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Siénteme...

Por
"Loli Deen"








©Adriana Insaurralde, 2015
1° Edición. Buenos Aires, Argentina, 2015
Autor: Loli Deen
Editor: Adriana Insaurralde
Fotógrafo: Perlanca



Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o
parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su
transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico,
mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por
escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos
puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.


Agradecimientos:

A mis amorosos y cariñosos padres. A mis maravillosos hermanos,


que además son mis mejores amigos, y siempre me apoyaron y
acompañaron en cada nuevo emprendimiento. A mis queridísimas y locas
amigas. Gracias por hacer mi vida más interesante. A mi doble e
inseparable casi hermana Cat, que disfruta tanto como yo de las lecturas
eróticas. A toda la maravillosa gente de Mazmorra.net que me abrigo en su
dulce y perversa compañía durante años.

Y a todas aquellas personas que me decían que deje de perder el


tiempo y que creían que no podía hacerlo. Gracias Totales! Eso me dio las
fuerzas y la valentía para publicarlo.

Y en especial a todxs los practicantes de sexualidades alternativas.


Aquellos que encontramos nuestro lugar en lo Kinky. Que lo disfruten!










En memoria de
Maximiliano A. D

Siempre tendrás un lugar especial
En mi memoria y mi corazón.

Prólogo

Sentí mí corazón romperse en mil pedazos, las piernas se me


aflojaron mientras los ojos se me rebalsaban de lágrimas. Sentí una
enorme presión en mí pecho y caí al suelo de rodillas sobre el frio
mármol. Me sentí vencida, devastada, desolada. Como si un enorme
agujero negro intentara absorberme. Lo había perdido, lo sabía. Y
solo yo tenía la culpa. Unas fuertes manos me levantaron y me
pegaron a su pecho, era mi padre.
-Alex, por dios cariño, respira.- mis sollozos no me dejaban
respirar con normalidad, estaba teniendo un ataque de ansiedad.
Necesitaba a Tomy. – Vamos, necesitas que te dé el aire.
No sé cómo me llevo hasta un banco fuera del salón. Me abrace a
mis rodillas y llore, no podía parar. En un suspiro y con
desesperación gemí.








Siénteme...
Un húmedo y frio beso me hacía cosquillas en la punta de la nariz, una
sonrisa se escapaba de mis labios, pero no abrí los ojos y me quede
inmóvil ante tamaña muestra de cariño, los rayos de sol entraban sin
ningún reparo por los grandes ventanales y calentaban mi piel, una
hermosa mañana de noviembre, pensé para mí, pero él se negaba a
renunciar, otro beso, esta vez acompañado de un lengüetazo largo y
húmedo, sonreí.
-¡Xander hueles terrible! Necesitas de manera urgente una limpieza
bucal- dije, mientras arrugaba la nariz en una mueca de asco por demás
exagerada y me limpiaba el camino de saliva que su afecto dejo en mi
rostro.
De un salto subió a la cama, se recostó con la panza pegada al suave
colchón, mirándome entre pestañas con esos dulces y cariñosos ojos
negros.
-¿Cómo has dormido pequeño? –Pregunte, y el con ojos suplicantes
inclino la cabeza levemente hacia la derecha.
-De acuerdo, tu ganas, ¡me levanto!- retire las sabanas y dando un salto
de la cama. Xander me siguió, en silencio, como estudiándome. Mi
pequeño es muy inteligente, lo único constante en mi vida, mi compañero
fiel y leal, mi confidente, quien me consolaba en silencio cada vez que lo
necesitaba, sin juzgarme, sin sermones baratos. Mi hermoso pastor alemán
mezcla de valla uno a saber qué.
Nos conocimos una tarde lluviosa hace ya dos años. Yo volvía a casa y
en la vereda estaba el, un pequeño cachorro de no más de tres meses, que
se alimentaba de los restos de un sándwich. Me acerque lentamente, con
cuidado de no asustarlo, me agache y le dije, - ¿Solo en el mundo?-
mientras estiraba mi mano con la palma abierta y hacia arriba, para que el
haga el resto y se acerque a mí.
Con sus ojos llenos de curiosidad y desconfianza lentamente se acercó
a mi mano, la olio, luego la beso y ese fue nuestro momento mágico de
película. Nos enamoramos locamente, nunca más nos separamos.
-Nos cuidaremos y nos haremos compañía- susurre, mientras lo
cargaba y protegía de la lluvia.
Me desperece mientras emprendía el viaje hacia el baño, levante mis
brazos sobre mi cabeza, me estire tanto como pude, hasta quedar de puntas
de pie, un grito de desahogo salió con fuerza a través de mis pulmones.
Era mi manera de sacudirme cada noche de encima, un ritual infaltable
por la mañana.
Mientras cepillaba mis dientes con empeño, vi la imagen que el espejo
me devolvía, fruncí el ceño en señal de desaprobación. Unas oscuras y
violáceas ojeras adornaban por debajo mis ojos. Ojos enrojecidos e
hinchados, tras una mala noche. Como cada primero de noviembre,
durante los últimos cinco años.
Me lave la cara con más fuerza y determinación de la necesaria, en un
intento por recobrar la normalidad, pero no funciono, resignada me
levante el pelo en un rodete, hice un gesto a Xander y me dirigí a la
cocina, no es que tuviera que andar muy lejos.
Vivíamos en un loft en el centro de Madrid, rodeado de un paisaje
acogedor, donde se respiraba aire bohemio por doquier.
Un espacio lo suficientemente amplio para ambos, donde cabía sin
problema, unos sillones mugidos y muy confortables frente a una
televisión de plasma, obsequio de mi querido primo Thomas, quien
insistió sobremanera en que debía tenerla, en la única pared divisoria unos
nichos de piso a techo servían de relicario de mis infaltables libros y mis
recuerdos de viajes. Mi mesa de trabajo, una cajonera amplia de oficina,
una cama adornada con cientos de almohadones impresos con el nombre
de las diferentes ciudades del mundo que eh visitado, acompañada de dos
mesas auxiliares en cromo y vidrio, que era encuadrada por una
gigantografía impresa de una de mis fotografías favoritas, que yo misma
tome a una joven que bailaba en el medio de la plaza España en Roma. Un
placar empotrado en la pared era la antesala a un simple pero funcional
baño. Frente a la cama se encontraba la cocina, pequeña, con los muebles
en un tono petróleo que contrastaba con el color marfil de las paredes y el
piso de algarrobo oscuro, una pequeña isla flanqueada por cuatro
banquetas en cromo y cuero negro dividían el lugar.
-¿Tienes hambre pequeño?- pregunte mirando a Xander, quien se
sentaba sobre sus patas traseras y me miraba fija pero dulcemente, le llene
el bol con alimento para perros y le toque la cabeza.
Me dirigí a servirme una gran taza de café, mi día no podía empezar
sin un negro y fuerte café, que despertara mi cerebro. Olía
maravillosamente, ¡a gloria! Busque algo para acompañarlo, encontré
unas rodajas de pan de molde y las puse en la tostadora, me apoye sobre el
frio mármol y mire a Xander engullir desesperadamente de su plato,
mientras esperaba que mi desayuno esté listo.
Cuando vacío el plato, volvió a sentarse sobre sus patas traseras y me
contemplaba con ojos inquietos, era muy intuitivo y sabía que en estas
fechas necesitaba de su presencia más de lo habitual. –Sí, debo dejar de
compadecerme a mí misma, lo sé. No necesitas recordármelo- le replique
mientras inclinaba la cabeza hacia la derecha, gesto que siempre me hacía
entender que el me escuchaba, me comprendía, y que no necesitaba hablar
para comunicarse conmigo.
El ruido de el pan listo, me saco de mis pensamientos, fui a la heladera
en busca de mermelada de fresas y queso blanco. Me senté en una de las
banquetas y me dispuse a disfrutar del desayuno de la mejor manera
posible. Untaba el queso crema de una manera obsesiva compulsiva
cuando el teléfono sonó y me sobresalto.
Mire la pantalla en busca de respuestas, pero solo decía, numero
privado, una señal de alarma sonó en mi cabeza, pero decidí tomar el
riesgo y contestar.
-¿Diga?.- Musite con desconfianza.
-¿Alexandra, cariño, como estas?.- preguntaba en un tono más alto de
lo saludable, la voz al otro lado.
-Madre…- dije con resignación, mis sospechas se hicieron realidad,
pensé para mí.
-¿Has dormido bien? ¿Te alimentas saludablemente, tesoro? ¿Estás
viendo a alguien?- preguntaba sin pausa.
-¿Que parte quieres que conteste primero?- dije mientras me pasaba la
mano por la cabeza.
-Alexandra por favor, no seas así con tu madre, que te adora y añora
con locura.- suplicaba entre sollozos.
-Vale, duermo como puedo, poco, como siempre. Me alimento bien, y
veo a mucha gente, debes ser más específica.
-Alexandra, han pasado cinco años, debes continuar…- pero mi
paciencia estaba en un punto crítico, me levante de un salto de la baqueta y
la corte antes de terminar la frase.
-Ahórrate la frase barata y estudiada de libro de autoayuda, no la
necesito, sigo adelante con mi vida, si lo que te preocupa es mi vida
sentimental, solo eh de decirte que tengo amigos, y amigos más íntimos,
pero no me interesa hablarte a ti, de mi vida privada.
-Tesoro por favor, solo me preocupo por ti, no es sano lo que haces-
dijo con la voz entrecortada.
-Madre, no me analices, sabes muy bien que no me gustan los
loqueros, no acepto que nadie me diga cómo vivir mi vida, y mucho
menos, me juzgué sin caminar una hora en mis zapatos, ahórramelo por
favor.
-Alexandra, cuando vendrás a visitarnos, hace 10 años que no te vemos
y necesitas pasar tiempo con la familia.
-Ya te lo eh dicho, no tengo con quien dejar a Xander, y no voy a
consentir que viaje con las valijas, mientras yo, estoy cómoda en mi
asiento- durante los últimos dos años, mi pequeño se había convertido en
la excusa perfecta para evitar mi viaje a Oviedo a la casa familiar.
Mi madre iba a agregar algo, cuando la interrumpí y me disculpe.
-Debo llevar a Xander a su paseo, lo siento debo irme, déjale mis
saludos a todos. Adiós.
-¡Alexandra!- fue lo último que alcance a escuchar cuando colgué el
teléfono. Apure la taza de café en mi mano y me dirigí hacia el placar en
busca de mi tan querido conjunto dominical.
Un jean gastado y con aberturas en las rodillas, mis all star negras, una
remera de los Guns and Roses del año 87 con la tapa de “Appetite for
destruction”, le hice un gesto a Xander para que me siguiera, descolgué
del perchero mi chaqueta, un pañuelo que me abrigara el cuello, me puse
los lentes de sol, cogí el bolso y salimos.
Nos gusta el deporte, por lo que bajamos los cinco pisos por las
escaleras, Xander es bien educado y nada agresivo, pero de vez en cuando,
por sus ansias de jugar con otros animales, sale corriendo y tumba lo que
encuentre en su paso, por lo que decido pasearlo con correa.
Mientras caminábamos bajo el cielo de Madrid disfrutando de los
últimos días templados del año y el sol de la mañana, no pude dejar de
pensar en mi familia, generalmente no era una persona que se preocupe
demasiado por los sentimientos, ni que añore la calidez de un hogar, que
no conocí. Pero en estas fechas, siempre me encontraba nostálgica.
Nunca había experimentado un hogar cálido y agradable. Y jamás sentí
los lazos familiares con nadie, bueno a excepción de Thomas, mi
queridísimo y maravilloso primo. Tomy tiene mi edad, 27 años y es un
joven bellísimo y esbelto, con el pelo del color de los rayos de sol en una
tarde de junio, y este le bañaba el rostro angelical y aniñado, en mechones
desordenados y sexys, tenía las facciones de un querubín, lo cual hacia que
uno se pregunte si era real. Sus hermosos ojos de un celeste agua, como
los míos y la tez blanca de su piel era lo único que teníamos en común
físicamente.
Tomy era mi único lazo consanguíneo con mi familia y mi mejor
amigo.
Desde muy pequeña sentí que no encajaba en la fastuosa dinastía
Miller. Éramos tan diferentes que apenas cumplí la mayoría de edad, me
marche para jamás volver.
Mi linaje se remonta a un gran y largo imperio hotelero. Mi padre,
Richard Miller III, hijo del magnate Richard Miller II, nacido en américa,
pero criado en Asturias. Era un hombre serio, de aspecto imponente,
rubio con mi mismo color de ojos, alto y con gran porte, que disfrutaba
del lujo y el poder que su apellido le otorgaba en cualquier parte del
mundo. Se había casado a los 25 años con mi madre, al acabar la carrera
en Administración de empresas, ella, Amparo Vázquez, una joven
psicóloga de clase media, que jamás llego a ejercer su profesión, de
cabellos del color del chocolate, la tez clara, como de porcelana y ojos
negros, del color de la noche, era bella, no se puede negar. A penas se
conocieron se enamoraron y se casaron, al poco tiempo llego Andrés, mi
hermano mayor, Andy se parecía mucho a mi padre, y siguió sus mismos
pasos, haciendo honor al legado familiar. Luego vine yo, la decepción de
la familia, la oveja negra. Al par de años llego Ariana, mi hermana menor,
una joven hermosa, que había heredado la belleza natural y española de mi
madre, una princesa con todas las letras. El único rasgo que compartía con
mi hermanos, era el comienzo de nuestros nombres, Todos con A. como
el de mi madre. Por el resto, éramos la noche y el día.
Todos ellos se sentían como peces en el agua ante la ostentación y la
riqueza, mientras yo, la padecía.
Desaprobaban mi forma de vida. Había rechazado el apellido Miller
con todo lo que aquello cargaba, me fui a la universidad Central en
Madrid a estudiar fotografía, desde muy pequeña el arte me llamo la
atención, sentía una enorme calma al contemplar una pintura, admirar una
escultura o verme rodeada de fotografías en blanco y negro. Mi padre
enviaba cada mes sobres con cheques abultados, que yo devolvía al
portador, rechazándolos. Costeé mis estudios trabajando de camarera en
un café cercano a la universidad. Jamás me lo perdonaron, creían que era
una deshonra para la familia. Y cuando decidí utilizar el apellido de
soltera de mi madre, para que nadie supiese quien era realmente y me
trataran como una más, mi padre no volvió a dirigirme la palabra, después
de decirme que para él había muerto.
Un golpe seco me sacudió sacándome de mi ensoñación, y sentí que la
correa de Xander se escapaba de mi mano, caí de rodillas al suelo y trate
de amortizar la caída pero quede en cuatro patas en la acera, vi con
desesperación como mi pequeña bestia corría poseído.
-¡Xander! ¡Xander detente ahora mismo!- grite desesperada. Me
levante tan rápido como pude y corrí detrás de él. Un hombre limpiaba la
acera de un edificio cuando Xander la traspaso endemoniado. Se detuvo de
repente y salto sobre un hombre que bajaba de un maravilloso y reluciente
Audi R8, color blanco con detalles plateados.
Se paró en dos patas y clavando las delanteras en el torso del hombre
de traje se estiraba para lamerlo. Cuando lo alcance me quede paralizada,
a el por regla general no le gustaba ningún hombre que no fuera Thomas,
y ahí estaba, recibiendo a este extraño como si fuera el mismísimo amo y
señor del mundo.
El excepcional hombre de traje, lo agarro por detrás de las orejas y le
sacudía la cabeza de forma cariñosa y juguetona. –Valla grandulón, que
forma de presentarse.- le decía en tono amigable.
Atónita por la escena y dura como una estatua, solo atine a ver a ese
hombre alto, de cuerpo atlético y porte intimidante que tenía frente a mí.
Llevaba un traje azul oscuro, claramente echo a la medida, de diseñador,
que le remarcaba unos hombros anchos y una espalda amplia que
formaban una perfecta V al terminar en su cintura. Unas piernas
musculosas y largas por las que caía elegantemente el pantalón haciendo
juego. Su camisa blanca con rayas verticales a tono con el traje lucia las
huellas de Xander por todos lados, manchones de barro perfectos
decoraban tanto el saco, como la camisa, los dos botones superiores
abiertos dejaban ver el inicio del bello del torso, una corbata desordenada
también a rayas azules pero en diagonal, reposaban a ambos lados del
cuello. Levante la vista, él era alto, muy alto, apenas le llegaba a la barbilla
y yo media 1.72mts.
Su cara me quito la respiración. Una mandíbula cuadrada, muy
masculina enmarcaba su rostro que parecía cincelado por el mismísimo
Miguel Ángel. Su boca se cerraba en una línea apretada, el labio inferior
era ligeramente más grueso que el superior que terminaba en picos
afinadamente marcados. Su nariz era digna de revista de consultorio de
cirugía estética, pero lo que me dejo completamente fuera de juego fueron
sus ojos, de un azul intenso como un cielo despejado de verano, su mirada
profunda, misteriosa y llena de precauciones. Como si fuera una señal de
alerta. Su pelo negro lucia cuidadosamente desalineado, como quien
termina de follar. Mi cara debe haber sido la de una completa idiota
mirando el sol por primera vez, porque al mirarme su gesto era de
confusión, me observaba con el ceño fruncido, como quien intenta
resolver un problema de aritmética.
-Supongo que el grandulón este, te pertenece- dijo con un tono de voz,
severo, determinante, pero que no llegaba a ser rudo, más bien, era
encantador, mientras me ofrecía la correa. La tome aun aturdida por este
hombre.
-No imaginas como lo siento, el realmente es muy educado, y en
realidad no le agradan los hombres, de hecho jamás hizo algo así, no sé
qué le cruzo por su diminuto cerebro. ¡Lo siento tanto!- las palabras se me
enredaban en la boca al salir.
-No pasa nada, no te preocupes, es solo ropa.
Volví a mirarlo, Xander se había pasado con su muestra de cariño. –
¡malo! ¡Eres un mal chico! No vuelvas a desobedecerme- le recrimine en
tono severo. Se echó al suelo y metió la cabeza entre sus patas en señal de
arrepentimiento, era su artimaña favorita a la hora de librarse de los
castigos.
Busque rápidamente algún pañuelo en mi bolso y encontré un tisue, me
aventure sin pensarlo a tratar de limpiarle la ropa. Mientras repetía
incansablemente lo apenada que estaba.
Con un gesto ágil y certero me tomo de las muñecas con sus grandes y
varoniles manos, en un solo movimiento.
Sentí como pequeñas descargas eléctricas me punzaban la piel donde
me apoyaba las yemas de los dedos, como múltiples picaduras de abejas.
Lo mire desconcertada, él lo entendió y mirándome fijamente me dijo en
un tono de voz bajo y seductor. – Eh dicho que no es nada, es solo ropa, y
realmente lo estas empeorando.- no pude evitar sentir los trazos de sus
músculos incluso, a través de la fina y delicada tela. Se notaba que
dedicaba muchas horas de su día al entrenamiento, ¡era una piedra!.
-Lo siento.- dije en un susurro. El aflojo su agarre y me dedico una
media sonrisa torcida, deje caer mi boca y se me escapo un leve suspiro.
-Ahhh.
Esta vez sonrió con todos los dientes y tuve que recordarme como
respirar. Las rodillas se me aflojaron y me tambaleé. Me sujeto pasando
una mano por la espalda baja. Me sentía una completa idiota, jamás un
hombre me dejo sin palabras y aturdida. Nadie me provocaba eso, era al
revés, los que me miraban con cara de idiotas, siempre eran ellos. Y yo
me regodeaba ante el poder que sentía.
Su gesto volvió a oscurecerse, el ceño se le frunció y con tono de
inesperada preocupación dijo. -Estas lastimada, ven, te curare.- seguí la
dirección de su mirada y vi como la sangre salía de una abertura en mi
rodilla derecha.
–Estoy bien, no es nada, me las eh visto peores.- Era cierto, demasiado
cierto.
Me tomo con ambas manos por los bíceps, fuerte y de manera segura,
haciéndome notar que hablaba en serio, pero sin hacerme daño. Se agacho
para quedar a mi altura y con voz dominante me dijo lenta y
pausadamente, como si yo fuera una niña de 3 años a quien hay que
explicarle algo.
-Estas herida, no voy a discutir, subirás y te curare, luego podrán
seguir su camino y yo volveré al mío.- Ese fue el detonador que saco a mi
sumisa interior al frente. No pude evitarlo, ella siempre estaba ahí, lista
para cuando la llamaran. Baje la mirada, me sentí sometida, no podía
luchar, con un hilo de voz respondí. –De acuerdo.- ¿qué diablos me
pasaba? Si algo me caracterizaba era que nunca fui un hueso fácil de roer,
conseguir que obedeciera a un Dominante, era una tarea dura y trabajosa,
que rara vez alguien conseguía realmente. Pero ahí estaba yo,
completamente sumisa, ante este adonis de carne y hueso. Solo con
mirarme logro que bajara la cabeza y me sienta una niña frágil en sus
manos. Las pequeñas descargas eléctricas, se convirtieron en oleadas de
electricidad, que me sacudían por dentro. El deseo creció en mí como una
ola. Todo mi cuerpo me reclamaba sus manos, cada célula de mi piel se
quemaba ante el abrazador roce de sus dedos, su mirada me destrozaba
por dentro. Rompía cada una de las paredes que recubrían mi ser y me
resguardaban del exterior.
Me tomo del codo y me llevo a la rastra, el portero abrió la puerta
mientras le saludaba. –Buenos días Señor Navarro.- no dijo nada, solo
asintió y cruzamos el umbral de la puerta a una velocidad exagerada. No
entendí bien qué demonios pasaba. Intente en vano soltarme, pero él era
mucho más fuerte que yo. Nos detuvimos frente al ascensor y lo llamo,
cuando entramos, recién ahí me libero, puso sus manos en los bolsillos y
miraba hacia abajo, como quien está disputando una lucha interna. Su
mandíbula se tensó. Y lo vi tragar con dificultad.
-Soy Lexy, por cierto. Y él es Xander.- le hice un gesto señalando a mi
pequeña bestia que aun lucia triste y desalentado por el reto.
Lo tome por sorpresa, me miro desconcertado, como si le estaría
diciendo que venía de marte a traerle paz y amor al mundo.
-Dante.- no volvió a dirigirme la palabra durante el viaje, solo miraba
la aguja que marcaba el piso por el cual subíamos. Parecía ansioso, fuera
de su zona de confort o algo así, o quizás solo me parecía a mí.
El ascensor se detuvo en el último piso del edificio, por supuesto, un
hombre vestido así, bajando de semejante vehículo, no podía vivir en otro
lado, que en el penhoouse del edificio más exclusivo de todo Salamanca.
Volvió a cogerme del codo, frente al ascensor había dos puertas de
madera pesada, que parecían impenetrables, saco un juego de llaves del
bolsillo y abrió estrepitosamente. No detuvo su andar arrogante y
altanero, cansada de que me remolque como un barrilete, me pare de
golpe y de un tirón me solté de su mano, bueno, al menos eso intente. Se
detuvo y se giró a mirarme de frente, lucia ofuscado.
-Aunque no lo parezca, te prometo que se caminar solita.- mi paciencia
también comenzaba a acabarse. Estaba enojada, excitada y deseosa por
correrme.
Se movió como si se sacudiera algo de encima, respiro hondo y relajo
su gesto, y con una voz mucho más tranquila y serena dijo. –Lo siento, es
que te encuentras herida.-
Esta vez, la confundida era yo. –¿Tienes aversión a la sangre?.-
pregunte incrédula, daba la impresión de que ese hombre no le temía a
nada.
-No, no es eso. Ven, me ocupare de ti.
El recibidor era un pasillo ancho, limpio y luminoso. Tiras de madera
de ébano recubrían el piso, las paredes lucían un inmaculado color
espuma de mar, molduras de estilo romano anunciaban la unión de las
paredes de doble altura con el techo abovedado. Una lujosa araña en color
rojo colgaba de el en el medio del recibidor desde una larga cadena
plateada, y terminaba en pequeñas gotas de cristal como una lluvia. Las
paredes embellecidas por cuadros abstractos en diferentes tonalidades de
rojo colgaban de las paredes a ambos lados, y el poco mobiliario encajaba
perfecto con la decoración. Mesas auxiliares, lucían hermosos ramos de
flores frescas que inundaban el salón con un exquisito aroma. Unos
sillones de estilo romántico en cuero negro terminaban de darle un aire
acogedor pero masculino. Caminamos por la enorme entrada, pasamos
puertas dobles en blanco inmaculado, arcos que repetían el estilo romano
de las molduras anunciaban ambientes gigantes y lujosos, finalmente
llegamos a la cocina, esta era del doble del tamaño de todo mi loft,
electrodomésticos de acero inoxidable ultra modernos se fundían con el
negro oscuro de las encimeras y contrastaban con el blanco perlado del
granito. En el medio una cocina gourmet le daba apariencia de hogar.
Sobre un costado unos sillones oscuros que lucían muy cómodas
rodeaban una mesa baja que sostenía, libros, y los más delicados adornos
de cristal Baccarat que había visto. Un televisor gigante colgaba de la
pared y empotrados lucían el resto de los aparatos electrónicos de la sala.
Al otro lado una mesa redonda de madera blanca con cuatro sillas a tono
esperaban compañía.
Me quito la correa de la mano y Xander se recostó en el suelo,
paciente, a la espera.
-Siéntate aquí.-ordeno, mientras alejaba una de las sillas de la mesa
redonda. No objete. Salió de la habitación y yo me quede fundida en mis
pensamientos. ¿Que tenía ese hombre que me ponía en modo sumisa?. Le
deseaba, por supuesto. Deseaba sus manos acariciando mi cuerpo, deseaba
que me azotara hasta caer rendida a sus pies, desecha. Quería su boca
saboreando cada centímetro de mi piel, quería embriagarme de su aroma a
madera dulce. Quería ver su mandíbula tensionada por la excitación de mi
entrega. Necesitaba que me poseyera completa. Que me hiciera correr
hasta gritar. Ansiaba sus órdenes con esa voz tan cruda, robusta y
seductora. Quería sentirlo mío, y que él me sintiera suya. Necesitaba ser
suya. Estaba al borde del clímax, de solo imaginarme a sus pies. Cerré los
ojos escondí la cara entre mis manos y trate de normalizar mi respiración.
Pero entonces el ardor me quemo la garganta, instintivamente me lleve la
mano al cuello, como quien se sofoca. Su olor me invadía y sentí
enloquecer. Con delicadeza sus dedos me agarraron del mentón y me
levanto la cara, abrí los ojos de repente, y lo tenía tan cerca que el calor
que emanaba me encendía aún más. Me paralice. Lo mire con ojos llenos
de deseo, suplicantes, lo sé. Siempre se me oscurecían y se tornaban
desafiantes cuando estaba excitada. Lo vi cerrar los ojos y respirar por la
boca, parecía intentar controlarse, me pregunte, si el sentía lo mismo. El
deseo subió un grado más ante la posibilidad de que así fuera y sentí una
punzada en el vientre al tiempo que sentía la sangre agolparse en mi
clítoris. Respiro hondo y se alejó de mí. Y el abandono me desoló.
Abrió un pequeño maletín de primeros auxilios y lo dejo sobre la
mesa, con experta destreza cogió los elementos que necesitaba. No podía
apartar los ojos de sus movimientos, me resultaban fascinantes, como un
depredador a punto de lanzarse a su presa. Vi de nuevo como intentaba
retomar el control. Con un cuidado excesivo, como si me fuera a romper
me limpio y curo las heridas. Luego puso un apósito sobre ella y con una
caricia que me hizo ruido en el pecho finalizo la tarea.
-Como nueva. Trata de no malograrte más por un tiempo. ¿Puedes
caminar?- Otra vez sus palabras me volvían a la realidad, alejándome de
la fantasía que mi mente sumisa y masoquista estaba proyectando para mi
tortura y deleite.
-Claro que si- me puse en pie, cerré los ojos, inhalé hondo, incitando
al aire a alcanzar cada centímetro de mi cuerpo y buscando centrarme en
mis movimientos.
-Vamos Xander, andando- me encamine hacia la salida y el
rápidamente me alcanzo y me puso una mano en la cintura, en un gesto
posesivo que volvió a nublar mi juicio. No me queje, ansiaba su contacto.
Cuando llegamos a la gran puerta doble me gire para mirarlo.
–Gracias, has sido todo un caballero. Déjame aunque sea, pagar por la
tintorería, es lo menos que puedo hacer.
Volvió a regalarme esa media sonrisa torcida que me arrancaba
suspiros.
-Ahhh.
-No es necesario, como dije, es solo ropa.- Su tono fue encantador, a
sabiendas de que era irresistible. Maldije en mi interior.
-Vale. Gracias de nuevo.- Abrió la puerta, llamo el ascensor y nos
quedamos en silencio. Cuando este se abrió, Xander y yo nos subimos. Y
con un nuevo sentimiento de añoranza me resigne a abandonarlo. Su
mirada calo hondo en mi alma. Sentí también su dolor. Probablemente era
solo mi imaginación. Las puertas se cerraron y tuve que apoyarme en uno
de los laterales del ascensor para recobrar la compostura. Estaba
demasiado aturdida. Demasiados sentimientos y emociones se
arremolinaban dentro de mí. Me pregunté si su personalidad Dominante
era fruto de la práctica activa o si le salía de modo inconsciente.
Me adentre en el BDSM desde muy temprana edad, y conocía a la
perfección los sitios donde se practicaban casi en todo Europa, mis viajes
de trabajo me llevaban a las ciudades más cosmopolitas y hermosas, y en
cada lugar me las ingeniaba para pasarme por una de las mazmorras
locales. Aunque solo fuera para mirar e interiorizarme en la forma en que
cada comunidad disfrutaba y vivía este maravilloso y mágico estilo de
vida. Y de haberlo visto, lo recordaría.
Salimos del edificio y el buen hombre que guardaba la entrada, me
saludo con cortesía. Le dedique una sonrisa fingida, pero que me salía
estupendamente creíble, gracias a los años viviendo con los Miller y
asistiendo a eventos, beneficios, fiestas y demás menesteres que la vida de
alta sociedad requiere.
Sentí que alguien volvía a cogerme del codo y me giro bruscamente.
Me quede con los ojos como platos cuando vi que era el, mi adonis de
carne y hueso.
-Te llevare hasta tu casa.- no era una petición precisamente.
-Te agradezco, pero no, preferimos caminar. Además nos dirigimos a
los jardines del descubrimiento.
-Insisto.
-Es nuestra salida dominical, espera toda la semana por esto, así que,
gracias, pero no.- Me soltó, asintió y nos fuimos.

