Está en la página 1de 7

La política ambiental en el Perú y su encrucijada hacia el Bicentenario

La realidad en el Perú actual, faltando un año para cumplir el bicentenario, muestra que el
crecimiento económico es una mentira. Si bien es cierto las cifras del crecimiento del PBI son
positivas, estas siempre están a la baja de los pronósticos y, por otro lado, los beneficios en la
mejora de la calidad de vida de la población no se notan.

Pero lo que más preocupa es el estado del medio ambiente donde los factores agua, suelo, aire
y biodiversidad están siendo degradados. Su calidad y disponibilidad están seriamente puestas en
peligro por la contaminación y mala gestión, asociadas principalmente a las actividades extractivas
(minería, hidrocarburos).

Las políticas en los sectores son teóricas y centralistas, lo cual no permite fortalecer la
institucionalidad regional en la planificación del desarrollo y control de los impactos. La mala
utilización de los instrumentos de gestión ambiental (EIA , AMA), la pésima organización de las
instituciones: de fiscalización (OEFA) y de otorgamiento de certificaciones ambientales
(SENACE), donde no hay cuadros profesionales con la “expertise” en la temática
ambiental, ocasiona que no se avance en la aplicación de estrategias y acciones como la correcta
utilización de los instrumentos de gestión, todo esto en un contexto de corrupción.

Es urgente tomar medidas de ajuste en la regulación ambiental y priorizar los trabajos de


remediación. Hay que unir esfuerzos para elaborar un plan de acción, con la participación de la
academia, la industria, el Gobierno y las comunidades. Su ejecución permitirá un desarrollo
sostenible de las actividades productivas. Los indicadores son crecientes en la pérdida de
condiciones naturales de las aguas, suelos y biodiversidad, originando el desequilibrio en los
ecosistemas y la pérdida de los servicios para la población rural, esto relacionado a irresponsables
prácticas ambientales de las industrias extractivas.

La publicación y el título de este artículo tratan de remarcar que el Perú está en un momento
clave hacia el futuro, donde convergen varios elementos que se entrecruzan e interaccionan, dando
lugar a graves problemas. En el horizonte no se avizora una salida al deterioro creciente de las
aguas, aumento de la contaminación atmosférica, degradación de los suelos, pérdida de la
biodiversidad y el paisaje etc., esto ocasionará que no se tenga ni disponibilidad ni calidad de
factores ambientales claves para el desarrollo de las actividades productivas futuras.
También es álgido el tema de la productividad agrícola y seguridad alimentaria ante el déficit de
infraestructura para el abastecimiento de productos, y, por otro lado, el control de plaguicidas y
otros productos contaminantes; además del aumento de las enfermedades relacionadas a la mala
calidad del agua, vertimiento de aguas residuales al mar, altas concentraciones de gases aerosoles
y material articulado (PM 2,5), dando lugar a “boinas” de contaminación en las ciudades
procedentes de las operaciones mineras (Ej. operación de Cerro verde), lo que viene afectando
seriamente la salud de las poblaciones y aumento de decesos (caso: el año 2015 en Arequipa, se
reportaron 4000 casos de asma, aumentando a 80,000 casos en el año 2018).

Se plantea, en este artículo, una síntesis de los elementos existentes: instituciones, políticas,
estrategias y acciones, sobre todo relacionados a aspectos económicos, legales y ambientales, que
interactúan, dando lugar a casos graves; luego se discuten los aspectos más resaltantes y finalmente
presentamos propuestas de alternativas para mejorar.

Elementos

Instituciones estatales muy debilitadas. Todos los ministerios están sobredimensionados, no


cumplen con sus objetivos, existen redes de corrupción; se debe reestructurar y reducir y
descentralizar el aparato estatal.

Ministerio del Ambiente (MINAM), está a la deriva, sin políticas claras, organización deficiente,
falta de liderazgo, subyugado a los otros sectores, sobre todo el extractivo (MEM) y el económico
(MEF); incluye varios organismos adscritos como:

SENACE, que no ha mejorado en cuatro años desde su creación, muestra una débil organización,
tiene carencia de liderazgo y profesionales capacitados en las revisiones de la calidad de las
evaluaciones de los Estudio de Impacto Ambiental (EsIA); los medidores de su performance son:
cuantos EsIA han sido aprobados, los montos de inversión de los proyectos, y el tiempo que han
tomado para otorgar la certificación.

