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Sin embargo, en esta etapa, la metalurgia compete a otros metales como el cobre, el oro y la
plata, con un punto de fusión demasiado baja. Wertim distingue varias fases en el dominio del
tratamiento del cobre:
Martilleo en frío: esta fase depende en gran medida del tamaño de la pepita
Calentamiento del cobre nativo, que le resta fragilidad. Esto provoca la fusión de los
óxidos y carbonatos extraídos del mineral a una temperatura inferior a los 815 ºC.
Colado del cobre en molde abierto, que requiere un aumento de la temperatura a la que
se debe calentar el metal (1083 ºC)
De acuerdo con los objetos hallados en distintos yacimientos del Próximo Oriente, el sur de
Anatolia y el Kurdistán fueron las primeras zonas en las que se consiguió reducir minerales de
cobre: ÇATAL HÜYÜK, HACILAR, SAMARRA, TEPE GAURA (Irán). A lo largo del V
milenio a. C. se producen algunos objetos en Egipto que se asignan a la cultura Badariense del
Neolítico Final.
En los yacimientos de Ain Bunar y R udna Glava se han hallado numerosos pozos
verticales y secundarios, así como vetas de calcopirita con idolillos femeninos, martillos de
piedra y picos de asta.
El prehistoriador alemán Sangmeister distingue tres grupos de cobre: el E00 (puro, de la
antigua Yugoslavia y Hungría), E01 (arsenicado, de la Península Ibérica) y el F01
(niquelado, de Baviera).
2. El Calcolítico
A partir de la primera mitad del III milenio a. C. surgió en el territorio dominado por la
cultura neolítica de Cucuteni – Tripolje (Ucrania, Moldavia y Rumanía) un grupo cultural
que domina la técnica de la fabricación de objetos de cobre y que posteriormente habría de
llegar a la costa septentrional del Mar Negro que dará piel a la cultura Kurgana, constituida
por tres grupos claramente diferenciados entre sí:
- Grupo nordpóntico (ubicado en las orillas septentrionales del Mar Negro): Su testimonio
más significativo es la necrópolis de Mariupol, a orillas del Mar de Azov. En su interior se
halló una gran fosa dividida en varios tramos en los que los cadáveres fueron depositados
estirados y con la espalda apoyada en el suelo, todo recubiertos de cobre. En realidad, se
trata de un vestigio de los rituales de enterramiento de la cultura de Cucuteni - Tripolje, de
la cual provenía este grupo cultural. Los cadáveres vienen acompañados de ajuares
formados por ricos objetos ornamentales, aunque pobres. La fase final del cementerio se
puede considerar calcolítica.
- Grupo de las Estepas o de las tumbas de pozo (norte del Caspio, Rusia y este de Ucrania):
De entre sus múltiples poblados destaca el de Mijailovska, de planta rectangular y
configurado por numerosas viviendas con cierta entidad urbana construidas en piedra.
Dentro de los enterramientos se aprecia una notable evolución de las tumbas de fosa, cista y
pozo con un ámbito de dispersión reducida y carentes de metal a unas “tumbas de choza”
más propias de la Edad del Bronce, concentradas principalmente en la zona sur de esta
cultura y provistas de numerosos objetos de cobre. Los cadáveres se siguen rodeando de
ocre, con una clara función ritual y se añade al ajuar la cerámica cordada.
- Grupo nordcaucásico (franja ocupada entre el Mar Negro y el Caspio: cordillera del
Caúcaso): la zona en la que se asientan tiene una clara ventaja económica: la presencia de
numerosas minas de las que se extrae abundante cobre para la fabricación de diversos
objetos. Eran por tanto grupos mineros organizados en sistemas oligárquicos cuyos sistemas
de enterramiento son bastante similares a los anteriores, diferenciándose en el contenido de
los ajuares y la tipología de los espacios. Una de sus obras más destacadas es el Kurgán de
Maikop, que albergaba una tumba principesca construida en madera compartimentada en
varias estancias: una que albergaba el cadáver del príncipe, otra las ofrendas y en las demás
enterramientos secundarios. Su ajuar estaba formado por varios objetos cerámicos, de oro y
plata, así como armas de cobre.
La arqueóloga lituana Marija Gimbutas y sus predecesores creyeron factible identificar a los
pueblos kurganes con los denominados pueblos indoeuropeos, un tronco cultural y
lingüístico del que emanarían el resto de lenguas indoeuropeas habladas actualmente en
Europa y en el Próximo Oriente hasta la India. El primero que acuñó el término
indoeuropeo fue Young en 1813. Las recientes investigaciones llevadas a cabo sobre este
grupo cultural y su primitiva lengua han llegado a establecer una especie de protoléxico que
habría sido la lengua original hablada por los indoeuropeos. En dicho protoléxico, se
descubren numerosos vocablos relacionados con animales: rebaño, vaca, caballo, cerdo,
perro, oveja … pero no hayaron términos para designar los granos y hortalizas.
