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STAFF
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CONTENIDO
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CONTENIDO ............................................................................................. 5
1 .............................................................................................................. 7
2 ............................................................................................................ 13
3 ............................................................................................................ 18 5
4 ............................................................................................................ 23
5 ............................................................................................................ 29
6 ............................................................................................................ 34
7 ............................................................................................................ 38
8 ............................................................................................................ 43
9 ............................................................................................................ 49
10 .......................................................................................................... 53
11 .......................................................................................................... 58
12 .......................................................................................................... 62
13 .......................................................................................................... 66
AGRADECIMIENTOS .............................................................................. 70
SOBRE LA AUTORA ................................................................................ 71
6
POST-GRAD: UN EPÍLOGO EXTENDIDO
DE FIRST DOWN.
1
JUNIO
1
Es un importante mercado en línea de bienes raíces que ofrece a los consumidores los
listados, los datos que necesitan para comprar, alquilar o vender un inmueble.
Pongo los ojos en blanco mientras abro el armario que hay junto a la
estufa y tomo los platos.
—Creía que ni siquiera te gustaba la tarta de queso.
—Me gusta todo lo que haces. —Me mira mientras busco los platos de
pasta, que por desgracia se me escapan incluso de puntillas. Voy a tener
que tomar el escabel, cosa que odio hacer porque hace que los hermanos
Callahan, incluso mi novio, se rían a carcajadas.
—Toma, princesa —oigo decir a James. Se acerca por detrás, me rodea
la cintura con un brazo y toma los platos con facilidad. Me guiña un ojo
mientras los deja sobre la encimera, aparentemente sin inmutarse ante mi
mejor mirada.
9
Cruzo los brazos sobre el pecho. James tiene el cabello húmedo de la
ducha y huele a loción de afeitar con olor a madera. Los Eagles le enviaron
un montón de ropa después del draft para darle la bienvenida a la
organización, así que lleva puesta una de las doce camisetas de color verde
intenso. El color queda especialmente bien con su bronceado veraniego.
—Estoy enfadada contigo, ¿sabes?
Mira a su hermano, que se retira a la mesa de la cocina.
—¿Por qué?
—¡Por esto! —digo, tomando el cheque y agitándolo en su rostro—. ¿Y
si derramo salsa de tomate sobre él o lo tiro? ¿Quién trae a casa tanto dinero
y lo deja en la encimera?
Parpadea.
—¿Vamos a cenar pasta?
—Ese no es el punto.
—Huele bien, me muero de hambre.
—James.
—¿Qué? —me rodea con sus brazos y se inclina para besarme el
cuello—. Esto es algo bueno, cariño. Nos instalaremos en nuestra nueva
casa y guardaremos el resto en el fideicomiso. Además, el cheque es sólo
para aparentar, el dinero ya está en la cuenta.
Me echo hacia atrás para mirarlo.
—¿Cuándo ibas a, no sé, mencionar el hecho de que te iban a dar este
dinero?
—Pensé que estarías emocionada.
—Lo estoy. —Se me retuerce el estómago. Dejo el cheque con cuidado,
aunque no importe, y me dirijo a la estufa, pongo los espaguetis en la olla
con agua que tengo preparada y remuevo la salsa. Quizá demasiado, porque
la salsa salpica por todas partes. Me la limpio en la mejilla—. Es que... es
mucho dinero.
—Lo sé. Es estupendo. Incluso si pasa algo horrible y no juego...
Hago un ruido suave.
—No hables así.
—No va a pasar. Pero estamos listos, princesa. Quería darte una
sorpresa. Cuando Trevor me dio la noticia, yo tampoco me lo podía creer.
—Mentira —le digo. James nunca ha tenido problemas para saber lo
que vale. Admiro esa confianza, pero aún no he sido capaz de emularla.
Incluso con nuestros planes de futuro solidificándose día a día, es difícil
imaginar realmente que voy a tener una carrera en el campo que quiero. Un 10
futuro como el que soñé.
Su expresión vacila ante el tono cortante de mi voz.
—¿De verdad estás enfadada? —pregunta.
Por el rabillo del ojo, veo a Cooper salir de la cocina. Casi le pido que
se quede, pero sería una cobardía. Sé que ya lo molestamos cuando las
cosas van bien y no podemos quitarnos las manos de encima; no puedo
rogarle que se quede también para nuestras peleas.
Remuevo la pasta. Faltan unos nueve minutos para que esté lista, y
la pasta no es el tipo de cosa que puedas dejar desatendida y esperar que
siga sabiendo igual. Nueve minutos para explotar antes de que tengamos
que volver a cocer a fuego lento.
—No —digo. Me trago el nudo que tengo en la garganta—. Es que no
quiero que me sorprendas. ¿Qué es lo siguiente? ¿Ya nos has comprado una
casa?
—Yo no haría eso.
—Hiciste esto.
—Beckett —empieza.