OEFA sigue dando tumbos, haciendo evaluaciones que no le competen (evaluaciones preliminares
de proyecto), porque se aceptaron proyectos con deficientes EsIA, sobre todo los que son de menor
detalle (DIA; EsIA - Sd), que no tienen información suficiente de la línea base ambiental. Por otro
lado, al haberse restringido sus capacidades por el “paquetazo ambiental”, ya no pueden multar a
las empresas infractoras, solo puede “recomendar” que no contaminen, dictando medidas
administrativas, a las que no hacen caso las mineras (por ejemplo, Minera Aruntani).

El SERNANP no cumple con proteger las áreas reservadas y gestionar los Planes Maestros de las
Áreas Naturales Protegidas (ANP). Lamentablemente, las presiones de las actividades económicas
influencian negativamente la toma de decisiones y se autoriza desarrollar proyectos que
impactarán el medio ambiente (por ejemplo, caso Paracas).

El SERFOR, que se ocupa de la gestión Forestal y de Fauna Silvestre, adscrito al MINAGRI,


tiene dificultades para controlar la tala y la deforestación y la comercialización de madera ilegal,
que siguen aumentando en la Amazonia.

El Ministerio de Energía y Minas (MEM), es el que genera más conflictividad socio-ambiental,


con sus decisiones y reglamentaciones ya que cumple rol de “juez y parte”: promueve y adecua la
normativa legal, para facilitar el desarrollo de proyectos que no cumplen con los requisitos
mínimos para mitigar los impactos de sus proyectos. Tiene varias oficinas de gestión (sociales,
ambientales) y un Consejo Nacional de Minería que es la última instancia al que recurren los
mineros para protegerse que no se ejecuten garantías. Sus decisiones deberían ser técnicas e
imparciales, pero están claramente sesgadas. Los trámites se ejercen bajo la presión de los gremios
como la SNMPE ( La Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía) y el IIMP (Instituto de
Ingenieros de Minas del Perú) y bajo un manto de corrupción.

Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (INGEMMET). Sus actividades están lejos de cumplir
los objetivos de un servicio geológico para lo que fue creado. Al anexarlo al Instituto de Catastro
Minero (INACC) lo volvieron un apéndice legal para justificar el otorgamiento de petitorios,
concesiones, permisos, que no cumplen con un mínimo análisis de los terrenos que se otorgan,
originando graves problemas socio ambientales y de riesgos de desastres.

La legislación, que se maneja a nivel sectorial y por parte del ejecutivo, ha sido modificada de
acuerdo a los intereses de las empresas extractivas. Es impostergable una revisión, evaluación y
mejoramiento de la normativa, con bases técnicas y asesoramiento profesional especializado, ya
que actualmente solo prima el aspecto legal, lo que no permite que se cumpla con los objetivos
para que sean prácticas y ejecutables. Las modificaciones de la regulación ambiental no pueden
estar dirigidas a que se “ablande" la fiscalización, ni el pago de multas, bajo la disculpa que se
debe fomentar la inversión.

La tramitología, que corresponde a las autorizaciones que debe dar cada sector para desarrollar
proyectos, ya se ha simplificado bajo una ventanilla única para otorgar los permisos para la
exploración y explotación minera. El problema de la demora proviene de las deficiencias de los
entes estatales, al haber facilitado el ingreso de personal sin los méritos ni capacidades, y por otro
lado se les ha acostumbrado a las “coimas” para agilizar los trámites.

Instituciones relacionadas a la conservación del medio ambiente. ONGs que dependen de


financiamientos externos trabajan por su cuenta en el sector rural, apoyando iniciativas de
ordenamiento territorial, vigilancia de los factores ambientales etc.

