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Causa N° 1224/13 -Sala

IV– C.F.C.P “ROBELO,


Cámara Federal de Casación Penal Daniel Eduardo
recurso de casación”
s/

REGISTRO N° 1036/14

///la ciudad de Buenos Aires, a los tres días del mes de


junio del año dos mil catorce, se reúne la Sala IV de la
Cámara Federal de Casación Penal integrada por el doctor
Gustavo M. Hornos como Presidente y los doctores Juan Carlos
Gemignani y Mariano Hernán Borinsky como Vocales, asistidos
por la Secretaria actuante, a los efectos de resolver el
recurso de casación interpuesto a fs. 1/8vta. de la presente
causa Nro. 1224/2013 del registro de esta Sala, caratulada:
“ROBELO, Daniel Eduardo s/recurso de casación”; de la que
RESULTA:
I. Que la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del
Plata, provincia de Buenos Aires, en la causa 33/2 de su
registro, con fecha 24 de junio de 2013, en cuanto aquí
interesa, resolvió ―I) CONFIRMAR EL PROCESAMIENTO CON PRISIÓN
PREVENTIVA de Daniel Eduardo Robelo por los delitos de
privación ilegal de la libertad doblemente agravada por
mediar violencia y amenazas en concurso material con
imposición de tormentos agravada por haber sido cometido en
perjuicio de perseguidos políticos en [cuarenta] (40) hechos
en concurso real con los delitos de privación ilegal de la
libertad doblemente agravada por mediar violencia y amenazas
e imposición de tormentos agravada por haber sido cometidos
en perjuicio de perseguidos políticos y homicidio calificado
en 20 (veinte) hechos; todo ello en calidad de coautor (art.
144 bis inc. 1 y último párrafo –ley 14.616— en función del
art. 142 inc. 1 y 5º —según ley 20.642— art. 144 ter primero
y segundo párrafo —ley 14.616—, 80 inc. 6º, 45 y 55 del C.P.
y arts. 306 y 312 CPPN, todo ello, sin perjuicio de la
calificación legal que en definitiva pudiere corresponder,
REVOCAR el PROCESAMIENTO dictado por considerarlo jefe u
organizador en el delito de asociación ilícita, y en
consecuencia SOBRESEER al encartado Robelo en relación al
delito previsto y penado por el art. 210 segunda parte del
C.P. (art. 336 inc. 3º del C.P.P.N.)…‖ (Conf. fs. 127/137 del
1
expediente Nº 14162/6 que corre por cuerda —en adelante Expt.
14.162/6).
II. Que contra el sobreseimiento dictado a favor de
Robelo interpuso recurso de casación el señor Fiscal General
Daniel Eduardo Adler (fs. 1/8vta.), el que fue concedido por
el tribunal ―a quo‖ a fs. 10/11 y mantenido a fs. 51 por el
señor Fiscal General ante esta instancia, doctor Raúl Omar
Pleé.
III. Que la recurrente señaló que la resolución
recurrida incurre en una errónea aplicación de la ley
sustantiva en cuanto considera que no resulta aplicable al
hecho de autos el art. 210 del C.P.
Al respecto, la impugnante analizó los elementos
específicos de la figura de asociación ilícita y entendió que
en el caso en análisis se ha corroborado la existencia de una
organización de naturaleza ilegal, integrada activamente por
el imputado.
En este orden de ideas, señaló que en todos los
casos investigados existió la misma modalidad en los
―procedimientos de la asociación‖, que ―estaba integrada por
el Jefe de la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601 y
por su Estado Mayor, así como también aquéllos que se
desempeñaron en la Comandancia y Estado Mayor de la Fuerza de
Tareas Nº 6, y de las dependencias que se encontraban a ella
subordinadas‖. Indicó que Robelo, al cumplir funciones como
Jefe del Departamento de Operaciones en la Base Naval de Mar
del Plata y como Jefe del Departamento de Comunicaciones de
la Fuerza de Submarinos, formó parte de dicha organización
ilegal, al integrar la plana mayor de los organismos
indicados.
La impugnante mencionó la posibilidad de constituir
una asociación ilícita dentro de la estructura del Estado y
consideró que el fallo impugnado incurre en contradicciones y
no se encuentra debidamente fundamentado.
Finalmente, consideró que debe aplicarse a Robelo
la agravante que prevé el art. 210 respecto de los jefes y
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organizadores de la asociación ilícita, atento la condición


que revestía dentro de la estructura de la asociación.
Hizo reserva de caso federal.
IV. Que en la oportunidad prevista en los arts.
465, cuarto párrafo, y 466 del C.P.P.N., se presentó la
Defensora Pública Oficial ante esta Cámara, doctora Valeria
Salerno, quien entendió que la recurrente no rebatió de
manera acabada los fundamentos brindados por el ―a quo‖ y
que el cuestionamiento fiscal no modifica la plataforma
fáctica ni punitiva que conforma la imputación que recae
sobre Robelo, razón por la cual no advierte un interés
directo en la revisión del auto impugnado.
La defensa también dijo que el representante del
Ministerio Público Fiscal no explicó cuál ha sido el gravamen
que le produjo la resolución impugnada ni cuál sería la
inobservancia o la errónea aplicación de la ley sustantiva en
el ―sub examine‖.
Por otra parte, consideró que a la impugnante no le
asiste constitucionalmente el derecho al recurso, toda vez
que se ha demostrado que la resolución cuestionada no sufre
de arbitrariedad y resulta ser en favor del imputado.
Finalmente, solicitó que se declare inadmisible el
recurso de casación interpuesto en autos (fs. 56/58).
V. Que superada la etapa prevista en los arts. 465,
último párrafo y 468 del C.P.P.N., de lo que se dejó
constancia a fs. 81, la defensa de Robelo presentó breves
notas, oportunidad en la cual amplió fundamentos con relación
a aquellos planteos presentados en término de oficina y
sostuvo que los hechos cuya subsunción legal en los términos
del delito de asociación ilícita (art. 210 del C.P.) pretende
el Ministerio Público Fiscal, integran aquellos que fueron
tenidos en cuenta en la sentencia de la causa 13/84 de la
Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal para
acreditar el plan sistemático, clandestino y criminal
instaurado por la última dictadura militar (fs. 78/80vta.).
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Transcurrida dicha etapa, quedaron las actuaciones
en estado de ser resueltas. Efectuado el sorteo de ley para
que los señores jueces emitan su voto, resultó el siguiente
orden sucesivo de votación: doctores Mariano Hernán Borinsky,
Gustavo M. Hornos y Juan Carlos Gemignani.
El señor juez doctor Mariano Hernán Borinsky dijo:
I. Inicialmente, corresponde señalar que el recurso
de casación interpuesto resulta formalmente procedente en
tanto se dirige contra una resolución de las enumeradas en el
art. 457 del C.P.P.N., ha sido interpuesto por quien se
encuentra legitimado para hacerlo (art. 458 del C.P.P.N.), y
se ha invocado fundadamente el motivo previsto por el art
456, inc. 1° del código mencionado.
La objeción de admisibilidad formal planteada por
la defensa oficial durante el término de oficina, bajo la
alegación de que el derecho a recurrir el fallo ha sido
consagrado constitucionalmente sólo en beneficio del
imputado, no puede recibir favorable respuesta. Ello es así,
porque, conforme lo prevén los arts. 457 y 458 del C.P.P.N.,
el Ministerio Público Fiscal se encuentra legitimado para
recurrir ―…las sentencias definitivas y los autos que pongan
fin a la acción, a la pena o hagan imposible que continúen
las actuaciones…‖, cuya inconstitucionalidad no fue planteada
en la oportunidad por la defensa.
II. Llegan los autos a esta instancia en virtud de
las impugnaciones dirigidas contra la resolución del día 24
de junio de 2013 de la Cámara Federal de Apelaciones de Mar
del Plata, en el marco de la causa n°33/2, del registro de su
Secretaría Penal –DDHH—. Dicha resolución, por un lado,
confirmó parcialmente el auto de primera instancia, en lo
atinente al procesamiento de Daniel Eduardo Robelo por los
hechos calificados como privación ilegal de la libertad
doblemente agravada por mediar violencia y amenazas en
concurso real con imposición de tormentos agravada por haber
sido cometido en perjuicio de perseguidos políticos en
cuarenta (40) hechos en concurso real con los delitos de
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privación ilegal de la libertad doblemente agravada por