Durante todo el camino hasta los jardines intente recrear en mi cabeza
lo sucedido. Arme y desarme la situación mil veces. ¿Qué era lo que Dante
Navarro tenia de especial? Lo sabía con claridad, no era su belleza, no era
su personalidad puramente Dominante, ni su aroma, ni el sonido de su
voz. Lo que me atraía era la inmensa sensación de peligro y oscuridad que
veía en sus ojos. Para una adicta a la adrenalina como yo, este era un
afrodisiaco que me cegaba. Acalle las voces en mi cabeza con un rotundo
<<¡NO! Olvídalo, jamás pasara, no lo permitiré.>>. Por mucho que me
atrajera, no podía dejar que mi escudo sea penetrado y derrumbado.
El BDSM era parte de mi estilo de vida, no encontraba nada más
mágico e íntimo que una sesión entre Amo y sumisa, la sumisión me
liberaba como nada en el mundo, me llenaba de paz y armonía. Pero el
entregarme por completo a un Dominante incurría en un gran problema
para mí. No podía permitir que nadie destapara la caja de mis sentimientos
y emociones que cuidadosa y celosamente guarde en el fondo de mí ser.
Era una explosión contenida, y en el momento en que se soltara, sería tan
devastadora que no se, si podría vivir conmigo misma. Entregarse a la
sumisión total en mente y alma, incluía que el Dominante conozca cada
rincón de tu mente, de tu alma, que supiera de ante mano cuales iban a ser
tus reacciones y necesidades, quedaría completamente desnuda y
vulnerable ante esta persona. Era claro que deseaba y añoraba ese
sentimiento único de pertenencia a otro, algo me colmaba por completo.
Pero había renunciado a eso hace 5 años. Seguía disfrutando de juegos de
sadomasoquismo con compañeros ocasionales. Pero nunca más había
vivido una relación D/s. Y lo que Dante lograba en mí, era un juego
peligroso, aunque me muriese de ganas de ser suya, jamás cedería ante él
y sus exigencias silenciosas.
¡Maldito el destino! ¡Maldita la vida! Maldita la muerte…
Debía sacármelo de la cabeza cuanto antes. Decidí no darle más vueltas
al asunto, el solo sería una cara desconocida en mis fantasías, y nada más.
Llegamos al hermoso parque, buscamos un claro tranquilo y alejado.
Saque la manta del bolso y me senté encima, Xander se movía inquieto a
mi lado, rebusque en el bolso y encontré la pelota que tanto le gustaba.
Más que dispuesta a silenciar a mi cerebro me dedique a disfrutar del
hermoso y cálido día.
Tire la pelota tan lejos como pude y el pequeño salió eufórico en su
búsqueda. Cogí la cámara de fotos y comencé a disparar al azar ante sus
agiles y divertidos movimientos. Repetí la misma y mecánica acción una y
otra vez, reía en voz alta mientras lo veía correr como un loco y volver a
mí. Tome ciento de imágenes, Xander jugando. Una pareja de ancianos
abrazados en silencio en uno de los bancos, mientras la nostalgia de una
vida pasada los invadía. Un padre jugando con su pequeña hija, la hacía
girar en el aire y ella encantada reía a carcajadas, a él se lo notaba
satisfecho y complacido con ese simple y natural sonido. Una joven
apoyada sobre el tronco de un árbol y sentada en la cuidada hierba
desojaba una flor con una tristeza que me conmovió. Trate de imaginar
cual era el motivo de su desesperanza, solo pude pensar en un desengaño
amoroso que le rompió el corazón. Cientos de momentos robados, de los
que me adueñaba sin pedir permiso. Cada imagen retratada en la lente
pertenecía a un momento que jamás volvería, y siempre trataba de
imaginar el contexto, las causas y las consecuencias de cada uno de esos
montajes.
Agotado Xander volvió a mi lado y se hecho entre mis piernas, como
hacia siempre, le serví un poco de agua en la botella especial para perros,
busco mi regazo y se recostó, finalmente se durmió. Tape la lente y
guarde la cámara de fotos, mi Nikon COOLPIX P530. Una de mis
favoritas.
Cogí el libro que traía para estos momentos de calma, nada mejor que
entregarme a la lectura, tome mi IPod y Stop For A Minute de Keane
comenzó a sonar, me tumbe de costado sobre la manta, abrí la bolsa de
chuches que siempre me acompañaba en las lecturas exteriores.
El gran libro de la mitología griega, fue el elegido de la estantería de
mi loft, una de mis pasiones era la historia, junto a las películas épicas y
bélicas, la música y el deporte. Los libros antiguos, polvorientos y
desgastados me fascinaban, cada ciudad, o pueblo que visitaba, me
aventuraba en la búsqueda de alguna pequeña librería donde reabastecer
mi colección. Una vez los leía, cumplía a raja tabla, la vieja costumbre de
pasar el libro a otra persona. Solo guardaba para mi colección personal
aquellos que me parecían grandes pedazos de historia, el resto se los
llevaba a Caty mí muy querida amiga. Nos conocimos en Madrid unos tres
o cuatro años atrás, era la dueña de una mágica y escondida librería,
dedicada a los libros usados. Como a mí, el olor a antiguo de sus páginas
la embargaba, en El baúl de los recuerdos, podías disfrutar de la calma de
un buen libro acompañado de un café caliente. Sus paredes iban de par a
par de estanterías con miles de gastados libros, en el centro unos
expositores mostraban las últimos best sellers que ella consideraba
necesarios. Un mostrador en uno de los laterales en madera de cerezo, el
fondo lo adornaban unas cuantas mesas con sus respectivas sillas y
lámparas para facilitar la lectura, y justo detrás una máquina expendedora
de café. Un sillón de mediados de siglo en color tierra, y una lámpara de
pie a cada lado de este, era todo lo que había, lo convertía en un lugar
cálido y acogedor. Nos hicimos buenas amigas, casi de inmediato, sus
consejos siempre eran concienzudos y cautos, pero no por eso menos
cariñosos. Tenía una personalidad muy divertida, un sentido del humor
algo negro, justo como el mío, era dulce y cariñosa. Una bomba latina, la
había apodado Tomy, quien no se resignaba a pasar de ella. Caty era una
argentina hermosa, de pelo negro y ojos verdes claros. Bajita, y con un
cuerpo lleno de curvas tentadoras, y Thomas que jamás dejaba pasar una
buena oportunidad para coquetear, se la pasaba en grande cada vez que
quedábamos ahí.
La lectura me absorbió por completo, Xander impaciente me daba
manotazos sobre la espalda y me percaté de que debía de ser bastante
tarde, empezaba a oscurecer. Cerré el libro marcando la página, lo guarde
junto con los chuches sobrantes y me levante a recoger la manta húmeda
del suelo. Me puse la chaqueta y nos dirigimos de vuelta a casa. Note que
el estómago me rugía de hambre, al llegar a nuestro edificio de hormigón
gris y frio, subimos las escaleras, ni bien entramos, le desenganche la
correa del collar al pequeño, colgué las cosas, puse el iPod en sus
parlantes y los acordes de Wonderwall de Oasis comenzó a inundar el
lugar. Fui derecho a la cocina. Llene el cuenco del pequeño y le asenté
unas palmaditas en la cabeza. Rebusque en la heladera y encontré las
sobras de comida china de la noche anterior, pollo agridulce, guisantes al
wok y algún spring roll. Tome una coronita helada, ¡mi favorita!. Y me
dispuse a cenar. Creí haber sacado a Dante Navarro de mi cabeza, pero
solo me engañaba, el recuerdo de su toque me encendió la persistente
llama que se instaló en mi entrepierna desde nuestro encuentro. Engullí
como bestia, cuando no quedaba nada en las cajas chinas las deseche y
cogí la coronita y me fui a dar un baño, era momento de correrme, lo
necesitaba, lo venía anhelando desesperadamente.
Me metí al baño y cerré la puerta detrás mío, mi voyerista canino, no
estaba invitado a la fiesta.
Me saque la remera por la cabeza y me mire al espejo, quizás un buen
orgasmo mejore mi ánimo y me ayude a conseguir una buena noche de
sueño. Con la punta de mis pies me deshice de las zapatillas, tironeé de los
botones del jean y en un movimiento rápido los deseche al cesto de la ropa
sucia.
-Diablos, espero que las manchas de sangre se vayan de mis amados
jeans rotos de domingo.- << ¡Orgasmo! ¡Concéntrate! >> Me reto la voz
en mi cabeza. Mi ropa interior los siguió al cesto. Llene la bañera y eche
mis sales y esencias favoritas en ella. Fresas y rosas. Detuve el grifo
cuando la espuma y el agua me fueron suficiente. Me hundí en ella con
impaciencia. Procurando dejar la tensión atrás. Tome la almohadilla y el
pato juguetón y vibrador del cesto de mimbre que estaba al lado de la
bañera. Tenía una gran colección de juguetes eróticos, vibradores de todo
tipo y tamaño, dildos realísticos, estimuladores de clítoris y punto G,
joyas anales, pinzas para pezones, bolas chinas entre otras cosas, pero a la
hora de disfrutar del agua el aparentemente inocente patito, era mi mejor
aliado.
Cerré los ojos y deje que mi morbosa y perversa imaginación tomaran
las riendas del juego.
Por supuesto Dante Navarro apareció en primer plano. El lugar era
oscuro con una leve luz roja que acentuaba el morbo. Yo estaba desnuda
sobre un banco sexual el sentado en frente de mí, aún conservaba la ropa y
me miraba con desafío y deseo, estudiándome, como un depredador a su
inofensiva presa, jadié. Todo ocurría en una confusa fantasía que yo en mi
bañera llevaba a la realidad.
-Abre las piernas para mí, déjame verte.- decía en un tono íntimo y
seductor, era una orden cargada de erotismo. Abrí las piernas tanto como
pude, para darle un primer plano de mi sexo.
-Tócate.- ni siquiera lo pensé, mis manos al igual que mi cuerpo
respondía a él, aunque su voz estuviera solo en mi cabeza. Deslice
lentamente las manos por mi cuello, llegue a mis pechos que estaban
tensos por la excitación. Me acaricie los pezones duros como piedras y mi
respiración se aceleró. Los pellizque violentamente, el dolor me llevaba al
placer más exquisito. Volví a jadear mientras me retorcía de placer,
continúe mi camino hasta llegar a mi entrepierna que ardía con ansias.
-Sube una pierna.- dijo de golpe. Y levante mi pierna derecha y la
apoye sobre el borde de la bañera. Esto le facilitaba la vista. Deslice mi
dedo medio por la hendidura mojada y ardiente de mi vagina. Curve la
espalda y la cadera en busca de más. El roce era casi imperceptible
torturándome hasta la locura. Un gemido salió a todo pulmón de mí. Junte
ligeramente las rodillas de manera involuntaria y sus manos se posaron
en la cara interna de mis muslos separándolos a la fuerza y dejando su
rostro cerca del mío.
-Jamás me prives de lo que me pertenece.- dijo severo. Y mi deseo
toco el techo.
-Penétrate con un dedo, quiero que te folles para mí. Quiero disfrutar
de tu goce, hazme saber cuánto lo disfrutas.- obedecí, metí el dedo medio
en mi vagina y el cuerpo se me tenso, sentía calambres en todas partes.
-¡Mírame! No cierres los ojos.- me estaba volviendo loca de placer.
-Ahora dos.- continuó. Y vi su mirada salvaje y deseosa de mí. Sus
ojos viajaban rápidamente de mi cara a mi entrepierna, seguía los
movimientos de mi mano al ritmo de su respiración entrecortada. El sube
y baja de su nuez de Adán me hipnotizó.
-Tres.- murmuro apretando los dientes con fuerza. Mientras me
entregaba una mariposa vibradora que cabía en un dedo. –Estimúlate el
clítoris.- lleve el pato hasta mi hinchado y latente clítoris que suplicaba
por un poco de atención. Sentí como todo mi cuerpo se tensaba hasta casi
quebrarse. Me contorsione en la bañera como una posesa.
-Aun no, no puedes correrte.- afloje la contracción en mi vagina y
útero, dilatando el tan ansiado orgasmo. Gemí, chille y jadee para
mostrarle cuanto disfrutaba el juego.
-Quiero oírte gritar mi nombre de placer cuando te corras.- mis dedos
entraban y salían de mi con violencia, mientras el dedo con la mariposa
martillaba fogonazos en mi torturado clítoris.
-Córrete para mí.- dijo y todo mi cuerpo obedeció instantáneamente.
Un cosquilleo me recorría desde la punta de los pies y desde la cabeza
mientras se anudaban en una deliciosa contracción en mi interior. Apreté
los muslos y las caderas, curve la espalda y levante el trasero. Un
arrollador y devastador orgasmo me alcanzo.
-¡Dante!…- grité.
Me relaje en la bañera tratando de recuperar el aliento y normalizar mi
desbocado pulso, calmar mi respiración. Sentía los pequeños espasmos en
las paredes de mi vagina. Abrí los ojos, el juego había acabado.
Aun mareada por el poder del orgasmo que mi imaginación me
regalo. Trate de pensar cuando fue la última vez que me corrí así. Y no se
me ocurrió ninguna. Sonreí.
-A tu salud Dante Navarro.
Me relaje en la bañera y disfrute la seductora voz de Liam Gallagher
mientras cantaba Let there be love. Bebí de mi coronita, pero esta estaba
caliente y se me antojó desagradable, aunque sirvió para aplacar la sequía
de mi boca y garganta. Me quede ahí un buen rato, imagine que el sexo
duro y salvaje con Dante seria explosivo. Asentí a modo de acuerdo
conmigo misma, cuando decidí que sería un buen material para futuros
encuentros en soledad. Disfrutaba del sexo y la masturbación sin ninguna
culpa o remordimiento, me parecía lo más normal del mundo, y ya sea
acompañada o no, mis sesiones de masturbación me parecían necesarias.
No estaba de más amarse a uno mismo. Y gracias a que era multi
orgásmica, podía hacerlo entre cuatro y seis veces hasta quedar satisfecha.
El magic me proporcionaba los más violentos y placenteros orgasmos.
Me lave el cabello y el cuerpo, sintiendo los músculos agotados. Me
envolví en la toalla al salir de la bañera y me pase otra por el pelo tratando
de absorber la mayor cantidad de agua que pudiera. Volví a mirarme al
espejo, lucía un poco mejor, con color en mis mejillas pero muy cansada.
Tome del cajón un culotte y mi musculosa/camisón que llevaba impresa
“I'm your Sin”. Bebí un gran vaso de cola helado, me arrastre a la cama,
trate de mover a Xander a un costado, ya que ocupaba el centro del
colchón, coopero y se acomodó. Me metí entre las suaves y cálidas
sabanas y me arrope con el edredón. Verifique que el despertador
estuviera encendido, a tientas alcance el mando a distancia de la música y
la apague. No me entere de nada mas, me dormí como hacía tiempo, no
podía.
Indestructible de Disturbed me despertó asustada. Mire la hora y eran
las siete y treinta de la mañana. Me estire en la cama y sonreí. ¡No me
había despertado en toda la noche! Debía de ser alguna especie de record
para mí. Cruce una mirada cómplice con Xander y decidimos saltar de la
cama, él se fue directo al plato de alimento, yo volví a estirarme, como si
quisiera alcanzar el cielo raso. Comencé a bailar al ritmo del metal, daba
vueltas sobre mis pies hasta que me maree, y me tuve que detener. El gris
del cielo de Madrid no encajaba con mí buen humor, cuanto puede
modificarse el día tras una noche de buen sueño. Llegue al baño dando
saltos al ritmo de la música de fondo, y así mismo me cepille los dientes y
lave mí cara. Me mire al espejo y se me notaba un mejor semblante, las
ojeras habían desaparecido.
Xander movía su cola alegre mientras yo pasaba por su lado para
servirme una taza de café caliente. Hoy se me antojaban unas deliciosas
torrijas, amaba cocinar, aunque no solía hacerlo mucho, me resultaba una
pérdida de tiempo y esfuerzo cocinar para uno solo. Pero cuando mis
amigos venían a casa, siempre les preparaba un gran banquete. Tan pronto
el desayuno estuvo listo me dispuse a saborearlo con gusto. De repente los
acordes de One de Metállica sonaron a todo volumen, mí melena se
meneaba a su ritmo, mí pequeño me miraba divertido. Metí los platos al
fregadero y comencé a cambiarme, hoy era un día importante, debía ir
elegante, en dos semanas tenía una exposición y debía prepararlo todo.
Elegí un pantalón claro de vestir que se me ceñía a las piernas y hacia que
mi trasero luzca de muerte, una musculosa negra y encima una remera
muy holgada con la estampa de Marilyn Monroe en blanco y negro, donde
solo le resaltaban unos perfectos labios carmín. Tengo fascinación por los
tacones, así que elegí unos rojos de plataforma y un taco que debería ser
ilegal que se cerraban en la puntera. Volví al tocador me peine, aunque mí
pelo era rebelde, tenía hondas que no llegaban a formar rulos, pero le
daban mucho movimiento y un aspecto salvaje. Lo deje suelto, me
maquille suavemente, delineador negro sobre los parpados en una línea
felina, azul para el interior del ojo, eso siempre hacia ver más azules de lo
normal a mis casi transparente celeste. Rímel, algo de rubor en las
mejillas y brillo en los labios, le sonreí a la imagen en el espejo conforme
de mí trabajo. Busque mí bolso negro de Prada, regalo de mí hermana Ari
para mí ultimo cumpleaños, que me había hecho llegar por mensajería
junto a una nota, “Feliz cumpleaños guapa, te quiere Ari”. En el cabía de
todo, por lo cual se convirtió en mí preferido a la hora de trabajar. Metí
las cosas habituales y mí portátil. Tome el porfolio de fotos, deje todo
listo junto a la puerta, antes de irme debía pasear a Xander.
-Andando pequeño.- Le apure. Dimos una rápida y muy necesaria
vuelta a la manzana, cuando regresamos, rellene sus cuencos de comida y
agua limpia y fresca, cogí la chaqueta, los bolsos y me fui.
La galería quedaba apenas a unas siete o diez cuadras de mí casa,
caminar no me sentaba mal, así que me puse los auriculares y la sexy voz
de Marilyn Manson en Tainted Love sonaba en mí oído. Llegue a la
enorme galería. –Buen día Lucero.- salude a la joven recepcionista, que
me miraba a través de unos lentes demasiado grandes para su pequeño
rostro. Ella me dedico una sonrisa, eh inmediatamente me enterré en el
escondido atelier a trabajar.
Con la música aún demasiado fuerte en mí oídos me dedique a la
curación de las fotografías para la exhibición, lupa en mano y los
muestrarios sobre la mesa, las horas y días pasaron volando.
Ya en miércoles, ajetreada por tantas cosas, impresión, diagramar la
disposición y el flujo de las fotografías, el tamaño, preparar la folletería,
el día se me paso en un abrir y cerrar de ojos. Cuando me di cuenta eran
las siete treinta de la noche, tenía una cena de negocios e iba tarde. Cuando
llegue al elegante restaurant el reloj marcaba las ocho y cinco. Maldije en
mí fuero interno, odiaba llegar tarde, sobre todo si se trataba de trabajo. El
maître me saludo en un tono dulzón.
-Bienvenida Señorita, ¿tiene usted reservación?.
-Buenas noches, no, creo que me está esperando el Señor Maldonado.
-Por supuesto, sígame por aquí.- seguí al hombre por el gigantesco y
pintoresco restaurante italiano. Debía encontrarme con Lucas Maldonado,
editor general de una importante revista de moda. De vez en cuando hacia
alguna sesión para la industria de la moda, siempre venía bien, pagaban
generosamente y me dejaban hacer mi trabajo en paz.
Llegamos hasta un joven muy apuesto, este al verme se levantó de
inmediato y con una sonrisa se acercó a darme dos besos en las mejillas. –
Gracias.- alcance a decirle al maître antes de que el alto, morocho y
apuesto editor se me tirara encima. El contacto físico con completos
desconocidos, no se me daba muy bien, me incomodaba.
-Siento muchísimo la demora, el tráfico.- me excuse.
-Pero si has llegado a tiempo. Por favor, toma asiento.- dijo mientras
retiraba la silla para que yo me siente.
- Por cierto, no me eh presentado, Lucas Maldonado, pero por favor,
dime Lucas.
-Encantada de conocerte Lucas, Lexy Vázquez.-
-Soy un admirador de tu trabajo. Tienes tanto talento y una visión
única.- me interrumpió. Sonreí y le agradecí la deferencia. Casi toda la
cena se la paso diciéndome lo buena que era y cuanto anhelaba que
trabajemos juntos, que quizás podíamos hacerlo permanente. Me asegure
de dejarle bien en claro como trabajo.
-Mira Lucas, yo tengo mi propia forma de trabajar, tu solo ponme en
contacto con la modelo que será la protagonista y si es una campaña, me
mandas las prendas. Si es una tapa, las elijo yo. Mi nombre está en las
fotos y mi visión no puede verse afectada, yo elijo la estética de la sesión,
la temática, la locación y que fotos se aprueban o no.
-¿Que más necesitas?.
-Tengo asistente, pero los estilistas, los técnicos de mobiliario y el
escenógrafo corren por tu cuenta. Si estás de acuerdo, cerramos el trato.-
con un apretón de manos, quedamos en que la sesión se llevaría a cabo
una semana después de mi exposición. Seguimos charlando más relajados,
me conto como llego a editor, de su familia, de su vida. No podía
escucharlo un segundo más sin dormirme, así que trate de entretenerme
jugando con él. Después de todo era muy guapo.
Comencé a mordisquearme el labio inferior, a jugar con mi boca,
delineando las líneas con mis uñas. Y la cara del pobre Lucas se
descomponía, eso me divirtió un rato. Seguí con mi gran movimiento de
coqueteo. Me disculpe y me levante al baño, le dedique una caricia en su
antebrazo mientras me iba, camine lentamente, contoneando mi trasero
pero de forma sutil, sabía que estaría mirándome. Me mire en el espejo del
baño y sonreí. Decidí subir la apuesta, llevaba un vestido negro con cierre
por delante y lo baje descaradamente un poco en la zona de mis pechos,
me puse brillo en los labios para hacerlos más deseables me moví el
cabello y salí sintiéndome triunfadora. La sonrisa se me desdibujo
inmediatamente al abrir la puerta que daba al pequeño pasillo de los
servicios. Parado ante mí, estaba Dante, vestía un traje de tres piezas negro
a rayas, una camisa negra y una corbata cerrada en un moño doble
corazón en color gris oscuro. Lucia más maravilloso de lo que recordaba,
con el índice y el pulgar se tomó el labio inferior y me estudio de arriba
abajo, me sentí desnuda, como si el pudiera ver a través de mí.
-Luces encantadora Lexy.- el tono seductor de su voz me traspaso,
sentí una punzada en el vientre, la garganta se me seco cuando lo olí. El
espacio entre ambos era escaso y su cercanía me erizaba la piel.
-Hmmm realmente apetecible...- murmuro entre dientes mientras me
corría un mechón de cabello que reposaba sobre mi pecho. <<Maldito
seas>> grite en mi mente. Pero no pude decir nada. Me concentre en no
quedar como una retardada y abrir la boca. Dos podíamos jugar ese juego.
-Tú te ves guapísimo como de costumbre.- estire la mano e hice como
si le sacudiera algo de la solapa del saco. Endureció el gesto y sus ojos se
oscurecieron. No llegue a descifrar si contenía las ganas de besarme o de
darme una torta que me de vuelta la cara. Ambas opciones me pusieron a
mil, y sentí que mi sexo se humedecía vertiginosamente.
-Que disfrutes la cena Dante.- me estire cuanto pude y lo bese
suavemente en la mejilla mientras me apoyaba con ambas manos en su
duro pecho para alcanzarlo. Definitivamente lo tome por sorpresa, jamás
espere que reaccionara como lo hizo.
-¿Te has vuelto loca? ¿No comprendes lo difícil que me resulta estar a
tu lado y no arrancarte la ropa?- Su tono se desarmo, sonaba exasperado,
enojado, fuera de control. Y me sujetaba de las muñecas y me mantenía
muy cerca de su cuerpo. Tanto que pude notar su grandiosa erección en mi
vientre.
-¡Suéltame! No te eh dado permiso para que me pongas un dedo
encima, ¿quién crees que eres?. Solo porque…- pero no pude terminar la
frase, su boca se cerró sobre mis labios violentamente, me alzo por la
cintura y apenas pude respirar. Mordió mi labio inferior, lo saboreo, y yo
jadié en su boca. No pude controlarlo y me agarre a su cuello y enrede
mis dedos en el pelo de su nuca. Abrí más los labios tratando de darle la
profundidad que buscaba, me poseyó por completo, su lengua acariciaba
la mía con seguridad. Este hombre no pedía nada, exigía todo. Sentí como
su erección latía contra mi pelvis y en ese momento una gota de mi propia
excitación me corrió por el muslo interno. Ahora, él jadeo para mí. Y
estuve a punto de rogarle que me meta al baño y me folle con la misma
pasión con la que me besaba. Tuve un momento de claridad, abrí los ojos,
y aleje mi boca de la suya, le solté el pelo e intente que me soltara.
-¡Diablos Lexy! Vas a conseguir volverme loco.- susurro sobre mi
rostro.
-¡Serás capullo!.-le grite y sin pensarlo le estampe una muy sonora
palma en la mejilla. La verdad es que estaba más enojada conmigo que con
él. Me dejo en el suelo. Apretó la mandíbula y vi sus ojos arder. ¡Oh
vamos, tómame a la fuerza, hazme tuya! Suplicaba para mis adentro. Lo
mire desafiante y levante el mentón, esperando su reacción. Cerró los
ojos, respiro hondo, no una, ni dos, sino, tres veces. Se acomodó la
corbata, se pasó una mano por el pelo y me dijo en un tono amenazante.
-Primer Strike nena.- sabía que era una advertencia, y no una
afirmación.
-Odio el béisbol.- fue lo más inteligente que se me ocurrió. Le dedique
una sonrisita de suficiencia me di media vuelta y me fui. No gire a ver que
hacía, necesitaba alejarme de ahí, de él, de su embriagador aroma, de su
seductora voz. De su imponente figura y sus amenazantes ojos azules.
Cuando llegue a la mesa, había olvidado completamente que Lucas
estaba esperándome, no me senté, tome la copa de vino y me la bebí de un
solo sorbo. Tome mi bolso, mire a mi acompañante y le ordene.
-Sácame de aquí, llévame a mi casa.
El camino hasta el loft fue silencioso. Comprendió que yo estaba
demasiado fuera de mí, como para que me hablara. Lucas era un
caballero, no una bestia salvaje como Dante. Con la mirada perdida en el
paisaje que ofrecía la ventanilla solo podía pensar en su beso, en su
pasional y terrenal beso. En sus manos en mi cintura sujetándome con
fuerza. En el maravilloso sabor de su lengua. Y en su mirada abrazadora.
Para cuando llegamos a mi casa, yo estaba más excitada que antes.
Necesitaba descargar mi frustración con alguien.
-Discúlpame por lo que sucedió, me encontré con una persona
desagradable en los servicios.- De desagradable no tenía ni el nombre, me
dije a mi misma. –Por qué no subes, te invito una copa.
-Me encantaría.- dijo con una gran sonrisa.
Llegamos a mi piso y apenas abrí la puerta Xander se abalanzo sobre
mí, él también era posesivo. Miro a Lucas con recelo y le frunció
ligeramente el hocico. Le estaba advirtiendo.
-Hola pequeño, ¿cómo te has portado?.- su gesto se relajó cuando poso
sus enormes ojos negros en mí.
-No, no lo toques por favor. No le gustan los hombres y no quiero que
te haga daño.- le dije al ver que extendía su mano para acariciarle la
cabeza.
-Ponte cómodo, enseguida regreso. Sírvete lo que gustes, hay whisky,
ron, tequila y alguna cerveza en la heladera.- Dije mientras me
encaminaba al baño. Necesitaba calmarme y asearme, tenía grandes planes
para Lucas. Y necesitaba que me folle. Aunque en mi mente solo viera la
cara de Dante, el maldito, arrogante, prepotente y encantador Dante, que
me enloquecía de deseo. Salí dispuesta a conseguir lo que necesitaba. Me
hice del mando a distancia del equipo de música y comenzó a sonar Bad
Things de Jace Everett, la canción justa para el hombre equivocado, pero
no me importaba en ese momento, daba igual que fuera el mismísimo
Ryan Gosling, cualquiera que no fuera Dante Navarro iba a sobrar en la
ecuación.
-¿Que bebes?.- trate de llevar la conversación de manera estúpida y
despreocupada.
-Whisky, ¿te pongo uno?.
-No, gracias, no me gusta.
-¿Y por qué tienes una botella de Jack Daniels etiqueta negra a medio
terminar?.
-Mi primo, es de el cuándo viene a visitarme. Me buscare una cerveza.-
lo sentí acercarse por detrás mientras cogía una coronita de la heladera.
Me tomo por la cintura y me giro.
-Eres muy hermosa Lexy. Llevo aguantando las ganas de besarte desde
que entraste al restaurant.
-Bésame...- fue más una súplica que una invitación, necesitaba con
desesperación sacar a Dante de mi cabeza. O correría a su casa me pondría
de rodillas con las manos cruzadas en mi espalda, la cabeza gacha y le
rogaría, que me utilice para su satisfacción.
Me beso, su beso era cálido, suave y lleno de dulzura y a mí aun me
ardían los labios de mi encuentro con el Señor Navarro. ¡¿Señor
Navarro?! Me pregunte a mí misma, ¡pero qué diablos tengo en la cabeza!
Él no es mi Señor, no es nada mío. Me exigí concentrarme en Lucas, que
me acariciaba con ternura la espalda mientras seguía besándome. Pero me
sabía a poco. En un esfuerzo por calentar las cosas, le di un pequeño tirón
del pelo, pero el no acuso recibo. Pase mis manos por su pecho no era tan
ancho y trabajado como el de mi Adonis, pero estaba muy bien, tome la
hebilla de su cinturón y lo desabroche. Detuvo el beso, se separó de mí.
-¿Estas segura cariño?.- ¿¡Cariño?! ¿Cuándo nos casamos y nadie me
invito a la fiesta.? Pensé. Me volví a colgar de su cuello, pase mi lengua
por el contorno de su boca le mordí.
-Follame.- Le susurre.
Con un brazo me rodeo la cintura y con la otra mano me agarro del
trasero. Me dejo en la cama como si fuese de cristal y se tumbó encima
mío. Comencé a desvestirlo apresuradamente, necesitaba que me penetre,
necesitaba correrme. Bajo con una lentitud que me exaspero, el cierre de
mi vestido. Termino de quitarse la ropa y yo me deshice velozmente de mi
ropa interior. Planto cientos de dulces besos por mi rostro, el cuello, los
pechos, el abdomen.
-Por favor, ¡Por favor! ¡Penétrame!.- suplique. Saco un preservativo de
su cartera y se lo puso. Su pene era largo, pero no tan grueso.
-¿Esto quieres?
-Si! Si, lo deseo…
Apoyo el glande en la entrada de mi vagina y yo muerta de la ansiedad
me levante en su encuentro, me penetro lentamente, cada embestida era
comedida, como una caricia. Sintiéndome la villana del cuento no aguante
más y gire encima de él. Si no me follaba, yo iba a hacerlo.
Comencé a cabalgarlo a un ritmo frenético, bajaba y subía las caderas
para que se hunda más en mí, dibuje pequeños círculos con los
movimientos de mi pelvis, me tire hacia atrás agarrándome de sus piernas
y aumente el ritmo. Estaba cerca, muy cerca. Clavo sus dedos en mis
caderas y jadeaba desesperado. Pero yo estaba demasiado ocupada en
busca de mi propio placer. Cerré los ojos y me deje inundar por la oleada
del climax y fue ahí cuando vi su rostro pegado al mío, sentí sus ojos
quemarme por dentro, y la fuerza arrolladora de su beso, su voz me
ordeno que me corra, y así lo hice. Apenas fui consciente cuando a él le
llego el climax, se estremeció bajo mío y bufo. Me sentí espantosa, sucia,
una cosa es que Dante se apareciera en mis fantasías cuando jugaba sola, y
otra muy diferente es que también tomara el lugar de otro.
Me levante y me encamine hasta el baño, necesitaba un tiempo fuera y
una larga ducha.
Lucas intento agarrarme y traerme hacia él.
-Espera, ¿dónde vas? Quédate aquí conmigo.
-Lo siento, pero no puedo. Creo que deberías irte.- le dije casi como
un ruego.
-¿Cariño, estas bien? ¿Lo has pasado mal?¿Te eh lastimado?
-No, para nada. Y sí, estoy bien. Solo tuve un día muy pesado y
necesito una ducha y dormir. Debo madrugar y si te quedas no podre
pegar un ojo.- dije con una sonrisa que trate que fuera dulce. No se lo
merecía, lo sé. Se lo pensó unos segundos y luego dijo.
-Vale, como tú desees.- se levantó, se vistió de prisa, se acercó a
besarme y lo deje.-Llámame, ¿si?.
-Claro. Adiós.- lo despedí con toda la ternura que era capaz de fingir.
Me metí al baño y por primera vez en mucho tiempo sentí deseos de
llorar. ¿Qué me estaba pasando? ¿Cómo diablos se metió bajo mi piel?.
Abrí la ducha y sin esperar que el agua se templara, me metí. Deje que el
agua me limpiara, me sentí devastada, apoye la frente en el frio mosaico,
acaricié mi tatuaje en señal de recordatorio. Necesitaba volver a tener el
control sobre mi misma. Me arrope en la cama, y Xander se acercó a mi
espalda y me dio un ligero y cariñoso toque con el hocico. Me gire
necesitada de su afecto, me abrace a él, y ni se movió.
-Tengo miedo pequeño, a ti puedo decírtelo.- El sollozo, le bese la
nariz y me dormí.
Los días se me hicieron eternos, la preparación de la exposición
ocupaba la mayoría de mi tiempo, para el viernes ya tenía listas las fotos
en el tamaño necesario para que sean exhibidas, había diagramado con una
precisión impecable la ubicación y la secuencia en que debían mostrarse.
La folletería de mano que daba una introducción a la colección y cada una
de las fotos, junto con los carteles con el nombre de la foto, del autor,
medidas, técnica fotográfica y precio estaban terminados. Los afiches de
publicidad callejera ya habían sido colocados estratégicamente. Las
invitaciones fueron enviadas de manera exprés. Cada vez faltaba menos y
yo comenzaba a agotarme. El recuerdo del beso con Dante no me daba
respiro. Cada noche al llegar a casa, salíamos a correr para tratar de
aliviar el estrés que me producía el deseo por ese hombre. Pero no
funcionaba, los baños tampoco servían, la música fuerte no lograba callar
su voz en mi cabeza. Finalmente me rendía, me masturbaba por y para él.
Agotada mentalmente, caía desmayada.
Llegue a casa arrastrándome cerca de las seis de la tarde, me puse la
ropa de deporte y salimos a correr, poco más de media hora después
pasamos por el mercado para comprar víveres. Al abrir la puerta de mi
piso, el acogedor sonido de un jazz desolador en la dulce voz de Amy
Winehouse, Wake Up Alone me recibía. Sonreí deje caer el mercado y
corrí hacia la cocina. Xander me gano, salto encima de Tomy y comenzó a
lamerlo desesperadamente.
-¡Hey gruñón! ¿Me extrañaste cachorrito?.- le hablaba como si fuera
un bebe.
-¿Cuándo llegaste?¿Por qué no me avisaste y te iba a recibir a el
aeropuerto bruto?.- dije mientras me tiraba en sus brazos y el me besaba la
coronilla.
-Llegue hace unas cuatro horas, pase por casa a dejar las cosas porque
estaba papa conmigo, razón por la cual no te pedí que fueras a recogerme
preciosa.
-Te eh extrañado mucho, no vuelvas a dejarme sola tanto tiempo. ¿Me
has oído?.
-Te eh oído. Ahora déjate de gilipolladas y ¡cuéntamelo todo! Que ha
pasado contigo, porque estas tan misteriosa.
-No pasa nada, solo te extrañe.
-Tu no extrañas a nadie.- se mofo.
-Uf a ver si te enteras.- le solté en tono burlón.
-Venga, cuéntamelo todo, estoy preparando la cena de esta noche,
juega el Madrid y no podemos obviar las costumbres.- Siempre que
podíamos y ambos estábamos en la ciudad, nos juntábamos a ver los
partidos con nachos y coronitas, esa era nuestra costumbre. Un ritual que
respetábamos a como dé lugar.
Recogí las bolsas de los vivieres que había perdido en la entrada y las
deje en la encimera.
-Vale, pero antes tú llena la despensa con el mercado y mientras me
daré una ducha.- Me hizo la veña como a un militar y desaparecí en el
baño.
Me duche rápido, moría por hablar con Tomy y contarle todo lo que
había sucedido desde que él estaba en Londres. Había evitado decírselo
por teléfono porque necesitaba de su cercanía. Pero el me conocía mejor
que nadie y sabía que algo me pasaba, aunque tratase de ocultárselo.
Salí envuelta en la toalla a buscar algo de ropa que ponerme, cogí el
primer conjunto de ropa interior que encontré, unas calzas y mi camiseta
del Real Madrid y volví corriendo al baño para vestirme. Tomy estaba
tirado en la cama sonriéndole a algo en su móvil, también sonreí. Adoraba
con toda mi alma a Thomas. Era lo único que tenía en el mundo. No
imaginaba que sería de mí si no lo tuviera a mi lado.
-¿Ya eres persona?
-No, pero huelo bien, ¿cuenta?.- su carcajada me lleno el alma, le
necesitaba tanto.
-Vale guapa, suéltalo todo, soy todo oídos.- Dijo mientras tiraba de mi
mano y me caía a la cama. Le conté con lujo de detalle todo lo que paso
desde que Xander corrió hacia Dante. No omití nada, lo recordaba a la
perfección. Escucho atento, sin omitir juicios hasta que termine.
-¡Mira que serás cabrón!.- le dijo a Xander que estaba recostado entre
medio de los dos.
-Bueno preciosa, creo que solo tienes dos opciones, la primera es
seguir huyendo y sufriendo por los rincones. La segunda es mucho más
placentera, entrégate a lo que sientes, ¿cómo puede estar mal algo tan
pasional?.
-No puedo cielo, no hay manera de hacerlo a medias. No con él. Y en
el momento en que le ceda mi voluntad, la olla rebalsara y no podré
detenerla.
-Lexy… Máximo se marchó hace cinco años, ¿no crees que es tiempo
de dejar de vivir en el pasado y dejarlo ir?.- A ambos aun nos afectaba
mucho su perdida. Yo por perder a mi gran amor y Tomy por perder a su
mejor amigo.
-No se trata de Max, ni siquiera de dejarlo ir. Tú sabes que vivo mi
vida y me esfuerzo por ser feliz, pero Dante es una bomba de tiempo.
¿Recuerdas lo que me costó salir?. –La voz se me quebró y no pude
continuar, trate de tragar saliva, pero tenía la boca seca. Thomas se perdió
en sus pensamientos, el gesto se le entristeció y los ojos se le llenaron de
lágrimas.
-Vale, entonces ¡al carajo el Adonis! Tienes que olvidarlo, sacudírtelo
de encima. Lo que te tiene colgada de él, es la prohibición, tú funcionas
con los desafíos, y si alguien te dice que no puedes tener algo, vas y lo
coges. Lo mismo pasa con él.- asentí, quizás tenga razón.
-Venga, comienza el partido, vamos a relajarnos.-dijo mientras volvía
a tirar de mí, pero esta vez me giro en el aire antes de dejarme en el suelo,
me paso el enorme cuenco con nachos y queso cheddar. Cogió dos
coronitas bien frías y nos encaminamos a la televisión. Como siempre nos
desparramamos en el sillón y disfrutamos de un gran espectáculo
deportivo, gritamos, alentamos y discutimos con el árbitro desde la
comodidad del hogar. Gano el Madrid 4-0 al Deportivo la Coruña.
-¡El próximo domingo tenemos Derby en casa! ¿Qué te parece si nos
adueñamos del palco familiar y disfrutamos de un Madrid vs Barca como
merecemos?.- dijo mientras se estiraba y se ponía de pie.
-¿Estará el tío?.- lo que menos necesitaba ahora era una nueva disputa
familiar.
-No, mi padre viaje el lunes a Miami y no vuelve hasta fin de
noviembre.
-¡Entonces me apunto!.- grite emocionada.
Tomy cogía sus cosas para irse y me miraba con ojos llenos de
preocupación.
-¿Seguro estarás bien si me voy?.
-¿Alguna vez te eh mentido Thomas?.
-Vale, vale. ¿Sabes cuánto te quiero y que no podría vivir sin ti, no?.
-¡No más de lo que yo te quiero a ti Principito! Y no me robes las
frases. Ya vete.- lo empuje con cariño hasta la puerta, le di un sonoro beso
en cada mejilla y le sonreí con todos los dientes.
Me fui a la cama más tranquila, hablar con Tomy siempre me
reconfortaba.
El sábado transcurrió como casi siempre. Nos levantamos tarde,
salimos a la acera para que Xander pueda hacer sus necesidades, y
mientras desayunábamos comenzó a sonar All My Life de Foo Fighters ,
los sábados tocaba limpieza general, así que deje la casa reluciente al
compás de los Foo que me recargaban las energías con su sonido de rock
eléctrico. También le llegó la hora del baño a Xander, que se aferró con
uñas y dientes al piso del baño para evitar entrar a la bañera. Pero no cedi,
y conseguí dejarlo brillante. Almorcé un rápido sándwich de jamón crudo
y queso, no sabía nada mal. Me puse lo primero que encontré, un jean, una
remera y encima una camisa a cuadros tipo leñador, las zapatillas, cogí el
bolso de la ropa sucia, una bandolera donde metí mis cosas y el iPad.
Salimos a hacer la colada. Mientras la ropa se lavaba, aproveche el iPad
para ponerme al día con los email que llevaban más de un mes de retraso.
Cuando termine, me metí en mi página favorita. Era una comunidad
BDSM local, conocía a muchas personas de ahí, me metí al chat e
intercambie diferentes charlas con viejos conocidos. Xabi apareció en la
sala. Era uno de mis compañeros de juegos más constantes. Yo
generalmente no follaba con ellos, y menos en público, mis prácticas en
los clubes privados fetichistas, se limitaban solo al sadomasoquismo,
siquiera permitía que me toquen sexualmente. Pero Xabi y yo
compartimos más de en una ocasión la misma cama por algunas horas.
Estaba decidida a sacarme a Dante de la cabeza, y él podía ayudarme,
quizás lo que necesitaba era una sesión fuerte, y Xabi era el más sádico de
mi gente de confianza. Me metí en su chat privado sin preguntar.
Lexy: hola grandulón, como te encuentras?
Xabi: pero que suerte la mía, que la mujer más guapa de todas me
habla!
Lexy: así lo tienes guapo.
Xabi: andas escondida? Hace tiempo que no te veo.
Lexy: na, que va, el puñetero trabajo me trae de cabeza. Oye guapo
tienes planes para esta noche?
Xabi: pues ahora sí, contigo. Tiene ganas de jugar preciosa?
Lexy: la verdad que ando necesitando una buena y fuerte sesión!
Quedamos para esta noche entonces?
Xabi: por supuesto! Te espero a las diez en el templo.
Lexy: entre diez y once estoy ahí, vale? Beso!
Sonreí, era justo lo que necesitaba! Recogí la ropa limpia y tras
lanzarle un beso a Elsa salimos de la lavandería.
Pasamos a visitar a Caty por el baúl.
-¿Dónde te habías metido?.
-Eh estado trabajando como loca, la exposición me trae de cabeza.-
dije mientras me apoyaba en el mostrador para saludarla.
-¡Oye Xander, mira lo que tengo para ti!.- el aludido apoyo sus patas
delanteras en el mostrador y mientras la llenaba de besos y le movía la
cola, tomo con sumo cuidado un chuche para perros que ella le ofrecía.-
¿Te apuntas para un café, tienes que contarme que más paso con el
Adonis?.
Nos sentamos en una de las mesas y le hice señas a Xander de que se
eche.
-Anda, suelta el rollito que te traes.
-Que no es ningún rollito, el miércoles mientras estaba en una cena de
negocios me lo cruce en los servicios, y terminamos besándonos como
locos…
-¿Estas de broma? ¿Y después dices que no tienes nada con él?.- me
interrumpió.
-Déjame terminar, me solté y le plante una torta en la cara al grito de
¡Serás capullo¡ y me marche.- se echó a reír como loca mientras se
agarraba el vientre y se mecía de atrás a adelante.
-¿Ya te has divertido lo suficiente?.- no me prestó atención y se levantó
a por unos cafés.
-¿Capuchino de vainilla? Ha llegado hace unos días y es delicioso.
-Vale.
-¿Y no piensas tener una cita con él, o aunque sea un buen polvo?.
-No, no puedo hacerlo, hay algo en el que me aterra, y me
desequilibra, es peligroso, lo presiento.- Caty no sabía de mis prácticas
sexuales alternativas. Confiaba en ella, claro que sí, le había contado sobre
mi familia y mi pasado. Pero en este caso tenía más que ver con el miedo a
que me juzgue y perder a una de mis pocas verdaderas amigas. Así que
preferí callar.
-De acuerdo, si eso sientes, tus razones tendrás. Mejor ir con cuidado.
¡Aunque me muero de ganas de conocerlo!
-Busca en internet, seguro encontraras alguna foto de él, es rico.- dije
quitándole importancia. Saco su iPad y tecleo su nombre rápidamente. Sus
verdes y rasgados ojos se abrieron como platos.
-¿Este es tu Adonis?. ¡Madre mía! Pero si se parece al actor americano,
ese de White Collar.
-¿Matt Bomer? Sabes que, tienes razón, no lo había notado antes, pero
ahora que lo dices es cierto, solo que Dante, es bastante más grande.
-¡Esta para comérselo! En todas las fotos aparece con una belleza
diferente del brazo. Seguro apenas te vio, cayo a tus pies.
-Puff, ¡ni te cuento! Y con las fachas que traía yo...- me mofe.
-¿Esa barby desnutrida no es la actriz de la telenovela de moda?.-
Estire el cuello para ver la foto y ella me cedió el aparato.
Dante lucia como un sueño húmedo en ese esmoquin que se ajustaba
perfectamente a su cuerpo. No mostraba ni una mísera mueca de sonrisa,
su cara seria e ilegible. A su lado una guapa rubia enfundada en un vestido
rojo adornado con pedrería se aferraba a su brazo como si este fuese un
salvavidas en medio del océano, y mostraba una sonrisa que no cabía en
su rostro. Sentí que eso me molestaba, definitivamente estaba perdiendo la
razón.- Ni la menor idea de quién es la lagartona.- espete como una víbora
venenosa. Caty volvió a hacerse del iPad y siguió en su búsqueda. Estaba
en una misión, quería averiguar quién era Dante Navarro y por qué yo, lo
consideraba un peligro.
-Aquí habla un poco de su vida privada. Cuenta que es hijo de Manuel
Navarro un antiguo león financiero. Dice que Dante a muy temprana edad
se adentró en el mundo de las finanzas, ganando fama además de sus
primeros millones. Esta soltero y que cambia de mujer como de camisa.
No se le conoce ninguna relación. Tiene un hermano y una hermana,
ambos menores, y que los crio su padre cuando su madre los abandono
para huir en busca de fama a Francia.
-Valla… ¿todo eso cuenta?.- dije incrédula de las cosas que me había
enterado de él.
-Así es, “Ricos y Famosos”.
-Venga ya déjalo, ¿vale?.
-Ya! ¿Qué tal si tú y yo esta noche nos vamos de copas al bar de Paco?.
-Vale, pero debe ser temprano, a las once tengo una cita. ¿Digamos que
paso por ti a las siete?.
-¿Sales con el editor otra vez?.
-Si eh quedado con el.- dije para evitar las explicaciones que no podía
darle. -Te veo luego- la salude mientras nos íbamos.
En mi cabeza seguía dando vuelta la información sobre Dante.
Tampoco la ha tenido fácil. Marque a Thomas para invitarlo a que se nos
una en lo de Paco y acepto encantado. Quedo en pasar por mí antes de las
siete.
Cuando llegamos a casa, me dedique a doblar y acomodar la ropa
limpia, Xander se metió de lleno a devorar su comida. Cambie la canción
que estaba sonando por Im A Bitch Im A Lover de Alanis Morissette.y
bailaba mientras me quitaba la ropa y me metía en la ducha. Decidí
pasarme la rasuradora, me hacia la depilación láser, pero de vez en vez
debía hacer esto. Me seque el cabello y me senté en la cama a pintarme las
uñas de las manos y los pies de un rojo sangre tentador. Elegí
cuidadosamente el conjunto de ropa interior. Me decidí por un body
ceñido en negro que además tenía liguero y me sostenía las delicadas
medias negras con una línea en la parte trasera de cada pierna. Xabi es
fetichista y sabía que esto lo volvería loco. Estaba muy dispuesta a
pasármela bomba esta noche. Encima me puse un vestido negro muy
ajustado y corto de mangas largas, que cruzaban rayas anchas en distintas
direcciones revelando rastros de piel, por la transparencia. Stilettos rojos
que alargaban aún más mis piernas. Volví al espejo, cuidadosamente
levante mechón por mechón de mi largo pelo y lo fundí en una maraña
que lucía de peluquería. Me esfume los ojos dándole más sensación felina.
Tape las ojeras y cualquier rastro de imperfección, rubor en las mejillas,
abundante rimel y los labios del mismo rojo que las uñas. Acompañe el
conjunto con unas hermosas argollas de oro blanco, que Tomy me dio en
mi cumpleaños. Me llego un mensaje de mi primo avisándome que ya
estaba en la puerta. Cogí la chaqueta de cuero negro, un sobre pequeño y
discreto, metí el móvil, la tarjeta de crédito, algo de efectivo, mi
identificación, el labial y unos condones. Rellene los cuencos de Xander,
lo bese en la coronilla y antes de irme di una vuelta, solo para él. El
respondió girándose también y con un ladrido en señal de aprobación, le
sonreí y me fui. Al llegar a la acera, Tomy tecleaba algo en su móvil
dentro de su reluciente Ferrari rojo. Cuando me vio, silbo.
-¡Guapísima como siempre!.
-Xander opina lo mismo.- le dije guiñándole un ojo.
La noche prometía ser una muy buena.
-¿Quien te hace sonreír como tonto principito?.
-Una pollita.- dijo divertido.
-¿Una pollita, Johnny Bravo?.- solté una carcajada unos decibeles más
alto de lo normal. –¿Te has liado con ella en Londres?.
-Sí, la conocí en mi última noche. Salí de copas con los colegas y ella
estaba con amigas en una despedida de soltera.
-Vaya, vaya. Pareces emocionado primo. ¿Finalmente te han pillado?
-La única mujer de mi vida eres tu preciosa, lo sabes. Caroline es muy
dulce y divertida, veremos cómo va.- note que trataba de quitarle
importancia, pero yo sabía que esa mujer le gustaba y mucho. Me tendió
su Smartphone y dijo.
-Mira las fotos, es la rubia de risos con la enorme sonrisa.
-¿Veré algo comprometedor que afecte mi sensibilidad?
-No creo que tú, la princesa sadomaso, se asuste de nada que tu
inocente primo pueda hacer.- dijo con una fingida inocencia que me hizo
reír como loca. Busque en su móvil hasta que encontré una hermosa foto
de Tomy junto a una pequeña mujer de risos rubios. Lucia encantado en su
compañía. Mi sonrisa se ensancho, adoraba verle feliz.
-Vuestros hijos se parecerán a ricitos de oro.- me mofe. Ambos reímos
y con fingido enfado saco el móvil de mis manos.
Bajamos del auto en la puerta del piso de Caty, dejamos el auto allí, el
bar de Paco estaba al final de la calle. Tomy llamo insistentemente al
telefonillo del edificio. Y Caty con voz ofuscada replico.
-¿Si, quien se ha pegado al timbre?
-El protagonista de todos tus sueños, preciosa.- le soltó Thomas. No
pude contener la risa.
-¡Vin Diesel! ¡Me encontraste!.- Grito emocionada.
-Venga, baja listilla.- le replico.
Llegamos al bar y estaba a tope, nos acercamos a la barra y Paco al
vernos, nos hizo señas de que vayamos para atrás. Teníamos una mesa
especial al fondo del local que siempre ocupaba nuestro grupo. Nos
dirigimos ahí. Y ya estaban sentados Sofi y Marco. Paco se nos unió
enseguida con varios tragos y algunas tapas. Entre risas, anécdotas y
conversaciones cruzadas pasamos un gran rato entre amigos. Las chicas
nos aventuramos, incluso, a bailar un rato. Siempre la pasábamos bomba
allí.
-¿Qué hora tienes?.- pregunte a Tomy al acordarme que había quedado
con Xabi, entre las diez y las once.
-Cuarto para las once.
-La hora se me fue rapidísimo. Debo irme.- me levante de la silla, me
coloque la chaqueta de cuero, tome mi sobre y me disculpe.
-Siento mucho abandonarlos, pero eh quedado con un amigo.- Como
era de esperarse se mofaron de mí. Me despedí de todos con besos
sonoros.
-Pásatelo de lujo.- murmuro Caty en mi oído y yo sonreí.
-Venga te llevo.- dijo Tomy apurando su copa.
-Llamo un taxi, no te preocupes, tú disfruta la noche.
-Estás loca si crees que dejare que andes por ahí así vestida.- Mirando
a Caty remato. –Tú espérame aquí que ya vuelvo.
No tardamos nada en llegar a nuestro destino, estábamos bastante
cerca. Le di un beso en la mejilla y el me regalo una de sus hermosas
sonrisas y me baje a voladas.
Por fuera el lugar parecía un viejo deposito abandonado. Ladrillos a la
vista, enormes ventanas tintadas de negro con el logo del local y una
gigantesca y pesada puerta doble de acero. Encima un lujoso cartel en
letras góticas en rojo y negro anunciaba que se trataba de “El templo de
Hades”, era el club BDSM más exclusivo que conocía, el lugar me
encantaba. Llame al portero y al segundo un enorme hombre me abrió una
de las puertas. Me gire para saludar con la mano a Tomy que esperaba
pacientemente a que estuviera dentro para irse.
-Buenas noches Señorita.
-Buenas noches.- dije mientras buscaba mi tarjeta de socio en el sobre.
Era negra con un grabado en plateado que citaba El Templo de Hades
Miembro exclusivo Lexy Vázquez. Solo se podía acceder a su interior
siendo miembro. De esa forma evitaban curiosos y gente desagradable. El
lobby era completamente negro y suavemente alumbrado por tenues luces
rojas, estaba el mostrador en metal negro decorado con llamas que daba la
impresión de movimiento. Una bella morena con el uniforme del local me
recibía con una sonrisa. Le tendí mi tarjeta y teclee la clave. Ella confirmo
que todo esté en orden y volvió a sonreírme mientras me la devolvía.
-Que pase una buena noche.- dijo. Al lado de ella había una puerta que
suponía sería un deposito, en frente estaba el guardarropas. Deje mi
chaqueta y me dirigí hacia las pesadas cortinas negras que eran la antesala
al lugar.
Era extremadamente amplio, cautivador, sexy y elevaba el morbo un
grado más. El espacio social era completamente abierto, sobre las paredes
laterales había butacones en forma de C en cuero negro y en el centro de
cada box una mesa baja redonda también en negro, adornada con una
lámpara central que pretendía ser una vela roja. Las paredes revestidas en
color negro con dibujos tribales en blanco, eran adornadas por hermosos
cuadros fetichistas. El piso también era oscuro como si fuera cemento. Del
techo colgaban unas hermosas y lujosas arañas rojas que le daban al lugar
la luminosidad justa. En el centro, cuatro columnas de acero iban de techo
a piso en forma espiral y delimitaban lo que era la pista de baile. Sobre la
roja pared de fondo un gran arco dividía el espacio social del de juego
con las mismas cortinas densas y negras de la entrada pero abiertas
ligeramente por cuerdas doradas. A cada lado del arco largas barras de
metal negro con las mismas llamas vivas del recibidor. La música era en
su mayoría Dark, la sexy melodía de Whore de In This Moment inundaba
el ambiente. Cruce el lugar mientras saludaba a algunos conocidos, hasta
llegar a la barra donde Xabi me esperaba, mientras venia le había
mandado un mensaje avisándole que estaba de camino y me dijo que me
esperaba en la barra de la derecha.
Y así era, estaba parado con un brazo apoyado en la barra y charlaba
animadamente con una pareja. Xabi era apuesto, pero no era mi estilo de
hombre. Alto, delgado, su cabello rubio terminaba en picos sobre su
cabeza, sus rasgos eran muy delicados lo que le daba un aspecto algo
andrógino, llevaba una barba candado muy pulcra que era lo más
masculino en él. Lucía un ajustado pantalón de cuero negro y unos
borcegos por encima junto a una camisa negra abierta tres botones. Se
llevó el vaso de whisky a la boca y pude ver que llevaba la pulsera de
cuero con pinches que tanto me gustaba. Le daba un aire peligroso. Que no
iba con su aspecto, pero era un lobo con piel de cordero. Su lado sádico
me ponía como una moto.
Me acerque y finalmente me vio, me sonrió con algo de travesura en
sus hermosos ojos grises.
-¡Hola belleza!.- dijo mientras me tomaba de la cintura y me acercaba a
él, beso mi mejilla y me presento a sus acompañantes, eran una
encantadora pareja de ecuador que estaba de visita en Madrid y un amigo
les había recomendado no marcharse sin pasarse por el templo.
Charlamos durante un rato, era gracioso como en un sector todo parecía
de lo más normal y corriente y detrás de las cortinas, todo era sexo,
morbo y perversiones.
Me dio un sonoro y certero azote en el trasero y tocándole el hombro
al otro hombre dijo.
-Ha sido un placer conocerlos, espero que se la pasen bomba aquí.
Pero debo ocuparme de esta belleza.- Beso la mano de la mujer, yo
alcance a despedirme con un gesto de la mano, me asió apoyando su mano
en mi cintura baja y nos encaminamos hacia la zona de juegos.
Este sector conservaba las mismas enormes medidas y el color del
anterior. Del lado derecho se encontraban los amplios baños de Hombre y
Mujer respectivamente. Frente a ellos, del lado izquierdo, estaba la zona
de las duchas. Seguidas por la de los vestuarios en ambos lados, separado
del resto por paneles acolchados en terciopelo negro con rombos
marcados por botones. Unos percheros plateados colgaban de ella
acompañados por butacas en cuero negro. Luego el lugar se abría a las
salas. Cada espacio de juego delimitado por los mismos paneles de
terciopelo y las cortinas con cuerda que se repetían, si no querían ser
vistos se cerraban y nadie entraba, si no te importaba que te miren se
dejaban abierta. Las reglas del lugar eran claras y respetadas por todos.
Cuando te convertías en socio te entregaban un pergamino con las reglas y
buenas costumbres del lugar. Nadie podía tocarte sin tu expreso
consentimiento. La zona de desnudes se limitaba al sector de juegos, así
como la zona para mantener relaciones sexuales de cualquier índole. Junto
con lo que las cortinas cerradas significaban. Cerradas, era una sesión
privada.
Cada una de las salas de juego era diferentes. Estaba la de las cruces de
san Andrés, los potros para azotes, los bancos sexuales, la de los
columpios sexuales. La de suspensiones, donde unas anillas colgaban del
techo. La de jaulas con sus respectivos cuencos. La de cepos. Una para los
juegos con cera y agujas. Unas camillas que cambiaban de forma para
diferentes posiciones, y al final cuatro salas con camas redondas. En cada
una de ellas, distintos elementos de juego y de castigo, mesas de apoyo,
butacas de cuero negras, un perchero y un expendedor de condones y otro
de gel líquido. Casi en la mitad del pasillo una escalera flotante de acero
daba a un entrepiso que debía ser la oficina del dueño del local, con
puertas dobles en el mismo material de los paneles y la única pared visible
era mitad madera mitad vidrio, lo que me imaginaba le daba una vista
panorámica de todo el local, ya que ninguna pared divisoria llegaba al
techo. Imagine que al propietario le gustaba tener todo bajo su estricto
control. No había nada dejado al azar el lugar cumplía las expectativas de
cada miembro sin dejar ninguna fantasía fuera, había para todos los
gustos. Valía cada centavo de su cuota mensual.
Nos metimos en la sala de las cruces. Deje mi sobre y el vaso con ron
con cola en una de las mesas y Xabi hizo lo propio con el suyo, acomodo
el bolso sobre uno de los bancos. Una pareja estaba terminando. El Amo
liberaba a su sumisa de las abrazaderas de cuero de una de las cruces.
Dulce y suavemente le beso las muñecas, el cuello y la boca, la abrazo,
nos dedicó una sonrisa y salieron.
-Bien belleza, tu pones las reglas, como siempre.
-Tu juego.- le dije
-Perfecto, quítate el vestido.- ordeno. Me lo quite por encima de la
cabeza, mientras el acomodaba los juguetes que usaríamos en una de las
mesas. Apoye una mano en ella y me lleve otra a la cintura, cruce los pies
y en tono juguetón le dije.
-¿Y bien?.- giro para mirarme, paseo sus ojos lentamente de arriba a
abajo, se relamió los labios y su mandíbula cayo. Sus ojos se oscurecieron
hasta quedar negros.
-Gira para que te vea bien.- eso hice pero muy lentamente para que
pudiera absorber cada parte de mí, había elegido a conciencia lo que
llevaba, sabiendo que lo volvería loco. Se acercó a mí con un gesto felino,
me cogió por el trasero fuertemente con una mano, con la otra me tomo
del pelo, tiro mi cabeza hacia atrás y paso su lengua desde la unión de mis
pechos, por mi cuello, hasta mi mentón, aflojo levemente el agarre de mi
pelo para tener mi boca a su alcance. Lamio cada uno de mis labios y me
dio delicados toques para que la abriera, cuando separe mis labios y un
gemido escapo de mí, mordió mi grueso labio inferior. Me beso con
pasión y la mano que me sujetaba una de mis nalgas se movió hasta
hundirse entre medio de ellas. Apreté mi pelvis a su erección y clave mis
uñas en sus hombros, mi contacto lo apasiono más y mordió y chupo mi
lengua.
-Ahhh.- jadee. Me soltó bruscamente y me giro, me llevo hasta la cruz
por el pelo y yo me volvía loca. Nuestros encuentros eran violentos y
pasionales. Y a ambos nos encantaban. Aseguro mis muñecas a las
abrazaderas de cuero que colgaban de cada punta de la cruz. Paseo
lentamente sus manos por mis brazos, la espalda, el trasero y cuando se
agacho me dio un mordisco en una nalga, la lamio y me dio un azote seco
que me hizo estremecer. Me acaricio las piernas y sujeto mis tobillos en
las puntas inferiores. Se levantó, puso una mano entre mis omoplatos y me
empujo hasta que mi torso quedo pegado a la madera, me sujeto un pecho
con fuerza y mientras mordía el lóbulo de mi oreja susurro.
-Eres tan ardiente que me duele.- la mano que estaba en mi pecho viajo
a mi garganta, apretó suavemente y yo me arquee. Su otra mano comenzó
a masturbarme desde atrás. Mientras daba pequeños mordiscos en mi
cuello y hombros. Ya estaba muy excitada y ni siquiera habíamos
empezado.
-¿Cuál es tu palabra de seguridad belleza?.- susurro en mi oído.
-Rojo…- dije en un hilo de voz. Entre nosotros no había amarillo,
todo era al límite. Se apartó de mí y yo me enderece un poco, apoye la
frente en la fría madera que me sentó de maravilla, saque todo el aire de
mis pulmones. Escuche que saludaba a alguien, así que supuse que
teníamos público, y mi lado voyerista sonrió.
-Voy a taparte los ojos, quiero que solo te concentres en disfrutar.-
volvió a acercarse a mí pero sin rozarme, por lo que curve más mi cintura
hasta que mi trasero toco su palpitante cremallera. Y su risa me hizo
cosquillas en la nuca. Me vendo los ojos con un pañuelo de seda negro y
volvió a susurrarme.
-Quiero que estés quieta mientras te azoto, si te mueves lo hare más
fuerte.
-Si…- se alejó unos pasos, los suficientes para poder azotarme con
comodidad. La oscuridad trajo a mi mente a Dante, lo que me hizo
morderme el labio inferior con tanta fuerza que sentí el sabor metálico de
la sangre en el paladar. Otra vez se estaba metiendo sin permiso en mi
juego con otro. Inmediatamente la sensación de que estaba con él en esa
sala hizo que se me contraiga el útero y sentí una punzada en el clítoris. El
resto de mis sentidos se agudizaron por lo que oí cuando el cat cortó el
aire al alzarse. La expectativa me incendio. El golpe de 9 colas de cuero
trenzado dio certeramente en mi trasero. La picazón del azote comenzó a
expandirse por mi piel, y me curve y gemí del placer. La sensación que el
límite del dolor y el placer me daban era como una droga. La secuencia y
la fuerza de los azotes fueron aumentando, a medida que yo me retorcía de
placer, justo como él me había avisado. Cuando estaba llegando al climax,
paro. Apreté mis manos contra las cadenas y tire de ellas, deje caer mi
cabeza hacia atrás en busca de aire. Se acercó a mí y masajeo con dulzura
mis nalgas ardientes, el escozor me recorría cada centímetro de la piel,
llevándome casi a la locura.
-Trata de normalizar la respiración, inspira por la boca y exhala por la
nariz. ¿Tienes sed?.- pregunto en mi oído mientras seguía con sus caricias.
Solo pude hacer un gesto de negación con la cabeza. Beso mi hombro y se
alejó. De nuevo la expectativa embriagadora y la incertidumbre de no
saber qué iba a pasar. Esta vez no pude escuchar la antelación del azote. Un
ruido seco y una quemazón me avisaron que el elemento había cambiado.
Esta vez era una paleta gruesa. Era mucho más dolorosa que el cat, su
golpe era más amplio y centrado, quemaba cada vez que se encontraba con
mis nalgas. Grite y me retorcí. Pero él sabía que no debía parar, yo estaba
en el nirvana. Sus azotes tomaron un ritmo lento y torturador. Gemí, grite,
jadee, tire más de las cadenas, me retorcí. Sentí que el orgasmo crecía a
mares por cada fibra de mi cuerpo. Estaba a punto de correrme. Los
salvajes ojos azules de Dante me miraron con deseo y su severa voz me
ordeno <<Córrete para mi>> y me deje ir. Xabi lo noto y se detuvo. Aun
sentía los asoladores espasmos en las paredes de mi vagina. Volvió a
repetir el masaje a mi trasero y en un susurro le dije.
-Gracias…
-Ha sido un enorme placer ver que te corrieras. Me doy por pagado.-
cuando mi respiración retomo un ritmo normal, me libero, primero las
piernas, luego una mano y haciéndome por la cintura, por si no era capaz
de mantenerme en pie, finalmente me soltó la otra. Sentí el cuerpo
gelatinoso, sin fuerzas. Aun con los ojos vendados Xabi me cargo y me
llevo hasta el banco, me sentó sobre su falta y me quito la venda de los
ojos. Mis ojos tardaron un poco en acostumbrarse al ambiente y cuando
levante la vista la mente me jugo una mala pasada y creí que el hombre
que se alejaba de la sala era Dante. Pero estaba segura que se debía a mis
nublados ojos y el desgaste del momento. Xabi tenía un brazo enredado en
mi cintura y con la otra mano dibujaba pequeños círculos en uno de mis
muslos. Me dio un pequeño beso en el hombro y le sonreí con dulzura.
-Eres tan hermosa, ¿sabes que me encantaría que fueras solo mía, no?
-Sabes que ese no es mi juego, la pasamos bien juntos, nos conocemos
y tenemos confianza, ¿No es suficiente?.
-Belleza algún día, tampoco será suficiente para ti, créeme.- pase mi
mano por su pelo y lo bese en los labios. Esperaba que la conversación
hubiera terminado.
-Ahora nos ocuparemos de ti.- le dije, me levante, la gente que
observaba la sesión, ya había abandonado la sala. Solté las cuerdas, cerré
las cortinas, y me arrodille entre sus piernas. Abrí la bragueta que parecía
estar a punto de explotar por su erección. Tome su grueso pene con ambas
manos, levante la cabeza, lo mire a los ojos y me relamí. Ese simple acto
lo hizo jadear. Me agarro del pelo se acercó y me beso con furia. Cuando
me soltó, apoye el trasero sobre mis talones y lamí toda la extensión de su
miembro. Él se hecho hacia atrás apoyando la espalda en la pared. Llene
mi boca de saliva y me lo metí lentamente entre los labios, hice un poco de
presión sobre su glande y el gimió. Acomode mi boca para albergarlo
entero, me tomo del pelo y me sostuvo unos segundos inmóvil. Mientras
yo con la lengua hacia una leve presión. Con un ritmo parejo y constante
lo chupe mientras mis dedos acompañaban el movimiento. Sus latidos se
hacían más fuertes y supe que estaba a punto de correrse.
-Voy a correrme…- murmuro entre gemidos. Apure mis acometidas y
me lo introduje tan al fondo como podía. Y se corrió en mi boca. Mientras
lo dejaba, succione cada gota de su placer.
Levante la cabeza me pase el dedo pulgar por la comisura de la boca
mientras lo miraba. Me encantaba ver como un hombre se deshacía en mis
manos.
Me levanto tomándome por la cintura y me sentó a horcajadas encima
de él.
-Quiero ver que te corras otra vez.- dijo mientras bajaba una mano
hasta mi entrepierna que seguía tan húmeda como antes. Con la otra mano
me apretó más de la cintura acercándome a su cuerpo. Con los dientes me
bajo el corset y se ayudó con la mano para dejar mis pechos expuestos.
Lamio uno de mis pezones mientras sus dedos se hundían en mi vagina,
gemí y mordió el hinchado pezón que tenía en la boca, quebré más la
cintura y volvió a sujetarme con fuerza, lo tome del pelo y le di un tirón y
volvió a morderme. Con fuerza arremetió un tercer dedo en mí. Se dedicó
al otro pezón sin dejar de masturbarme. Levanto la cabeza y me beso con
lujuria, saco los dedos de mi interior y me los ofreció para que los
pruebe, tome su mano y lamí cada uno de ellos. Volvió a besarme.
-Hmmm sabes maravillosamente…- desgarro un condón y se lo puso.
Me levante un poco para poder desabrochar mi body. Me apretó contra su
pecho y me penetro de una sola estocada. El sonido cadente de nuestras
respiraciones y jadeos se hizo más veloz. Con una mano me agarro el
trasero y comenzó sus embestidas mientras me daba leves azotes en la
nalga.
-Me encanta follarte, estas tan apretada.- el ritmo de sus acometidas me
encantaban, ardía de placer. Y el climax me volvía a alcanzar. Tire la
cabeza hacia atrás y con mis manos aun enredadas en su pelo tire de él.
Cerré los ojos disfrutando al máximo del momento y ahí estaba el otra
vez, entrometiéndose en mi vida, metiéndose bajo mi piel.
-Sí, así…- dijo Xabi apretando los dientes.-Córrete para mi belleza.- y
la voz de Dante en mi cabeza me reprocho. <<No, córrete para mí, solo
para mí>>. Y mi cuerpo obedeció.
Xabi se estremeció bufo y se dejó ir. Apoyo su frente en mi pecho y yo
lo apreté más a mí.
-Joder, eres perfecta.- sonreí ante sus palabras, y le bese la coronilla.
Nos quedamos así hasta que recobramos la compostura. Nos arreglamos
un poco la ropa, tomamos las cosas y nos dirigimos hacia las duchas.
Mientras terminaba de vestirme me ofreció algo de beber y se lo agradecí.
Volvió con un vaso de ron con cola que me supo a gloria, tenía la
garganta seca. Reímos y bromeamos como siempre. Las cosas eran fáciles
con él.
-Vamos te llevo a tu casa.
Llegamos a mi piso y me despedí dándole un pequeño mordisco en el
labio inferior y le prometí que lo llamaría. Al entrar en casa Xander me
esperaba como de costumbre. Le regale unos cuantos mimos y me aliste
para dormir, estaba agotada, las sesiones siempre me dejaban de cama, la
gran descarga de adrenalina me sedaba.
El domingo fue grandioso, Tomy y yo disfrutamos de una vista
excepcional del gran Derby español. Y rematamos la noche con una cena
casera en casa.
La semana fue caótica, la exposición estaba a la vuelta de la esquina y
aún tenía que ocuparme de muchas cosas. Elegir el catering, prepararme
para las entrevistas, verificar que la iluminación sea correcta. Volvía a
casa muy entrada la noche, y caía rendida en la cama. Siquiera tuve
demasiado tiempo para pensar en Dante y cuanto me afectaba. Lucas me
había mandado un hermoso ramo de rosas rojas de tallo largo junto a una
nueva invitación a cenar, haciendo abuso de cuánto tiempo me llevaba
preparar la muestra, pude librarme sin demasiados inconvenientes.
El viernes a la noche quede con Tomy, Caty, Sofi y Marco en lo de
Paco. Cenamos algo ligero y luego me acompañaron a la galería,
debíamos colgar las fotos y la ayuda me era muy necesaria.
Les entregue el diagrama de sucesión, había confeccionado
obsesivamente como iban a ir dispuestas, las fotografías con sus
respectivos pie de presentación estaban listas, así que montarlo fue
bastante sencillo. Nos pusimos a ello, y para las dos de la madrugada ya
todo estaba listo.
-Hola pequeño, lamento la tardanza, ¿Cómo has estado?.- pregunte a
Xander mientras le rellenaba sus cuencos y le regalaba unos cuantos
achuchones. Me zambullí en la acogedora cama boca abajo y con los
brazos abiertos en cruz, estaba echa un lio…
El estridente sonido de Before I Forget de Slipknot me sobresalto.
Confundida intente girarme y caí con todo mi trasero al suelo.
–¡Maldita sea!.- maldije mientras me sobaba, mire alrededor y me di
cuenta que me había quedado dormida con la ropa y las botas puestas.
Xander me miraba entretenido, y no pude evitar reírme. El reloj marcaba
las 10:35 am, me di una ducha, desayunamos, ordene un poco la casa, hoy
no era posible hacer una gran limpieza, quería estar lo más relajada
posible antes de la exposición, salimos a dar un pequeño paseo hasta un
parque cercano. Deje a Xander en casa, y me encontré en el centro
comercial con Caty y Sofi para almorzar y hacer unas compras, necesitaba
un lindo vestido para la noche. Pasamos por el salón de belleza a darnos
un buen capricho. Mi cabello era largo, me llegaba hasta la cintura y era
de un color chocolate que daba antojo, decidí hacerme unas luces rojas.
Mientras tanto me daban una relajante pedicura. Le pedí al asistente que
recortara un poco mi pelo. –Solo las puntas, para darle algo de forma y
movimiento, pero que no se te valla la mano que me gusta largo.- le
advertí. Mientras otra mujer trabajaba en mis manos. Para esa noche
quería lucir un peinado limpio y cómodo, así que le pedí que lo alisara y
opte por una cola de caballo alta, con el flequillo un poco elevado.
Para cuando llegue a casa, aún faltaban más de dos horas para ir a la
galería, puse una música suave que me relajara, Fix You de Coldplay, fue
la elegida, llene la bañera con mis sales y esencias preferidas y con mucho
cuidado de no arruinar el magnífico trabajo de mi pelo, me metí en la
bañera con una coronita helada y el antifaz de gel. El espumoso baño
cumplió su cometido, termine muy calmada y serena. Escogí un bello
conjunto de ropa interior negra de encaje, me puse mi recién adquirido
Marc Jacob azul marino, era precioso y acentuaba todas las cuervas que
debía, tenía los hombros ligeramente cuadrados y elevados como
futurista, y se ceñía a la figura por su corte tubo por encima de las
rodillas, lo acompañaba un colorido retaso de seda a modo de cinturón.
Unos impresionante tacones Louboutin negros de plataforma con tiras de
cuero hasta el tobillo, terminaban el conjunto. Ojos esfumados y
tentadores labios carmín. Volví a rellenar el plato de Xander.
-¿Cómo me veo?.- y el como era habitual, soltó un ladrido de
aprobación. Le bese el hocico, cogí el tapado negro entallado que me
llegaba a las rodillas, el sobre con mis cosas y en ese momento sonó el
telefonillo.
-¿Diga?.
-Señorita Vázquez, me envían de la Galería Wachler para recogerla.-
Raquel, la curadora y dueña de una de las galerías de arte más importante
de Madrid, había insistido en enviar un coche para que me recoja, a pesar
de haberle dicho que no era necesario.
-Enseguida bajo.- conteste. Al llegar al lugar, por supuesto aún estaba
vacío, faltaban unos veinte minutos para las ocho, que era el horario
establecido para el comienzo de la muestra. Apenas entre vi a Raquel
hablando con los meseros y las encargadas de las ventas y dando
instrucciones precisas de cómo debían hacerse las cosas. Era una mujer
bella, de unos 45 años pero muy bien conservada, estatura media, curvas
generosas y su pelo de corte carre rubio, tenía unos bonitos ojos azules.
Pero lo que más llamaba la atención de ella no era su aspecto, la mujer era
muy segura de sí misma, característica que siempre encontraba fascinante.
Trate de absorber todo mientras giraba sobre mis pies. El espacio era
amplio y abierto, las paredes de un inmaculado blanco, los pisos de
mármol claro, en el centro dos enormes columnas cuadradas iban de piso
a techo separadas por unos metros entre sí. Las fotografías lucían
hermosas con la luz del lugar, en la entrada un caballete sostenía un cartel
que anunciaba la muestra. “La Galería Wachler presenta a Lexy Vázquez y
su colección Emociones”. Junto a una mesa completamente de vidrio que
albergaba la folletería de mano que explicaba el tema, la secuencia en que
debía ser vista la colección y cada fotografía junto a otros datos de interés.
Entre ambas columnas una enorme mesa de vidrio invitaba a servirse
entremeses y todo tipo de finger food. Los meseros llenaban copas con
vinos finos blanco y tinto, y servían el champagne.
-Ah que se ve esplendido, ¿no crees?.- me sorprendió Raquel con una
voz cantarina, su tono me irritaba.
-Maravilloso, es justo lo que tenía en mente.
-Dame tu abrigo y bolso y los dejare en la oficina.- le entregue las
prendas y fui hasta el final del espacioso lugar donde se encontraba el
mostrador y detrás de él, estaba sentada Lucero con esos enormes lentes
que le tapaban la mitad de la cara.
-Buenas noches Lucero, ¿cómo estás?
-Señorita Vázquez, muy bien y ¿usted?
-Te eh dicho mil veces que me llames Lexy, ¡por favor!.
-Lo siento, luces maravillosa.- le agradecí con una sonrisa. Recorrí el
lugar y sonreí al ver la fotografía de Xander, estaba girando en el aire en
busca de una pelota, se podía apreciar cada uno de sus agiles movimientos.
-¡Impresionante!.- reconocí enseguida la voz de Tomy y me gire a su
encuentro.
-Sí, ha quedado muy bien.- musite mientras le besaba ambas mejillas,
junto a él estaba Caroline, la pequeña de rizos rubios y sonrisa enorme se
agarraba a su brazo con cariño y me sonreía.
-Sí, el lugar tampoco luce nada mal.- dijo guiñándome el ojo.
-Preciosa te presento a mi amiga Caroline.- en un perfecto inglés.
-Encantada de al fin conocerte Caroline, Tomy me hablo mucho de ti.-
respondí también en el mismo idioma, desde los 6 años hablaba un inglés
muy fluido, al igual que toda mi familia.
-Lo mismo digo, también eh oído mucho de ti, el lugar se ve
precioso.- su tono era como el de una pequeña niña, voz cantarina y
alegre. Hablamos un rato sobre sus impresiones sobre Madrid, llevaba
tres días aquí y planeaba quedarse una semana más, tratando de ser tan
agradable como podía le ofrecí que en la semana la llevaría de compras y
por unos café y ella accedió encantada. La gente comenzó a llegar y
rápidamente el lugar estuvo colmado. Mis amigos fueron los primeros,
Caty, Sofi, Marco y Paco, coleccionistas, críticos de arte, prensa
especializada y varios ricos y famosos locales les sucedieron. Me dedique
esmeradamente a cumplir mi papel, recorrí el lugar dando pequeñas
observaciones y aclarando las dudas de los interesados. Raquel me
presento a varias personas y repetí casi mecánicamente mil veces sobre
que iba la muestra.
Estaba hablando con un coleccionista conocido, Alberto Cierra jamás
se perdía una exposición mía, y tendría unas diez de mis fotografías,
cuando oí que Raquel me llamo por mi nombre, al girarme vi que hablaba
con dos hombres, y bajo mi gran sorpresa ahí estaba el, mi sueño húmedo
en carne y hueso. Dante me miraba con los ojos como plato, lucia tan
sorprendido como yo.
-Disfruta de la exhibición Alberto.- me despedí mientras le tocaba el
antebrazo. Mientras más me acercaba a él, más sentía como se me
aflojaban las rodillas y mi corazón latía con furia. Una vez más su aspecto
me quieto la respiración, ¿algún día dejaría de pasarme eso al verlo?.
Traía un traje gris claro que se amoldaba a la forma de su cuerpo, una
camisa rosa pálido y una corbata negra con rayas diagonales en blanco.
Desee con todas mis fuerzas colgarme de su cuello y besarlo con
verdadera devoción. Sus ojos me recorrían entera y sentí que me
desnudaba con la mirada.
-Lexy te presento a Mariano Gutiérrez y Dante Navarro.- dijo Raquel
señalando a cada uno. Le tendí la mano al acompañante de Dante y este me
beso la palma.
-Es un enorme placer finalmente conocerte Lexy, soy un admirador de
tu trabajo.- dijo en un tono encantador. Mariano era a su manera tan
apuesto como Dante. Alto, cuerpo delgado pero atlético, cabello cobrizo y
unos seductores ojos avellana. Llevaba un impecable traje negro a rayas
que le lucia muy bien.
-Muchas gracias, espero que disfrutes la muestra y encuentres una
emoción para ti.- le tendí la mano a Dante la tomo, pero se acercó y me
beso en las mejillas. Su contacto era tan dulce, que sentí un escalofrió
recorrerme la espalda, saque mi mano con delicadeza y tome una copa de
champagne que me ofrecía uno de los meseros.
-Yo ya tengo el placer de conocerla.- dijo Dante mirando a Raquel que
estaba embelesada ante esos hombres.
-El tema me parece muy interesante, pero cuéntame, ¿cómo se te
ocurrió?.- me inquirió Mariano con una enorme y curiosa sonrisa.
Encantada de poder explicar mi visión y restarle atención a mi Adonis,
dije.
-Porque la vida está plagada de emociones, ¿No crees? Pequeños
momentos en el que experimentamos un montón de sensaciones
diferentes, algunas más placenteras que otras. Y me resulto fascinante
tratar de captar cada una de ellas.
-Traes toda la razón, y es un placer disfrutarla.
-¿Has encontrado tu emoción?.- dije mirando a Dante con ironía.
-Diría que llevo unas semanas encontrándomela.- respondió con
suficiencia.
-¿Y qué emoción representa esta?.- Mariano señalaba la fotografía
“Despertar”, mostraba una flor de loto en blanco y negro abriéndose
sobre el agua lodosa. Era una de mis favoritas, y para mi tenía un
significado especial.
-Sería difícil explicártelo, las emociones que captamos de las cosas
varían de persona a persona, por eso ninguna de las fotos lleva el nombre
de una emoción. Para que cada quien encuentre la suya.- este me sonrió y
asintió.
-Compláceme, dime a ti que emoción te evoca.- interrumpió Dante
mirándome como si estuviera desafiándome.
-Esperanza.
-¿Esperanza? ¿Una simple flor?.- dijo sin entender a lo que me refería.
-Hay que saber observar más allá de lo que está a la vista. Y no es una
simple flor, es una flor de loto, y son mis favoritas, contra todos los
pronósticos se las arregla para florecer en un ambiente horrible y hostil. Y
si ella puede hacerlo, no veo por qué yo no lo haría. Eso me da
esperanza.- estaba siendo más honesta de lo que debería. Pero no pude
evitarlo. Me regalo una sonrisa completa y asintió.
-Señorita Vázquez una vez más me ha dejado sin palabras.- su tono era
tan sensual y su cercanía me incomodaba, su aroma, sus ojos encendían mi
cuerpo.
-Decidido, eh encontrado mi emoción, la compro!.- dijo Mariano
mirando a Raquel. Ésta sonrió encantada y giro la tarjeta que descansaba
bajo la foto, para que sepan que ya no estaba a la venta. Fueron juntos
hasta el mostrador, y nos quedamos solos, mirándonos, estudiándonos,
desafiándonos.
-Así que eres fotógrafa, y una muy talentosa.
-A eso me dedico, y en cuanto al talento, depende de quien lo mire.
-Eres fascinante Lexy, cena conmigo.
-Gracias, pero no.
-Es solo una cena, prometo comportarme como un caballero, no
deberás recurrir a la violencia, me mantendré a raya.- sonreí, y recordé
nuestro último encuentro, las mejillas se me encendieron y sentí la
humedad crecer en mi entrepierna.
-Por cierto, no eh podido disculparme por la cachetada, fui impulsiva
y lo lamento.
-Bueno, mi beso también fue impulsivo, aunque para ser honesto, tú
me lo devolviste.- dijo en tono pícaro mientras levantaba una ceja. Ese
simple gesto le daba un aire peligrosamente irresistible. Y mi útero se
contrajo. Mire alrededor en busca de una escapatoria y encontré los ojos
de Tomy que me miraban con precaución. Con una mirada le pedí ayuda y
él lo entendió.
-Me deje llevar por un momento, vale, pero no se volverá a repetir.-
Tomy apareció a mi lado, paso su brazo por mis hombros y me acerco a
él en un movimiento sumamente protector. Mi cuerpo se relajó.
-Estaba buscándote preciosa, quiero presentarte a un amigo que es
crítico de arte.- miro a Dante con recelo y lleno de advertencias. Mi
Adonis hizo lo propio, lo miraba con furia, lo estudiaba. Interrumpí el
duelo de miradas.
-Thomas te presento a Dante Navarro.- ambos asistieron y no dijeron
una sola palabra.
-Disfruta la noche.- me despedí de él y Tomy me llevo hasta donde
estaban nuestro amigos.
-¿Qué diablos fue eso? ¿Qué hace el aquí?.- dijo cuando estuvimos
lejos.
-No tengo idea. A mí me ha sorprendido verlo tanto como a ti.- nos
reunimos con el grupo y charlamos de trivialidades, no estaba prestando
atención. Mis encuentros con él, siempre eran tan intensos, aunque no me
tocara, yo respondía. La noche continúo y yo volví a mi tarea, varias veces
me cruce con él y nuestras miradas se encontraron. En todo momento sentí
sus penetrantes y posesivos ojos azules en mí, incluso sin necesidad de
comprobarlo. Volvía del baño cuando lo vi, estaba admirando una de las
fotografías, sonreí al darme cuanta cual era. “Naturalidad”, la imagen
mostraba una mujer completamente desnuda bailando frente a un ventanal,
la luz que entraba por esos enormes vidrios no dejaban ver los rasgos de
su cara, y los brazos tapaban el resto de su rostro, por lo tanto, nadie
podía darse cuenta que se trataba de mí, a menos que me conociera
íntimamente, tenía la cabeza hacia atrás y con ambas manos levantaba mi
largo y salvaje cabello, los bíceps cubrían mi rostro, estaba
completamente estirada, en puntas de pie, una de mis piernas ligeramente
flexionada hacia adelante, se me veía por completo el trasero, ya que la
cadera giraba hacia adentro, el torso estaba de perfil, y mis pechos
quedaban al descubierto, todo en blanco y negro, a excepción del
protagonista del retrato, mi tatuaje. Eso era lo que me interesaba mostrar,
lo que significaba para mí. Varias ramas se trenzaban y anudaban desde la
parte superior de mi nalga izquierda, paseaban por la cintura baja hasta la
parte superior de mi cadera derecha para luego subir por mis costillas y
terminar en la curva de mi seno derecho, doce flores de loto de diferentes
colores estaban dispersas por las ramas intercalando sus tonalidades,
celeste, rosa, blanco, rojo. Cuatro pétalos caían de una de las flores rosas
en forma de lágrima sobre mi abdomen. Era el único punto de color de
toda la muestra. Curiosa por saber su impresión me acerque.
-¿Has encontrado tu emoción?.- me miro sorprendido, no me había
visto venir, estaba dedicándole toda su atención a la fotografía.
-Eso creo, pero no me decido cual es.
-¿Y cuáles son las opciones?.
-¿El instinto protector se podría definir como una emoción?
-Hmmm… Creo que depende de ti, ¿es lo que ves ahí?.
-Es lo que me genera, al mirar a la mujer en la foto siento ganas de
protegerla, de cuidarla.- me quede muda, sorprendida por su respuesta.
-¿Y la otra opción?
-Deseo, sin duda. ¿Cómo decides que te trasmite cada foto?
-Bueno, es mi parte favorita de lo que hago, en general me siento
como una ladrona cuando disparo mi lente.
-¿Por qué?.
-Por qué la gente no me está invitando a sus vidas, robo momentos. Y
siempre trato de imaginar las causas, consecuencias y los sentimientos en
esas escenas.
-¿Y qué pasa en esta foto?.
-Está bailando, sin importarle lo que pasa a su alrededor.
-¿Y la emoción?
-Valor.- dije, pero yo sabía que me refería al tatuaje, y no al acto. Él
sonrió.
-Audacia también. Me encanta.- hizo un gesto a una de las encargadas
de la venta y ella se acercó.
-La compro.- La joven giro la tarjeta, le entrego la ficha y le indico
que debía abonarla en la caja. Volvió a posar sus hermosos ojos en mí y
con una mirada mucho más dulce que de costumbre me dijo en un tono
bajo, para que solo yo pueda oírlo.
-Te deseo, me fascinas, eres la mujer más interesante que conocí, cena
conmigo.- la cabeza me daba vueltas, escuchar esas palabras me desarmo.
Cerré los ojos y trate de centrarme.
-Lo siento, pero no puedo.
-¿Es por el hombre que nos interrumpió?.- inquirió con cierta
ofuscación en la voz.
-Ya te eh dicho que no puedo, por favor no insistas.- me marche
enseguida, sabía que si seguía insistiendo accedería. Raquel llamo la
atención de los presentes y me llamo con la mano, me acerque hasta el
centro del salón donde ésta se encontraba alzando una copa.
-Antes que nada, quisiera agradecerles a todos por haber asistido a esta
maravillosa exposición, espero que la hayan disfrutado tanto como yo. En
segundo lugar quisiera pedirles que se unan a mí en un aplauso para
nuestra talentosa artista Lexy Vázquez.- Me moría de la vergüenza y sentí
que mis mejillas se ruborizaban, mientras todos aplaudían y me miraban.
-Como dueña de esta Galería y una amante del arte estoy encantada de
poder contar con artistas tan excepcionales, y me complace anunciar que
la última pieza fotografica de la colección “Emociones” ha sido vendida.-
Los aplausos se reanudaron. –Oficialmente la exposición se da por
concluida, pero por favor, siéntanse bienvenidos de seguir deleitándose y
divirtiéndose. Muchas gracias a todos.
Entre felicitaciones, saludos y agradecimientos, me acerque a Caty, la
tristeza de su gesto me llamo la atención y seguí el camino de su mirada, y
ahí estaba Tomy, tenía un brazo alrededor de la cintura de Caroline y la
besaba en el cuello y ella reía encantada. ¿Mi mejor amiga sentía algo por
mi primo?, siempre pensé que sus histeriqueos eran solo un juego entre
ellos. Jamás pensé que podía haber algo más, ¿Pero como no lo vi antes?.
-¿Caty te encuentras bien?
-Sí, ¡por supuesto!, felicitaciones guapa, te lo mereces.- dijo con una
sonrisa en su cara que no llegaba a sus ojos.
-Ya eh terminado, que les parece si nos vamos por unas copas.- inquirí
al grupo, mientras Tomy y su acompañante se nos unían. Fui por mis
cosas y volví a cruzarme a Dante que venía directo hacia mí, su andar era
tan elegante, arrogante y seguro, caminaba por el lugar como si todo le
perteneciera y uno debiera sentirse agradecido por su presencia.
<<Diablos, ahora le deseo incluso más>>. Quedo frente a mí, paso una de
sus manos por mi espalda y me tomo por la cintura acercándome a su
cuerpo, beso la comisura de mis labios y me susurro al oído en un tono
que me humedeció entera.
-Felicitaciones. Disfruta de tu noche, mañana nos encargaremos del
resto.-sentí que inspiraba profundamente en mi oído, y una punzada azoto
mi clítoris.-Hueles deliciosamente, estoy ansioso por saborearte. Y sé que
lo hare, siempre consigo lo que quiero.- esta vez me dio un ligero beso en
la comisura de la boca, apenas rosándome. Me soltó y se encamino a la
salida, no podía dejar de mirarlo, el maldito era la arrogancia
personificada, y por alguna extraña razón, eso me volvía loca.
Llegamos al bar de Paco cerca de las 2:30 de la madrugada, bebimos,
reímos y comentábamos sobre algunos excéntricos asistentes. Cuando
llegue a casa eran pasadas las 5 de la mañana, estaba agotada y exhausta.
Me recosté y Xander vino a mi encuentro, nos abrazamos y así nos
dormimos.
El telefonillo me despertó, con la mente algo nublada por el sueño y la
resaca, mire la hora y apenas eran las 10:00am, maldije en mi fuero
interno. Volvió a sonar. <<A quién demonios se le ocurre molestar a
alguien un domingo a esta hora>>.
-¿Diga?.
-Entrega para la Señorita Lexy Vázquez.- teclee el acceso y me senté
en el suelo. La cabeza me estaba matando. Xander se me acerco
preocupado. Me abrace a su cuello y le susurre, -No hagas mucho ruido,
mi cabeza es un desastre.- nos quedamos así hasta que unos golpes
sonaron en la puerta. Fui a abrir y un joven cargaba una caja.
-¿Señorita Vázquez?.
-La misma.- me entrego la caja, le firme el recibo y se fue. La caja era
preciosa en sí misma, y con un enorme lazo rojo, traía una tarjeta. Fui
hasta la isla de la cocina, y la apoye ahí, abrí el pequeño sobre que
contenía la tarjeta.
Felicitaciones. No dejas de sorprenderme.
Aun me debes una cena. Dante
-¿Cómo habrá conseguido mi dirección?.-curioso Xander se paró en
dos patas, tratando de ver que había dentro, deshice el moño, saque la tapa
y había un hermoso cuenco de cristal con agua y doce flores de loto rosas
abiertas. Se me cayó la mandíbula y se me escapo un suspiro. Era el regalo
más hermoso que me habían dado, Dante era sorprendente, otro hombre
hubiera mandado rosas, pero el no, él no era cualquier hombre. La saque
con cuidado y las puse sobre la mesa baja junto a los sillones, me senté a
observarla fascinada. Alcance el mando del equipo de música y lo encendí,
el ritmo cadente de Whitesnake en Here I Go Again comenzó a sonar. Deje
caer mi aturdida cabeza sobre mis manos, ¿porque me hacía sentir así?, no
lo amaba, eso lo sabía, pero él me hacía sentir especial, diferente. ¿Valdría
la pena tomar semejante riesgo y dejarme llevar por lo que sentía?. Me
recosté en el sillón y cerré los ojos, necesitaba pensar.
Me deje llevar por el dulce sonido de Poison con Every Rose Has Its
Thorn me encantaban los clásicos de los 80´. En algún momento me quede
dormida. Cuando me desperté el reloj marcaba la 1pm, almorzamos
ligero, tomamos las cosas y fuimos a los Jardines del descubrimiento
como cada domingo, jugamos un rato, reímos, nos revolcamos en la
hierba, y cuando logre agotar a Xander se recostó y se durmió. Me tumbe
sobre la manta, me coloque el iPod y disfrute del sol al ritmo de
Audioslave en I am the highway . Cuando llegamos a casa, di de comer al
pequeño y me metí a la ducha, me puse un mono cómodo y mi remera de
Fuck off. Me calenté una sopa instantánea y nos sentamos en el cómodo
sillón a mirar una película. Al rato golpearon la puerta con suavidad, y al
abrir me lleve una gran sorpresa. Parada frente a mí estaba mi hermana
Ari, con los ojos rojos e hinchados, se tiro en mis brazos, y yo no pude
reaccionar, mis hermanos y yo, no teníamos una buena relación, y jamás
fuimos afectuosos entre nosotros.
-Abrázame por favor….- dijo entre sollozos mi hermana. Lo hice, otra
vez la incomodidad me invadía.
-Ariana, ¿qué pasa? ¿A ocurrido algo malo?.- no dejaba de llorisquear
en mi hombro. Solté sus brazos de mi cuello con delicadeza y tomándola
por los hombros la conduje al sillón, necesitaba calmarse.
-Te traeré algo de beber.- fui hasta la cocina, sin entender que estaba
pasando, revise mi móvil, por si había algún mensaje de mi madre y no
encontré nada. Volví con ella, y le tendí un vaso de cola.
-Bebe, te sentara bien.
-¿No tienes algo más fuerte?.- le acerque la botella de ron, y ella se
sirvió un poco en el mismo vaso. Me senté y espere pacientemente a que se
calmara y hablara.
-He pillado a Emanuel con una tipa en nuestra cama.- dijo
enjuagándose las lágrimas, le tendí un tisue y ella me sonrió.
-Intuyo que Emanuel es tu novio.- dije algo desconcertada, yo no tenía
idea de que pasaba en su vida.
-Mi prometido, Emanuel Alcorta, ¿no lo recuerdas?.- busque en mi
cabeza el nombre y lo encontré, era un joven de Asturias.
-¿El que era mi compañero en el Bachillerato?.
-Sí, ese mismo, siempre se acuerda de ti.- volvió a llorar.
-¿Estaban prometidos? Vaya…
-Hace apenas una semana, la invitación a la fiesta de compromiso
debería llegarte mañana.
-Vale, ¿Y lo has pillado con otra y te has marchado?.
-Pues sí, me humillo, no podía quedarme, no sabía dónde ir, no quería
estar en Oviedo. Así que cogí un avión y vine a verte.- Xander había
mantenido la distancia, y nos observaba desde lejos. Le hice seña de que
podía acercarse. Y con cautela vino hasta nosotras, se acercó a Ari, la
olfateo por unos segundos y finalmente tomo coraje y apoyo su cabeza
sobre sus piernas. Era su movimiento clásico para confortarme cuando yo
estaba mal. Ella saco sus manos de su cara y lo miro con desconcierto
para luego mirarme a mí.
-Él es Xander, tranquila es el perro más bueno del mundo, solo quiere
consolarte.- mirando a Xander dije. –Pequeño ella es mi hermana menor
Ari, trátala con cariño.- mi hermana sonrió endulzando su rostro y le
acaricio la cabeza. El por supuesto se dejó.
-Vaya, eres precioso.- le dijo, hablamos durante horas, me conto que
estaban juntos hace año y medio, hace unos meses habían comprado una
casa en Oviedo, cerca de la Casona Miller. Y que la noche anterior
discutieron y ella se fue a casa de mi madre y cuando volvió lo encontró
follándose a una fulana. Se la notaba enamorada y destrozada, intente
confortarla, pero no sabía bien como, insistí en que debía hablar con él,
que a pesar de todo, el sexo es solo sexo, y que si lo de ellos era
importante, debía tratar de solucionarlo. Finalmente cedió y dijo que lo
haría sufrir unos días y luego le llamaría. Le ofrecí mi cama y Xander y
yo dormimos en el sofá.
Tuve una mala noche, como casi siempre, me desperté incontables
veces, finalmente a las 7am desistí y me levante. Ari aun dormía, me metí
al baño y luego de asearme, me calcé un pantalón negro, unas botas bajas
de caña alta, un sweater, empezaba a hacer bastante frio, la chaqueta, tome
mi bolso, hice un gesto a Xander que terminaba su desayuno. Le deje una
nota. Hemos ido por un paseo. Estás en tu casa, volvemos al rato. Lexy.
Caminamos un rato bajo la niebla, era una mañana bastante fría, le
marque a Caty para ver si ya estaba en la librería y me respondió que sí,
pronto nos encontramos allí. Tomamos unos cafés, le conté sobre la gran
sorpresa que me lleve. Y charlamos un buen rato. Cuando volvimos
Ariana ya estaba levantada y lucia muy demacrada. Los restos de la
invitación al compromiso Miller-Alcorta descansaban sobre la isla.
-Buenos días, ¿has dormido bien?.- pregunte mientras le ofrecía un
café.
-Sí, gracias por prestarme tu cama, me siento fatal de que hayas
dormido en el sofá. Esta noche me iré a un hotel.
-No tienes por qué hacerlo, eres bienvenida el tiempo que quieras y
por mí no te preocupes, que el sofá es muy cómodo.
-Te ha llegado una caja preciosa, la deje en la mesa baja.- dijo
señalando el paquete. Fui a por el, y era el mismo paquete que me había
mandado Dante el día anterior, tome la tarjeta.
No puedo dejar de pensar en ti.
Espero que esto alegre tu día.
Llámame.
Dante
¿Es que acaso no conocía lo que por favor significaba?. Abrí la caja y
otra vez un hermoso cuenco de cristal con agua albergaba doce
maravillosas flores de loto abiertas, celestes esta vez. Volví a soltar un
suspiro, eran bellísimas.
-¡Vaya! Que presente más bonito, ¿Tu novio?.
-No, solo alguien que no entiende las negativas.
-Este alguien tiene un gusto exquisito.
-Son preciosas, ¿verdad?.
-Mucho.- busque donde ponerlas y me decidí por mi mesa de trabajo.
La luz que entraba por el ventanal las hacía ver aún más bonitas. Tendí la
cama, y lave algunas cosas que había en el fregadero. Ariana me miraba
algo desconcertada desde la banqueta.
-Si quieres tomar un baño, adelante, puedes rebuscar en mi placar y
usar lo que te venga en gana.
-Gracias, me vendría muy bien. Tendré que salir a hacer algunas
compras, del apuro apenas eh cogido mi bolso.
-Vale, luego te llevare al centro comercial.
-Tu casa es encantadora, jamás imagine que vivieras así.
-¿A qué te refieres?
-Bueno es lógico porque eres la favorita de papa, eres independiente y
haces lo que te viene en gana.- me reí a carcajadas. Ella me miro
extrañada.
-Dudo mucho ser la favorita de Richard, hace casi diez años, me dijo
que había muerto para él.
-Papa puede decir muchas cosas, pero cuando alguien habla de ti, sus
ojos se iluminan y se enorgullece, ¿sabes que tiene varias de tus
fotografías en su oficina?.- Eso me sorprendió aún más.
-No, claro que no lo sabía.
-Bueno, lo sabrías, si alguna vez cogieras nuestras llamadas o nos
visitaras. Mama la pasa fatal.- Vale, si me quería hacer sentir culpable iba
por buen camino.
-Debo trabajar.- corte el tema antes de que empeore y me dirigí a mi
mesa de trabajo. Ari se metió al baño y yo de lleno a preparar la sesión de
fotos que tenía el viernes con Lucas. Ariana revoloteaba por la casa, sin
saber bien que hacer, se me acerco por sobre el hombro.
-¿Qué haces?.
-Un poco de investigación, el viernes tengo una sesión de moda, y
debo prepararla.
-¿Haces moda?.
-A veces, si la revista y la modelo me gustan, sí. Pagan bien.- deje lo
que estaba haciendo y la lleve a almorzar y de compras.
Martes, miércoles, jueves se repitió la misma situación, un paquete
llegaba a casa cerca de las 10:00am. Dante me mandaba el mismo arreglo,
lo único que cambiaba era el color de las flores, y lo escrito en la tarjeta.
Mi paciencia es infinita, espero que tengas suficiente lugar en tu casa.
Dante
Anoche soñé contigo. Ansió tenerte bajo mío. Dante
¿Has hecho votos de silencio? Llámame. Dante
Era perseverante y encantador debía reconocérselo. Cuando Tomy vio
a Ariana, no se lo podía creer, cenamos juntos, se pusieron al día. Ofreció
encargarse de Emanuel cuando ella quisiera. Y eso nos hizo reír a
carcajadas, a medida que pasaban los días, mi acercamiento con Ari
crecía. Nos llevábamos bien, en el fondo era divertida y atrevida. Le
presente a mis amigos y vi que le prestaba demasiada atención a Marco.
El viernes a las 6:00am sonó el despertador, me prepare, pasee a
Xander, llene sus cuencos, Ariana estaba lista, me había pedido si podía
acompañarnos y yo accedí. Recogí los bolsos con los elementos que
necesitaba para la sesión de fotos y cuando Tomy pasó por nosotras, nos
fuimos. Siempre me acompañaba a ese tipo de trabajos, de esa forma
conseguía conocer modelos y yo siempre disfrutaba su compañía. Manejo
por casi 2hs. Había encontrado la locación que deseaba, pero era más
apartada de lo conveniente. Llegamos al viejo edificio. Era una fábrica
abandonada. Tomamos las cosas y entramos. Ahí nos aguardaban Lucas y
todo el equipo técnico, y de vestuario. Al verme llegar, sonrió de oreja a
oreja.
-¡Buenos días! ¿Cómo has estado?.- pregunto mientras besaba mis
mejillas.
-Bastante ocupada. Te presento a mi hermana Ariana, ha venido de
visita desde Asturias. Y él es Thomas, mi primo y asistente. Lucas
Maldonado, editor en jefe de Couture.- Se saludaron y se quedaron
charlando, mientras yo salude al resto de las personas en el lugar, les di
las instrucciones que necesitaban y les indique como quería todo. La
modelo apareció en ese momento. Una altísima y muy delgada rusa. Diana
era la supermodelo del momento, su rostro estaba por todos lados, y todo
mundo quería trabajar con ella. Fue directo al camarín que habían
montado. Me acerque a Tomy que estaba ordenando los equipos y
disponiéndolos para su uso. Para esta portada, había elegido como tema,
punk rock sexy. Me gustaba el concepto. Una vez Diana estuvo lista,
comenzamos. A las 8pm tras 300 fotografías, tres cambios de vestuario y
maquillaje, finalmente terminamos, quede muy conforme con el resultado.
Estaba revisando las fotos cuando Lucas se me acerco por detrás y paso su
mano por mi cintura y la apoyo en mi vientre.
-Ahora que has terminado, déjame decirte, que no puedo dejar de
pensar en ti.
-Lucas por favor, suéltame, estamos trabajando.- lo hizo con desgano.
-¿Cenas conmigo esta noche?.
-Lo siento, pero no puedo. Ya ves que tengo visita y quiero pasar rato
con mi hermana.
-Vale, ¿me llamaras cuando ella se haya ido?.
-De acuerdo.- Guardamos las cosas, y nos despedimos, le dije a Lucas
que el miércoles tendría lista la selección de fotos y se las mandaría. Una
vez en el coche Ari no paraba de hablar de cuanto le había gustado mi
trabajo, estaba en su ambiente con la moda. Y Tomy no dejaba de decir lo
hermosa y antipática que era Diana. Fuimos los tres a cenar a nuestro
restaurant favorito, un pequeño Bistró italiano, donde servían las mejores
pastas que podías comer. Charlamos, reímos, y Ariana nos contó que al
día siguiente viajaría a Asturias y que no planeaba volver con Emanuel.
Iba a cancelar el compromiso y dejarlo. Sonreí y pensé que mi pequeña
hermana tenía más valor de lo que yo creía, y me sentí orgullosa de ella.
Cuando llegamos a casa, una caja aguardaba en la puerta. Por supuesto, mi
obsequio diario, la tome y tras saludar a Xander, busque la tarjeta.
Creí que mi paciencia era infinita, pero tu nena, la estas agotando.
Llámame, es una orden. Dante
Estaba segura que el número privado que me había estado llamando
toda la semana era de él, por lo que no lo cogí, ni una vez.
El sábado me despedí de Ari en el aeropuerto y para mi sorpresa, al
abrazarnos no sentí ninguna incomodidad. Prometió volver a visitarme y
yo contenta accedí.
Luego de las tareas rutinarias de limpieza, paseo, lavandería y café con
Caty, me relaje en la tina. Finalmente tenía tiempo y espacio para hacerlo.
Tenía un montón de stress acumulado, y estaba deseosa de un poco de
sexo salvaje. Así que decidí visitar el templo esa noche.
No había arreglado nada con Xabi, pero estaba segura que lo
encontraría allí. Elegí un hermoso y sexy conjunto de encaje negro con
portaligas, un vestido de cuero que se me pegaba al cuerpo como si fuera
mi misma piel, tenía la espalda semi descubierta, se ataba al cuello y unas
tiras encorsetaban el vestido por delante hasta llegar al ombligo, unas
sandalias de tiras hasta la pantorrilla, me maquille como siempre, y me
deje el pelo suelto. Estaba lista para pasármela de lujo. Me despedí de
Xander y tome un taxi hasta allí. El lugar estaba a tope, era uno de los
eventos mensuales temáticos. Anduve un rato mientras saludaba a
conocidos, finalmente encontré un grupo de amigos sentados bebiendo
algo y me uní a ellos, cuando la mesera se acercó me pedí un ron con cola
como de costumbre, charlamos tranquilamente, y Xabi apareció con una
sumisa que ocasionalmente lo acompañaba, se sentó con nosotros.
-No me habías dicho que venias.- dijo avergonzado solo para mí.
-Lo decidí hace unas horas.
-De saberlo, no traía a Tania conmigo.
-¿Por qué no habrías de hacerlo? Xabi creí que lo teníamos claro.- le
reclame.
-Vale, ¿quieres jugar con nosotros?.
-Claro, por que no.- la charla y las risas continuaron por un momento
y luego todos nos encaminamos a las salas, era momento de que comience
el juego que tanto disfrutábamos. Elegimos las cruces, me uní a Xabi y
Tania, no era la primera vez que sesionábamos los tres juntos, y siempre
la pasábamos bien. Xabi le ordeno a Tania que se quite la ropa y luego me
la quite a mí. Se colocó detrás de mí y lentamente me quito el vestido, yo
no soy bisexual, pero de vez en vez me divertía y excitaba jugar con una
mujer y Tania era preciosa, justo como me gustaban, de mi estatura, con el
color de pelo del fuego, ojos verdes y con las curvas justas. Xabi se me
acerco de frente y comenzó a besarme, sus besos eran muy sensuales y
apasionados, lo agarre de los hombros y Tania desde atrás comenzó a
apretarme los pezones sobre la tela del corpiño y me lamia el cuello, Xabi
bajo sus manos a mi trasero, me dio un azote y los apretó con fuerza para
que sienta su creciente erección.
-Tania, asegura a Lexy a la cruz.- ordeno. Y esta obedeció encantada.
Una vez término de atarme recorrió mi cuerpo con sus suaves manos. Él
le entrego una Rueda de Wartenberg, era una ruedita con enormes y
filosos pinches en todo su diámetro y mango de acero, ella comenzó a
pasarla primero por mi espalda, haciendo una leve presión, se sentía
maravilloso, eran como pequeños pinchazos. La paso por mi trasero y
siguió por mis piernas, todo ante la atenta mirada de Xabi que se mantenía
apoyado a una mesa a un costado, cerré los ojos para disfrutar del
cosquilleante contacto. Sentí unas fuertes manos sujetarme la mandíbula y
girarme, cuando abrí los ojos, los azules y penetrantes ojos de Dante me
observaban con furia, su mirada completamente oscurecida, apretaba los
dientes y siseaba encabronado. Por unos minutos no entendí absolutamente
nada de lo que estaba pasando, estaba atónita, ¿Qué hacia el ahí?. Tomó a
Tania de un brazo y la aparto de mí, comenzó a soltar los agarres de mis
pies, Xabi se acercó rápidamente.
-¿Qué diablos crees que haces? ¿Cómo te atreves?.- la voz de Xabi era
severa y cortante.
-Tú y yo ya arreglaremos cuentas, no te preocupes.- siseo Dante,
completamente fuera de sí, y comenzó a soltar mis muñecas.
-¡Déjala inmediatamente!.- Xabi intento apartar a Dante, pero este no
cedió ni un centímetro. Me agarro del brazo con una fuerza imposible de
repeler, me miro fijo y dijo en un tono violento.
-Recoge tus cosas ahora mismo.- yo seguía sin enterarme de nada, mi
cabeza iba a toda velocidad, tratando de entender lo que estaba pasando.
Casi involuntariamente, tome mi vestido y el bolso, mire a Xabi
desconcertada.
-No te preocupes, enseguida regreso.- dije tratando de calmarlo. Como
era su costumbre Dante arrastro de mí tomándome por él codo, subió las
escaleras que daban a la oficina, sin soltarme, saco un juego de llaves del
bolsillo y abrió, al traspasar la puerta, me arrojo dentro. Pase del
desconcierto al cabreo de 0 a 100. ¿Quién diablos se creía que era? ¿Cómo
se atrevía? Cerro la puerta, fue hasta una vitrina y se sirvió un whisky, se
pasaba frenéticamente la mano por el pelo. Tire las cosas bruscamente
sobre uno de los sillones que estaban frente a un enorme escritorio.
-¡Pero tu estas completamente loco! ¡¿Cómo diablos se te ocurre
tratarme así?! ¡¿Dime en que pensabas cuando decidiste inmiscuirte en mi
vida?!.- mis gritos retumbaban en la habitación, no había ninguna
necesidad de levantar el tono, puesto que solo estábamos nosotros dos,
pero estaba muy cabreada.
-Cierra la boca Lexy, intento calmarme.- se sostenía con ambas manos
al borde del escritorio y miraba hacia abajo.
-¡¿Acabas de mandarme a callar?! ¡Tú sí que no tienes vergüenza!.-
dije mofándome de él. – A ver guapo, dime, ¿Quién te has creído tú que
eres? ¡Te metes en mis juegos con amigos, me sacas arrastrando y ahora
me dices que cierre el pico! ¿Es que acaso careces de toda razón?.
-¡En este momento no soy dueño de mí, diablos! ¡Deja de llevarme al
límite!.- siseo mientras daba un ensordecedor golpe a la mesa donde se
apoyaba. Y al levantar la cara, pude ver en sus ojos, que realmente estaba
luchando por controlarse. Instintivamente me envare.
-¡Ese es tu maldito problema, no el mío! No te acerques nunca más a
mí, ¿Has entendido?.- Recogí mis cosas y me encamine a la puerta, intente
girar el pomo de la puerta pero esta no se abrió.-¡Abre la puñetera
puerta!.- se acercó a mí y yo retrocedí, pero la cercanía de la puerta a mis
espaldas me impidió ir más lejos. –Si te acercas a mí no respondo.- le
advertí. Pero el hizo caso omiso y siguió hasta quedar a escasos
centímetros de mí, impidiéndome ir a ningún lado. Lo empuje con todas
mis fuerzas, pero fue en vano, él no se movió.
-Tu eres mía, y no dejare que nadie te toque.- su tono era tan calmado y
amenazador que un escalofrió me recorrió la espalda. Puso ambas manos
en la puerta a la altura de mis hombros impidiéndome alejarme.
-¡No te pertenezco y jamás lo hare! ¿Crees que te temo? ¡Te equivocas
de par a par!.
-Solo mía.
-¡En tus sueños! Déjame salir.
-Lo siento nena, pero no iras a ningún lado. ¿Crees que no sé cómo te
hago sentir? Tú me haces lo mismo Lex, desde la primera vez que nos
encontramos me has estado volviendo loco y ahora entiendo por qué. Me
perteneces, acéptalo.
-Realmente me preocupa tu salud mental, estas completamente loco.
-Si nena, tú me vuelves loco, me sacas de mis casillas. Tú aroma, la
palidez de tu piel, tus tentadores labios, tus desafiantes ojos, tu hermoso
cuerpo. Y esa irritante manera de provocarme todo el tiempo, todo en ti
me fascina.- yo seguía tan irritada que creí explotar, y al escucharlo mi
enojo y mi excitación subían a la par. Trate de centrarme, respire hondo y
pestañe. Si quería salir de ahí, debía calmarme. Y jugar su juego.
-Dante, estas actuando como un irracional, por favor déjame salir.
-Ya te he dicho que no iras a ningún lado hasta que tú y yo
solucionemos esto.
-Tú y yo no existe, y no tenemos nada que solucionar.
-¿Lo deseas? ¿Él te hace sentir como yo?.- sabía que se refería a Xabi.
No quería meterlo en esto, pero necesitaba alejarme de él.
-Soy una mujer adulta que toma sus propias decisiones, yo elijo quien
juega conmigo y quién no.
-¿Cuantas veces te has corrido para mí?.- su pregunta provoco una
contracción en mi interior y me humedecí.
-Ni una sola.
-No me lo creo, ¿Dime, cuantas veces te masturbaste pensando en mí?
Sé muy bien lo que sentiste cuando te bese Lex, no puedes negarlo. Incluso
ahora enfadada como estas, si te reviso sé que estarás mojada.- Una
punzada hizo que mi clítoris tiemble. Lo deseaba con una fuerza
arrolladora. Inconscientemente mordí mi labio inferior y el gimió.
-Pídeme que te folle, pídelo y lo tendrás, me muero por enterrarme en
ti nena.
-No lo hare.
-Sí, si lo harás, rogaras y suplicaras que te folle, te lo prometo.- mis
manos volaron a su pecho e intente alejarlo. Pero el me agarro por las
muñecas, junto mis manos sobre mi cabeza y las sostuvo así con fuerza, su
agarre era imposible de desarmar, intente luchar, y no pude. Con una de
sus piernas separo las mías, mi respiración se aceleró, en el momento que
me tocara me desharía en sus manos.
-Dante por favor, suéltame, debo irme…- suplique. Con la yema del
dedo pulgar acaricio mi mejilla.
-Tu piel parece de porcelana, es tan suave, y cuando te ruborizas es
encantadora.- muy lentamente bajo por mi cuello, apenas me rosaba con el
dorso de sus manos, con la yema de los dedos contorneo la curva de mi
seno, y yo gemí. Se relamió, sus ojos me inmovilizaban, su mirada salvaje
me derretía. Cuando llego a mi pezón gimió. Continúo las caricias por mi
abdomen y se detuvo en cada uno de los pétalos que caían.
-Me encanta tu tatuaje, ahora entiendo por qué me gusto esa
fotografía.- cuando llego al elástico de mis bragas metió un solo dedo por
debajo de la costura y la recorrió. Yo curve la cintura y mi cadera le
busco.
-Si nena, así…¿Quieres que te toque Lex?.- no pude responder, asentí
con la cabeza.
-No, debes pedírmelo.
-Tócame Dante por favor…- mi voz era apenas un susurro. Me lamio
los labios y yo los abrí, mordió y chupo mi labio inferior, lo bese
salvajemente, como si ningún contacto con el fuera suficiente. Su piel me
quemaba por todos lados, su olor me embriagaba, sabia tan bien. Metió su
mano por debajo de mis bragas, sus dedos resbalaron en mi muy húmeda
hendidura.
-Oh nena, estas tan húmeda. Así te quiero siempre para mí. Lista para
mí, solo para mí.- metió dos dedos en mi vagina y yo quebré mi cintura al
máximo yendo a su encuentro, necesitaba más, más de él. Gimió en mi
boca, su lengua acariciaba la mía y sus dedos entraban y salían de mí, su
pulgar encontró mi clítoris, y dibujo pequeños círculos en él. Todo mi
cuerpo comenzó a convulsionar.
-Me vuelves loco nena, cuando te corras para mi quiero escucharte
gritar mi nombre.- Sus palabras aumentaron aún más mi creciente clímax.
Estaba en las nubes, mi mente se volvió completamente difusa, mi cuerpo
lo buscaba con desesperación, mi boca lo poseía. Todo en el me
encantaba, me encendía. Sentí el cosquilleo subir desde las puntas de mis
pies y bajar desde mi cabeza, se centraron en mi pelvis, me arquee.
-Córrete para mi Lex, siénteme…- ordeno y yo obedecí.
-Dante…- siseé entre dientes cuando el orgasmo me llego. Me deshice
en sus manos, en su boca, en todo el. Profundizo su beso, soltó mis manos,
y saco sus dedos de mi interior, alejo su boca unos centímetros, paso sus
dedos bañados en mis fluidos por mis labios, lo esparció.
-Quiero saborearte.- musito y paso su lengua por mi boca, la lamio,
chupo y me dio un mordisco. Sus manos se aferraron a mi trasero y pego
mis caderas a su erección, estaba duro como un piedra.
-Exquisita… nena necesito correrme en ti o me volveré loco.- Ya
estaba perdida y lo sabía, quería más de él, necesitaba más de él. Pase mis
dedos por su sedoso pelo y le di un tirón, bajo la cabeza y le recorrí la
boca con mi lengua. Jadeo. Sus manos seguían aferrándome fuertemente.
Le lamí el cuello, su sabor era excitante, dulce. Acaricie sus perfectos
hombros y comencé a desabrochar su camisa, a medida que liberaba un
botón iba dejando besos por su pecho, aflojo sus manos y pude separarme
lo suficiente para deleitarme de él. Lamí y bese sus pezones y me dio un
seco azote en el trasero, seguí las líneas de su marcado abdomen con mi
lengua, desabroche su cinturón, la cremallera parecía estar a punto de
explotar, solté el botón y con los dientes baje el cierre. Él se curvo y
gimió.
-Vas a matarme Lex…- murmuro entre dientes. Enrosco mi pelo en
una mano y me hizo levantar la cabeza para que lo mire, lo hice, lo mire
fijamente y cuando baje sus pantalón junto a su bóxer su erección se
liberó, era enorme, y yo me relamí lo deseaba como a nada en el mundo.
Eso lo encendió más.
-Toma todo lo que quieras de mí nena, es tuyo.- Sin demoras lo lamí,
lo saboreé jugué con mi lengua en la unión de su glande y el bufo de
placer. Lentamente hundí su pene en mi boca, era tan grueso que tuve que
hacer un enorme esfuerzo para albergarlo, pero solo logre meterme la
mitad de su miembro, lo sentía latir en mi interior, lo chupe, lo deguste.
Era exquisito.
-Nena no puedo más, necesito estar dentro de ti.- paso un brazo por mi
cintura y me levanto, con la otra tomo una de mis nalgas. Yo enrede mis
piernas a su cintura, me beso con desesperación y me llevo hasta un sillón
sexual que había en un costado. Me sentó a horcajadas sobre él. Me
desabrocho el corpiño, tomo uno de mis pezones entre sus dientes y lo
mordió, yo gemí. Lo chupo y se dedicó al otro, repitió la misma acción y
volví a gemir. Enrede mis dedos en su pelo y deje caer hacia atrás la
cabeza. Me arranco la tanga y eso me hizo jadear. Tomo un condón de una
mesa auxiliar y se lo puso, yo ardía de excitación y anticipación. Poseyó
mi boca con su lengua.
-Pídeme que te folle nena.
-Fóllame! Fóllame Dante por favor…- suplique
-Oh Lex..- murmuro, volvió a besarme con desesperación me levanto
levemente hasta quedar perfectamente alineados y me bajo despacio
introduciendo su maravillosa erección en mi húmeda vagina que lo
recibió encantada. Yo intente fundirme en él, pero me detuvo.
-No nena, lento, no quiero lastimarte.
-No lo harás.- pero era tan grande, que las paredes de mi vagina
temblaron ante su cuidadosa embestida.
-Estas tan estrecha, me encanta.- cuando lo sentí completamente en mí,
todo mi cuerpo tembló de excitación, ambos gemimos. Me sentía
totalmente llena, completa. Comencé a moverme, dibuje pequeños círculos
con mis caderas, y sus dedos se clavaron en mi trasero, me moví atrás y
adelante y un fuerte azote atizo en mi nalga.
-Sí, nena, así… fóllame Lex.- aumente el ritmo, volvió a tomar uno de
mis pezones y lo mordisqueo, mis jadeos eran salvajes, se sentía tan bien.
Mordió mi mentón y me tomo del pelo, tiro de él y me lamio el cuello.
Busque desesperadamente su boca y lo bese con locura. Se recostó en el
sillón y sosteniéndome del pelo me pego a su pecho, tomo con ambas
manos mis muñecas y las cruzo a mi espalda, sostuvo el agarre con una
mano y puso la otra en mi trasero.
-Mi turno.- advirtió. Mi cadera quedo ligeramente levantada dejando
un espacio entre ambos y comenzó sus arremetidas, eran fuertes y
brutales, todo mi cuerpo se estremeció. Su ritmo apenas me dejaba
respirar, sus ojos se volvieron negros y yo grite de placer.
-Siénteme… siénteme Lex.- lo sentía en todas partes, otra vez
comenzaba a crecer en mi interior un arrollador orgasmo, todos mis
músculos se tensaron y mi vagina lo apretó, el jadeo.
-Sí, así nena. Córrete para mí- aumento la frecuencia de sus embestidas
y un desgarrador y violento orgasmo me alcanzo.
-¡Dante!…- grite. Mi contracción lo llevo a él al clímax, tembló bajo
de mí, se estremeció y bufo salvajemente y se dejó ir. Soltó mis manos que
sostenía en mi espalda y me abrazo, con una mano acariciaba mi pelo y
con la otra dibujaba círculos en mi espalda, nuestras respiraciones se
acompasaron, y fuimos retomando un ritmo más normal, aún seguía
dentro mío, y yo no me queje, estaba abrumada por todo lo que había
pasado entre nosotros.
-Vaya, eso fue…
-Asombroso.- termine la frase.
-Sí, asombroso.- luego de sentirlo a el dentro de mí, sabía que el sexo
con otro sería insuficiente, me moví tratando de zafarme, pero no me
dejo. Aunque saco su miembro de mí interior, y por primera vez en mi
vida me sentí completamente vacía.
-Lexy debemos hablar.
-Lo sé, pero ahora no, estoy muy confundida y no puedo pensar con
claridad.
-Vale. Vamos te llevare a casa.
-Prefiero tomar un taxi, si no te importa.
-Si me importa, yo te llevare.- mientras nos vestíamos, ninguno dijo
nada. Todo lo que había pasado fue muy intenso, me sentía completamente
agotada. Necesitaba la tranquilidad de mí cama. Finalmente fui yo quien
rompió el silencio.
-¿Él lugar es tuyo?.
-Sí, hace dos años compre la propiedad como una ganga, se suponía
que sería un deposito. Pero hace unos meses visitando un club en Ibiza se
me ocurrió que podía tomar la idea y mejorarla, y lo hice.
-Conozco varios clubes fetichistas, y este es mi favorito.- él sonrió.
Mientras cruzábamos él lugar, busque con la mirada a Xabi, sabía que
estaría preocupado. Y al llegar a una de las mesas lo vi.
-Dame cinco minutos.- le pedí a Dante.
-Dos.- puse los ojos en blanco, era intratable. Me acerque a Xabi que
me miraba de una forma que jamás hizo antes.
-Siento mucho todo lo que ha pasado.
-Tú no tienes la culpa, ¿pero qué diablos haces con Dante Navarro?.
-Es una larga historia, en otro momento te daré la explicación que
mereces.
-De acuerdo, ¿pero tu estas bien?.
-Por supuesto, no tienes que preocuparte por mí.- En ese momento
Dante se acercó y me tomo del codo y me alejo de Xabi.
-Debemos irnos.- suspire, me desesperaba. Di un beso a Xabi y
seguimos, me detuve en él guardarropa a buscar mí tapado.
-Rafa, trae mí auto.- dijo al custodio de la puerta y le entrego las
llaves. Pasó su brazo por mí cintura y se inclinó a besarme, pero me aleje.
-¿Es que en tu vocabulario no existen las palabras Por favor y
Gracias?.
-¿A qué te refieres?.
-A que dudo que te hayas criado en un establo, por lo tanto podrías ser
más amable y pedir bien las cosas.
-Trabaja para mí.
-Que sea tu empleado no significa que tengas que ser descortés.- en ese
momento se abrió la puerta.
-Las llaves están en él contacto Señor Navarro.- este asintió y nos
encaminamos al auto, hicimos unos pasos y se volvió.
-Gracias Rafa.- sonreí satisfecha, había ganado esta vez. El viaje fue
tranquilo, entre cambio y cambio ponía su mano sobre mí muslo.
-¿Sabías que era mí exposición?.- interrumpí él silencio. Él pareció
algo desconcertado, como si lo hubiera sacado de sus pensamientos.
-No, Mariano pasó por mí oficina temprano y me pidió que lo
acompañe a una exposición, pero no dijo mucho más. Cuando llegamos y
vi él nombre del artista, tenía la esperanza de que fueras tú, pero no lo
supe hasta que te vi.
-¿Dónde has puesto la foto?.
-En el despacho de mí casa. Pero ahora que sé que eres tú, ira a mí
habitación, no quiero que nadie te vea desnuda, excepto yo.- puse los ojos
en blanco, pero lo deje pasar, no estaba muy ágil de mente como para
discutir. Cuando llegamos a mí piso quise despedirme de él, pero insistió
en dejarme en la puerta. Subimos al ascensor y me empujo suavemente
contra la pared posterior, metió una mano en mí trasero y con la otra me
tomo del cuello.
-Voy a respetar lo que me pediste y hoy no aclararemos como será
nuestra relación, pero tú eres mía, tu cuerpo me pertenece, y no comparto
lo que es mío.- escuchar esas palabras me provoco un nudo en el
estómago, me sentí como una estúpida quinceañera a quien le decían
¿Quieres ser mí novia? Estaba completamente fuera de mí elemento,
expuesta. Pero debía reconocerle que su sentimiento de pertenencia, me
encanto. Su posesión sobre mí me excitaba y me aterraba al mismo
tiempo. Me beso con pasión y quise desesperadamente sentirlo dentro mío
otra vez.
Él ascenso se detuvo y él me tomo por el codo una vez más.
-¡Detente! Debes dejar de agarrarme así, se caminar sola, y que me
lleves a la rastra no me hace ninguna gracia.- me regalo una media sonrisa
torcida, suspire y levante una ceja.
-Tomo nota, ¿vale?.- soltó mí codo y apoyo la mano en la curva de mí
cintura, eso estaba mejor.
-Bien, ya estoy en la seguridad de mí hogar, ¿satisfecho?.
-Sigues en la puerta.- volví a poner los ojos en blanco. Abrí y Xander
salto encima de él.
-¡Maldito traidor!.- lo regañe, pero ni se enteró, con sus patas
delanteras se apoyaba en su pecho y le ladraba emocionado mientras
movía su cola frenéticamente. No me lo podía creer, ¡también había
hechizado a mí perro!.
-¡Hola grandulón! También me alegra verte.- le decía mientras jugaba
con sus mofletes.
-Recuérdame que le debo un gran regalo a tu perro.- dijo con una
enorme sonrisa.
-Puedes regalarle un puñal para que me lo clave en la espalda ese
traidor.- cruce los brazos en mí pecho y fingí estar completamente
ofendida con él.
-Vale, ya estoy dentro, puedes dormir tranquilo.
-Bien, pasare por ti a las 8pm te llevare a cenar y podremos hablar.
-Mañana me resulta imposible, ya tengo planes.- levanto una ceja, no
dando crédito a mis palabras.
-¿No te acabo de decir que no comparto lo mío?.
-En primer lugar, no soy tuya y en...
-Eres mía Lex, acéptalo y será más fácil para los dos.-levante una
mano en su cara para que me dejara terminar.
-En segundo lugar.- enfatice. -aún no hemos acordado nada tú y yo, y
creo que será bastante difícil ponernos de acuerdo, y por último, siempre
que juega el Madrid quedo con mi primo a verlo, que es lo que hare
mañana.- Soy una máquina de contradicciones, ahí estaba yo diciéndole
que no era suya, pero le daba todas las explicaciones que él quería.
-Bien, hablaremos mañana.- soltó a Xander y se acercó a mí, me pego
a él tomándome por la cintura, mordió mí labio inferior y yo abrí la boca
para recibirlo, enrede los dedos en su pelo y me levanto a su altura. Una
vez más se adueñó de mis labios y yo me deje encantada. Me dio un azote
en él trasero.
-Hasta mañana muñeca, sueña conmigo, pero no te toques, tus
orgasmos son solo míos y quiero estar siempre presente cuando te corras,
es una orden.- sonreí y revoleé los ojos pero note que mí entrepierna
escucho cada palabra y se humedeció en respuesta.
-Descansa Dante.
Cerré la puerta y literalmente me deje caer sobre ella, estaba tan
confundida, todo en él me maravillaba pero su pasión y lujuria
despertaban todos mis demonios, y eso me aterraba. ¿Por qué todo tenía
que ser tan difícil?. Sacudí la cabeza, por esta noche era suficiente,
necesitaba descansar, Xander recordó que yo existía y se acercó moviendo
su cola.
-¡Tú eres un enorme traidor! ¿Cómo has podido pasar de mí e ir a su
encuentro?.- movió la cabeza a ambos lados y no pude resistirlo, acaricie
su enorme hocico y agachándome bese su nariz, lo alimente y me metí a la
ducha, deseando que el agua se llevara todas mis dudas. Me aliste para
dormir y me metí en la cama, me abrace a las rodillas y cerré los ojos.
El sonido del telefonillo me despertó, mire él reloj y este marcaba las
10am, negué con la cabeza. Volvió a sonar. Me levante y teclee él acceso
sin preguntar quién era, ya me imaginaba que era el joven de la entrega.
Espere unos minutos apoyada en el brazo del sofá. El golpeteo de la puerta
sonó diferente, más fuerte. Y cuando abrí no era el paquete que esperaba.
-Buenos días dormilona, ¿qué tal tu noche?.- me quede en blanco,
Dante, se apoyaba en el umbral con una sonrisa encantadora, llevaba un
sweater gris claro con escote en V que dejaba ver una remera blanca por
debajo, unos jeans desgastados y zapatillas deportivas negras, me
sorprendió verlo tan informal, pero lucia guapísimo y olía a gloria.
Cargaba un arreglo floral, esta vez no eran flores de loto, sino una
pequeña maceta que albergaba una hermosa flor de cerezo. Sonreí y negué
con la cabeza. Xander se acercó de inmediato y fue a saludarlo.
-¡Hola grandulón!.- dijo mientras le rascaba la cabeza y le daba un
hueso de juguete que le había traído. Me corrí y le hice un gesto con la
mano invitándolo a pasar. Me tomo por la cintura y se acercó para
besarme, pero levante una mano y la interpuse entre nuestras bocas.
-Aun no me he cepillado.
-Eso a mí no me importa.- y volvió a acercarse.
-¡A mí sí! Siéntete como en tu casa, enseguida vuelvo.- solté la puerta
que hizo un fuerte ruido al cerrarse.
-La mañana no es tu momento ¿No?.- dijo en tono de broma. No le
conteste me metí al baño, cepille mis dientes con énfasis, me lave la cara y
trate de asentar mí cabello pero no hubo manera de que cooperara, así que
lo levante en un rodete. Salí aun sin creerme que estaba ahí. Apenas abrí la
puerta me tomo con ambas manos por la cintura me levanto a su altura y
me beso apasionadamente. Cruce mis brazos en su cuello y le devolví el
beso.
-Sí, eres mi pecado y mí perdición…- susurro en mí boca y entendí
que había leído la inscripción de mí camiseta. – Espero que estas también
te gusten.- dijo señalando él arreglo que había dejado sobre la isla de la
cocina.
-Me encantan las flores poco comunes, es hermosa, muchas gracias.
-Solo por verte sonreír nena.
-¿Se puede saber qué haces aquí tan temprano?.- pase por su lado y me
dio un azote en el trasero que me hizo saltar, no lo esperaba. Me dirigí a la
cafetera, definitivamente debía despertar a mí cerebro. Busque dos tazas y
comencé a servir.
-¿No es día del paseo en los Jardines del encuentro?.
-Sí, lo es, pero eso no contesta mí pregunta.- deje una taza frente a él y
el pote de azúcar. Fui hasta la alacena y saque unas magdalenas las puse
sobre un plato y me senté frente a él.
-Quise acompañarlos.- se encogió de hombros, metió dos de azúcar y
se sentó. Era de lo más raro tenerlo ahí, jamás desayunaba con mí
amantes, ya que nunca me quedaba a dormir con ellos.
-¿Cómo has dormido?.- inquirió mientras se llevaba una magdalena a
la boca. Considerando que no me iba a dejar desayunar en silencio cedi.
-Bien, he dormido de corrido.
-¿Acaso no lo haces siempre?.
-No, generalmente tengo muchos problemas para dormir, me
despierto mil veces y termino durmiendo con suerte un total de tres o
cuatro horas.
-¿Has visto un médico?.
-¿Por tener mal sueño?.- dije incrédula, le tenía fobia a los hospitales y
era casi imposible que me acerque voluntariamente a uno.
-Por supuesto, podría darte algo que te ayude a descansar.
-Paso. ¿Y tú que tal dormiste?.
-Como un niño.- me reí, evidentemente estaba de buen humor a la
mañana. Mí móvil sonó. Y me levante a revisarlo. Número desconocido, no
podía lidiar con mi madre ahora, así que no lo cogí.
-¿Por qué no lo coges?.- pregunto Dante frunciendo el ceño.
-Por qué no es nadie que conozca.- asintió. Terminamos de desayunar
y lleve las cosas al fregadero. Le sentí caminar. Se puso en mí espalda y
me rodeo la cintura, beso mí cuello y me susurro al oído.
-¿Te he dicho que luces encantadora por la mañana?.
-Sí, ya me lo creo.- solté las cosas y me gire, lo tome de la cara y me
puse de puntas de pie, lamí sus labios, y él me cogió por el pelo y tiro de
este. Mordió mí mentón y mí labio inferior. Su lengua invadió mí boca de
una manera abrazadora. Sus besos eran tan pasionales que me ponían a
mil. Me levanto y me sentó en el frio granito, abrí mis piernas para él.
Paso una mano por detrás de mi rodilla y con la otra me acerco a él por la
cintura, lamio mí cuello y le dio unos suaves mordiscos.
-Te deseo tanto nena.
-Fóllame Dante, tómame ahora.- suplique
-¿Tomas la píldora?.
-Sí, y estoy limpia. ¿Y tú?.
-Te lo prometo que también.- mis piernas se enredaron en su cintura y
lamí su cuello hasta llegar a su mentón. Corrió mis bragas y busco mí
clítoris, yo me arquee y gemí.
-Hmmm Siempre te quiero así, lista para mí.- metió dos dedos en mí
vagina y los movió hábilmente, cuando encontró mí punto G, yo jadee.
Saco sus dedos, y me bajo de la encimera. Me giro bruscamente, me soltó
el rodete y enredo mí pelo en su mano, escuche cuando su bragueta se
abrió y temblé ante la expectativa.
-Sácate las bragas.- ordeno y lo hice sin dudarlo. –Quiebra la cintura
para mí.- me arquee. -más- volví a hacerlo. Me dio un sonoro azote,
gemí, Xander se acercó y le gruño. Mi pequeño estaba defendiéndome.
Sonreí.
-No, Xander, no le hago daño, no te preocupes, ve para allá.- dijo con
una increíble voz de mando, yo me humedecí más y Xander obedeció.
Paseo su pene por toda mí hendidura, tentándome, torturándome,
desesperándome.
-Fóllame por favor…-suplique. Volvió a darme un azote, pero esta vez
más fuerte, sentí la quemazón expandirse por toda la nalga.
-Mas.- susurre. Y volvió a hacerlo, y otra vez más, su pene seguía
tentándome pero no me penetraba.
-¿De quién eres Lex?.
-¿Qué?.- dije confusa, apenas podía concéntrame. Otro azote. Gemí
con fuerza. Tenso más su agarre a mí pelo.
-Lo repetiré una sola vez mas, concéntrate en mí voz. ¿De quién eres?.
-¡Tuya!..- grite de la desesperación y la necesidad. Apoyo la mano libre
en mí bajo vientre y me apretó contra él, de una sola y deliciosa estocada
me penetro. Y yo grite. Mordió el lóbulo de mí oreja y me susurro al oído.
-Si nena, ¡solo mía!.- sus embistes tomaron un ritmo frenético, yo no
podía moverme, me tenía inmovilizada. Me agarre con fuerza a la
encimera. Gemí y gemí, él jadeaba en mí oído y me pareció el sonido más
hermoso del mundo. Soltó mí pelo, tomo mis brazos y los trabo por mí
espalda pasando un brazo entre ambos. Con la otra mano agarro mí cuello
y yo me entregue completamente a él y sus deseos. Jadié, él bufo. Mí
orgasmo comenzó a formarse como una devastadora ola a punto de
romper.
-Siénteme…- apretó suavemente la mano en mí cuello y perdí
completamente la cabeza.
-Córrete para mí Lex, y grita mí nombre cuando te lo permita.- sus
palabras eran detonantes para mí cuerpo y me deje ir. La contracción de
mí vagina lo llevo a él al clímax y se corrió en mí. Libero mí cuello y yo
grite su nombre.
–¡Dante!…- sentí como su orgasmo se descargaba en mí interior a
medida que bajaba el ritmo de sus embestidas y me soltaba las manos. Las
deje caer sin fuerza sobre la encimera. Y él se dejó caer sobre mí espalda.
-Vas a terminar conmigo Lex. Serás mí dulce perdición.
-Y tú la mía...-dije en un susurro. Cuando mí cuerpo paro de
convulsionar salió de mí, dejándome una sensación de vacío, una vez más.
Me beso toda la línea de la columna, me giro suavemente y me beso
dulcemente en los labios. Sus continuos cambios de salvaje a tierno, me
aturdían y me encantaban. Sentí mí cuerpo flojo, y él también lo noto, me
cargo hasta la cama y me sentó sobre sus piernas, rodeándome la cintura
con ambos brazos.
-¿Te encuentras bien nena?.
-Sí, solo me has quitado las fuerzas. Me repondré en unos minutos.
-Tomate él tiempo que quieras, no te soltare.- pase un brazo por sus
hombros y con la otra mano acaricie sus brazos a mí alrededor. A pesar de
todos mis temores, me sentí segura. Había cedido, me había entregado por
completo a él. Y él también lo sabía.
-Dante… yo…
-No digas nada nena. No conozco la causa de tus temores, pero te
prometo que iremos de a poco y que yo te cuidare.- sentí un enorme deseo
de llorar como una niña. Este maravilloso hombre que me obnubilaba, me
había descubierto mucho antes de que yo me entere. Temblé ante la
posibilidad que pudiera ver tan dentro de mí, que notara las gigantes
fisuras que escondía con tanto empeño. Paso una mano por mí espalda y
con la otra bajo mí cabeza a su pecho, beso mí frente.
-No tienes nada que temer conmigo, jamás te hare daño.
-Eso no lo sabes y yo tampoco.
-Confía en mí.-trate de zafarme, necesitaba un momento a solas o
temía no ser capaz de controlar mis lágrimas. Pero él me apretó más.
-Por favor, necesito un minuto.
-No, no te dejare. Cualquier cosa que hagas, hazlo delante de mí.
-Por favor…- suplique con un sollozo. Me estaba desarmando, sabía
que esto iba a ocurrir. Es lo que tanto temía.
-No, Lex.- comencé a hiperventilar, me sentí asfixiada, claustrofóbica.
-Cierra los ojos, concéntrate en mí voz.- puso una de mis manos en su
pecho y la suya en él mío.- acompasa tu respiración con la mía,
concéntrate.- sentí su pecho subir y bajar bajo mí mano. Luche por
acompañar su ritmo.
-Quiero que sientas como él aire entra en ti, como llena tus pulmones
y se esparce por tu cuerpo.- su tono era tan bajo y tranquilo que comencé a
relajarme, mí respiración se calmó de a poco.
-Eso nena, así. Sigue.- respire hondo y saque todo el aire de mis
pulmones. Y sentí como volvía a ser dueña de mí. Abrí los ojos y lo mire.
Su mirada era dulce y amable. Le regale una media sonrisa.
-Gracias.- lo decía sinceramente, y bese sus labios con ternura. Me
devolvió el beso.
-Confía en mí Lex, yo te cuidare.- asentí sin ser capaz de decir nada.
Nos quedamos así unos minutos.
-Debo sacar a Xander. Me daré una ducha rápida. Y salimos, ¿Vale?.-
asintió y me metí al baño, trate de no pensar en nada, abrí la ducha, deje
que se templara y me metí, comencé a cantar en mí interior tratando de
callar los pensamientos, no tarde más de cinco minutos en salir. Cogí mí
jean dominical mis all star y un cómodo sweater de lana fina. Dante me
miraba ir y venir, cogimos las cosas y salimos. El pobre Xander estaba
desesperado por su paseo. Al salir vi su auto en la puerta y me gire en su
búsqueda.
-Si quieres, nos encontramos en los jardines.
-¿No puedo acompañarlos?.
-Claro que sí, lo decía por tu coche.
-Él se quedara aquí.- me quito la correa de la mano. –No quiero que
planifique un encuentro con alguien más.- dijo riendo. También reí y
asentí.
La caminata fue muy relajada, charlamos de trivialidades y cosas sin
importancia. Llegamos a un claro de los jardines, saque la manta y la
acomode en el suelo. Recogí la pelota de Xander y se la arroje tan lejos
como pude y este salió disparado a su encuentro. Él se sentó y tiro de mí.
-¿Lista para la charla seria? Debemos poner unos cuantos puntos en
claro.- su tono era sereno, serio. Asentí.
-¿Eres mía?.- volví a asentir. –No, Lex, necesito que lo digas.
-Sí, soy tuya.
-Ya te he aclarado que no comparto lo que me pertenece. Por lo tanto
nadie puede tocarte sin mí consentimiento y estando yo presente. ¿Está
claro?.
-Clarísimo.- Xander volvió con la pelota en la boca, y Dante la
recogió y arrojo para él.
-¿Cuáles son tus limites Lex?.
-No tengo muchos, en cuanto a lo BDSM, no scat, no cortes y sangre,
no suspensiones completas, no marcas permanentes y no fisting. Con
respecto al resto, no busco una relación sentimental, solo puede ser D/s.
Mi vida personal, mi trabajo y mis amigos son míos, no puedes meterte
ahí. Y yo haré lo propio contigo.
-Bien, tampoco soy alguien de relaciones, y respeto tu vida privada,
pero voy a necesitar saber dónde y con quien estas.
-No me gusta dar explicaciones.
-Lo siento, pero ese es el trato. Tómalo o déjalo, aunque espero que lo
tomes.- lo medite por unos minutos.
-Vale, lo tomo.- él sonrió.
-¿Respecto a los elementos y terceros qué opinas? ¿Hay alguna
restricción?.
-No. Siempre y cuando estemos de acuerdo en los terceros.
-Por supuesto nena, siempre tendrás la última palabra en todo lo que
respecta a juegos. Tu cuerpo es mío, tú me perteneces. Pero siempre será
sano, seguro y consensuado entre ambos.
-Bien.
-Elige una palabra de seguridad solo para nosotros.- me lo pensé unos
minutos y jugué con las letras de lo que más temía. Amor.
-ROMA.
-Muy bien, en el momento en que digas ROMA, cualquier cosa que
estemos haciendo se termina. Sin cuestionamientos, jamás me enojare por
que la uses, quiero que lo hagas si no te sientes cómoda en alguna
situación, ¿Has entendido?.
-Muy bien.
-Siempre debes ser sincera conmigo, para poder cuidarte como debe
ser necesito confiar en ti y tú en mí, necesito conocerte. ¿De acuerdo?.
-Sí, de acuerdo.- sellamos el trato con un pasional beso, que Xander
interrumpió con sus ladridos pidiendo atención. Dante volvió a tomar la
pelota y se levantó.
-Venga grandulón te hare correr un poco.- este lo siguió encantado.
Jugaron un buen rato mientras yo los observaba, tome mí cámara y
comencé a sacarles fotos. Ver los agiles y sensuales movimientos de Dante
en el lente me fascino. Al rato ambos volvieron exhaustos, y se tumbaron
en la manta. Di de beber a mí pequeño y le ofrecí una botella de agua a mí
Adonis. La tarde paso muy rápido, reímos relajados, le conté de varios de
mis viajes y de mis lugares favoritos. Y él me hablo de los suyos, luego
siguió la música, y nos sorprendimos de lo parecido que eran nuestros
gustos, eclécticos. También me contó que había conocido el BDSM de
muy joven gracias al intrépido de su mejor amigo Mariano Gutiérrez,
eran amigos desde el primer año escolar. Y cuando tenían 17 años,
Mariano se enamoró de una chica mayor que él, que le hizo conocer esta
práctica y encantado y curioso se lo conto a Dante y juntos comenzaron a
investigar sobre el tema, y les fascino. Entre charlas y risas, fue cayendo
el día, y volvimos a mí piso.
-Ah una cosa más, soy fóbica a los payasos y a los pies. Y tengo
muchos TOC´s que iras descubriendo. Necesitaba que lo sepas.
-¿Intentas asustarme?.
-¿Lo logre?.
-No nena, nada haría que me aleje de ti.
-¿Subes?.
-Si subo no podré irme, y tú has quedado con tu primo, así que no, iré
a beber unas copas con Mariano, te llamare luego, ¿Vale?.
-Claro, ya me lo esperaba.- me mofe de él y me dio un pequeño azote
en el trasero, en medio de la acera. Me tomo por la cintura me elevo a su
altura, mordió mí sobresaliente labio inferior y me beso con pasión. Cerré
mis brazos a su cuello y le devore por completo. Y se marchó.
Cuando cruzamos la puerta, luego de dejar las cosas y alimentar a
Xander. Me senté en la cama a reflexionar en todo lo que había pasado en
las ultimas 24hs. Sopese la posibilidad de que no fuera un completo
desastre. Quizás después de todo, podría manejarlo, mantenerme a raya
iba a ser difícil, ya me lo veía venir, y mantener a Dante lejos de mis
secretos iba a ser mucho más, pero por el momento decidí guardármelos.
Ya vería si con el tiempo confiaba lo suficiente en él como para mostrarle
mis grietas. Después de todo, mí pasado no tenía que ver con nuestro
arreglo. Me dije muy consciente de la mentira que me estaba contando.
Pero él me hacía sentir segura, deseada, protegida, poseída, extasiada.
Viva. Me recosté en la cama satisfecha de mí decisión de entregarme a él.
Cogí el mando del equipo de música y lo encendí. La dulce melodía de Go
Easy On Me de John Mayer comenzó a sonar, sonreí ante la coincidencia
con mí presente. En algún momento me dormí.
-¡Despierta dormilona!.- me sobresalto el grito de Tomy.
-Eres un gilipollas.
-Posiblemente lleves razón, pero aun así, no puedes vivir sin mí.
Admítelo.
-Vale, ¡soy culpable!.- me levante de un salto y él se encamino a la
cocina, salte sobre su espalda divertida.
-¿Y a ti que bicho te ha picado?.
-¡Mí bicho se llama Dante Navarro!.
-¿Te has visto con el Adonis?.
-Te cuento y no te lo crees.
-Suéltamelo todo.- Tomy preparaba los entremeses mientras yo le
largaba todo el rollo, sin omitir ningún detalle. Con cada parte del relato,
sus ojos se abrían más y su mandíbula caía otro poco. Nos sentamos al
sofá hasta que termine la historia.
-¿Estas segura de lo que haces? No quiero que salgas lastimada.
-No estoy segura de que eso sea posible, pero estoy dispuesta a correr
el riesgo.
-Vale, sabes que siempre me tendrás cerca, solo ve con cuidado.
-Lo hare, y si las cosas comienzan a complicarse me alejare, lo
prometo.- nos centramos en el partido, y no volvimos a tocar el tema,
podía sentir que a Tomy no le gustaba mucho Dante. Pero sabía que
mientras yo lo quisiera a mí lado, él lo aceptaría. El juego fue de infarto y
por un pelo pudimos quedarnos con los 3 puntos. Nos pusimos de pie y
recogí las cosas para llevarlas al fregadero. Tomy se despidió de nosotros
y se fue. Lave los platos sucios, cambie el agua del bebedero de Xander y
volví a rellenar el de la comida. Me cepille los dientes, me aliste para
dormir. Y nos metimos a la cama. Mí móvil sonó. Un mensaje de Dante.
Felicitaciones, escuche que han ganado. ¿Cómo te encuentras?
Gracias! Estoy agotada me alistaba para dormir y tú?
Acabo de llegar a casa, tengo que revisar unas cosas y también me iré
a dormir.
Descansa! xxx
Besos nena, sueña conmigo, pero ya sabes no puedes correrte.
Aguafiestas!.
Hice el móvil a un lado, y me dormí en segundos.
El lunes me levante temprano, como de costumbre, después de una
buena noche de sueño. Dimos un pequeño paseo y me puse a trabajar,
necesitaba ideas para una nueva colección, como acostumbro hacer en
busca de inspiración, realice una lluvia de ideas, y salieron unas cuantas
cosas interesantes, me decidí por una, “Momentos”. Sonó el móvil y lo
atendí sin mirar el número.
-¿Si?.
-¡Buenos días Lexy! ¿Cómo has estado?.- la voz de mí hermana
indicaba que estaba contenta.
-Hola Ari, muy bien ¿y tú?.
-Feliz, he dejado a Emanuel, ¡si vieras con la cara de tonto con la que
quedo! Le he dicho que yo era mucho para él, y que no me merecía. Y al
irme me gire dramáticamente y le solté. ¡Y que sepas que has perdido lo
mejor que te ha pasado en la vida.!.- soltó una sonora carcajada y yo la
acompañe.
-¡Eres de telenovela! Has hecho muy bien. No te merece.
-Gracias. Tengo una novedad más.
-Anda, suéltala.
-Luego de pasar un tiempo contigo he decidido tomar las riendas de
mí vida. Me mudare a Madrid y comenzare a estudiar lo que me gusta.
-¡Pero eso es genial Ari! ¿y qué carrera te interesa?
-Siempre me ha gustado la moda, así que pensé en diseño.
-Excelente, ya sabes que aquí eres bienvenida.
-Muchas gracias, quizás podría quedarme contigo hasta que consiga
sitio.
-Por supuesto. ¿Y Richard y mama como se lo han tomado?
-Mama esta triste porque me marcho y papa me ha apoyado.
-Qué alegría Ari. Y cuando vienes?
-Espero estar lista en una o dos semanas.
.Vale, me avisas y te recojo en el aeropuerto, ¿sí?. Debo dejarte. Te
cuidas guapa.
-Igual tú, besos.- no dejaba de sorprenderme mí nueva relación con mi
hermana, a decir verdad, me gustaba. Volví a centrarme en el trabajo,
necesitaba tomar algunas imágenes, me puse unas medias oscuras, unas
botas de caña alta, un vestido de la lana, cogí la chaqueta, el bolso y salí a
pasear. Me acerque hasta la Galería Wachler, debía recoger el cheque de la
venta.
-Buenos días Lucero, ¿Cómo te encuentras?.
-¡Lexy! Muy bien ¿y tú?
-Bien, gracias. ¿Esta Raquel?.
-Enseguida le aviso.- cogió el teléfono y en seguida replico.-Pasa, te
espera en la oficina.
-Bella Lexy, que alegría volver a verte.
-Lo mismo digo.
-Aquí tengo lo tuyo. ¿Ya estás trabajando en algo nuevo?.
-De hecho se me acaba de ocurrir un buen tema.
-Cuéntame, ¿de qué se trata?.
-Momentos. Las distintas etapas de la vida, desde el nacimiento a la
muerte.
-¡Me encanta! Cuando tengas algo quisiera verlo.
-Por supuesto.- le firme el recibo, y nos despedimos. Llegue hasta una
clase prenatal, necesitaba hablar con las embarazadas, para ver si alguna
quería participar de la muestra, les explique la idea, y dos de ellas se
entusiasmaron, intercambiamos números de teléfono y quede en llamarlas
cuando tuviera listo todo para una sesión de fotos. Mí móvil volvió a
sonar. Mí adonis reaparecía.
-Hola nena.- su voz al teléfono era casi porno. Mí útero se contrajo al
instante.
-Hola guapo, ¿Cómo has estado?
-Mí día va mejorando. ¿Y tú?
-Igual.
-¿Almuerzas conmigo?.
-¿Que paso con lo de mantenernos lejos de una relación?.
-Es solo un almuerzo, si te sirve de consuelo, prometo estar pensando
en mil maneras de hacerte correr mientras comemos.- me reí, no podía
evitarlo.
-Vale, ¿dónde?.
-Mando mí chofer a recogerte.
-Hmmm, de acuerdo.- le di la dirección de donde estaba. A los quince
minutos un impresionante Rolls Royce Phantom negro se estaciono a mí
lado y de el bajo un hombre demasiado musculoso para ser chofer y con
cara de pocos amigos.
-Señorita Vázquez, soy Félix, el chofer del Señor Navarro, me envió a
recogerla.- asentí, y me subí al lujoso auto. Llegamos a un edificio muy
moderno, tenía 12 pisos, completamente revestido en vidrio y acero. Al
llegar al lobby un inmenso mostrador con dos rubias imponentes, un
cartel gigante que manifestaba lujo anunciaba que estabas en “Navarro
Inc.” Félix me acerco una credencial y me indico que vaya al último piso.
Apoye la tarjeta en un scanner y los molinetes me dieron acceso a los
ascensores. Marque el 12. Sonaba música clásica de fondo. Cuando las
puertas se abrieron una sala enorme daba la bienvenida. Espaciosos y
cómodos sillones, llegue hasta la que suponía era la secretaria de Dante.
Una joven de pelo rubio y gesto muy serio me miraba a través de unos
lentes impecables.
-Buenos días, vengo a ver al Señor Navarro.
-Buenos días, ¿su nombre?.
-Lexy Vázquez.- ella asintió se puso al teléfono e inmediatamente se
levantó, su gesto cambio en un segundo. –Por favor acompáñeme por acá
Señorita Vázquez.- dijo ahora con una enorme y encantadora sonrisa.
Llegamos a una doble puerta de roble, ella abrió y me indico que avance.
La oficina de Dante era majestuosa, casi tanto como él. Dos de las paredes
en color cemento claro, y en la pared de la puerta se intercalaban como
paneles en distintos tonos de gris oscuro, la vista era impresionante, un
