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Trelew, 7 de julio de 2019.

Portadores de Esperanza

Introducción
Tiempos como los que vivimos suelen sumir a gran parte de la
gente que nos rodea, inclusive a veces a nosotros mismos, en
tiempos de desesperanza.

Por eso estos días meditaba en la idea de la Palabra que la de


nombre a nuestra congregación: Somos el Centro Cristiano
Esperanza.

Hoy quiero compartirte algunos principios para afirmar la


esperanza que tenemos en Cristo aquellos que creemos en Él, y
de esa manera ser efectivos portadores de esperanza en un
mundo desesperanzado.

1. Llevas el sello de la imagen de Dios.


Todas las personas del mundo en algún momento se preguntan
¿Soy alguien importante?

Esto es provocado por muchas cosas: en tu trabajo sos un


número, para el estado una estadística, para la gente sos tus
defectos, para tu cónyuge una tortura y si sos alguien mayor, para
el sistema y muchas veces para tu familia, tu vida prácticamente
ya no tiene dignidad.

Pero cuando luches con esa pregunta, recorda esta certeza que
te da Dios: fuiste creado por Él, a su imagen y para su gloria.
En Génesis 1:26 leemos acerca de una de las primeras promesas
de Dios: «Y Dios … dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra
imagen y semejanza. Que tenga dominio».

Dentro de estas palabras se encuentra la más maravillosa de las


promesas: Dios nos hizo para que reflejáramos su propia imagen.

El Dios que puso orden en el universo, creó las tierras y los mares,
y les dio vida a las aves y a los demás animales, dijo que su
creación era buena.

Sin embargo, solo después de haber creado a Adán y Eva en el


sexto día, dijo que era muy buena. 

Los cielos en lo alto reflejan la gloria de Dios, pero no fueron


hechos a su imagen. En cambio, nosotros sí.

Cada uno de nosotros lleva en sí algunos de los atributos


comunicables de Dios. La sabiduría. El amor. La gracia. La bondad.
La esperanza de la eternidad.

Llevamos las huellas dactilares del Dios en nosotros, porque


fuimos hechos a su imagen y en su semejanza.

Vos fuiste concebido por Dios antes de ser concebido por tus
padres.

Fuiste amado en el cielo antes de ser conocido en la tierra.

Dios no tiene malas ideas. Todo esto fue plan suyo. Y esta es su
promesa. 
Saber esto llena nuestra vida de esperanza, la esperanza de saber
que hay una razón por la cual existo.

Que no importa si somos importantes para los hombres, lo somos


para Dios nuestro Padre y eso es suficiente para nosotros.

¿Cuántos necesitaban recordar esto hoy?

Imagínate cuantos necesitan escucharlo por primera vez.

2. Sos heredero de Dios


Romanos 8:17 - NTV
17Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos.
De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios;
pero si vamos a participar de su gloria, también debemos
participar de su sufrimiento.

Hablemos un minuto acerca de tu herencia. Porque ciertamente,


se te ha prometido una.

Sos hijo de Dios. Tenes todo lo que necesitas para ser todo lo que
Dios quiere que seas.

Dios ha depositado en vos sus recursos divinos. 

¿Necesitas más paciencia? La tendrás. ¿Necesitas más gozo?


Pedilo. ¿Te queda poca sabiduría? Dios la tiene en abundancia.

Animate a pedirle a Dios. ¡Tu Padre es rico! Como escribió Pablo:


«Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente
humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo
aman» (1 Corintios 2:9).
A veces nuestra imaginación es demasiado pequeña para
comprender el sueño que tiene Dios acerca de nosotros.

Él está ahí, junto a vos, y te dice lo que le dijo a Josué: «Sé fuerte
y valiente» (Josué 1:6), porque esta es tu herencia.

Somo coherederos con Cristo.

¡Vos compartís la misma herencia que Cristo! Lo que te toca no es


poca cosa.

¡Tu porción es la porción de Jesús! ¡Todo cuanto Él tiene, vos


también lo tenes!

El pueblo de la promesa cree en la abundancia de los recursos


sobrenaturales. ¿Y acaso no los necesitamos? ¿No estamos
propensos a que se nos agoten? 

¿Con cuánta frecuencia te encontras pensando cosas como «Se


me acabaron las soluciones», o «Yo no puedo arreglar esto»?

Entende cuál es tu lugar en la familia. Vos no te acercas a Dios


como un extraño, sino como un heredero de la promesa.

Te acercas al trono de Dios, no como un entrometido, sino como


un hijo en el cual habita el Espíritu de Dios.

Sos heredero junto con Cristo de los bienes de Dios. Él te dará lo


que necesites para enfrentarte a las batallas y desafíos de la vida. 

Por eso, confía en las grandes promesas de Dios.


Elegí la esperanza, no la desesperación. Vos sos una nueva
persona… ¡Viví como lo que sos!

Creer y vivir en esta posición, te saca de la posición de mendigo y


víctima, y planta frente al futuro lleno de esperanzas.

Cuantos mas necesitan escuchar esta verdad también.

3. La oración desata el poder de Dios.


A los que hemos aceptado a Jesús en el corazón, tenemos
influencia con el ser más poderoso del universo.

Cuando vos hablas, Dios te escucha. Cuando vos oras, el cielo


toma nota.

