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Capítulo VI

Transformaciones económicas luego de la Segunda Guerra Mundial

Teresita Gómez

En esta parte, analizaremos las transformaciones ocurridas en las economías de los países
capitalistas centrales, así como las ocurridas en los llamados países del Tercer Mundo. Para
ello, consideraremos, en primer lugar, los pilares rectores del sistema económico
internacional que se diseñan en esta segunda posguerra: Fondo Monetario Internacional,
Banco Mundial, GATT. En segundo término, examinaremos los cambios habidos en el
estado, el surgimiento del llamado “Estado de Bienestar”. En tercer lugar, daremos cuenta
del sistema productivo fordista imperante en esos años, responsable en buena medida del
rápido crecimiento económico de los años cincuenta y sesenta, así como de la acción
desarrollada por las empresas trasnacionales. Llegando al fin del período considerado, se
esbozarán algunas hipótesis respecto del detenimiento en el crecimiento económico, que
desencadenarán la llamada “crisis de los años setenta”.

1. Un nuevo sistema económico internacional: sus pilares.

Una vez terminada la guerra, el panorama de desolación que se presentaba en todos


aquellos lugares donde se había combatido, mostraba lo ciclópeo de las tareas de
reconstrucción que se requerían.
El número total de víctimas sólo se puede calcular de forma aproximada, superando según
cálculos, los cincuenta millones, buena parte de ellos, civiles. Para muchos de los
sobrevivientes los problemas eran tanto de habitación como de alimentación. La producción
agrícola europea en 1946-47 representaba el 75% de la de 1938 y se ha calculado que el
consumo de alimentos per cápita en Alemania y Austria era el 60% del normal, en Italia del
68% y en Francia, Bélgica, Holanda. Finlandia y Checoslovaquia, del 75%. 1
En tales circunstancias, lo lógico fue el mantenimiento durante varios años de las medidas
de racionamiento introducidas durante la guerra, así como la expansión del mercado negro.
En la industria, el cuadro no era más alentador. Con la excepción de Inglaterra, Suiza y los
países escandinavos, al final del conflicto, la producción de los países europeos estaba
ampliamente por debajo de los niveles anteriores al inicio de las acciones bélicas. No
obstante, algunos de ellos, incluida Alemania, conservaban parte de su capacidad
productiva. La ruina prácticamente total de los medios de transporte, el desorden monetario
existente en todos los países con la consiguiente traba que ello representaba para
reorganizar el comercio entre los países, la baja productividad de una mano de obra
subalimentada, requerían de acciones urgentes y coordinadas entre los países.

Organizar la paz no era tarea fácil. Es así como, a partir de las reuniones en Bretton
Woods –1944- se intentó reestablecer el sistema económico internacional (dañado desde la
crisis del ’30) lo que dio por resultado la creación de diversos organismos. Uno de los más

1
Procacci, Giuliano, Historia General del Siglo XX.
importantes por las tareas que desempeñará será sin dudas el Fondo Monetario
Internacional. Este organismo debía permitir el regreso a un sistema multilateral de pagos
como el que regía hasta la crisis de 1929. Estaba autorizado para otorgar préstamos a corto
plazo y colaboró en el logro de la estabilidad monetaria así como en la resolución de
problemas en las balanzas de pagos nacionales. Su función sería la de acudir en ayuda de
aquellos países que se encontraban en situación de desequilibrio en su balanza comercial,
sin que tuvieran que recurrir a devaluaciones que pudieran perturbar o alterar el libre flujo
del comercio internacional. Los países adheridos al Fondo (en principio fueron cuarenta y
cuatro) concurrían a financiarlo mediante una cuota que se calculaba sobre la base de su
producto bruto y su participación en el comercio internacional. Esto sin dudas que
aseguraba a Estados Unidos e Inglaterra una posición dominante.

Además del FMI se instituyó un Banco Internacional para la Reconstrucción y el


Desarrollo (BIRD), cuya tarea era financiar la reconstrucción de los países dañados o
devastados por la guerra. En un comienzo, este organismo tuvo una limitada actuación,
logrando no obstante, movilizar capital internacional, orientándolo hacia proyectos
productivos que requerían inversiones que la banca privada no se animaba a realizar. En
julio de 1945 tales acuerdos fueron aprobados por la Asamblea de la ONU.

Una tarea a resolver por esos años era la de instaurar un comercio internacional abierto, en
condiciones similares para todos los países, objetivo que se buscó asegurar a través de la
creación en 1947 del GATT, “Acuerdo General de Aranceles y Comercio” (General
Agreement on Tarifs and Trade”). Dotado de un secretariado que se instaló en Ginebra, el
GATT se convirtió en un foro de liberalización del comercio. No era una “organización”
sino un “acuerdo general”, sometido a revisiones y actualizaciones que se realizarían
mediante las diferentes “rondas” en que se articularía su actividad de allí en adelante. En
1952 formaban parte de él treinta y cuatro países totalizando cerca del 80% del comercio
mundial.
El compromiso establecido entre los firmantes se basaba en la reducción de las barreras
arancelarias en el comercio internacional de manufacturas. Recordemos que los derechos de
aduana habían alcanzado altos niveles en los años treinta. Si lo que se quería era
reconstituir el comercio internacional, la disminución de las barreras arancelarias era un
requerimiento básico para el libre fluir de los productos manufacturados y materias primas
entre los diversos países.
Los acuerdos se celebran basándose en diferentes principios: el de nación más favorecida
(MNF), el de no discriminación y el de reciprocidad. Por este último, se establece que cada
reducción de aranceles de un país, debe corresponderse con una medida análoga de los
demás países. El tratado de nación más favorecida garantiza la multilateralidad de los
intercambios. De tal modo, se extienden a todos los países miembros, las reducciones
arancelarias obtenidas en negociaciones bilaterales. Anteriormente, las negociaciones
comerciales se establecían sobre una base bilateral, por lo que un país podía ofrecer a otro
una reducción de aranceles, sin hacer extensivos esos beneficios a otros países. Al aplicarse
la cláusula de NMF, se pone en funcionamiento otro beneficio fundamental en la estructura
del GATT, que es el de no discriminación.
Con el correr del tiempo, este organismo comenzó a ser cuestionado por favorecer los
intereses de los países centrales en detrimento de las economías más vulnerables En los ’90
fue reconvertido en Organización Mundial del Comercio. (OMC /WTO).
Un problema que restaba por resolver era el referido al restablecimiento de un sistema
monetario internacional que permitiera realizar intercambios entre estados con diferentes
monedas. Un modo obvio de abordar este problema es el de no utilizar ninguna de las
monedas de estos Estados, sino emplear una tercera forma de dinero, por ejemplo, el oro,
que tiene un tipo de cambio con respecto a cada una de las monedas. Establecer este
sistema, no es un acto puramente “económico”. Es a la vez, económico y político. Deviene
de la división política del mundo en diferentes estados con diferentes monedas. Los
acuerdos para establecer formas aceptables de dinero internacional también se establecen
mediante acuerdos políticos entre Estados. Este era el desafío que los Estados tenían en
Bretton Woods. Se requería un régimen monetario internacional predecible y estable que se
basase en normas y que no pudiese ser manipulado por los Estados más poderosos.
Por tanto, se mantuvo el oro como piedra angular del sistema: separada de las unidades
monetarias de cualquier Estado. Se estableció que el dólar tendría un precio fijo respecto al
oro. Los restantes Estados fijarían los precios de sus monedas frente al dólar y no se les
permitiría que lo cambiasen en forma unilateral cuando lo deseasen. Estos cambios en el
precio de las monedas se acordarían cooperativamente entre los estados mediante el FMI
quien sólo aceptaría un cambio en el valor de la moneda si fuera preciso para corregir un
“desequilibrio fundamental” en la cuenta corriente del Estado (principalmente, relacionada
con el comercio)2. Estados Unidos, el gran acreedor del mundo, hizo que el dólar terminara
convirtiéndose en la divisa hegemónica, al tiempo que el resto de las monedas se alineaban
a su paridad. 3

