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CUADE RNO DE CIENCIAS SOCIALES 94

LA CRISIS DE LAS CIENCIAS SOCIALES


UN ESTUDIO COMPARADO

Enrique Gomáriz

~--riiml ~::!RWI PROGRAMA COSTA RICA


~=-~--1.
,.,_ OECIVICIASSOCIILES
Wilfredo Lozano ÍNDICE

Rafael Menjívar Larín


111 e c1lc •c < 1ón Manuel Rojas
t lt' ll 1d1101 i.ll
Vi lma Herrera
•-••••~ t1h•11to del texto N')ercedes Flores

l'liMI 11 Al 11 lN Sl !lACE CON LA COLABORACION FINANCIERA DE


1 11 IN 11 HNA IIONAL DEVELOPMENT COOPERATIONAGENCY (SIDA). INTRODUCCIÓN 7

ANTECEDE NTES GNOSEOLÓGICOS 9

¿ Crisis de paradigmas ?
La involuntaria contribución de Kuhn a la confusión. 9
fllll h•rt•"• c•){prPsadas en este trabajo son de exclusiva responsabi l idad
La crisis de la epistemología. 11
tHIIIII y p w•dc•11 no coincidir con las de la Institución .
La vieja competencia cognoscitiva
cultura, política, ciencia social. 13

El uso y consumo del conocimiento en la sociedad actual:


teorías versus modas intelectuales. 17
Las teorías sociológicas y su rango. 19
Principales causas de muerte de las teorías. 22
América Latina como extremo O ccidente. 26
El nuevo escenario (sistema-mundo) en formación . 29

11ORÍA SOCIAL EN EL NORTE Y EN AMÉRICA LATINA 33

Peri odización comparada de la sociología


en el No rte y en América Latina. 33 .
t~ll~tmlur• el•· 11196
Introducción
39
lf,u h•lhllcas de la sociología latinoamericana

111' 11"'~ dt• paradigmas en el Norte Y en América LJtin<l:


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111 11 ,.,,,.,1., comparado Los tiempos de crisis del conocimiento siempre tienen un lado positivo. Ayudan
a recordar algo que tiende a olvidarse: que la teoría es gris por definición.
64 Claro que cabría preguntarse qué tono azabache puede alcanzar la teoría,
11 11 t IIVA'•
cuando tampoco el árbol de la vida aparece precisamente verde. Pero esto sería
1 1 pt'l.,pt•ctivas más extremas: crisis terminal harina de otro costal. En realidad, un costal más bien falso, porque en anteriores
64 ocasiones, cuando la realidad entraba en crisis, era la teoría quien florecía en
'"'"111 1.1 de crisis
sofisticadas explicaciones.
ll'r P~"' trv.1 postmoderna: hubo crisis de paradig~as, El problema, en esta oportunidad, es que la realidad ha entrado en una crisis
66
''' utllll.ul.uTiente, porque estos ya no son necesanos policromática y la teoría -como en esa puntuación del cine clásico- ha pasado a
1 1 •1'''' IIV.I ~plstemológica: la cri sis sólo se resuelve mediante negro. O más precisamente, ha adoptado ese color que resulta de fundir una paleta
69 completa: teóri cos del intercambio, behavioristas, postestructuralistas, teóricos
"'' .unlllo en la manera sociológica de pensar
·críticos, neofuncionalistas, fenomenologistas, interaccionistas simbólicos, marxis-
l'u 1"'' ttv.l kunhniana: hay un proceso de fermentación tas, sistema-mundistas, biosociólogos, etnometodologistas, postpositivistas y un
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1 prl• ,, qw• ~stablecería nuevos paradrgmas largo etcétera, si se hacen algunas combinaciones binarias (por no exagerar), sólo
1 1lr.llnl.,., prrspectivas para las ciencias sociales parecen capaces de dar microexplicaciones ramplonas o metadiscursos ya poco
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liil t~nrlr• y d<> América Latina? convincentes.
Con un nuevo condimento: ahora hay muchos que están felices con este
aluvión. Consideran que ya era hora de denunciar el cretin ismo de lo científico e
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tltl IUC ¡ftAIIr\ instalarse cómodamen te en la deconstrucción resultante. Ciertamente, tampoco eso
es algo nuevo. Pero quizás en esta ocasión las críticas cultu rales a la ciencia social
coinciden en el tiempo con su desarticulación epistemológica. Y eso, aunque no
fuera nuevo, sería de todos modos significativo.
Ultimamente ya no resulta extraño ver cómo los cientistas sociales inician sus
textos advirtiendo que carecen voluntariamente de ambición explicativa general,
persecución de sentido, o intención crítica ninguna. Naturalmente, otra cosa es lo
que acaben haciendo después, porque con esta declaración previa de fe postmo-
derna pasa lo mismo que con las conocidas advertencias de brevedad que preceden
Jlgunos discursos interminables.
También es cierto que los hay excesivamente angustiados con la crisis y son
, .1paces de llegar a extremos increíbles: ahí esta la propuesta de Turner (T., 1989)
dP regimentar la adquisición de conocimiento sociológico, estableciendo que las

7
ltttllllll'~ di' ~ociólogos sean las que determinen que temas hay que estudiar Y Antecedentes gnoseológicos
lyyrndtt ,, toda pe rsona lega del análisis social.
Mili '"" ,.~ de carácter intermedio: creo que la teoría social está en un periodo
f m• 111.u 1ón (Giddens, Turner y otros, 1987) y que mientras aclare el panorama
n llltlqlllt't wntido- nada mej or que tomarse las cosas con ca lma. Esto no quiere ¡CRI SIS DE PARADIGMAS? LA INVOLUNTARIA CONT RIBUCI ÓN
11
11
"'""H'<
L'' inactivos. En realidad, todo lo contrario: nunca fue tan necesario DE KUHN A LA CONFUS I ÓN
lthUC 1 , "·" 1.1 lo desconocido y el intercambio para orientarse. Sign ifica más bien
11
lñ "'"'' 1ó11 Jconsej a abandonar el cretinism o de lo constitui do, sin caer en el
tun lilll"'"''' l hmo deconstructiv ista. Desde que Thomas S. Kuhn publicara su tesis (1962) acerca de la estructura de
t , •.,,,, 1dPJ conciliadora me aproximo a señalar un muestreo de los elemen- las revo luciones científi cas, los criterios epistemológicos parecen pasar por un
1111
lll 1 """'"'''O útiles para tratar la cuestión de la cri sis de paradigmas en el Norte acuerdo o desacuerdo con su versión del desarrollo de las ciencias. La idea de
n A11w1"" 1Jtina. Para ello, creo que, primero, conviene abordar algunos ciencia normal referida a los periodos en que el conocim iento científico se acumula
1 dt ""'" gnoseológicos, con el objeto de tener vari as referencias que, después, ~rogresivamente, con base en consensos que se formulan como paradigmas, y la
11111 11 1,,, ''"'P•Hación del desarrollo teóri co en los centros y América Latina. Entre tmagen de crisis teórica que puede acabar provocando un cambio revol ucionario
t onh'• t•dt•lli<'S parece oportuno destacar: 1. el uso de la idea de paradigmas en del cual van a surgir nuevos consensos y una nueva fase de ciencia normal, es casi
lt!flt lfl' o,o< tales, 2. la crisis de la epistemología y sus efectos sobre l as ciencias CJn guión ineludible para hablar hoy de problemas epistemológicos.
1 1 , J 1, unportancia que adquiere hoy la (v ieja) competencia cognosci tiva
1 Más ade lante se hará alguna referencia al debate sobre la visión kuhniana al
1
ulllu "' u ¡1ft tea y teoría social, 4. la distinci ón entre moda cultural y desarrollo
1 hablar de la crisis de la epistemología, pero lo que ahora interesa es relacion~rla
1 1 , "111 '"' o,o< iales, 5. las teorías, sus rangos y sus causas de muerte, 6. el con el as unto que aquí preocupa: la crisis teórica de las ciencias sociales. En este
fllllll llllti•IIIO dP si América Latina es o no parte de l a cultu ra occidental moderna,
sentido, puede establecerse una escala que va, desde aquellos que niegan la uti 1idad
ltt 1u'l ., , 111'111' wntido comparar sus ciencias sociales con las del Norte, 7. si se
11 de la visión de Kuhn para cua lqu ier clase de ciencia, los que la aceptan para las
"'" 1.1 11 1,.,, dP que hay alguna relación entre teoría y realidad social, indicar el cienc ias físicas pero no para las sociales, hasta los que la admiten también para
1 1 ""·"'" ('li-;tcma-mundo) en formación, en el que se si tú a la actual crisi s
1 estas últimas.
litO Las observaciones que se le han hecho a Kuhn acerca de la neces idad de
t IJII t ~111'> ,\1\11'1 Pdentes a la vista, se procede a comparar la teoría SOCial Y SU diferenciar los dos tipos de ciencias, se multiplicaron después del conocido prefacio
1 1 1a11111 "'' t•l N01te como en Lati noamérica, a partir de algún tipo de periodi- a la segunda ed ición de su tesis (1970), donde describe cómo su contacto con las
1 ,, ll'"'"'" .u l.1 dt•l desarrol lo anterior de las c iencias sociales en ambas latitu- c iencias sociales le facil itó el acuñamiento del concepto de paradigma.
AcJvu lu•tHio, 1'11 primer lugar, que el análisis se centra sobre todo en el
flf 11 d•• 1.1 •.1u 1ologfa (la teoría sociológica) y, en segundo lugar, que se trata "Lo más importante es que (Kuhn, 1971, p.13), el pasar un año en una
11
thll , lpt od 111 lo d<' la disciplina y no tanto estud iar su desarrollo institucional. comunidad com puesta principalmente de científicos sociales, hizo que m e
enfrentara a problemas imprev istos sobre las diferencias entre tal es com un ida-
des Y las de los científicos naturales en tre quienes había recibido mi prepara-
ción. Principalmente, me asombré ante el número y el alcance de ·tos
desacuerdos patentes entre los científicos sociales, sobre la naturaleza de
problemas y métodos cien tíficos aceptados. Tanto la historia como mis cono-

9
. En las c iencias sociales sólo existen paradigmas relativos, casi como primus
·ntos me hicieron dudar de que quienes practicaban las ciencias naturales
1 111111 mter pares Y no como consensos generales. Aunque, eso sí, esa primacía pueda
po"'Yt'ran respuestas más firmes o permanentes para esas preguntas que sus
?urar un cierto periodo. Sólo en ese sentido, cuando aparece una coyuntura en que
colc•K·'~ de las ciencias sociales. Sin embargo, hasta cierto punto, la práctica de 1nc luso esa primacía se derrumba, es posible hablar de "crisis de paradigmas" en
¡,1 • ~t onomía, de la física, de la química o de la biología, no evoca, normal-
1 1 las ciencias sociales.
11u•nh• las controversias sobre fundamentos que, en la actualidad, parecen a
No es necesario hacer un recuen to de las razones de esta ausencia de ciencia
nwnw,lo endémicas, por ejemplo, ent~e los psicólogos o los sociólogos. Al
normal: desde la imposibilidad de objetividad cultural del cientista social, hasta el
1J, t,u de descubrir el origen de esta diferencia, llegué a reconocer el papel
1 hech o de que el objeto de estudio incluye al sujeto investigador. Un objeto de
ch•wmprri ado en la investigación científica por lo que desde entonces, llamo
estudio, la sociedad, sobre la que no es aplicable ninguna ciencia aplicada, porque
jhll oll ligmas". cualquier ingen iería social nos acercaría al mundo de Orwel l. Parece sensato pensar
que las c iencias sociales han de estar ancladas en el diagnóstico y su problemati-
V ,1 1 ontinuación agrega una definición más a las vei ntidós que han podido
zación, dejando el tratamiento concreto de los problemas para la acción política,
lllll·ll~t· en su texto original: "Considero a estos (los paradigmas) como realiza-
al menos en el campo concreto de la toma de decisiones.
• E"..,,... 1 lt~ntffiras universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, propor-
Pues bien, desde mediados de los años setenta puede apreciarse una crisis de
. ........ a .. mod!'los de problemas y soluciones a una comunidad científica". (Como se
paradigmas (siempre usando ese lenguaje relativo) en todo el ámbito de la cultura
u11 , 1 dt> las causas fundamentales de confusión en torno al uso del término,
occi dental, tanto en sus centros como en América latina, en el sentido de que ni la
• •illftalllltu c•n que Kuhn aplicó el vocablo paradigma a un consenso parcial de la
brientación estructural-funcionalista, ni las que parten epistemológicamen te del
11 111.11 1, IPIItffica, lo mismo que al consenso general en torno a un conjunto de
con flicto, pueden producir explicaciones que mantengan el mínimo consenso que
1 11M"'·'' Posteriormente, en 1974, haciéndose cargo de las críticas hechas en
generaron en el pasado.
p t cln , Pptó usar la voz paradigma sólo en el primer sentido, y al conjunto
1 11 1 11 Esa crisis podía intuirse cuando comenzó la década de los setenta, por razones
011
'''"m paradigmas compartidos por la comunidad c ientífica denominarle
internas, como puso de manifiesto Gouldner (G .,1970), en un trabajo cuyo mérito
attt el'" 1plu1,1ria". Sabiendo esto, y dado que lo que aquí importa es la
fundamental es la conclusión que da lugar a su título ("La crisis que viene en la
flnlc ton , ,,,,'•m1ca arriba mencionada, se va a usar la idea de paradigmas -cuand o
sociología occidental"). Pero la crisis se hizo mucho mas patente, por razones
hablt th• , ''~'~de paradigmas, por ejemplo- de forma indistinta, tal y como lo
exte rnas, cuando la depresión económica de los setenta puso de manifiesto el inicio
1 fA kuhn 1'1\ 'u tesis). de un profundo cambio en la realidad social, que exigía al menos descripciones
Lll ur,llt~ll 1 onsiste en que no está muy claro si lo que Kuhn llama paradigmas
fundamenta lmente nuevas.
~u• t•lii'•IP pn las ciencias físicas pero no en las sociales. Todo parte de saber
mtJIIu ,., ~""" "hasta cierto punto" que usa para diferenciar la práctica de las
1 I\111Utdlt•' d1•l estado controversia! endémico de las ciencias sociales. LA CRIS IS DE LA EPISTEMOLOGÍA
r 111td.ul, podrf.t decirse que la particularidad de las cienci as sociales
• • • me IJII n 1'11 qw• ,1parecen consensos hegemónicos (es decir, algo así como
• • • • rPI.atlvo.,L pc•ro nunca en un contexto de ciencia normal. En las ciencias
Paralelamente, teniendo como referencia la ciencia en general -y no su
tlldiMI1'••' «'~tjn firmemente asentados sobre un tiempo normal de
<ontri buc ión mas o menos oscura a la d iferenciación entre ciencias naturales y
illl-..-. lltntlft1 ,, .. on eonsensos sólidos que permiten esa acumulaci ón. Eso
~ocia l es-, la proposición de Kuhn fue probablemente crucial para hacer saltar la
1 1111111 ''" ,o< 1Jics. En el las nunca hay ciencia normal. Siempre
1 uestión de si podía mantenerse o no la existencia de una forma de pensar
·~lllll*l·l,.rth11 fund.mtt>n tal es, como si se encontraran en permanente revo-
'l!'ntíficamente, es decir, de si puede hablarse de una teoría, lógica o filosofía de
todn e1110 •hl po'olllllid,tcl de normal acumul ación.

11
1 1 1,, 111 1,1, 0 más brevemente, si cabía la existencia de una epistemología en sentid o epistemología (la historiografía de la ciencia y el avance de las ciencias formales,
.,hmn (y no simplemente de paradigmas científicos). desde la lógica hasta la teoría de conjuntos, pasando por la de probabilidades, etc.).
1 ,. 1to, la ruptura epistemológica ya había sido planteada por
1
Bachela~d (1934) Esta crisis de la epistemología general tendrá, ciertamente, un efecto sobre la

