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Apuntes de Literatura Universal I – Profesorado en Lengua y Literatura- Prof.

Gladys Skittberj 2023

La Divina Comedia

El mundo que se abre al abrir la Comedia de Dante Alighieri es, aunque extraño, reconocible siempre; el
andar persuasivo, la regularidad respiratoria de los tercetos encadenados, produce en el lector, de manera inmediata,
aquella voluntaria suspensión de la incredulidad, willing suspension of disbelief, que constituye, según Coleridge, la
fe poética. Ni por un momento dudamos de la palabra de ese hombre, que nos cuenta que en la mitad del camino de
la vida se extravió en una selva oscura, aterrorizado intentó salir de ella, fue impedido en su salida por tres fieras y
luego, rescatado de ellas y guiado por una sombra, que resultó ser la de Virgilio, emprendió “otro viaje”, mucho más
largo y difícil, que lo llevó por los tres reinos de ultratumba hasta encontrar al fin la luz inmarcesible de aquel
“Amor que mueve el sol y las estrellas”. Bibliotecas enteras se han escrito para comentar, analizar e interpretar el
magno poema, el poema sacro. Muchos se han detenido en tal o cual personaje o situación, que los ha tocado en lo
vivo, o han rastreado sus fuentes clásicas, o han examinado su incomparable estilo. Y sin embargo, el poema en su
conjunto se deja leer casi al desnudo, sin necesidad de grandes exégesis, con tal que entendamos la lengua en que
fue escrito. Solo para esto, se diría, son necesarias las notas que suelen acompañar las buenas ediciones: para
despejar la incógnita de expresiones que ya no son usuales en el italiano de hoy, o bien, ciertas alusiones que
estaban claras para los primeros lectores, contemporáneos del poeta, y que poco nos dicen a nosotros, sus lectores
enésimos. El comienzo es como la entrada en un sueño: el poeta se encuentra en la selva oscura, sin saber bien
cómo fue que llegó hasta ahí.

Nel mezzo del cammin di nostra vita En medio del camino de la vida,
mi ritrovai per una selva oscura errante me encontré por selva oscura,
ché la diritta via era smarrita. en que la recta vía era perdida.
Ahi quanto a dir qual era è cosa dura ¡Ay, que decir lo que era, es cosa dura,
esta selva selvaggia e aspra e forte, esta selva salvaje, áspera y fuerte,
che nel pensier rinova la paura! que en la mente renueva la pavura! (Trad. de B. Mitre)

Y quizá una clave de esa fe que infunde la palabra dantesca esté en el posesivo. Nostra vita, dice el poeta, y
así del modo más llano nos incluye en su peregrinar. De aquí en más, sin saber cómo, hemos aceptado el
complejo alegorismo medieval; de aquí en más nos dejaremos llevar por el relato, seguros de su importancia,
seguros de que nos concierne de manera íntima y plena. Por supuesto no es sólo eso: es también la actitud
humilde, la confesión de su extravío, que se parece al nuestro. Dado que nadie ha dejado de sentirse alguna vez
como este Dante confundido y solo, nadie deja de asentir a su magnético y tácito llamado. Dante nos habla como
hablaría con un hermano, para contarle lo más importante que le sucedió en la vida: el error, el smarrimento por el
cual estuvo a punto de perderse, pero que le enseñó la vía del pecado, de la penitencia y finalmente de la luz. Eso
son, sin duda, los tres reinos. Ya uno de los primeros intérpretes del poema dijo que los tres reinos estaban acá en
la tierra. No hace falta morirse paraconocerlos.
Desde luego, Dante no crea todo esto de la nada, sino que su poema surge, emerge, como un árbol
monstruoso, del suelo de una larga tradición. Se ha dicho que Dante corona la Edad Media y al mismo tiempo la
trasciende. Muchos de sus versos anuncian una nueva era. Pero hay mucho más: Dante no puso porque sí a Virgilio
como guía del alma; conocía y admiraba la sabiduría antigua, encarnada en el poeta de Mantua. Ya el propio Virgilio
había dicho, por boca de la Sibila de Cumas, en el Libro VI de la Eneida, que es fácil el descenso al infierno:
Facilis descensus Averno:
noctes atque dies patet atri ianua Ditis;
sed revocare gradum superasque evadere ad auras,
hoc opus, hic labor est.
Fácil es el descenso al Averno:
noche y día está abierta la puerta de Dite el oscuro;
mas desandar esa escala y salir a las brisas de arriba,
tal la tarea, tal la fatiga.
Al releer estos antiguos hexámetros, sentimos la tentación de pensar que la Comedia es el magnífico
cumplimiento de aquel vaticinio.1
1
Dante tenía muy presente este pasaje, aunque le daba una interpretación muy diversa (ver Curtius, p.508, n.
23). Esto no invalida necesariamente la hipótesis; una cosa es la lectura consciente y otra la influencia
secreta, oculta al propio creador.

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Apuntes de Literatura Universal I – Profesorado en Lengua y Literatura- Prof. Gladys Skittberj 2023

Bajar a lo más profundo (al centro de la tierra, donde Dante ubica a Satanás, el ángel caído), y luego remontar la
caída por la montaña del Purgatorio, y así arribar al cielo, y recorrer una tras otras las esferas concéntricas, de la
mano de Beatriz, hasta llegar al Empíreo y a la visión inefable, es la proeza de Dante, ni antes ni después afrontada
por hombre alguno. Hace falta coraje paraseguirlo.

EL INFIERNO VISTO POR SANDRO

BOTTICELLI

Dante imagina a la Tierra bajo una forma harto extraña: fija e inmóvil en el centro del Universo (tal como la
habían concebido Aristóteles y Ptolomeo), no es realmente esférica, porque tiene dentro de sí un enorme hueco en
forma de embudo, que es el Infierno: agujero abierto por la caída de Satanás, que en su derrumbe se detuvo en el
centro del mundo porque no podía ir más abajo; pero este pozo creó, en el hemisferio sur, una montaña
igualmente alta: la Montaña del Purgatorio, cuyos escalones son otros tantos pecados. En la cima de esa altísima
elevación está el Paraíso Terrenal, trasladado allí por Dios luego de la Caída de nuestros primeros padres. Desde
allí se accede directamente al Paraíso, con sus nueve cielos concéntricos. Como el hemisferio austral está ocupado
por el Purgatorio, Dante afirma que esa mitad del mundo está vedada a los hombres mortales... Por eso, cuando en
el canto XXVI del Infierno Ulises le cuenta a Dante su último viaje, dice que al pasar el ecuador vio cuatro estrellas
muy brillantes y luego casi se chocó con una montaña inmensa que destruyó su nave y lo hundió en el mar y en la
muerte. La sorpresa del lector actual ante esas “cuatro estrellas” es tan grande como injustificada. Dante, al
parecer,quiso representar con ellas las cuatro virtudes cardinales, y no la Cruz del Sur, que jamás había visto.2
Dante escogió el título de Comedia a falta de otro mejor; la forma ahora usual, Divina comedia, aparece por
vez primera en la edición veneciana de 1555, y fue un feliz complemento. Dante mismo había designado su
obra como lo sacrato poema, como poema sacro (Paradiso, XXIII, 62; XXV, 1). Quizá haya que considerar esta
designación como el título que Dante habría elegido si no fuera porque juzgó más propio un término de la
retórica escolar. La tardía Antigüedad había conferido ese título de honor (“poema sagrado”) a la Eneida de
Virgilio.

