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EL DERECHO COMERCIAL EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL

Autor:
Alegria, Héctor

Cita: RC D 1021/2017

Tomo: 2015 0 Numero extraordinario. Claves del Código Civil y Comercial


Revista de Derecho Privado y Comunitario

Encabezado:

Considero redundante exponer los argumentos a favor o en contra de la unificación legislativa del Derecho
Privado: en mi sentir la polémica está agotada.
Isaac Halperin

Sumario:

I. A modo de prólogo. II. Algunos antecedentes. 1. Antecedentes legislativos. 1.1. En otras legislaciones. 1.2. En
Argentina. 2. Antecedentes doctrinales. III. El Código Civil y Comercial de la Nación (ley 26.994). 1. La
codificación como método legislativo actual. 2. Razones de la unificación. IV. El Derecho Comercial y su
"presencia" en el Código. 1. Breve excursus sobre el concepto de ciencia y su aplicación al Derecho. 2. El
Derecho Comercial: una rama de la ciencia jurídica. 3. La existencia del Derecho Comercial en el Código
unificado. 3.1. Código único y disciplina "autónoma": el Derecho Privado del mercado. 3.2. La actividad
organizada en el mercado: la empresa. 3.3. El empresario. 3.4. La "institucionalidad" del empresario. 3.5. Las
relaciones surgidas de la actividad del empresario. 4. Dos palabras sobre "autonomía". V. Conclusiones.

EL DERECHO COMERCIAL EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL

I. A modo de prólogo

Como anticipo o advertencia a los lectores sobre el "espíritu" de este trabajo comenzaría preguntando: ¿Han
visto ustedes algún trabajo sobre El "Derecho Civil" en el nuevo Código Civil y Comercial?
La respuesta negativa es evidente. Inmediatamente nos cuestionamos si era necesario aclarar que el Derecho
Comercial o -si se quiere- las bases fundamentales de su sistemática y varias de sus instituciones están en ese
nuevo Código. Como veremos, algunos debaten la conveniencia de esa unificación, con importantes razones... o
con nostalgia.
Dejamos aquí esta digresión. No pretendemos agotar con un análisis exhaustivo las cuestiones propuestas en
este tema [1], sino brindar puntos de debate aptos para desarrollos futuros y, por qué no, para la polémica.
Parodiando con todo respeto a Heiddeger, si el lector nos hiciera "la pregunta por la cosa" [2], con relación al
contenido de este trabajo, diremos que nos vamos a centrar en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
[3], con especial referencia a la unificación del Derecho Civil y Comercial y los caracteres de este último según el
Código. Por tanto, no nos referiremos en particular a cada uno de los puntos concretos del tratamiento de
instituciones mercantiles, pues ello exorbitaría sus fines y su prevista extensión editorial.

II. Algunos antecedentes

Si bien podríamos simplemente remitir a obras que tratan con autoridad los antecedentes relativos a la
unificación de la legislación civil y comercial, creemos útil, para dar una cierta completividad al trabajo, referirnos
a algunos antecedentes de distinta clase que precedieron a la elaboración y sanción del Código ahora vigente.

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1. Antecedentes legislativos

1.1. En otras legislaciones

En la nota de la Comisión designada por decreto 685/95 [4] se dijo que "La idea unificadora tiene muy
importantes antecedentes legislativos. Por lo pronto, el Código de las Obligaciones suizo -del año 1881- que fue
incorporado como Libro V del Código Civil en 1912. También fue aceptada por Túnez (1906), Marruecos (1912),
Turquía (1926), Líbano (1934), Polonia (1934), Madagascar (1966), Senegal (1967) y, comprendiendo materia
civil y comercial, por los códigos civiles de Italia (1942), Unión Soviética (1964), Perú (1984), Paraguay (1987),
Cuba (1988), Holanda (1992), Mongolia (1994), Vietnam (1995), Federación Rusa (1994), así como por los
Códigos únicos en lo civil y comercial de China (Taiwán) y del Reino de Tailandia, y por los principios generales
del Derecho Civil de la República Popular China, de 1987. El Código Civil de Quebec de 1992 transita un camino
semejante, en especial en cuanto introduce regulaciones propias del Derecho del Consumo.
"Desde otro punto de vista ha habido, también, importantes proyectos de unificación internacional, como el
Proyecto de Código uniforme de obligaciones y contratos franco-italiano de 1927, criterio que -en cuanto al
Derecho de Obligaciones interamericano- han preconizado distintas conferencias internacionales".
Debemos agregar, además, que posteriormente se sancionó el Código Civil de Brasil de 2002, vigente desde el
11 de enero de 2003 [5], que unifica ambas ramas del Derecho Privado.
Con relación a la mención realizada hasta aquí, destacamos que en Perú si bien no se derogó de manera formal
el Código Comercial, el Código Civil de 1984 unificó el núcleo del Derecho contractual y la descodificación de
otras normas mercantiles [6]. En Paraguay unificaron las materias obligaciones y contratos y, paralelamente, se
introdujo una "Ley del Comerciante" [7], donde se reguló la profesión del comerciante, actos de comercio y, entre
otros, la empresa individual de responsabilidad limitada. En Brasil, parte de la doctrina ha bregado por la sanción
de un nuevo Código de Comercio, atento a que el Código Civil de 2002 no respondería a las necesidades del
mercado actual en ese país [8].
También debemos mencionar que ha habido antecedentes de unificación de las obligaciones y contratos civiles o
comerciales [9], por ejemplo, el proyecto franco-italiano de 1927, que ya hemos mencionado, y el elaborado por
el profesor de Oxford y Londres, Harvey McGregor, de 1971, publicado tardíamente en 1994 [10].
En el sistema anglosajón la unificación rige desde el siglo XVIII, con dos características particulares: las reglas
comerciales predominan por sobre las civiles, y subsisten normas especiales para ciertas figuras mercantiles. Es
dable indicar que en Gran Bretaña se plasmó la normativa a la forma estatutaria con la adopción de la British
Sale of Goods Act de 1893. En los Estados Unidos, por otra parte, la sanción de los códigos de fondo se
encuentra reservada a cada uno de los Estados federales pero, sin embargo, se adoptó el Uniform Commercial
Code, que no es legislación nacional ni federal, pero ha sido incorporado por los diversos Estados por actas
particulares. Asimismo, también se han adoptado legislaciones en forma estatutaria para ciertas cuestiones
específicas, como sean el Bankruptcy Code o la Federal Trade Commission Act.
Por otro lado, algunos países sancionaron o proyectan nuevos códigos de comercio [11].

1.2. En Argentina

Solemos decir que el Derecho Civil y el Comercial nacieron legislativamente juntos, al menos desde la época de
la organización nacional, porque el Código de Comercio de 1859/62 -sancionado antes de que existiera un
Código Civil en la República- contuvo normas civiles básicas que, de alguna manera, lo hacían la fuente única de
los principios de Derecho Privado de Obligaciones y Contratos [12]. Esa particularidad dejó de existir con la
adopción del Código Civil confeccionado por el doctor Dalmacio Vélez Sársfield, mediante ley 340 del 25 de
septiembre de 1869.
Posteriormente, hubo diversos intentos de modificación del Código Civil que no preveían la derogación del
Código de Comercio ni la unificación de ambas materias. Así, mencionamos el Anteproyecto del año 1926, de
autoría de Juan Antonio Bibiloni [13]; el Proyecto de 1936, suscripto por los doctores Roberto Repetto, Rodolfo
Rivarola, Héctor Lafaille, Enrique Martínez Paz y Gastón Federico Tobal [14], y, especialmente, el Anteproyecto
de 1954, redactado bajo la dirección del doctor Jorge Joaquín Llambías con la colaboración de los doctores
Roberto Ponssa, Jorge A. Mazzinghi, Jorge E. Bargalló Cirio y Ricardo Julio Alberdi [15].
Ulteriormente, el presidente Arturo Frondizi promovió la designación de otra comisión presidida esta vez por el

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doctor Luis M. Boffi Boggero -entonces ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación- e integrada
también por los doctores Eduardo Busso y Pedro León. Este grupo de juristas debía redactar las bases de una
reforma al Código Civil, pero su trabajo, finalmente, no fue tomado en cuenta para su sanción por el Parlamento.
Más adelante, en 1966, la Secretaría de Estado de Justicia creó una nueva comisión para la reforma, esta vez
integrada por los doctores Guillermo A. Borda, José F. Bidau, Abel M. Fleitas, Roberto Martínez Ruiz, José María
López Olaciregui, Alberto G. Spota y Dalmiro Alsina Atienza. Se confecciona entonces un proyecto de reforma
del Código vigente que fue suscripto finalmente por los doctores Bidau, Fleitas y Martínez Ruiz. El proyecto fue
sancionado por el Parlamento y promulgado por el Poder Ejecutivo como ley 17.711, de fecha 22 de abril de
1968 [16].
Luego de esta importante reforma, el proceso de modificación se vio desacelerado con motivo de los avances
significativos que se habían efectuado en la materia a raíz de la sanción de la ley 17.711, antes citada.
Sin embargo, pasado el tiempo se reinició el proceso de reforma, transitando un largo camino de proyectos que
pretendían la unificación de la legislación civil y comercial vigente. Los proyectos que fueron elaborados desde
entonces son los siguientes:

(i) Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial, proveniente de la Cámara de Diputados de la


Nación de 1987 [17].

(ii) Comisión designada en 1990 (resolución 403/90 de la Secretaría de Justicia), presidida por el doctor Manuel
Antonio Laquis [18].

(iii) Comisión designada en 1991 mediante resolución 578/91, integrada por los doctores Jorge Horacio Alterini,
Luis F. P. Leiva Fernández, José María Orelle, Alberto F. Ruiz de Erenchun, Natalio Etchegaray y la doctora Lily
R. Flah [19].

(iv) Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial de 1993, elaborado por la denominada Comisión
Federal creada por la Comisión de Legislación General de la Cámara de Diputados de la Nación, e integrada por
los doctores Héctor Alegría, Jorge Horacio Alterini, Miguel C. Araya, María Artieda de Duré, Alberto Mario
Azpeitía, Enrique C. Banchio, Alberto J. Bueres, Osvaldo Camisar, Marcos M. Córdoba, Rafael Manóvil, Luis
Moisset de Espanés, Jorge Mosset Iturraspe, Juan Carlos Palmero, Ana Isabel Piaggi, Efraín H. Richard, Néstor
E. Solari, Félix Trigo Represas y Ernesto Wayar [20].

(v) Proyecto preparado por la Comisión creada por decreto 468/92, suscrito por los doctores Augusto César
Belluscio, Salvador Darío Bergel, Sergio Le Pera, Julio César Rivera, Federico Videla Escalada, Eduardo Antonio
Zannoni y la doctora Aída Kemelmajer de Carlucci [21].

(vi) Proyecto de 1998, preparado por la Comisión Honoraria creada por decreto 685/95, integrada por los
doctores Héctor Alegria, Atilio Aníbal Alterini, Jorge Horacio Alterini, Julio César Rivera, Horacio Roitman y la
doctora María Josefa Méndez Costa [22].

Finalmente, el decreto 191/2011 de fecha 23 de febrero de 2011 crea la Comisión para la elaboración del
Proyecto de Ley de Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación, presidida
por el doctor Ricardo Luis Lorenzetti con la colaboración de las doctoras Elena Highton de Nolasco y Aída
Kemelmajer de Carlucci. La Comisión presentó un Anteproyecto de Código Civil y Comercial de la Nación que
contó con la participación de numerosos profesores y juristas del país y que, mediando modificaciones en su
trayecto, fue finalmente sancionado mediante ley 26.994 del 8 de octubre de 2014.

2. Antecedentes doctrinales

El debate sobre la unificación, total o parcial (en este último caso de obligaciones y contratos), ha sido sostenido
en distintos sistemas jurídicos y en épocas también diferentes por una cantidad importante de autores. Un
panorama ya antiguo es el que nos brindó el profesor de la Universidad de Milán, Mario Rotondi, quien como
profesor del Instituto de Derecho Comparado congregó a cuarenta y cuatro profesores de primer nivel de
diferentes países para analizar ese tema [23]. El debate ha continuado incesantemente y su resumen es

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imposible de efectuar en pocas líneas [24]. A este respecto pueden verse los trabajos de Alpa [25], Buonocuore
[26], y, en igual sentido, Schmidt [27], Broseta Pont [28] y muchos otros [29].
En cuanto al Derecho nacional, hemos tenido oportunidad de señalar la doctrina favorable a la unificación, ya sea
total [30] o parcial [31], así como las opiniones contrarias [32].
Nos animamos a decir que a la fecha de la elaboración del Proyecto de 2012 y a la de la sanción del nuevo
Código Civil y Comercial, en 2014, había un sustento mayoritario en la doctrina y en la opinión jurídica general
favorable a la unificación de los Códigos Civil y Comercial [33]. Una vez sancionado, se oyeron voces
mayoritariamente aprobatorias de ese método, aun cuando algunas sostuvieron -como es natural- diferencias
con proposiciones concretas sobre las diversas instituciones, y otros siguieron pensando que hubiera bastado
una reforma parcial al estilo de las propuestas de 1987 y 1993 [34].

III. El Código Civil y Comercial de la Nación (ley 26.994)

1. La codificación como método legislativo actual

Como sabemos, el Código sancionado, elaborado por una Comisión presidida por el doctor Ricardo L. Lorenzetti,
e integrada por las doctoras Elena Highton de Nolasco y Aída Rosa Kemelmajer de Carlucci, designada por el
Poder Ejecutivo nacional mediante decreto 191/2011, contiene en su cuerpo la unificación del Derecho Civil y
Comercial con una nueva redacción total, que produjo la derogación del Código Civil y del Código de Comercio
(art. 4°, ley 26.994), con excepción de algunos artículos de este último [35]. También se derogan otras normas
(art. 3°, ley 26.994) [36].
Una cuestión inicial consiste en replantear si la codificación resulta un método legislativo eficiente en el sistema
legal moderno. En el trabajo mencionado en la nota 1 nos hemos referido ya al sentido de la codificación en el
Derecho contemporáneo y nos permitimos reproducir algunas frases:
"La evolución del pensamiento jurídico sobre la necesidad, estructura y contenido de los códigos de fondo ha
variado con el tiempo, como lo destacan numerosos autores" [37].
"La primera pretensión, surgida de la necesidad de los primeros tiempos, concebía a un Código como un
compendio total del Derecho o bien de la rama del Derecho a la cual se dedicaba. Además tenía un fin político
relativo a la unidad territorial de los nuevos Estados y también, de cierta manera un fin pedagógico, pues evitaba
recurrir a largas investigaciones -siempre opinables- sobre el Derecho vigente, generalmente disperso en
antecedentes de muy larga data y origen" [38].
"En la actualidad, los códigos, sobre todo un Código Civil (unificado o no con el de Comercio), es visto como un
conjunto de normas flexibles que instauran principios de la legislación, sin ánimo de exclusividad en cuanto al
contenido formal de todo el universo jurídico [39]. Adicionalmente, se incorporan algunas instituciones de uso
frecuente, algunas de las cuales contienen figuras matrices que, a su vez, sirven de cauce para otras reguladas
en el mismo Código o fuera de él [40]. Sería ilusorio que un Código fuera pétreo, en el sentido de inmutable, pues
el aluvión legislativo [41] requiere, a veces, su reforma puntual o parcial y, otras, la consideración de nuevas o
antiguas figuras en leyes especiales".

