
tenemos que, para la apertura de un proceso concursal preven-
tivo o liquidativo, es menester en general el impulso de parte; los
acreedores deben pedir la verificación de sus créditos para acce-
der a la concurrencia; en los incidentes concursales, las partes
y/o el síndico tienen la carga de impulso, pues, en su defecto, están
expuestos a la perención de instancia. Y como muestra de in-
quisitoriedad, que una vez abierto un concurso, el impulso del
mismo puede hacerlo el juez o el síndico, siendo insusceptible de
perención de instancia; así como las amplias facultades del juez
concursal en materia de impulso procesal y de iniciativa pro-
batoria están genéricamente enunciadas en el art. 274 de la
LCQ, así como particularizadas en otras numerosas disposicio-
nes del texto legal, pueden hallarse facultades atribuidas a
dicho magistrado que perfilan la inquisitoriedad señalada73.
Señalan JUNYENT BAS y MOLINA SANDOVAL que ante la perento-
riedad de los términos y el impulso de oficio procesal, la peren-
ción de los plazos opera de pleno derecho y puede, incluso, ser

72
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 267.
73
ROUILLON, Adolfo, “Argentina: lineamientos del sistema legal e institucional
para los procesos concursales o de insolvencia”, documento de trabajo del Glo-
bal Judges Forum 2003. Commercial Enforcement and Insolvency Systems, or-
ganizado por el Banco Mundial en la Pepperdine University School of Law,
Malibú, California, entre el 19 a 23 de mayo de 2003, p. 13.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 65

declarada de oficio por el juez74. La postura de la mayoría ad-


mite su purga, merced a un acto impulsorio cumplido luego del
plazo, pero antes del acuse o declaración de oficio de la cadu-
cidad. Para VENICA, en cambio, no puede purgarse, o lo que es lo
mismo, todo acto de impulso posterior al vencimiento del pla-
zo carece de eficacia75.
De nuestra parte, entendemos que la posibilidad de impulso
posterior al cumplimiento del plazo, no tiene que ver sólo con
la naturaleza del plazo, sino y en especial, con el modo en que
se opera la perención; para lo cual la ley falencial, a mérito de
lo establecido en su art. 278, debe coordinarse con la normati-
va procesal general.
En este sentido, se ha entendido que, el hecho de que la de-
claración jurisdiccional pueda ser declarada de oficio es la con-
secuencia del principio inquisitivo contenido en el CPCCN y,
con mayor vigor aún, en la ley 24.522, pero no significa en ma-
nera alguna que la caducidad o perención de la instancia ope-
re de pleno derecho. Ya que, salvo en el Código Procesal Civil
de Jujuy, no existe en el sistema procesal argentino —y la ley
24.522 es una norma procesal— la perención de instancia de
pleno derecho, puesto que si así fuera no sería necesaria su de-
claración jurisdiccional, siendo suficiente un mero decreto dis-
poniendo el archivo de las actuaciones. En consecuencia, para
que se opere la perención o caducidad de la instancia, es me-
nester no solamente el transcurso del tiempo sin que se reali-
ce por las partes o por el tribunal actividad procesal útil, sino
también la declaración jurisdiccional de que ello ha ocurrido,
la que reviste de tal manera el carácter de constitutiva.
Por lo que mientras esa declaración no se produzca, cualquier
actividad procesal impulsoria tiene como efecto la interrupción

74
JUNYENT BAS, Francisco - MOLINA SANDOVAL, Carlos A., Verificación de créditos,
fuero de atracción y otras cuestiones conexas. Ley 24.522, Rubinzal Culzoni, San-
ta Fe, 2000, p. 86.
75
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 269.
66 LUIS R. CARRANZA TORRES

del plazo de caducidad, aun cuando éste haya transcurrido ín-


tegramente, por imperio del principio de preclusión76.

1.3.30. Incidencia del plazo perentorio y la posibilidad


de declararla de oficio en la regulación de
honorarios

Ha entendido nuestro Tribunal Superior provincial que, sien-


do en el proceso concursal que la caducidad de instancia opera de
oficio “[...] y sin necesidad de declaración alguna”, la presentación
de una de las partes con el objeto de denunciar el vencimiento del
término, debe ser juzgada como un simple acto procesal a los fines
regulatorios y no como un incidente de perención77.
A este respecto cabe destacar, primeramente, que la peren-
ción o caducidad debe establecerse en todos los casos, sea en el
proceso nacional o provincial, ordinario o concursal. No sólo
porque la ley concursal nada dice sobre que opera sin necesi-
dad de declaración, limitándose a establecer sólo un plazo de
naturaleza perentoria, sino, principalmente, porque sería una
incongruencia que un proceso judicial, abierto por un magistra-
do, fuera concluido sin más ministerio legis y sin mediar inter-
vención alguna del magistrado que lo conduce. Pues la ley en
el proceso se aplica por el magistrado interviniente, lo que nos
lleva a que, necesariamente, deba haber un acto expreso del di-
rector del proceso dando éste por finalizado, no pudiendo cul-
minar de otra forma.
Hecha tal aclaración, en lo específico de la cuestión compar-
timos lo expuesto, dejando a salvo que resulta facultad del juz-
gador, previo a resolver, dar traslado a la contraria, desde que
no está prohibido y, además, asegura estar en las mejores con-

76
Cámara 2ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, del 24/09/2002, en autos “CIVE So-
ciedad Anónima Industrial y Comercial (CIVE Córdoba) - quiebra pedida”,
sentencia N° 117, voto del Dr. Zinny.
77
TSJ de Córdoba, auto Nº 478 de 1986, citado por VENICA, Oscar Hugo, Código
Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba - Ley 8465, t. III, p. 271.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 67

diciones de resolver habiendo escuchado a todos quienes van


a ser alcanzados por la decisión. En tal caso se configura un
trámite incidente y la regulación debe ser la correspondiente
a tal supuesto procesal.

1.3.31. Perención de instancia en el pedido de quiebra

El pedido de quiebra formulado por un acreedor constitu-


ye una instancia en sentido procesal a cargo de denunciante,
que debe ser instada por el interesado en la declaración juris-
diccional y, por ende, es susceptible de perimir cuando el so-
licitante ha dejado transcurrir el plazo, por el respectivo or-
denamiento por el que tramita la pretención78, sin que mediara
actividad procesal79. Ya que en tanto no se decrete la quiebra,
el impulso del proceso corresponde al acreedor peticionante
y, en consecuencia, el vencimiento de los plazos sin que haya
activado el trámite acarrea la caducidad de la instancia80.
Su diferencia con el juicio principal propiamente dicho re-
side en que las vías de introducción en el concurso o en la quie-
bra dependen de instancia de la parte interesada y, por ello, son
susceptibles de perimir, en tanto que el procedimiento princi-
pal es por naturaleza impulsable de oficio.
El art. 277 de la ley 24.522 no obsta a esa conclusión; pues la
previsión legal sólo veda la caducidad de la instancia del con-
curso y no la de las restantes actuaciones81, por lo que, mientras
no se decrete la quiebra, el impulso del proceso corresponde al
peticionante y, en consecuencia, el vencimiento de los plazos

78
Que en el caso nacional, resulta el previsto por el art. 310, inc. 2, del CPCCN.
79
CNCom., Sala D, 25/11/1991, en autos “Jaume, Juan s/ pedido de quiebra por
Lancman, Hugo”.
80
CNCom., Sala E, 28/11/1991, en autos “Focaraccio, Carlos Alberto s/ pedido
de quiebra por Sciuto, Alberto”.
81
CNCom., Sala E, 02/09/2004, en autos “Collectivemind INC. S.A. s/ pedido de
quiebra por Transearch S.A. Arg. S.A.”
68 LUIS R. CARRANZA TORRES

sin que haya activado el trámite acarrea la caducidad de la ins-


tancia82.
No obstante ello, resulta un tema discutido en doctrina la
posibilidad de la caducidad de la instancia prefalencial y, en su
caso, la normativa aplicable, derivándose de dicha cuestión,
que la naturaleza inquisitiva del proceso sumario permite sos-
tener que la falta de impulso por parte del acreedor, no es su-
ficiente para declarar la caducidad ante las facultades oficiosas
del tribunal (arts. 83, segundo párrafo, y 87 de la LCQ, sosteni-
do por LETTIERI).
Sin embargo, la mayoría de la doctrina se pronuncia por la
viabilidad de la perención preconcursal, afirmando que la acción
del acreedor es decisiva en esta etapa por ser titular de la acción,
y que las facultades del tribunal son siempre complementarias.
Tal criterio es el que ha sido receptado por la jurisprudencia.
Se entiende, asimismo, que por tratarse de una cuestión
previa a la apertura del concurso, no cabe aplicar el art. 277 de
la LCQ, sino la normativa de los códigos de rito83.
La Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial
de San Isidro (provincia de Buenos Aires), respecto de dicha
cuestión, ha fallado84 en el sentido de que la ley falencial con-
diciona restrictivamente la aplicación supletoria de la ley pro-
cesal local en un doble sentido: la ley sustancial no debe prever
expresa y especialmente la problemática, y la aplicación de la

82
CNCom., Sala E, en autos “Multiflex S.A.”, del 18/03/1988; “Benítez Moreno,
Ignacio María”, del 24/05/1995; “Collectivemind”, del 02/09/2004.
83
JUNYENT BAS, Francisco - M OLINA SANDOVAL, Carlos A., “Cuestiones prácti-
cas de la petición falencial directa por acreedor”, disponible desde la página
web de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba: http:/
/ www.acader.unc.edu.ar Sección doctrina-derecho comercial, ps. 29/30 (último
acceso: el 27/08/2006), con citas de HEREDIA, Pablo, Tratado exegético de derecho
concursal, t. 3, Ábaco, Buenos Aires, 2001, ps. 381/383, y LETTIERI, “Inexistencia
de la llamada perención preconcursal”, ED, 111-947.
84
En los autos “Facco, Mónica Esther s/ pedido de quiebra” (Reg. 672), voto de
los Dres. Cabrera de Carranza y Arazi.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 69

ley local debe ser compatible con la rapidez y economía del trá-
mite concursal, consultando los principios generales que infor-
man la materia.85 Por lo que contiene el art. 277 de la ley 24.522
expresamente la previsión para el caso de la perención de la
instancia, cuestión que excluye la posibilidad de alterar el ré-
gimen concursal con la aplicación de las normas locales, den-
tro del alcance de dicha norma.

1.3.32. Incidentes concursales

Respecto a dichos incidentes, sean los sometidos al régimen


general de los arts. 280 y ss. de la LCQ, como aquellos que tie-
nen un trámite especial, en principio, y dado que en ningún caso
está previsto el decreto de autos, una vez contestado el traslado
por todos aquellos a quienes corresponde, ya no puede operar
la perención, pues si nadie ofrece prueba queda automática-
mente en estado de dictar sentencia86.

1.3.33. El síndico y la perención de instancia

En este sentido, se ha expresado87 que en aquellas actuacio-


nes susceptibles de perimir, no resulta carga del funcionario
sindical activar la tramitación del pleito, cuyo impulso queda
a cargo del demandante en virtud del principio dispositivo,
siendo él quien da inicio a la instancia y quien debe arbitrar los
medios para arribar a la culminación del proceso por el dicta-
do de la sentencia, modo normal de terminación del mismo.

85
Cfr. Corte Suprema de Mendoza, 26/04/1984, “Síndico quiebra Fontemachi,
Roberto”, ED, 112-148.
86
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 271.
87
CNCom., Sala A, 03/08/2005, an autos “José Luis Riveira Fuentes s/ quiebra
s/ inc. por Navarro, Juan Andrés”.
70 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.34. Perención de instancia de juicio laboral


recibido en la quiebra en virtud del fuero de
atracción

Al respecto, es interesante destacar una jurisprudencia de


la Corte Suprema de Justicia de Mendoza88, en donde se enten-
dió que resulta aplicable el art. 277 de la LCQ y la caducidad de
la instancia es denunciable, aún tratándose de créditos labora-
les si el acreedor optó por el trámite de la verificación tardía,
o la caducidad se denuncia en el incidente de revisión en una
verificación tempestiva; o en el supuesto que exista decisión
judicial firme que indica a las partes que se seguirá un proce-
dimiento distinto al que regía originariamente al expediente
atraído.
Sin embargo, la caducidad de instancia no es denunciable en
los procedimientos laborales que continúan ante el juez del con-
curso, si no existe decisión firme que indique a las partes que se
seguirá un procedimiento distinto al que lo regía en origen.
Para el acreedor que optó por el procedimiento de verifica-
ción, si la verificación es tempestiva, el problema de la caduci-
dad de instancia sólo aparecerá en el eventual recurso de re-
visión en que pueda derivar (arts. 32, 37 y 280, LCQ). En cambio
si la verificación es tardía (art. 56, LCQ), la cuestión de la cadu-
cidad de instancia se presenta a lo largo de todo el incidente
(arts. 277 y 280, LCQ).
Dicha postura se fundamenta en que todos los acreedores
tienen la carga de verificar, aun los de naturaleza laboral (art. 32,
LCQ), resultando el procedimiento verificatorio una típica vía
o instrumento concursal que se rige por dicha ley, lo cual excluye
la posibilidad de incorporar las normas que gobiernan el proceso
laboral, pues en tal caso el proceso laboral no continúa; se ha
convertido en otro, de diversa estructura y naturaleza. En con-

88
Corte Suprema de Justicia de Mendoza en pleno, 11/03/2002, en autos
“Berrondo, Edmundo R. c/ Fidel Tahan S.A.”
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 71

secuencia, no hay razón para no aplicar la norma específica que


regula la perención en el concurso, o sea el art. 277 de la LCQ.
La no caducidad del proceso de verificación (en la etapa de
revisión, o en la verificación tardía) es incompatible con la ra-
pidez y la economía del trámite concursal del cual forma par-
te, por lo que resultan inaplicables las leyes procesales locales
(art. 278, LCQ).
Dicha solución, que atiende al tipo de procedimiento don-
de se desarrolla y no a la naturaleza del crédito laboral que está
en discusión, es por otra parte la postura que ha sido sosteni-
da por la Corte Suprema de la Nación89.
En el caso que el acreedor optó por la continuación o deci-
sión judicial que resolvió la continuación del juicio, ¿cuál es el
procedimiento al que se somete el juicio atraído que continúa
por ante el juez concursal?
Si bien un análisis de la escasa jurisprudencia publicada,
muestra una cierta tendencia a admitir la caducidad de la ins-
tancia del proceso laboral continuado en sede concursal, en el
entendimiento, respecto del particular, el tribunal en el fallo
que seguimos, fue de la opinión que llegado el expediente la-
boral al tribunal de concursos, el juez debe emplazar al acree-
dor para que manifieste si opta por el proceso de verificación
o por la continuación del proceso; debiendo en el mismo acto,
o en otro posterior, indicarle qué trámite imprimirá si opta por
la continuación (por ejemplo, incidental, o sumario, u ordina-
rio del código procesal local, etc.). Si el acreedor se decide por
la continuación del proceso, pero no está de acuerdo con el trámi-
te propuesto por el juez, podrá interponer un recurso de revoca-
toria expresando las razones por las que estima conveniente
otro tipo de tramitación y, de este modo, dará al juez posibi-
lidad de modificar su criterio. La nueva decisión, conforme las
reglas generales, es inapelable y allí concluirá la cuestión re-
ferida al trámite.

89
Resolución del 07/07/1992, en queja por autos “Frías, José vs. Este S.A.” (véa-
se jurisprudencia nacional al final del capítulo).
72 LUIS R. CARRANZA TORRES

En cambio, si no hay decisión del juez que disponga un trámite


diferente, consentida por el acreedor laboral, la caducidad no
puede ser declarada porque debe entenderse que, a tenor de la
regla del inc. 2, art. 21 , “continúa” el procedimiento anterior (el
impreso ante los tribunales laborales), que no conocía la cadu-
cidad de instancia como instrumento extintivo.

1.3.35. Perención de instancia y concurso especial

El concurso especial establecido en los arts. 209 y siguien-


tes de la LCQ, resulta un trámite procesal específico, marcada-
mente abreviado, que el estatuto falencial concede a los acree-
dores hipotecarios y prendarios en caso de quiebra (arts. 126
y 209, LCQ) y que no rige en el concurso preventivo, instancia
en la que dichos acreedores tienen la posibilidad de incoar la
pertinente ejecución individual (art. 21, inc. 1, LCQ)90.
Es su finalidad permitir la realización separada de los bienes
afectados en garantía, de la liquidación de los restantes bienes
que integran el activo falimentario, importando, desde el pun-
to de vista procesal, la tramitación de un incidente cuyo mar-
co cognoscitivo se da a fin de establecer la existencia del crédito
y el privilegio, dentro de los límites estrictos del título ejecuti-
vo que se está haciendo valer, con prescindencia de la causa91,
debiendo pronunciarse acerca de la viabilidad de la ejecución
instaurada, independientemente de la solicitud de verificación
del crédito que se formaliza por su cauce regular y acreditando los
extremos respectivos. Dicho proceso es incidental, susceptible de
perimir en su instancia en los términos del art. 277 del estatuto
falencial, aun cuando el crédito con privilegio especial se halle
verificado, desde que se trata de dos procedimientos distintos92.

90
CNCom., Sala D, 27/11/1980, LL, 1981-C-280.
91
CNCom., Sala C, 29/04/1985, LL, 1985-E-241.
92
CNCom., Sala E, 31/10/1989, en autos “Nogués Baubeau de Secondigne
S.A.”, JA, 1991-I-1073.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 73

1.3.36. Trámite de pronto pago

La aplicación en la presente cuestión del instituto en estudio


se halla subordinada a dilucidar si el trámite, previsto por el le-
gislador para que el acreedor laboral obtenga “pronto pago” de su
crédito, constituye un incidente previsto por el art. 280 de la LCQ
y, por tanto, susceptible de perimir en los términos del art. 277 de
la LCQ o por el contrario, constituye un procedimiento que, pese
a tramitar por separado del principal por una cuestión de orden
del proceso, constituye una “actuación” integrativa del proceso
principal y, por ende, insusceptible de caducar (art. 277, LCQ).
A este respecto, la jurisprudencia ha entendido que el “pron-
to pago” resulta “sin dudas” una forma especial instaurada por la
ley para que los acreedores laborales hagan valer sus derechos en
el proceso concursal, que no se limita solamente a su “cobro pre-
ferente”, sino que, también, importa un modo de admisión de
estos créditos en el pasivo con una limitada posibilidad de cues-
tionamiento. Tratándose de un trámite especialísimo, no con-
tencioso, que no es susceptible de generar costas, se efectúa en
el proceso principal, aunque podría encauzarse directamente
ante el síndico en donde el acreedor concluye su actividad efec-
tuando la presentación, correspondiendo al síndico y al tribu-
nal las restantes actividades. Resulta en virtud de ello su na-
turaleza más equiparable al trámite de insinuación tempestiva,
que al de una incidencia instaurada en interés particular, con la
particularidad de que no sólo persigue la insinuación en el pa-
sivo, sino que propende también a lograr un cobro preferente93.
Ello pues cuando la ley 24.522 en su art. 16, teniendo en cuen-
ta la naturaleza eminentemente alimentaria de los créditos labo-
rales y, por consiguiente, el interés público comprometido, dis-
pone que “para que proceda el pronto pago no es necesaria la

93
Cámara 2ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. Nº 29 del 14/02/2002, en autos
“Altamira, Constancia Ana, en autos ‘Roanmar S.R.L. - concurso preventivo -
hoy quiebra - solicita pronto pago - recurso directo’ ”, voto de la Dra. Silvana
María Chiapero de Bas, Zeus Córdoba, t. 1, p. 104.
74 LUIS R. CARRANZA TORRES

verificación del crédito en el concurso ni sentencia en juicio labo-


ral previo”, y, además, que deben ser satisfechos prioritariamente
con el resultado de la explotación, claramente le está dando a la
cuestión un tratamiento que no es incidental, resultando, por con-
siguiente, inaplicables las normas del art. 280 y siguientes, sino
que, como bien lo afirma el sentenciante, corresponde al juicio
principal que, por imperio del mismo art. 277, no perime94.
Cabe resaltar respecto del particular, que la ley 26.086 va-
rió el trámite procesal del “pronto pago” respecto del ordena-
miento anterior, que ya había eliminando (ley 24.522) la opción
por el juicio de conocimiento en sede laboral mediante la dero-
gación del art. 266 de la LCT (cfr. art. 293, LCQ).
Con tal modificación se estructuró una secuencia procesal que
no constituye un incidente en los términos del art. 280 de la LCQ,
sino un trámite especialísimo que debe efectuarse en el expedien-
te del concurso, de carácter sumarísimo y despojado de cualquier
formalismo excesivo, exento de toda tasa o gasto judicial por im-
perio del art. 20 de la LCT, y que no genera costas por lo que el
propio trabajador deberá soportar los honorarios de su abogado.
Respecto a la posibilidad de que dicho trámite especialísi-
mo, pese a no constituir un incidente del art. 280 de la LCQ,
pueda ser encuadrado en la expresión “actuaciones” a las que
alude el art. 277 de la LCQ como susceptibles de perimir, expre-
sión que abarca un concepto de mayor amplitud, se ha enten-
dido que, si bien una primera aproximación podría inclinarnos
a la respuesta afirmativa, tal alternativa debe ser finalmente
descartada. Ello, a pesar de que el “pronto pago” es un trámi-
te que no integra los ordinarios del proceso principal efectua-
dos en el “interés general” de todos los acreedores, sino que es
una cuestión promovida por un acreedor que defiende tan sólo
su interés particular de ingresar en el pasivo y obtener una

94
Cámara 2ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. Nº 29 del 14/02/2002, en autos
“Altamira, Constancia Ana, en autos ‘Roanmar S.R.L. - concurso preventivo -
hoy quiebra - solicita pronto pago - recurso directo’ ”, voto de los Dres. Jorge Ho-
racio Zinny y Marta Montoto de Spila, Zeus Córdoba, t. 1, p. 104.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 75

“ventaja” temporal en el cobro de su acreencia, y si bien la na-


turaleza laboral y alimentaria del crédito en nada cambia la
cuestión, ya que la misma no impide que la verificación tardía
iniciada por un acreedor laboral sea susceptible de perimir,
razones de economía procesal, sumadas al criterio restrictivo
con que cabe abordar las cuestiones que importan pérdida o
caducidades de derechos, imponen la solución contraria; ya
que admitir la posibilidad de su caducidad importaría obligar
al interesado a un nuevo planteamiento de la cuestión en idén-
ticos términos con el consiguiente desgaste procesal95.

1.3.37. Instancia recursiva ordinaria

En la denominada “segunda instancia”, o instancia recursi-


va ordinaria, es al apelante que le compete mantener vivo el
proceso a su respecto, a fin de no perder ese derecho, realizan-
do los trámites tendientes a que el tribunal de alzada cumpla
la función revisora. La carga del apelante incluye todas aque-
llas actividades necesarias para poner el expediente en condi-
ciones de ser remitido a la alzada, realizando, por ejemplo, los
trámites de notificación pendientes.
El planteo recursivo de apelación marca la iniciación de la
segunda instancia. Por cuanto, en dicho estado procesal, la juris-
dicción del juez concluye aun en el supuesto de que la causa con-
tinúe en el Juzgado inferior, ya que la instancia de la revisión
nació por dicha petición de reexamen.
Si con la sentencia ha concluido la primera instancia, con el
planteo del recurso se abrió la segunda instancia, es consecuen-
cia lógica que el plazo de caducidad a aplicarse sea el correspon-
diente a esta última instancia. No obsta a ello la circunstancia
de encontrarse el expediente en el Juzgado de Origen, porque

95
Cámara 2ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. Nº 29 del 14/02/2002, en autos
“Altamira, Constancia Ana, en autos ‘Roanmar S.R.L. - concurso preventivo -
hoy quiebra - solicita pronto pago - recurso directo’ ”, voto de la Dra. Silvana
María Chiapero de Bas, Zeus Córdoba, t. 1, p. 104.
76 LUIS R. CARRANZA TORRES

el trámite que debe cumplirse en la apelación, conforme al or-


denamiento ritual, no altera en esencia la iniciación de la se-
gunda instancia, toda vez que el fin perseguido por el recur-
so, cuya perención se pide, es la resolución del Tribunal de
Alzada y no del juez, que sólo se encarga de su tramitación96.

1.3.38. La perención casatoria provincial

Al respecto, se ha afirmado que cuando el máximo Tribunal


provincial ha expresado que el recurso de casación no compor-
ta una tercera instancia judicial, se quiere aludir con ello a la
competencia limitada que el tribunal ejerce sobre la causa en
esta etapa del proceso, de la cual se encuentra excluída la posi-
bilidad de conocer hechos controvertidos y de revisar el valor
convictivo de las pruebas traídas por las partes. Pero de ningu-
na manera se puede inferir de tal apreciación, que la tramitación
de dicho recurso extraordinario no implique la apertura en el jui-
cio de una nueva instancia, en el sentido de etapa o fase del pro-
ceso que se desenvuelve ante un grado superior de la jurisdic-
ción, y expuesta, por consiguiente, a perimir si el interesado la
mantiene inerte durante el lapso que propicia la ley. En tal for-
ma, la caducidad tendrá lugar en el lapso de seis meses en los tér-
minos del art. 339 del CPCCP, ya que tal norma habla de “segun-
da o ulterior instancia”, por lo que, descartada la segunda instancia
abierta por el recurso de apelación, y cerrada por el resolutorio de
la Cámara resulta evidente que la “ulterior” instancia correspon-
de, por lo menos, al recurso de casación organizado en los arts. 383
y siguientes del CPCCP97.

96
Cámara Civil y Comercial Común de Tucumán, Sala II, sentencia Nº 556 del
19/12/2006, en autos “Ferretera del Norte S.R.L. s/ concurso preventivo s/ inci-
dente de revisión de crédito (P. AFIP-DGI)”.
97
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., 07/12/2004, A.I. Nº 319, en autos “Tejeda,
Ramón Víctor c/ Red Vial Centro y/o quien resulte responsable - daños y per-
juicios - recurso de casación”, SJ, t. 91, 2005-A-166/7.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 77

1.3.39. La caducidad de la instancia extraordinaria


federal

La instancia extraordinaria se abre con el planteo del recur-


so deducido contra la sentencia definitiva, aún cuando el expe-
diente no haya sido elevado por el tribunal a quo. Por lo que la
perención puede acaecer desde la interposición de aquel, si
transcurre el plazo sin activar el trámite98.
Es jurisprudencia de la Corte Suprema de la Nación que co-
rresponde declarar la caducidad de instancia si ha transcurrido
el lapso de tres meses desde que se concedió el recurso extraor-
dinario (art. 310, inc. 2, CPCCN) sin que mediara actividad
procesal impulsora por parte de la recurrente, pues la carga de
remitir la causa al tribunal superior correspondiente, no rele-
va a las partes de realizar los actos necesarios para urgir su
cumplimiento ante la omisión del órgano respectivo99.
Cabe resaltar que, en todo lo atinente a la caducidad de ins-
tancia del recurso extraordinario federal, resulta de aplicación
el CPCCN.

1.3.40. El instituto respecto de las quejas o el recurso


directo

La Corte ha señalado en reiteradas ocasiones que las normas


del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación atinentes al
instituto mencionado son aplicables a los recursos de hecho de-
ducidos ante ella100.
Igual temperamento se ha seguido en el orden provincial res-
pecto del recurso directo ante el Tribunal Superior de Justicia.
Discrepamos de ello. El recurso de queja o directo carece de
la nota de bilaterialidad, y por lo mismo, del contradictorio que
permita aplicar el instituto de la perención. No resulta, por lo

98
Cfr. CNCiv., Sala C, 04/05/2000, en autos “Ribao, Carlos c/ Arias, Alfredo”.
99
Fallos 310:928; 313:986; 314:1438.
100
Fallos 308:2438; 315:1919; 316:63 y 317:1642, entre otros.
78 LUIS R. CARRANZA TORRES

demás, un medio de impugnación en sentido estricto, sino un


ejercicio de las facultades de contralor del superior judicial
respecto de la actuación de las instancias inferiores, en mate-
rias (contralor de constitucionalidad y arbitrariedad) que le
son propias por directo y expreso encargue constitucional101.
Por lo que no se trata de un “recurso” propiamente dicho,
sino una denuncia al superior. Tiene un carácter especialísimo
que, precisamente por ello, descarta la procedencia de las re-
glas procesales ordinarias.
No obsta a lo antes señalado que las normas procesales hablen
de un plazo de prescripción de “segunda o ulterior instancia”102,
en el caso de la provincia. O de una “tercera instancia”103, en el
orden nacional. Desde que hacen alusión, a la respectiva ins-
tancia extraordinaria (por articulación de casación o inconsti-
tucionalidad, o del recurso extraordinario federal, respectiva-
mente), que como toda instancia, sí es susceptible de perimir.
Pero que no engloba a lo atinente al recurso directo de queja,
que como se ha visto, queda fuera de ella. En virtud de lo espe-
cial de su naturaleza y fines.

1.3.41. Proceso monitorio del art. 39 de la ley de prenda

Se establece en dicha norma104 una forma especial de reali-


zación de la garantía prendaria en los casos en que el acreedor
sea el Estado, sus reparticiones autárquicas, un banco, una
entidad financiera autorizada por el BCRA o una institución
bancaria o financiera de carácter internacional, consistente en
que ante la presentación del certificado prendario, el juez or-
denará el secuestro de los bienes y su entrega al acreedor, sin

101
Véase al respecto, CARRANZA TORRES, Luis, “La perención en el recurso directo o
de queja: ¿Pertinente o una incongruencia procesal?”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 507.
102
Art. 339, inc. 2, CPCCP.
103
Art. 310, inc. 2, CPCCN.
104
Decreto-ley 15.348/46, ratificado por la ley 12.962 y modificado por el decre-
to-ley 6810/63. Texto ordenado por decreto 897/95.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 79

que el deudor pueda promover recurso alguno. El acreedor


procederá a la venta de los objetos prendados, en la forma pre-
vista por el artículo 585 del Código de Comercio, sin perjuicio
de que el deudor pueda ejercitar, en juicio ordinario, los dere-
chos que tenga que reclamar el acreedor. Dicho trámite de venta
extrajudicial no se suspenderá por embargo de bienes ni por
concurso, incapacidad o muerte del deudor.
Si dicho trámite constituye una instancia, en el sentido re-
querido para que resulte operativo el instituto de la perención,
es una cuestión discutida desde la jurisprudencia. Desde una
postura negativa, se ha expresado que el trámite especial que
establece el art. 39 de la Ley de Prenda con Registro para aque-
llos casos en que el acreedor sea una institución oficial o banca-
ria, no importa la iniciación de un juicio de ejecución, pues sólo
está destinado o facilitar al acreedor la ulterior venta extrajudi-
cial de los bienes afectados a la garantía105. Luego, resulta inapli-
cable a la medida de secuestro promovida en la especie la peren-
ción de instancia, aún dictada de oficio por el tribunal106.
En sentido contrario, se ha entendido que existe en el trámite
de secuestro prendario una instancia controversial, susceptible
de perención107, ya que para llevar a cabo el procedimiento pre-
visto en la norma, es necesario cumplir ciertos actos en sede
jurisdiccional, con la consiguiente actividad de un magistrado.
Suponiendo ello la apertura de una instancia judicial sujeta a la
aplicación de las normas procesales respecto a la perención de
instancia, concretamente al art. 310, inc. 2, del CPCCN108.

105
CNCom., Sala A, 21/02/2003, en autos “ V.W. Compañía Financiera S.A. c/
Rossi, Graciela Marina Amalia s/ secuestro prendario”.
106
CNCom., Sala A, 09/04/1992, en autos “Banco Central de la República Ar-
gentina S.A. c/ Hyderman, Perla”, ídem, 14/08/1995, en autos “Banesto Banco
Shaw c/ Salles, Miguel s/ secuestro prendario”.
107
CNCom., Sala D, 20/12/2002, en autos “Citibank Na c/ Stabile, Margarita
Lucía c/ secuestro prendario”.
108
CNCom., Sala D, 08/08/1996, en autos “Citibank”; ídem, 10/12/1996, “The First
National Bank of Boston”; ídem, 07/03/1997, “Invercred”; ídem, 05/10/2000, “Fiat
Crédito Compañía S.A.”; ídem, 20/12/2000, “HSBC Banco Roberts S.A.”
80 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.42. La acción de impugnación asamblearia

La acción impugnativa respecto de lo resuelto en las asam-


bleas societarias109, es susceptible de perimir, ya que se trata
de un proceso contencioso y que no trasciende los intereses de
particulares (socios o sociedad). Estando legitimada para so-
licitarla la propia sociedad, ya que es el demandado natural en
la acción de impugnación de asamblea (arts. 315, CPCCN y 343,
inc. 1, CPCCP). Obviamente, que esta legitimación se ciñe sólo
a la acción principal, ya que si se tratase de un incidente o es-
tuviere pendiente la instancia recursiva, la legitimación para
solicitar la perención dependerá de las circunstancias de cada
caso (el contrario de quien hubiese promovido el incidente o la
parte recurrida, respectivamente).
El tema más controvertido en este particular, resulta el plazo
para que opere la perención de instancia. Una postura indica que
le corresponde el término de los procesos incidentales.
Otra, en la que Molina se enrola, entiende que siendo de tres
meses el plazo que la ley societaria impone al ejercicio de la
acción (art. 251 de la ley de sociedades comerciales), tal es el
término en que debe acaecer la caducidad, en virtud de resul-
tar un plazo más breve que el fijado procesalmente (art 310 inc.
3 CPCCN y art 339 inc. 3 CPCCP).
A esta última postura se le ha rebatido que el el plazo para
incoar la acción del art. 251 de la ley de sociedades comercia-
les, se trata de uno de caducidad y no de prescripción.
En este sentido, se ha dicho desde la jurisprudencia que: “La
norma del art. 339, inc. 3, CPCCba., alude a plazo de prescripción
correspondiente al derecho ejercido en la acción, el cual, de ser
más breve que el de un año consagrado en el inc. 1, bastará para
causar la perención de la instancia, la cual operará aun en estos
supuestos en el término de un año. No corresponde extender por

109
Seguimos en este particular, lo expuesto en MOLINA SANDOVAL, Carlos, Régi-
men procesal de la acción de impugnación asamblearia, Nuevo Enfoque Jurídi-
co, Córdoba, 2005, ps. 55 a 61.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 81

vía de analogía el precepto del inc. 3, art. 339, CPCCCba., a la


hipótesis no contemplada del instituto de la caducidad, argu-
mentando a partir de la finalidad común que ambas persiguen
en orden a la extinción de los derechos. El instituto de la peren-
ción de instancia, por virtud de sus propias características, es re-
fractario al razonamiento por analogía, el cual no puede ser uti-
lizado por el intérprete para ampliar los supuestos y los requisitos
condicionantes de la extinción anticipada de los procesos judi-
ciales. Ello así por más que pudieran existir elementos comunes
entre la situación jurídica mentada por la norma y no menciona-
da por aquella. [...] Las normas que contemplan y regulan la pe-
rención de instancia deben ser objeto de interpretación estric-
ta porque ellas imponen el truncamiento anormal y anticipado
de las causas que se ventilan ante los tribunales. Se trata de
disposiciones de naturaleza excepcional que limitan y restrin-
gen el principio general de conservación de los actos jurídicos
válidamente celebrados, y de allí que deban ser interpretadas de
manera restrictiva. Con mayor razón se impone esta pauta her-
menéutica cuando la declaración de perención conllevará el im-
pedimento absoluto de reproducir en el futuro la acción anulato-
ria ejercida, coartándose de manera definitiva toda posibilidad
de actuar las normas sustanciales supuestamente inobserva-
das”110.
Esta interpretación ha sido contestada desde la doctrina en
el sentido que no existe contraposición entre adoptar el plazo
del art. 251 de la ley de sociedades y el criterio restrictivo con
el que deben valorarse los supuestos de perención procesal, ya
que la CSJN ha dicho que este criterio en materia de caducidad
de la instancia sólo conduce a descartar su procedencia en su-
puestos de duda (“Frías, José María c. Estex SACIeI”, 07-07-
1992). Por lo que para tal postura no existen dudas en relación

110
TSJCba., Sala Civil y Comercial, “Palavecino de Rodríguez, Mónica c. Valbo
SA, s/nulidad de asamblea, recurso de casación”, 30/06/03 (A.I. 166), Semanario
Jurídico Nº 1419 del 31/07/03, p. 147. Cit. en MOLINA SANDOVAL, Carlos, Régimen
procesal de la acción de impugnación asamblearia, p. 57.
82 LUIS R. CARRANZA TORRES

a la extensión del plazo y a la asimilación entre prescripción


y caducidad111.

1.3.43. La perención en la acción de amparo

No obsta a la concreción de la perención la circunstancia de


que se trate de una acción de amparo, porque dicho proceso se
gobierna supletoriamente por las disposiciones del Código
Procesal Civil y Comercial que prevé el instituto de la caduci-
dad de la instancia112, en virtud de la remisión de la propia ley
de amparo en su art. 17113.
Como nos dice BLANCO114, se ha discutido si la instancia de un
proceso de amparo es pasible de perimir, puesto que la ley 16.986
(al igual que nuestra norma provincial Nº 4915) no contiene
ninguna prescripción expresa sobre el particular, y la caduci-
dad de la instancia es de interpretación restrictiva. En estos tér-
minos, podría llegar a entenderse que los arts. 310 y siguientes
del Código Procesal Nacional no serían de aplicación supleto-
ria en la especie, estando excluidos de la previsión del art. 17
de la ley 16.986. De aceptarse esta opinión, nada quedaría que
discutir al respecto. Pero también puede entenderse que los
arts. 310 y siguientes, son de aplicación supletoria, en razón de
la lata fórmula de dicho art. 17.
Iguales ponderaciones pueden hacerse respecto de nuestra
ley provincial Nº 4915 y su art. 17.
Si bien por su naturaleza de resguardo de garantías constitu-
cionales, en nuestra opinión, el amparo debería ser impulsado de
oficio por el tribunal, la norma procesal lo ha estructurado de

111
MOLINA SANDOVAL, Carlos, Régimen procesal de la acción de impugnación
asamblearia, p. 58.
112
Fallos 303:1989.
113
CSJN, 05/09/2006, en autos “Poliresinas San Luis S.A. c/ P.E.N. y A.F.I.P. s/
amparo”, P. 446. XLII.
114
BLANCO, Luis Guillermo, “Acerca de la caducidad de la instancia de los proce-
sos de amparo normados por la ley 16.986 (una cuestión de gabinete que el
‘corralito’ financiero hizo posible)”, DJ, 2003-2-281.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 83

modo distinto, colocando al agraviado a cargo del impulso del trá-


mite, cuando es llevado bajo las normas del Fuero Civil y Comer-
cial, con una visión excesivamente privatista, pero que busca, en
última instancia, que quien sea cercenado en sus derechos y acu-
de a defenderlos en sede judicial, adopte una conducta consecuen-
te a ello y al nivel de agravio que habilita un amparo, movilizando
los actos necesarios para el restablecimiento del derecho del caso.
No obsta a la aplicación del instituto que el art. 16 de la ley de
amparo prohíba articular incidentes en su trámite, ya que dicha
regla procura evitar dilaciones en el desarrollo del juicio, fun-
dándose la misma en la naturaleza sumaria del procedimiento
y en la necesidad de asegurar una rápida tutela de los derechos
constitucionales vulnerados; por lo que siendo el incidente de
perención uno de los modos anormales de conclusión del litigio,
no sólo no produce entorpecimiento o dilación del proceso, sino,
por lo contrario, procura su conclusión. Por lo que suponer que
dicho artículo impide acusar la caducidad de instancia, implica-
ría alterar una de las pautas esenciales del proceso civil, en nom-
bre de una regla que procura acelerar el juicio, no abrir la posi-
bilidad de dilatarlo sine die. Los principios fundamentales del
derecho procesal rigen en la acción de amparo, no obstante cons-
tituir esta una vía excepcional. Esto debe considerarse así en la
primera instancia del juicio, como también en la segunda instan-
cia generada por un recurso de apelación115.
En razón de la naturaleza sumaria de la acción, a nivel nacional
resulta de aplicación el plazo de tres meses establecidos para los pro-
cesos más breves, compatible con la celeridad connatural a su trá-
mite116, siendo, además, concordante con el plazo del sumarísimo,
que se aplica al amparo contra particulares normado por el CPCCN.

115
TSJ de Córdoba, A.I. N° 83 del 05/04/2000, en autos “Rodríguez, Luis Cecilio
y otros c/ Gob. de la Pcia. de Cba. y otra - amparo - recurso de casación ”; Cámara
5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, 26/07/2000, en autos “Giovanini, Omar Adelgio
y otro c/ Caja de Jubilaciones y Pensiones y Retiros de Córdoba - amparo - recurso
de casación”.
116
CARRANZA TORRES, Luis, Práctica del amparo, 2ª ed. ampliada y actualizada,
Alveroni Ediciones, Córdoba, 2004, p. 215.
84 LUIS R. CARRANZA TORRES

Esta solución encuentra asimismo justificación en la nece-


sidad de evitar la prolongación indeterminada de los proce-
sos, más aún en el amparo cuyo fin es la pronta solución del
pleito117.
En el orden provincial, en primera instancia será de seis
meses y en segunda de tres, atenta la forma en que se estable-
cen en el CPCCP los plazos aplicables al instituto118.
Debe diferenciarse la perención, extintiva del proceso, de
las caducidades especiales de la acción que el amparo tiene en
su art. 2º, inc. e (plazo para interponer acción) y el desistimien-
to ministerio legis por inasistencia del actor a la audiencia de
prueba119.

1.3.44. El hábeas data y la perención

En virtud de lo establecido en el art. 37 de la ley nacional


Nº 25.326 de protección de datos personales (procedimiento
aplicable), la acción de hábeas data tramitará según las dispo-
siciones de dicha ley y por el procedimiento que corresponde a
la acción de amparo común. Resultando supletoriamente apli-
cables las normas del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación, en lo atinente al juicio sumarísimo.
Repárese en el hecho de que, a sus efectos procesales, tanto
la ley de protección de datos personales como la de amparo se
hallan a un mismo nivel, y sólo supletoriamente las normas del
derecho procesal común, aplicables al proceso sumarísimo. Que-
da claro con ello que el legislador la ha considerado un ampa-

117
TSJ de Córdoba, A.I. N °83 del 05/04/2000, en autos “Rodríguez, Luis Cecilio
y otros c/ Gob. Pcia. de Cba. y otra - amparo - recurso de casación”; Cámara 5ª en
lo Civ. y Com. de Córdoba, del 26/07/2000, en autos “Giovanini, Omar Adelgio
y otro c/ Caja de Jubilaciones y Pensiones y Retiros de Córdoba - amparo - recur-
so de casación”.
118
CARRANZA TORRES, Luis, Práctica del amparo, p. 216.
119
Ibídem, ps. 212 y ss.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 85

ro específico, y en todo lo no normado por la 25.326, tienen aplica-


ción las normas del amparo120, por lo que debe estar a lo expresa-
do respecto de tal figura en relación a la perención.
Cabe destacar que tales puntualizaciones procesales se apli-
can únicamente a nivel federal. Respecto de las provincias que
no hayan seguido tal orientación, habrá de estarse a lo que dis-
pongan sus ordenaciones procesales. Y en el caso de Córdoba,
cabrá articularla por la vía del amparo.

1.3.45. Acción de inconstitucionalidad ante


el Tribunal Superior

Resulta aplicable el plazo de un año que establece el art. 339,


inc. 1, del CPCCP, para la instancia única, si el pedido de peren-
ción se efectúa en relación al trámite de una acción declarati-
va de inconstitucionalidad, de competencia originaria y exclusi-
va de este Tribunal (art. 165, inc. 1, apartado a, de la Constitución
Provincial)121.

1.3.46. La perención en los procesos


contencioso-administrativos provinciales

El proceso contencioso-administrativo, con excepción de la


etapa de habilitación (art. 11, CPCA), es de naturaleza eminen-
temente dispositiva122. Así entonces, los principios establecidos

120
CARRANZA TORRES, Luis, Hábeas data: la protección jurídica de los datos perso-
nales, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2001, ps. 161 y 162.
121
TSJ de Córdoba, sentencia Nº 3 del 09/02/1999, en autos “Moyano de Alia-
ga, Lorenza c/ Provincia de Córdoba y otra - acción de inconstitucionalidad”. En
igual sentido, ídem, sentencia Nº 10 del 11/02/1999, en autos “Saracho, José
Ricardo c/ Provincia de Córdoba y otra - acción de inconstitucionalidad”.
122
TSJ de Córdoba, Sala Cont. Adm, sentencias 68/1998, “Vilches, Carlos”; 80/
1998, “Ing. Soto y Palleres Emp. Constr.”; 114/1999, “Ricci, Horacio”; 116/1999,
“Luraschi, Rogelio”.
86 LUIS R. CARRANZA TORRES

en el art. 55 del Código de Procedimiento Contencioso-Admi-


nistrativo rigen igualmente en la instancia recursiva, con las
pertinentes adecuaciones123.
Ello importa que la carga del impulso procesal, en todos los
casos, recae sobre la recurrente, salvo que los autos pendiesen
de “pura actividad del Tribunal”, excepción que debe ser inter-
pretada con criterio restrictivo124.
A este respecto, el Código Contencioso-Administrativo pro-
vincial, en su art. 55, establece que la instancia contencioso-ad-
ministrativa, generada con la proposición de la demanda, que-
dará perimida cuando la causa se haya encontrado paralizada
por más de un año, sin que el demandante inste su prosecución,
cualquiera sea su estado, salvo que los autos pendieren de pura
actividad del Tribunal. Mientras no se haya solicitado la peren-
ción de instancia, cualquiera de las partes podrá pedir la prose-
cución del juicio.
Dicha perención no podrá declararse de oficio; solicitada
que sea, se sustanciará corriéndose vista al demandante, des-
pués de la cual se llamará autos, dictándose resolución dentro
de los veinte días de quedar firme aquella providencia125.
Al igual que en la perención civil, el impulso por cualquie-
ra de las partes para la prosecusión del juicio aprovechará a
todos126. Y en cuanto a sus efectos, declarada, torna válida y
firme la resolución administrativa objeto de la acción, siendo
las costas de la perención a cargo del demandante127.
Es decir, operada la misma, la validez y firmeza de la reso-
lución administrativa atacada no será entonces sólo en el ám-
bito del proceso, sino que en la práctica, importará su conso-

123
TSJ de Córdoba, Sala Cont. Adm., sentencia Nº 58 del 30/10/2006, en autos
“Guevara, Carmen de los Ángeles c/ Provincia de Córdoba - ilegitimidad - recur-
so de apelación” (Expte. Letra “G”, N° 08, iniciado el 13/08/2004).
124
Ídem.
125
Art. 56 de la ley 7182.
126
Art. 57 de la ley 7182.
127
Art. 58 de la ley 7182.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 87

lidación definitiva128.Marcándose de tal modo una diferencia de


la perención civil, cuyos efectos primarios se dan en el proceso,
y eventualmente respecto de la situación de fondo; ya que, como
se ha podido apreciar, en la perención contencioso-administra-
tiva los efectos se proyectan de un modo principal respecto de la
situación jurídica administrativa que se ha intentado discutir en
el proceso.
Se ha entendido asimismo que, atento al hecho de que la
ley 7182 no contiene normas relativas a la perención de instan-
cias superiores, corresponde, de conformidad a lo dispuesto por
el art. 13 de la citada ley, acudir a lo normado en el Código Pro-
cesal Civil y Comercial, que para este supuesto establece un
plazo de seis meses de inactividad como condición para que la
caducidad sea declarada (art. 339, inc. 2)129.
Se ha remarcado a tal respecto, que la aplicación supletoria
que del CPCCP efectúa el art. 13 de la ley 7182 (Cód. Conten-
cioso-Administrativo), lo es para todo lo que no se encuentre
normado o modificado por ella. Así es que, respecto a la peren-
ción de instancia, son tres los elementos que deben considerar-
se: a) plazo; b) trámite, y c) efectos. A su vez, la ley del fuero, en
el Capítulo VII del Título II (arts. 55 a 58), regula el instituto
que nos ocupa. Por lo que de la exégesis de los arts. 55 y 58, se
señala que ellos rigen sólo para la única y/o primera instancia,
regulando el primero de ellos, el plazo que debe transcurrir para
que la caducidad opere y el restante, los efectos que produce la
perención declarada. Es respecto de esos elementos —plazo y

128
CARRANZA TORRES, Luis, Procedimiento y proceso administrativo en Córdoba,
vol. 2: “El proceso administrativo”, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2000, p. 182.
129
Arts. 55, 58 y “Exposición de motivos” a contrario sensu, TSJ de Córdoba,
Sala Cont. Adm, A.I. N° 58/1992, “Cabanillas, Abel M. c/[...]”; A.I. Nº 45/1994,
“Moyano, Benjamín c/ [...]”; A.I. N° 315/1997, “Cabanillas, Abel M. c/ [...]”; sen-
tencia N° 16/1996, “A.S.T.E.C. S.R.L [...].”; sentencia Nº 68/1998, “Vilches, Car-
los A. c/ [...]”; sentencia Nº 80/1998, “Ing. Soto y Palleres Emp. Constr. c/ [...]”; sen-
tencia Nº 116/1999, “Luraschi, Rogelio J. c/ [...]”; sentencia Nº 172/2001, “Pérez
de Pereyra [...]”; sentencia Nº 85/2004, “Alcine c/ [...]”; sentencia Nº 10/2005,
“Tissera, Armando y otros c/ [...]”, entre otros.
88 LUIS R. CARRANZA TORRES

efectos— que, por no estar normados en la ley procesal de la


materia para la segunda instancia o la instancia extraordina-
ria —según corresponda—, debe aplicarse supletoriamente el
CPCCP. Por su parte, los arts. 56 y 57 del CPCA contienen pre-
ceptos generales aplicables al trámite del incidente de peren-
ción, cualquiera sea la instancia en que las mismas se encuen-
tren (primera, segunda, única o extraordinaria)130.

1.3.47. Caducidad de instancia en procesos de


naturaleza previsional

El carácter previsional de una causa no torna improcente la


aplicación del instituto, en razón de no existir norma procesal
que lo imposibilite, pero sí determina tal extremo, que su inter-
pretación debe ser particularmente restrictiva, y al fijar el al-
cance de las normas que regulan los beneficios de naturale-
za alimentaria, los jueces deben proceder con suma cautela a
fin de lograr una aplicación racional y prudente de aquellas y
evitar el riesgo de caer en un excesivo rigor formal que afecte el
derecho constitucional de defensa en juicio131.
Cabe destacar asimismo, la pacífica jurisprudencia de la Cor-
te Suprema, en el sentido que el carácter irrenunciable de tales
derechos no consagra un derecho sine die a su cobro, por lo que
tampoco habilita a prolongar un prceso inactivo a tales efectos.
En tales casos, la perención de la instancia debe analizar-
se de conformidad con las peculiaridades del pleito en parti-
cular, por lo que, tratándose de un modo anormal de terminación
del proceso, corresponde su interpretación restrictiva atendien-
do a la necesidad de conservar la instancia en supuestos de duda,

130
TSJ, Sala Cont. Adm., sentencia Nº 44 del 05/04/1999, en autos,
“Galleguillo, Humberto c/ Municipalidad de Córdoba - contencioso-administra-
tivo- recurso de casación”.
131
Fallos 310:1000; 320:364 y 2343; 321:3291; 323:3014; 324:176 y 789 y
326:1453, entre otros.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 89

más aún dada la naturaleza previsional objeto de la litis132. En


tal sentido, se ha entendido que siendo la pretensión sustan-
cial un reclamo de reajuste de haber previsional, ello exige ac-
tuar con extrema cautela de modo tal que no se desvirtúen los
fines superiores que persigue la legislación en la materia133.
Es por ello que no resulta aceptable que el obrar negligen-
te o irregular del organismo previsional genere, frente a tales
tipos de juicios, y en definitiva, un perjuicio a los beneficiarios
del sistema134, debiendo los jueces actuantes ante situaciones
como la reseñada, extremar los medios que les otorga el orde-
namiento legal a fin de solucionarlas y evitar la demora que
ellas irrogan a los peticionarios135.

1.3.48. Juicio de expropiación y servidumbres públicas

No procede la caducidad de la instancia en los juicios expro-


piatorios y de similar naturaleza (juicio de servidumbre de elec-
troducto) regidos bajo una normativa de derecho administra-
tivo, si el fisco ha tomado posesión del bien, y las actuaciones
a seguir a fin de precisar el justo valor y hacer efectivo el resar-
cimiento expropiatorio, ya que constituyen un trámite que resul-
ta asimilable a la ejecución de una sentencia136.
Entiende VENICA respecto de la ley provincial 6394, que nada
dispone sobre la perención, por lo que resulta aplicable a dicha
norma, la postura nacional antes expresada. Rigiendo en cam-
bio el instituto, si no ha habido desposesión, o el expropiado no
se limita a discutir el precio ofrecido137.

132
Fallos 310:1009; 315:1549; 319:1142, entre otros.
133
Fallos 321:2298; 307:1210; 305:611, entre muchos otros.
134
Fallos 308:976; 316:3209.
135
Fallos 311:1644; 315:2585; 317:27; 322:1522, entre otros.
136
Art. 30 de la ley nacional 21.499.
137
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de Córdoba, t. III, ps.
272 y 273.
90 LUIS R. CARRANZA TORRES

Por su parte, DROMI entiende que antes de la posesión judicial


y eventualmente en la acción de expropiación inversa resulta
procedente la caducidad. Pero después de obtenida la posesión
judicial no corresponde ni la caducidad de instancia, ni la ac-
ción de expropiación irregular138.

1.3.49. La perención en el Fuero de Familia provincial

Si bien el art. 34 de la ley 7676 dispone el impulso oficioso del


trámite, fundado en la naturaleza de orden público que rige el
derecho de fondo de familia, el establecimiento en el propio
texto legal del instituto de la perención de instancia, demues-
tra que el legislador ha querido que en tal trámite, predomi-
nantemente oficioso, existan situaciones en que el impulso con-
cierna a las partes, concretamente, en aquellos supuestos en
que se debaten derechos meramente patrimoniales o de carác-
ter privado de las partes, y por tanto, no alcanzados por el or-
den público propio de las normas de familia139.
El instituto se halla regulado en los arts. 120 a 130 de la ley
7676 y modificatorias. Su plazo es de un año, salvo por los re-
cursos que resulta de seis meses y en los incidentes, de tres140.
Su forma de cómputo, desde el último acto impulsorio es por
días corridos, excluidos los correspondientes a la feria judicial
de enero141, no computándose el plazo en que el proceso hubie-
ra estado paralizado por acuerdo escrito de partes o por dispo-
sición judicial142.
La perención será declarada de oficio o a pedido de parte,
sin otro trámite que la comprobación de los plazos y previa vista

138
DROMI, Roberto, Derecho administrativo, 4ª ed., Ciudad Argentina, Buenos
Aires, 1995, p. 603.
139
Cfr. TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 19 del 31/11/1998, en autos “N.
de S.A.c/ S.G. - divorcio - recurso de casación”, Foro de Córdoba, Nº 54, p. 295.
140
Art. 120, ley provincial 7676.
141
Art. 121, ley provincial 7676.
142
Art. 122, ley provincial 7676.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 91

a todos los participantes en el proceso143. Pero si se hubiera ins-


tado el proceso, no obstante estar cumplido el plazo, no resul-
ta válida la petición de perención, ni su declaración de oficio144.
Es decir que se trata de plazos perentorios, lo que significa
que fenecen por el mero transcurso del tiempo, sin necesidad
de petición de parte o declaración del tribunal, pero no es fa-
tal porque su vencimiento no produce la caducidad de la facul-
tad procesal de actuar válidamente145.
Como notas diferenciantes respecto de la perención del Có-
digo Procesal Civil y Comercial, vemos que procede su decla-
ración de oficio por el tribunal, y que el acto de impulso, luego
de acaecido el plazo, no necesita de consentimiento respecto
del contrario en ningún caso.
Dicha perención se opera incluso respecto de incapaces, sin
perjuicio de las responsabilidades de sus representantes146,
teniendo similares causales de improcedencia (ejecución de
sentencia, pendencia de resolución judicial o paralización por
fuerza mayor o causas análogas) al proceso civil y comercial.147
La resolución que la declare o deniegue es apelable, pero si
hubiere sido dictada por la Cámara de familia o por el Tribunal
Superior, sólo es susceptible de reposición.148
Como puede observarse, al igual que el proceso civil y comer-
cial provincial, es siempre apelable. No siendo procedente, ante
el juez de Familia, la reposición con apelación en subsidio en
virtud de la vista que se corre previo a resolver.149

143
Art. 123, ley provincial 7676.
144
Art. 124, ley provincial 7676.
145
CAFFERATA, José - FERRER MARTÍNEZ, Rogelio - FEIT, Pedro León - ZINNY, Jorge
Horacio, Tribunales de Familia de la Provincia de Córdoba, Alveroni Ediciones,
Córdoba, 1993, p. 408.
146
Art. 125, ley provincial 7676.
147
Art. 126, ley provincial 7676.
148
Art. 127, ley provincial 7676.
149
CAFFERATA, José - FERRER MARTÍNEZ, Rogelio - FEIT, Pedro León - ZINNY, Jorge
Horacio, Tribunales de Familia de la Provincia de Córdoba, p. 417.
92 LUIS R. CARRANZA TORRES

Contra la resolución de la Cámara de Familia que resuelve


la reposición, cabe interponer recurso de casación. Respecto de
la situación análoga en el Tribunal Superior, sólo cabe el recur-
so extraordinario federal, siempre que mediara un gravamen
constitucional federal150.
En cuanto a sus efectos respecto del proceso, la pervivencia
de la acción, las pruebas aprovechables, los recursos y la exten-
sión de la perención del principal a los incidentes, se han nor-
mativizado soluciones análogas a las establecidas en el proce-
so civil y comercial151.
La perención de un incidente no afecta al principal152, pero
impide la promoción posterior de uno de similar objeto.153

1.3.50. La ejecución fiscal federal

La caducidad en la ejecución fiscal se halla dada por su con-


dición de pertenencia al género de los procesos ejecutivos, es-
tablecido por el art. 92 de la ley 11.683. Por ello, ante la ausencia
de normativa procesal propia que trate el punto en específico,
consecuentemente, la instancia en la ejecución fiscal tiene un
plazo de caducidad de tres meses, conforme lo dispone el art.
310, inc. 2, del CPCCN, siendo aplicables en la especie todas las
disposiciones atinentes, contempladas en el Libro I, Título V,
Capítulo V, de dicho cuerpo legal154.
Esta pertenencia de la ejecución fiscal dentro del género de
los procesos ejecutivos se ha visto confirmada por la sentencia
de la Corte Suprema en los autos “DNRP c/ Vidal de Docampo
s/ ejecución fiscal - incidente de ejecución de honorarios”, don-
de se expresa que la sustanciación de ella, desde que resulta

150
CAFFERATA, José - FERRER MARTÍNEZ, Rogelio - FEIT, Pedro León - ZINNY, Jorge
Horacio, Tribunales de Familia de la Provincia de Córdoba, p. 417.
151
Arts. 128 y 130, ley provincial 7676.
152
Art. 130, ley provincial 7676.
153
Art. 129, ley provincial 7676.
154
CARRANZA TORRES, Luis, La ejecución fiscal federal, p. 136.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 93

juicio ejecutivo a todos sus efectos, debe aplicársele la norma-


tiva para tal proceso del CPCCN155.
Respecto de la presente cuestión, MANGANIELLO entiende que
el nuevo perfil del proceso de ejecución fiscal plantea la nece-
sidad de reformular la manera de computar la caducidad de
instancia. No le parece útil a dicho autor, la regla del art. 311
del CPCCN, que dispone que los plazos se computarán desde
la fecha de la última petición de las partes en el expediente, o
resolución o actuación del Juzgado, que tenga por efecto impul-
sar el procedimiento. Esto en razón de gran parte de la activi-
dad que se desarrollará fuera del ámbito judicial y por vía ad-
ministrativa. Por lo que considera que a los efectos de acreditar
el tiempo transcurrido, el ejecutado deberá adjuntar al expe-
diente, conjuntamente con el escrito donde interpone el pedi-
do de caducidad, la constancia de la última actuación de la parte
actora que obre en su poder, respecto de la cual el agente fiscal
podrá expedirse sobre la documentación agregada por la con-
traparte al momento de contestar el traslado del pedido de ca-
ducidad. En lo demás, se aplicarían las reglas del Código Proce-
sal Civil y Comercial de la Nación relativas a caducidad de la
instancia (arts. 310 y ss.)156.
La caducidad que pudiera operarse en los procesos ejecuti-
vos fiscales, alcanza a la acción en específico, es decir, imposibi-
lita la prosecusión de dicho proceso, culminando el mismo. Pero
no obsta a la promoción de un nuevo proceso, el cual podrá tener
como fundamento el mismo título fiscal que se acompañó en el
proceso concluido por caducidad, en tanto el mismo conserve su
ejecutividad, ya que no ha mediado sentencia que lo rechace, y
por tanto, le quite su eficacia para fundar una nueva acción157.

155
CARRANZA TORRES, Luis, “Las vicisitudes de la apelación de honorarios en la
ejecución fiscal”, ED, 216-507.
156
MANGANIELLO, “El juicio de ejecución fiscal en la ley 11.683, a la luz de las re-
formas introducidas por la ley 25.239”, Impuestos, t. 2000-B, edición del 19/10/
2000, p. 26.
157
CARRANZA TORRES, Luis, La ejecución fiscal federal, p. 136.
94 LUIS R. CARRANZA TORRES

El instituto de la caducidad de la instancia en el juicio de e-


jecución fiscal se halla relacionado, asimismo, con los efectos
interruptivos de la prescripción que la ley fiscal158 le asigna al
inicio del proceso.
A este respecto, concluido el proceso ejecutivo fiscal por el
acontecimiento de la caducidad de instancia, resultan de apli-
cación los términos del art. 3987 del Código Civil. Consiguien-
temente, la interrupción prevista en el inc. c del art. 67 de la ley
11.683 sería de ningún efecto si el juicio de ejecución concluye-
ra por caducidad o perención de instancia159.

1.3.51. La ejecución fiscal provincial

Con fecha 19 de junio de 2002, la legislatura provincial san-


cionó la ley 9024 denominada de creación de juzgados civiles y
comerciales en lo fiscal, que sin embargo, en lo sustancial im-
plica una reforma de magnitud al proceso de ejecución fiscal.
La misma fue promulgada por decreto 753 de igual fecha, sien-
do publicada en el Boletín Oficial de la provincia N° 121 del
martes 25 de junio de 2002.
El segundo artículo de la norma dispone que el cobro judi-
cial de tributos, su actualización, recargos, intereses y multas
se efectúe por la vía del juicio ejecutivo regulado en el Código
Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba, con las
modificaciones establecidas en la presente ley160.
No innova en el particular respecto de lo que en el Código
Tributario previo a la reforma, el art. 120 disponía ya en idénti-
ca forma161.

158
Art. 67, inc. c, ley 11.683.
159
DÍAZ ORTIZ, José, “Prescripción de impuestos nacionales. Conflictos de inter-
pretación”, Impuestos, 1991-A-865; Lexco Fiscal 2000, Doc-1096.
160
Art. 2º, ley 9024.
161
Véase para un mayor detalle al respecto, CARRANZA TORRES, Luis, Derecho
tributario en Córdoba luego de la reforma, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2003,
ps. 130 y 131.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 95

Es en vista de ello que debemos aplicar a este tipo de proce-


so, al igual que su homóloga nacional, el plazo previsto respecto
de los ejecutivos.

1.3.52. La autodenominada “ejecución fiscal


administrativa con control judicial”

En virtud del art. 7º de la ley 9268 se incorporó un segundo


título a la ley 9024, con la denominación de “Título II: Procedi-
miento de ejecución fiscal administrativa con control judicial”.
En el art. 10 (1)162, se expresa que: “El Fisco de la Provincia
podrá acudir a este proceso de carácter administrativo con con-
trol judicial regulado en este Título para ejecutar los títulos de
deuda que administra la Dirección de Rentas, que reúnan los
requisitos previstos en el artículo 5º de la presente Ley, y per-
seguir el cobro de deuda dineraria, vencida y exigible, de can-
tidad determinada”.
Cabe destacar que el citado art. 5º es el que regula los re-
quisitos del título ejecutivo fiscal para las ejecuciones, con lo
cual, su alcance es similar al de dicho proceso, con la siguiente
injustificada superposición de acciones a un mismo efecto.
Ya en su momento, criticamos la factura de la reforma de
la ley 9024163. Respecto de este híbrido que nos dejó la 9268,
hemos de dejar a salvo, antes de entrar en la cuestión de la pe-
rención, lo que expresamos en razón de la reforma de la ley 25.239
al art. 92 de la ley federal 11.683: “El due process of law, como
garantía procesal de la libertad, es universalmente recono-
cido como requisito necesario para cumplir con la garantía del
debido proceso, lo que no se encuentra en la ejecución admi-
nistrativa, donde el Fisco es juez y parte interesada a la
vez”.164

162
Ley 9024, conf. modificación de la ley 9268.
163
CARRANZA TORRES, Luis, Derecho tributario en Córdoba luego de la reforma,
ps. 127 y 129.
164
CARRANZA TORRES, Luis, La ejecución fiscal federal, p. XX.
96 LUIS R. CARRANZA TORRES

Por lo que, “[...] las actuaciones necesarias para la ejecución


del título fiscal, deben ser llevadas a cabo bajo la autoridad de
un magistrado judicial [...] No podría ser de otra forma, ya que
expresamente nuestra Constitución Nacional, en su art. 109
veda al Poder Ejecutivo la realización de cualquier tipo de acti-
vidad judicial”165.
Por otra parte, los arts. 17 y 18 de la Constitución Nacional
prohiben toda posibilidad de que alguien sea privado de la propie-
dad de cualquier elemento de su patrimonio, sin ley expropiato-
ria o sentencia judicial basada en una ley. Y esto incluye a la eje-
cución de los tributos.
Hecha esta salvedad, en la cuestión de la perención, el art. 10
(11) de la ley 9024166 expresa que serán de aplicación supletoria
para el procedimiento que se establece, las disposiciones pre-
vistas en dicha ley y sus modificatorias, el Código Tributario y
el Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Provincia
de Córdoba, en el orden indicado y con tal prevalencia en caso
de conflicto, a dicha ley 9024. Por lo que procede respecto de
ella, el plazo de perención establecido a los procesos ejecutivos.

1.3.53. La “perención justinianea” del proceso penal


provincial

El Código Procesal Penal de Córdoba establece, fija, en su


art. 1º, un plazo legal como máxima duración tolerable de un
proceso penal, situándolo en principio en dos años, pero que
podrá prorrogarse por un año más frente a supuestos de suma
gravedad y de muy difícil investigación.
Respecto de la procedencia de la prórroga, debe estarse a la
valoración de tres criterios: la complejidad de la causa, la ac-
tividad desplegada por el órgano judicial que interviene y la
actitud asumida por el imputado.

165
CARRANZA TORRES, Luis, La ejecución fiscal federal, p. 26.
166
Cfr. modificatoria ley 9268.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 97

Dicho término, con relación al imputado, comienza a partir


de que adquiere dicha calidad, iniciándose, por tanto, desde el
momento en que la persecución penal es direccionada respec-
to de su persona.
Su aplicación determina el cierre anticipado y definitivo del
proceso penal, a favor del imputado y mediante el dictado de la
resolución en la que se dispone su sobreseimiento por la insub-
sistencia de la acción penal, operado a partir de la declaración
de una excepción perentoria167.
Para PASTOR, dicha excepción no resulta una caducidad de la
acción o de la instancia propiamente dicha, pero sí se constituye
en una limitación a la disponibilidad de la acción pública. Por
lo que vencido el plazo razonable de duración máxima del pro-
ceso, éste debe terminar sin atender a las características típi-
cas del sistema de la acción pública (principios de oficialidad,
obligatoriedad e irretractabilidad), ya que se pretende evitar
con dicho límite, que esas características proporcionen la ex-
cusa para fundar una persecución penal en sí eterna168, viola-
toria no sólo de derechos humanos básicos, sino del interés
colectivo de la sociedad a una adecuada respuesta para juzgar
y resolver los ilícitos que la sobresaltan169.

1.3.54. La duración del proceso penal en el orden


nacional

No existe, en el Código Procesal Penal de la Nación, una nor-


ma análoga al art. 1º de su similar en nuestro ordenamiento pro-
vincial.

167
Cámara de Acusación de Córdoba, A.I. Nº 66 del 24/04/2007, en autos
“Campetti, José Roberto p.s.a. - incumplimiento de deberes de asistencia fami-
liar” (Expte. Letra “C”, 40/06).
168
Cfr. PASTOR, Daniel, El plazo razonable en el proceso del Estado de Derecho. Una
investigación acerca del problema de la excesiva duración del proceso penal y sus po-
sibles soluciones, Fundación Konrad Adenauer - Ad-Hoc, Buenos Aires, 2002, p. 545.
169
CARRANZA TORRES, Luis, “La razonabilidad de los plazos en el proceso pe-
nal: de Justiniano al Código Procesal Penal de Córdoba”, Foro de Córdoba,
Nº 116, p. 113.
98 LUIS R. CARRANZA TORRES

Por lo que para su aplicación, resultan de aplicación aquellos


criterios de razonabilidad fijados por la CSJN desde el prece-
dente “Mattei”170, en el sentido de que, para determinar la razo-
nabilidad de dicho plazo, debe prestarse especial atención a
tres criterios: la complejidad de la causa, la actividad desple-
gada por el órgano judicial interviniente y la actitud asumida por
el imputado, considerándolo como un derecho constitucional
implícito, derivado del derecho de defensa.
Luego de la reforma constitucional de 1994, ha encontrado
una recepción expresa, si bien indirecta, por vía del otorga-
miento a tratados internacionales tales como la Convención
Americana de Derechos Humanos, Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre, Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Políticos, de jerarquía constitucional en razón de
lo normado en el art. 75, inc. 22, de la CN.
Cabe destacar que la Cámara del Crimen de la Capital Fe-
deral ya había reconocido, hacia la mitad de la década nacida
a partir de 1960, este derecho del imputado al fijar el plazo de
dos años como razonable para la duración del proceso y el en-
carcelamiento preventivo171.

1.3.55. La acción civil ejercitada en un proceso penal

En primer lugar, debe señalarse respecto de las reglas que rigen


la acción civil en el proceso penal, que son las del derecho procesal
penal, en donde se regula el modo en que el particular damnifica-
do por un delito puede hacer valer una pretensión civil de carácter
resarcitorio o indemnizatorio dentro de dicho proceso. Ya que más
allá del carácter civil de la acción, ésta se hace valer en un juicio
penal regulado por su propio ordenamiento procesal, teniendo
como finalidad satisfacer el interés pecuniario del directamente
damnificado por el hecho que dio lugar a la pretensión penal172.

170
Fallos, 272:188.
171
Con el caso “Motta”, ED, 18-41.
172
ABALOS, Raúl, Derecho procesal penal, t. I, Ediciones Jurídicas de Cuyo, San-
tiago de Chile, 1993, p. 46.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 99

En virtud de ello, y respecto del orden nacional, se ha expre-


sado que las normas contenidas en el Código Procesal Civil y Co-
mercial deben aplicarse sólo en las ocasiones que expresamente
el Código Procesal Penal disponga su remisión a aquel ordena-
miento. Por lo que el instituto de la caducidad sólo puede regir-
se por las normas que al respecto contiene el Código Procesal
Penal de la Nación, el cual no se remite a la ley procesal civil, sino
que prevé supuestos específicos de desistimiento y caducidad
(véanse arts. 94, 100 y 103)173.
Por consiguiente, la perención de la instancia, aceptada en
sede civil, no es admisible en sede penal [...]174.
Carecería asimismo de sentido, aceptar el instituto de la
caducidad de la instancia respecto de la acción civil, no sólo
por el particularismo propio del proceso penal, donde se com-
prometen intereses de orden superior y una mecánica de avan-
ce totalmente distinta al proceso civil, sino porque carecería de
sentido, habida cuenta que la mera presentación como quere-
llante suspende la prescripción de la acción civil en tanto las
acciones penales se sustancian, aún cuando la persona damni-
ficada no se haya constituido en actor civil175, no sería lógico
que habiendo interpuesto dicha acción, ésta perimiece. Y nada
se seguiría de ello, que no fuera un mayor desgaste jurisdiccio-
nal por la duplicación de pretensiones.

1.3.56. Fundamentos clásicos del instituto

“En cuanto al fundamento de la caducidad, se han formula-


do dos teorías: la subjetiva y la objetiva. De acuerdo con la teo-
ría subjetiva, la caducidad constituye un remedio procesal
destinado a sancionar la inactividad culpable del demandan-
te que faltó al deber legal de proseguir el juicio hasta su termina-

173
CN Crim. y Correc. de la Capital Federal, Sala II, del 19/02/2004, causa Nº
20.680 (Reg. 22.073. J. 1 - S. 2.), “Vázquez, Enrique s/ caducidad de instancia”.
174
NUÑEZ, Ricardo C., La acción civil en el proceso penal, 3ª ed. act., Marcos Ler-
ner Editora Córdoba, Córdoba, 2000, p. 150.
175
Art. 3982 bis del Código Civil.
100 LUIS R. CARRANZA TORRES

ción por la sentencia. La teoría objetiva funda la caducidad en la


necesidad de evitar una duración excesiva de los procesos y los
peligros que derivarían para la seguridad jurídica. El Estado
tiene interés, después de un prolongado período de inactividad
del proceso, de liberar a sus propios órganos de las obligacio-
nes derivadas por la existencia de la relación procesal”176.
Tradicionalmente se ha justificado que la existencia de la figu-
ra se funda en la necesidad de evitar que los procesos se prolon-
guen sine die. Así, desde la doctrina se ha entendido que: “El fun-
damento de la perención o caducidad de la instancia reside en la
presuncióniuris et de iure de abandono de la misma por el litigante,
así como en el propósito práctico de librar a los órganos estaduales
de las obligaciones que derivan de la existencia de un juicio”177.
A tales efectos, la perención se asienta como mecanismo pro-
cesal, en la presunción de abandono del proceso a través de la
ausencia de los trámites pertinentes al respecto.
El deber de instar el avance del proceso está por ello grava-
do con la sanción de caducidad de la instancia, ya que, por razo-
nes de interés colectivo, el legislador, en resguardo del orden
de la justicia, trata de impedir que se acumulen las actuaciones
abandonadas por las partes.
Así se ha sostenido que: “La caducidad de la instancia es un
modo de extinción del proceso que tiene lugar cuando no se lo
impulsa durante el tiempo establecido por la ley. Su finalidad
consiste tanto en la necesidad de sancionar al litigante moro-
so como en la conveniencia pública de facilitar el dinámico y
eficaz desarrollo de la actividad jurisdiccional”.178

176
DIEZ, Manuel María (con la colaboración de Tomás HUTCHINSON), Derecho pro-
cesal administrativo (Lo contencioso-administrativo), texto ampliado, corregido
y actualizado a 1996, Plus Ultra, Buenos Aires, 1996, p. 166.
177
LOUTAYF RANEA, Roberto - OVEJERO LÓPEZ, Julio, Caducidad de la instancia,
Buenos Aires, 1991, p. 5.
178
Cámara en lo Civ. y Com. de San Isidro, Sala 1, resolución del 30/09/1991, en
autos “Romero Sticchi c/ Tonzours s/ tercería de dominio”.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 101

En otros ordenamientos, se la categoriza principalmente como


una sanción, tal el caso francés.179
Enseña Jaime GUASP180 que el fundamento del instituto de la
caducidad de la instancia puede apoyarse en dos distintos moti-
vos: uno de orden subjetivo, que se ve en la presunta intención de
las partes de abandonar el proceso la razón íntima de la extinción,
y otra de orden objetivo que se fija, por el contrario en la necesi-
dad de evitar la pendencia indefinida de los procesos, por el
peligro que esto lleva consigo para la seguridad jurídica.
Su aplicabilidad radica, pues, en una presunción de abando-
no de la instancia por el interesado en el impulso del curso del
proceso, a la vez que responde a la necesidad de evitar la dura-
ción indeterminada de los pleitos, como medio de proteger la
seguridad jurídica. Buscando en tal forma como finalidad prác-
tica, el librar a los órganos estaduales de las obligaciones que
derivan de la existencia de un juicio181, así como resguardar el
derecho al debido proceso de la persona llevada a juicio, en cuan-
to a la razonabilidad del tiempo de duración del proceso.

179
“La ‘péremption’ est la sanction qui frappe une procédure judiciaire lorsque
pendant un certain délai fixé par la loi, le demandeur s’est abstenu d’accomplir
les diligences qui lui incombaient. La péremption d’instance a donc pour objet de
sanctionner le défaut de diligence des parties. Contrairement à la ‘forclusion’ qui,
si le demandeur n’ en est pas relevé par le tribunal, éteint définitivement l’action,
la péremption ne met fin qu’à l’instance. En conséquence, lorsque celle-ci est encore
recevable, la partie contre laquelle elle a été prononcée peut la recommencer.
La péremption ne peut être soulevée d’office par le juge, seul le défendeur se trouve
en droit de soulever ce moyen. Il est ainsi jugé (2ème CIV - 11 janvier 2006 - BICC
N° 638 du 15 avril 2006), que viole l’article 388 du nouveau code de procédure civile,
la cour d’appel qui, pour déclarer l’instance périmée, retient d’office une période de
péremption alors que la demande n’en précisait aucune, qu’alors même que le
jugement n’aurait pas été signifié, lorsque la déclaration de péremption a lieu en
cause d’appel, cette décision de la Cour confère au jugement de première instance,
l’autorité de la chose jugée” (“Péremption”, Dictionnaire du droit privé français de
M. Serge BRAUDO, Juripole © 1996-2006 Alexis Baumann, disponible desde
http://www.dictionnaire-juridique.com/definition/peremption.php [último acce-
so: 27/08/2006]).
180
Derecho procesal civil, t. I, Instituo de Estudios Jurídicos, Madrid, 1962, ps. 539 y 540.
181
Cámara Civil 1ª de la Capital Federal, Capítulo I, 27/11/1939, LL, 16-982.
102 LUIS R. CARRANZA TORRES

La caducidad de instancia se constituye de tal forma en un


remedio contra la inacción voluntaria de las partes, relevando
al órgano jurisdiccional de los deberes que eventualmente la
subsistencia indefinida de la instancia le impondrían; y tien-
de a procurar la vigencia de los valores jurídicos de paz y segu-
ridad, dado que es obvio que la solución indefinida del conflicto
que motiva el proceso, importa la permanencia de dos situacio-
nes reñidas con aquellos, como son, respectivamente, la discor-
dia y la inseguridad.
Apunta a facilitarse con ello un desarrollo más eficaz y di-
námico de la actividad judicial, exonerando a los órganos juris-
diccionales de la obligación de custodiar y dirimir juicios que,
por la pasividad o negligencia de las partes, devienen tales sólo
en apariencia y perturban indebidamente la tarea tribunalicia,
desvirtuando, de esa suerte, la verdadera función del proceso
y la propia naturaleza del valor justicia.
CUADRO Nº 1
FINALIDADES DE LA PERENCIÓN DE INSTANCIA EN LA
JURISPRUDENCIA NACIONAL

Fundamento expuesto Tribunal Fuente

Objetivo ordenador del proceso. CNCiv., Sala C, 20/05/1980 LL, 1980-C-544

Arbitrio para sancionar la inac- CNCiv., Sala C, 20/05/1980 LL, 1980-C-544


ción de los litigantes.

Evitar que se mantenga la incer- CNCiv., Sala A, 07/07/1961 LL, 108-110


tidumbre derivada de la inicia-
ción de pleitos que se prolonga-
rían indefinidamente.

Abreviar los trámites judiciales. CNCiv., Sala A, 07/07/1961 LL, 108-110

Liberar a la administración de CNCiv., Sala A, 07/07/1961 LL, 108-110


justicia de los inconvenientes
que le causarían los juicios eter-
namente pendientes.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 103

Afirmar los valores jurídicos de CNCiv.,SalaF,11/05/1981 LL, 1981-D-557


paz y seguridad evitando la dura-
ción indefinida de los procesos.

Agilizar el reparto de justicia. CNCiv., Sala B, 09/02/1982 LL, 1982-B-154

1.3.57. La perención o caducidad de instancia como


garantía de la razonabilidad de los plazos en el marco
del derecho a un debido proceso
Encontramos entonces que el fundamento de la perención,
debe ser buscado en la naturaleza del proceso y principalmen-
te, en las garantías establecidas a fin de lograr un “debido” o “jus-
to” proceso182.
En términos generales, el debido proceso puede ser defini-
do como el conjunto de condiciones que deben cumplirse para
poder considerar a un juicio como una expresión válida de la
actividad jurisdiccional, por haberse observado en su transcur-
so, todos aquellos derechos y valores que constitucionalmen-
te se exige que éste contenga.
Entre las diferentes definiciones que se han dado al respec-
to, a los efectos del presente resulta de interés destacar la de
Hoyos, que lo entiende de modo amplio y comprensivo como
aquel “derecho fundamental de carácter instrumental que se
encuentra conformado por un conjunto de derechos esenciales que
impiden que la libertad y los derechos de los individuos sucum-
ban ante la ausencia o insuficiencia de un proceso o procedimien-
to, o se ven afectados por cualquier sujeto de derechos (incluyen-
do el Estado), que pretenda hacer uso abusivo de éstos”183.
Su existencia como elemento central en la actuación a nivel
jurisdiccional o similar del ordenamiento jurídico, deriva del
extremo que la existencia de determinados derechos esencia-

182
Véase al respecto lo expresado en CARRANZA Torres, Luis, “La caducidad de
instancia como garantía de la razonabilidad de los plazos, en el marco del dere-
cho a un debido proceso”, El Derecho, t. 223, p. 892.
183
HOYOS, Arturo, El debido proceso, Temis, Bogotá, 1996, p. 251.
104 LUIS R. CARRANZA TORRES

les, reconocidos tanto en los textos constitucionales nacionales,


cuanto internacionales de derechos humanos, acarrea la subsi-
guiente necesidad de contar con las debidas garantías que asegu-
ren su vigencia real efectiva. Tales garantías son los medios en
concreto establecidos por la legislación del caso para la defensa
de uno o más derechos. Es por ello que se ha expresado desde la
Corte Interamericana que: “Las garantías sirven para prote-
ger, asegurar, o hacer valer la titularidad o el ejercicio de un
derecho. Como los Estados tienen la obligación de reconocer y
respetar los derechos y libertades de la persona, también tienen
la de proteger y asegurar su ejercicio a través de las respectivas
garantías (art. 1.1), vale decir, de los medios idóneos para que los
derechos y libertades sean efectivos en toda circunstancia”184.
Por dicha razón, cuando hablamos del debido proceso, no
debe olvidarse que entre los principales valores comprometi-
dos, y que deben asegurarse instrumentalmente, se destaca el
valor justicia; el cual implica de modo directo, desde la noción
rectora del proceso justo, en una desagregación de los elemen-
tos axiológicos que componen dicho valor, la seguridad en las
relaciones, entendida como previsibilidad, pero también como
posibilidad de dar un corte, poner un término a la posibilidad
de controversia; además de contener al requisito de utilidad,
entendida ésta como el resguardo a que el proceso se transfor-
me en una mera forma, incapaz de alcanzar, o habiéndose per-
dido, el fin con que fue iniciado.
Ello nos lleva a considerar, entre los elementos que confor-
man el debido proceso, a lo atinente al plazo razonable.
Ya que el deber de acudir a juicio que tiene el demandado,
supone como contrapartida, no quedar sujeto eternamente a la
relación procesal. La razonabilidad de los plazos para ser juzga-
do no es sólo una garantía del proceso penal. Es del proceso, in
totum. Resguardándose en los litigios de intereses privados, por
la vía del instituto de la perención o caducidad de instancia.
Puede suceder que el accionado tenga interés en la conti-
nuación del pleito, por ello tiene la facultad de impulso. Pero

184
Opinión Consultiva OC-8/87, de 30/01/1987, párr. 25.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 105

nunca su carga, que corresponde a quien solicitó entender en


el pleito a la autoridad judicial.
Es asimismo por tal razón que el actor, recurrente, o inci-
dentista, no puede acusar la perención de lo que él ha origina-
do. Debiendo en cambio, ir por la vía del desistimiento.
En tal forma es que entendemos la justificación del instituto.
Por lo que su aplicación apunta a resguardar, de forma directa el
debido proceso en cuanto a la razonabilidad de los plazos, respec-
to de contra quien fuera dirigida la acción litigiosa; y de modo
indirecto, los valores jurídicos de paz y seguridad de la socie-
dad, dado que es obvio que la solución indefinida del conflicto
que motiva el proceso, importa la permanencia de situaciones
reñidas inter partes, con la consiguiente cuota de discordia y la
inseguridad propias de tal tipo de situaciones controvertidas.
Cabe por último destacar, en función de la pluralidad de ordena-
mientos procesales que por estructura constitucional, caracterizan
a nuestro derecho adjetivo, que la instrumentación en la práctica
de tal garantía puede diferir en sus alcances y mecanismos. Pudien-
do entenderse como un instituto de orden público, y aplicable por
tanto de oficio por los jueces, como se ha estructurado el instituto
en el Código procesal civil y comercial de la Nación; o, por el contra-
rio, entenderlo como una facultad exclusiva de parte (como en el
ordenamiento de Córdoba), existiendo entre una y otra forma,
varias posturas eclécticas. Ya que la garantía hace a la protección
del derecho, y no a su vigencia en sí, por lo no implica una viola-
ción del derecho al debido proceso considerar a la perención o ca-
ducidad de instancia de distinto modo. Siempre que, claro está, se
halle establecido de tal forma que consagre el nivel mínimo de
protección, a los efectos de asegurar la razonabilidad de la duración
de la relación procesal requerida por la norma constitucional.