mediar violencia y amenazas e imposición de tormentos
agravada por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos
políticos y homicidio calificado en veinte (20) hechos; todos
en calidad de coautor (art. 144 bis inc. 1 y último párrafo –
ley 14.616— en función del art. 142 inc. 1 y 5º —según ley
20.642— art. 144 ter primero y segundo párrafo —ley 14.616—,
80 inc. 6º, 45 y 55 del C.P. y arts. 306 y 312 CPPN); por el
otro lado, revocó parcialmente el procesamiento del nombrado
en orden al delito previsto y reprimido por el art. 210 del
C.P. (art. 336 inc. 3º del C.P.P.N.) y sobreseyó a Robelo con
relación a la última figura penal mencionada.
Para adoptar el temperamento desvinculatorio con
respecto al hecho que fue calificado como constitutivo del
delito de asociación ilícita, el tribunal ―a quo‖ sostuvo que
―sin desconocer la posibilidad de que se configure una
asociación ilícita en el ámbito de una organización legítima,
de carácter pública o privada‖ y tuvo en cuenta que ―... tal
situación estaría constituida por otro tipo de relaciones y
darían lugar a una especie de organización paralela, lo cual
no coincide exactamente con el caso bajo análisis‖ (Conf. fs.
135vta. del Expt. 14.162/6).
Los jueces de la instancia anterior consideraron
que los hechos aquí investigados fueron cometidos en el marco
de un plan sistemático de represión ilegal conducido por las
Fuerzas Armadas y aprovechando las estructuras preexistente.
Consecuentemente, entendieron que ―[f]ue el Estado y no una
organización paraestatal el que cometió las más aberrantes
violaciones a los derechos humanos. Es decir, no se observa
una específica voluntad asociativa dirigida a conformar un
grupo para cometer un indeterminado número de delitos, más
allá de verificarse una lógica organización para ejecutar
conductas prohibidas que se relaciona más bien con un modo de
participación criminal que es la coautoría‖ (Conf. fs.
135vta. del Expt. 14.162/6).
5
Por otra parte, en la resolución impugnada no se
encontraron elementos suficientes para considerar al imputado
como jefe u organizador de dicha asociación ilícita –art.
210, 2do. párrafo— (Conf. fs. 136 del Expt. 14.162/6).
III. Previo a ingresar en el tratamiento de los
agravios introducidos por la impugnante, cabe analizar las
observaciones de la defensa realizadas en término de oficina
y en oportunidad de presentar breves notas.
a) Al respecto, en primer lugar corresponde señalar
que en el recurso de casación se encuentra debidamente
fundado el interés de la recurrente, así como la
circunstancia de que la suerte de su recurso impacta sobre la
plataforma fáctica que conforma la imputación que recae sobre
Robelo.
En este sentido, la postura mayoritaria en la
doctrina señala que lo que integra el tipo penal es la
finalidad de cometer delitos indeterminados, siendo que los
concretos delitos cometidos por la asociación ilícita no
pertenecen al tipo, sino que concurren en forma real con
aquél (Ver, al respecto: NUÑEZ, Ricardo C., Derecho penal
Argentino, córdoba, 1971, T. VI, pág. 189; SOLER, Sebastián,
Derecho Penal Argentino, Buenos Aires, 1978, T. IV, pág. 608;
FONTÁN BALESTRA, Carlos, Tratado de Derecho Penal, Buenos
Aires, 1994, T. VI, pág. 470; y CREUS, Carlos, Derecho Penal.
Parte Especial, Astrea, Buenos Aires, 1983, T. II, pág. 189).
En igual sentido, D’ALESSIO apunta que ―[s]e
sostiene la existencia de un concurso real entre el delito de
asociación ilícita y los que se cometen en cumplimiento de
aquella, ya que la asociación es autónoma e independiente del
o los delitos que a través de ella se cometan‖ (Cfr. aut.
cit., Código Penal. Comentado y anotado. Parte especial, La
Ley, Buenos Aires, 2006, pág. 686). El referido autor afirma
también que ―[l]a jurisprudencia es unánime en el sentido de
considerar que el delito de asociación ilícita se comete con
independencia de la comisión de uno o más hechos punibles‖
(op. cit., pág. 686, nota Nº 132).
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Con relación a lo expuesto precedentemente, ―in re‖


―Migno Pipaón‖, esta Sala IV de la Cámara Federal de Casación
Penal ha reiterado que el delito de asociación ilícita ―…es
independiente de la comisión o no de delitos, bastando que
se compruebe el acuerdo de voluntades entre los
componentes, en el sentido de cometer delitos en cuanto ello
sea posible y se presente la oportunidad; pues la
punibilidad del pacto no está en la punibilidad de los
autores de los ilícitos que los asociados en su cumplimiento
cometan, sino en el peligro que por sí implica una
organización criminal de cierta permanencia‖ (con citas:
Cornejo, Abel, ―Asociación ilícita y Delitos contra el Orden
Público‖, Ed. Rubinzal Culzoni, pág. 56; Soler, Sebastián‖,
Derecho Penal Argentino‖, T. IV, Ed. Tea, pág. 602/603;
Vera Barros, O.T., ―Asociación ilícita (art. 210 C.P.).
Algunas Consideraciones‖, en "Nuevas formulaciones de las
Ciencias Penales", Ed. Lerner, Córdoba, pág. 596) –Conf.
C.F.C.P., Sala IV, Causa Nº15.314 ―Migno Pipaón, Dardo y
otros s/recurso de casación‖, Reg. 2042, Rta. 31/10/12‖—
Por lo plasmado, cabe distinguir la imputación
efectuada a Robelo vinculada a su pertenencia a una
asociación ilícita (art. 210 del C.P.) de aquella imputación
consistente en haber cometido delitos concretos de lesa
humanidad en virtud de su actuación en el marco de un aparato
organizado de poder (como la privación ilegal de la libertad,
la imposición de tormentos o el homicidio). Ello así, toda
vez que, por una parte, se analiza un hecho independiente,
consistente en la sola pertenencia del imputado a una
asociación enderezada a cometer delitos indeterminados de
lesa humanidad, los haya cometido o no; y por otra parte, su
intervención o responsabilidad en la comisión de aquellos
hechos.
b) La defensa de Daniel Eduardo Robelo también
planteó ante esta instancia –en oportunidad de presentar
breves notas— que los hechos objetivados en la presente
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causa, cuya subsunción legal en los términos del delito de
asociación ilícita (art. 210 del C.P.) pretende el Ministerio
Público Fiscal aquí recurrente, integran aquellos que fueron
tenidos en cuenta en la sentencia de la causa 13/84 de la
Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal para
acreditar el plan sistemático, clandestino y criminal
instaurado por la última dictadura militar. Por ello, dicha
parte invocó la violación al principio ―non bis in ídem‖ y se
opuso a esa calificación legal. El agravio en tratamiento
resulta una reedición del rechazado oportunamente por el ―a
quo‖.
Las observaciones que formuló la defensa no pueden
prosperar. Ello es así en tanto esa parte no demostró la
violación al principio que invoca, ni que las circunstancias
tenidas en cuenta en la sentencia de la causa 13/84 de la
Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal para
acreditar el mencionado plan sistemático sean las mismas que
las invocadas por la impugnante para sustentar la
configuración, en el caso de autos, del delito de asociación
ilícita (art. 210 del C.P.). Es decir, la conducta y el
aporte concreto que efectuó el imputado Robelo al concierto
de voluntades para cometer delitos indeterminados que
caracteriza a dicha asociación.
Por ende, corresponde desatender el planteo que
formuló la defensa durante el trámite del recurso en esta
instancia.
IV. Ingresando al estudio del caso traído en
revisión, corresponde determinar si, con el grado de certeza
requerido para esta etapa procesal, se encuentran presentes
en los hechos enjuiciados los requisitos que exige la norma
para subsumir la conducta de Robelo como jefe u organizador
de una asociación ilícita (Art. 210 C.P., 1ro. y 2do.
párrafo).
A tal fin, cabe recordar que la figura básica
contenida en el artículo 210 del Código Penal exige la
presencia de tres elementos principales: a) la acción de
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formar parte o conformar una asociación criminal, b) un