El régimen de Bretton Woods tuvo una vida muy corta, debido a que las dos potencias que
lo diseñaron Estados Unidos y Gran Bretaña, comenzaron a mostrarse disconformes con
aspectos centrales de las reglas que ellas mismas habían establecido. En su momento, la
administración Roosevelt no podía imaginar una situación en la que Estados Unidos se
enfrentase a un déficit estructural de sus pagos externos. Sin embargo, el intervensionismo
militar estadounidense contribuyó a producir ese déficit estructural, situación que cobró una
forma muy aguda durante la guerra de Vietnam. A ello se sumó, en la década del sesenta las
exportaciones de capital estadounidense a la Comunidad Europea a fin de asegurar el
dominio estadounidense sobre los principales mercados de Europa Occidental.
Según el sistema fijado en Bretton Woods, los estados que presentan superávit, la
contracara del déficit estadounidense, podían pedir que sus excedentes en dólares se
cambiasen por oro. Hacia fines de la década del sesenta las reservas estadounidenses se
mostraban insuficientes para satisfacer los requisitos de la libre convertibilidad del dólar en
oro. En las reglas establecidas en Bretton Woods, la solución llegaba de la mano de ajustar
la economía estadounidense para controlar su déficit, o bien por la devaluación del dólar
frente al oro, de modo tal que los países con superávit comprasen menos oro con sus
excedentes en dólares. La entonces administración Nixon no estaba de acuerdo en aceptar
ninguna de estas soluciones contempladas en el Sistema, optando por romper el régimen de
Bretton Woods y declarar unilateralmente la inconvertibilidad del dólar en oro. De tal
modo, la mayor parte de los países europeos occidentales adoptaron un tipo de cambio

2
Gowan, Peter (1999). “La apuesta de la globalización”. Ediciones Akal. Madrid.
3
Al dólar se le dio un valor fijo en oro-35 dólares la onza- siendo el respaldo de otras monedas durante los
años 50 y 60.
flotante respecto del dólar

a) El Programa de Recuperación Europea o Plan Marshall.

Pocos años después del final de la guerra, las condiciones eran todavía muy difíciles para
que los nuevos ordenamientos económicos funcionasen satisfactoriamente. Se crearon otras
organizaciones de ayuda económica desde Naciones Unidas, pero no obstante esos
esfuerzos, la recuperación económica de Europa y el Lejano oriente era muy lenta. Fue
probablemente una situación política distinta y amenazadora, lo que incitó a mayores
esfuerzos y de mayor colaboración para vencer la persistente debilidad. La Unión soviética,
aliada del bloque victorioso, buscaba consolidar, en los países de Europa Oriental, una
esfera de influencia propia. Su rápida recuperación económica, en el marco de un sistema
de planificación centralizada y de propiedad estatal de los medios de producción, ejercía
una indudable atracción para las poblaciones aún hambrientas de la Europa Occidental,
como parecía indicar el gran apoyo a los partidos comunistas en Francia e Italia.

En estas circunstancias, los esfuerzos a favor de la recuperación comenzaron a concentrarse


muy intensamente en Europa Occidental. En junio de 1947, el secretario de estado
norteamericano, George Marshall, sugirió que los países europeos acordasen medidas
conjuntas para superar sus dificultades económicas. Se reunieron a tal fin en París dieciséis
países europeos y entregaron un programa conjunto al gobierno de los EE.UU. en octubre
de 1947. Estados Unidos crea un organismo para abordar el programa de ayuda (la
Administración de Cooperación Económica), en tanto los países europeos interesados,
establecieron la Organización Europea de Cooperación Económica, (O.E.C.E.). Comienza
entonces a implementarse un programa de ayuda que entra en vigor en 1948. En los
primeros quince meses, la ayuda se elevó a poco más de 4.000 millones de dólares, la
mayor parte de ellos en subvenciones, no en préstamos. En los años ulteriores fue
reduciéndose gradualmente.

Este Programa de Recuperación Europea (también conocido como Plan Marshall, por
obvias razones) alcanzó algunos de sus objetivos con satisfactoria rapidez. En 1950, la
mayoría de los países participantes estaban produciendo, por lo menos, el 20% más que en
1938. Mediante el gran incremento de la producción y el comercio, que ello posibilitó, se
pudo, tanto expandir la actividad económica, como lograr un mayor fortalecimiento político
y militar de la propia Europa Occidental. De este modo, el Plan Marshall logró un doble
objetivo: económico y político.

La O.E.C.E. siguió existiendo después de la terminación del programa de ayuda, hasta que
en 1961, se transformó en una nueva Organización de Cooperación y Desarrollo
Económico, a la que se incorporaron los Estados Unidos y el Canadá como miembros de
pleno derecho. Complementó la obra del G.A.T.T., promoviendo la suavización multilateral
del sistema de cuotas de importación.

Este nuevo ordenamiento económico, en consonancia con las políticas instrumentadas por
los distintos países y los cambios producidos en el sistema de organización de la
producción, le permitió al conjunto de países capitalistas conocer, entre 1945 y 1970, un
significativo período de crecimiento. Hasta el momento, no se había conocido tal aumento
en los índices de la producción industrial, en consonancia con una demanda sostenida y
creciente. El cuadro adjunto es clara muestra de ello.

Tasas anuales medias de crecimiento de la industria y del comercio mundial (1860-1970)4

período industria mundial comercio mundial

1860-1870 2,9 5,5


1870-1900 3,7 3,2
1900-1913 4,2 3,7
1913-1929 2,7 0,7
1929-1938 2 -1,15
1938-1948 4,1 0
1948-1971 5,6 7,3

2. Nuevo rol del Estado en los cincuenta.

La gran crisis del capitalismo en los años treinta había puesto en evidencia la imposibilidad
de que el mercado generara por sí mismo soluciones a los conflictos sociales, políticos y
económicos planteados. En ese momento, ante las tensiones generales existentes al interior
de los distintos países capitalistas, el Estado interviene como último recurso de unidad.
Durante las dos guerras mundiales, las relaciones entre burocracia pública y grandes
empresas o asociaciones empresariales se fortaleció, coordinando actividades que
continuaron una vez superado el conflicto. Una situación semejante se evidencia en la
relación entre esferas de decisión política y organizaciones obreras.

