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El teólogo Guala era confesor de Obispos y Reyes y se ganó grandes ene-
mistades, ya que, según Gioverti, el Convitto era un foco de laxismo
(herejías).
Quien ingresaba al Convitto automáticamente quedaba despresti-
giado y pocos Párrocos aceptaban tener a uno egresado de ese lu-
gar. Tenían mala fama y Don Bosco era uno de ellos.
Después de la muerte del Teol. Guala, el P. Cafasso unió los corazones, no
las doctrinas opuestas y en conflicto.
En la piedad popular del Piamonte había la frase y la intención de “Buscar
la voluntad de Dios”. Esto significaba que, si uno se equivocaba, podía
perder el Paraíso.
Algunos difusores del Jansenismo son:
Duvergier de S. Cyrano (1581 – 1643). Era amigo fiel de Janseno
y del Monasterio de Port Royal, en París.
Antonio Arnaud (1612 – 1694). Señalaba que: “Si el mundo se
preparó durante 4.000 años para recibir al Señor, el cristiano
debe prepararse al menos toda la vida, absteniéndose de la
santa Comunión”
Pasquier Quesnel (1643 – 1719)
Blas Pascual (1623 – 1662).
El Galicalismo y el Rigorismo son aliados naturales del Jansenismo
e insubordinados contra la autoridad del Papa.
Los Jesuitas y los Escolásticos son los más grandes enemigos del Jansenis-
mo.
Se dieron algunas repercusiones póstumas a esta ideología:
En 1682, aparece la “Declaración del Clero de Francia”,
o Se da fuerza de ley a las antiguas “libertades galicanas” que
habían degenerado en abusos, el exagerado orgullo nacional y
secreto espíritu Jansenista de rebelión contra el sumo Pontífi-
ce, agrandando en compensación el poder de los Obispos: “El
Papa solamente manda en Roma, yo en mi diócesis”.
o Algunos Obispos Rigoristas que “observan” a Don Bosco y su
Congregación: Ricardi (1867), Gastaldi (1870)
El Jansenismo, el Galicalismo y el Rigorismo tuvieron eco en el “Síno-
do de Pistoya”, en Italia (Toscana) (18 – 28, IX, 1786). En el Pia-
monte,
o Por estar en medio de Francia y Toscana, el Jansenismo no
echó raíces profundas.
o No fue abiertamente enseñado.
o Había un buen sentido ético de los habitantes.
o El gobierno de Saboya prohíbe hablar o escribir ni a favor ni
en contra.
o En cambio, la universidad y el seminario, se contagiaron con el
Rigorismo que era una emanación del Jansenismo.
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EL Probabiliorismo.
Fue erigido como sistema por Antonio Córdoba, a finales del siglo XVI.
Para la aplicación concreta de la ley moral, tiene que verse el mayor número
de razones o grados de probabilidades.
Cavilando y sintetizando se concluye que la opinión mas probable, la mas
segura, es la que está a favor de la ley.
Algunos moralistas ponían tantas dificultades a la absolución sacramental
que orillaban al pecador a la desesperación. (Recordar los muchachos de las
cárceles).
Acercarse con frecuencia a la comunión era señal de irreverencia (Don Bos-
co, sin embargo, no hizo caso de esto y los superiores en el seminario con-
sentían)
Rechazaban las prácticas de piedad sencillas, las que mueven a la confianza
en Dios.
No aceptaban la devoción al sagrado Corazón, ni a la Virgen María en ningu-
na advocación, por las razones anteriores.
Antes de Don Cafasso, el probabiliorismo estaba en auge en el Piamonte,
personificado en el Profesor del Real Ateneo Turinés, Juan María Dettori
(1773 – 1836), nacido en Cerdeña.
Sus adversarios eran seguidores de la moral Benignista, a quienes llamaba
“grey Infame”.
Otro seguidor del Prof. Dettori fue el Sacerdote y filósofo Vicente Gioverti
(1801 – 1852), quien atacaba a los probabilistas en “El Jesuita Moderno”.
El Arzobispo Mons. Chiaverotti, quiso aplacar los ánimos invocando la cari-
dad, pero no fue escuchado.
El Nuncio obtuvo que Dettori fuera removido de la cátedra por el Magistrado
de las Reforma, que era una junta oficial que dirigía los estudios en el Reino
de Cerdeña, pero las ideas eran compartidas por muchos, sobre todo de la
facultad de Teología y se siguieron enseñando por mucho tiempo.
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El Papa Pío VI lo declara venerable en 1795 y el Papa Pío VII lo declara San-
to el 6 de noviembre de 1816, siendo proclamado “Doctor de la Iglesia”.
Gioberti llegó a decir de él:
“Una cosa es ser santo y otra ser doctor”.
El proponerlo a los jóvenes clérigos como clásico ejemplar no puede
menos que contribuir a la decadencia y debilidad del Clero.
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Era suizo, convertido del calvinismo, Jesuita ejemplar.