número mínimo de autores, y c) un fin delictivo;
constituyéndose así un delito doloso, abarcando el dolo el
conocimiento del número que compone la asociación y la
finalidad delictiva de la misma. El conocimiento del
propósito de delinquir es estrictamente individual, propio
de cada uno de los miembros de la organización y, por lo
tanto, la demostración de este elemento subjetivo es esencial
en el caso judicial para probar la existencia del delito.
En la asociación ilícita, el acuerdo de sus
miembros debe ser previo y permanente, pues a su integración
se pertenece en forma estable y el dolo consiste en la
intención de pertenecer a esa sociedad y en el conocimiento
de la ilicitud de esos planes, de ahí que es posible ligar
los diferentes hechos ilícitos o delitos indeterminados entre
sí (Conf. C.F.C.P., Sala IV, causa N° 10609 ―Reinhold, Oscar
Lorenzo y otros s/recurso de casación‖, reg. N° 137/12, rta.
del 13/2/2012).
La idea de organización implica que cada partícipe
debe tener un rol, una función, un papel dentro de la misma.
Esto exige, por lógica, que deba haber una organización
interna que lleve a una coordinación entre sus miembros,
tanto en la asociación como tal como en la realización de los
hechos delictivos (DONNA, Edgardo, ―Derecho Penal Parte
Especial‖, Ed. Rubinzal Culzoni, Buenos Aires, Tomo II.C p.
301), agregando, con cita de Sebastián Soler que ―[c]on esta
idea de lo que es la estructura objetiva de la asociación
ilícita, se comprende la afirmación de la doctrina argentina
en cuanto a que no se trata de castigar la participación en
un delito, sino la participación en una asociación o banda
destinada a cometerlos con independencia de la ejecución o
inejecución de los hechos planeados o propuestos‖ (ob. cit.
p. 302).
Al revisar sentencias recaídas contra imputados que
desempeñaron cargos militares durante el último gobierno de
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facto, este Tribunal tuvo oportunidad de analizar y confirmar
la configuración del delito de asociación ilícita y la
asignación de responsabilidad penal de los nombrados como
autores mediatos por la utilización de aparatos de poder
organizados (C.F.C.P., Sala IV, causa Nº 13.228 ―Soza, Jorge
Alberto s/recurso de casación‖, Reg. 1191/12, Rta. 12/07/12;
así como los mencionados precedentes ―Reinhold…‖ y ―Migno
Pipaón…‖, entre otras).
Considerando dichos parámetros y, conforme surge de
autos (Conf. fs. 8vta/10 del Expte. 14.162/6), la estructura
de la Armada Argentina en todo el país durante el último
gobierno de facto se encontraba conformada por la máxima
autoridad a nivel nacional –Comando General de la Armada—, la
cual tenía bajo su dependencia al Comando de Operaciones
Navales, y a su vez, de este dependían los Comandos de las
Fuerzas de Tareas –existían once (11) fuerzas de tareas a los
fines de la lucha contra la subversión—.
Así, todas las agrupaciones y escuelas que se
asentaban en el predio de la Base Naval Mar del Plata
quedaban a disposición del Comando de la Fuerza de Tareas 6,
que recaía en cabeza del Comandante de la Fuerza de
Submarinos, quien mantenía también a su cargo la Jefatura de
la Base Naval Mal del Plata.
Dicha Fuerza de Tareas tenía como fin la ―lucha
antisubversiva‖ y, a su vez, funcionaba dividida en grupos de
tareas, conformados por el personal de los diversos
organismos destinados en el predio de la Base Naval, por
quienes se desempeñaron en la Escuela de Suboficiales de
Infantería de Marina y por dependientes de la Prefectura
Naval Argentina ―quienes llevaban adelante los operativos de
secuestro de aquellos que aparecían... como vinculados a la
subversión…‖. A tal fin, se instrumentaron en el ámbito de
las dependencias de la Armada varios centros clandestinos de
detención.
El señor juez de primera instancia tuvo por
corroborada la existencia de una organización de naturaleza
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ilegal, integrada por el Jefe de la Agrupación de Artillería


de Defensa Aérea 601 (Pedro Alberto Barda), por su Estado
Mayor (Alfredo Manuel Arrillaga en calidad de Jefe de
Operaciones y por aquéllos que se desempeñaron en
dependencias afines a las Fuerzas de Tareas Nº 6. También
consideró que dentro de la organización existía un grupo de
personas que se encargaban de otras funciones (de carácter
operativo, etc.).
El magistrado instructor analizó que la asociación
ilícita que integraba el imputado llevaba a cabo la
aprehensión de presuntos sospechosos, los mantenían
clandestinamente en cautiverio bajo condiciones inhumanas,
los sometían a tormentos a fin de obtener información y
finalmente los ponían a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional o Poder Judicial, o los eliminaban. También indicó
que para ello ponían ―en marcha la asignación de diversos
recursos: humanos, técnicos y económicos, los que sustentaron
la existencia y la actividad del plan sistemático del que
formaba parte‖ (Conf. fs. 49vta./51 del Expte.14.162/6).
En la resolución de primera instancia se consideró
que Daniel Eduardo Robelo ―cumpliendo funciones como Jefe del
Departamento Operaciones en la Base Naval Mar del Plata y
Jefe del Departamento Comunicaciones de la Fuerza de
Submarinos en el período comprendido entre el 24 de febrero
[de] 1976 y el 26 de noviembre de 1976, formó parte de esa
organización ilegal; pues desde las tareas que le imponían
los cargos que comandó, contribuyó a que el plan se ejecutara
sin fisuras. En efecto, en el área de comunicaciones que
componía uno de los Departamentos de la Fuerza de Submarinos,
Comando de la Fuerza de Tareas Nº 6 debía asegurar la
rapidez, seguridad y confianza de los comunicaciones, y
brindar un servicio de comunicaciones eficiente…‖. Por otra
parte, siendo Jefe del Departamento de Operaciones de la Base
Naval ―tenía entre otras funciones, gestionar la obtención,
evaluación y distribución de la información necesaria para la
11
seguridad de la Base Naval o para la formulación de los
planes de carácter operativo, dando cuenta con ello que,
indefectiblemente, tenía que estar informado y a su vez
mantener informado a otros responsables de áreas dentro de la
Base sobre lo que en ella acontecía.‖
Finalmente, en la resolución del juez instructor se
dijo que es posible sostener que ―en el caso existió una
organización ilícita y que el imputado la integró activamente
con la voluntad plena de asociarse, conociendo su naturaleza
delictiva en función de los hechos aberrantes para los que
estaba destinada…‖. También se lo tuvo como jefe u
organizador de dicha asociación ilícita en cuanto ―..si bien
podía recibir órdenes de Superiores, tenía la capacidad para
retransmitírselas a sus súbditos, no siendo un dato menor que
durante el año 1976 haya sido quien reempla[zó a] Justo
Alberto Ignacio ORTIZ en el cargo del Departamento de
Operaciones de la Base Naval, cuando éste último pasó a ser
Subjefe de la Base Naval‖.
Advierto que la resolución del colegiado de la
instancia precedente que revoca el procesamiento de primera
instancia y en consecuencia dispone el sobreseimiento de
Daniel Eduardo Robelo con relación al hecho calificado como
asociación ilícita agravado en su calidad de jefe u
organizador, previsto y reprimido por el art. 210 del C.P. –
1ro. y 2do. párrafo—, resulta incompatible con las concretas
circunstancias comprobadas en la causa.
Sobre el particular, cobra especial relevancia en
el ―sub lite‖ la calidad de Daniel Eduardo Robelo como Jefe
de Comunicaciones con destino Base Naval Mar del Plata –
Fuerza de Submarinos (entre el 12 de febrero de 2975 y el 20
de enero de 1977). Asimismo, entre otras tareas, el imputado
fue Jefe de Relaciones Públicas y Ceremonial de la Fuerza de
Submarinos y ayudante secretario de Juan Carlos Malugani –en
ese entonces, Jefe de la Base Naval de la Fuerza de
Submarinos y de la Fuerza de Tareas Nro. 6— (al menos entre
el 31 de diciembre de 1975 y el 26 de noviembre de 1976), fue
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Jefe del Departamento de Operaciones de la Base Naval (entre


