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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos
A l S t a f f E x c o m u lg a d o : N e lly V a n n e s a p o r la T ra d u c c ió n c o m p le t a
d e e s t e lib ro ; a D a n n e n p o r la c o rre c c ió n d e la T ra d u c c ió n , a
T e re t u p p o r la C o rre c c ió n y a A n a E p o r la D ia g ra m a c ió n y
V a m p ire A n d y p o r la L e c t u ra F in a l d e e s t e L ib ro p a ra e l C lu b d e
L a s E x c o m u lg a d a s …

Jaid Black - Después de La Tormenta


A la s C h ic a s d e l C lu b d e L a s E x c o m u lg a d a s , q u e n o s a c o m p a ñ a ro n
e n c a d a c a p ít u lo , y a N u e s t ra s L e c t o ra s q u e n o s a c o m p a ñ a n
s ie m p re . A T o d a s … .

G ra c ia s ! !!

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El Club de las Excomulgadas

Argumento:
Hoy en día la antropóloga Maya Jones ha sido contratada por una universidad

escocesa para ayudar a descubrir y catalogar antiguas reliquias dentro de una

guarida secreta descubierta recientemente en lo que fue el castillo MacGregor.

Desde el principio de su asignación, Maya se ha sentido inexplicablemente

atraída por las referencias que pudo encontrar sobre el brutal clan del siglo 14 y

su misterioso laird Thomas MacGregor.

Igualmente intrigantes para ella son las pinturas que hacen referencia a

historias de la esposa de McGregor, conocida sólo en la antigüedad como Lady

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M. Las pinturas fueron gravemente quemadas en un incendio fuera de control

en el castillo un par de siglos antes, pero Maya puede hacer lo suficiente en los

retratos dañados para suponer que, por extraño que parezca, ella y lady M

poseen el mismo pelo y color de ojos. Cuando un huracán causa feroces

estragos en la ciudad natal de Maya, descubre que ella y la señora de

características físicas similares no solamente son una simple coincidencia..

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El Club de las Excomulgadas
Prólogo
1314 AC, Las Tierras Altas de Escocia cerca del punto Strathy

El MacGregor desmontó de su caballo, su ropa y cuerpo estaban manchados

con la suciedad endurecida que parecía ir pegada a los viajes largos y el clima

sombrío. Miró a su comandante de armas y le dedicó una media sonrisa rara.

La batalla había terminado y los parásitos Ingleses habían sido llevados de

vuelta a sus guaridas de iniquidad, obligados a reconocer al Bruce como el

único y verdadero gobernante de los escoceses. Nunca más el rey de Escocia

sería obligado a reverenciar los caprichos de la monarquía Inglesa. Escocia

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había sido purgada de sus parias y MacGregor se sentía orgulloso y honrado de

haber sido parte de que tal eventualidad sucediera.

El laird y sus hombres estaban finalmente en casa. De vuelta a su leal clan y a

las mozas lujuriosas. De vuelta a la buena cerveza y abundante comida. De

vuelta en las Tierras Altas. En su Hogar.

"Och, pero es bueno verlo de nuevo Thomas," una voz resonó desde la dirección

de la torre.

El MacGregor se dio la vuelta para saludar a uno de los ancianos de su clan. Él

asintió respetuosamente hacia él y después le dio una palmada en la espalda de

todo corazón. “Es bueno estar en casa, John. Entrad y cenad con mis hombres y

conmigo. Quiero un informe completo de todo lo que ha sucedido en mi

ausencia."

John asintió y sonrió. “Es un honor, mi señor."

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Thomas, el MacGregor, tiró de las riendas de su caballo hacia

un muchacho que esperaba en el establo y se dirigió a las

puertas de su fortaleza. No se molestó en esperar a Juan, o a Sir Dugald, su

comandante de armas, porque sabía que ambos hombres estaban a la derecha

de sus talones. Thomas empujó las pesadas puertas de madera abiertas con un

débil movimiento de muñeca y entró en la gran sala a esperar su comida.

El laird suspiró con satisfacción cuando echó un vistazo a su alrededor. Los

alimentos engalanados se extendían ante él, los sonidos de mozas sirviendo,

corriendo a punto de hacer sus ofertas, las risas de sus hombres, haciendo eco a

lo largo de la torre “Es realmente bueno estar en casa." Había sido el recuerdo

de este salón y de sus tierras lo que había calentado todas sus apesadumbradas

e interminables noches en Bannockburn, y luego de nuevo en la siempre

hastiada corte.

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Sir Dugald miró las reacciones de Thomas intensamente, entendiendo muy bien

cómo se sentía. Sonrió y plantó una jarra de cerveza en homenaje a él, sin

esperar a que el MacGregor le devolviera la sonrisa. Eso era algo que él

simplemente no hacía. Por lo tanto, el comandante de armas no se sorprendió

cuando Thomas levantó la jarra de cerveza que le había dado y asintió con la

cabeza en cambio, sin encontrar ninguna sonrisa.

Sir Dugald tomó un largo trago de su jarra de cerveza y luego la dejó y atacó

su muy esperada comida. Masticó pensativo un trozo de faisán, mirando el

bullicio de la actividad que se mantenía a su alrededor, mientras comía. Sonrió

y puso los ojos en blanco cuando se dio cuenta de las expresiones de

preocupación en los rostros de las sirvientas que estaban todas a punto de

tropezarse unas a las otras en su carrera por aplacar al MacGregor.

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No, preocupadas no era la palabra correcta. Aterrorizadas iba

más al grano. Era como si temieran cometer el más mínimo

error en su presencia, lo cual sería provocar su ira.

Sir Dugald se dio cuenta de que el laird era un hombre que lucía rudo. Además

de ser alto, ancho y musculoso, el semblante de MacGregor era tan negro como

su pelo y ojos. Nunca reía, rara vez sonreía, y nada más pensaba en bramar

órdenes a las mujeres, con la misma ferocidad con la que gritaba a sus hombres

bajo su comando.

Acorde con su aspecto oscuro y melancólico rostro, la reputación del

MacGregor era sólo de ferocidad. Se decía que podía matar a un hombre con

sus propias manos, sin siquiera sudar. También se decía que no se atreverían a

atacar las tierras del clan MacGregor por temor a represalias del Laird.

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Sí, todo eso era verdad, pero todavía no podía comprender por qué las mujeres

se acobardaban ante el laird así. No le había causado daño a ninguna mujer

después de todo.

Incluso durante las redadas, cuando los MacGregors habían ganado a las

mujeres de los clanes de la competencia, el laird no había permitido que las

mozas fueran usadas a la mala. Se les forzó a elegir un marido de entre los

miembros del clan que estuvieron dispuestos a llevarlas como esposas, pero

nunca las había obligado a tener relaciones con todos y cada uno de los

MacGregors que las querían entre sus muslos.

Sir Dugald sonrió mientras continuaba observando la actividad cerca de él. Las

mozas de la torre tenían que ser conscientes del hecho de que el MacGregor no

les haría ningún daño, sin embargo, aún corrían como asustadizas potrancas

contra una inminente amenaza. Sacudió la cabeza, pensativo.

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Thomas había estado fuera mucho tiempo, sin el beneficio de

una muchacha en su cama, y tenía la certeza de que el

terrateniente no tenía intención de pasar su primera noche de vuelta con

alguien a quien tuviera que cortejar. No era de extrañar que el MacGregor no

llevara a ninguna moza a su alcoba. No podía respetar la cobardía de nadie,

fuera hombre o mujer.

Sir Dugald miró al laird frunciendo el ceño, con la atención puesta en las

mujeres apelotonadas en torno a él y se rió. Y se percató del hecho de que el

MacGregor debía haber estado pensando en lo mismo que "¿Preocupado de que

las mozas no caigan en la cama con vos, Thomas?"

El MacGregor frunció el ceño a su comandante de armas, causando que el

mayor John riera bajo antes de beber más cerveza de su jarra. "No es tal miedo,

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laird. Las jovencitas tendrán miedo de meterse en vuestra cama, pero no os

dirán que no."

Thomas puso los ojos en blanco. No se llevaría a una mujer no deseosa. Sí, iba a

montar esta noche pero la muchacha tendría que desearlo. Tan temerosas de él

como estaba la mayoría de las chicas, aún debía haber alguien que cayera de

buen grado en su cama con la sola promesa del placer. Con seis pies y cinco de

alto y el grosor musculoso del tronco de un árbol, era, con seguridad,

monstruosamente enorme pero por suerte ese atributo se propagaba a cada uno

de sus reinos físico.

El laird volvió su atención de sus lujuriosos pensamientos y los concentró en el

anciano. “Así que decidme John, ¿Ha estado todo bien por aquí?”

John asintió enfáticamente, asegurándole que había visto por las necesidades

del clan en su lugar. “Sí mi señor, nada más que la bondad ha estado presente

en su ausencia. El número de bovinos se incrementó en una tercera parte y las

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cosechas fueron abundantes esta temporada. Vamos a pasar

este invierno sin problemas para alimentar a todos los

nuestros".

El MacGregor asintió satisfecho. "¿Algún problema con los MacAllister?"

Preguntó sin mucha emoción, con su estruendosa voz.

“No,” negó John, "No nos han dado ningún problema.” El mayor desenvainó su

daga y rompió la carne que había sido colocada con la pieza ahuecada de pan

delante de él en el plato. Tenía una regordeta ración de pescado en la boca,

luego se detuvo antes de morderla también. "¿Cómo ha estado la pelea, mi

señor? ¡Por los santos, cómo echo de menos ser lo suficientemente joven para

entrar en batalla!"

Sir Dugald se echó a reír. "¿Hubo alguna diversión en la torre, mientras que

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estuvimos fuera?"

John rodó los ojos al cielo. "¿Diversiones? Si a los argumentos mezquinos los

llamáis como un montón de jovencitas flacas, sí, me hizo gracia haber venido a

este reino."

Sir Dugald habló aún más fuerte. El MacGregor no sonrió, pero un brillo se

pudo ver en sus ojos… la habitual indicación de que estaba de buen humor.

El comentario de John, le trajo de nuevo a Thomas el pensamiento de su

dormitorio vacío. Dirigió sus ojos alrededor de la sala y se dio cuenta de las

diversas miradas que algunas de las mujeres más atrevidas le daban

favoreciéndolo. Como siempre, había más de una moza dispuesta para ser

montada duro por algunas horas.

El MacGregor captó la mirada de Matilde, una viuda que nunca había probado

antes. No sabía mucho de la muchacha del servicio, sólo que era originaria de

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Francia, pero se había casado con alguien del clan MacGregor

hacía varios años. A su marido Gideon lo había matado un

jabalí unos meses antes de que Thomas hubiera salido con sus hombres de

Bannockburn, por lo que ahora trabajaba en el interior de la torre con otras

viudas.

Justo cuando Thomas estaba a punto de establecer sus intenciones hacia

Matilde, se dio cuenta del ceño de ira escrito en la cara de la moza Judith. Judith

tuvo el honor de recibir sus favores antes de dejar la torre, por lo que

probablemente no tomaría bien que se llevara a Matilde como había hecho con

ella anteriormente. Thomas suspiró. Mujeres. Conocían los celos como ningún

un hombre los sentiría, al menos no este hombre.

Pero el caballero MacGregor abandonó sus intenciones de caer sobre Matilde y

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favoreció a Judith con un guiño y un movimiento de cabeza dirigido hacia la

puerta de su dormitorio. Judith se sonrojó y salió corriendo por las escaleras

para esperar a que fuera por ella.

John se aclaró la garganta, consciente del hecho de que el Laird no duraría en la

sala por mucho tiempo. Se dirigiría a su dormitorio de un momento a otro y

sólo los santos sabrían cuánto tiempo pasaría antes de que saliera de nuevo.

MacGregor era conocido por su apetito lujurioso incluso antes de haberse ido a

la guerra. Sin el beneficio de los placeres de una mujer por el tiempo en que se

había ido, éste sabía que muy probablemente Judith no sería capaz de caminar

en la mañana. "Laird, hay un par de cosas que debo mencionarle antes que se

retire por la noche."

Thomas volvió la mirada hacia el anciano y asintió. John lo tomó como una

señal para continuar. "Ha habido extraños sucesos con el clima en las colinas en

los últimos tiempos."

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Tomás se encogió de hombros, mirando a Sir Dugald. El

comandante de armas tomó un trago de cerveza antes de

responder a la observación benigna de John. "¿Y?”

El anciano suspiró, encogiéndose de hombros mientras hablaba a Sir Dugald.

"Dudo que sea algo para preocuparse, pero algunos de los ancianos del consejo

pensaron que lo mejor era informar al Laird de eso. Están temerosos de un

augurio, y tienen muchísimo miedo porque podría ahuyentar a los rebaños."

Sir Dugald asintió y se dirigió a Thomas. El laird no pareció impresionado por

las preocupaciones del consejo de ancianos. "¿Qué tipo de fenómenos del

clima?" Preguntó Thomas finalmente.

"En los campos encima de los acantilados, en las hectáreas de los pastores, éstos

se quejan de algunos de sucesos extraños. Se dijo que más de una vez una parte

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del cielo se volvió negro como la noche en un abrir y cerrar de ojos. Fuertes

lluvias, viento y relámpagos se encontraban dentro. Afirman haber visto bandas

de color en toda la masa negra y, después, tan rápido como aparece,

desaparece."

Thomas se quedó pensativo mientras meditaba lo que el anciano le había dicho.

"¿Los pastores no piensan que son las típicas tormentas?"

“No” negó John, sacudiendo la cabeza. "Dicen que es algo extraño, pero que

sólo una porción del cielo se pone negro y con tormentas, mientras que el resto

de los cielos son tan azules como la hierba es verde."

Sir Dugald frunció las cejas juntas y miró al laird. “Quizá deberíamos cabalgar

hacia las colinas mañana temprano, mi señor.”

Thomas estuvo de acuerdo y se puso de pie para despedirse. "Mañana,

entonces. Por ahora debo decirles adiós."

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John y Sir Dugald vieron a Thomas pasar del vestíbulo hacia la

escalera. “¡Mi señor!” Llamó John, “Casi se me olvida.”

Thomas ladeó la cabeza. “¿Sí?"

“Es sobre los Hamilton", continuó John. "Tres de sus hombres se han ofrecido

para las viudas María, Judith, y Matilde. Están dispuestos a dar ganado y

cultivos con tal de llevárselas lejos de nuestras manos. ¿Estáis contento?"

Thomas asintió sin dudarlo. “Sí, ya sé que perdieron mujeres en muchas de sus

batallas con los Hays. Podéis enviar a María y Judith a los Hamilton en la

mañana.

John sonrió, satisfecho. "¿Y Matilde, mi señor?"

Thomas ponderó la pregunta por menos de un momento y luego frunció la boca

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sin humor. “Sí, vosotros podéis enviarla también, pero no hasta dentro de unos

cuantos días. Me gustaría probarla antes de que se despida."

John y Dugald se rieron de eso. "En unos pocos días más, mi señor” asintió

John.

El laird asintió, luego se volvió y subió las escaleras de a dos escalones a la vez.

Matilde era para los placeres de mañana, pero esta noche estaba Judith.

En el momento en que llegó a las pesadas puertas de madera de su dormitorio,

Thomas las abrió y se dirigió al interior. Judith lo estaba esperando, sentada

tímidamente en la cama, con un rubor en sus mejillas de querubín.

Suspiró. Tantas veces se había acostado con la muchacha, ¿Era mucho pedir no

tener que cortejarla cada vez que se tumbaban juntos? No era como si tuviera

que engatusarla para montarla asegurándole que era su deber velar por las

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necesidades de su Laird, que no tenía por qué sentirse culpable

por el placer de hacerlo.

Aún así, el MacGregor no era salvaje. Si tenía que atraer a Judith para obtener

sus favores, entonces cortejarla es lo que haría. Thomas miró a la muchacha que

le serviría y se acurrucó un lado con los labios hacia arriba en una sonrisa

incómoda, consciente del hecho de que la muchacha parecía desear una

pequeña muestra de atención antes de acostarse con su amo. “Levantaos,

Judith,” gritó él mientras se quitaba la espada y la dejaba caer junto con su plaid

al suelo.

Su eje grueso y erecto surgió libre cuando le indicó a la muchacha que se

levantara. Judith lo obedeció de inmediato, caminó para estar delante de su

laird, los ojos bajos fijos en sus pies.

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Thomas asintió, satisfecho de que su generoso intento de una semi-sonrisa

había hecho el cortejo completo. “Quitaos la ropa, chica.”

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Capítulo 1
2001 DC, Tampa, Florida

Parecía una ciudad fantasma.

Era casi la mitad del día y ni un solo coche se podía encontrar por la calle. Los

letreros de neón no parpadeaban. Los turistas no estaban bloqueando el tráfico,

no estaban molestando como el infierno a los nativos mientras intentaban

estudiar sus mapas y conducir al mismo tiempo. No había prostitutas vagando

por las calles en busca de clientes potenciales. Diablos, no había ni siquiera un

policía solitario dando vueltas por la tienda de donas de la localidad. En

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conclusión, la escena era bastante espeluznante. Era como si los habitantes de la

ciudad se hubieran levantado y se hubieran marchado colectivamente.

Maya Jones miró a su alrededor a través de ojos estrechos y especulativos

mientras conducía por la Avenida Kennedy a 65 millas por hora en una zona

de 45. Algo no estaba bien. Tal vez había sido antropóloga durante demasiado

tiempo, pero mientras más reflexionaba sobre el vacío absoluto de una de las

calles más concurridas de su ciudad natal, se hacía más adecuada la

escalofriante comparación entre Tampa y lo que se parecía a una civilización

perdida.

Roanoake.

Sí, eso era lo que el medio ambiente vacío le traía a la mente. Era igual que la

colonia de Roanoke, Virginia, que había sido establecida en 1585, y que luego

fue encontrada abandonada por exploradores ingleses, sin pistas en cuanto a

dónde podrían haberse ido los peregrinos... o habían sido llevados. El único

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mensaje que había sido dejado atrás fue una única palabra,

"CROATOAN", que había sido tallada en el tronco de un árbol.

Ya sea que el mensaje hubiera sido escrito por un peregrino o un asesino,

bueno, los arqueólogos todavía no habían descubierto lo que significaba.

"¿Podrías reducir la velocidad, Maya, antes de que nos multen?"

Maya regresó bruscamente su atención dispersa del año 1585, y la canalizó al

año 2001, y miró a su compañera de conducción y mejor amiga, la Dra. Sara

Chance. "¿Huh?"

Sara sonrió, desconcertada por la distracción de Maya. Si conocía a Maya, y ella

definitivamente conocía a Maya, entonces no habría duda de que su más

antigua y mejor amiga estaba reflexionando sobre la importancia de las calles

vacías de Tampa. Maya nunca había sido alguien que aceptara las cosas sin

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cuestionarlas. Las probaría, excavaría e investigaría hasta que estuviera

satisfecha al saber los pormenores de cualquier enigma del que tuviera

conocimiento.

Por supuesto, eso era también lo que hacía de Maya una gran antropóloga.

Cuando excavaba en un lugar, excavaba completamente. No dejaba una piedra

sin remover, o una teoría sin explorar. La Dra. Maya Jones era la mejor. Tan

buena como ella misma, reflexionó Sara.

"Dudo mucho que nos detengan, Sara. No hay un policía a la vista. Diablos, no

hay nadie a la vista." Maya miró a Sara mientras elevaba el termo de entre sus

muslos hasta los labios y le daba un sorbo. Bebió un trago fuerte y suspiró con

satisfacción.

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Sara sonrió, tendiéndole la mano por un sorbo de la bebida

colombiana caliente. Una vez que se sintió saciada, volvió su

atención de nuevo a su mejor amiga. "Bueno Maya, ¿Qué estás pensando?"

Maya reprimió un suspiro dramático. Debería haber sabido que sus

pensamientos no pasarían desapercibidos para la Señora Sabueso. La mujer la

conocía demasiado bien. Eso es lo que sucedía cuando se era amiga de alguien

desde la infancia. "Exactamente lo que crees que estoy pensando, que esta

ciudad se ve un poco extraña en este momento."

Sara asintió, su expresión adquiriendo una mirada juguetona. "Querida Maya,

odio ser la que tire agua sobre tus hipótesis intelectuales, pero la mayoría de las

personas ya han sido evacuadas y se dirigen tierra adentro debido al huracán

que está en camino. El ojo del huracán se supone que llegará hasta la costa,

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después de todo."

Maya movió bruscamente la cabeza a su alrededor. "¿Huracán? ¿Qué huracán?"

Sara se echó a reír, y luego le dio unas palmaditas en la rodilla a Maya. "Mira

hacia el camino, no a mí", la reprendió mientras se llevaba el termo hasta la

boca para otro trago. "Si alguna vez te molestaras en levantar un periódico o

encender un televisor te darías cuenta de que hay mucho más en la vida que

huesos antiguos y ruinas."

"No me gusta el periódico, es muy deprimente", intervino Maya "Y la TV, no la

encuentro tan emocionante como un buen libro."

"Da la casualidad", continuó Sara, sin responder a la evaluación de Maya de los

entretenimientos de la época moderna, "de que estamos esperando la mayor

tormenta que Tampa haya enfrentado alguna vez. Somos, sin duda, dos de sólo

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un puñado de tontos que todavía están dando vueltas para ver

el desarrollo del drama."

Un huracán. ¡Ja! Debería haberlo sabido. Su sed de explicaciones se apagó,

Maya miró a Sara pensativa. "Así que, ¿Quieres que nos quedemos o quieres ir

tierra adentro?"

Sara se rió entre dientes. "¿Qué crees tú?"

Maya volvió su atención completamente a la carretera con una sonrisa en su

rostro. "Creo que, como yo, deseas seguir la tormenta."

Sara asintió y añadió rápidamente, "Además me enteré que Pete y sus amigos

darán una fiesta por el huracán." Puso los ojos en blanco. "Ya sabes como bajan

a sentarse en la playa y se ponen como una cuba mientras ven la tormenta

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llegar."

La sonrisa de Maya se ensanchó al pensar en la última fiesta del huracán de

Pete. Sólo habían estado allí los nativos de Florida y unas pocas almas valientes

que se habían trasladado desde el norte. La mayoría de sus amigos habían

huido con la primera promesa de una tormenta, dirigiéndose a ciudades como

Orlando para enfrentar el mal tiempo desde allí.

Maya y Sara eran como Pete, habían crecido con la amenaza de los huracanes

durante toda su vida, vivido un buen número de ellos, y de hecho llegado a

anticipar la excitación nerviosa que llegaba cada vez que una nueva amenaza se

cernía. No, no se irían. Se quedarían en casa, trabajarían en algunas de sus

investigaciones, luego se irían con Pete por cerveza y barbacoa cuando la

tormenta se acercara.

"Este año va a ser un poco diferente", reflexionó Sara vertiginosamente

"¡Menuda fiesta será!"

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Maya miró a Sara con curiosidad. Sara no era el tipo de

persona que se emocionaba por una fiesta. Demonios, Sara no

era el tipo de persona que se emocionara por nada. La mujer era

imperturbablemente serena y sin lugar a dudas, estoica. Como una especie de

Peñón de Gibraltar con senos.

Por extraño que pareciera, el hecho de que Maya y Sara fueran polos opuestos,

tanto en personalidad como en temperamento, hacía que su amistad y su

relación profesional funcionaran tan maravillosamente.

Maya era enérgica, rápida y reía fácilmente y perdía los estribos de la misma

manera. Era una idealista, una filósofa con la cabeza en las nubes, una Acuario.

A su amistad, Maya le aportaba entusiasmo y diversión. A su relación de

trabajo, le daba la capacidad de ver más allá del blanco y negro y mirar más

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profundamente los misterios del pasado para formar grandes teorías para sus

descubrimientos arqueológicos.

Sara, en cambio, era completamente tranquila, plácida y lógica. Era realista y

pragmática, una Capricornio. A su amistad, le aportaba estabilidad y calma. A

su trabajo, le aportaba sensatas decisiones de negocios, el manejo racional de los

fondos de subvención, y un doctorado en lenguas antiguas que ayudaba a

Maya sin fin, para averiguar qué significado tenían las reliquias desenterradas

para los antiguos pueblos muertos que estuvieran investigando actualmente.

Sí, Sara era la persona más centrada, hombre o mujer, que Maya hubiera

conocido. Verla tan obviamente entusiasmada por una fiesta por el huracán le

picaba la curiosidad. "Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre esta fiesta y las

otras ocurrencias del bueno de Pete?"

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Sara sonrió. "Es una fiesta de disfraces. Pete pensó que ya que

estaba tan cerca el final de octubre podríamos combinar las

dos y tener una Fiesta de Halloween por el Huracán".

Maya se rió entre dientes. "Sí, eso suena como Pete." Se quedó callada por un

momento y luego le dio un codazo a Sara. "¿De qué vas a ir?"

"No sé", admitió Sara. "Vamos a estar muy ocupadas investigando para ir de

compras, así que estaba pensando en ir como un sexy Satanás femenino otra

vez. Todavía tengo ese ceñido vestido rojo del año pasado en alguna parte del

apartamento."

Maya suspiró. “Tienes razón. No tenemos tiempo para ser creativas. Se supone

que debemos viajar a Escocia, en… ¿Qué, un mes? Sí, tenemos demasiado

trabajo de campo que hacer en ese proyecto antes de comenzar el resto de la

Jaid Black - Después de La Tormenta


excavación. Creo que voy a ir de lo mismo que fui el año pasado también."

Sara frunció el ceño. "Uh, tal vez me estoy poniendo un poco senil, pero me

olvidé de lo que fuiste el año pasado."

Maya sonrió con ironía. "De Elvira1, por supuesto."

*****

"Es bueno estar en casa."

Maya dio una respiración catártica y se dejó caer sobre el sofá. Estiró las piernas

y bostezó mientras miraba a Sara ir en línea recta hacia la puerta del baño. "¿Vas

a ducharte?" Le preguntó tratando de hacer conversación mientras cerraba los

ojos y se relajaba.

1 Elvira: Anfitriona de un show de terror en televisión, como Maestra de la oscuridad http://www.elviracostume.com/

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El Club de las Excomulgadas
“Sí” respondió Sara sin mirar atrás "Y es mejor que tomes una

después en caso de que se pierda el agua caliente durante unos

días."

Maya abrió los ojos con un gemido mientras la puerta del baño se cerraba. Sara

tenía razón. Mejor esperaba para dormir, al menos hasta después de que se

bañara porque el huracán bien podría afectar la llegada de agua corriente

durante un tiempo.

Además, la excavación de emergencia de la que acaban de regresar las había

mantenido fuera de sus investigaciones sobre el Clan de las Tierras Altas que

estuvieron estudiando durante casi tres días. Ahora tenían unos endiablados

lotes de trabajo con qué ponerse al día antes de viajar a Gran Bretaña el mes

próximo. Era algo bueno que ella y Sara fueran compañeras de apartamento,

Jaid Black - Después de La Tormenta


decidió Maya, debido a que podrían trabajar esa noche si era necesario para

compensar el tiempo que habían perdido, mientras habían estado en la

expedición de emergencia.

La expedición de emergencia. Maya nunca se había dado cuenta de cuántos

casos de emergencia podía tener un arqueólogo hasta que estaba haciendo su

postgrado. No era que los muertos necesitaran alguna vez un médico o

cualquier otra cosa. Ella había pensado con anterioridad, que las situaciones de

emergencia eran exclusivas del ámbito de los Doctores en Medicina, no de los

Doctores en Investigación, pero ella y Sara habían sido corregidas a ese respecto

antes de que su primer trimestre en la escuela de postgrado hubiera finalizado.

Las emergencias eran divertidas, sin embargo, correr en medio de la noche para

asegurar una escena antes de que alguien la manipulara, analizarla y teorizar

los datos que encontraban en las excavaciones, eran momentos maravillosos. El

trabajo era sucio, los días largos y las noches más largas, pero valía la pena.

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El Club de las Excomulgadas
La excavación de emergencia de la que acababan de regresar

había sucedido a lo largo del Alligator Alley, en la ruta hacia

Miami. Un equipo nocturno de construcción había descubierto accidentalmente

algunos huesos viejos, cerámica y collares durante una inspección rutinaria del

lugar dónde tenían previsto perforar. Llamaron al equipo de Maya

inmediatamente, sabiendo por haber trabajado con ella en el pasado, que

ampollaría sus oídos hasta que estuvieran tentados de estrangularla, si

comenzaban la perforación antes de que las reliquias hubieran sido

debidamente sacadas y catalogadas para su posterior análisis en la universidad.

Las reliquias habían sido indias y para el deleite de su equipo, muy, muy

antiguas. Qué tan antiguas, eso quedaba por ver, pero Maya apenas podía

contener el entusiasmo de haber confirmado su corazonada. Tendría que

esperar a que sus estudiantes de postgrado en el laboratorio terminaran el

Jaid Black - Después de La Tormenta


análisis, pero calculaba, por la capa del estrato en la que las reliquias habían

sido localizadas y por las partes incompletas de los símbolos arcaicos que Sara

había decodificado en la cerámica, que la tribu tenía que ser del Paleolítico. Las

probabilidades estaban definitivamente a favor de su teoría.

¿Probabilidades? ¡Santo Dios! Estaba empezando a pensar como Sara. Sara

siempre pensaba en estadísticas y hablaba de probabilidades. "Probabilidades"

era la forma abreviada de Sara de decir "la probabilidad de". Comenzaba la

mayoría de sus frases con la oración, “probablemente son..."

En cualquier caso, si las probabilidades resultaban ser ciertas, y esta tribu de

indios recorrió América del Norte durante la Edad de Piedra, entonces esta

sería la evidencia más antigua que se hubiera encontrado, y sugeriría que hubo

personas en Florida antes de que las placas de tierra se movieran y el Estrecho

de Bering se abriera. Cosas emocionantes.

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"¡Ay!" Maya hizo una mueca mientras su iguana mascota se

abalanzaba sobre su abdomen. Hablando de una sacudida de

vuelta a la realidad. "Por Dios, Fred, realmente tengo que recortarte las uñas de

los patas. Puedes hacer mucho daño con esas cosas”.

Fred sacó su lengua de lagarto y lamió la cara de Maya, aparentemente ajeno a

cualquier molestia que su travieso saludo podría haberle causado. Ella sonrió y

le rascó la cabeza. "Yo también te extrañé, muchacho."

Haciendo una mueca, Maya lanzó un suspiro mientras Barney, la iguana de

Sara, saltaba en su vientre para unirse con Fred. Le sonrió a la lagartija

igualmente tenaz, y de manera tranquilizadora le rascó la cabeza. "Barney,

sabes que también te extrañé. Pero vas a hacer que Fred se sienta celoso."

Maya los besó a ambos y luego sacó a Fred y Barney de su estómago y se sentó.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Ustedes chicos se están volviendo muy mayores para esto. Ambos están cerca

de los seis pies de largo, con su cola incluida. Ya no son pesos ligeros, chicos."

Maya miró en dirección al cuarto de baño cuando oyó el chirrido de la puerta

abriéndose.

Sara salió con una bata blanca satinada, su largo cabello negro envuelto en una

toalla sobre su cabeza."Tu turno", anunció, mientras se deslizaba hacia el sofá y

se dejaba caer.

“Con mucho gusto." Maya movió las cejas cómicamente, haciendo reír a Sara,

que ya saltaba a sus pies y corrió hacia la ducha, ahora vacante.

*****

21
El Club de las Excomulgadas
Los colores bailaban en la oscuridad y las mozas demonio

aparecieron. Los dragones bailaban para hacer su oferta y pronto los

hombres cayeron cerca. ¡He aquí! Las mozas no eran demonios, sino hechiceras que

venían a habitar este lugar.

Maya frunció el ceño. "Bueno, aparte de ser un intento muy cursi de escritura

poética ¿Qué diablos significaba eso?” Se sirvió otra taza de café mientras Sara

contemplaba la porción de prosa que la Universidad de Glasgow había

descubierto, fotocopiado y enviado por correo electrónico.

La poesía había sido fotocopiada de la piel de cabra original en la que había

sido escrita en lo que ellos adivinaban que era a principios de los años 1300.

Eso, junto con un paquete que contenía las fotocopias de otras reliquias, había

sido enviado a Estados Unidos por un equipo de excavación de las tierras altas,

Jaid Black - Después de La Tormenta


para que el equipo Americano se familiarizara con estos.

El Castillo MacGregor había sido completamente excavado hacía mucho

tiempo, pero no fue hasta recientemente que los arqueólogos escoceses

descubrieron una guarida secreta dentro de la torre que se había utilizado para

resguardar algunos de los artefactos más sagrados para los Highlanders.

Ya se conocía mucho sobre el Clan MacGregor; a saber, que fueron

inusitadamente prósperos para un pueblo de las tierras altas y que eran

avanzados en materia médica para su tiempo. Pero no habían compartido sus

secretos con los forasteros, y habían sobrevivido y florecido por unos cuantos

siglos, hasta bien entrado el año 1700, de hecho. Pero ahora los científicos tenían

la oportunidad de aprender aún más, y Maya y Sara estaban emocionadas de

ser parte del proceso de descubrimiento.

El paquete enviado por el equipo escocés de arqueólogos contenía una gran

cantidad de copias de algunas reliquias originales, reliquias que en realidad no

22
El Club de las Excomulgadas
tendrían la oportunidad de ver hasta que llegaran a las Tierras

Altas el mes próximo. El equipo escocés quiso darle al equipo

de Estados Unidos tantos antecedentes sobre el descubrimiento como fuera

posible, por lo que el paquete había sido enviado a Sara y Maya con la mayor

celeridad.

"No estoy segura todavía de lo que significa, pero es muy interesante", concluyó

Sara mientras revisaba los documentos con una lupa. "Hay por lo menos cinco

documentos que hacen referencia a estas mozas demonio."

Maya se rió entre dientes mientras se sentaba con su taza de café y le entregaba

una taza llena a Sara. "Típico de los hombres. Las mujeres sobre las que

escribieron no debieron haber sido del tipo que toleraba su mierda. Por lo tanto,

las calificaron como demonios."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sara sonrió. "Eso es definitivamente posible. De lo que he entendido, sin

embargo, estas mozas demonio llegaron a ser importantes para el Clan

MacGregor."

Maya enarcó una ceja. "Tal vez ¿Las mujeres eran míticas entonces? Ya sabes,

¿Una fábula que crearon los Highlanders?"

Sara asintió, con una expresión seria en el rostro. “Eso es muy posible, pero…”

"Pero, ¿Qué?" Maya pinchó cuando fue evidente que Sara no iba a seguir con

cualquier pensamiento en un corto plazo.

"No lo sé." Suspiró Sara. "Es sólo que esa conclusión no se siente correcta para

mí."

Maya se enderezó en su silla a medida que se sintió más interesada en el

rompecabezas que se extendía ante ellas."¿Por qué no?"

23
El Club de las Excomulgadas
"Bueno," Sara empezó "Por lo que he podido deducir de estos

otros datos, parece ser que nuestras mozas demonio más tarde

se casaron en el clan. Al parecer, una de las mujeres en realidad se convirtió en

la Señora de los MacGregor y la otra se casó con un soldado de alto rango

llamado Sir Dugald, aunque no estoy todavía segura de quién era este Dugald

para el clan en términos de su función o importancia."

Maya sonrió con su sonrisa de gato. "Ah, entonces las ilustres mozas demonio

fueron reales, y fueron sin duda arpías problemáticas según los hombres

MacGregor".

Sara se echó a reír mientras tomaba su taza de café y la llevaba a sus labios. "Sí,

las probabilidades están a favor de que hayas dado en el clavo." Sonrió.

"Aunque los miembros del clan, sin duda llegaron a aceptarlas con el paso del

Jaid Black - Después de La Tormenta


tiempo."

Maya dirigió los ojos al cielo. "Hombres".

Unas horas más tarde, Sara dejó de lado el documento que había estado

traduciendo y contempló con profunda admiración la fotografía que su amiga

estaba sosteniendo. "Wow Maya, nunca me imaginé que el Castillo MacGregor

fuera tan impresionante en su apogeo."

Maya estuvo de acuerdo mientras ponía una segunda imagen frente a ella. "Esta

es otra fotografía de la pintura que el equipo escocés encontró. Es muy raro que

un Laird medieval encargara una pintura de un castillo, por lo que el hecho de

encontrarlo es una joya en verdad.”

Sara asintió mientras pasaba sus dedos a lo largo de los fosos del castillo que

habían sido detallados en la pintura."Una fortaleza inexpugnable en su día, sin

duda."

24
El Club de las Excomulgadas
"Sin duda” murmuró Maya.

Las dos mujeres se sentaron en un silencio sociable, mientras estudiaban cada

pulgada de las fotografías. Se habían tomado en cada torre y mostraban los

exquisitos detalles de cada parapeto. El castillo MacGregor era impresionante

de acuerdo a los estándares de la arquitectura moderna. No era de extrañar que

el Laird de este clan hubiera sido considerado todopoderoso durante su vida.

Esta estructura estaba construida de una manera mucho más fantástica, de lo

que la típica casa de torre medieval escocesa había estado.

"Su nombre era Thomas” ofreció Maya. "Conseguí eso en algunos de los

documentos que he leído, aunque aún no hayan sido traducidos por ti."

Sara asintió, sin la más mínima sorpresa. Maya no hablaba latín como Sara lo

hacía, pero era muy hábil con el Gaélico Antiguo e Inglés Antiguo y por lo

Jaid Black - Después de La Tormenta


tanto, era capaz de traducir partes de los registros por sí misma.

"Sí", confirmó Sara. "El nombre de Thomas aparece mucho en los documentos

antiguos. Parece que vivió hasta una edad avanzada y gobernó al clan por

muchos años."

Maya lanzó uno de sus rebeldes rizos dorados por encima de su hombro y miró

a Sara fijamente."No estoy segura si lo leí con exactitud porque muchos de ellos

están en latín, pero tengo la sensación de que él era un hombre muy temido. No

sólo por su propio clan, sino supuestamente por los clanes con los que competía

también."

Sara asintió. "Eso es bastante cierto. Hay innumerables historias de batallas, que

son narradas en estos registros antiguos y el nombre de Thomas aparece unas

cuantas veces en cada una de ellas. De hecho, el único nombre que aparece casi

25
El Club de las Excomulgadas
las mismas veces, aunque no con tanta frecuencia, es el de ese

personaje de Sir Dugald."

Maya entrecerró los ojos mientras movía los dedos por su pelo. "¿Qué piensas

de él? Parece que era el comandante de armas del Laird o algo así, ¿eh?"

Sara asintió de nuevo. "Probablemente lo era.” Su voz se fue apagando con

nostalgia mientras continuaba."Fue sin duda un personaje bastante interesante."

Maya enarcó una ceja. "¿Interesante?"

Sara se encogió de hombros, con rubor llenando sus mejillas. “Ha sido descrito

en los registros como un hombre leal a su laird y amable, rápido en tomar

represalias contra aquellos que hacían daño a su gente, mientras que al mismo

tiempo poseía una personalidad alegre y afable. En resumen, el hombre

Jaid Black - Después de La Tormenta


perfecto."

Maya sonrió mientras asimilaba las palabras que acababa de decir. Por Dios y

ella pensaba que era un poco rara por tener un flechazo con el héroe de la

última novela de Dara Joy que había leído. "No estarás desarrollando afecto por

un fantasma de setecientos años de edad ¿Verdad?"

Sara puso los ojos en blanco. "No soy tan tonta, cariño."

Maya le guiñó un ojo. "Por supuesto que no."

****

El MacGregor pensó que su señora era un demonio y al demonio no lo podía

expulsar. Seguramente era bueno que fuera una dama o la hubiera ocultado...

26
El Club de las Excomulgadas
Maya arrugó la nariz cuando ella y Sara contemplaron la

última referencia que habían encontrado relativa a las mozas

demonio. "Me pregunto a quién le encargó Thomas MacGregor que escribiera

su poesía, ¿al bufón de la corte?"

Sara se echó a reír. Quería responder, pero estaba demasiado cansada para

pensar y más todavía para conjeturar sobre quién había sido el autor del

documento de setecientos años de edad. Estiró los brazos sobre los hombros y

bostezó como un gato adormilado. "Son las dos de la mañana y hemos estado

en esto durante horas. Yo digo que lo dejemos por ahora."

Maya suspiró. "Probablemente deberíamos. Estoy demasiado cansada para ser

útil de todos modos." Se puso de pie y limpió su área de trabajo. Después de

guardar el portátil, se sacudió las migas de la pizza que ella y Sara habían

Jaid Black - Después de La Tormenta


echado en el bote de basura y se dirigió a la cocina para lavar las dos tazas de

café de las que habían estado bebiendo.

Unos minutos más tarde, Maya se metió en la cama. Estaba más cansada de lo

que podía recordar haber estado alguna vez, pero también demasiado inquieta

para poder dormir. Maldita sea, ¡Esto siempre le sucedía cuando ella y Sara

estaban envueltas en un nuevo proyecto! Y ahora tenían dos nuevos proyectos

para mantenerlas despiertas hasta tarde en la noche teorizando sobre ellos.

Primero el hallazgo Indio y ahora el de las Tierras Altas. Le encantaba su

trabajo, pero la adrenalina que le generaba a menudo le causaba estragos al

tratar de relajarse y dormir.

Una hora más tarde Maya finalmente cayó en un sueño profundo. Soñaba con

mozas demonio y dragones, con castillos y miembros del clan, y con un hombre

de infarto llamado Thomas. Incluso dormida, reconoció la ironía de ello.

27
El Club de las Excomulgadas
Después de todo, ella había tenido el descaro de burlarse de

Sara por desarrollar un flechazo por un hombre muerto de

setecientos años de edad.

A Maya se le ocurrió que era mejor dejar de codiciar a los hombres buenísimos

surgidos de la imaginación de Dara Joy.

Jaid Black - Después de La Tormenta

28
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 2
Maya y Sara trabajaron durante toda la mañana y la tarde siguiente. Sara

tradujo un total de siete documentos en ese período de tiempo, un record

personal para ella. Maya estudió las fotografías de los otros fragmentos de

obras de arte, joyas y cerámica antiguas, que habían sido enviados por el equipo

escocés, poniendo más y más detalles a su teoría de quiénes habían sido las

mozas demonio y el papel que habían jugado en el clan, con cada pieza.

Entre las odas que se habían escrito sobre Lady M, como el autor más tarde

llamó a la moza demonio que se casó con Thomas, y la obra que había sido

encargada por el MacGregor para capturar la apariencia de su esposa, era

bastante obvio para Maya que esta misteriosa dama había sido muy importante

para su clan adoptivo. Y Thomas, obviamente, la había amado mucho.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Tenía que haberlo hecho. Después de todo, estaba segura por otros documentos

que Sara había traducido, que el laird había sido un hombre duro ante al cual

las personas se encogían de miedo de manera natural. No habría sido del tipo

que sucumbiría a algo que le pareciera trivial, especialmente en asuntos del

corazón tan esotéricos como el amor. Eso hubiera estado por debajo de un

hombre como Thomas. Sí, bueno, se veía que la Señora M había tomado al

matón por su trasero y volvió su mundo al derecho y al revés. Justo lo que

merecía, en lo que respectaba a Maya.

Era una pena que las dos pinturas que habían sido creadas con la apariencia de

su esposa hacía siete siglos, no sobrevivieran intactas a un incendio que había

arrasado el castillo hacía poco más de 200 años, porque Maya tenía curiosidad

acerca de cómo se veía Lady M. Las imágenes estaban ahora gravemente

quemadas y por lo tanto irrecuperables. Lo único que había podido distinguir

era el pelo de la dama y un ojo.

29
El Club de las Excomulgadas
La Lady M poseía una larga melena de rizos de oro y ojos de

tres colores que contenían anillos verdes y azules con motas de

oro cerca de las pupilas. Al igual que ella, pensó.

Tomó un bocado del sándwich de ensalada de pollo que se había preparado

hacía unos minutos y siguió contemplando a la mujer. Por lo visto, Thomas

MacGregor había sido un hombre tiránico, arrogante, terco y temperamental.

Maya nunca hubiera podido aguantar al tipo. Pero Lady M lo había hecho. La

mujer, habría tenido la paciencia de un santo o el sentido común suficiente

como para hacerle frente al bárbaro y domesticarlo. Algo le decía que era la

última explicación la que sonaba auténtica. Un hombre como Thomas no podría

haber respetado algo menos.

Sonrió para sus adentros mientras estudiaba los restos de la pintura de la dama

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Realmente hiciste pasar a ese gigantón por el aro, ¿eh, amiga?"

Un segundo más tarde el teléfono sonó, sacando a Maya de sus pensamientos

contemplativos. "Por lo menos aún disponemos de electricidad ", murmuró

para sus adentros mientras llegaba al aparato inalámbrico. La tormenta ya había

quitado el abastecimiento de agua.

"¿Hola?"

"Hola Doc, ¿Cómo diablos estás?"

Maya sonrió. "Muy bien, Pete ¿Y tú?"

"No hay quejas, Doc."

"Bien".

30
El Club de las Excomulgadas
Pete alejó la boca del receptor el tiempo suficiente para gritarle

a alguien al fondo, obviamente un trabajador de la

construcción de su equipo que no había hecho algo de la forma en que él la

quería hecha, y luego regresó al teléfono. "Sólo estaba llamando para decirles

que el clima se supone que mejorará en aproximadamente una hora. Ya estamos

dando por finalizado el día aquí. Vengan tan pronto como puedan, ¿De

acuerdo?"

Maya sonrió. Era como si Pete tuviera aún a su equipo trabajando, hasta el

último segundo posible. Así es como ella había conocido a Pete para empezar.

Su empresa constructora había ganado la licitación en un sitio en el que el

gobierno quería construir y tras unas pocas horas de perforación, Pete y sus

trabajadores habían descubierto algunas reliquias indígenas, no algo poco

frecuente para los trabajadores de la construcción en Florida. El equipo de Maya

Jaid Black - Después de La Tormenta


había sido convocado al sitio, y ella y Sara habían ido a recuperar las reliquias, a

pesar de los extremos avisos meteorológicos en contra.

A Sara le había gustado Pete en el acto. Maya había tenido sus reservas, pero

eso no era nada raro, ya que siempre tenía reservas acerca de alguien que

tuviera un pene. Al final, el tiempo había empeorado, y Pete había invitado a

Maya y Sara a su casa para unirse a su fiesta de huracán, Maya había aceptado

ir, de mala gana, y los tres se habían hecho amigos rápidamente, para el final de

la tormenta.

Pete era ahora como un hermano mayor para Maya y Sara. Nada romántico

había ocurrido nunca entre él y una de las mujeres y nada romántico sucedería

jamás. Pete estaba felizmente casado y tratando de hacer quedar a su esposa

embarazada. Y Maya y Sara habían adorado a Chanel, la esposa de Pete, desde

el principio.

31
El Club de las Excomulgadas
"Seguro Pete. Estábamos terminando un trabajo aquí y luego

planeábamos ir directamente allí."

Pete gritó una obscenidad, que Maya sabía estaba dirigida a uno de hombres y

no a ella. "Y no se olviden de sus disfraces, ¿De acuerdo?"

Maya se echó a reír. “No lo olvidaremos, ricura.”

Colgaron unos segundos más tarde, después de lo cual Maya se puso de pie y

limpió su área de trabajo. Le gritó a Sara que ya era hora de empezar a

prepararse y se dirigió a su habitación para ponerse su disfraz.

*****

La fiesta de Halloween del Huracán de Pete fue lo más divertido que Maya y

Sara habían tenido en años. No pudieron superar algunos de los trajes, que iban

Jaid Black - Después de La Tormenta


desde lo mundano hasta lo extravagante y lo temible. Pete y Chanel, bueno,

ellos parecían francamente sacrílegos. "¿Un sacerdote y una monja embarazada,

Pete?" Maya hizo rodar los ojos mientras bebía de una botella de Michelob2.

Pete echó la cabeza hacia atrás y rió mientras que Chanel le guiñaba un ojo.

Maya sonrió. "Realmente deben haber odiado esa escuela secundaria católica en

la que se conocieron."

Chanel se rió entre dientes. "La mejor cosa que puedo decir sobre ella es que

conocí a Pete allí."

Maya habló con la pareja durante unos minutos más antes de decidirse ir a

buscar a Sara. Encontró a su mejor amiga en la mesa preparada para picar, y

parecía como si estuviera haciendo todo lo posible por defenderse de un

2 Michelob: Marca comercial de cerveza

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El Club de las Excomulgadas
pretendiente masculino ávido de sexo que estaba vestido como

lo que sospechaba tenía que ser el Dios Vikingo Thor.

Maya sonrió. No podía culpar al hombre por intentarlo. Después de todo, la

Dra. Sara Probabilidad se veía extraordinaria esta noche. Lucía un ceñido

vestido rojo hasta el piso que se ceñía a todas sus curvas admirablemente y

mostraba una cantidad respetable de escote. Este se abría hacia los lados al

pasar las rodillas, mostrando sus bien tonificadas piernas. El aterciopelado pelo

negro de Sara fluía hasta la mitad de su espalda, con dos cuernos rojos

sobresaliendo de la cresta en la cima de su cabeza.

Maya tenía la hipótesis de que si Thor no quitaba las manos impacientes de la

cintura de la demonio relativamente pronto, iba a sentir los efectos de una

horca. Conociendo a Sara, le dolería como el infierno.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya vio a Thor meter mano a la cintura de Sara durante unos segundos más, y

luego decidió que era hora de rescatarla de sus garras. Pero justo cuando estaba

a punto de poner fin a la persecución del Dios Vikingo, sintió unos fuertes

brazos masculinos ponerse alrededor de su cintura desde atrás. "¿Adivina quién

soy?" El hombre susurró en su oído.

Maya gimió internamente. Nick. Su ex-novio.

Puso una sonrisa superficial en sus labios y se dio la vuelta para saludar al

hombre que una vez le había roto el corazón. Había estado muy enamorada de

Nick hacía unos años, había planeado casarse con él de hecho, pero había

descubierto poco después de su compromiso, que la suya no era la única cama

que había estado calentando por la noche. "Hola Nick. ¿Cómo estás?"

Nick sonrió con su sonrisa más atractiva. Era un hombre guapo, no se podía

negar ese hecho de la vida, tanto como a Maya le hubiera gustado. Nick era un

33
El Club de las Excomulgadas
rubio alto y musculoso, con ojos azules y un cuerpo asesino.

"He estado maravillosamente, Maya", respondió él, mientras

dejaba vagar la mirada por su cuerpo. "Y veo que has estado muy bien también.

Diablos, te ves mejor de lo que lo hacías cuando éramos pareja."

Maya sonrió. No creía realmente haber cambiado tanto para mejor, pero si él lo

había dicho, estaba igual de bien.

"De hecho, he estado observándote durante toda la noche. Me preguntaba

cuando ibas a venir a saludarme", la reprendió.

“Lo siento” replicó Maya con la expresión más inocente que pudo lograr. "No

sabía que estabas aquí."

¡Ja! Eso era una mentira si alguna vez le había dicho una. Había visto a Nick en

Jaid Black - Después de La Tormenta


el momento que ella y Sara habían entrado al apartamento de Pete. La verdad

del asunto era que no podía soportar estar cerca de él. Especialmente desde que

la había traído a la fiesta con él.

Mindy.

La cabeza hueca de su secretaria. La mujer con la que lo había sorprendido en la

cama.

Nick sonrió con su sonrisa de vendedor, aunque Maya sabía que su mentira le

había afectado. Bien, se dijo a sí misma, déjalo pensar que soy completamente

ajena a su presencia.

"¡Qué vergüenza, Maya!," contestó él suavemente, "porque no he podido pensar

en otra cosa además del hecho de que estás aquí."

34
El Club de las Excomulgadas
Los ojos de Nick vagaron por la longitud del cuerpo de Maya,

una vez más. Su mandíbula se puso tensa mientras la

reprendía por su elección de vestuario. "¿De verdad crees que es conveniente

vestir ese disfraz de Elvira?"

Maya parpadeó hacia Nick, pretendiendo estar totalmente ajena al por qué él

debería preocuparse por su traje. "¿Qué quieres decir?"

¡Ja! Sabía exactamente lo que Nick quería decir y estaba muy agradecida a los

dioses del cielo por no haber tenido tiempo suficiente para comprar un nuevo

traje. Sabía que él había odiado este vestido desde la primera vez que se lo

había puesto.

El vestido de Maya era un traje negro ceñido que mostraba cada curva que

poseía, para su mejor ventaja. El vestido llegaba hasta los tobillos, pero era cien

Jaid Black - Después de La Tormenta


por ciento escandaloso. La abertura en el lado izquierdo comenzaba en el tobillo

e iba todo el camino hasta la cadera. La parte delantera del vestido caía sobre su

estómago con sus amplios pechos levantados y sobresaliendo, al igual que la

Elvira real. Su único pesar era que no había podido encontrar su peluca negra.

Su larga melena de rizos dorados caía en cascada por su espalda, arruinando un

poco el efecto de vampiresa – un poco, pero no lo bastante para que la gente no

supiera quién se suponía que era.

La verdad sea dicha, Maya nunca había pensado exactamente sobre sí misma

como hermosa. Podría pasar por linda, tal vez, pero también lo podrían hacer la

mayoría de las mujeres. Lo importante era que Nick pensaba que lo era, al

menos por esta noche.

El tiempo suficiente para vengar un poco su sentido de justicia.

35
El Club de las Excomulgadas
Sí, Nick odiaba el vestido. Era demasiado posesivo para no

hacerlo. Incluso después de tanto tiempo.

"Sabes exactamente lo que quiero decir, Maya", gruñó. "¿Qué clase de ideas

estás tratando de poner en la cabeza de los hombres por aquí?"

La sensación de alegría gozosa de Maya a expensas de Nick rápidamente se

desvaneció, dando paso a los más oscuros sentimientos de irritación y enojo.

"Tú, Nick Johnson, renunciaste a tu derecho a comentar sobre mis trajes de

Halloween cuando follaste a Mindy en nuestra cama." Respiró profundamente,

causando que su pecho sobresaliera aún más. Había estado divirtiéndose

irritándolo, pero ahora iba en serio. Por otra parte, ellos habían roto hacía

demasiado tiempo para que reaccionara tan extrañamente por su elección de

vestuario. "Esta conversación terminó." Giró para hacer su retirada.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Nick detuvo a Maya por los hombros y la hizo girar para enfrentarse a él.

"Mindy nunca significó una maldita cosa para mí ", apretó los dientes. "Todavía

no lo hace. Te amaba a ti, Maya."

La mandíbula de Maya se abrió. Lo miraba de manera surrealista. "¿Se suponía

que eso me iba a hacer perdonarte?” Preguntó con incredulidad. "Bueno, ¡No!

Lo único que me hace sentir, de hecho, es un profundo sentimiento de odio

hacia ti y un sentido de compasión genuina por Mindy. ¿Cómo has podido estar

con ella todo este tiempo y decirme de manera tan casual que no significa nada

para ti?"

Nick se encogió de hombros, aparentemente sin afectarse por la observación de

Maya. "Es sólo una secretaria. ¿Te parezco del tipo que se casaría con su

secretaria? Soy un hombre importante y un hombre importante necesita de una

importante y educada mujer."

36
El Club de las Excomulgadas
”Lo que eres," respondió ella con ojos entrecerrados, "es un

imbécil."

Maya dio vuelta sobre sus talones y se dirigió hacia Sara. Quería caminar un

rato, o salir o, algo, cualquier cosa para escapar de Nick, y esperaba decirle a

Sara a dónde se dirigía.

Maya llegó a la mesa de picar, sólo para sentirse aún más irritada cuando se dio

cuenta de que Sara aún no había sido capaz de deshacerse del excesivamente

entusiasta Dios Vikingo. Sus manos estaban sobre toda ella.

Hombres. Que broma pesada le había jugado Dios a Eva cuando la había

casado con Adán.

Maya apretó los dientes mientras se dirigía hacia donde estaba su mejor amiga.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Agarró la horquilla de la mano de Sara y la metió directamente en el pecho del

Vikingo. Sin estado de ánimo para preliminares, fue directa al punto. "Piérdete

Thor, o vas a descubrir lo que se siente tener esta cosa metida en el culo!"

O Thor era un cobarde total y absoluto o Maya se veía lo suficientemente

enojada como para ser tomada en serio, pero de cualquier manera ganó. El

Vikingo sacó sus zarpas de la cintura de Sara y las levantó en señal de

rendición. "Tómalo con calma, nena. No lo hice con mala intención."

Los ojos de Maya echaban chispas. "Ustedes, los hombres nunca lo hacen con

mala intención, ¿verdad? Cortejan a una mujer hasta que es masilla en sus

manos, la hacen sentir que es la persona más especial sobre el planeta, incluso le

piden que se case con ustedes. ¡Cualquier cosa para llevársela a la cama! ¡Y luego

la engañan con otra, rompen su corazón en mil pedazos, y hacen que sea

imposible para ella confiar en alguien lo suficiente para amar otra vez!"

37
El Club de las Excomulgadas
Maya metió la horquilla más profundamente en las costillas de

Thor, causando que un pequeño gemido saliera de la garganta

de su prisionero Vikingo. Así es, se dijo con un feroz sentido del saber que sólo

una mujer despreciada puede poseer, demostrándole que estaba al tanto de su

juego. "¡Conozco a los de tu tipo pastelito. He tratado con ustedes antes. Son

todos iguales. Esta noche le vas a mostrar a Sara todas las maravillas de tu cama

en el Valhalla, pero mañana por la noche estarás tomando ese gran viaje con

alguna otra pobre mujer confiada!"

Thor se veía más desconcertado de lo que Maya creía que fuera posible verse

para un Dios Vikingo. “Por Cristo, mujer, todo lo que estaba haciendo era bailar

con ella.”

Maya giró la cabeza y miró a Sara. "¿Es eso cierto?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sara enrojeció en mil tonos de rojo antes de darle a Maya una mirada. "No había

lugar en la pista de baile, así que nos pusimos a bailar aquí ", murmuró.

Maya gimió, poniendo los ojos en blanco hacia el techo con auto-recriminación.

Hablando acerca de proyectar los atributos de Nick a otros. Freud habría tenido

un día de campo psicoanalizándola.

Maya retiró la horquilla de la parte central de Thor y se la devolvió a Sara. Dio

un rápido vistazo alrededor y se dio cuenta que la gente la estaba mirando,

Nick y Mindy incluidos. Suspiró. Grandioso, acababa de hacer el ridículo de sí

misma. Y frente a él, nada menos.

Decidida a retirarse de la escena con toda la dignidad que pudiera reunir, Maya

enderezó la espalda a su altura máxima, levantó la cabeza, y le ofreció a Thor lo

que sospechaba fue un mal intento de una disculpa. "Siempre fuiste mi Dios

favorito," murmuró. "Por favor, sigan como estaban."

38
El Club de las Excomulgadas
Avergonzada, Maya giró sobre sus talones y caminó regia y

lentamente hacia el dormitorio donde estaba su capa.

Necesitaba dar un paseo.

Sara vio a Maya irse y luego se volvió hacia Thor con una sonrisa vacilante. "Me

disculpo por esa escena. Generalmente es una persona muy dulce." A juzgar

por la mirada en la cara del vikingo, supuso que Thor no creía en esa

descripción de Maya ni por un minuto. “Lo siento” sonrió, “pero realmente

tengo que ir con ella. Me necesita."

Unos minutos más tarde, Sara encontró a Maya en la habitación de Pete y

Chanel, sentada en la cama con Fred y Barney. Ella y Maya habían traído con

ellas a las iguanas, en caso de que la tormenta se pusiera muy pesada y no

pudieran regresar al apartamento por un tiempo. Maya frotaba sus vientres y

Jaid Black - Después de La Tormenta


ambos tenían el aspecto de unos machos sumamente contentos. "¿Estás bien?"

Maya miró a Sara, un poco sorprendida por su presencia. No había oído la

puerta del dormitorio abrirse. "Nick está aquí", le ofreció a manera de

explicación mientras regresaba su mirada a las iguanas.

Sara sonrió mientras se dejaba caer sobre la cama con un suspiro. “Sí, lo sé. Lo

vi."

Maya no dijo una palabra durante un largo rato y Sara no la presionó. Le dio a

su mejor amiga todo el tiempo que necesitaba. Después de lo que pareció una

eternidad, finalmente respondió. Su voz apenas un susurro. "La única razón por

la que se iba a casar conmigo era porque sería la esposa adecuada para él."

Sara frunció las cejas y luego se acercó para acariciar la espalda de Maya. “¿Una

esposa adecuada, cariño?”

39
El Club de las Excomulgadas
Maya se encogió de hombros y suspiró. "Dijo que no se casaría

con Mindy porque era sólo una secretaria y un hombre tan

importante como él necesita una esposa educada. ¿Qué se supone que voy a

pensar? Me suena a que la mayor parte de lo que hice por el tipo fue

proporcionarle una imagen lo suficientemente respetable." Gimió. "Dios, Sara,

tengo veintisiete años, tenía veinticinco cuando nos separamos. Uno podría

pensar que no me preocupan ya sus razones."