2. Razones de la unificación

Generalmente se invocaba como primera razón que impulsaba a la unificación la dualidad de ordenamientos con
relación a ciertos contratos: compraventa, mandato, mutuo, comisión o consignación, sociedades, fianzas y
cartas de crédito, depósito y la existencia de reglas de prescripción parcialmente diferentes [42].
Posteriormente se adujo "la inexistencia de diferencias de naturaleza entre las obligaciones civiles y comerciales,
como lo prueba el hecho de que toda la parte general de las obligaciones se halla unificada y muchas relaciones
jurídicas de índole civil se gobiernan por el Código de Comercio" [43].
Fuera de esa primera aproximación nos damos cuenta enseguida de que las disposiciones del Código Civil eran,
directamente, las disposiciones generales de las obligaciones y de los contratos comerciales. El Código de
Comercio contenía pocos preceptos relativos a esa parte general (arts. 207 a 220), con la particularidad de que
algunos de ellos (arts. 217 a 219) también fueron aplicados a las relaciones civiles, por una ausencia de
regulación similar en el Código Civil [44].

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Tampoco puede negarse que las reglas generales, ahora contenidas en el Título Preliminar del Código Civil y
Comercial de la Nación y en su Libro Primero (Parte General), eran y son reglas aplicables a las actividades
mercantiles o, si se quiere, a las actividades económicas de los privados [45].
Un tema significativo que no he encontrado desarrollado frontalmente por la doctrina es el siguiente: la mayor
parte de la contratación moderna está referida a contratos que, de alguna manera, con los códigos anteriores
eran claramente contratos comerciales, ya por haber sido contraídos entre "comerciantes", ya por haberlo sido
con una parte comerciante (aplicación de los arts. 5° y 7° del antiguo Cód. de Com.) [46]. Pero no bastaría esta
tipificación puramente jurídica: una atenta observación de la realidad nos indicaría inmediatamente que las
modernas teorías del contrato, que hacen su centro en la tutela de la igualdad, la información, la justicia
contractual y el equilibrio recuperado, la noción de cláusulas abusivas y la interpretación de los contratos por
adhesión e, incluso, la tutela del consumidor, han surgido fundamentalmente de relaciones económicas
modernas, ya sea como negocios entre empresarios, ya como relaciones entre éstos y los consumidores [47].
Además, debemos recordar que muchas instituciones que antes recibían tratamiento diferenciado, aun con
antelación a la sanción del nuevo Código, ya tenían normas de unificación, así, por ejemplo, las sociedades
"comerciales" podían tener objeto civil y seguir manteniendo la calificación mercantil [48]; aún más, las
asociaciones, cualquiera fuera su objeto, "que adopten la forma de sociedad bajo alguno de los tipos previstos,
quedan sujetas a sus disposiciones" [49]; el tratamiento unificado de los concursos [50] y, entre otros, y como
clave de bóveda, las reglas del Título Preliminar (I) y de aplicación subsidiaria del Código Civil [51]. Además, la
Ley de Defensa del Consumidor 24.240 y su reforma vienen a aplicarse de manera horizontal a todas las ramas
del Derecho que se vean comprendidas en sus disposiciones generales [52].
Si se aceptara un cierto "gradualismo", consistente en un Código único de relaciones patrimoniales, o semejante,
lo cierto es que ese Código debería excorporarse del Código Civil, dejando, en consecuencia, vacío el actual
Libro Segundo del antiguo Código Civil, mientras que, por otra parte, la Parte General y el Libro Primero
seguirían siendo referencia como sustento de ciertos aspectos de las relaciones económicas del presunto Código
separado y, también, en cierta medida, lo serían el Libro Tercero, De los derechos reales, y el Libro Cuarto, De
los derechos reales y personales. Disposiciones comunes, comprendiendo sucesiones y parte, al menos, de las
reglas de prescripción. Adviértase, por ello, que la comisión creada por el decreto 468/92 (Proyecto 1993 PEN),
que ya hemos mencionado, centró su atención en la redacción de un nuevo Libro Segundo del Código Civil,
aunque no pudo soslayar la necesidad de adentrarse en otras materias que requerían una preferente atención.
En realidad, parecería que la moción "gradualista" estuviera movida por un cierto temor a la absorción de una
materia por otra [53].
Finalmente, puede objetarse que fuera del Código ahora unificado se mantienen una serie importante de leyes
que lo complementan e, incluso, forman "microsistemas". Esta peculiaridad enlaza perfectamente en la
concepción del Código como un conjunto normativo de principios pero no una enciclopedia de todo el Derecho
vigente [54].

IV. El Derecho Comercial y su "presencia" en el Código

1. Breve excursus sobre el concepto de ciencia y su aplicación al Derecho

Aun a riesgo de salirnos del foco de lo que estamos desarrollando, dado que hay un gran debate sobre la
perduración del Derecho Comercial después del Código y, eventualmente, sobre su carácter, nos ha parecido
conveniente un breve desarrollo -naturalmente mínimo y elemental- sobre el Derecho en general como ciencia y
sobre la conceptuación del "Derecho Comercial", a su vez, como rama científica.
Como fuera enunciado en un trabajo anterior [55], la inclusión del Derecho dentro del concepto amplio de ciencia
ha despertado arduos debates dentro de la filosofía y por los juristas [56]. Sin embargo, creemos no sólo posible
sino también pertinente la postulación de una respuesta positiva, por cuanto hace falta exponer un correcto
entendimiento acerca de la consideración del Derecho Comercial como una rama específica del Derecho,
entendido hoy este último como un ordenamiento científico abarcativo de ésta y de otras tantas ramas en
particular [57].
Por consiguiente, corresponde iniciar nuestro estudio a partir de la definición de "ciencia", la cual se encuentra
descripta por la Real Academia Española (RAE) como el "conjunto de conocimientos obtenidos mediante la
observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes

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generales" [58]. Adicionalmente, la RAE incluye, entre otras, las siguientes derivaciones, a saber: (i) ciencia pura:
"estudio de los fenómenos naturales y otros aspectos del saber por sí mismos, sin tener en cuenta sus
aplicaciones", y (ii) ciencias humanas: "las que, como la psicología, antropología, sociología, historia, filosofía,
etcétera, se ocupan de aspectos del hombre no estudiados en las ciencias naturales".
Ahora bien, es justamente la posibilidad de "deducción de principios y leyes generales" -contenida en la primera
definición de la RAE antes transcripta- lo que devino en un debate acerca de la posibilidad de incluir al Derecho
dentro del universo científico, pues su mutabilidad temporal o espacial afectaría esta característica. En este
sentido, Antonio Hernández Gil se refiere en su excelente obra Problemas epistemológicos de la ciencia jurídica
[59] a las afirmaciones del jurista alemán J. Von Kirchmann, quien adujo ya en 1847 la acientificidad del Derecho
y dijo: "Tres palabras rectificadoras del legislador, y bibliotecas enteras se convierten en basura" [60]. En
respuesta a este último argumento, sostiene Hernández Gil que:
"En definitiva: la variación de las leyes no es la medida de la variación del Derecho, y la variación del Derecho en
el tiempo (y también en el espacio) es proporcionalmente inferior a otras mutaciones apreciables en nuestro
entorno y en el hombre mismo. Con la tesis de que la variación del objeto del conocimiento excluye el saber
científico quedarían borradas grandes áreas de la ciencia y no sólo la jurídica" [61].
Comparte esta postura Novelli, quien agrega que la idea actual de ciencia admite que los descubrimientos
científicamente comprobados estén expuestos a modificaciones históricas y argumentaciones sus-ceptibles de
debate [62]. En efecto, también Vanossi refuta las afirmaciones de Kirchmann, pues -si bien el Derecho entraría
de todos modos bajo la definición de ciencia humana o ciencia blanda- tanto las llamadas ciencias duras
-aplicadas para el entendimiento de la naturaleza- como las blandas -el estudio de la civilización, el Derecho, la
historia o las ciencias sociales- conservan detrás una misma raíz: la epistemología [63]. Esta última protagonista,
madre de todas las clasificaciones anteriores, ha de ser entendida como una disciplina que permite el estudio del
conocimiento de la ciencia, analizando los distintos contextos históricos, sociológicos y del comportamiento
humano [64].
Extendiéndonos con respecto a este asunto, no es menor destacar la posición adoptada por los profesores
Alchourrón y Bulygin, cuyo punto de vista estimamos acertado al afirmar que la explicación científica que brinde
una u otra ciencia varía según se trate de ciencias formales, empíricas o normativas. De esta manera, sostienen
los autores citados que las ciencias formales van a buscar una prueba o demostración de un determinado
descubrimiento; mientras que las empíricas, por otra parte, han de demostrar causalmente que un fenómeno
constituye un caso que se subsume dentro de una ley general [65].
Por último, restaría definir cuál es el método científico que utiliza una ciencia normativa como lo serían el Derecho
o la ética. Allí, vale entender que la búsqueda "no consiste en la explicación causal del hecho de la acción, sino
en indicar las razones que hay para decir que la acción es obligatoria, permitida o prohibida" [66]. Así, tal como
sostiene
Acebedo, para entender lo que constituye la ciencia jurídica debemos comprender que "afirmar que la ciencia
jurídica estudia lo que es Derecho en un determinado ordenamiento jurídico positivo, reservando la valoración
para una filosofía, equivale a suponer que los legisladores se han limitado a copiar las relaciones humanas tales
como se suceden, sin imprimirles direcciones, sin imponerles un deber ser. De antemano, la ciencia del Derecho
está colocada ante una valoración, susceptible sí, de nuevas valoraciones" [67].
Considerando todo lo anterior, es dable concluir que el Derecho constituye una ciencia humana a pesar de la
reticencia de quienes defienden una postura, ya superada, que entiende la ciencia meramente como el estudio
observacional de los fenómenos naturales [68]. Así, el desarrollo del conocimiento y el estudio del hombre en
particular permiten entender que los comportamientos sociales han evolucionado y, junto con ellos, se han
modificado las leyes o normas jurídicas que los acompañan y forman el Derecho. Este progreso evolutivo no
quita a las normas jurídicas de validez o fuerza científica, sino que, contrariamente, fortalece aún más su estudio
y desarrollo [69].
En definitiva, las discrepancias desaparecen si se entiende la diferencia entre leyes físicas y leyes jurídicas,
donde las primeras caen frente a un hecho que las contradiga, mientras que "el hecho de que una ley jurídica sea
violada le da a ésta un relieve mayor, y hace sentir más rotundamente la verdad de la misma, en su sentido
puramente ideal" [70]. De esta manera, las leyes jurídicas no están sujetas a la rigidez de las ciencias duras, sino
que su propia adopción ha de generar procesos evolutivos que vuelven más dinámica a la relación entre el
científico y su objeto de estudio.

2. El Derecho Comercial: una rama de la ciencia jurídica

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Sentada una postura con respecto a la cientificidad del Derecho, resta evaluar cuál es la ubicación actual del
Derecho Comercial [71] dentro de la normatividad total que conforma el ordenamiento en su integridad.
En este sentido, y teniendo en cuenta lo expuesto en parágrafos anteriores, la actividad económica constituye
una actividad humana que lejos está de extinguirse, ya que opera, por el contrario, en constante expansión. Esta
expansión implica modificaciones -con cambios consecuentes en la normatividad- que no pueden entenderse
como des-conocimientos respecto de la subsistencia del comercio [72] o la rama comercial per se [73]. Con esto
queremos decir, en otras palabras, que una variación -por ejemplo- en la denominación que una norma le dé al
empresario (como sujeto de comercio) no implica necesariamente la desaparición ni de los "comerciantes" ni
mucho menos del "comercio" como actividad sujeta a normativa específica. Más aún, sería ilógico que esto nos
lleve a considerar la extinción íntegra de la rama científica del ordenamiento en su totalidad por una contingencia
como ésta.
Llegamos entonces al foco de nuestro análisis, donde resulta pertinente citar los estudios de Jesús Vega, quien
acertadamente explica que "la norma no sólo envuelve a un sujeto que opera como sujeto epistemológico,
cognoscente, sino también a un sujeto sobre cuyas acciones aquél aplica la categoría epistémica (el deber)" [74].
Por consiguiente, las clasificaciones que efectúe el legislador responden a una idea de ciencia normativa que ve
a la norma como una "relación ideal entre conductas" [75]. Así, se presupone el accionar de "dos clases de
sujetos dados en planos distintos aunque coordenados: el que es considerado como sujeto que actúa y el que lo
es como sujeto que realiza la operación categorial de idealización de tales acciones, entendiéndose esta
idealización -y esto es lo esencial- como un momento cognoscitivo, como un proceso científico que da lugar a la
norma en su condición de 'estructura' construida". En otras palabras, lo importante es distinguir las decisiones del
legislador o jurista que actúa como científico, del sujeto objeto de su estudio en sí. Ello debe ser así, pues debe
entenderse que si bien ambos interactúan a la hora de llegar a la existencia de una norma, el primero no decide
acerca de la existencia del segundo, sino que analiza y estudia la evolución de su comportamiento para elaborar
las normas jurídicas que le sean de aplicación.
En conclusión, en tanto permanezca la actividad del sujeto empresario -la cual, tal como dijimos, se encuentra en
un proceso de aceleración constante-, las denominaciones estructurales o las consideraciones que efectúe el
legislador como diseñador de normas no obstan a la existencia de una rama expositiva comercial independiente
dentro de la ciencia del Derecho. Sucede, en cambio, todo lo contrario, pues la existencia de variaciones y
mutaciones temporales o espaciales en la actividad alimenta y fortalece la diferenciación de la rama comercial
frente a todas las demás, conservando, asimismo, el carácter científico de todas ellas en particular.

3. La existencia del Derecho Comercial en el Código unificado

3.1. Código único y disciplina "autónoma": el Derecho Privado del mercado

Ya desde Isidoro La Lumia "la autonomía de una disciplina jurídica no está, por regla general, subordinada a la
existencia de un correlativo Código o cuerpo autónomo y orgánico de leyes, de suerte que caería en error quien
considerase decisiva para resolver negativamente la cuestión de la autonomía del Derecho Mercantil la
circunstancia formal de la abolición del Código de Comercio" [76].
Entre nosotros, ha habido voces que dejan traslucir cierto temor y algún desconcierto ante la derogación del
Código de Comercio dispuesta por el nuevo Código Civil y Comercial [77]. El tema ha movido a una gran
producción académica de muy variados sentidos y opiniones.
Por otra parte, entendemos firmemente que la sola modificación no desvirtúa el carácter de las normas que se
incorporen. Menos aún, el Derecho Comercial (o la denominación que se prefiera más moderna) no está
supeditado en su existencia a la paralela de un Código de Comercio separado. De lo contrario, el Derecho
Comercial existiría sólo en los países donde hay una legislación específica y no existiría en los otros, lo cual,
desde inicio, parece insostenible.
Hemos visto que los principales institutos modernos del Derecho contractual se han originado, precisamente, en
las prácticas comerciales, ya sean éstas nacionales o internacionales. Recordando a López de Zavalía [78], mal
nos veríamos con un Código Civil que sólo contuviera los contratos gratuitos, como la donación, el mutuo no
oneroso o el comodato [79], dejando los siguientes para un Código de Comercio separado, y ello porque los
contratos onerosos son los que se realizan en el ámbito del mercado de manera absolutamente mayoritaria.
De otro lado, esos contratos celebrados en el mercado en cantidad rotundamente predominante tienen una o las

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dos partes que son empresarios. Así, por ejemplo, como hemos visto, en los contratos de consumo lo son los
proveedores [80].