1.3.58. Distintos sistemas

Los dos sistemas clásicos sobre la institución de la peren-


ción de la instancia son el español y el francés. A ellos debe su-
marse un tercero, de naturaleza intermedia: el italiano.
106 LUIS R. CARRANZA TORRES

“En el sistema español la institución de la perención de la


instancia es considerada una institución de orden público y por
lo tanto se produce de pleno derecho, debiendo el juez declarar-
la de oficio, una vez que se haya cumplido el término que la ley
fija. El francés es totalmente opuesto no solamente no se pro-
duce la perención de la instancia de pleno derecho, sino que
tampoco se aplica en ningún caso de oficio. Un tercer sistema
ecléctico es el italiano, que ha combinado elementos del dere-
cho francés con el derecho español: la perención de la instancia
se produce de pleno derecho, pero no se declarará de oficio. De
tal modo que mientras el interesado no la reclame, por vía de
acción o de excepción, el juez no puede decretarla”185.
TRISTÁN GUEVARA, por su parte, señalaba que la legislación
argentina, generalmente, no ha adoptado en toda su variedad
un sistema único, sino una suerte de combinaciones dentro de
tal trío de posibilidades186.

Postura de la Corte Suprema de Justicia de la Nación

La caducidad de la instancia sólo halla justificación en la necesidad


de conferir un instrumento al Estado para evitar la indefinida prolonga-
ción de los juicios, pero no configura un artificio tendiente a impedir un
pronunciamiento sobre el fondo del pleito o a prolongar las situaciones de
conflicto (Fallos 313:1156; 319:1616).

Máxime cuando el trámite del juicio se encuentra en estado avanzado y


los justiciables lo han instado durante años (Fallos 313:1009, entre otros).

1.3.59. Otras configuraciones del instituto

Ha sido recurrente en la doctrina y legislación, la preocu-


pación por aventar las posibilidades de abuso de esta figura ju-

185
LOUTAYF RANEA, Roberto - OVEJERO LÓPEZ, Julio, Caducidad de la instancia,
Astrea, Buenos Aires, 1991, p. 11.
186
GUEVARA, Tristán, “Sobre la perención de instancia”, en Comercio y Tribuna-
les, t. V, Córdoba, 1937, p. 198.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 107

rídica, que la convierten en una mera forma de obstaculizar el


progreso del juicio, situación que puede viabilizarse en virtud,
entre otros extremos, por resultar por sí bastante discutida en
la interpretación de no pocos de sus aspectos, lo que lleva a caer
en una complicada casuística en no pocas ocasiones, y a exage-
rar formalidades. En uno y otro caso, desnaturalizando su ra-
zón de ser, y perjudicando el valor justicia que debe resultar del
tránsito del proceso judicial.
Es por ello que en otras jurisdicciones, como la de la provin-
cia de Buenos Aires, si bien se ha mantenido este instituto
procesal, con el fin de que no se sostenga eternamente la inde-
finición jurisdiccional de un reclamo por la inactividad de las
partes, se ha condicionado su procedencia, tanto en vitud de un
pedido de parte o por actividad oficiosa del tribunal, a la inti-
mación previa a todas las partes intervinientes en el proceso,
para que en un plazo breve, manifiesten su intención o no de
continuar con la acción y produzcan, consecuentemente, una ac-
tividad procesal útil. Ya que, en caso contrario, habrá de hacer-
se lugar a la caducidad solicitada.

Art. 315 del CPCCBA


Quiénes pueden pedir la declaración
Oportunidad
“Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo siguiente, la declaración de
caducidad podrá ser pedida en primera instancia, por el demandado; en
el incidente, por el contrario de quien lo hubiere promovido; en el recurso,
por la parte recurrida. La petición deberá formularse antes de consentir
el solicitante cualquier actuación del tribunal posterior al vencimiento
del plazo y se substanciará previa intimación a las partes para que en el
término de cinco (5) días manifiesten su intención de continuar con la
acción y produzcan actividad procesal útil para la prosecución del trámi-
te, bajo apercibimiento en caso de incumplimiento, de decretarse la cadu-
cidad de instancia”.

Art. 316 del CPCCBA


Modo de operarse
“La caducidad podrá ser declarada de oficio, previa intimación a la
que se refiere al artículo anterior y comprobación del vencimiento de los
108 LUIS R. CARRANZA TORRES

plazos señalados en el artículo 310, pero antes de que cualquiera de las


partes impulsare el procedimiento”.

En este punto, es del caso traer a colación la respuesta en-


sayada desde el sistema inglés187 a la excesiva duración de los
procesos, circunstancia que traía aparejado por lo general un
incremento de sus costos. Habiéndose diagnosticado que el
origen de tales males se hallaba en la concepción puramente
adversarial de las partes, y la extrema pasividad del juez, se acen-
tuaron las facultades del juzgador de actuar y hasta conciliar en
el proceso, con el denominado principio del case management,
en desmedro de las facultades de las partes.
Si bien este cambio es copernicano respecto de toda una cul-
tura anterior y, ciertamente, no se ha desarrollado en el tiempo
lo suficiente para efectuar una valoración definitiva, sus prime-
ros frutos distan de ser halagüeños. Ya que el uso de sus pode-
res de case management por parte de los jueces ha producido
un cierto congestionamiento de las instancias de apelación, por
el crecimiento exponencial de los recursos de parte en contra
de tales decisiones, lo que ha ido en dirección contraria al pro-
pósito perseguido de una reducción de los tiempos de la res-
puesta judicial y de sus costos188.
Debe destacarse que con similar factura de hacer recaer
sobre los jueces la obligación de agilizar los procesos, encontra-
mos un primer antecedente de la perención, con la famosa Lex
Properandum, dictada por Justiniano como un remedio a la
quasi immortalità dei processi, imponiendo el deber a los jue-
ces de decidir la litis en el plazo de tres años. Caso contrario,
se extinguía el proceso. Por lo que la doctrina ha entendido que
dicha regulación, indudablemente, contenía la matriz a partir
de la cual se desarrolló hasta nuestros días el instituto de la

187
Civil Procedure Rules del año 1998, que entraron a regir el 26/04/1999.
188
Véase al respecto, en relación al trasfondo sociocultural de la reforma, a
ZUCKERMAN, Adrian, Civil justice in crisis, Oxford University Press, Oxford, 1999.
Respecto de los aspectos netamente jurídico-procesales, puede consultarse, del
mismo autor, Civil procedure, Lexis Nexis, London, 2003.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 109

perención, ya que más allá de que formalmente era una obliga-


ción dada al juzgador, funcionaba en la práctica como un estí-
mulo indirecto a la actividad de las partes189.
Se ha expresado asimismo que: “Por su escasa utilidad, tan-
to el legislador alemán como el austríaco no han adoptado esta
institución. Estos derechos admiten la tregua o ‘descanso’ del
proceso (‘stillstand’), que es un estado de inactividad, sin con-
secuencias procesales. Sin embargo, el Código Civil alemán
dispone que durante ese período, la prescripción vuelva de
nuevo a contarse; el ‘stillstand’ va desde el último acto proce-
sal de las partes o del juez hasta un nuevo acto de impulso
procesal”190.

CUADRO Nº 2
FORMA DE ACAECIMIENTO DE LA PERENCIÓN EN LOS DISTINTOS
SISTEMAS PROCESALES

Sistema español Sistema francés Sistema italiano

1) Institución de orden 1) Facultad procesal de 1) Se produce de pleno


público. parte. derecho.
2) Se produce de pleno 2) Sólo opera a pedido 2) No puede declararse
derecho. de parte. oficiosamente por el
3) El juez debe decla- juez, sino a pedido de
rarla de oficio. parte.

189
SALERNO, Rosetta, “L’evoluzione dell’istituto dell’estinzione nel processo di
cognizione e nel processo ejecutivo”, Diritto & Diritti. Rivista Giuridica on line
(subido en julio de 2004), disponible desde http://www.diritto.it/materiali/
processuale_civile/salerno.html (último acceso: 11/04/2007).
190
Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, de Tránsito y de Menores
de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, República de Venezuela,
sentencia del 05/04/2004.
110 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.60. Diferencia con figuras análogas

1.3.60.1. Caducidad de plazos

La caducidad de los plazos es un instituto que permite a un


acreedor (cuando le deben una suma de dinero a pagarse en
cuotas o plazos) considerar, ante el incumplimiento parcial del
deudor, la deuda de plazo vencido, y por lo tanto, queda habi-
litado para reclamar el importe entero de la deuda sin necesi-
dad de esperar que se operen los otros vencimientos. No obstante
ello, es sólo una facultad, que en tanto no sea ejercida, mantie-
ne las condiciones de la deuda tal como ha sido estipulada.

1.3.60.2. Caducidad de la vía

El transcurso de los plazos fijados por ley lleva a perder la


eficacia de ciertos privilegios de ejecutoria, a determinados ins-
trumentos de crédito. Tal el caso, en virtud del art. 23 del de-
creto 15348/46, de la prenda cuya inscripción no ha sido renovada
antes del plazo de cinco años en que se ha registrado. La cual no
puede ser perseguida en su cobro por la vía ejecutiva.
Dicha caducidad tiene una nota de automaticidad o acaeci-
miento ope legis, por lo que acaece por el solo transcurso y ven-
cimiento del plazo legal. Debiendo ser puesta de manifiesto por
los jueces en cualquier grado del proceso, aun en segunda ins-
tancia y sin necesidad de alegación por parte del deudor, por
cuanto el consentimiento de este resulta irrelevante. Conlle-
va la caducidad de la inscripción de la prenda en el registro per-
tinente, la pérdida de la vía ejecutiva, impidiéndole acceder a
la ejecución prendaria.

1.3.60.3. Negligencia probatoria

Existe cuando cualquiera de las partes, por omisión o error


imputables, ocasiona una demora injustificada en la producción
de la prueba ofrecida, siendo el efecto de su declaración la pér-
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 111

dida del derecho a producir la prueba de la que se trate191. Si


bien presenta similitudes respecto de sus presupuestos y efec-
tos con la perención, se distingue en que se halla limitada a una
determinada prueba y a la fase procesal probatoria, así como
por la circunstancia que rige para ambas partes.

1.3.60.4. Prescripción

La prescripción es un instituto de fondo y la perención, de


naturaleza procesal, por lo que su campo de acción es básica-
mente distinto. Resultando que la primera, en su vertiente
liberatoria, otorga al polo pasivo de una determinada relación,
la posibilidad de repeler la acción que intente el activo luego
del cumplimiento del plazo, respecto de determinado derecho.
Ello no quiere decir que no se hallen vinculados, especial-
mente, en cuanto a que la declaración de perención tiene la
calidad de dejar sin efecto la interrupción de la prescripción
que opera en virtud de la interposición de la demanda judicial
(art. 3986, Cód. Civil).
Como nos dice PARRY192, la idea de perención sugiere inme-
diatamente al espíritu la noción de la prescripción. Desde que
resulta ésta a la instancia, casi lo que la prescripción es al de-
recho mismo; la perención aniquila el trámite procesal comen-
zado, como la prescripción extingue el derecho; ambas concu-
rren al mismo objeto buscado por el legislador: poner fin a un
proceso después de un cierto lapso. Pero ello no lleva a confun-
dir las dos instituciones, ya que una (la perención) es materia
enteramente procesal; otra (la prescripción), materia del de-
recho civil de fondo; la perención no extingue, en efecto, más
que el trámite judicial del caso, mientras que la prescripción
inhabilita la exigibilidad del derecho mismo. Sin embargo, en
ciertos casos, la perención tiene por resultado extinguir no sola-

191
GARRONE, José Alberto, Diccionario jurídico Abeledo-Perrot, t. 2, p. 569.
192
PARRY, Adolfo, Perención de la instancia.
112 LUIS R. CARRANZA TORRES

mente la instancia, el proceso, sino también en quitar exigibili-


dad al derecho; esto ocurre cuando la perención concurre acci-
dentalmente con el tiempo fijado para la prescripción de la ac-
ción; pero el autor al que seguimos entiende que esto no es más
que un resultado secundario, accidental, de los principios de la
perención.
La prescripción tiene una fisonomía bastante compleja: es
una institución fundada en un motivo de interés general, social,
puesto que tiene por objeto impedir que se eternicen los jui-
cios, como también consolidar la propiedad. Sin embargo, a
pesar de este carácter de interés general, la prescripción no es
de orden público, puesto que, por una parte, el juez no puede de-
clararla de oficio, y por otra parte, se puede renunciar a una pres-
cripción adquirida; por lo que, y en definitiva, la prescripción de-
pende únicamente de la voluntad del que pueda invocarla.
Sin embargo, no procede confundir estas dos instituciones
diversas. Desde que la perención se vincula con la no pervivencia
del proceso y, por ende, su regulación se encuentra reservada a
las legislaciones locales, por lo que no puede posturlarse nin-
guna interpretación integradora desde que sería invadir facul-
tades constitucionales de las provincias193.

1.3.60.5. Caducidad del derecho

Como nos dice MOISSET DE ESPANÉS194, cabe señalar en el cam-


po doctrinario como primeros atisbos de una teoría de la ca-
ducidad distinguible de la prescripción, a ciertos fragmentos
en la obra de SAVIGNY, a quien MODICA atribuye el mérito de ser

193
ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, Doctrina judicial. Solución de casos 3, 1ª reim-
presión, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2004, p. 325.
194
MOISSET DE ESPANÉS, Luis, “Lesión (art. 1454, Cód. Civil peruano). La caducidad
de la acción”, disponible desde la web de la Academia Nacional de Derecho y Cien-
cias Sociales de Córdoba (República Argentina): http://www. acader.unc.edu.ar,
Sección Doctrina (último acceso: 11/04/2006).
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 113

el primero en proporcionar el concepto moderno de caducidad,


aunque recién fueron GRAWEIN y ROSENBERG en la doctrina alema-
na quienes fijaron los caracteres de la figura195, acogida por la
doctrina italiana y plasmada luego en el Código de 1942, pri-
mer cuerpo legislativo que consagró varias normas respecto de
la caducidad, como un efecto extintivo de derechos por el trans-
curso del tiempo, diferenciado de la prescripción.
Como nos dice el autor citado al inicio, los principales ca-
racteres de la caducidad, que sirven para diferenciarla de la
prescripción liberatoria, son: a) la inalterabilidad del plazo,
que no se ve afectado por la interrupción, ni la suspensión; b)
la extinción total del derecho afectado por la caducidad; c) su
origen exclusivamente legal; d) la irrenunciabilidad, y e) la po-
sibilidad de que el juez la declare de oficio.
En dicho sentido, la caducidad de instancia resultaría la
proyección de tales características extintoras respecto de un
derecho de naturaleza procesal (derecho a la prosecución de un
determinado proceso, en concreto). Sin embargo, como puede
advertirse, ni en el orden nacional ni el orden procesal provin-
cial el instituto reúne la mayoría de los caracteres estableci-
dos por la doctrina al hablar de la caducidad de derechos.

1.3.60.6. Desistimiento procesal

“El llamado desistimiento del proceso es la renuncia al ejer-


cicio de la acción, tendiente a extinguir la relación procesal sin
llegar al dictado de una sentencia de fondo”196. Se distingue de
la perención en que el abandono de la instancia es de modo ex-
preso.

195
Citados por GÓMEZ CORRALIZA, Bernardo, La caducidad, Montecorvo, Madrid,
1990, p. 33.
196
FORNACIARI, Mario, Modos anormales de terminación del proceso, t. 1, Depal-
ma, Buenos Aires, 1987, p. 8.
114 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.60.7. Retraso desleal en el ejercicio del derecho

Mantiene la perención, interesantes analogías con la insti-


tución germánica de la verwirkung, que se distigue a su vez del
instituto de la prescripción.
Resultan sus presupuestos: a) el transcurso de un período
significativo durante el cual el titular del derecho se ha man-
tenido inactivo sin ejercitarlo, pudiendo hacerlo; b) ese trans-
curso del tiempo debe ir acompañado de unas circunstancias
tales que permitan calificar de desleal el retraso en el ejercicio
del derecho; c) la confianza legítima del sujeto pasivo de que el
derecho ya no va a ser ejercitado; debe ser el titular del derecho
quien genere esa confianza, es decir en la situación debe haber
algo más que la mera inactividad del titular; si bien los tribu-
nales alemanes han sido bastante flexibles en cuanto a la acre-
ditación de esta circunstancia197; d) desde que no basta con que el
ejercicio tardío del derecho repugne las exigencias de la buena fe
en un plano meramente ideal, el mismo debe causar un perjuicio
al sujeto pasivo, y de ahí su intolerabilidad (v.gr., acumulación
de intereses, convencionales y moratorios, como consecuencia
del tiempo transcurrido desde el incumplimiento).
Tal como lo ha calificado la doctrina germánica198, la verwir-
kung no es propiamente una institución, sino un efecto jurídi-
co: la inadmisibilidad del ejercicio de un derecho cuando se
aprecia en dicho ejercicio un retraso que se reputa contrario a
la buena fe.

197
Es usual a este respecto la reiteración de la fórmula “la demandada podía con-
fiar y ha confiado en que la demandante ya no haría ejercicio de sus derechos”
(“sich die Beklagte darauf einrichten durfte und eingerichtet hat, die Klagerin
verde vor ihren Rechten nicht mehr Gabrauch machen”) empleada, incluso por
el Tribunal Supremo Alemán en sentencias del 13/07/2004 y 16/07/2004.
198
Seguimos en la caracterización de la verwirkung a FLUME, Werner, Allgemei-
ner teil des bürgerlichen rechts. Band II, Das rechtsgeschäft, 3ª ed., Berlin-
Heidelberg-New York, Springer, 1979; y SIEBERT, Wolfgang, Verwirkung und
unzulässigkeit der rechtsausübung, Elwert, Marburg in Hessen, 1934.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 115

Si bien tiene una nota subjetiva de mala fe de la que carece


la perención y la necesidad de una consecuencia perjudicial
concreta, que impiden asimilar a la perención como una pro-
yección procesal de la función del verwirkung respecto de las
relaciones de fondo, mantiene una similaridad que debe ser
destacada. Por casos, en sus reglas de aplicación, desde que
teniendo la aplicación del verwirkung como consecuencia una
declaración de inadmisibilidad del ejercicio de un derecho no
prescrito, resulta su aplicabilidad objeto de una interpretación
restrictiva, en análogos términos a los usados para ponderar
la procedencia de la perención de instancia.

1.3.60.8. Doctrina en equidad de “laches”199

En los países del comon law200 existe una doctrina similar al


verwirkung, pero que reconoce un origen histórico propio en
Inglaterra. Nacida en la jurisdicción de equity, su origen antiquí-
simo ha dado lugar a la particularidad de que su primera formu-
lación escrita conocida se halla en francés y data del año 1311201.
En el terreno que nos ocupa, su aplicación determina la inad-
misibilidad de la acción que se ha demorado negligentemente
en ejercitar, cuando del contexto de la situación aparece nítida-

199
Hemos seguido en la exposición de la figura a VAQUER ALOY, Antoni, “Verwir-
kung versus laches: a tale of two legal transplants”, Tulane European & Civil
Law Forum, vol. 21, 2006, ps. 53/72.
200
La cual ha sido aplicada también en ocasiones por el Tribunal Administra-
tivo de la OEA, sin estar orientada dicha organización internacional bajo los cá-
nones del derecho del comon law. Véase al respecto, del antedicho tribunal, sen-
tencia Nº 104 en el caso “Patricio Duarte, Rosa R. de Conrad, Alberto Rojas,
Aldo P. Auda J. y Patricio Fernández vs. Secretario General de la OEA”, del año
1989. Dada en Washington D.C., el 06/10/1989.
201
Ya que éste resultaba el lenguaje jurídico usual en virtud de la vigencia del
french law habitual a tal época: “n’est nie mervaile, qu’il put aver recoverer s’il
ust usé sa accioun vivant son piere, issi que la lachesse e sa negligence demene
ly turnera en prejudice” (Year Books of Edward II, 4 Edward II [1311]).
116 LUIS R. CARRANZA TORRES

mente acreditado que debió arbitrarla con mayor diligencia.


O cuando por su conducta de retrasar el ejercicio de la acción,
ha puesto a la parte contraria en una situación de desventaja
para la defensa de su situación202.
También se la ha entendido como incuria en el derecho norteame-
ricano, oponible como excepción al progreso de la acción. Dicha
aplicación también es común en los países con gran influencia
del derecho estadounidense, como por caso Puerto Rico203.

1.3.61. Presupuestos

Son aquellos que determinan la posibilidad de la aplicación


del instituto, resultando tales: 1) la existencia de una instancia
judicial abierta; 2) la ausencia de interés público en el tipo de
proceso que haya llevado a la ley procesal a no establecer el ins-
tituto respecto de dicha clase de pleitos; 3) la existencia en di-
cho proceso de una litis. Es decir, de un contradictorio concre-
to; 4) la carga de su impulso a cargo de una parte.

202
Su detalle contemporáneo fue dado en el leading case “Lindsay Petroleum Co.
vs. Hurd” [(1874) LR 5 PC 221], donde se la concibió en los siguientes términos:
“Now the doctrine of laches in Courts of equity is not an arbitrary or a technical
doctrine. Where it would be practically unjust to give a remedy, either because the
party has, by his conduct, done that which might fairly be regarded as equivalent to
a vaiwer of it, or where by his conduct and neglect he has, though perhaps not
waiving that remedy, yet put the other party in a situation in which it would not be
reasonable to place him if the remedy was afterwards to be asserted”.
203
“Los dueños de predios sujetos a servidumbres en equidad pueden hacer
efectivos sus derechos e impedir violaciones a las limitaciones impuestas a
través del recurso de injunction (‘Glines vs. Matta’, supra). Contra tal recurso
un demandado puede oponer todas las defensas que le otorguen los principios
de equidad: (1) consentimiento (acquiescence); (2) conciencia impura (unclean
hands); (3) incuria (laches); (4) impedimento (estoppel) (‘Asoc. V. de Villa Capa-
rra vs. Iglesia Católica’, supra, ps. 353-54).” Tribunal Supremo de Puerto Rico.
Tribunal de Circuito de Apelaciones. Circuito Regional II. Caso: “Residentes
Parkville Sur, Residentes Parkville Norte y otros —Peticionarios— vs. Mar-
garita Díaz Luciano, Yolanda Palou y otros —Recurridos— Certiorari 2003
TSPR 69 159 DPR”. Número del caso: CC-2001-752. Fecha: 28/04/2003.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 117

1.3.62. Requisitos

Resultan condiciones para, siendo viable su aplicación, su


acaecimiento se concrete: 1) La paralización de la causa, es
decir, que se registre en la misma una actividad procesal abso-
luta o inidónea. 2) Que tal paralización se deba a la inactividad
de las partes y no por haber omitido realizar el Tribunal una
actividad cuya materialización se halla a su cargo exclusivo. 3)
Que tal paralización se prolongue por el plazo fijado en la ley.
4) Que la actora u otra de las partes no haya instado, pudiendo
hacerlo, la prosecución de la causa. 5) Que sea solicitada por
parte legitimada, en el caso de los sistemas que la ubican como
una facultad exclusiva de parte. 6) Que se cumpla el trámite
previo que se hallara establecido para su declaración, en los
sistemas que estuviese establecido, y en el tiempo fijado por la
ley procesal para concretar los mismos. 7) Que sea verificado
el plazo por el juzgador mediante resolución fundada.

CUADRO Nº 3
CICLO DE CONFIGURACIÓN DE LA CADUCIDAD
O PERENCIÓN DE INSTANCIA

Caducidad o Inactividad
perención de procesal
instancia

Inexistencia de Por el tiempo


supuestos de fijado por la
interrupción o norma procesal
suspensión
118 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.63. Los términos de perención y su incidencia en


el instituto

No obstante insistirse en el transcurso del tiempo como in-


dispensable para la configuración de tal instituto, por allí se ha
dicho que “el transcurso del tiempo por sí solo, no determina
la caducidad de la instancia; es necesario que el procedimien-
to se halle paralizado voluntariamente; si la paralización obe-
dece a causas ajenas a la voluntad de las partes, la caducidad
de la instancia no se produce; la paralización ha de ser, por con-
siguiente una inacción voluntaria, un acto omisivo, que tiene
como efecto la extinción del proceso”204. Quiere decir, entonces,
que el plazo de inactividad se debe combinar una serie de requi-
sitos que en efecto circulan alrededor de la inactividad, pero
siempre tomándose en cuenta, por ejemplo, que al impedido
con justa causa no le corre término205.

1.3.64. Diferencias en los plazos

Tanto la norma nacional como la provincial diferencian el


plazo en virtud de las distintas instancias procesales, tipo de
proceso y si la cuestión es incidental o principal. Pudiéndose
observar tales diferencias en los cuadros que se exponen a con-
tinuación.

204
LOUTAYF RANEA, Roberto - OVEJERO LÓPEZ, Julio, Caducidad de la instancia,
Buenos Aires, Astrea, 1991, p. 59.
205
PARADA GÓMEZ, Guillermo, “Un atinado y atípico atisbo sobre la caducidad de
la instancia”, disponible desde el sitio web de la Corte Suprema de El Salvador:
http://www.csj.gob.sv/Doctrina.nsf/0b854d7889b1882806256d48005f7a34/
7e4c50debf3c31920625694d0073347b (último acceso: el 02/02/2005).
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 119

CUADRO Nº 4
COMPARACIÓN DE LOS PLAZOS DEL ORDENAMIENTO NACIONAL Y EL
PROVINCIAL (CIVIL Y COMERCIAL)

Tipo de proceso o instancia CPCCN CPCCP

Primera instancia de un proce- Seis meses Un año


so o de única instancia. (art. 310, inc. 1) (art. 339, inc. 1)

Segunda o ulterior instancia y Tres meses Seis meses


en los incidentes. (art. 310, inc. 2) (art. 339, inc. 2)

Juicios sumarísimos, ejecuti- Tres meses La que correspon-


vos y ejecuciones especiales. (art. 310, inc. 2) da de acuerdo a la
instancia en que
se halle.

Si el plazo en el que se opere la art. 310, inc. 3 art. 339, inc. 3


prescripción de la acción, fuere
menor a los indicados prece-
dentemente, la caducidad de la
instancia se reducirá a dicho
término.

Incidente de caducidad de ins- Un mes Un mes


tancia. (art. 310, inc. 4) (art. 339, inc. 4)

CUADRO Nº 5
PLAZOS PARTICULARES PARA LOS PROCESOS DE FAMILIA
PROVINCIALES Y SU CORRELACIÓN EN EL ORDEN NACIONAL

Tipo de proceso o instancia Ley 7676 y modifica- CPCCN


torias - CPCCP

Primera instancia de un Seis meses


Un año (art. 120)
proceso o de única instancia. (art. 310, inc. 1)

Tres meses
Recursos. Seis meses (art. 120)
(art. 310, inc. 2)
Tres meses
Incidentes. Tres meses (art. 120)
(art. 310, inc. 2)
120 LUIS R. CARRANZA TORRES

CUADRO Nº 6
PLAZOS PARTICULARES PARA LOS PROCESOS CONTENCIOSO-ADMINIS-
TRATIVOS PROVINCIALES Y SU CORRELACIÓN EN EL ORDEN NACIONAL

Tipo de proceso o instancia Código de Procedi- CPCCN


miento Contencioso-
Administrativo (ley
7182 y modificatorias)

Primera instancia de un pro- Un año (art. 55) Seis meses


ceso o de única instancia. (art. 310, inc. 1)

Segunda o ulterior instancia y Art. 13, se aplica el Tres meses


en los incidentes. CPCCP (art. 310, inc. 2)

Juicios sumarísimos, ejecuti- Art. 13, se aplica el Tres meses


vos y ejecuciones especiales. CPCCP (art. 310, inc. 2)

Si el plazo en el que se opere la Art. 13, se aplica el art. 310, inc. 3


prescripción de la acción, fuere CPCCP
menor a los indicados prece-
dentemente, la caducidad de la
instancia se reducirá a dicho
término.

Incidente de caducidad de ins- Art. 13, se aplica el Un mes


tancia. CPCCP (art. 310, inc. 4)

1.3.65. Carga impulsoria

Como consecuencia del principio dispositivo que rige el pro-


ceso civil, el impulso procesal compete, en principio, a la par-
te interesada y por ello es menester que el titular de la acción
active el trámite a efectos de que se cumplan las diversas eta-
pas procesales necesarias para concluir, por medio de la sen-
tencia, con la cuestión litigiosa.
En el sistema dispositivo está señalado que corresponde a las
partes, iniciar, estimular, activar, urgir, suplir, mover, preservar,
insistir, en una palabra “instar” y mantener con vida el proceso,
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 121

es decir, la instancia, para que la misma no se extinga por inac-


tividad de parte, lo que importa que tiene el deber de cooperar
e instar el proceso en todo su contenido y desarrollo, en cada
una de sus etapas e instancias206.
En virtud de ese mayor grado de responsabilidad que recae
sobre los justiciables para instar el procedimiento, no es dable
admitir que, en pos del mantenimiento de la instancia, se de-
jen de meritar conductas negligentes o despreocupadas de uno
de los litigantes, fundamentalmente teniendo en cuenta que el
principio de celeridad procesal se encuentra instaurado para
preservar el derecho de defensa de ambos contradictores, en
tanto la omisión de activar el procedimiento comporta, para el
contrario, una indefinición sine die de su situación procesal,
incompatible con los criterios de buena fe y diligencia que de-
ben presidir toda contienda judicial.
Por lo que corresponde a la parte que suscitó la litis judicial,
el deber de mantener vivo el proceso, mediante peticiones idó-
neas, prácticas, congruentes y eficaces, que impliquen la rea-
lización de una actividad apta para desarrollarlo hacia su meta
normal y lógica, evitando, de esa manera, la configuración del
instituto de la caducidad207.
No basta a este respecto con que se manifieste de algún modo
la voluntad de querer continuar con el proceso para que éste se
mantenga vivo; es necesario instar su curso de un modo que re-
sulte susceptible de hacerlo avanzar. Por lo que no resulta un
modo que reúna esas características la reiteración de peticio-
nes que ya han sido denegadas, ni la mera manifestación de que
se desea continuar con la acción iniciada, pues se sabe de ante-

206
Cámara Civ. y Com. Común de Tucumán, Sala II, sentencia Nº 556 del 19/12/
2006, en autos “Ferretera del Norte S.R.L. s/ concurso preventivo s/ incidente
de revisión de crédito (P. AFIP-DGI)”.
207
TSJ de Neuquén, del 22/12/2003, en autos “Banco Hipotecario Nacional c/
Colinas Manzur Carlos s/ ejecución hipotecaria” (Expte. Nº 389 - año 2001) del
Registro de la Secretaría de Recursos Extraordinarios y Penal del Tribunal Su-
perior de Justicia.
122 LUIS R. CARRANZA TORRES

mano que mediante la presentación de esos escritos el proce-


so no va a avanzar. Por lo que tales actuaciones constituyen sólo
una apariencia de impulso procesal y no actos idóneos para lo-
grarlo de acuerdo al estado de la causa. Ello no implica que una
petición denegada, por estar pendiente de realización algún
acto para pasar a la siguiente etapa que se insta, resulte inútil
para interrumpir el curso de la perención; pero sí lo es si se
sigue peticionando lo mismo sin antes destrabar el proceso sub-
sanando aquella falta que el juez señala.
A este respecto, debemos destacar que si bien ambas partes
de la relación procesal se hallan en condiciones de impulsar el
proceso, no lo hacen desde idéntica situación jurídica. Pues en
tanto para el promotor o accionante (la parte que interpuso la
demanda, incidente o recurso), resulta una carga, respecto de
su contraria resulta una simple facultad. Por ello, es que pue-
de no realizarlo sin sufrir afectación alguna a sus intereses. En
cambio la inactividad del actor le trae aparejada la posibilidad
de que el proceso perima.
Vemos así que el concepto de parte impulsora es más amplio
que el de actora, incumbiendo la carga de movilizar el proceso,
según el caso, a la parte que interpuso la demanda, contrade-
mandó, articuló el incidente o dedujo el recurso.
Ello también es el fundamento de por qué el actor no puede
acusar su propia caducidad, y sí en cambio puede hacerlo su
contraria, sin que la perjudique para ello el tener de modo con-
currente la capacidad impulsiva del proceso. Lo que determi-
na asimismo que, aun en los supuestos “comunidad” de un pla-
zo procesal, tal extremo no sea óbice para el cumplimiento de
la “carga” de instar el proceso.
La carga de impulsar el proceso que pesa sobre el accionante
queda dispensada o sin efecto, cuando el órgano jurisdiccional
se encuentra en condiciones de proveer sin necesidad de ges-
tión de los interesados, o cumpliendo con una actividad a su
cargo. Estado en que, consecuentemente, no procede la peren-
ción de la instancia.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 123

Para entenderse incurso en caducidad un pleito resulta ne-


cesario, a fin de demostrar la ausencia de impulso, que existan
actos que la parte actora o recurrente deba producir y no los
haya producido, o que, debiendo producirlos algunas de las par-
tes que intervienen en el juicio, el demandante no haya urgido
para que aquella los produzca.
Respecto de las negligencias acusadas en la etapa probato-
ria, es común la confusión entre carga probatoria e impulsoria.
Por ello, no resulta asimilable la postura de aquel sobre quien
pesa la carga probatoria, con la de quien debe impulsar el pro-
cedimiento, puesto que se trata de cargas de distinta naturale-
za que bien pueden recaer sobre distintas partes, dado que si
bien en principio puede afirmarse que la primera se encuen-
tra a cargo del excepcionante en cuanto hace a su defensa, la
segunda recae sobre la parte que promueve la pretensión.
No debe confundirse entonces, la carga de impulsar y diligen-
ciar las pruebas en tiempo propio, que ciertamente corresponde
a cada una de las partes en función de los hechos invocados en sus
escritos postulatorios, con la de impulsar el procedimiento para
llevarlo a su fin natural que es el dictado de la sentencia, y que
incumbe exclusivamente a la parte que demandó, articuló in-
cidente o interpuso recurso, a partir de lo cual, comienza la
obligación de mantener viva la acción principal, incidental o
recursiva según el caso, pues de lo contrario, transcurridos los
plazos legales, procede la declaración de caducidad, siempre
que el proceso no estuviere pendiente de una resolución judi-
cial y la demora en dictarla fuese imputable al Tribunal o con-
curran otras causas que revelen la imposibilidad para las par-
tes de formular peticiones.
Los actos que impiden que se declare la caducidad de la ins-
tancia no sólo son los que deben cumplir los jueces o tribunales,
sino todos aquellos que están expresamente a cargo de quienes
integran el Poder Judicial; desde que la palabra “tribunal” no
está empleada en la norma procesal con un sentido estricto,
sino como oposición a la expresión “partes”.
124 LUIS R. CARRANZA TORRES

Pero si las demoras en el proceso no se vinculan con el estu-


dio previo de resoluciones, o actos que se estén cumplimentan-
do por el tribunal, es obligación de la parte interesada urgir e
instar el procedimiento en todas aquellas cuestiones de simple
trámite, so pena de caer en la perención de la instancia.
Dentro del concepto de última diligencia judicial queda com-
prendido cualquier auto o providencia que haga al curso del pro-
cedimiento, sin que sea exigible notificación alguna para marcar
el comienzo del plazo, ni requerirse que se trate de actuaciones
firmes.
Por lo demás, la carga de urgir el trámite del proceso se man-
tiene hasta que quede ejecutoriada la providencia de autos para
resolver (dictado de sentencia o similar) en el trámite del que
se trate.

Cierta jurisprudencia bonaerense


respecto de la cuestión impulsoria

“No basta para mantener vigente la instancia con la simple manifes-


tación de la intención de continuar con la acción, debiendo producirse una
actividad procesal útil para la prosecución del trámite” [Cámara en lo
Civ. y Com. de San Isidro, Sala 2, resolución del 19/11/2002, en autos “Ga-
llo, Marina c/ Gallo, Marisa s/ simulación”].

“La mera presentación de la demanda impone al actor la carga de


instar el procedimiento y su inacción, representada objetivamente
con la no confección de la cédula de notificación transcurridos los
términos de ley, determina la caducidad de la instancia” [SCBA, re-
solución del 01/09/1992, en autos “Gandulfo de la Serna, Pedro Dionisio s/
inconstitucionalidad arts. 1º, 2º, 8º y 14 de la ley 10897, y arts. 1º y 2º de la
ley 10.918”].

“La interposición de un recurso improcedente no resulta útil para im-


pulsar el proceso” [SCBA, resolución del 02/07/1991, en autos “La Rocca,
Roberto Nicolás c/ Provincia de Buenos Aires s/ demanda contencioso-ad-
ministrativa”].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 125

1.3.66. Notificación de la demanda posterior al


cumplimiento del plazo de perención

Tanto el sistema procesal nacional cuanto el provincial no dan


una adecuada respuesta a la cuestión, no proveyendo nada en
concreto. Por lo que no debe sorprender que la doctrina y juris-
prudencia respecto del punto sean vacilantes, dividiéndose en
múltiples corrientes, “cuya sola presencia es de por sí una elo-
cuente muestra de la imprecisión que gobierna en la materia”208.
Respecto de la posibilidad del demandado de acusar la pe-
rención luego de serle notificada la demanda habiéndose cum-
plido el plazo de caducidad desde la interposición de la misma,
la doctrina ha expresado sobre el sistema provincial que: “En
el sistema del CPC actual, el demandado no puede acusarla,
por vencido que esté aquél, salvo que por vías extrajudiciales
tome conocimiento de la existencia del juicio. Y tampoco pue-
de hacerlo no consintiendo el posterior acto de impulso, que en
el caso estaría dado por la primera notificación recibida”209.
En el supuesto opuesto, el mero transcurso del plazo legal,
luego de promovida la demanda sin que se haya avanzado en el
proceso, habilita a la parte contra la que se pretende dirigir la
demanda, aun sin haber sido notificada, para solicitar la peren-
ción de instancia210.
Tradicionalmente se había entendido de parte del Tribunal
Superior de Justicia de nuestra provincia que: “la notificación
de la demanda practicada después de vencido el plazo de cadu-
cidad y antes de acusarse la perención por el accionado, consti-
tuye un acto de impulso procesal apto para purgar la instancia en
trance de caducidad, lo que despoja al demandado del derecho de
oponer después la perención. Representando de tal forma di-

208
KIELMANOVICH, Jorge, “Notificación de la demanda y plazo para oponer la ca-
ducidad o perención de instancia”, LL, 1986-E-1055.
209
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de Córdoba - Ley
8465, t. III, ps. 259, 266 y ss.
210
Cámara en lo Civ. y Com. de Villa María , A.I. Nº 90 del 30/06/2005, en autos “Ban-
co Central de la República Argentina c/ Darío Ramonda y Cía. S.A. - ejecutivo”.
126 LUIS R. CARRANZA TORRES

cha notificación de la demanda un acto de impulso procesal apto


para rehabilitar per se la instancia, que no puede ser cuestio-
nado por su destinatario en su presentación en juicio”211.
En sentido contrario, a nivel nacional se ha entendido que
frente a la notificación enviada luego de vencido el término de
perención, el demandado puede acusar la misma dentro de los
cinco días de producido el acto notificatorio. Claro está que esto
surge de la distinta naturaleza de los plazos, siempre perento-
rios en el código nacional, que impiden tener por válido el acto
luego del vencimiento del término, salvo consentimiento de la
contraria, en aquellos que no esté presente un interés superior
al de las partes (v.gr., plazos de los recursos).
Dicho plazo de cinco días guarda relación con lo dispuesto
por el art. 170 del CPCCN, referido al consentimiento tácito de
las nulidades procesales, el que se aplica por analogía.
Respecto al particular, y en la esfera provincial, coincidimos
en su momento con el voto en minoría dado por la Dra. Kaller de
Orchansky en los autos “Sociedad de Beneficencia Hospital Italia-
no c/ Abraham Romero y otro ordinario - recurso de casación”, en
el sentido de que, si desde que la demanda se entabla se consti-
tuye una instancia judicial que está sometida a las normas de la
perención de instancia, quiere decir que a partir de ese momen-
to el actor debe cumplir un acto de impulso procesal dentro del
término previsto por la ley, so pena de que el procedimiento que
acaba de iniciarse perima. Y siendo que en nuestro procedimien-
to provincial la perención de la instancia no puede declararse de
oficio y debe ser solicitada por la parte interesada en prevalerse
de ella, debe de ello necesariamente seguirse que la parte deman-
dada está habilitada para acusar la perención apenas es notifi-
cada de la demanda entablada en su contra, pues esa es la única
vía que nuestra ley consiente para hacer efectiva la consecuen-
cia jurídica que se deriva de la inactividad procesal prolongada.

211
TSJ, Sala Civ. y Com., en autos “Sociedad de Beneficencia Hospital Italiano
c/ Abraham Romero y otro ordinario - recurso de casación”, A.I. N°145 del 14/08/
2002, LL Cba., 2002-1160 (voto de la mayoría).
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 127

Como dice la autora del voto, negar en estas condiciones ese


derecho al demandado significaría convertir la directiva según
la cual la instancia principia con la demanda, en una norma
inútil y desprovista de eficacia práctica, puesto que mientras
por un lado se declama que desde ese momento hay una instan-
cia susceptible de caducar y que el accionante está gravado por
la carga de impulsar el procedimiento, sin embargo por otro
lado se impediría que la perención efectivamente se produzca
al negársele al demandado el derecho de hacer valer la inactivi-
dad que se registró en el proceso. Por el contrario, de las premi-
sas previamente establecidas deriva como lógica consecuencia
que el accionado puede acusar la caducidad después de notifi-
cado del emplazamiento, de modo que esa notificación no puede
considerarse como un acto que subsana la instancia en condi-
ciones de perimir, antes bien, constituye la oportunidad que se
le brinda al demandado para ejercitar su derecho de prevaler-
se de la caducidad de la instancia.
Por otra parte, resulta evidente que el modo en que la purga de
la instancia opera en nuestro ordenamiento, no puede ser el mis-
mo cuando la parte interesada en pedir la perención está dentro
de la relación procesal, que cuando se halla fuera de ella e impe-
dida de expresar su voluntad en tal sentido, lo que sucede típica-
mente cuando ignora la existencia de la demanda entablada en su
contra por no habérsele dirigido el emplazamiento pertinente.
Es por ello que recién con la notificación del emplazamien-
to, el accionado toma conocimiento de la existencia de la de-
manda y de la parálisis en que estuvo inmerso el procedimien-
to, y por consiguiente, esa es la primera oportunidad que se le
presenta para expresar su voluntad en orden a la caducidad de
la instancia abierta en su contra. De allí que en la situación es-
pecial que nos ocupa no se justifica aplicar el régimen de purga
de la instancia establecido por nuestra ley y, en cambio, resulte
aplicable una pauta jurídica similar a la establecida en el CPCCN,
esto es, que el demandado puede oponer la perención de la
instancia por vía de excepción frente al acto de impulso proce-
sal cumplido después de vencido el plazo establecido por la ley.
128 LUIS R. CARRANZA TORRES

Pues, como nos dice GAMBOA, “El pedido de caducidad de ins-


tancia efectuado por el demandado inmediatamente y en la pri-
mera ocasión en que tiene oportunidad de intervenir como tal
en el juicio, formulando dicho planteamiento —vencido el pla-
zo legal establecido— en ejercicio y defensa de sus derechos,
para resistir la cédula de notificación de la demanda como acto
impulsor del procedimiento, debe ser admitido. Ello así, toda vez
que la posición contraria conduciría a un resultado disvalioso
como es la incertidumbre que genera una pretensión que luego
de promovida es abandonada, quedando en manos del accio-
nante y a su exclusiva voluntad, ante el desconocimiento del
demandado de la existencia del juicio, la concreción de actos in-
terruptivos de la perención, en franca violación del principio de
bilateralidad y del derecho de defensa del accionado. La solución
expuesta guarda íntima relación con el objetivo que persigue el
instituto de la perención de instancia: otorgar certidumbre a las
relaciones jurídicas y no perturbar la administración de justicia,
evitando de esta manera la duración indebida de los procesos
judiciales, en desmedro del valor seguridad jurídica a cuya vigen-
cia se orienta su recepción normativa”212.
En razón de todo lo anteriormente expuesto, la modificación de
criterio sobre la cuestión, decidido por la Sala Civil y Comercial del
Tribunal Superior de la Provincia, en los autos caratulados “Fisco
de la Pcia. de Córdoba c/ Loustau Bidaut, R. - Ejecutivo -Recurso de
casación”, con fecha 16 de agosto de 2007, reviste particular importan-
cia. Y no sólo por resultar un cambio copernicano en la concepción
tradicional de este tribunal, al habilitar la posibilidad de inter-
poner la perención por parte del demandado, al serle notifica-
da la demanda con el plazo de la caducidad de instancia cumplido.
Fundamentalmente, su importancia reside en restaurar en la cues-
tión, la vigencia de la garantía a un debido proceso adjetivo213.

212
GAMBOA, Graciela, “Perención de instancia. Su interposición en la primera opor-
tunidad procesal luego de notificada la demanda”, Zeus Córdoba, t. 8, p. 57.
213
CARRANZA TORRES, Luis R., “Planteo de la perención al contestar la demanda
y el derecho al debido proceso”, Foro de Córdoba, Nº 119, p. 132.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 129

Y cuando hablamos del debido proceso, no debe olvidarse


que estamos en presencia no sólo de principios diversos, sino
de asegurar la efectiva vigencia del valor justicia; el cual impli-
ca, a nivel del proceso, que éste sea un instrumento jurídico
eficaz, para remediar las lesiones que se infringen al derecho.
Como puede apreciarse, es mucho más que una determina-
da concepción de mecánica procesal, toda vez que como nos
expresa Fernández Segado, el “due process of law” o proceso
debido o justo significa, en último término, el derecho de toda
persona a un proceso justo y equitativo. Y ese derecho encierra
dentro de sí un conjunto de garantías que se traducen en otros
tantos derechos para el justiciable214.
Entre ellos, el no quedar sujeto a procesos pendientes, cual
espada de Damocles, respecto de su universo de intereses jurí-
dicos. Tal y como, en la realidad de las cosas, se producía con la
posición del Tribunal Superior previa al fallo que se puntualiza
en el cuadro Nº 7.
No es menor entonces, el cambio de postura consagrado en el
fallo ante expresado. Ya que restaura la equidad a la relación
procesal. Y afirma el correcto sentido de lo establecido en el art. 339
in fine del CPCC al disponer que la instancia se abre con la inter-
posición de la demanda. Sin olvidar, que operativiza la garantía
del demandado, de controlar la razonabilidad del término en que
se halle sometido a proceso.

CUADRO Nº 7
JURISPRUDENCIA PROVINCIAL RESPECTO DE LA POSIBILIDAD DE
ACUSAR PERENCIÓN POR NOTIFICACIÓN DE LA DEMANDA LUEGO DE
ACAECIDO EL PLAZO DE CADUCIDAD (NUEVA POSTURA)

TSJ, Sala Civil y Comercial, en autos: “Fisco de la Pcia. de Córdoba


c/ Loustau Bidaut, R. - Ejecutivo - Recurso de casación”, A. Nº 200
del 16/08/2007 (Foro de Córdoba Nº 119, ps. 115/120)

214
FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco, El sistema constitucional español, Dykinson,
Madrid, 1992, p. 282.
130 LUIS R. CARRANZA TORRES

Voto de la mayoría, Dres. Andruet y García Allocco: A tenor de lo


dispuesto por los arts. 339 y 345 CPCC (conf. art. 1125 ley 1419) en nues-
tro ordenamiento rige en materia de perención de instancia el denomi-
nado sistema francés, en el cual la caducidad no opera de pleno derecho
sino merced a declaración judicial y, por otro lado, no es susceptible de
hacerse valer de oficio, requiriéndose en cambio petición de parte.
Como consecuencia resulta igualmente indiscutible que la purga de la
instancia en condiciones de perimir se opera con el solo cumplimiento
de un acto de impulso procesal antes de que la caducidad sea acusada
por la parte contraria, sin necesidad de que medie consentimiento de
ésta en la reasunción del procedimiento detenido.

A los fines del instituto de la perención, la instancia comienza y es suscep-


tible de perimir desde el momento que se entabla la demanda y sin que
sea preciso que ésta haya sido notificada al demandado. Esta inteligen-
cia alcanzó consagración legislativa expresa en el Código de Procedimien-
to Civil de la Nación, cuyo art. 310 in fine estatuyó que la instancia se
abre con la promoción de la demanda aunque no hubiere sido notificada
la resolución que dispone su traslado, y hasta obtuvo recepción explícita
en nuestra provincia con la sanción del C. de P.C. actualmente en vigor,
ley 8465, cuyo art. 339 in fine estableció también una solución idéntica.

Debe entenderse que desde el momento que se promueve una demanda


existe una instancia que es susceptible de perimir por más que ella no
haya sido notificada al demandado, fácilmente se deduce que desde ese
instante comienza a pesar sobre el accionante la carga procesal de im-
pulsar el trámite del juicio, con el consiguiente riesgo de que la instan-
cia perima si se mantiene inactivo durante el plazo que establece la ley.
En otras palabras, si desde que la demanda se entabla se constituye
una instancia judicial que está sometida a las normas de la perención
de instancia, quiere decir que a partir de ese momento el actor debe
cumplir un acto de impulso procesal dentro del término previsto por la
ley so pena de que el procedimiento que acaba de iniciarse perima.

En nuestro procedimiento la perención de la instancia no puede declarar-


se de oficio y debe ser solicitada por la parte interesada en prevalerse de
ella, por lo que las apreciaciones que se acaban de efectuar conducen a
admitir que la parte demandada está habilitada para acusar la peren-
ción apenas es notificada de la demanda entablada en su contra, pues
esa es la única vía que nuestra ley consiente para hacer efectiva la conse-
cuencia jurídica que se deriva de la inactividad procesal prolongada.
Negar en estas condiciones ese derecho al demandado significaría conver-
tir la directiva según la cual la instancia principia con la demanda, en
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 131

una norma inútil y desprovista de eficacia práctica, puesto que mientras


por un lado se declama que desde ese momento hay una instancia sus-
ceptible de caducar y que el accionante está gravado por la carga de im-
pulsar el procedimiento, sin embargo, por otro lado se impediría que la
perención efectivamente se produzca al negársele al demandado el dere-
cho de hacer valer la inactividad que se registró en el proceso. Por el con-
trario, de las premisas previamente establecidas deriva como lógica
consecuencia que el accionado puede acusar la caducidad después de noti-
ficado del emplazamiento, de modo que esa notificación no puede conside-
rarse como un acto que subsana la instancia en condiciones de perimir,
antes bien constituye la oportunidad que se le brinda al demandado
para ejercitar su derecho de prevalerse de la caducidad de la instancia.

Es cierto que puede suceder que, en algunos casos, el accionado tome


conocimiento por un medio extrajudicial de la existencia de la deman-
da entablada en su contra, o sea sin haber sido objeto de un emplaza-
miento judicial, y que comparezca entonces espontáneamente en la
causa y acuse la perención de la instancia. Pero no parece que esta sola
posibilidad autorice a restringir el sentido del principio recogido en el
art. 339 in fine y a excluir su operatividad cuando el demandado ha to-
mado conocimiento de la demanda merced a un acto de notificación ins-
tado por la parte actora. Aunque posible, aquél no deja de ser un supues-
to anormal y extraordinario que no sólo se aparta de lo que sucede por lo
general y corrientemente en la práctica de los tribunales, sino también
de las propias características que en nuestro sistema ostenta el proceso
civil, en el cual el destinatario de la acción resulta involucrado por la
sola voluntad del actor y con prescindencia de su voluntad.

Tampoco puede enervarse la interpretación que se propicia argumentan-


do que la sola promoción de una demanda que no ha sido todavía notifi-
cada no causa a quien es sujeto pasivo de ella ningún detrimento en su
situación jurídica, de modo que no se justificaría dispensarle la protec-
ción que supone la perención del procedimiento entablado en su contra.

La norma imperante en nuestro ordenamiento en materia de purga de


la perención, en cuya virtud el acto de impulso cumplido después de
vencido el plazo legal reanima sin más la instancia, se funda en la cir-
cunstancia de que entre nosotros la declaración de caducidad se supedi-
ta a la voluntad de la parte interesada (art. 339; idem art. 1125 ley
1419). Es por ello que el solo acto de impulso practicado una vez trans-
currido el término de la ley basta para purgar la instancia en trance de
caducar, pues el hecho de que el litigante no haya manifestado su volun-
132 LUIS R. CARRANZA TORRES

tad de acusar la perención significa inversamente que en forma tácita


consiente la prosecución del trámite del juicio, y faltando la petición de
la parte interesada la perención de la instancia no puede declararse.
Pero siendo éste el motivo por el cual la purga de la instancia opera de
este modo en nuestro ordenamiento, es evidente que ya no puede operar
de la misma manera cuando la parte interesada en pedir la perención
está impedida de expresar su voluntad en tal sentido, lo que sucede tí-
picamente cuando ignora la existencia de la demanda entablada en su
contra por no habérsele dirigido el emplazamiento pertinente. Es claro
que en situación así la ignorancia inculpable en que se encuentra acer-
ca de la demanda promovida le impide accionar para que se declare la
perención de la instancia, y por eso su inactividad no puede interpretar-
se como un consentimiento a la reanudación del procedimiento detenido
y derivar de allí que la instancia ha quedado subsanada. Recién con la
notificación del emplazamiento el accionado toma conocimiento de la
existencia de la demanda y de la parálisis en que estuvo inmerso el pro-
cedimiento, y por consiguiente esa es la primera oportunidad que se le
presenta para expresar su voluntad en orden a la caducidad de la ins-
tancia abierta en su contra.

Interpretarlo de otro modo y, por lo tanto, negar en esa situación al ac-


cionado ese derecho, significaría tanto como dejar en manos de la parte
actora la posibilidad de extender a discreción y potestativamente los
plazos de prescripción establecidos en la ley mediante el fácil recurso
de mantenerse inactivo sin notificar el emplazamiento al demandado,
e incluso implicaría también permitirle la posibilidad de prolongar esos
plazos sine die convirtiendo prácticamente en imprescriptibles acciones
que por imperio de la ley son prescriptibles (art. 4019, 1er párr., C.C.).

Esta distorsión que sufrirían los principios y normas consagrados por el


Código Civil en materia de prescripción sería directamente inconstitu-
cional, en cuanto se aceptaría que normas procesales sancionadas por
un Estado Provincial —o mejor dicho, la interpretación que de ellas se
propugnara— alteren leyes de fondo establecidas por el Congreso Na-
cional, quebrantando de tal manera el orden de prelación de las leyes
instituido en la Constitución de la Nación argentina (art. 31).

Más aún, la interpretación que se deja de lado llevaría a convalidar el


ejercicio abusivo del derecho de acción (art. 1071, 2° párr., C.C.). En efec-
to, si el derecho de acción consiste en el poder jurídico que el Estado otor-
ga a los ciudadanos para dirigirse a los tribunales y obtener el reconoci-
miento y la actuación práctica de los derechos que ellos se atribuyen
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 133

frente a otras personas, vale decir que se trata de una prerrogativa con-
ferida a fin de conseguir una sentencia que declare la existencia del dere-
cho pretendido, entonces la ley sólo puede amparar ese derecho de acción
y dotarlo de eficacia jurídica cuando es ejercido con el propósito para el
cual ha sido reconocido, o sea cuando es utilizado de manera que con-
duzca al pronunciamiento de la sentencia que provea en torno al dere-
cho subjetivo invocado en la demanda. Por el contrario, la ley no puede
tutelarlo cuando es ejercitado con la única finalidad de interrumpir la
prescripción que por imperio del Código Civil se cierne sobre el mismo y
sin procurar realmente la sustanciación del juicio y el dictado de la sen-
tencia que le ponga fin. Este ejercicio antifuncional del derecho de acción
es justamente el que se legitimaría si se interpretara la ley procesal en
el sentido que el demandado no podría oponer la caducidad de la instan-
cia frente a la notificación del emplazamiento, a pesar de que después
de entablada la demanda —e interrumpida, por ende— la prescripción-
el procedimiento hubiera quedado paralizado durante el plazo estable-
cido por la ley procesal o durante un tiempo mucho mayor.

Aún cuando el art. 3986 C.C., imputa a la demanda el efecto de inte-


rrumpir la prescripción, este precepto no puede entenderse en el sen-
tido que confiere al acreedor una suerte de derecho absoluto a promover
una demanda judicial con el solo y único objeto de interrumpir la pres-
cripción.

La presentación de una demanda con el solo propósito de interrumpir


la prescripción que se cierne sobre la acción y sin que sea continuada
con los trámites necesarios para arribar a una sentencia, comporta
un ejercicio irregular de los derechos que el intérprete no puede coho-
nestar.

Voto en disidencia, Dr. Sesin: La Sala tenía sentada jurisprudencia


en torno a esta cuestión de derecho procesal, cosa que incluso había
hecho en los términos del inc. 3 del art. 383, es decir, con el propósito
de unificar jurisprudencia en los tribunales de la provincia de Córdo-
ba, habiendo arribado por mayoría a la conclusión que postula la
casacionista (A.I. N° 145/02, in re “Sociedad de Ben. Hosp. Italiano c/
Abraham Romero y otro - Ordinario - Recurso de casación”).

La cuestión de derecho procesal propuesta debe dirimirse en función


del sistema de perención de instancia que rige en nuestro código de pro-
cedimientos, cuyas claras e inequívocas características imponen la so-
lución adoptada en el auto interlocutorio impugnado.
134 LUIS R. CARRANZA TORRES

Según las precisas normas de los arts. 339 y 345 CPCC (conf. ley 1419,
art. 1125) la caducidad de instancia no puede ser declarada de oficio
por los jueces, y la parte interesada sólo puede alegarla por vía de ac-
ción, no pudiendo ser opuesta en forma de excepción frente a los actos de
impulso realizados después de transcurrido el plazo de la ley. Nuestro
legislador adoptó así el denominado sistema francés que es diverso
del vigente a nivel nacional, en el cual la perención opera de pleno
derecho, es susceptible de declararse de oficio por los jueces y puede
articularse por vía de excepción.

La notificación de la demanda verificada después de transcurrido el


término de perención previsto por la ley pero antes de ser acusada por la
parte contraria representa un acto de impulso procesal apto para reha-
bilitar per se la instancia. El solo cumplimiento del acto impulsor antes
de denunciarse la caducidad priva al demandado de la posibilidad de
hacerla valer con posterioridad, con abstracción de la circunstancia de
que no haya consentido la reanudación del procedimiento. Conviene
subrayar que el sistema de perención de instancia que rige en nuestro
ordenamiento ha sido consagrado por disposiciones categóricas de al-
cance general, y sin haberse previsto ninguna situación de excepción
que quedara regida por principios propios de un sistema diverso, como
por ejemplo el vigente en el ámbito de la Nación. De allí que el mismo
es aplicable en todas las etapas por las cuales atraviesa el juicio y cual-
quiera sean las vicisitudes que en él se generen y, por consiguiente, tam-
bién cuando el proceso ha quedado paralizado después de promovida
la demanda y antes de practicarse la citación del demandado.

La norma añadida en el código actualmente en vigor, según la cual la


instancia se abre con la promoción de la demanda aunque no hubiere
sido notificada la resolución que la dispone (art. 339 in fine), no enerva
las consideraciones precedentes. La disposición precisa y delimita el
concepto de instancia a los fines del instituto de la perención, dejando
establecido que ella existe y es susceptible de caducar desde el momen-
to en que se entabla la demanda y sin que sea necesario la notificación
del demandado, ni por añadidura la traba de la litis. Pero del precepto
no cabe inferir una derogación parcial del preindicado sistema de decla-
ración de la perención de instancia que rige en nuestro derecho, dedu-
ciendo de él que en el supuesto de parálisis inicial del juicio y ulterior
notificación de la demanda, el accionado podrá oponer la caducidad por
vía de excepción a la manera del sistema instituido en la esfera de la
Nación. Nada de eso. La ausencia de una norma que en términos expre-
sos prescriba una excepción al método de articulación de la perención
establecido en el código procesal que nos rige, impide prescindir de la
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 135

aplicación lisa y llana del principio vigente en la hipótesis que nos ocupa
del proceso que apenas iniciado queda en estado de parálisis y después
de transcurrido el término legal se emplaza al demandado.

Otra razón para adoptar la solución que se propugna, y es que mediante


ella se realiza el principio de conservación procesal cuya finalidad es
procurar el mantenimiento y la subsistencia de los procesos judiciales
en salvaguarda del derecho de defensa en juicio. En otras palabras, se
propende a evitar el truncamiento anormal y anticipado de los pleitos
por virtud de institutos de carácter formal, y se tiende más bien a favo-
recer la sustanciación y definición de los litigios con la consiguiente ac-
tuación de los derechos sustantivos que confieren las leyes de fondo.

1.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA

1.4.1. Nacional

I) La falta de notificación de la iniciación del juicio por oposición de marca


a la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial no produce la caduci-
dad de la instancia judicial, si ella no era parte del pleito, sino la autori-
dad cuyas facultades cesan por la apertura de la vía judicial [CNFed.,
Sala Civ. y Com., 15/10/1962, “Anildine, E.N. c/ Cía. para el comercio de
Ultramar”, ED, 5-512].

II) Puede operarse la perención si el actor o el incidentista no urge la noti-


ficación del pronunciamiento, dejando transcurrir el plazo previsto al
efecto, ya que si bien la sentencia o resolución deciden el litigio o el inci-
dente, la instancia no termina hasta que aquéllas hayan sido notifica-
das o ejecutoriadas, o recurridas, por carecer hasta ese momento de efec-
to jurídico con respecto a las partes que no tengan conocimiento del
decisorio [CNCiv., Sala C, 06/07/1999, “Chávez, Rolando c/ Risso, Ra-
món Alberto s/ beneficio de litigar sin gastos”].

III) La inactividad de las partes, finalizada la substanciación del recurso


en primera instancia y vencido el plazo a que se refiere el art. 1º, inc. 2, de
la ley 14.191, determina la caducidad de la segunda instancia [CNCiv.,
en pleno, 05/10/1956, “Fernández, Alberto c/ Tempone, Francisco”, JA,
1956-IV-471].

IV) Si la adopción es contradictoria, la naturaleza del proceso admite el


funcionamiento del instituto de la caducidad de instancia, en tanto que
136 LUIS R. CARRANZA TORRES

la existencia de una menor interesada en las actuaciones no obsta a que


aquella se opere, en orden a lo estatuido por el art. 314 del Código Proce-
sal [CNCiv., Sala F, 23/08/1984, “Maluzenko, Luzmila c/ Secretaría de
Estado del Menor y la Familia”, ED, 112-529].

V) Para salvar la laguna legal existente acerca de los efectos de la deser-


ción de la instancia judicial sobre el curso de la caducidad prevista en el
art. 25 de la ley 19.549, guarda mayor analogía la hipótesis del art. 1, inc.
E, apartado 9, de la ley 19.549 que la del art. 3987 del Código Civil. Ello
así, porque con aquélla difiere sólo en cuanto a la esfera judicial o admi-
nistrativa en que tienen lugar procedimientos perimidos, aspecto este de
menor importancia que la diferencia conceptual entre caducidad y pres-
cripción, correspondiendo pues la aplicación de una norma que integra el
Instituto de la caducidad y no de otra ajena a él [CNCont.-Adm. Fed., Sala
I, 11/08/1983, “Sallakian, Jacobo c/ EN (ANA)”, ED, 111-348].

VI) Si bien el término de seis meses reglado en el inc. 1 del art. 310 del
Código Procesal de la Nación es aplicable a los procesos que tramitan en
primera o única instancia, tal situación está condicionada a que en sus
incisos restantes no se contemple respecto de ellos un plazo de caduci-
dad menor. Interpretarlo de forma distinta, implicaría que dichos pla-
zos menores perderían sentido, en los supuestos en que fuesen aplica-
bles a causas que también se ventilasen en primera o única instancia,
lo que es inaceptable, toda vez que la inconsecuencia o la falta de previ-
sión en el legislador no se supone y es por ello que las leyes deben inter-
pretarse de modo de evitar que se pongan en pugna sus disposiciones, y
adoptando como verdadero el criterio que las concilie y deje a todas con
valor y efecto [CSJN, 19/12/1985, “Estancias Vidania, S.A. c/ Provincia
de Buenos Aires”].

VII) La declaración de caducidad de la instancia puede ser pedida en los


incidentes, desde que el incidente de perención es susceptible de caer en la
misma situación [CNCiv., Sala B, 27/06/1979, “Raele, Nicolás c/ Priahe,
Enrique, Suc.”].

VIII) La instancia da inicio con la presentación de la demanda [CSJN,


23/12/1940, “Provincia de La Rioja c/ Buhler Hnos”, LL, 21-343].

IX) La ley 22.434, merced a la modificación del art. 310 del Código Proce-
sal, ha receptado la doctrina judicial imperante, según la cual el término
de caducidad comienza desde la presentación de la demanda [CNCont.-
Adm. Fed., Sala I, 13/10/1981, “Juan Nicolau S.A. c/ ENTEL”, ED, 98-
179].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 137

X) La falta de notificación de la demanda no es óbice para que proceda la


caducidad de instancia [CSJN, 17/12/1941, “Ramos, Ramón c/ Provincia
de Mendoza”, LL, 25-344].

XI) Debe considerarse como instancia el trámite seguido desde el mo-


mento de presentación del escrito de demanda, aun cuando no haya sido
notificada ella, ya que en derecho procesal se entiende por tal todo pedi-
do efectuado por una parte al órgano jurisdiccional encaminado a obte-
ner del mismo la realización de una determinada actividad [CN Espe-
cial Civ. y Com., Sala IV, 17/09/1976, “Arana, Tomás c/ Avalo, José”,
BCECyC, 629-8745].

XII) No obsta a que suceda la perención, el hecho que haya transcurrido el


lapso de ley antes de la traba de la litis [CNCiv., Sala D, 14/04/1967, “The
Northern Assurance Co. c/ Nin, Francisco”, LL, 127-1123].

XIII) En el juicio ejecutivo, la instancia comienza con la demanda y no con


la intimación de pago, ya que instancia es toda petición o solicitud ten-
diente a obtener una decisión judicial [CNCom., Sala B, 08/07/1971,
“Alefa S.A. c/ Oliva Soaje, Manuel”, LL, 144-239].

XIV) Si el actor no solicitó que se corriera el traslado de la demanda, co-


rresponde declarar la caducidad una vez transcurrido el término legal
[CNCiv., Sala E, 07/11/1968, “Conde, José c/ Cuichandut, Blas”, LL, 135-
1166].

XV) La instancia se abre con la presentación del escrito de demanda, con


independencia de la procedencia o improcedencia de las peticiones que
esta pudiera contener [CNCom., Sala B, 12/03/1969, “Lindner, Marcelo
y otro c/ Goffan, Moisés”, LL, 136-1098].

XVI) La caducidad de instancia se funda en el hecho objetivo del abandono


del trámite del juicio, que se evidencia por el solo transcurso del tiempo sin
que se haya instado, como corresponde, tal trámite [CNCiv., Sala E, 24/06/
1971, “Unión Comerciantes Cía. de Seguros c/ Alonso J.”, LL, 144-508].

XVII) Entre los presupuestos que deben concurrir para la producción de


la caducidad de la instancia, se encuentran: a) existencia de una ins-
tancia (principal o incidental); b) inactividad procesal absoluta o jurí-
dicamente irrelevante; c) transcurso de determinados plazos de inac-
tividad; d) pronunciamiento judicial que la declare operada [CNCiv.,
Sala F, 17/05/1976, “Vigal, Andrés c/ Kleiner, Max”, LL, 1977-A-549].
138 LUIS R. CARRANZA TORRES

XVIII) El instituto de la caducidad excede del interés de los particulares


y no coarta los derechos constitucionales de propiedad y de defensa en jui-
cio, sino que constituye la reglamentación de su ejercicio, al imponer pla-
zos razonables a éste último y propender, de tal modo, a la agilización y
reparto de la justicia [CNCiv., Sala D, 26/06/1980, “Larrondo, Rodolfo en
‘González, Néstor y otros c/ Compañía Constructora’ ”, ED, 90-410].

XIX) La perención de instancia está fundada en principios del bien común


ya que es conveniente para la sociedad evitar que se mantenga la incerti-
dumbre derivada de la iniciación de pleitos que se prologarían indefini-
damente [CNCiv., Sala A, 07/07/1961, “Federación Patronal S. Coop.
Ldta. c/ Rodríguez, Julio”, LL, 108-110].

XX) Si la instancia quedó concluida antes de dictarse sentencia, al no


oponer la demandada excepción alguna, en tal situación no resulta proce-
dente declarar la caducidad, aun de oficio [CNCom., Sala A, 11/09/1973,
“Truppel, Walter c/ Braudt S.A.”, LL, 153-311].

XXI) En los incidentes, la parte interesada tiene la carga de cumplir con


la notificación, pudiendo su inactividad al respecto, exponerla al acaeci-
miento de la perención [CNCiv. y Com. Fed., Sala I, 11/03/1983, “Direc-
ción Nacional de Recaudación Provisional c/ La Cantábrica S.A.”, ED,
105-579].

XXII) La verificación de créditos laborales no ha sido exceptuada del régi-


men general de caducidad de instancia [CNCom., Sala D, 26/06/1995,
“Empesur S.A. s/ quiebra s/ inc. de verif. prom. por Dyk, Elio F.”, LL, 1996-
A-147].

XXIII) La naturaleza laboral del procedimiento reglado por la ley 18.345


no obsta para que se opere la caducidad en las quejas que por denegación
del recurso extraordinario tramitan ante la Corte, ante la cual el proce-
dimiento no varía por razón de las particularidades del Fuero de Trabajo
[CSJN, 07/07/1992, “Frías, José vs. Este S.A.”, DJ, 1993-2-377].

XXIV) El acreedor de origen laboral debe sumisión al ordenamiento po-


sitivo concursal, que implica reglas procesales propias (por caso res-
pecto del instituto de la caducidad de la instancia, art. 277) y sólo a falta
de disposición expresa en ella, debe acudirse a la aplicación de las normas
procesales de la ley del lugar del juicio [CNCom., Sala B, 07/10/1999, “El
Club de la Buena Vida S.A. s/ concurso preventivo - incidente de pronto
pago por Frigoni de Carman, María Cristina”, en Revista de las Socieda-
des y Concursos, Nº 3, marzo-abril 2000, Ad-Hoc, ps. 172 y 173].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 139

XXV) No cabe esgrimir la naturaleza laboral del crédito para eximirse de


las consecuencias de la inacción [CNCom., Sala D, 26/06/1995, DJ,
1996-1-585].

XXVI) Los trámites preparatorios de la vía ejecutiva, a los efectos de cal-


cular el plazo de caducidad, deben ser asimilados al previsto para el juicio
ejecutivo, pues sus constancias vienen a integrar o perjudicar el título con
base en el cual se despacha la ejecución [CNCom., Sala B, 20/11/1979,
“Rotatori, Pedro c/ Bonora, Luis”, LL, 1980-A-245].

XXVII) Si desde el vencimiento del traslado conferido ha transcurrido el


lapso contemplado por el art. 310, inc. 2, CPCCN, sin que la parte recu-
rrente haya efectuado actividad útil a los fines de la elevación de las ac-
tuaciones a la Alzada, por lo que se declara de oficio la caducidad de la se-
gunda instancia abierta con la concesión del recurso interpuesto
[CNCom., Sala A, 20/12/2002, en autos “Banco Roberts S.A. c/ Transpor-
tes Salvatore S.R.L. s/ ejecución prendaria - Expte. 87.549/95”].

XXVIII) Es procedente y debe ser declarada la perención de la instancia,


si ha transcurrido con exceso el término de ley, desde la fecha del auto
que ordena el traslado de la demanda hasta aquella en que se formuló el
pedido de perención. Ello, sin que importe si la demanda ha sido o no no-
tificada [CNCiv., en pleno, 22/06/1922, “Banco Español del Río de la Pla-
ta c/ Martínez, Domingo”, JA, 12-937].

XXIX) La inactividad del actor civil durante los plazos que fija la ley ritual
aplicable, Código Procesal Civil y Comercial, lleva a declarar la caduci-
dad de instancia de la acción civil instaurada en la causa, art. 310, Códi-
go citado [CNCrim., Sala VI, 12/02/1998, “Beretta, Alberto O.”, Secreta-
ría de Jurisprudencia y Biblioteca de la Cámara Nacional Criminal y
Correccional].

XXX) El art. 19 de la ley 24.635, que remite al art. 12 de dicha norma legal,
establece el procedimiento de ejecución fiscal y en consecuencia desplaza
el impulso de oficio contenido en el art. 46 de la ley 18.345. En consecuen-
cia, si la recurrente ha incurrido en una prolongada inacción, el supuesto
encuadra en la caducidad prevista en el art. 310 del CPCCN [CNT, Sala
II, Expte. N° 11.521/99, sentencia “Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social c/ Díaz Carreri y Giglio S.R.L. s/ ejecución fiscal”, Secretaría de Ju-
risprudencia de la Cámara Nacional del Trabajo].

XXXI) El pedido de quiebra formulado por un acreedor constituye una


instancia en sentido procesal, susceptible de caducar cuando el solicitan-
140 LUIS R. CARRANZA TORRES

te ha dejado transcurrir el plazo previsto por el CPCCN 310:2 sin que me-
diara actividad procesal (LC, 301) [CNCom. Sala D, 25/11/1991, “Jaume,
Juan s/pedido de quiebra por Lancman, Hugo”, Secretaría de Jurispru-
dencia de la Cámara Nacional Comercial].

XXXII) Recuérdese que mientras no se decrete la quiebra, el impulso del


proceso corresponde al acreedor peticionante y, en consecuencia, el venci-
miento de los plazos sin que haya activado el trámite acarrea la caduci-
dad de la instancia [CNCom., Sala E, 28/11/1991, “Focaraccio, Carlos
Alberto s/ Pedido de quiebra por Sciuto Alberto”, Secretaría de Jurispru-
dencia de la Cámara Nacional Comercial].

XXXIII) Toda vez que al no haberse decretado la quiebra el pedido de au-


tos constituye un proceso susceptible de perimir [CNCom., Sala B, 17/
05/1995, “Alberto Sbarra y Asociados S.A. s/ pedido de quiebra por
Alquimaq S.A.”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional
Comercial].

XXXIV) La naturaleza laboral y alimentaria del crédito en nada cambia


la cuestión ya que la misma no impide que la verificación tardía iniciada
por un acreedor laboral sea susceptible de perimir [CNCom., Sala D, 26/
06/1995, “Empesur S.A. quiebra s/ incidente de verificación promovido
por Dyk Elio F.”, LL, 1996-A-147].

XXXV) El instituto procesal de la caducidad de instancia resulta aplicable


en materia de recurso de queja por denegatoria del recurso extraordinario fe-
deral ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sin que la naturaleza
laboral del procedimiento reglado por la ley 18.345 obste a dicha conclusión
[CSJN, 07/07/1992, “Frías, José c/ Estex S.A.”, DT, 1992-B-2053].

XXXVI) En una acción de impugnación de la asamblea de accionistas ce-


lebrada y de remisión del directorio, en la cual se solicita en forma cautelar
la intervención judicial de la sociedad, el plazo de perención aplicable es el
de seis meses previsto en el art. 330, inc. 1, del CPCCN, desde que dicho
proceso debe tramitar por la vía ordinaria [CNCom., Sala A, 13/07/2006,
“Vásquez, Mónica y otro c/ Transporte Urbano S.A.”, DJ, 2007-1-417].

XXXVII) El incidente de litigar sin gastos no puede ser asimilado a un


proceso voluntario, desde que la ley admite la participación de una contra-
parte que no sólo ejerce un control respecto del peticionante, sino que ade-
más puede producir prueba, por lo que es susceptible de perimir cuando
ha transcurrido el plazo del art. 310, inc. 2, del CPCCN [CNCom., Sala
F, 28/06/2006, “Tello, María c/ Banco Macro Bansud”, DJ, 2007-1-493].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 141

1.4.2. Provincial

I) La caducidad de instancia en derecho es la terminación de un proceso


por falta de actividad de la instancia. El principio general es que todo
trámite jurisdiccional civil contencioso, está sujeto a perención de ins-
tancia (art. 339, CPCC) [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de
la mayoría, Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/03/2005, en autos “Fer-
nández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y otros - P.V.E. - alqui-
leres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 289].

II) El instituto de la perención de instancia “en tanto modo anormal de


conclusión del proceso e impuesto por razones de orden público”, opera
cuando se ha abandonado por inacción el procedimiento durante un de-
terminado lapso previsto en la ley. Ello con el objetivo de otorgar certi-
dumbre a las relaciones jurídicas y no perturbar la administración de
justicia, evitando de esta manera la duración indefinida de los procesos
judiciales, en desmedro del valor seguridad jurídica a cuya vigencia se
orienta su recepción normativa [TSJ de Córdoba, Sala Cont. Adm., sen-
tencia Nº 58 del 30/10/2006, en autos “Guevara, Carmen de los Ángeles c/
Provincia de Córdoba - ilegitimidad - recurso de apelación (Expte. Letra
“G”, N° 08, iniciado el 13/08/2004)”. Fuente: archivo del autor].

III) La caducidad de la instancia se subordina a la concurrencia de los


siguientes presupuestos: a) la existencia de una “instancia”, entendida
como toda pretensión que mediante una petición inicial las partes some-
ten a la decisión de Juez competente; b) sumado a una inactividad proce-
sal que se exteriorice en la inejecución de acto idóneo alguno, y c) el transcur-
so de un determinado plazo de inactividad que la norma adjetiva pertinente
establezca [TSJ de Córdoba, Sala Cont. Adm., sentencia Nº 58 del 30/10/
2006, en autos “Guevara, Carmen de los Ángeles c/ Provincia de Córdoba -
ilegitimidad - recurso de apelación (Expte. Letra “G”, N° 08, iniciado el tre-
ce de agosto de dos mil cuatro)”. Fuente: archivo del autor].

IV) El fundamento de la caducidad de instancia va más allá del interés


de las partes. El interés público exige que los procesos no permanezcan
paralizados indefinidamente; no sólo porque la subsistencia de la litis
es contraria al restablecimiento del orden jurídico, sino porque la rela-
ción procesal también comprende al órgano jurisprudiccional y esa vincu-
lación no puede quedar supeditada en el tiempo al arbitrio de las partes,
a quienes en materia civil corresponde el impulso del procedimiento [Cá-
mara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dr. Sársfield Novi-
llo, A.I. Nº 96 del 18/03/2005, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez,
142 LUIS R. CARRANZA TORRES

Verónica del Valle y otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108,


p. 290].

V) Así como la prescripción se funda en una presunción de abandono del


derecho, la inactividad de las partes importa una presunción de aban-
dono de la instancia. El proceso se extingue, entonces, por el solo trans-
curso del tiempos cuando los litigantes no instan su prosecución dentro
de los plazos establecidos por la ley [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Cór-
doba, voto de la mayoría, Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/03/2005,
en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y otros -
P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 290].

VI) No suple la exigencia de la constancia de hallarse suspendidos los


términos, la manifestación de la parte actora de encontrarse en trámite
un arreglo extrajudicial. Transcurrido el plazo de ley para la formulación
del pedido de perención de instancia, corresponde hacer lugar al mismo
[TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm., A.I. Nº 238 del 03/06/1986, en autos
“Expreso Panamericano S.R.L. c/ Municipalidad de Córdoba s/ contencio-
so-Administrativo - perención de instancia”, SAIJ, sumario R0001080].

VII) Conforme la jurisprudencia del TSJ la instancia se abre con la sola


presentación de la demanda, reúna o no ésta todos los requisitos exigi-
dos por la ley (“Curet, Carlos A. c/ Municipalidad de Córdoba - contencio-
so-administrativo”, CyJ, XXV-185) [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Cór-
doba, voto de la mayoría, Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/03/2005,
en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y otros -
P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 290].

VIII) La notificación del traslado de la demanda por retiro del expedien-


te, en los términos del art. 69, inc. 2, del CPCC, produce el efecto previsto
por el 151 del CPCC de notificarse de todo lo actuado, por lo que en rela-
ción a la caducidad, tiene efectos impulsorios del proceso [Cámara 7ª en
lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. Nº 2 del 01/02/2006, en autos “Consorcio
de Propietarios Edificio Horizontes c/ Mallo, Arturo José - ejecutivo - ex-
pensas comunes - tercería de mejor derecho de la Municipalidad de Cór-
doba”, Zeus Córdoba, t. Nº 8-2006-240].

IX) El incidente de redargución de falsedad constituye un obstáculo para


la resolución de un pleito que se funda en un documento público, máxime
cuando éste resulta un tíutlo que trae aparejada ejecución. Por lo que no
cabe duda que existe una íntima interdependencia procesal entre éste y
la relación principal, que determina que los actos impulsorios producidos
en ellos, sustenten esa misma eficacia para el proceso principal [Cáma-
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 143

ra 5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. Nº 75 del 31/03/2005, en autos


“Carballo, Hugo y otra c/ Carlos Piedrabuena y otro - ejecución hipoteca-
ria”, Foro de Córdoba, Nº 107, p. 282].

X) Si las actuaciones referidas a las impugnaciones de pruebas o las vincu-


ladas a su caducidad o negligencia, debe reconocérseles claramente natura-
leza impulsoria aunque tramiten por vía incidental, cabe asignarle igual
efecto a las que tiendan a la redargución de falsedad de los instrumentos
públicos, pues al estar también referidas a un modo de prueba, materia-
liza una concreta y expresa actuación tendiente a lograr la prosecución de
la relación procesal [Cámara 5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. Nº 75 del
31/03/2005, en autos “Carballo, Hugo y otra c/ Carlos Piedrabuena y otro
- ejecución hipotecaria”, Foro de Córdoba, Nº 107, p. 282].

XI) Para que sea aplicable el término de la perención de segunda instan-


cia, en virtud de la indivisibilidad de los efectos de la perención, resulta
necesario que la sentencia haya sido notificada a todas las partes inter-
vinientes en el litigio [Cámara 5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. Nº 353
del 21/09/2004, en autos “Fideicomiso Suma c/ Elizabeth Liliana
Riccardo - P.V.E.”, Foro de Córdoba, Nº 99, p. 297].

XII) El art. 339 del CPCC, último párrafo, delimita el concepto de instancia
a los fines del instituto de la perención, dejando establecido que ella exis-
te y es susceptible de caducar desde el momento en que se interpone la
demanda, sin que sea necesario la notificación del demandado [Cámara en
lo Civ. y Com. de Villa María, A.I. Nº 90 del 30/06/2005, en autos “Banco
Central de la República Argentina c/ Darío Ramonda y Cía. S.A. - ejecu-
tivo”, www.elDial.com (edición Córdoba)].

XIII) La notificación de la demanda, aun practicada después de vencido el


plazo de caducidad, pero antes de acusarse la perención por el accionado,
constituye un acto de impulso procesal apto para purgar la instancia en
trance de caducidad, lo que despoja al demandado del derecho de oponer
después la perención [Cámara en lo Civ. y Com. de Villa María, A.I. Nº 90
del 30/06/2005, en autos “Banco Central de la República Argentina c/ Da-
río Ramonda y Cía. S.A. - ejecutivo”, www.elDial.com (edición Córdoba)].

XIV) Si luego de promovida la demanda el procedimiento estuvo deteni-


do por el plazo establecido en la ley (art. 339, inc. 1, CPCC) para habili-
tar la perención, sin que se practicara en dicho lapso ninguna actuación
impulsora del trámite, puede en razón de ello la parte demandada, aun
sin haber sido notificada de la demanda, solicitar la perención de instan-
144 LUIS R. CARRANZA TORRES

cia, puesto que el fin del instituto es justamente evitar la prolongación


indefinida de los procesos judiciales, y en este caso la actividad de la par-
te demandada persigue tal fin [Cámara en lo Civ. y Com. de Villa María,
A.I. Nº 90 del 30/06/2005, en autos “Banco Central de la República Ar-
gentina c/ Darío Ramonda y Cía. S.A. - ejecutivo”, www.elDial.com (edi-
ción Córdoba)].

XV) El sólo cumplimiento del acto impulsor de notificar la demanda an-


tes de denunciarse la caducidad priva al demandado de la posibilidad de
hacerla valer con posterioridad, con abstracción de la circunstancia de
que no haya consentido la reanudación del procedimiento [Cámara en lo
Civ. y Com. de Villa María, A.I. Nº 90 del 30/06/2005, en autos “Banco
Central de la República Argentina c/ Darío Ramonda y Cía. S.A. - ejecu-
tivo”, www.elDial.com (edición Córdoba)].

XVI) Es procedente el pedido de perención de instancia aun efectuado por


la actora el desistimiento de la acción, puesto que tal desistimiento for-
mulado no se encuentra perfeccionado, porque para ello, era necesario
que el Tribunal se pronunciará acogiéndolo [Cámara en lo Civ. y Com. de
Villa María, A.I. Nº 90 del 30/06/2005, en autos “Banco Central de la Re-
pública Argentina c/ Darío Ramonda y Cía. S.A. - ejecutivo”, www.
elDial.com (edición Córdoba)].

XVII) El art. 339, inc. 4, del CPCCP, establece que el plazo del incidente de
perención es de un mes sin hacer distinciones entre la primera o ulterio-
res instancias, por lo que tal período es el que debe computarse en cual-
quiera de las instancias, incluyendo a las recursivas [TSJ de Córdoba, Sala
Civ. y Com., A.I. Nº 73 del 07/05/2001, en autos “Caja de Crédito Varela S.A.
c/ Máximo Rivara - ordinario - recurso de casación”, reproducido en RODRÍGUEZ
JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instancia.
Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba, 2005, ps. 169/70].

XVIII) Si el sistema legal ha fijado como norma general un plazo mayor en


la primera que en las demás instancias (art. 339, incs. 1 y 2, CPC), no guar-
da coherencia con esa pauta fijar para el incidente de perención un plazo de
un mes en la instancia inferior y de seis meses en la alzada. El argumento
apagógico impone en modo incontrovertible dicha definición [TSJ de Córdoba,
Sala Civ. y Com, A.I. Nº 59 del 02/05/2007, en autos “Nom Murúa, Matías
c/ Ardiles, Rodolfo B. y otros - daños y perjuicios - incidente de perención
de la instancia - recurso de casación”, Archivo Foro de Córdoba].

XIX) Si el art. 339, inc. 4, CPC, establece que el plazo de caducidad del in-
cidente de perención es de un mes, sin efectuar distinciones entre la pri-
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 145

mera, segunda o ulterior instancia, debe colegirse que tal período de tiem-
po es el que debe computarse en cualquiera de las instancias, inclusive
las que corresponden a etapas recursivas [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y
Com, A.I. Nº 59 del 02/05/2007, en autos “Nom Murúa, Matías c/ Ardiles,
Rodolfo B. y otros - daños y perjuicios - incidente de perención de la instan-
cia - recurso de casación”, Archivo Foro de Córdoba].

