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Sautuola / XIII

Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola” Metalistería de la Hispania Romana


Santander (2007), Monográfico

En los orígenes: La metalistería prerromana

In the beginning: Pre-roman metalwork

Magdalena BARRIL VICENTE1


RESUMEN
La metalistería prerromana de la Península Ibérica es consecuencia un desarrollo tecnológico y funcional a partir de la existente en la Edad
del Bronce, que evoluciona gracias a la explotación de nuevas áreas con minerales y a los aportes externos que llegan desde otros puntos del
Mediterráneo y Centroeuropa. Se caracteriza por una variedad de objetos rituales y de adorno personal en bronce y en metales nobles y de
armas y útiles de trabajo en hierro. Estos llegaran a convertirse en indicadores de determinadas áreas territoriales y de los intercambios cultu-
rales, sociales o comerciales entre ellas.

ABSTRACT
The Iberian Peninsula pre-Roman metalwork was the consequence of technological and functional development with its origins in the pre-
vious Bronze Age, which evolved due to the exploitation of new mineral areas and foreign contributions from other Mediterranean areas and
Central Europe. It is characterised by a variety of ritual objects and personal ornaments made from bronze and noble metals, and weapons
and tools made from iron. These were to become indicators of different territorial areas, and of cultural, social or trading exchange networks.

PALABRAS CLAVE: Adornos. Armas. Edad del Hierro. Metalistería. Objetos rituales. Periodo Orientalizante.

KEY WORDS: Iron Age. Metal work. Orientalising period. Ornaments. Ritual objects. Weapons.

I. INTRODUCCIÓN páginas siguientes y comprobar como, aunque se han


superado, somos deudores de las bases de estudio que
La metalistería, incluida la orfebrería2, es un indi- sentaron personajes como Sandars, el marqués de Ce-
cador de los avances tecnológicos, sociales y de inter- rralbo, Artiñano o Cabré en la primera mitad del siglo
cambios que tienen lugar durante la época prerroma- XX y sobre los que las actualizaciones bibliográficas
na, es decir desde el final de la Edad del Bronce y son continuas.
durante la Edad del Hierro. En esta etapa se introduce
el hierro para armas y útiles y se intercambian minera- La técnica metalúrgica basada en el laminado de
les, metales y productos manufacturados entre distin- cobre se conocía en la Península Ibérica desde el tercer
tos áreas geográficas; mientras el bronce y los metales milenio a.C. Las mejoras tecnológicas desarrolladas du-
nobles se siguen utilizando para objetos de indumen- rante la Edad del Bronce, y en particular en el Bronce
taria, vajilla, mobiliario o rituales, decorados con me- Final, supusieron la obtención del bronce y las técnicas
dios mecánicos. de fundición a la cera perdida, que ahorraban materia
prima y reducían el peso del objeto, a la par que se
Su estudio puede tener varios enfoques, el tecno- obtenía una mayor consistencia permitiendo diversifi-
lógico, aspecto que Salvador Rovira (2000; 2004; car los objetos susceptibles de ser elaborados con di-
2005) ha resumido en distintas ocasiones; el territo- cho metal, tanto los de indumentaria como armas
rial; el cronológico - puntos de vista ambos que impli- fuertes. Una muestra de esas innovaciones y diferen-
can destacar y diferenciar tipologías y características cias tecnológicas en objetos del Bronce Final se apre-
que muchas veces eran comunes-, o el funcional, que cian por ejemplo en las hachas de bronce macizas o de
nos parece más interesante y que puede englobar los cubo, independientemente de que algunos de estos
anteriores. Se podría también distinguir según la ma- objetos sean considerados lingotes.
teria: oro, plata, bronce o hierro, e incluso plomo, pe-
ro creemos que queda incluida en el funcional. Es es- La introducción del hierro comienza en el Bronce
te enfoque el que aplicaremos en el rápido recorrido Final como objeto de lujo, lo que demuestran la anilla
que sobre la metalistería prerromana nos permiten las y el pomo de hierro -éste con lámina de oro aplicada-
del tesoro de Villena (Alicante) o el fragmento del de-
pósito de la Ría de Huelva. El conocimiento de las téc-
1. Departamento de Protohistoria y Colonizaciones. Museo Arqueológico Na- nicas de forjado a partir del siglo VIII a.C. en la Penín-
cional. Madrid.
Correo electrónico: magdalena.barril@mcu.es sula Ibérica, permitirá fabricar armas y utensilios con
mayor resistencia a golpes y al uso, como el cincel con
2. Con un significado amplio referido al trabajo del oro y la plata indistinta-
mente, aunque etimológicamente deriva del latín auri faber, artífice del hoja de hierro y enmangue tubular de bronce del De-
oro, lo que le da un sentido más restrictivo. pósito de Baiôes en Portugal, considerando Almagro-

ISSN: 1133-2166
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Gorbea (1993: 84-85) que su origen está relacionado constituyendo la base de los denominados “tesoros”
con el proceso precolonial ya que la existencia de ob- prerromanos y siendo también empleada en láminas
jetos bimetálicos es también característica del proceso embutidas en piezas de bronce o hierro formando la
de introducción del hierro en el Mediterráneo oriental conocida como “decoración damasquinada”.
y en Sicilia. En otro ámbito distante, el de los Campos
de Urnas tardíos del Valle del Ebro, también se apre- Los avances tecnológicos se aprecian en el empleo
ciará esta conjunción de hoja de hierro y pomo de de técnicas de distinta procedencia, como las de la ce-
bronce en una espada del Tozal de los Regallos (Can- ra perdida o el empleo de la soldadura, el uso de ma-
dasnos, Huesca), en un área dónde la analítica parece trices para decoración o del torno de rotación, que si
demostrar la manufactura local de útiles de hierro en bien se aplican al bronce, es en el oro donde tienen
yacimientos cercanos como el de Pedrós (Serós, Llei- sus primeros exponentes y donde mejor han sido es-
da) en el siglo VII a.C. (VÁZQUEZ et alii, 2005), extre- tudiados (PEREA, 1991; ARMBRUSTER y PEREA, 1994).
mo que ponen en duda otros autores. En resumen, el A título de ejemplo, señalaremos algunos hitos de es-
inicio del conocimiento y uso del hierro para objetos te proceso.
útiles y no de mero lujo, se encuadra dentro del des-
arrollo de un comercio en torno a productos ya ma- En la fachada atlántica surgen durante la Edad del
nufacturados y materias primas sin elaborar que unos Bronce las primeras piezas macizas, trabajadas a mar-
sitúan en un momento precolonial y otros debidos a tillo partiendo de un vaciado en molde, probablemen-
los contactos con los fenicios, pero no se descartan las te univalvo, martilleándose luego la pieza para con-
relaciones con el mundo atlántico y centroeuropeo formarla y darle una superficie regular. Un ejemplo son
transpirenaico, ya que dichas áreas geográficas tienen los brazaletes macizos del Tesoro de Caldas de Reis
un fuerte desarrollo metalúrgico paralelo al del Medi- (Pontevedra), habiéndose también planteado que di-
terráneo, y una pronta manufactura local (v. QUESA- chos brazaletes pudieran servir de lingotes.
DA y FARNIÉ, 2004: 21-24).
Ya entrado el Bronce Final (1250-750/700 a.C.), la
Además, la explotación de otros minerales -a veces técnica del vaciado previo en molde va a dar lugar a
conjunta con el cobre- que precisan manipulación pa- una técnica más sofisticada, el vaciado a la cera perdi-
ra su transformación en metales como el estaño, plo- da, que alcanza su apogeo con la fabricación de pe-
mo o la plata, aunque menos frecuentemente se do- sados brazaletes con decoración de molduras, púas y
cumentan desde finales de la Edad del Bronce, calados como los del tipo de Villena/Estremoz. (Ali-
experimentándose un incremento y sistematización en cante / Portugal). Además se empleó un torno para la
la aparición de objetos de estos dos últimos metales a realización del núcleo de cera y para pulir la superficie
partir del Hierro I, en áreas como el sur de Cataluña de metal (ARMBRUSTER y PEREA, 1994). Estos braza-
(ARMADA et alii, 2005). letes del ámbito cultural atlántico, tienen un desarro-
llo temporal corto, posiblemente por la llegada de las
II. LA ORFEBRERÍA COMO EJEMPLO DE LOS nuevas tecnologías mediterráneas en el s. VII a.C. Sin
AVANCES embargo la técnica no llega a desaparecer y uno de
los más espectaculares ejemplos de la orfebrería cas-
La orfebrería surge gracias a un proceso social que treña es el brazalete de Lebuçao (Vila Real, Portugal) y
permite que determinadas materias primas adquieran posiblemente tenga relación con la propuesta de Ga-
el carácter de suntuarias y del alcance de un nivel téc- lán (2005a: 473) de que determinadas innovaciones
nico suficiente para fabricar piezas. El aprovecha- no se adaptaban a las necesidades del conjunto de la
miento de la plata es mucho más complejo que el del población indígena.
oro, ya que éste, como el cobre, al aparecer en estado
nativo en pepitas, puede aprovecharse directamente, Otra característica del momento es la soldadura,
mientras que la plata necesita un proceso de depura- aún incipiente y según Perea de origen local, que se
ción. Por ello el oro comenzó aprovecharse en el Cal- usa para unir dos o más piezas metálicas o para en-
colítico y la plata sólo al final del Bronce Antiguo y con samblar partes de una pieza como en el brazalete de
regularidad en el Bronce Medio, momento a partir del Alcudia (Ciudad Real) o en el torques doble de Sagra-
cual su explotación y comercio, en particular de los fi- jas (Badajoz). En éste se unen vertiendo metal fundido
lones del Sur peninsular, será uno de los motores de dos aros simples, macizos, vaciados en molde, retoca-
los intercambios con pueblos del Mediterráneo orien- dos a martillo y decorados mediante incisiones geo-
tal, apareciendo en el Bronce Final en forma de tres métricas.
frascos en el Tesoro de Villena. Los metales nobles irán
adquiriendo no sólo un valor de representación social, La presencia de los pueblos colonizadores del Me-
sino también de poder económico. Pero, será durante diterráneo introduce joyas fenicias huecas, de peque-
la II Edad del Hierro, en concreto a partir del siglo IV ño tamaño, como los pendientes hallados en Cádiz,
a.C. cuando su empleo tendrá un mayor desarrollo, que utilizan la soldadura de fusión, que permite las
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Figura 1. Terminología de las distintas par-


tes de una fíbula de doble resorte, una de
pie vuelto con resorte bilateral y una anu-
lar hispánica según Argente (1994, fig. 1).