Sara puso los ojos en blanco. Era como si Nick deliberadamente plantara

semillas desagradables en la cabeza de Maya. Si no podía tenerla de nuevo,

entonces haría todo lo posible para molestarla. "A mí me suena como que te lo

dijo a propósito. Piensa en ello, Maya. Él sabe lo mucho que desprecias la idea

de casarte con alguien por razones de conveniencia, debido a lo terrible que fue

el matrimonio de tus padres."

Jaid Black - Después de La Tormenta


“Tu papá se casó con tu mamá por razones de conveniencia, lo que en su día

significaba que ella se veía bien de su brazo, luego la engañó hasta el día de su

muerte. Tu madre murió con el corazón roto. Nick sabe eso. Nick lo utilizó. Sólo

quería hacerte daño porque no te puede tener."

Maya ponderó el análisis de Sara por un largo tiempo antes de volver a

sonreírle. Sonrió ligeramente. "Gracias a Dios que te tengo, Sara," murmuró.

"¿Qué habría hecho sin ti?"

Sara le sonrió serenamente a Maya mientras le retiraba de los ojos algunos rizos

perdidos. “Las probabilidades están a favor de que nunca tengas que

averiguarlo.”

*****

40
El Club de las Excomulgadas
Algo estaba distrayendo al ganado. Hamish no sabía lo que

era, pero no le gustaba la sensación. Tenía miedo de que si el

ganado se asustaba demasiado, saliera corriendo y quizá vagaran hacia el

territorio del Clan MacAllister en el proceso.

Al MacGregor no le gustaría eso. No, no le gustaría en lo absoluto perder cerca

de dos decenas de cabezas de ganado en las tierras de sus enemigos.

Especialmente cuando el MacAllister tendría razones para decir que reclamar la

manada era su derecho, ya que el ganado había deambulado por sus tierras por

su propia cuenta.

Hamish echó un rápido vistazo alrededor del campo, tratando de averiguar qué

era lo que había puesto a los rebaños en pánico. Miró tan lejos como podía ver

el ojo, pero todavía no veía nada. Hamish se rascó la cabeza y después la barba,

Jaid Black - Después de La Tormenta


pero su perplejidad no disminuía.

Entonces lo oyó. Los sonidos. Era el mismo sonido extraño que había asustado

al ganado durante los dos últimos días. Hamish sintió erizarse los pelos de su

nuca mientras lentamente se daba la vuelta para ver lo que ya sabía en su

corazón, estaría allí. No se decepcionó.

Nubes negras se arremolinaban alrededor de las otras, hasta que poco a poco se

unieron en una sola. Se llevaban sólo una porción del cielo, dejando el resto tan

azul como el mar en mediodía. Dentro de la negrura que la unión de las nubes

había creado, la lluvia comenzaba a verterse y el trueno resonaba con voz

profunda. Era sólo en la oscuridad que los cielos se abrían y vertían. En

ninguna otra parte del cielo caía la lluvia.

Hamish tragó pesadamente mientras miraba las nubes negras con ojos muy

abiertos. ¿Debería gritar por ayuda? ¿Debería correr de las colinas por su vida?

No, el MacGregor nunca perdonaría u olvidaría tal acto de cobardía. Sin

41
El Club de las Excomulgadas
embargo, ¿Qué se suponía que hacía un hombre? De alguna

manera necesitaba tomar una decisión. Y, preferiblemente,

antes de que el ganado huyera, porque después ya nada se podría hacer.

Hamish miró mientras la oscuridad se quejaba y bandas de colores comenzaban

a bailar en su interior. Los colores eran majestuosos, rosas, morados y dorados

en todos los tonos imaginables. Era imposible. Las tormentas nunca creaban

esos bellos colores.

"¿Qué, en el nombre de San Gabriel, es eso?"

Hamish se dio la vuelta para ver la expresión desconcertada y asustada de su

compañero de clan, Leonard. Alabados sean los santos, ¡era alguien que podía

ayudar! “Lenny, no puedo decir que lo sé. Lo he visto anteriormente y aún así

estoy desconcertado. Por favor, amigo mío, id y traed al MacGregor. Corred

Jaid Black - Después de La Tormenta


hasta él ahora y decidle que tiene que venir. ¡Él y Sir Dugald necesitan ver esta

cosa para creer! Decidle que tenemos la necesidad de ayuda, que el ganado está

asustado y está listo para correr. Son demasiados animales para poder

contenerlos solo.”

Eso debería haber sido suficiente para que el muchacho saliera corriendo, y aún

así se quedó paralizado, mirando las nubes negras. Hamish se impacientó,

sabiendo que no quedaba mucho tiempo. “¡Lenny! ¡Corred, muchacho!

¡Ahora!”

Lenny volvió en sí, por fin, asintió hacia Hamish, y echó a correr en dirección al

castillo MacGregor. El muchacho corrió más rápidamente, incluso, de lo que

pensaba que sus pies se lo permitirían y no se detuvo hasta que estuvo en la

gran sala de la torre. Estaba asustado y sin aliento en el momento en que llegó

al salón, y debía verse muy asustado, ya que Sir Dugald y el MacGregor le

42
El Club de las Excomulgadas
echaron una mirada al muchacho y se pusieron de pie con las

espadas en la mano. "¿Estamos bajo ataque?" Preguntó el laird

con un bramido.

Lenny negó enfáticamente mientras trabajaba en recuperar su aliento. Señaló a

las puertas de la torre, diciéndole al laird lo que estaba mal, entre respiraciones

irregulares. “Mi señor, ¡Debéis llegar a las colinas! Hamish me dijo que os

llevara rápidamente. Necesitamos hombres para tranquilizar los rebaños. Es la

negrura, digo yo, que ha llegado a nosotros de nuevo. ¡Nunca lo hubiera creído

si no la hubiera visto con mis propios ojos!”

Thomas llamó a gritos para que trajeran su montura desde los establos, luego

interrogó a Lenny mientras él y Dugald se dirigían a la parte frontal de la torre

con un puñado de soldados siguiéndolos. "¿Qué viste, muchacho?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Lenny estabilizó su respiración y luego habló con ojos muy abiertos. “¡Las

nubes negras, laird! Habitan en sólo una parte de los cielos y se llenan con

lluvias, viento y truenos. Colores que sin duda vuestros ojos nunca habrán visto

bailan en la oscuridad. Es un presagio. ¡Os lo digo!”

Thomas le dio unas palmaditas en la espalda a Lenny y luego tomó su montura

cuando un mozo de cuadra lo trajo ante él. "Buen trabajo al llegar a mí tan

rápidamente, muchacho. Has honrado a tu Laird el día de hoy."

Lenny hinchó el pecho con un sentimiento de orgullo, mientras miraba a su

señor cabalgando a la distancia, con más hombres MacGregor tras de él. El

muchacho se persignó y rezó a los santos por protección.

Era un presagio. Estaba seguro de ello.

*****

43
El Club de las Excomulgadas
Maya y Sara caminaban por la playa con Fred y Barney tras

ellas. Hacía un poco de frío afuera por lo que sabían que no

podían quedarse mucho tiempo. En términos de temperatura, se sentían bien,

ya que se habían puesto sus capas de terciopelo antes de tomar un descanso de

la fiesta de Pete. La capa de Maya era negra, para que coincidiera con su disfraz

de Elvira y la de Sara era roja, a juego con su disfraz de diablesa.

Eran Fred y Barney quienes les preocupaban. Siendo criaturas de sangre fría, no

eran capaces de mantener su propio calor corporal y por lo tanto dependían del

clima para que lo hiciera por ellos. Los chicos sólo podían manejar breves

periodos de clima frío en cada oportunidad, por lo que se aseguraban de no

alejarse demasiado del apartamento.

Maya se colocó la capucha de su capa sobre la cabeza y se agarró más

Jaid Black - Después de La Tormenta


cálidamente dentro del terciopelo. Sara trató de hacer lo mismo, pero se dio

cuenta que no podía porque sus cuernos estaban en el camino. Maya vio la

expresión aturdida de Sara y rió. "Está bien, ricura, has tenido éxito haciéndome

olvidar esa escena horrible con Thor. Creo que es mejor volver a entrar, si no

por nuestro propio bien, al menos por el de Fred y Barney."

Sara sonrió y estuvo de acuerdo. "Sí, sería lo mejor. Dios mío", agregó con

asombro cuando se aventuró a echar un vistazo alrededor, "No me había dado

cuenta de lo lejos que hemos llegado."

Maya miró hacia atrás en dirección al apartamento de Pete y luego se dio la

vuelta para hacerle frente a Sara de nuevo. "Tienes razón. Mejor nos vamos.

Puedo oír un trueno en la distancia. La tormenta sin duda está llegando",

suspiró. Se dieron la vuelta bruscamente y comenzaron a caminar hacia el

apartamento.

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El Club de las Excomulgadas
Un frío inexplicable recorría la espalda de Sara. Se estremeció,

se apiño con más seguridad en su capa. "Tal vez esta no fue

una idea tan brillante, Maya. Creo que debimos ir a Orlando hasta que la

tormenta terminara."

Maya miró por encima de su hombro a su izquierda y vio las nubes negras que

estaban aumentando de tamaño desde el golfo. Eran las nubes más oscuras que

jamás había visto. "Creo que tal vez tienes razón” asintió en voz baja.

Fred y Barney se agitaron de repente, casi como si pudieran sentir alguna

inminente catástrofe que Maya y Sara no podían sentir. Mordisquearon sus

talones, exigiendo ser alzados. Maya se inclinó sobre Fred y lo tomó en brazos,

ayudándolo a recuperar algo de su calor corporal perdido. "Eres un chico

pesado", lo reprendía amorosamente mientras lo envolvía en sus brazos por

Jaid Black - Después de La Tormenta


debajo de la capa.

Sara tomó nota de cómo Maya cuidaba a Fred y de inmediato tomó a Barney

para hacer lo mismo. "Lo siento chico, no estaba pensando."

Las mujeres caminaron unos metros más antes de que una de ellas, finalmente

rompiera el silencio. "Es realmente algo hermoso, ¿No?", señaló Sara con un

murmullo de asombro, casi para sí misma.

“¿Qué es hermoso?” Preguntó Maya, sin estar segura de qué la deslumbraba

tanto.

"La tormenta", aclaró Sara, "si la miras – y quiero decir, realmente mirarla - es

hermosa más allá de las palabras."

Maya sonrió mientras ella y Sara se detenían. Le estaban proporcionando a Fred

y Barney calor corporal, así que, ¿Qué importaba si se mezclaban con la

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El Club de las Excomulgadas
tormenta que se acercaba por unos minutos más? “Sí, es muy

bell... Dios mío Sara, ¡Mira eso! ¡Hablando de hermoso!"

Sara miró a Maya antes de seguir su mirada hacia la zona de la playa que había

dejado a su amiga estupefacta. No podía creer lo que estaba viendo. "Dios mío,

Maya. ¡Nunca había visto algo así!"

Maya y Sara abrieron la boca ante una sección del cielo que se había vuelto

negra como un saco. Había viento y lluvia rodeados dentro del fenómeno en

movimiento, pero todavía no caían en ningún lugar.

Dentro de la oscuridad Maya y Sara veían colores hermosos, magníficos colores.

Era encantador. Quitaba el aliento.

Se avecinaba justo por encima de ellas.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Eh Sara", anunció Maya mientras se aclaraba la garganta reseca, "Creo que es

mejor salir de aquí. Estamos de pie directamente bajo esta cosa, pero no nos

mojamos. ¿No te parece un poco extraño?"

Sara tragó fuerte, y luego volteó la cabeza para mirar a Maya. “Sí, tienes razón.

De hecho, es más que extraño diría yo. ¡Volvamos al apartamento de Pete

ahora!"

A Maya no tenían que decirle dos veces algo que le pudiera salvar la vida.

Asintió y salió con suma rapidez de la oscuridad que estaba sobre ellas. O trató

de salir de la oscuridad sobre ellas, era más ajustado a la situación.

En el momento en que las mujeres trotaron más de un paso fuera del recinto

negro, los remolinos de colores agarraron sus cuerpos y los lanzaron de nuevo

al interior. Sara gritó. Maya arremetió contra ellos, tratando con todo su vigor

de lograr que los colores la liberaran.

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El Club de las Excomulgadas
Pronto estuvieron perdidas en los colores, incapaces de ver

nada a su alrededor. No había color, ni había negrura. No

había nada más. El apartamento de Pete no era visible. La playa no era visible.

Ni siquiera era visible la tormenta dentro de la negrura. Maya tuvo el horrible

pensamiento de que ella y Sara habían sido levantadas dentro del ojo del

huracán y pronto harían combustión espontánea. No había ninguna otra

explicación. Iban a morir.

Maya tomó la mano de Sara y se aferró a ella como si se le fuera la vida en ello.

Si iban a morir, morirían juntas, pensó dramáticamente. Al igual que Thelma y

Louise. Al igual que Richie Valens y el Big Bopper.

Al igual que dos idiotas que deberían haber conducido a Orlando para pasar la

maldita noche lejos de la tormenta, pensó tristemente.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya gritó cuando sintió que ella y Sara flotaban hacia arriba, hacia el ojo del

huracán, sin duda. Fred y Barney se liberaron de sus capas y cayeron fuera de

su protección. Pero los colores no los dejaban ir tampoco. Los colores agarraron

a las iguanas, negándose a dejarlas caer.

Las mujeres cerraron los ojos y gritaron. No había ningún lugar adonde correr

ni había forma de zafarse del agarre de las bandas de color. De todas las

maneras que existen para morir, ninguna de ellas había pensado que sería de

esta forma.

Y luego comenzaron a flotar hacia abajo. Rápido, sin embargo, con una

facilidad surrealista a la vez. Sara apretó su asimiento de la mano de Maya

hasta que sospechó que los huesos se le romperían bajo su agarre. No era que

importara. El ojo las convertiría en un soufflé humano de todos modos. Dejó

que Sara agarrara su mano para contentar su corazón.

47
El Club de las Excomulgadas
Y luego estaban en el suelo con Fred y Barney a sus pies. Los

aros de color abarcaron a Maya y Sara por unos momentos

más, luego liberándoles los cuerpos retrocedieron hacia arriba, hacia los cielos.

Maya quedó sin aliento. La negrura se había ido. Soltó la mano de Sara

mientras miraba boquiabierta el cielo, atónita por lo que acababa de suceder.

"Uh, Maya", Sara le susurró con tono de urgencia mientras le daba un codazo en

las costillas, "Creo que es mejor que te des la vuelta y eches un vistazo."

Maya asintió y empezó a girar lentamente, con miedo de saber porqué tenía que

desviarse a mirar cualquier cosa. ¿Qué había detrás de ellas que había afectado

a la imperturbable Sara y la había puesto tan preocupada? Un demonio, sin

duda, por la suerte que tenían hoy, pensó sombríamente.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya hizo una mueca cuando por fin se dio la vuelta y abrió los ojos. Un

demonio… ¡Ha! Si hubieran sido tan afortunadas. No había ningún demonio.

Pero había hombres a caballo. Una gran cantidad de ellos. Y tenían espadas.

Espadas levantadas.

Espadas levantadas y caras enojadas.

Oh, mierda. ¿Por qué no habían ido a Orlando?

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 3
Diez hombres a caballo las miraban con ojos desorbitados y bocas abiertas a

Maya y Sara. Había otro pelirrojo que estaba justo delante de ellas, mirando a

las dos mujeres con terror, como si temiera que Maya y Sara pudieran extender

la mano y devorarlo para la cena.

El hombre llevaba un traje extraño, lo que un antiguo escocés podría haber

llamado un plaid. Tenía el pelo sucio, largo, y destrozado, con una trenza a

cada lado de su cara. Y tenía el peor aliento que Maya había olido en su vida.

Este hombre nunca tendría que preocuparse por ser engullido por ella para la

cena, eso era seguro.

Sara estaba tan aturdida que no podía respirar, y mucho menos ayudar a

Jaid Black - Después de La Tormenta


entender lo que estaba pasando en el mundo, así que Maya decidió tomar el

asunto en sus propias manos. Pero primero tenía que hacer que Billy Mal

Aliento retrocediera un paso. Se iba a desmayar a ciencia cierta si no dejaba de

respirar sobre ella.

Maya levantó la mano en un movimiento que indicaba que iba a hablar. El

hombre del fétido aliento echó una mirada con los ojos abiertos en su mano

alzada, respiró su aliento profundo malditamente cerca de ella, cayó de rodillas

con su olor, y cayó muerto.

Al parecer Billy Mal Aliento se horrorizó ante la idea de que hablara con él,

Maya frunció el ceño. ¡Ja! Como si pudiera criticar. El hombre que nunca había

oído hablar, obviamente, de Listerine3

3 Listerine: Marca comercial de enjuague bucal

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El Club de las Excomulgadas
"Por todos los santos, mi señor, ¡Ha puesto un hechizo sobre

Hamish! ¡Ha caído al suelo como muerto!"

Maya centró su atención en el que había hablado. Había algo extraño en su

discurso mal dicho. Era casi como si fuera otro idioma. Era casi como si ¿Se

tratara de… Gaélico Antiguo?

Los diez jinetes se santiguaron. El más grande de todos, el que estaba

obviamente a cargo, levantó la espada y la apuntó hacia Maya y Sara. Parecía

malditamente enojado. Maya nunca había visto un carácter más intimidatorio

en su vida. "Hablen mozas del demonio. ¿De qué boca del infierno os habéis

desatado?"

Maya miró a Sara con una expresión verdaderamente desconcertada en su

rostro. ¿Demonio? ¿Mozas? ¿Boca del infierno?

Jaid Black - Después de La Tormenta


Fue en ese momento en el que la lógica de Sara finalmente se reincorporó a la

vida. Le dio un codazo a Maya en un lado e indicó que debían buscar en el área

de terreno más allá de los jinetes.

Maya obedeció, y luego se quedó sin aliento. "¿Dónde estamos, Sara?" Susurró.

Sara tragó con dureza, tratando de lograr que sus glándulas salivales trabajaran

de nuevo. "No sé", chilló, "pero no recuerdo haber visto ningún castillo en la

Florida."

Maya miró más allá del hombre feroz con la espada desenvainada señalando la

estructura siniestra que se alzaba en el fondo detrás de él.

Era formidable. Y temible. Y terriblemente familiar. Se parecía a las fotos del

Castillo MacGregor.

50
El Club de las Excomulgadas
*****

"¿Cómo en el nombre de Dios era esto posible?" Maya murmuró en voz baja

para que sólo Sara pudiera oírle.

Sara negó con la cabeza, su mirada fija sin vacilar en el hombre de fiero aspecto

que las señalaba con la espada recta. “No sé, Maya, pero estamos aquí. No hay

que negarlo.” Las dos habían estudiado las fotografías de aquel castillo un buen

rato. “Las dos sabemos lo que estamos viendo. Y míralos a ellos.”

Ellos, Maya captó el significado de los jinetes. Definitivamente, no tenían el

aspecto de un escocés moderno de hoy día. Y el castillo, el castillo se había

reducido a ruinas apenas hacía dos siglos. Sin embargo, ahora era alto y

maravilloso en todo su esplendor, al igual que lo había sido en el pasado lejano.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya hizo una mueca, y luego llevó su mano dramáticamente hacia su frente

confundida y dolorida. Los jinetes parecían reaccionar a cada uno de sus

movimientos así que hicieron sus monturas hacia atrás dando un espacio a la

vista de su ligeramente elevada mano.

"Seguramente convertirá a todos en piedra, ¡Mi señor!" El jinete deslenguado

que Maya buscaba, gritó molesto. "¡La muchacha demonio nos matará a todos

este día!"

Maya puso los ojos en blanco, su preocupación momentáneamente olvidada.

Alzó la voz lo suficientemente fuerte para todos pudieran escucharla. "No soy

un demonio, muchachos. Soy sólo una mujer. Ni más ni menos."

Los jinetes la miraron con curiosidad, después dieron un grito de terror cuando

su mascota iguana Fred salió cojeando desde detrás de sus pies. Incluso el gran

hombre dejó escapar un grito pequeño.

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El Club de las Excomulgadas
"¡Trae con ella a los dragones de la boca del infierno, mi señor!

¡Tenemos que huir! ¡No podemos luchar contra ellos!"

Maya sonrió con satisfacción. Ella y Sara estaban obviamente delirantes, por lo

que podía ser que también tuvieran la ventaja en este viaje de ácido medieval.

Dejen que los hombres piensen lo que quieran. Pero por favor, Dios, en silencio

oró, haz que desaparezcan...

Maya se inclinó hacia abajo y le dio unas palmaditas en la cabeza a Fred. "Buen

chico", elogió mientras soltaba a su lagarto para que con la lengua lamiera su

brazo.

El gran hombre señaló con su espada a Maya y gritó una pregunta. "¿Qué

lengua habláis, moza del demonio?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¡Habla la lengua propia del diablo, mi señor! ¡Nos va a matar a todos!

¡Huyamos para que podamos ver otro día!"

Maya quería envolver al líder con su voz oscura y perderse. Iba a conseguir que

las mataran si no hacía algo pronto. Estaba cansada de este delirio. Ella y Sara

habían perdido, obviamente, sus mentes cuando estaban en el interior del ojo

de la tormenta.

"Ella habla Inglés", ofreció Sara en gaélico, saliendo de su estupor.

El gran hombre miró a Sara congelado. "Sé Inglés moza, e Inglés ése no es."

Sara aplacó al guerrero con una sonrisa antes de continuar. "Es una forma

diferente de Inglés el que habla. Venimos de un clan llamado, eh, Tampa, en

una tierra llamada América. No es lo mismo que Inglaterra."

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El Club de las Excomulgadas
"Quizá antes que tú se unió a los demonios del infierno, pero

ahora es claro que las ha traído el ojo maldito.” El tipo grande

se puso en el suelo y se persignó.

"No estoy maldita", Sara respondió, "y no soy un demonio."

El hombre sentado al lado del gran hombre habló, dirigiendo su discurso hacia

Sara.

"Mientes muchacha. Podemos ver los cuernos sobre tu cabeza".

Oh, maldita sea, Maya y Sara pensaron, ya que al mismo tiempo palidecieron.

Se habían olvidado que estaban usando los disfraces.

“Mi buen señor”, comenzó Sara, causando que Maya levantara una ceja, “Os

aseguro que no soy un demonio. Estos cuernos no son reales. Se trata de un

Jaid Black - Después de La Tormenta


disfraz. ¿Sabéis lo que es un disfraz?”

Maya clavó el codo en las costillas de Sara, lo que la hizo estremecerse. "¿Estás

loca, Sara?" Murmuró con dureza.

"Si esto es real, entonces el miedo es lo que nos mantiene vivas en este

momento." Sara lanzó una reprimenda buscando la manera de que Maya la

entendiera antes de responder. “No, si creen que somos demonios no lo harán.

Vamos a ser quemadas en la hoguera por herejía en un abrir y cerrar de ojos."

Maya hizo una mueca.

Maldita sea, no había pensado en eso.

*****

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El Club de las Excomulgadas
“¿Disfraz? ¿Qué es un disfraz, muchacha?” El tipo grande

golpeó el suelo de nuevo y se santiguó nuevamente. Maya

estaba empezando a encontrar un poco desagradable ese irritable hábito.

Sara, imperturbable incluso ante la perspectiva de la muerte, sonrió

tranquilizadora al gigante. “El disfraz es la ropa que usáis cuando estáis

fingiendo ser algo no que no sois. ¿Tal vez, no tienen disfraces aquí?”

El gigante murmuró algo en voz baja luego de escupir y se persignó

nuevamente. “No, no los tenemos".

Sara alcanzó los dos cuernos en la parte superior de su cabeza,

desprendiéndolos de su pelo, y los arrojó al tipo grande. "Ve... no son reales."

Thomas los capturó y examinó los cuernos falsos cuidadosamente para luego

Jaid Black - Después de La Tormenta


mostrárselos a Sir Dugald. "Están hechos de seda fina ", murmuró a su

comandante de armas.

Sir Dugald tomó los cuernos de las manos de su laird y los rozó contra su

mejilla. “Sí mi señor, son de seda."

El gran hombre volvió a mirar a Maya y a Sara, su voz y expresión tan

implacables como siempre. "Si no son demonios, entonces, ¿Cómo explican

estas criaturas de protección? Seguro que no trataréis de decirme que no son

reales".

Sara se rió de buen humor mientras se agachaba para acariciar a Barney. Era

obvio para Maya que su mejor amiga estaba haciendo un trabajo mucho mejor

desarmando a los jinetes de la hostilidad de lo que ella podía haberlo hecho. Si

fuera por Maya y su lengua insensible, las dos ya estarían cocinadas con sendas

manzanas en la boca abierta, para ahora. “No es un protector, es casi una

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El Club de las Excomulgadas
mascota, mi señor. A juzgar por la mirada en vuestras caras,

¿supongo que no tienen animales de compañía como estos

aquí tampoco?”

Sir Dugald sonrió. “No, mi señora, no los tenemos.”

Sara miró a Sir Dugald y se sonrojó. "Son criaturas inofensivas, señor. En

verdad. Si vos pudiera desmontar, estaría encantada de presentárselas.”

La sonrisa del jinete se amplió hasta el punto en que Maya sospechó que la piel

en las comisuras de su boca podría agrietarse. Le gustaba Sara, era obvio.

"¿Cómo habéis llegado aquí señoras?" El gran hombre que estaba en su

montura preguntó, mientras que el otro hombre se bajaba de su caballo y se

acercaba a inspeccionar a Fred y Barney.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sara se encogió de hombros. "En verdad mi señor..."

La ceja de Maya se levantó. ¿En verdad?

“… Estamos tan desconcertadas como vosotros. En un momento estábamos en

medio de una celebración del clan y al minuto siguiente el cielo se volvió negro

y estábamos aquí.”

Maya resopló. Celebración de un Clan de hecho. Si el tipo grande pensaba que

sus trajes estaban en connivencia con el diablo, se preguntaría lo que pensaría

acerca de Pete, el sacerdote y Chanel, la monja embarazada.

Sir Dugald fue a pararse frente a Sara, sonriéndole todo el tiempo. No era

demasiado duro mirarle, admitió Maya. No era difícil en absoluto. Sara podía

hacerlo mucho peor. El hombre agarró la mano de Sara primero y luego la de

Maya. “Me llamo Sir Dugald, mi señora, y ¿vosotras quiénes podríais ser?”

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El Club de las Excomulgadas
Sara contuvo el aliento. Su rostro se volvió una tiza blanca.

Sir Dugald.

Los latidos de su corazón se aceleraron mientras Maya tragaba nerviosamente.

Sir Dugald frunció el ceño. "¿Cuál es el problema?"

Sara recobró la compostura rápidamente e hizo una reverencia al soldado.

“Perdonadme, Sir Dugald por mi grosería. Es que nos sorprendió, es todo. Mi

nombre es Lady Sara. Esta es Lady Maya.”

Sir Dugald inclinó la cabeza a ambas, con la sonrisa en su lugar. “Estáis

perdonadas, por supuesto, pero ¿Por qué os asustaron al principio?”

Sara miró a Maya como si buscara una respuesta adecuada. Maya respondió

Jaid Black - Después de La Tormenta


por ella, aunque esta vez en gaélico, decidida a encontrar su voz una vez más.

"Hemos escuchado de su laird y de usted muy bien, señor. La fuerza de su clan

es bien conocida."

El pecho de Sir Dugald se infló con arrogancia. Al parecer, Maya había logrado

regresar la arrogancia del gran hombre, pues desmontó con las palabras de

Maya y caminó unas zancadas más.

El gigante se detuvo frente a Maya y la miró de arriba abajo. Al parecer, nunca

había oído hablar de la palabra ceder, pensó sombríamente. Maya estaba

agradecida con los dioses por la capa de encima que ocultaba su traje, porque

seguramente la habría degradado de la situación de mujer a la condición de

ramera si hubiera visto cómo estaba vestida escandalosamente. "Soy el

MacGregor. ¿Cómo habéis llegado a oír hablar de mí?"

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El Club de las Excomulgadas
Los ojos de Maya se abrieron como platos cuando sus palabras

se hundieron hasta el MacGregor? ¿Igual que Thomas

MacGregor? ¡Wow! Era aún más grande y más feroz de lo que había imaginado

que sería. Y al igual que Sir Dugald, no era difícil de mirar tampoco. De hecho,

era aún más rudamente apuesto que Sir Dugald a su manera de pensar.

Rápidamente hizo una reverencia ofreciéndole una sonrisa. "Sus habilidades

con la espada son bien conocidas en muchas tierras, mi señor."

Satisfecho, Thomas asintió con un gruñido. Por supuesto que sus habilidades

eran bien conocidas. Era el MacGregor, después de todo. Tomó la mano de

Maya y se inclinó sobre ella, asombrándola con su espectáculo cortesano de

gracia. "Lady Maya, debéis llamarme Thomas. 'Es un honor haberla conocido."

Maya se estremeció y entonces asintió, su mirada sin dejar la del Laird.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas tomó nota del escalofrío de Maya y frunció el ceño, suponiendo que era

por el clima frío del lugar más que por el hecho de que estaba asustada. “Está

frío y será mejor que nos pongamos en marcha, también Lady Sara. Y es

peligroso. Tenéis suerte de que las encontré yo, y no los MacAllister. Venid, las

llevaré al Castillo MacGregor para que estéis más calientes.”

*****

Robert MacAllister sonrió maliciosamente hacia las mujeres que montaban a la

distancia encima de las monturas de MacGregor y de Sir Dugald. Había venido

a las tierras del MacGregor el día de hoy, con la esperanza de encontrar algún

ganado que pudiera robar para el uso de su propio clan. Había cabalgado por

unos momentos después de que el MacGregor llegara para ver cómo apuntaba

con su espada en alto en la dirección a las dos mozas.

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El Club de las Excomulgadas
Robert lo había visto desde los árboles, haciendo todo lo

posible por conseguir un buen vistazo de las muchachas,

después, cuando por fin los malditos habían bajado de sus monturas, no pudo

volver a ver cómo se veía la muchacha de rojo, pero la muchacha de negro era

hermosa en verdad. Era la más hermosa de las doncellas, con largo cabello

dorado y una figura que habría hecho que un hombre quisiera enterrar su carne

en el interior de ella.

Había sido evidente para Robert que la mujer no era una MacGregor, Thomas

había reaccionado como si nunca la hubiera visto antes. Robert había pensado

en llevársela él mismo, creyendo que el MacGregor dejaría a las mujeres atrás

después que él y sus hombres las juzgaran. ¿Por qué había pensado en eso? No

tenía ni idea. Era el optimismo pensando por su parte, sin duda.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Robert maldijo con ira cuando salía de la reclusión de los árboles y se dirigió de

nuevo a la fortaleza de los MacAllister alejando fuera todos los pensamientos

del ganado desde que se marcharon.

No era justo. Los MacGregors siempre superaban a los MacAllister. El laird

MacGregor era el más temido en Escocia, los rebaños de su clan eran

abundantes, y tenían un sinnúmero de mujeres. Y ahora Thomas MacGregor se

había quedado las mozas extranjeras para ellos. No, no era justo en lo más

mínimo.

Pero Robert iba a cambiar la mala suerte de su clan para mejor. Era laird ahora,

después de todo, con su hermano mayor muerto y enterrado hacía cerca de una

quincena de días ahora. No era débil al igual que su hermano lo había sido y

estaba dispuesto a hacer frente a los MacGregor como deberían haberlo hecho

en los últimos años.

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El Club de las Excomulgadas
No, Robert era fuerte, y maldito fuera si no lo demostraba.

Pronto los dos buscarían al Bruce para que los guiara con su

sabiduría. Pronto encontraría el favor en la corte del rey.

Y, Robert añadió para sí mismo con una sonrisa, pronto entraría en celo entre

las piernas de la hembra que había visto esa tarde.

Se la arrebataría a los MacGregor. Por todos los santos que lo haría.

Jaid Black - Después de La Tormenta

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 4
De una manera u otra “Lady” Maya y “Lady” Sara terminaron en el castillo con

Fred y Barney junto a ellas. Era evidente que tanto Thomas como Dugald

hubieran preferido abandonar a las iguanas, pero las mujeres no querían oír

hablar de ello.

Sara convenció a Sir Dugald para que Barney viajara con ellos de la forma en

que mejor conocía… manejando una situación a su favor: lo deslumbraba con

elogios y lo recompensaba con una sonrisa. Maya, por otro lado, consiguió que

Thomas llevara a Fred de la única manera que había conocido… haciéndolo a

su propia manera: clavando sus talones y negándose a ceder en su postura.

Thomas había escupido y maldecido como un legionario en diferentes idiomas

Jaid Black - Después de La Tormenta


a lo que… finalmente cedió cuando se dio cuenta de que Maya era tan

obstinada como para hacer lo que le había dicho que iba a hacer y permanecer

en la ladera si dejaba atrás a su mascota. Thomas le había dado su mejor ceño

fruncido, había gritado con sus pulmones, incluso amenazó con ponerla encima

de sus rodillas.

Todo había sido en vano. La obstinada mujer se había negado a obedecer. Era

muy obvio para Thomas que el laird del clan de Tampa había echado a perder a

la moza hasta el extremo.

El MacGregor todavía estaba de un estado de ánimo malhumorado cuando se

dejó caer en su asiento de la gran sala, al lado de Maya para participar en las

actividades de la noche. Gruñó mientras se sentaba, asegurándose de que Lady

Maya fuera muy consciente de su presencia. Por todos los santos que ¡Podía

conseguir meterse debajo de la piel de un hombre!

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El Club de las Excomulgadas
Cuando sus gruñidos no atrajeron la atención de Lady Maya

de la conversación entre Sir Dugald y Lady Sara, Thomas se

aclaró la garganta y le gritó. "Debería mirarme, Lady Maya."

Eso lo logró.

Maya apretó los dientes con irritación. El hombre tenía los modales de un cerdo

salvaje. Primero la acusó de ser hermana de Satanás, después trató de dejar a su

amado Fred atrás para valerse por sí mismo en el frío, después había llegado

incluso al extremo de gritarle y amenazarla con una paliza. Ahora ¡Tenía la

audacia de ordenarle mirarlo! Si no fuera por el hecho de que obviamente

estaba en ventaja por el momento, lo habría estrangulado.

Maya se dio la vuelta y miró al laird con una mueca en la cara lo

suficientemente feroz para hacer que el poco hombre menor se estremeciera.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Sí? ¿Laird?”

Ahora que Maya lo miraba, Thomas no estaba seguro de cual debía ser su

próximo paso. No tenía algo que decirle realmente y nunca había sido bueno

con la conversación ociosa. Lo único que sabía era que le gustaba mirarla y le

gustaba cuando ella lo miraba.

Demonios, qué hombre no quisiera que la hermosa muchacha lo favoreciera con

su atención. Era más fina de lo que pensó que era posible que una mujer

estuviera hecha. Tenía el pelo hasta la cintura desatado y la sombra de sus rizos

eran como trigo dorado. Sus ojos eran de tres colores diferentes, todos al mismo

tiempo, con anillos de azul y verde y una mancha de oro en cada uno. Sus

labios, bien, ni siquiera debería pensar en sus labios rojos hinchados. Un

hombre podía torturarse con el deseo de chupar esos labios.

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El Club de las Excomulgadas
Thomas frunció el ceño mientras estudiaba a Maya y Maya

frunció el ceño de vuelta. "¿Quería hablar conmigo, mi señor?"

Thomas rompió la atención de sus fantasías y lanzó a Maya su más temido ceño

fruncido. “Los sirvientes están preparándoles vuestras cámaras, a vos y a Lady

Sara, lo más pronto posible. En algún momento después de la comida, Matilde

os buscará para llevarlas a vuestras cámaras. Les subirán las bañeras, así como

vestidos limpios, para que podáis limpiar vuestros cuerpos.”

La expresión de Maya se suavizó con el gesto más bien considerado de Thomas.

Le sonrió, haciendo que su aliento se pusiera en la parte posterior de su

garganta. "Eso es muy generoso de su parte, mi señor. Estaríamos muy

agradecidas."

Thomas asintió entonces moviendo ligeramente una de las comisuras de los

Jaid Black - Después de La Tormenta


labios hacia arriba.

Maya sospechó profundamente que era su intento de una sonrisa. Al parecer,

no había cultivado bastante el arte en él todavía, ya que parecía más una burla

hacia ella. Sin embargo, se negaba a pensar lo que esa sonrisa incómoda le hacía

a su corazón acelerarse.

*****

Maya estaba encima de las almenas, mirando hacia abajo al patio inferior.

Movió la cabeza para despejarse, no creyendo por un momento que estaba

viendo las cosas que estaba viendo, experimentando las cosas que parecía estar

experimentando. Estaba segura de que iba a despertar en cualquier momento,

aún en su cama de Tampa. O tal vez había sufrido una lesión en la cabeza

durante el huracán y ahora estaba acostada en estado de coma en el Hospital

General de Tampa. Era una mujer de ciencia… no había otra explicación.

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El Club de las Excomulgadas
Maya apretó bien su manto a su alrededor, el aire frío de la

montaña inducía la carne de gallina de sus brazos. Extraño,

pero nunca había tenido sensaciones de temperatura en un sueño antes. Tal vez

cuando se despertara debía conducir hasta el laboratorio en la universidad y

dejar que un excéntrico doctor estudiara los patrones anormales del sueño en

una de sus máquinas y tener un día genial a costa de ella.

Tenía que encontrar a Sara y obligarla a despertar. En este sueño, Maya se

negaba resueltamente a creer que podría ser más que eso, Sara se había alejado

con este personaje de Sir Dugald mano en mano después de la comida en la

gran sala.

Maya gruñó. Sí, tenía que estar soñando. Sara no era del tipo que cayera

enamorada después de conocer un chico por sólo dos horas.

Jaid Black - Después de La Tormenta


El viento soplaba en la capucha de la capa de Maya y en todo su rostro,

derramando su larga melena de oro en rizos por la espalda. No se dio cuenta

hasta un momento después de que la carne de gallina no se debía

completamente al aire frío de la noche. No estaba sola en las almenas. No estaba

segura cómo lo sabía, pero tal vez la percepción extra-sensorial se desarrollaba

cuando se estaba... soñando o alucinando.

"Su recámara está lista para vos, Lady Maya."

Ah, tenía razón. Ya no estaba sola.

Maya ladeó la cabeza hacia arriba para poder tener una mejor visión de la cara

del gigantesco señor de la guerra.

"Gracias," ofreció ella débilmente.

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El Club de las Excomulgadas
Thomas asintió casi imperceptiblemente, reconociendo sus

palabras. "Sois bienvenidas."

Se volvió hacia el patio inferior, una vez más, incapaz de sostener la mirada del

MacGregor un momento más. Toda esta experiencia se convertía en demasiado

vívida, demasiado real.

“¿No vais a ir a vuestra cámara, señora?”

Maya cerró los ojos frente a sus palabras. Su voz era tan profunda y suave, la

más rica en tono bajo. Sonaba todo hombre, todo poderoso, y lejos de ser su

imaginación. Se acurrucó en su capa, plegando sus brazos sobre su pecho y

frotándolos con fuerza para evitar el espeluznante frío.

Después de lo que pareció una eternidad en silencio con este hombre de sus

Jaid Black - Después de La Tormenta


sueños, Maya ya no pudo soportar la calma. Se dio la vuelta y lo atravesó con

ojos atormentados y redondos. "¿Eres real?" Le susurró.

Thomas arqueó una ceja. “¿Real? Por supuesto que soy real.” Extendió la mano

para tocar su frente, una sensación inusual de simpatía brotando dentro de él.

“Habéis tenido un golpe en la cabeza, muchacha? ¿Estáis febril?” Sintió su

cabeza en busca de calor, acariciando las sienes preciosas. “Puedo llamar a un

curandero, si necesitáis uno.”

Maya cerró los ojos con la sensación de su mano acariciando su cabeza. Sus

dedos eran grandes y callosos, pero se sentía extraordinariamente bien rozando

sus suaves sienes. Era demasiado para soportar, demasiado para creerlo. Cosas

como ésta simplemente no ocurrían.

Thomas tuvo la idea desconcertante de que podría ser el hombre más feliz,

acariciando a esta mujer el resto de su vida y nunca cansarse de ello. Su rostro

se volvió hacia su mano como una niña asustada que buscaba protección, que

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El Club de las Excomulgadas
era el completo contrastante con su típico comportamiento

confiado. Todo lo que podía hacer era extender la mano y

darle lo que estaba necesitando. Quizá la señora no se daba cuenta de lo que

estaba buscado, pero lo hizo.

Ella necesitaba consuelo. De qué, no tenía ninguna idea.

Thomas bajó lentamente la mano para acariciar la mejilla de Maya, frotándola

suavemente para calmarla. Una vez más, se volvió hacia él como si buscara algo

que ella misma no podía nombrar. Mantuvo los ojos cerrados, limitándose a

sentir las sensaciones sin ver. Un sentido de posesión y un fuerte deseo de

proteger a la pequeña muchacha se extendió por su mismo ser, luchando contra

su voluntad. La atrajo hacia él, renunciando a luchar, sosteniéndola suavemente

en un cálido abrazo.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya cerró los ojos con fuerza mientras permitía que el guerrero la abrazara.

Experimentaba una profunda sensación de seguridad en sus brazos, como si

fuera su única conexión con la realidad, con la vida. Era curioso que una figura

de un sueño pudiera proporcionarle tal básica comodidad. Quería llorar, quería

gritar, pero sus ojos se negaban a hacerlo. Cuanto más tiempo la sujetaba, más

real se convertía el guerrero. Y más miedo tenía.

Thomas puso la barbilla sobre su cabeza y aspiró su olor. Se sentía tan perfecta,

su carne suave abrazada por el calor de su cuerpo duro, inflexible. Sintió que se

le hinchaba el eje contra su plaid, hurgando contra su vientre. Cuando ella

respiró profundamente, se dio cuenta de que ella conocía el efecto que tenía

sobre él. ¿Lo usaría en su contra como otras mujeres lo habían intentado? Se

negaba a darse la oportunidad de averiguarlo.

Thomas empujó a Maya lejos de él, haciendo que su rostro subiera para mirarlo.

Tragó fuerte, con los ojos aún embrujados, todavía asombrados. Sintió un

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El Club de las Excomulgadas
temblor momentáneo de culpa, pero se negó a reconocerlo. El

MacGregor no daría su corazón, su voluntad, o incluso su eje a

esta hermosa zorra. “Vaya a vuestra cámara a bañarse, y lo hará ahora.”

Maya parpadeó. No tenía idea de lo que lo había vuelto tan hosco, pero el

cambio brusco en su estado de ánimo fue un shock en su sistema.

Sí que lo fue.

Maya se alejó más del abrazo de la serpiente, los ojos una vez preocupados

ahora en llamas. No podía negar la atracción que sentía por él, pero se negaba a

acobardarse ante el trasero pomposo del Laird.

"¡Muy bien!" Escupió ella.

“¡Muy bien!” Gruñó a cambio. “Os vais ahora antes de que cambie de opinión y

Jaid Black - Después de La Tormenta


gustoso viole vuestro disponible cuerpo. ¡Decidiré si volvéis a casa o no cuando

hayáis desaparecido de mi vista!”

“¿Dispuesto cuerpo? ¿Decir a dónde voy a ir?” Maya lanzó salvajes puñaladas al

gigante con su mirada, con la esperanza de ver el momento de locura y que

realmente estaba aquí y no soñaba con poder sacarle los ojos. “Escúchame

amigo, ¡Soy la única que decidirá a dónde es que voy! Y me voy a mi casa.

¡Ahora mismo!” Dio la vuelta sobre sus talones, dándole la espalda.

Él, sin embargo, no estaba pescando nada de eso.

Thomas la agarró por la parte posterior de la capa y la hizo girar hacia él. Sus

fosas nasales, las venas de sus sienes marcadas. “Haréis lo que os he dicho,”

dijo también en voz baja. “Os vais a las escaleras hasta la cámara y sin decir otra

palabra sobre ello. No me importa lo que queráis, ¿O necesitáis que os ponga

sobre mi rodilla?”

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El Club de las Excomulgadas
¿Su rodilla? ¿Su rodilla? ¡Maldito sea el hombre!

Muy enfurecida para pensar en una respuesta, y mucho menos una ingeniosa,

malditamente inteligente, Maya pisoteó con sus pies en el suelo y lo miró.

"¡Muy bien!" Logró farfullar. Incapaz de reprimir su rabia, se puso de pie de

puntillas, agarró las trenzas negras que estaban sobre su pecho, y tiró de ellas

con todas sus fuerzas.

Él le sonrió. Una sonrisa genuina, divertida.

Quería matarlo.

"¡Ohhhh!" Echaba chispas, no podía decir más. Se dio la vuelta y pisoteó fuera de

las almenas, como un niño mimado al ser enviado a su habitación.

Thomas observó entretenido mientras la pequeña musaraña golpeada se alejaba

Jaid Black - Después de La Tormenta


de él con una rabieta. Debía estar loco, pero no lo estaba. Él también tenía su

humor. Quizá se la iba a quedar después de todo.

Sacudió la cabeza, decidido a resolver su desaparición. Lo que la bruja hermosa

hacía a sus sentidos no era bueno. Podría debilitarlo, hacerlo suave y que su

corazón sintiera cosas que no quería sentir.

No, no podía ni quería quedarse con la pequeña mozuela.

****

Thomas se sentó en su silla junto a la chimenea en el gran salón con una cerveza

en la mano y una mueca en su rostro. Se tragó el resto de la bebida después y

gritó a Matilde que le llevara un poco más. Cuando Matilde no apareció

inmediatamente, maldijo y gritó a su escudero para que fuera. Se había

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El Club de las Excomulgadas
olvidado por un momento que Matilde estaba arriba,

mostrando a Lady Maya y Lady Sara sus alcobas.

Thomas gruñó después de que su escudero Gilfred llenara su jarra de cerveza, y

luego volvió a su plena ebullición… Era evidente para los hombres MacGregor

que Thomas se encontraba en un ruin estado de ánimo, porque nadie se atrevía

a acercarse a él. Incluso Dugald permaneció brillando por su ausencia, quizá

por miedo, pero lo más probable era que dejara a Thomas calmarse por sí

mismo.

Como si pudiera calmarse, Thomas reconoció para sí mismo con otro gruñido.

¡Lady Maya iba a ser su muerte!

Después de pensar en la escena en lo alto de las almenas, decidió que su humor

estaba muy lejos de ser divertido. La mujer simplemente no sabía su lugar. Ella,

Jaid Black - Después de La Tormenta


obviamente, no le tenía miedo y la verdad era que el Laird lo encontraba

inaceptable. De hecho, una muchacha debía saber respetar humildemente y

temer a su señor. Por supuesto, Thomas no era exactamente su señor… todavía.

¿Todavía? No. Thomas negó con la cabeza. Se negaba a pensar en ese sentido.

Enviaría a las damas de nuevo con su clan en breve plazo. Ciertamente, sus

señores debían temer por su seguridad ahora. Sin embargo, no podía dejar de

considerar qué sería de su vida si le negara a Lady Maya su pasaje de regreso a

su pueblo. Frunció el ceño. Su vida sería una complicación tras otra, eso es lo

que sucedería. Lady Maya no era del tipo agradable y, más que nada, su lengua

acabaría avergonzándolo delante de sus hombres si se quedaba con ella.

Y Lady Maya estaría obligada a dar batalla si se le ordenara permanecer aquí.

No era el tipo de mujer que iba a quedarse de brazos cruzados mientras que el

MacGregor decidía su suerte. No, demandaría que ella y su amiga fueran

enviadas a su lugar de origen.

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El Club de las Excomulgadas
“¿Quizá es seguro hablar con vos ahora o queréis fruncir el

ceño a vuestra cerveza un poco más?”

Thomas levantó la vista para ver a un sonriente Dugald y lo fulminó con la

mirada. "Creo debéis esperar un poco más, Dugald."

Dugald chasqueó la lengua y sacudió la cabeza, fingiendo desesperación. En

realidad, encontraba la situación muy divertida para estar seguro. "Vamos

Thomas, sabéis que podéis hablar libremente frente a mí."

Thomas fulminó con la mirada a Dugald mientras tomaba otro trago de

cerveza. "Quizá habéis encontrado esto divertido Dugald, pero os puedo

asegurar que yo no."

Dugald rió al manotazo que Thomas dio y a continuación se sentó en el asiento

Jaid Black - Después de La Tormenta


más cerca del Laird.

“No puede ser tan malo, mi señor. Decidme ahora, ¿Qué problemas tenéis?”

Si sólo supiera, suspiró Thomas. Quería creer que estaba enojado con Lady

Maya debido a sus tendencias rebeldes y mal carácter, sin embargo, sabía que

no estaba enojado en lo más mínimo. Irritado, sí, pero enojado, no aún. Era

cierto que si pensaba mantener a la señora tendría que ser diligente en instruirla

en su verdadero lugar, pero su comportamiento no estaba dañando

irreversiblemente.

El verdadero problema era la propia Lady Maya. Era demasiado hermosa para

la mente y paz de Thomas. Nada bueno había salido nunca de mantener a una

bella mujer, ya que muchos hombres tratarían de llevársela a la cama.

Al igual que su madre. Sí, la ex del Laird MacGregor conocía muy bien la

angustia que acompañaba el reclamar una esposa hermosa.

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El Club de las Excomulgadas
La madre de Thomas, Elizabeth, había sido considerada la más

bella sobre la tierra en sus días. Por muchos años, que Thomas

pudiera recordar, su padre Angus había adorado a su madre, cediendo a cada

uno de sus caprichos. Pero al parecer, Elizabeth nunca había devuelto el amor

de Angus, porque ciertamente no había devuelto su fidelidad.

Angus nunca supo exactamente cuántos amantes su mujer había tomado en su

cama, mientras él sólo sabía de uno en particular. Pero si hubo uno, tendría que

haber otros, llegó a la conclusión después de la muerte de Elizabeth.

Thomas nunca iba a olvidar la manera en que Angus se había enterado de que

su amada esposa lo había traicionado. Angus había regresado de nuevo a la

torre después de una incursión exitosa en el clan Hamilton sólo para encontrar

que su esposa se había quitado la vida en su dormitorio. Fuera de sí por el

Jaid Black - Después de La Tormenta


dolor, Angus había preguntado a los sirvientes por largo tiempo y finalmente

descubrió lo que había causado a su justa Elizabeth morir por su propia mano.

Fue un joven escudero que había sido enviado por un clan vecino a entrenar

con Angus, que había aprendido los pecados de Elizabeth. La había visto

brincar con un hombre al que no reconoció en la parte baja de Bailey. Después

de su sórdida cita contra la pared del castillo, el hacendado había oído al

hombre desconocido con Elizabeth, poniendo fin a su aventura de ese día. De

acuerdo con el muchacho, Elizabeth había pedido al hombre que tomara su

vida con ella y cuando se negó a hacerlo, huyó a su habitación a llorar.

Angus había regañado a su escudero ese día por no haber puesto fin a la

conducta inmoral de su esposa en el momento que vio lo que había pasado. No

era que le había hecho ningún bien levantar al muchacho desde el castillo de su

esposa ya que le había traicionado y había muerto.

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El Club de las Excomulgadas
El padre de Thomas nunca fue el mismo después de la muerte

de Elizabeth. Tomaba a una muchacha en la cama cuando lo

necesitaba mucho, pero nunca entregó su corazón a otra. Los pecados de

Elizabeth habían destruido a Angus y el odio de Angus había formado la

manera en que Thomas veía el mundo, especialmente a las mujeres.

Thomas era frío y cínico, en lo concerniente a las mozas, al igual que su padre le

había enseñado. Había muchos temas conflictivos con los años entre padre e

hijo antes de la muerte de Angus, pero había un tema sobre el que los dos

concordaban siempre. Nada bueno llegaba nunca de tener una mujer hermosa

por esposa.

“Bien,” preguntó Dugald, llamando la atención de Thomas de regreso a su

comandante en armas, “¿Hablarais de ello?”

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas miró hacia su corazón sin pestañear, su mirada sin alejarse nunca. "Es

Lady Maya, mi amigo."

Dugald asintió y suspiró, después de habérselo figurado mucho. "¿Qué pasa

con ella, Thomas?”

El laird echó su mirada pétrea a Dugald. "Es hermosa. Es muy hermosa tae.

¿Necesito decir más?"

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 5
Las mujeres iban detrás de Matilde como en un sueño. Ninguna de las dos

había aceptado totalmente el hecho de que lo que estaban experimentando era

real. Todavía se sentía como un sueño, pero muy especialmente para Maya. O

unas increíblemente detalladas, alucinaciones muy vívidas. ¿Escocia medieval?

¡Dios mío!, ¿Cómo podía ser?

Matilde se detuvo primero en la habitación de Sara para mostrarle donde

dormiría. Sara le dio las gracias a la sierva profusamente y después le preguntó

a Matilde si le importaría si la seguía a la habitación de Maya. Sara le explicó

que ella y Lady Maya tenían un par de cosas que discutir en privado antes de

ser bañadas. "Por supuesto que no me importa", insistió con un marcado acento

francés, "Me honra hacer su voluntad, mi Señora."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya dirigió una mirada resignada a todo cuando fue acompañada a su

habitación, o lo que Matilde había llamado su “recámara”. La habitación era lo

suficientemente grande como para satisfacer sus necesidades, casi tres veces el

tamaño de su dormitorio en Tampa.

La cama era espaciosa, enorme de hecho, y cubierta con pieles de pelo de

animales. Tenía tapices colgados en las paredes, dando a la cámara un ambiente

hogareño, y floreros ayudando a añadir ese sentido. Lo único que a Maya no le

gustaba de su nuevo hogar temporal era el gélido suelo de fría piedra. Sin

embargo, el crepitar del fuego encendido en el centro lograba disminuirlo hasta

ser un malestar de menor importancia.

Maya suspiró. El lugar no era exactamente la Torre Trump, pero tampoco lo era

el modesto apartamento en Tampa que ella y Sara tenían. Como alcobas, no

estaban del todo mal.

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El Club de las Excomulgadas
Maya dio las gracias a Matilde por mostrarle su habitación,

después cortésmente le pidió que las abandonara para que

Sara y ella pudieran hablar. Matilde asintió e hizo una reverencia, cerrando la

puerta detrás de ella mientras salía tranquila.

Tan pronto como la criada partió, la realidad comenzó a hundirse en Maya.

Sara la agarró por el brazo y la tiró hacia el extremo más alejado del dormitorio

para asegurarse que su conversación no era escuchada. Se dejó caer a su lado en

la cama. "Está bien", exigió en voz baja, "¿Qué demonios está pasando? ¿Crees

que estamos muertas?"

Sara negó y miró a Maya a los ojos. "Dudo sobre eso. Me siento muy viva, ¿tú

no?"

Maya gruñó y se lanzó de nuevo a las pieles de animales que se encontraban en

Jaid Black - Después de La Tormenta


la cama. Respiró en gran medida por unos momentos y continuó mirando a

Sara. "Si no estamos muertas, entonces la única otra posibilidad es que hemos..."

Sacudió la cabeza. "No es posible", murmuró en voz baja.

"Aparentemente lo es” respondió Sara. "Estamos aquí, Maya. No se puede

negar eso."

Maya se colocó en posición vertical en la cama y agarró la mano de Sara. "¿Estás

diciendo que... que... o sea, quieres decir, que hemos..." Maya gimió. No se

atrevía a decir lo obvio.

"¿Viajado a través del tiempo?" Ofreció Sara. "Sí, eso es exactamente lo que

estoy diciendo, Maya. Estoy diciendo que viajamos al pasado casi 700 años."

Maya hundió la cara entre las manos y sacudió la cabeza. "Esto es una pesadilla

es lo que es. ¿Cómo hacemos para volver?"

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El Club de las Excomulgadas
Sara tomó una respiración profunda y acarició luego a Maya

en la espalda. “No lo sé. Y no estoy segura que podamos,

querida.”

Maya se quebró la cabeza para mirar a Sara y la acusó con ojos entrecerrados.

“¿Estás segura de que no podemos o no estás segura de querer hacerlo?”

Maya no era ciega, después de todo. Había notado la forma en que Sara y

Dugald habían hecho buenas migas desde el comienzo. Dugald no había sido

en absoluto como Thomas. Era fácil, suave, afable, un rufián del siglo XIV.

Thomas, por su parte, era intenso, enérgico y dominante, y apenas hablaba

nunca, incluso cuando se le hablaba.

Sara y Sir Dugald habían pasado toda la noche hablando, riendo y

ruborizándose el uno al otro. Era suficiente para que Maya quisiera meter el

Jaid Black - Después de La Tormenta


dedo en la garganta y vomitar. Especialmente cuando Thomas era todo

gruñidos hacia ella, o amenazaba con violarla y golpearla, pensó malhumorada.

La expresión de Sara se endureció mientras respondía a la acusación de Maya.

"Me gusta, si eso es lo que estás diciendo. Pero apenas lo conozco. Por lo menos

no lo suficiente todavía como para quedarme aquí si me dieran la oportunidad

de ir a casa. Créeme Maya, estaría en la salida del primer huracán de aquí si

fuera posible."

Maya suspiró y apretó la mano de Sara. No debería haberse abalanzado sobre

su mejor amiga así.

Tenían el mismo trauma después de todo.

Sara sonrió y le dio unas palmaditas en la rodilla a Maya. "Sabes querida, no te

mataría ser más amable con Thomas. De hecho, me gustaría aconsejártelo."

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El Club de las Excomulgadas
Los ojos de Maya se abrieron mientras estudiaba el rostro de

Sara. "El hombre es un pomposo idiota. ¿Por qué querría ser

amable con él?"

"Porque," Sara empezó de manera bastante casual, "Es el macho alfa por aquí."

Maya puso los ojos en blanco, causando que Sara riera. "¿Y qué?", Preguntó.

"Qué...", explicó Sara, "Este es el siglo XIV. Eres una antropóloga Maya. Utiliza

tu cerebro. Sin la protección de Thomas, es probable que seas violada por

alguien de aquí."

Maya tragó en gran medida mientras sus ojos se ponían redondos, en forma de

platillos. Sara estaba en lo cierto. La violación era una posibilidad muy real en

este mundo. "Dios mío Sara, no quiero ni pensar en eso."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sara suspiró, y luego forzó una sonrisa, tratando de hacer el momento más

ligero. "¿Has examinado a las mujeres de por aquí? En comparación, ¿Qué

Highlander del siglo XIV no nos querría a nosotras?"

Maya se obligó a reír, pero sabía que lo que Sara le había dicho era verdad. Eran

jóvenes, bien arregladas, no olían y poseían la totalidad de sus dientes. Matilde

era la mujer más bonita de aquí y aún así tenía el pelo suficiente en el labio

superior para que Tom Selleck4 sintiera envidia.

No había duda: sin la protección de Thomas, estar en compañía de estos

bárbaros sería como colgar dos trozos de queso maduro frente a una cueva de

ratones hambrientos.

Caray, esto sólo se hacía cada vez peor, a cada minuto que pasaba.

4 Tom Selleck: Actor que participaba en la serie de TV Magnum 5.0 y que tenía un muy poblado mostacho

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El Club de las Excomulgadas
“Está bien” concedió Maya con los dientes apretados, "Voy a

hacer un esfuerzo para ser más hospitalaria con Conan el

Bárbaro."

Sara se echó a reír cuando se acercó y le dio unas palmaditas a Maya en la parte

superior de la cabeza. "Buena chica".

*****

Una bañera fue traída para Maya a los pocos minutos de la salida de Sara de su

habitación. Suspiró mientras se obligaba a levantarse de la cama y mover sus

pies. Todo lo que realmente quería hacer era ponerse en las mantas con Fred y

llorar a moco tendido. Nunca había tenido realmente miedo de nada en su vida,

pero por el momento, estaba aterrada completamente

Jaid Black - Después de La Tormenta


¿Y si ella y Sara estaban atrapadas aquí? O peor aún, ¿Y si encontraban el

camino a casa pasado otro mes o algo así, sólo que para entonces Sara estuviera

hasta el cuello enamorada de Dugald y se negara a irse?

Siendo realistas ese escenario parecía poco probable, sin embargo, toda la

situación le preocupaba en extremo. Maya fulminó con la mirada la bañera que

había sido traída para su uso, se pasó los dedos por el pelo con frustración,

después se resignó a aceptar la situación con un suspiro. Si esperaba mucho

más, el agua estaría fría. Sería mejor que se metiera ahora.

Se abrió el manto y se lo quitó lentamente, asegurándose de que no rasgarlo con

la punta de sus tacones. Al parecer, Thomas no se había dado cuenta de sus

zapatos extraños, pensó que sin duda habrían despertado preguntas sobre ellos.

Así las cosas, ya había exigido hablar con él "el día de mañana" para que

pudiera decirle todo lo que sabía de cómo llegó aquí.

Como si ella misma lo supiera. Deseaba hacerlo.

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El Club de las Excomulgadas
Maya dobló su capa con cuidado y la puso al final de su cama.

Llegó a la espalda para desabrocharse el vestido de Elvira,

pero se dio cuenta que el cierre se había atorado con un pedazo de capa y no se

movió. “Esto es simplemente genial”, murmuró para sí, “¿Y ahora qué hago?”