el 24 de febrero de 1976 y el 26 de noviembre de 1976) y
también ―ocupó los cargos de Comunicaciones y Meteorología‖
(Conf. fs. 133 del Expt. 14162/6).
No puede soslayarse que la Fuerza de Submarino
funcionaba, a su vez, como Comando de la Fuerza de Tareas Nº
6, donde se realizaban ―las acciones clandestinas...
integra[da] con personal de las distintas divisiones y
organismos afectados a ella, a los fines de cumplir con la
misión encomendada: ´aniquilar la subversión´‖ (Conf. fs. 10
del Expt. 14162/6).
Dicho contexto, sumado a la intervención material
que le cupo al imputado en los hechos enjuiciados –reconocida
por el tribunal ―a quo‖— y que damnificaron a Alfredo Nicolás
Bataglia, Rubén Alberto Alimonta, Luis Regine, Camilo Alves,
Rafael Adolfo Molina, José María Musmeci, Julio Víctor
Lencina, Justo Alberto Alvarez, Jorge Pavlosky, Oscar Jorge
Sotelo, Jorge Luis Celentano, Pablo Lerner, Oscar Rudnik,
Pedro Catalano, Ricardo Valente, Miguel A. Erreguerena,
Guillermo Cangaro, Patricia Yolanda Molinari, Graciela Datto,
Héctor Ferrecio, Jorge Nicolo, María Victoria Flores de Perez
Catan, Alejandro Luis Pérez Catan, José Antonio Logoluso,
Laura Hortensia Logoluso, Alberto Pellegrini, Alberto Cortez,
René E. Sánchez, Pablo Mancini, Alejandro Sanchez, Nancy
Carricabur, Stella Maris Nicuez, Héctor Daquino, Carlos
Alberto Mujica, Ernesto Prandina, Osvaldo Isidoro Duran,
Gladis Garmendia, Gabriel R. Della Valle, Eduardo Pediconi,
Julia Barber, Rosa Ana Frigerio, Liliana Renzi, Nora Inés
Vacca, Liliana Retegui, Patricia Lazzeri, Liliana Iorio,
Omar Tristán Roldan, Delia Elena Garagusso, Jorge Audelino
Ordoñez, Omar Marochi, Susana Valor, Fernando F. Yudi,
Alberto D´Uva, Norma Prado de Olivieri Huder, Gustavo Stati,
David Manuel Ostrowiecki, Elena Ferreiro, Patricia Gaitan,
Alberto Martínez y Adrián Sergio López; constituyen elementos
de juicio suficientes para alcanzar el grado de probabilidad
13
positiva que exige el temperamento adoptado por el magistrado
de instrucción para procesar a Daniel Eduardo Robelo como
jefe u organizador de asociación ilícita, el cual fuera
revocado por el tribunal de la instancia precedente.
Conforme lo expuesto, no encuentro óbice legal
alguno para convalidar el auto de procesamiento de fs. 1/62
vta. en cuanto, entre otras conductas criminales, se le
atribuyó a Daniel Eduardo Robelo ser jefe u organizador de
una asociación ilícita (art. 210, 1ro. y 2do. párrafo del
C.P.). En lo demás, como quedara expuesto, su eventual grado
de responsabilidad penal y, consecuentemente, la calidad por
la que debe responder dentro de la teoría de la autoría y
participación, deberá ser dilucidado en el marco de la etapa
procesal para la que se encamina la presente causa –juicio
oral— a partir de la intervención de esta Alzada.
V. Por dichas razones, corresponde hacer lugar al
recurso del Fiscal General, doctor Daniel Eduardo Adler y, en
consecuencia, revocar el sobreseimiento de Daniel Eduardo
Robelo con respecto al delito de asociación ilícita (art.
210 del C.P.), debiéndose estar al auto de procesamiento
dictado por el juez federal con fecha 30 de agosto de 2012,
cuyas copias certificadas obran a fs. 1/62 vta. del Expte.
14.162/6; sin costas (art. 530 y 531 del C.P.P.N).
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
I. Inicialmente, corresponde señalar que el
recurso de casación interpuesto por el Ministerio Público
Fiscal es formalmente admisible, toda vez que la sentencia
recurrida es de aquéllas consideradas definitivas (artículo
457 del C.P.P.N.), la parte recurrente se encuentra
legitimada para impugnarla (artículo 458 del C.P.P.N.) y los
planteos traídos se enmarcan dentro de los motivos previstos
por el artículo 456, inciso 1º del C.P.P.N. Por otra parte,
se han cumplido los requisitos de temporaneidad y
fundamentación previstos en el artículo 463 del mismo cuerpo
normativo.
II. Comparto y hago propias las fundamentaciones y
14
Causa N° 1224/13 -Sala
IV– C.F.C.P “ROBELO,
Cámara Federal de Casación Penal Daniel Eduardo
recurso de casación”
s/

conclusiones que fueron desarrolladas en la ponencia del


colega que me precede en orden de votación. En consecuencia
voy a adherir a su propuesta.
En este orden de ideas, en la presente exposición
habré de concentrar los esfuerzos analíticos en aquellos
motivos de agravio medulares cuyo estudio, a mi juicio, puede
complementarse con las breves consideraciones que a
continuación desarrollaré y que, en definitiva, acaban por
convencerme de la inequívoca corrección de la solución
adoptada en el voto antecedente.
III. Como puso de resalto el Dr. Borinsky esta
Sala ha tenido la oportunidad de expedirse en circunstancias
similares sobre la configuración del delito de asociación
ilícita.
En efecto, he fundado mi postura al respecto en la
causa nº 9822 ―Bussi, Antonio Domingo y otro s/recurso de
casación‖, registro nº 13073.4, del 12/3/2010, en los
términos señalados en el voto antecedente. Ese criterio fue
reiterado por esta Sala en su integración actual en las
causas nº 10.609 ―Reinhold, Oscar Lorenzo y otros s/recurso
de casación‖, registro nº 137.4/12, del 13/02/12; y nº 15.314
―Migno Pipaon, Dardo y otros s/recurso de casación‖, registro
nº 2042.4/12, del 31/10/2012, entre otras.
La cuestión puntual debatida en esta oportunidad
se halla circunscripta a establecer si, en el marco de los
sucesos investigados y acreditados con el grado de certeza
requerido en esta etapa procesal, resulta posible encuadrar
legalmente la conducta del imputado en los términos del
artículo 210 del Código Penal, tal como lo requirió el
representante del Ministerio Público Fiscal. La contienda fue
decidida en sentido afirmativo por la primera instancia, pero
no fue convalidada por la Cámara de Apelaciones interviniente
y motivó, en razón de ello, la incidencia ahora en examen.
IV. La cámara recurrida sostuvo que en el caso no
se configuró el tipo penal enunciado en el artículo 210 de
15
Código Penal.
Para llegar a esa conclusión argumentó que el
imputado Robelo pertenecía desde varios años antes del golpe
a las Instituciones del Estado, a la Armada Argentina,
vinculado entonces a sus pares, jefes y subordinados a través
de lazos originariamente legales.
Luego agregó que, sin desconocer la posibilidad de
que se configure el delito de asociación ilícita en el ámbito
de una organización legítima, este no sería el caso, pues tal
situación estaría constituida por otro tipo de relaciones y
darían lugar a una especie de organización paralela, lo cual
no coincide con el caso bajo análisis.
Los hechos imputados, sostuvo la alzada, fueron
cometidos en el marco de un plan sistemático de represión
ilegal conducido por las Fuerzas Armadas aprovechando las
estructuras preexistentes. Fue el Estado y no una
organización paraestatal el que cometió los crímenes
aberrantes investigados.
Concluyó entonces que no se observó una específica
voluntad asociativa dirigida a conformar un grupo para
cometer un indeterminado número de delitos.
No se trata de una atribución por pertenecer a las
estructuras del Estado –apuntó la cámara–, sino que se lo
encontró responsable por los hechos en virtud de las
funciones y actividades desplegadas como consecuencia de la
ejecución de aquel plan ―diseñado con el pretexto de combatir
a la subversión‖ (cfr. fs. 135/136).
V. Debo señalar en primer término, que tal como
indicó la recurrente, la decisión en examen no se ajusta a
derecho en tanto sostiene, por una parte, la posibilidad de
que el delito de asociación ilícita se configure en el marco
una organización lícita y estatal, pero a continuación no da
razones plausibles para concluir en que este no es el caso.
El hecho de que el imputado perteneciera a las
Fuerzas Armadas con anterioridad al golpe de estado de 1976 y
que por lo tanto se encontrara vinculado con sus pares, jefes
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Causa N° 1224/13 -Sala
IV– C.F.C.P “ROBELO,
Cámara Federal de Casación Penal Daniel Eduardo
recurso de casación”
s/