ventanal de pared a pared se erigía tras el bellísimo y moderno escritorio
de doble tamaño en madera oscura. Cuadros hermosos en distintos tonos
de azul adornaban las paredes. En uno de los laterales un juego de sillones
en acero y cuero negro rodeaban una mesa baja de vidrio. Frente a ellos
estanterías de techo a piso, con cientos de libros, carpetas y un bar. Una
puerta se asomaba por el final del espacio. Dante con una encantadora
sonrisa se levantó de su asiento y se acercó a mí. Llevaba un traje negro,
camisa blanca con rayas negras y una corbata fina también en negro.
Como siempre su andar y su aspecto me robaron el aliento.
-Luces encantadora.- dijo mientras me rodeaba por la cintura y me
elevaba a su altura, me dio un suave mordisco en el labio inferior y le
devore con un apasionado beso colgándome de su cuello.
-Tienes una oficina preciosa.
-Gracias, es donde paso la mayor parte de mí vida, debo sentirme a
gusto.- me apoyo una mano en curva de la cintura y me llevo hasta los
sillones.- Siéntate. Enseguida traerán la comida.
-¿Almorzaremos aquí?.
-Si no te importa.
-Claro.- se sentó en frente mío, cruzo las piernas y descanso su mentón
sobre su mano que se apoyaba en el brazo del sofá y con su dedo recorrió
las líneas de su labio inferior. Su gesto era desafiante y divertido, como si
planeara algo. Me mordí el labio, lo deseaba.
-¿Hambrienta?.- por supuesto lo dijo con doble sentido.
-Famélica.- refute y él se sonrió al ver que entendí su juego. Cruce las
piernas de manera sensual y apoye ambos brazos en el respaldo del sofá.
Sus ojos se entrecerraron y se relamió. Mis bragas se mojaron en
respuesta. Todo con él era sexual, y eso me fascinaba. Golpearon la
puerta.
-Adelante.- un mesero entro trayendo consigo una mesa de servicio y
dispuso los patos cubiertos frente a nosotros, unas copas y un Chardonnay
sudado.
-Muchas gracias.- musite y él asintió. Se retiró sin decir una palabra.
-Espero que te guste lo que ordene.
-Quizás me gustaría más si me hubieras preguntado que apetecía.
-Soy un hombre de iniciativas, Lex.
-Eso me queda clarísimo.- destape el plato y encontré una apetitosa
ensalada de pollo y mango que olía exquisita.
-¿Vino?.
-Sí, gracias. Espero que entiendas que no soy de las mujeres que no
comen delante de un hombre. Por regla general, siempre tengo hambre.
-Tengo clarísimo que no eres como el resto de las mujeres. Y me
alegra que tengas apetito.- el almuerzo estuvo más cómodo de lo que creí,
charlamos a medida que devorábamos nuestros platos. Me conto que se
dedicaba a inversiones, básicamente compraba empresas pequeñas y las
convertía en multinacionales de su corporación. Me dijo que la primera
vez solo invirtió cinco mil euros y gano dos millones. Y que fue entonces
cuando supo a que debía dedicarse. Le conté que estaba haciendo en el
curso prenatal y la idea le pareció brillante. En ese momento la puerta se
abrió y yo me sobresalte.
-Dan, necesito que mires estos números…- un hombre mayor de pelo
gris ordenadamente peinado, que aparentaba unos cincuenta pasados años
y llevaba un traje gris de tres piezas y una corbata a tono. Irrumpió y se
detuvo en seco.-Lo siento, no he querido interrumpir, pensé que estarías
trabajando.
-No te preocupes papa, ella es Lexy Vázquez, una amiga, Lex él es mi
padre Manuel Navarro.- me levante y le extendí la mano.
-Encantada de conocerlo Señor Navarro.- él con la boca aún abierta la
estrecho con seguridad.
-El placer es todo mío niña, pero por favor llámame Manuel, no me
hagas sentir un dinosaurio.
-Eres un dinosaurio.- dijo Dante burlándose de su padre y este le dio
un golpe en el hombro y sonrió, parecían tener una excelente relación.
-Dejare los papeles para que los mires Dan, necesito una confirmación
cuanto antes. Señorita Vázquez, ha sido una grata sorpresa encontrarla.
-Si quieres que yo te llame Manuel, tu llámame Lexy. Y otra vez,
encantada.-me regalo una brillante sonrisa y asintió, se retiró a toda
velocidad.
-Lo siento, generalmente hace eso, se invita solo.
-No tienes por qué sentirlo, es un hombre encantador, ya veo de donde
sacas tus gracias.
-Tuve un buen maestro.
-¿Trabajan juntos?.
-Sí, cuando funde esta compañía, sabía que quería a los mejores y mi
padre es el mejor, después de mí claro.-y me guiño un ojo.-Estaba pasando
por un mal momento y pensé que mantenerlo ocupado lo ayudaría.
-Es un hermoso gesto de tu parte.- se encogió de hombros restándole
importancia.
-¿Tienes idea que hora es?
-2:30pm, ¿no llevas reloj?
-No, no me gustan. Lamento comer y correr, pero debo irme.
-¿Dónde vas?.
-Llego la hora de dejar de pelear contra el sistema, y unirme al
capitalismo consumista..- dije pasándome una mano por la frente
fingiendo una gran carga. Me regalo una media sonrisa torcida.
-Eres tan rara…
-Dime algo que no sepa. Debo comprar un auto, así que veré que
encuentro.
-¿Sabes de autos?.
-Que tienen cuatro ruedas y un motor, con eso me basta.
-No deberías ir sola, terminaras comprando cualquier cosa. Yo no
puedo acompañarte, en breve debo entrar a una reunión, pero le diré a
Félix que vaya contigo y te asesore.-iba a replicar pero levantando una
mano me corto.- Compláceme.
-Vale.- suspire irritada. Esta vez yo tome la iniciativa, de un pequeño
salto me colgué de su cuello y él me levanto por la cintura, le lamí y
mordí el labio inferior.
-Delicioso...- murmure en su boca, sonrió y me devoro con su beso.-
Gracias por el almuerzo, me lo he pasado bien.
-Cuando quieras nena.- tome mis cosas y me fui. Al pasar por delante
de la secretaria, le dedique una sonrisa y la salude con la mano, ella me lo
devolvió. Llegue al lobby y ahí me esperaba Félix. Me escolto al auto.
-¿Te importa si te llamo Félix?.
-Por supuesto que no Señorita Vázquez.
-Tu llámame Lexy, lo de señorita no va conmigo.
-No creo que al Señor Navarro le agrade.
-A él puedes llamarlo como quieras.- asintió.
-¿Tienes idea donde podemos ir?.
-El Señor Navarro me dijo que la lleve con su vendedor de confianza.-
asentí, seguramente no podría costear lo que ESE vendedor me ofreciera,
pero no sería descortés, lo escucharía y luego me iría. Llegamos a la
concesionaria de autos de lujo <<Por supuesto>> pensé. Y un hombre
joven y guapo se desvivió por atenderme y claro me mostro un montón de
bellísimos y muy costosos coches, pero le dije la verdad, buscaba algo
pequeño y económico, que me trasladara pero no sea nada ostentoso. Me
llevo hasta un increíble Alfa Romeo Mito, me enamore al instante, era
negro metalizado y con interiores con detalle en rojo, pequeño y
acogedor, muy femenino. El vendedor al notar mí entusiasmo ofreció que
lo pruebe y lo hice. Maneje un buen rato mientras este me contaba sus
ventajas. Por supuesto fue amor a primera vista, pero adquirirlo sería una
locura que no me podía permitir. Me disculpe y le dije que estaba muy
fuera de mí alcance, me despedí y Félix me llevo a mí piso, después de
probar semejante coche, no estaba de ánimo para buscar uno más
económico y lo deje para otro momento. Agradecí al hombre por el
traslado y subí.
Xander me recibió con un enorme abrazo, decidí llevarlo de paseo.
Dimos una larga caminata y aprovechamos a comprar los víveres. Cuando
volvimos encendí la música y al ritmo de Chop Suey de System Of A Down,
guarde el mercado. Me senté en el ordenaron para elegir e imprimir
algunas de las fotografías que el domingo había tomado. Encontré las de
Dante y Xander jugando en los jardines. E imprimí unas cuantas. El
teléfono de la casa sonó.
-¿Diga?.
-¿Lexy Vázquez?.- no reconocí la voz.
-¿Quién habla?.
-Tu a mí no me conoces, pero yo a ti sí. Aléjate de Dante Navarro si
sabes lo que te conviene.- la voz de la mujer intentaba ser amenazante,
pero no lo conseguía.
-Mira guapa, a mí nadie me dice lo que puedo o no hacer, ¿Vale?.- y
colgué sin más. Alguna enamorada de Dante que se ha puesto de pelos.
Puse los ojos en blanco. Estaba bastante inquieta, no lograba encontrar
algo que hacer, así que le marque a Caty y la invite a cenar. Llego al rato y
charlamos mientras yo preparaba unos exquisitos espaguetis carbonara.
Cenamos hasta reventar, y nos bebimos una botella completa de vino tinto
le conté que me estaba viendo con Dante y quedo atónita. Para cuando ella
se fue, ya era casi medianoche y me fui a la cama. El martes comenzó
tranquilo, paseamos y al volver recogí la correspondencia, varias
facturas, propagandas y un sobre blanco ribeteado en dorado. Lo abrí
curiosa y me encontré una hermosa tarjeta de estilo francés.
Señorita Alexandra Miller y acompañante
Tenemos el enorme agrado de invitarla a nuestra boda
La misma se celebrara el día 9 de febrero de 2013 a las 18:00hs
En la Catedral Metropolitana de San Salvador de Oviedo.
Rogamos su presencia.
Andrés Miller & Fátima Cabrera.
Mi hermano mayor iba a casarse. Menudo lio tendría para zafarme de
esta. Ya me las vería con eso luego. Me metí de lleno a planificar como
sería la nueva colección, diagramando las etapas y momentos que quería
retratar. Un mensaje llego al móvil. Era Dante y sonreí al ver su nombre.
-Estaba pensando en ti. Y me preguntaba que traerías puesto…
-Estoy muy sexy con mí chándal negro.
-Seguro luces preciosa. Félix me comento que no compraste el auto.
-No, debo seguir buscando. Tu estilo no es el mismo que el mío.
-Esta noche te llevare a cenar, ponte muy guapa te recogeré a las 8pm,
no aceptare un no por respuesta. X
Ni siquiera me gaste en contestar puesto que ya había decidido que
cenaríamos juntos. El resto del día fue bastante tranquilo. Llegando a las
7pm me metí a la ducha. Escogí un atrevido conjunto de ropa interior rojo
con encajes que dejaba muy poco a la imaginación, liguero, medias
negras, me puse un vestido tubo con escote cuadrado y hombros rectos,
que se dividía en dos colores blanco en la pechera y rojo bajo la línea de
busto. Unos tacones azules cerrados. Me maquille sensualmente, labios
carmín, ojos esfumados, mucho rímel que hacían ver mis pestañas sexys y
un suave rubor en las mejillas. Me deje el pelo suelto y solo levante una
pequeña cresta para darle altura. Alimente a Xander y sonó el telefonillo.
-¿Si?.
-Te espero abajo, tienes cinco minutos.- su voz dominante y
demandante me sacudió.
-Estoy en dos.- tome el tapado y lo cerré, cogí el bolso me despedí del
pequeño y salí.
Él impresionante Roll Royce estaba esperándome y Félix sostenía la
puerta abierta.
-Buenas noches Félix.
-Buenas noches Señorita Lexy.-revoleé los ojos al menos era Lexy, me
subí y mí adonis lucia guapísimo con la poca luz que le alumbraba sus
hermosos rasgos. Al verme sonrió, tomo mí cara con sus manos y me dio
un dulce beso en los labios.
-No he dejado de pensar en ti en todo el día.- volvió a besarme pero
esta vez con más pasión, su lengua penetro mí boca con anhelo, acariciaba
la mía con ímpetu. Gemí. Cuando me soltó, tecleo un botón y un vidrio
oscuro nos ocultó de Félix. Giro en mí dirección.
-Quiero que te quedes muy quieta.-ordeno y metió la mano bajo mí
falda, sus ojos me miraban fijamente. Inmovilizándome. Llego al borde de
las medias y jadeo, roso la delicada tela de mí tanga la corrió y encontró
lo que buscaba, yo no me moví ni un centímetro, lo mire con lujuria y
pasee la lengua por mis labios lentamente, él gimió. Con la yema de sus
dedos acaricio mí hendidura que ya estaba húmeda.
-Perfecta, justo como te quería.- retiro sus dedos de mí, acodo mí
tanga y saco la mano. Me quede de piedra, ¿Eso era todo?. Lo mire
confusa. Llevo sus dedos a su boca.- Deliciosa.
-¿Vas a dejarme así?.- pregunte en un tono más alto de lo que debía.
-Solo estaba revisándote nena. Vamos a cenar ¿Qué pensaste que
haría?.
-Esta me la pagas.- dije entrecerrando los ojos y apretando los dientes.
Él soltó una enorme y sonora carcajada. Llegamos a un suntuoso
restaurant chino. Me dio la mano para bajar del coche. Y puso su mano en
la curva de mí cintura al caminar.
-Buenas noches Señor Navarro, que placer volver a verlo. Señorita.-
dijo besando el dorso de mí mano, yo fruncí el ceño, es increíble cómo la
gente se humilla cuando tienes dinero, eso siempre me molesto. Sonreí
con cortesía.
-Buenas noches, ¿esta lista nuestra mesa?.
-Por supuesto, ¿me permite su abrigo?.- lo desabroche y Dante me lo
saco por la espalda y se lo entrego. Y susurro en mí oído.
-Tu trasero se ve tan tentador desde acá que temo no llegar al postre.-
sentí mí vagina contraerse de excitación, lo mire de reojo aun enfadada. El
anfitrión nos guio hasta el final del local y traspasamos unas puertas de
papel de arroz decoradas con flores de cerezo en rojo. Llegamos a una
pequeña sala donde había una mesa cuadrada dos sillas y estaba
ligeramente iluminada. Sin duda un lugar privado y exclusivo para quien
pudiera pagarlo. Dante se acercó a mí y corrió la silla para que me
sentara. Luego se sentó frente. Enseguida vino el mesero y dejo la carta de
vinos a mí adonis. Él la ojeo y finalmente pidió un Pinot Grigio italiano,
un vino que a mí me encantaba. El mesero asintió y se retiró cerrando las
puertas a su espalda.
-Estas bellísima nena. No veo la hora de desnudarte y saborearte
entera.- mis músculos se tensaron y me mordí el labio. Y él sonrió
satisfecho por mí reacción.
-Gracias nene, tú también luces muy bien.- llevaba un pantalón de
vestir negro y una camisa abierta a dos botones en azul royal que le hacía
juego con sus ojos.- tus ojos me fascinan.
-Gracias Lex, a mí me fascinas tú. Cuéntame de tu día.
-No hay mucho que contar, fue bastante tranquilo, estuve trabajando.
¿Y el tuyo?.
-Un desastre, me fue imposible concentrarme, solo quería tenerte
desnuda en mí oficina, sentía tu perfume en el ambiente desde tu visita.-
abrí los ojos como plato.
-¡Serás exagerado!,
-Es en serio nena, ¿Qué perfume usas?.
-Ricci Ricci de Nina Ricci.
-En tu piel queda exquisito.- me ruborice y sonreí. El mesero volvió
con el vino y Dante lo degusto, asintió y este lo sirvió para ambos. Nos
entregó la carta y yo me dispuse a mirarla.
-No hace falta, dígale al chef que queremos el salmón a las finas
hierbas con vegetales. Y de entrada traiga un coctel de langostinos.
-Un momento.-interrumpí anonadada. Dante le hizo señas al mesero y
este desapareció.
-¿Estás loca? .
-A menos que quieras cargar con mí cadáver de regreso, necesitaba
interrumpir.- levanto una ceja sin entender a que me refería.- Soy alérgica
a todo lo que provenga del mar, pescados y mariscos.
-Lo siento, no lo sabía.
-Lo sabrías si me hubieras preguntado que me apetecía cenar…- puso
los ojos en blanco y volvió a hacerle gesto al mesero y este regreso,
-Para mí, lo que le pedí y la señorita le dirá que quiere.
-Gracias. Para mí el pollo Wen Tian-xiang y de entrada cualquier cosa
que no contenga ni pescado ni mariscos, soy alérgica.- dije con una
sonrisa. Y él se retiró.
-¿Algún otra alergia que debería conocer?
-Creería que no, aunque te agradecería que me dejes elegir a mí, que
comer.
-Ya aprendí mí lección.- la cena fue muy entretenida, entre bocados
jugamos y nos tentábamos, Llego el momento del postre y yo pedí una
torta de chocolate y Dante un café.
-Sácate la tanga y entrégamela.
-¿Aquí mismo?
-Si.-obedecí, metí mis manos por debajo del vestido, eleve un poco mí
trasero y saque mí tanga, el mesero entro con el postre y Dante sonrió,
creyendo que me intimidaría. Lo mire a los ojos y deje colgar la tanga en
mí dedo índice ante su rostro. El pobre chico se ruborizo como un tomate.
Mí adonis se mordió el labio y sus ojos se oscurecieron de deseo. El joven
dejo las cosas y salió rápido.
-¿Muy bien nena, así que te gusta jugar rudo?.
-Es mí juego favorito nene.
-Ven aquí.- me levante y fui hasta su silla, puso una mano en mí nalga y
dio un pequeño y sexy azote. Me hizo sentarme a horcajadas sobre él, y
para facilitar que mí pierna pase, subí provocativamente mí vestido. Clavo
sus dedos en mí trasero y mordió mis labios, los chupo y me invadió con
la lengua, tomando completa posesión de mí. Me curve en busca de él y lo
tome por el pelo. Metió una de sus manos en mí entrepierna, estaba muy
mojada. Toda la situación me puso a mil.
-Hmmm nena estas muy húmeda, ¿quieres correrte?.
-Si...- metió dos dedos en mí y se hundieron sin ningún esfuerzo.
Hábilmente se movió en mí interior, busque su boca y ahogue mis
gemidos en él. Siguió sus placenteras caricias y encontró mí punto G. le
mordí con fuerza para evitar el grito, estaba en el clímax, pero cuando él
sintió que mí orgasmo me alcanzaba, saco bruscamente sus dedos de mí
anhelante vagina, me dio un fuerte azote en el trasero.
-Eres una chica mala, y no vas a correrte aquí. Vuelve a tu asiento y
termina el postre.- lo mire completamente confusa y furiosa. Otra vez me
había hecho lo mismo. Me levante como una furia y me senté, lo mire con
odio y apreté la mandíbula, iba a pagármelo y muy caro. Me miro con
satisfacción y se llevó los dedos a la boca.-Esta noche voy a saborearte
como vengo soñando desde que te conocí.- me mantuve callada, jugué más
de lo que comí la riquísima torta de chocolate.
-¿Quieres probar?.- inquirí, dos podían jugar este juego.
-Me encantaría.- pase la cuchara envuelta en chocolate por mis labios y
me acerque a él.-Prueba.- me tomo por la mandíbula y lamio mis labios
cuando se hubo satisfecho me dio un pequeño cachetazo, con ese gesto
siempre me pasaba lo mismo, mi primer impulso era violento pero al
segundo estaba enloquecida de placer y sometida. Una vez terminamos nos
dirigimos al auto, nos sentamos en silencio.
-No estés tan enfadada, prometo que tendrás unos cuantos orgasmos
enormes y muy placenteros.- mire por la ventana sin prestarle atención, la
frustración me invadía. Y me removí en el asiento. Puso su fuerte mano
sobre mí muslo y lo apretó.
-Quieta, no hagas trampa.- llegamos a su casa y una vez en el ascensor
volvió al asecho. Me puso de espalda a él pegándome a la pared del
pequeño espacio enredo mí pelo en su mano y la otra la puso en mí
garganta, mordió el lóbulo de mí oreja y me susurro al oído.
-Ahora sabes lo que sentí durante todo el día, me tuviste duro todo el
tiempo y mí frustración es tan grande como la tuya.
-Pero yo no te hice nada.
-Sí, nena, te metes continuamente en mí cabeza.- soltó mí garganta
para alcanzar un botón del ascensor y este se detuvo temblé de
anticipación. Subió mí pollera y sin ningún preámbulo se enterró
completo en mí. Grite al sentirlo tan profundo, era una dulce quemazón. Él
dirigió mis caderas con su mano mientras tensaba más el agarre en mí
pelo. Haciéndome arquear. Gimió en mí oído y se me erizo la piel.
-Oh Lex, me encanta estar dentro de ti nena.
-A mí me encanta sentirte en mi interior Dante.- aumento el ritmo de
sus acometidas y cuando mí cuerpo se tensó al avecinarse el orgasmo,
volvió a poner la mano en mí garganta y me apretó ligeramente. Eso lo
potencio todo.
-Siénteme… Córrete para mí Lex.- me deje ir encantada, me
convulsioné en sus manos y mí vagina se contrajo violentamente.
Entonces él se corrió. Soltó mí garganta y sujetando mí vientre me apretó
más contra él. Sentí el fruto de su orgasmo bañar mí interior. Salió de mí
y me soltó, me apoye en la pared buscando volver a mí. Y él hizo lo
mismo aun detrás de mí.
-Vas a acabar conmigo Lex.
-Lo mismo digo…- arreglamos nuestra ropa, volvió a tocar otro
botón y el ascenso continuo. Apenas se abrió la puerta reposo su mano en
la curva de mi cintura y me guio por la gran casa.
-¿Quieres un recorrido?.
-Me encantaría.- tomó mí mano y yo me paralicé, él lo noto y me dio
un leve tirón.
-¿No te gusta mucho el contacto humano más allá del sexo no?
-Lo siento mí reacción es completamente involuntaria.- él asintió pero
no me soltó. En el primer arco a la izquierda se abría una enorme sala
donde cabían fácilmente unas quince o veinte personas, las paredes en un
tono gris claro y el piso de madera oscura se repetía. Unas hermosas
cortinas color pastel con distintas y suaves tonalidades de verde caían por
los ventanales, una lujosa chimenea de piedra oscura en medio de ellas,
pero lo que realmente capto mí atención fue el cuadro que tenía encima.
-¿Es un auténtico Monet?.- dije con la boca abierta. Ahí estaba uno de
mis cuadros favoritos, El Parlamento de Londres.
-Si.- dijo quitándole importancia. –Esta es la sala de estar.- unos
preciosos y cómodos sofás en color musgo y con ciento de almohadones
claros descansaban en el centro de la amplia sala. Una mesa de mediados
de siglo presentaba bebidas de todo tipo en botellas de cristal. En una de
sus paredes una puerta de madera doble en blanco separaba la sala del
comedor formal, una mesa rectangular en madera oscura junto a doce
sillas haciendo juego, mucho espacio de apoyo en los mismos tonos pero
de distintos estilos, y una araña negra de cristal colgaba del techo. El lugar
se conectaba a la cocina por una puerta vaivén. Volvimos hasta la entrada y
una puerta pesada de madera oscura sobre el lado derecho ocultaba su
despacho. Tonos madera, acero y cuero predominaban en el lugar, era
muy parecida a la oficina donde trabajaba. Al final del pasillo una sala de
entretenimiento. Un gigantesco plasma y cientos de aparatos electrónicos,
sillones blancos y mesas auxiliares oscuras. Entre ambas salas un arco se
abría a un amplio pasillo, ahí se encontraban las habitaciones, a ambos
lados una habitación de huéspedes muy grande y de estilo minimalista,
líneas limpias y todo en colores claros, los pocos toques de color lo daban
las cortinas y el edredón rojo. La otra habitación era exactamente igual
pero en colores tierra. Ambas en suite. Su habitación estaba al final,
pasamos las puertas dobles y un espacio muy grande nos daba la
bienvenida. Del lado derecho una cama King size con un respaldo
acolchonado negro. Edredón negro y sabanas en gris claro, con varias
almohadas a tono. A diferencia del resto de la casa, la habitación de Dante
era de estilo japonés. Las mesas de noche bajas en madera oscura
sostenían unas hermosas lámparas de papel de arroz rojas, fotos
familiares y los artículos habituales.
Frente a la cama la chimenea de piedra oscura con dos estanterías
encuadrándola, repleta de libros y fotos, dos pequeños puf en rojo y una
mesa baja. Sobre la pared lateral mí fotografía era lo único que había.
Sonreí. Del lado izquierdo dos puertas pequeñas pero dobles y en medio
una chaise longe antigua en rojo, con una mesa auxiliar con libros y una
lámpara haciendo juego con las otras pero de pie. Una de las puertas daba
a un enorme vestidor y el otro a un baño de ensueño, lavabos dobles en
blanco con grifería moderna en acero, la zona de toilette, una ducha doble
y un hidromasaje ovalado. Todo era impresionante. Y muy moderno.
-Tu casa es preciosa.
-Gracias. Ven.- me llevo hasta la habitación aun tomado de mí mano.-
Desvístete para mí nena, quiero disfrutar de la vista.- se sentó en la cama y
yo comencé a bajar el cierre de mí vestido ante su atenta mirada. Lo deje
caer y me saque los zapatos.
-Pero que bonito conjunto…- di una vuelta para que pudiera
apreciarlo. Solo tenía el corpiño y el portaligas, él llevaba mí tanga en su
bolsillo. Desabroche el corpiño y cayó al suelo. Luego siguió el
portaligas y por ultimo lentamente me saque las medias. Quede
completamente desnuda ante él. Movió el dedo en el aire indicándome que
vuelva a girar. Lo hice. Extendió su mano y yo la tome, me llevo hasta él,
abrió sus piernas para que pudiera pararme entre ellas. Me tomo del
trasero e inspiro profundamente sobre mí bajo vientre.
-Hueles a rosas, me encanta.- con un movimiento ágil me recostó
sobre la cama.- Abre la piernas para mí Lex. Déjame ver lo que es mío.-
sus palabras me quemaron la piel, doble las rodillas y las separe tanto
como pude. Me apoye sobre mis codos para poder ver su expresión. Se
relamió y mordió sus labios. Cogió un mando a distancia y un suave blues
comenzó a sonar. Se sacó la ropa y quedo completamente desnudo, su
cuerpo era impresionante y su aspecto increíblemente tentador.
-Ahhh.- un leve gemido escapo de mí boca al verlo.
-Nena, esto no va a ser rápido.- advirtió y metió su cara entre mis
piernas, al sentir el contacto de su lengua en mí vagina me contorsione y
jadee. Lamio toda mí hendidura con autentico deleite, con sus dedos abrió
mis labios y encontró mí erecto clítoris deseoso de sus atenciones. Se lo
llevo a la boca rápidamente y gimió, su respiración me hizo cosquillas y
levante la cadera.
-No te muevas, trata de estar muy quieta o tendré que atarte.- Por
supuesto eso hizo que volviera a removerme, me dio un azote en el
trasero.-Quieta. Tú ya tuviste tu postre, me toca a mí.- lamio mí clítoris, le
dio leves mordiscos y hundió un dedo en mí interior. E involuntariamente
junte las rodillas. Se levantó y desapareció en el vestidor. Mí agitación se
aceleró. Volvió a los segundos con varias cosas en la mano, una cuerda de
seda trenzada negra, una vara que daba pequeñas descargas eléctricas, un
antifaz y un guante de pinches, me mordí el labio deseosa de comenzar el
juego. Subió a la cama y me cogió en brazos, me acomodo en el centro.
Tomo una de mis muñecas y cerro un extremo de la cuerda, estiro mí
brazo, y ajusto el otro extremo a un agarre en la pared tras la mesa de luz,
hizo lo mismo con el otro. Me puso el antifaz y la oscuridad me invadió.
Volví a removerme y recibí una deliciosa descarga eléctrica, era un poco
más fuerte que una cosquilla, jadee. Volvió a mí entrepierna y continúo su
asalto. Sentí los pinches del guante en mí trasero, era tan placentero. Paso
su lengua por toda mí vagina, volvió a arremeter contra el centro de mí
deseo, lo chupo y mordió me arquee, otra descarga, y el guante se apretó
más a mí, la oscuridad y la cadencia del blues, hacían que todo pareciera
mucho más intenso. Con sus dedos abrió mis labios y me penetro con su
lengua, una y otra vez, gimió.
-Nena me encanta tu sabor.- yo jadee, cambio su lengua por sus hábiles
dedos y los metía y sacaba de mí con vehemencia con la cálida lengua
daba pequeños toques en mí clítoris, apretó el guante a mí nalga, y todo mí
cuerpo se convulsiono, me tense, tire de las cuerdas inútilmente.
-Córrete para mí Lex.- y lo hice, le daría cualquier cosa que quisiera
de mí. Me corrí en su mano, y rápidamente poso su boca en la entrada de
mí vagina absorbiendo el fruto de mí placer.
-Exquisita.- sentí su cuerpo abandonar la cama, trate de normalizar el
ritmo de mí respiración, unos segundos después lo sentí subir y el calor
de su cuerpo me advirtió que estaba muy cerca de mí. Lamio mis labios,
los mordió y me beso con pasión, su lengua se enredó con la mía que lo
busco con desesperación.
-Quiero poseer todo tu cuerpo Lex.
-Hazlo, es tuyo…-dije en un hilo de voz. Un fluido cálido hizo
contacto con mí ano y este tembló.
-Relájate nena. Te pondré una joya anal. Así no será tan difícil
penetrarte.- de a poco metió la joya en mí trasero, el lubricante facilito el
trabajo.
-Ahhh…-suspire al sentirlo completamente adentro.- Te deseo Dante,
quiero saborearte.- el gimió, lo sentí moverse en la cama y luego la punta
de su glande acariciaba mis labios, tire de las cuerdas, quería tocarlo. Abrí
la boca para invitarlo, gustosa lo probé, chupe su glande con verdadera
devoción, era muy sabroso, levante mí cabeza tratando de profundizar mí
succión y él se acercó más, me tomo del pelo y acompaño el movimiento
de mí cabeza, cuando lo sentí en mí campanilla el me mantuvo ahí, era tan
grande que me invadía por completo y me quitaba la respiración me soltó
y busque aire desesperada, volví a buscarle, y repetimos la acción, su pene
latió dentro de mí boca, se estaba por correr. Acelere mis movimientos
llevándolo tan profundo como podía una y otra vez.
-Nena, me voy a correr si no paras…- dijo entre respiraciones, quería
que se corriera en mí boca así que apreté mí lengua a él y succione su
miembro con fuerza, todo su cuerpo tembló, y se tensó, bufo salvajemente
y se corrió. Su sabor era exquisito y único. Jadee cuando salió de mí y
trague, me relamí. Tomo mí mandíbula con una mano y me dio pequeños
y rápidos cachetazos en la mejilla, me contorsione excitada.
-Ahora voy a follarte Lex y después follare tu trasero.
-Por favor…-suplique.-Fóllame...- lamio mí cuello, chupo mí pezón lo
mordió y sentí como se cerraba una pinza en el, gemí. Repitió la misma
acción con el otro y volví a gemir. Siguió acariciando con su lengua mí
abdomen y se detuvo en cada pétalo de mí tatuaje. Con sus dedos volvió a
abrir los labios de mí húmeda vagina, chupo mí clítoris, lo mordió y otra
pinza se prensó a el, me arquee. Sentí la fría cadenita que los unía caer
sobre mí vientre. Tomo mis piernas y paso sus brazos por la parte de atrás
de mis rodillas, acomodo su glande en la entrada de mí vagina y
lentamente me penetro, en un movimiento que fue una tortura. Levante las
caderas para profundizar su penetración, la sensación de su miembro
haciendo tope en mí interior me quemaba por dentro. Tense las cuerdas
que sujetaban mis brazos. Y jadee. Entró y salió de mí a un ritmo
enloquecedor, era tan lento que me consumía la desesperación.
-¡Vas a enloquecerme Dante por favor!.- le suplique a gritos. Su boca
encontró la mía y la devoro en un abrazador beso. Finalmente tomo un
ritmo más normal, sus embestidas eran secas y fuertes, levanto más mis
piernas y tiro de la cadena que unía las tres pinzas, me contorsione bajo el
peso de su cuerpo y le mordí el labio con fuerza, y repitió la acción.
-Eres mía Lex, y hare contigo lo que me plazca.
-Sí, toda tuya…- aumento el ritmo de sus estocadas y se bebió mis
gemidos de placer. Mi cuerpo se tensó ante el incontrolable y creciente
orgasmo que se formaba en cada célula de mí cuerpo.
-Siénteme… siénteme en todas partes Lex y córrete para mí.- me deje
ir, en un orgasmo devastador, y ansiado. Soltó las pinzas de mis pezones y
clítoris acaricio este y chupo mis pezones, su contacto alivio la quemazón.
Sentí que otra vez me iba a correr, volví a tensar mis músculos y él se
corrió gritando mí nombre.
-Oh Lexy…-no llegue a correrme, pero el cosquilleo seguía latente
recorriendo mí piel. Se dejó caer sobre mí cuerpo y me beso. Ansié poder
ver sus ojos. Pero los míos seguían cubiertos. Cuando nuestras
respiraciones se calmaron salió de mí, el vacío volvía. Saco el antifaz y
libero mis manos. Me abrace a su cuello y lo acerque más a mí cuerpo.
-Jamás tendré suficiente de ti.- dije en un momento de absoluta
sinceridad.
-Eso espero nena, porque sé que yo no lo tendré.- mí lengua penetro su
boca y le busque con ansias de más. Enrede mis piernas en su cintura, tire
levemente de su pelo y lamí su cuello, con mis uñas dibuje largas líneas en
su espalda y él se curvo, sentí que su erección volvía a crecer y volví a
besarlo. Se liberó de mis manos y piernas y con un brusco movimiento me
giro, me apoye en mis antebrazos y con ambas manos levanto mí cadera
hasta tener mí trasero en pompa y a su alcance, se puso el guante y
comenzó a darme rápidos y ligeros azotes al tiempo que giraba la joya
dentro de mí. Me arqueé mucho más. Los pequeños pinchazos se abrían
paso por mí piel como si se tratara de una corriente. Grite y gemí, el
placer era total. Lentamente saco la joya de mí ano, puso un poco más de
lubricante y su glande se acomodó a la entrada de mí trasero.
-No te muevas Lex, lo hare lento, no quiero lastimarte.
-De acuerdo tratare de estar quieta.- lentamente comenzó a hundirse en
mí, trate de relajarme para facilitarle el paso, sentí como cada anillo de mí
interior se resistía y luego se relajaba. Cuando finalmente estuvo
completamente dentro ambos gemimos y nos relajamos.
-Oh nena, eres un completo placer.- enredo mí pelo en su mano y tiro
de mí, con el guante aun puesto me dio una nalgada. Jadee.
-Hazme completamente tuya Dante. Toma todo lo que quieras de mí, te
pertenece.- las palabras escaparon de mí boca antes de pensármelo. Él
encendido por lo que le decía, salió de mí para volverse a clavar con
fuerza en una sola estocada. Grite.
-Oh si, así...- dije enloquecida, mis caderas acompañaban sus
acometidas, dejo el guante y busco mí clítoris, lo apretó y tiro de el, y yo
me curve aún más. Aumento su ritmo y yo acelere mí respiración, el
jadeaba, tomo mis brazos y los cruzo a mí espalda, haciendo que mí pecho
se apoyara en el colchón, con su mano apretó el agarre. Con la otra mano
tiro del pelo de mí nuca. Gemí como una posesa. Sus penetraciones se
volvieron salvajes, y sus jadeos más intensos, soltó mí pelo y metió dos
dedos en mí vagina, me sentía tan llena que era casi imposible de aguantar.
Mi cuerpo se tensó y el cosquilleo en mí piel tomo un ritmo enérgico.
-Si Lex así… siénteme… córrete para mí ahora!- sus dedos entraban y
salían de mí vagina mientras su pene hacía lo propio en mí trasero, el
orgasmo fue violento y me convulsioné bajo su cuerpo.
-Dante…- grite cuando me deje ir. Pero él no se detuvo, siguió
ferozmente, cuando paro bruscamente, me apretó a su pelvis y se corrió
dentro de mí. Sus dedos abandonaron mí interior y eyacule.
-Oh Lex… eso fue…
-Indescriptible…- replique. Su miembro abandono mí trasero, soltó
mis brazos y yo caí laxa sobre el colchón, el cayo a mí lado. Ninguno se
movió ni dijo nada por un buen rato hasta que nuestras respiraciones
tomaron un ritmo más normal. Puso una mano en mí espalda y me
acaricio con dulzura. Volteé la cara para poder mirarlo. El miraba el techo
en un gesto abstraído y el otro brazo descansaba sobre su cabeza. Tuve
deseos de abrazarme a él, pero las detuve.
-Necesito un baño, ¿te importa si uso tu ducha?.
-Claro que no nena, siéntete en tu casa. ¿Quieres que te acompañe?.
-No gracias, necesito reponer fuerzas.- dije riendo. Me metí a la ducha,
el agua caía en forma de lluvia y relajo mis músculos, se sintió
maravilloso. El sexo con Dante era explosivo y enloquecedor, y yo
parecía no tener suficiente de él, eso me asusto, pero mis ansias de él, no
eran solo a nivel sexual, quería abrazarlo, acariciarlo, besarlo, verlo
sonreír. Eso me aterro. Salí de la ducha y me envolví en una toalla. Al salir
a la habitación mí adonis llevaba unos pantalones ligeros negros atados
por un cordón en su cadera de tiro demasiado bajo que dejaba ver la
maravillosa V que se formaba en su pelvis. Babee de solo verlo.
-Tienes sed, he ido por algo de beber.- me entrego una copa de
chardonnay helada que me sentó de maravilla.
-Gracias, tenía la boca seca.
-Ven a la cama.- dijo estirando el brazo para alcanzarme.
-No puedo, debo irme.
-Tu no duermes con nadie, lo había olvidado.- levante los hombros y
le dedique una mueca torcida.
-Tengo a Xander.- intente excusarme utilizando a mí pequeño.
-Estoy seguro que el estará bien, ¿no puedes hacer una excepción, por
mí?.- quería con todas mis fuerzas dormir con él, pero sabía que ese sería
el principio del fin. Tome valor.
-Quizás otro día, ¿Vale?.- asintió pero no pareció muy convencido, su
gesto se volvió amargado, sentí que se me encogía el pecho. Ese hombre
acabaría conmigo tarde o temprano. Me vestí en silencio él se puso un
buzo y las zapatillas.
-¿Qué haces?
-Te llevare a tu casa. Y antes de que digas nada, no me harás desistir.-
el viaje fue en un absoluto silencio, excepto por la canción de Bruno Mars
When I Was Your Man. Aparco en la acera, me acompaño hasta la puerta,
intente borrar su gesto.
-Ha sido una noche maravillosa, gracias por la cena.
-Cuando quieras nena.- lo tome de la cara y lo bese muy dulcemente, el
abrió su boca y profundizo el beso, pero esta vez no fue posesivo, fue…
amoroso.
-Descansa.
-Tú también.- dijo y se marchó.
Cerré la puerta tras de mí, y Xander me miraba inquieto.
-Lo sé, estoy en un buen lio.
El ladrido de Xander me despertó asustada, tenía una pesadilla
horrible.
-¡Arriba dormilona! ¿Qué diablos te ha pasado en el trasero?.- la voz
de Tomy tenía cierta preocupación. Trate de mirarme, pero no podía, me
toque y ardía como mil demonios. Pero la sensación me recordó de qué se
trataba.
-No me veo ¿Qué tal esta?.
-Bueno se ve que el adonis te mantuvo entretenida.- le saque la lengua
y me levante, mire mí trasero en el espejo de pie y se veían muchas
pintitas rojas en ambas nalgas, y sonreí encantada, me gustan las marcas
cuando no son permanentes, y son un recordatorio viviente de la gran
sesión de ayer. Me metí al baño para asearme.
-¿Te ha llegado la invitación a la boda de Andy?.
-Sí, ayer, se te ocurre una buena excusa para que no tenga que ir?.
-Lexy creo que deberías ir, se casa cariño y es tu hermano.
-¿Te imaginas la cantidad de prensa y fotógrafos que habrá? ¿Cómo
quieres que aparezca?, todo el mundo sabrá de la hija escondida de
Richard Miller.- Tomy me ofrecía un café y unos bollos calientes, que
acepte con mucha gana.
-Cariño tu sabes bien que apoyo tu interés en ocultar quien eres, ¿pero
no crees que ya fue suficiente?, te has hecho de un nombre por ti misma.
-No se trata solo de eso, no quiero tener nada que ver con los Miller.
Ya se me ocurrirá algo. ¿Y tú qué tal?.
-Hecho un lio…
-¿Caroline?.
-Sí, me gusta, me gusta mucho y que estemos lejos complica todo.
-No estarás pensando mudarte a Londres ¿No?.
-Aun no lo sé, es eso o que ella venga a Madrid.
-Me gusta más la segunda opción.
-Lo sé, debo ir a trabajar.- me dio un beso en la frente y se fue. Me
quede de piedra, solo pensar que Tomy podría irse a Londres… no, no
quería pensarlo, seguro buscaría la forma de no hacerlo. Decidí sacar a
pasear a Xander, el aire fresco me vendría bien.
Al volver vi estacionado en la acera un nuevo y reluciente Alfa Romeo
Mito en negro metalizado con un moño gigante, cerré los ojos, ojala me
equivoque… estaba a punto de entrar y un hombre aguardaba al lado del
telefonillo.
-¿A quién busca?.
-A la señorita Lexy Vázquez.- ¡diablos, ya sabía yo!.
-Soy yo.
-Señorita Vázquez tengo una entrega para usted, ¿me puede firmar
aquí?.- firme el recibo y el hombre me entrego un sobre marrón. Agradecí
y se fue. Sin siquiera abrir el sobre, marque a Dante.
-¡Hola nena! Que alegría que me llames.
-Dante… voy a tratar de conservar la calma tanto como pueda, y
créeme me está llevando mucho esfuerzo…
-Venga, cálmate, ¿Qué pasa nena?.
-Acaban de entregarme un coche, igual al que probé donde TU me
mandaste, junto a un sobre, no necesité abrirlo para saber que es tuyo,
¿Acaso has perdido la razón?.
-Es un regalo.
-Un ramo de flores es un regalo. ¡Esto, definitivamente no lo es!. ¡Es
un auto! ¡Un condenado auto!.
-Te lavare la boca con jabón como sigas hablando así.
-Déjate de tonterías Dante, hablo en serio.
-Yo igual. Es un regalo, se cuánto te gusto y quise dártelo.
-Te lo agradezco, pero no lo acepto. Puedes mandar a que lo recojan.
-Está a tu nombre, así que lo estaría robando. No puedo hacerlo.
-Dante por favor, no lo quiero.
-Tómalo. Debo irme, tengo una reunión, paso por tu piso al salir.- me
corto sin más. No me lo podía creer, deje el sobre en la mesa de café, no
pensaba abrirlo, y me dedique a trabajar. Al caer la tarde volvimos a salir
por un paseo y al regresar Dante me esperaba apoyado en el pequeño y
hermoso auto negro, pero ya no traía el moño. Lo mire de reojo y entre,
Xander se removió en mí mano para saludarlo y no lo deje. Subimos por
las escaleras y el por el ascensor, cuando llegue a mí piso, se apoyaba en
la puerta, con cara de pocos amigos, llevaba un traje tres piezas en azul
marino, camisa celeste con rayas y corbata azul. Guapísimo como
siempre. Lo mire con mala cara y se corrió, abrí y entramos, estaba por
darle con la puerta en las narices, pero se lo vio venir y agarro la puerta
con la mano.
-Que sepas que ya me estas cabreando.
-Pues bienvenido al juego, tú me cabreaste primero.
-Es un regalo, y quiero que lo uses.
-Pues te lo vuelvo a agradecer, pero no soy del tipo de mujer que le
gustan los regalos ostentosos.
-Pues lo serás nena.- me tomo por los brazos y me clavo a la puerta.
Cuando me soltó intente zafarme, pero ágilmente tomo mis muñecas y las
encerró con una mano en mí espalda. Con su otra mano me tomo de la
garganta. Lamio mis labios, pero no abrí la boca, por lo que me mordió
con fuerza y me fue inevitable, un jadeo se me escapo.
-Me gusta regalarte cosas y las vas a aceptar de buen gusto. ¿Está
claro?.
-¡Y una mierda!.- Un leve cachetazo atizo en mí mejilla y me envare.
-Te he dicho que cuides tu lenguaje.
-Vete a la mierda Dante.- otro cachetazo, un poco más fuerte. Mis
bragas ya estaban completamente mojadas y mí clítoris palpitaba con
ansias.
-¿Quieres que lave tu boca con jabón?.
-Si crees que me intimidas de equivocas de par a par guapo. Te lo
repito. Puedes irte al infierno.- separe cada palabra dándole énfasis. Y otra
cachetada más. Me llevo al baño cargándome sobre su hombro, con ropa y
todo me metió en la ducha y la abrió. Estaba tan cabreada que podría
haberlo matando en ese momento, pero mí deseo por él fue más fuerte y
tomándolo por la corbata lo metí conmigo, con todo y traje. Me tomo por
la nuca con fuerza y me beso, enrede mis piernas a su cintura y me colgué
de su cuello. Sus manos volaron a mí trasero. Entre jadeos nos quitamos la
ropa, me dio la vuelta y comenzó a azotarme, ardía bastante, ya que aún
estaba sensible por el guante, tomo mí cabello y me obligo a arquearme
para él. Metió su mano en mí entrepierna y busco con ansias mí clítoris, lo
apretó y tiro de él, jadee más fuerte. Sus dedos se hundieron en mí húmeda
vagina y me masturbo con fuerza. Me llevo inmediatamente al clímax, y se
detuvo.
-Maldición.- grite con frustración. Y un fuerte azote sonó en mí nalga.
Mí trasero busco su erección y cuando la encontré me refregué contra el
como una gata en celo. Volvió a penetrarme con sus dedos, ágil y violento
mientras yo movía mis caderas en pequeños círculos contra su duro
miembro, cuando mí cuerpo se tensó, salió de mí.
-No vas a correrte hasta que yo quiera nena.- bufe excitada y frustrada.
Beso y lamio mí cuello, retorció con fuerza uno de mis pezones, gemí
fuertemente.
-Fóllame Dante por favor…- mordió el lóbulo de mí oreja y su mano
volvió a mí entrepierna, siguió masturbándome con locura. Y se alejó
rápidamente cuando el clímax me volvió a alcanzar.
-Ya ha sido suficiente, ¡No puedo más¡ Necesito correrme.- me azoto
velozmente y con fuerza el trasero, y un pequeño azote en la vagina, grite
con desesperación. Otro pellizco en un pezón, y sus dedos volvieron a mí
interior, encontró mí punto G y comenzó a acariciarlo. Necesitaba
correrme, no podía soportarlo más.
-¿Vas a usar el coche que te regale?
-Sí, sí, lo hare…
-¿Aceptaras mis regalos de buena gana?.
-Sí, lo hare…
-Muy bien Lex córrete para mí.- no termino la frase y me corrí. El
orgasmo fue devastador, violento y eyacule una vez más.
-Oh si nena, me encanta cuando eyaculas para mí.- me giro y me
levanto del trasero, mis piernas se enredaron en su cintura, y sin perder un
segundo de una sola embestida se hundió en mí. Sentirlo completamente
en mí interior me encantaba, su tamaño me quemaba, y lo sentía con
claridad. Me agarre con ambas manos a las paredes de la ducha, y tomo
uno de mis pezones entre sus dientes y lo mordió con suavidad, luego lo
lamio y mordió más fuerte, luego el otro, mientras su duro pene entraba y
salía de mí a un ritmo infernal. Unos cuantos y rápidos azotes en mí
ardiente nalga, solté la pared y mis uñas se clavaron en sus hombros y
emitió un leve quejido, por lo que intensifique mí agarre. Gimió. Devoro
mí boca, su lengua y la mía se enredaron en caricias, y él se clavó
bruscamente en mí.
-Siénteme… Córrete para mí Lex, ahora.- y me deje ir, las paredes de
mí vagina se contrajeron y ante la presión él se corrió en mí interior.
Cuando nuestras respiraciones se normalizaron, decidió que quería
lavarme, y lo hizo con delicadeza, y yo lo hice con él.
-Debes dejar de utilizar el sexo para conseguir lo que quieres, no es
justo.
-Las relaciones D/s no son justas nena.- me beso en la frente y me paso
la toalla.
-¿Tienes hambre? Pregunte mientras cogía unas bragas y mí remera de
“I´m Your Sin”.
-Me muero de hambre, ¿qué quieres pedir?, por cierto me encanta tu
remera.
-Gracias, a mí también. Dime un país.
-¿Qué?.
-Nombra un país, vamos, confía en mí.
-Hmmm ¿Marruecos?.
-¡Perfecto! Cuscús con cordero para dos.
-¿Cocinas?.
-Y muy bien, ya veras, ahora abre una botella de vino y siéntate.- hizo
lo que le pedí y yo me puse de lleno a preparar la cena, hablamos todo el
rato, por alguna razón le conté que mi hermana se mudaba a Madrid, pero
no le di muchos detalles, le dije que estaba retomando la relación con ella
y que no era muy apegada a mis hermanos. Me conto de los suyos,
Lautaro quien le seguía, era abogado y se llevaban muy bien, se había
mudado a Barcelona, por lo que no se veían tanto como quisieran. Y luego
estaba la pequeña Eugenia, que se estaba por recibir de arquitecta y era la
luz de sus ojos, por lo que pude notar. Cenamos como si fuera lo más
normal del mundo. También me entere que sus padres estaban separados
hace casi 7 años. Y que su madre los había abandonado, no quiso
profundizar más en el tema y yo tampoco. De los míos solo dije que con
mi padre no tengo relación y muy poca con mi madre. Una vez
terminamos la cena, para mí enorme sorpresa insistió en lavar los platos,
y al verlo hacerlo, no lo pude evitar y cargue contra él. El sexo entre
nosotros era magnifico… cuando quedamos exhaustos, me quede
dormida.
Cerca de las 7am me desperté sobresaltada. Dante se levantaba de mí
cama. Habíamos dormido juntos, y ni me había enterado. Se estaba
vistiendo cuando conseguí abrir del todo los ojos y me estire en la cama
muy sonoramente para llamar su atención.
-¿Te he despertado?.
-No, no te preocupes.
-Lo siento, me he quedado dormido, realmente no fue mi intención.-
dijo en tono de disculpa, me estire tome su mano y lo traje de vuelta a la
cama.
-Aprovechemos la mañana entonces.- por primera vez en mucho
tiempo, me sentí libre, cómoda, íntima con alguien más que no fuera
Xander.
El resto de la semana fue demasiado buena, vi a Dante todas las
noches, cenábamos, reíamos, nos contábamos nuestras vidas, y
dormíamos juntos, algo bastante impensado para mí hasta entonces. Pero
en sus brazos dormía mejor que nunca, no me despertaba, no había
pesadillas. El viernes a la noche salí a cenar con mis amigos, fuimos a lo
de Paco y la pasamos bomba como siempre, pero de repente me encontré
pensando que me hubiera gustado que Dante también estuviera aquí.
El sábado desperté temprano, mi cama estaba vacía y tuve una mala
noche. No habían dado las 7am cuando decidí salir de ella y ocuparme en
algo. Me dedique a la limpieza del piso, bañe a Xander, fuimos a la
lavandería y luego en vez del café habitual a lo de Caty me encontré yendo
a lo de Dante. El portero al verme sonrió y me abrió la puerta. Fuimos al
último piso y una vez frente a la puerta me agarraron unos nervios
tremendos. No le había avisado y no sabía si le iba a hacer gracia tenernos
ahí. Llame a la puerta.
-Hola, ¿a quién buscas?.- una mujer joven y hermosa de pelo negro
como la noche que caía como lluvia sobre sus hombros y unos ojos azules
que me impactaron, vestida sencilla pero elegante, me abrió la puerta y mi
corazón se detuvo. ¿Estaba celosa?.
-A Dante, pero no importa dile que Lexy le deja saludos.- me di media
vuelta y me fui. Me apoye contra la pared del ascensor, no podía creer que
me estuviera pasando esto. <<Eso tienes por boba>> quien me mandaba a
abrirme con alguien que siempre supe que me iba a lastimar. La voz en mí
cabeza se mofo de mí con un gran <<Te lo dije>>. Xander me miraba con
tristeza.
-Ya lo sé pequeño, lo siento. Hemos sido unos idiotas al confiar en él.-
un sollozo escapo de su hocico y se me estrujo el pecho. Pero por ninguna
fuerza en la tierra, yo iba a estar un segundo triste por ese hombre.
Salimos del ascensor y nos dirigimos a la puerta, pero para mí enorme
sorpresa el portero la mantenía cerrada y no me dejaba salir.
-Ábrame, ¿Qué hace?.
-Lo siento señorita, me han dado órdenes de no dejarla abandonar el
edificio.- decía apenas audible a través del vidrio.
-Nena espera, te juro que no es lo que parece. Deja que te explique.
-Tú no tienes absolutamente nada que explicarme, no me debes nada. Y
eres un hombre completamente libre. Nuestro acuerdo era claro, solo D/s.
-Es mi hermana, Eugenia, ha venido a almorzar conmigo, es ella quien
te abrió la puerta. Por favor no te vayas. Me ha sorprendido gratamente
que te pases por aquí, por favor, suban.
-No Dante, no importa que sea tu hermana, esto está mal de muchas
formas. No tengo por qué molestarme si tu estas con otra mujer, pero la
realidad es que me ha caído fatal ver que una mujer habrá la puerta.
-No nena no nos hagas esto, estábamos más que bien, no me vengas
con esas cosas.
-Es la verdad y tú lo sabes.
-Lo que sé es que me muero por ti, que solo pienso en abrasarte,
besarte y hacerte mía. Que cuando no estoy contigo te extraño. Que no me
interesa nadie más que tú.
-Basta por favor no continúes. No quiero escucharte.
-Pues tendrás que hacerlo quieras o no. Me gustas más de lo que jamás
me gusto alguien, solo quiero estar contigo, no hay nadie más.- se acercó
a mí y me tomo por la cintura puso su cara frente a la mía y susurro.- Te
necesito nena, no me dejes. Déjame hacerte feliz Lex.- y me beso con
ternura, le devolví el beso, quisiera aceptarlo o no, también lo necesitaba.
-Ven, sube, quiero que conozcas a Euge.
-Me he portado como una idiota, no tengo cara para mirarla.
-Shhh calla, te adorara.- volvimos a subir, ella estaba parada en medio
de la estancia.
-Oh Lexy cuanto lamento que hayas pasado un mal rato por mí culpa,
que suerte que han arreglado todo, no podría soportarlo.- dijo
abalanzándose a mis brazos como si fuéramos amigas de toda la vida.
Hice mí mejor intento por abrazarla.
-Euge por favor, deja a Lex en paz.-Dijo Dante con voz severa.
-¿Y este gigante?.
-Él es Xander.- dije señalándolo, se saludaron y nos sentamos a
almorzar los tres juntos, Eugenia es como un huracán, muy inquieta,
risueña y charlatana. No paro de contarme cosas de Dante y de
preguntarme de mi vida. Después del café y postre ella se fue.
-No sabes la alegría que me da que mi hermano finalmente haya
decidido estar con alguien, comenzaba a pensar, que siempre estaría solo.
Lo haces muy feliz y yo te lo agradezco.
-El me hace feliz a mí.- al menos le regalaría eso.
-Espero que mi hermana no te haya vuelto loca.-decía Dante en tono de
disculpa mientras me abrazaba en el sofá.
-No ha estado tan mal. Pero tu hermanita, pondría poner de cabeza a
cualquiera.
-Eso si.- me dio un casto beso en la boca y sonreí.
-¿Qué te parece si esta noche vamos al Templo a jugar un rato?.
-Señor Navarro creo que es una gran idea.- volví a mí piso para
prepararme para la noche, era la primera vez que iríamos juntos y quería
verme muy sexy y deseable. Luego de la ducha elegí un conjunto muy
especial, un corsette negro que acentuaba mis curvas, una pollera muy
corta también negra con pequeños volados, un bellísimo y sexy conjunto
de ropa interior de encaje negro con portaligas, y tacones de tiras. Me
maquille sensualmente y deje mí cabello suelto con ondas. Tome mí
tapado hasta las rodillas, un pequeño bolso de mano, rellene los cuencos
de Xander y mí adonis personal llamo al telefonillo, baje enseguida.
Apoyado en el precioso R8 estaba Dante, lucia peligroso y sexy.
Llevaba unos pantalones de vestir negros, una remera negra con escote en
V y una chaqueta de cuero, inmediatamente quise desnudarlo, lo deseaba
tanto y nunca sentía que fuera suficiente.
-Nena estas preciosa, ábrete el tapado.- lo hice y deje que vea el
comienzo de mis ligas, se relamió.
-Tú te ves tan sexy…
-Vamos, ya me estoy volviendo loco por desnudarte.- subimos al auto
y el camino fue un continuo juego, metía su mano por debajo de mí falda
y me acariciaba, mientras yo le lamia el cuello y acariciaba su erección.
-Se una buena niña cariño, no quisiera que choquemos.- me reí
traviesa y volví a acomodarme en mí lugar, ni bien llegamos a El Templo,
Rafa tomo el auto. Era muy temprano, por lo que casi no había gente a
excepción de los empleados.
-Dejare nuestras cosas en la oficina, ve a la barra y pide lo que quieras,
y un whisky para mí. Enseguida regreso.- hice lo que me pidió, un ron con
cola para mí y un whisky para él. A los pocos minutos ya estaba de vuelta.
-Buena niña. Cariño esta noche hay evento, por lo que debo estar abajo
por un rato, luego iremos a divertirnos a la oficina, ¿está bien?.
-Claro, de paso aprovecho para saludar a mis amigos. Tu tranquilo.
-Vale, pero no te quiero muy lejos mío.- mordió mí labio inferior y lo
bese con lujuria.-Estas tan hermosa nena, esta noche tengo algo preparado
para ti. ¿Qué te parece si sumamos a alguien?.
-¿Un tercero, hombre o mujer?.
-Yo tengo alguien en mente que quiero que te pruebe, pero tú decides.
-Hombre.
-Bien, ¿recuerdas a mí amigo Mariano?.
-Sí, con el fuiste a mí exhibición, ¿no?.
-Exacto, siempre jugamos juntos, e intercambiamos parejas, quisiera
que pruebe lo que es mío.
-¿Confías en el?.
-Por supuesto, jamás te prestaría a alguien en quien no confié.
-Vale.- sus palabras ya habían conseguido humedecerme. Pasamos un
buen rato abajo, Dante como buen anfitrión inauguró el evento Fin de año,
hubo algunas performances muy entretenidas y calientes, luego charlamos
con unas cuantas personas, vi a algunos amigos, pero no encontré a Xabi
por ningún lado.
-¿Lista para subir?.
-Cuando quieras.- subimos a la oficina, que cumplía la función de
cuarto de juegos a la vez, ni bien cruzamos la puerta me apretó contra la
pared de vidrio sujeto mis muñecas por encima de mí cabeza, y comenzó a
lamerme la boca, el cuello y la parte expuesta de mis pechos, metió una
mano en mí entrepierna y gimió al encontrar la tanga de encaje,
hábilmente la corrió y hundió dos dedos en mí.
-Hmmm ya estas lista para mí nena, me encanta.- mordí su labio
mirándolo fijamente a los ojos, y se hundió en mí con más fuerza, tanta
que me hizo arquear del placer. Me devolvió el mordisco y se alejó, y ahí
quede yo, agitada, excitada y con ganas de más. Se sentó detrás de su
escritorio y bebió su whisky. Lo mire con los ojos entrecerrados, estaba
furiosa.
-No desesperes nena, Mariano está por llegar y vas a tener todo lo que
quieres y lo vas a hacer para mí, para que yo disfrute de tu goce, y para
que mi mejor amigo disfrute de tu cuerpo, pero solo te correrás para mí,
cuando yo lo ordene.- mí útero se contrajo y me mordí el labio. Su
posesión sobre mí me excitaba.-Ven aquí.- ordeno y me senté sobre sus
piernas, me tomo del pelo y tiro mí cabeza para atrás, bebió un trago de
whisky y me lo dejo caer en mí boca, odiaba el whisky pero mezclado con
su sabor, me pareció exquisito. Sonó un timbre y Dante toco un botón,
entonces la puerta de la oficina se abrió y Mariano apareció frente a
nosotros con una gran y encantadora sonrisa. Llevaba una camisa negra
con cuello y mangas blancas, un pantalón de vestir y lucia muy bien, era
muy apuesto y sus ojos avellana se iluminaron al verme, eso me ruborizo.
-¿Qué tal va la noche?.
-Bien, estábamos esperándote.- ambos se saludaron y Mariano tomo
mí mano y la beso.
-Preciosa Lexy siempre es un verdadero placer verte, luces más
encantadora de lo que recordaba.
-Gracias, tú también.
-Nena párate para que podamos disfrutar de la vista.- me puse de pie y
mis rodillas temblaban.- Párate en el medio cariño.- camine hasta donde
me había indicado, sintiendo la mirada de esos dos hermosos hombres en
mí. Eran intimidantes y todo mí ser sumisa se intensifico.
-Increíblemente bella. Eres un maldito afortunado Dan.
-Créeme que lo sé.- Dante se puso de pie y camino hasta mí con una
mirada feroz, se me escapo un gemido al verlo. Y él me regalo una media
sonrisa torcida. Tomo mí cara en sus manos y me lamio los labios, luego
mordió mí abultado labio inferior y me beso con pasión, le devolví el
beso y enrede mis brazos a su cuello. Sentí a Mariano detrás de mí, su
respiración acariciaba mí nuca, y sus manos inspeccionaron cada
centímetro de mí contorno.
-Hmmm eres tan hermosa Lexy.- dijo Mariano susurrando en mí oído.
Dante profundizo el beso y yo tense mis dedos en su cabello. El me tomo
por el pelo y tiro mí cabeza hacia atrás.
-Nena, Mariano va a jugar contigo, tu eres mía y yo se lo he permitido,
quiero que lo obedezcas como si fuera yo. ¿De acuerdo?.- moví la cabeza
en aprobación.-No cariño, no me vale.
-Lo siento. Si, de acuerdo.
-Buena niña.- y un sonoro y fuerte azote aterrizo en mí nalga. Dante se
alejó y se sentó en su silla tras el escritorio, pero no me quitaba el ojo de
encima.
-Desnúdate para mí Lexy.-dijo Mariano con un tono demandante y
severo. Lentamente me quite la ropa hasta quedar completamente desnuda
ante cuatro ojos que me miraban como si estuvieran por cazar una presa
deliciosa. El deseo me inundo, quería que tomen de mí lo que ellos
quisieran. Mariano giro su dedo en el aire y yo di una vuelta, de fondo
sonaba Slo-Mo-Tion de Marilyn Manson, el ambiente era muy propicio. Se
acercó a mí e intento besarme, pero lo detuve.
-Mis besos son solo para Dante, lo siento.- mí adonis sonrió de oreja a
oreja y Mariano asintió. Volvió a acercarse tomo un mechón de mí pelo y
lo olio.
-Hueles a rosas, exquisita. Dan me explico tus limites, ¿quieres
agregar alguno más?.
-No.
-Bien, vamos a jugar con velas, tengo entendido que te gustan y a mí
me encantan. Luego te follare y por ultimo lo haremos los dos.- sus
palabras se clavaban en mí vagina como leves y placenteras punzadas.
Puso una tela en el suelo, y acomodo unas cuantas velas de distinto grosor
y color sobre una mesa auxiliar.
-Ponte a cuatro patas en el suelo.- obedecí, estaba ansiosa por sentir la
cera en mí piel, siempre me ponía a mil la sensación caliente de la cera
cayendo en mí piel y secándose.
-¿Cuál es tu palabra de seguridad?.
-ROMA.
-Bien si la dices me detengo, sin preguntas, ¿de acuerdo?.
-Si.- dio unos cuantos azotes en mí trasero y luego siguió con un suave
cat de 9 colas, se sentía como gamuza. Azoto mí trasero, mis muslos y mi
espalda, se sentía maravillosamente, como una caricia.
-Lexy quiero que tu piel este más sensible para la cera, por eso te
azoto.- siguió con los suaves movimientos y yo me retorcía de placer. De
repente paro, Dante se apoyó al frente del escritorio, sin dudas para poder
verme bien, ya que yo estaba en el suelo. Me perdí en sus hermosos ojos
azules y en su cara de satisfacción, su placer era mí placer. El
inconfundible toque de la cera contra mí piel me volvió a la realidad, era
un dolor exquisito, y como había dicho Mariano, mi piel estaba mucho
más receptiva y sensible. Quemaba, pero era un segundo, como una
llamarada en mí interior, y luego desaparecía, me arquee ante la
sensación, y el comenzó a dibujar figuras en mí espalda, en mí trasero. Y
una gota de mí excitación corrió por mí pierna. Dante se movió y se
colocó detrás de mí, al ver mí cara supo que estaba cerca del clímax.
Mariano paso un filo que no cortaba pero raspaba la cera de mí cuerpo, el
frio acero se sentía de maravilla, y mí adonis me acaricio el trasero e
inspecciono mí entrepierna.
-Nena estas tan mojada…- Mariano metió sus dedos en mí.
-Vaya Lexy realmente lo estas disfrutando.- mí adonis se agacho y me
beso con verdadera posesión, yo era suya y se lo estaba demostrando.
Mariano paso el filo por mí entrepierna y yo me curve ante la fría
sensación, y un azote cayó sobre mí trasero.
-Date la vuelta Lexy.- me gire y quede apoyada sobre mí espalda con
las piernas flexionadas y él puso mis manos sobre mí cabeza. Los suaves
azotes volvieron, pero esta vez mí pecho, abdomen y mí vagina eran los
receptores. Luego la cera cayendo en mis pezones, el placer era absoluto,
esa rica quemazón instantánea. Dibujo pequeños caminos desde mis
pechos, por mí vientre y termino en mí monte de venus y estuve cerca de
correrme más de una vez, pero lo contuve. Volvió a pasar el filo para
quitar los restos de cera de mí cuerpo. Me mordí el labio inferior al sentir
el contacto. Dante se paró entre mis piernas y me miraba con deseo.
-Buena niña, te has portado muy bien cariño. ¿Quieres correrte?.
-Si, por favor…-suplique, me regalo una sonrisa e hizo señas a
Mariano. Este se alejó, rebusco en unos cajones y volvió con un vibrador
en la mano. Me estremecí. Dante se arrodillo detrás de mí cabeza y
sostuvo mis manos, volvió a besarme y susurro en mí boca.-Eres lo más
hermoso que me paso nena.- y yo lo devore con mí beso. El vibrador se
posó en mí erecto clítoris y todo mí cuerpo tembló, Dante tenso su agarre.
La vibración era baja, muy lenta, moví mis caderas dibujando círculos en
busca de más y la velocidad aumento, todos los músculos de mí cuerpo se
tensaron, había aguantado el orgasmo durante mucho tiempo y estaba lista
para dejarme ir.
-Dante, por favor…- una vez más aumento la velocidad de las
vibraciones y no pude más.
-Córrete para mí nena.-una electrizante ola creció en mí interior,
llevando cosquillas a cada extremidad, cada centímetro de mí cuerpo y me
corrí, mis piernas se cerraron involuntariamente ante el orgasmo.
-No, que mala chica… no debes cerrar las piernas.- exclamo Mariano
quien aún sostenía el vibrador sobre mí clítoris, extendiendo la sensación
del orgasmo. Lo puso al máximo y yo curve mí espalda tanto como pude y
levante las caderas.
-Sí, nena así…quiero que goces para mí Lex.-la voz de Dante era mí
kriptonita y sentí que el orgasmo me alcanzaba una vez más.
-Córrete para mí Lex, ahora.- me convulsioné bajo sus fuertes manos y
me corrí una vez más. Esta vez me concentre en no juntar mis rodillas.
-Ven cariño.- Dante me tomo de la mano y me llevo hasta una camilla
sexual, que cambiaba de posición para darte distintos tipos de placer.-
Siéntate.- me senté en la orilla y el levanto mis piernas y las puso en los
estribos, parecía una de esas camillas de ginecólogo. Quede
completamente expuesta. Ato mis muslos y tobillos a los estribos, luego
con una mano en mí pecho me hizo recostar la espalda y pasó una correa
por mí cintura y la apretó a la camilla, tomo mis manos y las subió por
encima de mí cabeza y ato mis muñecas a otro extremo. Estaba
completamente inmóvil e indefensa, expuesta.
-Aunque disfruto mucho besándote, voy a ponerte esta mordaza.- dijo
mientras lamia mis labios, dio un pequeño mordisco a mí labio inferior y
me coloco la pelotita entre los dientes y aseguro la correa a mí nuca. Y
luego con un pañuelo de seda negro cubrió mis ojos.
-No imaginas lo hermosa y apetecible que te ves cariño.- susurro en
mí oído, intente removerme pero estaba completamente inmóvil.- ¿Puedes
sonar tus dedos?.- lo intente y pude.-Si quieres parar suénalos y será como
si dijeras ROMA ¿De acuerdo?.- asentí, no podía hablar. Se alejó de mí.
Unos dientes se apoderaron de uno de mis pezones, era Mariano, estaba
segura. Lo mordió, lamio y luego cerro una pinza en él y yo jadee en la
mordaza. Luego lo mismo con el otro. Sentí la fría cadenita que los unía,
reposar en mí vientre y un escalofrió recorrió mí cuerpo. Luego el suave
y delicado toque del cat volvió a acariciarme los pechos, el vientre, la
entrepierna e intente curvarme pero me fue imposible. Las fuertes manos
de Dante me acariciaron la cabeza y me tranquilice. La húmeda lengua de
Mariano hizo contacto con mí hendidura, lamio de arriba abajo una y otra
vez.
-Eres exquisita Lexy.- con sus manos separo los labios de mí vagina y
metió su lengua en mí interior una y otra vez, gemí cada vez que lo hizo.
Luego su lengua encontró mí clítoris y lo chupo con vehemencia, lo
mordió y yo me doble sobre mis agarres, daba pequeños golpecitos con la
punta de su lengua cálida y húmeda mientras yo me deshacía de placer, me
penetro con dos dedos y rápidamente encontró mí punto G. mi cuerpo se
tensó, necesitaba correrme otra vez.
-Córrete para mí Lex.-La orden de mí dueño fue directa y yo obedecí
encantada, mí vagina se contrajo y sentí la descarga de la vara eléctrica
picarme cerca de uno de mis pechos y luego en el otro, todo se intensifico
y sentí esas incontrolables ganas de hacer pis y me corrí eyaculando. No
alcance a relajar mis músculos, que volví a sentir la descarga en mí
cuerpo, en mí vientre, en mis pezones, en mí clítoris, despertando una y
otra vez mil sensaciones en mí. Éxtasis. Luego Mariano me penetro de una
sola estocada, era grande, pero no tanto como Dante, escuche el ruido del
envoltorio del condón y me follo violento y constante, sus dedos se
clavaban en mis caderas y me movían sin censar, entraba y salía de mí en
un solo movimiento duro y certero. Tenso la cadena que sujetaba las
pinzas en mis pezones y me dio unos cuantos cachetazos, aumento la
velocidad de sus acometidas y me volví a tensar, el noto que me contraía y
soltó las pinzas, lamio mis pezones adoloridos y me puso una mano en mí
garganta.
-Vamos nena, córrete para mí otra vez.- la voz de Dante era mí
detonante y feliz de complacerlo me corrí, la contracción de mí vagina
hizo que Mariano se corra también, lo sentí temblar luego entró y salió de
mí y finalmente paro y cayó sobre mí pecho.
-Oh Lexy eres increíble, todo un placer sin límites.-la mordaza
abandono mí boca, luego la siguieron mis manos, mis ojos, mí cintura y
finalmente mis piernas. Volví a ser dueña de mis movimientos, cuando mis
ojos se acostumbraron a la claridad vi la mirada de Dante, me observaba
con cuidado, buscando alguna señal de que yo no hubiera disfrutado, le
sonreí encantada y me lance a sus brazos y lo bese con locura.
-Ahora fóllame tu nene.- mí adonis sonrió de oreja a oreja, me tomo
en sus brazos y me llevo hasta un sillón. Me sentó a horcajadas sobre él,
enredo mí pelo en su mano y tiro de mí, lamio mí cuello y mordió el
lóbulo de mí oreja. Metió sus dedos en mí boca para que los lamiera y yo
los chupe con esmero, luego introdujo uno en mí ano muy lentamente,
estaba tan excitada que no fue una tarea difícil. Una vez me acomode a él,
metió otro. Yo me removí en sus manos. Tome su enorme erección y la
metí en mí vagina, necesitaba de él, de su contacto, necesitaba sentirlo.
Gimió y mordió mí hombro. Me moví lentamente sobre él, haciendo
pequeños círculos con mis caderas, pero el no aguanto mí ritmo y con su
mano libre tomo una de mis nalgas y comenzó a marcar los movimientos.
-Siénteme... eres mía Lex.- era más suya de lo que jamás fui de nadie
más. Se recostó en el sofá y me llevo con él, saco sus dedos de mí y me
tomo por las muñecas, cruzo mis manos a mis espaldas y mí trasero se
elevó. Enseguida Mariano nos acompañó, sentí el ruido del envoltorio
romperse y temblé de anticipación, unto lubricante en mí trasero y sentí el
calor de su cuerpo en mí espalda y su respiración en mí nuca.
-Relájate Lexy, seré muy cuidadoso, no te preocupes.- su voz era
cálida, y me relaje, mire a los ojos a Dante, su mirada era muy oscura,
como si estuviera conteniéndose, lleno de lujuria. Le mordí el labio
inferior y me beso con desesperación, sentí el glande de Mariano hacer
presión sobre mí ano, e intente relajar mí cuerpo para aceptarlo, con la
mano libre mí adonis me tomo del cabello y me hizo mirarlo.
-Mia.- dijo entre dientes y yo sonreí. Mariano siguió metiéndose
lentamente en mí. El dolor era casi insoportable, respire hondo y me
concentre en los ojos de mí dueño, tener a los dos dentro mío a la vez,
hacía que me queme por dentro, sentí que iba a romperme, pero luego mí
cuerpo se adecuo a ambos y todo fue placer. Dante recupero el ritmo y
Mariano se acompasó a él. Yo solo fui un instrumento entre esos dos
gigantes. Gemí, jadee, grite. Era demasiado placer. Me sentía
completamente llena, extasiada.
-Oh nena, vas a acabar conmigo.- dijo Dante en un susurro. E hice un
esfuerzo por alcanzar su boca y besarlo.
-Lexy por dios! Estas tan apretada.- la voz de Mariano sonó en mí
oído. Ahí estaba yo, tenía a estos dos hermosos hombres compartiéndome,
disfrutando de mí y yo de ellos.
No fui del todo consiente cuando el orgasmo comenzó a formarse.
-Córrete para mí Lex, vamos nena!.- me deje ir en el orgasmo más
violento y devastador que sentí, cada fibra de mí cuerpo se estremeció,
tenso y luego se relajó, sentí el propio flujo de mí sangre latir en mis
oídos, apreté con fuerza el pene de Dante en mí vagina y él se convulsionó
debajo de mí. Me beso y se corrió en mí interior, sentí temblar a Mariano
a mis espaldas, bufo y también se dejó ir. Por unos segundos nos
quedamos muy quietos, y en silencio, solo el ritmo de nuestras
respiraciones se escuchaba. Luego Mariano salió de mí y me beso la
espalda. Luego Dante me soltó las manos, me beso con ternura y salió de
mí. Me acomodo en el sofá y me tapo con una manta mullida que
descansaba en un costado.
-Quiero que te quedes quieta nena.- obedecí, no tenía fuerzas para
moverme aunque quisiera, me sentía de gelatina. Mí adonis volvió con un
gran vaso de cola helada, y me di cuenta de que tan seca tenía la garganta.
Lo bebí en un solo sorbo.
-¿Mas?.
-No gracias, me moría de sed.-dije entre risas ante su gesto, Mariano
se metió a la ducha y Dante se arrodillo frente a mí.
-¿Cómo te encuentras cariño?.- sus palabras y su tono de preocupación
me hicieron un nudo en el pecho.
-Estoy perfectamente bien, aunque agotada.
-Quiero que descanses, luego te llevare a la ducha y nos iremos a
dormir.- asentí.-Estoy orgulloso de ti nena, has sido la mejor de las
sumisas.-beso la punta de mí nariz.-¿Lo has disfrutado?.
-¿A ti te ha parecido que no?.
-No importa lo que a mí me parezca, quiero saber si a ti te ha gustado.
-Mucho, me encanta ser tuya.
-Y a mí me encanta que seas completamente mía. Solo mía.- me beso
profundamente y con mucho cariño y eso me devasto, me abrace a él con
fuerza y sentí que las lágrimas caían de mis ojos. No quise soltarlo, no
quería que vea el espantoso espectáculo que yo representaba, pero fue en
vano, me miro lleno de ternura y seco mis lágrimas con el dorso de sus
manos. En ese momento la puerta del baño se abrió y Mariano salió. Dante
me tomo en sus brazos envuelta con la manta y me llevo al baño, escondí
mí cabeza en su pecho, tratando de ocultar mí rostro. Me metió en la ducha
y la abrió, dejo que el agua corriera por nosotros, me abrazo a él, acaricio
mí espalda con dulzura y me beso la frente.
-No quiero que te sientas mal por llorar delante de mí.-no pude decir
nada, las lágrimas me desbordaron y los sollozos espantosos surgieron de
mí interior, hacía años que no lloraba así, como una niña de 5 años. Pero
ahí estaba yo, desnudando mí alma a él. Dejando que viera en mí interior,
que descubra cuan frágil era detrás de la capa de hielo que me había
forjado alrededor. Me apretó más a su cuerpo, como si quisiera unir cada
pedazo roto en mí interior. Y yo desee con todas mis fuerzas que pudiera.
Desee que me amara y ser capaz de amarlo. En ese momento supe que
estaba completa y absolutamente enamorada de Dante Navarro.
Cuando salimos del baño, Mariano acomodaba las cosas.
-Gracias hermano por dejarme disfrutar de tu mujer, ha sido increíble.
-Para mí fue todo un placer también.- dijo Dante mientras me tomaba
de la cintura.
-Y a ti Lexy no veo la hora de jugar otra vez. Eres maravillosa nena.
-Lo mismo digo.-y le guiñe un ojo, mientras me ponía la ropa.
-Los espero abajo para tomar una copa.- ambos asentimos y nos
cambiamos en silencio.
-Recoge las cosas cariño, tomamos una copa y nos vamos.- retoque mí
maquillaje y tome el abrigo y el bolso. Bajamos a encontrarnos con
Mariano, que nos aguardaba en la mesa VIP al lado de la barra derecha,
pedí un ron con cola, y Dante un whisky. Bebimos mientras charlamos y
reímos. Me entere que Mariano estaba soltero pero siempre rodeado de
mujeres, no me extrañaba, era muy apuesto y encantador. Nos despedimos
de él y nos subimos al auto. Apenas puso la marcha comenzó a sonar
System Of A Down con Lonely Day.
-No imagine que te gustara SOAD, una vez más me has sorprendido.
-Claro que me gusta, no soy tan amargado como piensas.
-Ni por un segundo creería que eres amargado.-me regalo una
hermosa sonrisa torcida, mi favorita.
-¿A qué hora viene tu hermana?.
-A las 10:30am, debo recogerla en el aeropuerto.
-Perfecto, eso nos da unas horas de sueño, estoy acabado.
-Sí, yo también.
-¿Se quedara contigo?.
-Sí, hasta que consiga piso. Espero que decida rápido.
-¿Pasaras las navidades aquí?.-Ni siquiera recordaba que estuviéramos
tan cerca de las navidades, no eran mí época favorita, cuando chica si, ya
que siempre veía a mis abuelos maternos, a quienes amaba profundamente.
Pero desde que fallecieron, dejaron de significar algo para mí.
-Para mí es una noche como cualquiera, no hago nada extraordinario,
comida china y películas con Caty.
-Me gustaría que lo pases conmigo y mi familia.-me tomo por
sorpresa, realmente no me esperaba eso, me lo pensé unos minutos, como
negarme sin ser descortés.
-Nene realmente no es una fecha importante para mí, además no podría
dejar sola a Caty, y ni sé qué hará Ari.
-Las tres están invitadas, cada año nos reunimos en casa de mis
abuelos en San Javier, y pasamos las navidades allí. Me encantaría que
vinieran, incluso puedes traer a Xander, sé que le gustara.
-Vale, lo pensare y hablare con ellas.
-Gracias.- llegamos a mí piso y subimos, Xander nos esperaba
ansioso.
-¡Hola pequeño! ¿Cómo te has portado?.- salto sobre mí y me beso la
cara, luego se dirigió a Dante e hizo lo mismo.
-Hola grandulón, también te extrañe, venga, entra.- me metí directo al
baño, me puse la remera de dormir y me quite el maquillaje y cepille mis
dientes. Dante estaba tumbado en la cama, con la ropa aun puesta, me
agache y le quite los zapatos y las medias, estaba a punto de sacarle el
pantalón cuando se sobresaltó.
-Creo que me dormí por un minuto.- le sonreí y me dirigí a quitar los
almohadones, llene el cuenco de alimento para Xander, mientras Dante se
desvestía y metía a la cama.-Ven nena.-me acomode de mí lado, habíamos
dormido juntos casi todas las noches, cuando no era en mí piso era en el
suyo. Se estaba volviendo habitual. Me atrajo a su pecho y recosté la
cabeza en su duro torso. Xander por supuesto se acomodó en medio de
ambos, por lo que nuestras piernas quedaban separadas.
A las 8:00am sonó la alarma y me estire encima de Dante para
apagarla, el me sintió y me apretó contra él. Me quede unos minutos así,
hasta que volvió a dormirse y me levante, me metí rápidamente a la ducha,
tome unos jeans, una camiseta de cuello tortuga, un sweater de lana y las
botas de caña alta sin tacón. Los días ya estaban muy fríos en Madrid. Me
seque el cabello y apenas me maquille, un poco de delineador y rímel en
los ojos y brillo en los labios. Saque a Xander por su paseo, dimos una
vuelta a la manzana y regresamos. Tome mí chaqueta, una bufanda y el
bolso, deje una nota a Dante por si despertaba y no me encontraba.
Dan he ido a buscar a Ari ya sabes que estás en tu casa, si tienes que
salir mientras no estoy, dejo las llaves de repuesto sobre la mesa al lado de
la puerta. XXX
Me subí al auto y puse la música bien fuerte The Offspring con Want
You Bad comenzó a sonar, y la cante a todo pulmón, comencé a pensar en
que estaba haciendo, definitivamente lo de solo D/s se estaba terminando,
¿es que acaso estaba en una relación?, sería posible que así fuera y no me
haya dado cuenta…pero la realidad es que me sentía muy cómoda con él,
y me gustaba lo que teníamos, no estaba dispuesta a ponerle etiquetas de
ninguna clase. ¿Y cómo sería pasar las Navidades juntos? Eso sí que
estaba turbio, conocería a su familia y el sin dudas a una parte de la mía, al
menos a Ariana, aunque no tenía idea de sus planes, de seguro tendría
alguna fiesta increíble por ahí. ¿Estaba dispuesta a que todo se complique
tanto?, sin duda sonaba atractivo disfrutar de esas fechas con una familia
que se quería y eran amorosos entre sí. Llegue al aeropuerto con más
dudas que certezas, me dirigí a la zona de vuelos privados. Busque un gran
capuchino y unos bollos, tenía mucha hambre. A los 15minutos vi salir a
Ariana, cargaba un sinfín de maletas y me reí en voz alta.
-Vaya, ¿seguro no te has dejado nada?.
-¡Lexy! Que alegría volver a verte, me he traído de todo ¿A que si?.-
con la ayuda de un muchacho cargamos todo al auto, no sé cómo, pero
cabio todo.
-¿Cuéntame que tal tu vida?.
-Muy bien, debo comenzar una nueva colección de fotos, así que estoy
preparando las cosas para mediados de enero.
-¡Eso es fantástico! ¿Es la que me habías contado? ¿Momentos?.
-Esa misma, he conseguido algunas embarazadas dispuestas a
participar, también algunos niños y ancianos. Necesito una boda.
-¿Y por qué no la de Andy?.
-Dudo que quiera participar en algo así, ¿no crees?.
-Sí, puede que lleves razón.
-¿Y el hombre de las flores?.
-Bien, estamos juntos, pero sin etiquetas, así que no te entusiasmes. Por
cierto quizás lo conozcas, recuerda que no sabe quién soy realmente y
prefiero que de momento siga así, por lo que tu apellido será Vázquez.
-Vale, no entiendo por qué reniegas tanto de ser una Miller, con lo
bueno que es, pero me da igual.
-Solo no hables de la familia. Y te lo agradeceré.-cuando llegamos al
piso tuvimos que usar el ascensor tres veces para cargar las maletas.
Xander corrió a darle la bienvenida y ella lo acariciaba cariñosa.
-Hola Ariana, soy Dante, encantado de conocerte.- mí hermana se
quedó de piedra en la puerta sosteniendo a Xander por las patas delanteras,
no podía verle la cara, pero me la imaginaba, completamente alucinada
por la belleza de mí adonis.
-Encantada Dante. Tú debes ser el hombre de las flores.- el parecía
confundido hasta que recordó los arreglos que solía mandarme.
-El mismo. Lex no me lo ha puesto fácil.- todos reímos y me ayudo a
entrar las maletas.
-¿Recién te has levantado?.
-Hace un rato, tomamos un café y salimos a dar una vuelta. Te espere
por si necesitabas ayuda, aunque hubiera preferido acompañarte nena.
-No te preocupes.
-¿Qué les parece si las llevo a almorzar?.
-¡Me parece una gran idea!.- exclamo Ariana antes de que yo pueda
negarme. Caminamos hasta un hermoso bistró familiar cerca de casa,
almorzamos liviano y charlamos, por supuesto Ari quería saber todo de
Dante, y yo no se lo impedí, el parecía feliz de contarle su vida y como yo
lo había hecho sufrir. Cuando volvimos mí adonis se despidió para
dejarnos solas.
-Te escribo luego nena.- dijo y me levanto de la cintura y me beso
como era su costumbre, ante la sorprendida mirada de Ariana.
-Preciosa ha sido un verdadero placer, nos vemos pronto.
-Hasta luego Dante.- apenas se subió al auto, mi hermana comenzó el
interrogatorio.
-Es un partidazo Lexy, y está colgado de ti, ¿Lo sabes no?.
-Te he dicho que no es nada serio, no te emociones.
-¿Nada serio? No creo que el piense lo mismo.
-Créeme, ambos estamos de acuerdo. Y ya deja de ser tan cotilla.- a la
noche cocine en casa un riquísimo carre de cerdo a la ciruela con puré de
manzanas, invitamos a Tomy y Caty y pasamos una noche de lo más
agradable.
Algunas veces acompañe a Ari a ver unos pisos pero no se decidía por
ninguno. O muy chico, o muy oscuro, o poco glamoroso. Mis noches las
pasaba en casa de Dante, casi siempre salíamos a cenar, luego teníamos
mucho sexo salvaje y lujurioso y dormíamos juntos. Durante el día me
dedicaba a preparar las sesiones para enero, y buscar los protagonistas.
Después de la insistencia de mí adonis por pasar las navidades juntos, le
comente a Ari y Caty y ambas accedieron encantadas. Yo por otro lado no
estaba tan animada.
El 23 de diciembre, las chicas, Xander yo y unas cuantas maletas nos
encontramos con Dante en el aeropuerto de Madrid.
-Hola cariño.- mí adonis lucia increíble con sus jeans claros, remera
blanca en escote en V sweater azul oscuro, chaqueta de cuero y deportivas.
Nos aguardaba junto a su padre y su hermana, luego llego Mariano, quien
al verme me regalo un guiño. Hicimos todas las presentaciones necesarias
y nos subimos al jet privado de Navarro Inc. El vuelo fue de lo más
tranquilo, y Xander se la paso molestando y besando a medio mundo. Caty
y Eugenia hicieron migas enseguida, mientras mí hermana lucia encantada
hablando con Mariano.
Al llegar al aeropuerto de San Javier en Murcia cogimos unos taxis
hasta la casa de playa. Unos 10 o 15 minutos después llegamos a una
enorme casona estilo español. Era inmensa, 6 dormitorios, una cocina
gigante y antigua, un salón muy cómodo, amplio comedor para 12
personas, una verdadera belleza, y el patio daba justo a la playa.
-Yo crecí acá, era la casa de mis padres y la herede cuando fallecieron,
nunca entendí muy bien para que querían una casa tan grande, si solo
éramos nosotros, pero mis primos venían cada verano.-Dijo Manuel lleno
de nostalgia.
-Debe haber sido muy bonito crecer aquí.
-Si lo ha sido, pero mis mejores recuerdos son de cuando mis hijos
eran pequeños, siempre volvíamos para las navidades y vacaciones.- Nos
indicó donde dormiríamos, a mí por supuesto me tocaba con Dante y
estuve más que feliz, Caty y Ari debían compartir un cuarto y el otro libre
era para Mariano. Dejamos las maletas y Xander salió corriendo hacia la
playa, divertida corrí tras él. Llego a la orilla pero el agua estaba muy fría
y se volvió corriendo. Unos fuertes brazos me tomaron por la espalda y
me levantaron.
-Como se te ocurra tirarme al agua, vas a tener un gran problema
grandulón.
-No se me ocurriría meterme contigo nena.- dijo divertido mí adonis.
Aprovechamos la soledad momentánea y nos besamos. Lamio mis labios,
mordió mí labio inferior y me devoro la boca, su lengua acaricio la mía y
estuve más que dispuesta a devolverle el beso. Cuando volvimos a la casa,
Eugenia se abrazaba a una señora mayor.
-Lexy te presento a María, ella y su marido Alfonso cuidan la casa.- la
mujer me regalo una enorme sonrisa y me dio dos besos.
-Es un placer conocerla María.
-El placer es mío Señorita.
-Solo Lexy por favor.- ella asintió y luego abrazo y beso a Dante
mientras con gesto de abuela cariñosa le apretaba los cachetes.
-Estas muy flaco hijo, ¿te alimentas bien?.
-Por supuesto, no te preocupes, pero tú te ves cada día más bella.
Al rato llego Lautaro el otro hermano de Dante junto a una bella
morocha de ojos claros llamada Margarita, su novia. Nos presentamos y
bromeo con mí adonis, diciéndole que creía que jamás encontraría una
mujer que lo aguante, y que si era inteligente no me dejaría escapar. La
tarde pasó rápido, acomode las maletas y luego salimos todos a cenar
afuera, San Javier era precioso, no había mucha gente porque no era
temporada, lo que lo hizo aún más acogedor, palmeras y bellos
restaurantes. Cenamos en un lugar tradicional español y Manuel conto que
estaba ahí desde que el tenia memoria, que antes lo atendía el padre y
ahora estaba a cargo del hijo. La cena fue maravillosa, me divertía mucho
ver a Dante con su familia y el trato que tenía, se notaba lo bien que se
llevaban y lo mucho que se querían. Cuando volvimos mí adonis y yo
sacamos a pasear a Xander por la playa.
-Me encanta que estés aquí, nunca había traído a nadie.
-¿En serio?.
-No, eres la primera mujer que me conoce de verdad, y que conoce a
mí familia.- eso fue como una daga en mí corazón, el me abría las puertas
de su vida y yo no estaba siendo sincera. Tenía que decirle la verdad,
¿pero cómo?.
-Y yo te lo agradezco, tu familia es encantadora. Y me alegro de estar
aquí contigo.
-¿Por qué te has alejado de tu familia nena?.
-Es una larga historia, cuando volvamos a Madrid te contare. Pero
somos muy diferentes.
-Tu hermana y Mariano parecen llevarse bien.
-¡Como se le acerque a Ari lo mato!.- soltó una sonora carcajada y no
pude evitar reír, pero si lo empuje y cayó en la arena, me arrastro con él.
Me subí encima suyo y tome sus manos y las apreté en la arena, tratando
de mantenerlo inmóvil, el leyó mis intenciones y colaboro conmigo. Le
mordí el labio y lamí toda su boca, luego metí mí lengua y tome posesión
de él. La playa estaba vacía, era invierno y hacia frio, solo Xander nos
observaba a un costado tumbado en la arena.
-Tu perro es un voyerista sin remedio.
-Lo sé, dicen que los perros se parecen a sus dueños. Ya ves que llevan
razón.- se soltó de mí precario amarre, con una mano tomo mí pelo y tiro
mí cabeza hacia atrás y me beso el cuello. Su otra mano busco la
terminación de mí larga pollera y metió su mano en mí entrepierna.
-Hmmm siempre lista para mí.- metió dos dedos en mí interior y
comenzó a moverlos, me retorcí en sus manos y jadee. Acaricie sus
enormes hombros sobre el grueso sweater de lana, y mordí su cuello.
Soltó mí pelo y me dio un azote en el trasero. Sonreí y me mordí el labio,
lo deseaba dentro de mí así que busque la bragueta del pantalón y la abrí.
-Eres una chica muy mala…
-Fóllame Dante, hazme tuya.- esas simples palabras siempre lo ponían
a mil. Y no tardo en clavarse en mí muy lentamente hasta estar
completamente dentro mío, me enderece para poder sentirlo entero, me
llenaba por completo, y gemí, el jadeo y clavo sus dedos en mí trasero.
Me moví lentamente haciendo que el salga y entre de mí, una y otra vez,
esta vez fue el quien no aguanto el ritmo y se hundió profundamente en mí
y me mantuvo ahí, me dio unos cuantos azotes en el trasero, tomó mí pelo
y me beso con deseo. Seguí moviéndome a un ritmo constante y más ágil,
de adelante hacia atrás, en círculos, mordió mí labio inferior y me tomo
por las muñecas y las cruzo en mí espalda mí trasero se elevó y dejo
distancia entre nuestras pelvis, eso le permitió aumentar el ritmo como
quería y llevar el, los movimientos, me encantaba que tome el control de
todo, así que lo deje y disfrute de sus embistes, salvajes, fuertes,
pasionales. Jadeo en mí boca y lo volví a besar.
-Siénteme Lex… córrete para mí nena.- mí cuerpo se contrajo ante sus
demandas y una cosquilla recorrió mí cuerpo, mí vagina se tensó y nos
corrimos juntos y a la vez en una perfecta simetría. Cuando nuestras
respiraciones se tornaron normales, nos acomodamos la ropa y nos
pusimos de pie, me rodeo la cintura y me beso con ternura. Esos cambios
de salvaje a tierno me encantaban. Volvimos a la casa y algunos se habían
retirado a dormir, pero Mariano, Caty, Euge y Ari estaban al borde de la
piscina en el deck tomando unas cervezas y nos unimos a ellos.
-¿Qué tal estuvo el paseo?.- inquirió Mariano con una risa burlona. Yo
lo fulmine con la mirada y Dante le respondió divertido.
-Excelente, lástima que te lo perdiste.
-A la próxima ya sabes, podríamos ir todos.- enseguida cambie de
conversación y nos dedicamos a hablar de trivialidades, música, libros,
películas. Luego de unas cuantas cervezas y risas, nos fuimos a dormir.
Volvimos a tener sexo con locura, pero en silencio. Eso lo hacía aún más
morboso.
El reflejo del sol bañando mí rostro me despertó y al girarme vi a
Dante de costado apoyado sobre su brazo mirándome mientras dibujaba
pequeñas figuras en mí espalda desnuda.
-Buen día nena.
-Buen día nene, te ves algo creapy mirándome mientras duermo.
-No puedo evitarlo, eres tan hermosa.
-¿No será que piensas cual es la mejor forma de deshacerte de mí
cuerpo cuando me asesines?.
-Se me ocurren muchas ideas de qué hacer con tu cuerpo y en todas
estas viva.- sonreí y me beso. No le devolví el beso, aun no me cepillaba
los dientes, así que lo corrí.
-Luego.-pero no me escucho y volvió a besarme, mordió mí labio y
abrí la boca involuntariamente, y se apodero de ella. El maldito olía bien
hasta en la mañana.
-Deliciosa.- hice una mueca de asco y él se rio. Enseguida Xander
exigió su paseo. Dante se levantó, se puso el bóxer, y el chándal.
-Yo lo llevo.-agradecí que quisiera a mí perro, me estire en la cama,
había dormido de maravilla, y el fresco aire de la playa me sentaba genial.
Me metí a la ducha y tome un riquísimo baño, cada habitación tenía su
propio baño de una ducha, un lavabo y un toilette, cogí un vestido de lana
blanco con dibujos en rojo y azul. Unas medias gruesas negras y las botas,
me seque el cabello, lo levante en un rodete algo descuidado
intencionalmente y me maquille levemente. Baje a desayunar y ya estaban
en el comedor Manuel, Lautaro, Margarita y Mariano.
-Buenos días.
-Buenos días tesoro, ¿has dormido bien?.- pregunto Manuel en un tono
tan dulce y paternal que no pude evitar sentir un peso enorme en el pecho.
Me encantaría que mi padre hubiera sido así.
-De maravilla. Y el fresco y el sol de la mañana me caen genial.
-Siéntate y hártate de churros, espero que te gusten.
-María prepara los mejores churros que puedas probar.- dijo Lautaro
llevándose uno a la boca. Olían de maravilla, me serví un poco de café y
un churro, estaban tremendos. Dante regreso y se sentó a mí lado, no sin
antes besarme la coronilla. Mire a Manuel llena de vergüenza y él sonreía
encantado.
-¡Churros! Los mejores que puedas probar.
-Eso me han dicho, y debo decir que llevan razón, son una pasada.-
volví a meterme otro pedazo a la boca. De a poco fueron sumándose al
desayuno y María seguía trayendo bandeja tras bandeja de churros
calientes. Cuando terminamos de desayunar, Dante fue a tomar una ducha,
había salido a correr con Xander. Y yo me dispuse a levantar la mesa.
-Señorita Lexy, siéntese por favor, yo me encargo.-dijo María
mientras intentaba sacarme las cosas de la mano pero se lo impedí.
-Solo dime Lexy por favor, lo de señorita sobra, y por supuesto que te
ayudare.- luego de levantar la mesa metí los platos al lavavajilla. Cuando
fui a la sala, los hombres miraban un partido de futbol de la Bundesliga,
incluido mí adonis que me guiño un ojo al pasar, Margarita se arreglaba
las uñas, Ariana estaba absorta en una revista de moda, Caty leía un libro y
Euge colgaba nuevos adornos en el árbol de navidad y me uní a ella.
-¿Crees que necesita más?.
-¿Demasiados? Me dejo llevar por el espíritu navideño.
-Yo creo que son suficientes, pero si a ti no te parece.
-Tienes razón.- ambas reímos y soltó los arreglos.- No sabes cuánto
me alegra que estés en la vida de Dan, jamás creí verlo tan feliz.
-Me dijo que nunca les había presentado ninguna mujer.
-Es cierto, siempre supe que tenía amigas, porque mi hermano es un
partidazo, pero jamás estuvo en serio con ninguna como para presentarla.
-Bueno, lo nuestro no es serio tampoco.
-Eso no te lo crees ni tú.- dijo soltando una carcajada.
-¿Y tú no tienes novio con lo bella que eres?.- dije queriendo desviar la
conversación.
-Hace unos meses termine una relación de 2 años con un compañero
de la universidad. Y por ahora prefiero la calma.
-Haces bien.
-¿Hay alguna tradición familiar que quieras cumplir?.
-Si la hay la desconozco. En mí familia no somos muy unidos. Voy por
agua.- al llegar a la cocina María estaba sacando cosas para preparar la
cena de noche buena.
-¿Puedo ayudarte con algo? Prometo ser una gran ayudante.
-No te preocupes por nada cariño, tu ve a disfrutar que yo me encargo.
-¡Por favor! No encuentro nada que hacer y me encanta cocinar.- le
rogué y ella sonrió y asintió.
-Vale, preparare unas Tartitas crocantes con crema de pollo y salsa
rosa y Huevos rellenos con crema de atún y crocantes para la entrada.
Luego haremos un pavo relleno con pure de patatas y vegetales y
Langostinos al horno. Y de postre turrón de alicante, pastel de Gloria, pan
de Cádiz y mazapán.
-¡Vaya! Eso es mucha comida.- nos pusimos manos a la obra, había
mucho que preparar. Manuel entro a la cocina y muy sonriente dijo.
-Que hija más habilidosa me he ganado.- y me beso la coronilla, era
un hombre encantador y cariñoso.- Iré a preparar el asador o no
almorzaremos hoy.- cogió un montón de hamburguesas, mazorcas y
salchichas y salió al patio.-Vente Xander.-y este lo siguió encantado.
Unas fuertes y cariñosas manos me tomaron desde atrás abrazándose a
mí cintura. Me susurro al oído.
-Estoy loco por ti nena, espero que lo sepas.
-Y yo por ti nene, tenlo en cuenta.
-María no prepares nada con pescado o mariscos que Lex es alérgica.
-Dios bendito, no sabía. Ya mismo cambio algunos platos.-dijo la
mujer horrorizada.
-¡Claro que no! Hay otras opciones para mí, y los demás no deben
sufrir mis alergias.
-Cariño, pero…
-No Dante, no cambiaremos el menú.- desistió de su protesta y fue a
ayudar a su padre. Almorzamos en el patio y luego volví a mí tarea en la
cocina. Para las 7pm teníamos todo listo. Así que subí a tomar un baño y
arreglarme para la cena. Dante estaba en la ducha y me metí con él, luego
del sexo, nos bañamos y nos preparamos. Mí adonis lucía un pantalón de
vestir negro, zapatos negros de punta, y una camisa azul marino que
resaltaba sus hermosos ojos azules. Yo elegí un simple vestido negro por
encima de las rodillas, con escote cuadrado que tenía un volado a la altura
de la cintura, zapatos rojos, me recogí el pelo con cuidado, dejando caer
mechones de él y me maquille más suave de lo que en general uso para
salir.
-Te ves increíble cariño. ¿Te has puesto el conjunto rosa que te
regale?.
-Lo sabrás cuando termine la noche nene.- la cena fue preciosa, como
en casa de los Miller, ese día la mesa se vestía con sus mejores
cristalerías, y abundaba la comida, la bebida y la charla relajada. Cuando
terminamos de cenar, ayude a levantar la mesa con la mirada resignada de
María. Y preparamos la mesa dulce. Dante y Lautaro descorchaban las
champañas y Mariano llenaba las copas flautas. El reloj anuncio las 12 de
la noche y todos nos saludamos y nos deseamos paz y amor.
-Tu eres todo lo que deseo nena.- dijo Dante en mí oído mientras me
tomaba por la cintura y me besaba con ternura. Salimos a ver los fuegos
artificiales, todos menos Xander que se ocultó, le tenía miedo. Los brindis
se extendieron hasta bien entrada la madrugada y luego exhaustos nos
fuimos a dormir. A la mañana llego la hora de los regalos y Dante y yo
nos habíamos ocupado de que todos recibieran uno. La gran mayoría eran
relojes y gemelos para los hombres, y joyas para las mujeres.
-Este es el mío nene, espero que te guste.- dije entregándole una cajita
muy bien decorada. Era un hermoso Rolex Datejust II en acero y oro
blanco. Detrás había grabado. “Tuya siempre, Lex”.
-Nena es hermoso, pero no tenías que hacerlo.
-Acepta mis regalos de buena gana.- dije repitiendo las palabras de él.
-Lo llevare siempre, gracias cariño, este es el mío.- me entrego una
caja celeste, claramente de Tiffany, lo abrí y había un estuche de terciopelo
rectangular y dentro un hermoso collar de platino y oro blanco, muy fino
y delicado, los pequeños eslabones eran preciosos de por sí, y en el medio
un diamante rosa imperfectamente perfecto.
-¡Dante es hermoso! Pero es demasiado…
-Acepta mis regalos de buena gana, ¿recuerdas?.
-Gracias, me encanta, ¿me ayudas?.- me ayudo a ponérmelo, beso mí
hombro y dijo en mí oído, para que solo yo lo escuchara. –Siempre mía,
siempre tuyo nena.
El resto de los días fueron maravillosos, paseamos, conocimos San
Javier, hicimos algunas compras, vimos un partido de futbol de los chicos
con algunos conocidos del lugar y por supuesto grite de felicidad cuando
el equipo de Dante gano, 5-1 con tres goles de mí adonis, quien jugaba de
10. La noche vieja llego y otra vez María y yo nos pasamos el día
cocinando. Pate de mariscos. Canapés de salmón y queso con lima y líos
de carne para las entradas. Lomo a la sidra con manzana y Cerdo mechado
con higos secos y almendras de primer plato. La mesa dulce se repitió el
turrón de alicante, el mazapán, tronco navideño y corona navideña.
Dante había dejado un conjunto de ropa interior rojo de encaje sobre
la cama, tras el baño me lo puse y elegí un vestido rojo tuvo de estilo años
50, que me encantaba y había encontrado en una tienda vintage de Dior.
Tacones negros con una rosa roja en la unión del tacón. Me hice una cola
de costado y me maquille.
-¿Cómo es que siempre estás tan hermosa nena?.
-Es un trabajo arduo galán…- y lo bese con dulzura. El llevaba unos
pantalones gris oscuro de vestir y una camisa salmón claro con puños en
blanco. Y lucia tan sexy que no podía esperar a desnudarlo. La cena fue
divertida, anécdotas, chistes, y risas fueron el plato principal. Luego de
levantar la mesa, dispusimos las cosas dulces y el brindis junto a las 12
uvas que le correspondían a cada uno. Sonó la primera campanada y la
primera uva junto a un deseo. Así hasta terminar las 12.
-¡Feliz 2013!.- dijimos todos al unísono. Salimos a disfrutar de las
copas al deck y mirar los fuegos artificiales. Fuimos a la cama un poco
antes de las 3am.
-Hoy nena vamos a hacer algo diferente.
-¿Qué tienes en mente?.
-Hoy voy a hacerte el amor, no voy a follarte.- me quede sin palabras,
el sexo entre nosotros nunca tuvo nada romántico y suave, siempre era
morboso, lujurioso y salvaje. Pero esa vez, no fue así. Y para mí sorpresa,
fue increíblemente bueno.
El segundo día del año volvimos a Madrid. Volví a meterme al trabajo
y Ari por fin se decidió por un piso precioso y espacioso muy cerca de
casa, apenas 5 cuadras. Para mitad de enero ya tenía todo listo para la
sesión de foto multitudinaria. A las 8am ya estaba en el set que había
contratado, junto a todo el equipo técnico y un asistente de fotografía
nuevo que comenzaba a trabajar para mí. Sergio era un chico de 25 años,
fotógrafo también, pero que aún no se hacía de un nombre. Era un joven
divertido y extrovertido, alto y desgarbado, con el pelo largo hasta los
hombros que siempre llevaba en un rodete y unos hermosos ojos grises,
ambos brazos completamente cubiertos por tatuajes de estilo japonés, aún
tenía la cara de un niño de 16 años. Pero era muy trabajador y servicial.
Dispusimos todo y la gente fue llegando. La sesión fue larguísima,
fotografié embarazadas, niños jugando, otros llorando, todos de distintas
edades, luego unos adolescentes enamorados, otros con el corazón roto,
otro despreocupado, una joven modelo, un hombre de traje, un
matrimonio, unos ancianos. Tenía casi todas las fotos que necesitaba, solo
me faltaban unas tomas más, pero que no serían en un set. Les pagamos y
recogimos las cosas. Llegue a casa de Dante a las 11pm.
-Hola cariño, has llegado tardísimo.
-Hola grandulón, tardísimo y muerta de hambre. Estoy agotada, la
sesión ha durado más de lo que creía.
-Ven te preparare algo de comer y luego te metes a la cama.- comí
como si fuera la ultima cena. No había tenido tiempo de probar bocado en
todo el día. Me di una ducha rápida y me metí a la cama, esa noche no
hubo sexo, solo me dormí en sus brazos.
Nuestros días se volvieron hábitos, levantarse, desayunar juntos, cada
cual a trabajar, cenar juntos, ya sea con amigos, o solos, y los sábados a El
Templo. Cuando menos lo esperaba el 8 de febrero llego, Ari no se detuvo
hasta conseguir que fuera al bendito casamiento de Andy, así que le dije a
Dante que debía viajar el fin de semana por trabajo, el insistió en
acompañarme pero me libre diciéndole que me iría el viernes a la mañana
y regresaría el domingo por la tarde, y que todo el tiempo estaría metida
en el trabajo. Odiaba tener que mentirle, pero no sabía cómo decirle la
verdad ahora.
A las 7am del viernes me encontré con Ariana, Tomy, sus padres y
hermanos en el aeropuerto de Madrid, el jet privado de Hoteles Miller nos
esperaba.
-¿Dónde has dejado a Xander?.- pregunto Ari con preocupación.
-Se ha quedado con Caty, no te preocupes.- el corto viaje a Asturias fue
tranquilo, por supuesto mis tíos y primos me ignoraron como era
habitual, así que la charla se centró en mí hermana y Tomy. Poco más de
1hs después llegamos a Oviedo Asturias, por supuesto las limusinas
estaban aguardándonos, Ariana y yo viajamos en una y nos despedimos de
Tomy que se fue con su familia.
-Ari no quiero quedarme en la casa, será mejor que me quede en el
hotel.
-No seas cabeza dura, ¿cómo iras a un hotel?. Te prometo que no te
dejare sola.- los nervios comenzaron a hacer estragos en mí, volver a la
vieja casa familiar y ver a mis padres y Andy 10 años después…¿Cómo
reaccionaría Richard al verme?, estaba segura que este fin de semana iba a
ser un completo desastre. Cuando llegamos a la mansión Miller, se me
hizo un nudo en el estómago, muchos recuerdos, buenos y malos. Era el
lugar donde crecí, pero no conocía a ninguna de las personas que
habitaban esa enorme casa. El inmenso portón de acero forjado negro se
abrió, y el bellísimo parque que antecedía la casa nos dio la bienvenida,
mire la fuente que adornaba el centro de la entrada, cuando era pequeña,
suponía ser mí fuente de los deseos. Al llegar al porche sentí que iba a
desmayarme, una de las alas de la doble puerta se abrió y la sonrisa más
dulce del mundo nos recibió. Carlota era como mí mama, ella nos había
criado a los tres, de la forma más amorosa y dulce que conocíamos.
Nuestra nana, era la persona que más adoraba en ese lugar, se me llenaron
los ojos de lágrimas mientras Ari salía disparada del interior del auto.
-Ari vas a lastimarte niña traviesa!
-¡Nana, tu no cambias! Te he traído una sorpresa.- baje del auto con los
ojos rojos, y una sonrisa autentica de verdadero amor y me tire en sus
brazos.
-¡Hija mía! ¡Alex! Bendito los ojos que te ven mí niña, y gracias mí
dios por permitirme verla una vez más antes de partir…- dijo la pequeña
mujer de cabellos blancos que llevaba en trenza desde que tengo memoria.
-¡Carlota! Que inmensa alegría verte, te he echado mucho de menos.
Me alegra tanto verte.- enseguida entramos, yo aún tomada del brazo de
mí nana. Mi madre se acercó rápidamente al recibidor. Mire a todos lados,
no recordaba que la casa fuera tan grande y fría. Era más parecida a un
museo que a un hogar, escaleras dobles, pisos de mármol, paredes
blancas.
-¡Hijas mías! Al fin vuelvo a tener a todos mis hijos en casa.- abrazo y
beso a Ari y luego con los ojos llorosos me extendió los brazos, como
suplicando, respire hondo y la abrace, me estrujo con verdadero ahínco,
mientras me daba miles de besos en las mejillas.
-Alexandra hija de mí corazón, al fin puedo verte, ha pasado tanto
tiempo…
-Hola madre, también me alegra verte.
-Que hermosa estas Alex, eres una mujer tan bella.
-Gracias madre, tú te ves tan joven y radiante como siempre.- en ese
momento mí hermano Andy junto a quien suponía era su futura esposa
entraron al recibidor.
-¡Pequeña! Te he echado mucho de menos.
-Hola hermanito, yo también.- contesto Ariana abrazándolo.
-Alexandra, que sorpresa, creí que sería imposible traerte. Me alegra
verte.
-Hola Andrés, yo creí lo mismo, pero Ari me lo ha puesto difícil.
-Te presento a mí prometida, Fátima Cabrera, cariño ella es mi
hermana Alexandra.
-Es un placer al fin conocerte, ya creía que eras una invención.
-El placer es mío Fátima, felicitaciones por la boda.- mí corazón se
detuvo cuando mi padre cruzo el umbral, su rostro era ilegible.
-¡Papi!.
-¡Hola pequeña! Qué bueno que estés en casa.
-¿Me has extrañado?.- preguntaba Ari llenándolo de besos.
-Alexandra, que sorpresa más agradable. Bienvenida a casa.
-Hola Richard, gracias.
-¿Tienen hambre? Hemos preparado un manjar para desayunar juntos.-
dijo mí madre, guiándonos al comedor formal, y me sentí una completa
extraña, rodeada de extraños, siquiera en casa de Manuel en San Javier me
sentí así. Era tan raro… me senté en silencio, esperando que todos pasen
de mí, una mujer se acercó.
-¿Que desea beber Señorita Alexandra?.
-Café por favor.- luego de servirlo se retiró a servir a mí hermana.
-Mami no sabes el trabajo maravilloso que hace Lexy.
-¿Lexy?. Pregunto mí madre atónita.
-Lo siento, es la costumbre, en Madrid todos la llaman así.- ella asintió
y me miro.
-¿Cuéntame Alexandra, como van las fotografías?.
-Muy bien, por suerte, adoro mí trabajo y es bueno saber que la gente
las aprecia.
-¿Solo haces exposiciones?.- el tono de Andrés no podía demostrar
menos interés aunque quisiera.
-No, a veces también hago algunas fotos de moda, sobre todo editorial
y algunas gráficas.
-¿Alguna que haya visto?.- inquirió Fátima con repentino interés.
-La tapa de diciembre de Couture, la has visto Fany?.-Ari se me
adelanto, yo estaba lista para terminar el interrogatorio.
-¿La de la supermodelo rusa colgada de cadenas?¿La has hecho tú?
-Así es.
-¡Vaya! Es un trabajo magnifico.
-Ariana me comento que han pasado las navidades en San Javier.- mí
madre parecía saber demasiado de mí vida, fulmine a mí hermana con la
mirada.
-Sí, un amigo nos invitó. La hemos pasado muy bien.
-Siento tener que marcharme, pero debo arreglar unos asuntos en la
oficina, estaré de regreso a las 5pm.- dijo mí padre mientras se levantaba
apresuradamente.
-Ni un minuto después Richard, la cena de ensayo es a las 7pm.- lo
advirtió mí madre.
-No debes irte por mí, puedo irme a un hotel sin problemas.- no podía
evitar sentir el desprecio de su parte y eso me volvía loca.
-Alexandra esta es tu casa, y no me voy por ti, tengo asuntos que
atender.- sin más se fue. El desayuno se diluyo en charlas que tenían que
ver con la cena de ensayo y la boda, y me mostré más que feliz de hablar
de eso.
-Reserve un día de spa para todas, solo necesito llamar para solicitar
otra vacante.
-Por mí no te preocupes Fátima.- dije en tono amigable.
-Es solo un minuto.
-Tu habitación esta igual a como la dejaste hija.
-Gracias, si no les importa, quiero refrescarme.- subí a mí antigua
habitación y al abrir la puerta fue como volver el tiempo atrás, todo lucia
exactamente igual, era un lugar muy grande, a la derecha la puerta del
vestidor, luego una estantería con fotos, posters, cds, libros frente a ella
dos puf rosas con forma de gotas, una mesa baja con velas, y más libros,
luego la puerta al baño, en una de las paredes laterales la ventana salediza
con mí hermoso banco lleno de almohadones. La cama King size con
dosel en rosa pastel y el baúl a los pies. En la otra pared el escritorio. Me
senté en la cama, lo pensé y me tire de espaldas, era demasiado para un
día. Tome el móvil y le escribí a Tomy.
-S.O.S
-Tan mal? Necesitas que te rescate?
-No, ya sabes que soy la reina del drama.
-Ja ja ja, trata de disfrutar, si no puedes, finge.
-Lo intentare. XX
La puerta sonó.
-Adelante.
-Gracias. ¿Te has acomodado?.-mi madre entraba lentamente como si
le fuera a saltar al cuello de momento a otro.
-Aun no, solo recordaba.
-¿Podemos hablar un minuto?
-Claro.
-Alex yo sé que no he sido la mejor de las madres, y sé que tendrás
muchas cosas que reprocharme, pero créeme hija, tú y tus hermanos son
lo que más amo en el mundo. Muchas veces los padres nos equivocamos,
hacemos lo que creemos mejor para nuestros hijos, pero eso no siempre
es lo correcto.
-Lo sé, madre.
-Tu padre y yo nos hemos equivocado mucho contigo, y lo pagamos
caro. El sufre mucho por tu alejamiento y yo también.
-Dudo que Richard sufra por mí.
-Alex hay tantas cosas que no sabes… ven conmigo, te enseñare algo.-
la seguí escaleras abajo, justo debajo de ellas estaba el despacho de mí
padre, cuando era pequeña me escondía horas enteras ahí, leyendo sus
libros.
-Adelante, mira.- entre y me quede helada, la inmensa oficina de mí
padre estaba completamente revestida con mis fotografías, tendría al
menos once de ellas, cada una de una exposición diferente, también había
recortes de periódicos enmarcados donde hablaban de mí.
-¿Pero qué es esto? ¿De dónde las ha sacado? Creí habérselas vendido
a Alberto Cierra.
-Así es. Alberto Cierra trabaja como comprador para tu padre hace
unos años. El ah seguido de cerca tu carrera hija está muy orgulloso de ti.
-Pero…
-Nunca nos has dado la oportunidad de remediar el daño Alex, no
somos perfectos y lo sabemos, pero los amamos.- no podía creerlo, mi
padre había sido mí admirador número uno… ¿sería posible que después
de todo, me quisiera?. Mi cuñada nos llamó y salimos a su encuentro.
-Todo arreglado nos esperan en el Spa Luxury en media hora.-asentí y
subí por mí chaqueta y mí bolso. Al volver Andrés me encontró a mitad de
la escalera.
-Alexandra necesito hablar contigo.
-Ahora mismo voy de salida al Spa, ¿puede ser luego?.
-Claro, estaré aquí cuando regresen.- cuando llegamos al Spa, la
madre, hermana y amigas de Fátima nos esperaban. El lugar era a todo
lujo como su nombre lo indicaba, pasamos la tarde de masajes, baños y
belleza. Todo el mundo parecía ni siquiera saber que yo existía y se
sorprendían al presentarme. Cuando volvimos a la casa, subí a tomar un
baño y prepararme para la cena. Estaba a punto de quitarme la ropa
cuando Andrés toco.
-Pasa.
-Gracias, ¿me regalas unos minutos?.
-Sí, claro, siéntate.- nos acomodamos en los puf.
-Mira Alexandra, yo sé que debes tener muchos reproches para
nuestros padres, y nos has demostrado a todos, que sola lo haces muy
bien, pero ¿no crees que es hora de dejar ese resentimiento?.
-Mira Andrés, las cosas no son tan fáciles como parecen.
-Ya, pero eres una mujer adulta, lo de la niña rebelde dejo de ser
adorable hace tiempo. Ya te has divertido lo suficiente.
-¿Crees que mí vida es una fiesta? No tienes ni la menor idea de lo que
dices.
-¿Hablas de tu novio, el que falleció?.
-Vaya, un premio a la sutileza. En primer lugar no era mi novio, creí
que iba a pasar el resto de mi vida con él, y en segundo lugar, hablo de mí
vida en general, no la he tenido muy fácil sabes.
-Porque tú así lo has querido Alexandra. Pero las cosas cambian, papa
está muy enfermo y estoy cansado de verlo sufrir por ti, es hora de que lo
perdones.
-¿Enfermo?.- nuestra conversación había dejado de ser amigable hace
rato y ambos levantábamos la voz, en ese momento Ari entro.
-¿Qué les pasa a ustedes, por qué discuten?.
-¿Ariana porque no me has dicho que Richard estaba enfermo?.
-Él nos prohibió que te lo dijéramos.
-¡Pero tú serás idiota! ¿Qué es lo que tiene?.
-Es el corazón, deben hacerle un doble by pass, pero esta tan estresado
que los médicos no quieren tomar riesgos.- la voz de Andrés sonaba
desolada. Mí respiración se cortó. Y las lágrimas se agolparon en mis
ojos. A pesar de todo lo amaba, era mi padre. Y pensar en perderlo…-
¿Cómo te sentirías si muere y no tuvieras la oportunidad de perdonarlo?.
-Ya Andrés, lo entiendo.
-Deja de ser una niña consentida y se la mujer que creo que eres y
perdónalo antes de que sea tarde.- se levantó y se fue, no pude moverme,
estaba en shock, mi padre era la persona más fuerte que conocía, y saber
que estaba enfermo y que podía perderlo me devasto. En ese momento
rogué con todas mis fuerzas porque Dante estuviera ahí, que pudiera
juntar los pedazos de mí. Como pude me metí a la ducha, solo podía
pensar en los 10 años perdidos por ser ambos unos cabezas duras, ¿y si
ahora no tenía tiempo suficiente?. Salí de ahí con una nueva
determinación, arreglaría las cosas con él, no me permitiría perderlo así.
A pesar de lo mal que estaba por dentro, debía lucir presentable, era lo que
se esperaba de mí, seque mí cabello y lo ate de costado, me maquille y me
puse un mono de seda negro con escote en V bajo y un cinturón plateado,
zapatos de tacón, cerrados también en plateado, tome el abrigo y el bolso
de mano y baje. Casi todos estaban listos, solo faltaba Ariana, los elogios
no se hicieron esperar y sonreí en agradecimiento. Mire a mí padre, sentí
unos enormes deseos de volver a ser pequeña y tirarme en sus brazos,
como solía hacer. Cuando todos estuvieron listos nos fuimos, la limusina
esperaba, me pase todo el camino al salón pensando en mí niñez y lo
diferente que había sido al resto de mi vida, cuando niña mi padre era todo
para mí. Cada día cuando llegaba del trabajo yo corría a su encuentro, él
me tomaba en brazos y me hacía girar mientras yo soltaba sonoras
carcajadas al aire, pasaba muchas horas con él en su despacho, yo
jugueteaba por ahí o leía alguno de sus libros mientras él trabajaba. Y cada
domingo jugaba a tomar el té conmigo. Los flashes de las cámaras
llamaron mí atención, habíamos llegado y por supuesto la puerta estaba
rodeada de fotógrafos de revistas de chimentos. Mi padre me dio la mano
para bajar, tape con mí bolso mí rostro y casi corrí puertas adentro,
mientras el resto de la familia posaba feliz para ellos. Ser un Miller,
implicaba tener trato con la prensa. Si quería retomar la relación con mi
familia, debía hablar cuanto antes con Dante. Salude a cuanta persona me
presentaron y me mostré cordial y encantadora, sabia interpretar muy bien
el papel, pero mí cabeza estaba en mí padre.
-¿Te he dicho lo guapa que estas?.
-¡TU!.- Thomas lucia sorprendido.
-¿Y a ti que bicho te ha picado?.
-¡Por qué diablos no me has dicho que mi padre estaba enfermo?.
-¿El tío Richard está enfermo?.
-¿No lo sabias?.
-Claro que no, ¿Cómo crees que te ocultaría algo así?.- llamaron a
todos a tomar asiento y cenar, la cena estuvo bien, comida exquisita,
charlas, brindis, y besos de los novios.
-¿Alex, me recuerdas?.-claro que lo recordaba, había sido mí primer
amor y quien tomo mí virginidad.
-¡Seba! Como no voy a recordarte ¿Cómo has estado?.- lucia bien,
pelo prolijo y muy corto en negro azabache, esos bellos ojos marrones
con un toque de verde, y una barba candado muy cuidada, vestía un
elegante traje de dos piezas negro a rayas camisa blanca y corbata fina en
negro. Era extremadamente alto, cerca de 2mtrs. Y muy apuesto.
-Pues muy bien y ya veo que tu mejor, te ves más guapa de lo que
recuerdo.
-Bueno han pasado muchos años.
-¿Te apetece tomarte una copa conmigo?.
-Necesito hablar con mi padre, ¿Podemos dejarlo para otro momento?.
-Por supuesto, apunta mí número, también vivo en Madrid, me llamas
cuando te apetezca.- apunte su número y le di el mío, me despedí de el con
un beso en la mejilla y aproveche que mi padre estaba solo con mi madre.
Tenía que hablar con él. Me acerque con el corazón en las manos. <<Se
valiente>> me repetí por dentro.
-¿Mama, nos puedes dar un minuto?.
-Claro, iré por algo de beber.
-¿Puedo?.
-Por supuesto.- mí padre lucia asombrado, me mordí el labio y mire el
suelo.
-He visto en tu despacho.
-Vaya, y ¿por qué lo has hecho?.
-Aparentemente había muchas cosas que necesitaba saber. ¿Cómo es
que tienes mis fotos?.
-Bueno, me encanta tu trabajo y sigo tu blog desde el comienzo,
siempre veo las fotos de las exhibiciones y contrate a alguien para que las
compre por mí, sabía que no me las venderías de otro modo.
-Probablemente lleves razón.
-Mira Alex, luego de que te visitara en la universidad, cuando
discutimos, me tomo un tiempo saber lo equivocado que estaba, pude ver
cómo te apasionaba tu trabajo y lo talentosa que eres. Quise ir a pedirte
perdón hija, pero lo estabas haciendo tan bien por tu cuenta, que no me
atreví a inmiscuirme.
-¿Siempre lo has hecho?.
-¿Seguir tu trabajo?, si, y tu vida también, eres mi pequeña y siempre
quiero que estés a salvo y bien.
-Vaya, no me lo esperaba…
-Lo sé, pero quiero que sepas que entiendo por qué lo has hecho,
necesitabas hacerlo a tu modo, es un rasgo que heredaste de mí, y estoy
muy orgulloso de ti y de la mujer en que te has convertido.
-Gracias, eso significa mucho para mí.
-No sé cómo pedirte perdón por lo que te he dicho la última vez, tu
jamás dejarías de existir para mí, eres la luz de mis ojos, mi pequeña
guerrera y siempre lo serás, incluso cuando ya no esté aquí.- sus palabras
me llegaron a lo más profundo de mi alma, y las lágrimas rebalsaron de
mis ojos, no las pude contener, con una ternura, que no recordaba acaricio
mí hombro y seco mis lágrimas.
-Papa, te perdono, ¿Tú me perdonas a mí?.
-No tengo nada que perdonarte Alex, uno no se disculpa por hacer las
cosas que siente y perseguir sus sueños.
-Yo tampoco me porte bien, ni contigo ni con mama, hay muchas
cosas que no debería haber hecho o dicho.
-Vale, si lo necesitas, te perdono hija.
-Gracias, también me he enterado que estas enfermo.
-Vaya, estoy rodeado de cotillas.
-Anda, ¿qué tienes?.
-No es nada, me atienden los mejores médicos del país, y la operación
de by pass es de rutina para ellos.
-Aun así, es una operación a corazón abierto.
-No te preocupes por eso, estaré bien.
-¿Quieres morir?.
-Claro que no, quisiera vivir para conocer a mis nietos. Y ver a todos
mis hijos felices.
-Entonces estarás bien, no hay nadie más cabeza dura que tú.
-Solo tú me ganas princesa.- ambos reímos, sentí que me quitaba un
enorme peso de encima. No pude resistir la tentación de abrazarlo, me lo
impedí por 10 largos años. Me arroje a sus brazos y el me tomo con
seguridad y cariño, siempre me sentía protegida en sus fuertes brazos.
-Cuanto te he extrañado papa.
-Y yo a ti princesa. Oye ¿quién es el galán que te ha llevado a San
Javier?.
-Su nombre es Dante Navarro.
-¿Dante Navarro de Navarro Inc.?.
-Claro, ya me lo suponía yo que lo conocías.
-Por supuesto, llevamos negocios juntos. Así que eres la novia de
Navarro. Te alejas de los Miller y te metes en otro igual.- reí ante su
comentario, en algún momento había pensado lo mismo.
-Ya ves, no puedo escaparme.
-¿Sabe quién eres?.
-No papa, se lo he ocultado.
-Eso no está bien Alex, las relaciones se basan en la confianza, si los
cimientos son una mentira, todo se derrumba, debes decirle la verdad.
-Lo sé, pero ahora no sé cómo hacerlo, tengo miedo de perderlo.
-Mira princesa, Dante Navarro no se hizo quien es por ser idiota, no te
dejara escapar, quizás se enoje, pero se le pasara.
-A penas regrese a Madrid se lo diré, lo prometo.- la fiesta termino
temprano y volvimos a la casa. Mi madre me beso la mejilla y me susurro
al oído.
-Te he extrañado tanto Alex.- también le sonreí y le devolví el beso.
Me metí a la cama con la cabeza llena de nuevas dudas y algunas certezas,
por un lado las cosas con mi familia habían tomado un rumbo que jamás
imagine, estaba lista para la colisión no para el resurgimiento. También
tenía en claro que necesitaba hablar con Dante, ser honesta aunque eso me
haga perderlo. ¿Cómo lo tomaría? ¿Llegaría a perdonarme?.
A las 10am sonó la alarma, me asee y baje a desayunar aun en pijama,
todos estaban en la mesa, y esta vez no espere que me sirvan el café, lo
hice yo sola, el ambiente era completamente diferente entre un día y el
otro, por primera vez desde que era pequeña, parecíamos una familia. Mi
padre hablo de unos asuntos de trabajo y de que le gustaría que yo me
encargara de la publicidad gráfica de los hoteles, creía que mí visión le
daría un nuevo aire. Acepte de buena gana. Ari comento que pronto
empezaría las clases de diseño y lo feliz que estaba en su nuevo piso en
Madrid, mi madre bromeo con Andy diciéndole que Fátima era más
tradicional de lo que ella fue en su propia boda, esta se había quedado a
pasar la noche en casa de sus padres, como la última noche de soltera.
Cuando terminamos de desayunar me fui al salón familiar, me senté en el
suelo y comencé a revisar mis antiguos anuarios escolares, sonreí al ver
mis fotos, en todas estaba con cara de mala, y con distintos looks que me
hacían parecer más rebelde de lo que era. Ariana se unió a mí, y ambas
reímos y bromeamos sobre la escuela. Luego se sumó Andy y para mí
sorpresa parecía más humano de lo que recordaba. Me conto que conoció
a Fátima en una fiesta de beneficencia que mama había organizado hace ya
3 años, y que desde entonces, solo tenía ojos para ella, que no veía la hora
de comenzar su propia familia, bromeé diciéndole que iban a castigarlo y
le darían una hija como yo. Todos soltamos carcajadas. También conto
que estaban viviendo aquí, porque su casa nueva aún estaba en
construcción. Luego de tanta charla se nos pasó la hora, mi madre entro en
ese momento como alma que lleva el diablo.
-¿Qué hacen aun aquí? ¡A ducharse que la estilista estará aquí en 15
minutos!.- salimos todos a las tareas, me duche, me puse la ropa interior,
un conjunto de satén azul sin bretel, la bata y fui hasta el tocador de mí
madre, ahí estaba ella, junto a la estilista quien terminaba de maquillarla.
-Me gusta mucho tu nuevo corte de cabello madre.- llevaba el pelo
negro corto con un costado un poco más largo, la hacía ver mucho más
joven.
-Gracias cariño, lo llevo así hace unos 2 años ya. Ella es Maju.- salude
a la joven de cabellos de colores, aros y tatuaje. Luego fue mí turno en la
silla, elegí un peinado cómodo y elegante, una trenza cruzaba mí cabeza
llevando mí pelo hacia la derecha y terminaba en un rodete al costado, lo
cerro con unos exquisitos pestillos de diamantes que mi madre me trajo,
me maquillo, azul y negro en los ojos difuminados, rosa en las mejillas y
brillo en los labios. Me fui a poner el vestido, Ari y yo habíamos ido de
compras unos días antes, y yo elegí un hermoso vestido de Oscar de la
Renta, corte sirena, en azul metálico, sin bretel y con detalle en la cintura,
un cinturón Swarovski incrustado, y dejaba una pierna completamente
expuesta por su amplio tajo. Zapatos plateados, manguitas de piel negro y
bolso plateado. Al bajar mí padre exclamo.
-Vaya, eres todo una princesa.- le sonreí
-Tú te ves muy guapo y tú también Andy.- ambos llevaban chaqué mí
hermano completamente negro y mi padre negro y gris. Mi madre vestía
un hermoso vestido negro con mangas y torso bordado. Ari llevaba un
hermoso vestido rojo estilo griego que se ajustaba a un solo hombro con
rosas al tono. Subimos a los autos, mi madre y Andy al coche del novio,
mi padre Ari y yo a uno del cortejo. Llegamos a la hermosa Catedral de
San Salvador de Oviedo, el lugar lucia maravilloso, alfombra roja, por
supuesto un sector lleno de fotógrafos, hermosos arreglos de rosas rojas
decoraban el lugar y velas blancas por doquier. Saludamos a la gente que
iba llegando y luego fuimos a nuestros lugares, Tomy lucia hermoso en
su frac negro. Le guiñe el ojo al pasar. La ceremonia fue preciosa,
intercambiaron votos, anillos y se juraron amor eterno, sellaron el pacto
con un tierno beso. Nos dirigimos al salón para la fiesta posterior, este era
enorme y rodeado por un hermoso prado por sus cuatro costados. Y
repetía la decoración de la iglesia.
Había muchísima gente más de 500 invitados. Los novios se retrasaron
con las fotos, por lo que aproveche y me puse al día con una ex
compañera del bachiller. Mi madre me tomo del brazo para llamar mí
atención.
-Alex quiero presentarte a Dante Navarro ella es mi hija Alexandra
Miller.- mí corazón se detuvo y mi cerebro se paralizo. Mí adonis de carne
y hueso estaba ahí, lucia increíblemente apuesto en su frac negro y gris,
pero sus ojos… eso era otra historia. Me quede muda, no supe que decir.
-Es un placer conocerte Alexandra.- su tono me hizo un tajo en el
estómago.
-Dante yo… puedo explicártelo…
-¿Ustedes se conocen?.- preguntaba mí madre confusa ante nuestras
miradas. Mi padre apareció y la llevo del brazo. La mirada de Dante me
traspaso, sentí el corazón latir desbocado, y la voz en mí cabeza me
reprochaba <<Sabias que esto iba a pasar, Que te jodan>>.
-Así que este es el viaje de trabajo.
-No cariño, déjame que te explique…
-No me digas cariño, siquiera sé quién eres, y no quiero escuchar una
sola palabra.
-Dan por favor, escúchame. Sé que he metido la pata pero…
-Cierra la boca Lexy o ¿debo llamarte Alexandra?. Has tenido tiempo
de sobra de explicarme todo, ahora es tarde.- se dio media vuelta y salió
del salón, lo seguí casi a las corridas. Lo tome por un brazo tratando de
frenarlo, se giró violentamente hacia mí. El salón estaba vacío.
-Suéltame ahora mismo. No quiero hacer una escena.
-Me importa un coño las escenas, vas a escucharme, tienes que
escucharme.
-No te debo nada nena, lo que había entre tú y yo se terminó. Te mostré
quien era, te abrí mí casa, mi familia, mi vida y tú solo me has mentido, te
has burlado de mí, al menos dime, ¿Te has divertido mucho a mis
espaldas?.
-Cariño te juro que estas equivocado yo jamás…
-No soy tu cariño, no eres nadie para mí. Tú para mí no existes.- se
soltó de mí agarre y se marchó, a los pocos pasos se giró y en un tono
cargado de hielo y rencor me dijo.
-Ah, gracias por tus servicios, lo he disfrutado.
Sentí mí corazón romperse en mil pedazos, las piernas se me aflojaron
mientras los ojos se me rebalsaban de lágrimas. Sentí una enorme presión
en mí pecho y caí al suelo de rodillas sobre el frio mármol. Me sentí
vencida, devastada, desolada. Como si un enorme agujero negro intentara
absorberme. Lo había perdido, lo sabía. Y solo yo tenía la culpa. Unas
fuertes manos me levantaron y me pegaron a su pecho, era mi padre.
-Alex, por dios cariño, respira.- mis sollozos no me dejaban respirar
con normalidad, estaba teniendo un ataque de ansiedad. Necesitaba a
Tomy. – Vamos, necesitas que te de el aire.
No sé cómo me llevo hasta un banco fuera del salón. Me abrace a mis
rodillas y llore, no podía parar. En un suspiro y con desesperación gemí.
-Tomy, necesito a Tomy papi.- mí padre salió corriendo a su búsqueda,
unos segundos después Tomy me abrazaba desde mi espalda, apoyando su
pecho contra mí, y apretándome tan fuerte como podía, mientras decía en
mí oído.
-Estoy aquí, estoy aquí Lex, tienes que controlar esto, respira,
acompásate a mis respiraciones, tu puedes cielo.- la música de los novios
comenzó a sonar.-Ve tío, yo me encargo, ella estará bien, te lo prometo.-
mí padre se marchó y quedamos solos.
-Lo he perdido Tomy, lo eche todo a perder, jamás me perdonara.
-Si lo hará cielo, entenderá. Ahora necesitas calmarte. Vamos.- unos
cuantos minutos después, había logrado controlarme un poco.
-Necesito un vaso de agua por favor.
-¿Puedes quedarte unos segundos sola?.
-Sí, ve.- se levantó y se fue. En ese momento me di cuenta que debía
buscar a Dante y hacer que me escuche, sin pensármelo dos veces salí
corriendo en busca de un auto. Encontré uno de los del cortejo y me metí,
el chofer subió enseguida.
-¿A dónde señorita Miller?.
-A donde se hospedan los invitados, rápido por favor.- llegamos al
hotel Miller, que se había dispuesto para los asistentes que no vivían en
Oviedo.
-Espéreme aquí.- corrí a la recepción.- Soy Alexandra Miller dígame
en que habitación se encuentra Dante Navarro.
-Señorita Miller que grata…
-¡Es urgente!.- la corte. Ella tecleo rápidamente.
-El señor Navarro ha dejado el hotel hace poco más de una hora.
-¿Sabe a dónde se dirigió?.
-No señorita Miller, lo siento.- volví al auto, él tenía su propio jet por
lo que pensé en ir al aeropuerto. Cuando llegamos me dirigí directo a la
zona de vuelos privados pero el guardia me detuvo antes de poder cruzar.
-Es una zona privada señorita, ¿tiene algún vuelo?.
-Mi nombre es Alexandra Miller, necesito que me deje pasar ahora
mismo.
-¿Me puede mostrar su identificación?.- mí bolso había quedado junto
a mí tapado en el salón de fiesta.
-No la llevo conmigo, pero es urgente, le prometo que soy yo y mi
padre lo recompensara si me deja pasar.
-Lo siento, pero no puedo hacerlo. Por favor retírese o llamarme a
seguridad.- no había manera de traspasar el guardia, resignada me volví al
auto.
-¿Ahora a donde señorita Miller?.
-De vuelta al hotel por favor.- necesitaba estar sola, no soportaba la
idea de que me vieran así. Me baje en la puerta del hotel y le indique al
chofer que se retirara, lo hizo, cuando lo perdí de vista no entre, en lugar
de eso decidí buscar un poco de alivio. Camine unas calles abajo,
recordaba bien Oviedo y sabía exactamente dónde encontrar lo que
necesitaba. Llegue a un edificio muy elegante, me dirigí al piso 7. Toque
la puerta del departamento “C”. Un hombre de unos 30 años, que solo
vestía un pantalón deportivo me abrió.
-Preciosa creo que te has perdido.
-¿No me recuerdas Flavio? Soy Alexandra, fuimos juntos al bachiller.
-¿Alexandra Miller?.
-La misma, no quiero robarte tu tiempo y realmente llevo prisa. Voy
camino a una fiesta y necesito algo de chispa.
-¿Preciosa sabes lo que estas pidiendo?.
-¿Tengo cara de improvisada?, anda. No traigo efectivo conmigo,
pero ¿cuánta chispa pueden comprar estos aros de diamantes?.
-Bueno preciosa, estos aros ameritan un buen viaje, espérame un
segundo.- me saque los diamantes y se los entregue apenas volvió, tome la
bolsita con cocaína y me fui.
-Ya sabes dónde encontrarme preciosa.- le hice un gesto con la mano y
volví al hotel. La recepcionista al verme puso los ojos en blanco.
-Necesito una habitación.
-¿Tiene su identificación señorita Miller?.- mí paciencia se había
esfumado y no estaba de humor para lidiar con ella.
-Mira guapa, soy la maldita dueña de tu trasero y de este hotel, como
no me des ya mismo la habitación que te pedí, estarás de patitas en la calle.
¿He sido clara?.
-Lo siento, aquí tiene, es lo único que queda disponible…- tome la
llave magnética y me fui sin dejarla terminar. Llegue a la habitación, me
saque los zapatos y el vestido, tome unas cuantas botellas del mini bar y
me las vacié en unos segundos. Saque la bolsita de mí brasier y la dispuse
en un plato, busque un papel y la enrolle. Aspire dos grandes líneas, la
calma se apodero de mí cabeza. Pero de repente… oscuridad.
Un dolor punzante me despertó, la cabeza me daba vuelta y sentía latir
la sangre dentro de ella. Poco a poco fui consciente del ruido de distintas
maquinas, sollozos, palabras lejanas. Pero la oscuridad me arrastro otra
vez.
-No puede seguir así. ¿Estás seguro que es el mejor?.- la voz de Tomy,
quise abrir los ojos, pero los sentía muy pesados.
-Ya cálmate Thomas, no podemos hacer nada más que esperar, ella
estará bien.- ¿Andy?. Volví a hundirme una vez más.
-Hija mía, por favor despierta. No me hagas esto.- mí madre sollozaba
en mí oído y sentí una mano que me apretaba la mía. Intente moverme
pero fue inútil, el dolor punzante en mí cabeza me impedía despertar del
todo.
-Princesa, por lo que más quieras despierta para papa, no puedo
perderte ahora.- otra vez el silencio. ¿Qué me estaba pasando?.
-He hablado con Caty, Xander te extraña, está ansioso por que vuelvas,
por favor Lexy vuelve a nosotros.- mí pequeño…oscuridad.
Sentí que unas gotas me caían en la mano. Luche con todas mis fuerzas
para abrir los ojos y lo logre, pero todo se veía borroso. La cabeza me
daba vueltas y el dolor era insoportable, chille.
-Maldita sea, este maldito dolor.- proteste en un hilo de voz.
-¡Lexy! ¡Cielo sabía que lo lograrías, oh por dios Lex, no vuelvas a
hacerme algo así! ¿Qué crees que haría yo sin ti?.- mí dulce Tomy con los
ojos hinchados, completamente desalineado, con barba crecida y muy
demacrado me besaba la mejilla y apretaba mí mano.
-No me grites, se me parte la cabeza Tomy, te prometo que luego me
retas.- se movió a mí lado y toco un botón, ¿Dónde diablos estaba?.
-Se ha despertado pero le duele mucho la cabeza.- le decía Thomas a
una mujer vestida de enfermera.
-Iré por la doctora Núñez.- y esta salió del cuarto.
-¿Tomy que ha pasado?.
-Has tenido una sobre dosis y cuando caíste te golpeaste la cabeza con
la mesa baja. Llevas en el hospital inconsciente 5 días cielo.
-¡Diablos! Mí maldita suerte.
-Te he encontrado de milagro Lexy. ¿Cómo pudiste hacerme esto?.- la
puerta se abrió y una médica entro junto con mis padres, Ari, Andy y
Fátima.<<la has liado grande>> pensé para mí.
-Necesito que desalojen la habitación, debo revisar a la paciente.
-Y una mierda doctora, hágalo delante nuestro.- la voz de Thomas
estaba al límite.
-Thomas no seas impertinente, vamos, dejemos a la doctora trabajar.-
mi padre me regalo una sonrisa y un guiño, mi madre acaricio mí mano y
todos salieron. La mujer me hizo unas cuantas preguntas, y yo respondí
sinceramente. Me dijo que la sobredosis me había puesto en coma por
unos días, y que el dolor de cabeza se me iría a medida que mí cerebro se
desinflame. Aumento la dosis de los calmantes y me sentí mejor. ¿En que
había estado pensando? ¿Cómo pude ser tan estúpida?. Todos volvieron a
la habitación y luego de caerme a besos acompañados de palabras de
cariño. Vinieron los reproches, me los merecía, lo sabía. Por lo tanto me
limite a pedir disculpas sin agregar nada más.
-Cuando te den el alta, volverás a la clínica de Escocia. Yo mismo te
llevare.
-De acuerdo papa.- no objete, lo necesitaba, había tenido una recaída, y
tenía que volver al camino correcto. Un tiempo en la clínica me vendría
bien. Dos días después deje el hospital, no sabía nada de Dante, siquiera si
se había enterado de mí gran tragicomedia. Esperaba que no. Finalmente le
pregunte a Tomy.
-No quiero volver a escuchar el nombre de Dante Navarro nunca más.
Por su culpa tu estas así, y no dejare que te vuelva a dañar.
-Tomy, no es su culpa, es solo mía. La decisión fue mía, y asumo las
consecuencias, él no tiene nada que ver.
-Me vale gorro, no se acercara de nuevo a ti.- bien, definitivamente no
era el camino a saber de Dante. Probé con Ariana pero ella no había tenido
ninguna noticia de él, y me dijo que no quiso llamarlo sin que yo sepa. Y
yo se lo agradecí. Mi madre y Ari fueron de compras, necesitaban
comprar algo de ropa y algunos otros productos personales para mí,
desde Oviedo iría directamente al centro de rehabilitación de Escocia. Un
viejo conocido.
-Fátima Andy lamento muchísimo haber arruinado su boda.
-Tranquila Alex, no has arruinado nada, nos ocultaron tu discusión con
Dante, lo siento, no tenía idea de lo de ustedes.
-Lo sé.
-Y cuando Tomy te encontró y nos avisó, ya casi había terminado la
noche.- me alegraba saber que no había destrozado la boda de mi
hermano.
Esa misma tarde partimos hacia el aeropuerto, Thomas, mi padre y yo.
Me despedí de mí mama y le dije que me volvería a ver pronto, que no se
preocupe. Dijo que me visitaría si me lo permitían. Por primera vez en
mucho tiempo la abrace con todo el cariño del mundo mientras la besaba
en la mejilla y le repetía al oído cuanto lo sentía. Ella solo me dijo que me
preocupe por ponerme bien. Me despedí de Andy y Fátima. Y les desee lo
mejor en su nueva vida de casados. Ari fue otra historia.
-Ariana por favor, deja de llorar.
-Lo siento, iré a verte apenas pueda.
-Puedes hacer algo mejor, cuida a Xander por mí, búscalo en lo de
Caty y dile a ella que estoy bien y que le mando todo mí cariño.
-De acuerdo, no te preocupes por la bestia, yo me encargo de el.- me
despedí más relajada, no podía sacarme a mí pequeño de la cabeza, aunque
sabía que con Caty estaría más que bien, lo extrañaba con locura. El vuelo
fue tranquilo y finalmente llegamos a la clínica, ellos se encargaron de
todo, yo solo me limite a esperar en silencio.
-Ya está todo arreglado princesa, el terapeuta cree que 28 días serán
suficientes, luego tendrás una evaluación y te darán el alta, si estás bien.
-Bien papa, no te preocupes, la clínica es muy buena, estaré bien.
-Lo se cariño. Cuídate y esfuérzate al máximo. Te quiero hija.
-Y yo a ti papa.- lo abrace con fuerza y lo bese en ambas mejillas.
-Ya sabes que estaré aquí mientras estés internada, vendré cada
domingo. Como siempre.
-No esperaba otra cosa Tomy.- lo besuqueé y le dije al oído.-Gracias
por ser mí ángel de la guarda siempre. Una vez más te debo la vida.
-Tu solo mantente viva y ya me daré por pagado cielo.- se fueron y yo
me dirigí a la habitación que me habían dispuesto. Pase por la revisión de
rutina, donde me sacaron cualquier cosa que pueda dañarme, o a terceros,
y también todo objeto electrónico. Conocía de memoria los doce pasos
correspondientes, porque lo que decidí comenzar. Le debía a Dante una
gran explicación, tome lápiz y papel y le escribí una carta de mí puño y
letra.
Querido Dante: Sé que no quieres escucharme, pero necesito darte una
explicación. Te he ocultado cosas, cosas de mí pasado y quien soy o fui.
Pero no ha sido por falta de confianza, y mucho menos por burlarme de ti.
Mí pasado aún es muy doloroso para mí, por lo que hace tiempo decidí
guardarlo muy dentro de mí. Mi nombre es Alexandra Miller soy hija de
Richard y Amparo Miller, mi padre es el heredero y encargado de Miller
Enterprise, mi abuelo fundo el primer hotel cuando tenía 30 años, era una
humilde posada y luego se convirtió en una gran cadena de hoteles, como
sabrás. Tengo dos hermanos, Andrés y Ariana Miller. Desde pequeña sentí
que no pertenecía a esa familia, éramos muy diferentes, a mí no me
importaba ni el dinero, ni los lujos ni nada que tenga que ver con la
riqueza y padecí cada día de mi vida desde que tuve uso de razón. La
adolescencia para mí fue un martirio. Hice todo lo que estaba a mí alcance
para revelarme a mis padres, mi primer contacto con las drogas fue a la
temprana edad de 17 años. La situación en mí casa era insoportable para
mí. Me sentía sola, incomprendida, abandonada, miserable. Solo
encontraba paz en las fotografías, ese siempre fue mí lugar seguro, mi sitio
feliz. Gracias a ellas me gane una beca en la universidad de Madrid.
Cuando cumplí 18 años tome algo de ropa la vieja cámara que mi abuelo
paterno me había regalado y me fui a Madrid. Decidí cambiar mi nombre,
donde iba la gente sabía quién era apenas me presentaba y actuaban de
forma extraña hacia mí, y yo lo odiaba, así que pase a ser Lexy Vázquez.
Conseguí empleo como camarera en una cafetería cercana a la
universidad. Y me construí la vida que quería. Un día mis padres
aparecieron en mí trabajo y me montaron una gran escena poniendo al
descubierto quien era yo. Discutimos fuerte y le dije que odiaba ser su
hija, odiaba su apellido y todo lo que este significaba, que me había
cambiado el nombre, y que no quería tener nada más que ver con ellos. Mi
padre decepcionado, dolido me dijo “A partir de este momento tu para mí
has muerto y eso es lo que la gente sabrá”. Así que ese día Alexandra
Miller murió. Me convertí definitivamente en Lexy, unos meses después
Thomas se mudó conmigo. Conocí a su mejor amigo Máximo, un hombre
maravilloso, soñador, encantador, divertido y que me amo y cuido con
locura, como yo a él. Me enamore enseguida de él. Con el conocí el BDSM,
y fui sumisa por primera vez. Pasamos juntos los más maravillosos cuatro
años de mi vida. Íbamos a casarnos el 1 de noviembre de 2007. La boda iba
a ser sencilla y simple, como nosotros, dos artistas que recién empezaban,
él era pintor y un amante de las motos. El 31 de octubre de ese año, un día
antes de casarnos, mientras cenábamos me contó que había avisado a mí
familia y los había invitado. Me enfade mucho, discutimos y salió en su
moto, “Vete directo al infierno” fue lo último que le dije. Unos minutos
después escuche el ruido de sirenas, ambulancias, policías. Baje a ver de
qué se trataba, unas cuadras adelante se veían las luces de estos. Se me
hizo un nudo en el pecho, salí corriendo, tres cuadras y media después
encontré el casco que yo le había regalado, y unos metros más adelante
esta el, mí Max, tumbado en el borde de la acera, junto a un enorme charco
de sangre. Los paramédicos lo atendían y lo cargaban a la ambulancia
mientras yo le explicaba a un policía que era mí prometido, subí con él.
Paso tres días en estado vegetativo, y luego falleció mientras yo lo tomaba
de la mano. Jamás pude llorarlo, solo estaba como catatónica, pase el
primer mes después de su muerte así. Luego busque como aplacar el dolor
y volví a las drogas, durante cerca de un año, mi vida se pauso. La cocaína
me mantenía dopada, aleje a las únicas personas que me quedaban, todos
se fueron menos Thomas, mi querido primo y ángel guardián. Pero yo no
me dejaba ayudar. Un día Tomy volvió temprano del trabajo y me encontró
tirada en el suelo de la cocina, había tenido una sobredosis, me llevo al
hospital, al otro día me dieron el alta, y Thomas me metió en un centro de
rehabilitación en Escocia. Pase 6 meses allí. Me recupere, recupere mí
vida, pero algo dentro de mí, murió junto con Max. Mi forma de ser
cambio, escondí mis sentimientos en lo más profundo de mí, me cerré al
mundo, no deje que nadie se acercara lo suficiente para ver las grietas en
mí. Y entonces apareciste tú. Apenas te vi, supe que serias peligroso para
mí. Sentí inmediatamente el deseo de someterme a ti, pero sabía que eso
implicaba dejarte ver dentro de mí. Y eso era peligroso, iba a estar
vulnerable, y accesible. Debía despertar mis sentimientos y emociones.
Trate de evitarlo cuanto pude, hasta que me fue imposible. Te metiste bajo
mí piel desde la primera mirada en la acera de tu edificio y ya no pude
sacarte. Me entregue a ti, y pudiste ver más allá de lo superficial, me
entendiste sin necesidad de que yo te explique nada. Y me aterro
enamorarme de ti. Pero una vez más fracase. Tuve muchas oportunidades
de contarte la verdad, pero no sabía cómo hacerlo, no es una excusa, se lo
mal que estuvo de mí parte. Por miedo a perderte, te perdí.
No espero que me perdones cariño, ni espero siquiera que me
entiendas, pero necesitaba contarte quien soy. Esta soy yo. Me muestro
ante ti completamente desnuda, te muestro las grietas que llevo en mí, y
que tú uniste. Me completaste, recogiste cada pedazo de mí y me
reconstruiste, me hiciste vivir, sentir. Gracias por eso nene. Esta es la
mujer que soy, la mujer que conociste, sin ninguna mascara. Las he dejado
todas.
Y estoy completamente enamorada de ti, aunque tú me odies.
Te amo Dante Navarro. Lo supe hace un tiempo y hoy lo digo en voz
alta, ya sin ningún miedo, ni siquiera a tu rechazo.
Tuya siempre.
Lexy.
Epilogo:
Estaba destrozado, no podía creer como mí vida había cambiado en
apenas unos minutos. Con el corazón en la mano me aleje de ella, no
podía girar a verla, si lo hacía, la tomaría en mis brazos y la calmaría.
Pero el dolor de la traición me cegó por completo, necesitaba salir de allí,
lo antes posible.
-De vuelta al hotel.- le dije al chofer mientras miraba por la ventana,
deseaba verla correr detrás de mí, que me diera una buena explicación. Le
mostré quien soy, la presente a mí familia, planee una vida con ella.
Amaba a una mujer que ni siquiera conocía. ¿No aprendí nada de mí padre
y su dolor?. Siempre supe que enamorarme no era una buena idea, pase mí
vida evitando la cercanía de una mujer, pero Lexy no era cualquier mujer,
desde la primera vez que la vi, supe que ella pondría mí mundo de cabeza.
Esos hermosos ojos celeste agua, bajando la mirada ante una orden me
habían hecho temblar el piso desde un primer momento.
Su olor me encantaba y el roce de su piel me parecía la gloria. Toda
ella, había sido echa solo para mí. Pero de repente no tenía nada. Se había
burlado de mí, ¿pero por qué?. Será que hay mujeres a las que solo les
interesa jugar con uno. Pero no estaba dispuesto a darle esa satisfacción.
Alexandra Miller no tenía idea de quién podía ser yo, y se lo iba a dejar
bien en claro.
-Espérame aquí.- subí a la habitación, recogí la maleta y me encamine
al aeropuerto. En el camino le teclea al piloto del jet y le pedí que tenga
listo el vuelo para partir a Madrid cuanto antes.
Fue el peor viaje de mí vida, no podía sacar la imagen de Lexy de mí
cabeza, se veía tan maravillosa en ese vestido azul. Me quitaba el aliento
cada vez que la veía, esa mujer era mía y jamás pude acostumbrarme a su
belleza y lo que provocaba en mí. Mejor dicho, fue mía. ¿Lo fue?, quizás
también fue solo un engaño, un juego perverso.
Al llegar a mí piso me quite el frac, lo primero que vi al entrar a la
habitación fue su foto, su cuerpo desnudo y precioso, me acerque, pase las
yemas de mis dedos por su tatuaje, ese mismo que había besado noche tras
noche, me encantaba, y excitaba. Di un golpe a la pared con rabia y la
fotografía tembló, la arranque de su lugar y la arroje al suelo. El sonido
del vidrio estallando contra el suelo retumbo en la gran habitación. Me
puse el pantalón de dormir y me metí en la cama, pero el aroma de su piel
permanecía en las sabanas. Mí pene tembló en ese mismo instante.
-Maldita seas mujer.- chille en la oscuridad. ¿Qué diablos estaba
ocurriendo conmigo?, sentí un enorme nudo en la garganta y mis ojos
ardieron. Casi involuntariamente estire una mano como queriendo
alcanzarla. Cerré los ojos conteniendo el dolor que me producía. Recordé
como su cabello siempre lucia alborotado y salvaje, como si fuera una
fuerza de la naturaleza imposible de domar, sus ojos me miraban llenos de
deseo y desafío, sus hermosos ojos color agua que me dejaban ver el
interior de su alma, eso que se escondía para el resto. Sus tentadores
labios y la forma en que se mordía el abultado labio inferior cuando
estaba excitada o nerviosa. Su piel de porcelana, suave y cálida y ese
maravilloso aroma a rosas. Sus pequeños y redondos pechos y la forma
en que curvaba la espalda cada vez que los lamia o mordía. Mi lengua
delineando todo su tatuaje, saboreando su piel, absorbiéndola, adorándola,
amándola. Los pétalos sobre su vientre, dándome la bienvenida. Su
adictivo coño siempre listo para mí. La estreches y calidez de su interior y
como mí miembro se ajustaba perfecto a ella. <<Echa solo para mí>>
pensé en mí cabeza, como cada vez que la penetraba. Su firme y abultado
trasero y el rubor de mis nalgadas. Sus infinitas piernas abrazándose a mí
cintura. Sentí su beso demandante y primitivo. Sus jadeos, sus gemidos. La
forma en que se estremecía en mis brazos. Su dulce y sensual voz
susurrándome al oído << Fóllame Dante, hazme tuya>> estaba a punto de
correrme de solo recordarla. ¿Qué había hecho de mí?. Y lo más
importante ¿Cómo la sacaría de mí cabeza, de mí piel y peor aún de mí
corazón?. Enojado conmigo mismo me levante y me metí a la ducha, abrí
el agua fría y me metí bajo de ella, esperando que eso mitigara el deseo
que sentía por Lexy, y el dolor punzante en mí erección necesitada de su
contacto. El placer infinito de su entrega. Cuando la excitación disminuyo
me envolví en una toalla y me fui a uno de los cuartos de huéspedes, no
toleraría dormir en esa habitación, no en la cama que compartí con ella.
La única mujer que deje entrar en mí vida, la única vez que baje la
guardia, la única vez que me enamore. Me recosté y trate de conciliar el
sueño, pero fue imposible, como ráfagas de fuego su recuerdo volvía a mí
y me destrozaba. Necesitaba encontrar la forma de olvidarme de ella. Yo
no podía estar sufriendo por una mujer que solo jugo conmigo. Ese no era
el tipo de hombre que soy y no le permitiría salirse con la suya.
Ella sabría que nadie juega con Dante Navarro.