XX) El art. 16 de la ley 4915 al prohibir la articulación de incidentes en la


acción de amparo, no alcanza a la perención de instancia, ya que dicha
regla procura evitar dilaciones en el desarrollo del juicio, fundándose la
misma en la naturaleza sumaria del procedimiento y en la necesidad de
asegurar una rápida tutela de los derechos constitucionales vulnerados;
resultando claro que el incidente de perención, al ser uno de los modos
anormales de conclusión del litigio (arts. 339 a 348, CPCC), no es un inci-
dente que produzca entorpecimiento o dilación del proceso, sino que por
el contrario procura su conclusión [Cámara 6ª en lo Civ. y Com. de Córdo-
ba, A.I. N° 19 del 16/02/2005, en autos “Ceballos, María Andrea c/ Em-
presa Provincial de Energía Córdoba (EPEC) - amparo - recurso de apela-
ción (Expte. N° 503.054/36)”. Fuente: archivo del autor].

XXI) Suponer que el art. 16 de la ley 4915 impide acusar la caducidad de


instancia, implicaría alterar una de las pautas esenciales del proceso
civil, en nombre de una regla que procura acelerar el juicio, no abrir la
posibilidad de dilatarlo sine die [Cámara 6ª en lo Civ. y Com. de Córdoba,
A.I. N° 19 del 16/02/2005, en autos “Ceballos, María Andrea c/ Empresa
Provincial de Energía Córdoba (EPEC) - amparo - recurso de apelación
(Expte. N° 503.054/36)”. Fuente: archivo del autor].

XXII) El instituto de la perención de instancia encuentra justificación en


la necesidad de evitar la prolongación indeterminada de los procesos, por
lo que resulta aun más admisible en el amparo cuyo fin es la pronta solu-
ción del pleito [Cámara 6ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. N° 19 del 16/
02/2005, en autos “Ceballos, María Andrea c/ Empresa Provincial de Ener-
gía Córdoba (EPEC) - amparo - recurso de apelación (Expte. N° 503.054/36)”.
Fuente: archivo del autor].

XXIII) En virtud del art. 17 de la ley 4915, en el juicio de amparo son de


aplicación supletoria las disposiciones del Código de Procedimiento que
corresponda en razón del fuero ante quien se haya promovido la acción.
Tramitándose el amparo en el Fuero Civil y Comercial, rige la regla que
sujeta el impulso del proceso a la instancia de parte, cuya contrapartida
necesaria es la caducidad de instancia, frente al incumplimiento de esa
carga procesal [Cámara 6ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. N° 19 del 16/
146 LUIS R. CARRANZA TORRES

02/2005, en autos “Ceballos, María Andrea c/ Empresa Provincial de Ener-


gía Córdoba (EPEC) - amparo - recurso de apelación (Expte. N° 503.054/
36)”. Fuente: archivo del autor].

XXIV) No obstante resultar una vía excepcional, los principios funda-


mentales del derecho procesal rigen en la acción de amparo. No sólo en la
primera instancia del juicio, sino asimismo en la segunda instancia ge-
nerada por un recurso de apelación del pretensor que reedita así ante el
tribunal de alzada, la acción de amparo. Por lo que la segunda instancia
de una acción de amparo debe reputarse susceptible de perimir en los tér-
minos de la ley procesal y por lógica consecuencia debe entenderse que el
amparista está habilitado para plantear el incidente destinado a hacer
efectiva esa institución procesal [Cámara 6ª en lo Civ. y Com. de Córdoba,
A.I. N° 19 del 16/02/2005, en autos “Ceballos, María Andrea c/ Empresa
Provincial de Energía Córdoba (EPEC) - amparo - recurso de apelación
(Expte. N° 503.054/36)”. Fuente: archivo del autor].

XXV) No resulta aplicable tampoco la prohibición del art. 16, ley 4915, en
la segunda instancia del amparo, generada por un recurso de apelación del
pretensor, cuando es el mismo amparista quien articula el incidente en el
curso del juicio, renunciando de tal modo a la celeridad que la sumariedad
del trámite implica con miras a obtener una ventaja de otra índole en su
posición procesal [Cámara 6ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. N° 19 del
16/02/2005, en autos “Ceballos, María Andrea c/ Empresa Provincial de
Energía Córdoba (EPEC) - amparo - recurso de apelación (Expte. N°
503.054/36)”. Fuente: archivo del autor].

XXVI) Al no contener el Código Contencioso-Administrativo provincial


reglas relativas a la caducidad en las instancias superiores del proceso
contencioso administrativo, corresponde, de conformidad a lo dispuesto
por el artículo 13 de la citada ley, acudir a lo normado en el Código Proce-
sal Civil y Comercial, que para este supuesto establece un plazo de seis
meses de inactividad como condición para que la caducidad sea declara-
da —art. 339, inc. 2 [TSJ de Córdoba, Sala Cont. Adm., sentencia Nº 58
del 30/10/2006, en autos “Guevara, Carmen de los Ángeles c/ Provincia
de Córdoba - ilegitimidad - recurso de apelación” (Expte. Letra “G”, N°
08, iniciado el 13/08/2004). Fuente: archivo del autor].

XXVII) Resulta ser una cuestión de relativa discusión el del dies a quo a
partir del cual se debe contabilizar la instancia y que para la primera
instancia se extiende desde la demanda principal hasta la sentencia;
como para la segunda instancia, lo es desde la interposición del recurso
de apelación hasta la sentencia que sobre él se dicte. Alguna corriente
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 147

postula que la instancia presupone la existencia de un derecho que se


encuentre controvertido y para otros no resulta ello necesario. Y si bien
es cierto que las razones que se pueden brindar a los fines de sostener la
primera de las tesis, y que en nuestro ordenamiento adjetivo tendría una
ratio importante a la luz del art. 339, primer párrafo, y también el art.
343, inc. 2, del CPC, nos orientamos por la tesis tradicional y por lo tan-
to, que no resulta necesario que se haya fijado la controversia litigiosa,
sea ello porque se notificó la demanda o notificada que fuera, que exista
contestación propiamente [Cámara 5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. I.
Nº 171 del 15/05/2002, en autos “Dorflinger, Walter R. c/ María O. Díaz -
ejecutivo - tercería de mejor derecho de Farías Enito y otro”, Zeus Córdo-
ba, t. 1, p. 989].

XXVIII) La demanda, o en este supuesto la incidental de promoción de


una tercería de mejor derecho, es suficiente para que pueda existir cadu-
cidad a pesar de la falta del decreto que como tal la indique, si el Tribu-
nal se ha ocupado de alguna manera de dicha pretensión. Siendo así las
cosas, el plazo que debe suceder para que la perención de instancia pueda
ser denunciada, no se inicia con la fecha de cargo de la demanda de terce-
ría, sino con el de la providencia del Tribunal que responde a ella, sin im-
portar tampoco qué cosa responde. Además la fecha del proveimiento a
la luz de la misma dinámica que corresponde ponderar en la temática
analizada, es en verdad también el último acto procesal que ha sido cum-
plido en la causa con efecto claramente impulsor del procedimiento [Cá-
mara 5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. I. Nº 171 del 15/05/2002, en autos
“Dorflinger, Walter R. c/ María O. Díaz - ejecutivo - tercería de mejor dere-
cho de Farías Enito y otro”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 989].

XXIX) Si bien para la instancia es indispensable el acto inicial idóneo —


o sea la demanda—, también es necesario su integración con la voluntad
de la jurisdicción. Siendo ello así, no existe razón lógica alguna que im-
ponga que, deba ser la fecha de la demanda la que se utiliza para la nom-
brada contabilidad; sino que debe ser, aquella que finalmente resultó ser
claramente acto impulsorio y que en el caso concreto, es la del decreto
que no admitiendo aun la misma tercería, requiere para ello de una infor-
mación adicional por parte de quien tiene la mencionada pretensión [Cá-
mara 5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. I. Nº 171 del 15/05/2002, en autos
“Dorflinger, Walter R. c/ María O. Díaz - ejecutivo - tercería de mejor de-
recho de Farías Enito y otro”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 989].

XXX) Cuando la ley 24.522 en el art. 16, teniendo en cuenta la naturaleza


eminentemente alimentaria de los créditos laborales y, por consiguiente,
el interés público comprometido, dispone que “para que proceda el pronto
148 LUIS R. CARRANZA TORRES

pago no es necesaria la verificación del crédito en el concurso ni sentencia


en juicio laboral previo”, y, además, que deben ser satisfechos priorita-
riamente con el resultado de la explotación, claramente le está dando a
la cuestión un tratamiento que no es incidental, resultando por consi-
guiente inaplicables las normas de los arts. 280 y siguientes, sino que,
corresponde al juicio principal que, por imperio del mismo art. 277, no
perime la instancia [Cámara 2ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. Nº 29
del 14/02/2002, en autos “Altamira, Constancia Ana en autos ‘Roanmar
S.R.L. - concurso preventivo - hoy quiebra - solicita pronto pago - recurso
directo’ ”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 104].

XXXI) El ordenamiento procesal de la provincia de Córdoba sienta en su


art. 336 el principio de que la instancia termina con la notificación de la
resolución y no con su dictado. Por lo que la jurisdicción de alzada se man-
tiene hasta la notificación de aquella a las partes que intervienen en el
litigio. La instancia de apelación continúa abierta para el cumplimiento
de los actos procesales relativos a la aclaración de errores a pedido de
parte y de las peticiones que trata el art. 336 del CPCC [Cámara 7ª en
lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dres. Remigio y Flores,
A.I. Nº 129 del 24/04/2006, en autos “Loutayf, Hilda Cristina Antonia c/
Kemmerer, Rubén Agustín y otro - ordinario - simulación - fraude - nuli-
dad - Expte. Nº 313.322/36”, Foro de Córdoba, Nº 113, p. 204].

XXXII) La notificación de la resolución dictada por la alzada como acto


útil al impulso, es menester para provocar el nacimiento de una nueva po-
sibilidad impugnativa. Por lo cual la instancia recursiva, no habría
fenecido y su abandono, encontrándose cumplido con exceso el término de
seis meses previsto por el Código del rito aplicable, hace procedente la pe-
rención [Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dres.
Remigio y Flores, A.I. Nº 129 del 24/04/2006, en autos “Loutayf, Hilda Cris-
tina Antonia c/ Kemmerer, Rubén Agustín y otro - ordinario - simulación -
fraude - nulidad - Expte. Nº 313-322/36”, Foro de Córdoba, Nº 113, p. 204].

XXXIII) Lo dispuesto en el art. 336 del CPCC, demuestra que en la provin-


cia de Córdoba, desde una perspectiva de lege lata, la perención de instancia
puede operarse durante el período que se extiende desde que se dictó la
sentencia hasta que es notificada, pues si la ley es clara y explícita en ese
sentido, no debe ser interpretada en contra de su significado gramatical
[Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dres.
Remigio y Flores, A.I. Nº 129 del 24/04/2006, en autos “Loutayf, Hilda Cris-
tina Antonia c/ Kemmerer, Rubén Agustín y otro - ordinario - simulación -
fraude - nulidad - Expte. Nº 313.322/36”, Foro de Córdoba, Nº 113, p. 204].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 149

XXXIV) Sin perjuicio de la opinión de este tribunal sobre la procedencia


de la caducidad de segunda instancia una vez dictada la resolución, razo-
nes de economía procesal y celeridad llevan a adoptar la doctrina del
Tribunal Superior de Justicia en tanto éste ha sostenido que una vez dic-
tada la resolución que provee la pretensión, la instancia no es susceptible
de perimir aunque luego el interesado se mantenga inactivo sin diligen-
ciar la notificación pertinente durante el plazo que previene la ley (au-
tos “Banco de la Provincia de Córdoba c/ Antonio V. Garrido y otros - or-
dinario - recurso directo”) [Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto
de la minoría, Dr. Daroqui, A.I. Nº 129 del 24/04/2006, en autos “Loutayf,
Hilda Cristina Antonia c/ Kemmerer, Rubén Agustín y otro - ordinario -
simulación - fraude - nulidad - Expte. Nº 313322/36”, Foro de Córdoba, Nº
113, p. 205].

XXXV) Agotada la causa concerniente al divorcio vincular de los cónyu-


ges con el dictado de la sentencia respectiva, la pretensión de regulación
de honorarios del abogado es una cuestión puramente privada, ajena a
las normas de familia que han gobernado la litis principal, concerniendo
su impulso al interesado y susceptible de perimir [TSJ de Córdoba, Sala
Civ. y Com., A.I. Nº 19 del 31/11/1998, en autos “N. de S.A. c/ S.G. - divor-
cio - recurso de casación”, Foro de Córdoba, Nº 54, ps. 295 y 296].
Capítulo 2
EL CÓMPUTO Y LA MERITACIÓN
DE SU ACAECIMIENTO

2.1. NORMA NACIONAL

Art. 311. Cómputo. Los plazos señalados en el artículo anterior se


computarán desde la fecha de la última petición de las partes, o resolu-
ción o actuación del juez, secretario u oficial primero, que tenga por efec-
to impulsar el procedimiento; correrán durante los días inhábiles salvo
los que correspondan a las ferias judiciales.
Para el cómputo de los plazos se descontará el tiempo en que el proceso
hubiere estado paralizado o suspendido por acuerdo de las partes o por
disposición del juez, siempre que la reanudación del trámite no
quedare supeditada a actos procesales que deba cumplir la parte a
quien incumbe impulsar el proceso.

2.2. NORMA PROVINCIAL

Art. 340. Cómputo. Los plazos se computarán desde la última petición


de parte, o actuación del tribunal que tuviere por efecto impulsar el pro-
cedimiento. Para el cómputo de los plazos se descontará el tiempo en
que el proceso hubiere estado paralizado o suspendido por acuerdo de
las partes o por disposición del juez, siempre que la reanudación del
trámite no quedare supeditada a actos procesales que deba cumplir la
parte a quien incumbe impulsar el proceso.
152 LUIS R. CARRANZA TORRES

Para los plazos de seis meses o menores, salvo prescripción, no se com-


putará la feria del mes de enero.

2.3. COMENTARIO

2.3.1. Ponderación de su acaecimiento

La virtualidad de los actos procesales con referencia a la


interrupción del plazo de caducidad, no depende de la inten-
ción interna del litigante sino de la manifestación material de
su voluntad, por lo tanto si ésta no demuestra en la realización
de actos procesales para instar el proceso, dicha omisión de
producir los actos correspondientes, por el plazo de ley, encua-
dra dentro del concepto de perención.
Para decidir si se ha operado la caducidad de la instancia, el
juez debe atenerse a las constancias del expediente, no siendo
dable invocar pretensos actos de impulso realizados extrajudi-
cialmente o ante otro órgano jurisdiccional, si ellos no han sido
objetivados en el juicio en cuestión, a través de informes rendi-
dos por la parte interesada, de certificaciones emanadas de di-
chos órganos o de cualquier otro medio que demuestre al juez de
la causa que se realizaron gestiones acordes con esa finalidad.
Por lo mismo, los requerimientos verbales efectuados al em-
pleado de la Mesa de entrada del Juzgado, no son el medio idó-
neo tendiente a impulsar el proceso, en razón del carácter esen-
cialmente escriturario que rige al respecto.
Por otra parte, como nos dicen ROCA y GRIFFI, el manteni-
miento del proceso en trámite mientras no se haya operado
caducidad, manifiesta asimismo la real intención de mantener
vivo el derecho. Hay cierta casuística en la cuestión de los ac-
tos de impulso, que los autores antes citados sintetizan del si-
guiente modo: a) la actividad en un incidente, no interrumpe el
curso de la caducidad en el principal; b) en los procesos acumu-
lados, como regla, la caducidad se produce independientemen-
te en cada uno de ellos; c) los efectos suspensivos de algún inci-
dente determinado, pueden impedir se dé un impulso procesal
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 153

y por ende influir en la declaración o no, de la caducidad; d) res-


pecto a la tasa de justicia, como puede y debe formarse inciden-
te separado acerca de ello y nada obsta a proseguir con el jui-
cio, la falta de su pago o cuestiones sobre el mismo, ni suspenden
ni interrumpen el curso de la caducidad; e) el acto idóneo para
interrumpir la caducidad es solicitar la elevación de los autos,
cuando se trata de una apelación y el expediente está en condi-
ciones de ser remitido a la alzada; f) la existencia de una impo-
sibilidad jurídica de peticionar impide la continuación del cur-
so de la caducidad; g) no es exigible que la parte repita pedidos
inconducentes cuando hay imposibilidad de devolver el expe-
diente en que se habría producido la caducidad215.
Asimismo, ha sostenido reiteradamente la Corte Suprema
de la Nación, que por ser la caducidad de instancia un modo
anormal de terminación del proceso y de interpretación res-
trictiva, la aplicación que de ella se haga, debe adecuarse a ese
carácter sin llevar ritualistamente el criterio que la preside
más allá del ámbito que le es propio216. Por ello, se entiende que
no cabe extender al justiciable actividades que no le son exigi-
bles en tanto la ley adjetiva no se las atribuya, sin riesgo de in-
currir en una delegación no prevista legalmente, razón por la
cual, cuando la parte queda exenta de su carga procesal de im-
pulso, su inactividad no puede ser presumida como abandono
de la instancia, pues ello importaría imputarle las consecuen-
cias del incumplimiento de las obligaciones legales por parte de
los funcionarios judiciales responsables217. Importando una
atribución de responsabilidad carente de sustento jurídico a la
actora por una actividad que deben cumplir los funcionarios judi-
ciales en virtud de su obligación legal de actuar oficiosamente218.

215
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 274.
216
Fallos 308:2219; 319:1142; 323:2067, entre otros.
217
Fallos 323:1839 y 2498; 322:2283.
218
Fallos 326:1183.
154 LUIS R. CARRANZA TORRES

Por último, debe recordarse que la perención no tiene un fin en


sí misma y su función no es duplicar innecesariamente los jui-
cios219 .

2.3.2. Alcance del concepto de inactividad procesal

La inactividad procesal, que configura uno de los presupues-


tos de la caducidad, significa la paralización total del trámite
judicial. Y puede consistir en una inacción total, como en una
acción o acciones inoperantes.
La manifiesta inoperancia de la actividad realizada es, de tal
forma, equiparada a la de ausencia de actividad, pues ella se
manifiesta tanto en la no ejecución de acto alguno por las par-
tes o el órgano judicial, como también en la hipótesis de que los
que se realicen carezcan de idoneidad para impulsar el proce-
dimiento.
En este sentido, la Corte Suprema, en cuanto a los emplaza-
mientos dados por ella respecto de las quejas interpuestas den-
tro de su ámbito, ha entendido que:

“[...] sólo el cumplimiento íntegro y oportuno de la providencia que exige


la presentación de recaudos es hábil para interrumpir los plazos esta-
blecidos en el ya citado art. 310 del CPCCN”220.

En virtud de lo antes expuesto, y como expresa FALCÓN, la


inactividad sólo cesa cuando hay impulso procesal por medio
de actos interruptivos221.

219
COLOMBO, Carlos, Código Procesal Civil y Comercial anotado y comentado, t. I,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1973, p. 478.
220
Fallos 301:419; 312:1863; 313:621 y 1081; 314:127, entre otros.
221
FALCÓN, Enrique M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Anotado.
Concordado. Comentado, t. II, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1983, p. 501.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 155

2.3.3. La actividad impulsoria en relación al tiempo en


que se cumplimenta

Tanto en razón de que la caducidad no opera de pleno dere-


cho sino que es necesaria la resolución judicial que la declare222,
como porque “la caducidad no tiene efecto retroactivo sino que
opera a partir de la declaración judicial”223, la ausencia de dicha
resolución permite que pueda subsanarse la instancia habiendo
vencido el plazo de caducidad, dado que faltando la declaración
judicial, la perención no se opera224. Siempre, claro está, que no
medie acuse de la contraria de modo previo al acto.
Para que los actos de impulso procesal tengan eficacia inte-
rruptiva por sí mismos, es necesario que ocurran cuando el
plazo legal de caducidad se encuentra en curso, pendiente, es
decir, cuando no se haya cumplido aún.
En cambio, si el plazo legal de caducidad se ha cumplido, el
acto de impulso posterior a dicho vencimiento no tiene efica-
cia interruptiva por sí mismo, sino que es necesario también el
consentimiento de la contraria para que la instancia continúe,
con lo que se produce la “subsanación” o “purga de la instancia”,
en el sistema nacional225, a los cinco días de realizado el acto sin
que medie planteo reinvindicando el plazo de perención acae-
cido.
En este sentido, la Corte Suprema de la Nación ha entendi-
do que:

“Las presentaciones de la actora cuando ya había vencido el plazo de


caducidad no la sanean si no fueron consentidas por la demandada que
opuso la caducidad en su primera presentación en juicio”226.

222
LOUTAYF RANEA - OVEJERO LÓPEZ, Caducidad de la instancia, p. 12.
223
PALACIO, Lino, Derecho procesal civil, t. IV, p. 231.
224
LOUTAYF RANEA - OVEJERO LÓPEZ, Caducidad de la instancia, ps. 454-459.
225
Ibídem, p. 84.
226
Fallo del 15/07/1970, en autos “Gobierno Nacional c/ Toba S.A.”, ED, 33-422.
156 LUIS R. CARRANZA TORRES

También, respecto a la cuestión, y en sentido contrario se ha


expresado que: “La presunción de abandono de la instancia o
desinterés en el curso de la litis, que lleva implícita la peren-
ción de instancia, sería llevada demasiado lejos si se admitie-
se su vigencia en un supuesto en que claramente la parte ha
manifestado la intención de activar el proceso. Esa ficción
presuncional de abandono de la instancia operaría, entonces,
de una manera disfuncional o desmedida, puesto que preci-
samente estaría soslayando la voluntad expresa de una parte de
continuar el proceso”227.
No se trata de consentir el acto de impulso procesal, sino de
consentir que la instancia continúe. Por lo que para que no se
configure la “convalidación o purga” de la caducidad, lo que no
debe consentirse es que la instancia continúe, no siendo preciso
una concreta impugnación al acto impulsorio228.
Dicha posibilidad de oposición, es únicamente de parte, ya
que el juzgador: “[...] no puede declarar la caducidad, aunque
esté ya vencido el plazo, si cualquiera de los litigantes realiza
un acto de impulso procesal, pero vencido el plazo e instado el
procedimiento antes de su declaración oficiosa, aún puede el
contrario pedir la caducidad, antes de consentir cualquier ac-
tuación judicial posterior al proceso”229.
Asimismo, se ha entendido que: “No hay dudas acerca de que
el consentimiento de un acto de impulso llevado a cabo por la
otra parte, ha de conducir al mismo resultado que el Código
prevé cuando dicho acto procesal emana del Tribunal”230.
La purga de la caducidad de instancia encuentra su sentido
tanto en la presunción de renuncia al ejercicio de la facultad

227
LÓPEZ MESA, Marcelo, “¿Debe consentir la contraparte el impulso de las ac-
tuaciones, luego de cumplirse el plazo de perención?”, DJ, 1999-3-6.
228
CJS de Santa Fe, 15/03/1995, en autos “Guarida, Héctor c/ Pcia. de Santa Fe”.
229
CSJ de Mendoza, Sala 1, fallo Nº 74.199.223 del 05/07/1974, en autos “Sosa
Nicanor en ‘J. Sosa Nicanor c/ L. y J. Olivero; E. Zarandon s/ cobro ejecutivo - casa-
ción’ ”.
230
“Exposición de motivos” de la ley 22.434.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 157

del caso, que el consentimiento comporta, como en la necesidad


de asegurar la eficacia de actos procesales firmes, a los que am-
para el principio de preclusión.
Cabe destacar que los actos de impulso del tribunal no pue-
den ser cuestionados por la parte, ni necesitan de su consenti-
miento, habida cuenta de su carácter de director del proceso y
de la preeminencia que en razón de ello tiene la magistratura
actuante respecto de los sujetos de la relación procesal.
Pero la petición de caducidad realizada antes de consentir
el denunciante cualquier actuación posterior al vencimiento
del plazo legal, tiene sí, en el orden procesal nacional, la calidad
de enervar los actos tendientes a preservar viva la instancia231.
Respecto al sistema provincial, cabe diferenciar sus efectos
en atención a la naturaleza del plazo. Siendo el plazo no fatal,
por aplicación del art. 47 del CPCCP la realización del acto
impulsorio, aun vencido el plazo, purga de forma automática la
caducidad sin que deba mediar consentimiento alguno de la
contraria.
Si, en cambio, por el tipo de proceso (por caso, el abreviado,
art. 516, CPCCP) estamos frente a un plazo de carácter fatal, en-
tendemos que resulta necesario el consentimiento de la contra-
ria para otorgar efecto impulsorio al acto en cuestión.
Asimismo, la realización de un acto impulsorio, luego del
acuse de la caducidad, o de su declaración por el tribunal, ca-
rece de todo efecto en tal sentido.
Así, en los juicios declarativos ordinarios232, y en virtud que
sus plazos no resultan fatales233, el acto impulsorio determina
por sí la reactivación del proceso, aun cumplido el plazo de pe-
rención y sin que la parte contraria pueda oponerse post facto.
En cambio, en los juicios declarativos abreviados234, y en razón

231
TSJ de Neuquén, 09/11/1988, en autos “C.A.L.F. c/ Municipalidad de
Senillosa s/ cobro de pesos”.
232
Capítulo I, Título I, del libro segundo del CPCCP.
233
Art. 47 del CPCC.
234
Capítulo II, Título I, del libro segundo del CPCCP.
158 LUIS R. CARRANZA TORRES

del carácter fatal de todos sus plazos (también el de perención)235,


el acto cumplido cuanto ya se ha operado el plazo de perención,
necesita del consentimiento de la contraria para tener un efec-
to reactivante del proceso236.
Tal posibilidad de subsanación de un acto viciado, se halla
en conexión con el hecho que en nuestro ordenamiento proce-
sal, la perención es un instituto de orden privado, establecido
a favor de la parte accionada237, y no en interés del proceso, por
lo que el consentimiento de ésta (expreso o tácito) puede llevar
a subsanarlo.
Pudiendo igualmente la contraria oponerse, es decir, que
resulta viable en tal categoría de procesos, el planteo post facto
de la perención acaecida238.
A este respecto, en razón de una ausencia de regulación ex-
presa en el código, de los elementos que integran la situación (
que gira en torno de un acto viciado), y los términos del art. 76 y
78 del CPCCP, entendemos de nuestra parte que se puede con-
cretarse esta oposición, aplicando mutatis mutandi, la mecánica
prevista para el planteo de nulidades. No porque resulte el
particular una nulidad procesal en sentido estricto, sino por
las similitudes que presenta con ella. Debiendo dicho acto opo-
sitor, integrarse con lo previsto en el art. 345 del CPCCP239.
Va de suyo que en el planteo de dicha oposición, que de-
berá ser realizado dentro de los cinco días de conocido el acto
efectivizado luego de haber operado el plazo fatal de perención,
trae aparejado necesariamente la solicitud al tribunal de e-

235
Arts. 516 del CPCC.
236
Ello por conjunción de los arts. 50 y 339 primer párrafo del CPCCP.
237
Art. 339, 1º párr CPCCP.
238
CARRANZA TORRES, Luis, “Posibles modos de planteo de la perención de instan-
cia, en razón de la naturaleza de los plazos procesales involucrados”, Zeus Cór-
doba, t. 11- 2007, p. 114
239
CARRANZA TORRES, Luis, “La naturaleza de los plazos procesales influye deci-
didamente en el modo de planteo de la perención de instancia”, Zeus Córdoba,
11-2007, p.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 159

fectivizar la perención. Con lo cual queda salvado el requisi-


to de su declaración a pedido de parte, que se marca al inicio
del art. 339 del CPCCP.
No podemos asimismo, dejar de referir que esta postura ha
recibido críticas de parte de la doctrina240.

CUADRO Nº 8
EFECTOS DE LOS ACTOS IMPULSORES

Actos impulsores
de la instancia

Antes del cumplimiento Luego del cumplimiento


del término del término

Interrumpe el plazo de Reactiva la


perención instancia

Por su sólo acontecimiento


en los plazos no fatales

Mediando consentimiento
de la contraria en los
plazos de naturaleza fatal

2.3.4. Legislación utilizable para determinar el plazo

La perención debe resolverse aplicando la normativa del


ordenamiento procesal que está rigiendo las relaciones proce-
sales de la causa, aun cuando estas fueran acumuladas y
conexas.

240
VENICA, Oscar Hugo, “La perención de instancia y los plazos fatales”, Zeus
Córdoba, 11-365.
160 LUIS R. CARRANZA TORRES

Aun cuando una causa haya tramitado en sede provincial, o


incluso se halle allí todavía, lo atinente a la caducidad en el
recurso extraordinario federal se rige por el Código Procesal
nacional. Igual temperamento se sigue en materia de quejas
ante la Corte Suprema.
Respecto de la modificación de plazos por cambio del orde-
namiento procesal, cabe señalar que en caso de abreviación de
términos, no podrá ser aplicado a un plazo que principió con
anterioridad, entrando a regir a partir de cualquier acto de
parte o del tribunal de impulso que se haya cumplido estando
ya en vigencia el nuevo ordenamiento procesal.
En caso que la modificación haya extendido los plazos, en
cambio, ello sería de aplicación automática, desde que el prin-
cipio en la materia es a favor del mantenimiento de la instan-
cia, no pudiendo causar agravio a derecho alguno, por tanto, el
alargamiento del término, ya que en tanto sea un plazo lógico,
el derecho a un proceso de duración razonable respecto del de-
mandado o situación similar se cumpliría en igual forma.

2.3.5. Comienzo del cómputo del plazo

Como nos dice VENICA, lo relativo a los plazos perentorios no


ofrece mayores dificultades, entendiendo que respecto del ven-
cimiento se estará, por aplicación del plazo de gracia, en con-
diciones de promover el acuse de perención con éxito recién
pasadas las dos primeras horas de oficina del primera día há-
bil siguiente a aquel en que concluyó el plazo señalado241.
El cómputo del plazo para la perención de instancia comien-
za a correr desde la fecha de la última petición de las partes o

241
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de Córdoba - Ley 8465,
t. III, p. 264.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 161

resolución o actuación del tribunal, que tuviese por objeto im-


pulsar el procedimiento. Por lo tanto, cuando media petición de
parte el plazo de caducidad comienza a partir de entonces; y en
los restantes supuestos desde la actuación o resolución del
tribunal; cuando se trate de una actividad emanada del tribu-
nal o de sus funcionarios, ha de tomarse en cuenta la fecha de
la resolución o actuación pertinente y, por ende, el dies a quo
comienza a la medianoche del día en que el acto se cumplió
(art. 24, CC), que coincide con la cero hora del día siguiente y
culmina a la medianoche del mismo día del mes pertinente
(arts. 25 y 27, CC).
Dicho cómputo operará en todos los casos, con prescinden-
cia del resultado o eficacia del requerimiento y aunque no ob-
tenga un proveído favorable, a condición de exteriorizar una
actitud inequívoca de mantener vivo el juicio242.
Para marcar el comienzo del plazo de caducidad de instan-
cia no es exigible notificación alguna, ya que la alocución “des-
de la fecha” de la actuación de partes o del tribunal a que alu-
de tanto la norma provincial cuanto la nacional al referirse al
cómputo del tiempo, no puede tener otro sentido que el literal,
no imponiéndose, en consecuencia, como exigencia o requisi-
to la notificación. No importa, asimismo, que se trate de actua-
ciones firmes.
Así lo dispone tanto el ordenamiento nacional cuanto el pro-
vincial, tratándose de términos regulados por el Código de
fondo. En este sentido es que se ha igualmente expedido la
Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ya que en materia de
términos procesales, cuando el legislador ha querido que se
computen a partir del día siguiente al del acto procesal, lo ha
dicho expresamente, por caso en materia de notificaciones
(art. 156, CPCCN, y art. 45, CPCCP).

242
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
Astrea, Buenos Aires, 1999, ps. 318 y 319.
162 LUIS R. CARRANZA TORRES

Inicio y forma del cómputo en la doctrina de la Corte Suprema de


Justicia de la Nación

Corte Suprema de Justicia de la Nación. F. 25. XL. Recurso de hecho:


“Firme Seguridad c/ Banco de la Provincia de Buenos Aires”.

Buenos Aires, 3 de marzo 2005

CONSIDERANDO:

1. Que mediante lapresentación de fs. 181, articulada el 03/06/04, la


parte actora solicita que se decrete la caducidad de la instancia en virtud
de que su contraria no ha cumplido con la carga de impulsar el trámite en
la queja.
2. Que tal petición resulta procedente toda vez que mediante la ac-
tuación de fs. 176. del 02/03/04, se reiteró el requerimiento formulado a
fs.172 —el anterior 9 de febrero— a fin de que la recurrente acreditara la
personería invocada, pedido que sólo fue satisfecho el 13 de agosto próxi-
mo pasado, cuando ya había transcurrido en exceso el lapso previsto por
el art. 310, inc. 2, CPCCN (texto ordenado en 1981, LA, B-1472).
3. Que, en orden a lo dicho y a fin de dar respuesta a los planteos for-
mulados por la actora al contestar el acuse de caducidad, cabe destacar
que el plazo de perención corre desde la fecha del acto interruptivo —no
desde su notificación por ministerio de ley—, se computa desde la media-
noche del último acto impulsor y fenece a la medianoche del mismo nú-
mero de día del mes correspondiente (arts. 24, CC, y 311, CPCCN) sin que
se suspenda durante los días declarados inhábiles por esta Corte pues
ellos no se consideran como feria judicial (Fallos 313:1081, JA, 1999-1-
520). Por ello, se declara la caducidad de la instancia en esta queja, con
costas. Notifíquese y, oportunamente, archívese.

Enrique S. Petracchi - Augusto C. Belluscio - Antonio Boggiano - Juan


C. Maqueda - Elena L. Highton de Nolasco

2.3.6. Particularidades en la forma de su cómputo

Se ha entendido, tanto a nivel nacional cuanto provincial, que


se trata de términos fijados por el código de fondo, cuyo cómputo
se inicia el día mismo del acaecimiento del último acto impulsor.
Ya que cuando se trata de términos procesales, el legislador ha
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 163

querido que se computen a partir del día siguiente al del acto


procesal y lo dice expresamente, como en el art. 45 del CPCCP
y en el art. 156 del CPCCN, referido a la forma de contar los tér-
minos a partir de la notificación a cada parte. Por lo que si se hu-
biese querido mantener dicho criterio, se hubiese especificado en
la redacción del art. 340 del CPCCP y del art. 311 del CPCCN.
Al no haberse realizado en dicha norma tal salvedad, tanto
por los términos de su redacción, como por el alcance de la regla
general del art. 29 del Código Civil en materia de plazos, su
cómputo se realiza aplicando las reglas establecidas en dicho
Código de fondo.
Es así que, como principio general, los plazos en la perención
se rigen por las normas del Código Civil: los meses se contarán
por el calendario gregoriano (art. 23) quedando incluidos los días
feriados (art. 28)243. Tal plazo se computa en los plazos fijados en
meses, de acuerdo a lo establecido en el art. 25 del Código Civil.
Como nos dicen FLORES y ARRAMBIDE DE BRINGAS, el dies a quo
comienza a la medianoche del día en que el acto se cumplió, que
coincide con la hora cero del día siguiente y culmina a la media-
noche del mismo día del mes pertinente244.
No resulta procedente, entonces, la aplicación en el cómpu-
to del principio dies a quo non computador in termino, ya que
este resulta propio de las notificaciones procesales, y no de la
perención que se maneja en la cuestión con reglas propias245.
El plazo de perención se computa entre el respectivo acuse
y la actuación impulsoria inmediatamente anterior a él, sin que
la existencia de trámites impulsorios posteriores, sean oficio-
sos o a pedido de parte, adquieran la virtualidad de purgar el
término transcurrido en ese interregno.

243
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
ps. 318 y 319.
244
FLORES, Jorge Miguel - ARRAMBIDE DE BRINGAS, Flavia, Perención de instancia,
Mediterránea, Córdoba, 2004, ps.39 y 40.
245
MAGNETTI, José Ernesto, “La perención de instancia y el cómputo de su plazo”,
SJ, t. 93, 2006-A-353.
164 LUIS R. CARRANZA TORRES

Es decir, que el cálculo debe efectuarse retrotrayéndose


desde la denuncia de la perención por el término que resulte
aplicable (seis mes, o un año, etc.), debiendo constatarse en el
lapso que no haya habido actividad impulsora, sin que obste a
ello que en el acuse el peticionante no haya determinado el dies
a quo. Lo que resultaría un exceso ritual manifiesto, cuando el
transcurso del plazo de inactividad procesal surge nítidamente
de las constancias de autos246.
Los días declarados inhábiles por la Corte Suprema por pa-
ros del personal judicial no deben descontarse del plazo de ca-
ducidad de instancia, pues se los considera no asimilables a las
ferias judiciales247.
Sí, en cambio, no debe considerarse en el cómputo las ferias
judiciales en la norma nacional y la feria de enero en la provin-
cial. Salvo, en este último supuesto que se trate del cómputo de
plazos de perención de seis meses o menores.
El término de la caducidad de instancia corre independien-
temente para cada litis del proceso (principal o incidental), y
a partir de su deducción opera en forma autónoma, desarrollán-
dose y renovándose de continuo desde la fecha de la última pe-
tición de las partes —actora o demandada— o actuaciones ju-
diciales que tengan por efecto instar el trámite del proceso,
situación que, como es sabido, perdura hasta que el llamamien-
to de autos para sentencia adquiere firmeza.
Cuadra destacar que, por las consideraciones efectuadas en
el apartado anterior respecto del cómputo del plazo, resulta
prematuro el acuse de caducidad formulado en el mismo día en
que concluye el plazo respectivo. Ello porque los plazos de me-
ses terminan el día en que los respectivos meses tengan el mis-

246
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 59 del 25/03/2003, en autos
“Lorenzatti, Domingo c/ Vilma Isabel Novick y otro - ordinario - recurso de casa-
ción”, en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Peren-
ción de instancia. Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba, 2005, ps. 189-192.
247
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
ps. 318 y 319.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 165

mo número de días de su fecha (art. 25, CC) ello a la mediano-


che del día en que se cumple (art. 27, CC).
Doctrinariamente, se ha señalado que la parte de la norma
que habla sobre reanudación del plazo, solamente cabe para los
supuestos en que la suspensión haya resultado dada por lapso
indeterminado, ya que si lo fue por plazo fijo, la actuación que-
da reanudada al cumplirse el plazo acordado o dispuesto por
el juzgado, según sea248.

2.3.7. No necesariedad de notificación para que una


resolución judicial tenga efectos en relación a la
perención

Los plazos de perención, como ya se ha visto, se inician sin


necesidad de mediar notificación alguna. Esto rige también
respecto de las resoluciones judiciales, siendo una excepción
al principio que ellas no producen efectos si no se hallan debi-
damente notificadas (arts. 149, CPCCN, y 142, CPCCP).
Esto se explica en tanto dichas normas miran a las resolucio-
nes judiciales como actos decisorios que recogen o niegan una
petición, en orden a la perención de instancia (arts. 311, CPCCN,
y 340, CPCCP) sólo son tenidas en cuenta si significan un impul-
so del trámite, y desde este ángulo se las contempla en sí mis-
mas, con prescindencia de toda necesidad de notificación249.

2.3.8. Suspensión de la perención

Es la situación procesal consistente en la detención del


cómputo de los plazos para aplicar el instituto, motivado por
el acaecimiento de un acto o hecho, procesal o extraprocesal, que

248
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 275.
249
VENICA, Oscar Hugo, “Las resoluciones judiciales y la perención de instancia:
¿Se requiere la notificación? ¿Recreación de una norma derogada?”, Zeus Córdo-
ba, t. 9, p. 534.
166 LUIS R. CARRANZA TORRES

determina la ausencia de un requisito principal para que la peren-


ción resulte operativa.
Como nos dice VENICA, tales circunstancias impiden o inhabi-
litan a las partes para activar el proceso, lo que supone que de no
existir el obstáculo hubieran estado en condiciones de impul-
sar la causa, y cesan con la remoción de los hechos o circunstan-
cias impeditivos250.

2.3.9. Efectos

Debe diferenciársela de las hipótesis de interrupción con


las que no admite ser confundida, ni puede otorgársele los efec-
tos de éstas, desde que se trata de dos distintos institutos.
En tal sentido, cabe diferenciar que, en tanto el acto interrup-
tivo borra e inutiliza el tiempo y el efecto de la paralización que
le ha precedido, colocando a las partes en la posibilidad de con-
tinuar los trámites del juicio como si jamás hubiera estado
estancado, el acto suspensivo crea una situación de parálisis
temporal que no borra, sino que detiene el curso de la perención,
manteniendo útil inmodificable el lapso transcurrido.
Es decir, se abre un paréntesis de tiempo no computable, en
tanto subsista la circunstancia de orden material o legal que
impide continuar el procedimiento, pero el término recobra
automáticamente su curso desde el momento en que desapare-
ce el obstáculo que constituye el motivo de la suspensión. Man-
teniendo su incidencia en el cómputo, por tanto, el tiempo ante-
rior al acaecimiento suspensivo.

2.3.10. Causales de suspensión de la caducidad

Como nos dice BLANCO, autorizada doctrina y jurispruden-


cia entienden que en todos los casos en que se den las circuns-

250
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 287.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 167

tancias de fuerza mayor o causas graves a que alude de modo


expreso en el art. 157, párrafo final, del CPCCN, así como en
todos los casos en que las partes se encuentran imposibilitadas
o inhabilitadas para activar la marcha del proceso, la suspen-
sión opera de hecho. Puede haber mediado una resolución ju-
dicial declarando la suspensión; pero puede no haber existido
ninguna resolución al respecto. En estos últimos supuestos, en
oportunidad de pronunciare el juez sobre la caducidad de la
instancia, deberá reconocer a esas circunstancias la eficacia
suspensiva, si las mismas han sido alegadas y probadas por la
parte interesada. Por lo que se puede decir que el término de
perención se suspende cuando por razones de hecho o de dere-
cho, las partes se hallan impedidas de activar el procedimien-
to, pues median en tal caso las mismas circunstancias que para
la prescripción prevé el art. 3980 del Código Civil251.
La suspensión de la caducidad ha de considerarse siempre
como una situación excepcional, de interpretación restrictiva,
por lo cual la severidad en la admisión de causales debe ser la
regla. Frente a ello, la suspensión del curso de la caducidad de
la instancia sólo es admisible en forma excepcional, y solamen-
te se produce cuando hay imposibilidad absoluta de proseguir
el trámite del juicio.
Para que tal suspensión tenga lugar, las partes deben hallar-
se en dicha imposibilidad de actuar la instancia, por alguna
circunstancia de hecho o de derecho ajena a su voluntad. Estas
pueden ser intrínsecas al proceso, o suceder fuera de él pero
proyectándole sus efectos.
Respecto a la primera categoría, podemos citar a los supues-
tos en que una disposición legal impide la actuación útil de la
parte por la propia organización del proceso, como acontece
cuando debe esperarse la resolución de una incidencia que, por
ende, obstaculiza la actuación procesal de la parte.

251
BLANCO, Luis Guillermo, “Acerca de la caducidad de la instancia de los proce-
sos de amparo normados por la ley 16.986 (una cuestión de gabinete que el
“corralito” financiero hizo posible)”, ob. cit., p. 281.
168 LUIS R. CARRANZA TORRES

En la segunda clase, tenemos una pluralidad de situacio-


nes, tales como huelgas, fallecimientos de parte, etc. Respec-
to de aquella, se ha entendido que no resulta una causal sus-
pensiva de la caducidad la huelga judicial, si ella no determinó
la imposibilidad de instar el procedimiento252.
No basta un simple obstáculo para suspender el curso de los
términos de la perención de la instancia, pues para ello es in-
dispensable que sea de tal naturaleza, que las partes no dispu-
sieran de medios legales eficaces para la conservación de su
derecho. Así no ocurre cuando sobreviene una inhabilidad legal
del mandatario —o del letrado patrocinante— para ejercer la
profesión de abogado o procurador pues, en tal caso, el impedi-
do debe ponerlo en conocimiento del tribunal y, en cualquier
supuesto, puede ser reemplazado. Por lo que no puede sostenerse
tampoco que, ante tal acontecimiento el letrado patrocinante, se
encontraba en una situación de imposibilidad de hecho de comu-
nicar su situación al juzgado o a sus representados y así, peticio-
nar lo que en derecho corresponda, evitando que se consumiera el
transcurso del tiempo para que opere la perención de la instancia.
Debe asimismo tenerse en cuenta que, determinar si la si-
tuación que presenta una causa que encuadre en los denomina-
dos “casos de imposibilidad fáctica de peticionar”, constituye
una típica cuestión de hecho253, referida a las ponderaciones
que deben ser efectuadas a los efectos de la determinación o no
del acaecimiento del plazo.

2.3.11. Aplicación analógica de normas

Frente a lagunas procesales, y sin desantender los caracte-


res propios que rigen al instituto, al igual que en las situaciones

252
Cámara Civ. y Com. de San Isidro, Sala 2, resolución del 04/09/1990, en au-
tos “Spelzini, Horacio R. c/ Racosta, Alberto R. s/ escrituración”.
253
SCBA, acuerdo 34151 S del 23/12/1985, en autos “La Segunda Coop. Ltda. de
Seguros Grales. c/ Di Rado, Roque y otro s/ daños y perjuicios”, AyS, 1985-III-802.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 169

de interrupción, puede aplicarse por analogía la normativa


relativa a la prescripción, por ser ésta un instituto con el que
guarda en su mecánica un considerable paralelo.

2.3.12. Incidentes suspensivos y cálculo de la


perención en el principal

Frente a la articulación de incidentes que suspenden el cur-


so del juicio principal, la aplicación de las normas que regu-
lan la caducidad de instancia encuentra a la doctrina y juris-
prudencia dividida en distintas interpretaciones, que pueden
sintetizarse en el siguiente modo:
a) Teoría del escalonamiento: la suspensión del trámite
del juicio principal acarrea la consecuente suspensión del plazo
de caducidad de la respectiva instancia, el que no puede reco-
menzar sino luego de concluido el incidente, sea por la resolu-
ción que lo acoge o rechaza, sea por la declaración de caducidad
de la instancia incidental. El fundamento es obvio: el inciden-
te impide al actor —o recurrente— instar el proceso con miras
a su desenlace en la sentencia y, por tanto, su forzada inactivi-
dad no implica abandono de la instancia. La carga de impulsar
el proceso habría sido trasladada al incidentista y sólo se man-
tendría en curso el plazo que se prevé para la caducidad de la
instancia incidental254.
b) Teoría del paralelismo: en contraposición a la anterior,
en esta se afirma que el interés en llevar adelante el litigio sigue
siendo del actor, pese al incidente suspensivo del trámite, por
lo que pesa sobre él la carga de instar el procedimiento, inclusi-
ve el del incidente promovido por su oponente, a fin de impulsar
el proceso hacia su conclusión en la sentencia. Por lo que sin per-
juicio de la caducidad de la instancia incidental por la inactivi-
dad del incidentista, si venciese el plazo de perención previsto

254
ALSINA, Hugo, Tratado teórico-práctico de derecho procesal civil y comercial, t.
IV, Ediar, Buenos Aires, 1961, p. 431.
170 LUIS R. CARRANZA TORRES

para el juicio principal, se operará la caducidad respecto de


éste. Es decir que los plazos de perención correrán paralelos y
simultáneamente para el juicio principal y para el incidente255.
c) Teoría del cómputo sucesivo: como nos dice FERRER,
esta tercera posición puede ser descripta como “[...] una origi-
nal corriente, de orientación ecléctica entre las dos teorías
descriptas hasta este punto”. Para ella, durante el plazo de
perención del incidente, el principal resulta imperimible. Pero
una vez transcurrido el mismo, se inicia el plazo en el principal,
siendo susceptible de caducar, aun cuando no se haya solicita-
do la perención en el incidente. Ya que una vez vencido el pla-
zo de perención en el incidente, la inactividad del actor care-
ce de toda justificación256.
Como puede verse, la presente teoría adecua el curso del
plazo de caducidad de la instancia principal, a las efectivas
posibilidades de actuación de quien tiene la carga de impulsar-
la, sin imponerle una actividad contraria a sus intereses, como
la que sería el impulsar un incidente opuesto, precisamente,
en contra de sus pretensiones. Al no dar inicio al cómputo del
plazo de caducidad del principal frente a la articulación de un
incidente que suspende el trámite del juicio, sino cuando esté
vencido el plazo de caducidad de la instancia incidental. Ello
es así porque llegado ese momento, el actor o recurrente pue-
de articular la caducidad del incidente y así impulsar el proce-
so hacia su conclusión, sin pasar por peticiones contrarias a su
interés, sino instando el agotamiento de la pretensión inciden-
tal de su contraparte. Ya que el actor o recurrente que tiene la
posibilidad de concluir con el incidente suspensivo mediante
la caducidad de instancia, está en condiciones de impulsar el

255
PEYRANO, Jorge, “Curso de los plazos de caducidad de las instancias inciden-
tal y principal: ¿Paralelismo o escalonamiento?”, JA, 1979-III-731.
256
FERRER, Sergio Enrique, “Perención de la instancia del proceso paralizado por
incidente suspensivo”, en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leo-
nardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba,
2005, ps. 49-51.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 171

proceso principal y, por tanto, su actitud pasiva carece de jus-


tificación y genera la presunción de desinterés en que se sus-
tenta el instituto de la caducidad de instancia. Al mismo tiem-
po, esa solución se ajusta al interés público en la conclusión del
litigio, que es la otra ratio legis de la caducidad257.

2.3.13. Suspensión convencional de partes

Si bien la propia ley admite que las partes puedan suspender


el curso de los plazos procesales (art. 157, CPCCN, y art. 51,
CPCCP) y, consecuentemente, el de la perención, ello no impi-
de que el plazo de caducidad comience a correr desde el mo-
mento en que finalice dicho plazo convencional, porque los
autos no pueden estar paralizados sine die, ni siquiera en el
supuesto de que ambas partes estén conformes en mantener
esa inactividad.
Pues, si bien las partes tienen la facultad de detener tempo-
rariamente el proceso, tal acuerdo no podrá exceder los plazos
legales, por cuanto ello equivaldría al desconocimiento del ins-
tituto. Cuando han actuado por medio de apoderados, no exce-
derá de veinte días sin necesidad de que ellos acrediten ante el
juez la conformidad de sus mandantes, de acuerdo con lo previs-
to procesalmente.
La suspensión del término debe ser peticionada antes de
que expire el plazo cuyo curso se pretende detener, pues no
existe suspensión retroactiva, ya que esta supone un plazo en
curso a los efectos de inutilizarlo total o parcialmente hasta
que cese el impedimento defensivo258.

257
TSJ de Córdoba, Sala Contencioso-Administrativa, sentencia Nº 184 del
23/11/1999, en autos “Invaldi de Chiarello, Esther Carola c/ Caja de Jubila-
ciones, Pensiones y Retiros de Córdoba - contencioso-administrativa - plena
jurisdicción - recurso de casación” (Expte. Letra “I”, N° 1, iniciado el 2 de julio de
1993).
258
Cámara 2ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, del 24/09/2002, en autos “CIVE So-
ciedad Anónima Industrial y Comercial (CIVE Córdoba) - quiebra pedida”,
172 LUIS R. CARRANZA TORRES

Si bien no hay consenso en cuanto a su viabilidad para alterar


los plazos establecidos por la ley ritual para que opere la peren-
ción, entiende GONZÁLEZ ZAMAR, que en nuestro ordenamiento pro-
cesal provincial resulta posible convenir tanto la ampliación como
la abreviación de los plazos de la perención, a la luz de lo dispuesto
por el art. 51 del CPCCP259. En el orden nacional, tanto por apli-
cación de los dispuesto en los arts. 155 y 157 del CPCCN, como por
ser la caducidad de la instancia un instituto de orden público, de
común acuerdo la perención puede abreviarse de modo general,
pero solamente podrá ser ampliada respecto de actos particula-
res, que las partes deberán individualizar en el acto de acuerdo
correspondiente. No procede, pues, una ampliación genérica por
la naturaleza de los plazos y la restricción fijada en el art. 155.
Asimismo, se ha expresado desde la jurisprudencia que si
las partes acordaron una suspensión de plazos, solicitándolo
en autos, en manos de ellas estaba la posibilidad de volver a re-
anudar el mismo, antes o después de los seis meses que prevé
como término máximo la ley foral provincial, tiempo que se vio
transpuesto, sin que ninguno de los intervinientes en el pleito
hiciera nada porque el mismo se cumpliera. Así, y en este trance
ni la actora, ni la demandada, intentaron mover el obstáculo de
la suspensión, que para la ley foral ya se había cumplido. En ese
orden la demandada no puede sustentar su pedido de peren-
ción de instancia cuando el procedimiento se encontraba sus-
pendido. En tal contexto, y frente a la inactividad de la accio-
nada —ya que pudo intentar restablecer el procedimiento, o
plantear incluso la inconstitucionalidad de las normas que afec-
taban el caso—, es que la perención no puede ser recibida en un

sentencia N° 117. Cfr. Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba., A.I. N° 58 del


29/03/1996.
259
GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo, “Panorama actual y perspectivas de la peren-
ción de instancia”, en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonar-
do (dirs.), Perención de instancia. Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba,
2005, ps. 78 y 79.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 173

clima que transmite falta de certeza y, por ende, ante esta si-
tuación se prefirió la continuidad del pleito, y no que terminara
en una forma anómala260.

2.3.14. Suspensión por causa de fuerza mayor

Los plazos de caducidad de instancia se suspenden cuan-


do la parte se encuentra frente a la imposibilidad de impulsar
el procedimiento, de suerte que la ausencia de actividad pro-
cesal no obedece a una omisión voluntaria de ella, de quien pu-
diendo actuar deja de hacerlo, sino que, por el contrario, se debe
a la presencia de un obstáculo insuperable que se ha impuesto
a su voluntad, impidiéndole proseguir con el ejercicio de la ac-
ción.
Ya que si uno de los fundamentos que justifican este modo
anormal y extraordinario de fenecimiento de los procesos judi-
ciales en que consiste la perención, está dado por la presunción
de abandono de la instancia que es dable derivar de la inactivi-
dad mantenida por la parte durante un determinado lapso, es
claro que tal presunción queda desvirtuada cuando la falta de
actos de impulso se produce completamente al margen de la
voluntad del litigante, quien, por más que hubiera querido, no
hubiera podido gestionar el avance del procedimiento. En
situaciones de tal naturaleza, la ley concurre en salvaguarda
de los derechos de la parte impedida, privando de eficacia al
tiempo de inactividad transcurrido en tales condiciones, de
modo que la perención de instancia no opera a pesar de que hu-
biesen vencido los términos previstos por la ley261.
El concepto de fuerza mayor, prescripto en ambas normas
procesales, está constituido por un obstáculo de hecho para el

260
Cámara 4ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A. Nº 598 del 13/12/2005, en autos
“Banco Social de Córdoba c/ Sánchez, Carlos Alberto y otros - hipotecaria -
Expte. N° 615.209/36”.
261
Conf. TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com, A.I. N° 250/04.
174 LUIS R. CARRANZA TORRES

litigante. Comprendiendo a todos aquellos hechos o circuns-


tancias que siendo extraños a la voluntad de la parte, la coloca
a esta en una situación de impotencia para continuar impulsan-
do el trámite. Este es el factum que genera la suspensión de la
instancia y la ineficacia del tiempo transcurrido en esas condi-
ciones a los fines de la perención de instancia.
Como parámetro general, debe entenderse que la suspen-
sión de términos sólo podrá ser declarada por razones de fuer-
za mayor o caso fortuito (art. 514, CC; art. 157, tercer párrafo,
CPCCN, y art. 46, segundo párrafo, CPCCP) que hayan impe-
dido a la parte “actuar por sí o por apoderado”, debiendo apre-
ciarse con criterio restrictivo y declararse a petición de parte,
o “de oficio” cuando el impedimento fuere notorio262.

2.3.15. Fallecimiento de una de las partes procesales

El fallecimiento de la parte actora, que puede caracterizar-


se como un hecho procesal, se halla provisto de la aptitud su-
ficiente como para tener repercusión en el desarrollo del pro-
ceso. El efecto notorio producido no es otro que la suspensión
de la relación procesal, hasta tanto se presenten o pierdan la
facultad de hacerlo los sucesores de la parte que ha fallecido.
Hasta la muerte del actor sobre él pesaba el deber de dinamizar
el proceso, pero mal puede sostenerse que no mantuvo viva la
instancia tras su desaparición. A partir del acaecimiento de tal
hecho, son sus sucesores quienes cargan con dicha imposición,
pero sólo una vez anoticiados de la situación que los pone ante
tal obligación y no antes.
No ha sido la misma solución en el caso que ella ocurra en el
polo pasivo de la relación procesal, situación en que la jurispru-
dencia de las Cámaras Nacionales se ha orientado, mayormen-

262
Cámara 2ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, sentencia N° 117 del 24/09/2002,
en autos “CIVE Sociedad Anónima Industrial y Comercial (CIVE Córdoba) -
quiebra pedida”.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 175

te, entendiendo que la suspensión dispuesta por un juez ante


el fallecimiento de la parte demandada no libera a la actora de
su obligación de activar la tramitación del juicio, pues debe rea-
lizar, por lo menos, todas las gestiones necesarias a fin de que los
herederos del accionado muerto sean notificados y poder con-
tinuar con ellos el resto del proceso263.
En la jurisprudencia de la Suprema Corte de la provincia de
Buenos Aires264, se ha entendido que la muerte de una de las
partes tiene efectos suspensivos sobre la perención, y que no
corresponde decretar la caducidad de la instancia cuando la
causa se encuentra pendiente de una resolución del tribunal
por dicha causa265.
Nuestro TSJ provincial, en sentido concordante a la juris-
prudencia nacional, se ha expresado en el sentido de que la
inactividad durante el término de ley, sin efectuar ninguna
gestión orientada a regularizar el elemento subjetivo del pro-
ceso que ha sufrido alteración por el fallecimiento de una par-
te, o en su defecto, algún otro acto que fuera igualmente apto
para impeler el trámite, da lugar a la perención de instancia266.

Caducidad de la instancia en recurso de queja. Aplicación de nor-


mas del CPCCN. Supuestos suspensivos. Fallecimiento del code-
mandado recurrente y citación infructuosa de sus herederos. In-
tervención del defensor oficial.

Corte Suprema de Justicia de la Nación. G. 390. XXXVII. Recurso de he-


cho: “García, Julio Héctor y otros c/ Estado Nacional - Estado Mayor Ge-
neral del Ejército y otros”.

263
Cfr. EISNER, Isidoro y otros, Caducidad de instancia, Depalma, Buenos Aires,
1991, ps. 207 y 208
264
Ac. 79.314, sentencia del 5/ XII/2001.
265
Ac. 74.379, sentencia del 2/V/2001; Ac. 74.381, sentencia del 2/VIII/2000.
266
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 32 del 30/07/2007, en autos “Mora
Osvaldo Antonio c/ Mutual de Asoc. del Club Tiro Federal General San Martín
y otros - demanda ordinaria - perención de instancia - recurso directo”, Foro de
Córdoba, Nº 114, p. 199.
176 LUIS R. CARRANZA TORRES

Buenos Aires, 12 de septiembre de 2006.

Autos y Vistos; Considerando:

1) Que la parte actora solicita que se declare la caducidad de la instancia


en la presente queja en razón de no haber existido, una vez denunciado el
fallecimiento del codemandado recurrente, impulso alguno del trámite
pertinente ni publicación de edictos ordenada para citar a los herederos
de aquel.

2) Que aunque la presentación resulta formalmente admisible (cfr. doc-


trina de Fallos 308:875; 310:971 y 318:1506, entre otros), no cabe hacer
lugar al planteo propuesto.

En efecto, si bien esta Corte ha señalado en reiteradas ocasiones que las


normas del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación atinentes al
instituto mencionado son aplicables a los recursos de hecho deducidos
ante ella (Fallos 308:2438; 315:1919; 316:63 y 317:1642, entre otros), ha
condicionado dicha aplicación —como no podía ser de otro modo— a la
circunstancia de que el expediente no se encuentre pendiente de un pro-
nunciamiento que sea de exclusivo resorte del juzgador (cfr., a contrario
sensu, Fallos 317:369).

3) Que esta situación es la que se da en el presente caso. Así y tras adver-


tir que en los autos principales se había alegado el deceso del aquí ape-
lante, el Tribunal no sólo hizo saber tal circunstancia a su letrada apode-
rada para que manifestara lo que por derecho correspondiera, de la que
no obtuvo respuesta alguna, sino que urgió al juzgado competente en di-
ferentes oportunidades para que informara cómo había procedido al res-
pecto. Cabe destacar que dicho órgano no tuvo mejor suerte (cfr. fs. 207;
209; 217; 220 vta.; 228/229 y 232; 236 vta.; 238 y 239 de esta queja).
En función de lo apuntado, la solicitud en examen no puede prosperar.

4) Que, sin perjuicio de lo antedicho y en su consecuencia, corresponde


hacer efectiva la previsión contenida en el inc. 5 del art. 53 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación. Al respecto, es menester seña-
lar que en la medida en que el tribunal de grado no sólo intimó a la apo-
derada del recurrente para que denunciara el nombre de los herederos de
este último sino que decidió citarlos por edictos (fs. 234; 238 y 241), la
obligación prevista en el primer párrafo de aquella norma se encuentra
cumplida por lo que procede la intervención en autos del defensor oficial.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 177

Una solución contraria importaría incurrir en un exceso de rigor formal


que extendería sin justificación legítima el ya de por sí dilatado trámite
de esta queja, en desmedro de una buena y rápida administración de jus-
ticia (cfr. Fallos 311:2004; 314:187; 315:1940, entre otros).
Por ello, se rechaza el planteo formulado a fs. 242 y se dispone dar inter-
vención en esta queja a la Defensoría General de la Nación. Notifíquese.

Elena I. Highton de Nolasco - Carlos S. Fayt - Juan Carlos Maqueda - E.


Raúl Zaffaroni - Ricardo Luis Lorenzetti.

2.3.16. Leyes de emergencia


El curso del plazo de perención puede resultar suspendido
con base en la sanción de una norma legal. En nuestro país y
provincia, diversas normas de tiempos de emergencia han con-
tenido tal tipo de prescripciones. Las que se constituyen en una
causa de fuerza mayor.
Su aplicación estará condicionada a lo que en ella se establez-
ca, pudiendo operar de pleno derecho o tener que ser declara-
da su aplicación en autos.
Su operatividad descarta el acaecimiento de la perención
durante el tiempo de vigencia del plazo suspensivo, ya que no
puede reputarse configurado el abandono de la instancia y la
consiguiente omisión de cumplir con el deber de impulso pro-
cesal, si existe un obstáculo legal que impide dicha actividad.
Habida cuenta de la complejidad y, muchas veces, de la defi-
ciente factura técnica de la normativa de emergencia suspensiva
de juicios, la doctrina y la jurisprudencia son en general contes-
tes en que resulta asimismo improcedente la aplicación del
instituto, cuando del contexto de la situación, se concluye que
la forma de instrumentar dicha normativa pudo generar una
duda razonable en el sujeto procesal con la carga de impulso,
en orden a si la suspensión de pleno derecho de los plazos había
tenido efectiva operatividad en este proceso. Pues, como ya se
ha expresado anteriormente, siendo la razón en que se asien-
ta el instituto de la caducidad de instancia la presunción de
abandono, que es dable derivar de la inactividad del litigante, tal
178 LUIS R. CARRANZA TORRES

presunción de abandono, no puede predicarse cuando la ausen-


cia de actividad impulsora de la impugnación por parte del
recurrente no se debió a una voluntad (expresa o implícita) de
desistir de la prosecución del pleito o a una indiferencia acer-
ca de su eventual resultado, sino que obedeció a la duda que el
precepto legal en cuestión le generó respecto de la subsisten-
cia de la carga de impulso procesal.
En tales condiciones fácticas, debe estarse al principio de
conservación procesal imperante en la materia, en concordan-
cia con la interpretación restrictiva con que debe aplicarse el
instituto de la perención, debiendo en casos de duda estarse
por la subsistencia y continuidad del proceso judicial.

2.3.17. Excepción en relación a suspensiones


procesales

La suspensión de un plazo procesal carece de iguales efectos


respecto de la perención, si la reanudación depende de actos a
realizar por la parte a quien incumbe impulsar el proceso, re-
sultando su continuación factible a impulso de parte. Por lo que
en tales hipótesis la suspensión de plazos no significa suspen-
sión del curso de la perención267.

2.3.18. La apertura de concurso preventivo como


supuesto suspensivo

La apertura del concurso produce, a partir de la publicación


de edictos, la suspensión del trámite de los juicios de conteni-
do patrimonial contra el concursado por causa o título anterior
a su presentación, y su radicación en el juzgado del concurso268.
Quedan excluidos de los efectos antes mencionados: a) los
procesos de expropiación, los que se funden en las relaciones

267
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Córdoba. Ley 8465, t. III, ps. 290 y 291.
268
Art. 21, ley 24.522.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 179

de familia y las ejecuciones de garantías reales; b) los procesos


de conocimiento en trámite y los juicios laborales, salvo que el
actor opte por suspender el procedimiento y verificar su cré-
dito, y c) los procesos en los que el concursado sea parte de un
litis consorcio pasivo necesario.
En estos casos los juicios proseguirán ante el tribunal de su
radicación originaria o ante el que resulte competente si se
trata de acciones laborales nuevas. El síndico será parte nece-
saria en tales juicios, excepto en los que se funden en relacio-
nes de familia.
En las ejecuciones de garantías reales no se admitirá el rema-
te de la cosa gravada ni la adopción de medidas precautorias que
impidan su uso por el deudor, si no se acredita haber presen-
tado el pedido de verificación del crédito y su privilegio.

2.3.19. Efecto suspensivo de la declaración de quiebra


La declaración de quiebra atrae al juzgado en que ella tra-
mita, todas las acciones judiciales iniciadas contra el fallido
por las que se reclamen derechos patrimoniales. Salvo las eje-
cuciones de créditos con garantías reales, quedan exceptuados
de este principio los casos indicados en el punto anterior en los
incs. a, b y c, que tendrán el régimen ya expresado269.
El trámite de los juicios atraídos se suspende cuando la sen-
tencia de quiebra del demandado se halle firme; hasta entonces
se prosigue con el síndico, sin que puedan realizarse actos de
ejecución forzada.

2.3.20. Incidente de caducidad


El incidente de perención es típicamente suspensivo del
proceso, y el término sólo se reactiva una vez resuelto defini-
tivamente el acuse que lo motiva270.

269
Art. 132, ley 24.522.
270
FALCÓN, Enrique M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Anotado.
Concordado. Comentado, t. II, p. 500.
180 LUIS R. CARRANZA TORRES

2.3.21. Audiencia del art. 58 del CPCCP y sus efectos


respecto de la perención

La etimología de la palabra conciliación, proviene para algu-


nos del verbo conciliar; del latín concilio, are, derivado de concilium,
“asamblea o reunión”. El verbo conciliare originalmente signifi-
caba “asistir al concilio”, pero el derivado popular de concilium es
consejo. Para otros tiene su origen en la voz latina conciliatio-onis
que significa: unión, vínculo, sociedad y era asimismo utilizada
para denominar la actividad encaminada a componer y ajustar los
ánimos de los que estaban opuestos entre sí271.
La conciliación resulta, desde el comienzo de los tiempos del
derecho organizado, una herramienta socio-jurídica de particu-
lar valía, permite que las sociedades se desenvuelvan con mayor
acierto en sus relaciones interpersonales, buscando evitar que
las controversias generadas entre las personas, se conviertan en
escenarios de procesos jurídicos.
Y cuando ya se ha judicializado el conflicto, se trata una he-
rramienta procesal puesta a disposición del juzgador para po-
der terminar o hacer disminuir la materia litigiosa, con el consi-
guiente provecho en una mayor aceptación de las partes en cuanto
a lo resuelto y un ahorro de la afectación de medios judiciales
puesto a disposición del proceso.
Como resultado constituye una de las mejores formas de poner
fin a un pleito, desde que el fin a su colisión de intereses, se pro-
duce por la coincidencia de voluntades, restableciéndose autén-
ticamente la paz social.
En tal orden de ideas, la audiencia de conciliación fijada por
la norma del art. 58 del CPCCP es un acto judicial que tiene por
objeto poner fin o disminuir los aspectos litigiosos del proceso,
por vía de propiciar un avenimiento o transacción de las partes
sobre el asunto que las lleva a controvertir posturas. Por lo que
no resulta una etapa más del pleito ni un trámite controvertido,

271
SEGURA MURGUÍA, Santiago, Nuevo diccionario etimológico latín-español y de
las voces derivadas, Universidad de Deusto, Bilbao, 2003.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 181

desde que la actividad del juez se limita a simples exhortaciones


y consejos. Resultando un medio autónomo de poner fin al pro-
ceso o restringirlo en sus alcances272.
Es por ello que cualquier efecto que se produzca en el mismo,
por concordancia de parte, repercutirá necesariamente en los
términos de la litis, pero su acaecimiento no tiene efecto sobre
el cómputo de los plazos de la perención.
La misma norma en cuestión habla de la no incidencia en los
plazos por su fijación, siendo su espíritu que no sean utilizadas
para dilatar plazos procesales273.
En definitiva, al no revestir su fijación el carácter de acto
impulsorio del proceso, desde que en nada innova al trámite,
se ha entendido desde la jurisprudencia que no puede ser con-
siderada como un acto idóneo para interrumpir el curso de la
perención 274.

2.3.22. Actos impulsorios

Para que un acto procesal interrumpa el término de cadu-


cidad, debe ser adecuado al estado de la causa y útil para que la
instancia avance hacia su fin específico, no siendo suficiente
que denote el propósito de mantener vivo el proceso. Es decir
que para la inutilización del tiempo transcurrido es imprescin-
dible la ejecución de un acto procesal apto para impulsar la mar-
cha del proceso, que innove respecto a la situación anterior, gene-
rando nuevas cargas con directa conexión con el acto cumplido.
Es así que no cualquier petición o actuación interrumpe el
plazo de perención, sino tan sólo aquellas que tienen la propie-

272
Conf. GARRONE, José Alberto, Diccionario jurídico Abeledo-Perrot, t. 1, Abele-
do-Perrot, Buenos Aires, 1986, p. 436.
273
FERRER MARTÍNEZ, Rogelio (dir.), Código Procesal Civil y Comercial de la pro-
vincia de Córdoba, t. I, Advocatus, Córdoba, 2000, p. 176.
274
Cam. Civ. y Com. 4ª nom. Córdoba, A. 561, 28/11/2007, en autos “Majlis,
Gregorio y otro c/ Zárate María - Pve - alquileres - recurso de apelación - Expte.
N° 338023/36”. Fuente: Archivo Foro de Córdoba.
182 LUIS R. CARRANZA TORRES

dad impulsora. Resultando el medio adecuado para destruir la


presunción que implica la inactividad de la parte.
Actos impulsorios resultan entonces, aquellos que de modo
objetivo se dirigen, más allá de la voluntad de instar, a mante-
ner vivo el proceso, a modificarlo o efectivamente innovar algo
sustancial, es decir, al desenvolvimiento de la relación proce-
sal. Es por ello que el término de caducidad de la instancia sólo
se interrumpe por actos que, por su idoneidad y oportunidad,
revelen el propósito de instar el procedimiento llevándolo a su
fin natural que es la sentencia.
Requieren los denominados actos impulsorios dos elemen-
tos esenciales: aptitud e idoneidad.
Para que un acto merezca ser calificado como interruptivo de
la caducidad de la instancia, ha de connotar entidad suficiente
a fin de servir al impulso del juicio, acelerando su trámite y con
miras a cumplir una etapa procesal, además, compatible con el
estado de la litis, manteniendo adecuada relación con la misma275.
De allí que sólo tienen efecto interruptivo de la caducidad las acti-
vidades que urgen el procedimiento de modo directo e inmedia-
to. Resultan éstas, únicamente las peticiones congruentes con
el nivel del avance que corresponda a las actuaciones, y que tie-
nen la suficiente entidad para promover el progreso del juicio
hacia su meta: la resolución jurisdiccional de fondo o sentencia.
Debe siempre recordarse que el interés tutelado por el con-
cepto de acto impulsorio es la actividad procesal útil. De tal
modo, el acto de procedimiento para resultar susceptible de re-
vestir tal carácter tiene que ser idóneo y, en principio, constar
en el expediente. La idoneidad de la actividad del tribunal o de
la petición de la parte implica la exclusión de la actuación inocua,
incongruente, o inoficiosa.
Es decir, debe necesariamente ser idóneo y fundado para
el fin perseguido. Debiendo poseer, a la luz de la teoría gene-
ral de los actos procesales, tanto el requisito de ser admisible,

275
SCBA, DJBA, 117, p. 107.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 183

como tener además una idoneidad específica, la de servir en el


caso en concreto para hacer avanzar el proceso o instancia a su
fin normal, que no es otro que su sentencia firme. Debiendo, por
tanto, operarse con su realización una dinámica de avance pro-
cesal, ya fuere por hacer avanzar el mismo por propio acto, o por
urgir el cumplimiento de un acto a realizar por otro.
La necesidad de idoneidad específica requiere, además, que
dicho acto deba cumplir con la característica de ser compatible
con el estado del litigio, manteniendo una adecuada relación
con el mismo.
No basta, entonces, con que formalmente tengan por objeto
impulsar el procedimiento, si no revisten un grado mínimo de
eficacia de acuerdo al estado del litigio. Es decir, que no afec-
ten la situación o estado procesal del juicio, ni sean una activi-
dad conducente al desenlace de la relación procesal.
Tampoco será un acto interruptivo si sólo revela la mera
voluntad de mantener vivo el proceso, por promover actuacio-
nes que no gozan de una eventual aptitud para hacer avanzar
el trámite hacia la sentencia. Deben ser actos congruentes con
el estado de la litis y promover su avance con cierta idoneidad,
lo que no debe ser confundido con la absoluta eficacia, que no
es un requisito, por lo que no obsta al carácter interruptivo el
proveído desfavorable a la parte que el acto produjo.
La prueba de la aptitud e idoneidad que una petición de par-
te o un acto de oficio poseen, se verifica en que su realización
se impulse el procedimiento para obtener un verdadero avance
en el trámite, de manera tal que se innove en la situación pre-
cedente de las partes en función a su posición en el desarrollo
del procedimiento; alejándola del acto inicial y acercándola, ob-
jetivamente, al acto final de resolución276.
En este sentido se ha entendido que los escritos inconducen-
tes o improcedentes a tenor de lo peticionado, no impulsan el

276
FALCÓN, Enrique, Caducidad o perención de instancia, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1996, p. 28.
184 LUIS R. CARRANZA TORRES

proceso, “[...] resultando ineficaces o como no presentados. De


tal modo, cuando el estado de la causa exige para el avance del
procedimiento la realización previa de determinado acto, no
son interruptivos de la perención por inoperantes los que se
llevan a cabo sin haber transitado etapas de ineludible realiza-
ción” 277.
Asimismo, los actos que producen la interrupción del cur-
so de la caducidad deben revestir, además de los otros requi-
sitos, la virtualidad de ser considerados actos procesales, esto
es, peticiones o diligencias que se encuentren incorporadas en
el expediente judicial o en los libros auxiliares del juzgado (de
retiro de expedientes, de asistencia) en que consten datos de
éste. Por lo que también deben realizarse en el mismo proceso
e instancia que se quiere mantener con vida; por eso en princi-
pio, carecen de eficacia los cumplidos en otra causa aunque ten-
gan relación más o menos directa con ella (salvo supuestos de
inescindibilidad por íntima conexión). No son tampoco impul-
sorios los actos de ejecución de sentencia pendiente de recur-
so, respecto de la caducidad de la instancia recursiva278.
Por idéntica causa, si para considerar un acto como inte-
rruptivo del plazo de caducidad el mismo debe demostrar una
actividad útil, debe ser producido por una parte legitimada
procesalmente o por la persona que acredita una representa-
ción o un mandato de ésta.

Concepto de actividad idónea para impulsar el proceso de la Cor-


te Suprema de Justicia de la Nación

“[...] reviste condición de actividad idónea para impulsar el procedimien-


to, sólo aquella que, cumplida por los contendientes, el órgano judicial o
sus auxiliares, resulta adecuada y útil para hacer avanzar el procedi-
miento [...]” (Fallos 314:1962).

277
FLORES, Jorge Miguel - ARRAMBIDE DE BRINGAS, Flavia, Perención de instancia
en el CPC de la Provincia de Córdoba. Aspectos doctrinarios y jurisprudenciales,
p. 79.
278
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 83.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 185

2.3.23. Actos equiparados a impulsorios por su


contexto procesal de producción

Más allá de los actos que indiscutiblemente poseen la apti-


tud para hacer avanzar el proceso, existe una vastísima gama
de ellos —quizá mayor en su número que la del primer grupo,
dada la variedad de las circunstancias que pueden desencade-
narse en el marco de un proceso— que se encuentran en una
zona gris y, por lo tanto, requerirá de la apreciación del juzga-
dor en cuanto a su efecto interruptivo o no. En esta postura se
ha entendido como interruptivos a actos que, si bien no hacen
progresar la litis directamente, cumplen el propósito de llenar
recaudos necesarios para su progreso posterior279.
Tales actuaciones no se condicen con la idea de abandono del
proceso o desinterés en continuar con el mismo, que inspiran
el instituto de la perención de la instancia. Por lo que no pue-
den soslayarse los importantes efectos procesales y sustancia-
les que dichos actos producen, ya que sin su cumplimiento el
proceso no puede continuarse, por lo que los mismos adquieren,
cuanto menos, los caracteres de lo que se denomina un acto de
eficacia impulsoria “mediata”; esto es, aquellos que, sin produ-
cir por sí mismos que el proceso avance hacia un estadio pos-
terior, se constituyen de ineludible cumplimiento para que ello
ocurra280.
En este sentido, ZAVALA DE GONZÁLEZ entiende que dichos ac-
tos, sin resultar intrínsicamente impulsorios del proceso, tie-
nen efecto interruptivo de la perención, si en las circunstancias
del caso, constituyen una vía preliminar o preparatoria de un acto

279
Cámara 5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. Nº 77 del 18/03/2004, en autos
“Molinari, Edelveis Teresa c/ Cecilia Breglia - ejecutivo”. Reproducido en
RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de ins-
tancia. Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba, 2005, ps. 222 y 223.
280
Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, Expte. Nº 1.035.099/36, A.I. N° 101
del 30/03/2007, en autos “Banco Bisel S.A. c/ Colombo, Marcela del Milagro -
ejecutivo por cobro de cheques, letras o pagarés”.
186 LUIS R. CARRANZA TORRES

impulsorio posterior, que denota la intención de mantener “vivo


el proceso”. Se presenta dicha situación en los casos en que se no-
tifica un emplazamiento para restituir un expediente; el pedido
de búsqueda de un expediente extraviado; la orden para recons-
truir un expediente; el requerimiento del expediente al archi-
vo o a otro tribunal; y la notificación de una providencia de
modo previo para decretar una providencia que haga avanzar
el proceso. Respecto de los cuales, y salvo que medien elementos
adversos que evidencien a la postre la inocuidad impulsora de di-
cha gestión, debe reputarse que ha mediado interrupción de la
perención 281.

2.3.24. Nulidad sobreviniente de acto impulsorio

El haberse declarado a posteriori la nulidad de las actuacio-


nes que impulsaron el proceso, no las priva por ese solo hecho, de
efecto interruptivo, en la medida en que pueden haber trasuntado
la intención de impulsar el proceso, pues el período compren-
dido durante la tramitación de aquellas actuaciones no puede
considerarse carente de impulso procesal a los efectos de apre-
ciar si se produjo o no la perención de instancia, como nos dice
PERRACHIONE282.

2.3.25. Efectos del acto impulsorio

Al destruir la presunción del abandono, su efecto capital es


el de interrumpir el plazo en curso de la perención.
Consecuentemente, su proyección práctica es, pues, fijar un
nuevo hito procesal a partir del cual debe contarse, ab initio el
término de la perención, inhabilitando el plazo transcurrido
desde el acto impulsorio anterior.

281
ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, Doctrina judicial. Solución de casos 1, 2ª ed., 1ª
reimp., Alveroni Ediciones, Córdoba, 2004, ps. 362 y 363.
282
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 84.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 187

2.3.26. Aplicación analógica de normas sobre


prescripción

Puede aplicarse por analogía, en el marco de las regulacio-


nes y principios que informan a la perención o caducidad de
instancia, y en lo que respecta a situaciones de inicio e interrup-
ción del plazo, la normativa relativa a la prescripción, en vir-
tud de las similitudes que presenta a este respecto.

2.3.27. Actos no impulsorios

Generalmente se ha tendido a definirlos por oposición a los


impulsorios. O adoptando una postura casuística, señalando en
particular cuáles, dentro del universo procesal, se hallan com-
prendidos en dicha categoría.
Buscar los rasgos comunes dentro de un universo suma-
mente amplio de actos particulares, y respecto de algunos de los
cuales la doctrina no es pacífica, no resulta una tarea fácil. Con
todo, pueden señalarse algunos rasgos bastante extendidos.
En primer término, se trata de actos cuya producción no de-
termina una modificación del estado del proceso, que lo coloque
en un momento más cercano a su resolución, en virtud que ellos
guardan tan sólo una relación secundaria o mediata respecto
de aquellos eventos que determinan el curso del proceso.
Pueden ser tanto emanados de parte, como desde el tribunal.
En el primer caso, resultan actuaciones que se agotan en la
parte en sí misma, sin tener impacto en el movimiento del pro-
ceso (v.gr., cambio de letrado, de domicilio, etc.).
Respecto a los segundos, trátase de actos ordenatorios de
un momento procesal determinado, pero que no lo modifican
(v.gr., “téngase presente”; “estese a lo proveído a fs [...]”). Ca-
lificados muchas veces como “de mero trámite”, insusceptibles
por tanto de poner fin al pleito, de impedir su continuación,
como de generar grado alguno de avance.
En cuanto a sus efectos, entran dentro del concepto de inac-
tividad procesal, desde que ésta se exterioriza tanto en la ine-
188 LUIS R. CARRANZA TORRES

jecución de acto alguno (de parte o del tribunal), como cuando


los actos producidos sean carentes de idoneidad para impulsar
el procedimiento, inoperantes o inoficiosos283.

Algunos ejemplos de actos no impulsorios

El dejar nota en el libro de asistencia respectivo, dado que ello no im-


porta un avance del proceso, sino un acto constatatorio que los autos no
han podido ser consultados, en orden a los plazos de notificación.

La ratificación de una presentación anterior que no tuviera ese efecto.


No hay una interrupción autónoma causada por la ratificación que sólo
subsana la deficiencia de un escrito. Claro que de subsanarse un acto
impulsorio, el efecto deberá tenerse por operado desde su ratificación, en
virtud del requisito de aptitud que debe contener el mismo.

Autorizaciones a personas determinadas para efectuar determinados


actos procesales.

Cambio de domicilio constituido.

Cambio de patrocinio o sustitución de apoderado.

Requerimiento de medidas cautelares.

Actos en el beneficio de litigar sin gastos.

2.3.28. Actos cumplidos por terceros


En principio no resultan procedentes los actos de terceros
extraños a la relación procesal, para generar actos interrup-
tivos de la perención. Es que el impulso hábil de la litis, implica
ser parte de ella. Sin embargo, en ocasiones se ha admitido dicho
carácter, respecto de actuaciones cumplidas no por la parte ni por
su letrado, sino por auxiliares de este último, por vía de enten-
der que tal acto fue realizado en virtud de una delegación táci-

283
MARTÍNEZ CRESPO, Mario, Temas prácticos de derecho procesal civil, t. II, Advo-
catus, Córdoba, 2004, ps. 350 y 351.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 189

ta de funciones que es de práctica cotidiana entre el abogado ti-


tular o socio de un estudio, y los dependientes del mismo.
Por ello se ha expresado que: “[...] si en una litis determina-
da algún auxiliar o empleado del estudio jurídico del ‘apoderado’
o ‘patrocinante’ retira el expediente, e incluso consigna expresa-
mente el propósito de tal estudio, aparece claro y razonable pre-
suponer que los autos serán llevados —por exigencias mínimas
de diligencia procesal— a conocimiento de su responsable direc-
to. Ello será así, con mayor razón, si del análisis del acontecer del
juicio se manifiesta o refleja que es una práctica asumida que tal
auxiliar o empleado acostumbre a retirar los obrados por dele-
gación o por cuenta del apoderado o patrocinante”284.

2.3.29. Actos extrajudiciales o cumplidos fuera del


expediente

Ni las tratativas privadas de arreglo, ni las indagaciones ex-


trajudiciales tendientes a conocer el domicilio de los accionados,
ni ningún otro acto cumplido por fuera del proceso, tienen efi-
cacia para interrumpir el curso de la perención, por cuanto sólo
adquieren esa aptitud cuando se traducen en actos procesales
o se hacen constar en el expediente. El juez, al resolver esta cues-
tión, debe atenerse estrictamente a las constancias del expe-
diente y por ello es en él donde la parte interesada debe instru-
mentar las diligencias impulsorias pertinentes.
Los trámites ante organismos administrativos ordenados
por el tribunal constituyen actos claramente impulsorios, y
debe entenderse que interrumpen el plazo de caducidad (v.gr. su-
puestos de mediación obligatoria). Pero para ello deben acre-
ditarse en el expediente.
En los casos que el letrado interviniente en el proceso o an-
tes de iniciarlo, si hiciera uso de las facultades que le confiere
el art. 18 de la ley 5805, la fecha cierta será la de su recepción

284
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 15 del 06/03/2006, en autos “Már-
quez, Dora Laura c/ Río S.A. y otros - daños y perjuicios - recurso de casación”.
190 LUIS R. CARRANZA TORRES

por la repartición oficial o la persona jurídica, en los términos


del art. 317 aplicable analógicamente en función del art. 887 del
CPCCCba., siempre que el asunto tenga relación con la temá-
tica de los autos; no así si se trata de personas individuales,
pues ello podría dar lugar a abusos.
De paso señalamos que sería muy conveniente que se insti-
tuyera lo que ARBONÉS denomina “el correo extrajudicial oficial”,
como ha expuesto en su trabajo “Mecanismos procesales para
la recepción de prueba y algunas sugerencias prácticas para su
mayor efectividad”285.
CUADRO Nº 9
CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS IMPULSORIOS

Acto de impulso

Por su propia naturaleza Por el contexto procesal

2.3.30. No remisión del expediente a la alzada

Ciertas vicisitudes del expediente producen efectos sobre


la caducidad o perención de instancia. Un supuesto típico se
presenta en las apelaciones. El art. 251 del CPCCN establece
que: “[...] el expediente o las actuaciones se remitirán a la Cá-
mara dentro del quinto día de concedido el recurso, o de forma-
da la pieza separada, en su caso, mediante constancia y bajo la
responsabilidad del oficial primero [...]”.