técnicas decorativas del granulado y la filigrana e in- Ya adentrados en plena etapa prerromana una ca-
troducen el color incrustando pasta vítrea o piedras se- racterística es la identificación de pequeños talleres lo-
mipreciosas. Asimismo se introducen las cadenas rea- cales (Villaricos en Almería, El Cigarralejo en Murcia...)
lizadas con hilo de oro entrelazado. en el mundo ibérico y no sólo zonas (extremeña, an-
daluza), consideradas como una “unidad de produc-
Su repercusión durante el período orientalizante ción de estilo” en el período orientalizante (BLANCO y
(725/700-500 a.C.) hará que se perciban dos tipos de CELESTINO, 1998: fig. 7). Son talleres que desarrollan
joyas por un lado las fenicias y por otro las indígenas, en oro los modelos y técnicas anteriores, con pen-
barrocas, de gran tamaño, con piezas articuladas, gan- dientes con granulados soldados al aire como muestra
chos, etc. que asumen algunos de los adelantos tec- una arracada de Galera (Granada) o diademas articu-
nológicos foráneos, produciéndose una simbiosis de ladas con extremos triangulares que siguen los mode-
la que resultan piezas como el cinturón de Aliseda (Cá- los de Aliseda como la de Puebla de los Infantes (Sevi-
ceres), compuesto de pequeñas plaquitas con decora- lla), formada por colgantes antropomorfos huecos o
ción figurada realizada con granulado o los denomi- utilizando la técnica del calado en la de Jávea. Sin em-
nados “candelabros de Lebrija” (Sevilla), huecos y bargo el material noble predominante será la plata,
realizados a la cera perdida en una sola pieza sin sol- usada en fíbulas figuradas (PRIETO y LÓPEZ, 2000),
daduras, pero alguno de los cuales tuvo que ser repa- brazaletes y torques de variada tipología, vasos, copas
rado en la antigüedad (PEREA et alii, 2003). y otra serie de elementos de lujo, realizados con téc-
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nicas también variadas que incluyen la lámina y el re- ma de vestir de las élites (ALMAGRO GORBEA, 1989:
pujado, pero también el torno y el vaciado, para obje- 282; RUIZ-GÁLVEZ, 1993: 56) que usarían telas costo-
tos y decoraciones. A veces la plata estaba sobredora- sas, sujetas por esos elementos y constituyendo una
da (Mogón, Jaén) o chapada en oro (Tibias, Tarrago- prueba de los primeros contactos con pueblos del Me-
na). diterráneo centro-oriental, de los que tradicionalmen-
te se ha pensado procederían fíbulas como las de co-
Algo similar ocurre en la Meseta, donde la mayoría do o doble resorte (JAVALOYAS, 2006).
de los objetos de orfebrería tanto de indumentaria co-
mo de vajilla son de plata, a veces también sobredo- Las fíbulas (Fig. 1) son los elementos que permití-
rada, con modelos muy cercanos a los ibéricos, pero an prender y sujetar las túnicas y los sagos. Su forma
con algunas características propias formales y, única- va evolucionando desde las más antiguas, un simple
mente pequeños adornos personales y de vestimenta, alambre doblado que conformaba todas sus partes,
como pendientes o fíbulas son de oro. básicamente puente, cabecera con resorte, aguja y
mortaja, hasta las más recientes en las que, para me-
En el área castreña se aprecia una fuerte simbiosis jorar la mecánica de la aguja o añadir elementos de-
entre la tecnología indígena y la mediterránea, pues corativos, cada parte se realiza independientemente y
se toman los motivos a base de granulado y filigrana se une a las demás. Son muchos los autores que han
y, si bien unas veces los ejecutan como tales, otras se tratado el tema de las fíbulas centrándose, preferible-
imitan realizándolos a molde; algo similar ocurre con mente, en áreas culturales, ya que se consideraron fó-
las matrices para decoraciones estampadas de diade- siles-guía capaces de datar un estrato arqueológico,
ma o remates de torques. El metal noble se aprovecha pese a que algunos tipos tienen una larga perduración:
cada vez más y, de piezas macizas como el “torques de Almagro Basch (1940 y 1957), Cuadrado (1958 y
Astorga” (León), se pasa a dotarlas con alma de otro 1963), Ruiz Delgado (1989), Argente (1992), son al-
material, como en el de Cangas de Onís (Asturias), lle- gunos nombres ya clásicos que elaboraron repertorios
gando a ser prácticamente huecos en el momento de que se revisan debido a las nuevas excavaciones y a las
la romanización, como ejemplifica un torques del cas- posibilidades que permite el aplicar las técnicas analí-
tro de Viladonga (Lugo), mientras perfeccionan el uso ticas arqueometalúrgicas.
del torno rotatorio para la fabricación de los remates.
La terminología aplicada a los distintos tipos de fí-
III. VESTIMENTA Y ADORNO PERSONAL bulas deriva bien de su forma, bien del primer lugar
dónde se conocieron, y aunque ha habido propuestas
El conjunto de vestidos, adornos y joyas que lleva- como las de Argente de otorgarles una nomenclatura
mos los humanos como indumentaria nos identifica más aséptica, numerándolas, la tradicional sigue pri-
en un grupo cultural, una categoría social o religiosa, mando.
en una festividad, e incluso indica que se detenta po-
der. Desde la antigüedad ha estado sujeta a cambios Las fíbulas sin resorte más simples serían las del ti-
en la moda y los elementos de adorno y vestimenta po 1 de Argente, con escasos ejemplares en la Penín-
eran objeto de intercambio y regalo entre las élites. sula Ibérica, con cronología a partir del siglo VII a.C. y
Muchos de estos adornos funcionales estaban realiza- con presencia, por ejemplo, en el castro de Sancho-
dos en metales, preferiblemente en bronce, pero tam- rreja (Salamanca) o Valdenovillos (Guadalajara).
bién podían ser de hierro o de metales preciosos, co-
mo las fíbulas o los broches de cinturón. Otros Las fíbulas de codo (tipo 2 de Argente) son uno de
adornos sólo tenían función estética o la de simbolizar los modelos sobre los que más se ha escrito debido a
un estatus social como los torques, pectorales o ani- que consideraba más antiguo, con sus variantes tipo
llos. Finalmente, se disponía de elementos de aseo o Huelva, “ad occhio”, chipriota, sícula, etc., una
tocador destinados al adorno personal mediante su dispersión cronológica entre los siglos X y VIII a.C. y
uso, como pinzas de depilar y navajas de afeitar. Co- geográfica dibujando un arco entre el SE peninsular y
nocemos los de época prerromana gracias a los obje- el Norte de la Meseta en área burgalesa, entre
tos que han pervivido en tumbas masculinas y feme- ambientes tartésicos y de Cogotas I. Son para unos de
ninas, y a que en lugares de habitación, o cerca de origen oriental, para otros hispanas por su mayor
ellos se han hallado grupos de estos objetos realiza- cantidad en la Península, en especial la de tipo Huelva.
dos en metales nobles, acompañados o no de vasijas, Recientemente, se ha realizado una revisión de las
formando depósitos de interpretación variable según mismas (CARRASCO et alii, 1999) a partir del análisis
su contexto arqueológico. de sus aleaciones, y a la luz de los resultados se pone
en duda su consideración de foráneas. Un tipo que
Fíbulas y broches de cinturón comienzan a apare- Argente incluye en este modelo, las fíbulas de pivotes,
cer a finales de la Edad del Bronce, relacionando al- está realizada en dos partes y aparece en ambientes
gunos autores su presencia con un cambio en la for- relacionados con los Campos de Urnas Recientes, pa-
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leoibéricos, protoceltibéricos, celtibéricos y vettones más modernas una distribución preferiblemente me-
antiguos, citando las de Agullana, (Gerona), Nules seteña.
(Castellón), Fuente Estaca (Guadalajara), Herrería,
(Guadalajara) o Sanchorreja (Ávila). Las conocidas como fíbulas de tipo La Tène I, II o III
según la aproximación o fundido del pie con el puen-
Las fíbulas de doble resorte (tipo 3 de Argente), te son el tipo 8 de Argente, con una gran variedad de
que se datan entre los siglos VI y IV a.C. son uno de los modelos, algunos de ellos con pasta vítrea incrustada
modelos más extendidos en cronología y difusión geo- en el remate del pie, como las de la sepultura 200 del
gráfica, con también un discutido origen en el Medi- Cigarralejo (Murcia), otras realizadas en plata con
terráneo central. Son fíbulas de una pieza con un puentes y pies figurados con animales y escenas, como
puente filiforme y espiras a ambos lados del mismo. la de Cañete de las Torres (Córdoba) y una amplia cro-
Luego los puentes se ensanchan y adoptan formas nología en relación a su variedad, entre el siglo V y fi-
romboidales o cruciformes y se decoran con troque- nes del I a.C. y dispersión geográfica, ya que junto con
les, principalmente en la Meseta. las anulares hispánicas son las más presentes en toda
la península. Destacan dentro de este grupo en el ám-
Un tipo de fíbulas que Cuadrado consideraba deri- bito meseteño las que figuran un jabalí o un caballo
vados de las de codo tipo ad occhio y Argente inde- con o sin jinete y que Almagro-Gorbea las relaciona
pendiente, su modelo 4, son las fíbulas de bucle por con ritos de iniciación entre los equites.
formarse uno en el centro de su puente. Aunque no
faltan ejemplares puntuales en otras áreas, citamos Finalmente, las que Argente denominó “fíbulas de
ejemplos ligados a los ambientes de Campos de urnas la Meseta oriental” (tipo 9), por hallarse sólo en el
y del Celtibérico antiguo, como Agullana (Girona) o área celtibérica. Son piezas en las que la parte fun-
Clares (Guadalajara). cional parece secundaria, en beneficio de unos puen-
tes superpuestos convertidos en adornos destacados,
Un tipo al que le dieron nombre Cabré y Morán es son las denominadas “fíbulas espiraliformes” y “fíbu-
el denominado fíbulas de áncora (modelo 5 de Argen- las placa”. Las primeras son una mezcla de alfiler y
te) por la forma de remate de su pie. Se localiza en am- broche que presentan la peculiaridad de estar realiza-
bientes de Campos de Urnas como Cortes de Navarra das con alambres enrollados alrededor de un vástago
o celtibérico antiguo como Alpanseque (Soria). central (formado por dos o tres varillas) que se abre de
forma simétrica formando discos espirales de distintos
Los tres modelos que siguen son los más difundi- tamaños, en ocasiones, de estas espirales cuelgan
dos en la geografía peninsular y tienen una amplia cro- otras espirales, campanillas y otros colgantes. Las fí-
nología derivada de sus múltiples variantes, que no po- bulas placa llevan una lámina recortada de diversas
demos detallar por las limitaciones determinadas para formas y decorada que se remacha o suelda sobre la
este trabajo. fíbula.

