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Causa N° 15202 –Sala

IV– C.F.C.P “ORTIZ,


Cámara Federal de Casación Penal Justo Alberto
recurso de casación”
s/

REGISTRO N°1018/12

//la ciudad de Buenos Aires, a los 21 días del mes de junio del año
dos mil doce, se reúne la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal
integrada por el doctor Mariano Hernán Borinsky como Presidente, los
doctores Juan Carlos Gemignani y Gustavo M. Hornos como Vocales,
asistidos por la Secretaria actuante, a los efectos de resolver el recurso de
casación de fs. 13/18, de la presente causa Nro. 15.202 del registro de esta
Sala, caratulada: “ORTIZ, Justo Alberto Ignacio s/ recurso de casación”;
de la que RESULTA:
I. Que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata,
en el marco de la causa Nro. 2286/2 de su registro, con fecha 2 de marzo de
2011, resolvió: “NO HACER LUGAR A LA REVOCATORIA DE LA PRISIÓN
DOMICILIARIA OPORTUNAMENTE DISPUESTA A JUSTO ALBERTO
IGNACIO ORTIZ.” (cfr. fs. 5/12).
II. Que contra dicha resolución interpuso recurso de casación el
representante del Ministerio Público Fiscal (fs. 13/18), que fue declarado
inadmisible por el tribunal a quo (fs. 19/25), habiendo sido finalmente
concedido al haberse hecho lugar a la presentación directa del acusador
público ante esta instancia (fs. 34).
III. Al presentar sus agravios, el recurrente alegó que la
resolución impugnada resulta arbitraria. Ello, pues, a su juicio, los jueces han
efectuado una incorrecta valoración de las constancias de la causa y han
fundado su decisión en motivos incompatibles con la adecuada hermenéutica
de las normas legales que rigen el instituto de la prisión domiciliaria.
En este sentido, el Fiscal General de la instancia anterior agregó
que el 21 de diciembre de 2010, Justo Alberto Ignacio Ortiz fue condenado a
prisión perpetua por la comisión de delitos que fueron caracterizados como
lesa humanidad. Además, indicó que en la resolución recurrida no se evaluó el
riesgo de fuga que comporta dicha condena, sino que la cuestión fue decidida
a partir de la condición etaria que cumple el inculpado (art. 32 inc. “d” de la
ley 23.660).
Finalmente, el recurrente alegó que la circunstancia que el
imputado sea mayor de 70 años, no comporta la aplicación automática de la
prisión domiciliaria. Para ello, recordó que el instituto responde a
irrenunciables imperativos humanitarios que deben ser evaluados por los
magistrados, en el marco de sus facultades, atendiendo a la naturaleza de los
delitos objeto de imputación y los riesgos procesales que se registren. Citó
jurisprudencia.
Hizo reserva de caso federal.
IV. Que celebrada la audiencia prevista por el art.465 bis, en
función del art. 454 del C.P.P.N (texto según ley 26.374), de la que se dejó
constancia a fs. 45, se presentó el Fiscal General ante esta instancia, Dr. Raúl
Omar Pleé, quien solicitó fundadamente que se haga lugar al recurso de
casación. Asimismo, el Sr. Defensor Oficial que asiste técnicamente a Ortiz,
solicitó que se rechace el recurso de casación. En esta oportunidad, objetó que
el Fiscal General de Juicio haya adherido al requerimiento de la querella para
que se revoque la prisión domiciliaria de su defendido, toda vez que el
acusador particular no se encuentra legitimado para intervenir en este tipo de
cuestiones.
Efectuado el sorteo de ley para que los señores jueces emitan su
voto, resultó el siguiente orden sucesivo de votación: doctores Mariano H.
Borinsky, Gustavo M. Hornos y Juan Carlos Gemignani.
El señor Juez Mariano Hernán Borinsky dijo:
I. Que el recurso intentado resulta formalmente admisible, pues a
partir de los agravios invocados por el recurrente, el caso traído a revisión
constituye un supuesto de gravedad institucional que habilita la jurisdicción de
esta Cámara Federal de Casación Penal como órgano intermedio (Fallos:
328:1108), pues se encuentra comprometida la responsabilidad internacional
del Estado argentino de garantizar el efectivo cumplimiento de la pena -en el
caso, no firme- impuesta a una persona penalmente responsable por las graves
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violaciones a los derechos humanos ocurridas en nuestro país durante la