Justo cuando pensó que su suerte ya estaba en su punto más bajo de todos los

tiempos, se fue en grave picada para peor. La puerta se abrió en ese mismo

momento y Maya reconoció en un instante que la voz bramándole desde el

umbral pertenecía a ningún otro que la propio hacendado. “Lady Maya, me

gustaría hablar con vos antes de que os bañéis. Yo…”

Maya tragó mientras miraba a Thomas viéndola. Su mirada nunca traicionando

sus pensamientos ni una vez. También, a su modo de pensar, que la verdad

fuese dicha, era que tenía miedo de saber lo que estaba pensando.

Jaid Black - Después de La Tormenta


El vestido de Elvira era escandaloso incluso para los estándares del siglo XXI.

Maya había imaginado que se parecía a la reina de todas las rameras para el

cómputo de un hombre del siglo XIV. La corte del lado izquierdo de su vestido

recorría todo el camino hasta la cadera y la mitad de su vestido caía al valle por

debajo de su esternón, mostrando por completo sus senos, excepto sus pezones.

Bueno, Maya se dijo con una mueca, los estrategas de los deportes siempre

afirmaban que la mejor defensa era un buen ataque. Decidió que un buen

ataque en esta situación sería tonto. "¿Hay algo mal, mi señor?"

*****

Cuando Thomas había subido para hablar con Lady Maya, no esperaba ver su

vestido así sin motivo. Era un escándalo. Era pecaminoso. Lo ponía duro. “No

Lady Maya” consiguió barbotar al rato, "Nada está mal."

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El Club de las Excomulgadas
Maya asintió y miró pensativa a Thomas. “¿Sus mujeres no

usan trajes como este en las celebraciones del clan?”

Thomas pensó en las palabras de Maya por un momento y luego frunció el

ceño. Si era así como las mujeres se vestían en el clan Tampa entonces eso

quería decir que los suyos no eran los primeros ojos varoniles que la habían

visto casi desnuda. Una sensación escalofriante de posesión se deslizó por su

espalda y se abrió camino a sus ojos. Los entrecerró amenazadoramente a Maya

para demostrarle su desaprobación. “¿Vos me queréis decir entonces que su

Laird sí aprueba esta moda de vestir?”

Maya asintió mientras cerraba los ojos con él. "Sí, Thomas, todas las mujeres de

mi clan visten así. Por qué, incluso vestimos así en la iglesia. ¿No te gusta?"

Daba vueltas en círculo, tal como solía hacer cuando estaba frente a los espejos

Jaid Black - Después de La Tormenta


de los grandes almacenes cuando estaba tratando de probarse un nuevo traje.

Maya ocultó su sonrisa a la mirada de indignación en el rostro de Thomas. ¡Ja!

Apenas podía acusarla de ser una mujer ramera del clan de Tampa si todos se

vestían igual que ella y menos si iban así a la iglesia.

"¿Tae thechapel?” Thomas gritó, con los puños apretados a los costados. "¿Su

Laird se ha vestido como vos con esta ropa en un lugar sagrado?"

Maya parpadeó, aparentemente sorprendida por su reacción. "Bueno, por

supuesto, Thomas, ¿qué más usan las mujeres?" Sonrió por completo,

mostrando los dientes blancos nacarados. Oh sí, esto era muy divertido.

Thomas cerró la puerta de la alcoba de Maya y dio tres grandes zancadas a

través de la sala hasta quedar delante de ella.

O tal vez no era tan divertido, admitió con cautela ya que se cernía sobre ella.

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El Club de las Excomulgadas
“Vos no os vestiréis con esto mientras estáis a mi cuidado, ¡Eso

sí os lo puedo decir!” Frunció el ceño hacia ella con las cejas

unidas ferozmente, desafiándola a que dijera lo contrario.

Maya no había tenido ninguna intención de llevar su traje de Elvira por el

castillo de MacGregor, pero la amenaza de Thomas era exasperante. "Voy a usar

lo que desee", dijo con calma, claramente, con las manos hechas puños y

descansando en sus caderas.

"¡Como el infierno que lo harás, mujer!", Le gritó de nuevo, agarrándola por los

brazos.

“Cuando vuelva a vuestra recámara en una hora, os habréis bañado y vestido

correctamente. Si no me prestáis atención, os pondré sobre mi rodilla y ¡esta vez

sin piedad voy a mostraros la consecuencia de no obedecerme!”

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya frunció el ceño, su ira en rápido aumento. Esta era la tercera vez que

había sacado el asunto los azotes de ella a colación. La tercera vez que la hacía

aún más furiosa que las otras dos amenazas que había hecho. Así que ¿Y si

había un pleno más alto? ¿Y qué si le superaban en más de un centenar de

libras? Entonces, ¿Qué si su vida estaba en sus enormes manos? Sí, estaba bien,

así que ¡Era un idiota genio! Sara siempre estaba diciéndole lo mismo.

Maya apretó los puños con fiereza a los lados, sacudió la cabeza con ira, gritó

un confuso grito de guerra desde el fondo de su garganta, y le dio una patada

en la espinilla. "¡No soy una niña! ¡No me vas a golpear!"

La sangre le hervía a Thomas a una temperatura lo suficientemente caliente

como para enrojecer su cara. ¡La muchacha lo había pateado! ¡No lo podía creer!

En todos sus treinta y cinco años ningún otro se había atrevido.

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El Club de las Excomulgadas
Thomas levantó a Maya del suelo por la parte posterior de su

vestido con una mano y acercó su cara a la suya. Le habló con

una voz tan calmada y controlada que Maya sabía que era hora de retroceder y

recoger velas. “No volváis , jamás volváis a hacer eso, si no queréis saber más

de pegarle a un niño. Me golpeáis otra vez, y conoceréis mi ira.”

Maya tragó rápidamente y asintió, echando la mirada hacia el pecho de

Thomas. "Nunca debería haber hecho eso. Yo... yo lo siento."

Thomas no dijo nada en respuesta por un momento, al tiempo que siguió

sosteniendo a Maya en el aire. Sentía la tensión de su grueso y musculoso

cuerpo con tanta fuerza que tenía miedo de mirarlo a los ojos.

Cuando por fin habló, su voz reanudó su costumbre tiránica, haciendo respirar

a Maya en alto. Podía manejarlo cuando estaba así por lo menos. “Ahora bien,

Jaid Black - Después de La Tormenta


haréis lo que habéis ofertado. ¿Me oísteis claro, pequeño laird?”

Maya encontró el ceño de Thomas con uno de los suyos, pero cedió al final con

un gesto breve.

"Bien, pues," susurró en un tono de pura satisfacción masculina, "Volveré en

una hora."

Justo cuando estaba a punto de bajar a Maya, el material de su vestido cedió a

la presión de su agarre y cayó por todo su cuerpo. El vestido se rasgó en dos

pedazos, causando que Maya gritara mientras se desplomaba en el piso de la

alcoba.

Sin pensarlo, Thomas pasó su brazo libre alrededor de la espalda de Maya, en

un esfuerzo para impedir que se golpeara en el duro suelo de piedra. Perdió el

equilibrio y acabó tropezando en el suelo, aterrizando directo en la parte

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El Club de las Excomulgadas
superior de sus quietas formas. Ella contuvo el aliento cuando

el golpe la noqueo, su rostro se convirtió en una sombra de

color blanco pálido.

“¡Maya! ¿Estáis bien?” Thomas exigió que le respondiera mientras alisaba sus

rizos de oro detrás de su cabeza y estudiaba su rostro. “Tae, habladme chica,

¿Estáis bien? Nunca quise a sabiendas haceros daño.”

Maya se concentró en que su respiración se estabilizara, después Thomas le

ofreció una débil sonrisa una vez que tuvo de vuelta su control. "Estoy bien,

algo ahogada. "Sólo quiero descansar después de mi baño".

Thomas asintió mientras se movía a sí mismo despegándose del cuerpo de

Maya. Se sentó encima de ella en posición vertical, mirando hacia abajo

mientras se preparaba para levantar su cuerpo por completo del de ella.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Y entonces él no pudo.

Apenas podía respirar, mucho menos moverse.

Maya se dio cuenta que estaba desnuda.

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 6
Maya encontró los ojos de Thomas y se dio cuenta que su ceño fruncido ya no

estaba allí. No estaba enfadado. No estaba preocupado...

Estaba excitado.

Si la vidriosa mirada en sus ojos no hubiera delatado su estado de excitación, la

roca… dura y gruesa levantada en su vientre sin duda lo hacía.

No quería que la deseara. Tampoco quería sentirse atraída por él. No necesitaba

ni deseaba complicaciones en su plan para escapar de vuelta a su propio

tiempo.

Sin embargo, era difícil pretender que su cercanía no la afectaba. Lo había

Jaid Black - Después de La Tormenta


encontrado salvajemente atractivo desde el momento en que se había apeado

arrogante ante ella hacía varias horas. Lo había encontrado provocativo desde

que había acertado a abrir el primer documento antiguo que le decía las

historias de su valor en las batallas.

Maya suspiró con resignación. Físicamente, le gustaba. Más de lo que había

querido a un hombre en toda su vida. Mil veces más de lo que alguna vez había

deseado a Nick.

¡Ah, qué diablos!...

Lentamente sacó los brazos del suelo de piedra de la alcoba y los envolvió en

torno al cuello de Thomas. Abrió los labios y miró con expectación hacia él,

diciéndole sin palabras lo que sentía.

Thomas parpadeó cuando se dio cuenta de que esta hermosa mujer se extendía

por debajo de él y lo quería tanto como él a ella. Su carne creció dolorosamente

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El Club de las Excomulgadas
hinchada con el conocimiento de ello. Se maldijo por su

debilidad, a sabiendas de que no podía hacer el amor con ella.

Si amaba a esta señora de la forma en que su cuerpo quería, nunca la dejaría ir,

y causaría miles de complicaciones que no deseaba tener.

Aún así, quería saborear su sensación, el sabor de sus labios en ella. Sólo un

beso. Un beso no le haría daño a nadie.

Thomas acunó la cabeza de Maya en sus brazos y bajó lentamente su boca a la

suya. Rozó con suavidad su labio superior, después con igual dulzura a través

del inferior. Se quedó en el labio inferior, reteniéndolo entre los dientes y

chupando suavemente sobre él.

El aliento de Maya se quedó atrapado en su garganta. Los sentimientos que él

agitaba iban más allá de toda su experiencia.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas gimió mentalmente. Esto no era suficiente, no lo era. A pesar de que no

quería hacerle el amor a Maya, quería por lo menos conocer el sabor de sus

besos en su totalidad. Su boca dejó el labio inferior para succionar el superior,

después volvió a bajar al gusto una vez más. En el sonido de su gemido,

abandonó toda precaución y deslizó su lengua entre sus labios entreabiertos. La

besó con vacilación, incierto en cuanto a cómo iba a reaccionar.

Maya gimió cuando su vientre comenzó a sentirse necesitado. No lo podía

creer. El hombre apenas la había tocado, y sin embargo, lo quería con un deseo

que no empezaba a comprender. Necesitaba más, y rápido.

Tomó a Thomas por la nuca de su cuello y tiró de su boca abajo para cubrirla

por su cuenta. Fortaleciendo su beso con una pasión animal, lanzando su

lengua dentro y fuera de la boca para aparearse con ellas. Se besaron

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El Club de las Excomulgadas
apasionada e íntimamente durante unos minutos

interminables, ninguno de ellos dispuesto a soltar al otro.

La erección de Thomas crecía más rígida. La reacción de Maya a su beso fue

más provocativa y embriagadora de lo que podía soportar. Él se quebró. Su

mente le gritó que recuperara la cordura y bajara de su cuerpo obedientemente.

Su corazón y carne exigiendo lo contrario.

Thomas siguió rodeando su boca con la lengua mientras su mano vagaba entre

sus cuerpos y marcaba su carne con la posesión misma con la que había

reclamado su boca. Le acarició primero la garganta y luego los hombros, poco a

poco haciendo su camino hacia abajo, hacia sus pechos. Continuó besándola

mientras le tomaba un pecho regordete con cada mano y jugaba con sus

pezones convertidos en puntos fruncidos.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya se quedó sin aliento, en estado de shock y deleite. Tal vez había supuesto

erróneamente que este “primitivo” Highlander no sabía nada acerca de

complacer el cuerpo de una mujer moderna debido a la habilidad que ella tenía,

pero ahora se vio obligada a descartar esa idea por completo. Sus dedos se

apoderaron de sus pezones con una firmeza que era indescriptiblemente

placentera. Los acariciaba entre el pulgar y el índice, alargándolos más con cada

movimiento hacia arriba.

“Por todos los santos, cómo te deseo.” Thomas arrastró su lengua caliente desde

la boca de Maya a sus pechos. Ahuecó la plenitud de sus pechos una vez más,

juntándolos y los acercó lo más posible a su boca. Se apresuró de un pezón a

otro una y otra vez mientras los chupaba, incapaz de decidir de cual de ellos

quería más, no podía hacer su elección y reclamaba ambos con una pasión

frenética.

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El Club de las Excomulgadas
Maya gimió y golpeó sus caderas contra Thomas, deseando

que la poseyera por completo. Ella llegó hacia abajo y frotó su

pecho, jugando con sus pezones en el mismo estado de excitación como si

fueran los suyos. Tenía el pecho elegante y bien musculoso, con un

revestimiento suficiente de pelo negro que se movía a través de sus dedos.

Pensó que iba a explotar si no la tomaba pronto. "Por favor, Thomas. Por favor.

Hazme el amor."

Llamaron a la puerta, causando que Maya gimiera, y no en el buen sentido.

Quería matar a quien quiera que estuviera en el otro lado de la misma.

“Milady, soy Matilde. Estoy aquí para ayudárosla con el baño y asistirla.”

Golpeó de nuevo. "¿Milady?"

Maya suspiró descontenta y luego se aclaró la garganta. Alzó la voz para ser

Jaid Black - Después de La Tormenta


escuchada por detrás de la puerta de la recámara. "Estaré lista en un rato,

Matilde. Por favor, vuelva más tarde."

Ningún sonido más vino de la sala, por lo que Maya supuso que la sirvienta se

había ido.

Dio un respiro de satisfacción y sonrió a Thomas. Envolvió sus brazos alrededor

del cuello del laird y lo miró expectante. "¿Vamos a continuar donde lo

dejamos?” Susurró.

Thomas parpadeó como si saliera de un trance. Esto había ido demasiado lejos.

Si no hubiera sido por la interrupción de Matilde, habría hecho el amor con

Maya sin pensarlo dos veces.

Entrecerró los ojos a la mujer que estaba debajo de él y quitó sus brazos de

alrededor de su cuello como si le quemaran. "Vos sois una encantadora

pequeña muchacha, ¿No?" Sonrió fríamente a los ojos ampliados y se mofó de

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El Club de las Excomulgadas
ella aún más. "¿Supongo qué os preocupáis en seducirme y

obtener un crío con esta trampa?" Sacudió la cabeza y se burló

de ella. "Eso no va a suceder."

Maya se quedó sin aliento, apartándose de él inmediatamente. No podía creer

que éste era el mismo hombre que la había tocado hacía pocos minutos con

tanta ternura. La traición que sentía era fácil de leer en su mirada. Dos veces se

lo había hecho, girando sobre ella como un perro rabioso. "Sal", susurró, más

con dolor en su voz que con ira. "Voy a irme mañana. Sólo sal." Y cuando no

hizo ningún movimiento para salir dijo, "!Ahora!"

Las palabras de Maya molestaron a Thomas, aunque no entendía por qué.

Debía estar contento de que quisiera que se fuera. Debía estarlo, pero no lo

estaba. Se encogió de hombros con indiferencia, negándose a mostrar lo

Jaid Black - Después de La Tormenta


contrario. "Que así sea. Hay mozas en abundancia que quieren estar conmigo

aquí."

"Entonces, ve con ellas", susurró en voz baja mientras rodaba de su lado y se

erguía sobre sus pies.

Maya se acercó a la bañera sin mirar hacia atrás y se metió dentro de ella, a

remojo. Sentía las lágrimas ardientes detrás de sus párpados, exigiendo caer,

por lo que se mantuvo de espaldas a él por si acaso caían.

El eje de Thomas se engrosó con la vista de las nalgas redondeadas de Maya

bajando en la tina de madera.

Suspiró mientras se metía la mano por el pelo agitado. Se equivocó y lo sabía.

La señora nunca había tratado de atraparlo. Era él quien había irrumpido en su

dormitorio. Era él quien había roto su ropa y la había besado a fondo. Era él

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El Club de las Excomulgadas
quien tuvo sus pechos en la boca y se los había chupado. Él.

Era todo obra suya. "Maya, Yo…"

"Olvídalo, Thomas” lo interrumpió sin emoción en la voz. "No importa. Sólo

vete. Por favor."

Dudó. Después de un momento asintió en señal de rendición, aunque no lo

podía ver porque estaba de espaldas a él. Levantándose, se dirigió rápidamente

hacia la puerta de la recámara y desapareció al otro lado de la misma.

Maya dejó escapar una respiración profunda y entregó sus ojos a la necesidad

de derramar lágrimas. Ningún hombre jamás la había hecho sentirse tan baja

antes. Ni siquiera Nick. Las duras palabras de Thomas habían sido mil veces

más dolorosas que la infidelidad de Nick.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Llevó sus rodillas hasta su pecho y lloró en silencio. Tenía que salir de allí.

Necesitaba irse de allí. Pero, ¿Cómo?

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 7
Thomas montó rápidamente hacia el noreste, flanqueado por un puñado de sus

hombres a ambos lados. Había salido de la fortaleza por la noche para la

entrega de las viudas Mary, Judith, y Matilde al clan Hamilton. Los Hamilton

habían sido buenos aliados antes de que el Bruce llegara al poder, porque si uno

quería atacar a los MacGregor, habrían tenido que pasar por las tierras de los

Hamilton primero.

No es que un sajón hubiera intentado atacar el bastión de los MacGregor. El

Inglés era valiente quizá, pero no estúpido. El terreno montañoso era

demasiado abrumador y mortal para un hombre no acostumbrado a ello.

Especialmente en el norte, donde el bastión de Thomas estaba situado.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sin embargo, los Hamilton habían sido buenos aliados, así que aunque

colindaban sus tierras una vez provistos no eran tan necesarios en la Escocia de

Bruce, Thomas los seguiría premiando por su alianza todo lo posible.

Los Hamilton necesitaban mujeres, por lo que el MacGregor entregaba a tres

viudas lo suficientemente jóvenes para volver a casarse y tener críos. A cambio,

los Hamilton ofrecían grano al laird en abundancia y un poco de ganado, sus

tierras eran ideales para el cultivo de diferentes variedades, así como animales

de pastoreo.

Thomas no tenía previsto acompañar a sus hombres a ver el trabajo que hacían,

pero después de su pelea con Lady Maya había hecho precisamente eso. La

escena que había tenido lugar en su dormitorio la noche de su llegada era

suficientemente mala, pero la discusión que había tenido la mañana siguiente

era demasiado para calmarse rápidamente. Había salido de la fortaleza al

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El Club de las Excomulgadas
momento, sabiendo que necesitaba de cada instante que no

estaba en casa para recuperar su humor.

La mañana después que Lady Maya le había ordenado salir de su dormitorio,

Thomas la buscó y trató de disculparse. La moza, ácida como era, se había

negado a reconocer siquiera el hecho de que quisiera hablar con ella. Al

MacGregor no le iban bien las faltas de respeto y, de hecho, le ordenó que

hablara con él.

Debería haberlo sabido mejor. Maya habló con él después de todo, si uno lo

llamaba así. En efecto, habló sin cesar por una hora, formando ampollas en sus

oídos con toda clase de palabras feas. Thomas no pudo estar seguro de lo que

significaba "butt-head", pero sospechaba, por la forma en que sus ojos brillaron

cuando lo dijo, que no era algo bueno.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya había exigido que la dejara irse a casa, pero por supuesto no lo permitió.

Después demandó saber porqué, lo cual por supuesto no podía decirle porque

él mismo no entendía sus propias emociones la mayor parte del tiempo. Salió

de la torre después de eso dejando, de hecho, los malos sentimientos entre ellos

en su lugar.

Thomas montaba su caballo en silencio, sin prestar atención a las

conversaciones a su alrededor. Sus hombres se encontraban en un estado de

ánimo muy bueno, ansiosos por ver las miradas y las caras de asombro en el

clan cuando cabalgaran con tanto grano y un botín que algunos otros desearían.

Normalmente, Thomas estaría demasiado excitado, pero hoy no podía estarlo.

Vería a Maya en menos de unas horas y se preguntaba qué pasaría entre ellos al

llegar a casa. También se preguntó si habría intentado escapar mientras él

estaba ausente.

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El Club de las Excomulgadas
El MacGregor suspiró al abrir la mano y miró el collar sentado

en su palma callosa. Había comprado la cadena de oro y

piedra, entre otras baratijas, como una ofrenda de paz para Maya justo cuando

él y sus hombres se lo toparon en su camino de regreso de los Hamilton.

A primera vista, se podía ver la gran piedra que el comerciante había llamado

un rubí, sin ser usado por ninguna otra mujer que Maya. La piedra era brillante

y ardiente, así como su nueva dueña lo era. Sólo rezaba para que fuera

suficiente para convencerla de perdonarlo por sus palabras y acciones.

Y aún así, después de casi un día, el Laird no tenía idea de lo que lo había

poseído para comportarse con Maya como lo había hecho esa noche que la

había encontrado por primera vez. La había intimidado en las almenas, pero al

final se había aferrado a él. Había irrumpido en sus habitaciones, sin embargo,

Jaid Black - Después de La Tormenta


no lo había echado. Le había gruñido y la amenazó, sin embargo, cuando la

besó había reaccionado a él con pasión en lugar de odio o aún miedo. Había

excitado su cuerpo como había querido y ella lo había aceptado con entusiasmo

en lugar de alejarse de él.

Y él la recompensaba hiriendo sus sentimientos en cada vuelta, causando que

sus defensas espinosas atacaran.

Thomas negó, totalmente disgustado, con arrepentimiento. Probablemente era

esa cara de Butter-face con que lo había acusado de ser. Si hubiera mantenido

la boca cerrada, sabría lo que era estar enterrado dentro de su carne. Conocería

el sabor de la totalidad de su cuerpo. Conocería la mirada en su rostro mientras

temblaba en sus brazos y se corría necesitadamente. Conocería el cielo de

poseerla en vez del infierno al que se había sometido a sí mismo en estos

últimos siete días por estar lejos de ella y preguntándose cómo sería hacer el

amor con ella.

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El Club de las Excomulgadas
Thomas rodó el rubí entre sus dedos grandes, callosos y

suspiró. Esperaba que la piedra cambiara su estado de ánimo

lo suficiente como para hacerla agradable a él una vez más.

*****

"Maldita sea." Maya bajó el tapiz en el que había estado trabajando con Sara y

su nueva criada Lena. Frunció el ceño.

Sara se rió entre dientes. "No te preocupes, cariño, no caerás sobre ella."

"No sé que quiero obtener cayendo en ella."

"Bueno, mejor. No es que no haya nada que hacer en este lugar y tus dos

intentos de escapar terminaron con un final amargo si quieres recordar."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya frunció el ceño ante ese recordatorio. Al darse cuenta de que sus opciones

eran coser un tapiz o aburrir su cerebro, tomó un suspiro profundo, dramático,

después cogió al final la tapicería de nuevo.

Su nueva criada Lena, sustituta de Matilde, le dirigió una mirada especulativa

antes de hacer cualquier pregunta. "¿Quiere, milady. ¿Le gusta coser en casa?"

Maya miró a Lena. Era una linda chica, muy joven, y poseía una burbujeante y

vivaz personalidad. Lena había pedido permiso a Maya para ser criada de su

nueva dama en cuestión de minutos después de la salida de Matilde. La niña

parecía muy emocionada por la perspectiva de que Maya nunca le hubiera

dicho nada más que sí. No podía entender por qué alguien aspiraba realmente

al cuidado de ella, pero allí estaba. "No realmente."

Lena se rió entre dientes. "Juro que no podría ver cómo podría hacer otra cosa.

Moriría de aburrimiento si no hago algo. ¿Había otras formas de

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El Club de las Excomulgadas
entretenimiento para vosotras cuando los hombres del clan de

Tampa estaban fuera?"

Maya resopló. La depilación de bikini más dolorosa con cera en el planeta

Tierra era más entretenida que esta costura. Estaba a punto de decirlo, pero se

aguantó, dándose cuenta que sólo serviría para abrir otra lata de gusanos.

Además, ya era hora de empezar a usar su cerebro otra vez... el cerebro

encerrado en un cráneo extremadamente duro.

Este era el siglo XIV por amor de Dios. Esto era lo que una mujer del siglo XIV

hacía… coser. Por trágico que fuera, siempre escupiendo veneno por su boca no

iba a cambiar lo que había sucedido. De hecho, el veneno podía causarle

algunos problemas. Problemas como los que actualmente tenía con Thomas.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Pensó que su lengua había estado demasiado asustada para seguir incitando a

Thomas, sin embargo, le picaba, recordó malhumorada. Estaba decidida a

cerrar la boca de ahora en adelante. Y preferiblemente antes de que terminara

asesinándolo con sus propias manos.

Sara sonrió mientras cosía la armadura de Robert Bruce en tapiz, después de

haber recibido el don para la costura. "Casi no puedo esperar a ver a Dugald de

nuevo. John el Anciano dijo que estaría de vuelta ya fuera mañana o al día

siguiente."

Maya puso los ojos en blanco mientras intentaba a medias coser en la tela las

botas de Bruce.

Sara se mordisqueó los labios mientras dejaba la costura. "Por favor, no te

burles de mí, Maya," murmuró.

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El Club de las Excomulgadas
Los ojos de Maya se abrieron sorprendidos, luego volvieron a

su tamaño normal. "Lo siento".

Sara asintió, pero no dijo nada. Finalmente retomó de nuevo su costura y su

trabajo.

Las tres mujeres cosieron en silencio durante unos minutos más hasta que Maya

dio un resoplido de risa. Sara y Lena la miraron como si hubiera perdido la

razón, lo que la hizo reír otra vez porque probablemente así era.

"¿Qué demonios es tan gracioso?" Preguntó Sara desconcertada.

Maya negó, tratando de encontrar las palabras adecuadas para describir su

estado de ánimo. "Es sólo que... Es…"

"¿Es qué?" Preguntó Sara con exasperación, cuando no pudo contenerse.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya se encogió de hombros y sonrió. "Es sólo que creo que estoy celosa de ti."

Los ojos de Sara estallaron con asombro. "¿De qué?"

"Dugald es el hombre perfecto. Si terminamos atrapadas en este monte

olvidado de Dios, no se puede pedir un mejor compañero para quedar atascada

aquí. Mis perspectivas, sin embargo, no existen." Se rió de nuevo, sólo que esta

vez su risa era cualquier cosa menos divertida.

Lena movió su cabeza, negando ese alegato con las manos. “Eso no verdad, yo

os aseguro. Mi señor Thomas os ama mucho. Es sólo que todavía no se da

cuenta, es todo."

Maya sacudió la cabeza con exasperación, desconcertando a su doncella,

dejando sus labores y cruzando los brazos sobre el pecho. "¿Cómo llegaste a tal

salvaje conclusión? El hombre es horrible conmigo. Gruñe y me ladra en un

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El Club de las Excomulgadas
suspiro, me tira hacia él por un beso, entonces me aleja con

toda su alma al siguiente. Yo lo llamaría una mezcla de lujuria

y odio, no amor no realizado."

Lena negó otra vez, segura de su romántica afirmación como estaba segura de

que la hierba era verde. "Sólo tendré quince veranos, pero conozco a mi laird

mejor que vosotras. Es mi primo, ¿Os dais cuenta? Que intente alejaros creo que

es una buena señal, porque nunca ha mostrado tanta pasión hacia una mujer

anteriormente." Lena se rió. "A los sirvientes les resulta muy extraño que mi

señor no permita que os vayáis a casa".

Maya frunció el ceño. "Perdóname si no puedo ver el humor en la situación".

"¿El humor?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Uh... la diversión."

"Ah. Así como que tenéis que confiar en mí cuando digo que es una buena cosa.

En verdad el laird nunca ha sido tan apasionado con una mujer." Lena se

encogió de hombros. "Fuera de la cama," calificó con una sonrisa.

Sara levantó la vista de su costura, de pronto más interesada en el cuento de la

criada. "¿Qué quieres decir?"

Lena se encogió de hombros de nuevo, aunque esta vez en serio. "Mi laird no se

preocupa de él mismo o de las mujeres. Las lleva a su cama y siempre es el final

de la historia. El hecho de no tomar a una mujer tan hermosa como Lady Maya

en su cama cuando así lo desea, obviamente, dice mucho." Suspiró Lena y

sacudió la cabeza tristemente. “Lady Elizabeth le hizo esto."

Maya puso las cejas juntas y se quedó mirando a su doncella. Una señora, ¿Eh?

Por alguna razón, saber que Thomas había amado a otra no le caía nada bien a

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El Club de las Excomulgadas
su vientre. De hecho, odiaba ya a la mujer. "¿Quién es esta

Lady Elizabeth?" Murmuró.

"Su madre".

Maya dejó salir un aliento posesivo. La mujer era la madre de Thomas, no un

antiguo amor suyo. "¿Qué, en la tierra, le hizo su madre?"

Lena se encogió de hombros. "Nadie lo sabe. Sospecho Sir Dugald sí, pero

nunca va a traicionar la confianza del Laird."

“Pero dijiste que esto era lo que Elizabeth había hecho. ¿Qué quieres decir con

eso?"

Lena ponderó la pregunta, pensativa por un momento. Golpeó el dedo contra

su mejilla y entornó los ojos ligeramente, obligándose a recordar un caso

Jaid Black - Después de La Tormenta


olvidado hacía mucho tiempo. “Es un rumor que comenzó en el pueblo incluso

antes de que hubiera nacido. Poco se sabe de la muerte de Elizabeth, pero desde

hace mucho tiempo se dijo que sacudió al laird tan ferozmente que prometió

nunca dejarse amar por una mujer." Lena chasqueó su lengua. “Es triste, si me

lo preguntan."

Maya miró a Sara, la pena tácita de Thomas en el aire entre ellas. Perder a su

madre debió haber sido extremadamente difícil. “Tienes razón, Lena. Es triste."

Y realmente lo era. Maya podía entender lo que era no querer dar una parte de

sí misma a otra persona más que nadie. Nadie quería ser herido. Salir de un

estado emocional era suficientemente difícil en el siglo XXI, pero hacerlo en el

siglo XIV, donde la muerte de un ser querido era algo común y llegaba

demasiado pronto en la vida, sin duda, sería extremadamente difícil.

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El Club de las Excomulgadas
Gimió mentalmente. Por mucho que deseara lo contrario,

simplemente no podía estar enojada con Thomas después de

escuchar la historia de Lena.

"¿Vamos a comer al mediodía pronto?" Sara le preguntó a Lena con una sonrisa

plácida en su cara, afortunadamente cambiando el tema.

“Sí, señora. En cualquier momento, creo."

El parloteo de las mujeres se interrumpió unos minutos más tarde por el sonido

de los cascos de caballo y notas procedentes del exterior de la torre. Las tres se

miraron unas a otras con ojos abiertos, todas ellas pensando el mismo singular

pensamiento, el castillo estaba siendo asediado.

Maya le gritó a John el Anciano cuando lo vio pasar a través de las puertas

Jaid Black - Después de La Tormenta


delanteras.

"¿Qué está sucediendo, John? ¿Estamos bajo ataque?"

John azotó su cabeza para responder a Maya. No pudo reprimir la risa leve que

se sobrepuso a él cuando vio las expresiones de terror en las caras de las tres

mujeres. “No, señora, nuestro señor ha vuelto."

El círculo de mujeres lanzó un suspiro colectivo, haciendo al anciano reír otra

vez. "Vengan a saludarlo. Mi señor y sus hombres han vuelto con un gran

botín."

Maya frunció el ceño. Botín significaba de robo, pero no dijo nada. Además,

tenía una imperiosa necesidad de ver a Thomas y no quería estar lejos por más

tiempo. Estaba un poco preocupada respecto a cómo iba a reaccionar al verla

después de su pelea, pero se encogió de hombros y lo sacó de su mente.

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El Club de las Excomulgadas
Cualquiera que fuera su reacción, iba a encontrar una manera

de tratar con él. "Pensé que iba a volver mañana o pasado

mañana", murmuró.

John se encogió de hombros. "Cabalgaron duro para volver."

Maya asintió y se puso de pie. “Entonces, por todos los medios ábranme

camino."

Siguió detrás de John el Anciano y caminó fuera de las puertas del castillo

mientras Thomas desmontaba. Sara corrió pasando a los brazos de Dugald,

bañándolo con abrazos y besos.

Dugald se rió y la echó por encima del hombro, mientras Thomas echaba un

vistazo a la pareja.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Suspiró. Estaba seguro de que no recibiría esa bienvenida de Lady Maya.

"Hola, Thomas.”

Las orejas del Laird se animaron con el sonido de la ronca voz familiar mientras

se volvía sobre sus talones para encontrar a Maya. Se encontraba cerca de las

puertas, avanzando resueltamente hacia él.

Suspiró. ¿Iba a empezar una escena al aire libre frente a todos sus hombres?

La miró mientras se acercaba, una sensación de temor inminente filtrándose a

través de su piel. Sin duda esperaba que no estuviera dispuesta a discutir sobre

el hecho de que le había negado el permiso de irse de su fortaleza.

Había sido informado por el jinete que vino a saludarlos a una milla fuera de la

torre del intento de escapar dos veces durante su viaje.

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El Club de las Excomulgadas
Thomas observó con admiración mientras Lady Maya se

acercaba más. ¡Qué hermosa muchacha que era! Incluso sus

recuerdos no habían hecho justicia a la mujer. Era cien veces más deseable de lo

que había recordado. Y esto era algo más que su belleza física. La señora era la

encarnación de todos los rasgos que admiraba en los demás: espíritu, coraje,

obstinación, orgullo. Incluso su carácter testarudo era un giro para un hombre

acostumbrado a las mujeres acobardadas a sus pies.

Maya reunió su valor, mientras caminaba hacia Thomas, una vez superada por

un miedo intrínseco sobre cómo iba a reaccionar al verla después de su viaje.

Tal vez no la había perdonado ni olvidado por su última discusión todavía. Y

¿Podía culparlo? Había dicho muchas cosas malas, aunque la mayoría fue por el

daño que le había causado a ella. Y después saber por Lena lo que le había

causado la herida para empezar. La culpa pesada caía en ella poderosamente.

Jaid Black - Después de La Tormenta


En cuanto a MacGregor, ahora, todo en lo que Maya podía pensar era en lo

poderoso que era. Era tan grande, tan fuerte, sin embargo, sabía la ternura

gigantesca con la que su cuerpo la había acunado. De alguna manera, le haría

olvidar sus preocupaciones y mantendría su estilo de nuevo. Lo haría olvidar

su promesa y cuidaría de ella a pesar de la muerte de Elizabeth. Aunque fuera

por un rato.

"Hola Maya.", Dijo Thomas, las palabras en voz baja mientras miraba sus ojos.

Ambos se quedaron paralizados, ninguno de los dos se movió, ninguno

pronunció una palabra más. Se miraron nerviosamente el uno al otro como si

no se hubieran visto en años en lugar de una semana y por lo tanto no podía

adivinar lo que su pareja podría pensar o decir a continuación.

Maya se aclaró la garganta y le sonrió. Sabía que él nunca haría el primer

movimiento, por lo que decidió enterrar su orgullo herido y hacerlo por él.

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El Club de las Excomulgadas
Caminó el último paso que la pondría a su alcance, cuando

lentamente sus brazos se entrelazaron alrededor de su cintura,

y acunó su cabeza con el calor de su enorme pecho.

Thomas estaba tan aturdido que no reaccionó de inmediato. Esta muestra de

afecto era lo último que esperaba cuando había viajado hacia la torre hoy. Sin

embargo, era bienvenido. Muy bienvenido.

Deslizó sus brazos alrededor de la espalda de Maya y tiró de ella lo más cerca a

él como era humanamente posible. Dejó caer su mentón y lo apoyó sobre la

cabeza de su señora, respirando su aroma encantador. Amarla era un riesgo.

Desearla era un riesgo. Había pasado muchos años endureciendo su corazón

contra esta gran intrusión en él. Pero cuando Thomas la abrazó contra él, fue

como si el pasado no pareciera tener un resplandor tan brillante nunca más. No

Jaid Black - Después de La Tormenta


se cernía sobre él y lo amenazaba con bombardearlo con recuerdos dolorosos.

Maya podría hacerle olvidar los pecados de Elizabeth. Maya podría hacer que

confiara otra vez. Era una conclusión a la que había llegado durante su viaje a la

tierra de los Hamilton y una conclusión que ya no podía negar. Quería a esta

mujer. La necesitaba a su lado.

Cualesquiera que fueran sus argumentos, nunca la dejaría irse de su lado.

99
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 8
La cena fue una ocasión festiva en el Castillo MacGregor con los hombres

haciendo alarde de todo el botín que habían adquirido, mientras estuvieron

fuera. Los relatos eran fuertes y sin duda exagerados, pero Maya apenas los oía

de todos modos. Estaba atenta en el hombre sentado a su lado, con las manos

entrelazadas sobre sus rodillas.

“¿Os gusta la daga os compré para que comáis?" Thomas asintió hacia el

cuchillo ornamental que había adquirido en la feria.

Maya masticaba un trozo de pescado en la boca y lo tragó antes de mirarlo con

una sonrisa. "Fue muy amable de tu parte. En verdad, no puedo creer lo

hermosas que están todas las piedras."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas lanzó un gruñido. Era bueno ver lo feliz que estaba haciendo a su

mujer desde su llegada. Apenas podía esperar hasta que se quedaran solos esa

noche para darle el collar que había comprado para ella en la feria.

Maya estaba desconcertada por todas las atenciones tan amables y el

espléndido regalo que Thomas le había otorgado. Había traído de vuelta un

cofre dorado de oro con incrustaciones de piedras raras y lleno a rebosar de

caras sedas y paños. Se imaginó que la tela que le dio era para que se vistiera a

la moda haciéndose varios vestidos.

La antropóloga en ella no podía dejar de encontrar toda la situación irónica, en

una forma científica. Después de todo, el laird fue rápido en demostrar que

desde el principio de los tiempos, los hombres habían usado baratijas y regalos

para apaciguar a sus amantes furiosas.

100
El Club de las Excomulgadas
Thomas se inclinó y le susurró en voz baja a Maya. "¿Esto

significa que me has perdonado, muchacha?"

Maya sonrió con una sonrisa brillante, blanca y apretó la mano debajo de la

mesa. "Antes de que hubieras regresado."

Él soltó un gruñido. "Si lo hubiera sabido no hubiera arrasado mis arcas antes

de irme." Ante la fingida mueca de Maya, Thomas rió entre dientes. Los

hombres que lo rodeaban en la mesa voltearon con el sonido y se quedaron con

la boca abierta.

Thomas frunció el ceño. Soltó la mano de su dama por debajo de la mesa y

cruzó los brazos sobre su pecho. "¿Qué está mirando todo el mundo?"

Un coro de "nadas" sonó en toda la sala seguida de gargantas aclarándose y de

Jaid Black - Después de La Tormenta


hombres con la cara roja observando a Lady Maya con ojos perplejos. Sólo

Dugald tuvo el descaro de reírse en voz alta. Ese acto de audacia le valió el ceño

fruncido de Thomas. Dugald sólo se rió más fuerte. Maya y Sara se miraron y se

encogieron de hombros. Ninguna de ellas entendía la sutil comunicación que

estaba ocurriendo entre Thomas y sus hombres. De haber sabido que esta era la

primera vez que Dugald había oído a Thomas reír en años, y la primera vez que

el resto de los hombres habían oído reír a su laird, lo habrían entendido. Pero

las dos estaban felizmente inconscientes de la importancia de la pequeña

muestra de humor del laird.

Incómoda con las miradas que los hombres MacGregor le lanzaban, Maya se

dirigió a Thomas y sonrió. "¿Has terminado de comer? Me prometiste un paseo

por los jardines a la luz de la luna, ¿Recuerdas?"

Con el sonido de los gritos de sus hombres y sin restricciones de risa, Thomas

tuvo la decencia de sonrojarse.

101
El Club de las Excomulgadas
"¿Luz de la luna?" Gritó su hombre, Stephen.

"¿Jardines?" Otra carcajada.

Thomas miró a sus hombres con la resolución de un rostro sombrío, decidido a

poner fin a sus burlas de una vez.

La sala inmediatamente se tranquilizó, aunque se hizo evidente que los

soldados tuvieron que trabajar duro para contener sus risas. "Se ríen como

mozas", gruñó. "Creo que algunos se esconderán de las listas mañana".

Los soldados dejaron de sonreír. Thomas gruñó, satisfecho de haber recobrado

su sentido de hombría a los ojos de sus hombres. “Vamos, mi señora, y dejemos

a estas mujeres con sus chismes."

Maya asintió, perpleja. Se levantó inmediatamente y fue detrás de él hacia las

Jaid Black - Después de La Tormenta


puertas de la torre del castillo.

Caminaron mano a mano por los jardines, su camino bien iluminado por la luz

de la luna. Maya no lograba borrar la sonrisa que había llevado desde la llegada

de Thomas en sus labios. Su laird no podía utilizar las palabras floridas y

poéticas de Dugald o sea que pronto paró de reír y bromear como él, pero

mostraba su cariño de otras maneras. Era más que los regalos, más aún que

tomarla de las manos. Era la mirada en sus ojos, la forma en que acariciaba la

palma de su mano, mientras que juntaban las manos, el hecho de que no había

tratado de evitar su paseo iluminado por la luna, a pesar de que sabía que sus

hombres se burlarían de él a su regreso.

Este era el lugar en el que quería estar. Sólo deseaba poder estar aquí con la

conciencia tranquila.

102
El Club de las Excomulgadas
Thomas le apretó la mano cuando la llevó bajo un pino

fragante. "Te ves feliz, muchacha. ¿Te he complacido hoy,

entonces?"

Maya hundió la cara en su pecho y lo abrazó con fuerza. "Sí".

Él se rió entre dientes mientras envolvía sus brazos alrededor de su mujer y

tiraba de ella para acercarla tanto a él como era posible.

"Me alegro de que así sea".

"Hmmm." Maya parecía no poder conseguir sacar las palabras afuera, sólo el

sonido. Esto era lo más cercano a la felicidad que había conocido nunca. Las

palabras no parecían apropiadas.

Thomas la abrazó de forma segura durante largos minutos. Frotando

Jaid Black - Después de La Tormenta


suavemente su espalda y acariciando su cabello, mientras que plantaba

ocasionales castos besos sobre su cabeza. No decía nada, simplemente

disfrutaba de la sensación de sostenerla.

Se sentía tan bien. Era como si hubiera sido la mujer creada para él y sólo él. Ni

siquiera la predicación de Angus fastidiando sobre los problemas que daban las

mujeres en general importaba cuando abrazaba a Maya de esta forma. El odio

que Angus había utilizado para moldear las primeras impresiones de Thomas

era tan débil ahora como la luz de una antorcha.

La comprensión de que él quería a Maya a pesar de los pecados de Elizabeth,

hacía que los sentimientos posesivos que abrigaba hacia ella crecieran aún más

fuertes. Muchos hombres querrían a Maya, pero ninguno de ellos la podría

tener. Ella era suya. Incluso si tuviera que encerrarla en su dormitorio para toda

la eternidad, sería suya y no de otros.

103
El Club de las Excomulgadas
"Tengo un último regalo para ti, milady.”

Maya estiró el cuello hacia atrás y miró a la cara de Thomas. Negó. "No necesito

que me des nada, Thomas. Pasar tiempo contigo es el mejor regalo de todos."

El MacGregor sintió una oleada de calor inundando su corazón muerto hacía

mucho y abriéndose camino hacia abajo, a los dedos de sus pies. No estaba

mintiendo. Era condenadamente capaz de juzgar el mérito de las palabras de la

gente y sabía que su señora quería decir lo que había dicho. Le sonrió. Un

corazón real, honesto a la bondad, la sonrisa hizo que se detuviera a aspirar el

aliento de la belleza de Maya. "Estoy contento, tae, por poder escuchar esas

palabras, querida, pero tengo otro regalo que he deseado darte todo el día."

Thomas hurgó bajo su túnica y se sacó el collar que había estado usando por la

cabeza. Sonrió de nuevo cuando vio la expresión de los ojos, muy abiertos por

Jaid Black - Después de La Tormenta


el asombro, en el rostro de su señora. Le colocó suavemente el collar de rubí por

encima de su cabeza y luego pacientemente esperó a que se sostuviera el pelo

hacia arriba para así ponerle la cadena de oro por todo el camino alrededor de

su cuello. "Sabía que estaba hecho para ti, en momento que puse los ojos en él.

Quiero que lo uses siempre para que puedas pensar en mí las veces que yo

pienso en ti."

"Oh, Thomas, es hermoso. Simplemente... hermoso." Sentía que algo muy

cercano a una lágrima se formaba en su ojo. La lágrima no derramada brillaba

intensamente, haciéndole saber que estaba allí. "Gracias."

Maya apoyó la cabeza contra el pecho de Thomas de nuevo, sintiéndose

totalmente satisfecha. Cerró los ojos y sonrió mientras él recorría sus dedos

callosos a lo largo y a través de su cabello dorado y sedoso. Enganchó un rizo

en torno a su dedo y lo llevó a su rostro para inhalar el olor dulce de ellos. "De

nada, amor."

104
El Club de las Excomulgadas
Maya suspiró cuando envolvió su largo y musculoso brazo

alrededor de ella y la besó en la frente. El beso era posesivo e

inocente al mismo tiempo y fue lo suficientemente tierno para hacerla desear

quedarse con ese hombre para siempre.

Pero no podía. Sabía que volvería a casa si el destino le mostraba el camino para

regresar. Era una antropóloga respetada después de todo. La universidad en

general y sus estudiantes de postgrado, en particular, contaban con ella. No

podía alejarse de sus compromisos como si no importaran el mero hecho de que

había encontrado su primera prueba real de felicidad en los brazos de un laird

del siglo XIV.

Sin embargo, Maya no podía dejar de disfrutar de la sensación pesada de

Thomas envuelto alrededor de su cuerpo. Estaba construido como un poderoso

Jaid Black - Después de La Tormenta


dios de la guerra, sin embargo, estaba más que equipado para manejar la

ternura, sus emociones al mismo tiempo. No podía alejar el conocimiento de su

alma de que él se preocupaba por ella. Llevó el rubí a la palma de su mano y lo

sujetó con fuerza. La piedra le daba una sensación de calor sentimental en las

profundidades de su generalmente cínica alma.

Que Dios la ayudara. Sabía que se estaba enamorando de ese hombre.

105
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 9
Thomas acompañó a Lady Maya a su dormitorio un poco más tarde.

Caminaron lentamente hacia la puerta de la recámara, de la mano todo el

tiempo. Abrió la puerta a su dama, y luego la cerró silenciosamente detrás de

ellos después de que pasaron al interior. "Parece como si vuestra sirvienta os

tuviera el baño listo."

Maya giró y miró hacia el hogar. Efectivamente, un baño la estaba esperando,

manteniéndose caliente por las llamas vacilantes de la chimenea. Sonrió. Parecía

el cielo. Volvió su atención a Thomas, deslizando sus brazos alrededor de su

cuello musculoso en el proceso. Se puso de puntillas y lo besó suavemente en

los labios, dándole las gracias sin palabras por una noche maravillosa.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas le devolvió el beso, tirando de ella hacia él todo el tiempo. Profundizó

el beso tanto como se atrevió, obligando a su lengua a entrar entre sus labios

semi-separados. Maya se quejó en voz baja, aceptándolo plenamente.

El chasquido de los sonidos de sus besos húmedos fueron tanto una revolución

para Thomas como lo eran para Maya. Se imaginó el chasquido de los sonidos

que su condición de mujer harían cuando enterrara su cuerpo en su interior. Era

una mujer apasionada su Maya y sabía, sin reservas, que sería la mejor amante

que hubiera tenido alguna vez en su cama.

Por mucho que Thomas la deseara, también quería esperar para reclamarla

cuando se casaran. No tenía deseos de desgraciar a su señora con su

impregnación antes de decir sus votos. Las malas lenguas tendrían mucho que

comentar con esa noticia. Alejó los labios de ella con suavidad, vacilante. Apoyó

la frente encima de su cabello y suspiró. "Será mejor detenernos ahora antes de

que no pueda dejar de hacerlo, amor."

106
El Club de las Excomulgadas
Maya se quejó con decepción. "No quiero que pares, Thomas."

Suspiró. "Dios me ayude, pero tampoco quiero parar. Aún así, debo. No estaré

con vos hasta después que nos casemos".

Sus ojos se abrieron. ¿Casarse?

Por suerte, Thomas no vio su reacción, porque su cara estaba todavía enterrada

en su pecho.

¿Casarse con él? Oh Dios, ¿Cómo iba a lastimar a este maravilloso hombre?

¡Pero no podía casarse con él! Ella pertenecía al siglo XXI, no al XIV.

Maya cerró los ojos contra el dolor que se alojó en el fondo de su corazón. No

podría ser capaz de dejarlo atrás y le encantaba la forma en que la quería, pero

al menos podría dejarlo con un buen recuerdo de ella.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Se apartó de Thomas y comenzó a hurgar en su ropa. Su mirada nunca se

separó de ella mientras se desabrochaba el vestido y lo abría. Thomas contuvo

la respiración y se quedó mirando a su señora, no podía moverse ni decir nada.

Ella iba a desnudarse. En un momento estaría desnuda...

Maya se sacó el vestido que Lena le había cosido, dejándolo caer al suelo,

arremolinado a sus pies.

El eje de Thomas se alzó, sobresaliendo por debajo de su plaid. La visión del

cuerpo desnudo de su amor era más embriagante que los más ricos vinos. Sus

pechos eran redondos y llenos, hechos para los bebés lactantes, y para la

lactancia de él. Sus piernas eran largas y flexibles, y se extendían hacia arriba,

hacia el valle estrecho entre sus muslos. La mata de pelo entre sus piernas era

de oro y rizado. Thomas llegó hacia él, incapaz de detenerse, y encontró, para

su deleite, que su cobertura era tan suave y agradable como parecía.

107
El Club de las Excomulgadas
Maya cerró los ojos mientras Thomas pasaba su callosa mano

sobre su monte de Venus. Lanzó un gemido y sintió que sus

pezones se endurecían en puntos dolorosamente apretados cuando profundizó

su exploración y con ternura frotó los pliegues de su piel húmeda. Sufría por su

toque de una manera que nunca antes le había dolido.

El último rastro de buena voluntad de Thomas se desvaneció bruscamente. Si

su señora deseaba estar en su cama antes de su matrimonio, entonces que así

fuera. La levantó y se dirigió hacia la cama, tumbándose encima de ella, ya que

cayeron juntos.

Thomas se sentó y estudió el cuerpo de Maya con impaciencia. La lujuria lo

consumía. Se agachó y tomó sus pezones entre sus dedos. Eran largos y duros y

se llenó de ganas de chuparlos. Ella gimió cuando él se dejó caer hacia abajo

Jaid Black - Después de La Tormenta


sobre su cuerpo y aplastó su cara contra su pecho.

Thomas chupó con fuerza sus pezones, causando que sus caderas se movieran

junto con las piernas debajo de él. Gemía de placer mientras chupaba,

encendiéndola aún más. Ella contuvo el aliento cuando el calor prendió

intensamente dentro de ella.

"Hazme el amor, Thomas," le susurró respirando entrecortadamente. "No

quiero esperar a otro momento".

Abrió las piernas mientras le acariciaba la espalda. "Por favor, Thomas. Siento

que voy a explotar. Tómame ahora."

Él soltó el pezón de Maya con un gruñido y se sentó sobre sus rodillas. Miró

hacia abajo a sus extendidas piernas y soltó un gruñido de satisfacción. Esta era

la primera vez que había conseguido echar un buen vistazo a los tesoros que

estaban escondidos entre sus muslos.

108
El Club de las Excomulgadas
Thomas se sintió hechizado, incapaz de sacar los ojos de su

feminidad. Le abrió las piernas más ampliamente, con ganas

de darle un mejor vistazo. Él gimió. Si pensaba que sus pezones estaban tan

sabrosos como bayas entonces podría imaginar lo que este festín le haría.

No se podía negar un momento más, su boca buscando la carne de Maya, que lo

cubría totalmente. Encontró su clítoris hinchado esperando por su lengua y se

lo llevó a los dientes. Chupaba con avidez, saboreando el aroma y el sabor de

ella. Ella echó la cabeza hacia atrás y gimió, segura de que no sería capaz de

aceptar toda su erección cuando la penetrara.

Maya arqueó la espalda, lo que indicaba que no podía soportarlo más. Se

sacudió violentamente, haciendo que la cama temblara debajo de ella. "Thomas"

gritó mientras su cuerpo se rendía a su toque y alcanzaba su clímax.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas bebió vorazmente sus jugos hincándose sobre sus rodillas una vez más.

Era más difícil de lo que había sido alguna vez en su vida. Quería a Maya…

más aún, necesitaba a Maya… más de lo que creía posible. Tomó su eje

hinchado con la mano y lo guió hacia el cuerpo que lo esperaba. No podía

soportar estar separado de ella un momento más.

"¡Mi señor, debéis venir!"

Thomas gruñó con ira y frustración ante la convocatoria gritada desde el otro

lado de la puerta del dormitorio.

Maya suspiró. La gente de este castillo tenía un sentido de la oportunidad de

mierda.

"¿Qué?" Thomas gritó mientras movía su cabeza para hacer frente a la puerta

cerrada.

109
El Club de las Excomulgadas
Maya reconoció al dueño de la voz inmediatamente. Pertenecía

a la misma persona cuya voz de muerte y oscuridad le había

dicho a Thomas que la matara en la ladera cuando ella y Sara habían llegado

primero.

"Son los MacAllister, mi señor. Han sido vistos en nuestras tierras. ¡Dugald dice

que deben ser lo suficientemente tontos como para atacarnos!"

Los ojos de Maya se ampliaron en estado de shock mientras su boca se abría.

"¿Atacarnos? Oh, mi Dios, ¡Thomás!"

El laird rápidamente besó a Maya en la boca, luego se irguió en toda su altura.

"No tienes nada que temer, amor. Moriría antes de dejar que otro hombre os

dañe."

Jaid Black - Después de La Tormenta


¿Morir? ¡Oh, no!, pensó Maya, no quería que muriera. Se había olvidado de

cómo era de la ley del siglo catorce en realidad. ¡Al diablo con los MacAllister

de todos modos! "Thomas por favor, ten cuidado. ¡Tengo miedo por ti!"

"¿Por mí?" Thomas negó y frunció el ceño mientras se sentaba y tiraba de sus

botas. “No es sabio insultarme, señora."

¿Insultarlo? ¿Debido a que estaba preocupada por él? Maya se olvidó de la

tregua que había encontrado en los brazos de Thomas el día de hoy,

reanudando la guerra de palabras. "¿Cómo te atreves a decir que te estaba

insultando? ¿Porque me importas lo suficiente para preocuparme por tu

bienestar estoy insultándote?"

"Maya no tengo tiempo de escuchar ridiculeces en este momento", gritó

Thomas, mientas de un solo movimiento se ponía de pie. "Tengo una fortaleza

que proteger y matar a un laird."

110
El Club de las Excomulgadas
"¡Muy bien!", Lamentó Maya mientras saltaba de la cama y

apretaba sus manos en puños a los costados. "Déjame con mis

ridiculeces y vete. Debí haber sabido mejor que no debía confiarte mis

sentimientos de todos modos."

"¡Maya!" Rugió Thomas mientras se agachaba en el suelo por su espada.

"Vamos a discutir de vos y vuestros infantilismos más tarde. Andaos a

bañaros.” Le lanzó otro de sus fruncidos ceños y rápidamente se dirigió a la

puerta de la alcoba.

"No tendrás que preocuparte por discutir nada conmigo, ricura,” siseó Maya,

"¡Porque no estaré aquí cuando vuelvas!"

Thomas hizo una pausa antes de salir de la alcoba, lo suficiente como para

burlarse de ella. "Vais a ver lo lejos que llegáis si tratáis de dejarme otra vez. Os

Jaid Black - Después de La Tormenta


voy a cazar como a un perro y os traeré de nuevo de regreso si intentáis huir."

¿Como un perro?

Maya gritó de rabia dándose la vuelta y se quedó viendo hacia la bañera. Saltó

de un golpe en el interior, con tal fuerza, que el agua salpicó a los lados.

Thomas lanzó un gruñido y después abrió la puerta de la cámara y se dirigió

hacia el patio inferior. ¡Maldita sea la lengua de la malvada mujer! Sabía cómo

sacar de quicio su ira mejor que nadie que jamás hubiera conocido. Mejor

incluso que los enemigos de su país en Bannockburn.

Thomas encontró a Dugald y corrió hacia donde su comandante de armas

estaba esperándolo, ya sobre su montura. Si los MacAllister querían batalla,

gruñó Thomas, entonces era el hombre que se la daría.

111
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 10
Maya pasó el jabón perfumado de rosas por su pelo y se reprendió a sí misma

una y otra vez hasta que estuvo mentalmente triste y de mal humor. ¿Es qué

nunca iba va a aprender a controlar su boca? ¡Era una antropóloga por amor de

Dios! Estaba actuando como una boba de dos años de edad.

Sabía que para un Highlander del siglo XIV, cuestionar su capacidad de

protegerse a sí mismo y a su hogar era similar al más grave de los insultos. Sin

embargo, cuando Thomas la había llamado ridícula le había hecho mas daño a

sus sentimientos de lo que quería reconocer. En ese momento, había sido una

amante herida y no una científica.

No podía dejar de preocuparse por Thomas. Se consideraba a sí mismo fuerte y

Jaid Black - Después de La Tormenta


omnipotente y por lo tanto no podía sucumbir a la muerte por la espada, pero

Maya sabía que era sólo un hombre. Un hombre lo suficientemente formidable

para despertar su interés y un hombre lo suficientemente poderoso como para

ganarse el respeto de jefes y reyes, pero seguía siendo un hombre.

Maya rodeó sus brazos alrededor de sus rodillas en alto y consideró sus

sentimientos. Tomó una profunda respiración mientras miraba las llamas del

hogar. ¿A quién estaba tomándole el pelo? Sí, no había duda de que temía por

la seguridad de Thomas, pero también se daba cuenta de que lo había echado

cuando había lanzado su amenaza por otra razón que no tenía nada que ver con

la primera.

Tenía miedo de acercarse a él.

Temía que si Thomas seguía siendo amable con ella, la mantenía en sus brazos

y la hacía sentir como un tesoro delicado, abandonaría todos sus planes de

112
El Club de las Excomulgadas
tratar de encontrar el camino de regreso. Maldita sea, pero

¿Por qué tenía el hombre de sus sueños que vivir en un siglo

tan lejos de su propio tiempo?

Frunció el ceño mientras se sentaba en el agua tibia y pensó de nuevo en lo que

Thomas había dicho antes de irse. Le había prometido que, si intentaba escapar,

la cazaría como a un perro y la traería de regreso.

¡Un perro! ¡Cómo un perro!

El fruncido en el ceño Maya lentamente se volvió una sonrisa irónica.

Demonios, el hombre nunca podría conseguir un trabajo de escritor de tarjetas

Hallmark, pero había algo primitivamente provocativo sobre su promesa, sin

embargo.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Negó con la cabeza. Una cosa era segura: cuanto más tiempo se quedara aquí,

más vacilaría en su decisión de irse a casa. Si no encontraba pronto su camino a

casa, nunca se querría ir.

****

Sara entró en el dormitorio de Maya una hora más tarde con una expresión sw

preocupación escrita en todo su rostro. Maya sabía exactamente lo que estaba

en la mente de su mejor amiga porque había estado tratando exactamente con el

mismo temor desde que Thomas había salido de la habitación. Por una vez, la

imperturbable Sara parecía bastante sacudida. "¿Estás bien?"

Sara negó mientras se subía a las pieles de animales y se ponía a su lado en la

cama.

"No. No lo estoy."

113
El Club de las Excomulgadas
Maya asintió, dejando a Sara saber que la entendía.

Las dos amigas se quedaron en la cama en silencio durante un largo rato hasta

que Sara finalmente habló. "Te mentí, Maya, y lo siento".

Maya se incorporó lentamente, mirando a Sara. Había pensado que el estado

triste de Sara se debía a la inminente batalla del clan MacGregor con los

MacAllister. Al parecer no era así. "Pensé que estabas refiriéndote a este ataque

al que hemos sido sometidos. ¿Qué quieres decir entonces?"

Sara suspiró mientras se subía una piel de animal hasta la barbilla para

mantener a raya a los escalofríos. Evitó mirarla a los ojos. "He leído los

documentos Maya. No van a perder hoy."

