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RETO

21 DÍAS
1

LA ORACIÓN Y LA FE.
Día 1. La oración y la fe.
“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no
dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os
digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." -Marcos 11:23 – 24

Que promesa tan especial y con tanto reto para nuestras vidas. Las promesas de Dios pueden
ser difíciles de creer y si te cuesta trabajo tomarlas en serio, no eres el único que pasa por eso.

Todos sabemos que la oración no es un proceso mecánico que consiste en creer y recibir. La
oración es lo que necesitamos (más que cualquier otra cosa) para el avance del reino. Y Jesús
está dispuesto a estimular nuestra fe usando Su palabra para avivar nuestra vida de oración.

Como mujeres podemos ser intencionales en nuestro llamado a la oración. Dios quiere que
nosotros seamos personas con una fe que mueve montañas. Sin este tipo de fe, nuestras
oraciones serán débiles e ineficaces. Muchas veces nos conformamos con orar para que Dios
nos ayude a reparar baches cuando en realidad necesitamos que nos ayude a mover montañas.

Deja que tu corazón se llene de esperanza a medida que te des la oportunidad de mirar a Dios
como es realmente, un Dios que mueve montañas y para el cual nada es imposible.
"Por fe, mira a Dios y a Sus promesas, recordando que “por fe andamos, no por vista” (2 Corintios
5:7). Y nunca olvides que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).

Debemos cultivar una fe en Dios, que sea viva, activa, y llena de oración. Las maravillosas
promesas del Señor Jesucristo fueron hechas para levantar nuestros ojos al cielo y movernos a
confiar en Dios para mover montañas en nuestras vidas y familias.

Te animo a iniciar y concluir este reto de 21 días de oración. Aprendemos mucho acerca de la
oración y nuestro llamado como mujeres.
Únete a estos 21 días.
¡BENDICIONES!
2

DIOS CAMINA CONMIGO


Día 2. Dios camina conmigo.
“Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá” - (Salmos 27:10).

Este versículo es uno de mis favoritos. Me recuerda que aunque estés sola, el Señor está
contigo. ¿Cuantas veces has sentido la soledad en tu corazón a pesar de estar acompañada?
Hay momentos donde has librado batallas donde nadie ha estado contigo, pero en medio de esa
fría sala de hospital o del dolor de alguna separación Dios manifiesta su tierna y amorosa
compañía.
Esta porción te recuerda que Dios está contigo acompañándote, fortaleciéndote; Él es tu Padre
celestial, tu guía, tu protector, en quien verdaderamente puedes confiar. Nuestras amistades
pueden hablar mal y herirnos. La familia puede enfocarse en sus propias prioridades y olvidarse
de fechas o momentos especiales. Sin embargo, Dios es perfecto, Él no puede fallar y Él jamás
abandona.
Dios sabe todo sobre mí, conoce cada uno de mis fracasos, mis miedos, mis inseguridades, mi
debilidad, y a pesar de todo está conmigo. Dios lo prometió, El nunca nos dejará. Su compañía
es como bálsamo en medio de cualquier circunstancia adversa. Se que nada que pueda hacer o
dejar de hacer hará que su amor me abandone.
Si bien no hay en nosotros una razón para que Él permanezca a nuestro lado, Dios es
misericordioso y fiel (2 Timoteo 2:13). La salvación es un regalo inmerecido, algo que todo el
dinero del mundo no podría comprar; fue pagada con precio de sangre y estoy feliz de tener
esta seguridad en mi vida. “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte
de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:10). Aunque
las tristezas y aflicciones llegan, Jesucristo siempre permanece junto a ti.

Mi querida amiga, nuestra confianza no debe estar en nuestras fuerzas, influencias o dinero,
debemos depositar nuestra confianza en el Señor. Sí, las pruebas llegarán, tendremos luchas,
posiblemente más de las que enfrentamos en este momento, pero Cristo está con nosotras. No
lo olvides, Él siempre ha sido fiel. Te animo a que ores en gratitud esta gran verdad, que sea el
ancla de tu vida.
Oración: Gracias mi Dios por sostenerme y hacerme recordar que tu estás conmigo. Gracias por
tomarme de la mano y hacerme tu hija. Amén.
3

EL DIOS QUE RESPONDE


Día 3. El Dios que responde.
La Biblia nos habla ininterrumpidamente de las intervenciones sobrenaturales de Dios. Nos
muestra con muchas evidencias la participación de Dios en los asuntos de la humanidad. Dios
quiere participar activamente en nuestra vida diaria, por eso es que debemos de reconocer su
intervención a través de la respuesta a nuestras oraciones.

Dios contesta la oración por que eso es lo que El es. A Dios le gusta responder. ¡El es así! El Salva,
sana, libera y nos satisface plenamente. Cuando Dios contesta nuestra oraciones, nuestra vida
cambia, la historia cambia.
Jesus se enfocaba frecuentemente en la oración y quería que volteáramos a ver con esperanza
que la respuesta a nuestras oraciones es real.

Lucas 11:9-13
Juan 14:13-14

El nos guía a insistir y creer que Dios responde. Busquemos esos pasos, sigamos ese camino
que Jesús nos marcó, esto te apasionará más por la oración.

Nuestra alma tiene que anhelar el tipo de relación con Dios, con el Amado de mi alma. Una
relación en el que El me llama y yo respondo. Yo le llamo y el responde. Una relación de amor
real. Salmo 116:1 “Amo al Señor porque ha oído mi voz y mis súplicas “.

Jesús nos invita a seguir orando y buscar esa relación en intimidad con Dios y que empecemos a
experimentar oraciones con respuestas. Atrévete a hacer una realidad esta hermosa relación
con El Dios que responde.
“Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les
concederá.” -Juan‬‭15:7‬‭NVI
4

DIOS PRIMERO
Día 4. Dios primero.
“Amaras al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tus fuerzas “ -
Marcos 12:30

Cuantas veces no decimos que Dios es primero pero no lo vivimos verdaderamente. Será
necesario iniciar esta clase de relación con Dios no solo de palabras sino de hecho. Cuando
buscamos a Dios en oración aprendernos a tener una total dependencia en El, es el resultado de
esa relación. Sabemos que Dios contestará y que El obrara.

Estas son las tres cosas que suceden cuando los ponemos en primer lugar:
1.- Le honramos.
2.- Nuestra fe se fortalece.
3.- Desatas bendiciones sobre tu vida.

En medio de la crisis y la prueba Dios es primero. A través de la oración sabemos que antes de
hacer cualquier cosa acudimos a El.

Probablemente para algunos está parte del reto será el camino de regreso a ese encuentro con
ese amor único. Otros será el punto de partida para reconciliarse con Dios. Algunos su fe decayó
en alguna tormenta de su vida y otros su corazón se desanimó ante las pruebas vividas. Hoy
podremos creerle a Dios sus promesas y poder retomar ese camino a entregarle nuestro primer
amor, nuestro primer tiempo, nuestro primer aliento.