El desarrollo que van adquiriendo las empresas transnacionales y su incidencia creciente en


la economía de un país (donde bien pueden crear miles de puestos de trabajo o destruir
otros tantos, producir bienestar en amplias áreas geográficas o crear miseria), torna
inevitable y absolutamente necesaria, la presencia del Estado como árbitro de una
organización social cada vez más compleja, y en la cual el mercado ha dejado de funcionar
en forma autónoma. Vemos así que el Estado va supliendo los vacíos funcionales del
mercado, tornando operativo el sistema capitalista.

Dos grandes pensadores del siglo XX -Keynes y Schumpeter- no obstante representar a


líneas de pensamiento diferente, arribaron a conclusiones similares en cuanto al
debilitamiento progresivo de la acción rectora de la empresa individual y del propio sistema
de empresas. Keynes llama la atención sobre cuán insuficiente es una lógica centrada en el
enriquecimiento personal. Es necesario, señala, la asunción por parte del Estado de un
compromiso general frente a la sociedad que salve al capitalismo de los propios capitalistas.

4
Tomado de: M. Beaud, Historia del capitalismo de 1500 a nuestros días. Seuil, Francia, 1990. (Citado en
Odile Castel, Histoire de faits économiques. Paris.1997)
Schumpeter, por su parte, pone el acento en el proceso de pérdida progresiva de la función
empresarial independiente e individual, consecuencia del crecimiento de los grandes
aparatos productivos.
Pero en este mundo de grandes organizaciones (sindicales, empresariales, financieras) no
sólo el mercado registra dificultades de funcionamiento. El sistema político liberal mismo
resulta objeto de presiones que tienden a modificar sus prácticas.

El sistema parlamentario, en tanto sede de las decisiones que reflejaban los intereses de la
comunidad, se ha visto desplazado por la acción de grupos de interés (sindicatos,
asociaciones patronales, burocracia estatal) que operan fuera del canal parlamentario, y que
pueden arribar a acuerdos que afecten al conjunto de la sociedad. La incidencia de la
actividad de gobierno ya no se mantiene en los términos mínimos, sino que cada vez fue
ampliando su radio de acción.
En tal sentido, se registra una tendencia al crecimiento del Estado como regulador del
crecimiento económico, la ampliación de sus funciones sociales y el fortalecimiento de su
propio papel. Se comienza a hablar en consecuencia, del surgimiento de un Estado Social.

En él subsiste la división entre los tres poderes del Estado, no obstante, la actividad del
Ejecutivo tiende a subordinar los otros dos poderes. Persiste el Parlamento como centro en
la toma de decisiones; sin embargo, un número creciente de decisiones son tomadas fuera
del Parlamento. Subsiste el pluralismo, el derecho al voto y a la organización partidaria, sin
embargo la información tiende a establecer una visión única donde se margina la
diversidad. En teoría, los partidos son independientes del Estado, sin embargo, cada vez
más, muchos de ellos operan como instrumentos estatales para canalizar los reclamos de
“los de abajo”.

2.1. El Estado Social. Sus características constitutivas

Hablar de Estado Social es hacer referencia a un largo proceso histórico en el cual se


desarrollaron varios de sus aspectos: tanto durante las dos guerras mundiales como durante
las dos grandes crisis de 1873 y 1930. Podemos decir que éste culminó u obtuvo su
desarrollo pleno a partir de los años cincuenta.
Es entonces cuando el Estado social adquiere las tres características centrales que
actualmente lo definen: neocorporativismo, el Estado de Bienestar y su carácter de Estado
administrador.5
Como neocorporativismo se entiende el ámbito en el cual las organizaciones patronales,
sindicales y los representantes del gobierno intentan compatibilizar sus diversos intereses
en materia de salarios, política de inversiones (cantidad, ubicación territorial), empleo,
impuestos, etc. Esta suerte de negociación trilateral tiene diferente tradición en los distintos
países europeos, siendo en algunos más antigua ( Suecia, Inglaterra y Austria) que en otros
(Alemania, Francia). En cambio, en EE.UU., más que de neocorporativismo, habría que
hablar de un pacto social entre sindicatos y empleadores, el que se limita fundamentalmente
al terreno de las empresas, sin adquirir el carácter de acuerdos nacionales capaces de
abarcar aspectos macroeconómicos (políticas de precios, inversiones, empleo, etc.).

5
Pipitone, Ugo. “El capitalismo que cambia. Industria, trabajo y Estado en medio de la crisis”. Ediciones Era.
México. 1985.
Es necesario subrayar que una de las particularidades de este tipo de procedimiento
neocorporativo es que los sindicatos que disponen de una mayor capacidad de presión son
aquellos que representan a los trabajadores de las ramas de producción más concentradas.
Los obreros que no operan en las manufacturas o quienes se ubican en sectores de trabajo
precario, tienen muy pocas posibilidades de ver expresados sus intereses y preocupaciones
en los acuerdos trilaterales.
Otra de sus particularidades es que introduce una cierta rigidez en las negociaciones, donde
ya ni los gobiernos ni los empresarios disponen de una plena autonomía decisional; las
organizaciones sindicales se convierten en un vínculo que debe ser tomado en
consideración si se quiere que sigan asumiendo su función colateral de control sobre las
reivindicaciones potenciales del conjunto de los asalariados.

El estado de bienestar (Welfare State), es otra de las características centrales del Estado
Social. Se entiende por tal la ampliación creciente de la red de seguridad social y de
educación de masas. Es luego de la segunda guerra mundial, que el estado de los países
capitalistas avanzados convierte esta actividad en pieza decisiva de su organización social.
La creciente importancia de los sistemas de jubilación, subsidio al desempleo, educación
pública y asistencia sanitaria, se explica por el reconocimiento por parte del Estado de las
diferencias entre los intereses de los empresarios individuales y el interés general del
capital y de la acumulación en su conjunto. Para garantizar la estabilidad social en un
ámbito nacional de grandes organizaciones sindicales y situaciones de casi pleno empleo
(especialmente a partir de los cincuenta) es necesario una política de redistribución social
del ingreso que, además, resulta favorecida por el comienzo del largo ciclo expansivo de los
años cincuenta y sesenta.

A partir de los años cincuenta, el Estado se legitima como agente impulsor del desarrollo
económico y coordinador del bienestar colectivo. Para lograr esto, introduce el llamado
“salario social”, o sea el conjunto de prestaciones que el Estado proporciona a ciertos
grupos de ciudadanos y que se añade al ingreso primario recibido por la ejecución de cierto
trabajo. El porcentaje del PBI que el Estado destina a los gastos sociales (pensiones, salud,
educación, transferencias a las familias y seguros de desempleo) se ubica entre un 20% -
30%. Ese valor ha ido creciendo en los veinte años posteriores a 1960, al calor de la presión
de los trabajadores, sindicatos y otras organizaciones (pensionados, jubilados, etc.),
cumpliendo el Estado, cada vez más, la función de amortiguador social frente a los
vaivenes coyunturales de la economía.