Me muerdo el labio. A veces me llama Beckett en la cama si va en
serio. Por lo general, no se molesta cuando estamos discutiendo. En lugar
de deferencia, parece una reprimenda, como un padre que llama a su hijo
por su nombre completo.
—¿Qué? —le respondo bruscamente—. Ya hemos hablado de esto
antes, y tú fuiste y lo hiciste de todos modos.
—No intentaba ocultarte nada.
—¡Pero lo hiciste! —Intento bajar la voz, pero la alzo, sonando ruda en
la pequeña cocina. Me limpio bruscamente las comisuras de los ojos—.
James, ya hemos hablado de esto. No necesito que sigas salvándome.
Aquí está el problema con eso: él me salvó. No me arrepiento, pero a
veces me da vergüenza saber que mi novio me sacó de una vida en la que
me sentía atrapada. Si por él fuera, cuidaría de mí sin esperar nada a cambio
para siempre. Es lo que hace, es quien es, pero si vamos a construir una
vida juntos, no puede hacerlo una y otra vez sin que yo le devuelva nada.
Dice que mi apoyo es suficiente, pero ¿qué es el apoyo frente a lo más
concreto de todo, el dinero? Consiga el trabajo que consiga, no le va a llegar
ni a la suela del zapato. Le prometí que iría con él a Filadelfia, pero no me
planteé lo que eso significaba hasta que vi el cheque en el mostrador.
Es demasiado. Demasiado dinero. Demasiadas implicaciones.
—¿Esto es por el restaurante?
—No. 11
—Porque me he disculpado por eso como un millón de veces.
—Lo sé.
—Y esto es por los dos. —Hace un gesto entre nosotros—. ¿Crees que
no le dije a mi agente que consiguiera el mejor contrato posible para los dos?
¿Para nuestro futuro? Creía que habíamos acordado seguir adelante juntos.
No te estoy salvando; sólo estoy ayudando.
—Lo estamos haciendo.
—Entonces, ¿por qué me miras como si hubiera hecho algo horrible?
Da un paso adelante, pero yo lo esquivo. Ya no tengo hambre.
—La pasta estará lista en dos minutos. Me voy arriba.
—Tienes que comer.
Me muerdo el labio.
—Comeré más tarde.
Cuando vuelvo a nuestro dormitorio, el de James, cierro la puerta y
me desplomo contra ella. A mi alrededor, veo pruebas no sólo de su vida,
sino de la mía, la nuestra. Especialmente ahora que ha terminado la
universidad, la mayoría de mis cosas están aquí. Mi cámara está en su
escritorio. Nuestra ropa está mezclada en el armario. La mitad de la
encimera del baño está llena de mis productos de cuidado de la piel, lo que
lo vuelve loco. Ha añadido otra mesita de noche; en su lado, hay un
despertador con forma de balón de fútbol y el libro de Gillian Flynn que está
leyendo, y en el mío, mi diario y el libro de fotografía que me regalaron sus
hermanos las pasadas Navidades. Nuestros diplomas, enmarcados, pero sin
colgar, se apoyan en la pared.
Le di a Izzy mi cámara para el día de la graduación y nos hizo docenas
de fotos con toga y birrete. Mi favorita es de nosotros juntos en el campo de
fútbol de McKee. Me subo a la espalda de James, con el birrete torcido
mientras nos reímos. Es la que hemos hablado de imprimir y colgar en
nuestra nueva casa.
Cuando hemos hablado de Filadelfia, siempre lo hemos hecho
asumiendo que estaremos allí juntos. Que nuestro dormitorio puede existir
allí. Lo quiero, de verdad, pero es difícil no sentirse extraña cuando él es
millonario y yo no tengo trabajo. Lo amo y sé que él me ama, pero si
empezamos una vida juntos y no funciona, ¿qué haré entonces?
12
2
Veo cómo Bex gira sobre sus talones y sube las escaleras.
¿Qué carajo acaba de pasar?
13
Uno pensaría que estaría contenta de que una vez que lleguemos a
Filadelfia, estaremos listos. No he comprado una casa, no lo haría sin
asegurarme de que a ella le encanta, pero he estado viendo en los
vecindarios donde viven mis nuevos compañeros y he encontrado unas
cuantas opciones que podemos considerar. No le oculté el bono por alguna
jodida razón; quería sorprenderla con un regalo.
Cooper asoma la cabeza en la cocina.
—¿No hay moros en la costa?
Le frunzo el ceño.
—Pon la mesa.
Me mira mientras escurro la pasta y la echo en la olla con la salsa.
—¿No le gustó tu sorpresa?
Sirvo dos platos y tapo la olla para que esté caliente por si decide
bajar. Si no lo hace, le llevaré un plato más tarde. Cooper acerca los
cubiertos a la mesa. Sigue mirándome mientras nos sentamos; no sé si está
a punto de compadecerse de mí o de decirme que la he cagado.