Toma la decisión de amarlo de esa manera. Eso hace que establezcas una relación muy íntima
con Dios en ese lugar de amor donde antes que la familia, antes que cualquier otra cosa El es
primero. Esto te fortalecerá y caminarás en una fe fortalecida en sus promesas.
“Dios , Dios mío eres tu , de madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti. Mi carne te anhela. En
tierra seca y árida donde no hay aguas “ Salmos 63:1

Que Dios nos guíe a analizar en oración quien ocupa ese lugar de importancia en mi vida.
¡¡Comprométete a ponerlo en primer lugar!!!
5

DIOS PADRE
Día 5. Dios Padre.
Un corazón necesitado es un corazón que ora. La dependencia es el latido de la oración. Así que,
cuando comience a sentirse incómodo, no se aleje de Dios. Él apenas está comenzando a
trabajar, tenga paciencia.

Todo el propósito de una vida de oración es estar cerca de Dios y tener una relación profunda,
firme e inquebrantable con Él. Una vida de oración te permite estar alineado con el Señor de
una manera sólida, mediante la comunión y la comunicación con Él a lo largo de cada día.
Esto no solo significa saber acerca de Dios, sino conocerlo de verdad, o al menos tanto como se
le pueda conocer en esta tierra. El conocimiento de Dios comienza con el deseo de conocerlo y,
como resultado, procurar conocerlo. De allí que llegue a ser un asunto de querer cada vez más
de Él en tu corazón y en tu vida.
El enfoque no está en orar, el enfoque está en la persona a la que le estás orando. La oración es
el medio por el que profundizas tu relación con Dios. Hace falta más de una vida para conocer
por completo a Dios, se requiere de una eternidad. Sin embargo, Dios es un Dios al que se le
puede conocer aquí y ahora. A decir verdad, Él quiere que lo conozcamos.

Conocer a Dios como tu Padre celestial es distinto a solo ser consciente de que Dios es tu Padre
celestial. Una de las razones por las que la gente está atada, quebrantada o tiene un sentido de
fracaso en cuanto a sí misma y su vida, es porque no conoce a Dios como su Padre celestial.

Sabemos que Dios es nuestro Padre celestial porque así nos lo dice la Biblia. «Y seré para vosotros
por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2 Corintios 6:18).

Dios desea esa relación con nosotros. Sin embargo, ¿tú sabes sin duda alguna que Dios es un
padre que te ama, te valora, te aprecia, te cuida, provee para ti, te protege, te quita el dolor y te
restaura de la manera que debería hacerlo un buen padre?
Sin este conocimiento muy dentro de tu alma, batallarás con la manera en que piensas que te ve
Dios. Los hijos que saben que su padre los ama actúan de manera distinta que los que dudan
que los ama o, peor aun, que los que no se sienten amados. Esto lo sabe todo el mundo. Y es
igual de importante que nosotros, como adultos, entendamos el amor que nuestro Padre Dios
tiene por nosotros. Para hacerlo, tenemos que conocer mejor a Dios cada día.

Cuando en verdad reconozcas a Dios como tu Padre celestial, habrás dado el paso más
importante y fundamental para encontrar la libertad, la plenitud y el verdadero éxito que Dios
tiene para ti. Cuando en realidad llegues a saber quién es tu Padre celestial, puedes entender de
mejor manera quién eres en verdad. La buena noticia es que no tienes que vivir en ignorancia de
quién es tu Padre celestial, porque a Él no solo se le puede conocer, sino que quiere que lo
conozcas.

Cuando los discípulos de Jesús le pidieron que les enseñara a orar, Él dijo: «Vuestro Padre sabe de
qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que
estás en los cielos, santificado sea tu nombre» (Mateo 6:8-9).

Jesús instruyó a los discípulos para que establecieran primero su relación con Dios como su
Padre celestial. Lo que esto significa para nosotros es que también necesitamos comenzar
nuestras oraciones reconociendo a Dios como nuestro Padre celestial. La base de toda tu
relación con Dios es que eres su hijo o su hija.
Eso significa que dependes de Él para todo, y debido a que es tu Padre, puedes confiar en que Él
proveerá para ti y te protegerá. Al fin y al cabo, ¿no es eso lo que hace un buen padre?
6

LA VOLUNTAD DE DIOS Y LA ORACIÓN


Día 6. La voluntad de Dios y la
oración.
Encontrar nuestra confianza en la oración nos conduce a una pregunta básica y muy importante:
“¿Cómo oro según la voluntad de Dios y veo mis oraciones respondidas?”

Cada persona que ora lo hace con la esperanza de que recibirá la respuesta que desea de parte
de Dios. Este tema es respecto a cómo orar en la voluntad de Dios para ver sus oraciones
respondidas. Al saber cuán importante es alinear nuestras oraciones con la voluntad de Dios,
quiero comenzar con una palabra bíblica muy importante: confianza.

Me encanta este versículo:


“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos
oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones
que le hayamos hecho.” -1 JUAN 5:14-15

Con el objetivo de ver nuestras oraciones contestadas, ¡primero debemos estar confiados en el
hecho de que Dios desea responder! .
¿Pero de dónde viene esa confianza? En nuestra vida, esa humildad se adquiere a través del
poder del Espíritu Santo a medida que somos transformados a su imagen. Dicho de otra forma,
la humildad es el fruto de una vida que se somete a Dios y a sus propósitos. Y lo mismo sucede
con la voluntad de Dios: No es tan simple como despertar un día y decir: “Este es el día, ¡este es
el día en que voy a ganar confianza en la habilidad de Dios para contestar mis oraciones!”
¡¿Acaso no sería maravilloso si Dios obrara de esa manera?!
Y esa es la clave: Cuando estudiamos la Palabra y Dios revela su voluntad, podemos estar
confiados en que Dios lo hará. De modo que nuestra confianza no está en nuestra propia
habilidad para discernir su voluntad, ¡sino en la habilidad de Dios para revelárnosla!
En otras palabras, una vez que comprendemos Su voluntad revelada a través de su Palabra,
podemos estar confiados sobre cómo orar para ver nuestras oraciones respondidas.
Por ejemplo, su Palabra dice que "Él suplirá todas nuestras necesidades según sus riquezas en gloria
en Cristo Jesús" -Filipenses 4:19
No tenemos que preguntar si es Su voluntad que alimentemos a nuestra familia o que tengamos
electricidad en nuestra casa. Por tanto, con toda confianza podemos pedir su provisión para
estas cosas sin añadir un “si es tu voluntad” al final. ¡Qué preciosa es esa clase de confianza en el
Señor!
Necesitamos orar con absoluta confianza y seguridad de que Dios quiere responder las
oraciones que se oran en concordancia con su Palabra y su voluntad para nuestras vidas. Es
totalmente posible orar de acuerdo a la voluntad ya revelada de Dios y esperar que nuestras
oraciones tengan respuesta. Debemos orar con completa confianza, autoridad y seguridad de
que Él hará lo que le pidamos que haga por nosotros.