La siguiente tarea de los prehistoriadores fue encontrar una cultura prehistórica más
temprana que las lenguas indoeuropeas más conocidas que surgieron en el II milenio a. C.,
cuya distribución territorial amplia y estratégica acogiera la situación del mayor número de
habitantes indoeuropeos posibles y cuya cultura hubiera sido eminentemente pastoril
Neustupny negaba que la cultura de la cerámica cordada hubiera estado conformada por
pastores nómadas y que esta hubiera iniciado un proceso de movilidad que le habría llevado
a colonizar media Europa, argumentando que sus espacios de habitación eran demasiado
escasos debido a la acción destructiva del arado por agricultura intensiva y a la construcción
de sus casas con materiales deleznables o perecederos. Además, el pastoreo nómada habría
sido inviable debido a los rigurosos inviernos de la Europa septentrional y central que
obligaría a los pastores a alimentar a los animales para evitar su muerte por inanición > gran
volumen de forraje. Además, dicho forraje tendría que ser acumulado mediante un utillaje
especializado que no apareció hasta la Edad del Hierro en esa zona.
Tilley interpreta que dichos cambios en la vida de la cultura de la cerámica cordada habrían
sido introducidos en el tránsito TRB/Single Grave, en el que acontecieron una serie de
cambios ideológicos y sociales que conducen a la afirmación del individuo, lo que
provocaría el fin del enterramiento comunal en necrópolis y el comienzo de las sepulturas
individuales.
Jensen vincula estos cambios con el cambio climático subboreal de bosque abierto con
grandes zonas de pasto que llevó a modificar la economía campesina.
Goodenough defiende que la ocupación de un espacio como las estepas únicamente habría
sido posible cuando los grupos de la periferia hubieran tenido una tecnología que hubiera
permitido ocuparlo.
Sin embargo, Colin Renfrew matizó que el problema no es un enfoque lingüístico, sino
arqueológico, por lo que se debe prescindir del planteamiento lingüístico fundamentado en
la arqueología y otros referentes. El registro arqueológico podría aportar información sobre
los pueblos prehistóricos, así como sus movimientos e interacciones y, por tanto, permitiría
hacer una inferencia sobre la lengua hablada por ellos. Aún así, si los objetos hallados
carecen de inscripciones apenas tienen una significación lingüística si se toman
aisladamente. Cuando nos hallamos ante una lengua no escrita es esencial retroceder desde
lo que se conoce hasta lo que se ignora (cualquier registro arqueológico del pasado posee
una estructura que recibe el nombre de forma de vida).
APARTE: Lengua indoeuropea formada por distintas familias: la romance, báltica,
germánica, céltica, irania … La sustitución lingüística se produciría mediante la irrupción
de pueblos en territorios extranjeros superiores tecnológicamente a las poblaciones
autóctonas que impondrían su lengua de forma pacífica. Posteriormente nacería una élite
dominante, seguida del surgimiento de lenguas francas para acabar con la desintegración de
un sistema lingüístico.
En este poblado se han hallado diversos objetos cerámicos con decoraciones pintadas o
incisas que representan ojos - soles, motivos geométricos o en zig – zag, triángulos …
Hacia el 2500 a. C. aparece la cerámica campaniforme
De acuerdo con este modelo, a principios de la Edad del Bronce se habría producido
un cambio de la ideología legitimizadora de las élites desde hace tiempo cuyo poder
y rango ya no procedían de la comunidad que dominaban sino de sus propios
esfuerzos por conseguirlos, a través del suministro de materiales y de objetos
exóticos a dicha comunidad. Dichos prestigio y rango acabarán siendo
representados en objetos, lo que significa que adquieren un poder intrínseco. Esta
ideología se habría difundido rápidamente por Europa Occidental, sirviendo como
estímulo para la aparición del Campaniforme, la metalurgia y la tecnología
asociada. La competencia intra-élite derivó en un énfasis de contactos distantes.
Desde el punto de vista arqueológico podríamos definir este fenómeno como la aparición de
una serie de objetos (cerámicas decoradas, brazales de arquero, botones de perforación en
V, ciertos tipos metálicos, adornos de oro), asociados entre sí de forma recurrente en los
mismos contextos, en una amplísima zona de Europa occidental durante la segunda mitad
del III milenio cal a. C. Sin duda la visión predominante y desde luego la primera que se
formuló sobre este complejo fenómeno arqueológico, fue la de tipo cultural. En estos
esquemas iniciales el Campaniforme era una cultura, el correlato arqueológico perfecto de
una etnia del pasado, incluso con unas peculiares características raciales. Si, como era el
caso, se documentaba la amplia dispersión de un determinado conjunto de objetos
arqueológicos, no cabía otra alternativa que considerarlo el resultado de los movimientos
migratorios de una etnia del pasado, en este caso el célebre “Pueblo Campaniforme”.