última dictadura militar.
Ello es así, en tanto la responsabilidad internacional del estado
argentino no se agota con la obligación de investigar y juzgar a los
responsables de los crímenes de lesa humanidad ocurridos en el país en el
período histórico que relevan las presentes actuaciones, sino que se extiende
también en el deber de sancionar a sus responsables, tal como surge de los
precedentes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los
precedentes “Barrios Altos” (sentencia del 14 de marzo de 2001, Serie C N°
75) y "Almonacid" (sentencia del 26 de septiembre de 2006, Serie C N°154),
receptados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re “Simón”
(Fallos: 328:2056) y “Mazzeo” (Fallos: 330:3248).
Finalmente, en cuanto a la observación realizada por la defensa
durante la audiencia celebrada en esta instancia, cabe hacer notar que al
concluir con su alegato (art. 393 del C.P.P.N), el Fiscal General de Juicio
solicitó expresamente al tribunal a quo que, frente a la solicitud de condena y
pedido de pena de prisión perpetua, se revoque la prisión domiciliaria de la
que venía gozando Ortiz y se sancione de forma efectiva al imputado.
En consecuencia, de adverso a cuanto postuló la defensa ante esta
instancia, la decisión que viene recurrida respondió a un expreso y autónomo
requerimiento del presentante del Ministerio Público Fiscal.
II. Al revisar el auto impugnado, se advierte que si bien el
tribunal a quo efectuó un amplio estudio dogmático sobre la naturaleza y
alcance del instituto de la prisión domiciliaria relevando, incluso, proyectos de
ley que no han prosperado en el ámbito parlamentario, se aprecia que al
tiempo de decidir el mantenimiento de la prisión domiciliaria de Justo Alberto
Ignacio Ortiz, no se efectuó el debido análisis acerca de las condiciones
personales del imputado para establecer si el causante se encuentra impedido,
o no, por razones de salud de ser alojado en una unidad penitenciaria.
Tampoco se efectuó estudio alguno acerca del aumento del riesgo
de fuga que comporta, objetivamente, la sentencia a prisión perpetua por la
que se condenó a Juan Alberto Ignacio Ortiz por la comisión de delitos
caracterizados como lesa humanidad. Máxime cuando, a la fecha, dicha
sentencia fue revisada y homologada por este mismo Tribunal (C.F.C.P.,
causa 14.075 “Arrillaga, Alfredo Manuel y otros s/ recurso de casación, reg.
743/12, rta. 14/5/2012”).
En consecuencia, tal como lo afirma el recurrente, la decisión de
mantener la prisión domiciliaria de Justo Alberto Ignacio Ortiz se encontró
anclada a partir de la condición etaria que reúne el imputado -78 años al
tiempo de dictarse la resolución- para su concesión (art. 32, inc. D de la ley
24.660 –modificada por ley 26.472). Esta situación, sin embargo, no comporta
la concesión automática del instituto, en tanto aquél resulta una facultad
jurisdiccional que debe responder a estrictas razones humanitarias.
Lo dicho hasta aquí es suficiente para anular la resolución
impugnada, desde el momento en que no se ha relevado en el sub lite
información necesaria para definir la cuestión traída en revisión.
Por lo tanto, la fundamentación otorgada en el auto recurrido es
insuficiente, toda vez que no surgen razones concretas para concluir que el
alojamiento de Justo Alberto Ignacio Ortiz en un establecimiento penitenciario
encuentre fundamento en las razones humanitarias que inspiran la aplicación
del instituto. Ello es así, pues, como enseñaba Clariá Olmedo, “[l]a llamada
prisión domiciliaria es la ejecución de la prisión preventiva cumplida en el
propio domicilio del afectado [...] e implica un temperamento menos intenso
de la privación de la libertad (tanto procesal como penal), fundado en la
posibilidad de grave daño que podría experimentar el sujeto por causa del
encarcelamiento” agregando que “[s]e trata de una norma facultativa para el
juez, quien podrá conceder el beneficio si conforme a las circunstancias del
caso apareciera que el internado no obstaculizará la recta actuación de la
ley” (CLARIÁ OLMEDO, Jorge A. Tratado de Derecho Procesal Penal,
Ediar, Buenos Aires 1964, Tomo V, p. 240/241).
Por otra parte, no puede soslayarse que para evaluar los riesgos
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procesales que, como lo invoca el impugnante, desaconsejan la prisión