2
No ha faltado quien imagine que el famoso viajero veneciano Marco Polo, en su extenso viaje por Oriente,
durante el cual alcanzó la isla de Sumatra y del que regresó en 1295, haya podido ver esta constelación y
divulgar su existencia. Por cierto esto no está probado, ni siquiera parece muy probable.

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La concepción de la Comedia descansa en un encuentro espiritual con Virgilio. En la literatura europea hay
muy pocos fenómenos comparables a éste; el redescubrimiento de Aristóteles en el siglo XIII fue obra de
generaciones, y se realizó a la tibia luz de la investigación conceptual. El descubrimiento de Virgilio por Dante es un
arco voltaico que enlaza un alma grande con otra. La tradición del espíritu europeo no conoce ninguna situación
de tan conmovedora sublimidad, ternura y fidelidad. Es el encuentro de los dos latinos más grandes.
Históricamente, es el sello colocado sobre el pacto que la Edad Media latina procuró llevar a cabo entre la
Antigüedad y el mundo moderno. Hace falta volver a percibir toda la grandeza de Virgilio [...] para poder
apreciar plenamente a Dante.
El Virgilio de Dante es un Virgilio medieval, no el Virgilio clásico de un Tasso o de un Milton. Es el
pregonero de la Roma temporal y eterna, de la Roma cuyo nombre puede aplicarse simbólicamente al paraíso
(Purgatorio, XXXII, 102); es, a la vez, el conocedor y el anunciador del más allá. El sexto libro de la Eneida, esa
inspirada parte central del poema de Virgilio, es el augusto modelo de la Comedia. Eneas y San Pablo (Segunda
epístola a los Corintios, XII, 2) son los dos únicos mortales cuyo viaje a ultratumba Dante considera auténtico
(Inferno, II, 13-33). Ambos son personajes importantes en la historia del mundo: el uno es el antepasado de
Roma, el otro es el apóstol de los pueblos. Si Dante se une a ellos, es porque aspira a desempeñar una misión
histórica análoga, lo cual sólo se explica por el hecho de que se sentía reformador y profeta.
[...] Virgilio no es, sin embargo, el único modelo antiguo del universo ultraterrestre de Dante. El marco
estructural del Paradiso consiste en el ascenso por las nueve esferas celestiales, incluidas todas en la décima, el
inespacial Empíreo. Este viaje por las esferas no aparece en Virgilio; pero ya antes de la era cristiana la idea había
sido transmitida desde el Oriente, y había penetrado en la imagen religiosa del mundo durante la tardía Antigüedad;
es el motivo central de la más admirable de las obras de Cicerón, el Somnium Scipionis, conservado gracias a
Macrobio y leído en la Edad Media con el comentario de éste. Escipión el joven se ve trasladado en sueños a la vía
láctea, donde su padre y su abuelo lo instruyen en la filosofía y le predicen su destino (De re publica, VI, 16-17).
[...]
El encuentro en las alturas celestes con un antepasado que predice a su descendiente el destino futuro
inspiró a Dante el episodio de Cacciaguida. También el viaje dantesco por las esferas estaba prefigurado en la obra
de Cicerón; Marciano Capela y la épica filosófica del siglo XII con él relacionada (Bernardo Silvestre y Alain de
Lille) habían convertido este tema en patrimonio común de la Edad Media. [...]
Es prácticamente seguro que Dante conoció a Alain de Lille. [...] Alain formuló el programa de un nuevo
género poético, cuyo tema sería el ascenso de la Razón hacia el reino de la realidad trascendente. Esta concepción
sólo podía madurar en un hombre de espíritu extraordinario que, como Alain de Lille, fuese a la vez poeta,
filósofo y pensador; sus contemporáneos y sucesores [...] no comprendieron esa concepción, y si la imitaron fue
sólo exteriormente. Dante fue el primero y el único que la captó y que la transformó en un nuevocontenido vital.
Dante no menciona a Alain de Lille, como no menciona tampoco el Sueño de Escipión ni las poéticas
latinas medievales que le sirvieron de punto de apoyo. Oculta sus fuentes, tal como disimula su cultura y la
historia de su mocedad. La Vita nova es una interpretación extraordinariamente novelada y conscientemente
disfrazada de sí mismo [...]. La oscuridad deliberada de Dante crea a veces una impresión esotérica ( Inferno, IX, 61
ss.), o bien una impresión mística, sibilina o profética [...].
El 20 de octubre de 1828 decía Goethe a Eckermann: “Dante nos parece grande, pero tenía tras sí una
cultura de siglos”. Carlyle escuchaba en Dante “la voz de diez siglos de silencio”. Lo que percibieron Goethe y
Carlyle, nosotros lo podemos determinar con precisión histórica: es el cosmos cultural de la Edad Media latina, y el
de la Antigüedad concebida a la manera medieval. [...]
El espíritu y el alma de Dante, su pensamiento arquitectónico y su corazón ardiente, la tensión de su
voluntad, que exigió de él portentos increíbles y lo forzó a lo indecible: tales son las fuerzas que confirieron
forma, mágicamente, a “diez siglos de silencio”. Un solo hombre, un hombre único se enfrenta a todo un milenio
de historia y lo transforma. El amor, el orden y la salvación son los núcleos de su visión interna, esferas luminosas que
encierran en sí tensiones monumentales, salen disparadas para encontrarse, giran unas en torno de las otras y forman
constelaciones; Dante tiene que desplegarlas en figuras, en coros, en cadenas de espíritus, en dogmas y augurios;
tiene que ligar la plenitud de la visión interna con toda la extensión de la tierra, con todas las profundidades y alturas
del mundo superior; tiene que echar mano del sistema de correspondencias más prodigioso. [...]
Se ha creado una construcción verbal y espiritual amplísima, múltiple e imperecedera como la fábrica
misma del mundo. Su vehículo es el terceto, una forma métrica que reúne el principio del encadenamiento
infinito al del rigor ineludible. La meta y el resultado de todo es la concordancia total y la mutua interpenetración
del espíritu de Dante con el exterior cósmico, congruencia de alma y mundo.
ERNST ROBERT CURTIUS, Literatura Europea y Edad Media Latina, XVII

