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El Llamado de Dios

Muchas veces nos preguntamos cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas. ¿Existe realmente
tal cosa como «el llamado» o es algo inventado en los púlpitos? La voluntad de Dios puede ser
analizada desde dos perspectivas:

La voluntad general de Dios: Ésta es aquella que es igual para todos los creyentes, y la podemos
encontrar expresada directamente en la Biblia. Ahí no vas a leer que, por tu nombre, Dios te llama
a hacer algo específico. Por ejemplo, no recuerdo ningún pasaje de la Biblia que diga algo así como
«José Rodriguez, vas a ser el líder de alabanza de la iglesia de tal lugar». ¡Ni por asomo! En la
palabra de Dios encontramos tareas generales que tenemos que cumplir todos por el simple
hecho de ser sus hijos. Por ejemplo, tenemos como principal comisión la conocida «gran
comisión», que nos envía a ir y hacer discípulos. Esto no es para algunos miembros particulares de
la iglesia, sino para todos. Así sucede con la voluntad general del Señor; aplica a todos aquellos
que quieren seguirle.

La voluntad específica de Dios: Ésta es la segunda manera en que se manifiesta la voluntad de


Dios, y es aquella que apunta a cosas individuales y personales para cada uno de los creyentes. No
podemos encontrarla en la Biblia, en este caso. La forma en que Dios nos la hace conocer es por
medio del Espíritu Santo. Él es quien nos mueve y nos hace entender qué propósito específico
tiene el Señor para nosotros, como miembros del cuerpo de Cristo. Él es el que nos ayuda a
descubrir cuáles son nuestros dones y talentos, y nos marca el camino sobre el cual podemos ir
usándolos. En definitiva, la voluntad específica es lo que habitualmente conocemos como
«llamado».

Antes de seguir adelante, es importante aclarar que los dos aspectos de la voluntad de Dios van de
la mano. No podés venir y decir que el Espíritu Santo te habló y te dijo que vayas a robar un
banco, porque ese «llamado» se opondría a la voluntad general de Dios, que como vimos se
manifiesta en su palabra. Si tu llamado no está de acuerdo a lo que la Biblia indica, entonces te
sugeriría que empieces a prestar más atención a qué voz estás escuchando, porque sin dudas que
no es la del Espíritu Santo.

Para que puedas conocer tu llamado, y entender cuál es el propósito de Dios para tu vida, es
fundamental que tengas una comunión constante con él, para que el Espíritu Santo crezca en tu
interior, y así pueda mostrártelo.

Romanos 1:1-2, 5-6 – Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para anunciar
el evangelio de Dios, que por medio de sus profetas ya había prometido en las sagradas Escrituras.
[…] Por medio de él [Jesús], y en honor a su nombre, recibimos el don apostólico para persuadir a
todas las naciones que obedezcan a la fe. Entre ellas están incluidos también ustedes, a quienes
Jesucristo ha llamado. (NVI)

A partir de este pasaje de romanos principalmente, y haciendo uso de algunos pasajes más, vamos
a tocar una serie de puntos que son importantes para cumplir con el propósito que Dios tiene para
nosotros.
Conocer tu llamado: Para poder cumplir con la voluntad específica de Dios en tu vida, es
fundamental que puedas conocerla y tenerla bien clara. ¡Esto es importantísimo! Pablo lo tenía
muy en claro. No sé cuántas veces anuncia cuál es su llamado a lo largo de la Biblia, pero te
aseguro que son muchas; basta con revisar solamente los saludos de cada una de sus cartas para
dar cuenta de esto. Él había sido llamado a ser apóstol, para anunciar el evangelio de Dios a los
gentiles. Podía vivir totalmente comprometido con esa misión porque la tenía completamente
clara.

Entender quién te llama: Pablo no dudaba respecto a esto. Su llamado lo recibió de parte de
Jesús, al igual que sucedió con todos los apóstoles. Y si analizamos el final del versículo 6, nos
vamos a dar cuenta de algo más: ¡Jesús es quien llama a todos los creyentes!

Entender para qué te está llamando: En la NVI no queda tan claro, como sí en otras versiones
como la NTV o la PDT. Pablo entendía que su llamado no era para gloriarse a sí mismo, sino para
honrar a Cristo. Es para eso que él se esforzó en cumplir con esta tarea que se le dio, ya que si a
alguien se le da un encargo, se espera que sea digno de confianza (1 Corintios 4:2).

Entender que es una obligación: No tiene que ser causa de orgullo el cumplir con nuestro
llamado, porque la realidad es que estamos obligados a cumplirlo. Cuando aceptamos a Jesús
como salvador, pasamos a ser sus siervos, y como tales tenemos que obedecer sus mandatos.
¿Qué sería de nosotros si no obedeciéramos al Señor? Así lo entendía Pablo en 1 Corintios 9:16.

Entender que estás predestinado a ello: Dios planeó tu llamado y el propósito de tu vida incluso
desde antes de que nacieras. Esto lo podemos entender cuando analizamos el llamado de
Jeremías. Podés reemplazar «profeta para las naciones» con aquello para lo que Dios te llamó…
Jeremías 1:5 – Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te
había apartado; te había nombrado profeta para las naciones. (NVI)

Para concluir, vamos a analizar algo fundamental para cumplir con nuestros llamados: ¡no
estamos solos! Por supuesto que, en primer lugar, está Jesús con nosotros, ya que prometió
acompañarnos en cada momento de nuestras vidas. Pero, además del Señor, también tenemos
una iglesia que nos acompaña en nuestro llamado de dos maneras:

El llamado compartido: Esto apunta a aquellos hermanos que tienen el mismo llamado que
nosotros, y que nos van a acompañar en nuestro llamado. Dependiendo de cuál sea, esto puede
llegar a ser importante a la hora de elegir con quién casarnos. Si volvemos al ejemplo de Pablo, él
encontró compañeros de ministerio como Bernabé, Silas, Apolos, etc. Todos ellos compartían el
mismo propósito de parte de Dios, y por eso se dedicaron a apoyarse unos a otros.

El llamado colaborativo: Esto tiene que ver cuando otros hermanos no tienen nuestro mismo
llamado, pero aun así se disponen a ayudarnos. Esta era la finalidad con la que Pablo les escribía a
los romanos. Él iba a necesitar provisiones para su viaje a España, y por eso les escribe
solicitándoles que lo acompañen en su llamado, en este caso con ayuda material.

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