domiciliaria de Justo Alberto Ignacio Ortiz, corresponde atender a los
estándares definidos por la Corte Suprema de Justicia de la Nación -por
remisión al Sr. Procurador ante la Corte- en causas en las cuales se investigan
y juzgan delitos de lesa humanidad (causa D 352. L. XLV, “D. B., Ramón
Genaro s/ recurso de casación”, del 30/11/2010).
Y si bien el precedente de cita resulta un antecedente en el que
estaba en juego la libertad del imputado (excarcelación), ello no empece a que
de él surjan pautas que deban ser evaluadas al tiempo de analizar riesgos
procesales para decidir cuestiones como las que se ventilan en la especie. Ello
es así, en tanto el arresto domiciliario comporta, objetivamente, un aumento en
el riesgo de fuga de quien fue condenado a cumplir una pena a prisión
perpetua por la comisión de delitos de lesa humanidad.
Máxime cuando, el especial deber de cuidado que deben observar
los jueces al momento de evaluar riesgos procesales en causas por crímenes de
lesa humanidad, ha sido reafirmado por nuestro Alto Tribunal en casos
posteriores al apuntado por el Fiscal General en su recurso (cfr. causa “Vigo,
Alberto Gabriel” -V.621. XLV- cuyos fundamentos fueron compartidos, en lo
pertinente, por la C.S.J.N el 14/9/2010; en similar sentido, C.S.J.N “Pereyra”
P.666 -XLV-, del 13/11/2010; “Binotti” B.394 -XLV- del 14/12/10;
“Clements” C.412 -XLV- del 14/12/10; “Altamira” A.495 -XLV- del
14/12/10, entre otros).
A lo dicho, se agrega que recientemente, nuestro Máximo
Tribunal reafirmó la cautela con la que se debe proceder al examinar riesgos
procesales a partir de la modalidad de comisión de hechos como los que se
ventilan en autos principales (Dictamen del Sr. Procurador ante la Corte en
causa O.83 XLVI, “Otero Eduardo Aroldo s/ causa 12.003”, cuyos
fundamentos fueron compartidos, en lo pertinente, por nuestro Alto Tribunal
el 1/11/2011; en igual sentido, causa D.174 XLVI, “Daer, Juan de Dios s/
causa 11.874”, del 1/11/2011). En sendos precedentes, a su vez, se ratificó la
idea acerca de la cual en este tipo de causas no debe estarse a la edad o aptitud
física del imputado, sino a la capacidad del hombre de influir sobre estructuras
de poder que integró y que conformó una red continental de represión.
Finalmente, tampoco puede pasarse por alto que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación tuvo oportunidad de resolver un caso
sustancialmente análogo al presente a partir de la temática involucrada. En
dicha ocasión, se desestimó el recurso extraordinario presentado por la defensa
contra la decisión que dispuso revocar la concesión del arresto domiciliario
(R. 903 XLIV “Rodríguez, Hermes Oscar s/ recurso extraordinario” del 26 de
octubre de 2010 con remisión, en lo pertinente, al dictamen del señor
Procurador Fiscal).
En el presente caso, de conformidad con lo propiciado por el
representante del Ministerio Público Fiscal, cabe concluir que el
mantenimiento del arresto domiciliario que se decidió con posterioridad a la
sentencia condenatoria que recayó en el principal, se adoptó sin evaluar el
riesgo procesal –fuga- que acarrea dicha decisión. Tampoco se efectuó un
análisis apropiado sobre las posibles afecciones de salud que podría registrar
actualmente el imputado, para determinar cuál sería el grave daño en la salud
que podría acarrear el alojamiento de Justo Alberto Ignacio Ortiz en un
instituto penitenciario.
III. Por lo expuesto, corresponde hacer lugar al recurso de
casación interpuesto por el representante del Ministerio Público Fiscal y
anular la resolución impugnada que dispuso no hacer lugar a la revocatoria de
la prisión domiciliaria oportunamente dispuesta de Justo Alberto Ignacio
Ortiz, y remitir al tribunal de origen para que dicte un nuevo pronunciamiento;
sin costas (art. 471, 530 y 531 del C.P.P.N). Tener presente la reserva de caso
federal.
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
I. En relación a la admisibilidad del recurso de casación
interpuesto por el señor Fiscal General Federal, habré de remitirme a lo
oportunamente manifestado en ocasión de resolver la causa Nro. 13.995
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“Ortiz, Juan Alberto Ignacio s/recurso de queja” (registro nro. 14.129.4, rta. el