285
FERREYRA DE DE LA RÚA, Angelina (compiladora), La prueba en el proceso -
Doctrina y jurisprudencia, Advocatus, Córdoba, 2007, ps. 31 y 32.
Dicho autor propone, sintéticamente, que se establezca un sistema de correo
extrajudicial, por intermedio del sistema de “notificadores y ujieres” del Poder
Judicial, con costo del franqueo a cargo del emisor y constancia de recepción por el
destinatario, como si se tratara de una cédula de notificación, cuyo arancel iría
destinado a los oficiales notificadores o ujieres, en forma directa o por prorrateo.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 191

A veces sucede que, pese a encontrarse los autos en condi-


ciones de ser elevados a la alzada, transcurre el plazo para que
opere la caducidad de la segunda instancia sin que aquello ocu-
rra. Esta inamovilidad del expediente, ¿autoriza a decretar la
perención? Aquí las aguas se dividen. Una tendencia es nega-
tiva, apoyada en que la continuación del trámite del recurso
mediante el envío del expediente a la Cámara es actividad exi-
gida no a las partes, sino al oficial primero. Otra postura es afir-
mativa, y se basa en que la función atribuida al funcionario no
libera a la parte de su carga de impulso.286
El problema es cómo se impulsa la elevación de la causa, si
se trata de actividades administrativas del tribunal.
Para superar el problema, ARBONÉS entiende debiera dictar-
se una norma específica que constituiría el segundo párrafo del
art. 369 del CPCCP que dispusiera:
“Vencido el plazo fijado por el párrafo anterior, cualquiera
de las partes podrá instar su elevación al Tribunal de Alzada,
sin perjuicio de la responsabilidad disciplinaria de la Secreta-
ría, en cuyo caso, dicho petitorio determinara el comienzo del
conteo del término de la perención”.
Esto coincide para el autor antes citado con el concepto
que,el plazo de caducidad de la segunda instancia, debe comen-
zar a contarse desde que se ordena la elevación de la causa, so-
bre la cual conserva competencia restringida a ello, el Tribunal.

2.3.31. Egreso del expediente a otra dependencia


judicial o administrativa

Otro supuesto usual es la salida transitoria del expediente


de su tribunal a otra dependencia, v.gr., ad effectum videndi.
Esta circunstancia hace que no corra el plazo de caducidad de
la instancia por el tiempo en que las actuaciones estuvieron
justificadamente afuera. Pero no corresponde la suspensión

286
DÍAZ, Eduardo, El expediente judicial. Constitución y vicisitudes del cuerpo del
proceso, Hammurabi, Buenos Aires, 2004, p. 224.
192 LUIS R. CARRANZA TORRES

del plazo de caducidad si la remisión del expediente no impi-


dió ni física ni jurídicamente la actuación de la parte, por ejem-
plo, requiriendo la devolución de la causa a partir del momen-
to en que venciera el plazo concedido sin haberse producido su
restitución o cuando el expediente permanece en el juzgado re-
quirente sin objeto alguno287.
A modo conclusivo puede expresarse que el mero hecho de
que el expediente sea enviado ad effectum videndi o probandi
fuera del tribunal de sustanciación, no encuadra por sí solo en
la hipótesis legal suspensiva, desde que no significa para el li-
tigante una absoluta imposibilidad de gestionar el progreso
del proceso. En este sentido, con abstracción de cuáles pueden
ser sus respuestas, tanto el pedido de puro reintegro del expe-
diente al juzgado de origen, cuanto la solicitud de copias cer-
tificadas en el lugar en que se halle, a los efectos de poder pro-
seguirlo en su sede original, constituyen actos demostrativos
de la voluntad de la parte de impulsar el proceso, y por tanto,
interruptivos de la perención288.

2.3.32. Ausencia del expediente en la letra o extravío

La mera ausencia del expediente de la mesa de entrada del


tribunal (sin estar a la letra) no interrumpe ni suspende la ca-
ducidad de la instancia, desde que los interesados pueden y de-
ben instar el trámite con presentaciones procesales, y el plazo
de perención corre aunque se deje nota en el libro de asistencia.
Tampoco el simple extravío del expediente determina, por sí
solo, la suspensión de la caducidad, ya que es menester que se
hayan realizado diligencias hábiles para su búsqueda o recons-
trucción, por ejemplo, presentación de un escrito de pedido de

287
DÍAZ, Eduardo, El expediente judicial. Constitución y vicisitudes del cuerpo del
proceso, p. 225.
288
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com, A.I. Nº 250 del 14/10/2004, en autos “Maldona-
do, Julio y otra c/ ITT Harford Seguros de Vida - ordinario”, SJ, t. 90, 2004-B-662.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 193

búsqueda. Sobre este último, una posición, más rigurosa, y qui-


zá minoritaria, entiende que para interrumpir la caducidad
debe ser acompañado con el pedimento de un acto impelente
que corresponda al estado anterior del procedimiento. A ella
nos adherimos289.
Tal acto de impulso debe ser juzgado con cierta flexibilidad.
Desde que al no poder efectuar una consulta previa de los ac-
tuados, no siempre se podrá tener una idea acabada del esta-
do del proceso.
Respecto de la virtualidad impulsoria del pedido de búsque-
da de un expediente extraviado, existe jurisprudencia encon-
trada, siendo mayoritaria aquella que considera que la simple
solicitud de búsqueda del expediente, no es per se un acto de
impulso. Más reñida es la cuestión cuando ella va acompaña-
da de otra petición o peticiones, enderezadas al avance del
trámite, articulando a más de la solicitud de búsqueda, otros
actos tendientes a lograr, ya sea la restitución o la reconstruc-
ción (fundamentalmente notificar los proveídos enderezados
a tal fin). En dicha situación, parte de la jurisprudencia ha en-
tendido que dicho acto, de contenido complejo, cobra virtuali-
dad impulsoria del proceso y, por tanto, interrumpe el cómputo
del término de la perención.
El fundamento de tal postura es considerar que dicho acto
procesal (la solicitud de búsqueda) al resultar el necesario pri-
mer paso para otros actos, constituye un presupuesto para
que el procedimiento esté en condiciones de avanzar, resultan-
do, por tanto, un acto de eficacia mediata, y que se sitúa en esa
categoría de actos que sin ser intrínsecamente impulsorios del
proceso (ya que no resultan superadores de estadio del trámite
alguno) se constituyen una vía preliminar o preparatoria de un
acto de impulso posterior, entendiéndose que si ello denota, en
las puntuales circunstancias del caso, la intención suficiente de

289
DÍAZ, Eduardo, El expediente judicial. Constitución y vicisitudes del cuerpo del
proceso, ps. 225 y 226.
194 LUIS R. CARRANZA TORRES

mantener vivo el proceso, debe descartarse la procedencia de la


perención290.
En este punto debe observarse que la aceptación o no de
esta postura dependerá de la amplitud que se conceda al acto
de impulso, sólo como hecho único o aceptando que puede ser
un acto compuesto de etapas plurales, si bien sucesivas y di-
rectamente concatenadas. De adoptar esta última postura,
no se halla mucha dificultad en asignar a las actuaciones que
tienden a despejar los obstáculos que impiden el acaecimiento de
la marcha ulterior del juicio, un comienzo de actividad impulsoria
desde que, tal primera actividad (pedido de búsqueda para que
aparezca el expediente) se constituye en un antecedente nece-
sario para cualquier impulso posterior, por lo que es dable confe-
rirle efecto interruptivo del plazo de perención, desde que no
se encuentra contradicha por una inercia consecuente291.
Para ello es necesario que se hayan practicado diligencias
para su búsqueda o reconstrucción, es decir, que se realicen
actividades tendientes a la efectiva localización o, en su caso,
a la reconstrucción de la causa, porque si no estaríamos en pre-
sencia de una mera presentación que no proyecta materialmen-
te cambio sobre la situación, siquiera de forma mediata292.

2.3.33. Expediente paralizado

Resulta aquel expediente que no presenta actuaciones pro-


cesales tanto de las partes como del tribunal, por un tiempo
prolongado que paralice la causa293.

290
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 81.
291
FORNACIARI, Mario A., Modos anormales de terminación del proceso, vol. III, De-
palma, Buenos Aires, 1991, p. 133.
292
FLORES, Jorge Miguel - ARRAMBIDE DE BRINGAS, Flavia, Perención de instancia en
el CPC de la Provincia de Córdoba. Aspectos doctrinarios y jurisprudenciales, p. 69.
293
TS de Venezuela, Sala Constitucional, sentencia Nº 569 del 20/03/2006, po-
nencia del Mag. Jesús E. Cabrera.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 195

Se trata de una situación análoga a la de extravío, que no


obsta al transcurso del plazo de caducidad si ella se produce
ante la falta de actividad de las partes. Pero si la paralización
se debe a falta de actividad que la ley impone al secretario u
oficial primero, no es posible decretar la perención. La idonei-
dad del pedido de parte de desparalización para interrumpir
la caducidad genera posturas encontradas. DÍAZ entiende que
deben distinguirse por lo menos dos situaciones. La primera es
aquella por la cual la parte —su letrado—, por el conocimien-
to que tenga de la causa, pueda impulsarla sin necesidad de
tener el expediente a la vista. Esto sucedería, por ejemplo, si
la última actuación antes de la paralización fuera la contes-
tación de la demanda; esta situación no puede ignorarla el ac-
tor, y para impulsar el procedimiento debe presentar el perti-
nente escrito en el que pida el pase a la próxima etapa procesal,
v.gr., apertura a prueba o declaración de puro derecho. En este
caso, entonces, el escrito que únicamente pida que se saque
de paralizado no es impulsor. La otra hipótesis, distinta de la
que acabamos de describir, es aquella en la que la parte (su le-
trado) no tiene conocimiento de la causa, por ende, para impul-
sarla debe ver el expediente, por ejemplo, si en medio del pro-
ceso asume un nuevo patrocinante. Aquí sí parecería que la
desparalización es un paso necesario para instar el procedi-
miento, y por lo tanto, con efecto interruptor del plazo de ca-
ducidad294.
Nuestra opinión se apoya en considerar la paralización como
una circunstancia no procesal, sino administrativa; por ende, el
justiciable no puede verse afectado por esta organización labo-
ral interna del tribunal. Dicho de otro modo: si debo impulsar lo
hago con el acto procesal idóneo, v.gr., escrito, cédula; si el ex-
pediente no está en letra porque se paralizó, es una cuestión ad-
ministrativa del juzgado. Deberán recibirme la pieza, ponerle
cargo que corresponde, proceder a desparalizar el expediente

294
DÍAZ, Eduardo, El expediente judicial. Constitución y vicisitudes del cuerpo del
proceso, ps. 226 y 227.
196 LUIS R. CARRANZA TORRES

y agregarle mi presentación (hecha en tiempo hábil para impe-


ler).

2.3.34. Expediente en poder de la contraria o terceros

Si los autos se hallan en poder de una parte o de terceros, ello


no impide que los términos de caducidad sigan su curso, pues la
otra parte puede instar el procedimiento requiriendo la devo-
lución, o directamente llevando a cabo el correspondiente acto
impulsor de acuerdo con el estado de la causa, si es que tiene
precisión de los datos del proceso.
Sin embargo, también se dijo que: “si en autos el retiro fue ex-
presamente autorizado por el juez, debe entenderse que el pla-
zo estuvo suspendido durante el término en que el expediente
estuvo en poder del demandado, ya que ello impidió a la actora
disponer de él para peticionar o impulsar el proceso”. Siendo la
consecuencia de tal postura, que el pedido de restitución inte-
rrumpe el transcurso de la caducidad. Asimismo, en los supues-
tos en que se trata de la reconstrucción de un expediente, resul-
ta improcedente declarar la caducidad de su procedimiento,
pues en él no existe juicio en el que las partes puedan formular
peticiones relativas a la controversia, y además, es una gestión
que, por disposición del art. 129 del CPCCN incumbe al tribu-
nal295.

2.3.35. Principio de conservación procesal

Siendo la perención un modo anormal de terminación del


proceso, debe considerársela una medida excepcional, de apli-
cación restrictiva, y cuya interpretación debe ser estricta y or-
denada a mantener la vitalidad del proceso.

295
DÍAZ, Eduardo, El expediente judicial. Constitución y vicisitudes del cuerpo del
proceso, ps. 227 y 228, y nota 23.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 197

Asimismo, tratándose la caducidad de la instancia de un


instituto cuya aplicación puede aniquilar derechos de raigam-
bre constitucional, tales como los de propiedad y de defensa en
juicio, de ello se sigue que su viabilidad debe ser considerada
por el órgano jurisdiccional dentro de un marco de prudencia
y con criterio restrictivo296. Por lo que la interpretación de sus
elementos, debe ser rigurosa y ordenada a mantener la vitali-
dad del proceso.
Pues, como nos dice GONZÁLEZ CASTRO: “La dimensión axioló-
gica del derecho cobra trascendencia al momento de la interpre-
tación del instituto. Así, los criterios de prudencia y razonabi-
lidad deben estar presentes sobre todo teniendo en cuenta las
consecuencias disvaliosas que acarrearía el abuso del instituto”.
Ya que si: “Lo que el Estado se propone es la consecución de
la paz social, la seguridad jurídica, del orden, entre otros valo-
res que se defienden y por ello, en caso de duda, se opta por la
vitalidad del proceso mismo. Es decir, la resolución de la cues-
tión planteada, la satisfacción de las pretensiones esgrimidas
más que de una resolución meramente formal que deje fuera la
garantía de los derechos personales”297.
Es por ello que la instancia no se produce de pleno derecho
en ninguno de los dos sistemas (nacional o provincial), y debe
estar siempre precedida del período de inactividad útil volun-
taria de las partes.
En igual sentido, el principio de conservación procesal lle-
va a considerar que la procedencia de la perención debe ser
apreciada de modo estricto, por lo que en casos de duda debe
estarse a la subsistencia y continuidad del proceso judicial298.

296
TSJ de Neuquén, del 22/12/2003, en autos “Banco Hipotecario Nacional c/
Colinas Manzur Carlos s/ ejecución hipotecaria” (Expte. Nº 389 - año 2001) del
Registro de la Secretaría de Recursos Extraordinarios y Penal del Tribunal Su-
perior de Justicia.
297
GONZÁLEZ CASTRO, Manuel Antonio, “Algunas cuestiones en torno a la caduci-
dad de instancia”, SJ, t. 73, 1995-B-343.
298
CSJN, Fallos 398:2219.
198 LUIS R. CARRANZA TORRES

Más, dicho principio de la conservación del proceso no es


absoluto, y debe ceder ante otros de tanta o mayor jerarquía
como es el que da vida a la institución de la caducidad, esto es
el debido proceso y la seguridad jurídica.
Pues si bien es cierto que en materia de caducidad de ins-
tancia debe prevalecer un criterio de interpretación y aplica-
ción de carácter restrictivo, debido a las consecuencias que
produce el instituto en el proceso y determinados derechos
constitucionales, no lo es menos que dicho enfoque sólo resul-
ta viable en los casos dudosos, mas no en los supuestos en los
que la inactividad de parte resulta manifiesta.
No existe ninguna duda de que procede la perención cuan-
do ha transcurrido el plazo aplicable en forma amplia, sin acti-
vidad impulsoria alguna, sin que existiere tampoco obligación
impulsoria a cargo del tribunal y sin que mediare una casual de
justificación o imposibilidad de actividad respecto de la parte.
Por ello, no existe obstáculo en que, si se ha demostrado el
acaecimiento del término legal sin actividad útil de las partes
para impulsar el proceso hacia su fin, que es la sentencia, la
perención sea declarada. Pero sí determina que en los casos du-
dosos, debe estarse a favor del mantenimiento del proceso.
Es en virtud de la aplicación de tal regla in dubio pro proces-
sum que frente a la circunstancia que los escritos que piden la
caducidad e instan el procedimiento lleven una misma fecha,
resulta más adecuado proceder en favor de la parte interesada
en la prosecución de las actuaciones, tanto más considerando
que la perención de la instancia no se opera de pleno derecho.
Cabe remarcar que la aplicación del referido principio de
conservación procesal requiere, como necesario elemento, la
existencia de tal circunstancia. Es decir de un supuesto dudo-
so, en cuanto a la naturaleza impulsoria del acto o de los actos
en cuestión, o respecto de la procedencia de una causal de justi-
ficación de la inactividad de la parte.
Ello no es más que una aplicación específica al campo pro-
cesal, y al instituto en estudio en el presente, del principio de
derecho civil que respecto a la renuncia de derechos, postula
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 199

que la interpretación de los hechos que conduzcan a probarlo


debe ser restrictiva299.
Para el análisis de la perención de la instancia el juez debe
atenerse a las constancias del expediente, no siendo dable invo-
car pretensos actos de impulso, si ellos no han sido objetivados
en el juicio a través de informes rendidos por la parte intere-
sada, o cualquier otro medio que demuestre al magistrado que
se realizaron gestiones acordes con esa finalidad.
El criterio bajo el cual debe meritarse una actuación determi-
nada es por su impulsoriedad en sí misma, más allá de la suerte
adversa que pudiese haber sufrido la pretensión allí articulada.
Es por ello que al valorarse la aptitud interruptiva de un
escrito de la parte interesada susceptible de interrumpir el
curso de la caducidad de la instancia, debe tenerse en cuenta,
básicamente, si la actuación o solicitud ha tendido a que el pro-
ceso avance, mediante un acto admisible, con prescindencia del
resultado o eficacia de dicha actuación o pedido, y aun cuando
sea proveído desfavorablemente para quien la produjo.
Por otra parte, los actos procesales no deben ser juzgados
en forma aislada sino contextual. No pocas veces el carácter
impulsorio no reside en el acto en sí, sino en la circunstancia
en que se produce. Ya que todas las actuaciones útiles tendien-
tes a mantener vivo el proceso deben valorarse con criterio am-
plio como lógica consecuencia de la interpretación restrictiva,
y aun en caso de duda, considerarse que el acto o diligencia ha
interrumpido la caducidad, porque con él se asegura la existen-
cia del derecho que el instituto tiende a extinguir.
En este orden de ideas, se ha de evaluar muy especialmente la
situación que se suele ofrecer cuando el proceso tiene un avanzado
desarrollo, pues implicará fomentar una innecesaria duplicación
de los juicios al motorizar la pérdida de la instancia300.

299
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 257.
300
Cámara 2ª de La Plata, Sala I, causa B-61.125, reg. int. 419/86; causa
B.62.633, reg. int. 215/87.
200 LUIS R. CARRANZA TORRES

2.3.36. Consecuencias de la apreciación restrictiva del


instituto

En cuanto a la cuestión, SERANTES PEÑA y PALMA301, entienden


que al prevalecer el criterio restrictivo en la interpretación de
la procedencia de la caducidad, dicha interpretación se halla
sujeta a las siguientes directivas: a) la duda debe ser resuelta
en favor de la vida de la instancia (CNCiv., Sala B, ED, 90-475;
CNCiv., Sala C, “Silvano c/ Agüero”, Rep. ED, 12-603; CNCom.,
Sala A, “Surión S.A. c/ Pamet S.A.”, Rep. ED, 13-645, sum. 5); b)
no está legislada para matar un proceso vivo, sino para extender
la partida de defunción a un proceso que ya ha muerto (CNCiv.,
Sala B, voto del Dr. Vernengo Prack, ED, 79-376); y c) no caben
las extensiones analógicas (CNCiv., Sala B, ED, 79-376).

2.3.37. Pedidos prematuros

Desde que el planteo de perención se articula por vía inci-


dental, teniendo éste carácter suspensivo del proceso, su acuse
prematuro no resulta subsanable por la inactividad sobrevi-
viente luego de su interposición, aunque se complete y aun ex-
ceda el plazo de ley, ya que el principal se halla suspendido en
virtud de la perención solicitada.
Para evitar la “sorpresa” de que aparezca un “para agregar”
o una copia cargada, cuyo original, no obstante no se encuentra
en el expediente, ARBONÉS ha propuesto que se instituya en el
orden provincial, un trámite de “preparación del la perención
de instancia” mediante el cual, quien pretende articularla re-
quiere, como en la preparación de la vía ejecutiva, que el Tri-
bunal disponga un emplazamiento breve (tres días) a la contra-
ria para que acredite haber instado la causa, bajo apercibimiento

301
SERANTES PEÑA, Oscar - PALMA, Jorge, Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación y normas complementarias, t. I, Depalma, Buenos Aires, 1993, p. 715. A
cuya obra pertenecen las citas transcriptas.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 201

de hacer lugar al planteo; si la contraria acredita haber impul-


sado en plazo, se enerva el pedido de caducidad, pero las cos-
tas deba soportarlas el renuente, aunque se rechace el planteo,
por su omisión en controlar que el registro del acto impulsorio
se hubiese incorporado debidamente en autos.

2.3.38. Supuesto de acuse en el plazo de gracia

FALCÓN entiende que el acuse formulado dentro de las dos


primeras horas del día posterior al que venció el término es
extemporáneo, toda vez que un escrito que impulse el procedi-
miento presentado dentro de tal término, es hábil para impe-
dir la caducidad de instancia. No obstante ello, entiende que
puede consolidarse si su presentación no es enervada por otro
escrito impulsorio contemporáneo. Teniendo lugar dicha in-
terpretación, a su entender, por el carácter dual del plazo de
gracia, cuya vigencia depende del ejercicio del derecho dentro
de su término, y porque la jurisprudencia ha interpretado, en
general, que la interrupción o suspensión de la perención o
caducidad de instancia se produce siempre que quien la alegue
tenga un interés subsistente302.

2.3.39. Marco de apreciación respecto de su


acaecimiento y principio escriturario

En virtud del principio escriturario que preside tanto el có-


digo de rito nacional como el provincial, tiene, en lo que respec-
ta al instituto, como corolario del “principio” lo que no está en
el expediente no está en el mundo, que para decidir si operó la
caducidad de instancia, el juez debe atenerse a las constancias
del expediente, para lo cual no es dable invocar pretensos ac-

302
FALCÓN, Enrique M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Anotado.
Concordado. Comentado, t. II, ps. 501 y 502.
202 LUIS R. CARRANZA TORRES

tos de impulso realizados extrajudicialmente o ante otro órga-


no jurisdiccional, si ellos no han sido objetivados en juicio. Así,
el solo diligenciamiento de un oficio —a efectos de enderezar
correctamente la demanda— no constituye acto interruptivo
de la caducidad si una vez diligenciado no se agregó al expe-
diente a los fines de la prosecución efectiva del proceso303.

2.3.40. Nuevos pedidos de caducidad

El nuevo pedido de caducidad tiene operatividad propia


desde su presentación, y en modo alguno puede presentárse-
lo enancado a la resolución que desestimó el pedido anterior.
Con el rechazo del pedido de caducidad se agota la instan-
cia incidental abierta y la resolución que así lo decidió no pue-
de tener ningún efecto residual para el futuro, en el sentido de
interpretar que la perención originariamente rechazada man-
tendría cierta virtualidad latente como para renacer y operar
automáticamente frente a una eventual nueva inactividad pro-
cesal. Ello importa tanto como reeditar cuestiones agotadas y,
por lo tanto, alcanzadas por los efectos de la preclusión.
Asimismo, desde que el incidente de perención tiene efec-
tos suspensivos del principal, su resolución activa el proceso,
por lo que el plazo acontecido de modo previo a tal hecho res-
pecto de los términos de caducidad, queda inhabilitado para
todo futuro cómputo.

2.3.41. Inconstitucionalidad

Es inadmisible el planteo de inconstitucionalidad con rela-


ción a las normas que regulan el instituto de la caducidad de
instancia; ello así por cuanto su aplicación no quebranta los
derechos constitucionales.

303
DÍAZ, Eduardo, El expediente judicial. Constitución y vicisitudes del cuerpo del
proceso, p. 228.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 203

A este respecto, es pacífica la doctrina que entiende que las


normas que regulan el instituto de la caducidad de instancia no
afectan el derecho de propiedad (art. 17, CN) del recurrente ni
vulneran sus derechos constitucionalmente amparados. Re-
sultan una opción legítima del legislador, de entre un abanico
de posibilidades, a fin de resguardar la razonabilidad de los
tiempos de duración del proceso.
Es por ello que el control de constitucionalidad que les in-
cumbe a los tribunales se limita a examinar la razonabilidad de
la ley, pero no llega al de la conveniencia o acierto del criterio le-
gislativo en el ámbito propio de sus atribuciones. En este sentido,
las normas procesales que regulan la caducidad de instancia no
contrarían los preceptos de nuestra Constitución Nacional.

2.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA

2.4.1. Nacional

I) El Código Procesal establece para el cómputo del plazo de perención,


una regla especial —art. 311— distinta de la que rige los plazos en gene-
ral —art. 156—, por lo que a los fines de la caducidad, los plazos señala-
dos en el art. 310 se cuentan desde la fecha de la última petición de las
partes o resolución o actuación del tribunal que tuviese por efecto impul-
sar el proceso, sin considerar la fecha de la notificación ni que se trate de
actuaciones firmes [CN Com., Sala B, del 14/05/1969, “La Franco Argen-
tina Cía. de Seguros S.A. c/ Augusto Pizzo Transportes S.A.”, ED, 32-48].
II) Los plazos de perención se computan desde la fecha de la actuación
(art. 311, CPCCN) y no desde la notificación de la misma [CNCiv., Sala
C, del 24/06/1980, “Dufaur, Miguel c/ Consorcio de Propietarios Luis Ma-
ría Campos 1362/1364”, ED, 89-431].

III) La interrupción de la perención y el comienzo de un nuevo plazo son


dos cosas distintas. Teniendo lugar la primera en el momento de la peti-
ción y la segunda nace inmediatamente de formulada la petición si no ha
sido proveída, o de la providencia respectiva, si fue proveída, o de cual-
quier actuación judicial que haya nacido de esa solicitud [CNCiv., Sala C,
del 17/10/1967, “Nahuel Cía. Argentina de Seguros c/ Secretaría de Es-
tado de Guerra”, AMADEO, José, Perención de instancia, La Ley, Buenos
Aires, 1985, p. 106].
204 LUIS R. CARRANZA TORRES

IV) Los actos procesales resultan válidos mientras no se declara su nuli-


dad. Por lo que frente al acaecimiento de ella, respecto de un acto impul-
sorio del proceso, es a partir de la fecha en que se declaró la nulidad de la
actuación, que corresponde computar el plazo de la caducidad de instan-
cia [CN de Paz, Sala IV, del 18/03/1968, “Moisio, Osvaldo c/ Mazzina
Moreno, Carmen”, LL, 131-953].

V) Si los autos se encuentran en la alzada con motivo del tratamiento de


un recurso, las partes no pueden peticionar, debiendo computarse el pla-
zo de perención de instancia recién a partir de la fecha de la providencia
“por devueltos” que impulsa el proceso [CN Fed., Sala Civ. y Com., del 16/
09/1965, “Laboratorios Millet S.A. c/ Gobierno Nacional”, LL, 121-282].

VI) El plazo de perención debe contarse a partir de la hora cero del día si-
guiente del último acto impulsorio, de acuerdo a lo establecido en el art. 25
del Código Civil, por lo que fenece a la hora cero del mismo día del mes
correspondiente [CNCiv., Sala G, del 05/02/1981, “Carrillo, Eddie c/ Co-
propietarios Edificio calle Montevideo 665/9”, LL, 1981-B-402].

VII) La hora cero del plazo en que expira el cómputo de la perención, es un


instante que coincide, superponiéndose con él, a la hora 24 del día ante-
rior [CNCiv., Sala G, del 05/02/1981, “Carrillo, Eddie c/ Copropietarios
Edificio calle Montevideo 665/9”, LL, 1981-B-402].

VIII) El plazo de perención comienza su cómputo a partir de la mediano-


che del día en que acaeció la última actuación que impulsare el proceso,
debiendo establecerse de acuerdo a lo establecido en los arts. 24 y 25 del
Código Civil [CNCiv., Sala A, del 23/04/1981, “Bontempo, Rafael c/ Coo-
perativa de Trabajo Gral. Mosconi”, LL, 1981-D-158].

IX) Por resultar la instancia indivisible, el plazo de caducidad es común


a la acción y a la excepción [CNCiv., Sala C, del 10/05/1979, “Méndez
Cartelle de González c/ DGI”, ED, 84-700].

X) El plazo de la perención vence a la hora 24 del día en que se cumple


[CNCiv., Sala G, del 05/02/1981, “Carrillo, Eddie c/ Copropietarios del
Edificio Montevideo 665/9”, LL, 1981-B-402].

XI) El plazo de caducidad de la instancia se computa a partir del último


acto impulsorio con arreglo a lo establecido en los arts. 24 y 25 del Código
Civil y corre también durante los días inhábiles y los que fueron declara-
dos asueto judicial (Del voto de los ministros Nazareno, Fayt, Petracchi,
Boggiano, López, Bossert) [CSJN, del 06/08/1998, “Boyler, Claudio s/ le-
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 205

siones leves”, Secretaría de Jurisprudencia y Derecho Comparado de la


Corte Suprema].

XII) En los días en que los tribunales nacionales y federales funcionaron


de manera irregular y que la Corte declaró días inhábiles, corren los pla-
zos para el cómputo de la caducidad de la instancia y no se consideran
como feria judicial [CSJN, del 23/10/1990, “Castro, Juan y otros c/
Liliana Renata Della Santa”, Fallos 313:1081].

XIII) Se aprecia conducente destacar que la caducidad de instancia cons-


tituye un modo anormal de terminación del proceso, cuyo fundamento
reside en la presunción de abandono del mismo, razón por la cual dicho
instituto debe interpretarse con carácter restrictivo. Consecuentemente,
la aplicación que de ella se realice debe adecuarse a esas características,
sin llevar con excesivo ritualismo el criterio que la preside, más allá de su
ámbito propio [CSJN, del 06/02/1997, “Pergamino Cooperativa de Segu-
ros Limitada c/ Macchia, Carlos Gabriel y otros”, Secretaría de Jurispru-
dencia de la Corte Suprema].

XIV) No constituye un acto susceptible de impulsar el proceso el escrito


cuyo objeto se limitó a la presentación de un apoderado y al facultamiento
de otras personas para realizar actos de compulsa y diligenciamiento
[CNT, Sala VIII, del 24/09/1999, Expte. Nº 46789/95, “Compañía Argen-
tina de Servicios CASE S.A. c/ Sindicato de Choferes de Camiones y otro
s/ acción declarativa”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacio-
nal del Trabajo].

XV) Las actuaciones tendientes a lograr la remisión de la causa penal


dispuesta por el magistrado, interrumpen el curso de la caducidad, si
son las únicas que deben realizarse para poner los autos en condiciones
de proseguir su trámite [CNCiv., Sala C, del 10/05/2000, “Zamit Luongo,
Gustavo Fabián c/ Nadale, Alberto Jorge s/ daños y perjuicios”, Secreta-
ría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional Civil].

XVI) Si bien de las constancias de autos, se aprecia la existencia de actos


procesales, cabe destacar que son respecto de la medida cautelar, y ésta y
las diligencias vinculadas a su traba no resultan hábiles para impulsar el
proceso, y por ende, para interrumpir el curso de la caducidad de la
instancia [CNCom., Sala E, del 15/10/1993, “Faluque, Rodolfo c/ Espina,
María”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional Comercial].

XVII) El plazo de caducidad de la instancia debe computarse desde la


medianoche del último acto impulsorio y fenece a la medianoche del mis-
206 LUIS R. CARRANZA TORRES

mo número de día del mes correspondiente (cfr. arts. 24 del Código Civil
y 311 del Código Procesal) [CNCiv., Sala F, del 03/05/2000, “Rodríguez,
Mercedes s/ Sucesión Ab-Intestato”, Secretaría de Jurisprudencia de la
Cámara Nacional Civil].

XVIII) Las actuaciones posteriores al cumplimiento del término de cadu-


cidad no importaron su purga como pretendió la peticionaria, en tanto no
existió consentimiento de la contraria [CNCom., Sala B, del 28/12/1998,
“The First National Bank of Boston c/ Torres Horacio s/ ejecución prendaria”,
Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional Comercial].

XIX) La perención comienza a correr a partir de la fecha de promoción de


la demanda; si el actor no pidió que se corriera traslado de esta, corres-
ponde declarar la caducidad transcurriendo el término legal [CN Espe-
cial Civil y Com., Sala I, del 05/03/1974, “Bemaet, Silvio c/ Copnsormad
S.A. y otros”, ED, 59-319].

XX) Si la cédula, diligenciada antes de la presentación del escrito pidien-


do la declaración de caducidad, fue agregada con posterioridad, mal pue-
de tratarse de una actuación consentida por la parte (art. 315, Código
Procesal) [CNCiv., Sala F, del 14/03/1975, “Plus Ultra c/ Empresa
Avellaneada Oeste S.A.”, ED, 60-484].

XXI) El pedido de búsqueda del expediente que, según surge de los autos
es inoperante, no interrumpe el curso de la perención, máxime si fue efec-
tuado cuando ya había transcurrido el plazo de caducidad [CNCom.,
Sala A, del 10/07/1964, “Custa c/ Adam”, ED, 10-407].

XXII) El plazo de caducidad de la instancia debe computarse desde la me-


dianoche en que termina el día del último acto impulsorio (art. 24 CC), y
fenece a la medianoche del mismo número de día del mes correspondien-
te [CSJN, del 25/09/1990, “Mandinga S.C.A. c/ Buenos Aires Provincia
de s/ daño y perjuicio (Río V)”, ED, 150-268].

XXIII) Las actuaciones sobre embargo preventivo no interrumpen el tér-


mino de la caducidad de la instancia con respecto a la demanda principal
[Cámara de Paz Letrada, en pleno, 19/05/1955, “Mincar S.R.L. c/
Garbero, Juan s/ cobro de pesos”, JA, 1955-III-36].

XXIV) Cuando una causa en condiciones de ser elevada a Cámara, no


es remitida por omisión del secretario o prosecretario administrativo
de la secretaría actuaria, transcurrido el plazo legal corresponde de-
cretar la caducidad de la segunda instancia [CNCom., en pleno, del
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 207

29/08/1990, “Berardoni, Hector c/ Giangiacomo, Juan s/ ordinario”,


ED, 138-782].

XXV) Producida la caducidad de la instancia y habiendo proseguido, no


obstante, el trámite del juicio, aquella ya no puede ser declarada poste-
riormente [Cámara de Paz, en pleno, del 09/04/1956, “Argenmotor S.R.L.
c/ Hipólito, Jorge y otros”, JA, 1956-III-112].

XXVI) El plazo de perención de la instancia se suspende mientras el expe-


diente ha salido del juzgado, remitido ad effectum videndi, salvo que re-
sulte que ha permanecido en el juzgado requirente sin objeto alguno [CN
de Paz Letrada, en pleno, del 31/08/1956, “López, Delfino c/ Jacobson,
Joaquín Arnaldo”, JA, 1956-III-584].

XXVII) El pedido de nueva audiencia y el señalamiento de esta, aunque la


misma no se realice por falta de notificación, interrumpen el plazo de pe-
rención [Cámara Nacional de Paz, en pleno, del 14/08/1959, “Microómni-
bus Norte S.A. c/ Seri C.F. y Cía. S.R.L. s/ ordinario”, JA, 1959-VI-177].

XXVIII) Transcurridos los plazos legales de la perención de la instancia


sin su declaración judicial, puede aquella quedar purgada, si con poste-
rioridad al cumplimiento de esos plazos se producen actos procesales con
la conformidad o consentimiento de las partes [CNCiv., en pleno, del 24/
12/1962, “Varela, José c/ Martorell, Tomás y otros”, JA, 1963-I-267].

XXIX) La inactividad de secretaría al no elevar a la Cámara el expedien-


te en el cual se ha notificado a los litigantes, se ha concedido un recurso y
repuesto el sellado, no produce la caducidad de la instancia [CNCiv., en
pleno, del 12/12/1951, “Mascías de Lozardy Sa Pereira, Mercedes c/ Rico,
Fernando L.”, ED, 4-11].

XXX) El cómputo del plazo de perención debe iniciarse desde la fecha del
último acto idóneo y no al día siguiente del último acto útil [CNCom.,
Sala A, del 01/09/1994, “Consar S.A. le pide quiebra a Policrédito Coop.
Ltda.”, ED, 162-390].

XXXI) El plazo de perención corre desde la fecha del acto interruptivo, no


desde su notificación por ministerio de la ley. Se computa desde la me-
dianoche del último acto impulsor y fenece a la medianoche del mismo
número de día del mes correspondiente sin que se suspenda durante los
días declarados inhábiles pues ellos no se consideran como feria judicial
[CSJN, del 03/03/2005, en autos “Firme Seguridad c/ Banco de la Provin-
cia de Buenos Aires”, SJ, t. 91, 2005-A-889].
208 LUIS R. CARRANZA TORRES

XXXII) No corre el plazo de caducidad de la instancia cuando los autos


fueron requeridos por la justicia de instrucción en razón de haberse de-
nunciado la existencia de un delito cuya prueba puede surgir de las ac-
tuaciones civiles. Atento la imposibilidad de obrar, el término queda sus-
pendido mientras se sustancia y resuelve el sumario criminal que motivó
el pedido de las actuaciones [CNCiv., Sala E, del 13/07/1965, “Corradini
de Kozlowsky c/ Carnerero”, ED, 12-771].

XXXIII) El plazo de caducidad de la segunda instancia comienza a correr


desde la fecha de la resolución que concede el recurso de apelación [CNCiv.,
Sala C, del 14/11/1963, “Adrover, Ernesto c/ Jiménez, José”, ED, 6-776].

XXXIV) Abierta la segunda instancia por la apelación y avocada la causa


al conocimiento del tribunal de alzada, no puede pretenderse reabrir la
instancia ya concluida, para alegar su caducidad, la cual no podría ser
declarada de oficio [CNPaz, Sala II, del 24/04/1961, “Figueroa, Carlos
c/ Gutierrez, Ruzo S.A.”, ED, 1-880].

XXXV) Si durante la feria judicial no se suspende el plazo de caducidad,


con menor razón habría de suspenderse durante los días de huelga
[CNCiv., Sala C, del 19/03/1976, “Iriarte, Francisco c/ Versaci y Doyan”,
ED, 69-203].

XXXVI) Queda suspendido el curso de la instancia durante la vigencia


del término para la presentación de una pericia [CNCiv., Sala B, del 09/
06/1976, “Consorcio de Propietarios Rivadavia 4370 e H. Irigoyen 4283 c/
Kineret S.A.”, ED, 74-376].

XXXVII) El plazo de perención de la segunda instancia se interrumpe con


toda actuación que tienda a poner la decisión recurrida en estado de ser
revisada por la Cámara, sin importar su mayor o menor gravitación para
ello [CNCiv., Sala E, del 26/12/1979, “Francioni de Langley y otros c/ Con-
sorcio de Propietarios Perú 440”, sitio web: El Derecho Digital].

XXXVIII) Es tempestivo el acuse de caducidad formulado dentro del pla-


zo fijado para oponer excepciones (incluso cuando haya sido ampliado en
razón de la distancia) sin que sea menester para invocar el instituto,
observar un plazo menor, en tanto contemporáneamente se expresa no
consentir con el trámite [CNCom., Sala B, del 19/05/1988, “Permanente
S.A. c/ Tiscorni de Gómez, Rosa”, ED, 133-408].

XXXIX) La perención de la instancia debe interpretarse con criterio res-


trictivo, se debe interpretar con prudencia, también en caso de duda debe
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 209

optarse por la resolución que mantenga vivo el proceso [CNCiv., Sala C, del
20/08/1992, “Palane, Carlos c/ Inmobi Mineri y Cía. S.A.”, LL, 1983-C-178].

XL) El carácter restrictivo de interpretación del instituto de la caducidad


de instancia, entra a funcionar cuando existe un margen de duda en cuan-
to a la objetiva verificación de inactividad procesal [CNCom., Sala B, del
17/08/2002, “Politi, Víctor F. c/ Pukis, Leonardo s/ ejecutivo”, Secretaría
de Jurisprudencia de la Cámara Comercial].

XLI) Apela la actora la declaración de caducidad de la instancia, argu-


mentando que no corresponde atento que la suspensión de términos
operada a partir de la entrada en vigencia de la ley 25.563 (15/02/02), hace
improcedente la perención. En relación a dicho postulado, cabe destacar
que no existió en autos decisión alguna —anterior a la declaración de ca-
ducidad— que permitiera inferir que el proceso se encontraba suspendido
por la norma de emergencia; empero, pudo suscitar duda razonable sobre
la suspensión del trámite. Por lo que se revoca el decisorio de fs. 77/79 en
cuanto fuera materia de agravio; con costas (art. 69 Cpr.) [CNCom., Sala
B, del 08/04/2003, “BBVA Banco Francés S.A. c/ Usaj, Diana Ana s/ ejecu-
tivo”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Comercial].

XLII) Si bien el término del art. 310, inc. 2, del CPCCN, estaba consumido
desde la última actuación impulsoria, lo cierto es que pudo suscitar duda
razonable sobre la suspensión del trámite; la anterior solución es acorde
con el criterio de esta Sala según el cual —en relación al carácter restricti-
vo de interpretación del instituto— este procede si existe margen de duda
en punto a la objetiva verificación de inactividad procesal [CNCom., Sala
B, del 17/12/2002, “Banco de Galicia y Buenos Aires S.A. c/ Lopardo Do-
mingo Vicente y otros s/ ejecutivo”, Expte. 57.854/01].

XLIII) La notificación de la actora del auto de apertura a prueba es acto


idóneo para impulsar el procedimiento e interrumpir la perención de la
instancia [CNCom., Sala C, del 30/07/1963, “Lucardi y Cía. c/ Asoc.
Coop. Agrarias”, ED, 4-452].

XLIV) Resulta impulsora la presentación en el expediente, que pone en


conocimiento del Tribunal la realización de estudios médicos requeridos
por el perito, más aún si se adjunta el respaldo documental pertinente
[CNCiv., Sala E, del 07/06/1999, “De Marco, Aldo c/ E.M.G.F.A.A. y otro
s/ daños y perjuicios”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Civil].

XLV) No constituye un acto impulsorio ni interrumpe la caducidad de


instancia, la presentación de un nuevo apoderado si se limita a pedir ser
210 LUIS R. CARRANZA TORRES

tenido por parte y solicitar en préstamo el expediente [CNCiv., Sala D,


del 15/02/1974, “De Bernardi, Victorio c/ Ferrocarriles Argentinos”, ED,
54-361].

XLVI) Tampoco tiene efecto interruptivo la presentación en que la deman-


dada solicitó ser tenida por parte sin consentir pronunciamiento alguno y
limitándose a pedir vista del expediente [CNCiv., Sala D, del 12/08/
1971, “Bollaert, Carlos c/ Ganadera Suárez Ladouch S.A.”, ED, 42-331].

XLVII) El escrito por el que se interpone recurso de apelación es hábil


para interrumpir la caducidad de la segunda instancia, abierta por esa
apelación [CNCiv., Sala C, del 22/11/1966, “Matejic, Velimir c/ Fusio,
Genaro”, ED, 17-241].

XLVIII) Lo que la ley exige, en materia de caducidad de la instancia, para


acordar al acto procesal eficacia interruptiva, es que el pedido se formule,
no incidiendo el fracaso de la diligencia pertinente, por no guardar corre-
lación con el efectivo logro de la meta del proceso [CNPaz, Sala I, del 10/
02/1966, “Ed. Argentina Arístides Quillet S.A. c/ Rivera López, Anto-
nio”, ED, 17-242].

XLIX) La parte interesada en conseguir la declaración de caducidad de la


instancia tiene un término para acusarla de cinco días de llegado a su co-
nocimiento el acto que tuvo por efecto impulsar el procedimiento y no de
tres para pedir la revocatoria de la providencia que en su consecuencia
se dicte [CNCiv., Sala F, del 17/12/1975, “Inzaurralde de González, Ma-
ría c/ Lauria, Antonio”, ED, 69-200].

L) Para que las gestiones extrajudiciales de arreglo suspendan el curso


de la perención, es menester que se pida y acepte la paralización del pro-
ceso y que el término no exceda el plazo legal de la caducidad [CNCiv.,
Sala C, del 04/11/1964, “Custa c/ Adam”, ED, 10-407].

LI) Constituyen actos interruptivos del plazo de la perención, todos los


vinculados con el diligenciamiento de un mandamiento de comprobación
tendiente a determinar quiénes son los ocupantes del inmueble a los
efectos de trabar la litis en la forma pedida en el escrito de demanda [CN
Civ., Sala F, del 22/05/1980, “Mandrut de Richonnier, Cornelia y otro c/
Barreneche, José M. y otro”, sitio web: El Derecho Digital].

LII) Aun cuando el art. 542 del Código Procesal establece que no habién-
dose opuesto excepciones en el juicio ejecutivo, el juez, sin otra sustancia-
ción debe pronunciar sentencia de remate, la parte ejecutante no se exime
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 211

de la carga procesal de pedir el dictado de dicha resolución, ya que dicha


norma sólo prohíbe una reapertura de la controversia [CNCiv., Sala A,
del 25/08/1981, “Buenos Aires Building Society, S.A. c/ Pinto Fernández
Eleuterio”, sitio web: El Derecho Digital].

LIII) Si bien el art. 316 del Código Procesal prohíbe que la caducidad sea
declarada de oficio una vez impulsado el procedimiento, ello impide afir-
mar que la demandada puede pedir la caducidad antes de consentir cual-
quier actuación del tribunal, posterior al vencimiento del plazo legal [CN
Especial Civil y Com., Sala I, del 12/08/1974, “Gips, Francisco - Cía. Ale-
mana de prop.”, ED, 59-317].

LIV) El escrito presentado por el apelante, mediante el cual pone en cono-


cimiento del Tribunal su voluntad de desistir del recurso de apelación opor-
tunamente interpuesto, importa la realización de un acto procesal desarro-
llado en el interés exclusivo de la parte que lo efectuó, sin ninguna influencia
sobre la prosecución efectiva de la instancia, por lo que carece de idonei-
dad para impulsar el procedimiento ordinario en segunda instancia, con-
forme lo dispuesto en el art. 311 del Código Procesal y, por ende, carece de
eficacia interruptiva de la caducidad de la instancia [CNCiv., Sala K, del
11/06/1999, “Miste, Luis Orlando y otro c/ Sánchez, José María y otros s/
daños y perjuicios”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Civil].

LV) La presentación del escrito mediante el cual el actor solicita la inhibi-


ción general de bienes, carece de efectos interruptivos de la caducidad en
curso, porque sólo tiende a otorgar seguridad a las pretensiones de una de
las partes, no siendo útil a los fines de activar el trámite del juicio [CNCiv.,
Sala C, del 22/04/1999, “Zambrano Vite, Shirley Yadira c/ Nuciforo, José y
otro s/ daños y perjuicios”,Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Civil].

LVI) La renuncia al mandato y patrocinio y la notificación, no poseen


aptitud interruptiva del plazo de caducidad de la instancia, puesto que el
mandatario tiene la obligación de proseguir con el trámite hasta el ven-
cimiento del término fijado en el expediente [CNCiv., Sala G, del 08/04/
1999, “Corbelli, Graciela c/ Empresa de Transportes Peralta Ramos s/
daños y perjuicios”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Civil].

LVII) No configura acto interruptivo de la caducidad, la notificación de


la renuncia al mandato que efectuó el letrado del accionante, toda vez que
dicho acto se realizó en el interés exclusivo de una de las partes, sin tener
ninguna influencia sobre la prosecución efectiva de la instancia (art. 311,
CPCCN) [CNCiv., Sala K, del 14/06/2002, “Presot, Tranquilo c/ Díaz,
Gabriel”, DJ, 2002-3-46].
212 LUIS R. CARRANZA TORRES

LVIII) Si bien es cierto que, por regla general, la actividad extrajudicial


no interrumpe el plazo de caducidad, no es menos que, en el sub lite, se
cumplió la prueba testimonial ofrecida en forma extrajudicial, por lo cual,
teniendo en cuenta el carácter restrictivo del instituto, resulta aplicable el
criterio que indica que en caso de duda en cuanto a la objetiva verificación
de la inactividad procesal, se impone la situación que preserva abierta la
instancia [CNCom., Sala B, del 19/04/2004, “Ruiz y Ormaechea Miguel c/
Lloyds TSB Bank s/ BLSG”, ED, 211-30].

LIX) Las tratativas extrajudiciales llevadas a cabo por las partes, a fin
de buscar alternativas de solución al conflicto existente entre ellas, no son
eficaces para interrumpir la perención, si no han sido informadas en el ex-
pediente por cuanto sólo aquellos que pueden ser considerados como actos
procesales, es decir peticiones o diligencias obrantes en el expediente ju-
dicial, tiene tal aptitud interruptiva [CNCom., Sala A, del 13/07/2006,
“Vásquez, Mónica y otro c/ Transporte Urbano S.A.”, DJ, 2007-1-417].

LX) El criterio restrictivo con que debe aplicarse la caducidad de instancia


que conduce a su rechazo frente a supuestos de duda, no resulta de aplica-
ción cuando objetivamente nada se hizo durante el lapso señalado por el a
quo. [CN Com., Sala D, 25/04/2007, “Osplad s/ concurso preventivo s/ inci-
dente de revisión por Braceras, Diana Lía”. ED, 26/10/2007, p. 6].

LXI) Resulta a cargo de quien promueve el incidente de revisión en el


proceso concursal, interiorirzarse del trámite del expediente, y peticio-
nar en tiempo oportuno la producción o el desistimiento de las medidas
de pruebas ofrecidas tanto por éste como por la contraria, ya que en vir-
tud del principio dispositivo que rige la materia sub examine, es la actora
a quien incumbe la carga de activar el proceso hasta el dictado del un pro-
nunciamiento definitivo. [CN Com., Sala D, 25/04/2007, “Osplad s/ con-
curso preventivo s/ incidente de revisión por Braceras, Diana Lía”. ED,
26/10/2007, p. 6].

2.4.2. Provincial
I) Debe entenderse por impulso procesal toda actividad de las partes o del
juez tendiente a hacer avanzar el proceso, cumpliéndose los diferentes
estadios que integran su contenido, a fin que adquieran su completo de-
sarrollo [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dr.
Sársfield Novillo, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica
del Valle y otros - P.V.E. - alquileres”, A.I. Nº 96 del 18/03/2005, Foro de
Córdoba, Nº 108, p. 290].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 213

II) Que los denominados actos impulsorios deban tener como caracteres
aptitud e idoneidad, significa que tanto una petición de parte como un
acto de oficio para impulsar el procedimiento deben poder obtener un
verdadero avance en el trámite, de manera tal que se innove en la situa-
ción precedente de las partes en función a su posición en el desarrollo del
procedimiento. Así considerando cada uno de los pasos del proceso, el
impulso significa que el acto, realizado por las partes o de oficio, permite
pasar a otra circunstancia del proceso que adelanta a la precedente, ale-
jándola del acto inicial y acercándola, objetivamente, al acto final o reso-
lución [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., en autos “Córdoba Carranza,
Héctor c/ Potencor S.R.L. y otro - demanda - recurso directo”, A.I. N° 41 del
30/03/2004, Archivo Foro de Córdoba].

III) Cuando la obligación de instar la devolución del expediente por el in-


teresado fue omitida, su inactividad absoluta justifica la caducidad de
instancia. [Cámara Civ.,Com., Flia. y Trab. de Marcos Juárez, voto en di-
sidencia del Dr. Sosa, A.I. Nº 44 del 11/04/2005, en autos “Tercería de me-
jor derecho formulada por el Banco Credicoop Ltdo., en los autos caratu-
lados ‘Coop. Agrícola Ganadera de Monte Buey Ltda. c/ Jorge Carlos
Ingaramo - P.V.E.’ ”, Foro de Córdoba, Nº 105, p. 105].

IV) La caducidad de instancia se subordina a la concurrencia de deter-


minados presupuestos, a saber: a) la existencia de una “instancia”, en-
tendida como toda pretensión que mediante una petición inicial las par-
tes someten a la decisión de juez competente; b) una inactividad procesal
que se exteriorice en la inejecución de acto idóneo alguno; y c) el transcur-
so de un determinado plazo de inactividad que la norma de aplicación
determine [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría,
Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/03/2005, en autos “Fernández,
Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y otros - P.V.E. - alquileres”,
Foro de Córdoba, Nº 108, p. 291].

V) Constituyen actos interruptivos del plazo de la caducidad sólo aque-


llos que resultan idóneos para modificar el estado procesal de la causa,
produciendo un avance hacia la conclusión del proceso, esto es la senten-
cia (TSJ, Sala Contencioso-Administrativa, en autos “Provencor S.A. c/
Provincia de Córdoba - contencioso-administrativo - plena jurisdicción -
recurso de apelación”, sentencia Nº 102 del 16/10/1998) [Cámara 1ª en lo
Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº
96 del 18/03/2005, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica
del Valle y otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 291].
214 LUIS R. CARRANZA TORRES

VI) El escrito “insta trámite” solicitando la elevación del expediente al


tribunal de alzada en razón de su apelación, que motivó el informe del
actuario de primera instancia y según el cual los autos no se encuentran
en secretaría ni hay constancia de retiro en el libro de recibos, disponien-
do emplazar a las partes para que los restituyan si obraren en su poder,
es idóneo para interrumpir el plazo de caducidad de instancia ya que de-
muestra la clara voluntad de proseguir el proceso. Pues si la demanda in-
terpuesta aun ante juez incompetente interrumpe la prescripción, resulta
igualmente congruente admitir que el pedido de elevación del expediente
efectuado ante el a quo y con motivo del recurso de apelación interpuesto en
contra de su propia resolución debe admitirse como igualmente válido
para interrumpir el término de la caducidad de instancia [Cámara 1ª en lo
Civ. y Com. de Córdoba, voto de la minoría, Dr. Sahab, A.I. Nº 96 del 18/03/
2005, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y
otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 291].

VII) En nuestro sistema, el impulso procesal corresponde primordialmen-


te a las partes: el actor abre el proceso con la presentación de la demanda y
es de su interés que la causa avance hasta llegar a su resolución definiti-
va. En primera instancia, corresponde al accionante activar el curso del
proceso para evitar los efectos de la caducidad de la instancia. Cuando la
causa se radica en la instancia superior, es a cargo de quien articuló el re-
medio que la llevó a esa a quien corresponde impulsarlo [Cámara 1ª en lo
Civ. y Com. de Córdoba, voto de la minoría, Dr. Sahab, A.I. Nº 96 del 18/03/
2005, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y
otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 291].

VIII) La notificación interrumpe el plazo de caducidad de instancia, ya


que excluye toda idea de abandono del proceso que es la razón de ser y el
fundamento del instituto de la caducidad [Cámara 6ª en lo Civ. y Com. de
Córdoba, A.I. N° 415 del 19/11/1999, en autos “Antongirolami, Nello R. c/
Roque del Valle Contreras y otro - P.V.E.”, Foro de Córdoba, N° 66, p. 208].

IX) El pedido de búsqueda tuvo efecto interruptivo, atento a que lo fue


acompañando copias a los fines del rehace y se notificó el proveído que em-
plazaba a la restitución del mismo. Resalto que no existió solamente una
solicitud de búsqueda y reconstrucción del expediente, sino que la actua-
ción inmediata posterior de la actora trasunta una conducta decisiva a
los fines de la restitución o reconstrucción de las actuaciones; como es
por caso, notificar a la contraria el decreto para que restituya el expedien-
te [Cámara 2ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. N° 450 del 10/11/2006,
en autos “Caja de Previsión y Seguridad Social de Abogados y Procu-
radores Pcia. de Cba. c/ Abraham, José Oscar - presentación múltiple
- ejecutivos particulares - rehace”, Archivo Foro de Córdoba].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 215

X) El hecho [de] que la última actuación haya sido el dictado del decreto
de autos no empece a la procedencia de la perención en el recurso de casa-
ción, pues la firmeza del mismo quedó condicionada a su previa notifica-
ción al domicilio de los litigantes, de modo que seguía gravitando la carga
de impulsar el proceso en cabeza del recurrente [TSJ de Córdoba, Sala
Civ. y Com., A.I. Nº 319 del 07/12/2004, en autos “Tejeda, Ramón Víctor
c/ Red Vial Centro y/o quien resulte responsable - daños y perjuicios - re-
curso de casación”, SJ, t. 91, 2005-A-167].

XI) Las denominadas excepciones dilatorias tienen naturaleza jurídica


procesal de incidentes. Al ser planteadas en el juicio ordinario en forma de
artículo previo, tiene efectos suspensivos en relación a la causa troncal. Por
lo que cesa la carga del impulso procesal para el actor del proceso en tanto
está suspendido, pero no cesa la carga de remover el obstáculo que lo sus-
pende, pidiendo la caducidad del incidente en cuanto se encuentre en con-
diciones legales de hacerlo. Si no lo hace, a partir de ese momento vuelve a
continuar el curso del plazo de perención suspendido [TSJ de Córdoba,
Sala Civ. y Com., A.I. Nº 154 del 06/08/2001, en autos “Banco Social de
Córdoba c/ Feigin Elisabeth M.”, reproducido en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel
E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho proce-
sal, Mediterránea, Córdoba, 2005, ps. 157 y 158].

XII) Si los autos fueron retirados por la profesional a los fines de evacuar
un traslado, su eficacia no se limitó a la notificación de todo lo actuado
sino que implicó también el comienzo del plazo del traslado decretado en
el expediente [...] Por lo tanto, es evidente que esa actuación significó un
efectivo avance del procedimiento en su camino hacia el fallo final de la
causa, produciéndose una innovación respecto del estado procesal en que
había quedado detenido y por añadidura fue idóneo para interrumpir el
plazo de perención [TSJ de Córdoba, A.I. Nº 283 del 29/11/2000, en autos
“Marcatini, Hilda c/ Cayetano Oliveto - desalojo - Cpo. de ejecución de ho-
norarios de la Dra. Marta Menvielle - recurso directo” y TSJ de Córdoba,
A.I. Nº 145 del 28/05/2003, en autos “Righetti, Juan Domingo c/ Munici-
palidad de Villanueva - fijación valor locativo - recurso de casación”.
Fuente: archivo del autor].

XIII) La notificación ficta operada mediante el retiro del expediente, no


modifica el estado procesal de la causa hacia la conclusión del proceso
[TSJ de Córdoba, Sala Contencioso-Administrativa, del 16/10/1998,
“Provencor c/ Provincia de Córdoba”, LL Cba., 2000-221].

XIV) Así, el retiro del expediente por la actora, sin exteriorización de ges-
tión impulsora, no es interruptivo del plazo de perención [Cámara 8ª en
lo Civ. y Com. de Córdoba, en autos “Beneficio de litigar sin gastos: Luna,
216 LUIS R. CARRANZA TORRES

Carina del Valle c/ Hipermercado Libertad S.A. y otro - ordinario”, A.I.


Nº 128 del 09/05/2003. Fuente: archivo del autor].

XV) No operando la caducidad de instancia de pleno derecho, por


requerirse resolución judicial que la declare, la ausencia de esta última
permite que pueda subsanarse la instancia habiendo vencido el plazo de
caducidad, dado que faltando la declaración judicial, la perención no ha-
bría operado. [ TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 9 del 15/02/1999,
voto del Dr. Ferrer, en autos “Finocchietti, Enrique A. c/ Vázquez, Alberto
- desalojo - casación” (Expte. Letra “F”, 28/96). Fuente: archivo del autor].

XVI) Para que los actos de impulso procesal tengan eficacia interruptiva
por sí mismos, es necesario que ocurran cuando el plazo legal de caducidad
se encuentra en curso, es decir, cuando no se haya cumplido el plazo legal.
La notificación constituye un acto procesal de impulso del procedimiento y
el mismo hubiera tenido objetivamente eficacia para interrumpir el curso
de la perención de la instancia, aun cuando fuera efectuado ya vencido el
término de tres meses previsto por la ley para que opere la caducidad de la
instancia recursiva (art. 310, inc. 2, CPCN). No obstante ello dicho acto
procesal no fue consentido por la parte contraria, a la que promovió la ins-
tancia recursiva abierta con la interposición del recurso extraordinario
federal, al haber solicitado la caducidad de instancia dentro del plazo de
cinco días (art. 170 del CPCN), desde que tuvo conocimiento del acto de
impulso procesal. Tal actitud tuvo por efecto impedir la subsanación o
purga de la instancia que estaba en condiciones de perimir [ TSJ de Córdo-
ba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 9 del 15/02/1999, voto del Dr. Ferrer, en autos
“Finocchietti, Enrique A. c/ Vázquez, Alberto - desalojo - casación” (Expte.
Letra “F”, 28/96). Fuente: archivo del autor].

XVII) El transcurso del plazo de un año previsto por la ley para que la ca-
ducidad pueda declararse, contado desde el último acto impulsorio has-
ta la fecha de pedido de caducidad, no excluye el mes de feria judicial, que
por imperio de lo normado por el art. 340, CPC, en concordancia con el art.
339 de igual ordenamiento ritual, y tratándose de un plazo de caducidad
mayor a 6 meses (art. 339, inc. 1, CPC) no corresponde descartar [Cáma-
ra Civ., Com., Trab. y Cont.-Adm. de Villa Dolores, A.I. Nº 16 del 27/03/
2002, “Berguio de Altamirano, Esther c/ Adela Fernández y otro - P.V.E.”,
Zeus Córdoba, t. 1, p. 521].

XVIII) El incidente de perención incoado es improcedente por no haber


transcurrido el término de inactividad procesal injustificado (cfr. art. 339,
inc. 2, CPC). La última actuación impulsora del trámite fue el diligencia-
miento, con fecha 23/03/2001, de la cédula de notificación del auto interlo-
cutorio por el cual se resuelve conceder el recurso de casación deducido, de
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 217

manera que con arreglo a la regla clásica dies a quo non computatur in ter-
mino el plazo recién comenzó a correr el día siguiente, es decir, el 24 de
marzo (art. 45, CPC). Puesto que se trata de un plazo de seis meses (art.
339, inc. 2), el mismo hubiera vencido a la medianoche del día 24 de sep-
tiembre (art. 25, Código Civil), sin perjuicio de disponerse además del pla-
zo de gracia previsto por el art. 53 del CPC, por lo que la pretensión deduci-
da el mismo 24 de septiembre lo fue cuando el plazo legal aún no había
fenecido y el recurrente seguía disfrutando de la facultad de instar la pro-
secución del recurso de casación [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº
55 del 16/04/2002, “Banco Francés S.A. c/ María José Toledo - ejecución hi-
potecaria - recurso de casación”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 264].

XIX) Es sabido que este instituto procesal reviste un carácter extraordi-


nario y excepcional en cuanto comporta el truncamiento anormal y anti-
cipado de los procedimientos judiciales, situación que obliga al intérpre-
te a ser cauto y a valerse de un criterio interpretativo estricto cuando se
trata de decidir acerca de la supervivencia o la extinción de procesos en
desarrollo [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. N° 92 del 13/04/2005,
en autos “Municipalidad de Córdoba c/ Luis Alberto Avalos y Ana María
Carmen Monayar - ejecutivo - recurso directo”, Expte. Letra “M”, 23/03.
Fuente: archivo del autor].

XX) Respecto del cómputo del plazo de la perención frente a la articula-


ción de incidentes que suspenden el curso del juicio principal, la aplica-
ción de las normas que regulan la caducidad de instancia encuentra en
doctrina y jurisprudencia dos interpretaciones antagónicas. Para una de
ellas, la suspensión del trámite del juicio principal acarrea la consecuen-
te suspensión del plazo de caducidad de la respectiva instancia, el que no
puede recomenzar sino luego de concluido el incidente, sea por la resolu-
ción que lo acoge o rechaza, sea por la declaración de caducidad de la ins-
tancia incidental. La otra postura en cambio, fundada en que el interés
en llevar adelante el litigio sigue siendo del actor, pese al incidente sus-
pensivo del trámite, por lo que pesa sobre él la carga de instar el procedi-
miento, inclusive el del incidente promovido por su oponente, a fin de im-
pulsar el proceso hacia su conclusión en la sentencia, por lo que entiende
que el plazo de la perención del principal sigue corriendo aun verificado el
incidente. Y si bien es, sin dudas, la que mejor se adecua a la realidad del
litigio, el paralelismo de los plazos de caducidad del principal y del inci-
dente puede conducir a resultados disvaliosos, desde que obliga al actor
—o recurrente— a instar un proceso incidental promovido por su oponen-
te y contrario a su interés, so pena de afrontar la caducidad de su propia
instancia (la del principal). Ello en especial cuando los plazos son los
mismos (el del principal y el del incidente) tal como ocurre en segunda
218 LUIS R. CARRANZA TORRES

instancia de conformidad al art. 339, inc. 2, del CPCC. Por ello es necesa-
rio, adecuar el curso del plazo de caducidad de la instancia principal, a las
efectivas posibilidades de actuación de quien tiene la carga de impulsarla,
sin imponerle una actividad contraria a sus intereses. Ello se logra asu-
miendo como suspendido el plazo de caducidad con motivo de la articula-
ción de un incidente que suspende el trámite del juicio, plazo éste que se
reanudará cuando esté vencido el plazo de caducidad de la instancia inci-
dental. Esta solución puede insinuarse del art. 340 del CPCC, cuando con-
diciona la suspensión dispuesta por el juez a que la reanudación del trámi-
te no esté supeditada “a actos procesales que deba cumplir la parte a quien
incumbe impulsar el proceso” [TSJ, Sala Contencioso-Administrativa,
sentencia Nº 184 del 03/11/1999, en autos “Invaldi de Chiarello, Esther
Carola c/ Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba - contencio-
so-administrativa - plena jurisdicción - recurso de casación” (Expte. Letra
“I” - N° 1, iniciado el 02/07/1993). Fuente: archivo del autor].

XXI) La presentación en la oficina de notificadores de la cédula de notifi-


cación correspondiente al traslado que se había ordenado en el expedien-
te, un día antes del planteo de caducidad posee carácter impulsorio per
se, aun cuando se halla diligenciada con posterioridad [TSJ de Córdoba,
Sala Civ. y Com., A.I. Nº 336 del 27/12/2004, en autos “Cepparo de Gon-
zález, Stella Maris c/ Rubén Oscar Moyano y otros - demanda ordinaria
- recurso de casación”, reproducido en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GON-
ZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho procesal,
Mediterránea, Córdoba, 2005, ps. 139/40].

XXII) La notificación de un proveído judicial por otro medio que los


normados en el Código Procesal, y realizado por fuera del expediente, aun
cuando sea fehaciente no constituye acto impulsorio ni interruptivo de la
caducidad [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 1547 del 06/08/
2001, en autos “Sosa Carreño y otra c/ Laureano Luna y otros - daños y
perjuicios - recurso de casación”, reproducido en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Ma-
nuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho
procesal, ps. 160 y 161].

XXIII) El plazo de caducidad de instancia queda suspendido desde que la


causa queda en estado de ser resuelta, momento que se la libera de la
carga impulsoria de la tramitación a la parte que ha dado impetrado la
acción o recurso del caso. No reasumiendo tal carga mientras no esté no-
tificado de la resolución que ha recaído sobre la cuestión, continuando en
tanto el plazo de caducidad suspendido [TSJ Córdoba, Sala Civ. y Com.,
A.I. Nº 208 del 11/08/2003, en autos “Coassolo, Antonio Alfredo y otra c/
Carlos Torra y otros - ordinario - recurso de casación”, reproducido en
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 219

RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Peren-


ción de instancia. Derecho procesal, p. 164].

XXIV) La cédula de notificación diligenciada antes del vencimiento del tér-


mino de perención, constituye un acto interruptivo en cuanto se orientaba a
conseguir que el proveído de autos adquiriera firmeza, manteniendo dicho
efecto aun cuando no se hubiera adjuntado en autos y fuera incorporada re-
cién en oportunidad de contestar el traslado por la perención [TSJ de Córdo-
ba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 7 del 19/02/2002, en autos “Banco de Galicia y
Bs. As. S.A. c/ Rubén Antonio Ramírez y otra - embargo preventivo - apela-
ción - recurso directo”, reproducido en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁ-
LEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho procesal, p. 172].

XXV) Aunque la cédula no llegó a conocimiento de su destinatario pues fue


erróneamente remitida a un domicilio diverso del constituido a los fines
del recurso, de todos modos al acarrear la propia notificación del recurren-
te, significó un progreso en la marcha del proceso, y por tanto tiene efec-
tos interruptivos de la perención [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I.
Nº 37 del 28/02/2000, en autos “Club Atlético Aeronáutico Biblioteca y
Mutual Sarmiento c/ Carlos Santos Francesconi - ejecutivo - apelación -
recurso directo”, reproducido en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ
ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho procesal, p. 184].

XXVI) En principio corresponde a los litigantes instar el curso de la


instancia, hasta el punto de que aun suspendido el proceso por dispo-
sición del tribunal, se opera la perención cuando la reanudación del
trámite quedare supeditado a los actos procesales que deba cumplir
la parte a quien incumbe impulsar el proceso [Cámara 7ª en lo Civ. y
Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dres. Remigio y Flores, A.I. Nº 129
del 24/04/2006, en autos “Loutayf, Hilda Cristina Antonia c/ Kemmerer,
Rubén Agustín y otro - ordinario - simulación - fraude - nulidad - Expte.
Nº 313.322/36”, Foro de Córdoba, Nº 113, p. 205].

XXVII) Resulta inequívoco que las resoluciones no obligan si no son


anoticiadas, pero cabe preguntarse quién soporta la carga de hacerlo.
Y bien, si esta carga de notificación corresponde al litigante interesa-
do —según se verifica como regla en nuestro proceso civil prioritaria-
mente dispositivo— es lógico y ajustado a derecho que la inercia en cum-
plimentar aquélla durante el plazo legal debe generar la caducidad de
instancia si así lo reclama el adversario [Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de
Córdoba, voto de la mayoría, Dres. Remigio y Flores, A.I. Nº 129 del 24/04/
2006, en autos “Loutayf, Hilda Cristina Antonia c/ Kemmerer, Rubén
Agustín y otro - ordinario - simulación - fraude - nulidad - Expte. Nº
313.322/36”, Foro de Córdoba, Nº 113, ps. 204/5].
220 LUIS R. CARRANZA TORRES

XXVIII) La inactividad procesal, como presupuesto de la caducidad, pue-


de consistir no sólo en una conducta negativa, es decir la abstención de
realizar actos procesales, sino también en una conducta positiva ineficaz,
tal como la ejecución de aquellos actos que carecen de idoneidad para im-
pulsar el procedimiento. El concepto expresado se integra necesariamen-
te con el del “acto interruptor del plazo de caducidad”, por ser este repre-
sentativo de la antítesis, es decir de lo que debe entenderse por actividad
procesal [Cámara Civ., Com., Trab. y Cont.-Adm. de Villa Dolores, A.I.
Nº 86 del 31/10/2006, en autos “Soto, María Silvina c/ Nelly Noemí Soto
- ordinario (reivindicación)”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 419].

XXIX) Al ser la demandada incidentada la apelante, y como tal la princi-


pal interesada en que la instancia recursiva avanzara hacia su conclu-
sión, pesaba sobre ella, como una auténtica carga, la necesidad de urgir
el trámite produciendo los actos procesales idóneos necesarios a tal fin.
Tal imperativo procesal comprende la remoción de cualquier obstáculo
que impidiera el progreso de la instancia recursiva. En dicho ámbito de
actuación debida por el apelante se inscribe la necesidad de peticionar
procurando salvar el error de la Secretaría en que incurriera al ordenar
indebidamente correr traslado de la expresión de agravios “al apelante”,
cuando el orden del proceso marcado por la ley indicaba que el traslado
correspondía al apelado (art. 372, CPC). Sin embargo, y pese a su obliga-
ción de llevar adelante la marcha del proceso, ningún acto se produjo en el
sentido indicado [Cámara Civ., Com., Trab. y Cont.-Adm. de Villa Dolo-
res, A.I. Nº 86 del 31/10/2006, en autos “Soto, María Silvina c/ Nelly,
Noemí Soto - ordinario (reivindicación)”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 420].

XXX) La entidad dinamizadora que debe revestir el acto impulsorio, en


cuanto debe mirarse más al resultado que a las intenciones, ha sido
enfatizada por el Dr. Fernández Legón al sostener que no es suficiente
presentar un escrito para manifestarle al juez la intención de seguirlo
adelante, pues la ley exige “algo más: hechos, no palabras; resultados, no
intenciones; el proceso implica un movimiento ‘progresivo’ y mal puede
romper la quietud ( [...] ) una pseudo-actividad, una mera imagen virtual
del impulso procesal” (Del voto del Dr. Fernández Ukn, Cám. Apel. Mer-
cedes, 06/09/46, JA, 1946-IV-291). PODETTI, adhiriendo a la opinión del ci-
tado magistrado, puntualiza que el acto debe servir para que el proceso dé
un paso adelante, para que lo inste, negando eficacia a tal fin al acto que no
implica o produce un movimiento de avance del proceso en su desarrollo
gradual y progresivo de acuerdo a las normas que lo instrumentan
(PODETTI, J. Ramiro, “Actos interruptivos de la perención”, JA, 1946-IV-
291 y ss.) [Cámara Civ., Com., Trab. y Cont.-Adm. de Villa Dolores, A.I.
Nº 86 del 31/10/2006, en autos “Soto, María Silvina c/ Nelly Noemí Soto
- ordinario (reivindicación)”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 420].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 221

XXXI) Determinar en cada caso la naturaleza de los actos interruptivos


constituye una cuestión de hecho y, por tanto, son las actuaciones de la
causa las que fijan de manera intransferible el marco de actuación de la
ley [Cámara Civ., Com., Trab. y Cont.-Adm. de Villa Dolores, A.I. Nº 86
del 31/10/2006, en autos “Soto, María Silvina c/ Nelly Noemí Soto - ordi-
nario (reivindicación)”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 420].

XXXII) Si bien el acto interruptor del plazo de caducidad es tal, con inde-
pendencia de quien lo haya producido, pudiendo por tanto emanar de las
partes del órgano jurisdiccional o de los auxiliares de uno y otros; la dili-
gencia efectuada por el apoderado de la actora no contó con idoneidad
específica, pues no sirvió para que el proceso apelativo de la demandada
dé un paso adelante, no logrando sacarlo del estancamiento en que se ha-
llaba sumido. La carencia de fuerza motriz de la mencionada diligencia
se patentiza además en la respuesta que mereció de Secretaría del Tri-
bunal, en tanto a esta solicitud se proveyó “[...] oportunamente”. Así las
cosas, computando el plazo de caducidad establecido por el art. 339, inc.
2, del CPC, desde el último acto impulsorio, esto es el decreto donde se
ordenó indebidamente correr traslado de la expresión de agravios “al
apelante” resulta que a la fecha en que la actora plantea la caducidad, el
mismo se encontraba cumplido, razón por la cual la petición de caduci-
dad de la instancia recursiva de que se trata resulta procedente, lo que
así debe declararse, con los efectos y alcances establecidos por el art. 346,
inc. 3, del CPC [Cámara Civ., Com., Trab. y Cont.-Adm. de Villa Dolores,
A.I. Nº 86 del 31/10/2006, en autos “Soto, María Silvina c/ Nelly Noemí
Soto - ordinario (reivindicación)”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 420].

XXXIII) Si bien este Tribunal ha desestimado innumerables planteos recur-


sivos vinculados al decreto de referencia por no demostrarse mediante una
razón suficiente cómo la finalidad perseguida con la medida dispuesta por
el art. 19 del decreto —notificación de la causa al Procurador de la Provincia
al mero objeto de su registración en el ámbito interno de la Administra-
ción— no pueda ser alcanzada sin interferencia de la continuidad del curso
del proceso judicial (conf. doctrina TSJ, Sala Contencioso-Administrativa
in re “Argüello, Américo [...]”, A.I. N° 152/02; “Maldonado Agustina [...]” auto
interlocutorio N° 153/02; entre otros), lo cierto es que las dudas razonables
que la vigencia de aquel dispositivo reglamentario ha podido suscitar en las
partes, en orden precisamente a la suspensión de los plazos procesales, ex-
hibe singulares características que no admiten su encuadramiento en el tipo
de inactividad procesal al que la ley ritual sanciona con la caducidad [TSJ de
Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 85 del 23/05/2007, en autos “Banco Pro-
vincia de Córdoba c/ Carlos Felipe Giménez y/o sucesores y/o sucesión - eje-
cutivo - recurso de casación”. Fuente: archivo del autor].
222 LUIS R. CARRANZA TORRES

XXXIV) En tales precedentes se expresó que no puede reputarse configu-


rado el abandono de la instancia y la consiguiente omisión de cumplir con
la carga de impulso procesal, que es el presupuesto sancionado por la ley
ritual, si las prescripciones del decreto 2656/01 —que trascienden el in-
terés de los sujetos procesales— han podido generar una duda razonable
en orden a si la suspensión de pleno derecho de los plazos en curso que en
su art. 19 se prescribe, ha tenido efectiva operatividad en el proceso [TSJ
de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 85 del 23/05/2007, en autos “Banco
Provincia de Córdoba c/ Carlos Felipe Giménez y/o sucesores y/o sucesión
- ejecutivo - recurso de casación”. Fuente: archivo del autor].

XXXV) Como es sabido, la razón en que se asienta el instituto de la cadu-


cidad de instancia es la presunción de abandono que es dable derivar de
la inactividad del litigante (conf. ALSINA, Tratado teórico-práctico de dere-
cho procesal civil, 2ª ed., t. IV, 1961, ps. 424 y 425; GUASP, Derecho procesal
civil, 1962, p. 556), por lo que dicha presunción de abandono no puede
predicarse cuando la ausencia de actividad impulsora del procedimiento
por la parte, no se debió a una voluntad (expresa o implícita) de desistir
de la prosecución del pleito o a una indiferencia acerca de su eventual re-
sultado. Antes al contrario, obedeció a un estado de razonable incerti-
dumbre que el precepto legal en cuestión le generó respecto de la subsis-
tencia de la carga de impulso procesal. En las condiciones así descriptas,
se torna operativo el principio de conservación procesal imperante en la
materia, en función del cual el instituto de la perención debe ser interpre-
tado en forma estricta, el cual determina que en casos de duda debe es-
tarse por la subsistencia y continuidad del proceso judicial (conf. esta
Sala, auto interlocutorio N° 166/05, entre otros) [TSJ de Córdoba, Sala
Civ. y Com., A.I. Nº 85 del 23/05/2007, en autos “Banco Provincia de Cór-
doba c/ Carlos Felipe Giménez y/o sucesores y/o sucesión - ejecutivo - re-
curso de casación”. Fuente: archivo del autor].

XXXVI) Si el actor hubiese comparecido a continuación del decreto que


disponía la notificación del acto de cesión al deudor cedido, solicitando el
pase a estudio de la causa, lo más probable o lo que en Derecho hubiese
correspondido es que el Tribunal le indicase que “previamente” cumpli-
mentara el decreto que antecede. Ello indica que sin la notificación allí
ordenada, el proceso no podía continuar y erige a dicho acto —como de-
cía— en un acto impulsorio de eficacia mediata, con aptitud suficiente
para interrumpir el curso de la perención en marcha [Cámara 7ª en lo Civ.
y Com. de Córdoba, A.I. N° 101 del 30/03/2007, en autos “Banco Bisel S.A.
c/ Colombo, Marcela del Milagro - ejecutivo por cobro de cheques, letras o
pagarés”, Expte. N° 1.035.099/36, Archivo Foro de Córdoba].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 223

XXXVII) La suspensión del proceso por el fallecimiento de una parte, no


exime al actor de la carga de impulsar el trámite y no lo libera del riesgo
de sufrir la perención de instancia; debiendo consecuentemente, realizar
las gestiones necesarias a fin [de] que los herederos del accionado muerto
sean notificados y poder continuar con ellos el resto del proceso [TSJ de
Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 32 del 30/07/2007, en autos “Mora,
Osvaldo Antonio c/ Mutual de Asoc. del Club Tiro Federal General San
Martín y otros - demanda ordinaria - perención de instancia - recurso di-
recto”, Foro de Córdoba, Nº 114, p. 199].

XXXVIII) El fallecimiento de una de las partes, no constituye el supuesto


de suspensión de la instancia a que se refiere el art. 340, primera parte,
CPCCP, y la inactividad ulterior del interesado da lugar a la perención
de instancia [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 32 del 30/07/
2007, en autos “Mora, Osvaldo Antonio c/ Mutual de Asoc. del Club Tiro
Federal General San Martín y otros - demanda ordinaria - perención de
instancia - recurso directo”, Foro de Córdoba, Nº 114, p. 199].

XXXIX) El hecho que hubiese muerto uno de los sujetos pasivos del recur-
so de casación pendiente no comportó un impedimento absoluto de actua-
ción de la parte actora que propuso el recurso, quien podía llevar adelante,
sin ninguna clase de inconvenientes, aquellas gestiones necesarias como
consecuencia del fallecimiento ocurrido [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com.,
A.I. Nº 32 del 30/07/2007, en autos “Mora, Osvaldo Antonio c/ Mutual de
Asoc. del Club Tiro Federal General San Martín y otros - demanda ordi-
naria - perención de instancia - recurso directo”, Foro de Córdoba, Nº 114,
p. 199].

XL) Más allá del efecto que pueda tener la nulidad denunciada por la
parte demandada sobre los restantes actos del proceso, ese planteo de
nulidad tiene efecto suspensivo desde que su tramitación impide la pro-
secución del juicio principal. Al plantear la nulidad de la audiencia testi-
monial, se encontraba diligenciada toda la prueba ofrecida por la parte
actora; con lo cual sólo restaba resolver la nulidad impetrada a los fines
de concluir la etapa probatoria. De tal modo, sin perjuicio que la supues-
ta nulidad de la prueba impugnada no extienda sus efectos a las demás
actuaciones del proceso, ese cuestionamiento tiene virtualidad para sus-
pender el juicio principal. El art. 213 del CPC prevé un término de seis
días para merituar la prueba agregada con posterioridad a la presenta-
ción de los alegatos, pero sólo para los casos de excepción establecidos en
la ley ritual (documental-confesional). Es decir que hasta tanto no queda-
ra concluida la etapa probatoria, el proceso no podía continuar, menos
aún dictar sentencia [Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la
224 LUIS R. CARRANZA TORRES

mayoría, Dr. Daroqui, A.I. Nº 14 del 06/02/2007, en autos “Banco de la


Nación Argentina c/ Gualtieri Jorge O. y otro - ejecutivo - cuenta corriente
bancaria”, Zeus Córdoba, t. 10, ps. 499 y 500].

XLI) El incidente de nulidad de la prueba testimonial participa del carác-


ter de incidente “suspensivo” de la instancia principal. No puede exigir-
se a la parte que active el trámite del principal cuya instancia estaba
suspendida por un incidente con tal carácter. Tampoco se le pide que ac-
tive esta incidencia, lo que podría ir en contra de sus intereses. Empero,
resulta de toda razonabilidad que si transcurre el plazo de inactividad
previsto por la ley y el actor no solicitó la perención de la incidencia, encon-
trándose cumplimentado el plazo del principal, pueda éste ser acusado
por el incidentista, con los efectos del art. 348 del CPC. De tal manera, el
plazo de caducidad del proceso principal se reanuda a partir del venci-
miento del plazo de caducidad del incidente que lo suspendiera [Cámara
7ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dr. Daroqui, A.I. Nº 14
del 06/02/2007, en autos “Banco de la Nación Argentina c/ Gualtieri, Jorge O.
y otro - ejecutivo - cuenta corriente bancaria”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 500].

XLII) El hecho de que el planteo de nulidad de la audiencia testimonial no


produzca la eventual nulidad de todo lo actuado, no quita el efecto suspen-
sivo al planteo en cuanto a la decisión definitiva de la causa. Ello por la
sencilla razón de que la sentencia no podría dictarse sin que previamente
haya quedado resuelta la validez de la audiencia impugnada. Es decir, que
el incidente vuelve imposible de hecho y de derecho continuar sustancian-
do el trámite, ya que la restante prueba fue producida en su totalidad y no
podía seguirse con la etapa procesal prevista en los arts. 554 y 555 del
CPC, en función de lo dispuesto por la segunda parte del art. 428 del mis-
mo ordenamiento [Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la ma-
yoría, Dr. Flores, A.I. Nº 14 del 06/02/2007, en autos “Banco de la Nación
Argentina c/ Gualtieri, Jorge O. y otro - ejecutivo - cuenta corriente banca-
ria”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 500].

XLIII) De acuerdo al art. 212, segundo párrafo, CPC, en correlación con el


art. 376 del CPC que remite al art. 213, CPC (sólo analógicamente apli-
cables), no resulta absolutamente imposible la continuación del pleito
principal, incluso cuando no se hubiese resuelto el incidente de nulidad de
una testimonial. Pero, aun cuando se considerara que el incidente de nu-
lidad de la audiencia testimonial planteado en autos, tuviese efecto sus-
pensivo sobre el principal, la solución no variaría. Lo dispuesto por el art.
428 del CPC no puede conducir a la suspensión sine die de la causa, sino
que debe interpretársela armónicamente con el ordenamiento legal en su
conjunto [Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la minoría, Dr.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 225

Remigio, A.I. Nº 14 del 06/02/2007, en autos “Banco de la Nación Argen-


tina c/ Gualtieri, Jorge O. y otro - ejecutivo - cuenta corriente bancaria”,
Zeus Córdoba, t. 10, p. 500].

XLIV) Si la resolución del incidente se dilata por inactividad del inciden-


tista, la contraria puede solicitar la perención del incidente. Si no lo hace
y transcurre el plazo de perención de la instancia principal, el incidentista
puede acusar su perención. Sostener lo contrario, importaría tanto como
sustentar la alongación sine die del proceso. El interesado debe impetrar
la perención del incidente, ni bien se encuentre en condiciones de hacerlo;
de lo contrario se confirma su inacción por todo el plazo y no puede valerse
de la inactividad del incidentista, para justificar la propia. Restarle el
período correspondiente a la perención de la instancia incidental, sería
prendar su inacción, alongando el plazo de perención por el mismo térmi-
no, en contra de los dispositivos rituales [Cámara 7ª en lo Civ. y Com. de
Córdoba, voto de la minoría, Dr. Remigio, A.I. Nº 14 del 06/02/2007, en
autos “Banco de la Nación Argentina c/ Gualtieri, Jorge O. y otro - ejecuti-
vo - cuenta corriente bancaria”, Zeus Córdoba, t. 10, p. 500].