Las fíbulas anulares hispánicas (tipo 6 de Argente), Los broches de cinturón, constan de dos partes,
consistentes en un aro sobre el que sobrevuela el una placa activa o macho y una, placa pasiva o hem-
puente mientras la aguja pasa por debajo, tienen una bra. La primera posee uno o varios garfios en el lado
larga evolución tecnológica entre los siglos VI y I a.C., que trabaja y pequeños agujeritos para remaches en el
que hace que nos encontremos con fíbulas realizadas contrario; la segunda puede ser simplemente un alam-
en dos, tres o incluso cuatro partes, y que unas veces bre serpentiforme o una placa calada con varias filas
se hallan realizado a mano y otras a molde, con varie- de celdillas, dependiendo del número de garfios de la
dad de sistemas de enganche de la aguja, que estu- placa activa, y también con remaches para unirse al
diaron Cuadrado y Argente. cinturón de materia orgánica.

El modelo 7 de Argente, fíbulas de pie vuelto, in- Hay varios tipos básicos de broches de cinturón:
cluye tipos que otros autores consideran indepen- Durante el denominado periodo orientalizante (Siglos
dientes: las fíbulas tipo Bencarrón, Acebuchal, Alco- X-VII a.C.) en el Suroeste, los broches denominados
res, Golfo de León, de pie vuelto alto o de torrecilla, tartésicos se caracterizan por tener cada una de sus
por coincidir en tener un pie más o menos largo con partes una placa rectangular a la que en la parte acti-
un botón terminal levantado y resorte bilateral con va- va se superponen varios ganchos, tantos como pe-
rias espirales. La dispersión de las tres primeras, reali- queños agujeros hay en la parte pasiva. A su vez, am-
zadas en una sola pieza, se concentra en el Sur, Oeste bas placas disponían de varios enganches para unirse
y en la Meseta Sur, presentes desde el siglo VI al V a.C. al cinturón propiamente dicho. Destacamos su pre-
La cuarta tiene una dispersión más al Noreste penin- sencia en la sepultura 17 de La Joya (Huelva) como
sular y Meseta Norte y similar cronología, y las últimas ejemplo.
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En el ámbito ibérico, especialmente, a partir del si- mentablemente con cronología imprecisa, pero que se
glo IV a.C. se documentan los denominados “broches supone tardía, y de los que los máximos exponentes
ibéricos” que estudió Cabré (1928; 1937), son placas siguen siendo los de Palencia y Lancia estudiados por
cuadrangulares o rectangulares, tanto la activa, con Cabré (1921), pudiéndose relacionar con ellos un bro-
aletas laterales y un garfio, como la pasiva, con una a che del tesoro de Arrabalde 2 (DELIBES y ESPARZA,
tres ventanas recortadas y decoradas con semiesferas 1989: fig. p.128) y con las placas para sujeción de los
repujadas, incisiones y acanaladuras que pueden relle- puñales del grupo IV de Villanueva de Teba que tienen
narse con damasquinados de plata, cobre o incluso distinto sistema de enganche (RUIZ VÉLEZ, 2005:
oro, que forman decoraciones vegetales estilizadas de fig.15), más antiguas.
roleos y nudos, preferentemente. Se documentan en
necrópolis como la de Toya y en santuarios como el de Las piezas que denominamos pectorales pueden
Collado de los Jardines en Santa Elena (Jaén) y en al- tratarse de meros objetos de adorno o bien formar
gunas ocasiones se lañaban para repararlos. Estos bro- parte de la vestimenta militar, dependiendo de sus ca-
ches también se documentan en la Meseta, tanto en el racterísticas.
ámbito celtibérico -donde se encuentran en necrópo-
lis algo más modernas como Arcóbriga (Monreal de Los pectorales discoidales constan de dos grandes
Ariza, Zaragoza) y del Alto Duero-, como en el vettón discos decorados que irían situados uno sobre la es-
-necrópolis de La Osera (Chamartín, Ávila)- o vacceo pada y otro sobre el pecho y unidos entre sí por cade-
como Las Ruedas (Padilla de Duero, Valladolid). nas o correas, con otras láminas intermedias y llevarí-
an colgantes. Se conocen como discos-coraza,
En la Meseta, y dentro del ámbito celtibérico de la kardiophylakes o guardacuori, que si bien se conside-
2ª Edad del Hierro, sintetizados por Cerdeño (1978) y raron elementos célticos, se ha constatado que se tra-
revisados por Lorrio (1997) los más antiguos broches ta de una idea con precedentes en el ámbito medite-
son placas activas trapezoidales o cuadrangulares, con rráneo central, adaptada por los diversos pueblos
un garfio y decoración en resalte, puntos o grabada prerromanos de la Península (KURTZ, 1985), y se su-
profunda, se datan entre el siglo VII y V a.C., con ejem- ponen de uso exclusivo de personajes principales, co-
plares en necrópolis celtibéricas como Almaluez (So- mo reflejan las esculturas de los guerreros ibéricos de
ria), o El Altillo de Aguilar de Anguita (Guadalajara) a Porcuna (NEGUERUELA, 1990) que los llevan. Los es-
los que se considera “prototipos”. Los siguientes son casos ejemplares se han hallado en tumbas con ajua-
los denominados “broches célticos”, de forma trian- res de gran riqueza como las denominadas “A” y “B”
gular o trapezoidal con decoraciones variadas de gra- de Aguilar de Anguita (Guadalajara), en bronce con
netti, incisiones, estampaciones y un número de gar- decoración repujada de círculos concéntricos; en la
fios entre uno y seis en la parte activa, datados entre 350 de la zona de VI de la Osera (Ávila) o en la 400 del
el siglo VI y el IV a.C. dependiendo del tipo, docu- Cabecico del Tesoro (Murcia), estos dos últimos en hie-
mentados en necrópolis celtibéricas de Guadalajara co- rro y asociados a unas láminas figuradas de cobre ba-
mo Valdenovillos o Aguilar de Anguita. Se han docu- ñadas en plata. Otras veces se realizan en bronce con
mentado también en algunos puntos costeros decoración en plata con motivos adaptados al gusto e
mediterráneos, como Mianes (Tarragona) y en Chipre, iconografía local, como en un disco damasquinado de
que ha motivado que se pusiese en cuestión su origen. Aguilar de Anguita (BARRIL y MARTÍNEZ, 1995). Este
tipo de pectorales discoidales se ha considerado que
Un tipo derivado del anterior serían los conocidos pudieran tener función de coraza para exhibiciones de
como “tipo Bureba”, grandes placas rectangulares con parada y podrían integrarse dentro del armamento de-
decoración elaborada que indica el uso de matrices fensivo en vez de en este apartado.
(SANZ y ROVIRA, 1988; SANZ, 1991).
Un segundo tipo serían los pectorales de malla, rec-
Los broches más modernos, a partir del siglo III a.C. tángulos de distinto tamaño compuestos por peque-
serían los “triangulares calados de tipo La Tène” algu- ñas anillas de bronce engarzadas. Pueden llevar gan-
nos de ellos recortados sobre las placas anteriores, co- chos en los extremos para sujetarse a un tejido, a
mo se documenta por ejemplo en un broche de Uxa- distintas alturas, y proteger. Estos pectorales se docu-
ma y que estarían relacionados con la presencia de mentan, de momento, sólo en unas pocas necrópolis
espadas latenianas. En los últimos momentos apare- con fase antigua celtibéricas, tal vez por su debilidad
cen “hebillas” parecidas a las actuales. estructural, como Almaluez (Soria), Clares o Sigüenza
(Guadalajara) (BARRIL, MANSO y SALVE, 1993).
Destacamos un modelo de cinturón completo, for-
mado por placas dobles articuladas entre sí mediante Un tercer tipo de pectorales con función mera-
pasadores rectos rematados en bolas y decorados con mente estética, también conocido sobre todo en el
trenzas y círculos estampados. Estos cinturones se han ámbito celtibérico y berón, son las placas rectangula-
hallado en áreas del Norte y Noroeste peninsular, la- res con una pletina o una aguja en uno de sus lados
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largos para sujetarla, pueden llevar colgando otras pla- los mismos, realizándose en otros materiales. Se docu-
cas similares, cadenas, colgantes de diverso modelos: mentan en necrópolis de los siglos VII a V a.C. torques
campanillas, muelles, dobles conos, balaustres, ruedas de cables macizos, sencillos o estriados, rematados en
etc. Llevan decoración compartimentada en metopas. conos o esferas en bronce, plata o hierro, aunque no
Los motivos preferentes son círculos concéntricos es- son abundantes y tienen una mayor presencia en la mi-
tampados en relieve, y motivos incisos o puntillados tad Norte peninsular, señalamos por su interés el ejem-
de tipo geométrico como círculos concéntricos o as- plar en bronce de una sepultura tartésica de La Joya,
pas y figurados como ciervos o caballos e incluso dan- considerado excepcional, otro en hierro de una necró-
zantes. Son muchas las necrópolis en las que se docu- polis de Bencarrón, otro similar en bronce en una ne-
mentan y con amplia cronología, Alpanseque, crópolis celtibérica de Clares o en una ibérica de Villa-
Numancia (ambas en Soria) o Clares (Guadalajara) son ricos, varios en plata, como en sepulturas de La
sólo algunos ejemplos. Mercadera. Ya en plena etapa prerromana, los torques
se documentan dentro de depósitos votivos y atesora-
Un cuarto modelo sería serían los pectorales espi- mientos de distintas características formados a partir
raliformes, con ejemplos en Tiermes (Soria) y Aguilar de finales del siglo III a.C. (BANDERA, 1996; DELIBES,
de Anguita (Guadalajara), que al igual que los ante- 2002; BARRIL, 2002a), nos ofrecen dentro del ámbito
riores, por tener una aguja como medio de sujeción ibérico torques en plata de cables lisos con grabados
en ocasiones se consideran fíbulas de gran tamaño. junto a los extremos, diversos tipos de trenzados, con
o sin nudos y con remates de ganchos. En los ámbitos
Los colgantes que llevan estos últimos pectorales celtibérico, vettón y vacceo se elaboran modelos simi-
celtibéricos son similares a otros documentados en lares con pequeños cambios locales que se reflejan es-
ambientes paleoibéricos como Mianes (Tarragona) y pecialmente en los tamaños y el sistema de remates.
podrían incluirse junto a las pequeñas anillas con las Se da a veces el caso, como ocurre en Driebes (Guada-
que se elaborarían abalorios cosidos a las telas o inde- lajara) de que dos torques aparentemente iguales, no
pendientes (BARRIL, 1997), los botones y otros apli- los son, puesto que uno es hueco y el otro macizo. En
ques que también se aplicarían a cueros o telas ibéri- el ámbito castreño los torques, a los que ya nos hemos
cas (CHAPA et alii, 1995) en un apartado de pequeños referido, son preferentemente de oro de cables gruesos
adornos articulados. y remates en escocias o perillas (GARCÍA, 2002).

