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JESUCRISTO, EL CULMEN DE LA REVELACIÓN

DE DIOS

ESTUDIANTE:
FERNANDO VARGAS VAQUERO

DOCENTE: PS. JAVIER MARTÍNEZ

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO


CURSO: CRISTOLOGÍA

CALI, 04 JUNIO DE 2023


Contenido

Introducción

I. La Revelación, el Propósito de la Creación

II. Cristo el Verbo Encarnado

Conclusión

Bibliografía
Jesucristo, el Culmen de la Revelación de Dios

Introducción
Cristo, Su persona y Su obra, es la base, el fundamento y la razón de ser de la

religión cristiana, sin Cristo y Su obra redentora, no habría cristianismo, no habría Iglesia,

no habría esperanza, no habría fe; de allí que, la cristología, la doctrina de Cristo, sea una

doctrina transversal, tanto para la cristiandad en general, como para la teología y su estudio

en particular; la cristología enseña que Cristo, es la segunda persona de la Trinidad, por

ende, es Dios, Quien poseyendo eternamente una naturaleza divina, se humanó, asumiendo

una naturaleza humana en la concepción sobrenatural y en el nacimiento virginal; Cristo es

el creador de todo cuanto existe Jn. 1:3; Él es el Mediador entre Dios y los hombres 1 Tim.

2:5; Él es el salvador de Su pueblo Mt. 1:21 y Quien revela a Dios de forma especial Jn.

1:18; Él es el Culmen de la revelación de Dios. En este último aspecto se enfocará el

presente ensayo.

El propósito de toda la creación de Dios es uno solo, este propósito está única y

exclusivamente en la sola sabia, Soberana y perfecta Voluntad de Dios, es decir, toda la

razón de ser de la creación, está en lo que Dios, libre, y soberanamente quiso hacer, y desde

el testimonio de las Escrituras, se evidencia que lo que Dios quiso hacer en la creación, fue

revelarse a Sí mismo, por tanto, el Dios Altísimo establece comunicación con el hombre

que ha creado. “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de

muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su

Hijo” (Heb. 1:1-2 LBLA), esta revelación es en Su Hijo, Jesucristo.


I. La Revelación, el Propósito de la Creación

Desde el movimiento liberal del siglo XVIII, basado en un recalcitrante humanismo

racional y, más recientemente, con el movimiento carismático de la Teología de la

Prosperidad, se ha enfatizado un antropocentrismo teológico y religioso, en el que la

centralidad del evangelio está en el hombre, en su ser, sus pensamientos y sus necesidades,

desde esta concepción del evangelio, el propósito de la obra creadora de Dios está en el

hombre, y Dios, el Creador, está al servicio del hombre, todo ha sido creado para satisfacer

las necesidades humanas, y aún el Creador, está en función de cuidar y mantener al hombre,

en esta perspectiva, Dios es el siervo del hombre, y para justificar este concepto, se apela a

una exégesis desnaturalizada de pasajes tales como el salmo 23, salmo 91, Romanos 8:28

entre muchos otros.

No obstante, en franca contradicción de lo anterior, los testimonios de las Sagradas

Escrituras y de la Historia de la Iglesia ortodoxa, evidencian otra realidad, el propósito de

Dios, con toda la creación, fue originalmente, el de revelarse a Sí mismo, el de dar a

conocer Su Carácter, Su naturaleza, Sus Atributos y el de ser glorificado por ellos, esto es

muy claro desde la misma creación del hombre, el testimonio de la Escritura es: “Creó,

pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”

(génesis 1:26-27 LBLA).

Ahora bien, el propósito de la imagen y la semejanza de Dios en el hombre, no es el

de exaltar al hombre, sino, que el hombre cumpla el propósito establecido por Dios en la
creación, pero determinado por Él desde antes de la fundación del mundo, a saber, de

mostrar la gloria de Dios al resto de la creación, en otras palabras, el único objetivo de la

creación del hombre, y de toda la creación, era revelar y glorificar a Dios, todo ha sido

creado para Él, de nuevo, el testimonio de la Escritura es: “Porque en Él fueron creadas

todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o

dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.”

(Colosenses 1:16 LBLA).

