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EL JANSENISMO : UN PROBLEMA TEOLÓGICO, POLÍTICO Y CIVIL

EN FRANCIA EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII

En el cristianismo se ha planteado siempre la pregunta de qué parte podía tener el hombre, teniendo en cuenta la
omnipotencia de la gracia divina, en la realización del designio de Dios sobre él. Y siempre se han dado las
tendencias de insistir o bien sobre el cometido del hombre o bien sobre el predominio de la gracia de Dios. Este
punto teológico de la salvación, fijado de antemano por Dios, poco importa lo que hagamos, etc. se llama la
predestinación.

En el siglo XVII algunos particularmente los jesuitas (como Molina) insistían en la necesaria respuesta a la
gracia de Dios para obtener la salvación... Otros, oponiéndose a ellos, creían encontrar en los escritos de san
Agustín, en particular en los que iban en contra del monje Pelagio, una doctrina según la cual, a causa de su
naturaleza irremediablemente viciada, el hombre sólo se salva con la gracia. Se apoyaban sobre todo en una obra
compuesta por un obispo holandés, Jansen (Jansenius, en latín), obra titulada Augustinus.

En cuanto al tema de la gracia, Jansen afirma que el estado original es el estado natural del hombre. Un estado de
gracia y amistad con Dios, inmortalidad, integridad y verdadera libertad. Adán, en ese estado, era
verdaderamente libre y poseía la gracia suficiente (el auxilio de Dios) para evitar el pecado. Sin embargo, la
gracia eficaz no sólo es el auxilio para evitar el pecado, sino el auxilio de Dios para hacer el bien. Adán en el
paraíso tenía la gracia suficiente, pero no tenía la gracia eficaz, porque para Jansen la gracia eficaz es siempre
vencedora. El que posee la gracia eficaz no puede pecar. Después del pecado el hombre ha perdido la libertad.
En el hombre hay una delectatio terrestris (gusto por las cosas de la tierra) invencible. Jansen afirma además que
para salir de esa situación después del pecado no basta la gracia suficiente sino que es necesaria la gracia eficaz.
Dios la da al que quiere. Sin importar su esfuerzo voluntario, el hombre es predestinado a la salvación o a la
condenación.

Los jansenistas franceses afirmaban que las proposiciones condenadas por Inocencio X en 1653 no podían
encontrarse en el libro Augustinus, escrito por Cornelius Jansen, pero no solo no lograron que Alejandro VII
levantara dicha condena, sino que fue confirmada mediante la publicación, el 16 de octubre de 1656, de la bula
Ad Sanctam Beati Petri Sedem, en la que declaraba que cinco de las proposiciones de Jansen, en su mayoría
aquellas concernientes a la gracia y a la naturaleza pecaminosa del hombre, eran heréticas, incluyendo la
proposición "que Cristo murió, o derramó su sangre por todos los hombres". También envió a Francia su famoso
"formulario", que había de ser firmado por todo el clero como manera de detectar y extirpar el Jansenismo e
inflamó a la opinión pública.

Los obispos apoyan al rey en el conflicto que lo opone al papa Inocencio XI de 1676 a 1689... Los jansenistas le
manifiestan su oposición al mismo tiempo que al rey Luis XIV rechazando la bula Unigenitus por la cual, en
1713, el papa condena las Reflexiones morales sobre el Nuevo Testamento del P. Quesnel. La condena de la bula
fue levantada por la “paz clementina” de 1699, absolviendo al guía jansenista Antonio Arnauld y a las monjas de
Port-Royal, lo que pareció poner fin al debate: numerosos clérigos de la Sorbona y de Lovaina seguían
profesando las opiniones condenadas y grandes órdenes religiosas acusaban a los jesuitas por su laxismo... Todo
este desorden influía en la catequesis y en la pastoral de los sacramentos. El jansenismo proponía relaciones
ecuménicas con los ortodoxos rusos y los anglicanos, también proponía el uso del francés en la liturgia. Estaba
en contra de la comunión frecuente.

La bula Unigenitus fue promulgada el 8 de septiembre de 1713. Sobre 132 obispos, 15 se negaron a aceptarla,
entre ellos el cardenal Antonio de Noailles, arzobispo de París. Después de la muerte de Luis XIV una docena de
obispos y tres mil sacerdotes, grandes órdenes religiosas junto con el regente Felipe de Orléans, apelaron a un
concilio contra el papa... Clemente XI los excomulgó en 1718. El cardenal de Noailles se sometió antes de morir
en 1728 y, finalmente, la bula Unigenitus fue declarada ley del Estado en Francia sólo en 1730.
Después de haber sido reprimido, el jansenismo perduró en Francia como un movimiento de carácter puritano y
antijesuítico... Hasta 1756-1760 exigían en Francia un “certificado de confesión” antijansenista ¡para poder ser
enterrado religiosamente! El jansenismo tiene pues tres manifestaciones claras: jansenismo teológico,
jansenismo moral-espiritual (influyente en el rigorismo moral en los siglos XVIII a XIX) y jansenismo político-
antijesuítico-galicanista (considerado como el movimiento mayoritario dentro del jansenismo).

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