y subordinados en virtud de lazos en su origen legales en


nada condiciona las relaciones configuradas a través de la
voluntad de convergencia ilícita posterior. Aquello que
comenzó de modo regular puede transformarse en irregular,
precisamente mediante la voluntad de quienes conforman un
determinado grupo. Como afirmó la alzada y en esto sí
acierta, no se trató –ni se trata— de una imputación por el
hecho de pertenecer a determinada institución; sino por los
actos ilícitos que se cometen ocupando un determinado rol (ya
sea individualmente como delitos autónomos, ya sea como
miembro que conforma una comunidad cuya finalidad es la
comisión de esos y otros actos ilícitos).
La lectura de la norma penal en examen permite
alcanzar esa conclusión.
En efecto, la asociación ilícita puede
configurarse en el ámbito propio de una estructura estatal,
pues el tipo penal que reprime a quien tome parte en una
asociación o banda de tres o más personas destinada a cometer
delitos por el solo hecho de ser miembro de la asociación no
excluye esa posibilidad.
Por otra parte, no advierto ninguna razón para
considerar que frente a la comprobación de los elementos
típicos de la figura penal en examen (tomar parte en una
asociación, número mínimo de partícipes y propósito colectivo
de delinquir), su ámbito de protección deba acotarse por el
hecho de haberse configurado en el seno de una estructura
originalmente legítima o estatal, como parece sugerirse en la
decisión atacada.
Por el contrario, no se ha puesto de relevancia
ningún indicador que conduzca a sostener que la figura de la
asociación ilícita está destinada exclusivamente a comprender
las características de una ―organización paraestatal‖,
afirmación que fue realizada sin algún elemento de apoyo que
la justifique o explique.
Antes bien, la afirmada verificación de ―una
17
lógica organización para ejecutar conductas prohibidas‖ que
se realiza en el pronunciamiento recurrido se corresponde con
una expresión del concierto de voluntades organizado para la
ejecución de actos ilícitos propio de la figura propuesta.
Y el hecho al que también refiere la alzada de
―aprovechar las estructuras preexistentes‖ es otro rasgo que,
a diferencia de la dirección que pretende imprimírsele en la
resolución, apunta precisamente a fortalecer la postura de
encuadre en el tipo penal. Ello, en tanto es un rasgo
demostrativo del alto nivel de organización de la asociación
criminal en el sentido del complejo instrumental del que pudo
proveerse para lograr sus fines ilícitos.
Esta posibilidad de que en el marco de una
asociación lícita se oculte una ilícita es contemplada por
Patricia Ziffer, para quien ―La finalidad delictiva puede
agregarse a una asociación preexistente, y serán autores
quienes le hayan impreso el nuevo rumbo a la asociación, a
partir de ese momento… Lo decisivo, en todo caso, es que la
comisión de delitos aparezca como ineludiblemente unida al
logro del objeto de la ―nueva‖ asociación…‖. Y a continuación
la autora agrega que una asociación ilícita no sólo puede
estar disimulada dentro de una lícita, sino que incluso puede
insertarse dentro del propio Estado (cfr. Ziffer, P., El
delito de asociación ilícita, Ad-Hoc: Buenos Aires, 2005,
pág. 81/82).
Al analizar críticamente otra resolución judicial,
Sancinetti y Ferrante apuntaron que ―Nadie pondría en duda
que el Ejército, como cualquier institución legítima, podría
ser el marco ideal para que una pequeña organización de cinco
o diez personas, se dedique a la comisión de delitos, por
ejemplo, con fines de lucro; pero esta posibilidad no puede
disminuir, sino justamente incrementarse, cuando el grupo
comprometido con los fines ilícitos alcanza a la mayor parte
de los miembros que conforman también la institución
legítima… Por consiguiente, cuantos más miembros de una
organización estatal legítima estén comprometidos con la
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IV– C.F.C.P “ROBELO,
Cámara Federal de Casación Penal Daniel Eduardo
recurso de casación”
s/

comisión de delitos con cierto carácter permanente y


obedeciendo a reglas ajenas al Estado de derecho, más
claramente configurará una asociación criminal la
organización subinstitucional‖ (cfr. Sancinetti, Marcelo y
Ferrante Marcelo, El Derecho Penal en la Protección de
Derechos Humanos, Hammurabi: Buenos Aires, 1999, pág.
247/248).
Como también sostienen los autores citados, la
existencia de lazos funcionales y/o de subordinación lícitos
regidos por la ley o por reglamentos, utilizados
sistemáticamente y de modo extendido en el tiempo con
propósitos criminales constituyen un nuevo entrelazamiento de
los miembros del grupo que así se comportan o se comprometen
a comportarse. Ello ya no proviene de la ley sino de su
completo abuso y distorsión (cfr. op. cit., pág. 250).
Por ello, el argumento mediante el cual no podría
o no correspondería calificar de asociación ilícita a la
actividad desplegada por el imputado junto a otras personas
como constitutiva de esa infracción típica, en razón de tener
una relación funcional o reglamentaria previa determinada por
la pertenencia a una institución estatal lícita debe ser
descartado. Insisto, nada impide que dentro de la propia
estructura estatal (es decir dentro de una estructura
asociativa lícita) se configuren y determinen las
características propias de esta figura penal. Lo determinante
es la finalidad con la que los distintos miembros se asocian
o se comprometen, aunque previamente ya tuvieran una relación
formal o informal establecida. Si esa relación está ahora
determinada por la voluntad individual y común de cometer
diversos e indeterminados actos ilícitos, la comunidad
configura una asociación que se independiza y diferencia de
la estructura previa existente, si es que ese fin ha pasado a
ser el objetivo primordial de la asociación (cfr. Ziffer, P.
op. cit. pág. 81/82.).
A riesgo de resultar reiterativo, cabe recordar
19
que se ha comprobado con el grado de certeza que requiere
esta etapa procesal –y ello viene convalidado ya por dos
instancias–, que el imputado revistaba en las filas de la
Armada Argentina, que a la época de los hechos era Jefe de
Comunicaciones con destino en la Base Naval de Mar del Plata
– Fuerza de Submarinos; en un periodo más acotado (entre el
24/02/76 al 26/11/76) fue también Jefe del Departamento de
Operaciones de la Base Naval.
Se ha establecido la relación entre la Base Naval,
la Fuerza de Submarinos y la Fuerza de Tareas 6, esta última
diseñada a los fines de la ―guerra antisubversiva‖. Las
agrupaciones y escuelas asentadas en el predio de la Base
Naval quedaban a disposición del Comando de la Fuerza de
Tareas 6, que recaía en cabeza del Comandante de la Fuerza de
Submarinos (también, Jefe de la Base Naval de Mar del Plata).
La copiosa prueba aportada en la investigación ha
llevado al juez instructor a concluir que Robelo, como máximo
responsable de los Departamentos de Operaciones y la División
Comunicaciones de la Base Naval, como del Departamento de
Comunicaciones de la Fuerza de Submarinos en la ―lucha contra
la subversión‖ dentro de la estructura formada para cumplir
con dicho fin por parte de la Armada Argentina, colaboró para
que ese plan se llevara a cabo (cfr. fs. 42vta.).
El imputado, por los cargos que desempeñó ―… fue
un eslabón más destinado a contribuir, dentro de la
estructura intrínsecamente ilegal de la que formó parte, a
avalar los procedimientos que… culminaban con las detenciones
ilegales de las víctimas, con su posterior traslado al centro
clandestino de detención asentado en la dependencia donde el
imputado cumplió funciones. Por lo tanto, perteneciendo a la
estructura aludida, realizó actos prohibidos por la ley y lo
hizo en acuerdo con otras personas con las que compartió los
propósitos de hacer estrictamente lo contrario de lo que
estaba permitido.‖ (fs. 43).
Conviene destacar que dentro de la Base citada se
acreditó el funcionamiento de un centro clandestino de
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IV– C.F.C.P “ROBELO,
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recurso de casación”
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detención donde se alojaron cantidad de víctimas de


