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Resumen Obligaciones – 1 parcial

Concepto de Obligación
Importancia de la teoría de las obligaciones
La satisfacción de los fines o intereses económicos del sujeto es realizada a través del patrimonio,
universalidad jurídica compuesta por bienes inmateriales y por cosas. El área del Derecho privado que
abarca las relaciones jurídicas atinentes a esa universalidad es el Derecho patrimonial.
La glosa medieval trazó una separación entre jus in re y jus in personam (que significó extender una
oposición clásica entre actio in re y actio in personam), y a partir de ella se distinguen dentro del Derecho
patrimonial el Derecho de cosas y el Derecho de obligaciones. El primero abarca las relaciones jurídicas que
implican una facultad que es ejercida de modo directo e inmediato sobre la cosa, en tanto el segundo rige
las relaciones jurídicas establecidas entre sujetos que surgen del tráfico de bienes y de la causación de
daños reparables.
Definición
Derecho Romano
Los juristas clásicos, pese a que tuvieron claro concepto de las virtualidades de la obligación, no dieron su
definición, se limitaron a ubicarla entre las res incorporales.
Recién en las institutas de Justiniano se encuentra su caracterización. La obligación es un vínculo jurídico
que nos constriñe a pagar alguna cosa. Este criterio resulta completado con el texto de Paulo: La esencia
de la obligación consiste no en que se haga nuestra una cosa corpórea o una servidumbre, sino en que
constriña a otros a darnos, hacernos o prestarnos alguna cosa.
En los conceptos expresados aparecen tres elementos de la obligación:
• Los sujetos: el activo o acreedor, y el pasivo o deudor
• El objeto, cuyo contenido es la prestación
• El vinculo que constriñe al cumplimiento.
Es decir, en la obligación un sujeto (deudor) tiene el deber jurídico de realizar a favor de otros sujeto
(acreedor) una prestación.
Concepto moderno
La mayoría de los códigos no definen la obligación. Igual criterio adoptó Vélez Sarsfield, invocando las
razones: “Nos abstenemos de definir, porque como dice Freitas, las definiciones son impropias de un código
de leyes.”
Definición adoptada
La obligación –o derecho de crédito, si la observación es centrada en su lado activo; o derecho personal, si
se la opone al derecho real– puede ser definida en los siguientes términos: Relación jurídica en virtud de la
cual un sujeto (deudor) tiene el deber jurídico de realizar a favor de otro (acreedor) determinada
prestación.
• Se trata de una relación jurídica, esto es una relación humana regulada por el Derecho. La expresión
resulta preferible a la de vínculo por su mayor precisión técnica, y porque la relación jurídica
obligacional es una de las varias relaciones jurídicas que surgen de la conducta humana.

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• Se trata de una deber, de la necesidad jurídica, que precisamente nace de esa relación jurídica. Es un
deber específica y calificado en virtud del cual el cumplimiento de la obligación no es un acto libre, de
concesión o de gracia por parte del deudor.
• Existe un sujeto pasivo, o deudor, que debe cumplir frente a un sujeto activo, o acreedor. Aquél tiene
una deuda y éste un crédito. Ello no impide que en ciertas circunstancias existan créditos y deudas
recíprocos. Tampoco excluye la momentánea indeterminación de uno u otro sujeto.
• Aparece la prestación, que implica el comportamiento o actitud debidos. Tal prestación puede tener
diversas manifestación: una entrega, o dar, como en la compraventa; una actividad, o hacer, como
cuando D se obliga a pintar la cada de A; una abstención o no hacer, si se pacta la obligación de no
establecerse con un comercio competitivo en cierto radio.
Acepciones impropias
Vulgarmente se denomina obligación:
• A deber no jurídicos, como los de caridad
• A cualquier deber jurídico, aunque carezca de las notas típicas de la obligación
• A la deuda, que es sólo el aspecto pasivo de la obligación
• Al contrato, que si bien crea obligaciones, no es en sí mismo una obligación
• Al documento en el que se instrumenta la obligación, confundiendo una hoja de papel con la relación
jurídica creada por el acto jurídico
• A ciertos títulos, los debentures, emitidos por las sociedades anónimas y en comandita por acciones
Tipicidad del deber obligacional
El deber jurídico
La noción de deber designa la situación del sujeto que está precisado a ajustarse a cierto comportamiento.
El comportamiento es exigible bajo amenazas de sanciones jurídicas.
Los deberes jurídicos nacen de las más diversas relaciones jurídicas de manera que, si bien toda obligación
es un deber jurídico, no todo deber jurídico es una obligación.
Caracteres del deber obligacional
El deber jurídico propio de la relación obligacional, esto es la deuda, tiene un contenido específico: la
prestación.
Se trata de una conducta o actitud, de dar, de hacer o no hacer, que sólo versa sobre entrega de cosas,
sobre prestación de actividad, o sobre abstenciones, y es típica de la obligación. La deuda, esto es el deber
jurídico de deudor emergente de la obligación, tiene contenido patrimonial pues recae sobre bienes
susceptibles de valor, y sujeta el patrimonio del deudor a la satisfacción del crédito del acreedor.
Presunción de inexistencia de obligación.
Naturaleza jurídica
Concepción jurídica
Potestad del acreedor
El criterio subjetivo concibe a la obligación teniendo en cuenta, exclusivamente, la posesión del acreedor:
la obligación le confería poderes sobre la persona o el comportamiento del deudor.

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Su máxima expresión se dio en el criterio clásico romano, que otorgaba al acreedor una actio in personam,
dirigida contra la entidad física del deudor y destinada a posesionarse del sujeto vinculado que no
cumpliera su obligación: así el deudor podía ser muerto o sometido a la esclavitud por el acreedor
insatisfecho.
Tal situación de potestad atribuida al acreedor aparece también en el pensamiento jurídico del siglo XIX a
través de Windscheid y Savigny. Para esta escuela, el derecho subjetivo es un poder o señoría de la
voluntad conferido por el ordenamiento jurídico. Correlativamente, afirma que el crédito somete el
comportamiento del deudor a la voluntad del acreedor, pues así como el derecho real proporciona señorío
sobre las cosas, el derecho de crédito brinda señoría sobre ciertos actos del deudor.
Concepción objetiva
Relación de patrimonios
Ihering definió al derecho subjetivo como el interés jurídicamente protegido.
De allí surgió la concepción del crédito en términos objetivos: tiende a la satisfacción de un interés privado
del acreedor, y la prestación es sólo un medio para ello.
El análisis circunscripto al interés del acreedor es eminentemente parcial. La obligación presupone que el
deudor se somete a ella, a través de un acto jurídico (como cuando contrata), o porque realiza el
presupuesto de hecho que es antecedente de la imputación del deber de cumplir una prestación (como
cuando comete un hecho ilícito)
Deber libre
En igual sector, Binder y Brunetti sostuvieron que el deudor tendría un deber libre de cumplir o no cumplir,
desde que la norma jurídica no manda a pagar, el deudor no tiene el deber jurídico de cumplir; por ello no
se aplica sanción alguna al incumplidor.
Semejante criterio resulta negatorio del derecho subjetivo en cuanto está emparentado con la tesis
kelseniana, y desconoce las virtualidades, éticas y jurídicas del deber de cumplir que genera un correlativo
derecho al acreedor.
Porque la obligación no presenta al deudor una alternativa entre cumplir y no cumplir para que obre a su
arbitrio. El deudor debe cumplir, éste es su deber, y si no cumple, por haber infringido tal deber, se lo
sanciona con la indemnización.
No hay pues, tal “deber libre”, expresión en la que, además, el adjetivo (libre) termina por esterilizar al
sustantivo (deber).
Deber in partiendo
Según Carnelutti, el deudor no tendría el deber jurídico de cumplir, ni el acreedor derecho a obtener la
prestación; sólo incumbiría al deudor el deber jurídico de soportar o tolerar la acción del acreedor
tendiente a tomar para sí la cosa sobre la cual recae la obligación y, recíprocamente, el crédito sólo le daría
el derecho a tomar para sí la cosa.
Méritos de la teoría objetiva
Lo parcial de su visión no obsta a la efectiva existencia de un interés del acreedor protegido jurídicamente.
Y al desvincular la prestación de la persona del deudor explica por qué se admite que un tercero satisfaga
al acreedor en lugar del obligado, o que en ciertos casos sea procedente que otro asuma la deuda del
deudor, que tome su lugar en la obligación, pues en tales supuestos se contempla el interés del acreedor
en ser satisfecho, con independencia de quién cumpla la prestación.
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Concepción apropiada
Deber y facultad en la relación jurídica
Situación del deudor y del acreedor
En la relación jurídica se advierten, en situación bipolar, un deber jurídico y un derecho subjetivo. Aquél
implica la sujeción de determinada conducta, y éste la facultad o poder del sujeto activo.
El deudor está sujeto a cumplir y el acreedor está investido de poderes conferidos por el Derecho para
obtener la satisfacción de un interés. De allí que la naturaleza jurídica ha sido buscada en la teoría que ve,
en la obligación, un doble sistema: la deuda y la responsabilidad
Deuda y responsabilidad
El pandectismo alemán del siglo XIX comenzó a formular la distinción este deuda y responsabilidad.
Esta doctrina halló su raíz en el mismo Derecho Romano, a través de la correspondencia entre el deber de
cumplir (deuda) y la posibilidad de sujetar la persona misma del deudor a la ejecución (responsabilidad).
Sin embargo, la ejecución sólo pudo ser llevada a cabo en el patrimonio, no sobre la persona del obligado,
de manera que la relación de responsabilidad se tornó eminentemente patrimonio, y así llegó a nuestros
días
Deuda
La experiencia más elemental indica que, comúnmente, las reglas de Derecho son cumplidas de modo
espontáneo. Cumplir la obligación es una esas reglas generalmente acatadas.
La razón de ese acatamiento ha de ser buscada en un imperativo ético, sin perjuicio de la incidencia de
otros mecanismos de los que se prevale el Derecho positivo: hay organizado todo un sistema de protección
al crédito a través de la regulación de sanciones jurídicas para el deudor que no cumple, que también
alientan al deudor para que cumpla y lo induce a ello si la regla moral no le resulta incentivo suficiente
Las virtualidades de la relación de deudor pueden ser esquematizadas así:
• El deudor tiene el deber jurídico de realizar la prestación y, asimismo, dicho deber tiene correlato en la
facultad de liberarse mediante el pago por consignación si el acreedor se niega injustificadamente a
aceptar la prestación ofrecida
• El acreedor tiene (con su crédito) la expectativa de obtener la prestación, y está investido de un título
para ello, de manera que si el deudor realiza el pago, éste es debido y no corresponde su repetición.
Responsabilidad
En la relación de deuda, la actitud del acreedor es esencialmente pasiva, pues aguarda el cumplimiento del
deudor que, a su vez, juega un rol en cierto modo activo, desde que debe realizar la prestación.
Esos papeles se truecan en la relación de responsabilidad: el acreedor, ahora en actitud francamente
activa, está investido de un poder de agresión que consiste en la facultad de emplear las vías legales
tendientes a obtener la ejecución específica de lo debido, o un equivalente indemnizatorio
Las virtualidades de la responsabilidad quedan esquematizadas de la siguiente manera:
• El acreedor tiene poderes, dirigidos a obtener su satisfacción, que recae sobre el patrimonio del
deudor, de suerte que el patrimonio cumple así una función de garantía de aquél.
• El deudor, cuyo patrimonio está sujeto a dicho poder, tiene la facultad de liberarse de su obligación,
aunque promedie su incumplimiento, siempre que satisfaga íntegramente el interés del acreedor.

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En síntesis: La deuda del acreedor tiene una expectativa a la prestación, es decir, al cumplimiento exacto
por parte del deudor; en la responsabilidad tiene, en cambio, una expectativa a la satisfacción, por medio
de la ejecución forzada, o por otro, a la indemnización.
Deuda sin responsabilidad
Admitida la noción de obligación natural, ésta plantea un caso típico de deuda sin responsabilidad: el
deudor tiene el deber de cumplir y el pago que realiza es debido, pero el acreedor carece de acción para
exigir su cumplimiento
Responsabilidad sin deuda
En cambio, no se concibe la responsabilidad sin que esté respaldada por la deuda.
Responsabilidad limitada
La responsabilidad puede estar circunscripta a determinados bienes del patrimonio del deudor.
Ejemplos: Aceptación de la herencia con beneficio de inventario: en este caso, el patrimonio del heredero
no se confunde con el del difunto y, por ello, está obligado por las deudas y cargas de la sucesión sólo hasta
la concurrencia del valor de los bienes que ha recibido de la herencia.
Comparaciones
Clasificación de las relaciones jurídicas
Criterios de clasificación
El Derecho subjetivo, que constituye un extremo de la relación jurídica, se corresponde con deberes de
comportamiento a cargo del sujeto pasivo.
Este comportamiento constituye el contenido del deber propio de la relación jurídica de que se trate, y
permite una clasificación elemental que arranca con dos criterio: 1: la índole del contenido sobre el cual
recae la relación, y 2: la identidad del sujeto pasivo
De acuerdo con la índole del contenido la relación jurídica es patrimonial o extrapatrimonial. El Derecho
del titular puede recaer en un bien económico, de valor pecuniario apreciable, caso en el cual la relación es
patrimonial. O puede recaer en un bien carente de esa valoración, tratarse así de una relación
extrapatrimonial.
En orden a la identidad del sujeto pasivo, el derecho es absoluto si puede ser opuesto a todo integrante
de la comunidad (erga omnes), y relativo si sólo compete respecto de persona o personas determinadas.
A la luz de estos criterio orientadores es posible efectuar una clasificación de las relaciones jurídicas de la
personalidad, de familia, reales y obligacionales.
Sin embargo, es de destacar que por más relativo que sea, todos y cada uno de los sujetos de Derecho que
no están vinculados por la obligación deben respetar la facultad del acreedor. Esto, por cuanto uno de los
fundamentos de la convivencia social jurídicamente regulada es el respeto de los derechos subjetivos o
facultades ajenas, en los cuales no es lícito inmiscuirse (a menos que el Derecho lo permita, en situaciones
particulares, esta intromisión).
En el fondo, pues, todos los derechos subjetivos tienen una nota de oponibilidad erga omnes, o sea, cierto
carácter absoluto.

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Relaciones patrimoniales y extrapatrimoniales
Son patrimoniales los derechos reales y de crédito. Los reales porque recaen sobre cosas que integran el
patrimonio; los creditorios porque dan derecho a exigir una conducta de dar, hacer o no hacer susceptible,
también, de apreciación económica.
Y son extrapatrimoniales los derechos de la personalidad y los derechos de familio. Los derechos de la
personalidad porque son concedidos al individuo como calidad que se presupone esencial a su naturaleza;
los de familia porque, aunque en plano secundario pueden conferir facultades patrimoniales, tienen un
contenido esencialmente moral.
Relaciones absolutas y relativas
En este ámbito de consideración son absolutos los derechos de la personalidad y los derechos reales. Los
de la personalidad porque pueden ser ejercidos contra todos, sin que tengan un destinatario en especial.
Lo mismo sucede con los derechos reales.
Son, en cambio, relativos los derechos de familia y los creditorio. Los de familia establecen una relación
entre personas determinadas. Y también lo son los derechos creditorios, por cuanto confieren facultad al
acreedor para reclamar a su deudor (no cualquiera) el cumplimiento de la prestación.

Comparación con los Derechos Reales


Criterio dualista
Caracteres típicos de la obligación
La obligación presenta algunas notas característica
• Patrimonialidad
• Relatividad
• Alteridad: en cuanto la relación se enlaza con otro sujeto, confiriendo a uno (el acreedor) derecho a
obtener determinado comportamiento del otro (deudor), es decir, a obtener la prestación, con una
coercibilidad típica del vinculum juris obligacional.
• Autonomía de la voluntad creadora: que se denota en cuanto el Derecho no da moldes rígidos para las
figuras de obligación, y porque las normas que la regulan son sustancialmente supletorias y no
Imperativa.

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• Temporalidad: pues la relación jurídica no es perpetua y se agota en un tiempo limitado, a lo que se
agrega que la inacción del titular puede derivar en la prescripción extintiva de la acción.
Caracteres típicos del Derecho Real
• Patrimonialidad, que es la única común con la obligación
• Carácter absoluto: la oponibilidad erga omnes
• Relación directa e inmediata con la cosa: el titular de un derecho real puede decir 'tengo", en tanto el
titular de un derecho personal (el acreedor) sólo puede afirmar "he de tener".
• Creación legal exclusiva: pues los derechos reales sólo pueden ser creados por la ley. Todo contrato o
disposición de última voluntad que constituyese otros derechos reales, o modificase los que por este
Código se reconocen, valdrá sólo como constitución de derechos personales, si como tal pudiese valer.
• Perpetuidad: en el sentido de que el titular del derecho real no lo pierde por su inacción, tanto que, si
alguien adquiere el derecho real ajeno por prescripción adquisitiva o usucapión, lo hace en virtud de su
acción, no de la sola inacción del propietario.
• Adquisición por tradición: salvo el caso de sucesión hereditaria y sin perjuicio de la exigencia de la
inscripción en ciertos supuestos.
• Posibilidad de usucapir: cuando transcurre cierto plazo de posesión.
• Jus persequendi: o facultad de perseguir la cosa aunque esté en manos de terceros.
• Jus preferendi: o sea preferencia a favor del titular más antiguo cuando concurren varios pretendientes
sobre la misma cosa, lo que no ocurre en materia de derechos creditorios, pues entonces las
preferencias obedecen a otras razones
Explicación monista. Crítica
Dualismo y monismo
El criterio que traza diferencias entre la obligación y el derecho real a tenor de sus respectivas
características es el denominado dualista.
Se le opone la concepción monista que intenta asimilar el derecho real a la obligación, o explicar al crédito
como un derecho real
El derecho real como obligación pasivamente universal
Desde que la relación jurídica enlaza relaciones entre sujetos, se ha pretendido que sería impropio
caracterizar al Derecho real como una relación entre la persona y la cosa. Así surgió la teoría que explica al
Derecho real como una obligación pasivamente universal (que tiene como antecedente a Kant y a Planiol).
El Derecho real, a tener de dicho criterio, no sería sino una obligación, que incube a todo miembro de la
comunidad, de respetar el derecho (real) de una persona; por ello, porque todos deben respetar el
derecho de otro sobre una cosa, tal obligación de no hacer sería pasivamente universal.
Crítica de la teoría
La teoría de la obligación pasivamente universal distorsiona los conceptos. La oponibilidad erga omnes, con
el consiguiente deber de todos de respetarlos, es propia de los derechos subjetivos. A veces éstos son
oponibles directamente a persona o personas determinadas (derecho creditorio y el de familia), y otras
veces no tienen sujeto determinado como destinatario del poder del titular (los de la personalidad o los
reales); pero todos los derechos subjetivos aun los caracterizados como relativos, importan el deber de la
comunidad de no inmiscuirse en ellos.
Por ello la caracterización del derecho real como una obligación de todos hacia el titular del derecho no
resulta convincente, pues tal deber general es propio de los derechos subjetivos y no específico de los
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derechos reales.
En otros términos: en la obligación el vinculo del deudor es la premisa del derecho del acreedor; en el
derecho real, las restricciones que pesan sobre cualquier sujeto pasivo son la consecuencia del derecho del
titular.
Desde otro enfoque, la obligación propiamente dicha, la que genera un derecho creditorio a favor de quien
puede reclamar una prestación, importa una situación excepcional que incide sobre el patrimonio del
deudor obligado.
Planiol: “La diferencia consiste en esto: la abstención impuesta por la existencia de un derecho real no
disminuye en nada las facultades naturales o legales de las otras personas; se les pide solamente que no
dañen al titular del derecho; todos los derechos que les son propios continúan intactos. Por lo contrario, la
abstención que constituye el objeto de un derecho de crédito, cuando la obligación es de no hacer,
disminuye sobre un punto concreto las facultades legales del deudor: su obligación le impide hacer una
cosa que le sería permitida según el Derecho común.
La existencia de un derecho de crédito constituye, así, siempre una carga excepcional para el deudor, un
elemento del pasivo de su patrimonio, mientras que la abstención universal ordenada por la ley para
asegurar el respeto a las personas y a los bienes no puede considerarse como una carga: es el estado
normal.”
Comparación con los Derechos de Familia
Entre la obligación y los Derechos de Familia se advierten las siguientes diferencias esenciales:
• En el Derecho de Familia hay deberes, ajenos al contenido patrimonial propio del Derecho de
obligaciones.
• En los Derechos de Familia predomina la idea de institución, concebida como de regulación imperativa
y trascendente en medio y fines a los sujetos titulares, en tanto la obligación está regida en buena
medida por la idea de la autonomía de la voluntad.
• En los Derechos de Familia se exige una conducta personal, en tanto ello no ocurre necesariamente en
la obligación.
• Las situaciones son distintas en una y otra órbita: la indemnización es así ajena, en principio, a las
relaciones de familia, cuyas sanciones son de otra índole.
Situaciones especiales
Obligaciones Propter Rem
[Ver PDF Obligaciones Propter Rem actualizado al CCyC]
Derecho a la cosa
Concepto. Antecedentes
El derecho a la cosa es otra situación intermedia entre la obligación y el derecho real, que consiste en la
facultad que tiene el acreedor de una obligación de dar, antes de la entrega de la cosa.
Ejemplo: El derecho del comprador, con relación a la cosa vendida, antes de que el vendedor la ponga en
sus manos, que se traduce en poder de embargarla.

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En el Derecho canónico medieval se comenzó a manejar la idea de este jus ad rem, o derecho a la cosa. Se
trataba de una facultad que correspondía al obispo respecto de los bienes que se le debían entregar para
el ejercicio de su ministerio, antes de la entrega efectiva: luego de la entrega tal jus ad rem se convertía
directamente en un jus in re, o derecho real.
Con el andar del tiempo pude verse la idea del derecho a la cosa aplicada a otras instituciones, inclusive
para caracterizar al propio derecho creditorio.
Vigencia actual de esta noción
Actualmente la noción del derecho a la cosa tiene sentido en regímenes como el nuestro, que exigen la
tradición para la adquisición del derecho real por parte del acreedor, y así designa su concreta expectativa
de convertirse en titular de la cosa debida.
En ejercicio de tal derecho a la cosa el acreedor de la entrega de un inmueble puede adoptar medidas
cautelares destinadas a asegurarla; por otra parte, cuando se da lugar a la registración del contrato del cual
surge la obligación de entregar el inmueble se planta una situación que, técnicamente, puede ser calificada
como derecho a la cosa.
Evolución de las obligaciones
Antecedentes históricos
Derecho Romano
La propia etimología del vocablo obligación denota el concepto de sujeción. Esta sujeción, en el Derecho
Romano, era eminentemente personal: se consideraba al deudor estrechamente ligado respecto del
acreedor, lo cual dio lugar a la concepción subjetiva de su naturaleza jurídica.
La figura del nexum (esto es ligar, anudar) surgía por convenio, o cuando el deudor addictus era condenado
a satisfacer la prestación, y luego de 60 días de detención del deudor sujeto a nexum el acreedor podía
llevarlo a la otra orilla del Tíber, venderlo como esclavo, y aun matarlo y repartir su cadáver en caso de
haber pluralidad de acreedores.
Esta situación extremadamente rigurosa fue paliada con la ley Poetelia Papiria del año 326 a.C, referida al
deudor nexum aunque no al addictus.
Como consecuencia de aquella concepción de la relación obligatoria como un vínculo eminentemente
personal resultó, en el Derecho clásico, que la obligación debía ser contraída personalmente (y no por
representante); que no podía ser cambiada (por cesión de crédito por asunción de deuda), ni la persona
del acreedor ni la del deudor; ni que no se concebía el pago por terceros, ni la obligación contraída a favor
de terceros o por terceros; etc. Poco de esto queda en el sistema jurídico vigente.
Derecho canónico
El moderno Derecho de las obligaciones tiene grandes resabios de las enseñanzas de los canonistas. Su
incidencia se halla fundamentalmente en lo que versa sobre el sentido moral de la relación obligatoria, y
así institutos como el de la buena fe-probidad, el de la modificación o invalidación de los actos lesivos y los
usuarios, o el de la relevancia del cambio de las circunstancias a través de la doctrina de la imprevisión,
etc., reconocen origen en el Derecho canónico.

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Artículo 724 del Código Civil Y Comercial – CCyC Comentado-Ameal
Artículo 724 CCyC: La obligaciones es una relación jurídica en virtud de la cual el acreedor tiene el derecho
de exigir al deudor una prestación destinada a satisfacer un interés lícito y, ante el incumplimiento, a
obtener forzadamente la satisfacción de dicho interés.
La conveniencia de la unificación de la legislación de las obligaciones civiles y comerciales se había puesto
en evidencia desde lar reforma parcial del Código velezano producida por la ley 17.711.
Análisis de la definición
El nuevo Código define la obligación. En el Código de Vélez, en cambio, el codificador había optado por
describir el contenido obligacional, obviando la definición.
La obligación es una relación jurídica, ni situación ni vínculo jurídico, ya que estos conceptos no denotan el
contenido dinámico propio de la obligación. Además, la obligación es una de las muchas relaciones
jurídicas que permite el Derecho.
La locución en virtud de la cual responde a la pregunta acerca de la fuente de la obligación, aludiendo a la
necesidad de su causa fuente.
La definición que brinda el precepto legal alude también a los sujetos de la obligación, acreedor y deudor,
sujetos activo y pasivo, los que pueden ser simples o plurales (en ese caso, resulta la responsabilidad
simplemente mancomunada, solidaria o concurrente), determinados o determinables, esto último, hasta el
momento del cumplimiento obligacional.
Deben poseer capacidad de derecho para ser titulares del crédito y deuda correspondiente, en cambio no
se requiere la capacidad de hecho, la que puede ser suplida por medio de la representación.
La definición legal añade el denominado contenido obligacional, esto es, la prestación, que la misma
responda a satisfacer un interés lícito del acreedor, lo que permite distinguir entre ese contenido
representado por la prestación de dar, de hacer o no hacer, del objeto que no es otra que el interés del
acreedor que se satisface mediante aquel cumplimiento.
Se destaca en la definición adoptada también la inclusión del derecho del acreedor, ante el incumplimiento
del deudor, de obtener forzadamente la satisfacción de su interés. Ello alejaría del concepto de
obligaciones a las denominadas naturales.
Naturaleza jurídica
La naturaleza jurídica de una institución apunta a desentrañar cuál es la razón de ser de su existencia.
Históricamente, se explicó la naturaleza obligacional desde un punto de vista subjetivo.
Para la concepción subjetiva, la obligación era un poder o señoría de la voluntad del acreedor sobre el
autor, desconociendo los derechos de este último. Ihering criticó esa postura, sosteniendo, en cambio, que
el derecho subjetivo era un interés jurídicamente protegido, de forma tal que, en materia obligacional, se
evidenciaba en una relación de patrimonios del acreedor y deudor.
Se ha explicado la naturaleza jurídica de la obligación reconociendo que existen dos momentos, el de la
deuda donde es el deudor quien desarrolla el rol activo al cumplir, mientras el acreedor se mantiene a la
expectativa de recibir el pago; en el momento de la responsabilidad, en cambio, ante el incumplimiento del
deudor, el acreedor iniciará las acciones legales tomando el rol activo.

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Elementos de las obligaciones
En la relación jurídica obligacional existen los siguientes elementos: sujetos, objeto, contenido, vínculo y
fuente y, sólo para las relaciones nacidas de un acto jurídico, la finalidad
Sujetos
En la relación obligacional, quien tiene la titularidad de la facultad, el sujeto activo, es el acreedor. Quién
está a cargo del deber, por su parte, es el deudor.
Determinación e indeterminación
Puede suceder que el sujeto (activo o pasivo) esté provisionalmente indeterminado, pues basta que sea
determinable, es decir, que sea susceptible de determinación.
Generalmente, tanto acreedor como deudor están determinados desde el nacimiento mismo de la
obligación. Pero en ciertas circunstancias tal determinación se produce con posterioridad al origen de la
relación obligacional, aunque siempre en tiempo anterior o simultáneo con el del cumplimiento.
La indeterminación provisional del deudor se da en las obligaciones propter rem. La del acreedor ocurre en
los títulos al portador (pagaré a la orden, transmisible por endoso), y en las promesas de recompensa
concebidas a favor de quien halle la cosa extraviada.
Quiénes pueden ser sujetos
La calidad de sujeto corresponde a la persona, sea ésta física o jurídica.
Cuando la obligación surge de un acto jurídico (contrato), es indudable que el sujeto debe ser capaz de
Derecho; si fuera incapaz de ejercicio, tal incapacidad sería suplible por representación.
Artículo 22 CCyC: Capacidad de derecho. Toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de
derechos y deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos,
o actos jurídicos determinados.
Artículo 23 CCyC: Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos,
excepto las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.
Artículo 24 CCyC: Personas incapaces de ejercicio. Son incapaces de ejercicio:
a) La persona por nacer
b) La persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con el alcance dispuesto en la
Sección 2ª de este Capítulo
c) La persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa decisión.
Transmisión de la calidad de sujeto
La calidad de acreedor y la de deudor pueden ser transmitidas, esto es, puede haber sucesión en ellas.
Sucesiones
• Sucesión entre vivos: Los efectos del acto se producen sin necesidad de que opere la muerte de una de
las partes.
• Sucesión mortis causa: Es aquella que opera a partir del fallecimiento de una de las partes. Ésta puede
ser legal o ab-intestato, siendo el juez el que debe, a petición de los herederos, dictar la declaratoria de
herederos, de la cual surgirá quienes acceden a los derechos hereditarios; o puede ser testamentaria,
cuando el causante ha dejado testamento previo a su fallecimiento.
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Clases de sucesores en sucesión mortis causa
Sucesor universal: Es aquel a quien pasa todo o una parte alícuota del patrimonio de otra persona. Estos
sucesores ocupan el lugar del causante y responder por los derechos y obligaciones de éste.
Sucesor particular: Es aquel al cual se transmite un objeto particular que sale de los bienes de otra
persona, no ocupa el lugar de la parte, es considerado como un tercero respecto de los actos jurídicos.
Artículo 2278 CCyC: Heredero y legatario. Concepto. Se denomina heredero a la persona a quien se
transmite la universalidad o una parte indivisa de la herencia; legatario, al que recibe un bien particular o
un conjunto de ellos.
Otra clasificación
Un acto es oneroso son aquellos que confieren una ventaja a alguna de las partes que, a su vez, está
obligada a satisfacer una contraprestación (compra-venta)
Los actos gratuitos son aquellos donde se beneficia una sola de las partes intervinientes, sin la necesidad
del cumplimiento de un compromiso u obligación (donación, legado).

Pluralidad de sujetos
La relación obligacional no se enlaza necesariamente entre un solo sujeto acreedor y un solo sujeto
deudor. Puede haber pluralidad de una u otra parte, o en ambas, desde el nacimiento de la relación
(pluralidad originaria), o surgir con ulterioridad (pluralidad sobreviniente).
Ejemplo Plularidad sobreviniente: Si muere el deudor o el acreedor singular, y la deuda o el crédito se
dividen entre varios herederos.
Por lo pronto, el vínculo puede ser simplemente mancomunado (lo cual significa que hay solamente
pluralidad de sujetos), o mancomunadamente solidarios; y, todavía, la prestación puede ser divisible o
indivisible.
Objeto
Concepciones y precisiones
El objeto es aquello sobre lo cual recae la obligación jurídica, es el qué de la relación.
Pueden ser definido como el bien apetecible para el sujeto activo, sobre el cual recae el interés suyo
implicado en la relación jurídica. Se trata de un quid del cual la relación extrae su razón de ser para el
sujeto.
Así, el objeto de la relación de entregar la cosa vendida que tiene a su cargo el vendedor, es la cosa misma:
esta cosa es, precisamente, lo que pretende el comprador, acreedor de aquella obligación.
Distingos con el contenido
Desde que el Derecho regula conducta humana, el contenido de la relación jurídica es cierta conducta
humana: el comportamiento del sujeto pasivo destinado a satisfacer el interés del titular activo respecto
del objeto.
Un mismo bien pude ser objeto de relaciones jurídica distintas.
Ejemplo. Puede ser objeto de una relación real de dominio, y el dueño (vendedor) tiene facultades respecto
de la cosa, que consisten en usarla, gozar y que incumbe a todos de abstenerse de realizar actos que
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puedan perturbarlo: pero es dable que también esa cosa sea objeto de una relación obligacional, cuyo
acreedor la obtendrá a través de la prestación que haga el deudor.
Cuando la obligación es de dar, la calidad de objeto corresponde a la cosa, lo cual no plantea dificultades
en los términos analizados.
Más problemático es hallar el objeto en las obligaciones de hacer, y en las de no hacer: en las de hacer se
considera objeto a la ventaja o utilidad que deriva del hecho debido (En un transporte, el ser trasladado a
un determinado lugar); y en las de no hacer, la ventaja o utilidad que deriva de la abstención debida (En la
cláusula de no establecer un comercio competitivo en un radio determinado, la ventaja o utilidad que surge
de tal abstención).
Objeto del contrato
El objeto del contrato son las relaciones jurídicas sobre las cuales versa; el objeto del contrato son las
obligaciones que de él resultan.
Técnicamente es posible distinguir:
• Un objeto inmediato: la obligación generada
• Un objeto mediato: el sujeto de la obligación, la cosa o el hecho, positivo o negativo, que constituye el
interés del acreedor.
Ejemplo: El objeto inmediato de la compraventa son las obligaciones de dar que surgen a cargo del
vendedor y del comprador; y el objeto mediato, la cosa (objeto a su vez de la obligación del vendedor) y el
dinero (objeto de la obligación del comprador)
El contratante, acreedor de una obligación creada por el contrato, satisface su interés de manera directa,
por medio de la obligación que se ha formado, para la cual el contrato ha sido un instrumento creador.
Contenido
Prestación
Se ha caracterizado a la prestación (o contenido de la obligación) como el comportamiento del deudor
tendiente a satisfacer el interés del acreedor.
Especies
Hay prestaciones positivas (que implican hechos positivos) y negativas (que consisten en una abstención).
Y, a su vez, la prestación positiva puede ser real (entrega de una cosa) o personal (realización de una
actividad)

El objeto de la obligación como objeto mediato


Entre quienes identifican los conceptos de objeto y prestación suele ser formulada, sin embargo, una
diferenciación entre el objeto inmediato y el objeto mediato de la obligación: El objeto inmediato sería la
prestación, y habría además un objeto mediato consistente en la cosa o en el hecho

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Requisitos de la prestación. Artículo 725 del CCyC. Análisis
Artículo 725 CCyC: Requisitos. La prestación que constituye el objeto de la obligación debe ser material y
jurídicamente posible, lícita, determinada o determinable, susceptible de valoración económica debe
corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor.
La norma identifica el concepto de prestación con el de objeto, pero lo distingue a su vez del de interés,
para dar adecuada respuesta a la antigua disputa sobre la patrimonialidad o no de aquel objeto.
En un principio, se entendió que el objeto obligacional se hallaba constituido por la prestación entendida
como conducta del deudor que recae sobre la entrega de cosas o prestación de servicios o abstenciones
que, a su vez, representaban el objeto de la prestación.
Otra postura distingue, con acierto, entre el objeto de la obligación que constituye el bien apetecido por el
acreedor, que se evidencia en los bienes materiales (cosas en las obligaciones de dar) o inmateriales
(utilidades en las obligaciones de hacer o no hacer); y la prestación que es contenido de la obligación
constituido por el comportamiento o actividad del deudor tendiente a dar, hacer o no hacer

Requisitos
La prestación constituye el comportamiento del deudor tendiente a la satisfacción del interés del acreedor.
Sus requisitos son:
• La posibilidad física y jurídica. Hay imposibilidad física cuando materialmente no resulta factible su
cumplimiento (tocar el cielo con las manos). Requiere que posea carácter absoluto, de forma tal que
afecte a cualquier deudor y no sólo al propio sujeto obligado.
En cuanto a la imposibilidad jurídica, se configura cuando el ordenamiento jurídico legal no posibilita su
cumplimiento (hipotecar un auto o prendar una casa).
La imposibilidad jurídica para resultar relevante debe ser actual, porque si ocurre durante la vigencia de
la obligación, ésta se extingue por imposibilidad de cumplimiento (Art. 955 CCyC).
• La licitud, que exige que no pueda ser contraria a la ley. A diferencia de la imposibilidad, el hecho no
está impedido sino sancionado por ley (Art. 1724 CCyC).
• La determinación puede acontecer hasta el momento del cumplimiento. La obligación de dar cosa
cierta es un ejemplo de prestación determinada (Art. 750 CCyC), mientras que la de dar cosa incierta es
indeterminada hasta la elección (Art. 726 CCyC).
• La patrimonialidad, entendida como la susceptibilidad de apreciación económica.
Se concluye que mientras la prestación siempre debe tener contenido patrimonial, el interés del acreedor
puede resultar extrapatrimonial.
Planteamiento de la cuestión
¿Puede la obligación tener una prestación extrapatrimonial?
Opinión de Savigny: Savigny entendió que la prestación debe tener valor pecuniario. Para ello partió de
algunos textos correspondientes al proceso formulario romano, que sólo autorizaban al juez a pronunciar
condena que fueran pecuniarias, y apoyó en ellas sus conclusiones; pero, observó Ihering, se olvida que al
lado del judex estaba el pretor, y este podía pronunciarlas
Opinión de Ihering: Para Ihering, en cambio, la obligación puede corresponder a un interés
extrapatrimonial. “Si me intereso por una persona, un objeto, por una situación es porque yo siento que
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dependo de ella, desde el punto de vista de mi existencia o mi bienestar, de mi satisfacción o mi felicidad.
Los intereses son, pues, las condiciones de la vida en su sentido lato”, aunque en alcance subjetivo y con
carácter relativo: “lo que para uno constituye parte de la vida en su plenitud, es decir, el bienestar, está
desprovisto de todo valor para otro”.
Ejemplos: El mozo que estipula con su patrón que quedará libre los domingos después del mediodía; el del
inquilino que estipula, para él y sus hijos, el goce del jardín de la casa.
Frente a esas hipótesis demuestra cómo inciden semejantes estipulaciones en el precio: menos salario
para el mozo, más alquiler para el inquilino de la casa con jardín, tienen significación en el interés de sus
titulares, y deben ser protegidos.
Influencia legislativa de estas teorías
El criterio del Código Civil francés es paralelo al de Savigny. El Código Civil alemán se limitó a establecer
que la obligación consiste en “hecho u omisión” y, dictado con los ecos de la discrepancia entre Savigny e
Ihering, se entiende que siguió a este último.
Más terminante fue el artículo 399 del Código japonés de 1986: dispuso que la prestación puede tener
inclusivo carácter no patrimonial.
Scialoja. El Código Civil italiano de 1942
Scialoja distinguió: a) La prestación, que debe ser patrimonial; y b) El interés del acreedor, que puede ser
extrapatrimonial.
Su punto de vista fue recogido por el Código Civil italiano de 1942: La prestación que constituye objeto de
la obligación debe ser susceptible de valoración económica, y debe corresponder a un interés, aunque no
sea patrimonial, del acreedor.
Solución del Derecho argentino
Corresponde distinguir las obligaciones contractuales y las derivadas de hechos ilícitos.
• La obligación nacida del contrato debe tener como prestación la entrega de una cosa o el cumplimiento
de un hecho positivo o negativo susceptible de apreciación pecuniaria.
Pero el interés del acreedor puede ser extrapatrimonial, habida cuenta de la multiplicidad de variantes que
puede presentar el ejercicio de la autonomía de la voluntad. Máxime que, en ciertas relaciones jurídicas no
obligacionales, el objeto puede ser de mero placer o de mero recreo, lo cual indica el criterio legislativo.
Sólo es necesario que el comportamiento debido por el deudor tenga significado económico.
• En los hechos ilícitos se genera una obligación a cargo del responsable, cuya prestación es patrimonial.
Y el interés del acreedor puede ser extrapatrimonial: el daño moral integra la reparación de los hechos
ilícitos.
En este contexto, respecto a la idea desarrollada acerca del concepto de objeto y contenido de la
obligación, cabe afirmar que en el Derecho argentino el contenido (prestación) debe ser susceptible de
valoración económica, pero el objeto (interés del acreedor) puede ser extrapatrimonial
Vínculo
Concepto

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El vínculo es uno de los elementos de la obligación, y se manifiesta por la sujeción del deudor a ciertos
poderes del acreedor.
Algunos autores (Borda, Llambías) entienden que el vínculo no es un elemento propio de la obligación, sino
común a todo derecho subjetivo.
Sin embargo, la obligación, al enlazar el derecho del acreedor y el deber del deudor, tiene un vínculo con
particularidades propias que justifican su tratamiento específico: en ella el vínculo constriñe al deudor de
cierto comportamiento concreto, que es la prestación
Caracteres típicos del vínculo obligacional
La libertad del deudor queda limitada en lo que concierne al comportamiento que debe como prestación y,
en caso de lo llevarla a cabo, a soportar los poderes de agresión patrimonial del acreedor.
El vínculo se manifiesta, concretamente, en dos aspectos, pues da derecho al acreedor: a) Para ejercer una
acción tendiente a obtener el cumplimiento; y b) Para oponer una excepción tendiente a repeler una
demanda de repetición (devolución) que intente el deudor que pagó.