Otros adornos no funcionales son los brazaletes y Los pendientes son otro objeto metálico que aun-
las pulseras. En bronce conocemos un tipo de braza- que no habitual se documentan en tumbas prerroma-
letes compuestos por grupos de finas varillas rígidas nas. En bronce se hallan pequeños pendientes de
en forma elíptica y sección cuadrangular o semiesféri- bronce, en forma de media luna o amorcillados, simi-
ca, que posiblemente cubrirían parte del antebrazo o lares a los que llevan algunas cabezas masculinas ibé-
incluso el brazo y que son frecuentes en las necrópo- ricas del Cerro de los Santos o los que se aprecian en
lis celtibéricas de fases antigua y plena. Las pulseras los personajes del anverso de algunas monedas celti-
tendrían forma similar pero mucho más gruesa, unas béricas y a los que Almagro-Gorbea y otros autores
lisas y rematadas en esferas o conos, otras sin remates otorgan un simbolismo de jefatura o poder. Otros mo-
y decoradas, recordando a piezas más antiguas, nor- delos son los que realizados en oro o plata serían usa-
malmente son en bronce, pero en ocasiones son tam- dos por las mujeres: a partir de un aro abierto adquie-
bién en hierro, como en una tumba de necrópolis so- ren forma triangular añadiendo esferas, de forma que
riana de la Mercadera. Estos modelos son los que semejan un racimo, o añadiendo una lámina que cur-
también se han hallado en plata en la misma necró- vándose ofrece un efecto similar, o bien sueldan esfe-
polis de La Mercadera y en los “tesoros” tanto ibéri- ras a modo de colgantes, etc. Ejemplares de distintos
cos como celtibéricos, vacceos o vettones cuyas cro- ámbitos geográficos serían los de Galera (Granada), La
nologías se sitúan en momentos más modernos. Otros Mercadera (Soria) o Paredes de Nava (Palencia), son
brazaletes son los espiraliformes, conocidos en plata y estos pendientes de tamaños más discretos que los
en ambientes tardíos, como los de Mogón (Jaén) o que se documentaban en época orientalizante.
Arrabalde (Zamora).
Un adorno muy poco usual, son las diademas. Re-
Un adorno asociado a los pueblos prerromanos son alizadas en oro hay dos modelos básicos, el tartésico,
los torques, los collares rígidos que la literatura a con- con la diadema de Aliseda como ejemplo, que conti-
vertido en emblema de los celtas, pero que tuvieron nua en época ibérica en las de Jávea o Puebla de los In-
distintos usos y contextos (v. RODERO Y BARRIL, 2002). fantes, consiste en una lámina articulada con los ex-
A los modelos de torques en oro de paletas del Bronce tremos triangulares, con distintas decoraciones. El
antiguo ligados al mundo atlántico, suceden unos tor- segundo modelo pertenece al ámbito castreño, una
ques macizos decorados, del tipo de los de Berzocana ancha lámina decorada con extremos preparados pa-
o Sagrajas, y poco después empieza un mayor uso de ra unirse entre sí, como las asturianas de Moñes o Ve-
66 EN LOS ORÍGENES: LA METALISTERÍA PRERROMANA

gadeo y que se ha planteado que pudiesen ser no dia- IV. ARMAMENTO OFENSIVO Y DEFENSIVO
demas sino cinturones.
Las armas prerromanas fueron uno de los primeros
Un tercer modelo de diadema, mucho más mo- grupos de materiales arqueológicos que despertaron
desto, es el documentado en territorio celtibérico, en el interés de los estudiosos de finales del siglo XIX y
necrópolis como las de Clares o Almaluez, la primera principios del XX, siendo Sandars en 1913 quien pri-
está completa y consiste en unas varillas rodeadas de mero los sintetizaría y serían también protagonistas
fino alambre y otra ancha varilla curvada de hierro que de la exposición sobre hierros dirigida por Artiñano
se ajustarían sobre la frente, con pequeñas perfora- en 1919 en la que se mostraron muchas de las armas
ciones en la parte inferior de su zona central, de la que de la colección del marqués de Cerralbo y otras que
penden cadenillas y colgantes en forma de 8 de bron- sirvieron a J. y M. E. Cabré para elaborar sus tablas ti-
ce (BARRIL y DÁVILA, 1996: lám.I). pológicas, que años más tarde Schüle aplicará. En los
últimos años se está procediendo a una revisión inte-
Los anillos, no son tampoco un elemento fre- gral del armamento prerromano, que si bien ha co-
cuente, pero podemos señalar dos tipos básicos, los menzado por sus aspectos formales y contextuales se
de aro y los de chatón. Los de aro, son láminas anchas intenta profundizar con analíticas arqueometalúrgi-
dobladas sobre sí mismas formando un aro con deco- cas. Los trabajos de Lorrio y Quesada en 1997 supu-
ración en franjas longitudinales de zig-zags, aspas y lí- sieron una puesta al día de la situación que se va ac-
neas, como vemos en los de bronce de Clares (Guada- tualizando merced a nuevos datos que se van
lajara). El otro modelo, presente en Mengíbar3 (Jaén) conociendo. Debemos tener en consideración que al-
o Driebes (Guadalajara), consta de un aro de plata y, gunas armas no sólo serían para la guerra, sino tam-
sobre él, un disco con un motivo esquematizado, en bién para la caza.
varios de ellos este motivo se relaciona con las mone-
das cartaginesas (ALMAGRO-GORBEA et alii, 1999). Las armas se agrupan tradicionalmente en ofensi-
va o defensivas según su finalidad con fin de causar
Finalmente mencionaremos unos adornos poco daño o de protegerse. Dentro del mundo prerromano
frecuentes, los denominados sujetadores de pelo, las primeras están en fabricadas en hierro con decora-
unos anillos espiraliformes que podían fabricarse en ciones en otros metales caso de tenerlos y las segun-
bronce y también en oro, procediendo de Saldaña (Pa- das combinan el bronce y el hierro. Muchas veces apa-
lencia) sendos ejemplares en esos materiales. recer deformadas en los ajuares funerarios, tras haber
sufrido la cremación junto al difunto y una manipula-
Hay otros objetos que aunque serían de aseo pue- ción para destruirlas, que se interpreta por motivos ri-
den considerarse ligados al adorno personal, se trata tuales y para que nadie pudiese volver a utilizarlas.
de las pinzas y de las navajas, estudiadas por Lorrio y
Ruiz Zapatero (2000) para el ámbito celtibérico. Las En las sepulturas más antiguas tanto del ámbito
pinzas se interpretan como elementos para depilarse, celtibérico como del ibérico las armas depositadas son
aunque las diferencias de tamaño entre unas y otras largas puntas de lanzas (o moharras) acompañadas
pueden plantear otros usos. Las de mayor tamaño son de los regatones que les servían de contrapeso al otro
las ibéricas conocidas como de tipo “Cigarralejo” (CA- extremo del astil, a necrópolis de la Meseta como las
BRÉ y MORAN, 1990), que tienen sus caras caladas y se de Aguilar de Anguita llegarían por influencias desde
documentan en otros ámbitos peninsulares, como en el Sur-Sureste, donde se encuentran en yacimientos
la necrópolis vettona de La Osera. Otras pinzas de me- como El Cigarralejo (Murcia). En ambos ámbitos cul-
nor tamaño se decoran con zig-zags estampados y turales cuando en las sepulturas se comienzan a amor-
otras son lisas, las de menor tamaño en ocasiones apa- tizan espadas, las puntas de lanza van disminuyendo
recen unidas mediante una anilla a una sonda para lim- su tamaño, siendo el arma más difundida y se supone
piar oídos y a un punzón en lugares tan distantes co- sería el único arma de los guerreros infantes. En oca-
mo La Hoya (Laguardia, Álava) o Collado de los Jardines siones se documentan dos juegos de punta y regatón,
(Jaén). Las navajas son piezas con mango de bronce o uno más largo y el otro más corto, interpretándose
hierro articulado con la hoja que se pliega en su inte- que se usaban en distintos momentos de la lucha y en
rior, como por ejemplo una hallada en Arcóbriga, y que ocasiones están en un cajetín de las vainas de las es-
serviría para afeitarse, tal y como se representan a la padas. Quesada propuso una síntesis tipológica de las
mayoría de los personajes masculinos en la estatuaria y mismas (Fig. 2), pese a que la gran variedad de tama-
en la iconografía prerromana. Son navajas que nada ños y formas piensa indicaría que muchas eran pro-
tiene que ver formalmente con las navajas púnicas su- ducto de talleres locales, aunque pueden destacarse
puestamente usadas con fines rituales, que son alar- algunos modelos denominados Miraveche-Monte Ber-
gadas y con un filo transversal cóncavo. nonio en la zona norte de Palencia, Burgos y Álava,
dónde se documentan unas excelentes puntas flamí-
3. Raddatz incluyó erróneamente el anillo a que nos referimos en el Tesoro III geras de superficies aceradas, así como un pequeño
de Mogón.
Magdalena BARRIL VICENTE 67

Figura 2: Propuesta de tipos de lanzas según Quesada (1997a, fig. 244).