Un tercer aspecto característico del Estado Social, es el desarrollo de funciones de


regulación y de intervención directa del Estado en la economía. Esta función varía según
los países. Mientras en EE.UU la regulación de la economía es indirecta, (por medio de
agencias federales organizadoras de intereses privados sectoriales), en Europa han tenido
mayor importancia las nacionalizaciones, asumiendo el Estado una definida función
productiva.6

6
En Europa, las actividades de infraestructura (electricidad, ferrocarril, gas, teléfono y telégrafo) son
consideradas como una función pública, en tanto en EE.UU., a excepción de la electricidad, la presencia
estatal es casi nula. Pipitone, Ugo, ob.cit. pág. 128.
Frente a este cada vez mayor compromiso del Estado en la economía, se va estableciendo
una tendencia al desequilibrio estructural en las cuentas públicas, el que proviene sobre
todo del aumento de los gastos sociales y de los gastos de apoyo al desarrollo.
Es este Estado Social al que la crisis de mediados de los setenta comienza a golpear,
intentando reorientarlo o simplemente, vaciándolo de legitimidad.

3. Modelo de crecimiento dominante en los cincuenta y sesenta.

¿Cómo se instrumentó el crecimiento económico de los años cincuenta y sesenta en los


países desarrollados? Eric Hobsbawn, historiador ingles, habla de “los años dorados “ para
explicar el proceso de reconstrucción y recuperación económica y social posterior a la
segunda guerra. En esa denominación engloba el ritmo explosivo que tuvo la economía y el
sensible mejoramiento de los estándares de vida de la población en general. En esas dos
décadas, para algunos países el cambio fue más acentuado que para otros. Para los Estados
Unidos quizás no lo fue tanto, ya que supuso una prolongación de la expansión de los años
de la guerra que fueron de un carácter excepcional, al estar alejados del escenario bélico y
ser el principal abastecedor de los “aliados”. Tal es así, que al final de la guerra, este país
poseía casi las dos terceras partes de la producción industrial en el mundo.

Si bien hay datos que indican que el crecimiento de la productividad en esos años fue
menor en los Estados Unidos que en los países europeos, hay un denominador común que
nos permite explicar la expansión vivida entonces: el fordismo.
Fordismo es tanto una forma de organización de la producción, del proceso de trabajo,
como la denominación de un sistema productivo que en la segunda posguerra permitió una
producción en masa que requirió transformar el modo de consumo de la población,
imponiendo el consumo masivo.
Tanto una denominación como la otra tienen su referencia en el mismo fenómeno.

En los primeros años del siglo XX, Henry Ford inicia en sus fábricas de automóviles, una
serie de innovaciones en el proceso de trabajo que permiten aumentar la productividad a
partir de acelerar los ritmos y tiempos de trabajo. Es la utilización de la cadena de montaje,
la que posibilita, a través de suprimir el tiempo que el obrero requiere en abastecerse de
materiales para trabajar, reducir los llamados “tiempos muertos” y de ese modo aumentar la
productividad. Ford organiza la producción de cada una de las partes del automóvil, de
modo que siga el desarrollo lógico de las operaciones, para que pueda ser realizada por una
mano de obra no calificada. Por otra parte, las piezas que desfilan frente al obrero,
requerían ser intercambiables, rigurosamente idénticas, “estandardizado”de modo de poder
realizar el montaje en línea a partir de un transportador central automotor. En consecuencia,
el obrero no tiene que perder tiempo buscando la pieza que debe ser “fijada” una tras otra
en el transportador. En sus talleres el trabajo es rigurosamente dividido, controlado y
vigilado. Es la cadena de montaje la que impondrá los tiempos de producción y quien
transportará las piezas. “Andar no es una actividad remuneradora” solía repetir Ford. Por
tanto, reduce al máximo los desplazamientos del obrero por el taller o la fábrica.
Este aumento de la producción lo complementará con el “Five dollars day”, por medio del
cual el obrero es pagado por la jornada de trabajo, no por hora trabajada ni por pieza
realizada, como era habitual entonces. Esta innovación la instrumenta a partir del aumento
de la conflictividad obrera, el ausentismo y la continua rotación del personal (370% en
1917) que se verifica en esos años. De todos modos, no todos los trabajadores de las
fábricas Ford eran recompensados con los “cinco dólares diarios”. Era necesario cumplir
con determinados requisitos: tener más de seis meses en la empresa, ser un buen ciudadano,
buen padre de familia, si era soltero, demostrar que ahorraba o al menos que tenía padres a
cargo.

De este modo, el sistema que se crea, permite, a través del aumento salarial, absorber el
aumento permanente de la producción: producción en masa- consumo en masa. La
producción en masa posibilita disminuir el costo del producto por pieza, por lo que el
precio final del mismo bajará. Si el producto tiene bajo costo, su precio al consumidor será
menor que el existente en el mercado, por lo que más consumidores podrán obtenerlo. Si a
los precios más bajos le sumamos sueldos más altos, las posibilidades de consumo del
trabajador y su familia, aumentarán. De este modo, buena parte de la producción colocada
en el mercado será consumida aumentando la rentabilidad del empresario que contará con
el dinero suficiente para seguir incorporando máquinas, obreros y así aumentando la
producción y su ganancia.
Como no es totalmente seguro que el aumento salarial de un grupo familiar se vuelque a la
demanda, en estos años, a la producción en serie y altos salarios, se le suman las
enseñanzas de Keynes luego de la crisis de 1930: asegurar la “demanda efectiva”. ¿Cómo
garantizar la demanda? Una buena forma es facilitando el acceso al crédito. Créditos
baratos y accesibles. Una política vigorosa de consumo y de inversión para garantizar
trabajo. Si el empresariado no está en condiciones de realizar inversiones, es el momento
del Estado en demostrar su dinamismo. Comenzando por las inversiones públicas que
generen fuentes de trabajo como modo de reactivar la economía.
La tan machacada ley de la oferta y la demanda de los teóricos neoclásicos, según la cual
debía existir un equilibrio entre entradas y salidas, en particular cuando nos referimos a
presupuesto del Estado, también es puesta en cuestión por Keynes. “No contento con
afirmar que “la ley” no vale desde que los sindicatos son lo bastantes poderosos para
intervenir en el juego de la oferta y la demanda”, decía Keynes, es preciso tomar nota de la
legitimidad de estos reclamos.7 En tal sentido, el Estado Social incluye en sus políticas la
concertación salarial, procedimientos neocorporativistas a los que hiciéramos referencia
más arriba. Instrumenta en sus políticas con los sectores trabajadores el “convenio colectivo
de trabajo”, por el que se fija un salario mínimo cuyas variaciones pueden ser negociadas
en forma conjunta con los empresarios, actuando el Estado como garante de la concreción
de tal acuerdo. Así se va instaurando lo que Coriat denomina el “círculo virtuoso fordista”:
los asalariados y empresarios bajo la anuencia del Estado establecen que a “todo aumento
de la productividad dentro de la fábrica, le corresponderá un aumento salarial”. A partir
de entonces, el aumento del salario estará atado al aumento de la productividad.
De este modo, el llamado “modelo de acumulación fordista”, o “modo de regulación
fordista” será posible de implementar en tanto se verifique el crecimiento económico.
Cuando ese crecimiento de muestras de detenerse, cuando la productividad no aumente, en
tanto los salarios sigan aumentando, nos encontraremos frente a una nueva crisis del

7
Coriat, Benjamín (1982) El taller y el cronómetro. Siglo XXI Editores. España.
capitalismo.
Hacia fines de la década del sesenta, se asiste a una desaceleración en el crecimiento
económico de los países centrales, caída de la productividad y encarecimiento progresivo
de la mano de obra, que culminará en una caída en las ganancias de los capitalistas, por lo
que se no se ampliarán las inversiones ni se acometerán nuevas. En un principio, el
desplazamiento de las inversiones será hacia los países de la periferia, donde las ganancias
pueden ser menores, pero se cuenta con mano de obra abundante y barata. Este hecho será
una de las bases del proceso de internacionalización que se vive en estos años y que
posibilitará un respiro a los capitales de los países centrales. No obstante, para recomponer
el ritmo de crecimiento y de ganancias de la economía en general, se requieren
modificaciones estructurales en el patrón de crecimiento del capitalismo.

