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Por
"Loli Deen"
©Adriana Insaurralde, 2015
1° Edición. Buenos Aires, Argentina, 2015
Autor: Loli Deen
Editor: Adriana Insaurralde
Fotógrafo: Perlanca
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o
parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su
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Agradecimientos:
POR
LOLI DEEN
© Adriana Insaurralde, 2015
1° Edición. Buenos Aires, Argentina, 2015
Autor: Loli Deen
Editor: Adriana Insaurralde
Fotógrafo: Perlanca
A mis amigas y amigos por ser mi fuente confiable para saber que iba por el buen
Me quede parada en medio del pasillo mirando cómo se llevaban al amor de mi vida y
sin saber si volvería a verlo alguna vez. El mundo volvía a detenerse y girar en cámara
lenta. Sentí unas manos tomarme de los hombros, Mariano intentaba moverme, deje que
lo hiciera y me guio hasta una sala privada, una vez dentro me dejo en el sillón. Volví a
abrazar mis rodillas y tome con ambas manos mi cabeza. Tenía la mirada perdida y me
zumbaban los oídos. El llanto y las voces se escuchaban lejos. Solo veía por el rabillo del
ojo distintas siluetas moverse a mí alrededor. Pero no era muy consciente de lo que
ocurría. Las horas pasaron y no teníamos noticias.
Ámame…
Los días en la rehabilitación son extremadamente rutinarios, nos levantan a las 8am,
ducha y luego desay uno en el comedor. A las 10am tengo mí sesión de terapia individual,
de Thomas, de mis miedos, de más miedos, y de cómo encarar los problemas y no huir
y le tengo confianza, hablar con él es fácil, y logra sacar de mí, mis más oscuros
secretos. Incluso aquellos que ni y o recuerdo. Luego el almuerzo, vuelta al comedor, por
supuesto mi natural rechazo al contacto humano me impedía sociabilizar con el resto de
los pacientes, así que me limitaba a sentarme y comer en silencio, mientras por dentro
regalo con un desprecio tan enorme que aún me llenaba los ojos de lágrimas al
recordarlas. “Gracias por tus servicios, lo he disfrutado” y luego la última imagen que
todo hay a terminado así, parece una cruel broma del destino, que justo cuando me di
cuenta de cuanto lo amaba, y al fin acepte mis sentimientos por él, justo entonces, todo
acabo.
-Me pareces conocida, ¿eres actriz o modelo?.- preguntaba una voz de mujer algo
áspera.
-Lexy, encantada.
-Para mí es la primera, pero y a llevo algo más de dos meses aquí. ¿Qué te trajo?.
-Cocaína.
-Pastillas.- Nuria era una chica de unos 25 años, pelo negro, tez trigueña, ojos marrones
profundos. Muy española. De eso no había duda. Tenía una cálida sonrisa, pero unos ojos
muy tristes. El resto del almuerzo fue en silencio. Luego teníamos un rato de ocio y
decidí salir a caminar un rato, pensé en la mejor forma de conseguir que Dante me
hable, sabía que no iba a ser fácil lograr que el me dirija la palabra o siquiera me mire,
sería una tarea muy ardua. Pero no iba a dejar las cosas así, conseguiría que me
escuchara, aún conservaba la carta que había escrito el primer día que llegue, ¿cómo se
la haría llegar? No podía mandársela desde aquí, mi única esperanza era Tomy, cuando
venga a visitarme le pediría que se la entregue. Aunque jamás me perdone, le debía una
explicación. A las 2pm tenía mi sesión de grupo, odiaba eso, compartir con un montón de
extraños mis más profundos sentimientos y miedos, no era algo que me de mucha
gracia, pero era parte del programa y debía cumplirlo. Escuche pacientemente cada
historia, las similitudes entre todos nosotros se repetían una y otra vez, y llego mi turno,
me presente, conté mi historia, al menos la parte que pude. Por la tarde teníamos
diferentes actividades, algunas involucraban el crear la confianza en los demas, otras en
aprender a afrontar los problemas, otras simplemente eran para matar el tiempo. Luego
de la cena, me recluí en mi habitación a leer un libro, por supuesto uno de mis temas
favoritos, Segunda Guerra Mundial, luego me dormí entre sollozos, mis noches sin la
calidez del cuerpo de Dante eran espantosas, las pesadillas volvían y la intermitencia del
Finalmente llegó el domingo, el día de la visita, Tomy apareció cerca de las 11am con
una cesta de mimbre, vistiendo un pantalón caqui y un sweater negro de lana grueso con
escote en V, y una chaqueta de cuero negro. Su sonrisa iluminaba su rostro pero sus ojos
había hecho daño, que lo había defraudado. Ese fue el peor de los castigos que jamás
hay a recibido. Sus largos brazos me acunaron con cariño, me aferre a él tanto como
pude.
-Lo se cariño, y a deja de disculparte, solo me alegra estar acá. Te extraño demasiado.
-Y y o a ti.- caminamos abrazados hasta un claro que rodeaba el hermoso y verde prado
de la clínica. Una de las cosas más bellas de Escocia eran sus increíbles praderas, el
paisaje era majestuoso, el frondoso verde se fundía con las montañas. Nos sentamos a
-Está muy bien, Ari lo cuida a la perfección, casi tanto como tú.
-No, nada.- hablamos durante horas. Me conto que Caroline vendría a Madrid unos días,
que su relación estaba cada vez mejor, que se llevaban bien y estaban haciendo planes
juntos para el verano, eso me alegro mucho, hace mucho tiempo que no veía a Tomy tan
feliz. También me conto que Ari empezaba la facultad esa semana, y que estaba muy
emocionada, que Caty me mandaba cariños y que iba a tratar de venir a visitarme.
Hablamos de mis padres, de cómo las cosas estaban mejor entre nosotros, no dejaba de
sorprenderme el cambio en ellos, solo esperaba que mis estupideces no nos distancien de
nuevo. Antes de despedirnos mire a Tomy con ojos suplicantes y le pedí que le entregara
la carta a Dante. El solo asintió y no dijo nada más. Me dio un beso en ambas mejillas y
y o me abrace fuerte a él. Prometió volver el próximo domingo.
Al caer la tarde no encontraba nada con que entretenerme así que volví a los libros.
Los días pasaban lentos, rutinarios, estaba volviéndome loca, cada domingo esperaba
ansiosa la visita de Tomy, era lo único entretenido de toda la semana, secretamente
esperaba alguna contestación de Dante, pero nunca llego. Mis padres vinieron uno de los
días de visita, la sorpresa fue enorme, me abrazaron fuerte y me dijeron que estaban
felices de que estuviera tratando de recuperarme, para ser honesta no necesitaba estar
allí, solo había tenido una recaída, pero fue cosa de una sola vez en casi 4 años, pero sí,
sabía que debía acomodar el lio de mi cabeza, y después de todo el Dr. Pérez me
ay udaba mucho, hicimos muchos avances, y me ay udo a entender mejor mis miedos, si
bien entenderlos no significa curarse, es mejor ser consiente de ellos para poder
afrontarlos. Al cabo de los 28 días cumplidos, Nuria y y o nos habíamos hecho amigas,
era una chica simpática y divertida, con tantos o más problemas que y o, aun le quedaba
un tiempo en la clínica pero mi estadía estaba cumplida, el Dr. Pérez me dio el alta con la
condición que buscara un psicólogo en Madrid para que me vea, me recomendó algunos
y quede en llamarlos y ver cual me gustaba más. También tenía que ir a reuniones de
Narcóticos Anónimos, era parte del tratamiento. Tomy llego a buscarme con un ramo de
flores, lirios, uno de mis favoritos. Recogí mis cosas y nos subimos al auto y nos
otro lado había muchos de mis amigos, y trabajo pendiente, eso me alegro, al menos
Xander, hacia un mes que no estaba con mi pequeño y moría de ganas de abrazarlo y
llenarlo de besos. El jet privado de la familia nos esperaba listo para abordar de regreso a
Madrid.
-¡No tienes idea! Extraño tanto a Xander, mi casa, los amigos y no veo la hora de volver
a trabajar, necesito un tiempo con mi lente.
-Además de lo que debo hacer como parte de la terapia, quiero empezar a organizar la
nueva muestra, así que me mantendré ocupada, no te preocupes.
-No se trata de que puedas cuidarte, sé que lo vas a lograr, solo quisiera que no estés sola.
esperaban Ari y Caty, al verlas no pare de sonreír. Fuimos a almorzar a nuestro querido
y pequeño bistró italiano y charlamos durante mucho rato, nos pusimos al día, me
contaron los últimos chimentos, Marco y Sofi estaban juntos y eso me puso de buenas.
mirada de Tomy en ese momento me hizo darme cuenta que el también sentía algo por
ella. ¿Pero que les pasaba a estos dos? ¿Si ambos sentían lo mismo porque no estaban
cola sin parar y y o reía entre lágrimas revolcada en la madera del piso.
agarraba por las orejas con ambas manos. Cuando se calmó, me dejo levantarme y esta
vez y o lo tumbe al suelo y le acaricie la barriga. Luego de los juegos entre ambos, nos
fuimos a casa, Tomy ay udo a subir las maletas y se despidió, no sin antes repetirme que
Estar en casa era maravilloso, con mi pequeño y mis cosas me sentía mucho más
tranquila. Revise la contestadora y el correo, puse al día los pagos de las facturas y
conteste a los mensajes de trabajo. La despensa estaba vacía por lo que salimos a hacer
las compras. Tome el abrigo, la correa de Xander, el bolso de mano y fuimos a dar una
vuelta. Casi involuntariamente, pero no tanto, pase por el edificio de Dante con la
esperanza de encontrarlo, por supuesto no tuve suerte, el portero al reconocerme me
dedico una sonrisa y y o le devolví otra. Al volver a casa luego de hacer algunas
compras, prendí el equipo de música y Keane con Again And Again comenzó a sonar.
guarde la ropa que había llevado a la clínica y metí en el cesto la que debía ir a la
lavandería. Tome una ducha y nos metimos en la cama. Abrace a Xander que y acía a
mi lado apoy ando su húmedo hocico en mi nariz.
-Es bueno estar de vuelta en casa ¿Verdad?.- cerré los ojos y fui completamente
consiente del aroma de Dante en mis sabanas. Aún tenían su perfume, la combinación
perfecta de él junto al maravilloso olor del Fahrenheit. Esa noche lo volví a soñar. Me
soñé en sus brazos, ambos estábamos tendidos en la cama luego de una gran muestra de
sexo, él acariciaba mi espalda con la y ema de sus dedos, su respiración me hacía
exaltaron a Xander que se levantó de golpe. Trate de controlarme, no entendía muy bien
que me pasaba, entonces recorde el sueño, lo entendí, lo que me pasaba era su ausencia,
la necesidad de él. Me metí al baño para alistarme y componer un poco mi rostro.
Mientras desay unaba comprendí que no podía seguir esperando que el aparezca, y o se lo
debía, y ahora que había vuelto era momento de reconquistarlo, de ningún modo estaba
dispuesta a perderlo. Lo recuperaría como de lugar, estaba decidida a ello.
-Lo recuperaremos, te lo prometo.- le dije a Xander que me miraba con ojos curiosos.
Busque entre mi ropa y elegí un lindo conjunto de ropa interior de encaje negro, medias
ligueras haciendo juego, encontré un vestido negro de mangas largas que se ajustaba a
las curvas de mi cuerpo y me llegaba por encima de la rodilla, tenía un tajo en la parte
de atrás, y el escote era cuadrado lo que hacía que mis senos se vieran más grandes,
unos zapatos azules con plataforma escondida y un tapado a cuadrille blanco y negro, me
caballo, me bañe en perfume, tome un bolso de mano donde metí las cosas, le dedique
una sonrisa a Xander y salí decidida a recuperar al amor de mi vida. Maneje con manos
el mostrador.
-Gracias, que tengas buen día.- me dirigí directo al ascensor y marque el último piso. Las
-Señorita, y o…
-Por favor Elizabeth, le diré que no estabas en tu escritorio y que solo pase.- me miro
indecisa y le dedique una enorme sonrisa y puse los ojos más suplicantes que pude. Si
-Iré al tocador. Enseguida regreso.- entendí su indirecta y espere a que ella se aleje y me
acerque a la puerta de su despacho, el corazón se me salía del pecho, tenía la respiración
entrecortada, tome el pomo de la puerta con panico, respire hondo tratando de calmarme
y me dedique unas palabras de aliento a mí misma. <<¡No seas cobarde, anda,
hazlo!>>. Abrí la puerta y él estaba sentado en su escritorio mirando la pantalla del
ordenador. Las lágrimas se me agolparon en los ojos, el aire se escapó de mis pulmones
y mis rodillas temblaron. No se percató de mi presencia estaba hundido en lo que hacía.
Cerré la puerta haciendo más ruido del necesario y entonces levanto su mirada directo a
mis ojos. Mi corazón se detuvo en ese momento, esos maravillosos ojos azules me
quitaban el aliento. Su mandíbula se tensó y su mirada se volvió de hielo. Instintivamente
-Hola Dante.- dije con un hilo de voz. Mordí mi labio inferior de los nervios.
-Temía que no me recibieras si sabias que era y o. Veo que estaba en lo cierto.
-No tengo nada que hablar contigo Alexandra, necesito que te vay as.
-¿Vienes un mes después como si nada hubiera pasado y esperas que caiga a tus pies?. Tú
-No te estoy mintiendo Dante, si no vine antes es porque no pude.- camine lentamente
hacia el que aún estaba sentado en su sillón. Se paró de golpe y rodeo el escritorio, se
apoy ó en la mesa y cruzo sus brazos en su pecho. Tan arrogante como siempre, pensé
solo para mí.
-¿Tu pequeño viajecito estuvo bien? ¿Dime, has encontrado un nuevo imbécil a quien
fastidiar?.
-¡Yo soy el infantil! ¡Ja! Tu desapareces de la faz de la tierra por un mes sin dar ninguna
explicación y de repente apareces en mi oficina exigiendo que te escuche ¿Y y o soy el
infantil?.
-En primer lugar no estaba de viajecito, en segundo lugar y o si te di una explicación, no
preguntarle donde estabas y si te encontrabas bien, estaba preocupado por ti.- sus
palabras me tomaron por sorpresa, quizás no todo estaba perdido, quizás él aun sentía
-¿Eso te ha dicho?.
-Vay a, realmente lo siento, no creí que actuara de esa forma. Es sobre protector, lo
sabes.
-No Alexandra, lo siento, no puedo tengo una reunión y deberías irte.- Se paró y se
acercó a mí, puso su mano en mi cintura y mi cuerpo respondió a su toque tan particular,
-Bien, me iré. Pero volverás a saber de mí, te lo prometo.- me llevo hasta la puerta, su
gesto era frio y calculado, podía sentir que mi presencia también lo afectaba, pero quise
comprobar que tanto. Me gire de golpe y nuestros rostros quedaron a escasos centímetros
di un paso hacia él y mi pecho rosaba su torso. Él se enderezo y pareció crecer unos
Apretó aún más sus dientes y el pomo de la puerta tembló en su mano. Me sonreí, era
justo la reacción que buscaba, aun sentía algo por mí, ahora lo sabía. Apoy e mis manos
en sus hombros y me puse de puntillas para alcanzar su rostro, lo bese en la comisura de
la boca por unos segundos, no fue rápido, disfrute de cada uno de ellos, me di media
encabronado, lo sabía. Sabía que golpearía algo y maldeciría eso me hizo soltar una
risita.
cerré los ojos y normalice mi respiración, lo amaba, lo amaba con locura y estar cerca
de él sin poder tocarlo era una tortura. Pero sus ojos me hacían tanto daño, su mirada era
tan fría como el hielo, y temí no poder derretirla nunca más. No iba a darme por vencida
escritorio de camino al despacho, negó con la cabeza y me metí. Tome una hoja y una
lapicera.
Aquí te dejo las llaves del auto que me regalaste, si ya no me quieres a mí, no quiero tu
regalo. Aún hay cosas tuyas en mi casa, te las mandare, o si prefieres manda a Félix por
ellas. Adiós
Lexy.
Deje las llaves encima de la nota y salí. Tome un taxi y me dirigí a las oficinas de Miller
una mujer con una enorme sonrisa me saludaba, me anuncie y pregunte cual era la
oficina de Tomy. Cruce todo el interminable bloque de cubículos y despachos hasta llegar
al de él.
-Buenos días, ¿en que la puedo ay udar?.- pregunto una dulce voz, la secretaria de Tomy,
imaginaba.
-Lexy.- la mujer hablo unos segundos y me indico que pasara. Entre y Tomy estaba
sentando tras su escritorio con cara de preocupado, se lo veía ansioso. Eso me altero un
poco.
-¿Tomas un café?
-Bueno, tenía mis motivos para no pisar la empresa, pero eso cambio. Vengo de ver a
Dante.-bajo su mirada y supe que sabía lo que le iba a decir. La mujer entro con los
capuchinos.
-¿Te ha dicho que fue a verme verdad?
-Mira cariño, sabes cuánto te quiero, eres más que una hermana para mí y me duele que
te lastimen, y él lo hizo, te hizo daño, y no voy a olvidarlo, por su culpa casi te pierdo.
-No Thomas, no fue por su culpa, fue por la mía, soy responsable de las decisiones que
tomo, tanto de haberle ocultado quien soy y hacer que el me abandonara como de volver
a caer en los mismos errores del pasado, es solo mi responsabilidad, y que te la tomes
-Bien, pero eso no cambia nada, deje que te hiciera daño y jamás me lo perdonare, ni a
él.
-En principio Tomy, no puedes culparte por las idioteces que hago, no puedes cuidarme
siempre, debo aprender a hacerlo sola, el Dr. Pérez tiene razón, dependo mucho de ti, y
no es justo para ninguno de los dos. Debo aprender a lidiar conmigo misma. Tienes que
dejarme hacerlo. No puedes evitar que me lastime, pero puedes ay udarme a
levantarme. Sabes que Dante no es mala persona, y que se merece una explicación,
ponte en su lugar. ¿No querrías lo mismo?.- se lo pensó unos minutos y finalmente hablo.
clínica.
-Debo irme, tengo que conseguir loquero. ¿Te veo luego?.- volví a acercarme a él y esta
vez le di dos besos y me fui. Saliendo de la oficina de Tomy me cruce a mi tío Patrick el
padre de él.
-Alexandra, que milagro verte por aquí.- dijo con verdadera sorpresa.
-Bien ¿y tú?
-Bien, gracias.
-Adiós.- me metí al ascensor y me fui. Camine un buen rato por la ciudad, hacia
demasiado frio y comenzaba a nevar, llegue al consultorio de la Dra. Paula Aguilar, era
una de las terapeutas que el Dr. Pérez me había recomendado. Espere pacientemente en
la recepción mientras ojeaba una revista.
-Señorita Miller pase por favor.- aun no me acostumbraba a ser de vuelta una Miller así
Pero me gustaría que me cuentes que te trae aquí.- parecía simpática y era una mujer
joven, difícilmente llegaba a los 40 años, me sentí cómoda hablando con ella, no dije
ocasionado, una hora después nos despedimos y cordamos que la vería una vez a la
semana durante una hora. Cada lunes a las 2pm. Mientras caminaba de regreso a mi piso
compre un emparedado, no había notado el hambre que tenía hasta que lo probé. Me
senté en una banca a comer pero hacia demasiado frio y me estaba congelando, busque
el sobre con la carta para Dante, escribí su nombre en el dorso y el mío en el frente.
Xander me recibió con más besos y abrazos de los de costumbre, subí la calefacción y
rápidamente entre en calor. Me quite los zapatos y me tire en el sofá con el IPad, busque
grupos de apoy o para adictos que quedaran cerca, encontré uno que se reunían los
miércoles a las 8pm. Tendría que ir a ver como estaba. Me sentí satisfecha de llevar a
cabo lo que tenía que hacer. Dos cosas menos en la lista, ahora podía dedicarme a la
nueva exhibición y a recuperar a Dan. Me puse un pantalón de chándal blanco y una
camiseta manga larga con la lengua de los Rolling Stones que usaba para dormir y unas
medias abrigadas de lana que me había tejido mi querida abuela materna Dora y tenían
casi tantos años como y o. Me saque el maquillaje y me solté el pelo, rellene el plato de
Xander y me prepare un chocolate caliente y me senté en el escritorio a preparar las
muestras. La música comenzó a sonar y la dulce voz de Adele cantando Rolling in the
Deep me atrapo. Rebuscando en las fotos encontré las de Dante jugando con Xander en
el parque, se veía tan hermoso y sencillo, al verlo nadie pensaría que era un empresario
exitoso y poderoso, ahí parecía solo un joven divirtiéndose. Extrañe con locura nuestros
momentos juntos, sobre todo los cotidianos, es extraño lo que uno puede llegar a añorar
del otro, las cosas más banales y simples son las que más se anhelan. Me obligue a
concentrarme en el trabajo, aun me faltaban unas cuantas fotos para completar la
muestra, por lo que mañana debería ir a tomarlas. Separe las que tenían potencial y las
metí dentro de un portafolio. Cuando volví a mirar la hora daban cerca de las 7pm, el
móvil sonó y mi corazón salto de mi pecho. Lo busque desesperadamente, era un
mensaje de Caty.
-Cenamos juntas?
-Vale! Te espero!
Aproveche el rato para repasar un poco la casa y ordenar algunas cosas, suponía que
daban las 8pm y a que la puerta sonó con un suave golpeteo.
-Sí, claro.- nos dirigimos a la cocina y ella me entrego un paquete que metí en la
veces Dante paso por el local y le pregunto por mí, pero ella se limitó a decirle que
estaba bien, y que me encontraba de viaje, no le había contado nada de la clínica. Ahora
entendía mejor eso del “viajecito” que había dicho él. Luego de la cena y el postre Caty
refregué los ojos y abrí. Xander se metió entre mis piernas y salió, Dante estaba parado
ahí, llevaba un hermoso traje de tres piezas azul, camisa blanca y corbata a ray as azules
-Pasa Dante, enseguida vuelvo.- no deje que respondiera y me metí al baño, lave con
énfasis mi rostro y me cepille los dientes, asenté un poco mi pelo y salí, me moría de
-No gracias, solo he pasado a devolverte las llaves del auto, fue un regalo y no lo acepto
-No lo quiero.
-Sí, Lexy, gracias por la explicación pero llego demasiado tarde, me hubiera servido que
me lo dijeras antes.
-Lamento todo lo que has pasado, jamás hubiera querido que te lastimen.
-Aun así.
-Dime.
-Luego de que me dejaras en el salón de fiestas fui a buscarte al hotel pero y a te habías
ido, fui al aeropuerto, pensé que te encontrarías ahí pero había dejado mi bolso en el
unas horas más tarde y me llevo al hospital, me desperté 5 días después, por lo que mi
padre crey ó que lo mejor para mí sería volver a la clínica de rehabilitación en Escocia,
ahí estuve los últimos 28 días hasta que me dieron el alta el domingo y volví a casa. Por
eso desaparecí, realmente no tuve elección. Lamento que Thomas no te hay a entregado
la carta entonces, la escribí el primer día que me interne.- su rostro se descomponía cada
vez más a medida que y o hablaba, sus ojos se llenaron de rabia y tristeza. Vi como
luchaba consigo mismo, pero no sabía que intentaba reprimir. Bajo la mirada, pasó su
mano por el pelo, respiro hondo y entonces volvió a mirarme, esta vez su mirada era
más dulce.
-Lex lo siento muchísimo, jamás quise que te pase algo, estaba enojado, muy enojado,
pero y o nunca…- sus palabras perdían fuerza a medida que salían de su boca, y su
desesperación me devasto, di un paso adelante, quería abrazarlo pero el dio uno hacia
atrás y mi corazón se rompió.
-Lo sé, no es tu culpa, soy absolutamente responsable de las decisiones que tomo, no te
-Lo siento tanto. ¿Ahora estas bien? ¿Estás viendo algún especialista?
-Sí, estoy bien, y otra vez sí, ay er tuve la primera sesión con la Dra. Aguilar.
-Eso está bien, me alegro que lo tomes en serio. Lo que has hecho es una estupidez Lexy,
y si aún fueras mía el castigo que tendrías sería muy grande. – sus palabras me
traspasaron, “Si aún fueras mía”, claramente él no me sentía suy a y a, el dolor creció en
mi pecho de forma inmediata, al mismo tiempo que el deseo comenzó a formarse en mi
interior.
-Debo irme, lo siento. Cuídate por favor. Necesito que sigas respirando.
-¿Necesitas?
-Lexy …
-Hazlo si no me quieres volver a ver.- pero no dijo nada y se marchó, aun me quería,
Le dedico una caricia en la cabeza a Xander antes de cruzar la puerta y se marchó, tuve
que sentarme en una de las butacas por unos segundos hasta recuperar el control de mi
misma, su sola presencia me inquietaba. Lo pensé por unos minutos, ¿Cómo haría para
recuperarlo? Comencé a caminar por el piso y entonces vi uno de los cuencos con una
flor de loto, una de las tantas que me había mandado cuando quería conquistarme. ¡Eso
es! Esta vez es mi turno cariño. Busque el número de teléfono de alguna florería exótica
“Una vez tu luchaste por mi atención, esta vez soy yo la que pide la tuya.” Lexy.
-¿Te ha gustado verlo no?.- dije a Xander mientras desay unábamos. Luego me metí a la
ducha, me abrigue y fuimos a dar un paseo, pasamos por la casa de tatuajes, necesitaba
un nuevo recordatorio de cuan fácil era perderlo todo, le explique al tatuador lo que
quería, y se puso manos a la obra, unas horas después termino, me mire al espejo, lucia
hermoso, justo lo que quería, era una enredadera de espinas que subía desde el empeine
de mi pie izquierdo daba una vuelta en mi tobillo y terminaba arriba del hueso de este, lo
decoraban doce flores de cerezo pequeñas y rosas. Al volver, me puse de lleno al
trabajo, aun necesitaba unas fotos más para completar la colección y los días se me
estaban terminando. Tome la cámara, el bolso y salí. Camine un largo rato, tome algunas
buenas fotografías y al terminar me pase por el negocio de Caty.
-¡Lexy, que alegría!, este lugar te extraña.- nos saludamos cogimos unos cafés y nos
fuimos al sofá a charlar.
-Dante se ha pasado por casa a devolverme las llaves del auto, y a sabe toda la verdad.
-¿Cómo ha reaccionado?
-Bueno, al principio aun enojado, me largo que agradecía la explicación pero que llegaba
tarde, luego le dije de mi pequeño desliz y su actitud cambio, volvió a ser el mismo Dan
de siempre, preocupado y dulce, pero nada más, sé que aún me quiere, puedo sentirlo,
pero me la pondrá difícil, sino, imposible.
gire para ver que veía ella, y un hombre muy guapo, vestido muy casual pero sobrio
cruzaba la puerta del negocio. Beso a Caty en los labios con dulzura y le acaricio la
-Lexy será. Solo he pasado a saludarte, debo corregir unos exámenes, ¿Cenamos juntos?.
-Vale, como a las 8pm estaré ahí. Que tengan lindo día señoritas.- se despidió de ambas y
-Sí, es magnífico.
-Pero…
-No, sin peros, merezco ser feliz ¿No?.
-No quiero hablar de eso, y a déjalo. Thomas y y o jamás pasara.- hablamos de otras
cosas por un rato, y luego me fui.
Al llegar a casa fui directo a seleccionar las fotos para imprimir. Había conseguido unas
cuantas buenas. Ya casi tenía todo lo que necesitaba. Cene solo una sopa instantánea y
La alarma sonó a las 8am, revisé mi móvil en busca de algún mensaje de Dan, pero no
había nada, así que me levante y volví a llamar a la florería, repetí el pedido, esta vez
Al llegar el viernes aun no tenía noticias de él, cada día envié un nuevo arreglo con una
nueva nota.
“No te pido que olvides todo, solo una nueva oportunidad” Lexy.
nueva exhibición. Estaba juntando las fotos que iban a ser archivadas, y de repente una
llamo mi atención, y o no la había tomado, había sido Dante, ambos estábamos acostados,
desnudos, y o descansaba sobre su pecho y el me acariciaba la espalda, nos estábamos
besando y sonriendo a la vez, recordaba exactamente que dijo “Un momento para
recordar”, las lágrimas escaparon de mis ojos, me invadió la tristeza, de lo que fue, y de
lo que pudo ser. No había contestado una sola de mis notas, ni un gracias, nada, solo
silencio. ¿Cómo podía ser tan frio y distante?. Enojada y frustrada me levante de la silla,
busque la botella de ron una lata de cola y un vaso, me senté en el sillón, puse la foto en
medio de la mesa, me serví un trago, prendí el IPod y subí el volumen, Marily n Manson
con Leave a Scar, comenzó a llenar el ambiente. Más bebía, mas miraba la foto, mas
añoraba su presencia y más lloraba. Se volvió un círculo vicioso. Para el cuarto trago, la
valentía me alcanzo, decidí ir a buscarlo, me quite la ropa, me puse un hermoso y
sensual conjunto de tres piezas, sostén y tanga roja de encaje, y un camisolín muy corto
esfumados, labios tentadoramente rojos, me solté el pelo y lo deje salvaje caer sobre
mis pechos, tome un tapado largo lo cerré encima y salí. Tome un taxi, no estaba en
condiciones de manejar. Cuando llegue al edificio de Dan, mi excitación estaba por el
cielo, solo lo necesitaba a él, a nadie más, toque el último piso, e instantáneamente
comencé a morderme el labio de los nervios, tanto así, que sentía el sabor de la sangre en
mi lengua. Golpee fervorosamente las puertas de madera. Tuve que llamar varias veces
-Vale, y a escuche.- ahí estaba mi adonis personal, solo llevaba puesto un pantalón de
entrenamiento negro con tiras de corte muy bajo que dejaba ver esa maravillosa y
-Hola Dan. Te ves… muy bien.- dije con una sonrisa pícara en mi boca.
-Vengo por ti, es grosero que me dejes en la puerta.- suspiro y se movió dejándome
pasar. Achiche el espacio entre nosotros, y roce su cuerpo al entrar a la casa. Me quite el
abrigo, para que pueda ver lo que llevaba abajo. Y lo deje caer al suelo, la vergüenza no
me había acompañado hoy. Al mirarme sus ojos se encendieron, sabía que me deseaba,
tenía esa mirada salvaje y devoradora, me derritió.
-Aun no juego cariño.- pose mis manos en su marcado abdomen y lo recorrí entero
cerrados y su mandíbula tiesa, sus manos caían tensas al costado de su cuerpo, no movía
un musculo, me estire cuanto pude y enrosque mis brazos en su cuello, pase mi lengua
por sus labios que se cerraban herméticamente entre sí, abrió los ojos y me miro, su
mirada estaba en llamas, y sabía que mis ojos lo desafiaban, me mordí el labio, pero
decidí que los suy os eran mejor, tome su labio inferior y lo mordí con fuerza, y no pudo
evitarlo me devolvió el beso, anhelaba tanto sus besos, pasionales, violentos,
bragas, sentí como la delicada tela se rasgaba bajo sus dedos, el busco enseguida mi
humedad, y claro que la encontró, estaba completamente mojada para él, solo para él.
Metió dos dedos en mi interior y y o me curve en respuesta. Abandone su boca para
soltar un gemido ensordecedor. Sus hábiles dedos comenzaron a moverse dentro de mí y
creí explotar con ese solo contacto.
-Fóllame cariño, te necesito.- dije entre ruegos. Y lo arruine todo, el abrió sus ojos y
rápidamente sus dedos abandonaron mi húmeda vagina. La mano que posaba sobre mi
-Suéltame Lexy.- dijo en tono severo mientras rompía mi agarre a su cuello. No tuve
-Dan por favor, te necesito y sé que tú me necesitas a mí, puedo sentirlo cariño.
-¡Deja de llamarme cariño maldita sea, no soy tu cariño, no soy nada tuy o!.- su voz era
feroz, impaciente, violenta. Una de sus manos se estampo en la puerta y esta tembló
detrás de mí, su otra mano recorría su pelo una y otra vez, estaba perdiendo la calma, y a
conocía ese gesto.
-Me deseas tanto como y o a ti, me necesitas tanto como y o. Es inútil que lo niegues, lo
acabo de ver por mí misma. Deja y a de ser tan obstinado, todos cometemos errores, no
los niego, no los justifico, sé que estuvo mal y y a me has castigado suficiente por eso.
-No, no se ha terminado, lo que sientes por mí, te consume tanto como a mí. Y lo sabes.
Puedes renegar de eso tanto como quieras, nada cambiara. Tu eres tan mío como y o soy
-¡Vete y a maldición!.- intente volver a besarlo, pero esta vez se alejó de mí, dio un paso
hacia atrás y tomo mis brazos con sus fuertes manos. Su mirada me helo el corazón.
-Te he dicho que te vay as Alexandra. Y déjame en paz, no quiero verte, no quiero saber
de ti, ni de tus notas o flores, guárdatelas para quien las quiera.- mi paciencia se estaba
esfumando, y a estaba bien con el desprecio, era suficiente, el enfado se abrió lugar en
mí, tome mi abrigo del suelo, me lo puse y el abrió la puerta.
-Bien Dante, tú lo has querido, recuérdalo cariño.- dije mirándolo a los ojos, pero no
quedaba una gota de deseo en ellos, solo había enojo ahora. El ascensor se abrió y una
delgada rubia de pelo largo lacio y ojos verdes vacíos, y claramente más llena de
plástico que una muñeca salió de el, llevaba un vestido rojo corto que se ajustaba a su
cuerpo, y unos tacones de miedo, me miro incrédula, y o le dedique una irónica y
desafiante sonrisa.
-Hola preciosa, y a era hora que llegaras.- dijo Dante con voz sexy, eso me lleno de furia,
¿Quién se creía que era?, dos podían jugar ese juego. Me metí al ascensor y marque el
lobby, no me miro ni una vez, la beso a ella, y le dio un azote en el trasero y las puertas
se cerraron. Mi corazón se cerró con ellas, podía entender su enojo, incluso podía
Necesitaba una liberación, sacar toda esa tensión de mi cuerpo, rebusque en mi mesa de
luz y halle mi querido magic. Lo puse en la velocidad mínima, y cerré los ojos
recordando esos instantes con él, segundos después lo cambie a la velocidad más fuerte y
todo mi cuerpo comenzó a convulsionar, el orgasmo me alcanzo rápido y avasallante.
Pero no era suficiente, así que seguí, hasta correrme tres veces seguidas, y luego si, al fin
me dormí.
Me desperté cerca de las 11am, con una resaca tremenda. La cabeza me daba vueltas, y
el estómago lo tenía al revés, corrí al tocador. Luego me metí a la ducha para tratar de
aliviar el malestar. Me di un buen baño, intentando lavar todos mis problemas, pero
recordaba exactamente lo que había pasado anoche en casa de Dante. Recordé a la
mujer, ¿Quién sería ella?. Aun envuelta en la toalla fui por un café negro, y me senté en
-No te preocupes pequeño, solo es resaca.- dije mientras le acariciaba las orejas suaves
como el terciopelo. El móvil sonó, era un mensaje de Tomy.
-No, nada.
Busque un vestido de lana grueso, con unas medias de invierno negras, las botas de caña
alta, el tapado a cuadrille, tome el bolso, y salí. No daban la 1pm cuando llegue a la
taperia, busque una mesa que dé al gran ventanal y espere que llegue. A los pocos
minutos apareció.
-Es solo una pequeña resaca, me pase con el ron anoche y hoy lo estoy pagando.
-Pues sí.
-Nada.
-Ya Thomas no quiero hablar de Dante ahora. – asintió y nos metimos de lleno a la carta,
me mude a Madrid cuanto antes, y me pareció una gran idea. Cualquier cosa que no sea
que él se marche estaba bien para mí. Un par de horas después me despedí y me dirigí a
la galería, debía hablar con Raquel para arreglar todo.
-¿Esta Raquel?.
-Sí, está esperándote, pasa.- por supuesto la alegría de Raquel por verme, solo se podía
resumir a dinero, sabía que la nueva exposición podía ser tan buena como la anterior,
enseguida comenzamos a planificarla, le enseñe el muestrario de fotos y decidimos que
la haríamos en un mes. Tenía poco tiempo y me venía genial, y a que no tendría más
remedio que poner la cabeza a ello todo el día. De camino a casa pase por el salón de
belleza a darme un mimo. Dos horas después salí con nuevo corte, y manos y pies
perfectos. Al llegar a casa, saque a Xander por su paseo y a comprar vivieres. Cuando
regresamos, llene sus cuencos, guarde el mercado, puse en el horno un rico lomo a la
pimienta con papas, y telefonee a mi madre.
-Residencia Miller. ¿Quién habla?.
-Bien ¿y tú?.
-Sí, encontré una terapeuta que me agrada, la Dra. Aguilar, y encontré un buen grupo de
apoy o cerca de mi piso. Así que no debes preocuparte por nada.
-El trabajo bien, en un mes tengo la nueva exposición, me gustaría que vengan si pueden.
-Entonces no bajes los brazos, los Miller no se rinden.- no pude evitar reír con su frase, se
-Págale con la misma moneda. Ponlo celoso, demuéstrale que otro puede tenerte y
volverá, lo prometo. En dos semanas hay un evento benéfico en Madrid para los niños de
África, el confirmo su presencia, como cada año, nosotros estamos invitados, podría
incluirte en la lista.
-Créeme Alex, si de algo se, es de hombres, y actos benéficos.- volví a reír sonoramente
y ella se unió a mí.
-Vale, apúntame.
-Vale, y o hablare con él, no te preocupes, debo dejarte, besos para todos.
-Otro para ti mi vida, cuídate.
dado su número de móvil en la cena de ensay o del casamiento de Andy. Tenía en mente
el plan de mi madre, el sería un buen acompañante para el evento benéfico, y Dante no
-¡Alex! Que hermosa e inesperada sorpresa, creí que y a habías pasado de mí.
-Claro que no, solo he estado algo liada. Pero recordé que te debo una copa.
-El medico ocupado eres tú, así que me ajusto a tus horarios.
-Igual tú.
Espero que tu plan funcione madre. Pensé para mis adentros. Mirábamos una película
cuando sonó el portero.
-¿Quién es?.
-Ni de coña, venga y a guapa.- era inútil pelear con Ari, me arregle un poco, cambie el
vestido invernal que traía por uno sexy y ajustado en azul marino y baje. Ariana me
esperaba apoy ada en su reluciente auto nuevo, un bello Mercedes Benz Cabrio
descapotable plateado.
-Tu relájate y goza.- por supuesto Ariana me llevo a una de las discos más exclusivas de
Madrid. De esas que están llenas de famosos. Apenas entramos nos llevaron a la sala
VIP, Ari pidió un champagne Cristal y enseguida se puso a mover inquieta su cuerpo en
la silla. No pude evitar seguirla, la música era fantástica y el lugar encantador.
reímos como locas, coqueteamos con algunos hombres que venían y luego se
marchaban desconsolados tras la negativa. Las botellas de Cristal jamás llegaban a
vaciarse, definitivamente mi pequeña hermana sabia como divertirse.
-No te des vuelta ahora, pero Mariano, el amigo de Dante está aquí. Y viene hacia
nosotras.- me mordí el labio, si estaba Mariano, quizás estaba Dan también, los nervios se
-Vay a, que hermosa sorpresa, las mujeres más bellas de España justo aquí.
-Hola Mariano, ¿Cómo has estado?.- dije en el tono más despreocupado que me pude
inventar.
-Hola guapísimo. Qué bueno verte.- dijo Ari con entusiasmo, nos dio a ambas besos en
las mejillas, y enseguida rodeo por la cintura a Ari, quien se mostró más que dispuesta.
-Créeme preciosa, te ama con locura, aunque intente negarlo.- Ari interrumpió al verme
la cara.
-Venga baila conmigo y deja de hablar tanto.- cogió a Mariano de la mano y lo metió en
y solo podía pensar en lo que me había dicho Mariano, él me amaba, su mejor amigo lo
había dicho. Cuando note que Ari estaba absolutamente distraída con Mariano me fui sin
despedirme.
-Hola pequeño, ¿Te has portado bien?.- le regale unos cuantos besos en la cabeza, me
puse mi remera de dormir y me metí a la cama.
El domingo nos despertamos tarde como de costumbre, tenía unas 10 llamadas perdidas
y unos cuantos mensajes amenazantes de Ariana, le escribí que estaba bien, solo que
cansada, para que se quede tranquila. Me puse mi viejo y querido traje dominical de
jeans rotos all star negras y remera de bandas de los 90´, un grueso sweater de lana, la
chaqueta, cogí el bolso y salimos a pasear luego del desay uno. Caminamos hasta el
cabeza en mi trasero como hacia siempre, pasado un rato de golpe salió corriendo, me
gire algo asustada, no quería que lastimara a alguien en su camino. Cuando me enderece
Dante, por supuesto, ¿Por quién más saldría como un loco? ¿Pero qué diablos hacia el
aquí? Sabía perfectamente que veníamos todos los domingos a este parque, él nos había
hacerme saber que aun sentía cosas por mí?. Decidí no prestarle atención, me había
lastimado, y pensaba devolverle la ley del hielo. Volví a girarme boca abajo e hice como
si ley era, pero la verdad es que no podía contestar las preguntas que se cruzaban en mi
cabeza ni concentrarme en el libro.
-Dante.
-De acuerdo.
mí misma que y o, al fin y al cabo solo quería ver a Xander. Me sonreí, siempre me
había gustado de el que quiera a mi pequeña bestia. Los vi alejarse de mí. Una imagen
inquietante peregrino por mi mente, y o tirada en esta manta cargando un pequeño niño,
Dante jugando con Xander en un costado. ¿Pero qué diablos me pasaba? ¡Yo no era del
tipo de mujer que sueña con casarse, tener hijos y vivir en una casa con cerca! ¿De
dónde salió esto? <<Ya basta Lexy >> me recrimine a mí misma. Y trate con todas mis
fuerzas de concentrarme en la lectura. Cuando el frio me congelo las manos decidí que
era tiempo de volver al calor del hogar. Recogí las cosas, eche un nuevo vistazo alrededor
a ver si volvían, pero no había señal de ellos, así que me dirigí a casa sola. A penas entre
subí la calefacción, necesitaba calentar mi cuerpo, me prepare una sopa ramen caliente
de esas instantáneas y me senté a mirar la tele y devorar el almuerzo tardío. Encontré
una película muy vieja que me encantaba. “La chica de rosa”. Al rato sonó el golpeteo
-Gracias.- lo mire con ojos curiosos, estaba tenso y nervioso, mi gesto se volvió
impaciente ante su silencio, por lo que atine a cerrar la puerta y despedirme.- Adiós,
entonces.
-Adiós Lex.
hacía.
Más tarde llego Tomy cargando una caja de coronitas, era tiempo del partido, así que
preparamos unas quesadillas para la cena, y nos entretuvimos mirando la victoria del
El lunes fue tranquilo, me la pase trabajando y luego fui a ver a la Dra. Aguilar, esta vez
hablamos solo de mi pasado, de mi infancia más precisamente.
Daban pasada las 6pm cuando entre a la ducha, seque mi cabello y lo levante en un muy
cuidado rodete que se cerraba en una trenza que cruzaba la mitad de mi cabeza. Me
maquille suavemente los ojos y con énfasis los labios carmín. Busque un bello conjunto
de ropa interior blanco con negro, un vestido negro de cuero con mangas, medias negras
y botas de caña alta. Tome el tapado, un bolso de mano, llene los cuencos de Xander y
estaba lista para mi cita. Cuando el portero sonó, sabía que Sebastián estaba ahí.
-Bajo enseguida.- dije en tono amable. Al llegar al lobby del edificio lo vi parado allí,
lucia muy bien con pantalón de vestir negro, su sweater gris y esa campera de cuero. Su
barba candado prolijamente recortada, pero lo que me cautivo fue su sonrisa, que al
verme se hizo aún más ancha.
-Lo mismo digo.- nos dirigimos al auto, su mano se posó en mi cintura para guiarme, y
no se sintió tan mal como creía en un principio, aun había algo entre nosotros, quizás solo
el recuerdo de un viejo amor, quizás solo melancolía.
-Espero que tengas hambre.- preguntó mientras me habría la puerta del acompañante de
su impecable Aston Martin.
-Hay cosas que nunca cambian ¿No?.- durante el camino al restaurant nos pusimos al
día, me conto que acababa de terminar la residencia, y que ahora ejercía como
cardiólogo en su propia consulta aquí en la capital. Llegamos a un elegante resto francés,
y para mi sorpresa la pase mejor de lo que esperaba, no hubo incomodidad, solo
familiaridad, como dos viejos amigos que se reencuentran luego de muchos años sin
verse, y no pueden parar de hablar y contarse sus vidas. Hablamos de nuestros trabajos,
de nuestras desastrosas vidas amorosas, de la familia, de la vida en Madrid. Y cuando
quisimos darnos cuenta, daban casi las 11:30pm. Decidimos seguir la charla en algún bar
cercano, y termine llevándolo a “Lo de Paco”, quien por supuesto nos recibió con una
sonrisa y nos apartó su mejor mesa. Entre tragos y risas se hicieron las 2am.
mi piso, comencé a pensar si era justo para Sebastián que lo utilice para darle celos a
Dante, quizás lo mejor sería que siguiéramos solo como amigos, y pedirle el favor de
que me acompañe al evento. Decidí ser honesta. Cuando llegamos a mi edificio le solté
todo.
-Debo pedirte un favor, en dos semanas tengo que asistir a un evento benéfico, también
estarán mis padres, ¿Te gustaría acompañarme?.
-Mira acabo de terminar una relación significativa hace muy poco, y la verdad es que
-Entiendo, gracias por decirlo. Pero aun así, podríamos repetir la cena ¿No?.
-Si estamos en claro de que es solo como amigos, cuenta conmigo.- asintió y me
acompaño hasta la puerta del apartamento, apenas gire el picaporte, Xander apareció en
su papel de protector feroz, olfateo a Seba y le mostro sin ningún recelo cada uno de sus
filosos dientes, en señal de advertencia. <<Como si no tuviera suficiente con Tomy >>
pensé para mí, y puse los ojos en blanco.
-Cuando quieras pequeña.- beso mis mejillas y se fue. Al cruzar la puerta me topé con la
La semana fue tranquila, me dedique de lleno al trabajo, salí algunas noches con las
chicas, otra vez con Tomy, antes de su viaje a Londres, e intercambiamos unos cuantos
mensajes con Sebastián, asistí a mi primera reunión con el grupo de apoy o y si bien no
es de mis actividades favoritas, tampoco fue de lo peor. Dante solo cruzaba mi cabeza
cuando iba a la cama, ese momento en el que no tenía más remedio que lidiar conmigo
misma, era el momento propicio para atormentarme con sus recuerdos, con su ausencia.
no tenía planes con el grupo, pensé que sería una buena idea darme una vuelta por “El
Templo De Hades” sabía que existía la posibilidad de encontrarme con Dante, pero
Elegí un sexy conjunto fetichista de ropa interior, un vestido de encaje negro con
mangas, y unos tacones rojos que hacían juego con mis labios.
-¿Qué tal me veo pequeño?.- como siempre dio un pequeño ladrido en aprobación, llene
sus cuencos cogí el tapado, el bolso de mano, las llaves del auto y salí en busca de un
poco de diversión.
Ni bien llegue al estacionamiento note que estaba repleto de autos, seguramente era una
noche de evento temático y y o no me había dado cuenta, por un lado, era mucho mejor,
rojos y negros por todas partes, y la decoración era más bien circense. Me entregaron
desapercibida. Di unas vueltas por el lugar para ver si distinguía a algún conocido entre la
marea de gente, pero las máscaras hacían que el trabajo sea imposible. Finalmente me
acerque a la barra en busca de un trago, con mi ron con cola en mano cruce a la sala de
juegos, las sesiones se multiplicaban por todos lados, pero una hermosísima mujer de
cabellos rojos llamo mi atención, estaba en la zona de los potros, vestía claramente un
esclavo, un muchacho que aparentaba ser joven, musculoso y alto, vestido con un arnés
y unas chaparreras de cuero, y con un collar de púas en su cuello. Quede absolutamente
hipnotizada por la mujer, su actitud, su delicadeza, su belleza me atraparon, busque un
rincón y disfrute en primera fila de la muestra mutua de placer, adoración, complicidad
encargarse de los cuidados de su esclavo dirigió la mirada a mí. Desplazo sus ojos desde
mis pies hasta mi pelo, lentamente, estudiándome. Sonrío levemente, pero su gesto era el
de una fiera a punto de devorar a su presa, y eso me encendió enseguida. Mordí mi labio
cuando nuestros pechos se tocaron por la cercanía pude sentir su perfume, olía a fresas.
-Dime que te conozco.- dijo con un tono de voz suave, dulce y encantador.
-Lexy … sería un placer conocerte, soy Electra y él es mi esclavo Cesar. ¿Tienes Amo?.
-No, en este momento estoy sola. Encantada de conocerlos. Su sesión fue maravillosa y
estimulante.
-Mucho.
-Jamás me sesiono una mujer, he tenido relaciones con ellas, pero nunca FemDom. No
sé cómo reaccionaría.
-Me encantaría.
-Rojo.
-Bien bella, es hora de jugar. Cesar quítale ese hermoso vestido. Y cierra las cortinas,
quiero que esto sea solo para mí.- por supuesto Cesar obedeció sin dudar, bajo el cierre
de mi vestido con maña y lo recogió de mis pies cuando este cay o. Luego fue hacia las
Me quede de piedra, estaba excitada, algo asustada, ansiosa, intrigada. Ella lo noto y se
volvió a acercar a mí, tomo mi mentón con sus delicados dedos y me dio un suave y
dulce beso en los labios. Luego jugueteo con su lengua en mi boca, instintivamente moví
mis manos hacia su pelo, pero en respuesta recibí un azote con la fusta en el trasero que
me tomo por sorpresa y me hizo tambalear.
-Sí, Señora.
-Buena cachorra, aprendes rápido. Cesar ay uda a Lexy a quitarse toda la ropa y luego
ponla en el potro y sujeta los grilletes en ella.- hábilmente el hombre me quito el sostén,
la tanga, los zapatos y por ultimo las medias. Me acompaño al potro y me ay udo a
colocarme en el, ajusto los grilletes a mis manos y tobillos, quede completamente
expuesta y con el trasero para arriba. Sentía mi entrepierna húmeda, estaba excitada y
aun no me había puesto un dedo encima. Cesar se colocó enfrente de mí y se inclinó a la
altura de mi cara. Su gesto era completamente morboso y eso me encendió aún más.
Sin previo aviso ella comenzó a acariciarme con la pluma, primero por la espalda,
jugando con el surco de mi columna, ida y vuelta, mientras y o me retorcía en mis
amarres. Luego paso a mi trasero, dibujo pequeños círculos con la pluma en cada uno de
mis cachetes, luego lo deslizo por mis muslos y pantorrillas, y termino en las plantas de
mis pies, y o gemía, me retorcía, una mezcla de incomodidad, placer y excitación. Volvió
acento en mi nalga, luego en la otra, una y otra vez, sentía el duro cuero estrellarse sobre
mi extremadamente sensible piel a causa de la pluma, comenzó a tomar un ritmo más
-Adoro el color rojizo de tu piel azotada Lexy. Eres muy hermosa. Cesar ven aquí y frota
con cuidado su trasero, quiero ver como el rojo se expande.- las manos de él eran
Luego metió un dedo en mi interior y y o me arquee sobre el potro tanto como los
amarres me lo permitieron.
-Hmmm que mojada estas bella. Déjame ver si puedo hacer que te mojes mas.- otros
dos dedos acompañaron al que y a tenía en mi interior, y comenzó a moverlos
descaradamente, hasta encontrar mi punto G, mis jadeos se hicieron más fuertes, y mis
gemidos más agudos, estaba al borde del clímax, con su otra mano jalo mi cabello con
fuerza e hizo que mi cabeza se alzara.
-Ven aquí perro, has que Lexy se corra en tu boca.- El comenzó a succionarme el clítoris
fervorosamente y luego metió su lengua en mi vagina, y comenzó a moverla
violentamente, y en ese momento me corrí. Absorbió cada gota de excitación que salía
de mí, la saboreo hasta que no quedo nada. Electra me desato y me dijo que me parara,
se acercó a Cesar y lo beso profundamente en los labios, y luego paso su lengua por ellos
saboreando mi sabor en él. Y luego se acercó a mí, y me devoro en un beso arrollador y
-Gracias Señora.
-Sí, mucho.
-Me encantaría.
primero ella, y luego él. Nos vestimos y salí a refrescarme, me metí al baño para
limpiarme y luego fui por una bebida a la barra, en ningún momento nos quitamos la
máscara, lo que había hecho que todo sea mucho más divertido, no conocía sus caras, ni
ellos la mía. Sin embargo, excluy endo a Dante, había sido una de las mejores sesiones
que había tenido y estaba deseosa de repetirla. Más tarde me marche sola a casa, sin
haberme cruzado a Dante ni una sola vez, al menos, no que y o supiera.
El domingo volvimos al parque como siempre, y mientras estábamos relajados
-Hola Lex.
que me acababa de decir, él sabía perfectamente que estaríamos aquí. Había dos
-¿Qué lees?.- pregunto una voz familiar, al girarme estaba Sebastián parado a mi lado,
con un jean gastado, un buzo azul y llevando unas gafas tipo aviador que me volvían loca.
Le regale una sonrisa genuina.
-Salí a pasear, no tenía nada que hacer, y a veces vengo al parque a tomar un poco el
aire ¿y tú?.
-Xander y y o.
-¡Ja! algo así.- Seba jugaba con mechones de mi pelo que caían y se alborotaban por la
brisa mientras charlábamos de nada en particular, cuando Dante apareció con Xander.
entre ambos, evitando que pueda tocarme y le regalo un gruñido muy sonoro. Oí como
Dante reía entre dientes.
-¡Xander te he dicho que te comportes con Seba, no te lo volveré a repetir!. Gracias por
traerlo.
-De nada. Soy Dante Navarro.- dijo con voz de pocos amigos mientras ofrecía su mano
a mi acompañante.
-Sebastián Mendoza, encantado.- mire impaciente a Dante que seguía parado sin decir
nada.
-Claro. Adiós, que se diviertan. ¡Adiós grandulón!.- le dijo a Xander mientras acariciaba
su cabeza.
-Eso fue algo incómodo.- espeto Seba ni bien Dante se había marchado.
-Sí, lo siento.- nos quedamos un rato más en el parque hasta que el frio nos obligó a
marcharnos, camino con nosotros hasta mi piso.
-¿Por qué no subes?. En un rato viene Tomy a ver el partido del Madrid, puedes unírtenos
si quieres.
-Me encantaría.- subimos y me puse a amasar unas ricas pizzas caseras mientras
continuábamos con la conversación, al rato llego Tomy cargando una caja de coronitas,
ponerse al día. Cenamos y bebimos mirando el partido, y pasamos un muy buen rato a
pesar de la derrota del Madrid. Cerca de las 11pm, ambos se despidieron, y y o me metí
a la cama.
La semana siguiente fue extenuante, el lunes vi otra vez a la Dra. Aguilar y esta vez
hablamos sobre Max, y las lágrimas fluy eron de mi con energía. El martes me encontré
con Ari para cenar y me contó que había tenido una cita con Mariano, mi primera
reacción fue llenarme de indignación, conocía exactamente el gusto peculiar del querido
amigo de Dante, y no me causaba gracia que este con mi hermana, pero no era mi
elección, ella sabría elegir si compartía sus gustos o no. Pero me dejo tranquila escuchar
a Ari hablar tan bien de él, me dijo que se comportó como un caballero en todo
momento y que estaba algo decepcionada por que no intento nada con ella, solo pude reír
ante su frustración. Por su bien, esperaba que vay a con cuidado con mi pequeña
hermana. El miércoles fui a mi segunda reunión, y esta vez no tuve que hablar. La
El sábado me desperté temprano, tenía muchas cosas que hacer antes de la gala de esta
noche, había arreglado con Seba que pasara a buscarme a las 7pm.
Desay une, saque por su paseo a Xander y cuando volví me metí en la ducha. Mi madre
había arreglado que su estilista Maju venga a casa a arreglarme a las 2pm así que debía
estar lista. Ya tenía el vestido que llevaría, Un maravilloso vestido de Alexander
McQueen en rojo, con el escote recto, sin tirantes y ajustado hasta los muslos y después
se abría como una flor, amplio, femenino y exquisito. Unos zapatos negros con strass
haciendo juego con el bolso de mano. Y mi hermana me había prestado unos aros de
diamantes preciosos junto a una pulsera. Con una puntualidad alemana llego Maju, me
sensualmente rojos los labios, el suave esfumado de los ojos realzaba el celeste natural
de estos, una vez estuve lista, me puse el vestido, los accesorios, recogí un tapado de piel
-¿Diga?.
-Soy Seba.
-Ya bajo.- Sebastián esperaba junto a una limusina negra, vestía un perfecto smoking
-Bonita me has dejado sin palabras, te ves como una princesa.- la gala benéfica era uno
de los acontecimientos más esperados, estaba lleno de fotógrafos, alfombra roja, y
cuanto rico y famoso tuviera la suerte de asistir. Nos tomamos unas cuantas fotos en la
alfombra roja y luego entramos. El lugar se veía tan elegante que tenía miedo de
moverme bruscamente y romper algo. Parecía un castillo de esos de antaño, con pisos
de mármol, grandes columnas y cristal por doquier. Y luego se abría paso a un salón
comedor aún más esplendido. Grandes mesas redondas, con delicada cristalería y
arreglos florales perfectos. Buscamos nuestra mesa, y vimos a mis padres sentados en
-Princesa, eres una visión.- me dijo cariñosamente mi padre mientras me abrazaba con
fuerzas, se sentía tan bien volver a disfrutar de su afecto.
-Papi, te ves increíblemente guapo. Y tu mama, una autentica reina.- dije mientras la
conocían desde pequeño, pasaba más tiempo en mi casa que en la suy a de chicos. Los
cuatro nos sentamos a la mesa, mi madre me susurro al oído.
-He visto a Dante, está acompañado por la actriz esa escuálida de la telenovela.
-Mira a tu derecha, está viéndote con la boca abierta.- mire disimuladamente el salón, y
rápidamente lo encontré. Estaba sentado dos mesas de distancia y miraba hacia mí, al
lado suy o una rubia que me resultaba familiar. Enseguida recordé el día que Caty lo
-La he visto en varias fotografías con él, en distintos eventos.- dije a mi madre en el oído.
-No te preocupes mi cielo, tu eres mil veces más bella que esa flacucha.- el presentador
apenas pude probar bocado, tenía un nudo en el estómago. Luego mostraron fotos de
distintos niños a los que se podía apadrinar, luego de que levantaran los cubiertos, dejaron
sobres para que se depositaran los cheques. Y la banda comenzó a tocar.
-Encantada.- baile una pieza clásica de vals con mi padre, y Sebastián y mi madre se nos
unieron. Para el segundo tema termine en brazos de Seba.
los labios. No fue apasionado, ni salvaje, ni devorador, solo fue un casto y suave beso en
los labios.
-Seba, y o…
-No digas nada, lo sé, aun amas a tu ex. Pero no pude contenerme. Lo siento.
-No te disculpes, no es para tanto.- cuando una nueva canción comenzaba Dante nos
interrumpió.
-Buenas noches Dante. ¿Te diviertes?. Trate de sonar tan casual como pude.
-No mucho, ¿Puedo?.- dijo estirando el brazo hacia mí y haciendo caso omiso a Seba.
Quien asintió y me entrego a él. Enseguida tomo mi mano y coloco la otra en mi cintura
y me atrajo hacia su cuerpo. Olía maravillosamente bien, esa dulce mezcla de madera y
cuero. Y se veía de ensueño con su smoking hecho a la medida. Por supuesto era un
bailarín dotado. Se movía por el salón, como si solo estuviéramos nosotros. Su contacto,
-Luces encantadora Lex. No creí que fuera posible que te vieras aún más bella, pero me
equivoque.
-Lo que y o haga con Sebastián o con quien quiera a ti no te concierne, todo acabo.
¿Recuerdas?.
-Bien muñeca, llevas razón. Aunque veo que el lleva delantera, y a conoce a tus padres.
-Así es.
-Lo sé, y por su bien, espero que la trate como se merece y se comporte.
-Aún no he terminado contigo.- dijo en ese tono soberbio y fanfarrón que acostumbra.
Me acerco más a él y con mucho descaro bajo levemente la mano, casi tocando mi
trasero. Busque a Seba con la mirada, pero estaba hablando con unas personas y no se
percató de mi pedido.
-Eres por demás engreído.
-Aba, en pasado nene.- me regalo una media sonrisa torcida y sentí mis piernas aflojarse
y mis dientes se clavaron en mi labio inferior.
-¿Nerviosa?.
-Mariano me conto.
controlarme.
-Sabrina puede arreglárselas sin mí.- así que así se llamaba la lagartona.
-Bueno ella puede hacer lo que quiera, pero y o vine con Seba así que gracias por el baile,
diviértete Dante.
-No te preocupes que planeo pasarla de maravilla esta noche.- dijo en tono burlón, y
simplemente me aleje de él. Fui en busca de Seba y le susurre al oído que iba al tocador.
-¿Y tú eres?.
-Aja, pues que te aproveche cariño.- intente pasarla por un costado pero ella sujeto mi
brazo al pasar. Me di vuelta como una fiera, estaba lista para darle una buena cachetada,
-Mira cariño, más te vale que dejes a Dante en paz o te las veras conmigo.- con una
-Mira guapa, por si no te enteras, el que fue a buscarme es el. Así que a otra con ese
-Se exactamente quién eres Alexandra Miller. Y por tu bien, ve con cuidado. ¡Él es mío!.
-¿Y si estas tan segura de que es tuy o, para que me vienes con esta patética escena de
celos?. Hazme el favor de salir de mi camino ahora mismo.- de un empujón la aparte <<
Maldita escuálida>> ¿Quién se cree que es? Hablaba conmigo misma mientras volvía a
la mesa, en ese momento recordé de donde conocía esa voz, no era por la telenovela,
ella era la mujer que me había telefoneado una vez cuando estábamos juntos. Ahora
todo tenía sentido.
-Hazlo, bésame.- esta vez el beso fue más profundo, pero siempre suave, tierno y dulce.
Durante esos segundos Dan no cruzo mi mente. ¿Sebastián sería capaz de borrar a Dante
de mi cabeza? ¿Y más importante aún, podría sacarlo de mi corazón?. Lo bese con más
ganas, intentando calmar mi rabia. Entonces sentí que alguien me jalaba del brazo.
-Dante, ¿Qué crees que haces? ¡Suéltame!.- Seba se puso de pie y enseguida se interpuso
entre los dos, estaban frente a frente, mirándose con odio, desafiándose.
-No, suéltame, estás haciendo una escena.- vi que mis padres nos miraban y morí de la
vergüenza.
-Tú no te metas, esto es entre nosotros.- le contesto Dante con marcada rabia. Me
-Ya, no te preocupes, no quiero arruinarle la gala a mis padres, solo será un minuto.- Me
llevo del codo arrastrando como acostumbraba hacer. Apenas cruzamos el salón dimos a
un lobby secundario.
-¿A ti?, guapo tú tienes que estar de broma.- con fuerza me cogió por ambos brazos y
-¡Maldición Lexy, y a déjate de juegos y entiéndelo de una puñetera vez!.- su voz subió
más de la cuenta y eso me puso aún más rabiosa, sacudí los brazos tratando de zafarme
pero claro no conseguí nada más que hacerme daño.
-Que rápido abres las piernas para cualquiera ¿verdad?. Realmente solo fui un juego para
ti. Pensar que te creí, que ingenuo fui.
-¿Yo? ¿Qué hay de ti?. Claro tú pretendes que me meta a un convento a llorar penas por
que el gran Dante Navarro me ha abandonado. Pues te tengo noticias, no soy ninguna
carmelita descalza y lo sabias cuando me conociste.- logre zafarme y me marche, pero
no llegue muy lejos que volvió a cogerme del brazo.
-Esta noche cuando él te esté follando, veras mi cara nena, te lo prometo. Disfrútalo, es
la única forma en que me tendras.- la indignación por sus palabras, su arrogancia y su
maltrato me abrumo, apenas regrese a la mesa Seba me tomo entre sus brazos y me dijo
al oído.
-Sí, vámonos por favor.- nos despedimos de mis padres y algunos conocidos. Recogimos
los abrigos y esperamos a que la limusina llegue. Nos metimos en silencio, él le indico
-¿Te encuentras bien pequeña?.-no podía sacar de mi cabeza las palabras de Dante, y
él, levante un poco mi vestido y comencé a besarlo fogosamente. Él puso sus manos en
mi espalda y me apretó más a él, profundizo aún más el beso, tomándome por primera
vez. Paso una de sus manos por debajo de mi trasero y me recostó sobre el asiento, beso
mis labios, los saboreo y luego le dio un pequeño mordisco, luego beso y lamio mi cuello
y el comienzo de mi escote, una de sus manos bajo hasta mi tobillo y lenta y
amorosamente acaricio mi pierna hasta llegar a mi trasero, rebusco entre mis bragas y
de un solo tirón me libro de ellas.
-No importa, solo no termines dentro.- bajo el cierre de su bragueta y me penetro de una
sola vez, y mi cuerpo se arqueo por completo para recibirlo. No recordaba que fuera tan
grande, y lo sentí en cada parte de mi interior. Instintivamente puse mis brazos por
encima de mi cabeza y el tomo mis manos y las entrecruzo con las suy as, me beso
durante todo el tiempo, jamás aparto su boca de la mía, su ritmo era cariñoso, como todo
el. Entraba y salía de mí una y otra vez. Moví las caderas a su compas y lentamente fui
aumentando el ritmo.
-Voy a correrme.
-Hazlo pequeña.- y esa fue la orden que necesite para dejarme ir. El continúo su
arremetida unas veces más y luego salió de mí y se corrió. Me quede en silencio tirada
en el frio cuero tratando de recobrar el aliento, mientras él se limpiaba.
-¿Que parte? ¿En la que te desquitas conmigo, o solo el tener sexo conmigo?.
-No recordaba que fuera tan bueno. ¿El tiempo nos ha mejorado?.- ambos reímos y la
situación se descontracturo. Nos arreglamos un poco, metí los restos de la tanga en el
-¿Quieres entrar?.
-Creo que esta noche deberías estar sola. Mañana hablamos. ¿Vale?.
-Claro, descansa.
Apenas entre Xander por supuesto me esperaba ansioso. Le regale unas caricias, y me
metí a la cama. Pensé en lo que había pasado, y me sorprendí al descubrir que Dante no
se había metido en mi cabeza en ningún momento mientras estuve con Seba. Quizás
después de todo, olvidarlo no era imposible…
Los ladridos de Xander me sobresaltaron, y escuche que golpeaban la puerta, aún algo
dormida me levante, la abrí y Xander se abalanzo sobre Ari, que venía acompañada por
mis padres.
-Hola precioso. ¿Me has extrañado?.- le decía en tono juguetón a la pequeña bestia que
-¿Qué hacen aquí? Creí que nos encontraríamos en la cafetería.- dije mientras besaba a
mis padres.
asearme, lave mi rostro y quite el resto del maquillaje, cepille mis dientes y mi cabello y
lo levante en un rodete. Al salir tome mi jean dominical que y acía encima del canasto.
Mi padre estaba parado al costado de mi cama mirando con detenimiento el cuadro
-¿Café?
-Si, por favor.- rebusque en las encimeras hasta que encontré el viejo juego de café que
guardaba, prepare los pocillos, la crema, el azúcar y espere a que el café estuviera listo.
-Gracias papi. Les daría un recorrido, pero lo que ven es todo lo que hay.- trate de
disculparme mientras llegaba con el café al sofá.
-Es un apartamento precioso Alex, y definitivamente se parece a ti.- mi madre miraba
curiosa la estantería con los recuerdos de viajes, viejas fotos y atestada de libros. Xander
revoloteaba de uno a otro, emocionado por conocer a otras personas. Mi padre en un
desenfrenadamente.
-Hemos traído unos panecillos que son la bomba.- dijo Ari metiéndose un pedazo en la
boca, más grande de lo que podía manejar.
-Pagina 6.- rápidamente busque la página y ahí estaba una foto mía del brazo de
Sebastián.
“Alexandra Miller, reconocida fotógrafa y heredera de uno de los imperios hoteleros más
Seba un auténtico galán de cine. Al lado una foto de Dante con la escuálida.
-Estabas increíble Lex. Seguro Dan debe haber caído de espaldas cuando te vio, y Seba
hablar con Dante, y por supuesto vieron el espectáculo que armo en la mesa.
-No lo creo madre, y si fue así, no lo sabría, solo discutimos, se terminó. Es hora de
-Ya princesa. Si Navarro no sabe apreciarte, es mejor pasar a otra cosa, lo creía más
charlamos y nos pusimos al día, me contaron que Andy y Fany y a estaban de vuelta de
su luna de miel y se habían puesto en plan de darles nietos inmediatamente. También
hablamos de cosas de la empresa, y mi padre volvió a pedirme que me encargue de la
publicidad gráfica de los hoteles, y prometí que apenas termine la exhibición me pondría
a ello. Luego decidimos salir a pasear y comer fuera, me arregle un poco y nos fuimos.
Pasamos un día maravilloso los cuatro juntos, estar tan cerca de ellos me hacía bien, me
olvidaba de mis problemas. Los lleve a mi pequeño bistró italiano favorito, y mis padres
quedaron impresionados de la calidad y la familiaridad del lugar y prometieron volver
en cada visita. No recordaba haber estado así en mucho tiempo, pero me alegraba de
poder disfrutarlo, sin embargo me consternaba la operación de mi padre, y que él tuviera
miedo de operarse, aunque no lo dijera podíamos darnos cuenta, me ponía peor. Cuando
llegamos al aeropuerto aproveche que estuvimos solos y hable con él.
-Lo se princesa, no tienes de que preocuparte, lo hare pronto y de momento estoy bien.
-Debes dejar que los tíos y Andy se encarguen de los hoteles. Es tiempo de que te tomes
un descanso.
-Con tú madre decidimos hacer un pequeño viaje a América luego de tú exhibición.
-Eso está muy bien, pero promete que no dejaras que pase demasiado para curarte. Te
necesito aquí.
-Lo prometo.- Luego de abrazos, besos y algunas lágrimas de mi madre, nos despedimos
de ellos. Mi hermana me conto que saldría otra vez con Mariano, y no dije nada, si el la
hacía feliz, estaba bien por mí. Regrese al piso, saque a pasear a Xander, y de vuelta a
casa busque algo de comida marroquí, me senté a ver el partido y luego me fui a la
cama.
Dante. Pero antes de eso, necesitaba que sepa sobre mis tendencias sexuales. Para mi
sorpresa estaba muy al tanto del tema BDSM, y era una persona amplia de mente, en
ningún momento sentí que me juzgara, por el contrario me dijo que era muy bueno que
sea liberal con respecto a lo que hago y que siempre que tenga presente que es
consensuado sano y seguro, estaba más que bien que disfrute de mi sexualidad. Me
recomendó que lo hable con Caty y Ari, que las ponga al tanto, que aprenda a confiar en
la gente. Volvía a casa y recibí un mensaje de Seba.
-Me anoto.
-Vale, paso por ti a las 7pm.
-Vale. XX
Como prometió paso por mí a las 7pm y fuimos a cenar a un bello resto hindú. La charla
fluy o de manera agradable, era fácil estar con él, me hacía reír, era un hombre
que quizás mi mejor elección debería ser él. De regreso al apartamento me acompaño a
la puerta.
-Si.
-¿Solo tú y y o?.
-Lo prometo.- Xander recibió de mala gana a mi acompañante y tuve que regañarlo otra
vez.
-Una cerveza estaría bien.- fui por dos coronitas frías y nos sentamos en el sofá, tome el
mando del equipo de música y Let there be love de Oasis comenzó a sonar. Comenzamos
dedos en mi piel. Baje por su abdomen dejando pequeños rastros de besos en él hasta
llegar al cinturón. Me arrodille entre sus piernas, dibuje la línea de su cintura con mi
lengua y lenta y pausadamente lo desabroche, luego fue el turno de la bragueta, quite sus
zapatos y su pantalón. Podía ver cuán duro y excitado estaba incluso debajo del bóxer
apretado que llevaba. Con uno de mis dedos roce el elástico de este y al levantar la
mirada vi un gesto feroz en él. No pude evitar sonreírme. Estaba disfrutando mucho de
tenerlo así para mí. Al sacar su bóxer, finalmente su erección se liberó, me relamí los
labios y lo tome con ambas manos, y lo lleve a mi deseosa boca, no era tan grueso como
Dante, pero sí muy largo y me era muy difícil llevarlo hasta el fondo de la garganta.
Lamí su glande y lo chupe con énfasis, luego mi lengua comprobó su largura mientras
mis ojos lo buscaban, el los tenia cerrados y con la cabeza hacia atrás, mordía su boca
con furia. Y entonces hice mi may or esfuerzo por albergarlo por completo. Y la arcada
no se hizo esperar, pero lejos de desanimarlo, solo lo encendió más. Tomo mi cabello con
ambas manos y me mantuvo unos segundos ahí. Lo saque y metí en mi boca una y otra
vez, tan profundo como podía, sus manos acompañaban el compás de mi cabeza sobre su
pelvis, y mis manos bajaban y subían por su duro miembro ay udándome a tomarlo.
-Hazlo.- murmure con el aún dentro mío, la vibración de mi voz en lo profundo acelero
cintura y la otra me agarro con posesión la nalga. Me giro y me recostó sobre el sofá.
Me beso con pasión, una pasión que no había sentido en el en todo este tiempo. Su lengua
remolino con la mía, mientras la mano que estaba en mi cintura paso a uno de mis
pechos y lo apretó con fuerza para luego recorrer mi abdomen hasta llegar al final de mi
blusa. La saco rápidamente, y mi sostén lo siguió. Tiro de mi cabello he hizo que mi
mis senos. Luego mis pezones. Los chupo con esmero y y o sentí que la humedad de mi
entrepierna traspasaba la tela de mi jean. Tomo ambos senos con sus manos y los
masajeo con habilidad, luego volvió a llevarse un pezón a su boca y lo mordió con fuerza
y mi cuerpo respondió arqueándose de forma instantánea. Mis jadeos y gemidos
llenaron el ambiente. Luego su lengua recorrió mi abdomen y mis pantalones cay eron al
piso junto a la tanga. Abrí las piernas para él. Acaricio lentamente mis pantorrillas y
muslos mientras iba dejando delicados besos en su interior. Al llegar a mi entrepierna
piernas se elevaron más. Con su lengua absorbió cada gota de mí, una y otra vez, su
pulgar invadió mi vagina y un grito de placer escapo de mi boca, sus dientes apretaron
mi clítoris y me corrí sin previo aviso.
-Ahhh. Lo siento.
-Aún no he acabado contigo pequeña.- dijo con tono dulzón y volvió a arremeter contra
mi clítoris, volví a arquearme de manera antinatural. Cambio el pulgar por dos de sus
dedos y comenzó a moverlos sin piedad, dentro y fuera una y otra vez, sentí que el
clímax volvía a formarse, y cuando todo se intensifico volví a correrme y él bebió todo
-Hmmm tú sabor es delicioso y dulce. Podría hacerlo todo el día. Pero realmente quiero
estar dentro de ti otra vez. Subió hasta quedar encima de mí, lamí sus labios y pude
quemaba por dentro. Cuando finalmente estuvo completamente dentro de mí tomo con
una de sus manos mi muslo y alzo más mi pierna. Mis manos seguían aferradas al brazo
del sofá pero él me cogió por las muñecas y las acomodo alrededor de su cuello.
-Ámame Lex…- mis ojos se llenaron de lágrimas sin saber bien por qué y escondí mi
cara en sus hombros y mis uñas se clavaron en su espalda. Aumento dramáticamente el
ritmo de sus acometidas, lo sentía tan profundo que dolía. Los gemidos y jadeos de
ambos acompañaban los movimientos. No fui capaz de decir nada, me sentía algo
abrumada. Tomo mi cara con su mano y busco mi boca. Me besaba con pasión mientras
me follaba con lujuria. Las paredes de mi vagina comenzaron a contraerse alrededor de
su miembro, y todo mi cuerpo se tensó, subió el ritmo una vez más casi impidiéndome
Nos quedamos abrazados hasta que nuestras respiraciones tomaron un ritmo más normal.