3.2. La actividad organizada en el mercado: la empresa

El nuevo Código Civil y Comercial se refiere a la empresa en el precepto basilar del artículo 320 [81], y debemos
reconocerlo lo hace muy puntualmente, pero con reiteración, en muchos otros preceptos [82]. Si bien parece
haber una intención expresa de eliminar del Registro Público la palabra "comercio", este término o derivaciones
de él aparecen también muchas veces en su texto [83]. De una lectura atenta de la totalidad del articulado del
nuevo Código Civil y Comercial, resulta con toda claridad la centralidad de la empresa, del empresario y la
actividad en el mercado en el nuevo ordenamiento.
Si nos preguntaran qué ha quedado del Derecho Comercial que estaba contenido en el ya vetusto Código de
Comercio en el nuevo Código, la contestación sería un poco extensa. Sin embargo, en pocas palabras, podemos
decir que todo el Derecho Comercial (o como se lo denomine) contenido en el Código de Comercio derogado
está en el Código Civil y Comercial. No sólo porque éste se llame de esa manera (incluyendo en su título el
término "comercial"), sino porque las instituciones básicas que confieren estructura a la materia mercantil se
hallan en el nuevo.
Como todo cuerpo medular de instituciones básicas, también recibe las leyes que se habían incorporado al
Código de Comercio dotándolo de mayor completividad [84]. Entre ellas, la Ley 25.028 sobre Corredores y
Martilleros; la Ley 17.418 sobre Seguros; la Ley 19.550 de Sociedades, t. o. por decreto 1841/84 y sus reformas;
la Ley 20.094 sobre Navegación Marítima y Fluvial; la Ley 24.452 de Cheques; la Ley 24.522 de Concursos y
Quiebras; la Ley 24.760 de Facturas de Crédito, y el decreto-ley 5965/63 de Letra de Cambio, Vales y Pagarés,
con sus modificaciones. También se mantienen las que lo complementan [85].
Además, el nuevo Código introduce la regulación de típicas instituciones mercantiles que no tenían reflejo legal.
Así, por ejemplo, el contrato de suministro, el contrato de consignación [86], los contratos bancarios, el contrato
de factoraje, los contratos celebrados en bolsas o mercados de valores, los contratos de agencia, concesión y
franquicia, el contrato de arbitraje, las garantías unilaterales, normas generales sobre títulos valores y
modificaciones a la Ley de Sociedades, la que pasa a denominarse "Ley General de Sociedades". También
dentro de las Disposiciones de derecho internacional privado se contemplan algunas de estas instituciones, como
los contratos, incluso los de consumo, y los títulos valores.
Todo ello hace que el panorama actual del Derecho Comercial, con las variantes lógicas de los cambios
requeridos por la época, que no pueden ocultarse ni renunciar a su tratamiento, sea básicamente comparable al
que regía con anterioridad al nuevo Código, incluso es más amplio en contenidos.
Cierto es que entre las variantes que podemos advertir, se ha destacado que no se regula el llamado "Estatuto
del comerciante", ni el Registro Público de Comercio, ni los "actos de comercio". Estas tres presuntas omisiones
-cuya plasmación legislativa podría completarse, sin duda [87]- no desmienten, ni la naturaleza ni los contenidos
ni "la autonomía" del Derecho Comercial.
Llegados hasta aquí se hace necesario reflexionar una vez más sobre cuál sería el perfil del "nuevo Derecho
Comercial", o, si se quiere, sus bases fundamentales. Si bien la apoyatura en textos legales no aparece
suficientemente explícita, por su mención esparcida en diferentes normas, el artículo 320 ha sido considerado,
con razón, el pilar para el desarrollo de esa teoría. Este precepto establece en su primer párrafo que "Están
obligadas a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y quienes realizan una actividad económica
organizada o son titulares de una empresa o establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios".
La excepción prevista en el párrafo tercero refirma con solidez lo que surge del que hemos transcrito, pues allí
dice: "Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las obligaciones previstas en esta
Sección las personas humanas que desarrollan profesiones liberales o actividades agropecuarias y conexas no
ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a la
transformación o a la enajenación de productos agropecuarias cuando están comprendidas en el ejercicio normal
de tales actividades".
De allí surge una serie importante de reflexiones. La primera, la identificación de la "actividad económica
organizada" y la tipificación de la empresa o establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios. En
nuestro concepto, ambos giros se refieren a situaciones equiparables: la actividad económica organizada es la
que se realiza en forma de empresa y de su lado la empresa es, básicamente, una actividad económica
organizada [88]. Si a ello le agregamos las precisiones que fluyen de las leyes de protección del consumidor

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cuando se refieren al profesional, dejamos armado un concepto básico y es que la empresa es una actividad
económica organizada y el empresario es aquel que ejerce esa actividad, sea persona física o jurídica [89].
Inmediatamente, vienen a nuestra memoria importantes contribuciones del maestro Fargosi, con relación a la
centralidad de la actividad como tipificante de la empresa y, como tal, del empresario y aun de la materia del
Derecho que los trata [90]. Los trabajos citados compulsan la bibliografía disponible con mucha profundidad y
sentido crítico. Rescatamos de allí su remisión a las importantes obras de Ferro Luzzi, Bigiavi, Casanova,
Buonocuore, Schmidt y otros autores [91].
No puede perderse de vista lo enseñado por Fargosi respecto de la actividad que está reflejada en el citado
artículo 320 del Código Civil y Comercial, y expresado en numerosos preceptos [92]. En la actualidad, modernos
proyectos avanzan en este sentido [93].
Podrá decirse que el Código se refiere a la empresa pero no la define. Tuvimos oportunidad de decir lo siguiente:
"Podemos recordar lo que expuso Natalino Irti en L'ordine giuridico del mercato cuando dijo que el mercado no
nace sin reglas, como generación espontánea: las reglas, aunque intuidas o primarias están en su base. Esta
doctrina ha sido arduamente debatida pero nos puede permitir razonar que la empresa no requiere de una
definición ni de reglas jurídicas formales porque en su propia estructura subyace un orden jurídico que la
sustenta. La doctrina se apoya sobre esas coordenadas para establecer un régimen jurídico de la empresa y de
los grupos, que se va explicitando y ampliando de consuno con la realidad de los tiempos" [94].
Agregamos también "La definición jurídica de empresa: Se ha requerido con insistencia que las leyes incorporen
'definiciones' de la empresa. No somos contrarios a que las leyes definan. Desde antiguo hemos señalado que
creemos que las leyes no deben definir realidades ontológicas prelegales: por esa razón estimamos que una
definición de empresa es innecesaria si con ella se pretende abarcar realmente la totalidad de lo definido.
Definiciones parciales suelen ser imprecisas y hasta muchas veces engañosas a la interpretación del jurista y
más aún del hombre común (como para Italia lo señaló con precisión Ferro-Luzzi). Para esto es mejor el uso de
los calificativos (empresa unipersonal; empresa comercial; empresa sin fines de lucro; empresa agraria, etc.). El
riesgo de una definición es definir mal y es probable que el legislador se vea obligado a definir mal, porque no
todo lo que es una empresa en la realidad podría caer en su intención en una regulación específica. Por lo tanto,
aun a riesgo de cierta oscuridad que asumimos como propia del Derecho como ciencia social, nos parece que la
definición es innecesaria, podría ser tautológica y muchas veces, podría ser inadecuada" [95].

3.3. El empresario

De acuerdo con lo que llevamos dicho, podemos razonar que el pivote central sobre el que se apoya el Derecho
Comercial en el Código es la empresa, como "actividad económica organizada", ya sea ésta comercial, industrial,
agropecuaria o de servicios (art. 320, Cód. Civ. y Com.). Sobre esta base es claro que tenemos como natural
consecuencia la determinación del empresario como el que lleva adelante una actividad económica organizada,
es decir, el titular de la empresa individual o social que tiene esos destinos (comercial, industrial, agropecuaria o
de servicios). La ley también es muy clara cuando excluye a la actividad de personas humanas que se dediquen
a profesión liberal o actividad agropecuaria o conexas no organizadas en forma de empresa (art. 320, 2ª parte).
La cuestión aparece así diáfanamente tipificada: es la empresa la actividad organizada que califica al individuo
que la realice, en cualquiera de los ámbitos en los que esa actividad se desarrolle.
Una primera pregunta consistiría en si la empresa base del moderno Derecho empresario (antes: comercial) debe
ser siempre una empresa de actividad económica. La respuesta positiva surge del propio texto de la ley [96]. La
segunda pregunta consiste en aclarar que la empresa agropecuaria ha pasado a ser artífice de este derecho, lo
que es lógico pues su actividad económica, cuando está organizada, sin duda, la tipifica de esa manera. La ley
excluye sólo a la persona humana que es titular de una explotación agropecuaria pero que no lo hace en forma
de empresa.
Inmediatamente puede observarse que el Código no identifica con un elenco las actividades que pueden dar
lugar a la actuación de una empresa como la que venimos describiendo. En ese sentido, algunos notables
autores han requerido la reformulación de los tradicionales "actos de comercio" del artículo 8° del viejo Código,
como manera de afrontar esta problemática [97]. Respetuosamente disentimos con esta opinión.
Comenzamos diciendo que la teoría del "acto de comercio" ha merecido numerosas críticas de juristas de todas
las latitudes [98]. La legislación proyectada en España, a la que nos hemos referido reiteradamente, expresó en
su Exposición de Motivos, punto 1-13, "desde el punto de vista objetivo, las relaciones de estos operadores del
mercado entre sí y con los consumidores son las que definen la materia mercantil". Es decir que los actos de los

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empresarios que llevan una actividad económica organizada son calificados en virtud de esa participación y no a
la inversa. La cuestión tiene dos facetas: una, más tranquilizante, si se quiere, porque la unificación de la
legislación civil y comercial disminuye los impactos de la diferencia; otra, menos, por cuanto la doctrina deberá
establecer los alcances en casos teóricos y concretos, tal como lo hizo con el Código de Comercio, con reflejo en
importante y calificada jurisprudencia [99].
Por razones de espacio, dejamos el tratamiento de las cuestiones relativas a las sociedades y asociaciones
civiles y a las ONG, para su desarrollo adecuado en una nueva oportunidad.
Finalizamos recordando que muchas actividades y aun ciertos actos individuales pueden estar regulados de
manera específica como campo concreto, ya sea por el interés público que en ellos campea, ya por otras
motivaciones valoradas por el legislador al tiempo de su adopción. Esto no cambia el carácter del empresario ni
la calidad de éste necesariamente impide o influye para la aplicación de esas normas especiales, salvo en cuanto
ellas mismas lo prevean.

3.4. La "institucionalidad" del empresario

a) El empresario persona humana

Siendo la empresa un objeto, el empresario es su sujeto titular, que puede ser individual o social.
Visto estáticamente, el empresario de cualquiera de esas clases tiene regímenes particulares, con obligaciones y
derechos que le son propios. Así, los artículos 321 a 331 del Código Civil y Comercial establecen normas sobre
"contabilidad y estados contables" [100] que, entre otras cosas, exigen que el empresario lleve libros
"debidamente encuadernados para su individualización en el Registro Público correspondiente". Queda claro que
para individualizar los libros en el Registro [101] deberán inscribirse en el mismo. En caso de sociedades la
cuestión es sencilla porque así surge del artículo 5° de la ahora "Ley General de Sociedades" y lo refirman
todavía más los artículos 7° y 8° que hablan de la inscripción en el Registro Público de Comercio.
La cuestión parece compleja pero, a nuestro juicio, no lo es tanto respecto del empresario individual desde que
se mantiene la vigencia de las leyes 22.315, 22.316 -para la jurisdicción nacional- y 26.047. Además, las
respectivas jurisdicciones locales tienen normas que regulan el funcionamiento de lo que antes se llamaba
Registro Público de Comercio. En todos ellos la inscripción en la entonces "matrícula de los comerciantes" sigue
vigente y claramente debe interpretarse que se refiere a los empresarios, personas humanas que deben llevar
contabilidad según el Código Civil y Comercial.
El tema permite alguna elaboración doctrinaria pero creemos que ha de transitar por los caminos que hemos
sugerido [102].
En materia de entes colectivos, comenzando por las sociedades, arriba hemos hecho referencia a normas sobre
su inscripción. Si bien hay sociedades que pueden no estar inscriptas (ver arts. 21 a 26 de la Ley General de
Sociedades, en su reforma por la ley 26.994) [103].
El Código Civil y las leyes complementarias tienen regulaciones integrales sobre el funcionamiento institucional
de las sociedades, desde su fundación hasta su liquidación y partición. Todo este universo formará parte del
Derecho empresarial.

b) Los auxiliares del comercio

Igual reflexión merecen los llamados "auxiliares del comercio", recordando que el Código Civil y Comercial
mantiene la vigencia de las leyes 23.282 y 20.266, que regulan a los corredores, rematadores y martilleros [104].
En los artículos 858 a 864 del Código Civil y Comercial se establecen normas sobre la rendición de cuentas,
instituto ahora aplicable tanto a las relaciones civiles o comerciales, tal como oportunamente se dijo de los
artículos 68 a 74 del anterior Código de Comercio, respecto del cual numerosos pronunciamientos judiciales lo
extendieron a relaciones típicas del entonces Derecho Civil [105].

c) El empresario social

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Las personas jurídicas privadas están enunciadas en el artículo 148 del Código Civil y Comercial de la Nación
[106], el que es acompañado de los artículos siguientes en los que se prevén los casos de participación estatal
[107] y un orden de prelación de leyes aplicables [108]. Como particularidad puede decirse que en la Sección 1ª
de ese mismo título se habla de la definición, del comienzo de la existencia, de la personalidad diferenciada y de
la inoponibilidad de la personalidad jurídica [109]. En la Sección 3ª se regula ampliamente la "persona jurídica
privada" [110], preceptos cuya aplicabilidad a las sociedades y a las mutuales y cooperativas (que son sujetos del
Derecho empresarial) va a requerir una cierta interpretación integrativa de la doctrina con relación a las normas
específicas de cada una de ellas [111]. No creemos que sea necesario abundar aquí sobre el Derecho aplicable
a tales entes. Con relación a las "simples asociaciones" (arts. 187 a 192) deberá estudiarse por la doctrina si
ellas también pueden tener un objeto empresarial o si por aplicación del artículo 188, no pueden perseguir el
lucro como fin principal para la asociación ni para sus miembros ni terceros (art. 168 aplicable a las asociaciones
civiles) [112].