—No —admito, tras un par de minutos de silencio—. Pero, ¿qué
esperaba? Son gajes del oficio.
—Nosotros lo sabemos, pero quizá ella aún no.
Clavo el tenedor en la pasta y le doy un bocado. Enseguida me doy
cuenta de que ha hecho la salsa roja desde cero. Está deliciosa; nunca hace
nada a medias. Somos iguales y eso nos convierte en un buen equipo, pero
ahora me molesta su terquedad.
—Sólo quiero cuidar de ella.
—Y lo haces. —Cooper se acomoda en su silla, con un vaso de agua
en la mano—. Pero ya viste cómo reaccionó cuando encontraste un
comprador para el restaurante. No deberías soltarle grandes cosas, se
asusta. Que conste...
—Lo sé —interrumpo. Cooper y Seb me dijeron que no debía
sorprenderla con esto, y no les hice caso.
Me lanza una mirada de lástima.
—No puedo decidir qué prefiero tener cerca, tu relación o a Izzy.
—Definitivamente yo.
—No sé, Izzy podría tener una amiga sexy.
Sacudo la cabeza antes de que termine la frase.
—De ninguna manera. Si te enrollas con una de las amigas de Izzy,
estás saliendo con ella. Izzy no te dejará fantasmear. Quienquiera que ella
traiga está fuera de los límites a menos que de repente te guste la idea de la
domesticidad.
14
¿Cooper con novia? A nuestra madre nada le gustaría más, está
constantemente preocupada por él, pero cuando intento imaginarlo, mi
mente se queda en blanco. ¿Sebastian? Seguro que algún día encontrará a
alguien con quien quiera salir. Pero ni siquiera puedo pensar en el tipo de
mujer que sería capaz de domar a Coop. Ni siquiera en el instituto tuvo citas,
lo cual, según tengo entendido, fue un trágico golpe para las chicas de su
curso y el de Seb.
Empuja su pasta alrededor del plato. Debería estar hambriento,
pasamos la mitad del día juntos en el gimnasio. Toma un sorbo de agua.
—Tienes razón.
—No voy a estar aquí para suavizar las cosas si la cagas.
—Vaya, gracias por el voto de confianza.
Suspiro. ¿Por qué tuvo que subir Bex?
—No quería decir eso.
—No pasa nada —dice—. Sé que a papá le gusta tenerte cerca para
asegurarse de que no avergüenzo a la familia.
Se levanta, llevándose su plato.
—Coop.
Sacude la cabeza.
—¿Por qué no vas a buscar a tu novia?
Sube también, dejándome solo en la mesa de la cocina. Me alegro de
que Sebastian no esté aquí, porque seguro que encontraría algún motivo
para enfadarse conmigo e irse también. ¿Izzy, por otro lado? Cuando se
enfada, nunca se echa atrás en la pelea, así que seguiría aquí, diciéndome
todas las razones por las que estoy siendo un idiota.
Tal vez eso es lo que me hace llamarla. No puedo decidir si sería
inteligente ir a buscar a Bex y terminar la conversación o si debería darle
espacio. Hablar con Izzy podría no conducir a un buen consejo,
necesariamente, pero no es como si yo mismo tuviera alguna idea.
Izzy contesta al primer timbrazo.
—¿Quién ha muerto?
—¿Qué? Nadie.
—¿Entonces por qué llamas?
—No sé, ¿quizá quería oír la voz de mi hermana pequeña?
—Aw —dice—. James, eso es tan raro.
15
—¿Raro?
—Podrías haber mandado un mensaje. —Se escucha un ruido de
fondo, como si estuviera sentada o, más bien, tirada en la cama. Pienso en
esa monstruosidad rosa y me estremezco. Me sorprende que su colección de
almohadas aún no la haya asfixiado—. Mamá y papá están muy contentos
de que hayas firmado el contrato.
—Yo también tengo que llamarlos.
—O podrías mandarles un mensaje como una persona normal. Por
algo tenemos un chat de grupo familiar.
Suelto lo que estoy pensando antes de que pueda meterme en una
conversación sobre nuestros padres.
—Bex está enfadada conmigo.
—Oh. ¿Qué has hecho?
—Nada —le digo—. Nada malo, al menos.
—¿Le propusiste matrimonio?
—¿Qué? No. ¿Por qué iba a enfadarse por eso?
—Porque no le gustan las sorpresas, y una propuesta es como, la
mayor sorpresa —jadea—. Si le propusieras matrimonio y no le dieras
tiempo a arreglarse las uñas primero, conduciría hasta tu casa y te
asesinaría yo misma.
—Jesús, Iz.
—¿De qué otra forma esperas que consiga buenas fotos de la mano
del anillo? El juego de las proposiciones ha cambiado. Ya no basta con
pedírselo, tienes que ir a por todas o es como, ¿te lo has propuesto siquiera?