No dijo una palabra y y o tampoco. Se enderezo y me tomo en brazos y me llevo a la
cama, me recosté sobre su pecho y me dormí en el acto.
Cuando desperté el aún dormía, sin hacer ruido me levante y me metí al baño. Apenas
estaba amaneciendo, la cabeza me daba vueltas. ¿Estaba haciendo las cosas bien?
¿Perdería a Dante para siempre? ¿Valía la pena luchar por una causa perdida? ¿Podría
ser feliz con Sebastián?. El sexo entre nosotros, aunque vainilla, era bueno, muy bueno,
pero no había fuegos artificiales. Me metí en la ducha para intentar aclarar mis ideas.
Quizás Sebastián era mi mejor opción, sin complicaciones, sin explosiones violentas y
devastadoras entre nosotros, aunque también significara renunciar a una gran parte mí.
¿Estaba dispuesta a hacerlo? ¿O la decisión más adulta seria hablar con el respecto a mis
gustos? ¿Quizás lo más sabio seria ir de a poco, y ver si todo funciona entre nosotros, y de
a poco ir hablando o mostrándole del tema?. Salí del baño con las ideas un poco más
clara, dejar que las cosas fluy an sería lo mejor para nosotros. Estaba de un humor
mejorado y decidí hacer unos churros para el desay uno. Cuando el despertador de Seba
-Sí, desperté temprano y decidí prepararte algo rico para el desay uno.
charla informal entre bocado y bocado. Luego se metió a la ducha y y o me puse a lavar
los trastos. Se vistió rápidamente, me beso cariñosamente en los labios y se despidió.
Los días se volvieron rutinarios, Sebastián y y o, éramos cada vez más una pareja
ordinaria como cualquier otra. Los días los dedicaba a terminar de organizar la
exhibición, y las noches la repartía entre Sebastián y mis amigas. Thomas aún seguía de
viaje en Londres, pero hablábamos a diario. Le conté de la gala, y coincidió en que lo
mejor sería tratar de olvidar a Dante. También me comento que estaban organizando el
traslado de Caroline a Madrid, y que estaría de vuelta para la muestra.
El viernes anterior a la exposición Ari, Caty, Seba, sergio y y o nos encargamos de los
detalles finales, colgar las fotografías, arreglar las luces y el mobiliario, dejar lista la
folletería, etc. Volvimos a casa cerca de las 3am, agotados y solo dormimos.
El despertador marcaba las 10am cuando sonó. Busque a mi alrededor y Seba no estaba,
“Pequeña ha surgido una emergencia y debo ir al hospital. Estaré de regreso para llevarte
a la exhibición. XX.”
Me desperece y me metí al baño. Estaba cepillando mis dientes cuando el portero sonó.
-¿Diga?.
“Éxitos en la exposición de esta noche. Sin duda será espectacular como siempre.” Dante.
¿Pero a qué coño estaba jugando? Me lo pensé unos segundos antes de decidir si tirar el
ramo o no. Pero eran tan hermosas que busque un florero y las metí en agua. Rompí en
pedazos la nota y la arroje al basurero. Dante no arruinaría esta noche. Tome un
desay uno ligero, café y un panecillo, como siempre antes de un gran evento, tenía el
estómago completamente revuelto. Luego lleve a Xander por un paseo y al volver limpie
un poco la casa. De camino al salón de belleza compre un sándwich en un puesto
callejero y me metí a arreglarme. Algunas horas después de regreso al apartamento me
prepare un rico baño de burbujas con mis sales y fragancias favoritas. Con mucho
cuidado envolví el bello peinado dedos trenzas desde el flequillo que recorrían a cada
lado la cabeza y culminaban formando una sola sobre el lado derecho, el resto del
cabello suelto en ondas grandes, lo metí en una cofia y trate de relajarme y enfocarme
en la noche por delante. Me puse un body negro sin tirantes, medias negras opacas con
una línea trasera, Ari Caty y y o habíamos ido de compras el miércoles y había elegido
un vestido monísimo de Armani, en gris plata con el torso encorsetado y de escote recto
sin tirantes, la falda se abría en distintas tablas pinzadas y me llegaba a mitad de los
muslos, lo completaba un bello cinto de raso negro. Zapatos negros Louboutin de gamuza
con el taco y la plataforma decorados con pedrería. Un bolso de mano haciendo juego y
un tapado negro a las rodillas, llevaba los ojos sombreados con negro y destellos de azul,
y los labios un suave brillo. Terminaba de arreglarme cuando Seba llego por mí. Lucia
maravilloso en su traje gris oscuro a ray as, camisa negra y corbata fina negra.
Llegamos temprano a la galería y Raquel estaba dando los últimos toques al lugar. En la
y el orden en que debía ser vista. Las fotos estaban expuestas en forma cronológica, cada
momento significativo de la vida de una persona, desde la concepción hasta la muerte,
iban desde fotografías de una mujer embarazada acariciando su vientre, luego un recién
nacido sobre el pecho de su madre, un infante dando sus primeros pasos tratando de
alcanzar una flor. El primer día de clases, niños jugando en el parque, adolescentes
divirtiéndose, el primer baile escolar, el primer beso de unos jóvenes enamorados, una
graduación, un compromiso, una boda, una pareja de ancianos jugando con sus nietos,
otra pareja de ancianos sentados en una banca dándose un tierno beso, una lápida con
flores y por ultimo un paisaje, el mar fundiéndose con el cielo. Entre otras.
Mire cada una de ellas y me sentí feliz de ver mi visión realizada. Raquel se acercó a
nosotros, intercambiamos saludos y una corta charla. Luego fui a saludar a Lucero y a
Mi familia completa fue la primera en llegar, salude a mis padres a Andy con su mujer,
luego Ari y Mariano y por ultimo Tomy y Caroline. Luego llegaron algunos
uno y otro lado. Yendo y viniendo de un lado a otro, hasta que por fin pude hablar un
poco con mis padres.
-Alex, es maravilloso, adore cada una de las fotografías. Te felicito cielo.- dijo mi madre
verdaderamente conmovida.
-Gracias mami.
-Princesa, me has dejado sin palabras. Las compraría todas si fuera un poco más egoísta.
Estoy muy orgulloso de ti.
-Ay papi, gracias. Me alegro que les hay a gustado. Y les agradezco que estén aquí,
significa mucho para mi.- mi hermano se nos unió a la conversación.
-Gracias Andy, que suerte que pudieron venir.- charlaba con Ari y Mariano sobre el
tema que había elegido cuando Dante apareció.
-¿Pero qué diablos?.- dije demasiado alto como para hacer que Mariano se girara en
-¡Dante! Has venido hermano.- dijo sin ningún reparo, claramente al tanto de sus
intenciones.
-No me la hubiera perdido por nada.- saludo a su amigo con un gran abrazo y a Ari con
-Lex felicitaciones nena, lo has logrado una vez más, me has dejado sin palabras.- dijo
mientras me agarraba con una mano por la cintura y me daba un beso algo más que
amistoso en la comisura de la boca. Me removí en su mano tratando de zafarme pero él
me acerco más a su cuerpo.
-No soy tan infantil Dante.- le solté mientras sacaba su mano de mi espalda.
-A claro, ¿la cantante?.- dije mirándola a los ojos con cara de confundida mientras le
ofrecía la mano.
-Bueno, estuve cerca.- Ari se echó a reír y Dante clavo su mirada de enfado en mí. Yo
por mi parte me sonreí.
-Si me disculpan debo atender a los asistentes, Que lo disfruten.- me fui tan rápido como
pude sin parecer que huía. <<Increíble el descaro de este>> pensé para mis adentros.
Seguí mi recorrido explicativo por un buen rato, las ventas venían muy bien y y o había
separado la fotografía del paisaje como regalo para mi padre.
-Su atención por favor, mi nombre es Raquel Wachler, como algunos y a sabrán, soy la
orgullosa dueña de esta galería y tengo el honor de volver a presentar a una de nuestras
artistas prodigo. Les pido un fuerte aplauso para Lexy Vázquez.- por supuesto me puse
bordo al escuchar eso, pero no tuve más remedio que subir y hablar.
sobre los momentos significativos en la vida de las personas, muchos creen que la
existencia es un todo, pero para mí se trata de pequeños momentos, momentos de
felicidad, tristeza, dolor, dicha. Y quise captar cada uno de ellos. Espero que lo disfruten
y que encuentren su propio momento. Gracias por venir.- una nueva oleada de aplausos
y felicitaciones comenzó, sentí que necesitaba un instante a solas, así que me fui al
depósito para tratar de alejarme de la gente.
-¿De qué huy es?.- Dante se había unido a mi reclusión sin invitación. Y se apoy aba
displicente sobre una columna. No podía negar que se veía como un maldito dios griego
en su traje azul oscuro, llevaba una camisa blanca a ray as celestes y corbata azul claro.
-Encontré mi momento.
-Te lo diré de todos modos.- puse lo ojos en blanco, era en vano discutir con él.
-Los ancianos en la banca. Es una foto preciosa.- dijo mientras me acomodaba un
-Bien, felicitaciones.
-Me recuerda a ti, en algún momento pensé que pasaríamos el resto de nuestras vidas
-No he visto a tú novio por aquí. ¿Es que y a lo has abandonado también?.
-Quizás necesites anteojos, porque ahí esta.- dije señalando a Sebastián que se acercaba
a nosotros. Enseguida se puso a mi lado, rodeo mi cintura con una mano y beso mi
frente.
-Lo siento, necesitaba un momento a solas, pero y a vez.- le conteste señalando al intruso
a mi lado.
-Siempre.
-Vale, vamos.- ambos caminamos de la mano hacia el salón, pero Dante no se movió.
-¿A que vino eso?.- pregunte en voz baja cuando estuvimos lejos de él.
-¿De qué hablas?.
-Como quieras.- volvió a besarme la frente y se alejó dejándome con Caty. El resto de la
noche transcurrió en paz, cuando la última de las fotografías se vendió, Raquel anuncio el
-¿A qué se debe esa cara larga Miller?.- le dije con cariño a mi padre.
-Pues qué bueno que es mi regalo para ti. He pedido que mañana la envíen al hotel.
pequeño bistró italiano para un almuerzo en familia. Seba, mis amigos y y o nos fuimos
por unas copas a “Lo de Paco”, al fin pude probar bocado y bebí unos tragos para bajar
un poco la adrenalina de la noche.
-Duérmete Lex.
El sol me cegaba, y la cabeza me daba vueltas. Intente ponerme en pie, pero todo
comenzó a girar. Necesite más de unos minutos para poder llegar al baño. Me mire al
pero no era suficiente, desarme el cuidadoso peinado y me metí en la ducha. Deje que el
agua corriera a través de mí. La cortina se abrió y Sebastián se unió a mí.
-¿Puedo acompañarte?.
-Claro.- me gire para que el agua lavara mi cara, y una de sus manos me tomo el
mentón desde atrás, mientras la otra se posó en mi bajo vientre empujándome hacia él.
Pude sentir su erección en mi cintura, era tan alto. Comenzó a mordisquearme el lóbulo
de la oreja, y luego el cuello, apoy e ambas manos en la fría cerámica y deje que el
manejara la situación. Su mano bajo de mi mentón hacia uno de mis pechos y lo apretó
con dureza, su otra mano busco enseguida la calidez de mi entrepierna, abrí ligeramente
las piernas para darle acceso a mí. Comenzó a acariciar mi clítoris dibujando pequeños
círculos con sus y emas. Jadié en respuesta.
-Tómame.
-No Lex, no quiero tomarte, quiero amarte, y quiero que me ames.- un fuerte pellizco en
mi pezón hizo que me arqueara más, y dos dedos se hundieron en mi vagina y comenzó
a moverlos suavemente dentro de mí. Puse mis manos en sus caderas y lo atraje un poco
más. Se agacho ligeramente, paso una mano por debajo de mi rodilla y me flexiono la
pierna para que la apoy ara sobre el borde de la bañera, y me penetro de una sola
estocada, su otra mano volvió a mi mentón y me hizo girar la cara para poder besarme,
mientras me penetraba con su duro miembro y estimulaba mi clítoris sin descanso. Una
de mis manos busco como pudo su nuca para profundizar el beso y lleve la otra a mi
clítoris, apoy ándola sobre la suy a y guiando sus movimientos. Bufo en mi boca ante mi
-Eso pequeña. Ámame…-Me follo con fuerzas, con deseo. Mi orgasmo comenzó a
formarse brutalmente, y me apreté más a él, eso siempre hacia que acelerara más el
ritmo, y me corrí, unas cuantas embestidas más y salió de mí y se corrió en mi trasero.
Luego de bañarnos, tomamos un café, y Seba saco a Xander por su paseo mientras y o
me arreglaba para el almuerzo en familia. Los días comenzaban a estar cada vez más
cálidos, por lo que busque un vestido recto y sencillo en color salmón, unos zapatos de
corcho con tiras que se sujetaban al tobillo en verde y naranja. Una chaqueta de jean
corta, mi bolso y cuando regresaron del paseo salimos hacia el bistró. Unos minutos
después nos encontramos en la puerta con Ari y Mariano, quien formalmente se había
convertido en el novio de mi hermana, y y a había conocido a mis padres. Una pequeña
charla después, se nos unieron mis padres, Andy y Fany. Buscamos una mesa grande y
nos dimos un gran banquete italiano, donde abundaron las diferentes clases de pastas. Mi
padre intento convencer a Pascual, el dueño del lugar, en que lo convierta en cadena,
pero este no quiso saber nada. Las charlas se cruzaban entre unos y otros, las risas, y las
miradas cómplices, cuando alguna anécdota salía a flote predominaron durante todo el
rato. Cuando llego la hora del postre, todos compartimos una gran fuente de Tiramisú.
Que solo fue interrumpida por Andy para compartir con todos la noticia de que estaban
esperando su primer bebe. Mi madre comenzó a llorar como una loca, al tiempo que
abrazaba a mi hermano, mi padre se notaba claramente abrumado de la felicidad, y nos
hizo saber que esperaba con ansias que sea un varón para eso de “emparejar el
marcador”. Uno por uno felicitamos a la pareja. Si me hubieran dicho un tiempo atrás
que esta sería mi vida hoy, ni de coña lo hubiera creído. Nos despedimos de ellos en el
hotel. Y les prometí visitarlos apenas llegue el verano, para disfrutar de unos días de
play a en Asturias.
madrileño, la may oría de los hoteles de la cadena lucían igual, solo cambiaban algunos
pequeños detalles, pero uno solo serviría para todos. Diseñe unas graficas elegantes y con
mucha clase, que mostrara el tipo de lugar que eran los hoteles Miller. Mi padre estuvo
en una especie de luna de miel, claro que si me reunía con las chicas, y algunos fines de
semana salíamos todos juntos de fiesta. Ari estaba completamente prendida de Mariano,
y en una de nuestras charlas de chicas, aproveche para comentarle de mis inclinaciones
sexuales, y termino diciéndome que ella estaba incursionando en el BDSM con Mariano.
No me sentó mal, sabía qué clase de Dominante era el, y o misma había estado en sus
manos bajo la supervisión de Dante, así que le confiaba el cuidado de mi hermanita, pero
una de las noches en que cenamos los cuatro aproveche para dejarle en claro a Mariano
que si la lastimaba o la hacía sufrir iba a destriparlo con un cuchillo sin filo. Luego me
llego el tiempo de hablarlo con Caty y lo tomo como si fuera lo más normal del mundo,
y eso me hizo muy feliz, de hecho se mostró más interesada de lo que esperaba, y
ambas bromeamos con que sesionaría a Salvador una noche de estas. Mi relación con
Sebastián se volvió cotidiana y monótona. Nos turnábamos entre mi piso y el suy o para
pasar las noches, algunas veces iba a visitarlo a la consulta para llevarle el almuerzo, o
solo tomar un café. El sexo era bueno, bastante, pero todos mis intentos por mostrarle
cuero y deje distintos elementos de spank sobre la cama, pero no quiso saber nada con
azotarme. Otra vez le pedí que me atara a la cama y lo hizo pero a mitad del sexo me
desato y perdió interés en volver a hacerlo. Otra vez le vende los ojos y ate sus manos a
la espalda y le di de probar distintas cosas, alguna desde mi boca, otras poniéndolas sobre
mis pechos, otras en mis dedos, eso lo disfruto, pero me dijo que no se sintió cómodo
estando atado. Por lo que desistí y deje de intentarlo.
Hablaba con mi padres al menos una vez a la semana, y nuestra relación nunca había
estado mejor. Mi padre había decidido que se operaria en Julio, cuando todos estemos en
Oviedo, el detonante fue la inminente llegada de mi sobrino, que no quería perderse por
Esta semana debía viajar y a que me habían invitado a dar un seminario sobre fotografía
en la universidad de Málaga y aprovechaba el viaje para visitar a mi amiga Nuria que no
la veía desde mi internación en Escocia, nos manteníamos en contacto por mail, pero
nada más. Prepare una maleta pequeña y a que solo me quedaría unos días, el seminario
duraba 3 días de miércoles a viernes e iba a pasar el fin de semana con Nuria. Y volvería
a casa el domingo por la noche. Sebastián me llevo al aeropuerto.
-¿Seguro quieres ocuparte de Xander? No es tú may or fan.
Algo más de una hora después me encontraba con el fresco aroma de Málaga. Me quede
en uno de nuestros hoteles, apenas tuve tiempo de darme una ducha y prepararme para
dar comienzo al seminario. Llegue al auditorio que me habían asignado, prepare el
proy ector, los apuntes, y los nervios de hablar ante el público me invadieron de
inmediato, unos minutos después los asistentes comenzaron a llegar. El lugar se llenó
rápidamente. Hable durante horas, y les mostré algunas de mis fotografías, había
seminario cerramos con preguntas sobre todo lo que habíamos visto, y me sorprendieron
gratamente. Habían disfrutado mucho del taller. Y y o quede completamente enamorada
de enseñarles. El rector del lugar fue muy amable al igual que todos. Y me pregunto si
no pensaba convertirme en profesora, o al menos oradora de seminarios. Y la idea me
pareció fabulosa.
El sábado a la mañana vino a por mí Nuria, se veía muy bien, muy diferente a la chica
que había conocido en Escocia. Había ganado algo de peso y se veía saludable, alerta y
feliz. Primero fuimos a desay unar y luego a la play a a disfrutar del cálido sol de Málaga.
nunca antes había podido desnudarse por completo ante un hombre. Cuando cay ó la
tarde volví al hotel a tomar una ducha y alistarme para ir a cenar juntas. Llegamos a un
precioso restaurant que daba a la play a, y luego fuimos por unas copas a un bar local,
quise darme cuenta debía volver a Madrid. Nuria me llevo al aeropuerto y antes de
despedirnos le hice prometerme que me visitaría pronto y accedió gustosa a hacerlo. Nos
Daban cerca de las 8pm cuando llegue al aeropuerto de Barajas. Sebastián me esperaba
con un hermoso ramo de lirios y una sonrisa de un millón de euros. No pude evitar
sonreír, lo había extrañado, y verlo ahí me gusto. Me colgué de su cuello y el me levanto
en el aire y me beso como si fuera la primera vez. Definitivamente debía viajar más
Sebastián era bella y luminosa, estaba en el piso 9, y daba justo a un bello parque. Era un
espacio abierto, pisos de madera y paredes color huevo, en la entrada colgaban unos
pergaminos fotográficos de ambos lados, luego se abría a una sala unida al comedor y
separada por una gran isla una cocina elegante y funcional, todo muy masculino, en
colores tierra, y madera. Y tenía una terraza increíble. Luego un pasillo llevaba a la zona
privada, donde estaba el baño y una habitación de invitados, y al otro lado, la habitación
principal con baño privado y un pequeño vestidor. Era un lugar acogedor. Ni bien
cruzamos Xander vino a darme la bienvenida, intercambiamos besos y caricias. Ni bien
atravesé el portal pude ver un camino de pétalos de rosas blancas que guiaban hasta el
comedor. Velas y una fina cristalería decoraban la mesa.
-Y y o a ti.
-Siéntate, esta noche, y o soy tú chef.- acomodo mi silla y fue a disponer la cena. Olía
bastante bien, aproveche para destapar el vino que había dejado y lo serví. Enseguida
volvió con dos platos con comida china variada en ellos, había comprado la comida y eso
me hizo reír.
-Eres un tramposo.
-Eso creo, siento algo de miedo y curiosidad por ver que te traes entre manos.- volvió
cargando dos copas con helado, decorado con salsa de chocolate y nueces.
-Dime.
-Durante tú viaje estuve pensando y creo que sería una buena idea que nos mudáramos
juntos. ¿Qué opinas?.-la pregunta me tome completamente desprevenida. Tuve que
pensármelo unos minutos, pero la idea tenía sentido, pasábamos cada noche juntos, e ir y
venir de un piso a otro se tornaba molesto.
-Creo que es una buena idea ¿Crees que estemos listos?.
-Por supuesto, creo que este apartamento es bastante grande para los tres.
-Vale, hagámoslo. Eso sí, no quiero vender mi piso, lo dejare para trabajar.
-Sí, creo que eso me gustaría.- deje el helado a medio terminar y me senté en su falda a
horcajadas, tome su cara entre mis manos y lo bese dulcemente, con él había
redescubierto mi lado más sensible y dulce. El movió sus manos a mi trasero y lo apretó
con fuerza. Se levantó y me llevo así hasta el otro extremo de la mesa que estaba vacío.
Me sentó sobre ella y comenzó a acariciar mis muslos mientras lamia mi cuello, mis
manos se enredaron en su cabello y tire con fuerza de él para alcanzar su boca y
devorarlo con un pasional beso. Metió las manos por debajo de mi vestido y alcanzo mi
tanga velozmente. La saco y deslizo sus dedos por toda mi vagina, esparciendo mi
excitación. Su otra mano encontró el camino hacia uno de mis pechos, bajo mi sostén y
quito. Desabrocho mi sostén y su boca busco con vehemencia mi duro pezón. Mientras su
otra mano pellizcaba el sobrante y sus dedos se hundían en mi interior. Acaricie toda su
espalda ida y vuelta y comencé a desabrochar uno a uno los botones de su camisa y se la
quite, el volvió al acecho esta vez al otro pezón y lo mordió bruscamente y y o lo jale del
pelo. Me las arregle para llegar a su bragueta y deje caer su pantalón enrede mis piernas
en su cintura y lo atraje más hacia mí, pero el abandono mi vagina y poso su mano por
detrás de mi rodilla y la otra en la cintura, me levanto de la mesa y me dejo en el suelo,
me beso salvajemente mientras sus dedos se clavaban en mis nalgas, luego me giro y
poniendo una mano en mi espalda baja me hizo apoy ar el pecho contra la mesa y con su
otra mano abrió mis piernas. Y volvió a apretar y torturar mi duro clítoris. Sentí la punta
de su miembro juguetear en la entrada de mi vagina, incitándola, pero sin penetrarme.
Me mordió los hombros, la espalda y y o clave mis uñas en la madera mientras gemía y
jadeaba desesperada. Enredo mi pelo en una de sus manos y tiro de el con fuerza
grito de placer y dolor. Comenzó a moverme primero lento y continuo, a la vez que me
sujetaba con la otra mano de la cadera. Lo sentí bufar y gemir en mi nuca.
-Te amo Lex. Ámame… por favor.-acompañe sus embestidas con mis caderas y el
aumento el ritmo hasta tornarse violento y fuerte. Podía sentirlo en todas partes.
-Más, más fuerte.- dije entre gemidos. Y se metió más profundo en mí, más rápido, más
duro. Todo mi cuerpo se tensó bajo su peso y me corrí. El orgasmo fue arrollador, aún
podía sentir los pequeños espasmos en las paredes de mi vagina, mientras él seguía
bombeando en mi interior, su cuerpo tembló y salió de mí para correrse en mi espalda.
Cuando pudimos volver en nosotros me limpio y me cargo hasta la habitación donde
volvimos a hacer el amor varias veces durante toda la noche hasta que finalmente,
agotados nos dormimos abrazados.
La mudanza fue tediosa, por suerte Ari, Caty y Sofi vinieron a ay udarme a empacar, no
me lleve ningún mueble, solo la ropa, adornos, libros, fotografías, artículos de cocina, las
cosas de Xander, y algunas otras chucherías, cuando terminamos de cargar las cosas al
camión, volví para buscar el ultimo bolso que quedaba. El piso se veía sin vida, lo que lo
hacía mío, estaba ahora de camino a casa de Seba. Me invadió el miedo, quizás era muy
pronto, quizás no debería hacerlo, quizás… me obligue a pensar positivamente, como
decía la Dra. Aguilar, debo dejar de buscar el lado malo de todo y concentrarme en lo
bueno. Cerré la puerta dispuesta a dejar todo eso atrás, y eso incluía a Dante
las revistas acompañado de la escuálida esa. O alguna otra rubia plástica de turno. O
simplemente al mirar cómo se comportaba Xander con Seba. Pero no había vuelto a
encontraba. Sacudí mi cabeza para dejar ir todas esas ideas. Subí al auto y fui en busca
de mi nueva vida, vida que compartiría con Sebastián y nadie más. Me tarde unos días en
acomodar todas mis cosas, pero finalmente lo hice. Vivir con Seba era fácil, toda nuestra
todos los muebles que encontraba. Solo esperaba que se adapte pronto.
Finalmente llego julio y nuestras vacaciones comenzaron, papa mando el avión privado
de la empresa por nosotros, Sebastián, Xander y y o estábamos en el aeropuerto
esperando por Ari, Mariano, Tomy y Caroline. Apenas llegaron nos subimos en él y
partimos rumbo a Oviedo.
Poco más de una hora después aterrizamos en el aeropuerto de Asturias. Donde nos
esperaba José el chofer de la familia con una camioneta enorme con lugar para todos.
Tomaba cerca de una hora ir hasta Oviedo, pero el paisaje era majestuoso, de fondo el
Mis padres salieron a recibirnos y después de intercambiar besos y abrazos entre todos,
pasamos al comedor para almorzar, fuimos poniéndonos al día a medida que comíamos.
-Les tengo una sorpresa para todos.- dijo mi padre en tono misterioso y juguetón.
-No vamos a quedarnos aquí, iremos quince días a la casa de play a de Mallorca. ¿Qué
les parece?.
de Mallorca, Enrique uno de los cuidadores de la casa, nos esperaba. Los 20 minutos
entre el aeropuerto y Son Vida, donde quedaba la Villa fueron todas risas y charlas, hacía
años que no veníamos. Y los recuerdos de los veranos de nuestra infancia comenzaron a
agolparse en mí. Cada año al terminar la escuela, veníamos a la villa a pasar el verano,
mis padres habían puesto especial esmero en que no falte nada, era inmensa y estaba
situada en la cima de la colina, lo que le daba una vista panorámica, podías ver el mar y
las montañas desde todos lados. Al llegar a la Villa, Beatriz, la esposa de Enrique, nos
esperaba ansiosa, y nos dio una gran bienvenida. Xander inmediatamente comenzó a
explorar los alrededores, no me preocupe, estaba rodeada de una cerca enorme por
Sobre uno de los laterales estaban la biblioteca, el despacho y la sala de juegos. Luego
daba paso al gigante comedor, y de ahí a la cocina con zona de desay uno y bodega con
sala de catas y después las zonas de servicio. En el segundo piso estaban los cinco
dormitorios cada uno con su propio baño y vestidor. Y todos con terraza propia. Y
también la sala de cine. Luego estaba la casa de invitados, que también funcionaba como
spa. Donde se encontraba la piscina techada, el gimnasio y el sauna. Y en el segundo piso
dos pequeños apartamentos con cocina propia y baños privados para quien quiera venir a
pasar unos días. Y en medio de ambas casas, el inmenso parque, con su cancha de tenis,
la monumental piscina, el solárium, y más allá, una cocina exterior con sala de estar. No
le faltaba nada, Mariano y Caroline repetían una y otra vez al mostrarles la casa, lo
increíble que era, y sus cara eran de risa. Por supuesto, Tomy y Seba la conocían, habían
pasado unos cuantos veranos aquí con nosotros. Dejamos nuestras maletas en la
comenzaba a caer y las luces tenues le daban un ambiente único. Cuando volvimos a
entrar, Ari estaba sentada al piano mientras Mariano la miraba con ojos de un verdadero
enamorado. Andy y Seba hablaban entre ellos, mientras Caroline y Fany mantenían una
-¿Qué pasa preciosa?.- dijo Tomy mientras me rodeaba con ambos brazos.
-Nada, solo recuerdos, solíamos pasar los mejores veranos aquí. ¿Recuerdas?.
-No pienses en eso. Disfruta del presente Lex.- fuera Enrique preparaba todo para una
gran barbacoa, mi padre estaba sentado en la sala de estar exterior, jugando con Xander,
le lanzaba una pelota que él recogía encantado y la devolvía para volver a empezar, me
senté a su lado llevando dos copas de vino, le ofrecí una.
-No lo creo y a tiene casi tres años y sigue igual. Además le encanta el agua, cuando
visitamos Valencia se la paso jugando en la play a.
-Mejor de lo que esperaba, dar el seminario fue fantástico y me dieron ganas de hacer
una maestría para poder enseñar.
-Si cuando terminen las vacaciones volveré a la universidad. Y pensé en quizás poner
alguna especie de taller y estudio. Tengo que ver algunas propiedades, tal vez vender mi
piso, no lo he decidido.
-Por qué no, eres muy talentosa, tienes buen ojo y serviría para exponer tus obras.
-No es una mala idea. Debería ver que tan costoso es.
-Sabes que no es mi estilo, pero gracias. ¿Y qué tal su segunda luna de miel en América?.
-Estuvo maravillosa, hacía años que no visitaba el rancho de Dallas. Lo hemos pasado de
miedo.
-Mentiría si digo que no, pero y a sabes, luchar hasta el último suspiro.
-Todo irá bien, eres el hombre más fuerte que conozco, y el más obstinado también.
Quería pedirte algo, tengo una amiga en Málaga, que estuvo conmigo en el centro en
Escocia, y necesita trabajo, ¿Crees que podrías darle algo en el hotel?.
-Claro, encontraremos un lugar para ella, dile que vay a a ver al gerente de mi parte,
Luego de la cena, me sentí de humor para darme un chapuzón, fui por mi bañador y
terminamos varios dentro de la piscina, las noches eran muy cálidas en esta época del
año. Incluso Xander se nos unió. Los días en la villa fueron maravillosos, disfrutamos de
cada uno de los beneficios de la casa, otros días nos íbamos a la play a, incluso utilizamos
el y ate para salir a pasear a alta mar. El tiempo en familia ay udo a afianzar los nuevos
vínculos, al punto que hasta Andy me caía bien, estar por convertirse en padre, había
cambiado sus prioridades, y y a no era el cascarrabias de siempre. También disfrutamos
de una tarde de chicas, donde aprovechamos para desabastecer las tiendas locales, mi
madre se dio el gusto de comprarme todo lo que se le ocurrió y y o la deje sin chistar, me
gustaba verla feliz. Y los chicos aprovecharon para ir al golf. Pero a la noche cenamos
todos juntos en un bellísimo restaurant local. Una de esas mágicas noches invite a Seba a
la piscina interior, todos dormían, así que estábamos completamente solos. Tome su
mano y nos metimos, el agua estaba perfecta. Cruce mis brazos en su cuello, y bese sus
labios, los lamí, los mordí y luego lo devore con mi lengua. Me cogió por el trasero y me
subió a su altura, enrede mis piernas en su cintura, sus dedos buscaron con desesperación
su pelo con fuerza. Me llevo hasta la orilla de la piscina y me apoy o en los escalones,
corrió mi bañador y me penetro con extremada lentitud, el deseo me consumía y me
moví para agilizar la penetración. Él se sonrió y me beso profundamente. Entraba y salía
-Más, más duro, más fuerte.- ordene. Y así lo hizo, tomo un ritmo más vigoroso, clavo
sus dedos en mis caderas y las movió a voluntad. Sus penetraciones eran tan profundas
que me ardían. Tire mi cabeza hacia atrás y jadee con fuerza acompañando sus brutales
embestidas.
-Ámame… ámame Lex.- suplico y lo bese con pasión, mi cuerpo comenzó a tensarse y
mi vagina lo apretó, aumento considerablemente el ritmo hasta que me corrí, siguió por
unos movimientos más y salió de mí, me tomo del pelo y se corrió en mi boca. Nos
quedamos abrazados calmando nuestras respiraciones por un buen rato, luego volvimos a
la cama.
Nadie quería abandonar Son Vida para volver a Asturias, pero debíamos hacerlo, la
operación de papá estaba a la vuelta de la esquina, y si bien estos días lo habían ay udado
mucho a relajarse, aún había que pasar por ello. El día 16 volvimos a Oviedo. Dos días
Finalmente llego el 20, el día de la operación de papa. La noche anterior apenas pude
dormir, me encontraba ansiosa, nerviosa y asustada, sabía que lo atendían los mejores
médicos del país, pero aun así, toda la situación me ponía los pelos de punta. Mis padres
salieron muy temprano para el hospital, debían ingresarlo. El resto de nosotros
desay unamos en la casa todos juntos. El ambiente era muy tenso, casi no decíamos
palabra. Apenas terminamos fuimos para el hospital. No estaba preparada para lo que vi
cables pasando por todo su cuerpo me impacto, las piernas me temblaron y tuve que
sostenerme del umbral de la puerta para mantener el equilibrio. Pero trate de que mi
cara no refleje lo que me pasaba por dentro, no quería sumarle más tensión a todo lo que
él estaba pasando.
-Eso ganas cuando un ala del hospital lleva tú nombre.- conseguí sacarle una sonrisa y
eso me ay udo a respirar más tranquila, me senté junto a su cama y tome su mano.
-Alex, eres mi orgullo princesa, te amo y te agradezco por haberme dado una nueva
oportunidad, pero quiero que me prometas algo…
-Detente Miller, no quiero escucharlo, no te despidas, tú estarás bien. ¿Me has oído?.- lo
interrumpí bruscamente.
-No es una despedida hija, pero si algo llegara a pasar, necesito de tú promesa para irme
en paz.
-No planeo hacerlo princesa, pero solo quiero que seas feliz.
vidas es maravilloso.
-Te amo princesa.- mi hermana entro en ese momento para saludarlo antes de la cirugía,
solo podíamos entrar de a uno, por lo que tuve que salir del cuarto. Me senté en la sala de
espera, y note que mis manos sudaban y temblaban, Tomy también lo noto y enseguida
-Necesitas calmarte.
-Quizás luego.- uno por uno entraban y salían del cuarto, los ojos de Ari estaban al borde
de las lágrimas cuando cruzo la puerta, y Mariano corrió a cogerla en sus brazos y tratar
de calmarla.
calmarme, no sé muy bien cómo, pero conseguía hacerlo. Los brazos de Sebastián se
cerraron alrededor de mis hombros sacándome de mi ensoñación.
-Cuando todo comience, quiero que me cuentes paso a paso todo lo que estén haciéndole
en el quirófano.
-Sí, lo necesito, mi cerebro funciona así. Para poder estar tranquila, necesito saber cómo
funciona todo.
-De acuerdo, lo hare.- los enfermeros sacaron a mi padre del cuarto para llevarlo al
-Te amo papi, recuerda que me has prometido luchar siempre. Estaré esperándote.- es lo
único que pude decir sin derramar una lágrima, me abrí paso entre mis tíos que también
habían llegado y salí a tomar un poco de aire. Respire profundo unas cuantas veces, no
era una persona que crey era en muchas cosas, jamás fui demasiado católica, ni tuve
mucha fe, de chica estaba fascinada por la mitología griega, aún lo estoy, pero en ese
entonces, creía sin ningún lugar a dudas en el olimpo y sus majestuosos dioses bañados
de oro. Recordaba como mi padre siempre decía que Zeus todo lo ve, y si le pedía lo
del quirófano vivo. Volví a entrar y me senté en el sillón más lejano del resto. No estaba
de humor para charlas sin sentido. Busque mi móvil, examine su nombre, me lo tuve que
pensar unas cuantas veces antes de volver a guardarlo. Seba se acercó a mí y como
prometió, comenzó a relatarme paso a paso lo que sucedía en el quirófano, tres horas
después, aún no teníamos noticias, mi tío Patrick vino con café para todos. Intente
tomarlo, pero no pude dar más de un sorbo. Tenía el estómago al revés. Finalmente casi
-Bueno, la operación fue un éxito, el corazón estaba en muy mal estado, pero hicimos un
gran trabajo y si pasa las primeras 72hs tendrá una larga vida.- todos respiramos
aliviados, mi madre, Ari y Fany soltaron todas las lágrimas que tenían contenidas, todos
se abrazaron, y o apenas pude dejarme caer en el sofá, y sentí que al fin el aire entraba
en mis pulmones, pero al mismo tiempo sentí que estaba a punto de desmay arme.
Sebastián corrió a mi lado, tomo mi cara entre sus manos y me miraba como si estuviera
verde.
-Amor, bebe.- dijo mientras me llevaba una lata de cola a la boca. La bebí, sentía la
garganta seca por completo, y el dulzor de la bebida me sentó de maravilla,
inmediatamente sentí como la sangre volvía a mi rostro. Poco tiempo después, pasaron a
mi padre a la unidad coronaria. No nos permitían entrar, solo mi madre pudo ir a verlo.
Cuando llego la noche, Tomy insistió en que vay amos a comer algo a la cafetería del
hospital, siempre odie los hospitales, me traían muy malos recuerdos, pero accedí de
poca gana. Mis tíos se fueron a descansar, y Andy suplicó en que nos vay amos a la casa
a dormir, pero y o no estaba muy dispuesta a hacerlo. Pero finalmente cedi cuando mi
madre dijo que ella se quedaría con él, después de todo solo permitían una persona. Y
prometió llamar inmediatamente si había el mínimo cambio.
Volvimos a casa y fui directo al despacho de mi padre, busque el mismo sillón donde me
sentaba a diario cuando era pequeña, me envolví en la manta y el agotamiento me gano
y me dormí.
El sol me despertó y estaba en mi cama, suponía que Seba me había llevado hasta ahí.
Mire la hora y daban las 7am, me metí rápidamente a la ducha, luego baje a desay unar,
-Vale, y o te llevo.- desay unamos casi en silencio, Xander que notaba mi angustia se
acercó a mí y apoy o su cara en mis piernas, le di un pedazo del panecillo que estaba
comiendo y acaricie su cabecita y luego lo bese. No daban las 8am cuando salimos
me ocurrió leerle para matar el tiempo. Ni bien llegamos mi madre nos recibió con una
gran sonrisa.
-¡Se ha despertado! Lo han pasado a una habitación individual. Ya pueden verlo.- no tuvo
que decirlo dos veces que ambos nos metimos enseguida. Mi padre lucia unos 10 años
may or, tenía miles de máquinas alrededor, incontables cables salían de su cuerpo,
distintas sondas y vías salían de todas partes. El ruido de las maquinas me daba nauseas,
ágilmente volvió a mi cabeza la imagen que había bloqueado los últimos 5 años.
Recordaba estar en una habitación similar, durante tres días y sus noches, al lado de la
cama donde y acía Max, sentí que el corazón se me estrujaba en mil pedazos. Se me hizo
un nudo en la garganta e hice un esfuerzo tremendo para mantener la compostura.
Respire hondo, cerré los ojos y pase mi mano por mi pelo, en un intento por recobrar el
control. Me acerque a la cama y bese su frente con cariño. Y el abrió los ojos para mí.
-Esta noche te cuido y o, no podrás hablar pero si oír, he traído tú libro favorito para
leértelo.- me miro con los ojos llenos de emoción y pestañeo para tratar de comunicarse.
A las pocas horas el resto de la familia comenzó a llegar y y o aproveche para salir un
rato por un poco de aire fresco. Estaba sentada en una de las bancas exteriores cuando
-Bien, creo.
-¿Segura?.
-Con las emociones a flor de piel, ha pasado una noche pésima, no paro de llorar.
-Sí, suele ser la más sensible de la familia. Me alegro que te tenga cerca.
-Y y o de poder acompañarla.
-Vale, mejor así, no sé cómo lo tomaría. ¿Cómo está?.- Mariano entendió enseguida que
me refería a Dante.
-Está bien.
-Me alegro.- al llegar la noche les pedí a todos que se marcharan a casa a descansar y
afuera, que dejara a los médicos trabajar. Me quede parada como una estatua de piedra
en la puerta. Mantuve la respiración y mi corazón comenzó a acelerarse. Unos segundos
delicado pero haremos todo lo que esté a nuestro alcance.- solo pude asentir, bese a mi
padre en la frente mientras pasaba frente a mí, y le susurre al oído.
-Hasta el último suspiro papi.- vi como lo alejaban de mí. Entre al cuarto en busca de mi
móvil, daban las 3:45am llame a mi madre y le dije que necesitaban venir
inmediatamente, que papa había vuelto al quirófano. Llegaron a los pocos minutos.
El silencio reinaba en la sala de espera, y o solo podía mirar mis manos y concentrarme
en respirar. 1:30hs después, el cirujano entro en la sala.
-Lo siento, hemos hecho todo lo que pudimos, pero no hemos conseguido salvarlo.- eso
fue lo último que escuche, el seguía moviendo la boca, pero no conseguía oír nada. Mi
madre cay o de rodillas y Andy corrió a consolarla. Ari se abrazó a Mariano y lloraba
desconsolada. Tomy abrazo con fuerza a mi cuñada que parecía que iba a desmay arse.
Vi que Sebastián se acercaba a mí con los brazos extendidos.
-No me toques ¡No me toques!.- fue lo único que pude decir, tome mi bolso y salí del
hospital. Comencé a caminar sin saber bien a donde me dirigía, sentí a Thomas
-Déjame sola, vete.- corría tan fuerte como pude. Llegue a la calle y pare un taxi.-
¡Arranque!.- le ordene, el hombre manejo unos cuantos metros hasta que le indique la
dirección de la casa.
Cuando cruce la puerta, solo se escuchaban sollozos y llantos por doquier. Me metí en el
tuviera que recordarme como respirar. Sentí enormes deseos de llorar, podía sentir las
lágrimas agolparse dentro de mí, y el nudo en la garganta listo para estallar, pero no pude
hacerlo. Temía que si empezaba y a nunca podría parar. Me vino a la mente la imagen de
una estatua de piedra. Fría, inmóvil, sin vida. Así me sentía. Mi padre se había ido, lo
había perdido, y a no lo vería más, rompió su promesa, me abandono. ¿Por qué ahora?
¿Por qué cuando recién lo había recuperado? ¿Cómo podía seguir ahora? ¿Por qué cada
hombre que amaba debía alejarse de mí? ¿Estaba condenada por alguna especie de
maldición? ¿Mi destino era estar sola?. Abrace mis rodillas contra mi pecho y hundí la
cabeza en ellos. Miles de imágenes comenzaron a pasar por mi mente. El recuerdo de mi
padre volviendo del trabajo y y o corriendo a sus brazos para que el me hiciera dar una
vuelta en el aire. El enseñándome a leer. Yo sobre su falda, escuchando atenta una
historia fantástica, de dioses y Titanes. Días de verano jugando en la play a de Palma. Mi
padre tratando de enseñarnos a Ari y a mí como jugar al tenis. Ese mismo hombre
jugando con Xander en el parque, viendo con entusiasmo mis fotografías, riendo en la
mesa, miles de recuerdos comenzaron a fluir como una cascada. La puerta se abrió de
golpe y y o me sobresalte, Tomy apareció.
-Sabía que estarías aquí.-dijo aliviado y se sentó en el suelo frente a mí. Solo se quedó ahí
en silencio, me conocía bien y sabía que debía hacer. Tecleo algo en su móvil y luego lo
guardo, Xander se nos unió se recostó a su lado mirándome con esos hermosos ojos
marrones. Nadie dijo nada, permanecimos así, en silencio. Inmóviles. Las horas pasaron
y finalmente él se puso de pie.
-Dime que necesitas Lex.- negué con la cabeza, no había nada que el pudiera decir o
hacer.
-¿Quieres estar sola?.- esta vez asentí, y abandono el despacho. Escuchaba distintos,
pasos, llantos, voces del otro lado. No pude moverme. Seba entro cargando una bandeja
de comida que no toque. Muy entrada la noche me dormí en ese mismo sillón.
-Lex, Lexy despierta.- Seba había vuelto, el sol apenas entraba por la ventana.
-Debes prepararte, el funeral comenzara a las 9am.-me levante del asiento y fui directo
a mi habitación, el me siguió en silencio. Me metí a la ducha y deje que el agua caliente
relajara la tensión de mis músculos. Cepille mis dientes, seque mi cabello y lo ate en una
cola de caballo. Tenía un aspecto terrible, pero no me importo, al salir mi madre estaba
parada al lado de la cama.
-Cielo ponte esto por favor.- dijo señalando un vestido negro que había sobre mi cama,
y o asentí.-He encontrado esta carta entre las cosas de tú padre que traje del hospital, es
para ti.- me extendió el sobre y salió. Lo mire con detenimiento, no tenía nada especial,
un sobre blanco en el frente escrito con letras grandes “Alex”, no tuve el coraje de
abrirlo y menos de leerlo. Me puse la ropa que mi madre había dejado, un vestido negro
hasta las rodillas con un pequeño volado en la cintura. Guarde el sobre en mi bolso,
busque dos monedas de plata de un cofre que mi padre me había regalado cuando niña.
“Siempre recuerda, el pago para el barquero” me había dicho el día que me entrego el
cofre lleno de monedas de plata. Me puse las gafas oscuras, tome el bolso de mano y
baje las escaleras. Me senté al pie de ellas y espere a que el resto esté listo, Xander se
-¿Estas bien preciosa?.- pregunto Mariano con notada preocupación. Hice una mueca y
asentí.
-Cielo, necesitas comer algo.- dijo mi madre entre sollozos, pero y o negué con la cabeza.
Cuando todos estuvimos listos, nos subimos a las limusinas negras que nos esperaban en la
puerta. Me aferre con fuerza al pequeño bolso de mano que cargaba, Sebastián intento
coger una de mis manos, pero y o la saque de inmediato, no podía soportar el contacto
con nadie. El sollozo de todos me molestaba y trate de hacer oídos sordos, pero era
imposible. Deseaba estar sola en mi auto. En cualquier lado menos ahí. Llegamos a la
Catedral de San Salvador de Oviedo, donde se llevaría a cabo el responso de mi padre. El
lugar estaba repleto de gente. Baje del auto y me quede a un costado, no quería pasar por
la multitud ni recibir las condolencias de nadie. Sebastián se quedó a mi lado, vi que Caty
se acercaba y se abrazó a Thomas, hablaron por unos minutos, luego ella asintió y se
alejó, supuse que él le habría dicho que era mejor dejarme sola. Cuando la gente
termino de entrar, me adentre. Camine con la vista fija en el féretro de mi padre, que
estaba al pie de la cruz, rodeado de hermosas flores blancas y una gran foto de él, donde
se veía increíblemente guapo y lleno de vida. Llegue hasta la primera banca y me senté
en uno de los extremos, justo al lado de mi hermana, ella me miro llena de dolor y me
pidió la mano. Se la di. El obispo comenzó el oficio, hablo de la vida y la muerte, de la
aceptación de las decisiones de cristo, luego de la vida y obra de mi padre, pronto una
oración para acompañar a los dolientes, suponía que esos éramos nosotros. Después
invito a quienes quisieran decir unas palabras, el primero fue mi tío Michael, recordó la
niñez de ellos, y hablo del hombre que mi padre había sido. Luego fue mi tío Patrick,
quien se refirió a él como el mejor hombre que había conocido. Yo solo me pude sonreír
al escucharlo, aún recordaba las tremendas peleas entre ellos, pero por supuesto no era
guía y ejemplo a seguir, sus palabras fueron hermosas, y por ultimo mi madre subió. Su
discurso fue el más tierno y sentido de todos. Hablo de como la deslumbro apenas se
conocieron, de todos sus años juntos, del buen esposo que fue, y del éxito de su vida, y
termino diciendo “Pero lo que realmente lo convirtió en el hombre exitoso que fue, fueron
nuestros tres hijos, nuestro mayor orgullo”. Agradeció a todos por acompañarnos en este
momento y bajo. El obispo volvió a tomar el mando, y rezo un padre nuestro y otras
cosas más. Y luego invito a todos a dar el último adiós. Nosotros fuimos los primeros en
pasar, y a que se supone que después te quedes a un costado para recibir el pésame de
todos los asistentes. Primero fue mi madre, luego Andy y Fany, lo siguió Mariano
llevando entre sus brazos a Ari, para ay udarla a caminar, y luego fue mi turno. El cajón
estaba abierto y él se veía como si estuviera durmiendo plácidamente, toque sus manos y
estaban heladas, llevaba un rosario entre sus manos y eso me causo gracia, no recordaba
que alguna vez lo hay a visto tocar uno. Acaricie su rostro frio, tome de mi bolso las
monedas de plata, las bese y coloque una en cada uno de sus ojos, me agache y bese su
frente por unos minutos mientras acariciaba su rostro y le susurre al oído.
-Te perdono, sé que lo intentaste, sé que luchaste hasta el último suspiro. Ve en paz papi.
Voy a amarte hasta que mi corazón deje de latir.- cuando me enderece, mis piernas se
tambalearon, la respiración se me dificulto muchísimo, y empecé a hiperventilar. Me
aferre con fuerza al cajón y sentí que estaba a punto de tener un ataque de pánico. Tomy
-¡No, no me toquen! ¡Déjenme en paz!.- les grite. No me importo que media catedral
me oy era, como pude solté el cajón, y salí tan rápido como podía de ahí. Me abrí paso
entre la gente, y llegue finalmente afuera, intente respirar hondo pero no pude, mire
sobre ellas, intente calmarme, respirar bien, pero me era imposible, sentí como las
rodillas se me vencían y caí arrodillada sobre la húmeda hierba. Unas fuertes manos me
agarraron por los bíceps, y me pusieron de pie, luego me giro y me llevo hasta su pecho,
me abrace a él, y escondí mi cara entre sus hombros, no sabía bien si estaba alucinando
o si realmente era Dante quien me sujetaba. Quizás mi mente lo imagino para mí,
porque lo necesitaba en ese momento. Entonces escuche su voz. Y comencé a llorar, las
-Te tengo nena.- dijo en un tono dulce, y reconfortante. Pero y o no podía parar de llorar,
su contacto empeoro todo, y el llanto se volvió más violento. Me abrace con todas mis
fuerzas a él. Una de sus manos acariciaba mi espalda y la otra sostenía mi cabeza sobre
hizo que apoy e mi espalda sobre el árbol, tomo una de mis manos y la puso sobre su
pecho y así la mantuvo, mientras hizo lo mismo con la otra pero esta vez sobre mi pecho.
-Acompasa tú respiración con la mía Lex, concéntrate en mi voz, cierra los ojos. Siente
como el aire se abre paso a través de ti.- recordaba la misma situación mucho tiempo
-¿Eres realmente tú?.- pregunte entre sollozos pero y a un poco más tranquila.
-Si nena, soy y o.
-Gracias. Siento haberte arruinado la ropa.- dije mirando su camisa mojada de mis
lágrimas.
-Es solo ropa.- respondió quitándole importancia. No podía parar las lágrimas y los
cuánto tiempo paso, pero no me moví de sus brazos. Aunque quisiera hacerlo no podría.
Sentía que no podía poner un pie delante del otro sin volver a caer sobre la hierba.
cintura, cargando con mi peso y ay udándome a caminar. Y con su otra mano apretaba la
mía, tratando de darme el valor que necesitaba para afrontar todo esto. Llegamos hasta
las limusinas, pero no tenía el coraje de subirme.
-Llévame tú por favor.- le rogué entre lágrimas, el asintió y me dirigió hacia su auto.
-Si puedes preciosa, sé que eres fuerte y podrás hacerlo.- dijo tratando de consolarme.
-No te preocupes Thomas, y o la llevare. No quiere ir en la limusina.- interrumpió Dante.
-Claro.- Tomy se fue y Dan me ay udo a subir al auto dio la vuelta y subió el.
de coches hasta el cementerio del Salvador. No quedaba lejos de la catedral, pero los
autos a paso de hombre la hacían infinita. Entre cambio y cambio tomaba mi mano con
Llegamos hasta el coche fúnebre y vi como mis tíos Patrick y Michael, mi hermano,
Tomy y sus hermanos Daniel y Fabián bajaban y cargaban el féretro con los restos de
mi padre. Trate de adelantarme hasta mi madre pero Dante me lo impidió. El mismo me
llevo hasta ella, y y o tome su mano y ella la beso con cariño. Miro a Dante con un
profundo agradecimiento en su mirada y el asintió. Mi tía Esther, madre de Tomy, se nos
unió y camino abrazada a mi madre. Ari iba unos pasos atrás acompañada de Mariano
que no se despegaba de ella. Al lado Sebastián abrazaba a Fany. Más atrás mi prima Eva
y su hermano mellizo Cristóbal iban de la mano de su madre, mi tía Carmen, aún eran
unos niños, apenas tenían 10 años y lloraban desconsoladamente. Llegamos hasta su
última morada, todos comenzaron a rodear el cajón, el obispo dio la misa del difunto y
cuando comenzaron a bajar el cajón, sentí que me iba a desmay ar, pero Dante no me
dejo caer, me giro y volvió a apoy ar mi rostro sobre su pecho y apretarme a él, no podía
mirar como sepultaban a mi padre, no podía imaginármelo metido en la tierra. Y la
histeria volvió a mí, mi llanto se hizo más audible, y mis sollozos más fuertes. Cuando
volví a mirar vi como Mariano luchaba para sostener a Ari, mientras Andy se esforzaba
por consolar a mi madre. El obispo llamo a que nos despidiéramos arrojando un poco de
tierra sobre el cajón, pero y o no pude moverme. Uno a uno fueron pasando, mi madre al
pasar por mi lado acaricio mi cabeza y me beso. Pero y o no podía recomponerme.
las gracias por mí. Yo solo los escuchaba y sentía como me palmeaban la espalda o
-Sí, no te preocupes.- contesto él. Nos quedamos en esa posición hasta que los pésames
cesaron.
-¿Estas lista para despedirte de tú padre Lex?.- pregunto dulcemente mientras besaba mi
frente. Asentí y me llevo hasta el, mire con incredulidad el fondo de la fosa, y el cajón
con mi padre cubierto de tierra, y no lo soporte caí de rodillas y llore con más fuerzas
mientras maldecía a los dioses por quitármelo. Dante me abrazo con fuerza aún en el
suelo.
-Lexy recuerda en lo que crees cariño, ahí hay solo carne y huesos, él no está más aquí.
Recuérdalo. Debes dejarlo ir nena.- me aferre a sus brazos a mi alrededor.
-Hasta pronto papi, siempre te voy a amar.- dije mientras arrojaba un puñado de tierra
sobre el cajón. Dante me puso en pie y me llevo hasta el auto, volvió a sentarme y luego
él se subió, ajusto mi cinturón y me acaricio con la y ema del dedo pulgar la mejilla
mojada de lágrimas. Viajamos en silencio. No sé cómo supo la dirección de mi casa
pero llego hasta ella. Me ay udo a bajar.
-Quédate por favor.- el asintió y entramos a la casa. Mi madre se dirigía hacia el salón
-Gracias Dante, no tengo palabras para agradecerte.- dijo mi madre tomando una de las
-Iré al tocador, estas en tú casa.- le dije a Dante mientras lo soltaba y me dirigía al baño.
parecía de mentira, como si no estuviera pasando. Como si fuera una pesadilla, cruce
mis brazos sobre el cartapacio y deje caer mi cabeza sobre ellos. Todo el lugar olía a mi
papa, una mezcla de madera, cuero y whisky. Las lágrimas comenzaron a caer otra vez,
aunque de forma más tranquila, como si y a no me quedaran fuerzas para llorar. La
puerta se abrió, levante mi cabeza para ver quién era, y vi a Dante entrar cargando una
bandeja con un sándwich y un vaso, acompañado de Xander. Cerró la puerta a su
espalda.
-Me han dicho que no comes bocado hace dos días.- dijo con tono de reprimenda.
-Has un esfuerzo nena, vamos.- dejo la bandeja frente a mí, Xander se acercó a darme
-Es un bello despacho.- dijo mientras recorría de punta a punta la estantería repleta de
libros.-No tenía idea de que a Richard le gustara la historia.
-La may oría, algunos son nuevos, y y a sabes, no estuve por aquí los últimos años.
-Come.- no fue precisamente una petición, tome un pedazo con los dedos y me lo lleve a
la boca y me esforcé por retenerlo. No le había prestado atención anteriormente y esta
vez pude notar que llevaba una barba, algo crecida pero prolija y el cabello algo más
largo de lo normal. Vestía un traje sobrio y negro, con camisa blanca y corbata fina
negra.
-Sí, la llevo hace un tiempo. ¿Son tus fotografías verdad?.- pregunto señalando la pared de
enfrente que mostraba todas mis fotos.
-Sí, mi padre las coleccionaba desde mis comienzos, hay una foto de cada una de mis
exposiciones.
-¿Lo sabias?.
-No, me entere cuando volví a casa para el casamiento de Andy. Resulta que siempre
-Eso espero.
-Al menos este último tiempo has podido disfrutarlo nena, quédate con eso. ¿Le han dicho
a tú abuelo de lo ocurrido?.
-Mi tío Patrick lo ha ido a visitar para contarle de la operación, pero ha dicho que el
-Sí, supongo que llevas razón.- se sentó enfrente de mí y cruzo los brazos sobre su pecho
y se cruzó de piernas.
-¿Y tú familia?.
-Mándales mi cariño.
-Lo hare.
-No sé cómo agradecerte que hay as venido hoy, no lo habría logrado sin ti.
-No tienes que agradecerme nada, y estoy seguro que te las hubieras arreglado, pero me
alegra haber estado para ti.
-Si es una de las ventajas de hacer negocios con tú familia. Hospedaje gratuito.- sonreí
ante su comentario. Finalmente me metí el último bocado a la boca. Xander se fue hacia
él y apoy o sus patas delanteras sobre sus piernas y lamio su cara mientras movía su cola.
-Yo también te he extrañado grandulón.- dijo mientras le rascaba detrás de las orejas.-
-¿Feliz?.
silla. Salimos del despacho y me encamino a las escaleras.-Mañana vendré a verte si así
lo deseas.
-Si quieres.
insto a subir las escaleras. Subí y me metí al cuarto, la verdad es que sentía el cuerpo
muy pesado y me dolían todos los músculos, me tire en la cama y en algún momento
me quede dormida.
Cuando desperté daban las 2:30am, Sebastián dormía a mi lado, y o aún llevaba el vestido
puesto. Me metí al baño para darme una ducha, y la tristeza volvió a golpearme. Me
senté en la bañera, abrace mis rodillas en el pecho y deje que el agua cay era sobre mí,
llore y llore. Era una mezcla de mucho dolor, y culpa, culpa por los años desperdiciados,
por haber renegado de quien era, por perderme de tantos lindos momentos que y a nunca
volverían. Necesitaba anestesiarlos, no quería sentir la pérdida, no podía soportar el dolor.
Busque algo de ropa, cogí un pantalón de verano, una musculosa, las sandalias, el bolso y
salí. Tome unas llaves de la cocina y me dirigí al garaje, apreté el botón y el Porsche de
mi hermano sonó, me monte en él y salí de la casa. Comencé a dar vueltas por el centro
de Oviedo, hasta que finalmente en una esquina, encontré lo que buscaba, compre una
pequeña bolsa y me fui. La cabeza me abrumaba, pensaba miles de cosas a la vez y no
podía concentrarme en ninguna, quería hacerlo, lo necesitaba, pero una parte de mí se
negaba a volver a caer en viejos hábitos. Finalmente estacione en el hotel.
-No puedo darle esa información señorita.- se disculpó ella sin saber quién era y o, tome
mi identificación del monedero y se la ofrecí.
-Señorita Miller, lamento mucho su perdida, todos vamos a extrañar al señor Miller.
-El señor Navarro se hospeda en la suite presidencial.- me dirigí velozmente hacia allí.
Golpee la puerta con vehemencia, una y otra y otra vez, hasta que finalmente abrió.
-Necesitaba salir de la casa, necesito… no puedo con esto Dan, no puedo con el dolor.
Necesito que se apague.- dije entre lágrimas. El tomo mis manos con cariño y clavando
sus hermosos ojos azules en mí, dijo con voz calmada.
-No nena, no lo necesitas, solo quieres escapar. Debes enfrentarlo, debes sentirlo. Siente
el dolor Lex, llora, ponte triste, tanto como lo necesites, un día despertaras y y a no dolerá
tanto, cada día será más llevadero, hasta que puedas vivir con él.
-Eres más fuerte de lo que crees, sé que podrás. Esto solo será momentáneo.-dijo
tomando la bolsa de mi mano.- Cuando el efecto pase, el dolor seguirá ahí. No puedes
huir para siempre nena. Ven conmigo.- me tomo de la mano y me llevo hasta el baño.-
Tienes dos opciones, es tú decisión, puedes tomarla ahora aquí, delante mío, o puedes
arrojarla. Tú decides.
-Dante, y o…- no pude terminar la frase, puso la bolsita sobre la palma de mi mano y
espero pacientemente, quería hacerlo, necesitaba hacerlo, pero sabía que el llevaba
razón, solo sería huir, como lo he hecho siempre. No podía seguir escapando de mí, de
mis demonios, de mis miedos, de mis falencias. Respire hondo, cerré los ojos, y tire la
-Buena chica.- dijo dulcemente mientras me abrazaba con fuerza y besaba mi coronilla.
-Aquí estoy para ti Lex. No lo dudes. Necesitas un trago.- se levantó y fue hasta el
miniar, pegue mis rodillas al pecho y abrace mis piernas, siempre encontraba algo de
alivio en esa posición, como si me comprimiera de alguna manera.
-Bebe, te sentara bien.- me ofreció un vaso de ron con cola. Y lo bebí lentamente. Seco
las lágrimas que rodaban por mis mejillas con la y ema de su pulgar.
-No, no lo eres, solo sientes mucho dolor, y es lógico.- él estaba ahí para mí, como había
estado siempre, agradecí a Afrodita por haberlo puesto en mi camino, aún lo amaba, lo
amaba con locura, solo él podía calmarme, consolarme y hacerme sentir mejor. Me di
cuenta de cuanto lo necesitaba, de cuanto lo extrañaba, de que solo era y o cuando estaba
con él, podía ver a través de mí, y sabía exactamente como llegarme. Siempre lo supe,
desde el primer momento que puso sus ojos en mí. Lo sentí ahí y lo sentía ahora. Había
visto mis demonios de frente y no huy o, los enfrento, los venció, conocía mi lado más
vulnerable y no lo asustaba. Desee con todas mis fuerzas besarlo, tomarlo en mis brazos
y sentirme suy a una vez más, que todos los pedazos de mí se volvieran a unir en sus
manos.
-Yo te llevare.
-No quiero que manejes en este estado. No discutas conmigo Lex. Te llevare. Deja que
me vista.- se levantó, primero despertó a Félix y le dijo que saldríamos, que debía
seguirlo en el auto y luego se metió a su cuarto. Me quede ahí inmóvil. Apure la copa en
mi mano y luego volvió llevando una sudadera negra y zapatillas.
-Vamos nena.-tomo mi mano y caminamos hasta el ascensor. Una vez dentro soltó mi
mano solo para acobijarme en sus fuertes brazos. Su aroma me calmaba. Me traía una
especie de paz interior, como si todo fuera a estar bien. Entregue la tarjeta al valet y
enseguida trajo el auto, tomo las llaves de mi mano e hizo una seña a Félix que estaba
detrás de nosotros.
-¿Acaso no lo es?.
-No nena, es solo un juguete caro. Le haría un favor si lo choco.- amaba su arrogancia,
me divertía. Me hacía desearlo aún más. <<Piensa en Sebastián>> me recordé a mí
misma. Llegamos a la casa y abrió la puerta del auto para mí y me entrego la llave.
-Gracias por traerme. Sueno a disco ray ado, no sé cuántas veces más puedo
agradecerte.
-Deja de hacerlo.
-Lo intentare.
metí. Apenas amanecía, me metí en la sala familiar y busque los viejos álbumes de
fotos, me senté en el suelo a mirarlo. Pase horas en ello, hasta que mi madre entro al
salón.
-Si mami, solo desperté temprano.- se acercó a mí y beso mi coronilla, miro por encima
de mi hombro y sonrió con cariño al ver la foto de mi padre y ella, bailando en una
fiesta.
-Que guapo era mi esposo. Sabes, en la universidad todas las chicas morían por él, pero
este hombre de aquí, solo tenía ojos para mí. Y y o me sentía como una verdadera
princesa.
-Ven cielo, acompáñame a desay unar.- fuimos hasta el comedor formal y María estaba
poniendo la mesa para el desay uno. Nos sentamos y nos dispusimos a servirnos, café y
una rebanada de budín fueron mi elección.
-Buenos días.- dijo Andy sumándose a nosotras, beso a mi madre con amor en la frente
y se sentó.
-Buenos días cariño. ¿Dormiste bien?.- le pregunto mi madre.
-Como pude.
-Está un poco más tranquila, la deje seguir durmiendo.- contesto el pero no pudo
-A las 10am debemos estar en la oficina central. Francisco nos espera para leer el
testamento de tú padre. Se ha exigido la presencia de ustedes dos, Ariana, tus tíos Patrick
-Es por la empresa Alex.- interrumpió mi hermano, asentí de poca gana, la verdad no
me interesaba lo que tengan que decirme, pero no haría una escena. Pronto el resto
comenzó a bajar para tomar el desay uno, cuando acabe me excuse bese a Ari en la
cabeza al pasar por su lado y volví al salón a mirar las fotos. Al rato Ariana apareció.
-¿Recuerdas cómo le gustaba a papa hacer esos videos caseros cuando niños?
-Lo había olvidado, cargaba la bendita cámara a todas partes.- ambas reímos al unísono.
-Las grabaciones deben estar por aquí.-Ariana comenzó a rebuscar entre los estantes
-Claro, ponlas.- ambas nos acomodamos en el suelo y ella tomo mi mano en busca de
apoy o y y o se la di. El video comenzaba con una toma de Ari, tratando de saltar del
trampolín de la piscina, pero tenía miedo y mi padre la alentaba a hacerlo. “No temas
pequeña, yo estoy aquí” decía. Hasta que ella lo hizo y luego la aplaudió mientras la
ovacionaba. Luego era mi turno al salto, no parecía que tuviera miedo. “Venga
campeona” grito mi padre y salte sin titubeos. Luego Andy. “Demuéstrales hijo”
mientras giraba la cámara hacia ella. Pero no quería saber nada de mojarse, así que
tomo la cámara de mi padre y ella lo insto a que salte. Y lo hizo “Así lo hace un
profesional” dijo antes de saltar, y lo hizo de clavado, luego jugo con nosotros en el agua.
Las risas se multiplicaron en la sala, mire a mi alrededor y todos estaban ahí mirando
con lágrimas en los ojos. Las cintas eran mezclas de distintas filmaciones caseras,
muchas de cuando éramos pequeños, sobre todo de vacaciones, también habían algunas
de cuando ellos eran novios, otras de el en la universidad. Nos entretuvimos con ellas
Mi madre, Andy, Ari y y o llegamos hasta las oficinas, y luego de tener que aguantar el
saludo y las condolencias de muchas personas, finalmente llegamos a la sala de juntas.
Donde nos aguardaban mis tíos y Francisco. Él era el abogado de la familia, y el mejor
amigo de mi padre, se conocieron en la universidad y desde entonces han estado juntos,
se querían tanto que incluso era el padrino de Ariana. También había sido nombrado
albacea de su testamento. Luego de los saludos y abrazos, nos sentamos con él a la
cabecera ocupando el lugar de mi padre. Y comenzó a leer su voluntad.
-Yo, Richard Miller III, en pleno uso de mis facultades y de mi puño y letra, en carácter de
presidente de la junta directiva de Miller Enterprise, haciendo uso de mis obligaciones,
designo como nuevo presidente de la junta, a mi hijo Andrés Miller, en consideración a su
juventud, estipulo un año de prueba, si la junta considera al cabo de esa fecha limite, que
no cumple debidamente con sus obligaciones, se abrirá una votación para elegir un nuevo
presidente.
Así mismo otorgo mis acciones a mis tres hijos Andrés, Alexandra y Ariana, y a mi esposa
Amparo en partes equitativas, siendo cada uno libre de hacer con ellas lo que mejor
consideren, sin obligación a permanecer en la junta, pudiendo vender las mismas, o
nuestros patrimonios maritales y que haga de ellos lo que mejor considere. El resto de mis
patrimonios se dividirán entre mis tres hijos de forma equitativa. Esa es mi última voluntad.
Podía escuchar a mis tíos indignados discutir sobre la decisión de mi padre, mi madre
agradeció y abrazo a Francisco, mi hermana y y o felicitamos a Andy por su nuevo
cargo en la empresa. Ambas nos quedamos a un costado mientras todos ellos hablaban
de temas de negocios. Y podía escuchar como mi madre defendía la decisión de su
marido.
Cuando volvimos a casa, todos nos esperaban, pude ver que Mariano hablaba con Dante
en un costado de la sala.
-Hola Dan.
-Un montón de palabras que no entiendo ni me interesan, pero creo que bien.
-¿Cómo te encuentras?.
-Algo más tranquila.
-Mejor así. Escucha Lex, surgió un problema y debo volver a Madrid de inmediato, pero
-Cuídate nena.- me abrazo y se despidió con un beso en la frente. Cuando salimos del
-Me alegra haber sido de ay uda.- se despidió de mi madre y camino hasta la puerta.-
¿Lista Caty ?.- mire a Caty con curiosidad.
-¿Te vas?.
-Igual tú. Que tengan buen viaje.- nos dimos un fuerte abrazo y ambos se marcharon.
Durante el almuerzo les contamos al resto lo que había pasado con el testamento.
-¿Ya saben que van a hacer con las acciones de la empresa?.- pregunto mi madre.
-Gracias a ambas, hare lo mejor que pueda y las mantendré al tanto de todo.
-¿Y qué piensan hacer con las propiedades?.- volvió a decir mi madre.
-Tú dirás.-sus ojos lucían tristes y desalentados, sentí que mi pecho se estrujaba, le había
hecho daño, aún sin quererlo.
-Siento mucho todo lo que ha pasado, si te he lastimado, créeme que no fue mi intención,
-Tranquila amor. No tienes que disculparte, si Dante te ha ay udado, solo puedo estar
agradecido por su presencia, lo que importa ahora es que tú estés bien.
-Eres un hombre increíble Seba, gracias por entenderlo.- dije mirándolo a los ojos,
pecho.
Los días pasaron y estar en la casa comenzaba a afectarme, recordaba y veía a papa por
todos lados, decidí que era momento de volver a casa, busque a mi madre para hablar
con ella.
-Mami, necesito volver a Madrid, no puedo seguir aquí, es demasiado duro, espero que lo
entiendas.
-Claro que lo entiendo cielo. Todos debemos continuar con nuestras vidas, por duro que
sea.
-¿Estarás bien aquí sola?.- la casa era demasiado grande y estaría demasiado tranquila,
-No cielo, jamás podría vender esta casa, aquí construimos nuestras vidas. Además
pronto nacerá mi nieto y quiero estar cerca.
-Vale, lo que tú decidas. Pero ven a visitarme pronto. ¿De acuerdo?.- ella prometió
hacerlo y me quede más tranquila al saber que Ari se quedaría por un tiempo más a
hacerle compañía. Antes de marcharme mis hermanos y y o decidimos que no
separaríamos las propiedades, que las compartiríamos, estarían ahí para quien quiera
usarlas. Un peso menos. Sebastián, Xander y y o abordamos el avión privado de regreso
a Madrid.
De vuelta en casa, Seba volvió de inmediato al trabajo, tenía que ponerse al día con sus
pacientes. Por lo que pasaba la may or parte del día sola. Aún no salía de la casa, y no
estaba muy dispuesta a ver a nadie, Caty y los chicos venían a verme de vez en cuando,
pero no estaba realmente de humor para ellos, Thomas pasaba todos los días a verificar
que siga viva. Pasaba los días en pijama y solo sentada en el balcón de la casa, los días se
convirtieron rápidamente en semanas. Hacía casi un mes que no teníamos sexo, apenas
nos hablábamos. Y notaba como el comenzaba a hartarse de la situación. Era lógico, y o
estaba en lo mismo. Estar con un zombi no era el mejor plan de todos. Estábamos en la
cama, entrada la noche, Seba miraba la tele, y y o estaba de costado dándole la espalda,
aún no dormía, pero últimamente esta era mi vida. Corrió mi pelo con una de sus manos
y beso mi cuello, con la otra comenzó a acariciarme desde las costillas hasta el vientre.
Detuve su mano. Y me gire.
-Si puedes, solo que no quieres, prefieres estar aquí metida todo el día, y sentir lastima
por ti misma, que intentar seguir con tú vida.
-¡Ya, para!.
-No Lexy, me canse, es claro que jamás me miraras como a él, nunca me amaras como
lo amas a él. Y mi amor por ti no es suficiente para los dos, y no sé qué más hacer, no lo
merezco.
-Lo siento, y o te quiero, te quiero mucho y sé que mereces algo mejor que lo que puedo
darte. Pero soy egoísta, no puedo dejarte.
cansancio. Solo sentía que debía terminarse, pero no tenía el valor de hacerlo.
-Lo se Lex, y o también lo siento.- nos abrazamos y nos quedamos así por un buen rato.
Luego se levantó y fue a dormir al cuarto de invitados. Me quede ahí echa un bollo en la
Me tomo un par de días recoger todas mis cosas, pero finalmente el viernes a la noche
-Realmente lo siento, siento que no hay a funcionado, lo intente. Espero que no me odies.-
dije con un hilo de voz.
-Jamás podría odiarte. También siento que no hay a funcionado. Cuídate y recupera tú
vida Lex.
-Cuídate. Recuerda que siempre te quise y siempre te querré, espero que encuentres una
mujer que pueda amarte como lo mereces y te haga muy feliz.- esa fue la última vez
que lo vi. No mire atrás.
Cuando terminamos de bajar todas las cosas de vuelta al piso, respire hondo, me sentí
liberada.
abrazaba.
Estaba a punto de desembalar las cosas para volver a ponerlas donde pertenecían cuando
encontré la carta que mi padre me había dejado luego de morir, y que no había tenido el
valor de leer. La mire por un buen rato, mientras la recorría una y otra vez haciéndola
girar en mi mano y sin conseguir abrirla. Cerré los ojos, respire hondo un par de veces y
finalmente la leí.
Mi princesa querida:
No me has dado la oportunidad de poder decirte esto mirándote a los ojos, así que si no
supero la operación hay varias cosas que necesito que sepas y otras que me prometas.
En primer lugar, lamento haber roto mi promesa de volver a ti princesa, pero quiero que
Siempre has sido una guerrera, fuiste la única que me dio pelea siempre y te agradezco
por eso, por ayudarme a ser un mejor hombre, por mostrarme que hay otro modo de hacer
las cosas, gracias por haberme perdonado y reglarme esta segunda oportunidad de ser tú
padre.
Tú y tus hermanos son mi mayor logro y satisfacción. Y nada me haría más feliz que ver
que ustedes sean felices. Pero esta vez me has decepcionado princesa.
Yo no crie una mujer que se conforme con lo que la vida le da, yo crie una guerrera, una
luchadora, una mujer extraordinaria. Se eso princesa. Lucha, jamás te detengas, jamás te
conformes, siempre ve por lo que quieres.
Necesito que me prometas que buscaras lo que mereces, y que no te conformaras con
menos.
Estoy muy orgulloso de ti, ahora tomate tú tiempo, llora, ponte triste, enójate y luego sigue
No pude contener las lágrimas mientras leía la carta de mi padre. Tenía más fe en mí
que y o misma. Se lo debía, él tenía razón, había criado una luchadora, y y a me había
tomado mi tiempo de duelo, era hora de salir y seguir con mi vida. Lo haría sentir
orgulloso, perseguiría mis sueños y no dejaría que nada me detenga. “Se extraordinaria”
retumbo en mi mente una y otra vez. Era momento de seguir adelante. Guarde la carta
en el sobre otra vez, busque en una de las cajas y encontré mi cofre de los deseos, uno
muy antiguo que había traído de Grecia. Metí el sobre en él y me despedí de mi padre.
-Lo seré papi, lo prometo.- dije mientras besaba el cofre y lo reubicaba en la estantería.