68 EN LOS ORÍGENES: LA METALISTERÍA PRERROMANA

grupo de puntas del Sureste y la Alta Andalucía, de titud de variantes debidas a la variedad de talleres. Lle-
distintas tipologías presentan el cubo decorado con van una lengüeta para la empuñadura en forma de
damasquinados. caballo, ave o rectangular, y cachas que cuando se
conservan son también de hierro con decoración da-
Otras armas de astil, en este caso metálico son los masquinada adoptando forma de felino o caballo co-
soliferrea, que se documentan en momentos anti- mo una de Almedinilla que tiene también una ave da-
guos de las necrópolis de la Meseta e ibéricas, que masquinado en cada cara de la hoja. Este arma al que
Quesada (1997a: 322) piensa se introdujeron por el se dota de un alto valor simbólico tiene origen medi-
Norte peninsular, provenientes del Languedoc y Aqui- terráneo que se conoce desde el siglo VI / V a.C. en el
tania, desarrollándose en la Península. También debe- Sureste, en yacimientos como El Cigarralejo (Murcia),
mos citar los pila, una corta punta metálica que re- tendría su máxima difusión en el siglo IV a.C. en que
mata un largo astil también metálico con cubo para alcanzaría toda la Meseta, apareciendo en yacimien-
unirse a un astil de madera, se documentan en la Me- tos celtibéricos como Gormaz (Soria) o vettones como
seta Oriental, en yacimientos ibéricos costeros y en al- La Osera (Ávila) y en el III a áreas de la actual Catalu-
gunos del interior a partir del siglo V a.C. ña. Su vaina sería de cuero abrazada por cuatro pasa-
dores de hierro, en pocas ocasiones reforzada por can-
Debemos también referirnos a las puntas de fle- toneras laterales, los pasadores segundo y tercero
cha, para ser disparadas con arco, poco usuales, pero formaría un cajetín para guardar un cuchillo y llevarí-
de las que destacamos las del período orientalizante, an dos y una anilla respectivamente para colgarla del
realizadas en bronce y con un arpón en la base, dis- cinto, a lo que ayudaría un tahalí sujeto por botones
persas por todo el Sur peninsular e Ibiza, y otro mo- (QUESADA, 1997a: fig. 50), en pocas ocasiones una
delo con pedúnculo y aletas de los Campos de Urnas cuarta anilla tendría función de sujetar un borlón de
del valle del Ebro y Noreste, también en bronce. A par- tela decorativo.
tir del siglo V tienden a desaparecer, para reaparecer
con pedúnculo y aletas en los siglos II y I a.C. posible- Las espadas rectas, al igual que ocurría con las fí-
mente ya relacionadas con la presencia romana en el bulas tienen una nomenclatura tradicional que Que-
territorio. sada ha pretendido sistematizar y deslindarla de los
primeros lugares donde se conocieron, pero siempre
Los cuchillos, algunos autores como Quesada los referida a la sintetizada por E. Cabré (1990). Son es-
consideran un útil doméstico multifuncional más que padas que presentan en común tener doble filo y pun-
un arma propiamente dicha, pues se documenta en ta, que predominan en las dos Mesetas, valle del Ebro
diferentes contextos, aunque también se llevaban en el y Cataluña, siendo una muestra de las interacciones de
cajetín de las vainas de las espadas. Son de los objetos unos territorios con otros.
en hierro más antiguos que se conocen, en poblados
de Campos de Urnas tardíos y orientalizantes. Consta En primer lugar nos referiremos a las espadas de
de una hoja más o menos afalcatada y dorso más o frontón, así llamadas por la forma de su remate, que
menos anguloso que continúa en una lengüeta con tras discusiones sobre su origen y sentido de disper-
remaches para sujetar las cachas de materia orgánica sión, hay unanimidad al apreciar sus antecedentes me-
del mango, conociéndose algunas en hueso con for- diterráneos con una clara presencia ya desde el siglo VI
mas animales, como una de caballo de Langa de Due- a.C. en el Sureste (ej. La Serreta, Alicante), la Alta An-
ro (Soria) del siglos II-I a.C.; en ocasiones las cachas dalucía (ej. Castellones de Ceal, Jaén), desde donde se
eran total o parcialmente de metal damasquinado, co- transmitieron a la Meseta oriental (ej. Alpanseque, So-
mo un ejemplar de la tumba A de Aguilar de Anguita, ria), y documentándose de forma escasa en la Meseta
del siglo V-IV a.C. al que se le presupone un antece- Occidental (ej. El Raso de Candelada, Ávila), no sobre-
dente itálico. Otros cuchillos de gran tamaño se con- pasando el siglo IV a.C. La mayoría de las celtibéricas
siderarían de uso sacrificial, como uno de Aguilar de se caracterizan por ser más estrechas que las ibéricas
Anguita (Guadalajara) y otro de Cueva Montgó (Ali- y tener el frontón exento.
cante).
Las primeras espadas denominadas espadas de an-
Las espadas son las armas de mayor realce social tenas por la forma del remate de su empuñadura se-
y las que más literatura han recibido, diferenciándose rían de la I Edad del Hierro han sido recientemente cla-
entre las de filo curvo o falcata y las rectas de doble fi- sificadas por Quesada y Farnié (2004: 51) en cuatro
lo. grupos a) espadas de lengüeta y botón relacionables
con la tradición peninsular de Ronda-Sa Idda del Bron-
La falcata es la que se considera el arma típica de ce Final, como las de las de Can Canys (Tarragona) o
los íberos, de hoja curva con acanaladuras en V y dor- Cástulo (Jaén); b) espadas de espiga y antena de tipo
so ensanchado con filo en su tercio distal, lo que le norpirenaico como las de Perelada (Girona), Fila de la
permitía tajar y pinchar y Quesada indica que hay mul- Muela (Alcorisa, Teruel), datadas de forma imprecisa
Magdalena BARRIL VICENTE 69

entre finales del siglo VII y mediados del VI, que a co- todos ellos estudiados por Lorrio (1997) en su contex-
mienzos del Hierro II serán de fabricación local; c) es- to armamentístico y cronológico para el ámbito celti-
padas de lengüeta romboidal y largas antenas de tra- bérico y por Álvarez Sanchís (1999) para el vettón, ya
dición aquitana, como la de Aguilar de Anguita que su ámbito preferente son ambas Mesetas, aunque
(Guadalajara), de transición a la II Edad del Hierro y d) también se conocen ejemplares procedentes de la Al-
las espadas de tipo Miraveche (Burgos) de hoja larga y ta Andalucía.
estrecha con ricassos, lengüeta o espiga y botón ter-
minal, que son las que más perduran, hasta el siglo IV Los tipos serían según Quesada (1997a) el I, las es-
a.C. Algunas del grupo a) y las del d) coinciden en ofre- padas tipo Arcachón, sólo conocido en la Meseta Orien-
cer orificios sobre el hombro de la hoja y serían here- tal en siglos VI/V a.C. constituido por la misma espada
deros de los profundos ricassos (recazos) semicircula- de Aguilar de Anguita del grupo c) anterior y el VII, el
res de los modelos broncíneos del Bronce Final en una mismo que el grupo d) anterior. Los restantes modelos
evolución mediterránea a la de los puñales de antenas no serían derivados directos de las espadas de antenas
gallego-asturianos. Una espada sobre la que ningún del la I Edad del Hierro. El tipo II, las espadas de tipo
autor se atreve a asegurar ninguna adscripción en la ya Echauri, de largas antenas y una espiga como eje cen-
mencionada de Candasnos (Huesca), con pomo de tral de la empuñadura y dos cilindros cubriéndola, con
bronce en forma de ‘piel de toro’ decorado con trián- variantes en la Meseta Oriental en siglos V y IV a.C. y
gulos excisos enfrentados y que Quesada y Farnié da- rasgos norpirenaicos; el tipo III, espadas tipo Aguilar de
tan entre finales del siglo VII y principios del V a.C. Anguita, derivada de modelos languedocienses, con su
variante ibérica tipo Illora, similar a la anterior, pero con
Las espadas de antenas de los pueblos ya conoci- antenas más cortas, datadas en siglos V y IV a.C., el IV
dos por la historiografía varían la estructura del pomo, espadas tipo Alcaçer do Sal, con empuñadura metálica
sus antenas tienden a atrofiarse y sus hojas van pa- facetada y muy decorada con damaquinados, que se
sando de rectas y con nervio central a pistiliformes con encuentra entre los siglos IV y III en la Meseta Oriental,
acanaladuras en V, teniendo el pomo damasquinado desembocadura del Tajo y Alta Andalucía; el V, espadas
con distintos grado de decoración varios de los tipos, tipo Atance, con la espiga cubierta por una lámina de