—Yo no...
—Y antes de que me dejes plantada, ¿puedo recordarte cuántos
seguidores de Instagram tienes? Tienes que dar a tus futuros fans lo que
quieren, James. Patrick Mahomes le propuso matrimonio a su mujer en el
estadio de los Chiefs.
Francamente, odio mi cuenta de Instagram. La responsable de
publicidad de los Eagles está encantada de que tenga tantos seguidores y
una novia tan guapa de la que presumir, pero cada vez que publico algo
sobre Bex, los dos recibimos muchos más mensajes de tipos calientes
preguntando por sus tetas de los que nos sentimos cómodos. A pesar de lo
que mi familia pueda pensar, declararme no es lo primero que tengo en
mente, pero el recordatorio de que va a ser toda una producción es molesto.
Si por mí fuera, se lo pediría en la cama una mañana y ya está, y sé que a
Bex también le gustaría algo discreto, pero Izzy tiene razón. Necesitaremos
a alguien a mano para tomar fotos, las nueve yardas enteras.
16
—Fue una sorpresa —admito—. Pero no eso.
—¡James! —dice—. ¿No aprendiste nada después de la cena?
—No reaccionó así cuando le regalé una cámara el otoño pasado.
—Eso es diferente —dice. No puedo verla, pero estoy seguro de que
hace un gesto despectivo con la mano. Izzy habla con las manos en todas
las situaciones, pero sobre todo cuando se emociona—. Eso fue sólo un
regalo, no fue como, una gran decisión.
—Sé que lo de la cena fue malo.
—Extremadamente.
—Pero todo salió bien.
Suspira.
—¿Qué hiciste esta vez, exactamente?
—Acabo de traer a casa mi bono por firmar.
Jadea.
—¿Una sorpresa? Papá me dijo cuánto era.
—Sí, una sorpresa. Pero sabía que me iban a dar un bono.
—Veinte millones de dólares no es algo que suceda así como así. No
me extraña que se volviera loca.
Me froto la sien.
—Sí, bueno, no es que cambie nada. Siempre íbamos a comprar una
casa juntos.
—El dinero es importante en las relaciones —dice—. Ocultarle a tu
novia noticias sobre dinero, aunque sean buenas, probablemente no sea la
mejor idea, ¿sabes?
A veces, mi hermana habla durante una hora y no tengo ni idea de lo
que dice. Otras veces, como esta... me lo dice muy claro.
—Mierda.
A su favor, no se regodea.
—Probablemente deberías ir a decirle que lo jodiste.
—Te amo, Iz.
—Yo también te amo.
—No le des mucha lata a Cooper este otoño.
Se ríe.
—¿Este otoño? Espera a que vayamos a OBX el mes que viene.
17
3
Bex se corre con un grito ronco y se acurruca contra mí. Tiro de ella
para que sus tetas blandas se apoyen en mi pecho y respiro contra su
cabello. Siento que su corazón se acelera. Me besa el hombro y me rasca el 23
estómago con las uñas, haciéndome estremecer agradablemente.
—¿Bien? —murmura.
—Absolutamente. —Hemos tenido sexo de todas las formas posibles,
pero ella siempre encuentra la manera de sorprenderme. Antes de ella, tenía
buen sexo, pero no del tipo que te hace sentir realmente conectado con la
otra persona. ¿Y ahora? Cada vez que me besa, cada vez que me mira a los
ojos mientras estoy profundamente dentro de ella, se afloja algo en mi pecho
que canta su nombre. Esta mañana me ha despertado con un beso, las tetas
en mi rostro, y ¿qué otra cosa podía hacer sino burlarme de sus preciosas
tetas hasta que me ha suplicado que me la follara?
Pero no terminé. Me he corrido dentro de ella sin condón; hemos
dejado de usar condones porque tiene un DIU y somos monógamos, y quiero
lamerla. Cada vez que la convenzo para que se siente en mi rostro, se sonroja
y se pone tímida, lo que es jodidamente adorable.
—Princesa.
Me mira.
—¿Mm?
Le doy una palmadita en el muslo.
—Ven a sentarte en mi rostro.
Es bonito ver cómo abre los ojos.
—¿Nena?
Me recuesto en la cama y la insto a sentarse sobre mí. Al principio
duda, pero cuando le pongo las manos en el culo, se echa hacia delante.
Presiono su coño con la lengua, disfrutando del gemido entrecortado que
emite, y encuentro su clítoris, sensible aún desde el primer orgasmo. La
balanceo ligeramente hacia delante y ella me lleva una mano al cabello,
tirando bruscamente y haciéndome sonreír. Podría quedarme así,
respirando contra ella, absorbiendo su calor y su aroma, pero ella se
retuerce.
—James —dice, con la voz alta, terminando en una pregunta.
Giro mi rostro para besarle el muslo. Mis manos presionan su culo,
amasando su piel firme.