ÁMAME…

POR

LOLI DEEN
© Adriana Insaurralde, 2015
1° Edición. Buenos Aires, Argentina, 2015
Autor: Loli Deen
Editor: Adriana Insaurralde
Fotógrafo: Perlanca

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial


de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en
cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia,
grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del
copy right. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la
propiedad intelectual.
Agradecimientos:

Otra vez a mi familia por todo el apoy o que me dieron.

A mis amigas y amigos por ser mi fuente confiable para saber que iba por el buen

camino y por siempre estar dispuestos a ay udarme en todo.

Como siempre a la comunidad a la que pertenezco y que me siento como en casa


Mazmorra.net

Y a todos los que mostraron su amor por la saga y sus personajes.


A seguir disfrutando…
Prólogo

Me quede parada en medio del pasillo mirando cómo se llevaban al amor de mi vida y

sin saber si volvería a verlo alguna vez. El mundo volvía a detenerse y girar en cámara

lenta. Sentí unas manos tomarme de los hombros, Mariano intentaba moverme, deje que
lo hiciera y me guio hasta una sala privada, una vez dentro me dejo en el sillón. Volví a

abrazar mis rodillas y tome con ambas manos mi cabeza. Tenía la mirada perdida y me

zumbaban los oídos. El llanto y las voces se escuchaban lejos. Solo veía por el rabillo del

ojo distintas siluetas moverse a mí alrededor. Pero no era muy consciente de lo que
ocurría. Las horas pasaron y no teníamos noticias.
Ámame…

Los días en la rehabilitación son extremadamente rutinarios, nos levantan a las 8am,

ducha y luego desay uno en el comedor. A las 10am tengo mí sesión de terapia individual,

donde por dos horas hablo de mí, de mi pasado, de mi infancia, de mi adolescencia, de la


muerte de Max, de mi anterior tiempo aquí, de Dante, de mi familia, de mi dependencia

de Thomas, de mis miedos, de más miedos, y de cómo encarar los problemas y no huir

de ellos. El doctor Pérez es un excelente terapista, y a lo conozco de mi primera vez aquí

y le tengo confianza, hablar con él es fácil, y logra sacar de mí, mis más oscuros

secretos. Incluso aquellos que ni y o recuerdo. Luego el almuerzo, vuelta al comedor, por
supuesto mi natural rechazo al contacto humano me impedía sociabilizar con el resto de
los pacientes, así que me limitaba a sentarme y comer en silencio, mientras por dentro

una descomunal batalla se libraba repetidamente en mi cabeza, aún tenía la última


imagen de Dante alejándose de mí en el salón de fiestas y las últimas palabras que me

regalo con un desprecio tan enorme que aún me llenaba los ojos de lágrimas al
recordarlas. “Gracias por tus servicios, lo he disfrutado” y luego la última imagen que

viene a mi mente es la de mi desgracia, y o cay endo de rodillas sobre el frio mármol, y


mi cuerpo convulsionándose por el llanto y la desesperación. Aun no podía creer que

todo hay a terminado así, parece una cruel broma del destino, que justo cuando me di
cuenta de cuanto lo amaba, y al fin acepte mis sentimientos por él, justo entonces, todo
acabo.

-Me pareces conocida, ¿eres actriz o modelo?.- preguntaba una voz de mujer algo
áspera.

-No, nada de eso.


-Pero eres española como y o, lo noto en tu acento.

-Sí, de Madrid ¿y tú?.

-Málaga. Soy Nuria.

-Lexy, encantada.

-¿Primera vez aquí?.

-De hecho, la segunda. Y espero que sea la última.

-Para mí es la primera, pero y a llevo algo más de dos meses aquí. ¿Qué te trajo?.

-Cocaína.

-Pastillas.- Nuria era una chica de unos 25 años, pelo negro, tez trigueña, ojos marrones
profundos. Muy española. De eso no había duda. Tenía una cálida sonrisa, pero unos ojos
muy tristes. El resto del almuerzo fue en silencio. Luego teníamos un rato de ocio y

decidí salir a caminar un rato, pensé en la mejor forma de conseguir que Dante me
hable, sabía que no iba a ser fácil lograr que el me dirija la palabra o siquiera me mire,
sería una tarea muy ardua. Pero no iba a dejar las cosas así, conseguiría que me

escuchara, aún conservaba la carta que había escrito el primer día que llegue, ¿cómo se
la haría llegar? No podía mandársela desde aquí, mi única esperanza era Tomy, cuando

venga a visitarme le pediría que se la entregue. Aunque jamás me perdone, le debía una
explicación. A las 2pm tenía mi sesión de grupo, odiaba eso, compartir con un montón de

extraños mis más profundos sentimientos y miedos, no era algo que me de mucha
gracia, pero era parte del programa y debía cumplirlo. Escuche pacientemente cada
historia, las similitudes entre todos nosotros se repetían una y otra vez, y llego mi turno,
me presente, conté mi historia, al menos la parte que pude. Por la tarde teníamos
diferentes actividades, algunas involucraban el crear la confianza en los demas, otras en
aprender a afrontar los problemas, otras simplemente eran para matar el tiempo. Luego

de la cena, me recluí en mi habitación a leer un libro, por supuesto uno de mis temas
favoritos, Segunda Guerra Mundial, luego me dormí entre sollozos, mis noches sin la

calidez del cuerpo de Dante eran espantosas, las pesadillas volvían y la intermitencia del

sueño y el desvelo me agotaban.

Finalmente llegó el domingo, el día de la visita, Tomy apareció cerca de las 11am con
una cesta de mimbre, vistiendo un pantalón caqui y un sweater negro de lana grueso con

escote en V, y una chaqueta de cuero negro. Su sonrisa iluminaba su rostro pero sus ojos

me rompieron el corazón. En su mirada vi la tristeza y la desaprobación, sabía que le

había hecho daño, que lo había defraudado. Ese fue el peor de los castigos que jamás
hay a recibido. Sus largos brazos me acunaron con cariño, me aferre a él tanto como

pude.

-Realmente lo siento Tomy, en verdad, nunca hubiera querido hacerte daño.

-Lo se cariño, y a deja de disculparte, solo me alegra estar acá. Te extraño demasiado.

-Y y o a ti.- caminamos abrazados hasta un claro que rodeaba el hermoso y verde prado

de la clínica. Una de las cosas más bellas de Escocia eran sus increíbles praderas, el
paisaje era majestuoso, el frondoso verde se fundía con las montañas. Nos sentamos a

charlar y comer acompañados de café caliente, no permitían alcohol en el lugar por


supuesto.

-¿Cómo esta Xander?.

-Está muy bien, Ari lo cuida a la perfección, casi tanto como tú.

-Extraño tanto a esa pequeña bestia.

-Pronto vas a volver cariño.


-¿Lo has visto, sabes algo de él?.

-No, nada.- hablamos durante horas. Me conto que Caroline vendría a Madrid unos días,

que su relación estaba cada vez mejor, que se llevaban bien y estaban haciendo planes
juntos para el verano, eso me alegro mucho, hace mucho tiempo que no veía a Tomy tan

feliz. También me conto que Ari empezaba la facultad esa semana, y que estaba muy

emocionada, que Caty me mandaba cariños y que iba a tratar de venir a visitarme.
Hablamos de mis padres, de cómo las cosas estaban mejor entre nosotros, no dejaba de

sorprenderme el cambio en ellos, solo esperaba que mis estupideces no nos distancien de

nuevo. Antes de despedirnos mire a Tomy con ojos suplicantes y le pedí que le entregara

la carta a Dante. El solo asintió y no dijo nada más. Me dio un beso en ambas mejillas y
y o me abrace fuerte a él. Prometió volver el próximo domingo.

Al caer la tarde no encontraba nada con que entretenerme así que volví a los libros.

Los días pasaban lentos, rutinarios, estaba volviéndome loca, cada domingo esperaba
ansiosa la visita de Tomy, era lo único entretenido de toda la semana, secretamente
esperaba alguna contestación de Dante, pero nunca llego. Mis padres vinieron uno de los

días de visita, la sorpresa fue enorme, me abrazaron fuerte y me dijeron que estaban
felices de que estuviera tratando de recuperarme, para ser honesta no necesitaba estar

allí, solo había tenido una recaída, pero fue cosa de una sola vez en casi 4 años, pero sí,
sabía que debía acomodar el lio de mi cabeza, y después de todo el Dr. Pérez me
ay udaba mucho, hicimos muchos avances, y me ay udo a entender mejor mis miedos, si
bien entenderlos no significa curarse, es mejor ser consiente de ellos para poder
afrontarlos. Al cabo de los 28 días cumplidos, Nuria y y o nos habíamos hecho amigas,

era una chica simpática y divertida, con tantos o más problemas que y o, aun le quedaba
un tiempo en la clínica pero mi estadía estaba cumplida, el Dr. Pérez me dio el alta con la
condición que buscara un psicólogo en Madrid para que me vea, me recomendó algunos
y quede en llamarlos y ver cual me gustaba más. También tenía que ir a reuniones de
Narcóticos Anónimos, era parte del tratamiento. Tomy llego a buscarme con un ramo de

flores, lirios, uno de mis favoritos. Recogí mis cosas y nos subimos al auto y nos

encaminamos al aeropuerto. No pude evitar revisar mi móvil en busca de mensajes de


Dante, pero no había ninguno, ni una llamada perdida, ni un texto, ni un email, nada. Por

otro lado había muchos de mis amigos, y trabajo pendiente, eso me alegro, al menos

tendría la cabeza ocupada y realmente lo necesitaba. Me llenaba de ansiedad ver a

Xander, hacia un mes que no estaba con mi pequeño y moría de ganas de abrazarlo y

llenarlo de besos. El jet privado de la familia nos esperaba listo para abordar de regreso a
Madrid.

-¿Feliz de volver a casa?.

-¡No tienes idea! Extraño tanto a Xander, mi casa, los amigos y no veo la hora de volver
a trabajar, necesito un tiempo con mi lente.

-Eso te hará bien, ¿Tienes algo pensado?.

-Además de lo que debo hacer como parte de la terapia, quiero empezar a organizar la
nueva muestra, así que me mantendré ocupada, no te preocupes.

-Me gustaría que te mudes conmigo.

-Tomy no es necesario, puedo cuidarme sola, aunque no estés convencido.

-No se trata de que puedas cuidarte, sé que lo vas a lograr, solo quisiera que no estés sola.

-Yo estoy bien con la soledad, y a lo sabes.

-Promete que aunque sea te lo pensaras ¿Vale?.


-Vale, lo prometo.- Unas horas después llegamos a Madrid. Y en el aeropuerto nos

esperaban Ari y Caty, al verlas no pare de sonreír. Fuimos a almorzar a nuestro querido
y pequeño bistró italiano y charlamos durante mucho rato, nos pusimos al día, me

contaron los últimos chimentos, Marco y Sofi estaban juntos y eso me puso de buenas.

Ninguna menciono a Dante. Ariana me dijo cuanto disfrutaba de la facultad y lo bien


que le estaba y endo, Caty me hablo del negocio y que estaba conociendo a alguien. La

mirada de Tomy en ese momento me hizo darme cuenta que el también sentía algo por

ella. ¿Pero que les pasaba a estos dos? ¿Si ambos sentían lo mismo porque no estaban

juntos? Dejamos a Caty y fuimos a buscar a mi pequeño al piso de Ari, mientras el

ascensor subía mi corazón se desbocaba de ansiedad. Ni bien abrió la puerta unas


enormes patas se apoy aron en mi pecho, la fuerza del impacto me hizo caer con el
trasero al suelo pero él no se movió, lleno mi cara de besos frenéticos mientras movía su

cola sin parar y y o reía entre lágrimas revolcada en la madera del piso.

-Mi pequeña bestia. ¡Cuánto te he extrañado!.- besaba y mordía su hocico mientras lo

agarraba por las orejas con ambas manos. Cuando se calmó, me dejo levantarme y esta
vez y o lo tumbe al suelo y le acaricie la barriga. Luego de los juegos entre ambos, nos
fuimos a casa, Tomy ay udo a subir las maletas y se despidió, no sin antes repetirme que

si lo necesitaba lo llamara sin importar la hora.

-Lo se Thomas, no es noticia, y a relájate.

-Vale, no hagas tonterías. Te quiero.

-Y y o a ti, descansa cariño.

Estar en casa era maravilloso, con mi pequeño y mis cosas me sentía mucho más

tranquila. Revise la contestadora y el correo, puse al día los pagos de las facturas y
conteste a los mensajes de trabajo. La despensa estaba vacía por lo que salimos a hacer
las compras. Tome el abrigo, la correa de Xander, el bolso de mano y fuimos a dar una

vuelta. Casi involuntariamente, pero no tanto, pase por el edificio de Dante con la
esperanza de encontrarlo, por supuesto no tuve suerte, el portero al reconocerme me

dedico una sonrisa y y o le devolví otra. Al volver a casa luego de hacer algunas
compras, prendí el equipo de música y Keane con Again And Again comenzó a sonar.

Guarde el mercado, llene los cuencos de Xander y me puse a cocinar, me prepare un


exquisito estofado de ternera madrileño con un robusto vino cabernet. Luego de la cena

guarde la ropa que había llevado a la clínica y metí en el cesto la que debía ir a la

lavandería. Tome una ducha y nos metimos en la cama. Abrace a Xander que y acía a
mi lado apoy ando su húmedo hocico en mi nariz.

-Es bueno estar de vuelta en casa ¿Verdad?.- cerré los ojos y fui completamente
consiente del aroma de Dante en mis sabanas. Aún tenían su perfume, la combinación
perfecta de él junto al maravilloso olor del Fahrenheit. Esa noche lo volví a soñar. Me

soñé en sus brazos, ambos estábamos tendidos en la cama luego de una gran muestra de
sexo, él acariciaba mi espalda con la y ema de sus dedos, su respiración me hacía

cosquillas en el pelo, sentí el calor de su cuerpo, la fuerza de sus manos, y la dulzura en


sus ojos, esa misma mezcla que me volvía loca, dulce y sádico. Me desperté sofocada,
apenas podía respirar, las lágrimas corrían por mi rostro desenfrenadas, los sollozos

exaltaron a Xander que se levantó de golpe. Trate de controlarme, no entendía muy bien

que me pasaba, entonces recorde el sueño, lo entendí, lo que me pasaba era su ausencia,
la necesidad de él. Me metí al baño para alistarme y componer un poco mi rostro.
Mientras desay unaba comprendí que no podía seguir esperando que el aparezca, y o se lo
debía, y ahora que había vuelto era momento de reconquistarlo, de ningún modo estaba
dispuesta a perderlo. Lo recuperaría como de lugar, estaba decidida a ello.
-Lo recuperaremos, te lo prometo.- le dije a Xander que me miraba con ojos curiosos.

Busque entre mi ropa y elegí un lindo conjunto de ropa interior de encaje negro, medias
ligueras haciendo juego, encontré un vestido negro de mangas largas que se ajustaba a

las curvas de mi cuerpo y me llegaba por encima de la rodilla, tenía un tajo en la parte

de atrás, y el escote era cuadrado lo que hacía que mis senos se vieran más grandes,
unos zapatos azules con plataforma escondida y un tapado a cuadrille blanco y negro, me

maquille suave pero tentadora, levante descuidadamente mi cabello en una cola de

caballo, me bañe en perfume, tome un bolso de mano donde metí las cosas, le dedique

una sonrisa a Xander y salí decidida a recuperar al amor de mi vida. Maneje con manos

temblorosas, no tenía idea de si me recibiría o no, pero lo iba a averiguar. Al llegar al


edificio Navarro Inc. Mi corazón se salía de mi pecho, golpeaba desbocado contra mis
costillas y el aire amenazaba con abandonarme por completo. Camine lentamente hasta

el mostrador.

-Buenos días.-dije con una sonrisa.

-Buenos días señorita Vázquez, aquí tiene su credencial.- claramente la recepcionista no

sabía que Dante me había abandonado y agradecí por eso.

-Gracias, que tengas buen día.- me dirigí directo al ascensor y marque el último piso. Las

piernas me temblaban y estaba segura que el coraje me dejaría en el momento en que


lo vea. Cuando las puertas del ascensor se abrieron y vi a Elizabeth sentada tras el
escritorio respire hondo y trate de armarme de valor. Camine lentamente pero de
manera segura a través del recibidor. Los ojos de la pequeña rubia se clavaron en mí con
sorpresa, ella estaba al tanto, era obvio.

-Señorita Vázquez, que sorpresa.

-Buenos días Elizabeth, me alegra verte. ¿Cómo has estado?.


-Bien, ¿y Usted?.

-Bien, gracias. ¿Dante está ocupado?.

-Le aviso que está aquí.

-Podrías no anunciarme por favor.

-Señorita, y o…

-Por favor Elizabeth, le diré que no estabas en tu escritorio y que solo pase.- me miro

indecisa y le dedique una enorme sonrisa y puse los ojos más suplicantes que pude. Si

me anunciaba, no recibiría, estaba segura.

-Iré al tocador. Enseguida regreso.- entendí su indirecta y espere a que ella se aleje y me
acerque a la puerta de su despacho, el corazón se me salía del pecho, tenía la respiración

entrecortada, tome el pomo de la puerta con panico, respire hondo tratando de calmarme
y me dedique unas palabras de aliento a mí misma. <<¡No seas cobarde, anda,
hazlo!>>. Abrí la puerta y él estaba sentado en su escritorio mirando la pantalla del

ordenador. Las lágrimas se me agolparon en los ojos, el aire se escapó de mis pulmones
y mis rodillas temblaron. No se percató de mi presencia estaba hundido en lo que hacía.

Cerré la puerta haciendo más ruido del necesario y entonces levanto su mirada directo a
mis ojos. Mi corazón se detuvo en ese momento, esos maravillosos ojos azules me
quitaban el aliento. Su mandíbula se tensó y su mirada se volvió de hielo. Instintivamente

di un paso hacia atrás.

-Hola Dante.- dije con un hilo de voz. Mordí mi labio inferior de los nervios.

-¿Qué demonios haces aquí Lexy ? ¿Por qué Elizabeth no te ha anunciado?.

-Elizabeth no estaba en su escritorio, supongo que fue al baño.


-¿Esperaste que mi secretaria se fuera para entrar a mi oficina sin permiso?.- su tono me

exasperaba, podía saborear el ácido en sus palabras.

-Temía que no me recibieras si sabias que era y o. Veo que estaba en lo cierto.

-No tengo nada que hablar contigo Alexandra, necesito que te vay as.

-No me iré, no así.

-¿Vienes un mes después como si nada hubiera pasado y esperas que caiga a tus pies?. Tú

tienes que estar de broma nena.

-¿No has recibido mi carta?.

-A otro con ese cuento muñeca.

-No es cuento, te he escrito hace exactamente 29 días, y espere pacientemente a que me


des alguna señal, pero jamás la recibí.

-¿No te cansas de mentirme Alexandra?

-No te estoy mintiendo Dante, si no vine antes es porque no pude.- camine lentamente

hacia el que aún estaba sentado en su sillón. Se paró de golpe y rodeo el escritorio, se
apoy ó en la mesa y cruzo sus brazos en su pecho. Tan arrogante como siempre, pensé
solo para mí.

-¿Tu pequeño viajecito estuvo bien? ¿Dime, has encontrado un nuevo imbécil a quien
fastidiar?.

-Dante por favor, no seas infantil.

-¡Yo soy el infantil! ¡Ja! Tu desapareces de la faz de la tierra por un mes sin dar ninguna
explicación y de repente apareces en mi oficina exigiendo que te escuche ¿Y y o soy el
infantil?.
-En primer lugar no estaba de viajecito, en segundo lugar y o si te di una explicación, no

entiendo por qué Thomas no te ha entregado la carta.

-¿Thomas? ¿Estás de broma?.

-Claro que no, se la he dado a él, y a que y o no podía dártela.

-Thomas me ha dejado muy en claro que no me quiere cerca de ti cuando fui a

preguntarle donde estabas y si te encontrabas bien, estaba preocupado por ti.- sus

palabras me tomaron por sorpresa, quizás no todo estaba perdido, quizás él aun sentía

algo por mí.

-¿Eso te ha dicho?.

-Eso y mucho más.

-Vay a, realmente lo siento, no creí que actuara de esa forma. Es sobre protector, lo
sabes.

-Sí, bueno, no es más mi problema. Ahora por favor necesito trabajar.

-Dante por favor, solo escúchame un momento…

-No Alexandra, lo siento, no puedo tengo una reunión y deberías irte.- Se paró y se
acercó a mí, puso su mano en mi cintura y mi cuerpo respondió a su toque tan particular,

las miles de terminaciones nerviosas de mi cintura se estremecieron ante la electricidad

de su mano, mordí mi labio inferior en busca de un poco de calma. Lo deseaba con


locura, solo quería enredarme en su cuerpo, besar su boca y sentirlo mío otra vez.

-Bien, me iré. Pero volverás a saber de mí, te lo prometo.- me llevo hasta la puerta, su
gesto era frio y calculado, podía sentir que mi presencia también lo afectaba, pero quise
comprobar que tanto. Me gire de golpe y nuestros rostros quedaron a escasos centímetros
di un paso hacia él y mi pecho rosaba su torso. Él se enderezo y pareció crecer unos

cuantos centímetros más, todo su cuerpo se volvió de piedra, su mandíbula se apretó y


sus ojos se encendieron. Lo mire y me mordí el labio, sabía que ese gesto lo provocaba.

Apretó aún más sus dientes y el pomo de la puerta tembló en su mano. Me sonreí, era

justo la reacción que buscaba, aun sentía algo por mí, ahora lo sabía. Apoy e mis manos
en sus hombros y me puse de puntillas para alcanzar su rostro, lo bese en la comisura de

la boca por unos segundos, no fue rápido, disfrute de cada uno de ellos, me di media

vuelta y me fui. La puerta se cerró inmediatamente detrás de mí de un golpe, estaba

encabronado, lo sabía. Sabía que golpearía algo y maldeciría eso me hizo soltar una

risita.

-Gracias Elizabeth.- le dedique un guiño y me metí al ascensor. Me recline en la pared,

cerré los ojos y normalice mi respiración, lo amaba, lo amaba con locura y estar cerca
de él sin poder tocarlo era una tortura. Pero sus ojos me hacían tanto daño, su mirada era
tan fría como el hielo, y temí no poder derretirla nunca más. No iba a darme por vencida

y Tomy me escucharía. Se había pasado en su papel protector. Estaba saliendo del


ascensor y vi las llaves del auto en el bolso. Volví a meterme y teclee el último piso de
nuevo.

-¿Sigue en la oficina?.- le dije a Elizabeth mientras pasaba como un tornado por su

escritorio de camino al despacho, negó con la cabeza y me metí. Tome una hoja y una
lapicera.

Aquí te dejo las llaves del auto que me regalaste, si ya no me quieres a mí, no quiero tu
regalo. Aún hay cosas tuyas en mi casa, te las mandare, o si prefieres manda a Félix por
ellas. Adiós

Lexy.
Deje las llaves encima de la nota y salí. Tome un taxi y me dirigí a las oficinas de Miller

Enterprise. Estaba ubicado en el piso 23 de un importante edificio de negocios. Dos


puertas enormes de vidrio con el logo de la empresa y la ley enda “Miller Enterprise”

daban la bienvenida. Luego en el recibidor un gran mostrador de metal repetía el logo y

una mujer con una enorme sonrisa me saludaba, me anuncie y pregunte cual era la

oficina de Tomy. Cruce todo el interminable bloque de cubículos y despachos hasta llegar
al de él.

-Buenos días, ¿en que la puedo ay udar?.- pregunto una dulce voz, la secretaria de Tomy,

imaginaba.

-Hola, busco a Thomas ¿Está?.

-¿A quién anuncio?.

-Lexy.- la mujer hablo unos segundos y me indico que pasara. Entre y Tomy estaba
sentando tras su escritorio con cara de preocupado, se lo veía ansioso. Eso me altero un

poco.

-Lexy ¿Te encuentras bien?.

-Estoy bien, no te preocupes.- le di un beso en la mejilla y me senté frente a él.

-¿Tomas un café?

-Claro, capuchino si puede ser.- los pidió y corto.

-¿Qué haces aquí? Nunca antes habías venido.

-Bueno, tenía mis motivos para no pisar la empresa, pero eso cambio. Vengo de ver a
Dante.-bajo su mirada y supe que sabía lo que le iba a decir. La mujer entro con los
capuchinos.
-¿Te ha dicho que fue a verme verdad?

-Sí y también me entere que no le diste la carta que te pedí.

-Es cierto y no voy a disculparme por eso.

-Thomas, esa decisión no te corresponde a ti, si te pedí que se la entregaras es porque y o

no podía hacerlo. Me has defraudado. Confié en ti.

-Mira cariño, sabes cuánto te quiero, eres más que una hermana para mí y me duele que

te lastimen, y él lo hizo, te hizo daño, y no voy a olvidarlo, por su culpa casi te pierdo.

-No Thomas, no fue por su culpa, fue por la mía, soy responsable de las decisiones que

tomo, tanto de haberle ocultado quien soy y hacer que el me abandonara como de volver
a caer en los mismos errores del pasado, es solo mi responsabilidad, y que te la tomes

con él, no está bien y no es justo.

-Bien, pero eso no cambia nada, deje que te hiciera daño y jamás me lo perdonare, ni a
él.

-En principio Tomy, no puedes culparte por las idioteces que hago, no puedes cuidarme

siempre, debo aprender a hacerlo sola, el Dr. Pérez tiene razón, dependo mucho de ti, y
no es justo para ninguno de los dos. Debo aprender a lidiar conmigo misma. Tienes que
dejarme hacerlo. No puedes evitar que me lastime, pero puedes ay udarme a

levantarme. Sabes que Dante no es mala persona, y que se merece una explicación,

ponte en su lugar. ¿No querrías lo mismo?.- se lo pensó unos minutos y finalmente hablo.

-De acuerdo, tienes razón. Ha estado mal de mi parte y lo siento.

-No me debes solo a mí esa disculpa y lo sabes.

-Ni de broma voy a disculparme con ese.


-¡Thomas no seas niño!

-Lo siento, pero no lo hare.- rebusco en un cajón y me entrego la carta que le di en la

clínica.

-Bien, y o lo hare por ti.

-Has lo que quieras.

-Debo irme, tengo que conseguir loquero. ¿Te veo luego?.- volví a acercarme a él y esta

vez le di dos besos y me fui. Saliendo de la oficina de Tomy me cruce a mi tío Patrick el

padre de él.

-Alexandra, que milagro verte por aquí.- dijo con verdadera sorpresa.

-Hola tío Patrick, ¿Cómo estás?

-Bien ¿y tú?

-Bien, gracias.

-Me alegro, hasta pronto.

-Adiós.- me metí al ascensor y me fui. Camine un buen rato por la ciudad, hacia
demasiado frio y comenzaba a nevar, llegue al consultorio de la Dra. Paula Aguilar, era

una de las terapeutas que el Dr. Pérez me había recomendado. Espere pacientemente en
la recepción mientras ojeaba una revista.

-Señorita Miller pase por favor.- aun no me acostumbraba a ser de vuelta una Miller así

que tarde en reaccionar, a la segunda vez, me levante.

-Dra. Aguilar, es un placer, soy Lexy.

-Qué bello nombre, pasa por favor, ponte cómoda.

-Gracias, el Dr. Pérez me recomendó que la vea.


-Sí, y a he hablado con él, y me ha puesto al día con tu historia clínica, no te preocupes.

Pero me gustaría que me cuentes que te trae aquí.- parecía simpática y era una mujer
joven, difícilmente llegaba a los 40 años, me sentí cómoda hablando con ella, no dije

demasiado, le conté un poco por arriba, de la última recaída, y de que la había

ocasionado, una hora después nos despedimos y cordamos que la vería una vez a la
semana durante una hora. Cada lunes a las 2pm. Mientras caminaba de regreso a mi piso

compre un emparedado, no había notado el hambre que tenía hasta que lo probé. Me

senté en una banca a comer pero hacia demasiado frio y me estaba congelando, busque

el sobre con la carta para Dante, escribí su nombre en el dorso y el mío en el frente.

Pase por su edificio y la deje en su buzón y me encamine a casa.

Xander me recibió con más besos y abrazos de los de costumbre, subí la calefacción y

rápidamente entre en calor. Me quite los zapatos y me tire en el sofá con el IPad, busque
grupos de apoy o para adictos que quedaran cerca, encontré uno que se reunían los
miércoles a las 8pm. Tendría que ir a ver como estaba. Me sentí satisfecha de llevar a

cabo lo que tenía que hacer. Dos cosas menos en la lista, ahora podía dedicarme a la
nueva exhibición y a recuperar a Dan. Me puse un pantalón de chándal blanco y una
camiseta manga larga con la lengua de los Rolling Stones que usaba para dormir y unas

medias abrigadas de lana que me había tejido mi querida abuela materna Dora y tenían
casi tantos años como y o. Me saque el maquillaje y me solté el pelo, rellene el plato de
Xander y me prepare un chocolate caliente y me senté en el escritorio a preparar las
muestras. La música comenzó a sonar y la dulce voz de Adele cantando Rolling in the

Deep me atrapo. Rebuscando en las fotos encontré las de Dante jugando con Xander en

el parque, se veía tan hermoso y sencillo, al verlo nadie pensaría que era un empresario

exitoso y poderoso, ahí parecía solo un joven divirtiéndose. Extrañe con locura nuestros
momentos juntos, sobre todo los cotidianos, es extraño lo que uno puede llegar a añorar
del otro, las cosas más banales y simples son las que más se anhelan. Me obligue a
concentrarme en el trabajo, aun me faltaban unas cuantas fotos para completar la

muestra, por lo que mañana debería ir a tomarlas. Separe las que tenían potencial y las

metí dentro de un portafolio. Cuando volví a mirar la hora daban cerca de las 7pm, el
móvil sonó y mi corazón salto de mi pecho. Lo busque desesperadamente, era un

mensaje de Caty.

-Cenamos juntas?

-Me encantaría, porque no te vienes y preparo algo?

-Claro, en 1hs estoy por allá, llevo el postre.

-Vale! Te espero!

Aproveche el rato para repasar un poco la casa y ordenar algunas cosas, suponía que
daban las 8pm y a que la puerta sonó con un suave golpeteo.

-¡Llegas 10 minutos tarde! No tienes remedio.

-Lo siento, un cliente me entretuvo.

-Sí, claro.- nos dirigimos a la cocina y ella me entrego un paquete que metí en la

heladera.- ¿Qué tienes ganas de comer?.

-Lo que quieras.

-¿Qué te parecen unos ricos tacos mexicanos?

-¡Me encanta!.- me puse a preparar la masa y el relleno mientras bebíamos unas


coronitas y hablábamos, me contó de su nuevo novio, se llamaba Salvador y tenía 29
años, era profesor de historia y se conocieron cuando él fue a la librería buscando un
libro antiguo, se la notaba feliz, y eso me hacía feliz a mí. También me conto que varias

veces Dante paso por el local y le pregunto por mí, pero ella se limitó a decirle que
estaba bien, y que me encontraba de viaje, no le había contado nada de la clínica. Ahora

entendía mejor eso del “viajecito” que había dicho él. Luego de la cena y el postre Caty

se fue. Lave la vajilla y me puse a ver una película.

Los golpes en la puerta me despertaron, me había quedado dormida en el sofá y el cuello


me estaba matando, mire para todos lados eran casi las 8am, la puerta volvió a sonar, me

refregué los ojos y abrí. Xander se metió entre mis piernas y salió, Dante estaba parado

ahí, llevaba un hermoso traje de tres piezas azul, camisa blanca y corbata a ray as azules

y blancas. Lucia maravilloso como siempre. El pequeño se abalanzo sobre él y lo lleno


de mimos, estaba claro que no solo y o lo extrañaba, y se lo hacía saber, él lo agarro de

los mofletes como solía hacer y lo movía para todos lados.

-¡Hola grandulón! ¿Cómo has estado?.

-Pasa Dante, enseguida vuelvo.- no deje que respondiera y me metí al baño, lave con
énfasis mi rostro y me cepille los dientes, asenté un poco mi pelo y salí, me moría de

nervios por saber que hacia aquí.

-¿Quieres un café?.- pregunte temerosa.

-No gracias, solo he pasado a devolverte las llaves del auto, fue un regalo y no lo acepto

de vuelta, has con él lo que te venga en gana.

-No lo quiero.

-Pues y o tampoco.- dejo las llaves sobre la isla y se encamino a la puerta.

-Espera. ¿Recibiste mi carta?.

-Sí, Lexy, gracias por la explicación pero llego demasiado tarde, me hubiera servido que
me lo dijeras antes.

-Lo sé y lo siento, ahora y a sabes casi todo.

-Lamento todo lo que has pasado, jamás hubiera querido que te lastimen.

-Ni siquiera te conocía en ese entonces.

-Aun así.

-Hay algo más.

-Dime.

-Luego de que me dejaras en el salón de fiestas fui a buscarte al hotel pero y a te habías
ido, fui al aeropuerto, pensé que te encontrarías ahí pero había dejado mi bolso en el

salón y no tenía identificación, por lo que no me dejaron pasar. Tuve un momento de


debilidad y cometí un error, esa misma noche tuve una sobredosis, Tomy me encontró

unas horas más tarde y me llevo al hospital, me desperté 5 días después, por lo que mi
padre crey ó que lo mejor para mí sería volver a la clínica de rehabilitación en Escocia,
ahí estuve los últimos 28 días hasta que me dieron el alta el domingo y volví a casa. Por

eso desaparecí, realmente no tuve elección. Lamento que Thomas no te hay a entregado
la carta entonces, la escribí el primer día que me interne.- su rostro se descomponía cada
vez más a medida que y o hablaba, sus ojos se llenaron de rabia y tristeza. Vi como

luchaba consigo mismo, pero no sabía que intentaba reprimir. Bajo la mirada, pasó su

mano por el pelo, respiro hondo y entonces volvió a mirarme, esta vez su mirada era
más dulce.

-Lex lo siento muchísimo, jamás quise que te pase algo, estaba enojado, muy enojado,
pero y o nunca…- sus palabras perdían fuerza a medida que salían de su boca, y su
desesperación me devasto, di un paso adelante, quería abrazarlo pero el dio uno hacia
atrás y mi corazón se rompió.

-Lo sé, no es tu culpa, soy absolutamente responsable de las decisiones que tomo, no te

culpo a ti, no te equivoques, solo quería que sepas donde estuve.

-Lo siento tanto. ¿Ahora estas bien? ¿Estás viendo algún especialista?

-Sí, estoy bien, y otra vez sí, ay er tuve la primera sesión con la Dra. Aguilar.

-Eso está bien, me alegro que lo tomes en serio. Lo que has hecho es una estupidez Lexy,

y si aún fueras mía el castigo que tendrías sería muy grande. – sus palabras me

traspasaron, “Si aún fueras mía”, claramente él no me sentía suy a y a, el dolor creció en
mi pecho de forma inmediata, al mismo tiempo que el deseo comenzó a formarse en mi

interior.

-Soy tuy a, siempre lo seré, aunque tú y a no sientas lo mismo.

-Debo irme, lo siento. Cuídate por favor. Necesito que sigas respirando.

-¿Necesitas?

-Lex por favor. No lo hagas más difícil nena.

-Mírame a los ojos y dime que y a no me quieres y no te volveré a molestar,


desapareceré de tu vida para siempre.

-Lexy …

-Hazlo si no me quieres volver a ver.- pero no dijo nada y se marchó, aun me quería,

podía sentirlo, solo tenía que luchar por él e iba a hacerlo.

Le dedico una caricia en la cabeza a Xander antes de cruzar la puerta y se marchó, tuve
que sentarme en una de las butacas por unos segundos hasta recuperar el control de mi
misma, su sola presencia me inquietaba. Lo pensé por unos minutos, ¿Cómo haría para
recuperarlo? Comencé a caminar por el piso y entonces vi uno de los cuencos con una
flor de loto, una de las tantas que me había mandado cuando quería conquistarme. ¡Eso
es! Esta vez es mi turno cariño. Busque el número de teléfono de alguna florería exótica

y lo encontré, ordene una flor de loto azul en un cuenco de cristal, le di la dirección a la

que debía ser enviada, y añadí una nota.

“Una vez tu luchaste por mi atención, esta vez soy yo la que pide la tuya.” Lexy.

Cogí una taza de café y un panecillo.

-¿Te ha gustado verlo no?.- dije a Xander mientras desay unábamos. Luego me metí a la
ducha, me abrigue y fuimos a dar un paseo, pasamos por la casa de tatuajes, necesitaba
un nuevo recordatorio de cuan fácil era perderlo todo, le explique al tatuador lo que

quería, y se puso manos a la obra, unas horas después termino, me mire al espejo, lucia
hermoso, justo lo que quería, era una enredadera de espinas que subía desde el empeine

de mi pie izquierdo daba una vuelta en mi tobillo y terminaba arriba del hueso de este, lo
decoraban doce flores de cerezo pequeñas y rosas. Al volver, me puse de lleno al
trabajo, aun necesitaba unas fotos más para completar la colección y los días se me

estaban terminando. Tome la cámara, el bolso y salí. Camine un largo rato, tome algunas
buenas fotografías y al terminar me pase por el negocio de Caty.

-Buenos días bella.

-¡Lexy, que alegría!, este lugar te extraña.- nos saludamos cogimos unos cafés y nos
fuimos al sofá a charlar.

-Dante se ha pasado por casa a devolverme las llaves del auto, y a sabe toda la verdad.

-¿Cómo ha reaccionado?

-Bueno, al principio aun enojado, me largo que agradecía la explicación pero que llegaba
tarde, luego le dije de mi pequeño desliz y su actitud cambio, volvió a ser el mismo Dan

de siempre, preocupado y dulce, pero nada más, sé que aún me quiere, puedo sentirlo,
pero me la pondrá difícil, sino, imposible.

-Al final se dará cuenta y volverá, lo sé.

-Espero que lleves razón, no puedo perderlo.

-¿Y qué piensas hacer?

