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En las Baleares, y sobre todo en Mallorca y Menorca, se desarrolló la primera fase de la

cultura talayótica (que alcanzó su plenitud durante la Edad del Hierro), caracterizada por la
arquitectura ciclópea en una serie de edificios como los talayots (o torres), las taulas y las
navetas. Este fenómeno se ha relacionado con la cultura nurágica de Cerdeña. Se conocen
poblados amurallados (como el de Ses Paisses) que albergan talayots, barrios de viviendas de
mampostería e inhumaciones bajo el piso; hay también construcciones cultuales escalonadas
(tal vez templos) e, incluso, acrópolis amuralladas en lugares de difícil acceso.

Edad del Hierro en Europa

Se llama Edad del Hierro al período en que se desarrolló la metalurgia del hierro, metal más
duro que la aleación de bronce y uno de los elementos más abundantes de nuestro planeta.
Los primeros artefactos de hierro fundido datan del III milenio a. C. y fueron hallados en
Anatolia. A Europa comenzaron a llegar a partir del 1200 a. C.

A pesar de que los minerales de hierro son muy abundantes, su siderurgia requiere una
tecnología compleja y diferente a la de otros metales conocidos por entonces (refinado,
fundido, forjado y templado), lo que obstaculizó su difusión: durante muchos siglos el hierro
fue más un objeto de prestigio que una materia prima utilizada en herramientas de uso
habitual, por lo que el bronce no fue desbancado rápidamente. El hierro no se generalizó en
Europa hasta, aproximadamente, el año 800 a. C. y en la mayor parte del continente esta fase
finalizaría con la romanización. El norte de Alemania y en Escandinavia, donde persistió
representada en las culturas de Jastorf y vikinga, respectivamente.

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