Figura 3. Tipos de puñales de la II Edad del Hierro según Quesada (1997a, fig. 164).
70 EN LOS ORÍGENES: LA METALISTERÍA PRERROMANA

hierro que adopta forma de tubo de sección rectangu- pomo es el más representado en territorio celtibérico,
lar, datada en los mismos siglos en la Meseta Oriental y con un área nuclear en el Alto Duero desde el siglo III
algunos ejemplares en la Occidental; el VI espadas tipo a.C. y durante toda la romanización, extendiéndose a
Arcóbriga con la espiga cubierta por un tubo aplanado otras áreas peninsulares; el VII Osera, puñal con un sis-
o cilíndrico, ricamente decorado y con ejemplares en tema de suspensión que se consideró único y que sa-
territorio celtibérico y vettón. bemos actualmente que pertenece al mismo tipo que
los puñales tipo IV de Villanueva de Teba en el Norte de
Las vainas de estas espadas eran enterizas metáli- Burgos (RUIZ VÉLEZ, 2005: 19) y el VIII, Puñal de la
cas en el tipo II, de materia orgánica con cantoneras la- Sep. 63 de Cabezo Lucero, que considera importado.
terales y pasadores solidarios con tres anillas para sus-
penderlas del cinto en el resto, pudiendo llevar chapas Entre las armas defensivas destacamos en primer
decorativas que cubrían sólo la embocadura o todo el lugar las grebas, datadas entre los siglos VI y V a.C.:
anverso de la vaina en los demás. Al igual que las fal- estudiadas recientemente por Quesada y Farnié (2004:
catas y las espadas de frontón llevaban un cajetín pa- 165) estaban destinadas a cubrir las piernas en lámina
ra llevar al menos un cuchillo. de bronce decorada y en ocasiones son difíciles de
identificar en el registro arqueológico por su frag-
Las espadas de La Tène son espadas largas de hie- mentación. Son muy poco frecuentes y se localizan por
rro de doble filo y sección romboidal que se prolon- ejemplo en Mianes, Cabeco Lucero o Baza.
gan en una espiga base de la empuñadura, son las es-
padas celtas por antonomasia y se clasifican según su Los escudos fueron estudiados en su momento
longitud, la forma de sus hombros o su espiga. Se co- por Cabré (1940) ampliándose la información sobre-
nocen desde mediados del siglo IV a.C. en territorio todo a partir de nuevos yacimientos. Había dos mo-
peninsular en Álava y Sureste, documentándose pos- delos básicos, de los que sólo se conservan los ele-
teriormente y hasta finales del III a.C. en ambas Mese- mentos metálicos pero no los armazones de madera y
tas modelos originales e imitaciones, y con menor fre- cuero. El circular conocido como caetra y el oval que
cuencia en la Alta Andalucía y en los siglos III y II a.C. cubría gran parte del cuerpo llamado scutum.
originales en el área catalana (GARCÍA JIMÉNEZ,
2006). En su territorio de invención se llevaban colga- Los escudos circulares llevaban al interior una con-
das rectas, junto a la pierna, pasando una correa por cavidad donde iría la manilla para poder empuñarlo y al
una hembrilla situada en el reverso de la vaina enteri- exterior un umbo con un refuerzo metálico. Los umbos
za metálica. En la Península se hallan en muy pocas podían ser de bronce o de hierro. Los primeros se datan
ocasiones las vainas, destacamos por ello la de una se- en los siglos V–IV a.C. son de lámina muy fina, de con
pultura de Quintanas de Gormaz (Soria), una vaina da- decoraciones radiales de discos, óvalos y otros motivos
tada en el siglo IV a.C. por los dragones grabados de que se consideran apotropaicos hallándose en yaci-
su embocadura, en la que el sistema de enganche ha mientos como Los Villares (Albacete) en ámbito ibérico
sido modificado añadiendo tres anillas al modo de las o Alpanseque en el celtibérico. Los motivos decorativos
armas hispanas. de estos escudos se relacionan con los de los pectora-
les discoidales antes mencionados, con los de la coraza
Los puñales comienzan a aparecer algo más tarde anatómica de bronce de una sepultura de Les Ferreres
que las espadas y algunos tipos derivan de ellas, co- (Calaceite, Teruel) y con motivos del ámbito vilanoviano.
mo los de frontón, pero otros como los denominados De otros escudos circulares se conserva un pequeño
de tipo Monte Bernorio o los dobleglobulares (o bi- umbo de hierro que puede ser radial y se halla en terri-
globulares) son autóctonos. En líneas generales los pu- torio celtibérico e ibérico, o de sección trococónica cer-
ñales son inexistentes dentro del ámbito ibérico levan- rrada o abierta, con ala, que se halla en los mismo ám-
tino, escasos en el Sureste, tienen una mayor presencia bitos que los puñales tipo Miraveche. Las manillas de
en la Alta Andalucía y mucho mayor en ambas Mese- los escudos de umbo de bronce serían de materia or-
tas y Norte. En la figura 3 pueden observarse los dis- gánica y se suspendían mediante dos pequeñas mani-
tintos tipos de puñales según Quesada. El tipo I deno- llas laterales de hierro con anillas. Las de umbo de hie-
minado puñal de frontón; el II puñal de antenas rro llevaban manillas centrales del mismo metal que
atrofiadas; el III Puñal Monte Bernorio–Miraveche, po- pueden ser de cinta o de aletas, sujetas mediante clavos
siblemente el tipo más estudiado, desde que Cabré lo o gusanillos y que llevaban en sus extremos las anillas
denominase “tipo Cogotas” hasta que Sanz (1990) para colgarlo (v. QUESADA, 1997a: 489-518).
concretase su difusión entre los valles medios del Due-
ro y Tajo y alto Ebro y una cronología centrada en los Los scutum son conocidos como escudos celtas,
siglos IV y III a.C. con algún antecedente y algún ele- poco representados en la Península Ibérica Tienen
mento tardío; tipo el IV Puñal híbrido dobleglobular- unos, umbo de aletas rectangulares datados en el si-
frontón, el V Puñal híbrido dobleglobular-antenas; el VI glo III a.C., y ligados a espadas de tipo La Tène, como
Puñal dobleglobular, así llamado por la forma de su en Cabrera del Mar (Barcelona), otros de aletas lige-
Magdalena BARRIL VICENTE 71

ramente trapezoidales, son ya del siglo II a.C. y de peninsular las yugulares. Estudiados por Abásolo y Pé-
época sertoriana. Otros umbos son circulares, de per- rez (1988) y García Mauriño (1993) entre otros, cita-
fil semiesférico con ala y son ya del siglo I a.C. Un ter- mos los de Toya (Jaén), Pago de Gorrita (Valladolid) o
cer tipo de umbo, más antiguo, del IV a.C. era bival- Briteiros (Pontevedra), de distintos tipos y cronologías
vo y con dudas se adscriben a él unas piezas de la de entre el siglo III y el I a.C., siendo el de Pozo Moro
sepultura 395 y 483 del Cigarralejo y alguna otra del (Albacete) el más antiguo, del IV a.C.
Sureste.
Los arreos de caballo se asocian con el arma-
Los cascos metálicos son otro elemento defensivo mento debido a su reiterada presencia en tumbas pre-
poco presente en el registro, ya que usualmente serí- rromanas con ajuares de guerrero que se supone sería
an de materia orgánica y los metálicos estarían reser- un jinete, un equite.
vados a personajes relevantes dentro de su sociedad.
Tras los cascos con cresta del Bronce Final, como el del Entre los arreos más antiguos realizados en metal,
depósito de la Ría de Huelva, a partir del período orien- se hallan en el ámbito orientalizante dos bocados en
talizante y durante la Edad del Hierro los cascos metá- bronce y latón de la sepultura 17 de La Joya, destina-
licos se relacionan con el Mediterráneo oriental y cen- dos a tirar de un carro, y las camas de bocado en bron-
tral, considerándose varios de ellos importados en ce de Cancho Roano (Badajoz). Mientras, en el Nores-
distintos momentos cronológicos, así los cascos de ti- te peninsular se documenta un modelo diferente
po corintio como el de Jerez o el también hallado en realizado en hierro, como el filete articulado de La Fe-
la Ría de Huelva (OLMOS, 1988) del siglo VII-VI a.C.; el rradura (Tarragona).
casco de plata de Coves de Vinromá (Castellón)4 que
Gusi data en el siglo VIII a.C. de plata, realizado en una Su gran eclosión llega en el siglo IV a.C. siendo su
sola pieza y repujado para el que se observan influen- presencia es mucho mayor en los territorios celtibéri-
cias técnicas y estilísticas centroeuropeas y del Norte co (ej. Aguilar de Anguita, Tiermes) y vettón (Ej. Las
de Italia; los cascos etrusco y apulio de Les Sorres (Ga- Cogotas), que en los ibéricos (ej. Almedinilla), siendo
vá, Barcelona) o el samnita de La Fuentona (Muriel de prácticamente nula en el ámbito vacceo. El término5
la Fuente, Soria). comprende los elementos necesarios para dominar el
caballo para la monta o para domarlo: bocados de fi-
Los cascos hallados en necrópolis celtibéricas anti- lete o de freno, serretones, carrilleras, frontaleras o ca-
guas, del V-IV a.C. se han reestudiado recientemente bezadas completas que engloban los anteriores ele-
por Barril (2003). Un modelo adopta forma de capa- mentos, narigones, agarradores para las riendas, todos
cete realizado con varias lámina de bronce repujadas ellos realizados en hierro, en ocasiones con láminas
unidas entre sí mediante remaches y bandas de hie- aplicadas de bronce en piezas como los serretones. En
rro, como los de Alpanseque (Soria). Otro correspon- los últimos años han sido estudiados por Kurtz (1990),
de al casco hallado en la tumba A de Aguilar de An- Argente et alii (2003) y Quesada (2005). También se
guita, realizado en dos partes y con carrilleras conocen un número muy limitado de bozales metáli-
adelantadas, también en fina lámina de bronce, que cos. Otras piezas que ayudan al jinete a dominar el ca-
posiblemente llevaría en su interior una protección de ballo son las espuelas, en realidad pequeños acicates
materia orgánica, decora su borde exterior con una para colocar en el talón, estudiados por Cuadrado
cinta decorada con motivos de roleos grabados. Am- (1979) y Quesada (2005: 36-46).
bos tienen antecedentes en la Península Itálica, dán-
dose el caso de un casco de procedencia desconocida Las herraduras, elementos que sirven para prote-
del tipo de Alpanseque (Soria), que parece haber sido ger los cascos de los caballos, se han hallado de forma
adaptado al modelo del de Aguilar de Anguita (Gua- puntual en algunas sepulturas celtibéricas, como Agui-
dalajara). Otros cascos sin procedencia, de capacete lar de Anguita o La Requijada de Gormaz y en alguna
de bronce más achatados con nervios en resalte sobre ibérica, pero se pone en duda su presencia de derecho
ojos y orejas y con pequeño guardanuca se relacionan o como intrusión, debido a que tradicionalmente se
con el ámbito celta antiguo. considera una invención del siglo IX d.C.