-Cortejarlo, a su estilo.- ambas reímos sonoramente, y de repente su sonrisa se ilumino,

gire para ver que veía ella, y un hombre muy guapo, vestido muy casual pero sobrio
cruzaba la puerta del negocio. Beso a Caty en los labios con dulzura y le acaricio la

mejilla, no pude evitar sonreír.

-Lexy te presento a Salvador, mi novio.

-Es un placer conocerte, he escuchado mucho de ti.-dije mientras me levantaba a


saludarlo.

-Lo mismo digo señorita, al fin nos conocemos.

-Oh por favor, dime Lexy.

-Lexy será. Solo he pasado a saludarte, debo corregir unos exámenes, ¿Cenamos juntos?.

-Me encantaría. Te espero en casa, preparare algo exquisito para ti.

-Vale, como a las 8pm estaré ahí. Que tengan lindo día señoritas.- se despidió de ambas y

se fue. Mire a Caty con curiosidad.

-Vay a, guapo y encantador, ahora entiendo tu sonrisa.

-Sí, es magnífico.

-Pero…
-No, sin peros, merezco ser feliz ¿No?.

-Por supuesto. ¿Qué hay de Tomy ?

-No quiero hablar de eso, y a déjalo. Thomas y y o jamás pasara.- hablamos de otras
cosas por un rato, y luego me fui.

Al llegar a casa fui directo a seleccionar las fotos para imprimir. Había conseguido unas

cuantas buenas. Ya casi tenía todo lo que necesitaba. Cene solo una sopa instantánea y

me fui a la cama temprano.

La alarma sonó a las 8am, revisé mi móvil en busca de algún mensaje de Dan, pero no
había nada, así que me levante y volví a llamar a la florería, repetí el pedido, esta vez

una flor amarilla, y una nueva nota.

“Dame la oportunidad de redimirme, por favor.” Lexy.

Al llegar el viernes aun no tenía noticias de él, cada día envié un nuevo arreglo con una
nueva nota.

“No te pido que olvides todo, solo una nueva oportunidad” Lexy.

“¿Quieres empezar de cero?” Lexy.

No recibí ni una sola respuesta de su parte. Ya había avanzado mucho en la colección,


estaba completa, y el sábado debía reunirme con Raquel para ver cuando hacíamos la

nueva exhibición. Estaba juntando las fotos que iban a ser archivadas, y de repente una
llamo mi atención, y o no la había tomado, había sido Dante, ambos estábamos acostados,
desnudos, y o descansaba sobre su pecho y el me acariciaba la espalda, nos estábamos
besando y sonriendo a la vez, recordaba exactamente que dijo “Un momento para

recordar”, las lágrimas escaparon de mis ojos, me invadió la tristeza, de lo que fue, y de
lo que pudo ser. No había contestado una sola de mis notas, ni un gracias, nada, solo
silencio. ¿Cómo podía ser tan frio y distante?. Enojada y frustrada me levante de la silla,
busque la botella de ron una lata de cola y un vaso, me senté en el sillón, puse la foto en
medio de la mesa, me serví un trago, prendí el IPod y subí el volumen, Marily n Manson

con Leave a Scar, comenzó a llenar el ambiente. Más bebía, mas miraba la foto, mas

añoraba su presencia y más lloraba. Se volvió un círculo vicioso. Para el cuarto trago, la
valentía me alcanzo, decidí ir a buscarlo, me quite la ropa, me puse un hermoso y

sensual conjunto de tres piezas, sostén y tanga roja de encaje, y un camisolín muy corto

trasparente, las medias ligueras, tacones rojos, me maquille provocativamente, ojos

esfumados, labios tentadoramente rojos, me solté el pelo y lo deje salvaje caer sobre

mis pechos, tome un tapado largo lo cerré encima y salí. Tome un taxi, no estaba en
condiciones de manejar. Cuando llegue al edificio de Dan, mi excitación estaba por el
cielo, solo lo necesitaba a él, a nadie más, toque el último piso, e instantáneamente

comencé a morderme el labio de los nervios, tanto así, que sentía el sabor de la sangre en
mi lengua. Golpee fervorosamente las puertas de madera. Tuve que llamar varias veces

hasta que la voz exasperada de Dante sonó al otro lado.

-Vale, y a escuche.- ahí estaba mi adonis personal, solo llevaba puesto un pantalón de
entrenamiento negro con tiras de corte muy bajo que dejaba ver esa maravillosa y

tentadora V de su pelvis que me enloquecía., descalzo, con el torso desnudo y el pelo


descuidado y húmedo, recién salido de la ducha, todo mi cuerpo se encendió, sentía
como la saliva me quemaba la boca, sus ojos se entrecerraron al verme ahí parada.

-Hola Dan. Te ves… muy bien.- dije con una sonrisa pícara en mi boca.

-¿Qué haces aquí Lexy ?

-Vengo por ti, es grosero que me dejes en la puerta.- suspiro y se movió dejándome
pasar. Achiche el espacio entre nosotros, y roce su cuerpo al entrar a la casa. Me quite el
abrigo, para que pueda ver lo que llevaba abajo. Y lo deje caer al suelo, la vergüenza no
me había acompañado hoy. Al mirarme sus ojos se encendieron, sabía que me deseaba,
tenía esa mirada salvaje y devoradora, me derritió.

-¿Qué crees que haces Lexy ?, vete por favor.

-No me iré hasta obtener lo que quiero, te deseo, te extraño, te necesito.

-¡Basta, no estoy para tus juegos!.

-Aun no juego cariño.- pose mis manos en su marcado abdomen y lo recorrí entero

hasta llegar a sus fuertes hombros, extrañaba su piel, su sabor, su maravilloso y


embriagador aroma. Vi como luchaba consigo mismo, no me miraba, sus ojos estaban

cerrados y su mandíbula tiesa, sus manos caían tensas al costado de su cuerpo, no movía
un musculo, me estire cuanto pude y enrosque mis brazos en su cuello, pase mi lengua
por sus labios que se cerraban herméticamente entre sí, abrió los ojos y me miro, su

mirada estaba en llamas, y sabía que mis ojos lo desafiaban, me mordí el labio, pero
decidí que los suy os eran mejor, tome su labio inferior y lo mordí con fuerza, y no pudo
evitarlo me devolvió el beso, anhelaba tanto sus besos, pasionales, violentos,

demandantes, tomando absoluta posesión de mi boca, y y o me deje ir en su sensual


sabor. Una de sus manos me rodeo la cintura, y la otra me tomo del trasero y me levanto

en el aire, enrede mis piernas en su cintura y mis manos se mezclaron en su pelo


mientras absorbía cada gota de pasión que su boca me regalaba. La puerta me golpeo la
espalda y su cuerpo se pegaba y acomodaba al mío, al fin lo sentía cerca otra vez, al fin
mío otra vez. La mano que tenía en mi trasero lo abandono para meterse entre mis

bragas, sentí como la delicada tela se rasgaba bajo sus dedos, el busco enseguida mi
humedad, y claro que la encontró, estaba completamente mojada para él, solo para él.
Metió dos dedos en mi interior y y o me curve en respuesta. Abandone su boca para
soltar un gemido ensordecedor. Sus hábiles dedos comenzaron a moverse dentro de mí y
creí explotar con ese solo contacto.

-Fóllame cariño, te necesito.- dije entre ruegos. Y lo arruine todo, el abrió sus ojos y
rápidamente sus dedos abandonaron mi húmeda vagina. La mano que posaba sobre mi

cintura aflojo su agarre, y su mirada era de hielo otra vez.

-Suéltame Lexy.- dijo en tono severo mientras rompía mi agarre a su cuello. No tuve

más remedio que hacerlo.

-Dan por favor, te necesito y sé que tú me necesitas a mí, puedo sentirlo cariño.

-¡Deja de llamarme cariño maldita sea, no soy tu cariño, no soy nada tuy o!.- su voz era

feroz, impaciente, violenta. Una de sus manos se estampo en la puerta y esta tembló
detrás de mí, su otra mano recorría su pelo una y otra vez, estaba perdiendo la calma, y a
conocía ese gesto.

-Me deseas tanto como y o a ti, me necesitas tanto como y o. Es inútil que lo niegues, lo

acabo de ver por mí misma. Deja y a de ser tan obstinado, todos cometemos errores, no
los niego, no los justifico, sé que estuvo mal y y a me has castigado suficiente por eso.

-No es un castigo Alexandra, se terminó, todo acabo.

-No, no se ha terminado, lo que sientes por mí, te consume tanto como a mí. Y lo sabes.

Puedes renegar de eso tanto como quieras, nada cambiara. Tu eres tan mío como y o soy

tuy a, ¿lo recuerdas?.

-¡Vete y a maldición!.- intente volver a besarlo, pero esta vez se alejó de mí, dio un paso
hacia atrás y tomo mis brazos con sus fuertes manos. Su mirada me helo el corazón.

-Te he dicho que te vay as Alexandra. Y déjame en paz, no quiero verte, no quiero saber
de ti, ni de tus notas o flores, guárdatelas para quien las quiera.- mi paciencia se estaba
esfumando, y a estaba bien con el desprecio, era suficiente, el enfado se abrió lugar en
mí, tome mi abrigo del suelo, me lo puse y el abrió la puerta.

-Bien Dante, tú lo has querido, recuérdalo cariño.- dije mirándolo a los ojos, pero no
quedaba una gota de deseo en ellos, solo había enojo ahora. El ascensor se abrió y una

delgada rubia de pelo largo lacio y ojos verdes vacíos, y claramente más llena de

plástico que una muñeca salió de el, llevaba un vestido rojo corto que se ajustaba a su
cuerpo, y unos tacones de miedo, me miro incrédula, y o le dedique una irónica y

desafiante sonrisa.

-Hola preciosa, y a era hora que llegaras.- dijo Dante con voz sexy, eso me lleno de furia,
¿Quién se creía que era?, dos podían jugar ese juego. Me metí al ascensor y marque el

lobby, no me miro ni una vez, la beso a ella, y le dio un azote en el trasero y las puertas
se cerraron. Mi corazón se cerró con ellas, podía entender su enojo, incluso podía

entender su rudeza conmigo, pero esto no me lo esperaba. Él no podía humillarme así, no


se lo permitiría. Ahogue las lágrimas que amenazaban por salir de mis ojos, no
derramaría ni una sola más por él. Si eso quería, eso tendría.

Sin siquiera quitarme la ropa me desplome en la cama, me sentía agotada, furiosa e


insatisfecha. Intente dormirme pero comencé a dar vueltas en la cama una y otra vez.

Necesitaba una liberación, sacar toda esa tensión de mi cuerpo, rebusque en mi mesa de
luz y halle mi querido magic. Lo puse en la velocidad mínima, y cerré los ojos
recordando esos instantes con él, segundos después lo cambie a la velocidad más fuerte y
todo mi cuerpo comenzó a convulsionar, el orgasmo me alcanzo rápido y avasallante.
Pero no era suficiente, así que seguí, hasta correrme tres veces seguidas, y luego si, al fin

me dormí.

Me desperté cerca de las 11am, con una resaca tremenda. La cabeza me daba vueltas, y
el estómago lo tenía al revés, corrí al tocador. Luego me metí a la ducha para tratar de
aliviar el malestar. Me di un buen baño, intentando lavar todos mis problemas, pero
recordaba exactamente lo que había pasado anoche en casa de Dante. Recordé a la

mujer, ¿Quién sería ella?. Aun envuelta en la toalla fui por un café negro, y me senté en

la cama, Xander me miraba con preocupación.

-No te preocupes pequeño, solo es resaca.- dije mientras le acariciaba las orejas suaves
como el terciopelo. El móvil sonó, era un mensaje de Tomy.

-Tienes planes para almorzar?

-No, nada.

- A la 1pm en la taperia de Rosalie?

-Vale. Ahí estaré.

Busque un vestido de lana grueso, con unas medias de invierno negras, las botas de caña
alta, el tapado a cuadrille, tome el bolso, y salí. No daban la 1pm cuando llegue a la

taperia, busque una mesa que dé al gran ventanal y espere que llegue. A los pocos
minutos apareció.

-Buenas tardes preciosa.

-Hola Tomy. ¿Cómo has estado?.

-Mejor que tú por lo que veo, venga suelta, ¿Qué pasa?.

-Es solo una pequeña resaca, me pase con el ron anoche y hoy lo estoy pagando.

-¿Has bebido sola?.

-Pues sí.

-Por qué no me has llamado, y nos íbamos de juerga por ahí.


-Lo tendré en mente, fue algo del momento.

-¿Qué ha pasado con Dante?.

-Nada.

-No me lo creo, suéltalo.

-Ya Thomas no quiero hablar de Dante ahora. – asintió y nos metimos de lleno a la carta,

almorzamos y charlamos, me conto que estaba considerando pedirle a Caroline que se

me mude a Madrid cuanto antes, y me pareció una gran idea. Cualquier cosa que no sea

que él se marche estaba bien para mí. Un par de horas después me despedí y me dirigí a
la galería, debía hablar con Raquel para arreglar todo.

La enorme sonrisa de Lucero me recibió como de costumbre.

-Buenas tardes Lucero.

-Buenas tardes Lexy.

-¿Esta Raquel?.

-Sí, está esperándote, pasa.- por supuesto la alegría de Raquel por verme, solo se podía
resumir a dinero, sabía que la nueva exposición podía ser tan buena como la anterior,
enseguida comenzamos a planificarla, le enseñe el muestrario de fotos y decidimos que

la haríamos en un mes. Tenía poco tiempo y me venía genial, y a que no tendría más

remedio que poner la cabeza a ello todo el día. De camino a casa pase por el salón de
belleza a darme un mimo. Dos horas después salí con nuevo corte, y manos y pies
perfectos. Al llegar a casa, saque a Xander por su paseo y a comprar vivieres. Cuando
regresamos, llene sus cuencos, guarde el mercado, puse en el horno un rico lomo a la
pimienta con papas, y telefonee a mi madre.
-Residencia Miller. ¿Quién habla?.

-¡Carlota!, qué alegría escucharte, soy Alex.

-¡Hija mía! La alegría es solo mía, ¿Cómo has estado?

-Bien ¿y tú?.

-Un poco achacada, cosa de viejos hija.

-Te cuidas, ¿Vale?.

-Lo prometo, ¿Quieres hablar con tu madre?.

-Sí, ¿Esta por ahí?.

-Enseguida te la paso. Besos hija.

-Muchos más para ti.

-¡Alexandra, mi vida! ¿Cómo te encuentras?.- dijo mi madre con un notado entusiasmo.

-Hola mama, bien ¿y tú?.

-Bien cariño, dime ¿has hecho lo que debías?.

-Sí, encontré una terapeuta que me agrada, la Dra. Aguilar, y encontré un buen grupo de
apoy o cerca de mi piso. Así que no debes preocuparte por nada.

-Vale, me alegro mucho. ¿Y el resto?.

-El trabajo bien, en un mes tengo la nueva exposición, me gustaría que vengan si pueden.

-¡Por supuesto! Mándanos la dirección y fecha y ahí estaremos.

-Claro apenas tenga las invitaciones se las envió.

-¿Has sabido algo de Dante?.


-Si mami, no quiere saber nada conmigo, trate de acercarme a él, y solo me ha

lastimado más. Ya no sé qué hacer.

-¿Lo amas Alexandra?.

-Más de lo que debería.

-Entonces no bajes los brazos, los Miller no se rinden.- no pude evitar reír con su frase, se

sentía bien volver a tener una relación con mi familia.

-No sé qué hacer, lo he visto con otra mujer.

-Págale con la misma moneda. Ponlo celoso, demuéstrale que otro puede tenerte y

volverá, lo prometo. En dos semanas hay un evento benéfico en Madrid para los niños de
África, el confirmo su presencia, como cada año, nosotros estamos invitados, podría

incluirte en la lista.

-¿Crees que sea una buena idea?.

-Créeme Alex, si de algo se, es de hombres, y actos benéficos.- volví a reír sonoramente
y ella se unió a mí.

-Vale, apúntame.

-Pero no debes ir sola, consigue un gran compañero, que sienta celos.

-Hmmm, tengo alguien en mente, tu solo consígueme la invitación.

-Vale, así lo hare.

-¿Cómo esta papa?

-Sigue posponiendo la operación, dice que aún no es tiempo.

-Vale, y o hablare con él, no te preocupes, debo dejarte, besos para todos.
-Otro para ti mi vida, cuídate.

Mientras cenábamos, busque en mi móvil, recordaba que Sebastián Mendoza me había

dado su número de móvil en la cena de ensay o del casamiento de Andy. Tenía en mente
el plan de mi madre, el sería un buen acompañante para el evento benéfico, y Dante no

lo conocía. Me aventure a llamarlo.

-Buenas noches Dr. Mendoza, tarde pero seguro, soy Alex

-¡Alex! Que hermosa e inesperada sorpresa, creí que y a habías pasado de mí.

-Claro que no, solo he estado algo liada. Pero recordé que te debo una copa.

-Me encantaría esa copa, tú di cuando.

-El medico ocupado eres tú, así que me ajusto a tus horarios.

-El martes a las 8pm, te invito a cenar, que dices?.

-Que me encantaría, luego te mando mi dirección, ¿Vale?.

-Claro! Que tengas buena noche.

-Igual tú.

Espero que tu plan funcione madre. Pensé para mis adentros. Mirábamos una película
cuando sonó el portero.

-¿Quién es?.

-Tú hermana, ponte bella, tienes 10 minutos, vamos de salida.

-Ari no tengo ganas…-no termine de hablar cuando ella me interrumpió.

-Ni de coña, venga y a guapa.- era inútil pelear con Ari, me arregle un poco, cambie el
vestido invernal que traía por uno sexy y ajustado en azul marino y baje. Ariana me
esperaba apoy ada en su reluciente auto nuevo, un bello Mercedes Benz Cabrio
descapotable plateado.

-Vay a, tu segundo nombre es humildad hermanita.- ambas reímos como posesas.

-¿Te gusta mi nuevo juguete?

-Muy bello. ¿A dónde tienes pensado llevarme?.

-Tu relájate y goza.- por supuesto Ariana me llevo a una de las discos más exclusivas de

Madrid. De esas que están llenas de famosos. Apenas entramos nos llevaron a la sala

VIP, Ari pidió un champagne Cristal y enseguida se puso a mover inquieta su cuerpo en
la silla. No pude evitar seguirla, la música era fantástica y el lugar encantador.

-Venga, vamos a mostrarles a estos madrileños como se baila en Asturias.- bailamos,

reímos como locas, coqueteamos con algunos hombres que venían y luego se
marchaban desconsolados tras la negativa. Las botellas de Cristal jamás llegaban a
vaciarse, definitivamente mi pequeña hermana sabia como divertirse.

-No te des vuelta ahora, pero Mariano, el amigo de Dante está aquí. Y viene hacia
nosotras.- me mordí el labio, si estaba Mariano, quizás estaba Dan también, los nervios se

apoderaron de mí, tanto que mi hermana lo noto.- Relájate.

-Vay a, que hermosa sorpresa, las mujeres más bellas de España justo aquí.

-Hola Mariano, ¿Cómo has estado?.- dije en el tono más despreocupado que me pude

inventar.

-Hola guapísimo. Qué bueno verte.- dijo Ari con entusiasmo, nos dio a ambas besos en
las mejillas, y enseguida rodeo por la cintura a Ari, quien se mostró más que dispuesta.

-¿Cómo están preciosas?.


-¡Pasándola bomba! ¿Has venido solo?.- pregunto Ariana como quien no quiere la cosa.

-Con amigos. Dante no ha venido Lex, puedes relajarte.

-Estoy relajada, además ay er lo vi, y estaba bien acompañado.

-Créeme preciosa, te ama con locura, aunque intente negarlo.- Ari interrumpió al verme

la cara.

-Venga baila conmigo y deja de hablar tanto.- cogió a Mariano de la mano y lo metió en

el medio de ambas, disimuladamente me escabullí y me fui a sentar. Me serví una copa

y solo podía pensar en lo que me había dicho Mariano, él me amaba, su mejor amigo lo
había dicho. Cuando note que Ari estaba absolutamente distraída con Mariano me fui sin

despedirme.

Al llegar a casa por supuesto me esperaba mi fiel compañero.

-Hola pequeño, ¿Te has portado bien?.- le regale unos cuantos besos en la cabeza, me
puse mi remera de dormir y me metí a la cama.

El domingo nos despertamos tarde como de costumbre, tenía unas 10 llamadas perdidas

y unos cuantos mensajes amenazantes de Ariana, le escribí que estaba bien, solo que
cansada, para que se quede tranquila. Me puse mi viejo y querido traje dominical de
jeans rotos all star negras y remera de bandas de los 90´, un grueso sweater de lana, la

chaqueta, cogí el bolso y salimos a pasear luego del desay uno. Caminamos hasta el

parque, buscamos un claro y nos tiramos sobre la manta. Xander encontró un


compañero de juegos, un cachorro de labrador que estaba con sus dueños y se la pasaron
corriendo entre ellos y luchando por una rama, tome mi cámara y les saque tantas fotos
como pude, era un espectáculo digno de ver. Cuando volvió a mí, completamente
agotado, le serví un poco de agua y se tendió a dormir. Busque mi iPod y el libro que
cargaba, “La Ilíada”, me tumbe boca abajo a leer y comer chuches. Xander apoy o su

cabeza en mi trasero como hacia siempre, pasado un rato de golpe salió corriendo, me
gire algo asustada, no quería que lastimara a alguien en su camino. Cuando me enderece

logre distinguir la figura de un hombre que lo acariciaba. No me lo podía creer, era

Dante, por supuesto, ¿Por quién más saldría como un loco? ¿Pero qué diablos hacia el
aquí? Sabía perfectamente que veníamos todos los domingos a este parque, él nos había

acompañado en varias ocasiones. ¿Acaso me estaba buscando? ¿Era su manera de

hacerme saber que aun sentía cosas por mí?. Decidí no prestarle atención, me había

lastimado, y pensaba devolverle la ley del hielo. Volví a girarme boca abajo e hice como

si ley era, pero la verdad es que no podía contestar las preguntas que se cruzaban en mi
cabeza ni concentrarme en el libro.

-Lexy.- me gire con rostro serio.

-Dante.

-¿Te molesta si llevo a Xander a correr conmigo? Te lo regreso cuando termine.

-Vale, si él quiere ir contigo, llévalo.

-De acuerdo.

-Si no estoy aquí cuando regresen lo dejas en mi piso, ¿Vale?

-No hay problema. Gracias.-claramente mi imaginación tenía mucha más confianza en

mí misma que y o, al fin y al cabo solo quería ver a Xander. Me sonreí, siempre me
había gustado de el que quiera a mi pequeña bestia. Los vi alejarse de mí. Una imagen
inquietante peregrino por mi mente, y o tirada en esta manta cargando un pequeño niño,
Dante jugando con Xander en un costado. ¿Pero qué diablos me pasaba? ¡Yo no era del
tipo de mujer que sueña con casarse, tener hijos y vivir en una casa con cerca! ¿De
dónde salió esto? <<Ya basta Lexy >> me recrimine a mí misma. Y trate con todas mis

fuerzas de concentrarme en la lectura. Cuando el frio me congelo las manos decidí que
era tiempo de volver al calor del hogar. Recogí las cosas, eche un nuevo vistazo alrededor

a ver si volvían, pero no había señal de ellos, así que me dirigí a casa sola. A penas entre

subí la calefacción, necesitaba calentar mi cuerpo, me prepare una sopa ramen caliente
de esas instantáneas y me senté a mirar la tele y devorar el almuerzo tardío. Encontré

una película muy vieja que me encantaba. “La chica de rosa”. Al rato sonó el golpeteo

inconfundible de Dante en la puerta.

-Hola, aquí te lo traje.

-Gracias.- lo mire con ojos curiosos, estaba tenso y nervioso, mi gesto se volvió

impaciente ante su silencio, por lo que atine a cerrar la puerta y despedirme.- Adiós,
entonces.

-Adiós Lex.

Xander se desplomo en el suelo, estaba realmente cansado, le sonreí y volví a mi


película, no podía seguir perdiendo el tiempo buscándole sentido a las cosas que Dante

hacía.

Más tarde llego Tomy cargando una caja de coronitas, era tiempo del partido, así que
preparamos unas quesadillas para la cena, y nos entretuvimos mirando la victoria del

Real Madrid vs Valencia. Hablamos de pavadas en el entretiempo, y luego se fue. Me


metí a la cama lo bastante cansada como para dormirme en el acto.

El lunes fue tranquilo, me la pase trabajando y luego fui a ver a la Dra. Aguilar, esta vez
hablamos solo de mi pasado, de mi infancia más precisamente.

Al caer la tarde del martes mi móvil sonó, era un mensaje de Sebastián.


-Recuerda que esta noche a las 8pm pasó por ti.

-Lo recuerdo, te estaré esperando.

Daban pasada las 6pm cuando entre a la ducha, seque mi cabello y lo levante en un muy
cuidado rodete que se cerraba en una trenza que cruzaba la mitad de mi cabeza. Me

maquille suavemente los ojos y con énfasis los labios carmín. Busque un bello conjunto

de ropa interior blanco con negro, un vestido negro de cuero con mangas, medias negras

y botas de caña alta. Tome el tapado, un bolso de mano, llene los cuencos de Xander y
estaba lista para mi cita. Cuando el portero sonó, sabía que Sebastián estaba ahí.

-Bajo enseguida.- dije en tono amable. Al llegar al lobby del edificio lo vi parado allí,
lucia muy bien con pantalón de vestir negro, su sweater gris y esa campera de cuero. Su

barba candado prolijamente recortada, pero lo que me cautivo fue su sonrisa, que al
verme se hizo aún más ancha.

-Vay a Alex, estas guapísima.

-Lo mismo digo.- nos dirigimos al auto, su mano se posó en mi cintura para guiarme, y
no se sintió tan mal como creía en un principio, aun había algo entre nosotros, quizás solo
el recuerdo de un viejo amor, quizás solo melancolía.

-Espero que tengas hambre.- preguntó mientras me habría la puerta del acompañante de
su impecable Aston Martin.

-Siempre tengo hambre.

-Hay cosas que nunca cambian ¿No?.- durante el camino al restaurant nos pusimos al
día, me conto que acababa de terminar la residencia, y que ahora ejercía como
cardiólogo en su propia consulta aquí en la capital. Llegamos a un elegante resto francés,
y para mi sorpresa la pase mejor de lo que esperaba, no hubo incomodidad, solo
familiaridad, como dos viejos amigos que se reencuentran luego de muchos años sin

verse, y no pueden parar de hablar y contarse sus vidas. Hablamos de nuestros trabajos,
de nuestras desastrosas vidas amorosas, de la familia, de la vida en Madrid. Y cuando

quisimos darnos cuenta, daban casi las 11:30pm. Decidimos seguir la charla en algún bar

cercano, y termine llevándolo a “Lo de Paco”, quien por supuesto nos recibió con una
sonrisa y nos apartó su mejor mesa. Entre tragos y risas se hicieron las 2am.

-Vay a, se nos ha pasado la hora, venga te llevare a tu casa.

-Cuando la charla es entretenida, la hora siempre vuela.- durante el camino de vuelta a

mi piso, comencé a pensar si era justo para Sebastián que lo utilice para darle celos a
Dante, quizás lo mejor sería que siguiéramos solo como amigos, y pedirle el favor de

que me acompañe al evento. Decidí ser honesta. Cuando llegamos a mi edificio le solté
todo.

-Me la he pasado genial Seba, reencontrarnos ha sido maravilloso.

-Lo mismo digo pequeña. La mejor cita que he tenido en años.

-Debo pedirte un favor, en dos semanas tengo que asistir a un evento benéfico, también
estarán mis padres, ¿Te gustaría acompañarme?.

-Sería un placer, ¿Pero, debo esperar tanto para volver a verte?.

-Mira acabo de terminar una relación significativa hace muy poco, y la verdad es que

estoy lejos de superarlo.

-Entiendo, gracias por decirlo. Pero aun así, podríamos repetir la cena ¿No?.

-Si estamos en claro de que es solo como amigos, cuenta conmigo.- asintió y me
acompaño hasta la puerta del apartamento, apenas gire el picaporte, Xander apareció en
su papel de protector feroz, olfateo a Seba y le mostro sin ningún recelo cada uno de sus
filosos dientes, en señal de advertencia. <<Como si no tuviera suficiente con Tomy >>
pensé para mí, y puse los ojos en blanco.

-Ya estuvo bueno Xander, ¡compórtate!

-Parece que alguien es muy celoso.

-Ni te imaginas. Otra vez gracias por la cena y la charla.

-Cuando quieras pequeña.- beso mis mejillas y se fue. Al cruzar la puerta me topé con la

mirada inquisidora de Xander, increíble…

-Te estás pasando pequeño. Vamos a la cama.

La semana fue tranquila, me dedique de lleno al trabajo, salí algunas noches con las
chicas, otra vez con Tomy, antes de su viaje a Londres, e intercambiamos unos cuantos

mensajes con Sebastián, asistí a mi primera reunión con el grupo de apoy o y si bien no
es de mis actividades favoritas, tampoco fue de lo peor. Dante solo cruzaba mi cabeza
cuando iba a la cama, ese momento en el que no tenía más remedio que lidiar conmigo

misma, era el momento propicio para atormentarme con sus recuerdos, con su ausencia.

El sábado me dedique a los quehaceres domésticos, limpie en profundidad la casa, luego


le llegó la hora del baño a Xander, y eso fue otra historia. Fuimos a hacer la colada, y
luego visitamos a Caty llevando un delicioso almuerzo. Al volver a la casa pasamos a

buscar el mercado. Después de guardarlo tome un relajante baño de burbujas, y y a que

no tenía planes con el grupo, pensé que sería una buena idea darme una vuelta por “El

Templo De Hades” sabía que existía la posibilidad de encontrarme con Dante, pero

necesitaba una buena sesión para liberar tensión.

Elegí un sexy conjunto fetichista de ropa interior, un vestido de encaje negro con
mangas, y unos tacones rojos que hacían juego con mis labios.
-¿Qué tal me veo pequeño?.- como siempre dio un pequeño ladrido en aprobación, llene

sus cuencos cogí el tapado, el bolso de mano, las llaves del auto y salí en busca de un
poco de diversión.

Ni bien llegue al estacionamiento note que estaba repleto de autos, seguramente era una

noche de evento temático y y o no me había dado cuenta, por un lado, era mucho mejor,

de esa forma, difícilmente me cruzaría a Dante con alguna de sus acompañantes.


Entregue mi tarjeta, teclee mi clave y entre. El lugar se veía maravilloso, había globos

rojos y negros por todas partes, y la decoración era más bien circense. Me entregaron

una máscara estilo veneciana y no dude en colocármela, seguramente pasaría

desapercibida. Di unas vueltas por el lugar para ver si distinguía a algún conocido entre la
marea de gente, pero las máscaras hacían que el trabajo sea imposible. Finalmente me

acerque a la barra en busca de un trago, con mi ron con cola en mano cruce a la sala de
juegos, las sesiones se multiplicaban por todos lados, pero una hermosísima mujer de
cabellos rojos llamo mi atención, estaba en la zona de los potros, vestía claramente un

traje de FemDom, vestido de cuero encorsetado, botas bucaneras en charol, y una


máscara con plumas, en una de sus manos llevaba una fusta que terminaba en forma de
corazón, y en la otra sostenía una pluma rosa larga. Sesionaba a quien supongo era su

esclavo, un muchacho que aparentaba ser joven, musculoso y alto, vestido con un arnés
y unas chaparreras de cuero, y con un collar de púas en su cuello. Quede absolutamente
hipnotizada por la mujer, su actitud, su delicadeza, su belleza me atraparon, busque un
rincón y disfrute en primera fila de la muestra mutua de placer, adoración, complicidad

entre ambos. Casi inconscientemente mire en dirección a la oficina de Dante, no sé si fue


buscándolo, o solo recordando nuestra sesiones juntos allí. Pero no pude ver nada más
que los ventanales de vidrio refractario, si se encontraba allí con alguna mujer, no podría
saberlo, los celos comenzaron a hacer mella en mí, sacudí mi cabeza y bebí hasta el
fondo del vaso. Cuando la sesión FemDom termino, todos se retiraron, todos, menos y o,
quería saber quién era la mujer que había llamado mi atención. Una vez término de

encargarse de los cuidados de su esclavo dirigió la mirada a mí. Desplazo sus ojos desde

mis pies hasta mi pelo, lentamente, estudiándome. Sonrío levemente, pero su gesto era el
de una fiera a punto de devorar a su presa, y eso me encendió enseguida. Mordí mi labio

inferior en respuesta. Dio un paso hacia mí y y o me quede inmóvil. Como si me

hubieran pegado a la pared. Mi respiración se aceleró a medida que ella se acercaba,

cuando nuestros pechos se tocaron por la cercanía pude sentir su perfume, olía a fresas.

-Dime que te conozco.- dijo con un tono de voz suave, dulce y encantador.

-No lo sé, me llamo Lexy.

-Lexy … sería un placer conocerte, soy Electra y él es mi esclavo Cesar. ¿Tienes Amo?.

-No, en este momento estoy sola. Encantada de conocerlos. Su sesión fue maravillosa y
estimulante.

-Interesante… ¿Qué tan estimulante?.

-Mucho.

-¿Te gustaría jugar con nosotros Lexy ?

-Jamás me sesiono una mujer, he tenido relaciones con ellas, pero nunca FemDom. No

sé cómo reaccionaría.

-¿Te animas a probar?. Si te sientes incomoda, me detengo.

-Me encantaría.

-Dime tus limites Lexy.


-No sangre, ni cortes, no scat, no suspensiones completas, ni marcas permanentes.

-¿Cuál es tu palabra de seguridad?

-Rojo.

-Bien bella, es hora de jugar. Cesar quítale ese hermoso vestido. Y cierra las cortinas,

quiero que esto sea solo para mí.- por supuesto Cesar obedeció sin dudar, bajo el cierre

de mi vestido con maña y lo recogió de mis pies cuando este cay o. Luego fue hacia las

cortinas y las cerró.

Me quede de piedra, estaba excitada, algo asustada, ansiosa, intrigada. Ella lo noto y se
volvió a acercar a mí, tomo mi mentón con sus delicados dedos y me dio un suave y

dulce beso en los labios. Luego jugueteo con su lengua en mi boca, instintivamente moví
mis manos hacia su pelo, pero en respuesta recibí un azote con la fusta en el trasero que
me tomo por sorpresa y me hizo tambalear.

-¡Quieta! Solo te mueves y hablas si te lo ordeno. ¿Entendido?

-Sí, Señora.

-Buena cachorra, aprendes rápido. Cesar ay uda a Lexy a quitarse toda la ropa y luego
ponla en el potro y sujeta los grilletes en ella.- hábilmente el hombre me quito el sostén,
la tanga, los zapatos y por ultimo las medias. Me acompaño al potro y me ay udo a

colocarme en el, ajusto los grilletes a mis manos y tobillos, quede completamente

expuesta y con el trasero para arriba. Sentía mi entrepierna húmeda, estaba excitada y
aun no me había puesto un dedo encima. Cesar se colocó enfrente de mí y se inclinó a la
altura de mi cara. Su gesto era completamente morboso y eso me encendió aún más.

Sin previo aviso ella comenzó a acariciarme con la pluma, primero por la espalda,
jugando con el surco de mi columna, ida y vuelta, mientras y o me retorcía en mis
amarres. Luego paso a mi trasero, dibujo pequeños círculos con la pluma en cada uno de

mis cachetes, luego lo deslizo por mis muslos y pantorrillas, y termino en las plantas de
mis pies, y o gemía, me retorcía, una mezcla de incomodidad, placer y excitación. Volvió

a subir la pluma siguiendo el mismo camino de ida. Y de repente un suave azote se

acento en mi nalga, luego en la otra, una y otra vez, sentía el duro cuero estrellarse sobre
mi extremadamente sensible piel a causa de la pluma, comenzó a tomar un ritmo más

parejo, en una y otra nalga. El electrizante cosquilleo posterior al azote me encantaba.

-Adoro el color rojizo de tu piel azotada Lexy. Eres muy hermosa. Cesar ven aquí y frota

con cuidado su trasero, quiero ver como el rojo se expande.- las manos de él eran

grandes y fuertes, me dio un muy necesario masaje en el trasero y y o lo agradecí, el


ardor era intenso luego de unos 50 azotes de fusta. Estaba segura que tendría corazones

dibujados en todo el trasero. De repente sus manos me abandonaron y unas manos de


mujer comenzaron a acariciar suavemente mi húmeda vagina. Podía sentir sus uñas
jugando con mi clítoris mientras sus dedos esparcían mi excitación por todos lados.

Luego metió un dedo en mi interior y y o me arquee sobre el potro tanto como los
amarres me lo permitieron.

-Hmmm que mojada estas bella. Déjame ver si puedo hacer que te mojes mas.- otros
dos dedos acompañaron al que y a tenía en mi interior, y comenzó a moverlos

descaradamente, hasta encontrar mi punto G, mis jadeos se hicieron más fuertes, y mis
gemidos más agudos, estaba al borde del clímax, con su otra mano jalo mi cabello con
fuerza e hizo que mi cabeza se alzara.

-Bésala Cesar.- ordeno, y y o lo acepte gustosa. Su lengua tomo absoluta posesión de mi

boca y lo deje, mientras ella me llevaba al borde del abismo.

-¿Quieres correrte Lexy ?.- pregunto suavemente. Y y o aparte mi boca de la de Cesar


para responder.

-Si Señora, por favor.

-Ven aquí perro, has que Lexy se corra en tu boca.- El comenzó a succionarme el clítoris
fervorosamente y luego metió su lengua en mi vagina, y comenzó a moverla

violentamente, y en ese momento me corrí. Absorbió cada gota de excitación que salía

de mí, la saboreo hasta que no quedo nada. Electra me desato y me dijo que me parara,

se acercó a Cesar y lo beso profundamente en los labios, y luego paso su lengua por ellos
saboreando mi sabor en él. Y luego se acercó a mí, y me devoro en un beso arrollador y

sensual, que devolví más que contenta.

-Eres deliciosa bella.

-Gracias Señora.

-¿Lo has disfrutado?.

-Sí, mucho.

-¿Te gustaría repetirlo?.

-Me encantaría.

-Bien.- Intercambiamos números de teléfonos y nos despedimos con un nuevo beso,

primero ella, y luego él. Nos vestimos y salí a refrescarme, me metí al baño para

limpiarme y luego fui por una bebida a la barra, en ningún momento nos quitamos la
máscara, lo que había hecho que todo sea mucho más divertido, no conocía sus caras, ni
ellos la mía. Sin embargo, excluy endo a Dante, había sido una de las mejores sesiones
que había tenido y estaba deseosa de repetirla. Más tarde me marche sola a casa, sin
haberme cruzado a Dante ni una sola vez, al menos, no que y o supiera.
El domingo volvimos al parque como siempre, y mientras estábamos relajados

disfrutando de los primeros soles de abril, Dante volvió a aparecer.

-Hola Lex.

-Hola Dante. ¿Vienes por Xander otra vez?

-Sí, salí a correr, y los vi aquí, así que quería llevármelo.

-Claro. Ve pequeño.- ambos se marcharon y y o me quede pensando en la gran mentira

que me acababa de decir, él sabía perfectamente que estaríamos aquí. Había dos

opciones, o realmente extrañaba mucho a Xander o buscaba excusas para verme. No le


di demasiadas vueltas al asunto, Dante me causaba migraña y no permitiría que

arruinara mi domingo. Llene mi boca de chuches y volví a mi libro. Me perdí en la


bellísima mitología griega, por un rato pude verme recorrer las calles de Troy a, y ver
pelear a gigantes como Héctor y Aquiles. O disfrutar del amor de Paris y Helena,

amaba la mitología y siempre me resultaban un escape maravilloso.

-¿Qué lees?.- pregunto una voz familiar, al girarme estaba Sebastián parado a mi lado,
con un jean gastado, un buzo azul y llevando unas gafas tipo aviador que me volvían loca.
Le regale una sonrisa genuina.

-¡Hola guapo! La Ilíada. Ya sabes una completa nerd.

-Como siempre. ¿Puedo sentarme?.

-Por supuesto. ¿Qué haces por aquí?.

-Salí a pasear, no tenía nada que hacer, y a veces vengo al parque a tomar un poco el
aire ¿y tú?.

-Venimos cada domingo.


-¿Venimos?.

-Xander y y o.

-¿Y dónde está la bestia feroz?.

-Se lo llevo mi ex a correr.

-Hmmm, ¿Custodia compartida?.

-¡Ja! algo así.- Seba jugaba con mechones de mi pelo que caían y se alborotaban por la

brisa mientras charlábamos de nada en particular, cuando Dante apareció con Xander.

Mi pequeño al ver la cercanía de mi amigo enseguida vino a mi rescate y se interpuso

entre ambos, evitando que pueda tocarme y le regalo un gruñido muy sonoro. Oí como
Dante reía entre dientes.

-¡Xander te he dicho que te comportes con Seba, no te lo volveré a repetir!. Gracias por
traerlo.

-De nada. Soy Dante Navarro.- dijo con voz de pocos amigos mientras ofrecía su mano
a mi acompañante.

-Sebastián Mendoza, encantado.- mire impaciente a Dante que seguía parado sin decir
nada.

-Hasta el próximo domingo, supongo.

-Claro. Adiós, que se diviertan. ¡Adiós grandulón!.- le dijo a Xander mientras acariciaba
su cabeza.

-Eso fue algo incómodo.- espeto Seba ni bien Dante se había marchado.

-Sí, lo siento.- nos quedamos un rato más en el parque hasta que el frio nos obligó a
marcharnos, camino con nosotros hasta mi piso.
-¿Por qué no subes?. En un rato viene Tomy a ver el partido del Madrid, puedes unírtenos

si quieres.

-Me encantaría.- subimos y me puse a amasar unas ricas pizzas caseras mientras
continuábamos con la conversación, al rato llego Tomy cargando una caja de coronitas,

y por supuesto perdí completamente la atención de los hombres, quienes se dispusieron a

ponerse al día. Cenamos y bebimos mirando el partido, y pasamos un muy buen rato a
pesar de la derrota del Madrid. Cerca de las 11pm, ambos se despidieron, y y o me metí

a la cama.

La semana siguiente fue extenuante, el lunes vi otra vez a la Dra. Aguilar y esta vez
hablamos sobre Max, y las lágrimas fluy eron de mi con energía. El martes me encontré

con Ari para cenar y me contó que había tenido una cita con Mariano, mi primera
reacción fue llenarme de indignación, conocía exactamente el gusto peculiar del querido

amigo de Dante, y no me causaba gracia que este con mi hermana, pero no era mi
elección, ella sabría elegir si compartía sus gustos o no. Pero me dejo tranquila escuchar
a Ari hablar tan bien de él, me dijo que se comportó como un caballero en todo

momento y que estaba algo decepcionada por que no intento nada con ella, solo pude reír
ante su frustración. Por su bien, esperaba que vay a con cuidado con mi pequeña
hermana. El miércoles fui a mi segunda reunión, y esta vez no tuve que hablar. La

semana se terminó rápido, y pude adelantar mucho trabajo.

El sábado me desperté temprano, tenía muchas cosas que hacer antes de la gala de esta
noche, había arreglado con Seba que pasara a buscarme a las 7pm.

Desay une, saque por su paseo a Xander y cuando volví me metí en la ducha. Mi madre
había arreglado que su estilista Maju venga a casa a arreglarme a las 2pm así que debía
estar lista. Ya tenía el vestido que llevaría, Un maravilloso vestido de Alexander
McQueen en rojo, con el escote recto, sin tirantes y ajustado hasta los muslos y después
se abría como una flor, amplio, femenino y exquisito. Unos zapatos negros con strass
haciendo juego con el bolso de mano. Y mi hermana me había prestado unos aros de

diamantes preciosos junto a una pulsera. Con una puntualidad alemana llego Maju, me

hizo un peinado medio recogido, solo un costado de la cabeza, y lo culmino en un


precioso lazo que caía sobre mi hombro izquierdo. Me maquillo suavemente los ojos y

sensualmente rojos los labios, el suave esfumado de los ojos realzaba el celeste natural

de estos, una vez estuve lista, me puse el vestido, los accesorios, recogí un tapado de piel

sintética negro, y el portero sonó.

-¿Diga?.

-Soy Seba.

-Ya bajo.- Sebastián esperaba junto a una limusina negra, vestía un perfecto smoking

negro y se veía de ensueño.

-¡Pero mira que guapo estas!.

-Bonita me has dejado sin palabras, te ves como una princesa.- la gala benéfica era uno
de los acontecimientos más esperados, estaba lleno de fotógrafos, alfombra roja, y

cuanto rico y famoso tuviera la suerte de asistir. Nos tomamos unas cuantas fotos en la
alfombra roja y luego entramos. El lugar se veía tan elegante que tenía miedo de

moverme bruscamente y romper algo. Parecía un castillo de esos de antaño, con pisos
de mármol, grandes columnas y cristal por doquier. Y luego se abría paso a un salón
comedor aún más esplendido. Grandes mesas redondas, con delicada cristalería y
arreglos florales perfectos. Buscamos nuestra mesa, y vimos a mis padres sentados en

ella. Al vernos se pusieron de pie y vinieron a nuestro encuentro. Mi padre lucia


guapísimo en su smoking negro que resaltaba su rubio cabello, y mi madre era el sueño
de todo diseñador en su vestido gris con negro corte princesa y llevaba unos guantes

negros para darle su toque personal.

-Princesa, eres una visión.- me dijo cariñosamente mi padre mientras me abrazaba con
fuerzas, se sentía tan bien volver a disfrutar de su afecto.

-Papi, te ves increíblemente guapo. Y tu mama, una autentica reina.- dije mientras la

abrazaba y besaba en ambas mejillas, ambos saludaron cariñosamente a Sebastián, lo

conocían desde pequeño, pasaba más tiempo en mi casa que en la suy a de chicos. Los
cuatro nos sentamos a la mesa, mi madre me susurro al oído.

-He visto a Dante, está acompañado por la actriz esa escuálida de la telenovela.

-Ni idea quien será.

-Mira a tu derecha, está viéndote con la boca abierta.- mire disimuladamente el salón, y
rápidamente lo encontré. Estaba sentado dos mesas de distancia y miraba hacia mí, al
lado suy o una rubia que me resultaba familiar. Enseguida recordé el día que Caty lo

busco en internet, la misma lagartona se repetía en varias fotografías. <<Maldita seas>>


bufe para mí misma.

-La he visto en varias fotografías con él, en distintos eventos.- dije a mi madre en el oído.

-No te preocupes mi cielo, tu eres mil veces más bella que esa flacucha.- el presentador

dio la bienvenida a los asistentes y explico el motivo de la gala, sirvieron la comida, y

apenas pude probar bocado, tenía un nudo en el estómago. Luego mostraron fotos de
distintos niños a los que se podía apadrinar, luego de que levantaran los cubiertos, dejaron
sobres para que se depositaran los cheques. Y la banda comenzó a tocar.

-¿Bailas con tu padre princesa?.

-Encantada.- baile una pieza clásica de vals con mi padre, y Sebastián y mi madre se nos
unieron. Para el segundo tema termine en brazos de Seba.

-¿Ya te he dicho lo maravillosa que te ves esta noche?.

-Hmmm no lo recuerdo.-dije pícaramente. Seba no era el mejor de los bailarines, pero


había conseguido evitar sus pisotones. Cuando me hizo girar hizo un gesto de reverencia y

no pude contener la risa. Y siguiendo con su muestra de partener me beso suavemente

los labios. No fue apasionado, ni salvaje, ni devorador, solo fue un casto y suave beso en

los labios.

-Seba, y o…

-No digas nada, lo sé, aun amas a tu ex. Pero no pude contenerme. Lo siento.

-No te disculpes, no es para tanto.- cuando una nueva canción comenzaba Dante nos

interrumpió.

-Buenas noches Lex, Mendoza.- dijo cambiando el tono de su voz.

-Buenas noches Dante. ¿Te diviertes?. Trate de sonar tan casual como pude.

-No mucho, ¿Puedo?.- dijo estirando el brazo hacia mí y haciendo caso omiso a Seba.

Quien asintió y me entrego a él. Enseguida tomo mi mano y coloco la otra en mi cintura
y me atrajo hacia su cuerpo. Olía maravillosamente bien, esa dulce mezcla de madera y

cuero. Y se veía de ensueño con su smoking hecho a la medida. Por supuesto era un
bailarín dotado. Se movía por el salón, como si solo estuviéramos nosotros. Su contacto,

su aroma, todo se potenciaba, y me extasiaba.

-Luces encantadora Lex. No creí que fuera posible que te vieras aún más bella, pero me
equivoque.

-Gracias Dante, tú también luces muy bien, como de costumbre.


-No creí encontrarte aquí.

-Bueno parece que hoy no aciertas a nada.

-Aparentemente no solo hoy.

-Mis padres nos han invitado.

-¿El tipo ese es tu novio?

-¿Te refieres a Sebastián?.

-Si, como se llame.

-Creo haberte escuchado que y o no era más tu problema.

-Es simple curiosidad Lex.

-Lo que y o haga con Sebastián o con quien quiera a ti no te concierne, todo acabo.
¿Recuerdas?.

-Bien muñeca, llevas razón. Aunque veo que el lleva delantera, y a conoce a tus padres.

-Así es.

-Mariano me comento que salió con Ariana.

-Lo sé, y por su bien, espero que la trate como se merece y se comporte.

-Deberás decírselo tu muñeca, y o no soy niñero de nadie.

-Gracias por el baile. Que te diviertas.

-Aún no he terminado contigo.- dijo en ese tono soberbio y fanfarrón que acostumbra.
Me acerco más a él y con mucho descaro bajo levemente la mano, casi tocando mi
trasero. Busque a Seba con la mirada, pero estaba hablando con unas personas y no se

percató de mi pedido.
-Eres por demás engreído.

-Lo sé, y también sé que te gusta nena.

-Aba, en pasado nene.- me regalo una media sonrisa torcida y sentí mis piernas aflojarse
y mis dientes se clavaron en mi labio inferior.

-¿Nerviosa?.

-Para nada. ¿Y tú?

-Jamás nena. ¿Así que y a tienes lista la nueva exhibición?.

-¿Eres alguna clase de acosador?

-Mariano me conto.

-Claro… si, en dos semanas inauguramos.

-Espero que te vay a bien, eres muy talentosa.

-Gracias.- su presencia comenzaba a afectarme, no podía seguir tan cerca de él y

controlarme.

-Bueno creo que tu compañera está extrañando tu presencia.

-Sabrina puede arreglárselas sin mí.- así que así se llamaba la lagartona.

-Bueno ella puede hacer lo que quiera, pero y o vine con Seba así que gracias por el baile,
diviértete Dante.

-No te preocupes que planeo pasarla de maravilla esta noche.- dijo en tono burlón, y
simplemente me aleje de él. Fui en busca de Seba y le susurre al oído que iba al tocador.

Cruce la puerta al servicio como un huracán, necesitaba recomponerme, el me afectaba


demasiado. Apoy e ambas manos en el lavabo y respire hondo unas cuantas veces.
Cuando sentí que era dueña de mí una vez más, salí, y allí estaba esa tipa, Sabrina.
-Así que tú eres Lexy.- dijo en tono arrogante, su voz me parecía muy familiar.

-¿Y tú eres?.

-Sabrina Oviedo. La novia de Dante.

-Aja, pues que te aproveche cariño.- intente pasarla por un costado pero ella sujeto mi

brazo al pasar. Me di vuelta como una fiera, estaba lista para darle una buena cachetada,

solo para que aprenda, pero me contuve.

-Suéltame ahora mismo, si sabes lo que te conviene.

-Mira cariño, más te vale que dejes a Dante en paz o te las veras conmigo.- con una

sonrisa sobradora en los labios, musite claramente las palabras.

-Mira guapa, por si no te enteras, el que fue a buscarme es el. Así que a otra con ese

cuento. Y no me amenaces, no tienes idea de quién soy.

-Se exactamente quién eres Alexandra Miller. Y por tu bien, ve con cuidado. ¡Él es mío!.

-¿Y si estas tan segura de que es tuy o, para que me vienes con esta patética escena de
celos?. Hazme el favor de salir de mi camino ahora mismo.- de un empujón la aparte <<

Maldita escuálida>> ¿Quién se cree que es? Hablaba conmigo misma mientras volvía a
la mesa, en ese momento recordé de donde conocía esa voz, no era por la telenovela,

ella era la mujer que me había telefoneado una vez cuando estábamos juntos. Ahora
todo tenía sentido.

-¿Te encuentras bien Lex?.

-Sí, todo está bien, es solo que él me agota.

-¿Tan malo fue?.

-Es tan arrogante, que me pone de malas.


-Ven, siéntate.- comenzó a acariciarme la cara con la y ema de sus dedos.- Estas tan

hermosa, solo puedo pensar en cuanto quiero besarte.

-Hazlo, bésame.- esta vez el beso fue más profundo, pero siempre suave, tierno y dulce.
Durante esos segundos Dan no cruzo mi mente. ¿Sebastián sería capaz de borrar a Dante

de mi cabeza? ¿Y más importante aún, podría sacarlo de mi corazón?. Lo bese con más

ganas, intentando calmar mi rabia. Entonces sentí que alguien me jalaba del brazo.

-Dante, ¿Qué crees que haces? ¡Suéltame!.- Seba se puso de pie y enseguida se interpuso
entre los dos, estaban frente a frente, mirándose con odio, desafiándose.

-Necesito hablarte, ven.- volvió a tironear de mí.

-No, suéltame, estás haciendo una escena.- vi que mis padres nos miraban y morí de la
vergüenza.

-Ven, y no habrá escena alguna.

-¡Suéltala ahora mismo!.- musito entre dientes Sebastián.

-Tú no te metas, esto es entre nosotros.- le contesto Dante con marcada rabia. Me

acerque a Seba y le dije al oído.

-Ya, no te preocupes, no quiero arruinarle la gala a mis padres, solo será un minuto.- Me

llevo del codo arrastrando como acostumbraba hacer. Apenas cruzamos el salón dimos a
un lobby secundario.

-¡Ya estuvo! ¡Suéltame!, serás gilipollas Dante.

-Debería lavarte esa boca con jabón.

-Y y o debería darte un cachetazo, pero y a vez. Habla. ¿Qué quieres ahora?.

-Estas avergonzándome, no es necesario que estés dando tan triste espectáculo.


-¿De qué estás hablando?.

-Deja tus muestras de cariño solo para ti. ¿Vale?.

-¡¿Y a ti qué coño te importa lo que hago?!

-Me importa porque me haces quedar mal.

-¿A ti?, guapo tú tienes que estar de broma.- con fuerza me cogió por ambos brazos y

quede presa entre él y la pared trasera de la habitación.

-¿Qué intentas hacer nena?

-Divertirme con mi acompañante. ¿Qué pasa nene, estas celoso?.

-¡Maldición Lexy, y a déjate de juegos y entiéndelo de una puñetera vez!.- su voz subió

más de la cuenta y eso me puso aún más rabiosa, sacudí los brazos tratando de zafarme
pero claro no conseguí nada más que hacerme daño.

-Mira Dante, y a me canse de que me humilles, me desprecies. Tú a tú vida y y o a la


mía. Así que lo que haga o deje de hacer no es asunto tuy o. Ahora déjame en paz.

-Que rápido abres las piernas para cualquiera ¿verdad?. Realmente solo fui un juego para
ti. Pensar que te creí, que ingenuo fui.

-¿Yo? ¿Qué hay de ti?. Claro tú pretendes que me meta a un convento a llorar penas por
que el gran Dante Navarro me ha abandonado. Pues te tengo noticias, no soy ninguna
carmelita descalza y lo sabias cuando me conociste.- logre zafarme y me marche, pero
no llegue muy lejos que volvió a cogerme del brazo.

-Esta noche cuando él te esté follando, veras mi cara nena, te lo prometo. Disfrútalo, es
la única forma en que me tendras.- la indignación por sus palabras, su arrogancia y su
maltrato me abrumo, apenas regrese a la mesa Seba me tomo entre sus brazos y me dijo
al oído.

-¿Quieres que nos marchemos?.

-Sí, vámonos por favor.- nos despedimos de mis padres y algunos conocidos. Recogimos
los abrigos y esperamos a que la limusina llegue. Nos metimos en silencio, él le indico

hacia donde nos dirigíamos y subió el vidrio.

-¿Te encuentras bien pequeña?.-no podía sacar de mi cabeza las palabras de Dante, y

dispuesta a demostrarme a mí misma que se equivocaba, me senté a horcajadas sobre

él, levante un poco mi vestido y comencé a besarlo fogosamente. Él puso sus manos en
mi espalda y me apretó más a él, profundizo aún más el beso, tomándome por primera
vez. Paso una de sus manos por debajo de mi trasero y me recostó sobre el asiento, beso

mis labios, los saboreo y luego le dio un pequeño mordisco, luego beso y lamio mi cuello
y el comienzo de mi escote, una de sus manos bajo hasta mi tobillo y lenta y

amorosamente acaricio mi pierna hasta llegar a mi trasero, rebusco entre mis bragas y
de un solo tirón me libro de ellas.

-Pequeña, no tengo condón.

-No importa, solo no termines dentro.- bajo el cierre de su bragueta y me penetro de una

sola vez, y mi cuerpo se arqueo por completo para recibirlo. No recordaba que fuera tan
grande, y lo sentí en cada parte de mi interior. Instintivamente puse mis brazos por

encima de mi cabeza y el tomo mis manos y las entrecruzo con las suy as, me beso
durante todo el tiempo, jamás aparto su boca de la mía, su ritmo era cariñoso, como todo
el. Entraba y salía de mí una y otra vez. Moví las caderas a su compas y lentamente fui
aumentando el ritmo.

-Fóllame duro Seba. No voy a romperme.- hizo caso a mi pedido y aumento


considerablemente el ritmo, se volvió más salvaje y violento, y y o sentí como mi
orgasmo comenzaba a formarse. Comencé a apretarme cada vez más a él, y mis
piernas comenzaron a cerrarse involuntariamente, mi cintura se despegó por completo

del asiento y tome sus manos con fuerza.

-Voy a correrme.

-Hazlo pequeña.- y esa fue la orden que necesite para dejarme ir. El continúo su

arremetida unas veces más y luego salió de mí y se corrió. Me quede en silencio tirada
en el frio cuero tratando de recobrar el aliento, mientras él se limpiaba.

-Lo siento.- fue lo único que pude decir.

-¿Que parte? ¿En la que te desquitas conmigo, o solo el tener sexo conmigo?.

-El haberme desquitado contigo. Lo siento, no lo mereces.

-Tranquila pequeña, nadie me obligo. Y siempre es un placer follarte.

-No recordaba que fuera tan bueno. ¿El tiempo nos ha mejorado?.- ambos reímos y la
situación se descontracturo. Nos arreglamos un poco, metí los restos de la tanga en el

bolso. Llegamos a mi piso y el me acompaño hasta la puerta del apartamento.

-¿Quieres entrar?.

-Creo que esta noche deberías estar sola. Mañana hablamos. ¿Vale?.

-Claro, descansa.

-Igual tú.- Me beso suavemente en los labios y se fue.

Apenas entre Xander por supuesto me esperaba ansioso. Le regale unas caricias, y me
metí a la cama. Pensé en lo que había pasado, y me sorprendí al descubrir que Dante no
se había metido en mi cabeza en ningún momento mientras estuve con Seba. Quizás
después de todo, olvidarlo no era imposible…

Los ladridos de Xander me sobresaltaron, y escuche que golpeaban la puerta, aún algo

dormida me levante, la abrí y Xander se abalanzo sobre Ari, que venía acompañada por
mis padres.

-Hola precioso. ¿Me has extrañado?.- le decía en tono juguetón a la pequeña bestia que

no paraba de lamerla y demostrarle su amor.

-¿Qué hacen aquí? Creí que nos encontraríamos en la cafetería.- dije mientras besaba a

mis padres.

-Queríamos conocer tú apartamento cielo.- dijo mi madre cariñosamente.

-Por supuesto, pasen, pónganse cómodos, enseguida regreso.- me metí al baño a

asearme, lave mi rostro y quite el resto del maquillaje, cepille mis dientes y mi cabello y
lo levante en un rodete. Al salir tome mi jean dominical que y acía encima del canasto.
Mi padre estaba parado al costado de mi cama mirando con detenimiento el cuadro

fotográfico de la bailarina romana.

-¿Café?

-Si, por favor.- rebusque en las encimeras hasta que encontré el viejo juego de café que
guardaba, prepare los pocillos, la crema, el azúcar y espere a que el café estuviera listo.

-¿Es tuy a la fotografía princesa?.- pregunto mi padre curioso.

-Sí, la he tomado en uno de mis viajes a roma. ¿Es bella verdad?.

-Maravillosa Alex, eres tan talentosa.

-Gracias papi. Les daría un recorrido, pero lo que ven es todo lo que hay.- trate de
disculparme mientras llegaba con el café al sofá.
-Es un apartamento precioso Alex, y definitivamente se parece a ti.- mi madre miraba

curiosa la estantería con los recuerdos de viajes, viejas fotos y atestada de libros. Xander
revoloteaba de uno a otro, emocionado por conocer a otras personas. Mi padre en un

gesto amoroso, le dio unas palmadas en la cabeza, y él le respondió moviendo su cola

desenfrenadamente.

-Así que tú eres el custodio de mi princesa.- todos reímos al unísono.

-Hemos traído unos panecillos que son la bomba.- dijo Ari metiéndose un pedazo en la
boca, más grande de lo que podía manejar.

-¡Ariana!.- la regaño mi madre.

-¿Hmmm?. Lo siento.-se disculpó ella mientras se tapaba la boca.-¿Has visto el periódico


hoy ?.- pregunto mi hermana mientras me lanzaba una copia.

-Ari, ¿luzco como alguien que lee el periódico?.

-Pagina 6.- rápidamente busque la página y ahí estaba una foto mía del brazo de

Sebastián.

“Alexandra Miller, reconocida fotógrafa y heredera de uno de los imperios hoteleros más

grandes de Europa acompañada por un apuesto joven.” El vestido se veía maravilloso y

Seba un auténtico galán de cine. Al lado una foto de Dante con la escuálida.

“Dante Navarro uno de los millonarios más codiciados acompañado de la estrella de la

telenovela del momento Sabrina Oviedo.” ¡Maldita víbora!

-Ahí está la barby anoréxica.-escuchar a mi madre hablando así, no me lo podía creer.

-Estabas increíble Lex. Seguro Dan debe haber caído de espaldas cuando te vio, y Seba

estaba guapísimo.-Mi hermana estaba encantada de verme con Sebastián, lo quería


mucho.

-¿El plan ha funcionado?.- interrumpió mi madre intrigada, me habían visto bailar y

hablar con Dante, y por supuesto vieron el espectáculo que armo en la mesa.

-No lo creo madre, y si fue así, no lo sabría, solo discutimos, se terminó. Es hora de

seguir adelante.- mi voz sonaba más triste y resignada de lo que pretendí.

-Ya princesa. Si Navarro no sabe apreciarte, es mejor pasar a otra cosa, lo creía más

inteligente.- mi padre tratando de consolarme me llenaba el alma. Desay unamos,

charlamos y nos pusimos al día, me contaron que Andy y Fany y a estaban de vuelta de
su luna de miel y se habían puesto en plan de darles nietos inmediatamente. También
hablamos de cosas de la empresa, y mi padre volvió a pedirme que me encargue de la

publicidad gráfica de los hoteles, y prometí que apenas termine la exhibición me pondría
a ello. Luego decidimos salir a pasear y comer fuera, me arregle un poco y nos fuimos.

Pasamos un día maravilloso los cuatro juntos, estar tan cerca de ellos me hacía bien, me
olvidaba de mis problemas. Los lleve a mi pequeño bistró italiano favorito, y mis padres
quedaron impresionados de la calidad y la familiaridad del lugar y prometieron volver

en cada visita. No recordaba haber estado así en mucho tiempo, pero me alegraba de
poder disfrutarlo, sin embargo me consternaba la operación de mi padre, y que él tuviera

miedo de operarse, aunque no lo dijera podíamos darnos cuenta, me ponía peor. Cuando
llegamos al aeropuerto aproveche que estuvimos solos y hable con él.

-Papi, cuando piensas operarte, y a no puedes esperar más.

-Lo se princesa, no tienes de que preocuparte, lo hare pronto y de momento estoy bien.

-Debes dejar que los tíos y Andy se encarguen de los hoteles. Es tiempo de que te tomes

un descanso.
-Con tú madre decidimos hacer un pequeño viaje a América luego de tú exhibición.

-Eso está muy bien, pero promete que no dejaras que pase demasiado para curarte. Te

necesito aquí.

-Lo prometo princesa. Y tú prométeme que buscaras ser feliz.

-Lo prometo.- Luego de abrazos, besos y algunas lágrimas de mi madre, nos despedimos

de ellos. Mi hermana me conto que saldría otra vez con Mariano, y no dije nada, si el la

hacía feliz, estaba bien por mí. Regrese al piso, saque a pasear a Xander, y de vuelta a

casa busque algo de comida marroquí, me senté a ver el partido y luego me fui a la
cama.

El lunes después de pasar por la imprenta a recoger la folletería, invitaciones y graficas


de la exhibición, almorcé algo ligero al paso y luego fui a mi consulta con la Dra.
Aguilar. Ya habíamos tocado el tema de la familia y Max, era momento de hablar de

Dante. Pero antes de eso, necesitaba que sepa sobre mis tendencias sexuales. Para mi
sorpresa estaba muy al tanto del tema BDSM, y era una persona amplia de mente, en
ningún momento sentí que me juzgara, por el contrario me dijo que era muy bueno que

sea liberal con respecto a lo que hago y que siempre que tenga presente que es
consensuado sano y seguro, estaba más que bien que disfrute de mi sexualidad. Me

recomendó que lo hable con Caty y Ari, que las ponga al tanto, que aprenda a confiar en
la gente. Volvía a casa y recibí un mensaje de Seba.

-Hola pequeña, ¿Cómo va tú día?.

-Hola guapo! Bien ¿y el tuyo?.

-Aburrido, sin ti. Quisiera que cenemos esta noche.

-Me anoto.
-Vale, paso por ti a las 7pm.

-Vale. XX

Como prometió paso por mí a las 7pm y fuimos a cenar a un bello resto hindú. La charla
fluy o de manera agradable, era fácil estar con él, me hacía reír, era un hombre

interesante, amable, caballero. Y siempre estaba al pendiente de mí. Comencé a pensar

que quizás mi mejor elección debería ser él. De regreso al apartamento me acompaño a

la puerta.

-¿Hoy también debería estar sola, o prefieres acompañarme?.

-¿Quieres que me quede?.

-Si.

-¿Solo tú y y o?.

-Lo prometo.- Xander recibió de mala gana a mi acompañante y tuve que regañarlo otra
vez.

-¿Quieres beber algo?.

-Una cerveza estaría bien.- fui por dos coronitas frías y nos sentamos en el sofá, tome el
mando del equipo de música y Let there be love de Oasis comenzó a sonar. Comenzamos

a besarnos, al principio dulcemente y luego el calor fue subiendo entre ambos. Y de

repente la ropa me pareció un océano de distancia entre nosotros. Me puse a horcajadas


sobre él, enrede mis dedos en su pelo, lamí sus labios, y los mordí con fuerza. Y el gimió.
Deslice mis manos contorneando sus hombros, tenía una espalda ancha y era mi
perdición. Lamí su cuello y deje pequeños besos en él. Mis manos pasearon por su pecho
y abdomen hasta llegar al final de su sweater, deslice las manos por debajo de la ropa y
sentí como su bello se crispaba con mi roce, lo mire a los ojos, y solo pude ver deseo en
ellos. Me removí sobre su entrepierna y mordí mi labio inferior, sus dedos se clavaron en
mi cintura con fuerza y devoro mi boca con un fogoso beso. Lentamente le quite el
sweater junto a la remera, recorrí todo su pecho con mi lengua, luego sus pezones que se

endurecieron ante mi contacto. Le di un pequeño tirón y él se arqueo y apretó más sus

dedos en mi piel. Baje por su abdomen dejando pequeños rastros de besos en él hasta
llegar al cinturón. Me arrodille entre sus piernas, dibuje la línea de su cintura con mi

lengua y lenta y pausadamente lo desabroche, luego fue el turno de la bragueta, quite sus

zapatos y su pantalón. Podía ver cuán duro y excitado estaba incluso debajo del bóxer

apretado que llevaba. Con uno de mis dedos roce el elástico de este y al levantar la

mirada vi un gesto feroz en él. No pude evitar sonreírme. Estaba disfrutando mucho de
tenerlo así para mí. Al sacar su bóxer, finalmente su erección se liberó, me relamí los
labios y lo tome con ambas manos, y lo lleve a mi deseosa boca, no era tan grueso como

Dante, pero sí muy largo y me era muy difícil llevarlo hasta el fondo de la garganta.
Lamí su glande y lo chupe con énfasis, luego mi lengua comprobó su largura mientras

mis ojos lo buscaban, el los tenia cerrados y con la cabeza hacia atrás, mordía su boca
con furia. Y entonces hice mi may or esfuerzo por albergarlo por completo. Y la arcada
no se hizo esperar, pero lejos de desanimarlo, solo lo encendió más. Tomo mi cabello con

ambas manos y me mantuvo unos segundos ahí. Lo saque y metí en mi boca una y otra
vez, tan profundo como podía, sus manos acompañaban el compás de mi cabeza sobre su
pelvis, y mis manos bajaban y subían por su duro miembro ay udándome a tomarlo.

-Voy a correrme Lex.

-Hazlo.- murmure con el aún dentro mío, la vibración de mi voz en lo profundo acelero

el proceso. Apretó con fuerza mi cabello y mantuvo mi cabeza estática mientras el


entraba y salía de mi boca, hasta que se corrió. No sabía nada mal. Me tomo por los
brazos y me levanto, me puso encima de él, una de sus manos tomo con fuerza mi

cintura y la otra me agarro con posesión la nalga. Me giro y me recostó sobre el sofá.
Me beso con pasión, una pasión que no había sentido en el en todo este tiempo. Su lengua

remolino con la mía, mientras la mano que estaba en mi cintura paso a uno de mis

pechos y lo apretó con fuerza para luego recorrer mi abdomen hasta llegar al final de mi
blusa. La saco rápidamente, y mi sostén lo siguió. Tiro de mi cabello he hizo que mi

cabeza se deslizara hacia atrás. Lamio y chupo mi cuello, mi clavícula y la redondez de

mis senos. Luego mis pezones. Los chupo con esmero y y o sentí que la humedad de mi

entrepierna traspasaba la tela de mi jean. Tomo ambos senos con sus manos y los

masajeo con habilidad, luego volvió a llevarse un pezón a su boca y lo mordió con fuerza
y mi cuerpo respondió arqueándose de forma instantánea. Mis jadeos y gemidos
llenaron el ambiente. Luego su lengua recorrió mi abdomen y mis pantalones cay eron al

piso junto a la tanga. Abrí las piernas para él. Acaricio lentamente mis pantorrillas y
muslos mientras iba dejando delicados besos en su interior. Al llegar a mi entrepierna

hundió su nariz en ella he inspiro salvajemente. Y me sentí explotar. Sus labios


rápidamente se cerraron alrededor de mi clítoris y lo succiono con fuerza, mientras y o
me retorcía debajo de él, mis manos buscaron alivio al apretar el brazo del sofá y mis

piernas se elevaron más. Con su lengua absorbió cada gota de mí, una y otra vez, su
pulgar invadió mi vagina y un grito de placer escapo de mi boca, sus dientes apretaron
mi clítoris y me corrí sin previo aviso.

-Ahhh. Lo siento.

-Aún no he acabado contigo pequeña.- dijo con tono dulzón y volvió a arremeter contra

mi clítoris, volví a arquearme de manera antinatural. Cambio el pulgar por dos de sus
dedos y comenzó a moverlos sin piedad, dentro y fuera una y otra vez, sentí que el
clímax volvía a formarse, y cuando todo se intensifico volví a correrme y él bebió todo

mi placer con gusto.

-Hmmm tú sabor es delicioso y dulce. Podría hacerlo todo el día. Pero realmente quiero
estar dentro de ti otra vez. Subió hasta quedar encima de mí, lamí sus labios y pude

sentirme en él. Me beso profundamente y me penetro lentamente, a un ritmo que me

quemaba por dentro. Cuando finalmente estuvo completamente dentro de mí tomo con
una de sus manos mi muslo y alzo más mi pierna. Mis manos seguían aferradas al brazo

del sofá pero él me cogió por las muñecas y las acomodo alrededor de su cuello.

-Ámame Lex…- mis ojos se llenaron de lágrimas sin saber bien por qué y escondí mi
cara en sus hombros y mis uñas se clavaron en su espalda. Aumento dramáticamente el

ritmo de sus acometidas, lo sentía tan profundo que dolía. Los gemidos y jadeos de
ambos acompañaban los movimientos. No fui capaz de decir nada, me sentía algo

abrumada. Tomo mi cara con su mano y busco mi boca. Me besaba con pasión mientras
me follaba con lujuria. Las paredes de mi vagina comenzaron a contraerse alrededor de
su miembro, y todo mi cuerpo se tensó, subió el ritmo una vez más casi impidiéndome

respirar y volví a correrme. La presión de mi interior acelero su clímax y cuando su


cuerpo comenzó a temblar salió de mí y se corrió sobre mi vientre.

No dejo de besarme en ningún momento y y o ahogue mi llanto en su boca. no sabía de


donde venía la angustia, si era por la liberación de tanta tensión acumulada, si era porque
alguien más además de Dante había conseguido hacerme retorcer de placer, o por sentir
que y a no era del todo suy a.

Nos quedamos abrazados hasta que nuestras respiraciones tomaron un ritmo más normal.
No dijo una palabra y y o tampoco. Se enderezo y me tomo en brazos y me llevo a la
cama, me recosté sobre su pecho y me dormí en el acto.
Cuando desperté el aún dormía, sin hacer ruido me levante y me metí al baño. Apenas

estaba amaneciendo, la cabeza me daba vueltas. ¿Estaba haciendo las cosas bien?
¿Perdería a Dante para siempre? ¿Valía la pena luchar por una causa perdida? ¿Podría

ser feliz con Sebastián?. El sexo entre nosotros, aunque vainilla, era bueno, muy bueno,

pero no había fuegos artificiales. Me metí en la ducha para intentar aclarar mis ideas.
Quizás Sebastián era mi mejor opción, sin complicaciones, sin explosiones violentas y

devastadoras entre nosotros, aunque también significara renunciar a una gran parte mí.

¿Estaba dispuesta a hacerlo? ¿O la decisión más adulta seria hablar con el respecto a mis

gustos? ¿Quizás lo más sabio seria ir de a poco, y ver si todo funciona entre nosotros, y de

a poco ir hablando o mostrándole del tema?. Salí del baño con las ideas un poco más
clara, dejar que las cosas fluy an sería lo mejor para nosotros. Estaba de un humor
mejorado y decidí hacer unos churros para el desay uno. Cuando el despertador de Seba

sonó y a tenía la mesa lista.

-Buenos días pequeña. ¿Has madrugado?.

-Sí, desperté temprano y decidí prepararte algo rico para el desay uno.

-Huele maravillosamente bien.-se puso solo el bóxer y se sentó en la banqueta,


desay unamos bajo la atenta mirada de Xander, que no le perdía pisada. Con algo de

charla informal entre bocado y bocado. Luego se metió a la ducha y y o me puse a lavar
los trastos. Se vistió rápidamente, me beso cariñosamente en los labios y se despidió.

Los días se volvieron rutinarios, Sebastián y y o, éramos cada vez más una pareja
ordinaria como cualquier otra. Los días los dedicaba a terminar de organizar la

exhibición, y las noches la repartía entre Sebastián y mis amigas. Thomas aún seguía de
viaje en Londres, pero hablábamos a diario. Le conté de la gala, y coincidió en que lo
mejor sería tratar de olvidar a Dante. También me comento que estaban organizando el
traslado de Caroline a Madrid, y que estaría de vuelta para la muestra.

El viernes anterior a la exposición Ari, Caty, Seba, sergio y y o nos encargamos de los

detalles finales, colgar las fotografías, arreglar las luces y el mobiliario, dejar lista la
folletería, etc. Volvimos a casa cerca de las 3am, agotados y solo dormimos.

El despertador marcaba las 10am cuando sonó. Busque a mi alrededor y Seba no estaba,

encontré una nota en la almohada.

“Pequeña ha surgido una emergencia y debo ir al hospital. Estaré de regreso para llevarte
a la exhibición. XX.”

Me desperece y me metí al baño. Estaba cepillando mis dientes cuando el portero sonó.

-¿Diga?.

-Entrega para la señorita Miller.

-Suba.- me enjuague y volví a la puerta al tiempo que tocaban. El muchacho de la


entrega cargaba un inmenso ramo de lirios envueltos de manera majestuosa en papel
rosa y con un gran moño blanco en el frente, le agradecí le di propina y busque la

tarjeta. Mi sorpresa fue enorme cuando lo leí.

“Éxitos en la exposición de esta noche. Sin duda será espectacular como siempre.” Dante.

¿Pero a qué coño estaba jugando? Me lo pensé unos segundos antes de decidir si tirar el

ramo o no. Pero eran tan hermosas que busque un florero y las metí en agua. Rompí en
pedazos la nota y la arroje al basurero. Dante no arruinaría esta noche. Tome un
desay uno ligero, café y un panecillo, como siempre antes de un gran evento, tenía el
estómago completamente revuelto. Luego lleve a Xander por un paseo y al volver limpie
un poco la casa. De camino al salón de belleza compre un sándwich en un puesto
callejero y me metí a arreglarme. Algunas horas después de regreso al apartamento me
prepare un rico baño de burbujas con mis sales y fragancias favoritas. Con mucho
cuidado envolví el bello peinado dedos trenzas desde el flequillo que recorrían a cada
lado la cabeza y culminaban formando una sola sobre el lado derecho, el resto del

cabello suelto en ondas grandes, lo metí en una cofia y trate de relajarme y enfocarme

en la noche por delante. Me puse un body negro sin tirantes, medias negras opacas con
una línea trasera, Ari Caty y y o habíamos ido de compras el miércoles y había elegido

un vestido monísimo de Armani, en gris plata con el torso encorsetado y de escote recto

sin tirantes, la falda se abría en distintas tablas pinzadas y me llegaba a mitad de los

muslos, lo completaba un bello cinto de raso negro. Zapatos negros Louboutin de gamuza

con el taco y la plataforma decorados con pedrería. Un bolso de mano haciendo juego y
un tapado negro a las rodillas, llevaba los ojos sombreados con negro y destellos de azul,
y los labios un suave brillo. Terminaba de arreglarme cuando Seba llego por mí. Lucia

maravilloso en su traje gris oscuro a ray as, camisa negra y corbata fina negra.
Llegamos temprano a la galería y Raquel estaba dando los últimos toques al lugar. En la

entrada el cartel daba la bienvenida.

“La galería Wachler se complace en presentar “Momentos” de Lexy Vázquez.”

Si bien y a no negaba mi apellido, no podía cambiarlo, era conocida como Vázquez y no


como Miller, la fotógrafa. Justo debajo la mesa con la folletería explicativa de la muestra

y el orden en que debía ser vista. Las fotos estaban expuestas en forma cronológica, cada
momento significativo de la vida de una persona, desde la concepción hasta la muerte,
iban desde fotografías de una mujer embarazada acariciando su vientre, luego un recién
nacido sobre el pecho de su madre, un infante dando sus primeros pasos tratando de

alcanzar una flor. El primer día de clases, niños jugando en el parque, adolescentes
divirtiéndose, el primer baile escolar, el primer beso de unos jóvenes enamorados, una
graduación, un compromiso, una boda, una pareja de ancianos jugando con sus nietos,

otra pareja de ancianos sentados en una banca dándose un tierno beso, una lápida con
flores y por ultimo un paisaje, el mar fundiéndose con el cielo. Entre otras.

Mire cada una de ellas y me sentí feliz de ver mi visión realizada. Raquel se acercó a

nosotros, intercambiamos saludos y una corta charla. Luego fui a saludar a Lucero y a

los empleados de la galería y el catering.

Mi familia completa fue la primera en llegar, salude a mis padres a Andy con su mujer,
luego Ari y Mariano y por ultimo Tomy y Caroline. Luego llegaron algunos

coleccionistas, mis amigos como siempre, algunos críticos especializados e invitados


especiales. Pronto el lugar se vio colmado de gente, y y o me vi envuelta en preguntas de

uno y otro lado. Yendo y viniendo de un lado a otro, hasta que por fin pude hablar un
poco con mis padres.

-¿Les ha gustado la muestra?.

-Alex, es maravilloso, adore cada una de las fotografías. Te felicito cielo.- dijo mi madre
verdaderamente conmovida.

-Gracias mami.

-Princesa, me has dejado sin palabras. Las compraría todas si fuera un poco más egoísta.
Estoy muy orgulloso de ti.

-Ay papi, gracias. Me alegro que les hay a gustado. Y les agradezco que estén aquí,
significa mucho para mi.- mi hermano se nos unió a la conversación.

-Excelente trabajo Alex, tienes un ojo privilegiado.

-Gracias Andy, que suerte que pudieron venir.- charlaba con Ari y Mariano sobre el
tema que había elegido cuando Dante apareció.
-¿Pero qué diablos?.- dije demasiado alto como para hacer que Mariano se girara en

busca del objeto de mi mirada.

-¡Dante! Has venido hermano.- dijo sin ningún reparo, claramente al tanto de sus
intenciones.

-No me la hubiera perdido por nada.- saludo a su amigo con un gran abrazo y a Ari con

dos cariñosos besos en ambas mejillas.

-Lex felicitaciones nena, lo has logrado una vez más, me has dejado sin palabras.- dijo

mientras me agarraba con una mano por la cintura y me daba un beso algo más que
amistoso en la comisura de la boca. Me removí en su mano tratando de zafarme pero él
me acerco más a su cuerpo.

-Gracias, no sabía que vendrías.

-¿O no hubieras permitido mi entrada?.

-No soy tan infantil Dante.- le solté mientras sacaba su mano de mi espalda.

-¿Recuerdas a Sabrina, verdad?.

-A claro, ¿la cantante?.- dije mirándola a los ojos con cara de confundida mientras le
ofrecía la mano.

-Buenas noches, no, actriz cariño.

-Bueno, estuve cerca.- Ari se echó a reír y Dante clavo su mirada de enfado en mí. Yo
por mi parte me sonreí.

-Si me disculpan debo atender a los asistentes, Que lo disfruten.- me fui tan rápido como
pude sin parecer que huía. <<Increíble el descaro de este>> pensé para mis adentros.
Seguí mi recorrido explicativo por un buen rato, las ventas venían muy bien y y o había
separado la fotografía del paisaje como regalo para mi padre.

-Su atención por favor, mi nombre es Raquel Wachler, como algunos y a sabrán, soy la

orgullosa dueña de esta galería y tengo el honor de volver a presentar a una de nuestras
artistas prodigo. Les pido un fuerte aplauso para Lexy Vázquez.- por supuesto me puse

bordo al escuchar eso, pero no tuve más remedio que subir y hablar.

-¡Muchas gracias!, Bienvenidos a la exhibición “Momentos” el tema de la muestra trata

sobre los momentos significativos en la vida de las personas, muchos creen que la
existencia es un todo, pero para mí se trata de pequeños momentos, momentos de

felicidad, tristeza, dolor, dicha. Y quise captar cada uno de ellos. Espero que lo disfruten
y que encuentren su propio momento. Gracias por venir.- una nueva oleada de aplausos

y felicitaciones comenzó, sentí que necesitaba un instante a solas, así que me fui al
depósito para tratar de alejarme de la gente.

-¿De qué huy es?.- Dante se había unido a mi reclusión sin invitación. Y se apoy aba
displicente sobre una columna. No podía negar que se veía como un maldito dios griego
en su traje azul oscuro, llevaba una camisa blanca a ray as celestes y corbata azul claro.

<<Mi maldito Adonis>>.

-No huy o, solo me abruma el aglomeramiento.

-Encontré mi momento.

-¿Si? Me alegro por ti.

-¿Quieres saber cuál es?.

-La verdad no me interesa.

-Te lo diré de todos modos.- puse lo ojos en blanco, era en vano discutir con él.
-Los ancianos en la banca. Es una foto preciosa.- dijo mientras me acomodaba un

mechón del cabello.

-Bien, felicitaciones.

-Me recuerda a ti, en algún momento pensé que pasaríamos el resto de nuestras vidas

juntos. Pero y a vez nena, nada es para siempre.

-Es cierto, pequeños momentos.

-No he visto a tú novio por aquí. ¿Es que y a lo has abandonado también?.

-Quizás necesites anteojos, porque ahí esta.- dije señalando a Sebastián que se acercaba

a nosotros. Enseguida se puso a mi lado, rodeo mi cintura con una mano y beso mi
frente.

-Estuve buscándote amor.

-Lo siento, necesitaba un momento a solas, pero y a vez.- le conteste señalando al intruso
a mi lado.

-Buenas noches Dante.- saludo cordialmente ofreciéndole su mano.

-Mendoza.- ni siquiera lo miro al saludarlo.

-¿Disfrutas de la exhibición de mi mujer?.- mire atónita a Sebastián, no podía creer que


se comporte tan territorial. Dante rio sobradamente.

-Siempre.

-Amor, Caty estaba buscándote.

-Vale, vamos.- ambos caminamos de la mano hacia el salón, pero Dante no se movió.

-¿A que vino eso?.- pregunte en voz baja cuando estuvimos lejos de él.
-¿De qué hablas?.

-De ti comportándote como un macho alfa.

-Nada de eso pequeña. Solo quería dejarle en claro las cosas.

-De Dante me encargo y o.

-Como quieras.- volvió a besarme la frente y se alejó dejándome con Caty. El resto de la

noche transcurrió en paz, cuando la última de las fotografías se vendió, Raquel anuncio el

cierre de la muestra y volvió a agradecer a los presentes. Yo me acerque a mis padres

que estaban por marcharse.

-¿A qué se debe esa cara larga Miller?.- le dije con cariño a mi padre.

-No he podido comprar la foto que quería.

-¿Y cuál es?

-La del paisaje, me ha encantado.

-Pues qué bueno que es mi regalo para ti. He pedido que mañana la envíen al hotel.

-¡Princesa, muchas gracias!.- le guiñe el ojo y me despedí de ellos y de Ari y Mariano,


Andy y Fany se habían marchado antes, y les recordé que nos veríamos a la 1pm en el

pequeño bistró italiano para un almuerzo en familia. Seba, mis amigos y y o nos fuimos
por unas copas a “Lo de Paco”, al fin pude probar bocado y bebí unos tragos para bajar
un poco la adrenalina de la noche.

No sé bien ni cómo ni cuando llegamos a mi apartamento, el alcohol me había hecho


efecto. Solo fui ligeramente consiente de que Sebastián me quitaba la ropa.

-Fóllame duro Seba.- dije juguetona.

-Estas ebria Lexy, mejor duérmete y a.


-Eres un aguafiestas. Anda aprovéchate de mí. Discúlpate luego.- enrede mis brazos en

su cuello y comencé a acariciar su pierna con mi pie. Pero claramente él no estaba de


humor para caricias. Quito con cuidado mi amarre de su cuello y se enderezo.

-Duérmete Lex.

El sol me cegaba, y la cabeza me daba vueltas. Intente ponerme en pie, pero todo

comenzó a girar. Necesite más de unos minutos para poder llegar al baño. Me mire al

espejo y me veía salida de una película de zombis. <<Vay a pinta>> el estómago se me


enredo y corrí al inodoro, cepille mis dientes, me quite el maquillajes y lave mi rostro,

pero no era suficiente, desarme el cuidadoso peinado y me metí en la ducha. Deje que el
agua corriera a través de mí. La cortina se abrió y Sebastián se unió a mí.

-¿Puedo acompañarte?.

-Claro.- me gire para que el agua lavara mi cara, y una de sus manos me tomo el

mentón desde atrás, mientras la otra se posó en mi bajo vientre empujándome hacia él.
Pude sentir su erección en mi cintura, era tan alto. Comenzó a mordisquearme el lóbulo
de la oreja, y luego el cuello, apoy e ambas manos en la fría cerámica y deje que el

manejara la situación. Su mano bajo de mi mentón hacia uno de mis pechos y lo apretó
con dureza, su otra mano busco enseguida la calidez de mi entrepierna, abrí ligeramente

las piernas para darle acceso a mí. Comenzó a acariciar mi clítoris dibujando pequeños
círculos con sus y emas. Jadié en respuesta.

-Te deseo tanto Lexy.

-Tómame.

-No Lex, no quiero tomarte, quiero amarte, y quiero que me ames.- un fuerte pellizco en
mi pezón hizo que me arqueara más, y dos dedos se hundieron en mi vagina y comenzó
a moverlos suavemente dentro de mí. Puse mis manos en sus caderas y lo atraje un poco

más. Se agacho ligeramente, paso una mano por debajo de mi rodilla y me flexiono la
pierna para que la apoy ara sobre el borde de la bañera, y me penetro de una sola

estocada, su otra mano volvió a mi mentón y me hizo girar la cara para poder besarme,

mientras me penetraba con su duro miembro y estimulaba mi clítoris sin descanso. Una
de mis manos busco como pudo su nuca para profundizar el beso y lleve la otra a mi

clítoris, apoy ándola sobre la suy a y guiando sus movimientos. Bufo en mi boca ante mi

acción. E incremento el ritmo.

-Eso pequeña. Ámame…-Me follo con fuerzas, con deseo. Mi orgasmo comenzó a

formarse brutalmente, y me apreté más a él, eso siempre hacia que acelerara más el
ritmo, y me corrí, unas cuantas embestidas más y salió de mí y se corrió en mi trasero.

Luego de bañarnos, tomamos un café, y Seba saco a Xander por su paseo mientras y o

me arreglaba para el almuerzo en familia. Los días comenzaban a estar cada vez más
cálidos, por lo que busque un vestido recto y sencillo en color salmón, unos zapatos de
corcho con tiras que se sujetaban al tobillo en verde y naranja. Una chaqueta de jean

corta, mi bolso y cuando regresaron del paseo salimos hacia el bistró. Unos minutos
después nos encontramos en la puerta con Ari y Mariano, quien formalmente se había
convertido en el novio de mi hermana, y y a había conocido a mis padres. Una pequeña

charla después, se nos unieron mis padres, Andy y Fany. Buscamos una mesa grande y
nos dimos un gran banquete italiano, donde abundaron las diferentes clases de pastas. Mi
padre intento convencer a Pascual, el dueño del lugar, en que lo convierta en cadena,
pero este no quiso saber nada. Las charlas se cruzaban entre unos y otros, las risas, y las

miradas cómplices, cuando alguna anécdota salía a flote predominaron durante todo el
rato. Cuando llego la hora del postre, todos compartimos una gran fuente de Tiramisú.
Que solo fue interrumpida por Andy para compartir con todos la noticia de que estaban

esperando su primer bebe. Mi madre comenzó a llorar como una loca, al tiempo que
abrazaba a mi hermano, mi padre se notaba claramente abrumado de la felicidad, y nos

hizo saber que esperaba con ansias que sea un varón para eso de “emparejar el

marcador”. Uno por uno felicitamos a la pareja. Si me hubieran dicho un tiempo atrás
que esta sería mi vida hoy, ni de coña lo hubiera creído. Nos despedimos de ellos en el

hotel. Y les prometí visitarlos apenas llegue el verano, para disfrutar de unos días de

play a en Asturias.

Las semanas se convirtieron en meses, hice lo que prometí y me encargue de la

publicidad de los hoteles, me asignaron una oficina en la empresa de Madrid, y fue un


reto interesante encargarme de eso. Tome miles de fotografías en el complejo

madrileño, la may oría de los hoteles de la cadena lucían igual, solo cambiaban algunos
pequeños detalles, pero uno solo serviría para todos. Diseñe unas graficas elegantes y con
mucha clase, que mostrara el tipo de lugar que eran los hoteles Miller. Mi padre estuvo

encantado con mi concepto y los implemento apenas estuvieron disponibles. También me


encargue del diseño de la página web, dándole un aire mucho más moderno. No veía
tanto a Tomy, y a que desde que Caroline se mudó a su apartamento de Madrid estaban

en una especie de luna de miel, claro que si me reunía con las chicas, y algunos fines de
semana salíamos todos juntos de fiesta. Ari estaba completamente prendida de Mariano,
y en una de nuestras charlas de chicas, aproveche para comentarle de mis inclinaciones
sexuales, y termino diciéndome que ella estaba incursionando en el BDSM con Mariano.

No me sentó mal, sabía qué clase de Dominante era el, y o misma había estado en sus
manos bajo la supervisión de Dante, así que le confiaba el cuidado de mi hermanita, pero
una de las noches en que cenamos los cuatro aproveche para dejarle en claro a Mariano
que si la lastimaba o la hacía sufrir iba a destriparlo con un cuchillo sin filo. Luego me
llego el tiempo de hablarlo con Caty y lo tomo como si fuera lo más normal del mundo,
y eso me hizo muy feliz, de hecho se mostró más interesada de lo que esperaba, y

ambas bromeamos con que sesionaría a Salvador una noche de estas. Mi relación con

Sebastián se volvió cotidiana y monótona. Nos turnábamos entre mi piso y el suy o para
pasar las noches, algunas veces iba a visitarlo a la consulta para llevarle el almuerzo, o

solo tomar un café. El sexo era bueno, bastante, pero todos mis intentos por mostrarle

nuevos horizontes fracasaron rotundamente. Un día lo espere vistiendo solo un arnés de

cuero y deje distintos elementos de spank sobre la cama, pero no quiso saber nada con

azotarme. Otra vez le pedí que me atara a la cama y lo hizo pero a mitad del sexo me
desato y perdió interés en volver a hacerlo. Otra vez le vende los ojos y ate sus manos a
la espalda y le di de probar distintas cosas, alguna desde mi boca, otras poniéndolas sobre

mis pechos, otras en mis dedos, eso lo disfruto, pero me dijo que no se sintió cómodo
estando atado. Por lo que desistí y deje de intentarlo.

Hablaba con mi padres al menos una vez a la semana, y nuestra relación nunca había
estado mejor. Mi padre había decidido que se operaria en Julio, cuando todos estemos en
Oviedo, el detonante fue la inminente llegada de mi sobrino, que no quería perderse por

nada del mundo.

Esta semana debía viajar y a que me habían invitado a dar un seminario sobre fotografía
en la universidad de Málaga y aprovechaba el viaje para visitar a mi amiga Nuria que no
la veía desde mi internación en Escocia, nos manteníamos en contacto por mail, pero
nada más. Prepare una maleta pequeña y a que solo me quedaría unos días, el seminario

duraba 3 días de miércoles a viernes e iba a pasar el fin de semana con Nuria. Y volvería
a casa el domingo por la noche. Sebastián me llevo al aeropuerto.
-¿Seguro quieres ocuparte de Xander? No es tú may or fan.

-No te preocupes por nosotros, si algo va mal, se lo llevo a Ari.

-Vale. Pórtate bien en mi ausencia.

-Lo mismo digo. Diviértete amor. Te recogeré el domingo.- nos despedimos

cariñosamente y subí al avión. Un tiempo fuera me caía de maravilla, y a nuestra

relación le vendría más que bien.

Algo más de una hora después me encontraba con el fresco aroma de Málaga. Me quede

en uno de nuestros hoteles, apenas tuve tiempo de darme una ducha y prepararme para
dar comienzo al seminario. Llegue al auditorio que me habían asignado, prepare el

proy ector, los apuntes, y los nervios de hablar ante el público me invadieron de
inmediato, unos minutos después los asistentes comenzaron a llegar. El lugar se llenó
rápidamente. Hable durante horas, y les mostré algunas de mis fotografías, había

planificado dividirlo en varias etapas, el comienzo de la fotografía, cuando uno descubre


su vocación. Luego la transformación a profesional, y por ultimo como montar una
buena exhibición. A medida que los días avanzaron, cada vez me sentía más cómoda, era

absolutamente refrescante ver el amor de esos jóvenes por el arte. Y tratar de


comprender su visión de todo aquello que ahora les parecía tan lejano. Al final del

seminario cerramos con preguntas sobre todo lo que habíamos visto, y me sorprendieron
gratamente. Habían disfrutado mucho del taller. Y y o quede completamente enamorada
de enseñarles. El rector del lugar fue muy amable al igual que todos. Y me pregunto si
no pensaba convertirme en profesora, o al menos oradora de seminarios. Y la idea me

pareció fabulosa.

El sábado a la mañana vino a por mí Nuria, se veía muy bien, muy diferente a la chica
que había conocido en Escocia. Había ganado algo de peso y se veía saludable, alerta y
feliz. Primero fuimos a desay unar y luego a la play a a disfrutar del cálido sol de Málaga.

Me conto de su vida y y o de la mía, había conocido a un chico y por primera vez en su


vida se sentía bien y cómoda con su cuerpo. Tenía muchos problemas de autoestima y

nunca antes había podido desnudarse por completo ante un hombre. Cuando cay ó la

tarde volví al hotel a tomar una ducha y alistarme para ir a cenar juntas. Llegamos a un
precioso restaurant que daba a la play a, y luego fuimos por unas copas a un bar local,

bailamos y bebimos, la pasamos de maravilla. El domingo repetimos la play a y cuando

quise darme cuenta debía volver a Madrid. Nuria me llevo al aeropuerto y antes de

despedirnos le hice prometerme que me visitaría pronto y accedió gustosa a hacerlo. Nos

dimos un gran abrazo y me subí al avión.

Daban cerca de las 8pm cuando llegue al aeropuerto de Barajas. Sebastián me esperaba

con un hermoso ramo de lirios y una sonrisa de un millón de euros. No pude evitar
sonreír, lo había extrañado, y verlo ahí me gusto. Me colgué de su cuello y el me levanto
en el aire y me beso como si fuera la primera vez. Definitivamente debía viajar más

seguido. De camino a su apartamento le conté de lo mucho que había disfrutado dar el


seminario y que tenía ganas de estudiar una maestría para poder dar clases y le encantó
la idea. Luego le hable de Nuria y de mi invitación a que nos visite en Madrid. La casa de

Sebastián era bella y luminosa, estaba en el piso 9, y daba justo a un bello parque. Era un
espacio abierto, pisos de madera y paredes color huevo, en la entrada colgaban unos
pergaminos fotográficos de ambos lados, luego se abría a una sala unida al comedor y
separada por una gran isla una cocina elegante y funcional, todo muy masculino, en

colores tierra, y madera. Y tenía una terraza increíble. Luego un pasillo llevaba a la zona
privada, donde estaba el baño y una habitación de invitados, y al otro lado, la habitación
principal con baño privado y un pequeño vestidor. Era un lugar acogedor. Ni bien
cruzamos Xander vino a darme la bienvenida, intercambiamos besos y caricias. Ni bien
atravesé el portal pude ver un camino de pétalos de rosas blancas que guiaban hasta el
comedor. Velas y una fina cristalería decoraban la mesa.

-¿Qué es esto?.- pregunte curiosa.

-Una sorpresa. Te he extraño amor.

-Y y o a ti.

-Siéntate, esta noche, y o soy tú chef.- acomodo mi silla y fue a disponer la cena. Olía

bastante bien, aproveche para destapar el vino que había dejado y lo serví. Enseguida
volvió con dos platos con comida china variada en ellos, había comprado la comida y eso

me hizo reír.

-Eres un tramposo.

-Sabes que solo uso el microondas.

-Igual gracias por la intención, me encanta.- cenamos y no paramos de hablar.

-¿Lista para el postre?.

-Eso creo, siento algo de miedo y curiosidad por ver que te traes entre manos.- volvió
cargando dos copas con helado, decorado con salsa de chocolate y nueces.

-Quiero preguntarte algo amor.

-Dime.

-Durante tú viaje estuve pensando y creo que sería una buena idea que nos mudáramos
juntos. ¿Qué opinas?.-la pregunta me tome completamente desprevenida. Tuve que
pensármelo unos minutos, pero la idea tenía sentido, pasábamos cada noche juntos, e ir y
venir de un piso a otro se tornaba molesto.
-Creo que es una buena idea ¿Crees que estemos listos?.

-Prácticamente vivimos juntos, solo que en dos casas en vez de una.

-Sí, tienes razón. ¿Sabes que Xander es parte de la ecuación, verdad?.

-Por supuesto, creo que este apartamento es bastante grande para los tres.

-Vale, hagámoslo. Eso sí, no quiero vender mi piso, lo dejare para trabajar.

-Me parece una gran idea. Podrías convertirlo en un estudio completo.

-Sí, creo que eso me gustaría.- deje el helado a medio terminar y me senté en su falda a

horcajadas, tome su cara entre mis manos y lo bese dulcemente, con él había
redescubierto mi lado más sensible y dulce. El movió sus manos a mi trasero y lo apretó
con fuerza. Se levantó y me llevo así hasta el otro extremo de la mesa que estaba vacío.

Me sentó sobre ella y comenzó a acariciar mis muslos mientras lamia mi cuello, mis
manos se enredaron en su cabello y tire con fuerza de él para alcanzar su boca y
devorarlo con un pasional beso. Metió las manos por debajo de mi vestido y alcanzo mi

tanga velozmente. La saco y deslizo sus dedos por toda mi vagina, esparciendo mi
excitación. Su otra mano encontró el camino hacia uno de mis pechos, bajo mi sostén y

apretó uno de mis pezones al tiempo que y o me descargaba mordiendo su labio y su


lengua. Volvió a acariciar mis muslos hasta llegar al final de mi vestido, con la otra mano
me levanto por la cintura para poder deslizarlo por encima de mi trasero. Y luego me lo

quito. Desabrocho mi sostén y su boca busco con vehemencia mi duro pezón. Mientras su
otra mano pellizcaba el sobrante y sus dedos se hundían en mi interior. Acaricie toda su
espalda ida y vuelta y comencé a desabrochar uno a uno los botones de su camisa y se la
quite, el volvió al acecho esta vez al otro pezón y lo mordió bruscamente y y o lo jale del

pelo. Me las arregle para llegar a su bragueta y deje caer su pantalón enrede mis piernas
en su cintura y lo atraje más hacia mí, pero el abandono mi vagina y poso su mano por
detrás de mi rodilla y la otra en la cintura, me levanto de la mesa y me dejo en el suelo,
me beso salvajemente mientras sus dedos se clavaban en mis nalgas, luego me giro y

poniendo una mano en mi espalda baja me hizo apoy ar el pecho contra la mesa y con su

otra mano abrió mis piernas. Y volvió a apretar y torturar mi duro clítoris. Sentí la punta
de su miembro juguetear en la entrada de mi vagina, incitándola, pero sin penetrarme.

Me mordió los hombros, la espalda y y o clave mis uñas en la madera mientras gemía y

jadeaba desesperada. Enredo mi pelo en una de sus manos y tiro de el con fuerza

haciéndome levantar la cabeza y entonces me penetro de golpe lo que me hizo soltar un

grito de placer y dolor. Comenzó a moverme primero lento y continuo, a la vez que me
sujetaba con la otra mano de la cadera. Lo sentí bufar y gemir en mi nuca.

-Te amo Lex. Ámame… por favor.-acompañe sus embestidas con mis caderas y el
aumento el ritmo hasta tornarse violento y fuerte. Podía sentirlo en todas partes.

-Más, más fuerte.- dije entre gemidos. Y se metió más profundo en mí, más rápido, más
duro. Todo mi cuerpo se tensó bajo su peso y me corrí. El orgasmo fue arrollador, aún

podía sentir los pequeños espasmos en las paredes de mi vagina, mientras él seguía
bombeando en mi interior, su cuerpo tembló y salió de mí para correrse en mi espalda.
Cuando pudimos volver en nosotros me limpio y me cargo hasta la habitación donde

volvimos a hacer el amor varias veces durante toda la noche hasta que finalmente,
agotados nos dormimos abrazados.

La mudanza fue tediosa, por suerte Ari, Caty y Sofi vinieron a ay udarme a empacar, no
me lleve ningún mueble, solo la ropa, adornos, libros, fotografías, artículos de cocina, las

cosas de Xander, y algunas otras chucherías, cuando terminamos de cargar las cosas al
camión, volví para buscar el ultimo bolso que quedaba. El piso se veía sin vida, lo que lo
hacía mío, estaba ahora de camino a casa de Seba. Me invadió el miedo, quizás era muy
pronto, quizás no debería hacerlo, quizás… me obligue a pensar positivamente, como
decía la Dra. Aguilar, debo dejar de buscar el lado malo de todo y concentrarme en lo

bueno. Cerré la puerta dispuesta a dejar todo eso atrás, y eso incluía a Dante

definitivamente. Ya casi no pensaba en él, aunque su imagen y recuerdo volvían a mí de


vez en cuando, al oír alguna canción que me lo recuerde, al ver una fotografía suy a en

las revistas acompañado de la escuálida esa. O alguna otra rubia plástica de turno. O

simplemente al mirar cómo se comportaba Xander con Seba. Pero no había vuelto a

saber de él o verlo desde la exhibición. Y me negaba a preguntarle a Mariano como se

encontraba. Sacudí mi cabeza para dejar ir todas esas ideas. Subí al auto y fui en busca
de mi nueva vida, vida que compartiría con Sebastián y nadie más. Me tarde unos días en
acomodar todas mis cosas, pero finalmente lo hice. Vivir con Seba era fácil, toda nuestra

relación lo era. No había discusiones, no había explosiones de ningún tipo. Fácil y


sencillo. El que no tomo muy bien el cambio fue Xander, que se encargó de masticar

todos los muebles que encontraba. Solo esperaba que se adapte pronto.

Finalmente llego julio y nuestras vacaciones comenzaron, papa mando el avión privado
de la empresa por nosotros, Sebastián, Xander y y o estábamos en el aeropuerto

esperando por Ari, Mariano, Tomy y Caroline. Apenas llegaron nos subimos en él y
partimos rumbo a Oviedo.

Poco más de una hora después aterrizamos en el aeropuerto de Asturias. Donde nos
esperaba José el chofer de la familia con una camioneta enorme con lugar para todos.
Tomaba cerca de una hora ir hasta Oviedo, pero el paisaje era majestuoso, de fondo el

mar, y luego se abrían paso las sierras. Finalmente llegamos a la mansión.

Mis padres salieron a recibirnos y después de intercambiar besos y abrazos entre todos,
pasamos al comedor para almorzar, fuimos poniéndonos al día a medida que comíamos.

-Les tengo una sorpresa para todos.- dijo mi padre en tono misterioso y juguetón.

-No vamos a quedarnos aquí, iremos quince días a la casa de play a de Mallorca. ¿Qué
les parece?.

-¡Es una gran idea!.-dijimos todos al unísono.

Luego del almuerzo, partimos de regreso al aeropuerto. Al llegar al aeropuerto de Palma

de Mallorca, Enrique uno de los cuidadores de la casa, nos esperaba. Los 20 minutos

entre el aeropuerto y Son Vida, donde quedaba la Villa fueron todas risas y charlas, hacía
años que no veníamos. Y los recuerdos de los veranos de nuestra infancia comenzaron a

agolparse en mí. Cada año al terminar la escuela, veníamos a la villa a pasar el verano,
mis padres habían puesto especial esmero en que no falte nada, era inmensa y estaba
situada en la cima de la colina, lo que le daba una vista panorámica, podías ver el mar y

las montañas desde todos lados. Al llegar a la Villa, Beatriz, la esposa de Enrique, nos
esperaba ansiosa, y nos dio una gran bienvenida. Xander inmediatamente comenzó a
explorar los alrededores, no me preocupe, estaba rodeada de una cerca enorme por

todos los costados bañados en enredaderas.

La casa principal daba la bienvenida con el majestuoso vestíbulo en galería de techos


altos y una sala de recepción con techos a doble altura, todo el piso en madera oscura.

Sobre uno de los laterales estaban la biblioteca, el despacho y la sala de juegos. Luego
daba paso al gigante comedor, y de ahí a la cocina con zona de desay uno y bodega con
sala de catas y después las zonas de servicio. En el segundo piso estaban los cinco
dormitorios cada uno con su propio baño y vestidor. Y todos con terraza propia. Y

también la sala de cine. Luego estaba la casa de invitados, que también funcionaba como
spa. Donde se encontraba la piscina techada, el gimnasio y el sauna. Y en el segundo piso
dos pequeños apartamentos con cocina propia y baños privados para quien quiera venir a

pasar unos días. Y en medio de ambas casas, el inmenso parque, con su cancha de tenis,
la monumental piscina, el solárium, y más allá, una cocina exterior con sala de estar. No

le faltaba nada, Mariano y Caroline repetían una y otra vez al mostrarles la casa, lo

increíble que era, y sus cara eran de risa. Por supuesto, Tomy y Seba la conocían, habían
pasado unos cuantos veranos aquí con nosotros. Dejamos nuestras maletas en la

habitación y bajamos a encontrarnos con el resto. Mi padre se encontraba afuera

poniéndose al corriente de todo junto a Enrique. Mientras mi madre le daba el itinerario

de comidas a Beatriz. Yo aproveche para recorrer el parque con Xander, la tarde

comenzaba a caer y las luces tenues le daban un ambiente único. Cuando volvimos a
entrar, Ari estaba sentada al piano mientras Mariano la miraba con ojos de un verdadero
enamorado. Andy y Seba hablaban entre ellos, mientras Caroline y Fany mantenían una

vigorosa charla en ingles en uno de los sillones.

-¿Qué pasa preciosa?.- dijo Tomy mientras me rodeaba con ambos brazos.

-Nada, solo recuerdos, solíamos pasar los mejores veranos aquí. ¿Recuerdas?.

-Como si fuera ay er. Es bueno volver. ¿Verdad?.

-Mucho. Siento que me perdí de tantas cosas por obstinada.

-No pienses en eso. Disfruta del presente Lex.- fuera Enrique preparaba todo para una

gran barbacoa, mi padre estaba sentado en la sala de estar exterior, jugando con Xander,
le lanzaba una pelota que él recogía encantado y la devolvía para volver a empezar, me
senté a su lado llevando dos copas de vino, le ofrecí una.

-¿Acaso nunca dejara de ser un cachorro?.- pregunto curioso.

-No lo creo y a tiene casi tres años y sigue igual. Además le encanta el agua, cuando
visitamos Valencia se la paso jugando en la play a.

-¿Cómo estuvo tú viaje a Málaga?.

-Mejor de lo que esperaba, dar el seminario fue fantástico y me dieron ganas de hacer
una maestría para poder enseñar.

-¡Eso es increíble Alex! Deberías ir por ello.

-Si cuando terminen las vacaciones volveré a la universidad. Y pensé en quizás poner

alguna especie de taller y estudio. Tengo que ver algunas propiedades, tal vez vender mi

piso, no lo he decidido.

-¿Y qué tal una galería?.

-¿Manejar una galería de arte?

-Por qué no, eres muy talentosa, tienes buen ojo y serviría para exponer tus obras.

-No es una mala idea. Debería ver que tan costoso es.

-Deberías abusar de tú herencia alguna vez.

-Sabes que no es mi estilo, pero gracias. ¿Y qué tal su segunda luna de miel en América?.

-Estuvo maravillosa, hacía años que no visitaba el rancho de Dallas. Lo hemos pasado de
miedo.

-Cuanto me alegro papi. ¿Estas nervioso por la operación?.

-Mentiría si digo que no, pero y a sabes, luchar hasta el último suspiro.

-Todo irá bien, eres el hombre más fuerte que conozco, y el más obstinado también.

Quería pedirte algo, tengo una amiga en Málaga, que estuvo conmigo en el centro en
Escocia, y necesita trabajo, ¿Crees que podrías darle algo en el hotel?.
-Claro, encontraremos un lugar para ella, dile que vay a a ver al gerente de mi parte,

luego le telefoneo para ponerlo al tanto.

-Vale, gracias papi.

Luego de la cena, me sentí de humor para darme un chapuzón, fui por mi bañador y

terminamos varios dentro de la piscina, las noches eran muy cálidas en esta época del

año. Incluso Xander se nos unió. Los días en la villa fueron maravillosos, disfrutamos de

cada uno de los beneficios de la casa, otros días nos íbamos a la play a, incluso utilizamos
el y ate para salir a pasear a alta mar. El tiempo en familia ay udo a afianzar los nuevos

vínculos, al punto que hasta Andy me caía bien, estar por convertirse en padre, había
cambiado sus prioridades, y y a no era el cascarrabias de siempre. También disfrutamos

de una tarde de chicas, donde aprovechamos para desabastecer las tiendas locales, mi
madre se dio el gusto de comprarme todo lo que se le ocurrió y y o la deje sin chistar, me

gustaba verla feliz. Y los chicos aprovecharon para ir al golf. Pero a la noche cenamos
todos juntos en un bellísimo restaurant local. Una de esas mágicas noches invite a Seba a
la piscina interior, todos dormían, así que estábamos completamente solos. Tome su

mano y nos metimos, el agua estaba perfecta. Cruce mis brazos en su cuello, y bese sus
labios, los lamí, los mordí y luego lo devore con mi lengua. Me cogió por el trasero y me
subió a su altura, enrede mis piernas en su cintura, sus dedos buscaron con desesperación

mi vagina, comenzó a acariciarme el clítoris, su boca abandono la mía para buscar mi


duro pezón, lo apretó, lo succiono y lo mordió, me arquee para él. Invitándolo a tomar
más de mí. Primero metió un dedo en mi interior, luego dos y finalmente tres. Los movió
con destreza, entraba y salía de mí, lamí su cuello, mordí el lóbulo de su oreja y jale de

su pelo con fuerza. Me llevo hasta la orilla de la piscina y me apoy o en los escalones,
corrió mi bañador y me penetro con extremada lentitud, el deseo me consumía y me
moví para agilizar la penetración. Él se sonrió y me beso profundamente. Entraba y salía

de mi a un ritmo torturador, mis uñas se clavaron en su espalda, y él se clavó hasta el


fondo en mí y me hizo soltar un grito de placer.

-Más, más duro, más fuerte.- ordene. Y así lo hizo, tomo un ritmo más vigoroso, clavo

sus dedos en mis caderas y las movió a voluntad. Sus penetraciones eran tan profundas

que me ardían. Tire mi cabeza hacia atrás y jadee con fuerza acompañando sus brutales
embestidas.

-Ámame… ámame Lex.- suplico y lo bese con pasión, mi cuerpo comenzó a tensarse y

mi vagina lo apretó, aumento considerablemente el ritmo hasta que me corrí, siguió por
unos movimientos más y salió de mí, me tomo del pelo y se corrió en mi boca. Nos

quedamos abrazados calmando nuestras respiraciones por un buen rato, luego volvimos a
la cama.

Nadie quería abandonar Son Vida para volver a Asturias, pero debíamos hacerlo, la
operación de papá estaba a la vuelta de la esquina, y si bien estos días lo habían ay udado
mucho a relajarse, aún había que pasar por ello. El día 16 volvimos a Oviedo. Dos días

después Seba, mi madre y y o acompañamos a mi padre a hacerse los estudios previos a


la intervención. Y por supuesto Sebastián estuvo al pendiente de todo, después de todo era

cardiólogo y mi padre valoraba su opinión. Al volver a casa, nos cambiamos y fuimos a


visitar la nueva casa de mi hermano, y a estaba terminada, era más grande de lo
necesario para una pequeña familia, pero lo sencillo rara vez acompañaba mi apellido.
Cenamos los cuatro juntos y luego disfrutamos de unos tragos en la alberca.

Finalmente llego el 20, el día de la operación de papa. La noche anterior apenas pude
dormir, me encontraba ansiosa, nerviosa y asustada, sabía que lo atendían los mejores
médicos del país, pero aun así, toda la situación me ponía los pelos de punta. Mis padres
salieron muy temprano para el hospital, debían ingresarlo. El resto de nosotros
desay unamos en la casa todos juntos. El ambiente era muy tenso, casi no decíamos
palabra. Apenas terminamos fuimos para el hospital. No estaba preparada para lo que vi

al abrir la puerta de la habitación, ver a mi padre conectado a diferentes maquinas, y con

cables pasando por todo su cuerpo me impacto, las piernas me temblaron y tuve que
sostenerme del umbral de la puerta para mantener el equilibrio. Pero trate de que mi

cara no refleje lo que me pasaba por dentro, no quería sumarle más tensión a todo lo que

él estaba pasando.

-¿Cómo te sientes papi?.

-Bien princesa. Me tratan como un rey.

-Eso ganas cuando un ala del hospital lleva tú nombre.- conseguí sacarle una sonrisa y
eso me ay udo a respirar más tranquila, me senté junto a su cama y tome su mano.

-Alex, eres mi orgullo princesa, te amo y te agradezco por haberme dado una nueva
oportunidad, pero quiero que me prometas algo…

-Detente Miller, no quiero escucharlo, no te despidas, tú estarás bien. ¿Me has oído?.- lo
interrumpí bruscamente.

-No es una despedida hija, pero si algo llegara a pasar, necesito de tú promesa para irme
en paz.

-¡Para y a! No puedes dejarnos, aún debes conocer a tú nieto.

-No planeo hacerlo princesa, pero solo quiero que seas feliz.

-Lo seré si tú no te despides de mí.

-Vale, nada de despedidas.


-Te amo papi. Siempre lo he hecho. Y gracias a ti por perdonarme. Volver a estar en sus

vidas es maravilloso.

-Te amo princesa.- mi hermana entro en ese momento para saludarlo antes de la cirugía,
solo podíamos entrar de a uno, por lo que tuve que salir del cuarto. Me senté en la sala de

espera, y note que mis manos sudaban y temblaban, Tomy también lo noto y enseguida

vino a mi lado y cogió mis manos entre las suy as.

-Necesitas calmarte.

-No puedo, estoy demasiado ansiosa.

-Lo sé, pero así no le harás ningún bien. ¿Quieres un café?.

-Quizás luego.- uno por uno entraban y salían del cuarto, los ojos de Ari estaban al borde

de las lágrimas cuando cruzo la puerta, y Mariano corrió a cogerla en sus brazos y tratar
de calmarla.

En ese preciso momento, necesite con urgencia a Dante, él tenía la habilidad de

calmarme, no sé muy bien cómo, pero conseguía hacerlo. Los brazos de Sebastián se
cerraron alrededor de mis hombros sacándome de mi ensoñación.

-¿Te encuentras bien?.

-Más o menos, estoy muy nerviosa. Pero necesito pedirte algo.

-Lo que quieras.

-Cuando todo comience, quiero que me cuentes paso a paso todo lo que estén haciéndole

en el quirófano.

-¿Estas segura de querer saber?.

-Sí, lo necesito, mi cerebro funciona así. Para poder estar tranquila, necesito saber cómo
funciona todo.

-De acuerdo, lo hare.- los enfermeros sacaron a mi padre del cuarto para llevarlo al

quirófano, todos volvimos a acercarnos a él, bese su frente.

-Te amo papi, recuerda que me has prometido luchar siempre. Estaré esperándote.- es lo

único que pude decir sin derramar una lágrima, me abrí paso entre mis tíos que también

habían llegado y salí a tomar un poco de aire. Respire profundo unas cuantas veces, no

era una persona que crey era en muchas cosas, jamás fui demasiado católica, ni tuve
mucha fe, de chica estaba fascinada por la mitología griega, aún lo estoy, pero en ese

entonces, creía sin ningún lugar a dudas en el olimpo y sus majestuosos dioses bañados
de oro. Recordaba como mi padre siempre decía que Zeus todo lo ve, y si le pedía lo

suficientemente alto, el me escucharía y me concedería cualquier deseo. Mire al cielo,


cerré los ojos, y desde el fondo de mi corazón, le rogué que dejara que mi padre salga

del quirófano vivo. Volví a entrar y me senté en el sillón más lejano del resto. No estaba
de humor para charlas sin sentido. Busque mi móvil, examine su nombre, me lo tuve que
pensar unas cuantas veces antes de volver a guardarlo. Seba se acercó a mí y como

prometió, comenzó a relatarme paso a paso lo que sucedía en el quirófano, tres horas
después, aún no teníamos noticias, mi tío Patrick vino con café para todos. Intente
tomarlo, pero no pude dar más de un sorbo. Tenía el estómago al revés. Finalmente casi

seis horas después de que lo hay an ingresado, un médico se acercó a nosotros.

-Bueno, la operación fue un éxito, el corazón estaba en muy mal estado, pero hicimos un
gran trabajo y si pasa las primeras 72hs tendrá una larga vida.- todos respiramos
aliviados, mi madre, Ari y Fany soltaron todas las lágrimas que tenían contenidas, todos

se abrazaron, y o apenas pude dejarme caer en el sofá, y sentí que al fin el aire entraba
en mis pulmones, pero al mismo tiempo sentí que estaba a punto de desmay arme.
Sebastián corrió a mi lado, tomo mi cara entre sus manos y me miraba como si estuviera
verde.

-Amor, bebe.- dijo mientras me llevaba una lata de cola a la boca. La bebí, sentía la
garganta seca por completo, y el dulzor de la bebida me sentó de maravilla,

inmediatamente sentí como la sangre volvía a mi rostro. Poco tiempo después, pasaron a

mi padre a la unidad coronaria. No nos permitían entrar, solo mi madre pudo ir a verlo.

Cuando llego la noche, Tomy insistió en que vay amos a comer algo a la cafetería del
hospital, siempre odie los hospitales, me traían muy malos recuerdos, pero accedí de

poca gana. Mis tíos se fueron a descansar, y Andy suplicó en que nos vay amos a la casa
a dormir, pero y o no estaba muy dispuesta a hacerlo. Pero finalmente cedi cuando mi

madre dijo que ella se quedaría con él, después de todo solo permitían una persona. Y
prometió llamar inmediatamente si había el mínimo cambio.

Volvimos a casa y fui directo al despacho de mi padre, busque el mismo sillón donde me
sentaba a diario cuando era pequeña, me envolví en la manta y el agotamiento me gano
y me dormí.

El sol me despertó y estaba en mi cama, suponía que Seba me había llevado hasta ahí.
Mire la hora y daban las 7am, me metí rápidamente a la ducha, luego baje a desay unar,

no desperté a Seba que dormía plácidamente. Andy se encontraba en la cocina tomando


un café.

-Buenos días Andy.

-Buen día Alex. ¿Has podido dormir?.

-Sí, lo último que recuerdo es estar en el sofá del despacho. ¿Y tú?.

-Casi nada, por suerte Xander me hizo compañía.


-Me alegro que hay a estado para ti. ¿Alguna noticia de mama?.

-Si, dijo que seguía estable y sin cambios.

-Supongo que eso es bueno.

-Eso creo. ¿Vas para el hospital?.

-Sí, apenas coma algo salgo para allí.

-Vale, y o te llevo.- desay unamos casi en silencio, Xander que notaba mi angustia se

acercó a mí y apoy o su cara en mis piernas, le di un pedazo del panecillo que estaba

comiendo y acaricie su cabecita y luego lo bese. No daban las 8am cuando salimos

rumbo al hospital, compramos un arreglo floral de camino, y y o llevaba uno de nuestros


libros favoritos, “La odisea de Homero”, esta noche planeaba quedarme a cuidarlo y se

me ocurrió leerle para matar el tiempo. Ni bien llegamos mi madre nos recibió con una
gran sonrisa.

-¡Se ha despertado! Lo han pasado a una habitación individual. Ya pueden verlo.- no tuvo

que decirlo dos veces que ambos nos metimos enseguida. Mi padre lucia unos 10 años
may or, tenía miles de máquinas alrededor, incontables cables salían de su cuerpo,

distintas sondas y vías salían de todas partes. El ruido de las maquinas me daba nauseas,
ágilmente volvió a mi cabeza la imagen que había bloqueado los últimos 5 años.
Recordaba estar en una habitación similar, durante tres días y sus noches, al lado de la

cama donde y acía Max, sentí que el corazón se me estrujaba en mil pedazos. Se me hizo
un nudo en la garganta e hice un esfuerzo tremendo para mantener la compostura.
Respire hondo, cerré los ojos y pase mi mano por mi pelo, en un intento por recobrar el
control. Me acerque a la cama y bese su frente con cariño. Y el abrió los ojos para mí.

-¡Hola papi! Gracias por cumplir tú promesa.


-Cielo, no puede hablar aún.- me advirtió mi madre. Yo asentí.

-Esta noche te cuido y o, no podrás hablar pero si oír, he traído tú libro favorito para

leértelo.- me miro con los ojos llenos de emoción y pestañeo para tratar de comunicarse.
A las pocas horas el resto de la familia comenzó a llegar y y o aproveche para salir un

rato por un poco de aire fresco. Estaba sentada en una de las bancas exteriores cuando

Mariano se me acerco, el salió a fumar un cigarrillo.

-¿Cómo te encuentras preciosa?.

-Bien, creo.

-¿Segura?.

-Estaré bien, ¿Cómo esta Ari?

-Con las emociones a flor de piel, ha pasado una noche pésima, no paro de llorar.

-Sí, suele ser la más sensible de la familia. Me alegro que te tenga cerca.

-Y y o de poder acompañarla.

-¿Le has contado de lo que paso entre nosotros?

-No preciosa, eso fue algo entre nosotros tres. No te preocupes.

-Vale, mejor así, no sé cómo lo tomaría. ¿Cómo está?.- Mariano entendió enseguida que
me refería a Dante.

-Está bien.

-Me alegro.- al llegar la noche les pedí a todos que se marcharan a casa a descansar y

y o me acomode a su lado, y comencé a leerle. Unos fuertes ruidos me despertaron de


golpe, varios médicos y enfermeros llevando un carrito entraron de repente a la
habitación. Me pare apresuradamente para tratar de ver qué pasaba y el libro cay ó a mis
pies. No entendía que ocurría, una mujer me saco del cuarto y me dijo que esperara

afuera, que dejara a los médicos trabajar. Me quede parada como una estatua de piedra
en la puerta. Mantuve la respiración y mi corazón comenzó a acelerarse. Unos segundos

después los médicos salieron y detrás llevaban la cama de mi padre.

-Ha sido un coagulo, debemos llevarlo de regreso al quirófano, su estado es muy

delicado pero haremos todo lo que esté a nuestro alcance.- solo pude asentir, bese a mi
padre en la frente mientras pasaba frente a mí, y le susurre al oído.

-Hasta el último suspiro papi.- vi como lo alejaban de mí. Entre al cuarto en busca de mi

móvil, daban las 3:45am llame a mi madre y le dije que necesitaban venir
inmediatamente, que papa había vuelto al quirófano. Llegaron a los pocos minutos.

El silencio reinaba en la sala de espera, y o solo podía mirar mis manos y concentrarme
en respirar. 1:30hs después, el cirujano entro en la sala.

-Lo siento, hemos hecho todo lo que pudimos, pero no hemos conseguido salvarlo.- eso
fue lo último que escuche, el seguía moviendo la boca, pero no conseguía oír nada. Mi
madre cay o de rodillas y Andy corrió a consolarla. Ari se abrazó a Mariano y lloraba

desconsolada. Tomy abrazo con fuerza a mi cuñada que parecía que iba a desmay arse.
Vi que Sebastián se acercaba a mí con los brazos extendidos.

-Amor, lo siento mucho.- repetía con la cara acongojada. Yo estaba absolutamente

congelada, no podía moverme, no podía hablar, y me costaba muchísimo respirar.


Intento alcanzarme con sus manos pero instintivamente di unos pasos atrás.

-No me toques ¡No me toques!.- fue lo único que pude decir, tome mi bolso y salí del
hospital. Comencé a caminar sin saber bien a donde me dirigía, sentí a Thomas

llamarme, pero no podía parar.


-¡Lexy detente!.- gritaba Seba detrás de mí.

-Déjame sola, vete.- corría tan fuerte como pude. Llegue a la calle y pare un taxi.-

¡Arranque!.- le ordene, el hombre manejo unos cuantos metros hasta que le indique la
dirección de la casa.

