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El texto.

El texto es una unidad de lenguaje en uso que se manifiesta de forma oral o escrita, posee una extensión variable: dos
palabras, como Buenas tardes. o miles de palabras, como una novela. También puede ser oral o escrito. Lo que caracteriza
al texto (y lo diferencia, por ejemplo, de una lista de oraciones) es la relación interna entre sus componentes que hace
posible que sea comprendido como un todo. Por ejemplo: En la ciudad no había árboles. El sillón está en mal estado. no es
un texto porque las oraciones que lo componen no guardan coherencia entre sí. Las partes de un texto, además de estar
relacionadas, están organizadas y esto produce distintas estructuras textuales.
Las clases de palabras.
Cada vez que producimos un texto, estamos eligiendo a partir del conjunto de opciones que provee el sistema de la
lengua. Esta elección se hace de acuerdo al contexto de situaciones comunicativas particulares (el registro) y dentro de un
determinado conjunto de restricciones específicas según el tipo de texto. Parte de estas elecciones se relacionan con el uso
adecuado de las siguientes clases de palabras:

El sustantivo: es la clase de palabra que nombra seres, objetos y lugares reales o imaginarios. La terminación de los
sustantivos varía de acuerdo con el género y con el número, por eso son palabras variables (maestro/maestra; silla/ sillas).
El género puede ser masculino o femenino, algunos tienen género fijo, por ejemplo: el cerebro, la flor. Los sustantivos que
designan personas y animales, en general varían en género (el niño/ la niña).
Cuando construimos las oraciones, debemos tener en cuenta que el sustantivo funciona como núcleo del sintagma
nominal y es la palabra que rige la concordancia en género y número. Es decir que, si un sustantivo está modificado por un
adjetivo, ambos deben aparecer con el mismo género (masculino/ femenino) y con el mismo número (singular/ plural).
Según el criterio semántico, los sustantivos se clasifican en descriptivos y no descriptivos.
Los sustantivos comunes son connotativos, es decir señalan objetos indicando sus particularidades. A su vez, se
dividen en: concretos, son los que designan cosas independientes (mesa, barco); abstractos, son los que derivan de adjetivos
y verbos (belleza, llegada); colectivos, nombran un conjunto de objetos (arboleda, asamblea); y gentilicios, indican
nacionalidad y procedencia (argentino, cordobés).
Los sustantivos propios son no connotativos, ya que nombran sin caracterizar a los objetos. Dentro de este grupo se
encuentran los sustantivos personales, también llamados onomásticos o de pila (Juan, Laura); los geográficos, que designan
lugares (Uruguay, los Andes); y los patronímicos, que son los apellidos derivados de nombres ( Sancho – Sánchez, Álvarez
– Álvaro).

El adjetivo: se usa para ampliar o precisar el significado de los sustantivos (dos puertas abiertas; tus pantalones nuevos)
o para señalar el objeto nombrado por el sustantivo (esas puertas; esos pantalones). Por lo tanto, su función es modificar al
sustantivo y como lo hace sin ninguna otra palabra que funcione como intermediario, recibe el nombre de modificador
directo. Puede usarse, por ejemplo, para caracterizar a un personaje en un relato, en una narración o descripción.
Además, el género y el número de los adjetivos dependen de los requisitos de la concordancia con el sustantivo: el
simpático actor; las simpáticas actrices.
Los adjetivos se clasifican en dos grandes grupos: connotativos y no connotativos.
Dentro de los connotativos encontramos a los calificativos, que expresan cualidades (transparente, gris, intenso,
bello); y a los numerales, que a su vez se dividen en: ordinales, que expresan orden (primero, tercero); cardinales, que son
todos los números (uno, cinco, diez); partitivos, que expresan una parte del total (media naranja, cuarta parte);
proporcionales o múltiplos (triple, doble); y el distributivo (sendos).
En el grupo de los no connotativos encontramos a los posesivos, que pueden ser de un solo poseedor, tanto en
singular como en plural (mío, míos, tuyo, tuyos, suyo, suyos, mía, mías, tuya, tuyas, suya, suyas, mi, mis, tu, tus, su, sus) y
de varios poseedores, en singular y en plural (nuestro, nuestros, vuestro, vuestros, suyo, suyos, nuestra, nuestras, vuestra,
vuestras, suya, suyas); los demostrativos, en singular (este, ese, aquel, esta, esa, aquella) y en plural (estos, esos, aquellos,
estas, esas, aquellas); los indefinidos (algún, ningún, cualquiera, todo, otra, etc.); el relativo, (cuyo); y los interrogativos
(qué, cuál, etc.).