Esta visión perduró durante décadas, hasta que, a mediados de los años 70, al calor de la
renovación disciplinar impulsada por la Arqueología Procesual, se plantearon alternativas
teóricas mucho más interesantes. Entre ellas destaca la propuesta de Clarke (1976), que
redirigió la atención de la investigación hacia el contexto social y económico para explicar
la aparición, difusión y adopción de este “paquete” de objetos singulares que forman el
Campaniforme. Para este autor no había tal “Pueblo” sino que el movimiento de estos
objetos por una zona de Europa tan amplia podía explicarse a través del desarrollo de los
sistemas de intercambios entre los personajes dirigentes de estos grupos humanos, en un
momento de profundas transformaciones económicas y sociales relacionadas con la
aparición de la jerarquización social. Estos objetos no serían meros elementos domésticos
sino preciados objetos cuidadosamente manufacturados para disfrute de unos pocos,
los líderes incipientes, que los exhibían y manipulaban en sus estrategias de ostentación
social.
A. Sherrat (1987 – 1995) utiliza la idea ya conocida, de que los vasos campaniformes fueron
recipientes especiales para el consumo de bebidas alcohólicas. Los elementos del conjunto
campaniforme forman una asociación de armas y recipientes de bebida, que constituye una
nueva forma de ostentar el poder, asociados al consumo de distintas sustancias psicotrópicas y
debieron servir como poderosos medios de legitimación ritual del poder. Un importante
referente de esta práctica se halla en el ritual llevado a cabo en el Egeo y el Mediterráneo
oriental, con el vino y los recipientes metálicos para beber como primigenios modelos
(symposium), transmitidos a través de sus correspondientes en las culturas de los Balcanes y
Cárpatos (modelo centro – periferia). El consumo dentro de ciertos contextos sociales
restringidos implica una ampliación de las redes de parentesco más allá de las comunidades
vecinas y las posibilidades de crear un grupo armado de seguidores se hacen mayores. Las élites
de los distintos grupos habrían imitado no sólo el consumo de bebidas, recipientes y otros
elementos asociados, sino también los nuevos modos de interacción social.
Sin embargo, las primeras críticas serias sobre esta cultura no llegaron hasta la década de los
años 90, de mano H. J. Case y N. Brodie, cuyos trabajos son muy similares a las hipótesis
histórico culturales del pasado.
Neil Brodie: cuestionó el concepto de Campaniforme como bien de prestigio, con un valor
social universalmente aceptado y deducido a partir de las horas de trabajo invertidas en su
fabricación. Según este autor el valor social de un objeto no depende exclusivamente de
criterios objetivos, sino que suele ser arbitrario, basado en el consenso social, por lo que le
parece difícil creer que un determinado objeto tuviera un valor casi universal, común para
sociedades tan distintas como las que debieron vivir en un área tan vasta como Europa
Occidental.
Aun así, tres años después, Brodie admite como posible que algunas comunidades
portadoras del vaso campaniforme introdujeran la práctica alcohólica en las Islas Británicas y
que algunos de estos recipientes lo contuvieran, pero rechaza que la extensión de esta cerámica
por Europa central y occidental estuviera asociada principalmente con el ritual de bebida
masculino. Asimismo, incorporó ciertos elementos de las teorías postprocesuales de la
Arqueología de Género al sugerir que las cerámicas campanifomes, por su alto valor simbólico
y llamativo de su aspecto, podrían haber servido a la construcción de la identidad femenina. En
cuanto al problema del origen y difusión propone como escenario la zona de la Europa neolítica
que se hallaba en contacto con la frontera calcolítica. De esta manera se habría producido un
flujo de mujeres hacia el Este, que habrían llevado consigo sus técnicas cerámicas y la frontera
calcolítica se habría ido desplazando progresivamente hacia occidente.
R. Garrido Pena: Los objetos campaniformes son elementos de prestigio que se explican
en un determinado contexto socioeconómico que los demanda. Las incipientes élites meseteñas
habrían logrado incrementar, quizás a través de la manipulación oportunista de las estrategias
matrimoniales (Rowlands, 1980), bien la cantidad de fuerza de trabajo bien la tierra o ganado, y
con ello el excedente de producción. Esas redes de intercambio ya se habrían iniciado en el
Calcolítico precampaniforme.
La cerámica campaniforme, en su conjunto, está formada por vasos cerámicos de color rojo o
marrón rojizo, decorados profusamente con bandas horizontales incisas o impresas con temas
geométricos, rayados, ajedrezados, cordados (similares a cuerdas), metopados … En España
destaca el grupo cerámico campaniforme de Ciempozuelos, donde encontramos una variedad
muy interesante compuesta por ejemplares con incrustaciones de pasta blanca y pseudopintura y
predominan los campaniformes marítimos más que los cordados y los mixtos, caracterizado
porofrece decoración puntillada, agrupada en bandas estrechas horizontales que alternan con
otras de similar anchura lisas, sin decoración. Frecuentemente presentan un engobe rojo
brillante que recuerda a la cerámica “a la Almagra”, perteneciente al grupo del neolítico
andaluz. La dispersión de los campaniformes marítimos es costera, lo que justifica el nombre.
Junto a estas piezas, en los enterramientos campaniformes se han hallado puñales de lengüeta,
puntas de flecha tipo Palmela, con una punta cúprica muy alveolada, además de joyas de oro,
brazaletes de arquero y botones de hueso con perforación en “v”, siempre en contextos
funerarios masculinos.