Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ana Bolena (1507-1536): Cuando Enrique se enamoro de Ana Bolena ya no era aquel joven esbelto
que había conocido Catalina de Aragón. Ahora, en su madurez, era un hombre robusto, casi
rozando la obesidad, como se puede observar en los retratos de la época.
Ante tal obstáculo, Enrique decidió deshacer las relaciones con el Papado, creando la Iglesia
Anglicana, de la que se consagró jefe. El matrimonio con Ana Bolena necesitaba celebrarse cuanto
antes ya que, fruto de su relación extramatrimonial, había quedado embarazada. El rey esperaba
ansioso consagrar el matrimonio y obtener el deseado vástago varón. Según algunos cronistas la
alianza ya había sido realizada en secreto. En este sentido, Cranmer –arzobispo de la nueva
iglesia– legitimó públicamente ese matrimonio, luego de declarar la nulidad del contraído con
Catalina.
Así, Ana Bolena fue coronada corno reina de Inglaterra. De esta forma se generaba una situación
ambigua: cuando la nueva soberana pasaba en su carruaje por las calles, la mayoría de la gente del
pueblo le profería una serie de insultos y abucheos, mientras victoreaban a Catalina, reemplazada
por ella e injustamente recluida en un sombrío castillo.
Llegó así el día del esperado nacimiento que para desilusión del rey y congoja de la reina, fue una
robusta niña a la que se dio el nombre de Isabel, la cual llegaría a ser una soberana superior.
Detrás de este inesperado nacimiento, los lazos del reciente matrimonio se deterioraron, la
ruptura final devino tras un nuevo embarazo, donde la reina dio a luz un niño muerto. La frustrada
búsqueda de un heredero varón pareció “un castigo de Dios” ya que se produjo casi
conjuntamente con la muerte de Catalina de Aragón. Sumado a ello, el Papa había excomulgado a
Enrique y Ana.
A su vez, a la pérdida del favor del rey ante estos hechos se sumaba el nuevo “apasionamiento”
del monarca por una joven dama de honor de su esposa, Juana Seymour. Por ese entonces,
Enrique murmuraba que se había casado con Ana influenciado por las brujerías a las que había
sido sometido. Y quizá, para librarse de sus malas artes, la hizo encerrar en la Torre de Londres, de
siniestra fama.
Tras su reclusión, dio comienzo el proceso de enjuiciamiento de Ana, sustentado en causas reales
o ficticias para librarse de ella. Al respecto, todavía se discute la fiabilidad de los elementos
probatorios ya que tras la finalización del juicio, las pruebas y demás documentos desaparecieron
y los incriminados declararon tras horrendas torturas. En cuanto a la reina, ella mantuvo
firmemente su declaración de inocencia. El imponente tribunal que la juzgaba estaba presidido por
el tío de la acusada, el Duque de Norfolk, y ante él fue acusada no sólo de adúltera por
adjudicársele como amantes a cuatro cortesanos sino también de incesto, por supuesta relación
carnal con su hermano Lord Roeford.
El tribunal condenó a todos por unanimidad y los supuestos amantes fueron decapitados un día
antes que Ana –cuya cabeza cayó en el cadalso, cercenada por un hachazo–. Aún hoy corre la
leyenda de que el fantasma decapitado de la reina se aparece en la capilla de San Pedro, situada
en la Torre londinense.
Al día siguiente, Enrique VIII, vestido lujosamente de inmaculado blanco, se casaba con su tercera
esposa, Juana Seymour. La reina inmolada fue llamada "Ana de los mil días” a causa de que ésa fue
la duración de su reinado.