Me tomo unos cuantos días desempacar todo. Pero finalmente volvía a ser mi casa, mi
hogar, mi lugar en el mundo. Una vez termine, me prepare un baño de burbujas, me
hundí en la espuma, cerré los ojos y deje que mi cabeza se despejara de todo, tenía
Salí del baño, me puse un vestido ligero y corto de color verde, que se ataba al cuello,
unos zapatos de canutillos de varios colores, me maquille, recogí mi pelo en una trenza de
todo se veía magnifico, y mis amigos estaban allí, me abrí paso entre la gente y me
abrace a Tomy.
-Me alegra escuchar eso preciosa.- Caty Paco Marco y Sofi se nos unieron, después de
la tanda de abrazos, nos pusimos al día, mientras esperábamos que Sofi comience la
lectura. Una vez todo concluy o nos fuimos a “Lo de Paco” a festejar. Los chicos habían
preparado el lugar especialmente para el festejo de Sofi, comimos, bebimos, hablamos,
reímos, bailamos. Y por primera vez en mucho tiempo me sentí y o otra vez. Don´t Love
Me de Moby comenzó a sonar, y solo pude reír, era irónico, me recordaba a Dante. Caty
me miro curiosa.
-Estoy segura que al menos sería una historia jugosa.- no pude evitar abrazarla y ambas
reímos como locas. No estaba en la mejor forma para manejar, así que deje mi auto ahí
y Thomas y Caroline me llevaron a casa. Me recosté con la ropa puesta y me dormí en
el acto.
Poco a poco los días comenzaron a volver a la normalidad, y como bien me había dicho
Dante, de a poco aprendí a vivir con el dolor, sabía perfectamente que no se iría, pero
también sabía que aprendería a vivir con ello, y a lo había hecho una vez, podría hacerlo
Volví a la terapia el lunes, la había abandonado por completo desde las vacaciones, pero
realmente necesitaba alguien con quien hablar y que no me conociera y tuviera cariño,
alguien imparcial y la Dra. Aguilar era muy buena haciéndome ver las cosas. Hablamos
durante dos horas esta vez, le conté lo que había pasado con lujo de detalle, las
recuerdos, pero que no viva en el pasado. Que debía convivir con el dolor y no huir de él.
Que ponga mis energías en cosas que me hacían bien, que retome mis proy ectos y que
me tome un tiempo para mí. Que no corra a los brazos de nadie.
Luego de la terapia pase a ver a Raquel por la galería, le conté mis planes de abrir mi
propio lugar, y si bien no fue la más entusiasta de todas, me deseo suerte y me dio
algunos consejos.
Era un bello y cálido día de finales de agosto, así que decidí ir hasta el parque. Busque
una banca cómoda y solo me quede ahí, mirando el agua del estanque, pensé en una
nueva colección, debía volver a tomar la lente, lo necesitaba. Una pareja paseaba en uno
de los botes y pensé en “Movimientos”. Sería un buen tema, el mundo está en constante
Al día siguiente fui a anotarme para conseguir mi maestría. Tache dos cosas de la lista
mental. Luego contacte una agencia inmobiliaria para hacer una cita, unos días después
me reuní con el vendedor en una cafetería. Le explique lo que quería mientras bebíamos
un delicioso capuchino. Debía tener mucho espacio, galería adelante, una oficina
cómoda y un amplio y luminoso estudio. Prometió encontrarme varios lugares para que
veamos las próximas semanas, y así lo hizo. Días después me llego por mail una lista de
lugares que debía ver. Tomy me acompaño la primera vez, vimos dos lugares
potenciales, pero no sentí amor por ninguno de ellos. Después fui con Caty a ver otras dos
Finalmente llego septiembre y con él, el comienzo de las clases que debía tomar. Estaba
muy entusiasmada por eso, quería convertirme en una oradora, poder enseñarles a los
nueva colección. Al mediodía luego de las clases me encontré con Ari para almorzar.
-La escuela me ha tenido muy ocupada. Además aún no consigo el lugar que quiero para
la galería.
-Sí, tengo tres que visitar y espero finalmente encontrar uno que cubra mis necesidades.
-¿Y cómo crees? Perfecto. Se aman, y me ha demostrado que es un buen hombre para
ti, no podría estar más feliz.- el resto del almuerzo la boda fue la protagonista, querían
casarse para fin de año y había muchas cosas que hacer, los ojos se me llenaron de
lágrimas cuando me pidió que sea su dama de honor y por supuesto acepte encantada.
Conociendo a Ariana, esta iba a ser la boda del siglo. Ambas entristecimos al darnos
cuenta que papa no iba a estar para entregarla y al saber lo mucho que hubiera querido
hacerlo. Cuando terminamos de almorzar fuimos a ver las propiedades que faltaban. Ya
estaba perdiendo la fe luego de ver la primera de ellas, pero luego, finalmente lo sentí.
Estaba ubicado justo en una esquina muy cerca del Palacio Real de Madrid. El lugar era
que lo tome. Fuimos hasta la inmobiliaria a hacer los papeles y unos días después era la
flamante dueña de la futura galería “Miller Art”. Solo me restaba ponerme en contacto
con mi primo Daniel, el hermano may or de Tomy, era un gran arquitecto y y a había
hecho algunas cosas para la empresa. Nos juntamos a cenar en casa, y le conté todo lo
que quería, al cabo de unas horas, entendió a la perfección lo que buscaba y me aseguro
que en unos días tendría unos planos para mí. Todos los puntos de mi lista tachados. Me
felicite a mí misma. Había logrado emprender cada una de las tareas que me había
propuesto.
Me fui directo a la cama luego de ver el partido con Thomas. Por el momento llevaba
bien la soledad, extrañaba con locura el sexo, sobre todo necesitaba con urgencia una
buena sesión BDSM, así que el martes tome coraje y le marque a Electra.
-¡Bella, que sorpresa! Hace tiempo esperaba tú llamado pero y a había claudicado.
-¿Cómo te encuentras guapa?. Perdona, es que han sido unos meses tremendos, pero
-Para ti, cuando quieras. Por qué no te vienes este miércoles a mi casa, Cesar y y o
estaremos esperándote.
-Me apunto.
-Perfecto.
Justo lo que necesitaba. Ansiosa espere la llegada del miércoles. Tome una ducha, seque
mi cabello y lo deje suelto y alborotado. Me maquille suave los ojos y rojo pasión los
labios. Escogí un conjunto de satén rojo y un ceñido y pequeño vestido, tenía el torso
rojo, sin tirantes, y en el escote una pequeña V. y debajo de la línea del busto se unía a
una falda tuvo negra con una raja trasera, me llegaba por encima de las rodillas. Me
puse unas sandalias de tacón negras de infarto, tome un pequeño bolso de mano negro y
salí. Llegue rápidamente a su piso, Vivian cerca de la casa de Dante, y conocía muy bien
-¿Diga?.
-Soy Lexy.
-Lexy que bueno verte, soy Cesar.- dijo mientras me estrechaba en brazos, era más
guapo de lo que recordaba, y tenía unos bellos ojos negros, profundos y peligrosos. Y
llevaba una camisa negra de seda abierta hasta la mitad del pecho y unos pantalones
holgados en caqui.
descubierto. Su pelo rojo semi recogido y sus labios parecían de fuego, era mucho más
hermosa de lo que había podido ver antes. Sus felinos ojos verdes se clavaron en mí y se
relamió los labios.
-Vay a Lexy, eres incluso más bella e impactante sin la máscara.- se levantó y me beso
en los labios con delicadeza.
-Eso debería decirlo y o, me has dejado con la boca abierta.
-Venga, ponte cómoda bella. Cesar tráele algo de beber. ¿Qué tomas?
-Ron con cola. Por favor.- el susodicho fue a preparar los tragos y y o sentía como si
Electra me desnudara con la mirada, sentí una punzada en el útero y me removí en el
conocernos un poco, supe que ella era abogada y su esposo, Cesar, músico. Llevaban
casados 2 años, pero eran pareja hace mucho tiempo, se habían conocido en “El
Templo” y nunca más se separaron. Luego Cesar trajo unos aperitivos, pero apenas si
probé uno, nunca podía comer antes de una sesión, me caía fatal, pero no quise ser
grosera. Cuando los tres nos hay amos más relajados y en confianza, Electra nos instó a
que vay amos al cuarto de juegos. Cruzamos un pasillo hasta llegar a la habitación del
fondo, era bella y con aires victorianos, todo en tonos negros y rojo, una cama redonda
en medio, una cruz de san Andrés en una de las paredes, un potro en la de enfrente,
distintos artilugios colgaban de una estantería especialmente diseñada para dichos
-Ahora que estamos claros, comencemos. Desnúdala para mi Cesar.- por supuesto no
vacilo ante la orden, me corrió el cabello y su respiración me hizo cosquillas en la nuca,
y luego bajo lentamente el cierre de mi vestido y lo dejo caer a mis pies. Se agacho a
recogerlo y me quito los zapatos, apoy o todo en una butaca cercana con la decencia de
doblar la ropa con prolijidad, luego quito mi sostén y acaricio mis tiesos pechos con las
y emas de los dedos, mordí mi labio ante la expectativa, luego siguió mi tanga, y al
bajarla paso su dedo medio por mi hendidura y luego lo llevo a la boca de su Ama.
-Deliciosa. Átale el pelo.- volvió a ordenar ella. Y él lo hizo, recogió mi pelo y lo ato. Ella
se acercó lentamente a mí, sus movimientos eran felinos, delicados y femeninos. Tomo
mi mentón entre sus dedos y me beso, primero suave, luego mordió mi labio inferior y
cuando abrí la boca para jadear, me devoro con su lengua, su otra mano tomo
rápidamente la cola de caballo que me había hecho Cesar y me hizo girar y caer sobre a
cama.
deseosa por ver como se enrojece para mí. Tráeme el cat de 9 colas trenzado.- ordeno a
Cesar. Mi torso se apoy aba sobre el duro colchón y mis piernas colgaban del borde de la
cama.
-Levanta el trasero para mi Lexy, ofrécete.- ordeno, levante más las caderas y me
arquee para darle la visión que quería. Paso su mano por todo el contorno de mi trasero y
luego pellizco una de mis nalgas. Con la punta de su zapato dio un ligero golpecito en mis
tobillos para que abriera las piernas y así lo hice.
-Hmmm, hay algo que no me gusta. Mejor véndale los ojos y ponle una mordaza.- le
dijo a Cesar, segundos después una tela negra me cegó por completo, y una mordaza se
ajustó a mi boca. Mordí la pelotita para darme mejor entrada de aire.
-Sostén sus manos perro, no quiero que se mueva, si lo hace átala.-el ruido del cuero al
cortar el aire me hizo estremecer, un golpe suave y certero dio en mi trasero y y o me
retorcí de placer. Las pequeñas terminaciones nerviosas de mi piel se encendieron y sentí
como el ardor picaba en cientos de diferentes puntos. Luego otro y otro y otro más,
jadee sobre la mordaza, sentí como mi excitación comenzaba a correr por mi pierna.
-Si quieres que pare mueve la cabeza en negativa, ¿De acuerdo?.- asentí. Y volvió a
azotarme esta vez más fuerte, mi cuerpo se arqueo al recibirlo. Una y otra vez repitió la
acción aumentando la fuerza y la velocidad. Sentía mi piel calentarse como si ardiera en
fiebre, y como mi piel se cortaba bajo el golpe del cuero. Realmente necesitaba esto,
podía sentir como todo mi cuerpo se relajaba, por extraño que parezca. Esa delgada línea
entre el dolor y el placer se acortaba cada vez más. Entonces cambio de elemento, una
palmeta ancha y mucho más dura con relieves en ella, dio en mi nalga, eso intensifico el
ardor y las sensaciones, el dolor era mucho más centrado, una y otra vez, en una nalga y
en otra. Hasta que me corrí sin aviso. Todos mis músculos se tensaron y y o me contraje
sobre la cama, para luego caer laxa. Enseguida comenzó a acariciar mis torturadas
nalgas, dándole un suave masaje. Cesar soltó mis manos y quito mi mordaza.
-Adoro el rojo de tú piel Lexy. Y como se marca, es una verdadera obra de arte.- dijo
encantada de ver el resultado de su trabajo. Cesar me alcanzo un vaso de agua fría que
bebí de golpe, aún tenía los ojos vendados. Y sus labios se cerraron alrededor de los míos.
Era el, podía sentir la diferencia, sus besos eran más duros y demandantes. Abrió mis
piernas y metió un dildo en mi vagina, y este comenzó a enviar suaves y constantes
vibraciones en mi interior, podía sentir como giraba dentro de mí. Lo aseguro con un
cinturón a mi cintura, luego lamio uno de mis pezones, lo mordió y succiono, tire de su
pelo con fuerza. Y una pinza de dientes se cerró sobre él. Repitió la misma acción con el
otro, sentí la cadenita caer sobre mi abdomen. Entonces se alejó de mí. Electra olía a
fresas y era fácil saber cuándo se acercaba y a que su aroma inundaba el espacio entre
nosotras. Mordió mi labio superior con fuerza y me dio un ligero cachetazo en la mejilla,
luego en la otra y tenso la cadena que unía las pinzas a mis pezones, gemí y grite de
placer. Volvió a darme vuelta sobre la cama, tenso mi pelo en su mano, y subió la
velocidad del dildo en mi interior. Mis manos sujetaron con fuerza el acolchado debajo
de mí y volví a correrme. El dildo abandono mi interior, y recibí un chirlo en el trasero,
luego me volvió a girar y quito las pinzas de los pezones, y se los llevo a la boca para
mitigar el dolor. Volvía a ser Cesar.
-Sí, Señora.- volvió a girarme en la cama boca abajo y me ordeno que me suba más y
así lo hice.
-Ahora necesito que te quedes muy quieta. Y no te preocupes Cesar te mostrara que todo
lo haremos con higiene y seguridad.- como ella dijo el me mostro los guantes que ambos
se pusieron, luego abrió el paquete de las pequeñas agujas de insulina en distintos colores.
Cada una en su propio paquete de seguridad, mientras ella, pasaba una gasa embebida de
alcohol por toda mi espalda, y se subía encima de mí sentándose sobre mi trasero.
piel y se abría paso a través de ella. La sensación era única. Un buen rato después
termino. Mi piel se sentía tensa por las agujas en ella, pero los pequeños aguijonazos eran
como una cosquilla muy placentera. Me saco la venda de los ojos y Cesar me ay udo a
ponerme de pie.
-De maravilla.
-¿Quieres verte?
-Si, por favor. -Me llevaron hasta el espejo de pie y le di la espalda, luego Cesar me
alcanzo un espejo más pequeño que puso frente a mí para que pudiera ver el trabajo. Mi
boca cay ó ante la sorpresa, se veía como una verdadera obra de arte. Nuevas ramas se
unían a las de mi tatuaje y de ellas salían nuevas flores de distintos colores.
-¿Te gusta?.
-Gracias a ti por dejarme hacerlo, ha sido un placer.- volvimos a la cama y retiro cada
una de las agujas con cuidado, y las desecho en un tacho especial, luego volvió a
limpiarme con alcohol. Cuando termino, sus dedos buscaron mi húmeda vagina, y
recorrieron toda mi hendidura una y otra vez, un suave pellizco en mi clítoris y me curve
de placer, luego metió dos dedos en mi interior y los movió hábilmente. Me giro con sus
dedos aún en mí, y hundió su rostro entre mis piernas, sentí su lengua ir y venir por toda
mi vagina, y luego dar pequeños golpecitos en mi clítoris, mientras movía con agilidad
sus dedos dentro mío. Gemí y jadee. Cesar se acercó a mi rostro y estaba
completamente desnudo y cargando una gran erección, se puso un preservativo y llevo
su miembro a mi boca, comencé a lamerlo y luego chupe su glande con dedicación,
para terminar metiéndomelo por completo en la boca, él pellizco mis pezones con rudeza
y y o me arquee un poco más. Y agilice mis movimientos hasta que el gimió. Electra
seguía lamiendo mi clítoris y follándome con sus dedos de manera salvaje. Y cuando
estaba al borde del clímax se detuvo, y o seguí lamiendo y chupando el miembro de
Cesar, apreté ligeramente mis dientes sobre él y este bufo. Y dio un cachetazo a uno de
mis pechos, repetí la acción y lo hizo en el otro. Sentí que un nuevo dildo se acomodaba
en mi interior, esta vez se sentía mucho más real, mire hacia abajo y vi a Electra
deshacía entre mis piernas, su orgasmo también le había llegado. Los tres quedamos
recostados sobre la cama, intentando calmar nuestras respiraciones.
-Por supuesto Lexy. Yo te llevare.- dijo Cesar y me guio hasta el cuarto de baño
donde ambos me esperaban con una copa fría. Luego de beberla, me despedí de ellos y
les agradecí por dejarme participar y quedamos en repetirlo en otro momento. Apenas
Para finales de septiembre Daniel me mostro los planos, eran exactamente lo que quería.
Así que la obra comenzó, prometió que estaría todo listo en unos meses. Rogué por que
sea cierto.
Estaba en clase cuando sentí mi móvil vibrar, lo mire y vi que era Ari, decidí no darle
-Lex, ha ocurrido algo, debes venir al hospital ahora mismo.- su voz sonaba desesperada
y entrecortada.
-Voy para allá.- dije y corte. Mi cabeza iba a mil kilómetros por hora, no podía pensar
con claridad, metí la llave en el contacto del auto y arranque, ni siquiera sabía que estaba
ocurriendo, si ella estaba bien, si había tenido un accidente, si era Thomas, o Caty. No se
cómo llegue hasta el hospital, pero lo hice en tiempo record. Aparque como pude y corrí
-Sí, no soy y o.
-¿Donde esta?.- pregunte fuera de mí, mientras corría por el edificio sin saber a dónde
me dirigía.
-Es aquí, ven.- seguí a mi hermana por el pasillo y este me resulto perpetuo. Sentía como
si todo fuera en cámara lenta. Como si lo viera desde afuera, como si y o no fuera y o,
como si hubiera abandonado mi cuerpo y viera todo desde arriba. Llegamos a la sala de
espera y me detuve en seco. Pude ver a Eugenia en brazos de Lautaro y ambos llorando
desconsoladamente, y apoy ado en el umbral de la puerta estaba Manuel junto a Mariano
que acariciaba su hombro, tratando de darle fuerzas. <<No, esto no puede estar
-Lexy, cariño.- dijo mientras me abrazaba, apenas pude mover mis brazos para
abrazarlo también.
-Por favor, que alguien me diga algo o voy a volverme loca.- les rogué, entonces Manuel
me soltó y me tomo por los brazos.
-Iba rumbo al trabajo y perdió el control del auto en la autovía y chocó de frente contra
una columna. Los médicos lo están atendiendo, pero nadie sale a decirnos nada.- sentí
como mi corazón se desaceleraba hasta casi no volver a sentirlo, el aire abandono mis
pulmones, y mis rodillas se aflojaron. Manuel que me tenía por los brazos, me llevo hasta
una silla y me sentó. Mariano salió corriendo y mi hermana me hacía de abanico con las
manos.
-Bebe Lex.- dijo Mariano mientras me ofrecía una lata de cola. Me la lleve a la boca con
manos temblorosas y bebí. Subí mis piernas a la silla, abrace mis rodillas y hundí mi
rostro en ellas. Intente recuperar el aire de a poco. Ari se sentó en un costado y Mariano
Me quede parada en medio del pasillo mirando cómo se llevaban al amor de mi vida y
sin saber si volvería a verlo alguna vez. El mundo volvía a detenerse y girar en cámara
lenta. Sentí unas manos tomarme de los hombros, Mariano intentaba moverme, deje que
lo hiciera y me guio hasta una sala privada, una vez dentro me dejo en el sillón. Volví a
abrazar mis rodillas y tome con ambas manos mi cabeza. Tenía la mirada perdida y me
zumbaban los oídos. El llanto y las voces se escuchaban lejos. Solo veía por el rabillo del
ojo distintas siluetas moverse a mí alrededor. Pero no era muy consciente de lo que
ocurría. Las horas pasaron y no teníamos noticias, de repente la puerta se abrió y una
mujer de mediana edad con el rostro acongojado entro, era una rubia menuda, su rostro
me recordó a Eugenia. La seguí con la mirada y vi como Euge corría a sus brazos.
-Mama…- dijo en un hilo de voz. Era la madre de Dante, había venido, eso me alegro.
-La cirugía salió bien, hemos conseguido detener la hemorragia, pero ha sufrido mucho
daño y no sabemos si se recuperara, hay que esperar y tener fe.- dijo mientras Manuel
tomaba su mano. <<El estará bien, es Dante Navarro, estará bien>> me repetía una y
otra vez.
-No podemos verlo aún linda.- contesto con dulzura mientras me hacia una caricia en la
mejilla. Volví a recluirme en el sillón, Eugenia se acercó a mí.
-Lo se.- dije dibujando una mueca parecida a una sonrisa. Tomo mis manos entre las
suy as con cariño mientras hablaba con Ari. Félix entro en ese momento.
-El accidente señorita Lexy, creen que alguien corto los frenos.- ¿Alguien quería hacerle
daño a Dante? No podía creerlo, ¿Quién podría ser?, en mi mente trate de armar una lista
de personas que pudieran querer lastimarlo, pero llevaba mucho tiempo lejos de su vida,
como para saber lo que pasaba en ella. Averiguaría que estaba pasando. Esto no quedaría
-Dante acaba de sufrir un accidente, y aparentemente fue intencional, quiero saber todo,
-Aún no estamos seguros.- dije con el corazón en la boca. Cuando volví a la sala, el
medico estaba ahí. Mire con desesperación a Mariano para que me pusiera al corriente.
-Tranquila, nos está avisando que acaban de llevarlo a la habitación, y que podremos
verlo, pero la recuperación puede ser larga.- necesitaba verlo, tocarlo, saber que iba a
estar bien. Nada más tenía sentido. Nos dirigimos a la habitación privada que le habían
dado, todos entramos menos Ari, no podía verlo, le traía malos recuerdos. Me quede al
pie de la cama, mientras sus padres se acercaban a él, Euge y Lauty se acercaron por el
otro costado. Me sujete con fuerza a la cama, estaba muy golpeado, tenía una venda en
la cabeza, el brazo izquierdo con una férula al igual que su pierna derecha, estaba
conectado a un respirador y lleno de cables por todas partes. Sentí que mi mundo se
derrumbaba, no esperaba encontrarlo en tan mal estado. Se me hizo un nudo en la
garganta y sentí como las lágrimas luchaban por salir de mis ojos. Siquiera parecía el,
lucia tan indefenso, mi Dan no era así. Él era fuerte, temerario, no se dejaba
amedrentar por nada, ni nadie. El hombre que y acía en la cama, apenas si lucia como
una persona normal. Me jure a mí misma que encontraría a quien le hizo esto y me las
-Respira Lex. Vamos, concéntrate en respirar, estas más pálida que de costumbre.- no
me había dado cuenta que contenía la respiración, solté el aire de mis pulmones y tome
una gran bocanada. Odiaba el olor a hospital. Me daba nauseas. Vi que Manuel
acariciaba su rostro con cariño, mientras luchaba por no derrumbarse. Y le daba fuerzas
a través de palabras amorosas. Su madre no se atrevía a tocarlo, pero en sus ojos pude
ver cuánto amor sentía por él. Euge acariciaba con cuidado su mano y Lauty hacía lo
propio con su pierna. Era egoísta quería que todos se vay an, y así poderme quedar a
todos a salir de la habitación. Adore a ese hombre en ese momento. Que sepa
exactamente lo que y o necesitaba de él. Arrime un sillón al lado de la cama y me senté,
tome su mano con cariño y mucho cuidado, parecía muy frágil en ese momento. Con las
-Cariño estoy aquí, sé que estas sufriendo, pero necesito que despiertes. No puedo vivir
sin ti, lo intente y fracase. Eres mío como y o tuy a Dan. Vuelve a mí, por favor. No
puedes dejarme, no otra vez, no lo tolerare. Por favor cariño, por favor.- bese su mano
con dulzura y seguí acariciándolo. No me moví de su lado.
Las horas pasaron, los médicos venían a revisarlo continuamente, anotaban cosas,
revisaban otras, y o solo los miraba con curiosidad. Al caer la noche Manuel mando a
Euge, Lauty y su madre a la casa, para que descansen.
-Tú también deberías ir a descansar cariño, nada puedes hacer por el aquí.
-No iré a ningún lado, estaré aquí mientras el este. Tú ve a descansar, no tiene sentido
que ambos nos quedemos.- el asintió, beso mi coronilla, beso la frente de Dante y se fue.
-Claro que sí.- Mariano y Ari me hicieron compañía un buen rato más, muy entrada la
madrugada se fueron, Ari dijo que pasaría a recoger a Xander y lo llevaría a su casa y
Me desperté sobresaltada, había tenido una pesadilla horrible, mire a Dante con temor,
pero el lucia igual que ay er. Tome su mano entre las mías y la bese.
-¡No te atrevas a abandonarme Dante Navarro!.- le regañe. Salí del cuarto por unos
minutos para buscar el baño. Lave mi rostro, y recogí mi cabello en una trenza de
costado. Mi largo vestido hasta los pies y sujeto a mi cuello, lucia todo arrugado, trate de
plancharlo con las manos, pero fue imposible, así que claudique. De regreso a la
habitación cogí un café de una de las maquinas en la sala de espera y volví a su lado.
Félix se encontraba en la puerta y lo salude al pasar tocándole el hombro. El medico
estaba revisando sus signos vitales cuando entre a la habitación.
-¿Cómo se encuentra?.
-Estable.
-¿Eso es bueno?
-Quisiéramos ver que evolucione, pero estable es bueno. Solo necesita tiempo.- asentí y
él se retiró.
-¿Recuerdas la primera vez que nos vimos Dan? Todo por culpa de Xander, recuerdo que
morí de la vergüenza cuando lo vi saltarte encima como un poseso. Pero tú lejos de
enfadarte, lo acariciaste, luego me miraste con esos maravillosos ojos azules, y me
quitaste la respiración, te amé ahí y desde entonces cariño. Te comportaste tan mandón y
controlador, que no pude evitar someterme a ti. Y la primera vez que me tocaste, miles
de descargas eléctricas recorrieron mi cuerpo, supe exactamente lo peligroso que sería
nuestro amor. Cuan intenso y consumidor podía ser y me aterre. Pero no te diste por
vencido y finalmente cedi. Fueron los meses más felices de mi vida, daría lo que fuera
por que todo volviera a ser como antes. No te ocultaría nada, y no te dejaría ir tan
-Buenos días cariño.- dijo mientras me saludaba con dos besos en la mejilla.
-El medico dice que estable, y que eso es mejor que nada. Hay que ser pacientes.
-¿Y tú?.
-No lo dejare.
-Tan obstinada como mi hijo.- dijo resignándose, la madre de Dante ingreso cargando
-Encantada de conocerla.
-Igualmente linda. Traje café.- dijo ofreciéndome una taza y un panecillo de arándanos.
Lo tome para no despreciarla, pero no podía pasar bocado, bebí el café y juguetee con el
panecillo en mi mano. Antes del mediodía Eugenia y Lautaro habían vuelto, e insistieron
en que baje a almorzar a la cafetería con ellos. Y accedí.
almorzábamos.
-Gracias Euge. Ha sido duro.- tratamos de mantener una charla normal mientras
comíamos. Con mucho esfuerzo conseguí tragarme media ensalada Cesar y un vaso de
bolso.
-Bien, no te preocupes, lo he dejado con Caty por la tarde, luego iré a recogerlo.
-Gracias.
-He traído unas cosas, un libro, tú cepillo de dientes y un sweater por si refresca el clima.
-Te lo agradezco.- la puse al corriente de lo que sucedía con Dante y luego volví a entrar.
Mariano le leía la sección de negocios del periódico, no quería que se pierda nada,
entendí por completo su intención y sonreí ante su gesto. Me apoy e en la ventana y mire
a través del vidrio con la mirada perdida. <<No pienses en las posibilidades>> me
recordé a mí misma. No podía darme el lujo de dudar. Él debía estar bien. Casi todos se
marcharon para la hora de la cena, Mariano, Ari y y o bajamos al comedor. Félix estaba
sentado en la puerta y sabía que no se movería de allí ni por un segundo. Cenamos ligero,
tome un sándwich de ensalada de pollo y una cola de dieta. Tratamos de hablar de algo
más, su inminente boda.
-Te traje algo para cenar Félix.- dije mientras le entregaba unos sándwiches y una soda.
-Gracias señorita Lexy.
-Sé que lo hará, pero no voy a irme.- asentí, ¿Se sentía culpable por lo que había
sucedido?, volví a mi sillón al lado de la cama de Dan. Rebusque en busca del libro que
Ari me había traído. “Orgullo y Prejuicio”. Una de mis historias favoritas. Le leí hasta
que me quede dormida. El golpe de la puerta me despertó, los médicos comenzaban sus
rondas y y o debía abandonar la habitación. Deje el libro sobre el sillón, tome el bolso y
salí.
-Voy por unos cafés señorita Lexy.- me aviso Félix mientras me dirigía al baño. Lave mi
cara y cepille mis dientes, trate de arreglar mi cabello, pero poco pude hacer. Volví a
entrar a la habitación y ahí estaba ella. La maldita escuálida de Sabrina acariciaba la
mejilla de Dante.
-Claro que no me iré. Tengo más derecho de estar aquí que tú pequeña zorra.
cuando vio la situación, dejo todo en la mesa y rápidamente se interpuso entre nosotras.
-No voy a ningún lado, ningún empleado me dice que hacer.- respondió altanera, mi
mano temblaba, quería darle vuelta la cara de un cachetazo.
-No le hables así, y vete, no tienes nada que hacer aquí.- corrí a Félix de un empujón, la
tome del codo y la arrastre afuera de la habitación.-No quiero volver a verte allí adentro.
¿Has entendido?.
-Tú sí que tienes valor. Decirme a mí lo que puedo o no hacer, cuando y o soy la que
-¡Yuna mierda!. Cuando se despierte el sabrá si te quiere allí o no. Mientras tanto,
¡Fuera!.- dio media vuelta y se marchó, cerré los ojos, respire hondo y pase mi mano
por el pelo tratando de calmarme, me sonreí, no había notado que había copiado ese
gesto de Dante.
-No te preocupes, la próxima vez, uno de los dos se quedara. Así no está solo.- me
ofreció el café y el panecillo que me había traído y me senté a su lado a tomarlo. Poco a
poco Manuel, Paloma, Eugenia y Lautaro fueron llegando. Luego Mariano y Ari.
También llegaron arreglos de flores de todas partes, cestas de frutas y demás, mi madre
me telefoneo por la tarde, Ari le había contado lo que sucedió y quería venir a
acompañarme pero Fany no se encontraba muy bien, insistí en que no se preocupe que
y o estaba bien, y que se encargue de Fátima, temía por mi sobrino. Pero no me hizo
mucho caso. Thomas y Caty pasaron a verlo antes de la cena. Luego bajamos a cenar a
la cafetería.
-No tienes nada que agradecer.- respondió Tomy, sabía que no era el máximo admirador
de Dan, pero que este aquí, significaba mucho.
-Dante estará bien, y a verás.- trato de consolarme Caty. Les conté que no había sido un
accidente, pero que aún no sabíamos mucho más. Cuando todos se fueron, volví a mi
lugar a su lado, y continúe ley éndole. No estaba segura de que me escuche, pero debía
intentarlo.
dos. Quizás un poco de ambos. Pero su amor es épico y trasciende los problemas. Así
-También le he traído una almohada, quizás ay ude en algo. Aquel sofá es mucho más
-Se lo agradezco mucho. Aquí estoy bien.- me la entrego, reviso las máquinas de Dan y
se marchó. Me acomode lo mejor que pude y volví a dormirme. Soñé con él, soñé que
una sonrisa. Daban casi las 6am, aún no comenzaban las rondas, así que aproveche para
entrar al baño y asearme un poco. Le pedí a Félix que se quedara con el mientras y o iba
por unos cafés. Cuando regrese los médicos estaban en la habitación, espere a que salgan
-Aún no muestra mejorías, las horas se nos acaban, si no despierta pronto, tendremos que
pensar en otras opciones.- me dijo el médico y y o temblé ante la posibilidad de sus
opciones. Para mí no existía otra alternativa, que la de su recuperación, sabía que lo
lograría, me aseguraría de ello.
Cuando todos estuvieron presentes, les conté lo que me había dicho el médico, Eugenia se
largó a llorar en los brazos de su padre, mientras Lautaro intentaba consolar a su madre.
Yo no podía derrumbarme, debía estar fuerte para él. Durante la tarde algunos
empleados se acercaron a ver como se encontraba, entre ellos Elizabeth que me regalo
un fuerte abrazo cuando me vio. También vinieron unos amigos de Dan y Mariano, se
conocían desde la escuela, y y a los había visto en uno de los partidos que jugaban juntos
y me contaron encantados, la clase de mal alumno que era en ese entonces y como
siempre se metía en problemas. Me gusto conocer ese lado de él. Cuando todos se
fueron, volvimos a quedarnos solos. Le leí por un buen rato, por el rabillo del ojo me
pareció ver que movía su mano, solté el libro de inmediato y mire fijamente su mano
por horas, tratando de comprobar que había visto lo correcto. Pero no lo volvió a hacer.
-¡Dan por favor, despierta cariño!.- pero nada sucedió, en algún punto me quede
dormida. Los médicos con su ronda me despertaron y salí al baño mientras lo atendían.
Cuando volví. El jefe me miro y negó con la cabeza, indicándome que no había cambios.
Félix me aviso que iría por el café y y o me metí a la habitación otra vez.
-¡Ya fue suficiente Dante!, y a es hora, termina con esto, lucha, hazlo por mí, te amo con
locura cariño, siempre lo he hecho, y aunque tú y a no me ames, lo seguiré haciendo.
Solo despierta.
¡Abre esos hermosos ojos azules y quítame la respiración!.- le grite en un hilo de voz. Y
y a no pude contener las lágrimas, se rebalsaron de mis ojos, y comencé a sollozar
mientras sostenía su mano entre las mías. Entonces sentí que apretaba ligeramente mi
mano. Mire atónita, y volvió a hacerlo. Levante la mirada a su rostro y ahí estaba lo que
había buscado. Esos increíbles ojos azules me miraban con cariño. ¿Lo estaba soñando?
¿Me lo estaba imaginando? ¿O el realmente me había escuchado?. Toque el botón de la
enfermería.
y lo hizo al tiempo que apretaba más mi mano. Grite y llore como una loca, Félix se
precipito a la habitación.
-¡Se ha despertado Félix!.- le grite apenas cruzo la puerta y el salió corriendo en busca de
un médico. A los pocos segundos estuvieron ahí. El medico reviso a Dan y le pidió a la
-Espere afuera por favor.- me pidió, pero de ninguna manera iba a irme.
-Lo siento, no me iré.- puso los ojos en blanco y procedió a hacerlo. Cuando el tubo salió
de su garganta, el tosió.
-Quizás le cueste hablar, tómelo con calma. ¿Recuerda cómo se llama?.- pregunto el
médico y Dan asintió.-Bien ha tenido un accidente, se rompió el brazo, la pierna y
algunas costillas. Lo más importante fue el golpe en la cabeza, pero pudimos detener la
hemorragia. Apreté mi mano por favor.- y el volvió a hacerlo, luego reviso sus piernas y
estaban bien, luego fueron sus ojos, y todo parecía estar en orden.- Haremos una
tomografía para estar seguros, pero todo se ve bien. Bienvenido de vuelta.- dijo mientras
No podía ni respirar, temía moverme. Intente controlar mis lágrimas, pero fue imposible.
-¿Cómo es eso de que y a no te amo?.- dijo con la voz ronca. Y una sonrisa atravesó mi
rostro por completo.
-Estaba tan asustada, tenía tanto miedo de perderte cariño.- dije entre sollozos y me
acerque aún más a él y bese sus labios con delicadeza. Tenía miedo de lastimarlo y
luchaba contra mi impulso de apretujarlo en mis brazos. El acaricio mi rostro con su
-Tranquila nena, soy un hueso duro de roer.- Félix volvió a la habitación acompañado de
Manuel que se abalanzó sobre él y mi pobre Dan emitió un quejido de dolor. Se me
-¡Lo siento hijo, que bruto soy, es que estoy tan feliz!.- se excusó mientras se le
arremolinaban las palabras en la boca. Me corrí para darle espacio para él.
su hombro.
-Estoy segura de que estará feliz de verla, aunque no lo diga. Entre, créame.- ella asintió
tomo valor y entro, mire desde el umbral de la puerta, los ojos de Dan se iluminaron de
sorpresa, ella camino hasta él y beso su frente con cariño y luego tomo su mano entre las
suy as.
-No sabes el susto que nos has dado Dante.- dijo entre sollozos.
-Lo siento mucho, no fue mi intención.- se disculpó mi adonis. A los pocos minutos
llegaron Eugenia, Lautaro y luego Mariano y Ariana. Me metí en el baño de la sala de
espera, me senté en el inodoro y llore y llore, necesitaba sacarlo de mí. No importaba lo
que pasara después, me bastaba con que él esté vivo, aún si no volvíamos a estar juntos,
solo necesitaba saber que él estaba ahí. Mire al cielo y le agradecí a mi padre por
devolvérmelo. Cuando me recompuse volví a la habitación, y me quede en la puerta
respiración, y había abierto los ojos para mí. <<Solo para mí>>.
Epílogo
El viaje a Madrid fue rápido, no quería dejar a Lexy en este momento, la muerte de su
padre la había afectado demasiado y me necesitaba. Aún no podía creer que fuera a mí
a quien necesitaba, pero entre todas las personas que se encontraban ahí para ella, solo
y o parecía poder consolarla. Sentí que en el fondo, detrás de esa puesta en escena que se
había inventado con Mendoza, aún me amaba, aún era a mí a quien pertenecía. Sonreí
ante esa posibilidad.
Ni bien aterrizamos en Barajas, Félix fue por el auto, mire mi móvil para saber si ella me
había escrito algún mensaje, pero no halle nada. Volvimos al apartamento y la policía se
-Sí Señor, la señora estaba durmiendo cuando entraron. Aparentemente fue alguien que
-Bien y a veré y o si falta algo. Gracias.- entre al despacho, todo estaba patas para arriba,
papeles tirados por todas partes, el contenido de mi escritorio y acía en el piso, habían
escrito con aerosol las paredes. “Esto es solo el comienzo” en letras rojas. La caja fuerte
no había sido violada, los restos de algunos premios desparramados por el piso. La última
fotografía de Lex hecha pedazos, eso fue lo que más lamente. Me dirigí al dormitorio y
la escena se repetía, la ropa de cama estaba tirada en tiras destrozadas por el suelo. El
la almohada. No tenía la menor duda de quién había sido, tenía el sello de mujer
despechada. Estaba seguro de que se trataba de Sabrina, nuestra última charla no había
salido muy bien. Le había dicho que lo nuestro se acabó, que y a no quería verla, ni saber
de ella, que deje de jugar a ser mi novia, nunca fue nada mío, solo un revolcón de vez en
cuando. Pero ella no lo tomo bien, me monto una escena, comenzó a llorar y gritar,
arrojo todo lo que encontró, y me dijo a todo pulmón, “Me las pagaras Dante, nadie
juega conmigo”.
-Sí, creo que sí. Su nombre es Sabrina Oviedo. Hace unos días termine con ella, y no lo
tomo bien.
-Bien, lo investigaremos señor Navarro, llámeme si se le ocurre algo más.- dijo mientras
me entregaba una tarjeta.
Me tenía sin cuidado lo que pudiera hacer a mis cosas, solo esperaba que no se le ocurra
meterse con Lexy o ahí me conocería.
Volví a la oficina al día siguiente y todo pareció quedar en el pasado. No he vuelto a tener
noticias de Lex. ¿Quizás debería llamarla, ver como se encuentra?. No, será mejor darle
espacio, necesita estar tranquila ahora. Días después el comisario me llamo, no tenían
pruebas para demostrar que había sido Sabrina y ella tenía una coartada. Lo deje ahí, no
me interesaba que nada de esto se haga público.
El sábado a la noche fui a cenar a casa de Mariano, Ariana seguía en Asturias
-Sí, solo agotado, han sido unas semanas difíciles. Ari se la pasa llorando y y a no sé qué
-Te entiendo, vamos necesitas relajarte.- pedimos unas pizzas y nos bebimos unas
cuantas cervezas mientras jugábamos al pool. Desde que se habían mudado juntos, no
había estado por aquí y se sentía bien pasar un buen rato con mi mejor amigo.
Charlamos de todo un poco, me conto que Lexy había vuelto a la ciudad pero que no
estaba nada bien, que no salía de la casa y no veía a nadie. Mi corazón se contrajo tan
solo pensar en cómo estaba sufriendo. Deseaba poder quitarle todo el dolor, tenerla en
mis brazos y cuidarla. Pero Mendoza ocupaba mi lugar, me llenaba de indignación saber
que no era suficiente para ella, que no sabía cómo tratarla.
Vay a toque, pensé apenas vi la flor, ¿Suponía ser una amenaza?. Sabrina estaba más loca
de lo que creí. De camino a casa pase por apartamento de Lex, toque una y otra vez pero
nadie contesto. Volví a casa y le pedí a Félix que le echara un ojo, que se asegurara de
que este bien y no corra peligro.
El viernes vino Mariano a buscarme a la oficina, fuimos a cenar a nuestro bar irlandés
habitual y bebimos unas pintas, me dio la noticia de que le había propuesto matrimonio a
-Tendrías un gran problema si no fuera así.- bromee con el mientras nos íbamos.
-Lexy ha abandonado a Sebastián, y está retomando su vida, parece feliz, esta con
-Bien, es bueno saberlo. Me alegro que hay a vuelto.- nos despedimos y me monte al
coche. Lex volvía a ser ella, mi bella muñeca de porcelana, estaba sola otra vez, debía
reconquistarla, ella era mía, lo había sido siempre, ambos lo sabíamos. Ya me había
probado a mí mismo que la vida sin ella no era igual, sabía que podía vivir sin ella, pero
La alarma del despertador sonó a las 7am como cada día. Cogí mi pantalón de
entrenamiento una sudadera, me puse las zapatillas, tome el IPod y salí a correr, aún los
días estaban cálidos, septiembre estaba terminando y pronto volvería el frio. Corrí
durante una hora, me di una ducha, escogí un traje de dos piezas gris oscuro, una camisa
negra y corbata negra. Marga tenia listo el desay uno, café y unos huevos con jamón y
tostadas. Lo devore a medida que leí el diario. Guarde el anillo de brillantes que había
comprado para Lex, esta noche pasaría por su casa y hablaría con ella. Le diría que era
la única mujer con la que quería estar. Que quería pasar mi vida con ella. Me monte al
auto y tome la autovía rumbo a la oficina. A mitad de camino, el auto comenzó a fallar.
Intente frenar pero no reacciono, la dirección se trabo y perdí el control por completo. Vi
como la distancia entre la columna y y o se achicaba, luego un fuerte estruendo que me
Por
"Loli Deen"
© Adriana Insaurralde, 2015
1° Edición. Buenos Aires, Argentina, 2015
Autor: Loli Deen
Editor: Adriana Insaurralde
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de ésta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en
cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La
infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
Los hechos y/o personajes de la siguiente historia son ficticios, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.
Agradecimientos
Desde lo más profundo de mi alma quiero agradecerles de corazón a todas las personas que siguieron libro a libro la mágica historia de Lexy y Dante.
Sus mensajes, sus reseñas, su cariño me llena el alma.
Poder ver cómo, al igual que yo, se enamoraron de esta historia y los acompañaron en éste hermoso viaje es algo que no puedo explicar.
Como siempre gracias a mis amorosos padres y a mis increíbles hermanos por su apoyo diario.
A mi querida e incondicional amiga Cat, por estar ahí siempre para mí.
A Ciro, el verdadero Xander, por inspirar su personaje.
¡Que lo disfruten!
Prólogo
Fueron muchas las veces que la vida me ha golpeado, a veces muy duramente, pero también debo decir, que me ha dado las más inmensas alegrías en misma medida.
La gente dice que soy valiente, no lo creo. Ser valiente implica no tener miedo, y yo le temo a varias cosas.
Le temo a la felicidad, me cuesta aceptar las cosas buenas, porque siempre estoy pensando en que algo va a salir mal y arruinarlo todo.
Le temo a la muerte, siento que me acecha, que siempre está ahí, para quitarme las personas que amo.
Y por primera vez en mi vida, le temo a la soledad. No puedo siquiera imaginarme la vida sin Dan, y me aterra perderlo.
No soy valiente. Soy una luchadora, “Mi pequeña guerrera” diría mi padre.
Así que de ningún modo dejaré de luchar por lo que quiero, por aquellos a quienes amo.
Y si me caigo en el camino, me sacudiré el polvo y volveré a empezar.
Ríndete…
Apoyada en la puerta contemplaba la imagen de Dan rodeado por su familia, me sentía abrumada por la felicidad, el solo hecho de saber que él respiraba, que todo
iba a estar bien, era más que suficiente para mí. Nada más importaba.
-¿Cómo te sientes Dan?- preguntaba M ariano, aún, con preocupación en su voz.
-Como si me hubiera atropellado un camión.- dijo mi adonis con la voz apenas audible.
-Casi. Te lo has dado duro cabeza hueca- decía Lautaro con una sonrisa, lo fulminé con la mirada. Euge le dio un golpe en la cabeza y yo sonreí.
-¡Serás bruto Lautaro!. Te extrañe Dan- lloriqueó
-¿Cómo quedó mi bebé?- preguntó él. No me lo podía creer, estaba preocupado por su auto. Puse los ojos en blanco.
-Destrozado.-contestó M anuel con pesar, al recordar el duro accidente por el que acababa de pasar su primogénito.
Volvió a buscarme con la mirada, yo mordía mi labio con esmero. Los nervios estaban matándome.
-¿M e dan un minuto?- pidió Dante a todos, me giré para salir de la habitación pero su voz me detuvo.
-Tú no Lex.- me adentré más en la habitación y dejé paso al resto. De a poco y con poca gana fueron saliendo uno a uno. Eugenia me abrazó al pasar por mi lado,
M ariano me guiñó un ojo y M anuel apretó mi hombro al tiempo que me susurraba.
-Gracias por traerlo de vuelta.-dijo con una marcada emoción en los ojos. Yo le regalé una sonrisa, pero sabía que no llegaba a mis ojos, aún estaba muy preocupada
por su estado de salud, y ahora temblaba del miedo de escucharlo rechazarme otra vez.
-Cierra la puerta Lex y acércate.- su voz no parecía la misma, aún estaba muy ronca y débil por el respirador. M e senté en el mismo sillón donde pasé los últimos
días, me veía fatal y lo sabía, pero ni caso. Respiré hondo y comencé a jugar con mis dedos nerviosa.
-¿Sientes dolor?-susurré, había perdido la mayor parte de mi valor.
-Aún me duele un poco la cabeza, pero es soportable. Supongo que lo peor pasó.
-¿Sabes cuántos días llevas aquí?
-No, espero que no haya sido mucho.
-Éste es el cuarto día.
-¡Vaya! M e di una buena siesta ¿No?.
-No es gracioso Dan, tuve mucho miedo y tú familia la paso fatal.
-Lo sé, lo siento. Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto, no tenías que estar aquí.
-No es mi intención molestarte, me iré enseguida, solo necesitaba saber que estabas bien.
-Cariño, no quiero que te vayas, es solo que no tenías ninguna obligación, yo me comporté como un idiota contigo. Pero sin embargo, aquí estas.
-¿Dónde más estaría?
-No lo sé, viviendo tu vida.
-Tú eres mi vida Dan, solo tú.
-Dijiste que me amabas, juro que no lo soñé.
-Claro que te amo, siempre te amé, siempre lo haré. Soy tuya.
-Fue tu voz, eso me despertó. Siempre has sido tú, nena. Eres la mujer de mi vida y estoy cansado de perder el tiempo. Jamás dejé de amarte.- las lágrimas volvieron
a llenar mis ojos y mi respiración se volvió torpe. Él estiró su mano sana y yo la tomé aún temblorosa.
-Ven aquí nena, cálmate.- me acerqué a él. Apretó más mi mano y me tironeó hasta quedar muy cerca de él. Tan cerca que podía olerlo, embriagarme de su
maravilloso y tranquilizador aroma. M e incliné sobre su pecho y con una mano acaricié su lastimado rostro. M e miró de una forma que jamás había hecho. Y sentí que
el corazón me iba a estallar de solo mirarlo. Esos arrebatadores ojos azules, volvían a quitarme la respiración una vez más. Acarició mi mejilla limpiando mis lágrimas y
me acercó a su boca, me besó dulcemente, con una delicadeza única. Sentí el calor de sus labios, la suavidad de su aliento, no fue un beso apasionado, no hubo fuegos
artificiales, solo amor. Por primera vez entre los dos, fue solo amor. Y Estuve muy de acuerdo con eso.
Nos besamos por unos cuantos segundos, ninguno quería separarse, había pasado mucho tiempo, muchas cosas, sin embargo ahí estábamos otra vez.
Sentí un quejido y me incorporé rápidamente, aún estaba muy maltrecho y necesitaba descansar.
-Descansa Dan, lo necesitas.
-Basta de tonterías, no más juegos, no más idioteces, solo tú y yo nena, como siempre debió ser.
-Señor Navarro, no podría estar más de acuerdo con usted. – sonrió con todos los dientes y no pude evitar imitarlo.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Igual que tú.- respondí
-Cariño no me malinterpretes, pero luces fatal. Ve a casa, descansa.
-No iré a ninguna parte, no sin ti.
-Te prometo que seguiré aquí cuando vuelvas.
-Ni hablar, no hay trato.
-Lex, haz lo que te ordeno sin protestar. Ve.- dijo endureciendo su voz. Sonreí, no pude contenerlo, ahí estaba mi muy autoritario adonis convaleciente y mandón.
-No tienes remedio nene. Iré a tomar un baño, cambiarme y regreso. Tómalo cariño, es lo mejor que podrás obtener.
-Vale.-dijo con resignación. Volví a besar sus labios, tomé mi bolso y salí.
Fuera estaban todos esperando ansiosos, y sus miradas se clavaron expectantes en mí, sentí el rubor asentarse en mis mejillas.
-¿Y bien?- dijo Eugenia sin ningún remordimiento.
-¿Qué?.-estaba confundida.
-¡Estas de broma! ¿Se han contentado? ¿Ya vuelves a ser mi cuñada favorita?.-me reí y negué con la cabeza, incrédula de su falta de tacto. Ella golpeaba el suelo con
su zapato.
-Si, Eugenia. ¿Feliz?
-Ni te imaginas.- contestó lanzándose en mis brazos y dándome miles de besos en la mejilla.
-¡En hora buena!.- vociferó M anuel con su tono paternal inconfundible. De a poco fueron felicitándome y pasando a la habitación.
-Iré a casa a tomar un baño y vuelvo.- anuncié a M ariano y Ari.
-Te acompaño.-respondió Ariana tomándome del brazo.
Nos montamos al carro y manejé con lentitud, estaba algo aletargada por la falta de sueño y el cansancio. Le conté lo que habíamos hablado y que arreglamos las
cosas, Ari y su entusiasmo siempre estaban ahí para mí.
-Quizás tengamos boda doble.- dijo en tono risueño.
-En tus sueños Ariana. Esas cosas no son para mí. Tú ten la boda soñada, yo tendré mucho sexo.
Ambas reímos a carcajadas, se sentía de maravilla poder liberar la tensión acumulada.
Llegamos a casa y me metí de inmediato al baño, realmente necesitaba una ducha. M e saqué los zapatos, la chaqueta, el vestido, la ropa interior, solté mi cabello,
abrí la ducha y mientras esperaba que se temple me cepille los dientes. Prendí el IPod y I´m a river de Foo Fighter comenzó a sonar. M e metí bajo el chorro de agua y
dejé que poco a poco la tensión se aflojara. Lloré, como hacía mucho tiempo no lo hacía, toda la angustia y el miedo contenido durante estos días se liberó de repente.
Estuve por un largo rato, al salir sequé mi cabello y trate de mejorar mis ojeras y darle algo de color a mi rostro. Salí envuelta en la toalla, Ariana se encaminaba a la isla
de la cocina cargando unas bolsas.
-¿Tienes hambre?.-preguntó mientras sacaba las cajas de comida china.
-Ni te imaginas.- aún envuelta en la toalla me senté a devorar el chow fan y bebí más que gustosa la cola de dieta.
-Deberías tratar de descansar un rato Lex.
-Lo haré en el hospital, no te preocupes, no quiero perder más tiempo aquí.- me levanté de la banqueta y me dirigí al armario. Cogí un jean gastado y ceñido, me
puse las botas de media caña y sin tacón, una remera negra y un sweater fino de hilo en gris. Tomé el bolso, la chaqueta y estaba lista para volver al hospital.
M ontamos el carro y esta vez Ariana manejó y yo no puse ninguna objeción, me puse las gafas y sentí que el sueño me alcanzaba.
-Lex llegamos, despierta.- me zamarreaba mientras hablaba. Abrí los ojos confusa y miré alrededor hasta que caí en cuenta de dónde estábamos.
Al llegar a la habitación, la gente se había multiplicado, ahora también estaban Elizabeth y los amigos de la infancia de Dan, Antonio, Joaquín y Román. Saludé a
cada uno de ellos apenas entramos. Dejé mis cosas en un costado y me acerqué a darle un beso a mi adonis.
-Te ves mejor nena, aunque deberías estar descansando.
-Toma lo que te den nene.- respondí sonriendo.
Se veía mejor, pero aún no era el hombre que yo conocía y amaba. Durante horas escuché diversas historias sobre su infancia y su adolescencia. Agradecí
internamente a los amigos de él, por hacerme conocer ese lado de Dan. Por la tarde la visita se fue retirando y quedamos pocos, fui a buscar un café y cuando volví a la
habitación, un oficial de la policía estaba hablando con Dan y Félix. M e acerqué en silencio, no quería interrumpir.
-Señor Navarro, ¿tiene idea de quién pudo haberlo hecho?.- preguntaba el uniformado.
-Nada certero, pero creería que proviene de la misma persona que las veces anteriores, Sabrina Oviedo.
-Estamos investigando todo Señor. Si recuerda algo más, hágamelo saber, ya tiene mi número.
-Lo haré. Gracias.-dirigió su mirada a mí y entonces me presentó.- Cariño él es el comisario Guzmán, ella es mi novia Lexy M iller.
-Encantada de conocerlo comisario.- le ofrecí mi mano y él la cogió con seguridad.
-Igualmente Señorita M iller. Si me disculpan.
-Lo acompaño.- necesitaba hablar a solas con él. Ambos salimos y nos alejamos unos metros del resto de la familia que esperaba afuera.
-¿Sabrina Oviedo es la principal sospechosa?.- investigué con ansiedad.
-Estamos investigando Señorita M iller, pero por ahora, todo lo que tenemos es circunstancial. No podemos acusarla de nada.
-Estuvo aquí mientras Dante estaba en coma. Yo misma la saqué de la habitación.
-Lo añadiré a la investigación.
-No comisario, quizás no me entendió. Quiero hechos, no palabras. Si ella ha sido la responsable del accidente, la quiero presa. ¿Entendido?.
-Haremos todo lo que esté en nuestro alcance.
-No me basta. Además quiero custodia para Dante 24hs al día.
-Señorita M iller, no contamos con los recursos para hacerlo.
-¿Sabe quién soy comisario?.
-La novia del Señor Navarro.
-Además, soy la dueña de los hoteles M iller, y somos grandes benefactores de la fuerza pública.- odiaba actuar de esa manera, pero realmente iba a hacer todo lo que
pudiera por proteger a Dante.
-M uy bien Señorita M iller. Pondré dos oficiales a su disposición.
-Que hagan turnos de 12hs, quiero que haya alguien continuamente en la puerta.
-Así será.
-Gracias comisario.- me ofreció la mano, su tarjeta y se marchó.
M e quede pensando en lo que había dicho Dante. “La misma persona que las veces anteriores” ¿De qué estaba hablando? Tenía que averiguar de qué se trataba esto.
M e metí en la habitación para conseguir las respuestas que quería. M anuel y Paloma se encontraban en la sala. M ientras M ariano y Ari estaban en el pasillo junto a
Félix. Dante le daba instrucciones a Elizabeth que estaba por marcharse. M e senté en el sillón pacientemente. Finalmente, cuando ella se fue le pregunté.
-Antes has dicho que hubo otros “accidentes” que tenían que ver con Sabrina. ¿De qué se trata?
-Nada de qué preocuparse cariño.
-No me vale, habla.- puso los ojos en blanco y negó con la cabeza. Pero sabía que no iba a dejarlo ahí. –Cuéntame que ha pasado Dan.
-Hace unos meses terminé con ella del todo, estaba cansado de que se comporte como si fuera mi novia o algo así. No lo tomó bien. ¿Recuerdas cuando tuve que
volver de Oviedo?
-Sí, lo recuerdo.
-Bueno, alguien había entrado en la casa y destrozó mi despacho y la habitación, tenía su toque de mujer despechada. Hizo pedazos tus fotos y escribió las paredes.
La policía no pudo probar que fue ella, así que lo dejé ahí. Luego llegó a la oficina una orquídea negra con una amenaza y tampoco conseguimos nada que la vincule, pero
la conozco. Sé que fue ella. Y ahora esto, es sumar dos más dos.
-¿Y nadie ha hecho nada por detenerla? ¿Es una broma? Ha estado aquí cuando tú estabas en coma. Yo misma la saqué de la habitación. – Dante miró a Félix que
enseguida entendió.
-Lo siento Señor, había ido por un café cuando apareció.- se disculpó Félix.
-¿Has podido averiguar algo más? ¿No hay videos de seguridad?.- preguntaba mi adonis.
-Sí, hay un video de seguridad, pero no se ve claramente quien está cerca de su auto. Lleva capucha y ropa holgada y se esconde bien de la cámara. Es lógico que
sabe dónde están. – decía Félix.
-Quiero verlo Félix. ¿Puedes conseguirlo para mí?.-interrumpí con una notada voz de enojo. Félix miró a Dante pidiendo aprobación y éste asintió.
-Se lo traeré Señorita.
-Gracias Félix. Enseguida vuelvo.- me disculpé y salí de la habitación en busca de M ariano que estaba a los arrumacos con Ariana.
-Hola preciosa, que cara traes ¿Todo está bien?.- preguntó mientras soltaba a mi hermana y se centraba en mí.
-No, nada está bien. Dan cree que Sabrina Oviedo tiene que ver con el choque. Y no quiero seguir arriesgando nada, quiero una orden de restricción contra ella. No
quiero que se pueda acercar a Dante nunca más.
-¿Dante está de acuerdo?
-No se lo he preguntado, te lo estoy pidiendo yo. ¿Puedes pedirle a Lautaro que la prepare?
-De acuerdo preciosa, lo haré.
-Ahora M ariano, por favor.
-Bien.- se alejó y hablo con él.
-Ya cálmate Lex.- me decía Ari mientras me acomodaba el cabello detrás de las orejas.
-No puedo Ari, no quiero que esa tipa se vuelva a acercar a Dan. Si algo le pasara…- mi voz se quebró. M e alejé y busque mi móvil, si la policía no hacía nada, yo lo
haría.
-Hola tío, soy Alex.
-Hola princesa. ¿Todo está bien? ¿Cómo sigue Dante?.- preguntaba mi tío M ichael
-Se ha despertado y está recuperándose.
-Esa es una gran noticia. M ándale mis saludos y buenos deseos.
-Lo haré. Te llamo por otra cosa.
-Sí, lo imagino, ¿el investigador?
-Sí, ¿Has tenido noticias?.
-No mucho, por eso no te llame. Hay algunos empresarios que podrían no estar muy felices con Dante, pero nada que llame mucho la atención.
-Bien, que se concentre en Sabrina Oviedo. Es una ex de Dante, y la principal sospechosa.
-De acuerdo, se lo diré.
-Gracias tío. Salúdame a la familia.
-Lo haré. Cuídate.
M e senté en las sillas de la sala de espera y pensé en que más podía hacer. Félix salió de la habitación.
-Félix, necesito hablarte.
-Diga Señorita Lexy.
-¿Tienes gente de confianza que pueda ser guardaespaldas?
-Si, por supuesto Señorita.
-Bien, vamos a necesitar dos más. Quiero que tomen turnos, eso te incluye.-iba a interrumpirme pero lo detuve.- No está a discusión Félix, necesitas descansar para
poder estar alerta. Toma el turno de la noche y busca dos más para el día. Turnos de 8hs máximo. ¿De acuerdo?.
-Así se hará. Ya mismo me pongo a ello. No se preocupe.
-Gracias Félix.
M anuel se acercó a mí con cara de preocupación.
-Cariño, necesitas relajarte. Te veo yendo de aquí para allá.
-Solo intento protegerlo M anuel.
-Lo sé cielo. ¿Qué has hecho?.
-Pedí custodia policial 24/7, además le pedí a Félix que doble la seguridad y también le pedí a Lautaro una orden de restricción. Ahora voy a hablar con el director del
hospital para que no la dejen entrar.
-Yo me encargo de eso. Éste papel tuyo de sobreprotectora te pone agresiva, se te pegó de Dan.- dijo entre risas mientras me guiñaba el ojo.
-Bien, te lo dejo a ti.- se paró y se fue, yo volví al lado de mi hombre maltrecho que hablaba con su madre.
-¿Todo está bien nena?
-Sí, todo bien. ¿Cómo te sientes?
-Bien, no te preocupes, ven aquí.- estiró su mano sana hacia mí, Paloma abandonó la habitación y nos quedamos solos. M e acomodé al costado de su cama, acarició
mi rostro y yo le sonreí satisfecha, agradecía cualquier roce con su piel, lo necesitaba. Lo ansiaba.- Estás comportándote como yo, debes relajarte, estoy bien.
-No puedo. ¿Qué harías en mi lugar?
-Vale, tú ganas. Pero ya estuvo.- me besó, primero suavemente y luego más profundo. Ambos estábamos abstinentes de nosotros y apenas podíamos soportar el
estar lejos.
La noche cayó y todos se fueron, Ari me trajo algo para cenar antes de marcharse.
La enfermera entró con la cena para Dan, y comimos juntos.
-Bien nena, cuéntame, ¿Qué has estado haciendo?
-¿A qué te refieres?
-Sé que has dejado a M endoza.
-Sí, hace tiempo.
-Soy todo oídos.- dijo mientras se metía un bocado a la boca.
-Empecé una maestría, quiero ser oradora, he dado un seminario de fotografía en M álaga y me ha fascinado, así que decidí hacerlo más profesional. También compre
una galería, mi primo Daniel la está restaurando.
-Eso es genial cariño. M e alegra que tengas tantos proyectos.
-Déjame pensar que más…- su mirada se volvió reprobatoria, sabía qué lo que quería oír era con quién me acostaba y yo daba vueltas para contarle. M ordí mi labio
de los nervios y él me regaló una de sus hermosas y maquiavélicas medias sonrisas.
-Anda Lex, con quién te has acostado. Ya suéltalo.
-Conocí a una pareja en El Templo, solo hemos sesionado dos veces.
-¿Has estado allí?
-Si, en la noche de mascarada.
-No te vi.
-Lo sé, yo tampoco, pero era la idea.
-Bien, ¿Quiénes son?
-Ella se llama Electra y su sumiso Cesar.- una enorme sonrisa se dibujó en su rostro y yo entrecerré mis ojos. ¿Qué me estaba perdiendo?.
-Así que tú eres la bella sumisa de la que me hablaba Electra.
-¿La conoces?.- pregunté asombrada.
-Claro que sí, somos muy amigos. Electra comenzó en esto siendo mi sumisa. Yo la entrené y enseñé.
-No me lo creo. Jamás lo hubiera pensado.
-M e has sorprendido nena, no te imaginaba con una Dómina. Pero conociendo a Electra, puedo estar tranquilo, has estado en buenas manos.
-Fue algo del momento, y mi primera vez para ser honesta.
-¿Cómo estuvo?.
-M uy bien, mejor de lo que hubiera imaginado.
-No imaginas la cantidad de ideas que acabas de ponerme en la cabeza.- dijo con malicia y picardía.
-Tómalo con calma Playboy, primero tienes que recuperarte.- me regaló una sonrisa y un guiño.
Cuando llegó la noche insistió en que me fuera a descansar al piso, pero ni caso, me acomodé en el sofá grande que estaba junto a la ventana, la enfermera me acercó
una manta y una almohada. M e dormí en el acto.
M uy temprano en la mañana el ruido de la puerta me sobresaltó, la ronda médica comenzaba, me levanté de inmediato y escuche atenta. El médico comenzaba a
revisar a Dan, luego de la exhaustiva revisión, ordenó unos exámenes.
-¿Y bien doctor?.-inquirí nerviosa.
-Todo parece estar muy bien, veremos que dicen los estudios y si sigue así, quizás mañana podamos darle el alta.
-Perfecto, no veo la hora de poder salir de aquí, no se ofenda doctor.- decía mi adonis, con mucho mejor ánimo y semblante.
Los médicos se retiraron y yo me metí de inmediato a refrescarme. Al salir, Dan intentaba levantarse de la cama.
-¿Qué crees que haces cariño?.- lo regañé.
-Levantarme, quiero tomar un baño.
-Vale, pero espera que llame a la enfermera, quédate quieto.
-No es necesario nena, yo puedo.
-¡Y un coño Dante!. Quédate quieto. Por una vez en tu vida, déjame ganar.
-Vale.- dijo sonriendo.
Llame a la enfermera que vino de inmediato, y preparó a Dante para que pueda levantarse, cerró la cánula del suero, le quitó otros cables de encima y le dio unas
férulas inflables para que no se mojen, y le acercó una muleta.
-Está bien, del resto ya me ocupo yo. M uchas gracias.- le advertí cuando ella trataba de llevar a Dan hasta el baño.
Lo cogí por la cintura haciendo que apoye su peso en mí, mientras con su mano sana se ayudaba con la muleta. Nos metimos al baño y lo ayudé a sentarse en la
ducha, le quité la bata médica y le di un suave beso en la boca.
-Quédate quieto. Busco la maleta con el neceser y regreso.- hizo una mueca de fastidio y salí en voladas del baño. Busqué las cosas y regrese. Cerré la puerta detrás
de mí y me quité la remera para no mojarla. Sus ojos viajaron directo a mis pechos e inmediatamente se oscurecieron de deseo. Sentí como mi cuerpo volvía a responder
ante sus silenciosas pretensiones. Pero no era el momento así que callé las voces en mi cabeza que me reclamaban sus manos, su boca, su miembro…
-Cambia esa cara nene, no obtendrás nada aún. Soy una profesional.- le guiñé el ojo y rebuscaba por los artículos de higiene.
-Esto va a excitarme Lex, lo sabes. Te deseo, te anhelo.
-Y yo a ti cariño, pero ya sabes, aún no puedes.
-¿Quién lo dice?
-Lo digo yo. Ahora sé un buen paciente y déjame encargarme de ti.
-No podré resistirme, espero que lo tengas claro.
-Compórtese Señor Navarro.
Abrí la ducha de mano y temple el agua.
-Tira la cabeza hacia atrás cariño.- declaré dulcemente mientras comenzaba a mojarlo, el agua se tiño de rojo por los restos del accidente y el corazón se me estrujó
en el pecho. Una vez comenzó a salir limpia, le puse el champú y comencé a masajearlo delicadamente. Tenía miedo de dañarlo de alguna manera.
-Tranquila nena, no me harás daño.- me indicó al notar que estaba temblando. Puso su mano sana en mi cintura para tratar de calmarme y lo consiguió. Lavé su
cabello varias veces hasta que quedó perfecto, luego seguí con su cuerpo. Tomé la esponja y le puse el jabón líquido, me dispuse a enjuagar su cuerpo, busqué sus ojos
y seguían oscuros, sabía lo que estaba pensando, pero estaba demasiado concentrada en no dañarlo, de ninguna manera obtendría lo que quería hoy. Suavemente pasé la
esponja de mano por cada centímetro de su hermoso cuerpo. Y no pude evitar sentir la humedad de mi entrepierna, todo él me excitaba, lo deseaba profundamente,
despertaba mis más retorcidos y perversos morbos. Nada había cambiado en éste tiempo separados, aún tenía ese poder sobre mí.
-Ni se te ocurra, o mi autocontrol se irá al infierno. No tienes idea de la concentración que requiere no arrancarte la ropa y ponerte sobre mí.- dijo tomándome por la
muñeca para impedir que pueda avanzar hasta donde pretendía, su hermoso y delicioso miembro. Involuntariamente me mordí el labio inferior. Por supuesto que lo
entendía, yo libraba la misma batalla.
-Vale, hazlo tú.- lo dejé pasar, no quería ponérselo más difícil. Luego retomé mi tarea y terminé de bañarlo y enjuagarlo. Cogí la toalla y sequé su cabello con cuidado
y luego su cuerpo, cuando llegue a su pelvis le entregué el mando. Ayudé a que se ponga de pie y salimos de la ducha.
-Ponte la remera por favor.- insistió de inmediato, y así lo hice.
Le puse un bóxer negro pequeño y ajustado, de esos que me encantan, un pantalón de entrenamiento negro que se ajustaba a la cintura y una remera blanca de escote
en V. incluso convaleciente aún se veía como un dios griego, suspiré con resignación, jamás dejaría de sorprenderme su belleza. Le entregué el cepillo de dientes y la
pasta para que él mismo lo haga. Acomodé las cosas en el baño, cuando terminó lo lleve de vuelta a la cama y llame a la enfermera para que volviera a ponerle los
medicamentos.
-Te ves mucho mejor cariño.- anuncié mientras peinaba su cabello.
-Gracias Lex, eres la mejor enfermera que tuve y sin duda la más sexy.- confesó mientras besaba mi mentón y le daba un ligero mordisco.
-Es un placer estar a su servicio Señor Navarro.- contesté juguetona. Y le di un casto beso en los labios, que él devolvió gustoso. La enfermera entró y volvió a
conectarlo a las distintas máquinas.
-Se lo ve mucho mejor Señor Navarro.- dijo con timidez mientras miraba ruborizada a mi hombre. M e reí en silencio.
-Gracias. Lo siento no sé tu nombre.
-Alejandra, Señor.
-Entonces, gracias Alejandra.- contestó Dante haciendo gala de sus encantos, sabía perfectamente como ruborizar a una mujer.
-Llámeme si necesita cualquier cosa.- señaló temblorosa mientras se alejaba. Al cruzarse con mi mirada divertida sus mejillas ardieron de vergüenza y yo no pude
contener la risa. Dante me miró con reprobación.
-Eres una chica mala Lex.
-No es mi culpa, tú te has aprovechado de ella.
-No te preocupes cariño, saldaremos cuentas luego. Tengo una memoria privilegiada.- comentó con una mueca macabra y mi sonrisa se esfumó.
Pronto le trajeron el desayuno, al tiempo que M ariano entraba cargando cafés, panecillos y el periódico.
-Buenos días ¿Cómo durmieron?.- indagaba curioso mientras me entregaba un café y me besaba ambas mejillas. Se acercó a Dan y le dio la mano y el periódico.
-M uy bien ¿Y tú?.- reconoció mi adonis mientras buscaba la página de negocios.
-Bien. ¿Y tú preciosa, has podido descansar algo?.
-Sí, de maravilla cielo. ¿Y mi hermana?
-Se fue a la universidad, dijo que luego pasaría. Xander te manda su cariño.- sonreí gustosa en agradecimiento, sabía que ambos lo cuidaban de maravilla. Aproveché
que los hombres se internaron en una conversación sobre asuntos que tenían juntos y respondí mails y mensajes pendientes. Lautaro llegó y me entregó la orden de
restricción y con una mirada suplicante le pedí a Dante que la firme, y él acepto.
Antes del mediodía el enfermero vino a buscar a Dan para llevarlo a hacerse estudios y aproveché para bajar a almorzar. Comí algo ligero y volví a la habitación, allí
estaba M anuel junto a Paloma.
-Hola cariño. ¿Cómo te encuentras?.- inquiría la cálida voz de mi suegro mientras me estrechaba en brazos y besaba. Le devolví la muestra de cariño con gusto.
-M uy bien ¿Y ustedes?.- indagué mientras saludaba a mi suegra.
-M ucho mejor por suerte. ¿Dónde se encuentra Dan?.- apuntó Paloma.
-Lo han llevado a realizarse estudios, si todo está bien, quizás mañana podamos marcharnos.
-Eso es una gran noticia. ¡Qué alegría!.- el alivio en la voz de M anuel era notorio. Lo peor había pasado y ya todos estábamos más relajados.
Cuando Dante volvió, enseguida pidió un resumen de lo que estaba pasando en la empresa, a su padre, que se mostró más que dispuesto a ponerlo al tanto y
entregarle distintos papeles para que mire y firme. Aproveché el tiempo para conocer un poco más a su madre, ya que no había tenido mucha oportunidad de hacerlo.
Era una mujer muy cálida y bastante tímida, algo extraño en una actriz, pero intuía que tenía más que ver con la lejanía de su familia que con su personalidad. M e
comentó que estaba por comenzar una obra nueva, que se estaba dedicando al teatro y que era su pasión. Le prometí que iríamos a verla en algún momento y sus ojos se
llenaron de lágrimas ante la promesa de retomar el vínculo con su hijo mayor. Sabía que no estaba bien que me entrometiera, pero también tenía en claro que por
testarudo luego podría arrepentirse, como me había pasado a mí. Y no quería que él tenga que vivir lo mismo que yo. Así que estaba dispuesta a interceder en su
relación, pero lo haría lento, para no abrumarlo.
Félix llegó cerca de la medianoche. Solo estábamos los dos.
-Buenas noches Señor Navarro, Señorita Lexy.
-Buenas noches Félix ¿Has podido recuperar el sueño?.- cuestioné.
-Si Señorita, el descanso me vino de maravilla. ¿Cómo se encuentra Señor?
-M ucho mejor Félix, gracias. ¿Alguna novedad?
-Nada Señor. Y en la casa todo está tranquilo. M arga le envía esto y su cariño.- le entregó un paquete, su ama de llaves le había preparado unos bocadillos, y eso me
llenó de ternura.
-M ándale mi cariño y agradécele.
-Por supuesto Señor. Señorita aquí está el video que me pidió.- tomé el IPad que me ofrecía y vi el video con detenimiento. Efectivamente, no se le veía la cara e iba
bien cubierto para que sea difícil reconocer si se trataba de una mujer o un hombre, pero soy fotógrafa y muy detallista, así que inmediatamente note algo peculiar. Sus
manos. Claramente se trataba de una mujer con una manicura francesa.
-Es una mujer, mira sus manos, lleva una manicura.- le mostré a Dante lo que estaba viendo.
-Eres increíble cariño. Jamás lo habría notado.
-La mirada de una mujer es diferente nene.
-Félix, llama al comisario y ponlo al corriente.
-Enseguida Señor.- salió de la habitación y yo me senté en la cama a mimar a mi hombre herido.
-Debes descansar cariño.- le recordé mientras pasaba mis dedos por su pelo y besaba dulcemente su cuello.
-¿Tampoco me harás caso hoy?.- preguntaba con voz mandona mientras acariciaba mi espalda.
-¿De qué estas hablando?
-Quisiera que vayas a descansar al departamento Lex, no tiene sentido…
-Ya calla nene, no me iré.- interrumpí de inmediato. Tomó mi cabello con su mano y mi cabeza voló hacia atrás y me besó con pasión y posesión. M e alejé antes de
que fuera demasiado tarde para detenerme. Y él sonrió con malicia. M e recosté inquieta, estaba excitada y me costaba conciliar el sueño. Finalmente el cansancio me
ganó y me dormí.
El sábado por la mañana el médico le dio el alta, luego de revisarlo una vez más. M e dio instrucciones precisas de cómo curar sus heridas y también respetar los
horarios de la medicación. Tomé nota de todo. También me advirtió que si sufría de mareos, vómitos o migraña intensa, debía traerlo de vuelta. Preparamos las cosas y
Franco, uno de los nuevos custodios, subió todo al auto. El camillero vino a buscar a Dante con una silla de ruedas, por supuesto no se subió sin pelear, pero eran reglas
del hospital.
Al salir hable con el oficial que custodiaba la entrada y le expliqué que ya podía marcharse, que yo llamaría al comisario para ponerlo al tanto.