Dios estableció la ley de la oración como la fuerza que promueve que se haga su voluntad en la
tierra como en el cielo y, por tanto, decidió compartir con nosotros las condiciones para que esta
se hiciera.
Cada día aprendemos más que la base de la oración está en nuestra decisión de profundizar
nuestra relación con Dios. El nos quiere revelar su voluntad en nuestro lugar secreto de oración.
7

VENCIENDO LOS OBSTACULOS


Día 7. Venciendo los obstaculos.
En este punto ya estamos convencidos de nuestra necesidad de orar. Probablemente admitirás
que la oración es importante y necesaria. Puede que incluso estés entusiasmado por orar, pero
a pesar de que el deseo es esencial y que es por donde comenzamos, sabemos que el deseo no
siempre nos lleva a poner manos a la obra.
Nuestros buenos deseos pueden desviarse por causa de la desobediencia y la distracción. Los
autores del Nuevo Testamento estaban muy conscientes de eso. Ellos mencionaron muchos
obstáculos que pueden impedir que llevemos a la práctica nuestras buenas intenciones, pero
incluso cuando sí oramos, hay ciertas cosas que pueden impedir que oremos con eficacia:
nuestras mentes divagan, nos distraemos, nos olvidamos por qué queríamos orar, etc.

Dios escucha nuestras oraciones, pero eso no quiere decir que nuestro pecado no puede
obstaculizar la eficacia de nuestra oración. Cuando nuestros corazones están infectados con
preocupaciones mundanas y nuestras oraciones están motivadas por el deseo de “gastar en
[nuestros] deleites”, como lo escribe Santiago, entonces no vamos a recibir lo que pedimos
(Santiago 4:3).
Cuando estamos orando y recordamos que nuestro hermano tiene algo en contra de nosotros,
debemos dejar lo que estamos haciendo y debemos ponernos a cuentas con él (Mateo 5:23 –
26).
A veces, lo más importante que puedes hacer para mejorar tu vida de oración es levantar el
teléfono. Posiblemente tendrás que llamarle a tu esposa para pedirle disculpas o tal vez tendrás
que hablarle a un miembro de la iglesia al que has estado evitando. Tu arrepentimiento quitará
del camino los obstáculos de la oración.
Dios desata sus bendiciones sobre nosotros cuando huimos de la desobediencia. Por supuesto,
ninguno de nosotros puede ser perfecto de este lado de la eternidad

¿Qué es lo que necesitas cortar o echar de ti para parecerte más al profeta Elías?, un “hombre
sujeto a pasiones semejantes a las nuestras”, que “oró fervientemente” (Santiago 5:17 – 18)? ¿Qué es
lo que a ti te hace falta para estar completamente entregado a la oración?

La falta de dominio propio puede obstaculizar nuestras vidas de oración. Yo sé muy bien que
acostarse tarde hace difícil levantarse por la mañana para orar. Estar revisando continuamente
nuestros teléfonos es algo que nos roba un tiempo esencial que podríamos utilizar para
dedicarnos a la oración. El ajetreo de nuestros multiples tareas nos consume el tiempo que
necesitamos para persistir “en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:4).

Debemos apartar un tiempo especial en el cual no haya distracciones. Debemos despejar


nuestra agenda y hacer tiempo para orar todos los días. Debemos planear intencionalmente
tiempos prolongados de oración en las diferentes etapas de nuestras vidas.

Pidámosle a Dios que nos permita dominio propio y ser intencionales y obedientes en nuestros
tiempos de oración. A fin de vencer todo obstáculo que nos permita avanzar en la oración.
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EL HÁBITO DEL LUGAR SECRETO


Día 8. El hábito del lugar secreto.
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu
Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” Mateo 6:6
“El secreto está en lo secreto”.
(Anónimo)

Sin lugar a dudas, tener un lugar específico en donde buscar íntimamente a Dios de manera
consistente, es el primer hábito que toda mujer de oración debe desarrollar. Con solo el hecho de
llegar y permanecer unos minutos en silencio en ese lugar y a una misma hora, empezará a ocurrir un
cambio significativo en tu vida.
Ahora que sabes que el lugar secreto determina tu influencia en público, permíteme sugerirte algunas
aplicaciones: Busca en tu casa un lugar que puedas destinar para tu “lugar secreto”. Puede ser tu
habitación, el jardín, la terraza, el garaje, la oficina.

Dios ama tener intimidad con sus hijos, es allí, en ese lugar secreto, donde podemos ser
transformados. Él, como buen Padre, desea corregirnos en privado, no en público. Es en privado
donde nos revelará los más grandes misterios y lecciones, que harán de nosotros personas
extraordinarias. Es estando expuestos a Su Presencia que podemos participar de su Deidad, al recibir
el poder y autoridad para ser transformados.

Ese regreso al lugar secreto ha renovado mi amor por el Señor y ha despertado un deseo ardiente de
ser amigo del Espíritu Santo y junto con ello hubo un cambio radical en mi manera de orar y de mi
carácter. Uno de los secretos mejor guardados de nuestra fe es la bendición y el gozo de cultivar una
vida reservada con Dios. Imagine ese deleite completo, desde ahora.

Tenemos que decir SI a una búsqueda diaria y ferviente de Jesús en el lugar secreto. Sermones y
enseñanzas son edificantes pero nada puede reemplazar el poder que encontramos cuando nos
sentamos a sus pies y escuchamos Sus palabras para nosotros.
Salmo 91:1 "El que habita a la sombra del Altísimo se acoge a la sombra del Omnipotente."
Tenemos que decir Si !!! A una búsqueda diaria y ferviente de Jesús en el lugar secreto. No lo
descuides, ve a tu cita!!
¡ El poder del cielo se abre en la tierra cuando nos entregamos al lugar secreto del Altísimo !
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LA FE QUE PERSEVERA
Día 9. La fe que persevera.
“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que
Él existe y que recompensa a quienes lo buscan.” HEBREOS 11:6

Lleve todas sus necesidades temporales y espirituales en oración al Señor. Llévele también las
necesidades de sus parientes y amigos. Tan sólo entérelo de su petición y conocerá su capacidad y
disposición para ayudarle. No se desanime si no obtiene respuestas inmediatas a sus oraciones;
continúe orando con paciencia, con perseverancia y creyendo que el Señor lo escucha.

Si tiene la seguridad de que lo que pide es realmente bueno para usted y por lo tanto para la gloria
de Dios, y si basa su petición solamente en los méritos de nuestro Señor Jesús, tenga la misma
certeza de que finalmente obtendrá la bendición solicitada. Yo mismo he tenido que esperar durante
años para que Dios me responda en ciertos asuntos, pero finalmente vino la respuesta.

El punto clave es que pidamos solamente lo que ha de honrar a Dios y producir gloria para Él, porque
sólo eso será realmente bueno para nosotros. Pero no es suficiente que lo que pidamos sea para la
honra y gloria de Dios, sino que tenemos que pedirlo en el nombre del Señor Jesús, y esperar recibirlo
solamente con base en sus méritos. También es necesario que creamos que Dios quiere darnos lo
que le pedimos y luego debemos persistir en oración hasta recibir lo que hemos pedido, sin fijar
límite en el tiempo ni en las circunstancias bajo las cuales Dios debe responder.

Debemos ser pacientes mientras oramos. Y mantener una actitud de expectativa hasta recibir lo
deseado. Si oramos de esta manera, no sólo tendremos respuestas, sino miles de respuestas a
nuestras oraciones, siendo nuestra alma renovada y fortalecida al recibir éstas.