—Sé una buena chica y ensúciame el rostro.
—James —dice con un gemido—. James, joder...
Gruño contra ella en respuesta, y las vibraciones la hacen gemir,
golpeando su mano contra el cabecero. No me burlo de ella, le chupo el
clítoris hasta que me aprieta con más fuerza, y luego le lamo los pliegues
descuidadamente. Puedo saborear mi semen mezclándose con su fluido y 24
gimo; me encanta su sabor, el toque salado y terroso. Nunca dura mucho
así, sabiendo que la tengo atrapada, lista para desgarrarla, aunque sea ella
la que está encima de mí. Cuando le clavo las uñas en el culo con suficiente
fuerza, grita y se balancea hacia delante, soltándose por fin. Le lamo el
agujero y creo que mi nariz choca contra su clítoris, porque solloza y se le
corta la respiración. Sigue cabalgando sobre mi rostro hasta que algo se
desata en su interior, y en el momento en que ocurre, siento que una cálida
humedad se extiende desde mi boca hasta mi barbilla.
La miro. Tiene las mejillas rosadas y los ojos cerrados. Su pecho, aún
enrojecido por mis caricias, se agita. Está preciosa, atrapada en un
momento de éxtasis. No es la primera vez que deseo capturar esta escena
exacta: su espesa cabellera echada sobre los hombros, los pezones rígidos y
de un rosa intenso, la boca contraída en un dulce mohín, pronunciando mi
nombre. Cada vez que se corre, saca algo primitivo de mí, y esta vez no es
una excepción. Lamo y chupo su piel sensible hasta que me suplica que la
deje ir, con el pecho hinchado por la confianza que deposita en mí, por
permitirme verla así. Que me permita saborearla, adorarla, especialmente
cuando se siente tan vulnerable.
Cuando por fin cambio de postura, está como gelatina, pegada a mí
como si temiera hundirse en el colchón. Le aliso el cabello y la beso en la
boca, dejándola saborearse, y le doy el elogio que está esperando.
—Qué buena chica.
Me atrae con otro beso.
—Dilo otra vez.
—Buena chica —murmuro contra su boca—. Te amor, joder.
—Yo también te amo —dice acariciándome el cuello—. ¿Seguro que
tenemos que salir?
Varias horas después, giro el auto y entro en una calle arbolada llena
de hermosas casas antiguas. La mayoría están apartadas de la carretera,
ocultas por arbustos y verjas. Este vecindario, Cherry Hill, está en el sur de
Jersey y no en Pensilvania. El trayecto hasta el estadio es más fácil a este
lado del río Delaware, así que es donde viven muchos de mis compañeros
de equipo y entrenadores.
A mi lado, Bex mira por la ventana. No estaba seguro de que fuera a
venir a buscar casa conmigo, después de nuestra conversación, así que
estoy agradecido de que esté aquí, aunque parece que voy a vivir solo y 25
visitar a mi novia en cualquier apartamento que alquile, en lugar de vivir
con ella como básicamente hemos hecho durante meses. Se acerca el campo
de entrenamiento y, con él, mi traslado permanente a mi nueva ciudad, así
que tengo que buscarme una vivienda. Podría alquilar algo, pero prefiero
comprar y tener la inversión, y la idea de tener privacidad es atractiva.
Además, un jardín significa mucho espacio para un perro... o para niños,
más adelante. Suponiendo que hablar de eso no hará rehuir aún más a Bex.
Bex se quita el cabello de la coleta, sacudiéndolo.
—Esto se ve elegante.
—Definitivamente.
Me mira.
—En realidad no está en Filadelfia.
—No. —Veo que la agente inmobiliaria, Kerry, frena su auto y se dirige
a una entrada, así que la sigo—. Pero sólo está a veinte minutos del estadio,
así que no tendré que desplazarme mucho. Y podemos ir a la ciudad cuando
queramos.
Se encoge de hombros.
—Supongo.
—Mantén la mente abierta, ¿de acuerdo?
Sale del auto cuando estaciono y toma el bolso.
—Claro.
Pensé que tal vez esta mañana se había borrado parte de la
incomodidad con la que habíamos estado lidiando, pero no. Cierro el auto y
la sigo hasta la puerta principal, donde me espera Kerry con el portapapeles
bajo el brazo.
—Hola —dice Bex, estrechando su mano—. Gracias por ayudarnos
hoy a ver casas.
—Por supuesto. —Kerry también me da la mano. Tiene más o menos
la edad de mi madre y viste un traje pantalón azul marino adornado con un
elegante collar de perlas. El equipo me puso en contacto con ella; al parecer,
es una de las preferidas de los atletas de la zona—. Si buscas intimidad,
ésta es una opción excelente. Muchos otros jugadores de los Eagles viven en
la zona, como seguro te ha dicho James. Y las escuelas son maravillosas en
este distrito, si están pensando en tener hijos ahora mismo.