3.5. Las relaciones surgidas de la actividad del empresario

Abordando en primer lugar las referidas a la actividad contractual, que en general son las de mayor volumen en
la vida empresarial, diremos que, siguiendo desarrollos de la doctrina moderna, podrían clasificarse esas
relaciones contractuales según los sujetos intervinientes. Así, si actúan dos empresarios en asuntos que hacen a
su actividad profesional, no cabe duda del carácter empresarial (por tanto comercial en el sentido amplio que
venimos usando). Estos contratos son típicamente "contratos discrecionales" [113].
Existe otra gama de contratos en los cuales, por su propia tipología al menos, una de las partes debe ser una
empresa (muchas veces con calificación o autorización especial del poder público), por ejemplo, los contratos de
suministro, contratos bancarios, de seguro, de capitalización y ahorro, de agencia, de concesión, de depósito en
casas de depósitos, de factoraje, de franquicia, fideicomiso financiero, etcétera. Algunos autores denominan a
esta clase de relaciones "contratos de empresa" y no tienen dudas de que deben ser regidos por el Derecho
Mercantil [114]. Obviamente, la materia referida a estos contratos, y a los celebrados entre empresarios con
motivo de su actividad empresarial, integra la materia del Derecho Comercial [115].
Además, el empresario celebra otros contratos vinculados a su actividad empresarial de los no definidos en los
párrafos anteriores, muchos de ellos lo son con consumidores. Como es evidente, cuando así actúa -salvo
excepciones- también ellos son contratos empresariales. La conclusión nos parece obvia, porque de lo contrario,
el grueso de las actividades del empresario serían ajenas al Derecho de su sector. Piénsese en la compraventa
(seguramente el mayor, en número, de los contratos de las empresas), el mutuo, el transporte, el leasing, el
fideicomiso, la locación de obra, y aun hasta la renta vitalicia, por ejemplo, quedarían al margen del Derecho que
analiza la actividad del empresario. Con esto no queremos decir que estos contratos sean en todos los
casos mercantiles, ni que el Derecho Civil no los comprenda, sino que interesan al Derecho que rige la actividad
empresaria (aun cuando, naturalmente, en muchos de ellos intervenga un consumidor y se aplique, concordante
y prevalentemente, el Derecho que protege a éste, lo que no altera la naturaleza del contrato) [116]. Nos parece,
pues, que esos contratos se integran a la materia "comercial", sin perjuicio de su aplicación a casos no
empresariales y su estudio por el Derecho Civil, y también sin perjuicio, en todo caso, de la concurrencia
prioritaria del Derecho de protección de los consumidores [117].
Para no extenderme en aspectos que no son los nucleares de este trabajo, diré que el Derecho empresarial
abarca también las cuestiones referidas a la llamada "propiedad industrial", es decir, lo referente a las patentes,
marcas, know how, modelos de utilidad, y lo relativo a transferencia de tecnología y defensa de la competencia
[118].
Finalmente, caben dentro de ese campo el Derecho de concursos y quiebras [119], los contratos asociativos y el
régimen -renovado- de títulos valores, comprendiendo sus categorías [120]. Huelga decir que las leyes antes
incorporadas o complementarias del Código de Comercio derogado, que siguen vigentes (sociedades, seguros,
letra de cambio, cheques, factura conformada, prenda agraria, prenda con registro, warrants, obligaciones
negociables, etc.) [121], continúan con su status de vinculación anterior [122].

4. Dos palabras sobre "autonomía"

Al referirnos al Derecho Comercial como ciencia (puntos 1 y 2, precedentes), de alguna manera respondimos a la

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pregunta tan común sobre la "autonomía" de ese Derecho [123].
Las acepciones de este vocablo del Diccionario de la Real Academia Española no nos ayudan, pues no apuntan
hacia el objetivo que estamos analizando [124]. Tampoco nos ayuda el Oxford Language Dictionary. Si
tomáramos el término "autonomía" como indicando que una ciencia no depende de ninguna otra, obviamente no
es el tema del Derecho Mercantil (y quizá de ninguna rama del Derecho). Es claro que si el Derecho Comercial
puede reconocer autonomía científica, también la tenga didáctica.
El tema tiene un costado complejo, y es que tradicionalmente la "autonomía" ha sido vinculada a la existencia de
un Código de Comercio. La aparición de un Código Civil y Comercial que deroga el Código separado ha hecho
decir a algunos que esta rama ya no tiene una "autonomía legislativa" [125]. No estamos de acuerdo con esa
opinión desde que lo importante es reconocer normas típicas que nutren el Derecho positivo mercantil, estén
insertas en un Código especial o no. Nos permitimos reproducir la frase de Solá Cañizares, en su ya mentado
Tratado, cuando luego de estudiar los casos que se presentaban en los distintos sistemas legislativos de
entonces, concluye: "Para nosotros, el Derecho Comercial subsistirá siempre que existan países admitiendo el
comercio privado [...] En cuanto a los países donde existe un Código de Comercio, debe reconocerse que la
dualidad actual de códigos no corresponde a la realidad de nuestro tiempo. Pero aunque se llegue a la
unificación de las obligaciones, siempre debiera existir frente a lo que es indiscutiblemente Derecho Civil
-personalidad, familia y sucesiones- un Derecho Comercial autónomo reglamentando la empresa comercial y una
serie de contratos que serían esencialmente comerciales" [126].

V. Conclusiones

Como apretada síntesis de lo que llevamos dicho, podríamos expresar lo siguiente: 1) La unificación en un único
Código Civil y Comercial de la Nación de las materias de ambos campos del Derecho es un paso adelante
notorio en la legislación argentina. Sus antecedentes en Derecho Comparado y en la propia doctrina y proyectos
nacionales así permiten calificarlo.
2) La codificación es un método legislativo que ha retomado su vigor en el Derecho moderno. Sin embargo, esa
codificación tiene un sentido diverso del tradicional. Se trata de sentar las bases del Derecho Privado y de sus
principios, que han de aplicarse a las distintas ramas e instituciones.
3) La unificación que se ha producido no sólo se fundó en la incoherencia de tener regulaciones distintas para
institutos similares, sino para reconocer constancias evidentes de la realidad, que no permiten distinguir
cuestiones de esencias diferentes. Por lo demás, en nuestra legislación ya existían campos unificados y
principios aplicables a ambas disciplinas.
4) Reconociendo al Derecho como una ciencia, el Derecho Comercial participa de esa calidad y, por lo tanto, aun
frente a un Código único, mantiene su autonomía científica.
5) El Derecho Comercial actual tiene firme apoyatura en la noción de "empresa" y en su actividad en el mercado,
de lo que se desprende también la noción de "empresario" y las instituciones y sistemas que le son propios.
6) La actividad del empresario en el mercado abraza la regulación de distintos contratos y relaciones que le son
propias. No son sólo los llamados "contratos de empresa" sino todos los que hacen a la actividad empresarial.
7) Las leyes desprendidas del antiguo Código de Comercio o que estaban vinculadas con él y mantienen su
vigencia continúan siendo parte del Derecho Comercial.
8) Finalmente, nos atrevemos a llamar a esta disciplina con una nueva denominación: Derecho Privado
Empresarial, esta designación identifica con claridad su contenido actual y también sus límites [127]. El sujeto
que la opera debe ser calificado como "empresario".
9) Esta disciplina mantiene su autonomía científica, pedagógica y normativa, dentro de los límites que
corresponda atribuir a esa calificación y sin perjuicio de admitir que el Derecho reconoce una sustancial unidad
que permite identificarlo como sistema.

[1]

Ya hemos considerado algunos aspectos en ALEGRIA, Héctor, Proyecto de Código Civil y Comercial, Derecho

12 / 32
Comercial y Derecho concursal, en Revista de Derecho Comercial, del Consumidor y de la Empresa, ed. esp.,
Año III, Nº 5, octubre de 2012, pp. 29 y ss. Debo advertir que algunos párrafos y citas de ese precedente se han
de reproducir parcialmente o mencionar, pues es una mejor alternativa que la de colocar permanentes
remisiones o rehacer parafraseando lo que ya se dijo. En esta Revista, y con motivo del Proyecto del Código Civil
y Comercial, versión 2012, se publicó el trabajo de VÍTOLO, Daniel Roque, El Derecho Comercial en el Proyecto
de Código Civil y Comercial de la Nación: ¿Qué queda de él?, en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº
2012-3, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, pp. 167 y ss.

[2]

HEIDDEGER, Martín, La pregunta por la cosa, Sur, Buenos Aires, 1964.

[3]

Ley 26.994, decreto 1795/2014.

[4]

Integrada, en definitiva, por los doctores Héctor Alegria, Atilio Aníbal Alterini, Jorge Horacio Alterini, María Josefa
Méndez Costa, Julio César Rivera y Horacio Roitman (a quienes la publicación oficial editada por el Ministerio de
Justicia de la Nación identifica como firmantes del Proyecto). También formaron parte de esa Comisión -en
distintos tiempos- los doctores Aída Rosa Kemelmajer de Carlucci, Augusto César Belluscio y Antonio Boggiano.

[5]

Introducido por ley 10.406, del 10-1-2002. En Brasil también hubo intentos de unificación, como el de 1912 de
Inglez De Souza, quien pretendía transformar el Código de Comercio en Código de Derecho Privado; en 1941, se
elaboró un Anteproyecto de Código de Obligaciones dirigido al ministro Francisco Campos por los juristas
Orozimbo Nonato, Philadelpho Azevedo y Hahnemann Guimaraes. También en 1965 fue elaborado un Proyecto
de Código de Obligaciones por Caio Mario Da Silva Pereira, Teóphilo De Azeredo Santos y Silvio Marcondes
Machado, que seguía la orientación del Código Civil italiano de 1942.

[6]

Véase la publicación Régimen comercial peruano, Legis, Lima, 2008, la que solamente comprende las leyes
particulares de sociedades, empresa individual de responsabilidad limitada, títulos valores, derechos de autor y
propiedad intelectual, con una introducción, denominada por HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo, Repaso histórico-
analítico del Derecho Comercial peruano.

[7]

Ley 1034/83 "Del Comerciante", del 6-12-83.

[8]

En ese país, en el Código de 2002 se introdujo el Libro II, Do Direito de Empresa, que comprende al empresario
individual y a las sociedades a partir del art. 966. En 2011 se presentó un proyecto de Código Comercial,
actualmente en debate en la Cámara de Diputados, propuesto por el diputado Vicente Cándido (Proyecto de ley
1572 de 2011). Este proyecto ha sido sometido a debate público por el Ministerio de Justicia y ha recibido
importantes apoyos, por ejemplo, de la Confederación Nacional de Comercio, que publicó para difusión una
Cartilha do Novo Código Comercial, Brasilia, CNC, del 2-7-2013.

[9]

Ver CARVAJAL ARENAS, Lorena, La unificación del Derecho de las Obligaciones civiles y comerciales, en

13 / 32
Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso XXVII, Valparaíso, Chile, 2006.

[10]

Contract Code: Drawn up on Behalf of the English Law Commission, London, 1994; en traducción española de
DE LA CUESTA SÁENZ, J. M. y VATTIER FUEN-ZALIDA, C., Contract Code. Proyecto redactado por encargo
de la Law Commission inglesa, Barcelona, 1996.

[11]

Ver Anteproyecto de Ley del Código Mercantil, proyectado por la Comisión General de Codificación (Sección
Segunda de Derecho Mercantil) de España según Orden del 7-11-2006, publicado por los Ministerios de Justicia
y de Economía y Competitividad, Madrid, 2014; RIVERA, Julio César, La recodificación del Derecho Privado
argentino, en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 2012-2, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, p. 34, menciona
la adopción de un Código de Comercio en Francia, en 2001, que en realidad resulta una amalgama del viejo
Código de 1807, con sus reformas puntuales, más otras leyes de carácter general que se fueron sancionando en
esta materia, y el Código de la República Checa. No podemos dejar de recordar y recomendar el ya antiguo pero
siempre útil Tratado de Derecho Comercial Comparado, de Felipe Solá Cañizares, t. I, Primera y Segunda
Partes, Montaner y Simon, Barcelona, 1963, que muestra un completo panorama a la época de su redacción.
Sobre el Proyecto de Unificación del Derecho Privado venezolano, véase MORLES HERNÁNDEZ, Alfredo, Curso
de Derecho Mercantil, UCAB, Caracas, 1998, pp. 98 y ss. Por último, en COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H.,
La unificación de los contratos en Europa, en L. L. 2005-B-1117, se desarrolla un vasto resumen sobre los
distintos proyectos de unificación o armonización de reglas contractuales que fueron propuestos en el marco de
la Unión Europea. Se menciona allí especialmente al proyecto Principles of European Contract Law elaborado en
los Congresos de Bruselas de 1989 y 1991, siendo publicado parcialmente recién en 1995. En adición, también
destacamos la aparición de los Principios Unidroit sobre los Contratos Comerciales Internacionales 2010 (hubo
anteriores versiones) cuya finalidad fuera la armonización entre los sistemas continentales y el sistema
anglosajón. En los Fundamentos del Proyecto de Código Civil de 1998 se hace una larga enunciación de
iniciativas de clase similar (Nº 153 y ss.).

[12]

Ver MALAGARRIGA, Carlos C., Cien años de vigencia y de reformas, en Libro del Centenario del Código de
Comercio, comp. por la Comisión Nacional de Homenaje a los Dres. Dalmacio Vélez Sársfield y Eduardo
Acevedo, integrada por los Dres. Carlos Alberto Acevedo, Atilio Dell'Oro Maini, Carlos C. Malagarriga, Agustín
Nicolás Matienzo, Mauricio Yadarola y Héctor Alegria (secretario), Buenos Aires, 1966.

[13]

Proyecto de Código Civil argentino, ed. por Antonio Lacort, Buenos Aires, 1938.

[14]

Ibíd.

[15]

El proyecto de Código Civil fue realizado entre los años 1950 a 1954 por el Instituto de Derecho Civil, una oficina
técnica dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación. El Anteproyecto no fue enviado al Parlamento a raíz
de los sucesos políticos ocurridos en 1955. El texto completo de este trabajo fue publicado recién en 1968 por el
Instituto de Derecho Civil y Comparado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Tucumán, a instancias de su director, el Dr. Fernando J. López de Zavalía.

[16]

14 / 32
ALTERINI, Atilio Aníbal y LÓPEZ CABANA, Roberto M. (dirs.), Reformas al Código Civil, 1ª ed., Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1993, t. 5, pp. 11 y 12.

[17]

Proyecto de Código Civil, Astrea-Depalma, Buenos Aires, 1987. El Proyecto de Código Civil de 1987 fue
elaborado por la Comisión Especial de Unificación Legislativa y Comercial de la Honorable Cámara de Diputados
de la Nación, conformada por los Dres. Héctor Alegria, Atilio Alterini, Jorge Alterini, Miguel C. Araya, Francisco
De la Vega, Horacio Fargosi, Sergio Le Pera y la Dra. Ana Isabel Piaggi.

[18]

ALTERINI y LÓPEZ CABANA (dirs.), ob. cit., p. 18. Esta comisión se encontraba también integrada por los Dres.
Alberto J. Bueres, Gustavo A. Bossert, Héctor M. García Cuerva, Jorge Mosset Iturraspe y Eduardo A. Zannoni,
quienes propusieron una reforma integral al Código Civil. Sus trabajos no fueron publicados.

[19]

ALTERINI y LÓPEZ CABANA (dirs.), ob. cit., p. 19. Su función fue primeramente la modificación del Libro
Tercero del Código Civil, pero luego, mediante resolución 1105/91, su trabajo fue ampliado a todo el Derecho
Patrimonial y las leyes complementarias, exceptuando el Derecho Societario. El propósito, justamente, era llevar
a cabo una unificación del Derecho Civil y Comercial teniendo en cuenta la integración de la República Argentina
al bloque Mercosur. El trabajo de estas comisiones no ha sido publicado pero fue utilizado para el Proyecto de la
Comisión Federal mencionado a continuación.

[20]

Unificación de la legislación civil y comercial. Proyecto de 1993, Zavalía, Buenos Aires, 1994.

[21]

Reformas al Código Civil, Astrea-Depalma, Buenos Aires, 1993.

[22]

Proyecto de Código Civil de la República Argentina unificado con el Código de Comercio, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1999.

[23]

ROTONDI, Mario, Inchieste di Diritto Comparato (3). L'unité du Droit des obligations (y sus equivalentes en
italiano, inglés, castellano y alemán), Cedam, Padova, 1974.

[24]

Un resumen de los distintos argumentos planteados a favor o en contra de la unificación se encuentra disponible
en CARVAJAL ARENAS, ob. cit., pp. 41 y ss.

[25]

ALPA, Guido, II bicentenario del Code de Commerce e le prospettive del Diritto Commerciale, en Nuova Giur.
Civ. Comm., 2007, II, 291.

[26]

15 / 32
BUONOCUORE, Vincenzo, Le nuove frontiere del Diritto Commerciale, Edizioni Cientificce Italiana, Napoli, 2006.

[27]

SCHMIDT, Karsten, Derecho Comercial, trad. española con Prólogo de Rafael Manóvil, Astrea, Buenos Aires,
1997.