Ahora bien, a partir de la incapacidad moral y cognitiva humana para comunicarse

con Dios, a causa de la caída en Adán, se entiende la importancia de la revelación, como

inicio del proceso Divino de comunicación, dirigido de Dios como creador hacia el ser

humano como criatura, esta revelación Divina, teniendo la característica de ser progresiva,

comienza con el nivel más básico el cual a nivel teológico se le denomina revelación

general; de la revelación Sproul dice:

“La afirmación fundamental de la fe cristiana es que la verdad que abrazamos como


cristianos ha llegado a nosotros desde Dios mismo. No podemos ver a Dios con
nuestros ojos, pero podemos conocerlo por medio de la revelación. Dios ha quitado el
velo que lo escondía de nosotros”.1S
Y más recientemente, MacArthur manifiesta sobre la revelación general:

“A partir de la revelación general pueden discernirse cosas como la sabiduría y el


poder de Dios. Cuanto más examinamos la inmensidad del espacio o las partículas
más diminutas de su estructura molecular, más obligados nos sentimos a reconocer,
sorprendidos y asombrados, la verdadera grandeza del Creador”.2

1
R. C. Sproul, Todos Somos Teólogos (El Paso, TX: Mundo Hispano, 2015), 31.
2
John MacArthur, Teología Sistemática (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2017), 90.
Así pues, la revelación general es la doctrina fundamental del evangelio, que enseña

que Dios en Su Soberanía, ha determinado revelarse a Sí mismo a través de la naturaleza, es

decir, a través de todo lo creado, y a partir de esta revelación mostrar Su carácter y Sus

atributos personales a toda la humanidad. Se le denomina como general a esta revelación, a

partir del entendimiento de la revelación Divina como progresiva y, de la diferenciación

que se hace a nivel teológico entre la revelación general y la revelación especial.

Por tanto, aclarando que efectivamente es revelación y, por tanto, cumple su

propósito de mostrar ciertas cualidades de Dios, tales como Su carácter y atributos, Sal.

19:1-6; Rom. 1:18-25; y que, por ser general, tiene la capacidad de revelar a todo ser

humano sin distinción alguna, pero que, este tipo de revelación no puede mostrar

claramente el Plan Eterno de Redención, debido a que no es el propósito con el cual Dios la

estableció; la revelación general se expresa primeramente en la naturaleza: esta revelación

muestra el Poder de Dios, y se evidencia en todas las cosas creadas de índole material y

físico tales como la materia, el espacio y el tiempo. Sal. 19:1-6; Rom. 1:18-25.

Segundo, esta revelación general, se evidencia en la Providencia divina: esta

revelación, muestra la Soberanía de Dios, en el control y el cuidado absoluto que Él tiene

de todas las cosas a lo largo de la historia de la humanidad. Sal. 103:19; Mat. 10:29; Rom.

8:28. Finalmente, esta revelación, queda demostrada en la Consciencia: esta revelación

evidencia la Ley Moral de Dios, puesta en el corazón del hombre desde el mismo momento

de la creación y, muestra la Santidad y la Justicia de Dios, de tal forma que el hombre

queda sin excusa delante de Él. Rom. 1:32, 2:12-16.


Consecuentemente, y ya que la revelación general no muestra de forma clara el Plan

Eterno de Redención, y todos aquellos aspectos concernientes a la provisión que Dios ha

hecho para la salvación de los pecadores, tales como la Redención, la Justificación, la

Adopción, la Santificación, Dios los muestra a través de una revelación que teológicamente

se denomina revelación Especial, es especial porque dadas sus cualidades específicas,

cumple con el propósito de revelar de forma clara y precisa el Pacto Eterno de Redención,

además, es especial porque esta revelación no está disponible para todos, sino para aquellas

que Dios Soberanamente la quiera revelar, en este sentido esta revelación es particular.

La Revelación Especial se expresa de dos formas: Las Sagradas Escrituras y el

Señor Jesucristo.

Las Sagradas Escrituras: la palabra es el elemento básico de la comunicación

humana, a partir de ella se establecen las relaciones comunicacionales entre los seres

humanos y, aunque hay otros medios de comunicación, también es cierto que estos son

secundarios y que la palabra es la base fundamental de la comunicación, prueba de ello, es

que la palabra tiene la capacidad de afectar los sentidos para dar a conocer el mensaje que

se quiere transmitir. Ahora bien, el proceso de comunicación basado en la palabra, no ha

sido descubierto y mucho menos creado por el hombre, este ha sido creado por Dios para

comunicarse con el hombre y para que el hombre se comunique entre sí. Dios es el creador

tanto de la palabra como del proceso de comunicación basado en ella, esto se hace evidente

desde la misma creación, al expresar la biblia once veces en el relato de génesis la frase:

“Dijo Dios” (Gen. 1:3, 6, 9, 11, 14, 20, 22, 24, 26, 28, 29). En este sentido, desde ya Cristo,
es el Logos divino, la palabra de Dios, y el revelador de la mente y la voluntad del Padre,

Jn. 1:1, 14, 18.