Jesús dijo: «Si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo


sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre
que está en el cielo» (Mateo 18:19).

Tus oraciones causan un impacto en las acciones de Dios.

A Dios le gusta escuchar tus oraciones. Pero ¿Por qué le importan


tus oraciones? ¿Por qué Dios escucharía tus ideas? Simple. Tus
oraciones le importan a Dios, porque vos le importas a Él. Vos no
sos alguien cualquiera para Él… vos sos su hijo. 

¿Hará Dios lo que vos le pedis? Tal vez. O tal vez haga más de lo
que vos te imaginabas.
Él sabe qué es lo mejor. De todas maneras, mantenete firme en
esta promesa: «La oración del justo es poderosa y eficaz»
(Santiago 5:16). 

Si no te falta la oración, Nunca te faltará la esperanza.

Tal vez te encuentres en una situación imposible. Quizá te sientas


superado y en desventaja por alguna situación.

Tal vez lo quieras abandonar todo. Pero en esos momentos, viví


profundamente esta promesa y pedile a Dios que te la traiga a la
mente. 

La oración no debe ser el último recurso; debe ser el primer paso.


Dios tiene el poder suficiente, se deleita en tu oración, y va a
responder.

La confianza de saber que podés hablar con tu Padre Dios llena tu


vida de esperanza.

Muchos necesitan disfrutar también de esta verdad.

4. Dios les da gracia a los humildes


«Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes» (1
Pedro 5:5).

«El Señor aborrece a los arrogantes. Una cosa es segura: no


quedarán impunes» (Proverbios 16:5).

¿Por qué la Biblia usa un lenguaje tan fuerte? Porque el orgullo no


solo impide la reconciliación con Dios, sino que también impide la
reconciliación con las personas.
¿Cuántos matrimonios se han derrumbado bajo el peso del
orgullo?

¿Cuánto perdón que nunca se dio a causa de una falta de


humildad?

¿Cuántas guerras han brotado de las semillas de la arrogancia?

El orgullo tiene un precio muy alto. No lo pagues.

En los tiempos de necesidad el orgullo te hace depender de tu


propia y limitada sabiduría, la humildad nos hace depender de la
infinita sabiduría de Dios y eso nos llena de esperanza.

Es mejor que decidas aceptar la gracia que te ofrece Dios. Dios


ama la humildad al mismo grado en que odia la arrogancia.

Es fácil de verlo. La humildad hace con alegría lo que el orgullo no


está dispuesto a hacer.

El corazón humilde reconoce con rapidez que necesita a Dios, está


ansioso por confesar su pecado, y dispuesto a arrodillarse ante la
mano llena de amor y poder de Dios.

La humildad nos mantiene pegados al corazón de Dios, y eso es lo


que sostiene nuestra esperanza.

5. Dios te entiende
Vos y yo tenemos mucho en común. En varias ocasiones Hemos
tropezado en la vida en cuanto al pecado, hemos mentido, hemos
perdido la integridad.
Hemos hecho las cosas lo mejor que hemos podido, solo para
terminar tropezando y cayendo.

Nuestros mejores esfuerzos nos han dejado en la lona muchas


veces.

Hemos tenido el corazón quebrantado, el espíritu agotado y una


visión débil. La distancia entre el lugar donde estábamos y el lugar
donde queríamos estar lo hemos visto como imposible. 

Entonces, ¿qué hacemos en estos casos? ¿A quién acudimos? Te


sugiero que acudamos a una de las promesas más hermosas: No
tenemos un sumo sacerdote que esté fuera de contacto con
nuestra realidad. Ha pasado por la debilidad y las pruebas, lo
experimentó todo, todo menos el pecado. Así que caminemos
hacia él y obtengamos lo que él está tan dispuesto a dar. Toma la
misericordia, acepta la ayuda. (Hebreos 4:15-16).

Él nos entiende, porque pudiendo haber venido como un ser


todopoderoso, hubiera sido suficiente razón para respetarlo, pero
seguramente no nos hubiéramos acercado.

También podría haber nacido de manera natural con padre y


madre terrenal, seguramente nos acercaríamos, pero no lo
adoraríamos.

Pero el nació de una virgen concebido por el Espíritu Santo, nació


humano, pero nunca dejó de ser Dios.

Porque nació humano nos acercamos a Él, porque es el Hijo de


Dios lo adoramos.
Porque nació humano podemos tener la certeza que Él nos
entiende, porque es Dios, podemos estar seguro de que nos va a
ayudar en nuestra necesidad.

Ahora bien, si Jesús nunca pecó, ¿cómo pudo comprender el


pecado en toda su fuerza? Sencillo. Lo sintió más que nosotros.

Nosotros cedemos ante él… pero Jesús nunca cedió. Él no merecía


pasar la vergüenza, pero la sintió.

Él no merecía sufrir la humillación, pero la experimentó.

Él nunca había pecado, pero fue tratado como un pecador. Se


convirtió en pecado.

Toda la culpa, todo el remordimiento y toda la vergüenza… Jesús


lo entiende todo.

Conclusión
Estas cosas tienen que llenarnos de esperanza para ser
Portadores de esperanza.

1. Llevas el sello de la imagen de Dios.

2. Sos heredero de Dios.

3. La oración desata el poder de Dios.

4. Dios le da gracia a los humildes.

5. Dios te entiende.

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