¡¡ Persevera en la oración !!
10

SER PACIENTES
Día 10. Ser pacientes.
“Puse en el Señor toda mi esperanza; Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de
la muerte, del lodo y del pantano, puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme. Puso en
mis labios un cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. Al ver esto, muchos tuvieron miedo
y pusieron su confianza en el Señor.” SALMO 40:1-3

En relación con nuestra vida de oración surge la pregunta: “¿Es necesario que le mencionemos
una petición al Señor dos veces, tres, cinco o aún veinte veces? ¿No es suficiente hacerlo una
sola vez?”
Bien, podríamos decir que no es necesario mencionarla ni siquiera una vez porque Él sabe de
antemano cuáles son nuestras necesidades. Sin embargo, el Señor quiere que le demostremos
nuestra confianza; que asumamos la posición de las criaturas dirigiéndose a su Creador. Mas
aun, es necesario que no perdamos de vista el hecho de que puede haber razones específicas
por las cuales nuestra oración no es respondida de inmediato. Una de ellas podría ser la
necesidad de ejercitar, nuestra fe, porque es ejercitándola como se fortalece. Todos sabemos
que si no utilizamos nuestra fe, lo cual hacemos al esperar una respuesta, permanece como al
comienzo. Pero es fortalecida con las pruebas.
Otra razón puede ser que le demos gloria a Dios al desarrollar nuestra paciencia. Esta es una
gracia o cualidad que honra al Señor en gran medida y puede haber otra razón: que nuestro
corazón no esté todavía preparado para recibir la respuesta a nuestra petición. Muchas veces
nos desanimamos porque la oración no recibe respuesta inmediata. Y por cuanto pasan las
semanas, los meses, y aun los años sin recibir respuesta, cesan de pedirle a Dios y por lo tanto
pierden la bendición, que de haber perseverado, de seguro hubieran recibido.
Cuando el corazón está preparado para recibir la bendición, Dios no se tarda en concederla.
Todos los hijos de Dios que andan en sus caminos han tenido la experiencia de que algunas de
sus oraciones son respondidas con rapidez, mientras que para otras, la respuesta demora largo
tiempo. A menudo he recibido contestación a alguna de mis oraciones antes de salir de la cama,
pero en otras ocasiones he tenido que esperar durante semanas, meses, años... a veces durante
muchos años. Pero sigo esperando en el Señor, oro y permanezco expectante para recibir la
respuesta.

Siga esperando en Dios, continúe orando pero asegúrese de pedir sólo lo que está de acuerdo
con el pensamiento del Señor. Siga orando, manténgase expectante, espere la contestación y al
final tendrá la oportunidad de alabar a Dios por ella.

Oh, Señor, mi Dios, son muchas las maravillas que Tú has hecho. Te espero con paciencia. En tu
propio tiempo y a tu manera contestarás aún mis peticiones más difíciles. Ayúdame para no caer
en incredulidad.
Amén.
11

ORANDO EN EL DESIERTO
Día 11. Orando en el desierto.
Una de las partes más difíciles de entender en la vida es cuando pasamos por un desierto, aquí
es donde tu fe es probada. Abraham es un ejemplo de tener fe en medio de un desierto. El vivía
consiente de su realidad pero firme en la esperanza.

“Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas
naciones" -Romanos‬‭4:18
Infertilidad y edad avanzada eran las circunstancias de Abraham pero todavía se aferraba a la
esperanza. En medio del desierto sentirás que no hay salida y no hay alivio a la vista. Tu desierto
puede ser cualquier cosa: un hijo que se ha desviado, un matrimonio quebrantado, crisis
financiera, etc.
El tema del desierto es tan fuerte que el Mismo Jesús pasó por el cuarenta días. Dios lleva por un
desierto a todo el que ama. Es su cura para nuestros corazones que buscan consuelo sin Dios.
En medio del desierto el dolor consume la autosuficiencia, el cinismo y el orgullo. En el desierto
eres cambiado, ya no eres el mismo. Lo que solía ser importante ya no lo es.

“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual
tierra seca, extenuada y sedienta.” -Salmo‬‭63:1‬‭NVI‬‬

El desierto se convierte en una ventana al corazón de Dios y finalmente El obtiene tu atención


por que El es la única alternativa. Sin darte cuenta aprendes a orar continuamente y ahí
descubres el agua fresca y clara de su presencia. Al final el mejor regalo del desierto es disfrutar
su presencia. Experimentar su amor y depender de El solamente y de la oración continua.

¡No te quejes en esa temporada aprende a vivir agradecido y disfrutar de El en medio del
desierto!
“Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento” -‭‭Colosenses‬‭4:2‬‭NVI‬‬
¡¡ Allí nos dedicamos a la oración y perseveramos con gran agradecimiento !!
12

DOBLE BENDICIÓN
Día 12. Doble bendición.
Hacia el final de su ministerio, el profeta Elías sabía que sus días estaban contados, por eso le
preguntó a su aprendiz, Eliseo: “¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu
lado? Supongo que Eliseo podría haber pedido muchas cosas, incluso la herencia de Elías.
Sin embargo, Eliseo no se anduvo con rodeos y dijo lo que realmente quería: “Te pido que sea yo
el heredero de tu espíritu por partida doble”. 2 Reyes 2:9
¿Es una coincidencia que en el curriculum vitae de Eliseo haya veintiocho milagros, exactamente
el doble de los de su mentor?

La verdadera medida del éxito de Elías no fueron los catorce milagros en los que participó, sino
ver a la siguiente generación hacer cosas que él ni siquiera se había atrevido a soñar.
Básicamente el éxito es la sucesión. El éxito es entregar la batuta a aquellos que vienen detrás
de nosotros y alentarlos mientras corren más lejos y más rápido que nosotros.

El legado no se mide por lo que alcanzamos durante nuestra vida, sino por nuestro árbol de
entrenadores, por nuestra cadena de mentoreo. Se mide por el fruto que cultivamos en los
árboles de otras personas, por lo que invertimos en otros y aún veinte años después sigue
produciendo frutos. El legado se mide por cada bendición que recibimos y transferimos.

La relación entre Elías y Eliseo es el ejemplo de lo que es la doble bendición. Luego de recibir el
manto de Elías, Eliseo compartió la bendición y la convirtió en veintiocho milagros para otras
personas. En el proceso, Eliseo se convirtió en el legado de Elías. Elías fue la doble porción de
Eliseo y Eliseo fue la doble bendición de Elías.
¿De quién eres la doble porción? ¿Quién es tu doble bendición? La bendición de Dios no
sustituye nuestra responsabilidad de orar como si todo dependiera de Dios y trabajar como si
todo dependiera de nosotros. Ambas cosas se complementan.
La bendición de Dios no es un amuleto de la buena suerte. No puedes ganártela, debes trabajar
por ella y aunque es completamente gratis, ¡te costará mucho!
Si quieres una doble bendición, prepárate para redoblar tu ética de trabajo y de oración. Por
eso, Elías le respondió a Eliseo: “Has pedido algo difícil”. Dios honra las oraciones audaces
porque estas honran a Dios.

Debemos entender qué es y qué no es. La doble bendición no es salud, riqueza y prosperidad;
tampoco son ganancias del doscientos por ciento en cada inversión que hagamos: es algo
mucho mejor y más grande.