Los denominados cascos “tipo Monefortino” o Los carros no son tampoco propiamente un arma,
“gorra de jockey” se identifican con los celtas, pero tie- pero se representan iconográficamente carros ligeros
nen origen noritálico y su presencia se relaciona por de dos ruedas y timón junto a armas en las estelas del
contactos con los ejércitos cartagineses y romanos. Se Suroeste datadas entre el Bronce Final y el comienzo
caracterizan por su botón terminal y su guardanuca, del Período Orientalizante y se documentan restos de
faltando en casi todos los salpicados por la geografía

4. Antes se hacia proceder de Caudete de las Fuentes (Valencia) y se databa


en la primera mitad del siglo VI a.C. 5. No todos los autores utilizan la misma terminología.
72 EN LOS ORÍGENES: LA METALISTERÍA PRERROMANA

ruedas de hierro de carros con armas en tumbas ibé- bré al catalogar los útiles del Castro de Las Cogotas es-
ricas. Sin embargo, no todos los carros eran de guerra bozó un ensayo evolutivo de los sistemas de suje-
y así en la sepultura 17 de la Joya (Huelva) se docu- ción a los mangos de materia orgánica, pero en el
mentan restos de dos ruedas de hierro y apliques de conjunto de los útiles metálicos conservados se ob-
bronce de un carro ceremonial de origen chipriota del serva una coincidencia en el tiempo de los mismos
que tirarían dos caballos. También en carros se usarí- (BARRIL, 2002) que sintetizamos sin ánimo de clasifi-
an los pasarriendas de bronce de Cancho Roano (Ba- cación cerrada (Figura 4, 1 a 7): 1.- La herramienta lle-
dajoz). Seguirían usándose carros ceremoniales en vaba una prolongación en una ancha espiga en la que
épocas posteriores según la representación de dos ca- se clavaba o ataba un mango preferiblemente de ma-
rros ligeros en una comitiva funeraria de un relieve en dera (ej. hachas, azuelas o azadas). 2.- La espiga lle-
arcilla del Cerrón de Illescas (Toledo) del siglo IV a.C. vaba unos apéndices que servirían de tope para el
Cabré en 1924 tras el descubrimiento de las primeras mango (ej. hachas o escoplos). 3.- A la espiga la rodea
ruedas de Toya realizó un estudio sobre los carros, re- una abrazadera en U con remaches que sujeta el man-
visado en 1986 por Olmos y Fernández Miranda y en go (en hachas, azadas, azuelas). 4.- En algunos útiles
1997 por Quesada. Sólo hay restos de carros en se- una lengüeta o una gruesa espiga se cubría con dos
pulturas ibéricas de la Alta Andalucía de los siglos V-IV cachas de material orgánico (ej. hoces, horcas, cuchi-
a.C., son ruedas pesadas, de madera con seis radios y llos) 5.- El sistema anterior podía reforzarse en la unión
cubo forrados de hierro, como en Toya o Baza). Sin con la hoja con dos láminas de hierro remachadas o
embargo se conocen otros carros del siglo III y II a.C. una anilla. 6.- Un sistema conocido desde la Edad del
posiblemente destinados al transporte, de ruedas ma- bronce es el de alerones que abrazaban el mango (ej.
cizas con llantas metálicas clavadas, como las dos rue- aguijadas, layas, gubias) 7.- Un sistema que perfec-
das de El Amarejo (Albacete) o las de Cerro de la Cruz cionaría el anterior sería el de tubo, a veces reforzado
(Córdoba). por un clavo o remache transversal (ej. legones, poda-
deras, gubias). 8.- Otro sistema es el de ‘ojos’ en úti-
V. UTILES DE TRABAJO E INSTRUMENTOS les sencillos (ej. azadas dentadas) o dobles (ej. hachas-
ARTESANOS martillo, hachas-azuela). 9.- Otro útiles llevaban una
fina espiga que se ensartaba en un asta o una made-
Es este un apartado al que durante décadas se ha ra (ej. punzones, chiflas), y para algunos útiles (ej. ho-
dedicado poca atención, posiblemente debido a la ces) se ha considerado un signo de modernidad.
mala conservación de los materiales realizados en hie-
rro destinados a ser usados en actividades económi- Esbozamos de forma monográfica los de los ara-
cas tales como la agricultura, la carpintería, la herrería dos por tratarse de útiles compuestos de los que en la
etc. Tras los estudios clásicos de Serra i Vilaró, Cabré y Península Ibérica sólo conservamos las rejas y diversos
Taracena sobre materiales de yacimientos que excava- elementos de unión (Fig. 4, 8 a 10). Las rejas las agru-
ban, puede decirse que no volvieron a ser objeto es- pamos en su momento según se utilizasen en arados
pecífico de estudio hasta que Plá Ballester (1968; dentales o radiales (tipo I) y o cama curva (tipo II). Las
1969) recopiló los de los yacimientos levantinos y Sa- del tipo I, ovoides, se enchufaban en el dental me-
nahuja (1971) los de Cataluña (v. BARRIL, 1992; 2002) diante roblones u orejas, que a su vez se agrupaban
y, de nuevo, otro vacío hasta la década de 1990 en según sus proporciones (BARRIL, 1999), las del tipo II
que se ha retomado su estudio merced a la informa- de forma lanceolada se encajaban mediante la espiga
ción que pueden aportar para determinar el grado de (BARRIL, 2000; 2001). Las distintas partes del arado se
desarrollo tecnológico y económico, de autarquía o de ensamblaban mediante herrajes, chapas de hierro y
intercambio de los pobladores de una vivienda, un ca- clavos, o bien mediante vilortas -elipses de hierro- que
serío o un poblado arqueológico, a este respecto de- permitían unir las maderas y cambiarlas con mayor fa-
ben considerarse de referencia los trabajos de Barril cilidad en caso de roturas o necesidad de cambios de
(1992; 1999), Jimeno et alii (1999), Rovira Hortalá posición (BARRIL, 1999b).
(2000), Berzosa (2005), entre los muchos que se es-
tán desarrollando en la actualidad. Citaremos como Ante la imposibilidad de describir todos los útiles,
ejemplos de yacimientos a considerar los de Cancho sus variantes y los yacimientos de procedencia nos li-
Roano en el ámbito orientalizante, Mas Castellar de mitaremos a recoger un repertorio de los mismos enu-
Pontós (Girona), La Bastida y Castellete de Bernabé merándolos según su destino y sin ánimo de ser ex-
(Valencia) en el ámbito ibérico, Las Cogotas y Raso de haustivos.
Candeleda en el vettón, Padilla de Duero en el vacceo
y Turmiel (Guadalajara), Numancia (Soria) o La Caridad Instrumentos para trabajo agrícola. Para pre-
(Teruel) en el celtibérico. parar la tierra y la siembra: Rejas para arado radiales o
dentales, Rejas para arados de cama curva, Aguijadas,
La morfología de los útiles de trabajo ha variado Rastrillos, Azadas, Legones, Layas, Fangas, Palas, Plan-
poco desde época prerromana hasta la actualidad. Ca- tadores, Alcotanas; Para el mantenimiento: Azadas,
Magdalena BARRIL VICENTE 73

Figura 4. Útiles con distintos sistemas de sujeción: 1. Azuela o cuchilla de Izana; 2. Hacha de Izana con apéndices; 3. Azadilla de Turmiel con
abrazadera; 4. Hoz de Izana, con lengüeta y remaches; 5. Podadera de Langa de Duero con enmangue tubular; 6. Gubia de Langa de Duero
con enmangue de alerones; 7. Hacha-martillo de Langa de Duero con enmangue de ojo; 8. Reja de arado con roblones de La Bastida; 9. Re-
ja de arado de orejas, y dos vilortas de Turmiel; 10. Reja de arado lanceolada de Castilsabás (1, 2, 4 a 7 según BARRIL, 1992; 3 y 9 según BA-
RRIL, 1999; 8 según PLÁ 1969; 10 según BARRIL, 2000).
74 EN LOS ORÍGENES: LA METALISTERÍA PRERROMANA

Azadillas, Escardillos, Podadera, Rastrillos; Para la re- Abundando en los objetos rituales orientalizantes
colección: Hoces, Hoces para forraje, Corquetes, Gua- destacamos los llamados “candelabros de Lebrija” fa-
dañas; Para el acarreo: Horcas, Horquillas. bricados en oro, que según los últimos estudios no
fueron incensarios sino la representación anicónica de
Útiles ligados a la ganadería: Tijeras de esquilar, la divinidad fenicia, fabricados por un taller indígena a
Esquilas, Cencerros. la cera perdida (PEREA et alii, 2003).