Subsecuentemente, la palabra es fundamental en el proceso de comunicación del

mensaje, así la biblia, como libro que contiene todo el mensaje de Dios, todas las palabras

que fueron dichas por Dios y después escritas para testimonio a otros, es decir, como las

palabras que fueron inspiradas y escritas con el propósito de transmitir el mensaje de la

palabra de Dios, la biblia es el libro único en poder, autoridad, suficiencia, precisión y vida

para transmitir la verdad salvífica de Dios, es decir, las acciones y las palabras redentoras

de Dios, 2 Tim. 3:15-17; al respecto Wayne Grudem remarca que:

“Claramente se debe notar que estas palabras se consideran con todo ser palabras del
mismo Dios, aunque son escritas en su mayoría por seres humanos y siempre en
lenguaje humano. Con todo, son absolutamente autoritativas y absolutamente verdad;
desobedecerlas o no creerlas es un pecado serio y acarrea castigo de Dios (1 Cor.
14:37; Jer 36:29-31)”.3

El Señor Jesucristo: la máxima expresión de la palabra de Dios es Su Hijo, el Señor

Jesucristo, Quien es presentado en las Escrituras como el Verbo (Logos) de Dios, Jn. 1:1;

Apo. 19:13; Dios en una muestra de Su infinita Gracia y Misericordia y, después de haberse

comunicado con la humanidad de muchas formas, Heb. 1:1, determino revelarse a Sí

mismo en la persona de Su Hijo, Heb. 1:2-3; pero a diferencia de las anteriores formas de

revelación a través de palabras habladas y escritas, ahora, la revelación de Dios como

fundamento y génesis de la comunicación de Dios con el hombre, es palabra Encarnada,

siendo Cristo el Culmen de la revelación de Dios.

3
Wayne Grudem, Teología Sistemática (Miami, FL: Vida, 2007), 50.
Luis Berkhof se refiere a esta realidad teológica cuando dice que : “La revelación

de Dios fue dada una vez por todas, en Jesucristo: no en su histórica aparición, sino en la

súper histórica, en la cual, las potencias del mundo eterno se hicieron evidentes;”4. De

igual manera, históricamente, así lo ha entendido la Iglesia ortodoxa, desde su retorno a las

Sagradas Escrituras, cómo única regla de fe, y así lo han dejado plasmado en sus

Confesiones de Fe, que expresan de una forma sistemática, las doctrinas fundamentales que

han aceptado y recibido como bíblicas y, por ende, como ortodoxas. La Confesión de Fe de

Londres de 1689, que adopta en su gran mayoría los artículos de la Confesión de Fe de

Westminster, y que, por tanto, permite conocer el pensamiento y la perspectiva histórica de

la Iglesia con respecto al propósito de la creación, dice que:

En el principio agradó a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, para la manifestación de la


gloria de su poder, sabiduría y bondad eternas, crear o hacer el mundo y todas las
cosas que en él están, ya sean visibles o invisibles, en el espacio de seis días y todas
muy buenas.5

II. Cristo, el Verbo Encarnado

No obstante, y siendo que la voluntad de Dios es darse a conocer al hombre, para

que este le adore y le glorifique, como consecuencia natural del observar y reconocer Su

Divina Majestad; pero, ya que por causa de la caída del hombre, este perdió la capacidad y

por tanto, la oportunidad de cumplir su propósito de “mostrar”, la imagen y la semejanza

de Dios que había sido puesta en él, Dios Soberanamente, ha decidido revelarse al hombre

a través de Su Revelación Especial, entonces, por un lado, Dios ha dado las Escrituras tanto

del Antiguo como del Nuevo Testamento; las Escrituras, son suficientes, y cumplen
4
Luis Berkhof, Teología Sistemática (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 1949), 29.
5
Confesión de Fe de Londres 1689, (Capítulo 4, Párrafo 1)
perfectamente el propósito de dar a conocer a Dios, Su naturaleza, Su carácter y Sus

Atributos.

Sin embargo, a Dios en Su sabiduría, le plació conceder aún la mayor expresión

Suya, la más grande e inigualable revelación de Quien es Él, en Su Hijo Jesucristo, en este

sentido, sí la palabra escrita, es suficiente para revelar a Dios de acuerdo a Su propósito,

Cristo es la palabra Encarnada, es decir, no solo visible, leíble, sino ahora, tangible,

palpable, viva, que en contraste con Adán, si revela toda la plenitud de la Gloria de Dios, el

apóstol Juan, en cuanto al Señor Jesucristo, como la palabra Eterna y Todopoderosa de

Dios dice: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era

Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él,

y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (Juan 1:1-3 LBLA).

En este sentido, el Dr. Samuel Pérez Millos al comentar este pasaje dice que: “Aquí

expresa la absoluta palabra por la que Dios actúa, se revela, comunica, relaciona y salva.