Y, como ya hemos visto, una doble porción del espíritu de Elías realizó el doble de los milagros
en el ministerio de Eliseo. Sin embargo, tal vez la bendición binaria más extraordinaria de la
Biblia se manifiesta a través del profeta Zacarías:
Vuelvan a su fortaleza,
cautivos de la esperanza,
pues hoy mismo les hago saber
que les devolveré el doble.
Zacarías 9:12

Si dejas que tus circunstancias definan cómo ves a Dios, eres un prisionero de la perspectiva o
peor: ¡un prisionero de tus errores del pasado!. Pero si dejas que Dios defina cómo ves tus
circunstancias, eres un prisionero de esperanza.
Podemos orar de esa manera, pidiendo a Dios una doble porción, una doble restitución.

Cada bendición de la Biblia es parte de nuestro derecho espiritual de nacimiento gracias a lo que
Cristo ha hecho en la cruz. Posicionarnos para recibir esas bendiciones debe comenzar con
nosotros arrodillados a los pies de la cruz y debe terminar presentando nuestras coronas ante el
trono de Dios. En medio de este proceso, debemos compartir cada bendición. Amén
13

ENTRANDO EN SU REPOSO
Día 13. Entrando en Su reposo.
¿Te puedes imaginar cómo será cuando estemos en el Cielo para siempre y toda lo incorrecto
que llena nuestras vidas no esté? Eso es paz, es el descanso del Cielo. Es tan completo que no
hay nada que desees más que eso. Un Lugar de Descanso.

Tenemos que Recibir La Palabra y volver al lugar de descanso aquí en esta vida. No quiere decir
que dejé de orar por lo que había en mi corazón. La fe es más bien el producto de rendirse más
que de luchar. Hay una mentalidad de estar siempre ocupado que puede aferrarse a nosotros e
impulsarnos a hacer cosas por Dios que Él no nos está pidiendo. Cuando eso ocurre, salimos de
nuestro descanso.
Podemos sentir como que necesitamos hacer algo por Dios para que Él nos acepte. Pensamos
que al hacer esto Dios nos aceptará más y, tal vez, nos amará más. Te lo digo, no tienes que
hacer nada por Dios y Él no te amará menos. Hemos creído tanto que es necesario que
trabajemos y hagamos cosas por Dios para que podamos adquirir una identidad y podamos ser
aceptados.

Como intercesores, necesitamos orar desde nuestra identidad, esa creencia esencial que dice,
“¡Ya he sido aceptado! ¡Ya soy amado! ¡Ya tengo favor con Dios!” Hemos sido aceptados.
Desafortunadamente, muchas de las experiencias de nuestra vida no nos enseñan esto. En la
vida se te recompensa o recibes aprobación si haces esto o aquello.

El Reino de Dios no funciona así. Dios no está sentado en el Cielo esperando a que hagas algo
por Él para amarte. Está mucho más interesado en que entremos en Su amor y su descanso.
De la misma manera como Dios descansó, y después de la misma manera como Jesús hizo Su
obra y descansó, así nosotros también podemos entrar en un verdadero reposo.

“Por consiguiente, queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios; porque el que entra en el
reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas”
(Hebreos 4:9-10).

Debemos tener un corazón de descanso. Eso quiere decir cesar de tus propios esfuerzos, tus
propias luchas, y depender de las obras de otro: Dios. Cuando empieces a sentirte abrumada y
sientes como vuelve la lucha, para y vuelve a entrar en el descanso del Señor. Cuando
caminamos en este reposo, vivimos nuestras vidas de una manera más plena y somos más
efectivos en nuestros ministerios y dones.

Aunque podemos llevar el descanso de Dios con nosotros, seguimos necesitando aprender
cómo entrar en Su descanso.

¿Y si tú entras en el “descanso del Señor” ahora mismo? ¿Qué pasaría? La historia de tu vida sería
bastante diferente, ¿no? Dios nos está llamando a que escojamos Su descanso y a que lo
cultivemos en todo lo que hacemos.
14

ORA POR TI MISMO


Día 14. Ora por ti mismo.
El Señor Jesús oraba por otros, pero también oraba por Él mismo, por las situaciones que había de
enfrentar. En ocasiones queremos sentirnos fuertes, oramos por los vecinos, por nuestra familia, y
está bien orar por otros, pero al mismo tiempo debemos aprender a orar por nosotras mismas.
Con esto no me refiero a peticiones generales por salud, trabajo, economía y ya; me refiero a
abrirnos ante Dios, decirle cómo nos estamos sintiendo, hablar de nuestras preocupaciones,
nuestras debilidades, nuestros deseos y frustraciones. Podemos desahogarnos con el Señor y es
posible que incluso nuestras lágrimas se derramen ante Su presencia, pero, eso está bien.
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

Lo mejor que podemos hacer es acercarnos al trono de Su gracia. Debemos reconocer que solo
con el Señor podemos continuar, que Sus fuerzas son las que necesitamos en todo momento.
El Señor Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).
Nada podemos hacer sin el Señor, debemos reconocer que dependemos de Él.
Si hoy te sientes mal, sin ánimo de seguir, sin ganas de levantarte, recuerda que el Señor es tu
ayudador, es tu salvador, es tu sostén.

Uno de los medios que tenemos para permanecer en Cristo es la oración, y debemos acordarnos
de orar por nosotras mismas. Está bien que pidas a otras personas que oren por ti, pero eso
nunca puede reemplazar tu tiempo de comunión con el Señor. La responsabilidad de
crecer en fe y conocimiento del Señor Jesucristo es tuya. Además, nadie conoce mejor que tú las
situaciones por las cuales estás pasando; tú sabes quién eres en realidad, cuál es tu estado
espiritual, mental, económico, cómo están tus relaciones familiares y qué dificultades enfrentas.
Nuestro Padre celestial se agrada de que Sus hijos acudan a Él en oración. No se trata de egoísmo
sino de momentos en que la tristeza o el desaliento son una carga pesada.

Al orar por mí. Saber y confiar en que el Señor me ha escuchado trae paz a mi corazón. Así que, no
lo olvides, también tú necesitas Su ayuda, necesitas orar por ti, ser sincera con Dios. Él no te va a
recriminar o despreciar, Él siempre está ahí para socorrernos.
15

EL PERDÓN
Día 15. El perdón.
Las personas a quienes más amamos muchas veces son aquellas que más pueden llegar a
lastimarnos. En cualquier relación no depende de que seamos perfectos, sino que el
arrepentimiento y el perdón están disponibles, es fundamental. Si no perdonamos, es probable
que terminemos sumidas en tristeza, en dolor y albergando amargura en nuestro corazón.

La amargura trae consigo resentimiento, una sensación de injusticia que puede llevar al
descontento, a ser desagradecidas y a llenar nuestros pensamientos de negatividad. Esto afecta
nuestra relación con Dios cuando no pedimos Su ayuda e incluso desconfiamos de Su voluntad.
La Palabra de Dios nos advierte: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que
brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).
La amargura no solo nos dañará a nosotras sino que otras personas serán perjudicadas, por eso
debemos otorgar el perdón y no dejar que en nuestras vidas crezcan resentimientos.