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Inferno

Para la teología cristiana, el infierno es el lugar de castigo eterno para los pecadores impenitentes. Dante lo
imagina como un inmenso pozo en forma de cono invertido, dividido en círculos, que corresponden a otros
tantos pecados, cuyo vértice está en el centro de la tierra y que tiene su entrada en Jerusalén. Esto último se
explica porque el credo católico dice que Jesús, después de haber muerto crucificado en aquella ciudad, descendió
a los infiernos. Borges dice festivamente que el Infierno dantesco es un lugar poblado por notorios personajes de la
Italia del siglo XIII y por inolvidables endecasílabos. En realidad abundan también seres mitológicos o de la
historia antigua, pero es cierto que la mayoría de los condenados corresponden a la época en que Dante vivió y a
su tierra natal. El primer terceto del Canto XXVI del Inferno, que corresponde al extenso círculo de los
fraudulentos, dice, irónicamente:

Godi, Fiorenza, poi che se‟ sí grande Goza, Florencia, de tu fama grande,
che per mare e per terra batti l‟ali, que en mar y tierra con tus alas vuela
e per lo „nferno tuo nome si spande! y que tu nombre en el infierno expande. (T. de B. Mitre)

Al comentar este mismo canto, el canto donde Ulises le refiere a Dante su última y fatal aventura marítima
por el “mundo sin gente”, Borges señala que Dante pudo sentir el peso de su propia arriesgada hazaña: la de
anticipar el juicio divino sobre los hombres, decidiendo quién iría al infierno, quién al purgatorio y quién al
paraíso. La analogía con Ulises va más allá de la audacia de ambos. En su relato, el héroe griego repite las palabras
que había dicho para convencer a sus compañeros de que lo acompañaran en ese viaje final; y en este terceto se ha
visto, no sin razón, una anticipación del espíritu del Renacimiento, de la nueva era que alboreaba quizá en la mente del
poeta y que sólo se haría realidad un siglo más tarde:

“Considerate la vostra semenza: “Considerad”, seguí, “vuestra ascendencia:


fatti non foste a viver come bruti, para vida animal no habéis nacido,
ma per seguir virtute e canoscenza.” sino para adquirir virtud y ciencia.” (T. de Ángel Crespo)

***

Cantos I y II. El peregrino se encuentra extraviado en una selva oscura. Intenta salir hacia un monte donde ve
brillar el sol, pero se lo impiden tres fieras: un leopardo (lonza), un león y una loba. Divisa entonces una vaga
forma humana y le pide auxilio. Esa sombra le revela que es Virgilio y que ha sido enviado por Beatriz para
conducirlo por el Infierno y el Purgatorio (Beatriz misma será su guía en el Paraíso).

Canto III. La Puerta Infernal, el Anteinfierno y la barca de Caronte.

„Per me si va ne la città dolente, “Por mí se llega a la ciudad doliente,


per me si va ne l‟etterno dolore, por mí se llega al eterno dolor,
per me si va tra la perduta gente. por mí se llega a la perdida gente.
Giustizia mosse il mio alto fattore; Movió Justicia a mi muy alto autor,
fecemi la divina podestate, el divino poder me hizo en alianza
la somma sapïenza e „l primo amore. del saber sumo y del primer amor.
Dinanzi a me non fuor cose create Ninguna cosa antes de mí se alcanza
se non etterne, e io etterno duro. si no es eterna, pues yo eterna duro.
Lasciate ogni speranza, voi ch‟intrate.‟ Los que aquí entráis, dejad toda esperanza.”

Estas palabras “de color oscuro” están escritas sobre la Puerta del Infierno. Virgilio conforta al afligido
Dante, le advierte que debe abandonar toda sospecha o vileza, y lo introduce “en las cosas secretas”. “Allí
suspiros, llantos y altos gritos resonaban por el aire sin estrellas (dice el poeta) por lo que yo al principio lloré;
diversas lenguas, hablas horribles, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y bajas, y con ellas un sonido de
manos, hacían un tumulto que siempre ronda en aquella brisa oscura sin tiempo, como la arena cuando sopla el
torbellino”.

Quivi sospiri, pianti e alti guai


risonavan per l‟aere sanza stelle,
per ch‟io al cominciar ne lagrimai.

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Diverse lingue, orribili favelle,
parole di dolore, accenti d‟ira,
voci alte e fioche, e suon di man con elle
facevano un tumulto, il qual s‟aggira
sempre in quell‟aura sanza tempo tinta,
como la rena quando turbo spira.

En este Anteinfierno se agolpan los indiferentes (gli ignavi): las almas que han vivido sin mérito ni infamia. No
tienen la esperanza siquiera de ir al infierno, tan miserable es su vida. Corren en círculo detrás de una bandera,
aguijoneados por tábanos y avispas: es el “contrapaso”, o sea, un castigo que pone en evidencia su pecado. De
allí, Dante y Virgilio deben cruzar el río Aqueronte, en una barca cuyo barquero es el viejo Caronte: “Carón
demonio, con ojos de brasa”. La visión y las palabras del barquero son realmente infernales:

Ed ecco verso noi venir per nave Y en una barca, vimos de repente
un vecchio, bianco per antico pelo, un viejo, blanco con antiguo pelo,
gridando: “Guai a voi, anime prave! que así gritaba: “¡Guay, maldita gente!
Non isperate mai veder lo cielo: ¡No esperéis más volver a ver el cielo:
i‟ vegno per menarvi a l‟altra riva vengo a llevaros a la opuesta riba,
ne le tenebre etterne, in caldo e‟n gelo. a la eterna tiniebla, al fuego, al hielo!
E tu che se‟ costí, anima viva, ¡Y tú, que aquí has venido, ánima viva,
pártiti da cotesti che son morti”. apártate de éstos que están muertos!” (T. de B. Mitre)

Pero Virgilio hace callar a Caronte, il


nocchier della livida palude, advirtiéndole que tiene
órdenes de lo alto y que no pregunte más. Las
almas condenadas, en cambio, agobiadas y
desnudas, palidecen y tiemblan ante las palabras
crueles: maldicen a Dios, a sus padres, a la
especie humana y el lugar y el tiempo y la
simiente de su origen y nacimiento... Hay aquí
otro detalle admirable. Dante le pregunta a su guía
por qué estas almas parecen tan ansiosas por
atravesar el río infernal. Virgilio le dice que le
responderá cuando hayan cruzado. Y la respuesta
que da es esta: “Aquellos que mueren en la ira de
Dios, llegan aquí de todos los países; y están
prontos a atravesar el río, porque la divina
justicia los espolea tanto que su temor se
convierte en deseo”.

