Está en la página 1de 1

“Las perspectivas humanas se achatan, y comprenden solo las superficies tangibles de la existencia

que reflejan la luz. La visión de la profundidad se cierra. La forma significativa de la agonía humana
se pierde de vista. La sociedad cae en el error y en el desastre. El pequeño Ego ha usurpado el
trono del juicio del Yo. Esto es en el mito un tema perpetuo; un grito familiar en las voces de los
profetas. La gente ansía una personalidad que, en un mundo de cuerpos y almas torcidos,
represente de nuevo las líneas de la imagen encarnada. Nos hemos familiarizados con el mito de
nuestra propia tradición. Sucede en todas partes, bajo una variedad de maneras. Cuando la figura
de Herodes (el símbolo extremo del ego tenaz y equivocado) ha llevado a la especie humana al
nadir de la bajeza espiritual, las fuerzas ocultas del ciclo empiezan a moverse en sí mismas. En un
pueblo perdido nace la doncella que se mantendrá pura ante los errores comunes a su generación:
una miniatura, en medio de los hombres, de la mujer cósmica que fue la desposada del viento.

Su vientre, que permanece ajeno como el vacío primordial, convoca, por su misma disposición la
fuerza original que fertilizó el vacío.” (Campbell, p. (2015) (p. …) , El Héroe de las mil caras.Ed. FCE

También podría gustarte