28/12/11 -cfr. fs. 34/34 vta-.).
II. Ahora bien, a efectos de realizar un adecuado análisis del
cuestionamiento efectuado, habré de repasar brevemente el trámite de las
presentes actuaciones.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata, con
fecha 21 de diciembre de 2010 resolvió -entre otras cosas- condenar a Justo
Alberto Ignacio Ortiz a la pena de prisión perpetua y -en lo que aquí respecta-
disponer “…la extracción de copias certificadas del acta de debate
correspondiente a los alegatos, en lo concerniente al pedido formulado por
las partes acusadoras para que sean revocadas las prisiones domiciliarias de
Pertusio, Arrillaga y Ortiz de las respuestas que a tales pedidos formularon
las defensas, para su agregación a los incidentes respectivos a fin de proveer
lo que por derecho corresponda” (cfr. puntos IV y VII respectivamente de las
fotocopias obrantes a fs. 1/ 2vta.).
En este sentido, en el legajo respectivo, con fecha 2 de marzo de
2011 se ordenó no hacer lugar a la revocatoria de la prisión domiciliaria
oportunamente dispuesta respecto de Ortiz, contra lo cual interpuso el recurso
de casación bajo análisis el representante del Ministerio Público Fiscal en la
instancia (cfr. fs. 5/12 y 13/18 -fotocopias remitidas-).
Finalmente, con fecha 14 de mayo de 2012 esta Sala IV de la
C.F.C.P., resolvió en la causa Nro. 14.075 “Arrillaga, Alfredo Manuel y otros
s/recurso de casación” (registro nro. 743/12), rechazar -por mayoría- los
recursos de casación interpuestos, resolución que aún no se encuentra firme.
III. Que el recurrente encauzó su agravió por la vía prevista en el
inciso 2º del artículo 456 del digesto de rito.
Previo a desarrollar sus cuestionamientos, el representante de la
vindicta pública realizó algunas consideraciones en punto a la procedencia del
recurso, entre ellas, indicó que si bien la resolución recurrida fue dictada en el
marco del incidente de arresto domiciliario de Ortiz, lo dispuesto forma parte
material de la sentencia dictada por el tribunal el 21 de diciembre de 2010,
pues el planteo ahora analizado fue efectuado en oportunidad de realizarse los
alegatos en el marco de la causa Nro. 2286 del registro del a quo, y por ende
resulta recurrible en los términos del artículo 457 del C.P.P.N..
Luego indicó que, a efectos de adoptar la resolución cuestionada,
el tribunal reseñó la situación del imputado y refirió que la prisión domiciliaria
se dispuso exclusivamente sobre la base de la edad del imputado (artículo 10,
inciso d) del C.P. y artículo 32, inciso d) de la ley 24.660).
Que el a quo entendió que no se violaba el principio de igualdad
ante la ley al brindarles a las personas condenadas por estos delitos el mismo
trato que a otras condenadas por delitos comunes, argumento que -a su
entender- resulta incompatible con el principio de razonabilidad que indica
que a mayor disvaliosidad del hecho se corresponde mayor sanción penal,
pues la distinción no es un artificio sino un derecho penal positivizado en la
Argentina (artículo 75, inciso 22º de la C.N., ley 25.390 que ratifica el
Estatuto de Roma y la ley 26.200).
Asimismo sostuvo que se efectuó una incorrecta interpretación de
la ley 26.472 pues el texto legal establece que el juez “podrá” disponer el
cumplimiento de la pena impuesta en detención domiciliaría, lo que implica
que la circunstancia de ser “mayor de 70 años” no importa la aplicación
automática del beneficio, el que debe ser evaluado por el juez conforme a la
facultad que le otorga el ordenamiento legal.
Señaló que en estos procesos la regla es la cárcel efectiva más allá
de la edad de los autores y esto particularmente porque en esta clase de delitos
transcurre un lapso de tiempo considerable en la efectiva persecución y
punición de los imputados, por lo que resulta habitual que la edad de los
mismos sea elevada.
En definitiva, solicitó que se revoque el arresto domiciliario y se
ordene que la pena de prisión perpetua se cumpla en un establecimiento
penitenciario (artículos 1, 14,16, 28 y 75, inciso 22º de la C.N.; artículos 5 y
10, inciso d) del C.P.; y artículos 123, 398 y 404 del C.P.P.N.); e hizo reserva
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de caso federal.
