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Bernardo Stamateas
- 1ª edición -
2020
Presencia de Dios
José Bonifacio 332, Caballito,
Buenos Aires, Argentina
Tél.: (54011) 4924-1690
www.presenciadedios.com
¡Bienvenidos! 5
Introducción 7
Capítulo 1 13
Capítulo 2 25
Capítulo 3 39
Capítulo 4 45
Capítulo 5 55
Capítulo 6 63
Capítulo 7 71
Capítulo 8 77
Conclusión 85
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¡BIENVENIDOS!
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Este libro nació después de 40 Cartas de Amor. El Señor me
regaló esta nueva experiencia del libro más profundo y her-
moso, porque es la canción de amor de Él para cada uno.
Cuando estés listo, empezamos.
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INTRODUCCIÓN
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vos decís: “Perfecto, entendido” o: “Amén, muy bueno”. Lo
capturaste en la dimensión del alma, de lo discursivo.
Ahora entenderás por qué Cantares debe ser el primer libro
a leer. ¡Porque allí entrarás en la belleza del lenguaje del
amor!
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Los profetas tenían ya en su lenguaje la prosa, el símbolo,
la poesía. ¿Hay algo más bello que los Salmos? Poesía más
música.
Si te digo: “La belleza es la manifestación de lo infinito en lo
finito... Dios es todo belleza”.
El lenguaje poético tiene una característica y es que te “de-
tiene”; no podés repetir mecánicamente, sino solo contem-
plar el lenguaje para capturar sus imágenes, la voz de Él; al-
canza con decirle: “Señor, abro mi espíritu a Tu luz... quiero
contemplarte y ver Tu hermosura”.
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Puedo escribir una bella poesía, o tocar una canción con ex-
celencia profesional, o darles de comer a los pobres, o saber
los misterios; pero, si no tengo amor, nada soy. Solo es ruido.
Tenemos un lenguaje caído; sí, el natural, el cotidiano, el
de la “lucha diaria”, pero cuando el amor de Él nos llena,
nuestra boca comienza a hablar el lenguaje del cielo que nos
refresca, nos llena. El lenguaje del amor.
Cada palabra tiene peso.
Cada palabra expresa algo.
Cada palabra tiene vida Zoe.
Cada palabra se repite.
Dice bellamente el Salmo 130:
Esperé yo en Jehová,
esperó mi alma;
en su palabra he esperado.
La palabra “cantar” significa canción y también, poema. Un
Dios que canta... que le habla poemas de amor al hombre.
Recordá:
Todo lo que hables de corazón es el lenguaje del amor; de
allí, la espontaneidad, la imaginación, la soltura al hablar.
Y cada palabra que leas y oigas de Él con amor será la poesía
de Él hacia vos.
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CAPÍTULO 1
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uego de capturar en el espíritu el lenguaje de Dios,
¡estamos listos para comenzar! Sería bueno que
también, en cada capítulo, puedas subrayar o mar-
car en tu Biblia aquello que Él te muestre.
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que ella ahora está disfrutando, recibe una nueva visión del
Amado.
V. 15: He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí eres bella;
tus ojos son como palomas.
Él le da una nueva transformación: “He aquí eres hermosa,
amiga mía”. La expresión “hermosa, amiga mía” se repite
constantemente a lo largo del libro. Ella ahora es bella y ya
no es solo una yegua que tiene fuerza y velocidad, sino que
se le ha añadido que sus ojos (símbolo de visión) son ahora
como los de las palomas. Su visión ha sido renovada.
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CAPÍTULO 2
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l capítulo 2 comienza con una descripción de cómo
ella se ve. Observemos el versículo 1: Yo soy la rosa de
Sarón, y el lirio de los valles.
Ella se describe como una rosa y como un lirio. Esta per-
cepción que ella tiene es ahora mejor que la que tuvo en el
capítulo 1 donde se veía quemada. Ahora, ella se ve como
una rosa, indirectamente está diciendo que posee espinos;
y se ve como un lirio, lo cual también está diciendo que está
en los valles, símbolo de las dificultades. Hay un aspecto en
el que ella fue transformada y otro aspecto que aún sigue
sin transformación.