Es el discurso absoluto pleno y definitivo que se da a los hombres por medio del hijo”6. El

mismo apóstol Juan, en cuanto al Señor Jesucristo como la palabra Encarnada de Dios,

eficaz, eficiente y todo suficiente para dar a conocer a Dios, continúa diciendo que: “Y el

Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito

del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (vv. 14), y que: “Porque la ley fue dada por medio

de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo. Nadie

ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a

conocer.” (vv. 17-18).

6
Samuel Pérez Millos, Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Juan (Barcelona: Clie,
2009), 88.
De la misma manera, el Dr. Millard Erickson, comenta acerca de la Encarnación en

su sistemática, diciendo que: “La modalidad más completa de revelación es la

encarnación. La opinión aquí es que la vida y el discurso de Jesús fueron una revelación

especial de Dios.”7

Más adelante, el mismo apóstol Juan, narra el momento en el que el Señor

Jesucristo, reprocha a Felipe por su incapacidad para ver y discernir en Él, a Dios el Padre,

es claro, tanto desde la expresión de asombro del Señor, como desde el reproche a Felipe,

que la expectativa del Señor, y lo que Él esperaba, es que al menos Sus discípulos que

estaban en contacto directo con Él, tuvieran la capacidad de ver al Padre en Él. Juan lo

narra así: “Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto

tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí,

ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»?” (Jn. 14: 8-9 LBLA).

Finalmente, es el autor de la carta a los hebreos, quien, inspirado por el Espíritu

Santo de Dios, expresa magistralmente, en una hermosa proposición afirmativa, de carácter

positiva, una de las verdades cristológicas, bíblicas, teológicas y doctrinales más grandes de

la fe cristiana, que Jesucristo, es la más grande y más clara revelación de Dios, al decir que:

“Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas

las cosas por la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los

pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, siendo mucho mejor que los

ángeles, por cuanto ha heredado un nombre más excelente que ellos.” (Heb. 1:3-4 LBLA).

El Dr. Pérez Millos, refiriéndose exegéticamente a este pasaje, expresa que:

7
Millard Erickson, Teología Sistemática (Barcelona: Clie, 2008), 215.
“Es en el Hijo que Dios se revela en plenitud absoluta. Él fue enviado por el Padre al
mundo para superar la situación de ignorancia de los hombres en relación con Dios,
por medio de la revelación por y en Él,”.8

Conclusión

Se concluye en el presente ensayo que, la revelación Divina es el origen de la

comunicación de Dios con el hombre y, que sin ella no existiría comunicación alguna y, por

ende, el hombre sería un total ignorante de la Divinidad, al final la revelación es per se una

inmensa muestra del amor, la misericordia y la Gracia de Dios.

Y que, Jesucristo, al ser Dios encarnado, y habitar entre nosotros, es la más grande,

fiel y poderosa revelación de Dios, no hay otra revelación especial de Dios, como

Jesucristo. En palabras de F.F. Bruce “La historia de la revelación divina es una historia

de progreso hasta llegar a Cristo, pero no hay progreso más allá de él”.9 Jesucristo, es el

Culmen de la revelación de Dios. ¡Amén!

8
Samuel Pérez Millos, Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Hebreos (Barcelona:
Clie, 2009), 47.
9
Frederick Fyvie Bruce, The Epistle to the Hebrews, New International Commentary (Grand Rapids, MI:
Eerdmans, 1964), 3.
Bibliografía

Berkhof, Luis. Teología Sistemática. Grand Rapids, MI: Desafío, 1949.

Bruce, Frederick Fyvie. The Epistle to the Hebrews, New International Commentary. Gran
Rapids, MI: Eerdmans, 1964.

Confesión Bautista de Fe de 1689. 4a. Ciudad Real: Peregrino, 2009.

Erickson, Millard. Teología Sistemática. Barcelona: Clie, 2008.

Grudem, Wayne. Teología Sistemática una introducción a la doctrina Bíblica. Miami, FL:
Vida, 2007.

MacArthur, John, y Richard Mayhue. Teologia Sistematica: Un estudio profundo de la


doctrina bíblica. Trad. por Loida Viegas Fernandez. Grand Rapids, MI: Portavoz,
2017.

Pérez Millos, Samuel. Comentaio Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento /
Hebreos. Barcelona: Clie, 2009.

—. Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento / Juan. Barcelona: Clie,
2016.

Sproul, R. C. Todos Somos Teólogos Una Introducción a la Teología Sistematica. El Paso,


TX: Mundo Hispano, 2015.

Fernando, excelente, nada que añadir. Buen tema, buena estructura, buen desarrollo,
buenos argumentos, excelente ortografía, correcto uso de normas académicas, buenas
fuentes consultadas.
Muy bien. Sólo mira la pequeña corrección que hice y listo.

Nota: 10

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