Está en la página 1de 19

LA PARTE GENERAL DE LAS PERSONAS JURÍDICAS EN EL CÓDIGO

CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN


Autor:
Crovi, Luis Daniel

Cita: RC D 891/2017

Tomo: 2015 2 Personas Jurídicas.


Revista de Derecho Privado y Comunitario

Sumario:

I. Introducción. II. Definición. III. El comienzo de la existencia. IV. La personalidad diferenciada y la recepción de
la teoría de la inoponibilidad. V. Las nuevas personas jurídicas. 1. Las organizaciones públicas no estatales. 2.
Personas jurídicas internacionales. 3. Las simples asociaciones. 4. Las mutuales. 5. Las cooperativas. 6. Los
consorcios de propiedad horizontal. 7. Las iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas. VI. Leyes
aplicables a las personas jurídicas privadas. VII. Atributos y efectos de la personalidad. 1. Nombre. 2. Domicilio.
3. Patrimonio. 4. Duración ilimitada. 5. Objeto preciso y determinado. VIII. Normas generales de funcionamiento.
1. Reuniones a distancia. 2. Deber de lealtad e interés contrario. 3. Obstáculos para tomar decisiones. Medidas
urgentes. IX. Transformación, fusión y escisión. X. Prórroga y reconducción. XI. A modo de conclusión.

LA PARTE GENERAL DE LAS PERSONAS JURÍDICAS EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA


NACIÓN

I. Introducción

La "atribución de personalidad" propia o específica a una determinada esfera de la realidad social, económica y
política, para que pueda "ser" y "actuar" de modo autónomo, incluso manteniendo vínculos con otros "sujetos de
derechos", sigue siendo en el siglo XXI determinante para alcanzar objetivos sustanciales o materiales. El
concepto de persona jurídica continúa estando hoy, pese a los ríos de tinta empleados en enésimos intentos de
comprensión multisecular, entre los más embarullados de la teoría general del Derecho. Pocos han sido los
juristas de talla que no hayan querido intentar la aventura de escudriñar la "verdadera esencia" de la persona
jurídica, esclarecer su concepto. Este permanente afán es el que ha determinado que el concepto de persona
jurídica, auténticamente medular, sea el que presenta, con toda probabilidad, la "historia más atormentada" de
cuantos integran el bagaje cultural, conceptual y técnico de los juristas occidentales, en diversas latitudes y
épocas.
Por ello, cualquier "contribución nueva" a este tema central de la ciencia jurídica es saludada siempre con
ambigüedad. En efecto, se espera siempre, casi con fervor del "creyente jurídico", que aporte un criterio
"definitivo" para la correcta compresión de esta institución. Pero por otro lado, simultáneamente se teme que
vuelva a replantear o hacer tambalear algunas de las aportaciones ya adquiridas y que arrojaban una cierta
"tranquilidad" de funcionamiento [1].
El Código Civil y Comercial de la Nación (en adelante CCyC) ha asumido ese desafío; la escueta regulación del
Código de Vélez Sársfield (aun luego la reforma de la ley 17.711) ha sido reemplazada por una detallada Parte
general de la persona jurídica en el Capítulo 1 del Título II del Libro Primero del novel texto legislativo.
El nuevo Código, como toda obra humana, es perfectible. Por ello, no podemos pensar que los veintisiete
artículos que componen el capítulo mencionado se encuentren exentos de observaciones y no sean pasibles de
distintas interpretaciones por nuestros tribunales, pero ello en modo alguno desmerece el mérito de haber
introducido, dentro del Código unificado, un conjunto de principios y normas que deberán respetar los entes
ideales que actúan dentro del ámbito de las relaciones jurídicas, civiles y comerciales.
Veremos los principales aspectos de esta teoría general de las personas jurídicas incorporada al Código que
estamos estrenando. Las reformas introducidas son importantes y debemos advertirle al lector (a riesgo de ser
reiterativos) que las disposiciones que analizaremos son aplicables a todas las personas jurídicas privadas, a las

1 / 19
que ya conocíamos (sociedades, asociaciones, fundaciones) y a las nuevas (simples asociaciones, mutuales,
cooperativas, iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas, el consorcio de propiedad horizontal y
toda otra contemplada por el nuevo Código o por leyes especiales). La aclaración no es menor, pues todas las
personas jurídicas privadas deberán respetar estas normas comunes sobre personalidad, atributos,
funcionamiento, disolución y liquidación que pasamos a comentar.

II. Definición

A diferencia del Código Civil, el CCyC define de manera positiva a las personas jurídicas como "todos los entes a
los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el
cumplimiento de su objeto y los fines de su creación".
La nueva metodología guarda coherencia con el sistema actual. En el Código derogado se empeñó en definir a la
persona humana como "todos los entes que presenten signos de humanidad, sin distinción de cualidades y
accidentes". La idea del Codificador de siglo XIX fue reafirmar que fuera cual fuere el defecto físico con el cual
naciera un ser humano, ello no influiría sobre su personalidad.
El CCyC no define a la persona humana, pues su designación como tal ya es toda una definición. Por ello en la
estructura del Código, por fuera de las personas humanas, sólo hay personas jurídicas.
Si bien en la legislación comparada se han usado otras denominaciones (v. gr., personas morales o personas
colectivas), el término que mayor acogida ha tenido en nuestro país (en la práctica, en las disposiciones legales y
reglamentarias) es, sin lugar a dudas, el de persona jurídica. Tampoco existen más las personas de existencia
ideal, categoría que servía en el régimen derogado para englobar a las simples asociaciones que no estaban
reconocidas como personas jurídicas.
El CCyC incorpora dentro del concepto de persona jurídica un aspecto que figuraba en el artículo 35 del antiguo
texto de Vélez. La capacidad de las personas jurídicas está limitada por su objeto y su finalidad. Este "principio
de especialidad" implica brindar seguridad jurídica a los terceros que contratan con la persona jurídica porque no
le serán oponibles actos "notoriamente extraños" al objeto de la entidad, tal como lo expresa, en materia
societaria, el artículo 58 de la Ley General de Sociedades.
No obstante, la aplicación del principio de especialidad debe hacerse con prudencia, admitiendo capacidad para
todos los actos que tengan relación directa o indirecta con el cumplimiento de los fines del ente.

III. El comienzo de la existencia

Los procedimientos de constitución son el "elemento formal" de las personas jurídicas. Estos procedimientos
pueden ser varios y básicamente oscilan entre la libre constitución por particulares cuando así lo prevé la ley
(sistema de constitución libre), la verificación del cumplimiento de determinados recaudos legales (sistema de
registro) o el requisito de un acto expreso de autorización estatal (sistema de concesión o autorización).
El CCyC ha adoptado, como pauta general, el sistema de libre constitución. La existencia de las personas
jurídicas comienza desde su constitución, sin necesidad de autorización estatal, excepto disposición en contrario
(art. 142).
El sistema de autorización estatal se mantiene para casos especiales: las asociaciones civiles (art. 169), las
fundaciones (art. 193), las mutuales (art. 3° de la ley 20.321) y las cooperativas (art. 9° de la ley 20.337).
El sistema de registro está previsto para las sociedades (arts. 5° y 6° de la Ley General de Sociedades) [2] y el
consorcio de propiedad horizontal (arts. 2038 y 2044). Las iglesias, confesiones o comunidades religiosas
requieren para su funcionamiento de su inscripción en el Registro Nacional de Cultos (ley 21.745), pero este
registro no otorga personería a estos credos, los cuales (hasta la sanción del CCyC) se constituían como
asociaciones civiles, fundaciones o simples asociaciones [3]. Por último, las simples asociaciones tienen
existencia a partir del acto constitutivo (art. 189).