secuestros, se mantenían los cautiverios con sometimiento a
tormentos, vejámenes y condiciones inhumanas de vida y se
decidía el destino final de las víctimas desde su liberación
hasta su eliminación física.
Se estableció que el imputado recibió siempre
calificaciones sumamente destacadas de parte de sus
superiores por su desempeño en las distintas funciones que le
fueron encomendadas, en tanto ―… ha sabido conducir con
acierto y dedicación a su personal…‖; ―… No sólo ha trabajado
en forma muy satisfactoria en sus cargos de operaciones…‖
(cfr. calificación emitida por Juan Carlos Malugani - Jefe de
la Base Naval de Mar del Plata, fs. 43); se calificó su labor
como ―sobresaliente‖ en tanto, ―… Ha actuado eficientemente
en operaciones demostrando que comprende y comparte la
filosofía de la armada en la lucha contra la guerrilla…‖;
etc. (cfr. fs. 43/vta. y 134vta.).
También se indicó que por su rol, a su vez, ha
debido calificar a subalternos, incluso a quienes
participaron en ―operativos contra la subversión‖: respecto
de uno de ellos apuntó que ―… supo hacerse comprender y
obedecer por sus subordinados… se destacó en los operativos
realizados contra la subversión…‖ (cfr. fs. 43/vta.).
Todo lo expuesto ha sido elocuentemente demostrado
en el pronunciamiento de la instancia originaria y no se
encuentra debatido en esta incidencia.
En el marco dichas probanzas y de las
circunstancias fácticas descriptas, resulta acertada la
conclusión del juez de la primera instancia en esta faz del
proceso en tanto consideró configurada la existencia de los
elementos típicos de la asociación ilícita.
Allí se precisó que ―… como Jefe del Departamento
Operaciones en la Base Naval de Mar del Plata y Jefe del
Departamento Comunicaciones de la Fuerza de Submarinos… formó
parte de esa organización ilegal; pues desde las tareas que
21
le imponían los cargos que comandó, contribuyó a que el plan
se ejecutara sin fisuras…‖. En particular, en el rol de Jefe
de Operaciones, ―… tenía entre otras funciones, gestionar la
obtención, evaluación y distribución de la información
necesaria para la seguridad de la Base Naval o para la
formulación de los planes de carácter operativo…
indefectiblemente, tenía que estar informado y a su vez
mantener informado a otros responsables de áreas dentro de la
Base sobre lo que en ella acontecía‖ (fs. 51).
Se verificó una organización claramente
constituida por grupos que actuaron coordinadamente, con
rotación de sus miembros ocupando distintos cargos y roles,
de modo tal que garantizaron la permanencia de la
organización y la concreción de los procedimientos de
secuestro, alojamiento en centros clandestinos destinados al
efecto y práctica de la tortura como método para la obtención
de información.
En razón de lo dicho, la tipicidad objetiva se
encuentra plenamente configurada.
Desde el punto de vista subjetivo, debo señalar
que la ausencia de ―una específica voluntad asociativa
dirigida a conformar un grupo para cometer un indeterminado
número de delitos‖ mencionada en el pronunciamiento recurrido
constituye una afirmación contrapuesta a las contundentes
circunstancias corroboradas en el expediente a esta altura
del proceso.
Se ha explicado en el pronunciamiento de la
instancia –y tampoco fue contradicho por la alzada ni puesto
en discusión aquí– que el engranaje constituido en la
estructura militar de la época fue de tal magnitud que no
sólo posibilitó la realización de hechos de extrema gravedad
como los investigados, sino que se desarrollaban con plenas
garantías de impunidad. La clandestinidad, al amparo del
poder estatal generaba la posibilidad de contar –como fue
también en este caso– con la absoluta disponibilidad de
recursos, infraestructura, armamentos, sitios para
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Causa N° 1224/13 -Sala
IV– C.F.C.P “ROBELO,
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recurso de casación”
s/

detenciones ilegales, etc.


Todo ello, sumado a la destrucción de gran
cantidad de material probatorio, da cuenta de que quienes
actuaron lo hicieron con conocimiento de la ilicitud de las
acciones.
En este sentido, la resolución primigenia puso
adecuadamente de resalto que las propias actividades que
exigían las funciones asignadas y cumplidas por el imputado
(las tareas efectivamente cumplidas, las funciones
reglamentariamente estipuladas para los diversos cargos
desempeñados, sus calificaciones recibidas y emitidas, el
circuito de información del que era responsable –desmenuzado
por el juez instructor–, así como la recepción de órdenes y
la retransmisión de éstas o emisión de otras) persuaden, no
sólo de su vasto conocimiento de los sucesos acaecidos bajo
su órbita, sino que permiten afirmar que él integró
activamente la asociación ilícita existente con la voluntad
plena de asociarse, conociendo la naturaleza delictiva en
función de los hechos aberrantes para los que estaba
destinada (cfr. fs. 51).
Corresponde ahora una breve consideración acerca
de la agravante prevista en el segundo párrafo del artículo
210 del Código Penal para quien resulte jefe u organizador de
una asociación ilícita, que fue aplicada por el juez de la
primera instancia y reclamada por el Ministerio Público
Fiscal en el recurso en examen.
Sin perjuicio de las dilucidaciones que
correspondan a etapas procesales posteriores, las
comprobaciones realizadas por el momento permiten encuadrar
la actuación del imputado en los términos de la norma citada,
en tanto se verificó su capacidad decisoria a tenor del rol
cumplido efectivamente, con el que ha contribuido a
determinar las características de la actividad de la
asociación así como a reforzar la decisión de los miembros
inferiores a través de la retransmisión de las órdenes para
23
su ejecución.
VI. La defensa ha introducido, al presentar breves
notas, una consideración que, al igual que mi colega,
entiendo que corresponde descartar.
La parte sostuvo que la subsunción de la conducta
en el delito de asociación ilícita infringe la prohibición de
doble juzgamiento.
Consideró, por una parte, que los sucesos que
conforman el plan sistemático del que se acusa a Robelo de
formar parte, ya ha sido valorado como el elemento contextual
para considerar a los hechos como constitutivos de delitos de
lesa humanidad.
Por otro lado, interpretó que ―la estructura
fáctica que el Fiscal pretende quede atrapada en una
―asociación ilícita‖ (esto es, el acuerdo para brindar una
colaboración al accionar represivo llevado adelante por el
personal militar), es, precisamente, lo que también fue
calificado como una autoría de los diversos ilícitos…
enrostrados…‖ (fs. 79vta.).
Ninguna de las dos perspectivas puede atenderse,
en tanto la defensa no demuestra cómo es que resultaría
comprometida la prohibición de doble persecución.
En primer lugar, el hecho de que determinadas
circunstancias fácticas den lugar a considerar la existencia
de una categorización del derecho penal internacional (en el
caso, la existencia de un plan de represión ilegal
sistemática y generalizada dirigido por los altos mandos de
las Fuerzas Armadas), que conduce a catalogar a los crímenes
cometidos en dicho contexto como delitos de lesa humanidad es
lo que permite sostener su imprescriptibilidad. En un proceso
iniciado a consecuencia de dicha situación, las conductas
comprobadas deben verificar su encuadre en los tipos penales
que contempla el derecho interno para establecer su
punibilidad.
Se trata de dos cuestiones de naturaleza
claramente distinguible y no se advierte, al respecto,
24
Causa N° 1224/13 -Sala
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vinculación alguna con el principio que la defensa señala