11
In~ , 11, 0 ~ tre inta y cuarenta, pero el peso de la posición epistemolog tsta de 1~ matriz positivista (o la "epistemología sectorial") de las ciencias socia les. Si la
f 1111 .1,1 dt• Viena se mantenía aún a comienzos de los años sesen~a, c.ua ndo ~alto seguridad del empirismo lógico es puesta en cuestión en las ciencias naturales,
11 Jhll .. 1dPbate entre Kuhn y Popper sobre si el desarrollo de la c tenc.•a segu ta un mucho más fácilmente lo sería en las cienc ias sociales. Así, a fines de los ati os
~~~ 11 11'1p,tc 0 (epistemológico) o no. El debate entre ambos f~e d·esarrol l andose hasta ;?j sesen ta, se hundía la aspiración ortodoxa de que las ciencias sociales se fundara n

1 11111
'll'"" de los setenta y ell o había de afectar~ las. Clenctas soc tales. . . en las m ismas bases epistemológicas de una ciencia única, radicalmente opuesta a
1ol lilt'I La de la tes is sobre las revoluciones oent¡f¡cas de Kuhn pa r~Cia dtso l .~er los otros pl anos perceptivos (valores, artes). Este cambio epistemo lógico operará
1 fllltpmll IÓn popperiana de la lógica de las cienciaS, CUandO nUeVOS ep!Stemold-
1 \o, conocido Lakatos entraron en liza con Kuhn . Lakatos (1968) trata de
rr tanto sobre el paradigma declinante (el funcionali smo), como sobre la promesa
paradigmatica en ascenso (teoría del conflicto-marxismo). Dicho en breve, real izará
1 111
' ' · d, 1 · · sin abandonar del todo l a "lógica" su contribuc ión a la descomposición paradigmatica que afectará a las ciencias
1 IHIIfHttl!'t una metateona e a ctencta, que,
1 l'nppt•t, la flexibilice y pueda enfrentar el irracionalismo al que su puestame ~te sociales en el cambio de la década de los sesenta a los setenta.
mhtt ,, Kunh . Así, la cienci a no sólo sería un curso de ensayos y errores, smo En todo caso, es importante retener que ese im pacto había tenido lugar, en lo
1 mbu• 11 po.,C'edora de un núcleo lógico pero abierto, que se form ul a como fundamental, cuando luego se formul ó la propuesta postmodern a como un conjun-
'M' 1111 , 1 di' investigación. La cuestión es que esa flexibi lización fragtltza profu ~- to más amp lio de planos perceptivos (uno de cuyos elemen tos es, desde luego, esa
111 ""' 1. 1 ,.f1racia de cualquier epistemología para reconocer cuando una teona crisis de l a epistemología). Ahora bien, la propia fundamentación del postmoder-
111
f\ltd.t" lo es, 0 dicho de otra forma, para distinguir cual teoría es me¡or que nismo viene, en efecto, a continuar la brecha abierta d iez años antes por ese proceso
110
11 , ,, ·P"' t.dmente cuando son excluyentes. . · de crisis epistemológica den tro de las ciencias sociales.
1 • ,¡,. 1 11 , J princi pios de los setenta, existe suficiente espacro para que se
t fltyf'•l••n 110..,turas como la de Feyerabend (1 975), de rec.hazo gen~ral izado _a
LA VIEJA COM PETEN CIA COGNOSC ITI VA:
Ul\lqttll't t 1po de epistemología, no sólo porque aftrme que ntnguna ep tstemolog•a CULTURA, POLÍTICA, CIE NCIA SOCI AL
h lf1llld 11 t''<tl o, sino porque sostiene que tampoco es una propuesta.p;ocedente.
t 1 t11 , 11 ,¡ l,ul/Jra el grito del ¡Todo vale! Y sobre ese pie se construt ra mas tarde
1
1 1 1111""'"' ' p,lo1>.1 1postmoderna. . . . Ese proceso de crisis de la epistemología va a contribuir pronto al resurgimiento
''"'.; ¡11., ¡11 w., de• rste recuento, lo que interesa - m as que descnbtr los mean.dros
1 11 uln dt•lt.ttc· c•s señalar que hacia mediados de los años setenta, la cn~t s de de la viej a competencia cognoscitiva entre distintos planos perceptivos. De esta
forma, el efecto sobre las ciencias soc iales acabará siendo el de la críti ca procedente
pi h 11111 1t•¡.:l.t pt•11nite el siguiente cuadro de posicione:: 1. l o~ que sosttenen
de otro ámbito del conocim iento (artísti co-cultural), así como la concomitanc ta con
lt 1 1111 ,¡ 1111 , ¡011 tC'órica no necesita atenerse a nmgun con¡unto de reglas
la cris is en el campo valórico, manifiesta especialmente en el discurso político.
1 1 1 11 , 1 (•'l''"'''mología), aunque no todos el los acepten la versión ecléctica
No se trata ciertamente de nada nuevo: desde el nacimiento de las ciencias
11 clm 1 ¡1 11111 (< h.tlmc•rs, 1982); 2. los que aceptan la dificultad de una eptste-
soci ales se ha venido produciendo una competeneta de espacios entre las expre-
1 '" J(tittt•l,tl, 11,. 10 e1ppn en la utilidad de epistemologías parc_ial~s .(un~ ~ara
~ iones referidas a los tres ámbitos del conocim ien to : racional , moral y estético. Así,
1 11111 1 , .,.,.. 1111 ,\ndose de una u otra forma a la "matriz dtsc1plmana de
1111
de fines del XVIII a finales del XIX, la explicación de la realidad fue pasando del
hll 1 lo q 111 ~""'"'"" ' 1 qlt<' son compatibles visiones sociologistasde la ctenc,'a
campo de la literatura o la filosofía, e incluso desde ciertos segmentos de la historia
JJ ¡ 111., Mfll\h'llll' lt'lgll ,,., .tbiertas, bien al esti lo de programas d.e mvest tgactOn
1 hlt<ll ,. 11 1,1 ,.., ,. 1,\11!.1 de afinar los instrum entos pnnctpales de la
(es decir, desde lo que se clasificaba comúnmente, hasta la primera mitad del xx,
11 11

13
Cu adro 1
mo "t tlo-.offa y letras"), al campo de las ciencias sociales, entendidas éstas como
nIHHll o e thltri partito (economía, antropología, sociología y ciencia política) cuyos Sistema de Relació n Conocimiento Núcleo D P.
hmllt~" "' difuminaban en re laciones inconfesables con la historia, por un lado, y percepción Socia l de lo so cial Referencia

n 11 p~lt ología, por el otro. Raci on al Ci encias Cie n cias Sociología


1""' u,,.,paso de competencias se hizo siempre en permanente ten sión y So cia l es
voc o p10nto una fuerte reacción contra,ria. Así, precisamente cuando, hacia fines . Moral Valores P¡on~dmiento id eología
.11(1)(, l.t ,tfirmación científico-positivista llegaba a su máxima expresión, tuvo lugar normariv o (políti c a)
un11 vl!llt•nttl respuesta desde el campo cultural, cuyo exponente más alto fue la Estét i c o Artes Producció n Discurso
br.- di' Nlt'l/SChe, que vapu leó con suficiente ironía el cretinismo teórico de la (er ó ti co) C ultu ra l Cu ltur a l

Jlül•l
'itn Prnb.Hgo, más allá de apariciones puntuales, el campo humanísti co dejó el
1u11u ,, 1,,., e1encias sociales en la descripción de la realidad social prácticamente Y el refugio defe_nsista del mantenimiento del Estado de Bienestar (o la recuperación
wttnll• todo el siglo xx. Unicamente con la crisis menci onada, desde principios de la democracra en la peri feria).
'"' .... lt •nta esta situación comenzó a ponerse en cuestión, no sólo desde la . No es. e~ag~rado afirmar que los al'ios ochenta mostraron cómo la cri sis
1 u" e"' t'J>I'>temológica o desde la creación artística o intelectual, sino también so~ r oeconom t ca rba a ser claramente acompañada por la crisis del núcleo duro de
lt l,t , ultura de nuevos actores sociales (movim ientos). Es decir, tuvo lugar un la rd~ología crítica, el marx ismo. Dicho de otra form a, la cri sis de la realidad social
11 r n .n Pxt<•nso (desde supuestos filosóficos hasta, por ejem plo, postulados n_o vrn~ a r:nostrar la superioridad del "paradigma" marxista frente al desarrollista,
m1r11 ,,,.,¡ c•n torno a que la actividad del conocimiento necesitaba un reeq uili brio srno mas bren la subordinación de ambos bajo la fuerza del diluvio neoliberal.
11 1 111111.1 ciP le~ percepción racional, y a favor de las otras dos vías: la moral y la Esta crisis en el cam_p o de los valores (ideológicos) tenía que afectar de alguna
11 lit,, t"oii'IIC ,l. forma a las crencras soctales. Sin embargo, no pueden establecerse si mples corre-
1 11• lt'l'qutlibrio en los planos de la percepción en el mundo de lo socia l lacron es. De hecho, en las ciencias sociales no tuvo lugar ningún predominio
( 1 111 l.t•., v,¡lorPs y artes), por decirlo de una forma tradici onal y weberiana, significa teórt co, que sustrtuyera los anteriores, sino más bien una exp losión de miniescuelas
1 111 ttpt.u 1c'm el<' que el conocimiento de la realidad social (ver cuadro 1) procede o como en América Latina, un retroceso al proyecto parcial y al eclecticism~
n 1 ólo dt • l,t<o e IPncias sociales sino de l pensam iento normativo y de la producción rampante.
ullutttl (e 11ym núcleos de referencia, en este contexto, serían la soci ología, la La _s uerte ~e las fami lias intelectua les que tenían parientes tanto en el campo
ln,.,,,lmllltc ,, valórica y el discurso intelectual-cultural). En su forma más aguda, de las 1deologras como en el de las ciencias sociales, no fue la mi sma en cada
1 r pt.u 1ún puede significar la inexistencia de lim ites claros entre los distintos ámbito. El caso más claro, el ma rx ismo, inclus~ expresado como materialismo
n t•piiVOS.
111 flr.ll h istórico, tuvo una muy distinta fortuna: como ideología -y especialmente en el
Pw
nlr ,, P·"
ti', puPde afi rmarse que la "cr isis de paradi gmas" de las ciencias ~spac i o de la ingeniería del cambio social- declinó notablemente, primero por su
1 1 t.unhu'>n v tno preced ida de una crisis semejante de la ideo logía poi ítica,· rncapacrdad de señalar estrategias ante la crisis de la realidad social en los setenta
ltut 1c'l t tlll l.t pv1dente crisis de valores de fines de los años sesenta (la fecha (Anderson, 1986), Y después como reacción refleja de la cri sis del sistema comu-
hl " '"' 1'11111) 1,, d1Jiértica principal existente hasta ese momento era l a que tl l..,ta mu ndial. Sin embargo, en el campo de las ciencias sociales tuvo una caída
frttnhlbil rl ciP '>.trrolli'>tnOmundial (a través del Estado de Bienestar) y la propuesta ,,,lt,dela únicamente en el mundo latino y sus centros. mientras en el mundo nórd ico
lurlnthlllol, c1 .. e wl<• tgualitarista. Con la crisis subsiguiente y desde fines de los Y .tnglosajón experimentó un movimiento contrario, produciendo durante los
nt• 111 IHII'V.t cli.tlt''' ti<,, pasó a ser la existente entre el regreso al darwi nismo
111 t~ ltllVt\., el•• 1.1 ti'OI ¡,, 1wo libera l (m ucho menos progre si sta que su antecesora),

15
1"'"'·' (y segunda mitad de los setenta) obras de un nivel superior al de décadas EL USO Y CONSUMO DEL CONOCIM IENTO
EN LA SOCIEDAD ACTUAL:
1\IPIIIII 1'~. TEORÍAS VERSUS MODAS INTELECTUALES
l'ttf'clt• .1firmarse que, como una conjunción de planos (filosóficos, valóricos,
ulht~otl .. ~), .,<'pone en cuestión el discurso de las ciencias sociales, en el contexto
1 l.t 1rll11 ,, general de la cultura moderna, o más bien, del impulso deconstructivo
La otra referencia de contexto que tiene la actual coyuntura teórica se refiere
t l• tnndt'rnidad, por parte de esa orientación general que se ha dado en llamar
lfiiiUit•tnol. Como en el pasado, el objetivo central de la crítica ha sido la razón al uso y consumo del conocimiento generado por las ciencias sociales en la
sociedad contemporánea. La cuestión es saber cómo opera el proceso de desarrollo
"' "" l"''w>nes mas patentes: todo lo que suene a intento de describir científica-
científico, necesario para que al menos la primacía paradigmatica (de l primus ínter
"'"""' 1111.1 tealidad (social). Cierto, se podrá argumentar que se está dando por
w !In ¡u•,to el problema que hay que plantear: saber si es posible dotar de una pares) se establezca, en la época de las comun icaciones electrónicas, donde se
asienta el dictado macluhaniano de que el medio es el mensaje.
fllllllll'~l.t postmoderna a la perspectiva epistemológica de las ciencias sociales.
Los estudios realizados en torno al uso del conocimiento sociológico (Brunner,
r 1 1 , .., 11111H'cho que la crítica postmoderna sí estaba dirigida contra la supremacía
1989) muestran que éste tiene mayor impacto no precisamente como base directa
ltlll·tlr~l.l de esas ciencias, tal y como ellas trabajaban hasta el momento. El
para la ingeniería social (como podría esperarse), sino como fuente para la
hl 11vn lllhll de la crítica era el metarelato, pero con éste también se cuestionaba
formación del ideario político y cultural de la sociedad que se trate.
u.- l111111ol prtoritaria de conocer la realidad social, a favor de otras descripciones,
En efecto, según estudios referidos al uso de la investigación social en el campo
1 rtl 111 ,,.,, por ejemplo.
t ll'ti.IIIH'nte, puede afirmarse que esa crítica ha venido a profundizar un rasgo de la formulación de políticas (Weiss, 1986 y 1980), la cadena directa que lleva a
l•tl'llltl HI'Vtamente por la crisis de la epistemología y la hermenéutica. Al menos la investigación a hacerse ciencia aplicada y a aplicarse efectivamente, cómo
lit , .111 l'll11lo en la sociología de los centros y principalmente en los anglosajones. regu larmen te sucede en las ciencias físicas, tiene mucho menos lugar en las ciencias
sociales. Incluso tampoco tiene tanto relieve (la investigación social) como gene-
lt<tult•tH '" hJcia la visión parcialista no procede tanto del influjo de la crítica
1t11111lt•t 11.1, tomo de un proceso anterior: la crisis teórica y epistemológica y su ralmente se piensa, como fase preliminar del proceso de toma de decisiones. Tiene
m lnutl'nll• t•xplosión de miniescuelas con sus miniteorias sociológicas propias. algún uso como resultado de interacciones indirectas, o como fórmu la para
argumentar a priori o a posteriori una decisión pol ítica cuyas motivaciones están
ft tr ""'' p.uu•, IJs cont ribu ciones más amplias, han continuado realizándose,
re lacionadas con otros factores.
tllf!ruln n no de la discusión epistemológica, pero tomand o mucho menos en
Los estudios mencionados muestran que, en realidad, el uso mas frecuente de
UPnlo~ 1•l lt•IH.lltll'nO postmoderno.
( )lf,, 111'"' p.u<>cc suceder con la teoría social en la periferia latinoamericana.
l a investigación social se refiere a la absorción de ciertas ideas y determinados
1 1onll•-.ln, 1.1 e nsis epistemológica llega con menos intensidad y su re lativi- conceptos creados por ella, por parte de los grupos que tienen que adoptar
decisiones y políticas. Es decir, de influir de manera indirecta en el ideario general
1 " "'"'" ""'·'' tv,l opera cuando cambia la década (sesenta a setenta) contra el
1 p lltHit)(lllol ¡>CJ~ttivista-desarrollista, facilitando en un principio el ascenso de de las élites sociales.
1t "' 111v.t p.H.IcligmJIICa (tesis de la dependencia). Posteriormente, cuando · Esto nos lleva directamente a la necesidad de estudiar el escenario del consumo
"lo '"'"' 111 111•111.1, se vuelve a plantear la crisis epistemológica pero ya sólo di' ideas en la sociedad tecnológica actual. La trama formada por los medios de
1 omunicación de masas es la plataforma principal donde se instala ese ideario en
11 fllt 1111 lio "" 1.1 llc•g.1da de la propuesta postmoderna. Este encadenamiento,
'"•1 <>na. Si digo distingue a l a sociedad de masas es precisamente esta forma de
mh~t~l(n, JI•"''' ,. ~111toni7ar bien con el abandono de la tensión teórica de buena
1n11sumi r conocimiento. Ya no se trata de un conjunto de ideas que constituyen
tt tlr~ 1," 1 tt•tu ,,,~ ~oc ,,,lps en América Latina.
1'·"'~" fundame ntal de la hegemonía ideológica, que cambian lentamente y van

17
unos tres años, sin que ese impacto comunicaciona l tuviera nada que ver con la
p , .. ,1das fundame ntalmente a la creación del pensamiento político, como sucedía
1 importancia del grupo en el desarrollo de las ciencias humanas francesas.
ttn 1.,., ~ociedades burguesas tradicionales.
En suma, con la autonom ización relativa de la estructura comunicacional
1n la sociedad de masas actual, los medios de com unicación compiten no sól o
contemporánea, se ha creado un escenario de ideas (donde se forja la moda
l'" ,., 111t1r rápidamente la mejor información periodística, o por ofrecer los mejores
intelectual), que es necesario distinguir del desarrollo de las ciencias sociales en
P'"Ki"mas de entreten im iento, sino también por liderar la producc ión del "ideario
tanto ta les . Estas pueden ser fuente frecuente de ese consumo intelectual (e incluso
11 , ..,,.•na". Es decir, el establecimiento .de un conjunto de ideas sugesti vas que
ser ese su m ayor uso), pero ti enen su propio ritmo de creación, tendencialmente
pl11 .111 momentáneamente de forma parcial o total la real idad social, y que van
más largo que el de las modas intelectuales, y responden a sus propias motivacio-
lllh ,u poco tiempo en el candelero, ante la novedad y la agresividad de otro grupo
11 nes . N o se trata de negar la atracción que pueda ej ercer para un cientista social o
d1 icll'.l~. [sta es la forma de consumir conocimiento en la sociedad de comun ica-
para un grupo de éstos, el que una moda intelectual se establezca a partir de una
' 11111 ••l1•< trónica. teoría suya, pero es necesario subrayar que teoría social y moda intelectual son dos
1 ll•l t.lmente, se trata de un proceso en el que la absorción del conocimiento
cosas distintas, y que su relación, generalmente más débil de lo que se piensa,
lit 1w q•w simplificar drásticamente cualquier teoría, y, dado que la novedad es tan
necesita ser sopesada en cada ocasión. Lo cual significa, en todo caso, que la lectura
tn•p•••t.mte como la consistencia, el escenario está listo para absorber ideas intere-
de una serie de modas intelectuales, siempre mucho más a la vista, no necesaria-
fllllt·~ d1· e ualquier fuente posible: hoy puede ser la economía la pri ncipal abaste-
mente permite reconocer el estado de la teoría social en su conjunto o de alguna
""'·'· pt>ro mañana podría ser la medicina. Esto no signi fica que el escenario
de sus principales escuelas.
1 ,. cl1• tramoya cada noche, si no que regularmente hay un núcleo de ideas que
111 11
1!1111'111' ~u predomin io durante meses y aún algún año, consti tuyend o lo que
111
plll .¡,. dPnominarse como "moda intelectual-cultural". LAS TEORÍAS SOCIO LÓGICAS
1 .t,1 111odt1 intelectual será consumida por un público sem icu lto que, regular- Y SU RANGO
"' ntt•, 111 , tll'ne tiempo para comprobar si esas ideas en escena tienen o no asidero
11 '"'" lt•tll r,1 social consol idada. Ese público tiene formas de eva luar la moda
lnl lt<• tu.d, ,, través de su con traste con otras tradiciones cu lturales, su propia
Esta simple compil ación de referencias no parece el lugar apropiado para hacer
,.u
1r 1tl1 ,, ¡,\1, t'tC. Pero ese proceso no es lo que ahora interesa, sino más bien el un profundo sondeo etimológico del térm ino "teoría " en la actividad científica en
l111niii1.11 10: sdber cómo se relaciona la teoría soCial con la moda Intelectual.
general y de las ciencias socia les en particular. Para dar una idea de lo lejos que
1 ...,,1111 mala experiencia de est os últimos veinte años parecen evidenciarse
1 nos llevaría eso, podría mencionarse la definición que se hace de teoría en un
f l111flll'llm Por un lado, el impacto de l a moda intelectual sobre la teoría social reciente glosario de terminología cientificio-social: "Una teoría, así pues, puede
,. 11 H''IH'I ,d rPducida: la construcción de la teoría social en las pasadas dos
formu larse íntegramente en términos de un lenguaje de primer orden (L), que
h h,1,,.,.,, 11 clo ~us impulsos internos, dejándose obsesionar más bien por los contiene como sublenguajes a (Lo) y a (Lt) cuando menos, y que lleva asociado un
11 111 1. 1 ,,.,d,cl.id social, que por las sucesivas modas inte lectuales. Un caso
11 cá lcu lo (K), que permite el establecimiento de relaciones operativas" (Al berto
lfh t1v11 1' .. 1d1• 1,,., e iencias sociales en Inglaterra durante los años ochenta. ·
1lidalgo, 199 1).
rwntr '"'" lt•, lo'> ( it'ntistas sociales no han accedido regularmente a simplificar Lo que sí puede resultar úti l en este contexto es tomar en cuenta la tendencia
•1• 11 , 11 , 1 tPIH'I más impacto en el escenario comunicativo. Ahora bien,
11 1 rlc• las últi mas décadas a cons idera r l as teorías no sólo como lo fueron trad icional-
............ "'"lu' 11!11'11'< tu.1l ha decidido hacerlo sí se ha producido un efecto de
1111 llll'nte, esto es, sistemas de axiomas, teoremas e hipótesis capaces de exp licar y
11 1,1 " "'"' t onncido fue el de l os "nuevos fi lósofos" fran ceses, que
111<>decir experi mentalmente determinados fenómenos, si no considerando que
rn nll 1""~IP,liii'ICHI rth111t enerse como moda intelectual en su país durante
t.unbién son doctrinas, sistemas de convicciones y creencias. Si esto ha sido

19
fJIIInlr•.ldO para las ciencias físicas, con mucha más razón puede decirse para las e~c.;
o también soci~logía del al tiplano boliviano, sociología del área andina, etc.
f IJtllc ,,,., sociales.
Cr~rtame_nte,este trpo de teorías tiene una tensión permanente con las del
In f'l caso de la teoría sociológica se tiende a utilizar el plural (teorías), para prrmer nt~el, pero lo que las califica como teorías regionales es precisamente su
itlfVt•rlll de la posibilidad de hablar de distintos niveles en la construcción teórica. mantenrmre_nto en este segu ndo nivel y su dificultad para convert irse en teorías
lln primer nivel corresponde a las teorías de la totalidad de la realidad social. panexplrcatrvas.
lnr•wclt.llumente conviene diferenciar de .este grupo a lo que se ha dado en llamar Un tercer nivel de teorías sociológicas estaría referido a los aspectos más
"'"''''"odas (Turner, 1989), es decir al esfuerzo por establecer leyes originales, ~untu~les y/o coyunturales de la rea lidad social, en general, conocidos como
• tllll 1o1IPs o atemporales del com portamiento humano (¿ por qué se asocian los estudr o: de caso". E~ decir, análisis de ciertos aspectos de las mencionadas
"'' humanos?, por ejemplo). Tales perspectivas no pertenecen con propiedad al
t 1Unpo dp la sociología, sino más bien al de la antropología o la filosofía socia l, y
?e
socJol~gras, o localidades reducidas, o bien de acontecimientos sucedidos en
recorrrdos de trempo muy breves.
' '""·'"prácti camente inútiles en el ámbito de la teoría sociológica. Este ~;ncillo señalamie~to de niveles teóricos necesita, sin embargo, de una
1>.. forma tácita o explícita, la sociología se ha constituido con una tensión observac ron co~plem~~tana. E~ la explicación, la jerarquía de niveles guarda
lltt ,.nfi'>IJ, referida a la sociedad contemporánea (moderna en todo caso) y usa relacrón co~ la dtm_ensron del ob¡eto estudiado, pero es necesario advertir que no
Ut~mpn .. o espacios distintos con el sólo interés comparativo. O bien examina con
depend~ sol~ d~ esta. Dicho de otra forma, se manifiesta cada vez más una
"1"1oclo., '>ociológicos sociedades de otras épocas, pero entonces lo hace explícita- tendencra a, drvrdrr entre lo que se da en llamar "macrosociología" (cuya teoría sería
m 11ft•, y 11•c ibe la denominación de sociohistoria. Esto no significa que la sociología lo ~u.: aqUI se ha drferenciado en niveles) y lo que se conoce como "microsocio-
"" fHu•cl.t mrwibuir a mostrar reglas temporales o histórico-contemporáneas, de un !ogta , cu~o nucleo central sería lo que se conoce como sociología grupal. la
1 lf'rrntr1.1do sistema social o económico, pero haciéndolo siempre como insumo t~portancra Y _consistencia estructural de una teoría generada en el campo de la
y llfll,•rtfo eomo sustitución de la filosofía de la historia. mrcr.osoctologla, no tiene forzosamente que ser menor que otra generada en el
1, rwr c·~Mio advertir que la voz metateoría es empleada también por otros ám~rto macros~ciológico. No obstante, esta observación también necesita ser
auHttt'' JI·"" referirse a la matriz epistemológica de una teoría cualquiera, algo más mattzada. En prrmer lugar, porque, a menos que se esté de acuerdo con la idea de
~tlht •, rn.l'> ,IC ·'- de la propia constitución de teorías, que es lo que aqu í interesa. que tod~ le~tura ~acro pue~e inducirse desde lo micro, las teorías de primer nivel,
rr.ruhl~ll ...,. utiliza, como lo hace la propuesta postmoderna, cuyo uso o el de su panexpltcatrvas, trenen entrdad diferenciada en sí mismas. En segund 1
In nlnw, llH'I.HI'I ato, se hace para referirse de forma general a las reflexiones de 1 , . o ugar,
por~ue as teorra~ refe~1das al _análisis grupal presentan una competencia discipli-
1 1 1~' '' o•., ,.., decir, a lo que más adelante será indicado aquí como teorías de nana entre la socro log,_a y la stcología (microsociología versus sicología social).
lmnr tliVI•I) En todo caso, a la vrsta de esta descripción de los rangos de la teoría sociológica
A lplll'"• c·lntvPI más panexplicativo de la sociedad moderna no se refiere aquí cab~ ~reguntarse por la ubicación de los esfuerzos teóricos que se realizan desd~
tu,.rto llll'toltPórico (ni temático ni epistemológico) sino a la explicación global Amen_ca la~rna. _Ello, ent_re otras razones, porque se ha coincidido bastante en que
tflt~ltcl.ul o,oc rJI, tul y como lo hicieron Durkeheim, Weber, Marx, Parsons o
'·' soc rologra lattnoamencana se caracteriza por carecer de teorías de primer nivel.
rnM• e tlll'>friH <tones teóricas q ue han contribuido y contribuyen a formar '>obre e~to regresaremos más adelante, pero lo que aquí interesa es seña lar la
tndm Vl'lllllll'.,, , o~tc•gorfas, con las que examinar dichas sociedades modernas. I'Xrstencra del obstáculo objetivo que presenta la construcción de macroteorías
Un prlnll'r lliVI'I de lo teorfa sociológica. rlt• stle la periferia.
Un llUndunlv"l""t.uf,¡ formado por las teorías que se refieren a la descripción Por decirlo brevemente, un esfuerzo teórico realizado desde la rea lidad social
1 11rrollu de• ·'"'"" p.~rciul l's, temáticas o geográficas, de la realidad social tf,.l Nort~ (Du rk eim, Weber, Parsons, etc.) puede convertirse fácilmente en una
1 cllrlf''l modr•rrl.l'> . Con frecuencia, se trata de teorías que dan base a las uluo1 clá_s tca, cuyas categorías, por una vía u por otra, acaben teniendo un uso
oc lolnl(f.p," o,nc lologla del trabajo, de la cultura, de las instituciones, h•11dc•ncralmente universal. Por el contrario, un esfuerzo teórico hecho desde la

21
parse por si las teorías podrían pertenecer o no a una epistemología genera l, en el
. . ct 1 visión que desde el Norte se
,..,,lidad latinoamericana, podra_l~e_gar a •mpa ar .a ·terios de uso universal que caso de que ella existiera).
lll•nc de América Latina, pero dlflcdmente ap~rtara ~r~ades del Norte De hecho, Así pues, la manera regular de como se produce la muerte de una teoría en las
"e onviertan en herramientas para exammar als soe~e do también desde las ciencias naturales, tanto en un proceso de ciencia normal, como una coyuntura de
b . sar directamente en e slstema-mun crisis general, se refiere a que la naturaleza muestra que puede ser percibida de
p.ut~ ello a na que pen
h fl . • no ha sido hecha por los
cu wdades del Norte, y lo cierto es que esa re ex~ontalan en el hemisferio Norte otra forma (se supone que más profunda) que a través de la teoría previamente
. . a excepción de qu1enes se ms existente. Dicho en breve, la causa normal de muerte de una teoría es la referida a
.. utn•es latmoamencanos, · . ) L oció logos que trabajan en
.t n ejemplo contemporaneo . os s la posibilidad de avanzar en el conocimiento del objeto cognoscible.
(l,u 1,lU, por Cl ar U d
AnH'•rica latina se han centrado en tratar e 1_ ex:
l"car la real idad del subcontinente,

•tlv,o l'nteramente válido, pero que les precon ICiona a


la hora de construir teorías Ahora bien, esta muerte por causas natura les no suele ser precisamente pacífica .
Como se sabe, el fa llo de la teoría precedente no resu lta evidente para el conjunto
•h• 111ve l universal. . d 1 tarelatos dirían que así los de la comun idad c ientífica de forma rápida y general. Lo que regu larmente sucede
Ciertamente, los nuevos adversanos e os me osibi lidades de come- es que se provocan fuertes resistencias a adm iti r esa posibilidad, originándose así
llll•tll '>l<lS latinoamericanos tienen, afort~~adambe~~' me~~s ~antener en un lugar el conocido curso de críticas y contracríticas. Pero si así es como sucede en las
'"' ""~' error. (l o que no les tmped•ra pro a eme~ d sen ciencias naturales, en el caso de las sociales el debate crece exponencia lmente. Los
l'"'"''"nte de su biblioteca a los denostados clásicos, dtspuestos para ser usa o cientistas sociales muestran en estas situaCiones el conjunto de valores que laten
t~lmc nnento oportu~o). b América Lati na sí se ha prod uci do en su inter ior, y, por lo general, el debate sobre las teorías previas se diferencia muy
Ahora bien, es tmportante su raya_r qu~ en 1 . de la dependencia l ogró poco de cualquier debate político.
_. r ····~~undo nivel _de teor~as. ~o:u e~er~~~~ e:t~~::~n
fue pronto cortada a fines De todas formas, en las ciencias sociales las cosas son mucho más agitadas:
olllcllllhll un paradtgma reg•ona, _Y p b edida la propia crisis teórica algo lógico si se piensa en lo que se dijo acerca de que carecen de vida normal.
~~ lo, •,ptc•nta, por razones que explican en uena m Además de morir por causas naturales, las teorías sociales pueden perecer por varias
11 lllotl otras causas. Sin embargo, mayor agitación no significa obligadamente mayor
mortal idad. En rea lidad, debido precisamente a que las ciencias naturales poseen
v ida norm al, cuando una teoría es sustituida por otra, aquella está condenada a
ltiNl II'AI 15 CA USAS DE MUERTE
perecer efectivamente en un plazo relativamente breve. En la historia de la ciencias
t i A' llllidA S
sociales eso sucede mucho menos (apenas sucedió real mente con el organicismo),
si no que lo que tiene lugar es una lenta declinación relativa, para tener una
. . artir toda la visión kuhniana del desarrollo de las ciencias, existe ncia de menor relevancia. Es deci r, más que muerte definitiva, lo que ha
No''''"'' c•sano comp artida su idea de cómo se produce la crisis dt> sucedido con teorías que se establecieron como paradigmas (quizás el caso más
r fludr•l utd lr~r como ~u;to de~ rma simplemente narrativa, puede se•íal ar~P claro ha sido el del funci onalismo) es que perdieron esa capacidad parad igmática.
t mi 1\ e 11'11tfftras. Cas• e una o d 1 . fenómeno físico Así, en las ciencias sociales, mas que causas de morta lidad cabría hablar de causas
Jtdt.l ,, ,.,1., ·'P"rece en l as ciencias_ naturales c~~~aod: g:nnomalía es amplt.t de morb ilidad.
llll llll e ""'•~""~o e ientífico establecidO. SI esa . . . . á Id
Una de las más frecuentes, que establece una primera diferencia con las
gen~ral-matrizb~~src~'~aa:l:l:~ :~~~~: ('~"
lt ' v•••.'• ·•lt •c t.tdo t'l para? igma ciencias naturales, se refiere al cambio radical del propio objeto de análisis: la
luumiJII' (hnpo• t,, advertir que aqUI se va a ha . 1 . ot u
realidad social. Cierto, esto también puede suceder en las ciencias naturales, pero
u,,,,,., e
·•
1.11 , .. n •'
11 nmo dP IJs teor ras en sus
.
distintos n1ve es, pero Slll
1' ·
. pre
M ' aun sm preoc las mutaciones sustantivas de la naturaleza son mucho menos frecuentes y mucho
1 111 di' 1.1~ ll tl'l.th•o•f,1'i ((•m áticas o ep•stemo ogtcas. as ,
mas lentas, de tal forma que puede afirmarse que la casi totalidad de los cam bios

23
. . .101 'fUI'"'' h.m ¡u ocht< ido en las ciencias físicas están referidos almejoram iento
crisi s combinada operó, sin duda, sobre el desarrollo posteri or de la teorl,l o.,oc 10
tltK lllllt'"'" y 110 ,, <ambios drásticos en la naturaleza.
lógica en la región.
l111 111'111 "" ~~)( ¡,ll<'s, en cambio, la amenaza de que la teoría presente un
También cabe preguntarse sobre SI puede ser ca usa de muerte de una tf'orí,1
1 lm11'11lu ple'llhiiUIO en razón del cambio de la realidad social, es algo que
social su enterramiento bajo determinada moda intelectual . Lo que conduce J un,1
t tcu1du ,, pi .~< t ic amente toda su construcción teórica, del marxismo al
pregunta más general : saber si puede suceder que una teoría q ue explique Id
n111l""o Y Pilo puede afectar tanto a las teorías de primer nive l como a las
realidad social sea abandonada, no po rque haya dejado de explicarla, sino por un
nt 111 1111 '11 •·~ más fáci l que un estudio de caso pierda abruptamente su conjunto de facto res internos y externos, y sin que ello sea producto de su
qw• olio ~ob rP un conjunto de sociedades del hemisferi o Norte.
sustitución por otra teoría mejor (porque eso, obviamente, sería un caso de muerte
ltll pmlllllid.td dC' fragi lización de las teorías soci ales, puede presentarse por
natural). Dicho en términos drakul eanos: saber si una teoría puede ser sepu l tt:~da
11~11 dt• 1.1 ¡11 op i.1 realidad social, en el sentido de producir la destrucción de viva. Desde luego, en c iencias sociales esta es una hipótesis difícil pero no
ftiUil id,u l etl'nt fficJ. Esta fue una posibilidad que ciertamente se presentó en el
imposible, si bien en un grado menor de gravedad.
n d~ 1.1~ 1 11'111 ' '' ~ ffsi cas : hoy se sabe que muchos científicos perecieron por
Accidentalmente, lo que ha solido ocurrir en la historia de la sociología es que
t 111 tt•ud.t·· eont rarias al orden socio-religioso establecido, pero todavía no se
una determ inada teoría operaritiva ha parecido desaparecer por un tiempo, para
Ullllllt~ e111m ~1' llevaron su creación a la t umba. En algunas regiones del globo,
reapa recer después, bien bajo la misma forma que en el pasado o bien con leves
1 11(1[111'1111 ~uc Pd ió con las ciencias sociales. Es bien conoci do el caso de
mod ificaciones. Eso suced ió con la teoría marxista en varias oportunidades: con el
n11 tlund1• dl'~p ués de la victori a franqu ista en la guerra civil se planteó un nacim iento del siglo xx, a mediados del m ismo y, de nuevo, desde princ ipios de la
nlh o v.u lo e•11 l'~ta discipli na por más de veinte años. También el de la Alemania
década de los años setenta. En cada oportunidad, después de parecer obsoleta
1 tll dt• ¡,, l Jn1ún Soviética de Stalin. Aunque en la mayoría de los casos lo que
durante un t iempo en el cuadro de l as cienci as sociales, volvió a ocupar un espacio
'''' llw q•w ol tcls regiones del globo pudieron beneficiarse de estas diásporas, importan te en ellas. (Ahora, según Alexander, 1987, habría regresado como un
11 111111111'1111' t•l eontlnente amer icano (Medina Echevarria fue qu izás el -ejemplo
pensamiento clásico más, sin la capacidad paradigmática del pasado).
vu lc•lllt• 1'11 e•l .ímbito latinoamericano). El ejemplo del marx ismo también es bueno para señ alar otro riesgo de deterioro
Ath 111.h de • !'~l os situaciones radi cales (destru cción de la comunidad científica) de una teoría social: su asociación con la voluntad prepositiva con que fue
pl.•n'"''" J\'·'do-; menores de reacción de la realidad socia l. Lo que importa planteada, o simplemente con su uso político. Podría argumentarse que, a menos
1 111 ''" qtll' ~e· ha estudiado poco cuales son los efectos que para los cientistas
que qu iera confundirse capacidad de diagnóstico con versión prepositiva o uso
1 1•"' llt'IH' 1111 eon texto de destru cción del Estado de derecho. A lgo que sí es
ideológico, las teorías sociales deberían evaluarse fundamentalmente por su con-
ttnh• 1'·"·'
e•l c ontcxto latinoameri cano. Cabe pregu ntarse que consecuencias
sistenc ia explicativa. Sin embargo, una comunidad científica puede poner en
d l~nt•r P·"·' 1,1 1eflexión teórica, quedarse "pensando a partir de la derrota" cuestión una teoría social - y lo ha hecho- por las razon es antedichas. Y eso no sólo
hn t, 1'11\11) Pe>ro no parece improbable que esta perspectiv a induzca a ha sucedido con el marxismo. Gouldner en 1970 mostró como algo similar sucedió
uc tr e .un l 11o~ c'n la trama teórica previa, más allá de la calidad interpretativa con el funcionalismo norteamericano a partir del uso q ue hizo el sector público de
lit esa teoría desde la postguerra a fines de los sesenta.
trtt r '"''"' de• morbilidad de una determinada teoría socia l puede proceder del Ciertamente, las observaciones hechas sobre las causas de ri esgo de un a teoría
t •111 1o; de•e 1e, dP la comun icación de la crisis de c iertas teorías desde otras social están referidas, en general, a las que anteriormente se denominaron de primer
1 l• u11111 lllltl'nto: la fi losofí<l y la 1deología política, las más peligrosas. Por nivel. En el caso de las teorías de rango regiona l, existen también riesgos adiciona-
t Ullt'I''"'Piu, .ligo de esto sucedió con la teoría social en Francia, luego de la les. Una teoría que explique adecuadamente una porción de la realidad puede ser
d '"''""~"lO ocnden tal l atin o. En el caso latinoamericano, la cri sis en estas abandonada por un comunidad científica, simplemente porque ese aspecto de la
1 lt 1111111 11111! '11 1<> '>!' entrela7() bien con la cris is de la realidad social, Y esJ rea lidad no sea ya el que parece releva nte para pensar esa real idad social. Si a ello

25
.,·,oc ia una moda intelectual -procedente o no del Norte- contraria a la referida Esto es, si se conviene en que la modernidad es un proceso con varias etapas
11 ""· ' rt'giona l, las posibilidades de que esa teoría válida sea enterrada viva son Y se acepta la idea (Bergm an, 1988) de que en Europa pueden identifica rse tres
llll~tdc•rables. fases general es (del qualrocentto a fines del XVIII, de las Luces al último cambio de
~rglo, desde principios del xx), ese criterio de proceso mostraría en Am érica dos
t~ses: l a referida al siglo XIX hasta princ ipios del xx (m odernidad-decimonónica-tra-
111{1( A 1A TINA COMO EXTREMO OCC ID ENTE ~ rcronal), Y la qu~ hace a la formación y desarroll o de la sociedad de masas (que
Irene un ca lendarro drferente según pa íses y subregiones de Amér ica Latina).
A~ér i ca Latina se independizó como extremo-occiden te de un sistema cu ltural
1 llro Jntecedente necesario a la hora de comparar la crisis teórica del Norte mundral, entre otras razones, porque no mantu vo una cultura m ilenaria para
111 l.t dt• América Latina, especialmente en un ti empo en que el factor cu ltura l es e~lfrentarla a 1~ modernidad occidental, como sucedió con Asia o el Mundo Arabe,
1"' rrlu .ryado por varias corrientes sociológicas, es reconoce r en qué medida la nr era un ~OnJunto de culturas tribales cuando esa modernidad llegó, como pasó
1lt11t.t 1. 11 1110americana forma parte del universo cultural occiden tal. · con ~1 Afrr ca Negra. Con esa preparación previa que fue la construcción durante
1 l\11' un consenso c reciente acerca de que las sociedades latinoamerican as tres Siglos del mestizaj e, lo que aquí tuvo lugar fue una acentuada particularización
lu•h (r•n buena med ida, desde la 11 Guerra Mund ial ) representan, al deci r de de esa modernidad.
urq'""', el Extremo Occidente. Dicho de otra forma, frente a quienes basan la La caract:rísti ca de esa modernidad p eriféri ca ha sido la heterogeneidad
1 nlrrl.rd l.ltrnoamericana en el rechazo a la modernidad, o a qui enes subrayan la cultural, no solo en cuanto al solapamiento de culturas, sino -con la sociedad de
1 1 lrll'rr'rlC rc1 con el Norte, se afirma la percepción de q ue Améri ca Latina es parte ~asas- al uso segmentado de los mensaj es procedentes de la ace leración de la
1 Ir rnrulr•rr1rdad, más allá de su part icular forma de serlo. rnterc~~unicació.n mundial. La cultura latinoam ericana es pues un segmento
In "' ' " oportunidad he d iscutido (Gomáriz, 1991) la versión pr-esentista especrtrco Y partr cular, cuyas ra íces mestizJs se funden en el contexto de su
r 111111'1, 1'J 1) 1) de esta percepción (AL sólo sería moderna desde la 11 postguerra). natural~za (hoy vio lentamente herida), de una m odern idad mundial que nunca fue
1 t 11 '" 1 H'rlos parámetros de recepción de la cultura moderna (analfabetismo, homogenea. En ese plano, las ideas cultura les de Macando y el énfas is de la
1111 d1 "'~Hh•nc ia, etc.), toda una subregión (Cono Sur) y algún otro país habrían drferen ~ra con el Norte, no pueden negar la modernidad, pero sirven para val orizar
Jlr • " ' 1 trlltr r.¡ moderna cuando com enzó el prese nte siglo, es decir, cincuenta las partrculandades de la modernidad lati noamericana.
"" , rl1 • l.r pmtguerra. Pero creo que existe suficiente evidencia de q ue hubo En todo caso, esta heterogeneidad moderna no puede identificarse con el
1111 111 ,, 1·'''"'' ,¡lgún tipo de cultu ra moderna previa a la sociedad de m asas fenóm eno cultural de la postmodernidad, tal y como ésta se manifiesta en los
ti lflllld.ti 'IIIHwn<~ parte de la regió n a partir de 1950. c~ntros m~ndi al es: crítica global a la modernidad (en el sen tido de su agotam iento)
t 111llr11.t moclc•rnJ-trad icion al se caracterizó por afirmar la modern idad y la C' rnstalacron en la deconstrucción de esa m odern idad, en los di stin tos pl anos de la
rtll '" 11 '"''" 1111 e ontexto donde los elementos protomodernos (modernos ad e ultura (artística, política, etc.).
1H """'''IIHJ\ e on tinu aban presentes. Pero esa cultura resu ltó la base sobre Res ulta un poco forzado convertir la heterogeneidad que caracteriza esta
1 dr .... urnll.uor1 l tl~ naciones latinoam eri canas desde su independencia, lllodern idad periférica, en una postmodernidad precoz (incluso si iuera inconscien-
r 11 lllflh•r~tdn~ ,,,cronales y moral es (muchas veces implícitos) como por h•). Tan to si se examin a el asunto desde la producció n del discurso postm ode rno
1111 dr· '' ·"''· ""~ "'>n masivos (prod ucción escrita, radio, televisión). [~c.J (flor parte de las él ites culturales), como desde la prácti ca social postmoderna (desde
1 11 11ci1CJ rl1• 1.1 ~ e iudddes hacia el campo a través de instrumE>n tm "1 desencanto, a la instalación en la parciJ i idad y el descompromiso), 110 me fJa rece
1 1111111 lm I'Jt'•IC rto~ rndependentista s y republicanos, la enseñan/,, l ""'ble confi rma r esa conversión.
v t" f\I'IH'r.d nwdr.mte id modernización económica y polítrca. rn el plano del discurso intelectual, su producción ha estado fundamentalmen-
tr • preocupada por las tensiones entre modernizació n y modernidad (que sigue

27
mio, .¡, ..,d.. lut•go, un punto central de la agenda latinoamericana). En la En conclusión, la posibi lidad de comparar la crisis teónc " di' l,¡o, 1 1rn1 11
hu e 11111
tlllhtltJ, tanto los continentes como los contenidos, han seguido y/o socia les en el Norte y en América Latina, no parece enfrentar barrP1.1~ '"'"tlvo~hl
111 nuln I.11110clt•1nídad. En el plano más mundialízado, la literatura, la propuesta sí se parte de la idea de que América Latina es un segmento p.utlt ul.u tlt' 1
lu 111t\Hit u '''"1 no es en absoluto equivalen te al "todo vale"; porque sí en lo modernidad occiden tal. De hecho, las propuestas culturales gener.HJ<J~ 1'11 1 lltllflUI
1(1• u (JIIodt•fno) por definición todo puede valer, el "todo vale" postmoderno no parte de ese sistema mundo pueden cruzarse -como en el caso de lcl pmtmmlt~rrl
Id n h•lldn ,, lo mágico. Finalmente, la producción de masas más de punta, el con las propias motivaciones internas y externas de la teoría socíai iJtllltJ.Jilll'rlt ttn
1 loclt.lfll,tlt'lt>visivo, muestra formas y narraciones atravesadas fundamentalmente
1 111 h•lt~lr'Hl moderna.
EL NU EVO ESC ENARIO (SISTEMA-MUNDO)
1" c•l r11vr l de la práctica social sí es posible encon trar desde muy antiguo un
EN FORMACIÓN
tJ tille ,ut ln de• 1..1 modernidad periférica ... inmed iatamente antes o después de una
"ele• wu e• .tpasionado de la misma. Se trata de una actitud moderna notablemente
1 lutl11111 ,,, 1c•fNida también por una vía u otra, a los momentos tensíonales entre
1 lciKt• ,, df' 1.1 modernizaci ón y la propuesta valórica de la modernidad, con su Finalmente, un elemen to que no podría faltar en este recuento de .tlliPI ""''111
ult,ul" el" pobreza y crisis. Pero tal desencanto procede más de una exasperación gnoseológicos, es el referido a la existencia de ese consenso general ~oh11• l.t Id
¡ 1lre•o,¡u•t to de esas tensiones que de un abandono de la modernidad ·(Brunner, de que alguna relac ión hay entre teoría y real ídad social. Consenso qul' dl"ulflolltlr
1UtJ 1) 1"'• t'IKuestas sobre cultura políti ca, por ejemplo, parecen mostrar un cuando se trata de graduar cuan presa está la teoría respecto de los t .tmhtm qu
lit ollllll, .11 mismo tiempo que la esperanza de alcanzar algún tipo de comuní- suceden en la realidad social : desde quienes llevan al campo de las fotllhll ton
sociales la v ieja tesis de que el ser determina la conciencia, hasta qui¡•rw~ l'lllottl ""
1 1''"' I11H'1, 1990 a).
111 •"·11' .,entído, la posición latinoamericana puede ser ilustrada mediante el la asíncronía entre creación de ideas y procesos sociales.
jf!llcpln rlt • I,J cultura alternativa. Desafortunadamente existe la idea de que la En cualquier caso, sin necesidad de establecer obligaciones <"''"'''"\