IV. La personalidad diferenciada y la recepción de la teoría de la inoponibilidad

La persona jurídica no se confunde con sus miembros, ni la reunión de todos ellos equivale a ella misma [4]; el
CCyC reafirma, en el artículo 143, el mismo principio que contenía el derogado Código Civil. Al crearse una

2 / 19
persona jurídica, se crean dos personalidades y, por ende, dos patrimonios que responden, cada uno, por sus
propias deudas.
Pero cuando la persona jurídica es usada con un fin distinto al otorgado por el legislador, con la intención violar la
ley, el orden público o defraudar a terceros, es lícito desestimar su personalidad para imputar su accionar a sus
miembros o administradores por los perjuicios causados.
La doctrina del levantamiento del velo societario se debe a la jurisprudencia americana [5] y al estudio del alemán
Rolf Serick quien, en su obra, llega a la siguiente conclusión: "En todos los casos, la finalidad que ha tenido el
ordenamiento jurídico para crear la figura de la corporation, ya no quedaría atendida si se afirmara la
independencia de la persona jurídica frente a sus miembros. Pero si la persona jurídica celebra un negocio que
no excede los límites trazados por la finalidad que puede perseguir, será preciso reafirmar su independencia
aunque el negocio ocasione un perjuicio injusto a la otra parte. En tales casos, será menester recurrir a otras
instituciones jurídicas para lograr el remedio adecuado, pero nunca a la disregard doctrine" [6].
En nuestro país, la inoponibilidad de la personalidad jurídica ya se encontraba consagrada en el Derecho
Societario por el artículo 54 de la Ley de Sociedades Comerciales y en la Ley de Concursos con las reglas sobre
la extensión de la quiebra. Nuestra jurisprudencia ha hecho una amplia aplicación de esta doctrina [7].
La generalización de la doctrina a todas las personas jurídicas en el nuevo Código ha llevado a sostener que ha
consagrado como principio general la inoponibilidad [8]. Ello, en modo alguno es así, pues la aplicación de este
remedio es siempre de carácter restrictivo, no sólo porque así lo sostuvo Serick hace sesenta años, sino porque
la misma conclusión resulta de recientes pronunciamientos del más alto tribunal de nuestro país.
La Corte Suprema ha sostenido que la decisión de declarar inoponible la personalidad jurídica tiene carácter
excepcional en el Derecho argentino [9], y precisando más este concepto, ha destacado que el instituto de la
inoponibilidad debe ser aplicado en forma prudente, con criterio restrictivo y sólo en casos excepcionales [10].
La posición del alto tribunal es la correcta; como lo ha destacado la doctrina, debemos ser muy cuidadosos en el
tratamiento que demos a este tipo de conflicto de derechos, libertades e intereses -responsabilidad limitada a
todo evento versus protección de los acreedores- ya que las decisiones que adoptemos pueden acarrear
importantes consecuencias sociales; los efectos de la "desconsideración de la personalidad jurídica" son
relativos, por aplicarse solamente al caso concreto. Sin embargo, nadie podrá negar que se configura un
precedente para situaciones de hipótesis similares o iguales [11].
Por lo demás, si acudimos a la intención del legislador, se lee en los Fundamentos del Anteproyecto: "Rige
además, la desestimación, la prescindencia, inoponibilidad, etcétera, de la persona jurídica como un instituto de
excepción al criterio de la separación o diferenciación". Ha sido clara la intención del legislador; ni la doctrina ni la
jurisprudencia podrá interpretarla de otra manera.
El CCyC establece que podrá imputarse a los socios, asociados, miembros o controlantes directos o indirectos.
La terminología es amplia y permite dirigir la acción contra socios de una sociedad mercantil como contra
asociados o miembros de una asociación civil. Este último aspecto es muy importante pues, si bien existían
casos aislados de aplicación de la doctrina a entidades no lucrativas [12], el nuevo texto habilita a ir no sólo
contra los asociados de una asociación civil o los miembros de un consorcio de propietarios. La prudencia de los
tribunales jugará un rol fundamental en la aplicación de esta norma que sólo debería reservarse para graves
casos de la utilización fraudulenta de la personalidad, tomando en cuenta que es diametralmente distinta la
posición en que se encuentra el socio o director de una sociedad que la que tiene el miembro de una asociación
civil o el voluntario que la dirige.
En cuanto a los controlantes, la ley refiere a los "directos o indirectos". Los primeros son quienes gobiernan la
entidad; en cambio los segundos serían quienes controlan la persona jurídica desde afuera y permiten con su
accionar un fin desviado de la personalidad. Este último término parecería, en principio, reservado a las
sociedades pues es difícil pensar controlantes externos de una asociación o fundación.

V. Las nuevas personas jurídicas

La Sección 2ª del Capítulo 1 de la Parte general de las Personas jurídicas, se refiere a la clasificación. El artículo
146 clasifica a las personas públicas y el artículo 148, a las privadas.
El Código abandona aquí la denominación de personas de "carácter" público y de "carácter" privado. Si bien es
cierto que la regulación de los entes públicos resulta ajena al Derecho Civil y Comercial, sin lugar a dudas el
Estado nacional, los Estados provinciales, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los gobiernos municipales
intervienen en relaciones jurídicas del Derecho Privado y, por consiguiente, el Código debe al menos enunciarlos

3 / 19
como posibles sujetos de estas relaciones. Veremos cuáles son las "nuevas personas jurídicas" públicas y
privadas que ingresan al elenco de las ya conocidas.

1. Las organizaciones públicas no estatales

En la doctrina del Derecho Administrativo se ha impuesto la noción de ente público no estatal para explicar la
naturaleza de instituciones en cuya creación puede haber intervenido el Estado, pero que son integradas por
particulares, o que, aun sin injerencia del Estado en su constitución, ejercen algún tipo de función pública.
La realidad ha demostrado la dificultad en determinar la naturaleza jurídica pública o privada de esas personas
jurídicas, provocando diferencias doctrinarias. La cuestión se clarifica en el CCyC, ya que la atribución del
carácter público o privado surgirá del texto legal al momento de constituirse la persona [13].
Luego de mencionar al Estado nacional, las provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los municipios y
las entidades autárquicas, el proyecto alude a las "demás organizaciones constituidas en la República a las que
el ordenamiento jurídico atribuya ese carácter".
Esta enunciación sirve para contemplar las empresas del Estado y también las denominadas personas jurídicas
públicas no estatales regidas por leyes especiales, como los partidos políticos, las asociaciones sindicales, los
colegios profesionales que gobiernan la matrícula [14] o las obras sociales del Estado que, de conformidad con lo
establecido en el artículo 2° de la ley 23.660, "funcionarán como entidades de derecho público no estatal, con
individualidad jurídica, financiera y administrativa y tendrán el carácter de sujeto de derecho, con el alcance que
el Código Civil establece para las personas jurídicas".

2. Personas jurídicas internacionales

En cuanto a las personas jurídicas extranjeras públicas, el CCyC reconoce personalidad para actuar en el marco
del Derecho Privado a los Estados extranjeros reconocidos por nuestro país [15].
Luego, el artículo 146, en su segunda parte, refiere en términos amplios a las organizaciones a las que el
Derecho Internacional Público le reconozca personalidad jurídica y toda otra persona jurídica constituida en el
extranjero cuyo carácter público resulte de su derecho aplicable.
Esa mención posibilita reconocer como personas jurídicas a las que llamamos (con finalidad pedagógica)
"personas jurídicas internacionales", es decir, los organismos internacionales a los que el Derecho Público les
reconoce personería: Organización de las Naciones Unidas, Organización de los Estados Americanos, Unesco,
Fondo Monetario Internacional, etcétera.