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¡Adelante!
¡Señor, aquí estoy!
¡Todo lo que soy es por Tu gracia!
Soy una rosa; la belleza me ha rodeado.
¡También soy como el lirio que no se preocupa por nada! Tu
paz me lleva a tener victoria en todo.
Yo soy__________________________________________
Yo soy__________________________________________
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Señor, sos mío y yo, tuyo. Cristo en mí, y yo en ti. Nada pue-
de separarme de Tu amor. Me estás cuidando. Sé que siem-
pre estás en mí. Nada puede destruir nuestro amor. Sé que
un día vendrá el día perfecto. La luz plena donde no habrá
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CAPÍTULO 3
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iremos qué dice el capítulo 3:1: Por las noches bus-
qué en mi lecho al que ama mi alma; lo busqué, y no
lo hallé.
Ella está buscando a su Amado durante la noche. La ex-
presión “al que ama mi alma” aparece varias veces en este
capítulo, en los versículos: 1, 2, 3 y 4.
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juro, oh doncellas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del
campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera.
Esta expresión que pide juramento ya la hemos analizado.
Les habla a las mujeres inmaduras, jóvenes, que represen-
tan a aquellos que están observando. Ellos no deben mo-
verse bajo presión y despertar al amor. Sí deben buscar al
Amado, pero nunca presionar ni moverse en ansiedad, es-
trés o angustia.
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CAPÍTULO 4
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legamos ahora al capítulo cumbre. En todo este ca-
pítulo va a hablar el Amado. Aquí está la Canción
de las canciones. Aunque el Amado hable a lo largo
del día, esta es la Canción que Él nos canta. Es la Canción de
cómo Él nos ve. Miremos lo que dice el versículo 1: He aquí
que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa; tus
ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como manada
de cabras, que se recuestan en las laderas de Galaad.
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Vemos aquí que no es por esfuerzo ni por la ley que nos ga-
namos el amor del Señor.
Aquí por primera vez, el Rey la llama “hermana” aludiendo
a que ahora tienen la misma naturaleza, la misma realeza.
La expresión prendiste mi corazón significa: “Me has dado
aliento”. Es decir, me animaste y me alentaste a acercarme a
vos para poder amarte.
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V. 12: Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; fuente ce-
rrada, fuente sellada.
V. 13: Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves. De
flores de alheña y nardos;
V. 14: nardo y azafrán, caña aromática y canela. Con todos los ár-
boles de incienso; mirra y aloes, con todas las principales especias
aromáticas.
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CAPÍTULO 5
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omenzamos con el versículo 16 del capítulo 4 que
dice: Levántate, Aquilón, ven, Austro: soplad en mi
huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi Amado a su
huerto, y coma de su dulce fruta.
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Esto nos enseña que hay momentos en los que el Señor nos
llama, pero nosotros, a causa de nuestra comodidad, por
nuestra distracción, por nuestra pereza, nos perdemos de
una experiencia con Él. Él insiste y pone Su mano, símbolo
de recordar la cruz. Cuando la Novia sale a buscarlo, Él se
ha ido, pues quiere generar en ella (así como en nosotros) el
anhelo y el deseo de buscarlo.
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CAPÍTULO 6
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ice el versículo 1: ¿A dónde se ha ido tu Amado, oh la
más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó
tu Amado, y lo buscaremos contigo?
Luego de la descripción extraordinaria que hace, la Amada
despierta en todas las doncellas de Jerusalén el deseo de
buscarlo a Él.
Cuando nosotros aumentamos nuestra comunión con el
Señor y logramos compartir, en experiencia y en vida, lo
que Él es para nosotros, algo se despierta en el corazón de
los que nos rodean para salir también a buscar Su gloria.
Ella, la Amada, hace un descubrimiento extraordinario…
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CAPÍTULO 7
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ería interesante, a fin de que puedas estudiar la pri-
mera descripción de la Novia que hace el Amado, ir
a Cantares 4:1-5.
La segunda está en Cantares 6:4 al 9.