Canto IV. Círculo Primero: el Limbo. Están aquí las almas de los no bautizados; nacidos antes de Cristo, aunque
inocentes, no pueden disfrutar de la visión de Dios. La regla tiene excepciones: Jesús, cuando bajó al infierno,
rescató y llevó al Paraíso las almas de los patriarcas: Adán, Abel, Noé, Moisés, Abraham, David, Isaac, Jacob,
Raquel. En una zona luminosa del Limbo, semejante a los Campos Elíseos descritos por Virgilio en la Eneida, se
alza un nobile castello donde se alojan grandes personajes antiguos: Homero, Horacio, Ovidio, Lucano, Electra,
Héctor, Eneas, Julio César, entre muchos otros. Este círculo infernal es, además, la sede del propio Virgilio, que sufre
la misma privación de los otros. A lo largo de la Comedia, una y otra vez, Dante parece dudar (o arrepentirse) de este
fallo contra su maestro. Para la Edad Media, Virgilio era una suerte de profeta; en particular su Égloga IV, que
anuncia el nacimiento de un niño divino y el retorno de la Edad de Oro, era considerada por muchos como
inspirada por el Espíritu Santo. Sin embargo, Dante lo deja en el Infierno, aunque le concede el alto honor de guiar
al alma peregrina por losdos primeros reinos de ultratumba.
Un detalle importante. Al llegar al Limbo, Virgilio es saludado por los otros poetas antiguos que allí se
encuentran, con este verso: Onorate l‟altissimo poeta! Son cinco: Homero, Virgilio mismo, Horacio, Ovidio

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y Lucano. Enseguida Dante es invitado a unirse a ellos, y es así el sexto entre ellos. Dante se coloca junto a los más
grandes.

Canto V. Segundo Círculo: el juicio de Minos. Los lujuriosos. A la entrada del segundo círculo infernal está el juez
Minos, que horriblemente gruñe. Cuando un alma condenada llega ante él, se confiesa entera, y este conocedor de los
pecados ve qué lugar del infierno le corresponde y se ciñe con su cola tantas veces como círculos debe descender
aquella. Se entiende que cada alma va al círculo de su pecado dominante, o más grave. Según explicará Virgilio más
adelante (Canto XI), hay sobre los nueve círculos infernales tres divisiones que son, en orden de menor a mayor
gravedad: pecados por incontinencia (del segundo al quinto círculo), por violencia (séptimo) o por malicia (octavo
y noveno). Los primeros se cometen por no saber controlar el impulso al pecado; los segundos, por una voluntad
violenta; los terceros, con el uso depravado de la inteligencia. Por
eso engañar es para Dante peor que
matar, pues requiere el empleo
perverso del mayor don de Dios a
los hombres. Entre el “alto” y el
“bajo infierno” está el círculo sexto,
el de los heréticos, que, como el
primero (el Limbo) queda fuera de
esta clasificacióngeneral.
En el segundo círculo están
castigados los lujuriosos: la reina
Dido, Cleopatra, Helena, Aquiles,
Paris, Tristán... Los lujuriosos
reciben como castigo el hecho de
estar arrastrados en una borrasca (la
bufera infernal que mai non resta), un
torbellino irrefrenable, tal como lo
fueron
sus pasiones. Dante se detiene e interroga a una pareja de condenados: son Francesca da Rímini y su enamorado
Paolo, su cuñado, que están para siempre unidos, aunque en el Infierno. Este relato es el más alto momento del
canto y uno de los más intensos y conmovedores de toda la Comedia. Aquí también la triple declaración sobre el
amor, en boca de Francesca:

“Amor, ch‟al cor gentil ratto s‟apprende “Amor, que en nobles corazones prende,
prese costui de la bella persona a éste obligó a que amase a la persona
che me fu tolta; e „l modo ancor m‟offende. que perdí de manera que aún me ofende.
Amor, ch‟a nullo amato amar perdona Amor, que a nadie amado amar perdona
mi prese di costui piacer sí forte, por él infundió en mí placer tan fuerte
che, come vedi, ancor non m‟abbandona. que, como ves, ya nunca me abandona.
Amor condusse noi ad una morte. Amor nos procuró la misma muerte:
Caina attende chi a vita ci spense.” Caína al matador está esperando.” (T. A. Crespo)

Al oírla, Dante quiere saber cómo fue que conocieron “el dudoso deseo”:

E quella a me: “Nessun maggior dolore Y ella me dijo: “No hay dolor mayor
che ricordarsi del tempo felice que recordar el tiempo de la dicha
ne la miseria; e ciò sa il tuo dottore. en desgracia; y lo sabe tu doctor.
Ma s‟a conoscer la prima radice Pero si de este amor y esta desdicha
del nostro amor tu hai cotanto affetto, conocer quieres la raíz primera,
dirò come colui che piange e dice. con palabras y llanto será dicha.
Noi leggiavamo un giorno per diletto Cómo el amor a Lanzarote hiriera,
di Lancialotto come amor lo strinse; por deleite, leíamos un día:
soli eravamo e sanza alcun sospetto. soledad sin sospechas la nuestra era.
Per piú fiate li occhi ci sospinse Palidecimos, y nos suspendía
quella lettura, e scolorocci il viso; nuestra lectura, a veces, la mirada;
ma solo un punto fu quel che ci vinse. y un pasaje, por fin, nos vencería.

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Quando leggemo il disïato riso Al leer que la risa deseada
esser baciato da cotanto amante, besada fue por el fogoso amante,
questi, che mai da me non fia diviso, éste, de quien jamás seré apartada,
la bocca mi baciò tutto tremante. la boca me besó todo anhelante.
Galeotto fu‟l libro e chi lo scrisse: Galeoto fue el libro y quien lo hiciera.
quel giorno piú non vi leggemmo avante.” No leímos ya más desde ese instante.” (T. A. Crespo)

Mientras Francesca dice todo esto, Paolo, a su lado, no habla: se limita a llorar. Dante no soporta laangustia
que el relato le provoca:

Mentre che l‟uno spirto questo disse, Mientras un alma hablaba, la otra era
l‟altro piangea; sí che di pietade presa del llanto; entonces, apiadado,
io venni men cosí com‟io morisse. lo mismo me sentí que si muriera.
E caddi come corpo morto cade. Y caí como cuerpo inanimado. (T. A. Crespo)

Canto VI. Tercer Círculo: los golosos. Los atormenta una continua lluvia, mezclada con granizo, nieve y un agua
oscura, que hacen heder la tierra. El perro Cerbero, con tre gole caninamente latra a la gente allí sumergida; tiene los
ojos rojos, la barba grasienta y negra, el vientre ancho y las manos con grandes uñas; con ellas lastima a los espíritus,
los despelleja y los desgarra. Entre estos Dante reconoce a un florentino, Ciacco, que le predice el futuro de la
ciudad.