IV. Que en oportunidad de celebrarse la audiencia oral en autos,
el representante de la Unidad de Letrados Móviles ante la C.F.C.P., sostuvo
que el Ministerio Público Fiscal no debió haber intervenido en las presentes
actuaciones, pues quienes solicitaron la revocación de la prisión domiciliaria
al momento de efectuar los alegatos fueron los representantes de la querella,
pedido al cual el representante de la vindicta pública adhirió, por lo que no
encontrándose legitimados los primeros a efectos de intervenir en incidencia,
el segundo adhirió a un pedido que en su génesis resultó nulo.
V. Sentado ello, habré de invertir el orden de tratamiento de los
cuestionamientos efectuados por las partes pues de tener favorable acogida el
agravio introducido por la defensa en ocasión de celebrarse la audiencia oral
en autos no habré de ingresar al análisis de los restantes.
En este orden de ideas, conforme surge del acta de debate obrante
a fs. 10.333/10.368 vta. de la causa Nro. 14.075 del registro de esta Sala -ya
citada-, luego de un cuarto intermedio, se le otorgó la palabra al Ministerio
Público Fiscal en los términos del artículo 393 del C.P.P.N. (cfr. fs. 10.354),
quien al finalizar su alegato, expresamente solicitó “…4) Se revoque el arresto
domiciliario que vienen gozando los precedentemente nombrados y se
disponga el cumplimiento de la prisión preventiva en un establecimiento
carcelario federal…” (cfr. fs. 10.368 vta.), por lo que el presente
cuestionamiento no habrá de tener favorable acogida.
VI. Ahora bien, corresponde recordar el marco normativo que
regula la detención domiciliaria y su revocación, a fin de analizar si ha sido
erróneamente aplicado, como afirma el recurrente, y por ende si lo resuelto
deviene arbitrario.
En este orden de ideas, debo señalar que el artículo 10 del Código
Penal y el artículo 32 de la ley 24.660 -texto conforme ley 26.472- configuran
una excepción al principio general de que la prisión debe cumplirse en
establecimientos penitenciarios, y como tal debe ser interpretada de manera
restrictiva sin que pueda derivarse per se una interpretación extensiva.
Por su parte, el artículo 34 de la ley de Ejecución de la Pena
Privativa de la Libertad establece los supuestos en los cuales procederá la
revocación del arresto domiciliario.
El artículo establece que: “El juez de ejecución o juez competente
revocará la detención domiciliaria cuando el condenado quebrantare
injustificadamente la obligación de permanecer en el domicilio fijado o
cuando los resultados de la supervisión efectuada así lo aconsejaren”.
Así, dos serían los supuestos por los cuales procedería la
revocación. En el primer caso, se trata de determinar si el detenido salió sin
autorización del domicilio respectivo y si lo hizo injustificadamente, lo que
importa, por un lado, que no hayan mediado razones de fuerza mayor que le
hayan impuesto obrar de ese modo y, por el otro, que le hayan impedido
obtener previamente el correspondiente permiso de la autoridad judicial; y en
el segundo supuesto, procedería cuando los resultados de la supervisión
efectuada así lo aconsejaren.
A ese marco ceñido, habré de recordar brevemente los
fundamentos del tribunal con el objeto de rechazar la revocatoria solicitada.
Para así decidir, el a quo tuvo presente en primer término que
Ortiz se encontraba condenado por sentencia no firme a la pena de prisión
perpetua así como también que -a la fecha de la resolución- contaba con 78
años de edad y que la medida cautelar que se le dictó es cumplida en la
modalidad de prisión domiciliaria.
Sostuvo que la misma se dispuso exclusivamente sobre la edad y
que si bien, con anterioridad a la reforma, debía confeccionarse un informe
médico, psicológico y social que justificara ese temperamento; ese requisito,
en la actualidad, resulta relevante sólo para los casos previstos en los incisos
a), b) y c) pero no para el d) que contempla la situación de las personas
mayores a setenta años.
Indicó que desde esa perspectiva Ortiz reúne las exigencias
legales y añadió que “de los informes realizados por el organismo que
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supervisa la referida prisión no surgen elementos que aconsejen la revocación