Proyectos de desarrollo que no son bien ejecutados, no cumpliendo los objetivos. Se creó en los
últimos 20 años los denominados “Ampliación y mejoramiento………. “, que han pasado el
“SNIP” para que se autorice las inversiones, pero que han sido un rotundo fracaso, al no existir
indicadores de la “mejoría” y del cumplimiento de los objetivos, también manejados bajo
influencias políticas y una red de corrupción con pérdidas millonarias de soles y retraso en la
creación de infraestructura.

Proyectos mineros. Se sabe del potencial geológico de nuestra cordillera. Tenemos más de 40
proyectos en cartera, pero que están en la “refrigeradora” por la conflictividad socio-ambiental. En
el año 2019 solo tres inversiones (Quellaveco, Mina Justa y ampliación Toro Mocho) han sumado
cerca US $ 6 mil millones; para el año 2020 se habla de 6 proyectos; Corani, Integración
Ccorocohuayco, Ampliación Pachapaqui, Yanacocha sulfuros, optimización Inmaculada y San
Gabriel, con inversiones que alcanzarían los US $ 6,800 millones, y la posibilidad de desarrollar
“Pampa del Pongo” para el año 2021.El caso del Proyecto Tia Maria, no se toma en cuenta porque
la empresa Southern no cuenta con licencia social.

Proyectos de infraestructura, formulados con deficientes expedientes técnicos,


realizados mediante “copia y pega”, pasan sin filtros y son aprobados por comités municipales “ya
comprados”. Los resultados son catastróficos, con proyectos que no funcionan, colapsan antes de
operar y en el mejor de los casos, sólo duran 2 o 3 años por la falta de mantenimiento. Algunos
ejemplos:
Centrales hidroeléctricas, se están dando autorizaciones a proyectos antiguos (mas de 5 años), mal
elaborados y que no tienen licencia social; los expedientes no cumplen con los requisitos técnicos
mínimos, no se hace correctos EsIA, porque se supone que son pequeños o de mediana
envergadura, pero igual impactan fuertemente el medio ambiente. Estas deficiencias no permitirán
cumplir con los objetivos de almacenamiento y abastecimiento de aguas para la agricultura.

Plantas de Tratamiento de Aguas residuales (PTARs), cuyos expedientes técnicos también están
mal elaborados; lo mismo pasa con los proyectos de nuevos rellenos sanitarios, al no contar con
los profesionales con la “expertise” para diseñar y ejecutar los proyectos a nivel nacional.

Inversión minera y responsabilidad de las empresas La inversión minera ha sufrido una


considerable reducción en el país, existe actualmente una concentración de inversión, sobretodo
en proyectos en la región centro-sur del Perú. Algunas de las medidas de responsabilidad, como
los aportes voluntarios, fideicomisos, las Obras por Impuesto (OPI) y otras han sido solo
herramientas de relacionamiento automáticas y no son procesos conscientes y participativos del
Estado, la sociedad civil y la inversión privada, lo que ha originado el entrampamiento de los
proyectos extractivos.

Relaciones comunitarias. Los conflictos socio ambientales con las comunidades del entorno de los
proyectos siguen en aumento: recientemente, mediante una modificación en la normativa se
pretende malinterpretar la temporalidad de la aplicación de la consulta previa; además no se respeta
los acuerdos globales sobre derechos humanos suscritos por el Perú.

Las municipalidades, en general, cuentan solo de nombre con oficinas técnicas. Los profesionales
contratados no tienen la capacidad de elaborar programas de mejora y control para un
ordenamiento territorial básico y planificar el desarrollo de la expansión de áreas urbanizables,
tampoco en la gestión de riesgos de desastres; solo tienen planes de contingencia (enfoque
reactivo) y realizan la evaluación de los daños y análisis de las necesidades después que ocurren
los eventos catastróficos.