4. Las Empresas Transnacionales, el nuevo actor económico de los años cincuenta.

En la expansión que alcanzó el capitalismo durante estos años, el denominado proceso de


trasnacionalización de las empresas le imprimió un rasgo distintivo.
Las empresas transnacionales (ET) venían desarrollándose desde antes, pero es luego de la
Segunda Guerra cuando realizan su gran expansión, tanto en la producción como en el
comercio internacional.8 Las primeras empresas que van a entrar en mercado ajeno, serán
las norteamericanas, coincidiendo con el papel hegemónico que Estados Unidos tiene en el
conjunto de economías capitalistas, la implementación del Programa de Recuperación
Europea (Plan Marshall), y la imposición del dólar como moneda fuerte. Así centraron sus
inversiones manufactureras, desde 1957/58, en Europa, Canadá y América Latina, en ese
orden de importancia. Con posterioridad, serán las empresas europeas y japonesas quienes
comenzarán un proceso de fusión y expansión hacia los mercados extranjeros.

4.1 Modalidades de acción de las Empresas Transnacionales

En esos años, el afianzamiento de tal tipo de empresa, se realizará dentro de mercados


oligopólicos, donde la competencia tendrá también ese carácter.9 Además de este rasgo
distintivo, otro elemento a subrayar es que tenderán a realizar significativas inversiones en
investigación y desarrollo. Ello les permitirá mantener una función de liderazgo, tanto en
sus países de origen como a nivel internacional. A su vez, la tendencia general será la de
mantener el control de la tecnología, limitando su difusión a sus filiales establecidas en el
exterior. Se articula de este modo un "comercio cautivo" de tecnología, proporcionalmente
más importante que el "comercio cautivo" de bienes. Este hecho tiene implicancias
significativas, no sólo sobre el grado de control que el proveedor retiene sobre la utilización
de la tecnología, sino sobre las limitadas posibilidades que otorga al país receptor para
competir en el mercado internacional.

Un caso atípico es el de Japón quien, con su política restrictiva señalada, optó por la
8
Se entiende por tal a "la empresa cuyo origen, dirección y propiedad corresponde a residentes de un país
desarrollado de economía de mercado, que realizan actividades productivas a escala internacional". Se sigue
el concepto empleado por Fernando Faynzylber y T. Martínez Tarragó en: Las empresas trasnacionales.
Expansión a nivel mundial y proyección en la industria mexicana. F.C.E. México.1976
9
Se lo denomina oligopólico, ya que son unos pocos productores quienes dominan el mercado, por lo que sus
decisiones influyen sobre la producción y el precio. Ídem. Faynzylber, Martínez Tarragó
adquisición de tecnología "competitiva" para sus empresas, frenando la importación de
tecnología "cautiva" incorporada en las filiales. La adopción de esa política implica, en
primer lugar, la definición de una estrategia industrial de largo plazo, y segundo, la
existencia de empresas nacionales capaces de seleccionar, adoptar y perfeccionar la
tecnología importada. No serán las empresas proveedoras, ni sus filiales establecidas en el
exterior, quienes asuman esta responsabilidad ya que la misma no corresponde ni a sus
objetivos ni a la dinámica de los mercados en que actúan.

Se comprueba que la inserción en los diferentes mercados está determinado, en gran


medida, por las vinculaciones histórico - políticas de sus países de origen. Así por ejemplo,
las ET. de Inglaterra, Francia, Bélgica e Italia, países con experiencia colonial en África (y
las dos primeras también en Medio Oriente) son las que tienen mayor número de filiales
ubicadas en esa zona.10 En América Latina, hegemonizan las de Estados Unidos, Canadá y
Europa. Si bien prefieren ubicarse en países de mayor mercado interno (Argentina, Brasil y
México), su punto de mira son los mercados de los países desarrollados.

Este proceso de transnacionalización, estará estratégicamente orientado hacia la penetración


en mercados nacionales protegidos, como modo de aprovechar las ventajas oligopólicas que
le proporciona el mayor acervo tecnológico de que dispone la ET. Para ello crearán
empresas filiales en países de la periferia.
En estos mercados, las ET tendieron a asegurar la oferta y costo decreciente de las materias
primas y energía por la vía de la apropiación de las fuentes de producción y/o de su
comercialización. Lo mismo sucedía con la fuerza de trabajo, ya que al ubicarse las ET en
países semiindustrializados, hacía uso de su costo comparativo menor. Por otra parte, la
transnacionalización permite crear “espacios económicos homogéneos” a través de las
fronteras nacionales para el uso de tecnología, equipamiento, materias primas, fuerza de
trabajo y energía (racionalización intra-firma). Ello ubica a las ET en evidentes ventajas
competitivas frente a otras empresas que no pueden generar esa “homogenización
intra-firma”.

4.2. Los Estados Nacionales y las Empresas Transnacionales. Estrategias y tensiones

Del mismo modo como estas grandes empresas articulan estrategias de expansión, los
países receptores establecieron las propias a fin de atraer esa inversión externa. Un ejemplo
de ellos son las políticas nacionales de fomento, promovidas tanto por Canadá, Europa
Occidental y los países más industrializados de América Latina en la segunda etapa de su
proceso de sustitución de importaciones. Sin embargo, veremos que la relación de la ET
con los países receptores será conflictiva, como resultado, en particular, del mecanismo de
reasignación de fondos y recursos entre casa matriz y filiales ( un ejemplo, sería el manejo
realizado por la casa matriz de las innovaciones tecnológicas). La tensión que se crea entre
las empresas y los estados receptores, será de mayor o menor envergadura, dependiendo, de
la capacidad del Estado como árbitro necesario de una organización social que se
complejiza cada vez más. En los países centrales, con estados fuertemente legitimados, la
acción de las ET deberá someterse a las fuertes regulaciones estatales, en tanto este aspecto

10
Dabat, Alejandro "Empresa transnacional, globalización y países en desarrollo". CRIM-UNAM. México.
1999.
estará muy desdibujado en los países periféricos.

Nos encontramos en consecuencia, con que la acción de las ET, su dinámica, magnitud y
diversificación, pondrá en cuestión la estabilidad y las modalidades de funcionamiento del
esquema de relaciones económicas internacionales, basado en la función tradicional de los
estados nacionales como agentes reguladores de la actividad económica nacional e
internacional. Esto llevará a que los estados redefinan su relación con las ET, lo que se
manifestará en el fortalecimiento de las legislaciones nacionales, en los acuerdos regionales
y asimismo, en la búsqueda de normas internacionales que regulen sus actividades a escala
mundial.

Hasta el momento nos hemos detenido en la consideración de las transformaciones habidas


al interior de los países capitalistas centrales. Consideraremos a continuación, las
economías “periféricas”, cada una de las cuales, como podremos observar, tuvieron
diferentes derroteros.