-Hay mucha prensa esperando en la puerta Señor Navarro.- dijo Franco cuando se nos unió en la entrada.
-Bien, trae el auto lo más cerca que puedas y pídele al guardia que los aleje.- manifestó Dan.
-Cariño, me gustaría cuidarte hasta que te encuentres mejor. Si no te molesta.- pedí con nerviosismo.
-Lo siento nena, había supuesto que vendrías conmigo y ni siquiera te lo pregunté.
-Es lo que me gustaría, sino te importa, claro.
-Nada me gustaría más.
-Vale, iré a casa por mis cosas y recogeré a Xander, te veo en tu casa al rato.
-¿Quieres que Franco te lleve?
-No cariño, tengo mi auto. Tú ve y descansa, ya te alcanzo luego.- me despedí con un beso en los labios y salí antes para evitar que los fotógrafos lo vean a él. Y
funcionó, comenzaron a perseguirme y hacerme preguntas que ignoré con gran habilidad. M e monté al carro y salí rumbo a mi piso.
Al llegar, tomé una rápida ducha, busqué un cómodo mono en color piel y unos zapatos de taco de corcho en coral. M etí ropa en una maleta de mano y mi neceser.
Recogí las cosas de Xander y mi bolso de la universidad, junto a mi portátil y la cámara. Y me fui. Pasé por el apartamento de M ariano y Ari a recoger a mi pequeño
que me recibió con mucha alegría, como lo hacía siempre que estábamos separados unos días. M e despedí de Ari agradeciéndole por haberlo cuidado y quedamos en que
luego pasaría por la casa de Dan a ver como seguía.
Hice una breve parada en un sex shop local y compré unas cuántas cosas que necesitaría. Estaba decidida a sorprender a Dante.
Llegué a su edificio en Salamanca, estacioné el carro y baje las cosas. Xander me siguió de inmediato. M arqué el último piso y sentí un nudo en el estómago, era la
primera vez que volvía luego de nuestra separación.
Ni bien se abrieron las puertas del ascensor Félix estaba esperándome.
-Bienvenida de vuelta Señorita Lexy. Es una alegría tenerla.
-Gracias Félix.- le devolví una cálida sonrisa. Tomó las cosas y las metió a la casa. Entre tímidamente y se escuchaban murmullos. Xander corrió en busca de Dante
y lo encontró en la sala rodeado de su familia. Enseguida dio un salto sobre él y comenzó a lamerlo de forma desesperada.
-¡Eres un bruto grandulón!.- lo regañó con cariño mientras acariciaba sus orejas y jugaba con sus mofletes como de costumbre. Varias voces me saludaron al unísono
y yo lo correspondí.
-Ya párale pequeño. Aún está convaleciente.- regañé a Xander mientras lo bajaba de la falda de Dante tomándolo del collar. Pero estaba muy feliz y se dispuso a
saludar a cada uno de los presentes. Sonreí. Estábamos donde pertenecíamos.
Dante estiró su mano, llamándome a tomar asiento a su lado. Y yo la acepté encantada. M e corrió el cabello y besó mi cuello.
-Bienvenida a casa nena.- susurró en mi odio y yo me estremecí.
Cenamos todos juntos, M anuel y Paloma, Euge y Lautaro y también se unieron M ariano y Ari. La noche marchó de maravilla, teníamos mucho que celebrar, mi
adonis estaba bien y volvíamos a estar juntos, como siempre debió ser. Cerca de las 11pm todos se marcharon y yo insistí en que Dan se metiera en la cama. Y
finalmente lo hizo. Antes de acompañarlo al dormitorio le pedí a Franco si podía llevar a Xander por un paseo y aceptó de buena gana.
Entre a la habitación y mi amor ya estaba metido en la cama mirando las noticias. M e metí al vestidor cargando la maleta. M e quité la ropa y busque el disfraz de
enfermera que había comprado temprano en el sex shop. M e puse un conjunto de ropa interior blanco con encaje y ligero. Unos zapatos rojos de tacón. Luego el
pequeño vestido de enfermera en látex abotonado por delante, la cofia en la cabeza y me colgué el estetoscopio del cuello. M e miré al espejo y me sonreí a mí misma.
Haría que la recuperación de Dante sea divertida. Recogí el IPod de mi bolso y escogí Physical de NIN. Ni bien los acordes comenzaron a sonar abrí las puertas dobles
del vestidor y salí. M e topé de inmediato con la cara de sorpresa de mi adonis personal. Dejó caer su mandíbula y me miró atónito.
-Llegó su enfermera Señor Navarro.- anuncié juguetona y en tono zalamero. Comencé a moverme al ritmo de la música. Lenta y sensualmente. M e coloqué al pie de
la cama y comencé a bailar para él, moví mis caderas y todo mi cuerpo mientras sus ojos me seguían atentos. M e quité el estetoscopio de juguete y jugué con el,
pasándolo por mi cuerpo. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. Luego fue el turno del vestido, de un solo tirón desabroché los presillos y lo dejé caer por mi
espalda mientras me arqueaba hacia atrás. M e quité los zapatos y me monté en la cama, comencé a gatear sobre el colchón y entremedio de sus piernas de manera muy
sexy hasta que llegue a su pelvis y me senté sobre él. Enseguida estiró la mano sana para intentar tocarme, pero negué con la cabeza.
-Sin tocar Señor Navarro.- puse su mano por encima de su cabeza. Sonrió pícaramente y se mordió el labio al tiempo que levantaba su pelvis para pegarse más a mí.
Comencé a acariciarme el cuerpo, primero mis pechos, luego mi abdomen y por último mis muslos, mientras seguía contoneando mis caderas sobre su erección. M e
quité la cofia y dejé caer mi cabello salvajemente sobre mis hombros y pechos. M i sostén lo siguió, mis erectos pezones agradecieron el alivio, metí mis dedos en su
boca y luego acaricié mis pechos. Él se retorció debajo de mí. M e paré sobre la cama y seguí meneándome al ritmo de la sensual música de NIN. Con la punta de mi pie
acaricié su abdomen y su duro pene mientras me sostenía del techo. Comencé a bajar lentamente mi tanga y volví a sentarme sobre él, la giré en el aire y la dejé caer
sobre su rostro, enseguida la atrapó y se la llevo a la boca y la apretó entre sus dientes. Pasé mi lengua por su pecho dejando pasionales besos en su abdomen, lamí sus
pezones y emitió un sonoro quejido. M e enderecé de golpe con temor de haberlo lastimado. Pero él tomó mi cabello con su mano y me acercó a su boca, devoró la mía
con ansias y desesperación. Nuestras lenguas se mezclaron y mis manos se enredaron en su cabello. No podía dejar de moverme estaba muy excitada. M ordió mi lengua
y yo gemí en su boca, luego mi sobresaliente labio inferior fue la victima de su mordida. Lo lamió y me susurró.
-Te amo nena, te deseo tanto. No me hagas esperar más, quiero estar dentro de ti.
No necesitó decir nada más, aunque deseaba darle más placer que solo eso, entendía a la perfección su necesidad, era la misma que la mía. Acomodé su pene en la
entrada de mi vagina y lentamente se hundió en mí. Como una llama intensa sentí que me quemaba a su paso. Todo mi cuerpo lo extrañaba. Era suyo y lo sabía. El amor
y el deseo que siento por Dante comenzaba a consumirme lentamente. Cuando finalmente lo sentí completamente dentro mío, me arqueé hacia atrás apoyándome sobre
sus muslos y dejé caer mi cabeza y jadeé una y otra vez. No quería apurar la situación, necesitaba disfrutarlo, pero mis ansias de él no me dejaron. Comencé a moverme
adelante y atrás, dibujando pequeños círculos sobre su pelvis. Su mano voló a mi pecho y lo apretó con fuerza mientras que un gemido, más bien un gruñido, escapó de
su boca. Retorció mi pezón con dureza y yo me enderecé, me acerqué a su boca y lo bese profundamente. Un fuerte azote aterrizó sobre mi nalga.
-Lento, quiero disfrutar el momento.- dijo con voz profunda mientras volvió a nalguearme con fuerza una y otra vez. Sentí que mi orgasmo comenzaba a formarse y
lo cabalgué con rapidez, sus dedos se clavaron en mi cadera y siseó entre dientes. Apoyé mis manos sobre su pecho y lo miré directo a los ojos. Jadee una y otra vez
hasta que la contracción comenzó a formarse en mi interior. Él sintió la presión y levanto aún más su cadera.
-Córrete para mi Lex.- exigió entre gemidos y obedientemente lo hice. El clímax me alcanzó fuerte y brutalmente. Él siguió sus acometidas en mí por unos
movimientos más hasta que su cuerpo comenzó a temblar y se corrió en mi interior.
-Gracias Dan.
-Te extrañe tanto nena.-dijo mientras me besaba con dulzura.
-Y yo a ti cariño.
-¡Eres maravillosa nena, siempre me sorprendes!
-Soy tú enfermera personal, debes dejarte cuidar por mí.
-Puedes hacer lo que quieras conmigo. Soy tuyo como tú mía.
Salió de mí, pero yo aún no tenía suficiente de él, probablemente nunca tendría suficiente. Lamí sus labios, su cuello y recorrí cada centímetro de su pecho con mi
lengua, deleitándome con su sabor, hasta que llegue a la V de sus caderas. Lo besé una y otra vez, su pene volvió a endurecerse ante mis atenciones, y lo lamí por
completo, en toda su extensión. M etí su glande en mi boca y lo succioné con esmero. Él se arqueo y gimió con fuerza. Lo albergué tan profundo como podía.
M etiéndolo suavemente hasta el fondo de mi garganta. Una arcada instintiva no se hizo esperar, tomó mi pelo en su mano y manejó el ritmo, entraba y salía de mí con
fuerza. Abrí mi boca tanto como pude para dejarlo hacer conmigo lo que quisiera. Acaricié sus testículos con delicadeza y di ligeros toques con mi lengua en su erección.
Un hilo de baba cayó de mi boca luego de que su pene la abandonó, busqué sus ojos y vi como volvía a tener esa mirada de demonio que me encendía por completo.
Volví a metérmelo por completo una y otra vez haciendo una leve presión con mis dientes en él. Se retorció de placer. Una vez más y mantuvo mi cabeza inmóvil
mientras él mismo entraba y salía a su antojo, su cuerpo se estremeció y se corrió en mi garganta. Sentí su orgasmo cálido recorrer mi boca, extrañaba su particular sabor.
-Vas a matarme Lex.
-Solo si es de placer cariño.- respondí mientras llevaba los restos de su clímax, con mis dedos a mi boca y los lamía mirándolo a los ojos.
M e atrajo hacia arriba y se llevó mi pecho a su boca, mordió mi pezón, tiró con fuerza de el y luego lo lamió y chupó con ansias. Luego el otro. Sus dedos buscaron
mi trasero y comenzó a jugar con mi ano, llevó sus dedos a mi boca para que los humedezca con mi saliva y lentamente y con cuidado metió su dedo en mi interior,
abriéndose paso y tratando que se adapte para poder penetrarme. Una vez que mi trasero cooperó con él, comenzó a meterlo y sacarlo de mí, mientras yo gemía y me
retorcía. Luego, un segundo dedo y un grito de dolor y placer escapó de mi garganta.
-Ya por favor, fóllame cariño.- rogué y suplique. Estaba completamente empapada y deseosa.
-Túmbate en la cama de costado Lex.
-No quiero que te esfuerces, deja que yo esté encima de ti.- un repentino cachetazo atizó en mi mejilla y me hizo dar vuelta la cara, mi excitación se disparó 100º.
-Haz lo que te ordeno. ¿Es qué acaso ya no obedeces?.- dijo con su voz autoritaria.
-Lo siento.- respondí mientras me acomodaba como él me había dicho. Hizo lo propio y se puso detrás de mí, pasó su brazo sano por encima de mi cabeza y sentí
su respiración caliente y agitada en mi nuca.
-Vamos cariño, acomódame en ti.- susurró en mi oído y obedecí sin chistar. Tomé su pene y lo acomodé en la entrada de mi ano. Delicadamente comenzó a hundirse
en mí. Sentí como cada anillo de mi interior luchaba por albergarlo, intenté respirar hondo y relajarme para facilitarle el acceso. Cuando estuvo completamente en mí,
jadeé con desesperación, y solté todo el aire de mis pulmones. Sus embestidas fueron tomando un ritmo lento y cauteloso en un principio, luego fue aumentando la
velocidad y la fuerza con que me penetraba. Sus gemidos me cosquillaban en la nuca. M oví mis caderas acompasando sus movimientos.
-Tócate para mi nena.- dijo en un tono sexy y demandante mientras su mano se acomodaba en mi cuello controlando mi respiración a su antojo. M etí mis dedos en
la boca y luego los llevé a mi clítoris, ejercí presión sobre él y sentí que estaba al borde del clímax. Su mano apresó mi garganta y mi respiración se cortó por unos
instantes. M is dedos comenzaron a acariciar con fuerza mi clítoris y jadeé en cuanto Dante me lo permitió.
-¿Quieres correrte nena?
-¡Si, por favor!
-Aún no.
-Por favor, te lo suplico.- su mano volvió a cerrarse impidiéndome respirar. M i cuerpo se tensó en respuesta. M ordió el lóbulo de mi oreja y no pude contenerlo y
me corrí.
-Eres una chica mala Lex. Estas desobedeciendo.
-Lo siento, lo siento. No pude aguantarlo.
-Oh nena, esto te costara muy caro.
Comenzó a penetrarme con fuerza hundiéndose por completo en mí una y otra vez, para luego salir por completo y volver a meterse de una sola y brutal acometida.
Sentí el ardor crecer en mi trasero, me ardía, dolía, pero era una sensación de éxtasis total. M etió tres dedos en mi boca obligándome a abrirla y provocándome arcadas.
No se detuvo por más que le rogué que parara.
-Te dije que lo pagarías. Ahora puedes correrte para mi.- dijo mientras aumentaba aún más la velocidad. No pensé que mi cuerpo fuera a obedecer, pero mi orgasmo
se formó de inmediato. M is músculos se tensaron y el cosquilleo se hizo paso desde mi útero hasta mi vagina para terminar en un feroz orgasmo. Sentí como el fruto de
su excitación se volcaba dentro de mi trasero.
Velozmente salió de mí y enderezándose, me giro para quedar boca arriba y comenzó a masturbarme con violencia. M is piernas se cerraron involuntariamente y mi
cintura se despegó por completo del colchón. Gemí como una posesa y sentí que iba a orinarme. M i útero se contrajo y eyaculé brutalmente.
-M ía, solo mía.- dijo con posesión.
M i cuerpo se relajó y trate de que mi respiración tome un ritmo más normal, él se dejó caer a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro, me dio suaves besos en la
clavícula y nos quedamos inmóviles. Había pasado mucho tiempo sin dormir juntos, me abracé a su pecho, el sonido de su corazón, era la nana más dulce del mundo, su
aroma me embriagó y me dormí profundamente.
Un fuerte quejido me despertó abruptamente, salté instantáneamente de la cama aún algo aturdida por el sueño, miré a mi alrededor y pude ver a Dan tomándose el
pecho con gesto de dolor, inmediatamente me incliné sobre el colchón.
-Cariño ¿Qué ocurre? ¿Sientes dolor?.- preguntaba nerviosa.
-No es nada nena, tranquila, Xander saltó sobre mí y me despertó de golpe.- miré hacia el otro extremo de la cama, y ahí estaba la pequeña bestia con ojos llenos de
culpa y marcada preocupación. Sus orejas hacia atrás y su hocico abajo. M e llenó de ternura, aunque quería colgarlo.
-¡Serás bestia Xander! Debes tener más cuidado.
-Ya. Es solo sus muestras de cariño, no lo regañes. Ven grandulón.- dijo mientras le extendía la mano y el pequeño se arrastraba sobre su vientre hasta alcanzarlo.
-Buen día cariño.- saludé a mi adonis mientras besaba sus labios, él me devolvió el beso.
-Buen día nena. ¿Cómo has dormido?
-De maravilla ¿Y tú?
-Como un crio.- sonreí y me encaminé al tocador para asearme. Cuando salí él estaba sentado en la cama.
-Deja que te ayude Dan.- me acerqué a su lado y lo ayudé a incorporarse, le alcancé las muletas y nos dirigimos al baño. Si bien, que Dante se encuentre en mal
estado no me causaba ninguna satisfacción, disfrutaba mucho cuidándolo y haría mi mejor esfuerzo.
-Necesito afeitarme.- dijo mirándose al espejo.
-¿M e dejas hacerlo?
-¿Qué cosa?
-Afeitarte.
-¿Estás hablando en serio? Puedo hacerlo nena.
-Sé que puedes, pero es una especie de fantasía. Vamos concédemelo.
-Lo que tú quieras, ahora y siempre.
Fui por una silla de la habitación y lo ayudé a sentarse, busqué la crema de afeitar y la navaja. M e monté sobre él para estar más cómoda y su mano rápidamente se
acomodó en mi cadera.
-M uy bien nena, soy todo tuyo, disfrútalo.- respondió con voz juguetona.
-Créeme que lo haré nene.
Coloqué un poco de espuma sobre la palma de mi mano y con las yemas de mis dedos comencé a ponérselo sobre el rostro, siempre me había parecido muy sexy
ver como un hombre se afeitaba, incluso con solo mirarlo hacerlo me excitaba, pero hacerlo yo me causaba una satisfacción enorme. Luego tomé la navaja y comencé a
rasurarlo lentamente y con mucho cuidado de no lastimarlo. Estaba tan concentrada en la tarea que apenas podía notar sus ojos sobre mí.
-Deja de morderte el labio Lex. Vas a lastimarte.
-Lo siento, no me di cuenta.- contesté sonrojada, podía notar como comenzaba a mojarme.
Cuando terminé de quitar toda la espuma, de su marcada mandíbula, tomé una toalla pequeña y la mojé con agua tibia y limpié los restos. Sin poder evitarlo pasé mi
lengua por su mentón y luego sus labios, para terminar mordiendo uno de ellos.
-Perfecto. Gracias por dejarme hacerlo.
-Créeme nena, verte hacerlo ha sido un maravilloso regalo. Tú cara de excitación ha valido la pena.- sonreí satisfecha, al tiempo que él revisaba mi entrepierna.
-¿En serio Lex? ¿Tanto te ha excitado esto?
-Sí, es una especie de fetiche.- contesté volviendo a hincar los dientes en sus labios.
-Vamos, hora de desayunar.- yo tenía otros planes, pero ni modo. Cepilló sus dientes y lavó su rostro y ambos nos encaminamos a la cocina.
-Buenos días Señor Navarro ¿Cómo se encuentra?- preguntó M arga ni bien cruzamos el umbral.
-M ucho mejor M arga, gracias
-Le preparé su favorito. Panqueques.
-M aravilloso.
-Buenos días Señorita Lexy.
-Buenos días M arga.- respondí mientras le dejaba un beso en la mejilla. M e senté enfrente a él. Y lo vi mientras desayunaba y leía el diario.
-¿Qué planes tienes para hoy nena?
-Solo cuidarte esta en mi agenda.
-No, ya ha sido suficiente, debo volver al trabajo y tú también.
-No iras a ningún lado hasta que el médico lo ordene Dante. No se discute.- Entrecerró los ojos y me miró intensamente, sentí que comenzaba a achicarme en la silla.
Adiós a mi determinación.
-Vale, trabajaré desde aquí. Pero no quiero que pierdas más clases, ve a la universidad, estaré aquí cuando regreses.
-No me fio de ti, en cuanto salga por esa puerta te iras a la oficina.
-Nena confía en mí, te doy mi palabra, llamaré a Elizabeth para que mande un mensajero con las cosas. No saldré de la casa.
-Vale, mañana regreso. Debo ponerme al día primero. Así que no tendrás que preocuparte por mí.- puso los ojos en blanco y siguió con el diario. Sonreí satisfecha,
últimamente venia ganando seguido. Aunque tenía claro que solo sería momentáneamente.
Al cabo de un rato se disculpó y se levantó.
-Iré a tomar un baño.
-Enseguida te alcanzo.- contesté.
-No es necesario cariño, puedo solo.
-Bien, entonces llevaré a Xander por su paseo.
-Vale, ten cuidado cariño.
Busqué un jean, las zapatillas y un sweater ligero, aún los días no estaban tan fríos, tomé la correa de Xander y salimos a dar un paseo. M ientras caminábamos se
me ocurrió preparar una rica comida italiana e invitar a los amigos a cenar, nos detuvimos en el mercado y compré lo necesario para realizar unos canelos. M ientras
volvíamos tuve la sensación que alguien me seguía, como si me estuvieran vigilando. <<No seas paranoica Lexy, relájate>> me repetí a mí misma. Al llegar al piso solté
a Xander y me dirigí a la cocina a guardar el mercado.
-M arga esta noche quiero hacer una comida con amigos, así que yo cocinaré, si no te molesta.
-Claro que no Señorita Lexy, si necesita ayuda solo debe avisarme.
-Gracias.
Fui en busca de mis cosas de la universidad y las dejé en la sala de estar, pasé por el despacho a ver a Dan, que estaba sumido sobre el portátil con cara de
preocupado.
-¿Está todo bien cariño?.- averigué mientras me acercaba al escritorio.
-Si nena, solo temas de trabajo. ¿Cómo estuvo el paseo?
-Bien, esta noche quisiera preparar una cena e invitar a nuestros amigos ¿Estás de acuerdo?
-Por supuesto, lo que tú quieras. Dile a M arga qué quieres que prepare.
-No me prestas atención, dije que quería preparar, eso implica que yo lo haré.
-Vale nena, cocina tú.
-Te dejaré trabajar, tengo que ponerme al día con la escuela. Si me necesitas llama.- besé sus labios y mientras me marchaba un chirlo sonó en mi nalga.
M e puse de lleno a preparar el ensayo que debía entregar en unos días. Y rápidamente llegó el almuerzo, Dan y yo nos sentamos a comer un delicioso salteado de
pollo y verduras. Y luego ambos volvimos a nuestras actividades. Elizabeth pasó a saludarme antes de marcharse, había venido a traerle a Dan unas cuántas cosas de la
oficina, y yo aproveché para ponerla al tanto de que no quería que él ponga un pie fuera de la casa y que ella debía informarme si lo hacía. M e sonrió cómplice y se
marchó. M ande un mensaje a M arino y Ari, Caty y salvador, Tomy y Caroline y a los amigos de Dan, pero solo Joaquín podía asistir esta vez. M e metí en la cocina y
comencé a preparar los panqueques para los canelones y también el relleno de carne molida, verdura y salsas, cuando tuve todo listo me fui a tomar un baño. Elegí una
pollera corta floreada en tonos azules con pequeñas tablas que le daban un volado juvenil y una musculosa ceñida en blanco con flores blancas que adornaban uno de los
tirantes. Zapatos azules de tacón, me recogí el cabello y me maquille suavemente. Al salir del baño Dan estaba sentado en el borde de la cama.
-Te ves de maravilla nena. Que suerte que me gusta que admiren lo que es mío, sino tendrías un problema.
-El problema sería tuyo nene. Pues no tendrías más remedio que aguantártelo.
-Ni tú crees lo que dices. Ven aquí así puedo verte bien.- tomó mi mano y me hizo dar un giro, me paro de golpe, levantó mi falta y jugó con las tiras de mi tanga de
encaje.
-Debes prepararte cariño, pronto llegaran todos.
-¿Y qué te hace pensar que puedes decirme que hacer?.- respondió dándome un azote en el trasero, me tambaleé pero él me sujeto de la cadera.
-No es una orden, es una observación.
-Tú sigue tentando tu suerte, por desgracia para ti, tengo una gran memoria, y pronto pagarás caro todo esto.- mi útero se contrajo inmediatamente de anhelo, sus
castigos me gustaban. Revisó mi entrepierna, pero esta no estaba como él esperaba.
-Vaya, que decepción Lex. Estas muy seca, ¿Sabes cómo me gusta que estés no?
-Sí, lo sé.
-¿Y entonces?
-Lo siento.
-Si nena, lo sentirás.- rebuscó en el cajón de la cómoda y sacó una pequeña caja de metal con mi nombre grabado. Traté de girarme a ver que había adentro, nunca la
había visto.
-¿Qué es eso?
-Un regalo, inclínate hacia adelante.- lo hice inmediatamente, corrió mi tanga y primero metió sus dedos en su boca y luego en el interior de mi vagina. Al segundo los
cambió por una bola plateada, no era muy grande y apenas podía sentirla dentro mío. Acomodó mi ropa interior dio un beso en ambas nalgas y luego un pequeño azote,
se rió con ganas y bajó mi falda.
-Ve, me prepararé.- confundida me di media vuelta y me dirigí a salir de la habitación.
-Una cosa más nena, no puedes correrte.
-No te preocupes apenas puedo sentirlo, no me correré.
-Vale, lo que tú digas cariño.- contestó con esa sonrisa torcida y macabra que me volvía loca.
Cuando llegué a la cocina, M arga daba vueltas sin encontrar en que ocuparse, me reí en silencio.
-¿Puedo ayudarla con algo?.- preguntó de inmediato.
-Claro, ¿Podrías poner la mesa? Seremos nueve para cenar.
-Enseguida Señorita.
Comencé a armar los canelones con cuidado de no ensuciarme cuando de pronto sentí que algo en mi interior vibraba con fuerza y me hizo inclinarme y apoyarme en
el frío granito de la encimera. Un gemido se escapó de mi garganta sin poder retenerlo.
-¿Te sientes bien nena?.- preguntaba Dante con cara de inocente.
-M aldito seas Dan.- no lo pensé dos veces. Se acercó a mí, me tomó del cabello y la bala en mi interior se sacudió con más fuerza, jadeé fuertemente y él tensó más
mi cabello.
-No puedes correrte nena, recuérdalo.
-Para, detenlo. No voy a poder aguantarme.
-Shhh, tú no mandas, no lo olvides.
-Dan por favor, no puedo.
-Si puedes y lo harás. Lo harás porque así lo quiero Lex.
Traté de concentrarme, de impedir el orgasmo que estaba pronto a estallar en mi interior, relajé los músculos de mi vagina y respiré pausadamente. No bajó el ritmo,
siguió por unos segundos más mientras yo luchaba con mi propio orgasmo. Y finalmente lo detuvo.
-Buena chica.- dijo mientras soltaba mi cabello y me besaba la nuca. Y luego se alejó. Respiré hondo unas cuántas veces hasta que logré reponerme y volví a preparar
la cena. Cuándo todo estuvo listo lo dejé sobre la mesada y me dispuse a preparar unos entremeses, brochetas andaluz y una ambrosía para el postre. El portero sonó, y
me uní al resto en la sala cargando los entremeses. Dan hablaba con M ariano y Joaquín mientras Ari charlaba con Caty. Saludé a todos y me acomodé al lado de mi
hermana.
-¿Dónde está salvador Caty?
-No ha podido venir, tenía una reunión en la escuela.
-¡Ah!. vale.- el timbre volvió a sonar. Tomy y Caroline entraron.
-Hola cielo ¿Cómo has estado?.- interrogué a Thomas mientras lo recibía.
-M uy bien preciosa ¿Y tú?.
-De maravilla. Hola Caroline, bienvenida.
-Gracias.- contestó en español y su acento hizo que suene a caricatura.
Todos nos acomodamos en el living y serví un exquisito vino blanco Viognier de la cava personal de Dante. La charla estuvo distendida y muy agradable, por
primera vez Tomy y Dan se trataban amigablemente y eso me hizo inmensamente feliz. M e retiré a la cocina para meter los canelones al horno y la vibración en mi
interior volvió pero de forma leve. M aldije a Dante en mi interior, no me la pondría fácil, estaba claro. M arqué el temporizador del horno y le avisé a M arga que cuando
esté listo lo sirva. Volví a la sala y mi adonis me miró sonriente. M is mejillas se encendieron, M ariano que no se perdía noticia de nada, entendió que algo estaba
pasando y sacó partido de eso.
-¿Te sientes bien preciosa? Te veo algo… distraída.- dijo con cara de preocupado.
-Estoy bien, no te preocupes M ariano.- contesté clavándole la mirada y él se echó a reír.
-¿De qué me pierdo?.- preguntó Ari desprevenida.
-De nada Ari, no pasa nada.- respondí y me acomodé al lado de Dan. Al cabo de unos segundos la velocidad aumento y yo me tense en el sofá, me agarre del mullido
almohadón y mordí mi labio sin querer hacerlo. M i adonis puso una mano sobre mi falda y me apretó el muslo, me dio un beso en el hombro y susurró en mi oído.
-Tranquila nena.- lo miré con ojos encendidos de furia. Estaba jugando sucio, muy sucio. Intenté seguir la conversación, pero me resultaba muy difícil hablar sin que
me temblara la voz. Unos momentos después se detuvo y respiré hondo.
-La comida está servida Señorita Lexy.- dijo M arga entrando en la sala.
-Gracias M arga, ya vamos.
Ayudé a Dan a levantarse y fuimos todos al comedor formal.
-Espero que les guste la cena, preparé canelones de carne y espinaca con salsa roja y blanca.
-Huele maravilloso Lex.- contestó Dante de inmediato.
-Hmmm ¡Cómo extrañaba tus comidas, preciosa!.- Tomy no se quedaba atrás.
M arga comenzó a servirnos, y todos parecieron disfrutarlo, hablamos sobre la inminente boda de M ariano y Ariana. Y mi hermanita me hizo prometerle que al día
siguiente iríamos a ver los vestidos y accedí sin más remedio. También me enteré que Joaquín estaba soltero y que trabajaba como ingeniero electrónico en una de las
empresas tecnológicas de Dan. Tomamos el postre en la sala, y luego los hombres se alejaron al bar para tomar unas copas de whisky y nosotras nos quedamos
hablando de más temas del casamiento, resulta que es demasiado trabajo organizar una boda y Ariana estaba volviéndose loca.
-Deberías contratar alguien que te ayude aquí.- recomendé.
-¿Además de mi wedding planer?
-Sí, alguien que pueda ayudarte con las cosas desde M adrid y luego enviarlas a Oviedo. Sería más fácil.
-Yo puedo ayudarte Ari, no tengo nada que hacer de momento.- interrumpió Caroline en inglés.
-No quiero molestarte Caroline.
-No es una molestia, sería un placer y me daría algo que hacer, estoy cansada de estar en la casa.
-Vale, lo tomo.- respondió mi pequeña hermana con más alivio en su voz.
La bala volvió a vibrar suavemente en mi muy húmedo interior, yo estaba de pie junto al sofá y debí agarrarme al respaldo para mantener el equilibrio.
-¿Te sientes bien Lexy?.- Caty sonaba preocupada ante mi atolondrado vaivén.
-Sí, solo me mareé un poco. No te preocupes.
-¿No estarás embarazada no?.- largó Ariana en un tono algo más fuerte de lo normal. M e giré a ver si alguien más que nosotras la había escuchado y mis miedos se
hicieron reales. Todos nos miraban, los ojos de Dante se abrieron como platos y se le cayó la boca.
-¡Claro que no! Solo trastabillé con los tacos, no seas ridícula.- miré a Dan y le puse los ojos en blanco, entendió que era por su pequeño juguete y se sonrió, el
ritmo de la bala en mí, aumentó dramáticamente. Y solo pude contener la respiración para evitar soltar un gemido. M e llevaba otra vez al borde del orgasmo y delante de
todos nuestros amigos, me las pagaría y muy caro.
-Enseguida vuelvo.- M e disculpé e intente salir de la habitación. Pero al pasar por al lado de mi adonis, me tomó del brazo y me detuvo.
-¿Dónde vas nena?.- dijo con tono despreocupado. <<M aldito bastardo>>
-A la cocina, enseguida vuelvo.
-No, ven aquí. Joaquín cuéntale a Lex lo que nos estabas diciendo sobre nuevas energías, a ella le fascinan esos temas.- lo miré atónita y clavé mis uñas en su
antebrazo pero no se inmutó, puso cara de póker y siguió metido en la conversación, mientras yo luchaba por contener un orgasmo que prometía ser devastador. Vi de
reojo como M ariano se reía a carcajadas, y eso me enfureció.
M ordí mi labio con más fuerza, hasta hacerlo sangrar. Hacía como si escuchaba lo que Joaquín decía, pero no podía concentrarme en nada más. Asentí unas cuántas
veces para hacerle creer que sabía de lo que hablaba.
-Cuéntame preciosa, ¿cuándo piensas que estará lista la nueva galería?.- M ariano estaba disfrutando de mi mal momento, <<Condenado cabrón>>
-M i primo prometió que estaría listo para principio de año.- dije con un hilo de voz. Thomas me miró con los ojos entrecerrados sin entender que me estaba
pasando. Le hice señas con la cabeza.
-Ven un segundo Lexy, necesito comentarte algo.- interrumpió Tomy entendiendo mi pedido de ayuda. Nos apartamos y agradecí inmensamente su auxilio. La
vibración se detuvo y mi cuerpo se relajó enseguida.
-¿Qué diablos te ocurre?.
-Nada, te lo prometo.
-Te ves… rara
-Estoy bien cariño. Solo quería salirme de la conversación.
-¿Estas segura?
-Segurísima, gracias.- besé su mejilla y volví con las chicas.
Poco después todos se marcharon.
-¡Tú!
-Cuidado nena.
-¡Y una mierda, me has hecho pasar un infierno!
-Sé que lo has disfrutado. Ahora ven a la habitación, me encargaré de ti.
-¡No!
-Alexandra, ven a la habitación, no es una petición.- dijo en ese tono de voz autoritario y dominante que no me dejaba alternativa. Bajé la cabeza ofuscada por mi
propia debilidad y lo seguí sin decir nada, aún estaba enojada, había hecho de una cena hermosa una completa tortura para mí.
Se sentó en el borde de la cama y abrió sus piernas para que yo me ponga en medio, estiró su mano y le di la mía.
-Eres un maldito, me has torturado toda la cena.
-Lo sé nena.
-M e las pagaras.
-No, no lo haré, no funciona así y lo sabes.
-Buscaré la forma de vengarme.
-Entonces el castigo será mucho peor. ¿Eso quieres?
-No.- respondí haciendo puchero como una niña, cada vez me encabronaba más. Sonrió macabramente y se relamió el labio.
-Que hermosa te ves así nena. Ni te lo imaginas.
-Eres injusto.
-Las relaciones D/s no son justas Lex, ya lo sabes.- hice una mueca restándole importancia, me comportaba como una niña caprichosa y lo sabía, pero no podía
evitarlo. Un duro azote estalló en mi nalga y jadeé. M e tomó de la cintura y me hizo sentar a horcajadas sobre él, enredé mis dedos en el pelo de su nuca e intenté
besarlo, pero él no me lo permitió. M e quedé atónita. Sus ojos azules lucían oscuros y encantadores, deseosos, llenos de pasión. M ordí mi labio en respuesta. Se acercó
y pasó su lengua por todo el contorno de mis labios y culminó con un duro mordisco. Gemí. Tomó mi cabello en su mano sano y tiró mi cabeza hacia atrás y besó y
lamió mi cuello, luego mi clavícula, ida y vuelta. Sentí que me volvía loca. Llevaba horas excitada y a punto de correrme y esto lo empeoraba todo, la necesitad creció
como un tsunami en mí. Desabrochó mi falda y me la quitó por encima de la cabeza, luego mi musculosa. Acarició mi cuello y mi pecho lentamente.
-Quítate el sostén.- mandó. Y lo hice de inmediato.
De un solo tirón mi tanga cayó desecha al piso. M etió sus dedos en mi vagina y yo resoplé y jadeé en respuesta. Rebuscó por el pequeño artefacto en mi interior y
lo encontró. Lo extrajo con rapidez y sentí que me estaba por correr otra vez.
-Aún no Lex.
Su boca buscó mi pezón, lo lamió delicadamente, estaban más sensible que de costumbre. Luego lo chupó y cerró sus dientes en el con fuerza, mi cintura se curvo en
respuesta, dejé caer mi cabeza hacia atrás y me entregué por completo al placer que él me otorgaba. Luego fue por mi otro duro pezón y repitió la acción, sentí que iba a
explotar y no pude contener las lágrimas que caían por mis mejillas, estaba llegando al límite, necesitaba correrme, reducir la tensión de mi cuerpo de forma desesperada.
-Por favor Dan, no puedo más.- notó que estaba al borde de mi propio límite y entonces hundió dos dedos en mi interior y comenzó a moverlos con rapidez.
-Córrete para mi Lex, ahora nena.- exigió y yo me dejé ir. Comenzó como una intensa cosquilla que fue tomando forma desde mi nuca y bajando por mi espalda y
explotó en mi útero con una fuerza brutal. Grité su nombre cuando pude volver a respirar.
-¡Dante!
Pero no se detuvo, siguió acariciando con esmero mi interior y dedicando su boca a mis pezones. Los espasmos en mi vagina no cedían y todo se intensificaba, tomé
su pelo con fuerza y tiré de él para poder besarlo. Lo devoré con mi boca, mi lengua lo poseyó y él se dejó.
-Te deseo tanto nena.
-Y yo a ti cariño.
Desabroché su pantalón y busqué su miembro, me bajé de sus piernas y me arrodillé frente a él. Lo miré con ojos suplicantes y él acarició mi mejilla y asintió. Por
alguna razón, estaba más sumisa que de costumbre, buscaba su aprobación para cualquier cosa, como si necesitara su permiso, algo raro en mí. Tomé su pene con mis
manos y comencé a acariciarlo lentamente de arriba abajo, me acerqué y salivé en él para lubricarlo, él cogió mi cabello con fuerza y me levantó la cara.
-Absolutamente hermosa.- dijo más para él que para mí.
M etí su glande en mi boca y lo saboreé, comencé a acariciarlo con mi lengua en toda su extensión una y otra vez mientras lo miraba a los ojos. M ordió su labio y
cerró los ojos y tiró su cabeza hacia atrás. Lo metí por completo en mi boca, hasta que ya no pude respirar, sentí como crecía en el interior de mi garganta y se ponía
cada vez más duro. Gimió con fuerza, más bien bufando, como un animal. M e sentí complacida de mi misma. Una y otra vez lo llevé hasta el fondo de mi garganta, cada
vez más rápido, más húmedo. Y cuando ya no podía respirar y comenzaba a ahogarme lo sacaba, los hilos de mi propia saliva corrían por mi mentón hasta deslizarse en
mis pechos, las lágrimas se mezclaban con ella.
-Oh nena, vas a matarme.- dijo con la voz entrecortada.
M i mano lo masturbaba mientras me ayudaba a llevarlo cada vez más y más profundo en mi garganta. Las arcadas no se hicieron esperar, ocupaba demasiado
espacio en mí, y era un reflejo involuntario. Pero yo sabía que esa sensación le fascinaba, así que no me preocupaba por ello.
-Voy a correrme Lex.- me advirtió y por supuesto aumenté la velocidad.
-Hazlo.- mascullé con su miembro aún dentro de mi boca. Los movimientos de mi garganta lo ayudaron a llegar al clímax y se corrió con fuerza en el interior de mi
boca. Su dulce sabor me resultaba exquisito. Cuando la última gota de su esencia se derramó en mi pecho, lo miré con deseo, pasé mi dedo por ella y la llevé a mi boca,
chupé mi dedo aún con mis ojos en él. Algo de eso despertó un lado más salvaje. Su mirada se volvió feroz, tensó su mandíbula y sus dientes se cerraron con fuerza.
Todo mi ser respondió, la humedad volvió a juntarse en mi entrepierna y sentí como corría por el interior de mi muslo.
-Fóllame cariño.- supliqué.
M e levantó por la cintura y me subió a horcajadas sobre él y de una sola embestida se hundió en mí con una fuerza brutal. Sentí un ardor enorme recorrer todo el
contorno de mi vagina, me quemaba por completo y se sentía maravilloso. Sus arremetidas eran vigorosas, brutales, salvajes. Buscó mi boca con desesperación, me
devoró con un pasional beso mientras seguía follándome sin respiro. Apenas podía respirar, pero se sentía muy bien. Como si ya no estaría conteniéndose o algo así. El
orgasmo nos llegó rápidamente a ambos y yo me corrí en él. M is contracciones lo llevaron a su propio clímax y se corrió dentro de mí.
La alarma sonó a las 7am, aún estaba en brazos de mi adonis, inspiré profundo y me desperecé.
-No, quédate en la cama.
-Debo levantarme cariño.
-Solo unos minutos más, vamos.- giré sobre mí y me puse encima de su pecho y besé sus labios dulcemente.
-De acuerdo, al diablo la vida, mi hombre quiere que me quede con él.- acarició mi pelo y volvió a besarme por un buen rato.
-Vale, no quiero que sigas perdiendo más días por mi causa.
-Ya no hay trato, aquí me quedo.- respondí con una sonrisa.
-¿Toda la vida?
-Hasta mi último respiro.- Xander interrumpió nuestros mimos matinales con su peculiar sentido inoportuno. Saltó sobre la cama y comenzó a ladrar impaciente.-
¿Y tú que quieres?.- el movimiento de su cola era frenético y sus lamidas no se hicieron esperar.
-Hora del paseo, alguien tiene mucho apuro por salir.
-Ya veo, vale, vamos.- me levanté cogí mi remera de dormir y salí en busca de Fran.
-Buenos días Señorita Lexy.
-Buenos días M arga, ¿Está Fran?
-Si Señorita, ya lo llamo.- salió hacia el ala de servicio y Fran apareció enseguida poniéndose la chaqueta del traje negro.
-¿Qué se le ofrece Señorita?
-Solo Lexy, siquiera tú. ¿Podrías llevar a Xander por su paseo?.
-Claro. Vamos grandulón.- dijo mientras buscaba la correa y ambos salieron de la cocina.
Volví a la habitación, Dan estaba sentado sobre la cama, aún no muy convencido de comenzar el día. Le sonreí al pasar y me metí al baño. Cepillé mis dientes
mientras esperé que el agua de la ducha se temple. M ientras lavaba mi cabello pensaba en lo fácil que me resultaba la vida con él. La convivencia, aunque corta, era muy
buena. Nos llevábamos bien, nos divertíamos, era fácil. ¿Quién lo hubiera dicho? Yo conviviendo con alguien una vez más, me había jurado no volver a pasar por eso, y
menos en tan poco tiempo, pero si bien era por su recuperación, debía admitir que me gustaba la idea. Al salir de la ducha Dan estaba lavándose los dientes abstraído en
sus propios pensamientos. Besé su espalda al pasar por detrás de él y comencé a secar mi cabello.
-¿Qué planes tienes para hoy nena?
-Clases hasta el mediodía, luego debo almorzar con Sergio y después me espera Ari para las pruebas de vestidos.
-¿Vendrás muy tarde?
-Ni sueñes que vas a escaparte de la casa, te tengo vigilado Navarro.
-Deja de jugar al padrino, que no te sienta. Solo pregunto para saber.
-No lo sé cariño, espero que no.
-Vale.- se metió en la ducha y yo terminé de arreglar mi pelo en una cola de caballo algo descuidada, me maquille suave, delineador, rímel, algo de color en las mejillas
y brillo en los labios. M e dirigí al vestidor. Tomé la maleta y comencé a rebuscar por algo que usar ese día.
-¡M aldita sea!.- bufé al aire, había olvidado sacar las prendas de colgar y estaban por demás arrugadas. Terminé por elegir un pantalón gris oscuro de vestir de
cintura baja, una musculosa negra ceñida y encima una camisa blanca, metí la parte delantera en el pantalón, unos zapatos de varias tiras en negro, un bolso de mano
pequeño donde metí las cosas, busqué la chaqueta de cuero y salí al tiempo que Dan entraba a cambiarse.
-Olvide sacar las cosas y está todo arrugado.
-Le diré a M arga que lo haga, no te preocupes, te ves hermosa.
-Odio la ropa desprolija.
-Pues no la dejes en maletas nena.
-Lo sé. Algo tarde el comentario nene.
Recogí mis cosas de la universidad y las metí en un gran bolso. De camino a la cocina me encontré con Xander y Fran que volvían del paseo.
-¿Cómo se ha comportado?
-De maravilla Señorita.
Dante se nos unió en la mesa. Llevaba una camisa blanca con rayas azules abierta a dos botones y un pantalón de vestir.
-¿Ya estas usando el bastón?
-Sí, es mucho más cómodo que las muletas.
-El médico no lo ha autorizado.
-Él no tiene que usarlas, así que lo que diga me tiene sin cuidado.
-Si te duele, te detienes ¿Vale?
-Vale.- volvió a meter su nariz dentro del periódico, mi móvil sonó, un mensaje de Ari.
-No olvides que te espero a las 3pm en la Tienda Novias de Ensueño.
-Allí te veo. XX
Terminé el desayuno y me levanté.
-Adiós cariño.
-Adiós nena, cuídate, que tengas lindo día.
-Tú también.- le besé los labios, tomé las cosas y me fui. M e despedí de Xander de salida con un beso en su cabeza. Cuando llegué al garaje, ahí estaba mi hermoso
bebe esperándome, me monté en el y enseguida encendí el estéreo y Alejandro Sanz con Lola Soledad comenzó a sonar con fuerzas.
Ni bien llegué a la universidad, rápidamente encontré a mis amigos Lucía y Esteban, charlamos un rato mientras nos encaminábamos a la clase.
Cuando llegó el mediodía y la cursada terminó me volví a meter al auto cargando cientos de apuntes, me había perdido bastante en estos días y debía ponerme al
corriente.
Llegué a la cafetería M arilyn, dónde Sergio me esperaba. M e encantaba ese lugar tenía todo el aspecto de cafetería americana de los años 50, y hacían el mejor pastel
vasco de M adrid. Sergio ya estaba en la mesa y rápidamente, café y pastel por medio nos pusimos a trabajar. Le di instrucciones de la locación que quería para las
próximas tomas y de cómo sería la nueva colección, qué buscar y dónde. También me comentó que había encontrado el nuevo artista que le pedí, y mañana debía
visitarlo en su atelier. Después de concretar nuevas búsquedas de artistas para la galería, me despedí de él y me dirigí a encontrarme con Ari.
Enseguida llegué a la gran y lujosa tienda y vi el Ferrari de Ariana en la puerta. Y al entrar al lugar mi hermanita degustaba una mimosa mientras hablaba con dos
jóvenes que me resultaban conocidas.
-¡Llegaste!.-dijo eufórica lanzándose a mis brazos.
-Te dije que vendría, que poca fe.
-Es que contigo nunca se sabe. ¿Recuerdas a mis amigas Dina y Leonor?.- contestó señalando a las dos jóvenes que la acompañaban, no las recordaba a decir verdad,
pero me sentí mal por eso, por lo que fingí saber de quiénes hablaba.
-Claro, que bueno volver a verlas, ha pasado mucho tiempo.- le di un beso en ambas mejillas e intercambiamos saludos.
-Tengo una sorpresa, ya vuelvo.- se disculpó Ari mientras se metía en uno de los vestidores. A los segundos salió.
-¡M amá! ¿Qué haces aquí?.- estaba sorprendida de verla.
-¡Hola cielo! He venido a ver a mis chicas.- contestó al tiempo que me apretujaba en brazos, gustosa le devolví el mimo.
-¿Y Fany, cómo se encuentra?
-Está mejor, debe hacer reposo, pero ya no hay peligro, por eso he aprovechado para venir a verlas.
-¡Eso es una buena noticia! ¿Qué tal Andy?
-Se encuentra bien, tratando de acostumbrarse a su rol de presidente de la corporación.
-Uf me imagino, no lo envidio en absoluto.
-¿Y Dante?
-Está muy bien, desesperado por sacarse las férulas.
-¡Que buena noticia cielo!.- nos quedamos platicando un rato mientras Ariana se probaba más de diez vestidos diferentes, uno más bello que el otro, y todos le
quedaban de maravilla. Hasta que finalmente encontró el suyo. Parecía una princesa de cuento de hadas en el, mi madre al verla no pudo contener las lágrimas, sus
amigas la imitaron. El elegido fue un Alexander M cQueen, sin bretel, con un corsé completamente revestido con pedrería y escote en forma de corazón. Una cinta de
raso marcaba el comienzo de la falda completamente en tul y muy amplio con una cola larguísima.
-Ari, ese es TU vestido.- confirmé con énfasis.
-A que esta guapísimo ¿No?
-Hija, te ves increíble.- respondió mi madre con la voz quebrada. La asistente trajo un velo precioso del mismo largo de la cola. Estaba absolutamente perfecta.
-Ahora es su turno, elegí tres modelos distintos que quiero que se prueben, así vemos cual elegimos.- nos confesó Ariana.
M e metí al probador y luego de desfilar con los tres modelos, finalmente todas coincidimos en que nos gustaba un bellísimo vestido, también M cQueen, pechera
dorada que se ajustaba al cuello con un collar a tono, con la espalda descubierta, la falda era ceñida, pero no del todo, tipo tubo y al final se abría. Lo terminaba una
cadena dorada a la altura de la cintura. Luego fue el turno de mi madre que eligió un vestido del mismo diseñador, en negro, con escote corazón y amplio, absolutamente
cubierto por tules que caían en todo el largo. Finalmente nos tomaron a todas las medidas y debíamos volver en un mes, para nuevas pruebas.
-¿Hasta cuándo te quedas madre?.- le consulté mientras salíamos de la tienda.
-Solo unos días cariño. M añana o pasado ya me vuelvo a Oviedo.
-¿Tan pronto?
-Si cielo, quiero estar cerca por si Fany me necesita.
-Claro.- di la vuelta para subirme al auto, Ariana y sus amigas se iban por unas copas y luego a cenar, pero mi madre quería ver a Dante, por lo cual nos dirigíamos a
la casa. Estaba a punto de abrir la puerta del conductor cuando la voz frenética de mi madre me alertó.
-¡Alex cuidado!.- miré hacia mi derecha y un auto negro aceleraba directo hacia mí, instintivamente di un salto hacia atrás y me monté al capo de mi carro. Y el auto
pasó a escasos centímetros del mío.
-¡Imbécil!.- grité al aire, pero el conductor no se detuvo.
-¿Cielo te encuentras bien?
-Estoy bien, por poco y me toca.
-Dios mío Alexandra, casi me muero del susto.- contestó entre lágrimas mientras me revisaba en busca de alguna señal de estar herida.
-Estoy bien, no te preocupes. Vámonos.
Nos montamos al carro y luego de lidiar con el tráfico de M adrid finalmente llegamos al piso de Dante. Ni bien cruzamos el recibidor Xander se acercó a darnos la
bienvenida.
-Hola pequeño. ¿Cómo te has portado?.- le acaricié las orejas. M i madre acarició su cabeza y lo besó con dulzura. Nos metimos al despacho de Dan, y ahí estaba mi
hermoso hombre acompañado por otro muchacho, se veía joven y nervioso, aún tenía cara de niño.
-Hola nena, finalmente has llegado.
-Hola cariño, mira lo que me encontré.- le respondí mientras me acercaba a besarlo en los labios.
-¡Amparo! Que buena sorpresa. ¿Cómo te encuentras?
-Hola Dante. M uy bien pero lo importante es ¿Cómo te encuentras tú?
-Acá me ves, en perfecto estado. Nena, él es Lorenzo, le pedí a Elizabeth que me mande un asistente para que me ayude aquí, mientras ella se encarga de las cosas en
la oficina.
-Encantada de conocerte, soy Lexy.- le extendí la mano y la tomó tembloroso.- Ella es mi madre Amparo M iller.- mi madre me siguió, saludó al joven al pasar y a
Dante con un gran abrazo y unos besos en ambas mejillas.
-M e alegra ver que estas bien Dante y que volvieron a estar juntos. No imaginas lo feliz que haces a mi niña.
-Ella me hace feliz Amparo, no tienes idea cuánto.- contestó mi adonis mientras me guiñaba un ojo.
-Ya puedes retirarte Lorenzo, seguimos mañana, debes estar aquí a las 9am.
-Claro Señor. Hasta mañana.- el joven se marchó y yo fui hasta la habitación a dejar las cosas mientras mi madre y Dante charlaban animados.
Pasé por la cocina a pedirle a M arga que prepare algo rico para la cena, que mi madre estaría de visita. Y ella gustosa se encargó de todo. M e uní a ellos en la sala.
-¿Qué te ha pasado?.- preguntaba Dan furioso y preocupado.
-¿De qué hablas? No me ha pasado nada.
-¿Nada Alexandra? ¿Casi te atropella un auto y es nada?.- fulminé a mi madre con la mirada, no me lo podía creer.
-Estoy bien, solo fue un accidente, nada pasó.
-¿Un accidente? No me lo creo, esa maldita Sabrina, voy a matarla.- me lo pensé unos segundos, no se me había ocurrido que ella pudiera estar detrás de eso, pero
tenía lógica.
-¿Crees que fue ella?.
-¿Quién más? Es demasiada casualidad nena.
-¿Quién es Sabrina?.- interrumpió mi madre sin entender nada.
-Creemos que es la que estuvo detrás del accidente de Dan y algunas otras cosas.- no quería preocuparla, pero ya no había forma de evitarlo.
-¡Alex! ¿Por qué no me lo dijiste antes?
-No quería preocuparte, tienes demasiado con lo de Fany.
-No volverás a salir sola. Desde ahora Fran va contigo a todos lados.
-No Dan, bajo ningún motivo…
-No es negociable Lex. Eso o te quedas en casa, no te pondré en riesgo.
-Dante por favor, no exageres.- me ignoró por completo y se puso al teléfono, al segundo Félix estaba en el despacho acompañado de Fran.
-Félix, llama al comisario Guzmán y dile que venga de inmediato.
-Enseguida Señor.
-Fran, a partir de ahora estarás 24 horas con Lexy, no va sola a ningún lado, y por tú bien espero que hagas un excelente trabajo.
-M uy bien Señor. Así se hará.- respondió de inmediato.
-Debes usar el Phantom, está preparado para todo.
-¡Dante por amor de dios!.- interrumpí su monólogo.
-Basta Lexy, harás lo que te digo sin discutir. Se trata de tú seguridad y no bromeo.- ya estaba cabreándome y para peor mi madre estaba presente mientras mi
adonis rebalsaba autoridad sobre mí. Por lo que lo dejé ahí, ya seguiría luego.
-Cielo, Dante tiene razón, si esa mujer estuvo detrás de todo esto, es un peligro que andes sin custodia.
-¿Tú también?.
-Vamos Alex, se buena chica alguna vez.- puse los ojos en blanco, dos contra uno no era justo.
Tomamos unas copas mientras charlábamos de otras cosas, nos contó un poco de las cosas de la empresa y también de mi cuñada y el futuro bebé. En ningún
momento mencionó como se sentía ahora que estaba sola en la casa. Luego cenamos y el comisario llegó, de inmediato Dan y él se metieron al despacho, al salir de ahí
tomó mi declaración y se marchó. Para cuando nos dimos cuenta ya daba la medianoche por lo que todos nos fuimos a la cama, acompañé a mi madre a uno de los
cuartos de huéspedes y me fui a la habitación.
Dante estaba metiéndose en la cama cuando entré.
-¿Qué tal tú día nena?
-¿Así como si nada? Ni creas que te vas a llevar el drama de hoy de arriba.
-Lex por favor, no voy a discutir, se hará como ordeno.
-Dante, ni lo sueñes.
-No nena, te dejaré algo en claro, cuando se trata de tí, no bromeo. Ya basta, ven a la cama que te eche de menos todo el día y quiero tenerte para mí.
No deseaba seguir discutiendo, y no tenía mucho caso. Hacer que Dan cambie de opinión sobre algo, requería mucha energía y yo estaba agotada y deseosa de sus
caricias. Luego de hacer el amor a nuestra manera, nos dormimos.
Cuando desperté mi adonis aún dormía. Tomé una rápida ducha y mientras me secaba el cabello Dan entró al baño.
-Buen día cariño.
-Buen día nena. Despertaste temprano.- dijo mientras me besaba el hombro al pasar.
-Sí, ya estoy volviendo a la normalidad.
-Eso veo.- acarició mi trasero y se metió a la ducha. Yo aproveché a cepillar mis dientes y maquillarme. Luego fui al vestidor y me encontré con la sorpresa de que
todo el costado derecho de éste estaba casi deshabitado. Apenas colgaban de el, algunas de mis prendas. Busqué por mi ropa interior y la encontré en uno de los cajones.
Estaba poniéndome las medias cuando Dan entró.
-¿Qué significa esto cariño?.- señalé el lado vacío.
-Es para tí, debía hacerte lugar, así que deseché algunas cosas que ya no uso.
-Gracias nene, ¿Pero, no crees que es algo exagerado? Solo son unas prendas.
-No, hay algo de lo que quiero hablarte. Pero en la cena. ¿A qué hora llegaras hoy?
-No lo sé. Después de clases almorzaré con Ari y mi madre, antes de que vuelva a Oviedo y luego debo pasar por la galería y por último a ver a un artista.
-Bien, le diré a M arga que tenga la cena lista a las 8pm, trata de llegar ¿Vale?
-De acuerdo.- respondí mientras me ponía un vestido negro ajustado al cuerpo y con mangas largas, tenía un tajo horizontal en el pecho, que lo hacía lucir muy sexy.
De camino a la cocina me encontré a Fran que estaba por llevar a Xander por su paseo.
-Gracias Fran.- le regalé una sonrisa. Y él me devolvió una mueca tímida.
-Buenos días M arga.
-Buenos días Señorita Lexy. ¿Qué desea para desayunar?
-Solo café y unas tostadas por favor.- Dan se unió a la mesa y desayunamos como de costumbre, él leyendo el periódico y yo revisando mi mails. M e detuve por
unos instantes y pensé en lo normal que me estaba pareciendo esto y en lo fácil que sería acostumbrarme a vivir con él. <<Demasiado pronto Lex>> me repetí a mí
misma, pero ya era tarde, ese pensamiento se había instalado en mí. M i madre se nos unió a la mesa.
-Buenos días chicos.- saludó con cariño
-Buen día mamá.
-Buenos días Amparo. ¿Dormiste bien?.- preguntaba mi adonis.
-De maravilla, hacía tiempo que no dormía tanto.- respondió ella.
-Debo irme. Ten un buen día cariño. Te recogeré para el almuerzo madre- saludé a mi adonis mientras le daba un suave beso en los labios.
-Debo pasar por las oficinas, así que te veo allí.- respondió ella.
-Tú también nena. Cuídate.- respondió mientras me daba un ligero azote en el trasero.- Llévate el Phanton Fran.
-Dan… iré yo sola.
-No, no lo harás. Irás con él, o no vas. Elíge.
-Vamos Fran… -respondí sin más remedio. Tomé las cosas y ambos bajamos al garaje. Nos subimos al auto en silencio.
-¿Quisiera algo de música Señorita?.- preguntó Fran, tratando de mejorar mi humor.
-Claro Fran, lo que quieras escuchar. Lamento tener que arrastrarte todo el día conmigo.
-No se preocupe Señorita, es un placer cuidarla.
Luego de las clases Fran me llevo hasta el pequeño bistró italiano cerca de mi piso y ahí me encontré con mi madre y mi hermana.
-Bonito auto.- dijo Ari simulando que silbaba.
-Ni me hables de eso.
-Solo intenta cuidarte cielo, no se lo hagas tan difícil.- me regañó mi madre. Y nos metimos al bistró. Ordenamos y charlamos todo el rato. M i madre y Ari ultimaron
detalles de la boda, mientras yo oía horrorizada, cada pequeño detalle de decoración.
-Jamás me casaré, ya lo decidí.- bromeé al respecto
-Si lo harás, ya verás.- contestó Ari burlona.
-Definitivamente no. Demasiado tedioso trabajo.
-Pero no hay nada más lindo que ver a tú marido esperándote en el altar Alex.- replicó mi madre.
-Paso. Se me ocurren muchas formas de tortura más agradables.- afirmé entre risas.
-En unos días es tú cumpleaños Alex, ¿Qué planeas?.
-Odio festejar cumpleaños, solo me hacen sentir más vieja e incómoda. Así que les agradecería si pasa desapercibido.
-Déjame planearlo.- interrumpió Ari.
-No Ariana, no quiero nada de nada.
-Vamos, algo intimo en mi casa.
-No, ya basta.
Luego del almuerzo llevé a mi madre al aeropuerto y allí me despedí de ella. Ari debía atender otras cosas por lo que se fue antes.
Pasé por la galería, a ver como seguía todo. M i primo estaba ahí junto con los trabajadores.
-¡Qué bueno verte Alex!.- me saludó ni bien entré.
-Lo mismo digo Daniel. ¿Cómo marcha todo?
-Bueno, tengo algunas malas noticias para tí.
-Adelante, soy toda oídos.
M e puso al tanto de los percances que había encontrado, más que nada se trataba de las cañerías, eran demasiado viejas y debíamos cambiarlas todas. Y eso
implicaba un gasto enorme. Prometí revisar el presupuesto y ver donde podíamos hacer recortes y me marché.
Nos dirigimos a mi apartamento, recogí algunas cosas más y luego a ver al nuevo artista que Sergio me había conseguido, quedaba cerca de ahí, por lo que me venía
bien. Tuve que llamar varias veces al portero hasta que la voz grave de un hombre contestó. M e dio acceso y subí los tres pisos por escalera. La puerta del atelier estaba
abierta, toqué cortésmente.
-Adelante.- respondió el.
-Buenas tardes, soy Lexy M iller. M i asistente Sergio hablo contigo.
-Si claro, Lexy, ya lo recuerdo. Encantado soy Cayetano Laguna.
-Igualmente. Sergio me hablo muy bien de tí, dice que tú trabajo es asombroso.
-M uchas gracias, espero no desilusionarte.
-Seguro que no.
-M e dijo que estas por inaugurar una galería.
-Así es, aún falta. Con un poco de suerte en enero.
-¿Eres pintora?
-Fotógrafa.
-Lexy M iller…- dijo pensativo
-Quizás me conozcas como Lexy Vázquez.
-¡Claro! M e encanta tú trabajo.
-Gracias.
-Bueno déjame mostrarte en que estuve trabajando. ¿Quieres un café?
-M e encantaría.- recorrimos todo el amplio lugar. Estaba lleno de cuadros preciosos, llamativos, novedosos. Justo el tipo de artista que quería para la galería.
Abstracto. Descontracturado. M e enamoré de inmediato de su obra. Era muy talentoso. Luego nos sentamos a tomar un café y hablar. Le conté lo que pretendía de la
galería, quería que fuera un lugar para artistas desconocidos, nuevos y modernos. Quería cuadros con sentimiento, con vida. Le ofrecí la primera exposición del lugar. Y
también un contrato de exclusividad conmigo. Luego de negociar la cifra aceptó. Antes de marcharme le aseguré que le mandaría el contrato lo antes posible, y nos
despedimos. Era un joven encantador. Apenas 26 años, alto, de cabello rubio, largo y despeinado, barba tupída y rubia, y unos delicados ojos grises. Un poco tímido,
pero muy apasionado por lo suyo y eso me encantaba, me recordaba a mí. Subimos al auto y nos encaminamos a la casa.
-¿Qué tal tú día Fran?
-M uy tranquilo, Señorita.
-¿Qué haces mientras me esperas?
-Leo.
-M agnifico, ¿qué te gusta?
-Los policiales, ciencia ficción, suspenso.
-M i amiga Caty tiene una librería maravillosa, ya iremos en algún momento, seguro encuentras unas cuantas joyas allí.
-M e encantaría Señorita.
Llegamos a casa de Dan cerca de las 7:30pm. Xander vino a darme la bienvenida.
-Hola pequeño. También te extrañé.- lo saludé mientras acariciaba su cabeza. Busqué en el despacho pero Dan no estaba allí, lo que me pareció raro. El ruido del
televisor desde la sala de entretenimiento captó mi atención. Y allí estaba, tirado en el sofá, bebiendo una cerveza y mirando un juego de básquet. Lakers vs Bulls. No lo
imaginaba de esa manera, y nunca lo había visto así.
-Hola cariño.- lo tomé por sorpresa.
-Hola nena. ¿Qué tal tú día?.- respondió volviendo la vista al juego.
-Agotador. ¿Y el tuyo?
-Estuvo bien.- me quité los zapatos y me senté a su lado, le quité la cerveza y tomé un gran sorbo.
-¿Cómo van?.- inquirí al pasar.
-Ganan los Lakers.
-¿A quién le vas?
-Los Knicks
-No sabía que te gustara el básquet.
-M e encanta, jugaba de chico.
-¿Y qué paso?
-La vida cariño. A veces juego con alguno de mis amigos, pero a la mayoría les gusta el fútbol y me abandonan enseguida.
-Yo jugaré contigo.- me miró divertido
-¿Tú? ¿Y dime, piensas que me ganarías también?
-Sé que lo haría, patearía tú trasero nene.- soltó unas carcajadas y tiro de mí, mi cuerpo cayó encima del suyo.
-Te propongo algo, jugaremos cuando me recupere, si yo gano, tú serás mi esclava por 24 horas.
-¿Y si yo gano?
-No pasará, puedes soñar, pero no pasará.
-¿Y si pasa?
-Haré lo que tú quieras.- la propuesta no podía resultarme más seductora y acepté enseguida.
-Tenemos un trato Navarro.
-Bien M iller. No sabes cuánto disfrutaré esto.- lo tomé por los hombros y lamí su mentón y sus labios, mordió mi boca y nos devoramos en un pasional beso. Unos
minutos después el partido terminó con victoria de los Lakers. M arga nos avisó que la cena estaba lista, me metí al baño a lavarme las manos y me senté en la mesa. Dan
ya estaba allí sirviendo el vino.
-Bien, de que se trata esta cena especial Dan.- curioseé.
-No tiene nada de especial, solo quiero cenar con mi hermosa mujer.
-Dijiste que querías hablar de algo.- M arga nos sirvió un exquisito pollo relleno con puré de papas y berenjenas azadas. El vino estaba exquisito y helado, justo
como me gustaba.
-Se trata de una propuesta.
-M uy bien, te escucho.- Parecía calmado y seguro de sí mismo y no tenía ni idea que se traía entre manos. Y eso me ponía nerviosa.
-Quiero que te mudes aquí de forma permanente.
-¿Vivir juntos?
-Si.
-¿No es demasiado pronto Dan?, acabamos de volver.
-Lo sé, pero te amo, sé que me amas. Y la verdad jamás pensé que disfrutaría de convivir con alguien, pero contigo parece natural y me encanta.
-A mí también me sorprendió y debo decir que me gusta verte de esta manera.
-¿De esta manera?
-Sí, cómodo, hay cosas de tí que desconocía. Y ahora las veo.
-Es porque me siento bien contigo nena, puedo ser yo.
-Gracias.
-¿Entonces, qué me dices? ¿Acepta Señorita M iller?
-Acepto Señor Navarro.- contesté con una enorme sonrisa. La verdad es que tenía razón, estábamos cómodos juntos y nos llevábamos bien, ya habíamos perdido
demasiado tiempo, tenía lógica. Brindamos por nuestro nuevo trato y terminamos de cenar. Le comenté las noticias sobre la galería y discutimos, ya que él quería
hacerse cargo de los gastos extras y yo no lo dejé. También le conté de mi nuevo artista exclusivo y se mostró muy emocionado por el tema. M e dijo que debía viajar a
Tokio en unos días, que solo estaría afuera como máximo una semana, y que si quería podía acompañarlo. Estaba con mucho por estudiar en la universidad así que tuve
que negarme a ir con él. Nos fuimos a la sala de entretenimiento a ver una película. Dan la eligió, por supuesto era una de acción, y cerca de la mitad me dormí en sus
brazos.
M e desperté excitada, mis propios gemidos me sobresaltaron. Abrí los ojos y miré alrededor confusa. Estábamos en la habitación. Busqué a Dante y lo encontré al
borde de la cama, su sonrisa era maliciosa y sus ojos destellaban de deseo. Una nueva oleada de sensaciones me subió desde mi sexo hasta la nuca, un cosquilleo que
conocía a la perfección. Oí el ruido del magic, que él sostenía en mi entrepierna a una velocidad baja. Jadeé.
-¿Qué haces?- pregunté aún confundida.
-Disfruto de lo que es mío. Vuelve a dormir nena.
-Sí, claro.- aumentó la velocidad del vibrador y mi cuerpo se curvó de manera anormal sobre el colchón.
-¿Te gusta?
-S-si.- contesté entre gemidos.
-¿Ya te despertaste?
-S-si… estoy despierta.
-Quizás estas muy cansada como para correrte ¿No?
-N-no…- la potencia del magic se disparó a la máxima velocidad y yo sentí que iba a deshacerme en sus manos.
-Dime Lex, ¿Qué quieres?.-preguntó con su sensual voz.
-A tí.- no necesitaba pensármelo dos veces.
-¿Dónde me quieres nena?
-En todas partes Dan.
-¿Quieres que te folle?
-Si… por favor.-
-Córrete para mi Lex.- de inmediato me dejé ir. Contraje los músculos de mi vagina, mis piernas se tensaron y la liberación por fin llegó.
-Gracias…- respondí cuando alejó el vibrador de mí. Y lo cambió por su hábil lengua. Lamió cada gota de mi clímax. Intenté tomar su cabello con mis manos y noté
que estaba atada a la cabecera de la cama, quise mover mis piernas y el cuero de los amarres en mis tobillos me quemó la piel. M e tenía completamente atada y no lo
había notado. Su boca se cerró en mi clítoris y comenzó a succionarlo con énfasis. M ientras dos de sus dedos se abrieron paso a mi interior moviéndose con destreza
dentro de mí y llenándome de placer. M i espalda se curvó y se despegó por completo del colchón.
-Ahhh. Por dios Dan…- es lo único que pude decir. Él seguía saciándose de mí a voluntad. Y cuando sus dedos encontraron mi punto G, todo mi cuerpo se tensó.
Tiré de los amarres de mis muñecas y me mordí con fuerza el labio hasta hacerlo sangrar.
-Córrete para mi nena.- dijo haciéndome cosquillas en el clítoris con su aliento. Y volvió a arremeter contra él. El orgasmo fue más fuerte que el anterior y los
espasmos inundaron cada centímetro de mi cuerpo.
-Gracias…- contesté con voz entrecortada.
-Eres tan deliciosa. Un completo placer.- se subió encima de mí, poniendo su mano lastimada sobre un costado y apoyándose en ella. Con su mano sana tomó una
rueda Wartenberg y comenzó a pasarla por todo mi cuerpo. Sus pequeños pinchazos eran como cientos de picaduras sobre la piel, y a medida que la pasaba iba
ejerciendo más presión sobre ella y sus puntas se clavaban en mi piel, pero sin cortarla. Recorrió mis pechos, mi abdomen, mi monte de venus ida y vuelta, una y otra
vez. Lamió mis labios y probó el gusto de mi sangre.
-Te has hecho daño Lex.
-No es nada. Fóllame cariño.- le rogué. Soltó la rueda y comenzó a darme ligeros cachetazos en la mejilla.
-No es cuando tú quieres nena, ya lo sabes.- me regañó.
-Lo siento, te deseo cariño.
-Lo sé, y yo a ti.- mordió mi pezón y luego comenzó a azotar mis pechos con sus manos. Y luego mi vagina. M e tomó el mentón y mordió mi labio inferior con
fuerza y volvió a hacerlo sangrar. M e penetró de una sola y certera vez, hundiéndose por completo en mi húmedo sexo, que lo recibió encantado. Amaba la sensación de
tenerlo dentro mío, me hacía sentir completa. Colmada, extasiada. Nos complementábamos a la perfección y nuestros cuerpos parecían unirse en uno. Como si
estuviéramos hechos el uno para el otro. Aumentó considerablemente el ritmo y la profundidad, hasta casi sentir que no había más lugar dentro de mí. M i clímax
comenzó a formarse, enviando deliciosas descargas por mi cuerpo. M i vagina se contrajo.
-Córrete para mi nena.- dijo en un hilo de voz y lo hice, me corrí para y por él. Siguió por unos movimientos más y su cuerpo tembló sobre el mío, un gruñido grave
escapó de entre sus dientes y se corrió en mí.
-M ío.- gemí.
-Solo mía.- respondió de igual manera.
Los días siguientes todo fue tomando normalidad, Fran había resultado ser una agradable compañía, charlábamos mucho en los viajes, de libros, de lugares que había
visitado, de otros lugares que él quería conocer. M e contó que tenía una pequeña hija de 3 años, pero que no vivía con él, su madre lo había abandonado hace un tiempo
y apenas podía ver a la pequeña. M e sentí muy mal por eso. Ya no me molestaba que tenga que ser mi sombra. Poco a poco fui llevando las cosas de mi antiguo piso a
casa de Dan. Esa tarde pasé por El Baúl a tomar un café con Caty, me había mandado un mensaje diciéndome que todo con Salvador había terminado.
-Hola preciosa.- la saludé ni bien entré.
-Hola cariño.- me respondió con ojos vidriosos. Nos sentamos a tomar un capuchino de vainilla y me contó lo que había pasado.
-Cuéntame, ¿Qué ha pasado?
-No lo amo, Lex… es un gran hombre, pero no puedo, simplemente no lo siento.
-¿Pero se te veía feliz, acaso no lo quieres?
-Sí, lo quiero, pero no puedo amarlo, no es él.
-Te entiendo… ¿Es por Thomas verdad?
-Sí, ya no tiene sentido seguir ocultándolo.
-¿Por qué no hablas con él y le dices lo que sientes?, sé que él siente algo por ti Caty. Lo he visto.
-Él está feliz con Caroline, no tiene sentido que le diga nada.
-Confía en mí, díselo.
-No puedo, no puedo hacerlo.
-Estas desperdiciando la oportunidad de ser feliz y ¿Por qué? ¿M iedo?
-No lo sé. Quizás…
-Caty se conocen hace tiempo, parecen dos críos, siempre molestándose, haciéndose bromas, los he visto juntos, y cómo se miran. Déjate de pavadas y habla con él.
No tienes nada que perder.
-Lo pensaré ¿De acuerdo?
-Vale, piénsalo y luego ¡hazlo!.
Odiaba verla sufrir así, y sabía que Tomy sentía algo por ella, quizás debería hablar con él y ver qué es lo que le pasaba con mi amiga. Esa noche cenamos juntas en
su casa, le avisé a Dan que me quedaría con ella y por supuesto no se opuso. Entrada la noche me fui. Cuando llegué Dante dormía, no pude evitar sonreír al verlo, me
hacía feliz, lo amaba con locura y estaba agradecida de que nos diéramos una nueva oportunidad. M e acosté a su lado, y besé su pecho y me dormí.
-Feliz cumpleaños amor mío.- su voz me sacó de mi profundo sueño. M e refregué los ojos y los abrí. Ahí estaba mi hermoso dios griego cargando una bandeja con
un bellísimo desayuno. Café, y una pequeña torta de cumpleaños. Forrada en rosa, con flores de colores y una vela rosa. Un pequeño florero con una bellísima orquídea
rosa. Y una pequeña caja celeste.
-Gracias cariño, pero odio los cumpleaños.
-Amarás éste.
-No, te amo a tí, no el ponerme vieja. Una año más, un año menos…
-Así no se comienza un cumpleaños Alexandra. Sonríe para mi.- le di una ridícula y falsa sonrisa.- Puedes hacerlo mejor cariño.- hasta que por fin sonreí de verdad.
Se sentó en la cama y tomamos el desayuno ahí mismo, Xander se nos unió y casi me muero del amor al verlo con su gorrito de cumpleaños.
-Pide un deseo cariño.
-Ya tengo todo lo que podría haber soñado y más.
-Entonces pide que nada cambie.- respondió. Cerré los ojos y pedí que nuestras vidas estén llenas de felicidad. Y soplé con fuerzas. Tomé un pedazo de torta y se la
di a Xander que la devoró en cuestión de segundos.
-Parece que esta buena.- sonreí y le serví una porción a mi adonis y otra para mí.
-¿Qué quieres hacer hoy?
-Absolutamente nada.
-Vamos no arruines mi día.
-¿Tú día? Creí que era mi cumpleaños.
-¿De quién eres?
-Tuya.
-Entonces es mi día.
-De acuerdo, tú día cariño.- acordé entre risas.
-Bueno, que te parece un paseo. Tú, yo y Xander.
-M e encantaría, pero tú pierna.
-Félix nos llevara hasta el parque y allí caminamos ¿De acuerdo?
-Perfecto, me gusta ese plan.
-Abre tú regalo.- miré la pequeña cajita de Tiffany & co y no era lo que me esperaba, dentro había un papel muy bien doblado. Lo tomé y lo abrí.
“Vale por una semana a Capri”
-¡Cariño!.- salté a sus brazos.