Cada vez que nos ofende algún miembro de nuestra familia o un amigo, personas a quienes
amamos, aparece una herida. Esa herida puede ser curada a través del perdón o puede infectarse
y provocar daño en nuestro interior. No he conocido a ninguna persona que no haya sido
lastimada. Las palabras pueden animar pero también pueden destruir. Nuestras palabras pueden
afectar a otros, ya sea para bien o para mal. Al mismo tiempo, lo que otros nos dicen puede ser
causa de ánimo y gozo o puede ocasionar desaliento, dolor y tristeza.

Pero, mi querida hermana, si comprendemos que la lengua de los demás, así como la nuestra, es
difícil de domar, podemos reconocer que todos estamos batallando con el mismo problema. Así
como en ocasiones somos atacadas con palabras hirientes, a veces somos nosotras quienes
bombardeamos con nuestras palabras a otros. Por tanto, debemos acercarnos a Dios para que
nos limpie de nuestra maldad y nos ayude cada día a pensar, hablar y actuar, de modo que seamos
de bendición para las personas a nuestro alrededor en lugar de hacerlas tropezar.

Perdonar es imprescindible para eliminar cualquier raíz de amargura que quiera crecer en nuestro
interior. Cada vez que nos rehusemos a hacerlo, debemos recordar lo que Cristo Jesús nos ha
perdonado a nosotras y la salvación que tenemos por gracia, sin mérito alguno.
Oremos para poder perdonar a pesar de la ofendas recibidas, amén.
16

IDENTIDAD DE HIJAS
Día 16. Identidad de hijas.
Muchas veces cuando libramos nuestras batallas, no siempre fijamos nuestros ojos en Jesús. La
mayoría de las veces fijamos nuestra mirada en los problemas que tenemos por delante y no al
Padre.
Marcos 6:41-44. "Jesús tomo los cinco panes, y los dos pescados. Y mirando al cielo los bendijo."
Juan 11.38-44 "¿No te dije que si crees veras la gloria de Dios? Le contesto Jesús. Entonces quitaron la
piedra. Jesús alzando la vista."

Jesús alzaba los ojos hacia el cielo para fijar su atención en el rostro amoroso a su Padre. Se está
enfocando en lo que es más cierto en el mundo, no en los recursos inalcanzables para la
necesidad de los cinco mil. No en el dolor de Martha ni siquiera en la muerte de Lázaro. Voltea su
mirada en el Padre y en los recursos del reino.

La fe juega un papel importante en la efectividad de la oración. Debemos mirar a Dios desde los
escombros, desde la imposibilidad. Cuando Pedro mira a Cristo, puede caminar en las aguas, mira
las olas y empieza a hundirse. Dios quiere hacernos conocer que él está cercano.
“Él no está lejos de ninguno de nosotros, puesto que en el vivimos, nos movemos y existimos” Hechos 17:
27-28
Cuando somos conscientes de lo cerca que Jesús esta de nosotros, todo está bien y nada parece
difícil. Pero cuando parece que está ausente, todo es difícil. Pero nunca jamás nos abandona.
Por eso cuando oremos volvemos nuestra mirada a Dios en oración. Siempre debemos recordar
que oramos a Aquel que dio su vida por nosotros. Solo deje que su corazón se quede en ese lugar
seguro. Nos sentimos confiados al hablar con él, seguro de que él se interesa más en lo que te
inquieta, que lo que tú te preocupas por ti mismo.

Si vemos como Jesús se relacionaba con el padre, podemos seguir sus pasos. Eso nos hace sentir
seguros, no podemos sentir victoriosos desde el principio. Por eso se nos insta a “fijar nuestros
ojos en Jesús” sobre todo cuando oramos. Esta persona inmensamente poderosa, creativa,
generosa, íntima y amorosa, es nuestro Padre.

Esto nos lleva a nuestra identidad en relación a la oración. A veces cuando oramos, podemos orar
como huérfanos, clamando por misericordia fuera de la puerta. “Dios mío ayúdame, por favor
ayúdame”
No oremos como huérfanos sino como hijos. A un esclavo le cuesta orar, siente que no tiene
derecho a pedir, por lo que sus oraciones son tímidas. Pasa más tiempo pidiendo perdón que
orando por llenura. Ve la relación con temor, pero no con la ternura del amor.

Oremos desde la seguridad que él es nuestro Padre, como un hijo que sabe quién es.
Oremos desde la identidad de hijos, poniendo nuestra mirada en el cielo.
¡¡ El tiene la victoria !!
17

ORACIÓN EXTREMA
Día 17. Oración extrema.
Cuando se trata de éxito o fracaso, la oración es vital. ¿Qué hace usted cuando toda su vida
espiritual parece estar derrumbándose? ¿Es Dios real para usted, o confía en sí mismo?
Puede ser que se encuentre distante de Dios en un desierto espiritual árido. Su corazón quizás
ya no tenga ninguna pasión por él. Tal vez usted está agobiado por la incredulidad, puesto que
sus oraciones han quedado sin respuesta. Tal vez sus amigos bien intencionados pueden
haberle dicho que la forma de superar sus dudas es simplemente fingir y seguir actuando como
si realmente creyera; al final, le aseguran, creerá.

El pretender tener fe no es la manera. Tiene que clamar a Dios para que se revele con su poder
y luego esperar que él venga y lo encuentre.
“Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de
la muerte. . . . Puso en mis labios un cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios” (Salmo
40:1-3).
La oración efectiva comienza con la humilde disposición de clamar a Jesús. Póngase de rodillas
en un lugar tranquilo y susurre, “Dios, estoy perdido y no puedo encontrarte, esperaré en ti, pero
por favor ven a buscarme”.
Póstrese delante de él y eleve las palabras del ciego Bartimeo, “Al oír que el que venía era Jesús de
Nazaret, se puso a gritar: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” (Marcos 10:47).

Pruébelo una y otra vez hasta que sienta que la distancia se cierra entre usted y Dios. Él nos
encuentra en nuestras debilidades y comienza a moverse con poder. El mismo Jesús quien
retornó para ayudar a Bartimeo viene también a ayudarnos: “Puedes irte, tu fe te ha sanado”
(versículo 52).
Es el brazo tembloroso y extendido que clama su atención, la persona indigna pidiendo ayuda es
a quien él ve lleno de potencial, no sólo para ser rescatado, sino también para fortalecer a otros.
De hecho, toda buena oración comienza con una disposición humilde, no con una idea
arrogante de nuestra propia espiritualidad.

Una vez que escogemos la oración, Dios nos elevará al siguiente paso. Si usted se encuentra
atrapado en luchas cotidianas, no está descalificado de practicar la oración extrema.
Ese es realmente un lugar ideal para comenzar. Jesús prefiere el grito de la persona que dice
“Dios, ten compasión de mí, pecador” (Lucas 18:13). sobre la presunción piadosa de aquellos que
tienen más fe en su propia justicia que en la de Dios.