ft:~tllll •llltl 1 1ón del discurso de la modernidad es un patrimonio de la propuesta necesario subrayar que la crisis de paradigmas está coincidiendo con un 1.unhtu
11• tmndt•1n.1, cuando en realidad fue original de la cultura de los movimientos profundo en la realidad social. Lo que empezó como una depresión t•c 111111111lt d
plttHII.IItvn•. (los más vi sibles, ecologistas, pacifistas y femi nistas). Lo que separa a -puesta de manifiesto en la primera mitad de los seten ta y s u puest<~ll11'1111• 1 oyun
lllfll~t~•• fHnpuestas es su reacción posterior: mientras la idea postmoderna se instala tural- ha acabado siendo una profunda transformación de la forma d!' p1 ndlll lt

11 r ,, rl• •• omtrucción como algo propio de los tiempos, la propuesta alternativa


vivir, cuya trama apenas se reconoce. Lo que hoy ya nadie duda que h.ty 1111 nu•
tltnlc•.c c ,unbiar las lógicas de la modernización y desarrollar la propuesta valóri ca modelo en formación del mundo y sus d iferentes partes.
rltt 1.1 cnncl!'1111dad. Desde América Latina esta percepción se ha formado con m,'¡o, lt•nllh.t..
Allll'lll .1 latina tiene argumentos anticoloniales para realizar esa crítica al Primero, porque la crisis mundial no tuvo sus expresiones mas fut>rl<•o, ''"" n 1
j¡ 111'•', cl1 • l.;¡ modernidad. Pero para poder instalarse en la deconstrucción, década si guiente, los ochenta, cuando sacudió al subcontínente lltt\l,r h11t rl
1
lit 1 ,,.,,,,, ,,, Pptar, por ejemplo, la pobreza y la explotación como algo válido, tan pensar que había perdido los di ez años . En segundo lugar, porqu<' c•n llw•n11 pdr
.\l11 l11, on1o :.u misma ausencia. Dicho de otra forma, como los alternativos, los de la reg ión la tensión estuvo referida a la imperiosa necesidJcl di' rr•r up M
ltlltllcJ.IIIIt'IIC Jnos parecen condenados a operar sobre la modernización Y transfor- recuperarse de la crisis, recuperar la democracia, recuperar la pa1 . l ,¡ Ullf( 11 1
"''" lm 1 ol1t('nidos de la modern idad. Eso no quiere decir que la propuesta un tanto más allá de esta ansiedad era la de "incorporarse al tren dr 1,,., tr.unfurm
pu IIIHJcl 1•11 1.1 no pueda afectar distintos ámbitos de la cu ltu ra latinoamericana, ciones", "ubicarse en el nuevo contexto en formación".
, Jl"l l.llllH'nle los Jrtístí cos, como ya está pasando con la "plástica" audiovisual en Pocos dudan hoy en América Latina de que, en todo caso, se tr.H.nr..t dt~ tum
tiH"'"''• 1 di)IIL~Ies impo rtantes. un tren que ya está en marcha. Y que para lograrlo habría que observM rntr•111111mw,ll

•u

1¡nclr• r·~ po~rbl<• ,rgarrarse. Probablemente, aunque estén un tanto desacostum- Crisis ecológica de medi ano impacto
11 ,, ""· c 11'11< r.r~ sociales latinoamericanas no les va a quedar más remedio
pr•n•.. rr "'"' ho m..\s en el sistema-mundo.
111 lro~t.rr dP olrc•c<'r un cuadro de algo que apenas es un boceto, tampoco es
''" qtrr· no put>d.m identificarse algunos rasgos de este nuevo modelo en No hay necesidad de hacer una larga lista de ejemplos del dc•tprro 11 r el 111
1111" 11111 c· IIH o cambios compondrían el siguiente memorándum :
naturaleza (desde la liquidación de especies, el ritmo de desertización, 1'1 dr•h•ttllf
de la biosfera y el suelo marino) o de estudiar las reacciones contra la IJI o pro~ .,~ 111 1 1
~u.mana (relación estadística del cáncer con polución o nuevas tecnologf.r~ ,1111 11 11
tretas), para mostrar el deterioro en curso. La discusión se desarroiiJ c•n ¡1111111 .ti
t1 ,r/111 lt'c nológico e n vías límite que alcanzará el shock ecológico. También en este asunto el ,¡1>, 111 ,, o l 14
abierto: desde quienes realizan proyecciones que señalan horizontes apoc .tllpltc 11
hasta qurenes declaran en tono optimista que la revolución tecnológic ,1 ,11"'"""'4
l'roiJ,rblemente en América Latina estén percibiéndose con menor intensidad el choque por completo. En todo caso, cada vez son menos los que considl't,111 qu
¡1, prm t'~os en cu rso. Sin embargo, en los centros tecnológicos mundiales ya se se moderaran los parámetros de consumo (energético, mineral) de un,¡ polrl.u 11 n
h 11 1•11 t'Vrd entes algunas líneas: a. la tecnología energética (reactores 9e fus ión, cuyo ritmo de crecimiento sólo desciende lentamente, al mismo tiPIIlptl p u
frt .. lrrología, etc.); b. la robótica general; c. la reunión de la comun icación y la impedir la crisis ecológica que se avecina. Puede que el salto tecnnlnHIIo 1
1111 rp111,1< ión (C2); d. la tecnología biológica; e. la integración de las líneas condici one, pero sin necesidad de ser catastrofistas, todo indica que ol llli'JHI 1
trtll•llor!'s en la minerfa marina y la carrera espacial. Este sa lto tecnológico va a ser susto de comienzos del XX I no podrá ser evi tado.
1 rrrnlor del cambio Pn la forma de producir y consumir, donde ya se vislumbran
fltrn .1~ oportunidades y amenazas.

Camb ios en la estructura


del poder mundial
1 11 rr1Ho s económicos en profundidad

La caída de la URSS como un antagonista antisistémico es quizás r lc•fc•t to m


'lólo por razones comunicacionales se sigue teniendo una visión de la crisis v isible del nuevo mapa de poder internacional. Y esto tiene lugar cu.uHlo "' p n
, , ••nc'J micl de caráct<'r coyunturali sta. Una simp le mirada al final del pasado siglo claramente de manifiesto la desagregación del bloque de factores qu(' clc•lttrmln
tlr IH"r íJ serv ir de refer<'ncia para ver su dimensión estructural, de onda larga, 1igada la hegemonía mundial: el factor militar se diferencia progresivam<'nll' dPI 1, t
1¡ .rito tecnológico t~nles mencionado. Los fuertes cambios tienen doble sentido: económico. En este último p lano, la competencia con lim ites hacp f>l'll.,,H 1 11 un
, 1¡1, t~l y horizont;:rl. r ~ evrden te que hay un proceso de "acumulación primitiva" mundo multipolar. La posibilidad de encontrar alguna fórmu la de suo~vc• Jlnhl,.rn
1 11 , ursa, que signrfrc.r concentración ascendente, reori entación y desde luego, mundial (tal vez a partir de Naciones Unidas) sigue estando sobr!' l,t rtlt'••• Un
111 , 11 1tPnimiento de bt~¡m recursos en amp lios sec tores de la población mundial. Por gobierno donde no dejaría de haber Presidentes, Vicepresidentes y 'olfllpl•·~ Mini
1 1 11 tro IJdo, una movrlrdad horizontal acentuada del cap ital financiero, al m•smo tros. Sin embargo, mientras el plano mil itar continúe teniendo rel<>v.rrH 1o1, ••1 Nu ..
llr•rr1J)O que una glo!J.tlrLación de conjun tos económi cos. Este proceso lleva ya Orden Internacional tendrá acento norteamericano.
1,, , 11 ti camPnte dos ch\1 .rdJ s y no tiene porque durar menos de otras dos.

111
IUIJIIJ 1 11/1111.1/ ( IVi/izatoriO
Teoría social en el Norte y
11 1111p.u lo dc•constructivista de la cultura moderna, guarda reiJción con un
en América latina
nttmlt•r1to llf'IH'ralizado en cuanto a que está teniendo lugar un agotamien to
pr 11hl'· "'' 1.1 ~ expresiones artísticas conocidas, sin que sean susti tuidas por otras
Ut!V n 1 ll1.t 'mJ es que haya aumentado el consumo de las artes conocidas, de ·
f~111•r "'l'"l1t1vo. No nos encon tramos precisamente an te un nuevo quatrocentto, PERIODIZACIÓ N COMPARADA DE LA
SOCIOLOG ÍA EN EL NORTE y
u¡¡111lu 1.1 11··, 111e J y el arte se aceleraban juntos. Puede que esta nueva época esté
EN AMÉRICA LATINA
flJtin ul.1 ,¡, •. rl gún impulso expresivo, pero todavía resu lta bastante invisible. Por
lril '"""'· r1.tdJ parece evitar un cambio drástico en el ámbito privado de los
lud.td.uu'~ d1•l p laneta. Puede que por algún tiempo se mantenga la tentativa de
1 11 '" f,¡fr,lfl ~form ación ya inevitable de los papeles sexuales como un asunto que . S~ se ac~pta la idea de usar la sociología como elemento de referc• 1u 1,1dtt 1
lu llllfHllt.t ,, las mujeres. Pero este abandono de la prehistoria femenina va a c1encras soc1ales, parece lógico buscar antecedentes de la crisis teór11 ,, .,,
lt~t t,u .d 1 onJunto de la población, produciendo cambios en la forma de produdr hi storia previa: _:.cerca de ello, sobre el caso latinoamericano, se ha escrrto y.1t.~lsun
'""'"""· ch•terminando el marco social que su rja de este cambio de época. lrtera~ura (Povrna, 1941 y 195 7; Bastide, 195 7; Germani, 1964; Graciart'll.l, 1q
V ''"" • «'~tos cinco rasgos del cambio estructural cabe pregun tarse acerca del Solan Y otros, 1976; Sotelo, 1979; Brunner, 1988; Sonntag, 1988 y 19H'J; Hobttl
111M 11 dn11d1• queda América Latina. 1990): En t~les relatos suelen ser frecuentes las referencia aisladas al df'~t.~rrolln de
l11 p111nPr lugar, hay que subrayar que la característica que marca este nuevo la so~1ologra en el Norte, y, sin embargo, brilla por su ausencia ur1<1 vt•rd1d1rt
1 '""'"n , •., doble: l. por un lado, América Latina no ha participado en su gé nesis hrsto~ra compa rada de las sociologías de ambas latitudes. (La com pd.u u)n d
' ,,. ··•·rrlrdo sí que ha perdido la pasada década), y 2. que penetra mucho mas Gurv1tch, en la que participa Bastide, no hace ningún estudio compar,JClo)
"""'"''''II'IIH'nle que los anteriores en los segmentos de la periferia. Todas las Ciertamente, éste no es el espacio para tratar de hacer ningún rcl,tlo hl~lurlc
t nt 111v.1~ clt• poner barreras a las nuevas lógicas de modernización que llegan desde pero todo indica que si, para tener alguna idea de ese desarrollo prevro, e onvlnlrar
fu t 1, 11.111 fr.tc .tsado estrepitosamente. Es evidente que mientras el subcontinente real rzar un esfuerzo de periodizaci ón simplificada, en tal caso, su verdJdPr,flllllldad
111 "1"'"' ltt lirwa de flotación (o llene el casillero vacío del cruce equidad-capaci- procedería de hacerla en esa forma comparada (entre el Norte y Am(•r" ,1 1o~llnl)
j lllt•l 1111 ol), Id upertura de las economías significará la introducc ión del da rwinis- Al ?b¡eto de forzar esa comparación, puede elegi rse como eje el<> 1.1 n1111m
0111 ~~~~ 1.1l1•r11o~ países latinoamericanos. Pero el drama consiste en que esa apertura factor t1empo y, desde esa perspectiva principalmente crónica, ir mmtrt.~ntlu 1
tJ t 1,. 1•l lllllt o camino para tratar de llenar el casillero vacío. fases por las que pasan la sociología en el Norte y la que tiene lugtll ,. 11 Am.rl
J < 111ttr.ul1< c 1611 irresoluble?¿ O más bien se trata de un nuevo proceso de Latina. (Véase al respecto el Cuad ro 2).
dt p1 ndPrH '''• Pn el que los países centrales van a retardar cuanto puedan la
"" ft<u•ru r.1 11•< nológica, pero no dejarán que América Lati na se hunda, porque Primera etapa: Fundadores en el Norte
'
1 Ullllnu.ut lll't <'~itándola como mercado? pioneros en América Latina
(Jull.i' 1'~11' no sea el cambio de escenario más adecuado para que se le acom-
lttl'\11 11111 1111.1 P~pectacular crisis de paradigmas, pero es importante señalar que
Mud11.1 1.1 rw< t'~1dad de establecer conclusiones para interpretar la realidad, al Resulta ya una idea casi recurrente, seña lar que durante el trasc ur, 0 del 1
ltlf IIIIJ tr• •u 1po que su fuerte ritmo con tribuye de una fo rma u otra a la confusión. XIX (o más precisamente desde el último cuarto del siglo XVIII al corr!'Gpondl•nt..,
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ta, analítico-empírica). Por el lo una característica de estos pioneros era un cierto
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1) E a. Cií sincretismo teórico, bajo la línea general del positivismo. Nombres como Barreda
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o o en México, Ingenieros en Argentina, Letelier en Chile, Pontes en Brasil, u Hostos
VI E
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e a_ ro ~ en Puerto Rico, son ejemplos de esta fase pionera.
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-t ~ o ti Latina esta primera fase corresponde a los últimos tramos de la etapa de fundadores
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del Norte y los primeros de la segunda en ese mismo hemisferio. Es decir, desde
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sus comienzos, la sociología latinoamericana aparece como retrasada en el tiempo
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11.
:1 Q) (¡; o o si se quiere "quemando etapas" respecto a la del Norte.
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Segunda Etapa: Perfilamiento de Escuelas
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en el Norte y Sociología de Cátedra
N o en América Latina
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Durante un espac io de unos cincuenta años (que incluye el último cuarto del
<( siglo XIX y casi todo el primero del XX), tiene lugar en la sociología del Norte una
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35
11 • , crisis de crecimiento, que se expl icita como aparición y consolidación de Tercera etapa: Primacía del
1 111 11
¡ 11 ,.¡, 1 ~ rivales, referidas a ciertas teorías-fuerza de la época: el evolucionismo, el funcionalismo norteamericano
IM• 11111 1 ~m o y cada vez más el sicologismo; que se mezclara~ entre el las,_ de en el Norte y del positivismo

11 ,. 1dn a los pensadores más poderosos de la etapa. De esta t~rma es po.s1ble


desarrollista en América Latina
111, u>nar el darwinismo social deSmalla Sumner, el evoluc1on1smo SlcologiCo
1t w, 11 cl a Pareto, la sociología analítica de Simmel a Durkheim. . .
t 011 un cierto desplazamiento en el tiempo, debido también al atraso soclolo- Desde los años cuarenta hasta fines de los sesenta, tiene lugar en el Nortt• un
h 11 1 h• Alemania, aparece con una fuerza que va a permanecer dur~nte todo_ el predominio de la sociología funcionalista norteamericana, que abarca con cieriJ
IHI'' xx, la que ha sido llamada, un tanto para simplificar, la "sociolog1a 1nstltuc1o- precisión de Parsons a Merton. El fundador de la escuela, que él registra como
" tli·.t.t" de Max Weber. Teoría de la Acción, tiene como pilar fundamental una lectura (hoy se sabe que un
¡.,te período supone en el Norte la instauración definitiva de la sociología como tanto sesgada) de la obra de Weber (Cohen, Hazelrigg y Pope, 1975). Es la
, dPI conocimiento, principal aunque no únicamente desde las Un1vers1dades.
1 1111 1 etapa de consolidación profesional de la sociología, mas allá de la enseñanza
111 '"•1<' sentido también se trata de una sociología de cátedra, aunque no en la universitaria. En esta fase, la sociología europea está profundamente afectada por
ll'l" 1ón que tenía este adjetivo en la época, dado que además de la en:e,:a~lza . el estructural ismo antropológico. Progresivamente, esta sociología occidental va a
ciiiiH> reiteración) se trata de una fase eminentemente creat1va en el plano teon co . ir reconociéndose como estructural-funcionalista, aunque el término no sea del
In América Latina existe consenso acerca de que durante los primeros cincuen- todo preciso.
1 olllm del presente siglo tiene lugar la institucionalización de la sociología como Como se mencionó al hablar de paradigmas, no se trata de una primacía
''''''''lid universitaria. Ciertamente, se trata de una etapa prolongada, denomlll ada absoluta, puesto que las anteriores escuelas rivales permanecieron (la única que
,¡,., ,\tedra" en su pleno sentido (Povil''iaL que es posible subdividir en dos:_ una dejó de existi r progresivamente fue el evolucionismo organicista). La tendencia
,, 11111 .ra que tiene rasgos de la anterior, trabajos individuales con fu.erte s111cret1smo sicologista siguió multiplicándose (de hecho, es una de las bases de l propio Parsons)
1
h 11111 0 (Bunge en Argentina, Menezes en Brasi l, Vasconce los e~ Mex1.co, Ventunno y fue consolidándose una orientación cultura lista. Por ello, cuando el func ionalismo
1 11 1 hile, Mariategui en Perú); a la que se suma después la mas enf~t1~amente -~e decline, buen a parte de las escuelas surgidas en esta etapa van a cobrar relieve -en
\tr•d 1.1, aunque no todos sus exponentes tengan las mismas caractemttcas (Povllla algunos casos, van a recuperarse- durante los ochenta.
11 J\¡gentina, Mendieta en México, Ganon en Uruguay, Carne 1ro en Brasil, Tap1a Por otra parte, desde mediados de los sesenta va a ser más visible la fuerza de
11 < ltd e y Co rnejo en Perú). . la sociología crítica en Europa, en sus dos versiones: una, la procedente de la
111 esta segunda etapa, la sociología como materia en diversas ca rreras, ~1ene Escuela de Frankfurt que nace como reacción al autoritarismo alemán, y otra, la
lllll" referencia las escuelas en el Norte ya mencionadas, aunque todav1a se que procede del marxismo occidental, que va pasando progresivamente de la
,, ., 1dt>re a Weber una excesiva novedad alemana. (Brunner, 1988, ha contab dl- filosofía y la crítica artística a la economía y la sociología, visiblemente "contami-
11
11 lo 1,\s lecturas de sociólogos requeridas en las universidades chi lenas en ese nada" por el estructural ismo francés de la época.
llt'III¡>O, formando el siguiente l istado: Compte, Mili, Spencer, Marx, Du rkhe1m, Durante este periodo, en América Latina se produce el desplazamiento de la
W.11rl, Simmel). sociología de cátedra por parte de una tensión neopositiv ista que, aunque no sea
precisamente homogénea, t iene en común la vo l untad de estab lecer una sociología
c ientífica en su sentido contemporáneo. Y no es homogénea porque muestra
d iversas sensibilidades: de una parte, el intento de sintetizar los conocim ientos
ex istentes para pensar América Latina, al estilo de Medina Echavarria; de otra, la

37
"'
pl.u u'u t dt> lt~ orientación mas claramente funcional ista, como Germani ; de otra, interno y externo, articulado históricamente en relaciones pol íticas y económicas.
ltnlt "'" dt• profundizar en una búsqueda epistemológica desde América Latina, Aunque existan anteceden tes inmediatos, es en 1969 (Cardoso y Faletto) cuando
1111n •• l lu.t'o det'lo Fermandes, y en fi n, ·la marcadamente desarrollista que provoca esta idea se establece, y autores posteriores la plantean como una teoría social
1 In l.d.u tc'm de una agencia ONU para el desarrollo económico (CEPAL) en la región, (Mari n i, Bambirra).
uy, proposiciones van adquiriendo progresivamente una v isión de lo económico Más allá de las críticas que merezcan éstos últimos pasos, lo importante es que
11 r•·l.u 11111 mn las estructuras sociales. Primero la tesis de la modernización y se trata de una tesis que alcanza un consenso amplio -desde distintas posiciones
ltt """" l.t menos imitacion ista del desarrollo, lideran este neopositivismo latino políticas, entre el centro y la extrema izquierda- no sólo en América Latina, sino
lllt' ~ 'H"' · n•cogiendo herramientas heurísticas de la teoría social impera nte en el en amplios sectores académicos del Norte. Por ello, au nque su uso haya d urado
Ntlllt•, .tunque esté preocupada mucho más q ue ésta por la idea del camb io social. poco tiempo - una vez in iciada la crisis latinoamericana- puede afirmarse que se
trata de un parad igma (relativo), como el de centro-periferia del pos itiv ismo-desa-
rro ll ista, o cualq ui er otro de los establecidos con carácter regional en las cienc ias
sociales del Norte.
f 1/.tti.J <' Lapa (breve):
Puede que con la instalación de los regímenes militares y la crisis económica,
1 '"'" ('{ c isne c r ítico en el Nor te
el tipo de preocupaciones en América Latina haya cambiado profundamente (desde
~ rnmp c /a idea de la
llt•¡rt'lldencia e n América Latina mediados de los setenta) pero lo cierto es que, tan rápidamente como se extend ió,
este consenso paradigmático de la dependencia dej ó de utilizarse (con la llegada
de los ochenta). No se trata de exagerar: la idea ha dejado algún poso en el
recipiente teórico actual, pero apenas hubo tiempo para que fuera usada en su
1>P fines de los sesenta a mediados de los setenta tiene lugar una breve etapa,
verdadero sentido, es decir, cómo plataforma para acumul ar conocimientos. Inclu-
"'·•·· I11Pn un momento, en el que parece que la sociología crítica va a tomar el so puede afirmarse que, en el ámbito académ ico, apenas los progenitores se han
11•lt•Vo de la primacía teórica que hasta entonces ostentaba el func ionalismo. Esta
preocupado de hacer un balance de la tes is dependentista (Cardoso y Faletto, 1985).
lu• ·v•• Plapa podría delimitarse entre el Marcuse del 68 y el Arrighi de 1975, pasando Y lo que es mas significativo: los estud ios sobre el Estado y la democracia que
fl"' ,.¡ debate Mi l iband-Pou lantzas de los primeros años setenta. (Recuerdo que respond ieron a las obses iones del momento, tam poco alcanzaron a constitu irse con
.tqtlf só lo se está tomando de la corri ente marxista el fi lón más propiamente
entidad sufic iente como para asumi r un carácter paradigmático. Después llegaron
"' 111lógico y no las reflex iones fi losóficas· o ideo lógico-valóricas de este tiempo, el refugio historicista, el proyecto acotado y el impacto de críticas culturales (e l de
•111•• •,upondría otros autores). la postmodernidad, el más evidente). Dicho en breve: el adven im iento de lo que
111 rea lidad, se llegó a confundir el declinar relativo del funcionali smo, con el
se ha dado en llamar la crisis de paradigmas.
tl'lrt.tdo effmero (Param io, 1988) de la sociología crítica de ese mom ento . Incluso
¡uulr.t .¡firma rse que esta última iba a ser arrastrada, al menos en su versión latina,
""' 1.1 crisis profunda del marxismo como ideología. CARACTE RÍSTICAS DE LA SOCIO LOGÍA
In América Latina, du rante este periodo también tiene lugar el desarrollo de LA T I NOAMERI CANA
1" h.t <t1do llamado la "generación crítica" (Graciarena 1970) . Sin embargo, lo que
,. , ..,¡,,blece como parad igma es una proposición interpretativa exitosa: la tesis de Existe coincidencia en torno a ciertas características que presenta el desarrollo
lt clt•pendencia. Ya no se trata de poner énfas is en la subord inación externa que de la sociología latinoamericana hasta fi nes de los años setenta. También se
''" ·' lt~s economías periféri cas (CEPAL) supone el mantenimiento de la división destacan ciertos rasgos nuevos surgidos con los años ochenta, pero parece más
ntlt'lllacional del trabajo, sino de reconocer la dependencia como sistema social congruente examinarlos cuando se anal ice la crisis.

111 39

-
l lt•rt.unt>nte, se van a mencionar únicamente los aspectos más gruesos que Ello no significa que la sociología latinoamericana haya dejado U<' qu"""" rltp
lt11.ttlt•r rr.H1 la sociología en América Latina, lo que quiere decir que no serán srno que las posibilidades de afectar el desarrollo mundial de lc1 drsc rpllr hl, \1111 n
ll ndrrf,,, l.1s especi ficidades y contradicciones nacionales, locales o de autor. Esto teoría, mayores. De hecho, la última fase antes de la crisis, la corr!'spondrPnlt 1111
"""'' t•luH onvenien te de ofrecer una visión grosera del asunto, pero tiene la ventaja tesis de la dependencia, logró afectar profundamente la visión que dt•,de• ,,¡ N
d~ moo,tr,rr efectivamente sólo los rasgos más generales. Dicho en breve, aquí se se tenía de América Latina. Pero también el aumento de la ínt er< orlllllllt .u 1 n
tlrtl.arl,l oiU'ptando como válida la técnica expresionista. supone que la teoría social latinoamericana pueda ser más rápidamPnh• ,\fflrlild
por otros cambios en áreas disti ntas del conocimiento que tengan lugc1r 1'11 ••l Nurt
como parece estar sucediendo en la presente crisis.
p,.,,," o lio comp lejo en el
t uiiii'XlO mundial
Sincretismo epistemológico
y dificultades teóricas
1 1t•sfuerzo de periodización antes real izado muestra claramente dos puntos de
flolltrd.:~ :
a. que la sociología latinoamericana existe como rama diferenéiada de una
"''' 1plina mundial, y b. que su desarrollo general está marcado por una relación Dado el entrecruzamiento cultural y el uso de herramientas conceptu.ll••., pttt
h•r'urt d y metodológica con la sociología del Norte, respecto de la cual presenta un temáticas diferentes, la sociología latinoamericana, presentó pronto un,1 lt•nd••ml
'"''·r'o temporal en términos de desarrollo d iscipl inario. al sincretismo epistemológico, si bien dentro del marco general del posr lr VI'>fllo le
1sta situación ha presentado ventajas e inconvenientes. Por un lado ha permi- interesante es que esa tendencia al sincretismo se ha producido tanto por ,. r
tuln ,1 los profesionales de l a región tener a su disposición un conjunto de como por defecto del análisis epistemológico propiamente dich o. En efe•< to, de tl
h••rr.unientas heurísticas, que cuando fueron bien estudiadas, permitieron un el siglo pélsado pueden encontrarse autores en la región que realizan un Vl'rd.ult r
'"' onocimien to más rápido de la rea lidad. Pero, por otro lado, ha fragilizado un buceo de varios clásicos, al objeto de comprobar si estos ofrecían visroru•' 11111
cf,.,,u rollo acumulativo y autocentrado de la sociología subcontinental. Desde e l para anal izar la rea lidad regional, aliado de sociólogos tremendamentl' ,,,,Mm 11
'rmiiPnzo de las reflex iones sobre la sociología propia, los espec ialistas latinoame- cos que usaban ideas y conceptos sin preguntarse demasiado a que pc'i'flflc 11
"' ·IIWS han seña lado que se trata de un pensamiento intermitente, con discusiones pertenecían.
ner .1gotadas, una teoría social que "quema etapas", dada su sensibilidad respecto En todo caso, el nacimiento y desa rrollo de las ciencias socia les l.llmr~r~m
de• loo, nuevos desarrollos en el Norte. canas suponen una clara ruptura epistemológica del pensamien to IJtirW.IIIIIIIIl
<.,rn embargo, a esta evidencia es necesario hacerle dos complementos. En previo. Responden a perspectivas que nada tuvieron que ver con 1." lwtl'll 1
11111111'r lugar, este fenómeno no sól o sucede en América Latina. Es, de nuevo, un cu lturales hispánicas (algo ya visto por el propio Echeverría). Cier to, ~''o ltltnbl
h•r11'uneno mund ial: ha sucedido de unos países a otros, e incluso entre continentes. sucedió en la propia Espai'la: la teoría social nació allí epistemo lc'rf<lc '"" n
1'" lwcho, la teoría acumulada en Europa fue absorbida por Estados Un idos para francesa, para pasar -con algunas incrustaciones germanas- a sC"r .J< ,,IJ,rdo1m
dt•o,pués de la segunda guerra devolvérsela elaborada (funcionalismo). Incluso anglosaj ona. Pero, para América Latin a esa ruptura epistemológicJ tuvo, .¡ IIU
fHrl'dP afirmarse que en algunos países europeos este proceso fue tanto o más brusco consecuencias culturales: las élites de la región tuvieron otra podc•rm.1 r.1 ñn 1
qw • e•n América Latina (en sus antiguas metrópolis, por ejemplo). '"A'
apartar defin itivamen te su mirada de la vieja metrópoli (mirada qtrP ¡Mr«'< 11\
1n segundo lugar, todo indica que, con el paso del tiempo, las fases de momentáneamente durante los años treinta).
dt•o,.rrrollo tienen mas sincronía, algo lógico dado el salto en la intercomunicación .

10
''"'l< ,,,,
C "" lt~•t l a interpretación de la realidad socia l tampoco partió de un siglo, la sociol ogía latinoamericana tenía mucho de filosofía polflr<" · 1"''" I'IICJ
111Uillt1 d .. II'CH f.ts autóctonas. De hecho, hasta la segunda guerra mundial no se suced ía más por fu sión que por madurez de la fi losofía cri ollc:1.
tJI lllllltillllllltli1 pwceso teórico consi sten te. No hubo verdaderas escuelas teóricas, Desde la postguerra, las c iencias sociales absorben espacros de t.tl m.lllf't.t qu
1t ' IJI,t\ ltH'Il <orrien tes seguidoras de las escuelas de l Norte. Ahora bien, desde p uede afirmarse que los economi stas y sociólogos latinoameric,mm h..111 \ Id
1 pu,l¡ttlt'll.t, <'S difíci l no observar un proceso de reconocimiento de la rea lidad fi l ósofos, historiadores y ensayistas, además de hombres po líticos.
1 llito.u •u •¡u Jna que, desde el subdesarrollo, va pasando po r sucesivas críti cas
llflt'l•lllor.J~, hasta desembocar en la tesis de la dependencia. Cierto, sólo se trata
th 1111 , ..,lt u•r7o teórico que podríamos denominar de alcance regional, y ello por Limita c ione s metodológica s
tlu. r.11nr w~: en primer lugar, por el cuadro de re laci ones de estas teorías con las
de• p11trlc' r nivel creadas en el Norte (al tiempo que, como ya se vio, la rea lidad
'·''""'"meri cana no permite universalizaciones fáciles); y, en segundo lugar, porque
Dadas las características ya expuestas, no es extraño que exista un e Ol1\tti11U
1,, ""'·'' ucción teóri ca en América Latina no buscaba en un principi o integrar todos
en la región acerca de que la sociología latinoamericana ha sufrido sena~ limlt,u le
l ..•.l. u lores que componen una form ación social (si no más bien, hacerlo principal-
nes metodológicas. En realidad, la sociología de la postguerra hizo de lc1 dl'lul1d1d
1111'1111' desde la perspectiva económ ica). Pero es importan te señalar que d icho
metodológica el centro de su crítica sobre la sociología desarrollada prt>v t.tmttnt
'"·"11'110 teórico logró establecer un paradigma regional, que consigui ó afectar la
en l a región. Y ciertamente, la ten sión cientificista del positivismo dc•s.urollltl
l'.fllll mundial de América latina.
avanzó apreciablemente en la solución del problema, tanto en el plano dM 11
metodología como lógica, como de la metodología como cienc ia empf11c .1.
Sin embargo, no resolvió y no se ha resuel to todavía (Maldonado, JIJ9 1) 11
/'t••r n c idad y cxpans io n ismo internos articulación entre los diferentes planos de la investigación. De esta form .t, no h1
sido frecuente encon trar teorías bien apoyadas por correctas lecturas em pf11c ,,\ V
en general, excepto en la CEPAL que constituyó un banco de datos <'< onom1rc
<.,i bien es cierto q ue la sociología nació con dependencias epistemológicas y básicos, la información cuantitativa fue con frecuencia irregular y fragllll'lll tri
''""~os discipli narios respecto de la sociología del Norte, no es menos cierto que Ciertamente, un buen papel socio lógico ya no podía carecer de algún qw• otr
,.,, t• l con texto de saberes regi onales nació pron to y se expandió notablemente. La tabulado. Pero estos eran em pleados generalmente para demostrar un punto d 1
•.tJt tología y en general las ciencias sociales latinoamericanas emergieron al poco análisis rea lizado, siendo mucho mas raro el proceso inverso: rea lizar tod.t uno~ f
''"'" PO de formarse las Un iversidades nac io nales y pronto absorbieron espacios de compilación empírica y sól o después efectuar el análisis, contras t.mcin n n
'11"' IPs correspond ían a d ist intas d iscipl inas de las ll amadas ciencias humanas. Ello hipótesis previas a aquella compilación empírica.
· ·~ "~pecialmen te notable si se compara con el desarroll o de las cienci as humanas Por otra parte, la crítica que se realizó del positivismo desarroll1st.t por p
''" PI Norte. de la siguiente fase de sociólogos críticos no se centró precisamPnl<' 1•11 • t
1n efecto, la sociología cobró cuerpo en Europa durante el siglo XIX, cuando problemas, sino más bien sobre cuestiones interpretativas, de neutr .tlrd.JCI Vtt lor
y,, hJbían madurado los grandes sistemas filosó ficos de la modernidad, por poner va, y de lógica metodológica: la sociedad como cuestión histórico·P,truc tur11l
11111'Jemplo. Otro tanto pasaba con la Historia como rigor disciplinario. En América tema de la articulación entre estos niveles y la investigaCión cmpí11c ,, dr•flnlll
1 .tlrnc~ , ya el primer universo de pensadores, tiene segmentos inclin ados al posi ti- mente no tuvo prioridad.
' ,.,mo y las ciencias sociales. Es cierto que hasta prácticamente mediados de este

-
l 1t•t ~~ \/t•ncia y reduccion i smo temáticos
En efecto, también existe un consenso re ional
temática fue acompañada por u . g . en torno a que esta persistPrH 1,1
. na crerta tendeneta reduc · ·
socroeconómico la acción so . ctontsta a 1o estruc lt11.1l
· era,1 1os actores sociales perd' .
1o que permite explicar que, pese a todo lo anterior, pueda observarse un n omía en este contexto. ' ran re 1evancra y .luto
w.11u" c•n el reconocimiento de la realidad soc ial de la región, especialmente en El peso de la econom ía desequi libró la orien ., .,
lm tiC•tnta aiios después de concluir la segunda gran guerra, es la persistencia precisamente porque la visió , . tac,on de los soclologos, 111< lu\u
n econom,ca se fue extendie d 1
""'·~"~IV.! de la temática de l as ciencias sociales latinoamericanas. Puede decirse pensamientocepalinollegóalaconclusiónde no~ o ~O< I.tl : ttl
fllll' t•l desarrollo socioeconómico y el cambio social han dominado permanente- el desarrollo económico El bl . q~e las estructuras SOCiales lmpc•dt,m
. · pro ema cons1st1o en pensa d. .
1111'1111' rl escenario, independ ientemen te de la fase de desarrollo en que estuviera d 1que el desarrollo se derram , , . r que mam 1tando r• ta
ana por Amenca Latina Lo
l.t •,oc 1ología regional. tructurales" (política y cultura) . · s aspectos más "supr.Jt•
1
r ~"persistencia tuvo lugar, incluso cuando los elementos teóricos predominan- armadas y defensa) no fueron e me uso sectoriales de. primer orden ((upfl,f
precisamente estrellas t1
""· t•n una fase de desarrollo disciplinario, tenían procedencias que se referían a lcl estructural-economicista. ru 1 antes en el ese <'11.11 1o
.. ~t .\t t ca y no a la dinámica social. Ese fue el caso de la importación del funcion.-
il~lllo norteamericano, que en Amé rica Latina fue usado, como otras pfoposicionP~
olllll'riores (desde el organicismo al psicologismo), p ara analizar el cambio soci.t l
1t•ndenc ia propositiva Y
1o que produjo con cierta frecuencia un buen número de complicaciones metodc,.
" /,¡ acc ión política
lngtc Js, así como de malentendidos y críticas por elevación. Una proposic
1 cntt•c ta sobre la realidad latinoamericana podía ser descalificada por el hecho

tfllt' quien la realizara hubiera efectuado una referencia a Parsons, ya que <'r.11
dl'mostrar que la perspectiva de éste en Estados Unidos era la integración ~oL Otro rasgo que marca la sociolo ía de la r . ,
' lplrl.unente del diagnóstico 1 g . ., eglon es la tendenci,¡ " JI•' "
l11 general, tienen razón Solari, Franco y jutkowitz, cuando sostienen que no a a propos 1eton de trat · E
'"fHI'o~liva también tuvo d d am iento. sta IIH 1111.11 lr'lrt
JU~l.ts l as críticas que recibieron los sociólogos desarrollistas en el sentido dt os gra os: a. la que constr ' ·
h 1'·" I,Js a los actores sociales b 1 . UJa estrategias PO~Ibl"' JI u
ilub1eran abandonado toda preocupación por el cambio social. De het ho
111 d¡o,c usión de la acción polfti~a.· a que pasaba sm m ás del diagnóstico .1(1'111 ral
l'>.plcc:aría por qué los fun cionalistas latinoamericanos no fueran bien reci llld
1'1 ocden social establecido. f ·• IPc tura -€specialmente la retrospectiva- ue u
'' .. ,.,que tendía a fragilizar la . q p , ede hacerse O(lt>o;t,, eoltG
Otra cosa es que, en este contexto temático, los diagnósticos (del ,,, necesana autonom 1a de la d . · 1.
dt•¡)l'ndencia) y los tratamientos que se propusieran (de la reforma a 1.1 1.. , e onsecuencias negativas de 11 . ISCip 111d' Ol!fl
IIIII'IH"dnos Pero la e t. , e o son conoetdas por los prtllr•'ttUMII
fiH•r.m co incidentes. Pero lo que importa señalar es que el propio ejerc . ues IOn es tomar el asunto en su i t d 1
pr•r~nitic'> una anulación relativa de conoci mientos que identificó elcnwn ''' ,,, IIIIH'S tan frecuentes en lo 'lt. - n egn .le ' p.u.t fiVIt
' s u 1mos anos.
dt·l ~ubdesarrollo y el cambio social. t pllnH•I lugar, es necesario examin d"f .
' 111 ul• ,, 1n cuanto a la tenden ci ar 1 ~rencladamente lm ¡:r.trlm ,,

1 1lt11 m
M.h lc>jana todavía era -a l contrario de lo que creía la mayoría dc• lua
la posibi l idad histórico-política de remover dichos obstá< ulu1
lfi.J ltll'fl<' opinión de que e t pro~osl tlva en tanto o(c•r tt~, l')(l~lf' n 1
11 '"' .. l.lbor de diag ó f' n e m. un o subdesarroll.:tcio, <¡lll'd,.,~,. 1)
11', Pilo t.unbi én estaba referido a las lagunas anal íticas existente~.
1,,, 111 ,, 1 1 n_ s ICO,. convierte la actividad cientf(lc ·• t>n un 1
qu•· plu•rll' hJcerse es más bien el desinterés por otros factores (pollt 10, os organismos mternaciona les en 1 'ó
del uc•'>,ltr ollo, que la desvi ación resp ecto a esta temát ica genc1dl. '' "JII1116n. y ello no sólo en 1 . a regl n ~on lo, ·•h•nd
1 fl 111 1111 1<' 1.1s perspect· a perspectiva de los pruyr•r ''" enn
lvas transcoyunturales (Cast 1o, ¡tJI)JJ

44
1 itl;tl o•;,1 ~·~ pJsJr de las proposiciones ofertivas a la opción política concreta. Congresos, fueron mostrando que esa relativa com unidad e tc•ntllte" M' fotlll
h•tl 1tttu•lllt• 1.1 l11storia de la sociología latinoamericana es en buena medida una lentamente. Y en tal sentido, las reuniones de los setenta (XI Congte·•tc•, JlJ 141
l~lt111,1 •lt· lu11nbres políticos (hasta fechas recientes apenas hubo mujeres que Costa Rica y la posterior de México, ambas sobre la teoría ciP l.t dl'pt!!Hhm
l••tt 11'1.111) AIHHLl bien, la responsabilidad de este fenómeno no sólo es producto mostrc1ron a un número apreciable de sociólogos discutiendo ~nl~te• col "'"''
l11 l;t tt.tlw.tl tncontinencia de los dentistas sociales latinoamericanos. Nadie paradigma. Algo que no se volvió a repeti r con esas característtc ot~. l,,., tf•11111111
lwl,ttl.t 1 ' ' " ' l''>lJ existe, pero al menos habría que agregar dos factores explicativos. temáticas de los ochenta han sido, para bien o para mal, otra CO<;t1.
l't!l un l,ulo, l'n sociedades que pr~sentan crisis profundas es difícil ex igir al
11 1r"dn~o quP se olvide de su calidad de ciudadano. Dicho de otra forma : en este
.,~~·l.t tt·~ tH>n~clbilidad procedería más de la realidad social que de la disciplina de
Débil autonomía insti tu cional
1 1111111 flllll'l110 .
l'n1 ltll.l pdrte, ha sido el déficit de intelectua les procedentes de otras ramas del
1111'" ttntt•nto y la dificultad de las organizaciones políticas y los organismos
1•1 ¡J ''" "' d1• generar sus propios intelectuales orgánicos, lo que ha sinton izado bien Sobre este asunto también conviene hacer aquella advertencia: t.ll de•l~tlul,ul
1111 !'s.t t!'ncJencia del cientista social en A L a ocupar tales espacios. ha sido una característica mundial de la sociología. En el hemisfe t io Norh•, 1
Universidades han sido la plataforma más sólida de desarrollo disc tpltll.tllll lHII
nomo, porque el plano de la investigación social mas extendida dept•ndt(l tftl
Estado y de la pol ítica fundamentalmente.
/Jif¡', ¡/ formación de la
En el caso latinoamericano, el apoyo en las Uni vers idades fue mPnm "'r'llid
t•trllltllclc!d cient í f i ca
que en el Norte y la actividad d isciplinaria tuvo pronto como fuentt" de• '"''""'
miento al Estado y a los organismos internacionales y los fondos de COOIH't.u r{¡n 41
desarrollo. Esto perm itió una cantidad de investigación social quP tHt ~u.utl
< titilO observara Khun, el conjunto de científicos sociales de un área determi- proporción alguna con la renta por habitante, si se compara con los Jl<lf~f'~ elcol N111t
tt.~tl.l ·.olo tl' lativamente constituye lo que en ciencias físicas puede den omi narse y en especial con Europa. Pero, al mismo tiempo, supuso una disfuncu'>n tm•tnd
'lfllllllldold científica, debido principalmente a esa tendencia congén ita al desa- lógica: la constitución de información empírica primaria sigu ió rPgul.umconttt 1
''"'"" qLH' r l subrayó. Recordada esta advertencia general, puede afirmarse que orientación de las fuentes de financiación, lo que supuso que fuera pr1111 q~otlttttol\1
t'll AIIH'tt< J LJtina la consti tución de esa relativa comun idad científica ha presen- económica durante mucho tiempo, mientras que la elaboración dC' ptopn,llif
(,tdtt tllltcult,1cJes adicionales. teóricas (aunque fueran de nivel regional) fue frecuentemente producto de• .11111
l.dt•-. dificu ltades eran lógicas durante las etapas de constitución de la d iscipli- particulares, que, cuando querían mostrar otro fenó meno social, o b ll'll 1 .11
tht 1"'111 durante los treinta años que sigu ieron a la segunda guerra m undial, las de información empírica adecuada o bien se basaban en la existPnll' cln c ,.,
ilt•.ltllll tll111''> estuvieron relacionadas con algu nos de los fenómenos vistos anterior- económi co.
llil'lllt• No obstante, sería exagerad o desconocer que desde mediados de los El pape l del Estado fue muy distinto de país a país, pero puE>dt• ,dtrtlllll
'"''~~""'·' " mediados de lo~ setenta no fue iormándose algo similar a una el Estado desarrollista de los sesenta y setenta fue apoyo instituctnn.tl, lt111íl
'''"'""d.td L ientif1cc1 que, c~l menos, discutía y d1sentíJ entre si. b cierto que
talmente como mercado de trabajo, especialmen te en los paísc>~ t n11 e.,p,lltd
j¡r,¡ 11111 """"" la arena pol ítica no es exactam ente lo mi smo que hacerlo desde el al menos ambición as istencial: México, Uruguay, Chile, Costa Rtr.t, PI!
pl,tttn .u .tdt'•mllo, pero aun así, puede sostenerse que, entre otras oportunidades,
1,,., '" ,,.,totH'S l'l1 que la Asociación Latinoamerica na de Sociol ogía (ALAS) reunía los

u.
le"' l.tt ''~'~ ft sLal del Estado que explotó al nacer los años ochenta, este apoyo ampliándose desde otros ángulos: por un lado rebrotes de viejas es< ut•lo.~~. conu•
u•tht¡r• ·11 uc•c 1.1blemente. Así, el ejercicio de la disciplina pasó a depender mucho por ejemplo del evolucionismo (sociobiología), pero especialmente de p.ntt• dt• un.a
1 1~ el" '"''nt<•s financieras externas, como se verá mas adelante. fusión de la microsociología y la sociología hermenéutica, que hizo resurg11 un
conjunto de escuelas, denominadas por aproximación "el enfoque interprt•t,lt lvo"
(interaccionismo simbólico renovado, fenomenología, etnometodología, hPrml'
1 1(1'.1'-. DI PARADIGMAS EN EL N ORTE
néutica sociológica). Este proceso se examinará más adelante con algún dt•ll'lll
1 N J\1\11 KICA LATINA : ANÁL I SIS COMPARADO
miento, pero lo que ahora importa subrayar es que hacia mediados de los .lr'm
setenta, la mencionada crisis de los paradigmas anteriores era un hecho.
En América Latina también existe un amplio consenso y una literatura apreci.l
ll.tt.mdo de evi tar una larga discusión prelim inar sobre el términ o crisis, sí ble en torno a que la llegada de los ochenta estuvo marcada por una crisi s dP
lltlll'l ,. twcesario establecer brevemente alguna convención al respecto, para paradigmas, en su sentido general de agotam iento de las proposiciones anteriores.
~~~L•Y·" posteriores malentendidos. y dificul tad de nuevas coincidencias. Inmediatamente, es necesario precisar que se
111 primer lugar, aqu í se usa la idea de crisis de paradigmas como referenci a al habla de una crisis específica: l. no se hace referencia a una crisis general de la
1 1111\t'll~O extendido entre cien tífi cos socia les sobre el hecho de que los (re lativos) disciplina, entre otras razones porque su crecimiento orgánico e institucional ha
JI u.ul1grnas operativos hasta el inicio de los años setenta dejaron ya de tener sido notable en estos últimos veinte años; 2. lo que quiere subrayarse es que, sin
tllll'ol'•lt•n cia, sin haber sido sustituidos por otros que ostenten un nivel semejante embargo, tuvo lugar efectivamente una crisis de teoría (de nivel reg ional) en los
tlt .11 ut'rdo. términos antes apuntados; sin tratar tampoco por el momento de caracterizar esa
< (lfno se sabe, Gou ldner (1970) llegó a probar empíricamente el agotamiento
crisis (de cambio, de crecimiento, terminal, etc), algo que sólo puede pensarse en
fi, ,,qut'llos paradigmas (principalmente del fu nci ona lismo en Estado Unidos) a términos de perspectivas.
1111•"• clc• los años sesenta. Mediante encuestas sucesivas a los profesionales pudo
Establecida de forma preliminar la convención sobre lo que aquí se entiende
ttf,.,,.,v, ll que el consenso exi stente en torno a la matriz fun cionalista (todavía en por crisis de paradigmas de la sociología en el Norte y en América Latina, a
1''" 1 1'1 80% de los consultados manifestaban su adscripción a esa propuesta), se continuación se procede a realizar tal análisis de forma comparada.
lttt• ,¡got,JndO rápidamente al acabarse la década de los sesenta (en 1968 los
l'"'''"·"'os del funciona lismo eran sólo ligeramente mayoritarios, y ello gracias a
l•••.¡uolc·~ io n ales m ayores de cincuenta años, porque entre los menores de esa edad
c•l 111111 10nalismo ya era minoritario). Esta información fue una de las pistas que La c ri si s de paradigmas
en el Norte
'"'lllllll<'l a Go uldner apuntar que se aproximaba una crisis en la socio logía
'' • rdt •lllJI.
< ll'tldmente, ya se estaba produciendo el reblandec im iento epistemológico