“Entonces, ¿Qué es?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


La voz de Sara estaba en silencio. Con un suspiro, negó y admitió todo. "No me

quiero ir, Maya. Nunca lo he querido. Sé que esto te sonará loco, ya que parece

una locura hasta para mí, pero creo que me he enamorado de Dugald antes de

que incluso viajara a través del tiempo. Infiernos, leer acerca de él fue suficiente

para agitar mis fantasías, pero al verlo en carne y hueso..." Sara gimió.

Maya sonrió, aunque sin verla. "Sara", susurró con voz suave: "Tenía miedo el

otro día cuando te dije lo que dije. Nunca podría pensar que enamorarse es una

traición hacia mí."

Sara rápidamente la miró para ver si estaba diciendo la verdad. Dejó escapar un

suspiro de alivio cuando se dio cuenta de que era así. "Gracias, Maya."

Maya le sonrió después, luego se acercó para tomar su mano entre las suyas.

"Te quiero Sara. Te he querido desde que éramos niñas. Si Dugald es lo que te

hace feliz, entonces yo soy feliz. Realmente lo digo. "

114
El Club de las Excomulgadas
Las lágrimas asomaron a los ojos de Sara, causando que los

ojos de Maya se llenaran también. Nunca jamás había visto a

Sara, incluso remotamente cerca de llorar antes. Era más de lo que podía

soportar al ser testigo de este momento. "Por favor, no llores. No creo que

pueda manejarlo ahora."

Sara miró hacia abajo a la cama, sabiendo que si la miraba cuando le dijera el

resto de lo que tenía que decirle, podría muy bien llorar. "Por favor no me dejes,

Maya." Su declaración llegó como un susurro.

Maya se rió entre dientes, haciendo que Sara la mirara con fastidio. "¡No es para

que te burles de mis sentimientos!"

Maya se rió de nuevo, después golpeó juguetonamente a Sara en la cabeza con

los nudillos. "No tenía la intención de querer ofenderte, pero lo dices como si

Jaid Black - Después de La Tormenta


tuviera un medio para volver a casa."

Una sonrisa maliciosa pasó a través del hermoso rostro de Sara. "Espero que

nunca encontremos uno."

"Sara" jadeó Maya con indignación fingida, "¡Esa es una terrible cosa para

desearme! Es posible que hayas encontrado un verdadero caballero en Sir

Dugald, pero todo lo que he encontrado aquí es un hombre que gruñe y me

ordena como si fuera una niña... o la tonta del pueblo."

Sara se rió entre dientes, desconcertada por la expresión de frustración que

Maya ostentaba. "Lo amas, ¿Verdad?"

Maya miró a la cara de Sara y se encogió de hombros. No pretendía no entender

exactamente a lo que su mejor amiga se refería. "No lo sé. No. Sí. No lo sé. Sé

que es un tirano."

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El Club de las Excomulgadas
Sara se echó a reír. Maya lanzó una piel de animal hacia ella.

"¡No es divertido!"

"¡Diablos que no lo es!" Sara se echó a reír. "Dugald dice que Thomas te llama lo

mismo!"

Maya sonrió. Un hombre como Thomas, llamándola tirana era hacerle una

verdadera alabanza. Se calló por un momento y luego volvió a mirar a su mejor

amiga. "Tal vez lo esté."

"¿Qué?", Preguntó Sara.

"Enamorada de él", aclaró Maya. "Es difícil decirlo. Quiero decir, he conocido al

tipo ¿Cuánto poco más de una semana? Sin embargo, hay momentos cuando

estoy con él donde me siento como si lo hubiera conocido toda mi vida. Es

Jaid Black - Después de La Tormenta


extraño, ¿sabes? Me siento como si casi todo lo que me ha sucedido en mi vida

hasta este punto fuera sólo para prepararme para lo que iba a encontrar aquí, en

este momento."

Sara se sentó en la cama, tomando la mano de Maya de nuevo en la suya.

"Probablemente esa declaración sea verdad".

Maya sonrió. "Dices eso para que no juegue a Dorothy y trate de encontrar el

siguiente remolino y vaya de regreso a Kansas."

Sara se rió de eso. "Bueno, no es eso. Pero hay más."

Maya arqueó una ceja inquisitiva.

Sara sonrió a continuación, acercó su cara a la de Maya y dijo con picardía. "Se

te ha ocurrido que, sin embargo, Oh muchacha del demonio, que ¿TÚ podrías

muy bien ser la misteriosa Lady M?"

116
El Club de las Excomulgadas
Maya cerró la boca, y lentamente sonrió.

Maldita sea. No había pensado en eso.

*****

El escudero, apenas un hombre, se sacudió el miedo mientras miraba los ojos

negros y fríos de MacGregor. No había compasión en sus profundidades sin

vida, sin pizca de piedad en las piscinas muertas del color de sus emociones. Iba

a morir.

Como un soldado, el joven Niall se había preparado para este día desde que su

primera formación había comenzado. Cuando el nuevo Laird Robert había

declarado su intención de robar a los MacGregor, supo en ese momento que el

día llegaría antes de lo esperado. ¡Maldito fuera ese tonto! A pesar de que Niall

Jaid Black - Después de La Tormenta


no había sido parte de las incursiones, todavía era un MacAllister. El

MacGregor nunca pasaría por alto ese hecho. A las diez con seis, la vida de

Niall estaba a punto de finalizar.

El MacGregor lo llevaría a cabo rápido, se podía sentir afortunado por eso. El

lair no era conocido por torturar a un hombre sin necesidad. Lo mataría, sí, pero

lo haría rápidamente. "Yo... me… os dije todo lo que sé, mi señor. N… nunca

estuve al t… tanto de los p… planes de los MacAllister."

Dugald empujó a Niall al suelo, lo que le causó la caída a una posición sentada

a su espalda. "¡Si le mientes a el MacGregor, morirás!. Si hablas ahora, vivirás."

¿Vivir? Niall nunca había pensado en eso como una posibilidad. El escudero

sacudió la cabeza enérgicamente, sus ojos muy abiertos y atormentados. "¡Se lo

juro, Sir Dugald! No sé dónde fueron los MacAllister. Llevó consigo a cinco de

sus hombres más leales para robar a la chica, pero no se decir dónde irán si

tienen éxito."

117
El Club de las Excomulgadas
Thomas levantó una ceja. Hasta este punto, desde el momento

en que sus hombres vieron por primera vez los plaids

MacAllister en su ladera acabó con todos ellos salvo Robert, el MacGregor había

asumido que Robert MacAllister había cruzado sus tierras con la intención de

robar ganado. Ni una sola vez había pensado que el hombre desafiaría a la

muerte para robar a una mujer. Estaba intrigado.

Thomas miró a su alrededor, al MacAllister que sostenía y se burló de él

mientras negaba con la cabeza. ¿Robert de hecho pensaba que esa excusa

patética iba a abrirle las puertas de la torre y había tenido la fortaleza para

resistir su ataque? Lanzó su mirada negra a Niall una vez más. "¿Una

muchacha? ¿Provocó todo para robar a una moza del pueblo?"

Niall negó y le dijo al MacGregor todo lo que sabía. “No mi señor, no es

Jaid Black - Después de La Tormenta


ninguna moza del pueblo la que le llamó la atención, sino una dama. No sé

todo, pero sé que el laird dijo que era la más hermosa de todas las muchachas.

El MacAllister dijo que primero la vio en la ladera que divide nuestra tierra de

la de vuestra. Dijo que llevaba un manto negro y estaba con una amiga que

tenía uno rojo. El laird se jactó de que estaría entre las piernas de la dama al

anochecer."

Thomas dio un grito de indignación con la parte superior de sus pulmones

mientras apretaba su mano en un puño. Era Lady Maya de la que el joven Niall

habló. No podría ser otra. “¡Tonto!" Thomas silbó, haciendo que Niall hiciera

una mueca de dolor.

“Pensó que podría arrebatármela."

El MacGregor redujo su mirada a Niall, haciendo que el escudero se preguntara

si debería haber sido tan valiente como para ser el portador de malas noticias.

118
El Club de las Excomulgadas
Matar al mensajero… Los lairds siempre mataban al

mensajero. "¿Qué otra cosa, muchacho? Deberíais ser sabio al

hablar ahora."

Niall tragó el nudo que tenía en la garganta y deseó como el infierno tener más

que decir. El MacGregor no iba a aceptar el hecho de que no sabía nada más. Se

aclaró la garganta y tartamudeó sus palabras. "Como mucho... me gustaría tener

más que deciros..., os juro por mi honor que no sé nada más." Tomó una

profunda respiración para calmarse, obligando a su tartamudez a detenerse. "Sé

que vos probablemente no tenéis en cuenta el honor de un MacAllister en alta

estima por el momento, pero os juro que la mayoría de nosotros estábamos en

contra de su plan. Incluso Robert, su propio hermano menor, no pudo

persuadirlo de esta locura."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas resopló, desconcertado por la valentía del muchacho de hablar en

nombre de su clan. "Eres un buen muchacho, no tengo para nada el honor

MacAllister en alta estima. Sin embargo, os creo. ¿Os atreveríais a

perjudicarme?"

Niall negó enfáticamente, sintiendo el primer destello de esperanza que había

experimentado desde que el MacGregor había levantado las puertas del castillo.

“No señor, nunca."

Dugald gruñó cuando miró a Thomas. "¿Qué decís? ¿Está el asunto concluido?"

Thomas frunció el ceño, mirando hacia abajo sobre Niall, luego levantó un puño

al aire. "Le daréis un mensaje a vuestro laird. ¿Podéis, muchacho?"

¿Un mensaje? Niall se dio cuenta de que el MacGregor tenía que mantenerlo

con vida para que pudiera entregar cualquier cosa. Tan aterrorizado como

estaba por la mirada en los ojos del laird, dejó escapar un suspiro de alivio.

119
El Club de las Excomulgadas
Los labios de Thomas se curvaron en una sonrisa siniestra y

dijo con el suspiro de Niall. "Ay chico, vos viviréis. El

MacGregor no va a matar a un niño pequeño. Pero os haré mi oferta, ¿Podrás?"

Niall asintió con ojos abiertos al MacGregor y esperó sus instrucciones.

"Decidle a vuestro laird esto..." Thomas enfatizó sus palabras lenta y

uniformemente para que el muchacho no perdiera nada. "Decidle a Robert que

va a morir si trata de llevarse a mi señora. Decidle que aunque me tome hasta

mi último aliento, voy a darle caza y voy a matarlo antes de que respire por

última vez. Por intentar robar ganado los he mutilado, por intentar robar a mi

mujer no se os tendrá misericordia."

Thomas liberó a Niall y se alejó, sin molestarse en mirar hacia atrás mientras el

muchacho se desplomaba sobre el suelo. Frunció el ceño mientras tomaba su

Jaid Black - Después de La Tormenta


montura y se dirigió a las puertas de la torre MacAllister.

Maya.

Este levantamiento sangriento había sido todo por Lady Maya.

No, nada bueno iba a salir nunca por reclamar a una muchacha hermosa.

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 11
Thomas irrumpió en el dormitorio de Maya un par de horas más tarde, tan

furioso como estaba cuando había dejado la fortaleza de los MacAllister. No

importaba lo mucho que se esforzara, no podía calmarse. La mujer estaba

llegando a él. Al principio había tratado de decirse a sí mismo que era sólo su

belleza lo que deseaba, pero la verdad era que había mucho… demasiado…

que deseaba de ella.

Poseía espíritu y coraje. Tenía buen corazón y pasión suficiente como para

rivalizar con la suya propia. Y sí, era hermosa. Lo suficientemente hermosa

como para que el tonto de MacAllister se atreviera a hacerle la guerra por

poseerla. Robert había pensado realmente en robársela. ¡Maldito fuera el

hombre!

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas estaba de humor para una buena pelea. Y sabía que si había algo con lo

que podía contar era lo que concernía a su señora, su complacencia era lo que lo

obligaba en este sentido.

Se acercó a la cama de Maya preparado para gritarle, después se detuvo

repentinamente cuando miró hacia abajo. Estaba dormida, se dio cuenta, y muy

pacíficamente, pareciendo más hermosa de lo que había estado cuando estaba

despierta. Thomas pasó los dedos por su cabello y suspiró. No sería justo

despertarla. Parecía muy serena, muy feliz.

Demasiado hermosa.

Thomas se sentó en la cama en silencio y miró a Maya. Sus rasgos eran aún más

perfectos por la luz de la luna. Era difícil de creer que este ángel dormido era la

misma mujer que se convertía en una musaraña bramadora cuando estaba

121
El Club de las Excomulgadas
despierta. Pasó los dedos por su pelo, quitando un mechón de

rizos de oro detrás de su oreja izquierda.

La miró durante unos minutos más, luego decidió que era mejor si la dejaba

con sus sueños. Se irguió despacio y se movió sin hacer ruido para salir de la

alcoba.

"¿Thomas?"

La voz de Maya estaba gruesa por el sueño cuando se sentó en la cama. Las

cálidas pieles de animales cayeron sobre su estómago, dejando sólo la camisa

delgada que llevaba cubriéndola. Sus pezones se metían en el material más

delgado y se ajustaron a la descarga del aire de la noche fría.

Thomas se dio la vuelta en respuesta y se quedó inmóvil cuando la vio sentada

Jaid Black - Después de La Tormenta


en la cama con sólo la camisa como débil protección contra él. Sacudió la cabeza

para despejar sus pensamientos lujuriosos.

Regresó a la cama y se sentó a su lado. “Sí, amor, soy yo."

Se preparó para la lengua de Maya, con la certeza de que iba a lanzarse sobre él

por las palabras que se habían dicho antes de montar para irse con el

MacAllister. Se sorprendió, aunque no desagradablemente, cuando le echó los

brazos alrededor de su cuello a cambio. "Thomas, Thomas, lo siento muchísimo

por la pelea. Me alegro de que estés bien. Nunca quise insultarte."

Le acarició el pelo a Maya y la abrazó contra su pecho. "Shh amor, lo sé ahora.

Quizás esas palabras no son un insulto en el clan de Tampa, por lo que no

tenéis nada que explicarme. ¿Es así?" En su inclinación de cabeza, le besó en la

frente. "Así como pensaba. Está bien que os preocupéis por mí si así es como

demostráis vuestro amor, pero no podéis decir esas palabras enfrente de mis

hombre, o van a pensar que os avergonzáis de mí. ¿Podéis?"

122
El Club de las Excomulgadas
Maya asintió y se aferró más fuerte al cuerpo de Thomas. Se

había dado cuenta de muchas cosas mientras que él se había

ido. Después de que ella y Sara habían hablado, Maya entendía que este

hombre, con todos sus defectos, era su destino. Se dio cuenta de que no tenía

que tratar de volver a casa más porque ya estaba ahí.

Habían pasado horas, después de que Sara se había ido, debatiendo una y otra

vez sobre si era o no posible que de hecho fuera la Lady M de la antigüedad.

Recordó la pintura de la señora, que poseía su mismo pelo y ojos. Al final

decidió que Sara tenía razón. Realmente era la Lady M. Y también se dio cuenta

que no se oponía precisamente a esa idea. "Prométeme Thomas que sin

importar qué, nunca más te irás enojado conmigo. Por favor, Thomas.

¡Prométemelo!"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas le levantó la barbilla y la miró a los ojos. Se sorprendió por la cantidad

de cuidado y preocupación que vio en ellos. Nadie desde su madre se había

preocupado así por él. Elizabeth. No, no pensaría en su madre ahora. No iba a

dejar que sus engaños arruinaran su oportunidad de conocer la felicidad con

Maya. “Sí,” le juró, "Lo prometo."

Maya suspiró luego apoyó la cara contra su pecho de nuevo.

Así que ¿Esto era el amor? Había pensado que había conocido la emoción con

Nick, pero nada podría haberla preparado para los sentimientos que Thomas

sacaba de ella.

"¿Queréis casaros conmigo, amor?"

Maya contuvo el aliento mientras volvía la cabeza para mirar a Thomas. Decir sí

significaba que real y verdaderamente estaría dispuesta a despedirse de su

123
El Club de las Excomulgadas
antigua vida para siempre. No volvería a conocer las

comodidades de la vida moderna.

Pero decirle que no a Thomas... el resultado de eso no podía soportarlo sólo de

pensarlo. Pero no verlo de nuevo nunca más, nunca saber la sensación de

tenerlo dentro de ella, no escuchar sus palabras suaves de amor o incluso su

enojo... no podía soportarlo. "¿Casarme contigo?"

Thomas frunció el ceño. No, mejor que ni pensara en decirle que no. “Sí, casarse

conmigo, señora." Pasó sus dedos por su pelo con agitación y frunció el ceño.

"Los santos saben la esposa inapropiada que seréis con esa lengua malvada que

tenéis, y aún así os necesito."

La boca de Maya se curvó en una sonrisa mientras Thomas la miraba hacia

abajo con ojos expectantes. "¿Una inadecuada esposa? ¿Crees que no seré

Jaid Black - Después de La Tormenta


adecuada?"

El ceño de Thomas se profundizó. "Sí, tenéis el porte de una reina, lo admito,

pero la lengua afilada de una musaraña también."

El pensamiento de Maya volvió a Nick y su deseo de casarse con ella por

razones sólo de conveniencia social. Su sonrisa se convirtió rápidamente en una

sonrisa que le llenaba la boca. Le echó los brazos alrededor del cuello a Thomas

y se echó a reír.

"Esa es la cosa más dulce que alguna vez me han dicho ¡Por supuesto que me

casaré contigo!"

Thomas lanzó un gruñido, sin saber lo que acababa de decir que hizo a su mujer

tan feliz. No muchas mujeres, de hecho, ninguna que pudiera nombrar habría

estado encantada de ser llamada una musaraña inadecuada. Pero esta era

Maya, pensó.

124
El Club de las Excomulgadas
Su Maya.

Era lo único que importaba.

*****

Maya se despertó a la mañana siguiente por culpa de unos persistentes golpes

en la puerta de su dormitorio. "¡Mi señora!" una voz gritó desde la sala, “es hora

de que venga ¡rápido!"

Ella frunció el ceño. La voz pertenecía al mismo chismoso de la ladera que

había prometido a Thomas que todos morirían si no huía de ella. Grandioso,

justo lo que necesitaba. Ser despertada por el pregonero. "¡Váyase!" Respondió

con un gruñido irritado.

El silencio envolvió la sala por un momento, por lo que Maya creyó que estaba

Jaid Black - Después de La Tormenta


a salvo para cerrar los ojos otra vez.

Sonrió con satisfacción. Deshacerse de la voz de la muerte y la oscuridad había

sido más fácil de lo que había pensado.

"¡Mi señora!" La voz bramó de nuevo, "El MacGregor me envió a buscaros y

llevaros a él... y eso es lo que haré. Ya es casi de día. ¡Necesita comer!"

¿Casi de día? Maya se quejó. No era de extrañar que estuviera tan cansada.

Probablemente se había dormido apenas hacía una hora. La propuesta de

matrimonio de Thomas le había dado lo suficiente como para pensar,

garantizando que estuviera despierta durante horas. La había dejado después

de haberse declarado y diciendo, con mucha decepción, que no la "Reclamaría"

hasta después de que se casaran.

125
El Club de las Excomulgadas
Maya suspiró. ¿Valía realmente la pena dormir para meter a

este tipo en problemas con Thomas de nuevo? Siempre podría

darse a escondidas una siesta después. "Está bien. Voy a estar allí en, eh, a toda

prisa. Y, por cierto, ¿Cuál es su nombre?"

"Gracias, señora, y me llamo Argyle.”

¿Argyle5? ¿Al igual que el calcetín?

"Buenos días para usted Argyle. Voy a abrir la puerta después de haberme

vestido."

"La esperaré, señora."

Maya frunció el ceño. De alguna manera, no dudaba que lo hiciera.

Jaid Black - Después de La Tormenta

5 Argyle: Marca de calcetines

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 12
El desayuno consistió en piernas de cordero, pan, queso, fruta y cerveza. Y ya

sea que la comida estaba francamente deliciosa, o que Maya tenía mucha más

hambre de lo que había pensado primero. El estado de ánimo de todos era

bastante jovial, sobre todo después del anuncio de que Thomas iba a casarse

con ella. La única que estaba menos animosa era, curiosamente, Sara. Pronto

descubriría por qué.

"Querida Sara, no te preocupes," murmuró Maya en lo que Thomas se refería

como Inglés de Tampa. "Has leído los relatos históricos. Sabes que vas a casarte

con Dugald. Te lo pedirá pronto".

Sara frunció el ceño, luego clavó el queso con la daga que Thomas le había dado

Jaid Black - Después de La Tormenta


para que usara. Habló a mil por hora en la lengua extranjera de ella y de Maya,

lo que hacía que tanto Thomas y Dugald las miraran extrañados. "¿Qué pasa si

los libros se equivocan? ¿Qué pasa si estoy atrapada en este infierno

abandonado de Dios para siempre, sin nunca casarme con él? ¿Qué pasa si

termino como una solterona solitaria y amargada?"

Maya sonrió a Sara. No pudo evitarlo.

"¿Qué demonios es tan gracioso?" exigió Sara a través de los labios juntos.

Maya le dio unas palmaditas en la espalda. "¿Te he dicho alguna vez lo

adorable que te ves cuando no te estás comportando tan condenadamente

plácida?"

Sara le lanzó una mirada mordaz, causando que Maya riera por lo bajo.

127
El Club de las Excomulgadas
Thomas y Dugald fruncieron el ceño al unísono, ninguno de

ellos apreciaba ser dejado fuera de la conversación. "Maya,

vais a hablar en gaélico ahora. Ese Inglés de Tampa no es más vuestra lengua.

¿Podéis?" Thomas dobló los brazos sobre el pecho como retándola a decir lo

contrario.

Maya arqueó una ceja.

Thomas se retorcía en su silla, tratando de ponerse cómodo. Tenía la sensación

de que iba a tener que enseñarle a Lady Maya lo que se consideraba era el

debido respeto hacia él mucho antes de lo que hubiera querido.

Maya estaba a punto de contradecirlo, pero decidió no hacerlo cuando miró a

su alrededor, a los rostros de los hombres de Thomas, que esperaban. No lo

avergonzaría delante de ellos sin una razón mejor que sus tendencias tiránicas.

Jaid Black - Después de La Tormenta


No, esperaría y se lo diría a los oídos explicándoselo alto y claro cuando

estuvieran solos. Se aclaró la garganta. "Perdóname, mi señor. Es una vieja

costumbre."

Maya tuvo ganas de reír al ver la expresión en el rostro de Thomas. Parecía

como si no supiera si creerle o estar agradecido por su inesperado tacto o

ambos. Bueno, pensó, nunca dejes que el tipo grande piense que puede tomar

tu buena disposición para obligarte a dar algo por sentado.

"Mi señora” Argyle preguntó, "¿Dónde está ese clan llamado Tampa? ¿Sois vos

y Lady Sara de las Tierras Bajas?"

Maya tuvo que sonreír ante la mirada inquisitiva en el rostro del joven soldado.

Antes de que le hubiera abierto la puerta de su dormitorio esa mañana, se había

preparado para disgustarle. Pero Argyle se había visto entrañable para ella y de

inmediato, se había dejado caer de rodillas y profesado su dolor por haber

128
El Club de las Excomulgadas
pensado alguna vez que era una chica del demonio. Lo dejó en

ascuas por un momento, luego lo perdonó. Ya estaba

perdonado.

"No Argyle, no son las Tierras Bajas. Está en otra tierra lejana, a través de los

océanos"

Thomas levantó una ceja. "¿A través de los océanos? ¿Nunca habéis dicho cómo

es que caísteis aquí?"

Ahora era el turno de Maya de retorcerse en la banca. Thomas notó su

aprehensión, pero pospuso comentar sobre ello por Lady Sara. "Como he dicho

antes, no sabemos cómo hemos llegado hasta aquí. Lo más que puedo decir es

que esas nubes negras debieron haber sido mágicas. Los colores en su interior

nos llamaron en contra de nuestra voluntad y cuando finalmente nos liberaron

Jaid Black - Después de La Tormenta


estábamos aquí."

Una emocionada charla llenó la sala ante la proclamación de Sara. Esta era la

Edad Media, después de todo, cuando la gente todavía creía en la mística.

Después de vivir a través de lo que habían vivido, Maya tuvo que preguntarse

hasta qué punto la "primitiva" medieval había estado en sus suposiciones.

"Fue probablemente una bruja que envidiaba ambas bellezas y pensó en

mataros por ello, pero en lugar de morir fueron llevadas a la protección de los

MacGregor en cambio." Argyle decidió esto con una reflexiva mirada, como si

fuera una autoridad en la materia.

“Sí” asintió el Viejo John, "es mejor que crean que eso es verdad. ¿Cómo más

puede ser esto explicado?"

La gran sala se rompió en conversaciones emocionadas una vez más mientras

los soldados y los sirvientes daban sus particulares teorías sobre cómo, lo

129
El Club de las Excomulgadas
aparentemente imposible, había sucedido. Era evidente que

incluso Thomas y Dugald estaban impresionados por la

historia. Thomas habló, haciéndose espacio para volver al silencio. "Y este

Tampa... ¿Cómo sabéis que está tan lejos?"

"Sí," Dugald lo secundó mientras dejaba su jarra de cerveza, "¿Cómo podéis

saberlo?"

Sara se aclaró la garganta, y luego miró a Thomas. Todavía estaba enojada como

el infierno con Dugald y se negaba a reconocer su interés. "Mi padre me habló

de Escocia cuando era una niña. Me dijo que estaba en un lugar lejano como

Inglaterra y que tendríamos que cruzar el océano para llegar a él. Dijo que

tomaría semanas, quizás meses, llegar a ella en barco."

"Quizá incluso años," ofreció Argyle mientras asentía con asombro.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya pensó. Traten 700 años. Argyle no tenía ni idea de cómo de cerca estaba de

la verdad.

"¿No conocen alguna bruja o mago que quisiera verlas muertas, Lady Maya?"

John le preguntó, luego se acomodó en su asiento y se rascó la barba mientras

esperaba su respuesta.

¿Brujas? ¿Magos? Infiernos, sólo Nick se le vino a la mente. "En realidad sí",

respondió Maya, causando que no sólo Sara sino todos se atragantaran con la

comida. "Hubo uno."

La emoción en la sala burbujeó sobre la charla, una vez más. Desconcertada,

Sara le dio un codazo en el costado.

"Dígannoslo, Lady Maya."

130
El Club de las Excomulgadas
Maya frunció el ceño a Sara, después vio la multitud de

MacGregors cautivados que la rodeaban. Incluso Thomas

parecía que estaba colgado de cada una de sus palabras. Infiernos, podía ser

que también les diera una buena historia. Sus ojos se abrieron de manera

espectacular, como si estuviera contando una historia de fantasmas en el

campamento de verano.

"Hubo un mago malvado que apresaba damas del clan de Tampa. Era conocido

por nosotros como Nick el Trasero." Los soldados se rieron, al parecer,

apreciando el nuevo apellido de Nick tanto como Maya lo hacía. "Pensó en

casarse conmigo y forzarme hacia su guarida con engaños, pero huí de él y su

diabólica sirvienta, la muchacha Mindy."

Maya sonrió con aire de suficiencia. Estaba disfrutando de esta versión de los

Jaid Black - Después de La Tormenta


acontecimientos pasados. "Le dije a Nick el Trasero que preferiría morir antes

que tenerlo de marido. Trató con baratijas y oro, pero me mantuve firme."

Argyle asintió serio. "No tenemos ninguna duda que moriríais si sucumbía ante

los trucos del mago, milady."

Maya estaba demasiado cautivada con su historia para dar a Argyle más que un

gesto superficial. "En su último intento por reclamarme, durante la celebración

del clan que ya conocemos, trató de ganarme con palabras suaves en la casa de

mi señor... uhh... Lord, Lord Pete."

Sara arqueó una ceja. Señor Pete, ¿eh?

"Pero Lady Sara y yo huimos de las garras de Nick el Trasero. Fue una buena

persecución, pero pronto los colores nos reclamaron y Lady Sara y yo fuimos

arrastradas hasta las nubes negras. Luego llegamos aquí."

131
El Club de las Excomulgadas
Dugald frunció el ceño mientras escuchaba el cuento de Maya.

"Quizá las nubes no fueron enviadas por una bruja entonces,

sino por Dios, para que escaparan de las garras de Nick el Trasero".

Argyle se puso de pie después de esa proclamación, al parecer lo

suficientemente conmovido por la historia para una de sus famosas

advertencias apasionadas. "Oye esto, ¡Oh Nick el Trasero. Si tratas de reclamar

a la querida Lady Maya ahora, los MacGregor rasgarán tu corazón, cortaran tu

virilidad, y escupirán en tu cuerpo sin vida!" Escupió sobre el terreno para

subrayar su justo castigo.

Maya hizo una mueca mientras los vítores subían a lo largo de la sala. Nick era

un imbécil sin duda, pero ese justo castigo era demasiado.

"¡Sí!", Gritó John mientras se ponía de pie, "¡Los MacGregor lo matarán!"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Una versión robusta de "síes" llenó el aire mientras los guerreros de Lady Maya

mostraban su apoyo.

Thomas se instaló en la silla con presumida satisfacción. Por supuesto que lo

mataría. Era el MacGregor y Maya iba a ser su esposa.

Maya sonrió tímidamente a Thomas. A Nick el Trasero más le valía que las

nubes negras nunca lo pasaran a este lado del arco iris. Caray, ¡Realmente tenía

que aprender a controlar su boca!

*****

La torre era un lugar conmocionado las semanas siguientes con los preparativos

de la boda. Maya había estado menos atemorizada al saber que la ceremonia

tendría lugar en el exterior porque las Tierras Altas se congelaban en esa época

del año. Sólo oró porque no estuviera nevando en el día de su boda.

132
El Club de las Excomulgadas
"Sois tan hermosa, milady. Cómo me gustaría ser tan hermosa

como vos." Lena cantó sus alabanzas a Maya, provocando un

sonrojo en ella. Nunca había pensado en sí misma como hermosa mientras vivía

en el siglo XXI, pero estos Highlanders parecían pensar que lo era. Hey,

diversas épocas diversos gustos sobre la belleza de las personas, decidió.

Maya dejó el peine que había estado usando en su cabello y se volvió para hacer

frente a su doncella. "Lena, apenas tienes quince años y ya eres encantadora. No

tengo ninguna duda de que sólo creciendo te harás más hermosa."

Lena levantó la vista de la costura del traje de novia de Maya y sonrió. "¿En

verdad, señora?"

"En verdad," le aseguró Maya. "Te casarás muy bien, sin lugar a dudas."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Lena se ruborizó y luego continuó con su costura. "Él la ama a vos, sabéis."

Maya arqueó una ceja mientras miraba a Lena. "¿Thomas?"

"Si".

Maya asintió. "Eso espero si me voy a casar con él."

Lena se rió entre dientes. "Lo decís como si fuera la más común de las cosas. Por

supuesto, sabéis que no lo es. Tenéis suerte de casaros con un poderoso laird, y

mucho más con uno que os ama así. La mayoría de las mujeres no tendrían tal

recompensa. Por supuesto, ustedes también sois más hermosas que la mayoría

de las mujeres."

Maya sonrió. Por fin comprendió a dónde iba Lena con esta conversación.

Después de todo, la niña se había llenado los oídos de la última semana con los

cuentos de amor romántico y la boda del hombre de sus sueños. Porque era la

133
El Club de las Excomulgadas
sobrina de Angus MacGregor, y podría reclamar una pequeña

herencia, tenía miedo de verse obligada a una unión que no

quería. Las herencias eran escasas en las escarpadas montañas y por tanto, muy

codiciadas.

"Así que ¿Esperas poder elegir a tu hombre y ser capaz de casarte por amor?"

Maya Se rió entre dientes por el rubor de Lena. "No te preocupes por eso, Lena.

Voy a hablar con Thomas en tu nombre cuando llegue el momento. Si está

dentro de mi poder influir, te casarás con quien quieras. Te lo prometo."

Lena le sonrió. "Sabía que lo entendería, milady. Gracias a la diosa por vuestra

bondad, que la trajo a nuestro clan."

Maya desvió la mirada. "Exageras.”

Jaid Black - Después de La Tormenta


“No señora, nunca."

Maya le dio la espalda a Lena, reanudando la tarea de cepillarse su cabello

húmedo para secarlo antes de que se entibiara el fuego. No estaba en absoluto

acostumbrada a las personas que influían sobre ella y alababan cada palabra.

Suponía que tendría que acostumbrarse si se va iba a quedar aquí porque así

era como esa cultura funcionaba. Sin embargo, todos los halagos inmerecidos

tendían a hacer que se sintiera francamente... bueno, rara.

“¿No estáis emocionada, señora?"

Maya se volvió en su asiento de nuevo. "¿Sobre qué?"

Lena se rió. "¡Su boda, milady!"

Sonrió. "¡Por supuesto que estoy emocionada!" Y luego en voz baja – murmuró–

, “pero también estoy un poco nerviosa."

134
El Club de las Excomulgadas
Maya pensó al principio que Lena no había oído su confesión,

pero se equivocó en eso mientras la niña parloteaba sobre

todas las razones por las que debía estar emocionada en vez de nerviosa. "...Y

después de decir vuestros votos, entonces tendremos el festín de todos los

festines. Cook preparará más platos de los que nunca habéis visto y habrá baile

y risa toda la noche. Incluso ¡Harold el Sotted cantará para vos! Yo que... "

"¿Harold el Sotted?" Maya la interrumpió. "¿Quién es ese?"

Lena dejó la costura y miró a Maya con entusiasmo. Tomó el peine de plata de

la mano de Maya y comenzó a cepillarle el cabello. Maya sonrió. Lena era tan

dulce y con ganas de agradar. No pudo evitar sentir afecto por la chica.

"Harold el Sotted es el juglar de los MacGregor, milady. Cantará muchas

canciones para vos y el Laird en honor a vuestra boda. ¡Es siempre muy

Jaid Black - Después de La Tormenta


emocionante cuando canta!". Lena suspiró, como una soñadora, lejana del

sonido de su voz. "Sus baladas son tan encantadoras. Espero ser una de las

mujeres hermosas a las que cante algún día."

Maya sacudió la cabeza y rió entre dientes. "¿Pero por qué se le llama Harold el

Sotted?"

Lena se rió, causando que dos hoyuelos poco perfectos le aparecieran en ambas

mejillas. "Toma muchas copas, milady."

Maya se echó a reír. "En otras palabras, querida Lena, ¿me estás diciendo que el

borracho del pueblo cantará baladas en mi boda?"

Lena se rió de nuevo y asintió. "Rezad para no ofenderlo, milady. Ya tiene una

edad y es poco probable que cambie. Pero sus canciones son preciosas, sólo

tiene que esperar y ver."

135
El Club de las Excomulgadas
Maya curvó los labios con ironía. Las recepciones de las bodas

medievales eran tristemente célebres por las bromas subidas

de tono e insinuaciones sexuales que los acompañaban. ¿Cuánto conseguiría

Harold el Sotted cantar en su boda? Esto, sonrió, podría resultar interesante.

Jaid Black - Después de La Tormenta

136
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 13
El sonido de las espadas chocando juntas en el patio llamó la curiosidad de

Thomas. La práctica había terminado hacía más de una hora, por lo que no

había ninguna razón justificable para seguir luchando. El hacendado caminó

sobre las almenas para obtener una visión del combate que se llevaba a cabo.

Llegó a un abrupto fin cuando se enteró de su presa.

¿Dugald?

Thomas levantó una ceja y miró inquisitivo.

Dugald estaba luchando contra un joven que había sido enviado por su padre

para ser entrenado para la batalla por el MacGregor. Desde lo alto de las

Jaid Black - Después de La Tormenta


almenas, Thomas pudo ver que el muchacho miraba ferozmente, asustado. Sus

ojos estaban redondos y sudaba profusamente.

"¡Ondéala más fuerte!", ordenó Dugald mientras lanzaba otro golpe feroz.

"¡Moriréis si peleáis como una moza en batalla!"

Thomas se irritó con Dugald al instante. Este muchacho había estado en la torre

por casi quince días. Dugald sabía que no debía esperar que el muchacho

luchara como un experimentado guerrero en tan corto tiempo. Que tomaría

años, no días. Thomas decidió que ya había visto suficiente. "¡Dugald!" Gritó

desde lo alto de las almenas.

Dugald pidió un tiempo de descanso, se dio la vuelta y lo miró. “¿Sí?"

"Enviad al muchacho a la sala para que cene y esperadme en el patio inferior.

Me gustaría hablar con vos antes de la cena."

137
El Club de las Excomulgadas
Dugald frunció el ceño, pero cedió, sabiendo que no tenía más

remedio. “Sí, mi señor."

Unos minutos más tarde, Thomas se encontró a Dugald caminando por el patio

inferior, con su hosca disposición como siempre. "Entonces", le exigió, todavía

irritado por su necedad al comandar las armas, "¿Qué infierno fue eso? ¿Qué

queríais probar al golpear a un muchacho apenas separado de las faldas de su

madre?"

Dugald detuvo su ritmo y se enfrentó a Thomas. "No estuvo prestando atención

durante la instrucción, mi señor. Estaba intentando que no lo haga a partir

ahora."

Thomas frunció las cejas y miró a Dugald. "Me pareció que el muchacho estuvo

haciendo un buen trabajo vigilando vuestros golpes. En orden a eso, estuvo

Jaid Black - Después de La Tormenta


prestando atención muy bien. Quizá debáis pensar en otra mentira para

decirme."

Dugald hizo una mueca. Nunca en su vida el MacGregor lo había acusado de

mentir. Y la peor parte era que se había dado cuenta de que lo que decía no era

nada más que la verdad. Había tomado la pelea con el muchacho. Y por una no

muy buena razón. Suspiró, evitando su mirada, mirando al suelo. "Lo siento,

Thomas. Voy a pedirle disculpas al muchacho. Nunca quise perjudicado, sin

embargo."

Thomas asintió con un gruñido. "Creo en vos, pero creo que es mejor que os lo

digáis al chico. Él tiene que tener confianza en sus superiores o no confiará en lo

suficiente como para aprender de nosotros. ¿Podéis hacerlo?"

"Sí".

"Bien".

138
El Club de las Excomulgadas
Dugald se puso de pie, en silencio mirando las hojas

dispersarse sobre la tierra. Sabía que el MacGregor lo estaba

mirando, preguntándose qué había pasado con el control de su comandante.

Dugald no dijo nada y tampoco lo hizo Thomas. Ambos se quedaron allí, en

silencio como dos monjes que habían tomado sus votos. Por fin, demasiado

cansado para continuar bajo la estrecha observación, Dugald suspiró y confesó

todo. "Ella me ignora, mi señor."

Las cejas de Thomas se dispararon, al principio no pudo captar su significado.

Cuando finalmente lo hizo, los labios del laird se curvaron en una sonrisa y en

poco tiempo se reía tan fuerte que apenas podía soportarlo.

"No os riáis, Thomas. No es gracioso." La mirada negra de Dugald rayaba en la

insolencia, pero en lugar de enojar al laid como debería haberlo hecho, lo hacía

Jaid Black - Después de La Tormenta


reír aún más fuerte.

Thomas se secó las lágrimas en sus ojos mientras trataba de recuperar la

compostura. Se dio cuenta de inmediato que los hombres que estaban pasando,

no estaban acostumbrados a ver la sonrisa del MacGregor y mucho menos verlo

reír, y ahora le lanzaban miradas extrañadas. Era como si le tuvieran un miedo

tonto. Por alguna extraña razón, ese conocimiento hizo a Thomas reír de nuevo.

¡Ah, esto era lo que Lady Maya estaba haciendo! Probablemente lo estaba

volviendo un tonto.

"Creo que es divertido el hecho que hace sólo dos semanas esta conversación

fuera sobre mi negro humor en lugar del vuestro. Vos erais el que me

imaginaba a mí frunciendo el ceño entonces, ¿No os acordáis?"

Dugald cruzó los brazos sobre su pecho mientras se preparaba para reconocer

lo obvio. “Sí. Por todos los santos, si."

139
El Club de las Excomulgadas
Thomas sonrió. "Eso no puede ser tan malo. Quizá habéis

ofendido a la señora o dañado sus sentimientos. Quizá

deberíais pedirle disculpas."

Dugald frunció el ceño. "Sois fino para la charla, Thomas. ¿Habéis pedido

disculpas a Lady Maya por la escena que hicisteis vos y de la que fuimos

testigos ayer?”

La sonrisa de Thomas se desvaneció en un instante. Frunció el ceño hacia

Dugald por recordarle su propia posición precaria dentro de su fortaleza.

Demonios, Maya no estaba hablándole a él tampoco. "Eso es diferente, Dugald,"

concluyó con irritada convicción, "Por lo menos, el laird no pide disculpas. Ni

siquiera a la mujer con quien va a casarse."

Dugald resopló a Thomas y lo golpeó en la espalda. "Buena suerte cuando le

Jaid Black - Después de La Tormenta


mostréis a vuestra futura esposa a ver las cosas a vuestro modo. Creo que

vuestra cama sabrá de muchas noches frías, mi amigo." Ahora era Dugald quien

sonreía y Thomas, quien tenía el ceño fruncido.

"Estoy contento de ver que estáis de buen humor de nuevo Dugald, pero no

contento de que sea a mis expensas."

Dugald se echó a reír. "No es a vuestras expensas, Thomas. Estoy más aplacado

por el hecho de que no soy ya el único por aquí que está de mal humor."

Thomas lanzó un gruñido. Por lo menos había hecho feliz a alguien.

*****

Maya y Sara se sentaron junto a los demás en la mesa del gran salón, las dos

sintiéndose irritadas.

140
El Club de las Excomulgadas
Maya estaba sentada a la izquierda de Thomas, Sara estaba

sentada a la izquierda de Maya, y Dugald sentado al otro lado

de la mesa de Sara a la derecha de Thomas. Era el cuarteto más infeliz que

Argyle había visto... bueno... desde siempre.

Sara estaba enfadada con Dugald por no proponerle matrimonio y Maya estaba

indignada por los acontecimientos que habían tenido lugar delante de un buen

número de MacGregors la noche anterior.

Sara había estado deprimida en su dormitorio cuando el incidente había

ocurrido, por lo que Maya le había tenido que explicar lo que había sucedido.

Le contó la historia en el Inglés de Tampa, y todo cuando Thomas se había

atrevido a exigirle que revirtiera su discurso al gaélico.

"Todavía no lo puedo creer, Sara. Todo lo que hice fue ir a dar un paseo por los

Jaid Black - Después de La Tormenta


terrenos, porque tenía curiosidad en cuanto a cómo se veían. Te iba a pedir que

vinieras, pero no parecías querer compañía en ese momento. Así que me fui por

mi cuenta y di un paseo hasta el pueblo, presentándome a mí misma con la

gente de allí y todo."

"¿En serio?" El ánimo de Sara pareció mejorar con eso. "Debiste haberme

invitado. Me gustaría ir la próxima vez."

Maya asintió. "Fue muy interesante. Podrías sacarle partido. Y la gente fue

bastante amigable. Había un hombre que conocí llamado Hamish. Resultó ser el

tipo que se desmayó cuando misteriosamente nos materializamos en la ladera.

Llegado el caso, no es un mal tipo. Se sintió avergonzado por su desmayo,

obviamente, pero se sintió mucho mejor cuando le sugerí que probablemente

había sido debido al calor."

141
El Club de las Excomulgadas
Sara arqueó una ceja negra. "Pero estábamos temblando de

frío, cuando llegamos aquí."

Maya se encogió de hombros. “Ya lo sé. Sólo estaba tratando de salvar sus

sentimientos. Y funcionó. Estuvo satisfecho con la explicación. En cualquier

caso, estoy divagando... Así que allí estaba, charlando con los vecinos y

teniendo un tiempo la mar de bien, cuando de repente escucho el golpeteo de

cascos de caballos procedentes de la colina en el valle."

Sara negó con disgusto. Tenía la sensación de que sabía a dónde iba esta

historia y cuan cabreada estaba ella actualmente con la especie masculina en

general, y sin duda, habría hecho lo mismo sobre las acciones de Thomas como

Maya lo había hecho.

"Miro hacia arriba y… ¿Qué es lo que veo?" Maya levantó las manos en el aire

Jaid Black - Después de La Tormenta


con frustración, lo que hizo a Thomas y Dugald quejarse. No tenían idea de lo

que sus palabras significaban, pero tenían la sensación de que no eran amables.

"¡Veo a Robin Hood y sus burros felices a caballo viniendo hacia mí como

hombres poseídos!"

Sara negó y lanzó una mirada mordaz a Thomas y Dugald. El hombre frunció el

ceño, sus sospechas de que Lady Maya estaba hablando acerca de los eventos

de anoche se confirmaron.

"Así que le hice señas a Thomas para que se uniera a mí", continuó Maya,

escupiendo su Inglés de Tampa en un tono que sugería que era muy infeliz.

"Tuve esa idiota sonrisa en la cara todo el tiempo, feliz porque iba a verlo.

Cabalgaba con Dugald y sus hombres siguiéndolo y… ¡comienza a gritarme y

maldecirme a todo pulmón frente a la mitad de la aldea!"

Sara quedó sin aliento. "¡No!"

142
El Club de las Excomulgadas
Maya negó enfáticamente. "Sí, ciertamente lo hizo." Tomó la

reconfortante mano de su mejor amiga. "Oh, Sara, nunca había

estado más avergonzada. Y de la manera en que detuvo su caballo y me empujó

delante de él, uno pensaría que era un preso fugado… ¡en lugar de la mujer que

ha de ser su esposa!"

Sara chasqueó la lengua. "Eso es terrible. Debería estar avergonzado de sí

mismo."

Maya resopló. "Sí que debería, pero no lo está. Y lo peor de todo ¡Es que todavía

no sabe que es lo que supuestamente hizo mal!"

Thomas apuñaló un pedazo de faisán y lo metió en su boca con su puñal. Era

claro para sus ojos que Maya todavía no lo había perdonado por su vergonzoso

comportamiento en la víspera frente a los miembros de su clan. Frunció el ceño,

Jaid Black - Después de La Tormenta


molesto. ¿Qué era un poco de vergüenza cuando era su vida la que estaba en

juego?

Por supuesto, tuvo que recordarse, Maya no sabía que su vida estaba en

peligro. No era consciente de la lujuria de Robert, ni de su deseo por reclamarla.

Hasta que el hombre fuera encontrado y asesinado, no dejaría que fuera a

ninguna parte sin él.

Thomas suspiró. La simple verdad era que no podía soportar la idea de perder

a Maya cuando le había llevado treinta y cinco años encontrarla. Quizá debía

seguir su propio consejo y pedirle disculpas, pero le enfurecía al extremo que

fuera necesario hacerlo. Maya siempre debía pedir permiso antes de hacer algo,

de ir a cualquier lado, de hablar con alguien. Ella era de él, razonó, y por lo

tanto estaba bajo sus órdenes.

143
El Club de las Excomulgadas
Thomas miró a Maya que cortaba un trozo de queso con su

daga. Por todos los santos, ¡Regalaría todo el oro que poseía en

un instante por ser capaz de entender Inglés de Tampa ahora mismo! Era

evidente que su señora estaba expresando su descontento acerca de él a Lady

Sara.

Quizá debería obligar a su amiga a apartarse de ella o algo así, dejando que

Maya no tuviera a nadie con quien compartir sus insatisfacciones salvo a sí

misma. Frunció el ceño. No, eso no serviría para nada y sólo pondría a su

señora más en su contra. Este asunto de ser un hombre comprensivo era

exasperante.

"Lady Maya, hablaré con vos después de la cena. Vamos a dar un paseo, juntos

y vos sonreirás. No veré más ceños fruncidos el día de hoy." Thomas inclinó la

Jaid Black - Después de La Tormenta


cabeza hacia ella, haciéndole saber que el tema no era objeto de debate.

Al parecer, Maya no estaba de acuerdo. "Oh, vamos, poderoso laird."

Thomas frunció el ceño ante la inflexión que ella había colocado en la palabra

poderoso. Si no la conociera mejor, diría que la mujer se había burlado de él.

“Sí. Y por otra parte, Lady Sara hablará con Sir Dugald. No más rabietas serán

permitidas en esta fortaleza."

Dugald gruñó, obviamente complacido por la orden de Thomas. Sara frunció el

ceño, obviamente, con la sensación opuesta.

Argyle se aclaró la garganta, y luego esbozó una sonrisa a Maya, con la

esperanza de distraer a todas las partes implicadas.

"Milady, se va a casar en la mañana. Nada más que la felicidad debe sentir esta

víspera."

144
El Club de las Excomulgadas
Maya fulminó con la mirada a Argyle y luego se detuvo.

Después de todo, no era su culpa que su pronto-a-ser-su-

marido fuera un arrogante, podrido templado, autócrata tiránico, bramando.

Quería decirle a Thomas en su cara lo que pensaba de él, pero no podía porque

en su vida no pudo descubrir como traducir todo eso al gaélico. Dirigió su

mirada a su comida, distraída, jugando con ella. "Eso si me caso con él",

murmuró sin dirigirse a nadie en particular.

Maya miró con sorpresa los jadeos sorprendidos que sus palabras habían

causado. Thomas dio un puñetazo sobre la mesa, tirando la cerveza a los lados

junto con varias jarras de cerveza también. "¡Has ido demasiado lejos!" Rugió,

con una expresión asesina en sus ojos.

No, pensó Maya, no lo había hecho. Había tenido suficiente, sin embargo. Iba a

Jaid Black - Después de La Tormenta


volver al siglo XXI así tuviera que pasear por las laderas y esperar hasta que

tuviera ochenta años de edad, por la siguiente nube negra que pasara por allí.

¡Al diablo con Thomas! ¡Al diablo con Lady M y la historia! Había merecido ese

comentario. ¡Estaba cansada de que le dieran órdenes constantemente!

Maya se puso en pie, recogió la falda y salió corriendo de la gran sala, corriendo

a toda velocidad hacia las puertas del castillo. Una vez fuera de ellas se subió al

primer caballo que vio y miró a su alrededor para hacer frente a la colina en la

distancia.

Una tormenta se avecinaba. Tal vez era la tormenta que necesitaba.

"Maya" aulló Thomas cuando abrió las puertas de la torre. "¡Vais a desmontar

en este instante!"

Sus ojos redondos dudaron. Pero un momento después negó y salió corriendo

hacia la noche.

145
El Club de las Excomulgadas
Sabía a dónde tenía que ir… a casa. Olvidarse de los relatos

históricos, se dijo, porque la historia estaba a punto de

cambiar. Estaba enferma y cansada de que le gritaran como si fuera una niña

errante. No se iba a quedar aquí. La tormenta llegaría a su final y encontraría su

camino de regreso al futuro.

La fantasía de convertirse en esposa de Thomas era embriagadora, pero la

realidad era que no podía suprimir su carácter lo suficiente como para ser el

tipo de mujer que él quería que fuera. Dócil, obediente, servil… No era ninguna

de esas cosas y sabía que nunca lo sería.

A medida que cabalgaba, Maya se consoló con la esperanza de que Thomas no

podría encontrarla antes de que la tormenta lo hiciera. La tierra era demasiado

grande y él no tenía idea de dónde mirar primero. Para cuando mirara en la

Jaid Black - Después de La Tormenta


ladera, la tormenta la habría reclamado y estaría en el siglo XXI sorbiendo un

capuchino moka y leyendo la última novela de Dara Joy. Sólo deseaba que el

pensamiento fuera tan reconfortante como debería haber sido.

"Por favor, señora de la suerte ", le susurró a la suerte, no exactamente segura

de lo que estaba pidiendo, "Ponte de mi lado."

146
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 14
Maya desmontó unos minutos más tarde. Dio un vistazo a su alrededor para

asegurarse de que estaba sola, después dio al caballo un buen golpe en la parte

posterior para conseguir que volviera de nuevo a la torre. Había aprendido el

"Golpe al caballo en el trasero" al ver una repetición de “Bonanza” y estuvo

contenta por ver que realmente funcionaba. Después de todo, no necesitaba una

montura a donde iba.

Maya se sentó en el suelo y esperó con impaciencia a que las nubes negras

llegaran a ella. Quería terminar con esto ya, que le mostraran en el camino, por

así decirlo. Y quería que sucediera antes de que tuviera tiempo de pensar sobre

ello y cambiara de opinión.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Miró a su alrededor y frunció el ceño. La tormenta que había visto moverse

hacía sólo unos minutos parecía estar disminuyendo. Bravo por la Señora de la

Suerte, pensó sombríamente.

Maya levantó las rodillas y los brazos formando círculos con ellos,

acurrucándolos para evitar que el aire frío de la noche se filtrara hasta sus

huesos.

Y entonces pensó en Thomas.

Craso error.

Dejó escapar un suspiro y se maldijo a sí misma cuando se dio cuenta que no

podía contener las lágrimas. Cayeron y siguieron cayendo y no había una

maldita cosa que pudiera hacer al respecto.

"¿Por qué habéis huido de mí, muchacha?"

147
El Club de las Excomulgadas
La cabeza de Maya voló hacia arriba y abrió sorprendida los

ojos al oír el sonido de la voz de Thomas. No sonaba enojado o

frustrado, como había esperado que hiciera si la encontraba. Condenado si no

sonaba... lastimado.

Ella negó, dispuesta a no sucumbir a las suaves emociones. Necesitaba

mantenerse fuerte.

Necesitaba ir a casa. "Nunca funcionará entre nosotros, Thomas.”

Thomas suspiró mientras se dejaba caer de rodillas para sentarse al lado de

Maya. Tomó las manos entre las suyas y se las llevó a los labios para besarlas.

"No lo hagas Thomas", declaró Maya en un susurro, dispuesta a encontrar su

mirada. "Sólo lo estás haciendo más difícil."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas rió entre dientes cuando puso su brazo alrededor de Maya y la atrajo a

su lado en busca de su calor. “Ése es el punto, amor."

Maya inhaló su olor mientras la sostenía. Se acercó y puso sus brazos alrededor

de su cuello a continuación, rompiendo rápidamente en un ataque de sollozos.

Lloró como un bebé mientras la acariciaba y arrullaba, pasándole los dedos por

el pelo. Estaba cansada y abrumada y no tenía idea de qué era lo que tenía que

hacer.

"Está bien, amor. Lo prometo. Sé que no puede ser tan malo."

Ella se permitió disfrutar de la sensación del calor de Thomas y su fuerza

durante unos minutos más, después reunió su resolución y se levantó.

148
El Club de las Excomulgadas
Él se levantó cuando ella lo hizo, pero no hizo ademán de

abrazarla. Era evidente que algo muy grave le preocupaba a

ella y que quería que le diera espacio para decirlo.

"Thomas, tengo que irme a casa. No puedo quedarme aquí."

"Maya, si esto es por lo de la víspera, me gustaría explicar..."

"No." Maya sacudió la cabeza. "Ayer por la noche fue sólo un ejemplo más de

porqué tengo que irme a casa."

Thomas frunció el ceño, no estando seguro de que estaba siguiendo la lógica de

esta conversación. "Yo no puedo. Nunca os he golpeado, siempre os seré fiel,

nunca dejaría que otro os haga daño, os daré todo lo que me pidáis. ¿Qué más

puedo hacer, Maya?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Ella suspiró. El hecho de que realzara su falta de golpes era un recordatorio que

le señalaba el salvaje mundo en el que se encontraba “No sé cómo hacerte

comprender, Thomas.”

"Trata amor."

Maya enroscó sus dedos por su pelo mientras comenzaba a caminar en círculo.

Se detuvo abruptamente y lo enfrentó una vez más. "De donde yo vengo, las

mujeres son más importantes de lo que son aquí."

"Maya, sabéis que eres importante, para mí, yo..."

Ella levantó una mano. "Eso no es lo que quiero decir, Thomas. Quiero decir

que las mujeres de mi clan pueden hacer todo lo que los hombres pueden

hacer." Ignoró su gruñido incrédulo y continuó. "Hay mujeres en mi clan que

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El Club de las Excomulgadas
son grandes sanadoras, mujeres que son grandes filósofas, e

incluso mujeres que son grandes guerreras."

Maya tuvo que sonreír al ver la expresión de incredulidad en su rostro. "Es

cierto, Thomas. De hecho, en mi clan Lady Sara y yo, somos consideradas por

todos y cada uno por ser dos de las antropólogas más apreciadas en el mundo."

Thomas frunció el ceño. "Incluso si así fuera, ¿Qué tiene eso que ver con

nosotros?"

Maya respiró calmada, determinó que esta sería la última conversación que

alguna vez tendría con él y que no terminaría en discusión. "Las mujeres que

son muy buenas en algo están acostumbradas a dar órdenes, no a seguirlas.

Encontramos un desagrado extremo en recibir órdenes como si fuéramos

idiotas débiles de mente."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Ah, pensó Thomas, por fin pudo ver a dónde iba esta conversación.

"Maya", comenzó, seguro de que iba a tener este problema resuelto en un abrir

y cerrar de ojos, "Me esforzaré en ser más considerado por vuestros

sentimientos en el futuro si así lo deseáis, pero no aprobaré vuestros hilarantes

cuentos salvajes para grabar la importancia de vuestros sentimientos sobre mí.

Soy razonable. Yo..."

Fue suficiente.

"¿Razonable? ¿Te llamas a sí mismo razonable? Me humillaste ayer por la noche

delante de la mitad del clan, me has prohibido hablar en mi propio idioma, me

has dado órdenes por cerca de cuatro días como si no tuviera una mente

propia..." Maya pisoteó con el pie el suelo, mientras su agitación la abrumaba.

"¿A eso llamas ser razonable?"

150
El Club de las Excomulgadas
"Y más aún” dijo entre dientes cuando vio que Thomas iba a

hablar "No soy una mentirosa. Y me molesta que me llamen

así."

Era el turno de Thomas de mostrar su propia agitación. Sus fosas nasales

dilatadas, mientras agarraba a Maya por los brazos y volvía a dirigirle una

mirada negra. "Mentís… ¡y bien sabéis por qué! Las mujeres no son guerreras y

filósofas, Maya. ¿Qué clase de tonto creéis que soy?"

Maya se encogió de hombros y se zafó de Thomas, alejándose de él. Acechaba

detrás de ella y se volvió para enfrentarlo a la cara. "¡No soy una mentirosa! ¡De

donde yo vengo, las mujeres son todas esas cosas y más!"

"Entonces me rindo, Lady Maya, ¡Por nunca haber oído hablar de una tierra

como esa! No es de otro país lo que decís, ¡sino totalmente otro mundo!"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Exactamente", gritó Maya, "¡Y me voy a casa… a él!"

Una urgencia depredadora recorrió a Thomas, mientras arrastraba a Maya más

cerca de su cuerpo. A través de sus dientes apretados emitió su advertencia.

"Nunca vais a dejarme, Maya. No os lo permitiré. Si os escapáis, os voy a

encontrar. No lo dudéis."

Maya se rió sin humor como se apartó de Thomas. "¡Tendrías que hacer un

largo viaje de hecho, tratando de encontrarme!"

"Entonces ¡Qué así sea!" Rugió mientras agarraba a Maya por los hombros y la

sacudía. "Si tengo necesidad de navegar por los océanos para encontraros, ¡Lo

haré! Si me toma meses ¡No me importa! Si se necesitan años, ¡No me

importará!"

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El Club de las Excomulgadas
"¡Trata 700 años!" Maya escupió antes de que estuviera lo

suficientemente calmada para pensar mejor. De inmediato se

puso seria, consciente de que había dicho demasiado. Si él había pensado que

había sido una mentirosa antes, pensaría en ella como una loca ahora.

"¿Qué estáis diciendo?" Thomas gritó mientras tomaba los hombros de Maya

nuevamente y la obligaba a levantar la barbilla hasta encontrarse con su mirada.

Maya se apartó de él y respiró hondo. Era demasiado tarde para echarse atrás.

Debería decirle todo, dejar que la abandonara porque pensaba que estaba loca,

después esperar a que las nubes la llevaran a casa. Sus palabras se mantuvieron

estables, con voz controlada. "Estoy diciendo que no sólo soy de otra tierra, sino

de otro momento también. Estoy diciendo que soy del futuro, Thomas. Estoy

diciendo que por fuerzas que no conozco, Sara y yo fuimos enviadas devuelta

Jaid Black - Después de La Tormenta


700 años al pasado y caímos aquí, a vuestro tiempo. Estoy diciendo..."

Respiró con calma y negó. "Qué importa lo que te diga si no me creerás de

todos modos."

Thomas miró en silencio a Maya por lo que consideró una eternidad. No se

atrevía a creer el cuento al que le daba vueltas, pero algo muy dentro de él le

dijo que estaba, de hecho, diciéndole la verdad. O al menos lo que ella creía que

era la verdad.

Pensó en la extraña ropa que llevaba el día que la encontró en la ladera. Nunca

había hablado con Maya al respecto, pero había mantenido las prendas y las

examinó después de haber sido quitadas de su recámara. Tenían un mecanismo

extraño que nunca había visto que la gente utilizara para abrir y cerrar la

prenda de vestir. Estaba hecha de un metal fino y las piezas eran demasiado

pequeñas para haber sido golpeadas por un herrero.

