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CURSO DE TEOLOGIA

PREGUNTAS DE ESTUDIO SOBRE LA DOCTRINA DE DIOS


1. Definir revelación.
Revelación significa simplemente «descubrimiento de la verdad». Se origina en el
amor divino y la gracia de Dios en favor de Sus criaturas. Revelación se puede
definir como la demostración y el compartimiento por parte de Dios de Su persona,
voluntad y actividad redentora. Generalmente se habla de ella de dos maneras
específicas: revelación natural o general y revelación sobrenatural o especial.
2. ¿A quién está dirigida la revelación general?
Revelación general es exactamente eso: general. Tiene la mira en todos los
hombres. Hombres de toda época y cultura son los beneficiados por ella. «No hay
lenguaje ni palabra» en que no esté disponible esta revelación, ya que «hasta el
extremo del mundo [van] sus palabras». Se le da al hombre por el simple hecho de
que es una criatura de Dios en medio de la creación de Dios. El hombre no puede
escapar a esta revelación de Dios y continuar existiendo como tal.

3. ¿Qué se puede conocer acerca de Dios por medio de la revelación general?


La revelación general declara la realidad del Dios Creador. El Salmo 19 lo expresa
claramente cuando dice que «los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento
[cielo] anuncia la obra de sus manos». Romanos 1 habla de la creación como
revelando Su «eterno poder y deidad». En forma similar, el Salmo 8 habla del
nombre excelente de Dios y Su gloria puesta sobre los cielos, que son la obra de
Sus dedos.

4. Discurrir sobre el resultado y las limitaciones de la revelación general.


El resultado de la revelación general. La revelación general deja al hombre «sin
excusa» delante de Dios. El hombre no puede reclamar que no tiene conciencia de
la existencia y realidad de Dios. Dios está presente tanto fuera como dentro del
hombre. El hombre no puede es capar al conocimiento de la realidad de Dios, a
menos que en forma consciente y/o inconsciente suprima o evite la propia
revelación de Dios mismo en la creación. El hombre tampoco puede reclamar
ignorancia de las normas de Dios para un comportamiento justo. En alguna medida
ellas están dentro del hombre por el hecho de que él es la imagen misma de Dios
(Ro. 2:14, 15; 3:9-12).
En Romanos 1:18 el hombre es primeramente impío (esto es, suprime la revelación
natural de Dios) y luego se torna injusto (esto es, vive como desea vivir en lugar de
la forma en que Dios tiene la intención de que lo haga).
Los hombres cambiaron la verdad de la revelación general por la mentira de su
propia divinidad (Ro. 1:25). En lugar de ser sabios a través de la verdad de Dios, se
hicieron necios en su propio pecado e ignorancia autoimpuesta (Ro.21-23). De este
modo, desde el momento en que «no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los
entregó a una mente reprobada» (Ro. 1:28). En resumen, Dios le permite al
hombre seguir su propio camino pecaminoso e impío. La revelación general
pronuncia y hace manifiestas las razones del juicio final del hombre por parte del
Creador (Ro. 1:32).
Limitaciones de la revelación general
Inherentemente limitada. La revelación general está limitada por su misma
naturaleza. Revela solamente la realidad y majestad del Creador. No revela, porque
no puede, que Dios es una trinidad. Aun cuando la revelación natural era adecuada
para Adán ante la realidad de que ni él ni su naturaleza estaban distorsionados o
eran anormales antes de la Caída, encontramos que era incompleta en el hecho de
que Dios «hablaba» con Adán antes de la Caída (Gn. 1:28-30; 2:16, 17; 3:8). La
revelación general no puede expresar la personalidad y amor de Dios los cuales
solamente peden ser expresados a través de la revelación especial o inmediata.
Inconscientemente distorsionada. La revelación general también está limitada
debido al pecado del hombre. Por causa de la predisposición del hombre en contra
de Dios, aquel lee incorrectamente la revelación general. La revelación de Dios a
través de la naturaleza y en el hombre ya no es más adecuada para éste en una
condición caída y anormal, ya que se la distorsiona inconscientemente por parte
del hombre mismo. El hombre no puede llegar al Dios verdadero por medio de la
revelación natural; no porque haya algo malo en la revelación de Dios, sino porque
hay algo malo con respecto a las inclinaciones morales normales del hombre y sus
poderes de razonamiento. Se necesita luz adicional. Como escribe Calvino: «Es
necesario apelar a las Escrituras para comprender las señales infalibles que
distinguen a Dios como el Creador del mundo, aparte de toda la multitud de dioses
ficticios» (Institución de la religión cristiana, 1:6:1, p. 27). La revelación general no
es suficiente para la nueva condición del hombre, separada y alienada de Dios, y se
demanda, por lo tanto, una revelación reparadora. La revelación especial se
convierte en una necesidad.
5. ¿Por qué es necesaria la revelación especial?
La necesidad de la revelación especial. Además de la influencia deformante del
pecado sobre la receptividad del hombre ante la revelación natural, hay otra razón
que hace necesaria la revelación especial: el carácter propio del mismo Dios. Dios
es trascendente. Por medio de esto se puede decir que Dios está más allá de la
comprensión humana y no puede ser alcanzado a través de los senderos comunes
del conocimiento humano. Job 36:26 dice: «He aquí, Dios es grande, y nosotros no
le conocemos, ni se puede seguir la huella de sus años.» (Ver también 1 Timoteo
6:15, 16.) De esta manera el carácter incomprensible de Dios se une a la realidad
de la pecaminosidad humana para hacer absolutamente necesario que, si Dios va a
ser conocido, ello debe ser por su propia iniciativa. La revelación especial no es un
accidente, desde el momento en que Dios quiere dar a conocer tanto Su persona
como Su voluntad a través de los eventos históricos que proveen lo necesario para
la redención del hombre.