Canto VII. Cuarto Círculo: avaros y pródigos. Los vigila Plutón (en griego “el Rico”) que abre el canto y recibe a los
visitantes con el enigmático verso: Pape Satàn, pape Satàn aleppe!, para el que se han propuesto diversas
interpretaciones. Dante lo llama “el gran enemigo”. Los condenados, más numerosos que en los círculos anteriores,
forman dos grupos que llevan grandes pesos y se aúllan y se golpean entre sí, gritándose mutuamente: “¿Por qué
guardas?” “¿Por qué derrochas?” Antes de terminar el canto los peregrinos llegan al Quinto Círculo, donde
penan los iracundos. Están inmersos en la inmunda laguna Estigia, y se golpean con las manos, con la cabeza, con
el pecho, con los pies, y se arrancan pedazos conlos dientes.
Dentro del barro dicen: “Tristes fuimos
al aire dulce que del sol se alegra
con el humo acidioso que tuvimos:
tristes estamos en la charca negra”. (Trad. de Ángel Crespo)

Canto VIII. Quinto Círculo: iracundos. El barquero Flegias los conduce sobre la laguna Estigia, de aguas putrefactas.
Un condenado asoma y quiere subirse a la barca, pero Dante lo repele, porque lo reconoce “aun viéndolo
embarrado”. También Virgilio lo manda “con los otros perros” y luego abraza y besa a Dante y bendice a “la que
estuvo encinta de él”, porque ha rechazado a ese maldito. Dante replica que desea ver cómo vuelve a hundirse el
reo; cosa que ocurre enseguida, porque los demás condenados gritan: “¡A Filippo Argenti!” y se arrojan sobre él,
destrozándolo con los dientes. Al desembarcar, los peregrinos se hallan frente a los muros de la ciudad de Dite,
cuyas “mezquitas” se ven de color rojo, por el fuego eterno que arde en ellas. Allí comienza el bajo infierno. Los
demonios niegan la entrada a Virgilio, congran miedo de Dante.

Canto IX. Sin poder entrar en la ciudad, los dos poetas se detienen, aunque Virgilio da señas de aguardar una ayuda.
Aparecen las tres Furias, horrendas y amenazantes, e invocan a la Gorgona Medusa para que convierta a Dante en
piedra. Virgilio le tapa los ojos con las manos para que no la vea; de otro modo, nunca podrá retornar al mundo
de los vivos. Dante advierte a sus lectores:

O voi ch‟avete l‟intelletti sani, ¡Oh, los que sois de entendimiento sano,
mirate la dottrina che s‟asconde comprended la doctrina que se encierra
sotto il velame de li versi strani! de mi velado verso en el arcano! (T. B. Mitre)

En esto, aparece un ángel que encrespa las aguas de la Estigia y pone en fuga a los demonios, dejando
abierta las puertas de la “ciudad doliente”. Están ahora en el Sexto Círculo, lleno de sepulcros ardientes, en cuyas
llamas son castigados los herejes, de a dos por tumba.

Canto X. Sexto Círculo: los herejes. Dante dialoga con Virgilio sobre los habitantes de este círculo cuando de
pronto una voz lo interpela; es un florentino, Farinata degli Uberti, que se ha alzado en su

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tumba y asoma de la cintura para arriba, “erguido con el pecho y con la frente, como si tuviese el infierno en gran
desprecio”. Personaje formidable, del partido opuesto al de Dante, le pregunta por sus antepasados y ambos
empiezan a hablar de la política florentina. En esto, el compañero de Farinata se asoma, con el mentón sobre el
borde, como si estuviese de rodillas:

Dintorno mi guardò, come talento En torno a mí miró, cual si quisiera


avessi di veder s‟altri era meco; ver si conmigo alguno más venía,
e poi che‟l sospecciar fu tutto spento, y al ver que su sospecha vana era,
piangendo disse: “Se per questo cieco llorando dijo: “Si por esta impía
carcere vai per altezza d‟ingegno, cárcel tu noble ingenio te ha guiado,
mio figlio ov‟è? e perché non è teco?” ¿por qué mi hijo no te hace compañía?”
E io o lui: “Da me stesso non vegno: Respondí: “Por mí mismo no he llegado,
colui ch‟attende là, per qui mi mena que el que me espera allí me guía ahora:
forse cui Guido vostro ebbi a disdegno”. tal vez fue por tu Guido desdeñado”.
Le sue parole e‟l modo de la pena El modo de su pena, al punto y hora
m‟avean di costui già letto il nome; me leyeron su nombre, y lo que dijo;
però fu la risposta cosí piena. le respondí por eso sin demora.
Di subito drizzato gridò: “Come? De súbito se alzó y miróme fijo,
dicesti „elli ebbe‟? non viv‟elli ancora? gritando: “¿Has dicho fue? ¿Ya está sin vida?
non fiere li occhi suoi lo dolce lume?” ¿La dulce luz no alumbra ya a mi hijo?”

Estamos ante una de las escenas más desesperadas del poema. Dante ha reconocido a Cavalcante, padre de
su antiguo amigo, el gran poeta Guido Cavalcanti (c. 1258-1300), a quien Dante admiraba, al punto de dedicarle
la Vita nova. Cavalcante busca a su hijo cerca de Dante, no lo ve, y sin atender al motivo que Dante aduce por su
ausencia (motivo de orden ideológico y estético), sólo se fija en el tiempo verbal de la frase: “¿Dijiste „tuvo‟? ¿Ya no
vive entonces? La dulce luz no hiere ya sus ojos?” Dante no responde, y Cavalcante, tomando su silencio por una
afirmación, se derrumba en su sepulcro de fuego. Farinata, con aparente serenidad, retoma la conversación en el
punto en se había interrumpido y vaticina el futuro político de la ciudad y aun el exilio de Dante. Ante esta prueba
de que los muertos ven el porvenir, Dante, asombrado, le pregunta a Farinata por qué Cavalcante no puede ver el
presente, dado que no sabe si su hijo vive o no. Farinata explica que los difuntos, como los présbitas, ven solo lo
que está lejos y son ciegos para lo inmediato. Por eso, cuando llegue el Juicio Final y el futuro se anule, ellos ya no
podrán ver nada... Dante le pide que explique a Cavalcante que Guido vive, y que si no le respondió fue por la
duda que ahora se le ha aclarado. Guido estaba vivo todavía en la primavera de 1300, fecha en que se sitúa el viaje
infernal. Murió poco después, el 29 de agosto, en Florencia. La aparente dureza de Dante para con Guido y su
padre, da más relieve a la ternura patética del condenado, a quien parece importarle más la suerte de su hijo que la
propia. De ahí el tremendo verso: Non fiere li occhi suoi lo dolce lume, que resume, en el contraste del verbo y del
adjetivo (la dulce luz que hiere) lo esencial de la vida. Él ya ha preguntado si Guido vive o no: este verso es
pleonástico desde un punto de vista informativo. Expresa, de hecho, el dolor infinito del padre.