[28]

BROSETA PONT, Manuel, La empresa, la unificación del Derecho de Obligaciones y el Derecho Mercantil,
Tecnos, Madrid, 1965.

[29]

Véase LIBERTINI, Mario, Diritto Civile e Diritto Commerciale. Il Metodo del Diritto Commerciale in Italia, en
Revista delle Societá, enero-febrero de 2013, año 58/2013, fasc. I, pp. 1 a 41. Entre nosotros RIVERA, ob. cit.,
pp. 11 y ss.; ETCHEVERRY, Raúl Aníbal, Derecho Comercial Económico. Parte general, Astrea, Buenos Aires,
1987, pp. 93 y ss.; ALTERINI, Atilio Aníbal y ALEGRIA, Héctor, Unificación sustancial del Derecho Civil y del
Derecho Comercial, en L. L. del 4-11-2011; ARAYA, Miguel C., El contenido del Derecho Comercial a partir de la
sanción del Código Civil y Comercial, con interesantes citas, conferencia pronunciada en el Instituto de Derecho
Empresarial de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, en curso de publicación.
En igual sentido, ANAYA, Jaime Luis, La unificación del Derecho Privado. Un replanteo necesario, en Anticipo de
"Anales", Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, Año XXXV, Segunda Época, Nº 28, Buenos Aires,
1990.

[30]

SATANOWSKY, Marcos, Estudios de Derecho Comercial, Editora Argentina, Buenos Aires, 1968, t. I, pp. 181 y
ss., con amplia referencia a la opinión de Lisandro Segovia y Leopoldo Melo; MALAGARRIGA, Carlos C., Hacia
más allá de los Có-digos de Comercio y del Derecho Comercial, en Estudios de Derecho Comercial en homenaje
al doctor Francisco Orione. Revista del Colegio de Abogados de La Plata, 1969, Nº 23 y 30, y del mismo autor,
Tratado elemental de Derecho Comercial, Tea, Buenos Aires, 1963, t. I, pp. 29 y ss.; El Derecho Comercial: su
perduración y sus avances sobre el Derecho Civil, estudio leído en la sesión pública de fecha 22-7-66, en ocasión
de su incorporación a la Academia de Derecho y Ciencias Sociales, todos ellos de recomendable lectura;
HALPERIN, Isaac, Contratos y obligaciones comerciales, en Revista de Derecho Comercial y de las
Obligaciones, Depalma, 1980, pp. 161 y ss.; FONTANARROSA, Rodolfo O., Derecho Comercial argentino. Parte
general, 2ª ed., Zavalía, Buenos Aires, 1969, t. I, p. 33; CÁMARA, Héctor, Una aproximación al proyecto de
unificación legislativa civil y comercial, en Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones, Depalma,
Buenos Aires, 1987, pp. 379 y ss., especialmente a partir de la p. 399; ZAVALA RODRÍGUEZ, Carlos Juan,
Código de Comercio y leyes complementarias, Depalma, Buenos Aires, 1959, t. I, pp. 99-11; WINIZKY, Ignacio,
La unificación de las obligaciones y contratos de la enseñanza universitaria, en L. L. 83-810; FARGOSI,
Alejandro E., Hacia la reelaboración coordinada de los Códigos Civil y de Comercio, en L. L. 1984-C-1116;
RIVERA, Julio César, Estudios de Derecho Privado, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2006, t. I, pp. 185 y ss., entre
otros. Una amplia exposición de los antecedentes del Derecho nacional y del Derecho Comparado puede verse
también en ESTIGARRIBIA BIEBER, María Laura y PIRIS, Cristian Ricardo, Unificación del Derecho Privado.
Unificación de la legislación civil y comercial en la Argentina. Unificación de principios patrimoniales en el
Mercosur, en MARTORELL, Ernesto E. (dir.) y ARDUINO, Augusto H. (coord.), Tratado de Derecho Comercial,
La Ley, Buenos Aires, 2010, t. I, pp. 167 y ss. Una completa reseña del Derecho Comparado en la segunda mitad
del siglo anterior fue realizada en el completo libro: ROTONDI, Inchieste di Diritto Comparato. L'unité du Droit des
obligations cit., con la colaboración de 44 autores de los más diversos países y continentes, entre los que se
encontraron, siempre en sentido favorable a la unificación, los argentinos Isaac Halperin, que comenzó diciendo
rotundamente: "Considero redundante exponer los argumentos a favor o en contra de la unificación legislativa del
Derecho Privado: en mi sentir la polémica está agotada", Carlos C. Ma-lagarriga e Ignacio Winizky. Véanse
también los Fundamentos del actual Proyecto del Código Civil y Comercial de la Nación, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 2012, pp. 443-444.

16 / 32
[31]

YADAROLA, Mauricio, Unidad del Derecho Privado, en L. L. 59-996 y ss., y también en el Prólogo al libro de
ASCARELLI, Tullio, Introducción al Derecho Comercial y parte general de las obligaciones, Ediar, Buenos Aires,
1947.

[32]

ANAYA, La unificación del Derecho Privado. Un replanteo necesario cit., Nº 28; BUTTY, Enrique Manuel,
Legislación civil y comercial: ¿Reforma o cambio?, en Derecho Comercial. Doctrinas Esenciales, dir. por Jaime
Luis Anaya y Héctor Alegria, La Ley, Buenos Aires, 2009-I-130 y ss., y en HALPERIN, Isaac y BUTTY, Enrique
M., Curso de Derecho Comercial, 4ª ed., Depalma, Buenos Aires, 2000, vol. I, pp. 23 y ss.; ETCHEVERRY,
Derecho Comercial y Económico. Parte general cit.; FARINA, Juan M., Presente y futuro del Derecho Comercial,
en Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones, Depalma, Buenos Aires, 1979, p. 663, entre muchos
otros, y la posición de la minoría en el Congreso de Derecho Comercial de 1940, entre quienes se destacan
Garo, Fontanarrosa, Enz, Orione, Eduardo Williams, Cermesoni, con la particularidad de que Garo y Ramón
Castillo, que se abstuvo, opinaron en el debate que todavía no era la oportunidad de esa unificación; ROMERO,
José Ignacio, Manual de Derecho Comercial. Parte general, 2ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2008, p. 31,
expresa: "Ello no obstante, el Derecho Comercial argentino ostenta una clara tendencia desintegradora o
fragmentaria [...] estos hechos hacen aparecer el reclamo de la unificación como un planteo académico,
efectuado fuera de un contexto histórico realista", que reitera en la p. 32; SIBURU, Juan B., Comentario del
Código de Comercio argentino, Abeledo, Buenos Aires, 1923, t. I, analiza largamente lo que llama
"generalización del Derecho Comercial" con gran profundidad, al punto que ya contemplaba el Derecho del
Consumo (p. 18) y al final de su exposición, sin perjuicio de reconocer la influencia del Derecho Comercial sobre
el Civil, expresa: "...dentro de un Código único de las obligaciones deben reglarse del mismo modo el interés
privado y el interés social, cosa que jamás será posible dentro del criterio filosófico y político que reposan las
legislaciones modernas" (p. 128), lo que desarrolla extensamente. Una oposición implícita a esa unificación surge
del Derecho Civil en el trabajo de BORDA, Guillermo A., El Derecho Comercial contra el Derecho Civil, en L. L.
1973-803, reproducido en Derecho Comercial. Doctrinas Esenciales, 2009-I-104 y ss., que dice: "en las últimas
décadas hemos asistido a un creciente e insidioso proceso de penetración del Derecho Comercial en el ámbito
propio del Derecho Civil...", diciendo después que esa penetración es ilegítima pues los principios del Derecho
Civil ocupan un rango preeminente en el orden jurídico, esos principios se ocupan del hombre y los del Derecho
Comercial serían "una típica manifestación de ese crudo materialismo que caracteriza al capitalismo liberal".

[33]

Tanto el Anteproyecto como el Código fueron objeto de numerosas reuniones (congresos, jornadas, cursos,
conferencias), algunas se plasmaron en libros de relativamente reciente aparición, como La reforma al Derecho
Comercial en el Proyecto del Código Civil y Comercial de la Nación, Primer Congreso Nacional de Análisis y
Debate sobre el Proyecto del Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, Fidas-Legis, Buenos Aires, 2012; Los
aspectos empresarios en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (ley 26.994), Fidas, Buenos Aires, 2015;
así como publicaciones especiales, como las de esta Revista, que hemos identificado en las notas 1 y 11;
asimismo la Revista de Derecho Comercial, del Consumidor y de la Empresa, Ed. Esp. Análisis del Proyecto del
Código Civil y Comercial, Año III, Nº 5, octubre de 2012; L. L. Supl. Esp. Código Civil y Comercial de la Nación,
dir. por Ricardo Luis Lorenzetti; RIVERA, Julio César; MEDINA, Graciela (dirs.) y ESPER, Mariano (coord.),
Código Civil y Comercial de la Nación comentado, 1ª ed., La Ley, Buenos Aires, 2014; Código Civil y Comercial
de la Nación. Analizado, comparado y concordado, dir. por Alberto Jesús Bueres, Hammurabi, Buenos Aires,
2015, todos con importantes trabajos.

[34]

Por ejemplo, entre muchos otros, FAVIER DUBOIS (h), Eduardo M., en diversas publicaciones y, en especial, La
"autonomía" y los contenidos del Derecho Comercial a partir del nuevo Código unificado", en L. L. del 2-2-2015,
p. 1, AR/DOC/4719/2014, quien dice: "En primer lugar debe advertirse que la sanción de un nuevo Código Civil y
Comercial se aprecia innecesaria en tanto similares objetivos se podrían haber logrado con una reforma del

17 / 32
Código Civil anterior, al estilo de la del año 1966 (Borda), más una reforma societaria, sin restar utilidad a casi
145 años de doctrina y jurisprudencia". "Sentado ello, el nuevo Código presenta una excelente sistemática, es
claro, es breve, es docente, es moderno y trae soluciones muy útiles e interesantes a diversos problemas, aun
cuando pueda merecer algunos reparos en materia de derechos reales". "Adviértase que logra articular al mismo
tiempo un sistema publicista de defensa de la igualdad y derechos humanos, con un sistema privatista en materia
contractual, además de una adecuada defensa del consumidor". Compárese PALMERO, Juan Carlos, Evolución
y tendencias del Derecho Comercial argentino, en Centenario del Código de Comercio venezolano de 1904,
coord. por Alfredo Morles Hernández e Irene de Valera, Academia de Políticas Económicas y Sociales, Caracas,
2004, t. I, pp. 232 y ss., donde recuerda el dualismo integrativo del Derecho Comercial argentino y después dice:
"No hace falta abundar en consideraciones para advertir que el cambio abrupto de toda la legislación civil y
comercial vigente hasta este momento, importa un hecho de tal trascendencia institucional, que pone en tela de
juicio la propia seguridad jurídica de la Nación y esto es precisamente, lo que constituye un obstáculo a la
procedencia de la iniciativa unificatoria [...] Y decimos que los códigos históricos generalmente no se sustituyen,
salvo que mediaran graves e importantísimas razones políticas, económicas o sociales, porque el contenido de
estas normas originales, se las ha ido enriqueciendo a través de su permanente aplicación [...] La obra colectiva
de la jurisprudencia, el derecho autoral y las diversas actualizaciones que se le introducen a través de los
procesos inevitables de descodificación, o mediante la actualización circunscrita a algunas de sus instituciones,
hace que nunca pueda asignárseles el adjetivo de 'viejos', pues las leyes no sufren esa degradación, sino que
por el contrario, van incorporando sabiduría que trasciende a la propia concepción o intencionalidad de sus
autores".

[35]

Los arts. 891, 892, 907, 919, 926, 984 a 996, 999 a 1003, y 1006 a 1017, que se incorporan como arts. 631 a
678, ley 20.094 (Ley de la Navegación).

[36]

"Art. 3º. Deróganse las siguientes normas: "a) Las leyes Nº 11.357, 13.512, 14.394, 18.248, 19.724, 19.836,
20.276, 21.342 -con excepción de su artículo 6º-, 23.091, 25.509 y 26.005; "b) La Sección IX del Capítulo II
-artículos 361 a 366- y el Capítulo III de la ley 19.550, t. o. 1984; "c) Los artículos 36, 37 y 38 de la ley 20.266 y
sus modificatorias; "d) El artículo 37 del decreto 1798 del 13 de octubre de 1994; "e) Los artículos 1º a 26 de la
ley 24.441; "f) Los Capítulos I -con excepción del segundo y tercer párrafos del artículo 11- y III -con excepción
de los párrafos segundo y tercero del artículo 28- de la ley 25.248; "g) Los Capítulos III, IV, V y IX de la ley
26.356". Compárese VÍTOLO, ob. cit., en nota 1, pp. 194-195, la que dice: "Pero en orden a la realidad, cabría
discernir si no hubiera sido preferible en esta etapa encarar una transformación gradual del sistema y, en lugar
de haber concebido un Código único en todos sus aspectos, se hubiera dado un paso intermedio en una primera
experiencia unificadora para después de probada la misma, a lo largo de algunos pocos años, se hubiera
consolidado el proceso unificador si la sociedad lo requería". El autor agrega que deberían mantenerse excluidas
de un cuerpo único las leyes civiles que no puedan mercantilizarse, y también las mercantiles que no puedan
desmercantilizarse, proponiendo la sanción de cuatro códigos, un Código Único de las Obligaciones, un Código
de Comercio, un Código Civil y un Código del Consumo, todo lo cual formaría un "Sistema de Derecho Privado",
apoyándose parcialmente en la opinión de Garrigues, que cita. Este último, en GARRIGUES, Joaquín, Derecho
Mercantil y Derecho Civil, en Temas de Derecho vivo, Tecnos, Madrid, 1978, pp. 117 a 139, dice que el futuro del
Derecho Privado debe contener tres códigos, a saber: "un Código General de Obligaciones, un Código de
Derecho Civil y un Código de Derecho Mercantil, reducido en cierto modo y en cierto modo ampliado también"
(ob. cit., p. 137). Asimismo, compárese la postura de los autores anteriores con la de FARGOSI, Hacia la
reelaboración coordinada de los Códigos Civil y de Comercio cit., p. 1116, quien defiende la separación entre
Código Civil y Código Comercial, aunque eliminando de este último las disposiciones de aplicación general como,
por ejemplo, las normas sobre forma, prueba e interpretación de los contratos, comisiones o consignaciones,
préstamos e intereses, etc.

[37]

CARONI, Pío, Escritos sobre la codificación, Dykinson, Madrid, 2012, p. XV, quien entre otras interesantes

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reflexiones dice: "La primera de estas vertientes muestra obsesión unificadora típica del ímpetu codificador. Por
ella tendía el Código a una cuádruple unificación. En primer lugar, quería ser una ley única, completa y exclusiva
que, por este motivo, reflejaba un ordo rígidamente sistemático. En segundo lugar, pretendía regular de manera
uniforme todo el territorio estatal. En tercer lugar, buscaba dirigirse de igual manera a todos los habitantes y
contribuía así, en el fondo suavemente, a constituir, reforzar o garantizar la unidad política del Estado", p. XXIII.
Véase también PETRONIO, Ugo, La Lotta per la codificacione, G. Giappichelli, Torino, 2002, Cap. I, pp. 7 y ss.;
TAU ANZOÁTEGUI, Víctor, La codificación en la Argentina, Histórica, Buenos Aires, 2008, Prefacio a la segunda
edición, pp. 9 y ss., que expresa: "Es decir, de una parte los juristas del Derecho positivo no pueden ya pensar
los códigos de sus disciplinas como un sistema abarcador y excluyente, abstracto y ahistórico. De otra parte, los
historiadores asumen la tarea de estudiar el ciclo codificador en toda su dimensión, abordando sus distintas y
sucesivas fases: surgimiento, vigencia, renovación, declinación, etc., en todos casos enlazados con los
requerimientos del dinamismo social. Como lo expresé en otra ocasión, casi ninguna investigación histórico-
jurídica puede dar por cumplido su recorrido sin precisar las vinculaciones que la unen con el contorno social",
pp. 10 y 11.