6. Distinguir entre revelación general y especial.


La revelación especial es primariamente para el hombre caído, y es terapéutica o
reparadora. Así como la revelación general le fue dada al hombre como hombre, la
revelación especial se le da al hombre como pecador. La revelación especial no
desaloja a la revelación dada al hombre como hombre, sino que la suplementa a la
luz de la nueva condición del hombre y de la comunión interrumpida entre Dios y
aquél.
Es la historia de la posible salvación del hombre y, por lo tanto, el registro escrito
como así también el acontecimiento de la actividad redentora de Dios a favor de Su
creación caída.

7. Explicar la manera en que la revelación especial es tanto acción como


interpretación.
La revelación como palabra divina. La revelación como acontecimiento tiene
necesidad de la revelación en forma de palabra. Los acontecimientos históricos
están abiertos a diversas interpretaciones, como lo sabe cualquier estudiante de
historia. Por lo tanto, Dios provee Su revelación en la historia junto con una
palabra interpretativa. El suceso y la palabra deben ser casi una unidad, o de lo
contrario el hecho en sí será mal interpretado, o lo que es peor aún, sin sentido.
Por lo tanto, la inspiración es inseparable e indispensable, mientras que
acontecimiento y palabra unidos son la revelación. En consecuencia, las Escrituras
son la Palabra de Dios misma, constituyendo la interpretación infalible de la
actividad redentora de Dios.

8. Discurrir acerca de Jesucristo como la culminación de la revelación.


Cristo es el hecho supremo de la revelación, como también la expresión hablada de
la Palabra de Dios en forma definitiva desde el momento en que Él declaró que Sus
enseñanzas eran «tu Palabra» (Jn. 1:1-3, 10-12; 17:14). Su Palabra y Su obra son
una unidad, y no necesitamos ni podemos escoger entre ellas (Jn. 10:37, 38). Él es
la expresión final y suprema de la revelación como suceso histórico cuando Dios
mismo se hace carne y entra en la corriente de la historia tal como se expresa en el
lenguaje y cultura de la Palestina del siglo 1. Él es el centro de la historia y de la
revelación, así como el tema de la preinterpretación (Antiguo Testamento) y de la
postinterpretación (Nuevo Testamento). (Nótense Lc. 24:25-27, 44, 45; y Jn. 20:30,
31.)
Así la Escritura es la historia, interpretación y registro infalible de la revelación de
Dios, que culmina en su propia presencia entre los hombres. Las Escrituras, en
especial el Nuevo Testamento, son la perpetuación, dentro de la Iglesia, de la
comprensión y la experiencia apostólica de la Encarnación. El Cristo único es el que
se nos revela en la Escritura. Este testimonio escrito de la vida de Cristo es la
prolongación de Su Palabra hablada. Uno no puede aceptar la autoridad de Cristo
ni entender Su mensaje sin entender y aceptar la autoridad del Nuevo Testamento.
Otras doctrinas concernientes a las Escrituras, tales como la canonicidad e
inspiración, son, por tanto, tan importantes como la revelación, desde el momento
en que la Escritura en sí misma es revelación. Vamos primero a la comprensión de
la Escritura.