Cantos XI y XII. Descenso al Séptimo Círculo, de los violentos, por un lugar escarpado y pedregoso. Virgilio
ilustra a Dante sobre la disposición de los pecadores en el Infierno (ver más arriba). En los tres últimos círculos se
castigan aquellos pecados en que interviene la voluntad de hacer el mal. El Séptimo está reservado a los
violentos, sea contra las personas o contra las cosas, subdividido en tres giros: violentos contra el prójimo
(homicidas y ladrones), violentos contra sí mismos (suicidas y dilapidadores) y violentos contra Dios (blasfemos),
contra su hija la naturaleza (sodomitas) o contra su nieto el arte, o sea, el trabajo (usureros). Los dos últimos
círculos corresponden al fraude, distinguiéndose entre los fraudulentos contra quien no se fía de ellos
(subdivididos en diez bolsas, de los rufianes a los falsarios) y contra quien se fía (los traidores, en cuatro
categorías). Los peregrinos van bajando por una roca fracturada: Virgilio explica que está así por el terremoto que
siguió a la muerte de Jesús. Los condenados, homicidas y tiranos, están inmersos en un río de sangre hirviente, el
Flegetonte. El Minotauro los amenaza, y después los Centauros, que persiguen con sus flechas a quienes asoman
demasiado del río candente.

8
Canto XIII. Séptimo Círculo,
Segundo Giro: los suicidas. Dante y
Virgilio llegan a un bosque de árboles
resecos, sobre los que están las
horrendas arpías, y entre los que se
oyen voces lastimeras, aunque no
pueden ver a nadie. Virgilio le dice a
Dante que rompa una ramita de uno de
esos árboles: de la rama rota salen
palabras y sangre, y las palabras se
quejan. Virgilio pide disculpas; dice
que no le habría aconsejado esa
maldad, si Dante hubiera podido
creerlo sin hacer la prueba. El tronco
declara que fue el poeta Pier della
Vigna, consejero de Federico II de
Sicilia, que gozó un tiempo de la
completa fe del monarca. Pero “la
meretriz que nunca del hospicio de
César tuerce los ojos insolentes” (es
decir, la
envidia, que está siempre en las cortes) “inflamó contra él todos los ánimos” y le quitó la confianza del rey; él
entonces, para huir del oprobio, se quitó la vida. El suicida jura que jamás rompió la fe jurada a su señor, y le ruega a
Dante que rehabilite su memoria. Luego explica cómo y por qué los suicidas, que se han privado a sí mismos de su la
forma humana, son convertidos en árboles. Mientras aún está hablando, aparecen corriendo dos almas desnudas y
heridas, perseguidas por una jauría de perras negras, rabiosas,que las destrozan sin piedad.

Cantos XIV a XVII. Séptimo Círculo, Tercer Giro. Los violentos contra Dios, la naturaleza y el arte se dividen en
tres grupos; los blasfemos están echados en arena ardiente, los sodomitas corren incesantemente bajo el fuego y,
finalmente, los usureros están sentados en la lluvia de fuego. En este círculo se encuentran Capaneo, Brunetto
Latini, Prisciano de Cesarea y Francesco d‟Accorso. El episodio más conmovedor es el encuentro de Dante con su
antiguo maestro, el florentino Brunetto Latini (1220- 1295), autor de una enciclopedia en lengua picarda, llamada
Trésor, y de un poema didáctico, el Tesoretto. Dante lo trata con sumo respeto y cariño, aunque, por el pecado de
sodomía, lo pone en el infierno. He aquí los cuatro versos donde le expresa su reconocimiento:

“... Ché‟n la mente m‟è fitta, e or m‟accora, Presente están en las memorias mías
la cara e buona imagine paterna tu cara imagen y tu amor paterno,
di voi quando nel mondo ad ora ad ora cuando enseñabas, en mejores días,
m‟insegnavate come l‟uom s‟etterna...” de cómo el hombre puede hacerse eterno. (B. Mitre)

Cantos XVIII a XXIX. Octavo Círculo. Fraudulentos. Este círculo tiene varias fosas (o “bolsas”), donde se
castigan diferentes pecados:
Primera fosa: rufianes y seductores (Canto XVIII). Dante ve aquí a un personaje de Boloña, Venedico
Caccianemico, que por política había entregado a su hermana Ghisolabella al marqués d‟Este. El modelo mítico de
estos pecadores es Jasón, jefe de la expedición de los Argonautas, quien al pasar por la isla de Lemnos sedujo a
Hipsipila: Isifile ingannò, la giovinetta / che prima avea tutte l‟altre ingannate, “engaño a Hipsipila, la jovencita que antes
había engañado a todas las otras”. Las mujeres de Lemnos habían asesinado a todos los hombres de la isla, pero
Hipsipila salvó a su padre Toante en secreto, poniéndolo en una barca. Es una de las heroínas del poema de Ovidio
Cartas de las heroínas.
Segunda fosa (Canto XVIII): los aduladores, cubiertos de mierda humana.
Tercera fosa (Canto XIX): los simoníacos, es decir, los que han prostituido los bienes espirituales y sobre todo
de oficios eclesiásticos. Aquí se encuentra el Papa Nicolás III.
Cuarta fosa (CantoXX): los adivinos. Como en su vida terrenal pretendieron ver el futuro, ahora tienen la
cara vuelta hacia la espalda, “de modo mojan sus nalgas con su llanto”, y caminan hacia atrás. Están aquí
personajes antiguos como Anfiarao y Tiresias.

9
Quinta fosa (Cantos XXI y XXII): barateros, estafadores y todos aquellos que tomaron provecho ilícito de
sus cargos públicos. Están inmersos en brea hirviente. Dante y Virgilio son perseguidos por los demonios que
custodian esta bolsa, a quienes llaman “Malasgarras”.
Sexta fosa (Canto XXIII): los hipócritas, quienes están vestidos con pesadas capas de plomo, doradas al
exterior. En esta fosa se encuentran Caifás y Anás, entre otros. El inicio de este canto, justamente famoso, es uno
de los más bellos de la Comedia:

Taciti, soli, sanza compagnia Callados, solos y sin compañía


n‟andavam l‟un dinanzi e l‟altro dopo, íbamos, uno atrás, delante el otro,
come frati minor vanno per via. como frailes menores por su vía.