-¿Qué pensaste que era? ¿Otra joya?
-Te amo Dante Navarro.
-Y yo a ti nena. Aún recuerdo que me dijiste que querías conocer Capri, elige una semana que quieras e iremos.
-¡Gracias nene, es el regalo más hermoso!.
Terminamos de desayunar y me levanté para meterme al baño a tomar una ducha pero Dante me detuvo.
-Espera aquí. Yo te aviso.- dijo y salió hacia el baño. A los pocos minutos me llamó. Entre al baño y lo encontré al lado de la bañera, había llenado ésta con pétalos
de rosas, sales y mis fragancias favoritas.
-Dan… ven acompáñame.- tomé su mano y ambos nos metimos a la tina. Él se puso a mi espalda y yo apoyé la mía en su pecho, descansé mis manos sobre sus
rodillas. Cerré los ojos y disfruté de un momento solo para los dos.
-¿Cómo recordaste lo de Capri?.- aún estaba curiosa
-Siempre escucho lo que dices.
-Pero fue hace tanto Dan, y recuerdo haberlo dicho al pasar.
-Dijiste que era de los pocos lugares que no habías visto.
-Gracias cariño.
-Lo que quieras, cuando quieras nena.
-¿Cuándo debes viajar a Tokio?
-La próxima semana.
-Bien entonces a principio de noviembre, resérvame una semana para mí, ahí nos iremos.
-Perfecto.
Nos quedamos disfrutando del agua y de nosotros, acariciándonos, besándonos, hablando. Solo él y yo.
M e giré y me senté sobre él. Lo miré a los ojos y en ese momento me di cuenta que no necesitaba nada más que él para ser feliz y sentirme completa. Se había
convertido en lo más importante de mi vida. Amaba cada momento que pasábamos juntos y nunca tenía suficiente de él. Enredé mis dedos en su suave cabello y besé
sus labios dulcemente, pasé mi lengua por su boca, cuando intentó profundizar el beso, me alejé.
-¿Qué crees que haces?
-Es mi día Señor Navarro, déjeme disfrutarlo.- contesté y volví a hacerlo. Pero mi adonis no era muy paciente a mis caricias. Tomó mi cabello con su mano sana y
me inmovilizó la cabeza para que no pueda alejarme otra vez y me devoró por completo. Al principio me resistí divertida, pero mis ansias de él, no me daban tregua, así
que me dejé poseer por su lengua. Soltó mi pelo y tomó uno de mis pechos y se lo llevó a la boca. Chupó, lamió y mordió mi pezón arrancándome gemidos por doquier.
Luego el otro. M i mano bajo hasta su duro miembro y comencé a acariciarlo, mi mano bajaba y subía por toda su extensión una y otra vez hasta que lo escuché jadear.
Con mi mano libre me sujeté de su cuello y subí mi cadera para poder hundirme en él. M e senté suavemente sobre su erecto miembro, mientras un jadeo profundo se
abrió lugar por mi garganta.
-Te amo cariño.
-Yo te amo más mi amor.
-Imposible.- remató mientras le hacia el amor suavemente, y lo besaba con dulzura.
Recogimos algunas cosas para un picnic en el parque, preparé unos sándwich, un tupper con frutas, un poco de queso, jamón, pan y algunas aceitunas. Galletas,
café y bebidas, metimos todo en una cesta de mimbre, junto a una manta y la botella de agua de Xander, junto a unas golosinas para perros. Tomé mi cámara y nos
fuimos. A Xander no le entusiasmaba mucho viajar en coche, pero se portó bastante bien. Cuando llegamos a los jardines del descubrimiento buscamos un claro y nos
tiramos encima de la manta. Dante se recostó de costado apoyado sobre su mano sana y yo me senté a su lado, Xander no tardó en venir por su pelota, la lancé lejos y
salió corriendo en su búsqueda, comencé a sacar la comida, y disfrutamos del aire libre. Tomé la cámara y le saqué unas cuantas fotos a Dan, hasta que se cansó y me la
arrebató y comenzó a sacarme él a mí. Le pedimos a Félix, que estaba cerca de nosotros, que nos saque una foto a los tres juntos. Xander se tiró encima de nosotros y
disfrutó de la sesión. Luego de horas de charlas, risas y muchas caricias volvimos a la casa.
Dante abrió la puerta y para mi gran sorpresa, ahí estaban todos nuestros amigos al grito de “Feliz cumpleaños”. M iré a mi adonis con reprobación, odiaba las
fiestas de cumpleaños. M i hermana fue la primera en lanzarse a mis brazos.
-¡Feliz cumpleaños Lexy!.- gritó en mi oído mientras me abrazaba. Luego la siguió M ariano, Tomy, Caroline, Caty, Euge y los amigos de Dan, Tony y su esposa
Celia. Román y su novia Penélope y Joaquín. Al fondo de la habitación vi a mi amiga Nuria.
-¡Nuria! Que sorpresa.- manifesté mientras la saludaba con un cálido abrazo, hacía tiempo que no la veía, y si bien manteníamos el contacto, no es lo mismo.
-¡Feliz cumpleaños! Dante me invitó y por supuesto no pude decir que no.
-M e alegra muchísimo que estés aquí. Ven te presentaré a Dante.- la tomé del brazo y cruzamos la estancia.
-Cariño ella es Nuria, mi amiga de M álaga.
-Encantado de conocerte al fin Nuria. Bienvenida a nuestra casa.- dijo mi encantador hombre.
-Igualmente Dante, gracias por la invitación.- respondió Nuria ruborizada.
-Estas en tú casa, eres bienvenida siempre.
-Enseguida vuelvo.- me disculpé al ver a otros amigos al fondo del salón.
-¡Feliz cumpleaños bella!.- allí estaba Electra junto a Cesar.
-¿Cómo están? Hacía rato que no los veía.
-Y ya veo por qué… no sabes la sorpresa que me llevé cuando Dan me contó quien eras.
-Ni te imaginas la mía, no tenía idea.
-El mundo es un pañuelo.- interrumpió Cesar dándome un gran abrazo.
-Uno bellísimo, sin dudas.- contestó Electra regalándome dos dulces besos en las mejillas.
Estaban todos nuestros amigos y había unas exquisitas pizzas de todo tipo y sabor, junto con unas coronitas bien frías y algunos entremeses. Perfecto, justo lo que
hubiera elegido yo. Dan estaba sentado en un sillón individual y yo me arrodillé en el suelo entre sus piernas, y me dediqué a comer, beber y charlar con mis amigos. Las
risas y anécdotas divertidas se multiplicaban por todo el lugar, de momentos se convertía en conversación de locos, historias cruzadas entre todos, pero siempre con un
tono risueño. Cerca de la medianoche y antes de que el día acabara Ari entró a la sala cargando un enorme pastel de cumpleaños, con un zapato de adorno y 28 velas
colocadas alrededor. Todos se unieron para cantarme el feliz cumpleaños, mientras yo escondía la cara en el pecho de mi adonis, odiaba esta parte por sobre el resto.
-Debes pedir un deseo.- me regañó mi hermana. Cerré los ojos y volví a pedir que nada cambie y soplé con fuerzas. Dan me tomó con ambas manos el rostro y me
dio un profundo y tierno beso en los labios, uno a uno fueron saludándome y luego me puse a servir el pastel, que estaba exquisito. Incluso Xander tuvo su porción,
haciendo oídos sordos a los retos de Dan, de que no le dé dulce. Una vez al año no haría daño y parecía disfrutarlo mucho. M uy entrada la noche de a poco se fueron
despidiendo. Llevé a Nuria a la habitación de huéspedes, recogí los regalos y los llevé a nuestra habitación. Dan estaba cambiándose cuando me metí al baño para
quitarme el maquillaje y cepillarme los dientes.
-¿Fue tan horrible?.- preguntó cuando se unió a mí.
-No, gracias cariño, lo disfruté mucho.- respondí mientras me abrazaba por detrás.
-Debes tener más fe en mí, se lo que te gusta.
-M e he dado cuenta, no podría haberlo hecho mejor.
Corrió mi cabello a un costado y comenzó a besarme el cuello, su lengua me recorrió. M etió sus manos por debajo de mi amplia remera y acarició mis senos, los
apretó y pellizcó mis pezones por encima del sostén. Sentí su erección presionar mi trasero y me curvé para darle más espacio.
-Quítate la ropa nena.- dijo suavemente en mi oído. M e deshice de la remera, las zapatillas y el jean, y por último el sostén y la tanga. Él solo llevaba un pantalón de
dormir. Con su mano sana comenzó a acariciar mi sexo desde atrás.
-Inclínate más Lex.- mandó y así lo hice, apoyé ambas manos en el lavabo para darle más alcance a mi interior. Levantó mi pierna y la apoyó sobre el mármol apenas
flexionada. Y se agachó para estar a la altura de mi vagina. Comenzó a lamerme con entusiasmo, su lengua me abarcaba por completo, y habilidosamente iba modificando
la intensidad con que me saboreaba. Sus dedos entraron sin ninguna resistencia en mí, mientras su pulgar se entretenía en mi ano.
-Oh Dante…- gemí mientras me desarmaba en su hábil boca. Su lengua me penetró y mis piernas se aflojaron, al tiempo que sus dedos se centraron en mi clítoris,
llevando oleadas de delicioso placer a lo más profundo de mí ser.
-Córrete para mi Lex.- dijo mientras me masturbaba con fuerza y yo me dejé ir, cuando la contracción me alcanzó, su boca tomó de inmediato el lugar de sus dedos y
se bebió mi orgasmo.
Tomó mi cabello en una mano y me penetró de un solo movimiento la vagina. Quité el aire de mis pulmones apenas lo sentí dentro mío, amaba esa sensación de
saciedad. Extendí mi pierna sobre el frio mármol del lavabo, y el tensó aún más mi cabello. Haciéndome curvar por completo y dándole una nueva profundidad dentro de
mí. Sus embestidas brutales hacían que mi pelvis choque contra la dureza del mármol y eso aumentó mis gemidos de placer. M etió sus dedos en mi boca y yo los chupé
con esmero, luego los alojó en mi trasero lentamente, hasta que estuve lo suficientemente dilatada para darle lugar a su glorioso pene. Sin detenerse cambió mi vagina por
mi ano, y de inmediato colocó dos dedos en mi sexo, sin darme lugar a que lo asimile dentro mío. Sentí que iba a explotar, como si todo él fuera demasiado.
-Tócate Lex.- dijo entre jadeos, llevé mis dedos a mi boca para humedecerlos y comencé a acariciarme el clítoris con fuerza. Un delicioso placer me embriagó y sentí
que iba a desmayarme. Estaba extasiada, completa, llena, lo sentía en todos partes. Y mi cuerpo enviaba contínuas oleadas de sensaciones.
-Córrete para mi nena, ahora.- dijo entre gemidos y con voz entrecortada. Una cosquilla inició en mi nuca, y se desplazó por mi espalda hasta llegar a mi útero, todo
mi interior se contrajo y el más exquisito y arrollador orgasmo se desbordó en mí. M e apreté más a él y eso lo hizo temblar y se descargó en mi trasero. M ordió mi
cuello como un vampiro hambriento.
-Te amo nena.
-Yo te amo más nene.
-Imposible.- remató.
Nuria se quedó por unos días, aproveché para mostrarle M adrid, la llevé de compras y a cenar. Se enamoró de la ciudad de inmediato y se mostró muy amigable con
Fran, mi custodio. Cuando se marchó prometió que volvería a visitarnos pronto, y yo le prometí que si se mudaba aquí le encontraría trabajo enseguida. Faltaban unas
semanas para la fiesta de compromiso de Ari y M ariano, estaba prevista para el 30 de octubre. M is días se volvieron interminables, entre la universidad, la galería y
ayudar a mi hermana a preparar la fiesta, y tratar de completar mi nueva colección, llegaba a casa tarde en la noche y agotada. Dan estaba preparándose para su viaje a
Tokio, me había comentado que era de vital importancia poder cerrar ese trato, que significaría hacerse un lugar en el comercio asiático y hacía mucho tiempo que
intentaba lograrlo. El único momento del día donde podíamos disfrutar de nosotros era en la noche, cuando en la soledad de nuestra habitación hacíamos el amor
salvajemente, a nuestra manera, y así poder sacudirnos el estrés del día. Nuestros encuentros eran intensos, violentos y cargados de erotismo. Y exhaustos nos
dormíamos profundamente. La noche anterior a que Dante viaje a Japón, fuimos a EL Templo.
Era una noche temática, esta vez tocaba Halloween, Dan se disfrazó de Drácula, se veía increíblemente apuesto con su traje de mediados de siglo, la capa negra y
esos afilados colmillos, y lo remataba con el bastón que debía usar para poder caminar mejor. Yo por mi parte me puse un disfraz de cortesana muy sexy, el vestido
violeta y negro tenía una larga cola por detrás y en la parte de adelante la falda dejaba ver el comienzo de las ligas. El precioso corsé hacia que mis senos se vieran de
ensueño. Llevaba el cabello medio recogido y con rulos, y un pequeño sombrero haciendo juego. Ni bien entramos el lugar lucía precioso, decoración típica de noche de
brujas, murciélagos, calaveras y tela araña colgaban por doquier, pequeñas calabazas alumbraban con su vela las mesas.
Dan hizo de anfitrión y les dio la bienvenida a todos, yo me quedé a su lado toda la noche. Cuando la fiesta tomó color, nos metimos en una de las salas de juegos,
esta vez eligió la de las suspensiones. Dan estaba acomodando prolijamente los objetos sobre una de las mesas cuando Electra y Cesar se nos unieron.
-Buenas noches. Que bellos se ven.- dijo Electra, estaba vestida como cleopatra y se veía hermosa, Cesar vestía de perrito y caminaba a cuatro patas por el lugar.
-Hola Electra, ¿Cómo estás?.- saludo Dante mientras le daba un ligero beso en los labios. Jamás lo había visto interactuar con otra mujer delante mío, y los celos no
se hicieron esperar.
-Hola bella Lexy, luces radiante, como siempre.- se acercó a besarme en los labios y yo me alejé. M iré a Dan pidiendo su aprobación y el asintió. Electra lo vio y me
tomó por el cabello y me atrajo hacia ella, lamió mi boca desde el mentón hasta la punta de mi nariz y culminó con una suave y sensual mordida en mi labio inferior.
-Cierra las cortinas Cesar.- ordenó mi adonis de inmediato. Y éste obedeció.
-¿Qué tienes pensado para hoy Dan?.- preguntó intrigada Electra.
-Jamás le hice un bondage a Lex, siempre estoy demasiado excitado para tardarme tanto.- contestó con una risa macabra. Yo me mordí el labio de solo verlo.
-¡M e encanta la idea!.- respondió ella emocionada por la propuesta.- lucirá hermosa con cuerdas.- remató.
-Cesar, desnuda a mi mujer.- dijo Dan con voz de mando y un escalofrió me recorrió la espalda. Él se puso de pie y comenzó a quitarme el vestido. Su Dueña se
colocó detrás y le daba ligeros azotes con la fusta en la espalda mientras lo hacía.
-¿Por completo Señor Dante?.- preguntó educadamente Cesar.
-Sí, la quiero completamente desnuda.- dijo mirándome con deseo.
Cuando estuve como él quería se acercó a mí, con mirada feroz, hambrienta, se movía lento y cauteloso a mí alrededor, no podía desearlo más aunque lo intentara.
Tomó unas cuerdas gruesas y comenzó a pasarlas por todo mi cuerpo, Electra lo ayudó mientras Cesar miraba fascinado el espectáculo. M e realizaron un “Shibari” de
cuerpo completo, la soga pasaba por mis pechos en forma de 8, luego por mis hombros, bajaba por mi espalda y daba vueltas en mi cintura, luego por mi pelvis, hasta
mis muslos.
-Ahora te suspenderé cariño, si en algún momento quieres que me detenga ¿Qué debes decir?.- preguntó con seguridad.
-ROM A.- respondí en un hilo de voz. Jamás lo había hecho y me asustaba un poco. Pero el miedo jamás me detuvo y estaba dispuesta a probarlo.
-Bien nena. ¿Lista?.
-Si.- contesté. Una nueva cuerda se unió con la de mi espalda, y la pasó por el aro de suspensión que colgaba del techo y luego la aseguró a un pestillo en la pared,
mi cuerpo abandonó el piso y quedé colgando en el aire. Luego tomó una nueva cuerda y sujetó uno de mis tobillos a mi muslo, flexionando mi pierna derecha, y por
último otra cuerda se anudó a mi tobillo izquierdo y la aseguró al mismo aro del techo, haciéndome extender por completo la pierna izquierda. Quedé ligeramente
inclinada hacia un costado, mi torso descansaba de costado y mi pierna en un ángulo de 90º. No era incomodo, la soga no me lastimaba ni cortaba mi circulación, era…
diferente. Una sensación de abandono y vulnerabilidad que nunca había experimentado. Aún así, me resultaba excitante y peligroso.
-No imaginas lo hermosa que te ves cariño.- dijo mi adonis obnubilado ante su creación. Sonreí para él.
-Absolutamente perfecta.- rebatió Electra mientras pasaba sus finos dedos por la poca piel que quedaba expuesta. Cesar estaba arrodillado en un costado y me
miraba con recelo, estaba segura que a él le gustaría estar en mi lugar.
Dante se alejó hasta la mesa contínua y tomó de ella el cat de nueve colas trenzado. Y comenzó a darme ligeros y suaves azotes por los pechos, el abdomen, mi
expuesta vagina. En ese momento noté que alguien, Electra, también comenzaba a azotarme, su cat era diferente, mucho más suave y su golpe también, casi una caricia
en mi espalda, trasero y muslos. Solo podía gemir al ritmo de los placenteros flagelos sobre mi piel.
-Cesar, toma el vibrador de la mesa y pónselo en esa húmeda vagina.- mandó mi Dueño. Al segundo este volvió cargando el magic, lo enchufó a un tomacorrientes en
la pared y en una velocidad baja lo apoyó sobre mi clítoris, por supuesto mi primer impulso fue removerme, pero no podía mover un solo músculo de mi cuerpo.
Estaba completa y absolutamente a merced de ellos y sus deseos. Gemí con fuerzas.
-Detente… por favor.- rogué, pero realmente no deseaba que se detenga, era un acto reflejo.
-M ás fuerte.- exigió Dante. Jadeé desesperada. Los azotes fueron tomando más y más velocidad y fuerza. M e ardían en todo el cuerpo, pero las vibraciones no se
detenían.
-Vamos, no seas envidioso perro, ya tendrás lo tuyo.- lo regañó Electra a su esclavo y éste volvió a subir un grado más la velocidad de la vibración y sentí que iba a
explotar.
-Córrete para mi nena.- dijo Dan con su voz sexy y demandante y no dudé un segundo en obedecer. El estar absolutamente inmóvil le dio una carga extra al orgasmo,
mi cuerpo no pudo retorcerse ni tensarse, en su lugar, cada músculo del interior de mi vagina se contrajo fuertemente y me corrí en un grito.
-¿Señor Dante me permite limpiarla?.- dijo Cesar suplicante. Los ojos de Electra ardieron de deseo.
-Disfrútalo.- respondió Dante con una enorme sonrisa. Se acercó a mi rostro, me cogió el cabello y me hizo levantar la cabeza, me devoró en un pasional beso. Su
lengua abrazó la mía con desesperación.
Cesar de inmediato se arrodilló y comenzó a lamerme deseoso toda la hendidura, su lengua iba y venía por toda mi extensión. Escuché la cremallera de mi hombre
abrirse y la ansiedad me consumió. Gemí cuando Cesar succionó con fuerza mi clítoris y dos de sus dedos se acomodaron en mi interior, miré en su dirección y Electra
se colocaba un arnés con un dildo, se acercó a él y lo penetró suavemente. Éste gimió sobre mi sexo haciendome cosquillas.
-Si te detienes, me detengo ¿Has comprendido?.- dijo en voz de mando Electra.
-Si Ama.- respondió Cesar de inmediato y volvió a la tarea.
Dante se acercó a mí con su duro miembro en la mano, y yo me relamí.
-¿Esto quieres nena?.- preguntó con una sonrisa macabra.
-S-si, por favor...- contesté entre gemidos.
Tomó mi cabello con fuerza y bajó mi cabeza, abrí la boca tanto como pude y de inmediato se hundió en la calidez de mis labios, que lo recibieron agradecidos. Lo
tomé tan profundo como podía, pero la inclinación me hacía difícil la tarea. La saliva me inundó la boca haciendo que cada embestida dejara una cascada de baba bajando
de mi mentón hasta el suelo. Escuché su fuerte gruñido por lo que aumenté la velocidad. Apenas podía concentrarme entre Dante y Cesar que seguía torturando mi
clítoris con vehemencia. Dante puso su mano sana sobre mi garganta mientras se metía por completo hasta el fondo de mi boca. Dejé de respirar, y la arcada no se hizo
esperar. Su salvaje gruñido me advirtió que estaba por correrse, volvió a hacerlo una y otra vez hasta que se corrió en mi garganta. Degusté encantada su sabor, la calidez
de su orgasmo corriendo por mi garganta. Se alejó de mí y besó mi frente.
-Gracias.- respondí.
-Ahora córrete para mi Lex.- respondió y mi cuerpo obedeció como de costumbre, regalándome un nuevo y brutal orgasmo que Cesar se bebió encantado.
Electra detuvo sus arremetidas contra él y lo hizo lamer su propio orgasmo del suelo.
-Dan…- lo llamé con voz temblorosa, sabía que lo que estaba a punto de pedirle, podría costarme caro.
-¿Qué sucede cariño? ¿Te sientes bien?.- respondió preocupado.
-Estoy bien, solo quiero pedirte algo.
-Adelante.- me remordí el labio, estaba muy nerviosa.
-Quisiera ver que Cesar te dé sexo oral.- dije apenas audible. Sus ojos se abrieron, y levantó una ceja.
-¿Eso quieres?
-Sí, es una fantasía.
-¿Qué me darás a cambio?
-Todo es tuyo. No me queda nada por darte.- contesté honestamente.
-Ya se me ocurrirá algo, no te preocupes. Pero si eso quieres, te lo daré. Cesar ven aquí.- dijo autoritario. Éste se acercó a cuatro patas, mi adonis volvió a abrir su
cremallera, me miró fijamente a los ojos y su miembro desapareció en la boca de Cesar. M e excité por completo y traté de removerme entre las cuerdas, mordí mi labio
excitada, ver dos hombres juntos siempre me volvía loca, más que ver dos mujeres juntas. Y ver a Dan recibiendo placer de otro, me llevó a un nuevo nivel de excitación.
-¿Eso te excita Lexy?.- dijo Electra en mi oído mientras metía su mano en mi entrepierna, mi humedad baño sus dedos y los colocó en mi boca para que los lamiera.
-Sí, mucho.- contesté cuando los alejó de mis labios para volverlos a meter en mi deseosa vagina.
M i atención se concentró en Dante, sus gemidos, sus gestos, la forma en que me miraba, sabía que lo estaba haciendo para mí. Sin previo aviso Electra comenzó a
follarme con su arnés, profundo, fuerte y veloz. Pero mi placer solo estaba puesto en él, en lo que él me brindaba, en verlo disfrutar para mí. Gemí y jadeé, pero no por
estar siendo duramente penetrada por Electra y su dildo, si no por ver como él gozaba. Sé que lo entendió, se inclinó hacia mí y me besó con anhelo, poseyéndome,
mostrándome una vez más que él era tan mío como yo suya. Y entonces un gruñido en mi boca me hizo saber que se había corrido y me regalaba su orgasmo. Esa sola
muestra hizo que yo misma me corriera, esta vez sin su orden, solo con su demostración. Bebió mi gemido de placer y mordió mi lengua, se alejó de mí y se pusó entre
mis piernas, sin decir nada se perdió en mi interior, jadeé de placer. M iré a mi alrededor y Electra se quitaba un preservativo y se sacaba el arnés, se sentó en una butaca
y Cesar se arrodilló entre sus piernas y comenzó a lamerla con adoración.
Dan tomó mi pierna extendida y mi cuerpo acompañaba sus arremetidas, una y otra vez, soltó mi pierna y tomó mi pezón y lo apretó con rudeza. Aún sentía los
pequeños espasmos de mi anterior orgasmo, y eso intensificaba sus profundas embestidas. Clavó sus dedos en mi cadera con fuerza, como si me fuera a escapar. Alcé la
vista y la clavé en sus oscuros y ardientes ojos azules. Fue un momento de total conexión entre ambos, no hubo palabras, solo nuestros gemidos al unísono y nuestras
miradas cruzadas.
-Córrete para mi cariño.- dijo entre jadeos. Su mano se apostó en mi clítoris y lo acarició con violencia, el orgasmo me alcanzó enseguida, todo en mí se contrajo y lo
apreté en mi interior, y nos corrimos a la vez.
Subió su bragueta y comenzó a desatar los nudos que unían mis piernas, luego Electra soltó el amarre de la pared y Dan me tomó por la cintura para sentarme en una
silla y desarmar el resto del shibari. Cuando volví a ser dueña de mis movimientos salté a su cuello y me abracé a él con fuerzas y lo besé con pasión.
-¿Estas bien cariño?.- preguntó en mi oído.
-De maravillas, gracias por esto. Gracias por darme tanto amor.- no dijo nada, solo acarició mi rostro y volvió a besarme con dulzura.
El domingo, Xander, Dan y yo nos fuimos al jardín a disfrutar del día, hacía mucho frio pero valía la pena, octubre llegaba a su fin y muy pronto no podríamos
hacerlo. Dan y Xander jugaron un buen rato, mientras yo tomaba fotos, de ellos, de la gente paseando, de niños jugando. Luego me dispuse a leer un libro mientras Dan
leía unos papeles de trabajo y estudiaba unos planos.
A la tarde me encontré con Tomy para ver el partido, había pasado un buen tiempo, desde que no cumplíamos con nuestro ritual dominical. M e puse a cocinar una
rica pizza casera, estilo napolitana para ver el partido, Dan armaba sus maletas, esa noche viajaría a Tokio.
-Hola preciosa.- saludó Tomy al entrar a la cocina.
-¡Hola cariño!. Gracias por venir, extrañaba nuestras reuniones.
-Igual yo. ¿Dante?.
-Preparando las maletas para el viaje.
Puse la pizza al horno, tomé unas coronitas y nos sentamos en la isla a charlar. Estaba dispuesta a averiguar que sentía por Caty, y no había mejor momento que
éste.
-Caty se separó ¿Sabias?
-No, hace mucho que no la veo. ¿Qué paso? Creí que estaba feliz con salvador.
-Bueno, no lo ama, está enamorada de otra persona.
-¿A si?
-Sí, pero él no lo sabe.
-¿Quién es?
-¿Tú que crees genio?
-No sé de qué hablas Lex.
-¿Tú que sientes por ella?
-Es mi amiga, la quiero.
-¿Y cómo mujer?
-Estoy con Caroline.
-¿Y la amas?
-M e hace feliz.
-No es lo que pregunté, vamos lárgalo Thomas.
-Ya déjalo Lex, en serio. Las cosas son como son.
-¿Cómo es que a veces puedes ser tan ciego y bobo Thomas?.-podía ver que sentía algo por Caty también, pero no estaba segura qué, tampoco sabía si realmente
quería a Caroline. M ientras ella lo hiciera feliz, no haría nada por separarlos. Pero muy dentro mío sabía, que esos dos tontos, se amaban secretamente y ninguno se
animaba a dar el siguiente paso.
Cuando la pizza estuvo lista nos fuimos a la sala a ver el partido, Dan se nos unió a cenar.
-¿No te gusta mucho el fútbol verdad?.- preguntó Tomy al ver la cara de aburrido de mi adonis.
-No, me gusta el básquet. Pero apoyo al M adrid.
-Si no lo haces, tendrías un grave problema con mi prima.- respondió entre risas Thomas. Dante se relajó y acompañó sus carcajadas. No les presté atención, la
pizza estaba demasiado buena y el partido entretenido.
-Bien nena, debo irme.- interrumpió mi amor para despedirse.
-Que tengas un buen viaje Dante.- lo despidió mi primo
-Gracias Thomas. Cuídala por favor.
-Siempre.- me levanté y lo acompañé a la puerta, Félix cargaba sus maletas.
-¿Félix ira contigo verdad?.-estaba intranquila, que estuviera lejos mío me ponía nerviosa.
-Claro. No salgas sin Fran. Promételo Lex.
-Lo prometo, no te preocupes, ya no me molesta.
-Hasta que dejas de quejarte cariño. Cuídate ¿Vale?
-Lo haré, tú también, y vuelve a mí cuánto antes.
-Siempre volveré a ti nena. ¿Dónde más iría?
-Llámame cuando llegues. Te amo nene.- me colgué de su cuello y lo besé cariñosamente en los labios. Como de costumbre, me alzó por la cintura hasta su altura, y
me devoró con pasión.
-También te amo nena.- me dió un suave azote en el trasero y se metió en el ascensor. M e quedé mirando como los números bajaban como una tonta.
Cuando el partido terminó Tomy se marchó.
-Prométeme que pensaras en lo que te he dicho.- le pedí al oído mientras nos abrazábamos.
-Ya déjalo Lex. Te quiero. Llámame si me necesitas.
Limpié un poco el desorden de la sala y busqué algo con que entretenerme por un rato, no quería meterme a una cama vacía. Rebusqué por un libro y llené la tina.
Luego de un buen rato y cuando el agua estaba más fría que lo normal, no le di más vueltas y salí, me puse mi remera de dormir y me metí a la cama, Xander me
acompañó.
-Ya lo extraño…- le confesé a mi cachorro. Como siempre, él se acercó más a mí y me acarició con su húmedo hocico. Lo abracé e intenté conciliar el sueño.
Tuve una noche espantosa, desperté mil veces en la madrugada, sentía la cama enorme y por primera vez en mucho tiempo la ansiedad me embargó y la soledad se
sintió infinita.
Lo primero que hice al despertar es revisar mi teléfono a ver si Dan había mandado un mensaje, y mi corazón se calmó al verlo.
“Llegue bien cariño, luego te hablo. Te amo nena.”
M e levanté y tomé una larga ducha y me preparé para comenzar el día. Cuando Fran volvió de pasear a Xander nos marchamos. Las clases estuvieron más aburridas
que de costumbre. Pronto comenzarían los finales y debía preparar cientos de apuntes. Al menos era una buena forma de gastar el tiempo. Sergio me esperaba para
almorzar y aprovechamos el tiempo para preparar el contrato de Cayetano y arreglar otras visitas a nuevos artistas. Por la tarde pasé por la galería a hablar con Daniel
sobre el presupuesto. Cuando llegué el caos total reinaba, miré alrededor y solo podía ver muros derribados, el hermoso piso de mármol destrozado… respiré hondo y
me recordé que eso pasa en las remodelaciones.
-El mármol Daniel…- murmuré con pesar.
-Lo sé preciosa, pero no pude salvarlo todo, te dijé que necesitábamos arreglar las tuberías.
-¿Pero qué fue lo que paso?
-No lo sé, de alguna manera se rompió el caño maestro e inundó todo.
-¿Alguien accidentalmente le dio al caño?
-M is muchachos insisten en que no fue ninguno de ellos.- no pude evitar pensar en la maldita y desnutrida Sabrina, ¿Será que no nos dejará en paz?
-No te preocupes, se me ocurre otra alternativa que nada tiene que ver contigo. Hazme un favor, ¿Puedes dejar a alguno de ellos de sereno?
-Por supuesto. ¿Pero por qué?
-Temo que sea la misma imbécil que nos amenaza continuamente.
-De acuerdo, dejaré alguien a cuidar el lugar por la noche. Aún necesito ese dinero para reconstruir todo este desastre.
-Bien, usaré dinero de mi herencia, no quería hacerlo, pero visto lo que ocurre, no tengo alternativa. Haz lo que necesites, y cambia por completo el piso, que sea en
madera. Buscaré una que me guste ¿Vale?
-De acuerdo preciosa.- le entregué el cheque y me fui a casa.
Decidí sacar a pasear a Xander yo misma, estaba cansada de ocultarme, si Sabrina quería vérselas conmigo se lo pondría fácil. Ni bien comencé a caminar, noté que
Fran me seguía de cerca y eso me puso nerviosa, pero imaginaba que Dan le había advertido. Apenas volvimos a casa me puse a preparar los finales. Luego de la cena
Dan llamó.
-Hola cariño ¿Cómo te encuentras?.- preguntaba con voz abstraída.
-Hola nene, bien ¿Y tú?
-Extrañándote como loco.
-Ídem. La noche fue pésima. ¿Qué tal Tokio?
-Aburrido sin ti…
-Se cómo se siente. ¿Pudiste reunirte con esa gente?
-Los veré en unas horas.
-¿Qué hora es allí?
-Las 6am.
-¿Pudiste dormir?
-Un poco, jet lag… ¿Qué traes puesto?
-Jaja, eres increíble Navarro.
-Contesta, ¿Qué traes?
-Aún no me meto en la cama, así que ropa del día.
-Ve a la habitación Lex y quítate la ropa.
-Bien, aguarda un momento.- casi corrí hasta el dormitorio, cerré la puerta con el pie y comencé a sacarme la ropa, cuando quedé desnuda volví a coger el móvil.- Ya
estoy desnuda.
-Cuanta rapidez cariño. ¿M e extrañas?
-Siempre…
-Igual yo, extraño tú cuerpo. Tú aroma, tú sabor. Recuéstate con las piernas abiertas y comienza a tocarte para mi nena, quiero oírte.
-¿M e dirás cómo?
-Claro, toca tus pechos, lentamente, acarícialos…- puse el teléfono en altavoz y lo dejé al costado de mi cabeza, y comencé a hacer lo que me pedía. Y un leve
gemido escapó de mí.
-Extraño tus manos Dan.
-Lo sé nena, y yo tu piel… tu humedad… pellízcate los pezones Lex.- lo hice y jadeé, podía sentir su respiración agitada al otro lado.- Si nena, así…
-Recorre tu vientre Lex, lento, hasta llegar a tu deliciosa vagina…- las yemas de mis dedos acariciaron la piel de mi vientre y mi monte de venus, me arqueé, era como
si sus dedos me recorrieran, su voz me traspasaba y podía sentirlo encima de mí.- ¿Estas húmeda cariño?
-S-sí, bastante.
-Hmmm, mete un solo dedo en tu interior. ¿Cómo se siente?
-Caliente, húmedo, quiero más…- respondí entre gemidos.
-Justo como me gusta, buena chica. Ahora dos nena, y muévelos para mí, déjame escucharte Lex.
Dos dedos colmaron mi interior y los moví con rapidez, dentro y fuera de mí, mis jadeos se hicieron más sonoros y su respiración se volvió más pesada.
-Tócate el clítoris con la otra mano cariño, apriétalo duro, como lo haría yo.- dos dedos jugaban en mi interior, mientras con la otra mano tomé mi duro clítoris y lo
prensé como si mis dedos fueran unas pinzas. M i espalda se separó del colchón por completo y una oleada de fuego me recorrió la columna.
-Oh Dante…
-Si nena, así… muéstrame cuánto te gusta, cuánto lo disfrutas. – mis gemidos se hicieron eco en la habitación, mi respiración difusa, mi cuerpo se arqueaba ante el
placer, y yo no podía parar, cerré los ojos y vi los suyos mirándome con posesión, disfrutando de mí.
-Córrete para mi Lex.-exigió y aceleré mis movimientos, hasta que el clímax me llegó, un grito de placer escapó de mis labios. Escuché su gruñido al otro lado,
también se había corrido.
-Gracias cariño.- mi voz apenas podía oírse.
-Te amo nena.
-Y yo a ti nene, vuelve pronto a mí. Te extraño.
-Lo haré. Descansa cariño.
Esa noche dormí plácidamente.
El resto de la semana fue bastante aburrida, y los días parecían eternos, el miércoles invité a Caty, Ari, Euge y Sofi a comer, una noche de chicas en la ciudad, no me
venía mal. Fuimos a uno de los restaurantes de moda de M adrid. Y luego a bailar, Ariana eligió la disco, era la que más sabía al respecto, aunque Eugenia no se quedaba
atrás, bebimos hasta el hartazgo y bailamos hasta que los pies nos respondieron.
El viernes fui con Sergio a una exposición en la galería Wachler, una joven fotógrafa se presentaba, Liliana Valdéz, saludé a Lucero con cariño, y aproveché para
ponerla al corriente de mi galería y le dije que me gustaría que piense en trabajar conmigo como curadora, y le encantó la idea. Raquel fue otra historia, no se mostró muy
amigable, pero ya lo veía venir. La muestra fue buena, su trabajo era preciso y muy recatado, le faltaba algo de picardía a sus fotos, quizás un poco de improvisación, al
menos para mi gusto, pero tenía potencial. Hablé con la joven, me presenté y me dejó en claro que le gustaba mucho mi trabajo. Intercambiamos números de móvil así
podríamos charlar sobre el futuro.
El sábado decidí salir a tomar unas fotos, Fran me acompañó, como era de esperarse.
-Ya que no puedo librarme de ti, serás mi asistente.- le anuncié divertida
-Por supuesto Señorita, ¿Qué necesita?
-Ya basta Fran, estás conmigo todo el día, llámame Lexy, por amor a dios.
-Lo intentaré.
-Bien, debes mantener la luz justo dónde te indique ¿De acuerdo?
-No hay problema.
Aproveché el despejado cielo y la luz natural para tomar algunas fotografías en el parque de “El Retiro”. Pasada unas horas mi estómago comenzó a rugir e invité a
Fran un sándwich de uno de los puestos callejeros y aprovechamos para charlar sobre su hija, le ofrecí ayuda para que consiguiera un buen abogado para obtener la
custodia compartida, me agradeció pero no la aceptó. M e sentía fatal por su situación. A la tarde volvimos a casa. Ni bien abrí la puerta Xander me saltó encima y me
tiró al suelo, Fran no me alcanzó y mi trasero dio en la dura madera.
-¡Xander! Serás cabrón…- lo regañé. Pero ni se enteró y se abalanzó a llenarme de besos la cara.
-¿A qué se debe semejante recibimiento? Apenas si me fui unas horas…
-Quizás te extrañó.- levanté la vista y mi adonis estaba de pie frente a mí, su sonrisa me dejó fuera de juego, jamás podría acostumbrarme a que sea tan guapo, jamás
dejaría de babear como una boba al verlo.
-¡Cariño! Has vuelto, te extrañé tanto…- salté desde el suelo y me colgué de su cuello, cruzó sus brazos en mi cintura y me levantó, enredé mis piernas en él y lo
besé con desesperación. Su lengua se apoderó de mi boca, la reclamó por completo. Lo deseaba tanto… lo había extrañado con locura y estaba dispuesta a
demostrárselo. M is dedos se entrelazaron en su suave cabello y lamí sus labios.
-Cálmate nena. Aún no.
-¿Qué?
-Tenemos una larga noche por delante, quiero llevarte a un sitio.
-Otro día, hoy te quiero para mí, tengo abstinencia de ti…
-Y yo de ti cariño, pero ya sabes… más tarde.
-Oh vamos… por favor.
-No, deberás aguantarte.
Frustrada por su rechazo lo solté, hice un mohín, algo chiquilina, lo sé, pero no pude evitarlo. El sonrió me tomó por el mentón y mordió mi boca.
-Eres tan hermosa… te he traído unos regalos ¿Quieres verlos?.- hice una mueca con mis hombros, lo único que quería era a él.
-Cuando te comportas como una niña pequeña, mi mano tiembla Alexandra.- mordí mi labio en respuesta, era una invitación y no la iba a rechazar.
-¿Quieres azotarme?.- lo tenté juguetona mientras movía mi trasero.
-¿En serio crees que caeré tan fácilmente? A diferencia de ti, Alexandra, yo tengo autocontrol.- mi sonrisa se desvaneció y el mohín volvió.
-Hoy no eres mi persona favorita, que lo sepas…- di una vuelta teatral y me encaminé a la sala. Un fuerte azote aterrizó en mi nalga y me hizo saltar. M e tomó del
codo y me giró, me pegó a su pecho, tomó mi cabello con su mano y mi cabeza voló hacia atrás, mordió mi labio y luego me besó apasionadamente.
-¿Crees que no te deseo?
-Pues eso parece…
-No seas tonta Lex, me muero por ti, ¿Es que no puedes verlo?.
-No quieres tenerme ahora.
-Exacto nena, ya sabes, no es cuando tú quieres, además lo de esta noche te gustará, lo prometo.
Considerando que no me saldría con la mía, lo dejé ahí, ya me las pagaría luego.
-¿Cómo estuvo el viaje?.- inquirí cuando ambos nos sentamos en la sala de estar.
-Bien, cerré el trato, un dolor de cabeza menos.
-M e alegro tanto cariño. ¿Debes volver?
-No por el momento, el resto puedo hacerlo desde aquí. ¿Por qué estás tan lejos? Ven aquí.- dijo mientras tiraba de mí y ponía mis piernas encima de su regazo. Pasé
mi mano por su cuello y acaricié su cabello, su mano comenzó a dibujar pequeñas formas en mi cintura.
-Bien, porque no me gusta que estés lejos de mí. ¿Cómo estuvo tú semana cariño?
-Tremenda…
-Cuéntame, arreglaste lo del presupuesto.
-Hubo un incidente en la galería, alguien rompió uno de los caños principales y el lugar se inundó, así que no hay más remedio que cambiarlo todo, tendré que usar
dinero de la herencia, aunque no quiera.
-¿Alguien?
-Creo que fue la maldita Sabrina, pero no lo sé.
-Vaya, yo lo pagaré.
-No, gracias.
-Si fue ella, es mi responsabilidad.
-No, no lo es. Y ya está arreglado, decidí cambiar todo el piso, será de madera, quizás ébano, no lo sé.
-Bien, iremos a la tienda y te ayudaré ¿De acuerdo?
-Claro.
-¿Y que tal la noche de chicas?
-M uy divertida, la pasamos genial.
-M e alegro mucho, deberíamos tener un día a la semana para los amigos, tú sales con las chicas y yo con los chicos.
-Suena bien, me gusta como piensas…
-¿Qué más te gusta?
-No juegues conmigo Navarro, porque después…
-¿Estas amenazándome?
-Es una advertencia.
-No me digas…- en un movimiento, que no vi venir, me puso sobre su falda y levantó mi vestido, mi trasero quedó al aire y a su disposición. Un fuerte azote en mi
nalga, luego en la otra.
-¿Realmente necesitas disciplina no?
-Soy una chica mala, ya sabes cariño…- otra ronda de azotes aún más fuerte, pero llevaba medias gruesas y no podía ver el resultado de sus correctivos, por lo que
rompió mis medias y mi trasero quedó al descubierto, intensificó sus flagelos.
-Debo dejar de ser una mala chica ¡dilo!.- estableció mientras seguía con su tarea.
-Debo dejar de ser una mala chica…
-Continúa diciéndolo hasta que te lo creas Alexandra.- Aumentó la velocidad y la intensidad, mi trasero se sentía como si estuviera sentada sobre una estufa, ardía,
quemaba, me extasiaba.
-Seré obediente con mi Señor, y no intentaré sacar partido de él ¡dilo!.
-Seré obediente con mi Señor, y no intentaré sacar partido de él. Lo siento cariño.- continuó por unos segundos más, hasta que mi trasero estuvo tan rojo como la
misma sangre. Entonces se detuvo, y comenzó a acariciarlo, a masajearlo para aliviar el dolor y el ardor. Inspeccionó mi entrepierna, que por supuesto estaba muy
húmeda, me dio unos ligeros azotes en la vagina y yo gemí. Toco toda mi hendidura a través de la suave y ligera tela de mi tanga, mientras yo me removía deseosa. Sentí
su erección endurecerse debajo de mí, finalmente me follaría, no podría evitarlo, me relamí encantada. Levanté más el trasero, puso mis manos en mi espalda y las
sostuvo con una mano, con la otra corrió mi tanga y metió dos dedos en mi interior y los movió con habilidad.
-¿Ya quieres correrte nena?.- preguntó con voz seductora
-Si, por favor…
-Bien, no lo harás, por ser una mala chica y desobediente, no podrás correrte en toda la noche.
-¿Q-qué?
-Si cariño, y créeme, será una larga noche para tí… ahora iré a tomar un baño.- me puso sobre el sofá y se levantó como si nada. M e quedé dura. M e lo pensé unos
minutos, no podía dejarme así, él también estaba excitado, lo sabía y lo había notado. Tomé coraje y me fui a la habitación. M e quité la ropa y me metí al baño, estaba
estático bajo la lluvia de la ducha. Lo miré por unos segundos, me parecía el hombre más hermoso y sexy del mundo, y era mío. Abrí la hoja de vidrio de la ducha y me
metí con él.
-¿Qué crees que haces Lex?
-Te acompaño cariño.
-¿No fui lo suficientemente claro?
-Sí, pero te deseo y sé que tú me deseas. Castígame luego.
-Vaya Lex… cómo te cuesta aprender cuando estás excitada.- se giró y me miró a los ojos.
-Por favor cariño, fóllame, te extrañé, te deseo, te lo estoy rogando.
-Bien, quieres que te folle, eso haré nena.
Bruscamente me giró, mi pecho se pegó al frío de la cerámica del baño, abrió mis piernas y con una mano bajó mi cintura para que mi trasero se eleve, con la otra
tomó mi cabello y mi cabeza lo siguió, sin ningún preámbulo se enterró en mí. Duro, violento, estaba cabreado y excitado. M e folló duro, entraba y salía de mí
rápidamente, mi respiración se volvió dificultosa, mis gemidos eran apenas audibles. Podía sentir su enojo y eso me helaba.
-Así no Dan, suéltame.
-¡No! ¿No querías que te folle? ¿No me rogaste que lo hiciera?
-No así, déjame.
-No nena, tendrás lo que querías.- sus acometidas se volvieron brutales, y una tristeza extraña me tomó por sorpresa y las lágrimas cayeron por mis mejillas, si bien,
entre nosotros siempre era sexo salvaje, esta vez era diferente, él no estaba ahí. No lo sentía. Y eso me dolió más que cualquier otro castigo que se le ocurriese. Cerré los
ojos y me empeñé en recordarme que me amaba y que esto no era real. Pero no pude evitar la tristeza y el dolor. Sentí su cuerpo temblar dentro mío y la calidez de su
excitación volcarse en mi interior. No dijo nada, se lavó y salió de la ducha. M e hice un ovillo en el piso de la ducha y dejé que el agua se mezclara con mis lágrimas. Yo
había provocado esto y ahora debía aguantarlo. Aun así, me sentí increíblemente sola, abandonada. Estaba acostumbrada a sus castigos y a mis esfuerzos por conseguir
lo que quería, eventualmente lo conseguía, era un juego entre nosotros, pero esta vez, fue demasiado. La indiferencia, me mataba, él sabía que no había nada que me
doliera más que me ignore, y lo había hecho.
Traté de recomponerme, definitivamente había conseguido lo que él quería, ahora si había aprendido la lección. M e di un baño y salí, sequé mi cabello y envuelta en
la toalla me senté al borde de la cama, aún sollozaba en silencio. Xander se acercó a mí y puso su hocico sobre mi falda para tratar de consolarme.
-Tranquilo pequeño, no es nada. No debes preocuparte.- afirmé mientras acariciaba su cabecita.
-¿Estas bien?.- levanté la vista y ahí estaba él, su rostro se descompuso cuando vio el mío. Se dejó caer al suelo y se abrazó a mis piernas. –Cariño lo siento, ¿te he
puesto así? No pretendía hacerte daño, solo quería que aprendas…
-Lo sé Dan, no pasa nada. Solo me tomó por sorpresa. Ya se me pasará.
-Realmente lo siento nena. Jamás te haría daño.
-Lo sé Dan. Y aprendí la lección.
-Lo siento cariño.
-Yo también.- nos quedamos así por unos minutos, el abrazado a mis piernas y mirándome con esos arrebatadores ojos azules, que eran mi perdición, y yo
acariciando su cabello, sin decir nada. Una especie de tiempo fuera.
-¿Qué debo usar?.- interrogué finalmente
-Fíjate en los regalos que te traje, ahí encontraras que ponerte esta noche.- respondió con una sonrisa.
M e levanté y busqué las bolsas que había traído, dentro había un kimono japonés negro con flores y adornos rosa, absolutamente precioso y tradicional.
-¿Quieres que use el kimono?
-No, no hoy, hay otro vestido.
Rebusqué en las otras bolsas, encontré ropa interior de seda, otras de puntilla, con encaje, todas hermosas. Le dediqué una sonrisa. Finalmente encontré un vestido
corto estilo japonés, en rojo, simulaba ser un kimono pero mucho más moderno, las mangas anchas, muy corto, y en el pecho se cruzaban, iba acompañado de una faja
ancha en negro. Elegí uno de los conjuntos de ropa interior que me trajo, rojo de encaje, me puse el vestido y necesité de su ayuda para cerrarle la faja. M e puse unos
zapatos negros de tacón fino que se sujetaban al tobillo y me metí al baño a terminar de arreglarme, me recogí el pelo en un rodete.
-Esto también es para ti nena.- dijo mientras me entregaba una caja de madera en color sangre. Lo abrí con cuidado y dentro había una peineta japonesa de oro blanco
y brillantes, con una enorme flor en rojo y de ella caían tres adornos de flores en el mismo tono. Una belleza.
-¡Dan! Es tan hermoso cariño. Gracias
-¿Te gusta?
-Es hermoso, no tengo palabras.
-Nada tan hermoso como tú.- dijo mientras me besaba el hombro. M e lo puse de costado sujetando el rodete. Parecía una autentica geisha. M e maquille, una línea
gruesa en negro en los parpados, bastante rubor rosa en mis mejillas, y labios carmín.
-Estas hermosa Lex.
-Gracias cariño. Hoy seré tú pequeña geisha.
-Ya veremos, primero debes aprender lo que es una geisha.
-¿Dónde iremos?
-Ya veras, la paciencia es una virtud Alexandra. Le falta algo a ese vestido ¿No llevas medias?
-No, es demasiado corto y se verían.
-Póntelas de todos modos por favor.- fui en busca de las medias y me las puse, como había advertido, se veían, pero lucía más sexy.
-¿Qué tal ahora?.- consulté volviendo a la habitación.
-Perfecta, una obra de arte.- giró su dedo en el aire y yo me giré sobre mis pies para darle una vista completa.- Exquisita.- respondió. Fui a coger el móvil para
meterlo en un bolso de mano, pero me detuvo.
-No lleves nada nena.- dejé el bolso y el móvil sobre la mesa de luz, él llevaba puesto un hermoso traje de dos piezas en gris metalizado con una camisa y corbata
negra. Tomó mi mano y nos dirigimos al garaje. Félix aguardaba parado al lado del Phantom. Nos subimos y manejó por un buen rato.
-Estoy ansiosa.- dije sinceramente
-Lo sé cariño. Las sorpresas no son lo tuyo.
-¿Falta mucho?
-No tanto, relájate. Será divertido, lo prometo.
-De acuerdo.- respondí mordiéndome el labio, no podía dejar de estar ansiosa, no sabía dónde iríamos ni con quién, o porqué me había vestido como una geisha.
Finalmente llegamos a un lugar llamado “Maiko Henshin” parecía un restaurante japonés. Bajamos y me escoltó tomándome de la cintura. Ni bien cruzamos la
enorme puerta una hermosa geisha nos atendió, vestía un tradicional kimono en blanco con flores rosas.
-Oyasumi nasai, Youkoso.- saludó la recepcionista.
-Arigato.- contestó mi adonis, yo me limité a asentir y sonreír. Ambos continuaron la charla en un perfecto japonés, y no era precisamente uno de los idiomas que
hablaba así que no me enteré de que iba la charla. Imaginé que estaría pidiéndonos una mesa. La mujer se giró y comenzó a caminar, pasamos unas mesas llenas de gente
y tras unas cortinas se encontraba un lugar bastante diferente. Una mesa larga y baja, como si fuera una pasarela o algo así, rodeada de almohadones en el suelo, había un
joven también japonés, suponía, sentado a la cabecera y acompañado de dos hermosas jóvenes también vestidas como geishas.
-Ven cariño, te presentaré mi socio japonés.
-Buenas noches, bienvenidos.- saludó el joven, era bastante apuesto, alto, cabello negro y prolijo, llevaba un traje azul marino con una camisa blanca y corbata azul.
Se levantó y le dio la mano a Dante y besó la palma de la mía.
-Jiro te presento a mi mujer, ella es Alexandra.
-Encantada de conocerlo.- acordé con una sonrisa.
-El placer es todo mío. Tenías razón Dante, es una auténtica belleza.
-Gracias.- me ruboricé, su forma de mirarme me incomodaba un poco.
Nos sentamos uno al lado del otro, una camarera también vestida de forma tradicional, comenzó a servirnos sake. Las cortinas se abrieron y M ariano y Ari entraron,
mi hermana vestía de estilo japonés, pero no era un kimono. Abrió los ojos de par en par cuando me vio, miré confusa a Dan, y él me regaló una sonrisa pícara. Detrás
de ellos aparecieron Electra y Cesar. Ella vestida como una autentica geisha, con su largo y precioso kimono. Todos nos saludamos y fueron tomando lugar en la mesa.
-¿De qué se trata esto Dan?.- pregunté en su oído.
-Tranquila nena. Disfruta de la noche. Y no pienses tanto.
M i hermana estaba justo en frente mío y me miraba pidiéndome respuestas que no tenía. Una joven apareció, se quitó el kimono y quedo desnuda frente a todos, se
subió a la mesa, se recostó en ella, y otras dos chicas comenzaron a disponer el sushi directamente sobre su piel. Agradecí a mi alergia, ya que no tenía que comer de ella
frente a mi hermana menor. Ariana se puso roja como un tomate y bajó la mirada, M ariano le dijo algo al oído. Su gesto me hizo darme cuenta que estaba 100% dentro
del BDSM , era su sumisa, mi pequeña hermana… maldecí a M ariano en mi interior.
-Por favor sírvanse.- invitó Jiro a degustar la cena. Todos tomaron los palitos, y comenzaron a recoger pequeños trozos de distintas partes del cuerpo de la hermosa
mujer.
-Alexandra, Dante me comentó que eras alérgica al pescado, mandé a preparar un sushi especial para tí. Es solo de algas y queso, está en su vientre.- interrumpió
Jiro y yo me quedé con la boca abierta.
-Gracias Jiro. Es muy amable de tú parte.- Dan tomó los palitos que yo tenía en las manos y los dejó en la mesa, M ariano hizo lo propio con Ariana y Electra los
siguió, quitándole a Cesar los suyos. Jiro hizo una mueca y las dos jóvenes que lo acompañaban se inclinaron y tomaron las piezas con sus bocas. Sonreí.
-Tenemos una regla aquí. Las sumisas y sumisos comen del plato.- advirtió Jiro.
-Por supuesto.- ironicé y Dante clavo sus ojos en mí. M e remordí el labio, yo y mi ágil bocaza. Bajé la cabeza en respuesta. Respiré hondo y me senté sobre mis
rodillas, miré a mi hermana tratando de darle confianza y le guiñe un ojo. M e incliné sobre la mesa y tomé una pieza de su vientre con mi boca.
-Buena chica.- dijo Dan en mi oído.
Sin dudas funcionó, y Ariana me imitó y comió de su clavícula. M e reí ante su vergüenza. Estaba bastante segura de que jamás había estado con una mujer en su
vida. Para mí no era gran cosa, hubiera comido de la misma entrepierna de la mujer en la mesa si Dante lo pidiera, pero mi hermanita estaba ahí, y eso me limitaba un
poco. De a poco nos fuimos relajando, la charla comenzó a fluir, y entre bocado y bocado las risas se multiplicaban. Hasta que finalmente la mujer quedó
completamente desnuda. Se levantó y se fue. El sake comenzaba a nublarme un poco la cabeza. M i adonis metió su mano en mi entrepierna pero yo no estaba mojada,
la situación no me había excitado.
-Que decepción cariño. ¿Cómo debes estar para mí?
-M ojada.
-¿Y lo estás?
-No.
-Deberemos trabajar en eso.
-Dan, está mi hermana, no puedo.
-No está tú hermana, está la sumisa de M ariano. No es lo mismo.
-Es lo mismo para mí, lo siento.
-¿Cuál es tú palabra de seguridad Alexandra.
-ROM A.
-Bien, úsala si así lo deseas.
-Dan, por favor…- levantó la mano y me cayó. Hizo una seña a Jiro y éste le dijo algo al oído de una de sus acompañantes. Esta se levantó de inmediato y se subió
a la mesa, la música comenzó a sonar y ella a bailar. Era un auténtico baile japonés.
-M izuki es una geisha. Por eso puede bailar para mí. Pero Namiko es una M aiko, una aprendiz. Al igual que ustedes.- Dijo Jiro mirándonos a Ari y a mí.- Ahora
M izuki les ensañará lo que significa ser una geisha.-
Extendió su mano pidiéndome la mía, miré a Dan y el asintió. M e levanté y subí con ella, hizo lo mismo con Ari, y Namiko se nos unió. Nos enseñó el baile
tradicional que estaba haciendo, y me pareció hermoso, tan sensual y delicado, se movía como si fuera una pequeña gacela. Traté de imitarla, pero estaba segura que me
veía más como un ciervo herido. Aun así, lo hice, miré a Dan de reojo y estaba mirándome con cara de bobo y eso me hizo sonreír, al menos a él le gustaba y era lo que
importaba. Cuando terminamos, ella hizo una reverencia y las demás la imitamos, Dan me ofreció su mano para bajar y cuando me senté a su lado, me besó con cariño.
-Eres tan hermosa que a veces me resulta incomprensible que seas mía nena.
-Lo mismo digo nene.
-Bien, mi turno de mostrarte mi lugar Jiro. ¿Vamos?.- dijo mi adonis al resto.
-Cuando quieran.- respondió Jiro. Nos levantamos y subimos a los autos.
-¿Dónde vamos cariño?.-traté de averiguar cuando estábamos en el carro.
-Al Templo.- mi vientre se contrajo de inmediato, la excitación comenzó a abrirse paso. Hasta que Ari cruzó por mi mente.
-Ariana…
-Tranquila, ellos estarán con Electra y Cesar. Nosotros con Jiro y sus chicas.
-Qué bueno.
-¿M ás tranquila?
-Si mucho.
Ni bien llegamos al Templo, Rafa nos abrió la puerta y yo le regalé una sonrisa. El lugar estaba a tope. Como cada fin de semana. Fuimos hasta la barra y pedimos
un champagne y nos sentamos en la mesa de Dan.
-¿Habías estado acá Ari?.- ella se sentó a mi lado.
-No, es la primera vez, el lugar es enorme.
-Aún no viste nada cielo, espera a ver el salón de juegos… luego me cuentas.
-M ariano dijo que estaríamos con Electra y Cesar, muero de nervios.
-Tranquila, son encantadores y buena gente, estarás en buenas manos.
-¿Tú?
-Sí, estuve con ellos, estuvimos, mejor dicho.
-Jamás he estado con una mujer Lexy, no sé cómo hacerlo.
-Tranquila cielo, solo escucha a M ariano, él te guiara, solo disfruta.
-De acuerdo.
-Relájate, bebe algo.
Luego de beber una copa nos retiramos a la sala de juegos. Dejamos a los chicos atrás y subimos a la oficina acompañados de Jiro y sus bellas Geishas.
-¡Dante, éste lugar es maravilloso!
-Lo sé… lleva un tiempo abierto y esta así de lleno cada fin de semana.
-No es para menos, tienes Disneylandia Sado aquí.
Todos reímos al unísono. De fondo sonaba The Same Deep Water As You de The Cure. M iré a Dan, y me hizo una seña de que me acerque. Caminé hasta donde
estaba él, me tomó por el trasero y comenzó a lamer mis labios, luego mordió mi labio inferior y se apoderó de mi boca. Sus manos acariciaron mis nalgas, apretándolas
y dándome un ligero azote, aún ardían por su castigo, pero eso solo me encendía más.
Giró su dedo en el aire indicándome que haga lo mismo, y así lo hice.
-M uy hermosa, y tan sensual.- dijo Jiro llamando mi atención hacia él. Sus acompañantes estaban desnudas y se besaban con adoración mientras él acariciaba sus
traseros.
-Ve con ellas Lex.- ordenó mi adonis y así lo hice.
Jiro se sentó en el sofá y Dan le alcanzó un vaso de whisky y se unió a él.
-Veras Jiro, Lex es bastante especial, y estoy seguro que tiene algo de Dominante en ella. Su carácter… bueno, tiene un temperamento bastante fuerte y quisiera ver
hasta dónde puede llegar.
-Eso suena muy interesante Dante. ¿Por qué no dejar que pruebe con mis preciosuras?.
-M e parece una gran idea. Cariño tú maneja la situación, estas por tú cuenta.
M e quedé estática, no entendía a que estaba jugando, yo era su sumisa, no una Dómina.
-¿Qué quieres que haga?.- consulté confusa ante su orden.
-Lo que tú quieras nena, Somételas como desees.
-¿Jiro?.- pedí su permiso
-Son todas tuyas Alexandra, no tienen límites, son esclavas.- contestó sin vacilar. M e lo pensé unos minutos, y de repente noté que comenzaba a excitarme, me
gustaba un poco la idea de someter a alguien, y nunca lo había hecho.
-De acuerdo.
-M izuki, Namiko, obedecerán a Alexandra como si fuera yo.
-Si Amo.- dijeron a la vez. Bajaron la cabeza y se quedaron esperando mi orden. M e sonreí con malicia. Escuché la risita de Dante y me relamí.
-Súbete al banco médico Namiko.- ordené señalándolo. Ella obedeció de inmediato. Até sus extremidades a los grilletes y también su cintura. Quedó completamente
expuesta y abierta de piernas en la camilla que parecía de ginecólogo.
-Pruébala M izuki y saca el trasero para mí.- volví a ordenar, se puso entremedio de sus piernas y comenzó a lamerle el sexo con énfasis.
-Lento M izuki, no hay apuro.- advertí. Separé sus piernas y bajé su espalda, para que su trasero quede a mi disposición. Busqué en el armario y encontré el cat de 9
colas trenzado que tanto me gustaba, me acerqué a ellas y comencé a azotar a M izuki lentamente y de forma pareja.
-Si te detienes o ella se corre tú lo pagarás. ¿Has escuchado M izuki?.
-Si Señora.
Namiko gemía de placer, y M izuki se removía debajo de los azotes del cat. Intensifiqué los flagelos, y ella gritó. M iré a Jiro, pero él ni se inmutó, así que decidí
seguir por unos segundos más. Luego me acerqué y masajeé sus enrojecidas nalgas. Revisé su entrepierna para saber si podía o no seguir, su humedad baño mis dedos
por completo. Hundí un dedo en su interior y ella se arqueó y se apretó a mí. Lo moví dentro y fuera varias veces y noté como mi propia excitación comenzaba a bañar
mi tanga. Llevé mis dedos a la boca de Namiko y ella los lamió con dedicación.
-¿Quieres correrte Namiko?.- puse mi voz mas seductora.
-Si Señora, por favor.
-Aún no..-respondí y volví al armario, cambié el cat por una palmeta dura de cuero con tachas, yo la adoraba pero sabía que era muy dolorosa. Comencé a azotar
lentamente a M izuki, ante el primer golpe de la palmeta se enderezó instintivamente. La tomé del cabello y la volví a colocar en la entrepierna de Namiko.
-Haz que se venga y me detengo.- le advertí y volví a la tarea, aumenté la velocidad a medida que los gemidos de Namiko se intensificaban.
-Ahora puedes correrte Namiko.- ordené y ella se dejó ir y yo me detuve.
-¿Qué hay de ti, quieres correrte M izuki?
-Si Señora, por favor.
Volví a acercarme al armario y tomé el magic, desaté a Namiko y la hice bajar de la mesa.
-Sube M izuki.- la aseguré a los amarres.
-Usa el magic Namiko, pero si se corre sin permiso, tú estarás en problemas.- volví al armario y busqué unas pinzas y la paleta eléctrica, le puse las pinzas en los
pezones a M izuki y comencé a jugar con la paleta, apoyándola un segundo sobre su húmeda piel, primero sus pezones, después su vientre, luego su clítoris, y ella se
retorcía de placer.
-Creo que no te estas esforzando, aumenta el ritmo.- regañé a Namiko y lo elevó un grado. Dejé la paleta unos centímetros por encima de su vientre y cuando ella se
curvó de placer una descarga la volvió a su lugar.
-M ás.- ordené, y volvió a hacerlo y una nueva y dolorosa descarga se acentúo en su piel.
-Ahora puedes correrte M izuki.- no terminé de decirlo que un brutal gemido se escapó de su garganta. Cuándo su cuerpo dejó de temblar la solté de los amarres.
-Ahora ve a darle placer a tú Amo M izuki, y por tú bien, espero que él lo disfrute.- la joven se arrodilló entre las piernas de Jiro, bajó su bragueta con los dientes y
comenzó a lamerlo con vocación.
-Tú te encargaras de mí Hombre, y espero que realmente le guste o estarás en problemas Namiko.
Se acercó a Dante rápidamente, se arrodilló entre sus piernas y también con los dientes bajo su cremallera, los ojos de mi adonis ardían en los míos. Su mirada me
traspasó y me mordí en respuesta. No podía ver lo que ella hacía, no podía apartar los ojos de Dan. Sonreí con placer, me encantaba verlo con otra persona, así podía
disfrutar de sus gestos. Volví al armario y busqué el guante de púas y un dildo, le puse un preservativo y me arrodillé a la espalda de Namiko, con mi mano libre llevé el
dildo a mi boca para humedecerlo y luego metí mis dedos en su interior, estaba mojada y lista, metí el dildo en su vagina y ella se curvó y mi adonis apretó los dientes
con fiereza y le dio un cachetazo a Namiko.
-¿Has lastimado lo que es mío?
-No Señora, le juro que no.
-¿Cariño te encuentras bien?.- estaba preocupada.
-Si nena, solo fue algo brusca.- respondió mi Dueño sonriente.
-Ten más cuidado Namiko.- hice desaparecer el dildo en su interior, mientras la mano con el guante de púas comenzó a azotar su trasero. M is ojos no se apartaban
de los suyos. Y pude notar como disfrutaba del show que le regalaba. Sabía que era solo para él. Para su propio placer. Haría cualquier cosa que me pidiera, incluso
cuando había veces en donde no era tan dócil y sumisa, era completa y absolutamente suya. Y él lo sabía.
-Suficiente Namiko.- dijo de repente Dan, estaba a punto de correrse, saqué el dildo de dentro suyo y lo dejé a un costado, sabía que lo que él quería era correrse en
mi boca. Corrí a Namiko y me acomodé entre sus piernas, adivinando sus intenciones, me miró, sonrió y se quitó el preservativo, yo abrí la boca para recibirlo. Se corrió
en el interior de mi garganta, la calidez de su orgasmo me inundó por completo, su exquisito sabor baño mi boca.
Cuando salió de mí, tomó un sorbo de whisky y lo derramó en mi boca. Luego otra vez, y finalmente me besó con pasión.
-Eres mi sueño húmedo ¿Lo sabes no?
-Y tú el mío cariño.
-Vaya mujercita que tienes Dante, eres un maldito afortunado.- interrumpió Jiro.
-Lo sé Jiro, créeme que lo tengo claro.
-Iremos a disfrutar del resto de las instalaciones. Alexandra, gracias por tan hermoso regalo.
-Fue todo un placer Jiro, gracias a ti por prestarme a tus mujeres. Son maravillosas.
-Espero la oportunidad de repetirlo.- concluyó mientras se ponía de pie.
-Cuando quieras amigo.- contestó Dan.
-Gracias Señora.- dijo Namiko y M izuki me regaló una reverencia. Los tres abandonaron la oficina y Dan y yo nos miramos fijamente a los ojos por unos instantes,
hasta que no aguantó más y me tomó por la cintura y me sentó encima suyo, aún traía su miembro fuera, rompió mi tanga y se enterró en mí. Gemí como loca, lo
añoraba, lo necesitaba. Encajaba a la perfección en mí, me sentía completa, llena, extasiada. M is dedos se mezclaron con su pelo y mi boca lo buscó desesperada, lo besé
con posesión.
-M ío.- suspiré, más para mí que para él.
-Tuyo, siempre tuyo cariño.- abrió mi vestido tirando de el con violencia, y rápidamente tomó mis senos con sus manos y comenzó a lamer mis pezones y dejar
duras mordidas en el. Chupó mis pechos con violencia, me necesitaba, tanto como yo a él. M i clímax se intensificó y todo mi interior se apretó a él.
-Córrete para mi nena.
M i cuerpo tembló y se contrajo. El orgasmo me alcanzó brutalmente, mordí su labio inferior y tiré de su pelo. Sus manos se clavaron en mis nalgas como si fuera a
convertirse en uno. Y se corrió con un gemido gutural.
La semana fue bastante agitada, el lunes fuimos al médico para que le quiten las férulas, después de hacerle unos estudios, finalmente pudimos dejar atrás ese
espantoso momento. Sus huesos habían sanado bien, al principio debió usar el bastón para caminar, aún no se sentía del todo cómodo, pero de a poco volvió a la
normalidad. El mismo martes se reincorporó al trabajo.
Nuestros días eran cada vez más habituales, generalmente íbamos en el mismo auto, Félix me dejaba en la universidad y luego él se iba a la oficina, y al mediodía,
Fran venía a buscarme. M i primo Daniel comenzó a avanzar en la remodelación, Dan me ayudo a elegir el nuevo piso y opté por una madera oscura. El viaje estaba a la
vuelta de la esquina, así que los preparativos nos llevaron un tiempo. También se sumó que el viernes anterior a nuestra pequeña escapada, Ari y M ariano hicieron
finalmente la fiesta de compromiso. Luego de salir del trabajo fuimos directo al aeropuerto, el avión de la compañía de Dan nos esperaba para llevarnos hasta Oviedo.
Nos encontramos con Caty, Euge, Tomy y Caroline y los amigos de ellos. Joaquín, Antonio y su esposa Celia, y Román y su novia Penélope. Poco más de una hora
después de abordar llegamos a Asturias. Los choferes vinieron a recibirnos y los invitados fueron directo al hotel, donde se hospedarían, nosotros nos dirigimos a la
casona M iller.
-¡Al fin llegas! Tengo una crisis tremenda.- decía alterada Ari, ni bien cruzamos el umbral, apenas pude tirarle un beso a mi madre al pasar, mientras mi hermana me
arrastraba escaleras arriba como una loca.
-¿Qué sucede Ari?
-¿Has estado con M ariano alguna vez?.- preguntó de la nada y mi sangre se heló.
-M ira cielo, es algo complicado. Siento no habértelo dicho antes, fue mucho antes de que ustedes siquiera se conozcan, Dan M ariano y yo sesionamos una vez.
-Entonces es cierto.
-¿Él te lo contó?.- curioseé, ambos habíamos decidido no decírselo.
-No, me llegó un mail diciéndome que había cosas que no sabía. Que Dante y M ariano compartían todo, incluso a mi hermana.
-Fue solo una vez Ari, hace mucho tiempo. y fue solo sexo, no hubo nada más, tú sabes cómo funciona esto. El sexo es sexo.
-No puedo creer que no me hubieran dicho.
-Lo siento mucho, tienes razón, deberíamos habértelo contado, pero tú aún ni siquiera sabias que existía el BDSM , y temí que te alejaras de él si sabias lo que había
pasado, que no lo entenderías.
-M e subestimas.
-Sí, tengo la costumbre de subestimarte. Lo lamento.
-¿Fue solo esa vez?
-Solo una, lo juro. Dan y yo comenzábamos la relación. Y él y M ariano siempre compartían sus conquistas.
-Sí, eso lo sé. ¿Lo besaste?... sé que suena tonto considerando que follaron… pero
-No.- interrumpí.- Tengo por regla que solo Dan me besa.
-Bien. ¿Hay algo más que deba saber?
-Eso es todo Ariana, lo juro.
-De acuerdo, te creo. No vuelvas a ocultarme nada, ni siquiera cuando creas que es lo mejor para mí.
-No volverá a pasar.
Una vez más, mi pequeña hermana me sorprendía, había entendido que no era nada romántico, solo una sesión y hace mucho tiempo. M e senté en su cama mientras
ella se terminaba de arreglar para la fiesta. Estaba segura que había sido la maldita de Sabrina, metiendo sus garras dónde podía. <<M aldita lagartona, me pagarás todas y
cada una>> me prometí a mí misma.
M e fui a mi habitación a arreglarme, Dan estaba cambiándose.
-¿Todo está bien?.- preguntó al ver mi rostro.
-Sí, la imbécil de Sabrina le mandó un correo a Ari, diciéndole que M ariano tú y yo habíamos estado juntos.
-¡Esa maldita entrometida!. Lo siento cariño. ¿Cómo esta Ari?
-Lo tomó mejor de lo que esperaba, lo entendió.
-Por supuesto, te conoce y también a M ariano.
-Si todo se hubiera arruinado por esto…
-Tranquila nena, nada paso, será solo una anécdota. Ahora prepárate, debemos bajar cuánto antes.
M e metí a la ducha y tomé un rápido baño. Arreglé mi cabello, hice unas trenzas a los costados y las uní a mi nuca y levanté el resto del cabello en una cola y subí
ligeramente la cresta. M e maquillé dramáticamente los ojos y solo brillo rosa en los labios. Cogí una tanga de encaje negra y me puse el mono gris petróleo que había
comprado para la ocasión. Tenía un solo hombro y escote corazón, era ajustado en las piernas y por encima del tobillo. Lo rematé con un cinto en plata labrado y
zapatos de tacón plateados. M e puse unos pendientes brillantes preciosos que había recibido por mi cumpleaños. Tomé el abrigo corto de piel, el bolso y bajé. M i
adonis personal me esperaba en la sala bebiendo una copa con Andy. Al verme, su mirada se iluminó, solo pude sonreír ante su reacción, lucía guapísimo en su traje gris
petróleo a medida, camisa negra y corbata gris claro.
-Hola Andy ¿Cómo te encuentras?.- saludé a mi hermano mientras le daba un abrazo.
-Hola guapa. M uy bien ¿Y tú?.- dijo con una sonrisa mientras me devolvía el abrazo. Nuestra relación estaba marchando mejor de lo que esperaba, no éramos
mejores amigos, pero hablábamos seguido, ya sea por la inminente llegada de mi sobrino, o por temas de la empresa.
M i hombre me tomó por la cintura y me atrajo hacia él, me dio un delicado beso en la mejilla mientras me repetía al oído, lo hermosa que era. M i madre se nos unió
y se me lanzó a los brazos apenas me tuvo a la mano.
-Te ves encantadora Alex. Ambos lucen maravillosos, hacen una pareja tan hermosa.- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Tú también mami, tan hermosa como siempre. ¿Fany?.
-Está en el toilette, ya viene.- advirtió mi hermano, cuando la futura mamá cruzó el umbral.
-¡Vaya Fany! ¿Seguro es uno solo?.- estaba atónita, su vientre era enorme.
-Juro que sí, aunque parece un ejército.- respondió mientras nos abrazábamos. No pude evitar acariciar su vientre con cariño. Una pequeña persona se estaba
formando allí, aún me costaba creer que fuera cierto. Charlamos durante unos minutos, hasta que Ari y M ariano bajaron. M i hermana lucía preciosa en su pequeño
vestido blanco. Finalmente todos nos subimos a los autos y nos encaminamos al hotel. La fiesta se llevaba a cabo en el salón formal del hotel M iller. Varios fotógrafos
de la prensa del corazón nos esperaban en la puerta. Encantada posé del brazo de mi hermoso hombre, que me miraba como si yo fuera lo más lindo que vio. El salón
estaba repleto de hermosas rosas rojas, las mesas redondas lucían impecables y brillantes cristalerías. La luz ténue y la música baja le daban el ambiente ideal. Los
invitados comenzaron a bajar y de a poco nos fuimos acomodando en nuestros lugares. La cena fue maravillosa, tanto Dan, que era el padrino de M ariano, como yo, que
era su dama de honor, hablamos de ambos y de cuánto disfrutábamos de su amor. También habló mi madre y mi hermano. La familia de M ariano estaba allí, sus padres,
una pareja mayor y encantadora, no podían estar más felices por ambos. Era hijo único y siempre habían querido una hija, y mi hermana era la perfecta adición a la
familia. Luego de los brindis, todos salimos a la pista de baile. Fue una larga y divertida noche. M i adonis y yo no pudimos apartarnos el uno del otro mientras
recorríamos la pista. M uy entrada la madrugada volvimos a la casa y después de hacer el amor en silencio y suavemente nos dormimos.
