Está en la página 1de 1

Tertulias

A comienzos del 1800, se estilaba que las damas tocaran clavicordio, violín, guitarra y arpa; pero
ya en el 1900 el piano había tomado un lugar preponderante en la sociedad porteña. En casa de
las familias más importantes se realizaban las tertulias, reuniones sociales que eran el escenario
primordial para las jovencitas de la casa y los negocios.

Entre las danzas que se interpretaban en estos eventos, los investigadores coinciden en nombrar
el fandango, la seguidilla, la gavota, el vals, el pas des patineurs, el minueto, la zamacueca y en
especial el tango, llegado desde Argentina.

Margot Loyola nos cuenta que el abanico tenía su lenguaje según se cerrara o se moviera. He aquí
algunas luces para interpretar su significado: "Para dar una cita se abrían tantas varillas, sin contar
la primera, como correspondan al día de la semana que se quería designar. Por ejemplo, el jueves,
cuarto día de la semana, se desplegaban cuatro varillas y después con aire de indiferencia se
golpeaba con el abanico tres veces la yema del dedo índice, cuyo significado era 'tres horas
después del mediodía'. Del mismo modo para indicar las horas de la noche se golpeaba el dedo
meñique. Hecho esto, si se abre por completo el abanico el punto de cita lo elige el galán ó es ya
convenido; y si se cierra es bajo el balcón de la dama.

Chinganas

Del quechua chincana, que quiere decir escondrijo, aunque algunos lo adjudican a la acepción
"chingar", vocablo que significaba beber con frecuencia vinos o licores. La chingana fue el principal
espacio de desarrollo de la cueca en el valle central de Chile y uno de los más importantes lugares
de sociabilidad durante el siglo XIX y parte del siglo XX. También conocidas como ramadas o
fondas, proliferaron en aldeas, ciudades, campamentos mineros y distintos sitios de faenas.
Definidas como tabernas donde se bebía y bailaba, tenían una precaria estructura donde algunos
puntales de madera sostenían ramajes y tejidos colgantes de hierba o telas, en cuya cúspide
flameaba la bandera chilena. El piso era de tierra y sobre él los parroquianos de ambos sexos
bailaban y bebían en algunas frágiles mesas. En su interior se presentaban frecuentemente
cantoras, que acompañadas con guitarra o vigüela entonaban armonías que eran bailadas por el
público, como: cuecas, samba, el cuando, las oletas, el pericón, la zapatera o el llanto. No era raro
encontrarse con algunas donde había que pagar entrada.

Fue uno de los lugares donde se desarrolló de modo más relevante la tradición popular, tanto de
la cueca como del folclor en general.

También podría gustarte