"'''111 HHhJdo: la profundización de la crisis de la aspiración ortodoxa de que las Tratar de observar en e l ti empo la crisis de paradigmas de las ciencias socia les
t '' lll 1.1~ ~oci ales Pertenecieran al tronco epistemológico común de una ciencia en el Norte, lleva de inmediato a una primera hipótesis: la crisis que comenzó con
Ulll• ,, , o~ um e ntaba la percepción de que la matriz disciplinaria de las ciencias una aparien cia de proceso sustitutivo interno a fi nes de los sesenta, fusi ó n de una
111 l. lit•\ dt:>bía aceptar que los problemas de sign ificado, comunicación y traducción crisis epistemológica y teórica, fue incorporando nuevos factores internos y ex tel-
'""' lll!'ciul ares. nos, especialmente entre m ediados de los setenta y mediados de los ochenta, hasta
l11 ,.¡ plano teórico, la crítica que hubo de soportar el func ionalismo desde hacerse una cri sis notablemente más extensa y compleja.
"'""'·uJm de los sesenta, de parte de la teoría crítica (marxista principalmente), fue

Hl 49
In r•h•c 111, PI primer momento de la crisis aparecía bajo la forma (Gouldner, que exigía una producción teórica que las ciencias sociales no po,t,tiJ.tll 1•11 1unc.Jt
1'1 U, lh 11, 1904) de algo semejante a una revolución científica en términos ciones de ofertar (Gomáriz, 1980).
kuhnl.tnn\. 1111 p.Hadigma operativo (e l funcional-estructuralismo) comenzaba a ser En realidad, la crisis económica mundial tuvo sí un efecto cl<tto .,olJII• un• d
In uftr u•nll' pJra explicar el objeto cognoscible, la realidad social. El proceso de las ciencias sociales, la economía, en términos de derrumbar el keyni''>IJtll•mu y
rlllc tfHO< t>tlra principalmente de la teoría del confl icto (marxista en lo fundamen- permitir el ascenso fulgurante del neoliberalismo. Desde ese espJl to 1l'tltr•l (1
1 11 !flll', 'obre todo en Europa, parecía dispuesta a convertirse en el nuevo economía), esta otra promesa paradigmática arrebató rápidamente lt'lll'no .al n•&
fJtlt,ull~llt.l eJe conocimiento, o bien, . como pensaron muchos (Gouldner entre marxismo no solo en la economía sino en el conjunto de la teorí.J ~o< 1.11 (lttrt
"" l ,, folLar una síntesis con el funcionalismo en Estados Unidos y con el mente, tal impacto no fue del mismo grado en las diversas ClennJ'> \lll t.al
11111 1111.1l1smo en Europa. Por cierto, que esa síntesis se hizo realidad en buena pudiendo establecerse una escala que iría de la economía (la más .JII'c t.td.t) " 111
ttttclid.t, ""pecia lmente en el caso europeo, aunque bajo la predominancia de la c iencia política, y en menor medida a la sociología y la antropología .
ltll¡tlllltl.t crítica (marxista). Puede afirmarse que el efecto en la soc iología procedió más di re< 1.11111'111" dtl
l'c •to, romo ya se apuntó, l o que parecía un proceso de sustitución paradigmá- los cambios producidos al respecto en otros ámbitos del conocimiento: r•l1 '""fl"
tu ,,, '""ulló pronto el canto de cisne de la teoría crítica. Nuevos factores fundamen- valórico y el campo cultural. En el primero, si aceptamos la ideología polf111 ,, 1umn
lf11c•.., 1111pedirían ese aparente proceso kuhniana. De todas formas, antes de nucleo de refere ncia de conocimiento social en el campo valórico (rerord.ll e lhtdru
e C•lcliiHI.tl es necesario señalar por qué ese sentido de apariencia. En primer lugar, 1), la sociología se ha visto afectada en los últimos quince años por trP~ ptm .. u
llllllll "1' vio, la crisis epistemológica afectaba la matriz positivista de las ciencias re lacionados pero con cierta autonomía propia: la crisis del marxismo, t>l ''"l"ll ,
cu '·"''"• lo que permitió, en el plano teórico, que la crítica al func ionalismo no del neoliberalismo político y la propuesta alternativa.
,,, u ,.¡J,pra solamente del marxismo, sino del enfoque interpretativo. Pero además Es sabido que la crisis del marxismo como ideología, y más aún como "'Hf•nh•rl•
h,rlolo~ 1'11 riernes otro elemento que diferenciaba esta crisis de la que se produce en social (especialmente con la crisis de los regímenes del Este), arrastró b."l.tnlf1 ~tn
lt 1ll'llllas naturales: la mutación del objeto a conocer, la real idad social. Un su caída al marxismo sociológico en el ámbito donde más había avan1o~do ''" 1..
1 111111111 que en un principio pareció unilineal y en sintonía con la promesa fase anterior: la Europa latina (Anderson, 1988). Este efecto no fue tan t10t,1hlr 1111
1' 11.ul1¡:mática (el marxismo), la crisis del sistema capitalista, pero que luego mostró el mundo anglosajón, donde se produjeron creaciones de un rigor .1p11•• t.aiJI•
11 vc•1tiJdera dimensión y complejidad . (quizás Cohen, 1988, sea el ejemplo más claro).
Al¡.:o que tuvo lugar inmediatamente tras este primer momento de ascenso El efecto del ascenso del neoliberalismo político sobre la sociologítl dr•l Norl
ri111II'IO de la teoría crítica. También afectada por la crisis epistemológica, ese fue más institucional que teóri co. Si en el campo de la ideología polít11 il 1
ll1111111'nto de la teoría crítica duró aproximadamente desde 1968 a mediados de los neoliberalismo consiguió proponerse como paradigma relativo, ello no ~uc f'UIÓ n
c•tc•nt.l, y tuvo como principales exponentes a Marcuse, Miliband, A lthusser, el campo de la sociología. Esta fue afectada, sobre todo, por la prácti<.J poiiiiC ,, ci 1
l'lltd.ulllas, Arrighi, entre otros, recibiendo la denominación general de "neomar- neoliberalismo en el poder, en tanto su lógica de liquidar el Estado de Bu•nf''lt.ar 1
1·.11111" (Bell, 1984). Y de inmediato comenzaron a aparecer los elementos más significado menor apoyo financiero y, en general, menor necesidad d1• lllVI"IIIJC
l:"l"'o" que condicionarían la crisis de paradigmas en curso. ción social. Algo que supuso una paradoja: el hecho de que la socio logf,t lf'J(rr
lJn primer elemento fue ese giro rápido que presentó el cambio de la realidad a depender fundamentalmente de las Universidades, permitió que l.:t 1 """ tr 1\rl
ou 1.11, bajo la forma de crisis económica mundial, cuya salida no iba a coincidir se expresara más como florecimiento de miniescuelas, que como simple· r••Wt t
t llll l.l~ proposiciones críticas (ni a través de la revo lución, ni mediante la vía política proyecto de investigación empírica. En todo caso, desde el ámbito un lvt•ro.,lt.ttlll 1
dc•lr o~mbio), pero que también cuestionaba la visión estable e integracionista del soc iología se vio afectada por las ideas neoliberales en mucha mrnot 111Pdul1 fiU
111111 tonalismo. Más bien en lo que se convirtió la crisis fue en el inicio de un cambio lo fueron en la economía y la ciencia política.
flllllundo del escenario (sistema-mundo), desde el salto tecnológico al civil izatorio,