5. Asia, Africa y América Latina. Tres regiones que se transforman.

Queremos, del mismo modo, detenernos en la situación en que se encontraron las


economías de estas regiones, donde también se asistió, en estos años, a transformaciones de
consideración.
En el aspecto político, se pueden ubicar los cambios habidos en África, Asia y América
Latina en este período, a posteriori de los procesos revolucionarios y de descolonización.
Por doquier surgieron nuevos estados, contribuyendo sensiblemente a modificar el mapa
político mundial. La problemática más seria que enfrentarán los distintos estados, será la
forma que debían adoptar, el sistema político que les permitiera transitar el nuevo camino
emprendido.
De hecho, encontraremos el predominio de regímenes militares o la tendencia a ellos, como
el signo unificador de los estados del llamado “tercer mundo”. Salvo contadas excepciones,
la mayor parte de estas repúblicas conoció etapas de regímenes militares a partir de 1945.
De forma cada vez más habitual, los hombres de armas fueron entrando en política,
promovido por el hecho de estar frente a estados nuevos y por tanto carentes de tradición de
legitimidad y frente a sistemas políticos incapaces de proporcionar un gobierno eficaz. En
tales situaciones, las fuerzas armadas eran con frecuencia el único organismo capaz de
actuar en política a escala nacional. Por otra parte, no se puede olvidar el marco de guerra
fría entre las superpotencias, que se apoyaba en la acción de las fuerzas armadas de los
países satélites o aliados, por lo que éstas recibían cuantiosos subsidios y suministros de
armas.

En el aspecto demográfico, se destaca el gran incremento de la población en estas regiones


que alteró el equilibrio de la población mundial. Hasta el momento, habían sido los
europeos quienes llevaban la delantera en cuanto al crecimiento poblacional. Desde
mediados del siglo XX, son las regiones que consideramos quienes, gracias a las
innovaciones médicas y farmacológicas, pudieron salvar vidas a gran escala ( gracias por
ejemplo, al DDT y a los antibióticos) por lo que su tasa de mortalidad cayó abruptamente,
sin que hubieran mediado grandes cambios en su economía.11

El sistema económico se desarrollará con la acción del estado como motor del crecimiento.
A cargo de éste estará la creación de la moderna infraestructura de transportes y
comunicaciones, así como el desarrollo de un sistema educativo que abarcará a crecientes
sectores sociales. El que este Estado estuviese manejado por regímenes autoritarios, es
explicado por algunos autores por el hecho de que este tipo de regímenes facilita la
transferencia de recursos “ a la infraestructura y a las instituciones sociales” .12

5.1. Crecimientos heterogéneos como característica general de las diferentes regiones.

a) Economías de subsistencia.

Es necesario remarcar que entre sus características generales, la heterogeneidad en su


desarrollo, es un factor básico del Tercer Mundo. Claros ejemplos son los que se presentan
en África (particularmente aquellos países ubicados al sur del Sahara), donde muchos
estados emergieron de los procesos de descolonización faltos de técnicos, personal
administrativo y económico calificado, con altos índices de analfabetismo, cuyos gobiernos
no supieron articular políticas de crecimiento económico que les permitiera salir de la
situación de monoproducción que había caracterizado sus economías. Estos países no
logran pasar el nivel de subsistencia, estructurándose economías donde las hambrunas son
parte del paisaje cotidiano. Entre otros, es el caso de Ghana, quien malgastó reservas de
divisas provenientes del alto precio del cacao, en una primera etapa, y cuya situación
empeoró en los años setenta con el hundimiento del precio de ese producto. Se recurrió
entonces a políticas de altos aranceles, controles de precios y permisos de importación, que
sólo llevaron al florecimiento de una economía “informal” y una corrupción general muy
difícil de erradicar.

b) Economías centradas en la exportación de petróleo.

Otro grupo de países va a desarrollar políticas de nacionalización en la economía, como


forma de controlar sus propios recursos. Un ejemplo de ello lo tenemos en el área del
petróleo, caracterizando a los países exportadores de petróleo. Este había sido extraído
tradicionalmente por compañías privadas norteamericanas, inglesas u holandesas. Los
gobiernos, siguiendo el ejemplo de México que en 1938 nacionaliza su explotación,
comenzaron a nacionalizarlas y gestionarlas como empresas estatales. Esto permite
entender el éxito que tuvo en su accionar la Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP)13 en los años setenta; sólo a partir de que la propiedad del petróleo
mundial pasó de compañías privadas a un puñado de países productores, fue posible
coordinar una acción de presión sobre el precio del crudo (ver cuadro). Este hecho permitió
que países, en su mayoría atrasados y hasta entonces pobres, se convirtieran en
11
Hobsbawn, Eric: "Historia del siglo XX". Cap. XII. Edit. Crítica. Barcelona. 1995
12
Entre otros, autores como Rostow o Wan der Wee, asumen esta postura.
13
En 1970 formaban parte de la OPEP 12 países: Gabón, Nigeria, Argelia, Indonesia, Irán, Irak, Kuwait,
Libia, Qatar, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Ecuador ingresará en 1973 para
retirarse en 1992.
supermillonarios a escala mundial. Aumentaron en forma ostensible su producto per cápita,
en particular aquellos con pocos habitantes (como los Emiratos Árabes Unidos), en tanto
los densamente poblados no tuvieron los mismos índices. Pero no siempre cuando se habla
de procesos de nacionalización, se quiere significar que a partir de ese momento las
acciones de los estados buscarán el crecimiento del conjunto de la sociedad. Dentro de los
países exportadores de petróleo, tenemos varios ejemplos de ello. Los países árabes son
paradigmáticos al respecto. Pese a contar con precios internacionales tan favorables para el
crudo, las divisas provenientes de su exportación no se volcaron a fortalecer e integrar su
aparato productivo sino que fueron en gran medida a engrosar las filas del circuito
financiero. Terminaron, invariablemente tirando las divisas por la ventana. Como bien
señala Hobsbawn, “al llegar a los noventa, hasta Arabia Saudita se las había ingeniado para
endeudarse”.

PRECIO DE LA NAFTA POR LITRO Y EN DÓLARES 14

Pais Argentina Italia Japón Estados


Unidos
1973 0.19 0.27 0.25 0.11
1980 0.50 0.83 0.76 0.34

c) Industrialización por Sustitución de Importaciones vs. Industrialización Orientada


a las Exportaciones.