de esa modalidad de la prisión preventiva, no siendo obstáculo para ello la
naturaleza de la infracción penal atribuida en tanto las normas de aplicación
no hacen distingo sobre el particular” (cfr. fs. 6/6vta. -fotocopias remitidas-).
Luego, el tribunal señaló que la prisión domiciliaria, como
medida restrictiva de la libertad y como alternativa al encierro carcelario, es
un instituto que el legislador ha instituido dentro del marco de sus facultades
constitucionales y que no advertía que su aplicación colisione con norma
constitucional alguna.
A continuación, destacó que la revocación solicitada encontraba
fundamento en dos tipos de argumentos: uno de ellos derivado de la
circunstancia de haberse dictado sentencia condenatoria a una pena de prisión
perpetua; y el otro, en razón de los hechos por los cuales fue condenado (lesa
humanidad).
En este sentido, el a quo explicó -en lo sustancial- respecto del
primer argumento: “…que el dictado de la sentencia, por sí, no conlleva la
revocación de la prisión domiciliaria. Ello es así pues si ese instituto prevé un
régimen especial para los condenados -aplicable por extensión a los
procesados- no parece razonable que se lo excluya de él cuando ha sido
condenado definitivamente”; y que “…la ley no dice absolutamente nada al
respecto y que, antes al contrario, establece cuáles son las causas de
revocación sin asignar, para el caso de los procesados, efecto alguno al
dictado de la sentencia, tal como sucede, por ejemplo, en la ley 24.390” (cfr.
fs. 7 -fotocopias remitidas-).
En tanto que, respecto del segundo argumento, sostuvo que si
bien es cierto que Ortiz se encuentra imputado y ha sido responsabilizado por
delitos de lesa humanidad, “…no se advierte que el régimen de prisión
domiciliaria no le sea aplicable pues si la naturaleza de los hechos no fue
objeción para la concesión de la prisión domiciliaria tampoco puede serlo
para su mantenimiento”, y que, no obstante lo expuesto, “…en la misma ley
[artículo 8], en proyectos de ley, en Pactos Internacionales y en la
Constitución Nacional [artículo 16 de la C.N., artículo 24 de la C.A.D.H.,
artículo 2 de la D.A.D. y D.H.; y artículo 26 del P.I.D.C. y P.] existen normas
que impiden excluir, necesariamente, de ese régimen en razón de la
naturaleza de los hechos por los cuales ha sido condenado” (cfr. fs. 7 -
fotocopias remitidas-).
El tribunal consideró que Ortiz en la modalidad -ahora cuestionada-
concurrió a las audiencias de debate celebradas y mantuvo su sujeción al
proceso penal durante estos años (cfr. fs. 11 -fotocopias remitidas-).
Asimismo, el a quo recordó que el instituto de la prisión
domiciliaria se rige por sus propias normas y a él no le son, necesariamente,
aplicables los principios de la excarcelación toda vez que ambos responden a
regímenes propios, pues Ortiz no se encuentra excarcelado sino bajo un
régimen de detención que tiene normas, en lo que se refiere a su otorgamiento,
mantenimiento y revocación específicas (cfr. fs. 11 -fotocopias remitidas-).
Aunó a lo expuesto, que la circunstancia de que -eventualmente-
existan otras imputaciones en contra del enjuiciado no es un elemento
relevante a los fines de adoptar el criterio propuesto pues las medidas
cautelares o los modos de ejecución de ella, deben dictarse o adoptarse en
cada una de las causas (cfr. fs. 11 vta. -fotocopias remitidas-).
Por último, el tribunal adujo que si bien la decisión por la cual se
adopta una forma de cumplir una medida restrictiva de la libertad o la pena, no
tiene carácter de cosa juzgada, al menos tienen el atributo de estabilidad, por
lo que su vigencia debe mantenerse en tanto no se presenten las razones a las
que la ley subordina su mantenimiento; y que, en el caso, Ortiz ha cumplido
con su obligación de permanencia domiciliaria y de los informes
proporcionados por el organismo que supervisa el régimen no se desprenden
razones para modificarlo (cfr. fs. 11 vta. -fotocopias remitidas-).
VII. Así las cosas, entiendo que la resolución adoptada por el a
quo carece de la tacha de arbitrariedad que fuera alegada por el recurrente.
En efecto, he sostenido con anterioridad que el inciso d) del
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artículo 32 de la ley 24.660 no impone condicionamiento alguno respecto de