Pero el derecho a demandar el cumplimiento no significa que las deudas pagadas espontáneamente
correspondan a una obligación que carece de vínculo: aunque no haya coerción efectiva, el vínculo se
manifiesta en la medida en que la relación jurídica obligacional es coercible, esto es, en que habría dado
derecho a demandar si el deudor no se hubiera avenido a cumplir.
Atenuaciones
El ordenamiento jurídico muestra diversas atenuaciones del vínculo
• Una se refiere al favor debitoris, esto es, a la presunción favorable al deudor en caso de duda acerca de
si está obligado o no. Pero cuando es indudable que está obligado, nada se presume a favor de su
liberación
• Otra versa sobre los límites a la ejecución, o favor debilis, derivados del impedimento de ejercer
violencia sobre la persona del deudor en ciertas obligaciones, o de la exclusión de los poderes del
acreedor respecto de determinados bienes que integran el patrimonio del deudor.
• Además el vínculo tiene límites temporales, pues el crédito desaparece en el momento en que alcanza
el cumplimiento de su fin. Es decir, la relación obligacional es siempre temporal y, en ciertos casos, su
límite está fijado por ley.
• Finalmente sólo se autoriza que el deudor abdique de una limitada esfera de su libertad.
Ejemplo: está prohibida la cláusula de no enajenar la cosa vendida a persona alguna, prohibición que
sólo puede regir respecto de una persona determinada.
El vínculo en las obligaciones correlativas
Hay obligaciones correlativas cuando las partes se obligan recíprocamente la una hacia la otra, porque la
prestación de una tiene razón de ser en la prestación de la otra, o contraprestación.
Ejemplo: En la compraventa, el vendedor es deudor de la entrega de la cosa y acreedor del precio, y el
comprador, que debe el precio, es acreedor de la entrega de la cosa vendida
En estas obligaciones correlativas cada una tiene un vínculo propio, que funciona de manera especial en
cuanto a varias circunstancias:

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• La facultad especial de exigir que el otro cumpla: Una de las partes no podrá demandar su
cumplimiento, si no probase haberlo ella cumplido u ofreciese cumplirlo, o que su obligación es a plazo.
Ejemplo: El comprador de un inmueble no puede exigir su escrituración si no pagó su precio, o no lo
ofrece pagar al momento de la escritura, o no dispone de un plazo para pagarlo.
• La facultad de disolver la propia obligación: Si una de las partes incumple por culpa, la otra puede
prescindir de reclamar su propio crédito y desligarse, a su vez, de su propia deuda.
Ejemplo: Si el vendedor cae en mora, tiene derecho a disolver en contrato de compraventa
La pérdida sin culpa de la contraprestación: En este caso el deudor de ella se libera, pero también se
extingue la correlativa deuda de la otra parte, debiendo devolverse todo lo recibido por motivo de la
obligación extinguida
El deber moral del artículo 728 del CCyC. Análisis
Artículo 728 CCyC: Deber moral. Lo entregado en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es
irrepetible.

Las obligaciones naturales en el Código de Vélez


El artículo 515 del Código de Vélez definió a las obligaciones civiles como aquellas que, frente al
incumplimiento del deudor, facultaban al acreedor a reclamar su cumplimiento. Las obligaciones naturales,
en cambio, eran aquellas que fundadas sólo en el derecho natural y la equidad, no conferían acción para
exigir el cumplimiento, pero autorizaban a retener lo que se había dado en razón de ellas.
Supuestos de obligaciones naturales: las prescriptas, aquellas que les faltaba la forma solemne, las no
reconocidas en juicio; además, pago de alimentos a quien la ley no los impone, gratificaciones no exigibles,
etc.
Las siguientes normas regulaban los efectos de las obligaciones naturales: no otorgaban acción para
reclamar su cumplimiento, pero tampoco podía repetirse lo abonado voluntariamente (Art. 516 CC): la
ejecución parcial no transformaba la obligación en civil, como tampoco permitía reclamar el saldo
adeudado (Art. 517 CC); las garantías constituidas por terceros para darles seguridad eran válidas,
resultando ejecutables (Art. 518 CC)
Los deberes morales en el nuevo Código
A tono con las regulaciones de los Códigos alemán, suizo de las obligaciones e italiano de 1942, el Código
Civil y Comercial asimila las obligaciones naturales con los deberes morales, desconociendo su naturaleza
obligacional, emplazándola en torno de la regulación del pago que no da derecho a la repetición, como
causa que justifica la retención de lo recibido.
La definición de la obligación que incorpora el artículo 724 del nuevo Código conduce a descartar el
carácter obligacional de las denominadas obligaciones naturales, categoría cuya supresión se propone en
razón de considerarse que no son verdaderas obligaciones por defecto de exigibilidad.
Apartándose de la calificada doctrina, el Código Civil y Comercial ha seguido erróneamente otra tendencia,
considerando que se trata de deberes morales y no jurídicos. El efecto es la irrepetibilidad que se funda en
razones de paz e interés social, más que en función y base estrictamente jurídica. Lo entregado en
cumplimiento de deberes morales o de conciencia es irrepetible.

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El ordenamiento jurídico no puede de ninguna forma ignorar o suprimir la existencia de obligaciones
naturales porque tale se basan en un ordenamiento distinto que es el natural y, por ende, no puede ser
alcanzado por lo que establezca el legislador.
En definitiva, la coercibilidad no es un elemento esencial para la existencia de una obligación, ya que es
algo accidental y exterior a la estructura de aquélla.
Semejanzas y diferencias entre las obligaciones naturales y deberes morales
El Código velezano no sólo trazaba una distinción entre obligaciones civiles y naturales, sino que, al definir
qué se entiende por obligación natural, las distinguía de los llamados deberes morales.
Las obligaciones naturales están fundadas sólo por el Derecho Natural y en la equidad, mientras que los
meros deberes morales responden a motivaciones tales como la caridad, la gratitud, el honor, la solidarias,
entre otros.
En ese orden, hay deberes de justicia, u obligaciones que caen en el ámbito del Derecho y hay deberes de
caridad, que son metajurídicos, y a los que por tanto no cuadra denominar como obligaciones.
Ejemplos: Entre los deberes de justicia se encuentra los impuestos por el Derecho positivo y los que son
impuestos por el Derecho natural, que aunque sólo juegan en el fuero interno de las personas, establecen a
favor de alguien el título de la prestación debida.
Se nota cierta analogía entre las obligaciones naturales y los deberes provenientes de la mora; pero es
indudable también que existen muchas diferencias. La moral y el Derecho se encuentran íntimamente
ligados: es por ello que muchos deberes morales son también jurídicos.
Ejemplos: Obligación del padre de dar alimento a sus hijos, los deberes de fidelidad de los esposos, etc.
Pero hay ocasiones en que el Derecho no acompaña a la moral: Los mandatos de caridad, por ejemplo.
Tanto las obligaciones naturales como los deberes puramente morales tienen como característica la falta
de conexión por parte de la ley para obligar al deudor al cumplimiento de la deuda y el dejar librado a la
conciencia del que debe satisfacción o pago de lo debido. En cambio, se diferencian en que una vez
cumplida la obligación natural, produce los mismos efectos que si se hubiera ejecutado una obligación civil
y no se puede repetir lo pago.
Fundamentos de ultima ratio de cada una. La moral serviría de sustento a los deberes de conciencia,
mientras que la justicia conmutativa o distributiva en general (el Derecho Natural) o la justicia del caso
concreto (equidad) darían sustento a las obligaciones naturales. Es por ello que respecto de las
obligaciones naturales no puede exigirse su cumplimiento, pero cumplido no puede repetirse porque se
pagó lo que en realidad se debía; de acuerdo con la ley natural.
En este contexto, las obligaciones naturales dan a la persona con quien hemos contratado un derecho
contra nosotros en el foro de la conciencia. En las obligaciones naturales existe un acreedor en el foro
interno (toda vez que no goza de facultades para exigir su cumplimiento pero sí de la irrepetibilidad de
pagado por ella); mientras que en los meros deberes morales hay un obligado, pero no hay un acreedor ni
el foro interno (conciencia) ni en el externo.
La postura más adecuada es la de considerar la obligación natural como un puro deber de equidad o de
derecho natural, pues si bien es ciertamente un deber de conciencia, que proviene de una convicción
íntima que mueve a alguien a obrar una determinada conducta, responde una exigencia de justicia o de
derecho natural, lo que lo diferencia a aquellos deberes de conciencia que impulsan al hombre a obrar de
un modo determinado por imperativo puramente de equidad y que por ende no engendran obligaciones
naturales.
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En resumen, en las obligaciones naturales encontraremos siempre un acreedor con derecho suficiente para
reclamarle a su deudor el cumplimiento de una obligación y recibir la misma “como suyo”, toda vez que
está en juego el deber de justicia. En cambio, en los meros deberes morales, no existe tal facultad. En estos
casos, el beneficiario nada tiene para reclamar a título personal.
Consecuencias de la ausencia de la regulación de la obligación natural
A pesar del desconocimiento de la categoría de la obligación natural, ésta posee naturaleza jurídica
obligacional porque en ellas el vínculo se manifiesta por excepción, facultando al acreedor a exigir el
cumplimiento aunque sin auxilio de la fuerza pública y a repeler cualquier intento de repetición de lo
pagado, porque el acreedor posee título para retenerlo.
Por otra parte, se encuentra impedida la acción pauliana por parte de otros acreedores del deudor, porque
no constituye una liberalidad, en cuanto cumple con lo debido.
Si por error de hecho o de derecho una persona se cree obligada por una obligación civil a pagar algo y
cumple, pero en realidad no había tal obligación civil, sino que sólo tenía al respecto un deber de caridad
de reconocimiento o de cortesía, tiene derecho a la devolución de loque dio en pago (Art. 1796, inc. A
CCyC). En cambio, si quien se cree obligado a pagar algo por una obligación civil en realidad estaba
obligado a ello por una obligación natural, no tiene derecho a repetir lo que dio, de acuerdo con la norma
en comentario.
El vínculo de las obligaciones recíprocas
También si dos sujetos son deudores y acreedores entre sí, en razón de obligaciones ajenas la una de la
otra, no existiendo, por lo tanto, correlatividad, sino mera reciprocidad, en ciertas circunstancias se
produce la compensación.
Artículo 921 CCyC: Definición. La compensación de las obligaciones tiene lugar cuando dos personas, por
derecho propio, reúnen la calidad de acreedor y deudor recíprocamente, cualesquiera que sean las causas
de una y otra deuda. Extingue con fuerza de pago las dos deudas, hasta el monto de la menor, desde el
tiempo en que ambas obligaciones comenzaron a coexistir en condiciones de ser compensables.
Causa
Causa Fuente
Concepto
Toda relación jurídica proviene de un hecho con virtualidad suficiente para establecerla; lo mismo sucede
en la relación obligacional. De allí que se denomina fuente de la obligación al hecho dotado de virtualidad
bastante para generarla
Artículo 726 del CCyC. Análisis.
Artículo 726 CCyC: No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho idóneo para
producirla, de conformidad con el ordenamiento jurídico.
La causa fuente
Causa fuente de la obligación son los hechos con virtualidad suficiente para crear derechos creditorios.
En la clasificación clásica del Derecho Romano (Institutas de Gayo), las fuentes eran el contrato y el delito,
a la que se agregaron las figuras reconocidas como cuasicontratos y cuasidelitos (Institutas Justincanas).

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Posteriormente, se elaboraron y sistematizaron otras fuentes obligacionales como el abuso del derecho, la
voluntad unilateral, el enriquecimiento sin causa y, para algunos, la sentencia judicial.
Necesidad de la causa
La causa fuente es elemento de la obligación y su necesidad es evidente para que alguien quede obligado
frente al acreedor.
Ese ligamen debe derivar de un hecho al que el ordenamiento jurídico reconozca capacidad jurígena de
derechos.
El nuevo Código recoge como fuentes obligacionales el contrato (art. 957 CCyC); el cuasicontrato (art. 1790
CCyC); delito (arts. 1724 y 1737 CCyC); el cuasidelito (arts. 1724 y 1737 CCyC); la ley (arts. 646 y ccdtes.
CCyC); el enriquecimiento sin causa (art. 1794 CCyC); la voluntad unilateral (art. 1800 CCyC); y el abuso de
derecho (art. 10 CCyC).
Enunciado y clasificación tradicionales (vuelta al manual de Alterini)
• Históricamente, la Ley de las XII Tablas reconocía dos fuentes: el nexum (contrato) y el furtum y la
rapina (delito).
• En el siglo I, Labeón expresaba que las cosas se hacen (delitos), se convierten (contrato), o se gestionan
(supuesto semejante al contrato).
• En el siglo siguiente, la Instituta de Gayo volvía al enunciado clásico de fuentes: el contrato y el delito.
• El Digesto agregó la variae causarum figurae (o diversas especies de fuentes).
• Y las Institutas de Justiniano concibieron una clasificación cuatripartita: las obligaciones nacen ex
contractu, quasi ex contractu, ex delicto y quasi ex delito (de contrato, como de contrato, de delito y
como de delito)
• Heinnecio y Pothier entendieron que las obligaciones nacidas como de contrato y como de delito eran
cuasicontratos y cuasidelitos, lo cual modificó los términos de la exposición: obligar como algo, no es
ser casi algo.
• Los glosadores, por fin, agregaron como fuente a la laey
• Ortolán enunció como fuentes al contrato, al hecho ilícito, al enriquecimiento indebido y a las
relaciones de familia y en la sociedad
• Freitas, en su Esbozo, trajo un enunciado semejante al que recogió Vélez Sarsfield.
• Más moderadamente, Planiol encontró dos fuentes: la voluntad y la ley.
• Demogue sólo una: la ley, aunque en realidad esto escamotea el problema porque es tanto como decir
la obviedad de que el Derecho vigente es el Derecho positivo.
• Según Colmo, la única fuente es la voluntad: la de las partes en el acto voluntario, la del legislador en la
ley.
• Llambías pensó, por su lado, que las fuentes son tres: el acto jurídico, el hecho ilícito y la norma jurídica
(legal o consuetudinaria).
Fuentes nominadas
Dentro de las fuentes nominadas se encuentran:
• Contrato: que se trata de un acto jurídico que puede ser bilateral o plurilateral
Artículo 957 CCyC: Definición. Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales.

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• La voluntad unilateral: acto jurídico unilateral
Artículo 1800 CCyC: Regla general. La declaración unilateral de voluntad causa una obligación
jurídicamente exigible en los casos previstos por la ley o por los usos y costumbres. Se le aplican
subsidiariamente las normas relativas a los contratos.
• Los hechos ilícitos: Comprensivos de los delitos (acto con dolo) y los cuasidelitos (acto con culpa)
Artículo 1724 CCyC: Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa
consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las
personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o
profesión. El dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta
indiferencia por los intereses ajenos.
Artículo 1737: Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el
ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva.
• Abuso del derecho: Se da cuando se los actúa de un modo irregular.
Artículo 10 CCyC: Abuso del derecho. El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una
obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto.
• Enriquecimiento sin causa: Existe cuando alguien se enriquece indebidamente a expensas de otro.
Artículo 1794 CCyC: Caracterización. Toda persona que sin una causa lícita se enriquezca a expensas de
otro, está obligada, en la medida de su beneficio, a resarcir el detrimento patrimonial del empobrecido.
Si el enriquecimiento consiste en la incorporación a su patrimonio de un bien determinado, debe restituirlo
si subsiste en su poder al tiempo de la demanda.
• Cuasicontratos: O gestión de negocios, o sea cuando alguien se encarga, sin tener mandado, de un
negocio ajeno
Artículo 1790 CCyC: Aplicación de normas del mandato. Las normas del mandato se aplican
supletoriamente a la gestión de negocios.
Si el dueño del negocio ratifica la gestión, aunque el gestor crea hacer un negocio propio, se producen los
efectos del mandato, entre partes y respecto de terceros, desde el día en que aquélla comenzó.
Fuentes innominadas
En ellas quedan comprendidos todos los hechos generadores carentes de una denominación especial. Por
eso se dice que la obligación nace ex lege (de la ley), implicando de tal manera que nace de un hecho
dotado por el ordenamiento jurídico de energía bastante para generar una obligación.
Caso de la obligación inválida
La obligación putativa es la creada por error. Dicha norma prevé que si tanto el acreedor como el deudor
incurrieron en error al constituir la obligación, tal relación carece de virtualidad: el acreedor "queda
obligado a restituirle al deudor el respectivo instrumento de crédito, y a darle liberación por otro
instrumento de la misma naturaleza”.
Lo relevante para la invalidez de la obligación es la falta de intención del deudor. Siendo inválido el acto
jurídico cae con él la obligación que hizo nacer porque ésta carece de fuente.

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Causa fin
Noción filosófica-jurídica
El problema de la causa tiene largo desarrollo filosófico-jurídico.
Ya Aristóteles distinguía las causas formal, material, eficiente y final. A la causa formal determinada la
materia para ser algo, en tanto la causa material implicaba el sustrato, la condición necesaria para que ese
algo fuese lo que era.
Las causas eficiente y final pertenecían al devenir: la causa eficiente, como agente que daba lugar al acto;
la causa final, significando el por qué de ese acto.
Ejemplo: Una estatua: causa formal es la idea de escultor (responde a ¿cómo?); causa material, el mármol
con el cual se la construye (¿de qué?); causa eficiente, el escultor mismo (¿quién?, ¿qué?); causa final, el
propósito determinante de su obra (¿para qué?).
A partir del Renacimiento, la ciencia moderna desarrolló en especial la noción de causa eficiente, en la que
subsumió el concepto de causa. Esta misma causa eficiente (o motora, o fuente) es también relevante para
el Derecho argentino: “no hay obligación sin causa”.
Teorías referidas a la causa
• Tesis causalista (Domat): La teoría clásica, que remonta a Domat, estudia la causa final en tres tipos
diferentes de contratos: los sinalagmáticos, los unilaterales y los gratuitos. En los primeros, la
obligación de cada parte tiene por causa la obligación de la otra, pues ese objetivo es lo que ha llevado
a cada cual a contratar. En los actos unilaterales la causa de la obligación del deudor es el hecho
cumplido por el otro contratante. Finalmente, en los contratos gratuitos la causa final consiste en la
intención de hacer una liberalidad o de prestar un servicio. Para esta teoría, la causa impulsiva no es un
elemento intrínseco y constitutivo de la obligación, sino extrínseco y esencialmente variable, por lo que
carece de influencia sobre la eficacia del acto. En suma, según la doctrina clásica francesa del siglo XIX,
la causa es el fin abstracto, inmediato, idéntico en todos los actos jurídicos pertenecientes a la misma
categoría, que persiguen el autor o los autores de un acto jurídico determinado
• Tesis anticausalista (Ernst – Planiol): Esta tendencia niega que la causa final sea un elemento
constitutivo del acto jurídico, y sostiene que ella se confunde con el objeto o con el consentimiento. Lo
primero ocurre en los contratos sinalagmáticos, en los que una misma cosa (obligación de pagar el
precio en la compraventa) se da el nombre de objeto y de causa final de la obligación del vendedor. Lo
segundo pasa con los contratos gratuitos, en los cuales la intención de beneficiar no puede ser
separada de la voluntad real del donante. Por último, respecto de los contratos unilaterales,
inconscientemente se deja de lado el concepto de causa final para acordar al hecho previo del acreedor
la función de causa eficiente.
• Tesis neocausalista (Capitant): Ya en la segunda década del siglo XX, de la mano de Henri Capitant,
aparecerá un nuevo concepto de causa fin que rescatará la idea de los postglosadores y canonista en
cuanto a considerarla desde sus aristas subjetivas y vincularlas con la intención perseguida por las
partes al celebrar el acto. En el sentido que surge de las enseñanzas de Capitant, se afirma que la causa
es la finalidad que ha guiado a cada una de las partes al celebrar un determinado acto jurídico. Resulta
entonces imposibles de confundir el objeto desde que éste es común para todas las partes aunque
pueda estar compuesto por más de un elemento (la cosa vendida y la suma de dinero pagada como
precio en el contrato de compraventa). En cambio la causa puede ser distinta para cada una de las
partes que intervienen en el acto.

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La consideration
El Derecho anglosajón maneja la idea de consideration. Esta constituye, como la finalidad, la razón
determinante del acto, y debe tener algún valor o representar algún interés para el sujeto, aunque no
resulte proporcionado, con tal que sea conforme al Derecho.
En otras palabras, hay consideration cuando existe cierta contraprestación, y de allí que en Derecho
anglosajón, los contratos sin consideration sólo sean vinculantes cuando son cumplidas determinadas
formalidades.
Ejemplo: Una donación carece de consideration por no haber contraprestación. De manera que si alguien
promete, sólo queda obligado a cumplirla si formaliza un contrato bajo sello, para evitar así promesas
irreflexivas.
Actos abstractos
Se consideran actos abstractos aquellos cuya virtualidad es independiente de la causa-fin.
En los actos causados, la carencia, ilicitud o falsedad de la causa-fin determinada que sean inválidos; en los
abstractos, en cambio, esas circunstancias no juegan un ningún papel cuando el acreedor pretende el
cumplimiento, sin perjuicio de que puedan tener relevancia con ulterioridad.
Es decir, cuando se trata de un acto causado, lo relativo a la carencia, ilicitud o falses de la causa-fin es
tema de debate en el proceso judicial mediante el cual el acreedor pretende el cumplimiento: el acreedor
goza de ciertas presunciones favorables a su derecho, pero el deudor puede destruirlas con el efecto de
invalidar el acto y, por consecuencia, obtener el rechazo de la pretensión de aquél. En cambio, en el acto
abstracto no es discutible lo relativo a la causa-fin cuando el acreedor formula su reclamo: el deudor debe
cumplir pero, ulteriormente, tiene derecho a exigir la repetición (devolución) de lo que pagó si demuestra
la carencia, ilicitud o falsedad de la causa-fin del acto generador.
Ejemplo: En la ejecución de un pagaré (acto abstracto), el deudor no puede discutir la causa de la
obligación, pero una vez que ha pagado lo que se le reclamaba, puede a su vez demandar al acreedor para
que se lo devuelva.
Cuando el acto es causado, la existencia, licitud y veracidad de la causa-fin se presumen juris tantum;
cuando el acto es abstracto, tales circunstancia sólo son discutibles luego del cumplimiento por el obligado.
Por cierto que, en el reclamo por cumplimiento de las obligaciones generadas por un acto causado, el
acreedor no tiene por qué probar la causa-fin, solución que deriva lógicamente del juego de las
presunciones establecidas.
Legislación comparada
La doctrina del acto abstracto fue recogida con amplitud por la legislación germánica, en razón de que se
favorece el tráfico de bienes en la medida en que, al prescindir de los elementos intencionales del sujeto,
se funda en la noción de apariencia: la existencia de un título lo hace exigible sin discusiones previas.
Por otra parte, y con extensión universal, los títulos circulatorios (cheques, pagarés) son abstractos.
Se advierte, sin embargo, que los sistemas que admiten la noción de acto abstracto, correlativamente dan
lugar con amplitud a la acción por enriquecimiento sin causa: el deudor que cumple en virtud del título
abstracto que esgrime el acreedor puede obtener fácilmente la devolución de lo pagado si demuestra que
hubo una traslación de bienes desprovista de razón suficiente. Así ocurre en el Código Civil alemán.

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Casos
Los actos por los cuales un tercero garantiza el crédito son abstractos: En este sentido, en la fianza y en la
constitución de hipoteca, o anticresis, el tercero que dio dichas garantías no tiene derecho a oponer al
acreedor defensas concernientes a la finalidad de su relación interna con el deudor.
En el Derecho Comercial la noción de acto abstracto se da también en la letra de cambio, el pagaré y en el
cheque.

Reconocimiento de la obligación
Artículo 733 CCyC: Reconocimiento de lo obligación. El reconocimiento consiste en una manifestación de la
voluntad, expresa o tácita, por la que el deudor admite estar obligado al cumplimiento de una obligación.
Concepto
Se define el reconocimiento como la manifestación de voluntad (expresa o tácita) hecha por el deudor
admitiendo que se encuentra obligado al cumplimiento de una prestación.
La importancia del reconocimiento en las obligaciones pivotea en tres aspectos:
• Como medio de prueba, en los supuestos de la pérdida o inexistencia del título original
• Como medio interruptivo del curso de la prescripción liberatoria
• Como título constitutivo de una nueva obligación (promesa autónoma de deuda).
Legislación comparada
En Derecho comparado se destacan tres grandes sistemas de hacen referencia a las diversas formas en las
que puede manifestarse el reconocimiento:
• Sistema francés: El reconocimiento está legislado dentro de los actos de récognitifs y confirmación,
como un documento probatorio de la obligación. Asimismo, funciona como un hecho que interrupta la
prescripción.
• Sistema alemán: El reconocimiento según este sistema se asume como un medio creador de
obligaciones, reviste el carácter de título público constitutivo de una obligación cuando se manifiesta
como una promesa abstracta de la deuda. Asimismo, el ordenamiento alemán recepta el
reconocimiento causal de la obligación, cuando se refiere a un negocio causado, siendo el acto formal y
revistiendo el carácter de medio de prueba.
• Sistema argentino: Tradicionalmente el reconocimiento de nuestro sistema tenia un doble efecto:
como medio de prueba de la obligación y como acto interruptivo de la prescripción.
Con la reforma de la ley de fondo, receptándose en nuestro sistema el reconocimiento autónomo,
como creador de obligaciones, similar a la promesa de cumplimiento de la obligación del Código
alemán.
Tipos de reconocimiento
• Reconocimiento abstracto: Es el reconocimiento constitutivo de deuda, íntimamente conectado con la
promesa abstracta de deuda, es aquel que origina el nacimiento de la obligación con independencia de
la causa-fin.
• Reconocimiento declarativo o causal: Es el reconocimiento con finalidad meramente declarativa y
actúa como medio probatorio, está ligado a la existencia de una obligación anterior que le sirve de
fundamento para el acto de reconocimiento.

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Metodología del Código
El Código Civil y Comercial regula el reconocimiento en el Libro Tercero –“Derechos personales”–, Título I
“Obligaciones en general”, Capítulo 1 referido a las disposiciones generales.
La doctrina mayoritaria criticaba el Código velezano ya que legislaba el reconocimiento en la parte primera
“De las obligaciones en general”, Título XV “Del reconocimiento de las obligaciones”, se entendía que
correcta ubicación era tratar la teoría general de los hecho y actos jurídico, ya que constituye un medio
probatorio genérico de los mismo, y no específico de las obligaciones.
No obstante las críticas señaladas, el codificador ha optado por mantener la metodología seguida por Vélez
como oportunamente así lo hizo el Proyecto de 1998.
Naturaleza jurídica
• La doctrina mayoritaria entiende que se trata de un acto jurídico, en el sentido de que quien reconoce
tiene como fin inmediato la existencia de una obligación a su cargo, o ben como fuente constitutiva de
una obligación (promesa autónoma de deuda); con el fin de someterse a las consecuencias jurídicas
derivadas de ella
• Para otros es un acto lícito, entienden que las consecuencias jurídicas derivadas del mismo son
determinadas por la norma en cuestión con independencia de la voluntad de quién lo ejecuta
• Otra corriente sostiene que el reconocimiento puede ser un acto jurídico o un hecho jurídico según sea
el caso. Así, atendiendo a su efecto interruptivo de la prescripción será un mero hecho jurídico, ya que
este efecto se manifiesta con prescindencia de la voluntad del agente. En cambio, si el deudor
reconoce la deuda y se somete a sus consecuencias, estamos ante un acto jurídico.
Caracteres
La doctrina es uniforme en señalar que el reconocimiento (como acto jurídico) presta como principales
caracteres los siguientes:
• Es unilateral: Se configura solamente con la concurrencia de la voluntad del otorgante, careciendo de
relevancia la participación del acreedor. Así, es válido el reconocimiento hecho en testamento.
• Es irrevocable: Una vez realizado por el deudor no puede ser dejado sin efecto.
• Es declarativo de una obligación preexistencia, y constitutivo de una nueva obligación. Este último
carácter se añade atento a incorporarse en el Derecho positivo argentino la promeso autónoma de
deuda.
Efectos
Con la incorporación de la promesa autónoma de deuda a nuestro Derecho positivo, los efectos del
reconocimiento son tres:
• Prueba de la obligación: Se desprende de la definición del artículo; uno de los principales efectos del
reconocimiento es que constituye, para el acreedor, un medio probatorio de la existencia de la
obligación.
• Interrupción de la prescripción en curso: Es otro de los efectos del reconocimiento, operar como
medio interruptivo del curso de la prescripción liberatoria. En este punto, es necesario aclarar que
respecto de la prescripción ya ganada, el reconocimiento no produce ningún efecto sobre la obligación
natural que subsiste como tal, salvo que el deudor renuncie a la prescripción ya cumplida.
Claro está que, para que el efecto interruptivo se produzca, es necesario que el plazo de prescripción
no se encuentre venido.
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• Título constitutivo de una nueva obligación: A través de la promesa autónoma de deuda, el otorgante
del acto constituye una nueva obligación prescindiendo de una obligación anterior (reconocimiento
abstracto)
Requisitos del reconocimiento
Para que el reconocimiento sea válido, el otorgante debe ser capaz al momento de ejecutar el acto, o bien
actuar a través de sus representantes. En los casos en los que actúe por mandatario o apoderado, éste
deberá contar con poder otorgado según la forma prescripta para el acto que se trate
El que efectúa el reconocimiento debe manifestar inequívocamente su voluntad de reconocer, con la
salvedad de que dicha manifestación de voluntad no debe hallarse viciada al momento de otorgar el acto.
Por último, tanto la causa como el objeto del acto de reconocimiento deben ser lícitos
Especies de reconocimiento
El Código velezano en su artículo 720 establecía que el reconocimiento podía manifestarse expresa o
tácitamente, por actos entre vivos y/o por disposición de última voluntad y materializarse a través de
instrumentos públicos o privados
La norma en cuestión, el artículo 733, sólo establece que el reconocimiento puede ser manifestado de
manera expresa o tácita, sin atender a lo prescripto por el artículo 720 de la ley de fondo derogada. Es de
hacer notar que, a pesar de lo expuesto, el reconocimiento podrá formalizarse en instrumento público o
instrumento privado.
La jurisprudencia ha dicho que para el reconocimiento expreso basta que éste sea objetivamente tal. En
cambio, para el tácito, se exigen actos por los cuales se pueda reconocer con certidumbre la existencia de
la voluntad por la que se reasume la deuda, lo que debe ser analizado en cada caso particular e
interpretado restrictivamente.
La norma no establece formas para la instrumentación del reconocimiento, pero al resultar un acto jurídico
unilateral puede ser manifestado de manera expresa exteriorizándose oralmente, por escrito, por signos
inequívocos. A esto se le debe agregar que los actos jurídicos manifiestan tácitamente la voluntad del
sujeto cuando de aquéllos puede ser conocida con certeza.
Diferencia con otras figuras
Es necesario distinguir el reconocimiento de otras figuras con las que tiene notorias diferencias:
• Confirmación: La confirmación tiene como finalidad convalidar un acto jurídico viciado de nulidad
relativa, mientras que en el reconocimiento se admite la existencia de una obligación válida y
preexistente
• Confesión judicial: La confesión en el ámbito procesal funciona como un medio de prueba donde una
persona admite hecho contra sí misma. Si bien el reconocimiento tiene como efecto ser un medio
probatorio, la diferencia sustancial con la confesión radica en que tiene como existente un vínculo
obligacional, no un hecho.
• Novación: La novación es la extinción de una obligación por la creación de otra nueva, destinada a
reemplazar. Uno de los requisitos esenciales del instituto es la voluntad de novar, en caso de duda, el
animun novandi no se presume. En cambio, el reconocimiento no tiene como finalidad sustituir una
obligación por otra, sino que se trata de un acto jurídico que admite la existencia de una obligación
preexistente. La diferencia entre ambas figuras aún se mantiene en el supuesto de la promesa

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autónoma de deuda (reconocimiento abstracto), en tanto que título constitutivo de una obligación,
prescinde de la existencia de una obligación anterior.
• Renuncia: La renuncia es un acto jurídico unilateral cuya finalidad es declinar un derecho ya adquirido,
que puede ser retractado mientras no sea aceptado. En el reconocimiento, es irrevocable. Asimismo, su
finalidad no es hacer abandono de un derecho sino reconocer la existencia de una obligación
preexistente.
• Transacción: La transacción es un contrato (acto jurídico bilateral) cuya finalidad es evitar un litigio o
ponerle un fin al mismo, y donde las partes extinguen obligaciones dudosas o litigiosas, a través de
concesiones recíprocas. El reconocimiento es un acto jurídico unilateral, cuyo objetivo no es extinguir
obligaciones sino admitir la existencia de una obligación.

Efectos de las obligaciones en general


Nociones previas
Concepto
Los efectos son consecuencias. Tales consecuencias surgen de la relación obligacional y se proyectan:
• Con relación al acreedor, una serie de dispositivos tendientes a que obtenga la satisfacción del interés
suyo que la sustenta
• Con relación al deudor, como verdaderos derechos correlativos de su deber de cumplir.
Desde que la obligación es una relación jurídica, sus efectos son consecuencias de índole jurídica que
derivan de ella.
Distingos con los efectos de los contratos
El contrato crea obligaciones, de manera que su efecto es, precisamente, crearlas. Y que las virtualidades
que son consecuencia de la obligación resultan de ella misma, y no inmediatamente del contrato
Ejemplo: En el contrato de compraventa se generan dos obligaciones de dar (la cosa por parte del
vendedor, el precio por parte del comprador), y los acreedores de una y de otra pueden prevalerse de sus
efectos, verbigracia, ejecutándolas; esta ejecución, efecto de la obligación, deriva del contrato sólo de una
manera mediata.
Tiempo de producción
Efectos inmediatos y diferidos
Los efectos de la obligación pueden operar desde su nacimiento mismo, o ser operativos sólo más
adelante.
• Los efectos son inmediatos cuando las virtualidades de la relación obligacional no están sometidas a
modalidad de alguna que las demore, pues la obligación es pura y simple.
• Los efectos son diferidos si actúa un plazo inicial (plazo suspensivo) o una condición suspensiva, que
postergan, aunque por razones distintas, la exigibilidad de la obligación.