.o
lutfrl í,u lw , r•n t>l campo valórico, que influyó en la sociología de estos años que, como veremos, Kuhn identifica como característicos de una crisis de pdr t1drg
lqm; h.t rr•r tl)l(lo el nombre general de opción alternativa, expresado funda- mas). Sin emba_rgo. el efecto de estas relaciones consistió más bien en disc ut11 lm
l~thllt'nlr• ,, tr.IVés de la práctica política de los nuevos movimientos sociales. problemas planteados desde los planos valóricos y cul tura les (principalmE-nte ~obrP
flltlm dr• probl{lmas sectoria les, que planteaban el desinterés por un sujeto el fin o no de la modernidad), que en camb ios referidos a la matriz epistemológrc"
lltl'lmo ""''" o~do, los movimientos feminista, ecologista y pacifista, resultaron los propiamente dicha de las ciencias sociales. Buena parte de los profesionLt l c·~
l•mt'nlo~ 111.1~ vrsibles de un proceso de revis ión del paradigma político general con tinuaron preocupados fundamentalmente por los avatares teóricos prop1o~.
lfl itrp11Prd.1, Pspecialmente en el escenario europeo (Gomáriz, 1981 , 1984). com o veremos mas adelante. Finalmente, aquellos que encontraron en la propue~ltl
lt1 ffln•'•m,.m> tuvo sobre la sociología el efecto princ ipal de ofrecer un curso de postmoderna una justificació n para refugiarse en el proyecto parcidlizJdo, lo
"'''ll,u l«'llt ll'rnática, con ciertas implicaciones teóricas, pero esa ampliación y hicieron sin plan tear cambios epistemológicos profundos, sino que más bren
lllllfllruli7..1C rc'H1 de problemáti cas no dejó de afectar el desarrollo general de la continuaron fundamentalmente anclados en la perspectiva empírico-positivista.
ltf lpliflol Todo ha operado como si la forma de conocimiento sociológica fuera forzosa-
In r•l tNreno epistemológico y teóri co tuvo efecto el cambio experimentado mente moderna por definici ón y, tras el reb landeci m iento epistemo lógico, el
de• 111u·~ de los setenta en el ámbito artístico-cultural, denominado de forma intento postmodemo de llevarlas más allá de ciertos límites (epistemológi cos) no
'"'''" po~tmodernismo. Planteado como un conj unto de planos perceptivos, fuera posible. A menos que aceptaran algo así como disolverse en la filosofía. De
dr; 1." .u tes plásticas y desde la literatura, recibió el caudal de la cri~is de la esta form a, la propuesta postmoderna ha ofrecido, sobre todo, la va lidación de otros
ll"l('lllnlogfa y acabó expresándose como una propuesta filosófica (también de discursos como form a de conocimien to de la realidad socia l. Y en eso, los
flln~oll.t ~ocia!), con ambiciones directamente epistem ológicas, es decir, de alter- postmodernos sí podrían senti rse más satisfechos: es indudable que durante los
n~tllvo~ gr•nt>ral a la forma positivista de conocim iento de lo social (cuya máxima ochenta, las ciencias sociales han perdido espacios frente a las humanidades y las
ttiiiJff'~""' no sería otra que las ciencias sociales). Es decir, la propuesta postmoder- letras, no sólo en el escenario del consumo de conocimiento, sin o en el ámbito
titl , .d •·.orb1endo y ampliando la crisis de la epistemo logía, vino a expresar la académico propiamente tal.
lit" .ul. t competencia cognoscitiva, y, desde esa plataforma, a discutir epistemo- El conjunto de los elementos mencionados ha supuesto que, durante los
ltll\1• olllll'llle en el interior de las ciencias sociales. ochenta, la crisis de paradigmas de las ciencias sociales en general y la sociología
·\ltw ol bien, transcurrida la década de los ochenta, puede afirmarse que la en particular, pueda ser medida por sus consecuencias, si bien su nivel de graveddd
pll•t "'"~'·' postmoderna parece haber tenido más éxito en renovar la competencia puede ser estimado de diferentes formas. Por ejemplo, Turner (1989) presenta la
lt1111.1 que en producir mayores cambios internos en las ciencias sociales que los situación con cierto pesimismo. Según él la creación teórica durante los ochenta,
11 p1nvoc .:tdos por la cri si s epistemológica previa. ha recorrido un camino opuesto al de la acumulación científica.
1 •• 1 tl'r toque la propuesta postmoderna amplió la vía ya emprendida por ese Turner identifica así los elementos de esta crisis: l. la teoría sociológica actu<ll
lohh· ""'<lo: la crisis epistemológica y, en el plano teórico, por el llamado enfoque esta dividida profu ndamente en mú ltiples campos conceptuales, cada uno de los
tnlr•iptPt,ttivo, y principalmente por la corriente hermenéutica. Tambi én es c ierto cu ales parte de una particular filosofía de la ciencia y estrategia de conocimiento;
111•• oll{ll'gó un factor más: la aceptación como algo natural -y por tanto la tendencia 2. ahora bien, los miembros de estas distintas opcion es, aunque regularmentP
lll;t 111~t<tlación- de la crisis de paradigmas. Incluso llegó a saludar gozosamente el siguen enfrascados en retóricas discusiones, ti enden a relacionarse cada veL menos
l!t~~tdono de la necesidad de paradigmas, grandes teorías, o, como se prefería fuera de los lím ites de su propia escuela; 3. como resu ltado de ello, lo:1 sinprgía
"'""'''• " lo~ grandes rel atos de la modernidad". creativa de 1conjunto de los profesionales y por tanto de la disciplino:1 ha di sm inuido;
1odo esto aumentó apreciablemente la preocupación en los cientistas soc iales 4 . la disfunción entre teoría e investigaci ón social ha crecido notablementE' (así,
por ff•vr~.~r l os fundamentos epistemológicos de su disciplina. Sus relaciones con progresivamente para los que tien en in el inaciones teórrcas, los investigadores
1.1 ¡¡,.,, ~~~1ón filosófica sobre la crisis de l a epi stemología se consolidaron. (Rasgos resultan "empiristas estúpidos", al mismo tiempo que los investigadores ven a los