152
El Club de las Excomulgadas
Y luego estaba el calzado extraño que lucía - Era como si

hubieran sido equipado perfectamente para sus pies. Había un

zapato hecho para el pie izquierdo de Maya, así como su derecho, en lugar de

un zapato normal que podría caber en cualquiera de sus pies. Y luego estaban

los picos extraños que sobresalían hacia el exterior del fondo. No, nunca había

visto nada como eso o la gran calidad de ellos anteriormente.

Y entonces, por supuesto, estaba la manera en que había aparecido en la colina

primero.

Era como si se hubiera materializado con los vientos. Él no podía imponerlo a la

brujería de Maya, era demasiado amable para ser de la propia familia del

diablo. Por lo menos a nadie, ¡Excepto a él! "¿De qué año?” Se oyó preguntar.

Maya lo miró atónita, como si no hubiera esperado que él le diera el más

Jaid Black - Después de La Tormenta


mínimo beneficio de la duda. "2001", se oyó susurrar en respuesta.

Thomas asintió. Por alguna razón que no podía nombrar, Maya siendo una

antropóloga en el futuro era más fácil de creer que Maya siendo una

antropóloga de su época que vivía en una tierra lejana. "Y en el año 2001, ¿Sois

una mujer con estudios?"

Maya le miró a los ojos, sin determinar cuánto le creía o no y sin saber si quería

que le creyera o no. “Sí. Tanto Sara como yo somos antropólogas con educación.

Somos profesoras en una universidad. Nuestra profesión se llama

antropología." Su frente se volvió interrogante pero continuó. "Un antropólogo

es una persona de ciencia que dedica su vida a estudiar a las personas que han

muerto hace cientos, miles, incluso millones de años. Es bastante difícil de

explicar, pero básicamente lo que hago es cavar en la tierra, recoger huesos

viejos, cerámica, y joyas, y doy conferencias en la universidad sobre lo que he

153
El Club de las Excomulgadas
aprendido de ellos. Cuando aprendo lo suficiente, lo escribo, y

se convierte en un libro, y todo el mundo aprende de él.”

Thomas no dijo nada, por lo que Maya siguió. "En el momento de mi vida en

que las nubes negras aparecieron Sara y yo fuimos arrastradas hacia ellas, y

había estado estudiando... bueno, a ti y tu clan para ser precisos. Algunos

científicos en Glasgow se encontraron unos documentos que habían sido

escritos por ti y otros escritos de los escribas acerca de ti, tu clan, tu mujer, tu..."

"¿Mi esposa?" Thomas la interrumpió, mientras ponía las manos en sus caderas

y la miraba.

"Bueno, sí", confirmó Maya con un rubor de sus mejillas. "Los documentos

antiguos, documentos que aún no se han escrito se refieren a ella como señora

M. Los escritos dijeron que la primera vez que la encontraron, pensaban que

Jaid Black - Después de La Tormenta


estaba maldita, por ser una..." Tosió discretamente, "Moza demonio."

Thomas gruñó cuando cruzó los brazos sobre el pecho. Había pensado en Maya

como una moza demonio cuando la había visto la primera vez.

Ella se rió entre dientes por la ironía de todo eso. "Lo que me parece curioso es

que pasé dos días leyendo todo lo que pude para averiguar acerca de esta

misteriosa Lady M con la esperanza de averiguar qué se entendía por esta

muchacha demonio." Agitó una mano impaciente hacia Thomas mientras

trataba de explicar. "Sara y yo pensábamos que tal vez las mozas demonio eran

simbólicas, ya sabes, como cuando la forma de las palabras significan algo más

que la poesía en que se lee."

Con el gesto de Thomas de entendimiento, continuó. "Quiero decir, me

resultaba difícil creer que esta muchacha demonio podría ser tomada como

verdad literal. Imagina mi sorpresa cuando estoy en una fiesta que requiere el

154
El Club de las Excomulgadas
uso de disfraces y me encuentro un momento después rodeada

de hombres con espadas en alto gritándome que soy una moza

demonio." Sacudió la cabeza y suspiró. "No fue agradable, te lo aseguro."

Thomas, sin embargo, estaba encantado con este giro de los acontecimientos.

"Pero ¿Qué no veis, amor? Si lo que decís es la forma en cómo fue o cómo va a

ser, entonces eso significa que se suponía que llegaríais hasta mí. Se supone que

seríais mi esposa." Cruzó los brazos sobre el pecho. "No podéis tentar a la

suerte, Lady Maya."

Hizo hincapié en su convicción de que él tenía razón y ella se había equivocado

al huir de él con una inclinación de cabeza.

Maya le sonrió, sorprendida por que parecía estar tomando su historia mucho

mejor de lo que habría sido si la situación fuese a la inversa. Ladeó la cabeza y

Jaid Black - Después de La Tormenta


estudió sus facciones. Su sonrisa tímida fue rápidamente reemplazada por un

rostro serio. "Realmente me crees, ¿Verdad Thomas?"

Guardó silencio durante un buen rato mientras debatía consigo mismo sobre lo

que creía. Por último, dijo “Sí. Los santos me guarden, pero creo en vos."

Sorprendida y humillada por el voto de confianza que Thomas le acababa de

dar, Maya voló a sus brazos y se aferró fuertemente a su pecho. "Te amo,

Thomas. Dios ¡Como te amo! Si no estaba segura antes de esta noche, lo sé

ahora."

Impresionado, pero satisfecho por su confesión, le subió la barbilla para que lo

mirara. Sus ojos buscaron los suyos.

"La otra noche me pediste una promesa y yo os la di de buena gana. Ahora

debo pediros una a ti."

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El Club de las Excomulgadas
"¿Sí?"

"No me dejéis nunca, Maya. Prometedlo y prometedlo ahora."

Sus ojos estaban redondos. Sabía que si daba su palabra tendría que cumplirla.

No habría vuelta atrás. Después de un largo momento, se mordió el labio y

asintió en señal de conformidad. "Te lo prometo."

Thomas gruñó algo imperceptible mientras levantaba a Maya y la rodeaba en

sus brazos. La besó cerca de la boca, la lengua acariciando sus labios que se

abrieron para reclamarla. Maya lo besó de nuevo con una gran necesidad,

primitiva, que sólo Thomas podría hacer que sintiera. "No huyáis de mí de

nuevo, amor,” dijo con voz áspera contra sus labios "No puedo soportarlo."

Se besaron por momentos sin fin, saboreando el gusto y tacto de uno y otro.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Cuando no pudo soportarlo más, Maya se agachó entre sus cuerpos y frotó la

mano por el material que cubría su erección. Con su respiración, llevó su toque

aún más por debajo de su falda a cuadros y trazó su virilidad dura con su

palma. Le acarició el eje suavemente pero con firmeza en un movimiento

ascendente y descendente.

Thomas contuvo la respiración de nuevo mientras bajaba sus cuerpos al suelo.

"Os necesito, Maya mía", murmuró contra su boca. "No puedo soportar la idea

de una vida sin ti."

Thomas siguió besándola en la boca y la garganta mientras intentaba

rápidamente soltar los lazos de su vestido, librándola de él. Frustrado por la

necesidad irresistible de su demanda, de un solo golpe, lo rompió por sus

pechos hasta llegar a la cintura.

Maya se quedó sin aliento cuando el aire frío golpeó sus pechos, convirtiendo

sus pezones en puntos endurecidos que a Thomas le gustaba chupar. Le clavó

156
El Club de las Excomulgadas
las uñas en la espalda y arqueó el cuerpo contra el suyo

cuando inclinó la cabeza para reclamar un pezón.

Tomó un pecho en cada una de sus grandes manos y se turnó para chupar cada

uno mientras un sonido gutural le rasgaba la garganta.

Obligó a la boca de Thomas a bajar a sus pechos, deseando que se relajara y la

chupara incluso más fuerte. Gimiendo, echó la cabeza hacia atrás y disfrutó de

la sensación.

Thomas gimió como un poseso mientras levantaba las faldas de Maya para

tomarla. Lanzó su plaid al suelo y la obligó a abrir las piernas con la rodilla. Él

abrió sus piernas bien abiertas y se situó entre ellas.

"Eres mía", murmuró. "Ahora y para siempre. Eres mía." La miró a los ojos y

Jaid Black - Después de La Tormenta


entró dentro de ella con un empuje poderoso.

Maya se quedó sin aliento mientras las lágrimas picaban en sus ojos. Sabía que

él era más grande que la mayoría de los hombres, pero nada podría haberla

preparado para el grueso miembro que había invadido su cuerpo.

Instintivamente, Thomas se quedo quieto para dar a Maya tiempo para

adaptarse a su grosor. Tomó dos puñados de su pelo rubio y miró

posesivamente sus ojos. “Me pertenecéis ahora, Maya mía. Mataré a cualquiera

incluso que ose miraros más de lo que debiera. ¿Lo entendéis?" Sus palabras

eran profundas y contundentes, sus ojos brillando con una advertencia de color

negro.

Maya frotó las manos en el pecho de Thomas, acariciando sus pezones y

jugando con el vello oscuro que los cubría. Su voz era sensual y seductora. “Sí.

Ahora pruébame que me necesitas. Hazme el amor en este momento."

157
El Club de las Excomulgadas
Con un gruñido, se sumergió en las profundidades del cuerpo

de Maya, una vez más. Ella gemía de placer mientras envolvía

sus piernas alrededor de sus caderas y se aferraba a él para que la montara

duro. Thomas bombeó en su apretada carne con largos y violentos empujes,

llevándola a la meseta de un éxtasis que no había pensado posible. Sus fosas

nasales, sus músculos tensos y agrupados, mientras seguía en carrera dentro y

fuera de ella. Ella se retorcía en sus brazos, arqueándose hacia él mientras se

entregaba a las contracciones de su feroz orgasmo.

Thomas montó su cuerpo cada vez más rápido, bombeando con su eje en su

calor pegajoso todo el camino hasta su gruesa raíz, y luego a la punta, una y

otra vez hasta que su cuerpo pidió a gritos su liberación. Agarró las caderas de

Maya y la elevó, golpeando con más fuerza y más profundo hasta que no pudo

soportarlo más. Echando la cabeza hacia atrás, gritó su nombre mientras él

Jaid Black - Después de La Tormenta


mismo se vertía en su vientre.

Sudando, a pesar del aire de la fría noche, Thomas desplomó su cuerpo sobre el

de ella mientras que reunía su fuerza y estabilizaba su respiración. Se dejó

disfrutar de la sensación de tener las sensuales caricias de Maya mientras

frotaba sus manos por todo su trasero. Nunca antes una mujer le había robado

todo su control. Nunca antes una mujer lo había dejado tan saciado después del

acoplamiento que no creía tener fuerza para tomarla de nuevo, en caso que lo

deseara.

Thomas salió de Maya y la atrajo a sus brazos, poniendo su cabeza en su pecho.

La acarició mientras pensaba en el miedo que había sentido ante la idea de que

ella lo dejara para ir de nuevo a un mundo del que él no sabía nada. En la

mañana, se recordó, sería suya por la ley. Un hombre no podía contar mucho

con una mujer con el espíritu de Maya, pero sabía que podía contar con sus

votos en la boda.

158
El Club de las Excomulgadas
Thomas contuvo la respiración cuando ella comenzó a

acariciar su carne semi-flácida llevándolo a la dureza inflexible

una vez más. Se rió entre dientes cuando se dio cuenta de que se había

equivocado con su reflexión. Podía levantarse de nuevo.

Rodó sobre la parte superior de su señora y se lo demostró a los dos.

Jaid Black - Después de La Tormenta

159
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 15
"Todavía no puedo creer que se lo dijiste." Sara se paseaba a lo largo de la

alcoba de Maya, mientras que Maya se sentaba con las piernas cruzadas sobre

la cama y la miraba.

Maya había despertado esa mañana con el sonido de Sara golpeando a su

puerta. Sara había estado aliviada al encontrar a su mejor amiga viva y de una

sola pieza, ya que estaba segura de que Thomas iba a golpearla cuando la

encontrara anoche.

Sara había descrito el estado de ánimo del laird, mientras esperaba a que su

montura estuviese lista, como "volátil". Su temor sobre lo que le había pasado a

Maya fue rápidamente reemplazado por el deseo de ahorcarla ella misma.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿En qué pensabas? ¡Esta no puede ser una buena noticia! ¿Y si le dice a

Dugald?"

Maya se encogió de hombros. "Si lo hace, vamos a lidiar con eso, pero dudo que

vaya a decir algo todavía. Hablamos un poco en el viaje de regreso a casa

anoche y, aunque tiene algunas preguntas sobre el futuro, está de acuerdo en

dejarlas de lado hasta después de la boda."

La boda de Maya iba a tener lugar en pocas horas, afuera, en la capilla de las

tierras MacGregor. Había esperado despertar con los nervios rotos, pero para su

sorpresa y alivio, se sentía tranquila y segura de su decisión de casarse con

Thomas.

Argyle le había llevado una bandeja de comida no mucho después de que Sara

había empezado a golpear la puerta de su habitación y cuando puso sus ojos en

160
El Club de las Excomulgadas
la gran variedad de panes, frutas y quesos de la mesa más

cerca a la cama, se dio cuenta que estaba dolorosamente

hambrienta.

"Así que Sara", sonrió Maya mientras tomaba un trozo de pan y lo partía en

dos, "¿Qué sucedió con Sir Dugald ayer después de que tuve mi rabieta y se me

quedó viendo?"

La hosca disposición de Sara de inmediato tomó un giro para mejor mientras

una sonrisa serena envolvía su rostro.

"Me obligó a hablar con él, lo que finalmente hice. Hablamos de muchas cosas,

pero respondiendo a la pregunta más importante de tu mente, él prometió que

la única razón por la que aún no me había pedido que me casara con él era por

respeto a Thomas. Dijo que tú y el laird necesitaban recibir todo el debido

Jaid Black - Después de La Tormenta


respeto, por lo que esta semana pertenecía sólo a ustedes dos. Juró que me lo

iba a pedir inmediatamente después de la boda."

Maya le sonrió maliciosamente a Sara. "Estoy totalmente de acuerdo acerca de

eso del respeto. De hecho, cuando sea oficialmente la señora por aquí, creo que

quiero que te inclines ante mí cada vez que entres en una habitación en la que

esté.” Cuando Sara medio levantó el dedo, Maya volvió a dejarse caer sobre la

cama y se echó a reír.

Sara sonrió y se sentó junto a Maya. Se distrajo momentáneamente con Fred,

quien yacía contento como un rey bajo los cobertores de Maya. Le dio un

codazo a su mejor amiga en la rodilla. "¿Qué vas a hacer con Fred? Sabes que

Thomas no va a compartir la cama con él."

Maya contuvo su risa bajo control, se limpió las lágrimas de los ojos, y

respondió a Sara. "El anciano John tiene a uno de los hombres en el pueblo

161
El Club de las Excomulgadas
construyéndole una cama. De hecho, está construyendo una a

Barney también. Dijo que sería entregada hoy, más tarde,

como regalo de bodas."

Sara asintió. Pasó sus dedos por el pelo con agitación y suspiró. "¿Estás segura

de que te creyó?"

Maya entrecerró los ojos, olvidando por un momento que esta conversación

originalmente había sido sobre haber divulgado sus orígenes del siglo XXI a

Thomas. "Sí, muy segura. Créeme, Thomas nunca dudó en llamarme sobre algo.

Si no me hubiera creído, sin duda luciría un trasero adolorido por la mañana.

El hombre tiene esa cosa de los azotes." Frunció el ceño y negó con la cabeza.

Sara se echó a reír. "Supongo que tiene sentido sin embargo."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Qué?"

"El hecho de que te crea. Es decir, se trata de la Escocia medieval. La gente

todavía cree en el poder de las fuerzas invisibles. Nada que ver con la gente de

nuestro tiempo, ya sabes."

Maya asintió. "Supongo que en esta situación pasa a ser algo bueno. Si alguien

tratara de venderme esta historia, en mi mente del siglo XXI nunca la habría

comprado."

Sara negó. "Tampoco yo."

La conversación se detuvo por un golpe en la puerta. Maya se sentó y se cubrió

con las mantas hasta la barbilla. "Entre."

162
El Club de las Excomulgadas
Un momento después, Lena entró corriendo a la habitación

exudando suficiente entusiasmo para que Maya y Sara

sonrieran. "¿Está lista para tomar el baño, señora?"

"Por supuesto. Creo que es mejor que comencemos el espectáculo, ¿eh Lena?"

La frente de Lena se arrugó y Maya se corrigió a sí misma. "Es decir, es mejor

comenzar a prepararse para la boda."

Lena asintió con la cabeza de arriba y abajo, enfáticamente, y después regresó a

la puerta. La abrió a todo lo ancho y gritó una orden a Argyle para ver lo del

baño de su dama. "Lady Sara, su doncella la espera en su recámara. Es mejor

que se aliste", la reprendió Lena mientras saltaba de nuevo por la habitación.

Sara sonrió y la saludó, causando otra mirada curiosa en la cara de Lena. "Sí, sí

Comandante Lena", bromeó Sara mientras le daba unas palmaditas en la cabeza

Jaid Black - Después de La Tormenta


a la chica y se dirigía hacia la puerta de la recámara.

Sara se dio la vuelta y lanzó un beso a Maya. Maya pretendió atraparlo. Sara se

echó a reír y salió de la habitación, cerrando suavemente la puerta detrás de

ella.

Un momento después llegó Argyle con el baño de Maya y otros dos soldados.

"Tengan cuidado," Lena dijo en tono de advertencia, "están derramando agua

sobre el piso de Milady."

Argyle puso la bañera enfrente del hogar, espantó a los otros soldados de la sala

y se volvió para hacer frente a Lena. "Creo que sois bastante bruja, Lena."

Lena arrugó la nariz y se irguió en toda su estatura. "Creo que alguien necesita

corregir vuestro comportamiento descuidado, Argyle. Dejáis mucho trabajo

para que los criados limpien."

163
El Club de las Excomulgadas
Maya sonrió desde su cama ante el intercambio acalorado de

palabras de la pareja durante un minuto o menos. Era evidente

que se querían, pero que no estaban muy dispuestos a admitirlo todavía.

Argyle alzó la voz, causando que Maya abriera los ojos con sorpresa. Nunca

antes lo había oído tan enojado. "Puede ser la doncella de más alto rango de las

de por aquí porque sois la prima del MacGregor y porque sólo servís a Milady,

pero seguís siendo sólo Lena para mí! ¡Haríais bien en recordarlo antes de que

yo os ponga sobre mi rodilla!"

Lena asumió una postura arrogante que Maya a menudo hacía ante la agresión.

"Dejadnos, Argyle, antes que causéis que Milady se retrase a las puertas de la

iglesia. El MacGregor no estará muy complacido con vos."

Jaid Black - Después de La Tormenta


A Argyle se le puso la cara roja, se inclinó hacia Maya, y se dirigió a la puerta.

"Perdón, señora. Siento mucho la escena que se vio obligada a presenciar." Y

salió sin esperar respuesta.

Lena sacudió la cabeza y resopló hacia la cama. "Pido disculpas, señora Maya.

Argyle no se toma las discusiones muy bien. Aprenderá con el tiempo."

Lena parecía tan segura que Maya tuvo que sonreír de nuevo. "Dime Lena,

¿Tú... um..." se aclaró la garganta "¿te gusta Argyle?"

La cara de Lena se volvió tan pálida como las sábanas. "¡Santo Dios no! ¡Yo

nunca podría amar a alguien tan dominante como Argyle!"

Una media hora más tarde, Maya había sumergido su cuerpo en la bañera,

mientras Lena le lavaba el pelo, y seguía despotricando y delirando sobre todas

las razones por las que nunca podría amar a Argyle. A juzgar por la lista

164
El Club de las Excomulgadas
exhaustiva de Lena, era evidente para Maya que ese joven

soldado era justo el hombre para su doncella. "... Y ¿ya le he

mencionado su arrogancia, milady?"

"Unas cinco veces."

“Sí, bueno, es un arrogante desgraciado… intenta contradecirme en todo

momento."

"No te olvides de su temperamento."

"Terrible temperamento, seguro."

Maya hizo una mueca mientras Lena comenzaba a jalarle el pelo desde la raíz,

mientras se lo lavaba. Su criada se estaba dejando llevar en su apasionada

negación de su amor por Argyle y estaba arrancándole el maldito pelo a Maya

Jaid Black - Después de La Tormenta


en el proceso. "... Y no olvidemos que puede ser deprimente para los espíritus, a

veces, milady. Argyle es bastante parecido a la voz de la muerte y oscuridad."

Maya asintió. En ese sentido, podía estar de acuerdo con ella.

"Y su terquedad," Lena sacudió la cabeza con una risa sarcástica "su maldita

obstinación."

"Uh Lena," declaró Maya, "¿Crees que podrías no tirarme del pelo tan fuerte,

querida?"

Lena jaló el pelo de Maya, su cara cada vez más roja igual que las brasas del

hogar. "¡Oh mi señora, ruego me perdone. No quise... decir..."

"No te preocupes Lena," Rápidamente Maya la tranquilizó con una sonrisa.

"Entiendo lo que el amor puede hacerle a una chica."

165
El Club de las Excomulgadas
Lena arrugó la nariz y sacudió la cabeza con desaliento. “¿Es

tan obvio Milady?"

Maya sonrió. "Sólo para otra mujer. Estoy segura de que tu secreto estará a

salvo de Argyle hasta que estés lista para hacérselo saber."

Lena enjuagó el pelo de Maya y después la ayudó a salir de la bañera. La guió a

una silla cerca de la chimenea y comenzó a cepillar la larga melena de rizos de

oro de su señora. El sentimiento de felicidad rozaba al igual que el peine contra

su cuero cabelludo combinado con el calor tranquilo del fuego casi adormeció a

Maya de nuevo. Cerró los ojos y sonrió serenamente mientras Lena trabajaba su

magia.

"¿Cómo supo que el MacGregor la amaba?" Lena preguntó en voz baja mientras

continuaba con la labor de peinar el largo cabello de Maya.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya sonrió sin abrir los ojos. Se rió entre dientes al pensar en la comparación

entre ella y Thomas y Lena y Argyle. "Él siempre quería pegarme."

*****

Dos horas más tarde, Maya era un manojo de nervios. Se paseaba a lo largo de

su dormitorio, a la espera de Sir Dugald, que la escoltaría a la capilla. Debido a

que Maya no tenía familia aquí, Thomas había decidido que Dugald debería

tener el honor de llevarla y entregarla.

"Jesús, Maya, ¡Detén ese paseo!", Se quejó Sara. "Estás empezando a ponerme

tan nerviosa como tú."

Maya se detuvo bruscamente y se volvió hacia ella. "Lo siento. ¿Me veo bien?"

166
El Club de las Excomulgadas
Sara sonrió, su calma imperturbable como siempre y en su

lugar. "Maya querida, te ves más hermosa de lo que pensé

posible que una novia se viera."

"Yo no iría tan lejos."

"Yo sí, Maya. Te ves... impresionante."

Y sí lo hacía. Su vestido estaba hecho de una seda fina que caía hasta el piso.

Lena había cosido a mano decenas de joyas diminutas y delicadas flores de seda

en el corpiño de terciopelo verde intrincado. El pelo de Maya estaba suelto,

como le gustaba a Thomas, pero recogido a los lados y fijado con las mismas

flores de seda y oro que había en el pequeño brocado que Lena había tejido en

su vestido. Parecía una princesa medieval.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Un golpe sonó en la puerta de la recámara, lo que causó que el corazón de Maya

latiera rápidamente. Miró a Sara e hizo un gesto emocionado tomando una

respiración profunda y ordenándole a Sir Dugald que entrara. Él apareció

momentos más tarde vestido con sus mejores galas y tendió la mano a Maya.

"Por todos los santos, milady. ¡Thomas se caerá de culo cuando os vea tan

hermosa!"

Sara se rió por el rubor de Maya. Se acercó adonde estaba Maya y besó a su

mejor amiga en la mejilla. Las lágrimas no derramadas brillaban en sus ojos y

fue todo lo que Maya pudo hacer después. "Te quiero."

"También te quiero, Sara."

"Ve y cásate."

"Si tú insistes."

167
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 16
Thomas permanecía en las puertas de la capilla junto al Padre Ryan y respiraba

hondo, calmándose. Sabía que no se iba a sentir seguro hasta que viera

desmontando a Maya con Dugald y caminara a su lado. Apenas había dormido

la víspera, preocupado porque su señora había tratado de huir de él en la noche

para volver a ese futuro del que le había hablado. Había puesto guardias en su

puerta para asegurarse de que no lo fuera a dejar, sin embargo, no había podido

dormir.

Pronto, en menos de una hora, Maya sería de él para ordenarla por ley. Hasta

entonces... suspiró.

Simplemente no podía relajarse.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Un muchacho corrió hacia la parte posterior de la capilla y anunció al padre

Ryan que Lady Maya y Sir Dugald habían llegado y se dirigían al frente.

Thomas resopló. Estaba a un paso más cerca de reclamar su amor.

El Padre Ryan ordenó a todos los presentes ponerse de pie en silencio, lo que

demostraba respeto a la nueva Lady MacGregor mientras caminaba hacia las

puertas de la capilla para saludar a su nuevo señor y amo.

Thomas miró a la multitud de invitados que se estaban calmando y sintió que

se tensaba de nuevo. Desde las docenas de soldados MacGregor, a los ancianos

del pueblo, pasando por los tres lairds de los clanes vecinos que habían viajado

a la torre para presenciar la feliz ocasión, todos esperaban con impaciencia

echar un vistazo a Lady Maya, la mayoría de ellos por primera vez. El único de

sus amigos que no pudo estar había sido Hamilton que estaba distraído con la

necesidad de suprimir otro levantamiento de los Kirkpatrick.

168
El Club de las Excomulgadas
Cuando por fin Maya apareció con Dugald a su lado, los

jadeos de excitación y temor se elevaron en la multitud.

Thomas miró a su futura esposa con una expresión que no revelaba nada

mientras ella se abría paso entre la multitud y traspasaba las puertas de la

capilla. Pero por todos los santos, ¡Su mujer era la más hermosa de toda Escocia!

La sonrisa más acogedora que Thomas hubiera visto envolvía la cara de Maya.

Aunque sus ojos no traicionaban sus sentimientos, su corazón nunca se había

sentido más orgulloso y en paz. Era difícil creer que una mujer nacida en el

mundo casi 700 años después de su muerte, era la única mujer que podría

aportarle algo a su vida. Un sentimiento primitivo de posesión masculina barrió

a Thomas como una marea furiosa. Ella era suya.

Suya.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya escuchó emocionada los jadeos a su alrededor, pero sólo tenía ojos para

Thomas. Él parecía más grande y guapo que un demonio con sus mejores galas.

Su rostro no daba pistas sobre cómo se sentía, pero había aprendido a leer sus

ojos. Vio el amor y la plenitud en sus oscuras profundidades y el darse cuenta

de eso hizo que su ritmo cardíaco se acelerara. A pesar de que nunca lo había

expresado en realidad con palabras, sabía que en ese momento su amor por ella

era real. Maya nunca se había sentido con más suerte. Era suyo.

Suyo.

Dugald guió a Maya, adecuadamente, al lado de Thomas frente a la capilla y

después los dejó con una inclinación oficial. Los invitados se colocaron en torno

a la pareja, todos querían ver al laird y la señora tomar sus votos.

Maya sonrió a la imponente figura de Thomas, quien le dio un pequeño guiño.

Quitó la manta de sus hombros, que se había mantenido en su lugar por un

169
El Club de las Excomulgadas
broche y se lo entregó al padre Ryan. El sacerdote sonrió a

Lady Maya, puso la mano de ella encima de la del laird y los

envolvió con el plaid alrededor de la unión.

Maya respiró profundo. Esto era. Su destino.

El Padre Ryan sellaría su suerte.

****

La recepción fue un asunto festivo que contó con la participación de todos los

de más alto rango del clan MacGregor y un buen número de personas de rango

superior de los tres clanes vecinos que estaban aliados con Thomas. Maya había

soportado más buenos deseos en la última hora de los que se había visto

obligada a sufrir en toda su vida hasta ese momento.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Se colocó junto a su marido en la mesa de honor levantada en la gran sala. Sara

estaba sentada a su izquierda y Dugald estaba a la derecha de Thomas.

Maya miró a su marido y sonrió. Nunca lo había visto en un estado de ánimo

tan claramente alegre y eso conmovía profundamente a los testigos. Él sonreía

rápido, reía rápido, e incluso bromeaba rápido. El matrimonio le hacía a este

hombre demasiado serio un mar de bien.

La sala parecía fabulosa. Los criados habían hecho, sin duda, un trabajo

encomiable preparándola para los muchos invitados. El ruido en la sala era

bullicioso y feliz y traía una sonrisa de satisfacción a sus labios.

Sara dio un codazo a Maya con el brazo y sonrió. "Aquí viene".

Maya miró a su alrededor con confusión, después lanzó de nuevo su mirada

interrogante a Sara. "¿Quién?"

170
El Club de las Excomulgadas
"Harold el Sotted. Me lo presentaron antes de la ceremonia.

Parece como si estuviera a punto de cantar una balada."

Maya se rió entre dientes. "Parece como si hubiera tragando otro galón de

cerveza antes de su actuación." Puso los ojos en blanco. "No puedo esperar a

escuchar que clase de balada ha inventado."

Thomas puso la mano sobre la de su esposa, llevando la atención de Maya hacia

él. "Harold el Sotted cantará para nosotros ahora, amor. Espero que sus

reflexiones sean de vuestro agrado."

Maya sonrió. "Estoy segura de que así será. Estoy ansiosa por escucharlo."

Harold el Sotted fue nombrado apropiadamente, Maya decidió. Era un hombre

mayor con una torpe sonrisa, una barriga ligeramente distendida, y los ojos

Jaid Black - Después de La Tormenta


vidriados que le daban el aspecto de un hombre que más bien disfrutaba de la

cerveza.

Harold hizo una larga inclinación ante el Laird MacGregor y su Señora, se

aclaró la garganta y comenzó tocando el arpa. Mientras su canción comenzaba,

Maya y Sara se miraron y se rieron. Parecía que la balada que iba a ser cantada,

curiosamente, sonaba peligrosamente igual a la de la Isla de Gilligan. Era todo

lo que Maya y Sara podían hacer para evitar caer de las sillas y morirse de la

risa.

Sólo siéntense reclinados hacia atrás y disfruten de este cuento, un cuento de una

hermosa novia.

Ella era tan hermosa como un ángel... y tenía una hermosa piel.

Contaba con una hermosa piel.

171
El Club de las Excomulgadas
Los hombres en la sala aplaudieron.

Maya frunció el ceño.

No sólo eran las recepciones de una boda medieval como las había imaginado,

sino que se volvió rápidamente evidente para ella que el autor de esa prosa

ridícula que se había escrito en los documentos antiguos hablaba sobre ella.

Grandioso, frunció el ceño, su legado se había visto comprometido con la

historia de un borracho pervertido.

Para el versículo cuatro de la parodia de Harold el Sotted de La Isla de Gilligan,

Maya estaba llegando a su tercera copa de cerveza. No creía que su cara hubiera

estado alguna vez más roja de lo que estaba en este momento.

El Laird nunca ha amado anteriormente

Jaid Black - Después de La Tormenta


Su corazón una cápsula vacía

Luego echó un vistazo a su señora

Y la quería en sus rodillas.

Él la quería en sus rodillas.

La gran sala retumbó con risas. Los brindis se levantaron de entre los soldados

MacGregor. Thomas rugió con alegría. Dugald levantó la jarra de cerveza en

homenaje a Harold el Sotted.

Sara desplegó sus brillantes mejillas.

Maya hervía de mortificación.

Al décimo verso, Maya estaba rezando para que los dioses la mataran en el acto.

172
El Club de las Excomulgadas
El Laird Thomas es un hombre duro

Lady Maya es tan suave

Esta noche montará entre sus piernas

Al igual que el jinete Croft.

Al igual que el jinete Croft.

Maya suspiró. Esta iba a ser la noche más larga de su vida.

*****

Maya se sentó en la cama de Thomas. Lena acababa de terminar su preparación

para la consumación de sus votos y se había ido tan rápido como había entrado.

Jaid Black - Después de La Tormenta


En cualquier momento, Thomas sería llevado en brazos por las escaleras por

sus lascivos soldados y lo dejarían caer en su cama matrimonial.

Maya estaba vestida nada más que con una camisa fina que se aferraba a su

cuerpo como ropa interior. Había un frío aire otoñal que endurecía sus pezones

y le volvía la piel de gallina. Jaló una piel de animal hasta su barbilla para

ahogarse con su calor. Maya suspiró mientras se acurrucaba en ella,

reflexionando sobre los eventos del día.

El Día de su boda había comenzado tan maravillosamente, pensó. Thomas

viéndose rudamente guapo con su fina túnica y su mejor plaid y había dicho

sus votos con tal convicción que sabía que siempre los mantendría. Era, por lo

menos, un hombre de honor. Nada que ver con Nick.

Incluso la recepción había ido más allá de cualquier cosa. Si era honesta con ella

misma, tenía que admitir que había sido un gran momento. Aún así, lo habría

pasado mucho mejor si Thomas no le hubiera cortado el suministro de cerveza.

173
El Club de las Excomulgadas
"No, amor," había dicho mientras le quitaba la quinta copa de

cerveza de delante de ella, "Quiero que recordéis esta noche

muy bien, ¿Entendido?"

Eso fue hacía tres horas. El festín había venido después, tiempo durante el cual

Maya había disfrutado inmensamente. Desafortunadamente, después del

festín, los hombres MacGregor convencieron a Harold el Sotted que cantara otra

vez, causando que su rubor nunca terminara.

En vez de simpatizar con ella hizo más difícil la situación, Thomas se echó a reír

al ver cómo su esposa se avergonzaba profundamente. Lo que sólo la hizo

fruncir el ceño. Y su marido ni siquiera le permitía beber. "No vais a tomar más

copas, Maya. Puede que ya llevéis a mi crío."

Este recordatorio puso fin a la súplica de Maya, pero se disgustó, no obstante.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Después de todo, desde luego, no había dejado de beber. Sabía que no estaba en

el más mínimo estado de embriaguez, pero aún así...

La risa y el canto de los soldados ebrios llamó la atención de Maya y alejó sus

pensamientos, llegaban a la puerta de Thomas, y ahora de ella también, su

dormitorio. Frunció el ceño. Maya podía oír algo sentimental sobre una de las

"baladas de amor" de Harold el Sotted.

Y pensar que la joven Lena no podía esperar a tener a este maldito hombre

cantando en su honor. Maya meneó la cabeza. Las niñas medievales tenían una

extraña noción del romance.

Esta noche voy a montar entre sus piernas

Al igual que el jinete Croft.

Al igual que el jinete Croft.

174
El Club de las Excomulgadas
Maya frunció el ceño a la puerta. ¿Los hombres MacGregor

nunca tenían suficiente de esa ridícula canción?

Un momento después la puerta del dormitorio se abrió de golpe y Thomas fue

izado al interior por sus hombres.

Fueron necesarios cinco soldados para llevarlo y Maya vio a Sir Dugald y

Argyle de inmediato. Thomas fue depositado sobre la cama matrimonial y los

soldados hicieron su salida tan rápido como habían entrado. Dugald se volvió a

mirar brevemente a la pareja, le guiñó un ojo a Maya, y salió.

Thomas sonrió cuando vio la expresión molesta escrita en todo su rostro. "Och

muchacha, pero prometo, tae, que no vais a escuchar esas canciones otra vez. Es

sólo en una boda de una monarquía donde puede salirse con la suya cantando

baladas como esas."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya cedió, al darse cuenta de que nada tan malo había pasado que pudiera

justificar arruinar su noche de bodas. "Eso me hace sentir mejor, sabiendo que

no va a estar cantando para mí otra vez."

Thomas negó. "No he dicho que no va a cantar para vos de nuevo, amor. Digo

que no va cantar canciones de un carácter tan íntimo sobre vos otra vez, ¿lo

veis?"

Maya asintió. "Bien ricura, puedo aceptar eso. Siempre y cuando ninguna de

sus baladas tengan nada que ver en el futuro con culos, senos y montar entre

mis muslos."

Thomas rió entre dientes. "Lo oirás de nuevo sólo durante las recepciones de

bodas, pero no para ti. Dugald me dijo que tomará por esposa a Lady Sara.

Harold el Sotted cantará para ella también."

175
El Club de las Excomulgadas
Maya sonrió maliciosamente. Debía resultar interesante ver

qué tan imperturbable Sara la Serena lo seguiría siendo en su

recepción de bodas.

Thomas se tendió junto a Maya en la cama y la atrajo a sus brazos. Ella suspiró

y se acurrucó en su calor. Besó a su esposa en la frente y la miró a los ojos. "¿Os

he dicho lo hermosa que lucíais hoy, Maya mía?"

Ella sonrió. “No, pero tus ojos lo hicieron."

Thomas buscó en su expresión una respuesta. Cuando nada le fue revelado,

preguntó, "¿Mis ojos?"

"Sí, Thomas, tus ojos. He aprendido a leer esas bellezas marrón chocolate para

juzgar tus pensamientos. Muy bien, debo añadir."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Marrón chocolate?"

"Sí, chocolate. De donde yo vengo el chocolate es el más sabroso de todos los

productos de la confitería dulce."

Thomas le sonrió a su esposa. La acercó aún más, tocándola bajo las pieles de

animales y acariciando su muslo. "¿Podéis decir lo que mis ojos están deseando,

ahora, muchacha?", susurró con voz ronca.

Maya se excitó inmediatamente, tanto por sus palabras como por la

protuberancia dura que se sentía saliente debajo de su falda. "Hmm", bromeó

mientras extendía la mano y mordía la oreja de Thomas con los dientes.

"¿Quieres montar entre mis piernas como un jinete Croft?"

Thomas echó la cabeza hacia atrás y rió. "Sí".

176
El Club de las Excomulgadas
Bajó las pieles de animales para revelar el cuerpo de su esposa.

Inspiró profundamente ante la vista de sus pezones, duros y

despiertos debajo de su camisa. "Nunca me cansaré de chupar estos." Los

acarició suavemente, luego sumergió la cabeza para jugar con un pezón a través

de la tela escarpada.

Una ola inmensa de deseo se apoderó de Maya. Se sentó en la cama, se sacó la

camisa por encima de la cabeza, y la tiró al suelo. Thomas ronroneó su alegría

mientras forzaba el cuerpo de su esposa debajo de su propio cuerpo, después

depositó sus besos en sus pechos otra vez. Atrajo un maduro pezón hasta sus

labios y lo mordisqueó entre sus dientes. Maya contuvo el aliento mientras el

placer la recorría en cascada.

Thomas mamó el seno de su esposa, hasta que sus gemidos lo dejaron dolorido

Jaid Black - Después de La Tormenta


con necesidad. Levantó la cabeza de sus pezones y se sentó para quitarse la

ropa. Maya le ayudó en el largo proceso, no estando segura de cuanto más

tiempo podía soportar no tener a su marido enterrado profundamente dentro

de ella. "Te necesito Thomas," dijo en voz baja. "Tómame ahora."

Thomas se quejó ante las palabras de su mujer y se puso de vuelta en la parte

superior de ella. Nunca antes una mujer lo había hecho sentir tan deseado. "Os

voy a tomar más veces esta noche de lo que podáis contar, esposa. Voy a

tomaros ahora y para el resto de nuestras vidas."

Y luego le demostró la verdad de sus palabras, mientras él se agitaba en su

cuerpo una y otra vez, y una y otra vez. Ella se aferró a él con fuerza, sus

piernas alrededor de su cintura, haciéndose eco de sus gemidos en toda la

recámara tenuemente iluminada, mientras bombeaba dentro y fuera de ella.

"Thomas. Oh, Dios sí. Más fuerte."

177
El Club de las Excomulgadas
"¿Lo queréis más fuerte ahora?" Apuró. Levantando sus

caderas, se estrelló contra su carne al mismo tiempo, dando

golpes profundos. Cerró los ojos y gimió, amando la sensación de cada nuevo

empuje.

"¿Es así como lo queréis?", le preguntó con arrogancia, bombeando más rápido,

empujando más fuerte.

“Sí. Oh, Dios sí."

Tomó una de sus piernas, la tiró por encima de su hombro, y embistió con

mayor rapidez. “¿Y así?"

"Oh mi dios".

Maya echó la cabeza hacia atrás con un gemido y culminó convulsivamente.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Toda mía", gruñó. Thomas contuvo su clímax, con la sensación de no querer

terminar nunca. Golpeó la carne una y otra vez mientras cerraba los ojos y se

entregaba a la sensación de bombear dentro de ella.

Estaba tan mojada que cada vez que estocaba en su interior, el sonido de su

carne sorbía hasta su pene y se hacía eco en el dormitorio. No pasó mucho

tiempo antes de que no pudiera contenerse más y con un empuje final, todo su

cuerpo se convulsionó mientras salía a borbotones del interior de ella.

Thomas cayó sobre su espalda, tomando a su esposa con él, trazando la

hendidura íntima entre sus nalgas, abrazándola con fuerza, en silencio.

Después de mucho tiempo, Maya levantó la cabeza de su pecho y lo miró, con

una luz jugando en sus ojos.

"¿Qué estáis pensando?" Murmuró.

178
El Club de las Excomulgadas
"Que quiero volver a hacerlo."

“¿Sí? ¿Ya?"

"Mmm. Dijiste que me ibas a tomar una y otra vez esta noche... y luego otra vez

por el resto de nuestras vidas."

En menos de un segundo estaba de espaldas y el pago fue su erección dura

entre sus muslos. "Ah, y lo haré. Será mejor que lo creáis."

Maya sonrió. "De acuerdo a los libros de historia vivimos hasta una edad

avanzada. ¿Crees que puedas mantenerlo duro tanto tiempo?"

"¿Por ti, muchacha? Eso no será un problema."

Jaid Black - Después de La Tormenta

179
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 17
Durante las siguientes semanas, Maya logró evitar el tema sobre de donde Sara

y ella habían llegado por completo. Thomas lo sacó a relucir sólo unas pocas

veces, pero no insistió en el asunto cuando dijo que era demasiado doloroso de

hablar y que necesitaba tiempo para que los recuerdos se desvanecieran.

Thomas podía entender eso. Su esposa había sido forzada a dejar todo lo que

conocía, salvo a su mejor amiga y mascota. Sin embargo, no podía sentir pena

por eso y no iba a cambiar ese hecho, incluso si pudiera. Cambiarlo sería perder

a Maya, lo cual era algo que no aceptaría.

Maya sacaba un lado de Thomas del cual no había estado consciente que tenía

hasta que apareció, literalmente en su vida. Ella le trajo una alegría y una

Jaid Black - Después de La Tormenta


despreocupación de la que se alegraba.

En su mayor parte, nunca Thomas había revelado este lado de sí mismo a nadie,

excepto a su esposa. Aunque Dugald le había dicho varias veces que Lady Sara

había comentado sobre la forma mucho más feliz que parecía estar el laird.

Esperaba que esto sólo fuera notado por mujeres, pensó, porque no quería que

sus hombres lo creyeran suave.

Por todo lo que Maya le había dado, Thomas sintió que debía darle el tiempo

que necesitaba para que los recuerdos de su antigua vida se desvanecieran y

dejara de sentirse tristemente perdida y apática. Así que había sido bastante

inesperado cuando su esposa comenzó a hablar del futuro por su cuenta. Por

supuesto, esto fue por culpa de la tristeza de Lady Sara que finalmente Maya

había revelado más de eso.

180
El Club de las Excomulgadas
"No es que no te ame, Dugald, es sólo que está un poco

nerviosa con la boda tan cercana y tenerte a ti." Le aseguró

Maya al comandante de armas de su amor mientras tomaba el desayuno con él,

Thomas, y Argyle.

Dugald suspiró. "No lo entiendo, milady. Habla de la falta de su padre y de

querer que la lleve al altar. Le dije que le enviara un mensaje para que venga,

pero aun así no aceptó. Creo que...” sacudió la cabeza con otro suspiro.

“¿Crees qué?" Maya pinchó.

"Creo que teme que su padre crea que se casó por debajo de su clase. Yo soy un

caballero, es cierto, pero no uno con tierras. No puedo…"

"No es eso, Dugald, te lo aseguro."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Cómo lo sabéis?"

"Sé cómo piensa. Es mi mejor amiga."

“Entonces, ¿Por qué?"

Maya suspiró. No era un lugar para contar secretos a Dugald de Sara. Eso lo

debería hacer ella. "Está muy orgullosa de ti, Dugald, estoy segura. Sin

embargo, extraña a su padre. Ella y él estaban muy cercanos. Y estoy segura de

que le duele muchísimo saber que no puede estar aquí para ver a su hija

contraer matrimonio. No es que no quiera invitarlo, es que no puede.”

Dugald se pasó los dedos por el pelo con más o menos agitación. "Eso es lo que

dice mi señora, pero cuando le pregunto la razón por la que no puede venir,

¡No me lo dice!"

181
El Club de las Excomulgadas
Maya lanzó su mirada hacia Thomas y se dio cuenta de que su

marido estaba escuchando atentamente. "No es mi lugar

mostrarte sus razones. Depende de Sara hacerlo." Dijo estas palabras mientras

miraba a Thomas, diciéndole sin decirlo abiertamente que no iba a hablar más

sobre el tema.

"Quizá ella y su pa’ están en desacuerdo en este momento, Sir Dugald." Ofreció

Argyle en una explicación aparentemente razonable para el reciente

comportamiento de Lady Sara, después siguió comiendo.

“No Argyle, ¡Ella jura que son tan cercanos como pueden ser un padre y su

hijo!" Dugald negó con la cabeza. "No saber sus problemas me disgusta

muchísimo."

Maya tomó una respiración profunda. Esta situación sólo... apestaba. Pobre

Jaid Black - Después de La Tormenta


Dugald, se estaba culpando de cosas que no podía cambiar, incluso si sabía el

porqué de ello. Iba a tener que hablar con Sara. De una forma u otra forma iba a

convencer a su mejor amiga para que se abriera a Dugald y confiara en él.

"Dugald, juro que hablaré con ella y veré si puedo conseguir que te confíe todo.

Pero por ahora sólo tendrás que poner tu fe en mi palabra y creerme cuando

digo que la tristeza no tiene nada que ver con la boda. Ella te ama. Estoy segura

de ello."

Dugald miró a Maya durante un largo rato, en silencio. "Vos sabéis el motivo,

¿no milady?"

Maya miró rápidamente hacia el plato y ausente estudió los alimentos en el

mismo. "Sí", admitió en un susurro, "Lo sé".

"Entonces decídmelo."

"No puedo.”

182
El Club de las Excomulgadas
Maya contuvo la respiración, esperando desesperadamente

que Dugald dejara el tema por completo. Pero La Señora de la

Suerte nunca se había molestado en tener amistad con Maya. "Milady, tengo

que saber que los sentimientos de Sara no han cambiado. Tengo que saber que

quiere casarse conmigo. ¿Cómo puedo saber cuál es su problema?"

Maya comenzó a irritarse rápidamente tanto con Dugald como con Sara por

haberla puesto en el centro. Clavó su faisán con un golpe desesperado, con

ganas de terminar esta conversación como el recuerdo que una vez fue.

"Dugald, juro que Sara te ama." Agitó la mano con impaciencia en el aire. "Te

amaba antes de que te conociera incluso. Cuando todo lo que había hecho era

leer acerca de ti. Eso es todo lo que necesita ser dicho."

Los ojos de Maya se ampliaron, reflejando a Dugald. Maldita sea, ¡pero tenía

Jaid Black - Después de La Tormenta


dificultades para mantener la boca cerrada cuando estaba enfadada! Parpadeó y

farfulló mirando entonces rápidamente a su alrededor, rezando para que Sara

todavía estuviera en su dormitorio.

Pero, por supuesto, no lo estaba. Maldita Señora de la Suerte.

****

Sara decidió que había pasado suficiente tiempo en la habitación sintiendo

lástima de sí misma. Lo que estaba hecho, estaba hecho. Vivía en el siglo XIV y

nada podía cambiar ese hecho. Y amaba a Dugald desesperadamente. Quería

decirle todo, al igual que Maya que había confiado en Thomas, pero no se

atrevía a decir las palabras. "Oh Dugald y por cierto, la razón por la que mi

padre no puede asistir a nuestra ceremonia es porque no ha nacido todavía."

Ella sonrió con sarcasmo. ¿Cómo diablos podía uno fácilmente abarcar ese tema

con delicadeza?

183
El Club de las Excomulgadas
Sara caminó rápidamente hacia la gran sala, el apetito le bajaba

frenéticamente. Pero mientras se dirigía a la sala para

desayunar con Maya la oyó decir: "Ella te amaba antes de que te conociera incluso.

Cuando todo lo que había hecho era leer acerca de ti. Eso es todo lo que necesita ser

dicho."

*****

"Sara lo puedo explicar..." Maya cayó a sus pies y se retorcía las manos mientras

hacía una mueca ante la mirada de desprecio escrita en toda la horrorizada cara

de su mejor amiga.

"Se lo dijiste." Sara abrió la boca, estupefacta. "Me traicionaste."

"¡No!" Declaró Maya mientras sacudía la cabeza vigorosamente. "No le dije

Jaid Black - Después de La Tormenta


nada. ¡Te lo juro!"

“¡Mientes! ¡Me traicionaste y me mentiste!" Sara gritó con acusación. "¡Oí que le

dijiste que lo amaba incluso antes de conocerlo, cuando sólo había leído de él!

¿Cómo puede tener sentido para él si no le decimos que somos del futuro?"

Con los jadeos sorprendidos de Dugald y Argyle, Sara se dio cuenta de que

había acusado falsamente a su mejor amiga. Maya realmente no le había dicho a

Dugald la verdad. Sara lo había hecho. "¡Oh Dios, lo siento mucho, Maya!

¡Debería haber sabido que nunca me serías desleal, incluso si tu vida

dependiera de ello!"

Maya asintió. "Me irrité y solté cosas que no debía, pero nunca se lo dije. ¡Te lo

juro!"

Thomas, por fin intervino, levantando una mano para silenciar a las dos

mujeres. "Lady Sara, no tomaré como ofensa lo que le habéis dicho a mi esposa

184
El Club de las Excomulgadas
porque sabe las fuertes emociones que hay detrás del porqué

de esto. Sin embargo, ya pasó el momento de explicar todo.

Seguramente no puede hacer un anuncio como éste, entonces ¿No hablamos

nada más de eso?"

Sara miró a Maya, asintiendo con la cabeza a Thomas, después se volvió hacia

Dugald. Él y Argyle estaban sentados en la mesa con la boca abierta, tan

inmóviles como estatuas de piedra. Sara juntó las manos, tratando de hablar,

pero las palabras no querían salir. Por último, se volvió para hacer frente a

Maya, suplicando en silencio para que interviniera.

Maya captó la indirecta y agarró la mano de Sara. Ella la acompañó hasta la

mesa, la colocó en su lado habitual al otro lado de Dugald, y tomó asiento junto

a Thomas.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Thomas", dijo en voz baja, "Por favor, asegúrate de que ninguno de los

sirvientes o soldados, salvo Argyle y Dugald por supuesto, entren a esta sala

hasta que se les diga que está bien hacerlo. Es hora de que todos hablemos de

esto... juntos."

Thomas asintió, luego se puso a gritar su orden. Un escudero vino corriendo de

la zona de la cocina poco después, luego se fue a seguir la orden del Laird.

"Traed más cerveza antes de que os vayáis", Maya llamó al muchacho con una

sonrisa. "Tengo la sensación de que Sir Dugald y Argyle la necesitarán."

185
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 18
Pobre Argyle.

Era un pensamiento que se repetía una y otra vez en la mente de Maya como un

disco rayado mientras contemplaba la cara afectada del pobre chico. No estaba

tomando la revelación de que ella y Sara habían viajado 700 años al pasado del

todo bien. Estaba tratando, realmente lo estaba, pero parecía tan devastado que

todo lo que Maya podía hacer para evitar saltar en la mesa… donde estaba

acostado intentando reponerse, era consolarlo con un abrazo amistoso. Por

supuesto, su marido nunca permitiría eso. Y eso era lo que le impedía darle

consuelo.

"Por favor, dime que estás bien, Argyle. Has llegado a significar mucho para

Jaid Black - Después de La Tormenta


nosotras y me gustaría saber que Sara y yo no te hemos disgustado", Maya le

suplicó mientras ella y Sara se desplegaban a ambos lados de su rostro

ceniciento.

"Realmente, Argyle," Sara lo regañó. "Estás haciendo que nos sintamos mal por

haber confiado en ti."

Thomas y Dugald estaban a unos metros observando la escena con el ceño

fruncido. Si otro hubiera estado allí como testigo, habría sido rápidamente

evidente que a ninguno de los dos les gustaba que las mujeres jóvenes mimaran

a Argyle. Por supuesto, en este caso ambos sabían que era necesario tener en

cuenta al muchacho, ya que no podían culparlo por su estado de shock. Sin

embargo...

"¡Argyle!" Gritó Thomas. "Creo que habéis sostenido la falda de mi esposa

bastante tiempo, muchacho. ¡Recuperaos vos mismo!"

186
El Club de las Excomulgadas
En un primer momento, Maya se molestó moderadamente con

la prepotencia de su marido, pero como resultado, fue el

impulso hacia la realidad que Argyle necesitaba. El joven soldado se volvió

inmediatamente contrito, sentándose en posición vertical sobre la mesa a toda

prisa. "Pido disculpas, mi señor," enrojeció. “Es mucho para digerir en casi una

hora."

Thomas asintió, pero no bajó la mirada.

El laird y Sir Dugald se dirigieron de nuevo a la mesa y volvieron a tomar sus

posiciones. Argyle sacudió la cabeza una vez más mientras el desconcierto se

movía lentamente a sus pies, como si probara que eran lo suficientemente

resistentes para sostenerlo. Satisfecho de que no le fallarían de nuevo, tomó

asiento. Se pasó los dedos por el pelo y dejó escapar un suspiro alto y claro.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Pido disculpas, Lady Maya y Lady Sara. Por favor, continúen."

La mujer lo miró con cautela, preguntándose si realmente estaba preparado

para escuchar algo más del futuro.

Maya dudó por un breve instante, y luego se dirigió de nuevo a su tema. "Así

como decía... sí, realmente es posible que los hombres vayan a la luna. Y las

mujeres también. No podemos olvidar que en el futuro lo que el hombre puede

hacer, una mujer puede hacerlo como si fuera igual de buena o mejor." Maya

agregó lo último con un gesto definitivo de cabeza.

Thomas soltó un bufido. No estaba tan seguro de que le gustara este aspecto del

futuro. Maya lo llamaba en la palabra Inglés de Tampa equidad. Thomas lo

llamaba tontería palabra gaélica de Escocia. Sin embargo, mantuvo esta última

parte para sí mismo porque no quería que su mujer se molestara con él esta

víspera, cuando veía condiciones para amarla. Al parecer Dugald no fue tan

inteligente.

187
El Club de las Excomulgadas
"Puedo creer muchas cosas", dijo Dugald, "pero no puedo creer

este asunto de que la mujer vaya a la Luna, luche en las

guerras y similares. Es una locura."

Sara golpeó su pie en el suelo. "Bueno, es verdad, Dugald. No tienes que ser un

gran y corpulento bruto para luchar, ¿sabes?"

"De hecho", agregó Maya con altiva indignación, "las mujeres son muy buenas

en atrapar al enemigo cuerpo a cuerpo. Debido a que son más pequeñas, son

más fáciles de camuflar detrás de un árbol o de lo que sea."

Dugald levantó una mano para silenciarla. "Me rindo, milady. No puedo

creerlo, pero me doy por vencido."

"¿Me estás llamando mentirosa?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Dugald se sonrojó. "No, señora. Nunca lo haría."

"La Señora Maya no miente.”

Cinco rostros aturdidos miraron de arriba a abajo, a la izquierda y a la derecha,

pero ninguno pudo ver quién había hecho esa afirmación. Argyle palideció una

vez mientras se ponía de pie y tomaba su espada en la mano. "¡Es un mago que

habla, mi señor! ¡Quizá sea Nick el Trasero, buscando a vuestra mujer!

¡Tenemos que huir! ¡No podemos luchar con lo que no podemos ver!"

Maya puso los ojos en blanco. Había alguien aquí, pero definitivamente no era

un mago.

"Cálmate, Argyle. No hay ningún mago aquí." Maya se agachó debajo de la

mesa y sacó a Harold el Sotted de allí. El hombre olía a alcohol. "Sólo hay un

juglar aquí, literalmente, tomó debajo de la mesa."

188
El Club de las Excomulgadas
Argyle suspiró con alivio, pero Thomas no tuvo en absoluto la

misma reacción. Voló al lado de Maya, tomando al sorprendió

Harold el Sotted por el cuello de su túnica, y lo atravesó con su mirada negra.

"¿Qué parte del cuento de mi mujer oísteis, Harold?" Sus palabras fueron

gruñonas con un inconfundible matiz amenazante.

Harold llevó las manos a la cabeza, haciendo una mueca de dolor ya que la voz

del laird había causado ondas a través de él. "Todo."

Las fosas nasales de Thomas se movieron. Si esta historia salía, había otros que

posiblemente acusarían a su esposa de brujería. Había advertido al trovador

con los dientes apretados. "Pero no lo repetiréis, ¿habéis entendido, viejo?"

Harold asintió rápidamente, tratando de liberarse. El trovador agradeció a los

MacGregor por su compasión y entonces se volvió a Maya. "Les aseguro que

Jaid Black - Después de La Tormenta


vuestros secretos están a salvo conmigo, señora. Después de todo, los viajeros

del tiempo deben permanecer juntos." Le lanzó una mirada haciéndole un

guiño de entendimiento, como si los dos compartieran algún secreto íntimo.

Maya rodó sus ojos al cielo, orando por paciencia. Lo último que quería era

atender la imaginación hiperactiva del borracho del pueblo. "Sí, por supuesto,

Harold, debemos hacerlo. Ahora largo de aquí, ¿Bueno? Tengo mucho que

discutir con mi marido." Echó una mirada descontenta a Thomas, suplicándole

en silencio que fuera paciente con el viejo trovador.

Dugald tomó a Harold el Sotted del brazo para llevárselo. Harold, sin duda

estaba parcialmente borracho de los festejos de las vísperas en la gran sala, le

guiñó un ojo dramáticamente una vez más a Maya mientras Dugald lo alejaba.

Maya pasó su mirada por Sara y se rió entre dientes con el desconcierto de su

mejor amiga. Sara, obviamente, encontraba a Harold divertido. Bueno, era

189
El Club de las Excomulgadas
divertido admitió, pero del tipo molesto, borracho de paso.

Maya sonrió mientras escuchaba cantar a Harold para sí

mismo mientras era conducido fuera de la sala.

Sólo reclínense y escuchen la historia

La historia de un viaje fatídico

Se inició en este puerto tropical

A bordo de este barco pequeño.6

Maya dejó de sonreír. Miró a Sara y palideció. "¡Oh, Dios mío!" Gritaron al

unísono.

"Harold, ¡Realmente has estado allí!" Gritó Maya.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Dugald ¡Tráelo de vuelta aquí inmediatamente!", Exigió Sara.

Thomas abrió los ojos cuando levantaba su cabeza para estudiar el rostro de su

esposa.

"¿Cómo lo sabéis, amor?"

“Sí, ¿Cómo sabéis?" Gritó Argyle.

"Ha tomado muchas copas", Dugald racionalizó, con los ojos.

Maya, sin embargo, no se distrajo. Se dirigió hacia donde Harold el Sotted se

ponía de pie. Puso las manos en las caderas y lo miró. "¡Lo sabía! Maldita sea,

sabía que las infelices canciones que cantaste en mi boda eran de la melodía de

La Isla de Gilligan! Tú... Tú... infractor de derechos de autor!"

6 Primera estrofa de la canción de La isla de Gilligan

190
El Club de las Excomulgadas
Sara negó con la cabeza con una sonrisa. "Gran manera de

mandarlo al infierno, Maya."

Maya se dirigió a Sara y gruñó.

"Detengan esto de inmediato", exigió Thomas con una mano levantada. "¿Qué

es la Isla de Gilligan y qué tiene que ver con el futuro?"

Maya consideró la apariencia confusa de su marido por un momento y luego le

respondió.

"¿Recuerdas el cuento del que te hablé de la cosa llamada televisión?"

"Sí".

"La Isla de Gilligan es sobre este artilugio. Harold sólo podía saberlo si hubiera

Jaid Black - Después de La Tormenta


estado allí."

Dugald y Argyle exclamaron, entusiasmados por este nuevo desarrollo. Maya

volvió toda su atención de nuevo con rapidez aleccionadora a Harold el Sotted.

Sonrió maliciosamente hacia él. "Llámame una escéptica, ricura, pero necesito

más pruebas."

Harold se quejó de dolor cuando se agarró el cráneo, su resaca empeoraba a

cada momento. Por último, cedió. “Sí, señora."