3. Las simples asociaciones

El CCyC consagra a las simples asociaciones como personas jurídicas, terminando así con una vieja discusión
doctrinaria sobre su carácter. Recordemos que el Código derogado mencionaba en el artículo 31 a las personas
de "existencia ideal" y luego en el artículo 33 clasificaba a las personas jurídicas. Las simples asociaciones del
derogado artículo 46 eran consideradas personas de existencia ideal pero no personas jurídicas, ya que no
estaban incluidas en el artículo 33 [16].
Las simples asociaciones están ahora reguladas por los artículos 187 a 192 del nuevo texto. El CCyC requiere
que la simple asociación cuente con un acto constitutivo volcado en instrumento público o instrumento privado
con firmas certificadas.
Pero existen también simples asociaciones "no constituidas por acto fehaciente" o "irregulares". El Código Civil
mencionaba a estas entidades y les asignaba un severo régimen de responsabilidad [17]; el actual Código no las
nombra, ¿ello significa que han dejado de existir?; por supuesto que no, el artículo 14 de la Constitución Nacional
nos permite a todos asociarnos con fines útiles.
Hay quienes han dicho que si bien es cierto que las simples asociaciones informales, o sea las que se han
constituido por un contrato no pasado por escritura pública ni con firmas certificadas, no han recibido de modo
expreso su calidad de sujeto de derecho, también lo es que, al regular el nuevo Código las simples asociaciones,
ha reenviado, en cuanto a su acto constitutivo, gobierno, administración, socios, órgano de fiscalización, a lo
dispuesto para las asociaciones civiles (art. 188, CCyC). Éstas, a su vez, se rigen de modo supletorio por las

4 / 19
disposiciones aplicables a las sociedades (art. 186, CCyC). Se concluye que, si ello es así, las simples
asociaciones irregulares deberían regirse por las disposiciones de los artículos 21 y siguientes de la ley 19.550,
reformada por la ley 26.994, que regula las sociedades que no se constituyan con arreglo a un tipo, que omitan
requisitos esenciales o que incumplan con las formalidades previstas en la ley [18].
No coincidimos con esa postura; entendemos que las simples asociaciones que no cumplen con las
prescripciones del artículo 187, CCyC, serán simples asociaciones "irregulares" pero no pueden ser asimiladas a
las "sociedades", pues su esencia es distinta. El reenvío al régimen supletorio de las sociedades que dispone el
artículo 186 es (como lo aclara el propio artículo) "en lo pertinente". Dentro del sistema del CCyC y de la Ley
General de Sociedades, las asociaciones civiles seguirán siendo entidades no lucrativas con un fin de interés
general o bien común, mientras que las sociedades deberán adecuarse a la definición del artículo 1° de la ley
19.550.
Por ello, creemos que ante la falta de un régimen específico de responsabilidad para estas simples asociaciones
irregulares, la jurisprudencia deberá ir resolviendo los reclamos de terceros contra estas entidades (sus
fundadores, administradores o miembros) sobre la base de las normas generales sobre responsabilidad civil
(arts. 1716, 1749, 1751, 1758, 1762 y concs. del CCyC).

4. Las mutuales

La constitución de una mutual requiere de un negocio jurídico celebrado entre los fundadores, quienes por
intermedio de él dan nacimiento a la entidad; no pueden crearse en virtud de la potestad pública, sino que
requieren la libre voluntad de los particulares; este principio de "adhesión voluntaria" forma parte de la
declaración de las bases mutualistas aprobadas por el IV Congreso Nacional de Mutuales de 1979 [19].
Así, las mutuales son verdaderas asociaciones de un tipo particular que, dadas sus finalidades particulares, son
regidas por una normativa especial (ley 20.321) que establece su régimen legal. Su constitución ante el INAES
(Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) le acuerda a la entidad su carácter de sujeto de derecho.
En suma, las mutuales ya eran personas jurídicas antes del CCyC, pero ahora aparecen formalmente dentro de
la enumeración que realiza el artículo 148 [20].

5. Las cooperativas

La cooperativa fue definida como una empresa ética y eficaz, jurídica y económica, gestionada
democráticamente por sus asociados e integrada por personas que, inspiradas en la solidaridad, persiguen la
satisfacción de aspiraciones, necesidades e intereses comunes, sin intermediarios ni fines de lucro [21].
Las cooperativas estuvieron originariamente regidas por el Código de Comercio, luego por la ley 11.388 y
actualmente lo están por la ley 20.337; esta última ley las define como entidades fundadas en el esfuerzo propio
y la ayuda mutua para organizar y prestar servicios (art. 2°). La cooperativa es una entidad sin fin de lucro y un
instrumento de la denominada economía cooperativa; por ello la doctrina especializada en la materia ve en las
cooperativas verdaderas asociaciones de un tipo especial [22].
Las cooperativas también requieren autorización e inscripción por parte de la autoridad de aplicación (art. 9° de
la ley 20.337) que actualmente también es el INAES [23]. La enumeración como persona jurídica obliga a estas
entidades a cumplir con toda la normativa que hoy prevé el Código Civil y Comercial.

6. Los consorcios de propiedad horizontal

La personalidad jurídica del consorcio fue siempre un tema discutido. Parte de la doctrina negó enfáticamente
que el consorcio constituyera una persona jurídica [24], pero otros autores [25] y algunos fallos participaron de la
solución opuesta [26]. La reforma de la ley 17.711 avala esta postura pues el último párrafo del artículo 33 aludía
a otras "entidades que conforme la ley tengan capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones..."
Por ello a partir de 1968 la tesis de la personalidad del consorcio encontró un sólido apoyo doctrinario y una
jurisprudencia casi uniforme. Pero esta unanimidad fue rota por un importante pronunciamiento, en el que se
señaló que en el régimen de la ley 13.512, los propietarios lo son sobre las partes propias de manera exclusiva;
sobre las comunes se establece un condominio con indivisión forzosa [27].

5 / 19
El CCyC termina esta discusión; el Consorcio de Propietarios es una persona jurídica. El artículo 2044 ratifica
esta postura al disponer: El conjunto de los propietarios de las unidades funcionales constituye la persona
jurídica consorcio.
La personalidad jurídica del consorcio tiene una consecuencia fundamental: ya no existe una mera comunidad de
copropietarios que otorgan un mandato a un administrador para que los represente frente a terceros; se crea una
persona jurídica con órganos propios: asamblea, consejo de propietarios y administrador [28].
Aunque el artículo 2065 hable del carácter de mandatario al administrador, resulta indudable que, sin perjuicio de
ser aplicable a la relación las normas sobre la representación y el mandato, el "órgano administrador" forma parte
de la persona jurídica "desde adentro"; no es un mero nuncio que cumple la voluntad de los copropietarios; debe
interpretarla y cumplir con su función conforme lo prescribe la ley [29].
Los otros dos órganos de esta nueva persona son la asamblea y el consejo de propietarios. La asamblea tiene
nuevas funciones, entre ellas, por ejemplo, debe ser consultada para la contratación y la desvinculación del
personal del consorcio. El consejo de propietarios, entre otras funciones, reemplaza al administrador en caso de
vacancia o ausencia del administrador y debe convocar asamblea dentro de los treinta días para elegir uno nuevo
(art. 2064).
Existe una aparente divergencia en relación al consejo de propietarios; mientras el artículo 2044 lo menciona
como un órgano obligatorio, el artículo 2064 dice que la asamblea "puede" designar un consejo integrado por los
propietarios. La contradicción no es tal, el artículo 2064 sólo está regulando una de las formas en que el órgano
puede ser incorporado al consorcio: si el reglamento no lo prevé, la asamblea puede designarlo.
A diferencia del Proyecto de 1998, el CCyC no legisla sobre el patrimonio del consorcio, delegando al reglamento
la obligación de imponer una cláusula que contenga su composición. Las partes y cosas comunes del edificio no
pueden integrar el patrimonio del consorcio, ya que en el régimen de la propiedad horizontal las partes privativas
y las comunes conforman un todo inescindible, de modo tal que el derecho real que corresponde a cada
propietario sobre las partes comunes no puede ser enajenado o gravado en forma independiente; los consortes
no transfieren parte de su patrimonio al consorcio, sino sólo la administración de las cosas comunes que implica
la obligación, para esta última, de mantenerlas en buen estado de conservación. El patrimonio del consorcio
queda, pues, conformado por: expensas percibidas; fondo de reserva; intereses que devenguen las cuentas
bancarias existentes en cabeza del consorcio; intereses punitorios por expensas atrasadas; créditos por
expensas; créditos respecto de terceros [30].