Es posible hablar de otras economías que eligieron el camino del crecimiento económico
bajo la tutela o planificación del estado y cuyos resultados fueron diferentes. Las
denominamos “economías mixtas”, ya que en ellas es tan importante la acción del sector
privado como la del sector estatal, rector en gran medida de los procesos de
industrialización. El Estado fomentó la inversión privada e invertía él mismo en los sectores
nacionalizados y en el desarrollo de la infraestructura. En este grupo podemos ubicar tanto
a las economías con más crecimiento de América Latina (en particular Méjico y Brasil,
Argentina), como a los países del sudeste asiático. A estos países, a partir de los años 70 se
los conocerá (en la jerga económica) con el nombre de NIC (Newly Industrializing
Countries) “Nuevos Países industriales”.15 En líneas generales, la estrategia de desarrollo
adoptada estuvo lejos de limitarse a exportar materias primas haciendo uso de sus
“ventajas comparativas”, papel que le asigna a estas economías la teoría neoclásica del
comercio. Formaron mano de obra, favoreciendo un importante incremento del empleo en
el sector industrial, importaron tecnología, transformaron instituciones bancarias y

14
El gran libro del Siglo. Biblioteca Clarín. Ed. Blume. Buenos Aires.2000.
15
Bustelo señala que el término “nuevos países industriales “(NPIs) fue empleado por primera vez en 1979
por la OCDE para referirse a “un grupo de países que, desde el principio de los años sesenta y sobre todo
durante los años setenta, han aumentado rápidamente su parte en la producción industrial mundial y en las
exportaciones mundiales de productos manufacturados”. Reemplazó al término usado hasta entonces, “países
semi industriales”. Dicha expresión se ha ido popularizando con el tiempo, generando entre los estudiosos,
discusiones en torno a la validez del empleo de esa denominación. Ob. cit. Pág. 67.
financieras así como su sistema de legislación industrial, todo ello a fin de implementar
distintos tipos de industrialización.
Comenzaron produciendo bienes de consumo en serie, destinados unos a su mercado
interno, en tanto los otros los exportaban. En un segundo momento, sus caminos claramente
se bifurcaron. Mientras los países de América Latina entraban en una segunda etapa de
sustitución de importaciones, profundizando el llamado modelo ISI (industrialización por
sustitución de importaciones), los países del sudeste asiático orientaban su producción hacia
el mercado externo, aplicando el llamado modelo IOE ( industrialización orientada a las
exportaciones).

En consecuencia, se observa la presencia de dos grupos bien diferenciados: por un lado,


tenemos el caso de Argentina, México y Brasil, países que contaban con amplios mercados
internos y donde se desarrolló una industrialización por sustitución de importaciones. En
ellos la actividad productiva y el gasto público mantenían alta la demanda interna. “Hubo
un momento en que el sector público brasileño representaba la mitad del producto bruto
interior y controlaba diecinueve de las veinte compañías principales, mientras que en
México daba empleo a la quinta parte de la población activa y representaba dos quintos de
la masa salarial del país”. Las industrias que se ponían en marcha, lo hacían dentro de
políticas proteccionistas explícitas, a través de altas tarifas o aranceles, favoreciendo de tal
modo su producción para el mercado interno, con lo cual en definitiva se mantenía un sesgo
contrario a las exportaciones. Si bien es cierto que este modelo, que se venía desarrollando
desde la crisis de 1930, se encontraba en los cincuenta en una segunda etapa de sustitución,
( con la implantación de la industria automotriz, textil, sintética y siderúrgica) o lo que es lo
mismo, en una profundización de la ISI, encontró a fines de los setenta, su propio techo.16

Las limitaciones de este modelo se encuentran en el hecho de que, al quedar circunscriptos


al mercado interno, no se pueden lograr economías de escala. Por otra parte, es una
industrialización cada vez más dependiente de las fluctuaciones de los mercados
internacionales de commodities17 y materias primas, al depender de estas divisas para
continuar con su crecimiento económico.

Estas economías se ubican dentro de lo que se denomina el modelo de los dos sectores, o
“dual”: un sector exportador que genera divisas, no realiza importaciones y es el que menos
mano de obra emplea, y otro sector, importador, mercado internista y es el que más empleo
genera. De tal modo, el crecimiento del sector manufacturero, depende de las divisas que
proporciona el sector agro exportador. Por ello, si las importaciones crecen más que las
exportaciones, se produce un desequilibrio de la balanza de pagos, situación que requerirá
la aplicación de una devaluación de la moneda y que exige políticas monetarias y fiscales
restrictivas para evitar la inflación.. Los salarios reales disminuirán (dado el aumento de
los precios de los productos del agro que la devaluación favorece. El sector asalariado, al
ser el principal consumidor de bienes del sector agrícola, se ve desfavorecido) y por tanto
16
Pablo Bustelo señala que a mediados de los sesenta, los países latinoamericanos acentuaron la sustitución
de importaciones en productos intermedios y de bienes de capital. "La industrialización en América Latina y
el Este de Asia: una comparación entre Brasil y Taiwan, 1930-1980". En Ciclos, Año II. 1er. Semestre 1992
17
Se denomina de tal modo a los productos de carácter stándard como el trigo, el aceite, las harinas, etc.,
todos productos que se cotizan en Bolsa.
caerá el consumo de la población. La disminución de la demanda global reducirá la
actividad industrial y luego de cierto tiempo, el volumen de inversiones en este sector. La
recesión hará caer el volumen de las importaciones, restableciendo así el equilibrio en la
balanza de pagos. De tal modo, el ciclo recomienza, hasta que se produzca un nuevo
desequilibrio.

En el período considerado, y en particular en la segunda mitad de la década del cincuenta,


se observa la presencia de las Empresas Transnacionales actuando preferentemente en el
sector automotor (pareciera ser, aprovechando la expansión de las ET norteamericanas), así
como en la industria textil sintética y en la siderurgia.

En el plano político, estos modelos se implementan en América Latina atravesando fases


“populistas” como el varguismo en Brasil, el peronismo en Argentina y Cárdenas en
México. En estos países la presión popular logró consolidar salarios altos que no estaban
atados al aumento de la productividad, como veíamos en los países desarrollados y que si
bien, en el corto plazo contribuían al mantenimiento del mercado interno y de una demanda
sostenida, en el largo plazo, contribuían para que se mantuvieran políticas permisivas con la
inflación al consolidarse el mecanismo de trasladar a los precios los aumentos salariales
otorgados.
Debemos tener en cuenta además, que en estos países existe un alto grado de subordinación
del Estado a los intereses del sector privado protegido durante la etapa de la ISI, situación
que es diferente en los países asiáticos.

En un segundo grupo, podemos ubicar a los países del Sudeste Asiático, denominados “los
tigres del Pacífico” (Corea del Sur, Taiwán, Singapur), en los cuales la planificación estatal
estaba centrada en la acción de grupos empresariales oligopólicos, protegidos, dominados
por el control gubernamental del crédito y la inversión. Estos grupos deben ceñirse al
cumplimiento de objetivos fijados por el estado, en cuanto a índices de producción (contado
en volumen de exportación) y la necesaria incorporación de innovaciones técnicas. Esta
modalidad de desarrollo económico dependiente del Estado, garantizaba un crecimiento
económico sostenido y que por lo menos hasta avanzados los años 80 no mostró sus
limitaciones. En el caso de Corea y Taiwan, la herencia colonial de un fuerte aparato
administrativo, la desaparición de la clase terrateniente (en los años 50 llevaron a cabo con
éxito una reforma agraria de amplio alcance a la vez que se fomentó un crecimiento
agrícola muy rápido), la masiva ayuda extranjera, entre otros factores, configuró un estado
con un apreciable grado de autonomía relativa respecto de intereses específicos de clase y
capaz de imponer la transición a la industrialización exportadora. Estos países pasaron, del
modelo de industrialización sustitutiva, a otro de industrialización orientada a las
exportaciones. Al ser economías escasamente dotadas de recursos naturales, imitaron el
modelo de desarrollo impulsado por las exportaciones, perfeccionado por los japoneses, tan
poco dotados como ellos.