Llega a Turín y se queda después de la supresión de su Orden.
Funda la “Amicizia cristiana”, con el fin de buscar la santificación de
sus miembros y del prójimo, mediante la difusión de libros contrarios
a las herejías del momento.
Después escribe “L’amicizia sacerdotale”, “L’amicizia feminile” y
“L’amicizia Anónima”.
Se fue a Viena y allí muere.
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Aprobado por el nuevo Arzobispo Colombano Chiaverotti, el 23 de fe-
brero de 1821.
Guala atiende también a la prédica de los ejercicios espirituales.
Se ocupó del ministerio de las cárceles, aunque no personalmente,
sino que enviaba alumnos del Convitto y con ellos, pan, tabaco y di-
nero.
Hacía muchas limosnas.
Las obras principales de Guala después del Convitto, fueron “Las con-
fesiones”.
Era confesor de Arzobispos y altos personajes de la corte y del go-
bierno.
Vive ligado a la Compañía de Jesús y no aceptado por Gioverti.
Unido al antiguo régimen (relación ministerial de la Casa de Saboya).
El Convitto era considerado por la mayor parte del clero como hogar
de laxismo, o peor, de herejía.
Quien salía de ese lugar quedaba deshonrado.
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Tenía el hombro derecho más alto que el izquierdo. Esto ocasionaba
burlas de los compañeros, pero era paciente y no se disgustaba. Al-
gunos a veces lo llamaban “caifasso”, para molestarlo.
Terminó los estudios en 1826. No fue aceptado al seminario de Turín
por falta de lugar, pues preferían a los que venían del seminario de
Guiavenno. Estudia Filosofía en Chieri durante un año.
En 1829 sucede el encuentro de Cafasso con Juan Bosco adolescen-
te.
Recibe la tonsura y órdenes menores en Turín, por Mons. Francisco
Icheri di Malabaila, el 18 de sept. De 1830.
En 1829 Mons. Colombano chiaverotti abre el seminario de Chieri en
la antigua casa del oratorio de S. Felipe Neri, en ese momento Cole-
gio cívico. Fue seminario hasta 1949.
Este seminario era una sucursal para los clérigos que no se gradua-
ban o laureaban en teología. Cafasso ingresó y permaneció tres
años, acompañado de su amigo Juan Allamano y un centenar de
compañeros.
Era calmado, no participaba en los juegos, pero tampoco era retraí-
do, sino jovial y afable. Era mesurado en todo. Fue distinguido con
el título de “Benemérito” que se daba solo a los mejores entre los
óptimos. El último año fue nombrado “prefecto”.
El diaconado: el 23 de marzo de 1833. No pudo ser ordenado
sacerdote a causa de la edad, pero estaba aceptado.
Dejó el seminario de Chieri como diácono, después de haber pasado
8 años en esa ciudad.
Fue ordenado sacerdote el 15 de sept. de 1833 con dispensa de
15 meses, por Mons. Giovanni Giuseppe Cavalleri, obispo de Bobbio,
en la Capilla del arzobispado. Allí fue también ordenado Cottolengo
(diácono), Juan Bosco, Federico Albert, Pio Bruno Lanteri, Luigi Bal-
biano, Clemente Marchisio.
La primera misa fue en Castelnuovo. Se preparó a la ordenación con
ejercicios en la casa del P. Francisco Cottino, en Moncucco, quien fue
párroco desde 1798 a 1840 y dejó gran fama de buen pastor.
Ordenado sacerdote decidió irse a Turín hacia la mitad de noviembre
de 1833 junto con Juan Allamano, y participar en la conferencia de
teología moral que se tenían en esa ciudad desde un siglo antes. Se
inscribieron en las conferencias del seminario, pero no les satisfizo,
tampoco les gustó la de la Universidad y entonces se enteraron de
que había otra conferencia en S. Francisco de Asís, con el Teol. Gua-
la, de quién jamás habían oído hablar.
Cuando Guala muere, le deja como rector encargado. Además de las
conferencias del Convitto, estaban la de la Real universidad (Facultad
Teológica) y la del seminario. Estas dos se fueron vaciando cuando
Cafasso asumió la conferencia del Covitto.
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Gloria de Cafasso, no fue solamente haber atraído a los alumnos, es
haber conquistado su corazón, y aún la mente, de sus más ilustres
opositores. El mismo Can. Fantolini buscaba al Santo para aconsejar-
se y aun para dirección espiritual y lo mismo el Teol. Barbero, que
era de carácter explosivo, decía que cuando se hablaba con Cafasso,
se sentía tranquilo y en paz.
¿Cómo consiguió Cafasso este cambio?
o La solidez de los argumentos con que probaba sus afirmacio-
nes.
o El respeto por la persona de sus adversarios.
o La presentación del probabilismo no como una doctrina espe-
cial suya sino como una doctrina que respetaba y admitía to-
das las otras.