9. Definir «iluminación» y tratar sobre el entendimiento que posee el creyente de


las Escrituras.
Cristo les prometió a Sus discípulos «el Espíritu de verdad» después de Su
ascensión (Jn. 14:16, 17). Desde Pentecostés, todos los creyentes han
experimentado la morada del Espíritu Santo de Dios, y han sido ungidos por Él (Ro.
8:9; 1 Jn. 2:27). Por el hecho de que el Espíritu Santo es el autor final de la Escritura
a través del medio de la inspiración (2.2 P. 1:20, 21), es también su intérprete final
(1.2 Co. 2:9-14). A este don de comprender la Escritura se lo llama comúnmente
«iluminación». Se lo define simplemente como el ministerio del Espíritu Santo en el
creyente, a través del cual el escritor divino, por medio de la inspiración, se
convierte en el intérprete divino, de manera que el creyente pueda entender el
mensaje esencial de la revelación, haciendo posible el verdadero sacerdocio de
todos los creyentes.

10.Definir canonicidad y dar la derivación de la palabra «canon».


Por canonicidad de las Escrituras se quiere decir que, de acuerdo a ciertos patrones
establecidos, los libros incluidos en ella son considerados como partes de una
revelación divina y completa, la cual, por lo tanto, es autoritaria y obligatoria con
relación a la fe y la práctica.
La palabra «canon» es de origen cristiano, de la palabra griega kanon, la cual a su
vez fue tomada probablemente de la palabra hebrea kaneh, que significa una caña
o vara para medir; en consecuencia, una norma o regla. Más tarde llegó a tener el
significado de una regla de fe, y finalmente, una lista o catálogo (cp. Gá. 6: 16).

11.Exponer las tres pruebas de que la canonización no se apoya en la gente.


Bosquejar las pruebas en cuanto a la canonicidad de la Ley; de los Profetas. Dar
prueba suplementaria a partir del Nuevo Testamento.
El hecho de que la decisión del pueblo no fue la causa de la canonicidad se
demuestra por medio de tres consideraciones.
En aquellos tiempos no se pensaba que la autoridad provenía de parte de la gente,
sino de Dios. Esta teoría crítica introduciría por la fuerza el principio de la
civilización moderna en la antigüedad. Los libros tenían que haber poseído
autoridad canónica antes de que fueran reconocidos por Israel, o Israel no los
hubiese reconocido. Eran canónicos porque fueron inspirados divinamente, y
poseyeron autoridad divina desde su primera promulgación...
Los dos relatos de la llamada canonización en realidad no son tales. La llamada
canonización del libro de Deuteronomio en la época de Josías no es en sí
canonización. El libro fue reconocido por parte de todos los que lo leyeron como
teniendo ya autoridad. Hilcías le dijo a Safán: «He hallado el libro de la ley en la
casa de Jehová» (2 R. 22:8). Safán leyó el libro delante del rey Josías.
Inmediatamente el rey rasgó sus vestidos y mandó que se le preguntara a Jehová
en relación con las palabras del libro que decían: «Grande es la ira de Jehová que
se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las
palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito» [v. 13].
Josías reunió al pueblo y les leyó el libro (2 R. 23:1,2)...
Del mismo modo, el registro de Nehemías 8 no es el de la canonización de un libro.
Evidentemente, Esdras consideró al libro como ya canónico o de lo contrario no se
hubiese esmerado tanto para leerlo a la solemne congregación del pueblo. El
pueblo tenía la misma idea de ello, ya que le pidieron a Esdras que lo leyera (Neh.
8:1-3), y cuando él lo abrió, todo el pueblo estuvo atento [v. 5] como una evidencia
de su autoridad. La aceptación por parte de ellos no fue sino el reconocimiento de
la autoridad que existía previamente. La lectura fue para la instrucción del pueblo…
No hay ningún registro en el Antiguo Testamento de la aceptación formal por parte
de la gente de ninguno de los libros de las divisiones segunda y tercera del canon.
Aun así, estos libros evidentemente eran considerados canónicos. Si se
canonizaban los libros por la aceptación de parte del pueblo o por la sanción oficial
dada por los escribas, el registro de este acto sería una parte importante de cada
libro, o por lo menos de cada división del canon. Aun así, no existe tal registro. Es
obvia la explicación de que los libros fueron reconocidos como anónicos desde el
principio (Raven, Old Testament Introduction, pp. 25-26).