7. Las iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas

El CCyCN usa los términos iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas como si fueran todos
sinónimos unidos por la conjunción "o". Confesión se refiere al "credo" religioso, la denominación parece extraída
de la Ley Española sobre Libertad Religiosa [31] y el concepto comprende tanto a las iglesias como a
confesiones y comunidades religiosas. La Constitución Española usa el mismo término en el artículo 16.3
cuando, luego de declarar la libertad religiosa, dice que ninguna confesión tendrá el carácter de estatal.
La idea del Codificador fue garantizar la libertad religiosa de estos cultos y reconocerles personería jurídica. La
libertad de culto o libertad religiosa es un derecho fundamental que permite a cada persona elegir libremente su
religión, o no elegir ninguna, y ejercer dicha creencia públicamente sin ser víctima de ningún tipo de
discriminación o violencia [32]. Este concepto excede la simple tolerancia religiosa, que permite, como una
concesión graciable, el ejercicio de religiones distintas a la impuesta oficialmente, en situaciones de
confesionalidad del Estado. En las democracias modernas, generalmente el Estado garantiza la libertad religiosa
a todos sus ciudadanos, aunque lamentablemente todavía las situaciones de discriminación religiosa o
intolerancia religiosa siguen siendo muy frecuentes en distintas partes del mundo [33].
Actualmente, las confesiones religiosas se constituyen generalmente como asociaciones civiles, fundaciones o
mutuales, y tienen obligación de inscribirse en un Registro Nacional de Cultos creado por ley 21.745 ante el
Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultos. Para tal inscripción, deben constituirse por instrumento privado con
firma certificada o por escritura pública. Con el reconocimiento de personas jurídicas que les da el CCyC, gozan
de los derechos y poseen obligaciones que les impone el nuevo ordenamiento, pero hasta que no se disponga lo
contrario, tendrán que seguir cumpliendo con ese registro creado en la época del gobierno del facto, dado que la
ley 21.745 ha sido ratificada por el Digesto Jurídico [34].
La Iglesia Católica sigue siendo persona jurídica pública, mientras que las comunidades religiosas son personas
jurídicas privadas [35]. La equiparación de todos los cultos religiosos no es total, pero resulta un importante paso

6 / 19
que acarrea otras consecuencias jurídicas dentro del Código. Por ejemplo, el artículo 744, inciso d, establece que
son inembargables los bienes afectados a cualquier religión [36]. Los ministros de cualquier culto y los líderes o
conductores espirituales que hayan asistido al causante en su última enfermedad son incapaces para recibir por
testamento (art. 2482).

VI. Leyes aplicables a las personas jurídicas privadas

El artículo 150 establece un orden de prelación en cuando a las normas aplicables a las personas jurídicas
privadas. Dada su variedad y que cada una de ellas puede tener un régimen especial, en primer lugar se les
aplican las normas imperativas dispuestas en cada ley o, en su defecto, las del mismo carácter previstas en el
Código.
En segundo lugar y en virtud del respeto a la libertad de asociación, cada entidad podrá regirse por las normas
de sus estatutos o contratos sociales, con sus modificaciones. El CCyC alude al acto constitutivo, sin embargo
hay que aclarar que en determinadas entidades (asociaciones y fundaciones) el acto fundacional se separa
conceptualmente del estatuto. También dispone que en caso de divergencia entre el acto constitutivo y el
reglamento, prevalece el primero.
La doctrina ha descartado el carácter no contractual del estatuto, pues este acto de creación del ente colectivo
tiende a regular no sólo los derechos y obligaciones de los miembros fundadores de la entidad, sino de todos
aquellos que en el futuro se incorporen a la asociación [37]. Por ello, aun cuando se los incluya en un texto único
y se los apruebe en un mismo momento, hay que distinguir el estatuto del "acto constitutivo", que es el negocio
jurídico que da creación a la entidad y por el cual todos los suscriptos quedan obligados a constituirla. Ambos,
acto constitutivo y estatuto, son necesarios para el nacimiento y posterior vida de la asociación; el estatuto como
acto voluntario, no contractual, una vez aprobado por el Estado, adquiere el valor de una verdadera norma
jurídica que gobierna la entidad y a la cual están sometidos todos sus miembros [38].
La última escala normativa aplicable a las personas jurídicas privadas nacionales son las leyes supletorias
previstas en los ordenamientos especiales o en el Código.
En cuanto a las personas jurídicas privadas extranjeras, el CCyCN dispone que se rigen por la Ley General de
Sociedades. Debemos entender que este régimen es aplicable sólo para las sociedades extranjeras, no para el
resto de las personas jurídicas enumeradas en el artículo 148.

VII. Atributos y efectos de la personalidad

El nuevo Código legisla sobre los atributos de la personalidad de todas las personas jurídicas privadas,
estableciendo normas comunes sobre el nombre, el domicilio y el patrimonio.
Además, la novel legislación regula algunos efectos derivados del reconocimiento de la personalidad, como son
la duración de las personas jurídicas y las características que debe reunir su objeto. Trataremos los aspectos
más relevantes en esta materia.

1. Nombre

A diferencia del nombre de las personas físicas, el nombre de las personas jurídicas debe ser -en principio- de
libre elección, y además es exclusivo (requiriéndose un sistema de registro para evitar nombres iguales), a
diferencia de los seres humanos en quienes los nombres de pila se repiten. Mientras el nombre civil es un
derecho subjetivo, extrapatrimonial, el nombre de las personas jurídicas utilizado comercialmente constituye un
derecho subjetivo patrimonial.
El artículo 151 requiere que el nombre se distinga de otros nombres, como de marcas, nombres de fantasía u
otras formas de referencia a bienes o servicios, se relacionen o no con el objeto de la persona jurídica. La idea es
que, como lo requieren otras legislaciones, el nombre de los entes ideales sea visiblemente distinto de otros
nombres sociales y de referencias que lo asimilen con otras personas jurídicas.
La idea del legislador fue evitar cualquier confusión entre el nombre de una persona jurídica y cualquier
denominación o referencia que pueda asemejarle a otra, pero la mención a las "marcas" genera algunos
problemas anexos. Se ha destacado que existen en el país alrededor de 810.000 marcas en trámite o

7 / 19
concedidas; por ello, cada nombre social deberá ser comparado con cada una de esas marcas antes de ser
aprobado [39].

2. Domicilio

El domicilio de las personas jurídicas ya no está tratado junto con el de las personas humanas. El artículo 74 no
menciona como un supuesto de domicilio legal el de las personas jurídicas.
El CCyC reitera una distinción, que había elaborado la doctrina comercial y las normas reglamentarias en materia
societaria, entre domicilio y sede social [40]. La ley 26.994 se ha preocupado por identificar la sede de las
sociedades; así, el artículo 5° de la ley 19.550 tiene ahora un párrafo final que dispone: Publicidad en la
documentación.
Las sociedades harán constar en la documentación que de ellas emane, la dirección de su sede y los datos que
identifiquen su inscripción en el Registro.
En cuanto a la expresión de la documentación que de ellas emane, se ha dicho que debe considerarse toda ella:
facturas, recibos, notas de crédito y de débito, papelería comercial con membrete utilizada para la
correspondencia epistolar, tarjetas comerciales identificatorias y estados financieros y contables, entre otras [41].
Las normas de los organismos de control generalmente imponen la verificación de que la sociedad funcione
efectivamente en la sede social [42].
En materia de domicilio, el Código resuelve un tema conflictivo que se ha presentado con las notificaciones de
las demandas judiciales a las personas jurídicas.
La jurisprudencia ha sido vacilante al momento de hacer prevaler el domicilio legal (en la terminología del anterior
art. 90 del Código derogado) frente al domicilio procesal o al real desconocido. Cuando una persona no podía ser
notificada en su domicilio real y no había constituido un domicilio procesal, los tribunales han resuelto en forma
disímil la validez de las notificaciones al domicilio de la sede social inscripta ante el órgano de control. En muchos
pronunciamientos no se aceptó la notificación al domicilio legal cuando los informes del oficial notificador daban
cuenta de que la demandada no vivía allí. Ahora, la ley prevé (art. 153) que la persona jurídica quedará notificada
en el domicilio de su sede social inscripta. El Código habla de "todas" las notificaciones, por ello la norma incluye
las judiciales como las extrajudiciales.
Además, se establece que el cambio de domicilio requiere modificación del estatuto, mientas que el cambio de
sede, si no forma parte del estatuto, puede ser resuelto por el órgano de administración. La misma solución
surgía ya de las normas de los organismos de control y de la doctrina plenaria en sede comercial [43].

3. Patrimonio

En el régimen anterior, existían normas especiales que permitían efectuar donaciones o legados a personas
jurídicas que no existían al momento de su efectuar la donación o a la fecha del fallecimiento del causante,
siempre que se hicieran con el fin de fundarlas y obtener luego la autorización para funcionar (arts. 1806 y 3735
del Código derogado). Hoy se admite una inscripción preventiva de los bienes registrales a nombre de la entidad
en formación.
Esta facultad permite a la entidad en formación no sólo contar con los aportes iniciales, sino también ponerlos a
resguardo de la acción de los acreedores del disponente, una vez realizado el acto de dotación. Así, los bienes
registrables pueden ser inscriptos provisoriamente a nombre de entidad en formación hasta que el trámite
constitutivo se encuentre finalizado.