XLV) El dictado del decreto de autos no impide la procedencia de la pe-


rención, desde que el recurrente mantiene la carga de diligenciar las no-
tificaciones necesarias de tal resolución, ya que sólo verificado tal extre-
mo, el expediente pasaría a estudio efectivo de la Sala y cesaría la carga
de impulso procesal, con lo que desaparecería la posibilidad que la ins-
tancia perimiera (art. 342 inc. 3, CPC). [TSJ Córdoba, Sala Civ. y Com.,
A.I. Nº 115 del 26/06/2007 en autos “Dalmasa Adriana C/Milan s.a. – Or-
dinario- Recurso Directo”. Semanario Jurídico, t. 96, 2007-B-271].

XLVI) Afirma la actora que en autos, al plantear la perención respecto


del incidente de inembargabilidad e inejecutabilidad de la vivienda
única planteado por la demandada en dicho proceso, que el último acto
procesal de impulso lo constituye el decreto de fecha 22/09/06 (fs. 387)
por el que se tiene por contestada la vista corrida a la demandada res-
pecto del planteo de inconstitucionalidad del art. 58 de la Constitución
Provincial y leyes 8067 y 8998 por él deducido y, desde dicho momento
hasta el acuse de la perención (24/04/07, fs. 396), se ha cumplido correc-
tamente el plazo legal. (Cam. Civ y Com 4ª nom. Córdoba, A. 561, 28/
11/2007, en autos “Majlis Gregorio y otro c/ Zárate María - Pve - alquile-
res - recurso de apelación - Expte. N° 338023/36”. Fuente: Archivo Foro
de Córdoba).

XLVII) Conforme surge de nuestro CPCC, la naturaleza de la audien-


cia del art. 58 CPC resulta una facultad acordada al magistrado en
226 LUIS R. CARRANZA TORRES

cualquier estado de la causa, con un objetivo netamente conciliador en


cuanto puede disponer su realización para procurar avenimientos o
transacciones entre las partes, por lo que en lo referente al efecto inte-
rruptivo, entendemos que no puede ser considerada como un acto idóneo
a los fines de innovar en la instancia. (Cam. Civ y Com 4ª nom. Córdoba,
A. 561, 28/11/2007, en autos “Majlis Gregorio y otro c/ Zárate María -
Pve - alquileres - recurso de apelación - Expte. N° 338023/36”. Fuente:
Archivo Foro de Córdoba).

XLVIII) Sobre el punto conviene destacar que acto idóneo es aquel que
innova en relación a lo ya actuado anteriormente, de modo tal que a
partir de su sustanciación, el proceso queda en situación distinta y des-
de ese mismo momento nacen deberes o cargas directamente conecta-
das a la substanciación del objeto litigioso, cuyo ejercicio no estaba ya
agotado. (PALACIO, Lino Enrique - ALVARADO VELLOSO, Adolfo, Código Pro-
cesal Civil y Comercial de la Nación, t. VII, arts. 304/359, p. 94/101, San-
ta Fe, 1997; y RAMACCIOTTI, Hugo y LÓPEZ CARUSILLO, Alberto, Compendio
de Derecho Procesal Civil y Comercial del Córdoba, t. III, p. 381, Buenos
Aires, 1981. Desde tal perspectiva este tribunal ha negado efecto inte-
rruptivo a la audiencia prevista por el art. 58 CPC (in re “Nicolás,
Amelia Julia - declaratoria de herederos - recurso de apelación - A N°
253 del 11/06/07). (Cám. Civ. y Com. 4ª nom. Córdoba, A. 561, 28/11/
2007, en autos “Majlis Gregorio y otro c/ Zárate María - Pve - alquileres
- recurso de apelación - Expte. N° 338023/36”. Fuente: Archivo Foro de
Córdoba).
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 227

CUADRO COMPARATIVO Nº 1
PLAZOS Y CÓMPUTO
Caducidad de instancia Perención
(CPCCN) (CPCCP)

Se producirá cuando no se Sólo puede ser declarada


instare su curso dentro de los petición de parte, y se producirá
siguientes plazos: cuando no se instare su curso
dentro de los siguientes plazos:
6 (seis) meses en primera o
única instancia
1 (un) año en primera o
única instancia
3 (tres) meses en segunda o tercera
instancia de los y en cualquier 6 (seis) meses en los procedi-
instancia del juicio sumarísimo, en el mientos incidentales y en
juicio ejecutivo, en las ejecuciones segunda o ulterior instancia
especiales y en los incidentes.
Cuando opere la prescripción
Cuando opere la prescripción del derecho si fuere menor a un
de la acción si fuere año o seis meses.
menor a seis o tres meses.
1 (un) mes, en el incidente
1 (un) mes, en el incidente de perención de instancia.
de caducidad de instancia.

Cómputo
Cómputo

Desde la última petición Desde la última petición de la parte.


de la parte. Actuación del Tribunal
Resolución o actuación del Juez, que tuviere por efecto
Secretario u Oficial Primero, impulsar el procedimiento
que tenga por efecto
impulsar el procedimiento No se computará la feria del
mes de enero, para los plazos
de seis meses o menores,
Correrán durante los días inhábiles
salvo prescripción.
salvo los que correspondan
a las ferias judiciales.
No se computan:
No se computan: Cuando el proceso hubiera
Cuando el proceso hubiera estado estado paralizado o suspendido
paralizado o suspendido por acuerdo por acuerdo de las partes
de partes o disposición del juez, o disposición del juez, siempre
siempre que la reanudación del trámite que la reanudación del trámite
no quedare supeditada a actos procesales no quedare supeditada a actos
que deba cumplir la parte procesales que deba cumplir
que debe impulsar el proceso la parte que debe
impulsar el proceso
Capítulo 3
SUPUESTO DE LITISCONSORCIO

3.1. NORMA NACIONAL

Art. 312. Litisconsorcio. El impulso del procedimiento por uno de los


litisconsortes beneficiará a los restantes.

3.2. NORMA PROVINCIAL

Art. 341. Litisconsorcio. El impulso del procedimiento por uno de los li-
tisconsortes extenderá sus efectos a los restantes.

3.3. COMENTARIO

3.3.1. Concepto

Cuando en un proceso hay una pluralidad de litigantes en


uno o ambos polos de la relación procesal, se denomina a tal
fenómeno como litisconsorcio. Expresión cuya etimología es
el resultado de la unión de la palabra litis (genitivo de lis) y
consortio (ablativo de consortium), designando ella, literalmen-
te hablando, una situación de coparticipación procesal304.

304
FRAGA, Afonso, Instituições do processo civil do Brasil, t. II, Saraiva, San Pablo,
1940, ps. 83 y 84. “Quando num processo há pluralidade de litigantes num dos
230 LUIS R. CARRANZA TORRES

3.3.2. Carácter de la instancia. Proyecciones de tal


carácter

Es principio unánime que la instancia —trátese de prime-


ra o de segunda— es indivisible, en razón de la unidad de la re-
lación procesal. Congruentemente, la caducidad es también in-
divisible, por lo que corre, se suspende o se interrumpe para
todas las partes por igual305. Se trate o no de obligaciones soli-
darias, divisibles o indivisibles, la caducidad beneficia o per-
judica por tanto, a todos los litisconsortes306.
Es decir, como puntualiza FERRER MARTÍNEZ, esta indivisibi-
lidad opera en un doble sentido; tanto para beneficiar cuanto
para perjudicar al conjunto307.
De modo que la perención es indivisible, porque la instan-
cia misma se considera indivisible, ya que de no ser así, no con-
seguiría su objeto primordial, cual es, poner fin a los litigios308.
Desde que la instancia resulta única e indivisible, debe, por
tanto, ser entendida de modo único al proceso, no resultando
susceptible de ser mantenida viva únicamente respecto de una
de las partes.
Por lo que si uno de los litisconsortes pasivos solicitó la cadu-
cidad de la instancia y obtuvo un pronunciamiento favorable,
el proceso no puede considerarse subsistente con respecto al
resto de los demandados, pues —cualquiera sea la naturaleza del

pólos (ou em ambos) da relação processual, a este fenômeno dá-se a denomi-


nação de litisconsórcio. A etimologia da expressão litisconsórcio indica o resul-
tado da junção da palavra litis (no genitivo de lis) mais consortio (ablativo de
consortium), para designar, literalmente falando, co-participação.”
305
CSJN, 30/09/96, LL, 1997-13-540.
306
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
Astrea, Buenos Aires, 1999, p. 319.
307
FERRER MARTÍNEZ, Rogelio, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia
de Córdoba, t. I, Advocatus, Córdoba, 2000, p. 610.
308
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 274.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 231

objeto— la instancia siempre es considerada indivisible en ra-


zón de la unidad de la relación procesal.
Para ROCA y GRIFFI, en cambio, cabe distinguir distintas si-
tuaciones, si bien como regla general, en los casos de litisconsor-
cio el impulso del procedimiento produce efecto interruptivo ge-
neral. Frente a un litisconsorcio activo, los actos de uno de los
demandantes aprovechan a todos. En el litisconsorcio pasivo, si
es necesario, cabe el acuse por cualquiera de los demandados aun-
que alguno de los otros no peticione o aun, que consienta, un acto
impulsorio fuera de término de la actora pero en el “posible, o
no necesario”, la cuestión opera independientemente, salvo
impedimento emergente general que entorpezca la activación
del proceso respecto de quien solicitó la caducidad309.
Es por ello que para dichos autores, la indivisibilidad de la
instancia alude sólo a una relación procesal singular o al litiscon-
sorcio necesario, pero no al voluntario, por lo que en este último
supuesto procesal se puede dar la posibilidad de que la acción
caduque respecto de uno de los accionados y no con relación a
los demás.
En igual sentido, PARRY expresa que el principio de la indi-
visibilidad no rige cuando se trata de obligaciones simplemen-
te mancomunadas o divisibles310.
Con relación a la cuestión, a más que la norma legal no rea-
liza esta distinción, entendemos que no constituye valla alguna
a la aplicación del principio de “la indivisibilidad de la instancia”
la circunstancia de tratarse de un litisconsorcio pasivo volunta-
rio, pues el referido principio funciona con independencia del
tipo de litisconsorcio de que se trate (necesario, cuasi necesa-
rio o voluntario) y de la naturaleza del derecho invocado como
fundamento de la pretensión. Pues tanto en uno como en otro
tipo, existe una unidad de procedimiento que conduce necesa-

309
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 276.
310
Perención de instancia, 3ª ed., p. 409.
232 LUIS R. CARRANZA TORRES

riamente a la aplicación de la indivisibilidad frente a ambos su-


puestos.
Por lo demás, y como nos dice FERNÁNDEZ311, el texto de las
normas que comentamos es claro en el sentido que comprende
a todos los supuestos.
Estas posturas “separatistas” han recibido, por otra parte, la
crítica de CASTELÁN por entender que desconocen que la peren-
ción se refiera a la instancia y no al derecho ejercitado312.

3.3.3. Excepciones al principio

Como nos dice VENICA313:

“Se reconocen casos de excepción, en los que el mantenimiento del prin-


cipio de la indivisibilidad de la instancia importaría alterar situacio-
nes procesales consumadas, como cuando uno de los demandados se
hubiere allanado a la demanda o se siguió juicio solamente contra uno
de los accionados”.

Otra situación de excepción es marcada por CASTELÁN, en-


tendiendo que cuando se ejercitan simultáneamente dos o más
acciones que prescriben en diferentes plazos, puede ocurrir
que el abandono de la instancia haya alcanzado el plazo de pres-
cripción más breve. En tal caso, entiende que puede perimir la
acción más breve subsistiendo las restantes314.

311
FERNÁNDEZ, Raúl, “Caducidad de instancia y litis consortio”, Foro de Córdoba,
Nº 9, p. 83.
312
CASTELÁN, Marcelino, “Perención de instancia”, Enciclopedia Jurídica
Omeba, t. XXII, Driskill S.A., Buenos Aires, 1979, p. 47.
313
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Córdoba - Ley 8465, t. III, p. 301.
314
CASTELÁN, Marcelino, “Perención de instancia”, ob. cit., p. 47.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 233

3.3.4. La indivisibilidad de la instancia y la


reconvención

Si bien no es un litisconsortio, la ubicación en esta parte de


tal cuestión, responde al hecho que en ella se trata lo referen-
te a la indivisibilidad de la instancia, de la cual aquí vamos a
tratar una directa proyección.
Dicho principio mantiene su operatividad incluso median-
do pretensiones recíprocas, desde que los términos complejos
en que resulta trabada la litis existiendo reconvención a la de-
manda, establecen una relación procesal de ida y vuelta, pero
dentro de un vínculo único, por lo que tal tipo de enlace nece-
sariamente conduce a un fenómeno de subsunción de distintos
aspectos entre las partes para ser tratados dentro de un con-
texto litigioso único, por lo que resulta imposible, a los efectos
de la perención, de ser escindido. Por lo que de acaecer, alcan-
za a ambas.
Por iguales fundamentos, a los efectos impulsorios de la
instancia, no cabe distinguir si lo actuado ha sido en función de
la demanda o la reconvención, pues cualquier acto de cualquie-
ra de las partes con aptitud para interrumpir la perención ser-
virá para mantener vivo ese proceso único de que se trata, ya que
la instancia es indivisible.

3.3.5. Acumulación de procesos. Caso de tercerías

Cuando la acumulación de procesos es sólo a los fines de


evitar el pronunciamiento de sentencias contradictorias res-
pecto de algunas cuestiones comunes y procurar una mayor
economía procesal, sin quitar a cada proceso su autonomía, es
decir, sin que las causas pierdan su tramitación diferenciada,
resulta factible que la caducidad de la instancia pueda operar
independientemente en cada una de ellas.
Por lo que tratándose de expedientes acumulados y habién-
dose ordenado su sustanciación por separado para dictar en su
234 LUIS R. CARRANZA TORRES

oportunidad sentencia única, la caducidad de la instancia se


produce independientemente en cada uno de ellos.
Pero en causas íntimamente vinculadas, acumuladas para
el dictado de una sentencia única, y aunque tramiten indepen-
dientemente, si los actos realizados en una de ellas tienen efec-
tos determinantes en la otra, no puede admitirse una división
de la instancia, ni corresponde declarar la caducidad en forma
independiente en cada caso.
En otro sentido, si en el caso estamos en presencia de dos
causas acumuladas con la finalidad que constituyan un solo
juicio y sea terminado por una sola sentencia, se ha producido,
por consiguiente, una modificación no menor: pasando los pro-
cesos acumulados a formar parte de una litis mayor, con plu-
ralidad de objetos, al ser unificados en una sola relación proce-
sal.
Para PERRACHIONE, en el caso de la acumulación de procesos
los actos efectuados en uno de ellos tienen efecto interruptivo
en el término de la perención del otro315.
Si procede la consideración diferenciada del instituto, en
los supuestos de trámites incidentales como las tercerías, en
las que por su relación con el principal, no se quita a ninguno
de los procesos su autonomía, constituyen ellos por tanto, una
verdadera instancia independiente de la principal y, por ende,
susceptible de extinguirse por vía de caducidad en forma pun-
tual.

3.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA

3.4.1. Nacional

I) La denuncia por parte de la actora, de un nuevo domicilio de un code-


mandado, ante el fracaso de una anterior notificación, interrumpe la ca-
ducidad de la instancia en caso de un litisconsorcio pasivo necesario

315
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 83.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 235

[CNCiv., Sala E, 18/08/1970, “Fernández, Javier c/ Domínguez, Ramón”,


ED, 35-605].

II) En caso de litisconsorcio pasivo necesario, la interrupción de la cadu-


cidad respecto de uno de los demandados produce iguales efectos en rela-
ción a los otros litisconsortes [CNCiv., Sala E, 07/08/1970, Fallo 17.340,
ED, 35-602].

III) Si varias personas han sido demandadas fundadas en un único even-


to dañoso, existe un litisconsorcio pasivo necesario, por lo que la inactivi-
dad generadora de la caducidad de la instancia debe referirse a todos los
demandados, y activado el trámite contra uno de ellos, se interrumpe el
curso de ella para todos [CNCiv., Sala E, 02/02/1970, Fallo 17.340, ED,
35-602].

IV) Hay tantas acciones como sujetos sean demandados, y la circunstan-


cia de que exista entre ellos un litisconsorcio pasivo constituye una con-
tingencia que los une por razones de orden procesal desde un punto de
vista ritual, pero no necesariamente de fondo, por lo que la instancia pro-
cesal es divisible y la caducidad de la misma también lo es (del fallo de
primera instancia) [CNCom., Sala C, 23/08/1974, “Banco Provincia de
Córdoba c/ Guillén, Juan”, ED, 59-313].

V) La razón que se ha dado en doctrina para explicar la norma del art.


312 del Código Procesal —que regla los efectos de caducidad en caso de
litisconsorcio activo— es la unidad del proceso. Dicha unidad persiste
aun frente a la multiplicidad de partes, las variedades de litisconsorcios
o la distinta naturaleza del derecho invocado. Y ese principio de orden
general es el que fundamenta en caso de litisconsorcio pasivo una solu-
ción similar a la de la citada norma [CNCom., Sala C, 23/08/1974, “Ban-
co Provincia de Córdoba c/ Guillén, Juan”, ED, 59-313].

VI) La caducidad de la instancia puede ser declarada de oficio por el tri-


bunal aunque uno de los componentes del litisconsorcio pasivo no hubie-
se sido notificado, ya que el proceso que contiene la pretensión respecto de
varios codemandados, resulta, en el caso, indivisible [CNCom., Sala B,
16/09/1974, “Maita, Ricardo c/ Cousido, Pilar”, ED, 59-318].

VII) En caso de pluralidad de deudores, la caducidad de la instancia sólo


puede alcanzar a los que, al tiempo del acuse de perención, no habían sido
aún intimados de pago y citados de remate, pero no a los coejecutados que
no opusieron excepciones, respecto de los cuales la instancia quedó con-
236 LUIS R. CARRANZA TORRES

cluida, aun antes de dictarse sentencia [CNCom., Sala A, 21/05/1974,


“Bemaet, Silvio c/ Consormad S.A. y otros”, ED, 59-319].

VIII) Al ser única la instancia, el acuse de caducidad efectuado en debido


tiempo por un litisconsorte pasivo, beneficia al restante [CNCiv., Sala B,
23/10/1975, “Tarrico, Segundo c/ Peretti, Rodolfo”, ED, 65-442].

IX) La falta de planteamiento oportuno por uno de los litisconsortes pa-


sivos, respecto a las actuaciones posteriores al cumplimiento del plazo
de caducidad, no puede perjudicar el derecho de los otros de hacer valer la
ya producida [CNCiv., Sala B, 23/10/1975, “Tarrico, Segundo c/ Peretti,
Rodolfo”, ED, 65-442].

X) El consentimiento por uno de los litisconsortes pasivos necesarios, de


las actuaciones posteriores al cumplimiento del plazo de caducidad de
la instancia, no acompañado por el consentimiento del otro no purga la
caducidad ya producida, por cuanto la falta de planteamiento oportuno
de la cuestión por uno de ellos no puede perjudicar el derecho de los otros
de hacer valer la caducidad ya producida. En tal situación como el proceso
no podría avanzar sin la intervención de todos los litisconsortes, su extin-
ción debe producirse con relación a todos [CNCiv., Sala C, 07/10/1975,
“Verbisky, Ernesto c/ Oliver, Alberto”, ED, 65-443].

XI) En los casos de litisconsorcio pasivo necesario la interrupción del cur-


so de la caducidad de la instancia contra uno de los codemandados impi-
de que ella se produzca con relación a los demás [CNCiv., Sala C, 07/10/
1975, “Verbisky, Ernesto c/ Oliver, Alberto”, ED, 65-443].

XII) No obsta a la perención el hecho de que medie pluralidad de deman-


dados, pues en tal circunstancia el supuesto fáctico de perención —aban-
dono o inactividad procesal— puede darse en forma independiente para
cada uno de ellos, ya que no todos los actos procesales se cumplen colecti-
vamente, y si esa pluralidad de demandados constituye un litisconsorcio
voluntario, nada obsta a que se decrete la caducidad parcial del proceso,
ya que ellos han sido traídos a un mismo juicio por un acto voluntario del
accionante y no por una exigencia constitucional de la relación procesal
válida, de tal modo que el proceso puede concluir para uno y continuar
para otros [CNCom., Sala D, 26/05/1977, “Reinchenbach, Benjamín c/
Coquibus, Héctor”, ED, 74-372].

XIII) En los casos de litisconsorcio pasivo necesario, la interrupción del


curso de la caducidad de la segunda instancia efectuada por uno de los
codemandados impide que se produzca con relación a los restantes, no
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 237

siendo ello más que una aplicación del principio de la indivisibilidad de


la instancia que consagra el art. 312 del Código Procesal, en cuanto esta-
blece que el impulso del procedimiento a los restantes [CNCiv., Sala E,
07/12/ 1978, en autos “Gurowicz de Iorio Losa, Dora c/ Iorio, Juan C.”, ED
digital].

XIV) Aunque aparentemente el art. 312 pareciera contemplar solamente


el caso del litisconsorcio activo, el principio de la indivisibilidad de la
instancia determina su aplicabilidad a los supuestos de existir plurali-
dad de sujetos demandados. Mediando litisconsorcio pasivo, concluye,
los actos de impulso ejecutados contra uno o varios de los demandados
revisten suficiente virtualidad para interrumpir el curso de la caducidad
con relación a los restantes [CNCiv., Sala F, 13/09/1979, “Catapano,
Cayetano c/ Scarmato, José”, ED, 85-640].

XV) El diligenciamiento de la cédula de notificación a uno de los deman-


dados es acto con entidad suficiente para impulsar el procedimiento e in-
terrumpir el término de la caducidad de la instancia respecto del code-
mandado incidentista que integra un litisconsorcio pasivo [Cámara Fed.
de Córdoba, Sala Civ. y Com., 26/09/1980, “Jullerat, Luis R. c/ Obras Sa-
nitarias de la Nación y otro”, ED digital].

XVI) La suspensión del proceso que establece el art. 89 del Código Proce-
sal sólo aparentemente puede considerarse a los fines de la perención de
instancia, pues la carga de activar la citación para la que se ha dejado en
suspenso el procedimiento, subsiste [CNCiv., Sala C, 27/11/1984,
“Friederich, Carlos c/ Trongé, Carlos”, ED, 112-657].

XVII) El proceso es único y la instancia, por lo tanto, también lo es, por lo


que el acto o los actos interruptivos realizados por un litisconsorte activo
o pasivo mantienen la actividad procesal e impiden, en consecuencia, la
caducidad de la instancia, sea puesto que suponer lo contrario implicaría
violar el principio de igualdad entre las partes. Hay una suerte de solida-
ridad procesal que, una vez establecida, no puede romperse [CSJN, 15/
04/1986, “Banco de Intercambio Regional S.A., en liquidación c/ Santa
Fe, Provincia de y otros”, ED digital].

XVIII) Mediando litisconsorcio pasivo, los actos impulsivos ejecutados


contra uno o varios de los demandados revisten suficiente virtualidad
para interrumpir el curso de la caducidad con relación a los restantes
[CNCom., Sala B, 21/02/1985, “Ossipoff, Simón”, ED, 116-620].
238 LUIS R. CARRANZA TORRES

XIX) El litisconsorte que consiente un trámite y que de esa manera impi-


de que haya caducidad de la instancia a su respecto, automáticamente
esta impidiendo también que la haya respecto de los demás litisconsor-
tes; de otro modo habría divisibilidad de la perención, lo que la ley recha-
za [CNCom., Sala B, 21/02/1985, “Ossipoff, Simón”, ED, 116-620].

XX) Si la documentación base de un juicio ejecutivo fueron cheques, no


existe un litisconsorcio pasivo necesario, sino facultativo, manteniendo
así cada deudor su individualidad jurídica por ende la caducidad de ins-
tancia declarada contra uno de los coejecutados no alcanzará a los otros
coejecutados respecto de los cuales la instancia haya quedado agotada
[CNCom., Sala B, 30/12/1988, “Dujan, Luis c/ Galini, Felix”, ED, 134-
785].

3.4.2. Provincial

I) Es verdad que la instancia es indivisible, así como que tal carácter se


pone en juego en los supuestos de litisconsorcio, pues mientras integren
un mismo frente en la contienda judicial el impulso de uno de los litiscon-
sortes beneficia a los demás, pero cualquiera sea su naturaleza, cada
uno de los sujetos activos o pasivos que lo integran gozan de autonomía
de gestión dentro de un proceso único; de tal manera que los plazos que no
revisten carácter común se computan individualmente en relación a cada
uno de ellos, salvo en la hipótesis de que los litisconsortes hayan unifica-
do la personería; más tratándose de un litisconsorcio pasivo facultativo,
como es el caso de autos en que uno de los codemandados asumió la con-
dición de deudor solidario y principal pagador, el proceso puede concluir
para uno o algunos de los litisconsortes y proseguir con relación a los de-
más [Cámara Civ., Com., Trab. y Cont.-Adm. de Villa Dolores, A.I. Nº 16
del 27/03/2002, “Berguio de Altamirano, Esther c/ Adela Fernández y
otro - P.V.E.”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 521].

II) Cuando los litisconsortes sean demandados y se desista de la deman-


da o se celebre transacción respecto de uno o con unos solamente, tales
actos valdrán únicamente respecto de estos y no perjudicaría el proceso
de los demás, si se trata de litis consortes voluntarios. Por ello resulta
ajustada a derecho la conclusión del a quo de haber operado la virtual di-
visión e independencia de la instancia originariamente indivisible, res-
pecto de cada uno de los demandados, aserto que el a quo funda esencial-
mente en que el acuerdo transaccional de la actora con uno de los
co-demandados sobre la que recayó sentencia homologatoria equipara-
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 239

ble a una sentencia definitiva. En ese marco, deviene también correcta la


descalificación como acto impulsorio idóneo con capacidad interruptiva
del curso de la perención, de la notificación del acuerdo homologado al co-
demandado que no tuvo ninguna participación en el mismo [Cámara
Civ., Com., Trab. y Cont.-Adm. de Villa Dolores, A.I. Nº 16 del 27/03/
2002, “Berguio de Altamirano, Esther c/ Adela Fernández y otro - P.V.E.”,
Zeus Córdoba, t. 1, p. 521].

III) Cualquiera de los sujetos que integran el litis consorcio pasivo puede
acusar el acaecimiento del plazo de perención y solicitar la aplicación en
autos de su normativa, circunstancia que beneficia a los restantes litis-
consortes en virtud del principio de “indivisibilidad” o “unidad” de ins-
tancia [Cámara Civ. y Com. de Bell Ville, 28/06/2006, en autos “Paez,
Mariano c/ Ramaciotti, Darío y otro”. Fuente: archivo del autor].

IV) La circunstancia de que se sustancie una contrademanda junto con la


demanda no obsta a la valoración independiente de esta última, a los
efectos de considerar su perención, en función del principio de la
divisibilidad de la instancia inherente a cada acción autónoma [Cámara
8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de los Dres. Zavala de González y
Napolitano, A.I. Nº 193 del 19/06/1998, en autos “Mainardi Primo Remo
c/ Renato Perona - ordinario”, Archivo de Foro de Córdoba].

V) El principio de la indivisibilidad de la instancia se pone en juego en los


casos de litisconsorcio. Pero no resulta incompatible con la posibilidad de
perimir los recursos por separado [Cámara Civ., Com., Flia. y Cont.-
Adm. de Villa Dolores, A.I. Nº 107 del 12/11/1997, en autos “Gauna, Luis
c/ Czmola, Juan”, Semanario Jurídico, t. 79, p. 191].
Capítulo 4
SUPUESTOS DE IMPROCEDENCIA
DEL INSTITUTO

4.1. NORMA NACIONAL


Art. 313. Improcedencia. No se producirá la caducidad:
1. En los procedimientos de ejecución de sentencia, salvo si se tratare de
incidentes que no guardaren relación estricta con la ejecución procesal
forzada propiamente dicha.
2. En los procesos sucesorios y, en general, en los voluntarios, salvo en los
incidentes y juicios incidentales que en ellos se suscitaren.
3. Cuando los procesos estuvieren pendientes de alguna resolución y la
demora en dictarla fuere imputable al tribunal, o la prosecución del trá-
mite dependiere de una actividad que este Código o las reglamentacio-
nes de superintendencia imponen al secretario o al oficial primero.
4. Si se hubiere llamado autos para sentencia, salvo si se dispusiere prue-
ba de oficio; cuando su producción dependiere de la actividad de las par-
tes, la carga de impulsar el procedimiento existirá desde el momento en
que estas tomaren conocimiento de las medidas ordenadas.

4.2. NORMA PROVINCIAL


Art. 342. Casos en que no opera. No se producirá la perención:
1) En el procedimiento de ejecución de sentencia, salvo en los incidentes.
2) En el trámite de la declaratoria de herederos, en el juicio sucesorio y
actos de jurisdicción voluntaria, salvo las cuestiones incidentales que en
ellos se planteen.
3) Cuando la causa se encuentre en estado de dictar alguna resolución.
242 LUIS R. CARRANZA TORRES

4.3. COMENTARIO

4.3.1. Aspectos generales respecto de la


improcedencia de la aplicación del instituto

La perención de instancia no resulta un elemento procesal


formal, o que se halle supeditado únicamente al acaecimiento
de circunstancias meramente objetivas circunscriptas al tiem-
po o a la realización de alguna actividad impulsoria. Desde que,
en esencia, es una presunción de abandono a partir de la inac-
tividad continuada por cierto tiempo, no toda inactividad re-
sulta hábil a los efectos de declarar operada la perención, sino
tan sólo aquella que es, además, injustificada.
Se torna, por tanto, improcedente la aplicación del institu-
to cuando mediaran impedimentos a las partes para la activa-
ción del proceso, o ellas estuviesen imposibilitadas jurídica o
materialmente de activar el proceso316.
Habida cuenta de su naturaleza presuncional, corre a car-
go de la parte inactiva, contra la que se acuse la caducidad de
la instancia, acreditar que tal ausencia de actividad no le resul-
ta imputable. Pero si dicha evidencia en contrario surgiese de
los mismos actuados, o fuera de público y notorio conocimien-
to, debe ser considerada por el juzgador de oficio.
Es, asimismo, principio recibido que el instituto de la peren-
ción, por su aptitud aniquiladora de derechos, debe actuarse
con suma prudencia y criterio restrictivo acorde con la ratio
legis del sistema, vale decir que con su uso debe apuntarse a
prevenir la innecesaria demora o suspensión de los procedi-
mientos, por lo que su aplicación requiere la evidencia de una
actitud renuente y proclive a producir lo que, precisamente, se
busca evitar con su aplicación.
No corresponde decretar, por tanto, la caducidad de la ins-
tancia cuando el próposito de impulsar el proceso resulta cla-

316
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, ps. 276 y 277.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 243

ro a través de los escritos presentados, siendo insuficientes para


restarles eficacia los defectos rituales que estos pudieran come-
ter. La actividad procesal útil para la prosecución del trámite
que desarrolle la parte en cumplimiento de la intimación efec-
tuada por el tribunal de origen ha de ser valorada con razonabi-
lidad y criterio amplio, apartado de lo puramente ritual.

4.3.2. Improcedencia en la etapa de ejecución de


sentencia

En la etapa procesal correspondiente a la ejecución de sen-


tencia, se halla excluida la caducidad de la instancia. Es decir,
si el juicio ha terminado por sentencia no perime y debe cum-
plirse, sin importar la demora que pudiera existir en la ejecu-
ción de la misma.
La inaplicabilidad del instituto en la etapa de ejecución de
sentencia se funda, en opinión de PALACIO, no en el hecho que la
instancia se extinga a raíz de adquirir carácter firme la senten-
cia definitiva, sino en la consideración de que ésta soluciona el
conflicto que motivó la pretensión procesal y hace desaparecer,
en lo esencial, la inseguridad y discordia provocadas por el con-
tencioso de la cuestión litigiosa317.
Tal improcedencia de la perención, no excluye que se ope-
re la prescripción, pues cuando la interrupción de su curso se
produjo por demanda, comienza a correr un nuevo plazo des-
de la notificación que la acogió, pero sin conexión con el que
regía para la primitiva pretensión, pues el de la actio judicatia
fundada en la sentencia se rige por el plazo de diez años del art.
4023 del Código Civil. Debiendo considerarse que todo acto de
impulso, que en el período anterior interrumpe la perención,
produce análogo efecto con relación a la prescripción318.

317
PALACIO, Lino, Derecho procesal civil, t. IV, p. 247.
318
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 304.
244 LUIS R. CARRANZA TORRES

4.3.3. Incidentes de la ejecución de sentencia

En el orden nacional, pueden perimir únicamente aquellos


que no guarden relación estricta con la ejecución forzada. La
presencia de los términos “relación estricta”, nos lleva a adop-
tar un patrón de rigurosidad para exceptuar de la perención,
debiendo estar a la aplicabilidad del instituto en caso de duda,
desde que aquí el principio pro instantia queda desplazado por
una normativa particular.
En el orden provincial, en cambio, sí perimen los incidentes
de dicha etapa, sin distinción alguna, desde que la norma respec-
tiva no contiene la limitación del art. 313, inc. 1, del CPCCN.

4.3.4. Perención en la etapa de determinación del


quantum debeatur

Aun cuando haya sentencia recaída en autos, si se difirió la


determinación del quantum debeatur para una etapa poste-
rior, no hay propiamente una etapa de ejecución de sentencia,
por lo que procede la aplicación de la perención, ya que concep-
tualmente, sólo es posible hablar de ejecución de sentencia
cuando se persigue el pago de una suma líquida establecida en
juicio por un resolutorio de fondo, o al cumplimiento de una
condena en especie, en iguales condiciones respecto de su tí-
tulo.
A este respecto, VENICA319 nos dice que resulta procedente la
perención por la inactividad en el trámite referido a la deter-
minación de la cuantía de una condena a abonar frutos, intere-
ses o daños y perjuicios y en aquellos supuestos en que es apli-
cable el mismo trámite procesal, a fin de fijar un monto de
dinero.

319
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 303.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 245

4.3.5. Procesos sin litis (no contenciosos) o donde se


debaten intereses de naturaleza pública (litis
publicae)

En atención a las características de la perención, ya refe-


ridas en el primer capítulo, sólo opera en los procesos contencio-
sos, determinando en consecuencia su improcedencia cuando se
trate de procesos voluntarios, en tanto se conserven como ta-
les y no se transformen en contenciosos, total o parcialmente,
inclusive por cuestiones incidentales, ya que en la medida que
exista controversia, cabe la posibilidad de perención320.

4.3.6. Improcedencia por pendencia de resolución o


actividad del tribunal

Encontrándose los autos en estado de dictar alguna resolu-


ción, cesa la carga de la parte de impulsar el proceso, toda vez
que la factibilidad de realizar dicha actividad se desplaza al tri-
bunal, no pudiendo ser suplida la actividad de tal órgano por
la actuación de los litigantes.
Vale decir entonces, que estamos frente a un supuesto de
imposibilidad jurídica, que torna inaplicable el instituto. En ta-
les circunstancias, cuando la causa se halla en condiciones de
ser resuelta, no corresponde declarar caduca la instancia.
Dos son por tanto, las exigencias que deben concurrir en la
situación para configurar el presente supuesto de improceden-
cia: que el proceso se halle supeditado en su avance a una reso-
lución o actividad del tribunal y que la demora en dictarla sea
imputable al mismo.

320
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Córdoba - Ley 8465, t. III, p. 305. Citando como ejemplos en el proceso sucesorio,
la discusión sobre la calidad de heredero, sobre la inclusión o exclusión de de-
terminados bienes, o respecto del avalúo o partición.
246 LUIS R. CARRANZA TORRES

4.3.7. Pendencia de resolución judicial

La carga de impulso procesal cesa cuanto el trámite estuvie-


ra pendiente de una resolución del tribunal, por lo que mal
puede acaecer en tal supuesto la perención. A este respecto no
debe perderse de vista que, solamente estará en dicha situa-
ción cuando se hayan cumplido todos los pasos previos para
ello, faltando únicamente la emisión del decisorio. En el caso
de decretos y simples resoluciones, es suficiente con que medie
petición de parte, ya que no sería razonable imponer al peticio-
nante la continua reiteración frente a la inactividad jurisdiccio-
nal. Pues hecho un pedido que impulsa el trámite, se interrum-
pe el plazo de la perención, no reanudándose hasta que haya
una respuesta del órgano judicial. En el caso de estar previsto
el decreto de autos como paso necesario y previo del acto reso-
lutorio, éste debe ser pedido en virtud del principio dispositi-
vo de nuestro ordenamiento provincial. En el orden nacional,
la cuestión es más discutible, como se verá en el punto siguien-
te.
Si el decreto de autos no corresponde, en tal caso la causa se
encuentra en estado de dictar resolución automáticamente pro-
ducido un acto de parte o vencido un plazo, aun cuando se hubie-
ra puesto, por rutina, el decreto de autos. Siempre, claro está,
que no hubiese algún acto pendiente o se hubiera ordenado
alguna notificación por parte del tribunal321.

4.3.8. Llamamiento de autos

No procederá la caducidad luego del llamamiento de autos,


salvo que se dispusiera prueba de oficio (medidas de mejor
proveer, por ejemplo) y los actos respectivos, dependieran a su

321
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, ps. 306-311. A quien hemos seguido en el desarrollo del
punto.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 247

vez, de la actividad de las partes. Ello pues, en principio, con


el “autos para sentencia” cesar la carga de impulso procesal de
las partes, en tanto no haya sido dejado sin efecto322.
No se trata de un supuesto de suspensión de la perención,
sino que el propio decreto de autos la interrumpe, pero sin que
se reanude el término hasta que se dicte la resolución del caso.
Incluso, la decisión en sí misma es otro acto interruptivo323.
En la cuestión cabe diferenciar en cuanto al momento que
cesa la carga de impulso de parte: en el sistema nacional des-
de la resolución respectiva, por cuanto su notificación es deber
del tribunal y en el ordenamiento procesal provincial, debe, en
cambio, estar notificada a todas las partes.
Asimismo, tanto en el Código nacional cuanto en el provin-
cial, se ha discutido si arribado el proceso al momento corres-
pondiente, resulta un deber oficioso del tribunal el dictado del
llamamiento de autos. En el orden provincial, la mayoría se
inclina por la postura negativa. En el orden nacional, las posi-
ciones se hallan divididas, pero la existencia en el art. 36, inc.
1 del CPCCN, del deber del juzgador de tomar efecto todos los
actos a fin de hacer avanzar el proceso de etapa en etapa, “dis-
poniendo de oficio las medidas necesarias”, pareciera que lle-
va a concluir que se halla dentro de las actividades producibles
de oficio.

4.3.9. Demanda presentada sin proveer

Como ya se expusiera en el primer capítulo, una vez pre-


sentada la demanda, el tribunal tiene el deber de proveerla,
por lo que el incumplimiento de tal extremo no autoriza al

322
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, ps. 276 y 277.
323
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, ps. 305 y 306.
248 LUIS R. CARRANZA TORRES

demandado a pedir la perención, ya que la causa se encuentra


en estado de dictar una resolución324.

4.3.10. Falta de actividad del tribunal o sus auxiliares


La demora del tribunal o sus auxiliares de efectuar actos
materiales de trámite, en especial, remisiones del expedien-
te dentro o fuera de la estructura de justicia, no es un supues-
to de improcedencia de la caducidad, desde que la obligación
a cargo de tales funcionarios o empleados judiciales, no releva
a la parte interesada en su cumplimiento del deber de urgirlas325.

Actividad procesal a cargo del Tribunal. Improcedencia de la


perención de instancia

N. 637. XXXVIII. “Neuquén, Provincia del c/ Estado Nacional s/ acción


declarativa”.

Buenos Aires, 26 de octubre de 2004.

Autos y Vistos; Considerando:

1) Que a fs. 53/54 la codemandada Administración de Parques Naciona-


les acusa la caducidad de la instancia por considerar que desde el 23 de
mayo de 2003 no se llevó a cabo acto alguno capaz de impulsar el procedi-
miento. Asimismo, manifiesta que no consiente ninguna actuación pos-
terior. Corrido el traslado pertinente, la actora pide su rechazo por las
razones expresadas a fs. 55/56.

2) Que la acusación no puede prosperar a poco que se repare que en estas


actuaciones se formó un incidente sobre medida cautelar, que tramitó
por separado, y que fue remitido a la Procuración General de la Nación a
fin de que se expidiera acerca de la competencia. A partir de allí la activi-
dad procesal estaba a cargo del Tribunal, circunstancia por la cual no
puede sancionarse con la caducidad a quien se encontraba desligado de

324
GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo, “Panorama actual y perpectivas de la perención
de instancia”, ob. cit., p. 64.
325
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 311.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 249

esa carga en la medida en que no resultaba necesaria petición ni pre-


sentación alguna de su parte (arg. art. 313, inc. 3, del CPCCN).

3) Que, por lo expuesto, en estas actuaciones no ha transcurrido el plazo


previsto por el art. 310, inc. 1, del Código citado.
Por ello, se resuelve: Rechazar el pedido de declaración de caducidad de
la instancia. Costas por su orden porque la incidentista pudo considerar-
se con razón para efectuar el planteo por ignorar la existencia del inci-
dente a que se hace referencia en el considerando 2° (arts. 68, segundo
párrafo, y 69, del Código de rito). Notifíquese.

Enrique Santiago Petracchi - Augusto César Belluscio (según su voto) -


Carlos S. Fayt - Antonio Boggiano - Juan Carlos Maqueda - E. Raúl Zaffa-
roni.

Voto del Sr. vicepresidente doctor don Augusto César Belluscio

Considerando:

1) Que a fs. 53/54 la codemandada Administración de Parques Naciona-


les acusa la caducidad de la instancia por considerar que desde el 23 de
mayo de 2003 no se llevó a cabo acto alguno capaz de impulsar el procedi-
miento. Asimismo, manifiesta que no consiente ninguna actuación pos-
terior. Corrido el traslado pertinente, la actora pide su rechazo por las
razones expresadas a fs. 55/56.

2) Que para fundar su petición la incidentista computa el plazo de la peren-


ción de la instancia a partir de la providencia firmada por el secretario a fs.
46 vta., en la cual se dispone indebidamente el traslado de la demanda sin
tener a la vista el dictamen de la Procuración General de la Nación y sin que
la Corte declarase previamente su competencia para entender en el caso.

3) Que la providencia de fs. 12 del incidente sobre medida cautelar, me-


diante la cual se ordenó la formación de dicho incidente y se dio vista al
señor Procurador General, fue erróneamente agregada a aquél puesto
que correspondía a las actuaciones principales. Por ese motivo, el dicta-
men del Ministerio Público sobre la competencia originaria de la Corte
también se agregó a tal incidente, en el cual igualmente obra la resolución
del Tribunal que declara dicha competencia y manda correr traslado de la
demanda (fs. 15/17).

4) Que en esas condiciones, el plazo de caducidad de la instancia única-


mente podía correr a partir de la fecha de esa resolución (18 de diciembre
250 LUIS R. CARRANZA TORRES

de 2003), que constituyó la única orden de traslado dictada regularmen-


te, pues hasta entonces la parte actora pudo estar aguardando el debido
pronunciamiento de la Corte sobre su competencia sin advertir el trasla-
do indebidamente conferido. De tal modo, el plazo no se hallaba cumpli-
do al ser presentada la acusación de caducidad (2 de abril de 2004).

5) Que a pesar de que corresponde rechazar el pedido de la codemandada,


las costas del incidente deben correr por su orden ya que su confusión
queda plenamente justificada por los errores procedimentales que
trasunta la tramitación de los autos principales y del incidente, que no le
son imputables y, por tanto, no pueden hacerle cargar con la responsabi-
lidad por los gastos en que la parte actora haya incurrido. En efecto, la
observación objetiva de los primeros hacía aparecer como realmente
acaecida la caducidad.

Por ello, se resuelve: Rechazar el pedido de declaración de la caducidad


de la instancia. Costas por su orden. Notifíquese.

Augusto César Belluscio.

4.3.11. Improcedencia por ausencia de litis

Siendo una condición necesaria para la viabilidad del insti-


tuto que exista una instancia, es decir, una litis sometida a de-
cisión judicial, resulta improcedente su aplicación respecto de
los procesos sucesorios y, en general, los voluntarios en los que
no mediare controversia326.
Salvo cuando en ellos se haya suscitado una controversia par-
ticular, ya que en dicha hipótesis existe una litis suceptible de
perimir, pero circunscripta en sus efectos a la cuestión discutida.

4.3.12. Improcedencia por conclusión de litis

No procede la declaración de perención cuando el trámite


procesal se hallare concluído, aun frente al supuesto de actos

326
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
Astrea, Buenos Aires, 1999, p. 320.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 251

de las partes extrajudiciales, cumplidos fuera del expediente


e incluso no denunciados luego en el juicio, ya que si el presu-
puesto de la perención es la situación litigiosa, la ausencia so-
breviviente de ella deshabilita la utilización de esa forma anormal
de conclusión del proceso, desde que este se halla terminado.
En este sentido, la Sala A de la Cámara Nacional en lo Co-
mercial, entendió en un interesante fallo327, que habiendo me-
diado un acuerdo extrajudicial de partes en el que se ponía fin
al pleito, devenía en improcedente la aplicación en tales autos
de la perención de instancia.
Tal postura se entendía la única procedente, máxime cuan-
do de la documentación acercada frente al planteo de caducidad,
surgía claramente la acreditación de los importes que habían
dado motivo al pleito en bonos, habiéndose establecido que ello
implicaba el desistimiento por parte de la actora de los derechos
que le pudieren corresponder, comprometiéndose a desistir de
cualquier reclamo judicial iniciado.
Es por ello que si bien la parte accionante pudo haber desis-
tido de la acción luego de ser devueltos los autos al Juzgado, lo
cierto es que la demandada tampoco obró diligentemente, ya que
en el referido acuerdo se había consignado que debía la actora
presentar en el juzgado correspondiente el escrito de desisti-
miento. Acto que no realizó y que tampoco se le urgió a producir.
Pero el incumplimiento de dicha carga en tiempo oportuno,
se entendió, de parte del tribunal, que no puede en forma algu-
na importar para la demandada la habilitación para plantear
la caducidad de instancia respecto de una situación ya cerra-
da , ya que con ello:

“[...] lo único que traduce es un interés en generar honorarios mas allá


de la real situación en la que se encontraban las partes”.

327
CNCom., Sala A, 30/06/2005, en autos “Minuzzi, Rolando Silvio c/ Banca
Nazionale del Lavoro S.A. s/ sumarísimo”.
252 LUIS R. CARRANZA TORRES

A ello se sumaba que la actora no había litigado sin razón, y


ello se ve demostrado por el hecho de que el desistimiento obe-
deció al acuerdo que arribaran las partes, en donde se reconoce
la existencia de un derecho crediticio a favor de la accionante.
Máxime cuando ante la inacción de la actora en acompañar
la aceptación de la oferta de bonos CEDRO propuesta por la
demandada, bien pudo esta suplirla denunciando el acuerdo,
agregando los elementos correspondientes y solicitando el ar-
chivo de la causa, cosa que no hizo y en su lugar acusó la caduci-
dad de instancia328. Por lo que mal puede hacerse lugar a ella.

No puede computarse el plazo para determinar si se produjo o no la cadu-


cidad de instancia desde la fecha de la Resolución dictada de oficio por el
Juzgado, a través de la cual se declaró la nulidad de todas las actuaciones
y resoluciones y se retrotrajo el procedimiento a la providencia por la que
se dio por iniciada la demanda, teniendo en cuenta que la Resolución de-
claratoria de la nulidad recayó después de haber quedado firme la provi-
dencia de “autos para sentencia”, con lo cual se alteró totalmente el esta-
do procesal en el que quedó el juicio.
Tribunal de Apelación, Segunda Sala. Encarnación, A.I. N° 331 del 23/
12/1997, en autos “María del Carmen Mora de Da Silva c/ Pedro Pablo
Centurión y Antonio Da Silva s/ acción autónoma de nulidad”.

4.3.13. Medidas de pruebas sujetas a término mayor


al de perención

No corresponde tener por operada la caducidad de instancia,


aunque haya pasado el lapso pertinente desde la última diligen-
cia idónea, si se hallan pendientes las diligencias probatorias
para cuya realización se fijó una fecha posterior a la época en que
se cumpliría el término de la perención de instancia.
Ello pues hay, por el motivo que fuere (sobrecarga de tareas
del tribunal, etc.), una causal extraña a la voluntad de la parte
que no permite su avance antes de tal fecha.

328
CNCom., Sala A, 30/06/2005, en autos “Minuzzi, Rolando Silvio c/ Banca
Nazionale del Lavoro S.A. s/ sumarísimo”.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 253

4.3.14. Medidas para mejor proveer o similares


dictadas luego del llamado de autos para resolver

Toda resolución del tribunal dada luego del llamado de au-


tos, que no implique la resolución de fondo de la cuestión, y
que suponga una actividad de parte, no hace reanudar el pla-
zo de perención sino desde que éstos toman conocimiento de
ella. Ya que, como nos dice GONZÁLEZ ZAMAR, resultando la carga
de instar, correlativa a una postulación o petición de parte, con
el dictado del proveído que dispone medidas para mejor proveer,
“[...] no hay instancia abierta ni plazo de perención en curso, pues no
hay nada que instar, por lo que no puede tener lugar la perención”329.

4.3.15. Suspensiones procesales en curso

Si el proceso se encuentra suspendido por aplicación de algu-


na norma procesal (v.gr., art. 193 del CPCCN o art. 14 del CPCCP),
u otra razón similar, no es posible solicitar o decretar la cadu-
cidad de la instancia en tanto dicha situación se mantenga.

4.3.16. Improcedencia del pedido por existir costas


incidentales pendientes

No procede el planteo de la perención, si el solicitante la


acusa sin depositar en el mismo acto el importe correspondien-
te a las costas cuyo pago le fue impuesto en el auto interlocu-
torio dictado anteriormente. Ya que no observó el requisito de
admisibilidad formal de la pretensión incidental que establece
tanto el Código nacional cuanto el provincial330; por lo que dicha pre-
tensión en consecuencia no resulta válidamente formulada, y
por ello, es inidónea para obtener la providencia reclamada
que decrete la perención de la instancia. No hace variar tal cri-
terio, la circunstancia de que, posteriormente al pedido, se

329
GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo, “Panorama actual y perspectivas de la perención
de instancia”, ob. cit., ps. 77 y 78.
330
Art. 69, segundo párrafo, del CPCCN, y art. 134, segundo párrafo, del CPCCP.
254 LUIS R. CARRANZA TORRES

hubiese practicado el depósito en cuestión, por no purgar la


deficiencia que afectó al plantearse tal solicitud. Ya que la ley
es clara en la cuestión, impidiendo generar un nuevo inciden-
te hasta tanto no se abonen las costas del anterior. Por lo que tal
conducta debe ser previa, o en la más flexible de las interpreta-
ciones posibles, de manera simultánea a la solicitud. De paso
advertimos que la posibilidad de oposición al planteo no es hábil
mediando únicamente una decisión regulatoria, sino que debe
existir una suma líquida adeudada, ya sea por una planilla apro-
bada, o por haber el resolutorio establecido una suma dineraria.
Para FENOCHIETTO, si la resolución que aplicó las costas al
incidentista, omitió regularlas, en tal supuesto no es factible
su dación en pago o bien su embargo, en cuya hipótesis no se ha
privado al vencido de promover un nuevo incidente331.
Arbonés se ha pronunciado por la eliminación del instituto
regulado por el art. 134 del CPCCCba., toda vez que lo considera
violatorio del derecho de “acceso a la justicia” consagrado por
el art. 49 de la Constitución de la Provincia, toda vez que él in-
terpreta que el “acceso a la justicia” no debe confundirse con
el acceso a la “administración de justicia” —o sea el mero de-
recho a deducir una demanda— puesto que el “acceso a la jus-
ticia” debe interpretarse como “derecho a la sentencia”, pues
con ella es con la que se “hace justicia”. Si se enerva el dere-
cho a proseguir la instancia, se frustra el derecho supremo de
obtener del Estado una decisión pacificadora frente a un con-
flicto concreto de intereses con relevancia jurídica.

4.3.17. Desistimiento del acuse por conducta


posterior incompatible con el mismo

No procede la perención si luego de su acuse de caducidad,


su solicitante consintió diversos actos procesales, impulsados
por el actor, manifiestamente contradictorios con el manteni-

331
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Comentado, anotado y concordado con los códigos provinciales, t. I, Astrea, Bue-
nos Aires, 2001, p. 294.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 255

miento de su pretensión. Ya que frente a una conducta poste-


rior basada en actos propios libremente actuados y jurídica-
mente relevantes, que contradicen su pedido anterior, debe
tenerse al primero por desistido. Máxime, cuando la regla de
ponderación en la materia es que en la duda, ha de estarse por
la continuidad de la instancia.

4.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA

4.4.1. Nacional
I) No puede operarse la caducidad de la segunda instancia, si aún no ha
sido devuelta la cédula librada por Secretaría a fin de notificar la senten-
cia. Es que, si bien la segunda instancia se abre con la concesión del recurso,
a los fines de la caducidad no puede considerarse la primera concluida has-
ta tanto estén notificadas todas las partes intervinientes [CNCiv., Sala
H, 29/08/2000, “Anguita, Jesús A. c/ Fernández, Julio César s/ sumario”,
Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional Civil].

II) La inactividad de Secretaría al no elevar a la Cámara el expediente en


el cual se ha notificado a los litigantes, se ha concedido un recurso y re-
puesto el sellado, no produce la caducidad de la instancia [CNCiv., en
pleno, 12/12/1951, “Mascías de Lozardy Sa Pereira, Mercedes c/ Rico,
Fernando L.”, ED, 4-11].

III) Por estar en juego aspectos del trámite relacionados con la debida inte-
gración de las partes en el pleito, la continuidad del procedimiento depen-
día de la resolución del incidente de nulidad en un sentido u otro, de modo
que al haberse sustanciado la cuestión con audiencia de la contraria, al
juzgador le correspondía decidirla y la demora en hacerlo no podía afectar
a la demandante. Que por lo tanto, al fallar sobre el pedido de caducidad en
el principal no debió prescindirse del alcance con que la actora había soli-
citado la suspensión de los plazos e integración de la litis en el incidente,
pues la carga de activar el procedimiento debe ser interpretada en función
de los trámites razonablemente exigibles, sin que corresponda requerir al
profesional una mayor diligencia cuando la demora no resulta sino impu-
table al juzgado [CSJN, 21/05/2002, “Costa Perktold, Ana María c/ Fer-
nández, Robustiano y otros”, Secretaría de Investigación de Derecho Com-
parado y Bibliotecas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación].

IV) El planteo de caducidad que tuvo acogimiento posterior fue efectuado


por la demandada cuando estaba pendiente de resolución la nulidad de-
256 LUIS R. CARRANZA TORRES

ducida por su contraria, de modo que los plazos no podían correrle en la


forma admitida por estar condicionados por la decisión previa de dicha
incidencia [CSJN, 21/05/2002, “Costa Perktold, Ana María c/ Fernán-
dez, Robustiano y otros”, Secretaría de Investigación de Derecho Compa-
rado y Bibliotecas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación].

V) El proceso civil no puede ser conducido en términos estrictamente for-


males pues no se trata ciertamente del cumplimiento de ritos capricho-
sos, sino del desarrollo de procedimientos destinados al establecimiento
de la verdad jurídica objetiva que es su norte [CSJN, 21/05/2002, “Costa
Perktold, Ana María c/ Fernández, Robustiano y otros”, Secretaría de
Investigación de Derecho Comparado y Bibliotecas de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación].

VI) Corresponde declarar la caducidad de la instancia con respecto al


recurso de apelación si el apelante no urgió la elevación de los autos la
que, si bien es una diligencia a cargo de la Secretaría, no constituye la ex-
cepción a que la parte lo impulse [CNCiv., Sala F, 12/03/1963, “Toros,
Ángel, Witis, Héctor”, ED, 4-639].

VII) Para que la perención resulte improcedente por los motivos expresa-
dos en el art. 313, inc. 2, del CPCCN, la inactividad y su consiguiente de-
mora deben provenir del juez, incumbiendo a las partes velar para que el
expediente pase a estudio de este, so pena de acaecer la caducidad del
proceso [CNCiv., Sala F, 05/04/1977, en autos “Culligan, Ricardo c/
Dessein, Enrique”, ED, 74-370].

VIII) Si las partes llegaron a un acuerdo pidiendo su homologación, aunque


no se haya cumplido este último recaudo —puramente formal en la especie—
no corresponde tener por perimido el proceso, puesto que, en los hechos, debe
asimilarse la situación en que ha concluido la instancia por sentencia o a-
cuerdo de partes, supuestos en que no procede la perención [CNCiv., Sala B,
23/11/1979, “Kupperschmidt, Máxim c/ Wanrody, Esteban D.”, Secretaría
de Jurisprudencia de la Cámara Nacional Civil].

IX) El principio por el cual se reconoce la improcedencia de la caducidad de la


instancia en los supuestos en que el trámite del proceso se encuentra muy
avanzado, debe ceder en los casos en que no ha sido dictado el llamamiento
de autos para sentencia y se verifica un abandono del proceso, que demuestra
el desinterés del litigante por arribar a esa etapa [CNCiv., Sala A, 15/06/
1999, “Arias, Juan José c/ Cuberplast S.A. s/ daños y perjuicios”, ED digital].

X) Si devuelta la cédula de notificación del traslado del memorial, el juz-


gado tardó tres meses en tenerlo por contestado, tal demora es imputable
a los funcionarios del Tribunal, ya que, al recibir la cédula diligenciada
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 257

debieron disponer la elevación del expediente a la alzada y confeccionar


la nota correspondiente [CNCiv., Sala C, 27/05/1999, del voto de la mayo-
ría, Dres. Alterini y Galmarini, en autos “G., J. c/ D.F., U. s/ disminución
de cuota alimentaria”, ED digital].

XI) No obstante la carga impuesta al secretario o al prosecretario adminis-


trativo del Juzgado, prevista en el art. 313, inc. 3, del Código Procesal, di-
cha circunstancia no libera al interesado de la obligación de activar la ins-
tancia abierta con su recurso, pues lo contrario importaría exigir que
aquellos funcionarios revisen diariamente cada uno de los casilleros de la
Secretaría a fin de verificar si existe un expediente en condiciones de ser re-
mitido a la alzada, situación esta que no es la perseguida por la norma pro-
cesal citada [CNCiv., Sala C, 27/05/1999, disidencia del Dr. Posse Saguier,
en autos “G., J. c/ D.F., U. s/ disminución de cuota alimentaria”, ED digital].

XII) No cabe declarar la caducidad de la segunda instancia relativa al re-


curso de apelación deducido por la perito contadora contra su regulación
de honorarios practicada a su favor, pues, ya que el plazo de caducidad en
segunda instancia empieza a correr desde que la decisión cuestionada se
encuentra notificada a la totalidad de los interesados, cabe concluir que,
habiéndose cumplido la notificación de dicha regulación a la sindicatura
de la accionada el 20/08/2004, quien dedujo a su vez recurso de apelación
contra dichos emolumentos el 25/08/2004, por aplicación del plazo pre-
visto por el art. 310, inc. 2, del Código Procesal, no puede considerarse ope-
rado el acuse de perención que lleva cargo del 03/09/04 [CNCom., Sala E,
13/12/2004, en autos “Bunge Ceval S.A. c/ Herbert”, ED, 212-392].

XIII) La causa no se halla en estado de resolver, si una prueba informati-


va se halla pendiente de diligenciamiento, y también se encuentra pen-
diente la notificación a la concursado y al síndico del traslado de la pe-
ricia y se debe expedir el certificadoprevisto en el art. 56 de laLeydeConcursos
y Quiebras. [CN Com., Sala D, 25/04/2007, “Osplad s/ concurso preventivo s/
incidente de revisión por Braceras, Diana Lía”.ED, 26/10/2007, p. 6].

4.4.2. Provincial
I) Sólo la inactividad injustificada y voluntaria mantenida por el litigante
durante los términos establecidos por la ley acarrea la caducidad de las
instancias, de modo que ésta no puede realizarse cuando la ausencia de
actos de impulso se debe diversamente a la existencia de una situación so-
brevenida que inhibe a la parte a cuyo cargo se halla el impulso, de gestio-
nar la continuación del proceso [TSJ del Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº
66 del 17/05/2006, en autos “Municipalidad de Córdoba c/ Campos, Eduar-
do A. - apremio - rehace - recurso de casación”, Zeus Córdoba, t. 8, p. 519].
258 LUIS R. CARRANZA TORRES

II) El art. 342 del CPCC establece los supuestos en que no funciona la
caducidad de instancia, la que por resultar un modo anormal de termi-
nación del proceso, fundada en la presunción de abandono de aquél, debe
interpreterse con carácter restrictivo [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de
Córdoba, voto de la mayoría, Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/03/
2005, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y
otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 289]

III) Si la deuda en ejecución ha sido extinguida en virtud de un pago extraju-


dicial del crédito invocado por el accionante, es de extrema obviedad que
éste no podía seguir sustanciando el juicio ejecutivo, por quedar éste des-
provisto de la relación de derecho tributario que se ventilaba en su seno.
Establecido entonces el absoluto desinterés en que se encontraba la parte
actora de impeler el avance del proceso, es dable deducir que la carga de
impulso procesal dejó de gravitar sobre la accionante, cuya inactividad
durante el plazo de caducidad previsto por la ley procesal no podía enton-
ces causar la perención del juicio [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I.
Nº 66 del 17/05/2006, en autos “Municipalidad de Córdoba c/ Campos, Eduar-
do A. - apremio - rehace - recurso de casación”, Zeus Córdoba, t. 8, p. 519].

IV) El pago efectuado voluntariamente por el deudor, además de agotar


directamente el derecho de crédito del acreedor, repercute indirectamen-
te sobre la acción, la que también queda extinguida por desaparición del
interés que la justificaba, y ello es así por más que tal cumplimiento se
hubiese concretado fuera del ámbito del proceso judicial en curso y no se
lo hubiera denunciado oportunamente en el expediente antes de acusar
la perención. Así las cosas, por virtud de la ausencia de un gravamen ac-
tual en los derechos del accionado que derivase de la falta de una formal
definición del litigio, no es posible reconocer en el demandado un legítimo
interés en acusar y obtener la declaración de caducidad de la instancia
[TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 66 del 17/05/2006, en autos
“Municipalidad de Córdoba c/ Campos, Eduardo A. - apremio - rehace -
recurso de casación”, Zeus Córdoba, t. 8, p. 519].

V) Una vez dictada la resolución que provee la pretensión, la instancia


no es susceptible de perimir aunque luego el interesado se mantenga in-
activo, sin diligenciar la notificación pertinente durante el plazo que pre-
viene la ley [TSJ de Córdoba, Sala Electoral, A. Nº 30 del 07/06/2006, en
autos “Los Paraísos S.R.L. c/ Dirección General de Rentas (D.G.R.) - am-
paro - recurso de casación”, Zeus Córdoba, t. 9, p. 175].

VI) La petición de declaración perención de la instancia de casación for-


mulada por la actora recurrida no procede ya que al no haberse notificado
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 259

la concesión del recurso, no se ha reavivado la responsabilidad de la recu-


rrente de activar el trámite del proceso, y consecuentemente, no transcurre
el plazo de inactividad necesaria para que caduque la instancia [TSJ de
Córdoba, Sala Electoral, A. Nº 30 del 07/06/2006, en autos “Los Paraísos
S.R.L. c/ Dirección General de Rentas (D.G.R.) - amparo - recurso de casa-
ción”, Zeus Córdoba, t. 9, p. 175].

VII) Mal puede acusar la actora la negligencia del recurrente de instar el


trámite al no solicitar la elevación de las actuaciones al tribunal superior,
cuando la casacionista no fueanoticiada de la concesión del recurso, a pesar
que ése era el objeto del retiro del expediente por parte de la recurrida, cir-
cunstancia que impidió que surgiera la carga de impulsar el proceso en su
etapa recursiva extraordinaria [TSJ de Córdoba, Sala Electoral, A. Nº 30
del 07/06/2006, en autos “Los Paraísos S.R.L. c/ Dirección General de Ren-
tas (D.G.R.) - amparo - recurso de casación”, Zeus Córdoba, t. 9, p. 175].

VIII) No resulta admisible el pedido de perención formulado por la abo-


gada accionante si en el mismo acto no realizó depósito de las costas cuyo
pago le fue impuesto en el auto interlocutorio dictado anteriormente, en
razón de no observarse el requisito de admisibilidad formal de la preten-
sión incidental que establece el citado art. 134, segundo párrafo, del
CPCCP [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. N° 92 del 13/04/2005, en
autos “Municipalidad de Córdoba c/ Luis Alberto Ávalos y Ana María
Carmen Monayar - ejecutivo - recurso directo”, Expte. Letra “M” 23/03,
Fuente: archivo del autor].

IX) Corresponde desestimar la caducidad de instancia impetrada por el


accionante respecto del recurso de casación deducido por la demandada
con el argumento de que transcurrió sobradamente el plazo previsto por
la ley desde el auto interlocutorio que concedió el recurso, puesto que las
actuaciones pasaron a estudio de los magistrados a fin de resolver sobre
su admisión formal, cesando en consecuencia la carga de impulso que
incumbía al impugnante [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., del 28/07/
2005, en autos “Kessler, Oscar E.”, LL Cba., 2006-751].

X) Una vez dictada la resolución que concedió el recurso de casación, la


instancia no es susceptible de perimir aunque luego el interesado se
mantenga inactivo sin diligenciar la notificación pertinente durante el
plazo que previene la ley, puesto que aquél no reasume la carga de impul-
sar el procedimiento mientras no esté notificado de la resolución que
causa ese efecto, sin que ello signifique convalidar una inadmisible sus-
pensión sine die de la instancia porque cualquiera de los sujetos de la re-
lación procesal está habilitado para cumplir con la actividad de notificar
el pronunciamiento, lo que tendrá la virtud de acabar con el estado de
260 LUIS R. CARRANZA TORRES

suspensión y de rehabilitar en cabeza del litigante la carga del impulso


del procedimiento [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., 28/07/2005, en
autos “Kessler, Oscar E.”, LL Cba., 2006-751].

CUADRO COMPARATIVO Nº 2
IMPROCEDENCIA
Improcedencia Casos que no opera
en el CPCCN en el CPCC

No se producirá No se producirá
la caducidad. la perención.

1. En los procedimientos 1. En el procedimiento de


de ejecución de sentencia. ejecución de sentencia.

Excepción: salvo si se tratare de


Excepción: salvo
incidentes que no guarden relación
si se tratare de incidentes.
estricta con la ejecución forzada.

2. En la declaratoria
2. En los procesos sucesorios de herederos,
y en los voluntarios: en juicio sucesorio y actos
de jurisdicción voluntaria:

Excepción: salvo en los incidentes Excepción: salvo cuestiones


y juicios incidentales incidentales que
que en ellos se suscitaren. en ellos se planteen.

3. Procesos pendientes 3. Cuando la causa


de alguna resolución se encuentre
y la demora fuera imputable en estado de dictar
al Tribunal alguna resolución.
o pendiente de una actividad.

4. Llamamiento
de autos para sentencia.

Excepción: salvo
se disponga prueba de oficio.
Capítulo 5
LEGITIMACIÓN PASIVA

5.1. NORMA NACIONAL

Art. 314. Contra quiénes se opera. La caducidad se operará también


contra el Estado, los establecimientos públicos, los menores y cualquier
otra persona que no tuviere la libre administración de sus bienes, sin per-
juicio de la responsabilidad de sus administradores y representantes.
Esta disposición no se aplicará a los incapaces o ausentes que carecieren
de representación legal en el juicio.

5.1.1. Normas relacionadas

Art. 3966, CC. La prescripción corre contra los incapaces que tuvieren
representantes legales. Si carecieran de representación, se aplicará lo
dispuesto en el art. 3980.
262 LUIS R. CARRANZA TORRES

5.2. NORMA PROVINCIAL

Art. 344. Sujeto pasivo. La perención operará contra la contraparte, aun-


que ésta sea el Estado, los institutos públicos, los incapaces y cualquier
otra persona que no tenga la libre administración de sus bienes, sin perjui-
cio de la responsabilidad de sus administradores y representantes.
Esta disposición no se aplicará a los incapaces que carecieren de repre-
sentación legal.

5.3. COMENTARIO

5.3.1. Consecuencias respecto de las partes

Los efectos de la declaración de la perención perjudican, en


la generalidad, a la parte actora, recurrente o incidentista. Ello
pues la perención es la consecuencia procesal de la omisión de
la misma de instar la prosecución del trámite. Pese a que cual-
quiera de las partes puede realizar tal acto en tanto no se haya
solicitado el dictado de la perención, el Tribunal Superior de
Justicia, por ejemplo, en autos “Ochoa, H. c/ Municipalidad de
Cruz del Eje s/ contencioso-administrativo - perención de ins-
tancia” (véase “Jurisprudencia temática” al final del presente
capítulo) ha entendido que la carga procesal está en cabeza de
la actora, en todos los casos. Ello no es óbice, claro está, para que
las restantes partes la detenten como simple facultad. Ya que
éstas pueden también tener un interés en la prosecución del
juicio.
Como nos dice VENICA: “Ambas partes pueden activar los trá-
mites judiciales, pero sólo una de ellas soporta las consecuencias
de que permanezcan detenidos: la que resultaría perjudicada
por la declaración de instancia. Y ésta es la opuesta a la que la ley
le concede la facultad de acusar la perención [...]”332.

332
VENICA, Oscar Hugo, “Las resoluciones judiciales y la perención de instancia:
¿Se requiere la notificación? ¿Recreación de una norma derogada?”, ob. cit., p.
533.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 263

5.3.2. ¿Opera la perención “contra” alguien?

Entendemos que tanto la norma nacional cuanto la provin-


cial adolecen de defectos de redacción. Producida la perención,
ella proyecta sus efectos respecto de la litis, abarcando por tan-
to a todas las partes comprendidas en ella. No sólo las que par-
ticipan a título sustancial, sino también a las que se le relacio-
nan en virtud de una actuación procesal (letrados, peritos).
Lo que mal expresan tales normas, en realidad, son algunas
puntualizaciones respecto del alcance subjetivo que tiene el
instituto, en especial, respecto de quién debe cargar con las
consecuencias de esta terminación anómala del pleito, en par-
ticular con relación a la materia de las costas.

5.3.3. Mención de los organismos públicos

La caducidad opera igualmente, respecto del Estado y demás


entes públicos, intervengan tanto como persona del derecho pú-
blico, como cuando actúan como persona del derecho privado333.
Se persigue con ello evitar injustificados privilegios a favor del
Estado nacional, provincial o municipal, por lo que, a pesar de
resultar la concepción bicéfala de su personalidad jurídica, una
postura ampliamente superada, en ambas normas se remarca
que en nada obsta la aplicación del instituto, que actúe como per-
sona de derecho público o privado334.
Ya que como nos dice FALCÓN:
“La primera parte del artículo permanece en los Códigos como una re-
acción a situaciones ya superadas y con el solo objeto de evitar articu-
laciones que pudieran provocar un estado de duda”335.

333
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 277.
334
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
p. 320.
335
FALCÓN, Enrique M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Anotado.
Concordado. Comentado,t. II, p. 508.
264 LUIS R. CARRANZA TORRES

5.3.4. Imposibilidad respecto de incapaces sin


representación legal

Desde un punto de vista amplio, la imposibilidad material


de obrar se constituye en causa de inoponibilidad de la peren-
ción, por idénticas razones a las que resulta una causa de sus-
pensión del curso de la prescripción; es decir, por una elemen-
tal razón de preservación de la buena fe y equidad, que abarca
a todos los supuestos de cualquier proceso que fuere suscepti-
ble de perimir, sin distinción alguna.
Hay, por tanto, como nos dicen ROCA y GRIFFI, una correlación
de la presente norma con las normas de los arts. 3966 y 3980 del
Código Civil, conforme a las cuales en el caso del derecho sus-
tancial la prescripción solamente transcurre contra los inca-
paces con representación, regulándose en iguales términos la
situación análoga con relación a la caducidad de la instancia336.
Cabe destacar que dicho supuesto opera de modo objetivo,
sin tener incidencia la causa de la carencia de representación.
FALCÓN, citando a COLOMBO337, entiende que la inoponibilidad
de la perención no alcanza a menores o incapaces que tuviesen
designado defensor338.
Entendemos, de nuestra parte, que sólo pueden ser afecta-
dos por la perención si tuviesen tutor o curador designado, no
alcanzando la presencia de un defensor de oficio del ministe-
rio público. Ya que la norma, tanto nacional como provincial,
habla claramente de “representantes legales” y el defensor pú-
blico de menores o incapaces no ostenta tal carácter. Asimis-
mo dicha actuación procesal no es una representación propia-
mente dicha, ni suple a la legal (art. 59, CC). Y aun cuando la
cuestión fuera dudosa, habría de estar a la postura que fuese
más favorable a la protección del menor o incapaz.

336
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 277.
337
Código Procesal Civil y Comercial Nacional anotado y comentado, t. I, p. 495.
338
FALCÓN, Enrique M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Anotado.
Concordado. Comentado, t. II, p. 508.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 265

Por todas las antedichas razones es que no alcanza con la


presencia del defensor del ministerio público para aplicar la
norma, siendo solamente la presencia de un representante
legal, tutor o curador, la única circunstancia que puede hacer
aplicable a la persona incapaz, la normativa de la perención.

5.3.5. Procedencia respecto de incapaces con


representación legal y sin representación en el
pleito

Desde que lo esencial en la cuestión es que tengan una re-


presentación establecida por los medios que la ley prevé, a los
efectos de suplir jurídicamente su imposibilidad de actuación
propia, procede la perención en aquellos supuestos en que la
persona del caso cuente con ella, pero el representante no hu-
biese comparecido a juicio en su nombre. O habiéndolo hecho,
abandona con posterioridad el pleito.
Dicha procedencia no obsta, claro está, a la consecuente
responsabilidad del representante por tales actos de omisión
o abandono.

5.3.6. Alcance del término incapaz

A este respecto la norma procesal usa el término en senti-


do amplio, comprensivo de cualquier situación jurídica que
obste a que una persona tenga la libre administración de sus
bienes. Por lo que tal debe ser el sentido de la interpretación
a realizar frente a casos especiales.

5.3.7. Incapacidad del art. 12 del Código Penal

Se hallan dentro del alcance con que la norma fija la incapa-


cidad para extenderle los efectos de la perención, aquellas per-
sonas que estuviesen condenadas a penas por más de tres años,
sin que se les haya discernido la curatela respectiva, ya que en
266 LUIS R. CARRANZA TORRES

dicha situación la ley las priva de la administración de los bie-


nes y del derecho de disponer de ellos por actos entre vivos339.

5.3.8. Responsabilidad de los administradores y


representantes

Resulta similar a la del abogado que actúa como apoderado,


por lo que cabe allí remitirse, mutatis mutandi (punto 9.3.20 y
sgtes.).

5.3.9. El caso de los ausentes

Se ha comprendido al ausente entre los supuestos de impro-


cedencia de los efectos de la caducidad. Entendiéndose como
tal a quien hubiere desaparecido del lugar de su domicilio o re-
sidencia, sin que de él se tengan noticias y sin haber dejado apo-
derado, ni habérsele designado curador a sus bienes. Resulta
también improcedente la caducidad en estos casos, cuando exis-
tiendo apoderado, sus poderes fueren insuficientes340.
Se encuentran incluidos en el término, aquellos ausentes
que se hallen en los requisitos y plazos para operar la presun-
ción de fallecimiento, en tanto esta no haya sido declarada341.

5.3.10. Otras situaciones equiparadas

Tanto la norma nacional cuanto la provincial hablan asimis-


mo de “[...] cualquier otra persona que no tuviere la libre admi-
nistración de sus bienes”. Aquí se incluye no sólo a las situacio-
nes especiales de derecho (art. 12 del Código Penal, ya explicitada
en el punto 5.3.7.), sino también entendemos que comporta a
aquellos cuya situación fáctica no les ha permitido tomar par-

339
Art. 12, Código Penal.
340
Art. 15, ley 14.394.
341
Art. 22, ley 14.394.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 267

te del proceso, pese a que formalmente tengan la administra-


ción libre de su patrimonio. Obviamente, tales extremos de impo-
sibilidad de hecho deben ser ajenos, o por lo menos, no imputables
a la persona del caso (v.gr., estar secuestrado, permanencia forzo-
sa fuera del país sin poder retornar por desastre natural, guerra
o similar).

5.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA

5.4.1. Nacional

I) Debe entenderse como los ausentes a que se refiere el art. 314 del
CPCCN, a las personas comprendidas en los arts. 15 y 22 de la ley
14.394, que carecieren de representación legal, cuando no ha recaído de-
signación de defensor o, en su caso, de curador, de acuerdo con el sistema
de representación que la ley prevé [CNCiv., Sala F, 12/02/1974,
“Anchorena, Nicolás c/ Mazzarella, Victorio”, ED, 54-356].

II) Debe equipararse a la representación legal, la actuación del defensor


de incapaces y ausentes, en cuanto se refiere a la obligación de urgir el pro-
cedimiento, pues no es dable aceptar la diferencia entre mandante y
mandatario [CN Especial Civ. y Com., Sala IV, 19/05/1976, “La Greca,
Miguel en Vitalino de Vico c/ La Greca, Fidel”, BCECyC, 619-8488].

III) Siendo indivisible la instancia la caducidad producida en la gestión


de inscripción de transferencia de cuotas sociales, mediando oposición de
terceros afecta tanto a esta como al pedido de inscripción [CNCom., Sala
B, 22/05/1964, “Nair S.R.L.”, ED, 10-394].

IV) Ignorado el fiscal de Cámara la concesión de recursos en tanto los au-


tos no se eleven a la alzada y se le corra vista, debe estimarse que existe
para él una verdadera imposibilidad de obrar, circunstancia que autori-
za a eximirlo de la caducidad de la segunda instancia (arg. art. 3980, Có-
digo Civil) [CNCiv., Sala D, 25/03/1966, “Sancho de Fernández c/ Fernán-
dez”, ED, 17-247].

V) Procede la aplicación del art. 8º de la ley 14.191, que establece que la


caducidad de la instancia no se opera cuando existen incapaces o ausen-
tes “que no tengan representación legal en el juicio”, si existiendo meno-
res el asesor de menores no había tomado la intervención que por ley le
268 LUIS R. CARRANZA TORRES

correspondía (art. 59, Código Civil) [CNCiv., Sala C, 20/11/ 1962, “Saenz
Valiente, Suc.”, ED, 4-221].

VI) El principio general sobre caducidad no es aplicable con respecto al


recurso de apelación interpuesto por el asesor de menores, desde que no
cabe identificar la intervención del mismo, que tiene lugar ministerio
legis, con la de los litigantes [CNCiv., Sala F, 25/07/1968, “Tapia Igle-
sias, Suc.”, ED, 26-589].

VII) El principio general sobre caducidad de instancia no se aplica a las


apelaciones interpuestas por el asesor de menores, ya que su intervención
tiene lugar ministerio legis, por lo que no cabe confundirla con la actividad
que efectúan los litigantes [CNCiv., Sala D, 05/04/1973, “Suárez, Manuel,
Suc.”, ED, 48-454].

VIII) Por ignorar el Asesor de Menores de Cámara la concesión del recur-


so en tanto los autos no se eleven a la alzada y se le corra vista, debe esti-
marse que existe para él una verdadera imposibilidad de obrar, circuns-
tancia que autoriza a eximirlo de las consecuencias de la caducidad de la
instancia [CNCiv., Sala C, 15/02/1977, “Hanni, Elena E. c/ Mallea, Alejo
A. Suc.”, ED, 74-377].

IX) Si uno de los apelantes es el asesor de menores, el de Cámara —por


ignorar que el de primera instancia recurrió al fallo— se encuentra impo-
sibilitado de obrar y, por lo tanto, debe ser eximido de las consecuencias
de la caducidad de la instancia, y esta conclusión debe hacerse extensiva
a todos los otros apelantes de la misma sentencia, ya que no puede decla-
rarse la caducidad de una sola de las apelaciones interpuestas contra
una decisión judicial [CNCiv., Sala D, 21/09/1978, “Suárez de Montes,
Elena y Otros c/ Ramírez, Rubén y otro”, ED digital].

X) El agente fiscal asume, como todo apelante, la carga de instar la ele-


vación del expediente al tribunal de alzada, por lo que su inactividad en
tal sentido, por el término de ley, determina la procedencia de la peren-
ción respecto de la segunda instancia. Ya que la solución contraria impor-
taría, en la práctica, suprimir el instituto de la caducidad cuando el recu-
rrente es el Ministerio Público, sin fundamento normativo ni axiológico
que lo justifique, y que atenta contra la igualdad de las partes que el juez
debe mantener en el proceso [CNCiv., Sala F, 23/08/1984, “Maluzenko,
Luzmila c/ Secretaría de Estado del Menor y la Familia”, ED, 112-529].

XI) La caducidad de instancia procede contra los incapaces siempre que


se encuentran legalmente representados y aun cuando no se hubiese co-
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 269

rrido vista al defensor de menores [CNCiv., Sala H, 06/06/1997, “Dachsel,


Hilda c/ Penayo, Reinerio”, LL, 1998-B-740].

5.4.2. Provincial

I) La perención opera contra quien tiene el interés que la causa avance


hasta llegar a su resolución definitiva [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de
Córdoba, voto de la mayoría, Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/03/
2005, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y
otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 290].

II) En primera instancia, es el actor que abre el proceso con la presenta-


ción de la demanda quien para evitar los efectos de la caducidad de la
instancia, debe activar el curso del proceso [Cámara 1ª en lo Civ. y Com.
de Córdoba, voto de la mayoría, Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/
03/2005, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle
y otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 290].

III) En segunda instancia, la perención se dirige contra la parte que arti-


culó recurso, desde que esta es quien debe impulsar el proceso en tal ins-
tancia [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dr.
Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/03/2005, en autos “Fernández, Luis
Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de
Córdoba, Nº 108, p. 290].
Capítulo 6
LEGITIMACIÓN ACTIVA

6.1. NORMA NACIONAL

Art. 315. Quiénes pueden pedir la declaración. Oportunidad. Sin


perjuicio de lo dispuesto en el artículo siguiente, la declaración de cadu-
cidad podrá ser pedida en primera instancia, por el demandado; en el
incidente, por el contrario de quien lo hubiere promovido; en el recurso,
por la parte recurrida. La petición deberá formularse antes de consen-
tir el solicitante cualquier actuación del tribunal o de la parte, poste-
rior al vencimiento del plazo legal, y se sustanciará únicamente con un
traslado a la parte contraria.
El pedido de caducidad de la segunda instancia importa el desistimien-
to del recurso interpuesto por el peticionario, en el caso de que aquel
prosperare.

6.2. NORMA PROVINCIAL

Art. 343. Sujeto activo. Pueden pedir la declaración de perención:


1) En primera o única instancia: el demandado o reconvenido.
2) En los procedimientos incidentales: el contrario de quien lo hubiere
promovido.
En segunda o ulterior instancia: la parte recurrida.
272 LUIS R. CARRANZA TORRES

6.3. COMENTARIO

6.3.1. Legitimación activa de parte

El acuse de la perención resulta igualmente, aun en los sis-


temas de oficio como el nacional, una facultad de parte. Exclu-
siva a nivel procesal provincial, concurrente con la del juzga-
dor a nivel nacional.
Como nos dice PERRACHIONE, desde el punto de vista procesal,
el concepto de parte que se emplea, alude a los sujetos esencia-
les de la relación procesal, “[...] esto es quién y contra quién se
ejerce la pretensión objeto del proceso; por el contrario, el con-
cepto de parte no se refiere a los sujetos que intervienen en
procedimiento unilaterales, no contenciosos, como meros ‘par-
ticipantes’ y con poderes y facultades limitados, tal como suce-
de con la intervención del sujeto contra el cual se pide una prue-
ba anticipada, o un beneficio de litigar sin gastos, ya que estos
sujetos, al no revestir la calidad de parte, carecen de la legiti-
mación procesal para solicitar la perención de instancia”342.
Es por ello que la legitimación para acusar la perención se
halla contrapuesta y resulta correlativa de la legitimación ac-
tiva procesal. Ya que si bien el contrario tiene la carga que se
trabe en contra de sus intereses una determinada pretensión
(general, incidental, recursiva), dicha situación hace nacer asi-
mismo su facultad de solicitar extinguir dicho trámite si se vuel-
ve inactivo. Lo cual no es sino la consagración a nivel procesal,
de una garantía respecto del derecho al debido proceso, en cuan-
to al aspecto relativo a la razonabilidad de sus plazos y del tér-
mino para estar sometido a juicio.
Como natural consecuencia que es a la parte demandante,
recurrente o incidentista, a la que le corresponde instar el pro-
cedimiento como carga procesal (la contraria sólo tiene a este

342
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, ps. 20 y 21.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 273

respecto una facultad), es la imposibilidad que la declaración


de caducidad sea requerida por quienes han, precisamente, ge-
nerado tal instancia. Sin perjuicio que puedan abandonarla por
la vía del desistimiento.

6.3.2. Supuesto especial de concurrencia en los


procesos en que media reconvención

En virtud de la aplicación del principio de la indivisibilidad


de la instancia, en los litigios en que media demanda y recon-
vención, ambas partes tendrán dentro de sus capacidades pro-
cesales, tanto la carga de impulsarlo como la facultad de acu-
sar su perención.
Resulta una situación particular provocada, a más del prin-
cipio de la indivisibilidad antes expresado, de la relación com-
pleja que engendra la reconvención, en donde cada polo tiene
de modo simultáneo un carácter activo y pasivo respecto del
proceso.
Como nos dice FALCÓN, el demandado reconvincente se ha-
lla legitimado para pedir la caducidad de instancia, pues al
hacerlo no actúa como reconvincente, sino como demandado en
razón de revestir el doble carácter de parte en la relación pro-
cesal, pero la procedencia de la perención sobre la demanda,
arrastra consigo la reconvención343.