[38]

Véase lugares citados en la nota anterior. Seguramente, por esa razón Vélez Sársfield introdujo sabias notas a
su proyecto de Código Civil.

[39]

Sobre el tema me he expedido con anterioridad. Ver la nota de elevación del Proyecto del Código Civil de
1997-1998, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, pp. 7-18; ALTERINI y ALEGRIA, Unificación sustancial del Derecho
Civil y del Derecho Comercial cit., p. 1, y exposición en la mesa redonda del Departamento de Derecho Privado,
dedicada al tema de la Unificación legislativa civil y comercial, del 26-10-99, publicada en Revista del Notariado,
Buenos Aires, Nº 860, p. 203.

[40]

En los Fundamentos del Proyecto de Código Civil y Comercial de 2011-2012 se dice: "En la estructura interna del
Código se ha respetado el orden de partes generales que se ha usado en el Proyecto de 1998, el que, a su vez,
tiene su base en otras experiencias anteriores. Las partes generales permiten la utilización de conceptos
normativos que luego se especifican, así como una lectura más sencilla de todo el sistema". "El Código se
relaciona con otras normas ya existentes en el sistema, y ello ha demandado un esfuerzo importante a fin de
lograr la mayor coherencia posible, sobre todo teniendo en cuenta que esas leyes contienen reglas, frases y
vocablos disímiles". "Como consecuencia de la constitucionalización del Derecho Privado, hay un importante
contenido de normas de orden público en aéreas relevantes. Es interesante, señalar la función del derecho
supletorio como modelo. En materia contractual, por ejemplo, se describen reglas que pueden ser dejadas de
lado por las partes, pero que cumplen la función de aportar una guía que si es seguida, disminuye los costos de
transacción y litigiosidad". "El Anteproyecto respeta los otros microsistemas normativos autosuficientes. Es decir,
se ha tratado de no modificar otras leyes, excepto que ello fuera absolutamente necesario. Ha sido
imprescindible una reforma parcial de la Ley de Defensa de Consumidores, a fin de ajustar sus términos en los
puntos que la doctrina ha señalado como defectuosos o insuficientes. Asimismo, ha sido inevitable una reforma
parcial a la Ley de Sociedades, para incorporar la sociedad unipersonal y otros aspectos sugeridos por la
doctrina. En otros casos, se incorporan las leyes con escasas modificaciones, como ocurre por ejemplo, con las
fundaciones y el contrato de leasing. Finalmente, en otros casos, no hay ninguna modificación como sucede con
la Ley de Seguros y Concursos y Quiebras".

[41]

Término muy significativo y apropiado, que se atribuye a Minervini por BONFANTE, Guido y COTTINO, Gastone,
L'Imprenditore, en Trattato di Diritto Com-merciale, dir. por Gastone Cottino, Cedam, Milano, 2001, vol. I, p. 400.

[42]

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Leone Bolaffio decía que "si ciertas normas son buenas para asegurar el respeto a los pactos, para garantir al
comprador de la seriedad y bondad de la adquisición, y asegurar al vendedor el pago del precio, no se entiende
por qué las mismas no deben ser aplicadas tanto si la compraventa es comercial, como si es civil", citado en la
ponencia de PRANCIONI, Isaac, Actas, Primer Congreso Nacional de Derecho Comercial, Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1943, t. I, p. 116.

[43]

LANCELOTTI, Miguel Ángel, Actas, ponencia en el Primer Congreso Nacional de Derecho Comercial, Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1943, t. II, p. 19, y debate en la Tercera Sesión, pp. 143 y ss. Allí,
entre otros, el profesor Malagarriga dijo que la unificación del Derecho Privado era propiciada "por varios
profesores eminentes, entre ellos el doctor Leopoldo Melo, y que fuera de la República han preconizado
centenares de abogados ilustres. Precisamente, el doctor Melo ha hecho traer hace un momento de la biblioteca
las publicaciones de la labor realizada por la comisión mixta francesa e italiana, y allí hay centenares de
nombres, los más ilustres de la ciencia de Francia e Italia, partidarios de la unificación". A su turno, Yadarola
agregó importantes fundamentos (pp. 161 y ss.) y recordó un comité ítalogermano que en 1938 resolvió proyectar
una legislación uniforme sobre la base de los informes de Asquini, de Roma, y de Nipperdey, de Colonia.

[44]

Ver ALEGRIA, Héctor, La interpretación de los contratos en el Derecho argentino, en Reglas y principios del
Derecho Comercial, La Ley, Buenos Aires, 2008, pp. 71 y ss., y también en L. L. 2003-E-952, especialmente pp.
92 y ss.

[45]

Y también a relaciones jurídicas regladas por el Derecho Administrativo en que intervienen privados, tema sobre
el que existe un importante debate doctrinario. Véase: CASSAGNE, Juan Carlos, Características principales del
régimen de contrataciones de la administración nacional, en http://www.cassagne.com.ar/publicaciones.asp, y en
El contrato administrativo, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1999; MAIRAL, Héctor A., De la peligrosidad o inutilidad
de una teoría general del contrato administrativo, en E. D. 179-655, entre otros.

[46]

El maestro LÓPEZ DE ZAVALÍA, Fernando J., Teoría de los contratos, t. I, Parte general, Zavalía, Buenos Aires,
2003, p. 112, dijo: "...tendremos que reconocer que pocos son los contratos que escapan al Derecho Comercial,
y que todos a diario concluimos negocios regidos por ese Derecho". Es interesante señalar que el maestro
estaba de acuerdo con la unificación pero que no podría hacerse en el Código de Comercio. En p. 113 agregó:
"...no sólo porque no se nos ocurre qué podrían hacer en un Código de Comercio los contratos gratuitos como el
de donación, sino, particularmente, porque así se devolvería a la madre común lo que por razones históricas se
separó, una vez desaparecidas las mismas". A todo evento, coincidimos también con lo sostenido en FAVIER
DUBOIS (h), La "autonomía" y los contenidos del Derecho Comercial a partir del nuevo Código unificado cit., por
cuanto se observa que "en los contratos antes duplicados y ahora unificados, corresponde afirmar que se dio, en
general, preferencia a la solución comercial por sobre la solución civil, la que aparece regulada como regla,
mientras que la solución civil queda, en algunos casos, como excepción conforme con las circunstancias" (ob.
cit., p. 26, con los ejemplos allí mencionados).

[47]

La doctrina ha señalado que la noción de "proveedor" del Derecho del Consumo dice relación con el carácter
profesional de éste (art. 2º, ley 24.240, redacción por ley 26.361). Ver XXII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, 5º Congreso Nacional de Derecho Civil, Córdoba, 2009, Comisión Nº 9, Derecho interdisciplinario y
derechos del consumidor, punto 3: "A los fines de establecer la noción de proveedor resultará determinante su
carácter profesional". En igual sentido, STIGLITZ, Rubén S., La teoría del contrato en el Proyecto del Código Civil
y Comercial de la Nación, en L. L. 2012-C-1288, Cap. IV, punto 4, donde dice: "Cabe admitir que la expresión

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'profesional' es de tal magnitud que atrapa en su formulación a la 'actividad comercial, industrial y artesanal', por
lo que cabe una sugerencia: que se reemplace todo el enunciado descriptivo del Proyecto sólo por la frase
'actividad profesional' que lo comprende". Así lo dicen expresamente, por ejemplo, algunas leyes, como la
francesa, 2014-344, del 17-3-2014, y el Code de la consommation, art. 1º, y muchos otros en su texto. Véase
también STIGLITZ, Rubén S., El nuevo orden contractual en el Código Civil y Comercial de la Nación, en L. L. del
15-10-2014, AR/DOC/3668/2014. El Proyecto del Código de Comercio español coloca dentro de la definición de
"empresario" a quienes ejerzan en su nombre y profesionalmente una actividad económica organizada de
producción o cambio de bienes con prestación de servicios para el mercado, incluidas las actividades agrarias y
artesanales, comprendiendo a las personas jurídicas, a las sociedades mercantiles cualquiera sea su objeto y a
las personas jurídicas que no siendo empresarias ejerzan alguna de las actividades expresadas en este artículo.
Ver Anteproyecto del Código Mercantil citado, art. 001-2. Debe señalarse que los empresarios y las personas
jurídicas reciben la denominación general de "operadores del mercado" y dentro de la calificación se incluye
también a: "c) las personas jurídicas que, aun no siendo empresarios y con independencia de su naturaleza y
objeto, ejerzan alguna de las actividades expresadas en este artículo, así como los entes no dotados de
personalidad jurídica cuando por medio de ellos se ejerza alguna de esas actividades" (art. 001-2, inc. c).

[48]

Ley de Sociedades Comerciales 19.550 (t. o. 1984), art. 1º.

[49]

Nota anterior, art. 3º.

[50]

Leyes 19.551 y 22.917, criterio seguido por la ley 24.522.

[51]

Código de Comercio, Título Preliminar: "I. En los casos que no estén especialmente regidos por este Código, se
aplicarán las disposiciones del Código Civil", y art. 207: "El derecho civil, en cuanto no esté modificado por este
Código, es aplicable a las materias y negocios comerciales".

[52]

Véase: ALEGRIA, Héctor y LÓPEZ CABANA, Roberto M., Unificación legislativa civil y comercial, en Revista del
Notariado, Buenos Aires, del 26-10-99, Nº 860, p. 203, y en L. L. Online. También ALEGRIA, Héctor, Régimen
legal de protección del consumidor y Derecho Comercial, en L. L 2010-C-281, AR/DOC/512/2010.

[53]

Las clásicas corrientes denominadas de "comercialización del Derecho Civil" y "civilización del Derecho
Comercial". Al respecto, ver RIVERA, Julio César, Codificación, descodificación y recodificación del Derecho
Privado argentino a la luz de la experiencia comparada, en Código Civil y Comercial de la Nación comentado, dir.
por Julio César Rivera y Graciela Medina, 1ª ed., La Ley, Buenos Aires, 2014, t. I, p. 43.

[54]

LORENZETTI, Ricardo L., Presentación del Proyecto, La Ley, Buenos Aires, 2012, p. 3, dice: "I) Paradigmas y
principios jurídicos. Un Código del siglo XXI se inserta en un sistema complejo, caracterizado por el dictado
incesante de leyes especiales, jurisprudencia pretoriana y pluralidad de fuentes. La relación entre un Código y los
microsistemas jurídicos es la del sol que ilumina cada uno de ellos y que los mantiene dentro del sistema" (el
énfasis es agregado).

21 / 32
[55]

ALEGRIA, Reglas y principios del Derecho Comercial cit., 1ª ed., pp. 589 y ss.

[56]

Ibíd., especialmente en los antecedentes contenidos en las notas al pie Nº 3 y 4.

[57]

Compartimos aquí la postura expresada por BOBBIO, Norberto, Teoría general del Derecho, 3ª ed., Nomos,
2007, p. 145. En este sentido, el autor argumenta que para una correcta definición de Derecho es necesario
notar que las normas jurídicas en particular son -o no- eficaces dentro de una "compleja organización que
determina la naturaleza y entidad de las sanciones, las personas que deben aplicarlas y su ejecución". Dicha
organización es, en efecto, el "producto" de un ordenamiento jurídico.

[58]

Ver definiciones disponibles en http://lema.rae.es/drae/?val=ciencia.

[59]

HERNÁNDEZ GIL, Antonio, Problemas epistemológicos de la ciencia jurídica, 1ª ed., Civitas, Madrid, pp. 17 y ss.

[60]

La versión completa de los dichos de Von Kirchmann puede verse en La jurisprudencia no es ciencia, trad. de A.
Truyol, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1983. Al respecto, ver también el análisis realizado en
NOVELLI, Mariano H., Las ideas de Kirchmann acerca de la ciencia jurídica. Consideraciones sobre
epistemología y Derecho, en Revista del Centro de Investigación de Filosofía Jurídica y Filosofía Social, Nº 29,
2006, pp. 103 a 109. Allí, el autor manifiesta que los dichos de Kirchmann se corresponden con una visión
antigua de la ciencia, reducida a las ciencias naturales y la observación neutral. Afirma Novelli entonces: "He
aquí lo que para Kirchmann es la prueba de la acientificidad del Derecho. En tanto que los objetos de la
naturaleza conservan sus mismas características a través de los tiempos -la rosa florece hoy día igual que en el
paraíso- y permiten que la ciencia, en su lento esfuerzo secular, llegue a comprenderlos, a descubrir las leyes
que los rigen, a formular los conceptos que las expresan y a exponerlos en un sistema coherente, lo inverso
ocurre con la jurisprudencia. Cuando ésta encuentra, tras largo camino, el auténtico concepto de una institución y
sus verdaderas leyes, el objeto entre tanto ha cambiado" (p. 106).

[61]

HERNÁNDEZ GIL, ob. cit., p. 19.

[62]

NOVELLI, ob. cit., p. 107.

[63]

VANOSSI, Jorge Reinaldo, Ciencias "duras" y ciencias "blandas": ¿Comportamientos estancos o apoyaturas
metodológicas compartidas?, Comunicación en sesión privada de la Academia Nacional de Ciencias Morales y
Políticas, del 23-7-2003, disponible en http://www.ancmyp.org.ar/user/files/ciencias_duras_y_ciencias_blandas-
vanossi-2003.pdf.

[64]

22 / 32
Existen distintos referentes dentro de los que construyeron una "Ciencia del Derecho" y sus distintas
exposiciones, tales como: Carlos Cossio, Hans Kelsen, Ciuro Caldani, José María Rodríguez Paniagua, Alf Ross,
Karl Olivercrona, Javier Hervada, Herbert Lionel Adolphus Hart, Robert Alexy, etc. Si bien constituye una tarea
por demás interesante, sus posturas individuales exceden a la brevedad de nuestro trabajo, remitiéndonos por
ello al resumen desarrollado en LELL, Helga María, "Ciencia" del Derecho y normas jurídicas: problemas de
jerarquía, de atribución de sentido y de referencialidad, en Revista Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de
Cultura Jurídica y Maestría en Sociología Jurídica, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, UNLP, abril de
2013, Nº 8, pp. 167 a 169.

[65]

ALCHOURRÓN, Carlos E. y BULYGIN, Eugenio, Introducción a la metodología de las ciencias jurídicas y


sociales, 4ª ed., Astrea-Depalma, Buenos Aires, 2002, pp. 228 y 229.

[66]

Íd., p. 229.

[67]

ACEBEDO, Ignacio, De la ciencia del Derecho, Cap. II de su tesis de grado, publicada en Revista Estudios de
Derecho, vol. XVII, Nº 53, Sección I: Trabajos jurídicos, Universidad de Antioquía, Colombia, p. 317.