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Efectos instantáneos y permanentes
• Se denominan efectos instantáneos, o de ejecución única, a los que se agotan con una prestación
unitaria.
• Los efectos permanentes o de duración son aquellos que se prolongan en el tiempo. A su vez, la
permanencia de los efectos puede ser:
• Continuada: caso en el cual no hay solución de continuidad en la prestación
• Periódica o de tracto sucesivo: La ejecución es distribuida o reiterada en el tiempo

Entre quienes se producen


Oponibilidad e invocabilidad de los efectos
La relación obligacional sólo produce efectos entre las partes y sus sucesores, y no puede ser opuesta, ni
muchos menos, perjudicar a terceros.
Así los terceros, es decir, quienes no son parte de la relación jurídica, resultan ajenos a ella, y no son
afectados por la obligación. Inversamente, deben abstenerse de perturbar el ejercicio de los derechos del
acreedor, no obstante lo cual están facultados para impugnar los actos fraudulentos y los simulados, y para
suplir la inacción del deudor en cobrar sus créditos, casos en los cuales pueden inmiscuirse en la relación
jurídica ajena, en defensa de sus propios derechos.
Oponibilidad de los efectos
No obstante aquella regla, en ciertas circunstancias algunos terceros tienen que admitir las virtualidades
de una obligación ajena.
En materia de obligaciones de dar, el acreedor de la entrega, pese a ser tercero de otra obligación que
haya contraído con su deudor con la relación a la misma cosa, debe respetar el mejor derecho del acreedor
de esta última obligación.
Ejemplo: Si D vende un piano a A y, por otra parte, también lo vende a N. A, tercero respecto del convenio
de D con N, debe respetar el mejor derecho de N si éste ha recibido, de buena fe, la posesión del piano.
Invocabilidad de los efectos
La legislación faculta a los acreedores para ejercer derechos y acciones de su deudor, con lo cual, por
medio de la acción subrogatoria, indirecta u oblicua, ciertos terceros pueden prevalerse de una relación
obligacional vinculante de su deudor con otro deudor de éste.
Incorporación de terceros a relaciones obligacionales creadas sin su intervención
Contrato a favor de terceros. Estipulación a favor de terceros.
Este es un tercero con relación al contrato, pero como la convención ha sido concebida a su favor, en
determinadas circunstancias se convierte en acreedor de la obligación nacida de dicho contrato. Para ello:
• El beneficiario debe aceptar la ventaja estipulada a su favor, lo cual es obvio pues sólo él puede juzgar
acerca de su conveniencia y no cabe que le sea impuesta.
• Debe hacerlo saber al obligado, que es quien promete su comportamiento.
• Todo ello antes de ser revocada la decisión.

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Contrato por tercero.
Los contratos por terceros involucran el fenómeno de la representación. Hay representación cuando un
sujeto realiza un acto jurídico en nombre de otro, de manera que la actuación de aquél (representante)
compromete directamente al representado. Y el representante no es parte del acto jurídico creador de una
relación jurídica que celebra por cuenta de otor: parte es el representado, como titular del derecho
subjetivo involucrado por dicho acto jurídico.
Para que el acto del representante comprometa al representado, debe haber un acto constitutivo de la
representación, que consiste en la autorización, o poder de representación suficiente, conferido al
representante. Cuando faltan estos poderes, o no son bastantes, el supuesto representante se
compromete personalmente, y el sindicado como dueño del negocio es ajeno a aquel acto, es decir, resulta
un tercero.
Pero, igualmente, el representado puede prevalerse de lo actuado por el supuesto representante. Para
ello, debe ratificar lo obrado por éste, siempre y cuando se haga sin perjuicio de terceros. Si no hay tal
ratificación, quien se obligó prometiendo por otro sin tener su representación suficiente, debe satisfacer
pérdidas e intereses.
Promesa del hecho de un tercero
Si D promete a A que T le venderá determinado bien
Es preciso determinar los alcances de dicha promesa, que puede versar:
• Sobre la simple aceptación del tercero, caso en el que dicha aceptación exonera al prometiente,
aunque el tercero no cumpla.
• Sobre la efectiva ejecución de lo prometido por parte del tercero, situación en la que el incumplimiento
de éste genera la responsabilidad del prometiente.

Efectos con relación al acreedor


Concepto
El acreedor está dotado de una serie de poderes que son derivaciones, o efectos, de la relación
obligacional de la cual es titular activo, todos los cuales llevan a la satisfacción del interés suyo que está
involucrado en la obligación.
Tales efectos tienden a obtener que el acreedor se satisfaga en especie (que obtenga exactamente el
objeto debido), o por equivalente (que se le dé en cambio algo de valor parejo con ello) y, en esos
supuesto, se los denomina principales. O tienden a proteger la integridad del patrimonio del deudor en el
cual, habida cuenta del carácter patrimonial que tienen la prestación y la indemnización, el acreedor va a
satisfacer de una o de otra manera su interés; en tal situación se los denomina auxiliares, porque
coadyuvan a la virtualidad de los efectos principales.
Efectos principales
Los efectos principales llevan a la satisfacción del acreedor, en especie o por equivalente.
Cuando el acreedor se satisface en especie el efecto principal es normal. Es lo que comúnmente ocurre,
por eso es lo normal o lo necesario, pues se da en todas la obligaciones civiles.
Y cuando lo hace por equivalente, mediante le indemnización o reparación, el efecto es anormal
(accidental o subsidiario); en los hecho sólo por excepción se acude a este modo de satisfacción del
acreedor.
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Efectos normales
Aquellos efector normales, a su vez, se dan en tres niveles o posibilidades
• Por lo general el deudor cumple de modo espontáneo, esto es, adecuándose al imperativo ético de
acatar su deber respectivo, lo cual no tiene regulación legal concreta, pues, en realidad, el
ordenamiento jurídico permanece en estado latente cuando el deudor cumple sin precisar otro
incentivo que el moral.
El acreedor, de cualquier manera, como titular del crédito, se apropia de lo que es pagado, esto es
suyo.
• Caso contrario, el acreedor puede emplear los medio legales a finde que el deudor le procure aquello a
se ha obligado. Esta es la que denomina ejecución forzada.
• Todavía el acreedor tiene derecho para hacerse procurar por otro a costa del deudor, aludiéndose así a
la ejecución por otro o por un tercero.
Efecto anormal
La legislación da derecho al acreedor para obtener del deudor las indemnizaciones correspondientes; este
efecto es denominado anormal, pues sólo mediante un equivalente de la prestación debida e incumplida
(la indemnización o reparación) se establece el equilibrio en el patrimonio de aquel
Efectos auxiliares
Los efectos auxiliares (o secundarios) tienden a mantener la incolumidad del patrimonio del deudor.
Abarcan:
• Las medidas precautorias o cautelares: Pueden ser solicitadas antes o después de deducida la demanda
judicial, y cuya finalidad es asegurar provisionalmente el cumplimiento de la sentencia que se vaya a
dictar más adelante, y evitar que el acreedor sufra un perjuicio inminente o irreparable.
• Las acciones de integración y deslinde del patrimonio: Respectivamente, tienden a recomponer un
patrimonio desintegrado por un acto simulado (acción o simulación) o fraudulento (acción revocatoria),
o a reemplazar al deudor inactivo de la percepción de sus propios créditos (acción subrogatoria,
indirecta u oblicua); o, en el caso del deslinde, a evitar que se confundan dos patrimonios distintso, con
desmedro de los acreedores de uno de sus titulares (acción de separación de patrimonio).
Medidas cautelares
• Embargo: Restricción a la disponibilidad de un bien. El deudor podrá disponer del bien, pero en la
medida de que avise que tal bien está sometido a un proceso judicial.
Requisitos de procedencia:
- Fumus bonus iuris (humo de buen derecho): Verosimilitud del Derecho. Se trata de determinar
si, en la medida que tiene cierto grado de verosimilitud, se prosigue en el procedimiento.
- Peligro en la demora.
- Contracautela: Pueden ser curatorias o caución real.
• Inhibición de bienes: se prohíbe disponer o gravar los bienes.
• Medida de innovar: El juez no puede pronunciarse ante incompatibilidades de las partes, por lo tanto
no se hace nada.
• Medida de intervención: Designación de un auxiliar de justicia que funcionará como los ojos del
tribunal. Tiene la

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Medidas precautorias y acciones de integración y deslinde
Las acciones de integración tienen como finalidad la “repatriación” de aquellos bienes que salieron del
patrimonio del deudor. Se busca atacar las operaciones que implican salida o enajenación de bienes.
El acreedor ejecuta los bienes del deudor pero éste ya los transmitió
• Se da la situación que una persona A le debe a otra B $1.000.000. Puede pasar que A, antes de la
sentencia de ejecución que comenzó B y que éste no se dio cuenta de, previamente, embargar los
bienes para inmovilizarlos y evitar que los venda, venda los bienes a una persona C para volverse
insolvente y así perjudicar a su deudor. En este contexto, B puede acreditar el fraude que llevó a cabo A
para volverse insolvente, presentándose ante la justicia y solicitará la acción revocatoria o pauliana
(acción de reclamación de la inoponibilidad). Con este recurso quedará sin efecto la transmisión del
bien por parte de A a C y el bien no volverá a su titular sino que su destino será el remate judicial para
cancelar la deuda que tiene contra B.
• Puede suceder que A le debe a B el mismo monto y, al mismo tiempo, C le daba a A. Pero a A no le
preocupa ejecutar los bienes de C porque sabe que si lo hace, ingresará ese dinero a su patrimonio y,
consecuentemente, tendrá que saldar la deuda que tiene con B. Si B conoce tal situación, podrá
presentarse ante un juez y solicitar la acción subrogatoria u oblicua. Con esto, se pone en el lugar de C
para exigirle a A que opere el pago. Con este recurso, el dinero no ingresará directamente al A.A.,
Leonardo Página | 132 patrimonio de B, sino que irá al patrimonio de A para que, posteriormente, B
solicitará el embargo del dinero para cobrar su deuda.
• En el mismo caso que la situación anterior, B puede ejecutar la acción directa, esto es, ejecutar
directamente al deudor de su de deudor (o sea, C), para que sus ingresen al patrimonio de B, sin pasar
por A. Como se están violando los derechos de A, los supuestos en los cuales está permitido ejecutar
esta acción son limitados:
- Acción directa del locador contra el subinquilino.
- Acción directa del trabajador accidentado contra el asegurador de su empleador.
- Acción directa del abogado contra la parte contraria vencida en costas.
• Situación en la que A que debe a B, pero A no le vende los bienes a C, sino que hace que se la venda, es
decir, A le da la plata a B para que éste compre la propia propiedad. De esta manera, validando la
compra-venta ante un escribano, posteriormente firman un contra documento para dejar asentando
que fue una operación simulada y que el inmueble sigue perteneciendo a A. Cuando B comprueba que
la operación fue simulada, que la venta no fue más que maniobra para cambiar falsamente la
titularidad del inmueble y que realmente A sigue siendo titular, éste puede pedir la acción de
simulación. Este recurso permite declarar la nulidad de la supuesta venta de A a C y el bien vuelve a A
para que B pueda ejecutarlo.

Efectos con relación al deudor


El deudor tiene, no obstante su carácter pasivo en la relación obligacional, ciertos derechos. Es lógico que
se lo faculte a cumplir, allanando los obstáculos que encuentre para ello y que, ulteriormente, se lo libere
definitivamente de la deuda cumplida.
Los derechos del deudo pueden ser sistematizados de la siguiente manera:
• Derechos previos al cumplimiento: Está facultado para obtener la recepción o la cooperación del
acreedor.
• Derechos al tiempo de intentar cumplir: Está facultado para hacer el pago por vía judicial, o pago en
consignación

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• Derechos al cumplir: El deudor que cumple efectivamente tiene derecho a obtener la liberación
correspondiente y, como derivación de ello, a exigir el recibo, instrumento en el cual consta tal
liberación.
• Derechos ulteriores al cumplimiento: El cumplimiento exacto da derecho al deudor para repeler las
acciones del acreedor, lo que es consecuencia de que, al haber cumplido, se liberó de la deuda, la cual
se halla extinguida.
Independiente de ello, el deudor podría rechazar las acciones del acreedor en otro supuesto de extrema
evidencia: si la deuda se hallase extinguida o modificada por una causa legal, verbigracia, si prescribió, y así
quedó limitada a su virtualidad de obligación natural.

Cumplimiento
Pago
Acepciones
El sustantivo tiene diversas acepciones:
• Vulgarmente se entiende por pago al cumplimiento de las obligaciones de dar dinero; esta misma es la
acepción del Código Civil alemán.
• En sentido amplísimo, según fórmula de Paulo en el Digesto, se entendió por pago a cualquier modo de
solutio, esto es, de extinción de la obligación aunque el acreedor no se satisficiera específicamente.
• En nuestro Derecho, el pago es el cumplimiento de la prestación que hace el objeto de la obligación, ya
se trate de una obligación de hacer, ya de una obligación de dar, ya de una obligación de no hacer.
No obstante este sentido estricto, la ley suele extender el concepto de pago al de satisfacción del acreedor.
Para la Corte Suprema de Justicia de la Nación el sustantivo pago admite dos significados: uno, el estricto
significado técnico jurídico, como cumplimiento específico, integral y oportuno de la obligación; y otro, en
función del cual pago equivale a la satisfacción que puede obtener el acreedor mediante la ejecución
forzada de la deuda.
Pago como cumplimiento
En sentido técnico estricto, pago es sinónimo de cumplimiento: pagar es cumplir.
La obligación nace para ser cumplida, pues el crédito “lleva en sí el germen de su propia muerte:
desaparece en el momento en que se alcanza el cumplimiento de su fin”. De allí que, a pesar de que el
Código lo trata al pago como un modo extintivo, sobresale su efecto como cumplimiento, porque si bien a
través del pago de la obligación se extingue, es el único modo extintivo que satisface específicamente al
acreedor, que obtiene así lo que se le debe.
En el pago, pues, sobresale el tramo de la deuda y queda latente el de la responsabilidad. El acreedor logra
agotar su expectativa a la prestación, mediante el cumplimiento concreto y exacto del comportamiento
debido por el deudor.
Elementos del pago
El pago presenta estos elementos:
• Sujetos: Quien paga o solvens, y quien recibe lo pagado o accipiens.
• Objeto: Aquello que se paga, mediante un pago positivo (dar o hacer), o negativo (no hacer).

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• Causa-fuente: La deuda anterior al antecedente que determina el pago, que da lugar a la repetición del
pago efectuado sin causa.
• Causa-fin: La extinción de la deuda es el objetivo a que se orienta, en los pagos hechos
espontáneamente, la intención del solvens; cuando se paga por error, fallando así la necesaria
concordancia entre la intención y el obrar, el pago es también repetible.
Medios para obtener el pago
El pago debe ser obtenido por medios lícitos, pues la legislación da lugar a la repetición del logrado por
medio ilícitos.
Se involucran así el dolo-engaño y la fuerza e intimidación, que no pueden ser empleados por el acreedor
para obtener que el deudor pague. En caso contrario, el pago es anulable y hay lugar a indemnización.
Naturaleza jurídica. Distintas teorías.
Se discrepa seriamente acerca de cuál es la naturaleza jurídica del pago.
• Mero acto lícito: En el mero acto lícito el sujeto no persigue un fin jurídico sino un simple resultado
material.
Sin embargo, tal caracterización no resulta adecuada, pues quien cumple una obligación “está a
Derecho”, y así realiza un acto jurídico.
• Acto debido: Es la postura de Carnelutti que distingue: actos permitido o negocios jurídicos; actos
prohibidos, o ilícitos; y actos impuestos, o debidos, en los cuales el sujeto no es libre de obrar o no
obrar, porque está constreñido a realizarlos.
No hay duda de que el pago es un acto impuesto, un acto debido. Pero esa explicación no esclarece su
naturaliza jurídica. Por lo pronto no toma en cuanta el fenómeno intencional, propio del acto jurídico:
al tiempo de cumplir la prestación, el sujeto decide libremente si va a obrar como debe, o si va a dejar
de hacer. En el primer caso se sujeta a su deber, porque quiere sujetarse; en el segundo asume la
responsabilidad por no cumplir.
Además, hay actos debidos que no son pagos.
• Acto jurídico: De lo que se lleva expresado surge que la naturaleza jurídica asignable al pago stricto
sensu es la de acto jurídico. Su fin inmediato es “aniquilar derechos”.
• Como acto jurídico unilateral, pues en su formación sólo interviene la voluntad del solvens. El
accipiens se limita a cooperar en la recepción del pago, pero no integra el acto, tanto que el
deudor puede imponer esa recepción, unilateralmente, por medio del pago por consignación.
• No es, pues, un acto jurídico bilateral y, menos aún, un contrato, pues falla el requisito de generar
obligaciones propio de esta figura.
Posiciones dualistas
Para algunos, el pago participa de una u otra característica según fuera la prestación debida. Sería, según
los casos, un mero acto lícito o un acto jurídico; un acto jurídico unilateral (en las obligaciones no de
hacer), o un acto jurídico bilateral (en las de dar y las de hacer que requieren cooperación del acreedor).
Pero desde que se entiende que el pago es una figura única, no puede ser y no ser al mismo tiempo,
porque de otro modo se pasaría por alto el principio lógico de no-contradicción.

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El requisito del animus solvendi
Como consecuencia de que el pago en sentido estricto es ubicado en la categoría de acto jurídico, tiene un
fin inmediato que es denominado animus solvendi, o intención de cumplir.
Cuando una entrega de bienes carece de animus solvendi no hay pago: es lo que ocurre cuando el deudor
paga bajo protesta, caso en el cual se reserva el derecho de discutir ulteriormente el derecho del accipiens;
o cuando da bienes a embargo, etc.
¿Cuál es la situación si el acreedor recibe del deudor lo que éste le debe, sin que el deudor hay tenido
intención de pagar? Es cierto que no hay pago, por carencia de animus solvendi, pero la obligación
igualmente se extingue: el acreedor se satisface, obtiene su finalidad. Y, en todo caso, si el deudor
pretende la devolución de lo que dio sin animus solvendi, el acreedor puede sostener que ese crédito por
devolución se ha neutralizado, por compensación, con el crédito que él tiene contra el deudor por
cumplimiento de su deuda.

Sujetos del pago


Legitimación activa
El deudor
El deudor es sujeto activo del pago, pues es quien debe realizarlo. Pero, además del deudor, puede pagar
otros sujetos: los terceros interesados y los terceros no interesados; de todo éstos, el deudor y los terceros
interesados no sólo pueden pagar, sino que tienen además derecho de pagar, pues están investidos de jus
solvendi.
Sólo hay pago stricto sensu cuando el deudor realiza espontáneamente el comportamiento debido, o un
tercero lo hace obrando por cuenta del deudor, en estos casos resulta realizada la prestación. Cuando un
tercero, obrando por su cuenta, satisface al acreedor, el crédito de éste se distingue, pero no por pago sino
por otro medio extintivo del crédito: la obtención de la finalidad.
Se dan, con relación al deudor, distintas situaciones:
• Si el deudor es singular, no existe dificultad alguna, pues él debe pagar.
• Si hay pluralidad de deudores, le corresponde hacer el pago a cada uno de ellos si la obligación es de
solidaridad pasiva, o de objeto indivisible; en cambio la deuda se fracciona entre los varios deudores si
el objeto es divisible.
• Si el deudor singular muere, la deuda se fracciona entre sus herederos, siempre que la prestación sea
divisible.
• El deudor puede pagar por medio de un representante, salvo que el acreedor tenga interés legítimo en
que el cumplimiento lo realice personalmente el deudor (intuitu personae).
• Si la deuda se ha transmitido, el nuevo deudor toma la situación jurídica del anterior.
Capacidad de pagar
• Capacidad de ejercicio: El Código Civil y Comercial contiene la exigencia de que el deudor sea capaz de
hecho. Sin embargo, la incapacidad no obsta a que el pago lo realice su representante necesario y,
todavía, algunos incapaces, habilitados para realizar ciertos actos, pueden pagar por sí mismos.
• Capacidad de derecho: Esta exigida genéricamente para los actos jurídicos.
• Legitimación respecto del objeto: Se predica de un sujeto que está legitimado respecto de cierto
objeto cuando puede actuar con relación a éste. Quien paga debe estar legitimado en ese sentido.

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Efectos del pago hecho por un incapaz
Cuando paga un incapaz de ejercicio, el acto obrado es nulo, de nulidad relativa, en razón de que el interés
primordialmente comprometido es particular. La nulidad, empero, no podría ser planteada por el accipiens
capaz
Como consecuencia de la nulidad, el acreedor debe restituir lo que recibió en virtud del pago inválido.
Pero, sin embargo, si el incapaz que pagó fue el deudor, se produce una neutralización de la acción de éste
contra el acreedor por restitución, y de la acción del acreedor contra él por cobro de lo que se le debe; se
trata de un supuesto de neutralización por compensación legal, y se evita así que el deudor recupere lo
que pagó, pero deba enseguida volver a pagarlo al acreedor, claro está, supliendo ahora su incapacidad
con la intervención del representante que, por hipótesis, había sido omitida en el pago nulo.
Terceros interesados
Tercero interesado es quien, no siendo deudor, puede sufrir un menoscabo en un derecho propio si no
paga la deuda. Es decir: se trata de un tercero, porque no es deudor, pero está interesado en el
cumplimiento porque, si no se cumple, es pasible de sufrir un perjuicio. Por ello tiene derecho a pagar.
Manifestaciones del jus solvendi del tercero interesado
El tercero interesado tiene derecho a pagar, o jus solvendi. Este derecho le permite vencer la oposición al
pago que intente, formulada por el deudor, por el acreedor, o por ambos a la vez.
• Oposición del deudor: Se autoriza el pago contra la voluntad del deudor, quien no se puede oponer
eficazmente a esa pretensión del tercero interesado.
• Oposición del acreedor: El Código establece el deber del acreedor de aceptar el pago hecho por un
tercero, salvo que tenga interés legítimo en que cumpla el propio obligado.
El interesado puede remover la oposición ilegítima del acreedor mediante el pago por consignación.
• Oposición conjunta del deudor y el acreedor: El criterio moderno admite el pago por tercero aunque
se opongan ambos sujetos de la relación obligatoria.
Las razones que abonan esta solución son evidentes: por lo pronto, de otro modo se favorecería la
confabulación de las partes en perjuicio del tercero; y desde que las oposiciones aisladas del deudor o
del acreedor son estériles, la suma de esas dos ausencias de derecho no puede engendrar derecho.
Terceros no interesados
Se infiere, por oposición, que el concepto de tercero no interesado: es quien no sufre menoscabo alguno si
la deuda no es pagada
Carencia de ius solvendi
El tercero no interesado puede pagar, pero carece del derecho de pagar o ius solvendi, de manera que no
puede imponer la recepción del pago que pretenda realizar. Esto se explica por el carácter relativo de la
relación jurídica obligacional, frente a la cual los terceros deben, en principio, abstenerse de toda
intromisión.
Consiguientemente, el tercero no interesado sólo puede pagar efectivamente si lo admite el acreedor
pero, ante su negativa, le está impedida la vía del pago por consignación.

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Efectos del pago por terceros
El pago extingue el crédito y libera al deudor. Sin embargo, cuando paga un tercero, sea o no interesado,
esos efectos se reducen a la extinción del crédito, pues el acreedor cobra, pero no se produce la liberación
del deudor, que continúa obligado hacia el solvens.
Relaciones del tercero con el deudor
Los derechos del tercero que pagó respecto del deudor son distintos según haya obrado con asentimiento
del deudor, ignorándolo éste, o contra voluntad del deudor.
• Pago con asentimiento del deudor: En este supuesto, el tercero solvens puede pedir al deudor de lo
que hubiese dado en pago.
La situación de este tercero, cuando el deudor asiente a su actuación, es la de un mandatario; si lo
envió a pagar, es un caso de mandato expreso y, si guardó silencio, o no impidió, pudiendo hacerlo, la
actuación del tercero, se da un supuesto de mandato tácito. El tercero, como mandatario, tiene
derecho a recuperar lo que invirtió en la ejecución del mandato, con los intereses desde la fecha en
que se efectuó el desembolso.
Pero, por otro lado, tiene a su favor la subrogación legal, mediante la cual se le traspasan todos los
derechos, acciones y garantías del antiguo acreedor, hasta la concurrencia de la suma que él ha
desembolsado realmente.
• Pago en ignorancia del deudor: El tal situación se configura una gestión de negocios, porque el tercero
se ha encargado sin mandato de la gestión de un negocio que directa o indirectamente se refiere al
patrimonio del otro.
El tercero, como gestor, tiene derecho al reembolso de los gastos que la gestión le hubiese ocasionado,
con los intereses desde el día que los hizo, pero siempre que haya conducido útilmente la gestión pues,
caso contrario, el deudor de la relación obligacional madre sólo responderá de los gastos y deudas
hasta la concurrencia de las ventajas que obtuvo al fin del negocios.
Es decir: A diferencia del mandato, el gestor de negocios sólo recupera lo que invirtió útilmente. De allí
que si la deuda pagada por él fuese nula, o estuviera prescripta, carecería de todo derecho de obtener
el reembolso de su inversión, por haber sido inútil, para el deudor, la gestión hecha.
El tercero que paga en ignorancia del deudor tiene a su favor, además, la subrogación legal.
• Pago contra la voluntad del deudor: Cualquier tercero puede pagar contra la voluntad del deudor con
tal de que el acreedor lo acepte y, si es tercero interesado, tiene derecho a imponer al acreedor la
recepción del pago.
En tal caso, sólo podrá cobrar del deudor aquellos en que le hubiese sido útil el pago, esto es,
dispondrá de la acción in rem verso, que se concede a todo aquel que emplea su dinero o sus valores
en utilidad de las cosas de un tercero.
Los derechos del tercero que paga contra la voluntad del deudor son, pues, menguados: debe probar la
utilidad de su inversión, y sólo puede pretender aquello en que se hubiera enriquecido el deudor
mediante el pago, pero carece de subrogación en los derechos del acreedor accipiens.

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Caso pago anticipado
El tercero que hubiese hecho el pago antes del vencimiento de la deuda sólo tendrá derecho a ser
reembolsado desde el día del vencimiento. Esto comprende a todos los casos de pago por terceros.
Sin embargo, es inadmisible cuando el deudor le dio mandato expreso al tercero para que pagara
anticipadamente: el tercero, que por mandato expreso del deudor pagó una deuda que no estaba venida,
no tiene por qué esperar a su vencimiento para ejercer las acciones contra aquél, porque el apuro del
deudor en pagar por apoderado una deuda inexigible no es compatible con la demora en reembolsarle al
solvens mandatario lo que invirtió en pagar.
Relaciones del tercero con el acreedor
El acreedor no tiene derecho a oponerse al pago por un tercero, salvo cuando tiene interés en que sea
ejecutado por el propio deudor.
Si el tercero paga a conciencia de ser tercero y no deudor, su pago es definitivo y por tal irrepetible.
Inversamente, cabe la repetición si, por error, se consideró deudor y pagó creyendo estar sometido al
deber jurídico de hacerlo.
La repetición del pago hecho por un tercero también procede cuando resulta efectuado sin causa, porque
lo realizó en consideración de una causa existente (la tiempo de pagar) pero que ha dejado de existir.
Relaciones del deudor con el acreedor
Con el pago por tercero, el acreedor se satisface, aunque el deudor no queda liberado pues debe soportar
las acciones del tercero.
Deberes del solvens
Quien paga está sometido al cumplimiento de ciertos deberes:
• Buena fe: El cumplimiento, o pago, que hace el deudor debe ser de buena fe, o sea según lo que
verosímilmente se entendió, o pudo entenderse, obrando con cuidado y previsión. También debe obrar
de buena fe con relación a sus demás acreedores; en caso contrario, procede la revocación del pago.
• Prudencia: El deber del deudor de actuar prudentemente encuentra sostén en diversos preceptos: si el
derecho del acreedor es dudoso y concurren otras personas a exigir el pago, debe consignar; si por
imprudencia grave le paga al acreedor un crédito que éste había cedido, aunque no haya sido
notificado de la cesión, es responsable por la imprudencia.
• Comunicación: En ciertas situaciones el deudor debe comunicar al acreedor algunas de las
circunstancias relativas a la obligación.
• Deberes complementarios: El deudor está obligado por todo lo que, verosímilmente, estuvo
comprendido en la deuda.

Legitimación pasiva
El acreedor es sujeto pasivo del pago, pues es quien debe recibirlo. Pero, además, del acreedor, pueden
recibir el pago otros sujetos: su representante y los terceros habilitados.

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Se dan, con relación al acreedor, distintas situaciones:
• Si el acreedor es singular, no existe dificultad alguna pues debe pagársele a él.
• Si hay pluralidad de acreedores, puede recibir el pago cualquiera de ellos si la obligación es de
solidaridad activa o de objeto indivisible, siempre que el deudor no estuviese demandado por alguno
de ellos; en cambio el crédito se fracciona entre los varios acreedores si la prestación es divisible.
• Si el a creedor singular muere, el crédito se fracciona entre sus herederos.
• El acreedor puede cobrar por medio de un representante.
• Si le crédito ha sido transmitido, el nuevo acreedor toma la situación jurídica del anterior.
Capacidad para recibir pagos
• Capacidad de ejercicio: El acreedor debe ser capaz de hecho, con aptitud para administrar sus bienes,
al tiempo de recibir el pago.
Ante la incapacidad del acreedor, el deudor tiene la posibilidad de consignar.
• Capacidad de derecho: La exige genéricamente para los actos jurídicos.
Efectos del pago hecho a un incapaz
La regla es que el pago hecho al acreedor incapaz es nulo, de nulidad relativa, habida cuenta del interés
primordialmente comprometido en la sanción de la invalidez. La nulidad podría ser acudida por el solvens
capaz.
Sin embargo, tal pago, en ciertas circunstancias, resulta eficaz:
• En cuanto se hubiese convertido en su utilidad. En esta caso, no obstante la invalidez del pago, le ha
resultado provechoso. Y si el deudor prueba la utilidad en que ha redundado lo entregado por él al
incapaz, hasta esa medida el pago el liberatorio.
• El pago también es válido si concurren estas dos circunstancias:
- Si el acreedor era capaz al nacer la obligación y se incapacitó ulteriormente
- Si el deudor ignoraba esta pérdida de capacidad.
Es decir, la incapacidad ha de ser sobreviniente, y el solvens actuar de buena fe.
Representantes del acreedor
El pago debe ser hecho al representante del acreedor constituido para recibir el pago, así como cuando
éste no tuviese la libre administración de sus bienes.
• Representantes voluntarios: En la representación voluntaria, hay un acto constitutivo de la
representación, esto es un acto voluntario que asigna la facultad de actuar en nombre de otro.
Ello ocurre en diversas hipótesis:
- Si el acreedor confirió mandato expreso o tácito
- Si cobró un factor o gerente, o un dependiente, de un establecimiento comercial, etc.
• Representantes legales: La representación por ministerio de la ley es independiente de todo acto
voluntario constitutivo de la representación.
Se da en varios supuestos:
- Con relación a los incapaces.
- En la representación judicial que ejerce el oficial de justicia, o el administrador judicial, quienes están
autorizados para recibir pagos vinculados con la función que ejercen.
- Cuando actúan representes legales de la persona jurídica.

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Terceros habilitados para recibir el pago
Son terceros habilitados aquellos a quienes el deudor puede hacerles el pago, liberándose de la deuda,
aunque no resulte extinguido el crédito.
Los terceros habilitados para recibir el pago son:
• El tercero indicado: El pago debe ser hecho al tercero indicado, o adjectus solutionis gratia, o adjectus
solutionis causa, que es quien ha sido señalado para recibir el pago.
• Tenedor de un título al portador: El pago debe también ser hecho al que presentase el título del
crédito, si éste fuese de pagarés al portador, salvo de hurto o de graves sospechas de no pertenecer el
título al portador.
En este caso, el deudor paga bien a quien le presenta el documento, salvo:
- Se sabe que el documenta ha sido sustraído o perdido, caso en el cual debe hacer el pago por
consignación.
- Si tiene graves sospechas de que no pertenece al portador.
Acreedor aparente
El pago hecho al que está en posesión del crédito es válido, aunque el poseedor sea después vencido en
juicio sobre la propiedad de la deuda; precepto que alude al acreedor aparente, es decir, a quien al
momento del cobro reviste ostensiblemente el carácter de acreedor, sin serlo.
Para que el pago al acreedor aparente sea liberatorio para el deudor es necesario que concurran estos
requisitos:
• El deudor debe actuar de buena fe, esto es, persuadido sin duda alguna de que el accipiens es el
acreedor verdadero.
• Su error al respeto debe ser de hecho y excusable.
Efectos del pago a terceros habilitados con relación al verdadero acreedor
En todos los casos, el pago libera al deudor aunque no satisfaga al acreedor.
• Con respecto al tercero indicado para el pago, éste y el acreedor deberán ajustar sus derechos según
los términos de la relación interna que los une.
• Cuando el tenedor de un título de crédito lo cobra sin ser acreedor, debe restituir lo mal habido al
verdadero acreedor del documento.
• El acreedor aparente queda obligado hacia el verdadero acreedor: si actuó de buena fe, por aplicación
de las reglas de la acción in rem verso; si actuó de mala fe, según la normativa de la responsabilidad
extracontractual.
Caso del pago a terceros no autorizados
Rige aquí la máxima “quien paga mal, paga dos veces”, porque el pago a un tercero ajeno y no habilitado
para recibir el pago es oponible al acreedor.
El Código, sin embargo, le otorga validez a semejante pago en dos situaciones:
• Vale en cuanto se hubiese convertido en utilidad del acreedor, lo cual constituye una aplicación del
principio que veda el enriquecimiento sin causa, que existiría si el acreedor pudiera volver a cobrar
íntegramente su crédito no obstante la utilidad que le ha revertido dicho pago. De tal modo, si la
utilidad es total, carece de toda acción.

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Si el pago es parcial, tiene acción contra el deudor sólo por el remante, caso en el cual el deudor, a su
vez, podrá reclamar al tercero no autorizado que recibió el pago la restitución de ese saldo como pago
sin causa.
• El pago al tercero no autorizado vale también en el todo, si el acreedor lo ratificase, lo cual constituye
una mera aplicación de las reglas generales.
Deberes del accipiens
El accipiens está sujeto a cierto deberes:
• Buena fe: El acreedor debe obrar con buena fe, pues si carece de ella, puede ser obligado a restituir lo
que cobró, aunque haya percibido lo que es suyo.
• Aceptación: El acreedor tiene el deber de aceptar el pago que se le ofrece; en caso contrario queda en
mora, y se abre para el deudor la vía de la consignación.
La aceptación puede ser expresa o tácita.
• Cooperación: En ciertas hipótesis, el acreedor tiene deberes más extensos, que suponen cierto grado
de colaboración para recibir el pago. La infracción del deber de cooperación genera, también, la mora
del acreedor y, en su caso, el derecho del deudor para consignar.

Objeto del pago (CCyC Comentado – Ameal).


Artículo 867 CCyC: El objeto del pago debe reunir los requisitos de identidad, integridad, puntualidad y
localización.
El objeto del pagó está regido por ciertos principios que deben ser respetados en procura de que el deudor
cumpla espontáneamente con la prestación a su cargo y el acreedor reciba lo adeudado. La conducta que
despliega el deudor está enderezada a que, en definitiva, el objeto de la obligación coincida con el objeto
del pago.
La norma en cuestión menciona como dos principios fundamentales el de identidad y el de integridad:
pagar lo debido y todo lo debido, respectivamente.
Complementariamente rigen otros dos principios generales: los de localización, que apunta al lugar de
pago; y puntualidad, que se refiere a l tiempo de pago.
Asimismo, a pesar de que no están mencionado en el artículo 867, deben mencionarse otros requisitos:
• Requisito de propiedad de la cosa: Si la prestación consiste en entrega de una cosa, el solvens debe ser
dueño de ella.
• Requisito de disponibilidad: El bien con el cual se paga no debe estar afectado por embargo o prende
de crédito.
• El crédito debe encontrarse expedito
• Que se dé cumplimiento de los deberes secundarios de conducta y de cooperación.
Principio de identidad
Articulo 868 CCyC: El acreedor no está obligado a recibir y el deudor no tiene derecho a cumplir una
prestación distinta a la debida, cualquiera sea su valor
El deudor debe cumplir entregando lo debido, no pudiendo exigir que el acreedor reciba algo distinto; por
su parte, este último, no puede reclamar al solvens una prestación distinta a la pactada, todo ello con
independencia de su valor.