4. Duración ilimitada

Salvo que el estatuto, contrato social o una ley especial disponga lo contrario, la existencia de las personas
jurídicas es ilimitada en el tiempo. Se establece un principio sumamente importante: la vocación de permanencia
de las personas jurídicas privadas; lo contrario debe surgir de manera clara de su estatuto, su contrato social o
de la ley. Este principio se repite en materia de asociaciones civiles; no así en las fundaciones ni en las
sociedades.

8 / 19
5. Objeto preciso y determinado

Al igual que la Ley General de Sociedades, el CCyC establece que el objeto debe ser preciso y determinado. No
obstante, la especificidad o determinación del objeto no impide una interpretación elástica de él, con prudencial
amplitud [44].
La exigencia de la designación del objeto en forma precisa y determinada debe interpretarse con cautela, pues
admite la pluralidad de objetos en tanto excluya toda enunciación genérica. Luego, pueden coexistir actividades
principales, normales y/o secundarias; no puede ser de otro modo, pues la concreción excesiva a actividades
muy específicas perjudica el funcionamiento de la sociedad con el peligro indudable de que al cabo de algún
tiempo de actuación deban ser ampliadas las actividades sociales de la empresa [45].
Las normas de los organismos de control suelen fijar límites en esta materia. Por ejemplo, el artículo 67 de la
resolución 7/2015 de la Inspección General de Justicia establece: El objeto social debe ser expuesto en forma
precisa y determinada mediante la descripción concreta y específica de las actividades que contribuirán a su
efectiva consecución. Es admisible la inclusión de otras actividades, también descriptas en forma precisa y
determinada, únicamente si las mismas son conexas, accesorias y/o complementarias de las actividades que
conduzcan al desarrollo del objeto social [46].

VIII. Normas generales de funcionamiento

El CCyC trae algunas normas sobre el funcionamiento de las personas jurídicas que merecen destacarse.

1. Reuniones a distancia

En materia societaria, desde hace ya bastante tiempo, se viene señalando la necesidad de introducir normas que
autoricen la adopción de decisiones de órganos de conducción de personas jurídicas prescidiendo de la
presencia física de sus integrantes. Se citaba como ejemplo la Model Business Act en la legislación de los
Estados Unidos que establece que, salvo cláusula en contrario del estatuto o contrato social, el directorio de una
sociedad podrá permitir a todos o alguno de sus miembros efectuar reuniones ordinarias por cualquier medio de
comunicación, siempre y cuando todos los directores puedan escucharse simultáneamente entre sí,
considerándose en tal caso que el director estuvo presente.
El artículo 158, al tratar sobre el gobierno, administración y fiscalización, establece que en ausencia de
previsiones especiales en el estatuto rige la siguiente regla: Si todos quienes deban participar del acto lo
consienten, tanto para las asambleas como para las reuniones de los órganos de gobierno, se pueden utilizar
medios que permitan la comunicación simultánea entre ellos. En el acta deberá hacer constar la modalidad
usada y debe ser suscripta por el presidente y otro administrador, indicándose la modalidad adoptada, debiendo
guardarse las constancias de acuerdo al medio utilizado para comunicarse [47].
En las entidades no lucrativas, la organización y realización de asambleas de socios o la reunión de los
miembros de la comisión directiva se torna, muchas veces, una tarea compleja. Hay entidades con muchos
asociados, donde aun cuando las asambleas se realicen con delegados, ello requiere un enorme espacio y
grandes costos de traslado, hospedaje o viáticos a quienes se movilizan desde distintos
puntos del país. Lo mismo sucede con los órganos de administración cuando se encuentran conformados por
muchos integrantes, quienes generalmente son voluntarios, deben reunirse fuera de sus horarios laborales y
residen en distintos puntos geográficos, distantes unos de los otros.
Por ello, la disposición en análisis es un enorme paso para agilizar la actuación de los órganos de gobierno y
administración de las personas jurídicas [48].

2. Deber de lealtad e interés contrario

El deber de obrar con lealtad y diligencia es una obligación de todo aquel que gestiona negocios de otro [49]. Los
administradores de la persona jurídica deben actuar con la lealtad y diligencia que se espera de ellos y la que es
propia del cargo o función. Obrar con lealtad significa actuar con honradez y sinceridad, es decir, defendiendo los
intereses de la persona jurídica en el cumplimiento de su objeto [50]. En definitiva, se trata de una aplicación del

9 / 19
principio de la buena fe objetiva [51].
La teoría de los actos contrarios o en conflicto con la persona jurídica ha sido desarrollada por el Derecho
Societario en preservación del llamado "interés social" [52]. Los órganos sociales, en el cumplimiento de sus
funciones (determinadas por la ley y por el estatuto) deben actuar conforme al interés social. Desde una
perspectiva deóntica, se podría decir que los socios tienen la "obligación" de adecuarse al interés que los guía,
que establece límites que aparecen en el caso concreto [53].
El interés social no es estático; es una noción esencialmente dinámica y que puede mutar incluso en forma total
o hasta contraria. Ello así no sólo porque sus accionistas o composiciones accionarias pueden cambiar, sino
porque las circunstancias económicas, políticas y sociales pueden llevar a que una política empresaria puede no
ser la misma en la constitución de la sociedad, en su formación o en su liquidación [54].
Los intereses contrarios también pueden presentarse en entidades no lucrativas. En materia de asociaciones
civiles, se dijo que el interés social es una noción abstracta y por consiguiente de difícil calificación, que se presta
a confusión porque en los grupos, sobre todo si son de alguna importancia, el interés particular de los asociados
es fácilmente presentado como el interés de la asociación, no sólo por la obra de los dirigentes, sino también por
la de grandes núcleos de asociados que se constituyen en verdaderos partidos políticos. El interés social es el
interés destinado a beneficiar a todos los asociados indistintamente, o el interés de todos los asociados, sin
excepción [55].
El CCyC ha consagrado estos principios para todas las personas jurídicas. Los administradores deben
abstenerse de actuar en interés contrario a la entidad, ya sea por sí o por interpósitas personas. Además, tienen
la obligación de hacer saber ese conflicto de intereses a los demás miembros del órgano de administración o del
órgano de gobierno. Por último, se encuentran obligados a implementar sistemas y medios preventivos que
reduzcan el riesgo de conflictos de intereses en sus relaciones con la persona jurídica.

3. Obstáculos para tomar decisiones. Medidas urgentes

Ante una oposición u omisión constante y sistemática que impida el normal funcionamiento del órgano de
administración, el artículo 161 del CCyC faculta a tomar medidas conservatorias al presidente o a los
coadministradores, poniendo ello en conocimiento de la asamblea, la que también puede conferir facultades al
presidente o a la minoría para realizar los actos urgentes. La asamblea también puede remover al administrador.
La disposición trata de solucionar la situación de estancamiento que puede ocasionar una sistemática oposición
u omisión de actuar dentro del órgano de administración de una persona jurídica. La previsión legislativa evita la
parálisis en la conducción del ente, circunstancia que puede perjudicar el patrimonio de la entidad y el
cumplimiento de sus fines.
Si bien la norma está ubicada dentro de las disposiciones generales a todas las personas jurídicas, debe
entenderse que sólo es aplicable a las entidades que tengan como órgano de gobierno una asamblea.
El Código se preocupa por aclarar que la parálisis no debe deberse a una cuestión particular, sino que debe ser
"sistemática", esto es que la parálisis debe ser general y un statu quo en la persona jurídica, no el resultado
coyuntural de una falta de acuerdo de los administradores respecto de una cuestión particular. Sin duda, en este
punto la jurisprudencia y la doctrina tienen por delante una larga tarea de interpretación [56].