Van a desarrollar, en un primer momento, aquellas ramas de la producción intensiva en


trabajo y recursos naturales (industria textil y, calzado, juguetes, montaje de electrónica),
utilizando de tal modo su ventaja comparativa, abundancia de mano de obra, con bajos
salarios. Luego se orientarán a la exportación de productos manufacturados cada vez más
complejos incorporando productos de alta escala, intensivos en tecnología y trabajo
cualificado (industria química, astilleros navales, bienes de equipo, automóviles,
componentes electrónicos, etc.). El éxito de este modelo durante varias décadas, se
relacionó en gran medida, con una temprana inserción en los intercambios mundiales, en
una situación de virtual monopolio de oferta ( son cuatro los “tigres del sudeste asiático”),
con un sistema comercial preferente respecto de las exportaciones industriales del tercer
mundo y con una situación de sobre liquidez internacional y de descentralización financiera
y productiva hacia los países de la periferia.18 Todas estas condiciones prácticamente van a
desaparecer en los ochenta y noventa, planteando problemas por la continuidad de este
modelo.
En conclusión, tenemos que tanto el modelo de crecimiento del sudeste asiático como el de
los países latinoamericanos combinaron las estrategias ISI e IOE, en distintos momentos y
con diferente énfasis. Lo definitivamente diferencial fue la opción de los años setenta. Es
indudable que en ese momento, América Latina optó por mantener y profundizar la ISI,
mientras que el Este de Asia inició una fase de IOE primaria. Es necesario recordar, a la
hora de realizar los balances entre estas dos estrategias, que ambas zonas registraron una
fase inicial de ISI y que, desde la década de 1970, conocen una combinación de ISI e IOE.

6. Agotamiento del crecimiento económico.

Un aspecto que sin dudas debemos remarcar es el fuerte crecimiento en la década de los
sesenta tanto de la economía japonesa como de las economías europeas sobresaliendo la
alemana. Tanto Alemania como Japón se fueron convirtiendo en fuerte competencia para la
economía estadounidense.
Pero todo crecimiento tiene sus límites y este se fue haciendo visible hacia fines de la
década del ’60. Comienzan a presentarse signos de desaceleración en el crecimiento
económico, lo que muestra un agotamiento del modelo vigente.
La oferta de mano de obra calificada, evidencia signos crecientes de escasez. Se verifica un
aumento de la capacidad negociadora de los asalariados, lo que significa lisa y llanamente,
un aumento del costo de la fuerza de trabajo. Ya no era suficiente con expandir la “frontera
poblacional” hacia países menos industrializados, ya que la escasez era de mano de obra
calificada y en estos países lo abundante era la mano de obra sin demasiada especialización,
o directamente sin ningún tipo de calificación. En consecuencia, se requería que el stock
tecnológico generara rápidamente y a bajo costo, el equipamiento necesario para compensar
tal escasez.
Ante el encarecimiento de la mano de obra, se apelará a innovaciones tecnológicas
intensivas en capital, que permitan superar esa limitación. La tendencia dominante será a la
automatización de los procesos productivos. Como señalan algunos estudiosos de los
procesos de trabajo, el robot entra al taller. Este hecho permitirá dar respuesta a variadas
situaciones que se plantean: por un lado, la caída de la productividad, y por el otro,
responder a las variaciones que se han ido produciendo en la demanda. Tras una larga fase
de mercados demandantes de productos estandarizados y en serie, propios de la producción

18
Esta es la postura sostenida por Pablo Bustelo Gómez, en su libro “Economía política de los nuevos países
industriales asiáticos”. Siglo Veintiuno de España Editores. S.A. 1990.
fordista, el período posterior a 1974-75 va a marcar la era de los crecimientos más lentos y
de la diferenciación. Como bien señala Coriat, es “la era de la competencia por la calidad,
la era de los productos especificados y de la diferenciación por lotes”.19Por otra parte, el
acuerdo o pacto social entre trabajadores y empresarios que contemplaba el aumento
salarial tras el aumento de productividad, ya no es respetado. Se requiere de un nuevo pacto
social, acorde con las características que va sumiendo el proceso productivo.
Otra limitación que se observó en el modelo de capitalismo dominante en estos años, fue el
costo creciente de los sistemas administrativos propios de las firmas y el crecimiento del
gasto público. Este modelo capitalista se caracterizaba por generar grandes aparatos
administrativos que contrataba permanentemente personal, generando mayor gasto estatal
por lo que el “déficit fiscal “ será la situación en la que entrarán muchos estados.
El crecimiento del Estado Social se puede decir que termina de forma abrupta en la década
de los setenta. El gasto público fue recortado, y con él se pone fin a casi tres décadas en que
el keynesianismo se convirtió en la doctrina económica ortodoxa. Distintas escuelas de
pensamiento económico unen el “excesivo” gasto gubernamental con algún aspecto de la
crisis económica. Entre ellas sobresalen sin lugar a dudas los monetaristas, quienes ven que
el déficit presupuestario se termina financiando con la impresión de dinero, o tomando
prestado del sistema bancario, por lo que se aumenta la oferta monetaria y se genera
inflación. La única respuesta, dicen ellos, es el recorte abrupto del gasto público, lo que
permitiría a su vez, achicar el Estado, cuya “excesiva burocracia” también se encuentra en
la mira de esta corriente.20 Los gobiernos de Reagan (Estados Unidos) y Tatcher (Reino
Unido) serán los mejores ejemplos de aplicación de esta teoría económica.

En este complejo panorama de los años setenta, podemos observar que una de las
consecuencias inmediatas de estos cambios en el proceso de trabajo y en el modo de
organización de la producción es que se ha reducido la importancia que tenía la posesión
de recursos naturales en el desarrollo económico de un país. Poseer recursos naturales ya no
determina que un país sea rico, ni su carencia, que un país no se enriquezca.

En el futuro la ventaja competitiva duradera dependerá más de las nuevas tecnologías de


procesos y menos de las tecnologías de productos, como hasta hace unos años. La industria
del futuro, la biotecnología, dependerá de la capacidad cerebral: las ventajas comparativas
del trabajo humano, reemplazan a la ventaja de la Naturaleza (recursos naturales) o de la
historia (recursos de capital).

En el próximo medio siglo la lucha por una ventaja competitiva será entre Japón, EE.UU. y
Europa y esto obligará a los otros a adaptarse al nuevo marco global que forjan las mayores
potencias del planeta.21

19
Coriat, B. (1993) El taller y el robot. Siglo XXI de España Editores.
20
Para una lectura más acabada de las distintas escuelas de pensamiento económico que se pronuncian en
estos años, ver Gough, Ian, ob. cit. capítulo VII.
21
Esta es la tesis que se deduce del libro de Lester Thurow, “La guerra del siglo XXI”. Vergara. México.
1992.
Bibliografía

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Ashworth, W.( 1976) “Breve historia de la economía internacional”. F.C.E. México.
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Ominami, Carlos “El Tercer Mundo en la crisis”. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos
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Van Der Wee, Herman. “Prosperidad y crisis. Reconstrucción, crecimiento y cambio,
1945-1980”. Editorial Crítica. Barcelona.

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