La Ley
A. Aceptacion demostrada por el lugar asignado en el templo.
- Tablas de la Ley preservadas en el arca del pacto
- Libros de la Ley guardado por los levitas al lado del arca
- Escrituras encontradas en el templo en días de Josías
B. Aceptacion demostrada por el reconocimiento de su autoridad
- Ley para leer en presencia del pueblo cada siete años
- El pueblo era instado a obedecerla
- El rey tenía que tener una copia por medio de la cual regulara sus desiciones
- Josue era obligado a leerla
- Base del juicio de Dios a los reyes
- El cautiverio de Israel y Judá fue causado por la desobediencia a ella
- Reconocida por los cautivos que regresaron

Los profetas
A. Aceptacion demostrada al ser colocados en igualdad con la ley
B. Aceptacion demostrada por la referencia de Daniel a las declaraciones
profeticas preservadas en libros

Prueba suplementaria de parte del Nuevo Testamento


A. Referencia por parte de Cristo de las Escrituras como existentes y con autoridad:
«Entonces, respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder
de Dios» (Mt. 22:29; cp. Mt. 23:34-35; Lc. 24:44; Jn. 5:39; 10:35).

B. La referencia por parte de los apóstoles en cuanto a las Escrituras como de


origen y autoridad divinas: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargiiir, para corregir, para instruir en justicia» (2. Ti. 3:16; cp. 2. P.
1:20, 21).

12.Dar la prueba quíntuple en cuanto a la autenticidad del canon neotestamentario.


Constituido por libros en relación a los cuales se le dio a la Iglesia un
discernimiento especial para que pudiera discriminar entre lo verdadero y lo falso.
Pasó un tiempo bastante considerable después de la ascensión de nuestro Señor
antes de que en realidad se escribiese alguno de los libros que están contenidos en
el Nuevo Testamento.

13.Dar la declaración doctrinal para la canonicidad.


Declaración doctrinal: Se demuestra que los libros del Antiguo y Nuevo
Testamento, tal como los tenemos en la actualidad, han sido aceptados en época
muy temprana por la Iglesia como conteniendo la revelación completa de parte de
Dios y habiendo sido escritos por los autores quienes les son atribuidos.

14.Definir la credibilidad de las Escrituras


Por credibilidad de las Escrituras se quiere decir que sus registros son verdaderos y,
por tanto, se confía en ellas como constituyendo las declaraciones de los hechos.
Aunque el carácter canónico de las Escrituras, incluyendo la autenticidad de su
autoría, se ha establecido, todavía queda por ser corroborada la cuestión de su
confiabilidad.

15.¿Puede un libro ser genuino en cuanto a su autoría y aún no ser creíble en cuanto
a su contenido? Ilustrar.
Un libro puede ser auténtico en cuanto a su autoría y aún no ser confiable en lo
que hace a sus contenidos. Por ejemplo, entre las obras de ficción tenemos las de
Dickens,
Shakespeare y Cervantes con evidencia indiscutible de su autoría. Nadie que tenga
inteligencia, sin embargo, intentaría establecer la credibilidad de sus narraciones.
Ellas son reconocidas universalmente como ficción. ¿Es éste el caso de la Biblia, o
es al mismo tiempo genuina y cierta?

16.Tratar sobre las consideraciones negativas que establecen la credibilidad de las


Escrituras.
- No es contradictoria con ninguno de los hechos bien establecidos de la ciencia.
Cuando se la interpreta correctamente, sus declaraciones armonizan con todos
los hechos conocidos relacionados con la constitución física del universo y el
misterio de los mundos planetario y estelar: la constitución del hombre y su ser y
naturaleza complejas; de los animales inferiores, y sus numerosos rangos en la
escala de la existencia; de las plantas y el misterio de la vida vegetal; y la
constitución de la tierra con sus fuerzas y composición material.
La pregunta surge generalmente en cuanto a la precisión científica de las
declaraciones bíblicas, y a veces se arregla diciendo que la Biblia es un libro
científico.
Si bien es cierto que su tema no es una cuestión de orden secundario, como lo
es la ciencia natural, sino que es, más bien, una historia de la redención, aun así
incluye dentro de su espectro todos los campos de la ciencia. Por lo tanto, en
todas sus declaraciones debe hablar, y lo hace, con precisión.
- No contradice las conclusiones filosóficas comúnmente respaldadas en relación
a los hechos del universo. La Biblia se opone y refuta una cantidad de
concepciones filosóficas falsas del mundo, tales como el ateísmo, politeísmo,
materialismo, panteísmo y la eternidad de la materia (Gn. 1:1), pero no tiene
ningún conflicto o querella con aquellas opiniones que han demostrado ser
científicamente sanas.