la concesión de la prisión domiciliaria a quienes se encuentran comprendidos
en este supuesto, es decir, a quienes superen objetivamente la condición etaria
de setenta (70) años de edad; aunque la concesión por el cumplimiento de
dicho requisito no funciona en forma automática, sino que el juez puede
rechazarla de mediar circunstancias justificantes que lo habiliten, siempre que
sujete tal rechazo a los límites impuestos por la razonabilidad (artículo 1 de la
Constitución Nacional).
En el caso, Justo Alberto Ignacio Ortiz cuenta con 78 años de
edad, y, no surge del recurso interpuesto por el acusador argumento alguno
que lleve a concluir que la revocación del beneficio sería razonable.
El argumento relativo a la responsabilidad internacional del
Estado Argentino que su permanencia en tal situación pudieran generar, que
fuera alegado por el recurrente, no habrá de tener favorable acogida, pues no
ha demostrado el Ministerio Público Fiscal ni se advierte evidente en qué
modo podría la República Argentina incurrir en esa responsabilidad por la
mera circunstancia del cumplimiento de la prisión preventiva bajo la
modalidad domiciliaria prevista en la ley para el detenido longevo.
Aúna a lo expuesto, lo resuelto por el Alto Tribunal en la causa
“Mulhall” (M. 389.XLII. Recurso de hecho. Mulhall, Carlos Alberto
s/excarcelación -causa Nº 350/06-), en que la Corte compartió e hizo suyos los
argumentos del dictamen del Procurador Fiscal.
En dicho precedente, distinto al supuesto en estudio (se solicitó la
excarcelación de Mulhall quien cumplía prisión preventiva en su domicilio), el
Procurador sostuvo -a efectos de propiciar el rechazo de la queja- que
“Teniendo en cuenta las graves transgresiones a los derechos humanos que se
le atribuyen al imputado, no parece violatorio de sus garantías fundamentales
que continúe cumpliendo la prisión preventiva en su domicilio particular…”;
por lo que podría concluirse que no se presenta incompatible con la obligación
de juzgamiento de los delitos contra la humanidad y no genera responsabilidad
internacional al Estado Argentino, el hecho de que el imputado cumpla prisión
domiciliaria.
Por otra parte, conforme surge de las constancias obrantes en
autos, bajo la modalidad oportunamente concedida, Ortiz concurrió a las
audiencias celebradas y mantuvo su sujeción al proceso, no existiendo
observaciones de índole negativa por parte del organismo encargado de su
contralor.
De esta forma, las consideraciones hasta aquí apuntadas me
permiten concluir que lo resuelto por el tribunal no resultó arbitrario pues
encontró debido fundamento en el trámite de las actuaciones y la parte
recurrente no ha logrado desvirtuar el razonamiento efectuado, pues no es la
defensa quien debe “fundar” la necesidad de mantener el beneficio
oportunamente concedido sino que el tribunal, o en todo caso, quien revista
interés en la revocatoria, quien debe demostrar la procedencia de lo solicitado.
Por lo expuesto, propicio al acuerdo, el rechazo del recurso de
casación interpuesto, sin costas (artículos 530 y 532 del C.P.P.N.). Tener
presente la reserva de caso federal efectuada por la parte.
El señor juez Juan Carlos Gemignani dijo:
Que habré de adherir al voto del doctor Borinsky, en cuanto
propone hacer lugar al recurso interpuesto por el representante del Ministerio
Público Fiscal y, en consecuencia, anular la resolución impugnada que decidió
no hacer lugar a la revocatoria del arresto domiciliario oportunamente
concedido a Ortíz, teniendo en cuenta que los argumentos expuestos por el
colega que encabeza el presente acuerdo -a los que me remito en honor a la
brevedad-, resultan concordantes no sólo con la normativa aplicable, sino
también con las particulares circunstancias personales del nombrado.
Y ello es así, pues no escapa al suscripto que Ortíz fue
condenado, en el marco de las presentes actuaciones, a la pena de prisión
perpetua -sentencia que, si bien aún no se encuentra firme, ha sido confirmada
por esta Sala IV (conforme lo señalan mis colegas preopinantes en sus votos)-,
lo cual da mayor sustento a la necesidad de resguardar la obligación
Causa N° 15202 –Sala
IV– C.F.C.P “ORTIZ,
Cámara Federal de Casación Penal Justo Alberto
recurso de casación”
s/