¿ :53
rl o ''Jn•rdHlos Pntre las nubes fi losóficas"; S. dada la inexistencia de consensos
La c ri si s de paradigma s
111111111 (p.u.Hfrgrnas relativos), cada esfuerzo de creación teórica requiere de
en A m é r ica Lat ina
11111 l"'•lrlrc ,){rones epi stemológicas, que recargan innecesariamente dicha crea-
ti f1 r 1 f 111'1 1, < omo alternativa, el sociólogo trata de eludir lo que considera entrar
1 ft~lu• rtnt o cfp la teoría, para produci r más y más pequeños trabajos puntuales
olu rr•IIHlldnWnte agregan algo al conocimiento de la realidad socia l (T. 1989, En el caso de América Latina, la crisis presenta características propias. procP-
" 111) dentes de facto res tanto intern os como externos de las ciencias socia les en la regi ón.
1 lt•ll11, qlw furn er adm ite que esta desagregación no ha paralizado por A lgo co nsecuente con los fenóm enos part •culares ya vistos: por ejemp lo, el qu~
tttplr•tn l.r < reación teórica en el Norte, y menc iona los esfuerzos de Giddens só lo existan en el subcontinente teo rías de rango regional, o el hecho de que aq uí
IIUitl 1f,tiH •r rn as (1981), Luhmann (1982), Co llin s (197 5), y él mismo (1988); pero el cambio de la realidad social haya supuesto crisis mucho más proiundas, tanto
J tlllltt•dro~lo sostiene que, en el con texto descrito, éstos resu ltan mas b ien de los sistemas políticos (pérdida de la democracia), como de las economíds
111 111rH •~ que reg la. nac iona les y subregionales. Estas parti culdridadcs se hacen visibles al tratar de hdcer
1111.1 Ir•< tu ra menos pesimista que la de Turner mostraría un cuadro de la crisi s una descripción del desarroll o de la cri sis.
t re 1 11 1.11 <,¡do efectivamente por una coexistencia de tendencias, donde podrían Desde mediados de los setenta, el paradigma regional relativo, la te sis de la
"'''" "'"'' los siguientes elementos: 1. el perfil rebaj ado del funcionalismo y del dependencia, se enfrentó a efectos de diversJ nJturaleza producidos desde el
1 ' '""·e .1da uno dividido en, al menos, tres sensibil idades, (tradiciona les, neo interior y el exterior de la ciencia social. Principalmente donde había nacrdo, PI
1 tl .' l'l fortalecimiento, pero sin lograr consenso parad igmático, del llamado Cono Sur, se produjo un brusco cambio de mterés cognitivo: ya no se trataba de
11111"' 111lc•rpretativo (interaccionismo simbó lico, femom enología, etnometodo- reconocer la dinámica socioeconómica y de poder, de la realidad latinoamericand,
lt \ lu•11nenéutica); 3. el desarrollo de tentativas importadas de otros espacios sino simplemente las raíces de la derrota hrstórrcd de las fuerzas de cam bio, que
'"'' ~~~. pnncipalmente, el valórico y el artístico, como son el neo liberalismo, arrastró consigo el Estado de Derecho. Es la hora de exa m i n<:~ r el Estado Burocrático
lrr lllotlrvrsrno y el postmodernismo; 4. el intento de algunos autores por producir Mi litar (O 'Donell, 1976) o simplemente el Estado (Lechner, 1977 y 198 1; Gomáriz,
"""'nlo teórico, a partir de la resolución de problemas planteados a los 1976 y 1978; Carretón, 1979; Torres-Rivas, 198 1; Rojas, 1981 ; Laclau, 1981;
tudttttrt.l~ ,Interiores, como es el caso de la teoría de la estru cturación de G iddens, Cardoso, 1981).
1 tl!i 1.1 lt•orfa comunicativa de Habermas, la teoría de l a interacción social de Puede dfirmarse que hasta fin es de los se tenta, coex isten en la región la
1111 1. 11 l.ts búsq uedas de Luhmann, Alexander, Munch, Hayes y otros . declinac ión de la tesis dependentista (quE' se refug iaba hacia el Norte, pri ncipa l-
1 1.1 •.rtuJción teóri ca compleja está tensionada por dos reacciones opuestas: men te México) con el emergimiento de las nuevas preocupacio nes, que, desde el
""' 1111 lo~do, el adentramiento de ciertos sectores en el campo fil osófico con el com ienzo, dparecen sin demasiada capacidad paradigmática. Ello es as í, en primer
1 ltr dP rPconsiderar la matri z epistemol ógica de las ciencias sociales, 2. en la lugar, porque las nuevas propuestas no ti enden a Interpretar la nueva realidad
lt 1 • '' 111 opuesta, sectores que se sumergen en el trabajo parci al o empírico latinoamericana, sino só lo aspectos parcia les de la misma: cierto, aquell os que no
111 tt•to•., que aparentemente no precisaría preguntarse por puntos de partida habídn sido tema tizados por la sociología desarrollista ni por las generaciones
111m rr que si mplemente se abandona a un eclecticismo inmed iatista, que unas críticas (los sistemas políticos, las fuerzas armadas, la cultura po lítica, etc.).
'"~u lt,\ productivo y otras no, o dicho de otra forma, que levanta dudas En segundo lugar, porque desde la pe rspectiva socioeconómica, la tesis de-
1 ""''''1111''> en cuanto a su contribució n cognosci tiva. pendentista no parecía haber dejado de tener validez, al menos hdsta princip1os de
los ochenta (cud ndo la cris is económica hace erupción). En tercer luga r, porque los
sectores que las plantean soportan el peso de estar "pensando desde la derrotJ"
(Lechner, 1988). No es que todos ellos pertenecieran a la izquierda política, sino

55

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1111 rtn e ltld.Jdanos de sistem as políticos destru idos, donde las vi ejas tem áticas (el valóricos sirvieron para consolidar los giros de interés en el pens.lll111 '11ltl .,,u 111111
ulnl"~""ollo y el cambio social) parecen sacadas de contexto. Un recuento del gico latinoam ericano (o ini ci arlos allí donde no estaban aún plant<'.ldo.,)
1 '' "'" ~ t'JPmplar, el chileno, muestra como el estudio del Estado compitió desde Es necesario apuntar que los cambios ideológico-políticos en An tPIH ,, l.tllltil
1 plltH 1p1o con el refugio en la historia, la desorientac ión teórica y la diáspora de hicieron un recorrido mJyor que en el Norte. Aquí, no se trJtó ún11 Jtlll'lllt• d1• 1.1
hw•1'" 1'"''''eJe sus profesionales (Barrios/Brunner, 1988). No puede sorprender q ue crisis del m arxismo, sino de las extendidas ideas autóctonas de eJmbll> ,n1 1t1l
1 111111 '"' lo dP la crisis sociopolítica sea brutal en una sociología que, como vimos, revolucionario. No es el lugar para profundizar en este asunto, pero ~u ''"'111 ""'
1 ' o11 "' h '111 Jba por re lac ionarse estrechamente con la proposici ón y la acción resulta útil para relacionarlo, por una parte, con la referida lentitud l<• l.ttlv.t de 1
111dlfit ,,., cambio ideológico (Gomáriz, 1983), y por otra, con el reiorzamiPnto qtll• " ""
111 lm primeros años ochen ta esta crisis tendencia! de p aradigmas se verá supuso respecto de alguno de los camb ios de interés de la sociología, en p.ttllllllrH
"r •IP1 .1cltl por un aluvión de nuevos elementos. Uno de los más evidentes está con el de la recuperación-reval orización de la democracia. Esta tOIIH cdc •llt 11
1' lr•1 11 lo .11 nuevo giro de la real idad social, la crisis econ ómica reg ional, que había permitió, por ejemplo, hablar de una "teoría de la democracia" (L echnt•r , 11111111
1 '"''''){tildo retrasarse respecto a la del Norte, pero que llegará con especial sin que, sin embargo, ello si gnificara una clara vocación pa radigm átic<~.
1111lr•111 1.1 con la nueva década. Un primer efecto de este cambio será la ruptura El tema de la democracia suscitó un amplio interés de parte df' I d~ < "''" 1.1
le lo~ 111.1lriz socio-económica, para que se adueñe de la escena la economía pura soc iales latinoamericanas de los ochenta , por sobradas razon es, pero no ~u~lltuyci
y"'"''' w~t ida con un gran ropaje de importac ión: el neoliberal ismo. Si la ruptura al consenso paradigmático perdido, por var ias causas: p or una parte, '>U v11tolu
111 l.t VH'JJ matriz no fue def initiva se debió a la resistencia de los desarroll istas teórico no iba much o más allá de los estud ios clásicos, en términ os de> p<•m,u e1
p ".tpt'I,Hios en la CEPAL. De todas formas, la capacidad de éstos para proponer sistema político con autonomía, donde la visión de los ciudadanos es ho11;nn1.cl
tllt•trldll v,ts a partir de la nueva reali dad se relentizó notabl emente y só lo cuando (aunque para la izquie rda esto fuera un cambio sustantivo); pero, por otrJ ¡wt", 1.1
' ,¡,,,¡,.. Id década em it ieron su opción: tran sformación productiva con equidad relación entre ese sistema necesario y la cris is social rampante agotaba IJI)I(l,lftll•llll
,, 11 Al . 1')90). el consenso teórico, apareciendo no solo dist intas lecturas, si no diversas pmu 1«1111
1·.lt• l<'greso a la econ om ía dura, fue respondido-acompañado por una tenden- sobre la necesidad de hacer una lectura global.
' 1.1 " pt•nsar autónomam ente los sistemas po líticos, que se canalizó cada vez más En cuanto al influjo del neoliberal ismo político, puede afirmarse quP t''>lt' ctpc te
llu 1.1 1.1 neces idad de rep ensar la democracia. Esta orientación t iene dos fuentes en m enor medida sobre la ciencia política (que lo hizo en la economío~), y ~nln el
fllllrl,unt•ntales: por un a parte, la nece sidad de recuperar una vida nacional regid a forma indirecta sobre la sociología y la antropol ogía. Es decir, se traduJ O y w t''>t 11Im
il'' ,.¡ 1)t•recho en los países que l a perdieron (una buena porc ión del subcontinen- bastante en América Latin a sobre, por ej empl o, la Escuela de Ch11 o~gn, 1" ro
'') pot otra parte, como un segmento del proceso de rep lanteam iento del pensa- apenas hubo producción específicamente sociológica regional en este sc•fltldo l'cu
tnl••nto 111 undial y latinoamericano de la izquierda (q ue se re lac iona con los cambios otra parte, las conex iones habidas en la ciencia política (Vergara, 198J) lt <llll'/,111 111
v.tl''"' m q ue tri zaron al marxismo latino, uno de los cuales fu e la relavorización con ciertas contradicciones fu ndamentales, como por ejemp lo el que• tuc•1o~ 1'11 lu
ti•· 1.1 dPmocracia representati va) . regíme nes de dictadura donde hayan sido mejor recibidas. En sum.1, 110 flolll ett
1>11 ho de otra forma, la sociología latinoamericana sufrió el impacto de los que, en l a sociología l atinoamericana, el neoliberalism o haya creci do ptncllll 1 111
' unli1o'> sucedidos en el campo valórico y su elemento de referencia (aquí nes de importanci a, aunque sería excesivo sostener que la desapJn< 1t'u1 ~clt•iu 111 11
ltlllitt~clo) , la ideología política. Aunque, si se comparan en el tiempo, los cambios de ciertas temáticas no tenga nada que ver con un influto cndir<'< tct d1 • , 1
dr• "''''"··~ cognoscitivo en la sociología aparecen como previos a los cambios pensamiento.
1 lt fllngu os en la vida política (recuérdese que la idea de revolución recib ió un En todo caso, puede afi rmarse que, entre la economía dura (lcdP!.Iclol pnt 11
1 1•l.u lt •1o baló n de ox ígeno del proceso nicaragüense), lo cierto es que los cambios neo liberalismo) y la democracia autonomizada. lo socia l fue ~ inóncnw de• d1 vc 1 1
dad, fragmentación, ilegibil idad. A nte esta situación, hubo drfetPtll<''> "1" ""'•
111h ,,. .., nw~1 r,1ban la contradicción entre est os n iveles y señalaban la responsabi- dSÍ lógico, incluso con la ventaja de relajar la necesidad de reconoc "' ~r·rrtrclo• ~
11 1111 dr•l prO< r·~o de modern izació n mundia l (Lechner, 1990); quienes pon ían el globalidades.
"'" 1~ "" r• l problema de l a desestructuració n social (Quijano, 1989); y q ui enes, En todo caso, también en Améri ca Lati na la oferta postmodern,l pc•r1111111, 111,\"
)ltlr 11 ''"" 'tll.t Girola (199 1) respecto de buena parte de los trabajos de los ochenta, un ascenso de otros d iscursos (el filosófico princ ipalmente), que un.r c " '•" ""'
'nlt.u1 rn.h o menos si lenciosamente l as diferencias sociales, las estructuras de sociológica con matrices epistemológicas distintas. Por mucho que ~P lf•,tll/,11 '"
1ttth r ''" 1.rl, dr• sus tersos y bri llantes análisis. profesiones de fe postmodernas, los que hacían incl uso análisis pd rCI<lll'~. lt•llntc~or
'wi Jtr• "~1.1 inclinación objetiva a 1~ desestructuración de lecturas, operaron en ban con una lectura acabadamente moderna del objeto de estudio q1rc• h.rlrl,m
lu ''' IH•11I.r 1 .1 ~ relaci ones con la eclosió n teórica del Norte. En primer lugar, hay acotado. Es decir, habían encontrado el sentido a su "pequeña total i d<~d", .rtiiHJlll
11111 IIH'IH ton,u que el hecho mi sm o de l a crisis de parad igmas en el Norte faci litó ello no tuviera nada que decir, obl igadamente, del país o la región d quc• .up11•llt~
r~prrt.utll'll l t• l.¡ apertu ra ad infinitum de l menú de referenc ias teóricas, o, como perteneciera. Incluso cuando trabaj an sobre la cultura, los intentos clr• "·" 1•1
'"'"''"'11 ~~·diJO, la tendenc ia al eclecticismo, sa ludable o no. soc iología sin examen de tota lidad y sentidos, parecen conde nados JI 11.r1 '"u
1 1111111 ~~· rndicó, la primera recepción en Amé rica Latina de la d iscusión sobre (Brunner, 1991). Sólo cuando se abandona por completo la empírica mf'!oclrli•'Hiot
t IJI h trllllnJ:í.l fue leve y tuvo el efecto de fragilizar el positivismo desarrollista y sociológica y se acude sin barreras al ensayo (Casulla, 1988) puede usarst' r orr 111.1
lt\lllr•rr•r r•l .rscenso de la tesis (interpretativa) de la dependencia. Más tarde, ya comodidad la propuesta postmoderna . Ahora bien, siempre queda la pregun1.1 1111
hu trrlt• In•. o< henta, se regresó a esa d i scus i ón epistemológica pero, a. práctica- acerca de la validez del ensayo como forma de conocer la rea lidad, pero~~ .u''",,
""''"' l11nd1dJ con la crisis de parad igmas de las ciencias sociales en el Nort e, y b. de si esta forma tiene un lugar claro en las ciencias socia les (del Norte y d<> AnH·r u 1
1 n111o pt~•lt1d1o de la recepción de l a propuesta postmoderna. Latina).
t•n1 n11o1 pMte, aparecieron conexiones con el altern ativismo y la nueva teoría Este contex to teórico se ha desarro ll ado en relación con los cambio~ 11r~tllll
t 'll1r ,, , l• •1 No1IC' (especial mente entre los huérfanos de paradigmas, pero partidarios cionales que han experimentado las ciencias socia les de la región; todo lo r u.11
Ir 1111,1 "" tología latinoamericana crítica), que dieron lugar a "una nueva sensibi- indica la necesidad de un examen (sociología de la sociología) de su dP~o111nllo
lulul dr· l.r~ e 1encias sociales" que se podría denominar "humanismo crítico" disciplinario.
(llnt u•nh.1yn, 1990). Lo cierto es que se trata más bien de un intento de reun ión de En el plano institucional, los años ochenta muestran un aumento notablr• cl1• l 1
tllvr r 11 \ "''1 ltliPS (cuyo momento más v isible podría f ija rse en el encuentro sobre activ idad profesional, si b ien esta presenta formas distintas según países. 1" ro~tlllt
111 " 111111'11111 r rítico de Caracas), con un com ún denominador tan básico (l a no fundamenta l se debe al enorme crecimiento de formación de cien tistas soc i .llt·~ t¡lll
"llll11 ton dr•l 1mpu lso neol ibera l) que, como el propio Hopenhayn reconoce, no tuvo lugar previamente, durante los ai'ios sesenta y setenta (se mu ltip licó p()l ~"'"
111•1 11w 1•11 ~~ nmmo una opción teórica n i, po r el momento, una oferta paradigmá- en quince años, hasta alcanzar unos 60.000 graduados a mediados de los st•tr•nl.r)
111 1 llflllltiii Vol. Cierto que este crecimiento se frenó apreciablemente en la década siguiC'nlt•. por
\ '" 1,u11n dP'.pr!.'ciado al principio y luego valorado como insumo directo, se diversas razones: el deterioro de las facultades no económicas en las dictcldur," d1 1
•l• "''*' 1'•"' ,,,lnll'nte en América Latina el fenómeno cul tural del Norte, el Cono Sur, el descenso de matrícula y graduación en democracias afectcld.1~ por lo1
l"'~'''""'''rr mrno . IJf' estas fo rma, en la segunda mitad de los ochenta (y quizás la crisis y el pensam iento neoliberal. el estancamiento de la matrícu la unlvt·r~rt,Jrl 1 1
A~•Hhhlr•.r q tll' r onnwmoró el ve inte aniversario de CLACSO, en 1987, dedicada por tota l de estos arios. Puede afirmarse que si el frenazo global no fue tan bru.,," ••
r•111t to ,, 1,, olr•tlol pmtmodern a, sea l a referenci a más clara) el postmodernismo tuvo deb ido al caso de Brasi l, donde la dictadura permitió el crec im iento d€' 1,1., e ,llft'l•l~
"" ''"1'•'' In""''' to C'll las ciencias sociales l atinoamericanas, unas veces expl ícito universitarias en ciencias soc iales (aunque aislándolas).
~ •Jir 1111 r.m lo LJn fJctor de alta va loración fue precisamente la crítica postmo- Pero, paralelamente a esta caída del crecimiento de matricula y gr,Hhtolt 11111
"''"' ,, 1,, m•1 l'~ld,¡cJ de paradigmas, que ciertamente d ism inuyó ansiedades entre tiene lugar dura nte los ochenta un movimiento lógico. como producto cfp lt~ P"'' r 1
r•1 1 ""' de• proh•.,1or1.1les de la reg ión: el reino de la pa rcialidad-di versidad parecía acum ulación de graduados: se mantiene el aumento en el número totJI dt' po~1g1 ,,