*****

Harold el Sotted lanzó sus ojos de ida y vuelta a las dos damas. Tenía que

parecer un delincuente recientemente detenido junto con detectives de la policía

que estaban trabajando fríamente a cada lado - al igual que en uno de esos

programas de televisión del futuro, pensó. "He estado cuatro veces hasta ahora,

191
El Club de las Excomulgadas
milady. Me quedé allí durante casi un año, pero volví a casa

tan pronto como pude encontrar las nubes negras."

"Así que ¿Estás diciendo que es posible viajar de ida y vuelta entre los dos

mundos?", Preguntó Maya con emoción, su mente ya digiriendo las

posibilidades.

“Sí, pero no lo recomiendo. Nunca se sabe cuando las nubes vendrán. Me he

quedado atrapado en el tiempo cerca de un año."

"Pero ¿Se puede hacer?" Se mordió el labio inferior.

"Sí".

Thomas negó con la cabeza y frunció el ceño a Harold. "Creo que es un cuento

muy bueno, pero podría haberlo inventado sólo al escuchar a mi esposa desde

Jaid Black - Después de La Tormenta


debajo de la mesa. ¿No vais a pedir más pruebas que esa, esposa?"

Maya se quedó mirando a su marido distraídamente, después inclinó la cabeza.

Sonrió más a Harold. "Lo has oído, ricura. Es hora de jugar a las veinte

preguntas."

Argyle se irguió para acercarse a la mesa. "¿Es un juego del futuro, señora?"

"Oh, sí” sonrió Maya. "Que comience el juego."

Unos minutos más tarde, Maya señaló un asiento al lado de Thomas mientras

Harold estaba sentado a su otro lado.

Cruzó los brazos sobre su pecho y se preparó para conseguir la prueba sobre lo

que el Sotted sabía.

192
El Club de las Excomulgadas
La boca de Thomas se curvó con ironía cuando vio la mirada

omnipotente en el rostro de su esposa. Es que no podía esperar

a que el juego comenzara, como ella lo había llamado. "¿Vamos a comenzar,

pequeña laird?"

Maya le sonrió a su marido y volvió su atención hacia Harold. Podía oír a

Thomas reír débilmente junto a ella. Decidió hacerles caso. "Ahora bien Harold,

puedo considerar que has visto la tele antes, ¿no?"

"Sí".

"Demuéstralo. Dime algo que sólo otro viajero del tiempo podría saber."

Harold el Sotted miró soñadoramente mientras se rascaba la barba. Su cabeza le

daba vueltas, con la mente tambaleándose… un efecto secundario del

Jaid Black - Después de La Tormenta


deplorable estado de sobriedad, decidió. "Bueno, debo confesar, señora, que yo

no pude ver gran parte de ella. La Isla de Gilligan me gustaba, una hermosa

Ginger podría tener cualquier fantasía. Además de ese programa, no me llamó

mucho la atención la televisión."

Maya buscó en la cara de Sara. Se podría decir que su mejor amiga estaba sólo

un poco más convencida, al igual que ella misma. Después de todo, no había

dicho mucho, pero sabía quién era Ginger.

Se lo figuraba, pensó Maya con un suspiro. El hombre era un pervertido. "Por

favor, continúa, Harold".

Harold dio un sorbo de la copa de agua que se había colocado delante de él.

Asintió mientras se sentaba hacia atrás en su asiento, recordando con una

sonrisa otros tiempos. "No me importó mucho la televisión, pero era un ávido

lector de libros. Leí todos los días."

193
El Club de las Excomulgadas
Maya se retorció en su asiento con entusiasmo preparándose.

Tal vez ella y Harold tenían algo en común después de todo.

"¿De verdad, Harold? ¿Qué leíste? ¿Krentz? ¿Joy? ¿King?"

Harold meneó la cabeza. “No, señora. Mis favoritos eran Hustler y Penthouse.

Incluso dejé pasar algunas un par de veces cuando tuve la moneda para

comprar una o la otra."

Maya enrojeció. Bajó la mirada hacia su regazo, causando que Argyle

presionara con más detalles. "¿Hustler y Penthouse no son de su gusto, señora?"

"¡No!" Ella hizo una mueca. "¡Es pura y absoluta porquería masculina!"

"¿Porquería?" Thomas se inclinó más cerca de su esposa. Ella estaba

avergonzada, obviamente, acerca de algo, pero no tenía idea de lo que era.

Jaid Black - Después de La Tormenta


“¿Qué clase de libros son los libros de porquería masculina?"

Maya se agitó inquieta en su silla. Thomas, sin duda encontraría su respuesta

impactante, pero... "Son libros que tienen dibujos de mujeres desnudas en ellos.

Las mujeres por lo general se muestran teniendo relaciones sexuales con

hombres o entre sí."

Thomas asintió, pero no dijo nada. Maya sonrió mientras miraba el rostro de su

marido a su vez aún más escarlata que lo que el suyo había estado.

Argyle, en cambio, parecía profundamente extasiado por la posibilidad de leer

tales pasatiempos. "¿Quizá trajo uno de estos libros, Harold? ¿Quizá yo podría

echar una rápida mirada… " Argyle gruñó por el pellizco que le dio Dugald que

estaba a su lado. "O quizá no '", jadeó él.

Maya miró a Sara que estaba sacudiendo la cabeza ausente y se rió entre

dientes. No podía aprobar el gusto de Sotted por las revistas de piel, pero

194
El Club de las Excomulgadas
¿Quién era ella para criticar? Además, el relato de Harold se

estaba convirtiendo en más y más aceptable para Maya

mientras los minutos pasaban.

Bueno, había estado en el futuro. Pero ¿Habría estado en Tampa? O tal vez ¿Las

nubes se lo habían llevado a otro lugar? Tenía que averiguar cómo trabajaban

las nubes. "¿A qué ciudad viajaste, Harold?"

"A Tampa, Milady, lo mismo que vos."

Maya puso las cejas juntas, mientras trataba de pensar en la manera en que

Harold podría probar más allá de la duda que se trataba de Tampa donde había

vivido durante un año.

"Bueno, si ese es el caso, entonces debes conocer gran parte de mi ciudad."

Jaid Black - Después de La Tormenta


“Sí. Conocí a una muchacha hermosa que me mostró sus maravillas."

Maya gruñó. Apostaría que sí. “Muy bien. Entonces, dígame por favor ¿cuál es

el nombre del desfile que se lleva a cabo allí todos los años? Un desfile en el que

los hombres de la ciudad visten como piratas y lanzan monedas y collares a la

multitud."

Harold frunció el ceño. "Gasparilla".

Maya y Sara se quedaron sin aliento. "¡Así es, Harold!", Comentó Sara con

entusiasmo. Juntó sus manos y sonrió.

Los ojos de Maya miraron al juglar con curiosidad. "¿Por qué estás enojado,

Harold?"

Harold dio un resoplido fuerte mientras su enojo bullía a la superficie. Se

levantó rápidamente de su silla, golpeando su puño contra la mesa. "¡Los

195
El Club de las Excomulgadas
señores de la Parada de Gasparilla me estafaron, señora! Las

monedas no eran reales. Me enteré cuando traté de cambiarlos

por un trago en el lugar de las maravillas y los sueños se hacen realidad."

Maya sonrió. "¿El lugar de las maravillas dónde los sueños se hacen realidad?"

“Sí.” confirmó Harold con una mirada de asombro en sus ojos. "Era conocido

como El níquel de Madera."

Maya puso los ojos en blanco. Sara se echó a reír. Thomas, Dugald, y Argyle

estaban perplejos.

"¿El níquel de Madera?", preguntó Thomas.

Maya suspiró y sacudió la cabeza. "Es un lugar en Tampa que tiene cientos de

diferentes variedades de cerveza, mi señor."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Cientos de variedades diferentes?" El grito de asombro y admiración salió al

unísono del laird y sus dos hombres.

Harold asintió, con la mirada de un hombre que todo lo sabe en el mundo

asfixiando sus rasgos. “El lugar de las maravillas donde los sueños se hacen

realidad, puede estar seguro."

"Cientos," se hizo eco Argyle en un susurro, "Hay mucho que esperar. Y los

libros. Por todos los santos, son..."

Maya se levantó la mano para silenciar a Argyle y sus reflexiones. Echó una

mirada hacia Sara, pidiéndole que le dijera con la expresión si estaba

convencida. Con el gesto de Sara, Maya se dirigió a Harold, una vez más. "Con

todo lo que el futuro tiene para ofrecer, es una pena que las mujeres desnudas y

196
El Club de las Excomulgadas
la cerveza sea todo lo que atrapó tus fantasías, Harold. Sin

embargo, Lady Sara y yo estamos seguras de tu veracidad."

Suspiró. "Has estado realmente allí."

Dugald estudió a Maya durante un largo rato antes de reaccionar a su expresión

exasperada. "No puedo entender porqué esto no os hace nada feliz, Milady. No

os alegra haber encontrado a otro que haya compartido vuestras experiencias?"

Maya miró a Harold pensativa antes de responder. Respiró hondo y se volvió

hacia su esposo. "El problema que veo es este: ahora que sabemos que es posible

ir y venir entre los dos mundos, ¿Qué hacemos con este conocimiento?"

Jaid Black - Después de La Tormenta

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 19
Thomas se cernió sobre la cama y miró hacia abajo a su mujer, sus manos

apretadas en puños a los costados. Cualquier hombre sensato sentiría un miedo

feroz de que el MacGregor lo mirara así. Llevaba sólo el plaid reunido

alrededor de sus caderas, dejando su pecho desnudo y sus músculos en tensión

como cables muy visibles. Sus fosas nasales quemaban, su respiración fuerte y

pesada, con los ojos como fragmentos de ónix negro.

Maya se había negado a estar con él esta víspera, le había hecho lo que Lady

Sara llamo la ley del hielo ya que ella había pisado muy fuerte en el gran pasillo

después del interrogatorio del juglar.

La mujer en realidad quería irse de nuevo a su futuro. ¡Por supuesto que había

Jaid Black - Después de La Tormenta


sido obligada a declararlo de otra manera! No era ningún tonto, después de

todo. Maya había dicho que sólo quería volver con Sara para dejar todo bien y

que volvería en la siguiente nube negra que se dirigiera a Escocia.

Thomas no quería correr riesgos. Quizá su esposa se daría cuenta de que amaba

a su clan de Tampa más de lo que ella había llegado a amarlo. No, había

demasiado riesgo.

Maya no había dicho una palabra a Thomas por su negación gritada en la gran

sala. La mayoría de los maridos encontraría este tratamiento preferible a la

lengua malvada de su señora, pero no lo hizo. Más bien tomó nota y frunció el

ceño, por lo menos entonces podía saber el alcance de su ira.

Thomas temía que el silencio de Maya fuera un intento de engañarlo haciéndole

creer que eventualmente cedería a sus órdenes, cuando en realidad estaba

probablemente trazando, ya desde ahora, el huir de él. Así que, naturalmente

198
El Club de las Excomulgadas
había triplicado su escolta. Ahora, tres soldados la seguían a la

zaga en lugar de sólo Argyle.

Thomas resopló en señal de triunfo. Ella pensaba que podía huir de él, ¿verdad?

Pronto estaría dispuesta a aceptar que nunca podría escapar.

Maya estaba en la cama leyendo un libro grueso de latín. Había decidido que, le

gustara o no, se trataba de un idioma que debía aprender a leer y escribir si era

aquí donde iba a vivir. Era el idioma utilizado por escribas y eruditos y el único

idioma en que prácticamente todos los documentos estaban escritos.

Era consciente de la sombra de la presencia amenazadora de su marido sobre

ella, pero se negó a darle el beneficio de hacerlo público. El muy cabrón ¡Había

dispuesto más guardias para ella! ¡Perros de vigilancia! Eso era suficiente para

hacerla hervir.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Pero esta vez Maya hervía en el interior. Había tomado una decisión y se ceñiría

a ella… no reaccionaría a su miserable marido y su miserable orden. Pero sería

condenada antes de que le permitiera pensar que podría continuar en lo había

hecho antes de que hubiera decidido encerrarla y tirar la llave.

Ya era bastante malo cuando a Maya se le ordenaba no salir de la torre sin

Thomas después de haber vagado hasta el pueblo, pero ahora ni siquiera podía

caminar a través de su propia casa sin que los tres hombres se tropezaran con

ella. Era un insulto demasiado grave para pasarlo por alto.

Sabía que estaba más allá de la furia, demasiado furiosa para tener una

discusión racional con su esposo acerca de cualquier cosa, por el momento, por

lo que se mordió la lengua y no dijo nada. Él podía soportarlo más que ella y

contenerlo en su corazón, pero no estaba dispuesta a moverse.

199
El Club de las Excomulgadas
Y ¿Sobre qué estaba furioso? ¡Sexo! ¡Ja! Él estaba actuando

como un niño al que le había sido negado su juguete favorito.

Lo que molestaba más a Maya de toda la situación era que ella ya había

cambiado de opinión y ya había decidido no correr el riesgo de un viaje al

futuro antes de que Thomas echara todo por tierra con su espectáculo de

carácter hoy temprano y su orden de ponerle más guardias para vigilarla. La

historia estaba clara en una puntuación, después de todo el siglo XIV era donde

Maya y Sara estaban destinadas a estar.

Incluso Sara estuvo de acuerdo. Ella y Maya querían enviar a alguien al futuro,

lo más probable era que fueran Harold o Argyle, para recoger algunas de sus

pertenencias y que informaran al padre de Sara de su destino, porque ellas

mismas no podían ir.

Jaid Black - Después de La Tormenta


¿Qué pasaba si algo sucedía y nunca podrían regresar?

No, no podían arriesgarse.

Tenían que encontrar a alguien que pudiera ir, pero que no le importara

quedarse allí para siempre si el destino les jugaba una mala pasada. Por

supuesto, enojada Maya como estaba con su marido en ese momento, no estaba

tan segura de que le contara su decisión de no viajar al siglo XXI por el resto de

su vida.

Pero por su bebé -el bebé de Thomas, el bebé de ellos- no podía soportar la idea

de negarle a su marido el derecho de tener en sus fuertes brazos a su primer

hijo. Nunca verlo arrullar y mimar a su pequeña creación, no volver a ver la

inmensa satisfacción que sabía que él irradiaría sólo por mirar a su hijo... no, no

podía soportarlo.

200
El Club de las Excomulgadas
Tampoco podía soportar, sin embargo, el riesgo de que su hijo

muriera al nacer. Esta era la Edad Media, después de todo y las

tasas de mortalidad infantil eran astronómicamente altas. No era en absoluto

raro que un bebé muriera antes de vivir un año. Eso era más de lo que Maya

podía soportar emocionalmente. Especialmente si su pequeño iba a morir de

algo que pudiera ser fácilmente remediado en el siglo XXI, como una fiebre. Se

aturdió al pensar en el bien que incluso una botella de Tylenol podría hacer en

este mundo.

Tal vez debería tratar de explicar estas preocupaciones a Thomas. Tal vez

cedería y permitiría que alguien del clan viajara hacia el futuro si estaba al tanto

de lo bueno que podría traer a su pueblo. Podrían tener recursos que no estaban

destinados a aparecer durante cientos de años, pero Maya no tuvo reparo

alguno acerca de cómo cambiar el futuro si iba a ser en beneficio de la

Jaid Black - Después de La Tormenta


humanidad.

Tal vez debía decirle a Thomas sobre el bebé. Nunca permitiría que el

sufrimiento y la muerte pudieran llegar sobre su propio hijo, si podía evitarlo,

después de todo. El pensamiento de Maya se quedó sobre esa idea por un

momento, entonces desechó el tema de su mente por completo. ¡De ninguna

manera podía decirle todavía! Probablemente triplicaría o cuadruplicaría sus

guardias si sabía que estaba embarazada.

Maya miró a su marido y carraspeó, saliendo de su estado de reflexión. El bruto

había ido demasiado lejos al quitarle el libro de sus manos y cerrarlo con un

boom rotundo.

"Si no puedes favorecerme con tu atención esposa, no podrás favorecer a nadie,

ni a nada, como es el caso." Thomas cruzó los brazos sobre su pecho y miró

hacia abajo, a Maya.

201
El Club de las Excomulgadas
Maya levantó una ceja por la arbitrariedad de su marido, pero

no habló una palabra. Quería jugar un juego de control con

ella, ¿verdad? Bien. Podía jugar a ese juego.

Se dio la vuelta hacia la pared, dando la espalda a Thomas, y se concentró en

dormir. Afortunadamente para ella, la primera etapa del embarazo propiciaba

la hibernación, por lo que cayó en un profundo sueño en pocos minutos.

Justo antes de que lo hiciera, oyó gruñir a su marido mientras se metía en la

cama.

En algún lugar del fondo de su mente sabía que Thomas se había rendido y se

había ido a dormir, aunque de mala gana.

*****

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya se quejó en su sueño, una ola de placer en cascada sobre ella. Su mente

inconsciente no sabía lo que estaba soñando, sólo que era agradable. No quería

despertar por un largo, largo tiempo.

Era tarde y la luna estaba llena mientras Thomas se cernía sobre el cuerpo

desnudo de su mujer. Había logrado quitarle la camisa, sin que ella lo supiera y

rezaba para que no se diera cuenta de lo que estaba haciendo hasta que fuese

demasiado tarde. Una vez que su pasión superara su ira, estaba seguro de que

no lucharía contra su acoplamiento.

La necesitaba, esta noche más que nunca. Toda la charla de volver al futuro lo

había asustado enormemente, le hizo revivir los temores de perder a su Maya

que había albergado las semanas anteriores a su boda.

Pasadas unas semanas, después de su boda, fue bendecido. No habían peleado

ni un poco. Sin embargo, ahora habían vuelto a pelear. Él podía manejar

202
El Club de las Excomulgadas
argumentos, pero no podía manejar el temor que derivaba de

la causa del argumento. No podía perderla. No ahora. Ni

nunca.

Thomas quería la seguridad que sólo el cuerpo pequeño de su esposa le podía

dar. Cuando estaba dentro de ella, se sentía más vivo que en cualquier otro

momento. Era entonces y sólo entonces que se sentía seguro, sabiendo que no

iría a ninguna parte.

Pasó la mano sobre el vientre de Maya, sin detenerse hasta llegar a la cúspide

de sus muslos. Su otra mano sosteniendo su cuello, posó su codo para ver el

efecto que su contacto tenía en ella.

Al momento en que sus dedos entraron en contacto con la carne húmeda de

Maya, sus pezones respondieron y empujaron, alzándose hacia el cielo

Jaid Black - Después de La Tormenta


iluminado por la luna. Thomas gimió. Era como si sus pezones le hicieran

señas, dejándole saber que estaban allí y que querían ser chupados. No se pudo

resistir.

Continuó acariciando la carne hinchada entre los muslos de su esposa mientras

inclinaba la cabeza para capturar un pezón en boca. Se tomó su tiempo, a

sabiendas de que podía disfrutar de cada uno de ellos durante el tiempo que le

placiera, ya que Maya estaba dormida a su lado. Por lo general, su esposa se

volvería salvaje y le rogaría que la tomara después de chuparla por escasos

momentos, por lo que estaba disfrutando esta exploración sin trabas del cuerpo

de su esposa.

Sus pezones se levantaron más alto y más deliciosos en sus pechos de lo que se

había dado cuenta, y el conocimiento de ello hizo que su carne creciera más de

lo que ya estaba. Se tomó su tiempo con cada pezón, partiendo hacia la base

luego, lentamente, chupando todo el camino de cada extremo rojo.

203
El Club de las Excomulgadas
Un leve gemido salió de la garganta de Maya mientras la piel

húmeda de los dedos de Thomas la recorrían acariciando sus

jugos con su mano. Gimió. No podía soportar más la tortura.

Thomas dio a cada uno de los pezones de su esposa una última y exhaustiva

mamada y después se abrió camino, en silencio, hacia abajo de la cama, para

poder sentarse en sus rodillas y entre sus muslos. Le abrió bien las piernas y

comenzó a persuadir, con más urgencia, la protuberancia de carne escondida

entre los pliegues de su condición de mujer. Su esposa, arqueó la espalda

mientras murmuraba incoherencias en respuesta a su toque. Thomas sabía que

su necesidad se acercaba rápidamente, que de un momento a otro iba a rendirse

a su clímax...

Los ojos de Maya se abrieron mientras gemía con dicha orgásmica. Se despertó

Jaid Black - Después de La Tormenta


justo a tiempo para ver a su marido empalándose dentro de su carne. Sus

dientes estaban apretados, con la mandíbula rígida. Ella gimió de nuevo, por la

visión y la sensación del grueso eje de su marido empujando dentro de ella lo

suficiente como para enviar a su cuerpo a todo el caos otra vez.

Thomas montó el cuerpo de su esposa duro, golpeando en sus profundidades

con golpes posesivos. Miró fijamente sus ojos todo el tiempo, sus miradas ni

una sola vez se rompieron.

Maya llegó hasta el pecho de su marido, la masculina sensación que nunca

fallaba por llevarla al borde. Un sonido primitivo se arrancó de la garganta de

Thomas por las sensaciones que le producía tocarla. Le agarró las dos manos

juntas detrás de la cabeza, y se metió a sí mismo en ella una y otra vez.

Maya gemía en éxtasis mientras una nueva ola de placer orgásmico la golpeaba

como un muro. Era sorprendentemente intenso, causando que su vientre se

moviera en feroces espasmos.

204
El Club de las Excomulgadas
Mientras las paredes de la carne alrededor de su pene

comenzaban sin tregua a apretarse en torno a él, Thomas gritó

el nombre de su esposa y derramó su semilla profundamente en su cuerpo.

Sin aliento, se aferraron el uno al otro después, sin hablar, ni moverse.

En la dicha placentera, los dos se quedaron rápidamente dormidos.

Jaid Black - Después de La Tormenta

205
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 20
La semana siguiente fue muy difícil para los MacGregor. Thomas, siempre con

el temor de que Maya huyera de él si se le daba la oportunidad, aún tenía tres

guardias con su esposa en todo momento, y no sólo a Argyle.

Sospechaba que a su esposa no le importaba este nuevo cambio, ya que nunca

dijo lo contrario. De hecho, muy a su pesar, nunca decía mucho, con

temperamento o no. Todavía recordaba claramente su reacción cuando le dijo

que el número de sus guardias aumentarían. Los ojos de Maya habían brillado

por un breve momento, después había inclinado la cabeza con resignación y se

había marchado. Si había esperado una discusión, no le había dado ninguna.

Ouch, pero la chica le dejaba sus emociones en caos.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas tomó su baño y luego bajó a participar de la fiesta de la noche. Antes

de casarse, nunca se había molestado en bañarse antes de la última comida del

día, pero sabía que su esposa nunca iría hacia él con pasión si no lo hacía. Ahora

se bañaba regularmente, contra la doctrina de la iglesia o no. "Buenas tardes,

esposa."

Maya se encontró con su mirada y sonrió con serenidad, demasiada serenidad.

"Buenas tardes, mi señor."

Thomas lanzó un gruñido. Ella sonreía, sí, pero era como si sus ojos estuvieran

mirando a través de él. "¿Cómo estuvo vuestro día?"

“Bien. ¿El tuyo?"

"Bien".

206
El Club de las Excomulgadas
Maya asintió y luego tomó su copa de leche de cabra. Dio un

pequeño sorbo antes de retirarse de la mesa.

Thomas suspiró. "¿Dónde están Sir Dugald y Lady Sara?"

Maya se encogió de hombros. "No lo sabría decir".

"¿No sabéis o no queréis?"

"No sé dónde están, Thomas," anunció en tono razonable, desprovisto de

cualquier emoción. "No soy su guardián." Clavó una cuña de queso y se la llevó

lentamente a sus labios.

El resto de la comida transcurrió en silencio. Maya acabó rápidamente los

alimentos de su plato y entonces se levantó y pidió permiso para retirarse. Él

gruñó su aceptación e indicó con un movimiento de muñeca que su mujer

Jaid Black - Después de La Tormenta


podía ir a su recámara.

Thomas tomó una jarra de cerveza y se retiró a su asiento favorito junto a la

chimenea, en el gran salón. Se sentó con un suspiro dramático y se frotó las

sienes mientras observaba el crepitar de las llamas. El fuego era caliente y

estaba lleno de vida… al igual que solía ser su mujer.

Soltó un gruñido. Thomas necesitaba pensar en la manera de devolver el fuego

a los ojos de Maya.

Rápidamente.

*****

La Navidad llegó y pasó sin mucha fanfarria. Debido a que el laird todavía

temía dejar entrar a alguien a la torre hasta que Robert fuera capturado por los

207
El Club de las Excomulgadas
MacAllister, no permitió que los habitantes del pueblo

entraran a la fiesta como su esposa hubiera querido.

Tampoco se permitió que los artesanos se aventuraran en el interior para que

pudieran ayudar a decorar. Ella había querido celebrar la tradición de acuerdo a

las costumbres de su propio clan, por lo que prometió que el próximo año sería

diferente.

Thomas no se molestó en explicar sus razones para decirle no este año,

simplemente le dijo que no. Para su gran decepción y molestia, no le preguntó

sobre el por qué de ello. Se limitó a asentir y se alejó.

Thomas había pensado en poner a su esposa de mejor estado de ánimo con

baratijas. Para Navidad, la había dotado de las más finas sedas, cintas, encajes, y

tres piezas ornamentales de joyería que habían sido adquiridas de nuevo en la

Jaid Black - Después de La Tormenta


feria de Hamilton, pero las mantuvo a un lado en esta ocasión.

Maya se mostró satisfecha con los regalos, por lo mucho que Thomas juntó. Se

había asombrado sobre todo por los bonitos materiales que había comprado

para hacerse vestidos. Pero aún así, el brillo no estaba en sus ojos. Se fue a la

cama temprano cada víspera, alegando que estaba demasiado cansada para

mantener los ojos abiertos otro momento.

El día después de Navidad, Thomas volvió a reducir el tamaño de la guardia

privada de Maya de tres a uno. Una vez más, sabía que su esposa estaría

satisfecha con esta decisión, pero una vez más ella sonrió simplemente,

asintiendo y fingiendo fatiga.

Se le estaba colmando la paciencia y sin importarle mucho el sentimiento. ¿Qué

iba a hacer? ¿Cómo lograría que Maya lo amara como lo había hecho antes?

¿Cómo iba a prender el fuego de nuevo en sus ojos?

208
El Club de las Excomulgadas
*****

"Veo el tazón de cerveza y levanto tazones, milady.”

Maya resopló a Harold. No había manera de que fuera a ganarle la mano. Sus

labios se curvaron con ironía mientras consideraba a su nuevo compañero de

póquer. "¿Estás seguro que deseas elevar la apuesta, Harold?"

El juglar arqueó una ceja gris a su señora mientras se inclinaba hacia atrás en la

silla. Cruzó los brazos sobre su pecho y le sonrió triunfante. "No hay sudor."

Maya sonrió. "Eso es sin sudar, Harold, no sin sudor".

Agitó la mano con impaciencia en el aire. "Lo que sea."

Maya se rió entre dientes. Sentía un cariño cada vez mayor por el viejo juglar

Jaid Black - Después de La Tormenta


MacGregor. Había resultado ser un hombre muy divertido, para nada de mal

carácter. Y, por supuesto, se las había arreglado para traer de vuelta una

cubierta de cartas como un recuerdo del futuro, por la que le estaría

eternamente agradecida.

Sin Harold y Argyle, Maya se habría vuelto loca durante las dos últimas

semanas de su confinamiento. Ahora estaba de vuelta con sólo un guardia, en

algún momento dado, un escudero llamado Gilfred que la seguía a todas partes

mientras Argyle estaba entrenando con Thomas el resto del tiempo. Por lo

menos cada vez que no estaba a la vista de su marido.

Thomas siguió obstinadamente negándose a que Maya vagara más allá de las

puertas de la torre y, muy a su pesar, también mantuvo sus arrogantes razones

para sí mismo. Ella sospechaba que era porque su marido aún no confiaba en

ella sin embargo y, saberlo, era más molesto que otra cosa.

209
El Club de las Excomulgadas
La brecha impuesta entre marido y mujer en el último tiempo

se produjo, sin embargo, por el tema del siglo XXI. O, mejor

dicho, por la falta de conversación al respecto. Thomas simplemente se negaba

a hablar del tema y salía de cualquier habitación en la que estuviera si el tema

era abordado en su presencia.

Thomas y Maya estaban comportándose… casi… civilizadamente durante el

día, pero la tensión entre ellos era lo suficientemente tensa como para cortarla

con un cuchillo. Maya esperaba que fuera sólo una cuestión de tiempo antes de

que su marido le permitiera discutir el futuro de nuevo con él. Luego de ello,

finalmente podría ser capaz de sugerir su idea de que uno de los hombres de

MacGregor podría ser enviado al futuro para recoger las posesiones que

consideraba necesarias, así como para recoger al padre de Sara para su boda.

Debido a que se iba a quedar aquí, esperaba ser capaz de transportar algunos

Jaid Black - Después de La Tormenta


medicamentos de vuelta a este tiempo, por lo menos.

Maya ya había discutido este plan con todo detalle con Harold y Argyle y

ambos estaban ansiosos por ser los elegidos. Ella se mostró escéptica con los

hombres en algún grado, pero por otro lado, confiaba en ellos más que en nadie

para hacer el trato. Sus temores eran pequeños, triviales en el mejor de los

casos, pero no menos persistentes.

De Harold, temía que una vez que llegara al futuro, se fuera a olvidar de su

misión y se dirigiera "al lugar donde las maravillas y los sueños se hacen

realidad". De Argyle, temía le tomara el gusto a las revistas de chicas o la barra

nudista y nunca quisiera irse. Aún así, Maya se dio cuenta de que alguien tenía

que ir. Y Thomas no dudaría en atarla hasta que fuera vieja y decrépita antes

que permitir que ese alguien fuera ella.

210
El Club de las Excomulgadas
Argyle puso sus cartas hacia abajo con una palabrota y un

gemido. "Me temo que debo retirarme. No puedo seguir con

esta mano, lo siento."

Maya se rió entre dientes. "Argyle tienes mucho que aprender, mi muchacho.

¿No te acuerdas de la lección sobre blufear* faroles/farolear?"

A Argyle se le puso la cara roja y echó una mirada hacia la mesa. "No me siento

bien mintiéndole, señora."

Harold rodó los ojos en blanco y gruño. "¿Y tú quieres ser el que viaje al futuro

para hacer los asuntos de nuestra Señora en mi lugar?" Él resopló. "Te comerán

vivo."

Maya ocultó su diversión sobre el aspecto descontento que asfixiaba la cara de

Jaid Black - Después de La Tormenta


Argyle. Sabía que estaba avergonzado, pero llamar la atención sobre ese hecho

sólo empeoraría las cosas. Y además, Harold tenía razón. Incluso si un chico en

el siglo XIV se consideraba un hombre a los dieciocho años, Argyle todavía era

muy ingenuo.

Sin embargo, a diferencia de Thomas o Dugald, no le importaba ver el futuro en

absoluto, o al menos le importaba tanto que Argyle realmente quería verlo. Y

cuanto más pensaba Maya sobre su plan, menos le gustaba la idea de enviar a

un solo hombre. Después de todo, si Harold o Argyle se adelantaban y se

quedaban atorados allí, aún si decidían que estaban dispuestos a arriesgarse a

esa posibilidad, tendrían a alguien de su propia época al lado, era la mejor idea.

Maya se habría vuelto loca sin Sara aquí para apoyarla.

Suspiró. Argyle realmente tenía que aprender una cosa o dos antes de que lo

dejaran suelto en el siglo XXI. "En realidad no es lo mismo que decir mentiras,

211
El Club de las Excomulgadas
cuando se espera, Argyle. Es un juego. Si no fuera un juego,

podría estar de acuerdo contigo."

Argyle enrojeció “No soy un buen compañero de póquer como lo es Sotted,

¿cierto?"

"¡Por supuesto que sí! Sólo que no has tenido la práctica que Harold y yo hemos

tenido. Debes seguir jugando."

Argyle sonrió satisfecho, pero negó con la cabeza. "Me encantaría, señora, pero

me temo que no puedo pagar la apuesta de nuevo. Si pierdo la mano siguiente,

no tendré cerveza con mi cena."

Harold suspiró su acuerdo. "Es bastante cierto, nuestra señora es implacable con

las cartas. Me ha tenido sobrio por las noches ya casi durante tres días." Frunció

Jaid Black - Después de La Tormenta


el ceño, mostrando su extremo desagrado sobre este hecho. Miró a Maya y

levantó una ceja. "Casi podría creer que Lady Maya está haciendo su mejor

esfuerzo por mantener al juglar lejos de sus copas."

Maya lanzó rápidamente los ojos hacia Harold, la mirada de sorpresa por el

juego. Él la había leído como un libro abierto. "Yo... eh... yo..."

Harold se rió. “Está bien, señora. Y está en lo cierto. No puedo estar borracho

todo el tiempo."

La boca de Maya se quedó boquiabierta de asombro. No había pensado que

Harold cedería tan fácilmente. "No es broma, ¿verdad?"

"No."

"Entonces, ¿la dejarás?"

"Sí".

212
El Club de las Excomulgadas
Ella parpadeó. "¿Sólo sí?"

"Sí".

Maya lo miró atónita, pero tan feliz. Recogió sus cartas y se echó a reír

alegremente. "Pero entonces ¿Cómo lo vamos a llamar si no lleva sus copas de

más? No podríamos seguir refiriéndonos a usted como Harold el Sotted."

Argyle y Harold se echaron a reír alegremente. "¡Quizá podemos llamarlo

Harold el Sin Sotted!" Argyle sugirió con una sonrisa con hoyuelos.

"O Harold el Sobrio", agregó Maya con un guiño perverso.

“No” se rió Harold, de repente con el tono cada vez grave. "Seguiré siendo el

Sotted".

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Pero por qué?", Preguntaron Maya y Argyle al unísono.

Harold se encogió de hombros. "Como un recordatorio." Miró a sus amigos y

sonrió. "Un recordatorio de lo que era y un recordatorio de lo que no volveré a

ser."

*****

Una hora más tarde, la lección de Argyle de "blufear", continuó a un ritmo

agotador. Maya le enseñó todos los puntos finos de blufear con los ojos y

Harold le enseñó a usar el lenguaje corporal para poner a un oponente lo

suficientemente nervioso. Esta vez, sin embargo, eran apuestas de cuñas de

queso y las porciones extras de guiso de cordero. Ya no parecía correcto jugar

por cerveza, con la sobriedad reciente de Harold en juego.

Sara era una jugadora de póquer malditamente buena y cuando Maya

consideró ese hecho, quiso ser capaz de convencer a su mejor amiga para que

213
El Club de las Excomulgadas
jugara una mano o dos. Pero ella no quería. En cambio, Sara

estaba haciendo una lista, justo como lo había hecho desde que

Maya le informara de su decisión de hablar con Thomas para el envío de un

hombre hacia el futuro para traer de vuelta al padre de Sara, entre otras cosas.

Eso fue hacía casi una semana.

Maya se dio cuenta de que Sara se estaba volviendo compulsiva los últimos

días debido al hecho de que su querida amiga estaba preocupada porque aún

cuando Maya fuera capaz de disuadir por fin a Thomas de su rígida postura y

permitiera a un hombre ir, todavía podría resultar que estaba siendo enviado a

una empresa descabellada. Le rompería el corazón a Sara si las nubes no

llegaban, si Harold o Argyle no pudieran llegar al futuro. O peor aún, si

llegaban allí y nunca podían regresar.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Yo te veo*, Argyle." Maya habló con él en Inglés de Tampa, satisfecha de que lo

estuviese aprendiendo rápidamente y tan bien."

Argyle sonrió. Movió su mano hacia la mesa y resopló su respuesta en el mismo

Inglés de Tampa.

"Mira esto y llora, milady.”

Maya sonrió abiertamente. "Bien hecho ¿sabes? En realidad lo hiciste. Un full

Argyle, muy impresionante."

Argyle se irguió tan recto como una flecha y con orgullo hacia Maya y Harold.

"Soy lo que ustedes podrían llamar ‘Malo hasta los huesos’."

Maya y Harold se rieron, y la conversación volvió al gaélico. "¿Me darás la

oportunidad de recuperar ese trozo de queso? ", preguntó Maya.

Argyle consideró la opción por un momento. "¡No! Sé cuando retirarme."

214
El Club de las Excomulgadas
"Eres más sabio de lo que te ves, muchacho." Agregó Harold al

final mientras se levantaba. "Me retiraré a mi recámara para

una siesta. Los veré a ambos a la hora de cenar."

Maya y Argyle le dijeron adiós y después se dieron vuelta para quedar cara a

cara el uno al otro. Arrojó su cabello suelto por encima de su hombro y se echó

a reír. "Siempre podemos apostar otra cosa, ricura."

Argyle enarcó una ceja. "¿Por ejemplo?"

Maya sonrió con picardía al joven. "Libertad".

"¿Libertad?"

"Ajá. Si ganas, no te voy a causar ningún problema durante todo un día y

vamos a hacer sólo las cosas que se tienen en cuenta para la diversión. Pero si

Jaid Black - Después de La Tormenta


gano, entonces tienes que llevarme furtivamente al lago para poder disfrutar de

un agradable paseo."

Argyle enrojeció. No quería decepcionar a su señora, pero no tenía deseos de

morir en manos del laird tampoco. "Milady, creo que no es una buena idea. Mi

señor no me dejará vivir para ver otro día si la saco de la torre."

"Pero no lo tendría que saber."

"¿Y si se entera en lo que andamos?"

"Y definitivamente se enterará."

Maya se congeló. La última declaración no había sido pronunciada por Argyle,

sino por el último hombre que esperaba ver durante esta conversación. Se dio la

vuelta lentamente, una sonrisa que esperaba que fuera vista como encantadora

pegada a sus labios. "Hola, Thomas. No te oí entrar."

215
El Club de las Excomulgadas
Thomas miró a su mujer con ojos entrecerrados. Su ira era tan

palpable que incluso Maya tragó cuando lo miró. Bueno, se

dijo, 'Es conveniente que una mujer tema la ira de su marido'. Y, en este

momento, la furia era la única emoción que moraba en su cuerpo enfurecido.

"Id a nuestra cámara. Ahora".

Maya asintió. Thomas se estaba comportando francamente aterrador. Estaba

muy calmado, muy controlado, completamente aterrador. No había manera de

que fuera a discutir con él en ese estado. Se puso de pie, Argyle le lanzó una

mirada de disculpa, y caminó rápidamente, pasando al lado de su marido, y

salió por la puerta.

Jaid Black - Después de La Tormenta

216
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 21
Thomas se sentó en su silla junto al fuego, con una jarra de cerveza en la mano.

Clavó la mirada en el crepitar del fuego, mirando las llamas que pulsaban de

ida y vuelta. Las ascuas bailaban en una pantalla caliente roja, amarilla y

naranja. Era hermoso. Y fascinante. Pero no daba respuestas. Suspiró. ¿Qué iba

a hacer?

Había enviado a su esposa a su recámara hacía bastante tiempo. Al principio, su

intención había sido seguirla pronto después, sólo dándole a Maya el tiempo

suficiente para preocuparse por su castigo, y luego hacer su aparición y hacerla

llorar con sus palabras abrasadoras. Quizás incluso la habría puesto sobre sus

rodillas esta vez.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Se hizo evidente para Thomas, antes de que Maya llegara a las escaleras, que no

estaba de humor para ir a su lado en ese momento. Temía lo que pudiera decir,

qué castigo le daría. Sabía que era realmente necesario que se auto-calmara

antes de ir a su habitación.

Así que se paseó por los corredores durante más de dos horas y luego se instaló

en la silla por otra. Pensando mucho y tres jarras de cerveza más tarde, todavía

no estaba de humor para ver a su esposa.

El MacGregor ya sabía lo que pasaría si lo hacía. Nada bueno podría resultar de

eso. Habría palabras, perdería su carácter, Maya perdería el suyo, la castigaría

con más restricciones que la harían estar más abatida y le gustaría aún menos, si

eso era posible… y su matrimonio estaría en un estado aún más lastimoso de lo

que ya estaba.

Había bastante tensión entre los dos. Maya era agradable cuando él pasaba

junto a ella o cuando la comprobaba en la sala durante el día. Sí, era civilizada,

217
El Club de las Excomulgadas
pero eso no era más que un favor que le concedía. Era sólo

durante las noches en que había manipulado su cuerpo para

llevarlo a un estado de necesidad donde su esposa se aferraba a él, llamándolo

por su nombre entre las exclamaciones de amor y de aliento al igual que solía

hacerlo. E incluso eso había perdido su comodidad.

Maya ya no iba a él en las noches por propia voluntad, ya no le robaba besos al

paso durante el día. Él quería eso una vez más, lo necesitaba más de lo que se

había dado cuenta. No se podía engañar más a sí mismo al creer que era

suficientemente bueno que lo aceptara cuando había asaltado su cuerpo

haciéndola desearlo mientras dormía sin darse cuenta. No, necesitaba a su

obstinada, traviesa y apasionada esposa de regreso, y la necesitaba cuando

estaba despierta.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maldita sea, ¡La mujer ni siquiera discutía más con él! Últimamente, cuando le

daba una orden que sentía que no le gustaba, Maya no hacía más que suspirar y

acatarla. Thomas no sabía lo que su aquiescencia significaba exactamente, sólo

que no podía ser una buena señal de felicidad futura. ¿Le había roto tanto el

espíritu? ¿Y si hubiera aplastado su voluntad completamente? Se estremeció

ante el pensamiento. Esa nunca había sido su intención.

Su objetivo a largo plazo había sido doble: mantener a su esposa en su mismo

tiempo lejos de su futuro y, lo que era más importante, mantenerla a salvo de

cualquier persona que le hiciera daño. Robert MacAllister en particular.

El MacAllister seguía vagando en libertad. Thomas había enviado patrullas

cinco veces desde que el laird rival había concebido un intento fallido de robar a

Maya bajo sus narices. Las cinco veces habían sido en vano. Si el hombre se

encontraba todavía en la zona, se estaba ocultando. Y no había forma en el cielo,

218
El Club de las Excomulgadas
el infierno o el purgatorio, que Thomas relajara su guardia y

dejara a su esposa deambular mientras que Robert no

estuviera muerto. .

¿No entendía Maya que todo lo que hacía era en nombre de su amor por ella?

¿No se daba cuenta que prefería morir aquí y ahora que vivir un día sin su

esposa?

No, no lo sabía. O quizá lo sabía y simplemente ya no le importaba.

Thomas suspiró. Oró para que la verdad fuera la primera explicación, pero

temía más allá de la razón que fuera la última.

Jaid Black - Después de La Tormenta

219
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 22
Maya se revolcaba en la autocompasión y con no poca aprensión cuando se

sentó estoicamente en su taburete de baño y esperó a que Lena terminara de

lavarle el pelo. Lena estaba charlando acerca de Argyle, como había sido la

costumbre de la chica desde que se enteró que Maya sabía de su amor por él.

Maya fingía interés, asintiendo de vez en cuando, cuando le parecía apropiado

hacerlo, pero sin decir nada. Culpó de su lamentable estado de desinterés a su

marido. Normalmente, disfrutaba que Lena parloteara de Argyle, pero hoy

apenas podía concentrarse en lo que su criada estaba diciendo.

"¿Puede creer eso, milady?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya parpadeó rápidamente, luego torció el cuello para mirar hacia Lena.

"¿Eh?"

Lena se rió mientras continuaba su labor con el jabón de pétalos de rosa a través

del pelo de su señora. “No es nada, Milady. Sólo estaba diciendo lo cálido que

estuvo Argyle ayer cuando me invitó a caminar con él por los jardines, tan

congelados como estaban." Lena suspiró. "Fue realmente romántico."

Maya sonrió. Por lo menos alguien en la torre tenía un romance en estos días.

Sara y Dugald peleaban más que amarse, aunque Maya sabía que era sólo por el

deseo de Sara de tener a su padre entregándola en el altar y la negativa de

Dugald por permitir que Sara fuera de regreso al futuro para recogerlo. Sara

había estado fuertemente enojada por un tiempo, reflexionó Maya. No podía

recordar la última vez que había visto a su amiga tan fuera de sí.

Y ¿Qué tal lo de ella y Thomas? ¡Ja! Ahora eran un caso lamentable de romance

a considerar. Apenas se habían hablado en las últimas dos semanas,

220
El Club de las Excomulgadas
probablemente porque ninguno de los dos quería romper la

frágil tregua que tenían desde que su marido había estallado y,

como Dugald, se negaba a permitir que Maya hablara del futuro.

"No tenéis necesidad de eso, muchacha", dijo Thomas más de una vez, "El

Castillo MacGregor es vuestro hogar ahora y esos pensamientos debéis

disiparlos."

A lo cual, extrañamente Maya había sólo suspirado y cedido a sus deseos.

Estuviera o no de acuerdo con él no venía al caso.

Maya quería como el infierno poseer aún la fuerza para darle a Thomas una

buena pelea, pero no la tenía. Últimamente, el bebé estaba poniéndola

demasiado cansada como para moverse, y mucho menos gastar un soplo en

discutir. Sabía que la fatiga era muy común en el primer trimestre, por lo que su

Jaid Black - Después de La Tormenta


necesidad constante de dormir no le preocupaba en lo más mínimo. Sin

embargo, la falta de energía era molesta, estaba segura. No podía esperar a

dejar su primer trimestre atrás en un par de meses y volver a su nivel normal

de lucidez mental. Entonces llenaría profundamente de críticas los oídos de su

marido.

Maya flexionó los músculos de su espalda, y se extendió con un bostezó.

"Milady ¡Dios mío! Salga de esta bañera y siéntese junto al fuego para secar su

pelo. Entre más pronto lo hagamos más pronto podrá tomar una siesta. Es

bueno para el crío MacGregor".

Los ojos de Maya se abrieron con sorpresa. Pero antes de que pudiera

preguntarle a Lena cómo sabía de su embarazo, un cubo de agua fue arrojado

sobre su cabeza para enjuagar el jabón de su cabello. "No se preocupe, no se lo

221
El Club de las Excomulgadas
diré a nadie,” prometió Lena con tono tranquilizador.

"Guardaré su secreto hasta que vos y mi primo, el laird,

quieran darlo a conocer."

Maya hizo una mueca. Obviamente, su doncella pensaba que Thomas estaba

informado ya de la situación. Ella casi le dijo la verdad a Lena, pero lo pensó

mejor. Lo que pasaría sería que Lena sería castigada por mantener el

conocimiento de su hijo escondido de él.

Maya no tenía ganas de oír eso. Y además, Lena y Thomas raramente se veían el

uno al otro. No era como si tuviera miedo de que su marido se enterara sobre su

hijo por su prima.

Maya secó el agua de sus ojos y se puso de pie para ir a sentarse junto al fuego.

"Pero, ¿Cómo lo supiste?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Lena se encogió de hombros. "Veo vuestro cuerpo desnudo a la luz todos los

días, señora. Fue bastante fácil notar los cambios."

"¿Por ejemplo?"

Lena sonrió. "Vuestros senos están más grandes."

Maya se rió entre dientes. "Supongo que debería estar agradecida que sean mis

pechos en lugar de mi trasero."

"¡Milady!" reprendió Lena con una cara roja que hizo reír a Maya.

Diez minutos más tarde, Maya ronroneó de placer cuando Lena pasó el peine

por su pelo. El suave toque de Lena se sentía como maná del cielo. Entre el calor

del fuego y el calmante trabajo de Lena en su pelo, Maya sabía que estaba a

pocos minutos de la siesta.

222
El Club de las Excomulgadas
Sonrió ante la ironía de todo esto. Debía preocuparse por las

nuevas venganzas que Thomas tendría con ella después de

escuchar su trato con Argyle al hablar bromeando. Debería estar preocupada, sí,

pero su bebé hacía lo contrario. Estaba felizmente agotada.

Thomas iba a estar enojado cuando viniera a ella, lo sabía y lo aceptaba como

un hecho. Maya suspiró. ¿Cuándo las cosas volverían a la normalidad entre

ellos? ¿Cuándo iba a confiar en ella lo suficiente para saber que no iba a dejarlo?

¿Cuándo le iba a confiar sus preocupaciones a ella? ¿Cuándo? ¡Bah! ¿Cuál era el

punto? El hombre era demasiado testarudo y arrogante. Sin embargo, era el

único hombre que podría y amaría siempre. La brecha entre ellos la estaba

matando.

“Vamos, señora," Lena susurró mientras la ayudaba a Maya gentilmente a

Jaid Black - Después de La Tormenta


ponerse de pie. "Vayamos a la cama."

Maya asintió, demasiado cansada para pensar, demasiado cansada para hacer

frente a la decisión de su criada. Sí, Lena tenía razón. El sueño era justo lo que

necesitaba. Más tarde, Maya podría pensar en la manera de arreglar las cosas

entre ella y su esposo. Más tarde encontraría la energía para hacerle ver las

cosas desde su punto de vista. Más tarde. Por ahora no había más que un

delicioso sueño.

Lena llevó Maya a la cama, apartó las sábanas, y delicadamente depositó a su

señora en ellas. Estaba desnuda, como era la costumbre. Lena cubrió con las

mantas hasta la barbilla a su señora y silenciosamente se arrastró a la puerta de

la recámara. Dio un vistazo rápido de vuelta a la cama antes de salir y sonrió

para sí misma mientras veía que la señora MacGregor ya estaba durmiendo.

*****

223
El Club de las Excomulgadas
Thomas subió la escalera con largos pasos y dispuesto a hablar

con su esposa. Todavía estaba enojado y, probablemente, lo

estaría por bastante tiempo, pero necesitaba verla. Se encontró con Lena en la

sala y le movió su mano deseándole buen día, a lo que doncella de su mujer le

respondió con un cauto: shhhh.

Thomas levantó una ceja. ¿Estaba el dulce temperamento de su prima llegando

a ser tan descarado como lo era el de su señora?

Siempre atenta, Lena notó la mueca en la cara del laird y se quedó contrita

inmediatamente. "Perdonadme, mi señor primo," se sonrojó. “Es sólo que mi

señora acaba de dormirse. Está tomando la siesta."

¿Siesta? No sonaba como a Maya, la bola de energía ilimitada que era, no era

una perezosa en las horas del día.

Jaid Black - Después de La Tormenta


¿O no? Thomas lanzó un gruñido. Era evidente que su señora lo estaba

evitando.

"Dormirá más tarde. Voy a hablar con ella ahora."

Lena se irguió completamente recta, negándose a moverse de su lugar entre el

laird y la puerta de la recámara. "Espero que no me desterréis a las cocinas por

decir esto, pero me temo que no puede molestarla. Necesita dormir, sí. No hay

necesidad de despertarla ahora cuando puede gruñirle más tarde."

Thomas quebró la cabeza con atención. ¡La pequeña de bronce estaba llegando

a ser tan mandona como su dama! Y peor aún, casi había obedecido a Lena y se

iba de nuevo por las escaleras con su cola entre las piernas. ¡Esto no podía ser!

¡Él era el MacGregor!

224
El Club de las Excomulgadas
Thomas abrió la boca para decirle algo a la chica, pero atrapó

su ira en el momento preciso. Estaba sólo protegiendo a Maya

en la forma que podía. Y además, Lena era una chica buena la mayor parte del

tempo.

Sin embargo, tenía que hacerle saber que el MacGregor no se prestaría para ser

contrariado. "Lena, no tengo ninguna intención de gruñirle a mi esposa"—esa

era una mentira, si alguna vez había dicho una... E incluso si así fuera, no

podéis interferir. ¿No lo creéis, chica?"

La cara de Lena se ruborizó cuando volvió su mirada avergonzada al suelo. "Lo

siento, primo", susurró con voz castigada. "No quise disgustaros."

Thomas lanzó un gruñido. "Ya lo sé, muchacha. Ahora largaos. Tendré en

cuenta tu consejo y dejaré dormir a mi esposa. Sólo quiero ver como está."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sonrió perezosamente. "Voy a gruñirle más tarde."

Lena se ruborizó de nuevo y luego asintió. ”Gracias, mi señor. Yo sabía que

erais todo bondad y bueno. Además,” añadió con una sonrisa dulce con

hoyuelos, "el dormir es lo mejor para vuestra esposa y vuestro crío."

La cara de Thomas se puso tan blanca como la cara de Lena era roja. "¿Mi qué?"

gritó.

Lena confundió su sorpresa con rabia y palideció. Se llevó la mano a la garganta

en un gesto nervioso.

"No... ... ¿No lo sabíais?" Susurró, recordándole a Thomas por su tono de voz

que necesitaba calmarse de nuevo.

“No, ¡no lo sé!"

225
El Club de las Excomulgadas
"¡Dios mío!"

Lena lo miró suplicante a los ojos y le pidió no decirle a Lady Maya que ella le

había dicho su secreto. "Solo asumí que lo sabíais por Milady Maya, ya que

nunca dijo lo contrario. Oh, por favor, no le diga que fue por mí que lo supo.

¡Nunca me perdonará!"

Thomas negó con la cabeza con desconcierto. ¿Un crío? ¿Su crío? ¿En el vientre

de su señora? Sonrió mientras un sentido de paz y alegría se extendía por su

cuerpo. "No le voy a decir, muchacha. Tenéis mi palabra. Ahora aprisa y largo."

Lena asintió enfáticamente y huyó al pasillo.

Thomas observó a su prima bajar por las escaleras a la velocidad del rayo.

Tomó una respiración profunda y se acercó a la puerta de su dormitorio.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Un crío. Su crío.

Thomas sonrió. Iba a ser padre.

*****

Maya se despertó lentamente, con el aturdimiento que había experimentado a

menudo en el último par de meses todavía tirando de ella. Tenía suficiente

sueño como para quedarse en la cama por el resto de la noche, pero el hambre

en su vientre exigía lo contrario. Necesitaba comida, y mucha.

Con los ojos todavía cerrados, Maya sonrió para sus adentros mientras

consideraba lo que tendría para la cena. McDonalds.

Mmm, sí —un Big Mac, a medio freír— no muy cocido, un batido de chocolate

espeso para pasar los alimentos salados, y luego un helado para pasar el espeso

226
El Club de las Excomulgadas
batido de chocolate. Se humedeció los labios y prácticamente

silbó a la imagen del Big Mac como para darle fuerza a su

conciencia.

Abrió los ojos despacio, lo que le permitió adaptarse a los débiles rayos de luz

que entraban a su dormitorio. Se sentó lentamente, todavía abrumada por el

cansancio. Fred estaba profundamente dormido debajo de la ventana, como

siempre, pero estaba durmiendo en un depósito con techo de paja que

extrañamente no recordaba haber comprado para él en la tienda de mascotas...

Sus ojos se estrecharon mientras luchaba para dominar la fatiga que la

inundaba. Dio un rápido vistazo para verificar lo que la rodeaba. Se pasó los

dedos por el cabello y suspiró. Era el siglo XIV. Eso explicaba la cama de Fred.

El Anciano John le había encargado a un aldeano que la hiciera.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya tomó una respiración profunda. "Supongo que esto significa que no hay

McDonald's para mí", murmuró para sí en su propia lengua.

"¿Qué dijiste, amor?"

Sorprendida por su presencia, Maya movió la cabeza alrededor, sólo entonces

determinó de quién era la voz. De Thomas. Su esposo. Así es, tenía un marido.

Raro que su mente dormida lo olvidara. Por supuesto, pensó mientras se

incorporaba, probablemente no lo había querido recordar. Sin duda, su marido,

como verdadero aguafiestas que era, estaba ahí para su serio sermón de algún

pecado que hubiera cometido. "Hola Thomas."

Thomas arrastró su mirada del rostro de su esposa a sus pechos hinchados.

Lena estaba en lo cierto. La mujer estaba definitivamente embarazada. Los

pechos de Maya siempre habían sido gordos y redondeados como una

exuberante vegetación, pero ahora habían crecido más allá de cualquier cosa.

227
El Club de las Excomulgadas
Tan grandes como eran las manos de Thomas, nunca más sería

capaz de tomarlos completamente tan sólo a uno de ellos. Su

carne creció inmediatamente dura, colándose contra el confinamiento de su

plaid.

"¿Cómo os sentís, esposa?"

Maya se miró a sí misma cuando se dio cuenta de la excitación evidente

hurgando contra el kilt de su marido. Sólo entonces se dio cuenta de su estado

de desnudez. Miró a su marido que estaba sentado junto a ella en una silla que

había sacado y puesto cerca de la cama y sonrió. "Adormilada, pero bien. Con

hambre, mucha hambre. ¿Vamos a comer pronto?"

"Sí".

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya asintió, pero no dijo nada más. Tampoco Thomas, para el caso. Siguió

mirándola, con una extraña expresión perpleja en el rostro. Ella suspiró. Estaba

empezando a sentirse como un criminal a la espera de su sentencia. Deseaba

que acabara de dar su conferencia y deshacerse de él. "¿Supongo que estás aquí

para decirme la mala chica que he sido?"

Los ojos de Thomas brillaron con diversión, la única indicación de que pensaba

que la pregunta de su esposa era graciosa.

"Sí".

Maya se estabilizó, se preparó para fingir como si estuviera escuchando. Tenía

practica mental de lo que sus respuestas serían, estaba demasiado cansada para

discutir con el hombre por haber sido capturada tratando de engañar a su

esposo con la ayuda de Argyle. Sí, esposo. No, esposo. De inmediato, esposo. Todo lo

que desees, esposo. Maya sonrió. Sin duda una de esas respuestas sería la correcta.

228
El Club de las Excomulgadas
Cuando la empezó a mirar como si la regañina no fuera a

llegar pronto, ladeó la cabeza y estudió la mirada de su

marido. "Vas a seguir con esto, ¿Entonces? Estoy bastante cansada.”

Thomas frunció la boca con ironía, con los ojos todavía fijos en su esposa.

Estaba esperando una pelea, ¿No? Pues bien, hoy no le daría una. Hoy iba a

sorprenderla. Esta vez no habría castigos, a pesar de que seguramente merecía

un año de ellos. "Capté de vuestra conversación con Argyle que queríais dar un

paseo por el lago. ¿Por qué no me dijiste eso, muchacha?"

Maya se encogió de hombros y frunció el ceño a su marido. "¿Habría

importado? Estás decidido a tenerme prisionera en mi propia casa de todos

modos."

Thomas frunció el ceño a Maya. ¿Prisionera? ¿Su esposa se sentía como una

Jaid Black - Después de La Tormenta


prisionera? "No, esposa, no quiero que os sintáis así. Yo... "

"Es una manera divertida de demostrarlo."

"Y vos tenéis el mal hábito de cuestionar siempre mis motivos."

"Tal vez si intentaras explicármelos de antemano no los preguntaría".

Thomas lanzó un gruñido. ¿Por qué su mujer no aceptaba su palabra sin querer

saber el porqué de ello? ¿Por qué no podía ser como otras mujeres de las Tierras

Altas, aceptando ciegamente sus decisiones como ley? Las mujeres del futuro

eran una frustración que no tenía fin. "Soy tu amo y señor. No tengo porqué

darte explicaciones."

Maya miró a su marido mientras se daba la vuelta para enfrentarlo. Tiró de la

piel de animal alrededor de su vientre. "No puedo aceptar eso. Seguramente ya

lo sabes a estas alturas."

229
El Club de las Excomulgadas
Thomas suspiró. Estaba en lo cierto. Él era consciente de ello y

sabía que era poco probable que se doblara por su manera de

pensar. Y cuando estaba desnuda, como ahora, no se preocupaba mucho por

corregirla de todos modos. "Maya, Yo…"

Maya levantó la mano para silenciarlo. "Thomas, no me importa pelear contigo

sobre esto. Si sintiera que estoy equivocada, consideraría tus deseos como lo he

hecho mucho últimamente, pero estoy cansada de ceder cuando estoy en lo

cierto. Si quieres que sea infeliz, entonces sigue igual. Mantén tu fuerza, tu

voluntad sobre la mía sin justificación. Sigue ladrando y gruñéndome. Sigue

haciendo que me resienta por el hecho de que me casé contigo. Destruye

nuestro matrimonio. Estás haciendo un buen trabajo de todos modos."

Thomas contuvo la respiración, sus ojos tenían cada vez mayor dolor. "Retira

Jaid Black - Después de La Tormenta


eso", dijo con voz ronca. "Yo no, nunca destruiré nuestro matrimonio."

Maya bajó la mirada con aire de culpabilidad a los pies de su marido. Sus

palabras le molestaban, le dolían aún. No había tenido la intención de hacer eso.

Estaba tan condenadamente cansada de luchar con él. "Thomas", suspiró, sin

saber cuánto o cómo debía llevar esta situación correctamente, "no quise hacerte

daño. Te amo con todo mi corazón. Pero esto debe parar.

"Estoy cansada de que me des órdenes, sin saber el razonamiento detrás de

ellas. Estoy cansada de ser tratada como si fuera un bajo criminal de quien

temes que intente fugarse en la primera oportunidad. No me habría casado

contigo si mi intención fuera irme. Yo..." Maya suspiró. "No puedo hacerte

entender", murmuró para sus adentros.

Thomas tomó la mano de su esposa y la acarició con dulzura al hablar. "Ya

muchacha, pero no sabía que os estaba haciendo tan infeliz. No puedo ser feliz

si vos no lo sois. Nunca quise que os sintierais como una prisionera. Tengo mis

230
El Club de las Excomulgadas
razones." Dijo lo último con el ceño fruncido, mirando al otro

lado de su esposa mientras lo murmuraba.