El sábado disfrutamos de un día en familia, todos juntos salimos a almorzar al centro histórico y luego a dar un paseo, quería que Dan viera donde crecí. El resto de
la familia volvió a la casona, Ari, M ariano, Dan y yo seguimos nuestro paseo. Llegamos a un bello restaurante y cenamos los cuatro juntos, entre charlas y risas. Cerca
de las 10pm volvimos a la casona, preparamos las cosas y nos fuimos al aeropuerto, esa misma noche viajábamos a Capri. Nos despedimos de la familia y nos subimos
al avión. Xander había quedado en M adrid, y Ari prometió llevárselo apenas regresaran a la ciudad.
-¿Lo disfrutaste cariño?.- pregunté curiosa a Dan cuando estábamos en el aire, desabroché mi cinturón de seguridad, me saqué los zapatos y puse mis piernas sobre
las suyas.
-M ucho, Oviedo es realmente hermoso y me gusta saber todo de ti.- respondió mientras dibujaba formas en la piel de mi rodilla.
-Lo sabes todo de mí.
-M e refiero a de dónde vienes.- dijo mientras tomaba su mano, lamí sus dedos con delicadeza y luego metí dos de sus dedos en mi boca.
-Lo importante es a dónde voy Dan.- clavó sus profundos y penetrantes ojos en mí.
-Se dónde vas, conmigo. Es todo lo que importa.- su mano abandonó mi rodilla y emprendió el camino hasta mi entrepierna, lenta y suavemente.
-Te seguiré hasta el fin del mundo nene.- contesté con total honestidad. M is piernas se abrieron para él, no llevaba tanga y se sorprendió al notarlo. M i amplia falda
se arremolinó sobre mis muslos.
-Lo mismo digo nena.- acordó mientras se acercaba a mi rostro, pasó su lengua por mis labios y besó la punta de mi nariz, haciéndome cosquillas. Sus dedos se
sumergieron en mi interior y solté un leve gemido. La azafata estaba apenas a una cortina de distancia, y el peligro de que nos encuentre me excitó más.
M e levanté y me subí a horcajadas de él, mientras levantaba mi amplia y larga falda del vestido. M etí mi mano por debajo de mí y abrí su cremallera y tomé su duro
miembro. Lamí su mentón, sus labios y mordisqueé su boca.
-Estas muy juguetona hoy… me gusta ésta actitud.
-Te deseo tanto Dan. Que es casi doloroso.
-Y yo a ti nena.- acomodé su pene en la entrada de mi vagina y me levanté para dejarme caer sobre él. Lenta y pausadamente, disfrutando de cada centímetro de él.
Haciéndolo mío. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé profundamente mientras se hundía más y más en mí. Su lengua acarició la mía, y sus dientes la apretaron con
posesión. M i cuerpo subía y bajaba por su miembro a un ritmo extremadamente lento, sus manos se clavaron en mi cadera.
-Aquí, en el cielo mando yo cariño.- sonreí mientras mi lengua recorría su cuello.
-No tientes tú suerte Lex.- respondió tirando de mi pelo y echando mi cabeza hacia atrás para darle total alcance a mí expuesto cuello. Fue dejando pequeños
chupetones en el. Apretó sus manos a mi cadera y me inmovilizó, lo sentía tan dentro mío, que me parecía imposible. M e miró fijo a los ojos, una de sus manos voló a
mi garganta y ahí se quedó, por momentos aumentaba la presión en mi tráquea impidiéndome respirar con normalidad, controlando mi respiración. Su otra mano se
acomodó en mi cintura, abrazándose a ella y comenzó a marcar el ritmo. M e abracé a su cuello, nuestras bocas estaban unidas pero sin besarnos por completo, casi
tentándonos. La velocidad fue creciendo entre nuestros cuerpos, mi pelvis dibujaba pequeños círculos sobre la suya, su respiración era entrecortada, excitada. De
inmediato comencé a notar el inminente orgasmo arremolinarse en mi útero, todo mi interior se contrajo y apresó su miembro en mi interior. Su mano se cerró en mi
garganta.
-Córrete para mi nena.- ordenó entre gemidos. Y yo obedientemente me dejé ir. Apretó su mandíbula y agilizó sus embestidas, sus dientes se cerraron sobre mi labio
inferior y se corrió dentro mío. Unas cuantas horas después el jet aterrizó en el aeropuerto de Nápoles. El fresco aire del mar me sentó de maravilla ni bien estuvimos
fuera. Un auto nos esperaba para llevarnos hasta el puerto. Félix cargó las maletas en el auto y nos abandonó.
-¿No viene con nosotros?.- eché un vistazo atónita a Dan, al ver que Félix se subía a otro auto.
-No, él se quedará en Nápoles.
Italia me encantaba, sus playas, sus ciudades, los pequeños y tradicionales pueblos. Su comida, todo en ella tenía música. Al llegar al puerto Dan cargó las maletas
por el muelle, caminamos unos cuantos metros hasta que llegamos a un hermoso y gran yate. “Dulce Noviembre” relucía en él en letras negras.
-¿Te gusta?.- preguntó mi adonis tomándome por la cintura desde atrás.
-Es impresionante. ¿Dulce Noviembre?..-indagué incrédula.
-Sí, es tuyo, mi regalo de navidad adelantado. Nos conocimos hace exactamente 1 año, en noviembre.
-¿Has perdido la cabeza cariño? Debemos repetir el concepto de regalo.
-Se cuánto te gustan los yates, siempre hablas del que tiene tú padre en M allorca. Así que éste es tuyo, tienes tú propio muelle en la isla de Capri.
-Cariño, realmente has perdido la cabeza.
-¿No te gusta?
-Por supuesto que sí, pero es demasiado.
-Acepta mis regalos de buena gana, ya lo sabes.
-Dan…
-Nada, no lo arruines. Ven, te lo enseñaré.
Subió al magnifico yate dejó las maletas y tomó mi mano para ayudarme, me quité los zapatos para poder caminar segura, me cogió de la cintura y me bajó. No sin
antes besarme con cariño.
-Es un Columbus Sport Hybrid 40M . Y es todo tuyo. Vamos recórrelo.- dijo mientras me soltaba.
No me lo podía creer era increíblemente hermoso, blanco impolúto, pisos de madera clara. Estaba concebido para hospedar a 10 personas distribuidas en cinco
camarotes, en su interior predominan los tonos claros y cálidos con detalles realizados en maderas nobles de teca, sicomoro y roble. El suave contraste decorativo era
aportado por piezas de mármoles con espacios de acero inoxidable pulido y complementos de cuero. Todos los interiores estaban comunicados al exterior por amplios
ventanales que jugaban con la luz del sol y los tonos marinos. Tenía todas las comodidades de una gran casa, probablemente era más amplio que nuestro departamento.
-Esta es nuestra recamara nena. Dejaré las cosas aquí, por si quieres cambiarte.- dijo mi adonis mientras entrabamos en una inmensa habitación.
-¿Serás el capitán?
-Así es. Pensé que sería una buena idea ir mar adentro pasando el golfo. El lugar tiene todo lo que podamos llegar a necesitar. ¿Qué te parece?
-Es una maravillosa idea capitán.
Ambos subimos a cubierta y fuimos hasta la cabina de capitán, y enseguida Dan comenzó a preparar el yate para zarpar. Rodeamos la isla de Capri y seguimos
camino mar adentro, unas tres horas después apenas si veíamos la isla en el horizonte, ancló, apagó los motores y bajamos a la suite de lujo en la cubierta principal. Ni
bien pusimos la cabeza sobre la almohada nos dormimos abrazados.
El abrazador sol de la media mañana me despertó. M i hombre aún dormía plácidamente. M e metí en el baño y tomé una refrescante ducha. M e puse una bikini sin
tirantes en negra con líneas blancas, recogí mi cabello y salí hasta la cocina a preparar el desayuno. El mar me inspiró y me decidí por hacer unos susos caseros. Abrí la
heladera y por supuesto estaba repleta de cosas. Cogí lo que necesitaba y me puse manos a la obra, mientras el café se hacía. M i adonis apareció con cara de dormido,
sin remera y llevando un pantalón fino blanco que apenas le llegaba a la cintura baja. M i mandíbula cayó al instante en que vi la hipnótica V de su vientre.
-Buen día nena. ¿Qué huele tan delicioso?.- dijo con voz aún ronca por el sueño.
-Suso. ¿Te gustan?
-Por supuesto.- pasó por detrás mío, besó y mordió mi cuello y se sirvió una gran taza de café y me entregó otra. Se acomodó en una de las banquetas que
acompañaban la isla y me observó cocinar pacientemente.
-¡Carajo!.- se quejó al quemarse los dedos intentando robar un recién frito suso, me reí con malicia.
-Eso tienes por impaciente.- hizo un mohín y no pude contener un suspiro, llevé sus dedos a mi boca y los besé.
-Ya está mejor. Gracias nena.
-De nada nene. ¿Qué planes tenemos para hoy?
-Lo que quieras hacer. ¿Sabes bucear?
-M e extraña… por supuesto que sé.
Desayunamos entre bromas y risas, nos llevábamos realmente bien y disfrutábamos mucho estar solos. Fui por la cámara acuática y salí para ponerme el traje de
neopreno y tomar el equipo de buceo. Dan ya estaba en lo propio. Cuando estuvimos listos nos metimos al agua. La claridad del mar de Italia es tan hermoso que de
inmediato podías ver el paisaje marino. Buceamos por casi una hora y tomé cientos de fotos. Cuándo el tanque de oxígeno llegaba a su fin volvimos a la superficie. Nos
quitamos los trajes y nos tumbamos al sol. Busqué mi iPod y lo coloqué en el estéreo. John Mayer con Heartbreak Warfare comenzó a sonar, tomé unas cervezas de la
nevera y volví al lado de mi amor.
Pasamos tres maravillosos días en alta mar, solo los dos y un paisaje enloquecedor. Hicimos el amor en cada lugar que se nos ocurrió, no hubo mucho de BDSM ,
pero siempre con algún condimento extra.
Comenzaba a anochecer, esa misma noche volvíamos a la isla. Para poder disfrutar y recorrer el lugar los últimos días que nos quedaban. M e acerqué a la proa y me
apoyé sobre la baranda a contemplar el bellísimo ocaso. Completamente abstraída en el paisaje, sentí sus manos rodear mi cintura desde atrás, sus labios se pegaron a mi
cuello y comenzó a besarlo.
-Te amo nena. Jamás pensé que podría ser tan feliz con alguien.- dijo en mi oído, y fueron las palabras más dulce que jamás escuché.
-También te amo Dan, tanto que es casi imposible de explicar.- me giró para quedar de frente a él. Y me apretó más fuerte contra su cuerpo, rodeé su cuello con mis
brazos y lo besé con pasión.
-Cásate conmigo Alexandra y hazme el hombre más feliz del mundo.- dijo sin ningún preámbulo, dejándome absolutamente helada y sin reacción.
-El aire del mar te ha afectado cariño. No piensas con claridad.
-Hablo en serio nena. Quiero que seas mía de todas las formas posibles.
-Lo soy. Soy absolutamente tuya.
-Entonces dí que aceptas.
-Sabes que no creo en el matrimonio y sinceramente creí que tú tampoco.
-Así es, pero creo en nosotros. Es todo lo que necesito saber.- Sus palabras no eran justas, esto no me lo esperaba y definitivamente no se me ocurría que contestar.
La idea del matrimonio, los hijos y esas cosas, jamás fueron parte de mis fantasías.
-Dan… yo...
-Piénsalo. Es lo único que te pido. Y si decides que no quieres, no lo tomaré a mal, lo prometo.
-Bien, lo pensaré.
De vuelta a Capri, atracamos en el muelle destinado a nuestro yate. No nos quedamos en ningún hotel, permanecimos en el barco, pero ya aparcado. Fuimos a cenar
a un hermoso restaurante sobre el muelle. Nos sentamos en la terraza y Dan pidió mariscos y yo una ensalada de pasta. Tiramisú de postre junto a una impagable vista.
La cena, no fue la más divertida de nuestros días, el silencio rondaba entre nosotros. Yo seguía pensando en su propuesta y en lo que significaba para mí. Años atrás
cuando había decidido aceptar la propuesta de M ax, fue diferente, éramos dos jóvenes que poco sabíamos de la vida. Lo tomé como una aventura y no cómo lo que
realmente era, un compromiso para toda la vida, una promesa. Con Dan era diferente, éramos dos adultos, tomando la decisión de pasar el resto de nuestras vidas
juntos. Era en serio, no había nada de aventura romántica. Y eso me aterró. Nunca fui buena para los compromisos y él me pedía uno, para toda la vida. Si bien no había
nada que no quisiera con él, esto me asustaba.
-Ya cariño, vuelve a mí.- dijo con nostalgia interrumpiendo mis pensamientos.
-Lo siento. Estaba distraída.- me excusé de inmediato.
-Si mi pregunta te va a tener así, olvida lo que dije.
-No es eso, bueno… si lo es, es que yo…
-Ya Lex, olvídalo. Quizás no es momento.
-Lo siento cariño, sabes que te amo con locura. Pero la idea del matrimonio me aterra.
-Lo entiendo, y te prometí que no me molestaría.
-Realmente lo siento.
-Ya olvídalo. Disfrutemos de lo que queda del viaje.
Durante el resto del viaje no volvimos a tocar el tema y luego de esa noche, no pareció molestarse por mi titubéo y temor. Recorrimos la isla por completo. Desde
sus maravillosas playas, las grutas, el mirador, el faro, el monasterio Saint Giacomo's, hasta la Villa Jovis. Lugares maravillosos, mágicos, saqué miles de fotos, que
estaba segura se convertirían en una exposición por sí mismas. La noche previa a nuestra partida, decidí subir un poco la apuesta. M e metí en la habitación y rebusqué
en mis cosas y encontré un precioso camisolín blanco transparente. Busqué una pequeñísima tanga haciendo juego, recogí mi cabello en un descuidado rodete. Y salí en
busca de mi adonis. Lo encontré en la sala estaba tirado en el sillón mirando algo en la tele, no se percató de mi presencia inmediatamente. Tuve que fingir que tosía
hasta que se giró en mi búsqueda. Apoyada sobre el marco de la puerta de la habitación mordí mis labios.
-Hola nena… te ves... muy apetecible.- dijo entrecerrando los ojos.
-Quizás haya algo que aún quieras probar aquí.- respondí juguetona.
-Siempre cariño… ven.- me acerqué lentamente a él, cuando me tuvo a tiro jaló de mi muñeca y me llevó hasta su regazo. Recostó mi vientre sobre sus piernas y
comenzó a acariciarme. Sus manos viajaron suavemente por mis piernas hasta el inicio de mi camisolín, paso su mano por debajo de el y llegó a mis muslos, ejerció una
pequeña presión sobre ellos y luego acarició con delicadeza extrema mi trasero. Un leve azote te estrelló en mi nalga y yo jadeé.
-Quieta cariño. No te muevas.- estableció con voz sexy.
Siguió castigando sensualmente mis nalgas, aumentó gradualmente la intensidad del golpe y haciéndome humedecer de inmediato. No pude evitar removerme entre
sus piernas. Tomó mis manos y las cruzó a mi espalda y las sujetó con su mano. Su mano libre buscó mi entrepierna y la encontró tan mojada como esperaba.
-Siempre lista… - dijo en un suspiro.
Corrió la excitación de mi vagina hasta mi trasero y jugueteó en mi ano hábilmente. Gemí.
Podía sentir su enorme erección chocar contra mi cadera y se me hizo agua la boca. Su dedo medio se hundió en mi trasero buscando dilatarlo para la nueva invasión
de su pene.
-Fóllame cariño, por favor…- rogué entre jadeos.
M e puso de pie y me giró para quedar de espaldas a él, me recogió por la cintura y me sentó encima suyo. Abrió mis piernas de par a par con ambas manos y
recorrió el interior de mis muslos con delicadeza. Tomó el elástico de mi diminuta tanga y la arrancó de un tirón, yo jadeé ante su pasión. Su glande se acomodó en la
entrada de mi ano, que lo esperaba expectante y ansioso por sentirlo. Cuidadosamente comenzó a penetrarme, hasta que todo mi interior se rindió ante él. Cuando
estuvo por completo dentro mío, dejé caer mi cabeza hacia atrás, mis brazos la acompañaron y me enredé en su cabello. M e giré levemente para intentar besarlo, él lo
entendió y se acercó buscando mi boca. Sus manos se clavaron en mis pechos y los cogió con fuerza. Tanta, que gemí en un grito. Con rudeza rompió la delicada seda de
mi camisolín y cayó en pedazos al suelo. Apresó mis pezones con sus dedos formando una deliciosa punzada en mi vientre. Y comenzó a moverme a su antojo. Salía
por completo de mi para luego volver a clavarse profundo en el. M ordió mi cuello con vehemencia, se reclinó hacia atrás y me llevó consigo, mi espalda quedó apoyada
en su duro pecho, tomó mis rodillas por detrás y me elevó en el aire. Jamás lo había sentido tan dentro mío. M e ardía, me quemaba. Pero era un dolor tan placentero…
Cuando me bajó, apoyó las plantas de mis pies sobre sus muslos y siguió follándome a un ritmo brutal y violento. Su entrecortada respiración en mi nuca me llevaba
a la locura.
-Tócate para mi Lex.- susurró en mi oído. M i mano de inmediato viajó a mi entrepierna y buscó con desesperación mi hinchado clítoris. Sus dedos volvieron a
apresar mis duros pezones, mientras los míos hacían lo propio con mi clítoris, mientras el bombéaba con fuerza en mi trasero. Esa conocida contracción se formó de
inmediato en mi interior.
-Vamos nena, córrete para mí.- incitó en mi oído y yo me dejé ir. Sentí el fruto de su deseo derramarse en mi trasero.
-Te amo Dante.- confesé en un hilo de voz. Pero no dejó que nuestras respiraciones se calmaran, me bajó, me cogió de la mano y me llevó hasta un costado de la
embarcación.
-Quédate aquí.- dijo mientras desaparecía en el interior de la suite.
Volvió cargando una larga tela de seda blanca. Lo miré intrigada, no parecía lo suficientemente fuerte como para que pudiera sujetarme con ella. Era demasiado fina y
si uno tiraba con fuerza se rompería.
-Párate de frente a mí, aquí.- dijo mientras me llevaba hasta frente de una chimenea. Pasó la tela por mi cuello, dándole dos vueltas, los extremos cayeron a mi
espalda, dio la vuelta y me giré para seguirlo con la mirada, pasó las cintas por un estribo que había bajo el estante de la chimenea y volvió hacia mí. M is ojos se
abrieron curiosos.
-¿Confías en mi verdad?
-Por supuesto, con mi vida.- respondí sin ningún titubeo.
Pasó la cinta por ambos costados de mi cuerpo y se sentó en el piso, y me indicó que lo siguiera. M e arrodillé y entonces me tomó por la cintura y me sentó sobre
él. M is manos se acomodaron en sus hombros, y lo besé con desesperación. Su lengua se arremolinó con la mía, cogió mi cabello con una mano y jaló de el, cuándo mi
cabeza se inclinó hacia atrás se apoderó de mi cuello, lamiéndolo, besándolo, mordiéndolo. M is uñas se incrustaron en sus anchos hombros. Con la otra mano acarició
mis pechos y luego lamió y chupó mis pezones para terminar con un duro mordisco que me hizo gritar. Luego siguió por mi vientre hasta mi húmeda vagina, acarició
toda mi hendidura una y otra vez, volviéndome loca, hasta que finalmente sus dedos desaparecieron dentro mío. Jadeé salvajemente ante sus ardientes caricias. M e
levantó unos centímetros desde el trasero y hundió su miembro en mí. Siempre me resultaba la sensación más exquisita del mundo sentirlo dentro mío. Comenzó sus
violentas embestidas y vi que enredaba la cinta en sus manos, tiró de ellas y de inmediato se ajustaron en mi garganta cortándome la respiración. Ahora lo entendía, no
había terminado de imaginarme para que servirían. Para darme un placer extremo. El constante tire y afloje de la seda en mi cuello hacían que todo tome una nueva
sensación. Él tenía el control absoluto de mi respiración, era tan suya que incluso podía decidir cuándo podía respirar y cuando no. Enloquecí por completo. M e llevó a
un nuevo punto de excitación. El entregarme tan desmedidamente a él me volvía loca, me llenaba de adrenalina y me embriagaba. Su ritmo se volvió salvaje, apenas podía
respirar, sus jadeos me volvían a la realidad.
-Córrete para mi amor mío.- dijo entre dientes.
Y el más brutal orgasmo me alcanzó de inmediato. M e apreté tan fuerte a él que se quejó con un gruñido. Y ambos nos corrimos a la vez.
Por la mañana llegamos a barajas, todo volvía a la normalidad, Dan se fue al trabajo y yo a la universidad. Cuando las clases terminaron fui a lo de Ari a buscar a
Xander.
-Hola cielo ¿Cómo estás?.- mi hermana me abrazó.
-M uy bien, ¿Cómo la pasaron?.-preguntó mientras entrabamos y nos acomodábamos en el sofá. Xander se acercó a saludarme, apoyó sus manos sobre mi regazo y
lamió mi rostro con entusiasmo.
-Hola pequeño ¿Te portaste bien?.- indagué amorosamente mientras acariciaba su enorme cabeza.
-¿Preparo algo para comer o quieres salir?
-Si tú vas a cocinar, prefiero salir.- contesté divertida, mi hermana me dio un codazo en las costillas y fuimos a la cocina, comenzó a rebuscar en el refrigerador y me
miraba divertida.
-¿Cómo se prepara esto?.- preguntó por fin.
-Eres un caso Ari, debes aprender a cocinar. Deja yo me encargo.- tomé las cosas y preparé una ensalada de pollo. Almorzamos y charlamos, me contó que la había
pasado muy bien con Electra y Cesar, y que para ser la primera vez que estaba con una mujer, se había sentido muy cómoda. M e resultaba rarísimo hablar con mi
hermana de estas cosas, pero era también muy bueno tener esa confianza. Además ella estaba empezando en esto y que pueda hablarlo conmigo me dejaba más
tranquila. Le conté de mis inicios en el BDSM , y lo mucho que me costaba al principio despojarme de mis propios prejuicios. Y ella me contó de sus miedos y dudas.
Traté de aconsejarla lo mejor que pude, decirle que lo tome con calma, y que no haga nada que la hiciera sentir incomoda.
Antes de volver a casa, Fran me llevó hasta la galería. Ya habían sacado todo el viejo piso y los caños estaban cambiados, me tranquilizó bastante, al menos una cosa
menos por la que preocuparse.
Dan aún no llegaba a casa cuando volvimos. M e metí en la sala y me senté en el sofá y me puse a estudiar, Xander se acostó a mi lado, apoyando su cabeza en mi
regazo.
-Despierta cariño.- la dulce voz de mi adonis me traía de regreso, me había dormido en el sofá mientras estudiaba.
-Hola nene, me dormí.
-M e di cuenta. ¿Cómo estuvo tú día?
-Tranquilo ¿Y el tuyo?
-Algunos líos, nada importante.
-¿Te puedo ayudar con algo?
-Sí, bésame y todo mejora.- lo tomé del cuello y lo atraje hasta mí y lo besé pasionalmente.
Esa noche habíamos prometido a M anuel que iríamos a cenar a su casa. Llegamos cerca de las 8pm y Euge ya estaba ahí, y para nuestra sorpresa Joaquín la
acompañaba. M iré a Dan y su cara se transformó, era bastante celoso de su pequeña hermana y no le hacia ninguna gracia que su amigo esté con ella. Cenamos entre
charlas y risas y finalmente mi adonis se relajó, mi cuñada parecía muy contenta con su amigo, y conociendo a Euge no duraría lo suficiente como para tener que
preocuparse por ello.
Un tremendo malestar me despertó abruptamente antes de las 6am. Salí corriendo al baño.
-¿Cariño te encuentras bien?.- preguntaba preocupado mi adonis, cuando me escuchó.
-Algo debe haberme caído mal. Tengo el estómago revuelto y me siento fatal.
-Vamos, métete en la cama cariño. Llamaré al médico.
-No, no es necesario, no quiero médicos.
-Nena…
-Nada de médicos, ya me voy a sentir mejor, no te preocupes.
M e cargó en brazos y me llevó de vuelta a la cama. Y se sentó a mi lado.
-¿Puedo traerte algo?
-Un poco de jugo de naranja me vendría bien.
Salió de inmediato y volvió con el vaso que le había pedido, intenté tomar un poco, pero mi estómago no lo soportó y volví corriendo al baño.
-¿Llamo al médico?
-No, aún no. M e pondré bien cariño, no te preocupes.
M e acurruqué a su lado y me quede dormida.
Desperté cerca del mediodía y ya me sentía mucho mejor. Dan estaba sentado a mi lado con su ordenador sobre las piernas.
-¿No has ido a trabajar cariño?.- me asombré al verlo.
-Claro que no, te sentías mal.
-Amor, debe ser un poco de Jet Lag, o la comida, no es nada grave, ya me siento mucho mejor.
-¿Seguro?
-Lo prometo. Ya estoy bien.
Besé sus labios y me metí a la ducha, luego de un buen baño, me puse cómoda y fui a la cocina a buscar algo de comer, sentía que iba a desmayarme del hambre.
-Hola Señorita Lexy ¿Se encuentra mejor?
-Si gracias M arga. M uero de hambre.
-Enseguida le sirvo el almuerzo, preparé algo ligero.
M e senté en la mesa de la cocina a esperar el almuerzo mientras ojeaba una revista de moda. Dan se me unió.
-Si te sientes mejor, luego de almorzar me iré a la oficina.
-Claro cariño, ve.
-¿Saldrás?
-No lo creo, me quedaré a estudiar para los finales.
-Bien, prefiero que estés en casa hoy.
Luego del almuerzo, me besó y se marchó. M e metí de lleno a preparar los exámenes y la tarde se pasó volando. Antes de que Dan regrese decidí llevar a Xander por
su paseo, Fran nos acompañó, por supuesto. De vuelta a la casa, pasamos por una heladería y se me antojó probar algo. Compré un poco de helado para llevar y no
pude aguardar para probarlo, durante el viaje en ascensor me robé unas cuántas cucharadas. Al entrar, Dan estaba en la oficina.
-Hola nene.- saludé despreocupadamente mientras me acomodaba sobre su regazo.
-Hola nena. Veo que estas mucho mejor.- dijo mientras me besaba el cuello y miraba como me metía cucharada a cucharada el helado.
-¿Quieres? Esta genial.
-No gracias cariño. ¿Crees que deberías estar comiendo eso?
-Creo que si…
-Como te vuelvas a sentir mal te daré una buena zurra.
-¿Lo prometes?.- contesté divertida ante su supuesta amenaza.
-No tientes tu suerte nena.
Dejé el helado de lado y me monté sobre él. Pase la cuchara por mis labios y lo besé. Lamió mis labios lentamente.
-Delicioso.
-Te lo dije.
-Lo siento nena, debo terminar estos contratos y luego me encargaré de ti.
-Bien, te dejo trabajar.- me despedí con un beso y me metí a la cocina, guardé el helado y le avisé a M arga que yo prepararía la cena. M etí un lomo a la pimienta en
el horno y puse unos vegetales a grillar. Abrí una botella de vino rojo y me serví una copa. Cuando la cena estuvo lista llamé a Dan, y cenamos juntos. Luego de ver una
película nos fuimos a la habitación.
Cuando salí del baño Dan estaba parado al lado de la cama, esta llevaba por encima una especie de plástico.
-Quítate la ropa nena y acuéstate. Es hora del postre.
Hice lo que me pidió, me saqué la remera, la tanga y me acosté en medio de la cama. M e colocó un antifaz que me impedía ver.
-Abre las piernas para mi Lex, y quédate quieta.- una sensación fría se implantó en mi entrepierna, de inmediato comenzó a resbalar por mí. ¿Helado? Pensé en mi
interior. Su lengua recogió el enchastre de mi hendidura. Y volvió a poner más helado en mi vagina y tomarlo con su cálida lengua, lentamente. Lamió mi vagina, mi
trasero, mis muslos. Luego siguieron mis pechos, y podía sentir como el helado se derretía al toque de mi piel y corría por mi cuerpo, mientras mi adonis lo limpiaba
con su lengua.
-¿Esta bueno?.- sonsaqué entre gemidos.
-¿Quieres probar?
-Si…- sentí que subía por la cama y se acomodaba al lado mío. M e quitó el antifaz y vi el enchastre que era mi cuerpo, pegajoso por todas partes. M e arrodillé entre
sus piernas y tomé un poco de helado con mis manos y lo puse sobre su glande, dejé que escurriera un poco y me lo llevé a la boca, sabia aún mejor mezclado en su
sabor. Recogí con la lengua los restos y su miembro desapareció entre mis labios. Jadeó con fuerza y recogió mi cabello con su mano. Repetí la acción varias veces,
llevándolo tan profundo como me era posible, saboreándolo por completo.
-Ven aquí.- dijo cortando mi postre, me tomó por los brazos y me subió encima suyo, se clavó bruscamente en mí, de una sola estocada y comenzó a follarme duro.
Nuestros cuerpos se pegaban por los restos del helado. Tomé sus manos y las agarré con las mías, sujetándolas contra el colchón, él cooperó y comencé a cabalgarlo
ferozmente. Nuestros gemidos fueron en aumento. Cuando mi ritmo lo desesperó, me giró bruscamente, recostándome sobre el colchón, puso mis manos por encima de
mi cabeza y las sujetó con su mano, con la otra agarró mi pierna y la subió hasta su hombro. Sus embestidas eran salvajes y profundas, comencé a jadear con fuerza,
desesperada, extasiada. Rápidamente mi orgasmo comenzó a formarse.
-Córrete para mi cariño.- ordenó y como siempre mi cuerpo lo obedeció. M i interior se contrajo y el clímax tocó el techo. M e deshice en sus manos. Siguió por unas
cuántas arremetidas más y entonces tembló sobre mí y se corrió dentro mío. Se dejó caer, y nuestras respiraciones comenzaron a normalizarse. Estábamos hechos un
desastre y absolutamente pegajosos, me cargó hasta la ducha y me baño lentamente y luego yo a él. Y volvimos a hacer el amor bajo el agua.
La misma espantosa sensación me despertó temprano a la mañana. Traté de levantarme sin hacer ruido, no quería que Dan se preocupara. Cepillé mis dientes y
volví en silencio a la cama.
Luego de las clases me encontré con Cayetano en un café, debía entregarle el contrato y ultimar detalles de el. M e contó que estaba trabajando en una nueva idea, y
me ofreció ser su modelo para uno de sus nuevos cuadros, le agradecí pero me negué. Jamás me había gustado que me retrataran, ni en pinturas ni en fotos. Luego del
café acompañado de un gran trozo de torta de chocolate, insistió en acompañarme al auto, mientras caminábamos puso su mano en mi cintura y noté una incomodidad,
que hacía mucho, no sentía con alguien. Tuve el presentimiento que quería algo más conmigo que una relación de trabajo. Por lo que dejé bien en claro que estaba en
pareja y muy feliz, me sonrió entendiendo perfectamente hacia donde apuntaba mi repentino interés en hablar de mi novio. Y de inmediato me soltó. Nos despedimos y
me fui a ver a Caty. Se encontraba de mejor ánimo, y algo aliviada para ser honesta, el terminar la relación con salvador le había devuelto el humor.
Todas las mañanas lo mismo, tendría que ir al médico si seguía así. Ya me costaba bastante ocultar mi malestar de Dante y comenzaba a asustarme. Quizás había
contraído alguna enfermedad en Italia. Esa tarde, luego de las clases fui con Ari a la tienda de novias, teníamos la última prueba antes del casamiento.
-¿Te encuentras bien?.- preguntó Ari ni bien me vio.
-M ás o menos, llevo una semana sintiéndome fatal.
-¿Has ido al médico?
-Aún no, pero si no mejoro iré.
-Yo estoy igual, pero es por la regla. Al menos me vino ahora, y no estaré con el período durante la luna de miel.- dijo mi hermana y mi cerebro viajo a mil
kilómetros por hora, de repente me di cuenta que no recordaba cuándo fue mi último período. Traté de hacer memoria, y nada. El pánico se apoderó de mí. Todo
comenzó a tener sentido, el malestar matutino, el cansancio, el hambre desmedido, incluso más del habitual, y ahora no recordar cuando tuve la regla. Pero yo tomaba la
píldora. ¿Sería posible?. M i cerebro siguió buscando grietas, y recordé que cuando Dan estuvo en el hospital no las tomé, estaba demasiado preocupada por él y lo
olvidé por completo.
-¡Lex! ¿Te encuentras bien? Siéntate, estas pálida.
-Estoy bien, creo que me bajo la presión.
-Llamaré a un médico.
-No Ari, solo consígueme una cola de dieta.- mi hermana fue directo a pedirle a la empleada la bebida y yo seguí hundida en mis pensamientos. ¿Un bebé? ¿M adre?
Eran ideas que no tenían nada que ver conmigo. Jamás me vi como una madre, estaba segura que sería una terrible. No tenía ni por asomo el famoso instinto maternal del
que hablan las mujeres. Los niños me parecían adorables, siempre y cuando no tenga que pasar demasiado tiempo con ellos. Pero que alguien dependa de mí… eso era
demasiado.
-Aquí tienes cariño, bebe, parece que hubieras visto un fantasma Alexandra.
-Ya se me pasará, gracias.- bebí de un sorbo el refresco y me metí al probador a medirme el vestido y alejarme del resto, necesitaba pensar. ¿Qué haría si resultaba
estar embarazada? ¿Cómo se lo diría a Dante? No podía tener un bebé, no era el momento, no estaba lista. Y de seguro Dan tampoco querría uno. Aunque pensándolo
bien, le gustan los chicos… <<¡Detente!>> me gritó mi inconsciente. Estaba apresurándome, lo mejor sería salir de la duda. Cuando terminaron de ajustar las últimas
cosas del vestido, me fui. M e disculpé con Ari, diciéndole que no me sentía muy bien, y que debíamos dejar el café para la próxima. Subí al auto y le pedí a Fran que
parara en alguna farmacia. M e bajé y compré tres test de embarazo caseros y fui directo a casa.
Xander me recibió como de costumbre, le hice unos mimos y me metí a la habitación. Dejé el bolso sobre la cama y fui directo al baño. M e hice las tres pruebas.
Fueron los 5 minutos más largos de mi vida. El miedo, el pánico absoluto se apoderaron de mí y comencé a hiperventilar. La alarma de mi móvil sonó, era momento de la
verdad. Con el corazón en la mano miré los palitos. Cada uno de ellos mostraba un enorme y rosa +. M iré en la caja. Positivo. Estaba embarazada...
M i respiración se cortó y fui absolutamente consiente de la rotación del mundo, tuve que sentarme sobre el inodoro o caería al suelo. Recordé que Dan siempre me
ayuda cuando tenía un ataque de pánico, pero esta vez, no estaba allí. Traté de normalizar mi respiración, tomando largas y profundas bocanadas de aire y largándolo
lentamente. Cerré los ojos, y la imagen de un hermoso niño de ojos azules y cabello oscuro se dibujó ante mí. Un hijo de mi adonis, de repente una sonrisa se estancó en
mi rostro. Quizás no sería lo peor del mundo. ¿O sí?.
Cuando me recompuse, guardé las pruebas en mi cajón y fui por una copa. Estaba a punto de servirme un poco de vino, lo necesitaba, pero entonces recordé el
pequeño creciendo en mi vientre y cambié el vino por un vaso de jugo y me senté en silencio en la mesa de la cocina mirando como M arga iba y venía.
-¿Qué se le antoja comer hoy Señorita Lexy?
-Lo que quieras M arga.
-¿Qué tal si le preparo las pastas que tanto le gustan?
-¿Pasta primavera?
-Sí, ¿Le parece bien?
-Claro.
M e quedé observándola cocinar, completamente perdida en mis pensamientos, no podía hacerme una idea de mí como madre, pero sin embargo veía en Dan un gran
padre y eso me llenaba de ternura. Xander salió corriendo y supuse que Dante había llegado, me arme de valor y fui a su encuentro.
Cuando entré a la oficina, estaba tirando unas cosas al cesto e insultando en voz alta.
-¿Pasa algo?.- indagué.
-Nada, no te preocupes. ¿Cómo te encuentras nena?.- respondió mientras metía otras cosas al cesto. M e acerqué y recogí lo que estaba en el tacho, eran unas
fotografías, las miré con detenimiento, estaba Cayetano y yo en la cafetería, luego caminando y por último despidiéndose de mí. También había una nota.
¿Ya sabias que tú amorcito te engaña con cualquiera? ¿Qué se siente que te traicionen?
-¡M aldita perra!.- grité en voz alta.
-Lo sé. Tíralas.- contestó muy tranquilo mi adonis.
-¿Y tú, ni siquiera vas a preguntar con quién estoy?.- su falta de reacción me puso los pelos de punta.
-No me interesa con quien estés, confió en ti.
-¿No te importa si te engaño?
-Sé que no lo haces nena, es la maldita de Sabrina, queriendo meter sus garras en cualquier lado.
-¡No te importa! Cualquiera se pondría furioso y armaría un escándalo, y tú aquí, como si nada.
-Nena, confió en ti. ¿Debería no hacerlo?
-No se trata de eso Dante. Se trata de demostrar que te importo.
-Por supuesto que me importas, eres lo más valioso que tengo.
-Entonces ¿por qué no estás haciendo un lio de esto?.- puso los ojos en blanco y pasó su mano por el cabello.
-Te estas portando como una loca Alexandra.
-¿Ahora yo soy loca? Bien ¿qué más?
-¡De acuerdo! ¿Quién diablos es ese tipo?
-¿Desconfías de mí? Jamás te he dado motivos para que lo hagas.
-¡Alexandra! Vas a volverme loco ¿Qué diablos pasa contigo?.
-A mí no me pasa nada, pero está claro que a ti sí.- estaba actuando como una irracional y lo sabía, pero no podía manejarlo. M e tomó por los brazos y se agachó
hasta quedar a mi altura y en un tono muy calmado me dijo.
-Devuélveme a mi mujer.
-Lo siento, estoy… no soy yo últimamente.
-Lo sé nena. ¿Qué pasa?.
-Siéntate, debemos hablar.- las lágrimas comenzaron a amenazar con salir.
-Venga. ¿Vas a dejarme?.- se sentó en la silla y yo me quede parada frente a él, no podía dejar de moverme, inquieta, nerviosa, ansiosa.
-¿Qué diablos dices Dante?, por favor, no seas ridículo.
-Bien, habla.
-Bueno, yo… no es que lo haya buscado, ni nada parecido… y la verdad es que no sé cómo pasó… bueno si lo sé, pero… lo siento, lo siento mucho.
-¿Qué has hecho Alexandra?.- su rostro se desfiguró y entonces entendí que lo había interpretado todo mal.
-No es lo que crees tonto… Estoy embarazada…- me quedé helada, no podía decir más nada, solo esperé su reacción. Sus ojos se abrieron de par en par y su
mandíbula cayó. Expulsó todo el aire de sus pulmones y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. Lo miré con cara de asombro.
-Te amo Lex. ¡Es el mejor regalo que podrías haberme hecho! Primero me enseñas como disfrutar de la vida y ahora ¿esto?.- entrecerré los ojos confusa, realmente
no esperaba esa reacción.
-¿Estás feliz?.-consulté con algo de miedo.
-¿Feliz? No nena, estoy… no tengo palabras Lex. Es la mejor noticia de todas. ¡Un bebé! Tuyo, mío… nuestro. ¿Acaso tú no estás contenta?
-No lo sé, jamás me vi como una madre… no sé qué siento.
-Nena… te asustas tan fácilmente… vas a ser una gran madre cariño.- se abrazó a mi vientre y comenzó a besar mi barriga. Lo miré asombrada.
-No tengo madera de madre Dan.
-Si lo tienes. M ira como cuidas de mí, de Xander, de todos. Vas a estar genial, y yo estaré ahí para ti.
-Tú si serás un gran padre cariño. Pero… ¿Crees que estamos listos para esto?.
-Por supuesto, no te preocupes, estaremos bien nena. Es solo una nueva persona a la que amar, un pedacito tuyo y mío. La mezcla perfecta.
-Te amo Dan.- mis lágrimas brotaron de mis ojos. Lo amaba tanto que me resultaba imposible pensar en que mi corazón podría amar a alguien más. Pero pensar en
que una parte de él estaba creciendo dentro de mí… eso era suficiente.
-Yo te amo más cariño. Gracias por esto. Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo. Volvió a besar mi vientre y se puso de pie y me dio el más dulce de
los besos.
Antes de cenar llamé a mi ginecóloga para pedirle una cita y me dijo que vaya a su consultorio al día siguiente temprano por la mañana y en ayunas.
Esa noche me hizo el amor de una manera que jamás lo había hecho, fue tan cuidadoso, cariñoso… no dejó de acariciarme, de besarme en ningún momento. Y no me
molestó, era solo una forma más de amarme. De las cientos de formas en que me lo demostraba día a día.
A la mañana siguiente el malestar volvió a sacarme de la cama antes del amanecer. Cuándo me encontré mejor me metí a la ducha y me preparé para ir a la consulta.
Dan me alcanzó cuando me secaba el cabello, besó mi hombro y se metió a la ducha. M e puse un vestido invernal. Estábamos llegando a los últimos días de noviembre y
el tiempo estaba muy frio. Elegí unas medias gruesas y las botas de caña alta. M e maquillé un poco y recogí mi cabello en una cola de caballo alta. M iré las píldoras
sobre el lavabo, ya no tenía mucho sentido tomarlas, así que las tiré a la basura. Dan tampoco desayuno, según él, no quería tentarme con la comida. Así que nos
metimos al auto y fuimos hasta el consultorio de la doctora Torres. M e anuncié y a los pocos minutos me llamaron, mi adonis entró conmigo. Le conté a la doctora que
me había hecho la prueba de embarazo y que me dio positiva, pero quería asegurarse. M e mandó a quitarme la ropa y ponerme la bata médica. Luego me revisó y me
hizo una ecografía.
-Bien cielo, trata de relajarte, será algo incómodo.- dijo mientras colocaba el gel en el aparato y lo metía suavemente dentro de mí. Respiré hondo y me relajé.
-Bien, aquí esta. Tienes unas 7 semanas de embarazo. Pero todo se ve muy bien. ¿Les gustaría escuchar su corazón?.- miré a Dan.
-Por supuesto.- contestó mi adonis adelantándose. La doctora tocó algo en la pantalla y de repente el fuerte y veloz golpeteo de un corazón inundó el lugar. Sentí
una enorme presión en mi mano, miré a Dan y sus ojos estaban llenos de lágrimas, su sonrisa no podría haber sido más grande. Sonreí encantada también, era alguien
real, tenía corazón y latía fuerte. Por primera vez amé con locura a esa pequeña personita en mí.
-Es increíble. ¿Pero es normal qué sea tan rápido?.- preguntó Dante a la doctora.
-Sí, los nonatos suelen tener un ritmo cardíaco alto, y cuándo son bebés también. Solo indica que tienes un bebé sano y fuerte.
-¡Gracias!.- solté entre lágrimas.
-¿Ves esa pequeña mancha negra? Ese es tú bebé.
-¿Eso que parece un cacahuate?.- curioseé.
-Sí, eso mismo.
-Tendremos un pequeño cacahuate cariño.- Dan me besó con tanto amor, que casi me quita la respiración.
Cogió unas muestras de mi sangre, me midió, me pesó y anotó las medidas de mi abdomen. Anotó todo y me mandó a vestirme. Cuando regresé me senté y
comenzó a decirme todo lo que no podía hacer y las cosas de las que debía cuidarme. M e dijo que me vería dentro de un mes, nos felicitó y nos fuimos.
-Se siente raro.- expliqué mientras Félix me abría la puerta del auto.
-¿Qué cosa?.- preguntó Dan acomodándose a mi lado en la parte trasera.
-Estar embarazada, saber que hay alguien creciendo dentro mío.
-Imagino que sí cariño.- respondió con una sonrisa en sus labios.
-¿Estás feliz?.
-M ucho, oír su corazón, fue… no sé cómo explicarlo. Lo hizo real.
-Lo sé. M e pasó igual.- instintivamente llevé mi mano a mi vientre como en una caricia, el apoyó su mano sobre la mía y besó mi cuello.
-¿Seguro quieres ir a la universidad?.- preguntaba algo ansioso.
-Sí, tengo un final. Debo ir.
-Bien, ¿Qué harás luego?
-Pasaré por la galería y luego iré a ver a Ari. Dijo que necesitaba mi ayuda con algo.
-De acuerdo. M andaré a Fran al mediodía a recogerte.
M e dejó en la puerta de la universidad, se despidió con un amoroso beso y me repitió que debía cuidarme.
Al salir de clases Fran me esperaba apoyado sobre el auto. Lo saludé con una sonrisa y charlamos camino a la galería. Dani estaba trabajando en el lugar, como de
costumbre, me puso al tanto de los avances y me fui a casa de mi hermana.
-Hola cielo.- saludé mientras le daba dos besos en la mejilla.
-¿Cómo te encuentras?.- respondió ella mientras me abrazaba.
-M uy bien, bastante mejor. De hecho, tengo noticias importantes.
-Cuéntame, ven te prepararé un café.
-M ejor un té.
-De acuerdo será un té entonces.
-Estoy embarazada Ari.
-¿Cómo?.- la tomé absolutamente por sorpresa y la taza cayó de su mano directo al fregadero.
-Así como lo escuchas. Tengo 7 semanas de embarazo. Ni yo lo puedo creer.
-¡Cariño esa es una gran noticia! ¡Felicitaciones! ¿Estás feliz verdad?.
-Ahora sí, al principio no tanto. Ya sabes… me asusté un poco. Pero hoy escuchamos su corazón y es real, ambos estamos felices.
-No imagino como debe estar Dante. ¡En hora buena cielo!.- me estrechó en brazos y comenzó a besar mi vientre sobre mi ropa. Reí a carcajadas. Era una digna
muestra de cariño.
Tomamos el té y hablábamos principalmente del nuevo integrante de la familia. Ariana se había auto postulado para vestirlo de pie a cabezas. Bromeamos y
finalmente me contó que tenía problemas con el fotógrafo que había escogido. Ya que yo era su dama de honor, no podría hacer las fotos, y le recomendé a un conocido.
Pero no le gustaba su enfoque, por lo que tuve que llamar a Sergio y ver si estaba dispuesto a hacerlo. Encantado aceptó. Yo estaba feliz, mi asistente era un gran
fotógrafo, después de todo, yo misma lo había entrenado. Con todos los detalles listos volví a casa.
Xander salió a recibirme, luego de unos mimos le conté que iba a tener un hermanito o quizás una hermanita. Y su felicidad se hizo notoria. Fran sacó a pasear al
pequeño y yo decidí llamar a mi madre para darle las noticias.
Apenas si pude entender lo que decía entre las lágrimas. Estaba absolutamente feliz. Y no dejaba de decir lo hermoso que sería un hijo nuestro. Si se parecía al padre,
estaba de acuerdo, sería el más hermoso de todos los niños. M e dio algunos consejos de cómo lidiar con los malestares del primer trimestre y me contó que Fany ya
había empezado con pequeñas contracciones y que el médico le había dicho que muy probablemente se adelante. Prometió visitarnos en cuanto le fuera posible y me
dejó cientos de besos y felicitaciones para Dan.
Estaba más cansada que de costumbre, por lo que decidí recostarme en el sofá a mirar la tele y eventualmente me dormí.
-Despierta dormilona.- su dulce y cariñosa voz me traía de vuelta a la realidad.
-Hola cariño. ¿Cómo te ha ido?.- respondí, mientras me giraba sobre mi misma y me adueñaba de su cuello para atraerlo hasta mí y poder darle un tierno beso en los
labios.
-Bien. ¿Qué tal tú día?
-Bastante bien, pasé a ver a Ari y le conté las noticias, también llamé a mamá, te manda su amor y felicitaciones.
-Agradécele de mi parte. También le avisé a mi familia, seguramente estarán aquí en breve.
-Bien, tendremos cena familiar entonces.
-¿Le has dicho a Thomas?.
-No, quiero decírselo en persona, mañana lo iré a ver a la oficina.
-Perfecto. Quizás ahora desista de mi homicidio.
-Solo quizás…- ambos reímos al unísono y nos quedamos haciendo arrumacos hasta que Fran entró para avisar que M anuel estaba en la sala junto a Euge. Nos
reunimos con ellos en la sala y luego de los abrazos, las lágrimas y felicitaciones, nos sentamos a charlar. Ari y M ariano se nos unieron y cenamos todos juntos y
brindamos por la nueva adición a la familia.
La mañana siguiente luego de mi rutina de malestar, desayunamos juntos, yo solo pude beber un poco de jugo de naranja, no podía retener nada hasta el mediodía.
Dan me dejó en clases y se fue a la empresa.
Cuando las clases terminaron Fran pasó por mí. Llamé a Tomy y lo invité a almorzar a nuestro bistró favorito. Al llegar al lugar él ya estaba allí, discutía por el
móvil con Caroline.
-¿Todo está bien?.- pregunté preocupada.
-No, Caroline no se adapta a M adrid y quiere volver a Londres.
-¿Y tú que piensas?
-No quiero mudarme, pero tampoco quiero perderla. Una relación a distancia es difícil.
-M ucho… ¿No hay más alternativas que esas?
-Eso parece, no quiere seguir aquí y no puedo obligarla.
-Lo siento cielo.
-Yo también. Bueno cambiemos de tema, que alegría que llamaras, ya casi no te veo.
-Lo sé, te extraño tanto Tomy.
-Y yo a ti preciosa.
-Tengo algo que contarte.-confesé finalmente cuando nos traían el almuerzo.
-Anda, suéltalo, que te estás muriendo por decirlo.
-Estoy embarazada.- me quedé en silencio esperando su reacción, realmente no sabía si estaría feliz por mí. Aún tenía algunos temas inconclusos con Dante y eso
afectaba nuestra relación.
-¿Estás segura?.- preguntó con ojos como platos.
-M ucho. 7 semanas, ayer fui al médico.
-Preciosa… yo…¡Te felicito! No lo puedo creer, jamás te imaginé como mamá, pero sé que serás la mejor de todas.
-¿Estás feliz por mí?
-¿Por supuesto, cómo no lo estaría?. M ira, sé que Dante y yo tenemos algunos problemas, pero no soy idiota, sé lo feliz que te hace, y mientras tú estés feliz a su
lado… es todo lo que necesito saber.
-Gracias cielo, significa mucho para mí.
-¡Además tendremos un bebé!.- dijo a los gritos. Reí como posesa, me había sacado un enorme peso de encima.
Almorzamos entre risas y bromas. Realmente estaba contento con la noticia del bebé y eso me ponía tan feliz que apenas podía contener las lágrimas de felicidad. La
parte mala del embarazo, era que me la pasaba llorando por cualquier cosa.
De camino a casa pasé por El Baúl a contarle a Caty, por supuesto saltó de alegría. Nos tomamos un café y la puse al tanto de todas las novedades, incluida la
partida de Caroline, no se alegró por eso, sabía que si Thomas sufría ella no podía estar contenta, pero muy dentro suyo, estaba segura que era una gran noticia.
Diciembre finalmente llegó. Ya todos los preparativos para la boda estaban listos. Solo debíamos esperar que llegue el tan esperado día. Yo seguía sintiéndome igual,
las mañanas eran la peor parte de mi día, pero llegando el mediodía comenzaba a sentirme bien. Dan estaba preocupado porque parecía estar perdiendo peso, pero era
lógico. Pasaba medio día sin comer nada. Llamó a la Dra. Torres y ella lo tranquilizó diciéndole que era bastante normal qué a ésta altura pierda unos kilos, pero ya los
recuperaría cuando llegue el segundo trimestre.
Estaba a punto de terminar con los finales, el stress de los exámenes me tenían como una loca.
Esa tarde luego de almorzar con Caty fui a ver a Dan a la empresa.
Elizabeth me recibió con una gran sonrisa. La saludé con cariño y me felicitó por el bebé. M e quedé charlando unos minutos con ella mientras esperaba que Dan se
desocupe. La puerta del despacho de Dante se abrió y él salió escoltando por la cintura a una hermosa mujer rubia de ojos verdes, muy delgada y elegante. Ella le
regalaba su más sensual sonrisa. Sentí que un fuego crecía en mi interior a velocidades alarmantes. Y la furia se apoderó de mí. M ordí mis labios tan fuerte que el sabor a
la sangre rápidamente se esparció en mi paladar. ¿Qué estaba pasándome? Estaba tan celosa que podía saborear el veneno en mi lengua.
-Cariño, no sabía que vendrías, que linda sorpresa.- dijo mi adonis soltando a la escuálida y operada rubia y regalándome una sonrisa genuina. Se acercó a mí y me
besó en los labios con dulzura. Eso apagó un poco el fuego que sentía.
-Quería darte una sorpresa.- mencioné fingiendo estar completamente en calma.
-M e alegro nena. Te presento a Olivia Pérez. Es la directora de comercio de la corporación. Olivia ella es mi mujer Alexandra M iller.
-Encantada de conocerte Olivia. -ofrecí mi mano.
-Es un placer conocerte al fin Alexandra, Dante solo habla de ti.- bien, para que te enteres que tiene dueña maldita, pensé.
-Dime Lexy.
-Espero que podamos vernos más a menudo Lexy. Adiós Dante. Luego te paso los informes que me pediste. Que tengan un buen día.- se despidió y se fue. No
pude apartar mis ojos de ella hasta que desapareció en el ascensor.
-¿Cariño?.- Dan llamaba mi atención mientras me empujaba dentro de la oficina.
-Sí, lo siento.- mi cuerpo se relajó levemente y lo acompañé dentro.
-¿Estás bien nena?
-Sí, si lo estoy. No conocía a Olivia. ¿Es nueva?
-No, lleva trabajando mucho tiempo en la empresa, y antes de eso, trabajaba para mi padre.
-Parece muy joven para tener un cargo tan importante.
-Debe tener unos 30 años, creo. ¿Acaso estás celosa Alexandra?
-¿Celosa? ¿Yo? Pero por favor…- hice una mueca estúpida y me senté frente a él, él se acomodó en su sillón detrás del escritorio.
-Estás celosa, increíble… ¿Quién lo hubiera dicho nena?.
-Que no estoy celosa Navarro, ya compórtate.- se estaba riendo y burlando de mí, y eso me enfurecía más. No pude evitar mostrar mi cara de furia.
-Déjame tranquilizarte cariño, es más probable que ella se fije en ti que en mí. Es lesbiana.
-¿A sí? No lo hubiera adivinado.
-¿M ás tranquila?
-Yo no estaba nerviosa, esas son cosas tuyas.- saber que esa mujer no estaría interesada en mi hombre me había desarmado el nudo en la garganta que llevaba desde
que la vi. Dan se rió de mí.
-Lo que tú digas cariño. Ven aquí. – se golpeó el muslo con la mano, sonreí satisfecha y me levanté para llegar hasta él. M e senté sobre su falda y crucé las piernas,
pasé mi mano por su cuello y lo besé con adoración. El pasó su mano por mi cintura y con la otra acariciaba mi vientre, mientras me devolvía el beso. Desde que
estábamos embarazados no teníamos grandes y explosivas muestras de amor, todo era cuidadoso, tierno y romántico. Y todo en mi interior comenzaba a hartarse de
tanto romance, necesitaba a mi Dominante, a mi hermoso y sexy adonis, me moría de ganas de una buena sesión. Tiré ligeramente de su cabello y mordí su labio. M i
respiración comenzó a agitarse, lo deseaba, toda la escena de celos me había puesto a mil. Su mano pasó de mi vientre a mis muslos, abrió mis piernas y acarició la cara
interna de mis muslos hasta llegar a mi entrepierna. M e puse de pie, levanté mi falda hasta encima de mi trasero, levanté una de mis piernas y la pasé sobre su falda y
me monté sobre él sin dejar de mirarlo a los ojos.
-Fóllame Dan.- le rogué en su boca mientras mi lengua jugaba con su boca.
Con ambas manos comenzó a desabrochar los botones de mi camisa, dejó mi sostén expuesto y con los dientes tiró de él. M e mordí en respuesta. Bajó mi sostén y
sus manos apresaron mis abultados pechos. Estaban más sensibles que de costumbre y cada roce de sus dedos, me dolía, pero rápidamente ese dolor se convertía en una
deliciosa sensación. Jalé su cabello y tiró su cabeza hacia atrás dándome acceso libre a su cuello, de inmediato mis labios se posaron en él, lamiéndolo, saboreándolo,
mordiéndolo. Cogió mi trasero con ambas manos y apretó duramente mis nalgas.
-Azótame cariño… por favor.- supliqué entre gemidos.
-Nena… no quiero hacerte daño… el bebé.
-No lo harás Dan, vamos, sabes que estará bien.
-Lex…
-Por favor...- volví a pedir con lágrimas en los ojos.
Respiró hondo y se levantó de la silla aún sosteniéndome por el trasero. M e sentó sobre el escritorio, tomó mi rostro entre sus manos y besó mi nariz.
-Si sientes algo raro o dolor en el vientre me lo dices y me detengo. ¿De acuerdo?
-Te lo prometo cariño.
-Date vuelta.- dijo resignado. M i clítoris palpitó con ansias. M e bajé y me giré, levanté aún más la falda y apoyé mis manos sobre el escritorio, teniendo la
precaución de que mi vientre no toque el borde de la mesa.
-Separa más las piernas.- exigió con voz de mando. Solo escuchar esa voz me ponía tan húmeda, que ya estaba lista para que me penetre. Escuché el ruido del cinto
al abandonar su pantalón, y mi cuerpo se tensó. Apoyó una mano sobre la curva de mi espalda y un suave chirrido se oyó cuando el cuero tocó la desnudez de mis
nalgas. De inmediato me abordaron las sensaciones. Se me escapó un jadeo sonoro y me curvé en busca de más. Un nuevo azote, un poco más fuerte. La piel comenzaba
a quemarme, el ardor se esparcía por todo mi trasero e iba adquiriendo más y más intensidad. Aumentó la fuerza y la velocidad de sus flagelos lentamente. Las lágrimas
caían por mi rostro, al fin podía volver a sentirlo. Esa inmensa e indescriptible sensación de satisfacción que me proporcionaba la delgada línea entre el dolor y el placer.
M is sollozos se hicieron más audibles y entonces se detuvo. Acarició cuidadosamente mi ardiente trasero y dejó miles de besos sobre mis doloridas nalgas. Sentí como
rasgaba de un tirón la delicada tela de mi tanga. Se sentó en su sillón, separó con sus manos mis nalgas y comenzó a lamerme con dedicación. Su lengua jugó con mi ano
y luego siguió por mi húmeda vagina, lamió la gota de mi excitación que corría por el interior de mi muslo.
-Deliciosa.- dijo y su aliento acarició mi piel. Sus dedos se abrieron paso en mi interior y de inmediato mi orgasmo comenzó a formarse. Los movió hábilmente
dentro de mí. Encontró mi punto G y mi cuerpo tembló y se contrajo.
-Córrete para mi Lex.- mandó su voz y su lengua arremetió contra mi palpitante clítoris y me corrí en su boca. Las hermosas y pequeñas contracciones de mis
músculos no se detuvieron. Cambió sus dedos por su duro miembro y me penetró de golpe. La profundidad que le daba mi posición hizo que una puntada se alojara en
mi vientre. El dolor me inmovilizó pero no dije nada, sabía que se detendría de inmediato. Una nueva embestida y no lo pude evitar y un quejido escapó de mi garganta,
salió de inmediato de mí y me giró bruscamente.
-¿Estás bien?.- la preocupación se notaba en su voz.
-Sí, solo me dolió un poco, pero nada de qué preocuparse.
-¿Alexandra estás de broma?
-En serio, no fue nada grave, solo demasiado profundo, deja que yo me suba sobre ti.
-No, no lo harás.
-Vamos Dan, por favor. Te deseo.
-Lo siento nena. Se terminó.
-¡Oh Vamos! ¿Ya no me deseas?
-No digas tonterías Lex, claro que te deseo, mira como me pones.- su erecto pene estaba listo para mí. M e relamí.
-De acuerdo, no me folles.- dije y pasé mis manos por su musculoso torso y me arrodillé entre sus piernas, llevándolo conmigo hasta que se sentó en su sillón.
-Detente Lex.
-No, déjame darte algo.
Hice caso omiso a sus intentos de detenerme, sabía que lo deseaba tanto como yo. Tomé su miembro con ambas manos y dejé caer mi saliva sobre él, y lo metí en mi
boca, primero solo su glande, lo lamí y chupé con esmero y lentamente comenzó a meterlo más y más profundo en mi boca. M i lengua acompañaba cada movimiento de
mis labios. M i mano llevaba el ritmo. Solo sus gemidos inundaban el ambiente. Agarró mi cabello con sus manos y mantuvo mi cabeza quieta, mientras él entraba y salía
de mi boca abierta. Se alejaba por completo de mis labios, y un fino hilo de saliva lo acompañaba y caía sobre mis pechos. Se metió tan profundo en mi boca, que la
arcada no tardó en llegar, pero sabía muy bien que le encantaba la sensación de que me ahogue con su hermoso pene. Sostuvo mi cabeza inmóvil allí. Cortándome la
respiración, en vano traté de respirar por la nariz, pero estaba tan dentro mío, que de nada sirvió. Cuando las lágrimas rebalsaron mis ojos se alejó. Y volvió a hacerlo
una y otra vez.
-Vas a matarme Lex…- murmuró entre gemidos, su cuerpo se tensó y tembló. Se alejó de mí y me miró fijo a los ojos. Abrí mi boca y saqué la lengua esperando el
fruto de su orgasmo, y no tardo en caer sobre mi rostro y boca. Gustosa recogí los restos de mi cara y lamí mis dedos.
-Gracias cariño.- anuncié con una enorme sonrisa en mis labios.
-Te amo nena.- respondió besando mi frente.
El intercomunicador sonó y la voz de Elizabeth le avisaba que todos lo esperaban en la sala de juntas.
-Voy en un minuto.- respondió mi adonis. Se metió en el baño para limpiarse y arreglarse. Lo seguí.
-Lo siento nena, debo irme. Llegaré tarde a cenar, no me esperes y come algo. ¿Vale?.- me soltó mientras se acomodaba la corbata y se ponía el saco del traje.
-De acuerdo. Te amo.- respondí regalándole un suave beso en los labios. Y se fue. M e limpié y acomodé mi ropa y mi cabello y salí de la oficina. No había nadie en
el recibidor, no quería cenar sola así que decidí salir con las chicas. Busqué a Elizabeth para que le haga saber a Dan que saldría con ellas esta noche. Pero no estaba por
ningún lado. Finalmente la encontré en el área de descanso, estaba besándose con Félix. M e quedé estancada en la puerta y con la boca abierta. ¿Félix y Elizabeth? Tenía
algo de lógica, pasaban mucho tiempo juntos. Salí silenciosamente sin que ellos notaran mi presencia. Le mandaría un mensaje a mi adonis.
De vuelta al auto mandé un mensaje a las chicas. Ari, Caty, Sofi y Euge y las invité a cenar fuera. Todas respondieron de inmediato y fui a casa a tomar una ducha.
Fran sacó a Xander por su paseo mientras yo me arreglaba, elegí un lindo pantalón de tiro alto en negro y ajustado. Aún no se me notaba el vientre así que podía usarlo.
Una camiseta de cuello tortuga con un escote en la espalda, la chaqueta de cuero, me peiné y me maquillé suave. Y salí a encontrarme con las chicas en un restaurante
hindú. Pasé a buscar a Caty y Sofi y cuando llegamos al lugar nos encontramos con Euge y Ari. La cena estuvo divertidísima. Y decidimos ir por unos tragos luego al bar
de Paco. Las chicas bebieron unas copas mientras yo me abastecía de jugos. Por arte de magia, o más bien gracias a Fran, Dan, M ariano y Joaquín aparecieron.
-¿Qué haces aquí cariño?.- me asombraba verlo, lucía tan hermoso y joven con su jean gastado y su sweater negro de escote en V.
-Decidimos ver que hacían. ¿M olestamos?
-Tú jamás molestarías. Baila conmigo.- lo arrastré hasta la pista de baile.
Bailamos bien pegados por un buen rato, mientras yo me divertía rozando mi cuerpo contra el suyo. Dio un azote en mi trasero.
-No seas traviesa nena.- me regañó.
Tomy apareció y se unió a Paco y M arco. Por primera vez en mucho tiempo estábamos todos juntos en un mismo lugar. Bailaba con mi adonis sensualmente
cuando vi por el rabillo del ojo que Tomy y Caty hablaban a un costado.
-Deja de morder tú labio Lex, vas a lastimarte.- me advirtió Dan.
-Lo siento, no me di cuenta. M ira.- siguió mi mirada y los vio juntos.
-¿Será qué al fin se decidieron?.- inquirió mi hombre.
-Eso espero, ahora que lo de Caroline terminó, espero que estén juntos de una bendita vez.
Entrada la madrugada y cuando el bar estaba por cerrar nos fuimos. Nos despedimos de nuestros amigos, y Tomy insistió en que él llevaría a Caty a casa, así que
con una sonrisa enorme acepté y nos fuimos. Cuando llegamos a casa, hicimos el amor dulcemente, una vez más. Sabía que debía conformarme con eso, no obtendría
nada más que dulzura y cuidadosas caricias por un tiempo.
Las semanas pasaron y todo parecía estar bastante tranquilo, hasta que una tarde mi madre llamo nerviosa. Apenas podía entender que decía. M i cuñada había
entrado en trabajo de parto, el bebé se había adelantado. Llamé a Dan para contarle y de inmediato volvió a casa, yo estaba preparando unos bolsos con ropa,
viajaríamos a Oviedo en ese momento. M ariano, Ari y Tomy se nos unieron en el aeropuerto. Cerca de las 10pm estábamos en Asturias, llegamos al hospital y aún no
había nacido. M i madre me estrechó en brazos por un buen rato, mientras me repetía lo feliz que estaba por nuestro bebé. Unas horas después de nuestra llegada,
finalmente Andy salió.
-Es un hermoso y sano varón. Ambos están bien.- dijo con lágrimas en los ojos. Todos lo felicitamos y volvió al lado de su esposa. Esperamos un rato hasta que por
fin pudimos entrar a conocer al pequeño. Entramos a la habitación, la sonrisa de mi cuñada no le cabía en el rostro, cargaba orgullosa a su hijo. El pequeño no podía ser
más perfecto, el bebé más lindo que haya visto. Su pálido y suave rostro. Apenas se advertía que tenía cabello, era tan rubio, que pasaba desapercibido, tenía los ojos
cerrados, como la mayoría de los recién nacidos, así que no pude ver el color de sus ojos. M i madre fue la primera en cargarlo. Entre lágrimas, lo besaba y le repetía
cuánto lo amaba. Por fin me llegó el turno, lo cargué con extremo cuidado. No había sostenido jamás un bebé tan pequeño y temía hacerle daño. Su olor era tan exquisito
que no pude contenerme, inspiré profundo en su cabecita. Y besé su frente.
-Bienvenido al mundo pequeño. Soy tu tía Lex.
-Se llama Richard Laureano M iller.- dijo su orgulloso padre.
-Hola pequeño Ricky.- repetí con los ojos colmados de lágrimas.
-Es perfecto Andrés, felicitaciones a ambos.- felicitó mi adonis a los recientes padres.
-¿Quieres cargarlo cariño?.- lo incentivé.
-No, es demasiado pequeño y no quiero lastimarlo.- dijo con pánico en su mirada.
-Deberás practicar cuñado, en unos meses tendrás uno propio.- bromeó mi hermana.
-Por ahora, paso. Quizás cuando sea más grande.
La nueva familia necesitaba intimidad y descanso así que todos nos fuimos a la casona.
M i malestar me despertó temprano en la mañana. Después de componerme un poco bajé al despacho de mi padre. No había estado allí desde su muerte. Todo
estaba intacto, mi madre no había sacado ni una sola cosa de ahí. M e senté en su silla, me apoyé sobre mis manos y la tristeza me invadió, él no vería a su nieto, que
tanto deseaba, tampoco conocería a mi hijo. No podría cargarlo, enseñarle el amor por los libros, o por la historia. Jamás jugaría con él… no pude contener las lágrimas y
comencé a llorar fuertemente.
-Nena, ¿Te encuentras bien? ¿Qué sucede?.- Dan entró a la oficina y se puso a mi lado en un abrir y cerrar de ojos. Se agachó y me cogió el acongojado rostro
cubierto de lágrimas.
-M i padre, jamás conocerá a nuestro bebé…- respondí entre sollozos.
-Oh cariño… lo sé, sabes que haría lo que fuera para que jamás estés triste, pero no hay nada que pueda hacer para devolvértelo.
-Lo sé… lo siento… es que…- no podía parar los sollozos y lamentos.
-Tranquila cariño. Estoy seguro que de alguna forma siempre estará ahí contigo y con sus nietos.
-¿M e llevas al cementerio? Quiero contarle.
-Por supuesto.- cuando logré calmarme envuelta en sus brazos y sus dulces palabras de consuelo. M e metió al baño y me ayudó a tomar una ducha. M ientras me
cambiaba, él se ducho. Y cuando estuvimos listos nos fuimos hasta el cementerio. De camino compré un hermoso y gran ramo de lirios blancos. Y llegamos a su tumba.
-Te daré un momento a solas. Estoy aquí si me necesitas.- dijo Dan y se alejó unos metros de mí.
M e senté sobre la hierba y acomodé las flores en uno de los floreros adosados a su tumba.
“Richard Miller III, amado padre y esposo. El mundo será un lugar distinto sin ti” rezaba su lápida. Era la primera vez que venía desde que lo despedimos. Las
lágrimas reaparecieron, pero más tranquilas esta vez.
-Hola papi, lamento haber tardado tanto en venir a verte… pero no tenía la fuerza para hacerlo. Sé que tú lo entenderías. Incluso quizás te parecería una pérdida de
tiempo visitar una tumba. Aún recuerdo lo que dijiste cuando la abuela falleció. “ No está muerto si alguien lo recuerda”. Ojalá sigas pensando lo mismo. Yo te recuerdo
siempre. Desearía que estés acá… desearía no haber perdido tanto tiempo… pero estoy bien, Dante y yo volvimos a estar juntos. Jamás fui tan feliz papi. Él me hace
feliz. Y ¿Adivina qué? Estoy embarazada. ¿Increíble no?. Pero así es. Incluso me pidió que me case con él, pero como una tonta me acobardé. El hijo de Andy nació, es
un hermoso y sano varón, se llama Richard, como tú. Es el niño más bello del mundo, y seguro será un bebé feliz. M e preocupa mamá, está muy sola en esa enorme
casa… ojalá puedas ayudarla de alguna forma. ¿M e cuentas cómo es todo por ahí? Hazme saber que estás bien, que desde donde estés, sigues con nosotros. Solo dame
una señal… te amo papi, te extraño. –
Acaricié su lápida, y me despedí de él. Dan me alcanzó enseguida y me recogió entre sus brazos.
-¿Estás bien cariño?.- preguntó dulcemente mientras levantaba mi rostro.
-Sí, más tranquila. Necesitaba venir.
Una vez en el auto, comencé a recomponerme, sentía como si me hubiera quitado algo de encima. Estaba en paz conmigo misma. Volvimos al hospital y
aprovechamos para comer algo en la cafetería. Después visitamos a mi hermano y su esposa y le llevamos a Ricky un enorme oso de peluche y unos globos y flores
para la madre. Nos quedamos tres días en total y debíamos volver.
Yo tenía que terminar mis exámenes y Dan debía trabajar, volveríamos en unos días para el gran día de Ari.
-Éste sábado tengo una gala a beneficio. ¿M e acompañas?.- preguntó mi adonis.
-Por supuesto cariño.
Al día siguiente Caty me acompañó de compras, debía escoger un bello vestido.
M ientras mirábamos vidrieras, aproveché para sonsacarle algo sobre Tomy, me contó que hablaron de su ruptura con Caroline y que Tomy le dijo, que era mejor
así, que Caroline no era la mujer de su vida y él lo sabía. Pude ver esperanza en sus ojos y eso me fascinó. Aún tenía fe en que esos tontos se den una oportunidad. M e
probé unos cuántos vestidos hasta que encontré el que buscaba.
El sábado llegó y decidí ir al salón de belleza, después de darle algo de color a mi piel, me hicieron las manos y los pies. Arreglé mi cabello. El estilista formó unos
grandes rulos en mi largo cabello y lo recogió de costado. Cuando llegué a casa, tomé una ducha. Agregué un broche de brillantes al peinado, me maquillé, algo de sombra
gris petróleo en los ojos, un delicado delineado, mucho rímel, rubor en las mejillas y rojo fuego en los labios. Al salir del tocador me crucé a Dan que se metía a tomar
una ducha.
-Que hermosa eres nena.- dijo pasando por mi lado y besando mi hombro. Le regalé una sonrisa y me metí al vestidor. Un sexy conjunto de ropa interior negro de
encaje, y el vestido de Armani que había escogido. Era largo, larguísimo, en gris plata, sin tirantes, desde el escote nacía una sobretela plisada, cruzaba toda la pechera,
bajaba por el costado derecho del vestido y caía en forma de cola hasta el piso. Era muy ceñido al cuerpo pero tenía un vuelo bajo maravilloso. M e puse unos zapatos
plateados, cogí el tapado de piel sintética que apenas si cubría mi pecho, el bolso de mano haciendo juego y me puse unos aros preciosos que Dan me regaló. Eran unos
diamantes exquisitos que caían en forma de lluvia. Dan entró al vestidor y se le cayó la mandíbula cuando me vio.
-M e has quitado la respiración Alexandra. No se cómo lo haces. Pero cuando pienso que no podrías ser más hermosa…
-¿Te gusta?
-¿Gustarme? No nena, te quedas corta. Luces como una visión cariño.
-Gracias Dan.- me aferró por la cintura y me besó con dulzura. Cuando salió lucía de ensueño en su esmoquin negro impecable. De inmediato se me hizo agua la
boca al verlo.
-Eres jodidamente perfecto cariño.- sonrió y me guiñó el ojo. Félix nos llevó hasta el salón donde sería la gala. La alfombra roja estaba dispuesta y una interminable
fila de fotógrafo se apostaba a cada costado. Posamos sonrientes para las cámaras. Dan me besó en la mejilla mientras nos tomaban cientos de fotos. La noche fue
maravillosa. La comida era exquisita, y para mi sorpresa, Dan recibió un premio por su trabajo filantrópico con los niños de África. No podía estar más orgullosa de mi
maravilloso hombre. Bailamos por un buen rato y cuando llegó la hora volvimos a casa. Nos metimos al auto. Dan lucía agotado, se recostó sobre el asiento y cerró sus
ojos. Pero yo… bueno, tenía algo en mente.
M etí mi mano por debajo de mi vestido y me quité la tanga, y la metí en mi bolso. M e acerqué a él recogí mi vestido y lo monté. Abrió sus ojos de golpe, esos
increíbles ojos azules me quitaron la respiración.
-¿Qué crees que haces?
-Tomo lo que es mío.
-¿A sí?
-Si.
-Está muy atrevida Señorita M iller.
-Verá Señor Navarro, mi novio me excita tanto…- tecleó algo en el brazo de la puerta, y el vidrio que separa el conductor de los pasajeros se elevó, dándonos
intimidad. Acarició con ambas manos mis piernas. Y mordió con fuerza mis labios. M is manos se perdieron en su cabello. M e tomó por la nuca y tiró mi cabeza hacia
atrás, lamió mi cuello y el comienzo de mi escote. Yo me entretuve con su cuello y el lóbulo de su oreja. Le di un pequeño mordisco y me respondió con un azote en el
trasero. Comencé a removerme sobre su entrepierna y noté cuando su erección comenzaba a tomar protagonismo. Bajé mis manos lentamente por su definido pecho
hasta encontrar su cremallera. Y liberé su miembro, lo acaricié arriba y abajo una y otra vez. Sus manos se clavaron en mi trasero, por debajo de mi vestido, buscó el
elástico de mis bragas pero no lo encontró. Se alejó de mis pechos y me miró con una sonrisa pícara en los ojos. M ordí mi labio divertida. Lamí mis dedos y llevé esa
humedad a mi entrepierna. Sus ojos centellearon de lujuria, y tomándome por las nalgas me levantó unos centímetros y me bajó sobre su pene. M e senté en él
lentamente, absorbiendo cada centímetro de su miembro, sintiéndolo mío, disfrutándolo. Un suave e interminable suspiro mezclado con un gemido se escapó de mi boca.
y él jadeó. Cuando estuvo por completo dentro de mí, tiró su cabeza hacia atrás y apretó sus manos en mi cadera.