[68]

Nos referimos a este asunto, por cuanto incluso la primera definición postulada por la RAE citada ab initio parece
reducirse a la visión antigua del concepto de ciencia. Aún más, si bien la RAE contiene una definición derivada
de "ciencias humanas", no incluye al Derecho como una de ellas, permitiéndose un cierto grado de ambigüedad
mediante un "etcétera" que esquiva -sabiamente, quizás- emitir un juicio sobre las consideraciones aquí
expuestas. Para mayor bibliografía sobre este debate y sus exponentes, ver también LELL, ob. cit., pp. 165 a
184; MUÑOZ ROCHA, Carlos, La ciencia del Derecho, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, disponible
en http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/jurid/cont/20/pr/pr31.pdf; PEÑA GONZÁLEZ, Carlos, El valor
científico del Derecho, en Derecho y Humanidades, Nº 6, Universidad de Chile, 1998; VERNENGO, Roberto J.,
Ciencia jurídica o técnica política: ¿es posible una ciencia del Derecho?, en Doxa, Nº 3, 1986, pp. 289-295;
ATIENZA, Manuel, Sobre la jurisprudencia como técnica social. Respuesta a Roberto J. Vernengo, en Doxa, Nº
3, 1986, pp. 297-311; ACEBEDO, ob. cit., pp. 304 a 319; ROSS, Alf, Hacia una ciencia realista del Derecho.
Crítica del dualismo en el Derecho, 1ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1961; DEL VECCHIO, Giorgio, Filosofía
del Derecho, 9ª ed. española, Bosch, Barcelona, 1974; ROBLES, Gregorio, Epistemología y Derecho, 1ª ed.,
Pirámide, Madrid, 1982; GIOJA, Ambrosio L., Ideas para una filosofía del Derecho, ed. por sucesión de Ambrosio
L. Gioja, 1ª ed., Buenos Aires, 1973, t. I; DÍEZ-PICAZO, Luis, Experiencias jurídicas y teoría del Derecho, 1ª ed.,
Ariel, Barcelona, 1975; DUVERGER, Maurice, Métodos de las ciencias sociales, 1ª ed., Ariel, Barcelona-Caracas,
1962; VEGA, Jesús, La idea de ciencia en el Derecho. Una crítica histórico-gnoseológica a partir de la idea de
"ciencia normativa", 1ª ed., Biblioteca Filosofía en Español, Pentalfa, Oviedo, 2000.

[69]

POPPER, Karl, Búsqueda sin término, Tecnos, Madrid, 1977, se refiere en su obra a la desilusión que sufrieron
los científicos, que buscaban la aplicación general y absoluta de sus descubrimientos, al notar las
contradicciones necesarias que postularon, por ejemplo, la teoría de la relatividad o la mecánica cuántica.

[70]

DEL VECCHIO, ob. cit., p. 318.

[71]

23 / 32
Cuando nos referimos al "Derecho Comercial" ha de entenderse que lo hacemos también a cualquier
denominación que se entienda que debe sustituir el "Derecho de la empresa", de la "navegación", de la "actividad
económica privada", etc.

[72]

Igualmente, cuando nos referimos al "comercio", lo hacemos a la actividad económica de los privados, o de la
empresa, o de los empresarios.

[73]

Las identificamos así genéricamente, comprendiendo las diferentes denominaciones y campos de aplicación
(Derecho Mercantil, de los negocios, de la empresa, de los actos celebrados en masa, etc.).

[74]

VEGA, ob. cit., p. 159.

[75]

Ibíd.

[76]

LA LUMIA, Isidoro, La autonomia del nuovo Diritto delle Imprese commerciali, en Rivista del Diritto Commerciale,
1942-1, pp. 1 y ss., reproducido en GARRIGUES, Qué es y qué debe ser el Derecho Mercantil cit., p. 91, nota 47.

[77]

Así lo dispone la ley 26.994, en su art. 4º, como también lo hacían los Proyectos de 1997, 1993 (ambos) y de
1998, con la peculiaridad diferencial de que en los anteriores no se incluía la denominación comercial en el título
del Código, cosa que sí se advierte en el actual.

[78]

Ob. cit. en nota 46.

[79]

Sin perjuicio de que un emprendedor comercial y una empresa comercial perfectamente pueden realizar actos
gratuitos en determinadas circunstancias. Véase, por ejemplo, ALEGRIA, Héctor, Esponsorizacion o mecenazgo,
en Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones, Separata de la R. D. C. O., Nº 145/146, Depalma,
Buenos Aires, 1992. Tanto en el caso del mecenazgo como en los otros mencionados, pueden existir supuestos
-legítimos- de préstamo gratuito y de comodato en materia mercantil (ejemplo típico el de los pellets, envases de
ciertos rubros que se facilitan en préstamo a los comerciantes por los productores de ciertos bienes).

[80]

Mencionamos aquí lo sostenido por MOSSET ITURRASPE, Jorge, Contratos en general en el Proyecto de
Reformas al Código Civil argentino de 1998 (estudio comparativo con la ley 24.240 de tutela al consumidor), en
2000-II-786, por cuanto ya afirmaba entonces que el contrato de consumo es la "síntesis de la unificación civil y
comercial". De esta manera, afirma el autor que "si se proyecta un Código unificado, que supere las antinomias,
es lógico aludir a los contratos de consumo y a los celebrados entre empresas" (p. 4).

[81]

24 / 32
"Art. 320 - Obligados. Excepciones. Están obligados a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y
quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento
comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Cualquier otra persona puede llevar contabilidad si solicita su
inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de los libros, como se establece en esta misma
Sección. "Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las obligaciones previstas en
esta Sección las personas humanas que desarrollan profesiones liberales o actividades agropecuarias y conexas
no ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a la
transformación o a la enajenación de productos agropecuarios cuando están comprendidas en el ejercicio normal
de tales actividades. También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las actividades que, por el volumen de
su giro, resulta inconveniente sujetar a tales deberes según determine cada jurisdicción local". Agregamos aquí,
como bien sostiene Libonati, que la empresa no es irrelevante para el Derecho, pues el ordenamiento no sólo
regula las relaciones relativas al ejercicio de la empresa sino también se refiere a ella como un organismo
económico (LIBONATI, Berardino, La categoría del Diritto Commerciale, en Rivista delle Società, Giuffrè, Milano,
año 47, 2002, pp. 1 y ss.). Sobre el concepto de empresa, recomendamos consultar también los dichos del Dr.
Efraín Hugo Richard en Sobre el Título Preliminar del Proyecto de Código Civil y Comercial, conferencia de
apertura en el Primer Congreso Nacional de Análisis y Debate sobre el Proyecto del Nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación, Mar del Plata, 4 a 6 de noviembre de 2012, y del mismo autor, Sobre la personalidad
jurídica privada, en elDial.com, del 13-3-2015, entre otras obras de su autoría.

[82]

Alguna doctrina destaca como un defecto del Código no haber tratado sistemáticamente la conceptualización de
la empresa y, mucho menos, el quehacer comercial. VÍTOLO, ob. cit., p. 213, y su cita de Cabanellas. En igual
sentido JUNYENT BAS, Francisco, La incorporación de la materia comercial en el Proyecto de Código único.
Propósito de la ausencia de una caracterización de la actividad mercantil, en E. D. 249-126. Véase también
HEREDIA, Pablo D.; GÓMEZ LEO, Osvaldo R.; MARTORELL, Ernesto E. y GÓMEZ ALONSO DE DÍAZ
CORDERO, María L., Estatuto del comerciante. Propuesta de incorporarlo al Anteproyecto, en L. L. 2012C-117,
AR/DOC/2601/2012.

[83]

Véase HEREDIA, GÓMEZ LEO, MARTORELL y GÓMEZ ALONSO DE DÍAZ CORDERO, ob. cit., cuando dicen:
"Ciertamente, existen en dicho Anteproyecto de 2012 algunas referencias al 'comercio' como realidad económica
y jurídica diferenciada, pero respetuosamente entendemos que ellas quedan huérfanas de un contenido
referencial en la medida que desaparece dicho estatuto disciplinario del comercio en general". "Así, por ejemplo,
el art. 465, inc. d, menciona como bien ganancial a los frutos provenientes del ejercicio del comercio por uno de
los cónyuges; el art. 1429, prescribe sobre lo atinente a las bolsas y mercados de comercio; el art. 1811, alude a
las operaciones de comercio exterior; en el art. 2087, al regularse el tiempo compartido, se establece que pueden
ser afectados a ese contrato bienes destinados al comercio; los arts. 127 y 491 in fine, aluden al fondo de
comercio; varios preceptos refieren a los bienes que están dentro o fuera del comercio (arts. 234, 1192, 1670,
2497 y 2588); los arts. 320, 470, inc. d, 499, 1104, 1109, 1110, 2330, 2332 y 2380 aluden al establecimiento
comercial; los arts. 1052, 1502, 1505, 1511, 1522 y 2093 a la comercialización de mercaderías; los arts. 1092 y
1093, a la actividad comercial; el art. 1520 a los documentos comerciales; el art. 1096 a las prácticas
comerciales; el art. 1100 a las condiciones de comercialización; el art. 1379 a la cartera comercial; el art. 1421 al
giro comercial; el art. 1422 a la asistencia comercial; el art. 1504, inc. d, a los productos comercializados; el art.
1505, inc. b, a la abstención de comercializar; los arts. 2090, 2100 y 2102 al comercializador; el art. 2073 al
destino comercial; el art. 2092 a la promoción comercial; el art. 2611 a la cooperación jurisdiccional en materia
civil y comercial; el art. 2654 a la representación comercial, etc." "Es decir, como se ve, existen muchas normas
que en diversos contextos aluden al 'comercio', pero el estatuto que le es propio, basado en su particularismo y la
autonomía legislativa y científica que le son necesarias, no está presente". "Por ello, humildemente pensamos
que la consagración legislativa de ese estatuto no debe ser omitida, habida cuenta de que en el marco de una
unificación de la legislación civil con la comercial, no debe esta última desaparecer sino en la medida necesaria a
esa unificación".

[84]

25 / 32
El art. 5º de la ley 26.994 dice: "Las leyes que actualmente integran, complementan o se encuentran
incorporadas al Código Civil o al Código de Comercio, excepto lo establecido en el art. 3º de la presente ley,
mantienen su vigencia como leyes que complementan al Código Civil y Comercial de la Nación aprobado por el
art. 1º de la presente".

[85]

En el trabajo identificado de la nota 1, mencionamos entre ellas: Ley 928 sobre Certificado y Warrant Aduanero;
Ley 9643 de Warrants; Ley 9644 sobre Prenda Agraria; Ley 11.867 sobre Transferencia de Fondos de Comercio;
Ley 20.091 sobre Entidades de Seguros y su Control; Ley 20.266 y 25.028 sobre Martilleros y Corre-dores; Ley
20.705 sobre Sociedades del Estado; Ley 20.337 sobre Cooperativas; Ley 20.643 sobre Nominatividad
Obligatoria de Títulos Valores Privados; Ley 21.526 de Entidades Financieras; Ley 21.768 de Registros Públicos;
Ley 21.515 de Inspección General de Justicia; Ley 22.316 de Registro Público de Comercio de la Capital Federal;
Ley 22.362 sobre Marcas; Ley 22.400 sobre Productores, Asesores de Seguros. Re-gulación de su actividad,
modalidades de actuación, derechos y deberes, creación e inscripción en el Registro; Ley 22.426 sobre
Transferencia de Tecnología; Ley 22.802 sobre Lealtad Comercial; Ley 23.576 y 23.962 sobre Obligaciones
Negociables; Ley 24.083 sobre Fondos Comunes de Inversión; Ley 24.441 sobre Financiamiento de Vivienda y la
Construcción (parcialmente); Ley 24.240 de Defensa del Consumidor y modificaciones; Ley 24.467 sobre
Pequeña y Mediana Empresa. Sociedad de garantía recíproca; Ley 24.481 sobre Patentes de Invención y
Modelos de Utilidad; Ley 24.587 sobre Nominatividad de los Títulos Valores Privados; Ley 24.766 de
Confidencialidad; Ley 24.921 sobre Transporte Multimodal de Mercaderías; Ley 25.027 sobre Cumpli-miento de
Determinadas Prescripciones en relación a las Asambleas o Consejos de Administración de las Cooperativas;
Ley 25.065 sobre Tarjetas de Crédito; Ley 25.156 sobre Defensa de la Competencia; Ley 25.284 sobre Entidades
Deportivas. Fideicomiso de administración con control judicial; Ley 25.589 de Concursos y Quiebras; Ley 25.730
sobre Cheques Rechazados; Ley 25.738 sobre Entidades Financieras de Capital Extranjero. Sucursales.
Respaldo; Ley 26.831 de Mercado de Capitales; Decreto-Ley 15.348/46 de Prenda con Registro; decreto 817/95;
Decreto-Ley 15.349/46 sobre Sociedades de Economía Mixta; Decreto 142.277/43 de Sociedades de
Capitalización y Ahorro. Las leyes mencionadas en esta nota y en la anterior son la mayor parte las que refiere el
Proyecto de Ley de Sanción en el art. 5º.

[86]

En realidad, el Código de Comercio derogado contenía un capítulo, De las comisiones o consignaciones, que
llevaban de los arts. 232 a 281. Ahora, el Código Civil y Comercial lo incluye como Capítulo 9, del Título IV, del
Libro Tercero, con pocos artículos (1335 a 1344, remitiendo supletoriamente a lo dispuesto sobre el mandato).

[87]

Como lo sugieren con su autoridad HEREDIA, GÓMEZ LEO, MARTORELL y GÓMEZ ALONSO DE DÍAZ
CORDERO, ob. cit., que incluyen en su trabajo (Punto IX, Anexo) un proyecto de ley sobre Estatuto del
Comerciante.

[88]

El Diccionario de la Real Academia en su acepción segunda del vocablo "empresa" dice: "2. f. Unidad de
organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos".
Véase ARAYA, Miguel C., Introducción. Derecho Comercial, en ARAYA, Miguel C. y BERGIA, Marcelo R. (dirs.),
Derecho de la Empresa y del Mercado, La Ley, Buenos Aires, 2008, t. I, p. 18, donde afirma: "La empresa es una
noción económica: es el ejercicio de una actividad organizada, para la producción o el intercambio de bienes o
servicios, destinados al mercado". Recomendamos el clásico en la materia: ARECHA, Waldemar, La empresa
comercial, 1ª ed., Depalma, Buenos Aires, 1948.

[89]

FAVIER DUBOIS, La "autonomía" y los contenidos del Derecho Comercial a partir del nuevo Código unificado

26 / 32
cit., pp. 1 y ss., establece, en virtud de las normas que hemos visto, la distinción entre las "personas humanas",
"empresarias" y "cuasi empresarias", atribuyendo este último carácter a quienes realizan una actividad eco-
nómica organizada que no llega a configurar una empresa (cuasi empresarios), y el primero (empresario) a
quienes son titulares de una empresa o de un establecimiento comercial, industrial o de servicios.
Posteriormente, trata con detenimiento ambas categorías.

[90]

FARGOSI, Horacio P., Empresa, mercado y Derecho Comercial, en L. L. del 21-11-2013, p. 1;


AR/DOC/4353/2013; Aspectos de la teoría general del Derecho y actividad, en PIAGGI, Ana (dir.), Tratado de la
empresa, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2009, t. II; Sociedad y actividad ilícita, en L. L. 153-612, y ahora en
Estudio Derecho Societario, Ábaco, Buenos Aires, 1978, pp. 49 y ss., y ANAYA, Jaime L. y ALEGRIA, Héctor
(dirs.), Derecho Comercial. Doctrinas Esenciales. Sociedades comerciales, La Ley, Buenos Aires, 2001-II-3 y ss.;
El Derecho Comercial del siglo XXI, en ETCHEVERRY Raúl A. (dir.), Código de Comercio anotado, Depalma,
Buenos Aires, 2005, vol. I, pp. 109 y ss.; Derecho y mercado, en Anales, Academia Nacional de Derecho y
Ciencias Sociales de Buenos Aires, La Ley, Buenos Aires, 2006, p. 58; La empresa y el Proyecto de Código Civil
y Comercial, en L. L. del 30-11-2012, AR/DOC/5363/2012.