como afectado.
Si trazamos un paralelo con alguna situación
similar, en la que haya un distingo en el tratamiento de la
prescripción, se observa con más claridad que la relación que
pretende establecer la defensa no es tal. Así, si tomamos
como ejemplo algún delito cometido por un funcionario
público, (v.g. art. 256 del Código Penal, cohecho)
ciertamente la calidad de funcionario del sujeto activo es
una exigencia del tipo penal y esa condición, a su vez,
determina un tratamiento particular en los plazos de
prescripción, cuyo curso se suspende en los términos del art.
67 del mismo código. No se advierte en ello razón alguna para
considerar que se infringe la regla de la prohibición de
doble persecución.
En otras palabras, que los hechos merezcan la
tipificación en el marco del derecho internacional como
crímenes de lesa humanidad y que, en consecuencia, tal
categorización haya posibilitado la prosecución de la causa
nada tiene que ver con la subsunción jurídica de los hechos
en el encuadre penal local correspondiente. No existe pues,
una relación como la que la defensa ha intentado establecer
entre la categoría internacional que permitió el avance
procesal en el caso y la evaluación de los hechos como
constitutivos –entre otros– del delito de asociación ilícita.
La otra perspectiva también merece ser descartada.
En efecto, tal como ha referido el colega del
primer voto en el punto III a), esta Sala ya ha señalado que
la finalidad que integra el tipo penal de asociación ilícita
es la de cometer delitos indeterminados, con independencia
del rol que asuma cada miembro en la perpetración de los
delitos que se cometan en particular (cfr. causa nº 10.609
―Reinhold, Oscar Lorenzo y otros s/recurso de casación‖,
registro nº 137/12, del 13/2/2012 y causa nº 15.314 ―Migno
Pipaon, Dardo y otros s/ recurso de casación‖, registro nº
25
2042/12, del 31/10/2012).
Y en este sentido se ha precisado que ―cabe
reconocer que el delito de asociación ilícita y la teoría del
dominio por organización en el marco de una aparato
organizado de poder no son conceptos equivalentes, toda vez
que en el marco de esta teoría, lo decisivo es que el agente
haya efectuado un aporte concreto para la comisión del/los
hecho/s que se le imputa/n, con independencia de su
disposición subjetiva hacia esos sucesos, mientras que en la
asociación ilícita lo decisivo es la mera pertenencia a la
asociación con la finalidad de cometer delitos
indeterminados, aun cuando no se haya realizado todavía
ninguna acción tendiente a la ejecución de los crímenes
planeados‖ (cfr. causa nº 15.314 ―Migno Pipaon‖, voto del Dr.
Borinsky al que adherí).
Según explica Ziffer, también citada en aquella
ocasión: ―La doctrina tradicional argentina sentó, en su
momento, la idea –que hasta hoy se mantiene inalterada– de
que la asociación ilícita es un delito permanente, que se
consuma con el mero acuerdo entre sus miembros, sin que dicha
consumación dependa de que se llegue a la efectiva comisión
de los delitos que constituyen el objeto de la asociación;
tales delitos, en caso de que lleguen a concretarse, son
considerados hechos independientes, y por lo tanto concurren
materialmente con el art. 210, C.P.‖ (Cfr. Ziffer, Patricia
S., El delito de asociación ilícita, Ad-Hoc, Buenos Aires,
2005, pág. 111).
Lo expuesto, entonces resulta suficiente para
descartar también aquí la invocada afectación a la
prohibición de doble juzgamiento.
VII. Todo lo hasta aquí expuesto me conduce, tal
como anticipé, a formular mi voto en adhesión al Dr. Borinsky
el que, además, hago propio en aquello no tratado aquí
expresamente.
El señor juez Juan Carlos Gemignani dijo:
I. Que en orden al análisis de admisibilidad formal
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Cámara Federal de Casación Penal Daniel Eduardo
recurso de casación”
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del recurso sometido a consideración, lleva razón el colega


que lidera el presente acuerdo, doctor Borinsky, en cuanto
que el mismo satisface las exigencias legales adjetivas,
tanto las de carácter objetivas como subjetivas, conforme lo
prevén los arts. 456 -ambos incisos-, 457, 458 y 463, todos
del Código Procesal Penal de la Nación.
Sin embargo, en relación a las cuestiones alegadas
por la Defensa Pública Oficial ante esta instancia, que
fueron invocadas en la oportunidad prevista en los arts. 465
(cuarto párrafo) y 466 del C.P.P.N., las cuales versan acerca
de la inadmisibilidad del recurso fiscal, de la falta de
fundamentación de dicha presentación y de la imposibilidad de
aplicar el delito en cuestión -asociación ilícita-, pues ello
conllevaría la afectación de la base fáctica definida en
autos; y aquélla alegada en las breves notas presentadas en
ocasión de realizarse la audiencia prevista en el art. 468
del código de rito, esto es, que los hechos investigados en
autos integran aquellos que fueron tenidos en cuenta en la
sentencia de la causa nro. 13/84 de la Cámara Nacional en lo
Criminal y Correccional Federal, lo cual acarrearía la
violación a la garantía del ―non bis in ídem‖, habré de
realizar las siguientes consideraciones.
En primer lugar, he de precisar que, según
entiendo, este tribunal de alzada debe limitarse al estudio
de los motivos casatorios expuestos ab initio en ocasión de
interponerse el recurso de que se trate, salvo, claro está,
que el asunto propuesto a revisión una vez expirada esa
oportunidad procesal, sea susceptible de acarrear cuestión
federal dirimente o se cuestione la validez de algún acto del
proceso factible de fulminárselo con nulidad absoluta;
circunstancias que, en parte, no observan los agravios
introducidos por la Defensora Pública Oficial ante la Cámara
Federal de Casación Penal, doctora Valeria Salerno.
Es que la inserción de los verbos desarrollar y
ampliar contenidos en el art. 466 ídem es cabal muestra que
27
lo que persiguió el legislador con su dictado, no era otra
cosa que dar a la parte recurrente una oportunidad para que
se extiendan o profundicen los motivos que fueron
introducidos en la oportunidad del art. 463 del C.P.P.N., es
decir, que pueda completarlos o perfeccionarlos, más no
incorporar o adicionar otros no volcados en el recurso de que
se trate.
Similar inteligencia le otorga a la norma
examinada, la palabra autorizada del jurista Francisco J.
D´Albora al aducir que: ―[…] ni en la oportunidad [prevista
por el art. 466 del C.P.P.N.] ni durante la audiencia
establecida por el art. 468 las partes se encuentran
facultadas para introducir nuevos motivos de casación; éstos
quedan fijados a través del escrito de interposición y sólo
pueden ser ampliados o desarrollados luego […]. Salvo que se
trate de nulidades insubsanables, pues pueden ser declaradas
de oficio en cualquier estado y grado del proceso‖ (confr.
―Código Procesal Penal de la Nación‖, Editorial Abeledo –
Perrot, Buenos Aires, 2002, pág. 1026).
Haciendo foco en esa exégesis, y a fin de dar
tratamiento a los planteos mencionados en párrafos
anteriores, toda vez que coincido con las consideraciones
expuestas por el primer votante, adhiero a la solución por él
propuesta.
II. Sentado cuanto precede, y atento a los
argumentos brindados por mis distinguidos colegas que me
preceden en el orden de votación del presente acuerdo -los
que, atento a su claridad expositiva y armonía con las
constancias obrantes en autos y con la doctrina y
jurisprudencia imperante en los temas que nos ocupan-, habré
de compartir la respuesta esbozada en sus votos.
III. Aunado a ello, y a fin de arribar a una
solución no sólo ajustada a derecho sino también ecuánime con
los intereses en juego, es que no debe perderse de vista la
gravedad de los hechos que se ventilan en autos y la
obligación internacionalmente asumida por el Estado argentino
28
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Cámara Federal de Casación Penal Daniel Eduardo
recurso de casación”
s/

de perseguir, investigar, sancionar adecuadamente a los


responsables y hacer cumplir la pena que les fuere impuesta.
En efecto, téngase presente que la justicia penal
no sólo tiene una naturaleza sancionadora sino que en el
ámbito internacional, fundamentalmente, tiende a prevenir la
reiteración de ilícitos a través del juzgamiento
ejemplificador de los responsables puesto que, una
característica destacable de esta rama de derecho es esa
función preventiva.
Recuérdese que el derecho internacional de los
derechos humanos surgió ante la necesidad de la comunidad
internacional de encontrar mecanismos eficaces para castigar
y, a la vez, prevenir sus violaciones más graves. Entonces,
los Estados se comprometieron a garantizar el efectivo goce
de estos derechos y, en caso que los mismos fueran
vulnerados, a evitar su impunidad.
De esta manera, se dio nacimiento al sistema
internacional, tanto universal como regional, de los derechos
humanos, cuya extrema importancia fue reconocida,
principalmente, por los constituyentes de la reforma de 1994,
al incorporar y dar jerarquía constitucional a todo ese plexo
normativo, de lo que se deriva su aplicación perentoria en la
jurisdicción argentina.
En este sentido, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos ―…señaló que los crímenes de lesa humanidad
son serios actos de violencia que dañan a los seres humanos
al golpear lo más esencial para ellos: su vida, su libertad,
su bienestar físico, su salud y/o su dignidad. Son actos
inhumanos que por su extensión y gravedad van más allá de los
límites de lo tolerable para la comunidad internacional, la
que debe necesariamente exigir su castigo. Agregó que por
ello los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad,
dondequiera y cualquiera que sea la fecha en que se hayan
cometido, serán objeto de una investigación, y las personas
contra las que existan pruebas de culpabilidad en la comisión
29
de tales crímenes serán buscadas, detenidas, enjuiciadas y,
en caso de ser declaradas culpables, castigadas…‖ (confr.
C.S.J.N. ―Mazzeo, Julio Lilo y otros s/recurso de casación e
inconstitucionalidad‖; M.2333.XLII; rta. el 13/07/2007).
Y a este enfático repudio a las violaciones de los
derechos humanos, le sigue el deber de los Estados parte de
adaptar sus legislaciones internas a los nuevos estándares
internacionales y aplicar este derecho vigente.
Repárese en que este proceso de adaptación no le es
exclusivo al Poder Legislativo pues, como lo reconoció
nuestro Máximo Tribunal in re ―Simón, Julio Héctor y otros
s/privación ilegítima de la libertad, etc. Causa nº 17.768‖,
al hacer suyas las consideraciones expuestas por el
Procurador General de la Nación en su dictamen, ―…el respeto
absoluto de los derechos y garantías individuales exige un
compromiso estatal de protagonismo del sistema judicial; y
ello por cuanto la incorporación constitucional de un derecho
implica la obligación de su resguardo judicial. Destaqué,
asimismo, que la importancia de esos procesos para las
víctimas directas y para la sociedad en su conjunto demanda
un esfuerzo institucional en la búsqueda y reconstrucción del
Estado de Derecho y la vida democrática del país, precisar
los alcances de la obligación de investigar y sancionar a los
responsables de graves violaciones de los derechos humanos y
del derecho a la justicia, creo que el compromiso estatal no
puede agotarse, como regla de principio, en la investigación
de la verdad, sino que debe proyectarse, cuando ello es
posible, a la sanción de sus responsables…‖.
Asimismo, este imperativo internacional que recae
en cabeza de los Estados nacionales, tendiente a restaurar y
mantener la paz mundial, ha merecido un especial análisis por
parte de los organismos jurisdiccionales supranacionales que,
en el ámbito regional al que la República Argentina se
encuentra integrada, le compete a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.
―La Corte recuerda que los familiares de las
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Causa N° 1224/13 -Sala
IV– C.F.C.P “ROBELO,
Cámara Federal de Casación Penal Daniel Eduardo
recurso de casación”
s/

