Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
a. Fundamentación histórica
La argumentación histórica es la fundamentación científica más consistente para la
Educación Especial, en cuanto que, a través de una perspectiva histórica aparece
con nitidez su objeto de estudio: la educación de niños o sujetos deficientes.
Se resumen en esta dimensión algunos momentos estelares que han contribuido a
una serie de saberes pedagógicos específicos:
- Los trabajos de Itard y Seguín con el Salvaje de Aveyron que constituye para
muchos el inicio de un saber pedagógico sistematizado sobre el niño
deficiente.
- Los trabajos de Ponce de León, Pereira, Bonet y otros y las prácticas
pedagógicas con niños sordos y sordomudos.
- La experimentación y generalización de métodos de enseñanza como
“braille” para la enseñanza de sujetos deficientes visuales y la contribución
de de los autores del movimiento de la Escuela Nueva muy fecundo en
teorías, métodos y prácticas pedagógicas para los niños deficientes
(recuérdese a Montessori, Decroly, Pestalozzi, etc.)
Tradicionalmente la educación de los niños deficientes se ha mostrado como
elemento dinámico y renovador, un espacio de cambio para la escuela llamada
normal, aportando a ésta, materiales curriculares, métodos y estrategias didácticas
que posteriormente se han generalizado. Podría decirse que los mencionados
conocimientos han sido capaces de generar teorías, desarrollar modelos didácticos
de actuación, configurar experiencias singulares, etc. y en función de tener un
carácter científico pueden aportar como apoyo y base de nuestra disciplina. Por lo
tanto: las enseñanzas que se derivan de las instituciones educativas y,
particularmente de la historia de las instituciones educativas para sujetos deficientes
¿no tienen entidad suficiente para ser un conocimiento científico que ayude a
comprender los fenómenos que suceden en contextos educativos institucionales?
b. Fundamentación Social
El desarrollo de una ciencia que sistematice los saberes pedagógicos dispersos
respecto a los sujetos con necesidades educativas especiales, es hoy una
demanda social acuciante e ineludible, puesto que nuestra sociedad nos exige
una calidad en estrategias didácticas que se siguen con todos sus miembros
incluidos aquellos que tienen dificultades de adaptación.
En plena época de derechos humanos, difícilmente pueda aceptarse que haya
ciudadanos de segunda categoría en lo que respecta a la principal demanda de
dicha sociedad: el acceso a la cultura generada por esta colectividad. Las
demandas a las administraciones públicas de servicios educativos y sanitarios
suficientes es una evidencia que no requiere esfuerzo para ser constatada.
Como es bien sabido la calidad de esta atención viene determinada por la
explicitación teórica de la práctica educativa como elemento de racionalización
de la misma, por la propia capacidad de construcción del conocimiento a través
de la investigación y la posibilidad de sistematizar todos sus elementos y procesos.
Puesto que a lo largo de la historia y en la actualidad existen gran cantidad de
materiales didácticos dispersos en lo referente a la Educación Especial. Parece
evidente que se dan las condiciones adecuadas para intentar una sistematización
de esos materiales.
Se nos puede refutar que una exigencia social difícilmente puede constituir una
base seria para la cientificidad de una disciplina. Nos parece que el concepto de
influencia
social en la construcción de teorías ha quedado ya matizado previamente en
determinadas concepciones epistemológicas actuales.
c. Fundamentación curricular
Una de las perspectivas de futuro más sobresaliente en la reconceptualización de
la Educación Especial, como señalaremos seguidamente, es la que hace
referencia al concepto de Necesidades Educativas Especiales (N.E.E). Esto significa
un avance cualitativo impresionante del campo educativo en ésta área, puesto
que una clasificación de los alumnos basada en estas necesidades se aparece
como un entramado conceptual en/y para la enseñanza y, por tanto, se supone un
abandono de las clasificaciones categoriales basadas en los modelos
psicométricos.
b. El reduccionismo psicológico
En esta perspectiva el reduccionismo biologista aparece sustituido por el
reduccionismo psicológico que no tiene en cuenta la consideración de los niveles
inferiores y su relativa autonomía. De esta manera se ha presentado durante
mucho tiempo la psicologización como la panacea de los problemas de la
educación especial con un claro dominio sobre los otros enfoques, quizá este
enfoque ha estado favorecido por una constatación del comportamiento
inadecuado de muchos sujetos deficientes, como la principal característica
identificable externa de un niño que orgánicamente en nada se diferencia de los
niños normales.