Cuando cruce la puerta, solo se escuchaban sollozos y llantos por doquier. Me metí en el

despacho, me hice una bolita en el sofá y me concentre en mi respiración, como si

tuviera que recordarme como respirar. Sentí enormes deseos de llorar, podía sentir las
lágrimas agolparse dentro de mí, y el nudo en la garganta listo para estallar, pero no pude

hacerlo. Temía que si empezaba y a nunca podría parar. Me vino a la mente la imagen de
una estatua de piedra. Fría, inmóvil, sin vida. Así me sentía. Mi padre se había ido, lo

había perdido, y a no lo vería más, rompió su promesa, me abandono. ¿Por qué ahora?
¿Por qué cuando recién lo había recuperado? ¿Cómo podía seguir ahora? ¿Por qué cada

hombre que amaba debía alejarse de mí? ¿Estaba condenada por alguna especie de
maldición? ¿Mi destino era estar sola?. Abrace mis rodillas contra mi pecho y hundí la
cabeza en ellos. Miles de imágenes comenzaron a pasar por mi mente. El recuerdo de mi

padre volviendo del trabajo y y o corriendo a sus brazos para que el me hiciera dar una
vuelta en el aire. El enseñándome a leer. Yo sobre su falda, escuchando atenta una
historia fantástica, de dioses y Titanes. Días de verano jugando en la play a de Palma. Mi

padre tratando de enseñarnos a Ari y a mí como jugar al tenis. Ese mismo hombre
jugando con Xander en el parque, viendo con entusiasmo mis fotografías, riendo en la
mesa, miles de recuerdos comenzaron a fluir como una cascada. La puerta se abrió de
golpe y y o me sobresalte, Tomy apareció.

-Sabía que estarías aquí.-dijo aliviado y se sentó en el suelo frente a mí. Solo se quedó ahí
en silencio, me conocía bien y sabía que debía hacer. Tecleo algo en su móvil y luego lo
guardo, Xander se nos unió se recostó a su lado mirándome con esos hermosos ojos
marrones. Nadie dijo nada, permanecimos así, en silencio. Inmóviles. Las horas pasaron
y finalmente él se puso de pie.

-Dime que necesitas Lex.- negué con la cabeza, no había nada que el pudiera decir o

hacer.

-¿Quieres estar sola?.- esta vez asentí, y abandono el despacho. Escuchaba distintos,

pasos, llantos, voces del otro lado. No pude moverme. Seba entro cargando una bandeja
de comida que no toque. Muy entrada la noche me dormí en ese mismo sillón.

-Lex, Lexy despierta.- Seba había vuelto, el sol apenas entraba por la ventana.

-Debes prepararte, el funeral comenzara a las 9am.-me levante del asiento y fui directo
a mi habitación, el me siguió en silencio. Me metí a la ducha y deje que el agua caliente
relajara la tensión de mis músculos. Cepille mis dientes, seque mi cabello y lo ate en una

cola de caballo. Tenía un aspecto terrible, pero no me importo, al salir mi madre estaba
parada al lado de la cama.

-Cielo ponte esto por favor.- dijo señalando un vestido negro que había sobre mi cama,
y o asentí.-He encontrado esta carta entre las cosas de tú padre que traje del hospital, es

para ti.- me extendió el sobre y salió. Lo mire con detenimiento, no tenía nada especial,
un sobre blanco en el frente escrito con letras grandes “Alex”, no tuve el coraje de

abrirlo y menos de leerlo. Me puse la ropa que mi madre había dejado, un vestido negro
hasta las rodillas con un pequeño volado en la cintura. Guarde el sobre en mi bolso,
busque dos monedas de plata de un cofre que mi padre me había regalado cuando niña.

“Siempre recuerda, el pago para el barquero” me había dicho el día que me entrego el

cofre lleno de monedas de plata. Me puse las gafas oscuras, tome el bolso de mano y
baje las escaleras. Me senté al pie de ellas y espere a que el resto esté listo, Xander se

acercó y me apoy o su frio hocico en la mejilla, apenas pude dibujar un intento de


sonrisa y acariciar sus orejas de terciopelo.

-¿Estas bien preciosa?.- pregunto Mariano con notada preocupación. Hice una mueca y

asentí.

-Cielo, necesitas comer algo.- dijo mi madre entre sollozos, pero y o negué con la cabeza.

Cuando todos estuvimos listos, nos subimos a las limusinas negras que nos esperaban en la
puerta. Me aferre con fuerza al pequeño bolso de mano que cargaba, Sebastián intento

coger una de mis manos, pero y o la saque de inmediato, no podía soportar el contacto
con nadie. El sollozo de todos me molestaba y trate de hacer oídos sordos, pero era

imposible. Deseaba estar sola en mi auto. En cualquier lado menos ahí. Llegamos a la
Catedral de San Salvador de Oviedo, donde se llevaría a cabo el responso de mi padre. El

lugar estaba repleto de gente. Baje del auto y me quede a un costado, no quería pasar por
la multitud ni recibir las condolencias de nadie. Sebastián se quedó a mi lado, vi que Caty
se acercaba y se abrazó a Thomas, hablaron por unos minutos, luego ella asintió y se

alejó, supuse que él le habría dicho que era mejor dejarme sola. Cuando la gente
termino de entrar, me adentre. Camine con la vista fija en el féretro de mi padre, que
estaba al pie de la cruz, rodeado de hermosas flores blancas y una gran foto de él, donde

se veía increíblemente guapo y lleno de vida. Llegue hasta la primera banca y me senté
en uno de los extremos, justo al lado de mi hermana, ella me miro llena de dolor y me
pidió la mano. Se la di. El obispo comenzó el oficio, hablo de la vida y la muerte, de la
aceptación de las decisiones de cristo, luego de la vida y obra de mi padre, pronto una

oración para acompañar a los dolientes, suponía que esos éramos nosotros. Después
invito a quienes quisieran decir unas palabras, el primero fue mi tío Michael, recordó la
niñez de ellos, y hablo del hombre que mi padre había sido. Luego fue mi tío Patrick,

quien se refirió a él como el mejor hombre que había conocido. Yo solo me pude sonreír
al escucharlo, aún recordaba las tremendas peleas entre ellos, pero por supuesto no era

momento de hablar de eso. Lo siguió mi hermano, hablo de él como padre y como su

guía y ejemplo a seguir, sus palabras fueron hermosas, y por ultimo mi madre subió. Su
discurso fue el más tierno y sentido de todos. Hablo de como la deslumbro apenas se

conocieron, de todos sus años juntos, del buen esposo que fue, y del éxito de su vida, y
termino diciendo “Pero lo que realmente lo convirtió en el hombre exitoso que fue, fueron

nuestros tres hijos, nuestro mayor orgullo”. Agradeció a todos por acompañarnos en este

momento y bajo. El obispo volvió a tomar el mando, y rezo un padre nuestro y otras
cosas más. Y luego invito a todos a dar el último adiós. Nosotros fuimos los primeros en

pasar, y a que se supone que después te quedes a un costado para recibir el pésame de
todos los asistentes. Primero fue mi madre, luego Andy y Fany, lo siguió Mariano
llevando entre sus brazos a Ari, para ay udarla a caminar, y luego fue mi turno. El cajón

estaba abierto y él se veía como si estuviera durmiendo plácidamente, toque sus manos y
estaban heladas, llevaba un rosario entre sus manos y eso me causo gracia, no recordaba
que alguna vez lo hay a visto tocar uno. Acaricie su rostro frio, tome de mi bolso las

monedas de plata, las bese y coloque una en cada uno de sus ojos, me agache y bese su
frente por unos minutos mientras acariciaba su rostro y le susurre al oído.

-Te perdono, sé que lo intentaste, sé que luchaste hasta el último suspiro. Ve en paz papi.
Voy a amarte hasta que mi corazón deje de latir.- cuando me enderece, mis piernas se
tambalearon, la respiración se me dificulto muchísimo, y empecé a hiperventilar. Me
aferre con fuerza al cajón y sentí que estaba a punto de tener un ataque de pánico. Tomy

y Seba inmediatamente estuvieron a mi lado para tratar de ay udarme, pero no estaba en


mí en ese momento.

-¡No, no me toquen! ¡Déjenme en paz!.- les grite. No me importo que media catedral

me oy era, como pude solté el cajón, y salí tan rápido como podía de ahí. Me abrí paso
entre la gente, y llegue finalmente afuera, intente respirar hondo pero no pude, mire

alrededor y vi un gran árbol a un costado, apoy e mis manos en él y pegue mi frente

sobre ellas, intente calmarme, respirar bien, pero me era imposible, sentí como las
rodillas se me vencían y caí arrodillada sobre la húmeda hierba. Unas fuertes manos me

agarraron por los bíceps, y me pusieron de pie, luego me giro y me llevo hasta su pecho,

me abrace a él, y escondí mi cara entre sus hombros, no sabía bien si estaba alucinando

o si realmente era Dante quien me sujetaba. Quizás mi mente lo imagino para mí,
porque lo necesitaba en ese momento. Entonces escuche su voz. Y comencé a llorar, las

lágrimas salían de mí a mares, el sollozo me dificultaba aún más respirar.

-Te tengo nena.- dijo en un tono dulce, y reconfortante. Pero y o no podía parar de llorar,
su contacto empeoro todo, y el llanto se volvió más violento. Me abrace con todas mis
fuerzas a él. Una de sus manos acariciaba mi espalda y la otra sostenía mi cabeza sobre

su pecho mientras besaba una y otra vez mi coronilla.

-Necesitas respirar nena, trata de controlarte.- me separo ligeramente de su cuerpo e

hizo que apoy e mi espalda sobre el árbol, tomo una de mis manos y la puso sobre su
pecho y así la mantuvo, mientras hizo lo mismo con la otra pero esta vez sobre mi pecho.

-Acompasa tú respiración con la mía Lex, concéntrate en mi voz, cierra los ojos. Siente
como el aire se abre paso a través de ti.- recordaba la misma situación mucho tiempo

atrás y en otras circunstancias, y como él había conseguido calmarme, obedecí. Y


lentamente empecé a recomponerme.

-¿Eres realmente tú?.- pregunte entre sollozos pero y a un poco más tranquila.
-Si nena, soy y o.

-¿Qué haces aquí?.- pregunte incrédula.

-Mariano me ha avisado y vine inmediatamente.

-Gracias. Siento haberte arruinado la ropa.- dije mirando su camisa mojada de mis

lágrimas.

-Es solo ropa.- respondió quitándole importancia. No podía parar las lágrimas y los

sollozos, entonces volvió a acercarme a su cuerpo y me mantuvo allí. No sé exactamente

cuánto tiempo paso, pero no me moví de sus brazos. Aunque quisiera hacerlo no podría.
Sentía que no podía poner un pie delante del otro sin volver a caer sobre la hierba.

-Nena, debes subir al auto para el entierro.

-No puedo, no puedo hacerlo.

-Si puedes, y te arrepentirás si no vas. Yo estaré contigo en todo momento, te lo


prometo.- asentí, no podía dudar de sus palabras, le creía ciegamente. Sabía que no me
dejaría, confiaba en él. Paso uno de sus brazos por mi espalda y me sostenía de la

cintura, cargando con mi peso y ay udándome a caminar. Y con su otra mano apretaba la
mía, tratando de darme el valor que necesitaba para afrontar todo esto. Llegamos hasta
las limusinas, pero no tenía el coraje de subirme.

-Llévame tú por favor.- le rogué entre lágrimas, el asintió y me dirigió hacia su auto.

Thomas nos alcanzó en un segundo.

-¿Lex cómo te encuentras?.- pregunto con nerviosismo.

-No puedo Tomy, no puedo con esto.

-Si puedes preciosa, sé que eres fuerte y podrás hacerlo.- dijo tratando de consolarme.
-No te preocupes Thomas, y o la llevare. No quiere ir en la limusina.- interrumpió Dante.

-De acuerdo Dante, síguenos de cerca. ¿Vale?.

-Claro.- Tomy se fue y Dan me ay udo a subir al auto dio la vuelta y subió el.

-Ponte el cinturón Lex.- ordeno y y o lo hice. Viajamos en silencio la larga peregrinación

de coches hasta el cementerio del Salvador. No quedaba lejos de la catedral, pero los

autos a paso de hombre la hacían infinita. Entre cambio y cambio tomaba mi mano con

dulzura y dibujaba pequeños círculos en mi palma. Rebusque en mi bolso, pero me había

terminado todos los pañuelos descartables, el saco un paquete de su bolsillo y me lo


entrego.

-Gracias.- dije aún conmovida por todo. Llegamos al cementerio, desabroche mi


cinturón y sin que me diera cuenta él y a estaba abriendo mi puerta, me ofreció la mano
para ay udarme a bajar del coche y volvió a aferrarme por la cintura, me apoy e en él.

Llegamos hasta el coche fúnebre y vi como mis tíos Patrick y Michael, mi hermano,
Tomy y sus hermanos Daniel y Fabián bajaban y cargaban el féretro con los restos de
mi padre. Trate de adelantarme hasta mi madre pero Dante me lo impidió. El mismo me

llevo hasta ella, y y o tome su mano y ella la beso con cariño. Miro a Dante con un
profundo agradecimiento en su mirada y el asintió. Mi tía Esther, madre de Tomy, se nos

unió y camino abrazada a mi madre. Ari iba unos pasos atrás acompañada de Mariano
que no se despegaba de ella. Al lado Sebastián abrazaba a Fany. Más atrás mi prima Eva
y su hermano mellizo Cristóbal iban de la mano de su madre, mi tía Carmen, aún eran
unos niños, apenas tenían 10 años y lloraban desconsoladamente. Llegamos hasta su

última morada, todos comenzaron a rodear el cajón, el obispo dio la misa del difunto y
cuando comenzaron a bajar el cajón, sentí que me iba a desmay ar, pero Dante no me
dejo caer, me giro y volvió a apoy ar mi rostro sobre su pecho y apretarme a él, no podía
mirar como sepultaban a mi padre, no podía imaginármelo metido en la tierra. Y la
histeria volvió a mí, mi llanto se hizo más audible, y mis sollozos más fuertes. Cuando
volví a mirar vi como Mariano luchaba para sostener a Ari, mientras Andy se esforzaba

por consolar a mi madre. El obispo llamo a que nos despidiéramos arrojando un poco de

tierra sobre el cajón, pero y o no pude moverme. Uno a uno fueron pasando, mi madre al
pasar por mi lado acaricio mi cabeza y me beso. Pero y o no podía recomponerme.

Ay udo a Mariano a llevar a Ariana. Y todos fueron pasando y diciéndome cuanto lo

sentían, escondí mi cara en el pecho de Dante y no respondí a nadie, él se encargó de dar

las gracias por mí. Yo solo los escuchaba y sentía como me palmeaban la espalda o

acariciaban la cabeza. De repente escuche la voz de Sebastián a nuestro lado.

-¿Tú la llevas a casa?.- pregunto a Dante con un tono resignado y triste.

-Sí, no te preocupes.- contesto él. Nos quedamos en esa posición hasta que los pésames

cesaron.

-¿Estas lista para despedirte de tú padre Lex?.- pregunto dulcemente mientras besaba mi
frente. Asentí y me llevo hasta el, mire con incredulidad el fondo de la fosa, y el cajón

con mi padre cubierto de tierra, y no lo soporte caí de rodillas y llore con más fuerzas
mientras maldecía a los dioses por quitármelo. Dante me abrazo con fuerza aún en el

suelo.

-Es injusto, no pueden llevárselo así, no puedo dejarlo aquí, solo.

-Lexy recuerda en lo que crees cariño, ahí hay solo carne y huesos, él no está más aquí.
Recuérdalo. Debes dejarlo ir nena.- me aferre a sus brazos a mi alrededor.

-Hasta pronto papi, siempre te voy a amar.- dije mientras arrojaba un puñado de tierra

sobre el cajón. Dante me puso en pie y me llevo hasta el auto, volvió a sentarme y luego
él se subió, ajusto mi cinturón y me acaricio con la y ema del dedo pulgar la mejilla
mojada de lágrimas. Viajamos en silencio. No sé cómo supo la dirección de mi casa
pero llego hasta ella. Me ay udo a bajar.

-¿Estarás bien Lex?.- negué con la cabeza.

-Quédate por favor.- el asintió y entramos a la casa. Mi madre se dirigía hacia el salón

cuando nos vio.

-Gracias Dante, no tengo palabras para agradecerte.- dijo mi madre tomando una de las

manos de Dan entre las suy as con dulzura.

-Siento mucho tú perdida Amparo. Y no tienes nada que agradecerme.

-Iré al tocador, estas en tú casa.- le dije a Dante mientras lo soltaba y me dirigía al baño.

Mi madre cogió su brazo y lo acompaño hasta el salón donde estaba el resto de la


familia. Me mire al espejo y lucia salida de una película de terror, los ojos rojos e
hinchados, mi nariz roja. Lave mi rostro unas cuantas veces. Volví a atarme el pelo y

trate de recobrar la compostura. Al pasar por el despacho simplemente me volví a


recluir en él. Me quite los zapatos, deje el bolso sobre una de las mesas bajas y comencé
a recorrer la estantería llena de libros, luego su escritorio y me senté en su silla. Todo me

parecía de mentira, como si no estuviera pasando. Como si fuera una pesadilla, cruce
mis brazos sobre el cartapacio y deje caer mi cabeza sobre ellos. Todo el lugar olía a mi

papa, una mezcla de madera, cuero y whisky. Las lágrimas comenzaron a caer otra vez,
aunque de forma más tranquila, como si y a no me quedaran fuerzas para llorar. La
puerta se abrió, levante mi cabeza para ver quién era, y vi a Dante entrar cargando una
bandeja con un sándwich y un vaso, acompañado de Xander. Cerró la puerta a su

espalda.
-Me han dicho que no comes bocado hace dos días.- dijo con tono de reprimenda.

-No tengo hambre.

-No pregunte si tenías. Debes comer.

-No puedo pasar bocado.

-Has un esfuerzo nena, vamos.- dejo la bandeja frente a mí, Xander se acercó a darme

unas muestras de cariño que acepte de buena gana.

-Gracias pequeño, también te amo.- dije mientras me abrazaba a su enorme cabeza.

-Es un bello despacho.- dijo mientras recorría de punta a punta la estantería repleta de
libros.-No tenía idea de que a Richard le gustara la historia.

-Sí, compartíamos el amor por la historia y la mitología. De hecho el me lo pego a mí.

-¿Has leído todos?.

-La may oría, algunos son nuevos, y y a sabes, no estuve por aquí los últimos años.

-Come.- no fue precisamente una petición, tome un pedazo con los dedos y me lo lleve a
la boca y me esforcé por retenerlo. No le había prestado atención anteriormente y esta
vez pude notar que llevaba una barba, algo crecida pero prolija y el cabello algo más

largo de lo normal. Vestía un traje sobrio y negro, con camisa blanca y corbata fina
negra.

-Te has dejado la barba.- exclame curiosa.

-Sí, la llevo hace un tiempo. ¿Son tus fotografías verdad?.- pregunto señalando la pared de
enfrente que mostraba todas mis fotos.

-Sí, mi padre las coleccionaba desde mis comienzos, hay una foto de cada una de mis
exposiciones.
-¿Lo sabias?.

-No, me entere cuando volví a casa para el casamiento de Andy. Resulta que siempre

estuvo al pendiente de mí y contrato un comprador para hacerse de ellas sin que y o lo


supiera.

-Se nota que estaba orgulloso de ti Lex.

-Eso espero.

-Al menos este último tiempo has podido disfrutarlo nena, quédate con eso. ¿Le han dicho

a tú abuelo de lo ocurrido?.

-¿Sabes de mi abuelo Richard?

-Conozco a tú familia hace un buen tiempo.

-Mi tío Patrick lo ha ido a visitar para contarle de la operación, pero ha dicho que el

Alzheimer lo llevo por completo, así que no creo que sepa.

-Supongo que es mejor así. Debe ser duro perder un hijo.

-Sí, supongo que llevas razón.- se sentó enfrente de mí y cruzo los brazos sobre su pecho
y se cruzó de piernas.

-Termina el sándwich.- volvió a ordenar.

-¿Y qué tal tú vida?

-Bien, no te preocupes por mí.

-¿Y tú familia?.

-Mi padre está bien, ha conseguido novia finalmente.

-No me lo creo, que alegría.


-Lauty bien, cambio de novia la nueva se llama Julieta y Euge anda rompiendo

corazones y dándome dolores de cabeza.

-Mándales mi cariño.

-Lo hare.

-¿Cuándo volverás a Madrid?.

-No lo he decidido aún.

-No sé cómo agradecerte que hay as venido hoy, no lo habría logrado sin ti.

-No tienes que agradecerme nada, y estoy seguro que te las hubieras arreglado, pero me
alegra haber estado para ti.

-¿Te hospedas en el hotel?

-Si es una de las ventajas de hacer negocios con tú familia. Hospedaje gratuito.- sonreí

ante su comentario. Finalmente me metí el último bocado a la boca. Xander se fue hacia
él y apoy o sus patas delanteras sobre sus piernas y lamio su cara mientras movía su cola.

-Está feliz de verte.

-Yo también te he extrañado grandulón.- dijo mientras le rascaba detrás de las orejas.-

Ahora el jugo.- volvió a ordenarme. Lo bebí entero.

-¿Feliz?.

-Buena chica. Ahora deberías descansar Lex, necesitas reponer fuerzas.

-Estoy segura de que no podre pegar un ojo.

-Si no lo intentas, no lo sabrás, venga, ve a la cama y descansa. Lo necesitas.

-Eres un mandón sin remedio.


-Creí que lo tenías claro nena.- me guiño un ojo mientras me levantaba de un brazo de la

silla. Salimos del despacho y me encamino a las escaleras.-Mañana vendré a verte si así
lo deseas.

-Si quieres.

-Vale, ahora obedece y ve a recostarte y trata de descansar.- me beso la frente y me

insto a subir las escaleras. Subí y me metí al cuarto, la verdad es que sentía el cuerpo

muy pesado y me dolían todos los músculos, me tire en la cama y en algún momento
me quede dormida.

Cuando desperté daban las 2:30am, Sebastián dormía a mi lado, y o aún llevaba el vestido
puesto. Me metí al baño para darme una ducha, y la tristeza volvió a golpearme. Me

senté en la bañera, abrace mis rodillas en el pecho y deje que el agua cay era sobre mí,
llore y llore. Era una mezcla de mucho dolor, y culpa, culpa por los años desperdiciados,

por haber renegado de quien era, por perderme de tantos lindos momentos que y a nunca
volverían. Necesitaba anestesiarlos, no quería sentir la pérdida, no podía soportar el dolor.
Busque algo de ropa, cogí un pantalón de verano, una musculosa, las sandalias, el bolso y

salí. Tome unas llaves de la cocina y me dirigí al garaje, apreté el botón y el Porsche de
mi hermano sonó, me monte en él y salí de la casa. Comencé a dar vueltas por el centro

de Oviedo, hasta que finalmente en una esquina, encontré lo que buscaba, compre una
pequeña bolsa y me fui. La cabeza me abrumaba, pensaba miles de cosas a la vez y no
podía concentrarme en ninguna, quería hacerlo, lo necesitaba, pero una parte de mí se
negaba a volver a caer en viejos hábitos. Finalmente estacione en el hotel.

-Buenas noches ¿En qué habitación se encuentra Dante Navarro?.- pregunte a la


recepcionista.

-No puedo darle esa información señorita.- se disculpó ella sin saber quién era y o, tome
mi identificación del monedero y se la ofrecí.

-¿Qué tal ahora?.

-Señorita Miller, lamento mucho su perdida, todos vamos a extrañar al señor Miller.

-Gracias. ¿La habitación?

-El señor Navarro se hospeda en la suite presidencial.- me dirigí velozmente hacia allí.

Golpee la puerta con vehemencia, una y otra y otra vez, hasta que finalmente abrió.

Tenía cara de dormido, el cabello alborotado, no llevaba camiseta, solo un pantalón de

dormir que se ajustaba a su cintura baja.

-Siento molestarte Dan, no sabía dónde más ir.

-¿Lex? Pasa.- me guio hasta la sala y me senté en el sillón él se acomodó a mi lado.

-Lamento haberte molestado, realmente no lo pensé bien.

-Está bien nena. ¿Qué haces aquí?

-Necesitaba salir de la casa, necesito… no puedo con esto Dan, no puedo con el dolor.

Necesito que se apague.- dije entre lágrimas. El tomo mis manos con cariño y clavando
sus hermosos ojos azules en mí, dijo con voz calmada.

-¿Has consumido Lex?.

-No, aún no. Pero quiero, lo necesito.

-No nena, no lo necesitas, solo quieres escapar. Debes enfrentarlo, debes sentirlo. Siente

el dolor Lex, llora, ponte triste, tanto como lo necesites, un día despertaras y y a no dolerá
tanto, cada día será más llevadero, hasta que puedas vivir con él.

-No creo que pueda.

-Eres más fuerte de lo que crees, sé que podrás. Esto solo será momentáneo.-dijo
tomando la bolsa de mi mano.- Cuando el efecto pase, el dolor seguirá ahí. No puedes
huir para siempre nena. Ven conmigo.- me tomo de la mano y me llevo hasta el baño.-
Tienes dos opciones, es tú decisión, puedes tomarla ahora aquí, delante mío, o puedes

arrojarla. Tú decides.

-Dante, y o…- no pude terminar la frase, puso la bolsita sobre la palma de mi mano y

espero pacientemente, quería hacerlo, necesitaba hacerlo, pero sabía que el llevaba
razón, solo sería huir, como lo he hecho siempre. No podía seguir escapando de mí, de

mis demonios, de mis miedos, de mis falencias. Respire hondo, cerré los ojos, y tire la

bolsa de cocaína por el inodoro. Y luego jale la cadena.

-Buena chica.- dijo dulcemente mientras me abrazaba con fuerza y besaba mi coronilla.

Luego volvimos al sillón.

-Gracias, otra vez.

-Aquí estoy para ti Lex. No lo dudes. Necesitas un trago.- se levantó y fue hasta el
miniar, pegue mis rodillas al pecho y abrace mis piernas, siempre encontraba algo de
alivio en esa posición, como si me comprimiera de alguna manera.

-Bebe, te sentara bien.- me ofreció un vaso de ron con cola. Y lo bebí lentamente. Seco

las lágrimas que rodaban por mis mejillas con la y ema de su pulgar.

-Soy un completo desastre.

-No, no lo eres, solo sientes mucho dolor, y es lógico.- él estaba ahí para mí, como había
estado siempre, agradecí a Afrodita por haberlo puesto en mi camino, aún lo amaba, lo
amaba con locura, solo él podía calmarme, consolarme y hacerme sentir mejor. Me di
cuenta de cuanto lo necesitaba, de cuanto lo extrañaba, de que solo era y o cuando estaba
con él, podía ver a través de mí, y sabía exactamente como llegarme. Siempre lo supe,
desde el primer momento que puso sus ojos en mí. Lo sentí ahí y lo sentía ahora. Había

visto mis demonios de frente y no huy o, los enfrento, los venció, conocía mi lado más
vulnerable y no lo asustaba. Desee con todas mis fuerzas besarlo, tomarlo en mis brazos

y sentirme suy a una vez más, que todos los pedazos de mí se volvieran a unir en sus

manos.

-Sera mejor que me vay a.- dije en un único momento de sensatez.

-Yo te llevare.

-No hace falta, he tomado un auto de casa.

-No quiero que manejes en este estado. No discutas conmigo Lex. Te llevare. Deja que

me vista.- se levantó, primero despertó a Félix y le dijo que saldríamos, que debía
seguirlo en el auto y luego se metió a su cuarto. Me quede ahí inmóvil. Apure la copa en
mi mano y luego volvió llevando una sudadera negra y zapatillas.

-Vamos nena.-tomo mi mano y caminamos hasta el ascensor. Una vez dentro soltó mi

mano solo para acobijarme en sus fuertes brazos. Su aroma me calmaba. Me traía una
especie de paz interior, como si todo fuera a estar bien. Entregue la tarjeta al valet y
enseguida trajo el auto, tomo las llaves de mi mano e hizo una seña a Félix que estaba

detrás de nosotros.

-Si chocas el auto de Andy, va a asesinarte.- rió de forma descarada y burlona.

-¿A esto llamas auto?.

-¿Acaso no lo es?.

-No nena, es solo un juguete caro. Le haría un favor si lo choco.- amaba su arrogancia,
me divertía. Me hacía desearlo aún más. <<Piensa en Sebastián>> me recordé a mí
misma. Llegamos a la casa y abrió la puerta del auto para mí y me entrego la llave.
-Gracias por traerme. Sueno a disco ray ado, no sé cuántas veces más puedo

agradecerte.

-Deja de hacerlo.

-Lo intentare.

-Vendré a verte luego. Trata de estar tranquila. ¿Vale?.

-Claro. Descansa.- me beso la frente y se subió a su auto. Lo vi marcharse y luego me

metí. Apenas amanecía, me metí en la sala familiar y busque los viejos álbumes de

fotos, me senté en el suelo a mirarlo. Pase horas en ello, hasta que mi madre entro al
salón.

-Hola cielo. ¿Has podido dormir algo?.

-Si mami, solo desperté temprano.- se acercó a mí y beso mi coronilla, miro por encima
de mi hombro y sonrió con cariño al ver la foto de mi padre y ella, bailando en una
fiesta.

-Que guapo era mi esposo. Sabes, en la universidad todas las chicas morían por él, pero

este hombre de aquí, solo tenía ojos para mí. Y y o me sentía como una verdadera
princesa.

-Hacían una bella pareja.

-Ven cielo, acompáñame a desay unar.- fuimos hasta el comedor formal y María estaba
poniendo la mesa para el desay uno. Nos sentamos y nos dispusimos a servirnos, café y
una rebanada de budín fueron mi elección.

-Buenos días.- dijo Andy sumándose a nosotras, beso a mi madre con amor en la frente
y se sentó.
-Buenos días cariño. ¿Dormiste bien?.- le pregunto mi madre.

-Como pude.

-¿Fany cómo se encuentre?.- dije preocupada por la salud de la embarazada.

-Está un poco más tranquila, la deje seguir durmiendo.- contesto el pero no pudo

esconder la preocupación en su voz.

-A las 10am debemos estar en la oficina central. Francisco nos espera para leer el

testamento de tú padre. Se ha exigido la presencia de ustedes dos, Ariana, tus tíos Patrick

y Michael y y o. Nadie más puede estar.- decía mi madre poniéndonos al corriente.

-¿Y de que se trata?.

-Es por la empresa Alex.- interrumpió mi hermano, asentí de poca gana, la verdad no

me interesaba lo que tengan que decirme, pero no haría una escena. Pronto el resto
comenzó a bajar para tomar el desay uno, cuando acabe me excuse bese a Ari en la
cabeza al pasar por su lado y volví al salón a mirar las fotos. Al rato Ariana apareció.

-¿Qué haces?.- pregunto curiosa.

-Miro viejas fotografías.

-¿Recuerdas cómo le gustaba a papa hacer esos videos caseros cuando niños?

-Lo había olvidado, cargaba la bendita cámara a todas partes.- ambas reímos al unísono.

-Las grabaciones deben estar por aquí.-Ariana comenzó a rebuscar entre los estantes

hasta que las encontró.- ¿Quieres verlas?.

-Claro, ponlas.- ambas nos acomodamos en el suelo y ella tomo mi mano en busca de
apoy o y y o se la di. El video comenzaba con una toma de Ari, tratando de saltar del
trampolín de la piscina, pero tenía miedo y mi padre la alentaba a hacerlo. “No temas
pequeña, yo estoy aquí” decía. Hasta que ella lo hizo y luego la aplaudió mientras la

ovacionaba. Luego era mi turno al salto, no parecía que tuviera miedo. “Venga

campeona” grito mi padre y salte sin titubeos. Luego Andy. “Demuéstrales hijo”

arremetió mi padre y este se zambulló de bomba. “Ahora es tú turno” decía a mi madre

mientras giraba la cámara hacia ella. Pero no quería saber nada de mojarse, así que

tomo la cámara de mi padre y ella lo insto a que salte. Y lo hizo “Así lo hace un

profesional” dijo antes de saltar, y lo hizo de clavado, luego jugo con nosotros en el agua.

Las risas se multiplicaron en la sala, mire a mi alrededor y todos estaban ahí mirando

con lágrimas en los ojos. Las cintas eran mezclas de distintas filmaciones caseras,
muchas de cuando éramos pequeños, sobre todo de vacaciones, también habían algunas
de cuando ellos eran novios, otras de el en la universidad. Nos entretuvimos con ellas

hasta que llegó la hora de ir a la empresa.

Mi madre, Andy, Ari y y o llegamos hasta las oficinas, y luego de tener que aguantar el
saludo y las condolencias de muchas personas, finalmente llegamos a la sala de juntas.

Donde nos aguardaban mis tíos y Francisco. Él era el abogado de la familia, y el mejor
amigo de mi padre, se conocieron en la universidad y desde entonces han estado juntos,

se querían tanto que incluso era el padrino de Ariana. También había sido nombrado
albacea de su testamento. Luego de los saludos y abrazos, nos sentamos con él a la
cabecera ocupando el lugar de mi padre. Y comenzó a leer su voluntad.

-Yo, Richard Miller III, en pleno uso de mis facultades y de mi puño y letra, en carácter de
presidente de la junta directiva de Miller Enterprise, haciendo uso de mis obligaciones,
designo como nuevo presidente de la junta, a mi hijo Andrés Miller, en consideración a su
juventud, estipulo un año de prueba, si la junta considera al cabo de esa fecha limite, que
no cumple debidamente con sus obligaciones, se abrirá una votación para elegir un nuevo
presidente.

Así mismo otorgo mis acciones a mis tres hijos Andrés, Alexandra y Ariana, y a mi esposa

Amparo en partes equitativas, siendo cada uno libre de hacer con ellas lo que mejor
consideren, sin obligación a permanecer en la junta, pudiendo vender las mismas, o

nombrando un guardián. A mi esposa Amparo Vázquez Miller, la dejo a cargo de todos

nuestros patrimonios maritales y que haga de ellos lo que mejor considere. El resto de mis
patrimonios se dividirán entre mis tres hijos de forma equitativa. Esa es mi última voluntad.

Richard Miller III.

Podía escuchar a mis tíos indignados discutir sobre la decisión de mi padre, mi madre
agradeció y abrazo a Francisco, mi hermana y y o felicitamos a Andy por su nuevo

cargo en la empresa. Ambas nos quedamos a un costado mientras todos ellos hablaban
de temas de negocios. Y podía escuchar como mi madre defendía la decisión de su

marido.

Cuando volvimos a casa, todos nos esperaban, pude ver que Mariano hablaba con Dante
en un costado de la sala.

-Hola Dan.

-Hola nena, ¿Cómo ha estado?.- dijo mientras me tomaba en brazos y me besaba la


frente.

-Un montón de palabras que no entiendo ni me interesan, pero creo que bien.

-Necesito hablar contigo un momento.

-Claro, sígueme.- le dije mientras nos encaminábamos al despacho de mi padre. Cerró la


puerta a su espalda.

-¿Cómo te encuentras?.
-Algo más tranquila.

-Mejor así. Escucha Lex, surgió un problema y debo volver a Madrid de inmediato, pero

regresare si así lo quieres.

-No Dan, no te preocupes, estaré bien y pronto regresare a Madrid también.

-Vale. Pero necesito que hagas algo por mí.

-Lo que quieras.- dije sin pensármelo dos veces.

-Prométeme que me llamaras o buscaras si me necesitas, siempre estaré para ti nena.

-Lo sé, te lo agradezco.

-Promételo. Y si no es a mí, promete que buscaras a Tomy o a quien sea, pero no lo

harás sola. ¿Vale?.

-Lo prometo. Puedes ir tranquilo.

-No hagas ninguna tontería.

-Vale. Que tengas buen viaje.

-Cuídate nena.- me abrazo y se despidió con un beso en la frente. Cuando salimos del

despacho mi madre hablaba con Mariano y Caty en el recibidor.

-¿Te quedas a almorzar Dante?.- pregunto mi madre.

-No Amparo, me encantaría pero debo volver de forma urgente a Madrid.

-¿Podemos ay udar en algo?.- volvió a arremeter

-Te lo agradezco, pero no te preocupes, lo solucionare de inmediato.

-Bueno, gracias por venir Dante.

-Me alegra haber sido de ay uda.- se despidió de mi madre y camino hasta la puerta.-
¿Lista Caty ?.- mire a Caty con curiosidad.

-¿Te vas?.

-Si Dante generosamente me ha traído y se ofreció a llevarme de vuelta. Si quieres me


quedo.

-No, ve, en unos días estaré de regreso.

-Vale, llámame. Y cuídate.

-Igual tú. Que tengan buen viaje.- nos dimos un fuerte abrazo y ambos se marcharon.

Durante el almuerzo les contamos al resto lo que había pasado con el testamento.

-¿Ya saben que van a hacer con las acciones de la empresa?.- pregunto mi madre.

-Quisiera que Andy me represente en la junta, si acepta.

-Sería un honor Alex. Gracias por la confianza.

-Si papa confió en ti para llevar adelante la empresa, también y o.

-Y y o.- añadió Ariana.

-Gracias a ambas, hare lo mejor que pueda y las mantendré al tanto de todo.

-¿Y qué piensan hacer con las propiedades?.- volvió a decir mi madre.

-¿Podemos hablar de eso en otro momento?.- contesto Andy para mi sorpresa.

Al terminar el almuerzo subí a mi habitación, y me tire en la cama, al rato Seba entro.

-¿Puedo?.- pregunto con un hilo de voz.

-Por supuesto, ven siéntate conmigo, necesito hablarte.

-Tú dirás.-sus ojos lucían tristes y desalentados, sentí que mi pecho se estrujaba, le había
hecho daño, aún sin quererlo.
-Siento mucho todo lo que ha pasado, si te he lastimado, créeme que no fue mi intención,

no supe cómo manejarlo.

-Tranquila amor. No tienes que disculparte, si Dante te ha ay udado, solo puedo estar
agradecido por su presencia, lo que importa ahora es que tú estés bien.

-Eres un hombre increíble Seba, gracias por entenderlo.- dije mirándolo a los ojos,

estaba siendo completamente honesta, le di un beso en los labios. Y me recosté en su

pecho.

Los días pasaron y estar en la casa comenzaba a afectarme, recordaba y veía a papa por
todos lados, decidí que era momento de volver a casa, busque a mi madre para hablar
con ella.

-Mami, necesito volver a Madrid, no puedo seguir aquí, es demasiado duro, espero que lo
entiendas.

-Claro que lo entiendo cielo. Todos debemos continuar con nuestras vidas, por duro que

sea.

-¿Estarás bien aquí sola?.- la casa era demasiado grande y estaría demasiado tranquila,

una vez que todos nos fuéramos y me preocupaba mi madre.

-Sí, no debes preocuparte por mí.

-Podrías venderla y mudarte a Madrid con nosotras.

-No cielo, jamás podría vender esta casa, aquí construimos nuestras vidas. Además
pronto nacerá mi nieto y quiero estar cerca.

-Vale, lo que tú decidas. Pero ven a visitarme pronto. ¿De acuerdo?.- ella prometió
hacerlo y me quede más tranquila al saber que Ari se quedaría por un tiempo más a
hacerle compañía. Antes de marcharme mis hermanos y y o decidimos que no

separaríamos las propiedades, que las compartiríamos, estarían ahí para quien quiera
usarlas. Un peso menos. Sebastián, Xander y y o abordamos el avión privado de regreso

a Madrid.

De vuelta en casa, Seba volvió de inmediato al trabajo, tenía que ponerse al día con sus

pacientes. Por lo que pasaba la may or parte del día sola. Aún no salía de la casa, y no
estaba muy dispuesta a ver a nadie, Caty y los chicos venían a verme de vez en cuando,

pero no estaba realmente de humor para ellos, Thomas pasaba todos los días a verificar

que siga viva. Pasaba los días en pijama y solo sentada en el balcón de la casa, los días se

convirtieron rápidamente en semanas. Hacía casi un mes que no teníamos sexo, apenas
nos hablábamos. Y notaba como el comenzaba a hartarse de la situación. Era lógico, y o

estaba en lo mismo. Estar con un zombi no era el mejor plan de todos. Estábamos en la
cama, entrada la noche, Seba miraba la tele, y y o estaba de costado dándole la espalda,
aún no dormía, pero últimamente esta era mi vida. Corrió mi pelo con una de sus manos

y beso mi cuello, con la otra comenzó a acariciarme desde las costillas hasta el vientre.
Detuve su mano. Y me gire.

-Lo siento Seba, no esta noche.

-Nunca es esa noche. ¿No estas cansada de todo esto?.

-Créeme no estaría así si pudiera elegir.

-Si puedes, solo que no quieres, prefieres estar aquí metida todo el día, y sentir lastima
por ti misma, que intentar seguir con tú vida.

-¡Ya, para!.

-No Lexy, me canse, es claro que jamás me miraras como a él, nunca me amaras como
lo amas a él. Y mi amor por ti no es suficiente para los dos, y no sé qué más hacer, no lo

merezco.

-Lo siento, y o te quiero, te quiero mucho y sé que mereces algo mejor que lo que puedo
darte. Pero soy egoísta, no puedo dejarte.

-Bien, entonces y o lo hare por ti.- me largue a llorar, no sé si de tristeza, de alivio, de

cansancio. Solo sentía que debía terminarse, pero no tenía el valor de hacerlo.

-No sabes cuánto lo siento.

-Lo se Lex, y o también lo siento.- nos abrazamos y nos quedamos así por un buen rato.
Luego se levantó y fue a dormir al cuarto de invitados. Me quede ahí echa un bollo en la

cama y entre lágrimas y sollozos me dormí.

A la mañana siguiente cuando desperté, y a se había ido a trabajar, tome un café, y


comencé a empacar mis cosas.

-Volvemos a casa pequeño.- dije a Xander que me miraba ansioso.

Me tomo un par de días recoger todas mis cosas, pero finalmente el viernes a la noche

tuve todo listo y cargado en el camión. Le entregue su llave a Sebastián, y me colgué de


su cuello. El me abrazo con fuerza.

-Realmente lo siento, siento que no hay a funcionado, lo intente. Espero que no me odies.-
dije con un hilo de voz.

-Jamás podría odiarte. También siento que no hay a funcionado. Cuídate y recupera tú
vida Lex.

-Cuídate. Recuerda que siempre te quise y siempre te querré, espero que encuentres una
mujer que pueda amarte como lo mereces y te haga muy feliz.- esa fue la última vez
que lo vi. No mire atrás.

Cuando terminamos de bajar todas las cosas de vuelta al piso, respire hondo, me sentí

liberada.

-Otra vez, solo tú y y o pequeño.- dije a Xander mientras me sentaba en el suelo y lo

abrazaba.

Estaba a punto de desembalar las cosas para volver a ponerlas donde pertenecían cuando

encontré la carta que mi padre me había dejado luego de morir, y que no había tenido el

valor de leer. La mire por un buen rato, mientras la recorría una y otra vez haciéndola
girar en mi mano y sin conseguir abrirla. Cerré los ojos, respire hondo un par de veces y
finalmente la leí.

Mi princesa querida:

No me has dado la oportunidad de poder decirte esto mirándote a los ojos, así que si no

supero la operación hay varias cosas que necesito que sepas y otras que me prometas.

En primer lugar, lamento haber roto mi promesa de volver a ti princesa, pero quiero que

sepas que no me iré sin luchar.

Siempre has sido una guerrera, fuiste la única que me dio pelea siempre y te agradezco
por eso, por ayudarme a ser un mejor hombre, por mostrarme que hay otro modo de hacer
las cosas, gracias por haberme perdonado y reglarme esta segunda oportunidad de ser tú
padre.

Tú y tus hermanos son mi mayor logro y satisfacción. Y nada me haría más feliz que ver
que ustedes sean felices. Pero esta vez me has decepcionado princesa.

Yo no crie una mujer que se conforme con lo que la vida le da, yo crie una guerrera, una
luchadora, una mujer extraordinaria. Se eso princesa. Lucha, jamás te detengas, jamás te
conformes, siempre ve por lo que quieres.

Necesito que me prometas que buscaras lo que mereces, y que no te conformaras con

menos.

Estoy muy orgulloso de ti, ahora tomate tú tiempo, llora, ponte triste, enójate y luego sigue

adelante. Se extraordinaria, como siempre.

Con todo mi amor. Papa.

No pude contener las lágrimas mientras leía la carta de mi padre. Tenía más fe en mí

que y o misma. Se lo debía, él tenía razón, había criado una luchadora, y y a me había
tomado mi tiempo de duelo, era hora de salir y seguir con mi vida. Lo haría sentir

orgulloso, perseguiría mis sueños y no dejaría que nada me detenga. “Se extraordinaria”

retumbo en mi mente una y otra vez. Era momento de seguir adelante. Guarde la carta

en el sobre otra vez, busque en una de las cajas y encontré mi cofre de los deseos, uno
muy antiguo que había traído de Grecia. Metí el sobre en él y me despedí de mi padre.

-Lo seré papi, lo prometo.- dije mientras besaba el cofre y lo reubicaba en la estantería.

Me tomo unos cuantos días desempacar todo. Pero finalmente volvía a ser mi casa, mi
hogar, mi lugar en el mundo. Una vez termine, me prepare un baño de burbujas, me
hundí en la espuma, cerré los ojos y deje que mi cabeza se despejara de todo, tenía

muchos planes para mí. Hice una lista mental:

Anotarme para la maestría.

Buscar un local que pueda funcionar como galería, oficina y estudio.

Comenzar una nueva colección.

Salí del baño, me puse un vestido ligero y corto de color verde, que se ataba al cuello,
unos zapatos de canutillos de varios colores, me maquille, recogí mi pelo en una trenza de

costado, tome mi bolso y salí. Temprano me había llegado un mensaje de Sofi


invitándome a la presentación de su nuevo libro y no había contestado. Pero sabía que

todos estarían allí.

La presentación se realizaba en la librería de Caty, maneje hasta allí y cuando llegue,

todo se veía magnifico, y mis amigos estaban allí, me abrí paso entre la gente y me
abrace a Tomy.

-¿Lexy ?.- pregunto con desconfianza.

-Si Tomy, soy y o.

-¡Que alegría que hay as venido!.

-Ha terminado. A partir de hoy retomo mi vida.

-Me alegra escuchar eso preciosa.- Caty Paco Marco y Sofi se nos unieron, después de
la tanda de abrazos, nos pusimos al día, mientras esperábamos que Sofi comience la

lectura. Una vez todo concluy o nos fuimos a “Lo de Paco” a festejar. Los chicos habían
preparado el lugar especialmente para el festejo de Sofi, comimos, bebimos, hablamos,

reímos, bailamos. Y por primera vez en mucho tiempo me sentí y o otra vez. Don´t Love
Me de Moby comenzó a sonar, y solo pude reír, era irónico, me recordaba a Dante. Caty
me miro curiosa.

-¿Qué es tan gracioso?.- dijo mientras nos movíamos al ritmo de la música.

-Mi maldita vida. Si alguien la contara, sería una tragicomedia.

-Estoy segura que al menos sería una historia jugosa.- no pude evitar abrazarla y ambas
reímos como locas. No estaba en la mejor forma para manejar, así que deje mi auto ahí
y Thomas y Caroline me llevaron a casa. Me recosté con la ropa puesta y me dormí en
el acto.

Poco a poco los días comenzaron a volver a la normalidad, y como bien me había dicho

Dante, de a poco aprendí a vivir con el dolor, sabía perfectamente que no se iría, pero
también sabía que aprendería a vivir con ello, y a lo había hecho una vez, podría hacerlo

dos. El 12 de agosto me llene de ansiedad, era cumpleaños de Dan, quería verlo,

llamarlo, pero no lo hice, sola en casa brinde a su salud.

Volví a la terapia el lunes, la había abandonado por completo desde las vacaciones, pero
realmente necesitaba alguien con quien hablar y que no me conociera y tuviera cariño,

alguien imparcial y la Dra. Aguilar era muy buena haciéndome ver las cosas. Hablamos
durante dos horas esta vez, le conté lo que había pasado con lujo de detalle, las

vacaciones, la muerte de mi padre, la reaparición de Dante, mi separación de Sebastián.


Mi casi recaída en las drogas. Todo. No omití nada. Me dijo que me aferre a los

recuerdos, pero que no viva en el pasado. Que debía convivir con el dolor y no huir de él.
Que ponga mis energías en cosas que me hacían bien, que retome mis proy ectos y que
me tome un tiempo para mí. Que no corra a los brazos de nadie.

Luego de la terapia pase a ver a Raquel por la galería, le conté mis planes de abrir mi
propio lugar, y si bien no fue la más entusiasta de todas, me deseo suerte y me dio

algunos consejos.

Era un bello y cálido día de finales de agosto, así que decidí ir hasta el parque. Busque
una banca cómoda y solo me quede ahí, mirando el agua del estanque, pensé en una
nueva colección, debía volver a tomar la lente, lo necesitaba. Una pareja paseaba en uno

de los botes y pensé en “Movimientos”. Sería un buen tema, el mundo está en constante

movimiento, seria entretenido tratar de captarlos. La idea comenzó a tomar forma en mi


cabeza, de repente vi miles de distintos escenarios posibles. Un mundo de posibilidades.
Me sonreí a mí misma.

Al día siguiente fui a anotarme para conseguir mi maestría. Tache dos cosas de la lista

mental. Luego contacte una agencia inmobiliaria para hacer una cita, unos días después
me reuní con el vendedor en una cafetería. Le explique lo que quería mientras bebíamos

un delicioso capuchino. Debía tener mucho espacio, galería adelante, una oficina

cómoda y un amplio y luminoso estudio. Prometió encontrarme varios lugares para que
veamos las próximas semanas, y así lo hizo. Días después me llego por mail una lista de

lugares que debía ver. Tomy me acompaño la primera vez, vimos dos lugares

potenciales, pero no sentí amor por ninguno de ellos. Después fui con Caty a ver otras dos

propiedades, pero estaban muy lejos de mi visión.

Finalmente llego septiembre y con él, el comienzo de las clases que debía tomar. Estaba
muy entusiasmada por eso, quería convertirme en una oradora, poder enseñarles a los

chicos mi visión sobre la fotografía.

Para mediados de septiembre me encontraba hasta el gorro de apuntes, había olvidado lo


demandante que era estudiar. No había podido dedicarle ni un momento a comenzar la

nueva colección. Al mediodía luego de las clases me encontré con Ari para almorzar.

-Has estado bastante desaparecida últimamente.- me reprocho de inmediato mientras el

mozo tomaba nuestros pedidos.

-La escuela me ha tenido muy ocupada. Además aún no consigo el lugar que quiero para
la galería.

-¿Hoy debes ver algunos lugares no?.

-Sí, tengo tres que visitar y espero finalmente encontrar uno que cubra mis necesidades.

-Tengo algo que contarte.


-Soy toda oídos. Suelta la bomba.

-Mariano y o estamos prometidos.

-¡¿Qué?! ¿Cuándo paso esto?.- dije a los gritos por la sorpresa.

-Anoche, moría de ganas de decírtelo.

-¡Vay a Ari, te felicito de todo corazón!

-Gracias, no sabía cómo lo ibas a tomar.

-¿Y cómo crees? Perfecto. Se aman, y me ha demostrado que es un buen hombre para

ti, no podría estar más feliz.- el resto del almuerzo la boda fue la protagonista, querían
casarse para fin de año y había muchas cosas que hacer, los ojos se me llenaron de
lágrimas cuando me pidió que sea su dama de honor y por supuesto acepte encantada.

Conociendo a Ariana, esta iba a ser la boda del siglo. Ambas entristecimos al darnos
cuenta que papa no iba a estar para entregarla y al saber lo mucho que hubiera querido
hacerlo. Cuando terminamos de almorzar fuimos a ver las propiedades que faltaban. Ya

estaba perdiendo la fe luego de ver la primera de ellas, pero luego, finalmente lo sentí.
Estaba ubicado justo en una esquina muy cerca del Palacio Real de Madrid. El lugar era

inmenso. Era un viejo y pequeño centro comercial, ni bien entramos el espacio me


enamoro. Tenía mucha luz. Grandes columnas. Y techos altísimos. Había que hacerle
muchos arreglos para convertirlo en lo que y o quería, pero sin dudas tenia potencial. Así

que lo tome. Fuimos hasta la inmobiliaria a hacer los papeles y unos días después era la
flamante dueña de la futura galería “Miller Art”. Solo me restaba ponerme en contacto

con mi primo Daniel, el hermano may or de Tomy, era un gran arquitecto y y a había

hecho algunas cosas para la empresa. Nos juntamos a cenar en casa, y le conté todo lo
que quería, al cabo de unas horas, entendió a la perfección lo que buscaba y me aseguro
que en unos días tendría unos planos para mí. Todos los puntos de mi lista tachados. Me
felicite a mí misma. Había logrado emprender cada una de las tareas que me había
propuesto.

El sábado a la noche todos salimos a festejar a una disco local y la pasamos de

maravilla. El domingo Xander y y o fuimos al parque y regresamos muy tarde a casa.

Me fui directo a la cama luego de ver el partido con Thomas. Por el momento llevaba
bien la soledad, extrañaba con locura el sexo, sobre todo necesitaba con urgencia una

buena sesión BDSM, así que el martes tome coraje y le marque a Electra.

-¡Bella, que sorpresa! Hace tiempo esperaba tú llamado pero y a había claudicado.

-¿Cómo te encuentras guapa?. Perdona, es que han sido unos meses tremendos, pero

espero que aún tengas ganas de esa sesión.

-Para ti, cuando quieras. Por qué no te vienes este miércoles a mi casa, Cesar y y o

estaremos esperándote.

-Me apunto.

-Maravilloso. ¿A las 9pm te parece bien?

-Perfecto.

-Luego te mando la dirección por mensaje ¿Vale?.

-Genial, besos a ambos.

Justo lo que necesitaba. Ansiosa espere la llegada del miércoles. Tome una ducha, seque

mi cabello y lo deje suelto y alborotado. Me maquille suave los ojos y rojo pasión los
labios. Escogí un conjunto de satén rojo y un ceñido y pequeño vestido, tenía el torso
rojo, sin tirantes, y en el escote una pequeña V. y debajo de la línea del busto se unía a
una falda tuvo negra con una raja trasera, me llegaba por encima de las rodillas. Me

puse unas sandalias de tacón negras de infarto, tome un pequeño bolso de mano negro y
salí. Llegue rápidamente a su piso, Vivian cerca de la casa de Dante, y conocía muy bien

la zona. Llame al portero con un nudo en el estómago, me sorprendí al escuchar la

masculina voz de Cesar, no lo había escuchado antes.

-¿Diga?.

-Soy Lexy.

-Sube belleza.- la puerta se abrió, me metí en el ascensor y los 5 pisos arriba se me


hicieron eternos. Llegue al apartamento “B” y toque con delicadeza.

-Lexy que bueno verte, soy Cesar.- dijo mientras me estrechaba en brazos, era más
guapo de lo que recordaba, y tenía unos bellos ojos negros, profundos y peligrosos. Y
llevaba una camisa negra de seda abierta hasta la mitad del pecho y unos pantalones

holgados en caqui.

-Lo mismo digo Cesar. Gracias por recibirme.

-Venga, no te quedes en la puerta.- el apartamento era bonito y lujoso, pero no

extravagante, pasamos a un cómodo living, y Electra estaba recostada en un sillón


Bergere antiguo, como si fuera una diosa griega, llevaba un vestido negro de gasa, con un
escote profundo que se cruzaba bajo sus bustos, y el tajo le dejaba toda la pierna al

descubierto. Su pelo rojo semi recogido y sus labios parecían de fuego, era mucho más
hermosa de lo que había podido ver antes. Sus felinos ojos verdes se clavaron en mí y se
relamió los labios.

-Vay a Lexy, eres incluso más bella e impactante sin la máscara.- se levantó y me beso
en los labios con delicadeza.
-Eso debería decirlo y o, me has dejado con la boca abierta.

-Venga, ponte cómoda bella. Cesar tráele algo de beber. ¿Qué tomas?

-Ron con cola. Por favor.- el susodicho fue a preparar los tragos y y o sentía como si
Electra me desnudara con la mirada, sentí una punzada en el útero y me removí en el

asiento, ella sonrió satisfecha.

-Aquí tienes.- inquirió Cesar entregándome el trago, bebimos y charlamos, tratamos de

conocernos un poco, supe que ella era abogada y su esposo, Cesar, músico. Llevaban

casados 2 años, pero eran pareja hace mucho tiempo, se habían conocido en “El
Templo” y nunca más se separaron. Luego Cesar trajo unos aperitivos, pero apenas si
probé uno, nunca podía comer antes de una sesión, me caía fatal, pero no quise ser

grosera. Cuando los tres nos hay amos más relajados y en confianza, Electra nos instó a
que vay amos al cuarto de juegos. Cruzamos un pasillo hasta llegar a la habitación del

fondo, era bella y con aires victorianos, todo en tonos negros y rojo, una cama redonda
en medio, una cruz de san Andrés en una de las paredes, un potro en la de enfrente,
distintos artilugios colgaban de una estantería especialmente diseñada para dichos

propósitos, y un aro de suspensión colgaba del techo. Repasamos mis límites y mi


palabra de seguridad.

-Ahora que estamos claros, comencemos. Desnúdala para mi Cesar.- por supuesto no
vacilo ante la orden, me corrió el cabello y su respiración me hizo cosquillas en la nuca,
y luego bajo lentamente el cierre de mi vestido y lo dejo caer a mis pies. Se agacho a
recogerlo y me quito los zapatos, apoy o todo en una butaca cercana con la decencia de

doblar la ropa con prolijidad, luego quito mi sostén y acaricio mis tiesos pechos con las
y emas de los dedos, mordí mi labio ante la expectativa, luego siguió mi tanga, y al
bajarla paso su dedo medio por mi hendidura y luego lo llevo a la boca de su Ama.
-Deliciosa. Átale el pelo.- volvió a ordenar ella. Y él lo hizo, recogió mi pelo y lo ato. Ella

se acercó lentamente a mí, sus movimientos eran felinos, delicados y femeninos. Tomo
mi mentón entre sus dedos y me beso, primero suave, luego mordió mi labio inferior y

cuando abrí la boca para jadear, me devoro con su lengua, su otra mano tomo

rápidamente la cola de caballo que me había hecho Cesar y me hizo girar y caer sobre a
cama.

-Tienes un cuerpo tan hermoso Lexy, tú palidez me recuerda a la porcelana, estoy

deseosa por ver como se enrojece para mí. Tráeme el cat de 9 colas trenzado.- ordeno a

Cesar. Mi torso se apoy aba sobre el duro colchón y mis piernas colgaban del borde de la

cama.

-Levanta el trasero para mi Lexy, ofrécete.- ordeno, levante más las caderas y me
arquee para darle la visión que quería. Paso su mano por todo el contorno de mi trasero y

luego pellizco una de mis nalgas. Con la punta de su zapato dio un ligero golpecito en mis
tobillos para que abriera las piernas y así lo hice.

-Hmmm, hay algo que no me gusta. Mejor véndale los ojos y ponle una mordaza.- le

dijo a Cesar, segundos después una tela negra me cegó por completo, y una mordaza se
ajustó a mi boca. Mordí la pelotita para darme mejor entrada de aire.

-Sostén sus manos perro, no quiero que se mueva, si lo hace átala.-el ruido del cuero al
cortar el aire me hizo estremecer, un golpe suave y certero dio en mi trasero y y o me
retorcí de placer. Las pequeñas terminaciones nerviosas de mi piel se encendieron y sentí
como el ardor picaba en cientos de diferentes puntos. Luego otro y otro y otro más,

jadee sobre la mordaza, sentí como mi excitación comenzaba a correr por mi pierna.

-Si quieres que pare mueve la cabeza en negativa, ¿De acuerdo?.- asentí. Y volvió a
azotarme esta vez más fuerte, mi cuerpo se arqueo al recibirlo. Una y otra vez repitió la
acción aumentando la fuerza y la velocidad. Sentía mi piel calentarse como si ardiera en

fiebre, y como mi piel se cortaba bajo el golpe del cuero. Realmente necesitaba esto,
podía sentir como todo mi cuerpo se relajaba, por extraño que parezca. Esa delgada línea

entre el dolor y el placer se acortaba cada vez más. Entonces cambio de elemento, una

palmeta ancha y mucho más dura con relieves en ella, dio en mi nalga, eso intensifico el
ardor y las sensaciones, el dolor era mucho más centrado, una y otra vez, en una nalga y

en otra. Hasta que me corrí sin aviso. Todos mis músculos se tensaron y y o me contraje

sobre la cama, para luego caer laxa. Enseguida comenzó a acariciar mis torturadas

nalgas, dándole un suave masaje. Cesar soltó mis manos y quito mi mordaza.

-Gracias Señora.- fue lo único que pude decir.

-Adoro el rojo de tú piel Lexy. Y como se marca, es una verdadera obra de arte.- dijo
encantada de ver el resultado de su trabajo. Cesar me alcanzo un vaso de agua fría que

bebí de golpe, aún tenía los ojos vendados. Y sus labios se cerraron alrededor de los míos.
Era el, podía sentir la diferencia, sus besos eran más duros y demandantes. Abrió mis
piernas y metió un dildo en mi vagina, y este comenzó a enviar suaves y constantes

vibraciones en mi interior, podía sentir como giraba dentro de mí. Lo aseguro con un
cinturón a mi cintura, luego lamio uno de mis pezones, lo mordió y succiono, tire de su
pelo con fuerza. Y una pinza de dientes se cerró sobre él. Repitió la misma acción con el

otro, sentí la cadenita caer sobre mi abdomen. Entonces se alejó de mí. Electra olía a
fresas y era fácil saber cuándo se acercaba y a que su aroma inundaba el espacio entre
nosotras. Mordió mi labio superior con fuerza y me dio un ligero cachetazo en la mejilla,
luego en la otra y tenso la cadena que unía las pinzas a mis pezones, gemí y grite de

placer. Volvió a darme vuelta sobre la cama, tenso mi pelo en su mano, y subió la
velocidad del dildo en mi interior. Mis manos sujetaron con fuerza el acolchado debajo
de mí y volví a correrme. El dildo abandono mi interior, y recibí un chirlo en el trasero,

luego me volvió a girar y quito las pinzas de los pezones, y se los llevo a la boca para
mitigar el dolor. Volvía a ser Cesar.

-Gracias Señora.- repetí

-¿Te gustan las agujas Lexy ?.- pregunto ella.

-Sí, Señora.- volvió a girarme en la cama boca abajo y me ordeno que me suba más y

así lo hice.

-Ahora necesito que te quedes muy quieta. Y no te preocupes Cesar te mostrara que todo
lo haremos con higiene y seguridad.- como ella dijo el me mostro los guantes que ambos

se pusieron, luego abrió el paquete de las pequeñas agujas de insulina en distintos colores.
Cada una en su propio paquete de seguridad, mientras ella, pasaba una gasa embebida de
alcohol por toda mi espalda, y se subía encima de mí sentándose sobre mi trasero.

Primero dibujo con un marcador distintas figuras en mi espalda, que no llegaba a


distinguir. Cesar volvió a colocarme la venda. Y luego ella comenzó a poner las agujas.
Se sentía como un leve pinchazo, podía sentir como el acero de la aguja traspasaba mi

piel y se abría paso a través de ella. La sensación era única. Un buen rato después
termino. Mi piel se sentía tensa por las agujas en ella, pero los pequeños aguijonazos eran

como una cosquilla muy placentera. Me saco la venda de los ojos y Cesar me ay udo a
ponerme de pie.

-¿Te siente bien Lexy ?.- pregunto Electra.

-De maravilla.

-¿Quieres verte?

-Si, por favor. -Me llevaron hasta el espejo de pie y le di la espalda, luego Cesar me
alcanzo un espejo más pequeño que puso frente a mí para que pudiera ver el trabajo. Mi

boca cay ó ante la sorpresa, se veía como una verdadera obra de arte. Nuevas ramas se
unían a las de mi tatuaje y de ellas salían nuevas flores de distintos colores.

-¿Te gusta?.

-Es maravilloso. ¡Gracias!.- me regalo un delicado beso en los labios.

-Gracias a ti por dejarme hacerlo, ha sido un placer.- volvimos a la cama y retiro cada

una de las agujas con cuidado, y las desecho en un tacho especial, luego volvió a

limpiarme con alcohol. Cuando termino, sus dedos buscaron mi húmeda vagina, y
recorrieron toda mi hendidura una y otra vez, un suave pellizco en mi clítoris y me curve
de placer, luego metió dos dedos en mi interior y los movió hábilmente. Me giro con sus

dedos aún en mí, y hundió su rostro entre mis piernas, sentí su lengua ir y venir por toda
mi vagina, y luego dar pequeños golpecitos en mi clítoris, mientras movía con agilidad

sus dedos dentro mío. Gemí y jadee. Cesar se acercó a mi rostro y estaba
completamente desnudo y cargando una gran erección, se puso un preservativo y llevo
su miembro a mi boca, comencé a lamerlo y luego chupe su glande con dedicación,

para terminar metiéndomelo por completo en la boca, él pellizco mis pezones con rudeza
y y o me arquee un poco más. Y agilice mis movimientos hasta que el gimió. Electra

seguía lamiendo mi clítoris y follándome con sus dedos de manera salvaje. Y cuando
estaba al borde del clímax se detuvo, y o seguí lamiendo y chupando el miembro de
Cesar, apreté ligeramente mis dientes sobre él y este bufo. Y dio un cachetazo a uno de
mis pechos, repetí la acción y lo hizo en el otro. Sentí que un nuevo dildo se acomodaba
en mi interior, esta vez se sentía mucho más real, mire hacia abajo y vi a Electra

utilizando un arnés de doble penetración, un dildo estaba dentro de ella y el otro me


follaba a mí, mientras y o le daba sexo oral a Cesar. Toda la situación no podía ser más
excitante, las salvajes acometidas de Electra marcaban el ritmo de todo, sus uñas se
clavaron en mi cadera cortándome la piel. Tome el miembro de Cesar tan profundo
como pude, y el tembló, seguí y seguí hasta que se corrió. Todo mi cuerpo comenzó a

tensarse y mis piernas se cerraron involuntariamente y me corrí, vi como Electra se

deshacía entre mis piernas, su orgasmo también le había llegado. Los tres quedamos
recostados sobre la cama, intentando calmar nuestras respiraciones.

-¿Puedo tomar un baño?.- pregunte mientras nos levantábamos de la cama.

-Por supuesto Lexy. Yo te llevare.- dijo Cesar y me guio hasta el cuarto de baño

contiguo. Me duche y el agua caliente se sintió de maravilla sobre mis cansados


músculos. Y dio un gran alivio a mi dolorido trasero. Luego me vestí y volví a la sala,

donde ambos me esperaban con una copa fría. Luego de beberla, me despedí de ellos y
les agradecí por dejarme participar y quedamos en repetirlo en otro momento. Apenas

puse la cabeza en la almohada me dormí.

Para finales de septiembre Daniel me mostro los planos, eran exactamente lo que quería.
Así que la obra comenzó, prometió que estaría todo listo en unos meses. Rogué por que

sea cierto.

Estaba en clase cuando sentí mi móvil vibrar, lo mire y vi que era Ari, decidí no darle

importancia, y a la llamaría cuando termine. Pero la pequeña estaba insistente. Apenas


termino la clase, recogí mis cosas para pasar a la siguiente asignatura, decidí cogerle el
teléfono, y a que no paraba de sonar.

-¡Si serás insistente Ariana, estoy en medio de la cursada!.- la regañe

-Lex, ha ocurrido algo, debes venir al hospital ahora mismo.- su voz sonaba desesperada

y entrecortada.
-Voy para allá.- dije y corte. Mi cabeza iba a mil kilómetros por hora, no podía pensar

con claridad, metí la llave en el contacto del auto y arranque, ni siquiera sabía que estaba
ocurriendo, si ella estaba bien, si había tenido un accidente, si era Thomas, o Caty. No se

cómo llegue hasta el hospital, pero lo hice en tiempo record. Aparque como pude y corrí

hasta la entrada y allí estaba Ariana, lucia de terror, la preocupación y el miedo se le


notaban en el rostro, sus ojos estaban llorosos.

-Ari, ¿te encuentras bien?

-Sí, no soy y o.

-¿¡Que ha ocurrido habla por favor!?.- dije con desesperación.

-Ha habido un accidente, es Dante.- en ese mismo instante el mundo se detuvo.

-¿Donde esta?.- pregunte fuera de mí, mientras corría por el edificio sin saber a dónde
me dirigía.

-Es aquí, ven.- seguí a mi hermana por el pasillo y este me resulto perpetuo. Sentía como

si todo fuera en cámara lenta. Como si lo viera desde afuera, como si y o no fuera y o,
como si hubiera abandonado mi cuerpo y viera todo desde arriba. Llegamos a la sala de

espera y me detuve en seco. Pude ver a Eugenia en brazos de Lautaro y ambos llorando
desconsoladamente, y apoy ado en el umbral de la puerta estaba Manuel junto a Mariano
que acariciaba su hombro, tratando de darle fuerzas. <<No, esto no puede estar

pasando>> me repetía en mi cabeza. Ari tiro de mí para que siga avanzando.

-¿Dónde está Dante?.- pregunte en un hilo de voz. Manuel se giró a mi encuentro.

-Lexy, cariño.- dijo mientras me abrazaba, apenas pude mover mis brazos para
abrazarlo también.

-Por favor, que alguien me diga algo o voy a volverme loca.- les rogué, entonces Manuel
me soltó y me tomo por los brazos.

-Iba rumbo al trabajo y perdió el control del auto en la autovía y chocó de frente contra

una columna. Los médicos lo están atendiendo, pero nadie sale a decirnos nada.- sentí
como mi corazón se desaceleraba hasta casi no volver a sentirlo, el aire abandono mis

pulmones, y mis rodillas se aflojaron. Manuel que me tenía por los brazos, me llevo hasta

una silla y me sentó. Mariano salió corriendo y mi hermana me hacía de abanico con las
manos.

-Bebe Lex.- dijo Mariano mientras me ofrecía una lata de cola. Me la lleve a la boca con

manos temblorosas y bebí. Subí mis piernas a la silla, abrace mis rodillas y hundí mi
rostro en ellas. Intente recuperar el aire de a poco. Ari se sentó en un costado y Mariano

al otro y ambos me acariciaban y me hablaban pero no podía escucharlos. Los minutos


se volvieron eternos hasta que se abrió la puerta y y o salte de mi asiento.

-Hemos podido controlar la situación, pero debemos llevarlo de inmediato al quirófano,


la tomografía mostro una hemorragia cerebral y si no la detenemos morirá.- dijo el
médico mientras veía pasar a los enfermeros cargando la camilla con mi Dan. Me

acerque a él y acaricie su mejilla. Y le susurre al oído.

-Te amo cariño, Te prohíbo abandonarme. Regresa a mi Dan.- y entonces se lo llevaron.

Me quede parada en medio del pasillo mirando cómo se llevaban al amor de mi vida y
sin saber si volvería a verlo alguna vez. El mundo volvía a detenerse y girar en cámara
lenta. Sentí unas manos tomarme de los hombros, Mariano intentaba moverme, deje que
lo hiciera y me guio hasta una sala privada, una vez dentro me dejo en el sillón. Volví a

abrazar mis rodillas y tome con ambas manos mi cabeza. Tenía la mirada perdida y me
zumbaban los oídos. El llanto y las voces se escuchaban lejos. Solo veía por el rabillo del
ojo distintas siluetas moverse a mí alrededor. Pero no era muy consciente de lo que
ocurría. Las horas pasaron y no teníamos noticias, de repente la puerta se abrió y una
mujer de mediana edad con el rostro acongojado entro, era una rubia menuda, su rostro
me recordó a Eugenia. La seguí con la mirada y vi como Euge corría a sus brazos.

-Mama…- dijo en un hilo de voz. Era la madre de Dante, había venido, eso me alegro.

Se pondría feliz de verla.

Unas horas después el cirujano entro y y o salí de mi letargo, di un salto de la silla.

-La cirugía salió bien, hemos conseguido detener la hemorragia, pero ha sufrido mucho

daño y no sabemos si se recuperara, hay que esperar y tener fe.- dijo mientras Manuel
tomaba su mano. <<El estará bien, es Dante Navarro, estará bien>> me repetía una y
otra vez.

-Manuel quiero verlo.- le dije a modo de súplica.

-No podemos verlo aún linda.- contesto con dulzura mientras me hacia una caricia en la
mejilla. Volví a recluirme en el sillón, Eugenia se acercó a mí.

-Tranquila Lex, estará bien, mi hermano es fuerte.

-Lo se.- dije dibujando una mueca parecida a una sonrisa. Tomo mis manos entre las
suy as con cariño mientras hablaba con Ari. Félix entro en ese momento.

-¿Qué has averiguado Félix?.- pregunto Manuel.

-Aparentemente fui intencional Señor. Pero siguen investigando.

-¿Qué fue intencional?.- pregunte intrigada

-El accidente señorita Lexy, creen que alguien corto los frenos.- ¿Alguien quería hacerle
daño a Dante? No podía creerlo, ¿Quién podría ser?, en mi mente trate de armar una lista
de personas que pudieran querer lastimarlo, pero llevaba mucho tiempo lejos de su vida,
como para saber lo que pasaba en ella. Averiguaría que estaba pasando. Esto no quedaría

así. Tome el móvil y llame a mi tío Michael.

-Hola tío, necesito un favor.

-Dime princesa, ¿Qué ocurre?.

-¿Tenemos a alguien de confianza para que realice una investigación?

-Por supuesto, dime a quien.

-Dante acaba de sufrir un accidente, y aparentemente fue intencional, quiero saber todo,

que investigue necesito saber quién pudo haberlo hecho.

-Yo me encargo. Te llamo en cuanto sepa algo. ¿Él está bien?.

-Aún no estamos seguros.- dije con el corazón en la boca. Cuando volví a la sala, el
medico estaba ahí. Mire con desesperación a Mariano para que me pusiera al corriente.

-Tranquila, nos está avisando que acaban de llevarlo a la habitación, y que podremos
verlo, pero la recuperación puede ser larga.- necesitaba verlo, tocarlo, saber que iba a
estar bien. Nada más tenía sentido. Nos dirigimos a la habitación privada que le habían

dado, todos entramos menos Ari, no podía verlo, le traía malos recuerdos. Me quede al
pie de la cama, mientras sus padres se acercaban a él, Euge y Lauty se acercaron por el

otro costado. Me sujete con fuerza a la cama, estaba muy golpeado, tenía una venda en
la cabeza, el brazo izquierdo con una férula al igual que su pierna derecha, estaba

conectado a un respirador y lleno de cables por todas partes. Sentí que mi mundo se
derrumbaba, no esperaba encontrarlo en tan mal estado. Se me hizo un nudo en la
garganta y sentí como las lágrimas luchaban por salir de mis ojos. Siquiera parecía el,
lucia tan indefenso, mi Dan no era así. Él era fuerte, temerario, no se dejaba
amedrentar por nada, ni nadie. El hombre que y acía en la cama, apenas si lucia como
una persona normal. Me jure a mí misma que encontraría a quien le hizo esto y me las

pagaría. Los brazos de Mariano se cerraron a mí alrededor.

-Respira Lex. Vamos, concéntrate en respirar, estas más pálida que de costumbre.- no
me había dado cuenta que contenía la respiración, solté el aire de mis pulmones y tome

una gran bocanada. Odiaba el olor a hospital. Me daba nauseas. Vi que Manuel

acariciaba su rostro con cariño, mientras luchaba por no derrumbarse. Y le daba fuerzas
a través de palabras amorosas. Su madre no se atrevía a tocarlo, pero en sus ojos pude

ver cuánto amor sentía por él. Euge acariciaba con cuidado su mano y Lauty hacía lo

propio con su pierna. Era egoísta quería que todos se vay an, y así poderme quedar a

solas con él.

-Ven cariño.- me dijo Manuel extendiéndome la mano. Me acerque y la tome. Me miro


con los ojos rojos y torturados.- A ti te escuchara.- le regale una sonrisa, y el invito a

todos a salir de la habitación. Adore a ese hombre en ese momento. Que sepa
exactamente lo que y o necesitaba de él. Arrime un sillón al lado de la cama y me senté,
tome su mano con cariño y mucho cuidado, parecía muy frágil en ese momento. Con las

y emas de mis dedos acaricie su bello y maltratado rostro.

-Cariño estoy aquí, sé que estas sufriendo, pero necesito que despiertes. No puedo vivir

sin ti, lo intente y fracase. Eres mío como y o tuy a Dan. Vuelve a mí, por favor. No
puedes dejarme, no otra vez, no lo tolerare. Por favor cariño, por favor.- bese su mano
con dulzura y seguí acariciándolo. No me moví de su lado.

Las horas pasaron, los médicos venían a revisarlo continuamente, anotaban cosas,

revisaban otras, y o solo los miraba con curiosidad. Al caer la noche Manuel mando a
Euge, Lauty y su madre a la casa, para que descansen.

-Tú también deberías ir a descansar cariño, nada puedes hacer por el aquí.
-No iré a ningún lado, estaré aquí mientras el este. Tú ve a descansar, no tiene sentido

que ambos nos quedemos.- el asintió, beso mi coronilla, beso la frente de Dante y se fue.

-Avísame cualquier cosa ¿Vale?.

-Claro que sí.- Mariano y Ari me hicieron compañía un buen rato más, muy entrada la

madrugada se fueron, Ari dijo que pasaría a recoger a Xander y lo llevaría a su casa y

que me traería algo de ropa y unos libros por la mañana.

Me desperté sobresaltada, había tenido una pesadilla horrible, mire a Dante con temor,

pero el lucia igual que ay er. Tome su mano entre las mías y la bese.

-¡No te atrevas a abandonarme Dante Navarro!.- le regañe. Salí del cuarto por unos

minutos para buscar el baño. Lave mi rostro, y recogí mi cabello en una trenza de
costado. Mi largo vestido hasta los pies y sujeto a mi cuello, lucia todo arrugado, trate de
plancharlo con las manos, pero fue imposible, así que claudique. De regreso a la

habitación cogí un café de una de las maquinas en la sala de espera y volví a su lado.
Félix se encontraba en la puerta y lo salude al pasar tocándole el hombro. El medico
estaba revisando sus signos vitales cuando entre a la habitación.

-¿Cómo se encuentra?.

-Estable.

-¿Eso es bueno?

-Quisiéramos ver que evolucione, pero estable es bueno. Solo necesita tiempo.- asentí y
él se retiró.

-¿Recuerdas la primera vez que nos vimos Dan? Todo por culpa de Xander, recuerdo que
morí de la vergüenza cuando lo vi saltarte encima como un poseso. Pero tú lejos de
enfadarte, lo acariciaste, luego me miraste con esos maravillosos ojos azules, y me
quitaste la respiración, te amé ahí y desde entonces cariño. Te comportaste tan mandón y
controlador, que no pude evitar someterme a ti. Y la primera vez que me tocaste, miles
de descargas eléctricas recorrieron mi cuerpo, supe exactamente lo peligroso que sería

nuestro amor. Cuan intenso y consumidor podía ser y me aterre. Pero no te diste por

vencido y finalmente cedi. Fueron los meses más felices de mi vida, daría lo que fuera
por que todo volviera a ser como antes. No te ocultaría nada, y no te dejaría ir tan

fácilmente Dan.- Manuel entro con un arreglo floral.

-Buenos días cariño.- dijo mientras me saludaba con dos besos en la mejilla.

-Buenos días Manuel, ¿conseguiste descansar?

-No pude pegar el ojo ¿Cómo se encuentra?.

-El medico dice que estable, y que eso es mejor que nada. Hay que ser pacientes.

-¿Y tú?.

-Yo estoy bien, no te preocupes.

-Por qué no vas a descansar un rato cariño, y o me quedare con él.

-No lo dejare.

-Tan obstinada como mi hijo.- dijo resignándose, la madre de Dante ingreso cargando

café y unos panecillos.-Ay er no he tenido oportunidad de presentarlas. Lexy ella es

Paloma, la madre de Dante.

-Encantada de conocerla.

-Igualmente linda. Traje café.- dijo ofreciéndome una taza y un panecillo de arándanos.
Lo tome para no despreciarla, pero no podía pasar bocado, bebí el café y juguetee con el
panecillo en mi mano. Antes del mediodía Eugenia y Lautaro habían vuelto, e insistieron
en que baje a almorzar a la cafetería con ellos. Y accedí.

-Siento mucho lo de tú padre Lexy, Dante me ha contado lo sucedido.- dijo mientras

almorzábamos.

-Gracias Euge. Ha sido duro.- tratamos de mantener una charla normal mientras

comíamos. Con mucho esfuerzo conseguí tragarme media ensalada Cesar y un vaso de

jugo de naranja. Al volver a la habitación, Ari me esperaba en la puerta, me entrego el

bolso.

-¿Cómo esta Xander?.

-Bien, no te preocupes, lo he dejado con Caty por la tarde, luego iré a recogerlo.

-Gracias.

-He traído unas cosas, un libro, tú cepillo de dientes y un sweater por si refresca el clima.

-Te lo agradezco.- la puse al corriente de lo que sucedía con Dante y luego volví a entrar.
Mariano le leía la sección de negocios del periódico, no quería que se pierda nada,
entendí por completo su intención y sonreí ante su gesto. Me apoy e en la ventana y mire

a través del vidrio con la mirada perdida. <<No pienses en las posibilidades>> me
recordé a mí misma. No podía darme el lujo de dudar. Él debía estar bien. Casi todos se
marcharon para la hora de la cena, Mariano, Ari y y o bajamos al comedor. Félix estaba

sentado en la puerta y sabía que no se movería de allí ni por un segundo. Cenamos ligero,

tome un sándwich de ensalada de pollo y una cola de dieta. Tratamos de hablar de algo
más, su inminente boda.

-Cuando Dan se recupere haremos la fiesta de compromiso, no puedo hacerla sin mi


padrino.- dijo Mariano. Al terminar los chicos se fueron y y o volví a su lado.

-Te traje algo para cenar Félix.- dije mientras le entregaba unos sándwiches y una soda.
-Gracias señorita Lexy.

-Tú también deberías ir a descansar, y o me quedare.

-Sé que lo hará, pero no voy a irme.- asentí, ¿Se sentía culpable por lo que había
sucedido?, volví a mi sillón al lado de la cama de Dan. Rebusque en busca del libro que

Ari me había traído. “Orgullo y Prejuicio”. Una de mis historias favoritas. Le leí hasta

que me quede dormida. El golpe de la puerta me despertó, los médicos comenzaban sus

rondas y y o debía abandonar la habitación. Deje el libro sobre el sillón, tome el bolso y
salí.

-Voy por unos cafés señorita Lexy.- me aviso Félix mientras me dirigía al baño. Lave mi
cara y cepille mis dientes, trate de arreglar mi cabello, pero poco pude hacer. Volví a
entrar a la habitación y ahí estaba ella. La maldita escuálida de Sabrina acariciaba la

mejilla de Dante.

-¿Qué diablos haces tú aquí? ¿Quién te ha dejado entrar?.- pregunte enfadada.

-¿Qué hago y o aquí? ¿Qué haces tú aquí?.

-Vete de aquí Sabrina, ahora mismo.

-Claro que no me iré. Tengo más derecho de estar aquí que tú pequeña zorra.

-Vete o no respondo de mi.- mi tono era amenazante y la sostenía de un brazo. No la


quería cerca de Dan, no confiaba en ella. Félix regreso cargando el café y los panecillos

cuando vio la situación, dejo todo en la mesa y rápidamente se interpuso entre nosotras.

-Acompáñeme señorita Oviedo, por favor.

-No voy a ningún lado, ningún empleado me dice que hacer.- respondió altanera, mi
mano temblaba, quería darle vuelta la cara de un cachetazo.
-No le hables así, y vete, no tienes nada que hacer aquí.- corrí a Félix de un empujón, la

tome del codo y la arrastre afuera de la habitación.-No quiero volver a verte allí adentro.
¿Has entendido?.

-Tú sí que tienes valor. Decirme a mí lo que puedo o no hacer, cuando y o soy la que

estuvo a su lado todo este tiempo.

-¡Yuna mierda!. Cuando se despierte el sabrá si te quiere allí o no. Mientras tanto,

¡Fuera!.- dio media vuelta y se marchó, cerré los ojos, respire hondo y pase mi mano
por el pelo tratando de calmarme, me sonreí, no había notado que había copiado ese

gesto de Dante.

-Lo siento Lexy. No debería haberme marchado.- se disculpó Félix

-No te preocupes, la próxima vez, uno de los dos se quedara. Así no está solo.- me
ofreció el café y el panecillo que me había traído y me senté a su lado a tomarlo. Poco a

poco Manuel, Paloma, Eugenia y Lautaro fueron llegando. Luego Mariano y Ari.
También llegaron arreglos de flores de todas partes, cestas de frutas y demás, mi madre
me telefoneo por la tarde, Ari le había contado lo que sucedió y quería venir a

acompañarme pero Fany no se encontraba muy bien, insistí en que no se preocupe que
y o estaba bien, y que se encargue de Fátima, temía por mi sobrino. Pero no me hizo

mucho caso. Thomas y Caty pasaron a verlo antes de la cena. Luego bajamos a cenar a
la cafetería.

-Gracias por venir.- les dije a ambos mientras cenábamos.

-No tienes nada que agradecer.- respondió Tomy, sabía que no era el máximo admirador
de Dan, pero que este aquí, significaba mucho.

-Dante estará bien, y a verás.- trato de consolarme Caty. Les conté que no había sido un
accidente, pero que aún no sabíamos mucho más. Cuando todos se fueron, volví a mi

lugar a su lado, y continúe ley éndole. No estaba segura de que me escuche, pero debía
intentarlo.

-Me recuerda a nosotros, no se sabe quién es el orgulloso ni quien el prejuicioso de los

dos. Quizás un poco de ambos. Pero su amor es épico y trasciende los problemas. Así

que se mi Darcy y ven a mi cariño.- le rogué mientras besaba su frente.

Una enfermera colocaba una manta sobre mí cuando desperté.

-Lo siento, no he querido despertarla.- se disculpó de inmediato la mujer.

-No se preocupe, tengo sueño ligero. Gracias por la manta.

-También le he traído una almohada, quizás ay ude en algo. Aquel sofá es mucho más

cómodo.- dijo señalando el sofá de tres cuerpos bajo la ventana.

-Se lo agradezco mucho. Aquí estoy bien.- me la entrego, reviso las máquinas de Dan y
se marchó. Me acomode lo mejor que pude y volví a dormirme. Soñé con él, soñé que

estábamos de vacaciones en una play a. Yo leía tirada en la arena mientras el sol


calentaba mi piel, y él jugaba en la orilla con Xander. No pude evitar despertarme con

una sonrisa. Daban casi las 6am, aún no comenzaban las rondas, así que aproveche para
entrar al baño y asearme un poco. Le pedí a Félix que se quedara con el mientras y o iba
por unos cafés. Cuando regrese los médicos estaban en la habitación, espere a que salgan

para poder escuchar el parte médico.

-Aún no muestra mejorías, las horas se nos acaban, si no despierta pronto, tendremos que
pensar en otras opciones.- me dijo el médico y y o temblé ante la posibilidad de sus
opciones. Para mí no existía otra alternativa, que la de su recuperación, sabía que lo
lograría, me aseguraría de ello.
Cuando todos estuvieron presentes, les conté lo que me había dicho el médico, Eugenia se

largó a llorar en los brazos de su padre, mientras Lautaro intentaba consolar a su madre.
Yo no podía derrumbarme, debía estar fuerte para él. Durante la tarde algunos

empleados se acercaron a ver como se encontraba, entre ellos Elizabeth que me regalo

un fuerte abrazo cuando me vio. También vinieron unos amigos de Dan y Mariano, se
conocían desde la escuela, y y a los había visto en uno de los partidos que jugaban juntos

y me contaron encantados, la clase de mal alumno que era en ese entonces y como

siempre se metía en problemas. Me gusto conocer ese lado de él. Cuando todos se

fueron, volvimos a quedarnos solos. Le leí por un buen rato, por el rabillo del ojo me

pareció ver que movía su mano, solté el libro de inmediato y mire fijamente su mano
por horas, tratando de comprobar que había visto lo correcto. Pero no lo volvió a hacer.

-¡Dan por favor, despierta cariño!.- pero nada sucedió, en algún punto me quede
dormida. Los médicos con su ronda me despertaron y salí al baño mientras lo atendían.
Cuando volví. El jefe me miro y negó con la cabeza, indicándome que no había cambios.

Félix me aviso que iría por el café y y o me metí a la habitación otra vez.

-¡Ya fue suficiente Dante!, y a es hora, termina con esto, lucha, hazlo por mí, te amo con
locura cariño, siempre lo he hecho, y aunque tú y a no me ames, lo seguiré haciendo.
Solo despierta.

¡Abre esos hermosos ojos azules y quítame la respiración!.- le grite en un hilo de voz. Y
y a no pude contener las lágrimas, se rebalsaron de mis ojos, y comencé a sollozar
mientras sostenía su mano entre las mías. Entonces sentí que apretaba ligeramente mi
mano. Mire atónita, y volvió a hacerlo. Levante la mirada a su rostro y ahí estaba lo que

había buscado. Esos increíbles ojos azules me miraban con cariño. ¿Lo estaba soñando?
¿Me lo estaba imaginando? ¿O el realmente me había escuchado?. Toque el botón de la
enfermería.

-¿Estas realmente despierto o lo estoy imaginando? Si es cierto parpadea para mi cariño.-

y lo hizo al tiempo que apretaba más mi mano. Grite y llore como una loca, Félix se
precipito a la habitación.

-¡Se ha despertado Félix!.- le grite apenas cruzo la puerta y el salió corriendo en busca de

un médico. A los pocos segundos estuvieron ahí. El medico reviso a Dan y le pidió a la

enfermera que lo ay udara a desentubarlo.

-Espere afuera por favor.- me pidió, pero de ninguna manera iba a irme.

-Lo siento, no me iré.- puso los ojos en blanco y procedió a hacerlo. Cuando el tubo salió

de su garganta, el tosió.

-Quizás le cueste hablar, tómelo con calma. ¿Recuerda cómo se llama?.- pregunto el
médico y Dan asintió.-Bien ha tenido un accidente, se rompió el brazo, la pierna y
algunas costillas. Lo más importante fue el golpe en la cabeza, pero pudimos detener la

hemorragia. Apreté mi mano por favor.- y el volvió a hacerlo, luego reviso sus piernas y
estaban bien, luego fueron sus ojos, y todo parecía estar en orden.- Haremos una
tomografía para estar seguros, pero todo se ve bien. Bienvenido de vuelta.- dijo mientras

le palmeaba el hombro y se marchó.

No podía ni respirar, temía moverme. Intente controlar mis lágrimas, pero fue imposible.

El dirigió su mirada a mí.

-¿Cómo es eso de que y a no te amo?.- dijo con la voz ronca. Y una sonrisa atravesó mi
rostro por completo.

-Estaba tan asustada, tenía tanto miedo de perderte cariño.- dije entre sollozos y me
acerque aún más a él y bese sus labios con delicadeza. Tenía miedo de lastimarlo y
luchaba contra mi impulso de apretujarlo en mis brazos. El acaricio mi rostro con su

mano sana y seco mis lágrimas.

-Tranquila nena, soy un hueso duro de roer.- Félix volvió a la habitación acompañado de
Manuel que se abalanzó sobre él y mi pobre Dan emitió un quejido de dolor. Se me

estrujo el pecho al oírlo.

-¡Lo siento hijo, que bruto soy, es que estoy tan feliz!.- se excusó mientras se le

arremolinaban las palabras en la boca. Me corrí para darle espacio para él.

-Bienvenido Señor.- le dijo Félix cariñosamente. Salí al corredor por un momento,


necesitaba desahogarme, liberar toda la tensión que cargaba por los últimos días. Vi a
Paloma llorar apoy ada al costado de la puerta. Y me acerque a ella y puse mi mano en

su hombro.

-¿Por qué no entra?

-No creo que quiera verme.

-Estoy segura de que estará feliz de verla, aunque no lo diga. Entre, créame.- ella asintió
tomo valor y entro, mire desde el umbral de la puerta, los ojos de Dan se iluminaron de

sorpresa, ella camino hasta él y beso su frente con cariño y luego tomo su mano entre las
suy as.

-No sabes el susto que nos has dado Dante.- dijo entre sollozos.

-Lo siento mucho, no fue mi intención.- se disculpó mi adonis. A los pocos minutos
llegaron Eugenia, Lautaro y luego Mariano y Ariana. Me metí en el baño de la sala de
espera, me senté en el inodoro y llore y llore, necesitaba sacarlo de mí. No importaba lo
que pasara después, me bastaba con que él esté vivo, aún si no volvíamos a estar juntos,
solo necesitaba saber que él estaba ahí. Mire al cielo y le agradecí a mi padre por
devolvérmelo. Cuando me recompuse volví a la habitación, y me quede en la puerta

mirando como su familia le demostraba su amor. El me busco con la mirada y encontró


mis ojos. Ahí estaba el hombre de mis sueños, mi adonis personal, el que me quitaba la

respiración, y había abierto los ojos para mí. <<Solo para mí>>.
Epílogo
El viaje a Madrid fue rápido, no quería dejar a Lexy en este momento, la muerte de su
padre la había afectado demasiado y me necesitaba. Aún no podía creer que fuera a mí

a quien necesitaba, pero entre todas las personas que se encontraban ahí para ella, solo

y o parecía poder consolarla. Sentí que en el fondo, detrás de esa puesta en escena que se

había inventado con Mendoza, aún me amaba, aún era a mí a quien pertenecía. Sonreí
ante esa posibilidad.

Ni bien aterrizamos en Barajas, Félix fue por el auto, mire mi móvil para saber si ella me
había escrito algún mensaje, pero no halle nada. Volvimos al apartamento y la policía se

encontraba revisando todo.

-¿Usted es el dueño del piso?.- pregunto un oficial apenas cruzamos la puerta.

-Sí, soy y o, Dante Navarro.- respondí ofreciéndole mi mano.

-Encantado señor Navarro. Soy el comisario Guzmán.

-¿Qué ha pasado, Marga, mi ama de llaves, se encuentra bien?.

-Sí Señor, la señora estaba durmiendo cuando entraron. Aparentemente fue alguien que

conocía el funcionamiento de la casa, no han forzado la entrada, la señora dice que no


falta nada a plena vista, pero han destrozado la habitación y el despacho.

-Bien y a veré y o si falta algo. Gracias.- entre al despacho, todo estaba patas para arriba,
papeles tirados por todas partes, el contenido de mi escritorio y acía en el piso, habían

escrito con aerosol las paredes. “Esto es solo el comienzo” en letras rojas. La caja fuerte

no había sido violada, los restos de algunos premios desparramados por el piso. La última
fotografía de Lex hecha pedazos, eso fue lo que más lamente. Me dirigí al dormitorio y
la escena se repetía, la ropa de cama estaba tirada en tiras destrozadas por el suelo. El

colchón lucia rasgaduras en toda la superficie. El contenido de los cajones en el suelo.


Restos de vidrio por doquier, la foto de Lex desnuda estaba en pedazos acomodada sobre

la almohada. No tenía la menor duda de quién había sido, tenía el sello de mujer

despechada. Estaba seguro de que se trataba de Sabrina, nuestra última charla no había
salido muy bien. Le había dicho que lo nuestro se acabó, que y a no quería verla, ni saber

de ella, que deje de jugar a ser mi novia, nunca fue nada mío, solo un revolcón de vez en

cuando. Pero ella no lo tomo bien, me monto una escena, comenzó a llorar y gritar,
arrojo todo lo que encontró, y me dijo a todo pulmón, “Me las pagaras Dante, nadie

juega conmigo”.

El oficial interrumpió en la habitación.

-¿Tiene alguna idea de quien pudo haber sido?

-Sí, creo que sí. Su nombre es Sabrina Oviedo. Hace unos días termine con ella, y no lo
tomo bien.

-Bien, lo investigaremos señor Navarro, llámeme si se le ocurre algo más.- dijo mientras
me entregaba una tarjeta.

Me tenía sin cuidado lo que pudiera hacer a mis cosas, solo esperaba que no se le ocurra
meterse con Lexy o ahí me conocería.

Volví a la oficina al día siguiente y todo pareció quedar en el pasado. No he vuelto a tener

noticias de Lex. ¿Quizás debería llamarla, ver como se encuentra?. No, será mejor darle
espacio, necesita estar tranquila ahora. Días después el comisario me llamo, no tenían
pruebas para demostrar que había sido Sabrina y ella tenía una coartada. Lo deje ahí, no
me interesaba que nada de esto se haga público.
El sábado a la noche fui a cenar a casa de Mariano, Ariana seguía en Asturias

acompañando a su madre, así que teníamos tiempo de charlar. Llegue al apartamento


como a las 8pm y Mariano abrió la puerta, lucia muy cansado.

-¿Te encuentras bien hermano?.- pregunte apenas lo vi.

-Sí, solo agotado, han sido unas semanas difíciles. Ari se la pasa llorando y y a no sé qué

hacer para verla feliz.

-Te entiendo, vamos necesitas relajarte.- pedimos unas pizzas y nos bebimos unas

cuantas cervezas mientras jugábamos al pool. Desde que se habían mudado juntos, no
había estado por aquí y se sentía bien pasar un buen rato con mi mejor amigo.
Charlamos de todo un poco, me conto que Lexy había vuelto a la ciudad pero que no

estaba nada bien, que no salía de la casa y no veía a nadie. Mi corazón se contrajo tan
solo pensar en cómo estaba sufriendo. Deseaba poder quitarle todo el dolor, tenerla en

mis brazos y cuidarla. Pero Mendoza ocupaba mi lugar, me llenaba de indignación saber
que no era suficiente para ella, que no sabía cómo tratarla.

Una tarde en la oficina, me llego un mensaje junto a una orquídea negra.

“Espero que disfrutes de estos días. Tú y esa zorra me las pagaran”

Vay a toque, pensé apenas vi la flor, ¿Suponía ser una amenaza?. Sabrina estaba más loca

de lo que creí. De camino a casa pase por apartamento de Lex, toque una y otra vez pero
nadie contesto. Volví a casa y le pedí a Félix que le echara un ojo, que se asegurara de
que este bien y no corra peligro.

El viernes vino Mariano a buscarme a la oficina, fuimos a cenar a nuestro bar irlandés
habitual y bebimos unas pintas, me dio la noticia de que le había propuesto matrimonio a

Ariana y ella había aceptado. Brindamos por la feliz pareja.


-Por supuesto tú serás mi padrino.

-Tendrías un gran problema si no fuera así.- bromee con el mientras nos íbamos.

-Debo decirte algo. No sé si querrás saberlo o no, pero debo decírtelo.

-Habla y déjate de pavadas.

-Lexy ha abandonado a Sebastián, y está retomando su vida, parece feliz, esta con

muchos proy ectos nuevos.

-Bien, es bueno saberlo. Me alegro que hay a vuelto.- nos despedimos y me monte al

coche. Lex volvía a ser ella, mi bella muñeca de porcelana, estaba sola otra vez, debía

reconquistarla, ella era mía, lo había sido siempre, ambos lo sabíamos. Ya me había
probado a mí mismo que la vida sin ella no era igual, sabía que podía vivir sin ella, pero

no estaba dispuesto a hacerlo. La recuperaría cueste lo que cueste.

La alarma del despertador sonó a las 7am como cada día. Cogí mi pantalón de
entrenamiento una sudadera, me puse las zapatillas, tome el IPod y salí a correr, aún los

días estaban cálidos, septiembre estaba terminando y pronto volvería el frio. Corrí
durante una hora, me di una ducha, escogí un traje de dos piezas gris oscuro, una camisa

negra y corbata negra. Marga tenia listo el desay uno, café y unos huevos con jamón y
tostadas. Lo devore a medida que leí el diario. Guarde el anillo de brillantes que había
comprado para Lex, esta noche pasaría por su casa y hablaría con ella. Le diría que era

la única mujer con la que quería estar. Que quería pasar mi vida con ella. Me monte al
auto y tome la autovía rumbo a la oficina. A mitad de camino, el auto comenzó a fallar.
Intente frenar pero no reacciono, la dirección se trabo y perdí el control por completo. Vi
como la distancia entre la columna y y o se achicaba, luego un fuerte estruendo que me

ensordeció. Sentí como el hierro se encogía, la cabeza me dolió y todo se apagó.


Ríndete...

Por
"Loli Deen"
© Adriana Insaurralde, 2015
1° Edición. Buenos Aires, Argentina, 2015
Autor: Loli Deen
Editor: Adriana Insaurralde

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de ésta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en
cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La
infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

Los hechos y/o personajes de la siguiente historia son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.
Agradecimientos
Desde lo más profundo de mi alma quiero agradecerles de corazón a todas las personas que siguieron libro a libro la mágica historia de Lexy y Dante.
Sus mensajes, sus reseñas, su cariño me llena el alma.
Poder ver cómo, al igual que yo, se enamoraron de esta historia y los acompañaron en éste hermoso viaje es algo que no puedo explicar.
Como siempre gracias a mis amorosos padres y a mis increíbles hermanos por su apoyo diario.
A mi querida e incondicional amiga Cat, por estar ahí siempre para mí.
A Ciro, el verdadero Xander, por inspirar su personaje.

Espero que me acompañen en las próximas aventuras.


Y no se pongan tan tristes, sabremos más de Lexy y Dante.
¿Ya visitaron M azmorra.net?