6.3.3. La cuestión en los recursos directos

Se ha entendido que la parte demandada en el pleito goza


igualmente de legitimación para acusar la caducidad del recurso
directo pendiente ante el Tribunal Superior de Justicia, a par-

343
FALCÓN, Enrique M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Anotado.
Concordado. Comentado, t. II, p. 510.
274 LUIS R. CARRANZA TORRES

tir del momento en que la queja se articula ante el superior, y por


más que ella vaya a ser decidida directamente por el Tribunal
Superior de Justicia sin dar traslado a la contraria, sustancia-
ción que por el contrario si se produce ante la Cámara de Ape-
laciones, dicha parte “recurrida” reviste la condición de sujeto
pasivo del recurso en cuanto la impugnación se dirige a remo-
ver la sentencia que reconoció sus derechos. De ello se sigue su
interés en acabar la pendencia del recurso que se cierne sobre
sus derechos, desde que tal extremo impide que la sentencia, no
obstante poder ser ejecutada, adquiera carácter de cosa juzga-
da, razón por la que se entiende que corresponde reconocerle
el derecho a solicitar la caducidad de instancia344.

6.3.4. Posibilidad de acuse por parte de terceros


sustanciales

Es una cuestión discutida si la perención puede ser acusa-


da por otros sujetos distintos de las partes procesales en sen-
tido estricto.
En relación a ello, la postura que se adopte implica la previa
toma de posición respecto de si la enumeración de legitimados
genéricos, efectuada por la norma procesal, debe ser interpre-
tada como taxativa, de modo que quienes no estén allí nombra-
dos carecen de facultades para acusar la perención, o si la mis-
ma no es limitativa, sino que deja abierta la opción al tercero
en la medida de su interés.
Cabe destacar que la noción de tercero que utilizamos en
esta parte está en directa referencia a quien, no siendo direc-
to actor (activo o pasivo) de la relación sustancial que se venti-
la en el proceso, se halla dentro del mismo por alguna causa o

344
TSJ, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 135 del 22/05/2003, en autos “Migiliazo, Mi-
guel Ángel c/ Víctor Pacheco y otro - daños y perjuicios - recurso directo”. Repro-
ducido en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Pe-
rención de instancia. Derecho procesal, ps. 187 y 188.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 275

título de naturaleza sustancial. Es decir, nacida fuera del cur-


so del proceso, y que éste resulta susceptible de afectar. Ya que
el tercero propiamente tal, que se mantiene fuera del proceso,
carece en todos los casos de toda potestad de actuación en la
causa. Pero quien ha entrado a formar parte del mismo, asume
una posición ritual asimilable a la de parte. Entendiendo PARRY
que en tales casos se encuentra facultado, para impetrar la pe-
rención de la instancia como una parte más345.
Ya que si, “[...] partes y terceros gozan de las mismas prerro-
gativas y responsabilidades, no hay razones para suponer que,
en el caso puntual de la perención, el legislador quiso negar a
los terceros aquello que sí concede a las partes”346.
En tal sentido, se ha entendido que la enumeración de la
norma procesal no tiene por objeto excluir a los terceros del
cuadro de legitimados, sino que su misión resulta el proscribir
la legitimación de las partes que sobrellevan la carga de impul-
sión procesal347.
A este respecto, tanto en la doctrina como en la jurispruden-
cia se ha aceptado la posibilidad de acuse por otros que sin re-
vestir propiamente el carácter de partes, tienen en la no per-
sistencia de la instancia un interés concreto y acogible.
A este respecto, FENOCHIETTO expresa que, no obstante no ci-
tarlos la norma, puede incluirse al fiador, al citado de evicción
y al tercerista348.
PERRACHIONE, siguiendo a VENICA y a FERRER, lo entiende pro-
cedente cuando en el proceso el tercero asume la calidad de
parte o al menos una posición asimilable. Entendiéndolo asi-

345
PARRY, Adolfo, Perención de la instancia, p. 171.
346
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, ps. 320 y 321.
347
Ibídem, p. 320.
348
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
p. 321.
276 LUIS R. CARRANZA TORRES

mismo procedente en virtud de las facultades que la norma pro-


cesal les acuerda a los terceros349.
Entendemos, asimismo, que cualquiera sea la calidad del
tercero (adhesivo simple, litisconsorcial, principal, o citado),
tiene la posibilidad de acusar la perención, como participante
o influido, en mayor o menor grado, por la relación procesal de
las partes.

6.3.5. Posibilidad de acuse por parte de terceros


procesales

En este caso nos estamos refiriendo a aquellas personas que


no toman parte directa (activa o pasiva) de la relación sustan-
cial que se ventila en el proceso, ni se hallan afectadas por lo
que respecto de ellas se resuelva (tercero adhesivo, con mejor
derecho, etc.), sino que tienen un derecho que nace directamen-
te del desarrollo del proceso (honorarios de letrados, peritos,
etc.), cuya culminación es susceptible de beneficiar (regulación
o posibilidad de cobro, determinación del obligado al pago).
Estos supuestos son los que mayor debate han producido en
la doctrina y jurisprudencia, ya que el tercero propiamente tal,
que se mantiene fuera del proceso, como ya hemos expresado,
carece en todos los casos de potestad de actuación en la causa.
Desde una postura clásica, la posibilidad de solicitar la pe-
rención sería rechazada. Aun respecto de los que la aceptan
respecto de los terceros sustanciales, ya que en el presente su-
puesto, su título no es sustancial, sino que deriva de la propia
actuación en el proceso.
Pero desde otra óptica, que entiende al proceso como una
realidad multidimensional y compleja, donde se actúa parale-
lamente, o en segundo orden, mucho más que la pretención pro-
cesal sustancial, se ha postulado aceptar la posibilidad, subordi-

349
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 46.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 277

nada a la presencia en el caso particular, de un interés concre-


to y cierto, resguardable jurídicamente. Pero aun en estos ca-
sos, la valoración que debe hacerse es de naturaleza restricti-
va, a fin de no conducir a soluciones que desvirtúen los fines del
proceso.

6.3.6. Legitimación del síndico

De nuestra parte, entendemos que el Síndico del concur-


so de la demandada tiene legitimidad para intervenir en
calidad de parte (arts. 15; 21, segundo párrafo, y 275 último
párrafo, ley 24.522), y como tal, la facultad de acusar la caduci-
dad de la instancia en cualquiera de los procesos iniciados en el
marco del proceso concursal, en los términos del art. 277 de la
Ley de Concursos o el pertinente del ordenamiento procesal
civil.

6.3.7. La legitimación del fallido

Su pérdida de legitimación procesal se limita a los litigios


referidos a los bienes sujetos a desapoderamiento, pero pudien-
do en ellos solicitar las medidas conservatorias judiciales has-
ta que el síndico tome intervención, por lo que está facultado para
acusar la perención en los juicios que participa, en el período
anterior a que opere su suspensión.
En los procesos de quiebra, por jugar los principios pro-
pios de la perención concursal, la solicitud del fallido vale
como anoticiamiento al tribunal, para que decida si la decla-
ra de oficio350.

350
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 316.
278 LUIS R. CARRANZA TORRES

6.3.8. Examen de la legitimación por parte del


juzgador

De nuestra parte entendemos que por aplicación del prin-


cipio de que el interés es la medida de las acciones en la justi-
cia, procede la legitimación de terceros respecto del acuse de
la perención, sólo en cuanto los efectos de su acaecimiento, guar-
den una vinculación directa con un interés propio jurídicamente
protegido. Debiendo ponderarse dicha situación de modo res-
trictivo, tanto por su carácter excepcional, como por aplicación
de la regla in dubio pro processum.
A este respecto, no debe perderse de vista que el proceso
resulta una realidad jurídica multidimensional, por lo que a la
par de ser una forma de solucionar disputas en derecho, con
prescindencia de la voluntad de las partes en cuanto a lo deci-
dido, es asimismo un hecho generador de derechos respecto de
personas que han actuado en él, sin estar alcanzadas por la si-
tuación de fondo que se controvierte.

6.3.9. Legitimación derivada del derecho al cobro de


acreencias casuísticas

REMIGIO351 ha entendido procedente la legitimación de ex le-


trados de parte a los efectos de acusar la perención, en el en-
tendimiento que su negación implicaría, necesariamente, que
éstos se vean obligados a supeditar el efectivo ejercicio de los
derechos emergentes de la regulación de honorarios, a la exclu-
siva voluntad de las partes principales del proceso, transfor-
mando la obligación en potestativa para el deudor condenado
en costas, debiendo esperar sine die que el apelante inste su
recurso o que el apelado acuse la perención, lo que entiende no
resulta razonable, y mucho menos justo. Incluso exponiéndo-

351
REMIGIO, Rubén Atilio, Planteos procesales, Alveroni Ediciones, Córdoba,
2007, ps. 159-166. A quien seguimos en la cuestión.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 279

los innecesariamente a los riesgos de la prescripción de su de-


recho y/o a una colusión entre las partes principales del proce-
so, a los fines de frustrar su derecho al efectivo cobro de sus
legítimos honorarios, ya regulados judicialmente.
Por lo que entiende que tales peticionarios tienen legitima-
ción procesal suficiente, como ex letrados del codemandado,
para impetrar la perención de instancia recursiva, intentada
por la actora perdidosa y condenada en costas y, por ende,
obligada al pago de los honorarios de aquellos, desde que la
declaración de perención peticionada tendría como resultado
o efecto inmediato la firmeza de tal regulación. Ello per se jus-
tifica adecuadamente el interés de dichos letrados en la actua-
ción de que se trata.
Asimismo, entiende que, desde que los efectos de la resolu-
ción de Cámara pueden alcanzar sus honorarios, resultan sus-
ceptibles de ser entendidos como “parte recurrida”, aún poten-
cialmente.
Por lo que su legitimación no puede ser negada sin violar el
derecho de defensa en juicio, el acceso a la jurisdicción y a la
tutela judicial efectiva (art. 18, CN), con directa trascenden-
cia en el derecho de propiedad del letrado (arts. 14 y 17, CN),
máxime en un aspecto tan sensible como los honorarios. Debe
tenerse presente, asimismo, que los honorarios de los aboga-
dos constituyen la retribución de su trabajo y se presume que
es su medio de vida (arts. 1627, concs. y corrs., Código Civil), ra-
zón por la cual se le han reconocido inveteradamente carácter
alimentario y protección constitucional (arts. 14 y 14 bis, CN),
sin perjuicio de que también integran el derecho de propiedad
del letrado, y por lo tanto son inviolables (art. 17, CN).

6.3.10. Oportunidad

Resulta requisito del acuse que en ningún momento se haya


purgado o convalidado la caducidad, circunstancia que se ope-
raría si se consiente la actuación procesal de la parte contra la
280 LUIS R. CARRANZA TORRES

cual ha corrido el plazo, debiendo solicitar asimismo antes de


producirse alguna actuación impulsora del tribunal352.

6.3.11. Efecto en segunda instancia. Remisión

La mención que la norma procesal nacional hace de la cues-


tión será tratada conjuntamente con la respectiva del Código
provincial, en los puntos 9.3.12 y sgtes. del presente.

6.3.12. Solicitud por apoderado

Las facultades que requieren mención expresa en el poder y


que constituyen la “ley” a que se refiere el art. 51 del CPCCN son
las enumeradas en el art. 1881 del Código Civil, entre las que no
se encuentra la de peticionar la caducidad en cuestión. Por tan-
to, cabe concluir que no se requiere poder especial en el ordena-
miento nacional para acusar la caducidad de la instancia.
Igual postura surge respecto del proceso provincial, a tenor
de lo normado por el art. 93 del CPCCP.

6.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA

6.4.1. Nacional
I) El pedido de caducidad reviste el carácter del incidente, conforme con
lo establecido por el art. 315 del Código Procesal; del que surge que la
facultad de pedir de quien se hubiere promovido [CNCiv., Sala F, 16/02/
1979, “Malvicino, Carlos A. c/ Mazzini, Enrique”, ED digital].

II) La aceptación del cargo por el defensor de ausentes, transcurrido el plazo


de la perención, no implica consentir el trámite del procedimiento Por lo cual
puede, en su primer escrito, pedir la declaración de caducidad de instancia
[CNCiv., Sala B, 03/07/1976, “Badano de Falco c/ Arce”, ED, 74-371].

III) El nuevo Código Procesal en su art. 315 no incluye a los “terceros inte-
resados” entre los que pueden solicitar la caducidad de la instancia

352
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
p. 321.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 281

[CNCom., Sala A, 17/05/1968, “Gómez, Vicente c/ Bordenave, Tiburcio”,


ED, 23-823].

IV) Reviste el carácter de tercero interesado con personería para solici-


tar la caducidad de la instancia, el adquirente de un bien subastado en
autos [CNCom., Sala A, 06/07/1967, “Aries Arg. S.R.L. c/ Durrutuy, Mar-
cos”, ED, 19-606].

V) Si el proceso principal se encontraba suspendido a causa del inciden-


te autónomo de citación de un tercero con el alcance del art. 94 del Código
Procesal, el impulso del procedimiento estaba a cargo de la demandada
incidentista, quien no se hallaba habilitada para pedir la declaración de
perención: art. 315 del Código Procesal [CSJN, 24/03/1998, “Santa Ma-
ría Estancias Saltalamacchia y Compañía, S.C.A. c/ Buenos Aires, Pro-
vincia de. Fuente: ED digital].

VI) La defensora de ausentes se halla legitimada para pedir la caduci-


dad de la instancia al hacerse parte en la causa, es decir, al tomar conoci-
miento de su designación para la representación del demandado y que-
dar notificada del traslado de la demanda, por lo que no se presume el
consentimiento de las actuaciones de la actora posteriores al vencimien-
to del plazo legal [CNCiv., Sala C, 10/04/1984, “Edenland S.R.L. - Zárate,
Abraham”, ED, 109-306].

VII) Si el tercero citado al juicio asume la calidad de parte en el proceso,


está habilitado para oponer la caducidad de instancia [CNCiv., Sala C,
15/02/1983, “De Elía, Marcos J. c/ Hixton, S.A.”, ED digital].

VIII) Si quien peticiona la caducidad de instancia solicita implícitamente


que se lo haga solo respecto de la demandada pero no de la reconvención,
su solicitud es autocontradictoria y debe ser interpretada, como todo lo
referente a la caducidad de la instancia, en el sentido más favorable a la
subsistencia de las acciones, o sea, con criterio restrictivo; por ello, en este
caso no puede decretarse la caducidad de la reconvención por haber sido
pedida la de la instancia principal, sino al revés: debe denegarse la de esta
porque el demandado quería dejar a salvo expresamente la reconvención
[CNCiv., Sala F, 15/09/1978, “Díaz, Roberto c/ Fernández, Avelino”, ED
digital].

IX) Teniendo en cuenta que los terceros son parte en el proceso y que pue-
den peticionar lo mismo que puede pedir la parte con la cual coadyuvan
(en el caso, la ejecutada) es que están habilitados para acusar la caduci-
dad de la instancia, prerrogativa que también puede se ejercida por el
282 LUIS R. CARRANZA TORRES

demandado principal [CNCiv., Sala A, 15/08/1978, “Massigoge, F. c/


Riva G.”, ED digital].

X) Resultando parte en el juicio el asegurador, no cabe duda que le asiste


el derecho como demandado que es, de acusar la caducidad de la instan-
cia [CNCiv., Sala A, 25/09/1973, “Núñez, Miguel Ángel c/ Pérez, José”,
ED, 54-357].

XI) Uno de los requisitos que cabe tener en cuenta a los fines de decretar la
caducidad de la instancia es que el solicitante se encuentre legitimado
para ello, conforme lo señala el art. 315 del Código Procesal [CNCiv., Sala C,
05/04/1973, “Fiszerman, Abraham c/ Consorcio Sánchez 2143”, ED, 48-451].

XII) El defensor oficial se encuentra legitimado procesalmente para dedu-


cir la caducidad de instancia [CNCiv., Sala B, 03/06/1976, “Badano de
Folco, Carmen c/ Arce Juan”, ED, 74-370].

XIII) El defensor oficial, designado para asumir la representación necesa-


ria del demandado ausente, se encuentra legitimado para deducir todas
aquellas defensas que, a su criterio, mejor consultan los intereses de su
defendido entre las que, incuestionablemente, se encuentra el acuse de
perención [CNCiv., Sala F, 15/07/1976, “Wotier, S.R.L. c/ Rolón,
Eleuterio”, ED, 74-370].

XIV) Si bien el mediador no se halla legitimado para acusar la caducidad


de instancia, corresponde decretarla si desde el último acto impulsorio
transcurrió largamente el plazo previsto por el art. 310, inc. 2, del
CPCCN [CNCiv., Sala A, 06/08/2002, “Consorcio de propietarios Larrea
1273 c/ Quintela, Raúl”, DJ, 2002-3-524].

6.4.2. Provincial
I) En nuestro sistema, el impulso procesal corresponde primordialmente
a las partes: el actor abre el proceso con la presentación de la demanda y
es de su interés que la causa avance hasta llegar a su resolución defini-
tiva. En primera instancia, corresponde al accionante activar el curso
del proceso para evitar los efectos de la caducidad de la instancia.
Cuando la causa se radica en la instancia superior, es a cargo de quien
articuló el remedio que la llevó a esa a quien corresponde impulsarlo
[Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dr.
Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del 18/03/2005, en autos “Fernández, Luis
Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle y otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de
Córdoba, Nº 108, p. 290].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 283

II) El demandado o reconvenido, en primera o única instancia, puede soli-


citar la perención en los términos del art. 343, inc. 1, del CPCC, aun cuan-
do se haya allanado a la demanda, tanto por no haber norma que lo
prohíba, como por resultar evidente su legitimación, desde que tal pro-
nunciamiento no quita por sí mismo el carácter de contencioso a un plei-
to, dado que se requiere sentencia para que se produzcan los efectos de la
cosa juzgada [Cámara Civ., Com., Flia. y Trab. de Villa Dolores, A.I. Nº
50 del 22/07/2002, en autos “Cáceres, Juan Carlos y otro c/ Alfredo Bucco
y otros - división de condominio”, Foro de Córdoba, Nº 84, p. 272].

III) Carece de legitimidad procesal para pedir la caducidad de instancia


el infractor que retiene el expediente en su poder, especulando que no ins-
tada su restitución pueda devolverlo con el pedido de perención y benefi-
ciarse con su conducta [Cámara Civ., Com., Flia. y Trab. de Marcos
Juárez, voto de la mayoría, A.I. Nº 44 del 11/04/2005, en autos “Tercería
de mejor derecho formulada por el Bco. Credicoop Ltdo., en los autos cara-
tulados ‘Coop. Agrícola Ganadera de Monte Buey Ltda. c/ Jorge Carlos
Ingaramo - P.V.E.’ ”, Foro de Córdoba, Nº 105, p. 105].

IV) El instituto de perención de instancia, tal como se regula en nuestra


legislación procede a instancia de parte y es menester su declaración por
el tribunal. De tal modo, el acuse de perención en lo que hace a la de la
segunda instancia, comporta un acto de disposición del proceso pendien-
te. En este sentido, importa para el recurrido decidir sobre el no ejercicio
de una facultad que en su cabeza reposa y que no le es reconocido a terce-
ros. Y así debe interpretarse con relación a los peritos, quienes ostentan,
respecto del objeto procesal, el carácter de auxiliares de la justicia, en
condiciones semejantes a la de los letrados [Cámara 4ª en lo Civ. y Com.
de Córdoba, voto de la mayoría, Dra. González de la Vega de Opl, A. Nº
641 del 29/12/2005, en autos “Obolevich, Sebastián y otro c/ Rossi, Hugo
y otro - ordinario - accidente de tránsitos - recurso de apelación”, Zeus
Córdoba, t. 8, p. 493].

V) Se halla legitimada para solicitar la caducidad de la segunda instan-


cia, el perito que tiene honorarios regulados en el pleito y que, por ello
mismo, podían ser modificados a tenor de los recursos articulados. En
tales condiciones, goza de suficiente legitimación procesal para realizar
el planteo en cuestión, pues a los fines de sus honorarios ostenta la cali-
dad de “recurrido”, que engarza en las previsiones del art. 343 del CPC.
Si las partes no impulsan el trámite, prolongando la definición de la
suerte de la regulación de honorarios del técnico, sólo respecto a tal mate-
ria (estipendios profesionales) debe admitirse la legitimación del terce-
ro para realizar el planteo en análisis. Para arribar a esta conclusión
284 LUIS R. CARRANZA TORRES

cuadra declarar de oficio la inconstitucionalidad de la regla contenida en


el art. 348 del CPC [Cámara 4ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la
minoría, Dr. Fernández, A. Nº 641 del 29/12/2005, en autos “Obolevich,
Sebastián y otro c/ Rossi, Hugo y otro - ordinario - accidente de tránsito -
recurso de apelación”, Zeus Córdoba, t. 8, p. 493].

VI) Que el trámite no concluyera y se encontrare paralizado, en nada obs-


ta que el perito peticione su regulación provisoria dada la paralización
del proceso, en aplicación de lo normado por el art. 17 de la ley 8226, que
si bien refiere al profesional letrado, el supuesto resulta análoga proce-
dencia respecto del perito, quien agotó su actividad en el proceso por ha-
ber cumplido su tarea. Y en este aspecto, la regulación a practicar será la
mínima que correspondiere [Cámara 4ª en lo Civ. y Com. de Córdoba,
voto de la mayoría, Dra. González de la Vega de Opl y Bustos Argañarás,
según su voto, A. Nº 641 del 29/12/2005, en autos “Obolevich, Sebastián
y otro c/ Rossi, Hugo y otro - ordinario - accidente de tránsito - recurso de
apelación”, Zeus Córdoba, t. 8, p. 493].

VII) La aseguradora citada en garantía se halla legitimada para acusar la


perención de instancia, desde que ella se convierte en parte, habiendo teni-
do la posibilidad de contestar la demanda, ofrecer prueba y alegar [TSJ de
Córdoba, Sala Laboral, sentencia Nº 48 del 28/09/1990, en autos “Heredia,
Héctor Hugo c/ Incor S.A.”, en PERRACHIONE,Perención de instancia, ps. 45/6].

VIII) Procede hacer lugar a la perención aun habiéndose dictado el de-


creto de autos, pues su firmeza quedó condicionada a la previa notifica-
ción al domicilio de los litigantes, de modo que seguía gravitando en el
recurrente la carga impulsora [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 247
del 20/11/2002, en autos “Antonino, Richard Antonio c/ Mario Alberto
Molina - ordinario - recurso de apelación - recurso de casación”. Reproduci-
do en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs), Peren-
ción de instancia. Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba, 2005, p. 148].

IX) Sólo pueden solicitar la declaración de perención de la segunda ins-


tancia la “parte recurrida”. El interés denunciado por el letrado al solici-
tar la perención, respecto a que queden firmes los honorarios regulados,
es distinto y ajeno al interés que se ventila en el pleito. En razón de ello, no
está legitimado para instar el proceso principal y por ende, la perención
de instancia. Únicamente puede actuar en el proceso de manera comple-
mentaria y subordinada a la actuación de las partes, pero nunca en forma
independiente promoviendo la perención, incidente que lleva a la conclu-
sión de la etapa recursiva [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto
de la mayoría, A.I. Nº 202 del 28/04/2002, “Di Virgilio, Alberto c/
Raimundo Raúl Farías - ordinario”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 331].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 285

X) El art. 343 del CPC, [en su] inc. 3, establece que en segunda instancia
puede solicitar la perención “la parte recurrida”. En este orden de ideas,
sin forzar la letra de la ley, el letrado —incidentista— es parte recurrida,
aun cuando hubiere renunciado al patrocinio a posteriori de interponerse
el recurso de apelación; además, tiene un interés en formular el incidente
de caducidad, desde que se ha recurrido toda la sentencia, lo cual incluye
los honorarios regulados a su favor, ostentando idéntica facultad que la
parte recurrida. Si el actor podía deducir el incidente de perención de ins-
tancia como parte recurrida, el profesional a quien se le han regulado sus
honorarios, como tercero coadyuvante tiene interés en deducir el inciden-
te ya nombrado, interés que no es nuevo ni distinto de la parte principal,
ni tampoco prohibido [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de la
minoría, Dr. Sánchez Torres, A.I. Nº 202 del 28/04/2002, “Di Virgilio, Al-
berto c/ Raimundo Raúl Farías - ordinario”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 331].

XI) El letrado que asesoraba a la actora (parte) no está catalogado como


tercero, mientras no se lo excluya de su actuación profesional. En el caso
de autos, el letrado ha cesado en el mandato, por lo que profesionalmen-
te no sigue dirigiendo el pleito. Si bien no lo podemos llamar parte recu-
rrida, porque para el presente, es el actor el que cumple ese rol, en este
caso al haber renunciado al patrocinio letrado, el mismo tendría interés
en que sus honorarios queden firmes. Pero hete aquí que no ha solicitado
participación alguna, con lo que no se encuentra habilitado para solicitar
la perención de instancia [Cámara 1ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto
de la mayoría, A.I. Nº 202 del 28/04/2002, “Di Virgilio, Alberto c/
Raimundo Raúl Farías - ordinario”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 331].

XII) No obsta a su legitimación para solicitar la perención que el


reconviniente pueda tener carga de promover la instancia abierta median-
te reconvención, ya que no es su inactividad la determinante de la caduci-
dad de la impulsada por la demanda, sino la inactividad del accionante en
esta última [Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de los Dres. Zavala
de González y Napolitano, A.I. Nº 193 del 19/06/1998, en autos “Mainardi
Primo Remo c/ Renato Perona - ordinario”, Archivo Foro de Córdoba].

XIII) La circunstancia de que una de las partes se mantenga inactiva du-


rante el tiempo suficiente para reclamar la perención de la acción
instaurada en su contra, no puede generar reproche procesal de ninguna
índole, pues es un beneficio procesal sujeto a condiciones objetivas, del que
puede prevalecerse en interés propio (tales como tantos otros: pedir el de-
caimiento de un derecho, la deserción de un recurso, etc., en caso de que el
adversario no cumplimente en tiempo propio con determinadas cargas pro-
cesales) [Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de los Dres. Zavala de
286 LUIS R. CARRANZA TORRES

González y Napolitano, A.I. Nº 193 del 19/06/1998, en autos “Mainardi Primo


Remo c/ Renato Perona - ordinario”, Archivo Foro de Córdoba].

CUADRO COMPARATIVO Nº 3
SUJETOS

Contra quién se opera Sujeto pasivo


(art. 314, CPCCN) (art. 344, CPCCP)

La caducidad se operará contra La caducidad se operará contra


la contraparte aunque ésta sea

- El Estado. - El Estado.
- Establecimientos públicos. - Los institutos públicos.
- Los menores y - Los incapaces y
- cualquier otra persona que - cualquier otra persona
no tuviere la libre adminis- que no tuviere la libre
tración de sus bienes. administración de sus bienes.

Excepción: no se aplicará a los Excepción: no se aplicará


incapaces o ausentes que carecieren a los incapaces o ausentes que
de representación legal en el juicio. carecieren de representación legal.

Código Civil (3966)


La prescripción corre contra los
incapaces que tuvieren represen-
tantes legales.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 287

CUADRO COMPARATIVO Nº 4
LEGITIMACIÓN PARA SOLICITAR LA PERENCIÓN

¿Quienes pueden pedir la declaración? Sujeto activo


(art. 315, CPCCN) (art. 343, CPCCP)

Puede ser pedida por: Pueden pedir la declaración


de perención:

En primera instancia: En primera o única instancia:


el demandado. El demandado o el reconvenido.
En el incidente: el contrario En los procedimientos
de quien lo hubiere promovido. incidentales:
En el recurso: por la parte recurrida. El contrario de quien
lo hubiere promovido
En segunda o ulterior instancia:
la parte recurrida.
Capítulo 7
ACUSE Y TRÁMITE DE LA RESOLUCIÓN

7.1. NORMA NACIONAL

Art. 316. Modo de operarse. La caducidad será declarada de oficio, sin


otro trámite que la comprobación del vencimiento de los plazos señalados en el
art. 310, pero antes de que cualquiera de las partes impulsare el procedimien-
to.

7.2. NORMA PROVINCIAL

Art. 345. Trámite. Solicitada la perención se correrá traslado a la contra-


ria por cinco días. Si se abriere a prueba el incidente, el plazo no excederá de
diez días. Contestado el traslado o vencido el período probatorio, se dictará
resolución sin más trámite.
290 LUIS R. CARRANZA TORRES

7.3. COMENTARIO

7.3.1. Necesidad de declaración

La perención no se opera de pleno derecho, sino que debe


ser declarada, sea de oficio por el tribunal (en el orden nacio-
nal), o a petición de parte (orden nacional o provincial), por lo
que mientras no medie ejercicio de esa facultad por parte del
órgano jurisdiccional o acuse por el legitimado, no cabe tener-
la por cumplida, ni —por ende— presumirla por el mero trans-
curso del plazo legal.
Por lo que aun cuando se cumplan los presupuestos para
declarar la perención de la instancia, el proceso no finaliza has-
ta tanto no exista un pronunciamiento concreto al respecto.
Como nos expresan ROCA y GRIFFI, respecto al orden nacio-
nal, se completa así un ciclo evolutivo en la legislación proce-
sal que estuvo dado por las leyes 4550, 14.191 y el actual Códi-
go. En el régimen de la ley 4550 sólo podía ser declarada a pedido
de parte, en el de la ley 14.191 se producía de pleno derecho y
debía ser declarada de oficio; en el ahora adoptado, debe ser
declarada de oficio y no se produce de pleno derecho sino como
efecto de su declaración judicial, quedando purgada si antes de
esta se impulsa el procedimiento353.

7.3.2. Posibilidad de la caducidad de oficio en el


sistema nacional

Por razones de interés colectivo, el legislador federal, en


resguardo del orden de la justicia, faculta al juez en el ordena-
miento procesal nacional, a declarar de oficio la perención
antes de que cualquiera de las partes impulse el procedimien-
to (art. 316, CPN), para impedir que se acumulen las actuacio-
nes abandonadas por sus sujetos procesales.

353
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 278.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 291

Ello guarda relación tanto con el papel del juez como un rec-
tor del proceso con mayores facultades oficiosas que en el or-
denamiento provincial, como en virtud del carácter perentorio
de los plazos procesales en el orden nacional (art. 155, CPCCN),
por lo que el mero transcurso del plazo produce la habilitación
del tribunal para declarar la caducidad de la instancia.
Dicha habilitación resulta una simple posibilidad de actua-
ción, y no una facultad-deber, en razón de la coordinación en-
tre el art. 316, con los deberes que se le imponen en los arts. 34,
inc. 5, apartado e, y 36, inc. 1, del CPCCN.
El deber primario de los jueces en el ordenamiento nacional
es instruir la causa de la mejor forma a los efectos de poder ejer-
cer su iuris dictio de modo justo y eficaz.
Ello no se condice, por tanto con un ejercicio amplio de la
declaración de oficio de la caducidad de instancia. La que debe
reservarse a los supuestos en que surja inequívocamente al
abandono del proceso de parte del actor.
El ejercicio de tal facultad, en situaciones como las antes
descriptas, procede sin otro trámite que la comprobación del
vencimiento de los plazos del art. 310 del CPCCN. Pero debe
efectuarse antes de que cualquiera de las partes impulsare el
procedimiento, momento a partir del cual se torna improce-
dente, ya que el acto impulsorio de parte, respecto del tribunal,
tiene aun cumplido el término de la perención, un carácter de
impulso instantáneo, por lo que no se halla sujeto en su efecti-
vidad a consentimiento alguno del tribunal.
No procede asimismo, la declaración de oficio, frente a situa-
ciones procesales dudosas respecto de quien debe cumplimen-
tar un acto determinado; y en los supuestos que el propio juz-
gador se halla por sí en condiciones de hacer avanzar el proceso
(art. 36, inc. 1, CPCCN).

7.3.3. Carácter de la resolución


El acto que resuelve la perención de oficio es de carácter
constitutivo, desde que el cumplimiento del plazo únicamente
292 LUIS R. CARRANZA TORRES

habilita a dictar tal resolución pero no trae aparejada la peren-


ción per se.
Dicha naturaleza, además, proviene del hecho que los efec-
tos de su acaecimiento se operan a partir del auto que la esta-
blece, no perdiendo eficacia los actos ya realizados354.

Ejercicio de la declaración de oficio por los jueces

La declaración de oficio de la caducidad es una facultad, no un deber, otor-


gada a los jueces, quienes deben ejercerla de forma restringida. Ello así, no
sólo porque el instituto de la caducidad, de por sí, debe interpretarse de ma-
nera restringida (a fin de mantener el proceso). (Del voto en disidencia del
Dr. Horacio Corti).
[Cámara de Apelación en lo Cont.-Adm. y Trib. C.A.B.A., Sala I, senten-
cia Nº 327 del 31/05/2004, Expte. Nº EJF 147.990/0, “G.C.B.A. c/ Smile
Prestaciones Asistenciales (reservado) s/ ejecución fiscal”].

7.3.4. Purga de la caducidad

Obsta a la declaración de oficio la realización de un acto idó-


neo para impulsar la instancia, proveniente de cualquiera de las
partes, por ejemplo, la notificación del traslado de la demanda355.

7.3.5. Necesidad del pedido de parte en el


ordenamiento provincial

La perención no puede dictarse sino a pedido de parte. Sien-


do una pura facultad de ella, efectuar su acuse u omitirlo.

7.3.6. El pedido de parte en el ordenamiento nacional

La posibilidad de la parte de acusar la caducidad se halla


establecida en el ordenamiento nacional de forma concurren-

354
CARNELUTTI, Giuseppe, Instituciones del nuevo proceso civil italiano, Bosch,
Barcelona, 1943, p.413.
355
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, p. 321.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 293

te a la posibilidad del tribunal de dictarla de oficio. Por lo que,


mutatis mutandi, le resultan pertinentes en dicho supuesto los
extremos expresados anteriormente respecto del ordenamiento
provincial.

7.3.7. Competencia
La competencia para resolver en los pedidos de perención
de la instancia, corresponde al juez o tribunal que debía resol-
ver la cuestión planteada en esa instancia. De ahí que si se trata
de la caducidad de la segunda instancia, como ésta debe consi-
derarse abierta respecto de la aplicación de la perención, con
la interposición del recurso, aunque el planteo pueda hacerse
válidamente en la instancia de origen, y el expediente no haya
sido elevado, la decisión compete al tribunal de alzada.
Respecto al recurso extraordinario, se ha entendido desde
la jurisprudencia que cabe diferenciar, entre la ponderación de
la caducidad ocurrida antes que el tribunal superior de la causa
se expida sobre la concesión o denegación formal del recurso,
o después de otorgado éste. En este último supuesto, es decir,
abierta la instancia extraordinaria, ningún otro órgano distinto
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación puede resolver al
respecto. Pero si opera antes de dicho juicio de admisibilidad,
la decisión compete al tribunal superior de la causa356.
Mutatis mutandi, lo dicho es de aplicación a los recursos de
casación e inconstitucionalidad en el orden provincial.
En los recursos directos o de queja, es el tribunal ante quien
se interpone, el único competente para resolver respecto a la
perención que pueda formularse en ellos.
Es por ello que el juez de primera instancia, aunque conce-
de el recurso de apelación, carece de jurisdicción para deci-
dir el planteo de perención, porque no es de su órbita resolver
el fondo del recurso, debiendo decidirlo entonces el tribunal de
segunda instancia, aun cuando el expediente no hubiese sido
elevado, pues ya ha fenecido la jurisdicción del inferior.

356
Cfr. CNCiv., Sala C, 04/05/2000, en autos “Ribao, Carlos c/ Arias, Alfredo”.
294 LUIS R. CARRANZA TORRES

7.3.8. Naturaleza procesal y efectos

Cuando no es declarada de oficio, la caducidad se sustancia


por la vía del incidente, importando la promoción del mismo,
la suspensión del trámite del principal, y por ende, del curso
de la perención a su respecto.
Resulta la sustanciación del pedido de perención, un inci-
dente sometido a una tramitación especial, pero en defecto de
norma expresa, cabe aplicar al procedimiento las disposiciones
referidas a los incidentes, con la sola limitación de no desvir-
tuar sus rasgos propios.

7.3.9. Rasgos generales del trámite

La incidencia se sustancia en el mismo cuerpo del expedien-


te principal, desde que su trámite impide su prosecución. El
escrito que solicita la perención resulta sumamente simple en
su naturaleza, no precisando individualizar el plazo o término
del que se acusa perención. No es necesario ofrecer prueba,
desde que por lo general la simple constatación del expedien-
te y libros auxiliares basta para acreditar la situación. Puede
ser rechazado in limine cuando su improcedencia es manifies-
ta. La tramitación se limita, de ordinario, a correr traslado a la
parte contraria. Excepcionalmente puede abrirse a prueba, la
que sustanciará aplicando las regulaciones propias de los in-
cidentes. Contestado el traslado, vencido el término para rea-
lizarlo, o en su caso vencido el término probatorio, la cuestión
queda en estado de ser resuelta, sin llamado de autos357.

7.3.10. Notificación del pedido de caducidad de


instancia

Tanto en el orden nacional (art. 135, inc. 16, CPCCN) como


provincial (art. 145, inc. 1, CPCCP) se dispone que el traslado del

357
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, ps. 328 y 329.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 295

pedido de caducidad de instancia, se notifica por cédula. Ello en


virtud de su importancia a los efectos de la subsistencia del pro-
ceso. No opera pues, a tal respecto, la notificación ministerio legis.
La cédula debe ser cursada al domicilio procesal constituí-
do, cualquiera sea el carácter con que la parte actúe en el pro-
ceso (por sí o por apoderado). Esto guarda concordancia con
que se sustancia una cuestión que no obstante su importancia,
no deja de ser procesal. No estando vinculada a ninguna actua-
ción que la parte necesariamente deba cumplir por sí.

7.3.11. Ponderación del juzgador

Como nos dice VENICA, la falta de contestación del traslado


no exime al tribunal de verificar si están reunidos los recaudos
pertinentes para tener por acaecida la perención. Pudiendo
asimismo, considerar una fecha distinta como comienzo del tér-
mino, pues la alegación que sustenta la pretensión es la inacti-
vidad procesal del contrario358.

7.3.12. La caducidad de instancia en relación con la


temeridad y malicia procesal

El pedido de caducidad de instancia no puede encerrar con-


ducta antifuncional alguna que habilite la potestad correcto-
ra del tribunal, aun cuando ella no sea finalmente aceptada. Y
si bien cabe distinguir conceptualmente y en concreto la con-
ducta procesal “temeraria” de la “maliciosa”, resulta suficiente
resaltar que, siendo una facultad conferida por el ordenamien-
to procesal a la parte llevada a proceso, su ejercicio no es sino
el de un derecho típicamente procesal, lo que descarta en sí
mismo, la existencia de una inconducta procesal de forma ge-
nérica, o de un comportamiento disvalioso que lesione el deber
de lealtad, probidad y buena fe que deben observar en el desa-
rrollo del proceso las partes y sus letrados.

358
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Cór-
doba - Ley 8465, t. III, p. 329, nota 11.
296 LUIS R. CARRANZA TORRES

Lo antes dicho no obsta a la posibilidad de penalizar un ejer-


cicio abusivo de ella, en supuestos sumamente particulares y
de excepción, sino que, simplemente, reafirma el principio de
que el ejercicio regular de un derecho, más allá del éxito o no del
planteo, no puede ser considerado nunca como un acto sujeto a
punición de ningún tipo.

7.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA


7.4.1. Nacional
I) La caducidad debe tenerse por operada no desde el vencimiento del
plazo que corresponda, sino a partir del momento en que el órgano judi-
cial la declara, razón por la que tal resolución reviste el carácter de cons-
titutivo [CNCiv., Sala E, 13/11/1980, “Piccoli, Alba c/ Picoli, Narciso”,
AMADEO, Luis (dir.), Perención de instancia, p. 63].

II) La perención no opera de pleno derecho, sino como efecto de su declara-


ción judicial, que puede ser de oficio, quedando asimismo purgada si antes
se impulsa el procedimiento [CNCiv., Sala F, 12/11/1968, “Caporalini c/
Filgueira”, LL, 135-1153].

III) Resulta nula la declaración de oficio de la caducidad, sin exponer des-


de cuándo rige la inactividad procesal y la última actuación impulsora
del procedimiento, pues solo resulta un juicio de la voluntad del juzga-
dor, que no se apoya en fundamentos de las circunstancias de hecho que la
sustentan [CNCom., Sala C, 05/12/1974, “La Nueva S.C.S. Ltda. c/ Mas-
troinani, Francisco”, LL, 1975-A-327].

IV) La caducidad de la instancia debe ser declarada de oficio en la queja


cuando, desde la providencia que ordena acompañar diversos recaudos,
ha transcurrido el plazo previsto en el art. 1, inc. 2, de la ley 14.191
[CSJN, 14/12/1960, “Soto, manuel c/ Corazza, Armando”, ED, 6-521].

V) Ante la paralización del trámite durante un determinado lapso, el juez


debe declarar, de oficio, la caducidad de la instancia, como consecuencia del
abandono que presupone la prolongada inactividad de las partes [CNCom.,
Sala B, 29/03/1963, “Tolchinsky, Guillermo c/ El Tractor S.R.L.”, ED, 4-810].

VI) La caducidad de instancia puede ser declarada de oficio sin interesar


que quien pide la perención se halle o no legitimado para ello [CNCiv., Sala
C, 09/04/1976, “Inzaurralde de González, María c/ Lauria, Antonio”, ED,
69-200].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 297

VII) La caducidad debe tramitar por incidente de donde es indispensable


su sustanciación con un traslado a la contraparte bajo pena de nulidad
[CNCom., Sala B, 15/04/1977, “Valladares, Edmundo y otros c/ Fox Film
Argentina S.A.”, ED, 74-378].
VIII) La perención de instancia puede purgarse conforme resulta del juego
de los arts. 315 y 316 del Código Procesal. De acuerdo a ellos resulta evi-
dente que la realización de un acto impulsor del proceso, anterior al acuse de
caducidad o a la declaración de oficio por el juzgado es idónea a tal efecto,
aunque en el primer caso la contraparte podría hacer uso del derecho de
peticionar la declaración de perención antes de consentir el referido acto
interruptivo [CNCom., Sala B, 15/04/1977, “Valladares, Edmundo y otros
c/ Fox Film Argentina, S.A.”, ED, 74-376].
IX) La presentación de un escrito judicial con la firma falsificada del letra-
do patrocinante, a fin de evitar la caducidad de instancia, no encuadra en
el delito de estafa procesal ya que dicha figura requiere un ardid o engaño
desplegado ante un juez que gire en torno a la esencia del reclamo, creando
una falsa representación de su veracidad, que no se cumple en la conducta
desplegada, destinada a evitar una declaración de caducidad de instancia
[CN Crim. y Corr., Sala IV, 14/08/2006, “Lore, Romulo”, La Ley online].

7.4.2. Provincial
I) Siendo la retención o el retiro ilegítimo del expediente una afectación
de la recta administración de justicia, de ello se sigue que así como la ili-
citud no crea derechos, la infracción procesal no puede generar benefi-
cios, en el caso el de solicitar la caducidad de instancia el infractor que
retiene el expediente en su poder [Cámara Civ., Com., Flia. y Trab. de
Marcos Juárez, voto de la mayoría, A.I. Nº 44 del 11/04/2005, en autos
“Tercería de mejor derecho formulada por el Bco. Credicoop Ltdo., en los
autos caratulados ‘Coop. Agrícola Ganadera de Monte Buey Ltda. c/ Jor-
ge Carlos Ingaramo - P.V.E.’ ”, Foro de Córdoba, Nº 105, p. 105].
II) El sólo hecho que se deduzca recurso y se lo deje perimir no constituye
antecedente suficiente para sancionar al litigante en los términos del art.
83 del CPC [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., 08/05/2002, “Karanicolas,
Manuel c/ Guillermo Horacio Barros y otro - ordinario - recurso directo”,
Zeus Córdoba, t. 1, p. 381].
III) Carece de legitimidad procesal para pedir la caducidad de instancia
el infractor que retiene el expediente en su poder, especulando que no ins-
tada su restitución para devolverlo con el pedido de perención y benefi-
ciarse con su conducta [Cámara Civ., Com., Flia. y Trab. de Marcos
Juárez, voto de la mayoría, A.I. Nº 44 del 11/04/2005, en autos “Terce-
298 LUIS R. CARRANZA TORRES

ría de mejor derecho formulada por el Bco. Credicoop Ltdo., en los autos
caratulados ‘Coop. Agrícola Ganadera de Monte Buey Ltda. c/ Jorge Car-
los Ingaramo - P.V.E.’ ”, Foro de Córdoba, Nº 105, p. 105].

IV) No es del caso analizar lo que pudo hacer el actor (instar su restitu-
ción) sino lo que no debió hacer el demandado (retener ilegítimamente el
expediente). Pues aceptar un criterio distinto es contrario al propio basa-
mento del derecho procesal y fomentar la mala fe, alentando conductas pro-
hibidas por la ley. [Cámara Civ., Com., Flia. y Trab. de Marcos Juárez, voto
de la mayoría, A.I. Nº 44 del 11/04/2005, en autos “Tercería de mejor de-
recho formulada por el Bco. Credicoop Ltdo., en los autos caratulados
‘Coop. Agrícola Ganadera de Monte Buey Ltda. c/ Jorge Carlos Ingaramo
- P.V.E.’ ”, Foro de Córdoba, Nº 105, p. 105].

V) Si el expediente desaparece por responsabilidad del demandado, no


puede aceptarse que el propio autor de la desaparición plantee la caduci-
dad para aprovecharse de tal actuar. [Cámara Civ., Com., Flia. y Trab. de
Marcos Juárez, voto de la mayoría, A.I. Nº 44 del 11/04/2005, en autos
“Tercería de mejor derecho formulada por el Bco. Credicoop Ltdo., en
los autos caratulados ‘Coop. Agrícola Ganadera de Monte Buey Ltda. c/
Jorge Carlos Ingaramo - P.V.E.’ ”, Foro de Córdoba, Nº 105, p. 105].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 299

CUADRO COMPARATIVO Nº 5
TRÁMITE
Modos de operarse Trámite
(art. 316, CPCCN) (art. 345, CPCCP)

Solicitada la perención se corre trasla-


De oficio:
do a la contraria por 5 (cinco) días.

Solo debe comprobarse el En caso de abrirse a prueba el inci-


vencimiento de los plazos. dente no excederá de los diez días.

Solo es apelable la declaración de


Efectos de la perención
procedencia. En segunda o ulte-
rior instancia la resolución solo
En primera o única instancia: no perjudi-
será susceptible de reposición si
ca el derecho que en ella se hiciera valer, que
hubiere sido dictada de oficio
la parte podrá ejercitar en un nuevo juicio.
En los incidentes: impide la promoción de
Efectos otros por la misma causa.
En la Instancias recursivas: quedará
firme y ejecutoriada la decisión recurrida
En primera o única instancia:
No extingue la acción, la que
podrá ejercitarse en un nuevo juicio, Prueba subsistente: En nuevo juicio
ni perjudica las pruebas producidas, por la misma pretensión, las partes po-
las que podrán hacerse valer en aquél. drán hacer valer las pruebas produci-
En instancias ulteriores: acuerda das. Excepción la confesión ficta
fuerza de cosa juzgada
a la resolución recurrida. Alcance: En primera o única instancia
La caducidad de la instancia principal: concluye el proceso abarcando todas las ac-
Comprende la reconvención ciones acumuladas.
y los incidentes, pero la de éstos En segunda o ulterior instancia, compren-
no afecta la principal de todas las impugnaciones pendientes que
deban sustanciarse por el tramite paralizado
Capítulo 8
RECURSOS

8.1. NORMA NACIONAL

Art. 317. Resolución. La resolución sobre la caducidad sólo será apela-


ble cuando esta fuere declarada procedente. En segunda o ulterior ins-
tancia, la resolución sólo será susceptible de reposición si hubiese sido
dictada de oficio.

8.2. NORMA PROVINCIAL

Art. 361. Procedencia. El recurso de apelación, salvo disposiciones en


contrario, procederá solamente respecto de:
1) Las sentencias.
2) Los autos.
3) Las providencias simples que causen gravamen que no pueda ser re-
parado por la sentencia.

8.3. COMENTARIO

8.3.1. Particularidades de la resolución

Toda vez que hace concluir el proceso, la resolución judicial


debe contener una fundamentación en el cuerpo del escrito
302 LUIS R. CARRANZA TORRES

resolutorio, el que en este particular, será la constatación de


los extremos fácticos que llevan a declarar la perención (expli-
citación del plazo operado con referencia a la normativa, las fe-
chas entre las que se produjo; si han ocurrido en ese lapso ac-
tos no susceptibles de generar impulso, deben asimismo ser
calificados ellos como no impulsorios).
Si bien no será por lo común un acto de extensión, no por ello
resulta válidamente emitido si se limita a una mera asevera-
ción no fundada (v.gr. “atento el plazo transcurrido en autos
declárase la perención de instancia”).
Es por ello que las resoluciones de una caducidad, guardan
relación con una sentencia en cuanto a su estructura, no obs-
tante carecer, su fundamentación, de la mayoría de los aspec-
tos contenidos en una resolución de fondo (consideración de la
litis, valoración de la prueba, etc.) pero no obstante ello tienen en
común, su poder de cerrar (de forma anómala) el proceso. Inclu-
so, de darse en el contexto en que su procedencia implicara a
más de dicho cierre procesal, la inhabilidad posterior del dere-
cho (v.gr., por prescripción) adquiere el carácter de definitiva.
Si hace lugar a la perención, resulta constitutiva. Y decla-
rativa en el caso que la rechace. Igual naturaleza declaratoria
posee en los sistemas en que opera de pleno derecho. La dife-
rencia es que en el primer supuesto (constitutiva) sólo produ-
ce efectos hacia el futuro, en tanto de resultar declarativa, ellos
se retrotraen a la fecha de vencimiento de los plazos legales359.

8.3.2. Inapelabilidad del rechazo en el orden nacional

El legislador federal privó de recurso de apelación al accio-


nado si se trata de atacar la resolución que deniega el pedido
de caducidad de instancia (art. 317, CPCN), en la inteligencia
de que ese pronunciamiento no puede causarle un gravamen

359
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Córdoba - Ley 8465, t. III, p. 329.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 303

irreparable, pues su derecho de defensa no puede considerarse


lesionado por la mera continuación del proceso.
El hecho que la resolución que desestima la caducidad sólo
sea apelable cuando ésta fuera declarada procedente, no obs-
ta que se pueda recurrir la imposición de costas establecida al
ser desestimado el incidente de caducidad de instancia (art. 69,
CPCCN). Debiendo la específica apelación contra las costas,
ser concedida, ya que no es aplicable lo dispuesto en el art. 317
del CPCCN; sino que se rige por el principio general del art.
242 del CPCCN.
Dicha inapelabilidad, se ha entendido que no vulnera el prin-
cipio de igualdad ante la ley, toda vez que la norma que así lo
prescribe tiene fundamento objetivo y razonable, cual es el de
establecer un límite a la caducidad, en miras a otorgar una ma-
yor garantía en la defensa de los derechos. Permitiendo, en tal
forma, la continuación del proceso, y dilucidar la controversia
sin perjuicio sustancial para quien la acusara, que sigue suje-
to de la litis.
Si el juez decide rechazar in limine el pedido de perención, es
decir, sin sustanciar el incidente, tal resolución deviene igual-
mente inapelable, porque en definitiva marca la improceden-
cia de la caducidad de instancia y resulta, por lo tanto, de apli-
cación la cortapisa contenida en el citado art. 317. No obsta a
esta conclusión la directiva contenida en el art. 179 del Códi-
go Procesal nacional, cuando dispone: “Si el incidente promo-
vido fuere manifiestamente improcedente, el juez deberá re-
chazarlo sin más trámite. La resolución será apelable en efecto
devolutivo”; toda vez que si bien al trámite de la perención se
le aplican las normas relativas a los “incidentes”, la específica
norma contenida en el art. 317 prevalece sobre la genérica del
art. 179 del CPCCN, la que queda así desplazada. Por lo tanto,
si es inapelable la resolución que rechaza la caducidad cuando
ha existido traslado a la contraria, también debe serlo si el re-
chazo se produce in limine.
304 LUIS R. CARRANZA TORRES

8.3.3. Impugnabilidad de su admisión en el orden


nacional

Si hace lugar a la perención, en primera instancia la resolu-


ción resulta apelable a nivel del proceso nacional, en relación
y con efecto suspensivo. Dicha regla se aplica a toda clase de jui-
cios, aun al sumarísimo, por no sancionar el artículo ninguna
limitación, no alcanzándole por su trascendencia la limitación
del art. 498, inc. 4, del CPCCN. En segunda ulterior instancia,
sólo es impugnable por reposición360.

8.3.4. Su doble apelabilidad en el orden provincial

Por no existir norma específica en la materia, cabe remitirse a


la general de los actos que resultan apelables, por lo que a nivel
provincial, tanto la concesión como el rechazo de la solicitud de
perención, tornan procedente la interposición de tal recurso.
Se halla implícito en la legislación procesal de nuestra pro-
vincia, que no sólo la perención, de ser admitida, causa agravio
al actor por ponerle fin al proceso, sino que resulta susceptible
en caso de ser rechazada, de causar agravio al solicitante, al
mantenerlo sometido a proceso.
Como nos dice VENICA, si el incidente se deduce en primera
instancia, cualquiera sea la resolución que recaiga, es suscepti-
ble de recurso de apelación (art. 361, inc. 2, CPCCP). Lo mismo
que el rechazo liminar del incidente (art. 430, segundo párrafo,
in fine), sin perjuicio de su interposición en subsidio del recur-
so de reposición (art. 363, primer párrafo). Igual solución proce-
de tanto en el juicio abreviado (art. 515, primer párrafo), como
respecto del proceso ejecutivo (art. 559, inc. 1)361.

360
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 279.
361
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Córdoba - Ley 8465, t. III, p. 333.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 305

8.3.5. Notificación de la resolución

Tanto en el orden nacional (art. 135 inc. 13 CPCCN) cuanto


en el provincial (art. 145 inc. 11 CPCCP), la resolución judicial
respecto del planteo de perención debe ser notificada por cé-
dula y al domicilio constituido.

8.3.6. El fundamento apelatorio

En cuanto a las causas en concreto de la recurribilidad, cree-


mos que esta procede por mal cómputo del plazo, por pasar por
alto actos impulsorios que se hayan realizado dentro del proce-
so; pudiendo asimismo discutirse el carácter dado a tales actos,
la inexistencia de carga procesal de impulso, y si determinada
actividad estaba a cargo de la otra parte o del tribunal.

8.3.7. Valoración de la expresión de agravios

No cabe extremar la rigurosidad en la valoración de la ex-


presión de agravios, pues siempre que de la misma surja indi-
vidualizado donde estriba el error o equívoco que se endilga al
pronunciamiento, cabe considerar que se ha abierto la jurisdic-
ción de la alzada para ejercitar la función revisora. Lo contra-
rio podría importar un exceso ritual manifiesto en pugna con
el ejercicio del derecho de defensa.
Lo antes dicho no resulta aplicable en aquellas situaciones
en que no existe ninguna individualización de los agravios, en
razón de no rebatir o expresar el error en concreto de los fun-
damentos de la resolución judicial del caso; por lo que frente a
tales supuestos, sí cabe declarar desierto el pedido recursivo
formulado.
306 LUIS R. CARRANZA TORRES

8.3.8. Plazo de perención del recurso por lo resuelto


en el incidente de perención

Se entiende que en tal supuesto procede el plazo propio del


incidente (un mes) y no el general de los recursos (tres meses
en el orden nacional, seis en el provincial), ya que tal instan-
cia recursiva ha quedado habilitada con motivo de una impug-
nación deducida contra la resolución que resolvió respecto a
una perención, por lo que corresponde aplicar la norma espe-
cial que lo rige, independientemente de cuál sea la instancia
en que dichas actuaciones se sustancien. Por otra parte, tal
postura resulta la única que guarda coherencia con el siste-
ma de plazos instituidos tanto en el orden provincial como
nacional362.

8.3.9. Reposición respecto de perenciones declaradas


en Cámara o por la Corte Suprema

Procede el recurso de reposición, respecto de las caduci-


dades declaradas por la Cámara o por la Corte con motivo del
examen de algún recurso extraordinario o de queja. Procede
también, respecto de las dictadas por estos tribunales de ofi-
cio.

8.3.10. El recurso de casación provincial respecto de


la perención de instancia

La jurisprudencia del máximo tribunal provincial ha enten-


dido que las resoluciones que resuelven respecto de cuestiones
estrictamente procesales como lo son las relativas a la peren-
ción de la instancia, per se resultan susceptibles de controlar-
se en casación en concepto de violación de las formas y solem-

362
GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo, “Panorama actual y perspectivas de la perención
de instancia”, ob. cit., ps. 71 y 72.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 307

nidades prescriptas para el procedimiento en los términos del


inc. 1 del art. 383 del CPCCP363.
No obsta a ello que la motivación del auto dictado por la Cá-
mara fuese completo e impecable desde el punto de vista lógico,
ya que dicho tribunal, como guardián de las formas procesales,
puede revisar la corrección intrínseca de la decisión adoptada,
a fin de verificar si estaban o no dadas las condiciones legales
necesarias para que opere la caducidad de la instancia. De allí que
no resulta necesario detenerse a contemplar la corrección formal
de la fundamentación de la resolución emitida y que, en cambio,
corresponda ingresar directamente al examen de la cuestión pro-
cesal dirimida en el auto interlocutorio impugnado364.

8.3.11. Recurso extraordinario federal

Por regla general, son ajenas al recurso extraordinario las


cuestiones vinculadas a la caducidad o perención de la instan-
cia, pues atañen a temas de derecho procesal y falta definitivi-
dad a los autos a ellas referidos365.
De forma excepcional, sólo resultan admisibles contra las
decisiones que decretan la caducidad de la instancia cuando,
en función del art. 3987 del Código Civil, este modo anormal
de terminación del proceso proyecta consecuencias sobre el
curso de la prescripción de la acción incoada, borrando la in-
terrupción provocada por la demanda (art. 3986, Cód. Civil) y
determinando la pérdida de la posibilidad de un nuevo planteo
procesal.

363
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. N° 92 del 13/04/2005, en autos
“Municipalidad de Córdoba c/ Luis Alberto Ávalos y Ana María Carmen
Monayar - ejecutivo - recurso directo”, Expte. Letra “M”, 23/03.
364
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. N° 92 del 13/04/2005, en autos “Mu-
nicipalidad de Córdoba c/ Luis Alberto Ávalos y Ana María Carmen Monayar
- ejecutivo - recurso directo”, Expte. Letra “M”, 23/03. Con cita de A.I. N° 453/
99, 255/00 y 176/03.
365
CSJN, Fallos 283:53; 292:479; 300:852; 307:1608, entre otros.
308 LUIS R. CARRANZA TORRES

Procede, asimismo, cuando el examen de los requisitos de


su procedencia se efectúa con injustificado rigor formal que
afecta a la garantía de defensa en juicio y el debido proceso (por
caso, omisión de considerar elementos de la causa, o argumen-
tos de la parte conducentes a su dilucidación)366.
Asimismo, determinar el efecto interruptivo o no de deter-
minadas actuaciones, o el momento desde el cual debe contar-
se el plazo de caducidad, así como si se dieron o no las condicio-
nes de aplicación del art. 3980 del Código Civil, constituyen
cuestiones de hecho que sólo pueden ser abordadas en la ins-
tancia extraordinaria, si se pone en evidencia que son el resul-
tado de un razonamiento viciado en grado de absurdo.
En cambio, se ha entendido que el auto que rechaza la cadu-
cidad de instancia no encuadra en el concepto de sentencia
propiamente definitiva, desde que no se expide sobre el méri-
to de la causa, ni puede ser equiparable a tal, porque no impide
la continuación del pleito ni causa un gravamen que no pueda ser
reparado en la sentencia definitiva del pleito.
La ausencia de dicho requisito de definitividad, se torna así
en valladar insuperable para la apertura de la vía recursiva
extraordinaria, ya que al no impedirse la continuación del plei-
to, no se cumple con la ratio essendi del recurso extraordinario,
pues el gravamen cuenta con la posibilidad de ser reparado en
instancias ordinarias, sin necesidad de recurrir al remedio ex-
tremo de la inconstitucionalidad367.
Es en virtud de ello que para lograr la admisibilidad del re-
curso, debe demostrar la quejosa que el auto impugnado encua-
dra en alguna de las situaciones de excepción a la referida ausen-
cia de definitividad (v.gr., que cause un agravio de imposible o
insuficiente reparación ulterior o implique un supuesto de gra-
vedad institucional acarrea la desestimación de su pretención
recursiva extraordinaria).

366
CSJN, Fallos 308:2219; 319:1142; 320:1821; 323:2067; 323:2498; 324:3695,
entre otros.
367
SC de Buenos Aires, A yS. 63:25; 68:147; 143:94, entre otros.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 309

Vía del recurso extraordinario para descalificar


la sentencia que declara la perención de instancia

I. 90. XXXIX. “Icardi, Lisandro Martín y otro c/ Nalco Argentina S.A.”

Suprema Corte:
-I-
La Sala E, de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, declaró
operada la caducidad de la instancia abierta con los recursos de apela-
ción interpuestos por las partes, con sustento en que, desde la última
actuación de fs. 4052 vta. (de fecha 31 de octubre de 2002), no se había
realizado ninguna actividad tendiente a impulsar la instancia (v. fs.
4053).

Contra esta resolución las partes interpusieron recursos de reposición:


las actoras a fs. 4057/4060 y la demandada a fs. 4061/4064, los que fue-
ron rechazados por la Sala referida a fs. 4066 y vta. Para así decidir, se-
ñaló que los recurrentes sostuvieron que frente al informe de fs. 4052 vta.
no tenían que cumplir ninguna actividad procesal y que la Sala debía
pasar los autos a sentencia, lo que —a criterio del juzgador— no es así.
Indicó que el 11 de octubre de 2002 dispuso librar oficio al fiscal Federal
de turno en la ciudad de Avellaneda con el objeto de comunicarle la exis-
tencia de la causa penal N° 56.124, en trámite ante el Juzgado Criminal
y Correccional N° 11 de Lomas de Zamora, al tiempo que se le remitieron
fotocopias de la pericia obrante en autos y de sus impugnaciones y contes-
taciones pertinentes, y se le solicitó que informara a la Sala la radicación
de la causa que, en su caso, se incoare, a los fines del art. 1101 del Código
Civil (v. fs. 4049).

Dijo que, al aludir dicha providencia a la probable existencia de cuestión


prejudicial, resultaba necesario que, una vez contestado el informe por el
fiscal, la Sala se pronunciara al respecto, y que debieron ser las partes
quienes solicitaran una declaración en ese sentido por haber consentido
la mencionada providencia, señalando, en su caso, la inexistencia de
cuestión prejudicial, pero que ellas nada pidieron. De allí —prosiguió—
que no pueda considerarse trasladada a la Sala la carga del impulso,
menos cuando la medida de fs. 4049 fue dictada antes de pasar los autos
a sentencia.
310 LUIS R. CARRANZA TORRES

- II-
Contra ambos pronunciamientos, el de fs. 4053 que declara la caducidad
de la instancia y el de fs. 4066 y vta. que rechaza los recursos de reposi-
ción, la demandada interpuso el recurso extraordinario de fs. 4070/4076,
cuya denegatoria de fs. 4077 motiva la presente queja.

Tacha a las resoluciones de arbitrarias, y alega que el tribunal no tuvo en


cuenta que el art. 313, inc. 3, del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación, establece que no se producirá la caducidad cuando los procesos
estuvieren pendientes de alguna resolución y la demora en dictarla fuere
imputable al tribunal, o la prosecución del trámite dependiera de una
actividad que este Código o las reglamentaciones de Superintendencia
imponen al secretario o al oficial primero.

Manifiesta que en el caso de autos, no existía ninguna actividad que se


hallara en cabeza de las partes. Elevado el expediente a Cámara —pro-
sigue— expresados los agravios y contestados los traslados, las partes se
hallaban en la situación prevista por el art. 268 del Código Procesal que
dispone el llamamiento de autos.

Señala que, en tales condiciones, el tribunal dio vista al señor fiscal de


Cámara, a solicitud de quien se denunciaron los hechos al fiscal Penal
Federal competente mediante el pertinente oficio, en el que se solicitó se
le informara el proceder adoptado y la radicación de la causa. En contes-
tación al oficio, se informa que se ha derivado la denuncia a la Fiscalía
Federal Penal de la ciudad de La Plata.

Expresa que, cubierta la responsabilidad del señor fiscal de Cámara, nada


impedía que se llamara a autos para sentencia, lo que, siendo una diligen-
cia que no requiere petición de parte, no existía actividad alguna que éstas
pudieran desarrollar, con lo cual la caducidad resulta improcedente.

Agrega que en el supuesto de que la Sala hubiere entendido que no se


hallaba en condiciones de dictar sentencia hasta que se determinara si
existía o no delito, debió decretar la suspensión del proceso hasta que se
decidiera la iniciación o no de la causa penal y hacerlo saber a las partes.
Al no decretar tal suspensión —aduce— la única actividad que cabía era
el llamamiento de autos.

Agrega que siendo de orden público el procedimiento establecido por el


art. 1101 del Código Civil y ordenado por el tribunal, ninguna medida
podía ni debía adoptarse hasta que fuera contestado el oficio librado al
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 311

fiscal Federal de la Plata, por lo que su parte se agravia por violación de


la defensa en juicio y el debido proceso pues se la ha sancionado sin razón
alguna con una caducidad de la instancia en que no incurrió, ni provocó, y
no podía ni debía hacer nada más de lo que hizo.

- III -
Si bien es cierto que lo atinente a la caducidad de la instancia remite al
estudio de cuestiones fácticas y de derecho procesal, materia ajena —
como regla y por su naturaleza— a la instancia del art. 14 de la ley Nº 48,
también lo es, que, conforme a reiterada jurisprudencia del Tribunal, tal
doctrina admite excepción cuando el examen de aquellos requisitos se
efectúa con injustificado rigor formal que afecta a la garantía de defensa
en juicio, y, además, la decisión en recurso pone fin al pleito o causa un
agravio de imposible o insuficiente reparación ulterior (v. doctrina de
Fallos 307:1693; 320:1821 y sus citas, entre otros). Tal es lo que —a mi
ver— ocurre en el sub lite, desde que se advierte que, al tratarse de la ca-
ducidad de la segunda instancia, abierta por la apelación deducida contra
la resolución de grado anterior que condena a la apelante a pagar la in-
demnización por daños y perjuicios que allí establece, y a remediar el
predio volviendo el medio ambiente al estado anterior a la ocupación (v.
fs. 3971/3977), tal decisión importa poner fin al pleito en tanto, al que-
dar firme, impide a la recurrente el planteo de las defensas legales dedu-
cidas y su tratamiento en un eventual juicio posterior.

En tales condiciones, carece de fundamento —a mi ver—, el primer argu-


mento del a quo para sustentar la denegatoria del recurso extraordinario
sobre la base de que la resolución apelada no revestiría el carácter de
sentencia definitiva.

El juzgador también denegó el recurso al sostener que —conforme a doctrina


y jurisprudencia que allí citó—, el planteo de la revocatoria —que en autos
fue desestimado—, no habría suspendido el plazo para interponer el re-
curso extraordinario, por lo que, teniendo en cuenta que la demandada
fue notificada de la resolución de fs. 4053 el 18 de marzo, la deducción del
recurso el día 24 de abril resultaría extemporánea.

Con respecto a este último argumento, corresponde advertir, de un lado,


que, como se ha visto, el presente recurso extraordinario se dirige tanto
contra la sentencia que declara la caducidad de la instancia, como contra
la resolución que rechaza los recursos de reposición (v. fs. 4070, ítem 1), y
de otro, que resulta aplicable en la especie la doctrina de V.E. en orden
que si la resolución que rechazó el recurso de reposición agregó nuevos
312 LUIS R. CARRANZA TORRES

fundamentos a la cuestión federal que integra el fallo anterior, resulta


temporánea la apelación federal interpuesta antes de que venciera el
plazo computado desde la notificación de dicho rechazo (v. doctrina de
Fallos 311:1242, 318:1428).

Conviene recordar, por otra parte, que el Tribunal tiene establecido en


numerosos pronunciamientos, que la perención de la instancia debe res-
ponder a las particularidades de cada caso, y que por ser un modo anor-
mal de terminación del proceso y de interpretación restrictiva, la aplica-
ción que de ella se haga debe adecuarse a ese carácter sin llevar
ritualistamente el criterio que la preside más allá del ámbito que le es
propio (v. doctrina de Fallos 308:2219, 319:1142), especialmente cuando
—como en el caso— el trámite se encuentra en estado avanzado y los
justiciables lo han instado durante años (v. doctrina de Fallos
310:1009), encontrándose la causa ya para definitiva, aunque estuviese
pendiente el llamamiento de autos a cargo del juzgador (v. doctrina Fa-
llos 297:10; sentencia del 10 de abril de 2003 en autos S.C. M. 2561, L.
XXXVIII, caratulados “Mato de Solari, Liliana Inés y otros c/ Kasa S.A.”).

Teniendo ello presente, se observa que en el sub lite el llamamiento de


autos para sentencia no se llevó a cabo, no por pedido de alguna de las par-
tes, sino a raíz del requerimiento del a quo al fiscal Federal de turno, efec-
tuado a solicitud del Ministerio Público Fiscal (v. fs. 4047/4049). Es decir
que esta determinación, no modificó sustancialmente el estado del proce-
so, ya que, una vez contestado el oficio por el fiscal de La Plata (v. fs. 4052)
—cosa que todavía no ocurrió—, si de él surge la iniciación de una acción
criminal, deberá suspenderse el juicio civil por imperio del art. 1101 del
Código Civil, hasta conocerse el resultado en aquella causa; y si no se pro-
mueve la acción penal, el juicio civil estaría en condiciones de ser resuelto.
De modo que no se advierte que, en ese estado, haya existido una obligación
inexcusable para las partes de realizar lo que V.E. ha definido como “acti-
vidad idónea para impulsar el procedimiento”, esto es, alguna diligencia
“adecuada a esta etapa procesal, y apta para hacer avanzar el proceso ha-
cia la sentencia” (v. Fallos 313:97. Las comillas me pertenecen).

Al tener ello presente, estimo que la inactividad en autos no obedeció a


desinterés de las partes, permaneciendo el proceso en la etapa del art.
268 del Código Procesal, razón por la cual, resultaba razonable esperar
la actividad de los órganos judiciales. En el marco de otros presupuestos
fácticos, el Tribunal tiene dicho que en la etapa de llamamiento de autos,
la parte queda eximida de su carga procesal de impulso, y, por lo tanto, su
inactividad no puede ser presumida como abandono de la instancia, pues
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 313

ello importaría responsabilizar a la actora por una actividad que deben


cumplir los funcionarios judiciales en virtud de su obligación legal de
actuar oficiosamente (v. doctrina de Fallos 320:38).

A mayor abundamiento, corresponde señalar que V.E. tiene dicho reite-


radamente, que la caducidad de la instancia sólo halla justificación en la
necesidad de conferir un instrumento al Estado para evitar la indefinida
prolongación de los juicios, pero no un artificio tendiente a impedir un
pronunciamiento sobre el fondo del pleito o prolongar situaciones en con-
flicto; de manera que por ser dicho instituto un modo anormal de la termi-
nación del proceso, su aplicación debe adecuarse a ese carácter sin llevar
con excesivo ritualismo el criterio que la preside más allá de su ámbito
propio (v. doctrina de Fallos 322:2943 y sus citas).

Por todo lo expuesto, opino que corresponde hacer lugar a la queja, decla-
rar procedente el recurso extraordinario, y disponer vuelvan los actuados
al tribunal de origen para que, por quien corresponda, se dicte nuevo
pronunciamiento.
Buenos Aires, 24 de febrero de 2004
Felipe Daniel Obarrio

Buenos Aires, 11 de mayo de 2004.

Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por la demandada en la


causa ‘Icardi, Lisandro Martín y otro c/ Nalco Argentina S.A.’ ”, para deci-
dir sobre su procedencia.

Considerando:

Que los agravios del apelante han sido objeto de adecuado tratamiento
en el dictamen del señor Procurador Fiscal, a cuyos fundamentos corres-
ponde remitirse en razón de brevedad.

Por ello, se declara formalmente admisible el recurso extraordinario y se


deja sin efecto la resolución apelada. Costas por su orden en razón de que
la decisión impugnada fue dictada de oficio y no existió oposición de par-
te. Vuelvan los autos al tribunal de origen a fin de que, por medio de
quien corresponda, proceda a dictar un nuevo fallo con arreglo a lo expre-
sado. Reintégrese el depósito de fs. 1. Agréguese la queja al principal.
Notifíquese y remítase.
Enrique Santiago Petracchi - Carlos S. Fayt - Antonio Boggiano - Adolfo Ro-
berto Vázquez - E. Raúl Zaffaroni.
314 LUIS R. CARRANZA TORRES

8.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA

8.4.1. Nacional

I) La garantía de la “doble instancia” (art. 8º, Convenio Americano de De-


rechos Humanos), tiene vigencia en cuestiones de índole penal y no para
el supuesto de autos [CSJN, 05/09/2000, “Mallmann, Arturo J. y otro c/
Ministerio del Interior”, Fallos 322:2525].

II) Es descalificable la sentencia que desestimó la excepción de prescrip-


ción opuesta por el ejecutado, sin hacerse cargo de lo alegado en torno a
que los juicios previos habidos entre las partes habían carecido de efectos
para interrumpir la prescripción que se hallaba en curso, pues habían fina-
lizado por desistimiento, caducidad de instancia y rechazo de la demanda
(art. 3987, Código Civil) [CSJN, 11/11/2003, “Sleive, Moisés c/ Figueroa,
Elías”, Fallos 326: 4558].

III) El art. 317 del CPCCN establece que la resolución sobre caducidad
sólo será apelable cuando esta fuera declarada procedente, porque no con-
sumada la caducidad, el proceso debe proseguir cuanto antes, y por otra par-
te, la previsión del art. 318 demuestra que el Código Procesal ha estableci-
do un régimen de perención como pieza necesaria dentro del sistema, pero
con una prevención respecto de una eventual e innecesaria duplicación de pro-
cesos [CNAT, Sala II, 12/05/2005, Expte. N° 3572/05, “Mansilla, Rubén c /
Techint Cía. Técnica Internacional S.A. y otros s/ accidente”, Secretaría de
Jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo].

IV) Aun cuando los agravios de la apelante remiten al examen de cuestio-


nes de hecho y de derecho procesal, ajenas —como regla y por su naturale-
za— al recurso del art. 14 de la ley 48, ello no resulta óbice para habilitar
la vía intentada cuando, con menoscabo del derecho de defensa en juicio
(art. 18 de la Constitución Nacional), el tribunal ha desatendido los
planteos de aquella que tendían a la integración de la litis con sus legíti-
mos contradictores y ha omitido ponderar elementos de la causa y dispo-
siciones legales conducentes para la correcta solución del caso [CSJN,
21/05/2002, “Costa Perktold, Ana María c/ Fernández, Robustiano y
otros”, Secretaría de Investigación de Derecho Comparado y Bibliotecas
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación].

V) Por tratarse de una sentencia que tiene el alcance de definitiva en ra-


zón de que el derecho invocado caería bajo el dominio de la prescripción
(Fallos 304:950, 307, 46, 308:334, 310:1782, 318:1047, 320:428 y 821), y
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 315

sin perjuicio de que la recurrente pueda requerir ante la Corte provincial


que evalúe la aplicación al caso de la ley local 12.357, corresponde admi-
tir el recurso pues, más allá del error en que el a quo ha incurrido acerca
de la parte que pidió el beneficio de litigar sin gastos y de la conclusión
impropia que deriva de ello, pone de manifiesto que media relación direc-
ta e inmediata entre lo resuelto y las garantías constitucionales que se
dicen vulneradas (art. 15, ley 48) [CSJN, 21/05/2002, “Costa Perktold,
Ana María c/ Fernández, Robustiano y otros”, Secretaría de Investiga-
ción de Derecho Comparado y Bibliotecas de la Corte Suprema de Justi-
cia de la Nación].

VI) El auto que resuelve sobre la perención es una interlocutoria respecto


de la cual no resulta susceptible de reposición [CNCom., Sala C, 11/07/
1972, “Denegri, Pedro c/ Pidroni, Luis y otro”, AMADEO, José Luis (dir.), Pe-
rención de instancia, p. 425].

VII) Si la resolución denegatoria de la perención no es susceptible de ape-


lación, tampoco lo es de reposición, atento que ella sólo procede respecto
de providencias simples y no de interlocutorias [CNCom., Sala C, 28/12/
1970, “Ulman S.A. c/ Molinos Epa S.A.”, LL, 144-89].

VIII) Si la perención fue decidida sin audiencia de la contraparte, resulta


formalmente admisible el recurso de reposición atento no haber media-
do sustanciación, debiendo considerarse asimismo la apelación en sub-
sidio [CNCiv., Sala D, 12/08/1971, “Bollaert, Carlos c/ Ganadera
Suárez”, LL, 148-707].

IX) Las resoluciones sobre la caducidad de instancia acaecida en las que-


jas en trámite ante la Corte Suprema, son susceptibles de reposición
[CSJN, 29/10/1956, “Domínguez Nimo, Santiago c/ Selsa S.A.”, LL, 90-
344].

X) La reposición en la perención de instancia sólo procede cuando ella se


dictó de oficio en la alzada, o cuando lo interpone la parte que no fue escu-
chada [CNCiv., Sala D, 28/06/1961, “Rio de Gómez, Josefa c/ Loras Mar-
cos”, LL, 106-977].

XI) El art. 317 del CPCCN, al establecer que las resoluciones sobre la
caducidad de instancia son solamente apelables cuando se declara su
procedencia, está a contrario sensu, estableciendo la inapelabilidad de
aquellas en que se deniegue la misma [CNCom., Sala A, 28/08/1969,
“Fernández, María c/ Avenali, Luis”, LL, 137-739].
316 LUIS R. CARRANZA TORRES

XII) No procede el recurso de inaplicabilidad de ley respecto de la resolu-


ción que no hace lugar a la perención de primera instancia, ya que dicho
resolutorio no reviste carácter de sentencia definitiva [CNCiv., en pleno,
08/11/1974, “Falayechki Szaul c/ Mira”, LL, 1975-B-902].

XIII) Debe desestimarse el recurso de reposición contra la resolución que


declara no hacer lugar a la caducidad de la instancia extraordinaria si, al
acusarse esta, se hallaba consentida la providencia de autos dictada por
la Corte Suprema [CSJN, 21/06/1963, “Alessio c/ La Principal S.A.”, ED,
5-513].

XIV) Las decisiones dictadas en materia de caducidad de instancia son


insusceptibles, en principio, de la apelación extraordinaria del art. 14 de la
ley 48 [CSJN, 22/05/1963, “Vergara c/ Sallato de Pauchuq”, ED, 5-279].

XV) No justifica la apertura del recurso extraordinario, el planteo efec-


tuado sobre la existencia de un litisconsorcio necesario en un incidente
de caducidad de instancia, pues ello remite al examen de cuestiones de
hecho y derecho procesal que son ajenas a la vía intentada y que fueron
resueltos con fundamentos de igual naturaleza que bastan para excluir
la arbitrariedad alegada [CSJN, 28/09/1993, “Cargen S.A. s/ quiebra s/
inc. rev. Prom. La Plata Cereal Co.”, ED, 157-108].

XVI) Es improcendente el recurso extraordinario deducido contra la sen-


tencia que hizo lugar al incidente promovido por los representantes del
actor civil y declaró la caducidad de la instancia casatoria abierta por el
letrado del imputado y el tercero civilmente responsable, respecto de la
sentencia que los condenó a abonar los daños y perjuicios derivados del
homicidio culposo de un menor. Ello es así, pues los agravios que propone
el apelante —vinculados con la apelación supletoria de normas del rito
civil local al proceso penal provincial— con el modo de computar los pla-
zos y con la inteligencia que cabe asignar al art. 162 del Código Procesal
local materia propia de los jueces de la causa y no revisables por la vía del
remedio Federal intentado, máxime como en el caso, la decisión está fun-
dada en razonamientos que le otorgan sustento bastante y excluye la ta-
cha de arbitrariedad [CSJN, 22/10/1985, “Fiscal c/ S., M. S.”, ED digital].

XVII) Los argumentos referentes a que no es usual que se pidan recau-


dos durante el trámite de las quejas, sólo se apoyan en un criterio parti-
cular del presentante, por lo que resultan manifiestamente insuficien-
tes para admitir la impugnación contra la declaración de caducidad de
la instancia [CSJN, 27/02/1996, “Bossi de Morales, Adelma Haydée c/
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires”, ED digital].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 317

XVIII) Torna procedente el recurso extraordinario por constituir senten-


cia arbitraria, la que declaró perimida la instancia, si la inactividad del
interesado se debió a que habiendo concluido la etapa probatoria, el ofi-
cial primero omitió poner los autos en Secretaría para alegar, desde que
debiendo cumplirse dicha actividad sin mediar requerimiento de parte,
no puede atribuirse consecuencia disvaliosa alguna a quien nada ha in-
cumplido, con afectación de su derecho a la defensa en juicio [CSJN, 14/
09/2000, “Astarsa S.A. y otros c/ M.E.”, LL, 2001-C-8].

XIX) Aun cuando los agravios remiten a cuestiones de hecho y de derecho


procesal, ajenas en principio a la instancia extraordinaria, ello no impi-
de habilitar dicha vía cuando, con menoscabo del derecho de defensa en
juicio, se han desatendido los planteos que tendían a demostrar la im-
procedencia del pedido de caducidad de la instancia formulado por el de-
mandado y omitido ponderar elementos de la causa y disposiciones le-
gales conducentes para la correcta solución del caso (Del dictamen de la
Procuradora que la Corte hace suyo) [CSJN, 18/07/2006, “N.F.E. y otra c/
Provincia de Buenos Aires y otros”, La Ley online].

XX) No resulta procedente la apelación, si el recurrente no controvirtió


que en el lapso señalado por el a quo el proceso se halla mantenido inacti-
vo. [CN Com., Sala D, 25/04/2007, “Osplad s/ concurso preventivo s/ inci-
dente de revisión por Braceras, Diana Lía”. Fuente: ED 26/10/2007, p. 6].

8.4.2. Provincial

I) No es definitiva la resolución que hace lugar al incidente de perención


de la segunda instancia y declara desiertos los recursos de apelación y
nulidad interpuestos contra la sentencia de primera —no definitiva—
que resuelve acoger la demanda ejemplo La sentencia de remate, salvo
que haga cosa juzgada en lo sustancial no participa del carácter de sen-
tencia definitiva, ya que la existencia de la vía ordinaria ulterior excluye
la posibilidad de un perjuicio definitivo [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y
Com., A.I. N° 160 del 23/05/1989, en autos “Roberto Pérez e Hijos S.A. c/
Godoy Martorelli, J. - ejecutivo - recurso de revisión”, página web del Po-
der Judicial de Córdoba].

II) Corresponde resolver sin reenvío el recurso de apelación que queda


pendiente (art. 390, CPC). Los demandados del presente juicio ejecutivo
apelan la providencia adversa dictada por el juez de primer grado, y en
función de los agravios que expresan reproducen la pretensión incidental
que dedujeran, dirigida a que se declare la perención del procedimiento
318 LUIS R. CARRANZA TORRES

pendiente. Por su lado el Banco accionante resiste el progreso de la ape-


lación y reclama la confirmación del auto impugnado con base en los ar-
gumentos que aduce. Las consideraciones que se efectuaron al examinar
el recurso de casación y la conclusión a que se arribó en base a ellas, cons-
tituyen respuesta acabada frente a los agravios manifestados por los
apelantes, razón por la cual corresponde directamente remitirse a lo ex-
presado en esa oportunidad sin que sea necesario agregar otras conside-
raciones. Por consiguiente se debe rechazar la apelación y, con ella, el
acuse de caducidad de instancia deducido porque, con prescindencia del
tiempo que el procedimiento hubiera estado detenido, no se verificaron en
la especie los presupuestos condicionantes de este modo extraordinario
de culminación de los procesos judiciales. Las costas de la alzada se im-
ponen por su orden por la misma razón expresada a propósito de las
devengadas en la sede extraordinaria, o sea por la divergencia jurispru-
dencial existente sobre la materia discutida (arts. 130 y 133, CPC). No
dictándose condena en costas, no cabe regular honorarios en esta oportu-
nidad a los letrados actuantes (art. 25, ley 8226) [TSJ de Córdoba, Sala
Civ. y Com., 23/05/2007, A.I. Nº 85, en autos “Banco Provincia de Córdoba
c/ Carlos Felipe Giménez y/o sucesores y/o sucesión -ejecutivo - recurso de
casación”, página web del Poder Judicial de Córdoba].
Capítulo 9
CONSECUENCIAS DE LA APLICACIÓN
DEL INSTITUTO

9.1. NORMA NACIONAL

Art. 318. Efectos de la caducidad. La caducidad operada en primera o


única instancia no extingue la acción, la que podrá ejercitarse en un nue-
vo juicio, ni perjudica las pruebas producidas, las que podrán hacerse
valer en aquel. La caducidad operada en instancias ulteriores acuerda
fuerza de cosa juzgada a la resolución recurrida.
La caducidad de la instancia principal comprende la reconvención y los
incidentes; pero la de estos no afecta la instancia principal.

9.2. NORMAS PROVINCIALES


Art. 346. Efectos. La perención produce los siguientes efectos:
1) Operada en primera o única instancia, no perjudica el derecho que en
ella se hiciera valer, que la parte podrá ejercitar en un nuevo juicio.
2) En los incidentes, impide la promoción de otro por la misma causa.
3) En las instancias recursivas, quedará firme y ejecutoriada la decisión
recurrida

Art. 347. Prueba subsistente. En caso de un nuevo juicio por la misma


pretensión, las partes podrán hacer valer las pruebas producidas en el
juicio perimido, con excepción de la confesión ficta.
320 LUIS R. CARRANZA TORRES

Art. 348. Alcance. La perención de la primera o única instancia concluye


el proceso abarcando todas las acciones acumuladas, incluso la reconven-
ción y los incidentes pendientes.
La perención declarada en segunda o ulterior instancia comprende todas
las impugnaciones pendientes que deban sustanciarse por el trámite pa-
ralizado.

9.3. COMENTARIO

9.3.1. Aspectos generales

La caducidad no opera de pleno derecho, sino que es nece-


saria una resolución judicial que la resuelva; y tal declaración
no tiene efecto retroactivo, sino que la perención opera a par-
tir del momento en que el órgano judicial la declara.
Una vez decretada la caducidad queda aniquilada la peti-
ción inicial y el proceso desaparece.
El principio, tanto en el ordenamiento nacional cuanto en
el provincial, es que la resolución que determina la perención,
sólo imposibilita la prosecución de la litis en el proceso parti-
cular en la que se ha dictado, no extinguiendo la acción, que
podrá ejercitarse en un nuevo proceso, con la sola limitación
por el principio jerárquico normativo superior que sienta el
art. 3987 del Código Civil, en el sentido de que la interrupción
de la prescripción, causada por la demanda, se tendrá por no
sucedida si ha tenido lugar la deserción de la instancia, según
las disposiciones del Código Procesal.