'"
rl1111dm y ~e> produce el incremento de centros profesionales. Así, se estima que en disciplina, así como al trabajo individual más que en equipo; 4. aparece un
1t)tt' l.t e tfr J de postgrados en ciencias sociales rodearía los 450, mientras era eclecticismo epistemológico, que incorpora elementos teóricos muy diversos en
111111n vt•u•s menor en 1977 (Ca lderón y Provoste, 1989). Por otra parte, un las conceptu al izaciones; S. se aceptan patrones supuestamente "universa les" de los
llldll .ttlor d<•l incremento de los cen tros, puede ser el hecho de que el Consejo centros, con menos ju icio crítico ni esiuerzo de adaptación a la realidad IJttnoa-
1 tllfltl.ti11Pricano de Ciencias Sociales (CLACSO) se constituyera en 1967 con 20 m ericana que en el pasado; 6. la ofensiva metateórica del neoli beralismo es. en
1 111111\ y Pn 1989 esa cifra fuera de 120. este marco, un intento por restablecer la hegemonía de las ciencias sociales de los
No obstante, esta actividad profesional ha sufrido algunas transformaciones centros; 7. las jerarquías académicas han regresado y la actividad crítica incluso del
l1111"'11.111tes, una de las cuales sería: con variaciones nacionales, el apoyo fina ncie ro estudiantado ha d ismin uido; 8. la privatización de la investigación y su dependen-
1""' ,.tf,. cada vez menos del Estado y las Universidades, l as cuales han sufrido un ci a externa están reori entando la actividad profesiona l; 9. ha decrecido la discusión
d1•1t•11oro general con la crisis, para proceder de la cooperación externa. En la interpretativa, aunque ésta tenga menos rigidt'c es que en el pasado.
'"·'~",¡" de los países latinoamericanos, entre el 50% y el 75% de los fondos Este cuadro sin tomatológico es contestado por otros autores que tienen más
h•\llll.tdos a la investigación social provienen del exterior (Calderón y Provoste, inclinación a observar l os aspectos positivos de la crisis. Principalmente, por todo
1{11!11) lo referente a la pérdida de rigidez: la mayor apertura teórica, la mayor amplitud
e H•rtamente, estas tran sformaciones hacen que el aumento de la actividad temática y la menor tendencia a transformur Id crf't~<. lón teórica en esquemas
1"' ,r. ... ,onal tenga lugar al mismo tiempo que se modifican las características de las ideológico-políticos. Y parece indudable que esta tl exibi lización ha tenido lugc~r.
ll'tH '''~ sociales latinoamericanas. La financiación externa busca una investigación La cuestión es saber si, lejos de negar la exhtenCIJ de la crisis, una enorme
111.\o. ,¡plfc¡:¡da a temas delimitados, así como el deteri oro de las universidades flexibilidad no es sino un elemento característico de las crisis de paradigmas. Más
ltt11 ultt~ la creación teórica. Dicho de otra forma, el aumento de la activ idad aún, conocer si tal crisi s supone o no una persprctiva de avance en el reconoci-
1'" '"""ona 1no parece significar obl igadamente una mayor capacidad de interpre- miento de la real idad social, o al menos en el valor de la ciencia social como
111 lo~ ri'.Jiidad social. Mucho menos una mayor probabilidad de crear interpreta- instrumento pa ra ello. Sobre todo ésto habrá que rpgrc.>scJr JI hablar de las perspec-
'""''~ que obtengan un consenso amplio de parte del universo de profesionales. tivas futuras de las ciencias sociales en el NortE> y t>n América Latina.
( 1}\ll que, desde luego, no sólo sucede en América Latina ni en el ámbito de las
• '''"' ,,,s sociales. Es conocido como, durante los ochenta, se ha producido en
lt ·""'~un fenómeno paradój ico: el entierro del arte a causa de su agotamiento C omparac ió n de la s crisis en el
t ,,.,,,,vo, al mismo tiempo que un notable incremento de actividades artísticas Norte y en América Latina
lttnd.lltwntalmente repetitivo q ue en Estados Unidos, algunos han dado en llamar
"~""·~< rmiento").
1\ll-' conjunto de cambios en ('1 cuadro teórico y el ejercicio d isciplinario,
De la lectura de las crisis de paradigmas (siempre relativos) en el Norte y en la
upoll!' una suma de con secuencia~, que, también en América Latina, puede ser
región latinoamericana, puede observarse un conjunto de elementos s imil <~res y
"'"rltd.J con mayor o menor graved.rcl. Por ejempl o, uno de los autores que más
ciertos aspectos diferenciadores; tanto respecto de las causas, como del procesa-
"·"' tr.tbajado esta problemática, t,unn tag, compone (1989, p. 132 a 134) el
m iento y las co nsecuencias (o síntomas) de las crisis.
IHtltt•nte cuadro: 1. la incertidumlnc• teórica empuja a muchos profesionales a
1 lwhr t· ~ te plano, para acudir al proyt•t to reducido, más allá de si este agrega o no Como se ha visto, ambas crisis de paradigmas se caracteri zan por responder a
1lr,11 .ti conocimiento previamente l')(tstente; 2. en este contexto, han pro liferado un conjunto de factores causales que se manifestaron en una coyuntura re lativa-
lo·. , ..,rudios históricos y no en rela< 11\11 con la sociología sino como alternativa; 3. mente corta de tiempo, si bien resulta posible distinguir varios momentos. En un
primer momento, se ponen en cuestión por razones internas y externas (cambios
1.1 tttlt•rdiscipli naridad ha perdido su lttractivo, regresándose a los lím ites de cada

f\() 61
111 11 ,111 11it 11 o~) lo'> f>.1r ,rdigmas precedentes (funcionalismo en el Norte y posi tivismo
sociología de ambos espacios. En los dos casos, para fragi 1izar la teorf,r < rftu ,, ••
1t ,11111 llr '>ld l'll A l ), pareciendo que van a ser sustituidos por la teoría crítica (de impedi r definitivamente la posibi lidad de que se produjera una sustituncín f>.H .rdrM
tn '''" 111.11 xr'>l t1) o por una fus ión de ambas. mát ica de larga duración.
~ .rq uí ,tparrcen ya las primeras diferencias. Por un lado, el peso de la ~risis Otra cuestión se refiere al emergí miento de IJ puesto en cuestión 1 oglltlrv.r rlt•
r 111 ,, .11 10 1c'1gr< ,1 es mayor en ese momento en el Norte y t~ene. como ~tect? parte del conocimiento artístico-cu ltural, bajo el nombre ampl io de postrnodt•llll\
(lr, 1Hrl 11 •111 do d IJ vez el funcionalismo y el marxismo) la no sustrtucron para~rgm~­ mo. Como se vio, existe al respecto una d iferencia: en el Norte, el postrnodt•tllhll lo
lil ,1 111 Am!•r icc1 Latina, ese factor es rnás suave y parece favorece r la operan mas viene a ampliar fe nómenos que la crisis epistemológica ya había inic iado dl'~d" 1'1
'"''''l'rt't,\l rvd de la dependencia. anterior cambio de década (sesenta a sete nta), mientras en América Latín,¡ l.r 1 t 1\ l\
f'or c>sta y otras razones, la diferencia en el plano teóri co también es notable: de la epistemología se percibe al princip io de manera leve (se dpreciar<' <'11Vtll•lt.t
r"
l.r II •IH crftica c1penas tuvo un re inado efímero en el Norte, siempre en com peten- en la cr isis de paradigmas) y sólo se absorbe con efectos desestructu ran tt"~ .r tro~vt\\
' 1, 1 1 011 r l enfoque interp retat ivo, mientras en Amér ica Latina consigu ió estructurar de su reformu lación en la propuesta postmoderna.
1111 .~ tt•'>l s, si bien de orden regional y tamb ién de corta duración, la dependencia, Por otra parte, el postmodernismo nace en el Norte más explíc itampnt<• 11 111111
fllll' .rdquirió co nsenso paradigmático visible. proyecto artístico, mientras que a América Latina llega afectando d lc1~ <tt• ttt t.r
l J11 seo undo momento de la crisis procede de una fusión más ampli a de causas: socia les casi al mismo tiempo que sus ámbitos propiamen te artísticos. En todo 1 .,~, 1
1 1.1 14110 brusco de la realidad social (crisis económica mundial; 2. la crisis en el tanto en el Norte como en AL, este fenómeno ha ten ido más efectos práct1t O'>< 1111111
, .unpo valórico (ideológico normativo); 3. el resurgimiento de la com.petenoa p lataforma para revalidar otros discursos que respecto a modificar en profu f1d tcl.tcl
1 111 ~ 11 oscitiva de la percepción artísti co-cultural. Esta fusión tiene lugar pnmero en el discurso sociológico; aunque en ambas latitudes haya favorecido la tdP.I dr• qw
PI Norte, y cuando se manifiesta en América Latina esta región va incorpora.ndo el estado natu ral de la realidad social es la desestructuración y que no es tW< ''~· '""
1.¡ 1•11 11 , 11 tos peculiares. El más significativo consiste en que el cambio de l.a. realidad ofrecer paradigmas o relatos dotados de totalidad y sen tido.
, 11 rdl Pn AL parte de.l ámbito político: la crisis que da lugar a la exte nsron de los
Tam bién en el plano del desarrollo institucional hay semejanzas y d tferc•JH 1.1 ~
" •gimenes mi 1itares. .. Tanto en el Norte como en A L la crisis del Estado se tradujo en una menor PXIJ-11'111 t 1
1~ev id e nte que la derrota histórica de las fuerzas sociales y polrtrcas favorables de investigac ión social pública, y, en térm inos general es, en un deterio10 P'"~u
.d 1 ,1mb io social, que se habían hecho visibles en torno a la fecha míti ca de 1968, puestario de las U niversidades. Sin embargo, el resu ltado no fue el mr~nw 1,1
ltrt• un proceso mundial que se ge neralizó en Occidente al comenza r los aflOs investi gación sociológica se refugió en el Norte en unas Univers idi!dt·~ 111.\
,H lwnta, pero que se inició en el Cono Sur de Améri ca Latin a. Este factor, que se
co nsistentes, mientras en América Latina la investigac ión se privatizaba y Jl·"·'"''
o1
11 , 11 1u¡o acá en un a exte nsa pérdida de las libertades, impulsó a l as ciencras socral es depender mucho más del fi nanciamiento extern o.
l.rttno.1mericanas a ca mbiar de preocupaciones, geográfica y progrestvamente, De acuerdo con todo lo anterior, es posi ble com parar el cuadro sin t om. tlolc~
, ¡, ..,tJt• mediados de l os años seten ta. La tesis de l a dependencia fue así enterrada gico de la cris is teórica en el Norte y en A L. Existen aspectos semejante~, t tuno l11
110 bajo ningún tipo de moda intelectual, sino bajo un doble proceso, que no fue tendenc ia a la disfunción entre teoría e investigación social, la d ismintH t<út dt• l11
( ol f hl/ de superdr: a. la urgencia de estud iar las dictaduras y b. el hecho de p~nsar discusión interna e interdisciplinar. etc. Pero quizás el aspecto más desl.u .rhlt • • rl
1. 1 11 upva rPéll idad social "desde la derrota" . Todo lo cual condujo al desplazamtento la diferencia en los planos epistemológico y de creación teórica.
1 ¡1• '"mirada sociológica desde el cambio social d la recuperación de la vida p(tblic<l Ya se ha comentado la relación más estrecha de la cri sis de la epr~tl'ntoluMiol
, 1.1 JutonomizJción estructural. . . .. genera l con la epistemología específica de las ciencias sociales en el Nnt 11 •. v u
Por otra porte, los célmbios valóricos que acompaiiJ n este gtro htstonco menor efecto al comienzo en América Latin a, donde regresa despuf>o, t<'l.u roll,rd¡¡
11 nmdiéll, crisis del marxismo y ofenstva del neoliberdli smo, aún cuando tt enen por un lado, con la propia crisis de parad igm as en el Norte, y, po1 ot 10, c 1111 '•'
lor mas y rttmos d istintos en el Norte y en AL, afectaron de forma srmrlélr a la reformu lac ión que hace de ella la propuesta postmoderna.

lt 2 (d
escenarios extremos, pero resu lta metodológicamente úti 1 mencionarlos para acotJr
111 r•l pl.u1o propiamente teórico se ha visto como, tanto en el Norte como en el campo.
lllt\llt ,, 1ofl111J, la cri sis ha producido una triple orientación: 1. dispersión teórica, La posibilidad de una crisis terminal puede pensarse desde varios supuestos:
~lr•¡.unwr1to de la teoría para refugiarse en el proyecto delimitado y 3. algunos a. como procedente del campo instituciona l, b. como producto propio e interno,
hu•r 111~ dP creación teórica destacables. Pero la composición de esos tres en tanto crisis teórica profunda e irrecuperable, y c. como producto del hundimien-
¡.,1111 • 11 to•. p<~rece bastante diferente en el Norte y en AL: mientras en los países to general de la idea de ciencia, tras la liquidación de la epistemología. Veamos
"''·'j¡", dt>~tclca la dispersión teórica, la explosión de una cant idad considerable ahora los dos extremos (a y e).
1• 1.,1 rw l.rs o miniescuelas, en AmériCa Latina el elemento que destaca es la En el campo institucional, es cierto que el crecimiento de las ciencias sociales
1111 lt 11 .u1ún al proyecto delim itado (que permite no plantearse problemas teóricos no es tan rotundo como en décadas anteriores y tamb ién es cierto que han perdido
., t1 .. ~.11roiiJr el eclecticismo). U na diferencia que se retroalimenta, como se vio, espacios respecto de otras formas de conoc imiento de la rea lidad soc ial (human ís-
nu•dl.llliP esa distinta evo lución institucional de las ciencias sociales en el Norte Y tico, artístico). Pero resulta un hecho que las ciencias socia les mantienen un
t 11 " " 11 'lita La ti na. desarrollo firme ante el siglo XXI, y que más bien aumenta la estructuración mundial
de sus relaciones. Se mundializan como la propia realidad social. Es deci r, nada
indica en el pleno institucional que pueda hablarse de crisis terminal.
Ahora interesa girar en sentido opuesto y pensar si esa crisis termina l (de las
ciencias socia les) podría proceder del hundim iento de la idea general de ciencia.
P rspectivas Una hipótesis que sí fue más planteada durante los ochenta. Es decir, de si el
conocimiento de l mundo pod ría hacerse no desde un pensamiento específicamen te
científico, sino desde un pensamiento que integrara la razón, los valores, el arte.
Esta podría ser una opción, y para ciertas posturas filosóficas, Feyerabend por
111', 1' 1 RSPECTIVAS MÁS EXTREMAS:
ejemplo, la más humana. Sin embargo, si regresamos al desarrollo concreto de las
¡ l!l',l'• llRMINAL Y AUSENCIA DE CRISIS ciencias físicas, todo indica que su forma científica de percepción seguirá, al menos
por un tiempo amp lio, permitiendo su avance (más allá de si lo hace con el síndrome
del aprendiz de brujo).
e .tbe retomar ahora la pregunta anterio r acerca de si es posible evaluar la crisis D icho en breve, ni desde el punto de vista institucional ni desde el pistemo ló-
rlr• p.11 udigmas en las ciencias sociales: ;se trata de una crisis de crecim iento, de gico (la val idez de lo c ientífico), parece posible que se esté ante una crisis termina l
de las ciencias sociales. Quizás también por ello no hay apenas autores que ser'lalen
1,
1111 l11o profundo y sustitutivo, o de carácter termina l ? Ciertamente, la respuesta a
r "'e uestión depende en buena medida del diagnóstico que se haga sobre la crisis esta perspectiva. Ciertamente, resta la vieja pregunta de si podría suceder una crisis
" " 1 11 rso, aunque también de las posibilidades de cambio. A continuac ión , se
profunda y progresiva por razones de su propia va lidez interna, precisamente por
rniiH'ntarán las perspectivas que aparecen con frecuencia en la reflexión existente tratarse de una tensión cien tífi ca por conocer una realidad como la social. O visto
de otra forma: de si el desarrollo -y mundial ización- de las ciencias sociales se ve
11 lf''flC'CtO.
I'.Jra aclarar el horizonte, comenzando por los escenarios extremos, pueden acompañado por una progresiva incapacidad para reconocer la real idad social. Pero
, , 11111 narsP
los referidos a l a posibilidad de una crisis terminal, así como a la idea esta refl exión ya estaría referida al ámbito de la construcCión teónca, algo q ue se
d" qu<' , en realidad, no existe crisis alguna en el desarrollo teórico de las ciencias hará más adelante, en relación con la evaluación de la crisis y su gradación, ta l y
'" ,,d!'s. Es necesano insistir: no hay muchos autores q ue defiendan alguno de estos como han sido hechas hasta la fecha.

65
,,,
l'w•d•• I'Xc1minarse ahora el otro escenario extremo: el referido a la inexistencia paradigmas son los postmodernos. Por ello resulta útil comenzar señalando que
lt , 11 ~ 1·· ti'OIIt J en las ciencias sociales. Se trata del escenario más optimista, por este escenario tiene diversos grados: 1. quienes sostienen que es irrelevante que el
"""'n ''" {•slt> el desarrollo de las ciencias sociales seguiría adelante sin mayores universo de cientistas lleguen a coi ncidencias sobre tal o cual teoría de primer
ftultl,•nJ ,t•, 1 lvsde esta visión, el hecho de que las ciencias sociales puedan aparecer orden, o, si se quiere, sobre un conjunto de teorías de ese nivel; 2. quienes llegan
""" '" ,··,mos de conocimiento con un centímetro de profundidad, no es más que a rechazar la construcción teórica de primer nivel, puesto que significa una mirada
1111H l"'ll'•fllo, puesto que las ciencias sociales van a resultar profundas en diferentes sobre la totalidad social , cuando el lo es imposible y/o indeseable.
1 111 o\l11 ol'• o t>n cualquier mornento. Este escenario supone la liberación epistemológica definitiva de las ciencias
~J,, illlporta tanto que todo vaya limpio y orde nado, porque que también hay sociales, lo cual, además, estaría en mayor consonancia con la multiplicidad de
'"'" '' 11ptn.1 que así esta yendo, sino que marche hacia adelante. En el fondo, la sentidos y tiempos en la realidad social. En este escenario no es necesario realizar
,, tltd.ul ~ocial se reconoce por la simple actividad de l os sociólogos o los ningún cambio importante para garantizar el desarrol lo de las c iencias sociales.
1111111lll~tJs. (¿Que otra cosa sería la sociología o l a economía?). Incluso puede Cierto, que al coste de no tensionarse demasiado por reconstruir la realidad social
111" "''•'' r¡ue la cosa va bien, precisamente porque no va ordenada. Esta es la como un todo, o en último extremo, sin que deba probarse si una teoría de primer
''" ,, 11111 d(' q uienes opinan que no hay crisis de paradigmas senci llamente porque nivel refleja b ien o no la realidad de la que habla.
11 l,¡o, e u•nc ias socia les nunca hubo tal cosa (paradigmas). En ese sentido se inclina, En el caso más agudo, éste es un escenario en el que las ciencias sociales se
1'"' c•¡t•tnplo, j effrey Alexander (1988 a), si bien no explica muy b ien en que dirigen hacia un limbo en el que: a. sólo pueden servir de recolectores empíricos
, on •,¡o,li<'llo que reconoce como predom inio del funcionalismo. para satisfacer las necesidades de otras disciplinas que si puedan permitirse un alto
In real idad, a este escenario se llega por vía de dos diagnósticos: el que nivel de abstracción, la fi losofía social, el ejemplo más claro, o b. en el que las
1 t. 1hl•·c ,, propiamente que no hay crisis alguna en las ciencias sociales, Y el q ue ciencias sociales se di luyen en un discurso fusionado (raciona l-valórico-artístico).
, 11 .d.a que, aunque haya habido algún tipo de cri sis, esta es fundamental mente de En breve, un escenario en el que las ciencias sociales viven eternamente pero sin
,,,, IIT1tl'nto. Esta es la posición frecuente entre los cientistas sociales de la Europa ambición alguna, y/o se les condena, aunque a largo plazo, a una muerte dulce en
1 '''""' .11 c•stilo de Touraine, por ejemplo, quien después de constatar la crisis (1985) un tronco cognitivo común .
1' 11 "' , . rPsta rl e relevan cia (1989). En América Latina esta opción se co nfunde en Como se apuntó, este escenario se ha pensado en el Norte entre los sectores
ltau'ilot medida con la del escenario siguiente (hubo crisis de paradigmas, pero el lo que se reclaman de la propuesta postmoderna o con una influencia importante de
1 pn~ 111vo) puesto que tampoco hay muchos autores que afirmen que no hubo
ésta. En América Latina, se llega a la alegría por la muerte de los paradigm as, no
siempre mediante la adscripción a la propuesta postmoderna sino por distintas
1 11 , ,., "" la construcc ión teórica de las ciencias sociales de la región.
vertientes: desde quienes simplemente quieren un ajuste de cuentas con l a anterior
etapa de las cienc ias sociales, hasta quienes sí abrazan abierta o veladamente la
1 11{ ol'l ( 1 IVA POSTMODERNA: propuesta metodológica de la visión postmoderna.
11111111 e RI SIS DE PARADIGMAS, Entre los primeros, la idea general consiste en que, por unas razones o por otras,
¡\1 1 11< 1 IJNA DAMENTE, PORQUE ES TO S
1\ '~ 11 '.ON NECESARIOS se h a roto por fin la rigidez paradigmática de l a anterior etapa de las ciencias
sociales. Así, la crisis de p aradigmas abre en América Latina "la posibilidad de un
aná lisis de los procesos socia les más comprometidos con la investigación empírica
y m enos subordinados a las doctrinas y los proyectos políticos" (Gi rola, Duhau y
Al d<•nominar esta perspectiva como postmoderna, no se está indicand o que
Azuela, 1987). Ciertamente, hay un fondo de verdad en cua nto a que la crisis de
ln\4 que· la asuman aceptan la propuesta postmoderna en su sentido ampl~ o, sino
paradigmas en América Latina puede permitir flexibilidades temáticas y epistemo-
'1'"' '""ulta efectivo que quienes defienden más enfáticamente la mnecestdad de
lógi cas en la región . La cuestión consiste en saber si: a. ello no se realiza olvidando

67
1rnplt•to 1111.1 tPorfJ de segundo rango (la dependencia) que expl icaba aspectos PERSPECTIVA EPISTEMOLÓGICA :
LA CRISIS SÓLO SE RESUELVE MEDIANTE
tldam••nt.tlf'~ clt• l.t realidad social; b. abandonando toda pretensión de constituir
UN CAMBIO EN LA FORMA SOCI OLÓGICA DE PENSAR
1111 fhll .uligm.ls, es decir, de saber si pueden establecerse coi ncidencias amplias
t rno ,,1dl.l~\llo ~IICO (regional, por lo menos) de la real idad socia l. En todo caso,
1w tolt'' 110 Jl.lrecen objetar que se construya teoría regional, sino más bien la
En este escenario, lo único que puede evitar el estancamiento sine die de la
llllcl,ul dt• qlll ' ~ urjan consensos.
lln.t ¡u .. tlltt dt ión de la imposibilidad de construcción teóri ca, así como de la crisis de paradigmas es una nueva forma de pensar c ientíficamente la realidad
1 ~&rlot por PI .lbundono de las rigideces, procedería no tanto de una opción soc ial. En este caso, la crisis no se considera saludable, porque no permite a las
di lplllhll. t 1Ht\O de una indicac ión dada por la propia rea lidad socia l (Lechner, cienc ias sociales explicar esa rea lidad soc ial, aunque estas puedan permanecer
1Vl'ftl 1l,tdo qut>, desde los años setenta, la realidad sufre, ante todo, un proceso institucionalmente eternas (subord inadas a otras disciplinas y sin vuelo teórico).
d rl11 ,..,trwlui,ICi ón y diferenciación, hay que "aceptar un cambio de perspectiva" Para lograr ese cambio epistemológico se plantea en el Norte un amplio
n ttl "'lllldo de abandonar la tendencia a la explicación unitaria de la socio logía abanico de opciones, desde las más cerradas (incluso autoritarias), hasta las mas
ft 11'•"·"1" Al indicar que la diferenci ación estructural se basa en l a presencia de abiertas y de raíz hermenéutica. Entre las primeras, cabe destacar la propuesta de
di , ,,., r.u ¡onalidades, de distintos tiempos, Lechner parece sugerir que es nece- Turner (1989). Este autor propone no tanto un a epistemología general, como afirmar
rlu .ah.tndonar explicaciones de la totalidad social, porque resultan esfuerzos sólidamente una epistemología particu lar o, si se quiere, una matriz disciplinaria
lnulllto' ''" t•l mejor de los casos. (Cierto, que cuando se habla de un cambio de asentada (de la teoría social). Por su parte, propone un programa positivista para la
r prt tlv.t, puede que se hable de sí mismo, porque ocho años antes este autor teorización sociológica general, tanto para construir macro como microm odelos.
ltllhtl.tb,l contrario a esa aceptación: "Pareciera ex isti r un déficit teórico; los Pero mien tras eso se discute y se construye, propone que no se permita practicar
tud"'" no logran sobrepasar la descripción hacia una contextua! ización del la teoría social a los legos, y que sean las Asociaciones de Sociología las que
1 ro "'" •,m 1.11 como totalidad. La investigación empírica no es acompañada de determinen que proyectos deben acometerse (T. 1989, p.90) .
t urll.tt u'u1 , no se logra establecer una mediación entre la forma concreta que En el sentido opuesto, las apreciaciones más abiertas sobre la necesidad de ese
cambio epistemológico, proceden en el Norte del enfoque interpretativo y espe-
IJif.t ''"''' l.t o,ocicdad y l a abstracción lógica que muestre la racionalidad subyacen-
cialmente de la revaloración de la etnometod ología de Garfinkel (1984), donde la
ti! lrdttll'l , 1980, p. 213) .
No ol>o,J,lnlE>, Lechner, al hablar de la necesidad de una teoría de la democracia, realidad social no sólo es objeto cognoscible, sino fuente epistemológica directa .
p•t .. lf' llt.IIHI'nerse expectante ante la posibilidad de que sí sea posible una mirada Asimismo, se inclinarían al cambio epistemológico, opciones integracionistas de
m4' Mlob.tl Otros autores van más allá y -abandonando esa prudencia- abrazan la las propias ciencias sociales, al esti lo de Wallerstein (1987, 1988).
tuput•'lt.t pmtmoderna sin dudarlo: hay que saludar la multiplic idad de racional i- En América Latina, también existen autores que, partiendo de la negatividad
de una no resolución de la crisis de paradigmas en la región, creen que la sal ida se
d dtt' y t'Vtl.ll PI clásico intento de reconocer sentidos.
Y pifo .,,, necesidad de proclamarse postmodernos. Pueden, de esta forma, encuentra en un profundo cambio epistemológi co. Hacia esta opción se inclina
lnl l.tr 1111 olll .lllo, is "asumiendo la independencia de los fragmentos, la ausencia de últimamente el propio Sonntag (1989). En un principio, se trataba de salir de la
nll\l.ul•·~. l.t (,t ltc.l de principio de totalidad y la caren cia de síntesis ordenadora" crisis logrando la arti culación del esfuerzo teórico con el trabajo empírico (Sonntag,
lrunm•r, 1'I'J 1. p .S). El problema consiste en que esos intentos, precedidos de tal 1988). Progresivamente, esta solución parece insuficiente y así, habría que pensar
ht ti•• h• ~ u,-lcon J< c.1bo1r en modern ísimas descnpc iones del sentido que dsume la de otra forma las ciencias sociales de la región, "i ncluso con su fundamentación
1Jlttlrd td '''tud1,1cla (y en que ello es regularmente ev1dente, Gomáriz, 1991 ). epistemológica" (S. 1989, p. 136). Se trataría de abrir la opción interpretativa hasta
Qull \ .. •·~ qut• ,,,,., oi'IOS de brillantes análisis sociológicos sea difícil adquir ir la donde diera lugar, entre otras razones, para forzar una epistemología propiamente
latinoamericana.
nuPV 1 nu•tndologfa. Tal vez sea necesario más entrenamiento .