La angustia siempre es el punto de partida para la oración extrema. La razón por la cual la Biblia
dice que las misericordias de Dios son nuevas cada mañana es porque necesitamos nueva
misericordia todos los días.
Espero que no comencemos cada vez desde la desesperación, pero necesitamos orar con la
postura de dependencia que aprendemos de la desesperación. Tal dependencia de Dios nos
abre a la posibilidad de practicar la oración extrema.
Eso es porque lo “extremo”, en este tipo de oración, significa confiar en Dios para cumplir su
promesa de hacer “todo lo que pidamos”, para desencadenar su inmensa gloria en nuestras
familias, comunidades y ministerios cuando oramos de la manera que Jesús nos enseñó.
De nuestra posición como hijos e hijas del rey, hijos del Creador del universo, aprendemos a
pedir sin vacilación y sin límites. Así comienza la oración extrema.
18

FE PARA SANIDAD
Día 18. Fe para sanidad.
“Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán” Marcos 16:18

Servimos a un Dios bueno. Él está lleno de amor y gracia. De la misma manera en que un pastor
conduce a su rebaño a los verdes pastos, Dios llena con cosas buenas a todos aquellos que
vienen a él a través de Cristo.
A quienes sufren desesperanza, él les da esperanza. A los que sufren pesadas cargas, él les da
descanso. A aquellos que están enfermos él les da sanidad.
Podemos hacernos muchas preguntas respecto a la sanidad. “Si le pedimos a Dios, ¿realmente
podemos ser sanados? Las leyes científicas no pueden explicar la sanidad divina, la misma es un
testimonio del poder de Dios. Él puede sanar nuestras heridas y enfermedades. Dios quiere que
seamos espiritual y físicamente sanos.
Así como la gente durante la época de Jesús necesitó y experimentó la sanidad divina, las
personas actualmente también necesitan experimentar el poder sanador de Dios. Es
reconfortante saber que Cristo es el mismo hoy, ayer, y que lo será para siempre.

Aun ahora Jesús siente la misma compasión y sana a los enfermos a través del Espíritu Santo. Al
orar por sanidad debemos tener fe, Dios es el objeto de nuestra fe y adoración. No hay nada
que no él no pueda hacer. No hay enfermedad que no pueda sanar. Cuando oramos con fe en
que Dios nos sanara de nuestras enfermedades, es seguro que él lo hará.
Santiago escribió que la oración de fe sanará a los que están enfermos: Santiago 5:15
Además de la oración de fe, la palabra de Dios nos da ejemplos y aprendemos acerca de Dios y
de Cristo, quien sanó a los enfermos mientras estuvo en la tierra y que murió en la cruz.
Cuanto más aprendemos sobre Dios y Cristo a través de la Biblia, más crece nuestra fe, y nos
conduce a dar testimonio y experimentar los grandes milagros de Dios.

La fe proviene de Dios, si uno carece de fe en la sanidad divina de Dios, debemos pedirle que
nos la provea.

Oremos por aquellos enfermos creyendo que Dios traerá sanidad. A nosotros nos
corresponde creer y orar, dejemos que Dios obre en la sanidad divina.
Nosotros no podemos hacer que los milagros sucedan solo podemos orar y creer que Dios lo
hará. No limitemos a Dios y creamos que él tiene pensamientos de bien y no de mal.
19

DIOS MI PROVEDOR
Día 19. Dios mi provedor.
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” - Mateo‬‭6:11‬

¿Realmente le pides a Dios que supla tus necesidades? Esto se escucha tan básico, pero es un
concepto tan simple que a veces lo obviamos.

A través del Padre Nuestro y otras partes de los Evangelios, Jesús nos insta a pedirle a nuestro
Padre celestial por cosas que necesitamos – no solo tener la esperanza que Él va a proveer –
sino tomar el paso de pedirle a Él que provea para nuestras necesidades diarias. Luego contar
con que Él suplirá esas necesidades.

Pero Jesús dice que Dios ya sabe lo que necesitamos antes que se lo pidamos (Mat. 6:8). Eso
hace que surja la pregunta obvia: ¿Por qué pedir si Él ya sabe? No le decimos a Dios nuestras
necesidades para informarlo, pero porque Él es nuestro Padre y quiere una relación con
nosotras.
Él quiere que sigamos yendo hacia Él, comunicándonos con Él, necesitándolo, y deseándolo. Dios
sabe lo que realmente necesitamos. Él sabe lo que es bueno para nosotras, y esas son cosas por
las cuales debemos orar, y son las que justamente podemos esperar que Él proveerá.

Cuando venimos ante Él, no tenemos que implorar o rogar o desesperarnos. Solo necesitamos
pedir. Dios nos quiere bendecir, pero Él quiere que expresemos nuestra necesidad, Él quiere
que específicamente le pidamos.
¿Qué necesidades tienes hoy? Pídele a Dios – humildemente y no de una manera demandante –
y luego cuenta con que Él proveerá. Cuando oramos, “Danos hoy el pan nuestro de cada día”, le
estamos pidiendo a Dios por las necesidades simples y básicas de la vida. Hoy en día nos hemos
olvidado de las cosas principales y de las cosas esenciales.

Dios pudiera bendecirnos más allá de lo que necesitamos, pero se nos dice que solamente
pidamos por lo esencial. Jesús nos está enseñando a decir, “Señor, quiero lo que es suficiente
para cada día”. Ya sea que seamos ricas o de escasos recursos bajo el estándar del mundo, si
solamente tenemos a Dios como nuestra porción y asignación para este día, aún así somos ricas.

Al enseñarnos Jesús de esta manera, El nos alienta a orar por lo que necesitamos por que es
necesario que dependamos de Dios nuestro Padre para todo lo que necesitamos. Vamos a El en
oración por la necesidad que tenemos de buscar su rostro, de encontrarnos con el. Pero de
igual manera Dios nos permite experimentar la bendición de ver respuesta a nuestras
peticiones. Al buscar su rostro Dios nos bendice también con toda clase de bendición con sus
manos generosas.

Debemos orar con fe en que nuestras oraciones realmente producirán resultados, creyendo que
Dios las responderá soltando una medida aún mayor de su bendición y poder. Dios ha elegido
otorgar ciertas bendiciones solo cuando su pueblo ora por ellas con confianza. La oración es
uno de los principales medios de asegurarse la completa bendición que Dios ha dispuesto
darnos. Dios abre puertas de bendición y cierra puertas de opresión en respuesta directa a
nuestras oraciones.

“Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles compasión . . .
¡El Dios de piedad se apiadará de ti cuando clames pidiendo ayuda! Tan pronto como te oiga, te
responderá” -Is. 30:18-19

¿Le pides a Dios por pan diario? Toma tiempo hoy para pedirle por tus necesidades básicas y
luego, cuando Él mande Su provisión – ya sea grande o pequeña, la que esperas o no—dale
gracias por ella.

Oremos para poder seguir avanzando en cada detalle de la oración .