17.Desarrollar en su totalidad la quíntuple prueba positiva de la credibilidad de las


Escrituras.
Confiabilidad canónica. La aceptación, por parte de la Iglesia en toda la era
cristiana, de los libros incluidos en las Escrituras del día de hoy, lleva en sí misma la
garantía de su credibilidad.

A. Concordancia de las copias impresas del Antiguo y Nuevo Testamento fechadas


en 1488 y 1516 d.C. con las copias impresas actuales de las Escrituras.
«Estas copias impresas, al ser comparadas, en su mayoría concuerdan con las
copias impresas de las Escrituras que nosotros poseemos en la actualidad,
demostrando así, a través de un simple paso, que el Antiguo y Nuevo Testamento,
en la forma en que los tenemos ahora, han existido desde hace cuatrocientos
años» (W. Evans, The Book of Books, pp. 44-45).

B. Aceptación basada en la evidencia de dos mil manuscritos bíblicos que poseían


eruditos del siglo XIV comparados con la aceptación fundamentada en la evidencia
de diez o veinte copias de escritos seculares.
«En el momento en que se imprimieron estas Biblias, cierto erudito poseía más de
dos mil manuscritos. Kennicott juntó 630, y De Rossi 743 más para la edición crítica
de la Biblia hebrea. Aproximadamente 600 más se reunieron para la edición del
Testamento griego. Con seguridad, éste era un número suficiente para establecer
la legitimidad y autenticidad del texto sagrado. Éstos han servido al propósito de
restaurar el texto a su pureza original, y darnos también certeza y protección
seguras contra futuras corrupciones.
»La mayoría de estos manuscritos se escribieron entre los años 1000 y 1500 d.C.
Algunos datan de los siglos VIII y IX. Unos pocos son del siglo IV.
Que no daten de fechas anteriores al siglo IV se explica sin duda por el hecho de
que en el año 302 d.C. el emperador Diocleciano ordenó la destrucción de gran
cantidad de los libros sagrados» (W. Evans, The Book of Books, p. 45).
C. Testimonio de cuatro de los manuscritos más antiguos fechados entre el 300 y
400 d.C., los cuales, juntos, contienen en sí las Escrituras tal como las tenemos hoy
en día.

18.Definir la inspiración de las Escrituras.


Por «inspiración» de las Escrituras se quiere decir que los escritores fueron
investidos de poder y controlados de una manera tal por el Espíritu Santo en la
produción de éstas, que les dieron autoridad divina e infalible.

19.Distinguir entre inspiración y credibilidad.


Las demandas en cuanto a la inspiración difieren de aquellas referentes a la
credibilidad. Con referencia a la primera, se afirma que las Escrituras son la Palabra
de Dios en un sentido tal que sus palabras, aun cuando fueron escritas por
hombres, y llevando impresas en sí mismas las marcas indelebles de la autoría
humana, fueron, sin embargo, escritas bajo la influencia del Espíritu Santo para que
sean también las palabras de Dios, la expresión infalible y adecuada de Su mente y
voluntad para con nosotros. Aunque el Espíritu Santo no seleccionó las palabras
para los escritores, es evidente que lo hizo a través de ellos.
De manera que, mientras la credibilidad de la Biblia significa sólo que ésta tiene un
lugar junto a las mejores historias de producción humana, la inspiración de la
misma implica que, no obstante el hecho de que pueda asemejarse a tales
historias, ella pertenece a una categoría totalmente diferente; que, como no lo es
ningún otro escrito, no sólo es generalmente digna de confianza, sino carente de
error e incapaz del mismo; y que en sí misma, al diferenciarse absolutamente de
todos los demás libros, inclusive en cuanto a sus palabras, la propia Palabra de
Dios.