69
l11c h.111tlo t ontra la universalización (modern a) de las ciencias soci ales del valores y las artes. Y desde esa relativización limitada, en la q ue el todo vale resul ta
tll ltl, «t"" h.tc e dependientes a l as cienc ias sociales de la región, Sonntag acude inútil, no se vislumbra prec isamente una liquidación de lo científico, o su diso lución
, , l lli'C , ,di' oiYllda epi stemológica hasta el propio Feyerabend, con lo que involun- en un sistema perceptivo fusionado. No, al menos en el t iempo que ahora es posible
ltllltlllll'llh ' (Jo no tanto ?) se aproxima al todo vale. (Que, como se sabe, es una vía im aginar.
II II CI nll ot t ll,clqui era para ll egar a la un iversalización del Norte, aunq ue esta vez En el caso de las ciencias soc iales, ese cretin ismo ha muerto con mayor rJz ón.
tr t.lvc\' de • 1.1Pxplosión de las parcialidades). Ya es di fíci l encontrar quien considere que éstas pertenecen al tronco de una cienc ia
( WIIIl, lo que busca Sonntag desesperadamente es una raíz que distinga única. Au nque existen ciertos autores que siguen creyendo en esa posibi lidad como
r l,it,trtlf'l1tc· 1 . 1~ < iencias sociales latinoamericanas de las c iencias sociales del Norte tensión (Turn er, Homans, M ünch, etc.), estas posiciones resultan hoy mi nori tari as
IV lntlttt •llo , ¡n raer en el provinciali smo). Y, natura lmente, la form a más sólida de en la teoría social del Norte. Como afirm a G iddens, "está claro que el rechazo
luw ,crlo ,•.., c onsolidar una ep istemo logía propia de las ciencias soci ales de la región. crít ico del pos itivismo lógico ha llegado a predom inar en la teoría social " (1987,
ll1 uolliPma consiste en saber si ésta no es una v ía in útil para resolver la crisis p.16).
rlti tHII .cd lglll,v; en Améri ca Latina.¿Y si no fuera posible construir una epistemología A hora bien, ¿eso significa q ue, para el conocimiento de la realidad social , haya
1""1'"'· c1111 una racionalidad netamente autónoma? De hecho, Sonntag acude para dejado de tener autonomía la perspect iva de las ciencias socia les? Como se vio,
ju•lll it "' l.1 l 'm presa a Feyerabend y a W allerstein, que no son precisamente autores eso no parece haber suced ido en los años ochenta, cuando el Tratado contra el
lllll' ¡B;c 1tlwn desde la rea lidad venezolana. método de Feyerabend tuvo su época. Es posible que se hable de "teoría social"
l .cl VI'/ ese sea un camino sin destin o. Tal vez las modificaci ones oportun as se con intención de reuni r la fi losofía, la historia, la sociología en un tronco común.
pwd cl/c '"' ,111tes en el Norte. Quizás la constru cc ión teóri ca sobre la rea lidad Pero esa aspiración no reso lvería de verdad el problema epistemológico: ¿existirían
l ttl illootiiii'JH ana introd uzca de pasada matizaciones epistem o lógicas. Pero intentar aún lenguajes autónomos de las ciencias, los valores y las artes, para reconocer la
lu 1 llfl ~lrllr C"I Ón de una epistemología propi a, quizás sea un esfuerzo tan t itán ico e realidad social? Es posible que hoy no pueda afi rmarse si alguno de estos lenguajes
lliulllr 111 110 tratar de sacar América Lat ina del m undo occidental. ti ene más validez que ot ro. Pero parece d ifícil que su autonomía desaparezca. Todo
111 Indo caso, para poder evaluar la idea de que es necesari o un cambio indica pues, que la cris is epistemo lógica tiene ciertos límites, y q ue no es sobrepa-
t'pl ~h·r r11 1l6gir o para sal ir de la cri sis de paradigmas, es conveniente aqui latar sándolos como se resolverá la crisis de parad igmas. A lo mejor el prob lema reside
1" '"''''" lo1 Jmpl itud de la prop ia cri sis ep istemo lógica. Porque lo que parece haber "simplemente " en la capacidad para interpretar la realidad socia l por parte de la
IIHII'I tcl c", un ,1opc ión filosófica que supuestamente permitía reconocer la estructura "comunidad" de cientistas soc iales.
lllt llll.l de• l.tlógica del pensamiento científico. Como ambi ción exacta l a epi stemo-
loMI•• p.lll'c e• haber ienecido. Res ulta inútil partir de una estructura suma del
PERSPECTI V A KUH N IAN A : HAY U N PR O C ESO
Jttil1'4tllllll 'nlo científi co para di rim ir sobre la validez de las teorías, aisladas o puestas D E FERM ENTAC IÓ N T EÓ RI CA Q U E ESTA B LECER Í A
""'' "' l11•11lt' ,, ot1o:lS. Pero, si de forma rel at iva la percepción científica se mant iene, NUEVOS PARAD I GMA S
lot lolll loll 1c"111 ciP mat rices epistemológicas tendrá lugar de forma natural. La pregunta
1 ' '' '"' ' o no sentido el tratar de reconocerlas. Pero si lo tiene, entonces la
' "'" 'IIHiinf\lol ~(' 1 ía algo así como la utopía: inalcanzable pero, como tensión,
En el caso de que, efectivamente, (una vez sucedida la crisis epistcmo lc'Jgica)
l ~ h · llli' la resolución de la crisis de parad igmas proceda más bien de: 1. la cap ..K id,lcl de
1 '''' 1.1 d i~t '" 'ún sobre l a epistemo logía parece haberse 1iquidado el cret in ismo
construcción teóri ca y 2. la posibilidad de que muchos profes ionales coinc icl.u1 en
lflntillc 1•.1.1 ( 1.•~ tl'cHfcls científicas llevan incorporadas muchos valores y sensibi li-
q ue tal teoría interpreta mejor que otras la real idad actual; en ese r aso, Pntontes,
d,,d,,, h11111oll1•1'>), twro no la necesidad de una cierta autonom ía de la forma de se estaría ante un escenar io que puede cal ificarse por aprox imac ió n de k uhntdno.
t 11111 11 111111 '1110 e 1entffico de la realidad, co mo tend rían su autonomía relati va los

n 71
Un''" PI1.11IO no por optimista menos posible que otros. Solo haría falta evaluar la cuestión sería saber si en América Latina también podrían visua lizarse
1 h11y "'"'"' mdirio de esta naturaleza. O planteado de otra forma, ¿existiría un indicaciones en este sentido. Ciertamente, una referencia podría ser el hecho mismo
11!111 de• ll'rmcntación teórica mínimamente convergente? de la preocupación creciente entre los dentistas socia les latinoamericanos por
A fllllne•lol v1~1.1, la respuesta no podría ser sino negativa. analiz ar la crisis de paradigmas. Diversos encuentros (con frecuencia a través de la
~"' c•1nlwgo, en la introducción conjunta que hacen Giddens y Turner a la Comisión de Epistemología de CLACSO) se han realizado en los últimos años, as í
'fflpil,,c 1e 111 /,1 l<'Oría socia l, hoy se aii rma: "la aparente explosión de versiones como se ha producido una abundante obra sobre el tema. Pero es sabido que
l\lttlt'~ de• 1.1 tl'orfa social ocu lta una mayor coherencia e integración entre esos preocupación no significa solución, aunque sea su primer paso.
Ulllfl~ de• v'' '·' divergentes de lo que puede parecer a primera vista". (G y T., 1987, Sin embargo, existe otra indicación al respecto. Importantes organizaciones
1JI Cil'rt.lllwnte, no se trata de que estos autores crean que la explosión teórica que se dedican a las ciencias socia les en la región, están evaluando en los últimos
luluc• .tp.tll•nte. Por el contrario, ambos piensan que la explosión tuvo lugar, pero años la necesidad de tener una perspectiva más regional. Principalmente, la
¡ur, pt• .. tc'IIOrmente, por debajo de ese gran oleaje, se estarían formando progresi- Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), después de dos décadas
lflt'lllf• 1 111 rl!'ntes amplias y profundas. Y ofrecen las siguien tes indicaciones al de que las sedes de su red se "nacionalizaran", parece estar preparándose para un
flt'C"hl trabajo regional en el decenio de los años noventa. ¿Sería posible que estas
organizaciones adquirieran una perspectiva de actuación más regional y no gene-
1111 r''H''"' ttl mc!Odológica: "En primer lugar, puede haber un mayor sol apamien-
raran ninguna construcción teórica de la región? Todo es posible en los tiempos
t!llhc• 11ll'•toclo~ diferentes de lo que se suele pensar". Y ofrecen como ejemplo el
que corren. Pero parece sensato pensar que, si fuera posible construir de nuevo
11 d•· 1.1 Ptnometod ología y como sus métodos que fueron considerados al
teorías de rango regiona l, y así, articular investigación concreta y capacidad teórica,
rlllllplo cclfno c~lgo ajeno, hoy se integran como parte del conocimiento de lo
la institución que lo hiciera (Universidad, Red, etc) se establecería como la de
obligada referencia cara al año dos mil.
1/l~!'tHt'llrl.l temática: "En segundo lugar, se han destacado a lo largo de las
ullillhl., do o, d(•cadas ciertas 1íneas de desarrollo comunes compartidas por un
¡DISTI NTAS PERSPECTIVA S PARA LAS
mpl1v eo11¡unto de enfoques teóricos". E ilustran esta tesi s a través del interés
CIENC IAS SOC IALES DEL NORTE Y DE
luthu 1do po1 rPconceptualizar la naturaleza de la acción, así como la tendencia AMÉRICA LATI NA?
un punto dt• Pquilibrio entre "teoría del sujeto" y el análisis más "institucional".

wn//n r ognoscitivo: "En tercer 1ugar, sería difícil negar que ha ex istido algún
111111 dt• tHog¡ Po,o en la resolución de cuestiones que previamente parecían inabor- Desde la orientación comparada de este estudio, cabe abrir la pregunta de si
d~tiJit•' n IHl w Jnalizaban de forma directa". Y ponen como ejemplo el que se pueden plan tearse escenarios muy diversos entre las ciencias sociales del Norte y
1.111.1 '"lu '' .uHio la vieja división entre el Erklaren (ex pi icación por leyes causales) las de América Latina, al menos a corto y mediano plazo. D icho mas precisamente:
\'r>r\lc•/~e •fl (e ornprensión del significado), precisamente a través de desarroll os ¿Podría tener lugar una construcción teórica convergente en el Norte, que fuera
111\'t'l 1(1'1111 '" 1•11 d rvf'rsas corrientes teóricas. resolviendo en los hechos la crisis de paradigmas, sin que una situación semejante
lndu .u lnnt''> lle esta natura leza pueden parece acen tuadamen te optimistas. De sucediera en América Latina? ¿O al contrario, podría desarrollarse una interpreta-
ht•t hn. d11., .11\c" m.1s l <~rde, Turner segu iJ insistiendo en el m<~nten i miento dP una ción teórica de carácter regional en AL, mientras todavía en el Norte cont inuara la
dispersión cognitiva?
futtrlr "''l'e'''"m tcónca. Sin embargo, la posibilidad de que este dándose un
r~u "" le•lltH' Ili .JCIÓn teórica que presen te segmentos convergen tes fue puesta
Para tratar de dar un respuesta adecuada, primero es necesari o resolver un
problema teórico que ha estado latente en todo el análisis prev io. Como se vio en
tbtt' l.llltt''•'· por Jutores importantes, y difícilmente podría descartarse.

73
Ciertamente, estas cuestiones plantean en el fondo la relación de iaLtore!>
'"''""'" tc'm del desarrollo de las ciencias sociales en ambas latitudes, existe
tre l'lloi\ 1111.1 relación epistemológica y teórica innegable, aunque dicha relación internos y externos de las ciencias sociales en ambas latitudes. Para ser sintétiCOs
'11 Vf!rd.tdt•r,, fuerza de Norte a Sur y no tanto al contrario. Ahora bien, la cuestión éstas podrían condensarse en los dos núcleos siguientes: 1. saber si es posible un
'"•1•1,. 1'11 ,,,lwr hasta que punto es autónoma la construcci ón teórica en América
gr.1n cJmbio de IJ reJiidad en el Norte sin que cJmbie IJ reJiid.ld l.1tino •.11nericJnJ;
2. responder en este p lano la v ieja pregunta de q ué autonomía tiene el proceso de
L•Una~, ~n '''PPC"iJI al examinar los procesos de crisis.
r, dt't 11 , h.:~bría que saber cual es la relación directa que pueda haber entre conocimiento respecto del objeto cognoscible, la real idad social en este caso.
La respuesta a la primera c uestión no puede ser sino negativa, más allá de la
nthllli 111~1., dP pJradigmas, o, dicho de otra forma, hasta qué punto son autónomas
opinión que se tenga de la tesis de la dependencia. Es decir, si América Latina· ha
,un(lUtl ~t· tniPrrelacionen. Como se apuntó, existen al respecto dos posiciones
tenido un desarrollo en estrecha re lación con la economía mundial, un gran cambio
d"df! ''" e u.1les enfrentar el asunto. Una que enfatiza el peso de la crisis de
lltiiCIIJ(rn,,, dt>l Norte sobre la crisis en América Latina. En breve, la crisis de los en ésta parece condenado a afectar profundamente la real idad de la región. Y
difíci !mente podría saberse si ese efecto habría sido menor en caso de que hubiera
r•n(ltt' p.u,tdigmas sólo puede suceder donde estos existen, es decir en los países
tenido lugar en AL un gran cambio sociopolítico. Por decirlo desde la perspectiva
"''!11••' In América Latina no habría crisis de parad igmas, sino más bien crisis o
1mhío~o clt• tem áticas (b ien porque el viejo paradigma de la dependencia no ha actual-tendencia a la form ación de grandes conjuntos económicos- América Latina
no ha sido ni parece fácil q ue sea un conj unto autónomo del escenario mundial.
mu81tln " lllt~n porque éste nunca fue un verdadero paradigma). Esta posición no
Esto reso lvería una pa rte del problema anterior: si el cambio de la real idad
lilupt.t ltn tcamente de los entregados a la socio logía del Norte, sino también se
latinoamericana fue un fenómeno "externo" que actuó sobre el consenso paradig-
",.n illl'"t•• entre quienes defienden la identidad latinoamericana, como es el caso
mático de las ciencias sociales de la región, y dicho cambio suced ió como producto
, (Jtllt·"lo ( 1988), para el cual, lo que tiene lugar en el Norte es una "crisis de
de la crisis en los centros del sistema mundial, parece que el consenso teórico en
111rlt11Krn·'"" y, en camb io, lo que se manifiesta en América Latina es una "crisis de
AL sí guardaría relación en última instanci a con los cambios en la realidad en el
llft!blt•l!t.tll( J" (Quijano, 1988, p.3).
Norte. Aunque ello sea a través de la mediación del reconocim iento de la prop ia
1.1 ni•·• visión procede de quienes piensan que sí existe una cris is propia de
realid ad latinoamericana.
fhtl•tdtl{llt.t~ (relativos) en el interior de las ciencias sociales latinoameri ca nas,
Sin embargo, esto resolvería solamente el nexo indi recto que ex istiría entre la
ttlllllflll' , t tPrtamente, ésta esté conectada y, en general, alimentada por la que se
crisi s de paradigmas en el Norte y la de AL: la crisis societal. Este nexo seríd mc1s
d• Pfl t•l Norte. Naturalmente, el punto de partida de esta visión es la consideración
estrecho conforme hubiera menos autonom ía de la teoría socio lógica respecto de
dtt qtu• r•n Am érica Latina sí puede hablarse de teorías de orden regional, que
la real idad social. Porque en caso con trario (mucha autonomía de la teorfa !"n el
uhtuvtPton -como se ha visto- el consenso relativo de una gran proporc ión de
Norte y mucha también en AL respecto de sus realidades respectivas), la influ Pncia
lt•11ll'tt.t., o,()( iJies de la región . Esta visión abarca autores que tienen diversa
directa sería más débil, y si la hubiere, procedería más bien de la re lación de fartorr~
vt11t1.11 tc')t1 dP IJ crisis, desde Sonntag a Girola, pasando por Coraggio o Vergara.
internos, epistemológicos y teóricos prop iamente tales.
In v,t•twrJI, la percepción que se tiene, desde esta segunda visión , de la rel ación
Ahora bien, el análisis comparado de las cris is hace pensar que siempre> hJbrfa
•11111' .uniJ.t' crisis es la sigu iente: dado el rango de la construcción teóri ca, la cri sis
que hablar de autonomía re lat iva: si se produce una crisis de la realidad '>Onal
Jt~tJtlloHIIgn1J., en el Norte sí tiene capacidad para afectar al consenso paradigmático
surgirá la tendencia a un camb io en la teoría social. Ahora bien, la dim<'nstón del
11 An H;,,, ,, 1c~tincJ , algo que es prácticamente imposible a la inversa. La pregunta
im pacto guardaría relación con dos factores: a. la propia magnitud del <.unbto en
h,,.,,,, qut • límtte: ¡una crisis de paradigmas en el Norte podría llegar a provocar
la rea lidad social, y b. el estado intern o de la teoría que se trate. Véon!>P .1mbo~.
lollltpltll . 1 dt•l t umemo en AméricJ Lal mJ< Dicho de otrd iorm.l: ¡IJ Jutonomíd del
Parece evidente q ue cuando la crisis societal sobrepasa ciertos límitP~ (y rompe
l!ll" 'mo p.tr,1digmático en AL podría ser tan fuerte como para controlar el
la conv ivencia nac ional, destruyendo Estados de Derecho, etc .) el PfC'cto ~obr<' los
lnclud.thiP pfecto que tendría sobre éste una cri sis de paradigmas en el Norte?
c iencias sociales es amplio: retematizando las preocupaciones disciplincJrios, d0s-

75

"
lrll\'l'lldo estructuras institucionales, etc. Este sobrepasamiento de los límites sí ha convergencia teórica en el Norte ayudaría a q ue ésto se produjera en A mé rica
"P"' o~do desafortunada mente en América Latina (sobre unas ciencias sociales Latina, mientras que una coincidencia teórica en esta reg ión in flu iría mucho menos
11.uli< 1onalmente inclinadas a la proposición e intervención pol íticas). en el Norte. Ahora bien, todo lo visto hasta ahora, incluida la reflex ión precedente,
1 n ('1 caso en que la crisis societal no llegue a coyuntu ras tan dramáticas, el inclina a pensar que se trata dos procesos re lativamente autónomos, por lo menos
eh.•< 10 sobre la teoría social va a tener lugar, pero podrá ser más controlado. De en un mediano plazo. No está cerrada la posibilidad de que resurja la construcción
•·~1.1 forma, ese cambio en las ciencias sociales podría suceder: a. dentro de los teórica regional en América Latina, sin que ello haya de pasar por un correlato
p. u .tcligmas existentes, provocando sólo, a corto plazo, una nueva lectura de la preciso en la evolución de la crisis de paradigmas en el Norte.
1r•,d1d.ld social, b. med iante una sustitución rápida de unos parad igmas por otros, En todo caso, el que algo así tenga lugar en la región (creación teórica
' pll>duc iendo una crisis prolongada de paradigmas. convergente) depende fundamentalmente de lo que hagan los cientistas sociales
PJrece ajustado pensar que el hecho de que en el Norte se esté asistiendo a que trabajan en América Latina. E incluso en el caso de que se piense que los
··~lo último, procedería de que también hay fuertes factores "internos" que están paradigmas (que no serían sino el resultado de esa convergencia) ya no son
IIJH'Idndo en esta crisis. Todo indica que una fuerte crisis epistemológica y teórica necesarios, habría que estár de acuerdo en que: a. sin ese esfuerzo teórico resulta
11.111 acompañado las torsiones que sobre la teoría social ejercía el cambio societal. muy difícil pensar reg iona lmente, y b. que la competencia profesional, también en
Desde este contexto, la respuesta a la pregunta sobre si la crisis de paradigmas términos de mercado, sabría reconocer el prestigio de lograrlo.
r•n AL ha sido un reflejo de la cri sis en el Norte, tiene una respuesta aproximativa:
r•l l'fecto de la crisis societal ha sido tan fuerte en AL, que, junto a los problemas
dr• parcial idad en las teorías previas, crisis valóricas regionales, etc., habrían sido
~11f1rientes como para provocar una cris is propia en las ciencias sociales latin oame-
IH ,1nas, aunque no hubiera habido un a crisis de paradigmas tan profunda en el BIBliOGRAFÍA
tJnrte. Desde luego, el hecho de que ésta también estuviera presente desde el
'om1enzo ha tenido un efecto multiplicador.
Cierto, desde el punto de vista lógico aún no se habría agotado el planteamien-
to. Porque cabría preguntarse: y en caso de que no se hubieran dado esos factores
Adorno, Theodor y otros La disputa del positivismo en la Sociología Alemana, Ed.
II'J.:I Onales internos, ¿la sola crisis de paradigmas en el Norte, de efectos indudables,
Grijalbo. 1973.
h.tbría llegado a provocar una cris is homóloga en América Latina? Naturalmente,
""o dependería en buena medida de la profundidad de la crisis en el Norte y de su Anderson, Perry. Consideraciones sobre el marxismo occidental, Ed. Siglo XXI.
dw ación. Pero parece razonable pensar que, al menos, habría tenido luga r un Madrid. 1979.
p1 ores o de resistencia teórica en AL, que habría desplazado la crisis hacia adelan te,
_Tras las huellas del materialismo histórico, Ed. Siglo XXI. Madrid. 1986.
p1ovocando un Jparecimiento tendencialmente asincrónico (como sucedió en
1"•110dos históricos anteriores). El hecho de que, por razones internas y externas Arico, José. La cola del diablo: itinerario de Cramci en América Latina, Ed. N ueva
II'J\IOnales, la crisis teórica de las ciencias sociales haya tenido 1ugar desde los al"ios Sociedad, Caracas. 1988.
"•1<'11ta, precisamente indica que en esta oportunidad esa cri sis en América Latina
Alexander, Jeffrey. Theoretical Logic in Sociology, 4 volúmenes. University of
1111 ha s1do un mero reilejo de la producidJ en el Norte.
Ca liforn ia Press. Berkeley. 1982-1984.
Ahora bien, visto este asunto en la perspectiva futura, cabría recordar las
p1Pgunlas iniciales sobre si la crisis en el Norte podría cerrarse sin que se cerrara _ "Ensayo de revisión: la nueva teoría crítica de Habermas. Su promesa y
•·n Amé ri ca Latina, y viceversa. Como se apuntó, todo indica que un proceso de prob lemas", en Sociológica, N.7-8. México. 1988.

/ (¡
77
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