¡Que lo disfruten!
Prólogo

Fueron muchas las veces que la vida me ha golpeado, a veces muy duramente, pero también debo decir, que me ha dado las más inmensas alegrías en misma medida.
La gente dice que soy valiente, no lo creo. Ser valiente implica no tener miedo, y yo le temo a varias cosas.
Le temo a la felicidad, me cuesta aceptar las cosas buenas, porque siempre estoy pensando en que algo va a salir mal y arruinarlo todo.
Le temo a la muerte, siento que me acecha, que siempre está ahí, para quitarme las personas que amo.
Y por primera vez en mi vida, le temo a la soledad. No puedo siquiera imaginarme la vida sin Dan, y me aterra perderlo.
No soy valiente. Soy una luchadora, “Mi pequeña guerrera” diría mi padre.
Así que de ningún modo dejaré de luchar por lo que quiero, por aquellos a quienes amo.
Y si me caigo en el camino, me sacudiré el polvo y volveré a empezar.
Ríndete…
Apoyada en la puerta contemplaba la imagen de Dan rodeado por su familia, me sentía abrumada por la felicidad, el solo hecho de saber que él respiraba, que todo
iba a estar bien, era más que suficiente para mí. Nada más importaba.
-¿Cómo te sientes Dan?- preguntaba M ariano, aún, con preocupación en su voz.
-Como si me hubiera atropellado un camión.- dijo mi adonis con la voz apenas audible.
-Casi. Te lo has dado duro cabeza hueca- decía Lautaro con una sonrisa, lo fulminé con la mirada. Euge le dio un golpe en la cabeza y yo sonreí.
-¡Serás bruto Lautaro!. Te extrañe Dan- lloriqueó
-¿Cómo quedó mi bebé?- preguntó él. No me lo podía creer, estaba preocupado por su auto. Puse los ojos en blanco.
-Destrozado.-contestó M anuel con pesar, al recordar el duro accidente por el que acababa de pasar su primogénito.
Volvió a buscarme con la mirada, yo mordía mi labio con esmero. Los nervios estaban matándome.
-¿M e dan un minuto?- pidió Dante a todos, me giré para salir de la habitación pero su voz me detuvo.
-Tú no Lex.- me adentré más en la habitación y dejé paso al resto. De a poco y con poca gana fueron saliendo uno a uno. Eugenia me abrazó al pasar por mi lado,
M ariano me guiñó un ojo y M anuel apretó mi hombro al tiempo que me susurraba.
-Gracias por traerlo de vuelta.-dijo con una marcada emoción en los ojos. Yo le regalé una sonrisa, pero sabía que no llegaba a mis ojos, aún estaba muy preocupada
por su estado de salud, y ahora temblaba del miedo de escucharlo rechazarme otra vez.
-Cierra la puerta Lex y acércate.- su voz no parecía la misma, aún estaba muy ronca y débil por el respirador. M e senté en el mismo sillón donde pasé los últimos
días, me veía fatal y lo sabía, pero ni caso. Respiré hondo y comencé a jugar con mis dedos nerviosa.
-¿Sientes dolor?-susurré, había perdido la mayor parte de mi valor.
-Aún me duele un poco la cabeza, pero es soportable. Supongo que lo peor pasó.
-¿Sabes cuántos días llevas aquí?
-No, espero que no haya sido mucho.
-Éste es el cuarto día.
-¡Vaya! M e di una buena siesta ¿No?.
-No es gracioso Dan, tuve mucho miedo y tú familia la paso fatal.
-Lo sé, lo siento. Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto, no tenías que estar aquí.
-No es mi intención molestarte, me iré enseguida, solo necesitaba saber que estabas bien.
-Cariño, no quiero que te vayas, es solo que no tenías ninguna obligación, yo me comporté como un idiota contigo. Pero sin embargo, aquí estas.
-¿Dónde más estaría?
-No lo sé, viviendo tu vida.
-Tú eres mi vida Dan, solo tú.
-Dijiste que me amabas, juro que no lo soñé.
-Claro que te amo, siempre te amé, siempre lo haré. Soy tuya.
-Fue tu voz, eso me despertó. Siempre has sido tú, nena. Eres la mujer de mi vida y estoy cansado de perder el tiempo. Jamás dejé de amarte.- las lágrimas volvieron
a llenar mis ojos y mi respiración se volvió torpe. Él estiró su mano sana y yo la tomé aún temblorosa.
-Ven aquí nena, cálmate.- me acerqué a él. Apretó más mi mano y me tironeó hasta quedar muy cerca de él. Tan cerca que podía olerlo, embriagarme de su
maravilloso y tranquilizador aroma. M e incliné sobre su pecho y con una mano acaricié su lastimado rostro. M e miró de una forma que jamás había hecho. Y sentí que
el corazón me iba a estallar de solo mirarlo. Esos arrebatadores ojos azules, volvían a quitarme la respiración una vez más. Acarició mi mejilla limpiando mis lágrimas y
me acercó a su boca, me besó dulcemente, con una delicadeza única. Sentí el calor de sus labios, la suavidad de su aliento, no fue un beso apasionado, no hubo fuegos
artificiales, solo amor. Por primera vez entre los dos, fue solo amor. Y Estuve muy de acuerdo con eso.
Nos besamos por unos cuantos segundos, ninguno quería separarse, había pasado mucho tiempo, muchas cosas, sin embargo ahí estábamos otra vez.
Sentí un quejido y me incorporé rápidamente, aún estaba muy maltrecho y necesitaba descansar.
-Descansa Dan, lo necesitas.
-Basta de tonterías, no más juegos, no más idioteces, solo tú y yo nena, como siempre debió ser.
-Señor Navarro, no podría estar más de acuerdo con usted. – sonrió con todos los dientes y no pude evitar imitarlo.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Igual que tú.- respondí
-Cariño no me malinterpretes, pero luces fatal. Ve a casa, descansa.
-No iré a ninguna parte, no sin ti.
-Te prometo que seguiré aquí cuando vuelvas.
-Ni hablar, no hay trato.
-Lex, haz lo que te ordeno sin protestar. Ve.- dijo endureciendo su voz. Sonreí, no pude contenerlo, ahí estaba mi muy autoritario adonis convaleciente y mandón.
-No tienes remedio nene. Iré a tomar un baño, cambiarme y regreso. Tómalo cariño, es lo mejor que podrás obtener.
-Vale.-dijo con resignación. Volví a besar sus labios, tomé mi bolso y salí.
Fuera estaban todos esperando ansiosos, y sus miradas se clavaron expectantes en mí, sentí el rubor asentarse en mis mejillas.
-¿Y bien?- dijo Eugenia sin ningún remordimiento.
-¿Qué?.-estaba confundida.
-¡Estas de broma! ¿Se han contentado? ¿Ya vuelves a ser mi cuñada favorita?.-me reí y negué con la cabeza, incrédula de su falta de tacto. Ella golpeaba el suelo con
su zapato.
-Si, Eugenia. ¿Feliz?
-Ni te imaginas.- contestó lanzándose en mis brazos y dándome miles de besos en la mejilla.
-¡En hora buena!.- vociferó M anuel con su tono paternal inconfundible. De a poco fueron felicitándome y pasando a la habitación.
-Iré a casa a tomar un baño y vuelvo.- anuncié a M ariano y Ari.
-Te acompaño.-respondió Ariana tomándome del brazo.
Nos montamos al carro y manejé con lentitud, estaba algo aletargada por la falta de sueño y el cansancio. Le conté lo que habíamos hablado y que arreglamos las
cosas, Ari y su entusiasmo siempre estaban ahí para mí.
-Quizás tengamos boda doble.- dijo en tono risueño.
-En tus sueños Ariana. Esas cosas no son para mí. Tú ten la boda soñada, yo tendré mucho sexo.
Ambas reímos a carcajadas, se sentía de maravilla poder liberar la tensión acumulada.
Llegamos a casa y me metí de inmediato al baño, realmente necesitaba una ducha. M e saqué los zapatos, la chaqueta, el vestido, la ropa interior, solté mi cabello,
abrí la ducha y mientras esperaba que se temple me cepille los dientes. Prendí el IPod y I´m a river de Foo Fighter comenzó a sonar. M e metí bajo el chorro de agua y
dejé que poco a poco la tensión se aflojara. Lloré, como hacía mucho tiempo no lo hacía, toda la angustia y el miedo contenido durante estos días se liberó de repente.
Estuve por un largo rato, al salir sequé mi cabello y trate de mejorar mis ojeras y darle algo de color a mi rostro. Salí envuelta en la toalla, Ariana se encaminaba a la isla
de la cocina cargando unas bolsas.
-¿Tienes hambre?.-preguntó mientras sacaba las cajas de comida china.
-Ni te imaginas.- aún envuelta en la toalla me senté a devorar el chow fan y bebí más que gustosa la cola de dieta.
-Deberías tratar de descansar un rato Lex.
-Lo haré en el hospital, no te preocupes, no quiero perder más tiempo aquí.- me levanté de la banqueta y me dirigí al armario. Cogí un jean gastado y ceñido, me
puse las botas de media caña y sin tacón, una remera negra y un sweater fino de hilo en gris. Tomé el bolso, la chaqueta y estaba lista para volver al hospital.
M ontamos el carro y esta vez Ariana manejó y yo no puse ninguna objeción, me puse las gafas y sentí que el sueño me alcanzaba.
-Lex llegamos, despierta.- me zamarreaba mientras hablaba. Abrí los ojos confusa y miré alrededor hasta que caí en cuenta de dónde estábamos.
Al llegar a la habitación, la gente se había multiplicado, ahora también estaban Elizabeth y los amigos de la infancia de Dan, Antonio, Joaquín y Román. Saludé a
cada uno de ellos apenas entramos. Dejé mis cosas en un costado y me acerqué a darle un beso a mi adonis.
-Te ves mejor nena, aunque deberías estar descansando.
-Toma lo que te den nene.- respondí sonriendo.
Se veía mejor, pero aún no era el hombre que yo conocía y amaba. Durante horas escuché diversas historias sobre su infancia y su adolescencia. Agradecí
internamente a los amigos de él, por hacerme conocer ese lado de Dan. Por la tarde la visita se fue retirando y quedamos pocos, fui a buscar un café y cuando volví a la
habitación, un oficial de la policía estaba hablando con Dan y Félix. M e acerqué en silencio, no quería interrumpir.
-Señor Navarro, ¿tiene idea de quién pudo haberlo hecho?.- preguntaba el uniformado.
-Nada certero, pero creería que proviene de la misma persona que las veces anteriores, Sabrina Oviedo.
-Estamos investigando todo Señor. Si recuerda algo más, hágamelo saber, ya tiene mi número.
-Lo haré. Gracias.-dirigió su mirada a mí y entonces me presentó.- Cariño él es el comisario Guzmán, ella es mi novia Lexy M iller.
-Encantada de conocerlo comisario.- le ofrecí mi mano y él la cogió con seguridad.
-Igualmente Señorita M iller. Si me disculpan.
-Lo acompaño.- necesitaba hablar a solas con él. Ambos salimos y nos alejamos unos metros del resto de la familia que esperaba afuera.
-¿Sabrina Oviedo es la principal sospechosa?.- investigué con ansiedad.
-Estamos investigando Señorita M iller, pero por ahora, todo lo que tenemos es circunstancial. No podemos acusarla de nada.
-Estuvo aquí mientras Dante estaba en coma. Yo misma la saqué de la habitación.
-Lo añadiré a la investigación.
-No comisario, quizás no me entendió. Quiero hechos, no palabras. Si ella ha sido la responsable del accidente, la quiero presa. ¿Entendido?.
-Haremos todo lo que esté en nuestro alcance.
-No me basta. Además quiero custodia para Dante 24hs al día.
-Señorita M iller, no contamos con los recursos para hacerlo.
-¿Sabe quién soy comisario?.
-La novia del Señor Navarro.
-Además, soy la dueña de los hoteles M iller, y somos grandes benefactores de la fuerza pública.- odiaba actuar de esa manera, pero realmente iba a hacer todo lo que
pudiera por proteger a Dante.
-M uy bien Señorita M iller. Pondré dos oficiales a su disposición.
-Que hagan turnos de 12hs, quiero que haya alguien continuamente en la puerta.
-Así será.
-Gracias comisario.- me ofreció la mano, su tarjeta y se marchó.
M e quede pensando en lo que había dicho Dante. “La misma persona que las veces anteriores” ¿De qué estaba hablando? Tenía que averiguar de qué se trataba esto.
M e metí en la habitación para conseguir las respuestas que quería. M anuel y Paloma se encontraban en la sala. M ientras M ariano y Ari estaban en el pasillo junto a
Félix. Dante le daba instrucciones a Elizabeth que estaba por marcharse. M e senté en el sillón pacientemente. Finalmente, cuando ella se fue le pregunté.
-Antes has dicho que hubo otros “accidentes” que tenían que ver con Sabrina. ¿De qué se trata?
-Nada de qué preocuparse cariño.
-No me vale, habla.- puso los ojos en blanco y negó con la cabeza. Pero sabía que no iba a dejarlo ahí. –Cuéntame que ha pasado Dan.
-Hace unos meses terminé con ella del todo, estaba cansado de que se comporte como si fuera mi novia o algo así. No lo tomó bien. ¿Recuerdas cuando tuve que
volver de Oviedo?
-Sí, lo recuerdo.
-Bueno, alguien había entrado en la casa y destrozó mi despacho y la habitación, tenía su toque de mujer despechada. Hizo pedazos tus fotos y escribió las paredes.
La policía no pudo probar que fue ella, así que lo dejé ahí. Luego llegó a la oficina una orquídea negra con una amenaza y tampoco conseguimos nada que la vincule, pero
la conozco. Sé que fue ella. Y ahora esto, es sumar dos más dos.
-¿Y nadie ha hecho nada por detenerla? ¿Es una broma? Ha estado aquí cuando tú estabas en coma. Yo misma la saqué de la habitación. – Dante miró a Félix que
enseguida entendió.
-Lo siento Señor, había ido por un café cuando apareció.- se disculpó Félix.
-¿Has podido averiguar algo más? ¿No hay videos de seguridad?.- preguntaba mi adonis.
-Sí, hay un video de seguridad, pero no se ve claramente quien está cerca de su auto. Lleva capucha y ropa holgada y se esconde bien de la cámara. Es lógico que
sabe dónde están. – decía Félix.
-Quiero verlo Félix. ¿Puedes conseguirlo para mí?.-interrumpí con una notada voz de enojo. Félix miró a Dante pidiendo aprobación y éste asintió.
-Se lo traeré Señorita.
-Gracias Félix. Enseguida vuelvo.- me disculpé y salí de la habitación en busca de M ariano que estaba a los arrumacos con Ariana.
-Hola preciosa, que cara traes ¿Todo está bien?.- preguntó mientras soltaba a mi hermana y se centraba en mí.
-No, nada está bien. Dan cree que Sabrina Oviedo tiene que ver con el choque. Y no quiero seguir arriesgando nada, quiero una orden de restricción contra ella. No
quiero que se pueda acercar a Dante nunca más.
-¿Dante está de acuerdo?
-No se lo he preguntado, te lo estoy pidiendo yo. ¿Puedes pedirle a Lautaro que la prepare?
-De acuerdo preciosa, lo haré.
-Ahora M ariano, por favor.
-Bien.- se alejó y hablo con él.
-Ya cálmate Lex.- me decía Ari mientras me acomodaba el cabello detrás de las orejas.
-No puedo Ari, no quiero que esa tipa se vuelva a acercar a Dan. Si algo le pasara…- mi voz se quebró. M e alejé y busque mi móvil, si la policía no hacía nada, yo lo
haría.
-Hola tío, soy Alex.
-Hola princesa. ¿Todo está bien? ¿Cómo sigue Dante?.- preguntaba mi tío M ichael
-Se ha despertado y está recuperándose.
-Esa es una gran noticia. M ándale mis saludos y buenos deseos.
-Lo haré. Te llamo por otra cosa.
-Sí, lo imagino, ¿el investigador?
-Sí, ¿Has tenido noticias?.
-No mucho, por eso no te llame. Hay algunos empresarios que podrían no estar muy felices con Dante, pero nada que llame mucho la atención.
-Bien, que se concentre en Sabrina Oviedo. Es una ex de Dante, y la principal sospechosa.
-De acuerdo, se lo diré.
-Gracias tío. Salúdame a la familia.
-Lo haré. Cuídate.
M e senté en las sillas de la sala de espera y pensé en que más podía hacer. Félix salió de la habitación.
-Félix, necesito hablarte.
-Diga Señorita Lexy.
-¿Tienes gente de confianza que pueda ser guardaespaldas?
-Si, por supuesto Señorita.
-Bien, vamos a necesitar dos más. Quiero que tomen turnos, eso te incluye.-iba a interrumpirme pero lo detuve.- No está a discusión Félix, necesitas descansar para
poder estar alerta. Toma el turno de la noche y busca dos más para el día. Turnos de 8hs máximo. ¿De acuerdo?.
-Así se hará. Ya mismo me pongo a ello. No se preocupe.
-Gracias Félix.
M anuel se acercó a mí con cara de preocupación.
-Cariño, necesitas relajarte. Te veo yendo de aquí para allá.
-Solo intento protegerlo M anuel.
-Lo sé cielo. ¿Qué has hecho?.
-Pedí custodia policial 24/7, además le pedí a Félix que doble la seguridad y también le pedí a Lautaro una orden de restricción. Ahora voy a hablar con el director del
hospital para que no la dejen entrar.
-Yo me encargo de eso. Éste papel tuyo de sobreprotectora te pone agresiva, se te pegó de Dan.- dijo entre risas mientras me guiñaba el ojo.
-Bien, te lo dejo a ti.- se paró y se fue, yo volví al lado de mi hombre maltrecho que hablaba con su madre.
-¿Todo está bien nena?
-Sí, todo bien. ¿Cómo te sientes?
-Bien, no te preocupes, ven aquí.- estiró su mano sana hacia mí, Paloma abandonó la habitación y nos quedamos solos. M e acomodé al costado de su cama, acarició
mi rostro y yo le sonreí satisfecha, agradecía cualquier roce con su piel, lo necesitaba. Lo ansiaba.- Estás comportándote como yo, debes relajarte, estoy bien.
-No puedo. ¿Qué harías en mi lugar?
-Vale, tú ganas. Pero ya estuvo.- me besó, primero suavemente y luego más profundo. Ambos estábamos abstinentes de nosotros y apenas podíamos soportar el
estar lejos.
La noche cayó y todos se fueron, Ari me trajo algo para cenar antes de marcharse.
La enfermera entró con la cena para Dan, y comimos juntos.
-Bien nena, cuéntame, ¿Qué has estado haciendo?
-¿A qué te refieres?
-Sé que has dejado a M endoza.
-Sí, hace tiempo.
-Soy todo oídos.- dijo mientras se metía un bocado a la boca.
-Empecé una maestría, quiero ser oradora, he dado un seminario de fotografía en M álaga y me ha fascinado, así que decidí hacerlo más profesional. También compre
una galería, mi primo Daniel la está restaurando.
-Eso es genial cariño. M e alegra que tengas tantos proyectos.
-Déjame pensar que más…- su mirada se volvió reprobatoria, sabía qué lo que quería oír era con quién me acostaba y yo daba vueltas para contarle. M ordí mi labio
de los nervios y él me regaló una de sus hermosas y maquiavélicas medias sonrisas.
-Anda Lex, con quién te has acostado. Ya suéltalo.
-Conocí a una pareja en El Templo, solo hemos sesionado dos veces.
-¿Has estado allí?
-Si, en la noche de mascarada.
-No te vi.
-Lo sé, yo tampoco, pero era la idea.
-Bien, ¿Quiénes son?
-Ella se llama Electra y su sumiso Cesar.- una enorme sonrisa se dibujó en su rostro y yo entrecerré mis ojos. ¿Qué me estaba perdiendo?.
-Así que tú eres la bella sumisa de la que me hablaba Electra.
-¿La conoces?.- pregunté asombrada.
-Claro que sí, somos muy amigos. Electra comenzó en esto siendo mi sumisa. Yo la entrené y enseñé.
-No me lo creo. Jamás lo hubiera pensado.
-M e has sorprendido nena, no te imaginaba con una Dómina. Pero conociendo a Electra, puedo estar tranquilo, has estado en buenas manos.
-Fue algo del momento, y mi primera vez para ser honesta.
-¿Cómo estuvo?.
-M uy bien, mejor de lo que hubiera imaginado.
-No imaginas la cantidad de ideas que acabas de ponerme en la cabeza.- dijo con malicia y picardía.
-Tómalo con calma Playboy, primero tienes que recuperarte.- me regaló una sonrisa y un guiño.
Cuando llegó la noche insistió en que me fuera a descansar al piso, pero ni caso, me acomodé en el sofá grande que estaba junto a la ventana, la enfermera me acercó
una manta y una almohada. M e dormí en el acto.
M uy temprano en la mañana el ruido de la puerta me sobresaltó, la ronda médica comenzaba, me levanté de inmediato y escuche atenta. El médico comenzaba a
revisar a Dan, luego de la exhaustiva revisión, ordenó unos exámenes.
-¿Y bien doctor?.-inquirí nerviosa.
-Todo parece estar muy bien, veremos que dicen los estudios y si sigue así, quizás mañana podamos darle el alta.
-Perfecto, no veo la hora de poder salir de aquí, no se ofenda doctor.- decía mi adonis, con mucho mejor ánimo y semblante.
Los médicos se retiraron y yo me metí de inmediato a refrescarme. Al salir, Dan intentaba levantarse de la cama.
-¿Qué crees que haces cariño?.- lo regañé.
-Levantarme, quiero tomar un baño.
-Vale, pero espera que llame a la enfermera, quédate quieto.
-No es necesario nena, yo puedo.
-¡Y un coño Dante!. Quédate quieto. Por una vez en tu vida, déjame ganar.
-Vale.- dijo sonriendo.
Llame a la enfermera que vino de inmediato, y preparó a Dante para que pueda levantarse, cerró la cánula del suero, le quitó otros cables de encima y le dio unas
férulas inflables para que no se mojen, y le acercó una muleta.
-Está bien, del resto ya me ocupo yo. M uchas gracias.- le advertí cuando ella trataba de llevar a Dan hasta el baño.
Lo cogí por la cintura haciendo que apoye su peso en mí, mientras con su mano sana se ayudaba con la muleta. Nos metimos al baño y lo ayudé a sentarse en la
ducha, le quité la bata médica y le di un suave beso en la boca.
-Quédate quieto. Busco la maleta con el neceser y regreso.- hizo una mueca de fastidio y salí en voladas del baño. Busqué las cosas y regrese. Cerré la puerta detrás
de mí y me quité la remera para no mojarla. Sus ojos viajaron directo a mis pechos e inmediatamente se oscurecieron de deseo. Sentí como mi cuerpo volvía a responder
ante sus silenciosas pretensiones. Pero no era el momento así que callé las voces en mi cabeza que me reclamaban sus manos, su boca, su miembro…
-Cambia esa cara nene, no obtendrás nada aún. Soy una profesional.- le guiñé el ojo y rebuscaba por los artículos de higiene.
-Esto va a excitarme Lex, lo sabes. Te deseo, te anhelo.
-Y yo a ti cariño, pero ya sabes, aún no puedes.
-¿Quién lo dice?
-Lo digo yo. Ahora sé un buen paciente y déjame encargarme de ti.
-No podré resistirme, espero que lo tengas claro.
-Compórtese Señor Navarro.
Abrí la ducha de mano y temple el agua.
-Tira la cabeza hacia atrás cariño.- declaré dulcemente mientras comenzaba a mojarlo, el agua se tiño de rojo por los restos del accidente y el corazón se me estrujó
en el pecho. Una vez comenzó a salir limpia, le puse el champú y comencé a masajearlo delicadamente. Tenía miedo de dañarlo de alguna manera.
-Tranquila nena, no me harás daño.- me indicó al notar que estaba temblando. Puso su mano sana en mi cintura para tratar de calmarme y lo consiguió. Lavé su
cabello varias veces hasta que quedó perfecto, luego seguí con su cuerpo. Tomé la esponja y le puse el jabón líquido, me dispuse a enjuagar su cuerpo, busqué sus ojos
y seguían oscuros, sabía lo que estaba pensando, pero estaba demasiado concentrada en no dañarlo, de ninguna manera obtendría lo que quería hoy. Suavemente pasé la
esponja de mano por cada centímetro de su hermoso cuerpo. Y no pude evitar sentir la humedad de mi entrepierna, todo él me excitaba, lo deseaba profundamente,
despertaba mis más retorcidos y perversos morbos. Nada había cambiado en éste tiempo separados, aún tenía ese poder sobre mí.
-Ni se te ocurra, o mi autocontrol se irá al infierno. No tienes idea de la concentración que requiere no arrancarte la ropa y ponerte sobre mí.- dijo tomándome por la
muñeca para impedir que pueda avanzar hasta donde pretendía, su hermoso y delicioso miembro. Involuntariamente me mordí el labio inferior. Por supuesto que lo
entendía, yo libraba la misma batalla.
-Vale, hazlo tú.- lo dejé pasar, no quería ponérselo más difícil. Luego retomé mi tarea y terminé de bañarlo y enjuagarlo. Cogí la toalla y sequé su cabello con cuidado
y luego su cuerpo, cuando llegue a su pelvis le entregué el mando. Ayudé a que se ponga de pie y salimos de la ducha.
-Ponte la remera por favor.- insistió de inmediato, y así lo hice.
Le puse un bóxer negro pequeño y ajustado, de esos que me encantan, un pantalón de entrenamiento negro que se ajustaba a la cintura y una remera blanca de escote
en V. incluso convaleciente aún se veía como un dios griego, suspiré con resignación, jamás dejaría de sorprenderme su belleza. Le entregué el cepillo de dientes y la
pasta para que él mismo lo haga. Acomodé las cosas en el baño, cuando terminó lo lleve de vuelta a la cama y llame a la enfermera para que volviera a ponerle los
medicamentos.
-Te ves mucho mejor cariño.- anuncié mientras peinaba su cabello.
-Gracias Lex, eres la mejor enfermera que tuve y sin duda la más sexy.- confesó mientras besaba mi mentón y le daba un ligero mordisco.
-Es un placer estar a su servicio Señor Navarro.- contesté juguetona. Y le di un casto beso en los labios, que él devolvió gustoso. La enfermera entró y volvió a
conectarlo a las distintas máquinas.
-Se lo ve mucho mejor Señor Navarro.- dijo con timidez mientras miraba ruborizada a mi hombre. M e reí en silencio.
-Gracias. Lo siento no sé tu nombre.
-Alejandra, Señor.
-Entonces, gracias Alejandra.- contestó Dante haciendo gala de sus encantos, sabía perfectamente como ruborizar a una mujer.
-Llámeme si necesita cualquier cosa.- señaló temblorosa mientras se alejaba. Al cruzarse con mi mirada divertida sus mejillas ardieron de vergüenza y yo no pude
contener la risa. Dante me miró con reprobación.
-Eres una chica mala Lex.
-No es mi culpa, tú te has aprovechado de ella.
-No te preocupes cariño, saldaremos cuentas luego. Tengo una memoria privilegiada.- comentó con una mueca macabra y mi sonrisa se esfumó.
Pronto le trajeron el desayuno, al tiempo que M ariano entraba cargando cafés, panecillos y el periódico.
-Buenos días ¿Cómo durmieron?.- indagaba curioso mientras me entregaba un café y me besaba ambas mejillas. Se acercó a Dan y le dio la mano y el periódico.
-M uy bien ¿Y tú?.- reconoció mi adonis mientras buscaba la página de negocios.
-Bien. ¿Y tú preciosa, has podido descansar algo?.
-Sí, de maravilla cielo. ¿Y mi hermana?
-Se fue a la universidad, dijo que luego pasaría. Xander te manda su cariño.- sonreí gustosa en agradecimiento, sabía que ambos lo cuidaban de maravilla. Aproveché
que los hombres se internaron en una conversación sobre asuntos que tenían juntos y respondí mails y mensajes pendientes. Lautaro llegó y me entregó la orden de
restricción y con una mirada suplicante le pedí a Dante que la firme, y él acepto.
Antes del mediodía el enfermero vino a buscar a Dan para llevarlo a hacerse estudios y aproveché para bajar a almorzar. Comí algo ligero y volví a la habitación, allí
estaba M anuel junto a Paloma.
-Hola cariño. ¿Cómo te encuentras?.- inquiría la cálida voz de mi suegro mientras me estrechaba en brazos y besaba. Le devolví la muestra de cariño con gusto.
-M uy bien ¿Y ustedes?.- indagué mientras saludaba a mi suegra.
-M ucho mejor por suerte. ¿Dónde se encuentra Dan?.- apuntó Paloma.
-Lo han llevado a realizarse estudios, si todo está bien, quizás mañana podamos marcharnos.
-Eso es una gran noticia. ¡Qué alegría!.- el alivio en la voz de M anuel era notorio. Lo peor había pasado y ya todos estábamos más relajados.
Cuando Dante volvió, enseguida pidió un resumen de lo que estaba pasando en la empresa, a su padre, que se mostró más que dispuesto a ponerlo al tanto y
entregarle distintos papeles para que mire y firme. Aproveché el tiempo para conocer un poco más a su madre, ya que no había tenido mucha oportunidad de hacerlo.
Era una mujer muy cálida y bastante tímida, algo extraño en una actriz, pero intuía que tenía más que ver con la lejanía de su familia que con su personalidad. M e
comentó que estaba por comenzar una obra nueva, que se estaba dedicando al teatro y que era su pasión. Le prometí que iríamos a verla en algún momento y sus ojos se
llenaron de lágrimas ante la promesa de retomar el vínculo con su hijo mayor. Sabía que no estaba bien que me entrometiera, pero también tenía en claro que por
testarudo luego podría arrepentirse, como me había pasado a mí. Y no quería que él tenga que vivir lo mismo que yo. Así que estaba dispuesta a interceder en su
relación, pero lo haría lento, para no abrumarlo.
Félix llegó cerca de la medianoche. Solo estábamos los dos.
-Buenas noches Señor Navarro, Señorita Lexy.
-Buenas noches Félix ¿Has podido recuperar el sueño?.- cuestioné.
-Si Señorita, el descanso me vino de maravilla. ¿Cómo se encuentra Señor?
-M ucho mejor Félix, gracias. ¿Alguna novedad?
-Nada Señor. Y en la casa todo está tranquilo. M arga le envía esto y su cariño.- le entregó un paquete, su ama de llaves le había preparado unos bocadillos, y eso me
llenó de ternura.
-M ándale mi cariño y agradécele.
-Por supuesto Señor. Señorita aquí está el video que me pidió.- tomé el IPad que me ofrecía y vi el video con detenimiento. Efectivamente, no se le veía la cara e iba
bien cubierto para que sea difícil reconocer si se trataba de una mujer o un hombre, pero soy fotógrafa y muy detallista, así que inmediatamente note algo peculiar. Sus
manos. Claramente se trataba de una mujer con una manicura francesa.
-Es una mujer, mira sus manos, lleva una manicura.- le mostré a Dante lo que estaba viendo.
-Eres increíble cariño. Jamás lo habría notado.
-La mirada de una mujer es diferente nene.
-Félix, llama al comisario y ponlo al corriente.
-Enseguida Señor.- salió de la habitación y yo me senté en la cama a mimar a mi hombre herido.
-Debes descansar cariño.- le recordé mientras pasaba mis dedos por su pelo y besaba dulcemente su cuello.
-¿Tampoco me harás caso hoy?.- preguntaba con voz mandona mientras acariciaba mi espalda.
-¿De qué estas hablando?
-Quisiera que vayas a descansar al departamento Lex, no tiene sentido…
-Ya calla nene, no me iré.- interrumpí de inmediato. Tomó mi cabello con su mano y mi cabeza voló hacia atrás y me besó con pasión y posesión. M e alejé antes de
que fuera demasiado tarde para detenerme. Y él sonrió con malicia. M e recosté inquieta, estaba excitada y me costaba conciliar el sueño. Finalmente el cansancio me
ganó y me dormí.
El sábado por la mañana el médico le dio el alta, luego de revisarlo una vez más. M e dio instrucciones precisas de cómo curar sus heridas y también respetar los
horarios de la medicación. Tomé nota de todo. También me advirtió que si sufría de mareos, vómitos o migraña intensa, debía traerlo de vuelta. Preparamos las cosas y
Franco, uno de los nuevos custodios, subió todo al auto. El camillero vino a buscar a Dante con una silla de ruedas, por supuesto no se subió sin pelear, pero eran reglas
del hospital.
Al salir hable con el oficial que custodiaba la entrada y le expliqué que ya podía marcharse, que yo llamaría al comisario para ponerlo al tanto.
-Hay mucha prensa esperando en la puerta Señor Navarro.- dijo Franco cuando se nos unió en la entrada.
-Bien, trae el auto lo más cerca que puedas y pídele al guardia que los aleje.- manifestó Dan.
-Cariño, me gustaría cuidarte hasta que te encuentres mejor. Si no te molesta.- pedí con nerviosismo.
-Lo siento nena, había supuesto que vendrías conmigo y ni siquiera te lo pregunté.
-Es lo que me gustaría, sino te importa, claro.
-Nada me gustaría más.
-Vale, iré a casa por mis cosas y recogeré a Xander, te veo en tu casa al rato.
-¿Quieres que Franco te lleve?
-No cariño, tengo mi auto. Tú ve y descansa, ya te alcanzo luego.- me despedí con un beso en los labios y salí antes para evitar que los fotógrafos lo vean a él. Y
funcionó, comenzaron a perseguirme y hacerme preguntas que ignoré con gran habilidad. M e monté al carro y salí rumbo a mi piso.
Al llegar, tomé una rápida ducha, busqué un cómodo mono en color piel y unos zapatos de taco de corcho en coral. M etí ropa en una maleta de mano y mi neceser.
Recogí las cosas de Xander y mi bolso de la universidad, junto a mi portátil y la cámara. Y me fui. Pasé por el apartamento de M ariano y Ari a recoger a mi pequeño
que me recibió con mucha alegría, como lo hacía siempre que estábamos separados unos días. M e despedí de Ari agradeciéndole por haberlo cuidado y quedamos en que
luego pasaría por la casa de Dan a ver como seguía.
Hice una breve parada en un sex shop local y compré unas cuántas cosas que necesitaría. Estaba decidida a sorprender a Dante.
Llegué a su edificio en Salamanca, estacioné el carro y baje las cosas. Xander me siguió de inmediato. M arqué el último piso y sentí un nudo en el estómago, era la
primera vez que volvía luego de nuestra separación.
Ni bien se abrieron las puertas del ascensor Félix estaba esperándome.
-Bienvenida de vuelta Señorita Lexy. Es una alegría tenerla.
-Gracias Félix.- le devolví una cálida sonrisa. Tomó las cosas y las metió a la casa. Entre tímidamente y se escuchaban murmullos. Xander corrió en busca de Dante
y lo encontró en la sala rodeado de su familia. Enseguida dio un salto sobre él y comenzó a lamerlo de forma desesperada.
-¡Eres un bruto grandulón!.- lo regañó con cariño mientras acariciaba sus orejas y jugaba con sus mofletes como de costumbre. Varias voces me saludaron al unísono
y yo lo correspondí.
-Ya párale pequeño. Aún está convaleciente.- regañé a Xander mientras lo bajaba de la falda de Dante tomándolo del collar. Pero estaba muy feliz y se dispuso a
saludar a cada uno de los presentes. Sonreí. Estábamos donde pertenecíamos.
Dante estiró su mano, llamándome a tomar asiento a su lado. Y yo la acepté encantada. M e corrió el cabello y besó mi cuello.
-Bienvenida a casa nena.- susurró en mi odio y yo me estremecí.
Cenamos todos juntos, M anuel y Paloma, Euge y Lautaro y también se unieron M ariano y Ari. La noche marchó de maravilla, teníamos mucho que celebrar, mi
adonis estaba bien y volvíamos a estar juntos, como siempre debió ser. Cerca de las 11pm todos se marcharon y yo insistí en que Dan se metiera en la cama. Y
finalmente lo hizo. Antes de acompañarlo al dormitorio le pedí a Franco si podía llevar a Xander por un paseo y aceptó de buena gana.
Entre a la habitación y mi amor ya estaba metido en la cama mirando las noticias. M e metí al vestidor cargando la maleta. M e quité la ropa y busque el disfraz de
enfermera que había comprado temprano en el sex shop. M e puse un conjunto de ropa interior blanco con encaje y ligero. Unos zapatos rojos de tacón. Luego el
pequeño vestido de enfermera en látex abotonado por delante, la cofia en la cabeza y me colgué el estetoscopio del cuello. M e miré al espejo y me sonreí a mí misma.
Haría que la recuperación de Dante sea divertida. Recogí el IPod de mi bolso y escogí Physical de NIN. Ni bien los acordes comenzaron a sonar abrí las puertas dobles
del vestidor y salí. M e topé de inmediato con la cara de sorpresa de mi adonis personal. Dejó caer su mandíbula y me miró atónito.
-Llegó su enfermera Señor Navarro.- anuncié juguetona y en tono zalamero. Comencé a moverme al ritmo de la música. Lenta y sensualmente. M e coloqué al pie de
la cama y comencé a bailar para él, moví mis caderas y todo mi cuerpo mientras sus ojos me seguían atentos. M e quité el estetoscopio de juguete y jugué con el,
pasándolo por mi cuerpo. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. Luego fue el turno del vestido, de un solo tirón desabroché los presillos y lo dejé caer por mi
espalda mientras me arqueaba hacia atrás. M e quité los zapatos y me monté en la cama, comencé a gatear sobre el colchón y entremedio de sus piernas de manera muy
sexy hasta que llegue a su pelvis y me senté sobre él. Enseguida estiró la mano sana para intentar tocarme, pero negué con la cabeza.
-Sin tocar Señor Navarro.- puse su mano por encima de su cabeza. Sonrió pícaramente y se mordió el labio al tiempo que levantaba su pelvis para pegarse más a mí.
Comencé a acariciarme el cuerpo, primero mis pechos, luego mi abdomen y por último mis muslos, mientras seguía contoneando mis caderas sobre su erección. M e
quité la cofia y dejé caer mi cabello salvajemente sobre mis hombros y pechos. M i sostén lo siguió, mis erectos pezones agradecieron el alivio, metí mis dedos en su
boca y luego acaricié mis pechos. Él se retorció debajo de mí. M e paré sobre la cama y seguí meneándome al ritmo de la sensual música de NIN. Con la punta de mi pie
acaricié su abdomen y su duro pene mientras me sostenía del techo. Comencé a bajar lentamente mi tanga y volví a sentarme sobre él, la giré en el aire y la dejé caer
sobre su rostro, enseguida la atrapó y se la llevo a la boca y la apretó entre sus dientes. Pasé mi lengua por su pecho dejando pasionales besos en su abdomen, lamí sus
pezones y emitió un sonoro quejido. M e enderecé de golpe con temor de haberlo lastimado. Pero él tomó mi cabello con su mano y me acercó a su boca, devoró la mía
con ansias y desesperación. Nuestras lenguas se mezclaron y mis manos se enredaron en su cabello. No podía dejar de moverme estaba muy excitada. M ordió mi lengua
y yo gemí en su boca, luego mi sobresaliente labio inferior fue la victima de su mordida. Lo lamió y me susurró.
-Te amo nena, te deseo tanto. No me hagas esperar más, quiero estar dentro de ti.
No necesitó decir nada más, aunque deseaba darle más placer que solo eso, entendía a la perfección su necesidad, era la misma que la mía. Acomodé su pene en la
entrada de mi vagina y lentamente se hundió en mí. Como una llama intensa sentí que me quemaba a su paso. Todo mi cuerpo lo extrañaba. Era suyo y lo sabía. El amor
y el deseo que siento por Dante comenzaba a consumirme lentamente. Cuando finalmente lo sentí completamente dentro mío, me arqueé hacia atrás apoyándome sobre
sus muslos y dejé caer mi cabeza y jadeé una y otra vez. No quería apurar la situación, necesitaba disfrutarlo, pero mis ansias de él no me dejaron. Comencé a moverme
adelante y atrás, dibujando pequeños círculos sobre su pelvis. Su mano voló a mi pecho y lo apretó con fuerza mientras que un gemido, más bien un gruñido, escapó de
su boca. Retorció mi pezón con dureza y yo me enderecé, me acerqué a su boca y lo bese profundamente. Un fuerte azote aterrizó sobre mi nalga.
-Lento, quiero disfrutar el momento.- dijo con voz profunda mientras volvió a nalguearme con fuerza una y otra vez. Sentí que mi orgasmo comenzaba a formarse y
lo cabalgué con rapidez, sus dedos se clavaron en mi cadera y siseó entre dientes. Apoyé mis manos sobre su pecho y lo miré directo a los ojos. Jadee una y otra vez
hasta que la contracción comenzó a formarse en mi interior. Él sintió la presión y levanto aún más su cadera.
-Córrete para mi Lex.- exigió entre gemidos y obedientemente lo hice. El clímax me alcanzó fuerte y brutalmente. Él siguió sus acometidas en mí por unos
movimientos más hasta que su cuerpo comenzó a temblar y se corrió en mi interior.
-Gracias Dan.
-Te extrañe tanto nena.-dijo mientras me besaba con dulzura.
-Y yo a ti cariño.
-¡Eres maravillosa nena, siempre me sorprendes!
-Soy tú enfermera personal, debes dejarte cuidar por mí.
-Puedes hacer lo que quieras conmigo. Soy tuyo como tú mía.
Salió de mí, pero yo aún no tenía suficiente de él, probablemente nunca tendría suficiente. Lamí sus labios, su cuello y recorrí cada centímetro de su pecho con mi
lengua, deleitándome con su sabor, hasta que llegue a la V de sus caderas. Lo besé una y otra vez, su pene volvió a endurecerse ante mis atenciones, y lo lamí por
completo, en toda su extensión. M etí su glande en mi boca y lo succioné con esmero. Él se arqueo y gimió con fuerza. Lo albergué tan profundo como podía.
M etiéndolo suavemente hasta el fondo de mi garganta. Una arcada instintiva no se hizo esperar, tomó mi pelo en su mano y manejó el ritmo, entraba y salía de mí con
fuerza. Abrí mi boca tanto como pude para dejarlo hacer conmigo lo que quisiera. Acaricié sus testículos con delicadeza y di ligeros toques con mi lengua en su erección.
Un hilo de baba cayó de mi boca luego de que su pene la abandonó, busqué sus ojos y vi como volvía a tener esa mirada de demonio que me encendía por completo.
Volví a metérmelo por completo una y otra vez haciendo una leve presión con mis dientes en él. Se retorció de placer. Una vez más y mantuvo mi cabeza inmóvil
mientras él mismo entraba y salía a su antojo, su cuerpo se estremeció y se corrió en mi garganta. Sentí su orgasmo cálido recorrer mi boca, extrañaba su particular sabor.
-Vas a matarme Lex.
-Solo si es de placer cariño.- respondí mientras llevaba los restos de su clímax, con mis dedos a mi boca y los lamía mirándolo a los ojos.
M e atrajo hacia arriba y se llevó mi pecho a su boca, mordió mi pezón, tiró con fuerza de el y luego lo lamió y chupó con ansias. Luego el otro. Sus dedos buscaron
mi trasero y comenzó a jugar con mi ano, llevó sus dedos a mi boca para que los humedezca con mi saliva y lentamente y con cuidado metió su dedo en mi interior,
abriéndose paso y tratando que se adapte para poder penetrarme. Una vez que mi trasero cooperó con él, comenzó a meterlo y sacarlo de mí, mientras yo gemía y me
retorcía. Luego, un segundo dedo y un grito de dolor y placer escapó de mi garganta.
-Ya por favor, fóllame cariño.- rogué y suplique. Estaba completamente empapada y deseosa.
-Túmbate en la cama de costado Lex.
-No quiero que te esfuerces, deja que yo esté encima de ti.- un repentino cachetazo atizó en mi mejilla y me hizo dar vuelta la cara, mi excitación se disparó 100º.
-Haz lo que te ordeno. ¿Es qué acaso ya no obedeces?.- dijo con su voz autoritaria.
-Lo siento.- respondí mientras me acomodaba como él me había dicho. Hizo lo propio y se puso detrás de mí, pasó su brazo sano por encima de mi cabeza y sentí
su respiración caliente y agitada en mi nuca.
-Vamos cariño, acomódame en ti.- susurró en mi oído y obedecí sin chistar. Tomé su pene y lo acomodé en la entrada de mi ano. Delicadamente comenzó a hundirse
en mí. Sentí como cada anillo de mi interior luchaba por albergarlo, intenté respirar hondo y relajarme para facilitarle el acceso. Cuando estuvo completamente en mí,
jadeé con desesperación, y solté todo el aire de mis pulmones. Sus embestidas fueron tomando un ritmo lento y cauteloso en un principio, luego fue aumentando la
velocidad y la fuerza con que me penetraba. Sus gemidos me cosquillaban en la nuca. M oví mis caderas acompasando sus movimientos.
-Tócate para mi nena.- dijo en un tono sexy y demandante mientras su mano se acomodaba en mi cuello controlando mi respiración a su antojo. M etí mis dedos en
la boca y luego los llevé a mi clítoris, ejercí presión sobre él y sentí que estaba al borde del clímax. Su mano apresó mi garganta y mi respiración se cortó por unos
instantes. M is dedos comenzaron a acariciar con fuerza mi clítoris y jadeé en cuanto Dante me lo permitió.
-¿Quieres correrte nena?
-¡Si, por favor!
-Aún no.
-Por favor, te lo suplico.- su mano volvió a cerrarse impidiéndome respirar. M i cuerpo se tensó en respuesta. M ordió el lóbulo de mi oreja y no pude contenerlo y
me corrí.
-Eres una chica mala Lex. Estas desobedeciendo.
-Lo siento, lo siento. No pude aguantarlo.
-Oh nena, esto te costara muy caro.
Comenzó a penetrarme con fuerza hundiéndose por completo en mí una y otra vez, para luego salir por completo y volver a meterse de una sola y brutal acometida.
Sentí el ardor crecer en mi trasero, me ardía, dolía, pero era una sensación de éxtasis total. M etió tres dedos en mi boca obligándome a abrirla y provocándome arcadas.
No se detuvo por más que le rogué que parara.
-Te dije que lo pagarías. Ahora puedes correrte para mi.- dijo mientras aumentaba aún más la velocidad. No pensé que mi cuerpo fuera a obedecer, pero mi orgasmo
se formó de inmediato. M is músculos se tensaron y el cosquilleo se hizo paso desde mi útero hasta mi vagina para terminar en un feroz orgasmo. Sentí como el fruto de
su excitación se volcaba dentro de mi trasero.
Velozmente salió de mí y enderezándose, me giro para quedar boca arriba y comenzó a masturbarme con violencia. M is piernas se cerraron involuntariamente y mi
cintura se despegó por completo del colchón. Gemí como una posesa y sentí que iba a orinarme. M i útero se contrajo y eyaculé brutalmente.
-M ía, solo mía.- dijo con posesión.
M i cuerpo se relajó y trate de que mi respiración tome un ritmo más normal, él se dejó caer a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro, me dio suaves besos en la
clavícula y nos quedamos inmóviles. Había pasado mucho tiempo sin dormir juntos, me abracé a su pecho, el sonido de su corazón, era la nana más dulce del mundo, su
aroma me embriagó y me dormí profundamente.
Un fuerte quejido me despertó abruptamente, salté instantáneamente de la cama aún algo aturdida por el sueño, miré a mi alrededor y pude ver a Dan tomándose el
pecho con gesto de dolor, inmediatamente me incliné sobre el colchón.
-Cariño ¿Qué ocurre? ¿Sientes dolor?.- preguntaba nerviosa.
-No es nada nena, tranquila, Xander saltó sobre mí y me despertó de golpe.- miré hacia el otro extremo de la cama, y ahí estaba la pequeña bestia con ojos llenos de
culpa y marcada preocupación. Sus orejas hacia atrás y su hocico abajo. M e llenó de ternura, aunque quería colgarlo.
-¡Serás bestia Xander! Debes tener más cuidado.
-Ya. Es solo sus muestras de cariño, no lo regañes. Ven grandulón.- dijo mientras le extendía la mano y el pequeño se arrastraba sobre su vientre hasta alcanzarlo.
-Buen día cariño.- saludé a mi adonis mientras besaba sus labios, él me devolvió el beso.
-Buen día nena. ¿Cómo has dormido?
-De maravilla ¿Y tú?
-Como un crio.- sonreí y me encaminé al tocador para asearme. Cuando salí él estaba sentado en la cama.
-Deja que te ayude Dan.- me acerqué a su lado y lo ayudé a incorporarse, le alcancé las muletas y nos dirigimos al baño. Si bien, que Dante se encuentre en mal
estado no me causaba ninguna satisfacción, disfrutaba mucho cuidándolo y haría mi mejor esfuerzo.
-Necesito afeitarme.- dijo mirándose al espejo.
-¿M e dejas hacerlo?
-¿Qué cosa?
-Afeitarte.
-¿Estás hablando en serio? Puedo hacerlo nena.
-Sé que puedes, pero es una especie de fantasía. Vamos concédemelo.
-Lo que tú quieras, ahora y siempre.
Fui por una silla de la habitación y lo ayudé a sentarse, busqué la crema de afeitar y la navaja. M e monté sobre él para estar más cómoda y su mano rápidamente se
acomodó en mi cadera.
-M uy bien nena, soy todo tuyo, disfrútalo.- respondió con voz juguetona.
-Créeme que lo haré nene.
Coloqué un poco de espuma sobre la palma de mi mano y con las yemas de mis dedos comencé a ponérselo sobre el rostro, siempre me había parecido muy sexy
ver como un hombre se afeitaba, incluso con solo mirarlo hacerlo me excitaba, pero hacerlo yo me causaba una satisfacción enorme. Luego tomé la navaja y comencé a
rasurarlo lentamente y con mucho cuidado de no lastimarlo. Estaba tan concentrada en la tarea que apenas podía notar sus ojos sobre mí.
-Deja de morderte el labio Lex. Vas a lastimarte.
-Lo siento, no me di cuenta.- contesté sonrojada, podía notar como comenzaba a mojarme.
Cuando terminé de quitar toda la espuma, de su marcada mandíbula, tomé una toalla pequeña y la mojé con agua tibia y limpié los restos. Sin poder evitarlo pasé mi
lengua por su mentón y luego sus labios, para terminar mordiendo uno de ellos.
-Perfecto. Gracias por dejarme hacerlo.
-Créeme nena, verte hacerlo ha sido un maravilloso regalo. Tú cara de excitación ha valido la pena.- sonreí satisfecha, al tiempo que él revisaba mi entrepierna.
-¿En serio Lex? ¿Tanto te ha excitado esto?
-Sí, es una especie de fetiche.- contesté volviendo a hincar los dientes en sus labios.
-Vamos, hora de desayunar.- yo tenía otros planes, pero ni modo. Cepilló sus dientes y lavó su rostro y ambos nos encaminamos a la cocina.
-Buenos días Señor Navarro ¿Cómo se encuentra?- preguntó M arga ni bien cruzamos el umbral.
-M ucho mejor M arga, gracias
-Le preparé su favorito. Panqueques.
-M aravilloso.
-Buenos días Señorita Lexy.
-Buenos días M arga.- respondí mientras le dejaba un beso en la mejilla. M e senté enfrente a él. Y lo vi mientras desayunaba y leía el diario.
-¿Qué planes tienes para hoy nena?
-Solo cuidarte esta en mi agenda.
-No, ya ha sido suficiente, debo volver al trabajo y tú también.
-No iras a ningún lado hasta que el médico lo ordene Dante. No se discute.- Entrecerró los ojos y me miró intensamente, sentí que comenzaba a achicarme en la silla.
Adiós a mi determinación.
-Vale, trabajaré desde aquí. Pero no quiero que pierdas más clases, ve a la universidad, estaré aquí cuando regreses.
-No me fio de ti, en cuanto salga por esa puerta te iras a la oficina.
-Nena confía en mí, te doy mi palabra, llamaré a Elizabeth para que mande un mensajero con las cosas. No saldré de la casa.
-Vale, mañana regreso. Debo ponerme al día primero. Así que no tendrás que preocuparte por mí.- puso los ojos en blanco y siguió con el diario. Sonreí satisfecha,
últimamente venia ganando seguido. Aunque tenía claro que solo sería momentáneamente.
Al cabo de un rato se disculpó y se levantó.
-Iré a tomar un baño.
-Enseguida te alcanzo.- contesté.
-No es necesario cariño, puedo solo.
-Bien, entonces llevaré a Xander por su paseo.
-Vale, ten cuidado cariño.
Busqué un jean, las zapatillas y un sweater ligero, aún los días no estaban tan fríos, tomé la correa de Xander y salimos a dar un paseo. M ientras caminábamos se
me ocurrió preparar una rica comida italiana e invitar a los amigos a cenar, nos detuvimos en el mercado y compré lo necesario para realizar unos canelos. M ientras
volvíamos tuve la sensación que alguien me seguía, como si me estuvieran vigilando. <<No seas paranoica Lexy, relájate>> me repetí a mí misma. Al llegar al piso solté
a Xander y me dirigí a la cocina a guardar el mercado.
-M arga esta noche quiero hacer una comida con amigos, así que yo cocinaré, si no te molesta.
-Claro que no Señorita Lexy, si necesita ayuda solo debe avisarme.
-Gracias.
Fui en busca de mis cosas de la universidad y las dejé en la sala de estar, pasé por el despacho a ver a Dan, que estaba sumido sobre el portátil con cara de
preocupado.
-¿Está todo bien cariño?.- averigué mientras me acercaba al escritorio.
-Si nena, solo temas de trabajo. ¿Cómo estuvo el paseo?
-Bien, esta noche quisiera preparar una cena e invitar a nuestros amigos ¿Estás de acuerdo?
-Por supuesto, lo que tú quieras. Dile a M arga qué quieres que prepare.
-No me prestas atención, dije que quería preparar, eso implica que yo lo haré.
-Vale nena, cocina tú.
-Te dejaré trabajar, tengo que ponerme al día con la escuela. Si me necesitas llama.- besé sus labios y mientras me marchaba un chirlo sonó en mi nalga.
M e puse de lleno a preparar el ensayo que debía entregar en unos días. Y rápidamente llegó el almuerzo, Dan y yo nos sentamos a comer un delicioso salteado de
pollo y verduras. Y luego ambos volvimos a nuestras actividades. Elizabeth pasó a saludarme antes de marcharse, había venido a traerle a Dan unas cuántas cosas de la
oficina, y yo aproveché para ponerla al tanto de que no quería que él ponga un pie fuera de la casa y que ella debía informarme si lo hacía. M e sonrió cómplice y se
marchó. M ande un mensaje a M arino y Ari, Caty y salvador, Tomy y Caroline y a los amigos de Dan, pero solo Joaquín podía asistir esta vez. M e metí en la cocina y
comencé a preparar los panqueques para los canelones y también el relleno de carne molida, verdura y salsas, cuando tuve todo listo me fui a tomar un baño. Elegí una
pollera corta floreada en tonos azules con pequeñas tablas que le daban un volado juvenil y una musculosa ceñida en blanco con flores blancas que adornaban uno de los
tirantes. Zapatos azules de tacón, me recogí el cabello y me maquille suavemente. Al salir del baño Dan estaba sentado en el borde de la cama.
-Te ves de maravilla nena. Que suerte que me gusta que admiren lo que es mío, sino tendrías un problema.
-El problema sería tuyo nene. Pues no tendrías más remedio que aguantártelo.
-Ni tú crees lo que dices. Ven aquí así puedo verte bien.- tomó mi mano y me hizo dar un giro, me paro de golpe, levantó mi falta y jugó con las tiras de mi tanga de
encaje.
-Debes prepararte cariño, pronto llegaran todos.
-¿Y qué te hace pensar que puedes decirme que hacer?.- respondió dándome un azote en el trasero, me tambaleé pero él me sujeto de la cadera.
-No es una orden, es una observación.
-Tú sigue tentando tu suerte, por desgracia para ti, tengo una gran memoria, y pronto pagarás caro todo esto.- mi útero se contrajo inmediatamente de anhelo, sus
castigos me gustaban. Revisó mi entrepierna, pero esta no estaba como él esperaba.
-Vaya, que decepción Lex. Estas muy seca, ¿Sabes cómo me gusta que estés no?
-Sí, lo sé.
-¿Y entonces?
-Lo siento.
-Si nena, lo sentirás.- rebuscó en el cajón de la cómoda y sacó una pequeña caja de metal con mi nombre grabado. Traté de girarme a ver que había adentro, nunca la
había visto.
-¿Qué es eso?
-Un regalo, inclínate hacia adelante.- lo hice inmediatamente, corrió mi tanga y primero metió sus dedos en su boca y luego en el interior de mi vagina. Al segundo los
cambió por una bola plateada, no era muy grande y apenas podía sentirla dentro mío. Acomodó mi ropa interior dio un beso en ambas nalgas y luego un pequeño azote,
se rió con ganas y bajó mi falda.
-Ve, me prepararé.- confundida me di media vuelta y me dirigí a salir de la habitación.
-Una cosa más nena, no puedes correrte.
-No te preocupes apenas puedo sentirlo, no me correré.
-Vale, lo que tú digas cariño.- contestó con esa sonrisa torcida y macabra que me volvía loca.
Cuando llegué a la cocina, M arga daba vueltas sin encontrar en que ocuparse, me reí en silencio.
-¿Puedo ayudarla con algo?.- preguntó de inmediato.
-Claro, ¿Podrías poner la mesa? Seremos nueve para cenar.
-Enseguida Señorita.
Comencé a armar los canelones con cuidado de no ensuciarme cuando de pronto sentí que algo en mi interior vibraba con fuerza y me hizo inclinarme y apoyarme en
el frío granito de la encimera. Un gemido se escapó de mi garganta sin poder retenerlo.
-¿Te sientes bien nena?.- preguntaba Dante con cara de inocente.
-M aldito seas Dan.- no lo pensé dos veces. Se acercó a mí, me tomó del cabello y la bala en mi interior se sacudió con más fuerza, jadeé fuertemente y él tensó más
mi cabello.
-No puedes correrte nena, recuérdalo.
-Para, detenlo. No voy a poder aguantarme.
-Shhh, tú no mandas, no lo olvides.
-Dan por favor, no puedo.
-Si puedes y lo harás. Lo harás porque así lo quiero Lex.
Traté de concentrarme, de impedir el orgasmo que estaba pronto a estallar en mi interior, relajé los músculos de mi vagina y respiré pausadamente. No bajó el ritmo,
siguió por unos segundos más mientras yo luchaba con mi propio orgasmo. Y finalmente lo detuvo.
-Buena chica.- dijo mientras soltaba mi cabello y me besaba la nuca. Y luego se alejó. Respiré hondo unas cuántas veces hasta que logré reponerme y volví a preparar
la cena. Cuándo todo estuvo listo lo dejé sobre la mesada y me dispuse a preparar unos entremeses, brochetas andaluz y una ambrosía para el postre. El portero sonó, y
me uní al resto en la sala cargando los entremeses. Dan hablaba con M ariano y Joaquín mientras Ari charlaba con Caty. Saludé a todos y me acomodé al lado de mi
hermana.
-¿Dónde está salvador Caty?
-No ha podido venir, tenía una reunión en la escuela.
-¡Ah!. vale.- el timbre volvió a sonar. Tomy y Caroline entraron.
-Hola cielo ¿Cómo has estado?.- interrogué a Thomas mientras lo recibía.
-M uy bien preciosa ¿Y tú?.
-De maravilla. Hola Caroline, bienvenida.
-Gracias.- contestó en español y su acento hizo que suene a caricatura.
Todos nos acomodamos en el living y serví un exquisito vino blanco Viognier de la cava personal de Dante. La charla estuvo distendida y muy agradable, por
primera vez Tomy y Dan se trataban amigablemente y eso me hizo inmensamente feliz. M e retiré a la cocina para meter los canelones al horno y la vibración en mi
interior volvió pero de forma leve. M aldije a Dante en mi interior, no me la pondría fácil, estaba claro. M arqué el temporizador del horno y le avisé a M arga que cuando
esté listo lo sirva. Volví a la sala y mi adonis me miró sonriente. M is mejillas se encendieron, M ariano que no se perdía noticia de nada, entendió que algo estaba
pasando y sacó partido de eso.
-¿Te sientes bien preciosa? Te veo algo… distraída.- dijo con cara de preocupado.
-Estoy bien, no te preocupes M ariano.- contesté clavándole la mirada y él se echó a reír.
-¿De qué me pierdo?.- preguntó Ari desprevenida.
-De nada Ari, no pasa nada.- respondí y me acomodé al lado de Dan. Al cabo de unos segundos la velocidad aumento y yo me tense en el sofá, me agarre del mullido
almohadón y mordí mi labio sin querer hacerlo. M i adonis puso una mano sobre mi falda y me apretó el muslo, me dio un beso en el hombro y susurró en mi oído.
-Tranquila nena.- lo miré con ojos encendidos de furia. Estaba jugando sucio, muy sucio. Intenté seguir la conversación, pero me resultaba muy difícil hablar sin que
me temblara la voz. Unos momentos después se detuvo y respiré hondo.
-La comida está servida Señorita Lexy.- dijo M arga entrando en la sala.
-Gracias M arga, ya vamos.
Ayudé a Dan a levantarse y fuimos todos al comedor formal.
-Espero que les guste la cena, preparé canelones de carne y espinaca con salsa roja y blanca.
-Huele maravilloso Lex.- contestó Dante de inmediato.
-Hmmm ¡Cómo extrañaba tus comidas, preciosa!.- Tomy no se quedaba atrás.
M arga comenzó a servirnos, y todos parecieron disfrutarlo, hablamos sobre la inminente boda de M ariano y Ariana. Y mi hermanita me hizo prometerle que al día
siguiente iríamos a ver los vestidos y accedí sin más remedio. También me enteré que Joaquín estaba soltero y que trabajaba como ingeniero electrónico en una de las
empresas tecnológicas de Dan. Tomamos el postre en la sala, y luego los hombres se alejaron al bar para tomar unas copas de whisky y nosotras nos quedamos
hablando de más temas del casamiento, resulta que es demasiado trabajo organizar una boda y Ariana estaba volviéndose loca.
-Deberías contratar alguien que te ayude aquí.- recomendé.
-¿Además de mi wedding planer?
-Sí, alguien que pueda ayudarte con las cosas desde M adrid y luego enviarlas a Oviedo. Sería más fácil.
-Yo puedo ayudarte Ari, no tengo nada que hacer de momento.- interrumpió Caroline en inglés.
-No quiero molestarte Caroline.
-No es una molestia, sería un placer y me daría algo que hacer, estoy cansada de estar en la casa.
-Vale, lo tomo.- respondió mi pequeña hermana con más alivio en su voz.
La bala volvió a vibrar suavemente en mi muy húmedo interior, yo estaba de pie junto al sofá y debí agarrarme al respaldo para mantener el equilibrio.
-¿Te sientes bien Lexy?.- Caty sonaba preocupada ante mi atolondrado vaivén.
-Sí, solo me mareé un poco. No te preocupes.
-¿No estarás embarazada no?.- largó Ariana en un tono algo más fuerte de lo normal. M e giré a ver si alguien más que nosotras la había escuchado y mis miedos se
hicieron reales. Todos nos miraban, los ojos de Dante se abrieron como platos y se le cayó la boca.
-¡Claro que no! Solo trastabillé con los tacos, no seas ridícula.- miré a Dan y le puse los ojos en blanco, entendió que era por su pequeño juguete y se sonrió, el
ritmo de la bala en mí, aumentó dramáticamente. Y solo pude contener la respiración para evitar soltar un gemido. M e llevaba otra vez al borde del orgasmo y delante de
todos nuestros amigos, me las pagaría y muy caro.
-Enseguida vuelvo.- M e disculpé e intente salir de la habitación. Pero al pasar por al lado de mi adonis, me tomó del brazo y me detuvo.
-¿Dónde vas nena?.- dijo con tono despreocupado. <<M aldito bastardo>>
-A la cocina, enseguida vuelvo.
-No, ven aquí. Joaquín cuéntale a Lex lo que nos estabas diciendo sobre nuevas energías, a ella le fascinan esos temas.- lo miré atónita y clavé mis uñas en su
antebrazo pero no se inmutó, puso cara de póker y siguió metido en la conversación, mientras yo luchaba por contener un orgasmo que prometía ser devastador. Vi de
reojo como M ariano se reía a carcajadas, y eso me enfureció.
M ordí mi labio con más fuerza, hasta hacerlo sangrar. Hacía como si escuchaba lo que Joaquín decía, pero no podía concentrarme en nada más. Asentí unas cuántas
veces para hacerle creer que sabía de lo que hablaba.
-Cuéntame preciosa, ¿cuándo piensas que estará lista la nueva galería?.- M ariano estaba disfrutando de mi mal momento, <<Condenado cabrón>>
-M i primo prometió que estaría listo para principio de año.- dije con un hilo de voz. Thomas me miró con los ojos entrecerrados sin entender que me estaba
pasando. Le hice señas con la cabeza.
-Ven un segundo Lexy, necesito comentarte algo.- interrumpió Tomy entendiendo mi pedido de ayuda. Nos apartamos y agradecí inmensamente su auxilio. La
vibración se detuvo y mi cuerpo se relajó enseguida.
-¿Qué diablos te ocurre?.
-Nada, te lo prometo.
-Te ves… rara
-Estoy bien cariño. Solo quería salirme de la conversación.
-¿Estas segura?
-Segurísima, gracias.- besé su mejilla y volví con las chicas.
Poco después todos se marcharon.
-¡Tú!
-Cuidado nena.
-¡Y una mierda, me has hecho pasar un infierno!
-Sé que lo has disfrutado. Ahora ven a la habitación, me encargaré de ti.
-¡No!
-Alexandra, ven a la habitación, no es una petición.- dijo en ese tono de voz autoritario y dominante que no me dejaba alternativa. Bajé la cabeza ofuscada por mi
propia debilidad y lo seguí sin decir nada, aún estaba enojada, había hecho de una cena hermosa una completa tortura para mí.
Se sentó en el borde de la cama y abrió sus piernas para que yo me ponga en medio, estiró su mano y le di la mía.
-Eres un maldito, me has torturado toda la cena.
-Lo sé nena.
-M e las pagaras.
-No, no lo haré, no funciona así y lo sabes.
-Buscaré la forma de vengarme.
-Entonces el castigo será mucho peor. ¿Eso quieres?
-No.- respondí haciendo puchero como una niña, cada vez me encabronaba más. Sonrió macabramente y se relamió el labio.
-Que hermosa te ves así nena. Ni te lo imaginas.
-Eres injusto.
-Las relaciones D/s no son justas Lex, ya lo sabes.- hice una mueca restándole importancia, me comportaba como una niña caprichosa y lo sabía, pero no podía
evitarlo. Un duro azote estalló en mi nalga y jadeé. M e tomó de la cintura y me hizo sentar a horcajadas sobre él, enredé mis dedos en el pelo de su nuca e intenté
besarlo, pero él no me lo permitió. M e quedé atónita. Sus ojos azules lucían oscuros y encantadores, deseosos, llenos de pasión. M ordí mi labio en respuesta. Se acercó
y pasó su lengua por todo el contorno de mis labios y culminó con un duro mordisco. Gemí. Tomó mi cabello en su mano sano y tiró mi cabeza hacia atrás y besó y
lamió mi cuello, luego mi clavícula, ida y vuelta. Sentí que me volvía loca. Llevaba horas excitada y a punto de correrme y esto lo empeoraba todo, la necesitad creció
como un tsunami en mí. Desabrochó mi falda y me la quitó por encima de la cabeza, luego mi musculosa. Acarició mi cuello y mi pecho lentamente.
-Quítate el sostén.- mandó. Y lo hice de inmediato.
De un solo tirón mi tanga cayó desecha al piso. M etió sus dedos en mi vagina y yo resoplé y jadeé en respuesta. Rebuscó por el pequeño artefacto en mi interior y
lo encontró. Lo extrajo con rapidez y sentí que me estaba por correr otra vez.
-Aún no Lex.
Su boca buscó mi pezón, lo lamió delicadamente, estaban más sensible que de costumbre. Luego lo chupó y cerró sus dientes en el con fuerza, mi cintura se curvo en
respuesta, dejé caer mi cabeza hacia atrás y me entregué por completo al placer que él me otorgaba. Luego fue por mi otro duro pezón y repitió la acción, sentí que iba a
explotar y no pude contener las lágrimas que caían por mis mejillas, estaba llegando al límite, necesitaba correrme, reducir la tensión de mi cuerpo de forma desesperada.
-Por favor Dan, no puedo más.- notó que estaba al borde de mi propio límite y entonces hundió dos dedos en mi interior y comenzó a moverlos con rapidez.
-Córrete para mi Lex, ahora nena.- exigió y yo me dejé ir. Comenzó como una intensa cosquilla que fue tomando forma desde mi nuca y bajando por mi espalda y
explotó en mi útero con una fuerza brutal. Grité su nombre cuando pude volver a respirar.
-¡Dante!
Pero no se detuvo, siguió acariciando con esmero mi interior y dedicando su boca a mis pezones. Los espasmos en mi vagina no cedían y todo se intensificaba, tomé
su pelo con fuerza y tiré de él para poder besarlo. Lo devoré con mi boca, mi lengua lo poseyó y él se dejó.
-Te deseo tanto nena.
-Y yo a ti cariño.
Desabroché su pantalón y busqué su miembro, me bajé de sus piernas y me arrodillé frente a él. Lo miré con ojos suplicantes y él acarició mi mejilla y asintió. Por
alguna razón, estaba más sumisa que de costumbre, buscaba su aprobación para cualquier cosa, como si necesitara su permiso, algo raro en mí. Tomé su pene con mis
manos y comencé a acariciarlo lentamente de arriba abajo, me acerqué y salivé en él para lubricarlo, él cogió mi cabello con fuerza y me levantó la cara.
-Absolutamente hermosa.- dijo más para él que para mí.
M etí su glande en mi boca y lo saboreé, comencé a acariciarlo con mi lengua en toda su extensión una y otra vez mientras lo miraba a los ojos. M ordió su labio y
cerró los ojos y tiró su cabeza hacia atrás. Lo metí por completo en mi boca, hasta que ya no pude respirar, sentí como crecía en el interior de mi garganta y se ponía
cada vez más duro. Gimió con fuerza, más bien bufando, como un animal. M e sentí complacida de mi misma. Una y otra vez lo llevé hasta el fondo de mi garganta, cada
vez más rápido, más húmedo. Y cuando ya no podía respirar y comenzaba a ahogarme lo sacaba, los hilos de mi propia saliva corrían por mi mentón hasta deslizarse en
mis pechos, las lágrimas se mezclaban con ella.
-Oh nena, vas a matarme.- dijo con la voz entrecortada.
M i mano lo masturbaba mientras me ayudaba a llevarlo cada vez más y más profundo en mi garganta. Las arcadas no se hicieron esperar, ocupaba demasiado
espacio en mí, y era un reflejo involuntario. Pero yo sabía que esa sensación le fascinaba, así que no me preocupaba por ello.
-Voy a correrme Lex.- me advirtió y por supuesto aumenté la velocidad.
-Hazlo.- mascullé con su miembro aún dentro de mi boca. Los movimientos de mi garganta lo ayudaron a llegar al clímax y se corrió con fuerza en el interior de mi
boca. Su dulce sabor me resultaba exquisito. Cuando la última gota de su esencia se derramó en mi pecho, lo miré con deseo, pasé mi dedo por ella y la llevé a mi boca,
chupé mi dedo aún con mis ojos en él. Algo de eso despertó un lado más salvaje. Su mirada se volvió feroz, tensó su mandíbula y sus dientes se cerraron con fuerza.
Todo mi ser respondió, la humedad volvió a juntarse en mi entrepierna y sentí como corría por el interior de mi muslo.
-Fóllame cariño.- supliqué.
M e levantó por la cintura y me subió a horcajadas sobre él y de una sola embestida se hundió en mí con una fuerza brutal. Sentí un ardor enorme recorrer todo el
contorno de mi vagina, me quemaba por completo y se sentía maravilloso. Sus arremetidas eran vigorosas, brutales, salvajes. Buscó mi boca con desesperación, me
devoró con un pasional beso mientras seguía follándome sin respiro. Apenas podía respirar, pero se sentía muy bien. Como si ya no estaría conteniéndose o algo así. El
orgasmo nos llegó rápidamente a ambos y yo me corrí en él. M is contracciones lo llevaron a su propio clímax y se corrió dentro de mí.
La alarma sonó a las 7am, aún estaba en brazos de mi adonis, inspiré profundo y me desperecé.
-No, quédate en la cama.
-Debo levantarme cariño.
-Solo unos minutos más, vamos.- giré sobre mí y me puse encima de su pecho y besé sus labios dulcemente.
-De acuerdo, al diablo la vida, mi hombre quiere que me quede con él.- acarició mi pelo y volvió a besarme por un buen rato.
-Vale, no quiero que sigas perdiendo más días por mi causa.
-Ya no hay trato, aquí me quedo.- respondí con una sonrisa.
-¿Toda la vida?
-Hasta mi último respiro.- Xander interrumpió nuestros mimos matinales con su peculiar sentido inoportuno. Saltó sobre la cama y comenzó a ladrar impaciente.-
¿Y tú que quieres?.- el movimiento de su cola era frenético y sus lamidas no se hicieron esperar.
-Hora del paseo, alguien tiene mucho apuro por salir.
-Ya veo, vale, vamos.- me levanté cogí mi remera de dormir y salí en busca de Fran.
-Buenos días Señorita Lexy.
-Buenos días M arga, ¿Está Fran?
-Si Señorita, ya lo llamo.- salió hacia el ala de servicio y Fran apareció enseguida poniéndose la chaqueta del traje negro.
-¿Qué se le ofrece Señorita?
-Solo Lexy, siquiera tú. ¿Podrías llevar a Xander por su paseo?.
-Claro. Vamos grandulón.- dijo mientras buscaba la correa y ambos salieron de la cocina.
Volví a la habitación, Dan estaba sentado sobre la cama, aún no muy convencido de comenzar el día. Le sonreí al pasar y me metí al baño. Cepillé mis dientes
mientras esperé que el agua de la ducha se temple. M ientras lavaba mi cabello pensaba en lo fácil que me resultaba la vida con él. La convivencia, aunque corta, era muy
buena. Nos llevábamos bien, nos divertíamos, era fácil. ¿Quién lo hubiera dicho? Yo conviviendo con alguien una vez más, me había jurado no volver a pasar por eso, y
menos en tan poco tiempo, pero si bien era por su recuperación, debía admitir que me gustaba la idea. Al salir de la ducha Dan estaba lavándose los dientes abstraído en
sus propios pensamientos. Besé su espalda al pasar por detrás de él y comencé a secar mi cabello.
-¿Qué planes tienes para hoy nena?
-Clases hasta el mediodía, luego debo almorzar con Sergio y después me espera Ari para las pruebas de vestidos.
-¿Vendrás muy tarde?
-Ni sueñes que vas a escaparte de la casa, te tengo vigilado Navarro.
-Deja de jugar al padrino, que no te sienta. Solo pregunto para saber.
-No lo sé cariño, espero que no.
-Vale.- se metió en la ducha y yo terminé de arreglar mi pelo en una cola de caballo algo descuidada, me maquille suave, delineador, rímel, algo de color en las mejillas
y brillo en los labios. M e dirigí al vestidor. Tomé la maleta y comencé a rebuscar por algo que usar ese día.
-¡M aldita sea!.- bufé al aire, había olvidado sacar las prendas de colgar y estaban por demás arrugadas. Terminé por elegir un pantalón gris oscuro de vestir de
cintura baja, una musculosa negra ceñida y encima una camisa blanca, metí la parte delantera en el pantalón, unos zapatos de varias tiras en negro, un bolso de mano
pequeño donde metí las cosas, busqué la chaqueta de cuero y salí al tiempo que Dan entraba a cambiarse.
-Olvide sacar las cosas y está todo arrugado.
-Le diré a M arga que lo haga, no te preocupes, te ves hermosa.
-Odio la ropa desprolija.
-Pues no la dejes en maletas nena.
-Lo sé. Algo tarde el comentario nene.
Recogí mis cosas de la universidad y las metí en un gran bolso. De camino a la cocina me encontré con Xander y Fran que volvían del paseo.
-¿Cómo se ha comportado?
-De maravilla Señorita.
Dante se nos unió en la mesa. Llevaba una camisa blanca con rayas azules abierta a dos botones y un pantalón de vestir.
-¿Ya estas usando el bastón?
-Sí, es mucho más cómodo que las muletas.
-El médico no lo ha autorizado.
-Él no tiene que usarlas, así que lo que diga me tiene sin cuidado.
-Si te duele, te detienes ¿Vale?
-Vale.- volvió a meter su nariz dentro del periódico, mi móvil sonó, un mensaje de Ari.
-No olvides que te espero a las 3pm en la Tienda Novias de Ensueño.
-Allí te veo. XX
Terminé el desayuno y me levanté.
-Adiós cariño.
-Adiós nena, cuídate, que tengas lindo día.
-Tú también.- le besé los labios, tomé las cosas y me fui. M e despedí de Xander de salida con un beso en su cabeza. Cuando llegué al garaje, ahí estaba mi hermoso
bebe esperándome, me monté en el y enseguida encendí el estéreo y Alejandro Sanz con Lola Soledad comenzó a sonar con fuerzas.
Ni bien llegué a la universidad, rápidamente encontré a mis amigos Lucía y Esteban, charlamos un rato mientras nos encaminábamos a la clase.
Cuando llegó el mediodía y la cursada terminó me volví a meter al auto cargando cientos de apuntes, me había perdido bastante en estos días y debía ponerme al
corriente.
Llegué a la cafetería M arilyn, dónde Sergio me esperaba. M e encantaba ese lugar tenía todo el aspecto de cafetería americana de los años 50, y hacían el mejor pastel
vasco de M adrid. Sergio ya estaba en la mesa y rápidamente, café y pastel por medio nos pusimos a trabajar. Le di instrucciones de la locación que quería para las
próximas tomas y de cómo sería la nueva colección, qué buscar y dónde. También me comentó que había encontrado el nuevo artista que le pedí, y mañana debía
visitarlo en su atelier. Después de concretar nuevas búsquedas de artistas para la galería, me despedí de él y me dirigí a encontrarme con Ari.
Enseguida llegué a la gran y lujosa tienda y vi el Ferrari de Ariana en la puerta. Y al entrar al lugar mi hermanita degustaba una mimosa mientras hablaba con dos
jóvenes que me resultaban conocidas.
-¡Llegaste!.-dijo eufórica lanzándose a mis brazos.
-Te dije que vendría, que poca fe.
-Es que contigo nunca se sabe. ¿Recuerdas a mis amigas Dina y Leonor?.- contestó señalando a las dos jóvenes que la acompañaban, no las recordaba a decir verdad,
pero me sentí mal por eso, por lo que fingí saber de quiénes hablaba.
-Claro, que bueno volver a verlas, ha pasado mucho tiempo.- le di un beso en ambas mejillas e intercambiamos saludos.
-Tengo una sorpresa, ya vuelvo.- se disculpó Ari mientras se metía en uno de los vestidores. A los segundos salió.
-¡M amá! ¿Qué haces aquí?.- estaba sorprendida de verla.
-¡Hola cielo! He venido a ver a mis chicas.- contestó al tiempo que me apretujaba en brazos, gustosa le devolví el mimo.
-¿Y Fany, cómo se encuentra?
-Está mejor, debe hacer reposo, pero ya no hay peligro, por eso he aprovechado para venir a verlas.
-¡Eso es una buena noticia! ¿Qué tal Andy?
-Se encuentra bien, tratando de acostumbrarse a su rol de presidente de la corporación.
-Uf me imagino, no lo envidio en absoluto.
-¿Y Dante?
-Está muy bien, desesperado por sacarse las férulas.
-¡Que buena noticia cielo!.- nos quedamos platicando un rato mientras Ariana se probaba más de diez vestidos diferentes, uno más bello que el otro, y todos le
quedaban de maravilla. Hasta que finalmente encontró el suyo. Parecía una princesa de cuento de hadas en el, mi madre al verla no pudo contener las lágrimas, sus
amigas la imitaron. El elegido fue un Alexander M cQueen, sin bretel, con un corsé completamente revestido con pedrería y escote en forma de corazón. Una cinta de
raso marcaba el comienzo de la falda completamente en tul y muy amplio con una cola larguísima.
-Ari, ese es TU vestido.- confirmé con énfasis.
-A que esta guapísimo ¿No?
-Hija, te ves increíble.- respondió mi madre con la voz quebrada. La asistente trajo un velo precioso del mismo largo de la cola. Estaba absolutamente perfecta.
-Ahora es su turno, elegí tres modelos distintos que quiero que se prueben, así vemos cual elegimos.- nos confesó Ariana.
M e metí al probador y luego de desfilar con los tres modelos, finalmente todas coincidimos en que nos gustaba un bellísimo vestido, también M cQueen, pechera
dorada que se ajustaba al cuello con un collar a tono, con la espalda descubierta, la falda era ceñida, pero no del todo, tipo tubo y al final se abría. Lo terminaba una
cadena dorada a la altura de la cintura. Luego fue el turno de mi madre que eligió un vestido del mismo diseñador, en negro, con escote corazón y amplio, absolutamente
cubierto por tules que caían en todo el largo. Finalmente nos tomaron a todas las medidas y debíamos volver en un mes, para nuevas pruebas.
-¿Hasta cuándo te quedas madre?.- le consulté mientras salíamos de la tienda.
-Solo unos días cariño. M añana o pasado ya me vuelvo a Oviedo.
-¿Tan pronto?
-Si cielo, quiero estar cerca por si Fany me necesita.
-Claro.- di la vuelta para subirme al auto, Ariana y sus amigas se iban por unas copas y luego a cenar, pero mi madre quería ver a Dante, por lo cual nos dirigíamos a
la casa. Estaba a punto de abrir la puerta del conductor cuando la voz frenética de mi madre me alertó.
-¡Alex cuidado!.- miré hacia mi derecha y un auto negro aceleraba directo hacia mí, instintivamente di un salto hacia atrás y me monté al capo de mi carro. Y el auto
pasó a escasos centímetros del mío.
-¡Imbécil!.- grité al aire, pero el conductor no se detuvo.
-¿Cielo te encuentras bien?
-Estoy bien, por poco y me toca.
-Dios mío Alexandra, casi me muero del susto.- contestó entre lágrimas mientras me revisaba en busca de alguna señal de estar herida.
-Estoy bien, no te preocupes. Vámonos.
Nos montamos al carro y luego de lidiar con el tráfico de M adrid finalmente llegamos al piso de Dante. Ni bien cruzamos el recibidor Xander se acercó a darnos la
bienvenida.
-Hola pequeño. ¿Cómo te has portado?.- le acaricié las orejas. M i madre acarició su cabeza y lo besó con dulzura. Nos metimos al despacho de Dan, y ahí estaba mi
hermoso hombre acompañado por otro muchacho, se veía joven y nervioso, aún tenía cara de niño.
-Hola nena, finalmente has llegado.
-Hola cariño, mira lo que me encontré.- le respondí mientras me acercaba a besarlo en los labios.
-¡Amparo! Que buena sorpresa. ¿Cómo te encuentras?
-Hola Dante. M uy bien pero lo importante es ¿Cómo te encuentras tú?
-Acá me ves, en perfecto estado. Nena, él es Lorenzo, le pedí a Elizabeth que me mande un asistente para que me ayude aquí, mientras ella se encarga de las cosas en
la oficina.
-Encantada de conocerte, soy Lexy.- le extendí la mano y la tomó tembloroso.- Ella es mi madre Amparo M iller.- mi madre me siguió, saludó al joven al pasar y a
Dante con un gran abrazo y unos besos en ambas mejillas.
-M e alegra ver que estas bien Dante y que volvieron a estar juntos. No imaginas lo feliz que haces a mi niña.
-Ella me hace feliz Amparo, no tienes idea cuánto.- contestó mi adonis mientras me guiñaba un ojo.
-Ya puedes retirarte Lorenzo, seguimos mañana, debes estar aquí a las 9am.
-Claro Señor. Hasta mañana.- el joven se marchó y yo fui hasta la habitación a dejar las cosas mientras mi madre y Dante charlaban animados.
Pasé por la cocina a pedirle a M arga que prepare algo rico para la cena, que mi madre estaría de visita. Y ella gustosa se encargó de todo. M e uní a ellos en la sala.
-¿Qué te ha pasado?.- preguntaba Dan furioso y preocupado.
-¿De qué hablas? No me ha pasado nada.
-¿Nada Alexandra? ¿Casi te atropella un auto y es nada?.- fulminé a mi madre con la mirada, no me lo podía creer.
-Estoy bien, solo fue un accidente, nada pasó.
-¿Un accidente? No me lo creo, esa maldita Sabrina, voy a matarla.- me lo pensé unos segundos, no se me había ocurrido que ella pudiera estar detrás de eso, pero
tenía lógica.
-¿Crees que fue ella?.
-¿Quién más? Es demasiada casualidad nena.
-¿Quién es Sabrina?.- interrumpió mi madre sin entender nada.
-Creemos que es la que estuvo detrás del accidente de Dan y algunas otras cosas.- no quería preocuparla, pero ya no había forma de evitarlo.
-¡Alex! ¿Por qué no me lo dijiste antes?
-No quería preocuparte, tienes demasiado con lo de Fany.
-No volverás a salir sola. Desde ahora Fran va contigo a todos lados.
-No Dan, bajo ningún motivo…
-No es negociable Lex. Eso o te quedas en casa, no te pondré en riesgo.
-Dante por favor, no exageres.- me ignoró por completo y se puso al teléfono, al segundo Félix estaba en el despacho acompañado de Fran.
-Félix, llama al comisario Guzmán y dile que venga de inmediato.
-Enseguida Señor.
-Fran, a partir de ahora estarás 24 horas con Lexy, no va sola a ningún lado, y por tú bien espero que hagas un excelente trabajo.
-M uy bien Señor. Así se hará.- respondió de inmediato.
-Debes usar el Phantom, está preparado para todo.
-¡Dante por amor de dios!.- interrumpí su monólogo.
-Basta Lexy, harás lo que te digo sin discutir. Se trata de tú seguridad y no bromeo.- ya estaba cabreándome y para peor mi madre estaba presente mientras mi
adonis rebalsaba autoridad sobre mí. Por lo que lo dejé ahí, ya seguiría luego.
-Cielo, Dante tiene razón, si esa mujer estuvo detrás de todo esto, es un peligro que andes sin custodia.
-¿Tú también?.
-Vamos Alex, se buena chica alguna vez.- puse los ojos en blanco, dos contra uno no era justo.
Tomamos unas copas mientras charlábamos de otras cosas, nos contó un poco de las cosas de la empresa y también de mi cuñada y el futuro bebé. En ningún
momento mencionó como se sentía ahora que estaba sola en la casa. Luego cenamos y el comisario llegó, de inmediato Dan y él se metieron al despacho, al salir de ahí
tomó mi declaración y se marchó. Para cuando nos dimos cuenta ya daba la medianoche por lo que todos nos fuimos a la cama, acompañé a mi madre a uno de los
cuartos de huéspedes y me fui a la habitación.
Dante estaba metiéndose en la cama cuando entré.
-¿Qué tal tú día nena?
-¿Así como si nada? Ni creas que te vas a llevar el drama de hoy de arriba.
-Lex por favor, no voy a discutir, se hará como ordeno.
-Dante, ni lo sueñes.
-No nena, te dejaré algo en claro, cuando se trata de tí, no bromeo. Ya basta, ven a la cama que te eche de menos todo el día y quiero tenerte para mí.
No deseaba seguir discutiendo, y no tenía mucho caso. Hacer que Dan cambie de opinión sobre algo, requería mucha energía y yo estaba agotada y deseosa de sus
caricias. Luego de hacer el amor a nuestra manera, nos dormimos.
Cuando desperté mi adonis aún dormía. Tomé una rápida ducha y mientras me secaba el cabello Dan entró al baño.
-Buen día cariño.
-Buen día nena. Despertaste temprano.- dijo mientras me besaba el hombro al pasar.
-Sí, ya estoy volviendo a la normalidad.
-Eso veo.- acarició mi trasero y se metió a la ducha. Yo aproveché a cepillar mis dientes y maquillarme. Luego fui al vestidor y me encontré con la sorpresa de que
todo el costado derecho de éste estaba casi deshabitado. Apenas colgaban de el, algunas de mis prendas. Busqué por mi ropa interior y la encontré en uno de los cajones.
Estaba poniéndome las medias cuando Dan entró.
-¿Qué significa esto cariño?.- señalé el lado vacío.
-Es para tí, debía hacerte lugar, así que deseché algunas cosas que ya no uso.
-Gracias nene, ¿Pero, no crees que es algo exagerado? Solo son unas prendas.
-No, hay algo de lo que quiero hablarte. Pero en la cena. ¿A qué hora llegaras hoy?
-No lo sé. Después de clases almorzaré con Ari y mi madre, antes de que vuelva a Oviedo y luego debo pasar por la galería y por último a ver a un artista.
-Bien, le diré a M arga que tenga la cena lista a las 8pm, trata de llegar ¿Vale?
-De acuerdo.- respondí mientras me ponía un vestido negro ajustado al cuerpo y con mangas largas, tenía un tajo horizontal en el pecho, que lo hacía lucir muy sexy.
De camino a la cocina me encontré a Fran que estaba por llevar a Xander por su paseo.
-Gracias Fran.- le regalé una sonrisa. Y él me devolvió una mueca tímida.
-Buenos días M arga.
-Buenos días Señorita Lexy. ¿Qué desea para desayunar?
-Solo café y unas tostadas por favor.- Dan se unió a la mesa y desayunamos como de costumbre, él leyendo el periódico y yo revisando mi mails. M e detuve por
unos instantes y pensé en lo normal que me estaba pareciendo esto y en lo fácil que sería acostumbrarme a vivir con él. <<Demasiado pronto Lex>> me repetí a mí
misma, pero ya era tarde, ese pensamiento se había instalado en mí. M i madre se nos unió a la mesa.
-Buenos días chicos.- saludó con cariño
-Buen día mamá.
-Buenos días Amparo. ¿Dormiste bien?.- preguntaba mi adonis.
-De maravilla, hacía tiempo que no dormía tanto.- respondió ella.
-Debo irme. Ten un buen día cariño. Te recogeré para el almuerzo madre- saludé a mi adonis mientras le daba un suave beso en los labios.
-Debo pasar por las oficinas, así que te veo allí.- respondió ella.
-Tú también nena. Cuídate.- respondió mientras me daba un ligero azote en el trasero.- Llévate el Phanton Fran.
-Dan… iré yo sola.
-No, no lo harás. Irás con él, o no vas. Elíge.
-Vamos Fran… -respondí sin más remedio. Tomé las cosas y ambos bajamos al garaje. Nos subimos al auto en silencio.
-¿Quisiera algo de música Señorita?.- preguntó Fran, tratando de mejorar mi humor.
-Claro Fran, lo que quieras escuchar. Lamento tener que arrastrarte todo el día conmigo.
-No se preocupe Señorita, es un placer cuidarla.
Luego de las clases Fran me llevo hasta el pequeño bistró italiano cerca de mi piso y ahí me encontré con mi madre y mi hermana.
-Bonito auto.- dijo Ari simulando que silbaba.
-Ni me hables de eso.
-Solo intenta cuidarte cielo, no se lo hagas tan difícil.- me regañó mi madre. Y nos metimos al bistró. Ordenamos y charlamos todo el rato. M i madre y Ari ultimaron
detalles de la boda, mientras yo oía horrorizada, cada pequeño detalle de decoración.
-Jamás me casaré, ya lo decidí.- bromeé al respecto
-Si lo harás, ya verás.- contestó Ari burlona.
-Definitivamente no. Demasiado tedioso trabajo.
-Pero no hay nada más lindo que ver a tú marido esperándote en el altar Alex.- replicó mi madre.
-Paso. Se me ocurren muchas formas de tortura más agradables.- afirmé entre risas.
-En unos días es tú cumpleaños Alex, ¿Qué planeas?.
-Odio festejar cumpleaños, solo me hacen sentir más vieja e incómoda. Así que les agradecería si pasa desapercibido.
-Déjame planearlo.- interrumpió Ari.
-No Ariana, no quiero nada de nada.
-Vamos, algo intimo en mi casa.
-No, ya basta.
Luego del almuerzo llevé a mi madre al aeropuerto y allí me despedí de ella. Ari debía atender otras cosas por lo que se fue antes.
Pasé por la galería, a ver como seguía todo. M i primo estaba ahí junto con los trabajadores.
-¡Qué bueno verte Alex!.- me saludó ni bien entré.
-Lo mismo digo Daniel. ¿Cómo marcha todo?
-Bueno, tengo algunas malas noticias para tí.
-Adelante, soy toda oídos.
M e puso al tanto de los percances que había encontrado, más que nada se trataba de las cañerías, eran demasiado viejas y debíamos cambiarlas todas. Y eso
implicaba un gasto enorme. Prometí revisar el presupuesto y ver donde podíamos hacer recortes y me marché.
Nos dirigimos a mi apartamento, recogí algunas cosas más y luego a ver al nuevo artista que Sergio me había conseguido, quedaba cerca de ahí, por lo que me venía
bien. Tuve que llamar varias veces al portero hasta que la voz grave de un hombre contestó. M e dio acceso y subí los tres pisos por escalera. La puerta del atelier estaba
abierta, toqué cortésmente.
-Adelante.- respondió el.
-Buenas tardes, soy Lexy M iller. M i asistente Sergio hablo contigo.
-Si claro, Lexy, ya lo recuerdo. Encantado soy Cayetano Laguna.
-Igualmente. Sergio me hablo muy bien de tí, dice que tú trabajo es asombroso.
-M uchas gracias, espero no desilusionarte.
-Seguro que no.
-M e dijo que estas por inaugurar una galería.
-Así es, aún falta. Con un poco de suerte en enero.
-¿Eres pintora?
-Fotógrafa.
-Lexy M iller…- dijo pensativo
-Quizás me conozcas como Lexy Vázquez.
-¡Claro! M e encanta tú trabajo.
-Gracias.
-Bueno déjame mostrarte en que estuve trabajando. ¿Quieres un café?
-M e encantaría.- recorrimos todo el amplio lugar. Estaba lleno de cuadros preciosos, llamativos, novedosos. Justo el tipo de artista que quería para la galería.
Abstracto. Descontracturado. M e enamoré de inmediato de su obra. Era muy talentoso. Luego nos sentamos a tomar un café y hablar. Le conté lo que pretendía de la
galería, quería que fuera un lugar para artistas desconocidos, nuevos y modernos. Quería cuadros con sentimiento, con vida. Le ofrecí la primera exposición del lugar. Y
también un contrato de exclusividad conmigo. Luego de negociar la cifra aceptó. Antes de marcharme le aseguré que le mandaría el contrato lo antes posible, y nos
despedimos. Era un joven encantador. Apenas 26 años, alto, de cabello rubio, largo y despeinado, barba tupída y rubia, y unos delicados ojos grises. Un poco tímido,
pero muy apasionado por lo suyo y eso me encantaba, me recordaba a mí. Subimos al auto y nos encaminamos a la casa.
-¿Qué tal tú día Fran?
-M uy tranquilo, Señorita.
-¿Qué haces mientras me esperas?
-Leo.
-M agnifico, ¿qué te gusta?
-Los policiales, ciencia ficción, suspenso.
-M i amiga Caty tiene una librería maravillosa, ya iremos en algún momento, seguro encuentras unas cuantas joyas allí.
-M e encantaría Señorita.
Llegamos a casa de Dan cerca de las 7:30pm. Xander vino a darme la bienvenida.
-Hola pequeño. También te extrañé.- lo saludé mientras acariciaba su cabeza. Busqué en el despacho pero Dan no estaba allí, lo que me pareció raro. El ruido del
televisor desde la sala de entretenimiento captó mi atención. Y allí estaba, tirado en el sofá, bebiendo una cerveza y mirando un juego de básquet. Lakers vs Bulls. No lo
imaginaba de esa manera, y nunca lo había visto así.
-Hola cariño.- lo tomé por sorpresa.
-Hola nena. ¿Qué tal tú día?.- respondió volviendo la vista al juego.
-Agotador. ¿Y el tuyo?
-Estuvo bien.- me quité los zapatos y me senté a su lado, le quité la cerveza y tomé un gran sorbo.
-¿Cómo van?.- inquirí al pasar.
-Ganan los Lakers.
-¿A quién le vas?
-Los Knicks
-No sabía que te gustara el básquet.
-M e encanta, jugaba de chico.
-¿Y qué paso?
-La vida cariño. A veces juego con alguno de mis amigos, pero a la mayoría les gusta el fútbol y me abandonan enseguida.
-Yo jugaré contigo.- me miró divertido
-¿Tú? ¿Y dime, piensas que me ganarías también?
-Sé que lo haría, patearía tú trasero nene.- soltó unas carcajadas y tiro de mí, mi cuerpo cayó encima del suyo.
-Te propongo algo, jugaremos cuando me recupere, si yo gano, tú serás mi esclava por 24 horas.
-¿Y si yo gano?
-No pasará, puedes soñar, pero no pasará.
-¿Y si pasa?
-Haré lo que tú quieras.- la propuesta no podía resultarme más seductora y acepté enseguida.
-Tenemos un trato Navarro.
-Bien M iller. No sabes cuánto disfrutaré esto.- lo tomé por los hombros y lamí su mentón y sus labios, mordió mi boca y nos devoramos en un pasional beso. Unos
minutos después el partido terminó con victoria de los Lakers. M arga nos avisó que la cena estaba lista, me metí al baño a lavarme las manos y me senté en la mesa. Dan
ya estaba allí sirviendo el vino.
-Bien, de que se trata esta cena especial Dan.- curioseé.
-No tiene nada de especial, solo quiero cenar con mi hermosa mujer.
-Dijiste que querías hablar de algo.- M arga nos sirvió un exquisito pollo relleno con puré de papas y berenjenas azadas. El vino estaba exquisito y helado, justo
como me gustaba.
-Se trata de una propuesta.
-M uy bien, te escucho.- Parecía calmado y seguro de sí mismo y no tenía ni idea que se traía entre manos. Y eso me ponía nerviosa.
-Quiero que te mudes aquí de forma permanente.
-¿Vivir juntos?
-Si.
-¿No es demasiado pronto Dan?, acabamos de volver.
-Lo sé, pero te amo, sé que me amas. Y la verdad jamás pensé que disfrutaría de convivir con alguien, pero contigo parece natural y me encanta.
-A mí también me sorprendió y debo decir que me gusta verte de esta manera.
-¿De esta manera?
-Sí, cómodo, hay cosas de tí que desconocía. Y ahora las veo.
-Es porque me siento bien contigo nena, puedo ser yo.
-Gracias.
-¿Entonces, qué me dices? ¿Acepta Señorita M iller?
-Acepto Señor Navarro.- contesté con una enorme sonrisa. La verdad es que tenía razón, estábamos cómodos juntos y nos llevábamos bien, ya habíamos perdido
demasiado tiempo, tenía lógica. Brindamos por nuestro nuevo trato y terminamos de cenar. Le comenté las noticias sobre la galería y discutimos, ya que él quería
hacerse cargo de los gastos extras y yo no lo dejé. También le conté de mi nuevo artista exclusivo y se mostró muy emocionado por el tema. M e dijo que debía viajar a
Tokio en unos días, que solo estaría afuera como máximo una semana, y que si quería podía acompañarlo. Estaba con mucho por estudiar en la universidad así que tuve
que negarme a ir con él. Nos fuimos a la sala de entretenimiento a ver una película. Dan la eligió, por supuesto era una de acción, y cerca de la mitad me dormí en sus
brazos.
M e desperté excitada, mis propios gemidos me sobresaltaron. Abrí los ojos y miré alrededor confusa. Estábamos en la habitación. Busqué a Dante y lo encontré al
borde de la cama, su sonrisa era maliciosa y sus ojos destellaban de deseo. Una nueva oleada de sensaciones me subió desde mi sexo hasta la nuca, un cosquilleo que
conocía a la perfección. Oí el ruido del magic, que él sostenía en mi entrepierna a una velocidad baja. Jadeé.
-¿Qué haces?- pregunté aún confundida.
-Disfruto de lo que es mío. Vuelve a dormir nena.
-Sí, claro.- aumentó la velocidad del vibrador y mi cuerpo se curvó de manera anormal sobre el colchón.
-¿Te gusta?
-S-si.- contesté entre gemidos.
-¿Ya te despertaste?
-S-si… estoy despierta.
-Quizás estas muy cansada como para correrte ¿No?
-N-no…- la potencia del magic se disparó a la máxima velocidad y yo sentí que iba a deshacerme en sus manos.
-Dime Lex, ¿Qué quieres?.-preguntó con su sensual voz.
-A tí.- no necesitaba pensármelo dos veces.
-¿Dónde me quieres nena?
-En todas partes Dan.
-¿Quieres que te folle?
-Si… por favor.-
-Córrete para mi Lex.- de inmediato me dejé ir. Contraje los músculos de mi vagina, mis piernas se tensaron y la liberación por fin llegó.
-Gracias…- respondí cuando alejó el vibrador de mí. Y lo cambió por su hábil lengua. Lamió cada gota de mi clímax. Intenté tomar su cabello con mis manos y noté
que estaba atada a la cabecera de la cama, quise mover mis piernas y el cuero de los amarres en mis tobillos me quemó la piel. M e tenía completamente atada y no lo
había notado. Su boca se cerró en mi clítoris y comenzó a succionarlo con énfasis. M ientras dos de sus dedos se abrieron paso a mi interior moviéndose con destreza
dentro de mí y llenándome de placer. M i espalda se curvó y se despegó por completo del colchón.
-Ahhh. Por dios Dan…- es lo único que pude decir. Él seguía saciándose de mí a voluntad. Y cuando sus dedos encontraron mi punto G, todo mi cuerpo se tensó.
Tiré de los amarres de mis muñecas y me mordí con fuerza el labio hasta hacerlo sangrar.
-Córrete para mi nena.- dijo haciéndome cosquillas en el clítoris con su aliento. Y volvió a arremeter contra él. El orgasmo fue más fuerte que el anterior y los
espasmos inundaron cada centímetro de mi cuerpo.
-Gracias…- contesté con voz entrecortada.
-Eres tan deliciosa. Un completo placer.- se subió encima de mí, poniendo su mano lastimada sobre un costado y apoyándose en ella. Con su mano sana tomó una
rueda Wartenberg y comenzó a pasarla por todo mi cuerpo. Sus pequeños pinchazos eran como cientos de picaduras sobre la piel, y a medida que la pasaba iba
ejerciendo más presión sobre ella y sus puntas se clavaban en mi piel, pero sin cortarla. Recorrió mis pechos, mi abdomen, mi monte de venus ida y vuelta, una y otra
vez. Lamió mis labios y probó el gusto de mi sangre.
-Te has hecho daño Lex.
-No es nada. Fóllame cariño.- le rogué. Soltó la rueda y comenzó a darme ligeros cachetazos en la mejilla.
-No es cuando tú quieres nena, ya lo sabes.- me regañó.
-Lo siento, te deseo cariño.
-Lo sé, y yo a ti.- mordió mi pezón y luego comenzó a azotar mis pechos con sus manos. Y luego mi vagina. M e tomó el mentón y mordió mi labio inferior con
fuerza y volvió a hacerlo sangrar. M e penetró de una sola y certera vez, hundiéndose por completo en mi húmedo sexo, que lo recibió encantado. Amaba la sensación de
tenerlo dentro mío, me hacía sentir completa. Colmada, extasiada. Nos complementábamos a la perfección y nuestros cuerpos parecían unirse en uno. Como si
estuviéramos hechos el uno para el otro. Aumentó considerablemente el ritmo y la profundidad, hasta casi sentir que no había más lugar dentro de mí. M i clímax
comenzó a formarse, enviando deliciosas descargas por mi cuerpo. M i vagina se contrajo.
-Córrete para mi nena.- dijo en un hilo de voz y lo hice, me corrí para y por él. Siguió por unos movimientos más y su cuerpo tembló sobre el mío, un gruñido grave
escapó de entre sus dientes y se corrió en mí.
-M ío.- gemí.
-Solo mía.- respondió de igual manera.
Los días siguientes todo fue tomando normalidad, Fran había resultado ser una agradable compañía, charlábamos mucho en los viajes, de libros, de lugares que había
visitado, de otros lugares que él quería conocer. M e contó que tenía una pequeña hija de 3 años, pero que no vivía con él, su madre lo había abandonado hace un tiempo
y apenas podía ver a la pequeña. M e sentí muy mal por eso. Ya no me molestaba que tenga que ser mi sombra. Poco a poco fui llevando las cosas de mi antiguo piso a
casa de Dan. Esa tarde pasé por El Baúl a tomar un café con Caty, me había mandado un mensaje diciéndome que todo con Salvador había terminado.
-Hola preciosa.- la saludé ni bien entré.
-Hola cariño.- me respondió con ojos vidriosos. Nos sentamos a tomar un capuchino de vainilla y me contó lo que había pasado.
-Cuéntame, ¿Qué ha pasado?
-No lo amo, Lex… es un gran hombre, pero no puedo, simplemente no lo siento.
-¿Pero se te veía feliz, acaso no lo quieres?
-Sí, lo quiero, pero no puedo amarlo, no es él.
-Te entiendo… ¿Es por Thomas verdad?
-Sí, ya no tiene sentido seguir ocultándolo.
-¿Por qué no hablas con él y le dices lo que sientes?, sé que él siente algo por ti Caty. Lo he visto.
-Él está feliz con Caroline, no tiene sentido que le diga nada.
-Confía en mí, díselo.
-No puedo, no puedo hacerlo.
-Estas desperdiciando la oportunidad de ser feliz y ¿Por qué? ¿M iedo?
-No lo sé. Quizás…
-Caty se conocen hace tiempo, parecen dos críos, siempre molestándose, haciéndose bromas, los he visto juntos, y cómo se miran. Déjate de pavadas y habla con él.
No tienes nada que perder.
-Lo pensaré ¿De acuerdo?
-Vale, piénsalo y luego ¡hazlo!.
Odiaba verla sufrir así, y sabía que Tomy sentía algo por ella, quizás debería hablar con él y ver qué es lo que le pasaba con mi amiga. Esa noche cenamos juntas en
su casa, le avisé a Dan que me quedaría con ella y por supuesto no se opuso. Entrada la noche me fui. Cuando llegué Dante dormía, no pude evitar sonreír al verlo, me
hacía feliz, lo amaba con locura y estaba agradecida de que nos diéramos una nueva oportunidad. M e acosté a su lado, y besé su pecho y me dormí.
-Feliz cumpleaños amor mío.- su voz me sacó de mi profundo sueño. M e refregué los ojos y los abrí. Ahí estaba mi hermoso dios griego cargando una bandeja con
un bellísimo desayuno. Café, y una pequeña torta de cumpleaños. Forrada en rosa, con flores de colores y una vela rosa. Un pequeño florero con una bellísima orquídea
rosa. Y una pequeña caja celeste.
-Gracias cariño, pero odio los cumpleaños.
-Amarás éste.
-No, te amo a tí, no el ponerme vieja. Una año más, un año menos…
-Así no se comienza un cumpleaños Alexandra. Sonríe para mi.- le di una ridícula y falsa sonrisa.- Puedes hacerlo mejor cariño.- hasta que por fin sonreí de verdad.
Se sentó en la cama y tomamos el desayuno ahí mismo, Xander se nos unió y casi me muero del amor al verlo con su gorrito de cumpleaños.
-Pide un deseo cariño.
-Ya tengo todo lo que podría haber soñado y más.
-Entonces pide que nada cambie.- respondió. Cerré los ojos y pedí que nuestras vidas estén llenas de felicidad. Y soplé con fuerzas. Tomé un pedazo de torta y se la
di a Xander que la devoró en cuestión de segundos.
-Parece que esta buena.- sonreí y le serví una porción a mi adonis y otra para mí.
-¿Qué quieres hacer hoy?
-Absolutamente nada.
-Vamos no arruines mi día.
-¿Tú día? Creí que era mi cumpleaños.
-¿De quién eres?
-Tuya.
-Entonces es mi día.
-De acuerdo, tú día cariño.- acordé entre risas.
-Bueno, que te parece un paseo. Tú, yo y Xander.
-M e encantaría, pero tú pierna.
-Félix nos llevara hasta el parque y allí caminamos ¿De acuerdo?
-Perfecto, me gusta ese plan.
-Abre tú regalo.- miré la pequeña cajita de Tiffany & co y no era lo que me esperaba, dentro había un papel muy bien doblado. Lo tomé y lo abrí.
“Vale por una semana a Capri”
-¡Cariño!.- salté a sus brazos.
-¿Qué pensaste que era? ¿Otra joya?
-Te amo Dante Navarro.
-Y yo a ti nena. Aún recuerdo que me dijiste que querías conocer Capri, elige una semana que quieras e iremos.
-¡Gracias nene, es el regalo más hermoso!.
Terminamos de desayunar y me levanté para meterme al baño a tomar una ducha pero Dante me detuvo.
-Espera aquí. Yo te aviso.- dijo y salió hacia el baño. A los pocos minutos me llamó. Entre al baño y lo encontré al lado de la bañera, había llenado ésta con pétalos
de rosas, sales y mis fragancias favoritas.
-Dan… ven acompáñame.- tomé su mano y ambos nos metimos a la tina. Él se puso a mi espalda y yo apoyé la mía en su pecho, descansé mis manos sobre sus
rodillas. Cerré los ojos y disfruté de un momento solo para los dos.
-¿Cómo recordaste lo de Capri?.- aún estaba curiosa
-Siempre escucho lo que dices.
-Pero fue hace tanto Dan, y recuerdo haberlo dicho al pasar.
-Dijiste que era de los pocos lugares que no habías visto.
-Gracias cariño.
-Lo que quieras, cuando quieras nena.
-¿Cuándo debes viajar a Tokio?
-La próxima semana.
-Bien entonces a principio de noviembre, resérvame una semana para mí, ahí nos iremos.
-Perfecto.
Nos quedamos disfrutando del agua y de nosotros, acariciándonos, besándonos, hablando. Solo él y yo.
M e giré y me senté sobre él. Lo miré a los ojos y en ese momento me di cuenta que no necesitaba nada más que él para ser feliz y sentirme completa. Se había
convertido en lo más importante de mi vida. Amaba cada momento que pasábamos juntos y nunca tenía suficiente de él. Enredé mis dedos en su suave cabello y besé
sus labios dulcemente, pasé mi lengua por su boca, cuando intentó profundizar el beso, me alejé.
-¿Qué crees que haces?
-Es mi día Señor Navarro, déjeme disfrutarlo.- contesté y volví a hacerlo. Pero mi adonis no era muy paciente a mis caricias. Tomó mi cabello con su mano sana y
me inmovilizó la cabeza para que no pueda alejarme otra vez y me devoró por completo. Al principio me resistí divertida, pero mis ansias de él, no me daban tregua, así
que me dejé poseer por su lengua. Soltó mi pelo y tomó uno de mis pechos y se lo llevó a la boca. Chupó, lamió y mordió mi pezón arrancándome gemidos por doquier.
Luego el otro. M i mano bajo hasta su duro miembro y comencé a acariciarlo, mi mano bajaba y subía por toda su extensión una y otra vez hasta que lo escuché jadear.
Con mi mano libre me sujeté de su cuello y subí mi cadera para poder hundirme en él. M e senté suavemente sobre su erecto miembro, mientras un jadeo profundo se
abrió lugar por mi garganta.
-Te amo cariño.
-Yo te amo más mi amor.
-Imposible.- remató mientras le hacia el amor suavemente, y lo besaba con dulzura.
Recogimos algunas cosas para un picnic en el parque, preparé unos sándwich, un tupper con frutas, un poco de queso, jamón, pan y algunas aceitunas. Galletas,
café y bebidas, metimos todo en una cesta de mimbre, junto a una manta y la botella de agua de Xander, junto a unas golosinas para perros. Tomé mi cámara y nos
fuimos. A Xander no le entusiasmaba mucho viajar en coche, pero se portó bastante bien. Cuando llegamos a los jardines del descubrimiento buscamos un claro y nos
tiramos encima de la manta. Dante se recostó de costado apoyado sobre su mano sana y yo me senté a su lado, Xander no tardó en venir por su pelota, la lancé lejos y
salió corriendo en su búsqueda, comencé a sacar la comida, y disfrutamos del aire libre. Tomé la cámara y le saqué unas cuantas fotos a Dan, hasta que se cansó y me la
arrebató y comenzó a sacarme él a mí. Le pedimos a Félix, que estaba cerca de nosotros, que nos saque una foto a los tres juntos. Xander se tiró encima de nosotros y
disfrutó de la sesión. Luego de horas de charlas, risas y muchas caricias volvimos a la casa.
Dante abrió la puerta y para mi gran sorpresa, ahí estaban todos nuestros amigos al grito de “Feliz cumpleaños”. M iré a mi adonis con reprobación, odiaba las
fiestas de cumpleaños. M i hermana fue la primera en lanzarse a mis brazos.
-¡Feliz cumpleaños Lexy!.- gritó en mi oído mientras me abrazaba. Luego la siguió M ariano, Tomy, Caroline, Caty, Euge y los amigos de Dan, Tony y su esposa
Celia. Román y su novia Penélope y Joaquín. Al fondo de la habitación vi a mi amiga Nuria.
-¡Nuria! Que sorpresa.- manifesté mientras la saludaba con un cálido abrazo, hacía tiempo que no la veía, y si bien manteníamos el contacto, no es lo mismo.
-¡Feliz cumpleaños! Dante me invitó y por supuesto no pude decir que no.
-M e alegra muchísimo que estés aquí. Ven te presentaré a Dante.- la tomé del brazo y cruzamos la estancia.
-Cariño ella es Nuria, mi amiga de M álaga.
-Encantado de conocerte al fin Nuria. Bienvenida a nuestra casa.- dijo mi encantador hombre.
-Igualmente Dante, gracias por la invitación.- respondió Nuria ruborizada.
-Estas en tú casa, eres bienvenida siempre.
-Enseguida vuelvo.- me disculpé al ver a otros amigos al fondo del salón.
-¡Feliz cumpleaños bella!.- allí estaba Electra junto a Cesar.
-¿Cómo están? Hacía rato que no los veía.
-Y ya veo por qué… no sabes la sorpresa que me llevé cuando Dan me contó quien eras.
-Ni te imaginas la mía, no tenía idea.
-El mundo es un pañuelo.- interrumpió Cesar dándome un gran abrazo.
-Uno bellísimo, sin dudas.- contestó Electra regalándome dos dulces besos en las mejillas.
Estaban todos nuestros amigos y había unas exquisitas pizzas de todo tipo y sabor, junto con unas coronitas bien frías y algunos entremeses. Perfecto, justo lo que
hubiera elegido yo. Dan estaba sentado en un sillón individual y yo me arrodillé en el suelo entre sus piernas, y me dediqué a comer, beber y charlar con mis amigos. Las
risas y anécdotas divertidas se multiplicaban por todo el lugar, de momentos se convertía en conversación de locos, historias cruzadas entre todos, pero siempre con un
tono risueño. Cerca de la medianoche y antes de que el día acabara Ari entró a la sala cargando un enorme pastel de cumpleaños, con un zapato de adorno y 28 velas
colocadas alrededor. Todos se unieron para cantarme el feliz cumpleaños, mientras yo escondía la cara en el pecho de mi adonis, odiaba esta parte por sobre el resto.
-Debes pedir un deseo.- me regañó mi hermana. Cerré los ojos y volví a pedir que nada cambie y soplé con fuerzas. Dan me tomó con ambas manos el rostro y me
dio un profundo y tierno beso en los labios, uno a uno fueron saludándome y luego me puse a servir el pastel, que estaba exquisito. Incluso Xander tuvo su porción,
haciendo oídos sordos a los retos de Dan, de que no le dé dulce. Una vez al año no haría daño y parecía disfrutarlo mucho. M uy entrada la noche de a poco se fueron
despidiendo. Llevé a Nuria a la habitación de huéspedes, recogí los regalos y los llevé a nuestra habitación. Dan estaba cambiándose cuando me metí al baño para
quitarme el maquillaje y cepillarme los dientes.
-¿Fue tan horrible?.- preguntó cuando se unió a mí.
-No, gracias cariño, lo disfruté mucho.- respondí mientras me abrazaba por detrás.
-Debes tener más fe en mí, se lo que te gusta.
-M e he dado cuenta, no podría haberlo hecho mejor.
Corrió mi cabello a un costado y comenzó a besarme el cuello, su lengua me recorrió. M etió sus manos por debajo de mi amplia remera y acarició mis senos, los
apretó y pellizcó mis pezones por encima del sostén. Sentí su erección presionar mi trasero y me curvé para darle más espacio.
-Quítate la ropa nena.- dijo suavemente en mi oído. M e deshice de la remera, las zapatillas y el jean, y por último el sostén y la tanga. Él solo llevaba un pantalón de
dormir. Con su mano sana comenzó a acariciar mi sexo desde atrás.
-Inclínate más Lex.- mandó y así lo hice, apoyé ambas manos en el lavabo para darle más alcance a mi interior. Levantó mi pierna y la apoyó sobre el mármol apenas
flexionada. Y se agachó para estar a la altura de mi vagina. Comenzó a lamerme con entusiasmo, su lengua me abarcaba por completo, y habilidosamente iba modificando
la intensidad con que me saboreaba. Sus dedos entraron sin ninguna resistencia en mí, mientras su pulgar se entretenía en mi ano.
-Oh Dante…- gemí mientras me desarmaba en su hábil boca. Su lengua me penetró y mis piernas se aflojaron, al tiempo que sus dedos se centraron en mi clítoris,
llevando oleadas de delicioso placer a lo más profundo de mí ser.
-Córrete para mi Lex.- dijo mientras me masturbaba con fuerza y yo me dejé ir, cuando la contracción me alcanzó, su boca tomó de inmediato el lugar de sus dedos y
se bebió mi orgasmo.
Tomó mi cabello en una mano y me penetró de un solo movimiento la vagina. Quité el aire de mis pulmones apenas lo sentí dentro mío, amaba esa sensación de
saciedad. Extendí mi pierna sobre el frio mármol del lavabo, y el tensó aún más mi cabello. Haciéndome curvar por completo y dándole una nueva profundidad dentro de
mí. Sus embestidas brutales hacían que mi pelvis choque contra la dureza del mármol y eso aumentó mis gemidos de placer. M etió sus dedos en mi boca y yo los chupé
con esmero, luego los alojó en mi trasero lentamente, hasta que estuve lo suficientemente dilatada para darle lugar a su glorioso pene. Sin detenerse cambió mi vagina por
mi ano, y de inmediato colocó dos dedos en mi sexo, sin darme lugar a que lo asimile dentro mío. Sentí que iba a explotar, como si todo él fuera demasiado.
-Tócate Lex.- dijo entre jadeos, llevé mis dedos a mi boca para humedecerlos y comencé a acariciarme el clítoris con fuerza. Un delicioso placer me embriagó y sentí
que iba a desmayarme. Estaba extasiada, completa, llena, lo sentía en todos partes. Y mi cuerpo enviaba contínuas oleadas de sensaciones.
-Córrete para mi nena, ahora.- dijo entre gemidos y con voz entrecortada. Una cosquilla inició en mi nuca, y se desplazó por mi espalda hasta llegar a mi útero, todo
mi interior se contrajo y el más exquisito y arrollador orgasmo se desbordó en mí. M e apreté más a él y eso lo hizo temblar y se descargó en mi trasero. M ordió mi
cuello como un vampiro hambriento.
-Te amo nena.
-Yo te amo más nene.
-Imposible.- remató.
Nuria se quedó por unos días, aproveché para mostrarle M adrid, la llevé de compras y a cenar. Se enamoró de la ciudad de inmediato y se mostró muy amigable con
Fran, mi custodio. Cuando se marchó prometió que volvería a visitarnos pronto, y yo le prometí que si se mudaba aquí le encontraría trabajo enseguida. Faltaban unas
semanas para la fiesta de compromiso de Ari y M ariano, estaba prevista para el 30 de octubre. M is días se volvieron interminables, entre la universidad, la galería y
ayudar a mi hermana a preparar la fiesta, y tratar de completar mi nueva colección, llegaba a casa tarde en la noche y agotada. Dan estaba preparándose para su viaje a
Tokio, me había comentado que era de vital importancia poder cerrar ese trato, que significaría hacerse un lugar en el comercio asiático y hacía mucho tiempo que
intentaba lograrlo. El único momento del día donde podíamos disfrutar de nosotros era en la noche, cuando en la soledad de nuestra habitación hacíamos el amor
salvajemente, a nuestra manera, y así poder sacudirnos el estrés del día. Nuestros encuentros eran intensos, violentos y cargados de erotismo. Y exhaustos nos
dormíamos profundamente. La noche anterior a que Dante viaje a Japón, fuimos a EL Templo.
Era una noche temática, esta vez tocaba Halloween, Dan se disfrazó de Drácula, se veía increíblemente apuesto con su traje de mediados de siglo, la capa negra y
esos afilados colmillos, y lo remataba con el bastón que debía usar para poder caminar mejor. Yo por mi parte me puse un disfraz de cortesana muy sexy, el vestido
violeta y negro tenía una larga cola por detrás y en la parte de adelante la falda dejaba ver el comienzo de las ligas. El precioso corsé hacia que mis senos se vieran de
ensueño. Llevaba el cabello medio recogido y con rulos, y un pequeño sombrero haciendo juego. Ni bien entramos el lugar lucía precioso, decoración típica de noche de
brujas, murciélagos, calaveras y tela araña colgaban por doquier, pequeñas calabazas alumbraban con su vela las mesas.
Dan hizo de anfitrión y les dio la bienvenida a todos, yo me quedé a su lado toda la noche. Cuando la fiesta tomó color, nos metimos en una de las salas de juegos,
esta vez eligió la de las suspensiones. Dan estaba acomodando prolijamente los objetos sobre una de las mesas cuando Electra y Cesar se nos unieron.
-Buenas noches. Que bellos se ven.- dijo Electra, estaba vestida como cleopatra y se veía hermosa, Cesar vestía de perrito y caminaba a cuatro patas por el lugar.
-Hola Electra, ¿Cómo estás?.- saludo Dante mientras le daba un ligero beso en los labios. Jamás lo había visto interactuar con otra mujer delante mío, y los celos no
se hicieron esperar.
-Hola bella Lexy, luces radiante, como siempre.- se acercó a besarme en los labios y yo me alejé. M iré a Dan pidiendo su aprobación y el asintió. Electra lo vio y me
tomó por el cabello y me atrajo hacia ella, lamió mi boca desde el mentón hasta la punta de mi nariz y culminó con una suave y sensual mordida en mi labio inferior.
-Cierra las cortinas Cesar.- ordenó mi adonis de inmediato. Y éste obedeció.
-¿Qué tienes pensado para hoy Dan?.- preguntó intrigada Electra.
-Jamás le hice un bondage a Lex, siempre estoy demasiado excitado para tardarme tanto.- contestó con una risa macabra. Yo me mordí el labio de solo verlo.
-¡M e encanta la idea!.- respondió ella emocionada por la propuesta.- lucirá hermosa con cuerdas.- remató.
-Cesar, desnuda a mi mujer.- dijo Dan con voz de mando y un escalofrió me recorrió la espalda. Él se puso de pie y comenzó a quitarme el vestido. Su Dueña se
colocó detrás y le daba ligeros azotes con la fusta en la espalda mientras lo hacía.
-¿Por completo Señor Dante?.- preguntó educadamente Cesar.
-Sí, la quiero completamente desnuda.- dijo mirándome con deseo.
Cuando estuve como él quería se acercó a mí, con mirada feroz, hambrienta, se movía lento y cauteloso a mí alrededor, no podía desearlo más aunque lo intentara.
Tomó unas cuerdas gruesas y comenzó a pasarlas por todo mi cuerpo, Electra lo ayudó mientras Cesar miraba fascinado el espectáculo. M e realizaron un “Shibari” de
cuerpo completo, la soga pasaba por mis pechos en forma de 8, luego por mis hombros, bajaba por mi espalda y daba vueltas en mi cintura, luego por mi pelvis, hasta
mis muslos.
-Ahora te suspenderé cariño, si en algún momento quieres que me detenga ¿Qué debes decir?.- preguntó con seguridad.
-ROM A.- respondí en un hilo de voz. Jamás lo había hecho y me asustaba un poco. Pero el miedo jamás me detuvo y estaba dispuesta a probarlo.
-Bien nena. ¿Lista?.
-Si.- contesté. Una nueva cuerda se unió con la de mi espalda, y la pasó por el aro de suspensión que colgaba del techo y luego la aseguró a un pestillo en la pared,
mi cuerpo abandonó el piso y quedé colgando en el aire. Luego tomó una nueva cuerda y sujetó uno de mis tobillos a mi muslo, flexionando mi pierna derecha, y por
último otra cuerda se anudó a mi tobillo izquierdo y la aseguró al mismo aro del techo, haciéndome extender por completo la pierna izquierda. Quedé ligeramente
inclinada hacia un costado, mi torso descansaba de costado y mi pierna en un ángulo de 90º. No era incomodo, la soga no me lastimaba ni cortaba mi circulación, era…
diferente. Una sensación de abandono y vulnerabilidad que nunca había experimentado. Aún así, me resultaba excitante y peligroso.
-No imaginas lo hermosa que te ves cariño.- dijo mi adonis obnubilado ante su creación. Sonreí para él.
-Absolutamente perfecta.- rebatió Electra mientras pasaba sus finos dedos por la poca piel que quedaba expuesta. Cesar estaba arrodillado en un costado y me
miraba con recelo, estaba segura que a él le gustaría estar en mi lugar.
Dante se alejó hasta la mesa contínua y tomó de ella el cat de nueve colas trenzado. Y comenzó a darme ligeros y suaves azotes por los pechos, el abdomen, mi
expuesta vagina. En ese momento noté que alguien, Electra, también comenzaba a azotarme, su cat era diferente, mucho más suave y su golpe también, casi una caricia
en mi espalda, trasero y muslos. Solo podía gemir al ritmo de los placenteros flagelos sobre mi piel.
-Cesar, toma el vibrador de la mesa y pónselo en esa húmeda vagina.- mandó mi Dueño. Al segundo este volvió cargando el magic, lo enchufó a un tomacorrientes en
la pared y en una velocidad baja lo apoyó sobre mi clítoris, por supuesto mi primer impulso fue removerme, pero no podía mover un solo músculo de mi cuerpo.
Estaba completa y absolutamente a merced de ellos y sus deseos. Gemí con fuerzas.
-Detente… por favor.- rogué, pero realmente no deseaba que se detenga, era un acto reflejo.
-M ás fuerte.- exigió Dante. Jadeé desesperada. Los azotes fueron tomando más y más velocidad y fuerza. M e ardían en todo el cuerpo, pero las vibraciones no se
detenían.
-Vamos, no seas envidioso perro, ya tendrás lo tuyo.- lo regañó Electra a su esclavo y éste volvió a subir un grado más la velocidad de la vibración y sentí que iba a
explotar.
-Córrete para mi nena.- dijo Dan con su voz sexy y demandante y no dudé un segundo en obedecer. El estar absolutamente inmóvil le dio una carga extra al orgasmo,
mi cuerpo no pudo retorcerse ni tensarse, en su lugar, cada músculo del interior de mi vagina se contrajo fuertemente y me corrí en un grito.
-¿Señor Dante me permite limpiarla?.- dijo Cesar suplicante. Los ojos de Electra ardieron de deseo.
-Disfrútalo.- respondió Dante con una enorme sonrisa. Se acercó a mi rostro, me cogió el cabello y me hizo levantar la cabeza, me devoró en un pasional beso. Su
lengua abrazó la mía con desesperación.
Cesar de inmediato se arrodilló y comenzó a lamerme deseoso toda la hendidura, su lengua iba y venía por toda mi extensión. Escuché la cremallera de mi hombre
abrirse y la ansiedad me consumió. Gemí cuando Cesar succionó con fuerza mi clítoris y dos de sus dedos se acomodaron en mi interior, miré en su dirección y Electra
se colocaba un arnés con un dildo, se acercó a él y lo penetró suavemente. Éste gimió sobre mi sexo haciendome cosquillas.
-Si te detienes, me detengo ¿Has comprendido?.- dijo en voz de mando Electra.
-Si Ama.- respondió Cesar de inmediato y volvió a la tarea.
Dante se acercó a mí con su duro miembro en la mano, y yo me relamí.
-¿Esto quieres nena?.- preguntó con una sonrisa macabra.
-S-si, por favor...- contesté entre gemidos.
Tomó mi cabello con fuerza y bajó mi cabeza, abrí la boca tanto como pude y de inmediato se hundió en la calidez de mis labios, que lo recibieron agradecidos. Lo
tomé tan profundo como podía, pero la inclinación me hacía difícil la tarea. La saliva me inundó la boca haciendo que cada embestida dejara una cascada de baba bajando
de mi mentón hasta el suelo. Escuché su fuerte gruñido por lo que aumenté la velocidad. Apenas podía concentrarme entre Dante y Cesar que seguía torturando mi
clítoris con vehemencia. Dante puso su mano sana sobre mi garganta mientras se metía por completo hasta el fondo de mi boca. Dejé de respirar, y la arcada no se hizo
esperar. Su salvaje gruñido me advirtió que estaba por correrse, volvió a hacerlo una y otra vez hasta que se corrió en mi garganta. Degusté encantada su sabor, la calidez
de su orgasmo corriendo por mi garganta. Se alejó de mí y besó mi frente.
-Gracias.- respondí.
-Ahora córrete para mi Lex.- respondió y mi cuerpo obedeció como de costumbre, regalándome un nuevo y brutal orgasmo que Cesar se bebió encantado.
Electra detuvo sus arremetidas contra él y lo hizo lamer su propio orgasmo del suelo.
-Dan…- lo llamé con voz temblorosa, sabía que lo que estaba a punto de pedirle, podría costarme caro.
-¿Qué sucede cariño? ¿Te sientes bien?.- respondió preocupado.
-Estoy bien, solo quiero pedirte algo.
-Adelante.- me remordí el labio, estaba muy nerviosa.
-Quisiera ver que Cesar te dé sexo oral.- dije apenas audible. Sus ojos se abrieron, y levantó una ceja.
-¿Eso quieres?
-Sí, es una fantasía.
-¿Qué me darás a cambio?
-Todo es tuyo. No me queda nada por darte.- contesté honestamente.
-Ya se me ocurrirá algo, no te preocupes. Pero si eso quieres, te lo daré. Cesar ven aquí.- dijo autoritario. Éste se acercó a cuatro patas, mi adonis volvió a abrir su
cremallera, me miró fijamente a los ojos y su miembro desapareció en la boca de Cesar. M e excité por completo y traté de removerme entre las cuerdas, mordí mi labio
excitada, ver dos hombres juntos siempre me volvía loca, más que ver dos mujeres juntas. Y ver a Dan recibiendo placer de otro, me llevó a un nuevo nivel de excitación.
-¿Eso te excita Lexy?.- dijo Electra en mi oído mientras metía su mano en mi entrepierna, mi humedad baño sus dedos y los colocó en mi boca para que los lamiera.
-Sí, mucho.- contesté cuando los alejó de mis labios para volverlos a meter en mi deseosa vagina.
M i atención se concentró en Dante, sus gemidos, sus gestos, la forma en que me miraba, sabía que lo estaba haciendo para mí. Sin previo aviso Electra comenzó a
follarme con su arnés, profundo, fuerte y veloz. Pero mi placer solo estaba puesto en él, en lo que él me brindaba, en verlo disfrutar para mí. Gemí y jadeé, pero no por
estar siendo duramente penetrada por Electra y su dildo, si no por ver como él gozaba. Sé que lo entendió, se inclinó hacia mí y me besó con anhelo, poseyéndome,
mostrándome una vez más que él era tan mío como yo suya. Y entonces un gruñido en mi boca me hizo saber que se había corrido y me regalaba su orgasmo. Esa sola
muestra hizo que yo misma me corriera, esta vez sin su orden, solo con su demostración. Bebió mi gemido de placer y mordió mi lengua, se alejó de mí y se pusó entre
mis piernas, sin decir nada se perdió en mi interior, jadeé de placer. M iré a mi alrededor y Electra se quitaba un preservativo y se sacaba el arnés, se sentó en una butaca
y Cesar se arrodilló entre sus piernas y comenzó a lamerla con adoración.
Dan tomó mi pierna extendida y mi cuerpo acompañaba sus arremetidas, una y otra vez, soltó mi pierna y tomó mi pezón y lo apretó con rudeza. Aún sentía los
pequeños espasmos de mi anterior orgasmo, y eso intensificaba sus profundas embestidas. Clavó sus dedos en mi cadera con fuerza, como si me fuera a escapar. Alcé la
vista y la clavé en sus oscuros y ardientes ojos azules. Fue un momento de total conexión entre ambos, no hubo palabras, solo nuestros gemidos al unísono y nuestras
miradas cruzadas.
-Córrete para mi cariño.- dijo entre jadeos. Su mano se apostó en mi clítoris y lo acarició con violencia, el orgasmo me alcanzó enseguida, todo en mí se contrajo y lo
apreté en mi interior, y nos corrimos a la vez.
Subió su bragueta y comenzó a desatar los nudos que unían mis piernas, luego Electra soltó el amarre de la pared y Dan me tomó por la cintura para sentarme en una
silla y desarmar el resto del shibari. Cuando volví a ser dueña de mis movimientos salté a su cuello y me abracé a él con fuerzas y lo besé con pasión.
-¿Estas bien cariño?.- preguntó en mi oído.
-De maravillas, gracias por esto. Gracias por darme tanto amor.- no dijo nada, solo acarició mi rostro y volvió a besarme con dulzura.
El domingo, Xander, Dan y yo nos fuimos al jardín a disfrutar del día, hacía mucho frio pero valía la pena, octubre llegaba a su fin y muy pronto no podríamos
hacerlo. Dan y Xander jugaron un buen rato, mientras yo tomaba fotos, de ellos, de la gente paseando, de niños jugando. Luego me dispuse a leer un libro mientras Dan
leía unos papeles de trabajo y estudiaba unos planos.
A la tarde me encontré con Tomy para ver el partido, había pasado un buen tiempo, desde que no cumplíamos con nuestro ritual dominical. M e puse a cocinar una
rica pizza casera, estilo napolitana para ver el partido, Dan armaba sus maletas, esa noche viajaría a Tokio.
-Hola preciosa.- saludó Tomy al entrar a la cocina.
-¡Hola cariño!. Gracias por venir, extrañaba nuestras reuniones.
-Igual yo. ¿Dante?.
-Preparando las maletas para el viaje.
Puse la pizza al horno, tomé unas coronitas y nos sentamos en la isla a charlar. Estaba dispuesta a averiguar que sentía por Caty, y no había mejor momento que
éste.
-Caty se separó ¿Sabias?
-No, hace mucho que no la veo. ¿Qué paso? Creí que estaba feliz con salvador.
-Bueno, no lo ama, está enamorada de otra persona.
-¿A si?
-Sí, pero él no lo sabe.
-¿Quién es?
-¿Tú que crees genio?
-No sé de qué hablas Lex.
-¿Tú que sientes por ella?
-Es mi amiga, la quiero.
-¿Y cómo mujer?
-Estoy con Caroline.
-¿Y la amas?
-M e hace feliz.
-No es lo que pregunté, vamos lárgalo Thomas.
-Ya déjalo Lex, en serio. Las cosas son como son.
-¿Cómo es que a veces puedes ser tan ciego y bobo Thomas?.-podía ver que sentía algo por Caty también, pero no estaba segura qué, tampoco sabía si realmente
quería a Caroline. M ientras ella lo hiciera feliz, no haría nada por separarlos. Pero muy dentro mío sabía, que esos dos tontos, se amaban secretamente y ninguno se
animaba a dar el siguiente paso.
Cuando la pizza estuvo lista nos fuimos a la sala a ver el partido, Dan se nos unió a cenar.
-¿No te gusta mucho el fútbol verdad?.- preguntó Tomy al ver la cara de aburrido de mi adonis.
-No, me gusta el básquet. Pero apoyo al M adrid.
-Si no lo haces, tendrías un grave problema con mi prima.- respondió entre risas Thomas. Dante se relajó y acompañó sus carcajadas. No les presté atención, la
pizza estaba demasiado buena y el partido entretenido.
-Bien nena, debo irme.- interrumpió mi amor para despedirse.
-Que tengas un buen viaje Dante.- lo despidió mi primo
-Gracias Thomas. Cuídala por favor.
-Siempre.- me levanté y lo acompañé a la puerta, Félix cargaba sus maletas.
-¿Félix ira contigo verdad?.-estaba intranquila, que estuviera lejos mío me ponía nerviosa.
-Claro. No salgas sin Fran. Promételo Lex.
-Lo prometo, no te preocupes, ya no me molesta.
-Hasta que dejas de quejarte cariño. Cuídate ¿Vale?
-Lo haré, tú también, y vuelve a mí cuánto antes.
-Siempre volveré a ti nena. ¿Dónde más iría?
-Llámame cuando llegues. Te amo nene.- me colgué de su cuello y lo besé cariñosamente en los labios. Como de costumbre, me alzó por la cintura hasta su altura, y
me devoró con pasión.
-También te amo nena.- me dió un suave azote en el trasero y se metió en el ascensor. M e quedé mirando como los números bajaban como una tonta.
Cuando el partido terminó Tomy se marchó.
-Prométeme que pensaras en lo que te he dicho.- le pedí al oído mientras nos abrazábamos.
-Ya déjalo Lex. Te quiero. Llámame si me necesitas.
Limpié un poco el desorden de la sala y busqué algo con que entretenerme por un rato, no quería meterme a una cama vacía. Rebusqué por un libro y llené la tina.
Luego de un buen rato y cuando el agua estaba más fría que lo normal, no le di más vueltas y salí, me puse mi remera de dormir y me metí a la cama, Xander me
acompañó.
-Ya lo extraño…- le confesé a mi cachorro. Como siempre, él se acercó más a mí y me acarició con su húmedo hocico. Lo abracé e intenté conciliar el sueño.
Tuve una noche espantosa, desperté mil veces en la madrugada, sentía la cama enorme y por primera vez en mucho tiempo la ansiedad me embargó y la soledad se
sintió infinita.
Lo primero que hice al despertar es revisar mi teléfono a ver si Dan había mandado un mensaje, y mi corazón se calmó al verlo.
“Llegue bien cariño, luego te hablo. Te amo nena.”
M e levanté y tomé una larga ducha y me preparé para comenzar el día. Cuando Fran volvió de pasear a Xander nos marchamos. Las clases estuvieron más aburridas
que de costumbre. Pronto comenzarían los finales y debía preparar cientos de apuntes. Al menos era una buena forma de gastar el tiempo. Sergio me esperaba para
almorzar y aprovechamos el tiempo para preparar el contrato de Cayetano y arreglar otras visitas a nuevos artistas. Por la tarde pasé por la galería a hablar con Daniel
sobre el presupuesto. Cuando llegué el caos total reinaba, miré alrededor y solo podía ver muros derribados, el hermoso piso de mármol destrozado… respiré hondo y
me recordé que eso pasa en las remodelaciones.
-El mármol Daniel…- murmuré con pesar.
-Lo sé preciosa, pero no pude salvarlo todo, te dijé que necesitábamos arreglar las tuberías.
-¿Pero qué fue lo que paso?
-No lo sé, de alguna manera se rompió el caño maestro e inundó todo.
-¿Alguien accidentalmente le dio al caño?
-M is muchachos insisten en que no fue ninguno de ellos.- no pude evitar pensar en la maldita y desnutrida Sabrina, ¿Será que no nos dejará en paz?
-No te preocupes, se me ocurre otra alternativa que nada tiene que ver contigo. Hazme un favor, ¿Puedes dejar a alguno de ellos de sereno?
-Por supuesto. ¿Pero por qué?
-Temo que sea la misma imbécil que nos amenaza continuamente.
-De acuerdo, dejaré alguien a cuidar el lugar por la noche. Aún necesito ese dinero para reconstruir todo este desastre.
-Bien, usaré dinero de mi herencia, no quería hacerlo, pero visto lo que ocurre, no tengo alternativa. Haz lo que necesites, y cambia por completo el piso, que sea en
madera. Buscaré una que me guste ¿Vale?
-De acuerdo preciosa.- le entregué el cheque y me fui a casa.
Decidí sacar a pasear a Xander yo misma, estaba cansada de ocultarme, si Sabrina quería vérselas conmigo se lo pondría fácil. Ni bien comencé a caminar, noté que
Fran me seguía de cerca y eso me puso nerviosa, pero imaginaba que Dan le había advertido. Apenas volvimos a casa me puse a preparar los finales. Luego de la cena
Dan llamó.
-Hola cariño ¿Cómo te encuentras?.- preguntaba con voz abstraída.
-Hola nene, bien ¿Y tú?
-Extrañándote como loco.
-Ídem. La noche fue pésima. ¿Qué tal Tokio?
-Aburrido sin ti…
-Se cómo se siente. ¿Pudiste reunirte con esa gente?
-Los veré en unas horas.
-¿Qué hora es allí?
-Las 6am.
-¿Pudiste dormir?
-Un poco, jet lag… ¿Qué traes puesto?
-Jaja, eres increíble Navarro.
-Contesta, ¿Qué traes?
-Aún no me meto en la cama, así que ropa del día.
-Ve a la habitación Lex y quítate la ropa.
-Bien, aguarda un momento.- casi corrí hasta el dormitorio, cerré la puerta con el pie y comencé a sacarme la ropa, cuando quedé desnuda volví a coger el móvil.- Ya
estoy desnuda.
-Cuanta rapidez cariño. ¿M e extrañas?
-Siempre…
-Igual yo, extraño tú cuerpo. Tú aroma, tú sabor. Recuéstate con las piernas abiertas y comienza a tocarte para mi nena, quiero oírte.
-¿M e dirás cómo?
-Claro, toca tus pechos, lentamente, acarícialos…- puse el teléfono en altavoz y lo dejé al costado de mi cabeza, y comencé a hacer lo que me pedía. Y un leve
gemido escapó de mí.
-Extraño tus manos Dan.
-Lo sé nena, y yo tu piel… tu humedad… pellízcate los pezones Lex.- lo hice y jadeé, podía sentir su respiración agitada al otro lado.- Si nena, así…
-Recorre tu vientre Lex, lento, hasta llegar a tu deliciosa vagina…- las yemas de mis dedos acariciaron la piel de mi vientre y mi monte de venus, me arqueé, era como
si sus dedos me recorrieran, su voz me traspasaba y podía sentirlo encima de mí.- ¿Estas húmeda cariño?
-S-sí, bastante.
-Hmmm, mete un solo dedo en tu interior. ¿Cómo se siente?
-Caliente, húmedo, quiero más…- respondí entre gemidos.
-Justo como me gusta, buena chica. Ahora dos nena, y muévelos para mí, déjame escucharte Lex.
Dos dedos colmaron mi interior y los moví con rapidez, dentro y fuera de mí, mis jadeos se hicieron más sonoros y su respiración se volvió más pesada.
-Tócate el clítoris con la otra mano cariño, apriétalo duro, como lo haría yo.- dos dedos jugaban en mi interior, mientras con la otra mano tomé mi duro clítoris y lo
prensé como si mis dedos fueran unas pinzas. M i espalda se separó del colchón por completo y una oleada de fuego me recorrió la columna.
-Oh Dante…
-Si nena, así… muéstrame cuánto te gusta, cuánto lo disfrutas. – mis gemidos se hicieron eco en la habitación, mi respiración difusa, mi cuerpo se arqueaba ante el
placer, y yo no podía parar, cerré los ojos y vi los suyos mirándome con posesión, disfrutando de mí.
-Córrete para mi Lex.-exigió y aceleré mis movimientos, hasta que el clímax me llegó, un grito de placer escapó de mis labios. Escuché su gruñido al otro lado,
también se había corrido.
-Gracias cariño.- mi voz apenas podía oírse.
-Te amo nena.
-Y yo a ti nene, vuelve pronto a mí. Te extraño.
-Lo haré. Descansa cariño.
Esa noche dormí plácidamente.
El resto de la semana fue bastante aburrida, y los días parecían eternos, el miércoles invité a Caty, Ari, Euge y Sofi a comer, una noche de chicas en la ciudad, no me
venía mal. Fuimos a uno de los restaurantes de moda de M adrid. Y luego a bailar, Ariana eligió la disco, era la que más sabía al respecto, aunque Eugenia no se quedaba
atrás, bebimos hasta el hartazgo y bailamos hasta que los pies nos respondieron.
El viernes fui con Sergio a una exposición en la galería Wachler, una joven fotógrafa se presentaba, Liliana Valdéz, saludé a Lucero con cariño, y aproveché para
ponerla al corriente de mi galería y le dije que me gustaría que piense en trabajar conmigo como curadora, y le encantó la idea. Raquel fue otra historia, no se mostró muy
amigable, pero ya lo veía venir. La muestra fue buena, su trabajo era preciso y muy recatado, le faltaba algo de picardía a sus fotos, quizás un poco de improvisación, al
menos para mi gusto, pero tenía potencial. Hablé con la joven, me presenté y me dejó en claro que le gustaba mucho mi trabajo. Intercambiamos números de móvil así
podríamos charlar sobre el futuro.
El sábado decidí salir a tomar unas fotos, Fran me acompañó, como era de esperarse.
-Ya que no puedo librarme de ti, serás mi asistente.- le anuncié divertida
-Por supuesto Señorita, ¿Qué necesita?
-Ya basta Fran, estás conmigo todo el día, llámame Lexy, por amor a dios.
-Lo intentaré.
-Bien, debes mantener la luz justo dónde te indique ¿De acuerdo?
-No hay problema.
Aproveché el despejado cielo y la luz natural para tomar algunas fotografías en el parque de “El Retiro”. Pasada unas horas mi estómago comenzó a rugir e invité a
Fran un sándwich de uno de los puestos callejeros y aprovechamos para charlar sobre su hija, le ofrecí ayuda para que consiguiera un buen abogado para obtener la
custodia compartida, me agradeció pero no la aceptó. M e sentía fatal por su situación. A la tarde volvimos a casa. Ni bien abrí la puerta Xander me saltó encima y me
tiró al suelo, Fran no me alcanzó y mi trasero dio en la dura madera.
-¡Xander! Serás cabrón…- lo regañé. Pero ni se enteró y se abalanzó a llenarme de besos la cara.
-¿A qué se debe semejante recibimiento? Apenas si me fui unas horas…
-Quizás te extrañó.- levanté la vista y mi adonis estaba de pie frente a mí, su sonrisa me dejó fuera de juego, jamás podría acostumbrarme a que sea tan guapo, jamás
dejaría de babear como una boba al verlo.
-¡Cariño! Has vuelto, te extrañé tanto…- salté desde el suelo y me colgué de su cuello, cruzó sus brazos en mi cintura y me levantó, enredé mis piernas en él y lo
besé con desesperación. Su lengua se apoderó de mi boca, la reclamó por completo. Lo deseaba tanto… lo había extrañado con locura y estaba dispuesta a
demostrárselo. M is dedos se entrelazaron en su suave cabello y lamí sus labios.
-Cálmate nena. Aún no.
-¿Qué?
-Tenemos una larga noche por delante, quiero llevarte a un sitio.
-Otro día, hoy te quiero para mí, tengo abstinencia de ti…
-Y yo de ti cariño, pero ya sabes… más tarde.
-Oh vamos… por favor.
-No, deberás aguantarte.
Frustrada por su rechazo lo solté, hice un mohín, algo chiquilina, lo sé, pero no pude evitarlo. El sonrió me tomó por el mentón y mordió mi boca.
-Eres tan hermosa… te he traído unos regalos ¿Quieres verlos?.- hice una mueca con mis hombros, lo único que quería era a él.
-Cuando te comportas como una niña pequeña, mi mano tiembla Alexandra.- mordí mi labio en respuesta, era una invitación y no la iba a rechazar.
-¿Quieres azotarme?.- lo tenté juguetona mientras movía mi trasero.
-¿En serio crees que caeré tan fácilmente? A diferencia de ti, Alexandra, yo tengo autocontrol.- mi sonrisa se desvaneció y el mohín volvió.
-Hoy no eres mi persona favorita, que lo sepas…- di una vuelta teatral y me encaminé a la sala. Un fuerte azote aterrizó en mi nalga y me hizo saltar. M e tomó del
codo y me giró, me pegó a su pecho, tomó mi cabello con su mano y mi cabeza voló hacia atrás, mordió mi labio y luego me besó apasionadamente.
-¿Crees que no te deseo?
-Pues eso parece…
-No seas tonta Lex, me muero por ti, ¿Es que no puedes verlo?.
-No quieres tenerme ahora.
-Exacto nena, ya sabes, no es cuando tú quieres, además lo de esta noche te gustará, lo prometo.
Considerando que no me saldría con la mía, lo dejé ahí, ya me las pagaría luego.
-¿Cómo estuvo el viaje?.- inquirí cuando ambos nos sentamos en la sala de estar.
-Bien, cerré el trato, un dolor de cabeza menos.
-M e alegro tanto cariño. ¿Debes volver?
-No por el momento, el resto puedo hacerlo desde aquí. ¿Por qué estás tan lejos? Ven aquí.- dijo mientras tiraba de mí y ponía mis piernas encima de su regazo. Pasé
mi mano por su cuello y acaricié su cabello, su mano comenzó a dibujar pequeñas formas en mi cintura.
-Bien, porque no me gusta que estés lejos de mí. ¿Cómo estuvo tú semana cariño?
-Tremenda…
-Cuéntame, arreglaste lo del presupuesto.
-Hubo un incidente en la galería, alguien rompió uno de los caños principales y el lugar se inundó, así que no hay más remedio que cambiarlo todo, tendré que usar
dinero de la herencia, aunque no quiera.
-¿Alguien?
-Creo que fue la maldita Sabrina, pero no lo sé.
-Vaya, yo lo pagaré.
-No, gracias.
-Si fue ella, es mi responsabilidad.
-No, no lo es. Y ya está arreglado, decidí cambiar todo el piso, será de madera, quizás ébano, no lo sé.
-Bien, iremos a la tienda y te ayudaré ¿De acuerdo?
-Claro.
-¿Y que tal la noche de chicas?
-M uy divertida, la pasamos genial.
-M e alegro mucho, deberíamos tener un día a la semana para los amigos, tú sales con las chicas y yo con los chicos.
-Suena bien, me gusta como piensas…
-¿Qué más te gusta?
-No juegues conmigo Navarro, porque después…
-¿Estas amenazándome?
-Es una advertencia.
-No me digas…- en un movimiento, que no vi venir, me puso sobre su falda y levantó mi vestido, mi trasero quedó al aire y a su disposición. Un fuerte azote en mi
nalga, luego en la otra.
-¿Realmente necesitas disciplina no?
-Soy una chica mala, ya sabes cariño…- otra ronda de azotes aún más fuerte, pero llevaba medias gruesas y no podía ver el resultado de sus correctivos, por lo que
rompió mis medias y mi trasero quedó al descubierto, intensificó sus flagelos.
-Debo dejar de ser una mala chica ¡dilo!.- estableció mientras seguía con su tarea.
-Debo dejar de ser una mala chica…
-Continúa diciéndolo hasta que te lo creas Alexandra.- Aumentó la velocidad y la intensidad, mi trasero se sentía como si estuviera sentada sobre una estufa, ardía,
quemaba, me extasiaba.
-Seré obediente con mi Señor, y no intentaré sacar partido de él ¡dilo!.
-Seré obediente con mi Señor, y no intentaré sacar partido de él. Lo siento cariño.- continuó por unos segundos más, hasta que mi trasero estuvo tan rojo como la
misma sangre. Entonces se detuvo, y comenzó a acariciarlo, a masajearlo para aliviar el dolor y el ardor. Inspeccionó mi entrepierna, que por supuesto estaba muy
húmeda, me dio unos ligeros azotes en la vagina y yo gemí. Toco toda mi hendidura a través de la suave y ligera tela de mi tanga, mientras yo me removía deseosa. Sentí
su erección endurecerse debajo de mí, finalmente me follaría, no podría evitarlo, me relamí encantada. Levanté más el trasero, puso mis manos en mi espalda y las
sostuvo con una mano, con la otra corrió mi tanga y metió dos dedos en mi interior y los movió con habilidad.
-¿Ya quieres correrte nena?.- preguntó con voz seductora
-Si, por favor…
-Bien, no lo harás, por ser una mala chica y desobediente, no podrás correrte en toda la noche.
-¿Q-qué?
-Si cariño, y créeme, será una larga noche para tí… ahora iré a tomar un baño.- me puso sobre el sofá y se levantó como si nada. M e quedé dura. M e lo pensé unos
minutos, no podía dejarme así, él también estaba excitado, lo sabía y lo había notado. Tomé coraje y me fui a la habitación. M e quité la ropa y me metí al baño, estaba
estático bajo la lluvia de la ducha. Lo miré por unos segundos, me parecía el hombre más hermoso y sexy del mundo, y era mío. Abrí la hoja de vidrio de la ducha y me
metí con él.
-¿Qué crees que haces Lex?
-Te acompaño cariño.
-¿No fui lo suficientemente claro?
-Sí, pero te deseo y sé que tú me deseas. Castígame luego.
-Vaya Lex… cómo te cuesta aprender cuando estás excitada.- se giró y me miró a los ojos.
-Por favor cariño, fóllame, te extrañé, te deseo, te lo estoy rogando.
-Bien, quieres que te folle, eso haré nena.
Bruscamente me giró, mi pecho se pegó al frío de la cerámica del baño, abrió mis piernas y con una mano bajó mi cintura para que mi trasero se eleve, con la otra
tomó mi cabello y mi cabeza lo siguió, sin ningún preámbulo se enterró en mí. Duro, violento, estaba cabreado y excitado. M e folló duro, entraba y salía de mí
rápidamente, mi respiración se volvió dificultosa, mis gemidos eran apenas audibles. Podía sentir su enojo y eso me helaba.
-Así no Dan, suéltame.
-¡No! ¿No querías que te folle? ¿No me rogaste que lo hiciera?
-No así, déjame.
-No nena, tendrás lo que querías.- sus acometidas se volvieron brutales, y una tristeza extraña me tomó por sorpresa y las lágrimas cayeron por mis mejillas, si bien,
entre nosotros siempre era sexo salvaje, esta vez era diferente, él no estaba ahí. No lo sentía. Y eso me dolió más que cualquier otro castigo que se le ocurriese. Cerré los
ojos y me empeñé en recordarme que me amaba y que esto no era real. Pero no pude evitar la tristeza y el dolor. Sentí su cuerpo temblar dentro mío y la calidez de su
excitación volcarse en mi interior. No dijo nada, se lavó y salió de la ducha. M e hice un ovillo en el piso de la ducha y dejé que el agua se mezclara con mis lágrimas. Yo
había provocado esto y ahora debía aguantarlo. Aun así, me sentí increíblemente sola, abandonada. Estaba acostumbrada a sus castigos y a mis esfuerzos por conseguir
lo que quería, eventualmente lo conseguía, era un juego entre nosotros, pero esta vez, fue demasiado. La indiferencia, me mataba, él sabía que no había nada que me
doliera más que me ignore, y lo había hecho.
Traté de recomponerme, definitivamente había conseguido lo que él quería, ahora si había aprendido la lección. M e di un baño y salí, sequé mi cabello y envuelta en
la toalla me senté al borde de la cama, aún sollozaba en silencio. Xander se acercó a mí y puso su hocico sobre mi falda para tratar de consolarme.
-Tranquilo pequeño, no es nada. No debes preocuparte.- afirmé mientras acariciaba su cabecita.
-¿Estas bien?.- levanté la vista y ahí estaba él, su rostro se descompuso cuando vio el mío. Se dejó caer al suelo y se abrazó a mis piernas. –Cariño lo siento, ¿te he
puesto así? No pretendía hacerte daño, solo quería que aprendas…
-Lo sé Dan, no pasa nada. Solo me tomó por sorpresa. Ya se me pasará.
-Realmente lo siento nena. Jamás te haría daño.
-Lo sé Dan. Y aprendí la lección.
-Lo siento cariño.
-Yo también.- nos quedamos así por unos minutos, el abrazado a mis piernas y mirándome con esos arrebatadores ojos azules, que eran mi perdición, y yo
acariciando su cabello, sin decir nada. Una especie de tiempo fuera.
-¿Qué debo usar?.- interrogué finalmente
-Fíjate en los regalos que te traje, ahí encontraras que ponerte esta noche.- respondió con una sonrisa.
M e levanté y busqué las bolsas que había traído, dentro había un kimono japonés negro con flores y adornos rosa, absolutamente precioso y tradicional.
-¿Quieres que use el kimono?
-No, no hoy, hay otro vestido.
Rebusqué en las otras bolsas, encontré ropa interior de seda, otras de puntilla, con encaje, todas hermosas. Le dediqué una sonrisa. Finalmente encontré un vestido
corto estilo japonés, en rojo, simulaba ser un kimono pero mucho más moderno, las mangas anchas, muy corto, y en el pecho se cruzaban, iba acompañado de una faja
ancha en negro. Elegí uno de los conjuntos de ropa interior que me trajo, rojo de encaje, me puse el vestido y necesité de su ayuda para cerrarle la faja. M e puse unos
zapatos negros de tacón fino que se sujetaban al tobillo y me metí al baño a terminar de arreglarme, me recogí el pelo en un rodete.
-Esto también es para ti nena.- dijo mientras me entregaba una caja de madera en color sangre. Lo abrí con cuidado y dentro había una peineta japonesa de oro blanco
y brillantes, con una enorme flor en rojo y de ella caían tres adornos de flores en el mismo tono. Una belleza.
-¡Dan! Es tan hermoso cariño. Gracias
-¿Te gusta?
-Es hermoso, no tengo palabras.
-Nada tan hermoso como tú.- dijo mientras me besaba el hombro. M e lo puse de costado sujetando el rodete. Parecía una autentica geisha. M e maquille, una línea
gruesa en negro en los parpados, bastante rubor rosa en mis mejillas, y labios carmín.
-Estas hermosa Lex.
-Gracias cariño. Hoy seré tú pequeña geisha.
-Ya veremos, primero debes aprender lo que es una geisha.
-¿Dónde iremos?
-Ya veras, la paciencia es una virtud Alexandra. Le falta algo a ese vestido ¿No llevas medias?
-No, es demasiado corto y se verían.
-Póntelas de todos modos por favor.- fui en busca de las medias y me las puse, como había advertido, se veían, pero lucía más sexy.
-¿Qué tal ahora?.- consulté volviendo a la habitación.
-Perfecta, una obra de arte.- giró su dedo en el aire y yo me giré sobre mis pies para darle una vista completa.- Exquisita.- respondió. Fui a coger el móvil para
meterlo en un bolso de mano, pero me detuvo.
-No lleves nada nena.- dejé el bolso y el móvil sobre la mesa de luz, él llevaba puesto un hermoso traje de dos piezas en gris metalizado con una camisa y corbata
negra. Tomó mi mano y nos dirigimos al garaje. Félix aguardaba parado al lado del Phantom. Nos subimos y manejó por un buen rato.
-Estoy ansiosa.- dije sinceramente
-Lo sé cariño. Las sorpresas no son lo tuyo.
-¿Falta mucho?
-No tanto, relájate. Será divertido, lo prometo.
-De acuerdo.- respondí mordiéndome el labio, no podía dejar de estar ansiosa, no sabía dónde iríamos ni con quién, o porqué me había vestido como una geisha.
Finalmente llegamos a un lugar llamado “Maiko Henshin” parecía un restaurante japonés. Bajamos y me escoltó tomándome de la cintura. Ni bien cruzamos la
enorme puerta una hermosa geisha nos atendió, vestía un tradicional kimono en blanco con flores rosas.
-Oyasumi nasai, Youkoso.- saludó la recepcionista.
-Arigato.- contestó mi adonis, yo me limité a asentir y sonreír. Ambos continuaron la charla en un perfecto japonés, y no era precisamente uno de los idiomas que
hablaba así que no me enteré de que iba la charla. Imaginé que estaría pidiéndonos una mesa. La mujer se giró y comenzó a caminar, pasamos unas mesas llenas de gente
y tras unas cortinas se encontraba un lugar bastante diferente. Una mesa larga y baja, como si fuera una pasarela o algo así, rodeada de almohadones en el suelo, había un
joven también japonés, suponía, sentado a la cabecera y acompañado de dos hermosas jóvenes también vestidas como geishas.
-Ven cariño, te presentaré mi socio japonés.
-Buenas noches, bienvenidos.- saludó el joven, era bastante apuesto, alto, cabello negro y prolijo, llevaba un traje azul marino con una camisa blanca y corbata azul.
Se levantó y le dio la mano a Dante y besó la palma de la mía.
-Jiro te presento a mi mujer, ella es Alexandra.
-Encantada de conocerlo.- acordé con una sonrisa.
-El placer es todo mío. Tenías razón Dante, es una auténtica belleza.
-Gracias.- me ruboricé, su forma de mirarme me incomodaba un poco.
Nos sentamos uno al lado del otro, una camarera también vestida de forma tradicional, comenzó a servirnos sake. Las cortinas se abrieron y M ariano y Ari entraron,
mi hermana vestía de estilo japonés, pero no era un kimono. Abrió los ojos de par en par cuando me vio, miré confusa a Dan, y él me regaló una sonrisa pícara. Detrás
de ellos aparecieron Electra y Cesar. Ella vestida como una autentica geisha, con su largo y precioso kimono. Todos nos saludamos y fueron tomando lugar en la mesa.
-¿De qué se trata esto Dan?.- pregunté en su oído.
-Tranquila nena. Disfruta de la noche. Y no pienses tanto.
M i hermana estaba justo en frente mío y me miraba pidiéndome respuestas que no tenía. Una joven apareció, se quitó el kimono y quedo desnuda frente a todos, se
subió a la mesa, se recostó en ella, y otras dos chicas comenzaron a disponer el sushi directamente sobre su piel. Agradecí a mi alergia, ya que no tenía que comer de ella
frente a mi hermana menor. Ariana se puso roja como un tomate y bajó la mirada, M ariano le dijo algo al oído. Su gesto me hizo darme cuenta que estaba 100% dentro
del BDSM , era su sumisa, mi pequeña hermana… maldecí a M ariano en mi interior.
-Por favor sírvanse.- invitó Jiro a degustar la cena. Todos tomaron los palitos, y comenzaron a recoger pequeños trozos de distintas partes del cuerpo de la hermosa
mujer.
-Alexandra, Dante me comentó que eras alérgica al pescado, mandé a preparar un sushi especial para tí. Es solo de algas y queso, está en su vientre.- interrumpió
Jiro y yo me quedé con la boca abierta.
-Gracias Jiro. Es muy amable de tú parte.- Dan tomó los palitos que yo tenía en las manos y los dejó en la mesa, M ariano hizo lo propio con Ariana y Electra los
siguió, quitándole a Cesar los suyos. Jiro hizo una mueca y las dos jóvenes que lo acompañaban se inclinaron y tomaron las piezas con sus bocas. Sonreí.
-Tenemos una regla aquí. Las sumisas y sumisos comen del plato.- advirtió Jiro.
-Por supuesto.- ironicé y Dante clavo sus ojos en mí. M e remordí el labio, yo y mi ágil bocaza. Bajé la cabeza en respuesta. Respiré hondo y me senté sobre mis
rodillas, miré a mi hermana tratando de darle confianza y le guiñe un ojo. M e incliné sobre la mesa y tomé una pieza de su vientre con mi boca.
-Buena chica.- dijo Dan en mi oído.
Sin dudas funcionó, y Ariana me imitó y comió de su clavícula. M e reí ante su vergüenza. Estaba bastante segura de que jamás había estado con una mujer en su
vida. Para mí no era gran cosa, hubiera comido de la misma entrepierna de la mujer en la mesa si Dante lo pidiera, pero mi hermanita estaba ahí, y eso me limitaba un
poco. De a poco nos fuimos relajando, la charla comenzó a fluir, y entre bocado y bocado las risas se multiplicaban. Hasta que finalmente la mujer quedó
completamente desnuda. Se levantó y se fue. El sake comenzaba a nublarme un poco la cabeza. M i adonis metió su mano en mi entrepierna pero yo no estaba mojada,
la situación no me había excitado.
-Que decepción cariño. ¿Cómo debes estar para mí?
-M ojada.
-¿Y lo estás?
-No.
-Deberemos trabajar en eso.
-Dan, está mi hermana, no puedo.
-No está tú hermana, está la sumisa de M ariano. No es lo mismo.
-Es lo mismo para mí, lo siento.
-¿Cuál es tú palabra de seguridad Alexandra.
-ROM A.
-Bien, úsala si así lo deseas.
-Dan, por favor…- levantó la mano y me cayó. Hizo una seña a Jiro y éste le dijo algo al oído de una de sus acompañantes. Esta se levantó de inmediato y se subió
a la mesa, la música comenzó a sonar y ella a bailar. Era un auténtico baile japonés.
-M izuki es una geisha. Por eso puede bailar para mí. Pero Namiko es una M aiko, una aprendiz. Al igual que ustedes.- Dijo Jiro mirándonos a Ari y a mí.- Ahora
M izuki les ensañará lo que significa ser una geisha.-
Extendió su mano pidiéndome la mía, miré a Dan y el asintió. M e levanté y subí con ella, hizo lo mismo con Ari, y Namiko se nos unió. Nos enseñó el baile
tradicional que estaba haciendo, y me pareció hermoso, tan sensual y delicado, se movía como si fuera una pequeña gacela. Traté de imitarla, pero estaba segura que me
veía más como un ciervo herido. Aun así, lo hice, miré a Dan de reojo y estaba mirándome con cara de bobo y eso me hizo sonreír, al menos a él le gustaba y era lo que
importaba. Cuando terminamos, ella hizo una reverencia y las demás la imitamos, Dan me ofreció su mano para bajar y cuando me senté a su lado, me besó con cariño.
-Eres tan hermosa que a veces me resulta incomprensible que seas mía nena.
-Lo mismo digo nene.
-Bien, mi turno de mostrarte mi lugar Jiro. ¿Vamos?.- dijo mi adonis al resto.
-Cuando quieran.- respondió Jiro. Nos levantamos y subimos a los autos.
-¿Dónde vamos cariño?.-traté de averiguar cuando estábamos en el carro.
-Al Templo.- mi vientre se contrajo de inmediato, la excitación comenzó a abrirse paso. Hasta que Ari cruzó por mi mente.
-Ariana…
-Tranquila, ellos estarán con Electra y Cesar. Nosotros con Jiro y sus chicas.
-Qué bueno.
-¿M ás tranquila?
-Si mucho.
Ni bien llegamos al Templo, Rafa nos abrió la puerta y yo le regalé una sonrisa. El lugar estaba a tope. Como cada fin de semana. Fuimos hasta la barra y pedimos
un champagne y nos sentamos en la mesa de Dan.
-¿Habías estado acá Ari?.- ella se sentó a mi lado.
-No, es la primera vez, el lugar es enorme.
-Aún no viste nada cielo, espera a ver el salón de juegos… luego me cuentas.
-M ariano dijo que estaríamos con Electra y Cesar, muero de nervios.
-Tranquila, son encantadores y buena gente, estarás en buenas manos.
-¿Tú?
-Sí, estuve con ellos, estuvimos, mejor dicho.
-Jamás he estado con una mujer Lexy, no sé cómo hacerlo.
-Tranquila cielo, solo escucha a M ariano, él te guiara, solo disfruta.
-De acuerdo.
-Relájate, bebe algo.
Luego de beber una copa nos retiramos a la sala de juegos. Dejamos a los chicos atrás y subimos a la oficina acompañados de Jiro y sus bellas Geishas.
-¡Dante, éste lugar es maravilloso!
-Lo sé… lleva un tiempo abierto y esta así de lleno cada fin de semana.
-No es para menos, tienes Disneylandia Sado aquí.
Todos reímos al unísono. De fondo sonaba The Same Deep Water As You de The Cure. M iré a Dan, y me hizo una seña de que me acerque. Caminé hasta donde
estaba él, me tomó por el trasero y comenzó a lamer mis labios, luego mordió mi labio inferior y se apoderó de mi boca. Sus manos acariciaron mis nalgas, apretándolas
y dándome un ligero azote, aún ardían por su castigo, pero eso solo me encendía más.
Giró su dedo en el aire indicándome que haga lo mismo, y así lo hice.
-M uy hermosa, y tan sensual.- dijo Jiro llamando mi atención hacia él. Sus acompañantes estaban desnudas y se besaban con adoración mientras él acariciaba sus
traseros.
-Ve con ellas Lex.- ordenó mi adonis y así lo hice.
Jiro se sentó en el sofá y Dan le alcanzó un vaso de whisky y se unió a él.
-Veras Jiro, Lex es bastante especial, y estoy seguro que tiene algo de Dominante en ella. Su carácter… bueno, tiene un temperamento bastante fuerte y quisiera ver
hasta dónde puede llegar.
-Eso suena muy interesante Dante. ¿Por qué no dejar que pruebe con mis preciosuras?.
-M e parece una gran idea. Cariño tú maneja la situación, estas por tú cuenta.
M e quedé estática, no entendía a que estaba jugando, yo era su sumisa, no una Dómina.
-¿Qué quieres que haga?.- consulté confusa ante su orden.
-Lo que tú quieras nena, Somételas como desees.
-¿Jiro?.- pedí su permiso
-Son todas tuyas Alexandra, no tienen límites, son esclavas.- contestó sin vacilar. M e lo pensé unos minutos, y de repente noté que comenzaba a excitarme, me
gustaba un poco la idea de someter a alguien, y nunca lo había hecho.
-De acuerdo.
-M izuki, Namiko, obedecerán a Alexandra como si fuera yo.
-Si Amo.- dijeron a la vez. Bajaron la cabeza y se quedaron esperando mi orden. M e sonreí con malicia. Escuché la risita de Dante y me relamí.
-Súbete al banco médico Namiko.- ordené señalándolo. Ella obedeció de inmediato. Até sus extremidades a los grilletes y también su cintura. Quedó completamente
expuesta y abierta de piernas en la camilla que parecía de ginecólogo.
-Pruébala M izuki y saca el trasero para mí.- volví a ordenar, se puso entremedio de sus piernas y comenzó a lamerle el sexo con énfasis.
-Lento M izuki, no hay apuro.- advertí. Separé sus piernas y bajé su espalda, para que su trasero quede a mi disposición. Busqué en el armario y encontré el cat de 9
colas trenzado que tanto me gustaba, me acerqué a ellas y comencé a azotar a M izuki lentamente y de forma pareja.
-Si te detienes o ella se corre tú lo pagarás. ¿Has escuchado M izuki?.
-Si Señora.
Namiko gemía de placer, y M izuki se removía debajo de los azotes del cat. Intensifiqué los flagelos, y ella gritó. M iré a Jiro, pero él ni se inmutó, así que decidí
seguir por unos segundos más. Luego me acerqué y masajeé sus enrojecidas nalgas. Revisé su entrepierna para saber si podía o no seguir, su humedad baño mis dedos
por completo. Hundí un dedo en su interior y ella se arqueó y se apretó a mí. Lo moví dentro y fuera varias veces y noté como mi propia excitación comenzaba a bañar
mi tanga. Llevé mis dedos a la boca de Namiko y ella los lamió con dedicación.
-¿Quieres correrte Namiko?.- puse mi voz mas seductora.
-Si Señora, por favor.
-Aún no..-respondí y volví al armario, cambié el cat por una palmeta dura de cuero con tachas, yo la adoraba pero sabía que era muy dolorosa. Comencé a azotar
lentamente a M izuki, ante el primer golpe de la palmeta se enderezó instintivamente. La tomé del cabello y la volví a colocar en la entrepierna de Namiko.
-Haz que se venga y me detengo.- le advertí y volví a la tarea, aumenté la velocidad a medida que los gemidos de Namiko se intensificaban.
-Ahora puedes correrte Namiko.- ordené y ella se dejó ir y yo me detuve.
-¿Qué hay de ti, quieres correrte M izuki?
-Si Señora, por favor.
Volví a acercarme al armario y tomé el magic, desaté a Namiko y la hice bajar de la mesa.
-Sube M izuki.- la aseguré a los amarres.
-Usa el magic Namiko, pero si se corre sin permiso, tú estarás en problemas.- volví al armario y busqué unas pinzas y la paleta eléctrica, le puse las pinzas en los
pezones a M izuki y comencé a jugar con la paleta, apoyándola un segundo sobre su húmeda piel, primero sus pezones, después su vientre, luego su clítoris, y ella se
retorcía de placer.
-Creo que no te estas esforzando, aumenta el ritmo.- regañé a Namiko y lo elevó un grado. Dejé la paleta unos centímetros por encima de su vientre y cuando ella se
curvó de placer una descarga la volvió a su lugar.
-M ás.- ordené, y volvió a hacerlo y una nueva y dolorosa descarga se acentúo en su piel.
-Ahora puedes correrte M izuki.- no terminé de decirlo que un brutal gemido se escapó de su garganta. Cuándo su cuerpo dejó de temblar la solté de los amarres.
-Ahora ve a darle placer a tú Amo M izuki, y por tú bien, espero que él lo disfrute.- la joven se arrodilló entre las piernas de Jiro, bajó su bragueta con los dientes y
comenzó a lamerlo con vocación.
-Tú te encargaras de mí Hombre, y espero que realmente le guste o estarás en problemas Namiko.
Se acercó a Dante rápidamente, se arrodilló entre sus piernas y también con los dientes bajo su cremallera, los ojos de mi adonis ardían en los míos. Su mirada me
traspasó y me mordí en respuesta. No podía ver lo que ella hacía, no podía apartar los ojos de Dan. Sonreí con placer, me encantaba verlo con otra persona, así podía
disfrutar de sus gestos. Volví al armario y busqué el guante de púas y un dildo, le puse un preservativo y me arrodillé a la espalda de Namiko, con mi mano libre llevé el
dildo a mi boca para humedecerlo y luego metí mis dedos en su interior, estaba mojada y lista, metí el dildo en su vagina y ella se curvó y mi adonis apretó los dientes
con fiereza y le dio un cachetazo a Namiko.
-¿Has lastimado lo que es mío?
-No Señora, le juro que no.
-¿Cariño te encuentras bien?.- estaba preocupada.
-Si nena, solo fue algo brusca.- respondió mi Dueño sonriente.
-Ten más cuidado Namiko.- hice desaparecer el dildo en su interior, mientras la mano con el guante de púas comenzó a azotar su trasero. M is ojos no se apartaban
de los suyos. Y pude notar como disfrutaba del show que le regalaba. Sabía que era solo para él. Para su propio placer. Haría cualquier cosa que me pidiera, incluso
cuando había veces en donde no era tan dócil y sumisa, era completa y absolutamente suya. Y él lo sabía.
-Suficiente Namiko.- dijo de repente Dan, estaba a punto de correrse, saqué el dildo de dentro suyo y lo dejé a un costado, sabía que lo que él quería era correrse en
mi boca. Corrí a Namiko y me acomodé entre sus piernas, adivinando sus intenciones, me miró, sonrió y se quitó el preservativo, yo abrí la boca para recibirlo. Se corrió
en el interior de mi garganta, la calidez de su orgasmo me inundó por completo, su exquisito sabor baño mi boca.
Cuando salió de mí, tomó un sorbo de whisky y lo derramó en mi boca. Luego otra vez, y finalmente me besó con pasión.
-Eres mi sueño húmedo ¿Lo sabes no?
-Y tú el mío cariño.
-Vaya mujercita que tienes Dante, eres un maldito afortunado.- interrumpió Jiro.
-Lo sé Jiro, créeme que lo tengo claro.
-Iremos a disfrutar del resto de las instalaciones. Alexandra, gracias por tan hermoso regalo.
-Fue todo un placer Jiro, gracias a ti por prestarme a tus mujeres. Son maravillosas.
-Espero la oportunidad de repetirlo.- concluyó mientras se ponía de pie.
-Cuando quieras amigo.- contestó Dan.
-Gracias Señora.- dijo Namiko y M izuki me regaló una reverencia. Los tres abandonaron la oficina y Dan y yo nos miramos fijamente a los ojos por unos instantes,
hasta que no aguantó más y me tomó por la cintura y me sentó encima suyo, aún traía su miembro fuera, rompió mi tanga y se enterró en mí. Gemí como loca, lo
añoraba, lo necesitaba. Encajaba a la perfección en mí, me sentía completa, llena, extasiada. M is dedos se mezclaron con su pelo y mi boca lo buscó desesperada, lo besé
con posesión.
-M ío.- suspiré, más para mí que para él.
-Tuyo, siempre tuyo cariño.- abrió mi vestido tirando de el con violencia, y rápidamente tomó mis senos con sus manos y comenzó a lamer mis pezones y dejar
duras mordidas en el. Chupó mis pechos con violencia, me necesitaba, tanto como yo a él. M i clímax se intensificó y todo mi interior se apretó a él.
-Córrete para mi nena.
M i cuerpo tembló y se contrajo. El orgasmo me alcanzó brutalmente, mordí su labio inferior y tiré de su pelo. Sus manos se clavaron en mis nalgas como si fuera a
convertirse en uno. Y se corrió con un gemido gutural.
La semana fue bastante agitada, el lunes fuimos al médico para que le quiten las férulas, después de hacerle unos estudios, finalmente pudimos dejar atrás ese
espantoso momento. Sus huesos habían sanado bien, al principio debió usar el bastón para caminar, aún no se sentía del todo cómodo, pero de a poco volvió a la
normalidad. El mismo martes se reincorporó al trabajo.
Nuestros días eran cada vez más habituales, generalmente íbamos en el mismo auto, Félix me dejaba en la universidad y luego él se iba a la oficina, y al mediodía,
Fran venía a buscarme. M i primo Daniel comenzó a avanzar en la remodelación, Dan me ayudo a elegir el nuevo piso y opté por una madera oscura. El viaje estaba a la
vuelta de la esquina, así que los preparativos nos llevaron un tiempo. También se sumó que el viernes anterior a nuestra pequeña escapada, Ari y M ariano hicieron
finalmente la fiesta de compromiso. Luego de salir del trabajo fuimos directo al aeropuerto, el avión de la compañía de Dan nos esperaba para llevarnos hasta Oviedo.
Nos encontramos con Caty, Euge, Tomy y Caroline y los amigos de ellos. Joaquín, Antonio y su esposa Celia, y Román y su novia Penélope. Poco más de una hora
después de abordar llegamos a Asturias. Los choferes vinieron a recibirnos y los invitados fueron directo al hotel, donde se hospedarían, nosotros nos dirigimos a la
casona M iller.
-¡Al fin llegas! Tengo una crisis tremenda.- decía alterada Ari, ni bien cruzamos el umbral, apenas pude tirarle un beso a mi madre al pasar, mientras mi hermana me
arrastraba escaleras arriba como una loca.
-¿Qué sucede Ari?
-¿Has estado con M ariano alguna vez?.- preguntó de la nada y mi sangre se heló.
-M ira cielo, es algo complicado. Siento no habértelo dicho antes, fue mucho antes de que ustedes siquiera se conozcan, Dan M ariano y yo sesionamos una vez.
-Entonces es cierto.
-¿Él te lo contó?.- curioseé, ambos habíamos decidido no decírselo.
-No, me llegó un mail diciéndome que había cosas que no sabía. Que Dante y M ariano compartían todo, incluso a mi hermana.
-Fue solo una vez Ari, hace mucho tiempo. y fue solo sexo, no hubo nada más, tú sabes cómo funciona esto. El sexo es sexo.
-No puedo creer que no me hubieran dicho.
-Lo siento mucho, tienes razón, deberíamos habértelo contado, pero tú aún ni siquiera sabias que existía el BDSM , y temí que te alejaras de él si sabias lo que había
pasado, que no lo entenderías.
-M e subestimas.
-Sí, tengo la costumbre de subestimarte. Lo lamento.
-¿Fue solo esa vez?
-Solo una, lo juro. Dan y yo comenzábamos la relación. Y él y M ariano siempre compartían sus conquistas.
-Sí, eso lo sé. ¿Lo besaste?... sé que suena tonto considerando que follaron… pero
-No.- interrumpí.- Tengo por regla que solo Dan me besa.
-Bien. ¿Hay algo más que deba saber?
-Eso es todo Ariana, lo juro.
-De acuerdo, te creo. No vuelvas a ocultarme nada, ni siquiera cuando creas que es lo mejor para mí.
-No volverá a pasar.
Una vez más, mi pequeña hermana me sorprendía, había entendido que no era nada romántico, solo una sesión y hace mucho tiempo. M e senté en su cama mientras
ella se terminaba de arreglar para la fiesta. Estaba segura que había sido la maldita de Sabrina, metiendo sus garras dónde podía. <<M aldita lagartona, me pagarás todas y
cada una>> me prometí a mí misma.
M e fui a mi habitación a arreglarme, Dan estaba cambiándose.
-¿Todo está bien?.- preguntó al ver mi rostro.
-Sí, la imbécil de Sabrina le mandó un correo a Ari, diciéndole que M ariano tú y yo habíamos estado juntos.
-¡Esa maldita entrometida!. Lo siento cariño. ¿Cómo esta Ari?
-Lo tomó mejor de lo que esperaba, lo entendió.
-Por supuesto, te conoce y también a M ariano.
-Si todo se hubiera arruinado por esto…
-Tranquila nena, nada paso, será solo una anécdota. Ahora prepárate, debemos bajar cuánto antes.
M e metí a la ducha y tomé un rápido baño. Arreglé mi cabello, hice unas trenzas a los costados y las uní a mi nuca y levanté el resto del cabello en una cola y subí
ligeramente la cresta. M e maquillé dramáticamente los ojos y solo brillo rosa en los labios. Cogí una tanga de encaje negra y me puse el mono gris petróleo que había
comprado para la ocasión. Tenía un solo hombro y escote corazón, era ajustado en las piernas y por encima del tobillo. Lo rematé con un cinto en plata labrado y
zapatos de tacón plateados. M e puse unos pendientes brillantes preciosos que había recibido por mi cumpleaños. Tomé el abrigo corto de piel, el bolso y bajé. M i
adonis personal me esperaba en la sala bebiendo una copa con Andy. Al verme, su mirada se iluminó, solo pude sonreír ante su reacción, lucía guapísimo en su traje gris
petróleo a medida, camisa negra y corbata gris claro.
-Hola Andy ¿Cómo te encuentras?.- saludé a mi hermano mientras le daba un abrazo.
-Hola guapa. M uy bien ¿Y tú?.- dijo con una sonrisa mientras me devolvía el abrazo. Nuestra relación estaba marchando mejor de lo que esperaba, no éramos
mejores amigos, pero hablábamos seguido, ya sea por la inminente llegada de mi sobrino, o por temas de la empresa.
M i hombre me tomó por la cintura y me atrajo hacia él, me dio un delicado beso en la mejilla mientras me repetía al oído, lo hermosa que era. M i madre se nos unió
y se me lanzó a los brazos apenas me tuvo a la mano.
-Te ves encantadora Alex. Ambos lucen maravillosos, hacen una pareja tan hermosa.- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Tú también mami, tan hermosa como siempre. ¿Fany?.
-Está en el toilette, ya viene.- advirtió mi hermano, cuando la futura mamá cruzó el umbral.
-¡Vaya Fany! ¿Seguro es uno solo?.- estaba atónita, su vientre era enorme.
-Juro que sí, aunque parece un ejército.- respondió mientras nos abrazábamos. No pude evitar acariciar su vientre con cariño. Una pequeña persona se estaba
formando allí, aún me costaba creer que fuera cierto. Charlamos durante unos minutos, hasta que Ari y M ariano bajaron. M i hermana lucía preciosa en su pequeño
vestido blanco. Finalmente todos nos subimos a los autos y nos encaminamos al hotel. La fiesta se llevaba a cabo en el salón formal del hotel M iller. Varios fotógrafos
de la prensa del corazón nos esperaban en la puerta. Encantada posé del brazo de mi hermoso hombre, que me miraba como si yo fuera lo más lindo que vio. El salón
estaba repleto de hermosas rosas rojas, las mesas redondas lucían impecables y brillantes cristalerías. La luz ténue y la música baja le daban el ambiente ideal. Los
invitados comenzaron a bajar y de a poco nos fuimos acomodando en nuestros lugares. La cena fue maravillosa, tanto Dan, que era el padrino de M ariano, como yo, que
era su dama de honor, hablamos de ambos y de cuánto disfrutábamos de su amor. También habló mi madre y mi hermano. La familia de M ariano estaba allí, sus padres,
una pareja mayor y encantadora, no podían estar más felices por ambos. Era hijo único y siempre habían querido una hija, y mi hermana era la perfecta adición a la
familia. Luego de los brindis, todos salimos a la pista de baile. Fue una larga y divertida noche. M i adonis y yo no pudimos apartarnos el uno del otro mientras
recorríamos la pista. M uy entrada la madrugada volvimos a la casa y después de hacer el amor en silencio y suavemente nos dormimos.
El sábado disfrutamos de un día en familia, todos juntos salimos a almorzar al centro histórico y luego a dar un paseo, quería que Dan viera donde crecí. El resto de
la familia volvió a la casona, Ari, M ariano, Dan y yo seguimos nuestro paseo. Llegamos a un bello restaurante y cenamos los cuatro juntos, entre charlas y risas. Cerca
de las 10pm volvimos a la casona, preparamos las cosas y nos fuimos al aeropuerto, esa misma noche viajábamos a Capri. Nos despedimos de la familia y nos subimos
al avión. Xander había quedado en M adrid, y Ari prometió llevárselo apenas regresaran a la ciudad.
-¿Lo disfrutaste cariño?.- pregunté curiosa a Dan cuando estábamos en el aire, desabroché mi cinturón de seguridad, me saqué los zapatos y puse mis piernas sobre
las suyas.
-M ucho, Oviedo es realmente hermoso y me gusta saber todo de ti.- respondió mientras dibujaba formas en la piel de mi rodilla.
-Lo sabes todo de mí.
-M e refiero a de dónde vienes.- dijo mientras tomaba su mano, lamí sus dedos con delicadeza y luego metí dos de sus dedos en mi boca.
-Lo importante es a dónde voy Dan.- clavó sus profundos y penetrantes ojos en mí.
-Se dónde vas, conmigo. Es todo lo que importa.- su mano abandonó mi rodilla y emprendió el camino hasta mi entrepierna, lenta y suavemente.
-Te seguiré hasta el fin del mundo nene.- contesté con total honestidad. M is piernas se abrieron para él, no llevaba tanga y se sorprendió al notarlo. M i amplia falda
se arremolinó sobre mis muslos.
-Lo mismo digo nena.- acordó mientras se acercaba a mi rostro, pasó su lengua por mis labios y besó la punta de mi nariz, haciéndome cosquillas. Sus dedos se
sumergieron en mi interior y solté un leve gemido. La azafata estaba apenas a una cortina de distancia, y el peligro de que nos encuentre me excitó más.
M e levanté y me subí a horcajadas de él, mientras levantaba mi amplia y larga falda del vestido. M etí mi mano por debajo de mí y abrí su cremallera y tomé su duro
miembro. Lamí su mentón, sus labios y mordisqueé su boca.
-Estas muy juguetona hoy… me gusta ésta actitud.
-Te deseo tanto Dan. Que es casi doloroso.
-Y yo a ti nena.- acomodé su pene en la entrada de mi vagina y me levanté para dejarme caer sobre él. Lenta y pausadamente, disfrutando de cada centímetro de él.
Haciéndolo mío. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé profundamente mientras se hundía más y más en mí. Su lengua acarició la mía, y sus dientes la apretaron con
posesión. M i cuerpo subía y bajaba por su miembro a un ritmo extremadamente lento, sus manos se clavaron en mi cadera.
-Aquí, en el cielo mando yo cariño.- sonreí mientras mi lengua recorría su cuello.
-No tientes tú suerte Lex.- respondió tirando de mi pelo y echando mi cabeza hacia atrás para darle total alcance a mí expuesto cuello. Fue dejando pequeños
chupetones en el. Apretó sus manos a mi cadera y me inmovilizó, lo sentía tan dentro mío, que me parecía imposible. M e miró fijo a los ojos, una de sus manos voló a
mi garganta y ahí se quedó, por momentos aumentaba la presión en mi tráquea impidiéndome respirar con normalidad, controlando mi respiración. Su otra mano se
acomodó en mi cintura, abrazándose a ella y comenzó a marcar el ritmo. M e abracé a su cuello, nuestras bocas estaban unidas pero sin besarnos por completo, casi
tentándonos. La velocidad fue creciendo entre nuestros cuerpos, mi pelvis dibujaba pequeños círculos sobre la suya, su respiración era entrecortada, excitada. De
inmediato comencé a notar el inminente orgasmo arremolinarse en mi útero, todo mi interior se contrajo y apresó su miembro en mi interior. Su mano se cerró en mi
garganta.
-Córrete para mi nena.- ordenó entre gemidos. Y yo obedientemente me dejé ir. Apretó su mandíbula y agilizó sus embestidas, sus dientes se cerraron sobre mi labio
inferior y se corrió dentro mío. Unas cuantas horas después el jet aterrizó en el aeropuerto de Nápoles. El fresco aire del mar me sentó de maravilla ni bien estuvimos
fuera. Un auto nos esperaba para llevarnos hasta el puerto. Félix cargó las maletas en el auto y nos abandonó.
-¿No viene con nosotros?.- eché un vistazo atónita a Dan, al ver que Félix se subía a otro auto.
-No, él se quedará en Nápoles.
Italia me encantaba, sus playas, sus ciudades, los pequeños y tradicionales pueblos. Su comida, todo en ella tenía música. Al llegar al puerto Dan cargó las maletas
por el muelle, caminamos unos cuantos metros hasta que llegamos a un hermoso y gran yate. “Dulce Noviembre” relucía en él en letras negras.
-¿Te gusta?.- preguntó mi adonis tomándome por la cintura desde atrás.
-Es impresionante. ¿Dulce Noviembre?..-indagué incrédula.
-Sí, es tuyo, mi regalo de navidad adelantado. Nos conocimos hace exactamente 1 año, en noviembre.
-¿Has perdido la cabeza cariño? Debemos repetir el concepto de regalo.
-Se cuánto te gustan los yates, siempre hablas del que tiene tú padre en M allorca. Así que éste es tuyo, tienes tú propio muelle en la isla de Capri.
-Cariño, realmente has perdido la cabeza.
-¿No te gusta?
-Por supuesto que sí, pero es demasiado.
-Acepta mis regalos de buena gana, ya lo sabes.
-Dan…
-Nada, no lo arruines. Ven, te lo enseñaré.
Subió al magnifico yate dejó las maletas y tomó mi mano para ayudarme, me quité los zapatos para poder caminar segura, me cogió de la cintura y me bajó. No sin
antes besarme con cariño.
-Es un Columbus Sport Hybrid 40M . Y es todo tuyo. Vamos recórrelo.- dijo mientras me soltaba.
No me lo podía creer era increíblemente hermoso, blanco impolúto, pisos de madera clara. Estaba concebido para hospedar a 10 personas distribuidas en cinco
camarotes, en su interior predominan los tonos claros y cálidos con detalles realizados en maderas nobles de teca, sicomoro y roble. El suave contraste decorativo era
aportado por piezas de mármoles con espacios de acero inoxidable pulido y complementos de cuero. Todos los interiores estaban comunicados al exterior por amplios
ventanales que jugaban con la luz del sol y los tonos marinos. Tenía todas las comodidades de una gran casa, probablemente era más amplio que nuestro departamento.
-Esta es nuestra recamara nena. Dejaré las cosas aquí, por si quieres cambiarte.- dijo mi adonis mientras entrabamos en una inmensa habitación.
-¿Serás el capitán?
-Así es. Pensé que sería una buena idea ir mar adentro pasando el golfo. El lugar tiene todo lo que podamos llegar a necesitar. ¿Qué te parece?
-Es una maravillosa idea capitán.
Ambos subimos a cubierta y fuimos hasta la cabina de capitán, y enseguida Dan comenzó a preparar el yate para zarpar. Rodeamos la isla de Capri y seguimos
camino mar adentro, unas tres horas después apenas si veíamos la isla en el horizonte, ancló, apagó los motores y bajamos a la suite de lujo en la cubierta principal. Ni
bien pusimos la cabeza sobre la almohada nos dormimos abrazados.
El abrazador sol de la media mañana me despertó. M i hombre aún dormía plácidamente. M e metí en el baño y tomé una refrescante ducha. M e puse una bikini sin
tirantes en negra con líneas blancas, recogí mi cabello y salí hasta la cocina a preparar el desayuno. El mar me inspiró y me decidí por hacer unos susos caseros. Abrí la
heladera y por supuesto estaba repleta de cosas. Cogí lo que necesitaba y me puse manos a la obra, mientras el café se hacía. M i adonis apareció con cara de dormido,
sin remera y llevando un pantalón fino blanco que apenas le llegaba a la cintura baja. M i mandíbula cayó al instante en que vi la hipnótica V de su vientre.
-Buen día nena. ¿Qué huele tan delicioso?.- dijo con voz aún ronca por el sueño.
-Suso. ¿Te gustan?
-Por supuesto.- pasó por detrás mío, besó y mordió mi cuello y se sirvió una gran taza de café y me entregó otra. Se acomodó en una de las banquetas que
acompañaban la isla y me observó cocinar pacientemente.
-¡Carajo!.- se quejó al quemarse los dedos intentando robar un recién frito suso, me reí con malicia.
-Eso tienes por impaciente.- hizo un mohín y no pude contener un suspiro, llevé sus dedos a mi boca y los besé.
-Ya está mejor. Gracias nena.
-De nada nene. ¿Qué planes tenemos para hoy?
-Lo que quieras hacer. ¿Sabes bucear?
-M e extraña… por supuesto que sé.
Desayunamos entre bromas y risas, nos llevábamos realmente bien y disfrutábamos mucho estar solos. Fui por la cámara acuática y salí para ponerme el traje de
neopreno y tomar el equipo de buceo. Dan ya estaba en lo propio. Cuando estuvimos listos nos metimos al agua. La claridad del mar de Italia es tan hermoso que de
inmediato podías ver el paisaje marino. Buceamos por casi una hora y tomé cientos de fotos. Cuándo el tanque de oxígeno llegaba a su fin volvimos a la superficie. Nos
quitamos los trajes y nos tumbamos al sol. Busqué mi iPod y lo coloqué en el estéreo. John Mayer con Heartbreak Warfare comenzó a sonar, tomé unas cervezas de la
nevera y volví al lado de mi amor.
Pasamos tres maravillosos días en alta mar, solo los dos y un paisaje enloquecedor. Hicimos el amor en cada lugar que se nos ocurrió, no hubo mucho de BDSM ,
pero siempre con algún condimento extra.
Comenzaba a anochecer, esa misma noche volvíamos a la isla. Para poder disfrutar y recorrer el lugar los últimos días que nos quedaban. M e acerqué a la proa y me
apoyé sobre la baranda a contemplar el bellísimo ocaso. Completamente abstraída en el paisaje, sentí sus manos rodear mi cintura desde atrás, sus labios se pegaron a mi
cuello y comenzó a besarlo.
-Te amo nena. Jamás pensé que podría ser tan feliz con alguien.- dijo en mi oído, y fueron las palabras más dulce que jamás escuché.
-También te amo Dan, tanto que es casi imposible de explicar.- me giró para quedar de frente a él. Y me apretó más fuerte contra su cuerpo, rodeé su cuello con mis
brazos y lo besé con pasión.
-Cásate conmigo Alexandra y hazme el hombre más feliz del mundo.- dijo sin ningún preámbulo, dejándome absolutamente helada y sin reacción.
-El aire del mar te ha afectado cariño. No piensas con claridad.
-Hablo en serio nena. Quiero que seas mía de todas las formas posibles.
-Lo soy. Soy absolutamente tuya.
-Entonces dí que aceptas.
-Sabes que no creo en el matrimonio y sinceramente creí que tú tampoco.
-Así es, pero creo en nosotros. Es todo lo que necesito saber.- Sus palabras no eran justas, esto no me lo esperaba y definitivamente no se me ocurría que contestar.
La idea del matrimonio, los hijos y esas cosas, jamás fueron parte de mis fantasías.
-Dan… yo...
-Piénsalo. Es lo único que te pido. Y si decides que no quieres, no lo tomaré a mal, lo prometo.
-Bien, lo pensaré.
De vuelta a Capri, atracamos en el muelle destinado a nuestro yate. No nos quedamos en ningún hotel, permanecimos en el barco, pero ya aparcado. Fuimos a cenar
a un hermoso restaurante sobre el muelle. Nos sentamos en la terraza y Dan pidió mariscos y yo una ensalada de pasta. Tiramisú de postre junto a una impagable vista.
La cena, no fue la más divertida de nuestros días, el silencio rondaba entre nosotros. Yo seguía pensando en su propuesta y en lo que significaba para mí. Años atrás
cuando había decidido aceptar la propuesta de M ax, fue diferente, éramos dos jóvenes que poco sabíamos de la vida. Lo tomé como una aventura y no cómo lo que
realmente era, un compromiso para toda la vida, una promesa. Con Dan era diferente, éramos dos adultos, tomando la decisión de pasar el resto de nuestras vidas
juntos. Era en serio, no había nada de aventura romántica. Y eso me aterró. Nunca fui buena para los compromisos y él me pedía uno, para toda la vida. Si bien no había
nada que no quisiera con él, esto me asustaba.
-Ya cariño, vuelve a mí.- dijo con nostalgia interrumpiendo mis pensamientos.
-Lo siento. Estaba distraída.- me excusé de inmediato.
-Si mi pregunta te va a tener así, olvida lo que dije.
-No es eso, bueno… si lo es, es que yo…
-Ya Lex, olvídalo. Quizás no es momento.
-Lo siento cariño, sabes que te amo con locura. Pero la idea del matrimonio me aterra.
-Lo entiendo, y te prometí que no me molestaría.
-Realmente lo siento.
-Ya olvídalo. Disfrutemos de lo que queda del viaje.
Durante el resto del viaje no volvimos a tocar el tema y luego de esa noche, no pareció molestarse por mi titubéo y temor. Recorrimos la isla por completo. Desde
sus maravillosas playas, las grutas, el mirador, el faro, el monasterio Saint Giacomo's, hasta la Villa Jovis. Lugares maravillosos, mágicos, saqué miles de fotos, que
estaba segura se convertirían en una exposición por sí mismas. La noche previa a nuestra partida, decidí subir un poco la apuesta. M e metí en la habitación y rebusqué
en mis cosas y encontré un precioso camisolín blanco transparente. Busqué una pequeñísima tanga haciendo juego, recogí mi cabello en un descuidado rodete. Y salí en
busca de mi adonis. Lo encontré en la sala estaba tirado en el sillón mirando algo en la tele, no se percató de mi presencia inmediatamente. Tuve que fingir que tosía
hasta que se giró en mi búsqueda. Apoyada sobre el marco de la puerta de la habitación mordí mis labios.
-Hola nena… te ves... muy apetecible.- dijo entrecerrando los ojos.
-Quizás haya algo que aún quieras probar aquí.- respondí juguetona.
-Siempre cariño… ven.- me acerqué lentamente a él, cuando me tuvo a tiro jaló de mi muñeca y me llevó hasta su regazo. Recostó mi vientre sobre sus piernas y
comenzó a acariciarme. Sus manos viajaron suavemente por mis piernas hasta el inicio de mi camisolín, paso su mano por debajo de el y llegó a mis muslos, ejerció una
pequeña presión sobre ellos y luego acarició con delicadeza extrema mi trasero. Un leve azote te estrelló en mi nalga y yo jadeé.
-Quieta cariño. No te muevas.- estableció con voz sexy.
Siguió castigando sensualmente mis nalgas, aumentó gradualmente la intensidad del golpe y haciéndome humedecer de inmediato. No pude evitar removerme entre
sus piernas. Tomó mis manos y las cruzó a mi espalda y las sujetó con su mano. Su mano libre buscó mi entrepierna y la encontró tan mojada como esperaba.
-Siempre lista… - dijo en un suspiro.
Corrió la excitación de mi vagina hasta mi trasero y jugueteó en mi ano hábilmente. Gemí.
Podía sentir su enorme erección chocar contra mi cadera y se me hizo agua la boca. Su dedo medio se hundió en mi trasero buscando dilatarlo para la nueva invasión
de su pene.
-Fóllame cariño, por favor…- rogué entre jadeos.
M e puso de pie y me giró para quedar de espaldas a él, me recogió por la cintura y me sentó encima suyo. Abrió mis piernas de par a par con ambas manos y
recorrió el interior de mis muslos con delicadeza. Tomó el elástico de mi diminuta tanga y la arrancó de un tirón, yo jadeé ante su pasión. Su glande se acomodó en la
entrada de mi ano, que lo esperaba expectante y ansioso por sentirlo. Cuidadosamente comenzó a penetrarme, hasta que todo mi interior se rindió ante él. Cuando
estuvo por completo dentro mío, dejé caer mi cabeza hacia atrás, mis brazos la acompañaron y me enredé en su cabello. M e giré levemente para intentar besarlo, él lo
entendió y se acercó buscando mi boca. Sus manos se clavaron en mis pechos y los cogió con fuerza. Tanta, que gemí en un grito. Con rudeza rompió la delicada seda de
mi camisolín y cayó en pedazos al suelo. Apresó mis pezones con sus dedos formando una deliciosa punzada en mi vientre. Y comenzó a moverme a su antojo. Salía
por completo de mi para luego volver a clavarse profundo en el. M ordió mi cuello con vehemencia, se reclinó hacia atrás y me llevó consigo, mi espalda quedó apoyada
en su duro pecho, tomó mis rodillas por detrás y me elevó en el aire. Jamás lo había sentido tan dentro mío. M e ardía, me quemaba. Pero era un dolor tan placentero…
Cuando me bajó, apoyó las plantas de mis pies sobre sus muslos y siguió follándome a un ritmo brutal y violento. Su entrecortada respiración en mi nuca me llevaba
a la locura.
-Tócate para mi Lex.- susurró en mi oído. M i mano de inmediato viajó a mi entrepierna y buscó con desesperación mi hinchado clítoris. Sus dedos volvieron a
apresar mis duros pezones, mientras los míos hacían lo propio con mi clítoris, mientras el bombéaba con fuerza en mi trasero. Esa conocida contracción se formó de
inmediato en mi interior.
-Vamos nena, córrete para mí.- incitó en mi oído y yo me dejé ir. Sentí el fruto de su deseo derramarse en mi trasero.
-Te amo Dante.- confesé en un hilo de voz. Pero no dejó que nuestras respiraciones se calmaran, me bajó, me cogió de la mano y me llevó hasta un costado de la
embarcación.
-Quédate aquí.- dijo mientras desaparecía en el interior de la suite.
Volvió cargando una larga tela de seda blanca. Lo miré intrigada, no parecía lo suficientemente fuerte como para que pudiera sujetarme con ella. Era demasiado fina y
si uno tiraba con fuerza se rompería.
-Párate de frente a mí, aquí.- dijo mientras me llevaba hasta frente de una chimenea. Pasó la tela por mi cuello, dándole dos vueltas, los extremos cayeron a mi
espalda, dio la vuelta y me giré para seguirlo con la mirada, pasó las cintas por un estribo que había bajo el estante de la chimenea y volvió hacia mí. M is ojos se
abrieron curiosos.
-¿Confías en mi verdad?
-Por supuesto, con mi vida.- respondí sin ningún titubeo.
Pasó la cinta por ambos costados de mi cuerpo y se sentó en el piso, y me indicó que lo siguiera. M e arrodillé y entonces me tomó por la cintura y me sentó sobre
él. M is manos se acomodaron en sus hombros, y lo besé con desesperación. Su lengua se arremolinó con la mía, cogió mi cabello con una mano y jaló de el, cuándo mi
cabeza se inclinó hacia atrás se apoderó de mi cuello, lamiéndolo, besándolo, mordiéndolo. M is uñas se incrustaron en sus anchos hombros. Con la otra mano acarició
mis pechos y luego lamió y chupó mis pezones para terminar con un duro mordisco que me hizo gritar. Luego siguió por mi vientre hasta mi húmeda vagina, acarició
toda mi hendidura una y otra vez, volviéndome loca, hasta que finalmente sus dedos desaparecieron dentro mío. Jadeé salvajemente ante sus ardientes caricias. M e
levantó unos centímetros desde el trasero y hundió su miembro en mí. Siempre me resultaba la sensación más exquisita del mundo sentirlo dentro mío. Comenzó sus
violentas embestidas y vi que enredaba la cinta en sus manos, tiró de ellas y de inmediato se ajustaron en mi garganta cortándome la respiración. Ahora lo entendía, no
había terminado de imaginarme para que servirían. Para darme un placer extremo. El constante tire y afloje de la seda en mi cuello hacían que todo tome una nueva
sensación. Él tenía el control absoluto de mi respiración, era tan suya que incluso podía decidir cuándo podía respirar y cuando no. Enloquecí por completo. M e llevó a
un nuevo punto de excitación. El entregarme tan desmedidamente a él me volvía loca, me llenaba de adrenalina y me embriagaba. Su ritmo se volvió salvaje, apenas podía
respirar, sus jadeos me volvían a la realidad.
-Córrete para mi amor mío.- dijo entre dientes.
Y el más brutal orgasmo me alcanzó de inmediato. M e apreté tan fuerte a él que se quejó con un gruñido. Y ambos nos corrimos a la vez.
Por la mañana llegamos a barajas, todo volvía a la normalidad, Dan se fue al trabajo y yo a la universidad. Cuando las clases terminaron fui a lo de Ari a buscar a
Xander.
-Hola cielo ¿Cómo estás?.- mi hermana me abrazó.
-M uy bien, ¿Cómo la pasaron?.-preguntó mientras entrabamos y nos acomodábamos en el sofá. Xander se acercó a saludarme, apoyó sus manos sobre mi regazo y
lamió mi rostro con entusiasmo.
-Hola pequeño ¿Te portaste bien?.- indagué amorosamente mientras acariciaba su enorme cabeza.
-¿Preparo algo para comer o quieres salir?
-Si tú vas a cocinar, prefiero salir.- contesté divertida, mi hermana me dio un codazo en las costillas y fuimos a la cocina, comenzó a rebuscar en el refrigerador y me
miraba divertida.
-¿Cómo se prepara esto?.- preguntó por fin.
-Eres un caso Ari, debes aprender a cocinar. Deja yo me encargo.- tomé las cosas y preparé una ensalada de pollo. Almorzamos y charlamos, me contó que la había
pasado muy bien con Electra y Cesar, y que para ser la primera vez que estaba con una mujer, se había sentido muy cómoda. M e resultaba rarísimo hablar con mi
hermana de estas cosas, pero era también muy bueno tener esa confianza. Además ella estaba empezando en esto y que pueda hablarlo conmigo me dejaba más
tranquila. Le conté de mis inicios en el BDSM , y lo mucho que me costaba al principio despojarme de mis propios prejuicios. Y ella me contó de sus miedos y dudas.