20.Exponer el testimonio de la arqueología acerca de la inspiración de las Escrituras


y citar tres ilustraciones referentes a la exactitud del registro bíblico.
El testimonio de la arqueología. Evidencia del pico y la pala que corroboran la
exactitud de las Escrituras.
El testimonio de la arqueología referente a la confiabilidad o credibilidad de las
Escrituras también se puede considerar como evidencia corroboradora de la
inspiración de las mismas. Si se puede confiar en las Escrituras como la declaración
de la verdad sin mezcla de error, entonces se puede aceptar también como digno
de confianza su testimonio acerca de su propia inspiración. Las siguientes son
ilustraciones del testimonio de la arqueología acerca de la exactitud de los
registros de las Escrituras:
«Se ha hecho referencia a la historia de Abraham como para que no se crea en ella
más de lo que se cree en “la historia de Aquiles, de Eneas o del rey Arturo”, pero
en realidad, hoy en día se traen a la luz documentos escritos durante la época de
Abraham y en la tierra en la cual fue criado. Se ha descubierto su lugar de
nacimiento; ahora se sabe que los detalles de su morada en Egipto conllevan toda
la evidencia de historicidad, y tenemos pruebas confirmatorias similares en
relación a su famosa batalla contra los reyes confederados que se menciona en
Génesis 14. Inclusive Melquisedec, a quien encontró, no es tanto misterio desde el
momento en que se comprueba su existencia en las tablas de Tel el-Amarna» (J. M.
Gray, Primers of the Faith, p. 192).
«Recientemente ha sido desenterrada cerca de Tel-el-Kebir la ciudad del tesoro de
Pitón, edificada para Ramsés II por los hebreos durante la época de su dura
esclavitud en Egipto (Ex. 1:11). Se encontró que las paredes de las casas estaban
hechas de ladrillos cocidos al sol, algunos con paja y otros sin ella, exactamente de
acuerdo con Éxodo 5:7, escrito hace 3.500 años: “De aquí en adelante no daréis
paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora”» é: Collett, All About the
Bible, p. 87).
«Exploraciones recientes han aclarado varios asuntos importantes en relación a las
jornadas en el desierto. Por ejemplo, el punto donde cruzaron el Mar Rojo; el
carácter real del desierto; la localización del lugar donde se dio la ley; de Cades-
Barnea y otros lugares importantes. Se ha arrojado gran luz sobre la historia y el
carácter de varios de los pueblos que habitaban en la tierra de Canaán, en especial
los heteos y amorreos, revelando la razón de la ira de Dios contra ellos por causa
de su cruda iniquidad, y mostrando la necesidad de una intervención sobrenatural
si es que los israelitas iban a triunfar sobre ellos» (J. M. Gray, Primers of the Faith,
p. 193).

21.Exponer la unidad de la Biblia como una prueba interna de su origen divino.


«Hay aquí sesenta y seis libros diferentes, escritos por unos cuarenta autores
distintos, en tres idiomas diferentes, y los periódicos de producción literaria cubren
un período de varios siglos. Estos escritores humanos fueron criados en países
diferentes, y estaban tan alejados los unos de los otros en tiempo y espacio que no
podrían haber tenido un conocimiento mutuo, y tampoco podrían haber
conspirado para alcanzar un fin maligno, ni combinado para lograr el mejor
propósito. Los temas acerca de los cuales escribieron fueron muy variados y
diversos, algunos históricos, algunos proféticos, algunos históricos, algunos
proféticos, algunos devocionales y algunos éticos. La forma de sus escritos era en
algunos casos prosa y en otros poesía, y aun así, no obstante, todos estos
elementos divergentes han producido en esencia un libro. La Biblia es un
fenómeno sin rival, no sólo como un todo, sino en todos sus rasgos, y de éstos
ninguno tan destacado como esta convergencia de contenidos como los rayos
enfocados hacia un punto común.
»La unidad de la Biblia es única. Nunca se han combinado en ninguna parte tantos
tratados diferentes, históricos, biográficos, éticos, proféticos y poéticos, para hacer
un libro, como todos los materiales de construcción y piedras cortadas hacen un
edificio, o mejor todavía, como todos los huesos, músculos y ligamentos se
combinan en un cuerpo. Esto nuevamente, al mismo tiempo que es indisputable
como un hecho, no tiene paralelo en la literatura, siendo, humanamente hablando,
todas las condiciones no sólo desfavorables, sino fatales para tal combinación» (A.
T. Pierson, The Scriptures-God's Living Oracles, pp. 16-19).