Séptima fosa (Cantos XXIV y XXV)): los ladrones, que tienen las manos atadas con serpientes a la espalda, y
de serpientes rodeado todo su cuerpo.
Octava fosa (Cantos XXVI y XXVII): los consejeros
fraudulentos, envueltos en llamas. El personaje dominante de esta fosa
es Ulises, condenado aquí por haber aconsejado la construcción del
caballo de madera que causó la ruina de Troya. Sin embargo, es un
carácter grandioso, por su audacia y su sed de conocimiento. Dante,
probablemente, se siente ocultamente identificado con él (ver más
arriba, la introducción general al Infierno).
Novena fosa (Canto XXVIII): sembradores de discordia.
Dante pone aquí a Mahoma.
Décima fosa (Cantos XXIX y XXX): los falsificadores, llagados
por diversas afecciones como lepra, rabia e hidropesía.

Canto XXXI. Los Gigantes. Estos seres enormes, que se rebelaron contra el poder divino, están hundidos hasta la
cintura y aherrojados, rodeando el lago helado del Cocito. Dante al principio cree que son torreones, pues los divisa
apenas entre la niebla crepuscular. Entre ellos está Nemrod, que aconsejó la
construcción de la Torre de Babel; dice unas palabras
incomprensibles: Raphèl maí amècche zabí almi. Virgilio
explica que por haber causado la confusión de las
lenguas, nadie entiende la suya ni él las de los otros. Otro
de los gigantes, Anteo, baja a los peregrinos al lago de
hielo donde están hundidoslos traidores.

Cantos XXXII a XXXIV. Noveno Círculo: los


traidores, hundidos en el hielo, dejando fuera sólo la
cabeza. Están repartidos en cuatro zonas. La primera,
llamada Caína, aloja a los que traicionaron a sus parientes.
La segunda, Antenora, a los traidores políticos. Aquí
Dante ve a dos que están juntos, y uno de ellos le roe la
nuca al otro. Se detiene y pregunta quienes son;
empieza aquí uno de los
momentos más impresionantes de todo el poema (Canto XXXIII), el relato del conde Ugolino, traidor a su patria
él mismo, traicionado a su vez por el arzobispo Ruggieri y muerto en una torre, por hambre, junto con sus hijos.3

La bocca sollevò dal fiero pasto La boca levantó del fiero pasto aquel pecador,
quel peccator, forbendola a‟ capelli limpiándola en los cabellos de la cabeza que había
del capo ch‟elli avea di retro guasto. mordido por detrás.
Poi cominciò: “Tu vuo‟ ch‟io rinovelli Después empezó: “Tu quieres que yo renueve un
disperato dolor che ‟l cor mi preme desesperado dolor que me oprime el corazón con solo
già pur pensando, pria ch‟io ne favelli. pensarlo, antes de que de él hable.
Ma se le mie parole esser dien seme Pero si mis palabras han de ser semilla que fructifique en

3
A falta de una traducción en verso que se aproxime siquiera a la tremenda fuerza del original, se prefiere en este
caso una versión literal en prosa, que sirva de puente de acceso al texto del poema.

10
che frutti infamia al traditor ch‟i‟ rodo, infamia para el traidor que yo roo, verás hablar y llorar al
parlare e lagrimar vedrai insieme. mismo tiempo.
Io non so chi tu se‟ né per che modo Yo no sé quién eres tú ni por qué modo has venido aquí
venuto se‟ qua giù; ma fiorentino abajo; pero florentino me parece realmente cuando te
mi sembri veramente quand‟ io t‟ odo. oigo.
Tu dei saper ch‟i‟ fui conte Ugolino, Debes saber que fui el conde Ugolino, y este es el
e questi è l‟arcivescovo Ruggieri: arzobispo Ruggieri. Ahora te diré por qué soy de él
or ti dirò perché i son tal vicino. semejante vecino.
Che per l‟effetto de‟ suo‟ mai pensieri, Que por efecto de sus malos pensamientos, fiándome de
fidandomi di lui, io fossi preso él, yo fui preso y después muerto, no hace falta decirlo;4
e poscia morto, dir non è mestieri;
pero lo que no puedes haber sabido, es decir, hasta qué
però quel che non puoi avere inteso, punto fue cruel mi muerte, lo oirás, y sabrás si él me ha
cioè come la morte mia fu cruda, ofendido.
udirai, e saprai s‟e‟ m‟ ha offeso.
Breve ventanuco dentro de la Muda, la cual por mí tiene
Breve pertugio dentro da la Muda, el título de “la torre del hambre”, y donde es preciso aún
la qual per me ha „l titol de la fame, que otro esté preso,
e che conviene ancor ch‟altrui si chiuda,
me había mostrado por su agujero muchas lunas ya,
m‟avea mostrato per lo suo forame cuando yo tuve el mal sueño que desgarró para mí el
più lune già, quand‟io feci „l mal sonno velo del futuro.
che del futuro mi squarciò „l velame.
Este de aquí se me aparecía en sueños como amo y
Questi pareva a me maestro e donno, señor, cazando el lobo y los lobeznos en el monte por el
cacciando il lupo e „ lupicini al monte que los pisanos no pueden ver Lucca.5
per che i Pisan veder Lucca non ponno.
Con perras magras, afanosas y perseverantes, Gualandi
Con cagne magre, studïose e conte con Sismondi y con Lanfranchi, se había puesto delante
Gualandi con Sismondi e con Lanfranchi
s‟avea messi dinanzi da la fronte. y al frente.6
In picciol corso mi parieno stanchi A poco andar me parecían cansados el padre y los hijos,
lo padre e „ figli, e con l‟agute scane y que con los agudos colmillos les hendían los flancos.
mi parea lor veder fender li fianchi. Cuando me desperté antes del alba, sentí llorar en
Quando fui desto innanzi la dimane, sueños a mis hijitos, que estaban conmigo, y pedirme
pianger senti‟ fra „l sonno i miei figliuoli pan.
ch‟eran con meco, e dimandar del pane. Muy cruel eres, si ya no te dueles pensando lo que mi
Ben se‟ crudel, se tu già non ti duoli corazón me anunciaba. Y si no lloras por esto, ¿por qué
pensando ciò che „l mio cor s‟annunziava; cosa sueles llorar?
e se non piangi, di che pianger suoli? Ya estaban despiertos, y se acercaba la hora en que
Già eran desti, e l‟ora s‟appressava solían traernos la comida, y por su sueño cada uno
che „l cibo ne solëa essere addotto, temía;
e per suo sogno ciascun dubitava; y yo sentí clavar la puerta de abajo de la horrible torre;
e io senti‟ chiavar l‟uscio di sotto por lo que miré a los ojos a mis hijitos sin hacer
a l‟orribile torre; ond‟io guardai movimiento.
nel viso a‟ mie‟ figliuoi sanza far motto. Yo no lloraba, porque dentro me sentía de piedra:
Io non piangëa, sì dentro impetrai: lloraban ellos; y mi Anselmito dijo: “¡Cómo nos miras,
piangevan elli; e Anselmuccio mio padre! ¿Qué tienes?”
disse: “Tu guardi sì, padre! che hai?”. Por esto no lloré ni respondí, todo aquel día ni la noche
Perciò non lagrimai né rispuos‟io siguiente, hasta que otro sol salió sobre el mundo.
tutto quel giorno né la notte appresso, Como un pálido rayo se abrió paso en la dolorosa cárcel,
infin che l‟altro sol nel mondo uscìo. y yo descubrí en esos cuatro rostros mi propio aspecto,
me mordí ambas manos por el dolor; y ellos, pensando