El verbo: son palabras que expresan acciones (actividades, movimientos), estados (situaciones estables) y procesos
(cambios de estado) que realizan o experimentan los seres, objetos y lugares que nombran los sustantivos. Por ejemplo,
pueden usarse para expresar la continuidad de tiempo en un relato. En la oración, el verbo cumple la función de núcleo del
predicado verbal y concuerda en persona y en número con el núcleo del sujeto (el sustantivo). Por ejemplo:
Acciones: Lucía abre la puerta de su casa.
Estados: Mientras Pablo permanece en silencio.
Procesos: Los árboles crecen alrededor de la casa.
Para nombrar los verbos, se utiliza el infinitivo, que está compuesto- como todas las formas verbales- por la raíz y la
desinencia. La raíz contiene el significado del verbo y se obtiene cuando suprimimos la desinencia de su infinitivo: salt -ar,
corr –er, viv –ir. Cuando conjugamos un verbo, cambian las desinencias del infinitivo por otras que indican la persona, el
número, el tiempo y el modo de la forma verbal.

El adverbio: en general, sirve para indicar la circunstancia en que se cumple lo que dice el verbo. En un relato, puede
usarse para marcar la continuidad de tiempo y lugar. Por su función, es modificador del núcleo del predicado verbal en la
oración, con el nombre de circunstancial, y es modificador directo del adjetivo o de otro adverbio. Sólo admite ser
modificado por otro adverbio. No tiene género ni número, por eso es una palabra invariable. Ejemplos: Caminó
rápidamente (adverbio); Caminó muy (adverbio) rápidamente (adverbio); Es una persona muy (adverbio) rápida (adjetivo).
Los adverbios pueden ser connotativos o no connotativos. Los connotativos tienen contenido, describen, dicen algo.
Estos son: adverbios de tiempo (pronto, temprano, nunca, etc.); de lugar (lejos, cerca, afuera, etc.); de modo (bien, mal,
despacio, etc.); de cantidad (mucho, poco, bastante, etc.); de duda (quizá, acaso); de afirmación (sí, también, seguramente,
etc.); y de negación (no, tampoco).
Los adverbios no connotativos, también llamados pronominales, tienen una significación ocasional, es decir, varían
según quién sea la persona que tiene la palabra.
Dentro de este grupo se encuentran los adverbios demostrativos de lugar (aquí, allá, acá, allí); de modo (así); de
tiempo (hoy, ayer, ahora, etc.); y de cantidad (tanto). Luego encontramos los adverbios relativos, que varían su
significación de acuerdo con el antecedente, y son: como, donde, cuando y cuanto. Y por último están los adverbios
interrogativos que no tienen un significado propio, sino que depende de lo que se diga a continuación. Son los mismos
relativos acentuados: cómo, dónde, cuándo, cuánto.

La preposición: su función es conectar palabras en una oración. Por ejemplo en la oración: Agustina leyó un libro de
aventuras, la información sobre el libro se conecta con las otras palabras a través de la preposición de. Son palabras
invariables porque no varían en género y número; se escriben separadas de las demás palabras. Las preposiciones son: a,
ante, bajo cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, sobre, tras.

El artículo: se coloca antes del sustantivo y sirve para señalar si el objeto nombrado por el sustantivo es conocido o no
por los interlocutores de la situación comunicativa. Los artículos que se conocen como determinantes (el/la/lo/las/los)
indican que el sustantivo que les sigue es conocido. Los artículos llamados indeterminantes (uno/una/unos/unas) indican
que el objeto mencionado por el sustantivo no es conocido, no forma parte de comunicaciones anteriores. Esta clase de
palabra que varía en género y número en concordancia con el sustantivo.

El pronombre: su significado varía según la situación en la que se emplee. Unos pueden adquirir significado de
acuerdo con la situación comunicativa (si yo es el que habla, según sea la situación, yo puede significar María, el
presidente, etcétera), algunos de ellos son: yo, tú, él y sus plurales y femeninos (personales); mío, tuyo, suyo y sus plurales
y femeninos (indican posesión) ese, este, aquel y sus plurales y femeninos (demostrativos). Otros adquieren su significado
según el texto en el que estén usados: que (son llamados relativos), nadie, ninguno, alguna, todos, etcétera (indefinidos) y
qué, cuándo, dónde, etcétera (interrogativos).
Al momento de redactar, empleamos pronombres para evitar reiteraciones innecesarias y lograr textos cohesivos. Por
ejemplo: Hablé con Liza y ella está de acuerdo. En este caso, ella sustituye a Liza.

Las conjunciones coordinantes unen o conectan elementos de la misma función. Según el criterio semántico, se
clasifican en: copulativas, son y, e, ni, más. Su función es unir simplemente. Las disyuntivas son o, u.
Su función es expresar una opción o equivalencia. Las adversativas indican una oposición, y son pero, mas, empero, sino,
sino que. Y por último, las consecutivas, que expresan resultado o consecuencia, y son así que, con que, luego.

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