-Amo ésta sensación.- dijo entre dientes.
-Somos dos.- respondí. Y volví a arremeter contra su cuello. Él manejó el rimo en el que entraba y salía de mí. Levantándome suavemente y volviéndome a bajar.
Nuestro cadente ritmo me volvía loca de placer, me agarré con fuerza a su cuello y comencé a cabalgarlo lento, dibujando pequeños círculos con mi cuerpo. Cuándo mi
cuerpo se tensó. Él aumentó el ritmo.
-Córrete para mi amor.- dijo entre jadeos. Y yo me dejé ir, mi contracción aceleró su clímax y se corrió en mi interior.
El 20 de diciembre llegó por fin. Hoy viajábamos a Oviedo. Nos levantamos muy temprano en la mañana, las maletas estaban listas. Luego de mi rutinario malestar,
me metí en la ducha mientras Dan desayunaba. Sequé mi cabello y cuando estaba secando mi cuerpo noté que mi vientre por fin comenzaba a notarse. El día anterior
tuvimos cita con la Dra. Torres y dijo que todo estaba perfecto, ya tenía poco más de 10 semanas de embarazo. M e recetó nuevamente vitaminas y ácido fólico, me
tomó unas nuevas muestras de sangre y nos citó para dentro de un mes. M e ordenó que tratara de alimentarme lo más sano posible y que debía ganar peso. Aunque
para mi sorpresa, aún con los malestares, había ganado un kilo. Pero finalmente la redondez de mi vientre comenzaba a hacerse notar. Sonreí al espejo y acaricié mi
vientre.
-Espero que estés cómodo ahí M uffin.- Dan y yo bromeábamos con que era un pequeño bollito cocinándose en mi vientre, y muffin le iba perfecto. M e arreglé y me
uní a la mesa donde mi adonis terminaba de engullir su desayuno, me serví un vaso de jugo de naranja. Y nos fuimos camino al aeropuerto donde el jet de la compañía de
Dan nos esperaba. Ari y M ariano seguían en Oviedo desde el nacimiento de Ricky, ultimando detalles para el gran día. Nos encontramos con Euge, Joaquín, Caty,
Tomy y M anuel. Xander estaba encantado de ver a Thomas y no se despegó de su lado en todo el viaje. Poco más de una hora de vuelo después aterrizamos en
Asturias. Félix cargó las maletas en el auto que había mandado mi madre y todos nos fuimos a la casona.
Ni bien cruzamos el enorme portón de hierro, mi madre salió a recibirnos con una enorme sonrisa. Luego de los saludos y cariños con ella, con mi hermana y
M ariano y los nuevos padres junto al adorable pequeño Ricky, nos sentamos en la mesa a almorzar.
Pasé toda la tarde con Ricky, quería aprovechar cada minuto del día para disfrutar de mi sobrino.
-Te queda bien.- Dan estaba apoyado en el umbral de la puerta de la sala, tenía sus brazos cruzados sobre el pecho y me miraba con una sonrisa.
-¿Tú crees?
-Claro que sí.
-¿Puedes imaginarte cuando tengamos el nuestro en brazos?.- se acercó y se sentó a mi lado.
-La verdad que aún no.- dijo mientras acariciaba la cabecita del bebe.
-¿M e haces un favor?
-Lo que quieras nena.
-Puedes hablar con Andy sobre la empresa, me dijo que necesitaba ponerme al tanto de algunas cosas y ya sabes que odio los negocios.
-No te preocupes, yo me encargo.- besó al bebé y luego a mí y se fue en busca de mi hermano.
Ari entró como un torbellino.
-¿Ansiosa? ¿Nerviosa? ¿Quieres que planeé un escape?.- bromeé con ella.
-Ansiosa, pero segura de lo que quiero.- respondió entre risas.
-Bien, mejor así.
-Deberías casarte Lex.
-No es lo mío Ari.
-¿Es cierto que Dan te lo pidió y dijiste que no?
-Algo así. No dije que no. Solo que me parece apresurado.
-Estas por tener un hijo con él, no hay compromiso más grande que eso.
-Lo sé, pero lo del bebé vino después. Aun así no cambia nada. No creo en el matrimonio.
-¿Por qué?
-Por qué no es necesario un papel para decirme que Dante es el hombre de mi vida. Ni tampoco lo necesito para saber que soy suya y el mío. Para toda la vida.
-Tienes razón. Igual es lindo, aunque te agote el proceso.
-Jamás haría algo así. Estas cosas me vuelven loca.
-Porque eres rara Lexy.- ambas reímos con ganas. M i cuñada entró a buscar a Ricky para darle de comer y yo aproveché para charlar con mi madre.
Tomamos un té mientras nos poníamos al día. Le pregunté como llevaba su vida diaria y me contó que estaba invirtiendo más tiempo en las beneficencias de las que
estaba a cargo. Todas tenían que ver con la empresa y hacía años mi madre se encargaba de ellas. También me comentó que estaba con ganas de empezar una ONG y la
alenté a que lo haga y le ofrecí mi ayuda en lo que necesite. M e seguía pareciendo absurdo que se quede en una casa tan grande y vacía. Pero no había caso, no estaba
dispuesta a venderla. Dijo que siempre seria el lugar donde podíamos volver. Y que tenía demasiados recuerdos como para dejarla ir.
Llegando la noche subí a tomar una ducha, Dan estaba saliendo del baño envuelto en una toalla.
-Te ves tan sexy…- me relamí los labios.
-Hable con Andy. ¿Quieres qué te lo resuma?
-¿Es absolutamente necesario?
-Deberías saberlo. Es tu empresa también.
-Bien, pero resumido, mucho.
Habló de un montón de números y cosas que había que hacer, por supuesto mi atención se desviaba continuamente. Pocas cosas me importaban menos que los
negocios.
-Bien, tú encárgate cariño. No entendí nada. Iré a tomar una ducha.
-Alexandra…
-Hazlo por mí ¿Sí?.
-De acuerdo nena.
M e duché rápidamente y sequé mi cabello. Lo dejé suelto y formé unos grandes rulos. Llevaba el flequillo más largo que de costumbre, por lo que lo peiné de
costado. Rebusqué por un conjunto de ropa interior en color piel. Y me puse un vestido fucsia con escote corazón, se ataba al cuello, tenía la espalda descubierta y
cruzaba unos breteles en ella. Se dividía de la amplia y volada falda por un cinto en pedrería. Los zapatos negros de tacón sin puntera y me maquillé suavemente. Dan
estaba ojeando su móvil cuando salí lista.
-Vaya cariño, estas hermosa. Como de costumbre.
-Gracias Dan, tú te ves guapísimo, como siempre.- llevaba un traje gris oscuro de dos piezas, con una camisa rosa pálido y una corbata gris angosta. Tomé la
chaqueta y el bolso de mano y bajamos a la estancia a esperar al resto. Era la cena de ensayo y todos corrían de aquí para allá.
M i madre hablaba con M ariano. Ella llevaba un bellísimo vestido azul con flores bordadas en negro. M ariano tenía un traje negro a la medida que le sentaba
maravilloso. Ariana bajó radiante las escaleras, vestía un hermoso y corto vestido blanco, de un solo tirante que iba adornado con una enorme rosa blanca. Andy en su
resplandeciente traje azul marino cargaba a un muy elegante Ricky con su pequeño traje, pantalón de vestir, camisa blanca y chaleco negro. Era todo un encanto. Y mi
cuñada con un vestido rojo sin tirantes y suelto debajo de la pechera. Todos estábamos listos. Nos subimos a los autos y partimos rumbo al hotel. Se había dispuesto el
salón de fiesta para la cena. Ni bien llegamos tuvimos que sonreír para las cámaras. Dan paso una mano por mi cintura y me apretaba suavemente contra él mientras su
otra mano acariciaba mi vientre. <<Genial, el mundo sabrá que estoy embarazada>> pensé para mí. Sonreí cariñosamente y luego entramos. Por supuesto todo lucía
maravilloso, los arreglos florales lucían unas hermosas rosas rojas y todo estaba decorado en plata, negro y blanco. No esperaba menos de mi pequeña hermana. Por
descontado que tiraría la casa por la ventana.
La cena fue exquisita y para el brindis Dan y yo les regalamos unas lindas y afectuosas palabras a los novios, ya que éramos su dama de honor y su padrino. Al
terminar la noche, los hombres se quedaron en el hotel y nosotras volvimos a la casona.
M e metí de inmediato en la cama, estaba agotada. En medio de la noche el peso de un cuerpo recostándose a mi lado me despertó.
-¿Qué haces?.- quedé absorta cuando vi que era Ariana.
-No puedo dormir.
-Debes relajarte Ari, y tratar de dormir, mañana es tu gran día y debes estar perfecta.
-Lo sé, pero no puedo pegar un ojo.
-Ven.- la atraje hasta mí, la acuné como si fuera una niña pequeña en mi pecho y acaricié su cabello hasta que se durmió.
Luego de que mi malestar se calmara, por la mañana, bajé al comedor. M i hermana y mi madre estaban desayunando. M e senté y bebí un poco de jugo mientras
charlábamos de tonterías. Fany y el pequeño Ricky se nos unieron. Por la tarde la estilista de mi madre vino para encargarse de nosotras. Primero Ariana, por supuesto,
luego yo. Elegí un peinado recogido en una trenza que cruzaba todo mi cabello. Tomé un largo y relajante baño en la tina y comencé a prepararme, me puse el vestido
negro de dama de honor y los zapatos plateados. Ya estaba peinada y maquillada. Y me fui a la habitación de mi hermana para ayudarla.
-¿Cómo te sientes Ari?.- inquirí tomando su hombro. Sus amigas que eran parte del cortejo estaban allí y también mi madre.
-Bien, pero no veo la hora de ir a la iglesia.
-Ya falta menos cielo. Relájate.
Rápidamente dieron las 6pm, Ariana salió del vestidor de mi madre. Y no pude contener las lágrimas al verla. Parecía una princesa de un cuento de hadas. Con su
amplio y vaporoso vestido blanco, su cabello medio recogido y su cresta ligeramente levantada y lleno de pequeños diamantes por todos lados.
-No tengo palabras Ari… pareces de cuento.
-Hija… estas increíblemente hermosa.- dijo mi madre entre lágrimas.
Le entregué el buqué de rosas rojas y Sergio comenzó de inmediato a tomarle cientos de fotos, la verdad era imposible no verla y quedar obnubilado con su belleza.
Nos subimos al auto y a los pocos minutos llegamos a la catedral. La alfombra roja estaba desde las escaleras. Entramos y nos metimos a un cuarto, Andy se nos unió y
al ver a mi hermana no pudo contener las lágrimas.
-Papá estaría tan orgulloso de ti pequeña.- le dijo dulcemente con la voz entrecortada.
Ya todo estaba listo, le di un beso en la mejilla a Ari.
-Luces increíble hermanita.- le murmuré al oído antes de irme.
M e reuní con el cortejo, y mi adonis se veía de en sueño en su frac negro. Al verme sus ojos se iluminaron.
-Eres tan hermosa nena.- me dijo al oído mientras me regalaba un beso.
La marcha nupcial comenzó y todos nos encaminamos hacia el altar. Cuando el Ave M aría comenzó a sonar mi hermana apareció del brazo de mi hermano. M ariano
no pudo contener su emoción y Ari le regaló la más genuina sonrisa. Los votos fueron hermosos y sinceros, se prometieron amor eterno y cerraron el trato con un
pasional beso. Después de las felicitaciones y las fotos se subieron al auto y se marcharon al salón de fiestas. Todos los seguimos.
El salón repetía la decoración de la noche anterior pero multiplicada. Fue una verdadera celebración. Todos la pasamos de maravilla hasta altas horas de la
madrugada. Dan y yo volvimos a la casona cuando el sol comenzaba a salir.
Aprovechamos que ambas familias estaban en Asturias para pasar las fiestas todos juntos. M anuel y Euge habían asistido al casamiento de Ariana y se nos unió
Lautaro junto a su novia M agui. Caty y Tomy estaban cada vez más y más juntos, pasaban los ratos murmurándose cosas y riendo. Definitivamente el amor estaba en
el aire. Solo faltaban los recién casados que se habían marchado a su luna de miel. Dan les había prestado el yate en Capri para que pasen los días allí. Al fin la casa se
sentía con vida otra vez.
Con enorme sorpresa descubrí mi regalo de navidad, Dan me había dado una cámara antigua de fotografía una Rolleiflex. Y estaba maravillada con ella.
-Es un regalo precioso cariño. ¡Gracias!
-M e alegro que te guste nena.
-Abre el tuyo.- insistí mientras le entregaba una pequeña caja negra. Al abrirla sus ojos centellaron de felicidad.
-¿Estás loca Alexandra?
-Oh vamos, sé cuánto extrañas tu auto. Disfrútalo. Por supuesto tendrás que esperar, ya que esta en casa.
-Gracias cariño. M e encanta.- hizo bailar las llaves, en su dedo, del nuevo y reluciente Bugatti Veyron en negro metalizado que le había regalado.
El segundo día del año 2014 volvimos a M adrid. La galería marchaba muy bien, faltaba muy poco tiempo para que pudiera abrirla finalmente. Aproveché el tiempo
dedicándome a preparar mi nueva muestra, aún tenía mi viejo piso y por el momento lo utilizaba para trabajar. Las molestias matutinas comenzaban a aminorar. Y si
bien me levantaba bastante descompuesta, ya podía retener la comida por la mañana.
M ientras desayunábamos Dan leía el periódico y yo ojeaba mis mails en el iPad. Fran volvió de pasear a Xander y nos fuimos. Dante se moría de ganas de probar su
nuevo juguete por lo que se llevó la Bugatti y yo el Phantom.
Los días pasaron rápidamente, pasaba la mayor parte de mi tiempo metida en el viejo piso trabajando en la nueva colección y poniéndola a punto. Fran se entretenía
leyendo en la cocina. Hicimos costumbre tener una salida con amigos al menos una vez a la semana. Dan se juntaba con los chicos a jugar al póker y yo aprovechaba
para salir a cenar y tomar algo con las chicas. Incluso Tomy se había unido a su pequeño club de machos. Los sábados volví a visitar a Caty a la librería para nuestro
café semanal. Y los domingos después de pasar la tarde en el parque con Dan y Xander. M e iba a lo de Thomas para ver el partido del M adrid. Habíamos encontrado
una cómoda y placentera rutina. Y si bien odiaba la rutina, ésta vez, lo cotidiano de nuestras vidas juntos, me encantaba.
-¿Puedes siquiera pensar en dejar a Fran aquí mientras yo estoy en el otro piso? No tiene sentido que el pobre pasé todo el día sentado en la cocina mientras
trabajo.- esa mañana mientras desayunábamos le proponía a Dan un nuevo trato.
-No cariño.
-Vamos Dan. Que me lleve y se vuelva, si tú pasas a buscarme. ¿Cuál es la diferencia?.
-Si acepto, debes prometer que si por alguna razón dejas el piso lo llamarás para que venga por ti.
-¡Hecho!.- dije antes de que cambie de parecer.
-Bien, así sí.
-Te amo Dante Navarro.- me despedí con un beso y me fui a trabajar.
Ari y M ariano seguían de luna de miel, y no daban señales de vida, por lo que suponíamos que estaban pasándola de maravillas. Ya casi tenia listo los muestrarios
de las fotos que expondría. Daniel había prometido que en dos semanas terminaría con la galería, y debía comenzar a preparar la exposición de Cayetano. Sergio vino
cerca de las 10am con café y pastelitos calientes. Y nos pusimos a trabajar en eso. Al mediodía llamé a Fran para que pasara por mí. Tenía que ir al atelier de Cayetano
por unas muestras y también almorzaría con Lucero, quería ofrecerle el puesto de curadora conmigo. De vuelta a casa pasé por una tienda de ropa de niños y no pude
contenerme. Compré un pequeño conjunto de bebé en celeste y otro en rosa, aún era muy pronto para saber el sexo, así que debía tener ambos. Cuando llegué a casa se
lo enseñé a Dan, y se le llenaron los ojos de emoción mientras ponía el pequeño conjunto sobre mi vientre.
Dormimos abrazados como de costumbre, y Dan se dormía acariciando mi vientre tiernamente.
Ya tenía 12 semanas de embarazo y las cosas estaban cada vez mejor, ya me sentía bien por completo, aunque mi cintura comenzaba a molestarme. Llamé a la Dra.
Torres para preguntarle si podía hacer algún tipo de actividad y me dijo que sí, podía hacer yoga o pilates para embarazadas, opté por el yoga y me inscribí en una clase
cerca de nuestra casa. Comencé a ir cada día y me sentía mucho más aliviada por el ejercicio. Luego de la ducha volvía al trabajo. Esa tarde del 20 de enero, Daniel me
llamó y fuimos hasta la galería. Ni bien abrí la puerta quedé boca abierta. M i primo había hecho un trabajo maravilloso, la galería estaba lista, lucía espectacular. Los
pisos de madera oscura hacían un perfecto contraste con las paredes perladas, la iluminación era justa y estaba bien dirigida. Las enormes columnas griegas delimitaban
un pequeño escenario. Los techos eran altísimos y abovedados. Al fondo se veía el precioso recibidor de madera oscura con letras en plata “ Miller Art” al costado de él,
al otro extremo las puertas que llevaban al área de servicios. En medio de ambos, puertas dobles de vidrio esmerilado volvían a repetir el nombre de la galería. Detrás de
él se abría a una zona de trabajo. Primero estaba el atelier y depósito del lado derecho de la enorme habitación, a la izquierda un escritorio, ese sería el lugar de Sergio, y
como una pecera esmerilada desde el piso hasta la mitad superior, estaba mi oficina, enfrente del lado izquierdo un set de fotografía amplio.
-¡Daniel! Lo conseguíste, es justo como lo imaginaba. M uchísimas gracias.
-¿Te gusta?
-¿Gustarme? Lo amo completamente.
-¡Que alegría Alex! Trabajé mucho para que quede como lo soñabas.
-No tengo dudas. Has hecho un trabajo espectacular.
M e entregó las llaves, y yo le di el último cheque. Nos montamos en el auto y volvimos a casa.
Fran aparcó en el estacionamiento del edificio y nos encaminamos hacia el ascensor.
-Nos espera mucho trabajo Fran.- bromeé con él mientras esperábamos que llegue.
-Ha quedado precioso Señorita Lexy. La felicito.
Sentí un golpe seco y cuando miré a Fran, se tomaba la cabeza y caía al suelo. M i sangre se heló.
-¡Fran!.- grité, tratando de amortiguar su caída, pero no pude sostenerlo. Alguien me cogió del brazo. Levanté el rostro y fue entonces cuando la vi. Sabrina estaba
allí, vestida absolutamente de negro y con una capucha.
-Ven aquí zorra.- gruñó mientras me jalaba del brazo.
-Suéltame maldita, ¿Qué diablos crees que haces?.- intenté coger mi móvil del bolso y entonces sentí algo frio apoyarse en mi vientre, miré en su dirección y vi que
llevaba un arma y apuntaba directamente sobre mi barriga.
-No llamarás a nadie, llegó el momento de pagar todo lo que me has hecho.
-Yo no te he hecho nada. Déjame llamar a un médico, está muy mal herido.
-¡Cállate! M étete al ascensor.- me empujó y me metió dentro sin dejar de apuntarme M arcó el último piso. Debía pensar rápido Dante estaba en casa y no sabía lo
que ésta loca tramaba o si sería capaz de hacerle daño, o a mi hijo. Cubrí mi vientre con ambas manos en un débil intento por protegerlo.
-Vete Sabrina, no empeores las cosas.
-No me iré a ningún lado, tú me has quitado todo lo que era mío. Y lo pagarás.
-No seas estúpida, no te he quitado nada. Déjanos en paz.
Su mano libre voló a mi rostro y me dio un buen puñetazo en la cara. Sentí el sabor de la sangre en mi paladar, me envaré de inmediato dispuesta a devolvérselo.
-¡Quieta o te mataré! dudo que tu hijo sobreviva si te disparo ¿No?.- me quedé estática, dura como una piedra, sabía que estaba embarazada… ¡maldición! Grité en
mi interior. Las puertas se abrieron.
-No entrarás. ¿Quieres lastimarme? Bien, hazlo aquí maldita. No dejaré que dañes a Dante.
-Cierra la boca y entra. No temas, te mataré de todas formas, pero de ti depende si Dante vive o muere, así que mejor abre.
No podía entrar, no quería que mi adonis salga lastimado. Debía ganar algo de tiempo.
-¡Anda!.- dijo empujándome. Entramos y de inmediato Xander corrió a recibirme, cuando ella lo vio se metió en el despacho de Dan y cerró la puerta con llave
detrás nuestro. Dan miraba unos papeles y no notó que yo venía acompañada.
-Hola cariño ¿Qué tal tu día?.- preguntó y cuando levantó la vista su cara de desfiguró.
-Lo siento Dan…- afirmé entre lágrimas.
-¡Sabrina! ¿Qué diablos haces? Suelta a mi mujer ya mismo!.- dijo en voz de grito.
-Hola mi amor. ¿M e extrañas?.- respondió ella sarcástica. M i adonis saltó de la silla y como una fiera se acercó rápidamente a ella. Pero ella me tomó del cuello y se
puso atrás de mí, su arma aún apoyada sobre mi vientre.
-Te mataré maldita. No tienes idea de lo que estás haciendo.- gruñó entre dientes.
-¡Quieto o la mato! Tú eliges mi amor.- contestó sonriendo mientras apretaba más su arma.
Los ladridos y rasguños de Xander se escuchaban en toda la habitación. M i cerebro no podía pensar con claridad. M e esforcé por usar la cabeza para tratar de salir
de la situación.
-¿Qué quieres Sabrina?.- traté de fingir tranquilidad.
-Quiero lo que me robaste. Ésta es mi vida, no la tuya. M e quitaste todo y yo te haré lo mismo.
-Sabrina por favor, piensa lo que estás haciendo ¿Cómo estaremos juntos si vas a la cárcel?.- interrumpió Dante en tono seductor.
-No intentes jugar conmigo Dante. Ya es tarde. Tú rompiste mi corazón y yo romperé el tuyo.
M e empujó contra él bruscamente, Dan me agarró en el aire y se colocó delante de mí, entre ella y yo. Ahora nos apuntaba a ambos.
-Yo te amaba, te di todo de mí. Y tú la elegiste a ella. Siempre era ella.- chilló mientras sofocaba un sollozo.
-Eso no es verdad, jamás te prometí nada, siempre fui claro contigo.
-¡Cállate! No quiero escucharte más. Si tanto la amas, espero que estés dispuesto a dar tu vida por ella.- dijo entre lágrimas. M i corazón se detuvo e instintivamente
traté de protegerlo, me escabullí por debajo de su brazo para correrlo del camino. La puerta se abrió de golpe y Xander entró como una fiera endemoniada, gruñendo y
babeando, se abalanzó sobre ella y su arma se disparó. Dante le quitó el arma mientras ella peleaba con Xander, que se aferraba a su cuello como un puma. Félix entró y
corrió a Xander y la inmovilizó en el suelo.
Un líquido caliente comenzó a correr por mi cuerpo. Y de repente sentí un dolor inmenso en mi vientre, miré hacia abajo y vi como la sangre brotaba de mi costado
izquierdo a borbotones. Llevé mis manos a la herida tratando de contener la sangre.
-Dan… -suspiré, las lágrimas corrían por mi cara y me nublaban la vista, el mundo comenzó a girar y me sentí muy cansada. M is rodillas se aflojaron y perdí todas
mis fuerzas. Vi la cara de horror de Dante cuando vio la escena. Corrió hasta mí y me agarró en el aire mientras caía al suelo.
-¡No!.- gritó desesperado. M e recostó sobre su regazo y puso sus manos junto a las mías para detener la hemorragia.- ¡Félix una ambulancia!.- dijo en un grito de
horror.
-Fran… está herido.- susurré en un hilo de voz.
-No hables cariño. Tranquila, todo estará bien, te lo prometo.
-Lo siento… tanto…- mis fuerzas comenzaban a ceder, mis parpados pesaban y mi cuerpo temblaba de frio.
-No Lex, quédate conmigo nena. No me dejes. Abre esos hermosos ojos… por favor Lex.- suplicaba entre lágrimas. M e partía el corazón escuchar su voz así, oír la
desesperación y la pena de esa boca, me desgarraba.
-Por favor cariño… vuelve a mí.- realmente lo intenté. Treté de mantener los ojos abiertos, pero me resultó imposible. Como si fuera una fuerza de la naturaleza, un
abismo negro se apoderaba de mí, me arrastraba y no podía escapar. Todo se volvió negro y de repente… el silencio…
-¡Alexandra, abre los ojos! Despierta nena… aquí estoy, no me dejes. No sé vivir sin ti cariño. Eres mi vida, eres la luz de mis ojos Lex. No puedes abandonarme.
¿M e amas? Si me amas, vuelve a mí nena. O moriré de tristeza. ¡Abre los ojos cariño! ¡Es una condenada orden Alexandra!.- la voz de Dan se hacía más y más fuerte.
Sentí sus labios sobre los míos, cálidos, dulces, llenos de amor. Su mano acarició mi cabello suavemente.
-Por favor Lex. Vuelve a mi nena.- volvió a implorar sobre mi boca.
-Dan…- murmuré y lentamente mis parpados se abrieron. Sus ojos rojos fue lo primero que vi, cuando mi vista se aclaró. Lucía fatal, parecía llevar semanas llorando
y sin dormir.
-¡Amor! Gracias cariño. Gracias por volver. Te amo Lex, te amo más que a mi vida nena.- se tiró encima mío para abrazarme y solté un quejido.- Lo siento cariño.
-¿Qué pasó?.- la garganta me ardía, sentía como si tuviera una lija atravesada en ella. Todo el cuerpo lo sentía entumecido.
-¿No lo recuerdas?.- preguntó confundido. Las imágenes volvieron a mí como una ráfaga. Sabrina, el arma, Xander, la sangre. Traté de mover la mano y
pausadamente comenzó a responder. La llevé a mi vientre.
-M i bebé…- mi vientre estaba plano. Las lágrimas se volcaron de mis ojos y me costó mucho respirar. Dan llamó a la enfermera.
-Lex por favor, cálmate.- me pedía Dante mientras me sujetaba el rostro. No podía parar los sollozos.
-La sedaré.- dijo una voz de mujer y el silencio y la calma volvieron a apoderarse de mí.
Cuando fui capaz de volver a abrir los ojos, miré alrededor. Estaba oscuro. Solo se escuchaban ruidos de máquinas. Dante estaba sentado a mi lado en un sillón,
tomaba su rostro con ambas manos.
-Dan…- lo llamé mientras extendía mi mano para alcanzarlo. Soltó su rostro y aferró mi mano.
-Aquí estoy cariño.
-No quiero que me vuelvan a dormir. Promételo.- pedí entre murmullos.
-Es que te has puesto muy nerviosa cariño. Era necesario.
-Bien, ya estoy bien.
-¿Sientes dolor?
-No, solo entumecimiento. ¿Cuánto llevo aquí?.
-Casi un mes.
-¿Un mes? Pero qué demonios…
-La bala destrozó tu bazo. Perdiste mucha sangre. Y tu cerebro no tuvo oxigeno por un rato.
-¿Y el bebé?.
-Lo siento cariño. No pudieron hacer nada.- las lágrimas volvían a caer por mi rostro, pero de manera más tranquila esta vez. Sabía que si volvía a enloquecerme me
dormirían y necesitaba saber que paso.
-¿Sabrina?.
-M uerta, esa maldita. Espero que se esté pudriendo en el infierno.
-Que lástima… la muerte es fácil, hubiera preferido que sufra toda la eternidad.- la rabia se apoderó de mí.
-No pienses en ella, no merece ni un segundo.
-¿Xander está bien? ¿Félix? ¿Y Fran?.- miles de preguntas se abarrotaban en mi cabeza.
-Xander está perfecto, te extraña, por supuesto. Pero la bestia se encargó de Sabrina por sí solo.
-Vaya… mi pequeño héroe.
-Félix está bien, no le pasó nada. Y Fran despertó hace una semana, tuvo una fractura de cráneo y ahora se recupera. Vino a verte hace dos días.
-M e alegro que este bien, no podría perdonarme que algo le pasara por mi culpa.
-¿Tú culpa? Tú no tienes nada que ver en todo esto Lex. Lo que pasó, jamás me lo perdonaré y tendré que aprender a vivir con eso. Todo pasó por mí. Si yo no
hubiera…
-Cállate Dante. No quiero volverte a escuchar decir algo así. No le quitarás culpa a esa maldita. Ésto fue producto de la enferma de Sabrina, tú no tienes nada que
ver.- interrumpí su monólogo.
-Lo siento nena. No sé si puedas perdonarme…
-¡Suficiente Dante Navarro! No tengo nada que perdonarte. No quiero volver a escuchar semejante estupidez.
-Bien, tranquila cariño. Todos están aquí ¿Quieres verlos?
-No, no quiero ver a nadie.
-De acuerdo nena, como tú quieras.
M e giré y le di la espalda, sentía una enorme tristeza. Jamás pensé que iba a llegar el día en que me convierta en madre, pero desde que había escuchado el corazón
de mi bebé, no podía imaginar la vida sin él. Y ahora ya no estaba. M e sentía vacía. Abracé mis rodillas en mi pecho y comencé a llorar. No me gustaba llorar delante de
nadie, ni siquiera de Dan. Sentí que la cama se hundía y sus fuertes manos me abrazaron, me pegó a su pecho y no dijo nada. Solo se quedó en silencio, conteniéndome,
como lo hacía siempre.
Al rato el médico entró. M e revisó y me explicó lo que había pasado. Y que debieron extirpar mi bazo, no estaba muy preocupado por eso, me dijo que podía tener
una vida normal y que alimentándome saludablemente no tendría ningún problema. Lo que más le preocupaba era la falta de oxígeno al cerebro y quería estar tranquilo
de que no haya afectado ninguna función, por lo que me hizo una cantidad de pruebas neurológicas interminables. Por suerte todo parecía estar normal. M e mandó a
hacer rehabilitación para los músculos. Y en unos días podía irme. Indicó que ya podía comer y controló mis medicamentos y se fue.
Intenté levantarme, pero sentía las piernas como gelatina. Dan me cargó hasta el baño. M e sentía una completa inútil. Siempre fui una pésima enferma, odiaba los
hospitales y más, estar internada.
-Déjame ocuparme de ti Lex.
-Odio estar aquí.
-Lo sé nena. Pero debes hacer caso a los médicos, recuperarte pronto y así poder llevarte a casa.
-Trataré de ser lo más cooperativa posible. Pero no prometo nada.
Volvió a llevarme a la cama. M i madre estaba parada al lado de la puerta. Cuando Dan me recostó, mi madre con ojos llorosos me abrazó con cariño.
-¿Cómo te sientes cielo?.- preguntó dulcemente.
-Cansada.
-No sabes lo que sufrí Alex.- sus lágrimas caían sin control y traté de tranquilizarla.
-Tranquila mamá, estoy bien.
-Lamento tanto que hayas tenido que pasar por todo esto…
-Estaré bien, no te preocupes.
Poco a poco fueron entrando todos, Thomas fue el primero, mis hermanos, amigos, todo el mundo estaba allí. M e esforcé por regalarles una sonrisa y fingir que
todo estaba bien, pero la realidad era que internamente, me sentía destrozada, vacía. Todos los pedazos que Dan había unido, estaban dispersos. Volvía al principio. No
prestaba mucha atención a lo que hablaban a mí alrededor, estaba inmersa en mi mente.
-Deja de pensar tanto. Concéntrate en lo que pasa a tu alrededor.- me decía Tomy al oído mientras me pasaba una mano por el cuello. Le sonreí, me conocía tan bien
que estaba segura que podía saber lo que estaba pensando. Besó mi frente y me apretó el hombro con cariño. M e corrí y le dejé un lugar a mi lado. M i primo siempre
me ayudaba a apagar mi cabeza. Un rato después la enfermera entró con la bandeja de comida y todos se fueron a descansar. Excepto Dan, por supuesto. Incluso
convencí a mi madre, pero no pude con mi adonis. No tenía hambre, siquiera podía pensar en comer. Lo dejé a un costado y me recosté.
-No Lex, debes alimentarte, vamos.- me regañó Dante mientras levantaba mi cama.
-No tengo hambre.
-Haz un esfuerzo, por mi nena.- destapó la bandeja y comenzó a alimentarme como si fuera un bebé. No pude terminar todo el plato, pero no me quedó más
remedio que comer un poco.
-¿Satisfecho?
-Algo. Ahora si puedes descansar.- me arropó y se recostó a mi lado. Apoyé mi cabeza sobre su pecho y cerré los ojos, comencé a cantar para mi interior, tratando
de acallar la vertiente de pensamientos y eventualmente me dormí.
La ronda de médicos comenzó temprano, luego de que me revisaran se fueron.
-¿Quieres tomar un baño?.- preguntó Dan
-Sí, me vendría genial.- quería hacerlo desde el día anterior, pero me sentía tan débil, que estaba segura que no podría levantar los brazos. Dan llamó a la enfermera
para que me cierre los medicamentos. Y me cargó hasta el baño. M e dejó en el suelo y comenzó a desvestirme. Por primera vez veía la marca que me dejo la herida y mi
plano abdomen. M is ojos ardieron, pero frené mi reacción. Dante llenó la bañera y me metió en ella.
-Yo me encargaré de ti nena.- dijo con una dulce sonrisa. No tenía ninguna objeción, mi ánimo estaba por el suelo y el simple hecho de bañarme me resultaba
desgastante. Lavó mi cabello con cuidado y luego enjabonó mi cuerpo y me enjuagó. Cuando terminó se giró a buscar las toallas. M e abracé a mis rodillas y no pude
contener las lágrimas.
-Tranquila cariño. Todo estará bien, te lo prometo. Saldremos adelante Lex.
-Lo siento. Intento controlarme… pero.
-No te disculpes y no escondas cómo te sientes. Yo estoy aquí para acompañarte. Si quieres llorar, hazlo.
-Si comienzo no podré parar.
-No te escondas cariño.- me levantó y me abrazó con la toalla, sosteniéndome en su pecho. M e sentía una pequeña y frágil niña en sus brazos. Besó mi frente por
unos segundos.
-No te pregunté como lo llevas tú.
-Cómo puedo Lex. Estaba muy preocupado por ti. Por supuesto que también por el bebé, pero no podía perderte, no a ti. Te prometo que tendremos todos los
hijos que quieras.
-No quiero hablar de bebés ahora.
-Lo que tú quieras, siempre.
La fisioterapeuta vino antes del mediodía y me hizo hacer unos ejercicios, dijo que pronto recuperaría la fuerza, puesto que el cuerpo tiene memoria. Por la tarde, mi
madre, mi hermana y Tomy volvieron, con flores, chocolates y un absurdo y tierno perro de peluche. M ás tarde mi suegro apareció con un hermoso arreglo floral y la
más tierna sonrisa. Conseguí que llevase a Dan a casa a tomar un baño y descansar. Thomas le prometió que no se iría hasta que él vuelva. Un rato después nos
quedamos solos.
-Bien, a mí no me vendas esa fachada de superwoman. Dime, ¿Cómo te sientes?.- preguntaba mi primo mientras tomábamos un té.
-Hecha un desastre. Destrozada, vacía, inútil… ¿Sigo?
-Lo que pasó, fue espantoso y no lo merecían. Pero estas viva y Dante también. Ambos son jóvenes y sanos, tendrán una hermosa familia.
-Ya no sé si quiero eso Tomy.
-¿A qué te refieres?
-Amé a ese pequeño muffin apenas escuché su acelerado corazón. Lo cuidé, traté de protegerlo, lo imaginé cada día. Y de repente, me lo quitaron. No quiero seguir
escuchando que ya tendré otros hijos. Jamás tendré éste hijo.
-Tienes razón preciosa, lo siento. Pero la vida continúa. Recuerda lo que sentiste cuando perdiste a M ax, o al tío. Al principio, sientes que no puedes respirar, luego
aprendes a vivir con eso.
-Lo sé, pero esto es distinto. Él era mío, un pedacito mío y de Dan, crecía en mi vientre y cuándo me desperté, ya no estaba. Ni siquiera pude decirle adiós.
-Nada te impide despedirte. Tú crees en cosas que jamás entenderé. Pero también tienes esa extraña idea de que nos convertimos en energía. Así que si es así. Nada
te impide despedirte de tu hijo.
-Es cierto. Necesito hacerlo.
-Debo preguntar. ¿Sientes la necesidad de apagar el dolor?
-Nada en el mundo me gustaría más. Pero me prometí a mí misma que no volvería a caer y jamás me fallé.
-Cuando te recuperes deberías volver a Narcóticos Anónimos.
-Lo sé. También quisiera ver a la Dra. Aguilar. No quiero deprimirme y cometer un error.
-Bien, no te preocupes yo lo arreglaré.
-Gracias cielo.
Cuando Dan volvió se veía mucho mejor, aunque en sus ojos se podía ver una enorme tristeza. Le regalé la mejor sonrisa que pude encontrar. Cenamos juntos, ésta
vez comí por mí misma y luego nos dormimos abrazados.
El día siguiente, después de la ronda médica, el doctor me avisó que mi ginecóloga me vendría a ver, y si ella estaba de acuerdo me podía ir a casa. Y así fue, después
de la fisioterapia, la Dra. Torres vino a verme. Habló conmigo sobre la pérdida del bebé, me dijo que no había nada que yo hubiera podido hacer para evitarlo. También
me recomendó que espere unos meses si quería volver a embarazarme, no estaba en mis planes más inmediatos así que no tendría problemas, por el resto, me dijo que
todo estaba bien y no había ninguna secuela. Le pedí que me recetara otra vez la píldora y lo hizo. Dan me miró con tristeza. Acordó que podía irme, así que mi madre
me ayudó a vestirme, recogimos las cosas y nos fuimos a casa.
Dan era mi apoyo para poder caminar con normalidad, cargaba el peso de mi cuerpo con su brazo alrededor de mi cintura. Ni bien se abrió la puerta mi héroe vino a
recibirme con todo su amor. M e arrodillé en el piso y me abracé a su cuello. Llorisqueaba en mi oído intercalando lamidas eufóricas. No pude controlarme y me largué a
llorar con verdadera angustia. Todos se encontraban en la sala, y me sentía fatal porque me vean así, pero el contacto con mi amado Xander, me desmoronó por
completo. Dan me levantó en brazos y me llevó hasta la habitación, me agarré fuerte a su cuello y escondí mi rostro en su pecho. Se sentó en la cama, conmigo aún en
brazos y me apretó fuerte a él.
-Te amo Alexandra, siempre lo haré. Eres lo más importante y hermoso que me pasó en la vida.- repetía en mi oído. Pero yo no podía dejar de sollozar. Unos
cuantos minutos después, logré calmarme un poco.
-No quiero ver a nadie, por favor. Ve tú con ellos. Yo me quedaré en cama.- pedí entre sollozos.
-Está bien cariño. Descansa. ¿Quieres que te traiga algo?
-No, gracias.
Se fue y yo me metí en la cama, me tapé hasta la cabeza, Xander vino a hacerme compañía. Nos abrazamos y seguí llorando mientras el besaba mi nariz.
-Gracias por cuidar de mí, pequeño. Te amo ¿Lo sabes no?.- lo miré a los ojos y recibí una lamida en respuesta. No pude evitar sonreírle.
M is días se volvieron oscuros, no tenía ni el ánimo ni las ganas de levantarme de la cama. El mundo había pasado de ser un lugar lleno de colores a un espantoso gris.
Sentí que me hundía en un abismo y cada vez me costaba más y más salir. Solo me levantaba para recibir a la terapeuta física y para ducharme, por el resto me la pasaba
en la cama, con la vista perdida en la televisión o leyendo algún libro. Podía ver la preocupación en el rostro de Dan, pero en ningún momento dijo nada. Es como si
estuviera esperando que mágicamente se me pase el dolor. Pero la realidad es que no quería salir a la calle, porque temía volver a mis viejos hábitos. Y no me sentía lo
suficientemente fuerte como para negarle a mi cuerpo lo que me pedía. Dante comenzó a trabajar desde la casa, y no pude entrar a la oficina ni una sola vez. Llegaba
hasta la puerta y no conseguía dar un paso adelante.
M i madre se quedó una semana con nosotros y debió volver a Oviedo para ayudar a mi cuñada con el bebé. M e pidió que vaya con ella, que me tome unos días,
pero creí que estar en la casona me haría mucho peor. Sobre todo no soportaría estar lejos de él. Ari y Caty venían a verme todos los días y Thomas por poco se instala
en nuestro piso. Incluso Fran vino a visitarme. Al verlo le di un fuerte y cálido abrazo.
-Cuánto siento lo que has pasado Fran.
-No se preocupe por mi Señorita Lexy. Yo lo lamento. Lamento no haberla podido cuidar como debía.
-No fue tu culpa Fran. ¿Cómo te encuentras?
-Bastante mejor Señorita. Pronto podré volver al trabajo.
-No te preocupes por eso, siempre tendrás tu trabajo aquí.
Los días se volvieron semanas, y no había nada que alguien pudiera hacer para hacerme sentir mejor. Finalmente Dante se cansó.
-¡Suficiente! Esperé pacientemente, te di espacio para que puedas hacer tu luto. Pero cada vez estás peor Alexandra.
-Déjame en paz Dante…
-¡Y una mierda! ¡Levántate ya mismo!
-¡No! Déjame tranquila.
-¡Levanta tu trasero de esa cama!.- levantó el cobertor me agarró de un brazo y me cargó sobre su hombro. M e llevó así hasta el baño, abrió la ducha y me metió en
ella con ropa y todo. El agua estaba helada y comencé a temblar.
-¡Serás capullo Dante! Suéltame.
-No iras a ningún lado, se acabó Alexandra. Esto se termina hoy. Quiero a mi mujer de vuelta.
-¡Déjame! No seas imbécil.- traté de zafarme de sus manos, le di un cachetazo en la cara, y él ni se inmutó, volví a darle otra bofetada, y otra. Golpeé su pecho con
mis puños. Estaba muy cabreada, una ira enorme salía de mí. Lloré de rabia.
-¡Eres un maldito! ¡Déjame en paz! ¿Por qué me haces esto?.- preguntaba a los gritos.
-Por qué te amo y te necesito.- cuando sentí que había sacado todos esos sentimientos de mí, me detuve, apoyé mi frente en su pecho y comencé a respirar
profundo, dando grandes bocanadas de aire. Hasta que finalmente me calmé. Entonces él soltó mis brazos y me abrazó con fuerzas. Como si quisiera volver a unir todos
esos pedazos en mí. Inhalé su aroma por primera vez desde ese fatídico día y la calma me abordó. M e abracé tan fuerte a su cintura como pude.
-Perdóname cariño…- supliqué fuerte y claro.
-No tengo nada que perdonarte, solo regresa a mi nena.- no había espacio físico entre nosotros, sin embargo me sentía tan lejos de él. Cerré los ojos y sentí su piel
contra la mía, aún llevábamos la ropa puesta, pero ésta desaparecía ante nuestra cercanía.
-Te amo Dan, ni por un segundo dudes de cuánto te amo.
-Lo sé cariño. Y yo te amo a ti. Tranquila, todo estará bien.
M e bañó lentamente, me secó y me vistió, luego me llevó al comedor. Ambos nos sentamos a la mesa y cenamos juntos como lo habíamos hecho por tanto tiempo,
y como no lo habíamos hecho en casi dos meses. Lo que hizo, me hizo reaccionar, es como si me hubiera despertado de un letargo. Lo necesitaba, necesitaba terminar
con esto, pero sabía que sería difícil.
-Volveré a ver a la Dra. Aguilar. Si te parece bien.- anuncié mientras comíamos.
-Es una gran idea. Ella podría ayudarte a dejar todo esto atrás.
-Sí, además… lo necesito. También voy a volver a N.A.
-Lo que necesites cariño. Yo estaré contigo.
-Sé que lo harás, pero necesito hacerlo sola. Esto es algo que solo yo puedo solucionar.
-¿Estás segura?
-Sí. Gracias por hacerme reaccionar. Lo necesitaba.
-Fue la desesperación cariño. Ya no sé qué hacer.
-M ejoraré, lo prometo.
Luego de cenar, fuimos a la sala a ver una película. No presté atención, Dan me tenía en sus brazos, acostada sobre él, acariciaba mi espalda suavemente. Yo solo
podía pensar en cuánto necesitaba volver a sentirme yo misma. Dejar todo esto atrás y volver a empezar. Sabía que podría hacerlo, después de todo no era la primera
vez que me tocaba lidiar con una enorme pérdida. Y si bien, nada se comparaba a perder a mi bebé, debería aprender a vivir con ello. No solo por mí, más que nada por
el maravilloso hombre que tenía a mi lado.
A la mañana siguiente, me levanté de la cama yo sola. M e di un baño y mientras secaba mi cabello Dan entró.
-M e alegra mucho verte de pie nena, te ves mejor.
-Gracias cariño. Te prometí que mejoraría y eso haré.- besó mi hombro y se metió a la ducha. M arzo estaba comenzando y los días de frio intenso quedaban atrás.
Busqué un vestido gris ajustado con botones en todo el frente y tenía una especie de remera abajo en negro, me puse los zapatos de tacón negros. M e maquillé suave y
dejé mi cabello suelto. Se sentía raro volver a vestirme como alguien normal. Tomé mi bolso y una chaqueta y fui a la cocina.
-Buenos días cielo.- me saludó cariñosamente M arga cuando entré.
-Buenos días M arga.
-Es bueno tenerla de vuelta.
-Gracias.
-Le prepararé algo delicioso para el desayuno. ¿Panqueques?
-M is favoritos.- sonreí. M i adonis entró con su elegante y seguro andar. Llevaba un precioso traje de tres piezas azul marino, camisa blanca con rayas azules y
corbata azul. Estaba casi idéntico al día que nos conocimos. Una sonrisa nostálgica se asomó en mi rostro.
-¿Qué planes tienes para hoy Lex?
-Iré a la galería y luego veré si la Dra. Aguilar me puede ver. Tengo toneladas de cosas que hacer.
-Tómalo con calma nena.
-Prometido. ¿Volverás a la empresa?
-Sí, a menos que quieras que vaya contigo.
-No, está bien, ve a trabajar. Yo haré lo mismo. Te llamaré cualquier cosa.- por primera vez Dan no metía las narices detrás del periódico. Por el contrario, estaba
conversador y con sus ojos atentos en mí.
-Perfecto.
-¿Fran ha vuelto a trabajar?.
-Aún no, le dije que se tomara una licencia.
-Eso está bien. Aunque supongo que ya no lo necesitamos como mi sombra.
-Lex…
-Se razonable. No lo dejes sin trabajo, pero que se encargue de otra cosa. El peligro pasó ¿No?.
-Supongo que tienes razón. Veré donde puedo mandarlo.
-Gracias cariño. M e voy. Te veré a la noche.- besé sus labios y me fui. De camino a la puerta me encontré con Félix que volvía de pasear a Xander.
-M e alegra verla bien Señorita.
-Gracias Félix. ¿Se portó bien?
-Como siempre.
-Adiós pequeño. Compórtate.- me despedí de él acariciando su cabeza.
Las puertas del ascensor se abrieron en el garaje y mi corazón se detuvo. La imagen de Fran en el suelo bañado en sangre y la cara de psicópata de Sabrina me tomó
por sorpresa y comencé a hiperventilar. M e sujeté de la pared y respiré profundamente una y otra vez. <<Tú puedes con esto, no seas cobarde>> me regañé a mí
misma. Inspiré hondo y me llené de valor. No le daría la satisfacción a esa maldita de acabar con mi vida. M e monté al auto, prendí el estéreo y busqué por una canción
que levantara mi ánimo. Snow de Red Hot Chili Peppers comenzó a sonar, subí el volúmen, abroché mi cinturón y salí del edificio camino a mi antiguo piso.
Ni bien entré me dediqué a meter todas las cosas en cajas, las cámaras, luces, fotografías, etc. Llamé a Sergio y le pedí que se reuniera conmigo allí. Llegó a los 20
minutos con capuchinos y bollitos de canela. Se alegró mucho al verme y yo también. Charlamos y me puso al día de la cantidad de solicitudes de artistas que teníamos.
Ocupé mi cabeza con trabajo. M ientras él cargaba las cajas en mi auto, llamé a la Dra. Aguilar para ver si podía pasar a verla y me dio una cita para las 5pm. Cuando
terminamos de cargar las cosas nos fuimos a la galería. Dejamos todo en la parte trasera.
-Necesitamos un decorador.- afirmé mirando el enorme espacio vacío frente a nosotros.
-Ya lo creo.
-¿Conoces a alguien?
-Veré que encuentro. No te preocupes.
-Lo antes posible ¿Vale? Quiero abrir la galería cuánto antes.
-Vale. M añana mismo te traeré a alguien.
M andé a Sergio a comprar cosas para limpiar. Volvió al rato cargando varias bolsas. Y nos pusimos de lleno a dejar el lugar reluciente. Almorzamos un sándwich ahí
mismo y cuando dieron las 4:30pm me fui a mi cita con la psicóloga.
Llegué a su consultorio 15 minutos antes, no había notado lo cerca que quedaba de allí. Ojeaba una revista mientras esperaba mi turno.
“La protagonista de “Una pasión sin fin” Sabrina Oviedo, muere tras el intento de homicidio de la prestigiosa fotógrafa Alexandra Miller.”
La furia creció a pasos agigantados en mí. La nota era extensa, hablaba de sus previos ataques hacia Dante y también contra mí. Y contaba con lujo de detalle su
intromisión en nuestra casa y como Xander terminó con su vida. Incluso informaba de la perdida de mi embarazo. No podía creerlo.
-Lexy, éntra.- mi terapeuta me llamaba con su cantarina voz. Dejé la revista bruscamente sobre la mesa baja y entré a su consultorio.
-Hace mucho que no te veía Lexy. ¿Cómo te encuentras?
-No muy bien Paula. ¿Te enteraste lo que pasó?.
-Lo vi en las noticias. Lo lamento mucho.
-Gracias. Fue duro.
-Cuéntame.
Comencé a hablar de todo lo que había pasado antes, durante y después de esa fatídica noche.
-¿A qué le temes?.- preguntó finalmente
-No lo sé, siento que la muerte me sigue, que cada vez que estoy feliz y satisfecha, algo espantoso pasa y todo se viene abajo.
-La muerte es parte de la vida Lexy. Es el orden natural de las cosas.
-¿Qué hay de natural en la muerte de mi bebé?
-Eso fue fatídico e injusto. Pero debes recordar que eres una mujer fuerte. Y que podrás con la pena.
-Siento la enorme necesidad de apagar el dolor.
-Las drogas solo son un escape. Cuándo el efecto pase, todo seguirá ahí.
-Lo sé.
-¿Has pensado en hacer un viaje? Un poco de distracción podría ayudarte a aligerar tu cabeza.
-No lo sé Paula. No confió en mi misma, no puedo estar sola ahora.
-Ve con Dante, o con amigas, incluso quizás Thomas.
-Lo pensaré.
Hablamos por un buen rato, estuve dos horas con ella. Y salí sintiéndome algo más aliviada. Siempre me ayudaba, no sentía que me juzgaba y sus consejos siempre
eran beneficiosos, además podía hablar sin miedo a que se sienta mal o culpable. Algo que no podía hacer con Dante, al menos, no ahora. Necesitaba darle un cierre a
toda la situación. Los tatuajes para mí, representaban momentos definitivos en mi vida. Así que fui a ver a mi tatuador. Elegí unas pequeñas alas junto a una frase “ Mi
pequeño ángel guardián” y me la tatué en la cara interna de mi bíceps izquierdo, del lado del corazón. Al terminar me fui directo a casa.
-Hola pequeño. ¿M e extrañaste?.- observé cariñosamente a Xander cuando vino a recibirme. Dan aún no llegaba así que saqué a pasear a mi héroe. Dimos una larga
caminata por los alrededores y cuando volvía a casa pasé por el mercado a comprar algunas cosas, hoy cocinaría yo. Dejé a Xander, me lavé las manos y me puse manos
a la obra. M arga entró a la cocina y sonrió cuando me vio cocinar. Yo me ocuparía así que la mande a descasar. M e serví una copa de Chardonnay helado y comencé a
preparar un exquisito pollo mandarín con arroz al coco.
Escuché a Xander ladrar de alegría y supe que Dan había llegado.
-Hola cariño. ¿Cómo te encuentras?.- preguntó mientras me besaba en los labios.
-Bastante bien.
-Huele delicioso.
-Espera a probarlo. ¿Qué tal tu día?
-M uy bien y ¿El tuyo?.
-Bien, llevé todas las cosas de mi antiguo piso a la galería y luego fui a ver a la terapeuta.
-M e alegro mucho, nena. Has tenido un día ocupado, por lo que veo.
-Bastante, me hizo bien despejar la mente. Paula cree que hacer un pequeño viaje me haría bien. ¿Qué opinas?.
-M e encanta la idea. ¿Solo tú y yo?
-Sí. Pero tengo tantas cosas atrasadas que no creo que me sea posible hasta las vacaciones de verano.
-Bien, planearemos un viaje para entonces. ¿Dónde quieres ir?
-Sorpréndeme Navarro.
La cena estuvo más que bien, por fin volvíamos a ser un poquito nosotros mismos. M etí los platos al lavaplatos y me reuní con Dan en la sala. Estaba mirando el
resúmen deportivo. Y comencé a pensar en el tiempo que hacía que no teníamos sexo. Aún lo deseaba, por supuesto, pero no sabía si estaba lista mentalmente para que
me toque. Probé mi suerte y me fui a la habitación. Rebusqué en el cajón de la lencería erótica y hallé un conjunto que había comprado hacía tiempo. Era un corsé de
encaje rojo, con portaligas y medias. M e lo puse. Removí un poco mi pelo salvajemente suelto y me puse labial carmín en los labios. No habíamos tenido una sesión
BDSM en mucho tiempo y no había notado la necesidad que tenia de una buena descarga de adrenalina. M e arrodillé al pie de la cama, me senté sobre mis talones,
reposé mis manos sobre mis muslos, bajé la cabeza y lo llamé.
-¡Dante!.- grité a viva voz. Al segundo estuvo en la puerta, podía escucharlo, pero no levanté la cabeza. Se detuvo en el umbral y se tomó unos minutos para entrar.
Finalmente dio un paso, cerró la puerta detrás suyo y comenzó a caminar a mi alrededor lentamente. Se detuvo frente a mí, se agachó y con una mano tomó mi mentón
y levantó mi rostro. M e miró con ojos oscuros de lujúria, estaba tan deseoso de retomar nuestra intimidad como yo, pero había sido paciente y me había dado tiempo
para que me reponga. En ese mismo momento, sentí que no podría amarlo más.
-¿Estás segura Lex?.
-Sí Señor, muy segura.
-Bien nena, ¿Cuál es tu palabra de seguridad?.- preguntó con voz seductora.
-ROM A Señor.
-Si quieres que me detenga, úsala.
Besó suavemente mis labios y pasó su lengua por el contorno de mi boca. Se levantó y desapareció en el vestidor.
La sensual voz de Marilyn Manson en Coma White comenzó a inundar el ambiente y me impedía escuchar sus movimientos. M i cuerpo se tensó ante la expectativa
y la incertidumbre. Un antifazera negro me cegó. Cogió mis brazos y me los colocó a la espalda, el frio metal de las esposas me advirtió que no podría moverlas de allí.
-Te amo nena.- susurró sensualmente en mi oído y un escalofrió me recorrió el cuerpo. Abrí mis labios en un absurdo intento de hacer llegar el aire a mis pulmones.
La delicadeza del cuero tocó mis hombros y recorrió mi espalda, mi trasero, las plantas de los pies. Se sentía tan fino, que no podía hacerme una idea de que
elemento estaba usando ésta vez. Parecía un Dragón Tail. Luego lo sentí en mi cuello, sobre la redondez de mis pechos, acarició mi entrepierna con él y yo jadeé.
Terminó bajando por mis muslos.
Un seco y cortante golpe dio en las plantas de mis pies y me removí involuntariamente ante el dolor. M e agarró por la garganta y bajó mi torso hasta el suelo, mis
mejillas se unieron a la madera al igual que mis hombros. Unos suaves azotes en la cara interna de mis muslos me anunciaron que debía separar más las piernas y así lo
hice. La fina terminación del Dragón Tail me recorrió la espalda y dio fuerte y velozmente en mi nalga. Un grito de dolor escapó de mi garganta. Luego en la otra, su
ritmo era parejo y brutal. Sentí como mi piel se desgarraba tras el toque del fino cuero. Gemía sin control. Apenas si podía respirar, mis pies se levantaron en un intento
por aplacar el ardor. El trasero me quemaba como si estuviera sentada sobre brazas ardientes. El escozor era casi insoportablemente hipnótico. El orgasmo se comenzó a
formar en mi interior. Podía sentirlo en cada célula del cuerpo.
-Voy a correrme Dan.- grité.
-Vamos nena, hazlo, córrete para mi.- no detuvo sus flagelos, por el contrario, aumento la fuerza y la velocidad hasta que mi cuerpo se curvó hacia adentro,
convulsionó y entonces todo se detuvo. Jadeé desesperada por un poco de aire. Sus manos masajearon mis torturadas nalgas con amor y besó mi espalda, bajó el cierre
de mi corsé con los dientes y mis pechos se liberaron, los acarició desde atrás, masajeándolos, sopesándolos. Apretó mis pezones con fuerza y volví a jadear. M oví mi
trasero buscándolo y rápidamente encontré su dura y enorme erección, lista para mí. Una de sus manos se aferró a mi garganta con fuerza y me jaló hacia atrás,
haciéndome arquear aún más. Y empujó su pelvis contra mi trasero con rudeza. Soltó mi garganta, y mientras su mano se entretenía con mi pezón, su otra mano corrió
mi tanga y sus dedos se enterraron en mi húmeda vagina. Gemí de placer al sentirlo y moví mis caderas en busca de más profundidad. Sus dedos comenzaron a moverse
hábilmente dentro de mí, llevándome oleadas de delicioso placer al centro de mi vientre. Extrañaba con locura su contacto y no lo había aceptado hasta éste momento en
que volví a sentirlo mío. Su pulgar se acomodó en mi clítoris y dos de sus dedos entraban y salían de mí con rapidez. Su agitada respiración me cosquillaba en la nuca.
Sus jadeos potenciaban mi excitación y las paredes de mi vagina se contrajeron deliciosamente.
-Córrete para mi nena.- dijo entre gemidos y así lo hice. M e deshice en sus manos, como de costumbre.
-Oh Dan…- respondí en un jadeo.
M e giró violentamente y me levantó levemente desde el cabello, dejándome de rodillas frente a su cremallera. Bajé su cierre con los dientes sin dejar de mirarlo a los
ojos. Abrí la boca y saqué la lengua deseosa de poseerlo. Tomó su miembro y lo colocó cerca de mí. M e lancé desesperada a su encuentro, él se mantuvo estático.
Dejándome el trabajo a mí, me tambaleé al no poder usar mis manos, y entonces me cogió del pelo para darme estabilidad. Albergué su glande entre mis labios y lo
chupé con esmero. M i lengua recorrió toda su extensión y jugó con sus testículos. Tiró de mi pelo y mi cabeza voló hacia atrás y él se metió y salió de mí a su antojo.
Acomodé mi lengua para poder darle más profundidad, y su glande tocó mi campanilla una y otra vez. Luego más adentro, hasta que me cortó la respiración, salió de mí
y luché para que el aire volviera a recorrer mis pulmones. Su ritmo se volvió bestial y mis arcadas lo acompañaron. Su cuerpo tembló y un gruñido ensordecedor salió
desde lo más profundo de su garganta. Se hundió por completo en mi boca y puso su mano libre en mi tráquea y se corrió. Saboreé con gusto su orgasmo mientras corría
a través de mí. M e aferró por los brazos y me levantó del suelo y me tiro, literalmente, sobre la cama, sacó velozmente mi tanga y su rostro desapareció entre mis
piernas. M ordió con fuerza el interior de mis muslos y junté mis rodillas sin querer, un azote a mano limpia aterrizó en mi entrepierna y me hizo arquearme y jadear. Su
lengua limpió la humedad de mi hendidura de arriba abajo. Sus dientes se cerraron sobre mi punto de placer y grité. Empezó a succionar mi clítoris con ímpetu y sentí
enloquecer de placer. M is gemidos se intensificaron a medida que él no despegaba sus labios de mí. De inmediato esa familiar cosquilla se formó en mi espalda y mis
músculos se tensaron.
-Pídeme que me corra.- rogué. Pero él no me hizo caso, no estaba dispuesto a abandonar su tarea.- Por favor… por favor.- volví a rogar.
-Córrete Lex.- dijo finalmente entre dientes y volvió a apresar mi clítoris y el clímax me alcanzó violentamente.
-Gracias cariño…- suspiré, pero no me dio tregua, me giró dejándome boca abajo. Los pequeños espasmos aún se prolongaban en mi entrepierna y muslos. Separó
mis piernas y las flexionó, haciendo que toquen mi trasero, sentí el cuero ajustarse a mis tobillos y luego las unió a las esposas. Agarró mis piernas por las rodillas y se
enterró en mí de una sola embestida. Chillé ante su arrebato. Se aferró a mis pantorrillas y comenzó a follarme violentamente.
-Te extrañe tanto nena…- dijo entre jadeos.
-Yo igual cariño.- respondí en un gemido.
Sus embestidas eran tan fuertes que mi cuerpo acompañaba sus movimientos mientras yo no podía moverme en absoluto.
-Córrete para mi Lex, solo para mí.- ordenó y elevó más la velocidad de sus arremetidas. M i interior se contrajo de inmediato y me corrí con fuerza apretándolo
tanto como podía. Su cuerpo comenzó a temblar y en un gruñido gutural ambos nos corrimos a la vez. M e liberó en cuanto nuestras respiraciones se calmaron, me giró
con dulzura y me arropó entre sus brazos. Lo besé con pasión. Lo necesitaba, necesitaba sentirme suya y sentirlo mío. Esa intimidad, esa pasión entre nosotros. La
misma que siempre amenazaba con consumirnos.
Poco a poco volvimos a la normalidad. Cada cual a su trabajo. Estaba volviéndome loca con la decoración de la galería. Sergio había encontrado un diseñador
maravilloso y muy creativo. Joshua tenia miles de ideas magnificas, pero me preocupaba no excederme en los gastos. Contaba con la herencia de mi padre y los
beneficios de las acciones de la empresa, pero no quería tocar ese dinero. De alguna manera me parecía tramposo, fue la causa de que me alejara de mi familia y me
parecía deshonesto usarlo ahora en mi beneficio. Esa semana retomé mis reuniones en narcóticos anónimos. Ya no me sentía tentada a usar drogas, pero sabía que
siempre estaba latente esa necesidad. También veía a la Dra. Aguilar una vez a la semana. Y cada vez me sentía más fuerte. Volví a las clases de yoga, me ayudaban a
relajarme. El jueves me encontré con las chicas, Ari, Euge, Caty y Sofi. Fuimos a cenar a un restaurante chino y después a bailar. M ientras los hombres jugaban al póker
en casa. El domingo fui a visitar a Tomy y a ver el partido. Todo volvía a ser como antes.
Sergio y yo comenzamos a preparar la exposición de Cayetano. M andamos a hacer la folletería y junto al artista buscamos unos hermosos marcos negros metálicos
para la muestra. Ya teníamos todas las pinturas que se iban a vender. Estaba fascinada con su arte, era tan moderno y atrevido. Dos semanas después de comenzar a
decorar, Joshua finalmente terminó. El lugar resplandecía, muy moderno. Todo en cuero negro, vidrio y metal.
Acordamos que la primera exposición sería la de Cayetano y fue programada para el último sábado del mes de marzo.
El viernes anterior a la apertura de la galería, fue un caos total. Y el stress me estaba desgastando. Llegué a casa tarde en la noche, estaba agotada y hambrienta.
Busqué a Dan y estaba en la cama, aún despierto, esperándome.
-Hola cariño. Siento haber llegado tan tarde.
-No te preocupes nena. ¿Terminaron?
-Sí, ya está todo listo para mañana.- ni siquiera Dan había visto como había quedado la galería. Sería una sorpresa para todos. Se levantó y me acompañó a la cocina,
recalentó la cena y se sentó conmigo mientras me atragantaba con un exquisito pato a la naranja. Luego nos fuimos a la cama y dormí abrazada a su pecho.
El sábado me levanté tarde, cerca de las 10am. Pero realmente necesitaba descansar. Dan no estaba en la cama. Tomé un baño rápido y busqué algo cómodo que usar.
Los días ya estaban mucho más templados. Por lo que un vaquero, una remera y un saco ligero fueron mi elección, mis viejas y queridas zapatillas negras y fui en busca
de mi hombre. Estaba en la oficina haciendo algo en el ordenador.
-Buen día Dan.- saludé desde la puerta, aún no entraba.
-Hola nena. ¿Descansaste?
-Sí, bastante, lo necesitaba.
-Ya lo creo.- respiré hondo y entré. Él me miraba fijo a los ojos. Y su sonrisa me alentó. M e senté en su falda y lo besé con cariño.
-Estaba pensando en ir Al Templo el próximo fin de semana.- confesó
-Suena bien. ¿Alguna idea especial?.
-Sí. ¿Recuerdas a Olivia?
-¿De la empresa? Sí, claro.
-Ella es sumisa. Pero como te dije, es lesbiana. Quisiera que sesione con nosotros.
-Suena interesante.
-¿Te parece atractiva?
-Sí, es bonita, aunque me gustan más las pelirrojas.
-Lo sé, pero Electra no me sirve en esta ocasión. No para lo que tengo en mente.
-Bien, no hay problema.
-De acuerdo, lo organizaré.
-Vale. ¿Desayunaste?
-Si cariño. Temprano.
-De acuerdo. M uero de hambre. Te veo luego.- volví a besarlo y me escabullí a la cocina. Después de desayunar, llevé a Xander a pasear y lo dejé en la casa. Tenía
cita en el salón así que me fui. Unas horas después, y con un cabello, uñas y pies perfectos, volví a casa.
Tomé un baño de burbujas y comencé a arreglarme. Había escogido para la ocasión un vestido corto y negro de un diseñador poco conocido. En la parte superior
tenía un corsé con escote corazón y decorado por completo en pedrería. Un cinto fucsia cortaba la falda, que por debajo se ajustaba al cuerpo y encima tenia tul en
pequeños volados. M e puse zapatos fucsia. Llevaba el pelo recogido de costado y con rulos grandes. Un precioso collar metalizado y me maquillé provocativamente.
Cuando salí del tocador Dan estaba entrando a tomar una ducha. M e senté en la cama a mandar un mensaje a Sergio. Para avisarle que en una hora esté en la galería.
Busqué un bolso de mano haciendo juego con los zapatos y una chaqueta de cuero. Dan entró a vestirse.
-Deslumbrante como siempre.- dijo al pasar por detrás de mí y mordiendo mi hombro.
-Gracias amor.
Lo miré mientras se vestía, se puso un precioso y elegante traje negro con rayas grises, camisa gris clara y corbata rosa. Se veía increíblemente guapo.
-Estas mordiendo tú labio Lex.
-Lo siento. Fue sin querer. Es que me gusta lo que veo.- sonrió ampliamente mientras se trataba de abrochar los gemelos. Tomé su muñeca y se los quité de la mano
y yo misma se los puse. Besé sus labios y se fue al baño a peinarse. Cuando estuvo listo nos montamos al carro y nos fuimos.
Aún no había nadie cuando llegamos. Abrí la puerta y encendí las luces. Dan miraba alucinado cada rincón. Y luego de recorrerlo por completo y en absoluto silencio
finalmente dijo.
-Te felicito cariño. Estoy muy orgulloso de ti. El lugar se ve único.
-Gracias Dan. Significa mucho para mí.
-Realmente quedó maravilloso, se ve tan… moderno.
-Es justo lo que buscaba.
-Lo lograste nena.
Él observaba las pinturas mientras yo hablaba con los meseros y el catering que acababan de llegar. Les indiqué donde quería todo. Había mesas largas de vidrio
dispuestas a los costados de la tarima. Y debían llenarse de exquisitos entremeses, champaña y vinos finos. Colgando desde el techo había un delicado panfleto con el
nombre de la exposición “La galería Miller Art presenta a Cayetano Laguna en Una pasión invernal” y a cada costado de la puerta, mesas pequeñas de vidrios con la
folletería de la exposición. Sergio y Lucero llegaron. Y pronto nos pusimos a ultimar detalles. En ese momento Cayetano entró.
-¡Lexy! Dios mío, mujer, que bello se ve todo. No tengo palabras.- dijo estrechándome en brazos
-M e alegro que te guste. Trabajamos duro.
-Estoy conmocionado.
-Ven te presentare a mi novio. Cariño él es Cayetano, el artista. Y él es mi novio Dante Navarro.- hice las presentaciones y se saludaron cordialmente, mi adonis
felicitó al joven por su primera exposición y halagó su trabajo. La gente fue llegando, toda mi familia y la de Dan estaban allí. Nuestros amigos. Y muchos invitados,
prensa especializada, críticos de arte, periodistas, coleccionistas. Y algunos ricos y famosos locales. M i madre con ojos llenos de lágrimas me abrazó y me felicitó.
-Estoy tan orgullosa de ti cielo. Tú padre hubiera amado éste lugar.
-Gracias madre. ¿Tú crees?
-Absolutamente. Es maravilloso.
-Ven, quiero enseñarte algo.- tomé su brazo y la llevé hasta el fondo del lugar, en la pared que dividía la parte trasera había una placa de bronce.
“En memoria de Richard Miller III”
-Alex…
-¿Te gusta?
-Cielo… es un hermoso detalle de tu parte. Gracias hija.
Cuando el lugar se abarrotó de gente, fue momento de inaugurar oficialmente la exposición. M e subí a la tarima y tomé el micrófono.
-Buenas noches a todos y gracias por asistir a la inauguración de la Galería Miller Art.- una ronda espontánea de aplausos se inició.- Toda la vida, el arte, me llamo
la atención. Fue un cable a tierra en momentos caóticos. Y fue el primer amor de mi vida. Desde que mi abuelo me regaló mi primera cámara de fotos, siempre he
encontrado cierta tranquilidad y armonía al ver una fotografía, un cuadro, una escultura. Hace un tiempo atrás, cuando tomé la decisión de tener mi propio lugar, fue
pensando en que sea un refugio para jóvenes y desconocidos artistas en busca de una oportunidad. Que cumpla la función de nexo entre ustedes y la belleza más
absoluta. También quisiera agradecerles a todas las personas que me apoyaron y acompañaron en ésta odisea. M i familia, amigos, Sergio y Lucero. Y en especial al
hombre de mi vida, Dante Navarro.
Tengo el placer de contar con un extraordinario y talentoso artista como lo es Cayetano Laguna. Y es un honor poder dar inicio a la primera exposición de ambos.
Disfruten la noche. Bienvenidos a “Una pasión invernal”.- los aplausos se reanudaron y yo me bajé de inmediato. Dan me ofreció su mano y besó mi labios con
delicadeza. Las pinturas se vendieron rápidamente, Lucero y Sergio se encargaban de explicarlas y venderlas. Yo me dediqué a socializar con los invitados y a hacer
notas para la prensa. Apenas dio la medianoche, la última de las pinturas se vendió y Sergio vino a avisarme. Tuve que volver a hablar, esa era la parte que menos me
gustaba.
-Su atención por favor. M e acaban de informar que la última pieza de la colección ha sido vendida. En nombre mío y de Cayetano queremos agradecerles la presencia
de todos. Y los esperamos en las futuras muestras de la Galería Miller Art. Por favor sigan disfrutando de la noche.
M e acerqué hasta Cayetano para felicitarlo.
-Lo lograste, vendimos todas las obras. Felicitaciones.- le di un abrazo.
-Tú lo has hecho. No yo.
-No te atrevas. Eres un gran artista, por eso no quedó ni una.
-Gracias Lexy. En verdad. Fue un placer trabajar contigo.
-Lo mismo digo. Que disfrutes del resto de la noche. Y te llamaré para que recojas el cheque.
-De acuerdo. Gracias por todo.
Busqué a mi adonis y lo encontré observando uno de los cuadros.
-Hola cariño.
-Hola nena, felicitaciones, todo salió maravilloso.
-Gracias Dan.
-¿Te gusta ésta?.- miraba una de las pinturas abstractas en tonos rojos. Era cautivadora.
-Es una de mis favoritas.
-¿Sí? ¿Por qué?.- curioseó
-M e gustan los trazos. Puedes ver la pasión, la violencia en cada pasada.
-Amo la forma en que tienes de explicar el arte.
-Y yo te amo a ti.
-La compré para ti.
-¿Lo compraste?
-Sí, me gustó mucho.
-Gracias cariño. Es preciosa, ya me imagino lo bella que quedará en nuestra habitación.
Cerca de las 3am cerramos la noche y volvimos a casa.
El domingo al mediodía aprovechamos que todos estaban en la ciudad para ir a almorzar a nuestro bistró italiano favorito. M i madre, Andy, Fany y el bellísimo
Ricky. Ari y M ariano. M anuel, Euge y Joaquín y Tomy junto a Caty. Aún no habían oficializado nada, pero era obvio que estaba pasando algo entre ellos, cuando
nadie los miraba, o al menos eso creían, se acariciaban disimuladamente.
Después del agradable y familiar almuerzo mi familia volvió a Oviedo y nosotros a casa.
Durante la semana me dediqué de lleno al trabajo. Empaquetamos y enviamos todas las pinturas que se habían vendido. M e pareció una buena idea, utilizar bien el
espacio de muestras, una de las paredes mostraba unas series de mis fotografías, y en la pared contraria, otros cuadros de Cayetano. Todos los días recibíamos mails o
visitas de artistas que nos traían su trabajo y encontré varios que me gustaron. Fui de a poco generando una buena base de pintores, fotógrafos y escultores. Elegimos
algunas piezas de cada uno y las fuimos intercalando. De esa manera logramos un buen catálogo de arte. También preparé un catálogo impreso mensual que tendríamos a
la venta. El miércoles me encontré con Caty cenar. Fuimos a un moderno restaurante asiático.
-Ya deja el misterio. ¿Tomy y tú están juntos?.- manifesté mientras cenábamos. Rió nerviosa.
-Algo así, nada formal, pero si nos estamos viendo.
-Eso es genial ¿Y cómo se llevan?
-De maravilla. Es extraño porque nos conocemos tanto… pero a la vez eso hace que todo sea mejor.
-¿Piensan formalizar?
-Quizás más adelante, si sucede, sucede. No quiero forzar nada.
-¿Ya estas lista para aceptar que lo amas?
-Eres una boba.
-Vamos dilo en voz alta.
-Déjame en paz Lexy.
-¡Vamos!
-Lo amo ¿de acuerdo?
-Ya lo sabía.
Volví a casa a la medianoche y Dan me esperaba en la cama, hicimos el amor a nuestra única manera y nos dormimos.
El sábado llegó, y yo tenía un nudo en el estómago desde temprano. Esa noche sesionaríamos con Olivia, y no la conocía, me ponía bastante ansiosa. Pero estaba
segura que si Dan la sumaba a nuestros juegos, era porque es alguien de confianza. El evento mensual se llevaba a cabo esa noche, tocaba “Libertinaje” y estaba
inspirada en la era Victoriana. Luego del baño comencé a prepararme, me puse con corsé estilo siglo XIX en negro con escote cuadrado que hacía que mis senos se vieran
preciosos, un diminuto short de volados en negro y las medias con una línea por detrás, botas hasta los muslos y me maquillé provocativamente, mucha sombra negra
en los ojos y rojo sangre en los labios. Levanté mi cabello en una ajustada cola de caballo alta y con una cresta elevada. Dan llevaba un pantalón de vestir ceñido en negro
y una camisa blanca estilo victoriana con volados. M e puse un tapado largo encima y lo cerré, nadie podría ver que llevaba si no me lo sacaba. No había dejado que Dan
vea lo que tenía puesto. Llegamos cerca de las 9pm al “Templo”. Aún no había nadie. M i adonis comenzó a hablar con los empleados y de a poco la gente empezó a
llegar. M e saqué el tapado y lo dejé en el guardarropa. Volví a buscar a mi hombre y estaba bebiendo algo junto a M ariano y Ari.