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De este modo, ninguno de los sujetos del pago puede pretender la situación unilateral de lo que forma el
objeto de la obligación.
Dicha concepción tiene virtualidad en las obligaciones de cosas inciertas no fungibles o de género, desde
luego, una vez que se ha producido la individualización de la cosa, pues a partir de allí la obligación se juzga
como de dar cosas ciertas.
Excepciones al principio
• Excepciones facultativas: En ciertas circunstancias, el deudor tiene derecho a pagar con algo distinto a
lo debido. Ello ocurre especialmente cuando la obligación es facultativa en la que, por su propia
naturaleza, el deudor debe una prestación principal que puede sustituirse por otra accesoria, ambas
pactadas en el nexo obligatorio.
El único que puede optar es el deudor y, si se inclina por la prestación accesoria, el acreedor debe
aceptarlo.
• Obligaciones dinerarias: En este tipo de obligaciones, cuando lo adeuda es moneda de curso legal
dentro del Estado, si hay cambio de moneda, las obligaciones expresadas en el viejo signo pueden ser
canceladas con el nuevo.
• Pago menor legalmente autorizado: Es el caso del deudor que debe restituir la cosa que recibió y ésta
se haya disminuida en razón del uso acordado con el acreedor, o por vicio o defecto de ella.
Pseudoexcepciones
Se tratan de aquellas situaciones en las cuales podría confundirse con una excepción al principio de
identidad, pero no lo son.
• Entrega de un cheque en pago de lo adeudado: El cheque es una orden de pago dada a un banco para
que éste entregue la suma dineraria, por lo que no se está en presencia de un pago estrictamente y,
como tal, no puede considerarse como una excepción al principio de identidad.
• Depósito en cuenta bancaria: Tampoco es pago el depósito de dinero por el deudor en la cuenta
bancaria del acreedor, por lo pronto porque éste tiene sólo un crédito contra el banco, depositario de
los fondos; y, además, porque puede haber un embargo sobre esa cuenta que frustre el efectivo
derecho del acreedor de percibir el dinero debido.
• Dación en pago: Artículo 942 CCyC: Definición. La obligación se extingue cuando el acreedor
voluntariamente acepta en pago una prestación diversa de la adeudada.
Principio de integridad
Artículo 869 CCyC: El acreedor no está obligado a recibir pagos parciales, excepto disposición legal o
convencional en contrario. Si la obligación es en parte líquida y en parte ilíquida, el deudor puede pagar la
parte líquida.
El acreedor tiene derecho a que se le pague íntegramente la obligación y el deudor a pagarla en su
totalidad, obteniendo la liberación. Por ello, el acreedor no podría verse constreñido a aceptar sólo parte
de la prestación. Salvo convención entre las partes o norma legal que disponga lo contrario, el deudor debe
cumplir con la prestación íntegramente.
No obstante, cuando el pago de la prestación es en cuotas, la integridad se exige respecto a cada cuota en
particular, la que no puede ser cumplida parcialmente.

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Excepciones al principio
• Cuando la deuda es en parte líquida y en parte ilíquida: Se trata del supuesto en que una misma
obligación presenta dos partes diferenciales: una líquida (se sabe qué se debe, cuánto se debe, su
existencia es cierta y su cantidad se encuentra determinada) y otra todavía ilíquida (se conoce qué se
debe, pero todavía no se ha determinado la cuantía). Es injusto que el deudor de una parte líquida no
pueda pagarla ante la falta de reclamo del acreedor, y por tal motivo caiga en mora o, en caso de
estarlo, soporte sus proyecciones temporales.
• Deuda reducida: Es cuando se produce una reducción legal de la deuda. Comprende varias hipótesis:
- Cuando la ley imputa el pago a prorrata entre dos o más deudas de igual onerosidad.
- Cuando se concede el beneficio de competencia.
- Cuando el juez modera la indemnización en razón de la equidad: La doctrina, en algunas variantes,
aceptó que fueran atenuadas las indemnizaciones desmesuradas con relación a la capacidad
económica del deudor.
- Pago parcial del cheque: Cuando el girado sólo dispone de provisión parcial para atender el cheque
librado.
- Cuando se ha arribado a un acuerdo preventivo o resolutorio mediante quita, en cuyo caso los
acreedores que no votaron favorablemente el mismo quedan sujetos al acuerdo homologado.
- Cuando el fallido es rehabilitado, quedando saldos pendientes de cancelación.
Pseudoexcepciones
• Convenio sobre pago parcial: La facultad del deudor de fraccionar el pago de su deuda puede derivar
del mismo título constitutivo de la obligación o de un acuerdo posterior. En este último caso, el
acuerdo puede ser expresado o surgir tácitamente de la voluntad del acreedor.
• Compensación: La neutralización de las deudas y créditos recíprocos por vía de compensación
determina que el deudor de la prestación mayor sólo quede obligado por el saldo de ella.
• Insuficiencia de bienes del deudor afectables a la ejecución por el acreedor: Cuando el acreedor no
puede obtener íntegra satisfacción de su derecho porque los bienes embargables del deudor son
insuficientes sólo se configura una excepción aparente al principio de integridad del pago. Por otro
lado, el acreedor que ha tenido que ejecutar al deudor precisamente no se ha configurado el pago sino
ejecución forzada.
• Retenciones impuestas legalmente al deudor: En muchos casos el deudor debe realizar ciertas
retenciones o deducciones, por imperio de la ley, respecto de lo que tiene que pagar a su acreedor.
Pluralidad de relaciones obligacionales
Dado el caso de dos sujetos que tengan pendientes entre sí varias y distintas relaciones jurídicas
obligacionales, cada una de ella es exigible separadamente; el hecho, pues, de que se cumplan cada una de
ellas separadamente no obsta al principio de integridad del pago, pues no se trata de una relación jurídica
única.
Ejemplo: Si una persona D le debe a A: 1) la entrega de un televisor en virtud de una compra; 2) la
devolución de un equipo de audio en razón de una locación; y 3) la entrega de $500 derivados de un
préstamo, cada una de esas entregas es exigible por separado.

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Otros requisitos en cuanto al objeto de pago
• Propiedad de la cosa: Cuando por el pago deba transferirse la propiedad de la cosa, es preciosa para su
validez, que el que lo hace sea propietarios de ella.
Este requisito se refiere concretamente al caso de transferencia del dominio de la obligación de dar y,
es una manifestación de un principio genérico: el solvens debe estar legitimado para obrar con relación
al objeto del pago.
Virtualidades: En caso de ser la cosa ajena, se abren efectos con respecto al acreedor y al dueño de ella:
- El acreedor puede demandar la anulación del pago. Tal nulidad es relativa, pues la sanción está prevista
en resguardo primordial de los intereses del acreedor.
- Para el dueño de la cosa el pago es inoponible y tiene derecho:
- Contra el accipiens: para reivindicar la cosa, a menos que sea mueble y aquél haya obrado de
buena fe; o puede demandarlo por la indemnización si la reivindicación es imposible.
- Contra el solvens: A su arbitrio, puede demandarlo por indemnización y, si la obtiene, cesa el
derecho de reivindicar la cosa contra el accipiens.
- La acción por anulación del pago que compete al acreedor se extingue, sin embargo, en tres hipótesis
- Si el dueño de la cosa ratifica el pago
- Si el solvens ulteriormente hubiese venido a ser sucesor universal o singular del propietario de la
cosa.
- Si el dueño de la cosa obtiene plena indemnización del solvens, caso en el cual el acreedor carece
de derecho a demandar la anulación del pago, pues no corre ya riesgo de verse privado de la cosa
ajena que se le dio.

• Disponibilidad del objeto de pago: Si la deuda estuviese pignorada o embargada judicialmente, el pago
hecho al acreedor no será válido.
Tanto en el caso de embargo como en el de prenda del crédito, el deudor debe ser notificado para que
se produzca la indisponibilidad del objeto del pago.
Virtualidades
El pago de un crédito embargado o prendado es inoponible al tercero embargante o acreedor prendario.
Consiguientemente, el deudor está obligado a pagarle de nuevo (el que paga mal, paga dos veces), salvo su
derecho a repetir contra el acreedor a quien pagó.
• Ausencia de fraude a otros acreedores: El pago hecho por el deudor insolvente en fraude de otros
acreedores es de ningún valor. El fraude consiste aquí en la evasión de bienes para eludir la ejecución
de los acreedores, que es practicada a espaldas de la víctima, que no interviene en el acto aunque sufre
sus consecuencias.
Es decir: el deudor puede elegir a cuál de sus acreedores paga, pero no puede, mediante el pago a uno
de ellos, evadir bienes.
Virtualidades
El pago hecho en fraude de algún acreedor es inoponible a este acreedor, quien podría prescindir del pago
y embargar el crédito respectivo. Pero como tal medida es inútil, por la insolvencia del deudor, su interés
concreto es obtener la restitución de los bienes distraídos por el deudor: para ello debe plantear la nulidad
del pago, y obtener así la restitución de su objeto, o demandar por indemnización al accipiens cómplice.

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Causa del pago
En cuanto elementos del pago, la causa-fuente es la deuda antecedente que determina el pago, y la causa-
fin, el objetivo al que se oriente el solvens.
Cuando se produce una traslación de bienes por parte del solvens al accipiens, desprovista de causa, no se
pude entender que ha habido un pago, sino un enriquecimiento sin causa que da lugar a repetición.
Casos de carencia de causa
Es pago sin causa el realizado sin existir obligación, así como el efectuado en virtud de una causa inmoral o
ilícita, o en consideración a una causa futura no realizada.

Circunstancias del pago


Lugar de pago. Regla general
Domicilio del deudor: Conforme la legislación, el lugar del pago es el domicilio del deudor al tiempo del
cumplimiento de la obligación.
Se trata del domicilio actual del deudor, en el momento en que la deuda se hace exigible. Si el deudor
mudase de domicilio, en los casos en que el lugar de éste fuese designado para el pago, el acreedor podrá
exigirlo, o en el lugar del primer domicilio, o en el del nuevo del deudor.
Excepción
• Lugar convenido o de uso: El pago debe ser hecho en el lugar designado en la obligación.
• Ubicación de la cosa cierta: Si no hubiese lugar designado, y se tratase de un cuerpo cierto y
determinado deberá hacerse donde éste existía al tiempo de contraerse la obligación.
Por lo pronto, ese precepto se aplica a las cosas inmuebles, que son cosas ciertas y cuya situación es
fija, y a las cosas muebles ciertas que, al tiempo de nacer la obligación, se hubieran encontrado en un
lugar determinado.
• Precio de la compra al contado: Si el pago consistiese en una suma de dinero, como precio de alguna
cosa enajenada por el acreedor, debe ser hecho en el lugar de la tradición de la cosa, no habiendo lugar
designado, salvo si el pago fuese a plazos.
• Lugar en que fue contraída la obligación: El pago debe ser efectuado en el lugar en el que el contrato
fue hecho, si fuere el domicilio del deudor, aunque después mudare de domicilio o falleciere.
Es decir: el lugar de contracción de la obligación rige si coincide con el domicilio histórico del deudor,
esto es, el que tenía en ese momento. El cambio ulterior de domicilio, o fallecimiento, son irrelevante,
pero de cualquier manera puede optar por exigir el pago en el nuevo domicilio del deudor.
Particularidades referentes al pago en el lugar designado
Forma de la designación: Si hay lugar designado para el pago, allí debe ser hecho. Tal designación puede
ser expresa o tácita.
Efectos respecto de la competencia: El lugar en el cual debe ser cumplida la obligación determina la
competencia territorial, la que es, de tal manera, prorrogada.
Según el criterio doctrinario dominante, la sola constitución de un domicilio especial en un contrato no
significa fijar un lugar de pago, pues no incide en el cumplimiento voluntario de la obligación, rigiendo sólo
en trance de ejecución forzada. En los hechos, sin embargo, los contratante constituyen domicilio especial
a todos los efectos, y, entonces sí, tal constitución vale como lugar de pago.

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Circunstancias del pago
Tiempo de pago
Obligaciones puras y simples
Exigibilidad inmediata: Las obligaciones puras y simples no están sometidas a modalidad alguna, de
manera que deben ser pagadas inmediatamente, en la primera oportunidad que su índole consiente.
Obligaciones con plazo determinado
El plazo es determinado cuando está fijado su término, o puede ser fijado sin intervención judicial; se
entiende por término al momento final del plazo.
Tal determinación puede:
• Derivar de la ley.
• Ser expresa: Caso en el cual se lo ha manifestado inequívocamente.
• Ser tácita: Caso en el cual, sin que promedie determinación expresa, el plazo es típico del acto por la
naturaleza y circunstancias de la obligación.
Cuándo se debe pagar
Si el plazo está expresamente determinado, el pago debe ser hecho en el término establecido.
Si, en cambio, está determinado tácitamente, la definición de su término depende de un acto volitivo del
acreedor: la interpelación, o su requerimiento de pago.
Obligaciones con plazo indeterminado
El plazo es indeterminado cuando su definición depende la intervención judicial.
Cuándo se debe pagar
En tales casos, el pago debe ser hecho en la fecha indicada por la sentencia para el cumplimiento de la
obligación.
Entiéndase que se trata de la fecha fijada por el juez, y no la fecha de la sentencia.
Caso del pago a mejor fortuna
Se trata de la obligación en la cual se autoriza al deudor a pagar cuando pueda, o cuando tenga medios
para hacerlo.
Naturaleza jurídica
Han sido sostenidas diversas teorías al respecto del pago a mejor fortuna.
• Condición: Para algunos autores se trataría de una condición que afecta la existencia misma de la
obligación: el hecho condicionante sería la mejoría de fortuna, de por sí incierto y futuro.
• Plazo incierto: Es la opinión dominante, pues la incertidumbre no existe sobre la existencia de la
obligación, sino sobre su exigibilidad.
• Plazo indeterminado: Criterio adoptado. Difiere al juez la determinación del tiempo en que se deba
pagar, y no se trata de un plazo incierto, que es una especie del plazo determinado, pues el tiempo del
pago no es definido por la sola voluntad del acreedor.

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Régimen legal
• Pronunciamiento legal: Se obtiene mediante un proceso de conocimiento sumario o sumarísimo, y no
es menester probar la efectiva mejoría de fortuna del deudor: en caso contrario habría una condición.
Sin embargo, el deudor puede demostrar útilmente que su situación es igual o peor que antes, salvo
que el propio acreedor esté amenazado de ruina si no paga.
Es decir: El deudor, para conservar el beneficio que significa de que dispone para pagar, debe acreditar
que las circunstancias no mejoraron para él, pero la benevolencia del acreedor no debe ser revertida
en su contra, tanto que, en su caso, procede la vía ejecutiva.
• Cesación del pago: El plazo del que dispone el deudor por efecto de la cláusula de pago a mejor fortuna
se extingue en diversos casos:
- Por lo pronto, desde que es dictada sentencia acogiendo la pretensión de cobrar deducida por el
acreedor.
- Si el deudor renuncia al beneficio, y opta por pagar inmediatamente.
- Si el deudor muere, porque tal beneficio es intuitu personae, pues se trata de un favor hecho a la
persona del deudor que no alcanza a sus herederos.

Gastos del pago


Los gastos del pago corresponden al deudor. Este criterio es correcto y responde al principio de integridad
del pago pues, de otro modo, la prestación resultaría retaceada por la incidencia de dichos gastos.

Prueba del pago


Artículo 894 CCyC: Carga de la prueba. La carga de la prueba incumbe:
a) En las obligaciones de hacer, sobre quien invoca el pago.
b) En las obligaciones de no hacer, sobre el acreedor que invoca el cumplimiento.
En las obligaciones de dar y de hacer, la prueba del pago incumbe a quien invoca el pago.
En las obligaciones de no hacer la carga de la prueba pesa sobre el acreedor que invoca el incumplimiento;
toda vez que mal podría imponerse al deudor la prueba negativa del hecho, es decir, no se le podría exigir
al deudor que pruebe aquello que no hizo, aun cuando esa abstención sea el contenido de la obligación.
Medios de prueba
Artículo 895 CCyC: Medios de prueba. El pago puede ser probado por cualquier medio, excepto de la
estipulación o de la ley resulte previsto el empleo de uno determinado, o revestido de ciertas formalidades.
Como el pago es un acto jurídico, su prueba puede ser realizada por cualquiera de los medios que autoriza
el Código. Sin perjuicio de ello, la prueba del pago, además, debe ser apreciada por el juez con criterio
estricto. Esta posición es la correcta y coincide con la naturaleza jurídica del pago y con el criterio
jurisprudencial dominante.
En suma: el pago puede ser acreditado por cualquier medio de prueba, inclusive testigos, no obstante
dicha prueba debe ser apreciada estrictamente.

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El recibo
Artículo 896 CCyC: Recibo. El recibo es un instrumento público o privado en el que el acreedor reconoce
haber recibido la prestación debida
El recibo es un instrumento escrito, público o privado, extendido por el acreedor, por el cual deja
constancia de la recepción del pago.
Libertad de formas del recibo
Puede ser extendido con arreglo al principio de libertad de forma, salvo para los recibos de pago de
obligaciones consignados en escrituras públicas: deben ser otorgados por escritura pública los contratos
que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos reales sobre inmuebles; los
contratos que tienen por objeto derechos dudosos o litigiosos sobre inmuebles, etc.
El deudor puede, no obstante, demandar la reducción a escritura pública del recibo otorgado en
instrumento privado.
Derecho a exigir el recibo
Artículo 897 CCyC: Derecho de exigir el recibo. El cumplimiento de la obligación confiere al deudor derecho
de obtener la constancia de la liberación correspondiente. El acreedor también puede exigir un recibo que
pruebe la recepción.
Siendo un derecho del deudor obtener la prueba de la liberación de la obligación a través del recibo, si el
acreedor se negara a extenderlo, tiene aquél la facultad de realizar el pago por consignación.
En ocasiones puede ocurrir que el deudor no obtenga el recibo de su pago, debido a los usos y costumbres
que rigen la dinámica del contrato celebrado. En estos supuestos, la ausencia de recibo de pago no habilita
a presumir que el pago no existió.
El derecho a la liberación es una prerrogativa del deudor que impone evidenciar y probar algo. De ello se
sigue que el deudor tiene la facultad de exigir el recibo de pago. La extensión del recibo es un acto jurídico,
y como tal, exige capacidad para hacerlo.
Contenido del recibo
El recibo, como instrumento privado, debe ser firmado por el otorgante.
El acreedor puede hacer constar en el recibo las aclaraciones o reservas pertinentes, así como la
imputación del pago. Pero una pretensión abusiva suya de introducir cláusulas que retaceen el efecto
cancelatorio de tal pago, lo dejaría en mora.
Valor probatorio
El recibo otorgado por instrumento privado reconocido, o por instrumento público, produce la prueba
completa del pago.
El recibo, en las condiciones señaladas, tiene fecha cierta. Si el tercero impugna la verdad de la fecha allí
expresada, debe acreditar lo necesario.

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Alcances probatorios
En principio, el recibo provoca el efecto liberatorio absoluto del deudor, toda vez que constituye la prueba
del pago.
Casos especiales
Existen algunos modos especiales de otorgamiento de recibo:
• Recibo por saldo: Mediante este recibo se cancelan todas las deudas existentes al tiempo de su
otorgamiento, salvo que el acreedor pruebe que incurrió en un error.
• Recibo por períodos en prestaciones únicas de ejecución diferida cuyo cumplimiento se realiza
mediante pago parciales, o prestaciones sucesivas que nacen con el transcurso del tiempo.
• Recibo por el principal: El pago de la obligación principal sobre el que da cuenta el recibo extendido
por el acreedor extingue los accesorios del crédito.
• Recibo por la prestación principal, sin hacer reserva por daño moratorio: Su fundamento es análogo al
que sustenta el inciso anterior.
En cualquiera de los casos, al tratarse de presunciones, el acreedor podrá desvirtuarlas con prueba en
contrario o demostrando que incurrió en un error como vicio de la voluntad que integra el acto jurídico del
pago. Se entiende que debe prevalecer la voluntad real del acreedor, siempre que éste logre demostrarla
por otros medios de prueba.

Efectos del pago


El pago produce una serie de consecuencias o efectos que atañen a tres niveles:
• Principales o necesarios: Corresponden a toda obligación, y coinciden con las virtualidades más
significativas del cumplimiento: la extinción del crédito y la liberación del deudor, a lo cual no obsta
que, en ciertas hipótesis, esos efectos se desdoblen (es decir, que se extinga el crédito sin que se libere
el deudor, o viceversa).
• Accesorios o auxiliares: Se proyectan en la relación jurídica obligacional sin que, no obstante,
conciernan ni a la extinción del crédito ni a la liberación del deudor.
• Incidentales o accidentales: Versan sobre situaciones ulteriores al pago, generadoras de nueva
relaciones jurídicas de reembolso de lo pagado, de repetición de lo mal pagado, etc.
Efectos principales
Cuando el deudor paga, el crédito del acreedor se extingue pues se agota el interés suyo comprometido en
la obligación: el acreedor obtiene, por cumplimiento del deudor, aquello que éste le debe.
Tal extinción del crédito también se produce cuando obtiene la satisfacción de su finalidad: por la actividad
de un tercero que no obra por cuenta del deudor.
Excepciones
A veces el pago no extingue el crédito, no obstante que el deudor quede liberado. Es el caso del pago a un
tercero habilitado.
En tal situación, la actividad del deudor, coincidente con la que debía realizar en virtud de la obligación, lo
libera del vínculo, pero el acreedor, que no recibió efectivamente el pago, no se satisface simultáneamente
con esa liberación. Para ello, el acreedor debe ajustar cuentas con el tercero habilitado que cobró la deuda
ajena.

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Carácter definitivo
La extinción del crédito, en razón del pago, liquida definitivamente los poderes del acreedor para corar.
No obstante, existen algunas limitaciones:
• Si el acreedor recibe un daño a causa del pago.
• Si se produce la evicción, o vicio redhibitorio.
• Si el pago es inválido y, en consecuencia, renace la deuda que se pretendió cancelar.
Liberación del deudor
El pago también produce la liberación del deudor, no sólo en cuanto a la deuda en sí, sino también
respecto de todos los accesorios de la obligación.
El deudor puede obtener judicialmente su liberación mediante el pago por consignación.
Exenciones: Aunque el acreedor haya sido satisfecho, el deudor no se libera si aquella satisfacción provino
de la acción de un tercero.
Sólo con ulterioridad, cuando el deudor ajusta sus cuentas con el solvens, queda definitivamente liberado:
en tal situación, el acreedor no puede reclamarle nada, porque está satisfecho, y la pretensión del solvens
queda cubierta cuando arregla cuentas con él.
Carácter irrevocable
La liberación del deudor tiene carácter irrevocable, y constituye para él un derecho adquirido en los
términos de los artículos 14 y 17 de la Constitución Nacional.
Cuando el acreedor recibe el pago sin formular reserva alguna, el deudor queda irrevocablemente
liberado.

Imputación del pago


La imputación de pago es un mecanismo a través del cual se especifica a qué deuda debe referirse el pago
hecho por el deudor, cuando lo que se paga no es suficiente para solventar todas las deudas existentes
entre el deudor y acreedor.
De este modo la imputación de pago resulta útil para esclarecer dudas que puedan presentarse, cuando
existen varias obligaciones de igual naturaleza entre el mismo deudor y su acreedor, y el pago no alcanza
para cubrir el monto de todas ellas.
Requisitos
Para que la imputación del pago cobre virtualidad, deben presentarse los siguientes requisitos:
• Que existan varias obligaciones pendientes de un deudor frente a un mismo acreedor.
• Que las obligaciones tengan por objeto prestaciones de la misma naturaleza.
• Que el pago efectuado no alcance a cubrir el monto de todas las deudas.
Casos
La imputación puede ser hecha:
• Por el deudor
• Por el acreedor, si aquél no imputó.
• Por la ley, si no imputó ninguno de ellos.

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Modificación
Una vez hecha la imputación, el pago tiene carácter definitivo y aquella no puede ser modificada
unilateralmente, salvo que haya habido vicios.
Si ambas partes, deudor y acreedor, se ponen de acuerdo en cambiar la imputación, pueden hacerlo
siempre que no perjudiquen derechos de terceros fundados en dicha imputación.
Imputación por el deudor
Articulo 900 CCyC: Imputación por el deudor. Si las obligaciones para con un solo acreedor tienen por
objeto prestaciones de la misma naturaleza, el deudor tiene la facultad de declarar, al tiempo de hacer el
pago, por cuál de ellas debe entenderse que lo hace. La elección debe recaer sobre deuda líquida y de plazo
vencido. Si adeuda capital e intereses, el pago no puede imputarse a la deuda principal sin consentimiento
del acreedor.
La oportunidad para hacer la imputación corresponde en primer término al deudor. Si bien la norma se
refiere a la imputación realizada por el deudor al tiempo de formular el pago, nada impide que haga saber
su voluntad antes de ese momento. Pero cuando la imputación fue hecha con anterioridad al pago, el
deudor no puede modificarla, toda vez que se requerirá el consentimiento de ambas partes para modificar
la imputación ya realizada.
Sin embargo, la facultad del deudor al momento de realizar la imputación no es ilimitada, ya que deben
considerarse los derechos del acreedor. En este sentido, el Código establece que la elección del deudor no
podrá realizarse sobre deuda ilíquida o sobre aquella de plazo no vencido.
Imputación por el acreedor
Artículo 901 CCyC: Imputación por el acreedor. Si el deudor no imputa el pago, el acreedor se encuentra
facultado a hacerlo en el momento de recibirlo, conforme a estas reglas:
a) Debe imputarlo a alguna de las deudas líquidas y exigibles
b) Una vez canceladas totalmente una o varias deudas, puede aplicar el saldo a la cancelación parcial
de cualquiera de las otras.
Cuando la imputación no la realiza el deudor, le corresponde hacerlo al acreedor. Su facultad es, entonces,
de carácter subsidiario. El acreedor puede hacerlo al momento de recibir el pago. No puede hacerlo ni
antes ni después.
Los límites a la facultad de imputación del acreedor son:
• Debe imputar el pago a deudas de monto determinado y de plazo vencido, respetando lo cual si se
cancelan las deudas que revisten tales características, podrá aplicar el saldo a la cancelación parcial de
cualquier de las otras impagas, lo que representa una excepción al principio de integridad del objeto
del pago.
Imputación por la ley
Artículo 902 CCyC: Imputación legal. Si el deudor o el acreedor no hacen imputación del pago, se lo imputa:
a) En primer término, a la obligación de plazo vencido más onerosa para el deudor
b) Cuando las deudas son igualmente onerosas, el pago se imputa a prorrata.

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La imputación legal es subsidiaria de aquella que podrían haber realizado sucesivamente el deudor y el
acreedor.
A) Obligación más onerosa
La ley indica que la imputación debe realizarse, en primer término, a la obligación más onerosa. La
apreciación de la mayor onerosidad de una deuda dependerá de las circunstancias de cada caso y de las
reglas de la sana crítica que aplique el órgano jurisdiccional, por lo que el monto de ella no influye en tal
determinación.
En general, la jurisprudencia ha entendido que una deuda que trae aparejada un título ejecutivo es más
onerosa para el deudor que aquella que sólo confiere acción ordinaria. También ha considerado más
gravosa para el deudor la obligación que ha lugar a la iniciación de una acción judicial respecto a las que no
han sido objeto de ellas.
B) Prorrateo
Cuando todas las deudas son igualmente onerosas, debe aplicarse el prorrateo, que habilita, de esta
manera, al pago parcial que, por vía de excepción, en este caso, puede serle impuesto al acreedor,
configurándose una excepción al principio de integridad del objeto de pago.
Nada se dice respecto a si todas las deudas pendientes entre el deudor y acreedor son de plazo aún
vencido. La jurisprudencia y la doctrina han sido contestes en aplicar idénticos principios que a las deudas
de plazos vencidos, por vía de analogía.
La imputación, realizada por el deudor, por el acreedor o por la ley, no es susceptible de ser alterada
unilateralmente en forma unilateral, ni por quien la hizo, ni por la otra parte. Sólo puede ser modificada si
media acuerdo entre ellas, en virtud del principio de libertad contractual.

Ejecución específica
Modos de hacerla efectiva
Un mecanismo para vencer la resistencia del deudor es su compulsión personal. Se hace efectiva según los
sistemas y las épocas a través de dos vías fundamentales: la prisión por deudas y el contempt of court en el
derecho anglosajón.
En la actualidad la tendencia universal es adversa a la prisión por deudas
Multas civiles
Las multas civiles constituyen una especie de las poco frecuentes sanciones civiles represivas o retributivas.
Se las clasifica como:
• Legales: Dispuestas por ley
• Convencionales: Se pacta mediante la cláusula penal
• Judiciales
Actualmente en el sistema argentino las sanciones obran para motivae al sujeto alentándolo a respetar la
regla jurídica, como una presión psíquica que lo encamina a obrar según las pautas que señala el Derecho.

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Ejecución forzada
Artículo 777 CCyC: Ejecución forzada. El incumplimiento imputable de la prestación le da derecho al
acreedor a:
a) Exigir el cumplimiento específico.
b) Hacerlo cumplir por terceros a costa del deudor.
c) Reclamar los daños y perjuicios.
Astreintes
Sanciones conminatorias
Las condenaciones conminatorias de carácter pecuniario son aplicadas por los jueces a quien no cumple un
deber jurídico impuesto en una resolución judicial; su vigencia perdura mientras no cese la inejecución,
pudiendo aumentar indefinidamente.
En el ámbito de las obligaciones tienen especial importancia para compeler al deudor a cumplir
específicamente lo debido, cuando la ejecución forzada es imposible.
Artículo 804 CCyC: Sanciones conminatorias. Los jueces pueden imponer en beneficio del titular del
derecho, condenaciones conminatorias de carácter pecuniario a quienes no cumplen deberes jurídicos
impuestos en una resolución judicial. Las condenas se deben graduar en proporción al caudal económico de
quien debe satisfacerlas y pueden ser dejadas sin efecto o reajustadas si aquél desiste de su resistencia y
justifica total o parcialmente su proceder.
La observancia de los mandatos judiciales impartidos a las autoridades públicas se rige por las normas
propias del derecho administrativo.
Naturaleza jurídica
Constituyen un medio de compulsión del deudor o un tercero. En lo relativo a las obligaciones, se
encuentra ínsito en los medios legales que el artículo 730 del CCyC acuerda al acreedor para que el deudor
le procure aquello a que está obligado.
Se diferencian de la indemnización de daños en tanto ésta rige cuando media inejecución; entra en
subsidio de la prestación incumplida y su monto guarda equivalencia con el daño efectivamente sufrido
por el acreedor. Las astreintes tienden a que se cumpla el mandato judicial; no dependen de la existencia
de daño para que sean impuestas, ni su monto guarda relación alguna con el perjuicio generado por la
desobediencia (si lo hubo), sino que se relacionan con la situación económica del sujeto a quien se
imponen.
Acumulación con la indemnización de daños
La doctrina negativa entiende que el acreedor tiene derecho a cobrar el importe mayor entre los dos
conceptos, quedando el menor subsumido como monto a cuenta del total, en virtud del principio que veda
lucrar a expensas del responsable.
Otro criterio sostiene el derecho de sumar ambos importes, basado en la diversidad de títulos de los
créditos. En este último sentido, se expone que no puede hallarse en el tema sujeto a estudio razón
suficiente para impedir la acumulabilidad fundada en la aplicación del principio de enriquecimiento sin
causa, por cuanto el acreedor puede percibir perfectamente el monto de los daños y perjuicios que le
produjo el incumplimiento del deudor y el monto que le correspondiera en virtud de la aplicación de las
astreintes, este último como beneficiario de ellas.
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Por lo tanto, existe suficiente causa en ambos supuestos, ya que no derivan del mismo hecho: las
astreintes se perciben por el incumplimiento de la resolución judicial, mientras que la indemnización
corresponde por el incumplimiento obligacional obrado.
Por esta razón, se concluye que es jurídicamente viable acumular la percepción del monto dl daño
experimentado con más el que resulte de la aplicación de las astreintes, en ambos casos íntegramente, por
cuanto se originan en el funcionamiento de instituciones distintas, con entidad propia e independiente
cada una de ellas.
Caracteres
Los caracteres que corresponden a las astreintes son éstos:
• Discrecionales: Toda vez que los jueces tienen la facultad de imponerlas o no, según las circunstancias,
y, aun, pueden dejarlas sin efecto o reajustarlas. Además, las gradúan de acuerdo con el caudal
económico del obligado a satisfacerlas, pues, obviamente, una misma suma no incide por igual en un
rico que en quien no lo es.
• Provisionales: Esto es, definitivas. En efecto: pueden ser dejadas sin efectos, o reducidas, si se dan dos
requisitos:
- El deudor desiste de su resistencia, es decir, cumple.
- Justifica su proceder, total o parcialmente
• Conminatorias: Lo cual denota su propia finalidad de vencer la resistencia de un deudor recalcitrante,
mediante el incentivo económico. No son, pues, indemnizatorias.
• Pecuniarias: Sólo pueden consistir en dinero.
• Ejecutables: Lo cual es una derivación de su propia naturaleza: el acreedor debe poder, en
determinado momento, liquidar la deuda por astreintes y ejecutarla, pues de otro modo, tal imposición
sería ilusoria; de lo contrario, el deudor reticente podría sentir que sólo se lo amenaza con un sable de
utilería.
• Pronunciables a favor del acreedor y a su pedido: Lo primero surge de la ley, lo segundo es una
derivación de ello mismo: no se podría imponer al acreedor la titularidad de otro crédito anexo por
astreintes, si no lo peticiona concretamente.
• Aplicables al deudor o a un tercero.
Punto de partida
Las astreintes rigen solo si la resolución judicial que las impone esta ejecutoriada, o sea si no existe contra
ella recurso procesal alguno.
Sin embargo si la imposición de astreintes por el juzgado de primera instancia fue efectuada para regir a
partir de la notificación de la resolución respectiva, debe computarse desde dicha notificación, una vez que
el tribunal de alzada confirma el pronunciamiento de primera instancia (por aplicación de principios
generales)
Cesación
Las astreintes cesan:
• Por vía principal: Cuando el deudor paga, o cuando son dejadas sin efecto
• Por vía accesoria: Cuando se extingue la obligación en razón de la cual fueron impuestas, o el acreedor
recibe lo debido sin hacer reserva acerca de las astreintes.

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Ejecución por un tercero
El acreedor tiene derecho, respecto del bien que constituye el objeto de la obligación, a hacérselo procurar
por otro a costa del deudor. Mediante la actividad de un tercero, el acreedor satisface su interés
específicamente, y obtiene su finalidad.
Régimen
La propia naturaleza de las cosas determina que la ejecución por otro sea inconcebible en algunas
hipótesis. Tal modo de ejecución no cabe:
• En las obligaciones de dar cosas ciertas pues, al estar determinadas desde el nacimiento de la
obligación, sólo el deudor puede darlas. Hay que hacer salvedad, empero, de la obligación de dar una
cosa cierta fabricada en serio, o que se ajena, si el dueño de ésta la entrega al acreedor.
• En las obligaciones de hacer intuitus personae.
• En las obligaciones de no hacer, pues la abstención debida es personal del deudor. Con todo, puede
intervenir un tercero si el acreedor exige que se destruya lo hecho, o que se le autorice para destruirlo
a costa del deudor.
Autorización judicial
En principio, el acreedor debe obtener autorización judicial para hacer efectiva la ejecución por otro. Dicha
autorización se requiere mediante un mecanismo sencillo: una audiencia, que es celebrada con
quienquiera de los interesados concurra, y en la que debe producirse la prueba.
Si promedia urgencia, el acreedor está eximido de requerir tal autorización; más aún, deberá prescindir
directamente de ella si, con la demora, agrava innecesariamente los daños.
Hay diferencias en el caso en que se requiere autorización judicial y aquel en que se prescinde de ella:
• Cuando existe autorización judicial: el acreedor tiene derecho a reclamar al deudor todo lo que ha
invertido (reembolso), pues el juez al darle la autorización, lo ha facultado a invertir hasta cierta suma
que constituye el tope de dicha pretensión.
• Si no hay autorización judicial: únicamente puede pretender lo que invirtió si ello es justo (reintegro).
Caso del boleto de compraventa.
La ley procesal en su artículo 512 expresa el caso de la sentencia que condena a escriturar, que se hace
bajo el apercibimiento de que el juez suplirá el incumplimiento del obligado, suscribiendo la
correspondiente escritura y a costa del deudor.
Cuestiones a considerar:
• El acreedor generalmente espera el cumplimiento de la obligación mediante el pago o cumplimiento
espontáneo, tiene en consecuencia una expectativa a la prestación y tras el pago puede apropiarse del
bien pagado.
• Si el deudor no cumple aún el acreedor tiene la expectativa de la prestación, sin embargo a los efectos
de proceder a la ejecución forzada o por otro el deudor debe estar en mora, ya que sólo ese
incumplimiento es jurídicamente relevante.
• Finalmente si el acreedor opta por la satisfacción por equivalente o indemnización, ya no busca el
cumplimiento de la prestación ya que su expectativa ha sido modificada por un derecho a la
indemnización.

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Modo de actual de los efectos normales
Es conveniente precisas de qué modo actúan los efectos normales que llevan a la satisfacción en especie
del acreedor.
Mediante su expectativa a la prestación el acreedor espera el pago, o cumplimiento espontáneo, por parte
del deudor. Si el deudor paga el acreedor investido de título para ello se apropia del bien pagado.
Si el deudor no cumple de esa manera le queda pendiente el acreedor su expectativa a la satisfacción que
presume:
• Un efectivo incumplimiento del deudor
• Que aquel le sea jurídicamente atribuible.
Por ello no podrá prescindir todavía de aguardar el cumplimiento del deudor, y acudir sin más a la
ejecución forzada o a la ejecución por otro, si el deudor no incurrió en mora, que presupone, precisamente
un incumplimiento jurídicamente relevante.
Pero, frente a la mora del deudor, puede optar el acreedor por la ejecución forzada o la ejecución por un
3°.
Finalmente el acreedor puede también pedir la indemnización que lo satisfaga por equivalencia (efecto
anormal). Para ello debe poder convertir su derecho a la prestación en un derecho a la indemnización lo
cual se dará a través de la reparación del daño.