20

CON MANOS VACÍAS


Día 20. Con manos vacías.
Dios quiere que lleguemos a él con las manos vacías, cansados y cargados. Pero nosotros
instintivamente, queremos deshacernos de nuestra incapacidad antes de acercarnos a Dios.
Hay una diferencia entre «decir oraciones» y orar con sinceridad. Ambas pueden sonar igual por
fuera, pero la primera es motivada con demasiada frecuencia por un sentido de obligación y de
culpa; mientras que la segunda es motivada por la convicción de que estoy totalmente
incapacitado para «vivir la vida» por mi cuenta.
O, en el caso de la oración por otros, que soy totalmente incapaz de ayudarlos sin la gracia y el
poder de Dios.
En la petición de María a Jesús en las bodas de Caná —«Se quedaron sin vino» (Juan 2:3)— es una
descripción perfecta de la oración. La oración es llevarle su incapacidad a Jesús.
A lo largo del evangelio de Juan vemos a gente que se acerca a Jesús debido a la incapacidad que
tenían. La mujer samaritana no tiene agua, el hombre cojo cerca del estanque de Betesda no
recibe ayuda para meterse al agua (ver Juan 5). La multitud no tiene pan (ver Juan 6). El ciego no
puede ver (ver Juan 9). Y, finalmente, Lázaro no tiene vida (ver Juan 11).

Recibimos a Jesús porque estábamos débiles, y así es como lo seguimos. Pablo les dijo a los
Colosenses: «Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir
sus pasos» (2:6).

Olvidamos que la incapacidad es la manera en que funciona la vida cristiana. A Pablo se le


recordó esto cuando oró tres veces para que Dios le quitara la espina en la carne. No ocurrió. En
lugar de eso, Dios le recordó a Pablo cómo funciona el evangelio. «Cada vez él me dijo: “Mi gracia
es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad”. Así que ahora me alegra jactarme de
mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí» (2 Corintios 12:9).
Lo mismo es cierto de la oración. Es precisamente eso, nuestra incapacidad que hace que la
oración funcione. Funciona porque somos incapacitados, no podemos vivir la vida por cuenta
propia.

En la oración, el Padre nos recibe como somos, gracias a Jesús y nos da su regalo de ayuda.
Nosotros vemos la insuficiencia de nuestra forma de orar y nos damos por vencidos, pensando
que algo está mal en nosotros. Dios mira la suficiencia de su Hijo y se deleita en nuestras
oraciones a veces descuidadas y vagas.
Es nuestra incapacidad para criar a nuestros hijos la que nos impulsa a no descuidar la oración.
Es darnos cuenta de que no podemos criar a nuestros hijos por mi cuenta. No es un gran
discernimiento espiritual, solamente una observación realista.
Si no oraba cada mañana deliberada y reflexivamente por los miembros de mi familia, usando
cada nombre, seria muy cansada esa tarea de la crianza de mis hijos.
No somos capaces de llegar a sus corazones. Sin embargo, más que eso, nuestro corazón lleno
de confianza en mí mismo tiene que cambiar.
Mi diario de oración refleja tanto mi incapacidad para cambiar a mis hijos como mi incapacidad
para cambiar mi confianza en mí mismo. Por eso es que necesito gracia hasta para orar.

Si pensamos que podemos vivir la vida por cuenta propia, no tomaremos en serio la oración.
Nuestro fracaso al orar siempre se sentirá como algo más, como una falta de disciplina o como
demasiadas obligaciones.
No obstante, cuando algo es importante para nosotros, le hacemos espacio. Si nos damos
cuenta de cuánto lo necesitábamos a El, la oración será nuestro mayor placer y nuestra
herramienta más eficaz.
21

FINAL DEL RETO


Día 21. Final del reto.
Todo el propósito de una vida de oración es estar cerca de Dios y tener una relación profunda,
firme e inquebrantable con Él. Una vida de oración te permite estar alineado con el Señor de
una manera sólida, mediante la comunión y la comunicación con Él a lo largo de cada día. Esto
no solo significa saber acerca de Dios, sino conocerlo de verdad, o al menos tanto como se le
pueda conocer en esta tierra. El conocimiento de Dios comienza con el deseo de conocerlo y,
como resultado, procurar conocerlo. De allí que llegue a ser un asunto de querer cada vez más
de Él en tu corazón y en tu vida.

El enfoque no está en orar. El enfoque está en la persona a la que le estás orando. La oración es
el medio por el que profundizas tu relación con Dios. Hace falta más de una vida para conocer
por completo a Dios, se requiere de una eternidad.
Sin embargo, Dios es un Dios al que se le puede conocer aquí y ahora. A decir verdad, Él quiere
que lo conozcamos. Él quiere que estemos bien relacionados con los distintos aspectos de lo
que es Él. Los aspectos distintos de Dios, los cuales constituyen la base para conocerlo, son: Dios
el Padre, Jesús el Hijo y el Espíritu Santo.

Quizá estés pensando: Eso ya lo sé. No obstante, yo opinaba lo mismo hasta que descubrí lo fácil
que es pensar que sabemos y, con todo, nos perdamos las dimensiones de conocer a Dios que
olvidamos, pasamos por alto o no logramos ver. O nos enfoquemos en un aspecto de conocerlo
y excluyamos los demás.

Debemos acercarnos al Señor, Él conoce nuestras debilidades, nuestras angustias, nuestros


deseos, las aflicciones por las que pasamos, los desánimos que estamos afrontando.
La Biblia dice que en medio de estas pruebas debemos recurrir al Señor para encontrar
misericordia, gracia y oportuno socorro. La ayuda eficaz solo puede venir del Señor, no basta con
saber que necesitamos su auxilio. Debemos acercarnos al Señor Jesucristo confiadas en que Él es
nuestro sumo sacerdote, sin pecado, y que está al tanto de lo que vivimos y afrontamos día tras
día.

Probablemente puedes saber qué es lo que debes hacer y a quién acudir en medio de la tristeza.
Sin embargo, si no recurres al Señor, tal vez encuentres alivio momentáneo, pero no obtendrás el
verdadero descanso y la paz que solo pueden venir de Él. En ocasiones nos parecemos al hijo
pródigo: sabemos quién nos puede ayudar, sabemos que en la casa de nuestro padre.
Las distracciones están a la orden del día; tal vez sabes lo que debes hacer, pero no lo estás
haciendo. Las redes sociales, videos, películas, entre otras cosas, pueden distraernos en la batalla
diaria, y cuando nos encontramos débiles, no hacemos lo que debemos y entonces vemos las
consecuencias.
Pareciera que estamos vencidas, tiradas, sin poder levantarnos, pero nunca es tarde, tenemos vida
el día de hoy y podemos empezar a aplicar, buscar ponernos a cuentas con el Señor, pedir Su
ayuda, Su rescate, Su socorro. Podemos orar a Aquel que todos los días está pendiente de
nosotras y en control de cada situación. “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno
de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no
temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (Mateo 10:29-31).

Aprendamos a recurrir al Señor en cada situación, sea de alegría, de tristeza, de necesidad, de


incertidumbre, de felicidad. Dios siempre es bueno y Él sabe por lo que estamos pasando cada una
de nosotras. Te animo a aplicar la verdad y dar fruto para la gloria de nuestro Dios. Animémonos
unas a otras. Cada vez que se acerque una amiga podemos escucharla, pero siempre debemos
dirigirla a Aquel que puede cambiar Su vida, a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.

Hemos llegado al final de estos 21 días, creyendo que en este tiempo hemos crecido en la oración
y en nuestra fe para Dios.
Amiga de oración, esperando este tiempo te haya retado y afirmado en la oración .
¡Bendiciones con todo mi cariño!

Pastora Carmen Arias.

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