-Buenas noches.- hice una reverencia. M i hermana se veía hermosa en su vestido victoriano muy corto. Y M ariano también con ese traje del siglo XIX.
-Hola preciosa. Vaya… estas muy sexy.- dijo M ariano besándome ambas mejillas.
-Te ves hermosa Lexy.- remató mi hermana al abrazarme.
-Tú también Ari. Preciosa.
-Déjame verte bien nena.- interrumpió mi hombre tomando mi mano y haciéndome girar.- Hermosa.- dijo y me dio un azote en el trasero. Bebimos y charlamos con
ellos, y algunos conocidos y asistentes habituales. La bella rubia llegó. Olivia tenía un corsé rojo y una falda corta por delante y larga por detrás.
-Buenas noches, lamento la demora.- se disculpó mientras nos saludaba.
-No te preocupes.- respondió Dan besándole ambas mejillas.-¿Recuerdas a mi mujer Lexy?
-Sí, como olvidarla. Te ves muy hermosa Lexy.
-Igual tú, Olivia.
Dante nos trajo unas bebidas y nos quedamos charlando de trivialidades. Cuando comenzamos a sentirnos más a gusto entre nosotras, Dan nos invitó a subir a la
oficina. M i vientre se contrajo, eso significaba una sola cosa. Juegos.
Cuando estuvimos solos los tres en la intimidad del despacho, Dan se acercó a mí por detrás, pasó su mano por mi vientre y dijo con voz seductora.
-¿Te gusta mi mujer Olivia?.- mientras bajaba su mano hasta mi entrepierna.
-M ucho, es hermosa.
-¿Te gustaría probarla? No tienes idea lo deliciosa que es. Adictiva.- ella se relamió y sus ojos se tornaron salvajes y deseosos.
-M e encantaría Señor.- respondió en pleno rol.
-Ven aquí.- la alentó y ella se acercó lentamente.
Tomó mi rostro con ambas manos y me dio un suave beso en los labios.
-¿Lex?.- susurró Dan en mi oído.
Su delicado beso me supo a poco. La tomé por el cuello y la pegué a mi cuerpo, lamí sus labios y ella jadeó, tiré fuertemente de su cabello rubio y su cabeza cayó
hacia atrás, pasé mi lengua por su cuello y por su escote. Dan mordió mi cuello y me acariciaba la entrepierna sobre la ropa, sentí su erección crecer en mi trasero y
curvé más la espalda para poder sentirlo. Besé a Olivia pasionalmente, mordí su labio y ella abrió la boca y gimió. M i lengua la penetró y nos enredamos en un
profundo y sensual beso. Acaricié su trasero. Ella puso sus manos en mi pecho y acarició mis senos con las yemas de sus dedos. Dan se apartó de mí y se puso detrás
de ella. Desabrochó su vestido y lo dejó caer al suelo. Solo quedó con su pequeña tanga.
-Desviste a mi mujer, Olivia.- exigió Dan dirigiéndose hacia el armario.
Ella dio la vuelta, y me sacó el corsé y luego el pequeño short y la tanga. Yo le saqué la suya y ambas quedamos desnudas. Nos besábamos y acariciábamos con esa
delicadeza que las mujeres tenemos. Dan volvió y me entregó un arnés con un dildo de doble penetración.
-Abre las piernas Lex.- dijo y se agachó, metió sus dedos en su boca y me humedeció la entrepierna y metió la parte más chica del dildo en mí y ajustó los precintos
del arnés. Gemí al sentirlo dentro. Se quitó la ropa y se sentó en el sillón.
-Ven aquí Olivia.- dijo con voz de mando.-Siéntate ahí y abre las piernas.- lo hizo de inmediato, me agarró a mí por el pelo y me arrodilló frente a ella. M e dio un
pasional beso que me quitó el aliento y se alejó. Lamí la boca de Olivia y mi lengua recorrió su cuello y sus pechos. Chupé sus pezones y los apresé con mis dientes y
ella gimió fuertemente. M etí dos dedos en su interior, estaba tan húmeda que entraban y salían con facilidad. M i boca apresó su otro pezón, mientras mi otra mano
apretaba el otro. Sus jadeos se intensificaron. Deslicé lentamente mi lengua por su vientre hasta llegar a su monte de venus. M i boca se posicionó en su clítoris y lo
mordí con fuerza, y le di pequeños latigazos con ella. Su cuerpo empezó a contorsionarte. Lamí toda su hendidura una y otra vez, tenía un sabor dulce. Chupé con
énfasis su centro de placer, mientras mis dedos buscaban su punto G. Sentí a Dan presionando y moviendo el dildo en mi interior y me removí. Recibí un fuerte azote
en el trasero que me hizo quedarme quieta. Su lengua comenzó a jugar con mi trasero. Olivia parecía una posesa y su cuerpo se arqueó hacia adelante y se corrió en mi
boca.
-M uy bien nena.- me felicitó mi adonis mientras me tiraba del pelo, lamió mis labios y lo mordió.- Ahora fóllatela cariño.
M e subí sobre ella y comencé a besarla suavemente, apenas tocándola, acomodé el dildo en la entrada de su vagina y la penetré lentamente. Para ser honesta no era
lo que más me excitaba, el arnés estaba lejos de ser mi elemento favorito, pero ver la expresión de Dan, eso sí, me hacía enloquecer de deseos por follarla tan duro como
pudiera. M is embestidas eran muy lentas, casi tortuosas y sus gemidos se volvieron desesperados. Apoyé una rodilla en el sofá y me enderecé, levanté sus piernas
tomándola por la parte trasera de las rodillas y aumenté de forma pareja la fuerza y la velocidad. Dan se puso detrás de ella y me miraba con ojos encendidos de deseo.
Cogió mi mandíbula con una mano y me mordió el labio inferior con fuerza. Profundizó el beso y me jaló el cabello. Se colocó detrás del sofá, y comenzó a tocarse. M e
desesperé, quería tenerlo. Lo anhelaba. Apoyé ambas manos en el respaldo del sillón y aumenté brutalmente la velocidad de mis arremetidas, Olivia jadeaba y gemía
como posesa. El dildo en mi interior se movía a mi ritmo y estaba a punto de correrme.
-Dan…- gemí.
-Si nena, córrete para mi.- advirtió enseguida. M i cuerpo se contrajo y me corrí. Un fuerte gemido escapó de mi boca. Puse una mano sobre la garganta de Olivia y
seguí follándola, hasta que ella se corrió. Dante se colocó detrás de mí y abriendo mis piernas con ambas manos me quitó el dildo de adentro. Y besó mi trasero.
-De rodillas sobre el sillón Lex.- me tomó del cabello indicándome como me quería. Separé mis piernas y me incliné sobre el respaldo. Él se agachó y lamió mi
humedad, mientras me daba ligeros azotes en el trasero. Con su pulgar comenzó a mandar intensas oleadas de placer en mi clítoris, mientras su lengua me recorría
completa la vagina y el trasero. Con su mano libre apresó uno de mis pezones y lo retorció. Gemí. M e giró bruscamente, aferró mis caderas y me colocó al borde del
sofá. Buscó a Olivia con la mirada y ella se acercó de inmediato.
-Pruébala.- le mandó jalando su cabello. Se acomodó a mi lado y mi mano de inmediato buscó su miembro erecto. Olivia desapareció entre mis piernas, su lengua
comenzó a recorrerme entera. M i hermoso adonis me besó con pasión mientras mi mano lo masturbaba lentamente. Con mi mano libre tomé el rubio y alborotado
cabello de Olivia y sostuve su cabeza inmóvil en mi centro de placer, sus dientes se cerraron en torno a él, lo mordió, lamió y succionó con esmero. Dan se levantó y se
colocó detrás de ella. M etió sus dedos en su boca y luego penetró con ellos su trasero. Ese gesto y la forma en que me miraba me encendieron por completo y jadeé.
Cambió sus dedos por su grueso y duro pene. Olivia gimió en mi entrepierna y su aliento me hizo cosquillas. Dante clavó sus manos en la cadera de ella y comenzó a
moverla a su antojo. Un dedo de Olivia encontró mi interior y esta vez yo gemí. Dan se mordió el labio y emprendió un brutal bombeo contra ella. M ientras ella metía
un dedo más en mí y los movía al ritmo de Dante. Verlo follarse a otra me encantaba, me excitaba y me nublaba el juicio, una mezcla de deseo, celos, pertenencia,
lujuria… era un coctel embriagador. Cuando el cuerpo de Dante se tensó, salió rápidamente de Olivia y se acercó a mí, abrí la boca y saqué la lengua y se corrió en mi
garganta. En ese momento mi clímax tocó el cielo, mi vientre se contrajo y me corrí con él aún dentro de mi boca. Cuando se alejó de mí, besé a Olivia para que probara a
mi hombre.
-Eres deliciosa Lexy, Dante tenía razón.- dijo cuándo me aparté de ella. Le regalé una sonrisa.
Dan nos trajo unas bebidas y nos recuperamos rápidamente. Olivia se metió a la ducha, se cambió y se despidió de nosotros.
-La he pasado de maravilla chicos. Espero que se repita.- dijo antes de marcharse.
-Seguro repetiremos. Gracias a ti.- concluyó mi adonis. Yo me despedí con un beso en los labios y se marchó.
Ambos nos miramos sin decir nada. M e agarró por la nuca y me atrajo hacia él, me besó profundamente, poseyendo mi boca por completo. Pasó su otra mano por
detrás de mi cintura y me levantó en el aire y me sentó sobre él. M is manos se enredaron en su pelo y lamí sus labios y mi lengua se apoderó de su boca. Acarició todo
mi cuerpo, mi espalda, mi trasero, mis piernas y mi vientre y pechos de vuelta. Los apretó y lamió mis pezones. Su erección volvió a formarse, me refregué contra él,
moviendo en pequeños círculos mis caderas sobre su pelvis. Se paró conmigo encima, crucé mis piernas en su cintura y me llevó hasta una de las paredes de Cristal. M e
apoyó contra el Cristal y se enterró en mí de una sola arremetida. M is uñas se clavaron en sus hombros hasta hacerlo sangrar, y profundizó más su penetración, solté
un gran gemido al sentirlo tan dentro mío. Puso una de sus manos alrededor de mi cintura y la otra en mi nalga, levantándome por el trasero y comenzó a follarme sin
reparo, violenta y brutalmente. Jadeó en mi boca y mordí su labio.
-M e vuelves loco Lex.
-Y tú a mi cariño.
Salía por completo de mí para luego hundirse de un solo movimiento, llevándome a la locura.
-Córrete para mi nena.- sus exigencias me encendían y mi obediente cuerpo respondió. Cada músculo de mi interior se contrajo y luego me dejé ir. Siguió por unos
movimientos más, se tensó y gruño en mi boca y se corrió dentro de mí. M e bajó y comenzó a estimular mi clítoris con vigor, esa deliciosa sensación de estar a punto de
correrme violentamente me abordó y eyaculé en un brutal orgasmo.
Nos metimos a la ducha y tomamos un rápido baño entre mimos y besos. Nos cambiamos y volvimos a la fiesta a disfrutar lo que quedaba de la noche.
Durante las siguientes semanas, el trabajo me absorbió por completo. Por supuesto siempre encontraba la manera de aún así, disfrutar de mi adonis y de mis amigos.
Pero la rutina comenzaba a afectarme. Olivia se convirtió en una compañera de juegos asidua para nosotros. Y la pasábamos muy bien los tres juntos. Cuando el
primero de junio llegó ya teníamos todo listo para el viaje de verano. Dan lo había organizado y yo no tenía idea de donde iríamos. Por mucho que pregunté, no me
enteré de nada. Solo dijo que ponga ropa de verano en la maleta. Esa mañana, muy temprano fuimos a dejar a Xander con mi hermana, ellos lo cuidarían en nuestra
ausencia, y de ahí al aeropuerto, donde el jet de la empresa Navarro Inc. Nos esperaba.
-Ya estamos en el avión, dime donde vamos.- insistí
-M e pediste que te sorprenda. Ahora nada de trampas.
-Eres muy malo.
-El peor. Y eso te encanta nena.
-Es cierto, aun así…- pero detuvo mi pataleta con un beso.
Algo más de tres horas después el jet tocó tierra. Nos despedimos de la tripulación cuando nos entregaron las maletas.
“Bienvenidos a Atenas” relumbraba un hermoso cartel. Di un salto y me colgué de su cuello, me agarró de la cintura y me sostuvo en el aire.
-Te amo tanto Dante Navarro.
-Y yo a ti preciosa.
Grecia era mi lugar favorito en el mundo. Y estar en ese mágico lugar junto al amor de mi vida, era un regalo de los dioses sin duda alguna. Dan alquiló un auto
descapotable, el día era soleado y hacía mucho calor. Viajamos disfrutando del increíble paisaje hasta llegar a un majestuoso hotel. Nos registramos y subimos a la
habitación. La suite de lujo era impresionante, una verdadera casa, y el balcón… la vista de Atenas era magnífica.
-¿Es hermoso verdad?.- preguntó en mi oído Dan mientras me abrazaba.
-Amo Grecia. Es mágico… la cultura, la historia, todo en ella me fascina.
-A mí me fascinas tú cariño. ¿Lista para un paseo?.
-¿Ya? ¿No quieres descansar?.
-No cariño, no estaremos mucho en Atenas y quiero que veas todos esos lugares que tanto amas.
De inmediato tomé mi cámara, el bolso y partimos. El primer día visitamos el Templo de Atenea, el cementerio Keramikos, el Erecteión y el museo de la acrópolis.
Los siguientes días seguimos recorriendo la bella Atenas, la torre de los vientos, el mercado local, donde gastamos una buena cantidad de dinero en artesanías, cuadros, y
ropa típica de Grecia. Compré unos hermosos vestidos griegos en distintos colores, largos y diferentes telas. El Templo de Zeus. Y finalmente el de Hefestión. Estaba
parada contemplando las figuras en el mármol cuando Dan me llamó.
-Lex ¿M e amas?.- preguntó y me quedé helada ante su pregunta.
-Por supuesto que sí, como a nada en el mundo. ¿Lo dudas?
-No. ¿Confías en mí?.
-Con mi vida cariño. ¿A qué viene esto Dan?
-¿Sabes que jamás te lastimaría verdad?
-Si Dan, me estás asustando…- se puso de rodillas frente a mí, hincó una rodilla en el suelo y sacó una pequeña caja de su bolsillo.
-No hay nada en éste mundo que no haría por ti. Eres mi razón de vivir. M e enseñaste a disfrutar de la vida, a amar la cotidianidad de nuestra vida juntos. M e
sorprendes constantemente. Te amo, más de lo debe ser normal. Si aceptas ser mi esposa, te prometo una vida de buenos momentos. Y te juro aquí, en el templo de
Hefestión amarte como nadie amo jamás.- mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría y dicha, y una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro. No había más dudas en mí. Él
era mi mundo.- ¿M e harías el hombre más feliz del mundo, al ser mi esposa?
-¡Sí, sí! mil veces si cariño.- se puso de pie y salté a sus brazos. M e levantó por la cintura y me besó dulcemente. Cuando me bajó al suelo, me colocó un
impresionante anillo de diamante, era enorme unos 4 quilates, de corte asscher, el anillo fino y delicado recubierto de pequeños diamantes.
-Alexandra, me haces el hombre más dichoso del universo.
-Tú me haces la mujer más afortunada del mundo cariño. Nadie como tú.
Fuimos a cenar a un precioso restaurante local, a disfrutar de la comida típica griega y sus exquisitos vinos.
-¿Bien cuándo quieres hacerlo?.- preguntó en medio de la cena.
-¿Qué cosa?
-La boda cariño.
-No quiero una boda Dan. Esas cosas no son lo mío. Solo tú y yo.
-¿En serio no quieres boda?
-¡Para nada! No se me ocurre algo más sádico que una boda.- rió a carcajadas.
-Bien, ¿cómo quieres hacerlo?.
-Vamos al juzgado y nos casamos, nada más.
-Ya que estamos en Grecia, y considerando que tú crees en todo esto. ¿Por qué no hacerlo aquí?
-¿En Atenas?.
-Sí, podemos buscar un juez de paz, y ver si podemos casarnos en algún templo.
-En el templo de Afrodita. Eso sería de ensueño para mí.
-Bien, haré algunas llamadas. Pero tiene que ser rápido en dos días dejamos Atenas.
-M añana mismo si es por mi.- Dan se puso al móvil y comenzó a hablar con algunas personas. Y dijo que le avisarían mañana temprano.
Estaba absolutamente encantada con la idea de casarme con mi adonis en el templo de afrodita, la diosa del amor y el deseo. Quién además, había tenido un romance
con el adonis original. Y todo me pareció encajar a la perfección, así como encajábamos Dante y yo. Y para mi tenía mucho más valor el casarme ante los dioses, que en
una iglesia o juzgado. M e uniría a él para el resto de la inmortalidad. Volvimos al hotel e hicimos el amor toda la noche. A nuestra manera, violenta y salvajemente.
Por la mañana Dan me despertó y desayunamos en el balcón. Su móvil sonó.
-Bien, ya está todo listo. ¿Puedes estar preparada en 3 horas?.- dijo cuándo cortó.
-Claro que sí.
-De acuerdo nena, hoy serás mi esposa.
Terminamos de desayunar y me metí a tomar una ducha. Cuando salí Dan entró, me dio un beso y sequé mi cabello. Hice una trenza grande, que iba desde el costado
izquierdo, traspasando mi cabeza hasta terminar en la nuca, la solté un poco y recogí el resto del cabello, lo terminé en un rodete de costado al lado derecho. M e
maquillé suave, un poco de sombra rosa en los párpados, rímel, algo de rubor en las mejillas y brillo en los labios. Tomé un conjunto de ropa interior blanco y el vestido
típico griego que había comprado. Era precioso y caía armoniosamente por mi cuerpo. Los breteles de seda blanco se unían entre sí en los hombros con broches en
metal. Estaba ligeramente pinzado en toda su extensión, el escote profundo se unía a un cinturón en metal haciendo juego con los broches y la falda se iba ampliando
hacia el final. M e puse unos zapatos bajos en plateados con tiras en el tobillo. Unos preciosos diamantes que mi hermana me había regalado para mi cumpleaños. Y Dan
salió vistiendo un pantalón de lino color piel muy claro y una camisa blanca abierta a tres botones, con unos mocasines marrones claros. Se veía tan hermoso, que me
quedé sin palabras.
-Lex, pareces un ángel nena… estas tan hermosa, que me quitaste el aliento.- dijo sonriendo.
-Te ves tan guapo cariño.
-¿Lista para convertirte en la Señora Navarro?
-Lista.
Subimos al auto y primero se detuvo en una joyería, me dijo que lo esperara en el auto. Volvió de inmediato y seguimos nuestro rumbo. Llegamos al templo de
Afrodita y allí había dos personas.
-Cariño él es el sacerdote Demetrius. Es quien oficiara la boda.- hizo la presentación mi adonis.
-Encantada, soy Alexandra.
-Igualmente. ¿Están listos?.- preguntó en español.
-Listos. Él es el fotógrafo, quería que al menos tengamos un recuerdo de hoy.- sonreí y lo besé suavemente en los labios.- sonreí al muchacho y él asintió.
Nos acercamos hasta donde el sacerdote griego había montado un altar al pie del templo.
Dan tomó mi brazo, y me condujo hasta allí. Y el hombre comenzó a hablar.
-¿Vienen por su propia voluntad?.- preguntó y ambos respondimos
-Sí.
-Nos encontramos en el Templo de la Diosa Afrodita Pandemos, para que estos dos amantes sean cubiertos con su cálido manto y les brinde una vida de amor y
deseo. Que en su mesa jamás falte el pan y que la prosperidad abunde en su casa. Que su descendencia sea grande y la llama de su pasión jamás se extinga. ¿Tienen sus
votos?.
-Sí.- respondió mi adonis, se giró para ponerse frente a mí y mirarme a los ojos. Agarró mis manos entre las suyas.
-Desde la primera vez que vi tus hermosos ojos, supe que mi vida cambiaría por completo. No hay un solo minuto del día, en que no piense en ti. M e enseñaste a
vivir la vida, a disfrutar de las pequeñas cosas, a amar. No conocí el amor hasta el día que te tuve en mis brazos. No puedo ni quiero imaginar mi vida sin ti cariño. Tú le
das sentido a todo. Eres la luz de mis días. Eres mi compañera, mi amante, mi mujer, mi mejor amiga, mi sostén. Y espero poder devolverte aunque sea un poco de todo
lo que me das. Te prometo una vida de buenos momentos. Prometo amarte hasta que mi corazón deje de latir. Prometo jamás irme a dormir enojado. Y te prometo que
siempre compartiré contigo mis penas y alegrías. Te amo y pongo mi vida en tus manos.-
Los ojos se me nublaron por las lágrimas, escuchar a mi duro hombre hablar desde su corazón, me devastó por completo. Pero era mi turno, quería decirle cuánto
significaba para mí.
-Jamás fui la típica chica que sueña con el vestido blanco, la gran boda, y una casa llena de hijos. Pero todo eso cambio por ti. Tú me completas. Y contigo, no hay
nada que no pueda hacer, no le temo a nada, sé que estarás ahí para protegerme. Que me levantarás cuando me caiga, que secarás mis lágrimas y me confortarás cuando
algo me lastime. Que acompañaras mis risas. Que me besarás cada mañana y cada noche. Eres más de lo que podría haber soñado. Y no quisiera ver un mundo donde tú
no estés en él. Eres mi persona. En el que no estés a mi lado cariño. Te amo más de lo que puedo explicar. Te amo tanto que duele. Prometo seguirte a cualquier parte.
Prometo apoyarte siempre en todo. Prometo regalarte miles de sonrisas y millones de suspiros. Y ante la Diosa del amor, prometo que mi amor por ti será infinito, cada
día, cada noche, incluso después de que mi corazón deje de latir.
-¿Tienen los anillos?.- preguntó el sacerdote y yo negué con la cabeza, pero Dan se los entregó. Lo miré sorprendida, claro, la joyería. El hombre los colocó sobre
una bandeja, se giró, la alzó por encima de su cabeza y dijo algo en griego. Volvió a enfrentarnos y nos indicó que las intercambiáramos.
-Con éste anillo me entrego a ti en cuerpo y alma. Te pertenezco. Y prometo amarte por toda la eternidad.- declaré colocando el anillo en su dedo índice.
-Con éste anillo me entrego a ti en cuerpo y alma. Te pertenezco. Y prometo amarte por toda la eternidad.- repitió Dan mientras me ponía el anillo a mí.
El sacerdote unió nuestras manos entrelazadas con un lazo y recitó algo en griego y luego añadió.
-Que su unión trascienda la mortalidad. Puedes besar a la novia.
Salté a sus brazos y él me tomó por la cintura, y me besó dulce pero apasionadamente.
-Te amo nena.- susurró en mi oído.
-Te amo nene.- respondí de igual manera.
El 4 de junio, oficialmente nos convertimos en marido y mujer. Nos despedimos del sacerdote y nos alejamos un poco donde el fotógrafo nos tomó cientos de fotos.
Entregó a Dan la memoria de la cámara, se despidió y se fue.
-Vamos.- dijo mi esposo tomándome de la mano, subimos al auto y fuimos a un bellísimo e íntimo restaurante local. Almorzamos allí, y brindamos por nuestra
boda. Entre arrumacos y besos. Para el postre nos trajeron un pequeño pastel blanco con dos palomas blancas en la cima.
-No podíamos dejar de tener un pastel de bodas.- dijo Dante sonriente.
-Siempre me sorprendes cariño.- respondí tomando un trozo del pastel y llevándoselo a la boca, lamió mis dedos y luego me besó.
-¿Viste el anillo de bodas?
-No tuve oportunidad.
-Échale un vistazo.
Era un elegante y delicado anillo de platino con grecas grabadas. Y dentro decía “Eternamente tú y yo”
-Es precioso Dan.
-M e alegro que te guste.
Terminamos de comer y volvimos al hotel. Ni bien llegamos al umbral de la suite me levantó en brazos y me entró. M e aferré a su cuello y lo besé profundamente.
M e dejó en el suelo y sus manos se asentaron en mi trasero. M is dedos se enredaron en su pelo y me mordió el labio inferior. Desabroché rápidamente su camisa
mientras iba dejando cientos de besos en su duro pecho. Se quitó los zapatos y yo le quité el pantalón y cayó al suelo. M e agarró por los brazos y me levantó, me giró
y abrió el vestido que cayó también a mis pies. Luego lo siguió mi ropa interior mientras iba dejando pequeños besos por mi cuerpo. M e agarró el trasero y me levantó,
mis piernas se aferraron a su cintura y me llevó a la cama. M e dejó suavemente sobre el colchón y se dejó caer sobre mí. M is uñas recorrieron su espalda ida y vuelta
mientras mi lengua poseía su boca. Una de sus manos me cogió por el cabello y la otra recorrió el contorno de mi cuerpo hasta mi pierna, la acarició lentamente y la
elevó hasta poder alcanzar mi nalga con su mano. Y me penetró a un ritmo enloquecedor y agónico. Jadeé lentamente en su boca, hasta que lo sentí por completo en mí.
Sus cadentes arremetidas me quemaban. M i deseo por él era tan intenso que me consumía la ansiedad. Una mezcla de amor, desesperación y lujuria me alcanzó.
-Fóllame Dan… por favor.
-Tranquila Señora Navarro. Tenemos toda la vida para amarnos.
Volvió a apoderarse de mi boca y aumentó ligeramente el ritmo de sus embestidas, cada vez más profundas, más fuertes, más rápidas. Nuestros gemidos era lo único
que se escuchaba. Cuando él mismo no lo soportó más, se volvió brutal y sus arremetidas violentas. Alcanzamos ese punto donde ninguno tenía suficiente. M is caderas
acompañaban su bombeo dentro de mí. M ordí su hombro en busca de un poco más de él. De saciar mi hambre por mí esposo. M i tan deseada contracción se hizo
presente.
-Si nena… córrete para mí.
-Oh Dan…
Todo mi interior se contrajo impulsando su propio clímax y ambos nos corrimos a la vez.
La noche siguiente abandonamos Atenas y partimos rumbo a M ykonos. Llegamos a un maravilloso hotel junto en la playa. Eran como pequeñas casas individuales.
Y tenía una pileta sin fin que se conectaba a la playa por una escalera. Era una de las típicas construcciones griegas. Hacía mucho calor y aprovechamos para tomar un
refrescante baño en la piscina y terminamos por hacer el amor allí mismo. Era un lugar bastante privado y difícilmente alguien nos vería, aun así, la posibilidad de que
nos atrapen, subió el morbo un grado más. Disfrutamos de 5 maravillosos días en la isla de M ykonos. Nuestra preciosa luna de miel. Algo en el matrimonio hacia que no
pudiéramos sacarnos las manos de encima.
Ninguno quería dar por terminado el viaje o la fogosa luna de miel, pero debíamos volver a M adrid. Esa tarde volamos de regreso a barajas.
Ni bien llegamos a casa, pasamos a buscar a Xander por el piso de Ari y M ariano. Ambos nos saludaron con cariño y nos invitaron a cenar, aceptamos encantados.
Xander nos recibió alegremente como siempre, luego de los mimos y besos con mi pequeño nos sentamos a tomar una copa de vino mientras esperábamos que llegue la
cena.
-Debemos decirles algo.- interrumpió Dan.
-¿Qué sucede?.- preguntó Ari repentinamente preocupada.
-Nada malo. Pero promete comportarte y no hacer un escándalo.- le advertí.
-Ya suéltalo.
-Lex y yo nos casamos en Grecia.- dijo finalmente mi adonis. El grito de mi hermana me dejó sorda.
-¿Cómo así? ¿Por qué no nos avisaron?
-Porque queríamos que fuera algo íntimo.- continuó Dante.
-¿Intimo? ¡Somos familia!.- mi pequeña hermana no creía lo que oía.
-M ira Ari, sabes que las bodas no son lo mío, pero creíamos que era buen momento para hacerlo, y estábamos en el lugar indicado, y lo hicimos, solo nosotros.
Nadie más.- respondí seriamente.
-Pero…
-Sin peros, Ariana. Es nuestra elección. Acéptalo.
-¡Bien! Felicitaciones. Aunque hubiera preferido verte en tu vestido de bodas.
-Te enseñaré las fotos. ¿Vale?.
-Vale.
-En hora buena chicos. Felicidades.- dijo M ariano abrazándonos a ambos. Ariana finalmente se nos unió. Cenamos y les contamos con lujo de detalle el viaje y la
boda. Y luego volvimos a casa.
Al llegar a nuestro piso Dan volvió a cargarme antes de cruzar la puerta y me bajó una vez adentro, sonreí y le regalé un beso sonoro en los labios.
Nuestras noches seguían siendo una luna de miel. Nada parecía poder apagar la pasión que sentíamos por el otro. Ni siquiera el matrimonio.
A la mañana siguiente les comunicamos a todos que estábamos de regreso y que nos habíamos casado. Por supuesto tuve que aguantar las quejas de mi madre.
“¿Cómo se te ocurre hacerlo sola? ¿Sin tú familia? Me has quitado el placer de verte vestida de novia Alexandra” había dicho sin ningún remordimiento. M e disculpé
hasta el cansancio. Hasta que pareció aceptar que ya estaba hecho. M anuel también se molestó y ni hablar de Euge, que al igual que Ari tenían una forma romántica de
ver todo esto. Algo que nosotros no compartíamos para nada. El único que pareció alegrarse fue Thomas. Siempre podía contar con el apoyo incondicional de mi
querido primo. M e estaba preparando para ir a trabajar cuando Dan entró a la habitación.
-Debemos hacer algo.- dijo en tono serio.
-¿Con qué?
-Bueno, nuestro matrimonio no es del todo legal. Debemos ir al juzgado y firmar los papeles.
-Vale. Vamos ahora de camino al trabajo.
-¿Ahora?
-Sí, para que atrasarlo. Para mí ya estamos casados, y lo que realmente vale es lo que hicimos en Grecia, esto es solo papeleo.
-De acuerdo reina del romanticismo. Vamos.- reímos a la vez y nos fuimos.
Llenamos la solicitud de matrimonio, firmamos los papeles y se lo entregamos a un juez de paz. Éste nos preguntó si nos aceptábamos como marido y mujer, ambos
lo hicimos. Y firmó el papel. Legalmente, estábamos casado. Desde ahora sería Alexandra Navarro. Al salir de allí fuimos a desayunar, elegimos una bella terraza en el
centro de M adrid, y nos sentamos a disfrutar del cálido sol de mediados de junio y de un rico desayuno. Dan me dejó en la galería y prometió venir a recogerme.
-Buenos días.- saludé a Sergio y Lucero ni bien entre.
-¿Qué tal el viaje?.- preguntó curioso mi asistente, él tenía más confianza conmigo, Lucero aún se mostraba muy tímida.
-M aravilloso. ¿Adivina qué?
-Dime.
-M e casé. Dan y yo estamos casados.
-¡En hora buena!.
-Felicitaciones.- dijo Lucero con cariño.
Luego de contarles del matrimonio y el viaje, nos pusimos a trabajar. Tenía muchas obras que examinar, Lucero se encargaba de las esculturas y las pinturas. Y
Sergio de las fotografías. Elegían las que tenían potencial y luego yo daba el visto bueno. También quería tener mi propia exposición. M i colección estaba terminada y
solo necesitaba ultimar detalles.
Estaba inmersa en el trabajo y la música estaba fuerte, no escuché cuando Dante entró en la oficina.
-Hola preciosa.- dijo en mi oído y tomándome por la cintura y haciéndome saltar del susto.
-Dante por amor a dios, casi me matas del susto.
-¿Esperabas a alguien más?
-M i esposo puede venir en cualquier momento.
-Entonces tendré que ser rápido.- remató. Giró mi silla y me besó apasionadamente.
-Debemos estrenar la oficina.- susurré juguetona mientras aflojaba su corbata.
-Hmmm estrenaremos lo que quiera Señora Navarro.- me levantó por el trasero y me sentó sobre el escritorio. Subió mi vestido y la frágil tela de mi tanga se rasgó
en sus manos. A tientas abrí su cremallera y busqué su delicioso miembro. La pasión nos consumía, nos desesperaba. Tiró de mi cabello y cuando mi cuello quedó a su
disposición se apoderó de él como un vampiro. Se enterró en mí de una sola embestida y yo gemí fuertemente. M is piernas se enredaron en su cintura y mis caderas
acompañaban sus movimientos. Clavó sus dedos en mi trasero y me folló duro. M is gemidos eran bestiales, por lo que me puso una mano en la boca, para evitar que
todo el mundo me oyera. Tomé su cabello y lo acerqué hasta mí, corrí su mano y me apoderé de su boca. M is jadeos llenaron su paladar. Y ambos nos corrimos a la vez.
Cuando desperté Dan no estaba en la cama, miré a mi alrededor y lo vi poniéndose las zapatillas deportivas. Se preparaba para ir al gimnasio. M e levanté y me
desperecé estirándome tanto como podía.
-¿Cómo dormiste nena?
-De maravilla ¿Y tú?
-Como un bebé. Iré al gimnasio. Te veo luego.- se despidió con un beso en los labios y se fue.
Lavé mis dientes y mi rostro, me recogí el cabello y fui por mi ropa de entrenamiento. Había retomado mis clases de yoga. M e crucé a Félix y Xander en la puerta,
también iban por su paseo.
-Buenos días Señora.
-¿Ahora soy Señora, Félix?
-Lo intento, créame, pero es difícil.
-Compórtate Xander.- advertí con una caricia en su cabeza y me fui.
M is clases de yoga quedaban a dos cuadras de nuestra casa, así que fui caminando, cuando llegué Euge ya estaba allí. Y de inmediato nos pusimos a ejercitarnos.
-¿Por qué traes esa cara Euge?.- doblamos las colchonetas y fuimos hacia los casilleros, por nuestras cosas.
-Una tonta pelea.
-¿Joaquín?
-Sí, claro.
-¿Qué pasó?
-Es muy celoso, y ya sabes que yo hablo con todo mundo, eso le molesta.- dijo mientras nos poníamos las zapatillas.
-Tú amas coquetear con medio mundo. Eso es lo que le molesta.
-Soy así, sabe que solo es un juego. No sé por qué se enfada tanto.
-Deberías dejarle en claro que no quieres nada más con nadie, que solo te divierte que babeen por ti.- ambas reímos al unísono.
-Lo haré. Gracias cuñada. ¿Te alcanzo?
-No, caminaré. Te veo mañana.
-Adiós, beso a mi hermano.- se montó al auto y desapareció a toda velocidad. M e puse los auriculares y caminé a casa. Le regalé una sonrisa al portero al pasar y me
metí al ascensor. Al llegar a casa Dan estaba saliendo de la ducha. Y yo me metí. Luego del baño sequé mi cabello y me maquillé ligeramente. M e puse una musculosa de
seda fría en color piel, una pollera tubo por encima de las rodillas en azul y con un cinto a tono, los zapatos haciendo juego con la remera y me uní a él en la cocina.
Estaba metido en el periódico, me senté y degusté mi desayuno.
-“El gran éxito de la Galería Miller Art, preocupa al ambiente artístico”.- leyó en voz alta.
-Wow… ¿El gran éxito?
-Así es nena. Eres una sensación.
-Ja ja ja ya lo creo.
-¿A qué hora vendrás hoy?.- preguntó mientras desayunábamos.
-¿Tienes planes?
-Quería llevarte a cenar.
-Suena maravilloso. Estaré temprano entonces.
-Bien cariño.
Terminé mi plato y me levanté. Dan me siguió, se puso el saco yo recogí las cosas y nos fuimos al ascensor.
-Adiós pequeño.- saludé de camino y Dan le dio unas palmadas en la cabeza.
Acomodé su corbata que se veía torcida mientras las puertas se cerraban y por supuesto puso las manos en mi trasero.
-Tienes manos largas.- lo regañé.
-Veras, tengo un problema, me gusta mucho mi esposa.
-Es un hermoso problema.- rematé y nos besamos con pasión. Llegamos hasta los autos y Félix lo aguardaba parado al lado del Phantom, nos despedimos con un
beso y cada uno tomó su rumbo. Encendí mi estéreo y Starlight de Muse sonó a todo volúmen. Al llegar a la galería Sergio me aguardaba con un capuchino, como cada
día. Saludé a Lucero y me metí a mi despacho a trabajar. Al mediodía Tomy se apareció.
-Hola preciosa.
-Hola cielo. Que bella sorpresa.- respondí entusiasmada de verlo.
-Pensé en llevarte a almorzar. ¿Qué dices? ¿Tienes hambre?
-¡Siempre sí!.
Caminamos hasta un restaurante cercano y nos sentamos en la terraza. Ordenamos algo ligero y unos frescos jugos. Cuando el mesero volvió con las bebidas
finalmente habló. Sabía que se traía algo entre manos.
-Necesito tu consejo.- dijo al fin
-Bien, habla. ¿De qué se trata?
-Caty… de seguro sabes que llevamos un tiempo viéndonos.
-Sí, lo sé. Y no gracias a ti.
-Lo siento, es que quería mantenerlo calmado. Y bueno… sabía que harías un alboroto.
-Te perdono. ¿Qué pasa?
-Estoy loco por ella.
-Dime algo que no sepa Romeo.
-Quiero pedirle que se mude conmigo.
-Vaya… eso si no me lo esperaba.
-¿Es muy pronto verdad?
-Considerando el tiempo que hace que se conocen, y todas las vueltas que dieron… no lo creo. Creo que es perfecto. ¿Se aman verdad?
-Al menos yo, sí, la amo.
-Entonces hazlo Tomy. ¿Para qué perder el tiempo? no tienes nada que perder.- el mesero volvió con nuestra comida y seguimos la charla. Para el final, ya estaba
completamente decidido a pedirle a Caty que vivan juntos. M e acompañó hasta la galería y nos despedimos con un abrazo.
Por la tarde con algo de trabajo adelantado y las citas con los nuevos artistas programadas, me puse a trabajar en mi exposición, llamé a Sergio y comenzamos a
elaborar la folletería y elegir el orden de la exposición. También hicimos la lista de invitados y elegimos las tarjetas de invitación. Cuando me di cuenta daban más de las
6pm.
-Debo irme, Dan me espera para llevarme a cenar. Seguimos mañana.- me despedí a las corridas, tomé mis cosas y me subí al carro. Llegué enseguida a la casa y mi
adonis aún no estaba. Aproveché para sacar a Xander por un paseo. Dimos unas vueltas cerca y al volver me metí en la ducha.
-Hola cariño, lamento la demora, estaba en una reunión.- dijo Dante al entrar a la habitación.
-No te preocupes amor. Salimos a dar un paseo.- besé sus labios y me encaminé al vestidor.
-Tomaré una ducha y estoy listo ¿Vale?.
-Claro.
Escogí un sexy conjunto de ropa interior en satén azul y un vestido azul sin tirantes y de escote recto, corto y que se pegaba a mi cuerpo. Tenía unos sutiles
pliegues y lucía precioso. Y lo completé con sandalias negras de tacón.
-Jamás me acostumbrare a que seas tan hermosa.- dijo Dan entrando al vestidor.
-Gracias cariño.- besé sus labios y me fui a maquillar. Llené mi bolso y mi adonis salió luciendo de maravilla en su pantalón gris claro de vestir y camisa rosa con
puños y cuello gris, la llevaba por fuera y lo hacía ver condenadamente sexy. Nos montamos al carro y manejó hasta un espléndido restaurante árabe. Nos dieron la
mesa de inmediato y nos sentamos a degustar un rico vino de su propia cava.
-¿Cómo estuvo tu día nena?.- preguntó mientras esperábamos la cena.
-M uy bien, mucho trabajo, pero ya adelanté algo. ¿Y el tuyo?
-Unos inversionistas americanos están volviéndome loco. Quizás deba viajar a NY en breve.
-De acuerdo. Tomy me llevó a almorzar.
-¿Sí? ¿Qué dice Thomas?.
-Quiere pedirle a Caty que vivan juntos.
-Hasta que da un paso…
-Dan…
-Lo siento, pero necesita ser más decidido.
-¿Cómo tú?
-Por que no. Te quería a ti y te tuve.
-¿A sí? ¿Seguro que fue de esa manera?
-Por supuesto, desde la primera vez que vi como bajabas la mirada en la acera de mi casa, quise que seas mía. M e costó. Pero finalmente acá estas. M i esposa.
-Eres un maldito arrogante.
-Lo sé. Y te gusta.
-Sí, mucho. Pero no es tan así. Lo hice cuando yo quise.
-¿Segura?
-M ucho.
-Ya ríndete... Eres mía para toda la eternidad.
-Solo tuya.- respondí con una sonrisa de quinceañera. Cenamos y seguimos bromeando y charlando. La comida estaba exquisita y el postre un auténtico manjar de
los dioses, lo acompañamos de un frio champagne. Las burbujas comenzaban a subírseme a la cabeza. Nos montamos al carro y emprendimos el regreso a casa.
Desabroché mi cinturón y me acerqué a él.
-¿Qué crees que haces Lex?
-Eres mío y puedo hacer lo que me dé la gana.- respondí alegre.
-Vas a conseguir que choquemos.- besé su cuello y mi mano buscó su entrepierna.
-Tú presta atención al camino y déjame el resto a mí.
Abrí su cremallera y tomé su miembro con mi mano. Lo acaricié lentamente. Sentí como él bajaba la velocidad, casi a paso de hombre. M e incliné, y tomé su erecto
pene, pasé mi lengua por su glande, saboreándolo, y luego lo metí en mi boca, lentamente, de a poco. Sintiendo como cada vez se ponía más y más duro. M i ritmo
parejo lo llenaba de placer, sus jadeos fueron en aumento. Entonces incrementé la profundidad en que lo tomaba, llevándolo tan adentro de mi garganta como podía, y
ahí lo mantuve hasta que la necesidad de aire me desesperó. Una y otra vez repetí la acción, agarró mi cabello con fuerza y mantuvo mi cabeza estática. Su cuerpo se
tensó y se corrió en mi garganta. Volví a mi lugar sintiéndome una diosa del sexo. M e miró con sus ojos encendidos.
-Eres tan sorprendente nena.
-M ío.- respondí.
Llegamos al garaje de nuestro piso y me bajé, di la vuelta al auto y me agarró por la cintura en un movimiento, me apretó contra su cuerpo. Lamió mis labios, mordió
mi boca y me penetró con su lengua. Acarició el contorno de mi cuerpo hasta llegar a mis piernas, metió la mano por debajo de mi pollera y subió mi vestido. Su mano
se asentó en mi nalga y me llevó hasta el capó del auto, me sentó allí y con su mano libre empujó mi pecho hasta que quedé recostada sobre él. Extendió mis manos por
encima de mi cabeza y ahí las sostuvo con la suya. Arrancó mi ropa interior y sus dedos buscaron la calidez de mi interior. Gemí al sentirlo dentro mío. M i espalda se
despegó del auto y levanté mis piernas. Enredé una en su cintura y él tomó la otra desde la parte trasera de mi rodilla. Lentamente me penetró con su duro miembro.
Jadeé. Su ritmo era suave y tortuoso. Haciéndome enloquecer, quemándome a su paso. Soltó mi mano y me agarró con ambas manos por la cadera, mi cuerpo acompañó
el impulso de sus embestidas. Que se volvieron salvajes y violentas. M e estiré para alcanzarlo, lo tomé por el cuello y lo atraje a mí, y lo besé con pasión. Apenas
podía respirar. Sus jadeos se encontraron con los míos. Bajó mi vestido y mis pechos quedaron a su alcance, los cogió en sus manos y los apretó y lamió mis pezones.
Todo mi interior se contrajo y se apretó a él. Gimió en mi boca. Puso su mano en mi garganta, controlando mi respiración. M e contorsioné bajo de él.
-Córrete para mi nena.- dijo y me dejé ir. Siguió por unos cuántos movimientos y entonces se corrió en mi interior.
Cuando nuestras respiraciones se normalizaron, me soltó. Nos arreglamos la ropa y subimos al ascensor.
-Si mañana nos echan del edificio es tu culpa.- declaré divertida.
-No lo pensé bien, fue un impulso.
-Bien, empieza a buscar nueva casa cariño, solo por si acaso.
-¿Quieres mudarte?
-Era una broma Dan.
-No, hablo en serio. ¿Te gustaría que compremos una casa?
-No soy del tipo de persona que vive en una gran casa.
-Lo sé. A mí me gusta éste piso. Pero quizás deberíamos pensarlo.
-Bien, lo discutiremos luego cariño.
Llegamos a la casa y Xander nos recibió alegre, nos fuimos a la cama y volvimos a hacer el amor.
Nuestra vida juntos era muy cómoda y ordinaria. Pero de alguna manera me encantaba. No me sentía atrapada en la rutina, ni nada parecido, por el contrario,
habíamos encontrado un equilibrio que ambos disfrutábamos. Los dos teníamos nuestro espacio, no estábamos encima del otro. Cada cual su trabajo. y seguíamos
implementando una salida por separado una vez a la semana, y el fin de semana salíamos juntos y con amigos, cuando no íbamos Al Templo. La vida de casados no nos
había cambiado nada. Seguíamos amándonos y deseándonos tanto, o más, que antes.
La galería no podía ir mejor, teníamos muchos artistas prometedores. Debíamos cambiar semana a semana las muestras que exhibíamos, porque se vendían a diario.
M i exposición estaba casi lista habíamos decidido que tenga lugar antes del cumpleaños de Dan, así tendría tiempo de organizar su fiesta tranquila.
El último fin de semana de julio ya todo estaba listo. Llegué temprano a la galería, acompañada de mi marido. Llevaba un vestido plateado de un solo tirante, plisado,
corto y ajustado al cuerpo. M e recogí el cabello en un rodete descuidado. Y me maquillé provocativamente. Dan llevaba un precioso traje a medida en negro, camisa
blanca y corbata roja. Después de hablar con los meseros, abrí la puerta y la gente comenzó a llegar. M i madre había venido especialmente para mi exposición, pero
Andy, Fany y el pequeño Ricky no pudieron asistir, ya que el bebé estaba con varicela. El resto de la familia estaba allí, mi hermana y su marido, mi suegro, mis
cuñados. Tomy y Caty. M is amigos y los invitados habituales.
-Odio esta parte.- susurré a Dan en el oído cuando llegó la hora de inaugurar la muestra.
-Debes hacerlo, vamos. Estarás bien.- dijo animándome.
M e subí a la tarima y cogí el micrófono.
-Buenas noches a todos y bienvenidos a una nueva exposición de la Galería Miller Art. En ésta ocasión tengo el enorme placer de presentar mi primera muestra en
mi galería. La colección se llama “Movimientos”. La vida es un continuo movimiento, todo se mueve alrededor de nosotros, lo acompañemos o no. Y me pareció una
hermosa manera de congelar esas situaciones que nos gustaría que duren para siempre. Así que sin más preámbulos. Disfruten la noche.-
Luego de recibir los aplausos con la mejor de mis fingidas sonrisas, me bajé. Comencé a caminar por la sala, explicando las distintas fotografías. Había desde, niños
en un parque, amantes en un bote paseando por un lago, Xander y su canino amigo jugando. Una lluvia de estrellas fugases, peces en el fondo del mar, y cientos de
momentos en movimientos. Había conseguido una preciosa forma de captar el movimiento, todo el fondo de las fotos se veía en movimiento, y solo un foco óptico
estático. M e encantaba lo que había logrado. Encontré a mi adonis mirando la foto de la lluvia de estrellas, el punto focal era la luna.
-¿Te gusta cariño?.- lo agarré desprevenido.
-Es maravillosa. M e encanta.
-Bien, es tuya.- anuncié dando vuelta la tarjeta.
-Gracias amor. Es una fotografía bellísima.
-Cuando quieras guapo.- nos dimos un suave beso en los labios y seguí con las entrevistas.
Lucero se acercó a avisarme que todas las fotos habían sido vendidas. Y volví a subirme para hacer el cierre de la muestra.
-Bueno oficialmente damos por concluida la exposición “Movimientos” muchísimas gracias a todos por su entusiasmo y espero que hayan encontrado lo que
buscaban. Quisiera agradecer a Sergio y Lucero por el maravilloso trabajo que hacen día a día. Y por supuesto a mi maravilloso esposo, por su apoyo incondicional. Los
esperamos en la próxima exposición. Gracias y disfruten del resto de la noche.-
Por fin pude estar un rato con mi familia y amigos, poniéndonos al día. a las 4am cerramos la galería y nos fuimos a casa.
M i madre había decidido quedarse hasta el cumpleaños de Dan y así disfrutar un poco de la ciudad. M i hermana y yo nos turnamos para sacarla de paseo, incluso
Tomy colaboró y la llevaba a cenar o al teatro. M e dediqué a la fiesta de Dante. Ya que no habíamos tenido recepción en nuestra boda, decidimos hacer un cumpleaños
algo más elaborado, en un salón e invitar a toda la gente que queríamos. Reservé el salón VIP de fiestas del Hotel Miller. Ari y Euge me ayudaron con la decoración y la
comida. Elegimos globos en negro y rojo que colgaban del techo y las cintas plateadas caían formando una suerte de lluvia. M ariano se había encargado de contratar un
DJ local. Iluminamos el resto del lugar con guirnaldas japonesas en blanco. Se veía maravilloso. La comida ya estaba elegida, lomo a la pimienta, con vegetales grillados
de primer plato. La entrada distintos canapés fríos. Los más exquisitos vinos, y algo de cerveza importada.
Estábamos recostados en el sillón viendo el resumen deportivo cuando dieron las doce del 12 de agosto.
-Feliz cumpleaños amor mío.- me aferré a su cuello y lo besé con pasión.
-Gracias nena.
-Toma, abre tú regalo.- le entregué un enorme paquete prolijamente envuelto.
-Tú eres el mejor regalo de todos.
-Ábrelo.- rompió el papel de regalo ante la atenta mirada de Xander, por alguna razón, amaba el ruido que hacia el papel al romperse. Y sus ojos se iluminaron
cuando vio un cuadro que contenía la camiseta autografiada por cada miembro de los Knicks. Su equipo de básquet favorito. Junto a boletos para los playoff de la
temporada.
-Cariño… gracias. ¿Cómo lo conseguiste?
-Resulta que el dueño de los Knicks tiene negocios con mi familia.
-Vaya… es genial. Gracias amor mío. M e encanta. La pondré en mi oficina.
Nos metimos a la habitación para el siguiente regalo. Hicimos el amor varias veces y finalmente rendidos nos dormimos.
-Se hace tarde Alexandra.- dijo mientras yo terminaba de arreglarme. Había escogido un precioso vestido corto en colores de verano, sin breteles y con una faja que
dividía la ceñida pechera de la amplia falda. Salí poniéndome los zapatos y Dan ya estaba listo en su precioso traje gris metalizado.
-Lista.- anuncié
-Preciosa, como siempre.
-Lo mismo digo cariño.
Nos subimos al carro y Félix nos llevó hasta el hotel. Había varios fotógrafos así que tuvimos que posar para ellos. Todo mundo estaba allí, nuestras familias,
amigos, compañeros de trabajos de ambos, socios de Dan. Incluso mis tíos habían asistido. Pero la gran sorpresa la dio Paloma. Dante sonrió feliz al ver a su madre.
-Felicitaciones por la boda hijo. Has escogido una maravillosa esposa.- dijo con dulzura.
-Gracias madre. Lo sé. Que alegría que estés aquí.
-Apenas recibí la invitación reservé el vuelo, no me lo perdería por nada.
-Gracias por invitarme cariño.- dijo en mi oído.
-M e alegra que hayas podido venir Paloma.
Cenamos, bailamos y hablamos con medio mundo. Dan me presentó a algunos de sus socios que aún no conocía. La torta entró, había mandado a hacer un pastel
enorme de 5 pisos en negro y rojo. Los meseros comenzaron a repartir las copas de champaña.
-Bueno, supongo que debo decir algo.- dijo mi marido, para todos.- Primero gracias por venir, que estén aquí significa que son parte de nuestras vidas y queríamos
que compartieran éste momento junto a nosotros. Como bien saben, mi cumpleaños es una excusa, es más nuestra recepción de bodas, algo tardía, pero finalmente, lo
hicimos. Y quiero agradecerle en especial a mi maravillosa y hermosa esposa, no solo por esta magnífica noche, sino por hacer mi vida perfecta. Te amo nena. ¡Ahora a
celebrar!.- me aferró por la cintura y me besó con amor.
-Te amo Dan.
-Y yo a ti preciosa.
La noche fue magnifica y todos nos quedamos hasta muy entrada la madrugada.
Para principios de septiembre comencé a sentirme mal. Suponía que el stress y nuestra ocupada vida comenzaban a agotarme, quizás debía comer un poco mejor.
Decidí hacer una cita con mi médico para realizarme un chequeo desde que me habían dado el alta luego de la operación que no había vuelto.
El sábado, aún me sentía muy cansada, pero esa noche iríamos Al Templo, así que tomé un relajante baño de burbujas y me sentí un poco mejor. Elegí un vestido de
látex negro muy ceñido que se ataba al cuello y dejaba mi espalda al descubierto. Tenía un escote profundo por delante que me llegaba casi hasta el ombligo. M i hermoso
esposo me esperaba en la habitación mirando su móvil, estaba bastante informal y sexy, remera negra escote en V y un jean negro.
-Y pensar que todo eso es mío.- dijo después de silbar.
-Todo tuyo.
Nos montamos al carro y fuimos rumbo al local. Al llegar ya había algo de gente. Nos quedamos tomando un trago y pronto se nos unieron Ari y M ariano, y al rato
Electra y Cesar. Ellos cuatro tenían una cita esta noche. Nosotros habíamos decidido jugar solos por hoy. A media noche subimos a la oficina. Ni bien cruzamos la
puerta me empotró contra ella, cogió mi cabello con su mano y mi cabeza voló hacia atrás. Lamió mis labios, mi mentón y siguió su arrebato hacia mi cuello.
-Tengo una sorpresa para ti cariño.- dijo sobre mi clavícula mientras desataba el nudo de mi cuello.
-¿De qué se trata?
-Ya lo veras... o mejor dicho, lo sentirás.
M e sacó el vestido y lo tiró sobre el sofá. Besó mis pechos y lamió mis pezones, su lengua recorrió mi abdomen hasta mi monte de venus. Se agachó y me quitó la
tanga. Lamió mi hendidura, pero no fue suficiente. Levantó una de mis piernas y la apoyó sobre su hombro, su mano se acomodó en mi trasero y se apoderó de mi
clítoris. Ni bien sentí sus dientes cerrarse en torno a mi centro del placer, gemí, lo tomé por el cabello y busqué estabilidad con mi otra mano sobre la pared. Sus dedos
encontraron mi interior y comenzó a moverlos hábilmente. M is jadeos se hacían más fuerte a medida que su boca succionaba mi clítoris y sus dedos jugaban en mi
interior. M i cuerpo se tensó y me soltó.
-Aún no nena… no puedes correrte, será una larga noche.- se quitó la camisa y luego el pantalón. Aferró mi cabello y me hizo agachar. M e arrodillé frente a él y abrí
la boca.
-No puedes moverte Lex.- advirtió y me volví una estatua.
Agarró su miembro con una de sus manos, mientras la otra inmovilizaba mi cabeza. M etió y sacó velozmente su glande de mi boca. Una y otra vez, tentándome,
pero no dándome todo. M i lengua lo buscó, y pasó toda su extensión por ella. Y luego se hundió por completo en mi boca. Llevando su miembro tan profundo como mi
anatomía le permitía. Cada vez que salía por completo de mi boca, una fina tela de saliva lo acompañaba y corría por mis pechos. M is ojos lagrimearon al recibirlo tan
adentro, y se mantuvo allí, cortando el aire. M is arcadas le daban más sensaciones y sus jadeos se volvieron guturales. M e aferró por los brazos y me puso de pie. M e
llevó del pelo hasta la camilla sexual, me besó con posesión y sus manos agarraron mi trasero, me levantó y me colocó en la camilla, tomando mis caderas me acercó más
a él, y quedé apenas apoyada sobre el borde. Con su mano empujó mi pecho hacia atrás, para que me recueste. Pasó la correa por mi cintura y la ajustó. Estiró mi brazo
derecho y lo ató al brazo de la camilla y ajustó mis muñecas y mi bíceps, luego el otro. Volvió a ponerse entre mis piernas, yo apenas podía respirar de la excitación y la
expectativa. Subió mi pierna a los estribos y ató mi tobillo y mi muslo, luego el otro. Quedé completamente expuesta a él. Fue al armario y se acomodó detrás de mi
cabeza. Tirando de mi pelo me besó profundamente. Y luego metió la pelotita de la mordaza en mi boca y la ajustó a mi nuca.
-Absolutamente hermosa.- dijo acariciando mi cabello. Con la yema de su dedo recorrió mis labios, y todo mi tórax hasta llegar a mi entrepierna. Pasó su dedo por
mi humedad y se la llevó a la boca. Intenté removerme, pero fue inútil. Acercó una mesita que contenía un pequeño aparatito. Lamió mi pezón y puso un adhesivo
sobre él, luego el otro. Su lengua lamió mi clítoris y colocó el último allí.
-Son electrodos, te estimularan como pocas cosas. Disfrútalo nena. Si quieres que pare, haz sonar tus dedos. ¿Lo entiendes?.- asentí. Encendió la máquina y tocó
unos botones, y una leve descarga endureció mis pezones y mi clítoris. El pulso era continuo e iba subiendo la intensidad. Volvió a mí cargando el cat de 9 colas
trenzado que tanto me gustaba, pero no era el habitual, este era mucho más corto y fino. Comenzó a azotar mi abdomen, muslos y las plantas de mis pies, mientras los
electrodos mandaban continuas y deliciosas descargas a los puntos justos. A medida que el ritmo de sus flagelos a mi cuerpo aumentaba, también lo hacia la intensidad
de las descargas. Tanto que mi cuerpo intentaba saltar de la camilla, sin ningún resultado, estaba bien sujeta e indefensa. M is ojos se llenaron de lágrimas, era demasiado
placer, mucha intensidad, y sentí que iba a estallar. Sentía que estaba a punto de correrme, pero no conseguía dejarme ir. M e tuvo en esa condenada maquina por un
buen rato, los electrodos conseguían mantener mi clímax latente pero sin correrme. M e llevaban al abismo una y otra vez, pero sin poder liberarme, era una tortura, una
deliciosa tortura. Apenas podía sentir los azotes, toda mi concentración estaba dispuesta en los tres puntos que estimulaba la máquina. Gemí, jadeé, grité y supliqué en
la mordaza. Pero solo conseguía agrandar la sonrisa de mi sádico esposo que estaba disfrutando del show. Finalmente cuando las lágrimas caían de mis ojos, apagó la
máquina. M e quitó los electrodos. Y sin decir ni una sola palabra me penetró profundamente.
-Córrete para mi nena…- dijo. M e embistió unas pocas veces y finalmente conseguí mi liberación. Cada célula de mi cuerpo pareció tensarse, contraerse y luego
relajarse. Sentí como mi excitación corría atreves de él y caía. Pero no se detuvo. Su continuo bombeo, luego de mi eyaculación, me resultaba doloroso. Era como una
punzada en mi vientre. Retorció mis pezones y yo intenté arquearme sin ningún efecto. Puso una de sus manos en mi garganta, para controlar mi respiración y la otra en
mi vientre ejerciendo presión mientras me penetraba salvajemente.
Una corriente explosiva me recorrió el cuerpo, desde la nuca hasta las plantas de los pies. Su mano apretó mi tráquea e incrementó la velocidad en la que entraba y
salía de mí. Todo mi cuerpo tembló.
-Si nena… así, vamos… córrete para mí.- apreté las paredes de mi vagina con fuerza contra su miembro y gruñó entre dientes. Y ambos nos corrimos a la vez. Dejó
caer su cuerpo sobre el mío y me sacó la mordaza. Besó mi esternón y nos quedamos así hasta que fuimos capaces de retomar un ritmo normal. Se enderezó y me
desató los amarres.
Cuando me liberó salté encima de él, me colgué de su cuello, me agarró por la cintura y me mantuvo en el aire.
-Te amo con locura Dante Navarro.
-Yo te amo más nena.
-Imposible.- rematé y lo besé profunda y amorosamente.
FIN…
Epílogo
Jamás creí que la vida de casado se iba a adaptar a mis necesidades, pero tampoco pensé que tendría una esposa, y mucho menos una mujer como Lex. Esa
preciosura de ojos celestes me volvía absolutamente loco. Su valentía, su testarudez, su pasión, su amor, su compasión… y no dejaba de sorprenderme ni un minuto.
Cuando desperté esa mañana, ella aún dormía. M e quedé como un psicópata mirándola dormir plácidamente, la luz de la mañana entraba por la ventana y dibujaba
figuras en su desnuda espalda. Casi sin poder evitarlo pasé las yemas de mis dedos por su tatuaje. Se removió ante la cosquilla y sonreí como un idiota. Besé su espalda
y me levanté. M e metí al baño para cepillar mis dientes y lavar mi rostro. Salí al vestidor y busqué mi conjunto deportivo.
-Buen día cariño.- dijo mi dulce esposa envuelta en la sabana y con una sonrisa que podría iluminar el inframundo.
-Buenos días preciosa. ¿Dormiste bien?.- me incliné en la cama para besarla.
-Perfectamente ¿Y tú?
-De maravilla. Vuelvo en un rato, voy al gimnasio.
-Pásala bien.- se despidió de mí. Pasé por la cocina a recoger mi batido proteico, que M arga me preparaba cada mañana y salí rumbo al ascensor. Félix y Xander me
alcanzaron.
-Hola grandulón.- saludé a Xander con unos mimos en la cabeza.
Ellos bajaron en la planta baja y yo seguí al subsuelo donde estaba el gimnasio. Al entrar vi a David calentando.
-¿Listo para recibir una paliza?.- dijo apenas me vio entrar.
-Deberás quedarte con las ganas. Patearé tu trasero, como de costumbre.
M e puso a hacer un poco de cuerda para calentar y luego algunos golpes a la bolsa, la pera. Y por último abdominales. Terminamos como siempre, intercambiando
algunos golpes en el ring. M e encantaba el boxeo. Y me relajaba muchísimo, podía descargar todas mis preocupaciones con la bolsa. Un certero golpe terminó el
intercambio.
-¿Te dolió?.- pregunté triunfante a mi entrenador, luego de ver como su casco se había movido por el golpe.
-No me haces ni cosquillas Navarro.- respondió tan altanero como siempre. Le di un amistoso golpe en el brazo y recogí mi bebida.
-¿Cómo va todo?
-De maravilla. Aunque la mudanza está pateándome el trasero.- me aseguró.
-¿Pero ya se instalaron?
-Sí, solo estamos tratando de acomodar todo, y los niños no facilitan nada.
-Ya lo creo. Te veo mañana.
-Hasta mañana.-nos despedimos y subí a tomar una ducha. Entré al baño y Lex estaba secándose el cabello. Besé su hombro al pasar por detrás.
-¿Qué tal estuvo la clase?.- observé mientras me quitaba la ropa.
-Relajante.- dijo mi mujer. M e metí a la ducha y me bañé rápidamente. Elegí un traje de tres piezas en gris oscuro, camisa blanca con rayas grises y corbata gris. M e
peiné y fui a la cocina.
Ni bien me senté M arga me sirvió el café.
-¿Qué gusta comer Señor?
-Un poco de cereal está bien M arga. Gracias.- tomé el periódico y busqué la sección de finanzas.
-¡Diablos!.- chillé en voz alta. M arga se sobresaltó y dejó caer un poco de leche sobre la mesa, que limpio rápidamente.
-¿Qué sucede?.- preguntó Lex sorprendida.
-Lo siento, malas inversiones. Cayó la bolsa.
-¿Alguna de las tuyas?
-Sí, pero no te preocupes. Quizás deba adelantar el viaje a NY.
-¿Para cuándo?
-La próxima semana nena. ¿Podrás venir conmigo?
-No cariño, tengo una exhibición.
-Bien, será un viaje rápido entonces, hoy mismo hablaré con mi padre.- cuando terminamos de desayunar ambos nos levantamos, me puse el saco, tomé el móvil y
nos subimos al ascensor.
-¿Te dije lo hermosa que te ves de morado?.- alegué mirando a mi bella mujer.
-No hoy.
-Bien, estás de infarto, como siempre.
La tomé por la cintura y la atraje hasta mí. Lamí sus labios y mordí su abultado labio inferior. Salimos y Félix me esperaba apoyado en el auto.
-Que tengas lindo día cariño.- se despidió Lex con un beso cálido.
-Tú también preciosa.- respondí y le di un ligero azote en el trasero mientras se metía a su auto. Cerré la puerta y me metí en el mío.
Llegamos a la empresa antes de las 9am, como de costumbre.
-Buenos días José. ¿Cómo se encuentra tu hija?.- indagué al hombre de seguridad de los molinetes mientras esperaba el ascensor.
-Recuperándose Señor Navarro. Gracias por preguntar.
-Ya sabes, cualquier cosa que necesites, me lo haces saber.
-Así será Señor. Que tenga un buen día.
-Te noto nervioso Félix. ¿Ocurre algo?.- el ascensor comenzó a subir.
-Nada Señor. Todo está bien.
-¿Seguro?
-No tiene de que preocuparse.
-Buenos días Elizabeth.- saludé a mi secretaria mientras me encaminaba a la oficina.
-Buenos días Señor.- como de costumbre me siguió hasta allí, puso una taza de café sobre el escritorio y comenzó a leer la agenda del día. Hacia mi vida mucho más
sencilla, hacia tanto que trabajaba para mí, y confiaba en sus habilidades como en pocas personas. Sabía que estaba capacitada para algo más, pero no imaginaba como
funcionaria éste lugar sin ella a cargo. Debo aumentarle el sueldo, me recordé a mí mismo. De inmediato entró mi padre.
-¿Has visto las noticias Dan?
-Sí, tendré que viajar cuanto antes a NY. ¿Vienes conmigo?
-Claro hijo, ¿Cuándo quieres ir?
-Prepara todo con Elizabeth para la próxima semana, viaje corto, Lex no puede venir.
-M uy bien. ¿Vendrán a cenar mañana?
-Sí, allí estaremos. Ah. Lex me preguntó si querías que lleve el postre ese que te encanta.
-Esta hija mía, siempre consintiéndome.
-No tiene remedio.- mi padre se fue y dediqué el día a tratar de arreglar los desastres que se iniciaban como consecuencia de la caída de las acciones. M e la pasé al
teléfono con los inversionistas. Y luego en una interminable reunión con los socios árabes. Aún no podían asegurarme una vía segura para el transporte en el oriente. Y
eso estaba comenzando a fastidiarme.
-Si ustedes no lo solucionan pronto, buscaré gente más competente que me dé soluciones rápidas. Llevan meses trabajando en esto y aún no tengo nada formal.
-Lo siento Señor Navarro. Es que las cosas están tensas en el oriente.
-Soluciónenlo o búsquense otro trabajo.
M e levanté y salí de la sala de juntas. Ya estaba harto de tanto inservible junto.
-Señor Navarro, la Señorita Eugenia está aquí.- dijo mi secretaria por el intercomunicador.
-Hazla pasar.- contesté.
-Hola guapo.
-Hola pequeña. ¿Cómo estás?
-Bien ¿y tú?
-Rodeado de incompetentes.
-No seas tan duro Dan, no todo el mundo es como tú.
-Pues deberían, mi vida sería más sencilla.
-No así la del resto de los mortales.- dijo sacándome la lengua, me robó una sonrisa, mi hermanita era mi debilidad.
-Cállate pipin.
-Ya estoy algo crecida para que sigas llamándome así.
-Siempre seré mayor que tú, así que ni modo.
-Bien, dime ¿En qué puedo ayudarte hermano mayor?
-Estoy pensando que es buen momento para tener una casa.
-Vaya… eso es genial, ¿Qué opina Lex?
-No está muy convencida, le gusta vivir en la ciudad.
-Y sí, la vida en las afueras debe ser algo aburrida.
-Depende donde sea.
-¿Qué tienes en mente?
-La Finca.
-Wow. Costoso.
-Creo que puedo con eso.
-Seguro que sí. Veré que te encuentro ¿Vale?
-Gracias pequeña.
-De nada grandulón. ¿Te veo mañana en casa de papá?
-Ahí estaremos. Ah, y pipin, es una sorpresa, no le digas nada aún a Lex.
-De acuerdo. Adiós.- se despidió con un beso y se fue.
Cerca de las 7pm volví a casa. Xander corrió a mi encuentro.
-Hola bestia. ¿Cómo te has portado?.- acaricié su enorme cabeza.
-¿Cariño?.- solté al aire.
-Aquí…- la voz provenía de la habitación.
-Hola nena ¿Qué haces?
-Hola cariño. Te esperaba. ¿Qué tal tu día?
-Agotador, voy por una copa.- aflojé el nudo de mi corbata y me saqué el saco.
-Regresa pronto.- me serví una copa de whisky y volví a la habitación intrigado.
-Bien nena, ¿Qué pasa?.
-Siéntate, debo decirte algo.- Lex estaba inquieta, nerviosa y claramente algo ansiosa.
-Soy todo oído. Suéltalo.
-Hoy recibí los resultados de los análisis que me hice la semana pasada, ¿Recuerdas?
-Si claro. ¿Cómo salieron?
-Bien, estoy sana, pero embarazada.
-¿Embarazada? ¿En serio?
-Así es. El médico cree que unas 6 semanas, por el conteo.
-¡Cariño! ¡Es una hermosa noticia!
-Lo sé. ¿Estas contento?
-¿Contento Alexandra? ¡Estoy feliz! ¿Y tú?
-También lo estoy. Aunque…
-Lo sé. Haremos las cosas distintas esta vez nena.- chillé tomándola entre mis brazos.- No se lo diremos a nadie aún.
-Gracias. Es mejor así.
-Solo tú y yo.
-Eternamente tú y yo.- respondió citando la frase de nuestras alianzas. La besé suavemente, pero como pasaba siempre, terminamos haciendo el amor. Aunque traté
de ser cuidadoso, no estaba dispuesto a perder a ninguno de los dos.
Las semanas pasaron rápidamente y cuando volví de NY, mi esposa se comenzaba a sentir un poco mejor. Sus malestares no eran tan abruptos y fuertes como la
primera vez. Yo me encontraba más tranquilo ya que había podido cerrar el negocio con los americanos.
Esa mañana fuimos a ver a la Dra. Torres, a ambos nos gustaba y confiábamos en ella. Pudimos escuchar el corazón del bebé en el ultrasonido. Lex tenía 8 semanas y
todo se veía muy bien.
Por la tarde Euge vino a la oficina, cargaba unas carpetas, había encontrado algunas propiedades que podían interesarme, algunas requerían un poco de trabajo, pero
tenían potencial. Elegí unas cuantas para mostrarle a Lexy. Y le pedí que siga buscando una que cumpliera todas mis expectativas.
Para el cumpleaños de Lex, toda la familia se reunió y ya que estábamos a punto de terminar el primer trimestre de embarazo les comunicamos la noticia. Por
supuesto todos se alegraron y nos felicitaron. M i padre no cabía en su cuerpo de la alegría de tener finalmente un nieto. Llamé a mi madre a parís y también le conté la
noticia. Y entre sollozos me felicitó. Finalmente Euge había encontrado la propiedad que quería. Era una casa preciosa. M uy amplia y luminosa, moderna. Con enormes
ventanales en toda su estructura. Techos altos y pisos de madera, justo como le gustaban a Lex. En el primer piso estaba la estancia con una amplia escalera que llevaba
al segundo piso. Una gran oficina del lado izquierdo con puertas dobles de vidrio. Y una sala de entretenimiento. Del lado derecho un salón para visitas que se unía al
comedor formal con un gran arco que daba al pasillo donde estaba el baño de invitados y una oficina más pequeña. Luego la enorme cocina. Que dejaba ver un patio
gigante, con piscina, solárium y una casa de huéspedes, que quería transformar en gimnasio. En el piso superior 5 grandes habitaciones, la master suite, con baño
completo, jacuzzi y vestidor y un balcón cubierto precioso. Y luego cada habitación con su propio baño. Tenía garaje para cuatro autos y área de servicio, era perfecta,
justo lo que quería y muy privada. Solo se accedía a la casa por el portero. La compré de inmediato y esa misma noche le di la sorpresa a Lex. Al principio no le gustó
mucho la idea de mudarnos. Pero con el bebé en camino, debíamos hacerlo. Cuando fuimos a ver la casa, se enamoró por completo. Contratamos al mismo decorador que
había hecho la galería. Joshua y Lex se encargaron de ello.
Su vientre salió a la luz de un día para el otro. Se veía aún más hermosa, justo cuando pensé que no sería posible.
Para cuando cumplió 5 meses de embarazo finalmente la casa estaba lista. Y comenzamos a mudarnos. Durante la cita con la Dra. Pudimos ver el sexo del bebé,
estábamos esperando un varón. M is lágrimas se agolparon en mis ojos. Aún no podía creerlo. Ni bien salimos del consultorio pasamos por una tienda de bebés y
compramos los muebles para su habitación y muchas cosas que de seguro jamás usaría, pero ver la felicidad de mi esposa al elegir las cosas, era demasiado bueno.
-Debes hacerme el amor como corresponde.- me dijo mientras la penetraba suavemente.
-¿Así no corresponde?
-No, hazlo como nos gusta.
-No quiero lastimarte o al bebé.
-Ya te dije que no le harás daño. Vamos cariño. Necesito algo de amor duro.
La giré lentamente, puse un almohadón bajo su pelvis, para que el bebé no se aplaste. Y levanté su trasero. Apoyó sus manos en la cama y quedó cómoda a cuatro
patas. M i vista era magnifica. Y tenía su trasero a mi disposición. M e moría por azotarla, y escuchar sus gemidos. Pero me había limitado a tener sexo vainilla, por el
bien del bebé.
Comencé a azotar su trasero con mi mano, me encantaba la sensación de piel con piel, y como sus nalgas iban cambiando de temperatura y color. Su piel era tan
blanca que se enrojecía de inmediato. Al primer azote, jadeó con fuera. Necesitaba tanto oírla… escuchar su placer. Fui aumentando de a poco la intensidad, hasta que
sus gemidos se volvieron salvajes. Estaba tan excitado que mi pene palpitaba. Cuando no pude contener más las ansias por perderme en ella, la penetré de una sola
embestida. M is manos se acomodaron en su cadera y fui marcando el ritmo. Tomé su cabello con mi mano y ella se arqueó.
-¿Así te gusta nena?.- jadeé.
-Sí, cariño, así… más, más fuerte.- pidió entre gemidos.
Incrementé la fuerza y la velocidad, comencé a follarla rudo y profundo. Sentí como se contraía su interior, apretándome de esa forma tan única que tenía, haciendo
que mi orgasmo se forme de inmediato.
-Córrete para mi cariño.- le ordené y se dejó ir, llevandome a mí con ella. Y me corrí en su interior.
Cada vez su vientre estaba más grande. Una noche mientras estábamos acostados, yo miraba el resúmen deportivo y ella leía un libro de maternidad, el bebé dio una
fuerte patada, Lex se quejó pero tomó mi mano y la puso sobre su abdomen y volvió a hacerlo. Sentirlo era una sensación única.
El 8 de mayo en medio de la madrugada Lex me despertó. Había roto bolsa, era hora de conocer a nuestro hijo, fuimos al hospital y les avisé a todos que había
llegado el momento. Nuestra familia llegó de inmediato, y unas cuantas horas después, finalmente había llegado la hora. Lex y yo fuimos a la sala de partos. M i
maravillosa esposa dio a luz a un sano y fuerte bebé.
León Apolo Navarro. Ver a Lex cargando a nuestro hijo fue lo más lindo que vi en mi vida. Era perfecto, rosadito, de cabello oscuro y definitivamente se parecía a
ella. Cuando lo cargué, supe que nada volvería a ser igual. Éramos una familia. Ya no éramos más solo ella y yo. No creí poder amarla más, y la vida volvió a
demostrarme que mi amor por ella era infinito.