Los problemas son numerosos, sólo describiremos brevemente algunos casos relevantes o
situaciones críticas relacionadas a la actividad minera, donde se pone en evidencia el desastre que
está ocurriendo en el territorio peruano.
Casos mineros. Aumento de Pasivos Ambientales Mineros (PAMs), teniendo más de 8,000 PAMs
en todo el territorio nacional. Los más críticos son los localizados en zonas de cabeceras de cuenca
con el consiguiente deterioro de la calidad de agua, por el alto potencial de generación de Drenajes
Ácidos de Mina (DAM) con abundantes metales pesados, lo que ocasiona la degradación de suelos
y graves problemas para el uso de los recursos hídricos de las represas en el riego en la agricultura.
Como ejemplo, el caso de la presa de Pasto Grande en la región Moquegua, donde existen PAMs
en las zonas alimentadoras (cabeceras), de antiguas minas (Pavico, Cacachara) y recientes como
Santa Rosa, relacionados al deficiente cierre de las operaciones de la Minera Aruntani; también se
traduce en el deterioro de la calidad del agua potable para el consumo humano, reportándose
presencia de metales pesados en aguas del poblado de Yacango, Moquegua.

Presencia de niveles de toxicidad en los sedimentos de los márgenes de los ríos en la Amazonia,
lo que aunado a los problemas de derrames de hidrocarburos del ONP y los efluentes de la minería
ilegal (mercurio, cianuro), muestran un sombrío panorama para el desarrollo de proyectos, al tener
directa incidencia en la salud de las comunidades nativas y atropello de sus derechos humanos más
elementales. Esta situación debe atenderse de manera urgente con ayuda internacional antes de
poder dar viabilidad a cualquier nuevo proyecto en la zona de la Amazonía.

¿Qué hacer ante la encrucijada?

Un plan de acción que beneficie a la mayoría de la población, que se plantee alternativas que
garanticen trabajo y que se logre la diversificación productiva.

Es imprescindible que se asegure a nivel de los gobiernos / agencias / asociaciones profesionales


en el país, que debe fortalecerse la regulación ambiental y que debe priorizarse la remediación
ambiental de los PAMs.

Garantizar de manera integral las funciones de los ecosistemas en todo el territorio, y asegurar asi
los servicios que brindan para tener un medio ambiente en equilibrio y preservado para las futuras
generaciones; esto se logrará utilizando correctamente los instrumentos de gestión ambiental,
como la EIA y las AMA, control y fiscalización, asi como una excelente labor en los trabajos de
mitigación de los impactos ambientales.
Se propone nuevas actividades potenciales en los territorios donde se realizan operaciones
extractivas, que lleve a una sinergia con las labores alternativas al desarrollo minero, teniendo
como objetivo la economía circular.

Respetar la esencia de los acuerdos globales sobre Derechos Humanos y no modificar su aplicación
de acuerdo a los intereses de los diferentes sectores, principalmente el sector minero- energético,
para “promover la inversión”.

Crear una institución nacional autónoma de carácter social- cultural, que tenga varios” brazos”,
por un lado, de resolución de conflictos, aplicación de consulta previa, respeto a los derechos
humanos y por otro lado el rescate de valores culturales y lenguas ancestrales, donde se promueva
los debates y el consenso para mejorar las políticas y la aplicación de estrategias.

Crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología, donde la “locomotora” sea un instituto de alta


especialización, convocando a varios jóvenes doctores Phd, graduados en el extranjero, que andan
desperdigados, del cual dependerían dos organismos, uno de capacitación al más alto nivel y otro
de supervisión de las obras de infraestructura que se construyan en el país; a este último deberá
anexarse oficinas de ordenamiento territorial descentralizadas.

Para el problema de las actividades de minería “informal”, debe convocarse un debate a nivel
nacional para elaborar una estrategia de tipo social – económica, con la inclusión de “Buenas
Prácticas” para su desarrollo de manera sostenible. Incluir en la nueva legislación minera, temas
relacionadas a las concesiones y permisos, acceso y supervisión a las labores y el uso de
“tecnologías limpias”. También facilidades para acceder al crédito y mercados.

En el caso de la minería “ilegal”, diagnosticar los niveles de polución con mercurio en suelos y
aguas y remediar las zonas afectadas, movilización obligatoria de los invasores de los sitios
protegidos y promover la reconversión productiva.

También podría gustarte