Su ceño se frunció. "¿Qué razones?"

Thomas se encogió de hombros y suspiró. Sintió una extraña sensación ardiente

detrás de sus ojos y oró a los santos que no estuviera a punto de llorar. Estrechó

la mano de su esposa con más fuerza, perforándola con una mirada de

preocupación.

"No podría vivir si me dejáis, Maya mía. No podría."

Su voz estaba abatida, por lo que Maya se sintió culpable. Era un hombre

demasiado fuerte para verlo en ese estado.

Lentamente bajó de la cama y se acurrucó en su regazo. "Thomas, nunca te

Jaid Black - Después de La Tormenta


dejaré. ¿Por qué dudas eso?"

"Has hablado varias veces de volver a tu futuro. Tu…"

"No" Maya lo tranquilizó con un movimiento de cabeza. "He cambiado de

opinión después de pensar en ello por un tiempo. Si vuelvo, me podría quedar

atrapada ahí, y nunca podría volver a casa contigo. No podría soportar eso".

Thomas jaló a su esposa más cerca, besándola alrededor de los labios. "¿Lo

juráis, Maya?"

"Sí".

“Entonces, ¿por qué todavía estáis enojada conmigo? ¿Por qué ya no venís a mis

brazos deseosa? ¿Por qué ya no peleáis nunca conmigo?"

231
El Club de las Excomulgadas
Maya sonrió. Él extrañaba su temperamento ¿verdad?

"Thomas", dijo en voz baja, mientras levantaba la mano y

tomaba su cabello trenzado a ambos lados de su rostro entre sus dedos, "He

venido a ti ahora, ¿no?"

Él sonrió, con un brillo juvenil en sus ojos. “Sí. Y a pesar de que me aproveché

de esta circunstancia en un momento, todavía tengo que saber porqué ya no

discutes más conmigo. ¿He quebrado tanto tu espíritu, esposa?"

Maya sonrió cálidamente a su marido. Evidentemente, se había preocupado por

esta cuestión por días. Era el momento de ser valiente y decirle la verdad. "He

estado demasiado cansada para discutir mis sentimientos como esta tarde. Eso

es todo lo que hay. Créeme, cuando el cansancio me deje, mi lengua arremeterá

contra ti otra vez."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas sonrió. Bajó la cabeza y mordió la oreja de Maya con sus dientes,

frotando su espalda mientras la sujetaba. Probó con su lengua en los huecos

exteriores de su oreja, haciendo que la piel de gallina aflorara en ella.

Ella contuvo el aliento. "Thomas", gimió con voz ronca, sus ojos revoloteando

cerrados.

"¿Por qué estáis tan cansada?", Preguntó perezosamente, acariciando su piel en

erótica sumisión. Pasó los dedos sobre su suave vientre, susurrándole

ferozmente excitado. "¿Lleváis a mi crío, amor?"

Maya abrió los ojos y la boca, su mente luchando con las emociones conflictivas

de preocupada sorpresa y excitación placentera. La excitación ganó. “Sí,”

susurró duramente, cerrando los ojos y tirando la cabeza hacia atrás para que su

marido pudiera arrastrar sus besos calientes por su garganta. "Por dos meses."

"¿Por qué no me lo dijiste, amor?"

232
El Club de las Excomulgadas
Maya no pudo pensar en una mentira rápida. Le dijo la

verdad. "Tenía miedo de que me pusieras más guardias."

Thomas echó la cabeza hacia atrás y rió, induciendo a su esposa a salir de su

hechizo lánguido.

"Quizá todavía lo haga. Aunque no para haceros sentir una prisionera. Nunca

eso."

“Entonces, ¿Por qué?"

Thomas agarró a Maya suavemente por la barbilla. La miró a los ojos, buscando

en sus profundidades.

"¿No lo entendéis, muchacha?" Encogiéndose de hombros y vacilante ante

Maya, tomó una respiración profunda, después la besó suavemente en la boca.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Porque os amo con todo mi corazón. Porque ya amo a mi crío. Porque no

puedo vivir sin ninguno de ustedes y yo no puedo permitir que algo le suceda a

mi familia."

El corazón de Maya se disparó. ¡Había dicho que la amaba! "Oh, Thomas, te

amo demasiado. ¿No entiendes que nunca podría irme? No tienes que poner

guardias alrededor de mí para que no me vaya de aquí. Estoy contenta. Incluso

cuando discutimos estoy más contenta aquí que lo que estaba en el futuro. No

te dejaría incluso si tuviera la oportunidad."

“No es por eso, mi amor. Es otro asunto por completo."

Maya entrecerró los ojos. ¿Otro asunto por completo? Se sentó en el regazo de

su marido y pasó una suave mano sobre el pecho. "Dime".

"No. No os preocuparé."

233
El Club de las Excomulgadas
"Thomas, estoy más preocupada por no saber lo que podría

pasar sin todos los hechos. Por favor. Dímelo."

Thomas suspiró luego asintió con resignación. Si decirle todo haría feliz a su

mujer otra vez, entonces eso era precisamente lo que haría. “Es un clan rival,

amor. El MacAllister. Su laird las vio en la ladera la mañana que os encontré y

quiere teneros como suya."

Los ojos de Maya se abrieron. "Mi Dios, pero ¿Él no me vio aparecer de la nada,

verdad? ¿Sabe que soy del futuro?"

Thomas movió la cabeza, negando enfáticamente. ”No, amor. Estoy seguro de

que os vio después del hecho. Os desea por pura lujuria. Trató de llevaros de la

torre la noche que vimos a los MacAllister en nuestras tierras, pero lo

interrumpí. Sus hombres están muertos, pero Robert MacAllister todavía vive.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Hasta que no esté muerto no podrás salir de estos muros sin mí."

Maya respiró, poniéndose la mano en el corazón. "¿Por qué no me lo dijiste?

Hubiera entendido porqué tenía a todos los guardias tras de mí si lo hubiera

sabido."

"Os lo dije, esposa, no quería preocuparos."

Maya se quedó mirando a su marido con asombro por un largo momento, luego

le echó los brazos alrededor de su cuello.

"Lo siento, Thomas. ¡Todo este tiempo pensé que era sólo porque eras un

patán!"

Thomas lanzó un gruñido. "¿Patán? ¿Qué es patán?"

Maya se ruborizó. "No importa".

234
El Club de las Excomulgadas
Thomas arqueó una ceja mientras buscaba en el rostro de su

esposa. “Sospecho que un patán es algo malo en Tampa y en

vuestro Inglés.”

Maya sonrió mientras levantaba el plaid de su marido a su cintura y se sentaba

a horcajadas sobre él.

"A veces es una mala palabra, pero a veces," dijo mientras se agachaba y guiaba

su carne hacia su estrecha apertura, "es una palabra muy buena."

Maya deslizó sus nalgas hacia abajo sobre los muslos de su marido,

envolviendo su pene dentro de ella con el calor pegajoso en el proceso. Thomas

gimió y contuvo la respiración. Puso sus manos en ambos lados de sus caderas,

guiando los movimientos de su cuerpo encima de él.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Sí", se quejó en un susurro ronco mientras ella comenzaba a montarlo, "a veces

es una muy buena palabra."

Ella lo montó duro y deseosa, sus pechos balanceándose con sus movimientos.

Cerró los ojos, permitiendo que sus sensaciones la dominaran mientras lo

cabalgaba hacia arriba y abajo, una y otra vez, una y otra vez.

"Más rápido, Maya", gruñó él, empujando con golpes profundos. "Montadme

más fuerte."

"Dios sí".

Envolvió sus brazos alrededor del cuello de Thomas, que utilizó de apoyo para

que su cuerpo se agitara más rápido en la parte superior de él.

"Mmmmm," Murmuró en su oído mientras agarraba la carne de sus nalgas con

las manos, “¿A quién pertenece este cuerpo?"

235
El Club de las Excomulgadas
"A ti", exclamó. "Oh, Dios, Thomas se siente tan bien."

"Entonces folladme más fuerte, esposa. Sacad mi leche."

Maya se aferró a él, después cerró los ojos e inclinó su cuello desnudo a él como

si su cuerpo se le ofreciera. Thomas le mordió el cuello, emitiendo sonidos

guturales de su garganta mientras bombeaba su pene más y más rápido.

Y luego se corrieron, sosteniéndose entre sí, mientras llegaban a su clímax,

ninguno de ellos dejando ir su dominio sobre el otro.

Maya sonrió en el pelo de Thomas, abrazándolo con fuerza contra ella. Se sentía

bien estar de vuelta en su casa y en sus brazos otra vez, justo donde pertenecía.

*****

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya sonrió satisfecha mientras yacía en silencio junto a su marido. Le acarició

el pecho, jugando con el pelo negro que lo cubría. Era un hombre tan finamente

hecho, más allá de la perfección física. Su musculatura general era enorme y

elegante, y sin embargo extrañamente confortable. De hecho, el bíceps

izquierdo levantado de Thomas se había convertido en la almohada favorita de

Maya. Podía pasar horas y horas con la cabeza apoyada contra su brazo,

mirando su hermoso rostro.

Su rostro era de ensueño, como un ángel guerrero, labios sensuales jactanciosos,

con una nariz intransigente y ojos negros como el ónix. Sus ojos igualaban su

pelo negro impecable, la longitud llegándole a los hombros en olas gruesas

barriendo su línea de visión por una trenza Céltica en las sienes. Una trenza

celta entretejida en las sienes.

Los ojos de Maya bajaron, mirando el resto de su dotación. Su pecho era

poderoso. Su estómago tenso, plano y ondulado por los músculos. Su ombligo,

236
El Club de las Excomulgadas
endiabladamente bueno para ser lamido. Y su pene, una

categoría en sí mismo. El eje de su marido habría sido la

envidia de cualquier hombre estrella del porno en el siglo XXI, Maya admitió

con diversión y orgullo. Era grueso, largo y le daba mucho placer, generalmente

cuando estaba hinchado.

Era un hombre lujurioso, su marido.

Esa noche había sido la mejor que habían pasado juntos desde que se habían

casado. Thomas había ordenado una comida a base de pescados, gallos, queso,

manzanas con especias y pan para que fuera enviada a su habitación. Pasaron

unas cuantas horas haciendo el amor, comiendo, bebiendo… vino diluido en el

caso de Maya… y haciendo el amor de nuevo. La había tomado cuatro veces...

cuatro lujuriosas, carnales, orgásmicas, mentalmente trascendentales veces.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Nunca había conocido a ningún hombre con un apetito sexual tan exigente

como el de su marido. No era que se quejara.

Estar con Thomas hacía que cualquier inconveniente de las rudas Tierras Altas

valiera la pena. No tenía agua corriente ni electricidad, pero tenía amor y

pasión. No tenía la comodidad de un automóvil o Internet, pero sabía de paz y

alegría. Cada singular lujo del futuro lo habría devuelto, al pensar Maya en los

tres tesoros que había ganado.

Sin embargo, había una cosa de su tiempo que codiciaba, y eran los

conocimientos de medicina.

Tylenol. La penicilina. Antibióticos. Epidurales. Maya se quejó por dentro.

Gracias a Dios el dolor del parto era algo de lo que no tendría que preocuparse

por otros siete meses más o menos. Si pudiera convencer a Thomas de enviar a

Argyle y Harold hacia el futuro, entonces podrían recoger al padre de Sara.

Además de ser un hombre a quien tanto ella como Sara adoraban, el buen

237
El Club de las Excomulgadas
doctor era asimismo, un obstetra que traía bebés al mundo

para ganarse la vida. El hombre sabía cómo poner una

epidural con la misma habilidad que Maya tenía para desenterrar huesos viejos.

Suspiró. Sólo tenía que llevar al Dr. Chance al Castillo MacGregor. El dolor del

nacimiento no la acobardaba, también había el riesgo de un parto complicado.

Un nacimiento que podría matar a su bebé, o a ella misma. Cuanto más

pensaba en ello, más asustada se ponía. Su voz tembló un poco cuando habló.

"Thomas, tenemos que hablar sobre el futuro. Alguien tiene que ir a él."

Thomas respiró hondo, tratando de mantener fuera la irritación de su voz.

"¡Creía que estabais dormida!"

"No"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Ya veo."

Maya se sentó en la cama y miró a su esposo recostado. "Sé que no te gusta

hablar del tema, pero debemos hacerlo. Tengo miedo." Negó con la cabeza,

negándose a permitir que las lágrimas comenzaran a salir en cascada de detrás

de sus ojos. Su embarazo no sólo la hacía sentirse cansada, sino que también

demasiado sensible. "Tengo mucho miedo."

Thomas se incorporó y puso la cara de su esposa contra su pecho. Le acarició la

espalda con dulzura, cantando tiernas palabras en voz baja. "¿Tenéis miedo a

los MacAllister?” Suspiró, auto-odiándose, mientras seguía acunando a Maya

en sus brazos. "¡Maldición, pero yo sabía que lo estaríais! Nunca debí deciros de

sus planes en primer lugar. Amor, nunca voy a dejar que el hombre se os

acerque, ¿lo entendéis?"

Maya sonrió mientras miraba a su marido a los ojos. "Tengo una fe total en tu

capacidad para protegerme."

238
El Club de las Excomulgadas
Él gruñó, satisfecho con su respuesta.

"Mi temor es por otra cosa, Thomas.”

"¿Qué pasa, muchacha?"

"Es el bebé, Thomas. Temo al dolor del parto. Y más que eso, temo la

posibilidad de perder a nuestro bebé. Es posible en tu mundo que yo y el bebé

podamos morir."

Thomas acercó a Maya con fuerza a él, exigiendo que no hablara de esas cosas.

"Maya por favor, no puedo soportar la idea de eso."

Maya respiró. Rogó a los cielos, pidiendo ser perdonada de antemano por la

cantidad de manipulación que estaba a punto de liberar sobre su marido.

"Thomas, si me amas y amas a nuestro hijo, entonces vas a hacer todo dentro de

Jaid Black - Después de La Tormenta


tu poder para evitarnos algún daño."

"Por supuesto."

Maya asintió, agarró la barbilla de su marido, mirándolo. "Argyle y Harold

están dispuestos a seguir adelante para traer al padre de Sara con nosotros.

Permíteselos. Te lo suplico."

Thomas no dijo nada durante un buen rato. Estudió la expresión de horror en

los ojos de su esposa y supo en ese instante que haría cualquier cosa razonable

para calmarla. Pero ¿Enviar a sus propios parientes a un mundo desconocido?

Estaba pidiendo un poco más que su buena voluntad. "Maya, no me gusta que

os preocupéis, pero no puedo permitirles ir al futuro. ¿Qué tiene que ver traer al

padre de Sara a este tiempo con calmar vuestros temores?"

239
El Club de las Excomulgadas
"¡Todo!” exclamó ella, mientras se daba la vuelta y se ponía de

pie. Rápidamente se puso la camisa de seda que encontró

tirada en el suelo de la recámara y comenzó a pasear por la habitación

frenéticamente.

"¡Maya!" ordenó Thomas mientras salía de la cama para unirse a ella en el

centro de la habitación, “¿Qué en el nombre de Dios pasa contigo?"

"¡Sara necesita a su padre! ¡Yo necesito a su padre! ¡Nuestro hijo necesita a su

padre!"

"¿Creéis que este tipo del futuro puede protegeros mejor que yo?", Exigió con

rabia. Su nariz quemándole, su cara enrojecida.

"¡No!" Gritó Maya, tratando de calmar a su marido antes de que le diera uno de

Jaid Black - Después de La Tormenta


sus ataques. "¡No es eso, te lo aseguro!"

"Entonces, ¿qué es exactamente, esposa?"

Maya se estremeció. No le importaba la forma amenazante en que le había

echado la palabra esposa. Tomó las manos de su marido y le sonrió de una

manera que lo aplacaba. "Su padre es un sanador, un sanador muy bueno."

Se encogió de hombros. "Tenemos curanderos en abundancia aquí."

Maya se libero de las manos de Thomas y agitándolas concisamente por el aire.

"En comparación con un curandero del siglo XXI, tus curanderos son como

niños sueltos en una batalla. No saben nada del cuidado de sí mismos y mucho

menos ser responsables de otros."

"Creo que conozco unos cuantos curanderos MacGregor que se sentirían

ofendidos de que penséis eso."

240
El Club de las Excomulgadas
Maya sacudió la cabeza y miró a su marido. Apretó las manos

en puños y empujó su soberbia. "¡Y crees que me podría

importar un bledo! ¡No digo estas cosas para hacer amigos! Las digo porque no

quiero morir. ¡Quiero vivir! ¡Quiero que nuestros hijos vivan! ¡Y ambos

tendremos mayores probabilidades si el padre de Sara supervisa el nacimiento!

"Y olvídate de mis propias razones egoístas por un momento y piensa en la

pobre Sara. Tengo la suerte de no tener una familia a la que dejar atrás. Están

todos muertos. ¿Pero, Sara? ¿Sabes lo mucho que se aflige por su padre? ¿Te

imaginas lo mucho que él se aflige por ella, no sabiendo lo que nos pasó a

cualquiera de nosotras?

"¿Te imaginas cuánto me aflijo por él? ¡Pensaba en mí como su propia hija!"

Maya agarró las manos de Thomas y se agarró con firmeza, por su cuenta.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Tenía que hacerle entender, tenía que hacerle ver las cosas desde su perspectiva.

"Por favor, esposo. Por favor. El padre de Sara puede evitar que yo y el bebé

muramos. Puede tomar todo el dolor del parto, para que casi no sienta nada. Lo

puede hacer."

"¿Qué? ¿Puede tomar el dolor de parto? 'Es casi imposible. El dolor es ordenado

por Dios. Es vuestro deber por el pecado de Eva que lo sintáis."

Maya apretó los dientes en señal de frustración. "Thomas, ni siquiera eres

religioso. ¿Por qué entonces escoges creer tales tonterías? ¡Te tomé como un

hombre más inteligente que eso!"

Thomas se paró y miró hacia abajo, a su esposa. Y ¡Pensar que había extrañado

a esta moza de carácter descarado! "¿Cuestionáis mi inteligencia, mujer?"

Maya frunció el ceño. Su uso de la palabra "mujer" era tan despectivo como su

uso de la palabra esposa un momento antes. La ira la poseyó, alejando cualquier

241
El Club de las Excomulgadas
vacilación por sentir que tenía a un hombre cercano a seis pies

y medio y sólo Dios sabía cuántas libras gruñéndole. "¡Sí! ¡Lo

cuestiono! Obviamente ¡Lo tengo que hacer si insistes en que sufra una agonía

innecesaria para que pueda mantener las primitivas nociones de tu mundo

salvaje!"

Thomas parpadeó rápidamente, sin poder pensar en una respuesta a esa

afirmación. Así que lo consideraba un primitivo, ¿eh? Sonrió seductoramente a

su mujer y tomó dos puñados de su pelo de oro. "No me creéis un salvaje

cuando os llevo a mi cama", gruñó.

Maya vaciló, y luego abrazó la cintura de su marido y le sonrió. "No quise

gritar… en realidad ¡No lo hice!" Respondió cuando le echó una mirada

escéptica. "Pero Thomas, muchas cosas buenas pueden salir del viaje de Argyle

Jaid Black - Después de La Tormenta


y Harold.

"Pueden traer medicamentos que funcionan como verdaderas maravillas.

Pueden traer sedas, terciopelos y especias que le costarían a un hombre el

rescate de un rey en tus días, pero que pueden ser intercambiados por casi nada

en el mío. Pueden traer de vuelta las cosas que nos hacen la vida más fácil,

Thomas. Y," suspiró, deteniéndose para tomar aliento, "Pueden traer de vuelta

al padre de Sara."

Thomas meditó todo lo que dijo su esposa. Soltó los puñados de pelo que había

cogido deliberadamente y se rascó la barbilla. Sabía que su esposa tenía razón y

que todo lo que había dicho era lógico. No podía arriesgarse a perderla a ella ni

a su crío en el parto innecesariamente. Moriría sin la lengua afilada de la

pequeña bruja en su cama.

242
El Club de las Excomulgadas
Sin embargo, Thomas sintió el deseo de provocar el

temperamento de su mujer un poquito, para hacerla pagar por

la observación sobre su falta de inteligencia. "Hmm, ¿Sedas finas y especias

decís?"

Maya sopló y lo golpeó de lleno en el pecho. "De todo lo que acabo de decir,

¿Sólo las sedas y especias son lo que te preocupan? ¿Qué hay de nuestro bebé

por nacer? ¿Qué hay de…"

"Silencio, amor", sonrió Thomas. "Sólo estaba bromeando".

Maya negó, luego le devolvió la sonrisa. "¿Lo prometes?"

Thomas rió entre dientes mientras la tomaba en sus brazos una vez más. "Vos

sabéis que si cambio de idea, vuestra solicitud significaría, posiblemente, que el

Jaid Black - Después de La Tormenta


padre de Sara pueda traer a nuestro bebé a este mundo de forma segura. Las

sedas y especias son una bendición agregada, amor."

Maya sonrió mientras se levantaba de puntillas para besar la barbilla de su

marido. "Creo que has tenido bastante de mi temperamento por esta noche y

para ser honesta, probablemente será lo que más podrás sacar de mí por un

tiempo. "Bostezó. "Me agoto demasiado en estos días."

"Y yo que pensaba que el don añadido sería la seda".

"Cállate, ricura."

"Sí, amor."

243
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 23
Maya fue tan buena como su palabra. Durante las semanas siguientes, no

mostró su genio ninguna una vez. Por supuesto, si eso era porque estaba

demasiado cansada para hacerlo o porque el MacGregor había estado

atendiendo a su esposa embarazada con todos los caprichos, no lo podría decir.

Tenía tres meses, así que todavía no se le notaba, pero el laird estaba más que

feliz.

Todo el mundo en el Castillo MacGregor se alegró por el cambio que ponía al

laird de buen humor. Después de todo, sabían que cuando Lady Maya estaba

feliz, el laird estaba eufórico. Cuando su esposa tenía alguna sensación de

malestar, estaba en un estado de agitada preocupación. Cuando Lady

MacGregor se enojaba, el MacGregor se volvía loco como un animal

Jaid Black - Después de La Tormenta


enloquecido. Su estado de ánimo siempre reflejaba el de su amante hasta el

extremo.

"Lo siento por eso." Maya miró sus pies y se volvió hacia la multitud de rostros

preocupados alrededor de ella. Juntó las manos a la espalda y sonrió con

dulzura a su marido, Harold, y Argyle. Mientras le devolvían la sonrisa, miró a

Sara y Dugald. "¿Qué pasa? ¿Nunca has visto una mujer embarazada vomitar

antes?"

Sara se rió cuando se dio cuenta de la mirada de nerviosismo escrita en toda la

cara del novio. "Apostaría a que no, querida. Pero entonces pareces vomitar con

el mismo gusto y elegancia con la que haces todo lo demás en la vida… nunca

había visto una mujer con cinco tonos de púrpura antes de perder su

desayuno." Le guiñó un ojo con picardía a Maya, para conseguir la sonrisa que

deseaba saliera de ella. "Casi no puedo esperar a verte en el parto."

244
El Club de las Excomulgadas
Maya abruptamente detuvo la sonrisa y palideció.

"Dios mío, no quise... es que..." Sara suspiró, incapaz de encontrar las palabras

adecuadas.

Maya levantó una mano. "Olvídalo. Traeremos a tu padre aquí a tiempo para

verme y para tu boda." Ladeó la cabeza y sonrió a Argyle y Harold. "Tengo toda

la confianza".

"Sobre eso", empezó Thomas, indicando con su gesto que el grupo debía

reanudar su camino ahora que el vientre de su señora se sentía mejor, "creo que

deberíais dejar de discutir sobre las nubes negras, ¿no es así, Lady Sara?"

Sara se aclaró la garganta antes de abordar a Thomas. "Me sentiría mucho más

segura si salimos de estos árboles y hablamos al aire libre donde podemos tener

Jaid Black - Después de La Tormenta


la certeza de que nadie está escuchando. ¿Está de acuerdo, mi señor?"

Thomas asintió y entonces llevó al grupo de seis personas a la cubierta del

bosque cuesta abajo por el lago.

Era la tercera vez en semanas que había dejado a Maya y Sara pasear más allá

de los límites del castillo con los hombres y las dos estaban profundamente

agradecidas por ello. Thomas había dejado en claro que Maya nunca podría

vagar sin su permiso ni presencia y nunca trató de contradecirlo. Ahora que

conocía que sus razones tenían todo que ver con mantener a Robert MacAllister

alejado de secuestrarla y nada que ver con el temor de que lo abandonara, el

encierro no parecía ser una carga tan pesada.

Habiendo decidido el MacGregor que tanto Harold el Sotted como Argyle se

aventurarían al futuro, el grupo de seis utilizaba su paseo semanal como una

oportunidad para hablar de sus planes en privado. Hoy caminaron por las

afueras del bosque para tomar un atajo hacia el lago. Fue hermoso para las

245
El Club de las Excomulgadas
damas, las dos nunca lo habían visto antes. Los árboles eran

más verdes de lo que nunca habían visto, con su aroma suave

y de invierno.

"Aquí estamos, señoras." Harold se dio la vuelta y les ofreció una reverencia

cortés. Él y Argyle sacudieron sus plaids y pieles de animales que habían

llevado desde la torre y los bajaron al suelo junto a la fosa que había sido

excavada para la fogata de hacía dos semanas.

"Dugald, vamos a prender el fuego dentro de poco." Ordenó Thomas. “Está

muy frío para las damas y mi crío."

Dugald inclinó la cabeza hacia Maya y Sara y luego partió junto a Thomas para

ayudar a encender las llamas.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Las mujeres se ocuparon de la preparación de la comida del picnic. Dispusieron

todos los alimentos que el cocinero había hecho para ellos, incluyendo un

surtido de quesos, dos tipos diferentes de pan, urogallo, y una manzana

regordeta para cada uno.

La sonrisa que Maya le dirigió a su mejor amiga era de oreja a oreja. Sara le

devolvió la sonrisa. Ambas adoraban estas salidas semanales. No había nada

como un paseo tranquilo por un bosque de Escocia que culminaría con un

picnic junto a un pintoresco lago en las tierras altas. Incluso si estaba más frío

de lo que habían esperado.

Thomas se dirigió de nuevo al lado de su esposa y se acomodó hacia abajo a la

izquierda de ella. La tomó de la mano y la calentó entre las suyas. "¿Estáis lo

suficientemente abrigada, mi señora, o necesitáis más pieles?"

Maya puso ojos de broma y sonrió. "Ya me siento bastante liada. Creo que las

cuatro que tengo por ahora son más que suficientes."

246
El Club de las Excomulgadas
Él soltó un gruñido. Entrelazando sus grandes dedos callosos a

través de los más pequeños de seda de su esposa, las unió

cruzándolas sobre el muslo.

Argyle se dejó caer al otro lado de Maya. Le dio las gracias por la comida que le

ofreció, después se pasó la lengua por los labios en una nueva frase de Inglés de

Tampa que había adquirido recientemente. "Milady, me atrevería a decir que

estoy más nervioso y emocionado que incluso antes de una batalla contra los

MacAllister. Este viaje en el tiempo será de hecho una gran aventura.”

Maya sonrió. "Simplemente no te pongas ansioso cuando los colores se unan y

te gustará y llevarán fuera de estos terrenos. Casi me muero del susto yo

misma."

Sara soltó un bufido de acuerdo.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Nunca me dio miedo", anunció Harold. Se rascó la barba y frunció el ceño con

su propio recuerdo. "Por supuesto, estaban también mis tragos esa vez."

El grupo se echó a reír, incitando una sonrisa de el Sotted. "Sí, esto podría ser

más interesante sobrio."

Thomas negó y sonrió. Se metió una cuña de queso en la boca y se lo tragó

completo. "Bueno, entonces Lady Sara, como fuisteis a parar al bosque... "

Sara se aclaró la garganta mientras Harold se dejaba caer a su lado. Los seis

estaban ahora acurrucados alrededor del fuego en un círculo completo. "Maya y

yo hemos hecho todos los cálculos teóricos y matemáticos que existen de

nuestro tiempo con la información que recogimos de los viajes de Harold y el

nuestro." Se escuchó un montón de perplejas voces guturales, Sara aclaró su

declaración. "Nosotras, eh, creemos que hemos aclarado lo de las nubes."

247
El Club de las Excomulgadas
Ella continuó, ya que nadie volvió a gruñir. "Sabemos que en el

futuro las nubes negras han sido invisibles en su mayor parte

debido a que están cubiertas bajo la apariencia de una tormenta feroz. Otras

veces, tienden a acompañar a una tormenta."

"También sabemos", agregó Maya "que las tierras MacGregor, son el portal de

las nubes negras. Es aquí donde las nubes se originan y no en alguna otra

parte."

"¿Cómo pueden estar seguras?" Thomas preguntó.

Se encogió de hombros. "Sara y yo hemos estudiado todas las civilizaciones

antiguas imaginables y el clan MacGregor de las Tierras Altas es el único que

escribió de estas nubes misteriosas. Créanme, si hubiera sucedido en otras

tierras, alguien lo habría registrado."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Dugald asintió, de acuerdo con su conclusión. “Es una suposición muy

razonable, mis señoras."

"Sí," agregó Sara, "y, además, las nubes en el suelo MacGregor no necesitan una

tormenta para que les proporcione energía. Son poderosas aquí, muy fuertes.

Thomas, ¿no dijiste que tu hombre Hamish vio nubes muchas veces sin siquiera

una insinuación de que una tormenta se acercara?"

"Sí".

Maya asintió. "Pues bien, ahí lo tienen."

"Pero mi señora," Argyle pinchó decidido ya que no se sentía completamente

firme en su plan, "¿Cómo vamos a saber cuándo es la hora si no hay una

tormenta que nos advierta?”

248
El Club de las Excomulgadas
Maya lanzó un rizo rebelde por encima de su hombro y sonrió

tranquilizadora hacia Argyle. "Vamos a esperar por los

informes de Hamish. Él no sabe porqué Thomas se los ha solicitado, pero sabe

que debe informarle en el mismo momento en que las nubes aparezcan. Va a

funcionar. Sé que lo hará."

Harold asintió, aceptando la teoría de Maya. "Y para llegar a casa no podemos

hacer nada más que esperar. Con nuestra buena fortuna esa Tampa tendrá

muchas tormentas en un año para advertirnos, por lo que volveremos con una

pequeña preparación para que podamos irnos."

Sara asintió vigorosamente. Luego inclinó la cabeza hacia Harold y sonrió. "Las

probabilidades decían que es correcto. La razón de que más personas de

nuestro tiempo no hayan terminado en tierras MacGregor es sin duda porque la

Jaid Black - Después de La Tormenta


mayoría no sería tan tonta, como Maya y yo, de caminar por la playa durante la

cercanía de un huracán."

Los hombres se rieron mientras comían, coincidiendo plenamente con la

valoración de Sara de la situación. Thomas miró a su esposa y le guiñó un ojo.

"Tonta, sí, pero no puedo decir que lo sienta."

Maya sonrió a su marido. "Ahora bien Argyle, Thomas se ha comprometido a

reducir el tiempo en las listas cada día para que Harold, Sara, y yo podamos

continuar instruyéndote en el Inglés de Tampa."

Argyle tragó un bocado de manzana y luego asintió. “Sí. Y si me permite

decirlo, señora, creo que me ha ido bastante bien. Voy a ser capaz de conversar

con su gente hasta el atardecer".

Thomas lanzó un gruñido. "Creo que cuando volváis muchacho, creo que

tendrás que instruir a tu laird en esa futura lengua. Me gustaría conocer las

249
El Club de las Excomulgadas
palabras que mi mujer dice cuando me insulta enojada en

lugar de tener que suponerlas.”

Argyle levantó el puño a la boca y tosió incómodamente en él. "Creo que no os

gustaría saberlo, mi señor", murmuró.

Maya enrojeció, perforándolo con el ceño fruncido. "¡Mantente callado, Argyle!"

“Sí milad…"

“No, Argyle, no” ordenó Thomas. "¿Supongo que están hablando acerca de lo

sucedido hace quince días cuando mi esposa pisoteó la gran sala diciendo algo

sobre mí en su lengua?"

Argyle estudió las pieles de animal que estaban debajo de él. Suspiró en tono de

disculpa. "Milady lo siento, no estaba pensando. No quiero ser lo que la gente

Jaid Black - Después de La Tormenta


del futuro llamaría un chismoso."

Sara se echó a reír. "Está bien, Argyle. Tu señor y señora ya no pelean." Miró

por encima de Thomas y sonrió. "Estoy segura de que el MacGregor puede

perdonar haber sido llamado" volvió a su inglés de Tampa y se rió “un chupa-

penes."

Harold se atragantó con su jarra de leche de cabra, el blanco de sus ojos se

volvió rojo con la tos. "Puedo decir que recordaré eso, muchacha. Esto ha

sucedido, mientras que todavía estoy sobrio."

"¡Sí!" Frunció el ceño Maya a nadie en particular. Cruzó los brazos sobre su

pecho a la defensiva.

"Mi curiosidad me abruma, señora", Dugald se rió entre dientes: "No puedo

saber lo que significan esas palabras."

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El Club de las Excomulgadas
"Ay, esposa", Thomas arrastró las palabras con ojos

entrecerrados "Tampoco entiendo que significan." Miró a

Maya, a la espera de su respuesta. "¿Te importaría decirme, amor?"

"¡No!" Se quejó ella, el olor del miedo cada vez más cerca a cada momento.

Lanzó una mirada a Argyle y prometió represalias.

Él hizo una mueca por la reacción, encogiéndose aún más en las pieles de

animales.

"Perdón, señora, pero prometo recompensárselo."

"¿Cómo?"

"Cuando sepamos que volveremos, el Sotted y yo pararemos en su comedor

favorito y le traeremos uno de esos Big Macs y papas fritas que a veces la oigo

Jaid Black - Después de La Tormenta


gritar en sueños antes de que rompa el ayuno cada mañana."

Maya se quedó pensativa, como si considerara la proposición de Argyle para

perdonarlo o no. "¿Y un batido de chocolate?" Murmuró.

"Sí".

"Y una coca. No se puede olvidar la maldita coca."

"Yo no me olvidaré, milady.”

Maya inclinó la cabeza con aceptación de sus términos. "Muy bien. Entonces te

perdono por cualquier pena que vaya a recibir cuando traduzcas mis palabras a

mi marido."

Thomas arqueó una ceja. "'¿Es tan malo?"

251
El Club de las Excomulgadas
"Bueno, no lo creo", respondió Maya, tratando de poner una

sonrisa seductora que de inmediato se vio como falsa. "Pero

como te gusta repartir castigos por cualquier cosa pequeña". Agitó la mano en

el aire con un gesto de desaprobación, un gesto que su marido sabía que era en

sentido defensivo. "Siempre quieres enviarme a mi habitación por tonterías."

"Bueno", respondió Thomas mientras echaba hacia atrás sus manos "Entonces

decidme Argyle. Traduce las palabras de mi esposa para que pueda ver si me

parecen tonterías."

Argyle se aclaró la garganta nerviosamente, rogando a su señora con los ojos

redondos que lo perdonara. "Un pene… "

"¡Argyle, por favor!" pidió Maya. “¡No digas más!"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Argyle continúa", encomendó el MacGregor.

“Sí, mi señor. Como iba diciendo, Un pene… "

"¡Espera Argyle!" Maya saltó a sus pies y le rogó a su marido. "¿Puedo tener al

menos una ventaja, Thomas? ¡Las puertas del castillo se encuentran a la vista!

Tus hombres me verán llegar. Sara puede ir conmigo. ¿No es así, Sara?"

"Por supuesto" respondió Sara, tratando de ocultar su diversión por el pánico

de Maya.

Thomas frunció las cejas y el ceño, junto a su esposa. "No, mujer, os quedaréis a

mi lado mientras oigo las palabras de Argyle."

"¡Por favor!" Imploró Maya, decidiendo que no estaba de más un poco de

servilismo. "Concédeme esta petición y no pediré otra en un muy largo tiempo!"

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El Club de las Excomulgadas
Thomas deliberó en silencio durante el mayor momento de la

vida de Maya antes de ceder. "Bien." Sacudió su muñeca hacia

la torre. "Ve".

Maya dejó escapar un suspiro de alivio luego agarró la mano de Sara y corrió

con ella desde el campamento. Dugald sacudió la cabeza y se echó a reír

mientras veía la carrera de su ama como si los demonios del infierno le

estuvieran pisando rápido los talones. "No puedo esperar a escuchar el

significado de esto, Thomas. Sé que no puede ser tan malo como eso." Él movió

la mano en dirección a Maya para enfatizar su significado.

Thomas negó. Ciertamente, sus palabras no podían haber sido tan

desagradables como para justificar su carrera. El laird se rió entre dientes y

luego asintió a Argyle. "Por favor continúa, muchacho. Cuéntanos lo que

Jaid Black - Después de La Tormenta


significa ser un "chupa-penes."

*****

"Por el amor de los cielos, Maya, ¿Podrías ir más despacio? Estoy a punto de

caerme." Sara llegó a un abrupto fin, obligando a Maya a hacer lo mismo desde

que se habían tomado de la mano.

"Por favor, Sara, vamos rápido. ¡Quiero echar el cerrojo a la puerta del

dormitorio para él!"

Sara se rió entre dientes, el esfuerzo era tan considerable que luchaba por

recuperar el aliento. "Mira detrás de ti. Los hombres claramente han regresado

allí." Hizo un gesto con la mano hacia el lago. "Y las puertas del castillo se

encuentran a poca distancia."

Maya suspiró con resignación. “Tienes razón. No podría atraparme…"

253
El Club de las Excomulgadas
"¡Maya!"

Maya hizo una mueca y se volvió hacia el lago cuando oyó el grito de guerra

bramado y arrancado de la garganta de su esposo. Thomas estaba a una buena

distancia, pero estaba corriendo hacia ella más rápido que un toro. "¡No creo

que vaya caminando el resto del camino!" Gritó mientras recogía su falda y

huía hacia la torre.

Sara dejó escapar una respiración dificultosa y se dejó caer sobre la hierba a

esperar que Dugald la alcanzara. Sonrió al ver al hilarante laird corriendo hasta

la colina como un loco. Maldita sea, ¡Deseaba tener una cámara! Este estaba

definitivamente resultando ser un momento Kodak.

*****

Jaid Black - Después de La Tormenta


“¿Quién... es...el maldito chupa-penes... Maya?"

Thomas habló entre empujones mientras penetraba el cuerpo hinchado de su

esposa por detrás. Ella estaba a cuatro patas, gimiendo mientras golpeaba su

carne pegajosa como un ariete.

"¡Oh, Dios, Thomas!" Gritó de placer. "¡Yo! ¡Yo soy!"

Ella echó la cabeza hacia atrás y sucumbió ante el orgasmo más intenso que su

marido le había dado hasta la fecha. No había nada más delicioso que sus seis

coma cinco pies de altura, doscientas cincuenta libras y un Laird con un

proporcionalmente gran pene empeñado en demostrar su hombría.

Thomas esperó la liberación de su esposa luego sacó su pene fuera de ella y se

volteó sobre su espalda.

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El Club de las Excomulgadas
Llevó su pene a sus labios y le exigió la entrada con una orden

áspera. "Demuéstralo".

Maya lo miró con ojos vidriosos y sonrió sin motivo hacia él. "Sí, mi señor,"

murmuró.

Abrió sus labios y su lengua se arremolinó alrededor de la punta, después

recorrió el resto del camino. Thomas gruñó mientras bajaba la cabeza de su

virilidad a la boca de su mujer, metiéndoselo lo más lentamente como le era

posible.

Maya tenía otros planes. Tomó a Thomas por sus musculosas nalgas y tiró de él

hacia ella, obligando a su eje a llegar hasta la parte posterior de su garganta.

Un grito salvaje de placer se arrancó desde el fondo de su garganta, mientras se

Jaid Black - Después de La Tormenta


sometía a sus deseos y montaba la boca de su esposa de la forma en que a

menudo se montaba sobre cuerpo. Empujó dentro y fuera con golpes

profundos, dándole tanto como ella podía tomar. Estaba a punto de correrse.

Echando la cabeza hacia atrás, sus fosas nasales se abrieron y sus músculos se

tensaron.

Ella aspiró su clímax, ordeñándole todo lo que tenía. Su bramido de erótica

liberación pudo ser escuchado a lo largo de la torre. Ella se sonrojó, imaginando

la risa callada de los soldados a su alrededor cuando se sentara a comer con

ellos esa noche.

Maya dejó de estar avergonzada y sonrió de satisfacción en silencio. ¡Cielo, ten

piedad! Tal vez debía llamar a su marido con apodos más a menudo.

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 24
"Maldito sea el infierno." Señaló Maya cuando se pinchó el dedo y se lo llevó a

los labios chupando el goteo de la sangre de él. Este tapete estaba tratando de

destruir los nervios de una mujer. Pero bueno, decidió, cuando estés en Roma

haz lo que vieres. Y en la Edad Media, no había mucho más para una mujer que

hacer además de tener hijos y coser. Suspiró, odiando ese hecho.

Sara se rió entre dientes mientras sacaba la mano del regazo de Maya para un

examen rápido. "Es menor, no está mal en lo absoluto. Podrías utilizar un poco

de antiséptico… Dios mío, se me olvidaba que no existe todavía."

Maya frunció el ceño. "Añádelo a tu lista, Argyle." Cuando él no respondió de

inmediato, miró en su dirección con atención. Ella sonrió a Sara, notando que su

Jaid Black - Después de La Tormenta


guardaespaldas no oyó lo que había dicho porque estaba demasiado ocupado

con Lena.

Lena estaba de pie al otro lado de la gran sala dirigiendo a dos soldados para

que colgaran el último tapiz que Maya y Sara habían tejido. "Argyle", bromeó

Maya mientras levantaba la mano delante de su cara para ganar su atención.

"¡Yu-huu, Argyle!"

Argyle parpadeó un par de veces en rápida sucesión, después volvió la cabeza

para mirarla. "Perdón, señora."

Maya y Sara se rieron de la cara del soldado, que de golpe se puso roja, lo que

lo inducía a convertirse en un encantador tono púrpura. "¿Por qué no te casas

con la chica cuando regreses del futuro?" Preguntó Sara, con una sonrisa de

placer en su rostro.

256
El Club de las Excomulgadas
Sus ojos bajaron al suelo. "No puedo decir que le guste a Lena,

Lady Sara. Ella es prima del MacGregor con dote, ya saben."

Maya resopló. "¿Estás ciego? Adora el suelo que pisas."

Argyle se iluminó considerablemente con esa noción. "¿Lo crees?"

"Lo sé. Argyle, eres todo de lo que la chica habla. Pídela antes de irte."

"No puedo." Argyle tomó una respiración profunda y sacudió la cabeza. "No

puedo ", susurró.

"¿Pero por qué?"

Argyle miró a Maya a los ojos y dejó escapar otra respiración profunda. "¿Qué

pasa si no puedo regresar?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya y Sara fruncieron el ceño. Ambas habían estado tan atrapadas en sus

propias razones egoístas para enviar al muchacho al futuro con Harold que

ninguna de ellas había pensado en el tipo de ramificaciones que su afán podría

tener en la vida de otras personas. “Entonces no vayas", Maya le pidió

tomándole una mano en las suyas.

"No, milady, tengo que hacer vuestro pedido. No puedo..."

"¡No!" Sara le imploró mientras le tomaba la otra mano. "Nunca debimos

pedírtelo."

Maya asintió en acuerdo. "Sara tiene razón. ¡No vayas, Argyle! Todos te

echaremos mucho de menos y no podría vivir conmigo misma si algo saliera

mal y nunca pudieras regresar de nuevo con Lena. La niña te ha amado

durante años. No puedo ser responsable, aunque sea indirectamente, de su

miseria."

257
El Club de las Excomulgadas
Argyle se ruborizó, no acostumbrado a tales demostraciones

de afecto. "No cambiaré de opinión, señoras. Pero juro que no

descansaré hasta que esté de vuelta en casa."

"Pero Argyle", insistió Maya, "Por favor…"

"No vamos a hablar más de esto, milady," Argyle interrumpió, sonando más

maduro que lo que indicaban sus años. "Haré su pedido y sólo entonces

volveré a casa".

Maya suspiró, cediendo. "Si insistes."

"Lo hago".

"Muy bien, hazlo a tu manera. Sin embargo, presta atención a mis palabras,

Argyle. Si no vuelves en el plazo de tres quincenas iré por ti. Y cuando te

Jaid Black - Después de La Tormenta


encuentre te daré una patada en el trasero desde el futuro hasta el pasado."

"Eso va por mí también", agregó Sara con un guiño celoso.

Argyle sonrió. "Mis señoras se preocupan por mí, ¿no es verdad?"

Maya rodó sus ojos al cielo. Sonrió. "Lo que sea que nos haya poseído, no tengo

ni idea."

*****

Thomas aceptó la copa de vino de la mano de su escudero y le indicó a sus

hombres que tomaran asiento más cerca de él junto al fuego en la gran sala. Su

mujer se había retirado ya la víspera, la fatiga de llevar a su crío todavía se

cernía con regularidad. "¿Querías hablar conmigo, John?"

John el Anciano tomó un sorbo de su propia copa antes de responder. "Gracias

258
El Club de las Excomulgadas
a ustedes por aceptar verme en tan poco tiempo. Y a vos

también, Sir Dugald ", reconoció con una inclinación de

cabeza.

"Por supuesto, John", respondió Dugald. "¿Qué problemas tenéis?"

John sacudió la cabeza. "No, no eso. No hay preocupaciones con su gente.

Bueno, no de manera directa. Es sobre los MacAllister."

Thomas se enderezó en su silla, con los músculos tensos. "Dime".

John asintió y dejó su vino en la pequeña mesa al lado de él. "Un rumor ha

estado circulando por el pueblo. Dice que Robert se vio cerca un par de veces.

Esto” dijo” ha estado haciendo investigaciones entre los herreros y otros

artesanos sobre los hábitos de la señora, mi señor."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas frunció el ceño. "¿Qué se puede esperar al hablar con un herrero o un

comerciante? Ellos no pueden saber sobre mi esposa."

John asintió. "Los aldeanos estuvieron de acuerdo por lo que llegaron a mí con

sus preocupaciones. No sabían qué hacer."

Dugald se rascó la barbilla y suspiró. "Creo que el MacAllister se está aferrando

a nada. No es inteligente, eso es seguro, pero tampoco le falta ingenio para

preguntarles a los soldados que ven a Lady Maya todos los días. Su otro recurso

sólo sería preguntarle a los habitantes del pueblo y la esperanza de que ellos

sepan algo del día a día de la Señora MacGregor o de su vida cotidiana."

“Sí” suspiró John. “Es mi razonamiento también."

Thomas dio un puñetazo en su muslo, echando humo entre los dientes

apretados. "Me duele bastante saber que el tipo me ha evitado hasta el

259
El Club de las Excomulgadas
momento. ¿Y ahora saber que realmente camina en mis tierras

y le pregunta a mi pueblo acerca de mi esposa? Es más de lo

que puedo soportar. Hay que agarrarlo. Quiero peinar el bosque otra vez."

Dugald asintió y volvió entonces su atención de nuevo a John. "Voy a enviar

más hombres a patrullar los cierres. Dad aviso a los aldeanos para que alerten a

los soldados si ven al MacAllister."

John asintió. “Hecho."

Dugald alcanzó su copa de vino mientras miraba a Thomas. "¿Cualquier otra

cosa, mi señor?"

Thomas frunció los labios con ironía cuando brindó por el hombre con la

bebida. “Sí. Matarlo en el acto. Y ser rápido en eso. Mi señora quiere ver la feria

Jaid Black - Después de La Tormenta


cuando llegue al pueblo y no la dejaré ir si aún vive."

John sonrió. “Es bueno escucharlo, mi señor. Los miembros del clan desean

conocer a su señora. La mayoría de ellos no la ha visto todavía. Esta noticia será

bien recibida."

“No,” respondió Thomas con una mano levantada. "No digas nada. No

quiero…" se detuvo a mitad de la frase y puso su mirada en Dugald.

Dugald sonrió, luego le dio una palmada en la rodilla mientras reía. "¿Estáis vos

pensando en lo que creo que estáis pensando, Thomas?"

“Sí,” sonrió Thomas. Volvió su mirada a John y le sonrió. "He cambiado de

opinión. Aseguraos de que todo el pueblo sepa del plan de mi esposa de ver la

feria. Quiero que se propague la noticia como un incendio forestal,

¿Entendido?"

260
El Club de las Excomulgadas
John estuvo desconcertado por el más breve de los momentos.

Miró a su laird con curiosidad hasta que la verdad lo golpeó.

La boca del anciano lentamente se curvó en una sonrisa perezosa. "¿Queréis

sacar al MacAllister de esa manera?"

“Sí. Y vamos a estar listos para él. Si Robert viene a la feria, nunca la dejará con

vida."

Jaid Black - Después de La Tormenta

261
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 25
"¿Estáis segura que mi plan no os molesta, amor? Prometo que estaréis más

protegida que una reina en la feria, sin embargo, estáis preocupada y voy a

cancelar todo." Thomas miró hacia abajo a su mujer, ya que daban un paseo

mano a mano a través de los jardines.

Cuanto más pensaba en su plan para capturar al MacAllister con su mujer como

cebo vivo, menos le gustaba. No quería al canalla en el mismo país que su

señora, y mucho menos en la misma feria. Aun así, no podía pensar en otra

manera de sacar a la serpiente de su agujero.

“No, Thomas. No me preocupa en absoluto. Tengo toda la fe en tu capacidad

para protegerme y sé en mi corazón que ni siquiera lo habrías sugerido si

Jaid Black - Después de La Tormenta


creyeras que había la más mínima posibilidad de que algo pudiera salir mal."

Maya inhaló el aroma de los árboles a su alrededor, desestimando el tema. Ah,

las Tierras Altas. Tenías que amarlas.

Marido y mujer paseaban en silencio en lo que sería un exuberante jardín,

cuando las flores se descongelaran esa primavera. Thomas se dio cuenta de que

Maya no llevaba bien el estar encerrada en la torre durante días y días, por lo

que en los últimos tiempos se había hecho un espacio para tomarse un tiempo

para caminar con ella todos los días antes de la cena. Maya se encontraba en lo

que ella llamaba su segundo trimestre y afirmaba tener más energía.

Y para su sorpresa, se dio cuenta de que esperaba estas salidas diarias con su

amor. Nunca había salido a caminar en círculos sin fin antes de casarse, pero

ahora hacía exactamente eso con su esposa.

Caminaron durante otros diez minutos antes de que Maya hiciera una parada

abrupta.

262
El Club de las Excomulgadas
"¿Qué es eso, Thomas? Señaló a un crucifijo y un marcador de

cabeza que estaban junto a los jardines. Acostados al lado del

sitio había un montón de huesos.

Thomas dirigió su mirada hacia donde su esposa estaba señalando. Contuvo la

respiración y se persignó. "Buen Dios. Son los restos de mi madre. Los perros

los han excavado."

"¿Tu madre? No lo sabía… " Maya jadeó cuando Thomas la aplastó a su costado

y escondió su cara de la vista. "Lo siento, mi amor. No quería perturbaros

viendo esto."

"Thomas", Maya gruñó mientras se soltaba de su abrazo. "Recogía huesos para

vivir antes de casarme contigo, ¿recuerdas? Esto no me preocupa."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Su marido la miró con ojos burlones, sin la certeza de que debía ceder. A la

mayoría de las mujeres no les gustaba presenciar espectáculos como éste,

después de todo. Por supuesto, ella no era como la mayoría de las mujeres. Esta

era Maya. La soltó.

La pareja se acercó a la tumba profanada en silencio. Maya frunció el ceño

cuando se inclinó para inspeccionar lo que había sucedido. "Los perros no lo

hicieron, Thomas.”

Miró a su esposo mientras él consideraba su significado. "Pero el terreno se ve

arado. ¿Qué otra cosa sino los perros?"

"Oh, no lo sé." Frunció el ceño mientras se ponía de pie y hacía puños sus

manos para ponerlas en sus caderas. "¿Tal vez un laird descontento haciendo

todo lo posible por hacerte daño?"

Entrecerró los ojos cuando vio su significado. "¿El MacAllister, decís?"

263
El Club de las Excomulgadas
Maya suspiró mientras se ponía en cuclillas sobre los huesos.

"No hay marcas de dientes en los restos de tu madre. Los

perros no fueron responsables de este asqueroso evento, te garantizo que habría

abundantes marcas de dientes. Estos huesos están limpios."

La cara de Thomas enrojeció, sus fosas nasales abriéndose. "No puedo esperar

para matar al hijo de puta", anunció entre dientes.

Maya suspiró. "Después de esto, no puedo decir que te culpo." Se puso de pie

otra vez y apretó la mano de su marido, mientras lo frotaba con dulzura. "Y

después de todo lo que tu madre sufrió en vida, para ser profanada así en su

muerte." Sacudió la cabeza y frunció el ceño.

Thomas soltó la mano de su esposa y retrocedió un paso. "¿Qué queréis decir?

Nunca os he hablado acerca de mi madre anteriormente. ¿Quién fue?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya se encogió de hombros. "Nadie. Siempre me he preguntado por qué

nunca hablas de ella, pero ahora que veo sus restos con mis propios ojos, me

imagino que fue porque el tema todavía te hace entristecer."

Tomó la mano de su esposo, la llevó a sus labios y la besó suavemente. "Siento

mucho que tu madre haya sido asesinada."

Thomas sacó su mano como si hubiera sido picado. "Ella no fue asesinada",

apretó con enojo. "Mi madre se quitó la vida. ¡Era una zorra que tuvo amantes

en su cama de buena gana y se mató cuando el último rompió su compromiso!"

Maya ladeó la cabeza y puso sus manos en las caderas indignada. "Por favor, no

te vuelvas a referir a una mujer como una cualquiera, especialmente tu propia

madre, en esos términos de nuevo. No lo permitiré."

264
El Club de las Excomulgadas
Thomas gruñó mientras agarraba a Maya por las muñecas y la

atraía cerca de su cuerpo. "No vais a contradecirme en lo que

respecta a mi madre, ¿entendido?"

Maya zafó sus muñecas de las manos de su marido y se retiró unos pasos.

“Muy bien. No voy a mencionarla otra vez. Llámala como quieras, pero no lo

digas en mi presencia... ¿entendido?"

Thomas se pasó los dedos por el pelo con agitación antes de ceder con un gesto

breve. "Lo siento, Maya. Nunca debí gritaros. Teníais razón anteriormente

cuando dijiste que este asunto me entristecía enormemente. Todavía no puedo

pensar en ello."

Él comenzó a caminar atrás y adelante, lo que dio a Maya la impresión de que

su marido quería hablar de ella, pero no estaba seguro de cómo debía

Jaid Black - Después de La Tormenta


comenzar. “Háblame de ella, mi amor."

Thomas se detuvo y miró fijamente a su esposa. "Nunca he hablado de ella

anteriormente. De hecho, sólo Dugald sabe de esto y lo sabe porque estaba

conmigo cuando me enteré de que había tenido otros hombres en su cama."

Maya se quedó sin aliento. "Lo siento mucho. ¿Acaso ella no amaba a tu padre?

¿No fue el suyo un amor correspondido?"

Sacudió la cabeza y frunció el ceño. "Ese fue un infierno. Siempre pensé que mi

madre amaba a mi padre con su vida, pero éste descubrió que estaba

durmiendo con otro."

"Ouch. Me imagino que tu padre no tomó las noticias muy bien. ¿Cómo se

enteró?"

265
El Club de las Excomulgadas
Thomas dudó, sin saber si quería o no hablar más de esto. Por

último, se encogió de hombros y le dijo a su esposa lo que

sabía. "Se enteró la noche en que se suicidó. Un escudero de los MacAllister fue

enviado a mi padre con la información, clamando que Elizabeth fue vista

retozando con un tipo ese mismo día en el patio inferior."

"¿Un MacAllister? ¿Por qué diablos tu padre le creyó a un MacAllister?"

"No éramos enemigos en aquel entonces. Los Hamilton eran con quien

habíamos luchado en esos días. De hecho, mi padre venía de un ataque contra

el clan Hamilton ese día cuando se enteró de la muerte de Elizabeth... y de la

infidelidad."

Maya suspiró. ¡Qué cosa tan terrible para averiguar sobre tu cónyuge! Sin

embargo... "No lo entiendo. Así que ¿Cuándo fue atacada? ¿Después de su

Jaid Black - Después de La Tormenta


muerte?"

Thomas se encogió de hombros. "Nunca fue atacada."

"Sí lo fue."

"Maya, os lo diría si fuera así. Elizabeth no fue atacada."

Maya entrecerró los ojos y frunció el ceño. Tenía que probar que sabía de lo que

estaba hablando. "Elizabeth murió por repetidas apuñaladas en el área del

corazón. ¿Estoy en lo cierto?"

La boca de Thomas se abrió mientras miraba con asombro a su mujer. "¿Cómo

podéis saber eso?"

266
El Club de las Excomulgadas
Ella sonrió con tristeza a su marido mientras le hacía señas

hacia los restos de su madre. "Es lo que hago para ganarme la

vida en el futuro, ¿recuerdas? Ven aquí y deja que te muestre lo que fui

entrenada a ver."

Thomas dudó por un breve instante después se puso en cuclillas junto a su

esposa. “¿Sí?"

Maya señaló hacia el área donde Elizabeth habría tenido su corazón en vida.

"Estos huesos de protección han sido muy fragmentados. Es imposible que tu

madre se apuñalara a sí misma tantas veces y con tanta violencia, antes de

sucumbir finalmente a la muerte.

"Además, puedo decir por las heridas que el cuchillo la cortó desde un ángulo

que es imposible que se causara los cortes con su propia mano. Estas heridas

Jaid Black - Después de La Tormenta


fueron causadas por alguien más." Maya sacudió la cabeza. "Tu madre no tomó

su propia vida. Estoy segura de ello."

Thomas se levantó lentamente. No dijo una palabra en lo que pareció una

eternidad. Si el suicidio de su madre era mentira, ¿No era también posible que,

su supuesta infidelidad, fuera una mentira también? Quizá la razón de la

infidelidad de Elizabeth fue tan impactante para él y Angus porque no había

sido infiel al principio. Quizá Angus había pasado el resto de sus años

amargado y solo por pecados que Elizabeth nunca había cometido.

Y Elizabeth, su amada madre, había sido confinada a los jardines de la muerte

en vez que junto a su marido porque éste había creído que era demasiado

inmoral para terrenos consagrados. "Maya, debo llevaros al castillo", dijo en un

susurro ronco. "Necesito estar solo."

267
El Club de las Excomulgadas
Ella miró a su marido con pena en sus ojos. Sonaba tan roto.

Asintió, soltando los dedos de su marido, y se fue sin decir

palabra.

Maya expulsó una respiración profunda que reflejó todo lo que había

aprendido hasta la actualidad. Tal vez había oído demasiadas historias del

MacAllister últimamente, pero el hecho de que se trataba de un miembro de ese

clan el mismo que le había dicho al padre de Thomas sobre una supuesta

relación de su esposa tenía que llamarle la atención en su mente. Algo en ese

escenario no estaba bien.

Jaid Black - Después de La Tormenta

268
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 26
Maya se frotó el redondeado vientre y se lamió los labios. Casi jadeó cuando los

sirvientes pusieron los platos que había hecho el cocinero ante ella. Todo olía

francamente delicioso. Heck, incluso el gallo era tentador en estos días. Ahora

que estaba en su quinto mes de embarazo, se sentía generalmente famélica,

hasta el punto de que muchas veces se sentía como si llevara diez bebés en

lugar de uno. "Por favor, pásame el pan dulce, Argyle.”

“Sí, señora." Argyle lo hizo y entonces sonrió a su señora mientras ella inhalaba

el pan fragante.

"Dios mío, Maya", Sara la amonestó, sacudiendo la cabeza. "Te vas a ahogar con

tu comida si la engulles más rápido."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya gruñó, después, nuevamente, fue a la derecha para atacar otro manjar.

Thomas y Argyle se echaron a reír. "Esposa, Lady Sara tiene razón. Mejor

reducís la velocidad. Prometo que no voy a dejar que vuestra comida se vaya y

huya de vos."

Maya dejó de comer a media mordida y levantó una ceja de oro. "¿Te estás

burlando de mí, Thomas? Estoy alimentando a tu bebé, ¿sabes?”

Él sonrió. “Sí, lo sé. Y me temo que el muchacho o muchacha, no quiera salir si

continuáis alimentándolo de esa manera."

Sara se rió de eso. "Me imagino el nacimiento ahora, mi señor. Vamos a tener

que convencer a su bebé de salir del vientre de su madre con una pierna de

cordero en una mano y un pan dulce en la otra."

269
El Club de las Excomulgadas
Los hombres aullaban alegremente con la visión que

provocaba las palabras de Sara.

Maya desgarraba una pierna de cordero con sus incisivos y frunció el ceño.

Sostuvo el hueso en el aire y señaló con él hacia su marido. "No debes burlarte

de tu esposa. No tengo la culpa de que tu bebé sea un cerdo."