Bex me sonríe.
—Quizá algún día, pero aún no estamos comprometidos.
—Por supuesto. —Kerry abre la puerta—. Todo está actualizado y de
lujo, así que si es de tu agrado, no tendrás que hacer nada más que mudarte.
26
La entrada me recuerda un poco a la casa de mis padres; el techo
abovedado da al segundo piso. Huele a pintura nueva; todo es de un blanco
cálido, con preciosos suelos de madera que brillan. Los tacones de Kerry
resuenan mientras nos lleva por las habitaciones de la primera planta.
Definitivamente es más de lo que necesitamos ahora, pero es precioso, desde
la isla de cocina de bloques de madera hasta la chimenea de piedra del
salón, pasando por los pomos de cristal originales, pulidos y restaurados
para que parezcan nuevos. Ya he estudiado la casa en Internet, así que,
sobre todo, miro a Bex, catalogando sus reacciones.
Se nota que le gusta. Cuando llegamos al dormitorio de invitados, que
según Kerry tiene una luz natural excelente y podría ser un estudio
fotográfico maravilloso, su sonrisa se relaja y adquiere la autenticidad a la
que estoy acostumbrado.
—Sería precioso —dice. Me mira—. ¿Te fijaste en esto cuando viste el
anuncio?
—Por supuesto —le digo—. Le dije a Kerry que necesitábamos un
lugar con mucho espacio para tu arte.
—Fue demasiado lindo —añade Kerry.
Se echa el cabello hacia atrás y se sonroja ligeramente.
—Gracias.
—¿Por qué no van a explorar arriba? —dice Kerry—. Estaré en el patio
cuando estén listos para ver la piscina.
Caminamos a través de la suite del propietario, que es enorme... y
actualmente lleno con el juego de sabanas más feo que he visto nunca. Bex
evidentemente está de acuerdo conmigo, porque resopla, tapándose la boca
con la mano.
—Oh Dios mío. ¿Quién organizó esto?
—¿Un viajero en el tiempo? —No puedo contener la risa—. ¿Por qué
parece tan... victoriano? Ni siquiera lo sé.
—Tal vez fue un extraterrestre —dice ella—. Ningún humano pensaría
que una cama tan... opulenta... es de buen gusto.
—¿Esas palomas talladas están en la cabecera? Y... ¿piñas?
¿Granadas?
Asiente, con los hombros temblando de risa silenciosa. Me asomo al
cuarto de baño, que no está mucho mejor. ¿Quién remodela un baño y se
queda con el retrete rojo?
—Entonces, tendríamos que cambiar esto.
Se limpia los ojos mientras se asoma, sucumbiendo a la risa una vez
más. Me encanta cuando está así, libre y suelta; la atraigo a un beso sólo
porque puedo. Me da el gusto durante un minuto antes de separarse. 27
—Definitivamente habría que hacer alguna remodelación.
—Ni siquiera sé de qué década se supone que es.
—Deberíamos preguntarle a Kerry si los muebles también están a la
venta.
—Por supuesto que no. —Vuelvo a estrecharla entre mis brazos,
meciéndonos de un lado a otro—. Pero no sé. No me parece bien.
Me mira.
—Sería un sitio muy grande para ti solo.
Me trago mis protestas. Si encontramos la casa perfecta, ella tendrá
que mudarse; verá que está hecha para los dos. Tengo que dejar que sea el
propio espacio el que hable.
—Estaría bien pasar más tiempo en la ciudad, pero probablemente me
reconocerán mucho, sobre todo si el patrocinio de Nike funciona.
Se encoge de hombros.
—Eso ya ha pasado, y ha estado bien. Raro, pero bien.
Tiene razón; pasamos el fin de semana en Nueva York el mes pasado
y me pararon por la calle un par de veces para pedirme autógrafos y fotos.
(Y un seguidor de los Giants que quería abuchearme.) Me pareció raro,
porque hasta ahora, siempre que me había pasado era porque estaba con
mi padre. ¿Y cuando fuimos a cenar a Carbone con mis padres? Sentí más
ojos puestos en nosotros que en cualquier otra ocasión reciente en la que
papá y yo hayamos estado en el mismo lugar público.
Bex, por su parte, fue muy dulce al respecto. Hubiera preferido que
me dejaran en paz para pasar un fin de semana romántico con mi chica,
pero uno no queda tercero en el draft en una posición tan visible como la de
quarterback y no adquiere cierto nivel de visibilidad, sobre todo en la era de
las redes sociales.
Se inclina y me aparta el cabello de la frente.
—¿Kerry tiene algo más en la agenda?