internacional del Estado de hacer cumplir las sanciones que impusiera por
hechos de estas características.
Todo ello, da sustento a que el condenado cumpla la pena que le
fuera impuesta en un establecimiento penitenciario, sin que lo expuesto resulte
en el caso violatorio de sus garantías constitucionales, atento la inexistencia de
razones relativas a un grave estado de salud o de cualquier otra índole que
impliquen desatender las razones humanitarias inherentes a la detención
domiciliaria.
Por todo lo expuesto, entiendo que la solución acordada al caso
encuentra adecuado y suficiente sustento en todo cuanto se desarrollara en el
voto que comparto.
Por ello, en mérito al acuerdo que antecede y, por mayoría, el
Tribunal
RESUELVE:
I. HACER LUGAR al recurso de casación interpuesto por el
Ministerio Público Fiscal y, en consecuencia, ANULAR la resolución
impugnada que decidió no hacer lugar a la revocatoria de la prisión
domiciliaria oportunamente dispuesta de Justo Alberto Ignacio Ortiz, y remitir
al tribunal de origen para que dicte un nuevo pronunciamiento; sin costas (art.
471, 530 y 531 del C.P.P.N). Tener presente la reserva de caso federal.
Regístrese, notifíquese y remítase al tribunal de origen a sus
efectos, sirviendo la presente de atenta nota de envío.

MARIANO H. BORINSKY

GUSTAVO M. HORNOS JUAN CARLOS GEMIGNANI

Ante Mí:

JESICA Y. SIRCOVICH

PROSECRETARIA DE CÁMARA

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