IX. Transformación, fusión y escisión

El artículo 162 establece que todas las personas jurídicas pueden transformarse, fusionarse y escindirse en los
casos previstos en el Código o por la ley especial. La norma debe completarse con las disposiciones relativas a
cada persona jurídica en particular. Como pauta general, se establece la conformidad de todos los miembros de
la persona jurídica que decide transformarse o de los órganos soberanos de ambas personas jurídicas en caso
de fusión o escisión, salvo que una norma especial o una estipulación del estatuto establezca lo contrario.
Así, hay normas que imponen requisitos especiales; por ejemplo, el artículo 30 de la ley 20.321 requiere la
conformidad del INAES para aprobar la fusión de las mutuales. La fusión de las fundaciones requiere una
decisión de la autoridad de contralor que sólo podrá tomarse cuando la medida tienda al mejor desenvolvimiento
del ente y sea manifiesto el mayor beneficio público (art. 223). Las sociedades se regirán por sus normas
específicas, como, por ejemplo, lo dispuesto en los artículos 235 y 244, LGS.
Por otra parte, no todos estos institutos son aplicables a todas las personas jurídicas privadas. Las fundaciones

10 / 19
no pueden ser objeto de una transformación, porque carecen de un órgano soberano que pueda decidir; son
simplemente un patrimonio de afectación que no tiene voluntad por sí para transformarse, pues la única voluntad
es la del fundador, estratificada en el estatuto. Es diferente en las asociaciones, pues ellas sí tienen su voluntad
que se forma en la asamblea y podrá incluso resolver, transformar la asociación en una fundación; sin embargo,
la fundación no, porque no puede alterarse ya que carece de sustrato subjetivo [57].
La escisión es una figura poco frecuente en la práctica; a diferencia de la fusión, que persigue la concentración,
la escisión tiende a la descentralización patrimonial y funcional de las empresas, permitiendo la división entre
distintas actividades que forman el objeto de una sociedad. Se puede definir como la división del patrimonio
social en dos o más partes, a fin de transferirlo a una o varias sociedades ya existentes o creadas con motivo de
la operación [58].
La escisión se generaliza ahora para las asociaciones civiles. Se requiere en este caso el acuerdo unánime de
los asociados. Existiendo dicha conformidad, corresponde a la autoridad de contralor analizar su procedencia, sin
perder de vista aquellas condiciones que llevaron, en su momento, a otorgar la autorización administrativa para
funcionar. Se deberá calibrar si los requisitos legales y estatutarios se cumplen, tanto respecto a la persona
jurídica escindida como a la escindente [59].

X. Prórroga y reconducción

En materia de disolución de las personas jurídicas, se generalizan dos institutos bien conocidos en materia
societaria: la prórroga y la reconducción.
La doctrina comercialista ha entendido por prórroga de un contrato social, la renovación de una sociedad
mediante la resolución de su órgano volitivo, dejando válidas las cláusulas hasta entonces vigentes, conservando
la personalidad de aquélla y prosiguiendo la existencia social por un nuevo período [60].
La idea es evitar el fin de una persona jurídica cuando sus miembros están dispuestos a continuar con su obra.
La voluntad de prorrogar la vida del ente debe estar precedida de una decisión del órgano de gobierno de la
entidad tomada de conformidad y con las mayorías previstas en el estatuto o contrato social. Dicha decisión debe
ser presentada al organismo de control que corresponda, antes del vencimiento del plazo, pues de lo contrario ya
no hablaríamos de prórroga, sino de reconducción.
También se puede evitar la liquidación de una persona jurídica si por decisión de sus miembros (unánime o con
la mayoría requerida por los estatutos) se decide la reconducción removiendo la causal de disolución que
afectaba al ente [61].
El Código prevé que la reconducción es posible siempre que la causa de disolución pueda quedar removida por
decisión de los miembros o en virtud de la ley. De acuerdo a ello, debemos entender que la reconducción no
procederá cuando la causal disolutoria que se pretenda revertir tenga carácter sancionatorio.

XI. A modo de conclusión

Sostuvo un maestro del Derecho: la unificación del Derecho Privado debe su fundamento a la identidad de los
principios que están en la base misma de las instituciones jurídicas; y esta identidad existe, sin duda alguna, en
toda la materia que abarca el Derecho común de los negocios, el "Derecho Económico". Así, las sociedades,
sean civiles o comerciales, responden esencialmente a finalidades análogas, aun cuando sus móviles sean
distintos, que son la organización de personas y de bienes con un fin de lucro o de beneficencia o de
cooperación; y se apoyan en una identidad de principios [62].
Ya hemos destacado en otra oportunidad que resulta sumamente auspicioso contar con un nuevo y completo
régimen general de las personas jurídicas dentro del Código Civil y Comercial [63]. La parte general que
brevemente hemos comentado es un paso adelante en relación a los poquísimos artículos que el Código
derogado contenía (arts. 31 a 50).
Parece cierto, y es hoy generalmente admitido, que la tarea propia del jurista se concreta en conocer e interpretar
las normas jurídicas (en su más amplio sentido) y en vigilar y colaborar en el buen empleo técnico de términos y
conceptos para el mejor entendimiento y más justa aplicación de las disposiciones legales. Lo que importa es
determinar qué ha de entenderse por persona jurídica cada vez que ese término se emplea en un precepto
jurídico; precisar si se usa siempre en el mismo sentido o, si se lo emplea en varios, cuáles son éstos y su mayor
o menor alcance en cada caso [64]. Sin duda, el Código Civil y Comercial ha colaborado con este objetivo.

11 / 19
Todas las personas jurídicas privadas deben cumplir con las nuevas obligaciones que les impone la novel
regulación; en este espacio, hemos reseñado las que consideramos más destacadas.
La jurisprudencia tendrá un papel fundamental en la aplicación de estas normas y todos los abogados debemos
acostumbrarnos a considerar que, por ejemplo, una sociedad, una asociación y un consorcio de propietarios
están sujetos a una normativa común.
En los días anteriores y posteriores a la sanción del Código Civil y Comercial hemos escuchado a los medios de
prensa y a muchos colegas difundir los grandes cambios en materia de familia, de capacidad de las personas
humanas o las nuevas figuras contractuales. Esas modificaciones son por cierto muy importantes, pero cuando el
legislador regula las personas jurídicas se está ocupando de un derecho fundamental en toda sociedad
democrática: el derecho de asociación. Sin la posibilidad de unirnos para ejercer una industria lícita o de
agruparnos para llevar adelante una obra de bien común, nuestras vidas carecerían de sentido; esa organización
nos potencia, nos permite crecer, difundir una obra, llevar adelante una idea con la colaboración de otros.
A través de los grupos asociacionales, el ser humano se realiza socialmente, potencia su posibilidad de actuar en
actividades conjuntas dentro de la sociedad en que se encuentra inserto. El hombre, unido a sus semejantes, ha
sido históricamente protagonista de las mayores y nobles empresas [65]. Que así sea.

[1]

MORENERO PÉREZ, José Luis y MOLINA NAVARRETE, Cristóbal, Estudio preliminar, ¿una persona inerte? De
la teoría al "problema de interpretación" de las personas jurídicas, en FERRARA, Francisco, Teoría de las
personas jurídicas, trad. de Ovejero y Mauri, Comares, Granada, 2006, p. XII.

[2]

El actual art. 6º de la ley 19.550 ha suprimido la facultad de la autoridad administrativa para verificar el
cumplimiento de los requisitos legales y fiscales del instrumento constitutivo en forma previa a su registración.
Eliminado este control de legalidad por parte del registrador, nos encontramos frente a un nuevo sistema de
registración automática, donde la toma de razón sólo tiene por finalidad la publicidad del acto.

[3]

Cabe señalar que la ley 26.939 (Digesto Jurídico Argentino) ratificó la vigencia de ley 21.745.

[4]

Por tanto, la personalidad de unas y otras no puede confundirse; cada una es titular de sus propias relaciones
jurídicas y de su propio patrimonio. Se aplica en todo su rigor el principio lógico de identidad (RIVERA, Julio C.,
Instituciones de Derecho Civil, t. II, Parte general, 6ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2013, p. 919).

[5]

La teoría del disregard of legal entity parte de la idea de considerar a los entes ideales como seres artificiales.
Por eso, cuando son usados para fines injustos, los jueces deben "correr el velo" de las corporaciones para
descubrir su realidad.

[6]

SERICK, Rolf, Apariencia y realidad de las sociedades mercantiles. El abuso de derecho por medio de la persona
jurídica, trad. de José Puig Brutau, Barcelona, 1958, p. 131.