Esta posición psicologista de enfocar los hechos educativos ha sido refutada por
Pérez Gómez (1980), puesto que el nivel psicológico no puede extrapolarse para
explicar suficientemente los hechos educativos.
El psicologismo constituye un obstáculo central en la configuración de una ciencia
de la Educación Especial, puesto que en su práctica educativa se ha asentado
sobre un criterio determinante de incapacidad o deficiencia que ha conducido a
un fatalismo pedagógico en el que la intervención didáctica (su diseño y
desarrollo) estaba determinada (no orientada) por el cociente intelectual.
c. El reduccionismo sociologista
El sociologismo comparte con el biologismo un mismo presupuesto epistemológico:
la eliminación de todo tipo de determinación que no se ejerza desde un nivel de
integración a otro. La diferencia es que ahora se considera básico el nivel de las
relaciones sociales en lugar del nivel de la organización biológica.
Lo que ocurre sencillamente es que en esta posición (como en el bilogismo y
psicologismo) hay una extrapolación de niveles que consideramos errónea.
Si partimos de la base de que existe una jerarquía de organización que comienza
en el nivel físico, continúa en el biológico, prosigue en el psicológico y culmina en el
sociológico, y que cada nivel de organización está caracterizado por una
complejidad peculiar, entonces podemos convenir que cada nivel se constituye
por sí mismo en el objeto propio de un ámbito de conocimiento.
No supone una independencia de niveles sino que cada uno de ellos presupone al
anterior o anteriores y, por tanto se constituye en condición del mismo. Pero esta
condición puede ser obviada en favor del estatuto propio del nivel que se
considera en un momento determinado en objeto de nuestra investigación. Los
niveles anteriores son exigencias para los ulteriores pero no pueden representar
explicación suficiente para estos.
De esta manera, el nivel sociológico tiene su razón de ser en el que de ninguna
manera puede quedar íntegramente explicado mediante la remisión del nivel
psicológico.
El sociologismo como expresión de un reduccionismo al nivel de las relaciones
sociales ha tenido una fecunda proyección en el tema de la Educación Especial,
principalmente como negación del biológico y articulación de un constructo social
en el que la responsabilidad y la génesis del hándicap recae casi con carácter de
exclusividad en los colectivos sociales que los generan y lo atribuyen a
determinados sujetos, configurando así un nivel de expectativas que luego
determinan el comportamiento observable. En este análisis debería situarse la
discusión teórica sobre el fenómeno del etiquetaje (formal e informal) tan polémico
en nuestro campo.
A nuestro juicio uno de los estudios más amplios de las necesidades educativas
especiales que pueden presentar los niños en su interacción con las escuelas fue
realizado en Escocia y recogido en el Progress Report al insistir en que las causas de
las necesidades educativas especiales no se ocasionan sólo por factores
imputables a los niños sino también por factores contextuales y de la propia
escuela. En síntesis estas son las necesidades educativas especiales que pueden
presentar algunos niños según el citado informe:
§ Dificultades debidas al fracaso en el dominio de las primeras capacidades
básicas (procesos cognitivos básicos) de lengua (lecto-escritura) y cálculo.
§ Dificultades de la formación de conceptos y procesos intelectuales
superiores (sin duda, la fuente más copiosa de dificultades).
§ Dificultad de la capacidad lectora más allá de las primeras etapas de
decodificación de textos.
§ Dificultades suscitadas por la terminología y otras exigencias del lenguaje
académico.
§ Dificultades debidas a una inadecuada metodología: falta de
ritmo/diferenciación adecuados, falta de ocasión para el repaso y falta de
tiempo para discusión auténtica entre alumno y profesor.
§ Dificultades debidas al fracaso para dominar las técnicas de estudio.
§ Dificultades debidas al absentismo escolar, cambio de profesores y falta de
profesorado en jornadas escolares.
§ Dificultades procedentes de una acumulación de trabajo y una
supravaloración del alumno en relación a su madurez y posibilidades.
§ Dificultades debidas a la desconexión percibida por el alumno entre los que
debe hacer en la escuela y en la vida real.
§ Dificultades provocadas cuando la enseñanza no se efectúa en la lengua
nueva (los problemas del bilingüismo).