Traté de aconsejarla lo mejor que pude, decirle que lo tome con calma, y que no haga nada que la hiciera sentir incomoda.
Antes de volver a casa, Fran me llevó hasta la galería. Ya habían sacado todo el viejo piso y los caños estaban cambiados, me tranquilizó bastante, al menos una cosa
menos por la que preocuparse.
Dan aún no llegaba a casa cuando volvimos. M e metí en la sala y me senté en el sofá y me puse a estudiar, Xander se acostó a mi lado, apoyando su cabeza en mi
regazo.
-Despierta cariño.- la dulce voz de mi adonis me traía de regreso, me había dormido en el sofá mientras estudiaba.
-Hola nene, me dormí.
-M e di cuenta. ¿Cómo estuvo tú día?
-Tranquilo ¿Y el tuyo?
-Algunos líos, nada importante.
-¿Te puedo ayudar con algo?
-Sí, bésame y todo mejora.- lo tomé del cuello y lo atraje hasta mí y lo besé pasionalmente.
Esa noche habíamos prometido a M anuel que iríamos a cenar a su casa. Llegamos cerca de las 8pm y Euge ya estaba ahí, y para nuestra sorpresa Joaquín la
acompañaba. M iré a Dan y su cara se transformó, era bastante celoso de su pequeña hermana y no le hacia ninguna gracia que su amigo esté con ella. Cenamos entre
charlas y risas y finalmente mi adonis se relajó, mi cuñada parecía muy contenta con su amigo, y conociendo a Euge no duraría lo suficiente como para tener que
preocuparse por ello.
Un tremendo malestar me despertó abruptamente antes de las 6am. Salí corriendo al baño.
-¿Cariño te encuentras bien?.- preguntaba preocupado mi adonis, cuando me escuchó.
-Algo debe haberme caído mal. Tengo el estómago revuelto y me siento fatal.
-Vamos, métete en la cama cariño. Llamaré al médico.
-No, no es necesario, no quiero médicos.
-Nena…
-Nada de médicos, ya me voy a sentir mejor, no te preocupes.
M e cargó en brazos y me llevó de vuelta a la cama. Y se sentó a mi lado.
-¿Puedo traerte algo?
-Un poco de jugo de naranja me vendría bien.
Salió de inmediato y volvió con el vaso que le había pedido, intenté tomar un poco, pero mi estómago no lo soportó y volví corriendo al baño.
-¿Llamo al médico?
-No, aún no. M e pondré bien cariño, no te preocupes.
M e acurruqué a su lado y me quede dormida.
Desperté cerca del mediodía y ya me sentía mucho mejor. Dan estaba sentado a mi lado con su ordenador sobre las piernas.
-¿No has ido a trabajar cariño?.- me asombré al verlo.
-Claro que no, te sentías mal.
-Amor, debe ser un poco de Jet Lag, o la comida, no es nada grave, ya me siento mucho mejor.
-¿Seguro?
-Lo prometo. Ya estoy bien.
Besé sus labios y me metí a la ducha, luego de un buen baño, me puse cómoda y fui a la cocina a buscar algo de comer, sentía que iba a desmayarme del hambre.
-Hola Señorita Lexy ¿Se encuentra mejor?
-Si gracias M arga. M uero de hambre.
-Enseguida le sirvo el almuerzo, preparé algo ligero.
M e senté en la mesa de la cocina a esperar el almuerzo mientras ojeaba una revista de moda. Dan se me unió.
-Si te sientes mejor, luego de almorzar me iré a la oficina.
-Claro cariño, ve.
-¿Saldrás?
-No lo creo, me quedaré a estudiar para los finales.
-Bien, prefiero que estés en casa hoy.
Luego del almuerzo, me besó y se marchó. M e metí de lleno a preparar los exámenes y la tarde se pasó volando. Antes de que Dan regrese decidí llevar a Xander por
su paseo, Fran nos acompañó, por supuesto. De vuelta a la casa, pasamos por una heladería y se me antojó probar algo. Compré un poco de helado para llevar y no
pude aguardar para probarlo, durante el viaje en ascensor me robé unas cuántas cucharadas. Al entrar, Dan estaba en la oficina.
-Hola nene.- saludé despreocupadamente mientras me acomodaba sobre su regazo.
-Hola nena. Veo que estas mucho mejor.- dijo mientras me besaba el cuello y miraba como me metía cucharada a cucharada el helado.
-¿Quieres? Esta genial.
-No gracias cariño. ¿Crees que deberías estar comiendo eso?
-Creo que si…
-Como te vuelvas a sentir mal te daré una buena zurra.
-¿Lo prometes?.- contesté divertida ante su supuesta amenaza.
-No tientes tu suerte nena.
Dejé el helado de lado y me monté sobre él. Pase la cuchara por mis labios y lo besé. Lamió mis labios lentamente.
-Delicioso.
-Te lo dije.
-Lo siento nena, debo terminar estos contratos y luego me encargaré de ti.
-Bien, te dejo trabajar.- me despedí con un beso y me metí a la cocina, guardé el helado y le avisé a M arga que yo prepararía la cena. M etí un lomo a la pimienta en
el horno y puse unos vegetales a grillar. Abrí una botella de vino rojo y me serví una copa. Cuando la cena estuvo lista llamé a Dan, y cenamos juntos. Luego de ver una
película nos fuimos a la habitación.
Cuando salí del baño Dan estaba parado al lado de la cama, esta llevaba por encima una especie de plástico.
-Quítate la ropa nena y acuéstate. Es hora del postre.
Hice lo que me pidió, me saqué la remera, la tanga y me acosté en medio de la cama. M e colocó un antifaz que me impedía ver.
-Abre las piernas para mi Lex, y quédate quieta.- una sensación fría se implantó en mi entrepierna, de inmediato comenzó a resbalar por mí. ¿Helado? Pensé en mi
interior. Su lengua recogió el enchastre de mi hendidura. Y volvió a poner más helado en mi vagina y tomarlo con su cálida lengua, lentamente. Lamió mi vagina, mi
trasero, mis muslos. Luego siguieron mis pechos, y podía sentir como el helado se derretía al toque de mi piel y corría por mi cuerpo, mientras mi adonis lo limpiaba
con su lengua.
-¿Esta bueno?.- sonsaqué entre gemidos.
-¿Quieres probar?
-Si…- sentí que subía por la cama y se acomodaba al lado mío. M e quitó el antifaz y vi el enchastre que era mi cuerpo, pegajoso por todas partes. M e arrodillé entre
sus piernas y tomé un poco de helado con mis manos y lo puse sobre su glande, dejé que escurriera un poco y me lo llevé a la boca, sabia aún mejor mezclado en su
sabor. Recogí con la lengua los restos y su miembro desapareció entre mis labios. Jadeó con fuerza y recogió mi cabello con su mano. Repetí la acción varias veces,
llevándolo tan profundo como me era posible, saboreándolo por completo.
-Ven aquí.- dijo cortando mi postre, me tomó por los brazos y me subió encima suyo, se clavó bruscamente en mí, de una sola estocada y comenzó a follarme duro.
Nuestros cuerpos se pegaban por los restos del helado. Tomé sus manos y las agarré con las mías, sujetándolas contra el colchón, él cooperó y comencé a cabalgarlo
ferozmente. Nuestros gemidos fueron en aumento. Cuando mi ritmo lo desesperó, me giró bruscamente, recostándome sobre el colchón, puso mis manos por encima de
mi cabeza y las sujetó con su mano, con la otra agarró mi pierna y la subió hasta su hombro. Sus embestidas eran salvajes y profundas, comencé a jadear con fuerza,
desesperada, extasiada. Rápidamente mi orgasmo comenzó a formarse.
-Córrete para mi cariño.- ordenó y como siempre mi cuerpo lo obedeció. M i interior se contrajo y el clímax tocó el techo. M e deshice en sus manos. Siguió por unas
cuántas arremetidas más y entonces tembló sobre mí y se corrió dentro mío. Se dejó caer, y nuestras respiraciones comenzaron a normalizarse. Estábamos hechos un
desastre y absolutamente pegajosos, me cargó hasta la ducha y me baño lentamente y luego yo a él. Y volvimos a hacer el amor bajo el agua.
La misma espantosa sensación me despertó temprano a la mañana. Traté de levantarme sin hacer ruido, no quería que Dan se preocupara. Cepillé mis dientes y
volví en silencio a la cama.
Luego de las clases me encontré con Cayetano en un café, debía entregarle el contrato y ultimar detalles de el. M e contó que estaba trabajando en una nueva idea, y
me ofreció ser su modelo para uno de sus nuevos cuadros, le agradecí pero me negué. Jamás me había gustado que me retrataran, ni en pinturas ni en fotos. Luego del
café acompañado de un gran trozo de torta de chocolate, insistió en acompañarme al auto, mientras caminábamos puso su mano en mi cintura y noté una incomodidad,
que hacía mucho, no sentía con alguien. Tuve el presentimiento que quería algo más conmigo que una relación de trabajo. Por lo que dejé bien en claro que estaba en
pareja y muy feliz, me sonrió entendiendo perfectamente hacia donde apuntaba mi repentino interés en hablar de mi novio. Y de inmediato me soltó. Nos despedimos y
me fui a ver a Caty. Se encontraba de mejor ánimo, y algo aliviada para ser honesta, el terminar la relación con salvador le había devuelto el humor.
Todas las mañanas lo mismo, tendría que ir al médico si seguía así. Ya me costaba bastante ocultar mi malestar de Dante y comenzaba a asustarme. Quizás había
contraído alguna enfermedad en Italia. Esa tarde, luego de las clases fui con Ari a la tienda de novias, teníamos la última prueba antes del casamiento.
-¿Te encuentras bien?.- preguntó Ari ni bien me vio.
-M ás o menos, llevo una semana sintiéndome fatal.
-¿Has ido al médico?
-Aún no, pero si no mejoro iré.
-Yo estoy igual, pero es por la regla. Al menos me vino ahora, y no estaré con el período durante la luna de miel.- dijo mi hermana y mi cerebro viajo a mil
kilómetros por hora, de repente me di cuenta que no recordaba cuándo fue mi último período. Traté de hacer memoria, y nada. El pánico se apoderó de mí. Todo
comenzó a tener sentido, el malestar matutino, el cansancio, el hambre desmedido, incluso más del habitual, y ahora no recordar cuando tuve la regla. Pero yo tomaba la
píldora. ¿Sería posible?. M i cerebro siguió buscando grietas, y recordé que cuando Dan estuvo en el hospital no las tomé, estaba demasiado preocupada por él y lo
olvidé por completo.
-¡Lex! ¿Te encuentras bien? Siéntate, estas pálida.
-Estoy bien, creo que me bajo la presión.
-Llamaré a un médico.
-No Ari, solo consígueme una cola de dieta.- mi hermana fue directo a pedirle a la empleada la bebida y yo seguí hundida en mis pensamientos. ¿Un bebé? ¿M adre?
Eran ideas que no tenían nada que ver conmigo. Jamás me vi como una madre, estaba segura que sería una terrible. No tenía ni por asomo el famoso instinto maternal del
que hablan las mujeres. Los niños me parecían adorables, siempre y cuando no tenga que pasar demasiado tiempo con ellos. Pero que alguien dependa de mí… eso era
demasiado.
-Aquí tienes cariño, bebe, parece que hubieras visto un fantasma Alexandra.
-Ya se me pasará, gracias.- bebí de un sorbo el refresco y me metí al probador a medirme el vestido y alejarme del resto, necesitaba pensar. ¿Qué haría si resultaba
estar embarazada? ¿Cómo se lo diría a Dante? No podía tener un bebé, no era el momento, no estaba lista. Y de seguro Dan tampoco querría uno. Aunque pensándolo
bien, le gustan los chicos… <<¡Detente!>> me gritó mi inconsciente. Estaba apresurándome, lo mejor sería salir de la duda. Cuando terminaron de ajustar las últimas
cosas del vestido, me fui. M e disculpé con Ari, diciéndole que no me sentía muy bien, y que debíamos dejar el café para la próxima. Subí al auto y le pedí a Fran que
parara en alguna farmacia. M e bajé y compré tres test de embarazo caseros y fui directo a casa.
Xander me recibió como de costumbre, le hice unos mimos y me metí a la habitación. Dejé el bolso sobre la cama y fui directo al baño. M e hice las tres pruebas.
Fueron los 5 minutos más largos de mi vida. El miedo, el pánico absoluto se apoderaron de mí y comencé a hiperventilar. La alarma de mi móvil sonó, era momento de la
verdad. Con el corazón en la mano miré los palitos. Cada uno de ellos mostraba un enorme y rosa +. M iré en la caja. Positivo. Estaba embarazada...
M i respiración se cortó y fui absolutamente consiente de la rotación del mundo, tuve que sentarme sobre el inodoro o caería al suelo. Recordé que Dan siempre me
ayuda cuando tenía un ataque de pánico, pero esta vez, no estaba allí. Traté de normalizar mi respiración, tomando largas y profundas bocanadas de aire y largándolo
lentamente. Cerré los ojos, y la imagen de un hermoso niño de ojos azules y cabello oscuro se dibujó ante mí. Un hijo de mi adonis, de repente una sonrisa se estancó en
mi rostro. Quizás no sería lo peor del mundo. ¿O sí?.
Cuando me recompuse, guardé las pruebas en mi cajón y fui por una copa. Estaba a punto de servirme un poco de vino, lo necesitaba, pero entonces recordé el
pequeño creciendo en mi vientre y cambié el vino por un vaso de jugo y me senté en silencio en la mesa de la cocina mirando como M arga iba y venía.
-¿Qué se le antoja comer hoy Señorita Lexy?
-Lo que quieras M arga.
-¿Qué tal si le preparo las pastas que tanto le gustan?
-¿Pasta primavera?
-Sí, ¿Le parece bien?
-Claro.
M e quedé observándola cocinar, completamente perdida en mis pensamientos, no podía hacerme una idea de mí como madre, pero sin embargo veía en Dan un gran
padre y eso me llenaba de ternura. Xander salió corriendo y supuse que Dante había llegado, me arme de valor y fui a su encuentro.
Cuando entré a la oficina, estaba tirando unas cosas al cesto e insultando en voz alta.
-¿Pasa algo?.- indagué.
-Nada, no te preocupes. ¿Cómo te encuentras nena?.- respondió mientras metía otras cosas al cesto. M e acerqué y recogí lo que estaba en el tacho, eran unas
fotografías, las miré con detenimiento, estaba Cayetano y yo en la cafetería, luego caminando y por último despidiéndose de mí. También había una nota.
¿Ya sabias que tú amorcito te engaña con cualquiera? ¿Qué se siente que te traicionen?
-¡M aldita perra!.- grité en voz alta.
-Lo sé. Tíralas.- contestó muy tranquilo mi adonis.
-¿Y tú, ni siquiera vas a preguntar con quién estoy?.- su falta de reacción me puso los pelos de punta.
-No me interesa con quien estés, confió en ti.
-¿No te importa si te engaño?
-Sé que no lo haces nena, es la maldita de Sabrina, queriendo meter sus garras en cualquier lado.
-¡No te importa! Cualquiera se pondría furioso y armaría un escándalo, y tú aquí, como si nada.
-Nena, confió en ti. ¿Debería no hacerlo?
-No se trata de eso Dante. Se trata de demostrar que te importo.
-Por supuesto que me importas, eres lo más valioso que tengo.
-Entonces ¿por qué no estás haciendo un lio de esto?.- puso los ojos en blanco y pasó su mano por el cabello.
-Te estas portando como una loca Alexandra.
-¿Ahora yo soy loca? Bien ¿qué más?
-¡De acuerdo! ¿Quién diablos es ese tipo?
-¿Desconfías de mí? Jamás te he dado motivos para que lo hagas.
-¡Alexandra! Vas a volverme loco ¿Qué diablos pasa contigo?.
-A mí no me pasa nada, pero está claro que a ti sí.- estaba actuando como una irracional y lo sabía, pero no podía manejarlo. M e tomó por los brazos y se agachó
hasta quedar a mi altura y en un tono muy calmado me dijo.
-Devuélveme a mi mujer.
-Lo siento, estoy… no soy yo últimamente.
-Lo sé nena. ¿Qué pasa?.
-Siéntate, debemos hablar.- las lágrimas comenzaron a amenazar con salir.
-Venga. ¿Vas a dejarme?.- se sentó en la silla y yo me quede parada frente a él, no podía dejar de moverme, inquieta, nerviosa, ansiosa.
-¿Qué diablos dices Dante?, por favor, no seas ridículo.
-Bien, habla.
-Bueno, yo… no es que lo haya buscado, ni nada parecido… y la verdad es que no sé cómo pasó… bueno si lo sé, pero… lo siento, lo siento mucho.
-¿Qué has hecho Alexandra?.- su rostro se desfiguró y entonces entendí que lo había interpretado todo mal.
-No es lo que crees tonto… Estoy embarazada…- me quedé helada, no podía decir más nada, solo esperé su reacción. Sus ojos se abrieron de par en par y su
mandíbula cayó. Expulsó todo el aire de sus pulmones y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. Lo miré con cara de asombro.
-Te amo Lex. ¡Es el mejor regalo que podrías haberme hecho! Primero me enseñas como disfrutar de la vida y ahora ¿esto?.- entrecerré los ojos confusa, realmente
no esperaba esa reacción.
-¿Estás feliz?.-consulté con algo de miedo.
-¿Feliz? No nena, estoy… no tengo palabras Lex. Es la mejor noticia de todas. ¡Un bebé! Tuyo, mío… nuestro. ¿Acaso tú no estás contenta?
-No lo sé, jamás me vi como una madre… no sé qué siento.
-Nena… te asustas tan fácilmente… vas a ser una gran madre cariño.- se abrazó a mi vientre y comenzó a besar mi barriga. Lo miré asombrada.
-No tengo madera de madre Dan.
-Si lo tienes. M ira como cuidas de mí, de Xander, de todos. Vas a estar genial, y yo estaré ahí para ti.
-Tú si serás un gran padre cariño. Pero… ¿Crees que estamos listos para esto?.
-Por supuesto, no te preocupes, estaremos bien nena. Es solo una nueva persona a la que amar, un pedacito tuyo y mío. La mezcla perfecta.
-Te amo Dan.- mis lágrimas brotaron de mis ojos. Lo amaba tanto que me resultaba imposible pensar en que mi corazón podría amar a alguien más. Pero pensar en
que una parte de él estaba creciendo dentro de mí… eso era suficiente.
-Yo te amo más cariño. Gracias por esto. Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo. Volvió a besar mi vientre y se puso de pie y me dio el más dulce de
los besos.
Antes de cenar llamé a mi ginecóloga para pedirle una cita y me dijo que vaya a su consultorio al día siguiente temprano por la mañana y en ayunas.
Esa noche me hizo el amor de una manera que jamás lo había hecho, fue tan cuidadoso, cariñoso… no dejó de acariciarme, de besarme en ningún momento. Y no me
molestó, era solo una forma más de amarme. De las cientos de formas en que me lo demostraba día a día.
A la mañana siguiente el malestar volvió a sacarme de la cama antes del amanecer. Cuándo me encontré mejor me metí a la ducha y me preparé para ir a la consulta.
Dan me alcanzó cuando me secaba el cabello, besó mi hombro y se metió a la ducha. M e puse un vestido invernal. Estábamos llegando a los últimos días de noviembre y
el tiempo estaba muy frio. Elegí unas medias gruesas y las botas de caña alta. M e maquillé un poco y recogí mi cabello en una cola de caballo alta. M iré las píldoras
sobre el lavabo, ya no tenía mucho sentido tomarlas, así que las tiré a la basura. Dan tampoco desayuno, según él, no quería tentarme con la comida. Así que nos
metimos al auto y fuimos hasta el consultorio de la doctora Torres. M e anuncié y a los pocos minutos me llamaron, mi adonis entró conmigo. Le conté a la doctora que
me había hecho la prueba de embarazo y que me dio positiva, pero quería asegurarse. M e mandó a quitarme la ropa y ponerme la bata médica. Luego me revisó y me
hizo una ecografía.
-Bien cielo, trata de relajarte, será algo incómodo.- dijo mientras colocaba el gel en el aparato y lo metía suavemente dentro de mí. Respiré hondo y me relajé.
-Bien, aquí esta. Tienes unas 7 semanas de embarazo. Pero todo se ve muy bien. ¿Les gustaría escuchar su corazón?.- miré a Dan.
-Por supuesto.- contestó mi adonis adelantándose. La doctora tocó algo en la pantalla y de repente el fuerte y veloz golpeteo de un corazón inundó el lugar. Sentí
una enorme presión en mi mano, miré a Dan y sus ojos estaban llenos de lágrimas, su sonrisa no podría haber sido más grande. Sonreí encantada también, era alguien
real, tenía corazón y latía fuerte. Por primera vez amé con locura a esa pequeña personita en mí.
-Es increíble. ¿Pero es normal qué sea tan rápido?.- preguntó Dante a la doctora.
-Sí, los nonatos suelen tener un ritmo cardíaco alto, y cuándo son bebés también. Solo indica que tienes un bebé sano y fuerte.
-¡Gracias!.- solté entre lágrimas.
-¿Ves esa pequeña mancha negra? Ese es tú bebé.
-¿Eso que parece un cacahuate?.- curioseé.
-Sí, eso mismo.
-Tendremos un pequeño cacahuate cariño.- Dan me besó con tanto amor, que casi me quita la respiración.
Cogió unas muestras de mi sangre, me midió, me pesó y anotó las medidas de mi abdomen. Anotó todo y me mandó a vestirme. Cuando regresé me senté y
comenzó a decirme todo lo que no podía hacer y las cosas de las que debía cuidarme. M e dijo que me vería dentro de un mes, nos felicitó y nos fuimos.
-Se siente raro.- expliqué mientras Félix me abría la puerta del auto.
-¿Qué cosa?.- preguntó Dan acomodándose a mi lado en la parte trasera.
-Estar embarazada, saber que hay alguien creciendo dentro mío.
-Imagino que sí cariño.- respondió con una sonrisa en sus labios.
-¿Estás feliz?.
-M ucho, oír su corazón, fue… no sé cómo explicarlo. Lo hizo real.
-Lo sé. M e pasó igual.- instintivamente llevé mi mano a mi vientre como en una caricia, el apoyó su mano sobre la mía y besó mi cuello.
-¿Seguro quieres ir a la universidad?.- preguntaba algo ansioso.
-Sí, tengo un final. Debo ir.
-Bien, ¿Qué harás luego?
-Pasaré por la galería y luego iré a ver a Ari. Dijo que necesitaba mi ayuda con algo.
-De acuerdo. M andaré a Fran al mediodía a recogerte.
M e dejó en la puerta de la universidad, se despidió con un amoroso beso y me repitió que debía cuidarme.
Al salir de clases Fran me esperaba apoyado sobre el auto. Lo saludé con una sonrisa y charlamos camino a la galería. Dani estaba trabajando en el lugar, como de
costumbre, me puso al tanto de los avances y me fui a casa de mi hermana.
-Hola cielo.- saludé mientras le daba dos besos en la mejilla.
-¿Cómo te encuentras?.- respondió ella mientras me abrazaba.
-M uy bien, bastante mejor. De hecho, tengo noticias importantes.
-Cuéntame, ven te prepararé un café.
-M ejor un té.
-De acuerdo será un té entonces.
-Estoy embarazada Ari.
-¿Cómo?.- la tomé absolutamente por sorpresa y la taza cayó de su mano directo al fregadero.
-Así como lo escuchas. Tengo 7 semanas de embarazo. Ni yo lo puedo creer.
-¡Cariño esa es una gran noticia! ¡Felicitaciones! ¿Estás feliz verdad?.
-Ahora sí, al principio no tanto. Ya sabes… me asusté un poco. Pero hoy escuchamos su corazón y es real, ambos estamos felices.
-No imagino como debe estar Dante. ¡En hora buena cielo!.- me estrechó en brazos y comenzó a besar mi vientre sobre mi ropa. Reí a carcajadas. Era una digna
muestra de cariño.
Tomamos el té y hablábamos principalmente del nuevo integrante de la familia. Ariana se había auto postulado para vestirlo de pie a cabezas. Bromeamos y
finalmente me contó que tenía problemas con el fotógrafo que había escogido. Ya que yo era su dama de honor, no podría hacer las fotos, y le recomendé a un conocido.
Pero no le gustaba su enfoque, por lo que tuve que llamar a Sergio y ver si estaba dispuesto a hacerlo. Encantado aceptó. Yo estaba feliz, mi asistente era un gran
fotógrafo, después de todo, yo misma lo había entrenado. Con todos los detalles listos volví a casa.
Xander salió a recibirme, luego de unos mimos le conté que iba a tener un hermanito o quizás una hermanita. Y su felicidad se hizo notoria. Fran sacó a pasear al
pequeño y yo decidí llamar a mi madre para darle las noticias.
Apenas si pude entender lo que decía entre las lágrimas. Estaba absolutamente feliz. Y no dejaba de decir lo hermoso que sería un hijo nuestro. Si se parecía al padre,
estaba de acuerdo, sería el más hermoso de todos los niños. M e dio algunos consejos de cómo lidiar con los malestares del primer trimestre y me contó que Fany ya
había empezado con pequeñas contracciones y que el médico le había dicho que muy probablemente se adelante. Prometió visitarnos en cuanto le fuera posible y me
dejó cientos de besos y felicitaciones para Dan.
Estaba más cansada que de costumbre, por lo que decidí recostarme en el sofá a mirar la tele y eventualmente me dormí.
-Despierta dormilona.- su dulce y cariñosa voz me traía de vuelta a la realidad.
-Hola cariño. ¿Cómo te ha ido?.- respondí, mientras me giraba sobre mi misma y me adueñaba de su cuello para atraerlo hasta mí y poder darle un tierno beso en los
labios.
-Bien. ¿Qué tal tú día?
-Bastante bien, pasé a ver a Ari y le conté las noticias, también llamé a mamá, te manda su amor y felicitaciones.
-Agradécele de mi parte. También le avisé a mi familia, seguramente estarán aquí en breve.
-Bien, tendremos cena familiar entonces.
-¿Le has dicho a Thomas?.
-No, quiero decírselo en persona, mañana lo iré a ver a la oficina.
-Perfecto. Quizás ahora desista de mi homicidio.
-Solo quizás…- ambos reímos al unísono y nos quedamos haciendo arrumacos hasta que Fran entró para avisar que M anuel estaba en la sala junto a Euge. Nos
reunimos con ellos en la sala y luego de los abrazos, las lágrimas y felicitaciones, nos sentamos a charlar. Ari y M ariano se nos unieron y cenamos todos juntos y
brindamos por la nueva adición a la familia.
La mañana siguiente luego de mi rutina de malestar, desayunamos juntos, yo solo pude beber un poco de jugo de naranja, no podía retener nada hasta el mediodía.
Dan me dejó en clases y se fue a la empresa.
Cuando las clases terminaron Fran pasó por mí. Llamé a Tomy y lo invité a almorzar a nuestro bistró favorito. Al llegar al lugar él ya estaba allí, discutía por el
móvil con Caroline.
-¿Todo está bien?.- pregunté preocupada.
-No, Caroline no se adapta a M adrid y quiere volver a Londres.
-¿Y tú que piensas?
-No quiero mudarme, pero tampoco quiero perderla. Una relación a distancia es difícil.
-M ucho… ¿No hay más alternativas que esas?
-Eso parece, no quiere seguir aquí y no puedo obligarla.
-Lo siento cielo.
-Yo también. Bueno cambiemos de tema, que alegría que llamaras, ya casi no te veo.
-Lo sé, te extraño tanto Tomy.
-Y yo a ti preciosa.
-Tengo algo que contarte.-confesé finalmente cuando nos traían el almuerzo.
-Anda, suéltalo, que te estás muriendo por decirlo.
-Estoy embarazada.- me quedé en silencio esperando su reacción, realmente no sabía si estaría feliz por mí. Aún tenía algunos temas inconclusos con Dante y eso
afectaba nuestra relación.
-¿Estás segura?.- preguntó con ojos como platos.
-M ucho. 7 semanas, ayer fui al médico.
-Preciosa… yo…¡Te felicito! No lo puedo creer, jamás te imaginé como mamá, pero sé que serás la mejor de todas.
-¿Estás feliz por mí?
-¿Por supuesto, cómo no lo estaría?. M ira, sé que Dante y yo tenemos algunos problemas, pero no soy idiota, sé lo feliz que te hace, y mientras tú estés feliz a su
lado… es todo lo que necesito saber.
-Gracias cielo, significa mucho para mí.
-¡Además tendremos un bebé!.- dijo a los gritos. Reí como posesa, me había sacado un enorme peso de encima.
Almorzamos entre risas y bromas. Realmente estaba contento con la noticia del bebé y eso me ponía tan feliz que apenas podía contener las lágrimas de felicidad. La
parte mala del embarazo, era que me la pasaba llorando por cualquier cosa.
De camino a casa pasé por El Baúl a contarle a Caty, por supuesto saltó de alegría. Nos tomamos un café y la puse al tanto de todas las novedades, incluida la
partida de Caroline, no se alegró por eso, sabía que si Thomas sufría ella no podía estar contenta, pero muy dentro suyo, estaba segura que era una gran noticia.
Diciembre finalmente llegó. Ya todos los preparativos para la boda estaban listos. Solo debíamos esperar que llegue el tan esperado día. Yo seguía sintiéndome igual,
las mañanas eran la peor parte de mi día, pero llegando el mediodía comenzaba a sentirme bien. Dan estaba preocupado porque parecía estar perdiendo peso, pero era
lógico. Pasaba medio día sin comer nada. Llamó a la Dra. Torres y ella lo tranquilizó diciéndole que era bastante normal qué a ésta altura pierda unos kilos, pero ya los
recuperaría cuando llegue el segundo trimestre.
Estaba a punto de terminar con los finales, el stress de los exámenes me tenían como una loca.
Esa tarde luego de almorzar con Caty fui a ver a Dan a la empresa.
Elizabeth me recibió con una gran sonrisa. La saludé con cariño y me felicitó por el bebé. M e quedé charlando unos minutos con ella mientras esperaba que Dan se
desocupe. La puerta del despacho de Dante se abrió y él salió escoltando por la cintura a una hermosa mujer rubia de ojos verdes, muy delgada y elegante. Ella le
regalaba su más sensual sonrisa. Sentí que un fuego crecía en mi interior a velocidades alarmantes. Y la furia se apoderó de mí. M ordí mis labios tan fuerte que el sabor a
la sangre rápidamente se esparció en mi paladar. ¿Qué estaba pasándome? Estaba tan celosa que podía saborear el veneno en mi lengua.
-Cariño, no sabía que vendrías, que linda sorpresa.- dijo mi adonis soltando a la escuálida y operada rubia y regalándome una sonrisa genuina. Se acercó a mí y me
besó en los labios con dulzura. Eso apagó un poco el fuego que sentía.
-Quería darte una sorpresa.- mencioné fingiendo estar completamente en calma.
-M e alegro nena. Te presento a Olivia Pérez. Es la directora de comercio de la corporación. Olivia ella es mi mujer Alexandra M iller.
-Encantada de conocerte Olivia. -ofrecí mi mano.
-Es un placer conocerte al fin Alexandra, Dante solo habla de ti.- bien, para que te enteres que tiene dueña maldita, pensé.
-Dime Lexy.
-Espero que podamos vernos más a menudo Lexy. Adiós Dante. Luego te paso los informes que me pediste. Que tengan un buen día.- se despidió y se fue. No
pude apartar mis ojos de ella hasta que desapareció en el ascensor.
-¿Cariño?.- Dan llamaba mi atención mientras me empujaba dentro de la oficina.
-Sí, lo siento.- mi cuerpo se relajó levemente y lo acompañé dentro.
-¿Estás bien nena?
-Sí, si lo estoy. No conocía a Olivia. ¿Es nueva?
-No, lleva trabajando mucho tiempo en la empresa, y antes de eso, trabajaba para mi padre.
-Parece muy joven para tener un cargo tan importante.
-Debe tener unos 30 años, creo. ¿Acaso estás celosa Alexandra?
-¿Celosa? ¿Yo? Pero por favor…- hice una mueca estúpida y me senté frente a él, él se acomodó en su sillón detrás del escritorio.
-Estás celosa, increíble… ¿Quién lo hubiera dicho nena?.
-Que no estoy celosa Navarro, ya compórtate.- se estaba riendo y burlando de mí, y eso me enfurecía más. No pude evitar mostrar mi cara de furia.
-Déjame tranquilizarte cariño, es más probable que ella se fije en ti que en mí. Es lesbiana.
-¿A sí? No lo hubiera adivinado.
-¿M ás tranquila?
-Yo no estaba nerviosa, esas son cosas tuyas.- saber que esa mujer no estaría interesada en mi hombre me había desarmado el nudo en la garganta que llevaba desde
que la vi. Dan se rió de mí.
-Lo que tú digas cariño. Ven aquí. – se golpeó el muslo con la mano, sonreí satisfecha y me levanté para llegar hasta él. M e senté sobre su falda y crucé las piernas,
pasé mi mano por su cuello y lo besé con adoración. El pasó su mano por mi cintura y con la otra acariciaba mi vientre, mientras me devolvía el beso. Desde que
estábamos embarazados no teníamos grandes y explosivas muestras de amor, todo era cuidadoso, tierno y romántico. Y todo en mi interior comenzaba a hartarse de
tanto romance, necesitaba a mi Dominante, a mi hermoso y sexy adonis, me moría de ganas de una buena sesión. Tiré ligeramente de su cabello y mordí su labio. M i
respiración comenzó a agitarse, lo deseaba, toda la escena de celos me había puesto a mil. Su mano pasó de mi vientre a mis muslos, abrió mis piernas y acarició la cara
interna de mis muslos hasta llegar a mi entrepierna. M e puse de pie, levanté mi falda hasta encima de mi trasero, levanté una de mis piernas y la pasé sobre su falda y
me monté sobre él sin dejar de mirarlo a los ojos.
-Fóllame Dan.- le rogué en su boca mientras mi lengua jugaba con su boca.
Con ambas manos comenzó a desabrochar los botones de mi camisa, dejó mi sostén expuesto y con los dientes tiró de él. M e mordí en respuesta. Bajó mi sostén y
sus manos apresaron mis abultados pechos. Estaban más sensibles que de costumbre y cada roce de sus dedos, me dolía, pero rápidamente ese dolor se convertía en una
deliciosa sensación. Jalé su cabello y tiró su cabeza hacia atrás dándome acceso libre a su cuello, de inmediato mis labios se posaron en él, lamiéndolo, saboreándolo,
mordiéndolo. Cogió mi trasero con ambas manos y apretó duramente mis nalgas.
-Azótame cariño… por favor.- supliqué entre gemidos.
-Nena… no quiero hacerte daño… el bebé.
-No lo harás Dan, vamos, sabes que estará bien.
-Lex…
-Por favor...- volví a pedir con lágrimas en los ojos.
Respiró hondo y se levantó de la silla aún sosteniéndome por el trasero. M e sentó sobre el escritorio, tomó mi rostro entre sus manos y besó mi nariz.
-Si sientes algo raro o dolor en el vientre me lo dices y me detengo. ¿De acuerdo?
-Te lo prometo cariño.
-Date vuelta.- dijo resignado. M i clítoris palpitó con ansias. M e bajé y me giré, levanté aún más la falda y apoyé mis manos sobre el escritorio, teniendo la
precaución de que mi vientre no toque el borde de la mesa.
-Separa más las piernas.- exigió con voz de mando. Solo escuchar esa voz me ponía tan húmeda, que ya estaba lista para que me penetre. Escuché el ruido del cinto
al abandonar su pantalón, y mi cuerpo se tensó. Apoyó una mano sobre la curva de mi espalda y un suave chirrido se oyó cuando el cuero tocó la desnudez de mis
nalgas. De inmediato me abordaron las sensaciones. Se me escapó un jadeo sonoro y me curvé en busca de más. Un nuevo azote, un poco más fuerte. La piel comenzaba
a quemarme, el ardor se esparcía por todo mi trasero e iba adquiriendo más y más intensidad. Aumentó la fuerza y la velocidad de sus flagelos lentamente. Las lágrimas
caían por mi rostro, al fin podía volver a sentirlo. Esa inmensa e indescriptible sensación de satisfacción que me proporcionaba la delgada línea entre el dolor y el placer.
M is sollozos se hicieron más audibles y entonces se detuvo. Acarició cuidadosamente mi ardiente trasero y dejó miles de besos sobre mis doloridas nalgas. Sentí como
rasgaba de un tirón la delicada tela de mi tanga. Se sentó en su sillón, separó con sus manos mis nalgas y comenzó a lamerme con dedicación. Su lengua jugó con mi ano
y luego siguió por mi húmeda vagina, lamió la gota de mi excitación que corría por el interior de mi muslo.
-Deliciosa.- dijo y su aliento acarició mi piel. Sus dedos se abrieron paso en mi interior y de inmediato mi orgasmo comenzó a formarse. Los movió hábilmente
dentro de mí. Encontró mi punto G y mi cuerpo tembló y se contrajo.
-Córrete para mi Lex.- mandó su voz y su lengua arremetió contra mi palpitante clítoris y me corrí en su boca. Las hermosas y pequeñas contracciones de mis
músculos no se detuvieron. Cambió sus dedos por su duro miembro y me penetró de golpe. La profundidad que le daba mi posición hizo que una puntada se alojara en
mi vientre. El dolor me inmovilizó pero no dije nada, sabía que se detendría de inmediato. Una nueva embestida y no lo pude evitar y un quejido escapó de mi garganta,
salió de inmediato de mí y me giró bruscamente.
-¿Estás bien?.- la preocupación se notaba en su voz.
-Sí, solo me dolió un poco, pero nada de qué preocuparse.
-¿Alexandra estás de broma?
-En serio, no fue nada grave, solo demasiado profundo, deja que yo me suba sobre ti.
-No, no lo harás.
-Vamos Dan, por favor. Te deseo.
-Lo siento nena. Se terminó.
-¡Oh Vamos! ¿Ya no me deseas?
-No digas tonterías Lex, claro que te deseo, mira como me pones.- su erecto pene estaba listo para mí. M e relamí.
-De acuerdo, no me folles.- dije y pasé mis manos por su musculoso torso y me arrodillé entre sus piernas, llevándolo conmigo hasta que se sentó en su sillón.
-Detente Lex.
-No, déjame darte algo.
Hice caso omiso a sus intentos de detenerme, sabía que lo deseaba tanto como yo. Tomé su miembro con ambas manos y dejé caer mi saliva sobre él, y lo metí en mi
boca, primero solo su glande, lo lamí y chupé con esmero y lentamente comenzó a meterlo más y más profundo en mi boca. M i lengua acompañaba cada movimiento de
mis labios. M i mano llevaba el ritmo. Solo sus gemidos inundaban el ambiente. Agarró mi cabello con sus manos y mantuvo mi cabeza quieta, mientras él entraba y salía
de mi boca abierta. Se alejaba por completo de mis labios, y un fino hilo de saliva lo acompañaba y caía sobre mis pechos. Se metió tan profundo en mi boca, que la
arcada no tardó en llegar, pero sabía muy bien que le encantaba la sensación de que me ahogue con su hermoso pene. Sostuvo mi cabeza inmóvil allí. Cortándome la
respiración, en vano traté de respirar por la nariz, pero estaba tan dentro mío, que de nada sirvió. Cuando las lágrimas rebalsaron mis ojos se alejó. Y volvió a hacerlo
una y otra vez.
-Vas a matarme Lex…- murmuró entre gemidos, su cuerpo se tensó y tembló. Se alejó de mí y me miró fijo a los ojos. Abrí mi boca y saqué la lengua esperando el
fruto de su orgasmo, y no tardo en caer sobre mi rostro y boca. Gustosa recogí los restos de mi cara y lamí mis dedos.
-Gracias cariño.- anuncié con una enorme sonrisa en mis labios.
-Te amo nena.- respondió besando mi frente.
El intercomunicador sonó y la voz de Elizabeth le avisaba que todos lo esperaban en la sala de juntas.
-Voy en un minuto.- respondió mi adonis. Se metió en el baño para limpiarse y arreglarse. Lo seguí.
-Lo siento nena, debo irme. Llegaré tarde a cenar, no me esperes y come algo. ¿Vale?.- me soltó mientras se acomodaba la corbata y se ponía el saco del traje.
-De acuerdo. Te amo.- respondí regalándole un suave beso en los labios. Y se fue. M e limpié y acomodé mi ropa y mi cabello y salí de la oficina. No había nadie en
el recibidor, no quería cenar sola así que decidí salir con las chicas. Busqué a Elizabeth para que le haga saber a Dan que saldría con ellas esta noche. Pero no estaba por
ningún lado. Finalmente la encontré en el área de descanso, estaba besándose con Félix. M e quedé estancada en la puerta y con la boca abierta. ¿Félix y Elizabeth? Tenía
algo de lógica, pasaban mucho tiempo juntos. Salí silenciosamente sin que ellos notaran mi presencia. Le mandaría un mensaje a mi adonis.
De vuelta al auto mandé un mensaje a las chicas. Ari, Caty, Sofi y Euge y las invité a cenar fuera. Todas respondieron de inmediato y fui a casa a tomar una ducha.
Fran sacó a Xander por su paseo mientras yo me arreglaba, elegí un lindo pantalón de tiro alto en negro y ajustado. Aún no se me notaba el vientre así que podía usarlo.
Una camiseta de cuello tortuga con un escote en la espalda, la chaqueta de cuero, me peiné y me maquillé suave. Y salí a encontrarme con las chicas en un restaurante
hindú. Pasé a buscar a Caty y Sofi y cuando llegamos al lugar nos encontramos con Euge y Ari. La cena estuvo divertidísima. Y decidimos ir por unos tragos luego al bar
de Paco. Las chicas bebieron unas copas mientras yo me abastecía de jugos. Por arte de magia, o más bien gracias a Fran, Dan, M ariano y Joaquín aparecieron.
-¿Qué haces aquí cariño?.- me asombraba verlo, lucía tan hermoso y joven con su jean gastado y su sweater negro de escote en V.
-Decidimos ver que hacían. ¿M olestamos?
-Tú jamás molestarías. Baila conmigo.- lo arrastré hasta la pista de baile.
Bailamos bien pegados por un buen rato, mientras yo me divertía rozando mi cuerpo contra el suyo. Dio un azote en mi trasero.
-No seas traviesa nena.- me regañó.
Tomy apareció y se unió a Paco y M arco. Por primera vez en mucho tiempo estábamos todos juntos en un mismo lugar. Bailaba con mi adonis sensualmente
cuando vi por el rabillo del ojo que Tomy y Caty hablaban a un costado.
-Deja de morder tú labio Lex, vas a lastimarte.- me advirtió Dan.
-Lo siento, no me di cuenta. M ira.- siguió mi mirada y los vio juntos.
-¿Será qué al fin se decidieron?.- inquirió mi hombre.
-Eso espero, ahora que lo de Caroline terminó, espero que estén juntos de una bendita vez.
Entrada la madrugada y cuando el bar estaba por cerrar nos fuimos. Nos despedimos de nuestros amigos, y Tomy insistió en que él llevaría a Caty a casa, así que
con una sonrisa enorme acepté y nos fuimos. Cuando llegamos a casa, hicimos el amor dulcemente, una vez más. Sabía que debía conformarme con eso, no obtendría
nada más que dulzura y cuidadosas caricias por un tiempo.
Las semanas pasaron y todo parecía estar bastante tranquilo, hasta que una tarde mi madre llamo nerviosa. Apenas podía entender que decía. M i cuñada había
entrado en trabajo de parto, el bebé se había adelantado. Llamé a Dan para contarle y de inmediato volvió a casa, yo estaba preparando unos bolsos con ropa,
viajaríamos a Oviedo en ese momento. M ariano, Ari y Tomy se nos unieron en el aeropuerto. Cerca de las 10pm estábamos en Asturias, llegamos al hospital y aún no
había nacido. M i madre me estrechó en brazos por un buen rato, mientras me repetía lo feliz que estaba por nuestro bebé. Unas horas después de nuestra llegada,
finalmente Andy salió.
-Es un hermoso y sano varón. Ambos están bien.- dijo con lágrimas en los ojos. Todos lo felicitamos y volvió al lado de su esposa. Esperamos un rato hasta que por
fin pudimos entrar a conocer al pequeño. Entramos a la habitación, la sonrisa de mi cuñada no le cabía en el rostro, cargaba orgullosa a su hijo. El pequeño no podía ser
más perfecto, el bebé más lindo que haya visto. Su pálido y suave rostro. Apenas se advertía que tenía cabello, era tan rubio, que pasaba desapercibido, tenía los ojos
cerrados, como la mayoría de los recién nacidos, así que no pude ver el color de sus ojos. M i madre fue la primera en cargarlo. Entre lágrimas, lo besaba y le repetía
cuánto lo amaba. Por fin me llegó el turno, lo cargué con extremo cuidado. No había sostenido jamás un bebé tan pequeño y temía hacerle daño. Su olor era tan exquisito
que no pude contenerme, inspiré profundo en su cabecita. Y besé su frente.
-Bienvenido al mundo pequeño. Soy tu tía Lex.
-Se llama Richard Laureano M iller.- dijo su orgulloso padre.
-Hola pequeño Ricky.- repetí con los ojos colmados de lágrimas.
-Es perfecto Andrés, felicitaciones a ambos.- felicitó mi adonis a los recientes padres.
-¿Quieres cargarlo cariño?.- lo incentivé.
-No, es demasiado pequeño y no quiero lastimarlo.- dijo con pánico en su mirada.
-Deberás practicar cuñado, en unos meses tendrás uno propio.- bromeó mi hermana.
-Por ahora, paso. Quizás cuando sea más grande.
La nueva familia necesitaba intimidad y descanso así que todos nos fuimos a la casona.
M i malestar me despertó temprano en la mañana. Después de componerme un poco bajé al despacho de mi padre. No había estado allí desde su muerte. Todo
estaba intacto, mi madre no había sacado ni una sola cosa de ahí. M e senté en su silla, me apoyé sobre mis manos y la tristeza me invadió, él no vería a su nieto, que
tanto deseaba, tampoco conocería a mi hijo. No podría cargarlo, enseñarle el amor por los libros, o por la historia. Jamás jugaría con él… no pude contener las lágrimas y
comencé a llorar fuertemente.
-Nena, ¿Te encuentras bien? ¿Qué sucede?.- Dan entró a la oficina y se puso a mi lado en un abrir y cerrar de ojos. Se agachó y me cogió el acongojado rostro
cubierto de lágrimas.
-M i padre, jamás conocerá a nuestro bebé…- respondí entre sollozos.
-Oh cariño… lo sé, sabes que haría lo que fuera para que jamás estés triste, pero no hay nada que pueda hacer para devolvértelo.
-Lo sé… lo siento… es que…- no podía parar los sollozos y lamentos.
-Tranquila cariño. Estoy seguro que de alguna forma siempre estará ahí contigo y con sus nietos.
-¿M e llevas al cementerio? Quiero contarle.
-Por supuesto.- cuando logré calmarme envuelta en sus brazos y sus dulces palabras de consuelo. M e metió al baño y me ayudó a tomar una ducha. M ientras me
cambiaba, él se ducho. Y cuando estuvimos listos nos fuimos hasta el cementerio. De camino compré un hermoso y gran ramo de lirios blancos. Y llegamos a su tumba.
-Te daré un momento a solas. Estoy aquí si me necesitas.- dijo Dan y se alejó unos metros de mí.
M e senté sobre la hierba y acomodé las flores en uno de los floreros adosados a su tumba.
“Richard Miller III, amado padre y esposo. El mundo será un lugar distinto sin ti” rezaba su lápida. Era la primera vez que venía desde que lo despedimos. Las
lágrimas reaparecieron, pero más tranquilas esta vez.
-Hola papi, lamento haber tardado tanto en venir a verte… pero no tenía la fuerza para hacerlo. Sé que tú lo entenderías. Incluso quizás te parecería una pérdida de
tiempo visitar una tumba. Aún recuerdo lo que dijiste cuando la abuela falleció. “ No está muerto si alguien lo recuerda”. Ojalá sigas pensando lo mismo. Yo te recuerdo
siempre. Desearía que estés acá… desearía no haber perdido tanto tiempo… pero estoy bien, Dante y yo volvimos a estar juntos. Jamás fui tan feliz papi. Él me hace
feliz. Y ¿Adivina qué? Estoy embarazada. ¿Increíble no?. Pero así es. Incluso me pidió que me case con él, pero como una tonta me acobardé. El hijo de Andy nació, es
un hermoso y sano varón, se llama Richard, como tú. Es el niño más bello del mundo, y seguro será un bebé feliz. M e preocupa mamá, está muy sola en esa enorme
casa… ojalá puedas ayudarla de alguna forma. ¿M e cuentas cómo es todo por ahí? Hazme saber que estás bien, que desde donde estés, sigues con nosotros. Solo dame
una señal… te amo papi, te extraño. –
Acaricié su lápida, y me despedí de él. Dan me alcanzó enseguida y me recogió entre sus brazos.
-¿Estás bien cariño?.- preguntó dulcemente mientras levantaba mi rostro.
-Sí, más tranquila. Necesitaba venir.
Una vez en el auto, comencé a recomponerme, sentía como si me hubiera quitado algo de encima. Estaba en paz conmigo misma. Volvimos al hospital y
aprovechamos para comer algo en la cafetería. Después visitamos a mi hermano y su esposa y le llevamos a Ricky un enorme oso de peluche y unos globos y flores
para la madre. Nos quedamos tres días en total y debíamos volver.
Yo tenía que terminar mis exámenes y Dan debía trabajar, volveríamos en unos días para el gran día de Ari.
-Éste sábado tengo una gala a beneficio. ¿M e acompañas?.- preguntó mi adonis.
-Por supuesto cariño.
Al día siguiente Caty me acompañó de compras, debía escoger un bello vestido.
M ientras mirábamos vidrieras, aproveché para sonsacarle algo sobre Tomy, me contó que hablaron de su ruptura con Caroline y que Tomy le dijo, que era mejor
así, que Caroline no era la mujer de su vida y él lo sabía. Pude ver esperanza en sus ojos y eso me fascinó. Aún tenía fe en que esos tontos se den una oportunidad. M e
probé unos cuántos vestidos hasta que encontré el que buscaba.
El sábado llegó y decidí ir al salón de belleza, después de darle algo de color a mi piel, me hicieron las manos y los pies. Arreglé mi cabello. El estilista formó unos
grandes rulos en mi largo cabello y lo recogió de costado. Cuando llegué a casa, tomé una ducha. Agregué un broche de brillantes al peinado, me maquillé, algo de sombra
gris petróleo en los ojos, un delicado delineado, mucho rímel, rubor en las mejillas y rojo fuego en los labios. Al salir del tocador me crucé a Dan que se metía a tomar
una ducha.
-Que hermosa eres nena.- dijo pasando por mi lado y besando mi hombro. Le regalé una sonrisa y me metí al vestidor. Un sexy conjunto de ropa interior negro de
encaje, y el vestido de Armani que había escogido. Era largo, larguísimo, en gris plata, sin tirantes, desde el escote nacía una sobretela plisada, cruzaba toda la pechera,
bajaba por el costado derecho del vestido y caía en forma de cola hasta el piso. Era muy ceñido al cuerpo pero tenía un vuelo bajo maravilloso. M e puse unos zapatos
plateados, cogí el tapado de piel sintética que apenas si cubría mi pecho, el bolso de mano haciendo juego y me puse unos aros preciosos que Dan me regaló. Eran unos
diamantes exquisitos que caían en forma de lluvia. Dan entró al vestidor y se le cayó la mandíbula cuando me vio.
-M e has quitado la respiración Alexandra. No se cómo lo haces. Pero cuando pienso que no podrías ser más hermosa…
-¿Te gusta?
-¿Gustarme? No nena, te quedas corta. Luces como una visión cariño.
-Gracias Dan.- me aferró por la cintura y me besó con dulzura. Cuando salió lucía de ensueño en su esmoquin negro impecable. De inmediato se me hizo agua la
boca al verlo.
-Eres jodidamente perfecto cariño.- sonrió y me guiñó el ojo. Félix nos llevó hasta el salón donde sería la gala. La alfombra roja estaba dispuesta y una interminable
fila de fotógrafo se apostaba a cada costado. Posamos sonrientes para las cámaras. Dan me besó en la mejilla mientras nos tomaban cientos de fotos. La noche fue
maravillosa. La comida era exquisita, y para mi sorpresa, Dan recibió un premio por su trabajo filantrópico con los niños de África. No podía estar más orgullosa de mi
maravilloso hombre. Bailamos por un buen rato y cuando llegó la hora volvimos a casa. Nos metimos al auto. Dan lucía agotado, se recostó sobre el asiento y cerró sus
ojos. Pero yo… bueno, tenía algo en mente.
M etí mi mano por debajo de mi vestido y me quité la tanga, y la metí en mi bolso. M e acerqué a él recogí mi vestido y lo monté. Abrió sus ojos de golpe, esos
increíbles ojos azules me quitaron la respiración.
-¿Qué crees que haces?
-Tomo lo que es mío.
-¿A sí?
-Si.
-Está muy atrevida Señorita M iller.
-Verá Señor Navarro, mi novio me excita tanto…- tecleó algo en el brazo de la puerta, y el vidrio que separa el conductor de los pasajeros se elevó, dándonos
intimidad. Acarició con ambas manos mis piernas. Y mordió con fuerza mis labios. M is manos se perdieron en su cabello. M e tomó por la nuca y tiró mi cabeza hacia
atrás, lamió mi cuello y el comienzo de mi escote. Yo me entretuve con su cuello y el lóbulo de su oreja. Le di un pequeño mordisco y me respondió con un azote en el
trasero. Comencé a removerme sobre su entrepierna y noté cuando su erección comenzaba a tomar protagonismo. Bajé mis manos lentamente por su definido pecho
hasta encontrar su cremallera. Y liberé su miembro, lo acaricié arriba y abajo una y otra vez. Sus manos se clavaron en mi trasero, por debajo de mi vestido, buscó el
elástico de mis bragas pero no lo encontró. Se alejó de mis pechos y me miró con una sonrisa pícara en los ojos. M ordí mi labio divertida. Lamí mis dedos y llevé esa
humedad a mi entrepierna. Sus ojos centellearon de lujuria, y tomándome por las nalgas me levantó unos centímetros y me bajó sobre su pene. M e senté en él
lentamente, absorbiendo cada centímetro de su miembro, sintiéndolo mío, disfrutándolo. Un suave e interminable suspiro mezclado con un gemido se escapó de mi boca.
y él jadeó. Cuando estuvo por completo dentro de mí, tiró su cabeza hacia atrás y apretó sus manos en mi cadera.
-Amo ésta sensación.- dijo entre dientes.
-Somos dos.- respondí. Y volví a arremeter contra su cuello. Él manejó el rimo en el que entraba y salía de mí. Levantándome suavemente y volviéndome a bajar.
Nuestro cadente ritmo me volvía loca de placer, me agarré con fuerza a su cuello y comencé a cabalgarlo lento, dibujando pequeños círculos con mi cuerpo. Cuándo mi
cuerpo se tensó. Él aumentó el ritmo.
-Córrete para mi amor.- dijo entre jadeos. Y yo me dejé ir, mi contracción aceleró su clímax y se corrió en mi interior.
El 20 de diciembre llegó por fin. Hoy viajábamos a Oviedo. Nos levantamos muy temprano en la mañana, las maletas estaban listas. Luego de mi rutinario malestar,
me metí en la ducha mientras Dan desayunaba. Sequé mi cabello y cuando estaba secando mi cuerpo noté que mi vientre por fin comenzaba a notarse. El día anterior
tuvimos cita con la Dra. Torres y dijo que todo estaba perfecto, ya tenía poco más de 10 semanas de embarazo. M e recetó nuevamente vitaminas y ácido fólico, me
tomó unas nuevas muestras de sangre y nos citó para dentro de un mes. M e ordenó que tratara de alimentarme lo más sano posible y que debía ganar peso. Aunque
para mi sorpresa, aún con los malestares, había ganado un kilo. Pero finalmente la redondez de mi vientre comenzaba a hacerse notar. Sonreí al espejo y acaricié mi
vientre.
-Espero que estés cómodo ahí M uffin.- Dan y yo bromeábamos con que era un pequeño bollito cocinándose en mi vientre, y muffin le iba perfecto. M e arreglé y me
uní a la mesa donde mi adonis terminaba de engullir su desayuno, me serví un vaso de jugo de naranja. Y nos fuimos camino al aeropuerto donde el jet de la compañía de
Dan nos esperaba. Ari y M ariano seguían en Oviedo desde el nacimiento de Ricky, ultimando detalles para el gran día. Nos encontramos con Euge, Joaquín, Caty,
Tomy y M anuel. Xander estaba encantado de ver a Thomas y no se despegó de su lado en todo el viaje. Poco más de una hora de vuelo después aterrizamos en
Asturias. Félix cargó las maletas en el auto que había mandado mi madre y todos nos fuimos a la casona.
Ni bien cruzamos el enorme portón de hierro, mi madre salió a recibirnos con una enorme sonrisa. Luego de los saludos y cariños con ella, con mi hermana y
M ariano y los nuevos padres junto al adorable pequeño Ricky, nos sentamos en la mesa a almorzar.
Pasé toda la tarde con Ricky, quería aprovechar cada minuto del día para disfrutar de mi sobrino.
-Te queda bien.- Dan estaba apoyado en el umbral de la puerta de la sala, tenía sus brazos cruzados sobre el pecho y me miraba con una sonrisa.
-¿Tú crees?
-Claro que sí.
-¿Puedes imaginarte cuando tengamos el nuestro en brazos?.- se acercó y se sentó a mi lado.
-La verdad que aún no.- dijo mientras acariciaba la cabecita del bebe.
-¿M e haces un favor?
-Lo que quieras nena.
-Puedes hablar con Andy sobre la empresa, me dijo que necesitaba ponerme al tanto de algunas cosas y ya sabes que odio los negocios.
-No te preocupes, yo me encargo.- besó al bebé y luego a mí y se fue en busca de mi hermano.
Ari entró como un torbellino.
-¿Ansiosa? ¿Nerviosa? ¿Quieres que planeé un escape?.- bromeé con ella.
-Ansiosa, pero segura de lo que quiero.- respondió entre risas.
-Bien, mejor así.
-Deberías casarte Lex.
-No es lo mío Ari.
-¿Es cierto que Dan te lo pidió y dijiste que no?
-Algo así. No dije que no. Solo que me parece apresurado.
-Estas por tener un hijo con él, no hay compromiso más grande que eso.
-Lo sé, pero lo del bebé vino después. Aun así no cambia nada. No creo en el matrimonio.
-¿Por qué?
-Por qué no es necesario un papel para decirme que Dante es el hombre de mi vida. Ni tampoco lo necesito para saber que soy suya y el mío. Para toda la vida.
-Tienes razón. Igual es lindo, aunque te agote el proceso.
-Jamás haría algo así. Estas cosas me vuelven loca.
-Porque eres rara Lexy.- ambas reímos con ganas. M i cuñada entró a buscar a Ricky para darle de comer y yo aproveché para charlar con mi madre.
Tomamos un té mientras nos poníamos al día. Le pregunté como llevaba su vida diaria y me contó que estaba invirtiendo más tiempo en las beneficencias de las que
estaba a cargo. Todas tenían que ver con la empresa y hacía años mi madre se encargaba de ellas. También me comentó que estaba con ganas de empezar una ONG y la
alenté a que lo haga y le ofrecí mi ayuda en lo que necesite. M e seguía pareciendo absurdo que se quede en una casa tan grande y vacía. Pero no había caso, no estaba
dispuesta a venderla. Dijo que siempre seria el lugar donde podíamos volver. Y que tenía demasiados recuerdos como para dejarla ir.
Llegando la noche subí a tomar una ducha, Dan estaba saliendo del baño envuelto en una toalla.
-Te ves tan sexy…- me relamí los labios.
-Hable con Andy. ¿Quieres qué te lo resuma?
-¿Es absolutamente necesario?
-Deberías saberlo. Es tu empresa también.
-Bien, pero resumido, mucho.
Habló de un montón de números y cosas que había que hacer, por supuesto mi atención se desviaba continuamente. Pocas cosas me importaban menos que los
negocios.
-Bien, tú encárgate cariño. No entendí nada. Iré a tomar una ducha.
-Alexandra…
-Hazlo por mí ¿Sí?.
-De acuerdo nena.
M e duché rápidamente y sequé mi cabello. Lo dejé suelto y formé unos grandes rulos. Llevaba el flequillo más largo que de costumbre, por lo que lo peiné de
costado. Rebusqué por un conjunto de ropa interior en color piel. Y me puse un vestido fucsia con escote corazón, se ataba al cuello, tenía la espalda descubierta y
cruzaba unos breteles en ella. Se dividía de la amplia y volada falda por un cinto en pedrería. Los zapatos negros de tacón sin puntera y me maquillé suavemente. Dan
estaba ojeando su móvil cuando salí lista.
-Vaya cariño, estas hermosa. Como de costumbre.
-Gracias Dan, tú te ves guapísimo, como siempre.- llevaba un traje gris oscuro de dos piezas, con una camisa rosa pálido y una corbata gris angosta. Tomé la
chaqueta y el bolso de mano y bajamos a la estancia a esperar al resto. Era la cena de ensayo y todos corrían de aquí para allá.
M i madre hablaba con M ariano. Ella llevaba un bellísimo vestido azul con flores bordadas en negro. M ariano tenía un traje negro a la medida que le sentaba
maravilloso. Ariana bajó radiante las escaleras, vestía un hermoso y corto vestido blanco, de un solo tirante que iba adornado con una enorme rosa blanca. Andy en su
resplandeciente traje azul marino cargaba a un muy elegante Ricky con su pequeño traje, pantalón de vestir, camisa blanca y chaleco negro. Era todo un encanto. Y mi
cuñada con un vestido rojo sin tirantes y suelto debajo de la pechera. Todos estábamos listos. Nos subimos a los autos y partimos rumbo al hotel. Se había dispuesto el
salón de fiesta para la cena. Ni bien llegamos tuvimos que sonreír para las cámaras. Dan paso una mano por mi cintura y me apretaba suavemente contra él mientras su
otra mano acariciaba mi vientre. <<Genial, el mundo sabrá que estoy embarazada>> pensé para mí. Sonreí cariñosamente y luego entramos. Por supuesto todo lucía
maravilloso, los arreglos florales lucían unas hermosas rosas rojas y todo estaba decorado en plata, negro y blanco. No esperaba menos de mi pequeña hermana. Por
descontado que tiraría la casa por la ventana.
La cena fue exquisita y para el brindis Dan y yo les regalamos unas lindas y afectuosas palabras a los novios, ya que éramos su dama de honor y su padrino. Al
terminar la noche, los hombres se quedaron en el hotel y nosotras volvimos a la casona.
M e metí de inmediato en la cama, estaba agotada. En medio de la noche el peso de un cuerpo recostándose a mi lado me despertó.
-¿Qué haces?.- quedé absorta cuando vi que era Ariana.
-No puedo dormir.
-Debes relajarte Ari, y tratar de dormir, mañana es tu gran día y debes estar perfecta.
-Lo sé, pero no puedo pegar un ojo.
-Ven.- la atraje hasta mí, la acuné como si fuera una niña pequeña en mi pecho y acaricié su cabello hasta que se durmió.
Luego de que mi malestar se calmara, por la mañana, bajé al comedor. M i hermana y mi madre estaban desayunando. M e senté y bebí un poco de jugo mientras
charlábamos de tonterías. Fany y el pequeño Ricky se nos unieron. Por la tarde la estilista de mi madre vino para encargarse de nosotras. Primero Ariana, por supuesto,
luego yo. Elegí un peinado recogido en una trenza que cruzaba todo mi cabello. Tomé un largo y relajante baño en la tina y comencé a prepararme, me puse el vestido
negro de dama de honor y los zapatos plateados. Ya estaba peinada y maquillada. Y me fui a la habitación de mi hermana para ayudarla.
-¿Cómo te sientes Ari?.- inquirí tomando su hombro. Sus amigas que eran parte del cortejo estaban allí y también mi madre.
-Bien, pero no veo la hora de ir a la iglesia.
-Ya falta menos cielo. Relájate.
Rápidamente dieron las 6pm, Ariana salió del vestidor de mi madre. Y no pude contener las lágrimas al verla. Parecía una princesa de un cuento de hadas. Con su
amplio y vaporoso vestido blanco, su cabello medio recogido y su cresta ligeramente levantada y lleno de pequeños diamantes por todos lados.
-No tengo palabras Ari… pareces de cuento.
-Hija… estas increíblemente hermosa.- dijo mi madre entre lágrimas.
Le entregué el buqué de rosas rojas y Sergio comenzó de inmediato a tomarle cientos de fotos, la verdad era imposible no verla y quedar obnubilado con su belleza.
Nos subimos al auto y a los pocos minutos llegamos a la catedral. La alfombra roja estaba desde las escaleras. Entramos y nos metimos a un cuarto, Andy se nos unió y
al ver a mi hermana no pudo contener las lágrimas.
-Papá estaría tan orgulloso de ti pequeña.- le dijo dulcemente con la voz entrecortada.
Ya todo estaba listo, le di un beso en la mejilla a Ari.
-Luces increíble hermanita.- le murmuré al oído antes de irme.
M e reuní con el cortejo, y mi adonis se veía de en sueño en su frac negro. Al verme sus ojos se iluminaron.
-Eres tan hermosa nena.- me dijo al oído mientras me regalaba un beso.
La marcha nupcial comenzó y todos nos encaminamos hacia el altar. Cuando el Ave M aría comenzó a sonar mi hermana apareció del brazo de mi hermano. M ariano
no pudo contener su emoción y Ari le regaló la más genuina sonrisa. Los votos fueron hermosos y sinceros, se prometieron amor eterno y cerraron el trato con un
pasional beso. Después de las felicitaciones y las fotos se subieron al auto y se marcharon al salón de fiestas. Todos los seguimos.
El salón repetía la decoración de la noche anterior pero multiplicada. Fue una verdadera celebración. Todos la pasamos de maravilla hasta altas horas de la
madrugada. Dan y yo volvimos a la casona cuando el sol comenzaba a salir.
Aprovechamos que ambas familias estaban en Asturias para pasar las fiestas todos juntos. M anuel y Euge habían asistido al casamiento de Ariana y se nos unió
Lautaro junto a su novia M agui. Caty y Tomy estaban cada vez más y más juntos, pasaban los ratos murmurándose cosas y riendo. Definitivamente el amor estaba en
el aire. Solo faltaban los recién casados que se habían marchado a su luna de miel. Dan les había prestado el yate en Capri para que pasen los días allí. Al fin la casa se
sentía con vida otra vez.
Con enorme sorpresa descubrí mi regalo de navidad, Dan me había dado una cámara antigua de fotografía una Rolleiflex. Y estaba maravillada con ella.
-Es un regalo precioso cariño. ¡Gracias!
-M e alegro que te guste nena.
-Abre el tuyo.- insistí mientras le entregaba una pequeña caja negra. Al abrirla sus ojos centellaron de felicidad.
-¿Estás loca Alexandra?
-Oh vamos, sé cuánto extrañas tu auto. Disfrútalo. Por supuesto tendrás que esperar, ya que esta en casa.
-Gracias cariño. M e encanta.- hizo bailar las llaves, en su dedo, del nuevo y reluciente Bugatti Veyron en negro metalizado que le había regalado.
El segundo día del año 2014 volvimos a M adrid. La galería marchaba muy bien, faltaba muy poco tiempo para que pudiera abrirla finalmente. Aproveché el tiempo
dedicándome a preparar mi nueva muestra, aún tenía mi viejo piso y por el momento lo utilizaba para trabajar. Las molestias matutinas comenzaban a aminorar. Y si
bien me levantaba bastante descompuesta, ya podía retener la comida por la mañana.
M ientras desayunábamos Dan leía el periódico y yo ojeaba mis mails en el iPad. Fran volvió de pasear a Xander y nos fuimos. Dante se moría de ganas de probar su
nuevo juguete por lo que se llevó la Bugatti y yo el Phantom.
Los días pasaron rápidamente, pasaba la mayor parte de mi tiempo metida en el viejo piso trabajando en la nueva colección y poniéndola a punto. Fran se entretenía
leyendo en la cocina. Hicimos costumbre tener una salida con amigos al menos una vez a la semana. Dan se juntaba con los chicos a jugar al póker y yo aprovechaba
para salir a cenar y tomar algo con las chicas. Incluso Tomy se había unido a su pequeño club de machos. Los sábados volví a visitar a Caty a la librería para nuestro
café semanal. Y los domingos después de pasar la tarde en el parque con Dan y Xander. M e iba a lo de Thomas para ver el partido del M adrid. Habíamos encontrado
una cómoda y placentera rutina. Y si bien odiaba la rutina, ésta vez, lo cotidiano de nuestras vidas juntos, me encantaba.
-¿Puedes siquiera pensar en dejar a Fran aquí mientras yo estoy en el otro piso? No tiene sentido que el pobre pasé todo el día sentado en la cocina mientras
trabajo.- esa mañana mientras desayunábamos le proponía a Dan un nuevo trato.
-No cariño.
-Vamos Dan. Que me lleve y se vuelva, si tú pasas a buscarme. ¿Cuál es la diferencia?.
-Si acepto, debes prometer que si por alguna razón dejas el piso lo llamarás para que venga por ti.
-¡Hecho!.- dije antes de que cambie de parecer.
-Bien, así sí.
-Te amo Dante Navarro.- me despedí con un beso y me fui a trabajar.
Ari y M ariano seguían de luna de miel, y no daban señales de vida, por lo que suponíamos que estaban pasándola de maravillas. Ya casi tenia listo los muestrarios
de las fotos que expondría. Daniel había prometido que en dos semanas terminaría con la galería, y debía comenzar a preparar la exposición de Cayetano. Sergio vino
cerca de las 10am con café y pastelitos calientes. Y nos pusimos a trabajar en eso. Al mediodía llamé a Fran para que pasara por mí. Tenía que ir al atelier de Cayetano
por unas muestras y también almorzaría con Lucero, quería ofrecerle el puesto de curadora conmigo. De vuelta a casa pasé por una tienda de ropa de niños y no pude
contenerme. Compré un pequeño conjunto de bebé en celeste y otro en rosa, aún era muy pronto para saber el sexo, así que debía tener ambos. Cuando llegué a casa se
lo enseñé a Dan, y se le llenaron los ojos de emoción mientras ponía el pequeño conjunto sobre mi vientre.
Dormimos abrazados como de costumbre, y Dan se dormía acariciando mi vientre tiernamente.
Ya tenía 12 semanas de embarazo y las cosas estaban cada vez mejor, ya me sentía bien por completo, aunque mi cintura comenzaba a molestarme. Llamé a la Dra.
Torres para preguntarle si podía hacer algún tipo de actividad y me dijo que sí, podía hacer yoga o pilates para embarazadas, opté por el yoga y me inscribí en una clase
cerca de nuestra casa. Comencé a ir cada día y me sentía mucho más aliviada por el ejercicio. Luego de la ducha volvía al trabajo. Esa tarde del 20 de enero, Daniel me
llamó y fuimos hasta la galería. Ni bien abrí la puerta quedé boca abierta. M i primo había hecho un trabajo maravilloso, la galería estaba lista, lucía espectacular. Los
pisos de madera oscura hacían un perfecto contraste con las paredes perladas, la iluminación era justa y estaba bien dirigida. Las enormes columnas griegas delimitaban
un pequeño escenario. Los techos eran altísimos y abovedados. Al fondo se veía el precioso recibidor de madera oscura con letras en plata “ Miller Art” al costado de él,
al otro extremo las puertas que llevaban al área de servicios. En medio de ambos, puertas dobles de vidrio esmerilado volvían a repetir el nombre de la galería. Detrás de
él se abría a una zona de trabajo. Primero estaba el atelier y depósito del lado derecho de la enorme habitación, a la izquierda un escritorio, ese sería el lugar de Sergio, y
como una pecera esmerilada desde el piso hasta la mitad superior, estaba mi oficina, enfrente del lado izquierdo un set de fotografía amplio.
-¡Daniel! Lo conseguíste, es justo como lo imaginaba. M uchísimas gracias.
-¿Te gusta?
-¿Gustarme? Lo amo completamente.
-¡Que alegría Alex! Trabajé mucho para que quede como lo soñabas.
-No tengo dudas. Has hecho un trabajo espectacular.
M e entregó las llaves, y yo le di el último cheque. Nos montamos en el auto y volvimos a casa.
Fran aparcó en el estacionamiento del edificio y nos encaminamos hacia el ascensor.
-Nos espera mucho trabajo Fran.- bromeé con él mientras esperábamos que llegue.
-Ha quedado precioso Señorita Lexy. La felicito.
Sentí un golpe seco y cuando miré a Fran, se tomaba la cabeza y caía al suelo. M i sangre se heló.
-¡Fran!.- grité, tratando de amortiguar su caída, pero no pude sostenerlo. Alguien me cogió del brazo. Levanté el rostro y fue entonces cuando la vi. Sabrina estaba
allí, vestida absolutamente de negro y con una capucha.
-Ven aquí zorra.- gruñó mientras me jalaba del brazo.
-Suéltame maldita, ¿Qué diablos crees que haces?.- intenté coger mi móvil del bolso y entonces sentí algo frio apoyarse en mi vientre, miré en su dirección y vi que
llevaba un arma y apuntaba directamente sobre mi barriga.
-No llamarás a nadie, llegó el momento de pagar todo lo que me has hecho.
-Yo no te he hecho nada. Déjame llamar a un médico, está muy mal herido.
-¡Cállate! M étete al ascensor.- me empujó y me metió dentro sin dejar de apuntarme M arcó el último piso. Debía pensar rápido Dante estaba en casa y no sabía lo
que ésta loca tramaba o si sería capaz de hacerle daño, o a mi hijo. Cubrí mi vientre con ambas manos en un débil intento por protegerlo.
-Vete Sabrina, no empeores las cosas.
-No me iré a ningún lado, tú me has quitado todo lo que era mío. Y lo pagarás.
-No seas estúpida, no te he quitado nada. Déjanos en paz.
Su mano libre voló a mi rostro y me dio un buen puñetazo en la cara. Sentí el sabor de la sangre en mi paladar, me envaré de inmediato dispuesta a devolvérselo.
-¡Quieta o te mataré! dudo que tu hijo sobreviva si te disparo ¿No?.- me quedé estática, dura como una piedra, sabía que estaba embarazada… ¡maldición! Grité en
mi interior. Las puertas se abrieron.
-No entrarás. ¿Quieres lastimarme? Bien, hazlo aquí maldita. No dejaré que dañes a Dante.
-Cierra la boca y entra. No temas, te mataré de todas formas, pero de ti depende si Dante vive o muere, así que mejor abre.
No podía entrar, no quería que mi adonis salga lastimado. Debía ganar algo de tiempo.
-¡Anda!.- dijo empujándome. Entramos y de inmediato Xander corrió a recibirme, cuando ella lo vio se metió en el despacho de Dan y cerró la puerta con llave
detrás nuestro. Dan miraba unos papeles y no notó que yo venía acompañada.
-Hola cariño ¿Qué tal tu día?.- preguntó y cuando levantó la vista su cara de desfiguró.
-Lo siento Dan…- afirmé entre lágrimas.
-¡Sabrina! ¿Qué diablos haces? Suelta a mi mujer ya mismo!.- dijo en voz de grito.
-Hola mi amor. ¿M e extrañas?.- respondió ella sarcástica. M i adonis saltó de la silla y como una fiera se acercó rápidamente a ella. Pero ella me tomó del cuello y se
puso atrás de mí, su arma aún apoyada sobre mi vientre.
-Te mataré maldita. No tienes idea de lo que estás haciendo.- gruñó entre dientes.
-¡Quieto o la mato! Tú eliges mi amor.- contestó sonriendo mientras apretaba más su arma.
Los ladridos y rasguños de Xander se escuchaban en toda la habitación. M i cerebro no podía pensar con claridad. M e esforcé por usar la cabeza para tratar de salir
de la situación.
-¿Qué quieres Sabrina?.- traté de fingir tranquilidad.
-Quiero lo que me robaste. Ésta es mi vida, no la tuya. M e quitaste todo y yo te haré lo mismo.
-Sabrina por favor, piensa lo que estás haciendo ¿Cómo estaremos juntos si vas a la cárcel?.- interrumpió Dante en tono seductor.
-No intentes jugar conmigo Dante. Ya es tarde. Tú rompiste mi corazón y yo romperé el tuyo.
M e empujó contra él bruscamente, Dan me agarró en el aire y se colocó delante de mí, entre ella y yo. Ahora nos apuntaba a ambos.
-Yo te amaba, te di todo de mí. Y tú la elegiste a ella. Siempre era ella.- chilló mientras sofocaba un sollozo.
-Eso no es verdad, jamás te prometí nada, siempre fui claro contigo.
-¡Cállate! No quiero escucharte más. Si tanto la amas, espero que estés dispuesto a dar tu vida por ella.- dijo entre lágrimas. M i corazón se detuvo e instintivamente
traté de protegerlo, me escabullí por debajo de su brazo para correrlo del camino. La puerta se abrió de golpe y Xander entró como una fiera endemoniada, gruñendo y
babeando, se abalanzó sobre ella y su arma se disparó. Dante le quitó el arma mientras ella peleaba con Xander, que se aferraba a su cuello como un puma. Félix entró y
corrió a Xander y la inmovilizó en el suelo.
Un líquido caliente comenzó a correr por mi cuerpo. Y de repente sentí un dolor inmenso en mi vientre, miré hacia abajo y vi como la sangre brotaba de mi costado
izquierdo a borbotones. Llevé mis manos a la herida tratando de contener la sangre.
-Dan… -suspiré, las lágrimas corrían por mi cara y me nublaban la vista, el mundo comenzó a girar y me sentí muy cansada. M is rodillas se aflojaron y perdí todas
mis fuerzas. Vi la cara de horror de Dante cuando vio la escena. Corrió hasta mí y me agarró en el aire mientras caía al suelo.
-¡No!.- gritó desesperado. M e recostó sobre su regazo y puso sus manos junto a las mías para detener la hemorragia.- ¡Félix una ambulancia!.- dijo en un grito de
horror.
-Fran… está herido.- susurré en un hilo de voz.
-No hables cariño. Tranquila, todo estará bien, te lo prometo.
-Lo siento… tanto…- mis fuerzas comenzaban a ceder, mis parpados pesaban y mi cuerpo temblaba de frio.
-No Lex, quédate conmigo nena. No me dejes. Abre esos hermosos ojos… por favor Lex.- suplicaba entre lágrimas. M e partía el corazón escuchar su voz así, oír la
desesperación y la pena de esa boca, me desgarraba.
-Por favor cariño… vuelve a mí.- realmente lo intenté. Treté de mantener los ojos abiertos, pero me resultó imposible. Como si fuera una fuerza de la naturaleza, un
abismo negro se apoderaba de mí, me arrastraba y no podía escapar. Todo se volvió negro y de repente… el silencio…
-¡Alexandra, abre los ojos! Despierta nena… aquí estoy, no me dejes. No sé vivir sin ti cariño. Eres mi vida, eres la luz de mis ojos Lex. No puedes abandonarme.
¿M e amas? Si me amas, vuelve a mí nena. O moriré de tristeza. ¡Abre los ojos cariño! ¡Es una condenada orden Alexandra!.- la voz de Dan se hacía más y más fuerte.
Sentí sus labios sobre los míos, cálidos, dulces, llenos de amor. Su mano acarició mi cabello suavemente.
-Por favor Lex. Vuelve a mi nena.- volvió a implorar sobre mi boca.
-Dan…- murmuré y lentamente mis parpados se abrieron. Sus ojos rojos fue lo primero que vi, cuando mi vista se aclaró. Lucía fatal, parecía llevar semanas llorando
y sin dormir.
-¡Amor! Gracias cariño. Gracias por volver. Te amo Lex, te amo más que a mi vida nena.- se tiró encima mío para abrazarme y solté un quejido.- Lo siento cariño.
-¿Qué pasó?.- la garganta me ardía, sentía como si tuviera una lija atravesada en ella. Todo el cuerpo lo sentía entumecido.
-¿No lo recuerdas?.- preguntó confundido. Las imágenes volvieron a mí como una ráfaga. Sabrina, el arma, Xander, la sangre. Traté de mover la mano y
pausadamente comenzó a responder. La llevé a mi vientre.
-M i bebé…- mi vientre estaba plano. Las lágrimas se volcaron de mis ojos y me costó mucho respirar. Dan llamó a la enfermera.
-Lex por favor, cálmate.- me pedía Dante mientras me sujetaba el rostro. No podía parar los sollozos.
-La sedaré.- dijo una voz de mujer y el silencio y la calma volvieron a apoderarse de mí.
Cuando fui capaz de volver a abrir los ojos, miré alrededor. Estaba oscuro. Solo se escuchaban ruidos de máquinas. Dante estaba sentado a mi lado en un sillón,
tomaba su rostro con ambas manos.
-Dan…- lo llamé mientras extendía mi mano para alcanzarlo. Soltó su rostro y aferró mi mano.
-Aquí estoy cariño.
-No quiero que me vuelvan a dormir. Promételo.- pedí entre murmullos.
-Es que te has puesto muy nerviosa cariño. Era necesario.
-Bien, ya estoy bien.
-¿Sientes dolor?
-No, solo entumecimiento. ¿Cuánto llevo aquí?.
-Casi un mes.
-¿Un mes? Pero qué demonios…
-La bala destrozó tu bazo. Perdiste mucha sangre. Y tu cerebro no tuvo oxigeno por un rato.
-¿Y el bebé?.
-Lo siento cariño. No pudieron hacer nada.- las lágrimas volvían a caer por mi rostro, pero de manera más tranquila esta vez. Sabía que si volvía a enloquecerme me
dormirían y necesitaba saber que paso.
-¿Sabrina?.
-M uerta, esa maldita. Espero que se esté pudriendo en el infierno.
-Que lástima… la muerte es fácil, hubiera preferido que sufra toda la eternidad.- la rabia se apoderó de mí.
-No pienses en ella, no merece ni un segundo.
-¿Xander está bien? ¿Félix? ¿Y Fran?.- miles de preguntas se abarrotaban en mi cabeza.
-Xander está perfecto, te extraña, por supuesto. Pero la bestia se encargó de Sabrina por sí solo.
-Vaya… mi pequeño héroe.
-Félix está bien, no le pasó nada. Y Fran despertó hace una semana, tuvo una fractura de cráneo y ahora se recupera. Vino a verte hace dos días.
-M e alegro que este bien, no podría perdonarme que algo le pasara por mi culpa.
-¿Tú culpa? Tú no tienes nada que ver en todo esto Lex. Lo que pasó, jamás me lo perdonaré y tendré que aprender a vivir con eso. Todo pasó por mí. Si yo no
hubiera…
-Cállate Dante. No quiero volverte a escuchar decir algo así. No le quitarás culpa a esa maldita. Ésto fue producto de la enferma de Sabrina, tú no tienes nada que
ver.- interrumpí su monólogo.
-Lo siento nena. No sé si puedas perdonarme…
-¡Suficiente Dante Navarro! No tengo nada que perdonarte. No quiero volver a escuchar semejante estupidez.
-Bien, tranquila cariño. Todos están aquí ¿Quieres verlos?
-No, no quiero ver a nadie.
-De acuerdo nena, como tú quieras.
M e giré y le di la espalda, sentía una enorme tristeza. Jamás pensé que iba a llegar el día en que me convierta en madre, pero desde que había escuchado el corazón
de mi bebé, no podía imaginar la vida sin él. Y ahora ya no estaba. M e sentía vacía. Abracé mis rodillas en mi pecho y comencé a llorar. No me gustaba llorar delante de
nadie, ni siquiera de Dan. Sentí que la cama se hundía y sus fuertes manos me abrazaron, me pegó a su pecho y no dijo nada. Solo se quedó en silencio, conteniéndome,
como lo hacía siempre.
Al rato el médico entró. M e revisó y me explicó lo que había pasado. Y que debieron extirpar mi bazo, no estaba muy preocupado por eso, me dijo que podía tener
una vida normal y que alimentándome saludablemente no tendría ningún problema. Lo que más le preocupaba era la falta de oxígeno al cerebro y quería estar tranquilo
de que no haya afectado ninguna función, por lo que me hizo una cantidad de pruebas neurológicas interminables. Por suerte todo parecía estar normal. M e mandó a
hacer rehabilitación para los músculos. Y en unos días podía irme. Indicó que ya podía comer y controló mis medicamentos y se fue.
Intenté levantarme, pero sentía las piernas como gelatina. Dan me cargó hasta el baño. M e sentía una completa inútil. Siempre fui una pésima enferma, odiaba los
hospitales y más, estar internada.
-Déjame ocuparme de ti Lex.
-Odio estar aquí.
-Lo sé nena. Pero debes hacer caso a los médicos, recuperarte pronto y así poder llevarte a casa.
-Trataré de ser lo más cooperativa posible. Pero no prometo nada.
Volvió a llevarme a la cama. M i madre estaba parada al lado de la puerta. Cuando Dan me recostó, mi madre con ojos llorosos me abrazó con cariño.
-¿Cómo te sientes cielo?.- preguntó dulcemente.
-Cansada.
-No sabes lo que sufrí Alex.- sus lágrimas caían sin control y traté de tranquilizarla.
-Tranquila mamá, estoy bien.
-Lamento tanto que hayas tenido que pasar por todo esto…
-Estaré bien, no te preocupes.
Poco a poco fueron entrando todos, Thomas fue el primero, mis hermanos, amigos, todo el mundo estaba allí. M e esforcé por regalarles una sonrisa y fingir que
todo estaba bien, pero la realidad era que internamente, me sentía destrozada, vacía. Todos los pedazos que Dan había unido, estaban dispersos. Volvía al principio. No
prestaba mucha atención a lo que hablaban a mí alrededor, estaba inmersa en mi mente.
-Deja de pensar tanto. Concéntrate en lo que pasa a tu alrededor.- me decía Tomy al oído mientras me pasaba una mano por el cuello. Le sonreí, me conocía tan bien
que estaba segura que podía saber lo que estaba pensando. Besó mi frente y me apretó el hombro con cariño. M e corrí y le dejé un lugar a mi lado. M i primo siempre
me ayudaba a apagar mi cabeza. Un rato después la enfermera entró con la bandeja de comida y todos se fueron a descansar. Excepto Dan, por supuesto. Incluso
convencí a mi madre, pero no pude con mi adonis. No tenía hambre, siquiera podía pensar en comer. Lo dejé a un costado y me recosté.
-No Lex, debes alimentarte, vamos.- me regañó Dante mientras levantaba mi cama.
-No tengo hambre.
-Haz un esfuerzo, por mi nena.- destapó la bandeja y comenzó a alimentarme como si fuera un bebé. No pude terminar todo el plato, pero no me quedó más
remedio que comer un poco.
-¿Satisfecho?
-Algo. Ahora si puedes descansar.- me arropó y se recostó a mi lado. Apoyé mi cabeza sobre su pecho y cerré los ojos, comencé a cantar para mi interior, tratando
de acallar la vertiente de pensamientos y eventualmente me dormí.
La ronda de médicos comenzó temprano, luego de que me revisaran se fueron.
-¿Quieres tomar un baño?.- preguntó Dan
-Sí, me vendría genial.- quería hacerlo desde el día anterior, pero me sentía tan débil, que estaba segura que no podría levantar los brazos. Dan llamó a la enfermera
para que me cierre los medicamentos. Y me cargó hasta el baño. M e dejó en el suelo y comenzó a desvestirme. Por primera vez veía la marca que me dejo la herida y mi
plano abdomen. M is ojos ardieron, pero frené mi reacción. Dante llenó la bañera y me metió en ella.
-Yo me encargaré de ti nena.- dijo con una dulce sonrisa. No tenía ninguna objeción, mi ánimo estaba por el suelo y el simple hecho de bañarme me resultaba
desgastante. Lavó mi cabello con cuidado y luego enjabonó mi cuerpo y me enjuagó. Cuando terminó se giró a buscar las toallas. M e abracé a mis rodillas y no pude
contener las lágrimas.
-Tranquila cariño. Todo estará bien, te lo prometo. Saldremos adelante Lex.
-Lo siento. Intento controlarme… pero.
-No te disculpes y no escondas cómo te sientes. Yo estoy aquí para acompañarte. Si quieres llorar, hazlo.
-Si comienzo no podré parar.
-No te escondas cariño.- me levantó y me abrazó con la toalla, sosteniéndome en su pecho. M e sentía una pequeña y frágil niña en sus brazos. Besó mi frente por
unos segundos.
-No te pregunté como lo llevas tú.
-Cómo puedo Lex. Estaba muy preocupado por ti. Por supuesto que también por el bebé, pero no podía perderte, no a ti. Te prometo que tendremos todos los
hijos que quieras.
-No quiero hablar de bebés ahora.
-Lo que tú quieras, siempre.
La fisioterapeuta vino antes del mediodía y me hizo hacer unos ejercicios, dijo que pronto recuperaría la fuerza, puesto que el cuerpo tiene memoria. Por la tarde, mi
madre, mi hermana y Tomy volvieron, con flores, chocolates y un absurdo y tierno perro de peluche. M ás tarde mi suegro apareció con un hermoso arreglo floral y la
más tierna sonrisa. Conseguí que llevase a Dan a casa a tomar un baño y descansar. Thomas le prometió que no se iría hasta que él vuelva. Un rato después nos
quedamos solos.
-Bien, a mí no me vendas esa fachada de superwoman. Dime, ¿Cómo te sientes?.- preguntaba mi primo mientras tomábamos un té.
-Hecha un desastre. Destrozada, vacía, inútil… ¿Sigo?
-Lo que pasó, fue espantoso y no lo merecían. Pero estas viva y Dante también. Ambos son jóvenes y sanos, tendrán una hermosa familia.
-Ya no sé si quiero eso Tomy.
-¿A qué te refieres?
-Amé a ese pequeño muffin apenas escuché su acelerado corazón. Lo cuidé, traté de protegerlo, lo imaginé cada día. Y de repente, me lo quitaron. No quiero seguir
escuchando que ya tendré otros hijos. Jamás tendré éste hijo.
-Tienes razón preciosa, lo siento. Pero la vida continúa. Recuerda lo que sentiste cuando perdiste a M ax, o al tío. Al principio, sientes que no puedes respirar, luego
aprendes a vivir con eso.
-Lo sé, pero esto es distinto. Él era mío, un pedacito mío y de Dan, crecía en mi vientre y cuándo me desperté, ya no estaba. Ni siquiera pude decirle adiós.
-Nada te impide despedirte. Tú crees en cosas que jamás entenderé. Pero también tienes esa extraña idea de que nos convertimos en energía. Así que si es así. Nada
te impide despedirte de tu hijo.
-Es cierto. Necesito hacerlo.
-Debo preguntar. ¿Sientes la necesidad de apagar el dolor?
-Nada en el mundo me gustaría más. Pero me prometí a mí misma que no volvería a caer y jamás me fallé.
-Cuando te recuperes deberías volver a Narcóticos Anónimos.
-Lo sé. También quisiera ver a la Dra. Aguilar. No quiero deprimirme y cometer un error.
-Bien, no te preocupes yo lo arreglaré.
-Gracias cielo.
Cuando Dan volvió se veía mucho mejor, aunque en sus ojos se podía ver una enorme tristeza. Le regalé la mejor sonrisa que pude encontrar. Cenamos juntos, ésta
vez comí por mí misma y luego nos dormimos abrazados.
El día siguiente, después de la ronda médica, el doctor me avisó que mi ginecóloga me vendría a ver, y si ella estaba de acuerdo me podía ir a casa. Y así fue, después
de la fisioterapia, la Dra. Torres vino a verme. Habló conmigo sobre la pérdida del bebé, me dijo que no había nada que yo hubiera podido hacer para evitarlo. También
me recomendó que espere unos meses si quería volver a embarazarme, no estaba en mis planes más inmediatos así que no tendría problemas, por el resto, me dijo que
todo estaba bien y no había ninguna secuela. Le pedí que me recetara otra vez la píldora y lo hizo. Dan me miró con tristeza. Acordó que podía irme, así que mi madre
me ayudó a vestirme, recogimos las cosas y nos fuimos a casa.
Dan era mi apoyo para poder caminar con normalidad, cargaba el peso de mi cuerpo con su brazo alrededor de mi cintura. Ni bien se abrió la puerta mi héroe vino a
recibirme con todo su amor. M e arrodillé en el piso y me abracé a su cuello. Llorisqueaba en mi oído intercalando lamidas eufóricas. No pude controlarme y me largué a
llorar con verdadera angustia. Todos se encontraban en la sala, y me sentía fatal porque me vean así, pero el contacto con mi amado Xander, me desmoronó por
completo. Dan me levantó en brazos y me llevó hasta la habitación, me agarré fuerte a su cuello y escondí mi rostro en su pecho. Se sentó en la cama, conmigo aún en
brazos y me apretó fuerte a él.
-Te amo Alexandra, siempre lo haré. Eres lo más importante y hermoso que me pasó en la vida.- repetía en mi oído. Pero yo no podía dejar de sollozar. Unos
cuantos minutos después, logré calmarme un poco.
-No quiero ver a nadie, por favor. Ve tú con ellos. Yo me quedaré en cama.- pedí entre sollozos.
-Está bien cariño. Descansa. ¿Quieres que te traiga algo?
-No, gracias.
Se fue y yo me metí en la cama, me tapé hasta la cabeza, Xander vino a hacerme compañía. Nos abrazamos y seguí llorando mientras el besaba mi nariz.
-Gracias por cuidar de mí, pequeño. Te amo ¿Lo sabes no?.- lo miré a los ojos y recibí una lamida en respuesta. No pude evitar sonreírle.
M is días se volvieron oscuros, no tenía ni el ánimo ni las ganas de levantarme de la cama. El mundo había pasado de ser un lugar lleno de colores a un espantoso gris.
Sentí que me hundía en un abismo y cada vez me costaba más y más salir. Solo me levantaba para recibir a la terapeuta física y para ducharme, por el resto me la pasaba
en la cama, con la vista perdida en la televisión o leyendo algún libro. Podía ver la preocupación en el rostro de Dan, pero en ningún momento dijo nada. Es como si
estuviera esperando que mágicamente se me pase el dolor. Pero la realidad es que no quería salir a la calle, porque temía volver a mis viejos hábitos. Y no me sentía lo
suficientemente fuerte como para negarle a mi cuerpo lo que me pedía. Dante comenzó a trabajar desde la casa, y no pude entrar a la oficina ni una sola vez. Llegaba
hasta la puerta y no conseguía dar un paso adelante.
M i madre se quedó una semana con nosotros y debió volver a Oviedo para ayudar a mi cuñada con el bebé. M e pidió que vaya con ella, que me tome unos días,
pero creí que estar en la casona me haría mucho peor. Sobre todo no soportaría estar lejos de él. Ari y Caty venían a verme todos los días y Thomas por poco se instala
en nuestro piso. Incluso Fran vino a visitarme. Al verlo le di un fuerte y cálido abrazo.
-Cuánto siento lo que has pasado Fran.
-No se preocupe por mi Señorita Lexy. Yo lo lamento. Lamento no haberla podido cuidar como debía.
-No fue tu culpa Fran. ¿Cómo te encuentras?
-Bastante mejor Señorita. Pronto podré volver al trabajo.
-No te preocupes por eso, siempre tendrás tu trabajo aquí.
Los días se volvieron semanas, y no había nada que alguien pudiera hacer para hacerme sentir mejor. Finalmente Dante se cansó.
-¡Suficiente! Esperé pacientemente, te di espacio para que puedas hacer tu luto. Pero cada vez estás peor Alexandra.
-Déjame en paz Dante…
-¡Y una mierda! ¡Levántate ya mismo!
-¡No! Déjame tranquila.
-¡Levanta tu trasero de esa cama!.- levantó el cobertor me agarró de un brazo y me cargó sobre su hombro. M e llevó así hasta el baño, abrió la ducha y me metió en
ella con ropa y todo. El agua estaba helada y comencé a temblar.
-¡Serás capullo Dante! Suéltame.
-No iras a ningún lado, se acabó Alexandra. Esto se termina hoy. Quiero a mi mujer de vuelta.
-¡Déjame! No seas imbécil.- traté de zafarme de sus manos, le di un cachetazo en la cara, y él ni se inmutó, volví a darle otra bofetada, y otra. Golpeé su pecho con
mis puños. Estaba muy cabreada, una ira enorme salía de mí. Lloré de rabia.
-¡Eres un maldito! ¡Déjame en paz! ¿Por qué me haces esto?.- preguntaba a los gritos.
-Por qué te amo y te necesito.- cuando sentí que había sacado todos esos sentimientos de mí, me detuve, apoyé mi frente en su pecho y comencé a respirar
profundo, dando grandes bocanadas de aire. Hasta que finalmente me calmé. Entonces él soltó mis brazos y me abrazó con fuerzas. Como si quisiera volver a unir todos
esos pedazos en mí. Inhalé su aroma por primera vez desde ese fatídico día y la calma me abordó. M e abracé tan fuerte a su cintura como pude.
-Perdóname cariño…- supliqué fuerte y claro.
-No tengo nada que perdonarte, solo regresa a mi nena.- no había espacio físico entre nosotros, sin embargo me sentía tan lejos de él. Cerré los ojos y sentí su piel
contra la mía, aún llevábamos la ropa puesta, pero ésta desaparecía ante nuestra cercanía.
-Te amo Dan, ni por un segundo dudes de cuánto te amo.
-Lo sé cariño. Y yo te amo a ti. Tranquila, todo estará bien.
M e bañó lentamente, me secó y me vistió, luego me llevó al comedor. Ambos nos sentamos a la mesa y cenamos juntos como lo habíamos hecho por tanto tiempo,
y como no lo habíamos hecho en casi dos meses. Lo que hizo, me hizo reaccionar, es como si me hubiera despertado de un letargo. Lo necesitaba, necesitaba terminar
con esto, pero sabía que sería difícil.
-Volveré a ver a la Dra. Aguilar. Si te parece bien.- anuncié mientras comíamos.
-Es una gran idea. Ella podría ayudarte a dejar todo esto atrás.
-Sí, además… lo necesito. También voy a volver a N.A.
-Lo que necesites cariño. Yo estaré contigo.
-Sé que lo harás, pero necesito hacerlo sola. Esto es algo que solo yo puedo solucionar.
-¿Estás segura?
-Sí. Gracias por hacerme reaccionar. Lo necesitaba.
-Fue la desesperación cariño. Ya no sé qué hacer.
-M ejoraré, lo prometo.
Luego de cenar, fuimos a la sala a ver una película. No presté atención, Dan me tenía en sus brazos, acostada sobre él, acariciaba mi espalda suavemente. Yo solo
podía pensar en cuánto necesitaba volver a sentirme yo misma. Dejar todo esto atrás y volver a empezar. Sabía que podría hacerlo, después de todo no era la primera
vez que me tocaba lidiar con una enorme pérdida. Y si bien, nada se comparaba a perder a mi bebé, debería aprender a vivir con ello. No solo por mí, más que nada por
el maravilloso hombre que tenía a mi lado.
A la mañana siguiente, me levanté de la cama yo sola. M e di un baño y mientras secaba mi cabello Dan entró.
-M e alegra mucho verte de pie nena, te ves mejor.
-Gracias cariño. Te prometí que mejoraría y eso haré.- besó mi hombro y se metió a la ducha. M arzo estaba comenzando y los días de frio intenso quedaban atrás.
Busqué un vestido gris ajustado con botones en todo el frente y tenía una especie de remera abajo en negro, me puse los zapatos de tacón negros. M e maquillé suave y
dejé mi cabello suelto. Se sentía raro volver a vestirme como alguien normal. Tomé mi bolso y una chaqueta y fui a la cocina.
-Buenos días cielo.- me saludó cariñosamente M arga cuando entré.
-Buenos días M arga.
-Es bueno tenerla de vuelta.
-Gracias.
-Le prepararé algo delicioso para el desayuno. ¿Panqueques?
-M is favoritos.- sonreí. M i adonis entró con su elegante y seguro andar. Llevaba un precioso traje de tres piezas azul marino, camisa blanca con rayas azules y
corbata azul. Estaba casi idéntico al día que nos conocimos. Una sonrisa nostálgica se asomó en mi rostro.
-¿Qué planes tienes para hoy Lex?
-Iré a la galería y luego veré si la Dra. Aguilar me puede ver. Tengo toneladas de cosas que hacer.
-Tómalo con calma nena.
-Prometido. ¿Volverás a la empresa?
-Sí, a menos que quieras que vaya contigo.
-No, está bien, ve a trabajar. Yo haré lo mismo. Te llamaré cualquier cosa.- por primera vez Dan no metía las narices detrás del periódico. Por el contrario, estaba
conversador y con sus ojos atentos en mí.
-Perfecto.
-¿Fran ha vuelto a trabajar?.
-Aún no, le dije que se tomara una licencia.
-Eso está bien. Aunque supongo que ya no lo necesitamos como mi sombra.
-Lex…
-Se razonable. No lo dejes sin trabajo, pero que se encargue de otra cosa. El peligro pasó ¿No?.
-Supongo que tienes razón. Veré donde puedo mandarlo.
-Gracias cariño. M e voy. Te veré a la noche.- besé sus labios y me fui. De camino a la puerta me encontré con Félix que volvía de pasear a Xander.
-M e alegra verla bien Señorita.
-Gracias Félix. ¿Se portó bien?
-Como siempre.
-Adiós pequeño. Compórtate.- me despedí de él acariciando su cabeza.
Las puertas del ascensor se abrieron en el garaje y mi corazón se detuvo. La imagen de Fran en el suelo bañado en sangre y la cara de psicópata de Sabrina me tomó
por sorpresa y comencé a hiperventilar. M e sujeté de la pared y respiré profundamente una y otra vez. <<Tú puedes con esto, no seas cobarde>> me regañé a mí
misma. Inspiré hondo y me llené de valor. No le daría la satisfacción a esa maldita de acabar con mi vida. M e monté al auto, prendí el estéreo y busqué por una canción
que levantara mi ánimo. Snow de Red Hot Chili Peppers comenzó a sonar, subí el volúmen, abroché mi cinturón y salí del edificio camino a mi antiguo piso.
Ni bien entré me dediqué a meter todas las cosas en cajas, las cámaras, luces, fotografías, etc. Llamé a Sergio y le pedí que se reuniera conmigo allí. Llegó a los 20
minutos con capuchinos y bollitos de canela. Se alegró mucho al verme y yo también. Charlamos y me puso al día de la cantidad de solicitudes de artistas que teníamos.
Ocupé mi cabeza con trabajo. M ientras él cargaba las cajas en mi auto, llamé a la Dra. Aguilar para ver si podía pasar a verla y me dio una cita para las 5pm. Cuando
terminamos de cargar las cosas nos fuimos a la galería. Dejamos todo en la parte trasera.
-Necesitamos un decorador.- afirmé mirando el enorme espacio vacío frente a nosotros.
-Ya lo creo.
-¿Conoces a alguien?
-Veré que encuentro. No te preocupes.
-Lo antes posible ¿Vale? Quiero abrir la galería cuánto antes.
-Vale. M añana mismo te traeré a alguien.
M andé a Sergio a comprar cosas para limpiar. Volvió al rato cargando varias bolsas. Y nos pusimos de lleno a dejar el lugar reluciente. Almorzamos un sándwich ahí
mismo y cuando dieron las 4:30pm me fui a mi cita con la psicóloga.
Llegué a su consultorio 15 minutos antes, no había notado lo cerca que quedaba de allí. Ojeaba una revista mientras esperaba mi turno.
“La protagonista de “Una pasión sin fin” Sabrina Oviedo, muere tras el intento de homicidio de la prestigiosa fotógrafa Alexandra Miller.”
La furia creció a pasos agigantados en mí. La nota era extensa, hablaba de sus previos ataques hacia Dante y también contra mí. Y contaba con lujo de detalle su
intromisión en nuestra casa y como Xander terminó con su vida. Incluso informaba de la perdida de mi embarazo. No podía creerlo.
-Lexy, éntra.- mi terapeuta me llamaba con su cantarina voz. Dejé la revista bruscamente sobre la mesa baja y entré a su consultorio.
-Hace mucho que no te veía Lexy. ¿Cómo te encuentras?
-No muy bien Paula. ¿Te enteraste lo que pasó?.
-Lo vi en las noticias. Lo lamento mucho.
-Gracias. Fue duro.
-Cuéntame.
Comencé a hablar de todo lo que había pasado antes, durante y después de esa fatídica noche.
-¿A qué le temes?.- preguntó finalmente
-No lo sé, siento que la muerte me sigue, que cada vez que estoy feliz y satisfecha, algo espantoso pasa y todo se viene abajo.
-La muerte es parte de la vida Lexy. Es el orden natural de las cosas.
-¿Qué hay de natural en la muerte de mi bebé?
-Eso fue fatídico e injusto. Pero debes recordar que eres una mujer fuerte. Y que podrás con la pena.
-Siento la enorme necesidad de apagar el dolor.
-Las drogas solo son un escape. Cuándo el efecto pase, todo seguirá ahí.
-Lo sé.
-¿Has pensado en hacer un viaje? Un poco de distracción podría ayudarte a aligerar tu cabeza.
-No lo sé Paula. No confió en mi misma, no puedo estar sola ahora.
-Ve con Dante, o con amigas, incluso quizás Thomas.
-Lo pensaré.
Hablamos por un buen rato, estuve dos horas con ella. Y salí sintiéndome algo más aliviada. Siempre me ayudaba, no sentía que me juzgaba y sus consejos siempre
eran beneficiosos, además podía hablar sin miedo a que se sienta mal o culpable. Algo que no podía hacer con Dante, al menos, no ahora. Necesitaba darle un cierre a
toda la situación. Los tatuajes para mí, representaban momentos definitivos en mi vida. Así que fui a ver a mi tatuador. Elegí unas pequeñas alas junto a una frase “ Mi
pequeño ángel guardián” y me la tatué en la cara interna de mi bíceps izquierdo, del lado del corazón. Al terminar me fui directo a casa.
-Hola pequeño. ¿M e extrañaste?.- observé cariñosamente a Xander cuando vino a recibirme. Dan aún no llegaba así que saqué a pasear a mi héroe. Dimos una larga
caminata por los alrededores y cuando volvía a casa pasé por el mercado a comprar algunas cosas, hoy cocinaría yo. Dejé a Xander, me lavé las manos y me puse manos
a la obra. M arga entró a la cocina y sonrió cuando me vio cocinar. Yo me ocuparía así que la mande a descasar. M e serví una copa de Chardonnay helado y comencé a
preparar un exquisito pollo mandarín con arroz al coco.
Escuché a Xander ladrar de alegría y supe que Dan había llegado.
-Hola cariño. ¿Cómo te encuentras?.- preguntó mientras me besaba en los labios.
-Bastante bien.
-Huele delicioso.
-Espera a probarlo. ¿Qué tal tu día?
-M uy bien y ¿El tuyo?.
-Bien, llevé todas las cosas de mi antiguo piso a la galería y luego fui a ver a la terapeuta.
-M e alegro mucho, nena. Has tenido un día ocupado, por lo que veo.
-Bastante, me hizo bien despejar la mente. Paula cree que hacer un pequeño viaje me haría bien. ¿Qué opinas?.
-M e encanta la idea. ¿Solo tú y yo?
-Sí. Pero tengo tantas cosas atrasadas que no creo que me sea posible hasta las vacaciones de verano.
-Bien, planearemos un viaje para entonces. ¿Dónde quieres ir?
-Sorpréndeme Navarro.
La cena estuvo más que bien, por fin volvíamos a ser un poquito nosotros mismos. M etí los platos al lavaplatos y me reuní con Dan en la sala. Estaba mirando el
resúmen deportivo. Y comencé a pensar en el tiempo que hacía que no teníamos sexo. Aún lo deseaba, por supuesto, pero no sabía si estaba lista mentalmente para que
me toque. Probé mi suerte y me fui a la habitación. Rebusqué en el cajón de la lencería erótica y hallé un conjunto que había comprado hacía tiempo. Era un corsé de
encaje rojo, con portaligas y medias. M e lo puse. Removí un poco mi pelo salvajemente suelto y me puse labial carmín en los labios. No habíamos tenido una sesión
BDSM en mucho tiempo y no había notado la necesidad que tenia de una buena descarga de adrenalina. M e arrodillé al pie de la cama, me senté sobre mis talones,
reposé mis manos sobre mis muslos, bajé la cabeza y lo llamé.
-¡Dante!.- grité a viva voz. Al segundo estuvo en la puerta, podía escucharlo, pero no levanté la cabeza. Se detuvo en el umbral y se tomó unos minutos para entrar.
Finalmente dio un paso, cerró la puerta detrás suyo y comenzó a caminar a mi alrededor lentamente. Se detuvo frente a mí, se agachó y con una mano tomó mi mentón
y levantó mi rostro. M e miró con ojos oscuros de lujúria, estaba tan deseoso de retomar nuestra intimidad como yo, pero había sido paciente y me había dado tiempo
para que me reponga. En ese mismo momento, sentí que no podría amarlo más.
-¿Estás segura Lex?.
-Sí Señor, muy segura.
-Bien nena, ¿Cuál es tu palabra de seguridad?.- preguntó con voz seductora.
-ROM A Señor.
-Si quieres que me detenga, úsala.
Besó suavemente mis labios y pasó su lengua por el contorno de mi boca. Se levantó y desapareció en el vestidor.
La sensual voz de Marilyn Manson en Coma White comenzó a inundar el ambiente y me impedía escuchar sus movimientos. M i cuerpo se tensó ante la expectativa
y la incertidumbre. Un antifazera negro me cegó. Cogió mis brazos y me los colocó a la espalda, el frio metal de las esposas me advirtió que no podría moverlas de allí.
-Te amo nena.- susurró sensualmente en mi oído y un escalofrió me recorrió el cuerpo. Abrí mis labios en un absurdo intento de hacer llegar el aire a mis pulmones.
La delicadeza del cuero tocó mis hombros y recorrió mi espalda, mi trasero, las plantas de los pies. Se sentía tan fino, que no podía hacerme una idea de que
elemento estaba usando ésta vez. Parecía un Dragón Tail. Luego lo sentí en mi cuello, sobre la redondez de mis pechos, acarició mi entrepierna con él y yo jadeé.
Terminó bajando por mis muslos.
Un seco y cortante golpe dio en las plantas de mis pies y me removí involuntariamente ante el dolor. M e agarró por la garganta y bajó mi torso hasta el suelo, mis
mejillas se unieron a la madera al igual que mis hombros. Unos suaves azotes en la cara interna de mis muslos me anunciaron que debía separar más las piernas y así lo
hice. La fina terminación del Dragón Tail me recorrió la espalda y dio fuerte y velozmente en mi nalga. Un grito de dolor escapó de mi garganta. Luego en la otra, su
ritmo era parejo y brutal. Sentí como mi piel se desgarraba tras el toque del fino cuero. Gemía sin control. Apenas si podía respirar, mis pies se levantaron en un intento
por aplacar el ardor. El trasero me quemaba como si estuviera sentada sobre brazas ardientes. El escozor era casi insoportablemente hipnótico. El orgasmo se comenzó a
formar en mi interior. Podía sentirlo en cada célula del cuerpo.
-Voy a correrme Dan.- grité.
-Vamos nena, hazlo, córrete para mi.- no detuvo sus flagelos, por el contrario, aumento la fuerza y la velocidad hasta que mi cuerpo se curvó hacia adentro,
convulsionó y entonces todo se detuvo. Jadeé desesperada por un poco de aire. Sus manos masajearon mis torturadas nalgas con amor y besó mi espalda, bajó el cierre
de mi corsé con los dientes y mis pechos se liberaron, los acarició desde atrás, masajeándolos, sopesándolos. Apretó mis pezones con fuerza y volví a jadear. M oví mi
trasero buscándolo y rápidamente encontré su dura y enorme erección, lista para mí. Una de sus manos se aferró a mi garganta con fuerza y me jaló hacia atrás,
haciéndome arquear aún más. Y empujó su pelvis contra mi trasero con rudeza. Soltó mi garganta, y mientras su mano se entretenía con mi pezón, su otra mano corrió
mi tanga y sus dedos se enterraron en mi húmeda vagina. Gemí de placer al sentirlo y moví mis caderas en busca de más profundidad. Sus dedos comenzaron a moverse
hábilmente dentro de mí, llevándome oleadas de delicioso placer al centro de mi vientre. Extrañaba con locura su contacto y no lo había aceptado hasta éste momento en
que volví a sentirlo mío. Su pulgar se acomodó en mi clítoris y dos de sus dedos entraban y salían de mí con rapidez. Su agitada respiración me cosquillaba en la nuca.
Sus jadeos potenciaban mi excitación y las paredes de mi vagina se contrajeron deliciosamente.
-Córrete para mi nena.- dijo entre gemidos y así lo hice. M e deshice en sus manos, como de costumbre.
-Oh Dan…- respondí en un jadeo.
M e giró violentamente y me levantó levemente desde el cabello, dejándome de rodillas frente a su cremallera. Bajé su cierre con los dientes sin dejar de mirarlo a los
ojos. Abrí la boca y saqué la lengua deseosa de poseerlo. Tomó su miembro y lo colocó cerca de mí. M e lancé desesperada a su encuentro, él se mantuvo estático.
Dejándome el trabajo a mí, me tambaleé al no poder usar mis manos, y entonces me cogió del pelo para darme estabilidad. Albergué su glande entre mis labios y lo
chupé con esmero. M i lengua recorrió toda su extensión y jugó con sus testículos. Tiró de mi pelo y mi cabeza voló hacia atrás y él se metió y salió de mí a su antojo.
Acomodé mi lengua para poder darle más profundidad, y su glande tocó mi campanilla una y otra vez. Luego más adentro, hasta que me cortó la respiración, salió de mí
y luché para que el aire volviera a recorrer mis pulmones. Su ritmo se volvió bestial y mis arcadas lo acompañaron. Su cuerpo tembló y un gruñido ensordecedor salió
desde lo más profundo de su garganta. Se hundió por completo en mi boca y puso su mano libre en mi tráquea y se corrió. Saboreé con gusto su orgasmo mientras corría
a través de mí. M e aferró por los brazos y me levantó del suelo y me tiro, literalmente, sobre la cama, sacó velozmente mi tanga y su rostro desapareció entre mis
piernas. M ordió con fuerza el interior de mis muslos y junté mis rodillas sin querer, un azote a mano limpia aterrizó en mi entrepierna y me hizo arquearme y jadear. Su
lengua limpió la humedad de mi hendidura de arriba abajo. Sus dientes se cerraron sobre mi punto de placer y grité. Empezó a succionar mi clítoris con ímpetu y sentí
enloquecer de placer. M is gemidos se intensificaron a medida que él no despegaba sus labios de mí. De inmediato esa familiar cosquilla se formó en mi espalda y mis
músculos se tensaron.
-Pídeme que me corra.- rogué. Pero él no me hizo caso, no estaba dispuesto a abandonar su tarea.- Por favor… por favor.- volví a rogar.
-Córrete Lex.- dijo finalmente entre dientes y volvió a apresar mi clítoris y el clímax me alcanzó violentamente.
-Gracias cariño…- suspiré, pero no me dio tregua, me giró dejándome boca abajo. Los pequeños espasmos aún se prolongaban en mi entrepierna y muslos. Separó
mis piernas y las flexionó, haciendo que toquen mi trasero, sentí el cuero ajustarse a mis tobillos y luego las unió a las esposas. Agarró mis piernas por las rodillas y se
enterró en mí de una sola embestida. Chillé ante su arrebato. Se aferró a mis pantorrillas y comenzó a follarme violentamente.
-Te extrañe tanto nena…- dijo entre jadeos.
-Yo igual cariño.- respondí en un gemido.
Sus embestidas eran tan fuertes que mi cuerpo acompañaba sus movimientos mientras yo no podía moverme en absoluto.
-Córrete para mi Lex, solo para mí.- ordenó y elevó más la velocidad de sus arremetidas. M i interior se contrajo de inmediato y me corrí con fuerza apretándolo
tanto como podía. Su cuerpo comenzó a temblar y en un gruñido gutural ambos nos corrimos a la vez. M e liberó en cuanto nuestras respiraciones se calmaron, me giró
con dulzura y me arropó entre sus brazos. Lo besé con pasión. Lo necesitaba, necesitaba sentirme suya y sentirlo mío. Esa intimidad, esa pasión entre nosotros. La
misma que siempre amenazaba con consumirnos.
Poco a poco volvimos a la normalidad. Cada cual a su trabajo. Estaba volviéndome loca con la decoración de la galería. Sergio había encontrado un diseñador
maravilloso y muy creativo. Joshua tenia miles de ideas magnificas, pero me preocupaba no excederme en los gastos. Contaba con la herencia de mi padre y los
beneficios de las acciones de la empresa, pero no quería tocar ese dinero. De alguna manera me parecía tramposo, fue la causa de que me alejara de mi familia y me
parecía deshonesto usarlo ahora en mi beneficio. Esa semana retomé mis reuniones en narcóticos anónimos. Ya no me sentía tentada a usar drogas, pero sabía que
siempre estaba latente esa necesidad. También veía a la Dra. Aguilar una vez a la semana. Y cada vez me sentía más fuerte. Volví a las clases de yoga, me ayudaban a
relajarme. El jueves me encontré con las chicas, Ari, Euge, Caty y Sofi. Fuimos a cenar a un restaurante chino y después a bailar. M ientras los hombres jugaban al póker
en casa. El domingo fui a visitar a Tomy y a ver el partido. Todo volvía a ser como antes.
Sergio y yo comenzamos a preparar la exposición de Cayetano. M andamos a hacer la folletería y junto al artista buscamos unos hermosos marcos negros metálicos
para la muestra. Ya teníamos todas las pinturas que se iban a vender. Estaba fascinada con su arte, era tan moderno y atrevido. Dos semanas después de comenzar a
decorar, Joshua finalmente terminó. El lugar resplandecía, muy moderno. Todo en cuero negro, vidrio y metal.
Acordamos que la primera exposición sería la de Cayetano y fue programada para el último sábado del mes de marzo.
El viernes anterior a la apertura de la galería, fue un caos total. Y el stress me estaba desgastando. Llegué a casa tarde en la noche, estaba agotada y hambrienta.
Busqué a Dan y estaba en la cama, aún despierto, esperándome.
-Hola cariño. Siento haber llegado tan tarde.
-No te preocupes nena. ¿Terminaron?
-Sí, ya está todo listo para mañana.- ni siquiera Dan había visto como había quedado la galería. Sería una sorpresa para todos. Se levantó y me acompañó a la cocina,
recalentó la cena y se sentó conmigo mientras me atragantaba con un exquisito pato a la naranja. Luego nos fuimos a la cama y dormí abrazada a su pecho.
El sábado me levanté tarde, cerca de las 10am. Pero realmente necesitaba descansar. Dan no estaba en la cama. Tomé un baño rápido y busqué algo cómodo que usar.
Los días ya estaban mucho más templados. Por lo que un vaquero, una remera y un saco ligero fueron mi elección, mis viejas y queridas zapatillas negras y fui en busca
de mi hombre. Estaba en la oficina haciendo algo en el ordenador.
-Buen día Dan.- saludé desde la puerta, aún no entraba.
-Hola nena. ¿Descansaste?
-Sí, bastante, lo necesitaba.
-Ya lo creo.- respiré hondo y entré. Él me miraba fijo a los ojos. Y su sonrisa me alentó. M e senté en su falda y lo besé con cariño.
-Estaba pensando en ir Al Templo el próximo fin de semana.- confesó
-Suena bien. ¿Alguna idea especial?.
-Sí. ¿Recuerdas a Olivia?
-¿De la empresa? Sí, claro.
-Ella es sumisa. Pero como te dije, es lesbiana. Quisiera que sesione con nosotros.
-Suena interesante.
-¿Te parece atractiva?
-Sí, es bonita, aunque me gustan más las pelirrojas.
-Lo sé, pero Electra no me sirve en esta ocasión. No para lo que tengo en mente.
-Bien, no hay problema.
-De acuerdo, lo organizaré.
-Vale. ¿Desayunaste?
-Si cariño. Temprano.
-De acuerdo. M uero de hambre. Te veo luego.- volví a besarlo y me escabullí a la cocina. Después de desayunar, llevé a Xander a pasear y lo dejé en la casa. Tenía
cita en el salón así que me fui. Unas horas después, y con un cabello, uñas y pies perfectos, volví a casa.
Tomé un baño de burbujas y comencé a arreglarme. Había escogido para la ocasión un vestido corto y negro de un diseñador poco conocido. En la parte superior
tenía un corsé con escote corazón y decorado por completo en pedrería. Un cinto fucsia cortaba la falda, que por debajo se ajustaba al cuerpo y encima tenia tul en
pequeños volados. M e puse zapatos fucsia. Llevaba el pelo recogido de costado y con rulos grandes. Un precioso collar metalizado y me maquillé provocativamente.
Cuando salí del tocador Dan estaba entrando a tomar una ducha. M e senté en la cama a mandar un mensaje a Sergio. Para avisarle que en una hora esté en la galería.
Busqué un bolso de mano haciendo juego con los zapatos y una chaqueta de cuero. Dan entró a vestirse.
-Deslumbrante como siempre.- dijo al pasar por detrás de mí y mordiendo mi hombro.
-Gracias amor.
Lo miré mientras se vestía, se puso un precioso y elegante traje negro con rayas grises, camisa gris clara y corbata rosa. Se veía increíblemente guapo.
-Estas mordiendo tú labio Lex.
-Lo siento. Fue sin querer. Es que me gusta lo que veo.- sonrió ampliamente mientras se trataba de abrochar los gemelos. Tomé su muñeca y se los quité de la mano
y yo misma se los puse. Besé sus labios y se fue al baño a peinarse. Cuando estuvo listo nos montamos al carro y nos fuimos.
Aún no había nadie cuando llegamos. Abrí la puerta y encendí las luces. Dan miraba alucinado cada rincón. Y luego de recorrerlo por completo y en absoluto silencio
finalmente dijo.
-Te felicito cariño. Estoy muy orgulloso de ti. El lugar se ve único.
-Gracias Dan. Significa mucho para mí.
-Realmente quedó maravilloso, se ve tan… moderno.
-Es justo lo que buscaba.
-Lo lograste nena.
Él observaba las pinturas mientras yo hablaba con los meseros y el catering que acababan de llegar. Les indiqué donde quería todo. Había mesas largas de vidrio
dispuestas a los costados de la tarima. Y debían llenarse de exquisitos entremeses, champaña y vinos finos. Colgando desde el techo había un delicado panfleto con el
nombre de la exposición “La galería Miller Art presenta a Cayetano Laguna en Una pasión invernal” y a cada costado de la puerta, mesas pequeñas de vidrios con la
folletería de la exposición. Sergio y Lucero llegaron. Y pronto nos pusimos a ultimar detalles. En ese momento Cayetano entró.
-¡Lexy! Dios mío, mujer, que bello se ve todo. No tengo palabras.- dijo estrechándome en brazos
-M e alegro que te guste. Trabajamos duro.
-Estoy conmocionado.
-Ven te presentare a mi novio. Cariño él es Cayetano, el artista. Y él es mi novio Dante Navarro.- hice las presentaciones y se saludaron cordialmente, mi adonis
felicitó al joven por su primera exposición y halagó su trabajo. La gente fue llegando, toda mi familia y la de Dan estaban allí. Nuestros amigos. Y muchos invitados,
prensa especializada, críticos de arte, periodistas, coleccionistas. Y algunos ricos y famosos locales. M i madre con ojos llenos de lágrimas me abrazó y me felicitó.
-Estoy tan orgullosa de ti cielo. Tú padre hubiera amado éste lugar.
-Gracias madre. ¿Tú crees?
-Absolutamente. Es maravilloso.
-Ven, quiero enseñarte algo.- tomé su brazo y la llevé hasta el fondo del lugar, en la pared que dividía la parte trasera había una placa de bronce.
“En memoria de Richard Miller III”
-Alex…
-¿Te gusta?
-Cielo… es un hermoso detalle de tu parte. Gracias hija.
Cuando el lugar se abarrotó de gente, fue momento de inaugurar oficialmente la exposición. M e subí a la tarima y tomé el micrófono.
-Buenas noches a todos y gracias por asistir a la inauguración de la Galería Miller Art.- una ronda espontánea de aplausos se inició.- Toda la vida, el arte, me llamo
la atención. Fue un cable a tierra en momentos caóticos. Y fue el primer amor de mi vida. Desde que mi abuelo me regaló mi primera cámara de fotos, siempre he
encontrado cierta tranquilidad y armonía al ver una fotografía, un cuadro, una escultura. Hace un tiempo atrás, cuando tomé la decisión de tener mi propio lugar, fue
pensando en que sea un refugio para jóvenes y desconocidos artistas en busca de una oportunidad. Que cumpla la función de nexo entre ustedes y la belleza más
absoluta. También quisiera agradecerles a todas las personas que me apoyaron y acompañaron en ésta odisea. M i familia, amigos, Sergio y Lucero. Y en especial al
hombre de mi vida, Dante Navarro.
Tengo el placer de contar con un extraordinario y talentoso artista como lo es Cayetano Laguna. Y es un honor poder dar inicio a la primera exposición de ambos.
Disfruten la noche. Bienvenidos a “Una pasión invernal”.- los aplausos se reanudaron y yo me bajé de inmediato. Dan me ofreció su mano y besó mi labios con
delicadeza. Las pinturas se vendieron rápidamente, Lucero y Sergio se encargaban de explicarlas y venderlas. Yo me dediqué a socializar con los invitados y a hacer
notas para la prensa. Apenas dio la medianoche, la última de las pinturas se vendió y Sergio vino a avisarme. Tuve que volver a hablar, esa era la parte que menos me
gustaba.
-Su atención por favor. M e acaban de informar que la última pieza de la colección ha sido vendida. En nombre mío y de Cayetano queremos agradecerles la presencia
de todos. Y los esperamos en las futuras muestras de la Galería Miller Art. Por favor sigan disfrutando de la noche.
M e acerqué hasta Cayetano para felicitarlo.
-Lo lograste, vendimos todas las obras. Felicitaciones.- le di un abrazo.
-Tú lo has hecho. No yo.
-No te atrevas. Eres un gran artista, por eso no quedó ni una.
-Gracias Lexy. En verdad. Fue un placer trabajar contigo.
-Lo mismo digo. Que disfrutes del resto de la noche. Y te llamaré para que recojas el cheque.
-De acuerdo. Gracias por todo.
Busqué a mi adonis y lo encontré observando uno de los cuadros.
-Hola cariño.
-Hola nena, felicitaciones, todo salió maravilloso.
-Gracias Dan.
-¿Te gusta ésta?.- miraba una de las pinturas abstractas en tonos rojos. Era cautivadora.
-Es una de mis favoritas.
-¿Sí? ¿Por qué?.- curioseó
-M e gustan los trazos. Puedes ver la pasión, la violencia en cada pasada.
-Amo la forma en que tienes de explicar el arte.
-Y yo te amo a ti.
-La compré para ti.
-¿Lo compraste?
-Sí, me gustó mucho.
-Gracias cariño. Es preciosa, ya me imagino lo bella que quedará en nuestra habitación.
Cerca de las 3am cerramos la noche y volvimos a casa.
El domingo al mediodía aprovechamos que todos estaban en la ciudad para ir a almorzar a nuestro bistró italiano favorito. M i madre, Andy, Fany y el bellísimo
Ricky. Ari y M ariano. M anuel, Euge y Joaquín y Tomy junto a Caty. Aún no habían oficializado nada, pero era obvio que estaba pasando algo entre ellos, cuando
nadie los miraba, o al menos eso creían, se acariciaban disimuladamente.
Después del agradable y familiar almuerzo mi familia volvió a Oviedo y nosotros a casa.
Durante la semana me dediqué de lleno al trabajo. Empaquetamos y enviamos todas las pinturas que se habían vendido. M e pareció una buena idea, utilizar bien el
espacio de muestras, una de las paredes mostraba unas series de mis fotografías, y en la pared contraria, otros cuadros de Cayetano. Todos los días recibíamos mails o
visitas de artistas que nos traían su trabajo y encontré varios que me gustaron. Fui de a poco generando una buena base de pintores, fotógrafos y escultores. Elegimos
algunas piezas de cada uno y las fuimos intercalando. De esa manera logramos un buen catálogo de arte. También preparé un catálogo impreso mensual que tendríamos a
la venta. El miércoles me encontré con Caty cenar. Fuimos a un moderno restaurante asiático.
-Ya deja el misterio. ¿Tomy y tú están juntos?.- manifesté mientras cenábamos. Rió nerviosa.
-Algo así, nada formal, pero si nos estamos viendo.
-Eso es genial ¿Y cómo se llevan?
-De maravilla. Es extraño porque nos conocemos tanto… pero a la vez eso hace que todo sea mejor.
-¿Piensan formalizar?
-Quizás más adelante, si sucede, sucede. No quiero forzar nada.
-¿Ya estas lista para aceptar que lo amas?
-Eres una boba.
-Vamos dilo en voz alta.
-Déjame en paz Lexy.
-¡Vamos!
-Lo amo ¿de acuerdo?
-Ya lo sabía.
Volví a casa a la medianoche y Dan me esperaba en la cama, hicimos el amor a nuestra única manera y nos dormimos.
El sábado llegó, y yo tenía un nudo en el estómago desde temprano. Esa noche sesionaríamos con Olivia, y no la conocía, me ponía bastante ansiosa. Pero estaba
segura que si Dan la sumaba a nuestros juegos, era porque es alguien de confianza. El evento mensual se llevaba a cabo esa noche, tocaba “Libertinaje” y estaba
inspirada en la era Victoriana. Luego del baño comencé a prepararme, me puse con corsé estilo siglo XIX en negro con escote cuadrado que hacía que mis senos se vieran
preciosos, un diminuto short de volados en negro y las medias con una línea por detrás, botas hasta los muslos y me maquillé provocativamente, mucha sombra negra
en los ojos y rojo sangre en los labios. Levanté mi cabello en una ajustada cola de caballo alta y con una cresta elevada. Dan llevaba un pantalón de vestir ceñido en negro
y una camisa blanca estilo victoriana con volados. M e puse un tapado largo encima y lo cerré, nadie podría ver que llevaba si no me lo sacaba. No había dejado que Dan
vea lo que tenía puesto. Llegamos cerca de las 9pm al “Templo”. Aún no había nadie. M i adonis comenzó a hablar con los empleados y de a poco la gente empezó a
llegar. M e saqué el tapado y lo dejé en el guardarropa. Volví a buscar a mi hombre y estaba bebiendo algo junto a M ariano y Ari.
-Buenas noches.- hice una reverencia. M i hermana se veía hermosa en su vestido victoriano muy corto. Y M ariano también con ese traje del siglo XIX.
-Hola preciosa. Vaya… estas muy sexy.- dijo M ariano besándome ambas mejillas.
-Te ves hermosa Lexy.- remató mi hermana al abrazarme.
-Tú también Ari. Preciosa.
-Déjame verte bien nena.- interrumpió mi hombre tomando mi mano y haciéndome girar.- Hermosa.- dijo y me dio un azote en el trasero. Bebimos y charlamos con
ellos, y algunos conocidos y asistentes habituales. La bella rubia llegó. Olivia tenía un corsé rojo y una falda corta por delante y larga por detrás.
-Buenas noches, lamento la demora.- se disculpó mientras nos saludaba.
-No te preocupes.- respondió Dan besándole ambas mejillas.-¿Recuerdas a mi mujer Lexy?
-Sí, como olvidarla. Te ves muy hermosa Lexy.
-Igual tú, Olivia.
Dante nos trajo unas bebidas y nos quedamos charlando de trivialidades. Cuando comenzamos a sentirnos más a gusto entre nosotras, Dan nos invitó a subir a la
oficina. M i vientre se contrajo, eso significaba una sola cosa. Juegos.
Cuando estuvimos solos los tres en la intimidad del despacho, Dan se acercó a mí por detrás, pasó su mano por mi vientre y dijo con voz seductora.
-¿Te gusta mi mujer Olivia?.- mientras bajaba su mano hasta mi entrepierna.
-M ucho, es hermosa.
-¿Te gustaría probarla? No tienes idea lo deliciosa que es. Adictiva.- ella se relamió y sus ojos se tornaron salvajes y deseosos.
-M e encantaría Señor.- respondió en pleno rol.
-Ven aquí.- la alentó y ella se acercó lentamente.
Tomó mi rostro con ambas manos y me dio un suave beso en los labios.
-¿Lex?.- susurró Dan en mi oído.
Su delicado beso me supo a poco. La tomé por el cuello y la pegué a mi cuerpo, lamí sus labios y ella jadeó, tiré fuertemente de su cabello rubio y su cabeza cayó
hacia atrás, pasé mi lengua por su cuello y por su escote. Dan mordió mi cuello y me acariciaba la entrepierna sobre la ropa, sentí su erección crecer en mi trasero y
curvé más la espalda para poder sentirlo. Besé a Olivia pasionalmente, mordí su labio y ella abrió la boca y gimió. M i lengua la penetró y nos enredamos en un
profundo y sensual beso. Acaricié su trasero. Ella puso sus manos en mi pecho y acarició mis senos con las yemas de sus dedos. Dan se apartó de mí y se puso detrás
de ella. Desabrochó su vestido y lo dejó caer al suelo. Solo quedó con su pequeña tanga.
-Desviste a mi mujer, Olivia.- exigió Dan dirigiéndose hacia el armario.
Ella dio la vuelta, y me sacó el corsé y luego el pequeño short y la tanga. Yo le saqué la suya y ambas quedamos desnudas. Nos besábamos y acariciábamos con esa
delicadeza que las mujeres tenemos. Dan volvió y me entregó un arnés con un dildo de doble penetración.
-Abre las piernas Lex.- dijo y se agachó, metió sus dedos en su boca y me humedeció la entrepierna y metió la parte más chica del dildo en mí y ajustó los precintos
del arnés. Gemí al sentirlo dentro. Se quitó la ropa y se sentó en el sillón.
-Ven aquí Olivia.- dijo con voz de mando.-Siéntate ahí y abre las piernas.- lo hizo de inmediato, me agarró a mí por el pelo y me arrodilló frente a ella. M e dio un
pasional beso que me quitó el aliento y se alejó. Lamí la boca de Olivia y mi lengua recorrió su cuello y sus pechos. Chupé sus pezones y los apresé con mis dientes y
ella gimió fuertemente. M etí dos dedos en su interior, estaba tan húmeda que entraban y salían con facilidad. M i boca apresó su otro pezón, mientras mi otra mano
apretaba el otro. Sus jadeos se intensificaron. Deslicé lentamente mi lengua por su vientre hasta llegar a su monte de venus. M i boca se posicionó en su clítoris y lo
mordí con fuerza, y le di pequeños latigazos con ella. Su cuerpo empezó a contorsionarte. Lamí toda su hendidura una y otra vez, tenía un sabor dulce. Chupé con
énfasis su centro de placer, mientras mis dedos buscaban su punto G. Sentí a Dan presionando y moviendo el dildo en mi interior y me removí. Recibí un fuerte azote
en el trasero que me hizo quedarme quieta. Su lengua comenzó a jugar con mi trasero. Olivia parecía una posesa y su cuerpo se arqueó hacia adelante y se corrió en mi
boca.
-M uy bien nena.- me felicitó mi adonis mientras me tiraba del pelo, lamió mis labios y lo mordió.- Ahora fóllatela cariño.
M e subí sobre ella y comencé a besarla suavemente, apenas tocándola, acomodé el dildo en la entrada de su vagina y la penetré lentamente. Para ser honesta no era
lo que más me excitaba, el arnés estaba lejos de ser mi elemento favorito, pero ver la expresión de Dan, eso sí, me hacía enloquecer de deseos por follarla tan duro como
pudiera. M is embestidas eran muy lentas, casi tortuosas y sus gemidos se volvieron desesperados. Apoyé una rodilla en el sofá y me enderecé, levanté sus piernas
tomándola por la parte trasera de las rodillas y aumenté de forma pareja la fuerza y la velocidad. Dan se puso detrás de ella y me miraba con ojos encendidos de deseo.
Cogió mi mandíbula con una mano y me mordió el labio inferior con fuerza. Profundizó el beso y me jaló el cabello. Se colocó detrás del sofá, y comenzó a tocarse. M e
desesperé, quería tenerlo. Lo anhelaba. Apoyé ambas manos en el respaldo del sillón y aumenté brutalmente la velocidad de mis arremetidas, Olivia jadeaba y gemía
como posesa. El dildo en mi interior se movía a mi ritmo y estaba a punto de correrme.
-Dan…- gemí.
-Si nena, córrete para mi.- advirtió enseguida. M i cuerpo se contrajo y me corrí. Un fuerte gemido escapó de mi boca. Puse una mano sobre la garganta de Olivia y
seguí follándola, hasta que ella se corrió. Dante se colocó detrás de mí y abriendo mis piernas con ambas manos me quitó el dildo de adentro. Y besó mi trasero.
-De rodillas sobre el sillón Lex.- me tomó del cabello indicándome como me quería. Separé mis piernas y me incliné sobre el respaldo. Él se agachó y lamió mi
humedad, mientras me daba ligeros azotes en el trasero. Con su pulgar comenzó a mandar intensas oleadas de placer en mi clítoris, mientras su lengua me recorría
completa la vagina y el trasero. Con su mano libre apresó uno de mis pezones y lo retorció. Gemí. M e giró bruscamente, aferró mis caderas y me colocó al borde del
sofá. Buscó a Olivia con la mirada y ella se acercó de inmediato.
-Pruébala.- le mandó jalando su cabello. Se acomodó a mi lado y mi mano de inmediato buscó su miembro erecto. Olivia desapareció entre mis piernas, su lengua
comenzó a recorrerme entera. M i hermoso adonis me besó con pasión mientras mi mano lo masturbaba lentamente. Con mi mano libre tomé el rubio y alborotado
cabello de Olivia y sostuve su cabeza inmóvil en mi centro de placer, sus dientes se cerraron en torno a él, lo mordió, lamió y succionó con esmero. Dan se levantó y se
colocó detrás de ella. M etió sus dedos en su boca y luego penetró con ellos su trasero. Ese gesto y la forma en que me miraba me encendieron por completo y jadeé.
Cambió sus dedos por su grueso y duro pene. Olivia gimió en mi entrepierna y su aliento me hizo cosquillas. Dante clavó sus manos en la cadera de ella y comenzó a
moverla a su antojo. Un dedo de Olivia encontró mi interior y esta vez yo gemí. Dan se mordió el labio y emprendió un brutal bombeo contra ella. M ientras ella metía
un dedo más en mí y los movía al ritmo de Dante. Verlo follarse a otra me encantaba, me excitaba y me nublaba el juicio, una mezcla de deseo, celos, pertenencia,
lujuria… era un coctel embriagador. Cuando el cuerpo de Dante se tensó, salió rápidamente de Olivia y se acercó a mí, abrí la boca y saqué la lengua y se corrió en mi
garganta. En ese momento mi clímax tocó el cielo, mi vientre se contrajo y me corrí con él aún dentro de mi boca. Cuando se alejó de mí, besé a Olivia para que probara a
mi hombre.
-Eres deliciosa Lexy, Dante tenía razón.- dijo cuándo me aparté de ella. Le regalé una sonrisa.
Dan nos trajo unas bebidas y nos recuperamos rápidamente. Olivia se metió a la ducha, se cambió y se despidió de nosotros.
-La he pasado de maravilla chicos. Espero que se repita.- dijo antes de marcharse.
-Seguro repetiremos. Gracias a ti.- concluyó mi adonis. Yo me despedí con un beso en los labios y se marchó.
Ambos nos miramos sin decir nada. M e agarró por la nuca y me atrajo hacia él, me besó profundamente, poseyendo mi boca por completo. Pasó su otra mano por
detrás de mi cintura y me levantó en el aire y me sentó sobre él. M is manos se enredaron en su pelo y lamí sus labios y mi lengua se apoderó de su boca. Acarició todo
mi cuerpo, mi espalda, mi trasero, mis piernas y mi vientre y pechos de vuelta. Los apretó y lamió mis pezones. Su erección volvió a formarse, me refregué contra él,
moviendo en pequeños círculos mis caderas sobre su pelvis. Se paró conmigo encima, crucé mis piernas en su cintura y me llevó hasta una de las paredes de Cristal. M e
apoyó contra el Cristal y se enterró en mí de una sola arremetida. M is uñas se clavaron en sus hombros hasta hacerlo sangrar, y profundizó más su penetración, solté
un gran gemido al sentirlo tan dentro mío. Puso una de sus manos alrededor de mi cintura y la otra en mi nalga, levantándome por el trasero y comenzó a follarme sin
reparo, violenta y brutalmente. Jadeó en mi boca y mordí su labio.
-M e vuelves loco Lex.
-Y tú a mi cariño.
Salía por completo de mí para luego hundirse de un solo movimiento, llevándome a la locura.
-Córrete para mi nena.- sus exigencias me encendían y mi obediente cuerpo respondió. Cada músculo de mi interior se contrajo y luego me dejé ir. Siguió por unos
movimientos más, se tensó y gruño en mi boca y se corrió dentro de mí. M e bajó y comenzó a estimular mi clítoris con vigor, esa deliciosa sensación de estar a punto de
correrme violentamente me abordó y eyaculé en un brutal orgasmo.
Nos metimos a la ducha y tomamos un rápido baño entre mimos y besos. Nos cambiamos y volvimos a la fiesta a disfrutar lo que quedaba de la noche.
Durante las siguientes semanas, el trabajo me absorbió por completo. Por supuesto siempre encontraba la manera de aún así, disfrutar de mi adonis y de mis amigos.
Pero la rutina comenzaba a afectarme. Olivia se convirtió en una compañera de juegos asidua para nosotros. Y la pasábamos muy bien los tres juntos. Cuando el
primero de junio llegó ya teníamos todo listo para el viaje de verano. Dan lo había organizado y yo no tenía idea de donde iríamos. Por mucho que pregunté, no me
enteré de nada. Solo dijo que ponga ropa de verano en la maleta. Esa mañana, muy temprano fuimos a dejar a Xander con mi hermana, ellos lo cuidarían en nuestra
ausencia, y de ahí al aeropuerto, donde el jet de la empresa Navarro Inc. Nos esperaba.
-Ya estamos en el avión, dime donde vamos.- insistí
-M e pediste que te sorprenda. Ahora nada de trampas.
-Eres muy malo.
-El peor. Y eso te encanta nena.
-Es cierto, aun así…- pero detuvo mi pataleta con un beso.
Algo más de tres horas después el jet tocó tierra. Nos despedimos de la tripulación cuando nos entregaron las maletas.
“Bienvenidos a Atenas” relumbraba un hermoso cartel. Di un salto y me colgué de su cuello, me agarró de la cintura y me sostuvo en el aire.
-Te amo tanto Dante Navarro.
-Y yo a ti preciosa.
Grecia era mi lugar favorito en el mundo. Y estar en ese mágico lugar junto al amor de mi vida, era un regalo de los dioses sin duda alguna. Dan alquiló un auto
descapotable, el día era soleado y hacía mucho calor. Viajamos disfrutando del increíble paisaje hasta llegar a un majestuoso hotel. Nos registramos y subimos a la
habitación. La suite de lujo era impresionante, una verdadera casa, y el balcón… la vista de Atenas era magnífica.
-¿Es hermoso verdad?.- preguntó en mi oído Dan mientras me abrazaba.
-Amo Grecia. Es mágico… la cultura, la historia, todo en ella me fascina.
-A mí me fascinas tú cariño. ¿Lista para un paseo?.
-¿Ya? ¿No quieres descansar?.
-No cariño, no estaremos mucho en Atenas y quiero que veas todos esos lugares que tanto amas.
De inmediato tomé mi cámara, el bolso y partimos. El primer día visitamos el Templo de Atenea, el cementerio Keramikos, el Erecteión y el museo de la acrópolis.
Los siguientes días seguimos recorriendo la bella Atenas, la torre de los vientos, el mercado local, donde gastamos una buena cantidad de dinero en artesanías, cuadros, y
ropa típica de Grecia. Compré unos hermosos vestidos griegos en distintos colores, largos y diferentes telas. El Templo de Zeus. Y finalmente el de Hefestión. Estaba
parada contemplando las figuras en el mármol cuando Dan me llamó.
-Lex ¿M e amas?.- preguntó y me quedé helada ante su pregunta.
-Por supuesto que sí, como a nada en el mundo. ¿Lo dudas?
-No. ¿Confías en mí?.
-Con mi vida cariño. ¿A qué viene esto Dan?
-¿Sabes que jamás te lastimaría verdad?
-Si Dan, me estás asustando…- se puso de rodillas frente a mí, hincó una rodilla en el suelo y sacó una pequeña caja de su bolsillo.
-No hay nada en éste mundo que no haría por ti. Eres mi razón de vivir. M e enseñaste a disfrutar de la vida, a amar la cotidianidad de nuestra vida juntos. M e
sorprendes constantemente. Te amo, más de lo debe ser normal. Si aceptas ser mi esposa, te prometo una vida de buenos momentos. Y te juro aquí, en el templo de
Hefestión amarte como nadie amo jamás.- mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría y dicha, y una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro. No había más dudas en mí. Él
era mi mundo.- ¿M e harías el hombre más feliz del mundo, al ser mi esposa?
-¡Sí, sí! mil veces si cariño.- se puso de pie y salté a sus brazos. M e levantó por la cintura y me besó dulcemente. Cuando me bajó al suelo, me colocó un
impresionante anillo de diamante, era enorme unos 4 quilates, de corte asscher, el anillo fino y delicado recubierto de pequeños diamantes.
-Alexandra, me haces el hombre más dichoso del universo.
-Tú me haces la mujer más afortunada del mundo cariño. Nadie como tú.
Fuimos a cenar a un precioso restaurante local, a disfrutar de la comida típica griega y sus exquisitos vinos.
-¿Bien cuándo quieres hacerlo?.- preguntó en medio de la cena.
-¿Qué cosa?
-La boda cariño.
-No quiero una boda Dan. Esas cosas no son lo mío. Solo tú y yo.
-¿En serio no quieres boda?
-¡Para nada! No se me ocurre algo más sádico que una boda.- rió a carcajadas.
-Bien, ¿cómo quieres hacerlo?.
-Vamos al juzgado y nos casamos, nada más.
-Ya que estamos en Grecia, y considerando que tú crees en todo esto. ¿Por qué no hacerlo aquí?
-¿En Atenas?.
-Sí, podemos buscar un juez de paz, y ver si podemos casarnos en algún templo.
-En el templo de Afrodita. Eso sería de ensueño para mí.
-Bien, haré algunas llamadas. Pero tiene que ser rápido en dos días dejamos Atenas.
-M añana mismo si es por mi.- Dan se puso al móvil y comenzó a hablar con algunas personas. Y dijo que le avisarían mañana temprano.
Estaba absolutamente encantada con la idea de casarme con mi adonis en el templo de afrodita, la diosa del amor y el deseo. Quién además, había tenido un romance
con el adonis original. Y todo me pareció encajar a la perfección, así como encajábamos Dante y yo. Y para mi tenía mucho más valor el casarme ante los dioses, que en
una iglesia o juzgado. M e uniría a él para el resto de la inmortalidad. Volvimos al hotel e hicimos el amor toda la noche. A nuestra manera, violenta y salvajemente.
Por la mañana Dan me despertó y desayunamos en el balcón. Su móvil sonó.
-Bien, ya está todo listo. ¿Puedes estar preparada en 3 horas?.- dijo cuándo cortó.
-Claro que sí.
-De acuerdo nena, hoy serás mi esposa.
Terminamos de desayunar y me metí a tomar una ducha. Cuando salí Dan entró, me dio un beso y sequé mi cabello. Hice una trenza grande, que iba desde el costado
izquierdo, traspasando mi cabeza hasta terminar en la nuca, la solté un poco y recogí el resto del cabello, lo terminé en un rodete de costado al lado derecho. M e
maquillé suave, un poco de sombra rosa en los párpados, rímel, algo de rubor en las mejillas y brillo en los labios. Tomé un conjunto de ropa interior blanco y el vestido
típico griego que había comprado. Era precioso y caía armoniosamente por mi cuerpo. Los breteles de seda blanco se unían entre sí en los hombros con broches en
metal. Estaba ligeramente pinzado en toda su extensión, el escote profundo se unía a un cinturón en metal haciendo juego con los broches y la falda se iba ampliando
hacia el final. M e puse unos zapatos bajos en plateados con tiras en el tobillo. Unos preciosos diamantes que mi hermana me había regalado para mi cumpleaños. Y Dan
salió vistiendo un pantalón de lino color piel muy claro y una camisa blanca abierta a tres botones, con unos mocasines marrones claros. Se veía tan hermoso, que me
quedé sin palabras.
-Lex, pareces un ángel nena… estas tan hermosa, que me quitaste el aliento.- dijo sonriendo.
-Te ves tan guapo cariño.
-¿Lista para convertirte en la Señora Navarro?
-Lista.
Subimos al auto y primero se detuvo en una joyería, me dijo que lo esperara en el auto. Volvió de inmediato y seguimos nuestro rumbo. Llegamos al templo de
Afrodita y allí había dos personas.
-Cariño él es el sacerdote Demetrius. Es quien oficiara la boda.- hizo la presentación mi adonis.
-Encantada, soy Alexandra.
-Igualmente. ¿Están listos?.- preguntó en español.
-Listos. Él es el fotógrafo, quería que al menos tengamos un recuerdo de hoy.- sonreí y lo besé suavemente en los labios.- sonreí al muchacho y él asintió.
Nos acercamos hasta donde el sacerdote griego había montado un altar al pie del templo.
Dan tomó mi brazo, y me condujo hasta allí. Y el hombre comenzó a hablar.
-¿Vienen por su propia voluntad?.- preguntó y ambos respondimos
-Sí.
-Nos encontramos en el Templo de la Diosa Afrodita Pandemos, para que estos dos amantes sean cubiertos con su cálido manto y les brinde una vida de amor y
deseo. Que en su mesa jamás falte el pan y que la prosperidad abunde en su casa. Que su descendencia sea grande y la llama de su pasión jamás se extinga. ¿Tienen sus
votos?.
-Sí.- respondió mi adonis, se giró para ponerse frente a mí y mirarme a los ojos. Agarró mis manos entre las suyas.
-Desde la primera vez que vi tus hermosos ojos, supe que mi vida cambiaría por completo. No hay un solo minuto del día, en que no piense en ti. M e enseñaste a
vivir la vida, a disfrutar de las pequeñas cosas, a amar. No conocí el amor hasta el día que te tuve en mis brazos. No puedo ni quiero imaginar mi vida sin ti cariño. Tú le
das sentido a todo. Eres la luz de mis días. Eres mi compañera, mi amante, mi mujer, mi mejor amiga, mi sostén. Y espero poder devolverte aunque sea un poco de todo
lo que me das. Te prometo una vida de buenos momentos. Prometo amarte hasta que mi corazón deje de latir. Prometo jamás irme a dormir enojado. Y te prometo que
siempre compartiré contigo mis penas y alegrías. Te amo y pongo mi vida en tus manos.-
Los ojos se me nublaron por las lágrimas, escuchar a mi duro hombre hablar desde su corazón, me devastó por completo. Pero era mi turno, quería decirle cuánto
significaba para mí.
-Jamás fui la típica chica que sueña con el vestido blanco, la gran boda, y una casa llena de hijos. Pero todo eso cambio por ti. Tú me completas. Y contigo, no hay
nada que no pueda hacer, no le temo a nada, sé que estarás ahí para protegerme. Que me levantarás cuando me caiga, que secarás mis lágrimas y me confortarás cuando
algo me lastime. Que acompañaras mis risas. Que me besarás cada mañana y cada noche. Eres más de lo que podría haber soñado. Y no quisiera ver un mundo donde tú
no estés en él. Eres mi persona. En el que no estés a mi lado cariño. Te amo más de lo que puedo explicar. Te amo tanto que duele. Prometo seguirte a cualquier parte.
Prometo apoyarte siempre en todo. Prometo regalarte miles de sonrisas y millones de suspiros. Y ante la Diosa del amor, prometo que mi amor por ti será infinito, cada
día, cada noche, incluso después de que mi corazón deje de latir.
-¿Tienen los anillos?.- preguntó el sacerdote y yo negué con la cabeza, pero Dan se los entregó. Lo miré sorprendida, claro, la joyería. El hombre los colocó sobre
una bandeja, se giró, la alzó por encima de su cabeza y dijo algo en griego. Volvió a enfrentarnos y nos indicó que las intercambiáramos.
-Con éste anillo me entrego a ti en cuerpo y alma. Te pertenezco. Y prometo amarte por toda la eternidad.- declaré colocando el anillo en su dedo índice.
-Con éste anillo me entrego a ti en cuerpo y alma. Te pertenezco. Y prometo amarte por toda la eternidad.- repitió Dan mientras me ponía el anillo a mí.
El sacerdote unió nuestras manos entrelazadas con un lazo y recitó algo en griego y luego añadió.
-Que su unión trascienda la mortalidad. Puedes besar a la novia.
Salté a sus brazos y él me tomó por la cintura, y me besó dulce pero apasionadamente.
-Te amo nena.- susurró en mi oído.
-Te amo nene.- respondí de igual manera.
El 4 de junio, oficialmente nos convertimos en marido y mujer. Nos despedimos del sacerdote y nos alejamos un poco donde el fotógrafo nos tomó cientos de fotos.
Entregó a Dan la memoria de la cámara, se despidió y se fue.
-Vamos.- dijo mi esposo tomándome de la mano, subimos al auto y fuimos a un bellísimo e íntimo restaurante local. Almorzamos allí, y brindamos por nuestra
boda. Entre arrumacos y besos. Para el postre nos trajeron un pequeño pastel blanco con dos palomas blancas en la cima.
-No podíamos dejar de tener un pastel de bodas.- dijo Dante sonriente.
-Siempre me sorprendes cariño.- respondí tomando un trozo del pastel y llevándoselo a la boca, lamió mis dedos y luego me besó.
-¿Viste el anillo de bodas?
-No tuve oportunidad.
-Échale un vistazo.
Era un elegante y delicado anillo de platino con grecas grabadas. Y dentro decía “Eternamente tú y yo”
-Es precioso Dan.
-M e alegro que te guste.
Terminamos de comer y volvimos al hotel. Ni bien llegamos al umbral de la suite me levantó en brazos y me entró. M e aferré a su cuello y lo besé profundamente.
M e dejó en el suelo y sus manos se asentaron en mi trasero. M is dedos se enredaron en su pelo y me mordió el labio inferior. Desabroché rápidamente su camisa
mientras iba dejando cientos de besos en su duro pecho. Se quitó los zapatos y yo le quité el pantalón y cayó al suelo. M e agarró por los brazos y me levantó, me giró
y abrió el vestido que cayó también a mis pies. Luego lo siguió mi ropa interior mientras iba dejando pequeños besos por mi cuerpo. M e agarró el trasero y me levantó,
mis piernas se aferraron a su cintura y me llevó a la cama. M e dejó suavemente sobre el colchón y se dejó caer sobre mí. M is uñas recorrieron su espalda ida y vuelta
mientras mi lengua poseía su boca. Una de sus manos me cogió por el cabello y la otra recorrió el contorno de mi cuerpo hasta mi pierna, la acarició lentamente y la
elevó hasta poder alcanzar mi nalga con su mano. Y me penetró a un ritmo enloquecedor y agónico. Jadeé lentamente en su boca, hasta que lo sentí por completo en mí.
Sus cadentes arremetidas me quemaban. M i deseo por él era tan intenso que me consumía la ansiedad. Una mezcla de amor, desesperación y lujuria me alcanzó.
-Fóllame Dan… por favor.
-Tranquila Señora Navarro. Tenemos toda la vida para amarnos.
Volvió a apoderarse de mi boca y aumentó ligeramente el ritmo de sus embestidas, cada vez más profundas, más fuertes, más rápidas. Nuestros gemidos era lo único
que se escuchaba. Cuando él mismo no lo soportó más, se volvió brutal y sus arremetidas violentas. Alcanzamos ese punto donde ninguno tenía suficiente. M is caderas
acompañaban su bombeo dentro de mí. M ordí su hombro en busca de un poco más de él. De saciar mi hambre por mí esposo. M i tan deseada contracción se hizo
presente.
-Si nena… córrete para mí.
-Oh Dan…
Todo mi interior se contrajo impulsando su propio clímax y ambos nos corrimos a la vez.
La noche siguiente abandonamos Atenas y partimos rumbo a M ykonos. Llegamos a un maravilloso hotel junto en la playa. Eran como pequeñas casas individuales.
Y tenía una pileta sin fin que se conectaba a la playa por una escalera. Era una de las típicas construcciones griegas. Hacía mucho calor y aprovechamos para tomar un
refrescante baño en la piscina y terminamos por hacer el amor allí mismo. Era un lugar bastante privado y difícilmente alguien nos vería, aun así, la posibilidad de que
nos atrapen, subió el morbo un grado más. Disfrutamos de 5 maravillosos días en la isla de M ykonos. Nuestra preciosa luna de miel. Algo en el matrimonio hacia que no
pudiéramos sacarnos las manos de encima.
Ninguno quería dar por terminado el viaje o la fogosa luna de miel, pero debíamos volver a M adrid. Esa tarde volamos de regreso a barajas.
Ni bien llegamos a casa, pasamos a buscar a Xander por el piso de Ari y M ariano. Ambos nos saludaron con cariño y nos invitaron a cenar, aceptamos encantados.
Xander nos recibió alegremente como siempre, luego de los mimos y besos con mi pequeño nos sentamos a tomar una copa de vino mientras esperábamos que llegue la
cena.
-Debemos decirles algo.- interrumpió Dan.
-¿Qué sucede?.- preguntó Ari repentinamente preocupada.
-Nada malo. Pero promete comportarte y no hacer un escándalo.- le advertí.
-Ya suéltalo.
-Lex y yo nos casamos en Grecia.- dijo finalmente mi adonis. El grito de mi hermana me dejó sorda.
-¿Cómo así? ¿Por qué no nos avisaron?
-Porque queríamos que fuera algo íntimo.- continuó Dante.
-¿Intimo? ¡Somos familia!.- mi pequeña hermana no creía lo que oía.
-M ira Ari, sabes que las bodas no son lo mío, pero creíamos que era buen momento para hacerlo, y estábamos en el lugar indicado, y lo hicimos, solo nosotros.
Nadie más.- respondí seriamente.
-Pero…
-Sin peros, Ariana. Es nuestra elección. Acéptalo.
-¡Bien! Felicitaciones. Aunque hubiera preferido verte en tu vestido de bodas.
-Te enseñaré las fotos. ¿Vale?.
-Vale.
-En hora buena chicos. Felicidades.- dijo M ariano abrazándonos a ambos. Ariana finalmente se nos unió. Cenamos y les contamos con lujo de detalle el viaje y la
boda. Y luego volvimos a casa.
Al llegar a nuestro piso Dan volvió a cargarme antes de cruzar la puerta y me bajó una vez adentro, sonreí y le regalé un beso sonoro en los labios.
Nuestras noches seguían siendo una luna de miel. Nada parecía poder apagar la pasión que sentíamos por el otro. Ni siquiera el matrimonio.
A la mañana siguiente les comunicamos a todos que estábamos de regreso y que nos habíamos casado. Por supuesto tuve que aguantar las quejas de mi madre.
“¿Cómo se te ocurre hacerlo sola? ¿Sin tú familia? Me has quitado el placer de verte vestida de novia Alexandra” había dicho sin ningún remordimiento. M e disculpé
hasta el cansancio. Hasta que pareció aceptar que ya estaba hecho. M anuel también se molestó y ni hablar de Euge, que al igual que Ari tenían una forma romántica de
ver todo esto. Algo que nosotros no compartíamos para nada. El único que pareció alegrarse fue Thomas. Siempre podía contar con el apoyo incondicional de mi
querido primo. M e estaba preparando para ir a trabajar cuando Dan entró a la habitación.
-Debemos hacer algo.- dijo en tono serio.
-¿Con qué?
-Bueno, nuestro matrimonio no es del todo legal. Debemos ir al juzgado y firmar los papeles.
-Vale. Vamos ahora de camino al trabajo.
-¿Ahora?
-Sí, para que atrasarlo. Para mí ya estamos casados, y lo que realmente vale es lo que hicimos en Grecia, esto es solo papeleo.
-De acuerdo reina del romanticismo. Vamos.- reímos a la vez y nos fuimos.
Llenamos la solicitud de matrimonio, firmamos los papeles y se lo entregamos a un juez de paz. Éste nos preguntó si nos aceptábamos como marido y mujer, ambos
lo hicimos. Y firmó el papel. Legalmente, estábamos casado. Desde ahora sería Alexandra Navarro. Al salir de allí fuimos a desayunar, elegimos una bella terraza en el
centro de M adrid, y nos sentamos a disfrutar del cálido sol de mediados de junio y de un rico desayuno. Dan me dejó en la galería y prometió venir a recogerme.
-Buenos días.- saludé a Sergio y Lucero ni bien entre.
-¿Qué tal el viaje?.- preguntó curioso mi asistente, él tenía más confianza conmigo, Lucero aún se mostraba muy tímida.
-M aravilloso. ¿Adivina qué?
-Dime.
-M e casé. Dan y yo estamos casados.
-¡En hora buena!.
-Felicitaciones.- dijo Lucero con cariño.
Luego de contarles del matrimonio y el viaje, nos pusimos a trabajar. Tenía muchas obras que examinar, Lucero se encargaba de las esculturas y las pinturas. Y
Sergio de las fotografías. Elegían las que tenían potencial y luego yo daba el visto bueno. También quería tener mi propia exposición. M i colección estaba terminada y
solo necesitaba ultimar detalles.
Estaba inmersa en el trabajo y la música estaba fuerte, no escuché cuando Dante entró en la oficina.
-Hola preciosa.- dijo en mi oído y tomándome por la cintura y haciéndome saltar del susto.
-Dante por amor a dios, casi me matas del susto.
-¿Esperabas a alguien más?
-M i esposo puede venir en cualquier momento.
-Entonces tendré que ser rápido.- remató. Giró mi silla y me besó apasionadamente.
-Debemos estrenar la oficina.- susurré juguetona mientras aflojaba su corbata.
-Hmmm estrenaremos lo que quiera Señora Navarro.- me levantó por el trasero y me sentó sobre el escritorio. Subió mi vestido y la frágil tela de mi tanga se rasgó
en sus manos. A tientas abrí su cremallera y busqué su delicioso miembro. La pasión nos consumía, nos desesperaba. Tiró de mi cabello y cuando mi cuello quedó a su
disposición se apoderó de él como un vampiro. Se enterró en mí de una sola embestida y yo gemí fuertemente. M is piernas se enredaron en su cintura y mis caderas
acompañaban sus movimientos. Clavó sus dedos en mi trasero y me folló duro. M is gemidos eran bestiales, por lo que me puso una mano en la boca, para evitar que
todo el mundo me oyera. Tomé su cabello y lo acerqué hasta mí, corrí su mano y me apoderé de su boca. M is jadeos llenaron su paladar. Y ambos nos corrimos a la vez.
Cuando desperté Dan no estaba en la cama, miré a mi alrededor y lo vi poniéndose las zapatillas deportivas. Se preparaba para ir al gimnasio. M e levanté y me
desperecé estirándome tanto como podía.
-¿Cómo dormiste nena?
-De maravilla ¿Y tú?
-Como un bebé. Iré al gimnasio. Te veo luego.- se despidió con un beso en los labios y se fue.
Lavé mis dientes y mi rostro, me recogí el cabello y fui por mi ropa de entrenamiento. Había retomado mis clases de yoga. M e crucé a Félix y Xander en la puerta,
también iban por su paseo.
-Buenos días Señora.
-¿Ahora soy Señora, Félix?
-Lo intento, créame, pero es difícil.
-Compórtate Xander.- advertí con una caricia en su cabeza y me fui.
M is clases de yoga quedaban a dos cuadras de nuestra casa, así que fui caminando, cuando llegué Euge ya estaba allí. Y de inmediato nos pusimos a ejercitarnos.
-¿Por qué traes esa cara Euge?.- doblamos las colchonetas y fuimos hacia los casilleros, por nuestras cosas.
-Una tonta pelea.
-¿Joaquín?
-Sí, claro.
-¿Qué pasó?
-Es muy celoso, y ya sabes que yo hablo con todo mundo, eso le molesta.- dijo mientras nos poníamos las zapatillas.
-Tú amas coquetear con medio mundo. Eso es lo que le molesta.
-Soy así, sabe que solo es un juego. No sé por qué se enfada tanto.
-Deberías dejarle en claro que no quieres nada más con nadie, que solo te divierte que babeen por ti.- ambas reímos al unísono.
-Lo haré. Gracias cuñada. ¿Te alcanzo?
-No, caminaré. Te veo mañana.
-Adiós, beso a mi hermano.- se montó al auto y desapareció a toda velocidad. M e puse los auriculares y caminé a casa. Le regalé una sonrisa al portero al pasar y me
metí al ascensor. Al llegar a casa Dan estaba saliendo de la ducha. Y yo me metí. Luego del baño sequé mi cabello y me maquillé ligeramente. M e puse una musculosa de
seda fría en color piel, una pollera tubo por encima de las rodillas en azul y con un cinto a tono, los zapatos haciendo juego con la remera y me uní a él en la cocina.
Estaba metido en el periódico, me senté y degusté mi desayuno.
-“El gran éxito de la Galería Miller Art, preocupa al ambiente artístico”.- leyó en voz alta.
-Wow… ¿El gran éxito?
-Así es nena. Eres una sensación.
-Ja ja ja ya lo creo.
-¿A qué hora vendrás hoy?.- preguntó mientras desayunábamos.
-¿Tienes planes?
-Quería llevarte a cenar.
-Suena maravilloso. Estaré temprano entonces.
-Bien cariño.
Terminé mi plato y me levanté. Dan me siguió, se puso el saco yo recogí las cosas y nos fuimos al ascensor.
-Adiós pequeño.- saludé de camino y Dan le dio unas palmadas en la cabeza.
Acomodé su corbata que se veía torcida mientras las puertas se cerraban y por supuesto puso las manos en mi trasero.
-Tienes manos largas.- lo regañé.
-Veras, tengo un problema, me gusta mucho mi esposa.
-Es un hermoso problema.- rematé y nos besamos con pasión. Llegamos hasta los autos y Félix lo aguardaba parado al lado del Phantom, nos despedimos con un
beso y cada uno tomó su rumbo. Encendí mi estéreo y Starlight de Muse sonó a todo volúmen. Al llegar a la galería Sergio me aguardaba con un capuchino, como cada
día. Saludé a Lucero y me metí a mi despacho a trabajar. Al mediodía Tomy se apareció.
-Hola preciosa.
-Hola cielo. Que bella sorpresa.- respondí entusiasmada de verlo.
-Pensé en llevarte a almorzar. ¿Qué dices? ¿Tienes hambre?
-¡Siempre sí!.
Caminamos hasta un restaurante cercano y nos sentamos en la terraza. Ordenamos algo ligero y unos frescos jugos. Cuando el mesero volvió con las bebidas
finalmente habló. Sabía que se traía algo entre manos.
-Necesito tu consejo.- dijo al fin
-Bien, habla. ¿De qué se trata?
-Caty… de seguro sabes que llevamos un tiempo viéndonos.
-Sí, lo sé. Y no gracias a ti.
-Lo siento, es que quería mantenerlo calmado. Y bueno… sabía que harías un alboroto.
-Te perdono. ¿Qué pasa?
-Estoy loco por ella.
-Dime algo que no sepa Romeo.
-Quiero pedirle que se mude conmigo.
-Vaya… eso si no me lo esperaba.
-¿Es muy pronto verdad?
-Considerando el tiempo que hace que se conocen, y todas las vueltas que dieron… no lo creo. Creo que es perfecto. ¿Se aman verdad?
-Al menos yo, sí, la amo.
-Entonces hazlo Tomy. ¿Para qué perder el tiempo? no tienes nada que perder.- el mesero volvió con nuestra comida y seguimos la charla. Para el final, ya estaba
completamente decidido a pedirle a Caty que vivan juntos. M e acompañó hasta la galería y nos despedimos con un abrazo.
Por la tarde con algo de trabajo adelantado y las citas con los nuevos artistas programadas, me puse a trabajar en mi exposición, llamé a Sergio y comenzamos a
elaborar la folletería y elegir el orden de la exposición. También hicimos la lista de invitados y elegimos las tarjetas de invitación. Cuando me di cuenta daban más de las
6pm.
-Debo irme, Dan me espera para llevarme a cenar. Seguimos mañana.- me despedí a las corridas, tomé mis cosas y me subí al carro. Llegué enseguida a la casa y mi
adonis aún no estaba. Aproveché para sacar a Xander por un paseo. Dimos unas vueltas cerca y al volver me metí en la ducha.
-Hola cariño, lamento la demora, estaba en una reunión.- dijo Dante al entrar a la habitación.
-No te preocupes amor. Salimos a dar un paseo.- besé sus labios y me encaminé al vestidor.
-Tomaré una ducha y estoy listo ¿Vale?.
-Claro.
Escogí un sexy conjunto de ropa interior en satén azul y un vestido azul sin tirantes y de escote recto, corto y que se pegaba a mi cuerpo. Tenía unos sutiles
pliegues y lucía precioso. Y lo completé con sandalias negras de tacón.
-Jamás me acostumbrare a que seas tan hermosa.- dijo Dan entrando al vestidor.
-Gracias cariño.- besé sus labios y me fui a maquillar. Llené mi bolso y mi adonis salió luciendo de maravilla en su pantalón gris claro de vestir y camisa rosa con
puños y cuello gris, la llevaba por fuera y lo hacía ver condenadamente sexy. Nos montamos al carro y manejó hasta un espléndido restaurante árabe. Nos dieron la
mesa de inmediato y nos sentamos a degustar un rico vino de su propia cava.
-¿Cómo estuvo tu día nena?.- preguntó mientras esperábamos la cena.
-M uy bien, mucho trabajo, pero ya adelanté algo. ¿Y el tuyo?
-Unos inversionistas americanos están volviéndome loco. Quizás deba viajar a NY en breve.
-De acuerdo. Tomy me llevó a almorzar.
-¿Sí? ¿Qué dice Thomas?.
-Quiere pedirle a Caty que vivan juntos.
-Hasta que da un paso…
-Dan…
-Lo siento, pero necesita ser más decidido.
-¿Cómo tú?
-Por que no. Te quería a ti y te tuve.
-¿A sí? ¿Seguro que fue de esa manera?
-Por supuesto, desde la primera vez que vi como bajabas la mirada en la acera de mi casa, quise que seas mía. M e costó. Pero finalmente acá estas. M i esposa.
-Eres un maldito arrogante.
-Lo sé. Y te gusta.
-Sí, mucho. Pero no es tan así. Lo hice cuando yo quise.
-¿Segura?
-M ucho.
-Ya ríndete... Eres mía para toda la eternidad.
-Solo tuya.- respondí con una sonrisa de quinceañera. Cenamos y seguimos bromeando y charlando. La comida estaba exquisita y el postre un auténtico manjar de
los dioses, lo acompañamos de un frio champagne. Las burbujas comenzaban a subírseme a la cabeza. Nos montamos al carro y emprendimos el regreso a casa.
Desabroché mi cinturón y me acerqué a él.
-¿Qué crees que haces Lex?
-Eres mío y puedo hacer lo que me dé la gana.- respondí alegre.
-Vas a conseguir que choquemos.- besé su cuello y mi mano buscó su entrepierna.
-Tú presta atención al camino y déjame el resto a mí.
Abrí su cremallera y tomé su miembro con mi mano. Lo acaricié lentamente. Sentí como él bajaba la velocidad, casi a paso de hombre. M e incliné, y tomé su erecto
pene, pasé mi lengua por su glande, saboreándolo, y luego lo metí en mi boca, lentamente, de a poco. Sintiendo como cada vez se ponía más y más duro. M i ritmo
parejo lo llenaba de placer, sus jadeos fueron en aumento. Entonces incrementé la profundidad en que lo tomaba, llevándolo tan adentro de mi garganta como podía, y
ahí lo mantuve hasta que la necesidad de aire me desesperó. Una y otra vez repetí la acción, agarró mi cabello con fuerza y mantuvo mi cabeza estática. Su cuerpo se
tensó y se corrió en mi garganta. Volví a mi lugar sintiéndome una diosa del sexo. M e miró con sus ojos encendidos.
-Eres tan sorprendente nena.
-M ío.- respondí.
Llegamos al garaje de nuestro piso y me bajé, di la vuelta al auto y me agarró por la cintura en un movimiento, me apretó contra su cuerpo. Lamió mis labios, mordió
mi boca y me penetró con su lengua. Acarició el contorno de mi cuerpo hasta llegar a mis piernas, metió la mano por debajo de mi pollera y subió mi vestido. Su mano
se asentó en mi nalga y me llevó hasta el capó del auto, me sentó allí y con su mano libre empujó mi pecho hasta que quedé recostada sobre él. Extendió mis manos por
encima de mi cabeza y ahí las sostuvo con la suya. Arrancó mi ropa interior y sus dedos buscaron la calidez de mi interior. Gemí al sentirlo dentro mío. M i espalda se
despegó del auto y levanté mis piernas. Enredé una en su cintura y él tomó la otra desde la parte trasera de mi rodilla. Lentamente me penetró con su duro miembro.
Jadeé. Su ritmo era suave y tortuoso. Haciéndome enloquecer, quemándome a su paso. Soltó mi mano y me agarró con ambas manos por la cadera, mi cuerpo acompañó
el impulso de sus embestidas. Que se volvieron salvajes y violentas. M e estiré para alcanzarlo, lo tomé por el cuello y lo atraje a mí, y lo besé con pasión. Apenas
podía respirar. Sus jadeos se encontraron con los míos. Bajó mi vestido y mis pechos quedaron a su alcance, los cogió en sus manos y los apretó y lamió mis pezones.
Todo mi interior se contrajo y se apretó a él. Gimió en mi boca. Puso su mano en mi garganta, controlando mi respiración. M e contorsioné bajo de él.
-Córrete para mi nena.- dijo y me dejé ir. Siguió por unos cuántos movimientos y entonces se corrió en mi interior.
Cuando nuestras respiraciones se normalizaron, me soltó. Nos arreglamos la ropa y subimos al ascensor.
-Si mañana nos echan del edificio es tu culpa.- declaré divertida.
-No lo pensé bien, fue un impulso.
-Bien, empieza a buscar nueva casa cariño, solo por si acaso.
-¿Quieres mudarte?
-Era una broma Dan.
-No, hablo en serio. ¿Te gustaría que compremos una casa?
-No soy del tipo de persona que vive en una gran casa.
-Lo sé. A mí me gusta éste piso. Pero quizás deberíamos pensarlo.
-Bien, lo discutiremos luego cariño.
Llegamos a la casa y Xander nos recibió alegre, nos fuimos a la cama y volvimos a hacer el amor.
Nuestra vida juntos era muy cómoda y ordinaria. Pero de alguna manera me encantaba. No me sentía atrapada en la rutina, ni nada parecido, por el contrario,
habíamos encontrado un equilibrio que ambos disfrutábamos. Los dos teníamos nuestro espacio, no estábamos encima del otro. Cada cual su trabajo. y seguíamos
implementando una salida por separado una vez a la semana, y el fin de semana salíamos juntos y con amigos, cuando no íbamos Al Templo. La vida de casados no nos
había cambiado nada. Seguíamos amándonos y deseándonos tanto, o más, que antes.
La galería no podía ir mejor, teníamos muchos artistas prometedores. Debíamos cambiar semana a semana las muestras que exhibíamos, porque se vendían a diario.
M i exposición estaba casi lista habíamos decidido que tenga lugar antes del cumpleaños de Dan, así tendría tiempo de organizar su fiesta tranquila.
El último fin de semana de julio ya todo estaba listo. Llegué temprano a la galería, acompañada de mi marido. Llevaba un vestido plateado de un solo tirante, plisado,
corto y ajustado al cuerpo. M e recogí el cabello en un rodete descuidado. Y me maquillé provocativamente. Dan llevaba un precioso traje a medida en negro, camisa
blanca y corbata roja. Después de hablar con los meseros, abrí la puerta y la gente comenzó a llegar. M i madre había venido especialmente para mi exposición, pero
Andy, Fany y el pequeño Ricky no pudieron asistir, ya que el bebé estaba con varicela. El resto de la familia estaba allí, mi hermana y su marido, mi suegro, mis
cuñados. Tomy y Caty. M is amigos y los invitados habituales.
-Odio esta parte.- susurré a Dan en el oído cuando llegó la hora de inaugurar la muestra.
-Debes hacerlo, vamos. Estarás bien.- dijo animándome.
M e subí a la tarima y cogí el micrófono.
-Buenas noches a todos y bienvenidos a una nueva exposición de la Galería Miller Art. En ésta ocasión tengo el enorme placer de presentar mi primera muestra en
mi galería. La colección se llama “Movimientos”. La vida es un continuo movimiento, todo se mueve alrededor de nosotros, lo acompañemos o no. Y me pareció una
hermosa manera de congelar esas situaciones que nos gustaría que duren para siempre. Así que sin más preámbulos. Disfruten la noche.-
Luego de recibir los aplausos con la mejor de mis fingidas sonrisas, me bajé. Comencé a caminar por la sala, explicando las distintas fotografías. Había desde, niños
en un parque, amantes en un bote paseando por un lago, Xander y su canino amigo jugando. Una lluvia de estrellas fugases, peces en el fondo del mar, y cientos de
momentos en movimientos. Había conseguido una preciosa forma de captar el movimiento, todo el fondo de las fotos se veía en movimiento, y solo un foco óptico
estático. M e encantaba lo que había logrado. Encontré a mi adonis mirando la foto de la lluvia de estrellas, el punto focal era la luna.
-¿Te gusta cariño?.- lo agarré desprevenido.
-Es maravillosa. M e encanta.
-Bien, es tuya.- anuncié dando vuelta la tarjeta.
-Gracias amor. Es una fotografía bellísima.
-Cuando quieras guapo.- nos dimos un suave beso en los labios y seguí con las entrevistas.
Lucero se acercó a avisarme que todas las fotos habían sido vendidas. Y volví a subirme para hacer el cierre de la muestra.
-Bueno oficialmente damos por concluida la exposición “Movimientos” muchísimas gracias a todos por su entusiasmo y espero que hayan encontrado lo que
buscaban. Quisiera agradecer a Sergio y Lucero por el maravilloso trabajo que hacen día a día. Y por supuesto a mi maravilloso esposo, por su apoyo incondicional. Los
esperamos en la próxima exposición. Gracias y disfruten del resto de la noche.-
Por fin pude estar un rato con mi familia y amigos, poniéndonos al día. a las 4am cerramos la galería y nos fuimos a casa.
M i madre había decidido quedarse hasta el cumpleaños de Dan y así disfrutar un poco de la ciudad. M i hermana y yo nos turnamos para sacarla de paseo, incluso
Tomy colaboró y la llevaba a cenar o al teatro. M e dediqué a la fiesta de Dante. Ya que no habíamos tenido recepción en nuestra boda, decidimos hacer un cumpleaños
algo más elaborado, en un salón e invitar a toda la gente que queríamos. Reservé el salón VIP de fiestas del Hotel Miller. Ari y Euge me ayudaron con la decoración y la
comida. Elegimos globos en negro y rojo que colgaban del techo y las cintas plateadas caían formando una suerte de lluvia. M ariano se había encargado de contratar un
DJ local. Iluminamos el resto del lugar con guirnaldas japonesas en blanco. Se veía maravilloso. La comida ya estaba elegida, lomo a la pimienta, con vegetales grillados
de primer plato. La entrada distintos canapés fríos. Los más exquisitos vinos, y algo de cerveza importada.
Estábamos recostados en el sillón viendo el resumen deportivo cuando dieron las doce del 12 de agosto.
-Feliz cumpleaños amor mío.- me aferré a su cuello y lo besé con pasión.
-Gracias nena.
-Toma, abre tú regalo.- le entregué un enorme paquete prolijamente envuelto.
-Tú eres el mejor regalo de todos.
-Ábrelo.- rompió el papel de regalo ante la atenta mirada de Xander, por alguna razón, amaba el ruido que hacia el papel al romperse. Y sus ojos se iluminaron
cuando vio un cuadro que contenía la camiseta autografiada por cada miembro de los Knicks. Su equipo de básquet favorito. Junto a boletos para los playoff de la
temporada.
-Cariño… gracias. ¿Cómo lo conseguiste?
-Resulta que el dueño de los Knicks tiene negocios con mi familia.
-Vaya… es genial. Gracias amor mío. M e encanta. La pondré en mi oficina.
Nos metimos a la habitación para el siguiente regalo. Hicimos el amor varias veces y finalmente rendidos nos dormimos.
-Se hace tarde Alexandra.- dijo mientras yo terminaba de arreglarme. Había escogido un precioso vestido corto en colores de verano, sin breteles y con una faja que
dividía la ceñida pechera de la amplia falda. Salí poniéndome los zapatos y Dan ya estaba listo en su precioso traje gris metalizado.
-Lista.- anuncié
-Preciosa, como siempre.
-Lo mismo digo cariño.
Nos subimos al carro y Félix nos llevó hasta el hotel. Había varios fotógrafos así que tuvimos que posar para ellos. Todo mundo estaba allí, nuestras familias,
amigos, compañeros de trabajos de ambos, socios de Dan. Incluso mis tíos habían asistido. Pero la gran sorpresa la dio Paloma. Dante sonrió feliz al ver a su madre.
-Felicitaciones por la boda hijo. Has escogido una maravillosa esposa.- dijo con dulzura.
-Gracias madre. Lo sé. Que alegría que estés aquí.
-Apenas recibí la invitación reservé el vuelo, no me lo perdería por nada.
-Gracias por invitarme cariño.- dijo en mi oído.
-M e alegra que hayas podido venir Paloma.
Cenamos, bailamos y hablamos con medio mundo. Dan me presentó a algunos de sus socios que aún no conocía. La torta entró, había mandado a hacer un pastel
enorme de 5 pisos en negro y rojo. Los meseros comenzaron a repartir las copas de champaña.
-Bueno, supongo que debo decir algo.- dijo mi marido, para todos.- Primero gracias por venir, que estén aquí significa que son parte de nuestras vidas y queríamos
que compartieran éste momento junto a nosotros. Como bien saben, mi cumpleaños es una excusa, es más nuestra recepción de bodas, algo tardía, pero finalmente, lo
hicimos. Y quiero agradecerle en especial a mi maravillosa y hermosa esposa, no solo por esta magnífica noche, sino por hacer mi vida perfecta. Te amo nena. ¡Ahora a
celebrar!.- me aferró por la cintura y me besó con amor.
-Te amo Dan.
-Y yo a ti preciosa.
La noche fue magnifica y todos nos quedamos hasta muy entrada la madrugada.
Para principios de septiembre comencé a sentirme mal. Suponía que el stress y nuestra ocupada vida comenzaban a agotarme, quizás debía comer un poco mejor.
Decidí hacer una cita con mi médico para realizarme un chequeo desde que me habían dado el alta luego de la operación que no había vuelto.
El sábado, aún me sentía muy cansada, pero esa noche iríamos Al Templo, así que tomé un relajante baño de burbujas y me sentí un poco mejor. Elegí un vestido de
látex negro muy ceñido que se ataba al cuello y dejaba mi espalda al descubierto. Tenía un escote profundo por delante que me llegaba casi hasta el ombligo. M i hermoso
esposo me esperaba en la habitación mirando su móvil, estaba bastante informal y sexy, remera negra escote en V y un jean negro.
-Y pensar que todo eso es mío.- dijo después de silbar.
-Todo tuyo.
Nos montamos al carro y fuimos rumbo al local. Al llegar ya había algo de gente. Nos quedamos tomando un trago y pronto se nos unieron Ari y M ariano, y al rato
Electra y Cesar. Ellos cuatro tenían una cita esta noche. Nosotros habíamos decidido jugar solos por hoy. A media noche subimos a la oficina. Ni bien cruzamos la
puerta me empotró contra ella, cogió mi cabello con su mano y mi cabeza voló hacia atrás. Lamió mis labios, mi mentón y siguió su arrebato hacia mi cuello.
-Tengo una sorpresa para ti cariño.- dijo sobre mi clavícula mientras desataba el nudo de mi cuello.
-¿De qué se trata?
-Ya lo veras... o mejor dicho, lo sentirás.
M e sacó el vestido y lo tiró sobre el sofá. Besó mis pechos y lamió mis pezones, su lengua recorrió mi abdomen hasta mi monte de venus. Se agachó y me quitó la
tanga. Lamió mi hendidura, pero no fue suficiente. Levantó una de mis piernas y la apoyó sobre su hombro, su mano se acomodó en mi trasero y se apoderó de mi
clítoris. Ni bien sentí sus dientes cerrarse en torno a mi centro del placer, gemí, lo tomé por el cabello y busqué estabilidad con mi otra mano sobre la pared. Sus dedos
encontraron mi interior y comenzó a moverlos hábilmente. M is jadeos se hacían más fuerte a medida que su boca succionaba mi clítoris y sus dedos jugaban en mi
interior. M i cuerpo se tensó y me soltó.
-Aún no nena… no puedes correrte, será una larga noche.- se quitó la camisa y luego el pantalón. Aferró mi cabello y me hizo agachar. M e arrodillé frente a él y abrí
la boca.
-No puedes moverte Lex.- advirtió y me volví una estatua.
Agarró su miembro con una de sus manos, mientras la otra inmovilizaba mi cabeza. M etió y sacó velozmente su glande de mi boca. Una y otra vez, tentándome,
pero no dándome todo. M i lengua lo buscó, y pasó toda su extensión por ella. Y luego se hundió por completo en mi boca. Llevando su miembro tan profundo como mi
anatomía le permitía. Cada vez que salía por completo de mi boca, una fina tela de saliva lo acompañaba y corría por mis pechos. M is ojos lagrimearon al recibirlo tan
adentro, y se mantuvo allí, cortando el aire. M is arcadas le daban más sensaciones y sus jadeos se volvieron guturales. M e aferró por los brazos y me puso de pie. M e
llevó del pelo hasta la camilla sexual, me besó con posesión y sus manos agarraron mi trasero, me levantó y me colocó en la camilla, tomando mis caderas me acercó más
a él, y quedé apenas apoyada sobre el borde. Con su mano empujó mi pecho hacia atrás, para que me recueste. Pasó la correa por mi cintura y la ajustó. Estiró mi brazo
derecho y lo ató al brazo de la camilla y ajustó mis muñecas y mi bíceps, luego el otro. Volvió a ponerse entre mis piernas, yo apenas podía respirar de la excitación y la
expectativa. Subió mi pierna a los estribos y ató mi tobillo y mi muslo, luego el otro. Quedé completamente expuesta a él. Fue al armario y se acomodó detrás de mi
cabeza. Tirando de mi pelo me besó profundamente. Y luego metió la pelotita de la mordaza en mi boca y la ajustó a mi nuca.
-Absolutamente hermosa.- dijo acariciando mi cabello. Con la yema de su dedo recorrió mis labios, y todo mi tórax hasta llegar a mi entrepierna. Pasó su dedo por
mi humedad y se la llevó a la boca. Intenté removerme, pero fue inútil. Acercó una mesita que contenía un pequeño aparatito. Lamió mi pezón y puso un adhesivo
sobre él, luego el otro. Su lengua lamió mi clítoris y colocó el último allí.
-Son electrodos, te estimularan como pocas cosas. Disfrútalo nena. Si quieres que pare, haz sonar tus dedos. ¿Lo entiendes?.- asentí. Encendió la máquina y tocó
unos botones, y una leve descarga endureció mis pezones y mi clítoris. El pulso era continuo e iba subiendo la intensidad. Volvió a mí cargando el cat de 9 colas
trenzado que tanto me gustaba, pero no era el habitual, este era mucho más corto y fino. Comenzó a azotar mi abdomen, muslos y las plantas de mis pies, mientras los
electrodos mandaban continuas y deliciosas descargas a los puntos justos. A medida que el ritmo de sus flagelos a mi cuerpo aumentaba, también lo hacia la intensidad
de las descargas. Tanto que mi cuerpo intentaba saltar de la camilla, sin ningún resultado, estaba bien sujeta e indefensa. M is ojos se llenaron de lágrimas, era demasiado
placer, mucha intensidad, y sentí que iba a estallar. Sentía que estaba a punto de correrme, pero no conseguía dejarme ir. M e tuvo en esa condenada maquina por un
buen rato, los electrodos conseguían mantener mi clímax latente pero sin correrme. M e llevaban al abismo una y otra vez, pero sin poder liberarme, era una tortura, una
deliciosa tortura. Apenas podía sentir los azotes, toda mi concentración estaba dispuesta en los tres puntos que estimulaba la máquina. Gemí, jadeé, grité y supliqué en
la mordaza. Pero solo conseguía agrandar la sonrisa de mi sádico esposo que estaba disfrutando del show. Finalmente cuando las lágrimas caían de mis ojos, apagó la
máquina. M e quitó los electrodos. Y sin decir ni una sola palabra me penetró profundamente.
-Córrete para mi nena…- dijo. M e embistió unas pocas veces y finalmente conseguí mi liberación. Cada célula de mi cuerpo pareció tensarse, contraerse y luego
relajarse. Sentí como mi excitación corría atreves de él y caía. Pero no se detuvo. Su continuo bombeo, luego de mi eyaculación, me resultaba doloroso. Era como una
punzada en mi vientre. Retorció mis pezones y yo intenté arquearme sin ningún efecto. Puso una de sus manos en mi garganta, para controlar mi respiración y la otra en
mi vientre ejerciendo presión mientras me penetraba salvajemente.
Una corriente explosiva me recorrió el cuerpo, desde la nuca hasta las plantas de los pies. Su mano apretó mi tráquea e incrementó la velocidad en la que entraba y
salía de mí. Todo mi cuerpo tembló.
-Si nena… así, vamos… córrete para mí.- apreté las paredes de mi vagina con fuerza contra su miembro y gruñó entre dientes. Y ambos nos corrimos a la vez. Dejó
caer su cuerpo sobre el mío y me sacó la mordaza. Besó mi esternón y nos quedamos así hasta que fuimos capaces de retomar un ritmo normal. Se enderezó y me
desató los amarres.
Cuando me liberó salté encima de él, me colgué de su cuello, me agarró por la cintura y me mantuvo en el aire.
-Te amo con locura Dante Navarro.
-Yo te amo más nena.
-Imposible.- rematé y lo besé profunda y amorosamente.
FIN…
Epílogo
Jamás creí que la vida de casado se iba a adaptar a mis necesidades, pero tampoco pensé que tendría una esposa, y mucho menos una mujer como Lex. Esa
preciosura de ojos celestes me volvía absolutamente loco. Su valentía, su testarudez, su pasión, su amor, su compasión… y no dejaba de sorprenderme ni un minuto.
Cuando desperté esa mañana, ella aún dormía. M e quedé como un psicópata mirándola dormir plácidamente, la luz de la mañana entraba por la ventana y dibujaba
figuras en su desnuda espalda. Casi sin poder evitarlo pasé las yemas de mis dedos por su tatuaje. Se removió ante la cosquilla y sonreí como un idiota. Besé su espalda
y me levanté. M e metí al baño para cepillar mis dientes y lavar mi rostro. Salí al vestidor y busqué mi conjunto deportivo.
-Buen día cariño.- dijo mi dulce esposa envuelta en la sabana y con una sonrisa que podría iluminar el inframundo.
-Buenos días preciosa. ¿Dormiste bien?.- me incliné en la cama para besarla.
-Perfectamente ¿Y tú?
-De maravilla. Vuelvo en un rato, voy al gimnasio.
-Pásala bien.- se despidió de mí. Pasé por la cocina a recoger mi batido proteico, que M arga me preparaba cada mañana y salí rumbo al ascensor. Félix y Xander me
alcanzaron.
-Hola grandulón.- saludé a Xander con unos mimos en la cabeza.
Ellos bajaron en la planta baja y yo seguí al subsuelo donde estaba el gimnasio. Al entrar vi a David calentando.
-¿Listo para recibir una paliza?.- dijo apenas me vio entrar.
-Deberás quedarte con las ganas. Patearé tu trasero, como de costumbre.
M e puso a hacer un poco de cuerda para calentar y luego algunos golpes a la bolsa, la pera. Y por último abdominales. Terminamos como siempre, intercambiando
algunos golpes en el ring. M e encantaba el boxeo. Y me relajaba muchísimo, podía descargar todas mis preocupaciones con la bolsa. Un certero golpe terminó el
intercambio.
-¿Te dolió?.- pregunté triunfante a mi entrenador, luego de ver como su casco se había movido por el golpe.
-No me haces ni cosquillas Navarro.- respondió tan altanero como siempre. Le di un amistoso golpe en el brazo y recogí mi bebida.
-¿Cómo va todo?
-De maravilla. Aunque la mudanza está pateándome el trasero.- me aseguró.
-¿Pero ya se instalaron?
-Sí, solo estamos tratando de acomodar todo, y los niños no facilitan nada.
-Ya lo creo. Te veo mañana.
-Hasta mañana.-nos despedimos y subí a tomar una ducha. Entré al baño y Lex estaba secándose el cabello. Besé su hombro al pasar por detrás.
-¿Qué tal estuvo la clase?.- observé mientras me quitaba la ropa.
-Relajante.- dijo mi mujer. M e metí a la ducha y me bañé rápidamente. Elegí un traje de tres piezas en gris oscuro, camisa blanca con rayas grises y corbata gris. M e
peiné y fui a la cocina.
Ni bien me senté M arga me sirvió el café.
-¿Qué gusta comer Señor?
-Un poco de cereal está bien M arga. Gracias.- tomé el periódico y busqué la sección de finanzas.
-¡Diablos!.- chillé en voz alta. M arga se sobresaltó y dejó caer un poco de leche sobre la mesa, que limpio rápidamente.
-¿Qué sucede?.- preguntó Lex sorprendida.
-Lo siento, malas inversiones. Cayó la bolsa.
-¿Alguna de las tuyas?
-Sí, pero no te preocupes. Quizás deba adelantar el viaje a NY.
-¿Para cuándo?
-La próxima semana nena. ¿Podrás venir conmigo?
-No cariño, tengo una exhibición.
-Bien, será un viaje rápido entonces, hoy mismo hablaré con mi padre.- cuando terminamos de desayunar ambos nos levantamos, me puse el saco, tomé el móvil y
nos subimos al ascensor.
-¿Te dije lo hermosa que te ves de morado?.- alegué mirando a mi bella mujer.
-No hoy.
-Bien, estás de infarto, como siempre.
La tomé por la cintura y la atraje hasta mí. Lamí sus labios y mordí su abultado labio inferior. Salimos y Félix me esperaba apoyado en el auto.
-Que tengas lindo día cariño.- se despidió Lex con un beso cálido.
-Tú también preciosa.- respondí y le di un ligero azote en el trasero mientras se metía a su auto. Cerré la puerta y me metí en el mío.
Llegamos a la empresa antes de las 9am, como de costumbre.
-Buenos días José. ¿Cómo se encuentra tu hija?.- indagué al hombre de seguridad de los molinetes mientras esperaba el ascensor.
-Recuperándose Señor Navarro. Gracias por preguntar.
-Ya sabes, cualquier cosa que necesites, me lo haces saber.
-Así será Señor. Que tenga un buen día.
-Te noto nervioso Félix. ¿Ocurre algo?.- el ascensor comenzó a subir.
-Nada Señor. Todo está bien.
-¿Seguro?
-No tiene de que preocuparse.
-Buenos días Elizabeth.- saludé a mi secretaria mientras me encaminaba a la oficina.
-Buenos días Señor.- como de costumbre me siguió hasta allí, puso una taza de café sobre el escritorio y comenzó a leer la agenda del día. Hacia mi vida mucho más
sencilla, hacia tanto que trabajaba para mí, y confiaba en sus habilidades como en pocas personas. Sabía que estaba capacitada para algo más, pero no imaginaba como
funcionaria éste lugar sin ella a cargo. Debo aumentarle el sueldo, me recordé a mí mismo. De inmediato entró mi padre.
-¿Has visto las noticias Dan?
-Sí, tendré que viajar cuanto antes a NY. ¿Vienes conmigo?
-Claro hijo, ¿Cuándo quieres ir?
-Prepara todo con Elizabeth para la próxima semana, viaje corto, Lex no puede venir.
-M uy bien. ¿Vendrán a cenar mañana?
-Sí, allí estaremos. Ah. Lex me preguntó si querías que lleve el postre ese que te encanta.
-Esta hija mía, siempre consintiéndome.
-No tiene remedio.- mi padre se fue y dediqué el día a tratar de arreglar los desastres que se iniciaban como consecuencia de la caída de las acciones. M e la pasé al
teléfono con los inversionistas. Y luego en una interminable reunión con los socios árabes. Aún no podían asegurarme una vía segura para el transporte en el oriente. Y
eso estaba comenzando a fastidiarme.
-Si ustedes no lo solucionan pronto, buscaré gente más competente que me dé soluciones rápidas. Llevan meses trabajando en esto y aún no tengo nada formal.
-Lo siento Señor Navarro. Es que las cosas están tensas en el oriente.
-Soluciónenlo o búsquense otro trabajo.
M e levanté y salí de la sala de juntas. Ya estaba harto de tanto inservible junto.
-Señor Navarro, la Señorita Eugenia está aquí.- dijo mi secretaria por el intercomunicador.
-Hazla pasar.- contesté.
-Hola guapo.
-Hola pequeña. ¿Cómo estás?
-Bien ¿y tú?
-Rodeado de incompetentes.
-No seas tan duro Dan, no todo el mundo es como tú.
-Pues deberían, mi vida sería más sencilla.
-No así la del resto de los mortales.- dijo sacándome la lengua, me robó una sonrisa, mi hermanita era mi debilidad.
-Cállate pipin.
-Ya estoy algo crecida para que sigas llamándome así.
-Siempre seré mayor que tú, así que ni modo.
-Bien, dime ¿En qué puedo ayudarte hermano mayor?
-Estoy pensando que es buen momento para tener una casa.
-Vaya… eso es genial, ¿Qué opina Lex?
-No está muy convencida, le gusta vivir en la ciudad.
-Y sí, la vida en las afueras debe ser algo aburrida.
-Depende donde sea.
-¿Qué tienes en mente?
-La Finca.
-Wow. Costoso.
-Creo que puedo con eso.
-Seguro que sí. Veré que te encuentro ¿Vale?
-Gracias pequeña.
-De nada grandulón. ¿Te veo mañana en casa de papá?
-Ahí estaremos. Ah, y pipin, es una sorpresa, no le digas nada aún a Lex.
-De acuerdo. Adiós.- se despidió con un beso y se fue.
Cerca de las 7pm volví a casa. Xander corrió a mi encuentro.
-Hola bestia. ¿Cómo te has portado?.- acaricié su enorme cabeza.
-¿Cariño?.- solté al aire.
-Aquí…- la voz provenía de la habitación.
-Hola nena ¿Qué haces?
-Hola cariño. Te esperaba. ¿Qué tal tu día?
-Agotador, voy por una copa.- aflojé el nudo de mi corbata y me saqué el saco.
-Regresa pronto.- me serví una copa de whisky y volví a la habitación intrigado.
-Bien nena, ¿Qué pasa?.
-Siéntate, debo decirte algo.- Lex estaba inquieta, nerviosa y claramente algo ansiosa.
-Soy todo oído. Suéltalo.
-Hoy recibí los resultados de los análisis que me hice la semana pasada, ¿Recuerdas?
-Si claro. ¿Cómo salieron?
-Bien, estoy sana, pero embarazada.
-¿Embarazada? ¿En serio?
-Así es. El médico cree que unas 6 semanas, por el conteo.
-¡Cariño! ¡Es una hermosa noticia!
-Lo sé. ¿Estas contento?
-¿Contento Alexandra? ¡Estoy feliz! ¿Y tú?
-También lo estoy. Aunque…
-Lo sé. Haremos las cosas distintas esta vez nena.- chillé tomándola entre mis brazos.- No se lo diremos a nadie aún.
-Gracias. Es mejor así.
-Solo tú y yo.
-Eternamente tú y yo.- respondió citando la frase de nuestras alianzas. La besé suavemente, pero como pasaba siempre, terminamos haciendo el amor. Aunque traté
de ser cuidadoso, no estaba dispuesto a perder a ninguno de los dos.
Las semanas pasaron rápidamente y cuando volví de NY, mi esposa se comenzaba a sentir un poco mejor. Sus malestares no eran tan abruptos y fuertes como la
primera vez. Yo me encontraba más tranquilo ya que había podido cerrar el negocio con los americanos.
Esa mañana fuimos a ver a la Dra. Torres, a ambos nos gustaba y confiábamos en ella. Pudimos escuchar el corazón del bebé en el ultrasonido. Lex tenía 8 semanas y
todo se veía muy bien.
Por la tarde Euge vino a la oficina, cargaba unas carpetas, había encontrado algunas propiedades que podían interesarme, algunas requerían un poco de trabajo, pero
tenían potencial. Elegí unas cuantas para mostrarle a Lexy. Y le pedí que siga buscando una que cumpliera todas mis expectativas.
Para el cumpleaños de Lex, toda la familia se reunió y ya que estábamos a punto de terminar el primer trimestre de embarazo les comunicamos la noticia. Por
supuesto todos se alegraron y nos felicitaron. M i padre no cabía en su cuerpo de la alegría de tener finalmente un nieto. Llamé a mi madre a parís y también le conté la
noticia. Y entre sollozos me felicitó. Finalmente Euge había encontrado la propiedad que quería. Era una casa preciosa. M uy amplia y luminosa, moderna. Con enormes
ventanales en toda su estructura. Techos altos y pisos de madera, justo como le gustaban a Lex. En el primer piso estaba la estancia con una amplia escalera que llevaba
al segundo piso. Una gran oficina del lado izquierdo con puertas dobles de vidrio. Y una sala de entretenimiento. Del lado derecho un salón para visitas que se unía al
comedor formal con un gran arco que daba al pasillo donde estaba el baño de invitados y una oficina más pequeña. Luego la enorme cocina. Que dejaba ver un patio
gigante, con piscina, solárium y una casa de huéspedes, que quería transformar en gimnasio. En el piso superior 5 grandes habitaciones, la master suite, con baño
completo, jacuzzi y vestidor y un balcón cubierto precioso. Y luego cada habitación con su propio baño. Tenía garaje para cuatro autos y área de servicio, era perfecta,
justo lo que quería y muy privada. Solo se accedía a la casa por el portero. La compré de inmediato y esa misma noche le di la sorpresa a Lex. Al principio no le gustó
mucho la idea de mudarnos. Pero con el bebé en camino, debíamos hacerlo. Cuando fuimos a ver la casa, se enamoró por completo. Contratamos al mismo decorador que
había hecho la galería. Joshua y Lex se encargaron de ello.
Su vientre salió a la luz de un día para el otro. Se veía aún más hermosa, justo cuando pensé que no sería posible.
Para cuando cumplió 5 meses de embarazo finalmente la casa estaba lista. Y comenzamos a mudarnos. Durante la cita con la Dra. Pudimos ver el sexo del bebé,
estábamos esperando un varón. M is lágrimas se agolparon en mis ojos. Aún no podía creerlo. Ni bien salimos del consultorio pasamos por una tienda de bebés y
compramos los muebles para su habitación y muchas cosas que de seguro jamás usaría, pero ver la felicidad de mi esposa al elegir las cosas, era demasiado bueno.
-Debes hacerme el amor como corresponde.- me dijo mientras la penetraba suavemente.
-¿Así no corresponde?
-No, hazlo como nos gusta.
-No quiero lastimarte o al bebé.
-Ya te dije que no le harás daño. Vamos cariño. Necesito algo de amor duro.
La giré lentamente, puse un almohadón bajo su pelvis, para que el bebé no se aplaste. Y levanté su trasero. Apoyó sus manos en la cama y quedó cómoda a cuatro
patas. M i vista era magnifica. Y tenía su trasero a mi disposición. M e moría por azotarla, y escuchar sus gemidos. Pero me había limitado a tener sexo vainilla, por el
bien del bebé.
Comencé a azotar su trasero con mi mano, me encantaba la sensación de piel con piel, y como sus nalgas iban cambiando de temperatura y color. Su piel era tan
blanca que se enrojecía de inmediato. Al primer azote, jadeó con fuera. Necesitaba tanto oírla… escuchar su placer. Fui aumentando de a poco la intensidad, hasta que
sus gemidos se volvieron salvajes. Estaba tan excitado que mi pene palpitaba. Cuando no pude contener más las ansias por perderme en ella, la penetré de una sola
embestida. M is manos se acomodaron en su cadera y fui marcando el ritmo. Tomé su cabello con mi mano y ella se arqueó.
-¿Así te gusta nena?.- jadeé.
-Sí, cariño, así… más, más fuerte.- pidió entre gemidos.
Incrementé la fuerza y la velocidad, comencé a follarla rudo y profundo. Sentí como se contraía su interior, apretándome de esa forma tan única que tenía, haciendo
que mi orgasmo se forme de inmediato.
-Córrete para mi cariño.- le ordené y se dejó ir, llevandome a mí con ella. Y me corrí en su interior.
Cada vez su vientre estaba más grande. Una noche mientras estábamos acostados, yo miraba el resúmen deportivo y ella leía un libro de maternidad, el bebé dio una
fuerte patada, Lex se quejó pero tomó mi mano y la puso sobre su abdomen y volvió a hacerlo. Sentirlo era una sensación única.
El 8 de mayo en medio de la madrugada Lex me despertó. Había roto bolsa, era hora de conocer a nuestro hijo, fuimos al hospital y les avisé a todos que había
llegado el momento. Nuestra familia llegó de inmediato, y unas cuantas horas después, finalmente había llegado la hora. Lex y yo fuimos a la sala de partos. M i
maravillosa esposa dio a luz a un sano y fuerte bebé.
León Apolo Navarro. Ver a Lex cargando a nuestro hijo fue lo más lindo que vi en mi vida. Era perfecto, rosadito, de cabello oscuro y definitivamente se parecía a
ella. Cuando lo cargué, supe que nada volvería a ser igual. Éramos una familia. Ya no éramos más solo ella y yo. No creí poder amarla más, y la vida volvió a
demostrarme que mi amor por ella era infinito.

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