22.Tratar sobre cinco representaciones de la Escritura, las cuales, por causa de su


singularidad, no pudieron haber sido de origen humano.
Las representaciones únicas de la Biblia. «La originalidad de sus enseñanzas
demuestran la singularidad de su Fuente. Las enseñanzas de las Escrituras acerca
de Dios mismo, el hombre, el mundo, el pecado, el castigo eterno, la salvación, el
Señor Jesucristo, son pruebas de que la Biblia no es el producto de algún hombre o
grupo de hombres, sino que es en verdad una revelación de parte de Dios» (A. W.
Pink, The Divine Inspiration of the Bible, p. 51).

A. En relación con Dios: infinito, soberano, triuno, santo y amante. «En el año que
murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas
llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con
dos cubrían sus rostos, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro
daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra
está llena de su gloria» (Is. 6:1-3; cp. Dn. 4:35; 2. Co. 13:14; He. 1:10-12).
«Tal descripción de la Deidad está tanto más allá de la concepción del hombre
como están los cielos por encima de la tierra. Ningún hombre, ni ningún número de
hombres, inventó jamás un Dios tal como éste» (A. W. Pink, The Divine Inspiration
of the Bible, p. 40).

B. En relación con el hombre: condenado como degradado en carácter y


pecaminoso en conducta. «Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay
quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron
inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno» (Ro. 3:10-12; cp. Jer.
17:9; Ef. 4:18).
La Biblia condena al hombre y todos sus hechos como no lo hace ningún otro libro
en el mundo. Una descripción tal de la naturaleza humana caída nunca fue
inventada por mente humana. El hombre no pintaría nunca un cuadro tan
desfavorable de sí mismo.

C. En relación con el sistema del mundo: malo y que se opone a Dios. «No améis al
mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne,
los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre» (1. Jn. Jn. 2:15-17; cp. Gn. 6:5; Stg. 1:13-15).
«El hombre considera al pecado como una desgracia y aun busca minimizar su
enormidad...
Pero la Biblia, como no lo hace ningún otro libro, despoja al hombre de toda excusa
y enfatiza su culpabilidad» (A. W. Pink, The Divine Inspiration of the Bible, p. 43).

D. En relación con el castigo del pecado: proporcional a su perversidad y culpa. «He


aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es
mía; el alma que pecare, esa morirá» (Ez. 18:4; cp. Sal. 62:12; Jer. 25:14; Lc. 12:47,
48; Ro. 2:6; 6:23).
«Por lo tanto es evidente que de haber sido escrita la Biblia por hombres no
inspirados, de haber sido una simple composición humana, con seguridad no
hubiese enseñado el tormento eterno y consciente de todos los que mueren sin
Cristo. El hecho de que la Biblia sí enseñe tal cosa es prueba de que fue escrita por
hombres que no hablaron por sí mismos, sino que fueron movidos por el Espíritu
Santo» (A. W. Pink, The Divine Inspira tion of the Bible, p. 46).

E. En relación con la salvación del pecado: absolutamente independiente de mérito


humano y basada solamente en los méritos de Cristo. «Ya que por las obras de la
ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es
el conocimiento del pecado. Siendo justifica dos gratuitamente por su gracia,
mediante la redención que es en Cristo Jesús» (Ro. 3:20, 24; cp. Gá. 2:16; Ef. 2:8, 9;
Tit. 3:5).
La independencia y autojustificación del hombre le impediría desarrollar un
concepto tal de la salvación como el que está contenido en las Escrituras, a saber,
por gracia a través de una expiación divinamente provista.

23.Exponer la profecía y su cumplimiento como una prueba interna de la


inspiración.
La profecía cumplida indica el origen divino de la Biblia. Ningún otro puede
predecir el futuro con certeza sino Dios; así es que, si se puede demostrar que la
Biblia contiene numerosas predicciones que se han cumplido literalmente en la
historia, no podemos dudar de que el libro viene de parte de Dios.
24.Citar un pasaje en el cual la Biblia declara su propia inspiración.
Las afirmaciones de la Biblia acerca de sí misma. La Biblia, cuya autenticidad ha
sido establecida y demostrada su credibilidad, declara su propia inspiración y
autoridad divinas. «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2. Ti. 3:16; cp. 2.* P. 1:20, 21).

25.Discurrir acerca del testimonio de Cristo en cuanto al origen divino de las


Escrituras.
El testimonio de Cristo. Evidencia confirmatoria de los reclamos de la Escritura por
parte de Él y a través de Él. Toda la vida y ministerio de Jesús, junto con Su
resurrección, ponen el sello a la autoridad e inspiración divinas de las Escrituras.