[7]

12 / 19
Merece destacarse la jurisprudencia del fuero laboral que ha aplicado y sigue invocando esta teoría ante una
defectuosa registración del trabajador o frente a la imputación de pagos de salarios "en negro". El leading case
fue "Delgadillo Linares Adela c/Shatell SA y otros s/Despido" (CNAT, sala III, 11-4-97, L. L. Online,
AR/JUR/5968/1997); el mismo tribunal luego dictó el fallo "Duquelsy, Silvia c/Fuar SA" (19-2-98, L. L. 1999-B-2).
La Corte Suprema de la Nación, en su anterior composición, ha dicho que resulta improcedente extender
solidariamente la condena a los directores y socios de la sociedad anónima empleadora por la falta de
registración de una parte del salario convenido y pagado a un trabajador, si no fue acreditado que se trataba de
una sociedad ficticia o fraudulenta, constituida en abuso del derecho y con el propósito de violar la ley y que,
prevaleciéndose de la personalidad, afecta el orden público laboral o evade normas legales ("Carballo, Atilano
c/Kanmar SA", del 31-10-2002, D. T. 2003-A-222; "Palomeque, Aldo R. c/Benemeth SA y otro", del 3-4-2003", L.
L. 2003-F-731).

[8]

MARTORELL, Ernesto E., La inoponibilidad de la persona jurídica en el Código Civil y Comercial.


Responsabilidad por uso disfuncional de la sociedad, en L. L. 2014-F-993.

[9]

CSJN, 4-6-2013, "Aguinda Salazar, María c/Chevron Corporation s/Medidas precautorias", L. L. del 12-6-2013, p.
6, L. L. 2013-C-522.

[10]

CSJN, 30-12-2014, "Asociación Superficiarios de la Patagonia c/YPF SA y otros s/Daño ambiental", L. L. Online,
AR/JUR/85018/2014.

[11]

VARELA FLECKENSTEIN, Andrés, La doctrina del levantamiento del velo en la jurisprudencia chilena, en
Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones, Nº 250, Abeledo-Perrot, septiembre de 2011, p. 403.

[12]

CNAT, sala VI, 14-3-2008, "Toledo, Juan Carlos c/Asociación Civil Tupa Rape y otro", L. L. Online,
AR/JUR/76/2008.

[13]

NIEL PUIG, Luis, Personas jurídicas privadas, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2014, p. 35.

[14]

Si bien tienen una estructura asociativa, no están comprendidos dentro del concepto genérico de asociaciones
civiles. Su situación resulta relevante por cuanto refiere a la matriculación de los profesionales que ellos agrupan
y al ejercicio del poder de policía por parte del Estado sobre la actividad profesional (NIEL PUIG, ob. cit., p. 36).

[15]

El Código Civil de Brasil, en el mismo sentido, clasifica las personas jurídicas en personas jurídicas públicas de
derecho público interno y de derecho público externo; en estas últimas incorpora a los Estados extranjeros y a
todas las personas regidas por el Derecho Internacional Público (art. 42).

[16]

13 / 19
Habíamos abonado esta tesis: Las personas jurídicas eran la especie normal o general, mientras que las
personas de existencia ideal, en sentido estricto, eran la especie excepcional. Las simples asociaciones
ingresaban en esta categoría (RIVERA, Instituciones de Derecho Civil cit., t. II, p. 1000).

[17]

El derogado art. 46, en su parte final, establecía que todos los miembros fundadores de este tipo de asociación y
sus administradores asumían responsabilidad solidaria por los actos de ésta.

[18]

DUPRAT, Diego A. J. y MARCOS, Guillermo A., Sociedades anómalas, in-formales, atípicas, simples o
residuales, en L. L. del 7-7-2015, p. 1.

[19]

FARRÉS CAVAGNARO, Juan y FARRÉS, Pablo, Mutuales. Ley 20.321. Co-mentada, anotada y concordada,
Jurídicas Cuyo, Mendoza, 1996, p. 44.

[20]

El art. 3º de la ley 20.321 estable que la mencionada autorización tiene el alcance que el Código Civil estable
para las personas jurídicas.

[21]

BERTOSSI, Roberto F., Derecho cooperativo, en L. L. Supl. Act. del 8-7-2003, p. 4.

[22]

Hay quienes las consideran más cercanas a las sociedades comerciales que a las asociaciones porque en el
concepto de sociedad quedan comprendidos todos los entes empresarios que tengan determinada riqueza
patrimonial y realicen una actividad lucrativa (VERÓN, Alberto A., Tratado de las cooperativas, La Ley, Buenos
Aires, 2009, t. I, p. 64), mientras que otra parte de la doctrina considera que no se trata ni de asociaciones ni de
sociedades, sino simplemente de cooperativas; el art. 6º de la ley 20.337, que prohíbe a estas entidades
transformarse en sociedades o asociaciones civiles, brinda (para esta postura) un argumento a fortiori a la tesis
expuesta (CRACOGNA, Dante, La cooperativa en el Derecho argentino, en Régimen Jurídico de las
Cooperativas, Federación Argentina de Colegio de Abogados, La Plata, 1990, p. 29).

[23]

Se atribuye al INAC (hoy INAES) la facultad de autorizar el funcionamiento de las cooperativas en todo el
territorio de la Nación. Las modificaciones estatutarias y los reglamentos que no sean de mera organización
interna deben ser aprobados por la citada entidad e inscriptos en sus registros, antes de entrar en vigencia
(VERÓN, ob. cit., t. I, p. 278).

[24]

LAQUIS, Manuel, Otra vez sobre la personalidad del consorcio de propietarios, en L. L. 1975-A-69.

[25]

ALTERINI, Jorge Horacio y VÁZQUEZ, Gabriela A., Reafirmación de la personalidad del consorcio y su
capacidad para adquirir bienes, en L. L. 2007-C-1076.

14 / 19
[26]

Un plenario de la Cámara Nacional del Trabajo sentó la siguiente doctrina: El consorcio de propietarios instituido
por la ley 13.512 tiene personalidad jurídica distinta de la de cada uno de sus componentes (CNAT, 2-12-65,
"Nogueira Seoane, José c/Consorcio de Propietarios Tucumán 1639 y otro", Colección de Análisis
Jurisprudencial Teoría General del Derecho, dir. por Ricardo A. Guibourg, La Ley, Buenos Aires, 2003, p. 433).

[27]

La sala A de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en los autos "Consorcio de Propietarios Marcelo T.
de Alvear 1275/77 c/Arminfé SA", del 5-6-84, se inclinó por la idea de que el consorcio no podía considerarse
como una persona de existencia ideal, pues tal situación jurídica se explicaría como una manifestación de la
"comunidad de derechos". Según el voto del juez Eduardo Zannoni, al que adhirieron los otros integrantes del
tribunal, doctores Jorge Escuti Pizarro y Félix de Igarzábal.

[28]

El art. 2044 aclara que los "órganos" del consorcio son la asamblea, el consejo de propietarios y el administrador.

[29]

La aceptación de la personalidad del consorcio no sólo conlleva la afirmación de que el administrador es un


representante, sino también, por aplicación de la teoría organicista, la caracterización de éste como órgano del
consorcio. El administrador no es un representante voluntario, sino un representante legal o estatutario, por lo
que el ejercicio de su representación funcional resulta similar a la que corresponde a los representantes
necesarios de otras personas de existencia ideal (GURFINKEL DE WENDY, Lilian N., en RIVERA, Julio C. y
MEDINA, Graciela, Código Civil y Comercial de la Nación comentado, La Ley, Buenos Aires, 2014, t. V, p. 588).

[30]

GURFINKEL DE WENDY, Lilian N., La propiedad horizontal en el Código Civil y Comercial de la Nación, en J. A.
del 29-10-2014, p. 3; J. A. 2014-IV.

[31]

Ley Orgánica 7/80, del 5 de julio, de Libertad Religiosa LOLR.

[32]

El art. 14, CN, garantiza a los habitantes de la Nación: "Profesar libremente sus cultos" y lo repite en el art. 20 en
relación a los extranjeros. La libertad religiosa está reconocida además, en el 18 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, el art. 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el art. 14 de la
Convención de los Derechos del Niño.

[33]

BERGER, Sabrina M., Naturaleza jurídica de los cultos no católicos en el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación, en J. A. del 26-8-2015, p. 3; J. A. 2015-III.