9.3.2. Principio de indivisibilidad de la instancia en


cuanto a los efectos

Se ha dicho al respecto:

“El proceso como unidad dinámica de actividad coordinada en que in-


tervienen las partes, no puede caducar parcialmente en una de sus eta-
pas, porque su efecto es el de aniquilar la relación jurídico procesal, te-
niendo por no sucedido los actos del proceso de la instancia perimida. Es
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 321

decir, no puede producirse la perención sólo de una parte de la primera


instancia o de una parte de la segunda. Producida la perención, los efec-
tos se proyectan sobre todo lo actuado en la instancia, sin distinguir
entre lo relacionado con la acción o con la reconvención [...]”368.

9.3.3. Efectos en primera o única instancia

Los efectos de la caducidad de la primera instancia o única,


no resulta extinguir la acción, sino que su único efecto es la ex-
tinción del trámite del proceso, pudiendo iniciarse un nuevo
juicio, utilizando las pruebas producidas. Puede, sin embargo,
extinguirse la acción si se cumplió la prescripción de la misma,
por efecto del art. 3987 del Código Civil. En segunda o ulterior
instancia le confiere autoridad de cosa juzgada a la resolución
apelada. La caducidad del proceso principal involucra la recon-
vención y los incidentes. Por el contrario, la caducidad de la ins-
tancia incidental, no implica la de la causa principal369.

9.3.4. Alcance de la caducidad operada

La caducidad de instancia beneficia o perjudica a todos los


que intervienen en la litis en que ocurra, se trate o no de obli-
gaciones divisibles, solidarias indivisibles o concurrentes, des-
de que no es posible fraccionar la instancia sobre la base del
número de sujetos que actúan en una misma posición de parte.
Pero ello no obsta a que la caducidad decretada en la prime-
ra instancia resulte inoponible y carezca de eficacia respecto de
aquellas partes que, aún mencionadas en la demanda, no se tra-
bó a posteriori la litis.
La interrupción producida por la demanda se prolonga, cua-
lesquiera sean luego la rapidez o continuidad del trámite, en

368
FLORES, Jorge Miguel - ARRAMBIDE DE BRINGAS, Flavia, Perención de instancia en el
CPC de la Provincia de Córdoba. Aspectos doctrinarios y jurisprudenciales, p.147.
369
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 279.
322 LUIS R. CARRANZA TORRES

toda la duración del proceso. De allí que, cuando se deduce


una nueva demanda estando interrumpido el curso de la pres-
cripción por otra aún subsistente, se interrumpe también la
prescripción (art. 3986, Código Civil) y, para que desaparez-
ca tal efecto de la anterior, es menester que la caducidad de la
instancia se haya producido antes de la deducción de la segun-
da.
Si bien la perención de la instancia deja sin valor y eficacia
los actos que jalonan el proceso como tal, esa anulación no alcanza
aquellos que, realizados dentro de la causa, conservan individua-
lidad propia y son susceptibles de ser separados de los autos
perimidos, en virtud de su esencial autonomía. Abandonada la
instancia, lo que la ley sanciona es la continuidad del procedi-
miento y, por consiguiente, pierden valor los actos, diligencias
y etapas que hacen al progreso de la causa, y no aquellos que si
bien se producen dentro del proceso, resultan hábiles para pro-
yectar sus efectos fuera del mismo.

9.3.5. Medidas cautelares

Encontrándose firme la declaración de caducidad, corres-


ponderá levantar las medidas cautelares que se hubieren de-
cretado y estuvieren en vigor370.
Es por resultar la caducidad de la instancia, como uno de los
modos anormales de terminación del proceso, que tiene como
efecto natural el cese de efectos de las actuaciones cumplidas,
por lo que consecuentemente, deben finalizar las medidas cau-
telares adoptadas durante el juicio y, asimismo, restituirse las
cosas a su estado originario. Si se encuentra firme la resolución
por la que se decretó la perención de la instancia, correspon-
de por tanto dejar sin efecto la medida cautelar dictada, adop-
tando las medidas que correspondan.

370
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
p. 322.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 323

9.3.6. Prueba

En cuanto al aprovechamiento de las pruebas producidas,


ello se justifica en razones de economía y se sustenta en la auto-
nomía de los actos procesales, permitiendo rescatar las actua-
ciones que públicamente se hubieran celebrado en el juzgado
(declaraciones testimoniales, pericias, confesiones, informes).
Quedan excluidas las conductas procesales de los litigantes que
no configuren medio de prueba (por ejemplo, la rebeldía, la ad-
misión de los hechos)371.

9.3.7. Incidentes

También la caducidad del juicio principal provoca la de los


incidentes, por su carácter accesorio respecto de la litis prin-
cipal372.

9.3.8. Tercería

Si bien el tercerista es el único titular jurídico de la acción,


tratándose de derechos patrimoniales ello no implica que sea
el único habilitado para ejercerla. Es así, que el art. 1196 del
Código Civil autoriza ese ejercicio a sus acreedores frente a la
inactividad de su deudor. En el orden procesal, una vez incoa-
da la acción por su titular, su libertad para manejar el impul-
so procesal no es absoluta, dado que nada impide que el accio-
nado se presente a contestarla espontáneamente, además, esa
libertad tiene un límite temporal que es el de la caducidad de
instancia.

371
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
p. 322.
372
Ídem.
324 LUIS R. CARRANZA TORRES

9.3.9. Beneficio de litigar sin gastos

Para alguna postura, el beneficio de litigar sin gastos, no


obstante su conexidad con el juicio principal, no debe ser enten-
dido como un incidente de éste, en virtud que posee un proce-
dimiento específico de tramitación y unos fines que no guardan
relación con el objeto principal del pleito. En virtud de ello,
para tal postura la caducidad declarada en el principal no se ex-
tiende sin más al beneficio.
Sin embargo, en otro sentido, se ha expresado que sus par-
ticularidades no bastan para excepcionarlo de la regla en ma-
teria de efectos sobre los incidentes del principal, toda vez que
la norma nada distingue a este respecto.
La caducidad del beneficio no impide la promoción de otro
posterior, pero el inicio de un nuevo beneficio no enerva los
efectos de la caducidad decretada en el primigenio, ya que en
caso de ser concedido, eximirá al interesado de los gastos o
costas futuras, mas no de las pasadas, en virtud del principio
de preclusión consagrado en nuestra legislación procesal.

9.3.10. Reconvención

Cuando existe reconvención en el proceso, la caducidad de


instancia no se opera independientemente, pues sólo hay un
proceso, lo que significa que así como los actos de impulso fa-
vorecen indistintamente a la demanda y a la reconvención373,
la falta de ella de igual forma, perjudica a ambas.
Es del caso destacar que alguna doctrina y jurisprudencia
entiende que los efectos de la perención en la primera instan-
cia no alcanzan a la reconvención, por entender que mantiene
una independencia de la demanda374.

373
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 87.
374
En tal sentido, PALACIO, Lino, Derecho procesal civil, t. IV, p. 253; RODRÍGUEZ
JUÁREZ, Manuel, “Algunos problemas prácticos con relación al instituto de la
reconvención”, SJ, t. 79, 1998-B-324, citado por PERRACHIONE.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 325

9.3.11. Efecto de la perención del incidente de


caducidad de instancia

Si se declaró perimido el incidente de caducidad de instan-


cia, su efecto inmediato es el de restar virtualidad al acuse de
perención de la instancia principal, por lo que la misma se en-
cuentra abierta y el escrito de oposición a aquel planteo expli-
cita la clara voluntad de mantener vivo el proceso.
Quien promueve un incidente de perención, asume la car-
ga de activarlo. Es por ello que resulta propio y adecuado, que
el propio incidente de caducidad de la instancia sea suscepti-
ble de perimir.
Ya que si bien es cierto que corresponde al actor activar el
curso del procedimiento para evitar los efectos de la perención,
no lo es menos que tal carga puede corresponder también al de-
mandado cuando promueve un incidente suspensivo del proceso,
ya que en tal caso asume el carácter de actor. Dicha calidad la
tiene asimismo, en el incidente de caducidad de la instancia,
quien lo promueve, por lo que puede caer a su vez en perención.
Cuando el juez resuelve el rechazo de la caducidad de la instan-
cia, no hace más que decidir el asunto sometido a su consideración
en la etapa procesal correspondiente, no pudiéndose interpretar
que ha emitido opinión, sino que ha ejercido su jurisdicción. Por
lo que su postura en el particular, en ningún caso puede dar
lugar a planteos de prejuzgamiento.
Cuando de la secuencia de autos no resulte posible inducir
un abandono de la instancia, menos puede inferirse la subsis-
tencia del pedido de caducidad, incompatible con la pasividad
del demandado frente a la prosecución del litigio.
Por lo que si a pesar del pedido de caducidad ésta no se sus-
tanció, queda purgada la perención cuando posteriormente se
realizan actos interruptivos.
El acuse de la perención del incidente de perención, al diri-
girse a hacer caer un incidente de naturaleza suspensiva del
proceso, resulta un acto impulsorio del proceso principal. Igual
naturaleza conlleva la resolución judicial que hace lugar a tal
pedido.
326 LUIS R. CARRANZA TORRES

Es por ello que la desestimación de tal articulación inciden-


tal, conlleva la subsanación de los plazos de caducidad que se
hubiesen cumplido con anterioridad. Volviendo a cero el cóm-
puto de los plazos de perención.

9.3.12. Efectos en segunda instancia

La resolución recurrida quedará firme en ese caso, correspon-


diendo a la cámara como juez del recurso la resolución pertinen-
te que la declara375.

9.3.13. Los efectos de la caducidad frente a una


pluralidad recursiva

Por el principio de indivisibilidad de la instancia consagra-


do en los arts. 318 del CPCCN, y 348 del CPCCP, la perención en
la fase recursiva abarca a todos los recursos en trámite, ya que
en virtud de las antes citadas normas, la caducidad de la instan-
cia no se opera de manera independiente para cada recurso.
La solicitud de caducidad, en segunda instancia, importa
desistimiento del recurso interpuesto por el peticionario en
caso de prosperar la caducidad. Algo similar al supuesto de
planteamiento de caducidad pendiente excepciones previas,
para cuyo caso, debe considerarse que existe un desistimien-
to de las mismas si progresa la caducidad, o una caducidad de
dichas excepciones subsumida en el planteamiento general de
caducidad del proceso.
“Se trata de un desistimiento condicionado. Si prospera el
pedido de caducidad de la segunda instancia con relación al
recurso interpuesto por la parte contraria, se habrá produci-
do también la caducidad de la segunda instancia con referen-
cia al recurso interpuesto por quien hizo aquel pedido. Como
este ni tiene interés en pedir ni puede pedir la perención de su
propia instancia recursiva (acusa caducidad y expresa agravios
dentro de los cinco días de notificado de la providencia del art. 259,

375
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, p. 322.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 327

dictada después de transcurridos tres meses desde la últi-


ma actuación) e impide al tribunal decretarla (art. 316), ya
que constituiría una incongruencia que caducara la segunda
instancia abierta por un recurso y no la abierta por el otro”376.
A este respecto nos dice PERRACHIONE que: “La etapa recursi-
va no es ajena al criterio de invisibilidad de la instancia, por lo
que, cuando uno de los recurrentes impulsa la tramitación de
su impugnación contribuye a hacer avanzar el desenvolvimien-
to de la segunda instancia, impulsando el procedimiento hacia
el dictado de la sentencia definitiva”377.
Existe en la cuestión una división entre quienes piensan que
la perención declarada comprende a todos los recursos y los que
afirman que habiendo varios recursos, cada uno puede perimir
individualmente sin afectar a los demás378.
Esta última postura parte de considerar que los distintos re-
cursos tienen una cierta vida y desenvolvimiento independien-
te, que permite analizar con independencia la activación del
procedimiento por parte de los recurrentes, de modo de liberar
de la caducidad a quienes se hayan visto impedidos de impulsar
su propio recurso.
Sin embargo, la norma procesal se halla a favor de la primera
posición, abarcando, por tanto, la consecuencia de dicha acti-
vidad tanto a los recursos ya tramitados como a los pendientes.
En contra de la indivisibilidad de la perención recursiva y
a favor de la perención respecto de cada recurso en particular,
se ha expresado desde la doctrina que extender el principio de
la indivisibilidad a la segunda o ulteriores instancias recursi-

376
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 277 y 278.
377
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 101.
378
VENICA, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Córdoba - Ley 8465, t. III, ps. 340 y ss.;Cámara 3ª de Apelación de Córdoba, SJ,
Nº 1134, p. 358, y Cámara de Apelación de San Francisco, A. Nº 101 de 1997.
Citado por la Cámara 2ª de Apelación de Córdoba, A. Nº 471 de 2005, voto de la
Dra. Chiapero de Bas.
328 LUIS R. CARRANZA TORRES

vas, supone una solución altamente disvaliosa y lesiva del de-


recho de defensa en juicio respecto del recurrente diligente,
imponiéndole activar el recurso ajeno, en cuya resolución no
tiene interés alguno. Y siendo que nadie puede ser constreñi-
do a obrar en contra de sus personales intereses, salvo alguna
obligación de hacerlo, la bilateralidad y equilibrio de las par-
tes en el proceso conduce a que si alguna ha satisfecho todas las
cargas pertinentes para obtener un pronunciamiento jurisdic-
cional, no le pueden ser impuestas las que pesan sobre la adver-
saria. Desde que las resultas de esta inactividad deben pesar
en justicia sobre el omitente y no contra el cumplidor379.
A este respecto, cabe señalar que cuando se habla de “indi-
visibilidad de la instancia”, se está usando instancia como si-
nónimo de litis. Porque, en rigor, lo indivisible resulta la litis.
En materia recursiva, la litis o litigio se conforma de un modo
similar al establecido en la primera instancia o instancia gene-
ral de conocimiento. Con la salvedad de que las pretensiones
de las partes no se hallan en referencia ya, de modo directo, a
las implicancias jurídicas de una determinada situación acae-
cida en el mundo físico, sino a las consecuencias en derecho de
un acto de naturaleza jurisdiccional: la resolución judicial.
El agravio por lo decidido, que articule una u otra parte, con
más la contestación de la contraria, es lo que fijará respecto de
lo resuelto, la litis recursiva, respecto de la que habrá de pro-
nunciarse la alzada.
Vemos de esta forma que respecto de una resolución judicial
común, aun en el caso de pluralidad de recursos, la litis que se en-
gendra mantiene su unicidad e indivisibilidad. No pudiendo par-
tirse ni lógica ni jurídicamente. Desde que cada aspecto de repro-
che tiene una vinculación, una incidencia respecto de los otros.
Pues como nos dice PERRACHIONE, si bien los distintos recursos
tienen una vida y desarrollo autónomos, pudiendo uno quedar
desierto independientemente del trámite del otro, ambos se

379
ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, Doctrina judicial. Solución de casos 4, 1ª reim-
presión, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2005, ps. 223 y 224.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 329

unen en busca de un único decisorio — igual que lo que sucede


con la acumulación objetiva de pretensiones—, desde que exis-
te una única instancia en la que se ventilan diversos “agravios”
correspondientes a cada uno de los recursos380.
Es por ello, que “[...] constituiría una incongruencia que ca-
ducara la segunda instancia abierta por un recurso y no la abier-
ta por el otro”381. Ya que, desde que tienen como punto de refe-
rencia a una misma resolución judicial, aun su pluralidad no
implica en forma alguna autonomía de cada cual, sino simple-
mente distintas posturas de agravio respecto de un acto único.
Con su consecuente impacto en la pretensión de la contraria.
Pero puede darse el supuesto de que en un mismo pleito
haya dos litis recursivas. En razón, por ejemplo de que algún
resolutorio anterior a la sentencia, haya sido apelado por una
de las partes y concedido por el tribunal el recurso con efecto
diferido. Por lo que allí no hay indivisibilidad, sino dos litis, que
si bien pueden ser resueltas en un único acto por el principio
de concentración procesal, perimen por separado.
Es en virtud de tal indivisibilidad, que la solicitud de peren-
ción, en “segunda instancia”, importa desistimiento del recur-
so interpuesto por el peticionario (siempre, claro está, que se ha-
lle dentro de la litis respecto de la cual se lo acusa), en caso de
prosperar la caducidad. Se trata de un desistimiento, ministerio
legis, no siendo necesaria manifestación alguna del acusante, pero
que siempre se halla condicionado a que prospere el pedido382.
Como puede apreciarse, la exigencia del desistimiento del
propio recurso no es sólo una consecuencia de la doctrina de los
actos propios, que proscribe la incongruencia en la conducta de
una misma persona respecto de determinada cuestión de de-
recho o con incidencia jurídica. Fundamentalmente, deriva de

380
PERRACHIONE, Mario, Perención de instancia, p. 101. Con cita a FORNACIARI,
Mario, “Indivisibilidad de la instancia y perención”, LL, del 25/06/93, p. 738
notas 37 a 39.
381
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, ps. 277 y 278.
382
Ídem.
330 LUIS R. CARRANZA TORRES

los términos en que se plantea la litis en ese lugar procesal lla-


mado instancia recursiva.

9.3.14. Efectos respecto de la prescripción de la


acción

Es principio en orden a la institución de la prescripción, que


ésta no corre mientras esté pendiente el juicio, cualquiera sea
el tiempo en que hubiesen estado paralizadas las actuaciones,
en tanto no se declare la caducidad o perención; y que, una vez
declarada ésta, lo actuado con anterioridad debe tenerse como
inexistente, por lo cual queda sin efecto la interrupción de la
prescripción que se produjera al abrirse dicha instancia. Sin
embargo, es cierto de igual modo que como la perención en sí
no afecta el derecho sustancial, su titular siempre está en con-
diciones de intentar nuevamente la acción mientras no hubiese
transcurrido íntegramente el plazo de prescripción (art. 3986,
primera parte, Código Civil).
Si bien en los términos del art. 3987 del Código Civil, la ca-
ducidad es uno de los supuestos que dejan sin efecto la interrup-
ción de la prescripción producida por la demanda (entendido
este concepto en sentido amplio y abarcador de toda pretensión
deducida judicialmente), dicha relación es en un único senti-
do, por lo que no afecta a la posibilidad de plantear la prescrip-
ción por las causales del derecho común, en los procesos o su-
puestos en que no sea viable la caducidad.

9.3.15. Subsistencia de la constitución en mora

En este sentido, cabe tener en cuenta que por disposición del


art. 3986 del Código Civil, la prescripción liberatoria también se
interrumpe por una vez por la constitución en mora realizada en
forma auténtica, la que tendrá efecto por un año o un plazo me-
nor si la acción se prescribiere antes de acuerdo al plazo de la mis-
ma.
Si bien el art. 3986 del Código Civil autoriza un medio de
interrumpir la prescripción (la deducción de demanda) y otro
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 331

de suspenderla (la constitución en mora en forma auténtica),


no crea incompatibilidad entre uno y otro, por lo que la notifi-
cación de la demanda practicada en un proceso perimido —y
que, por ende, perdió los efectos interruptivos— conserva su
idoneidad para demostrar que el deudor ha sido constituido en
mora en forma auténtica y para suspender, en consecuencia, el
curso de la prescripción por una sola vez y por el término de un
año o el menor que corresponda a la prescripción de la acción,
sin que sea obstáculo para ello que la demanda sea inidónea
para interrumpir tal prescripción por causa de la declaración
de la caducidad de la instancia383.

La nulidad de actuaciones que es consecuencia de la caducidad de la


instancia, al igual que las demás nulidades procesales, puede quedar
convalidada por el consentimiento expreso o tácito del litigante a quien
afecta (CSJN, 03/07/1963, ED, 5-513).

9.3.16. Costas, entidad del acto de perención y monto


económico comprometido

ROCA y GRIFFI difieren con Belluscio, respecto a que, “ ‘en la


caducidad no hay parte vencida’, entendiendo de aplicación la
norma del art. 68 y la del 69 del CPCCN, pues hay una parte
vencida, tanto se rechace como se declare procedente la cadu-
cidad, cuando lo sea a petición de parte. En la declaración de
oficio, también hay un vencido, cual es aquél que dio lugar con
su inactividad a tal declaración”.384
Es por ello que al declararse la caducidad de la primera
instancia, las costas son impuestas al actor, sin que a ello obste
a que éste se allanara al acuse de caducidad385.

383
Cámara de Apel. Civ. y Com. de Morón, Sala I, 01/06/1982, ED, 103-259.
384
ROCA, Ival - GRIFFI, Omar, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Co-
mentado y anotado con doctrina y jurisprudencia, p. 279.
385
FENOCHIETTO, Carlos Eduardo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, p. 322.
332 LUIS R. CARRANZA TORRES

No habiendo recibido la materia de costas en la caducidad


de la instancia una específica provisión en el Código Procesal,
tanto nacional como provincial, le resultan por ello aplicables
las disposiciones generales que sobre el tema se contemplan en
el ordenamiento ritual del caso.
Estando en cabeza de la accionante el impulso procesal, cuya
falta de actividad produjo la declaración de caducidad, es lógico
que sea ésta quien soporte las costas generales.
Por lo que es factible también extraer pautas acerca de quién
debe soportar las costas de lo dispuesto por el ordenamiento
ritual, por relación de oposición con quienes pueden solicitar
la caducidad.
Existiendo demanda y reconvención, debe seguirse el prin-
cipio general en materia de costas por la pretensión perimida;
vale decir, cada parte debe responder por las costas derivadas
del planteo que originó, o sea, la actora por las derivadas de la de-
manda y la accionada por las de la reconvención, pues, incum-
biendo el impulso procesal a ambas partes, corresponde a cada
litigante pagar al contrario las costas de su actuación perimida.
La caducidad de la instancia implica el rechazo íntegro de
la demanda, por lo que debe tomarse el monto de ella a efectos
de conformar la base regulatoria.
Debe distinguirse asimismo, el proceso principal o instancia
que perime, del incidente de perención; cada uno tiene indivi-
dualidad y entidad propia. La responsabilidad que le cabe a la
parte que deja perimir la instancia que ha iniciado, encuentra
suficiente respuesta en las costas por la instancia que ha perimido
y que, ante la falta de una norma expresa, juega el principio gene-
ral consagrado en el art. 68 del CPCCN y art. 130 CPCCP, debiendo
resarcir a su oponente por los gastos que este debió realizar para
estar en juicio; mientras en el incidente de perención, rigen los
principios generales que el Código prevé sobre las costas en los
incidentes (art. 69, CPCCN y art. 133 CPCCP).
El acuse de caducidad no implica otra cosa que notorizar
ante el magistrado interviniente el vencimiento de los plazos
previstos por el ordenamiento del caso (art. 310 del CPCCN o
art. 340 del CPCCP). Tal acuse es, por lo demás, un acto que
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 333

debe estimarse como conformando el plexo defensivo cuya ac-


tuación ha movido la incoación de la demanda. De tal modo, el
allanamiento al planteo de caducidad de la contraria, no es sino
el mero reconocimiento de que, ciertamente, se ha dado aquel
extremo temporal aludido, pero de manera alguna coloca al alla-
nado en una situación inserta entre las contempladas por el art.
70 del CPCCN y 131, primer párrafo del CPCCP, como eximen-
tes de costas para quien con su comportamiento la originó.
El supuesto de conclusión del proceso por caducidad de ins-
tancia resulta por tanto asimilable al de la acción íntegramente
desestimada, por lo que se impone considerar, en resguardo de
regulaciones intrínsecamente justas, que el demandado, vence-
dor en definitiva, tuvo que defenderse en función de la extensión
del reclamo. Por lo que al no existir disposición legal alguna en
cuanto a la imposición de costas, se rige por las reglas aplicables
en materia de desistimiento, considerando a la caducidad, en
cuanto a la cuestión, como una especie particular de ella.
El trámite a fin de dirimir la caducidad de instancia (peti-
ción de parte, traslado a la contraria y resolución del tribunal)
conforma en tal contexto, una parcela incidental cuya cuantía
económica se imbrica en la que exhibe el proceso principal del
que resulta un accesorio, razón por la que es prudente que la de-
terminación de los respectivos estipendios guarde relación con
el monto de la contienda, so pena de quebrantar la necesaria ar-
monización entre las retribuciones a imputar a los diversos es-
tadios procedimentales cumplidos en una causa.
La facultad de dispensa, concedida en la segunda parte del
art. 68 del CPCCN y art. 130 in fine del CPCCP debe ejercerse
restrictivamente, y sobre la base de circunstancias cuya exis-
tencia, en cada caso, tornen manifiestamente injusta la aplica-
ción del hecho objetivo de la derrota.

9.3.17. Honorarios ya regulados

La caducidad de instancia operada no afecta en nada a los


honorarios regulados por incidencias resueltas durante la tra-
334 LUIS R. CARRANZA TORRES

mitación del proceso, en las que resultó vencido el peticiona-


rio. Los pronunciamientos referidos a la aplicación de las cos-
tas y a la regulación de honorarios, no son alcanzados por la
perención e importan para el letrado del vencedor un derecho
adquirido, que no puede verse afectado por la ulterior declara-
ción de caducidad de la instancia principal.

9.3.18. Determinación del honorario frente a la


culminación del proceso por caducidad de instancia

A los efectos de la regulación de honorarios en juicios termi-


nados mediante la caducidad de instancia, debe tomarse en
cuenta las tareas efectivamente desplegadas por los letrados
en le proceso principal y en el incidente de perención. De tal
modo, al letrado que sólo intervino en el planteo de caducidad
de instancia, no le corresponde regulación por actuaciones del
proceso no realizadas, pues al meritar su labor debe tenerse en
cuenta las actuaciones esenciales establecidas por la ley para
el desarrollo del proceso, consecuentemente, sólo ha de mere-
cer regulación por el incidente de caducidad, atendiendo a las
pautas de la ley arancelaria.
Asimismo, debe destacarse que en nada obsta a la posibili-
dad de efectuar el cálculo de los honorarios la existencia del
beneficio de litigar sin gastos, desde que se trata de supuestos
de viabilidad y efectos disímiles, que no deben ser superpues-
tos. Al culminar el proceso con la declaración de caducidad de
instancia, las actuaciones se hallan en estado de efectuar la de-
finitiva regulación, sin perjuicio de la posibilidad de perseguir
el cobro de los mismos contra quien ha obtenido la franquicia
de litigar sin sufragar los gastos derivados del proceso.
Respecto de los juicios por monto indeterminado, si se ini-
ció la demanda para hacer cesar un estado de incertidumbre
respecto de ciertas obligaciones derivadas de la relación con-
tractual, proceso que concluyó con una declaración de peren-
ción de instancia sin que hubiese cesado aquel estado de incer-
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 335

tidumbre, no puede sostenerse que a los fines regulatorios el


monto resulte determinado386.
Pero si la caducidad es declarada ex officio no corresponderá
regulación alguna, debiendo justipreciarse tan sólo la activi-
dad desplegada hasta dicho evento en el proceso, en el contexto
ya desarrollado en el punto 9.3.16.

9.3.19. Honorarios por el incidente de caducidad

Son de aplicación las normas relativas a los incidentes.


A este respecto, aunque alguna jurisprudencia antigua
entendió que por tratarse de una cuestión esencialmente pro-
cesal carece, a efectos regulatorios, de contenido económico387,
la actual postura mayoritaria admite que en razón de decidir-
se en él la continuidad o finalización del litigio, procede que se
lo vincule con la importancia y trascendencia de la cuestión
debatida, teniendo en consideración los intereses comprome-
tidos en el principal, susceptibles de fundar una apreciación
pecuniaria o la trascendencia económica del proceso.
En este sentido se ha expresado que para establecer la retri-
bución correspondiente al principal, a nivel nacional por apli-
cación del art. 20 de la ley 21.839 388, se computa sólo la mitad
del monto reclamado en la demanda y reconvención, si ésta
hubiere existido, mientras que para cálculo del honorario res-
pecto del incidente de perención, lo considera sin reducción

386
SCBA, acuerdo Nº 83688 S del 24/05/2006 , voto del juez Roncoroni por la ma-
yoría en autos “Municipalidad de San Miguel c/ SIABE S.A. s/ cobro de pesos”.
387
CSJ de Santa Fe, 02/11/1961, LL, t. 23, p. 670; CJ de Salta, 30/11/1965, LL,
122-918.
388
Art. 20: “Cuando el honorario debiere regularse sin que se hubiere dictado
sentencia ni sobrevenido transacción, se considerará monto del proceso la suma
que, razonablemente, y por resolución fundada, hubiera correspondido a criterio
del tribunal, en caso de haber prosperado el reclamo del pretensor. Dicho monto
no podrá ser en ningún caso superior a la mitad de la suma reclamada en la
demanda y reconvención, cuando esta se hubiere deducido”.
336 LUIS R. CARRANZA TORRES

alguna389. Esto, respecto de los procesos alcanzados por la ley na-


cional.
En el orden provincial, y luego de la sanción por medio de la
ley provincial Nº 9459, de un nuevo código arancelario para
abogados y procuradores de la provincia, resulta aplicable a la
determinación de los honorarios profesionales en los juicios
que culminen por perención de instancia, lo dispuesto por el
artículo 43 de dicho ordenamiento, el cual postula que en tal
caso, los honorarios se regulan teniendo en cuenta las etapas
procesales cumplidas conforme a lo establecido en el artículo 45
de dicho Código.
Por su parte, el artículo 45, expresa que las distintas etapas
del juicio, se remuneran por aplicación de los siguientes por-
centajes sobre los honorarios correspondientes a primera ins-
tancia, en los siguientes porcentuales:
a) Demanda y contestación, el cuarenta por ciento (40%).
b) Ofrecimiento de prueba, el veinte por ciento (20%).
c) Diligenciamiento de prueba, el veinte por ciento (20%), y
d) Etapa de alegación y actividad probatoria adicional, cuan-
do así fuera dispuesta, veinte por ciento (20%).
No se aplicará ninguna reducción en las escalas cuando fue-
sen innecesarias o formalmente improcedentes algunas de las
etapas del juicio.
En el caso de procesos en los que se ofrezca la prueba conjun-
tamente con la interposición de demanda y con su contestación,
se adicionará a este acto el veinte por ciento (20%) que corres-
ponde al ofrecimiento de prueba.
Por las diligencias preparatorias del juicio ordinario se re-
gula el diez por ciento (10%) de la escala del artículo 36 de esta

389
CNCom., Sala B, 12/06/1990, “Pedro Hnos. s/quiebra s/ inc. verif. por Fer-
nández, Emilio M.”; ídem, 29/08/1997, “Piaser de Catharino, Emilia s/quiebra
s/ inc. rev. por la concursada al créd. de Belvisi, Jorge”; ídem, 24/03/2000, “Brave
Energía S.A. s/ conc. prev. s/ inc. verif. por Aseguradora de Créditos y Garantías
S.A.”.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 337

ley. En el supuesto de que no se hubiere interpuesto la deman-


da, los honorarios se regularán con un mínimo de seis (6) jus.
Los honorarios por la tramitación de la prueba anticipada,
en el supuesto de que no se interponga demanda, se regularán
con un mínimo de seis (6) jus.
Respecto del incidente de perención, el Código sienta el
principio, en su artículo 83, que los incidentes y reposiciones
se considerarán por separado del juicio principal, regulándo-
se las tareas profesionales cumplidas en ellos, salvo disposi-
ción en contrario, de acuerdo con las siguientes reglas:
a) Los incidentes que tengan un contenido económico pro-
pio y que se tramiten como juicios declarativos, aplicando el
cincuenta por ciento (50%) de la escala del artículo 36 de esta
ley sobre esa base económica. Si se hubiesen sustanciado solo
con vista o traslado a las partes, se aplicará entre el quince por
ciento (15%) y el treinta por ciento (30%) de dicha escala, y b)
Los incidentes que no tengan contenido económico propio y que
se tramiten como juicios declarativos, aplicando entre el quin-
ce por ciento (15%) y el treinta por ciento (30%) de la escala del
artículo 36 de este Código sobre la base regulatoria del juicio
principal. Si se hubiesen sustanciado sólo con vista o traslado
a las partes, se aplicará entre el cinco por ciento (5%) y el quince
por ciento (15%) de dicha escala.
Cuando el incidente o recurso de reposición fuese manifies-
tamente improcedente y hubiese sido promovido con el evi-
dente propósito de dilatar el proceso, la regulación del profe-
sional de la parte contraria se practicará sobre el máximo de los
porcentajes indicados y los honorarios podrán ser puestos a
cargo del apoderado o patrocinante, en forma solidaria con su
cliente, si la improcedencia obedeciera a motivos técnicos que
el abogado no pudo ignorar.
Por las actuaciones de segunda instancia, de acuerdo al artí-
culo 40 del código, se regula entre el treinta por ciento (30%) y
el cincuenta por ciento (50%) de la escala del artículo 36 de esta
ley, y se toma como base el monto de lo que haya sido materia
de discusión en la alzada. Dependiendo el estado en que se halle
338 LUIS R. CARRANZA TORRES

al momento de perimir, y teniendo en consideración que la sola


interposición de un recurso que no deba ser fundado, no devenga
honorarios. En el caso de recursos que requieren fundamenta-
ción, si la articulación es rechazada el profesional tiene dere-
cho al treinta por ciento (30%) de los honorarios que pudieren
corresponder por el recurso tramitado. Entendemos que igual
temperamento debe seguirse respecto de aquellos que habien-
do sido fundados, son luego concluídos por la perención. En
ningun caso, la regulación de honorarios mínima en segunda
instancia será inferior a ocho (8) jus.
Por su parte, y en virtud del artículo 41, los recursos y accio-
nes impugnativas extraordinarias son considerados como un
proceso autónomo en orden a la remuneración por el trabajo
profesional, y los honorarios se regulan en la misma forma esta-
blecida en el artículo anterior. La regulación mínima en instan-
cias extraordinarias será de sesenta (60) jus. Por lo que cual, y
con la salvedad del distinto mínimo, le resultan aplicables lo
dicho anteriormente.
Previo a la sanción de la ley 9459, existían bajo en anterior
código arancelario dos diferentes posturas respecto del mar-
co normativo que debe aplicarse para la regulación de honora-
rios por las tareas desarrolladas durante la tramitación del in-
cidente de perención en segunda instancia390:
a) Una que entiendía que debía aplicarse el inc. 1 del art. 80
de la ley 8226, el cual concernía a los incidentes que tenían un
contenido económico propio, aunque este pudiera resultar coin-
cidente con la cuantía del juicio principal. Ya que el acto deci-
sorio que resolviera un incidente de perención de instancia te-
nía para esta postura, consecuencias económicas mensurables

390
TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 9 del 15/02/1999, en autos
“Finocchietti, Enrique A. c/ Vázquez, Alberto - desalojo - casación” (Expte. Le-
tra “F”, 28/96); ídem, A.I. Nº 453 del 19/10/1999, en autos “Romitti de Penna,
Josefa Elsa y otro c/ Amadeo Juan Rattero y otros - ordinario - apel. nul. - recur-
so de casación - perención de instancia”.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 339

propias, equiparables a las del pleito principal, desde que deci-


diera la suerte de este último en el sentido de si correspondía
o no dar por finalizado el mismo por cuestiones de índole for-
mal. No correspondiendo aplicar la reducción de escala previs-
ta por el art. 37, de dicha ley, por referirse ésta sólo a las actuacio-
nes propias de un recurso y no a las que se plantean y sustancian
originariamente en las instancias ordinarias o superiores, como
es justamente el incidente de caducidad suscitado en el curso de
la instancia de apelación391.
b) La otra postura, en cambio, entendía que dicha regula-
ción debía establecerse en un porcentual respecto del mínimo
de la escala del art. 34 de la ley 8226, a tenor de las prescripcio-
nes contenidas en los arts. 34, 36, 37 y 80, inc. 2, primera parte,
de la ley citada. Ya que cuando el art. 37 de la ley 8226 se refería
a “las actuaciones” cumplidas en segunda instancia, no distinguía
entre las que tienen por objeto sustanciar un recurso en un asun-
to proveniente de primer grado y las que están destinadas a tra-
mitar un incidente originado en la alzada. Por lo que se entendía
que si en ambos supuestos se trataba de actuaciones de segunda
instancia, no había razón para someterlos a un distinto régimen
regulatorio, merced a una distinción no contenida en la ley392.

9.3.20. Responsabilidad profesional

El abogado es responsable civilmente por las negligencias,


omisiones y faltas en que incurriere en la dirección del juicio y,
concretamente, cuando deja que se perima la instancia.
El hecho de haberse declarado la caducidad de instancia
como consecuencia de la inactividad en que incurriera el abo-
gado, coloca al letrado en una zona de conducta reprochable, si-
tuación que no resulta, las más de las veces, disculpable en el
planteo que el cliente no ha prestado la colaboración necesaria

391
Voto del Dr. Ferrer, en minoría.
392
Voto de los Dres. Kaller de Orchansky y Sesin, en mayoría.
340 LUIS R. CARRANZA TORRES

para impulsar el trámite. Dicha responsabilidad acaece en va-


rios ámbitos.

9.3.21. Responsabilidad civil

La culminación de un pleito por caducidad, si fuere imputa-


ble al abogado, entraría en la especie de una inejecución o cum-
plimiento defectuoso del contrato de servicios profesionales,
resultando, por lógica consecuencia de ello, aplicables los ele-
mentos configurativos de la responsabilidad de origen contrac-
tual393. En este orden de cosas debe destacarse:
a) la antijuridicidad, como elemento esencial u objetivo, se
concreta en la violación del deber de diligencia, natural al en-
cargue profesional; por lo que una actividad profesional ade-
cuada a la importancia, tipo de proceso y contexto procesal, en
que la perención sucede por fallos de terceros que no resulten
imputables, no resulta hábil para configurarla (v.gr., informes
erróneos del tribunal, supuestos de fuerza mayor);
b) en lo que respecta al factor de atribución, habida cuenta
de la relación de tipo contractual y de las obligaciones que en
virtud de ella asume el letrado, resulta indiferente si la conduc-
ta (omisiva en este caso), por la que se derivó el acaecimiento de
la perención, ha sido dolosa o por negligencia, es decir, culposa;
ya que cuando la responsabilidad es —como en el caso— con-
tractual, la antijuridicidad resulta de la transgresión de las
obligaciones pactadas en un convenio previamente concluido
entre el letrado y su cliente, y que para ellos tiene fuerza de ley
(art. 1197, Código Civil), a lo cual debe adicionarse respecto de
los abogados, el incumplimiento a las normas que específica-
mente regulan la profesión;

393
KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, “Daños causados por abogados y procurado-
res”, JA, 1993-III-704; ANDORNO, Luis, “La responsabilidad de los abogados”, en
AA.VV., Derecho de daños. Homenaje al Dr. Mosset Iturraspe, La Rocca, Buenos
Aires, 1989; TRIGO REPRESAS, Félix A., “La responsabilidad civil del abogado por
dejar prescribir una acción”, JA, 1997-III-20.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 341

c) sólo existe responsabilidad frente al acaecimiento de un


“daño” a su cliente, derivado del hecho de la perención; no bas-
tando el solo acaecimiento de ésta para configurar la responsa-
bilidad;
d) debe haber, en todos los casos, una necesaria y adecuada
relación de causalidad que enlace no sólo la conducta reprocha-
da al profesional con el acaecimiento de la perención, sino tam-
bién la producción de ésta con la pérdida del cliente. Es decir,
la relación de causalidad debe ser ininterrumpida entre los
tres aspectos.
Respecto del término de la prescripción, si el cliente recla-
ma a su abogado los daños causados con motivo de la caducidad
de instancia decretada en el proceso cuya iniciación le había
encargado, es el de diez años previsto por el art. 4023 del Có-
digo Civil, pues la demanda es de fuente contractual.
La prestación debida por el abogado que asume el llamado
doble carácter, es decir, como letrado apoderado (patrocinio;
procuración y representación), es compleja, ya que se integra
no sólo con la dirección técnico-científica del pleito, sino tam-
bién con la de gestionar en representación de su mandante
todas las etapas y trámites del mismo, sea que se deban actuar
en el expediente judicial o fuera de él; debiendo, por tanto, y en
lo que en el caso interesa resaltar, velar para que las diversas
actuaciones se concreten en tiempo y forma, de manera de pre-
ver y evitar cualquier inactividad susceptible de producir la
caducidad de la instancia del proceso. Dicho contenido pres-
tacional no veda la delegación de facultades a terceros para
el diligenciamiento de algunos actos procesales, pero ello no
conlleva el relevamiento de la carga obligacional citada y de
la consecuente responsabilidad; aun cuando se trate de una
gestión desde el punto de vista práctico encomendada al pro-
pio mandante subsisten las obligaciones de asesoramiento ju-
rídico y de control de la gestión encomendada.
No difiere en mucho, a los efectos de la responsabilidad, que
el letrado tenga sólo carácter de patrocinante y no de apodera-
do, desde que aun en este caso, no puede desentenderse total-
342 LUIS R. CARRANZA TORRES

mente de la marcha del litigio, ni prescindir de tomar contacto


con las actuaciones judiciales. No resultando su función tan sólo
la de preparar los escritos que deben llevar su firma, sino una
plena dirección técnica del proceso, el cabal cumplimiento de los
deberes que ello comporta el empleo de toda su diligencia para
conducirlo de la mejor manera hasta su terminación. En estas
condiciones no puede considerarse liberado de actuar con la
suficiente diligencia y pericia, para cuidar en no caer en inac-
tividad procesal que pudiere derivar en la caducidad de la ins-
tancia. Sin perder de vista, que toda actuación en el expediente
se ve supeditada, finalmente, a que el cliente firme con cierto
tiempo el escrito del acto, antes que el término de perención se
cumpla.
Pero tanto por una cuestión ética, como para evitar futuros
planteos disvaliosos respecto de su actuación, si el profesional
no puede cumplir acabadamente con su deber profesional en
el pleito, por razón de la supuesta falta de colaboración de sus
clientes, por regla general debe renunciar de modo fehaciente
a dicho encargue.
Por otra parte, debe destacarse que un elemento esencial
para generar la responsabilidad del letrado por la perención
acontecida es que se halle a cargo del pleito, no resultando
responsable de la caducidad de instancia producida luego de
que renunciare al mismo, estando dicha circunstancia notifi-
cada a la parte, ya que en tal supuesto la inactividad no es de
aquel, en virtud de la imposibilidad de instar por sí las actua-
ciones procesales, sino de la parte.
Cabe asimismo destacar que en ciertos precedentes judicia-
les y de la doctrina395, se ha entendido que dirección letrada
394

de un proceso no es en todos los casos una obligación de medios,


sino que en ciertas circunstancias asume la calidad de obligación

394
CNCiv., Sala A, 22/12/1977, en autos “Malvasi”, LL, 1978-A-585; CNCiv.,
Sala G, 16/08/2001, en autos “Zuffo”.
395
KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, “Daños causados por abogados y procuradores”,
ob. cit., p. 714; ANDORNO, Luis, “La responsabilidad de los abogados”, ob. cit., p. 481.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 343

de resultado, invirtiéndose la carga de la prueba, en relación a


los actos procesales (v.gr., presentación de peticiones que urjan
la instancia, dejar nota, ofrecer prueba en término, entre otros)
que resultan propias de su específica incumbencia profesional.
En cuanto al daño, si la extinción de un juicio en virtud de la
perención resulta responsabilidad del letrado, se estaría fren-
te a la pérdida de una posibilidad, o de una “chance”, debiendo
entenderse como la frustración de una expectativa. Resultando
imprescindible para que tal “chance” perdida resulte indemni-
zable, demostrar que con motivo del hecho se ha frustrado en for-
ma concreta y definitiva un acontecimiento con principio de rea-
lización pero todavía no culminado, y susceptible de apreciación
pecuniaria.
Ya que uno de los requisitos del daño resarcible es que sea
cierto, descartándose la indemnizabilidad del que fuere sim-
plemente hipotético o conjetural, para verificar la existencia del
perjuicio debe valorarse, primero, si el damnificado estaba ubi-
cado frente a la “chance” misma, esto es, si llegó a emplazarse en
la situación idónea para hacerse de la ganancia o evitar la pér-
dida, y cuál era la certidumbre de la probabilidad, esto es, qué
posibilidades existían para el damnificado de obtener el triufo
en el pleito.
Claro está que dicho cálculo resulta bastante aleatorio, por cuan-
to depende, en alguna medida, de circunstancias ajenas al abo-
gado y aun en la hipótesis de vencimiento favorable, nunca puede
saberse a ciencia cierta si la sentencia hubiera reconocido la to-
talidad de lo reclamado. No pasando de un cálculo de las proba-
bilidades que tenían los actores de ganar el juicio, conforme a
parámetros no siempre muy exactos, como pueden resultar la
valoración del estado en que se hallaba el expediente al tiempo
de la perención, la evolución de la jurisprudencia, la legisla-
ción aplicable y la complejidad de la cuestión debatida396.

396
COLOMBO, Leonardo, “Indemnización correspondiente a la pérdida de las pro-
babilidades de obtener éxito en una causa judicial”, LL, t. 107, ps. 17 y ss.;
ANDORNO, Luis, “La responsabilidad de los abogados”, ob. cit., ps. 488 y ss.
344 LUIS R. CARRANZA TORRES

Es por ello que debe extremarse la prudencia en su uso, tan-


to a los efectos de determinar si existió en realidad una chance,
como respecto de su extensión, en cuanto la hubiese. No sólo por
la regla que restringe la indemnización al daño efectivo, propia
de la teoría de la responsabilidad, sino el mismo principio cons-
titucional de la inocencia en juicio, que impide condenar en
fuero alguno, cuando los extremos de hecho resultan dudosos.
En la generalidad de la doctrina, se ha entendido asimismo
como daño emergente de la perención acontecida, las costas
que el cliente ha debido abonar en virtud de ella397.
Los intereses compensatorios, generados en el juicio de daños
y perjuicios derivados de la responsabilidad profesional, deben
correr desde la notificación de la demanda, tratándose en el
caso de responsabilidad derivada de obligaciones contractuales.
Por lo que no corresponde la aplicación de intereses desde el pe-
ríodo que va desde el acto dañoso hasta dicho evento398.

Supuesto de falta de colaboración del cliente

El abogado debe actuar con diligencia y si advierte falta de colaboración


de su cliente o actuaciones que inducen a presumir que aspira a la defen-
sa de otro profesional, debe resguardar su propia responsabilidad, re-
nunciando por escrito en el expediente o mediante comunicación fehaciente
a la parte en cuestión. [CNCiv., Sala L, 02/07/1999, en autos “Calcopietro
s/ quiebra c/ Taboada, María Cristina y otro s/ daños y perjuicios”, suma-
rio 0012546 del Boletín N° 4 - 1999 de la Secretaría de Jurisprudencia
de la Cámara Nacional Civil].

397
CNCiv., Sala G, 16/08/2001, en autos “Zuffo, Magdalena B. c/ Martínez P., D.
H. s/ daños y perjuicios”.
398
STJ de Santiago del Estero, 13/11/1996, resolución Serie “A” Nº 158, Expte.
Nº 12.959, 1996, en autos “Cáceres, Issac c/ Moya Américo y otros s/ cobro de
australes - casación”.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 345

9.3.22. Responsabilidad ética y disciplinaria

En razón de que el abogado debe cumplir con las cargas y


deberes que la conducción técnica del proceso le impone, no
puede simplemente desentenderse del trámite cuyo abandono
llevaría al estado de indefinición de la parte que patrocina, re-
sultando, por tanto, una violación del Código de Ética que lo
obliga a proporcionar información suficiente a su cliente acerca
del trámite del asunto, su estado, marcha en forma y tiempo
adecuado399.
Se ha entendido que aún en, “[...] la circunstancia de que en
ciertas hipótesis la perención de instancia no provoque la pér-
dida del derecho no obsta a que se considere a la conducta del
abogado como violatoria de normas de carácter ético pues se
configura el incumplimiento de su deber de atender con celo
saber y dedicación los intereses confiados por su cliente[...]”400.
A los efectos de la responsabilidad ética, no son aplicables
las causales de exculpación de la materia civil, respecto de su
actuación en calidad de patrocinante, si bien debe tenerse en
consideración a los efectos de la graduación de la sanción. Ya
que resulta: “[...] indudable que en la responsabilidad civil in-
tervienen presupuestos y finalidades diferentes a la responsa-
bilidad disciplinaria, si bien la inobservancia de los deberes es-
tablecidos por las específicas normas relativas al ejercicio de
la profesión de abogado pueden configurar la ilicitud que re-
quiere el requisito de la antijuridicidad de la responsabilidad
civil. De todos modos la exigencia de los factores de causali-
dad, culpa o atribución de la responsabilidad, daño, etc., no se
presentan en la responsabilidad disciplinaria atenta su di-
versa naturaleza”.401

399
CNACAF, Sala III, causa Nº 35186/03 del 27/09/2004, “M., C. A. y otro c/
CPACF”.
400
Tribunal de Disciplina del CPACF, Sala I, causa Nº 12.412 del 24/04/2003,
“C., A.M. y M., M s/ conducta”.
401
Tribunal de Ética del Colegio de Abogados y Procuradores de Mendoza,
Expte. N° 251 del 06/04/1999. Voto del Dr. Eduardo Pithod.
346 LUIS R. CARRANZA TORRES

9.4. JURISPRUDENCIA TEMÁTICA

9.4.1. Nacional

I) La pretensión atinente a que se tenga por abandonada la causa sobre


expropiación, habida cuenta que existe resolución firme rechazando el
pedido de caducidad de la instancia, importa una reiteración del inciden-
te anterior de perención, que es improcedente [CSJN, 24/06/1963, “Go-
bierno Nacional c/ Transradio Internacional S.A.”, ED, 6-402].

II) La prohibición de dar curso a nuevos incidentes cuando no se hubieran


pagado las costas —honorarios— de uno anterior, no puede ser opuesta a
los menores de edad en el proceso de aumento de cuota de alimentos que
concluyó por caducidad de instancia, porque la conducta sancionable sólo
es imputable a la progenitora [CNCiv., Sala G, 08/03/1988, “BM c/ JM y
otra”, ED, 129-241].

III) Declarada la caducidad de instancia en el incidente de modificación


de un convenio de alimentos, las costas deben imponerse a la madre de
los menores pues sobre ella pesaba la obligación de instar el procedi-
miento [CNCiv., Sala G, 08/03/1988, “BM c/ JM y otra”, ED, 129-241].

IV) De los principios generales establecidos en materia de costas así


como de las reglas contenidas en el art. 315 del Código Procesal, acerca de
quiénes pueden pedir la declaración de caducidad, cabe concluir que las
costas del juicio perimido deben ser soportadas en primera instancia por
el actor [CNCom., Sala A, 05/11/1979, “Antonio Fama Hnos. c/ Marín,
Angel I. y otros”, ED digital].

V) Cuando en la demanda se pidió la revalorización de la suma cuyo


monto se estimó, si el juicio termina por caducidad de la instancia o de-
sistimiento y se imponen las costas a la actora, los honorarios deben
regularse tomando en consideración la suma que probablemente se ha-
bría fijado si se hubiese acogido la acción, a la fecha del auto regulatorio,
porque en tal caso ese sería el monto del juicio, aunque teniendo en cuen-
ta la etapa en que la perención o el desistimiento se produjo [CNCiv.,
Sala E, 26/04/1979, ED, 83-372].

VI) El pedido de caducidad de la segunda instancia importa el desisti-


miento del recurso interpuesto por el peticionante [CNCiv., Sala C, 21/06/
1977,“Mercado, Felix c/ Uschorovich de Tramiel, Dora - sucesión.”, ED, 74-
377].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 347

VII) Dado que la instancia es indivisible, la petición por la que se solicita


la declaración de caducidad de la segunda instancia, implica el desisti-
miento de los recursos interpuestos por el peticionante [CNCiv., Sala F,
09/05/1977, “Grillo, Juan y Hnos. ‘Argoneón’ S.A. c/ Perelli, Constante
B.”, ED, 74-377].

VIII) Al declararse la caducidad de la primera instancia, las costas del


proceso deben ser impuestas al demandante [CNCiv., en pleno, 31/12/
1978, “Establecimiento Bonanza Minera e Industrial S.R.L. c/ Brussa,
Jorge A. (Geo patagónica)”, ED, 80-603].

IX) Sometidas a la decisión del Tribunal Pleno dos cuestiones, consisten-


tes en la procedencia de la perención en las condiciones que surgen de
autos y de la prescripción, es evidente que en el caso de declararse que la
primera es procedente, la segunda cuestión no tendría para qué ser estu-
diada, pues la declaración de la prescripción —si ella se hubiera opera-
do— no podría ser ya resuelta en este juicio [CNCiv., en pleno, 22/06/
1922, “Banco Español del Río de la Plata c/ Martínez, Domingo”, JA, 12-
937].

X) Darle carácter retroactivo al beneficio de litigar sin gastos es romper la


preclusión procesal y otorgarle un efecto que la ley no otorga, que puede
significar de manera tangencial un apoyo a la evasión fiscal y a la indis-
ciplina tributaria, máxime que en la mayoría de los casos nada impide
que en el escrito de inicio se solicite el beneficio del art. 13 de la ley 23.898
y se ofrezca una sumaria prueba —que luego podrá mejorarse—, por lo
tanto no corresponde en el beneficio de litigar sin gastos iniciado luego de
la demanda deducida al solo fin de interrumpir la prescripción liberato-
ria o contemporáneamente a la ampliación de aquella eximir a la actora
del pago de la tasa de justicia (del dictamen del fiscal de Cámara)
[CNCiv., en pleno, 08/10/1998, “Arboyán, Vartuvar c/ Transporte
Patricios S.R.L. y otros s/ beneficio de litigar sin gastos”, Secretaría de
Jurisprudencia de la Cámara Nacional Civil].

XI) Si el actor obtiene un beneficio de litigar sin gastos y son impuestas


las costas a la contraria, la tasa de justicia debe pagarse de conformidad
con el momento resultante en la sentencia o transacción. No puede recla-
marse al accionante el pago de la diferencia existente entre tal cantidad
y la peticionada en la demanda [CNCiv., en pleno, 02/11/1998, “Rosón
Fontán, Carlos Mariano y otros c/ García Méndez, Ramiro y otro s/ bene-
ficio de litigar sin gastos”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara
Nacional Civil].
348 LUIS R. CARRANZA TORRES

XII) Si se decretó la caducidad de instancia en el beneficio de litigar sin


gastos, los efectos de una nueva petición del beneficio, deducida con pos-
terioridad, no comprenden los gastos devengados con carácter previo
[CNCiv., en pleno, 08/04/1999, “Lugones, Leopoldo Guillermo c/ SMATA
y otro s/ beneficio de litigar sin gastos”, Secretaría de Jurisprudencia de
la Cámara Nacional Civil].

XIII) El reconocimiento tácito interruptivo de la prescripción resulta de


todo hecho o acto que impone la admisión de la existencia del derecho
invocado y se manifieste con la certidumbre exigida por el art. 917 del
Código Civil, y ante la duda debe estarse por la existencia de la interrup-
ción, así como por demanda (art. 3986 del Cód. Civil) debe entenderse
toda presentación judicial que traduzca la intención de mantener vivo el
derecho de que se trate (Del dictamen de la Procuración General, al que
remitió la CSJN) [CSJN, 27/05/2004, “Los Claveles S.R.L. s/ quiebra”,
Fallos 327:6].

XIV) Corresponde dejar sin efecto la sentencia que consideró que, al ha-
berse tenido por no presentada la demanda en virtud del art. 67 de la
ley 18.345, debía tenerse por no sucedida la interrupción de la prescripción
con arreglo al art. 3987 del Código Civil, pues encuadró un supuesto no pre-
visto en la legislación común, bajo la figura de un instituto —caducidad de
instancia— incompatible con el sistema procesal laboral, donde rige el
principio de impulso de oficio: arts. 155 y 46 de la ley 18.345 [CSJN, 10/03/
1992, “García de Morales, Ofelia c/ Cavasso, Carlos y otros”, Fallos 315:285].

XV) La situación procesal derivada de la forma de conclusión del proceso


en el peculiar diseño adoptado por el art. 67 de la ley procesal del trabajo,
no puede asimilarse a un supuesto de caducidad de instancia o desisti-
miento, únicos tipos que contempla el art. 3987 del Código Civil como
aptos para aniquilar los efectos interruptivos de la promoción de la de-
manda [CSJN, 10/03/1992, “García de Morales, Ofelia c/ Cavasso, Car-
los y otros”, Fallos 315:285].

XVI) El art. 67 de la ley 18.345 no se trata de una deserción de la instancia


como la que alude el art. 3987 del Código Civil, o de un desistimiento expre-
so, sino de un supuesto del proceso laboral singular y específico que se re-
laciona con el defecto del escrito que materializa la acción (art. 3986, Cód.
Civil) y no con un acto volitivo concreto de abdicación, lo que resulta rele-
vante en materia de prescripción [CNAT, Sala III, 30/06/2000, Expte. N°
18.202/98, “Aguilera, Ramón c/ Fernández, Jorge s/ accidente”, Secretaría
de Jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 349

XVII) El letrado patrocinante no es responsable por la declaración de cadu-


cidad de instancia cuando no media un obrar negligente de su parte dado que
por las circunstancias del caso había una dificultad en localizar el expe-
diente (remitido a la alzada acollarado a un incidente) que permite con-
cluir que existió imposibilidad para las partes de impulsar el trámite
[CNCiv., Sala C, 05/12/2000, “Di Benedetto, Diego c/ C.F.”,LL, 2001-D-139].

XVIII) Ya sea que actúe como patrocinante o apoderado, al permitir que


el juicio concluya con una declaración de instancia el abogado prima facie
incumple el deber de atender los intereses a él confiados con celo, saber y
dedicación, establecidos en las normas que regulan la ética profesional
[CNCAF, Sala IV, 26/11/1993, “M., E.V. y otros”, LL, 1994-C-543].

XIX) El cliente perdidoso en un pleito por caducidad de instancia imputa-


ble a su letrado, no puede pretender de este una indemnización igual a la
suma reclamada en la demanda del juicio perdido, toda vez que por de-
pender en alguna medida de circunstancias ajenas al abogado, no puede
saberse a ciencia cierta si la sentencia hubiera reconocido la totalidad de
lo pretendido [CNCiv., Sala E, 26/03/2002, “C., L. A. c/ S., N. L.”, LL,
2002-D-209].

XX) El resarcimiento que corresponde otorgar a quien perdió un juicio por


omisión de su letrado que dejó caducar la instancia, consiste en la pérdi-
da de la chance, vinculada a la posibilidad de percibir lo reclamado en el
pleito (indemnización por accidente de trabajo) o a la medida de esa posi-
bilidad, pues se trata de poner al cliente en la misma situación que hubie-
se estado de haber actuado el abogado con diligencia [CNCiv., Sala E, 26/
03/2002, “C., L. A. c/ S., N. L.”, LL, 2002-D-209].

XXI) Si se ha acreditado que el juicio perimió, pesa sobre el letrado la car-


ga de desvirtuar la presunción de culpa que, no puede sustentarse sim-
plemente en la falta de cooperación de sus ex clientes, sino en la existen-
cia de una razón debidamente justificada que le hubiera impedido actuar
en el pleito a los efectos de interrumpirla, o para apartarse del patrocinio
con anterioridad al vencimiento del plazo de perención [CNCiv., Sala G,
16/08/2001, en autos “Zuffo, Magdalena B. c/ Martínez P., D. H. s/ daños y
perjuicios”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional Civil].

XXII) Si frente a la realidad que exhibía el expediente, y la falta de colabo-


ración que alega respecto de su cliente, el letrado aceptó seguir el caso no
era para dejarlo fenecer y solicitar después regulación de honorarios, sino
para poner todo el empeño que la situación exigía y obrar con diligencia y
cuidado. Y aun cuando en modo alguno podía prever un resultado favorable
350 LUIS R. CARRANZA TORRES

a sus clientes, era ineludible que al contratar asumió la obligación de re-


sultado mencionada anteriormente, una de cuyas facetas era el compro-
miso de impedir que opere la caducidad de la instancia [CNCiv., Sala G,
16/08/2001, en autos “Zuffo, Magdalena B. c/ Martínez P., D. H. s/ daños
y perjuicios”, Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Nacional Civil].

XXIII) Pero más allá de la endeble fuerza convictiva que surge de las de-
claraciones reseñadas precedentemente, aun de ser cierto lo dicho por
los testigos, tales manifestaciones no contribuyen a desvirtuar la pre-
sunción referida anteriormente, por cuanto si los actores eran remisos o
no tenían interés o medios económicos para hacer el trámite pendiente
para hacer avanzar al proceso a la etapa siguiente, el apelante debió
adoptar las medidas adecuadas evitar su responsabilidad que —sin
duda— no consisten en comentar con un tercero que aquellos no concu-
rrían al estudio ni lograr que los terceros estuvieran pendientes de las
llamadas telefónicas para ver si, eventualmente, los demandantes se
decidían a comunicarse con el abogado que era el único responsable de la
dirección letrada [CNCiv., Sala G, 16/08/2001, en autos “Zuffo, Magdale-
na B. c/ Martínez P., D. H. s/ daños y perjuicios”, Secretaría de Jurispru-
dencia de la Cámara Nacional Civil].

XXIV) Corresponde imponer a la letrada denunciada la sanción de multa


equivalente al 100% de la retribución mensual de un juez de primera ins-
tancia en lo civil, en virtud que siendo apoderada de la denunciante “aban-
donó” el juicio que iniciara por un accidente de tránsito y dio lugar a que se
declarara la caducidad de la instancia, lo que hizo prescribir la acción a su
ex cliente. Si bien la letrada renunció al mandato invocando problemas
personales e incomunicación con su mandante, no dejó la cédula para no-
tificarlo en su domicilio real, el auto del juzgado que tuvo presente tal re-
nuncia e intimó al poderdante a comparecer por sí o por apoderado sino
después de que se había acusado y declarado la caducidad de la instancia
[Tribunal de Disciplina CPACF, Sala II, causa Nº 5281 del 19/06/1997, “G.
P., A. I. s/ conducta”, ratificado por CNACAF, Sala I, Expte. Nº 19.245/97 del
10/02/2000, “G. P., A. I. c/ CPACF”, página web del CPACF].

9.4.2. Provincial
I) Las prescripciones contenidas en los arts. 346 y 348 del CPCC se fun-
dan en una presunción de abandono de la instancia [Cámara 1ª en lo Civ.
y Com. de Córdoba, voto de la mayoría, Dr. Sársfield Novillo, A.I. Nº 96 del
18/03/2005, en autos “Fernández, Luis Alberto c/ Pérez, Verónica del Valle
y otros - P.V.E. - alquileres”, Foro de Córdoba, Nº 108, p. 290].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 351

II) La anulación se circunscribe a la decisión principal concerniente a la


perención y al pronunciamiento relativo a las costas del incidente, pero
no se extiende a las regulaciones de honorarios relativos a los trabajos
prestados en el juicio principal, la que debe subsistir incólume. Si bien
por regla general la desestimación del acuse de caducidad significa que el
juicio puede proseguir, lo que privaría de sentido a tales regulaciones, el
caso concreto presenta la particularidad que, no obstante que debe
rechazarse el planteo de perención, el proceso ya no podría continuar, de
donde se sigue que lo decidido por la Cámara respecto de aquellas regu-
laciones de honorarios debe mantenerse, sin que sea alcanzado por la
decisión adoptada en punto a la perención [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y
Com., A.I. Nº 66 del 17/05/2006, en autos “Municipalidad de Córdoba c/
Campos, Eduardo A. - apremio - rehace - recurso de casación”, Zeus Córdo-
ba, Nº 201, t. 8, 2006, p. 519].

III) En cuanto a las costas devengadas en el presente incidente de perención


planteado por la parte actora, atento no encontrar mérito suficiente para
admitir un apartamiento del principio objetivo del vencimiento, correspon-
de sean a cargo de la incidentada —parte recurrente— (art. 130, CPCC,
aplicable por remisión del art. 13, ley 7182) [TSJ de Córdoba, Sala Cont.-
Adm., sentencia Nº 58 del 30/10/2006, en los autos “Guevara, Carmen de Los
Ángeles c/ Provincia de Córdoba - ilegitimidad - recurso de apelación” (Expte.
Letra “G”, N° 08, iniciado el 13/08/2004). Fuente: archivo del autor].

IV) Aun cuando la apelación de la perención dispuesta por la primera ins-


tancia ha sido rechazada, resulta razonable imponer las costas del recur-
so por el orden causado, desde que no puede ignorarse que una parte de la
doctrina postula una solución diferente, por lo que puede entenderse que
ha mediado mérito suficiente para litigar (arts. 130 y 133, CPCCN) [Cá-
mara 3ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, 29/07/1999, en autos “Raúl J.
Romanutti S.A. c/ Pedro Marino Vaccaroni - ordinario”. Fuente: archivo del
autor].

V) Atento la naturaleza previsional de la acción declarativa de inconstitu-


cionalidad que concluye por perención de instancia, las costas deben impo-
nerse por el orden causado (art. 82, ley 8024) [TSJ de Córdoba, sentencia
Nº 10 del 11/02/1999, en autos “Saracho, José Ricardo c/ Provincia de Cór-
doba y otra - acción de inconstitucionalidad”. Fuente: archivo del autor].

VI) La normativa aplicable en materia de costas respecto de la preten-


sión incidental debe subsumirse en el art. 357, primer párrafo, CPC, por
encontrar previsión expresa en él. No obsta a tal conclusión la circuns-
tancia de que se trate de una declaración de perención de instancia, pues
352 LUIS R. CARRANZA TORRES

la misma está equiparada a los incidentes en nuestra ley ritual (arg. art.
1125, CPC). Si bien la perención de la instancia tiene en ciertos supues-
tos, la particularidad de concluir el pleito, esto no es esencial a los fines de
calificar la naturaleza jurídica de la cuestión controvertida. Para la ley es
un incidente, ella no realiza distinción alguna, luego “ubi lex non
distinguet, non distinguire debemus” [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com.,
A.I. N° 172 del 13/06/1990 en autos “Etam S.A.I.C. c/ Obispado de Cruz del
Eje - consignación - recurso de revisión”. Fuente: archivo del autor].

VII) Teniendo la tercería de mejor derecho un monto económico por el cual


se ha efectuado su reclamo, dicho monto conforma la base regulatoria del
incidente de perención. Corresponde en consecuencia regular honorarios
profesionales por las tareas en la perención de instancia, independientes
de las que pertenezcan al pleito principal para el supuesto de que ello así
corresponda, toda vez, que se trata de una pretensión incidental la que
ahora nos ocupa (arg. art. 426, CPC) pretendiendo extinguir con esta,
aquella otra principal que, tal como se ha dicho, no ha sido sustanciada
[Cámara 5ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. Nº 171 del 15/05/2002,
“Dorflinger, Walter R. c/ María O. Díaz - ejecutivo - tercería de mejor de-
recho de Farías, Enito y otro”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 989]

VIII) Corresponde imponer las costas a la parte que promovió el procedi-


miento perimido, por más que se allane a la procedencia del mismo. Esto
así, por cuanto de conformidad con el art. 131 del CPC, aplicable a los inci-
dentes —entre ellos el de caducidad de instancia— por remisión del art.
133, la parte que se allana a una pretensión debe cargar con las costas de-
vengadas si con su conducta determinó en el pretensor la necesidad de
iniciar un procedimiento judicial en defensa de su situación jurídica, sea
esta de derecho sustancial o de derecho procesal. Esto ocurre también en
el supuesto de la perención de instancia porque el litigante dejó quieto el
procedimiento que él mismo promoviera durante el plazo que establece la
ley para que opere la caducidad de la instancia, poniendo así a la contra-
ria en la necesidad de deducir el incidente respectivo para conseguir la ex-
tinción de la pretensión formulada en su contra y la consecuente consolida-
ción de su posición procesal [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com. de Córdoba,
A.I. Nº 76 del 08/05/2002, “Karanicolas, Manuel c/ Guillermo Horacio
Barros y otro - ordinario - recurso directo”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 381].

IX) El solo hecho de que se deduzca un recurso directo y luego se lo deje


perimir no constituye antecedente suficiente que justifique sancionar al
litigante en los términos del art. 83 del CPC; máxime cuando este, en vez
de resistir el acuse de caducidad, se allana a su procedencia. Además el
articulante se limita a pedir la sanción, expresando únicamente a título
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 353

de fundamento que la queja se dedujo con el único fin de dilatar el proce-


dimiento; pero no desarrolla argumentos y razones concretas en virtud
de las cuales corresponda atribuir ese propósito disvalioso que ameriten
la imposición de la sanción requerida [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com.,
A.I. Nº 76 del 08/05/2002, “Karanicolas, Manuel c/ Guillermo Horacio
Barros y otro - ordinario - recurso directo”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 381].

X) La regulación de honorarios por las tareas realizadas en el incidente


de perención de instancia debe establecerse en el 7% del mínimo de la
escala del art. 34, ley 8226, por cuanto debe efectuarse de conformidad
con los arts. 80, inc. 2, primera parte (incidentes sin contenido económico
propio y tramitado como juicio declarativo), y 37 por remisión del art. 38,
ley cit., por tratarse de un incidente de caducidad de instancia, articulado
y tramitado en esta sede [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 76 del
08/05/2002, “Karanicolas, Manuel c/ Guillermo Horacio Barros y otro - or-
dinario - recurso directo”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 381].

XI) Si en el incidente de perención de instancia las costas deben ser asu-


midas por el incidentado, según antes lo expresado, la misma regla debe
aplicarse al proceso principal. Solución que no variaría aun cuando, fren-
te un correcto allanamiento, hubiese correspondido eximir de costas al
actor por el incidente. Ya que no puede seguirse de ello que el demandado
incidentista tenga que soportar costas por el desenvolvimiento de una
acción que debe declararse caduca con génesis exclusiva en la inactividad
ulterior de la contraparte [Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto
de los Dres. Zavala de González y Napolitano, A.I. Nº 193 del 19/06/1998,
en autos “Mainardi Primo Remo c/ Renato Perona - ordinario”. Fuente:
archivo del autor].

XII) Quien constriñe a otro a litigar en una instancia y después la abando-


na, debe cargar con las costas que le haya producido haciéndolo actuar en
una instancia que culmina infructuosamente. Por ello, el actor vencido en
el incidente debe nomás soportar las costas por el juicio principal, sobre
la base resultante de la demanda y acorde con las etapas cumplidas has-
ta el último acto impulsor del proceso [Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de
Córdoba, voto de los Dres. Zavala de González y Napolitano, A.I. Nº 193
del 19/06/1998, en autos “Mainardi Primo Remo c/Renato Perona - ordi-
nario”. Fuente: archivo del autor]
XIII) La regulación de los honorarios en la alzada por la perención de ins-
tancia corresponde que sea hecha de una forma independiente del princi-
pal, desde que el pedido de perención implica la introducción de una preten-
sión incidental, que debe ser debidamente sustanciada y cuya procedencia
se supedita a la integración de determinados requisitos objetivos [Cá-
354 LUIS R. CARRANZA TORRES

mara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto de los Dres. Zavala de Gonzá-


lez y Napolitano, A.I. Nº 193 del 19/06/1998, en autos “Mainardi Primo
Remo c/ Renato Perona - ordinario”. Fuente: archivo del autor].

XIV) Resulta la sustanciación del pedido de perención un incidente y no


un proceso independiente, desde que se suscita durante la tramitación de
un pleito y que guarda con él una conexión rotunda como la de pretender
extiguir dicho proceso. Por lo que en consecuencia, procede la aplicación
del art. 80, inc. 2 (primer supuesto), de la ley 8226, dado que este inciden-
te no tiene contenido económico propio (o sea, autónomo de la causa
principal)y los porcentajes regulatorios van del quince al treinta por cien-
to de la escala del art. 34 [Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto
de los Dres. Zavala de González y Napolitano, A.I. Nº 193 del 19/06/1998,
en autos “Mainardi Primo Remo c/ Renato Perona - ordinario”. Fuente:
archivo del autor].

XV) Si la perención resulta un modo anormal de conclusión del proceso,


que se materializa por el incumplimiento del demandante de instarlo,
resulta justo que cargue con las costas quien debía urgir el trámite y no lo
hizo [Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, voto del Dr. Bonta, A.I. Nº
193 del 19/06/1998, en autos “Mainardi Primo Remo c/ Renato Perona -
ordinario”. Fuente: archivo del autor].

XVI) En razón de no contener el Código Procesal una específica previsión en


lo que atañe a las costas de la perención de instancia, resultan aplicables
las disposiciones generales que al respecto prevé [Cámara 8ª en lo Civ. y
Com. de Córdoba, voto del Dr. Bonta, A.I. Nº 193 del 19/06/1998, en autos
“Mainardi Primo Remo c/ Renato Perona - ordinario”. Fuente: archivo del
autor].

XVII) Es jurídicamente acertado afirmar que las costas provenientes del


juicio extinguido por perención no se engastan stricto sensu en la noción
del “vencido” que se recepta en el art. 130 del CPCCP, dado que no hay
vencimiento al tener el demandante la posibilidad de articular nueva-
mente la acción siempre que no le hubiera prescripto [Cámara 8ª en lo
Civ. y Com. de Córdoba, voto del Dr. Bonta, A.I. Nº 193 del 19/06/1998, en
autos “Mainardi Primo Remo c/ Renato Perona - ordinario”. Fuente: ar-
chivo del autor].

XVIII) Cabe enmarcar lo atienente a las costas por la perención de ins-


tancia, en una aplicación analógica del art. 131, segundo supuesto del pri-
mer párrafo del CPCCP, ya que siendo el actor por su inactividad quien
dio lugar a la extinción de su acción, y habida cuenta que la caducidad de
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 355

la instancia no puede ser declarada ex officio, va de suyo que quien la


peticionó y triunfó en su petición, tiene derecho a que su adversario so-
porte las costas del proceso extinguido por su abandono [Cámara 8ª en
lo Civ. y Com. de Córdoba, voto del Dr. Bonta, A.I. Nº 193 del 19/06/1998,
en autos “Mainardi Primo Remo c/ Renato Perona - ordinario”. Fuente:
archivo del autor].

XIX) Las costas del incidente deben serle impuestas a la parte vencida,
ya que si bien la cédula de notificación interruptiva del plazo de caduci-
dad no se hallaba acompañada en autos, y fue incorporada en oportuni-
dad de contestar el traslado por la perención, el incidentista no pudo vá-
lidamente creerse con derecho a solicitar la caducidad, desde que fue
notificado por ella [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 7 del 19/02/
2002, en autos “Banco de Galicia y Bs. As. S.A. c/ Rubén Antonio Ramírez
y otra - embargo preventivo - apelación - recurso directo”, reproducido en
RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Peren-
ción de instancia. Derecho procesal, Mediterránea, Córdoba, 2005, p. 173].

XX) Los honorarios en la incidencia de perención de instancia, tiene una


regulación independiente del principal, desde que el pedido de perención
implica la introducción de una pretensión incidental, que debe ser debi-
damente sustanciada y cuya procedencia se supedita a la integración de
determinados requisitos objetivos, procediendo la aplicación del art. 80,
inc. 2, de la ley 8226 [Cámara 8ª en lo Civ. y Com. de Córdoba, A.I. Nº 319
del 07/10/2003, en autos “Nahum, María Antonia c/ Aguas Cordobesas -
ordinario”, reproducido en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ
ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho procesal, p. 213].

XXI) La estimación de los honorarios por las tareas realizadas en el inci-


dente de perención de instancia desarrollado en una segunda instancia
debe efectuarse de conformidad con los arts. 80, inc. 2, primera parte, y 37
de la ley 8226 [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº 247 del 20/11/
2002, en autos “Antonino, Richard Antonio c/ Mario Alberto Molina - or-
dinario - recurso de apelación - recurso de casación”, reproducido en
RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Peren-
ción de instancia. Derecho procesal, p. 148].

XXII) Al haber sido el incidente de caducidad de instancia articulado y


tramitado en esta sede, se debe recurrir a lo dispuesto por el art. 37 de la
ley arancelaria, ya que el mismo no distingue entre las actuaciones de
segunda instancia que tienen por objeto tramitar un recurso en un asunto
proveniente del primer grado y las que están destinadas a tramitar un in-
cidente originado en la alzada [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., A.I. Nº
356 LUIS R. CARRANZA TORRES

208 del 11/08/2003, en autos “Coassolo, Antonio Alfredo y otra c/ Carlos


Torra y otros - ordinario - recurso de casación”, reproducido en RODRÍGUEZ
JUÁREZ, Manuel E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instan-
cia. Derecho procesal, ps. 166 y 167].

XXIII) La indiscutible indivisibilidad de la segunda instancia no resulta


incompatible con la posibilidad de que pueda caducar separadamente
cada una de las instancias abiertas por ambas partes. Ello, pues a los
fines de una correcta solución, es preciso conciliar las nociones de indivi-
sibilidad de la instancia e independencia de los recursos, circunstancia
esta última que queda demostrada por la posibilidad de desistimiento
de algunas de las impugnaciones intentadas, sin que ello obste al mante-
nimiento y eventual resolución de las demás. La perención corre indepen-
diente para cada recurso, y la circunstancia de que quien la acusa haya
también apelado la resolución, no constituye impedimento para admitir-
la, reunidos los presupuestos legales pertinentes [Cámara Civ., Com.,
Trab. y Cont.- Adm. de Villa Dolores, A.I. Nº 86 del 31/10/2006, en autos
“Soto, María Silvina c/ Nelly Noemí Soto - ordinario (reivindicación)”,
Zeus Córdoba, t. 10, p. 420].

XXIV) Habiendo el incidentista perdido en su postura tanto al resolver-


se respecto de la perención, como al articular recurso, las costas corres-
ponde imponerlas al demandado por resultar el vencido en ambas ins-
tancias (arts. 130 y 133 del C.P.C.). [Cám. Civ. y Com. 4ª Nom. Córdoba,
A. 561, 28/11/2007, en autos “Majlis, Gregorio y otro c/ Zárate María –
Pve - Alquileres - Recurso de Apelación - Expte. N° 338023/36”. Fuente:
Archivo Foro de Córdoba].

XXV) Corresponde imponer las costas a la parte que promovió el procedi-


miento perimido, por más que se allane a la procedencia del mismo, de
conformidad con lo establecido en el art. 131 del CPC [TSJ de Córdoba,
Sala Civ. y Com., 08/05/2002, “Karanicolas, Manuel c/ Guillermo Hora-
cio Barros y otro - ordinario - recurso directo”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 381].

XXVI) La regulación de honorarios por las tareas realizadas en el inci-


dente de perención de instancia debe establecerse en el 7% del mínimo
de la escala del art. 34, ley 8226 por cuanto debe efectuarse de conformi-
dad con los arts. 80, inc. 2, primera parte (incidentes sin contenido econó-
mico y tramitados como juicios declarativos), y 37 por remisión del art.
38, ley cit., por tratarse de un incidente de caducidad de instancia, articu-
lado y tramitado en esta sede [TSJ de Córdoba, Sala Civ. y Com., 08/05/
2002, “Karanicolas, Manuel c/ Guillermo Horacio Barros y otro - ordina-
rio - recurso directo”, Zeus Córdoba, t. 1, p. 381].
Capítulo 10
LA PERENCIÓN DE INSTANCIA
EN EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

10.1. EL PROCEDIMIENTO COMO TRÁMITE AUTÓNOMO Y SUS


DIFERENCIAS CON EL PROCESO

El vocablo procedimiento tiene dos acepciones en lo que nos


ocupa. Una general, que lo entiende como un método o sistema
estructurado para ejecutar algunas cosas. Y otra jurídica, que
lo refiere a las actuaciones por trámites judiciales o adminis-
trativos402.
Cabe poner de manifiesto, respecto de su definición gene-
ral, que se halla asociada a una sucesión cronológica de opera-
ciones concatenadas entre sí, que se constituyen en una unidad
de función para la realización de una actividad o tarea especí-
fica, dentro de un ámbito predeterminado de aplicación. Deno-
tando, de tal forma, que todo procedimiento (incluidos los de
tipo jurídico) involucran necesariamente actividades y tareas
de personas, determinación de tiempos de realización y acti-
vidades de control, todas ellas encaminadas de modo organi-

402
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua española, 22ª ed., Espasa-
Calpe S.A., Madrid, 2001.
358 LUIS R. CARRANZA TORRES

zado para lograr el cabal, oportuno y eficiente desarrollo de


una determinada operación.
En cuanto a su desarrollo etimológico, al igual que la pala-
bra proceso (procesius), deriva de procedere, que significa avan-
zar, trayectoria403.
Y si bien dentro del derecho procesal, la palabra se emplea
para referirse a una fase o mecanismo particular dentro del
proceso, en el derecho administrativo posee un distinto signi-
ficado, de mayor envergadura, similar en cuanto conformación
y fines, al proceso judicial en el derecho adjetivo.
Comencemos porque ambos integran la materia adjetiva
(que no lo es tanto, ya que también contiene normas sustantivas
en su seno). Uno, el procedimiento, regula a la Administración
en cuanto al ejercicio de la función administrativa; el otro, el
proceso, se ha instituido para remediar de manera jurisdiccio-
nal la vulneración de derechos e intereses de las personas. Por
lo que si bien podemos encontrar analogía entre ambos, no por
ello se confunden. Guardan estrecha vinculación, sin por ello
perder su distinta naturaleza404.
El proceso es una pluralidad de actos característicamente
coordinados, a través de su recíproca interdependencia, la cual
resulta la esencia del proceso, en que un órgano absolutamente
neutral y carente de todo interés en el pleito, preside una con-
tienda entre dos partes que ha de desenvolverse a través de un
iter formal405.
El procedimiento es el encauce propio de la función admi-
nistrativa, por lo que los actos o relación de actos que pueden
llevarse a cabo de acuerdo al mismo no revisten, en forma algu-
na, naturaleza jurisdiccional. Quien dirige y decide el mismo

403
PIANIGIANI, Ottorino, Vocabolario etimologico della lingua italiana, 3ª ed. act.,
Melita, Génova, 1990.
404
CARRANZA TORRES, Luis, Procedimiento y proceso administrativo en Córdoba, vol.
1: “El procedimiento Administrativo”, Alveroni Ediciones, Córdoba, 1999, p. 25.
405
HUTCHINSON, Tomás, Régimen de procedimientos administrativos, 4ª ed. act. y
ampliada, Astrea, Buenos Aires, 1997, p. 31.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 359

no es un juez imparcial, sino la propia Administración que, des-


de luego, resulta siempre parte interesada en las cuestiones
que se suscitan con motivo de su propia actividad406.
Es también un iter, pero su finalidad no es el restablecimien-
to del orden jurídico dañado, sino la realización de un fin de
naturaleza pública, por medio del ejercicio de la función admi-
nistrativa del Estado.
Resulta ser bilateral “por su misma esencia”, y contradicto-
rio en el sentido de estar compuesto por situaciones jurídicas
de poder o de deber, según sea la posición asignada en un de-
terminado momento de esa relación de alteridad Administra-
ción-administrado407.
En el proceso, las partes se hallan en una situación de con-
tienda. Hay una situación de litigio que las enfrenta. Respecto
del procedimiento administrativo, la situación es distinta.
“En rigor, no podemos hablar de oposición, pues las partes
no están —a nivel de buen principio— en litis o contienda, sino
procurando conocer la verdad material, tutelando el derecho
objetivo y resguardando derechos subjetivos públicos de poder
y libertad”408.
El Estado de Derecho, para lograr su propio afianzamien-
to, busca encauzar jurídicamente la actividad de la Administra-
ción, determinando las reglas a que debe someterse en la pro-
ducción de sus actos:

“Ello lo obtiene mediante un instrumento definitivamente impuesto


en la Administración moderna; se trata del procedimiento administra-
tivo”409.

406
CARRANZA TORRES, Luis, El procedimiento administrativo en la ciudad de Bue-
nos Aires, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2002, p. 27.
407
DROMI, Roberto, Derecho administrativo, Ciudad Argentina, Buenos Aires,
1995, ps. 771 y 772.
408
DROMI, Roberto, Derecho administrativo, p. 775.
409
PEARSON, Marcelo, Manual de procedimientos administrativos, 2ª ed. corregida
y aumentada, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1985, p. 20.
360 LUIS R. CARRANZA TORRES

Como bien lo expresa DROMI410, el procedimiento adminis-


trativo: “Si bien externamente, en su forma se presenta como
un trámite, intrínsecamente en ese trámite van comprendidas
una fracción del poder que se ejerce y una parcela de derecho
que se defiende”. Esto no es más que una implicancia particu-
lar de la tensión entre la autonomía de decisión personal del
administrado y la regulación mandataria de conductas que se
adoptan desde la Administración, y orden que impregna a todo
el derecho administrativo.
El procedimiento administrativo tiene, por ello, una enorme
importancia para los ciudadanos como vehículo para el ejercicio
de sus derechos e instrumento para lograr una Administración
Pública más transparente y próxima a los administrados, y para
la propia Administración, como mecanismo que permite la sa-
tisfacción de los intereses generales a los que ha de servir411.
Es decir que el procedimiento administrativo tiene una do-
ble finalidad principal: constituir una garantía de los derechos
de los particulares y asegurar la pronta y eficaz satisfacción del
interés general, mediante la adopción de medidas y decisiones
necesarias, por los órganos de la administración. Por ello dicho
procedimiento sirve como protección jurídica para el particu-
lar y es, a la vez, una herramienta de aquella412.
De lo hasta aquí expresado, puede verse que el procedimien-
to administrativo resulta ser un conjunto normativo multidi-
mensional, susceptible de ser apreciado, por ello, desde múl-
tiples puntos de vista: como habilitación del ejercicio del poder,
como regulador del mismo, como conducto jurídico de la actua-

410
DROMI, Roberto, Derecho administrativo, p. 763.
411
RODRÍGUEZ - ARANA MUÑOZ, Jaime, “La reforma del procedimiento administra-
tivo y del régimen procesal contencioso-administrativo: presupuestos y objeti-
vos”, ED, Nº 10.242, edición del 26/04/2001, p. 19.
412
CARRANZA TORRES, Luis, “¿El procedimiento administrativo virtual como nuevo
paradigma de gestión en la ciudad de Buenos Aires?”, Diario Judicial, Sección Ar-
tículos Académicos, edición del 17/07/2002, disponible desde http://www.
diariojudicial. com/default.asp?Estilo=2&pagina=articulo.asp?ID= 11609.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 361

ción administrativa, como encuadre de la relación Administra-


ción - administrado, etcétera413.
De tal situación se desprende que quien quiera definir tal
concepto fluctuará entre dos polos en tensión: el de la ampli-
tud y el de la precisión. Quien intenta abarcarlo todo en la con-
ceptualización, termina por cargarla de algún grado de vague-
dad.
Conscientes de ello, en la definición que sigue hemos procu-
rado el equilibrio entre ambos, implicándonos, dentro de tal
marco, a definir al procedimiento administrativo como: el con-
junto de normas y principios, tanto de carácter adjetivo formal
cuanto sustantivo material, en virtud de las cuales se fijan los
términos de la interactuación Administración-administrado,
dentro de la relación jurídica administrativa, posibilitando
por parte del Estado, a través de sus órganos, el ejercicio de la
función administrativa dentro del marco del bloque de legali-
dad, y asegurando para el administrado el modo de satisfacción
de sus necesidades y la defensa de sus derechos e intereses414.
Desde un punto de vista procesal, el procedimiento admi-
nistrativo es la etapa previa al proceso administrativo (con-
tencioso-administrativo, entre nosotros). Pero además: “Los
objetivos del procedimiento, en cuanto etapa necesaria para el
agotamiento de la vía administrativa son: a) producir una eta-
pa conciliatoria anterior al juicio; b) dar a la Administración la
posibilidad de revisar el acto y corregir algún error; c) promo-
ver el control de legitimidad y conveniencia de los actos de los
órganos inferiores; d) facilitar la tarea tribunalicia, al llevar
ante los jueces una situación contenciosa ya planteada, y e)
permitir una mejor defensa del interés público”415.

