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Principio de Vida 7:

Los días sombríos de nuestra vida

Los momentos sombríos durarán solo el tiempo necesario para que Dios
lleve a cabo su propósito en nosotros.

Si quiere lo mejor de Dios para su vida y desea ser usado por Él, en
algún punto tendrá que recorrer el camino de la adversidad. Esto
significa que Dios puede y está dispuesto a usar la adversidad en
su vida para un buen propósito. Es triste que muchos vean la
adversidad como algo negativo y derrotista. ¡Usted no tiene que ser uno
de ellos!

Dios ha designado que la adversidad, sin importar cuál sea su fuente,


se convierta en un punto decisivo que le permite a usted dar sus saltos
más grandes en el crecimiento espiritual. Él permite que la adversidad
permanezca en su vida únicamente hasta que cumpla su propósito
en usted. No dejará que haga estragos ni se quede un segundo más de
lo necesario.

La adversidad nos muestra la condición de nuestra fe.

Algunas personas se dejan arrasar por las pruebas, mientras otras


aprenden a mantenerse confiados en la fidelidad de Dios. Ellos
tienen un sentido imperativo de estabilidad y fortaleza inamovible.
Pueden soportar las tormentas, mantener la cabeza en alto, mostrarse
confiados, mantener el denuedo y no desanimarse ante cualquier
obstáculo que se presente. Sienten certeza absoluta de que Dios va a
ayudarles a pasar la prueba del dolor y llegar al otro lado sanos, salvos
y más gozosos y maduros que antes.

La adversidad también nos muestra la condición de nuestra fe.


¿Dudamos de Dios? O ¿le agradecemos su fidelidad durante los
tiempos difíciles y desgarradores? ¿Confiamos que Él nunca nos dejará
ni nos desamparará? La adversidad es el medidor más preciso de
nuestra fe porque revela nuestro nivel de resistencia. Ninguno de
nosotros sabe cuánta dificultad puede soportar hasta que somos
sometidos a prueba.

Ahora mismo, en la situación en que esté, recuerde esto: Dios ha


fijado un límite a toda adversidad. Por cuanto usted es un hijo de
Dios, el Espíritu Santo mora en su interior y sabe cuánto puede usted
soportar. El salmista dijo: «Muchas son las aflicciones del justo, pero
de todas ellas le librará Jehová» (Sal 34.19). Además: «Como el
padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los
que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de
que somos polvo» (Sal 103.13, 14).

Dios permite la adversidad para moldearnos y formarnos.

Si aprendemos y maduramos en medio de grandes adversidades,


Dios se complace porque ve que su propósito se está cumpliendo
en nosotros. Estamos creciendo espiritualmente, nos volvemos más
fuertes en áreas de debilidad, y somos conformados cada vez más a la
semejanza de Cristo. ¡Dios se deleita cuando reaccionamos bien a la
adversidad!

Podemos aprender estos tres principios al enfrentar la adversidad:

1. La adversidad es el instrumento predilecto de Dios para


desarrollar un carácter piadoso, espiritual en nuestras vidas.
Hasta que hayamos experimentado angustia, desilusión y dolor,
no estaremos correctamente equipados para el servicio (2 Co 1.3–
7 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4 el cual
nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que están en
cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios. 5 Porque de la manera
que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así
abunda también por el mismo Cristo nuestra
6
consolación. Pero si somos atribulados, es para vuestra
consolación y salvación; o si somos consolados, es para
vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir
las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. 7 Y
nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues
sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones,
también lo sois en la consolación”). Él usa la adversidad para
moldearnos y formarnos; nunca la permite sin un propósito.
2. La adversidad por lo general ocurre en áreas donde nos
sentimos más confiados. Dios quiere que nos quitemos la idea
de que somos suficientes por nosotros mismos. Él nos creó para
una relación de amor e intimidad con Él, y utiliza la adversidad
para recordarnos que dependemos de Él para la vida misma. 1
Cron. 29:14 “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo,
para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas
semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te
damos.”
3. El propósito principal de Dios es conformarnos a la imagen
de Jesús. A través de la adversidad, Dios desarrolla en nosotros
el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gá 5.22, 23 “Mas el fruto
del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no
hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne
con sus pasiones y deseos”).

Dios también logra varias metas en nuestra vida al permitir el


sufrimiento y el dolor. La adversidad…

 nos llama la atención.


 revela nuestros puntos débiles y fuertes.
 aumenta nuestra aversión al pecado.
 demuestra la fidelidad de Dios.
 fortalece nuestra fe.
 nos quita el orgullo y el egocentrismo.
 nos prepara para servir en el futuro.
 nos capacita para consolar a otros que la enfrentan.

A través de la adversidad, Dios le moldea hasta convertirle en un siervo


maduro y eficaz. Si usted conoce a Cristo como su Salvador, Dios le ve
como un santo que a veces lucha y otras veces cae, pero que ha sido
justificado, redimido, perdonado y reconciliado con Él. Dios ve en usted
una persona llena de su amor incondicional, lleno de su presencia,
sellado por el Espíritu Santo de la promesa, y cuyo nombre está escrito
en el libro de la vida del Cordero. También ve todo su potencial, todo el
bien que podría realizar para su reino. Por eso tenga ánimo, la
adversidad no será algo permanente en su vida. Pero cuando esté
presente, puede ser muy edificante si usted se dispone a confiar en
Dios. Por lo tanto, aunque le toque pasar por algunos momentos
sombríos, tenga la certeza de que Él alumbrará su camino y lo
llevará a la luz. Y cuando lo haga, usted sabrá que todo valió la
pena. Deut. 8:2 “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha
traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para
afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si
habías de guardar o no sus mandamientos. 3 Y te afligió, y te hizo
tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú,
ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo
de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de
Jehová vivirá el hombre. 4 Tu vestido nunca se envejeció sobre ti,
ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. 5 Reconoce
asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así
Jehová tu Dios te castiga. 6 Guardarás, pues, los mandamientos de
Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole. ”

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