Responsabilidad
La responsabilidad en general
Sentidos del vocablo responsabilidad
La responsabilidad puede ser entendida en distintos sentidos:
• Concepción ampla: Se puede entender por responsable a todo el que debe cumplir. Se abarca la
conducta debida, y la sanción por no adecuarse a ella.
• Es dable calificar como responsable al deudor que no ha cumplido y está sujeto a las acciones del
acreedor. Al no haber acatado a la deuda, esto es, al comportamiento debido como prestación, el
acreedor tiene derecho a ejecutarlo forzadamente, obtener la ejecución por otro a su costa, o
reclamarse indemnización.
• Concepción estricta: Se dice responsable a quien, por no haber cumplido, se le reclama indemnización.
Esta acepción que comúnmente se da al concepto, en cuanto concierne al deber de reparar el daño
jurídicamente atribuible causado por el incumplimiento.
Responsabilidad e imputabilidad. La responsabilidad moral
Una acción es imputable cuando se la puede referir a la actividad de una persona; pero tal imputación no
adelanta criterio acerca de la responsabilidad del sujeto. Un obrar es imputable a alguien cuando puede
ser referido a su conducta: ese sujeto es moralmente imputable si obró voluntariamente; y sólo es
jurídicamente responsable cuando lo ha hecho trasgrediendo el ordenamiento jurídico.
Por cierto que la responsabilidad moral, derivada del obrar voluntario, ingresa en la órbita jurídica cuando
existe una exteriorización de la voluntad, pues cualquiera sea el pensamiento del autor (moral o inmoral),
al Derecho le interesa primordialmente la forma externa, sin perjuicio de computar lo verosímil.

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Responsabilidad y carga
En la relación jurídica, al derecho subjetivo, o facultad, de un sujeto, corresponde el correlativo deber de
otro sujeto. El deber, pues, consiste en una conducta impuesta a un sujeto (pasivo), que otro sujeto
(activo) tiene derecho a exigir coactivamente, y cuyo cumplimiento da lugar a una sanción; esto es, a una
consecuencia de índole jurídica que corresponde a la infracción de un deber, y que significa un disvalor
para quien es pasible de ella.
La obligación genera deber, pero éstos consisten concretamente en satisfacer una prestación de contenido
patrimonial. Mientras la deuda que existe es la obligación es un deber, no todo deber es una deuda:
técnicamente sólo son denominados deudas los deberes de carácter relativo y de contenido patrimonial, a
los cuales corresponde un derecho subjetivo creditorio.
La responsabilidad, a su vez, en el ámbito del Derecho civil y en el área de las obligaciones, implica el deber
de reparar, de satisfacer una prestación (patrimonial), a favor de la víctima de una infracción.
La carga, finalmente, no impone ninguna conducta (a diferencia del deber); pero si no se cumple tal carga,
no se adquiere el denominado derecho.
Desde otro punto de vista, el concepto de la carga puede denotar la circunstancia de que, en determinados
casos, el titular de un derecho subjetivo afectado por infracción no pueda obtener la reparación del daño.
Ámbitos de la responsabilidad jurídica
El Derecho tiene organizado todo un sistema de sanciones, algunas de las cales son retributivas o
represivas y otras resarcitorias.
En la sanción represiva no hay equivalencia material entre la infracción y el mal inferido al autor.
En la sanción represiva late la idea de retribución; se infiere un mal al sujeto, se lo afecta en sus derechos
subjetivos, como retribución por un hecho sancionable, pero el término de comparación no se da entre
cosas, sino que se atribuye al bien jurídico perjudicado al que se pone en relación con el disvalor del mal
amenazado.
La sanción represiva es típica del Derecho Penal.
En la sanción resarcitoria supone un principio de equivalencia entre el daño y la indemnización con la cual
se lo enjuga.
Hay, además, una esfera de responsabilidad civil generadora de indemnización. En materia de
obligaciones, la reparación civil consiste en una prestación que se impone al responsable de un daño
injusto. Esta prestación es establecida en consideración con la cuantía del daño, que constituye su tipo.
Tiene, pues, una concreta finalidad de satisfacción de la víctima por el victimario, a través de una
prestación patrimonial, que se impone a este último a favor de aquella.
Principios de la responsabilidad civil
Para encontrar los principios de la responsabilidad civil se pueden recorrer dos caminos. Cabe deducirlos
de la noción de justicia, aprehendiéndolos por el sentido común, o por la conciencia jurídica.
En el sentido común, la naturae rationalis inclinario comporta una creencia racional de la que emerge la
racionalidad de la proposición. En Derecho, más bien que la racionalidad es determinante la razonabilidad,
porque la razonabilidad presupone circunstancias que son significativas en la órbita jurídica: una realidad
social concreta; que ella sea debidamente conocida y valorada; y que sea adecuada congruentemente en la
medida de lo posible.

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Otro camino hacia los principios es inducirlos. Esta inducción responde al análisis del contexto de la
legislación nacional, de los sistemas de legislación comparada, o de la doctrina de los autores.
Virtualidad
Los principios de la responsabilidad civil sirven:
• Para armar un sistema, de jure condenado, mientras se lo elabora.
• Para juzgar al sistema elaborado cuando se trata de analizado de jure condito, tal cual es.
• Para interpretarlo congruentemente en sus lagunas o silencios, o en sus desarmonías, y para
desentrañar su sentido.
Enunciado de los principios
• Principio de los derechos subjetivos: Ningún derecho es ilimitado. Si no hubiera relatividad de los
derechos subjetivos, bastaría que el legislador consagrada la facultad y le permitiera al individuo
ejercitarla a su antojo. Sin embargo, el artículo 14 de la Constitución Nacional es particularmente claro,
porque establece que los derechos allí consagrados deben ser ejercidos conforme las leyes que
reglamenten su ejercicio; y esta reglamentación no es mera limitación, sino una emanación del
principio de relatividad.
• Principio de reserva: No hay deber de transgresión sin norma que lo imponga; principio que deriva
directamente de la noción de seguridad, puesto que es preciso saber a qué atenerse.
Surge del artículo 19 de la Constitución Nacional, donde se establece que ningún habitante de la
Nación será obligado a hacer lo que la ley no manda, ni privado de lo que ella no prohíbe.
• Neminem laedere: No dañar nada. Es norma implícita de los sistemas que incriminan el daño justo; y es
consecuencia, también, de la relatividad de los derechos subjetivos.
• Se debe responder por actos propios, no ajenos: Esto aparece consagrado respecto de los actos
positivos y de los actos ajenos.
• Imputabilidad subjetiva: Clásicamente ha sido sostenida la vigencia de un principio de imputabilidad
subjetiva, según el cual no hay responsabilidad sin que el acto principio por ser voluntario en sentido
jurídico, esto es, obrado con discernimiento, intención y libertad.
• Agravación del tratamiento para el doloso: El Derecho no puede tratar igualmente a quien comete un
entuerto por descuido y a quien lo comete con la conciencia del mal que quiere causar, o con un obrar
deliberado, que normalmente va a llevar a ese daño.
• Pacta suni servanda. Rebus sic stanibus: El pacta suni servanda emana del neminem laeder. Las
convenciones tienen fuerza obligatoria equivalente a la ley.
Hay en esto un profundo contenido ético: hacer honor a la palabra empeñada; y evitar, mediante el
cumplimiento exacto de la obligación asumida, que a través de ese incumplimiento se dañe a otro. Para
la vigencia del pacta suni servanda no se exige un pacto previo: el pacta suni servanda implica que no
hay que dañar a los demás a través del incumplimiento de la palabra empeñada en la convención de
partes.
Pero pacta suni servanda siempre que rebus sic stanibus, es decir, siempre que las cosas sigan siendo
así.
• Buena fe: La buena fe puede ser buena fe-creencia o buena fe-probidad.
- Hay buena fe-creencia cuando versa justificadamente acerca de la titularidad de un derecho. La
apariencia implica el estado objetivo del que deriva el estado subjetivo de la creencia que, cuando
es generalizada, se convierte en error común.

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- La buena fe-probidad importa el comportamiento leal, el comportamiento honesto, en la
celebración y cumplimiento del acto y es, desde otro enfoque, presupuesto del reconocimiento de
ciertas facultades, o derechos subjetivos. Es el comportamiento de la gente de bien, de la gente
que actúa correctamente en la convivencia social.

Deslinde de órbitas de la responsabilidad contractual y extracontractual


Diferencia de Órbita contractual Órbita Extracontractual
régimen
Violación de una obligación preasumida Violación del neminem laedere.
(Arts. 724, 725, 957 y ccs. CCYC).
Génesis Art. 1716 CCyC.
El deber es específico en cuanto a su objeto y El deber es genérico (no causar
determinado (o determinable) en cuanto al daño), en indeterminado en
sujeto pasivo de la obligación cuanto al sujeto pasivo de la
obligación

La indemnización sustituye o se adiciona a la Art. 1716 CCyC.


obligación preexistente. Se crea una nueva obligación, que
Estructura de Art. 730 CCyCN. no existía antes.
funcionamiento Nace un derecho subjetivo –a
Ejemplo: A la prestación original se le adiciona la favor de la víctima– en el
cláusula penal moratoria o se sustituye por la momento que se causa el
compensatoria. perjuicio.
A partir de los 13 años (art. 261 inc. C, CCyC) el A partir de los 10 años se
menor adquiere discernimiento para realizar adquiere el discernimiento para
Discernimiento cierto tipo de contratos (Trabajar, pequeños los actos ilícitos (Art. 261 inc. B,
contratos) CCyC)

En cuanto a la prestación, se pueden diferenciar En los hechos ilícitos, el


las obligaciones de medios de las obligciones de damnificado debe probar la culpa
resultado. o el dolo (Art. 1724 CCyC).

• Obligaciones de medios: donde el deudor se Si la responsabilidad es objetiva


compromete a un obrar diligencia. En este (Art. 1723 CCyC) se prescinde de
Carga de la caso, el acreedor debe probarla culpa del la valoración de la culpa o el dolo
prueba de la deudor, es decir la omisión de las diligencias y se responde.
culpa debidas (Art. 1724 CCyCN). Ejemplo: Por el riesgo o vicio de la
• En las obligaciones de resultados: Art. 1723 cosa (Art. 1757 CCyC).
CCyCN), (deber objetivo de resultado eficaz),
basta con probar la existencia de la obligación
y el incumplimiento.

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Art. 886 CCyCN. La mora siempre es automática, a
partir que se produce cada
La mora es: automática (obligaciones de plazo perjuicio susceptible de
expresamente determinado y cierto). reparación.
• En las de plazo expresamente determinado e (Arts. 1748 y ccs. CCyC)
incierto, se requiere una declaración
Mora recepticia.
• En las de plazo tácitamente determinado,
interpelación (Art. 887 inc. A, CCyCN).
• En las de plazo indeterminado, se requiere
promover acción de fijación de plazo (Art. 887
inc. B) (y cumplimiento)
5 años (plazo general; art. 2560 CCyCN) que se • El reclamo de la
aplica siempre que no se prevean plazos indemnización de daños
especiales. derivados de la
responsabilidad civil prescribe
Prescripción Ejemplos casos especiales: 2562 CCyCN como a los tres años, inclusive
prestaciones periódicas (2 años); daños derivados cuando los daños provienen
del contrato de transporte de personas (2 años); de la inejecución -o ejecución
declaración de inoponibilidad nacido del fraude defectuosa- de un contrato.
(2 años); etc. • El reclamo de derecho común
de daños derivados de
accidentes y enfermedades
del trabajo, dos años.
• El resarcimiento de daños por
agresiones sexuales infligidas
a personas incapaces
prescribe a los diez años (el
plazo corre desde el cese de la
incapacidad).
• Delitos de lesa humanidad son
imprescriptibles
• Lugar de pago designado (convenido). • En las acciones personales
Art. 873 CCyCN. derivadas de delitos o
• Domicilio del deudor al tiempo del cuasidelitos, el lugar del hecho
Competencia nacimiento de la obligación (art. 874) o el del domicilio del
en razón del Si el deudor se muda, el acreedor puede demandado, a elección del
lugar optar entre el domicilio al contratar o el actor.
actual. • Domicilio
• Cosa cierta: donde se ubica habitualmente; • De la aseguradora citada en
• Obligaciones bilaterales de cumplimiento garantía (art. 118 de la Ley
simultáneo: lugar de cumplimiento de la 17,418).
obligación principal.

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Art. 1090 CCyCN: La frustración definitiva de la
finalidad del contrato autoriza a la parte
perjudicada a declarar su resolución, si:
• Tiene su causa en una alteración de carácter
extraordinario de las circunstancias existentes
al tiempo de su celebración
• Es ajena a las partes.
Frustración de • Supera el riesgo asumido por la que es No se puede invocar imprevisión
la finalidad afectada.

La resolución es operativa cuando esta parte


comunica su declaración extintiva a la otra.
Si la frustración de la finalidad es temporaria, hay
derecho a resolución sólo si se impide el
cumplimiento oportuno de una obligación cuyo
tiempo de ejecución es esencial

Sólo tiene virtualidad en la órbita contractual.

Art. 1091 CCyCN.


Si en un contrato conmutativo de ejecución
diferida o permanente, la prestación se torna
Imprevisión excesivamente onerosa, por una alteración No se puede invocar imprevisión
extraordinaria de las circunstancias existentes al
tiempo de su celebración, por causas ajenas a las
partes puede por acción o como excepción, la
resolución total o parcial del contrato, o su
adecuación.

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Art. 1728 CCyCN. Arts. 1726 y 1727 CCyCN.
Previsibilidad contractual. Se responde por lo que La extensión del resarcimiento se
las partes previeron al momento de contratar (en rige por la relación de causalidad
contratos paritarios, no de consumo, ni de adecuada: se reparan las
cláusulas predispuestas). La ponderación del consecuencias que tiene nexo
juicio de previsibilidad se realiza bajo las adecuado de causalidad con el
siguientes pautas: hecho productor del daño.
• La previsibilidad debe evaluarse según un
parámetro subjetivo que permita determinar
lo que el contratante previó efectivamente (o
pudo prever obrando con cuidado y previsión Salvo disposición en contrario, se
según las circunstancias del caso) reparan:
• Las consecuencias inmediatas,
La posibilidad de prever se define según el es decir aquellas que
conocimiento con el que contaban las partes al acostumbran suceder según el
momento de contratar de acuerdo a: curso natural y ordinario de
• Las circunstancias ordinarias de público las cosas.
Extensión del conocimiento (art. 1727 CCyC) • Las consecuencias mediatas,
Resarcimiento • A las circunstancias que debieron serlo por la que resultan de la conexión de
naturaleza del acto (objeto y finalidad) o por un hecho con un
las condiciones del deudor (art. 1725 CCyC). acontecimiento distinto.
• El juicio de previsibilidad se enfoca en la
trama obligacional del contrato, determinada Las consecuencias casuales de 3°
por el objeto, la causa y el tipo contractual grado, no pueden preverse, y por
(arts. 961 y 281 CCyC). ende no se indemnizan).
• La previsibilidad se vincula con la
cognoscibilidad: se puede prever , según se
pueda conocer.
• En caso de dolo se agregan las consecuencias
al momento del incumplimiento.

La causalidad adecuada (arts. 1726 y 1727 CCyC)


no se aplican directamente a la previsibilidad
contractual, aunque resultan una valiosa
herramienta de interpretación coadyuvante para
el análisis en materia de previsibilidad
contractual.

Sólo tiene virtualidad en la órbita contractual.

Art. 790 CCyCN.


La cláusula penal es aquella por la cual una
persona, para asegurar el cumplimiento de una No existen cláusulas penales en la
Cláusula penal obligación, se sujeta a una pena o multa en caso órbita extracontractual
de retardar o de no ejecutar la obligación. Puede
ser moratoria o compensatoria. Tiene dos
funciones:
• Incentiva al deudor a cumplir
• Fija, ex ante, el monto indemnizatorio.

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El art. 1741 CCyCN unifica el régimen de la legitimación en las esferas contractual y
extracontractual sin diferenciar (cómo lo hacían los anteriores arts 522 y 1078 Código
Civil) si el daño proviene del incumplimiento de una obligación o del deber general de
no dañar a otro, que tiene jerarquía constitucional (Art. 19 Const. Nacional).

Daño moral • Se mantiene la distinción entre damnificado directo e indirecto,concediendo-por


regla legitimación al directo o inmediato y al indirecto en caso de fallecimiento o
muerte de la víctima directa.
• Se amplían los supuestos resarcitorios al caso de gran discapacidad de la victima
inmediata.
• Se amplían los damnificados indirectos en caso fallecimiento o gran discapacidad
de la víctima (ascendientes, descendientes, cónyuge y quién convivía con trato
familiar ostensible).
• Se recepta la noción de daño moral como daño compensatorio y satisfactorio de
afectaciones extrapatrimoniales, esto es como consuelo.
Esta noción se emplaza en la concepción amplia de la persona humana y en la
tutela de su dignidad.
Atenuación de Art. 1742.- Atenuación de la
la responsabilidad. El juez, al fijar la
indemnización indemnización, puede atenuarla si es
por razones de equitativo en función del patrimonio
equidad No aplica del deudor, la situación personal de la
víctima y las circunstancias del hecho.
Esta facultad no es aplicable en caso
de dolo del responsable.

Solidaridad Activa, Pasiva y Mixta Sólo pasiva (y si hay dolo no hay


acción de contribución)

Presupuestos de la responsabilidad
La responsabilidad generadora del deber de indemnizar exige la concurrencia de cuatro presupuestos:
• Antijuricidad: El incumplimiento objetivo, o material, que consiste en la infracción al deber, sea
mediante el incumplimiento de la palabra empeñada en un contrato, sea a través de la violación del
deber general de no dañar.
• Factor de atribución: Un factor de atribución de la responsabilidad, esto es, una razón suficiente para
asignar el deber de reparar al sujeto sindicado como deudor. Tal factor de atribución puede ser
subjetivo (culpabilidad) u objetivo.
• Daño: El daño, que consiste en la lesión a un derecho subjetivo o interés de la víctima del
incumplimiento jurídicamente atribuible.
• Relación de causalidad: Una relación de causalidad entre el hecho y el daño.
Si la responsabilidad que se reclama al deudor no es la indemnización, sino que se lo ejecuta
forzadamente, o se pretende la ejecución de un tercero, el daño y la relación causal resultan indiferentes,
pues no se trata de reparar el daño, sino de remedios distintos.

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Para ello bastan, únicamente, el incumplimiento objetivo y un factor de atribución suficiente; o, dicho de
otro modo, alcanza con que el incumplimiento sea jurídicamente relevante.
Virtualidades
Sin la concurrencia de estos cuatros presupuestos, no hay responsabilidad que dé lugar a indemnización.
1) De allí que la investigación, tendiente a establecer si la persona de quien se pretende la indemnización
es o no responsable, deba principiar por analizar si cometió una infracción o no.
2) Si se concluye que hubo infracción, debe estudiarse si promedia una factor de atribución eficaz.
3) Cuando se tiene por establecido un incumplimiento jurídicamente atribuible al sujeto, debe precisarse
si hubo o no daño, porque la indemnización sólo tiene sentido en caso afirmativo.
4) Una vez asentada la existencia de un incumplimiento, atribuible y dañoso, se deberá concretar si aquél
determinó el daño, y qué proporción de la masa total de los daños se le asigna al autor, problema que
concierne a la relación de causalidad.

Incumplimiento objetivo
El incumplimiento objetivo o material consiste en la infracción de un deber; su carácter objetivo deriva de
que resulta de una observación previa y primaria del acto, ajena a toda consideración de la subjetividad del
agente.
Consecuencias transcendentes e intranscendentes
Si se relacionan los actos con las consecuencias jurídicas se advierte que algunas conductas son
indiferentes para el Derecho, como las relativas a las reglas de cortesía o de urbanidad; tales conductas son
intranscendentes.
Otras, por el contrario, son transcendentes. Adviértase que algunos planes de la conducta, que aparecen
como indiferentes al Derecho, pueden adquirir trascendencia normativa en cuanto una norma los
considere antecedentes de la imputación; es el caso de la moral y las buenas costumbres.
La trascendencia puede ser:
• Positiva: si se adecua a las pautas del ordenamiento jurídico
• Negativa: Si transgrede dichas pautas. Estos actos de trascendencia negativa son disconformes con el
Derecho.
Relevancia de la consideración objetiva de la licitud
Por lo pronto, es un presupuesto de la responsabilidad. Pero, además, tiene otras virtualidades:
• La legítima defensa procede ante la simple agresión, aunque no provenga de un sujeto jurídicamente
imputable.
• El acto del menor de 10 años, o del demente, no puede ser ilícito en sentido subjetivo; pero
jurídicamente proyecta responsabilidad al padre, tutor o curador, si es objetivamente ilícito.
• El incumplimiento objetivamente considerado autoriza por sí solo la adopción de medidas cautelares, y
da derecho a quien lo padece para promover demanda contra el incumplidor, sin que la demostración
de la culpabilidad de éste sea presupuesto de esa promoción.

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Modos de obrar
• Actos de comisión: La infracción puede ser llevada a cabo mediante un acto positivo: matar, lesionar.
En tal supuesto se obra por comisión o ejecución
• Comisión por omisión: En esta situación hay hechos negativos que, en sí mismo, no constituyen
infracción, pero cuyo resultado es ilícito: madre que no alimenta a su hijo; la omisión sólo será ilícita si
está impuesta.
Causas de justificación
Ciertas circunstancias justifican una conducta que, de no haber mediado ellas, sería ilícita. Se trata de las
denominadas causas de justificación que, por consiguiente, excluyen la ilicitud de la conducta en el caso
dado.
Diferencias
• Causas de inimputabilidad: Estas excluyen la culpabilidad, sea porque el sujeto carece de
discernimiento, fuera porque obró víctima de error. El acto inimputable es objetivamente ilícito,
aunque no acarrea responsabilidad; el acto es justificado, en cambio, objetivamente lícito.
• Excusas absolutorias: En este caso se excluye la sanción; el acto es objetivamente ilícito e imputable,
pero no genera responsabilidad íntegra para el autor; es el caso de las cláusulas limitativas de
responsabilidad.
Casos de justificación
Artículo 1718 CCyC: Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho. Está
justificado el hecho que causa un daño:
a) En ejercicio regular de un derecho
b) En legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una
agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre
daños como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una
reparación plena
c) Para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un
tercero, si el peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el
mal que se evita es mayor que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser
indemnizado en la medida en que el juez lo considere equitativo.
Ejercicio regular de un derecho: Es frecuente que los sujetos perjudiquen a otros en su obrar. El Derecho
no puede reprochar que en el accionar de una persona obtenga una ventaja, y otra, por consiguiente, una
pérdida, en tanto no resulte contrario a una violación de la ley, o de una conducta irregular.
El daño causado en ejercicio regular de un derecho está justificado y, por lo tanto, no da lugar a
resarcimiento a favor de quien lo sufre
Legítima defensa: Habrá legítima defensa cuando alguien frente a una agresión ilegítima y no provocada
emplea un medio racional y suficiente para impedirla o repelerla. Cabe aclarar que se trata de una
potestad que le otorga el ordenamiento jurídico a una persona, sino que es una circunstancia que evita
que una persona sea sancionada por defenderse de un daño recibido.

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Los elementos de la legítima defensa son:
• Agresión ilegítima: Sin fundamento legal. Se tiene que tratar de una agresión por parte de una persona
hacia otra que no cuenta con ningún respaldo legal o que no está aprobado por el ordenamiento
jurídico.
• Agresión actual y no potencial: No corresponde invocar legítima defensa si se lastima a alguien para
evitar que en un futuro éste provoque un daño.
• La agresión que sufre el actor debe ser sobre su persona o bienes (patrimonio), o también una agresión
contra su cónyuge (o conviviente), ascendiente o descendiente.
• Debe de verificarse una falta de provocación suficiente en el agredido (el actor no debe de haber
provocado al agresor).
• Necesidad racional del medio empleado: el agredido tiene que haberse defendido con un medio
proporcional y suficiente para detener o repeler la agresión actual, la defensa nunca puede superar a la
agresión
Estado de necesidad: Habrá estado de necesidad cuando una persona, para evitar un mal grave o
inminente, al que ha sido extraño, provoca un daño a otro. Elementos del estado de necesidad: a) El
agente debe sentir temor fundado de sufrir un mal grave e inminente. b) El agente no debe ser culpable
del peligro que lo amenaza c) El daño ajeno debe ser incomparablemente menor al evitado d) El daño
provocado efectivamente debe ser patrimonial, no en la vida de un tercero, sino no habría estado de
necesidad.

Cumplimiento defectuoso
El incumplimiento defectuoso puede ser:
• Absoluto: Cuando la conducta obrada es inversa a la debida
• Relativo: Cuando hay un defecto en cuanto a las circunstancias de modo, tiempo o lugar de
cumplimiento.
Este cumplimiento defectuoso es, en realidad, una especie de incumplimiento, y genera también la
responsabilidad del deudor, que sólo se libera mediante su cumplimiento exacto.
Actitudes que puede adoptar el acreedor.
• Rechazar el pago por carencia del requisito de identidad
• Aceptar el pago defectuoso, con lo cual de deuda queda extinguida por dación de pago.
• Aceptar el pago defectuoso, pero con reserva del derecho de reclamar que se lo adecue debidamente,
o la correspondiente indemnización por defecto.
Cumplimiento defectuoso ignorado
Ocurre a veces que el defecto no es ostensible, de manera que la recepción del pago en tales
circunstancias, aunque no hayan sido formuladas reservas, no extingue el derecho de acreedor a reclamar
ulteriormente, pues falta el requisito de haber recibido voluntariamente por pago de la deuda algo distinto
de lo debido.
Cuando el acreedor descubre el defecto oculta tiene acción contra el deudor, pero esta acción está
sometida a un plazo de prescripción breve: tres meses en la compraventa civil, o el que el juez fije hasta un
máximo de seis meses en la compraventa comercial; o a la necesidad de denunciar el defecto dentro de los
sesenta días en la locación de obra.

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Relevancia del incumplimiento: mora del deudor
Mora y demora
Se entiende por mora al estado en el cual el incumplimiento material se hace jurídicamente relevante.
Para ello, deben concurrir tres requisitos:
• Dicho incumplimiento.
• Que esa imputable al deudor
• Que el deudor esté constituido en mora.
La demora, o retardo del deudor es, así, un elemento material de la mora, pero no la mora misma. Y puede
haber mora, con mayor razón, cuando el deudor no está solamente demorado en su cumplimiento, sino
que ha incurrido directamente en inejecución absoluta y definitiva.
Análisis de los elementos
La imputabilidad del incumplimiento resulta de la existencia de un factor de atribución suficiente.
Y la constitución en mora puede derivar:
• De un acto del acreedor: Interpelación
• Mero transcurso del tiempo
Formas de interpelar
• Judicialmente: Cuando interviene el órgano jurisdiccional; es el caso de la intimación de pago hecho
por el oficial de justicia.
• Extrajudicialmente: Cuando no interviene el órgano jurisdiccional.
Como la interpelación extrajudicial no es un acto formal, no está sometida a requisito específico
alguno; así, puede ser hecha por escrito o verbalmente, y aun ha sido admitida la eficacia de la
efectuada por teléfono.
Por razones de prueba, conviene llevarla a cabo por un medio susceptible de acreditación ulterior: por
acta notarial, con participación de testigos, mediante telegrama colacionado.
Naturaleza de la interpelación
La interpelación es una acto jurídico unilateral y recepticio
• Es acto jurídico en razón de que con ella se persiguen consecuencias jurídicas, en cuanto el acreedor
está a Derecho.
• Es unilateral pues basta para formarlo la voluntad de una sola persona, esto es, el acreedor.
• Es recepticio pues la declaración está destinada a ser recibida por un destinatario concreto: el deudor
interpelado.
La interpelación y sus requisitos
En la doctrina argentina, Llambías ha elaborado, con criterio compartible, una precisa enunciación de los
requisitos o condiciones intrínsecos y extrínsecos de la interpelación

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Requisitos intrínsecos
Son los relativos a la interpelación misma que consiste en la exigencia de pago.
• Exigencia categórica: La interpelación no es ruego ni una insinuación; es un requerimiento categórico o
indudable, concebido en el modo verbal imperativo.
• Requerimiento apropiado: La exigencia del pago debe estar referida a la prestación debía, de la
manera en que corresponde que sea llevada a cabo, y en el propio tiempo.
Si el acreedor pide lo que no se le debe, o que el deudor cumpla de manera distinta a la que está
obligado, o en otro tiempo que el adecuado, el requerimiento no es apropiado.
• Requerimiento coercitivo: Es una derivación de que la interpelación comporte una exigencia de pago.
Si el acreedor efectúa declaración acerca, por ejemplo, de que la obligación está vencida, no formula
un requerimiento coercitivo, pues no reclama nada.
• Exigencia de cumplimiento factible: Que permita al deudor realizar el cumplimiento, que no sea
intempestiva.
• Requerimiento circunstanciado: La interpelación debe indicar precisamente las circunstancias de pago
(tiempo y lugar) si ellas no fueron establecidas de antemano, o no surgen de la ley.
Requisitos extrínsecos
• Cooperación del acreedor: En las obligaciones en las cuales es preciso que el acreedor coopera para la
prestación del deudor sea factible, aquél no puede requerir ulteriormente el pago si no ofrece brindar
su colaboración.
• Ausencia de incumplimiento del acreedor: Este recaudo rige en las obligaciones correlativas, pues, en
tales casos, el uno de los obligados no incurre en mora si el otro no cumple o no se allana a cumplir la
obligación que le es receptiva.

La mora conforme al tipo de obligación


Obligaciones con plazo determinado: En las obligaciones a plazo, la mora se produce por su solo
vencimiento. Se trata de un plazo determinado expresamente.
El plazo determinado puede ser:

- Cierto: Cuando fuese fijado para terminar en designado año, mes o día, cuando fuese comenzado
desde la fecha de la obligación, o de otra fecha cierta.
- Incierto: Si fuese fijado con relación a un hecho futuro necesario, para terminar el día en que ese
hecho necesario se realice.

• Obligaciones con plazo cierto: Cuando el plazo expresamente determinado es cierto, resulta indudable
que, en los términos de la ley, la mora se produce automáticamente por el sólo vencimiento de ese
plazo. Su retardo material es, por el sólo retardo, moroso.
• Obligaciones con plazo incierto: Un sector de la doctrina estima que, cuando el plazo expresamente
determinado es incierto, el cumplimiento del término por si sólo no deja al deudor en mora.
Es, en cambio, discutible la postura dominante según la cual sería necesario interpelar al deudor. Sin
embargo, se trataría de una declaración recepticia acerca de la exigibilidad actual de la prestación: Se
trata de una declaración que, como tiende a “interpelar”, no precisa ser coercitiva porque no es una
exigencia de pago.

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Precisamente porque no es menester que haya interpelación, y basta la notificación al deudor respecto
de la llegada del término, el deudor de una obligación con plazo incierto queda en mora en las
siguientes circunstancias:
- Al ser notificado de la demanda, acto que no constituye una interpelación porque no exige el pago,
sino un traslado, es decir, la comunicación del demandado de lo que peticiona el actor, para que
aquél lo conteste.
- Al ser presentados para el cobro la letra de cambio o el pagaré a la vista, siendo que tal
presentación se limita a definir, sin interpretación, un plazo incierto.
Incidencia del lugar de pago
Aun cuando la obligación tenga plazo expresamente determinado y cierto, la mora no debería producirse
automáticamente cuando el lugar de pago es el domicilio del deudor.
Porque si el deudor tiene que pagar allí le bastaría al acreedor con no concurrir para dejarlo en mora,
obligándolo así a realizar las gestiones, que pueden llegar hasta el pago por consignación, y aun soportar
todas las extendidas virtualidades del estado de mora.
Por otra parte, este deudor podría probar que el acreedor no fue a su domicilio porque se trata de un
hecho negativo de prueba diabólica; sólo el acreedor tiene en sus manos la demostración inequívoca de
que concurrió, en su momento, al domicilio del deudor donde el pago debía efectuarse.
Otros supuestos
Aun tratándose de obligaciones de plazo cierto, hay casos en lo que tampoco la mora se produce
automáticamente:
• Si se conviene la interpelación, pues, las partes pueden pactar que el sólo vencimiento del plazo no
interpele al deudor y se necesite el requerimiento judicial o extrajudicial.
• Si la mora se frustra por una causa impeditiva extraña al deudor.
• Cuando la ley exige interpelación.
En estos supuestos no queda otra solución que interpelar para definir la situación del deudor, a menor
que, por haber un plazo expresamente determinado y ya vencido, se considere circunstancialmente
bastante una declaración recepticia acerca de la remoción del obstáculo derivado de la falta de
cooperación del tercero.
Obligaciones con plazo tácitamente determinado
Si el plazo no estuviera expresamente convenido, pero resultase tácitamente de la naturaleza y
circunstancias de la obligación, el acreedor deberá interpelar al deudor para constituirlo en mora.
En estos casos el plazo está determinado, pero sólo de manera tácita, de modo que su definición exige la
interpelación del acreedor.
Obligaciones con plazo indeterminado
Si no hubiere plazo, el juez a pedido de parte, lo fijará en procedimiento sumario, a menos que el acreedor
opte por acumular las acciones de fijación de plazo y de cumplimiento, en cuyo caso el deudor quedará
constituido en mora en la fecha indicada por la sentencia para el cumplimiento de la obligación.

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De dicho precepto se pueden extraer estas conclusiones:
• La acción por fijación de plazo tramita por el proceso de conocimiento sumario
• Cuando el acreedor pretende la fijación de plazo puede reclamar simultáneamente el cumplimiento de
la obligación. Es una facultad con la que se evita el inútil desgaste de dos juicios: uno, para que sea
fijado el plazo, y otro para, una vez fijado, el deudor cumpla.
Factores impeditivos de la mora
Para eximirse de las responsabilidades derivadas de la mora, el deudor debe probar que no le es
imputable.
Este apartado denota las diferencias entre el incumplimiento material y la mora. Implica que al deudor
demorado en el cumplimiento se lo presume culpable, pero puede igualmente probar que el retardo no le
es imputable. En este sentido, se excluye la responsabilidad cuando la demora fuese motivada por caso
fortuito, o fuerza mayor.
Otros supuestos de mora sin interpelación
En el régimen jurídico argentino son casos de mora sin interpelación:
• El de las obligaciones a plazo cierto
• Los de mora legal, en los cuales se produce ministerio legis (como en el caso del socio que distrae
fondos sociales; del empleador respecto de las remuneraciones laborales, etc.).
• El de las obligaciones con el llamado plazo esencial.
• El de las obligaciones derivadas de hechos ilícitos.
• Los casos en lo que el deudor confiesa estar en mora, es decir, brinda la prueba de su estado de mora,
lo cual es distinto de la confesión de haber sido constituido en mora: en el primer supuesto se
prescinde de la interpelación; en el segundo, se la da por probada.
• Cuando el deudor ha manifestado su voluntad de no cumplir la prestación, inequívoco extremo en el
cual la interpelación resulta inútil: carecería de sentido exigir el pago a quien ya expreso que no lo va a
hacer efectivo.
• Cuando el deudor ha incurrido en inejecución absoluta definitiva, o sea si el pago resulta imposible por
su culpa, y la obligación se convierte en la de pagar daños e intereses.
• Si la interpelación resulta imposible a causa del deudor, como cuando provoca esa imposibilidad
ocultándose, o suprimiendo las chapas indicadoras de su domicilio, etc.
Régimen de las obligaciones con plazo especial
No obstante que el plazo es un elemento accidental de las obligaciones (esto es, que puede o no existir,
que es contingentes), en ciertas relaciones obligaciones es un motivo determinante para el acreedor que el
cumplimiento sea oportuno. Si el deudor no cumple en tiempo, su retardo equivale a la inejecución
definitiva.
Ejemplo: Si A contrata con la confitería D la provision de servicio para la fiesta de cumpleaños de su hija, y
que D lo provee el día siguiente de lo convenido: si bien dispone las bebidas, masas, etc., e intenta brindar
atención por parte de los mozos, es evidente que dicho retardo hace completamente inútil al pago
pretendido, y que el deudor queda automáticamente en mora
La mora es automática siempre que resulte de la naturaleza y circunstancias de la obligación que la
designación tiempo en que se debe cumplir ha sido un motivo determinante para que el acreedor la
sustituya (plazo especial).
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Hechos ilícitos
En materia de hechos ilícitos, la mora se configura automáticamente desde el día en que se produce cada
perjuicio objeto de reparación. Adviértase que no se lo computa desde el día del hecho, sino desde la fecha
de cada rubro de la cuenta indemnizatoria; que no coincide necesariamente con la fecha del hecho, caso
contrario, si se pudrieran cobrar intereses desde el mismo día del accidente por gastos no realizados o
ganancias no percibidas todavía, habría enriquecimiento sin causa para la víctima.