413
CARRANZA TORRES, Luis, El procedimiento administrativo en la ciudad de Bue-
nos Aires, p. 27.
414
Ibídem, p. 29.
415
CSJN, en autos “Gaspari y Cía. S.A.”, citado en HUTCHINSON, Tomás, Régimen
de procedimientos administrativos, 4ª ed. act. y ampliada, Astrea, Buenos Aires,
1997, p. 31.
362 LUIS R. CARRANZA TORRES

10.2. LA CADUCIDAD DEL TRÁMITE ADMINISTRATIVO EN EL


DERECHO PÚBLICO PROVINCIAL

Como nos dice GARZÓN DE BELLO416, en orden a la caducidad del


trámite, la legislación provincial se presenta de forma disímil.
Clasificando dicha autora las distintas posturas en la siguiente
forma:
a) Provincias que regulan la caducidad del procedimiento ini-
ciado por el actor, sin previa intimación por la Administración,
como Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Formosa, Jujuy, Misio-
nes, Santa Fe y Santiago del Estero, aunque requiriendo, según
los casos, que la paralización sea imputable al interesado.
b) Provincias que regulan la caducidad del procedimiento
iniciado por el actor, previa intimación por la Administración,
como Corrientes, Chubut, La Pampa, San Juan y Tucumán.
c) Provincias que no regulan la caducidad del procedimiento
iniciado por el actor, como La Rioja, Mendoza y Salta.

10.3. LA CUESTIÓN EN OTROS ORDENAMIENTOS NACIONALES

En el derecho comparado, la legislación española417 regula


la caducidad del procedimiento, respecto de aquellos iniciados
a solicitud del interesado, cuando se produzca su paralización
por causa imputable al mismo, la Administración le advertirá
que, transcurridos tres meses, se producirá la caducidad. Con-
sumido este plazo sin que el particular requerido realice las
actividades necesarias para reanudar la tramitación, la Admi-
nistración acordará el archivo de las actuaciones, notificándo-
selo al interesado. Contra la resolución que declare la caduci-
dad procederán los recursos pertinentes.

416
GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo por
perención: una controversia abierta”, Foro de Córdoba, Suplemento de Derecho
Procesal, Nº 9, Advocatus, Córdoba, 2004.
417
Art. 92, ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Admi-
nistraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 363

No podrá acordarse la caducidad por la simple inactividad


del interesado en el cumplimiento del trámite, siempre que no
sean indispensables para dictar resolución. Dicha inactividad
no tendrá otro efecto que la pérdida de su derecho al referido
trámite. Ya que la caducidad no producirá por sí sola la pres-
cripción de las acciones del particular o de la Administración,
pero los procedimientos caducados no interrumpirán el plazo
de prescripción.
Asimismo, no resulta aplicable la caducidad en los supuestos
de que la cuestión suscitada afecte al interés general, o fuera
conveniente suscitarla para su definición y esclarecimiento.
En el derecho italiano, dicho plazo se ha fijado en dos años
sin actividad impulsora418.

10.4. LA CUESTIÓN EN EL ORDEN FEDERAL

10.4.1. Impulsión de oficio

10.4.1.1. Norma legal


Art. 1º, inc. a, ley 19.549. Requisitos generales: impulsión e instruc-
ción de oficio. Impulsión e instrucción de oficio, sin perjuicio de la parti-
cipación de los interesados en las actuaciones.

Art. 4º, decreto Nº 1759/72. Impulsión de oficio y a pedido de parte


interesada. Todas las actuaciones administrativas serán impulsadas de
oficio por el órgano competente, lo cual no obstará a que también el intere-
sado inste el procedimiento. Se exceptúan de este principio aquellos trá-
mites en los que medie sólo el interés privado del administrado, a menos
que, pese a ese carácter, la resolución a dictarse pudiere llegar a afectar de
algún modo el interés general.

418
SALERNO, Rosetta, “L’evoluzione dell’istituto dell’estinzione nel processo di
cognizione e nel processo ejecutivo”, Diritto & Diritti. Rivista Giuridica on line,
subido en julio de 2004, disponible desde http://www.diritto.it/materiali/
processuale_civile/salerno.html (último acceso: 11/04/2007): “Nel processo
amministrativo permane l’istituto della perenzione, rilevabile d’ufficio, che
si ha quando nel corso di due anni non venga compiuto alcun atto di
procedura, e cioè vi sia una totale inerzia”.
364 LUIS R. CARRANZA TORRES

10.4.1.2. Comentario

La impulsión de oficio es no sólo la regla general en la materia,


sino el marco dentro del cual la Administración deberá ordenar
el mecanismo procedimental para generar la decisión.
La instrucción administrativa resulta ser el conjunto de ac-
tos y medidas a realizar, reglamentadas por la ley (v.gr., dicta-
men jurídico) o razonables de acuerdo a las circunstancias (elec-
ción de determinado medio probatorio), tendientes a la búsqueda
y reunión del conocimiento necesario que sitúa a la Administración
en condiciones de resolver la cuestión planteada.
El impulso, a su vez, es la actividad necesaria para el normal
desarrollo y avance del proceso419. En el procedimiento adminis-
trativo, el mismo se halla a cargo de la Administración, deriván-
dose tal deber de dos circunstancias: la obligación de actuación
que le imponen las cuestiones donde se hallen comprometidos
intereses públicos. Y el deber de respuesta, correlativo del
derecho a peticionar a las autoridades, que poseen los adminis-
trados, en relación a las cuestiones donde se discutan sólo in-
tereses particulares420.

10.4.1.3. Jurisprudencia y doctrina administrativa temática

I) Incluso cuando defiende un interés particular, el administrado colabora a


la resolución de la Administración, lo que supone en cuanto al procedimien-
to administrativo la prevalencia no sólo de la regla del informalismo, sino
de su impulsión de oficio [CSJN, 24/04/1986, “Duruse de Fernández c/ Pro-
vincia de Santa Fe”, ED, 119-270].

II) La actividad de la Administración se encuentra siempre enderezada a la


satisfacción del bien común [PTN, Dictámenes, 237:358, 462 y 476].

III) Si la Universidad no lo incluyó en un listado pero asimismo el egresado


demoró sin causa la iniciación y tramitación del expediente administrativo

419
GARRONE, José Alberto, Diccionario jurídico Abeledo-Perrot, t. 2, p. 281.
420
CARRANZA TORRES, Luis, El procedimiento administrativo en la ciudad de Bue-
nos Aires, p. 91.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 365

tendiente a la obtención de su título, ha mediado en el caso culpa por ambas


partes, de similar incidencia a los fines de la causación del daño [CNCiv. y
Com. Fed., Sala II, 03/08/1984, “M.H. c/ UBA”, ED, 112-525].

10.4.2. Caducidad del procedimiento

10.4.2.1. Normas legales aplicables

Art. 1º, inc. e (“Los plazos”), ley 19.549: [...] 9. Caducidad de los proce-
dimientos. Transcurridos sesenta (60) días desde que un trámite se pa-
ralice por causa imputable al administrado, el órgano competente le no-
tificará que, si transcurrieren otros treinta (30) días de inactividad, se
declarará de oficio la caducidad de los procedimientos, archivándose el
expediente. Se exceptúan de la caducidad los trámites relativos a previ-
sión social y los que la Administración considerare que deben continuar
por sus particulares circunstancias o por estar comprometido el interés
público. Operada la caducidad, el interesado podrá, no obstante, ejercer
sus pretensiones en un nuevo expediente, en el que podrá hacer valer las
pruebas ya producidas. Las actuaciones practicadas con intervención de
órgano competente producirán la suspensión de plazos legales y regla-
mentarios, inclusive los relativos a la prescripción, los que se reiniciarán
a partir de la fecha en que quedare firme el auto declarativo de caduci-
dad.

Art. 63, decreto 1759/72 (reglamentario de la ley 19.549). De la conclu-


sión de los procedimientos. Los trámites administrativos concluyen
por resolución expresa o tácita, por caducidad o por desistimiento del
procedimiento o del derecho.

Art. 64, decreto 1759/72 (reglamentario de la ley 19.549). Resolución y


caducidad. La resolución expresa se ajustará a lo dispuesto según los
casos, por los arts. 1º, inc. f, apartados 3, 7 y 8 de la Ley de Procedimientos
Administrativos; y art. 82 de la presente reglamentación.

Art. 65, decreto 1759/72 (reglamentario de la ley 19.549). La resolución


tácita y la caducidad de los procedimientos resultarán de las circunstan-
cias a que se alude en los arts. 10 y 1º (inc. e, apartado 9) de la Ley de Pro-
cedimientos Administrativos, respectivamente.
366 LUIS R. CARRANZA TORRES

10.4.2.2. Comentario

Si bien uno de los principios del procedimiento administra-


tivo es el llamado “impulsión o instrucción de oficio”, por el cual
se le impone a la Administración la actividad de impulsar las
actuaciones que tramitan ante ella, conjuntamente con este
principio convive el instituto de la caducidad del procedimien-
to administrativo, o sea la posibilidad de archivar el expedien-
te o actuación administrativa por la inactividad del particular.
El instituto de la caducidad consiste en la extinción del proce-
dimiento por la pasividad u omisión de actividades impulsoras.
Es, por lo tanto, un modo anormal de conclusión del procedimien-
to administrativo y guarda relación directa con la inactividad de
aquel que se encuentra expresamente obligado a impulsarlo421.
Es una sanción, una “pena” administrativa, en opinión de
HUTCHINSON422.
BOTASSI, aun reconociendo un principio conceptual idéntico
entre la caducidad de instancia judicial y la administrativa (la
extinción del trámite en razón de la presunción de abandono y
la necesidad de no perpetuar los expedientes, con la consiguien-
te acumulación de ribetes kafkianos), distingue que en el pro-
ceso dispositivo la carga impulsoria corresponde a las partes
y en el procedimiento, a la Administración.
“Esta es la razón por la cual la doctrina maderna reconoce que,
en cierta medida, la caducidad es una ‘incongruencia’ dentro del
procedimiento administrativo, advirtiendo que la prevención
del Derecho Procesal es absolutamente inaplicable a nuestra
materia donde el particular nunca puede ser responsable de la
paralización del trámite frente a la obligación de la Administra-
ción de averiguar la verdad material”423.

421
ABERASTURY, Pedro (h) - CILURSO, María, Curso de procedimiento administrati-
vo, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, p. 89.
422
HUTCHINSON, Tomás, Régimen de procedimientos administrativos, p. 149.
423
BOTASSI, Carlos A., Procedimiento administrativo en la provincia de Buenos
Aires, Platense, La Plata, 1988, p. 505.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 367

La norma nacional establece un sistema de caducidad del


procedimiento administrativo por vía de un pronunciamiento
expreso, una vez cumplidos los requisitos establecidos en la
norma para considerar incurso en caducidad el procedimien-
to, en cuestión, que requiere previamente —en términos gene-
rales— a la declaración la existencia de paralización del proceso
imputable al interesado por un lapso determinado, intimación
previa y correspondiente inactividad del particular en el pla-
zo suplementario otorgado424.
No toda pasividad u omisión del interesado puede servir de
base a una declaración de caducidad del procedimiento sino
solamente aquella, especialmente cualificada, que determine
la paralización del procedimiento por imposibilidad material
de continuarlo425.
La caducidad administrativa no opera por el mero transcur-
so del término. Resulta necesario que se le declare la caduci-
dad, por resolución administrativa, declaración que tiene va-
lor constitutivo; y que no puede ser formulada, sino después de
intimar al interesado a impulsar el trámite y cumplirse el plazo
suplementario otorgado en vistas a que realice tal actividad.
De esta forma, se le dispensa al particular un trato análogo
al que recibe la Administración cuando se quiere hacer actuar
el instituto del silencio administrativo. Y por último, es nece-
sario el dictado de un acto administrativo que declare la cadu-
cidad. Mientras ello no ocurra, si el administrado impulsa el
procedimiento la caducidad no podrá operarse426.

424
ABERASTURY, Pedro (h) - CILURSO, María, Curso de procedimiento administrati-
vo, p. 97.
425
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo - FERNÁNDEZ, Tomás Ramón, Curso de derecho
administrativo, t. II, 1ª ed. argentina, La Ley, Buenos Aires, 2006, p. 517, cit. por
ÁVALOS, Eduardo, “La caducidad de la instancia en sede administrativa”, Foro
de Córdoba, Suplemento de Derecho Administrativo y Constitucional, Nº 20,
Advocatus, Córdoba, 2006, p. 17.
426
Ídem.
368 LUIS R. CARRANZA TORRES

El principal efecto de la declaración de caducidad es la


conclusión del procedimiento administrativo en cuestión, de
modo anómalo. Ello no significa la imposibilidad del replanteo
de pretensiones, así como la invalidez de las pruebas producidas
—clara aplicación del principio de celeridad y economía—, ten-
diendo, asimismo, a evitar la repetición inútil de los medios pro-
batorios ya efectivizados427. Si el procedimiento era impugnati-
vo o reclamativo, implica la convalidación del acto cuestionado.
El permitir al administrado hacer valer sus pretensiones en
un nuevo expediente encuentra su fundamento en que, siendo
un instituto de naturaleza procesal, no afecta ni altera los
derechos sustanciales que permanecen incólumes, salvo que a
su respecto opere la prescripción428.
Asimismo, es la declaración de caducidad un acto asimila-
ble al definitivo, por lo que proceden respecto del mismo a más
de la reconsideración, el jerárquico y en su caso el de alzada429.
La norma prevé supuestos de improcedencia del instituto:
los trámites previsionales y, además, los que la Administración
considere que deben continuar por sus particulares circunstan-
cias o por estar comprometido el interés público. A dicha segun-
da excepción se la entiende superflua e innecesaria, puesto que
si la Administración considera que un trámite debe continuar,
simplemente se abstendrá de dictar el acto administrativo que
declare la caducidad430.
A los efectos del art. 3986 del Código Civil, la petición admi-
nistrativa tiene efectos interruptivos del plazo de prescripción
equiparables a la demanda interpuesta contra el deudor, ya

427
ABERASTURY, Pedro (h) - CILURSO, María, Curso de procedimiento administrati-
vo, p. 95.
428
ÁVALOS, Eduardo, “La caducidad de la instancia en sede administrativa”, ob.
cit., p. 16.
429
HUTCHINSON, Tomás, Régimen de procedimientos administrativos, p. 249.
430
ÁVALOS, Eduardo, “La caducidad de la instancia en sede administrativa”, ob.
cit., ps. 17 y 18, con cita de GORDILLO, Agustín (dir.), Procedimiento administrati-
vo, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2003, p. 41.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 369

que dicho término no está empleado en su acepción técnica del


derecho procesal, sino como toda petición que exterioriza la
voluntad de mantener viva la acción. Es que, si la condición
para que se cumpla la prescripción liberatoria es el silencio o
inacción del acreedor, basta para interrumpirla una manifes-
tación de voluntad suficiente para desvirtuar la presunción de
abandono de ese silencio o inacción, y esta manifestación de vo-
luntad tanto puede exteriorizarse mediante demanda contra
el deudor, entendida en el sentido técnico procesal, como por
cualquier acto inicial que demuestre en forma auténtica que no
ha abandonado su crédito y que su propósito es no dejarlo.
Es de destacar que dicho efecto interruptivo, de manera aná-
loga a lo que ocurre con la interposición de los recursos (art. 1º,
inc. e, apartado 7º, de la LNPA), cabe frente a los supuestos en
que se emplaza a la administración a fin de conseguir un dere-
cho que se entiende contrariado o, simplemente, no concedido.
Pero no en aquellos supuestos de simples peticiones que no se
fundan en el ejercicio de un derecho subjetivo de fondo (auto-
rizaciones, pedido de concesiones, etc.), las cuales carecen de
tal efecto y simplemente suspenden el curso de los plazos, como
se verá seguidamente.
A partir de dicho acto interruptivo, se sucede un período
suspensivo en tanto se tramite el procedimiento. Pero, a dife-
rencia de lo que ocurre en materia procesal, devenida su cul-
minación por caducidad, dicho lapso suspensivo se mantiene
(última parte del art. 1º, inc. e, apartado 9, LNPA). He aquí una
solución que difiere absolutamente de los efectos que la decla-
ración de caducidad de la instancia provoca en las demandas
judiciales. Por lo que, aunque deviniera caduco, dicho lapso
suspensivo se mantiene. Abarcando temporalmente desde su
inicio hasta que haya quedado firme el acto administrativo que
declare la caducidad del procedimiento431.

431
ÁVALOS, Eduardo, “La caducidad de la instancia en sede administrativa”, ob.
cit., p. 18.
370 LUIS R. CARRANZA TORRES

10.4.3. Jurisprudencia y doctrina administrativa


temática

I) Desde que la caducidad del procedimiento en el derecho administrati-


vo se sustenta en el principio de oficialidad e impulsión de oficio (conf. art.
1º, inc. a, de la ley 19.549), el administrado no tiene que impulsar la ele-
vación del expediente [CN Cont.-Adm. Fed., Sala V, 29/04/1999,
“Gardebled Hnos. S.A. c/ Dir. Nac. de Vialidad s/ contrato de obra públi-
ca”, SAIJ, sumario K0020001].

II) Los agentes públicos, como cualquier ciudadano, tienen derecho a que
las cuestiones que planteen en el ámbito administrativo, sean eficaz-
mente resueltas dentro de los plazos establecidos a tal fin [CN Cont.-
Adm. Fed., Sala III, 20/09/1984, “Sabrino de Valino c/ Estado Nacional”,
ED, 115-674].

III) El régimen de plazos que fija la ley 19.549, no es incompatible con la


norma del art. 124 del Código Procesal [CSJN, 05/10/1978, “Fundación
Universidad de Belgrano”, ED, 80-630].

IV) Para declarar la caducidad del procedimiento resulta exigencia de la


ley que la demora en la tramitación sea imputable al interesado y que
además se le haya formulado la intimación prevista en el art. 1º, inc. e,
apartado 9º, de la ley 19.549 [PTN, Dictámenes, 190:312].

V) Las actuaciones administrativas tienen efecto suspensivo, en tanto


no se declare con carácter firme por la Administración la caducidad pre-
vista en el primer párrafo del art. 1º, inc. e, apartado 9º, de la Ley de Pro-
cedimientos Administrativos [CN Civ. y Com. Fed., Sala I, 30/09/1991,
“Prosperi, Enrique M. c/ Estado nacional”, ED, 147 319].

VI) El régimen de caducidad del procedimiento en el derecho administra-


tivo se sustenta en el principio de oficialidad e impulsión de oficio (conf.
art. 1º, inc. a, de la ley 19.549), por lo que no tiene el administrado que
impulsar la elevación del expediente [CN Cont.-Adm. Fed., Sala I, 29/04/
1999, “Gardebled Hnos. S.A. c/ Dir. Nac. de Vialidad s/ contrato de obra
pública”, en CARRANZA TORRES, Luis, Ley Nacional de Procedimientos Ad-
ministrativos anotada, Errepar, Buenos Aires, 2004, p. 9].

VII) Desde la notificación el interesado tiene a su disposición los medios


necesarios para atacar el acto que entiende lesiona o afecta sus derechos.
Por lo tanto a la presentación efectuada ocho años después de la notifica-
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 371

ción del acto corresponde darle el carácter de denuncia de ilegitimidad en


razón de haber vencido los plazos legales para interponer los correspon-
dientes recursos y asimismo hace presumir por parte del interesado aban-
dono voluntario del derecho en razón de haberse excedido las razonables
pautas temporales a que hace referencia el art. 1º, inc. e, apartado 6, de la
ley 19.549 con la modificación introducida por la ley 21.686 [PTN, Dictáme-
nes, 179:54].

VIII) La necesidad de requerimiento previo al interesado y concesión de


plazo para impulsar, como requisito para declarar la caducidad del pro-
cedimiento, resulta un trato análogo al que recibe la Administración
cuando se quiere hacer actuar al instituto del silencio administrativo
[PTN, Dictámenes, 190:312].

IX) Si el administrado insta en dos oportunidades la elevación, la demo-


ra incurrida por la autoridad en producir la elevación de las actuaciones
administrativas al Ministerio respectivo no puede perjudicar a la accio-
nante [CN Cont.-Adm. Fed., Sala I, 29/04/1999, “Gardebled Hnos. S.A. c/
Dir. Nac. de Vialidad s/ contrato de obra pública”, CARRANZA TORRES, Luis,
Ley Nacional de Procedimientos Administrativos anotada, p. 10]

X) No basta con la paralización del procedimiento para declarar su cadu-


cidad [PTN, Dictámenes, 190:312].

XI) Aceptada la presentación de la recurrente en los términos de una de-


nuncia de ilegitimidad, correspondería que la misma sea abierta a prue-
ba y aquella ya ofrecida se provea y diligencie, resultando definitiva e irre-
currible la decisión final del órgano competente para entender en esta vía
debido a constituir este instituto un remedio excepcional que trata de res-
tablecer, en su caso, la legalidad objetiva más que favorecer el interés del
particular [PTN, Dictámenes 211:470].

XII) Es improcedente dar curso a una denuncia de ilegitimidad cuando se


han excedido las razonables pautas temporales y no existe alegación al-
guna por parte del interesado que pretenda o intente explicar las causas
que determinaron su inactividad, conducta difícil de conciliar con la vo-
luntad de hacer efectivos los derechos que estimaba le asistían [PTN,
Dictámenes 211:236].

XIII) Corresponde rechazar los requerimientos planteados cuando se


excedan razonables pautas temporales que autoricen a presumir la exis-
tencia de un abandono voluntario del derecho por parte de los interesa-
dos [PTN, Dictámenes 211:236].
372 LUIS R. CARRANZA TORRES

10.5. LA CUESTIÓN EN EL ORDEN PROVINCIAL

10.5.1. Plazo de perención

Art. 113, ley 6658 (de Procedimiento Administrativo). Caducidad del


procedimiento por perención. La paralización del trámite de un ex-
pediente durante tres (3) meses, sin que en dicho lapso el administra-
do haya instado su prosecución, producirá por sí misma la perención de
la instancia, la que se declarará de oficio, pudiendo esta declaración ser
recurrida.

La Ley Provincial de Procedimiento Administrativo, en su


Capítulo XVI trata acerca de la perención del trámite, estable-
ciendo el lapso para tornar procedente la perención en tres
meses.
Dicho artículo, como los demás del Capítulo, deben inter-
pretarse en consonancia con el principio de la “determinación
oficiosa de la verdad”, fijado en el art. 176 de la Constitución de
la Provincia de Córdoba, y la regla general de gestión del pro-
cedimiento establecida en el art. 7º de la LPPA, de la impulsión
e instrucción de oficio,
“[...] sin perjuicio de la participación de los interesados en las actua-
ciones cuando corresponda, y de la caducidad del procedimiento cuan-
do la tramitación fuere sólo en interés del administrado”.

Tal plazo se computa, al estar fijado en meses, de acuerdo a


lo establecido en el art. 25 del Código Civil, no siendo de apli-
cación en este caso lo prescripto por el art. 61 de la LPPA que
se refiere a plazos en días.
Por su redacción, la norma establece la perención para el
interesado por el sólo transcurso del plazo sin mediar impul-
sión. La declaración que la establece procede entonces de oficio.
En cuanto a la recurribilidad de la misma, creemos que pro-
cede tan solo si puede argüirse mal cómputo del plazo o se hayan
realizado dentro del mismo actos que la autoridad pasó por alto
en su cómputo. No cualquier petición o actuación interrumpe el
plazo, sino tan sólo aquellos que tienen la propiedad impulsoria.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 373

Por lo que la presente caducidad procede si el tiempo transcu-


rrió sin que el administrado haya manifestado su intención de
impulsarlo, haya o no su presentación conseguido tal efecto.
Rigiendo lo dispuesto en la norma, sólo respecto de los trámi-
tes iniciados por el administrado.
Confrontando el régimen nacional con el provincial se ad-
vierten a simple vista ciertas diferencias: en primer lugar, en
el marco de la LNPA la paralización del expediente suscepti-
ble de provocar la caducidad debe ser aquella originada por
causa imputable al administrado. Este precepto no se encuen-
tra expresamente contemplado en el texto de la ley provincial,
y ha sido ello un factor gravitante en pronunciamientos del Tri-
bunal Superior de Justicia de la Provincia, los que se hallan refle-
jados en el punto 10.5.5. Tampoco se encuentra contemplado para
la Provincia la obligatoria comunicación previa al administra-
do, anoticiándolo que si transcurrieran treinta días más de in-
actividad, luego de sesenta días de paralización del expediente,
se declarará la perención. Por el contrario el transcurso de tres
meses sin que el administrado haya instado el procedimiento,
habilita a la Administración sin más a declarar la caducidad432.
ARBONÉS nos marca entre sus diferencias lo relativo a los
plazos, que en el sistema provincial se cuentan conforme al
art. 25 del Código Civil, por lo que vencen el mismo día del ter-
cer mes subsiguiente, en tanto en el nacional el cómputo se rea-
liza por días hábiles administrativos, pero a su entender, la dife-
rencia fundamental radica en que, mientras en el orden nacional
hay un emplazamiento previo de treinta días, “[...] en el provin-
cial y municipal de Córdoba, nada dispone la ley, lo que devie-
ne írritamente inconstitucional”.433

432
ÁVALOS, Eduardo, “La caducidad de la instancia en sede administrativa”,ob. cit., p. 21.
433
ARBONÉS, Mariano, “Efectos de la perención de la instancia, en ciertos actos y
casos especiales y proposiciones de lege ferenda”, en RODRÍGUEZ JUÁREZ, Manuel
E. - GONZÁLEZ ZAMAR, Leonardo (dirs.), Perención de instancia. Derecho procesal,
Mediterránea, Córdoba, 2005, p. 33.
374 LUIS R. CARRANZA TORRES

Respecto del contexto en que debe entenderse la inactivi-


dad, ZUNINO explica el cambio de postura de la Fiscalía de Es-
tado provincial, a partir de la decisión de la Sala Contencioso-
Administrativa del Tribunal Superior en el caso “Roche, Ricar-
do y otros c/ Municipalidad de Córdoba - plena jurisdicción”434.
Así, a partir de dicho resolutorio, “[...] en lugar de entender-
se —como se ha venido sosteniendo tradicional y pacíficamen-
te— que sólo puede operar la perención en los supuestos en que
exista mora del administrado en efectuar un aporte a la causa
administrativa (sin el cual el avance de aquella se torna impo-
sible), se ha pasado a un criterio por el que el mero vencimien-
to del plazo legalmente establecido para la perención implica
la viabilidad de su declaración, aun cuando sea exclusivamente
la Administración quien se encuentre en mora en la tramita-
ción de que se trate, esto es, sin que exista de parte del admi-
nistrado obligación alguna que debe cumplimentar para per-
mitir el avance procesal del trámite”435. Circunstancia que dicho
autor no comparte. Ni tampoco de nuestra parte.

10.5.2. Efectos de la perención


Art. 114. La declaración de la perención producirá los siguientes efectos:
a) Si el expediente se encontrase en trámite por ante el inferior y este no
lo hubiese resuelto, se demandará al archivo sin perjuicio de que el in-
teresado inicie nuevas actuaciones en las que no podrá valerse de las
perimidas.
b) Si el inferior hubiese dictado resolución y esta no se encontrase noti-
ficada, la misma quedará firme.
c) Si el expediente se encontrara en apelación por ante el superior, que-
dará firme la resolución apelada.
d) Los procedimientos perimidos no interrumpirán los plazos legales o
reglamentarios.

434
TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm., sentencia Nº 145 del 10/09/1999, en au-
tos “Roche, Ricardo y otros c/ Municipalidad de Córdoba - plena jurisdicción”.
La que puede consultarse en el punto 10.5.5 del presente.
435
ZUNINO, Ángel Rodolfo, “La perención de instancia en sede administrativa”,
SJ, t. 90, 2004-B-1.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 375

La norma fija las consecuencias jurídicas de la perención de


instancia. Partiendo de la base que siendo la caducidad un medio
de terminación del procedimiento, y no extintivo del derecho
que se pretende hacer valer a través del mismo, el acontecimien-
to en nada obsta a que el administrado inicie nuevo expediente
con un objeto idéntico al perimido.
En el nuevo expediente, el interesado no podrá valerse de
ninguna de las actuaciones perimidas. Respecto de la prueba,
esto trae aparejado que deberá presentar y producirla desde
cero, sin poder traer al nuevo procedimiento, por ejemplo, las
declaraciones de testigos efectuadas en el perimido, etc. Res-
pecto a los documentos, deberá pedir su desglose del archivo
y presentarlos en el nuevo436.
BOTASSI, comentando una norma análoga de la provincia de
Buenos Aires, critica tal solución, por injusta y carente de prac-
ticidad, inclinándose por la solución adoptada en el orden na-
cional (art 1º, inc. e, apartado 9, LNPA) y numerosas provincias,
en el sentido que, aun operada la caducidad, pueden valerse de
las pruebas ya producidas. Por lo que entiende que la prohibición
no alcanza a lo concerniente a la prueba realizada437.
Por nuestra parte, y más allá de no compartir el temperamen-
to de la norma, entendemos que no cabe distinguir donde ella no
lo hace438.
Asimismo, la perención trae aparejada la firmeza de las reso-
luciones adoptadas, como efecto típico del instituto en la mate-
ria administrativa, es decir, no podrán recurrirse las mismas.
Pero a nuestro entender, no procede dicha firmeza, a pesar
de estar señalado en la norma, cuando no hubieran sido noti-
ficadas. Pues la notificación no sólo es una condición de efica-

436
CARRANZA TORRES, Luis, Procedimiento y proceso administrativo en Córdoba,
vol. 1, p. 223.
437
BOTASSI, Carlos A., Procedimiento administrativo en la provincia de Buenos
Aires, p. 514.
438
CARRANZA TORRES, Luis, Procedimiento y proceso administrativo en Córdoba,
vol. 1, p. 223.
376 LUIS R. CARRANZA TORRES

cia del acto administrativo, sino una garantía relativa al debi-


do procedimiento adjetivo y al derecho de defensa del adminis-
trado. Por lo que resultando dichos principios de nivel superior
en la materia, invalidan lo preceptuado en el inc. b del art. 114
en comentario.
En materia recursiva, la perención, al interrumpir el curso
de las actuaciones, interrumpe asimismo el trámite recursivo,
dejando firme la resolución atacada. Por lo que la caducidad del
mismo tendrá entonces como consecuencia que su efecto inte-
rruptivo se tenga como nunca acontecido439.

10.5.3. Trámites iniciados por la Administración

Art. 115. Cuando fuese la administración la que inicie o prosiga el trá-


mite de un expediente, el término para que la perención se opere será de
seis (6) meses, contados desde la fecha de la última providencia o dili-
gencia que se dictare en el mismo.

Siendo que resulta obligación de la Administración impul-


sar el trámite cuando se hallan comprometidos intereses pú-
blicos, la perención a la Administración sólo resulta entendible
desde dos ópticas: a) una práctica, de que la propia Administra-
ción libere a sus órganos de entender en el mismo, desligándo-
los de todas las obligaciones subsistentes que el mantenimien-
to de la instancia le supone, respecto del asunto paralizado, a fin
de poder dedicarlos a satisfacer otros nuevos o de mayor apre-
mio; b) otra de fiscalización interna, tratándose en este caso de
una suerte de contralor mediato y contingente, a fin de que sus
agentes no demoren sine die el impulso procedimental440.
La perención de un expediente administrativo, imputable
en forma exclusiva o principal a quien tenía a su cargo el impul-

439
BOTASSI, Carlos A., Procedimiento administrativo en la provincia de Buenos
Aires, p. 513.
440
CARRANZA TORRES, Luis, Procedimiento y proceso administrativo en Córdoba,
vol. 1, p. 224.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 377

so del mismo y no a causas ajenas a dicho agente (v.gr., comple-


jidad del asunto, dificultad probatoria, necesaria esfera de re-
misión de docuentos, etc.), genera reponsabilidad sobre el mismo,
debiendo abrirse el sumario correspondiente al comprobarse la
perención, por cuerda separada441.
En los casos que en el procedimiento se haya constituido en
mora al administrado-deudor, atento tratarse de un acto jurídi-
co de fondo, y no del procedimiento, coincidimos con BOTASSI442,
en el sentido de que tal efecto no se revierte como consecuen-
cia de la caducidad del procedimiento.

10.5.4. Excepción de los trámites de la seguridad


social

Art. 116. Quedan exceptuados del régimen de perención, los expedien-


tes referidos a prestaciones de seguridad social.

Resulta ser la materia de la seguridad social la única excep-


ción al principio general de la caducidad por perención de los
procedimientos administrativos. Se justifica tal circunstancia,
en lo especial de la materia y lo crucial de los valores en juego
que discuten en tal tipo de procedimiento443.
Ello guarda conexión con lo establecido en materia previsio-
nal por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, respecto a
la interpretación del art. 14 bis de la Constitución Nacional que
cuando atribuye carácter de irrenunciable a los beneficios de
la seguridad social, debe entenderse que comprende a los de-
rechos que aseguran aquellos, pero no en el sentido de que con-
ceda un derecho sine die al cobro de sumas derivadas de ellos,

441
CARRANZA TORRES, Luis, Procedimiento y proceso administrativo en Córdoba,
vol. 1, p. 224.
442
BOTASSI, Carlos A., Procedimiento administrativo en la provincia de Buenos
Aires, p. 513.
443
CARRANZA TORRES, Luis, Procedimiento y proceso administrativo en Córdoba,
vol. 1, p. 225.
378 LUIS R. CARRANZA TORRES

cuando el pago de estas no sea reclamado dentro de los plazos


de prescripción que la legislación contemple444.

10.5.5. Jurisprudencia y doctrina administrativa


temática

I) Si bien el expediente administrativo no fue girado al Tribunal por la


Administración, quien informó que tales actuaciones no fueron localiza-
das, conforme a las pruebas arrimadas, desde la iniciación del reclamo
(1987) hasta la fecha del decreto que en autos se cuestiona (1991), trans-
currió ampliamente el plazo de tres meses previsto por la norma invoca-
da para que la perención se opere [Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdo-
ba, sentencia Nº 11 del 16/09/1997, en autos “Roche, Ricardo y otros c/
Municipalidad de Córdoba - plena jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO,
Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo por perención: una
controversia abierta”, Foro de Córdoba, Suplemento de Derecho Procesal,
Nº 9, Advocatus, Córdoba, 2004].

II) Independientemente del trámite accidentado de las actuaciones


(traspapelado en su momento y elevado posteriormente al superior, des-
conociéndose su actual ubicación), los actores pudieron instar el trámite
con copias de su presentación y la Administración debió extremar los
recaudos para evitar la pérdida de las actuaciones [Cámara 1ª en lo
Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 11 del 16/09/1997, en autos “Roche,
Ricardo y otros c/ Municipalidad de Córdoba - plena jurisdicción”, en
GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo
por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].

III) Corresponde la perención en sede administrativa si los peticionarios,


pese ser en su interés la recategorización solicitada, no demostraron
mayor diligencia que la Administración en continuar el trámite [Cáma-
ra 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 11 del 16/09/1997, en
autos “Roche, Ricardo y otros c/ Municipalidad de Córdoba - plena juris-
dicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento admi-
nistrativo por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].

IV) Si bien en los términos del art. 7º de la ordenanza 6904 de la Ciudad


de Córdoba el procedimiento será impulsado de oficio, ello lo es sin per-
juicio de la participación de los interesados en las actuaciones y de la ca-

444
Fallos 307:582; 312:1340, entre otros.
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 379

ducidad del procedimiento cuando la tramitación fuere sólo en interés


del administrado [Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº
11 del 16/09/1997, en autos “Roche, Ricardo y otros c/ Municipalidad de
Córdoba - plena jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del
procedimiento administrativo por perención: una controversia abierta”,
ob. cit.].

V) Las disposiciones legales vigentes sobre la perención resultan un


modo de exigencia indirecta de instar el trámite, so pena de caducidad
[Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 11 del 16/09/
1997, en autos “Roche, Ricardo y otros c/ Municipalidad de Córdoba - ple-
na jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimien-
to administrativo por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].

VI) La declaración de perención tiene naturaleza netamente procesal o


procedimental, no vulnerando derecho sustancial alguno, sin perjuicio de
lo que pudiera corresponder en materia de prescripción [Cámara 1ª en lo
Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 11 del 16/09/1997, en autos “Roche,
Ricardo y otros c/ Municipalidad de Córdoba - plena jurisdicción”, en
GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo
por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].

VII) En los términos del art. 174 de la Const. Pcial., la Administración


Pública, tanto provincial cuanto municipal, está dirigida a satisfacer las
necesidades de la comunidad con eficacia, eficiencia, economicidad y
oportunidad, para lo cual busca armonizar los principios de centraliza-
ción normativa, descentralización territorial, desconcentración
operativa, jerarquía, coordinación, imparcialidad, sujeción al orden jurí-
dico y publicidad de normas y actos [TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm.,
sentencia Nº 145 del 10/09/1999, en autos “Roche, Ricardo y otros c/ Mu-
nicipalidad de Córdoba - plena jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora,
“Caducidad del procedimiento administrativo por perención: una contro-
versia abierta”, ob. cit.].

VIII) En los términos del art. 176 de la Const. Pcial. la Administración


Pública sujeta su actuación a la determinación oficiosa de la verdad, con
celeridad, economía, sencillez en su trámite, determinación de plazos
para expedirse y participación de quienes puedan verse afectados en sus
intereses, mediante procedimiento público e informal para los adminis-
trados [TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm., sentencia Nº 145 del 10/09/
1999, en autos “Roche, Ricardo y otros c/ Municipalidad de Córdoba - ple-
na jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimien-
to administrativo por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].
380 LUIS R. CARRANZA TORRES

IX) En los términos del art. 7º de la ordenanza 6904 de la Ciudad de Cór-


doba, el impulso e instrucción corresponde a la administración cuando se
halla en salvaguarda el interés público y al administrado cuando el trá-
mite ha sido actuado en su interés privado, so riesgo de que la adminis-
tración declare la caducidad de oficio una vez transcurrido el plazo prede-
terminado por la norma [TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm., sentencia
Nº 145 del 10/09/1999, en autos “Roche, Ricardo y otros c/ Municipalidad
de Córdoba - plena jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad
del procedimiento administrativo por perención: una controversia abier-
ta”, ob. cit.].

X) El principio de oficialidad, interpretado juntamente con lo establecido


en sus arts. 55 —actos que deben ser notificados—, 67 —plazos máxi-
mos para llevar a cabo actos de procedimiento—, 69 —solicitud de “pron-
to despacho” y presunción de resolución denegatoria—, 91 —eficacia de
los actos administrativos—, 100 —supuesto fáctico para la procedencia
de la perención de la instancia— y 101 —efectos de la perención—, reco-
noce como excepción aquellos trámites en los cuales el procedimiento ha
sido actuado en el solo interés de quien lo inició [TSJ de Córdoba, Sala
Cont.-Adm., sentencia Nº 145 del 10/09/1999, en autos “Roche, Ricardo y
otros c/ Municipalidad de Córdoba - plena jurisdicción”, en GARZÓN DE
BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo por peren-
ción: una controversia abierta”, ob. cit.].

XI) Si la Administración permanece inactiva, el sistema acude en garan-


tía y protección de los particulares y les provee de los remedios procedi-
mentales y procesales pertinentes para alcanzar una decisión adminis-
trativa, ya sea mediante la interposición del “pronto despacho” (art. 69
ib.) o con intervención judicial por vía del “amparo por mora de la Admi-
nistración” (art. 52, Const. Pcial., reglamentado por ley 8508); de lo con-
trario, la inactividad del interesado, sumado al transcurso del plazo le-
gal, habilita legítimamente a la administración para declarar de pleno
derecho perimida la instancia [TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm., sen-
tencia Nº 145 del 10/09/1999, en autos “Roche, Ricardo y otros c/ Munici-
palidad de Córdoba - plena jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Ca-
ducidad del procedimiento administrativo por perención: una
controversia abierta”, ob. cit.].

XII) Con la perención del trámite en sede administrativa, se procura evi-


tar la duración excesiva de los procedimientos administrativos, con el
consiguiente perjuicio que ello significa para la seguridad jurídica y la
estabilidad de las relaciones entre la administración y los particulares,
al permanecer en una pendencia indefinida y perjudicial, y la conclusión
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 381

final de un trámite actuado en el solo interés del particular interesado


[TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm., sentencia Nº 145 del 10/09/1999, en
autos “Roche, Ricardo y otros c/ Municipalidad de Córdoba - plena juris-
dicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento admi-
nistrativo por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].

XIII) Son gravosas las consecuencias que para el administrado se deri-


van de la declaración de perención o caducidad del trámite administrati-
vo, ya que si bien podrán iniciar una nueva actuación, no podrán prevaler-
se de las perimidas, las que tampoco serán eficaces para interrumpir los
plazos legales o reglamentarios [TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm., sen-
tencia Nº 145 del 10/09/1999, en autos “Roche, Ricardo y otros c/ Munici-
palidad de Córdoba - plena jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Ca-
ducidad del procedimiento administrativo por perención: una
controversia abierta”, ob. cit.].

XIV) Como ya se expresara en el precedente jurisprudencial “Empresa


Transtotal” (sentencia Nº 12/95) donde se dilucidaba la procedencia de
la perención de la instancia de un proceso judicial, quien reclama la de-
claración de un derecho debe plasmar su interés con una actividad idó-
nea, diligente y oportuna, haciéndolo valer jurídicamente sin retardo
alguno [TSJ de Córdoba, Sala Cont.-Adm., sentencia Nº 145 del 10/09/
1999, en autos “Roche, Ricardo y otros c/ Municipalidad de Córdoba -
plena jurisdicción”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedi-
miento administrativo por perención: una controversia abierta”, ob.
cit.].

XV) La Constitución Provincial en su art. 176 establece que el trámite


administrativo es oficioso e instructorio, esto es, que se encuentra a cargo
de la autoridad que debe tomar la decisión, impulsar el procedimiento,
decidiendo el trámite que corresponde imprimir a las actuaciones a fin de
averiguar la verdad de los hechos y decidir en consecuencia [Cámara 2ª
en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos
“Díaz Realdo, N. c/ Provincia de Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE
BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo por peren-
ción: una controversia abierta”, ob. cit.].

XVI) La ordenanza 6904 de la ciudad de Córdoba, en su art. 7º instituye


idéntico principio, sin perjuicio de la “participación de los interesados” y
“la caducidad del procedimiento cuando la tramitación fuere sólo en inte-
rés del administrado”, sancionando con perención de instancia “la para-
lización del trámite de un expediente durante tres (3) meses, sin que en
dicho lapso el administrado haya instado su prosecución [...]” [Cámara 2ª
382 LUIS R. CARRANZA TORRES

en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos


“Díaz Realdo, N. c/ Provincia de Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE
BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo por peren-
ción: una controversia abierta”, ob. cit.].

XVII) Atento el principio de oficialidad reconocido constitucionalmente,


resultan excepcionales los supuestos en los cuales el administrado está
obligado a instar el procedimiento [Cámara 2ª en lo Cont.-Adm. de Cór-
doba, sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos “Díaz Realdo, N. c/ Pro-
vincia de Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad
del procedimiento administrativo por perención: una controversia abier-
ta”, ob. cit.].

XVIII) Tales supuestos excepcionales se limitan a las actuaciones reali-


zadas sólo en su propio interés Y en las cuales la paralización le resulte
imputable [Cámara 2ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 16 del
24/02/2000, en autos “Díaz Realdo, N. c/ Provincia de Córdoba - ilegitimi-
dad”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento adminis-
trativo por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].

XIX) Interpretar lo contrario, importaría una situación más rigurosa


para el administrado que el previsto por las normas de procedimiento
civil o contencioso-administrativo, donde la perención no se opera si el
trámite pendiere de pura actividad del Tribunal (art. 1129, CPCC, hoy
art. 342, CPCC, ley 8465, y art. 55, CMCA), máxime cuando estos últi-
mos procedimientos son de naturaleza dispositiva, mientras que el pro-
cedimiento administrativo lo es de naturaleza inquisitiva [Cámara 2ª en
lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos
“Díaz Realdo, N. c/ Provincia de Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE
BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo por peren-
ción: una controversia abierta”, ob. cit.].

XX) El omitir la consideración de tal “imputabilidad”, en la resolución de


la perención, importaría contradecir el principio constitucional de la ofi-
cialidad del trámite, llegando a supuestos de manifiesta arbitrariedad,
tal cuando sólo la Administración pueda continuarlo, por ejemplo, si se
encuentran a resolución de la autoridad que debe resolver [Cámara 2ª en
lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos
“Díaz Realdo, N. c/ Provincia de Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE
BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo por peren-
ción: una controversia abierta”, ob. cit.].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 383

XXI) En el supuesto de tratarse de un recurso administrativo, la declara-


ción de perención cierra en forma definitiva el procedimiento, impidiendo
toda revisión ulterior del acto impugnado. Interpretar lo contrario, impor-
taría una situación más rigurosa para el administrado que el previsto
por las normas de procedimiento civil o contencioso-administrativo, don-
de la perención no se opera si el trámite pendiere de pura actividad del
Tribunal (art. 1129, CPCC, hoy art. 342, CPCC, ley 8465, y art. 55,
CMCA), máxime cuando estos últimos procedimientos son de naturale-
za dispositiva, mientras que el procedimiento administrativo lo es de
naturaleza inquisitiva [Cámara 2ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, senten-
cia Nº 16 del 24/02/2000, en autos “Díaz Realdo, N. c/ Provincia de Córdo-
ba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedi-
miento administrativo por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].

XXII) Toda interpretación que se efectúe de las normas aplicables debe


tener presente el principio pro actione que postula la interpretación más
favorable al ejercicio de la acción, de manera de asegurar en lo posible
una decisión sobre el fondo de la cuestión objeto del procedimiento. Inter-
pretar lo contrario, importaría una situación más rigurosa para el admi-
nistrado que el previsto por las normas de procedimiento civil o conten-
cioso-administrativo, donde la perención no se opera si el trámite
pendiere de pura actividad del Tribunal (art. 1129, CPCC, hoy art. 342,
CPCC, ley 8465, y art. 55, CMCA), máxime cuando estos últimos proce-
dimientos son de naturaleza dispositiva, mientras que el procedimiento
administrativo lo es de naturaleza inquisitiva [Cámara 2ª en lo Cont.-
Adm. de Córdoba, sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos “Díaz
Realdo, N. c/ Provincia de Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE BELLO,
Nora, “Caducidad del procedimiento administrativo por perención: una
controversia abierta”, ob. cit.].

XXIII) La Administración tiene siempre a su cargo la impulsión del trá-


mite, operando la perención de un trámite en interés del administrado
sólo ante la falta de un trámite que pueda reprochársele como imputable
a este último por estar obligado a realizarlo, sin que pueda ser suplido
por actividad de la administración [Cámara 2ª en lo Cont.-Adm. de Cór-
doba, sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos “Díaz Realdo, N. c/ Pro-
vincia de Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad
del procedimiento administrativo por perención: una controversia abier-
ta”, ob. cit.].

XXIV) La presentación del “pronto despacho” no resulta un trámite nece-


sario para que la Administración se expida, atento constituir una obliga-
ción de la Administración resolver las peticiones de sus administrados
384 LUIS R. CARRANZA TORRES

(art. 19, inc. 9, Const. Pcial.) [Cámara 2ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba,


sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos “Díaz Realdo, N. c/ Provincia de
Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del proce-
dimiento administrativo por perención: una controversia abierta”, ob.
cit.].

XXV) El “pronto despacho” instituido en la ley 7182 (y no en la ordenanza


6904 para este supuesto), constituye sólo un instrumento idóneo (no el
único) para acceder a la jurisdicción contencioso-administrativa que ne-
cesariamente debe emplear el administrado ante la falta de resolución ex-
presa de la administración, pero su interposición es sólo necesaria para tal
fin y no para que la administración resuelva el recurso de reconsideración,
el que siempre está obligada a resolver [Cámara 2ª en lo Cont.-Adm. de
Córdoba, sentencia Nº 16 del 24/02/2000, en autos “Díaz Realdo, N. c/
Provincia de Córdoba - ilegitimidad”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caduci-
dad del procedimiento administrativo por perención: una controversia
abierta”, ob. cit.].

XXVI) Como resulta jurisprudencia de la CSJN que “la sanción prevista


por la norma debe reservarse para aquellos casos en que el interesado
deja transcurrir el plazo sin realizar actos tendientes a su diligencia-
miento o resolución, pero no en los que ninguna diligencia le quedaba
para realizar porque la administración se encontraba en condiciones de
pronunciarse” [Cámara 2ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 16
del 24/02/2000, en autos “Díaz Realdo, N. c/ Provincia de Córdoba - ilegi-
timidad”, en GARZÓN DE BELLO, Nora, “Caducidad del procedimiento ad-
ministrativo por perención: una controversia abierta”, ob. cit.].

XXVII) La defensa de la Caja respecto a que el art. 116 de la ley 6658 ex-
cluye del régimen de perención a los expedientes referidos a prestaciones
de seguridad social, no advierte que uno de los efectos de la perención
administrativa consiste en la ineptitud de los procedimientos perimidos
para interrumpir los plazos legales o reglamentarios, entre los que se en-
cuentra el plazo de prescripción [Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdo-
ba, sentencia Nº 44 del 18/04/2006, en autos “Cuadros Buteler, Isaac
Santiago c/ Caja de Previsión Social para Profesionales de la Salud de la
Provincia de Córdoba - plena jurisdicción” (Expte. Letra “C”, N° 55, ini-
ciado con fecha 21 de septiembre de 2004), página web del Poder Judicial
de Córdoba].

XXVIII) La propia Ley de Procedimiento Administrativo Provincial, im-


pide que en los trámites previsionales se produzca la perención y renaz-
can los plazos de prescripción del derecho: por lo que una vez iniciado el
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 385

trámite previsional, deberá necesariamente concluir con el dictado de


una resolución definitiva que conceda o deniegue el beneficio solicitado
[Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 44 del 18/04/
2006, en autos “Cuadros Buteler, Isaac Santiago c/ Caja de Previsión So-
cial para Profesionales de la Salud de la Provincia de Córdoba - plena ju-
risdicción” (Expte. Letra “C”, N° 55, iniciado con fecha 21 de septiembre
de 2004) ), página web del Poder Judicial de Córdoba].

XXIX) No podrá la Administración evitar el pronunciamiento sobre el


fondo de una cuestión previsional, acudiendo al empleo de la perención de
instancia ni, mucho menos, utilizando subterfugios como el de disponer
el archivo de las actuaciones, sin notificar ese proveído a fin de que el in-
teresado pudiera oponerse o completar la documentación requerida por
la Caja [Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 44 del 18/
04/2006, en autos “Cuadros Buteler, Isaac Santiago c/ Caja de Previsión
Social para Profesionales de la Salud de la Provincia de Córdoba - plena
jurisdicción” (Expte. Letra “C”, N° 55, iniciado con fecha 21 de septiem-
bre de 2004), página web del Poder Judicial de Córdoba].

XXX) La Caja debe, en especial en los trámites previsionales, brindar


satisfacción al derecho constitucional de peticionar a las autoridades,
respondiendo en tiempo y en forma los requerimientos que se le dirijan.
Cierto es que en el caso la conducta del actor ha sido negligente y
desidiosa, habiendo presentado una petición insuficiente, sin acreditar
in continenti la incapacidad del afiliado ni la personería de la
presentante. Pero ante tal solicitud la Caja, a quien corresponde la direc-
ción de las actuaciones, debió haber adoptado las medidas ordenadoras
necesarias para la celeridad, economía, sencillez y eficacia del trámite,
impulsando e instruyendo de oficio el expediente, impulsándolo hasta su
resolución final (art. 7º de la ley 6658) [Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de
Córdoba, sentencia Nº 44 del 18/04/2006, en autos “Cuadros Buteler,
Isaac Santiago c/ Caja de Previsión Social para Profesionales de la Salud
de la Provincia de Córdoba - plena jurisdicción” (Expte. Letra “C”, N° 55,
iniciado con fecha 21 de septiembre de 2004), página web del Poder Judi-
cial de Córdoba].

XXXI) No son admisibles conductas administrativas dilatorias ni


elusivas, ni mucho menos es aceptable que la Administración incurra en
un marasmo administrativo engañoso, tendente a sustraerse de la obli-
gación de resolver [Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia
Nº 44 del 18/04/2006, en autos “Cuadros Buteler, Isaac Santiago c/ Caja
de Previsión Social para Profesionales de la Salud de la Provincia de Cór-
386 LUIS R. CARRANZA TORRES

doba - plena jurisdicción” (Expte. Letra “C”, N° 55, iniciado con fecha 21
de septiembre de 2004), página web del Poder Judicial de Córdoba].

XXXII) Si bien no está acreditada la inocencia del agente policial investi-


gado a los fines de dejar sin efecto la situación pasiva que fue dispuesta
de forma preventiva, el hecho que se haya declarado la perención de la
instancia sumarial en razón del vencimiento de los términos legalmente
establecidos para la sustanciación del procedimiento, importa la conclu-
sión del sumario, sin posibilidad de aplicar sanción alguna al encartado
(conf. art. 114, inc. a, de la ley 6658), con lo que cobra virtualidad el prin-
cipio constitucional de inocencia (art. 39 de la Constitución Provincial),
debiendo tenerse al encausado, a todos los efectos, como tal [Cámara 1ª
en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 182 del 25/10/2005, en autos
“Calligaris, Carlos Marcelo c/ Provincia de Córdoba - plena jurisdicción”
(Expte. Letra “C”, N° 64, iniciado el 1 de diciembre de 2004), página web
del Poder Judicial de Córdoba].

XXXIII) Declarada la perención de la instancia sumarial en razón del ven-


cimiento de los términos legalmente establecidos para su sustanciación,
debe dejarse sin efectos las medidas preventivas dispuestas, correspon-
diendo asimismo abonar la porción de los haberes que en razón de hallar-
se en tal situación se le hubiesen retenido al agente, con más los intere-
ses desde que cada mensualidad es debida y hasta el momento de su
efectivo pago [Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 182
del 25/10/2005, en autos “Calligaris, Carlos Marcelo c/ Provincia de Cór-
doba - plena jurisdicción” (Expte. Letra “C”, N° 64, iniciado el 1 de di-
ciembre de 2004), página web del Poder Judicial de Córdoba].

XXXIV) El término de duración del sumario administrativo previsto en


los arts. 90 y 91 del decreto 3727/90 es un plazo meramente ordenatorio
y no perentorio, en razón de la falta de sanción legal establecida para su
incumplimiento. Así lo ha declarado el Tribunal Superior de Justicia en
“Gómez c/ Provincia” y lo ha reiterado posteriormente en “Pérez c/ Provin-
cia” (sentencias 168/98 y 203/00). En esta última causa ha dicho el TSJ
que “El artículo 90 del decreto 3727/90 establece que ‘el término para la
instrucción del sumario administrativo no será mayor a treinta (30) días
hábiles, desde la notificación del cargo al instructor, hasta la elevación con
la opinión del mismo inclusive, no computándose en ese lapso, las demoras
por diligencias que deban practicarse fuera del lugar del asiento de la Ins-
trucción’ ” [Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 222 del 30/
11/2005, en autos “Videla, Gustavo Mario c/ Provincia de Córdoba - Conten-
cioso-Administrativo - plena jurisdicción” (Expte. Letra “V”, N° 10, iniciado
el 20 de noviembre de 2003), página web del Poder Judicial de Córdoba].
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 387

XXXV) El hecho de que la Administración pudiere haberse excedido de los


términos fijados para la conclusión del sumario administrativo, resul-
tando tales plazos ordenatorios, de ningún modo lo invalida [Cámara 1ª
en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 222 del 30/11/2005, en autos
“Videla, Gustavo Mario c/ Provincia de Córdoba - Contencioso-Adminis-
trativo - plena jurisdicción” (Expte. Letra “V”, N° 10, iniciado el 20 de no-
viembre de 2003), página web del Poder Judicial de Córdoba].

XXXVI) Pero además, si examinamos las actuaciones sumariales labra-


das, resulta que el demandante no se agravió oportunamente por la ale-
gada caducidad de plazos, lo que debió haber hecho en tiempo útil. La pe-
rención de instancia no opera por el sólo transcurso de los plazos legales,
sino que debe ser declarada por la autoridad administrativa, momento a
partir del cual recién producirá sus efectos. El art. 114 de la ley 6658 es-
tablece que “La declaración de la perención producirá los siguientes efec-
tos: [...]”. No habiendo el actor formulado temporáneamente pedido de
declaración de perención, la que pudiere haberse cumplido se ha purgado
[Cámara 1ª en lo Cont.-Adm. de Córdoba, sentencia Nº 222 del 30/11/
2005, en autos “Videla, Gustavo Mario c/ Provincia de Córdoba - Conten-
cioso-Administrativo - plena jurisdicción” (Expte. Letra “V”, N° 10, inicia-
do el 20 de noviembre de 2003), página web del Poder Judicial de Córdo-
ba].

XXXVII) Sólo resulta aplicable el art. 113 de la LPPA cuando la prosecu-


ción de las actuaciones depende necesariamente del administrado. Por lo
que en los casos en que en las mismas se halla pendiente un pronuncia-
miento de la Administración, no es necesario que el presentante inste el
trámite cada tres meses [Fiscalía de Estado de Córdoba, dictamen 806/
99, en ZUNINO, Ángel Rodolfo, “La perención de instancia en sede admi-
nistrativa”, Semanario Jurídico, t. 90, 2004-B-1].

XXXVIII) Exigir respecto de un trámite ya sustanciado y sólo pendiente de


la resolución de la Administración, que el particular debe instarlo cada
tres meses por escrito, es convertir al procedimiento administrativo en
una interminable carrera de obstáculos que no se compadece con los prin-
cipios constitucionalmente establecidos [Fiscalía de Estado de Córdoba,
dictámenes 1695/87 y 752/97, en ZUNINO, Ángel Rodolfo, “La perención de
instancia en sede administrativa”, ob. cit., ps. 1 y 2].

XXXIX) El principio de oficialidad debe ser interpretado armónicamente


con los institutos del pronto despacho, de la presunción de denegatoria y
de la procedencia de la perención de instancia, por lo que si la Adminis-
tración permanece inactiva, el sistema acude en garantía y protección de
388 LUIS R. CARRANZA TORRES

los particulares y les provee los medios para lograr el dictado del acto
administrativo, por lo que frente a la omisión o inactividad procesal ad-
ministrativa del interesado, cuando es en su exclusivo beneficio, sumado
ello al transcurso del plazo legal —tres meses—, queda habilitada legí-
timamente la Administración para declarar perimida la instancia [Fis-
calía de Estado de Córdoba, dictamen 1911/03, en ZUNINO, Ángel Rodolfo,
“La perención de instancia en sede administrativa”, ob. cit., p. 2].
ANEXO DE MODELOS

ACUSA CADUCIDAD

Señor juez:
....................................., por la participación con-
ferida en autos, manteniendo domicilio en la calle...............
.................., en los autos caratulados .............................................,
Expte. .................., a V.S. me presento y respetuosamente digo:

1º) Que atento haber transcurrido el tiempo de ley en autos


sin que se hayan verificado actos impulsorios, es que vengo por
el presente a acusar la perención de instancia en los presentes,
con costas.

Proveer de conformidad,

Será justicia
[Firmas]
390 LUIS R. CARRANZA TORRES

ACUSA CADUCIDAD. FUNDAMENTA

Señor juez:
....................................., por la participación
conferida en autos, manteniendo domicilio en la calle
................................. de esta Capital Federal, en los autos cara-
tulados ............................................., Expte. .................., a V.S. me
presento y respetuosamente digo:

I. PLANTEA CADUCIDAD DE LA INSTANCIA

Que venimos en legal tiempo y forma a plantear la cadu-


cidad de la instancia en estos obrados, en base a las conside-
raciones de hecho y de derecho que a continuación expone-
mos:

I.1. Hechos:

Con fecha........................ la parte actora inicia la presente


acción en contra de mi parte.

Con fecha............................. el Tribunal dicta el proveído por


el cual ordena correr traslado de la demanda a la parte que
representamos.

En fecha.............. la actora deja en el expediente la cédula a


fin de notificar dicho resolutorio.

Es decir, ha vencido en exceso el plazo que dispone el art.


310, inc. l, del CPCCN, para que se produzca la caducidad de la
instancia, por inactividad del obligado a impulsar el procedi-
miento.

La última parte del artículo citado establece: “La instancia


se abre con la promoción de la demanda, aunque no hubiere
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 391

sido notificada la resolución que dispone su traslado y termi-


na con el dictado de la sentencia”.

I. 2. Derecho:

Que fundamos esta incidencia en lo prescripto por el art.


310, inc. 1, correlativos y concordantes del CPCCN, y disposi-
ciones vigentes.

II. SOLICITA: POR LO EXPUESTO A V.S. PEDIMOS:

1. Tenga por planteada la solicitud de caducidad de la ins-


tancia.

2. Previo los trámites de ley, declare perimida la instancia


en estos obrados, todo con especial imposición de costas a la
actora.

Es justicia
[Firmas]
392 LUIS R. CARRANZA TORRES

CONTESTA TRASLADO RESPECTO DE CADUCIDAD

Señor juez:
...................................., por la participación
conferida en autos, manteniendo domicilio en la calle ..............
..................., en los autos caratulados ............................................,
Expte. ................., a V.S. me presento y respetuosamente digo:

1. OBJETO

Que vengo por el presente a contestar al traslado de la pe-


tición de caducidad planteada, solicitando desde ya su recha-
zo con costas, por los fundamentos que seguidamente expon-
dremos:

1º) Falta de legitimación del presentante para ser parte en


los actuados: Como puede observar V.S. y surge de las mismas
expresiones del presentante, presente su libelo en carácter de
“abogado, por la fallida”. Estando la demandada en estado
falencial, sólo el síndico tiene la legitimidad procesal para
intervenir en los presentes, por lo que carece el presentante de
dicha habilidad y consecuentemente debe serle rechazado sin
más trámite su presentación con expresa imposición de costas,
por el dispendio jurisdiccional causado.

2º) Sin perjuicio de ello, sin que implique lo siguiente reco-


nocimiento alguno de personería de nuestra parte, igualmen-
te no podría en modo alguno prosperar la caducidad su-
puestamente acusada, ya que existieron en el expediente
suspensiones de plazos y remisiones a otros tribunales a los
fines de resolver que tornan improcedente su acaecimiento.

3º) Tampoco puede prosperar, a más de lo antes dicho, des-


de que han existido actos impulsorios que a los que el
presentante, en el supuesto hipotético de tener legitimidad, no
se ha opuesto, como los de fs. ..........
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 393

4º) Por lo antes expuesto, es que solicitamos se rechace la


presentación a mérito de lo antes expresado, con expresa im-
posición de costas al presentante, por el dispendio jurisdiccio-
nal causado y la actividad a que ha obligado a mi parte.

Proveer de conformidad,

Será justicia
[Firmas]
394 LUIS R. CARRANZA TORRES

SOLICITA PRONUNCIAMIENTO Y SE IMPONGAN COSTAS

Señor juez:

............................. en representación de
............... .............................., manteniendo domicilio en calle ..........
....................................., de esta Capital Federal, por la participa-
ción acordada en estos autos caratulados “................. ..................”,
Expte. ......................../....., a V.S. respetuosamente digo:

I. SOLICITA PRONUNCIAMIENTO SOBRE COSTAS Y SU IMPOSICIÓN A LA


PARTE ACTORA

Que venimos por el presente a solicitar respecto de la reso-


lución de fecha .................................., notificada a nuestra par-
te con fecha.................................. que declara de oficio la cadu-
cidad de instancia en los presentes actuados, a solicitar se
expida respecto de la imposición de las costas en los términos
del art. 73 y 69 primera parte del CPCCN, toda vez que confor-
me la naturaleza final del proceso debe incluirse el punto.

En este sentido, es que solicito se impongan la misma a la


actora, en virtud de la normativa antes enunciada y la pacífi-
ca postura de la doctrina y jurisprudencia.

A este respecto cabe destacar que en el autos que se decla-


re la caducidad de instancia deben establecerse, por razones de
economía procesal, las costas del proceso. Correspondiendo
distinguir entre la caducidad operada y la regulación propia
del juicio principal que termina anormalmente.

Es por ello que solicitamos pronunciamiento expreso res-


pecto de la cuestión y su imposición a la actora.

Proveer de conformidad,

Será justicia
[Firmas]
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ÍNDICE

Prólogo ................................................................................................ 9
Introito .............................................................................................. 19
Principales abreviaturas y acronismos empleados .......................... 23

Capítulo 1
Concepto y naturaleza
Especies y elementos caracterizantes

1.1. Norma nacional ......................................................................... 25


1.2. Norma provincial ....................................................................... 25
1.3. Comentario ................................................................................. 26
1.3.1. Concepto ............................................................................. 26
1.3.2. Naturaleza ......................................................................... 26
1.3.3. Instituto de orden público en materia nacional,
orden privado en la provincia .................................................. 28
1.3.4. Finalidad ............................................................................ 29
1.3.5. Su denominación: ¿caducidad o perención de instancia? ... 31
1.3.6. Concepto de instancia ......................................................... 32
1.3.7. Lo que perime es una litis y eventualmente caduca un derecho . 36
1.3.8. Dicha litis debe guardar un interés privado ...................... 37
1.3.9. Tipo de procesos excluidos .................................................. 37
1.3.10. Su género: el proceso ........................................................ 38
1.3.11. Su relación con el tipo de sistema procesal ...................... 38
1.3.12. Momento de iniciación de la instancia. Efectos generales
sobre el conteo de los plazos .................................................... 39
1.3.13. Alcance del concepto de demanda ..................................... 41
1.3.14. Supuesto de petición introductoria de litis (demanda,
incidente o recurso) sin proveer. Declaración de inadmisibilidad . 42
1.3.15. El inicio de la segunda instancia o instancia recursiva ... 42
1.3.16. Comienzo de las instancias extraordinarias ..................... 43
1.3.17. Medidas preliminares y cautelares anticipadas
en procesos ordinarios ............................................................. 43
1.3.18. Medidas previas en los procesos ejecutivos ....................... 45
408 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.3.19. Medidas cautelares ........................................................... 47


1.3.20. Culminación de la instancia. Sentencia no notificada ..... 48
1.3.21. Incidentes ......................................................................... 51
1.3.22. Perención y excepciones dilatorias ................................... 52
1.3.23. Beneficio de litigar sin gastos ........................................... 54
1.3.24. Incidente de caducidad o perención .................................. 56
1.3.25. Tercerías .......................................................................... 58
1.3.26. La perención en el proceso laboral nacional ..................... 62
1.3.27. Idéntica cuestión en los procesos de nuestra provincia .... 63
1.3.28. Regla general respecto de la perención de instancia
en la ley de concursos y quiebras ............................................ 63
1.3.29. Incidencia del plazo perentorio y la posibilidad
de declararla de oficio en la regulación de honorarios ............. 66
1.3.30. Perención de instancia en el pedido de quiebra ................ 67
1.3.31. Incidentes concursales ..................................................... 69
1.3.32. El síndico y la perención de instancia .............................. 69
1.3.33. Perención de instancia de juicio laboral recibido
en la quiebra en virtud del fuero de atracción ........................ 70
1.3.34. Perención de instancia y concurso especial ...................... 72
1.3.35. Trámite de pronto pago .................................................... 73
1.3.36. Instancia recursiva ordinaria .......................................... 75
1.3.37. La perención casatoria provincial .................................... 76
1.3.38. La caducidad de la instancia extraordinaria federal ........ 77
1.3.39. El instituto respecto de las quejas o el recurso directo ..... 77
1.3.40. Proceso monitorio del art. 39 de la ley de prenda ............. 78
1.3.41. La acción de impugnación asamblearia ........................... 80
1.3.42. La perención en la acción de amparo ............................... 82
1.3.43. El hábeas data y la perención .......................................... 84
1.3.44. Acción de inconstitucionalidad ante el Tribunal Superior . 85
1.3.45. La perención en los procesos
contencioso-administrativos provinciales ................................ 85
1.3.46. Caducidad de instancia en procesos de naturaleza previsional . 88
1.3.47. Juicio de expropiación y servidumbres públicas ............... 89
1.3.48. La perención en el Fuero de Familia provincial ............... 90
1.3.49. La ejecución fiscal federal ................................................ 92
1.3.50. La ejecución fiscal provincial ........................................... 94
1.3.51. La autodenominada “ejecución fiscal administrativa con
control judicial” ....................................................................... 95
1.3.52. La “perención justinianea” del proceso penal provincial .. 96
1.3.53. La duración del proceso penal en el orden nacional ......... 97
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 409

1.3.54. La acción civil ejercitada en un proceso penal ................. 98


1.3.55. Fundamentos clásicos del instituto .................................. 99
Cuadro Nº 1 - Finalidades de la perención de instancia
en la jurisprudencia nacional .......................................... 102
1.3.56. La perención o caducidad de instancia como garantía
de la razonabilidad de los plazos en el marco del derecho
a un debido proceso ............................................................... 103
1.3.57. Distintos sistemas. Postura de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación ........................................................ 106
1.3.58. Otras configuraciones del instituto ................................ 106
Cuadro Nº 2 - Forma de acaecimiento de la perención
en los distintos sistemas procesales ................................. 109
1.3.59. Diferencia con figuras análogas ..................................... 110
1.3.59.1. Caducidad de plazos ............................................... 110
1.3.59.2. Caducidad de la vía ................................................ 110
1.3.59.3. Negligencia probatoria ........................................... 110
1.3.59.4. Prescripción ........................................................... 111
1.3.59.5. Caducidad del derecho ............................................ 112
1.3.59.6. Desistimiento procesal ........................................... 113
1.3.59.7. Retraso desleal en el ejercicio del derecho .............. 114
1.3.59.8. Doctrina en equidad de “laches” ............................. 115
1.3.60. Presupuestos .................................................................. 116
1.3.61. Requisitos ....................................................................... 117
Cuadro Nº 3 - Ciclo de configuración de la caducidad
o perención de instancia ................................................... 117
1.3.62. Los términos de perención y su incidencia en el instituto .. 118
1.3.63. Diferencias en los plazos ................................................ 118
Cuadro Nº 4 - Comparación de los plazos del ordenamiento
nacional y el provincial (Civil y Comercial) ..................... 119
Cuadro Nº 5 - Plazos particulares para los procesos de familia
provinciales y su correlación en el orden nacional ........... 119
Cuadro Nº 6 - Plazos particulares para los procesos
contencioso-administrativos provinciales
y su correlación en el orden nacional ................................ 120
1.3.64. Carga impulsoria ........................................................... 120
1.3.65. Notificación de la demanda posterior al cumplimiento
del plazo de perención ........................................................... 120
Cuadro Nº 7 - Jurisprudencia provincial respecto de la posibili-
dad de acusar perención por notificación de la demanda
luego de acaecido el plazo de caducidad (nueva postura) 120
410 LUIS R. CARRANZA TORRES

1.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 135


1.4.1. Nacional ........................................................................... 135
1.4.2. Provincial ......................................................................... 141

Capítulo 2
El Cómputo y la meritación de su acaecimiento

2.1. Norma nacional ....................................................................... 151


2.2. Norma provincial ..................................................................... 151
2.3. Comentario ............................................................................... 152
2.3.1. Ponderación de su acaecimiento ....................................... 152
2.3.2. Alcance del concepto de inactividad procesal .................... 154
2.3.3. La actividad impulsoria en relación al tiempo
en que se cumplimenta ......................................................... 155
Cuadro Nº 8 - Efectos de los actos impulsores....................... 159
2.3.4. Legislación utilizable para determinar el plazo ............... 159
2.3.5. Comienzo del cómputo del plazo ....................................... 160
2.3.6. Particularidades en la forma de su cómputo .................... 162
2.3.7. No necesariedad de notificación para que una resolución
judicial tenga efectos en relación a la perención ................... 165
2.3.8. Suspensión de la perención .............................................. 165
2.3.9. Efectos .............................................................................. 166
2.3.10. Causales de suspensión de la caducidad ......................... 166
2.3.11. Aplicación analógica de normas ..................................... 168
2.3.12. Incidentes suspensivos y cálculo de la perención en el principal 169
2.3.13. Suspensión convencional de partes ................................ 171
2.3.14. Suspensión por causa de fuerza mayor .......................... 173
2.3.15. Fallecimiento de una de las partes procesales................ 174
2.3.16. Leyes de emergencia ...................................................... 177
2.3.17. Excepción en relación a suspensiones procesales ........... 178
2.3.18. La apertura de concurso preventivo como supuesto suspensivo .. 178
2.3.19. Efecto suspensivo de la declaración de quiebra .............. 179
2.3.20. Incidente de caducidad ................................................... 179
2.3.21. Audiencia del art. 58 del CPCCP y sus efectos respecto
de la perención ...................................................................... 180
2.3.22. Actos impulsorios ........................................................... 181
2.3.23. Actos equiparados a impulsorios por su contexto
procesal de producción .......................................................... 185
2.3.24. Nulidad sobreviniente de acto impulsorio ...................... 186
2.3.25. Efectos del acto impulsorio ............................................. 186
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 411

2.3.26. Aplicación analógica de normas sobre prescripción ....... 187


2.3.27. Actos no impulsorios ...................................................... 187
2.3.28. Actos cumplidos por terceros .......................................... 188
2.3.29. Actos extrajudiciales o cumplidos fuera del expediente .. 189
Cuadro Nº 9 - Clasificación de los actos impulsorios ............. 190
2.3.30. No remisión del expediente a la alzada .......................... 190
2.3.31. Egreso del expediente a otra dependencia judicial
o administrativa .................................................................... 191
2.3.32. Ausencia del expediente en la letra o extravío ................ 192
2.3.33. Expediente paralizado .................................................... 194
2.3.34. Expediente en poder de la contraria o terceros ............... 196
2.3.35. Principio de conservación procesal ................................. 196
2.3.36. Consecuencias de la apreciación restrictiva del instituto ... 200
2.3.37. Pedidos prematuros ........................................................ 200
2.3.38. Supuesto de acuse en el plazo de gracia ......................... 201
2.3.39. Marco de apreciación respecto de su acaecimiento
y principio escriturario ......................................................... 201
2.3.40. Nuevos pedidos de caducidad ......................................... 202
2.3.41. Inconstitucionalidad ....................................................... 202
2.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 203
2.4.1. Nacional ........................................................................... 203
2.4.2. Provincial ......................................................................... 212
Cuadro comparativo Nº 1 - Plazos y cómputo ....................... 227

Capítulo 3
Supuesto de litisconsorcio

3.1. Norma nacional ....................................................................... 229


3.2. Norma provincial ..................................................................... 229
3.3. Comentario ............................................................................... 229
3.3.1. Concepto ........................................................................... 229
3.3.2. Carácter de la instancia. Proyecciones de tal carácter .... 230
3.3.3. Excepciones al principio ................................................... 232
3.3.4. La indivisibilidad de la instancia y la reconvención ........ 233
3.3.5. Acumulación de procesos. Caso de tercerías .................... 233
3.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 234
3.4.1. Nacional ........................................................................... 234
3.4.2. Provincial ......................................................................... 238
412 LUIS R. CARRANZA TORRES

Capítulo 4
Supuestos de improcedencia del instituto

4.1. Norma nacional ....................................................................... 241


4.2. Norma provincial ..................................................................... 241
4.3. Comentario ............................................................................... 242
4.3.1. Aspectos generales respecto de la improcedencia
de la aplicación del instituto ................................................. 242
4.3.2. Improcedencia en la etapa de ejecución de sentencia ....... 243
4.3.3. Incidentes de la ejecución de sentencia ............................ 244
4.3.4. Perención en la etapa de determinación del quantum debeatur . 244
4.3.5. Procesos sin litis (no contenciosos) o donde se debaten
intereses de naturaleza pública (litis publicae) ..................... 245
4.3.6. Improcedencia por pendencia de resolución
o actividad del tribunal ......................................................... 245
4.3.7. Pendencia de resolución judicial ...................................... 246
4.3.8. Llamamiento de autos ...................................................... 246
4.3.9. Demanda presentada sin proveer ..................................... 247
4.3.10. Falta de actividad del tribunal o sus auxiliares ............. 248
4.3.11. Improcedencia por ausencia de litis ............................... 250
4.3.12. Improcedencia por conclusión de litis ............................. 250
4.3.13. Medidas de pruebas sujetas a término mayor al de perención .. 252
4.3.14. Medidas para mejor proveer o similares dictadas
luego del llamado de autos para resolver .............................. 253
4.3.15. Suspensiones procesales en curso ................................... 253
4.3.16. Improcedencia del pedido por existir costas incidentales
pendientes ............................................................................. 253
4.3.17. Desistimiento del acuse por conducta posterior
incompatible con el mismo .................................................... 254
4.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 255
4.4.1. Nacional ........................................................................... 255
4.4.2. Provincial ......................................................................... 257
Cuadro comparativo Nº 2 - Improcedencia ....................... 260

Capítulo 5
Legitimación pasiva

5.1. Norma nacional ....................................................................... 261


5.1.1. Normas relacionadas ....................................................... 261
5.2. Norma provincial ..................................................................... 262
5.3. Comentario ............................................................................... 262
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 413

5.3.1. Consecuencias respecto de las partes ............................... 262


5.3.2. ¿Opera la perención “contra” alguien? ............................. 263
5.3.3. Mención de los organismos públicos ................................. 263
5.3.4. Imposibilidad respecto de incapaces sin representación legal ... 264
5.3.5. Procedencia respecto de incapaces con representación
legal y sin representación en el pleito ................................... 265
5.3.6. Alcance del término incapaz ............................................ 265
5.3.7. Incapacidad del art. 12 del Código Penal ......................... 265
5.3.8. Responsabilidad de los administradores y representantes .. 266
5.3.9. El caso de los ausentes ..................................................... 266
5.3.10. Otras situaciones equiparadas ....................................... 266
5.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 267
5.4.1. Nacional ........................................................................... 267
5.4.2. Provincial ......................................................................... 269
Capítulo 6
Legitimación activa

6.1. Norma nacional ....................................................................... 271


6.2. Norma provincial ..................................................................... 271
6.3. Comentario ............................................................................... 272
6.3.1. Legitimación activa de parte ............................................ 272
6.3.2. Supuesto especial de concurrencia en los procesos en
que media reconvención ........................................................ 273
6.3.3. La cuestión en los recursos directos ................................. 273
6.3.4. Posibilidad de acuse por parte de terceros sustanciales ... 274
6.3.5. Posibilidad de acuse por parte de terceros procesales ...... 276
6.3.6. Legitimación del síndico ................................................... 277
6.3.7. La legitimación del fallido ................................................ 277
6.3.8. Examen de la legitimación por parte del juzgador ........... 278
6.3.9. Legitimación derivada del derecho al cobro de
acreencias casuísticas ........................................................... 278
6.3.10. Oportunidad ................................................................... 279
6.3.11. Efecto en segunda instancia. Remisión .......................... 280
6.3.12. Solicitud por apoderado .................................................. 280
6.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 280
6.4.1. Nacional ........................................................................... 280
6.4.2. Provincial ......................................................................... 282
Cuadro comparativo Nº 3 - Sujetos ......................................... 286
Cuadro comparativo Nº 4 - Legitimación para solicitar
la perención ....................................................................... 287
414 LUIS R. CARRANZA TORRES

Capítulo 7
Acuse y trámite de la resolución

7.1. Norma nacional ....................................................................... 289


7.2. Norma provincial ..................................................................... 289
7.3. Comentario ............................................................................... 290
7.3.1. Necesidad de declaración .................................................. 290
7.3.2. Posibilidad de la caducidad de oficio en el sistema nacional . 290
7.3.3. Carácter de la resolución .................................................. 291
7.3.4. Purga de la caducidad ...................................................... 292
7.3.5. Necesidad del pedido de parte en el ordenamiento provincial . 292
7.3.6. El pedido de parte en el ordenamiento nacional ............... 292
7.3.7. Competencia ..................................................................... 293
7.3.8. Naturaleza procesal y efectos ........................................... 294
7.3.9. Rasgos generales del trámite ........................................... 294
7.3.10. Notificación del pedido de caducidad de instancia .......... 294
7.3.11. Ponderación del juzgador ............................................... 295
7.3.12. La caducidad de instancia en relación con la temeridad y
malicia procesal .................................................................... 295
7.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 296
7.4.1. Nacional ........................................................................... 296
7.4.2. Provincial ......................................................................... 297
Cuadro comparativo Nº 5 - Trámite...................................... 299

Capítulo 8
Recursos

8.1. Norma nacional ....................................................................... 301


8.2. Norma provincial ..................................................................... 301
8.3. Comentario ............................................................................... 301
8.3.1. Particularidades de la resolución ..................................... 301
8.3.2. Inapelabilidad del rechazo en el orden nacional ............... 302
8.3.3. Impugnabilidad de su admisión en el orden nacional ...... 304
8.3.4. Su doble apelabilidad en el orden provincial .................... 304
8.3.5. Notificación de la resolución ............................................ 305
8.3.6. El fundamento apelatorio ................................................. 305
8.3.7. Valoración de la expresión de agravios ............................. 305
8.3.8. Plazo de perención del recurso por lo resuelto
en el incidente de perención .................................................. 306
8.3.9. Reposición respecto de perenciones declaradas
en Cámara o por la Corte Suprema ...................................... 306
TÉCNICA DE LA PERENCIÓN O CADUCIDAD DE INSTANCIA 415

8.3.10. El recurso de casación provincial respecto


de la perención de instancia .................................................. 306
8.3.11. Recurso extraordinario federal ....................................... 307
8.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 314
8.4.1. Nacional ........................................................................... 314
8.4.2. Provincial ......................................................................... 317

Capítulo 9
Consecuencias de la aplicación del instituto
9.1. Norma nacional ....................................................................... 319
9.2. Normas provinciales ................................................................ 319
9.3. Comentario ............................................................................... 320
9.3.1. Aspectos generales ........................................................... 320
9.3.2. Principio de indivisibilidad de la instancia en cuanto a los efectos . 320
9.3.3. Efectos en primera o única instancia ............................... 321
9.3.4. Alcance de la caducidad operada ...................................... 321
9.3.5. Medidas cautelares ........................................................... 322
9.3.6. Prueba .............................................................................. 323
9.3.7. Incidentes ......................................................................... 323
9.3.8. Tercería ............................................................................ 323
9.3.9. Beneficio de litigar sin gastos ........................................... 324
9.3.10. Reconvención .................................................................. 324
9.3.11. Efecto de la perención del incidente de caducidad
de instancia ........................................................................... 325
9.3.12. Efectos en segunda instancia ......................................... 326
9.3.13. Los efectos de la caducidad frente a una pluralidad recursiva 326
9.3.14. Efectos respecto de la prescripción de la acción .............. 330
9.3.15. Subsistencia de la constitución en mora ........................ 330
9.3.16. Costas, entidad del acto de perención
y monto económico comprometido ......................................... 331
9.3.17. Honorarios ya regulados ................................................ 333
9.3.18. Determinación del honorario frente a la culminación del
proceso por caducidad de instancia ....................................... 334
9.3.19. Honorarios por el incidente de caducidad ....................... 335
9.3.20. Responsabilidad profesional ............................................ 339
9.3.21. Responsabilidad civil ...................................................... 340
9.3.22. Responsabilidad ética y disciplinaria ............................. 345
9.4. Jurisprudencia temática .......................................................... 346
9.4.1. Nacional ........................................................................... 346
9.4.2. Provincial ......................................................................... 350
416 LUIS R. CARRANZA TORRES

Capítulo 10
La perención de instancia
en el procedimiento administrativo

10.1. El procedimiento como trámite autónomo


y sus diferencias con el proceso .................................................. 357
10.2. La caducidad del trámite administrativo
en el derecho público provincial ................................................. 362
10.3. La cuestión en otros ordenamientos nacionales ..................... 362
10.4. La cuestión en el orden federal ............................................... 363
10.4.1. Impulsión de oficio .......................................................... 363
10.4.1.1. Norma legal ........................................................... 363
10.4.1.2. Comentario ............................................................. 364
10.4.1.3. Jurisprudencia y doctrina administrativa temática .. 364
10.4.2. Caducidad del procedimiento .......................................... 365
10.4.2.1. Normas legales aplicables ...................................... 364
10.4.2.2. Comentario ............................................................. 366
10.4.3. Jurisprudencia y doctrina administrativa temática ...... 370
10.5. La cuestión en el orden provincial ......................................... 372
10.5.1. Plazo de perención .......................................................... 372
10.5.2. Efectos de la perención ................................................... 374
10.5.3. Trámites iniciados por la Administración ...................... 376
10.5.4. Excepción de los trámites de la seguridad social ............ 377
10.5.5. Jurisprudencia y doctrina administrativa temática ...... 378
Anexo de modelos ............................................................................ 389
Acusa caducidad ......................................................................... 389
Acusa caducidad. Fundamenta .................................................. 390
Contesta traslado respecto de caducidad .................................... 392
Solicita pronunciamiento y se impongan costas ........................ 394
Bibliografía ...................................................................................... 395

Se terminó de imprimir en el mes de agosto de 2008,


en los talleres de Multi Graf,
Argensola 1942 de la ciudad de Córdoba

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