[34]

Según el Digesto: ley ADM-1127, Registro Nacional de Cultos.

[35]

15 / 19
Ello no implica elevar al catolicismo apostólico romano a la condición de religión oficial de la República. Así lo
sostuvo la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo "Villacampa" (1989) al sostener que el culto
apostólico romano no reviste el carácter oficial de religión del Estado.

[36]

Se ha dicho que si bien el sentido de la norma resulta plausible, ya que hace a todo aquello que se vincula con lo
espiritual y creencias de la gente, también habría que considerar a las personas (acreedores) que hayan
trabajado en su construcción, refacción, arreglo, etc. Éstos no podrán cobrar de esos bienes (COMPAGNUCCI
DE CASO, Rubén, en RIVERA y MEDINA, ob. cit., t. III, p. 55).

[37]

PAEZ, Juan L., Tratado teórico-práctico de las asociaciones, 3ª ed., Ediar, Buenos Aires, 1964, p. 140.

[38]

BORDA, Guillermo J., Tratado de Derecho Civil. Parte general, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1984, t. II, p. 620.

[39]

OTAMENDI, Jorge, Requisitos del nombre de una persona jurídica en el Código Civil y Comercial. Caos en la
aprobación de nombres sociales, en L. L. 2015-C-677.

[40]

El domicilio indica jurisdicción territorial, la ciudad o pueblo o distrito en que se constituye la sociedad y cuya
autoridad judicial es competente para autorizarla e inscribirla en el registro correspondiente. La sede social, en
cambio, es el lugar preciso de determinada ciudad o población en donde funciona la administración y gobierno de
la sociedad (VÍTOLO, Daniel Roque, Sociedades comerciales, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2007, t. I, p. 220).

[41]

VÍTOLO, ob. cit., p. 131.

[42]

El art. 11 de la resolución 7/2015 IGJ dispone: En todo trámite sujeto a precalificación profesional obligatoria, el
dictamen respectivo debe indicar la ubicación completa de la sede social y contener expresa manifestación del
firmante acerca de si su intervención comprendió la verificación de que al tiempo de la elaboración de dicho
dictamen o de la realización del acto que con él se precalifica, en el lugar que se indica funciona efectivamente el
centro principal de la dirección y administración de las actividades de la entidad. La resolución anterior dejaba a
salvo los trámites de constitución de sociedades que ahora quedan incluídos.

[43]

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, en pleno, en autos "Quilpe SA" (del 31-3-77) había sentado
esta doctrina plenaria: "El contrato social o estatuto puede limitarse a expresar la ciudad o población en que la
sociedad tiene su domicilio, si los socios no quieren que la dirección constituya una cláusula contractual. Pero el
juez sólo ordenará la inscripción en el Registro si la dirección precisa (calle y número) del domicilio social figura
con el contrato o estatuto o instrumento separado que se presenta al tiempo de inscribir la sociedad".

[44]

HALPERIN, Isaac, Curso de Derecho Comercial, Depalma, Buenos Aires, 1971, p. 226.

16 / 19
[45]

VERÓN, Alberto Víctor, Sociedades comerciales, ley 19.550 y modificatorias, comentada, anotada y concordada,
Astrea, Buenos Aires, 1982, t. I, p. 92.

[46]

La disposición sigue diciendo: No se admitirá la constitución de sociedades o reformas de objeto social que
contemplen la exposición de un objeto múltiple, sin perjuicio de las actividades conexas, accesorias y/o
complementarias en los términos del presente artículo y exceptuando aquellos objetos sociales inscriptos con
anterio-ridad a la vigencia de la Resolución General IGJ Nº 7/2005. El conjunto de las actividades descriptas
debe guardar razonable relación con el capital social.

[47]

El art. 84 de la resolución 7/2015 IGJ establece: El estatuto de las sociedades sujetas a inscripción ante el
Registro Público a cargo de este Organismo podrá prever mecanismos para la realización en forma no presencial
de las reuniones del órgano de administración, siempre que el quórum de las mismas se configure con la
presencia física en el lugar de celebración de los integrantes necesarios para ello y que la regulación estatutaria
garantice la seguridad de las reuniones y la plena participación de todos los miembros de dicho órgano y del
órgano de fiscalización, en su caso. El acta resultante deberá ser suscripta por todos los participantes de la
reunión.

[48]

CROVI, Luis D., en LORENZETTI, Ricardo Luis (dir.), Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2014, t. I, p. 618.

[49]

El deber de lealtad del administrador tiene sus raíces en el deber de fidelidad del mandatario y más atrás en el
deber de buena fe contractual; y si bien la gestión del administrador societario no es contractual sino funcional,
su aceptación para desempeñar las funciones configura en sentido amplio un contrato (OTAEGUI, Julio C.,
Administración societaria, Ábaco, Buenos Aires, 1979, p. 134).

[50]

FARINA, Juan M., Compendio de sociedades comerciales, 1ª ed., Zeus, Buenos Aires, 1989, p. 107.

[51]

La Ley General de Sociedades tiene una disposición específica sobre interés contrario en el art. 272 que
establece que cuando el director de una SA tuviere un interés contrario al de la sociedad, deberá hacerlo saber al
directorio y a los síndicos y abstenerse de intervenir en la deliberación, so pena de incurrir en la responsabilidad
del art. 59 (responder ilimitada y solidariamente, por los daños y perjuicios que resultaren de su acción u
omisión). También el art. 273 establece que el director no puede participar, por cuenta propia o de terceros, en
actividades en competencia con la sociedad, salvo autorización expresa de la asamblea, so pena de incurrir en la
responsabilidad del art. 59.

[52]

Una de las clásicas definiciones de interés social dice: "el interés objetivo común a los socios conforme al fin
social y en un momento histórico dado" (HALPERIN, Criterios generales de la reforma a la Ley de Sociedades,
en RDCO 1972-611).

17 / 19
[53]

MOLINA SANDOVAL, Carlos A., Tratado de las asambleas, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2009, p. 526.

[54]

MOLINA SANDOVAL, Carlos A., Accionistas con interés contrario al interés social, en RDCO, Nº 237, p. 1.

[55]

PAEZ, El derecho de las asociaciones cit., p. 193.

[56]

ROITMAN, Horacio; AGUIRRE, Hugo y CHIAVASSA, Eduardo, Las personas jurídicas privadas en el Código Civil
y Comercial argentino y las sociedades, en Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2015, Número
extraordinario, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, p. 254.

[57]

GIUNTOLI, María C., Fundaciones, aspectos jurídicos, contables e impositivos, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1994, p.
108.

[58]

VILLEGAS, Carlos G., Sociedades comerciales, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1997, t. I, p. 524.

[59]

NIEL PUIG, ob. cit., p. 72.

[60]

VERÓN, Alberto V., Sociedades comerciales, Astrea, Buenos Aires, 1983, t. II, p. 244.

[61]

Al sancionarse la ley 22.903, el legislador incorporó al art. 95 de la Ley General de Sociedades, el instituto de la
reactivación o reconducción societaria. La comisión reformadora destacó que incorporaba el instituto de la
reactivación pero de un modo cauteloso, pues lo limitaba a los casos de la expiración del plazo originario o sus
renovaciones, lo que no implicaba tomar partido por la admisibilidad en otros supuestos y por ser, de las
hipótesis, las más acuciante (VÍTOLO, Sociedades comerciales cit., t. II, p. 409).

[62]

YADAROLA, Mauricio L., Unidad del Derecho Privado. Código único de las relaciones económicas, en
Responsabilidad Civil y Seguros 2000-961.

[63]

CROVI, Luis Daniel, El nuevo régimen legal de las personas jurídicas en el Código Civil y Comercial de la Nación,
en L. L. Supl. Esp. Nuevo Código Civil y Comercial, 2014 (noviembre), p. 17.

[64]

18 / 19
DE CASTRO Y BRAVO, Federico, La persona jurídica, 2ª ed., Civitas, Madrid, 1984, p. 260.

[65]

LÓPEZ-NIETO Y MALLO, Francisco, La ordenación legal de las asociaciones, 4ª ed., Dykinson, Madrid, 2004, p.
30.

19 / 19

Powered by TCPDF (www.tcpdf.org)

También podría gustarte