Está en la página 1de 2

Ser próspero y agradecido con lo que se tiene

Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad.
(Salmo 128:2)
En la sociedad de hoy a menudo nos vemos envueltos en una carrera constante en búsqueda del crecimiento
profesional y financiero. Debido a esto, muchas veces olvidamos todo lo que Dios ya ha provisto en nuestras vidas.

Todo trabajo dignifica, no importa cuán sencillo sea. Vivimos en un mundo desigual donde muchas personas pasan
por dificultades. Está claro que queremos proveer mejores condiciones para nuestra familia, pero no podemos
olvidar que ya somos prósperos con lo que tenemos. Dios nos bendecirá en el momento adecuado. El primer paso
para que haya crecimiento en nuestras vidas es reconocer y agradecer todo lo que Dios ya ha hecho por nosotros.

Todo lo que hagas, sea en tu tiempo de ocio o en el trabajo, hazlo para que Dios sea glorificado. Si te encuentras en
una condición de trabajo que no es óptima, lleva esa situación delante de Dios en oración y espera a que él obre.
Mientras tanto, continúa dando un buen testimonio. Confía en que Dios proveerá lo necesario en el momento
preciso.

Cómo ser feliz en el trabajo:


1. Trabaja consciente de que Dios está siempre contigo. Haz tu trabajo como si fuese un servicio a Dios.
2. Vive el evangelio de una forma práctica en el trabajo - con tu actitud más que con tus palabras. De nada sirve
hablar de Dios sin hacer lo que se debe.
3. Comparte con Dios tus sueños y tu deseo de crecer. Él es el mejor consejero y él quiere bendecirte.

¡Levántate con valor!


Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
(2 Timoteo 1:7)
Más que un sentimiento, la cobardía es un espíritu que condiciona y limita tu mente y tu motivación. Como si fuera
un organismo vivo, crece y se fortalece a la medida en la que tú alimentas el miedo, la incredulidad y la indiferencia.
En el versículo de hoy vemos que Dios nos dio un espíritu de poder, de amor y de moderación. ¡Agárrate a esa gracia
concedida por el Espíritu Santo que habita en ti y levántate!

Los problemas de la vida nos dan muchas razones para permanecer postrados y apáticos delante de las
circunstancias. Pero en lugar de hacer eso, debemos postrarnos delante de Dios y clamar a él con fervor y osadía. No
te acobardes delante de las amenazas gigantes que surjan, ya que eso te llevará a sentir opresión, tristeza y
sufrimiento innecesario. Pídele a Dios que te concede fuerzas para hacer frente a la vida. ¡Vive con valor por la fe en
Cristo Jesús!

1. Deja la cobardía y recibe el valor de parte de Dios


2. Mantén firme tu fe, la esperanza y el amor por el Señor Jesucristo. Él es mayor que tus dificultades.
3. Ora con confianza. Pídele a Dios que trabaje en tu vida y que te llene de valor y fe para poder hacer frente a
cada día.
4. No permitas que las dificultades de la vida limiten tu confianza en Dios. ¡Actúa por fe! Pero antes de actuar,
pide siempre la dirección del Señor.

No te desanimes, confía en Dios


Pero ustedes, ¡manténganse firmes y no bajen la guardia, porque sus obras serán recompensadas!
(2 Crónicas 15:7)
No todos los días son buenos. Como dice el dicho popular, «no todo son flores». La Biblia no esconde esa realidad.
Habrá días de alegría, días de tristeza, días de descanso y días de trabajo arduo (Eclesiastés 3:1-10).

A pesar de las pruebas, la Biblia debe continuar siendo nuestra fuente de fe. Cuando nuestra fe está basada en la
Palabra de Dios recibimos la fuerza necesaria para enfrentar el día a día. Puede que la situación a nuestro alrededor
sea difícil, pero debemos estar firmes en lo que creemos. Toda tempestad tiene su fin y en su momento nos
regocijaremos en el Señor.

1. Vence el desánimo y confía en Dios


2. Dios está siempre dispuesto a oírnos, sean días buenos o sean malos. Tú no estás solo, habla con Dios.
3. La Biblia es nuestra brújula en medio de la tempestad. Orienta tu vida a través de la Palabra de Dios.
Para orar:
Señor, te quiero agradecer por el trabajo que has puesto en mis manos. Gracias por darme todo lo necesario para
proveer el pan en mi casa. Ayuda aquellos que pasan por dificultades de la misma forma en que me has ayudado.
Quiero crecer, desarrollarme y bendecir tu nombre. Muchas gracias, Papá.
Señor mi Dios, ¡yo creo en ti! A pesar de las aflicciones que he enfrentado, yo sé que tú mantienes el control de todas
las cosas. Tú eres el Dios soberano. No temeré al mal porque sé que tú estás conmigo. Muchas gracias por tu Espíritu
Santo que opera en mí. Tú eres bueno y me concedes valor, poder, amor y equilibrio para enfrentar todos los
problemas de esta vida. Yo te agradezco en el nombre de Jesús, amén.
Dios, sé que eres Señor de todo, de los días buenos y de los días malos. Guárdame, guíame según tu Palabra. Confío
en ti y sé que mi tristeza se convertirá en alegría, pues sé que tú me amas. Amén.

También podría gustarte