1. De Sus palabras. «Y les dijo: Éstas son las palabras que os hablé, estando aún con
vosotros; que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la
ley de Moisés, en los profetas y los salmos. Entonces les abrió el entendimiento
para que comprendiesen las Escrituras» (Lc. 24:44, 45; cp. Mt. 5:18; 15:3, 6; Lc.
24:25-27; Jn. 10:35).
«Dondequiera que nuestro Señor hacía referencia a las Escrituras, invariablemente
lo hacía en términos calculados de tal modo que inspiraran la mayor confianza en
cada palabra. Y todo el registro de Su vida fracasa en proveer una simple excepción
a esta regla» (S. Collet, All About the Bible, p. 9%).
Cristo habló acerca de los libros del Antiguo Testamento como «las Escrituras», las
cuales «no pueden ser quebrantadas». También habló acerca de la verdad «aún
por ser revelada» y dio instrucciones concernientes al Espíritu Santo por
intermedio de quien se iba a dar esa revelación.

2. De Sus obras. «Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas
que oís y veis. Los cojos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos
oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el Evangelio» (Mt.
11:4, 5).
«El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha
enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de
corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel»
(Is.61:1; cp. Jn. 10:38; 14:11).
El testimonio de las palabras de Jesús acerca de la inspiración de las Escrituras es
respaldado y suplementado por el testimonio de Sus obras. Los reclamos que Él
hizo en cuanto a Su autoridad divina fueron verificados por estas credenciales de
Su poder divino.
A diferencia de la manifestación general de Dios en el curso de la naturaleza y los
hechos ordinarios de la Providencia, la revelación especial es milagrosa en su idea
misma. El hecho de la presencia de Dios y Su acción más inmediata en conexión
con la doctrina cristiana cobra significado para los sentidos mediante las obras de
poder sobrenatural. Estas obras, como se ve en su fruto, corroboran la evidencia
provista por la doctrina misma. Los milagros son auxilios para la fe. Tienen un
efecto decisivo para convencer a aquellos que están impresionados por la
evidencia moral. Jesús hacía mucha referencia a ellos.
Los milagros y la doctrina son formas de evidencia que se respaldan mutuamente.

3. De Su resurrección. «Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al


mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle
levantado de los muertos» (Hch. 17:31; cp. Sal. 16:10, 11; Ro. 1:4; 1." P. 1:21).
En la resurrección de Cristo tenemos el milagro sobresaliente del Nuevo
Testamento, y su valor como evidencia es de lo más notorio. Provee una prueba
positiva de que Jesucristo era quien proclamaba ser.
De esta manera se señaló con poder que Él era el Hijo de Dios. También provee el
respaldo para todo lo que Cristo sancionó, verificando y corroborando todas Sus
proclamas y enseñanzas referentes a sí mismo y a las Escrituras. Por lo tanto, si
Cristo enseñó que las Escrituras fueron inspiradas —y lo hizo— entonces Su
resurrección estableció la veracidad de esa enseñanza.

26.Exponer el testimonio de vidas transformadas en lo que hace a la inspiración de


las Escrituras.
El testimonio de vidas transformadas. La influencia de ellas sobre el carácter y la
conducta. El propósito de Dios en la redención, tal como se revela en las Escrituras,
es el de restaurar al hombre hacia Dios, del cual se ha apartado por intermedio del
pecado, no sólo judicial sino experimentalmente, dándole al hombre no solamente
una posición justa, sino también un estado justo. «Para redimirnos de toda
iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (Tit. 2:14).
¿Se ha hecho esto? La historia de la Iglesia cristiana responde afirmativamente. El
hecho de que Saulo, el perseguidor, se convirtiera en Pablo, el apóstol, es un
paradigma de la transformación de un sinnúmero de personas desde la ascensión
de Cristo. Este logro del propósito reconocido de las Escrituras verifica las
demandas de la misma en lo que hace a la inspiración divina.

27.Dar la declaración doctrinal para la inspiración de las Escrituras.


Declaración doctrinal: Se demuestra por medio del testimonio combinado de la
arqueología y de las Escrituras, incluyendo el testimonio registrado de Cristo y la
evidencia por parte de la transformación de vidas humanas, que las Escrituras
tienen un origen divino, siendo inspiradas por Dios en forma autorizada.

DECLARACIONES DOCTRINALES DE LA DOCTRINA DE LAS ESCRITURAS


 Su carácter revelador o veracidad
 Su canonicidad o autenticidad
 Su credibilidad o confiabilidad
 Su inspiración o autoridad divina

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