[91]

Un reciente trabajo de LIBERTINI, Diritto Civile e Diritto Commerciale. Il metodo del Diritto Commerciali in Italia
cit., fasc. 12, pp. 1 y ss., reflexiona y, en alguna medida, critica la concepción de la empresa como sistema de
actividad contrapuesto al sistema de sujetos, en especial el punto 8.2, pp. 33 y ss., con interesante desarrollo y
bibliografía. Allí dice que "no parece, sin embargo, compartible [N. del A.: la teoría de la empresa como sistema
de actividad] cuando se presenta como radical novedad en el plano sistemático de la reconstrucción normativa",
y agrega: "la valorización dogmática de la empresa deberá, por tanto, ser simplemente vista como desarrollo
coherente de opciones presentes en la legislación, acompañado de un renovado análisis histórico-sociológico de
la materia a reconstruir normativamente. La doctrina examinada sufre la tentación propia de la vieja dogmática
conceptualista [...] de formular definiciones 'reales' de 'empresa' y de 'sistema de actividad' con el riesgo
consecuente de relegitimar argumentaciones de tipo conceptualístico en el razonamiento jurídico". Concluye
diciendo: "Depuradas estas superfetaciones conceptuales, la doctrina de FL [N. del A.: Ferro Luzzi] constituye sin
embargo un válido e importante reclamo a la exigencia de una elaboración autónoma de las normas del derecho
de la empresa no condicionada de los paradigmas del individuo propietario [por lo que atiende a su actividad], ni
de aquel del contrato de cambio por cuanto atiende a la organización de la empresa".

[92]

El giro empresa, empresario, empresarial se reitera en 36 oportunidades en el Código. Por ejemplo, en los arts.
320 (2 veces), 375, 1010, 1293, 1479, 1481, 1483, 1484 (2 veces), 1485 (2 veces), 1487 y 1488 (2 veces), 1497
(2 veces), 1498, 1499, 1500, 1502, 2073, 2229, 2333 y 2377, etc.

[93]

Así, el Anteproyecto de Ley del Código Mercantil de España, de reciente aparición, pone su centro en el
"empresario" y dice: "Pero ese concepto central de empresario basado en el previo de la empresa como
organización económica, de producción, de bienes o prestación de servicios, no puede restringirse a lo
'comercial', según el concepto clásico que recoge el Código de Comercio de 1885, expulsado hoy por la unidad
del mercado; debe comprender también a empresarios dedicados a aquellas materias excluidas del Derecho
Mercantil, como la agricultura o la artesanía, que constituye el objeto de empresas cuyos titulares actúan
asimismo en el mercado [...] Desde el punto de vista objetivo, las relaciones de estos operadores del mercado
entre sí y con los consumidores constituyen la materia mercantil [...] Para calificar a estos ámbitos, subjetivo y
objetivo, el concepto de referencia es el de empresa como organización económica de producción de bienes o
prestación de servicios, a partir de la cual se identifica a su titular (empresario) y a la actividad que desarrolla en
el mercado" (el énfasis es agregado).

27 / 32
[94]

El trabajo que mencionamos es de IRTI, Natalino, L'ordine giuridico del mercato, 2ª ed., Laterza, Roma-Bari,
1998.

[95]

ALEGRIA, Héctor, La empresa como valor y el sistema jurídico, en Reglas y principios del Derecho Comercial
cit., pp. 213-214. El trabajo también fue publicado en L. L. 2006-D-1172.

[96]

Por lo tanto, serán empresarios las personas humanas o ideales que realicen una actividad económica
organizada. La ley no establece si esa actividad tiene que tener fines de lucro, aunque parece claro que la
empresa lucrativa tenga una regulación más exigente y cuidada como protagonista del mercado. Desde ya
señalamos que emprendimientos sin un objeto lucrativo repartible, pero que realice una actividad económica
organizada cuyo resultado se vuelque de otra forma que con un reparto, también son empresarios sujetos del
Derecho empresario. Véase el excelente desarrollo de CRACOGNA, Dante, Las empresas de la economía social,
en PIAGGI, Tratado de la empresa cit., t. I, pp. 157 y ss., y especialmente pp. 187 a 190, quien dice: "El
desarrollo de la llamada economía social ha venido a impulsar la aparición y el crecimiento -tanto en variedad
como en cantidad- de las empresas no lucrativas. Éste es un fenómeno que se manifiesta tanto en los países
industrializados como en los países en desarrollo. Hoy en día el número y la diversidad de estas empresas han
alcanzado una magnitud significativa y los ordenamientos jurídicos tratan de dar cuenta de ellas mediante una
regulación legal dinámica y en constante expansión".

[97]

En este sentido, HEREDIA, GÓMEZ LEO, MARTORELL y GÓMEZ ALONSO DE DÍAZ CORDERO, ob. cit.

[98]

Véase GARRIGUES, Joaquín, Derecho Mercantil en el siglo XX, en Temas de Derecho vivo cit., p. 324, donde
dice: "La desdichada invención del acto de comercio objetivo se enseñoreó de los códigos. Mas, paradójicamente
los juristas no aciertan con su concepto legal"; CÁMARA, Una aproximación al proyecto de unificación legislativa
civil y comercial cit., p. 399, dice: "la conclusión es irrefutable porque la delimitación sobre la base de los actos de
comercio entre la materia civil y comercial no es sólida: los actos de comercio fueron surgiendo en forma
desordenada y sin criterio [...] La disparidad entre el Derecho Civil y Comercial, cuyo basamento en el país sobre
los 'actos de comercio' resultaban muy frágil".

[99]

La doctrina y jurisprudencia sobre actos de comercio es muy extensa y sería ocioso reiterarla aquí.

[100]

Estas reglas han sido criticadas reiteradamente por FAVIER DUBOIS (h), La "autonomía" y los contenidos del
Derecho Comercial a partir del nuevo Código unificado cit.; Cap. 5, con extenso tratamiento; el mismo autor en
coautoría con FA-VIER DUBOIS (p), Avances, retrocesos y oportunidades perdidas en el Proyecto de Código
Civil en materia de sistema de registros contables, en Errepar, DSE, Nº 321, agosto de 2014, p. 813, y los
mismos autores: Impacto del Proyecto del Código Unificado sobre la profesión contable, en Errepar, DSE, Nº
299, octubre de 2012, p. 935. Ver también, en ese sentido: CARLINO, Bernardo Pedro, Registros y estados
contables: El Proyecto de reformas al Código Civil necesita precisiones y sistematización, V Jornada Nacional de
Derecho Contable, Mendoza, agosto de 2012, y Libros de comercio y Proyecto de Código, en L. L. del 11-7-2013.

[101]

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La doctrina ha hecho hincapié en la "supresión" del Registro Público de Comercio. En el antecedente del
Proyecto de Código Civil de 1998 se lo redenominaba "Registro de Actividades Especiales", para dar cabida a la
inscripción de actos y personas que no fueran comerciantes. Como decimos en el texto, quedará a la
interpretación la construcción de un sistema que resulte adecuado, si no se reforma la ley (arts. 297 y ss.).

[102]

Un tema especial, que no podemos abordar de momento, por su extensión, es el referido a las personas
eximidas del régimen de contabilidad y estados contables. Esta exención corresponde a los Estados locales, que
serán los que decidirán sobre la inscripción del empresario persona física (o no) al tiempo de conceder la
exención o al regularla genéricamente.

[103]

Eventualmente, las sociedades no inscriptas podrían requerir llevar contabilidad si solicitan su inscripción y la
habilitación de sus registros o la rubricación de los libros, como lo indica el párrafo final del art. 320 del Código.
Las normas fiscales tienen claramente una incidencia refleja sobre el régimen de inscripción, contabilidad y
estados contables.

[104]

Con la peculiaridad de que la ley 23.282 requiere la matriculación de los corredores "en el Tribunal de Comercio
de su domicilio", mientras que la ley 20.266 se refiere a la matriculación de los martilleros, previo examen de
idoneidad ante un tribunal de alzada, en un "organismo profesional o judicial que haya determinado la legislación
local respectiva" (es decir, la ley local).

[105]

Algunos autores han hecho notar la actual ubicación de la rendición de cuentas dentro del esquema de
clasificación de las obligaciones. Recuerdan que no se ha incorporado una norma que coloque los gastos
necesarios para la rendición a cargo del negocio, como lo hacía el Proyecto de 1998, y proponen, además, en su
Proyecto de Ley del Estatuto del Comerciante, algunas particularidades para los casos de rendición de cuentas
en "materia comercial". Ver HEREDIA, GÓMEZ LEO, MARTO-RELL, GÓMEZ ALONSO DE DÍAZ CORDERO,
ob. cit., en el art. 17 de su Proyecto, donde proponen agregar que el deber de rendir cuentas es irrenunciable por
adelantado, debe hacer naturalmente en el domicilio de la operación, si existe pluralidad de obligados cada uno
responde por la parte que tuvo en la administración y que el cumplimiento de esta obligación es independiente
del deber contractual de información.

[106]

"Art. 148 - Personas jurídicas privadas. Son personas jurídicas privadas: a) las sociedades; b) las asociaciones
civiles; c) las simples asociaciones; d) las fundaciones; e) las iglesias, confesiones, comunidades o entidades
religiosas; f) las mutuales; g) las cooperativas; h) el consorcio de propiedad horizontal; i) toda otra contemplada
en disposiciones de este Código o en otras leyes y cuyo carácter de tal se establece o resulta de su finalidad y
normas de funcionamiento".

[107]

"Art. 149 - Participación del Estado. La participación del Estado en personas jurídicas privadas no modifica el
carácter de éstas. Sin embargo, la ley o el estatuto pueden prever derechos y obligaciones diferenciados,
considerando el interés público comprometido en dicha participación".

[108]

"Art. 150 - Leyes aplicables. Las personas jurídicas privadas que se constituyen en la República, se rigen: a) por

29 / 32
las normas imperativas de la ley especial o, en su defecto, de este Código; b) por las normas del acto constitutivo
con sus modificaciones y de los reglamentos, prevaleciendo las primeras en caso de divergencia; c) por las
normas supletorias de leyes especiales, o en su defecto, por las de este Título. Las personas jurídicas privadas
que se constituyen en el extranjero se rigen por lo dispuesto en la ley general de sociedades".

[109]

"Art. 141 - Definición. Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere
aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su
creación". "Art. 144 - Inoponibilidad de la personalidad jurídica. La actuación que esté destinada a la consecución
de fines ajenos a la persona jurídica, constituya un recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para
frustrar derechos de cualquier persona, se imputa a quienes a título de socios, asociados, miembros o
controlantes directos o indirectos, la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los
perjuicios causados. Lo dispuesto se aplica sin afectar los derechos de los terceros de buena fe y sin perjuicio de
las responsabilidades personales de que puedan ser pasibles los participantes en los hechos por los perjuicios
causados".

[110]

Arts. 151 a 167.

[111]

Por ejemplo, el art. 160, que establece la responsabilidad a los administradores por caso de culpa, sin distinción
de grados, lo que confrontaría con el art. 274 de la Ley General de Sociedades, que requiere dolo o culpa grave.

[112]

Es interesante advertir cómo el Código, que pareciera tener cierta reticencia a hablar de sujetos comerciales, lo
hace, sin embargo, de asociaciones civiles. Recuérdese el art. 3º de la Ley General de Sociedades que admite la
constitución de sociedades de los tipos previstos en ella, a las asociaciones "cualquiera fuera su objeto". Ya
desde Ascarelli se hablaba de "asociaciones comerciales".

[113]

Así lo consideraba el Proyecto del Código Civil de 1998.

[114]

ARAYA, ob. cit.; BUONOCUORE, Vincenzo y LUMINOSO, Ángelo, con la colaboración de FAUCEGLIA,
Giuseppe; CAPO, Giovanni; ROSAPETE, Roberto y D'AMARO, Tommaso, Contratti d'Impresa. Casi e materiali,
Giuffrè, Milano, 1993, t. I, pp. 4 y ss., con importante cita bibliográfica y doctrinaria.

[115]

Ya hemos dicho que mantenemos esta denominación para mejor exposición, pero nos referiremos al final a la
que proponemos. Si algunos de estos contratos eventualmente quedaren comprendidos en la Ley de Defensa del
Consumidor 24.240 en su reforma por la ley 26.361, ello no implicaría cambio de las reglas sustanciales que se le
aplican para su tipificación, sin perjuicio de la prelación del Derecho del Consumidor, en los aspectos pertinentes.
En el art. 1º de esa ley se ha incorporado como "consumidor" a la persona jurídica.

[116]

Véanse, por ejemplo, las disposiciones de los arts. 1153 a 1162, de la compraventa, que rigen operaciones
generalmente comerciales.

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[117]

Por tanto, respetuosamente discrepamos en este aspecto con la opinión del eximio profesor Araya, quien, en el
trabajo ya citado, dijo: "Los restantes contratos o sea aquellos que se celebran entre un empresario (que la Ley
de Defensa del Consumidor llama proveedor) y un consumidor, en la medida que no integren un microsistema,
mal que me pese han quedado fuera de nuestra materia y deben ser enseñados en el Derecho Civil (ejemplo:
compraventa, locación, obra y servicios, depósito, mandato, comodato, donación, cesión de derechos, cesión de
posición contractual, etc.)". No tengo reparo a que por división del trabajo pedagógico se utilice la opinión de
Araya, pero ello no excluye del Derecho empresarial a esas relaciones.

[118]

A pesar de que algunas de estas áreas, como es natural, requieren su "autonomía".

[119]

Aun cuando algunos deudores pudieran no ser empresarios sino civiles y asociaciones civiles u ONG.

[120]

Ruego ver nuestro trabajo Instrumentos financieros o valores negociables: ¿Una nueva categoría jurídica?, en
Reglas y principios del Derecho Comercial cit., pp. 589 y ss. En igual sentido, Los títulos valores en el Proyecto
de Código Civil y Comercial, en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 2012-3, Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, pp. 281 y ss. y sus citas.

[121]

Ver nota 63.

[122]

Sin perjuicio de las modificaciones que trae la ley 26.994 (de promulgación del Código Civil y Comercial de la
Nación) y también sin perjuicio, claro está, de la aplicación de este Código con el sentido de unidad que está en
su médula.

[123]

Ver FONTANARROSA, ob. cit., pp. 30 y ss. En el Derecho clásico puede verse a ESCARRA, Jean, L'autonomie
du Droit Commercial; VALERI, Giuseppe, Manuale del Diritto Commerciale, Florencia, 1945, p. 6, y en Autonomia
e limiti del nuovo Diritto Commerciale, en Rivista de Diritto Commerciale e delle Obligazioni, 1943, t. I, p. 1;
ASQUINI, Alberto, Lezione del Diritto Commerciale, Padova, 1951, pp. 516 y ss. DA COSTA, Philomeno,
Autonomía do Direito Comercial, en Revista Forense, São Paulo, 1956.

[124]

Autonomía: (Del lat. autonomia, y éste del ?ú?????í?).


1. f. Potestad que dentro de un Estado tienen municipios, provincias, regiones u otras entidades, para regirse
mediante normas y órganos de gobierno propios.

2. f. Condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie.

3. f. Comunidad autónoma.

4. f. Máximo recorrido que puede efectuar un vehículo sin repostar.

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5. f. Tiempo máximo que puede funcionar un aparato sin repostar.

[125]

El tema rememora el libro de HANDKE, Peter, Carta breve para un largo adiós, Alianza, Buenos Aires, 2006.

[126]

DE SOLÁ CAÑIZARES, ob. cit., t. I, p. 18.

[127]

Aunque no lo hemos expresado en el desarrollo, es claro que la empresa exorbita al puro Derecho Privado y
concita regulaciones propias del Derecho Público y de otros (Derecho Laboral, Derecho del Medio Ambiente).

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