Útiles para el trabajo de la madera: Distintos ti- Un timaterio interesante es el de Calaceite (Teruel),
pos de hachas, Cuchillas, Azuelas, Gubias, Escoplos, estudiado por Cabré (1942) que lo ligó al mundo halls-
Cinceles, Sierras. táttico y en el que se conjugan el uso de la cera perdi-
da y la soldadura para un objeto que según Lucas
Útiles para el trabajo de la piel y las fibras (1982: 26) reinterpreta modelos orientales llegados tal
textiles: Tijeras, Cuchillas, Chiflas, Leznas. vez desde la desembocadura del Ebro o la costa Nor-
este peninsular.
Útiles para trabajo de cantería: Picos, Barrenas,
Punteros, Escoplos, Compases, Cuñas. Objetos en bronce relacionados con cultos son
también los soportes en forma de carro y los mangos
Útiles para el trabajo del metal: Picos-martillo, con escenas sacrificiales hallados en el oeste y noroes-
martillos de distintos tamaños, Tenazas, Yunques. te peninsular (BLANCO, 1957; ARMADA y GARCÍA
VUELTA, 2003).
Algunos útiles podían ser polivalentes: Azadas es-
trechas que podrían ser azuelas, Rastrillos que pueden Los calderos prerromanos documentados en el in-
usarse en distintos momentos del proceso agrícola, terior de tumbas son de pequeño tamaño y sirvieron
Hachas que se usan para talar, desbrozar y preparar como urnas funerarias o vasos de ofrendas. Tienen an-
un campo o para preparar tablas. tecedentes en la Edad del Bronce, pero ahora están
realizados en una única pieza a la que se añaden las
VI. VAJILLA, MOBILIARIO, OBJETOS RITUALES Y asas que siguen distintas corrientes como los de La
OTROS Osera (GALÁN, 2005b: 181), mientras que los del mo-
mento del tránsito a la Edad del Hierro, como el de
Uno de los grupos más interesantes y llamativos de Cabárceno (Cantabria), eran de gran tamaño y esta-
la metalistería prerromana es el de los objetos que se ban realizados en chapas remachada entre sí median-
consideran destinados a ceremonias rituales, depósi- te clavos también de bronce.
tos de santuarios, objetos de lujo hallados en ambien-
tes de habitación o tumbas y soportes epigráficos. Ya en época prerromana se encuentran en las ne-
crópolis vettonas como La Osera en tamaño natural o
Es durante el período orientalizante cuando se do- algo menores y en las vacceas, como Palenzuela, en
cumentan los primeros elementos de toreútica clara- tamaño muy miniaturizado, una serie de elementos
mente dependientes de los artesanos fenicios, nos re- también relacionados con rituales, esta vez del fuego:
ferimos a los jarros, braseros y timaterios; los dos parrillas, asadores de hierro, morillos, tenazas, trípo-
primeros formaban conjuntamente el juego preciso pa- des, que se interpretan sobre todo en el caso vettón
ra los rituales de libación y los timaterios servirían como con el papel del pater familia como encargado del fue-
soportes o lampadarios. La forma de ensamblaje de las go del hogar y de proteger a sus descendientes o bien
distintas partes que conforman esas piezas son las que con la preparación de algún producto cocinado según
permiten establecer su autoría. En líneas generales de tradiciones de consumo de los indoeuropeos de la fa-
las uniones mecánicas en frío mediante clavos y rema- chada atlántica peninsular (GALÁN, 2005b).
ches de las producciones orientales se va pasando a la
técnica del sobrefundido (JIMÉNEZ ÁVILA, 2002; 2004) Otros objetos hallados en tumbas prerromanas re-
que en época ibérica ya será completamente a molde. lacionados con la celebración de banquetes funerarios
Podríamos situar en el inicio de estos tres tipos de ob- de ámbito mediterráneo son los asadores de bronce
jetos hallados en las sepulturas 17 y 18 de La Joya y en con aletas de sepulturas del siglo V-IV a.C. ibéricas y
su final el jarro de Valdegamas (Badajoz), ya casi con- celtibéricas (ALMAGRO-GORBEA, 1974; ARMADA,
temporáneo del mundo ibérico y que está realizado en 2005) o los simpula, es decir cazos con los que servi-
una sola pieza, un brasero plenamente ibérico como el rían líquidos de recipientes cerámicos o metálicos
de Galera y cuya evolución centrada en los que llevaban (MARTÍN, 1990; LUCAS, 2004), con cronología más
asas de mano estudió Cuadrado (1966) y el timaterio reciente, también ligados a santuarios.
de La Quéjola (Albacete) realizado en dos partes que
también procedería ya de talleres locales.
Magdalena BARRIL VICENTE 75

Otra serie de objetos que merecen destacarse son lado y atesoramiento, función que pudieron tener las
los platos, páteras, cuencos y vasos caliciformes de pla- hachas de talón con cono de fundición del Noroeste,
ta que se han hallado en los distintos tesoros reparti- que se basarían en un sistema de peso basado en la
dos por la geografía peninsular (CABRÉ, 1927; RAD- unidad de 11,75 g, el siclo microasiático6 según de-
DATZ, 1969; BANDERA, 1996). Destacamos los platos muestra Galán (2005a: 471), mientras que durante la
de Abengíbre (Albacete) del siglo IV a.C. que imitan II Edad del Hierro sería mucho más frecuente que en la
los platos campanienses contemporáneos, algunos de I el refundido de piezas inutilizadas según Rovira Llo-
los cuales llevan escritura meridional, las páteras con rens (2000: 213).
umbo en relieve con felinos de Perotito (Santiesteban
del Puerto, Jaén) o Tivissa (Tarragona), los cuencos de En el yacimiento orientalizante de Cancho Roano
Mengíbar o los Villares (Jaén) de lámina de plata con se ha establecido un sistema de ponderales a partir
rebordes de cordoncillo, el segundo de los cuales lle- unos discos de bronce y plomo, que aunque con des-
va una inscripción; los vasos caliciformes repujados de viaciones se ajusta a sistema con el siclo c. 9 g como
Chão de Lamas (Coimbra) o Salvacañete (Cuenca). Son unidad menor y su mina de 455 g. Según García y Be-
objetos que se relacionan con depósitos de santuarios, llido, el mismo sistema se calcula en torques vacceos
donde se habrían ofrecido como ofrendas, o con la va- con marcas metrológicas como los hallados en Padilla
jilla de culto. de Duero y en las tortas y lingotes del tesoro de Drie-
bes (GARCÍA Y BELLIDO, 1999), añadiendo que en es-
También de santuarios proceden los exvotos en te tesoro abundan los pequeños recortes de vasos y
bronce, uno de los objetos más abundantes dentro del adornos de plata, que podrían ser dinero fragmenta-
registro protohistóricos, son figuras femeninas y mas- rio, de forma que varios fragmentos completarían el
culinas desnudas o vestidas, con armas de guerreros o valor o peso necesario. Mencionaremos como ejem-
veladas, en actitudes orante u oferente que se deposi- plo de la acumulación y comercio de materias primas
taron en santuarios de la Alta Andalucía como los de los lingotes hallados en los barcos fenicios hundidos
Collado de los Jardines o Castellar de Santiesteban (ÁL- en Mazarrón (Murcia) y excavados por Negueruela,
VAREZ-OSSORIO, 2001; PRADOS, 1991). En ocasiones realizados con el producto de las minas de galena ar-
se depositaban sólo una extremidad o una parte del gentífera de las cercanías.
cuerpo y en otras figuras miniatura de animales, ca-
rros, armas, etc. También el hierro podía trasladarse en lingotes fu-
siformes según explica Almagro-Gorbea (2004) para
Hay otros objetos realizados en bronce o hierro co- un conjunto de piezas de la RAH y uno de Villar del
mo pueden ser apliques para cajas, lechos, carros, bo- Horno (Cuenca), cuyo peso también relaciona con
callaves, pivotes de quicialeras de puertas, pies de múltiplos de la mina de ca. 455 g.
muebles o trípodes, etc. hallados normalmente en vi-
viendas, que no podemos detallar por falta de espacio, Para finalizar, en bronce y plata se fabricaron mo-
pero cuya presencia suele indicar que dicha casa o re- nedas a partir del siglo V a.C. en la colonia griega de
cinto tenía un estatus superior al de sus vecinas. Ampurias, difundiéndose a partir del siglo III a.C. gra-
cias a las emisiones fenicio púnicas de Gadir y Ebusus
Mencionaremos también los materiales soporte de y a las hispano cartaginesas de Cartago, llegando a
escritura ibérica en lengua ibérica como los plomos del que formar parte de los tesoros ocultos de los siglos II
ámbito ibérico (ej. Pujol de Castellón o Alcoi), y los de y I a.C. y sobre las que hay una amplia bibliografía (AL-
lengua celtibérica como las téseras de hospitalidad de FARO et alii, 1998; CHAVES, 1996).
bronce (ej. Arcóbriga) o las placas con textos legales
para exponer en un lugar público (ej. Botorrita) (UN- Como conclusiones a este rapidísimo y breve re-
TERMANN, 1990-97). paso por la metalistería prerromana peninsular, po-
demos destacar la rápida implantación de los avances
VII. LINGOTES, PONDERALES, DINERO Y tecnológicos en el trabajo de los metales a partir de
MONEDAS talleres autóctonos de la Edad del Bronce y de in-
fluencias foráneas que se manifiestan sobre todo en la
Muy brevemente mencionaremos unos aspectos de introducción del hierro y el aprovechamiento del me-
la metalistería que están centrando nuevos enfoques tal. También destacamos como la amplia variedad de
de estudio y son los relativos a la forma en que se tras- objetos de metalistería reflejan las actividades econó-
ladaba el metal sin manufacturar y su metrología o va- micas de las gentes que los usaban, los cambios so-
lor como peso o dinero.

Durante el Bronce Final y el comienzo del Período


6. Metrología muy generalizada en el Mediterráneo en el momento de las co-
Orientalizante el bronce adoptaba forma de lingotes lonizaciones fenicias, pero no fenicia.
de pesos normalizados para su comercialización, tras-
76 EN LOS ORÍGENES: LA METALISTERÍA PRERROMANA

ciales y de relaciones de poder, que pasan de estar ARMBRUSTER, B. R. y PEREA, A. (1994): “Tecnología de herramien-
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