4
“No hace falta decirlo” porque, siendo Dante florentino, seguramente está al tanto del caso, que fue famoso en
toda la región.
5
El monte de San Giuliano, que está entre Pisa y Lucca. El lobo y los lobeznos son el propio Ugolino y sus
hijos. Eran cuatro, pero en realidad sólo dos eran hijos suyos: Gaddo y Uguiccione; los otros dos, Nino y
Anselmuccio, eran sus sobrinos, hijos de su hermano.
6
Gualandi, Sismondi y Lanfranchi eran tres poderosas familias de Pisa, que respaldaron al arzobispo Ruggieri en
una de las tantas revueltas civiles de la época. Atrajeron a Ugolino a la ciudad, con el pretexto de firmar un
acuerdo, y allí lo apresaron con sus hijos y lo encerraron en la torre.
Come un poco di raggio si fu messo que lo hiciese por deseo de comer, súbitamente se
nel doloroso carcere, e io scorsi levantaron
per quattro visi il mio aspetto stesso, y dijeron: “Padre, mucho menos nos dolerá si tú comes
ambo le man per lo dolor mi morsi; de nosotros: tú nos vestiste estas míseras carnes, tú
ed ei, pensando ch‟io „l fessi per voglia despójalas”.
di manicar, di sùbito levorsi Me aquieté entonces para no ponerlos más tristes; ese
e disser: “Padre, assai ci fia men doglia día y el otro estuvimos todos callados. Ay, dura tierra,
se tu mangi di noi: tu ne vestisti ¿por qué no te abriste?
queste misere carni, e tu le spoglia”. Después que llegamos al cuarto día, Gaddo se arrojó
Queta‟ mi allor per non farli più tristi; tendido a mis pies diciendo: “Padre mío, ¿por qué no
lo dì e l‟altro stemmo tutti muti; me ayudas?”
ahi dura terra, perché non t‟apristi? Y allí murió; y como tú me ves, yo vi caer a los tres, uno
Poscia che fummo al quarto dì venuti, por uno, entre el quinto día y el sexto; de donde yo me
Gaddo mi si gittò disteso a‟ piedi, di,
dicendo: “Padre mio, ché non m‟aiuti?”. ya ciego, a andar a tientas sobre cada uno, y dos días los
Quivi morì; e come tu mi vedi, llamé, después que fueron muertos. Después, más que el
vid‟io cascar li tre ad uno ad uno dolor pudo el ayuno.”
tra „l quinto dì e „l sesto; ond‟io mi diedi, Cuando hubo dicho esto, con los ojos bizcos, retomó el
già cieco, a brancolar sovra ciascuno, mísero cráneo con los dientes, que iban al hueso, fuerte,
e due dì li chiamai, poi che fur morti. como los de un perro.
Poscia, più che ‟l dolor, poté ‟l digiuno”.
Quand‟ebbe detto ciò, con li occhi torti
riprese „l teschio misero co‟ denti,
che furo a l‟osso, come d‟un can, forti.

Después del tétrico relato, Dante lanza una invectiva contra Pisa, y dice que, si Ugolino tenía sobre sí la culpa
de haber traicionado a la ciudad, esta no tenía derecho a imponer esa cruz a los hijos. Siguen los dos peregrinos
caminando por el hielo, y Dante siente como un viento cuya causa ignora. Virgilio le dice que pronto la sabrá. Están
ya en la Tolomea, donde penan su culpa los que traicionaron a sus huéspedes (el nombre alude a Ptolomeo, rey de
Egipto, que ordenó matar a Pompeyo el Grande cuando éste buscó asilo en Alejandría). En esto, una voz se alza
del hielo. Un condenado le pide a Dante que le quite la escarcha de los ojos, para que pueda llorar así sea un
momento y desahogarse. El poeta responde que antes debe decirle quién es. El espíritu declara ser fray Alberigo, “el
de la fruta del mal huerto”. Este había convidado a dos de sus parientes, que lo habían ofendido, con el pretexto de
reconciliarse; al final del almuerzo, dijo que trajeran la fruta, y entonces salieron sus siervos y asesinaron a los dos.
Alberigo pasó a ser proverbial, bajo el apodo de “el de la fruta”. Dante, al oír eso, se asombra: “Oh, dice, ¿ya
estás muerto?” (De hecho, Alberigo estaba vivo en aquella primavera del 1300.) “De lo que le suceda a mi
cuerpo en el mundo, yo nada sé – responde Alberigo – pues tal privilegio tiene esta Tolomea: que muchas veces el
alma cae aquí antes que Átropos (una de las tres Parcas) mueva los dedos (o sea, corte el hilo de la vida)”. Alberigo da
otros ejemplos de almas que ya están en el Infierno, aunque sus cuerpos parezcan vivir en la tierra, en realidad
animados por un demonio... (Dante se atreve, en este pasaje, a contradecir un principio esencial de la fe católica,
según el cual un alma puede arrepentirse hasta el último instante de su vida.) Alberigo concluye su relato y pide
que Dante
cumpla lo que le prometió, pero él no lo hace: e cortesia
fu lui esser villano, “y fue cortesía ser villano conél”.

En el canto XXXIV, ambos peregrinos bajan al centro


del lago, que es a la vez el centro de la Tierra. Este lugar
se llama la Judeca, y aloja a quienes traicionaron a sus
benefactores. Aquí está Lucifer en persona: es un gigante
colosal, inmenso, que tiene tres caras (una roja, la otra
entre blanca y amarilla, la tercera negra) y tres enormes
pares de alas de murciélago. Agitándolas, genera el viento
que congela el agua del Cocito. Está devorando a tres:
Judas Iscariote, que traicionó a Jesús, y Bruto y Casio,
quetraicionaron a César. Los dos poetas se deslizan por

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las espaldas del monstruo y pasan al otro lado del mundo, de modo que Dante ve ahora a Lucifer desde abajo.
Suben por un camino oculto, que conduce al hemisferio austral, y así salen del infierno. La cántica concluye con
hermoso verso: E quindi uscimmo a riveder le stelle. “Y de allí salimos para volver a ver las estrellas”.

Ilustraciones: Gustave Doré.

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