28
5
JULIO
Dejo la copa de vino vacía sobre la mesita y meto los pies debajo
mientras me acurruco junto a James. Me rodea con el brazo y me da un
beso en la frente antes de retomar la conversación con su padre. Hace rato 49
que no escucho nada, pero lo último que sé es que están hablando del campo
de entrenamiento, el primer entrenamiento real de James con su nuevo
equipo antes del inicio de la temporada en septiembre. En mi otro lado, oigo
a Izzy bromear con Seb sobre la chica de la heladería que coqueteó
descaradamente con él mientras esperábamos nuestros helados. Parece que
la buena racha que lleva continúa, para disgusto de Cooper.
Levanto la vista. Estamos afuera, en el patio, sentados en círculo
alrededor de la luz tenue de la hoguera. El cielo está tan despejado,
salpicado de pequeñas estrellas, y la luna, casi llena, cuelga como un
colgante perfecto. De fondo, suena un disco de los Allman Brothers. El vino
me hace entrar en calor de un modo agradable. Es la vez que más al sur he
estado, y me gusta; el aire salado del océano se siente fresco, incluso con la
humedad.
A pesar de pasar mucho tiempo con la familia de James, aún no estoy
totalmente familiarizada con ellos, pero una noche como esta se siente
cómoda. Es casi como vislumbrar el futuro. Cuando Izzy y yo vayamos al
spa con Sandra mañana, creo que también nos sentiremos cómodas. Izzy
no ha dejado de hablar de ello. Sólo se me ocurre una explicación para su
insistencia, pero he intentado no darle muchas vueltas. Confío en que
James no me sorprenda con algo que odie, pero sé que tengo que darle
espacio para que se declare a su manera.
—Bex.
Levanto la cabeza al oír la voz de Richard.
—¿Sí?
—Quería comentarte que el otro día estuve hablando con un viejo
amigo y su marido trabaja en la Universidad de Temple. Le va a pasar tu
información a su marido.
—Oh. —Miro a James, que se encoge de hombros—. Um, ¿genial? ¿A
qué se dedica?
—Trabaja para su equipo de fútbol. Juega en casa en el Lincoln
Financial.
—¿En serio?
—Sí. Dijo que su marido podría hablarles bien del departamento de
medios. —Se acomoda en su silla, dando vueltas a su vaso de whisky—. Por
supuesto, puede que no te interese, pero si sale bien, podrías trabajar como
fotógrafa para Temple.
A James se le dibuja una sonrisa en el rostro.
—Vaya, papá.
—Sí, gracias. —Me siento bien, con el brazo de James aun
rodeándome, y sonrío a su padre. Trabajar en otra universidad sería 50
increíble, y sé que tengo la cartera para respaldarlo si acaban echándole un
vistazo. Quizá sea mejor opción que intentar entrar en el mundo de las bellas
artes a través de una galería o de la fotografía periodística en una revista—
. Pero Temple jugaría sobre todo los sábados, ¿no?
—Ambos pasaríamos mucho tiempo en el estadio —asiente James.
—Te daré su información de contacto mañana —dice Richard—.
Podría ser una posibilidad.
—Por supuesto, gracias. —Si sale bien, se me haría raro conseguir mi
primer trabajo gracias a las conexiones de Richard Callahan, pero al menos
sé que tengo el talento para manejarlo—. He estado presentando solicitudes
sobre todo a galerías y revistas, pero me gusta la idea de seguir en el mundo
del deporte. También he estado barajando la idea de trabajar como fotógrafa
independiente en lugar de en plantilla.
—El retrato que le hiciste a Izzy es precioso —dice Sandra—. Serías
excelente en ese tipo de trabajo.
—Serás maravillosa en lo que hagas —dice James, apretándome el
hombro.
—Gracias. —Los elogios se suman al calor de mi copa de vino y hacen
que me ruborice. Tomo la mano de James y la aprieto ligeramente—. Estoy
bastante cansada, creo que voy a subir.
—Iré contigo —dice James mientras me levanto.
Me doy cuenta de por qué en cuanto entramos en casa. Me empuja
contra la encimera de la cocina y me besa. Sus manos encuentran la tela de
mi vestido y me la aprietan. Le devuelvo el beso y gimo en voz baja cuando
me pellizca el labio inferior. Casi doy un paso más y le acaricio la entrepierna
para masajearlo por encima de los pantalones, pero recuerdo que toda su
familia está ahí afuera. Arriba, en el dormitorio que compartimos, tendremos
más intimidad. No es infalible, pero al menos no daremos a sus padres un
espectáculo a propósito.
Le susurro al oído:
—Sube dentro de unos minutos. —Luego le beso la mejilla y salgo de
la habitación, no sin antes dejar que los tirantes del vestido me caigan por
los hombros. Lo miro, encantada de ver el calor en su mirada, y me muerdo
el labio.
Da un paso adelante, pero se detiene cuando niego.
—Espera. Haré que merezca la pena.
Subo las escaleras despacio, sabiendo que está escuchando cada uno
de mis pasos. En la puerta de nuestro dormitorio, me quito el vestido por
completo y lo dejo caer al suelo como si fuera líquido. Lo dejo allí para que
lo encuentre y hago lo mismo con el brasier una vez en el dormitorio, y luego 51
con las bragas, dejando un rastro hasta el cuarto de baño.