Efectos de la mora del deudor


Los efectos de la mora del deudor son varios y de suma trascendencia en orden a su responsabilidad:
• Apertura de las acciones por responsabilidad: Ante la mora del deudor, el acreedor tiene derecho a:
- Pretender la ejecución forzada.
- Obtener la ejecución por otro.
- Reclamar indemnización.
• Indemnización de daño moratorio: El deudor es igualmente responsable por los daños e intereses que
su morosidad le causare al acreedor en incumplimiento de la obligación. La indemnización del daño
derivado del retardo puede ser acumulada:
- Al cumplimiento espontáneo tardío.
- A la ejecución específica, aunque tardía.
- A la indemnización por el daño compensatorio que deriva de la inejecución absoluta y definitiva.
• Imputación del caso fortuito: El moroso soporta el caso fortuito, a menos que la mora sea irrelevante;
pero no puede prevalerse de esta irrelevancia, y consiguientemente carga de todos modos con el caso
fortuito, poseedor de mala fe.
• Inhabilidad para constituir mora: En las obligaciones correlativas la parte morosa no tiene derecho a
constituir en mora a la otra.
• Operatividad de la cláusula resolutoria: En los contratos con prestaciones recíprocas el contratante
inocente puede pedir la disolución del vínculo con los daños a cargo del moroso; es decir, la mora de un
contratante autoriza al otro a disolver el contrato.
• Pérdida de la facultad de arrepentirse: Se puede pactar una seña mediante la cual cualquiera de los
contratantes puede arrepentirse del contrato, y dejar así de cumplirlo, con lo cual se lo disuelve. De tal
facultad puede usar quien no está en mora, de manera que la mora es un impedimento de arrepentirse
del contrato.
En el caso, se pierde la facultad de arrepentirse, el contrato queda firme, pero no se pierda la seña
misma.
• Facultad de exigir la prestación o la pena: Cuando existe una cláusula penal, el acreedor puede “a su
arbitrio” demandar el incumplimiento de la prestación o el pago de la pena, de modo que la mora del
deudor autoriza al acreedor a ejercitar esa opción.
• Imposibilidad de invocar la teoría de la imprevisión: No puede argüir la recisión del contrato cuya
obligación se ha hecho excesivamente onerosa la parte que estuviese en mora.
El derecho de pagar en estado de mora. Principio.
Es indudable que el deudor moroso tiene derecho de pagar, con tal que anexe a la prestación debida los
accesorios derivados de la mora (intereses moratorios).
Esta solución deriva del derecho que tiene el deudor de liberarse de su deuda y, correlativamente, impide
a que el acreedor obtenga pingües beneficios de la mora de aquel mediante el simple expediente de no
recibirle el pago, con lo cual aumentaría indefinidamente la deuda por daño moratorio.
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Excepciones
Hay circunstancias en las cuales el deudor moroso carece del derecho de pagar.
• Si el acreedor, fundándose en la mora del deudor, hizo uso de la cláusula resolutoria, con lo cual la
pretensión de pagar la deuda emergente del contrato resuelto carecería de causa.
• Si la prestación ofrecida por el moroso carece de utilidad para el acreedor, como en los casos de las
obligaciones de plazo esencial.
Quid de la demora o simple retardo
La demora es el incumplimiento material.
El mero incumplimiento tiene sus virtualidades: cuando entraña un incumplimiento absoluto o definitivo
(plazo especial, obligaciones de no hacer) resulta suficiente para nacer la responsabilidad del deudor por el
daño que la inejecución ha causado al acreedor.
También se atribuyen a la demora el derecho del acreedor a pagar por consignación, la aptitud para
requerir la resolución del contrato, para que comience el plazo de prescripción o de caducidad, etc.
Cesación de la mora
El estado de mora cesa, y concluyen sus efectos, en los siguientes casos:
• Si el acreedor renuncia a prevalerse de los efectos de la mora del deudor. Esta renuncia puede ser
expresa o tácita, como en el caso en que brinda al deudor una nueva oportunidad de cumplir
reiterando la interpelación, o interpelándolo cuando aquél ya estaba automáticamente en mora.
Para evitar los efectos de esta renuncia tácita es preciso, al interpelar al moroso, hacer reserva expresa
de no renunciar a los efectos ya generados por su mora.
• Si el deudor paga o consigna. Cuando paga, se libera inclusivo de los accesorios, como el daño
moratorio, a menos que el acreedor haga reserva respecto de éste. La consignación tiene virtualidad
semejante.
• Se discute si la perención de instancia provoca la cesación de la mora del deudor. Se sostiene que dicha
perención no borra los efectos de la mora.

Factores de atribución
Los factores de atribución pueden ser subjetivos u objetivos.
Factores subjetivos de atribución
Artículo 1724 del CCyC: Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa
consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las
personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o
profesión. El dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta
indiferencia por los intereses ajenos
Culpa
La culpabilidad constituye el sustento subjetivo de la responsabilidad.
La culpabilidad importa una situación psicológica del sujeto, que se traduce en la omisión de cierta actitud
que el Derecho impone a la conducta social.

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La conducta culpable merece reproche, pero es previo saber si el sujeto, en razón de haber actuado
voluntariamente, es reprochable.
El acto voluntario como presupuesto de la culpabilidad
Los actos voluntarios tienen como componentes el discernimiento, la intención y la libertad.
• El discernimiento es la facultad que le permite a la persona apreciar, determinar y saber si lo que está
ejecutando es conveniente o no. Es una aptitud que tienen las personas para, antes de llevar a cabo la
realización de un hecho, comprender el alcance del mismo, evaluar, analizar y apreciar el hecho.
• La intención es el deseo interno o el propósito de realizar el acto. Es necesario no distinguir intención
con discernimiento. El discernimiento es la aptitud que permite razonar, distinguir entre lo que es
conveniente o no realizar, apreciar un acto y analizar cuál será el efecto de su realización. La intención
es el deseo interno de celebrar el acto. La existencia de intención de celebrar el acto demuestra la
intención de discernimiento, en cambio la falta de intención no significa necesariamente que el
individuo carezca de discernimiento. Pero la falta de discernimiento presupone la falta de intención.
• La libertad es la posibilidad o el poder del individuo para decidir por sí mismo la realización de un acto
Correlativamente, el obrar humano puede estar fallado en cualquiera de esos elementos:
• Fallas en el discernimiento
Artículo 261 CCyC: Acto involuntario. Es involuntario por falta de discernimiento:
a) El acto de quien, al momento de realizarlo, está privado de la razón
b) El acto ilícito de la persona menor de edad que no ha cumplido diez años
c) El acto lícito de la persona menor de edad que no ha cumplido trece años, sin perjuicio de lo
establecido en disposiciones especiales.
• Fallas en la intención
Artículo 922 Código Civil: Los actos serán reputados practicados sin intención, cuando fueren hechos por
ignorancia o error, y aquellos que se ejecutaren por fuerza o intimidación.
• Fallas en la libertad
El hecho que afecta la libertad es uno solo: la violencia. Existe violencia en dos ocasiones:
• Fuerza o violencia física
• Violencia psicológica o intimidación
Los factores objetivos de la atribución
Hay una notable expansión de la atribución objetiva del deber de reparar el daño. Se trata de la teoría del
riesgo, que pone el resarcimiento a cargo de quien emplea una cosa, o desarrolla una actividad para causar
daños: la idea básica es que quien introduce en la sociedad algo que tiene aptitud para provocar un
perjuicio, cuando éste se produce, debe soportarlo.
El eje del problema se desplaza a la culpabilidad del autor a causalidad, esto es, a la determinación de cuál
hecho fue, materialmente, causa del daño; y su aplicación resulta que, cuando no se puede determinar
quién causó el daño (autor no identificado), el deber de reparar a la víctima pesa igualmente sobre el
titular de la cosa o de la actividad.

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Culpa
Artículo 1724 CCyC: La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la
obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la
negligencia y la impericia en el arte o profesión.
La culpa proviene de un acto voluntario, es decir, realizado con los necesarios elementos internos:
discernimiento, intención y libertad.
Pero en el acto culposo la voluntad del sujeto va dirigida hacia su realización mas no a la consecuencia
nociva: el daño que se causa en un accidente atribuible al hecho propio culposo deriva, físicamente, de la
ley de este orden según el cual dos cuerpos no pueden ocupar al mismo tiempo el mismo lugar en el
espacio; pero al Derecho le basta con que el sujeto haya querido el acto para atribuirle la consecuencia
dañosa no querida, si su conducta se ha desaprobado del deber social de ajustarla de modo de no dañar
injustamente a los demás, a través de la adopción de la diligencia necesaria en cada caso
La culpa presenta dos versiones:
• Como negligencia: El sujeto omite cierta actividad que habría evitado el resultado dañoso; hace menos
de lo que debe.
• Como imprudencia: El sujeto obra precipitadamente o sin prever por entero las consecuencias en las
que podía desembocar su acción irreflexiva; hace más de lo que debe.
Elementos de la culpa
La culpa tiene dos elementos, ambos negativos:
• Hay carencia de la diligencia debida, lo cual surge de la propia definición legal.
• Hay carencia de malicia. Porque si el sujeto obró con intención de no cumplir una obligación
contractual, o de dañar extracontractualmente, esos proceder maliciosos configuran dolo, categoría
distinta de la culpa y más grave que ella.
Unidad o pluralidad de culpa
Se trata de establecer si la culpa que genera la responsabilidad contractual es o no es la misma culpa que
constituye elemento del acto ilícito.
Una teoría sostiene que la dualidad de la culpa civil, y su fundamento, estriba en el distinto origen de la
norma que regula las relaciones jurídicas en ambos casos: el previo acuerdo de partes en el contrato, el
poder público o la voluntad general en el hecho ilícito.
Hoy domina la teoría de la unidad: la esenciad e la noción de culpa civil es idéntica. Pero la unidad no
excluye dos regímenes de responsabilidad civil, contractual y extracontractual, que derivan de la distinta
génesis y de la diferente estructura de una y otra.
Prueba de la culpa
En principio, el acreedor de la indemnización proveniente de un hecho ilícito, cuando la responsabilidad es
subjetiva, fundada en culpa, debe probar la culpa de aquél a quien le asigne la responsabilidad.
En la esfera contractual, de acuerdo con el concepto clásico, el acreedor estaría eximido de esa prueba,
pues para liberarse el deudor estaría precisado a demostrar su diligencia o la ruptura de la relación causal.

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La razón de ser que la víctima de un hecho ilícito deba probar la culpa del autor deriva de que invoca la
existencia de una obligación nacida con un hecho ilícito, antes de ocurrir, existía tan sólo a cargo de aquél
el deber general de no dañar. Como la culpa constituye un elemento del acto ilícito, debe acreditarla para
demostrar su título a la prestación que pretende del sindicado como deudor.
En cambio, cuando un contrato, como la obligación stricto sensu preexiste al incumplimiento, y por lo tanto
el acreedor tiene ya título para obtener la prestación, le bastaría acreditar la existencia del contrato, y el
deudor para obtener el rechazo de la prestación de aquél, debería probar, o que cumplió, o que se liberó
por caso fortuito, o que obró sin culpa. Si fallara en esta prueba, resultaría responsable.
Excepciones. Criterio moderno.
Esa regla, en materia responsabilidad extracontractual, queda de lado cuando el daño se produce con
intervención de cosas, pues en algunos casos (daños causados con ellas) se presume culpa del dueño o
guardián y, en otros, se prescinde de la noción de culpa como factor de atribución (daño causado por
ellas).
En la esfera contractual, aquella solución tiene vigencia en las obligaciones de resultado, pero no rigen en
las obligaciones de medios
• Hay obligaciones atenuadas: En las cuales el deudor se libera probando simplemente la falta de culpa, o
sea su conducta diligente; y ordinarias: en las que no basta la prueba de falta de culpa y es preciso
acreditar la ruptura de la relación causal.
• En algunas situaciones extremas, el deudor contractual no se libera sino cuando pierde todo su
patrimonio (caso del deudor de dinero).
• En ciertas hipótesis la obligación de resultado es agravada, en virtud de que, siendo menester probar la
incidencia de un hecho que rompa la relación causal, ese hecho es calificado, pues no basta acreditar el
caso fortuito o fuerza mayor genéricos.
• Inversamente, en algunas obligaciones de medios el demandado (deudor) tiene la carga concurrente
cona del actor de probar su diligencia.
Dispensa de la culpa
Hay dispensa de la culpa cuando se conviene eximir al deudor de responsabilidad, total o parcialmente, por
su incumplimiento culposo.
Cuestión distinta es la renuncia a la indemnización, por parte del acreedor, con posterioridad a dicho
incumplimiento.
Alcances
La eximición convenida de la responsabilidad por culpa puede ser total o parcial.
• Eximición total: Si es total, se trata de una cláusula eximente de responsabilidad que no puede ser
admitida porque le quita seriedad al vínculo obligatorio en la medida en que el deudor podría
desentenderse de toda diligencia sin incurrir en responsabilidad; es como si se obligara bajo una
condición puramente potestativa, en términos adversos a los de la moral y las buenas costumbres.
• Eximición parcial: Cuando es parcial, se trata de una cláusula limitativa de la responsabilidad. En
principio, estas cláusulas son válidas, pues su operatividad se limita a eximir al deudor de alguna culpa
concreta que pueda cometer, o a marcar un tope para su responsabilidad; ello, en tanto bajo la
apariencia de una limitación, no haya una eximición total de reposabilidad.

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Sanción que recae
Hay varios criterios respecto de la sanción que corresponde en el caso que se pacta cláusulas eximentes de
responsabilidad prohibida.
• Para algunos, corresponde la nulidad total, de la cláusula y del contrato, en virtud de que la nulidad de
un acto es total.
• Para otros corresponde tan sólo la nulidad de la cláusula de irresponsabilidad, pues de otro modo (si se
anulara el contrato todo) se llegaría precisamente al resultado querido por el deudor al incluirla, que es
desentender del cumplimiento de la obligación.
• Para otra postura, si el deudor, que estableció una de esas cláusulas en su favor, da comienzo a la
ejecución del contrato, tal actitud debe ser estimada como renuncia al derecho de prevalerse de tal
cláusula, con el efecto de dejar incólume al contrato una vez expurgado de ella.
• Por último antes del principio de ejecución, corresponde únicamente la nulidad de la cláusula, para no
hacer el juego de la desaprensión del deudor. Pero se estima que el principio de ejecución produce el
efecto de salvar la validez del contrato, por ser incompatible la actitud del deudor de comenzar a
someterse a sus virtualidades, con la autorización que pactó para permitirse incumplir impunemente
por culpa.
Compresión actual
De acuerdo con el criterio de la doctrina nacional, la eficacia de las cláusulas limitativas de responsabilidad
está a esta directivas:
• En materia extracontractual la regla es la invalidez.
• En los contratos discrecionales, o sea en los celebrados con plena libertad negocial de ambas partes, en
cambio, tales cláusulas son consideradas válidas.
• En especial, y para toda especie de contratos, se predica la invalidez de las cláusulas que afectan la
libertad contractual, desnaturalizan la esencia del vínculo obligacional, dispensan el dolo o la culpa
grave, contrarían en el orden público, la moral o las buenas costumbres, atentan contra la buena fe,
comportan abuso del derecho, son lesivas, o reducen la responsabilidad un monto irrisorio.
• En los contratos con cláusulas predispuestas, o celebrados por adhesión, son nulas las cláusulas que, en
desmedro de la relación de equivalencia, afectan los derechos del adherente, o amplían los derechos
del predisponente que resultan de las normas legales supletorias; o establecen la irresponsabilidad del
predisponente, aun cuando hayan sido aceptadas por el adherente.
• La naturalidad es parcial y circunscripta a la cláusula limitativa y, en principio, absoluta.
En orden de ideas semejante, se sostiene asimismo que aunque la cláusula limitativa sea considerada
válida, en tanto contiene una renuncia a su prueba, queda a cargo del deudor, y la interpretación es
restrictiva.
Culpa de la víctima
La víctima debe soportar el daño sufrido por ella misma en razón de su culpa. Esta culpa opera como una
causa extraña al hecho del autor (concausa), que suprime o desvía el curso de los sucesos y genera una
relación causal propia que resulta ajena a la responsabilidad de dicho autor.

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Actos de altruismo
En ciertas circunstancias, el sujeto realiza actos de abnegación o altruismo, de resultas de los cuales sufre
un daño.
En principio, no corresponde considerar que tales actos signifiquen culpa de la víctima, de manera que
cabe la resarcibilidad del daño a cargo del beneficiario de esos actos. Pero, en cambio, hay acto impudente
(culposo) si se afronta un peligro desproporcionado con el fin perseguida.
Ejemplo: Alguien se arroja a las aguas de una catarata para rescatar un perro.
Si, por un lado, el Derecho no puede alentar la conducta de quien se desentiende del mal manejo, no
puede tampoco impulsar actos irreflexivos de temeridad.
Aceptación de riesgos
En ciertas circunstancias la aceptación de riesgos por parte de la víctima incide sobre su derecho a la
indemnización. Pero, para esclarecer la cuestión, es menester formular estos distingos:
• Hay aceptación impropia de riesgos cuando una persona asume un riesgo del que nadie es
particularmente responsable.
Ejemplo: Una operación quirúrgica. En estos casos, el someterse a tal riesgo impropio no configura
culpa, y si se causa un daño por su culpa, no cabrá limitar la responsabilidad que le compete.
• Hay aceptación propiamente dicha de riesgos cuando la víctima asume el riesgo inherente a la cosa o
la actividad ajena que le produce el daño.
Ejemplo: Una persona se somete a una operación quirúrgica innecesaria y riesgosa.
Culpa concurrente
Hay culpa concurrente cuando se conecta la culpa del damnificado con la del autor del hecho.
No se debe confundir la concurrencia de causas con la concurrencia de culpas.
Atribución
Es menester formular un distingo previo: si la culpa de la víctima es ulterior al daño causado por el
responsable, o si es concomitante con la culpa de éste.
• Si hay culpa que genera un daño y, ulteriormente se agrava ese daño a causa de la culpa del acreedor
(víctima), sólo se asigna a la responsabilidad de aquél el saldo resultante de descontar de la masa total
de daños, los causados por el acreedor.
• Es más problemático el supuesto en que ambas culpas concurren cuando se produce un daño. Existen
distintos criterios al respecto:
- El criterio apropiado, en caso de culpa concurrente, asigna responsabilidad según la gravitación de
cada culpa, es decir, ateniéndose a la teoría de la relación de causalidad: una culpa mínima puede
gravitar máximamente, y viceversa.
En síntesis: Habrá que atenerse a la influencia causal de cada culpa. Si no se la puede establecer, es dable
presumir que cada culpa ha gravitado en la medida de su gravedad. Y, finalmente, si nada de eso puede ser
establecido, corresponde dividir por mitades la masa total de los daños.

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Proyección de la culpa ajena
Cuando actúa un representante, legal o voluntario, su obrar culposo, en materia contractual, perjudica al
representado. Pero, en materia extracontractual, como no hay representación de los actos ilícitos, la culpa
del representante lo compromete a él mismo, no al representado.
Cuando actúan dependientes:
Artículo 1753 CCyC: Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente. El principal responde
objetivamente por los daños que causen los que están bajo su dependencia, o las personas de las cuales se
sirve para el cumplimiento de sus obligaciones, cuando el hecho dañoso acaece en ejercicio o con ocasión
de las funciones encomendadas
Cuando la culpa ajena se refleja generando responsabilidad, quien soporta el daño tiene acción contra el
representante o el dependiente por lo que haya pagado en virtud del hecho de éstos. Y queda a salvo la
acción que la víctima puede entablar encarando directamente al representante o al dependiente.

Dolo
Artículo 1724 CCyC: El dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con
manifiesta indiferencia por los intereses ajenos
Especies de dolo
Existen tres tipos de dolos:
• El dolo delictivo: Artículo 1724 del Código Civil y Comercial, último párrafo
Artículo 1724 del CCyC, último párrafo: El dolo se configura por la producción de un daño de manera
intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos
• Dolo como vicio de la intención: Artículo 271 del Código Civil y Comercial. El dolo como vicio de la
intención es el que hará que, si se celebró un acto jurídico con dolo, el mismo sea declarado como nulo.
Artículo 271 CCyC: Acción y omisión dolosa. Acción dolosa es toda aserción de lo falso o disimulación de lo
verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la celebración del acto. La omisión
dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se habría realizado sin la reticencia
u ocultación.
• El dolo en las obligaciones: es el deliberado propósito del deudor de no querer cumplir con la
prestación debida, como consecuencia de haber firmado previamente un contrato.
Artículo 506 Código Civil: El deudor, es responsable al acreedor de los daños e intereses que a éste
resultaren por dolo suyo en el cumplimiento de la obligación.
Culpa con representación
En este caso, el sujeto culpable actúa con la esperanza de que el daño no se producirá: confía en su pericio,
o en su buena estrella; persigue una finalidad lícita y, si se presenta el resultado dañoso concreto como
efectivamente realizado, deja de obrar.
La actitud del sujeto frente a la perspectiva de daño es:
• En el dolo directo quiere el daño
• En el dolo eventual no-no lo quiere

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• En la culpa con representación no lo quiere
En nuestro sistema no hay delito civil sin dolo directo, de manera que los demás supuestos engloban
genéricamente en la noción de culpa extracontractual.
Culpa grave y dolo
Hay ciertas culpas que son graves porque demuestran una máxima desaprensión. La culpa grave
tradicionalmente ha sido asimilada al dolo, lo cual es lógico pues, de otro modo, sería fácil eludir las
responsabilidades emergentes de éste probando, precisamente, que por haber habido máxima
desaprensión propia, no ha existido dolo.
Esto rige en la responsabilidad contractual. En la extracontractual sólo hay delito mediante el dolo directo
cierto.
Prueba del dolo
La prueba del dolo le incumbe al acreedor por aplicación de reglas generales en materia de prueba.
Para ello puede acudir a cualquier medio de prueba de los hechos, siendo de agregar que el dolo no es
presumido.
Efectos
El deudor es responsable al acreedor por los daños e intereses que a éste resultaren por dolo suyo en el
cumplimiento de la obligación.
En ciertos casos especiales, la responsabilidad jurídica exige la concurrencia de dolo o culpa grave, que le
es asimilable.
Dispensa del dolo
La cláusula de dispensa del dolo es aquella por la cual el deudor se reserva la facultad de incumplir
dolosamente sin cargar, total o parcialmente, con responsabilidad.
En la legislación vigente, se prohíbe tal dispensa. Promedian para ello razones semejantes a la de la
dispensa de la culpa.
Alcances de la prohibición
Más allá de la prohibición de la dispensa anticipada de dolo por el Código, nada impide que, con
ulterioridad a la inejecución dolosa, el acreedor renuncie a obtener indemnización.
La prohibición de dispensa anticipada abarca:
• La dispensa total y la dispensa parcial de responsabilidad.
• La dispensa del dolo propio y la del dolo subordinado, en cuanto longa manu del principal.

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Factores objetivos de atribución
Teoría del riesgo
Versiones
La teoría del riesgo constituye el soporte fundamental de la atribución objetiva de responsabilidad en el
momento actual.
• Riesgo provecho: Una comprensión, la del riesgo provecho, pone los daños a cargo de quien obtiene
ventajas de la realización de cierta actividad.
• Riesgo creado: La de riesgo creado va más allá: se independiza de la idea de aprovechamiento
económico, y considera bastante la introducción del elemento con aptitud para dañar a los fines de
asignar el deber resarcir a quien con él creó el riesgo.
La noción de garantía
Otro factor objetivo de responsabilidad es la garantía. En su esfera, es posible que corresponda reparar el
daño sobrevenido por caso fortuito.
En materia contractual, hay garantía por evicción y por vicios redhibitorios.
• En términos generales, la garantía por evicción se refiere a la privación o la turbación de los derechos
transmitidos, y genera la responsabilidad del enajenante aunque la turbación o la privación del derecho
tenga causa anterior a la adquisición.
• La garantía por vicios redhibitorios, esto es, defectos ocultos de la cosa que la hacen impropia para su
destino, compromete al sindicado como responsable aunque los ignore.
En materia extracontractual, hay garantía principal por los daños que causen quienes se hallan bajo su
dependencia, caso en el cual la prueba de haber obrado con diligencia, esto es sin culpa, no libera al
principal.
La víctima tiene derecho de accionar indistintamente contra el principal o el dependiente, y si aquel paga,
puede repetir contra éste.
Responsabilidad proveniente por las cosas inanimadas y los animales
Artículo 1757: Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el daño causado por
el riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los
medios empleados o por las circunstancias de su realización. La responsabilidad es objetiva. No son
eximentes la autorización administrativa para el uso de la cosa o la realización de la actividad, ni el
cumplimiento de las técnicas de prevención.
Artículo 1758: Sujetos responsables. El dueño y el guardián son responsables concurrentes del daño
causado por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el
control de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño y el guardián no responden si prueban
que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta. En caso de actividad riesgosa o
peligrosa responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo
dispuesto por la legislación especial.
Artículo 1759: Daño causado por animales. El daño causado por animales, cualquiera sea su especie, queda
comprendido en el artículo 1757.

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Artículo 1760: Cosa suspendida o arrojada. Si de una parte de un edificio cae una cosa, o si ésta es
arrojada, los dueños y ocupantes de dicha parte responden solidariamente por el daño que cause. Sólo se
libera quien demuestre que no participó en su producción.
Artículo 1761: Autor anónimo. Si el daño proviene de un miembro no identificado de un grupo determinado
responden solidariamente todos sus integrantes, excepto aquel que demuestre que no ha contribuido a su
producción.
Artículo 1762: Actividad peligrosa de un grupo. Si un grupo realiza una actividad peligrosa para terceros,
todos sus integrantes responden solidariamente por el daño causado por uno o más de sus miembros. Sólo
se libera quien demuestra que no integraba el grupo
Quid de otros supuestos factores objetivos
• Abuso del derecho: El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una obligación legal
no puede constituir como ilícito ningún daño. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se
considerará tal al que contraríe los fines que aquella tuvo en mira al reconocerlos o al que exceda los
límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.

Desde el enfoque de la responsabilidad civil, existe un acto ilícito que da lugar a indemnización si hay
daño y si concurren los demás presupuestos de la responsabilidad civil. Pero no un acto ilícito típico,
sino un acto ilícito abusivo, que es una especia dentro del género, porque en el acto ilícito común
(delito o cuasidelito) la transgresión es franca, es a cara descubierta.
En cambio, en el ejercicio abusivo de los derechos, la transgresión es solapada: bajo la máscara de una
facultad, se la exorbita: se invoca una facultad determinada, y se va más allá de ella.

• El exceso en la normal tolerancia de los vecinos: Las molestias que ocasionen el humo, calor, olores,
luminosidad, ruidos, vibraciones o daños similares por el ejercicio de actividades en inmuebles vecinos,
no deben exceder la normal tolerancia teniendo en cuenta las condiciones del lugar y aunque mediare
autorización administrativa para aquellas. Según las circunstancias del caso, los jueces pueden disponer
la indemnización de los daños o la cesación de tales molestias.

La ley establece que los jueces deberán resolver “según las circunstancias del caso”, la indemnización
de los daños o la cesación de las molestias. Esta alternativa no excluye que, cuando proceda la
indemnización, la responsabilidad emergente sea objetiva.

• El auxilio benévolo: Se ha resuelto que el acto de solidaridad o colaboración benévola es fuente de


obligaciones, en virtud de motivos de carácter ético y de equidad, y también de los principios generales
del Derecho.

Aquí se da un supuesto asimilable a los actos de abnegación y altruismo, que no generan una
responsabilidad objetiva; y es una derivación de la idea de enriquecimiento sin causa, que se limita a
restablecer el equilibrio previo, y que funciona con ajuste a pautas distintas de las que corresponden a
la indemnización.

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Segundo Parcial
Ejecución del Deudor
Vías de ejecución y liquidación
Ejecución individual.
La ejecución del deudor consiste en el ejercicio de los poderes del acreedor, o de la masa de acreedores,
respecto de su patrimonio, para obtener forzadamente el objeto debido o la indemnización.
Cuando el acreedor singular encara a su deudor, en su propio interés, se trata de la ejecución individual.
En cambio, cuando actúa la masa o conjunto de acreedores respecto del deudor insolvente, se trata de la
ejecución colectiva.
Procedencia
La ejecución individual procede:
• Respecto de las sentencias de tribunales judiciales o arbitrales, una vez vencido el plazo fijado para su
cumplimiento.
La sentencia puede contener una condena a dar, a hacer o a no hacer.
• Con relación a ciertos créditos, que surgen de un título que traiga aparejada ejecución (cheques,
pagarés, letras de cambio).
En estos casos se trata de la ejecución forzada de la obligación de dar dinero, y queda excluida la idea
de indemnización; aunque, sin embargo, el acreedor que actúa ejecutivamente puede anexar su
pretensión de intereses moratorios.
Etapas
Embargo
El embargo consiste en la individualización de un bien de propiedad del deudor, el cual queda afectado a la
ejecución.
Efectos
El bien embargado puede ser enajenado, pero la enajenación es inoponible al embargante.
Además, el embargante tendrá derecho a cobrar íntegramente su crédito, intereses y costas, con
preferencia a otros acreedores, salvo en el caso de concurso. Se trata de una preferencia a favor del
embargante, que es establecida por el orden de traba de embargos, en el caso de haber varios.
Formas de trabarlo
Si se trata de una cosa inmueble, o de una cosa mueble registrable, basta con comunicar el embargo al
Registro respectivo, de la propiedad inmueble, automotor, naval, según corresponda. Si
Si se trata de cosas que se hallan en poder de un tercero (depositadas en un banco), o de un crédito del
que es titular el deudor, basta también con la comunicación (notificación) al tenedor de aquellas, o al
deudor de éste.
En los demás casos, es preciso diligenciar un mandamiento por medio del oficial de justicia, funcionario
auxiliar del juez, quien embarga bienes suficientes, a su juicio, para cubrir la cantidad fijada en el
mandamiento.

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Subasta. Liquidación
Cuando lo embargado es dinero, el acreedor se limita a practicar liquidación y lo retira directamente.
Si, en cambio, se trata de otros bienes, corresponde venderlos en remate judicial que, en general, es
llevado a cabo por un martillero designado de oficio, previa publicación de edictos, con base si se trata de
inmuebles, y sin base en los demás. El producido de la subasta es dinero y, una vez que ella es aprobada, el
acreedor practica liquidación y está en condiciones de percibir su crédito.
Otros mecanismos de ejecución
Los antes expuesto rige para los casos en los cuales se ejecuta un crédito de dinero, sea porque el título del
acreedor trae aparejada ejecución, fuera porque se trata del monto indemnizatorio por el incumplimiento
del deudor.
Cuando, en cambio, el deudor debe entregar una cosa, se libra mandamiento para desapoderarlo de ella.
También interviene el oficial de justicia para hacer efectiva la obligación de no hacer, o la destrucción de lo
mal hecho. Y, en general, incumbe a dicho funcionario todo lo relativo a las modalidades de ejecución, es
decir, al cumplimiento de la sentencia dictada.
El juez puede proveer lo conducente a establecer la forma más rápida y eficaz de satisfacer el crédito,
procurando evitar los perjuicios innecesarios; solución que se explica por sí sola: los poderes del acreedor,
nacidos de la relación obligacional, no pueden ser esgrimidos inútilmente como despiadadas armas
agresivas.
Cuestiones incidentales
Un tercero puede sostener, en el juicio en el cual se trabó el embargo, que los bienes son suyos, o que
tiene mejor derecho a ellos.
• En el primer caso se trata de la tercería de dominio, pretensión que puede ser planteada por vía
incidental.
• En el segundo, hay una tercería de mejor derecho: el tercero sostiene que su derecho a ellos es
superior al del embargante (Inmueble embargado con título suficiente más antiguo).
Desde otro punto de vista, el acreedor privilegiado puede plantar su mejor derecho respecto del
embargante. En tal situación, si le es reconocido, percibe su crédito antes que aquél.

Ejecución colectiva
Régimen concursal
A quiénes corresponde
La ejecución colectiva puede alcanzar a las personas de existencia visible y las de existencia ideal de
carácter privado.
Principios orientadores
La ejecución colectiva presupone varios principios:
• El carácter universal del patrimonio, como garantía común para los acreedores.
• La concurrencia de todos ellos al proceso concursal, manteniéndose en pie de igualdad.
• La protección adecuada del crédito.

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• La conservación de la empresa en marcha, en cuanto supone una organización destinada a la
producción de bienes o la prestación de servicios, con el consiguiente interés general en la
preservación de la fuente de trabajo que ella significa.
• La protección del comercio en general, a través de la inhabilitación, entre otras sanciones, de quienes
actuaron de mala fe, y de la fácil rehabilitación del concursado de buena fe.
• La unidad de régimen de los concursos comerciales y civiles.
Presupuesto
El estado de cesación de pagos, cualquiera sea su causa y la naturaleza de las obligaciones a las que afecte,
es presupuesto para la apertura de los concursos.
Se considera en cesación de pagos al deudor que está en situación de impotencia patrimonial, y ello se
demuestra por cualquier hecho que exteriorice que el deudor se encuentra imposibilitado de cumplir
regularmente sus obligaciones (como la mora, demora, realización de actos fraudulentos, etc.).
Etapas
El procedimiento concursal tiene dos etapas posibles.
• Concurso preventivo: Mecanismo mediante el cual el deudor que está en cesación de pagos convoca a
la masa de acreedores para lograr una solución al problema.
• Quiebra: A la que se llega en virtud de diversas circunstancias, y que no supone como previo el trámite
anterior mencionado.
El deudor, todavía, puede celebrar un acuerdo con sus acreedores y, en caso contrario, se liquidan sus
bienes para que, del dinero obtenido, cobren los acreedores. Ello siempre que, en razón de intereses
generales, no se continúa con la explotación de la empresa.
Concurso preventivo
Apertura
El concurso preventivo se abre a pedido del propio deudor. Para ello debe cumplir una serie requisitos que
tienden a demostrar su verdadero estado patrimonial a la masa de acreedores, a la que va a plantear el
problema que lo aqueja en busca de una solución.
El juez, si hace lugar a la petición, designa un síndico para que vigile la administración de los bienes que
haga el deudor, y se publican edictos haciendo saber a los acreedores que deberán pedir a ese funcionario
la verificación de sus créditos, es decir, su inclusión en la nómina de acreedores.
Junta
Los acreedores se reúnen en una junta, en la cual se discute, y se vota, la propuesta de acuerdo preventivo
que, entretanto, ha debido presentar el deudor.
Quiebra
Declaración
La quiebra puede ser declarada:
• A pedido del acreedor
• A pedido del deudor
• En caso de incumplimiento de ciertos deberes o cargas.
Ejemplo: Si en el proceso del concurso preventivo el deudor no presenta una propuesta de acuerdo.
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El juez, al declarar la quiebra, designa a un síndico para que administre y, en su medida, disponga los
bienes del fallido, decreta su inhibición general de bienes, prohíbe que se le hagan pagos, ordena la
publicación de edictos para que los acreedores verifiquen sus pagos ante el síndico, etc.
Se abre, así, un procedimiento de ejecución del deudor por parte de la masa de acreedores.
Efectos personales
Por lo pronto el quebrado sólo puede desempeñar tareas artesanales, profesionales o en relación de
dependencia; le queda impedido el ejercicio del comercio hasta su rehabilitación.
Puede, además, actuar respecto de derechos no comprometidos en el desapoderamiento de que es
pasible.
Desapoderamiento
El fallido queda desapoderado de pleno derecho de sus bienes existentes a la fecha de la declaración de la
quiebra, y de los que adquiera hasta su rehabilitación. El desapoderamiento impide que ejercite los
derechos de disposición y administración, los cuales quedan a cargo del síndico.
• El desapoderamiento que se extiende hasta la rehabilitación, incluye lo que reciba por herencia o
legado, o por donación, e involucra la legitimación procesal para actuar en litigios referentes a los
bienes desapoderados, que corresponde al síndico.
• El desapoderamiento no afecta: Los derechos extrapatrimoniales, los bienes inembargables, las
indemnizaciones por daños personales o agravio moral, etc. Como consecuencia de ello, el fallido
puede actuar en juicio en relación a dichos derechos.
Continuación de la empresa
El desapoderamiento no impide que el síndico pueda terminar de inmediato con la explotación de la
empresa, o de alguno de sus establecimientos , si de la interrupción pudiera resultar con evidencia un daño
grave e irreparable al interés de los acreedores y la conservación del patrimonio.
A tal fin la ley prevé una serie de recaudos, entre ellos:
• Mantenimiento de la actividad o ramo principal de la empresa
• La realización exclusiva de operaciones propias del giro ordinario, salvo autorización judicial, durante
dicho período.
• La preferencia de los acreedores en virtud de obligaciones contraídas durante la continuación de la
empresa, etc.
Efectos sobre las relaciones jurídicas creditorias
Declarada la quiebra, todos los acreedores quedan sometidos a las disposiciones que establece la
legislación, y sólo pueden ejercitar sus derecho sobre los bienes desapoderados en la forma prevista en la
misma.
Entre otros, cabe señalar los siguientes efectos específicos:
• Caducan los plazos pendientes.
• Se suspende el curso de los intereses de todo tipo.
• Son inaplicables las disposiciones relativas a la resolución de los contratos por incumplimiento del
deudor y, cuando hay prestaciones recíprocamente pendientes, el contratante no fallido puede
peticionar tal resolución, aunque el síndico puede a su vez optar por cumplir y salvar así las
virtualidades del contrato.
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• En caso de venta de inmuebles destinados a vivienda, si el comprador pagó al fallido el 25%, o más del
precio, puede obtener la escrituración.
• En general, cada caso no contemplado debe ser resuelto atendiendo a la protección del crédito, la
integridad del patrimonio del deudor y de su empresa, el estado de concurso, y el interés general.
Conclusión
El procedimiento puede ser clausurado por falta de activo: ello ocurre cuando, verificados los créditos, no
existe prima facie activo suficiente para soportar los gastos del juicio.
Otro modo de clausura es el que ocurre por distribución final, es decir, practicada la liquidación, se deja en
suspenso el trámite hasta que se conozca la existencia de bienes susceptibles de desapoderamiento.
Liquidación
Cuando el fallido no llega a un acuerdo con los acreedores (acuerdo resolutorio, paralelo al acuerdo
preventivo), el síndico debe proceder a la inmediata realización de los bienes que, en principio, es llevada a
cabo mediante subasta judicial
Por cierto, si la quiebra concluye por alguno de los modos señalados, no se llega a la venta de los bienes
que componen el activo del cual fue desapoderado el fallido.
El precio obtenido en la venta de los bienes se distribuye entre los acreedores verificados.
Rehabilitación
El desapoderamiento del fallido a consecuencia de la quiebra pervive hasta la rehabilitación, que hace
cesar los efectos personales de la quiebra y lo libera de los saldos que quedare adeudando en el concurso,
respecto de los bienes que adquiera después de la rehabilitación.