Y esta es la tercera, en la cual el Amado continúa con la des-
cripción del aumento de Cristo en ella, en el capítulo 7 del
versículo 1 al 5.
V. 1: ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, oh hija de prín-
cipes! Los contornos de tus muslos son como joyas, obra de mano
de excelente maestro.
V. 2: Tu ombligo como una taza redonda que no le falta bebida. Tu
vientre como montón de trigo cercado de lirios.
V. 3: Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
V. 4: Tu cuello, como torre de marfil; tus ojos, como los estanques
de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz, como la torre
del Líbano, que mira hacia Damasco.
V.5: Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; y el cabello de tu
cabeza, como la púrpura del rey suspendida en los corredores.
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V. 6: ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, oh amor deleitoso!
V. 7: Tu estatura es semejante a la palmera, y tus pechos a los ra-
cimos.
V. 8: Yo dije; subiré a la palmera, asiré sus ramas. Deja que tus
pechos sean como racimos de vid, y el olor de tu boca como de
manzanas…
V. 9: Y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi Amado
suavemente, y hace hablar los labios de los viejos.
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CAPÍTULO 8
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ice la Hermana aquí en el versículo 1: ¡Oh, si tú
fueras como un hermano mío que mamó los pechos de
mi madre! Entonces, hallándose fuera, te besaría, y no
me menospreciarían.
La Novia desea que Él fuese como un hermano. Es que en
ese entonces las parejas no podían expresar el amor públi-
camente; pero sí podían expresar el cariño los hermanos.
La Hermana anhela poder mostrarles a los demás cómo es
su Amado. Ella quiere compartir. Llegando al final del capí-
tulo, vemos la insistencia y la prevalencia de compartir con
los demás todo lo vivido en este recorrido.
En el capítulo 1, la Amada le pidió besos al Amado; pero
ahora es ella expresando sus besos públicos a Él. Entonces,
dice en los versículos 2 y 3:
V. 2: Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre; tú me enseña-
rías, y yo te haría beber vino, adobado del mosto de mis granadas.
V. 3: Su izquierda esté debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace.
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que fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos;
sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Él le pide a la Amada que le permita sellarle el corazón y
generar una marca en su brazo y su corazón. El corazón ha-
bla del ser y el brazo, del hacer. Porque, así como la muerte
irrumpe a todas las personas siendo esta su fuerza, también
el amor irrumpe venciendo a todas las personas.
El sello remarca que somos propiedad de Él.
Compara los celos con el Seol, que no reconoce tampoco
personas, sino que las recibe. De igual modo los celos son
fuertes, un fuego, una fuerte llama.
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V. 12: Mi viña, que es mía, está delante de mí; las mil serán tuyas,
oh Salomón, y doscientas para los que guardan su fruto.
Aquí hace alusión a que Salomón es dueño de las viñas. Las
personas las administran y le pagan, por ley, mil monedas
de plata. La Novia reconoce que la viña que es del Señor
también es de ella; y ella también le da una paga, pero lo
hace por la gracia y el amor. Y no solo eso, sino que además
le da doscientas monedas para los que guardan su fruto.
Su amor, su dar, su generosidad, se ha extendido no solo a
su hermana pequeña sin desarrollar, sino también a aque-
llos que sirven. Toda la mentalidad está puesta en bendecir
a los demás.
Baal-Hammón en el versículo 11 significa “señor de todo”.
Ella reconoce que el Amado es el dueño de todas las cosas.
Entonces, el libro termina con algo extraordinario. Veamos
los versículos 13 y 14:
V. 13: Oh, tú que habitas en los huertos, los compañeros escuchan
tu voz; házmela oír.
V. 14: Apresúrate, Amado mío, y sé semejante al corzo, o al cerva-
tillo, sobre las montañas de los aromas.
En el versículo 13, le habla Él y le dice: “Tú que habitas en
los huertos”; ya no es Él habitando con ella. Él le habla desde
el cielo y le dice: “Hazme oír tu voz”: sigue clamándome y
buscándome. Entonces, ella le responde al Amado: “Señor,
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