Enciendo la ducha y dejo que se caliente el chorro, rebusco en el
armario los aromas que he comprado esta tarde en un mercado. Pronto el
cuarto de baño se llena de vapor y huele a agua de rosas, y estoy empapada,
tanto por la ducha como por la forma en que me toco, imaginando la
expresión del rostro de James cuando suba y me encuentre.
Estoy empezando a ponerme nerviosa cuando se abre la puerta.
James entra con mis bragas en la mano. En cuanto me ve a través del
remolino de vapor, se detiene.
Arrastro unas manos resbaladizas hasta mis tetas, jugando con mis
pezones duros. Si hay algo a lo que nunca ha podido resistirse, son mis
tetas. Se lame el labio superior, sacudiendo la cabeza con incredulidad... y
se lleva las bragas a la nariz, inspirando profundamente, antes de dejarlas
caer al suelo. Aprieto las piernas y una oleada de calor me recorre. Se acerca
un paso y se desabrocha los botones de la camisa. Se quita cada capa
lentamente, sin dejar de mirarme. Me muero de ganas de arañarlo con las
uñas el vientre tenso, de besarle la zona sensible bajo la oreja y de jugar con
su preciosa y gruesa polla, cada vez más dura a causa de las bromas, pero
espero a que se acerque a mí. Despacio. Con cuidado. Como un depredador
a punto de atrapar una presa que lleva kilómetros cazando.
Por fin se acerca lo suficiente como para tocarme, pero espero,
dejando que el agua caiga sobre los dos mientras él me observa. Sé que le
gusta lo que ve, pero cuando alarga la mano, me agarra la barbilla con
firmeza. Me inclina la cabeza hacia arriba, casi como si me estuviera
examinando, y finalmente se inclina y roza sus labios con los míos.
Gimo contra su boca y le rodeo el cuello con los brazos. Me pone las
manos en las caderas, apretándome con fuerza, y me besa hasta que me veo
obligada a separarme para tomar aire. Mueve las manos y me toca el culo,
baja la cabeza hasta mis pechos y los besa antes de llevarse un pezón a la
boca. Jadeo, porque su cálida boca alrededor del pequeño y apretado capullo
es suficiente para que mi vientre se estremezca de deseo. Hagamos lo que
hagamos, no duraré mucho, y sé que eso sólo significa que él me llevará a
un par de clímax en lugar de a uno. Ya conocemos bien nuestros cuerpos;
sé exactamente cómo hacer que se corra en mi garganta, y él sabe dónde
encontrar ese pequeño punto dentro de mí que me hace correrme
desordenadamente, ya sea en sus dedos o en su polla, o gracias a su boca.
Sigue chupándome las tetas, rascando con los dientes la sensible parte
inferior de uno de ellos, mientras me masajea las nalgas, pero al final gime
y se arrodilla.
Parpadeo y me estremezco cuando me sube las manos por los muslos
y me los separa. Me besa el vientre y apoya la barbilla en él para poder
mirarme.
—Eres preciosa. 52
Le paso la mano por el cabello empapado.
—Tú lo eres.
—Sabes que quiero devorar cada centímetro de ti, siempre. —Sus
dedos trazan patrones en el interior de mis muslos, burlonamente ligeros—
. Eres mi princesa. Y las princesas siempre tienen lo que se merecen.
Lo tiro del cabello, y él responde mordisqueándome la piel del vientre.
—¿Y qué merezco yo? —le pregunto. Es un juego al que ya hemos
jugado antes, pero la respuesta nunca deja de dejarme sin aliento.
Espera un momento antes de responder, prolongando la expectación.
Deseo tanto su boca en mi coño que apenas puedo soportarlo, pero no
insisto. No cuando estoy tan cerca de ser recompensada.
—Las princesas se merecen que las cuiden. —Lo acentúa apretando
su boca contra mis pliegues, besando y chupando, antes de volver a mirar
hacia arriba—. Tú mereces que te cuiden.
10
AGOSTO
Estimado lector,
Muchas gracias por su apoyo a First Down. Espero que hayas
disfrutado viendo este vistazo a la vida de James y Bex después de los
acontecimientos de su libro. Recuerda que Cooper, Sebastian e Izzy tendrán
sus propias historias próximamente, así que aún no hemos abandonado el
mundo de los Callahan y la Universidad McKee. Asegúrate de seguirme en 70
las redes sociales para no perderte actualizaciones, contenido adicional
como este epílogo ampliado y mucho más :)
Si te ha gustado First Down, te agradecería mucho que dejaras una
reseña. Me encanta saber de mis lectores, así que no dudes en ponerte en
contacto conmigo.
Gracias,
Grace.
SOBRE LA AUTORA