Acciones directas
Artículo 736 CCyC: Acción directa. Acción directa es la que compete al acreedor para percibir lo que un
tercero debe a su deudor, hasta el importe del propio crédito. El acreedor la ejerce por derecho propio y en
su exclusivo beneficio. Tiene carácter excepcional, es de interpretación restrictiva, y sólo procede en los
casos expresamente previstos por la ley.
Acción directa es la que compete al acreedor para percibir de un tercero lo que éste adeuda a su deudor:
A, acreedor de D, tiene un derecho a percibir de T lo que éste le deba D.
Ejemplo: Puede suceder que A le debe a B $1000 y, al mismo tiempo, C le daba a A. Pero a A no le preocupa
ejecutar los bienes de C porque sabe que, si lo hace, ingresará ese dinero a su patrimonio y,
consecuentemente, tendrá que saldar la deuda que tiene con B. B puede ejecutar la acción directa, esto es,
ejecutar directamente al deudor de su de deudor (o sea, C), para que sus ingresen al patrimonio de B, sin
pasar por A.
Debe tenerse especialmente en cuenta que la denominación puede resultar equívoca, que tal acción
directa supone tres sujetos: el acreedor, su deudor, y el tercero deudor de este último; por consiguiente,
no hay acción directa cuando el acreedor encara de modo inmediato a su propio deudor (si A acciona
contra D, y no contra T).

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Fundamento
La razón de ser de esta facultad del acreedor se encuentra en el principio que veda el enriquecimiento sin
causa.
Ejemplo: El locado (A) puede accionar directamente contra el subinquilino (T) po lo que le adeuda, en
concepto de alquileres, el inquilino (D); de esa manera se impide que el inquilino (D) se enriquezca sin causa
usando y gozando de la cosa, sin pagar el alquiler, y no obstante ello perciba los subarriendos del
subinquilino.
Caracteres
La acción directa es:
• Medio de ejecución: Pues el acreedor obtiene lo que debe el tercero sin que el bien objeto de su
obligación pase por el patrimonio del deudor de aquél.
• Una vía excepcional: Pues constituye una restricción al efecto relativo de la relación obligacional. Sólo
hay, pues, acción directa cuando la ley la concede expresamente.
Condiciones de ejercicio
Artículo 737 CCyC: Requisitos de ejercicio. El ejercicio de la acción directa por el acreedor requiere el
cumplimiento de los siguientes requisitos:
a) Un crédito exigible del acreedor contra su propio deudor.
b) Una deuda correlativa exigible del tercero demandado a favor del deudor.
c) Homogeneidad de ambos créditos entre sí.
d) Ninguno de los dos créditos debe haber sido objeto de embargo anterior a la promoción de la acción
directa.
e) Citación del deudor a juicio.
Efectos
• Respecto del acreedor: El acreedor tiene acción contra el tercero, la cual está sometida a un doble
tope:
- No puede reclamar más que su crédito
- Ni más de lo que debe el tercero al deudor de aquél.
El acreedor obtiene para sí el bien debido, de manera que la acción directa resulta ejercida en su
provecho.
• Respecto del deudor: Cuando el acreedor obtiene resultado de la acción directa, su deudor se libera en
la medida que corresponda al pago efectuado por el tercero.
Aunque, en tanto no se produzca ese pago, queda igualmente sujeto a las acciones que el acreedor
entable contra él.
• Respecto al tercero: Por lo pronto, el tercero puede oponer al demandante todas las defensar que le
compitieran contra su propio acreedor: Si demanda a T, éste puede excepcionarse como lo habría
hecho si lo hubiese demandado D.
Cuando paga, se libera por el juego de la compensación.
En efecto, en su calidad de tercero, al pagar la deuda ajena se subroga en los derechos del acreedor, de
manera que si su propio acreedor lo demanda, puede oponerla la compensación hasta ese importe.

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Casos
Acciones derivadas de subcontratos
El subcontrato (contrato hijo) deriva de otro contrato (contrato madre).
Ejemplo: La locación de un inmueble (contrato madre) puede dar lugar a la sublocación (contrato hijo), por
la cual el inquilino se convierte en sublocador en virtud de una nueva locación.
Los subcontratos dan lugar a múltiples acciones directas:
• La sublocación de cosas da lugar a acciones del subinquilino contra el locador, y del locador contra el
subinquilino; en este último caso por cobro de alquiler.
• La sublocación de obra confiere acciones a quienes ponen su trabajo o materiales contra el dueño de la
obra, por cobro del trabajo o de los materiales.
• Cuando existe sustitución de mandato, el mandante tiene acción directa contra el sustituido, y
viceversa.
Otros supuestos
• El abogado del vencedor en contras, que es acreedor de su cliente, tiene acción directa contra el
litigantes vencido por el cobro de sus honorarios

Ejercicio de las acciones indemnizatorias


Legitimación activa
Se entiende por legitimación activa la aptitud para demandar por indemnización.
Principio
La acción indemnizatoria corresponde al damnificado, sea que reclame por daño directo o indirecto. Es
decir, por el sufrido directamente en las cosas de su dominio o posesión, o por el mal hecho a su persona o
a sus derechos o facultades.
La noción de daño indirecto, que también confiere acción para reclamar indemnización, abarca a quien lo
hubiese sufrido, aunque sea de una manera indirecta, caso en el cual se toma en cuenta quién padece el
daño, que es distinto de aquel damnificado directamente; en esa acepción, pues, se considera indirecto el
daño que rebota sobre un tercero.
Caso de muerte
Los herederos forzosos son damnificados directos: la muerte del causante les provoca daños a ellos, y se
computa su situación, no la del muerto.
Pero también existen damnificados indirectos, que tienen acción: son aquellos que, no siendo herederos
forzosos, reciben de rebote el daño derivado de dicha muerte.
Caso de daños materiales
La acción indemnizatoria por daños materiales puede ser planteada por el dueño, poseedor, usufructuario,
usuario o tenedor de la cosa dañada.
También compete a quien, sin estar en esas circunstancias, pagó la reparación.

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Renuncia o transacción
La acción civil es renunciable por el damnificado, pero la renuncia del damnificado directo no enerva la
acción de los damnificados indirectos.
Esta renuncia se induce de la circunstancia de que el damnificado no haya promovido acción criminal, o la
haya desistido, salvo el caso de desistimiento de la acción pública cuando el reclamo indemnizatorio fue
planteado en sede penal.
Cuando la víctima hace una transacción respecto de la acción civil, o sobre el daño, o realiza una renuncia,
queda renunciada la acción criminal: se entiende que se trata de delitos criminales de acción privada.
Sucesión mortis causa
La acción por indemnización pasa a los herederos. Sin embargo, cuando se trata de delitos que solo
causaron agravio moral, únicamente pasa a ellos si el difunto intentó, en su vida, su reparación.
Otros casos
• Cesión: La acción indemnizatoria puede ser transmitida por acto entre vivos, mediante el mecanismo
de cesión de derechos.
• Subrogación: El derecho de subrogarse que corresponde a ciertos terceros que pagan involucra la
facultad de demandar en juicio.

Legitimación pasiva
Responsabilidad directa o indirecta
Tienen legitimación pasiva, es decir, pueden ser demandados por indemnización, el responsable directo e
indirecto. O sea, quien realizó el acto dañoso personalmente, o quien debe responder de él en virtud de
tratarse de un hecho ajeno que lo compromete, o de un daño causado con intervención de una cosa suya o
de la que es guardián.
Sucesión mortis causa
La víctima tiene acción contra los sucesores universales, salvo el beneficio de inventario. La deuda se divide
a prorrata entre los herederos.
Otros casos
• El asegurador: La compañía de seguros puede ser demandada por la víctima del daño en las siguientes
situaciones:
- Si ella es la aseguradora, en virtud del contrato de seguro.
- Si se trata de la aseguradora del causante del daño, por medio de la citación de garantía.
• Línea de transporte: Un problema común se planteaba cuando se causaba un daño con un vehículo
perteneciente a una línea de transporte, ¿tenía la víctima acción contra la línea? La jurisprudencia
respondió afirmativamente: asignó responsabilidad al concesionario por tratarse de una sociedad de
hecho, o por aplicación de la responsabilidad refleja por acto del dependiente.
El problema queda superado en la medida en que las líneas de transporte funcionan como sociedades,
porque éstas son las legitimadas pasivas, cualquiera sea el vehículo con el que fue causado el daño.
• Hecho con pluralidad de intervinientes: La jurisprudencia dominante sostiene que la víctima del daño
en el cual intervino una pluralidad de sujetos no tiene por qué investigar la mecánica y puede
demandar a cualquiera de ellos. La sola circunstancia de que haya habido relación de hechos de varios,
involucra a todos en el proceso, con el alcance de que todos sean condenados a la reparación.
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Relaciones entre la acción civil y criminal
Distintos sistemas
Existen varios criterios respecto de la relación entre la acción civil indemnizatoria y la acción criminal:
• Independencia: Es el sistema según el cual la indemnización sólo puede ser demandada por acción civil
independiente de la acción criminal.
• Unidad: Supone que la indemnización, en caso de delito penal, sólo puede ser reclamada ante el juez
en lo criminal. La unidad puede ser forzosa o voluntaria.
• Interdependencia: Este sistema admite la interrelación entre las acciones civil y comercial.

Acción criminal que precede a la civil.


Régimen de los artículos 1774 y ccdtes. Del Código Civil y Comercial
Artículo 1774 CCyC: Independencia. La acción civil y la acción penal resultantes del mismo hecho pueden
ser ejercidas independientemente. En los casos en que el hecho dañoso configure al mismo tiempo un delito
del derecho criminal, la acción civil puede interponerse ante los jueces penales, conforme a las disposiciones
de los códigos procesales o las leyes especiales.
Cuando un acto ilícito civil configura, a su vez, un delito del derecho criminal, se plantean cuestiones
derivadas de la diversidad de regímenes aplicables a cada uno de esos ámbitos. Si bien ambas
corresponden a una misma conducta antijurídica, esta constituye dos ilicitudes diferentes cuando la acción
ilícita se integra conceptualmente con las consecuencias que en cada hipótesis le vienen impuestas.
La norma consagra la independencia sustancial de las acciones civil y penal derivadas del mismo hecho.
Ello, más allá de que ambas acciones pueden promoverse, conjuntamente, ante el magistrado actuante en
la sede punitiva, o sean interpuestas en forma independiente para el conocimiento de los jueces actuantes
en el fuero civil y penal.
Artículo 1775 CCyC: Suspensión del dictado de la sentencia civil. Si la acción penal precede a la acción civil,
o es intentada durante su curso, el dictado de la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso civil
hasta la conclusión del proceso penal, con excepción de los siguientes casos:
a) Si median causas de extinción de la acción penal.
b) Si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración efectiva del derecho a ser
indemnizado.
c) Si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de responsabilidad.
Dado que las acciones derivadas del mismo hecho, que reúnen ambas calidades, tienen independencia
sustancial, y pueden ser promovidas autónomamente en ambas jurisdicciones, existe el peligro de que los
jueces actuantes dicten decisiones disímiles, con el evidente escándalo jurídico que ello acarrearía. Es por
ello que la norma establece la prejudicialidad penal sobre la civil, al establecer el principio conforme al cual
no se dictará sentencia en la jurisdicción en la cual se discute el resarcimiento del daño hasta tanto no haya
recaído una decisión definitiva en la sede punitiva.
Lo que debe suspenderse es el dictado de la decisión definitiva, por lo cual la pendencia del proceso penal
no obsta a la prosecución del civil. Así las cosas, el juez de esta última jurisdicción debe suspender el
trámite de la causa en ocasión del dictado de la sentencia, sin que nada obste a la sustanciación del
proceso y a la producción de las pruebas de las cuales se pretendan valer las partes.

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Artículo 1776 CCyC: Condena penal. La sentencia penal condenatoria produce efectos de cosa juzgada en el
proceso civil respecto de la existencia del hecho principal que constituye el delito y de la culpa del
condenado.
Este artículo adopta un sistema de prevalencia de la cuestiones juzgadas en sede penal, cuya discusión no
puede encararse nuevamente en el litigio por daños. Sin embargo, esa prevalencia es matizada por la
norma, y se limita a dos aspectos fundamentales a tener en cuenta: la existencia del hecho principal y la
culpa del condenado.
En lo que hace a la culpa del condenado, la norma es clara en cuanto a que, declarada tal, es
incontrovertible en la sede civil que el accionar del sindicado como responsable fue negligente.
En cuanto a la extensión y magnitud del daño, su valoración por el juez civil estará limitada cuando lo
decidido al respecto en la sede punitiva sea trascendente a los fines de tipificar el delito (por ejemplo,
calificar las lesiones como graves o leves). Por el contrario, si dicha valoración es intrascendente, la
sentencia punitiva no hará cosa juzgada sobre el punto.
Artículo 1777 CCyC: Inexistencia del hecho, de autoría, de delito o de responsabilidad penal. Si la sentencia
penal decide que el hecho no existió o que el sindicado como responsable no participó, estas circunstancias
no pueden ser discutidas en el proceso civil.
Si la sentencia penal decide que un hecho no constituye delito penal o que no compromete la
responsabilidad penal del agente, en el proceso civil puede discutirse libremente ese mismo hecho en
cuanto generador de responsabilidad civil.
El juez civil debe atenerse a los datos fácticos que tuvo por verificados el magistrado actuante en la sede
punitiva. En consecuencia, si el acusado es absuelto en la jurisdicción criminal por no haberse acreditado la
existencia del hecho que se le imputa, no puede ser objeto de un nuevo juicio civil, fundándose en que
cometió el hecho, pues sería volver sobre la cosa juzgada, y exponerse al escándalo jurídico de la existencia
de decisiones contradictorias.
Sin embargo, la decisión penal no hace cosa juzgada, en primer lugar, cuando el magistrado actuante en
dicha sede considere que el acto no encuadra en un tipo penal. Ello es así pues, mientras que el sistema
penal parte de ilicitud típica, la antijuridicidad civil es atípica, y basta la infracción al deber genérico de no
dañar.
Artículo 1778 CCyC: Excusas absolutorias. Las excusas absolutorias penales no afectan a la acción civil,
excepto disposición legal expresa en contrario.
Las excusas absolutorias penales comprenden los supuestos en los cuales, por razones de utilidad o
conveniencia, la ley declara al autor impune de un hecho típico y antijurídico, pese a que no concurra en su
favor ninguna causa que excluya la culpabilidad.
La norma establece expresamente que las excusas absolutorias carecen de efecto alguno en sede civil,
pues, en primer lugar, en todos estos casos los presupuestos del deber de resarcir permanecen intactos y,
en segundo término, las razones que dan lugar a la exención penal no obstan a la prosecución del litigio
tendiente a obtener el resarcimiento del daño ocasionado
Artículo 1779 CCyC: Impedimento de reparación del daño. Impiden la reparación del daño:
a) La prueba de la verdad del hecho reputado calumnioso.
b) En los delitos contra la vida, haber sido coautor o cómplice, o no haber impedido el hecho pudiendo
hacerlo.
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El art. 1779 CCyC establece dos supuestos en los cuales no resulta procedente la indemnización del daño
ocasionado a la víctima:
• Verdad de los hechos vertidos en la acusación reputada calumniosa: Para que proceda el
resarcimiento de los daños ocasionados por una acusación calumniosa es preciso que existan
elementos que demuestren que las imputaciones que se efectuaron contra el demandante no
encontraban sustento alguno en los hechos, y son, por el contrario, fruto de un obrar doloso o
gravemente negligente de parte del denunciante.
• La intervención como coautor o cómplice, o el incumplimiento del deber de prevención: La
disposición restringe el reclamo del resarcimiento que le corresponda a los damnificados indirectos del
hecho ilícito, en los supuestos en que hayan sido coautores o cómplices de un delito contra la vida de la
víctima directa. De esta forma, todo aquel que haya intervenido en tal carácter en el hecho ilícito
contra la vida del damnificado directo, se encontrará impedido de reclamar la indemnización que
eventualmente le corresponda.
Artículo 1780 CCyC: Sentencia penal posterior. La sentencia penal posterior a la sentencia civil no produce
ningún efecto sobre ella, excepto en el caso de revisión. La revisión procede exclusivamente, y a petición de
parte interesada, en los siguientes supuestos:
a) Si la sentencia civil asigna alcances de cosa juzgada a cuestiones resueltas por la sentencia penal y ésta
es revisada respecto de esas cuestiones, excepto que derive de un cambio en la legislación
b) En el caso previsto en el artículo 1775 inciso c) si quien fue juzgado responsable en la acción civil es
absuelto en el juicio criminal por inexistencia del hecho que funda la condena civil, o por no ser su autor.
c) Otros casos previstos por la ley.
El supuesto previsto por la norma es aquel en el cual, no habiéndose iniciado la acción penal, o
encontrándose pendiente la decisión de aquella, se sustancia el proceso civil y se dicta en él sentencia que
adquiere el carácter de cosa juzgada, y luego de ello se dicta la sentencia penal, cuya conclusión es
contraria a la adoptada en la acción resarcitoria.
Al respecto, el artículo mantiene el principio de inmutabilidad de la sentencia civil anterior, admitiendo así
una excepción al régimen de orden público que vincula el resultado de ambos procesos cuando se refieren
a un mismo hecho, privilegiando la seguridad jurídica y la intangibilidad de la res iudicata cuando ella ha
sido expedida regularmente.
Principio
Si la acción criminal hubiera precedido a la acción civil, o fuera intentada pendiente ésta, no habrá
condenación (sentencia) en el juicio civil antes de la condenación del acusado en el juicio criminal.
Según la jurisprudencia, el impedimento deriva de que exista una acción criminal pendiente únicamente
incide sobre la sentencia definitiva del juez en lo civil: es decir, el proceso civil continúa, y sólo se detiene
antes de dictar sentencia a la espera del pronunciamiento del juez en lo criminal.

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Excepciones
Artículo 1775 CCyC: Suspensión del dictado de la sentencia civil. Si la acción penal precede a la acción civil,
o es intentada durante su curso, el dictado de la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso civil
hasta la conclusión del proceso penal, con excepción de los siguientes casos:
a) Si median causas de extinción de la acción penal.
b) Si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración efectiva del derecho a ser
indemnizado.
c) Si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de responsabilidad.

• Si median causas de extinción de la acción penal: Es aquel en que median causas de extinción de la
acción penal. Se trata, sin lugar a dudas, del supuesto más evidente, pues no se trata de una verdadera
excepción, sino de la culminación del proceso penal que, por lo tanto, ya no se encuentra pendiente.
• Si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración efectiva del derecho a
ser indemnizado: Es aquel en el cual la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una
frustración del derecho a ser indemnizado. Resulta improcedente suspender el dictado de la sentencia
civil por la existencia de una causa penal en trámite cuando la dilación de esta última ocasiona un
agravio a la garantía constitucional del derecho de defensa.
Quedan comprendidos en este inciso los supuestos en que el proceso penal se paraliza sine die por la
ausencia del imputado, o cuando se suspende el juicio a prueba
• Si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de responsabilidad: La
idea que trasunta en esta excepción es que, por regla, la decisión que se adopta en la sede punitiva se
funda en la falta de prueba de la culpa del imputado, presupuesto que, en los supuestos de
responsabilidad objetiva, es irrelevante. Es por ello que, suspender el dictado de la sentencia civil en
estos litigios tiene como consecuencia que se retrasa innecesariamente la acción resarcitoria, cuando el
riesgo de que se dicten sentencias contradictorias es mucho menor que en otros casos.

Reparación del daño


Indemnización
La indemnización consiste en la reparación del daño. A ella tiene derecho el acreedor de una obligación
contractual como efecto anormal que lo satisface por equivalente.
En la órbita extracontractual es el contenido de la obligación a cargo del responsable, nacida del hecho
ilícito generador de un daño
Artículo 1738 CCyC: Indemnización. La indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio
de la víctima, el lucro cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de
su obtención y la pérdida de chances. Incluye especialmente las consecuencias de la violación de los
derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones
espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida.
Sistemas
En el Derecho comparado, pueden ser alienados tres sistemas fundamentales en torno de la extensión del
deber de reparar, según ponderen o no, como circunstancia determinante, la subjetividad del responsable.
• Sistema objetivo: En la contractual el obligado debe reponer el estado que existiría si la circunstancia
que obliga a la indemnización no se hubiera producido. Y en la extracontractual debe indemnizar a la
víctima el daño causado.
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• Sistema subjetivo: La medida de la culpabilidad determina la extensión del resarcimiento, en lo
contractual y en lo extracontractual.
• Sistema mixto: Traza una línea demarcatoria nítida entre la responsabilidad dolosa o culposa en el
incumplimiento contractual. La diferencia de régimen generalmente no subsiste en la responsabilidad
extracontractual.
El Derecho argentino se subsume en este sector, sobre todo porque atribuye extensión distinta al
deber de reparar en los incumplimientos contractuales dolosos y en los culposos, si bien –en la órbita
extracontractual– mantiene algún matiz relevante que agrava la responsabilidad del autor del delito.
Fundamentos
El fundamento de la indemnización es el genérico del ordenamiento jurídico: la noción de justicia.
En el pensamiento de Ulpiano es justo dar a cada uno lo suyo. Y uno de los contenidos del Derecho, en el
pensamiento romano, era neminem laedere (no dañar a los demás).
Cuando el acreedor recibe la indemnización, recibe lo suyo, porque ha sufrido un menoscabo (daño) que es
restablecido mediante dicha indemnización. Este daño puede derivar del incumplimiento de una obligación
contractual (responsabilidad contractual), o de la infracción del deber general de no dañar
(responsabilidad extracontractual).
Finalidad
La finalidad de la indemnización es resarcitoria, o sea, de equilibrio entre el daño patrimonial causado y la
prestación que se impone al responsable.
Esta prestación se impone en consideración de la cuantía del daño, que constituye su tope.
Su finalidad concreta es la satisfacción de la víctima, por el victimario, a través de una prestación
patrimonial que se impone a este último a favor de aquella. En principio, la indemnización no encierra la
idea de punición, represión o retribución, propia de la sanción penal.
Caracteres
La indemnización es:
• Patrimonial: Recae en una obligación de dar dinero (pecuaria) o en una obligación de dar otra cosa, o
de hacer (reparación en especie).
• Subsidiaria: En el sentido de que el acreedor de una obligación contractual puede pretender, en primer
término, ser satisfecho es especie. En la esfera extracontractual, en cambio, la obligación de
indemnizar nace directamente del hecho ilícito.
• Resarcitoria: no es punitoria.
Rubros de la cuenta indemnizatoria
Cuando se reclama judicialmente la indemnización, por lo general las pretensiones son agrupados en tres
rubros fundamentales:
• Capital: El sentido de esta expresión es que se trata de un quantum generador de intereses. En tal
rubro se involucra a los diversos daños por los que se demanda (daño emergente, lucro cesante).
• Intereses: Se deben desde la mora del deudor, y en la órbita extracontractual (donde la mora es
automática) aunque no hayan sido reclamados. La razón del pago de estos intereses indemnizatorios es
que no debe quedar sin reparación la productividad frustrada..

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• Costas: Se consideran costas a los gastos causados u ocasionados por la sustanciación del proceso y los
que se hubiesen realizado para evitar el pleito, mediante el cumplimiento de la obligación, salvo que
sean superfluos o inútiles.
Involucran honorarios profesionales, impuestos de justicia, así como otros gastos.
Compensación del daño con el lucro
La compensatio damni cum lucro, o compensación de beneficios, parte de la ase de que deben ser
computadas las circunstancias favorables y desfavorables generadas por el incumplimiento.
Se trata del caso en que la víctima recibe ciertos beneficios a causa del daño; o, al serle reparado el daño,
se la coloca en una situación ventajosa con respecto al estado anterior al hecho generador.
Procedencia
Para que proceda la compensación de beneficios debe concurrir estos requisitos:
• Que el daño y el beneficio provengan del mismo hecho.
• Que ese hecho haya sido la causa de ambos.
• Que la compensación no esté excluida por otros principios.
Pero como esta noción deriva del concepto mismo de daño, los jueces pueden proceder a la compensación
de beneficios aunque no medie solicitud expresa de la parte.
Casos
La compensación del daño con el lucro procede en las siguientes situaciones:
• Si la víctima obró igualmente sus salarios durante el período de incapacidad derivado del accidente, no
tiene derecho a reclamárselo al autor, aunque ulteriormente el empleador puede demandar al autor
por su importe.
• Si el comprador de un inmueble tuvo su posesión, el vendedor moroso no le debe indemnización,
máxime si el precio de compra, en moneda pactada, no fue reajustado voluntariamente.
Tal compensación ha sido juzgada improcedente en casos como:
• Cuando la víctima ha percibido jubilación por invalidez, porque la indemnización obedece a otra causa
distinta de la generadora del derecho a la jubilación situación extensiva al supuesto en que la viuda
haya recibido una pensión.
• Cuando el automóvil dañado en un accidente, luego de su reparación, obtiene un valor mayor que el
que tenia antes del hecho.
• Si se debe reponer una boya nueva en sustitución de otra perdida, el monto indemnizatorio es el valor
de la boya nueva, pues debe ser reintegrado lo gastado para tal reposición.
Conversión del derecho a la prestación en derecho a la indemnización
El acreedor tiene derecho a obtener la prestación, o sea, el cumplimiento espontáneo por parte del
deudor, técnicamente denominado pago. También tiene derecho a ser satisfecho obteniendo su finalidad,
mediante la ejecución forzada o la ejecución por otro.
En estar circunstancias el acreedor puede prescindir de pretender que se lo satisfaga en especie (mediante
la obtención, de una o de otra manera, del bien que constituyó el objeto de la obligación) y optar
derechamente por la indemnización. Para ello debe encarar el efecto anormal de dicha obligación.
Las causas que lo autorizan a proceder de esa manera son las siguientes:
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• Cuando ejercita un pacto comisorio o cláusula resolutoria, que pueden ser expresos o tácitos.
• Cuando existe una seña penitencial.
• Cuando la prestación se hace imposible (imposibilidad de pago) por culpa del deudor.
• Cuando la prestación, aun siendo posible, carece de interés para el acreedor.
• Cuando existe una cláusula penal compensatoria, que lo autoriza a exigir directamente lo debido como
pena.
Tampoco le cabe al acreedor otra solución que reclamar la indemnización en estos otros casos en lo que
está impedido de satisfacerse in especie:
• Cuando no procede la ejecución forzada.
• Cuando no procede la ejecución por un tercero.
El pacto comisorio
Se entiende por pacto comisorio, o cláusula resolutoria, la facultad que tiene el acreedor para resolver el
contrato si la otra parte no lo cumple. Puede ser expreso, cuando se lo conviene en el contrato, o tácito,
como facultad implícita.
Cuando el pacto comisorio es expreso, la resolución se producirá de pleno derecho y surtirá efectos desde
que la parte interesada comunique a la incumplidora, en forma fehaciente, su voluntad de resolver.
El pacto comisorio está subordinado a un hecho condicionándote (el incumplimiento de la otra parte) pero,
a diferencia de la condición, no opera sino cuando la parte inocente opta por resolver el contrato: ella
puede optar por tal resolución, o por la ejecución forzada específica.
La seña
La seña, señal o arras, puede ser penitencial o confirmatoria. Es penitencial pues permite el
arrepentimiento; y es confirmatoria pues se da en signo de ratificación del contrato, sin que pueda ninguna
de las partes retractarse.
Artículo 1059 CCyC Disposiciones generales. La entrega de señal o arras se interpreta como confirmatoria
del acto, excepto que las partes convengan la facultad de arrepentirse; en tal caso, quien entregó la señal
la pierde en beneficio de la otra, y quien la recibió, debe restituirla doblada.
La seña, concebida como penitencial, permite al contratante desligarse (arrepentirse) del contrato; cuando
se pacta una seña, no hay un contrato en firme. Si se arrepiente, quien dio la seña, la pierde, y si lo hace
quien la recibió, debe devolverla con otro tanto de su valor.
Ejemplo: Si el comprador C da 100 de seña, y se arrepiente, los pierde; pero si se arrepiente del vendedor V,
debe devolver esos 100, y dar otros 100. Lo dado como seña, pues, juega como precio de arrepentimiento.
¿Hasta cuándo cabe el arrepentimiento?
El arrepentimiento puede ser ejercitado sólo hasta dos momentos:
• El de principio de ejecución del contrato: esto es, el de ciertos actos ulteriores a su celebración que
implican comenzar a cumplir las obligaciones emergentes.
• El de la constitución en mora.
Con posterioridad a cualquiera de ellos no es dable ejercitar esa facultad conferida por la seña.

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Modalidad de la seña
Artículo 1060 CCyC: Modalidad. Como señal o arras pueden entregarse dinero o cosas muebles. Si es de la
misma especie que lo que debe darse por el contrato, la señal se tiene como parte de la prestación si el
contrato se cumple; pero no si ella es de diferente especie o si la obligación es de hacer o no hacer.
La reparación integral
El llamado principio de la reparación integral es enunciado de tal manera: debe repararse todo el daño, no
más allá del daño, pero todo el daño.
Esta fórmula presenta varias interpretaciones:
• Puede implicar el conjunto de los daños que merecen indemnización con arreglo a la ley.
• Puede significar la resarcibilidad de todo el daño.
• Puede propugnar que se prescinda de computar la subjetividad del victimario, o de su grado (dolo o
culpa), para ponderar la existencia y la extensión del deber de reparar.
En realidad, la expresión reparación integral no quiere decir nada. Sólo tiene sentido hablar de reparación
plena: se entiende por tal la que condice con la plenitud propia de cada ordenamiento jurídico, la que se
obtiene según lo que cada ordenamiento jurídico atribuye al causante del daño. Eso, y nada más.
Excepción a la reparación plena
A veces la víctima no obtiene tal reparación plena. Ello ocurre cuando se la disminuye, computando la
situación patrimonial del deudor.
El artículo 1740 CCyC
Artículo 1740 CCyC: Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de
la situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie. La
víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que sea parcial o totalmente imposible,
excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados de la
lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la
publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable.
La reparación plena o integral es uno de los pilares fundamentales sobre los que se erige nuestro el
sistema de responsabilidad por daños, y supone la necesidad de una razonable equivalencia jurídica entre
el daño y su reparación. Por eso, cuando alguien ha sufrido un perjuicio, ya sea este patrimonial o moral,
debe percibir una indemnización que le permita que el estado de cosas actual sea razonablemente
coincidente con el estado en que se encontraba antes de sufrir el daño. Lo que se persigue, entonces, es
suprimir los efectos nocivos del suceso dañoso, de la manera más completa posible.
Sin embargo, decir que debe indemnizarse todo el daño ocasionado no implica que todo perjuicio sea
resarcible, sino que sólo lo es el admitido por el ordenamiento jurídico. Se trata, entonces, de la plenitud
jurídica de la indemnización (derecho a ser reparado en toda la extensión establecida por la ley).

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Dicha reparación puede tener lugar en especie o por equivalente dinerario.
• Reparación en especie: La reparación en especie implica volver las costas materialmente al estado que
tenían con anterioridad al hecho ilícito.
• Reparación por equivalente dinerario: La reparación por equivalente se configura cuando el
responsable paga a la víctima una suma de dinero que tiene por función recomponer su patrimonio y
compensar el perjuicio extrapatrimonial que sufrió. En este último caso, la indemnización debe ser
equivalente a los valores patrimoniales menoscabados.
• Reparación mixta: También es concebible que la reparación tenga lugar parcialmente en especie, y
otra parte en dinero.

Requisitos del daño resarcible


Concepto
El daño, como fenómeno fáctico, es distinto del daño jurídico. Sólo cando se cumplen ciertos requisitos, o
características indispensables en un cierto menoscabo o detrimento para que el perjuicio sea contemplado
a los fines de su indemnización, el daño es jurídico y, por lo tanto, reparable.
Requisitos
Artículo 1739 CCyC: Requisitos. Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o
indirecto, actual o futuro, cierto y subsistente. La pérdida de chance es indemnizable en la medida en que su
contingencia sea razonable y guarde una adecuada relación de causalidad con el hecho generador.
• La certeza del daño: El principal presupuesto para que el daño sea resarcible es que sea cierto, es decir,
que exista realmente y no se trate de un perjuicio meramente eventual o hipotético. Así, el simple
peligro o la sola amenaza o perspectiva de daño —que puede eventualmente dar lugar a la tutela
preventiva— no es suficiente para tornarlo indemnizable. Tanto es así que, si se indemnizara un
perjuicio incierto y, finalmente, este no llegara a consumarse, existiría un enriquecimiento sin causa
por parte de la víctima.
Si hay certeza, poco importa que el daño sea actual o futuro, pues en ambos casos procederá su
reparación. También en la pérdida de chance se exige certeza acerca de la existencia de un porcentaje
de posibilidades de obtener un beneficio o evitar un perjuicio, que se vio frustrado por la comisión del
hecho ilícito.
• La subsistencia del daño: Para que sea resarcible, el perjuicio debe subsistir al momento de dictarse la
sentencia, pues nadie puede reclamar la reparación de un daño que ya ha sido resarcido.
Si el propio responsable es quien ha indemnizado el daño, su obligación queda extinguida por pago, o
por alguno de los otros modos de extinción previstos en el ordenamiento jurídico. Si lo reparó un
tercero, la deuda de responsabilidad subsiste, en principio, respecto de este. Si, finalmente, el bien
menoscabado es reparado por la víctima, entonces el perjuicio subsiste en su patrimonio, y debe ser
resarcido.
• La personalidad del daño: El perjuicio, para ser resarcible, debe ser personal de quien reclama su
indemnización. Esto implica que únicamente la persona que sufrió el daño (aquella cuyos intereses
fueron lesionados mediante el hecho lesivo) puede requerir su reparación, y resulta inadmisible
reclamar a nombre propio la reparación de daños ocasionados a terceros.
• La afectación de intereses no reprobados por el ordenamiento jurídico: Si bien no es menester que el
hecho lesivo conculque un derecho subjetivo de la víctima, se requiere al menos que el interés
vulnerado sea lícito, es decir, no reprobado por el ordenamiento jurídico.

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• Daño significativo: Por aplicación de la máxima de minimis non curat praetor, un sector de la doctrina y
alguna jurisprudencia niegan acción cuando el daño es insignificante.
• Relación causal relevante: Sólo son resarcibles los daños que se hallan en cierta relación de causalidad,
jurídicamente relevante.
Resarcibilidad de la pérdida de la chance
Se establece que el daño debe guardar una relación adecuada de causalidad con el hecho ilícito; es decir,
es decir, para que las consecuencias de este daño fáctico sean resarcibles es preciso que exista una
relación de causalidad adecuada entre el actuar del agente y la pérdida de la oportunidad.
La principal característica de este tipo de daño es que lo único que existe es una posibilidad, pero no una
certeza sobre la obtención del resultado perseguido por el damnificado. El eventual beneficio que espera la
víctima puede o no ocurrir y, en definitiva, nunca se sabrá si se habría producido de no mediar el evento
dañoso.
Pero la incertidumbre respecto de este eventual resultado no afecta la certeza de la chance, que se verifica
a través de la comprobación de la existencia de una oportunidad que, por el accionar del agente, se ha
visto perdida. Por el contrario, si la posibilidad no existe, entonces el daño por pérdida de chance es
hipotético o eventual y, por ende, no resarcible.
Por consiguiente, debe entenderse que la razonabilidad de la contingencia de la chance perdida no se
refiere a que ella sea estadísticamente importante, sino a que efectivamente haya existido una posibilidad
de evitar el perjuicio u obtener una ganancia. Demostrada la existencia de esa chance, procede su
resarcimiento aunque ella hubiera sido numéricamente poco significativa

Modo de reparar el daño


Principio
El resarcimiento de los daños consistirá en la reposición de las cosas a su estado anterior. En este sentido,
la legislación consagra la posibilidad de la reparación en especie.
En la órbita contractual, el acreedor tiene derecho a obtener una satisfacción específica, esto es, el bien
debido como prestación por el deudor, ya sea por ejecución forzada o por ejecución mediante la actividad
de un tercero, a menos que su derecho a la prestación se convierta en un derecho a obtener la
indemnización.
Excepciones
El principio de reparación en especie, en la esfera contractual, tiene las siguientes excepciones:
• Si lo debido no es una cosa.
• Si la reposición al estado anterior es imposible (total o parcialmente).
• Si la prestación de reparación en especie es abusiva.
• Si es de aplicación la facultad judicial de atenuar la indemnización por razones de equidad.
Por cierto, que tal modo de reparación es optativo para el acreedor, donde se prevé que también podrá el
damnificado optar por la indemnización en dinero. En los hechos, es lo que ocurre comúnmente.