víctimas tienen el derecho, y los Estados la obligación, a


que lo sucedido a aquéllas sea efectivamente investigado por
las autoridades del Estado, se siga un proceso contra los
presuntos responsables de estos ilícitos [crímenes de lesa
humanidad] y, en su caso, se les impongan las sanciones
pertinentes‖ (confr. ―Caso Goiburú y otros vs. Paraguay‖;
rto. el 22/09/2006; considerando 165)).
―En ese sentido, la Corte ha entendido que de la
obligación general de garantizar los derechos humanos
consagrados en la Convención, contenida en el artículo 1.1 de
la misma, deriva la obligación de investigar los casos de
violaciones del derecho sustantivo que debe ser amparado,
protegido o garantizado. Así, en casos de ejecuciones
extrajudiciales, desapariciones forzadas y otras graves
violaciones a los derechos humanos, el Tribunal ha
considerado que la realización de una investigación ex
officio, sin dilación, seria, imparcial y efectiva, es un
elemento fundamental y condicionante para la protección de
ciertos derechos que se ven afectados o anulados por esas
situaciones, como los derechos a la libertad personal,
integridad personal y vida. Esa obligación de investigar
adquiere una particular y determinante intensidad e
importancia en casos de crímenes contra la humanidad (infra
párr. 157).
Consecuentemente, la obligación de investigar, y en
su caso enjuiciar y sancionar, adquiere particular intensidad
e importancia ante la gravedad de los delitos cometidos y la
naturaleza de los derechos lesionados […] Ante la naturaleza
y gravedad de los hechos, más aun tratándose de un contexto de
violación sistemática de derechos humanos, la necesidad de
erradicar la impunidad se presenta ante la comunidad
internacional como un deber de cooperación interestatal para
estos efectos…‖ (confr. ―Caso La Cantuta vs. Perú‖; rto. el
29/11/2006; considerandos 110), 157) y 160)).
IV. Sentado todo ello, resulta claro que de esta
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obligación estadual, que tiene su génesis, conforme lo
anteriormente desarrollado, no sólo en la letra de los
instrumentos suscriptos por la comunidad internacional sino
también en el espíritu mismo del sistema internacional de
derechos humanos, emergen responsabilidades que derivan de su
incumplimiento pues, de lo contrario, quedarían abstractos
los propósitos que se tuvieron en miras al crear aquel
ordenamiento jurídico supranacional.
Al respecto, tiene dicho la C.I.D.H., en
oportunidad de contestar la opinión consultiva solicitada por
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (OC –
14/1994), que ―…según el derecho internacional las
obligaciones que éste impone deben ser cumplidas de buena fe
y no puede invocarse para su incumplimiento el derecho
interno. Estas reglas pueden ser consideradas como principios
generales del derecho y han sido aplicadas, aun tratándose de
disposiciones de carácter constitucional, por la Corte
Permanente de Justicia Internacional y la Corte Internacional
de Justicia [Caso de las Comunidades Greco-Búlgaras (1930),
Serie B, No. 17, pág. 32; Caso de Nacionales Polacos de
Danzig (1931), Series A/B, No. 44, pág. 24; Caso de las Zonas
Libres (1932), Series A/B, No. 46, pág. 167; Aplicabilidad de
la obligación a arbitrar bajo el Convenio de Sede de las
Naciones Unidas (Caso de la Misión del PLO) (1988), págs. 12,
a 31-2, párr. 47]. Asimismo estas reglas han sido codificadas
en los artículos 26 y 27 de la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados de 1969‖.
En síntesis, en términos de este imperativo general
de investigar y de establecer las responsabilidades y
sanción, el Estado argentino debe adoptar todas las medidas
necesarias para juzgar y sancionar a todos los responsables
de las violaciones cometidas en la última dictadura que azotó
a nuestra sociedad; pues la impunidad de esos atroces hechos
no será erradicada y, en consecuencia, no cesará aquel deber
internacional, hasta que sus responsables sean sancionados y
cumplan con la pena que les eventualmente fuera impuesta.
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Causa N° 1224/13 -Sala
IV– C.F.C.P “ROBELO,
Cámara Federal de Casación Penal Daniel Eduardo
recurso de casación”
s/

Y ésta es la interpretación que nuestro Máximo


Tribunal ha seguido en sus precedentes ―DAER‖ -D.174.XLVI-
―OTERO‖ -O.83.XLVI- y ―ACOSTA‖ -A.93.XLV-, en los que si bien
se trató el instituto de la excarcelación, corresponde
citarlos en autos por el particular análisis que los máximos
magistrados hicieran respecto de las llamadas ―causas de
derechos humanos‖.
Así, en el último fallo ut supra citado, la
C.S.J.N. explicó que ―la Nación tiene el deber de juzgar
estos delitos de extrema gravedad, en particular los que
afectan la vida y la integridad física de las personas.
[…] Se suma a ello que la Nación Argentina tiene el
deber internacional de sancionarlos y de impedir legal y
jurisdiccionalmente su impunidad‖.
Y al mencionar las cuestiones de derecho que deben
valorarse para decidir acerca del plazo de prisión preventiva
en las causas por delitos de lesa humanidad, la Corte señaló
que ―b.- La de no permitir la impunidad de crímenes de lesa
humanidad impuesta por la misma normativa [internacional].
c.- El general deber de afianzar la justicia emanado de la
Constitución Nacional‖.
Por lo tanto, y volviendo al caso que nos ocupa,
comparto la apreciación de mis colegas preopinantes en cuanto
a que la solución propuesta por el tribunal a quo resulta
prematura, máxime cuando de las constancias obrantes en autos
no puede arribarse al grado de certeza negativa requerida por
esta instancia procesal a fin de desvincular definitivamente
al imputado respecto al delito en cuestión.
Es mi voto.-
Por ello, el Tribunal,
RESUELVE:
HACER LUGAR al recurso de casación del Fiscal
General, doctor Daniel Eduardo Adler y, en consecuencia,
REVOCAR el sobreseimiento de Daniel Eduardo Robelo con
respecto al delito de asociación ilícita (art. 210 del
33
C.P.), debiéndose estar al auto de procesamiento dictado por
el juez federal con fecha 30 de agosto de 2012, cuyas copias
certificadas obran a fs. 1/62 vta. del Expte. 14.162/6; sin
costas (art. 530 y 531 del C.P.P.N).
Regístrese, notifíquese y oportunamente comuníquese
a la Dirección de Comunicación Pública de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (acordada 15/13, CSJN) a través de la
Secretaría de Jurisprudencia de esta cámara. Remítase la
presente causa al Tribunal de origen, quien deberá notificar
personalmente a Daniel Eduardo Robelo de lo resuelto,
sirviendo la presente de muy atenta nota de envío.

GUSTAVO M. HORNOS

JUAN CARLOS GEMIGNANI MARIANO HERNÁN BORINSKY

Ante mí:

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