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Alcances
La reposición, en primer lugar, no excluye el daño moratorio; porque un caso es reponer, y otro indemnizar
por el estado de mora.
Y, en segundo lugar, una observación estadística: generalmente los acreedores optan por dinero, porque
así la reparación es más fluida, más fácil, y se evita la renovación de incidentes. Se resuelve, en este
sentido, mediante el común denominador de los valores, que se la moneda: el damnificado hace el arreglo
por su cuenta y lo paga, y luego repite lo pagado del deudor de la indemnización.
Comparación con el sistema alemán
La opción es más amplia que en el sistema alemán, en el cual el acreedor sólo puede optar por dinero
cuando ocurre la lesión de una persona o el deterioro de una cosa; en Alemania, pues, no se puede
reclamar una cosa equivalente de otra destruida o perdida, aunque en teoría ese reclamo sea fácilmente
concebible si se trata de cosas seriadas que son fungibles entre sí.
El IV Congreso Nacional de Derecho Civil (Córdoba, 1969)
Este Congreso recomendó:
• Que se compute como excepción el caso de imposibilidad parcial.
• Que no proceda reclamar la reparación es especie cuando insumiere un gasto que excediere toda la
proporción respecto del efectivo quebranto padecido por el damnificado (abuso del derecho).
• Que en caso de optar el acreedor por la indemnización pecuniaria, la indemnización se fije en dinero,
valuándose el daño a la fecha de la sentencia.

Existencia y cuantía del daño


Prueba de la existencia
La prueba de la existencia del daño incumbe al damnificado, pues la indemnización carece de sentido si
aquél no es demostrado.
Presunciones de daño
En ciertas circunstancias, el daño es presumido. Se trata de los casos de daños que son consecuencia
inmediata del hecho generador, de la cláusula penal, de la seña, de la deuda por intereses en las
obligaciones de dar dinero. En todos estos supuestos se presume también la relación de causalidad a nivel
de adecuación.
Prueba de la cuantía. Facultad judicial
Una vez que ha sido acreditado que existe el daño, la sentencia fijará el importe del crédito o de los
perjuicios reclamados, siempre que su existencia esté legalmente comprobada, aunque no resultare
justificado su monto.
Ejemplo: Si la víctima de un accidente de tránsito prueba que su automóvil sufrió una abolladura de un
guardabarros, pero no acredita cuál es el importe necesario, habiéndose demostrado la existencia del daño,
el juez fija el monto de la indemnización (la cantidad necesaria para su arreglo).

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Agravación del daño por un tercero
Cuando el acreedor agrava el daño causado por el responsable, se da un caso de concurrencia de culpa, de
manera que éste sólo responde de la masa de daños atribuible a su responsabilidad, pero no de los
generados por el hecho del acreedor.

Evaluación del daño


Modos de evaluarlo
La evaluación del daño puede ser:
• Convencional: El monto del daño surge acto del cual emana la relación obligacional. También puede
ser convenida de antemano, mediante el pacto de la cláusula penal.
• Legal: Cuando la norma tarifa el monto indemnizatorio.
• Judicial: Cuando se refiere al juez la determinación del daño.
• Arbitral: Sea por medio de árbitros, de amigables componedores, o de peritos árbitros.
Fecha de la evaluación
En principio, el daño debe ser evaluado a la fecha de la sentencia, o a la fecha más próxima a ella.
Esto resulta lógico: desde que el acto de la sentencia es la oportunidad procesal de fijar la cuantía del daño
más cercana a la fecha del pago de la indemnización por el responsable, debe ser estimado a la fecha en
que se la dicta.
Excepciones
En ciertos casos la determinación del quantum debido es efectuada con relación a otra época:
• Si el deudor debe cosas inciertas fungibles, pues la evaluación, en su caso, es hecha al tiempo del
incumplimiento
• Si el daño representó un valor mayor en tiempo anterior al de la sentencia.
Límites de la pretensión.
Determinación de los rubros del daño. El monto reclamado en la demanda.
En principio, el damnificado sólo podrá obtener, mediante sentencia, lo que haya reclamado en la
demanda, puesto que el juez la debe pronunciar de conformidad con las pretensiones deducidas en el
juicio.
Sin embargo, han de ser distinguidos los aspectos intrínsecos y extrínsecos del daño. Si, luego de demandar
por ciertos daños, el actor pretendiera agregar otros que omitió, habría una intolerable modificación del
aspecto extrínseco del daño. Pero no la hay, pues sólo concierne a lo intrínseco, si la cuantía de la
reparación varía en virtud de la inflación habida desde la demanda hasta la sentencia, trámite que puede
prolongarse cierto tiempo.
La fórmula “o lo que en más o en menos resulte de la prueba”
Esta fórmula es de estilo: el damnificado reclama una cantidad X, o lo que resulte del juicio.
La jurisprudencia actual la admite, y adecua por lo tanto al distingo entre los aspectos intrínsecos y
extrínsecos del daño. Estos, por cierto, no pueden ser modificados en el curso del proceso, pero aquellos
pueden incidir para que el juez fije una suma mayor (o menor) que la estimada, de manera provisional, en
la demanda.
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Distingo entre los rubros de la cuenta indemnizatoria y su valuación
Quien demanda, debe precisar qué pretende, qué daños requiere que le sean indemnizados. Más nada
obsta a que su evaluación sea hecha con montos distintos de los que indicó en su reclamo.
Por cierto que si no hizo ninguna salvedad, si se limitó a demandar por una suma X, rígida e inflexible, la
sentencia no puede darle más que la cantidad que solicitó.
Liquidación de los daños
El sistema procesal prevé distintos mecanismos para la liquidación de los daños:
• Si está acreditado el daño pero no su cuantía, la fija el juez.
• Si la cantidad no resulta líquida, el juez establece las bases sobre las que haya que hacerse la
liquidación.
• En la alternativa de que no surja cantidad líquida, ni hayan hecho las partes estimación de los frutos e
intereses, el juez condena a pagar lo que resulte determinado ulteriormente, en proceso sumarísimo.

Extensión del resarcimiento en la responsabilidad extracontractual


Delitos
El autor del delito civil responde:
• De las consecuencias inmediatas: Son las que normalmente suelen suceder según el curso natural y
ordinario de las cosas.
Ejemplo: Si alguien dispara un arma de fuego contra otra persona, la consecuencia inmediata será que
ésta resulte herida o muerta y, con toda lógica, el autor del hecho será siempre responsable por esta
consecuencia que son las que ocurren según “el curso natural y ordinario de las cosas”.
• De las consecuencias mediatas: Son aquellas que se producen por el vínculo que existe entre el hecho
que las ha generado y otro hecho distinto.
Ejemplo: Si un ganadero compra una vaca en mal estado (enferma) y la pone en un corral con el resto
del ganado. La consecuencia mediata es que el ganado, a raíz del estado del nuevo animal, se termina
enfermando. Al acto original se lo unió con otro acto y de ahí devino la consecuencia mediata; y,
además, se podía haber previsto.
• De las consecuencias casuales, pero solamente si debieron resultar según las miras que tuvo al
ejecutar el hecho.
Artículo 1727 CCyC: Tipos de consecuencias. Las consecuencias de un hecho que acostumbran a suceder
según el curso natural y ordinario de las cosas, se llaman en este Código “consecuencias inmediatas”. Las
consecuencias que resultan solamente de la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto, se
llaman “consecuencias mediatas”. Las consecuencias mediatas que no pueden preverse se llaman
“consecuencias casuales”.
Cuasidelitos
En este caso la responsabilidad es menor, pues se excluyen las consecuencias casuales. Así, pues, el autor
de un cuasidelito responde:
• De las consecuencias inmediatas.
• De las consecuencias mediatas.
No responde: de las consecuencias casuales ni de las consecuencias remotas.

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Caso en que la responsabilidad es objetiva
La incorporación de la teoría de la responsabilidad objetiva en el sistema argentino determina que el juicio
de reproche no presuponga, en ciertos casos, la culpabilidad del obligado a reparar.
Como la culpa exige previsibilidad en concreto, y la previsibilidad típica de la causalidad adecuada es
juzgada en abstracto, ésta juega su propio papel, indiferente a que se prescinda de la culpabilidad. De allí,
entonces, que en todos los casos el metro del deber de reparar sea la relación causal que el Derecho
señala como relevante, tanto cuando se lo atribuye a título de culpa, como cuando se lo asigna por
atribución objetivo.

Extensión del resarcimiento en las obligaciones que no tienen por objeto el dinero
Los arts. 1725, 1727 y 1728 del CCyC.
Artículo 1725 CCyC
Artículo 1725 CCyC: Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoració n de la previsibilidad de
las consecuencias.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones
particulares de las partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial, o la facultad intelectual de una
persona determinada, a no ser en los contratos que suponen una confianza especial entre las partes. En
estos casos, se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial del agente.
En su primer párrafo la norma sienta el principio conforme al cual, cuanto mayor es la diligencia exigible al
agente, mayor será el estándar con el cual se valorará su conducta. Las condiciones personales del agente
deben ser tenidas en cuenta a los efectos de estimar el mayor o menor deber de previsión, con arreglo a lo
dispuesto en este artículo.
El segundo y el tercer párrafo complementan este principio con la regla según la cual en los contratos no se
toma en cuenta la condición especial de las partes, salvo en aquellos que suponen una confianza especial,
caso en el cual estas condiciones especiales también son tomadas en cuenta —junto con las demás
circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar— para elaborar el parámetro abstracto de comparación
que sirve de base al juicio de culpabilidad.
Artículo 1726 CCyC
Artículo 1726 CCyC Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado
de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las
consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles.
La teoría de la relación causal cumple una doble función. En primer lugar, permite determinar la autoría (es
decir, quien resulta responsable de un determinado daño) y, a su vez, cuál es la extensión del
resarcimiento (que consecuencias deben ser resarcidas). Eso quiere decir, en otras palabras, que este
elemento permite vincular, por un lado, el hecho ilícito con un determinado resultado, que consiste en la
lesión o afectación de cierto bien (daño “fáctico”) y, por el otro, establece un vínculo entre este segundo
elemento (lesión a un bien) y las consecuencias que de él se derivan, que son, en puridad, lo que es objeto
de reparación.

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En cuanto a la primera función enunciada, el art. 1726 sostiene que no todas las condiciones necesarias de
un resultado son causa de él, sino solo aquella que, según el curso natural y ordinario de las cosas, es
idónea para producir ese resultado. Se elabora partiendo de un juicio de probabilidad, es decir, si tal acción
u omisión del presunto responsable era idónea para producir, regular o normalmente, un resultado. No
basta con que entre ambos extremos (hecho y resultado) medie una relación causal desde un punto de
vista físico, sino que es preciso, además, que el resultado aparezca como una consecuencia previsible del
hecho.
La segunda aplicación de este elemento de la responsabilidad civil, vinculada con la extensión del
resarcimiento, aparece en primer lugar en el art. 1726 CCyC, a cuyo tenor salvo disposición legal en
contrario, la indemnización debe comprender las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles,
tanto en el ámbito contractual como extracontractual. Por su parte, el art. 1727 CCyC define los distintos
tipos de consecuencias.
Artículo 1727 CCyC
Artículo 1727 CCyC: Tipos de consecuencias. Las consecuencias de un hecho que acostumbran a suceder
según el curso natural y ordinario de las cosas, se llaman en este Código “consecuencias inmediatas”. Las
consecuencias que resultan solamente de la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto, se
llaman “consecuencias mediatas”. Las consecuencias mediatas que no pueden preverse se llaman
“consecuencias casuales”.
Extensión del resarcimiento en las obligaciones que tienen por objeto el dinero
Artículo 765 CCyC: Concepto. La obligación es de dar dinero si el deudor debe cierta cantidad de moneda,
determinada o determinable, al momento de constitución de la obligación. Si por el acto por el que se ha
constituido la obligación, se estipuló dar moneda que no sea de curso legal en la República, la obligación
debe considerarse como de dar cantidades de cosas y el deudor puede liberarse dando el equivalente en
moneda de curso legal.
Interés moratorio
Artículo 768 CCyC: Intereses moratorios. A partir de su mora el deudor debe los intereses correspondientes.
La tasa se determina:
a) Por lo que acuerden las partes
b) Por lo que dispongan las leyes especiales
c) En subsidio, por tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central.
Los intereses moratorios constituyen la indemnización debida por el deudor de dinero. Este es responsable
por los daños e intereses que su morosidad causare al acreedor en el incumplimiento de la obligación, y el
pago de intereses se anexa como accesorio a la prestación debida de dar el capital.
Los intereses moratorios son debidos en razón de la ley, pero nada obsta a que se los establezca
convencionalmente, caso en el cual se los denomina punitorios.
Tasa
La tasa puede ser:
• Convencional
• Legal
• Judicial.
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Indemnización suplementaria
Planteamiento de la cuestión
El problema es determinar si cabe una indemnización mayor que los intereses.
Para resolverlo deben ser descartados, por lo pronto:
• Los casos en que la ley dispone expresamente el pago de otra indemnización aparte y más allá de los
intereses.
• Los supuestos de inconducta procesal maliciosa.
Discusión en Derecho Argentino
Los intereses moratorios constituyen la indemnización impuesta por la ley, que faculta a las partes para
fijar su tasa. Pero nada obsta a que éstas, convencionalmente, prevean el pago de una indemnización
distinta para el caso de incumplimiento de la obligación de dar dinero.
Algunos autores han preconizado la posibilidad de que el acreedor obtenga una indemnización diversa de
los intereses en todos los casos de mora del deudor de dinero. Pero, esto es improcedente cuando sólo
promedia culpa del deudor, pues únicamente es viable en el caso de incumplimiento doloso.
Claro está que nada obsta a que, si el plexo obligatorio es complejo, y el deudor de dinero está también
obligado al pago de otra prestación no dineraria en función del mismo contrato, su responsabilidad, en
caso de culpa, abarque los intereses correspondientes a aquél, y también las consecuencias inmediatas
necesarias respecto de esto último.
Ejemplo: Si está obligado a realizar ciertas gestiones (obligaciones de hacer) y a rendir cuentas de lo que
obtenga (obligación de dar dinero), y culpablemente incumple lo uno y lo otro: por la deuda de dinero,
habrá de pagar intereses, pero responderá también por las consecuencias inmediatas necesarias del
incumplimiento de la deuda de hacer.
El artículo 772 del CCyC
Artículo 772 CCyC: Cuantificación de un valor Si la deuda consiste en cierto valor, el monto resultante debe
referirse al valor real al momento que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de la deuda. Puede
ser expresada en una moneda sin curso legal que sea usada habitualmente en el tráfico. Una vez que el
valor es cuantificado en dinero se aplican las disposiciones de esta Sección.
Si la deuda consiste en cierto valor, se establece que el monto resultante debe referirse al valor real al
momento que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de la deuda. El precepto dice que en el
supuesto de que el interés del acreedor persiga obtener un valor medible en dinero, la cantidad de
moneda a entregar para satisfacerlo debe cuantificarse al momento en que deba evaluarse.
Se ha interpretado que la fórmula es amplia y deja abierta la posibilidad de que se catalogue como
obligación de valor a cualquier obligación de pagar en dinero y también es amplia la posibilidad de que la
evaluación se practique al momento del vencimiento de la obligación o en uno posterior.
Por otro lado, el artículo autoriza a que la deuda sea expresada en una moneda sin curso legal que sea
habitualmente utilizada en el tráfico. Por ello, las obligaciones de valor pueden surgir de acuerdo de partes
o de la ley.
Un vez que el valor es cuantificado en dinero se aplica a la deuda de valor las disposiciones de las
obligaciones de dar sumas de dinero.

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El artículo en la opinión mayoritaria, considerando que una vez que el valor es cuantificado, se aplica el
régimen de las obligaciones de dar sumas de dinero, lo que ha sido objetado en el ámbito de la doctrina,
con sustento en que puede acontecer que entre la liquidación de la deuda y el pago transcurra un tiempo,
motivo por el cual se ha considerado que debería subsistir la obligación de valor que mantiene la
estabilidad del crédito a través del tiempo, cualquiera fuera la contingencia económica
Incumplimiento culposo
Solución legal
Cuando sólo promedia culpa del deudor de dinero, la atribución exclusiva de los intereses sobre el capital
funciona adecuadamente.
En la solución que establece la legislación se advierten pautas básicas:
• El acreedor está liberado de producir la prueba del perjuicio, pues la ley presume la relación causal
relevante con el incumplimiento y, correlativamente, excluye la demostración de haber existido tal
perjuicio; presume su responsabilidad. El deudor moroso debe los intereses.
• La tasa del interés representa la inversión que debe hacer el acreedor para proveerse del capital que el
deudor no le pagó en tiempo, o el lucro cesante que sufre por no haber dispuesto de dicho capital
fructífero.
Razones
Tal solución puede ser expresada porque el pago de intereses viene a resultar la consecuencia inmediata
necesaria del incumplimiento del deudor de dinero: del deudor sabe, o debe saber, que si no paga la suma
adeudada, su acreedor tiene que conseguirla (para lo cual ha de abonar intereses) o pierde de invertida
(con lo que deja de obtener intereses).
Incumplimiento doloso
Agravación de responsabilidad
La agravación de responsabilidad del incumplidor doloso de la deuda de dinero es admitida no sólo por
quienes aceptan la indemnización complementaria en todos los casos, sino también por aquellos autores
que sólo le dan lugar en caso de dolo, no en el de culpa.
Razones
Pueden ser sistematizadas así:
• Es la línea de pensamiento universal respecto del deudor doloso, que generalmente responde con
mayor extensión que el culposo.
• Si el deudor doloso pudiera incumplir la obligación de dar dinero sin otra responsabilidad que el pago
de intereses, vendría a resultar dispensado su dolo pese a la terminante prohibición.
• Ello implicaría una condición puramente potestativa, desde que pagaría si quisiera, y sólo si quisiera,
pues no pesaría sobre él ninguna amenaza de sanción patrimonial.
• Está en compromiso la coherencia del sistema: la legislación agrava la responsabilidad del deudor en
caso de obligaciones que no consisten en dar dinero. Y se impone llegar a igual solución cuando la
deuda es de dinero.

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Extensión del deber de reparar
De tal manera el deudor que incumple dolosamente una obligación de dar dinero responde por las
consecuencias mediatas e inmediatas.
Par obtener semejante extensión de la responsabilidad de su deudor, el acreedor debe probar, por una
parte, el dolo de aquél y, por otra, el daño que ha sufrido.
Esto adecua a los principios generales, e implica una diferencia con el caso de la deuda de intereses que
existe independientemente de toda prueba del perjuicio que haya causado el incumplimiento

Régimen de reparación de ciertas especies de daños


Daños a la persona
Daño moral
Próximo capítulo
Daño estético
El daño relativo a las circunstancias estéticas de la víctima es indemnizable. Por un lado, puede tener
proyección moral (daño moral) y, por otro, proyección material, como daño patrimonial directo.
El daño estético puede ser definido como las anormalidades anatómicas y funcionales, permanentes o
transitorias, que se manifiestas exteriormente.
Por otro parte, para evaluar el daño corresponde tomar en cuenta los tratamientos médicos posibles y
circunstancias de la víctima: sexo, edad, aspecto anterior, tamaño y ubicación de la lesión, situación
familiar y, en general, toda otra circunstancia trascendente de acuerdo con la persona y medio donde
actúa.
Enfermedad
Cuando la víctima sufre enfermedad a causa de un hecho generador tiene derecho a que se le indemnice
en razón de ella. Por lo pronto, para cobrar los gastos médicos y afines que haya realizado, habiéndose
decidido que no se puede coartar su derecho a obtener la asistencia médica que considere más
conveniente para lograr el argumento de que pude haber sido atendida en un hospital gratuito.
Por lo común la enfermedad deriva de lesiones que, en ciertas circunstancias, generar incapacidad. Esto
responde a una idea distinta del lucro cesante, con lo cual ambos rubros no se excluyen. La incapacidad es
establecida según la aptitud laborativa genérica y, aun, respecto de todos los aspectos de la vida de la
víctima, en sus proyecciones individuales y sociales, de modo que corresponde indemnizarla, aunque el
damnificado no realizara tarea remunerada alguna.

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Muerte
Artículo 1745 del CCyC: Indemnización por fallecimiento En caso de muerte, la indemnización debe consistir
en:
a) Los gastos necesarios para asistencia y posterior funeral de la víctima. El derecho a repetirlos incumbe a
quien los paga, aunque sea en razón de una obligación legal
b) Lo necesario para alimentos del cónyuge, del conviviente, de los hijos menores de veintiún años de edad
con derecho alimentario, de los hijos incapaces o con capacidad restringida, aunque no hayan sido
declarados tales judicialmente; esta indemnización procede aun cuando otra persona deba prestar
alimentos al damnificado indirecto; el juez, para fijar la reparación, debe tener en cuenta el tiempo
probable de vida de la víctima, sus condiciones personales y las de los reclamantes.
c) La pérdida de chance de ayuda futura como consecuencia de la muerte de los hijos; este derecho
también compete a quien tenga la guarda del menor fallecido.
La muerte priva a la víctima de su derecho más trascendente: el derecho a la vida. Pero, naturalmente, la
indemnización corresponde a ciertos terceros, porque el muerto no es víctima jurídica del homicidio, sino
solamente víctima material.
Del análisis de la jurisprudencia pueden ser extraídas ciertas pautas relevantes:
• La indemnización en caso de homicidio sólo es concebida si concurren los distintos presupuestos
generales de resarcibilidad.
• La indemnización corresponde no sólo cuando el muerto es mayor de edad, sino también si es menor, e
inclusive si se trata de una persona por nacer.
• La vida representa un valor económica indemnizable, que el juez determina con un amplio margen de
discrecionalidad, atendiendo a las circunstancias particularidades de cada caso: sexo, edad, salud,
miembros de la familia, etc.
• Para fijar prudencialmente la reparación ha de ser tomado en cuenta la frustración económica que
sufren los damnificados a causa de la muerte de la víctima.
• El responsable debe también los gastos hechos en la asistencia del muerto y en su funeral. Se admite,
al respecto, la restitución de lo invertido en la última enfermedad, y en el sepelio y entierro, ofrendas
florales, etc.
• La reparación comprende, además, el daño moral.
• Los herederos forzosos están legitimados para acciones beneficiado por las presunciones legales de un
daño y de causalidad relevante. Los damnificados indirectos, en cambio, deben probar la existencia de
daño resarcible.
Daños materiales
Daño emergente
El daño emergente es la pérdida sufrida por el acreedor a causa del incumplimiento.
Algunas soluciones que brinda la jurisprudencia son:
• El responsable debe el importe de la reparación de los deterioros causados. Cuando la víctima prueba
los deterioros y el importe que abonó por su reparación, le incumbe al responsable su improcedencia,
o que no correspondió a los precios de plaza, si alega alguno de estos extremos
• La sola privación del uso del bien comporta por sí misma un daño indemnizable.
• También debe ser indemnizada la desvaloración que sufre el bien a causa del accidente, si éste afectó
partes vitales; no, en cambio, si el accidente produjo daños superficiales.
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• Inclusive debe ser resarcido el gasto efectuado para revisar partes mecánicas del bien, si puedieron
haber resultado dañadas en razón de la magnitud del accidente.
Lucro cesante
Consiste en las ganancias en todos aquellos beneficios que el individuo afectado por el accidente se vio
privado de recibir en ocasión de este daño que sufrió.
Entre estas, el acreedor de dinero tiene derecho a percibir los intereses correspondientes al capital: los
intereses moratorios, que presuponen la mora del deudor, pueden representar el lucro cesante que sufre
el acreedor que, al no haber dispuesto de ese capital, se vio privado de invertirlo.
Beneficio industrial y costos organizativos
Este rubro es invocado cuando demanda un ente estatal, que ha reparado en los talleres oficiales una cosa
suya dañada: se trata de l que habría debido ganar, si fuera empresario y, en general, del costo de la
organización necesaria para montar ese taller.
Su reparabilidad ha sido controvertida, pero deber ser aceptada porque el responsable se beneficiaría de la
actividad organizativa de la víctima en tanto cuanto, si el trabajo hubiera sido realizado en un taller
particular, habría debido pagar tal beneficio industrial al empresario.
Daños vinculados con el reclamo judicial
Gastos judiciales
Las costas integran la indemnización, pues en caso contrario se reduciría lo que debe recibir el
damnificado. Comprenden indudablemente los gastos judiciales.
• En caso de contienda judicial o arbitral, la responsabilidad por el pago de las costas, incluidos los
honorarios profesionales de todo tipo allí devengados, correspondientes a la primera y única instancia,
no excederán el 25% del monto de la sentencia, laudo, transacción o instrumento que ponga fin al
diferendo.
• En este porcentaje no son incluidos los honorarios de la parte condenada en costas.
• Si el total de las regulación que corresponde practicar conforme a las leyes arancelarias excede de
dicho 25% el juez procederá a prorratear los montos entre los beneficiarios.
• No será aplicable el tope porcentual cuando el condenado en costas haya obrado con inconducta
procesal maliciosa.
Gastos extrajudiciales
Son también reparables en cuanto ocasionados por el proceso.
Ejemplo: el responsable debe restituir lo gastado en comprobaciones necesarias para acreditar el estado de
la cosa dañada, como son los honorarios notariales por levantar un acta de constatación.

Responsabilidad del daño moral


El daño moral puede ser caracterizado como el causado a la persona molestándole en su seguridad
personal, o en el goce de sus bienes, o hiriendo sus afectaciones legítimas.
El daño moral, que se proyecta sobre derechos subjetivos extrapatrimoniales, consiste en el sufrimiento
causado como dolor, o como daño en las afecciones.

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Viabilidad de la reparación: discusión
Ha sido objetada la viabilidad de la reparación del daño moral, fundamentalmente en razón de estos tres
argumentos:
• El daño moral sería inconmensurable, esto es, no podría ser medido.
• No podría ser compensado, pues el equivalente del dolor es otro dolor.
• Se daría lugar a poner precio al dolor, situación evidentemente inmoral: el dolor no puede ser, en ese
plano, fuente de lucro.
Fundamento
• Teoría del resarcimiento: Una postura entiende que el daño moral es resarcible; es decir, que el
responsable debe su indemnización como un equivalente del daño moral inferido, de modo que el
dinero es dado para que la víctima se procure satisfacciones semejantes en intensidad al sufrimiento
debido.
• Tesis de la sanción ejemplar: Inversamente, este punto de vista entiende que no se trata de resarcir a
la víctima del daño moral, sino de sancionar a quien lo causó. Es sabido lo extenso del catálogo de
sanciones propio del Derecho Civil y, entre ellas, algunas tienen carácter retributivo, pues se
independizan de la cuantía del daño, y no cumplen función equivalente con éste.
Consecuencias que se siguen de la adopción de uno y otro criterio
• Hechos generadores: En la tesis del resarcimiento, cualquier incumplimiento. En la de la sanción, sólo
ciertos hechos.
• Titular de la reparación: Para el primer criterio, cualquier damnificado. Para el segundo, solo ciertos
damnificados, legitimados al efecto.
• Cuantía de la reparación: Conforme la primera idea, se la determina por la magnitud del sufrimiento: a
mayor daño moral, mayor indemnización. De acuerdo con la segunda, como no se trata de resarcir sino
de sancionar, se computa la situación del responsable, no de la víctima.
• Transmisibilidad de la acción: La teoría del resarcimiento admite que sea admitida sin cortapisas. La de
la sanción sólo acepta tal transmisión si la víctima, antes de morir, ya promovió la demanda.
• Acción subrogatoria: La acción subrogatoria estaría habilitada para la primera posición, y quedaría
descartada de acuerdo con la segunda.
Criterio actual
La doctrina nacional predica el carácter resarcitorio, no represivo, de la indemnización, auspicia su ampla
aplicación, con independencia del factor de atribución correspondiente, propugna eliminar la
discrecionalidad del juez para condenar a su resarcimiento en las obligaciones contractuales, y reconoce
legitimación para reclamarla, inclusive, a las personas jurídicas.
Casos en que procede
Sistemas. Derecho comparado
Se pueden alinear distintos sistemas en torno a la procedencia de la reparación del daño moral:
• El más amplio la acepta en todo cumplimiento, de fuente contractual o extracontractual.
• Otra línea de idea, más restringida, sólo la admite en la órbita de la responsabilidad extracontractual.
• Con menor amplitud, otra opinión sostiene que procede únicamente cuando el hecho ilícito es, a la vez,
delito de Derecho Penal.

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• Otra teoría exigió que hubiera simultáneamente delito civil y delito penal para que tuviera lugar la
reparación del daño moral.
• Ciertos códigos limitan la responsabilidad de ese daño exclusivamente a los casos particulares en que la
ley determina.
El artículo 1741 del CCyC.
Artículo 1741 CCyC: Indemnización de las consecuencias no patrimoniales. Está legitimado para reclamar la
indemnización de las consecuencias no patrimoniales el damnificado directo. Si del hecho resulta su muerte
o sufre gran discapacidad también tienen legitimación a título personal, según las circunstancias, los
ascendientes, los descendientes, el cónyuge y quienes convivían con aquél recibiendo trato familiar
ostensible.
La acción sólo se transmite a los sucesores universales del legitimado si es interpuesta por éste.
El monto de la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones sustitutivas y compensatorias que
pueden procurar las sumas reconocidas.

Cláusula penal
Concepto
Artículo 790 CCyC: Concepto. La cláusula penal es aquella por la cual una persona, para asegurar el
cumplimiento de una obligación, se sujeta a una pena o multa en caso de retardar o de no ejecutar la
obligación.
La cláusula penal es un instituto polivalente: proporciona un incentivo para la conducta debida del deudor,
esto es el cumplimiento especifico de su obligación (función compulsiva o estimulativa), y fija de antemano
el monto indemnizatorio para el caso de incumplimiento (función indemnizatoria), sea éste definitivo
(cláusula penal compensatoria) o temporario (cláusula penal moratoria).
Funciones
La cláusula penal cumple, sustancialmente, dos funciones:
• Función compulsiva: Está prevista para asegurar el cumplimiento. El primer deber del deudor frente a
la obligación es cumplirla, y se desvanecería la finalidad ética de la clausula penal si se la concibiera
exclusivamente en su otra función indemnizatoria.
Esta función compulsiva sobresale cuando la cuantía de la pena es mayor que la de la prestación
principal debida, con lo cual se incita al deudor a cumplir.
• Función indemnizatoria: La cláusula penal tiene una función indemnizatoria, que se superpone a la
función compulsiva o la desplaza, y rige aunque no haya perjuicio para el acreedor.
Clasificación
• Cláusula compensatoria: La cláusula compensatoria es la que corresponde en caso de inejecución de
definitiva de la obligación principal, no es acumulable, sino que la sustituye compensando los daños y
perjuicios sufridos por el acreedor.
• Cláusula moratoria: La cláusula moratoria es la que se aplica en caso de retardo imputable en el
cumplimiento de la obligación y su pago es acumulable a la ejecución de la prestación principal.

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Caracteres:
• Expresa: Surge solo de la autonomía de la voluntad de las partes, por lo que generalmente está incluida
en los contratos de manera explícita, puesto que su interpretación es restrictiva.
• Accesoria: Siempre se presenta en relación a una obligación principal impuesta,
• Subsidiaria: El objeto de la obligación lo constituye la prestación debida; la cláusula penal solo se aplica
para el caso de incumplimiento de esta última, es decir reemplaza la prestación incumplida. Desde esta
arista, el deudor no puede eximirse del cumplimiento de la obligación principal pagando la cláusula
penal, como tampoco el acreedor puede pretender, antes de la inejecución de la obligación principal,
que se le pague la cláusula penal.
• Condicional: Dado que es de aplicación solo en caso de producirse el acontecimiento futuro e incierto
de incumplimiento de la obligación principal por parte del deudor, el incumplimiento es el hecho
condicionante de la cláusula penal, y no viceversa. Es decir, la obligación principal no es condicional,
solo lo es la cláusula penal, que subordina el nacimiento del derecho a la producción de un
acontecimiento futuro e incierto
• Inmutable: La jurisprudencia de nuestros tribunales, casi en forma conteste, consideraba que la
cláusula penal acordada no podía ser modificada por excesivo que fuera su monto, esto en coherencia
con el irrestricto respeto al principio de la autonomía de la voluntad. Si bien esta sigue siendo la regla
existen algunas excepciones a las cuales nos referiremos en el comentario de los artículos posteriores.
Circunstancias de su estipulación
Sujetos
El acreedor de la pena puede ser tanto el acreedor de la obligación principal, como un tercero.
Inversamente, su deudor puede ser el deudor de la obligación principal, o un terero.
Objeto
Artículo 791 CCyC: Objeto. La cláusula penal puede tener por objeto el pago de una suma de dinero, o
cualquiera otra prestación que pueda ser objeto de las obligaciones, bien sea en beneficio del acreedor o de
un tercero.
La prestación que constituye el objeto de la cláusula penal puede reposar en una obligación de dar, hacer o
no hacer, aunque en la mayoría de los casos consistirá en una obligación de dar suma de dinero.
Funcionamiento
La indemnización convenida como cláusula penal es debida desde la demora del deudor, sea que aquella
actúa como compensatoria o como moratoria.
Cuando se trata de la pena compensatoria, el acreedor puede, a su arbitrio, demandar la ejecución de la
obligación principal, o el pago de la pena.
Extinción de la pena
La obligación de pagar la cláusula penal se extingue por vía directa, cuando lo debido como pena es de
cumplimiento imposible por caso fortuito.
Se extingue, también, por vía consecuencia, cuando la obligación principal de la que depende se extingue,
o es inválida.
Artículo 802 CCyC: Extinción de la obligación principal. Si la obligación principal se extingue sin culpa del
deudor queda también extinguida la cláusula penal.
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Inmutabilidad
Uno de los caracteres que define a la cláusula penal es la inmutabilidad: en principio, el acreedor no puede
alegar útilmente que la pena es insuficiente, ni el deudor se puede liberar de pagarla arguyendo que
excede el efectivo daño irrogado por su incumplimiento.
Este carácter responde adecuadamente a los intereses del acreedor y del deudor, y se explica porque la
cláusula penal fija a forfait el monto indemnizatorio.
El sistema actual es el de inmutabilidad relativa
Presupuestos de la reducibilidad de la cláusula penal
Primer supuesto: Pena desproporcionada
La pena debe ser de monto desproporcionado. La desproporción debe ser ponderada a tenor de:
• La gravedad de la falta: A la culpa, de lo que cabe extraer que se ha ponderado el sentido de la
conducta, el grado de reproche que merece el incumplidor.
• Debe ser considerado el valor de las prestaciones. Se trata de todo interés legítimo que tenga el
acreedor en el cumplimiento de la obligación por el deudor, sea patrimonial o extrapatrimonial.
• Las circunstancias del caso, lo cual implica notoriamente a la noción de equidad.
Segundo supuesto
Completar
Caracteres de la sanción legal
La lesión está estructurada como un vicio del acto jurídico, y la reducibilidad de la cláusula penal como un
caso de lesión. Consiguientemente, la sanción que corresponde es la nulidad, pues se trata de un vicio que
incide en la formación del acto.
La nulidad de la cláusula penal es sólo parcial, en la medida del exceso.
El carácter relativo de la nulidad determina qu sólo sea declarable a pedimento de la parte, y que el acto
puede ser expurgado del vicio a través del a confirmación. Hay confirmación tácita cuando el deudor paga
voluntariamente y sin reservas, total o parcialmente, la pena excesiva, de manera que no cabe su reclamo
ulterior.
El deudor puede plantear la reducción de la pena por vía de acción o como excepción ante el reclamo que
se le dirija.
El artículo 801 del CCyC
Artículo 801 CCyC: Nulidad. La nulidad de la obligación con cláusula penal no causa la de la principal. La
nulidad de la principal causa la de la cláusula penal, excepto si la obligación con cláusula penal fue
contraída por otra persona, para el caso que la principal fuese nula por falta de capacidad del deudor.
Salvo disposición legal o convencional en contrario: la obligación accesoria sigue la suerte de la principal: la
extinción, nulidad o ineficacia de esta conlleva la extinción de aquella.
La cláusula penal es el ejemplo más claro de una obligación accesoria convencional. La nulidad total es
aquella que se extiende a todo el acto. Si las disposiciones que lo componen no son separables porque no
puede subsistir sin cumplir su finalidad, corresponde declarar la nulidad total. El acto resulta ineficaz.

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Por su parte, la nulidad parcial será la que afecta a una o varias de sus disposiciones, sin conmover al acto
en su totalidad. Requiere para ello que las disposiciones que lo componen sean separables, de modo tal
que la reputada nula no afecte a las demás disposiciones válidas.
La nulidad de la cláusula penal no causará la de la obligación principal; no obstante, si es nula la obligación
principal, será nula la cláusula penal. Ello así en atención al carácter accesorio de esta última.
Caso de cumplimiento parcial o irregular
Artículo 798 CCyC: Disminución proporcional. Si el deudor cumple sólo una parte de la obligación, o la
cumple de un modo irregular, o fuera del lugar o del tiempo a que se obligó, y el acreedor la acepta, la
pena debe disminuirse proporcionalmente.
La reducción requiere que el cumplimiento parcial o defectuoso haya sido útil para el acreedor, o sea, debe
haber sido satisfactorio, aunque sea parcialmente. La utilidad debe presumirse, salvo prueba en contrario,
desde el momento en que el acreedor aceptó el cumplimiento parcial. El deudor no tiene derecho a
cumplir parcialmente, en consecuencia, requiere que el pago parcial haya sido aceptado por el acreedor
aunque sea tácitamente.
Con relación a la reducción de la pena, esta deberá realizarse de conformidad a lo previsto por las partes, o
en su defecto la determinará el juez de manera proporcional, ajustándose la pena a la diferencia existente
entre la prestación cumplida y la restante prestación por cumplir que ha quedado inconclusa en cuanto al
modo, tiempo o lugar.
Ampliación de ciertas cláusulas penales: procedencia
Se trata del supuesto inverso: el de la posibilidad de una indemnización suplementaria, más allá de la pena.
• Convención de partes: La indemnización suplementaria es admisible si las partes lo han convenido así,
o si se producen daños distintos de los contemplados al fijar la pena.
• Pena ínfima

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