Thomas levantó las manos en señal de fingida rendición. Por desgracia, no

podía dejar de reírse para salvar su propia vida. "Perdonadme, amor. Sé que es

mi culpa."

“Sí” Argyle guiñó un ojo, "todo es la culpa del Laird."

"Sí", bromeó Sara, "todos sabemos eso."

Maya frunció el ceño al grupo de personas que la miraba con expresión

Jaid Black - Después de La Tormenta


divertida en sus rostros. Dirigió la pierna de cordero que estaba comiendo a su

esposo una vez más. "Tienes suerte de que crea que eres tan guapo."

Thomas se ruborizó.

Sara y Argyle se rieron más fuerte.

Ahora, incluso Maya estaba sonriendo. Voltearle las cosas a su esposo siempre

era muy divertido. "¿Qué sucede, mi amor? ¿Te he avergonzado?"

"¡Thomas!"

Los cuatro dejaron de reír y dirigieron su atención hacia la entrada del

comedor. Dugald se acercaba rápidamente, espada en mano, viéndose como si

estuviera poseído.

"¿Qué pasa?" Thomas gritó mientras se levantaba. "¿El MacAllister?"

270
El Club de las Excomulgadas
“No." Dugald sacudió la cabeza y envainó la espada. “No, mi

señor, ¡son las nubes negras! ¡El mensaje fue enviado por

Hamish!"

Maya se puso de pie, agarrando la mano de Argyle en el proceso. Ella miró a su

guardaespaldas, mirándolo mientras tragaba la noticia. "'¿Es tiempo entonces?",

Se preguntó.

"Sí", anunció Dugald con una inclinación de cabeza mientras sus ojos veían a

Argyle. "Te espera el Sotted en el exterior, muchacho."

Argyle miró con ojos abiertos a Sir Dugald, incapaz de quitar su mirada lejos de

la cara del comandante.

"¿Estás bien, Argyle?” preguntó Maya mientras le apretaba la mano. "No tienes

Jaid Black - Después de La Tormenta


que ir si no quieres."

Argyle casi tragó, después se volvió hacia su señora y se inclinó en una rodilla.

"Voy a ir ahora, Milady. No le fallaré."

Maya estaba a punto de discutir con él cuando se dio cuenta por la mirada

determinada de sus ojos que no tenía sentido hacerlo. Apretó la mano de

Argyle y le pidió que se pusiera de pie una vez más. Cuando obedeció, se

levantó de puntillas y le colocó un casto beso en la mejilla.

Argyle suspiró soñador, eufórico por la muestra de afecto de la dama. Thomas

frunció el ceño, con celos. "¡Argyle!" Gruñó.

"¿Sí, mi señor?"

"Vámonos. Esposa, vos y Sara esperarán aquí hasta nuestro regreso."

271
El Club de las Excomulgadas
"Pero Thomas," respondió Maya, con ganas de ir a la colina

para ver a Argyle y Harold irse.

Thomas levantó una mano para silenciarla. “No, esposa. Permanecerás aquí o

nadie se irá."

Maya estaba a punto de protestar cuando Sara tomó su mano y en silencio rogó

que no hiciera alguna cosa que pudiera causar que Thomas cambiara de

opinión. Ella cedió, lanzando un guiño a su marido, rígida en el proceso.

Thomas suspiró con los puños de sus manos sobre sus caderas. "Entenderás mis

razones para esperar aquí en la torre, amor. Eso no es ser un tirano."

Maya suspiró. “Ya lo sé." Se volvió hacia Argyle y le suplicó con ojos

preocupados. "Por favor, cuídate. Por favor, vuelve a casa pronto."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Argyle asintió, luego levantó la mano de su señora a los labios y la besó

suavemente.

"No tema. Haré su pedido y estaré en casa antes que nazca el crío de mi señor."

Maya asintió. "Dile a Harold que le echaré de menos."

"Lo haré."

Argyle se liberó de las manos agarrotadas de su señora, y siguió a Thomas y

Dugald hacia las puertas del frente de la torre.

"¡Vigila a tu Dama!" Thomas tiró por encima del hombro a Gilfred cuando salía

del comedor y se dirigía al exterior. "No me iré por mucho rato."

*****

272
El Club de las Excomulgadas
Maya y Sara caminaban de ida y vuelta ante el hogar del gran

salón. Sara miró expectante a la pared, mientras miraba el reloj

que se encontraba allí. Ella suspiró al recordar que los relojes de pared no se

habían inventado todavía. "¿Qué diablos les está tomando tanto tiempo?"

Maya regresó al pan dulce y continuó con su ritmo frenético. "No sé", confesó

con la boca llena. "Maldita sea, este pan está sabroso."

Sara puso los ojos en Maya. Dejó de caminar y miró a su mejor amiga devorar

su quinto pan dulce desde que los hombres habían salido de la torre. Tuvo que

sonreír, aliviar su preocupación un poco. Su querida amiga se estaba

convirtiendo en un cerdo en posición vertical para caminar. La mujer se comía

cualquier cosa que no pudo comerse al principio de su embarazo. Era

sorprendente que no estuviera tan gorda como una casa.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Las puertas del castillo silbaron al abrirse, induciendo a las mujeres a dar la

vuelta y ver la entrada de la gran sala con anticipación. Las miradas de Thomas

y Dugald aparecieron en un momento posterior. El laird se dirigió

resueltamente hacia su esposa, deteniéndose brevemente para decirle a Gilfred

que se fuera.

Maya tragó el último bocado de pan dulce mientras recorría a su marido,

buscando en sus ojos. Estaba pálido. Su imperturbable, heroico, señor de la

guerra que era su marido parecía muy agitado. Se tragó el rollo a pesar de que

la masa se le había pegado en la garganta. "¿Qué pasa, Thomas? ¿Cuál es el

problema? ¿No funcionó?” susurró.

Thomas y Dugald se quedaron sin habla, ninguno de ellos capaz de localizar

sus facultades para hablar.

"¡Dime antes de que muera de curiosidad!" Se lamentó Maya. "¿Funcionó o no?"

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El Club de las Excomulgadas
"¡Por favor!" dijo Sara. "¡No podemos soportar el suspenso por

más tiempo!"

Thomas hizo una respiración profunda y lentamente asintió a su esposa.

"Nunca he visto cosa como esa, amor ", murmuró. Negó. "Nunca".

Maya le echó la mano sobre su corazón para calmar su respiración. "Entonces

¿Funcionó?"

Thomas balanceó la cabeza en un movimiento ascendente y descendente, lo que

indicaba que sí. “Sí, amor. Se han ido de aquí."

Jaid Black - Después de La Tormenta

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 27
Thomas se sentó en su silla junto al fuego, bebiendo cerveza de su jarra

mientras él y Dugald reflexionaban sobre los eventos del día. Las damas hacía

tiempo que se habían retirado, ambas agotadas de todo el ajetreo que habían

tenido esa tarde mientras esperaban el regreso de sus hombres.

Thomas sentía el mismo cansancio, pero estaba demasiado herido como para

dormir. "Tengo que admitirlo, Dugald, que una parte de mí no creía en la

historia de mi señora. Parecía demasiado fantástica para ser verdad."

Dugald suspiró y bajó su jarro. "Me vergüenza decir que hubo también una

parte de mí que pensaba lo mismo."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"No se puede negar lo que vimos hoy, mi amigo. Nuestras damas son realmente

de ese futuro del que hablan."

Dugald negó. “¿Es atemorizante, no es cierto? ¡Pensar que nuestras mujeres son

del año 2001! Por todos los santos, Thomas, ¿Cómo puede ser?"

Se encogió de hombros. "No lo sabría decir. No creo que nadie pueda".

"¿Crees que Argyle y Harold volverán, o crees que querrán quedarse allá, en el

futuro, cuando lleguen ahí?"

Thomas tragó un sorbo de cerveza colmada y suspiró. Reflexionó en silencio

por un momento, tratando de ordenar sus sentimientos. “Sí, creo que van a

querer volver a casa, para complacer a las damas si no hay otra razón."

Dugald asintió. "Hay más. Y sé de los afectos de Argyle por Lena. Sólo espero

que sean suficientes para dejar el futuro", murmuró.

275
El Club de las Excomulgadas
Thomas sonrió mientras se levantaba y le daba unas

palmaditas de corazón a Dugald en la espalda. "Me aseguré de

que fuera un incentivo suficiente volver a casa antes que se despidieran."

"No entiendo".

Thomas se encogió de hombros, sonriendo todo el tiempo. "Saben que serán

nombrados caballeros si vuelven antes que mi crío nazca."

*****

El doctor Reginald Chance sostenía el marco con la imagen en sus manos y

sonreía con labios temblorosos. Estaba sentado en su escritorio y exclamó en

voz baja, mientras los recuerdos lo abrumaban.

Su niña se veía tan feliz en esa fotografía. Habían sido las mejores amigas desde

Jaid Black - Después de La Tormenta


la infancia. Al menos habían estado juntas cuando murieron en el peor huracán

de la costa este. Por eso, siempre estaría agradecido a Dios. Aún así, era poco

consuelo.

El doctor Chance bajó el marco con la foto y tomó otro. Había pasado la mayor

parte del año pensando que sus hijas habían muerto, sin embargo, cada día se

hacía más tedioso que el anterior. Estaba solo en el mundo ahora, su esposa

había muerto hacía años, y ahora su Sara y Maya se habían ido para estar con

su esposa. No podía encontrar felicidad en nada en estos días, ni siquiera en su

obra. Cada vez que ayudaba a traer una nueva vida al mundo, en silencio se

preguntaba en cuánto tiempo los destinos caerían sobre ellos. Su esposa no

había tenido tanto tiempo. Sus niñas habían recibido mucho menos.

El doctor Chance había entregado su renuncia hacía un mes, y luego vendió su

casa con todo en la misma. Había sido difícil de hacer, vender su casa, ya que

276
El Club de las Excomulgadas
contenía tantos gratos recuerdos de la vida de su familia

reunida. Pero tenía que hacerlo, por su propia cordura, y no

por otra razón.

Echó un vistazo a la habitación que era su antigua oficina con nostalgia,

sabiendo que esta noche sería la última vez que podría hacerlo. Mañana los

Crenshaws estarían viviendo aquí, creando nuevos recuerdos para sustituir los

antiguos. Suspiró y se secó las lágrimas de sus ojos. Sin embargo, ¿cómo podía

continuar?

Un sonido fuerte estrellándose provino de la sala de estar, causando que

Reginald saltara.

Parecía como si la puerta de entrada hubiera sido derribada.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Dios mío, ¿Además de todo, también iba a ser robado?

Indiferente a la amenaza de la muerte, abrió la puerta de su oficina y se dirigió

resueltamente hacia la otra habitación.

El espectáculo que lo esperaba no era uno con que hubiera podido lidiar ¿Desde

cuándo los ladrones blandían espadas y usaban faldas escocesas? Había dos

hombres, uno con la cabeza de plata de su edad y una espesa barba, el otro

joven, rubio y afeitado. Ambos eran ominosamente altos y gruesos, todo

músculo. Ambos llevaban el pelo largo, con una sola trenza en cada sien.

El más viejo, más siniestro, dio un paso adelante y enfrentó a Reginald. "¿Eres el

curandero conocido como Chance, señor de Lady Sara?"

Reginald frunció el ceño por el acento extraño. Su acento era espeso. El hombre

se veía tan Escocés como era. "Sí, lo soy. O lo era. Mi hija está muerta ahora." Se

277
El Club de las Excomulgadas
movió con cansancio, con los ojos enrojecidos por el llanto.

"¿Qué diablos están haciendo en mi casa?"

El más joven, el rubio escocés sonrió, moviendo la mano en señal de saludo.

"Me llamo Argyle. Su hija no está muerta, mi señor. Estamos aquí para llevarlo

con ella y Lady Maya."

Jaid Black - Después de La Tormenta

278
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 28
"Por favor no me grites Dugald. Me estás haciendo sentir muy mal."

“¡Bien, Sara! ¡Me alegro de no ser el único! ¿Cómo podéis estar tan

malditamente calmada? ¡Haces que crea que os importa muy poco casaros con

conmigo! "

"¡Sabes que quiero esperar a mi padre! ¡Ya está! ¡Ahora estoy gritando también!

¿Eso te hace sentir mejor?"

“Sí, ¡malditamente si lo hace! Estoy pensando que…"

"Basta".

Jaid Black - Después de La Tormenta


La única palabra, pronunciada en voz baja pero con fuerza por el MacGregor

puso fin de inmediato a su pelea.

Thomas fulminó con la mirada a Dugald mientras él clavaba en su daga un

pedazo de gallina. "Ambos están arruinando la comida para todos en la mesa.

Rápido rompen la paz y salen gritando como malditas musarañas."

Maya miró con los ojos abiertos a su marido, pero no lo contradijo. Sara y

Dugald habían estado a la greña desde hacía casi una semana completa. Al

parecer, su marido estaba tan fatigado de la constante lucha de la pareja como

ella misma lo estaba.

"Lo siento, Thomas," replicó Sara, "pero yo no la inicié."

El MacGregor negó en señal de frustración, estando tan molesto con Sara como

lo estaba con Dugald. “No, no lo sientes, muchacha, sin embargo, puedo

entender lo que le molesta a mi comandante. Harold y Argyle se han ido por

279
El Club de las Excomulgadas
cuatro quincenas completas. Es posible que no regresen. ¿Vais

a posponer vuestro matrimonio con Dugald para siempre?"

Sara arqueó la espalda tan rígida como una lanza. Lanzó una mirada mordaz a

Maya y frunció el ceño. "¿Supongo que estás de acuerdo?"

Maya levantó la vista de la mesa y lanzó sus ojos entre Dugald, Sara, y su

marido.

Masticó lentamente, sin decir nada. Por último, suspiró y asintió. "Cariño, te

conozco y sé que quieres que tu papi te vea cuando te cases, pero Thomas está

en lo correcto. Es hora de ser realistas."

"Pero Maya…"

“No, Sara,” le interrumpió ella. "Sé realista." Maya bajó la voz para que nadie

Jaid Black - Después de La Tormenta


salvo los de la mesa pudieran oír sus siguientes palabras. "No es ningún secreto

en esta torre que puedes estar llevando a su hijo."

Sara tuvo la decencia de sonrojarse. Cerró los ojos y bajó la cabeza. "Lo estoy",

susurró grueso. "Y me aterra."

"Sara, amor," Dugald canturreó, "¿Lleváis a mi crío?" Arqueó los labios en una

sonrisa arrogante mientras se inclinaba sobre la mesa y le acariciaba las manos.

"Ajá", admitió. "Lo estoy".

"Entonces está hecho," Thomas decidió al instante, dejando claro con su tono de

voz sin compromisos que no iba a escuchar ningún contra-argumento. "Os

casarás con Dugald lo más pronto posible. Empiecen a planear la celebración a

corto plazo."

"¿Por qué lucís tan seria, milady? ¿No queréis tener a mi crío?"

280
El Club de las Excomulgadas
Sara levantó la cabeza y sonrió a través de los ojos a Dugald,

brillando con lágrimas. "Por supuesto que quiero", le prometió.

Se encogió de hombros sin poder hacer nada. "Pero tengo terror al parto."

Maya se echó a reír, frotando su vientre bien redondeado mientras lo hacía.

Negó con la cabeza y sonrió. "¡No, ricura, esto es aterrador!"

Ella ignoró el comentario que provocó risas y se inclinó hacia adelante. "Sara, a

diferencia de mí, que soy tan grande como para tener siete meses, no puedes

tener más de un mes. Eso lo sé a ciencia cierta. Si deseas darle a tu padre más

tiempo para llegar hasta aquí, planea la boda para el último momento, hasta

que esté cerca de que se te note, pero por lo menos ¡Planéala! ¡No estás siendo

justa con Sir Dugald y lo sabes tan bien como todos los que están sentados en

esta mesa!"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sara asintió al contemplar los pros y los contras de decir que sí. Decir que sí

significaba que iba a proceder con su boda si su padre llegaba a tiempo para

presenciarla o no. Decir que no significaba que su hijo podría terminar llevando

la etiqueta de hijo bastardo, una carta virtual de color escarlata en el siglo XIV.

No, ella no podía permitirse el lujo de ser egoísta. No le haría eso a su bebé.

"Está bien," cedió, "vamos a planearla." Y a la sonrisa triunfal de Dugald añadió,

"Pero he fijado la fecha en tres meses. A diferencia del resto de ustedes, sigo

creyendo que van a volver y no privaré a mi padre de la oportunidad de verme

a las puertas de la capilla."

"¿Y si no regresan?" Preguntó Thomas.

“Entonces aún se procederá según lo previsto", prometió Sara. "No quiero que

mi hijo lleve la etiqueta de hijo bastardo en este mundo."

El MacGregor asintió. “Está acordado entonces."

281
El Club de las Excomulgadas
"Sí," dijo Dugald, “está acordado".

*****

"¿Qué diablos está haciendo? Ha estado acaparando el cuarto de baño durante

una hora. ¡Necesito una ducha!"

Harold levantó la vista de la espada que había sido pulida y Reginald lo

consideró cuidadosamente. Lanzó su mirada hacia la puerta del baño de la

habitación del motel y de regreso. "Ya sabes cómo es el muchacho cuando se

acerca a sus libros de desnudos femeninos. Ya te figurarás lo que el muchacho

está haciendo en la cámara de baño."

Reginald hizo una mueca de dolor, mirando la puerta cuidadosamente. “No te

preocupes," murmuró. "Ya no tengo el deseo de bañarme allí."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Harold gruñó, volviendo al pulido de su espada.

Una hora más tarde, Harold estaba bromeando con Argyle igual que Reginald

lo hacía. "¿Cuánta semilla puede un tipo derramar, muchacho?" Golpeó la

puerta del baño, gritando con la parte superior de sus pulmones. "¡Salid de ahí!

¡Argyle! ¡Tengo que hacer pipí en el baño!"

Reginald miró a la puerta mientras cruzaba los brazos sobre el pecho. "Estoy

empezando a pensar que era más sabio alquilar dos habitaciones en lugar de

sola una."

"No", negó con insistencia Harold, "es una pérdida de buenas monedas." Y

después, "¡Argyle! ¡Te retirarás de la cámara de baño antes de que yo prenda

fuego hasta al último de tus malditos libros!"

282
El Club de las Excomulgadas
Un momento después, Argyle salió del baño viéndose como

un saciado pachá árabe que recién regresa de los placeres de su

harén. Suspiró con satisfacción mientras se dirigía directamente a la cama y se

dejaba caer sobre ella para acurrucarse en los cobertores. "Como decimos en el

futuro, Escocés, puedes ir a agitar la comadreja".

Harold pasó por la puerta del baño con la velocidad de un caballo de guerra en

busca del enemigo. "Si continúas con esos libros, muchacho, no tendrás una

comadreja que agitar", gritó por encima del hombro.

Reginald cayó en la silla más cercana a la televisión y fulminó con la mirada a

nada en particular. "¿Cómo diablos terminé gastándome mi jubilación con estos

dos idiotas?", murmuró.

*****

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Sara?"

"¿Sí, Maya?"

"Estoy empezando a pensar que es hora de empezar a buscar en el pueblo a una

partera".

Sara levantó la vista de la tapicería que Maya, ella y Lena cosían y sonrió con

dulzura a su mejor amiga. Maya se encontraba ahora en su octavo mes y tenía

cada vez más y más miedo con cada día que pasaba.

"Va a estar bien, Maya. Él va a venir, sé que lo hará."

"La Señora Sara tiene razón", anunció Lena. "Sé que Argyle volverá a toda

velocidad. Quizá la navegación es difícil en el océano en esta época del año."

283
El Club de las Excomulgadas
Maya desenhebró el hilo de la aguja, después la clavó en el

tapiz. "Difícil", murmuró con cansancio. "Estoy segura de que

tienes razón."

*****

"¿Qué dicen los informes meteorológicos?" Reginald le preguntó a Harold,

quien se dejó caer en la silla de al lado. Aceptó una lata de Budweiser de

Argyle que estaba sentado a su lado mientras esperaba una respuesta inminente

de Harold.

El Sotted apagó el televisor con el mando a distancia y volvió su mirada hacia el

médico. Tomó su vaso de jugo de la mesa y le dio un trago saludable. "La

tormenta se avecina frente a las costas de África. Se espera en dos semanas.

Tenemos una quincena para prepararnos."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Entonces es mejor prepararnos", decidió Argyle mientras desenvolvía un

cuarto de libra de queso y lo devoraba en tres bocados. Por su boca llena

proclamó, "Por todos los santos, ¡Cómo voy a extrañar estas mezclas sabrosas!"

"Yo echare de menos vértelas comer, eso es seguro."

"¡Criticas todo lo que hago, Sotted!", Argyle puso sus manos en las caderas

indignado. "¡Estás comenzando a hacerme sufrir un complejo de inferioridad!"

"¿De dónde demonios has sacado esa idea, muchacho?"

Reginald suspiró y sacudió la cabeza. "Cuando no está descargando su lujuria

en una mujer en el canal de Playboy, está ocupado lujuriándose con Oprah."

"¿Quién en el nombre de Dios Todopoderoso es esta Oprah?", preguntó Harold.

284
El Club de las Excomulgadas
Argyle puso los ojos sentimentalmente hacia el cielo. “Es el

nombre de una diosa de Nubia", suspiró románticamente.

Reginald puso los ojos en blanco y se puso de pie. "Es rica como Midas y se sale

de tu liga." Puso sus manos en las caderas y miró hacia abajo a los dos

escoceses. "Voy a dar un paseo. No puedo soportar estar encerrado en esta jaula

con ustedes dos un momento más. Entre tu deseo sexual", agito la mano

apuntando a Argyle "y tus gritos, " lanzó su otra mano a Harold "Nunca siento

un minuto de paz en este pobre lugar."

"Deja de lloriquear, Reggie", respondió Harold con un bramido. "¡He visto

muchos días mejores que éste!"

"De alguna manera lo dudo." Reginald se dirigió a la puerta de la habitación del

motel, dando la vuelta sólo después de que la hubo alcanzado. "Y no lo hagan",

Jaid Black - Después de La Tormenta


añadió con ojos entornados y nariz inflamada, "¡No me llamen Reggie!"

*****

Maya encontró a Sara sobre las almenas, mirando malhumorada a la noche.

Estaba vestida con un vestido tenue de seda roja, su cabello negro largo sin

agarrar y derramado hasta la cintura. La luz de la luna se reflejaba en sus

trenzas, dando un tono azulado a ellas.

Maya se había encontrado con su mejor amiga cada noche durante la semana

pasada en este mismo lugar. No se engañaba. Sabía lo que Sara estaba haciendo.

Estaba esperando y observando, esperando que con el tiempo tuviera suerte y

viera venir a su padre por el camino al castillo del MacGregor.

Maya se contoneó hacia lo alto, hacia Sara y se puso a su lado, mirando hacia la

noche negra. No dijo nada, sólo miraba las estrellas brillantes, ya que aparecían

no sólo en suelo MacGregor, a la espera de que Sara hablara primero. Si quería

285
El Club de las Excomulgadas
permanecer en silencio, no insistirá en la cuestión. Sara

empezaba a parecer tan desesperada y desamparada como

Maya se sentía. Se acercó y tomó su mano, apretándola con fuerza en la suya

propia.

Largos minutos pasaron en silencio, los sonidos de la noche escocesa

extrañamente plácidos en los escarpados terrenos altos. Maya levantó la

capucha de su capa alrededor de su rostro, el aire del verano de medianoche

volviéndose frío por las ráfagas de viento débil arremolinándose alrededor de

ellas.

"¿Maya?"

"¿Sí, Sara?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Busca a la partera".

286
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 29
Maya se quedó mirando al techo mientras yacía en la cama junto a su esposo

dormido. Apretó las grandes piedras de rubí, que su marido le había dado

durante su noviazgo contra su pecho.

Casi había completado los nueve meses. Era más que posible que Harold y

Argyle estuvieran atorados en el año 2001 y se viera obligada a dar a luz a la

manera antigua. Sin drogas. Sin analgésicos de cualquier tipo. Sólo agitación

total y sin adulterar, gritos, empujones, y rezos.

Todo lo que podía hacer en este momento del juego era rezarle a Dios y a todos

los santos de Thomas para que ella y su bebé lograran atravesar el

alumbramiento con éxito. Su marido no sería capaz de soportarlo si ella o el

Jaid Black - Después de La Tormenta


bebé morían. Y no sería capaz de descansar en paz en el más allá sabiendo que

su marido estaba angustiado con eso.

Thomas rodó sobre su costado unos minutos más tarde y metió a su esposa en

el pliegue de su brazo, sacando a Maya fuera de su lánguido estado. Pasó la

mano sobre su vientre hinchado y sonrió, todavía atontado por el sueño de

anoche. "Buenos días, mis amores."

Maya inclinó la cara hacia arriba y sonrió. "Buenos días. ¿Has dormido bien?"

“Sí. ¿Y tú y mi crío?"

"Sí".

"Bien".

287
El Club de las Excomulgadas
Maya llegó a la mano de su marido y entrelazó los dedos a

través de ellos. Él la besó en el vientre luego levantó las manos

uniéndolas a sus labios y puso un cálido beso en sus dedos. "¿Qué le pasa,

muchacha?"

"Nada." Suspiró. "Nada. Sólo abrázame, Thomas.”

El MacGregor jaló su esposa más cerca y la abrazó con amor a su lado. "La feria

es hoy, mi amor. Eso debería hacerte feliz."

Maya sonrió a su marido preocupado con una serenidad que estaba lejos de

sentir y asintió. "Sí, Thomas. Sólo abrázame mientras tanto."

*****

Unas horas más tarde, Maya reconoció para sí misma que la feria estaba

Jaid Black - Después de La Tormenta


haciendo maravillas para elevar su triste estado de ánimo. Había mucho que

ver, tantos aldeanos que conocer, y mucho para su interminable alegría, había

muchos alimentos diferentes que comer. Lo único que agriaba la ocasión, de

otra manera dulce, era el hecho de que los soldados MacGregor la rodeaban a

cada lado. Parecía una princesa con su séquito de guardaespaldas sobre ella.

Thomas había insistido en que cinco guardias de su escolta personal fueran con

ella a través de la multitud de asistentes a la feria, mientras que un aún más

grande contingente vigilaría el recinto. Como esperaba su marido sacar a Robert

MacAllister con todos estos hombres alrededor iba más allá de lo que su

capacidad llegaba a percibir. No era que estuviera buscando con interés el

enfrentamiento inevitable en lo más mínimo.

"Es un honor conocerla por fin, milady. Le presento a mi esposo, Stephen, es

uno de los hombres de MacGregor, pero no ha tenido el placer de conoceros."

288
El Club de las Excomulgadas
Maya sonrió afectuosamente a la joven que se había

presentado como Margaret. Estaba tan gorda con un niño

como lo estaba Maya, pero no parecía estar preocupada sobre el inminente

nacimiento del menor. ¡Cómo le hubiera gustado tener la fortaleza de esta

mujer de carácter! "Es un placer conocerte, Margaret. Espero llegar a conocerte

mejor. Por favor, siéntete libre de venir hasta la torre en cualquier momento,

cualquier día."

"Nunca debe imponer", se sonrojó Margaret. Ella se rió con gusto mientras

sonreía a Maya. "¡Mi esposo pronto tendría mi cabeza si se me permite

presumir de la hospitalidad de Laird!"

“¡Tonterías!" Maya le aseguró con una brillante, blanca sonrisa. "Es mi invitada

y por lo tanto le doy la bienvenida en cualquier momento. Sara y yo podríamos

Jaid Black - Después de La Tormenta


agradecer la compañía. Además“ añadió con un encogimiento de hombros,

“Nuestros bebés van a llegar más o menos al mismo tiempo. ¡Tal vez puedan

ser compañeros de juegos!"

Margaret se echó a reír alegremente, asintiendo con la cabeza arriba y abajo.

"Me gustaría, milady. Mejor me voy, mi marido ha esperado comer los

alimentos de aquí desde la última semana."

"Fue un placer conocerte, Margaret", anunció Sara con una sonrisa.

"Lo mismo digo, lady Sara. Fue agradable conocerlas."

Margaret hizo un gesto con la mano a su amiga por su partida, mientras

caminaba hacia el lado de su marido. Maya miró hacia Sara y sonrió. "Es

simpática, ¿no?"

"Sí, mucho."

289
El Club de las Excomulgadas
Las mujeres procedieron a explorar más la feria, deteniéndose

de vez en cuando para hablar con otro aldeano o para disfrutar

de la variedad de dulces que los comerciantes que viajaban llevaban. Maya

rápidamente decidió que iba a hacer que su cocinero preparara dulces de

jengibre laminados de azúcar… con la mayor frecuencia posible.

Devoró su quinto, señalando a Sara otro stand que deseaba visitar en el proceso.

Media hora más tarde, Thomas y Dugald se encontraron con sus mujeres en

una cabaña donde estaban ahora enfrascadas en una conversación con un

artesano. Ninguna de las mujeres era consciente de la presencia de sus hombres

hasta el momento.

El anciano que dirigía la cabaña había fabricado todo tipo de jarrones

llamativos y creaciones de vidrio de cerámica y una variedad de tonos de

Jaid Black - Después de La Tormenta


cristal que había adquirido durante sus viajes. "Probablemente necesitan

alrededor de cincuenta hasta cien pedazos", dijo Maya al viejo.

"¿De verdad cree que puede completar todo ese trabajo para finales de

diciembre?", preguntó Sara con escepticismo, arrugando la nariz. "Quedan tan

sólo unos meses."

El viejo asintió vigorosamente, obviamente encantado ante la perspectiva de

ganar un trabajo estable. “Sí, mis señoras. Trabajaré día y noche si tengo que

hacerlo. No sólo puedo forjar el vidrio, sino que soy herrero también. Y sería un

honor establecer mi residencia en los salones del MacGregor. No tengo ninguna

familia a la que preguntarle, por lo que no tengo más necesidad que un piso

para dormir."

"Tonterías", anunció Maya con un gesto de la mano. "Nunca pensaría en

ponerlo en el piso. Tendrás tu propia habitación y tres comidas al día, junto con

tu comisión."

290
El Club de las Excomulgadas
Thomas levantó una ceja. Había un montón de salas de

repuesto en la torre, más incluso de las que él conocía

probablemente, pero no apreciaba que su esposa estuviera dando cámaras en su

casa sin pedir su permiso primero.

"Eso es muy amable de su parte, señora", el artesano se sonrojo, "pero quizá

debería hablar con el laird antes de ofrecerme tal recompensa."

Thomas asintió con gravedad. Por lo menos el viejo entendía como eran las

cosas.

"Ya tengo su permiso", insistió Maya con un encogimiento de hombros

desdeñoso.

Thomas miró a su esposa por la espalda cuando asumió su postura más

Jaid Black - Después de La Tormenta


desafiante. "Oh, ¿Qué hacéis ahora, mujer?"

Maya se dio la vuelta al sonido de la voz de su marido. En lugar de mostrar el

propio temor que debería tener después de haber sido sorprendida diciendo

una mentira, en realidad parecía feliz de verlo, reflexionó.

"¡Thomas!” Exclamó mientras agarraba su mano y lo llevaba hasta su lado.

"Quiero que conozcas a alguien. Su nombre es Hamish, al igual que el pastor de

los MacGregor." Sonrió. "¿No es hermoso?"

Thomas se encogió de hombros. Sabía lo que su esposa quería decir en Inglés de

Tampa, pero no veía el porqué de este descubrimiento. Muchos hombres

escoceses eran nombrados Hamish, después de todo. Al parecer su esposa no

sabía tanto, pero no le dijo nada. "Hamish", reconoció con un gesto breve de su

cabeza.

"Mi señor,” replicó Hamish con un arco reverente.

291
El Club de las Excomulgadas
Maya apretó la mano de su marido con emoción. "¡Sara y yo

hemos encontrado por fin un hombre que tiene el talento para

hacer el tipo de adornos que van con nuestro árbol de Navidad este año! ¿No es

genial?"

Dugald avanzó en su camino entre Maya y Sara. "¿Árbol de Navidad?"

"¿No lo recuerdan ustedes dos?" Maya preguntó, mirándolos.

Thomas se encogió de hombros. "Aparentemente no. ¿Qué tengo que recordar?"

Maya frunció el ceño a su marido, liberando su mano a la vez. Sara sonrió al

laird y habló rápidamente, con la esperanza de evitar la escena que Maya

podría causar si pensaba que su marido había dado marcha atrás a su palabra.

"Thomas, Le prometió a su esposa el último día de Navidad que este año

Jaid Black - Después de La Tormenta


celebraríamos las vacaciones de acuerdo a las tradiciones de nuestra patria,

calcetines y pinos. Le dijo a Maya que si podía encontrar un artesano con

talento para la creación de los adornos que deseaba para el árbol de pino en la

gran sala, podría invitarlo a permanecer en la torre."

La mandíbula de Thomas se abrió mientras su memoria era sacudida. Su esposa

no había dicho una mentira, después de todo. Había saltado a la conclusión

equivocada. "Ah, así que lo hice. Perdonadme, amor. Entonces ¿Este es el

hombre que puede hacer los adornos con vuestras especificaciones?"

Maya sonrió a su marido, con su entusiasmo devuelto. "Ajá. Mira su trabajo ",

insistió dando un golpe de su mano hacia la mesa de la cabina. "¡Es brillante!"

La cara de Hamish se mostró carmesí y arrastró los pies torpemente ida y

vuelta. "Sus elogios hacen sentir a un hombre viejo digno, Milady."

292
El Club de las Excomulgadas
Maya negó, volviendo la sonrisa de placer al artesano.

"Nosotros somos los que tenemos suerte de haberte

encontrado. Por lo tanto," continuó, "Puede empacar sus cosas e informar a la

torre, una vez que esté listo. Gilfred aquí tiene a uno de los criados que tendrá

lista su recámara. ¿No es cierto, Gilfred?"

El joven caballero se acercó a su señora y asintió. “Sí, señora. Veré yo mismo

que se haga. "

"Gracias, Gilfred, Yo…"

Maya se detuvo a media frase. Su sonrisa exuberante se desvaneció, sustituida

por una pálida mirada.

"¿Qué es amor?" El latido del corazón de Thomas se aceleró a medida que se

Jaid Black - Después de La Tormenta


acercaba para calmar a su esposa.

Maya contempló a su marido y obligó una mirada de tranquilidad en su rostro.

"Es hora", susurró.

Sara abrió los ojos en forma de luna llena. "¿El bebé?" Gritó ella.

Maya asintió.

Tomás levantó a su esposa y la acunó en la protección de sus brazos. "Déjenme

llevarla al castillo", gritó por encima del hombro a sus hombres mientras se

abría paso entre la multitud que se separaba ante su caminar.

*****

Robert MacAllister vio al MacGregor llevar a su esposa de la feria hacia el

castillo MacGregor a toda velocidad. Frunció el ceño. ¡Maldito sea el hombre!

¡Hacía imposible acercarse a su perra hermosa!

293
El Club de las Excomulgadas
Se pasó las manos por el pelo, agitado, mientras consideraba

su próximo movimiento. Con tristeza evidente el MacGregor

nunca relajaría la guardia de su esposa mientras lo creyera vivo. Si Thomas no

creía que hubiera muerto, nunca llegaría acercarse lo suficiente al castillo para

entrar en él.

Robert conocía la forma de penetrar a la fortaleza MacGregor, una ruta de

evacuación abandonaba mientras serpenteaba con Angus MacGregor en su

juventud. Había matado a Elizabeth por esa ruta. Mataría a la actual Lady

MacGregor a través de esa ruta también.

Y al igual que Elizabeth, cabalgaría entre las piernas de la perra primero. Quizá

ella no le daría la bienvenida a sus empujes violentos más de lo que Elizabeth

lo había hecho. Robert se encogió de hombros. No era importante. La resistencia

Jaid Black - Después de La Tormenta


siempre hacía la victoria más dulce.

La cuestión para Robert era lo que iba a pasar con la dama una vez que la

hubiera tenido, pero iba a establecer sus planes sobre la marcha. ¿Cómo podía

hacer que el MacGregor lo creyera muerto? ¿Cómo iba a hacer su propia escena

de muerte para poder acercarse lo suficiente al castillo para encontrar el camino

para entrar?

Robert se rascó la cabeza, los piojos del cuero cabelludo hacían que su dolor se

prolongara. Luego sonrió lentamente, el primer destello de esperanza real que

había tenido en meses. Tomó una larva que encontró en su cabeza y la aplastó

entre sus uñas ennegrecidas.

Ah, sí.

Sabía exactamente lo que tenía que hacer.

294
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 30
Sara tomó la toalla mojada que la partera le entregó y limpió con dulzura la

frente de Maya.

"Las contracciones son más o menos con quince minutos de diferencia,

querida." Ella negó con la cabeza inquieta, pensando en lo mucho más fácil que

sería saber con certeza si hubieran tenido la precaución de haber usado un reloj

cuando ella y Maya habían sido tomadas por las nubes negras. "Todavía tienes

un gran camino por recorrer."

"Estupendo", respondió con sarcasmo Maya. Apretó los dientes. "No hay nada

como la prolongación de la agonía por todo el tiempo que sea posible."

Jaid Black - Después de La Tormenta


La partera Maris chasqueó la lengua. "Es parte de la vida, este dolor, y

terminará antes que os deis cuenta. Vuestras caderas son lo suficientemente

redondas para traer un crío sano en el mundo y sois tan fuerte como un buey.

No hay ninguna razón para tener miedo."

Maya arrugó la frente y miró expectante a Maris. "¿De verdad crees eso?"

"Sí", predijo con una inclinación de la cabeza. "Ahora bien, si tan sólo

pudiéramos conseguir vuestro semblante de la misma forma como lo está

vuestro cuerpo, pasaríamos todos por esto".

Sara se rió entre dientes.

Maya frunció el ceño y luego hizo una mueca mientras se preparaba para otra

contracción.

"Tienes suerte de que me gustas, Maris", advirtió. "No estoy de buen humor

hoy."

295
El Club de las Excomulgadas
"¿Si usted lo dice?" Maris chasqueó la lengua en la forma

materna en que lo hacía y negó de nuevo. Maya enrojeció, con

la sensación de adecuado castigo. Había algo en la partera que imponía respeto

y le hacía confiar en sus capacidades de curación.

Quizá era el hecho de que Maris tenía que tener unos cincuenta años, sin

embargo, a diferencia de la mayoría de la gente del siglo decimocuarto, todavía

tenía todos sus dientes y tenía la espalda recta como una flecha. La mujer había

tenido diez hijos, pero su cuerpo parecía tan fresco y bien cuidado como una

mujer de mediana edad. Era la personificación de todas las cosas sanas. Le daba

esperanza a Maya que una mujer pudiera tener muchos hijos y todavía viviera

su vida con firmeza en este momento.

Una contracción se impuso en el estómago de Maya, lo que la hizo doblarse de

Jaid Black - Después de La Tormenta


dolor. Maris le frotó la espalda y le susurró dulcemente mientras Sara se

apoderaba de sus manos para sostenérselas hasta que la intensidad pasó.

"Son cada vez más seguidas", susurró Sara, con excitación y temor juntos en su

cuerpo al mismo tiempo.

Abajo, en la gran sala, Thomas palidecía al escuchar los bramidos de su esposa

por el dolor. Nunca se había sentido tan impotente, tan completamente perdido,

en todos sus días. Si sólo Argyle y Harold hubieran logrado conseguir al Señor

a tiempo para el nacimiento, entonces no estaría tan preocupado.

Dugald se acercó a los pasos del laird y le dio unas palmaditas en la espalda.

“Va a estar bien, Thomas. Es una chica fuerte, vuestra esposa.”

El laird detuvo el ritmo lo suficiente como para suspirar y pasarse las manos

por el pelo. "Sigue diciéndome eso, mi amigo," dijo en voz baja mientras

reanudaba su andar tieso. "Por favor, sigue diciéndome eso."

296
El Club de las Excomulgadas
*****

"¡Los dos están locos! Yo no—repito yo no—caminaré más cerca del maldito

huracán!" El Dr. Reginald puso las manos sobre sus caderas y frunció el ceño

con ferocidad a Argyle y Harold. "Por otra parte, me siento como un maldito

idiota vestido así. Si morimos en esta playa, ¡No quiero ser encontrado usando

una falda!" Frunció el ceño, haciendo un gesto hacia al tartán que Harold

MacGregor le había obligado a ponerse esa mañana.

“¡No es una falda!" Argyle respondió con un gesto tan fiero como Reginald. “Es

el plaid de los MacGregor y te sentirás honrado este día que lo llevas puesto!"

"¡Bueno perdónenme, pero no! ¡Me siento como un maldito travesti!"

"¿Un qué?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¡Un travesti!"

"¿Qué es un travesti?"

"Se trata de…"

"¡Suficiente!", Harold levantó una mano silenciándolo y sacudió su dedo

acusador a Reginald. "Ya nos has demorado el tiempo suficiente. ¿Quieres ver a

tu hija de nuevo o no?"

El cuerpo rígido de Reginald se quedó inmóvil, con los hombros caídos. "No

puedo creer que les haya permitido engañarme con eso", apretó. "Mi hija está

muerta. ¿Por qué me hacen sufrir más?"

"Sabrás si mentimos en unos minutos más", dijo Harold con un gesto de la

mano. "No tienes nada que perder y una familia que ganar si coopera con

nosotros."

297
El Club de las Excomulgadas
"¡Tengo mi vida que perder si el huracán nos mata a todos!"

Harold se encogió de hombros. "¿Y eso sería tan malo?", Preguntó en voz baja.

"¿Qué tienes para vivir ahora, Reggie?"

Reginald enderezó su postura y miró a sus dos captores. "Ni una maldita cosa."

*****

Maya apretó la mano de Sara mientras otra contracción se abalanzaba sobre

ella. Sara miró a Maris y tragó nerviosamente. "Son cada vez más seguidas.

¿Cuánto tiempo más crees que le va a tomar?"

"Nuestra Señora será madre dentro de una hora."

*****

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¡Jesús Cristo!", Reginald gritaba obscenidades y otras cosas más cuando sus

pies fueron retirados del suelo y comenzó a volar en el aire por una banda de

color rosa brillante. "¿Qué carajo es esto?"

Argyle se cubrió los ojos con sus manos y oró a todos los santos que pudo

nombrar por un aterrizaje seguro.

Harold le frunció el ceño, poniendo los ojos en disgusto. "¿Por qué te estás

cubriendo los ojos, muchacho?", Rugió. "¡Ya verás lo que va a pasar!"

"Tengo miedo a las alturas," admitió Argyle, con los ojos cerrados

apretadamente lo más firme posible.

Harold meneó la cabeza y suspiró. Habían sido las ocho quincenas más largas

de toda su miserable vida.

298
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 31
El sonido desgarrador de los gritos de Maya causaba que Thomas juntara sus

manos sobre sus orejas. ¿Cómo una mujer podría sobrevivir tales torturas?

Incitar a Adán a comer una maldita manzana no podría haber sido un

suficiente y vil pecado para condenar a todo el sexo femenino a esta locura.

El MacGregor se dejó caer pesadamente en su sillón favorito junto a la

chimenea en el gran salón. Aceptó la jarra de cerveza que Dugald le entregó con

sombría resignación. Dugald se hundió en una silla junto a él y suspiró. "John el

Anciano acaba de hablar con la matrona fuera del dormitorio. Maris dice que

terminará pronto."

Thomas asintió, pero no dijo nada. Bebió de su jarra de cerveza y la dejó a un

Jaid Black - Después de La Tormenta


lado. Cerró los ojos y oró, cruzando sus dedos dos veces para estar seguro. Deja

que mi esposa y crío vivan. Silenciosamente suplicó a los cielos. Es todo lo que pido.

"¡Mi señor!", Dijo John el Anciano sin aliento en la gran sala y sonrió a su laird.

"¡Argyle y el Sotted han vuelto! ¡Ellos se están acercando!"

Thomas y Dugald se levantaron de sus sillas como si hubieran estado

incendiadas.

"¿Hay alguien con ellos?" Dugald bramó.

"Sí," rió John. "¡Creo que han traído al padre de Lady Sara de esa tierra lejana

que las mujeres proclamaban!"

Thomas dejó escapar un suspiro de sospecha que había estado sosteniendo

desde que los dolores de su esposa habían comenzado. "¡Traédmelos de

inmediato, John!"

299
El Club de las Excomulgadas
“Sí, señor."

*****

Maya respiró hondo y luego apretó los dientes. Maris le había dicho que era

casi la hora de pujar. Quería pujar ahora. Lo deseaba mucho. Se sentía como si

estuviera siendo lentamente torturada hasta la muerte.

"Está bien querida," cantó Sara mientras le limpiaba el sudor de la frente a

Maya. "Lo estás haciendo maravillosamente."

"¿Cómo demonios lo sabes?" Lloró dramáticamente, pero todos eran gritos de

agonía.

Maris chasqueó la lengua y sacudió la cabeza. "No prestéis atención a nuestra

señora, Sara. Es común durante el parto, esta rabia."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sara sonrió pacientemente a Maya, e hizo que Maya quisiera estrangularla aún

más. "Me alegro de que alguien pueda encontrar una razón para sonreír por

aquí ", murmuró.

La puerta del dormitorio se abrió con un estallido un momento después.

"¡Estamos recibiendo un bebé aquí!" Sara reprendió mientras se ponía de pie.

"Quienquiera que sea es mejor…"

Sara se congeló en seco y se aferró el corazón.

"¿Sara?" Reginald susurró con incredulidad, mientras entraba en el interior de la

habitación y miraba a su hija de arriba a abajo.

"Papá", dijo ella con voz débil. Se encaminó hacia él lentamente, con una sonrisa

que reemplazó rápidamente su ceño fruncido. "¡Papá!" Corrió hacia Reginald

300
El Club de las Excomulgadas
para abrazarlo y le echó los brazos alrededor de su cuello.

"¡Papá!" Rió mientras su padre la levantaba del piso y le daba

vueltas alrededor.

"Todo esto es muy conmovedor", susurró Maya venenosamente desde su cama.

"Ahora bien, si los dos pueden ahorrarse esta reunión para más tarde, necesito

los servicios de Daddy C7!"

"Maya" Reginald bajó a su hija. "¡Reconocería esa lengua de troll en cualquier

parte!"

"Es demasiado tarde para detener el dolor, pero al menos puedes ayudar a

Maris con el nacimiento." Gritó Maya mientras otra contracción le agarraba el

estómago.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"'Es tiempo de pujar” anunció Maris mientras pedía a Sara que cerrara la puerta

del dormitorio.

Reginald se acercó a lado de Maris y se inclinó. Le agarró la mano y la besó

suavemente. "Soy el padre de Sara, mi bella dama. ¿Y quién sois vos?"

La partera se sonrojó profusamente mientras le ofrecía la mano a los labios de

Reginald. "Me llamo Maris, mi señor."

"Papá, no sabía que hablabas gaélico." Sara sonrió afectuosamente a su padre

mientras caminaba de vuelta al lado de Maya.

Reginald se encogió de hombros. "Frick y Frack8 me obligaron a aprender

mientras esperábamos el huracán".

7 Daddy C: Conocido, day care en La Florida


8 Frick y Frack: Tonto y re-tonto, protagonistas de un show de comedia

301
El Club de las Excomulgadas
Maya puso los ojos. "¡Hola! ¡Hola!" Gritó. "¡Creo que estoy

teniendo un bebé aquí!" Se sentó en la cama y apretó los

dientes. "Tal vez, Sara, puedes guardar tus bromas para más adelante. Y tal vez,

Daddy C pueda seducir a mi partera después de sacar a mi bebé!"

Reginald y Maris chasquearon la lengua y sacudieron la cabeza al unísono. "Es

una pequeña impertinente, ¿No es verdad?"

*****

Argyle y Harold disfrutaron de una bienvenida de héroes después en la gran

sala. Aunque ninguno era pariente del laird, y Sir Dugald sabía de su verdadero

destino, los hombres del clan MacGregor todavía estaban conscientes que

habían desafiado una jornada intensa para traer a Lord Chance, así como la

gran cantidad de saqueos que se jactarían en mostrar mucho más tarde.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas estaba disfrutando de una buena cerveza llamada Budweiser que le dio

Argyle en un extraño empaque de hojalata. Estaba bastante buena, tuvo que

admitir.

Después de que la vuelta inicial a casa pasó, los hombres en la sala se reunieron

alrededor de la chimenea y esperaron tranquilamente con sus latas de cerveza

por las noticias de la esposa del laird y su crío. Thomas miró los rostros que lo

rodeaban y que reflejaban un aprecio por lo que el cielo les había dado.

Ahí estaba John, un hombre que había conocido desde que su madre lo había

dado a luz. Estaba Dugald, un leal amigo desde la infancia. Estaba Argyle, un

muchacho huérfano que había tenido el privilegio de criar como un buen

hombre. Y luego estaba Harold, un hombre que había conocido hacía una

veintena de años atrás y que se había congraciado recientemente a sí mismo en

su familia.

302
El Club de las Excomulgadas
Y pronto, de un momento a otro, iba a ser padre. Thomas

parpadeó con rapidez, obligando a las lágrimas que quemaban

detrás de sus ojos a detenerse.

Maris apareció un momento después. Caminó con gracia desde lo alto de las

escaleras y se dirigió hacia el Laird. Thomas se puso de pie y observó el

descenso de la matrona con el mismo interés que sus hombres. Todos estaban

en silencio, ni una palabra se habló.

Después de lo que pareció una eternidad, Maris finalmente se detuvo frente a

Thomas y sonrió.

"Felicitaciones, señor mío. ¡Es el padre de dos críos sanos!"

"¿Dos?" La pregunta fue arrancada de cinco juegos de labios.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maris se echó a reír alegremente cuando llegó a la mano de Thomas. "Su hijo

nació primero y su hija poco después."

Los gritos en la sala fueron arrancados mientras Thomas llevaba a Maris a su

lado y la besaba en la mejilla.

Levantó la lata de Budweiser a sus hombres, así como a las otras gentes que se

reunieron en torno a él con sonrisas en sus rostros. "¡Un hijo y una hija!" Gritó.

"¡Les nombro este día Angus y Elizabeth, como mi padre y mi madre!"

Otro coro de aplausos sonó a lo largo de la torre. Thomas apuró su cerveza de

un trago, arrojó la lata a Argyle, y se dirigió hacia las escaleras. Era tiempo de

ver a su esposa y críos.

303
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 32
"¿Nombraste a mi hijo Angus?"

"Es un buen nombre escocés, amor."

"¡Lo odio! ¡Me niego a llamar a mi hijo con ese horrible nombre!"

"¡Llamarás a mi hijo por su nombre… Angus!"

"Ahora niños", intervino Reginald. "No es bueno pelear así. Maya acaba de dar

a luz." Metió los brazos sobre el pecho y frunció el ceño a la pareja. Cuando la

cara de Thomas se volvió adecuadamente roja, Reginald gruñó de satisfacción,

luego se volvió y escoltó a Sara fuera de la habitación, dejando las disputas de

los cónyuges a su suerte.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya frunció el ceño a su marido mientras llevaba a su hijo en brazos y lo

colocaba en su pecho. Cuando Angus consiguió amamantarse de un pezón, ella

hizo un gesto a Thomas de que le entregara a Elizabeth. Thomas le dio un beso

a su hija en la cabeza luego la colocó en el otro pecho de su madre.

Maya le sonrió a sus bebés. No podía creer lo que estos angelitos pequeños eran

para ella.

Thomas observó mientras sus críos bebían del seno de su madre y secó las

lágrimas que cayeron de sus ojos. Esta era la felicidad. Esto era lo que se sentía

ser un hombre completo.

Maya miró a su marido y sonrió satisfecha. Su corazón se encogió más a la vista

de sus lágrimas. "Supongo que Angus no es un nombre tan malo ", cedió en voz

baja.

304
El Club de las Excomulgadas
Thomas sonrió mientras se sentaba en la cama junto a su

esposa. "Me convenciste de la inocencia de mi madre, mi amor.

Mi mamá y mi papá fueron obligados a separarse por engaños, es lo menos que

puedo hacer para reparar el daño."

Maya suspiró y asintió con resignación. ¿Cómo iba a discutir la lógica de eso?

Angus y Elizabeth MacGregor se llamarían.

*****

Argyle y Harold visitaron a Lady Maya una hora más tarde, deleitándola con

toda clase de historias emocionantes de sus aventuras con el clan Tampa.

Argyle sostenía a Angus en brazos, mientras que Harold arrullaba y mimaba a

la pequeña Elizabeth. “Es increíble Milady, que después de sólo un par de horas

Jaid Black - Después de La Tormenta


de vida nuestro heredero ya tiene el aspecto de un laird mientras que la dulce

Elizabeth se asemeja a vos."

Sara se rió entre dientes, aceptándolo de todo corazón. Ella se acercó a la cama,

con Dugald directamente detrás de ella, y Maya tomó su segundo batido de

chocolate desde que había dado a luz. "Los gemelos suelen verse iguales."

Maya se lamió los labios y aceptó con avidez el batido, y no respondió al

comentario de su mejor amiga.

"Ahorra un poco de ese brebaje para mí, amor," Thomas la regañó al llegar y

arrebatarle el vaso. Tomó un trago grande, después se secó la boca y lanzó un

suspiro. “Es bueno, este chocolate."

Maya se rió, trayendo su batido de regreso. "He ganado esto".

305
El Club de las Excomulgadas
“Muy cierto, esposa. Así que decidme", insistió Thomas con un

movimiento de su mano hacia Argyle y Harold, "¿Disfrutaron

de su aventura en el futuro?"

Argyle movió la cabeza arriba y abajo con fuerza. “Fue más maravilloso de lo

que puedo decir, señor."

"Me imagino que sí.”

"¿Quieren regresar?" Maya preguntó en voz baja, rezando porque la respuesta

fuera no. Había extrañado a sus amigos más de lo que podía poner en palabras.

"No, señora", anunció Argyle. "Fue una experiencia que nunca olvidaré, pero

ésta es mi casa."

"Sí," Harold secundó. "Tomé algunas ideas más para mis baladas de amor,

Jaid Black - Después de La Tormenta


mientras estaba en el futuro, pero mi lugar está aquí también."

Maya sonrió maliciosamente a Sara. "¿Vas a cantar en la boda de nuestra

querida Sara?"

Los ojos de Sara se abrieron como platos, lo que hizo que Maya tirara su cabeza

hacia atrás y riera. "Por favor, Harold," Sara murmuró, "sé bueno".

Harold guiñó un ojo a Lady Maya y luego sonrió a Sara. "Como dicen en el

futuro, milady, lo que es bueno para el ganso es bueno para el pavo."

Sara gimió, con las manos en la frente. Todo el mundo se echó a reír.

Un momento después, Maris y Reginald entraron en la alcoba. La partera

chasqueó la lengua y negó con la cabeza a Maya. "¿Qué hice mal ahora, Maris?"

306
El Club de las Excomulgadas
"Los críos necesitan dormir. Entiendo que todo el mundo está

feliz haciendo sus visitas, pero déjemelos a mí o a Lord

Chance. Vamos a ponerlos en sus cunas."

Maya asintió, señalando a Harold y Argyle para que les entregaran los niños a

la partera y al médico.

"Voy a vestirme tan pronto como todos se vayan. Harold y Argyle, los veré

abajo en pocos minutos." Sonrió luego llegando a la mesa junto a su cama y

robándose una baraja de cartas.

"He extrañado a mis compañeros de póquer más de lo que puedo decir."

Harold se rió mientras permanecía de pie y le dio unas palmaditas en la espalda

a Argyle.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Tenga cuidado, milady. Nuestro dulce Argyle se convirtió en todo un jugador

mientras del... eh...” miró a Maris y enrojeció, y luego miró de nuevo a Maya.

"Cuando nos encontrábamos en el clan de Tampa."

"Ella lo sabe." Sonrió Maya.

Los ocupantes de la cámara miraron a Maris. "¿Ella lo sabe?" Thomas le

preguntó. "¿Cómo?"

Sara negó, divertida y rió entre dientes. "Mi señor, usted sabe que su esposa

apenas puede controlar su lengua en un día normal. Podrá imaginar todas las

cosas buenas que tenía que decir al tiempo de dar a luz a sus niños."

La sala se llenó del sonido de risitas, Maya frunció el ceño. "¡Oye, no fue fácil!

¡En mi tiempo, las mujeres no tienen que sentir todo ese dolor! Y no tengo por

qué sentirlo la próxima vez. ¿No es cierto, Daddy C?"

307
El Club de las Excomulgadas
Reginald besó la frente de la pequeña Elizabeth y la puso

suavemente en el interior de la cuna al lado de su hermano. Se

acercó a Maya y se sentó a su lado en la cama. "Hay algo que he estado

queriendo decirles a ti y a Sara."

Sara soltó la mano de Dugald y observó los gestos nerviosos de su padre.

"Tengo la sensación de que es algo que no quiero oír."

Reginald hizo una sonrisa sin humor y se encogió de hombros. "No puedo, en

conciencia, dar a ninguna de las dos medicamentos para el dolor aquí".

"¿Qué?" Gritaron al unísono.

"Escúchenme", insistió Reginald con un gesto de su mano. "Si algo saliera mal y

les administrara accidentalmente demasiada droga, podría matarlas o causarles

Jaid Black - Después de La Tormenta


parálisis permanente." Negó con la cabeza. "Lo siento chicas. Puedo usar todos

mis conocimientos para ayudar a nacer a los bebés que llevan a salvo, y puedo

disminuir el malestar a un grado considerable con hierbas, pero no con drogas

sintéticas. No tenemos las máquinas adecuadas aquí para ver sus signos

vitales."

Maya miró a Thomas y frunció el ceño. "Planea mantenerte alejado de mi lado

de la cama por muchos años."

La habitación se inundó de risas.

Thomas frunció el ceño a su esposa. "No voy a hacer tal cosa.”

"Sobrevivisteis el día de hoy lo bastante bien", reprendió Maris. "Vos y Lady

Sara sobrevivirán a muchos nacimientos aun por venir." Pasó su mano hacia la

puerta y dijo su siguiente orden: "Todo el mundo fuera. Los críos necesitan

descansar. Pueden continuar con esta discusión en otro lugar."

308
El Club de las Excomulgadas
Maya sonrió a la partera. Estaban cortadas por el mismo mal

carácter, Maris y ella. "Permanecerás en la torre, ¿No, Maris?

No puedo pensar en nadie mejor calificada para ayudar a criar a mis bebés."

"Por supuesto que no puede", insistió Maris con gesto majestuoso.

El sonido de la risa fue callada, hizo un gesto hacia la puerta una vez más.

"Ahora afuera. Todos."

Jaid Black - Después de La Tormenta

309
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 33
El grupo MacGregor se reunió en la sala adyacente a la gran sala y se

encerraron en la cámara. Argyle se puso de pie y mostró todo el botín que había

adquirido durante sus viajes a la gente sentada alrededor de la mesa.

"El primer asunto se refiere a los negocios de las propiedades de las Señoras

Sara y Maya." Argyle alcanzó la primera bolsa de arpillera que había y que se

remontaba al siglo XIV y sacó dos bolsas más pequeñas. Le entregó la primera a

Maya y la segunda a Sara. "Como el dinero de papel no tiene valor en nuestro

mundo, Lord Chance negoció todo su dinero en efectivo por estas finas joyas."

Maya y Sara abrieron sus sacos y derramaron las gemas sobre la mesa. "¡Dios

mío!" Dugald proclamó. “¡Es casi una fortuna!"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas lanzó un gruñido. Revisó la riqueza de su mujer con un ojo y después

tomó las piedras y las colocó de nuevo en el saco. Le dio unas palmaditas a su

esposa en la rodilla y sonrió. "Me he casado con una heredera."

Maya le sonrió a su marido. "Podemos utilizarlo para comprar tierras y títulos

para cualquiera de los hijos nacidos después de Angus."

Thomas asintió, impresionado. Una pensadora astuta era su mujer.

Maya miró su bolsa y frunció el ceño. "Argyle, no veo… "

"Está aquí, señora."

"¿El qué?", Preguntó Thomas.

Maya sonrió mientras acariciaba el collar de rubí en su garganta. "Es un secreto.

Lo descubrirás en Navidad". Le guiñó un ojo y no dijo nada más.

310
El Club de las Excomulgadas
Thomas lanzó un gruñido, pero obedeció.

Durante la siguiente hora, Argyle y Harold presentaron al grupo todas las cosas

que habían acumulado en el futuro, mientras que la gente comía Big Macs,

papas fritas y tomaba sorbos de cocas de lata. Thomas y Dugald pasaron el

primer cuarto de hora maravillados por la practicidad de sus pajitas para

sorber. La siguiente media hora parecieron sorprenderse e intimidarse por las

varias invenciones futuras, tales como el encendedor Bic, una caja de cerillas, y

fotografías.

"Juro", anunció Thomas con tono reverente, "Que estos pergaminos que llamáis

fotografías se ven muy reales". Sonrió a una foto de bebé de Maya en el álbum

del Dr. Chance. “Elizabeth ya tiene parecido a ti, amor".

Maya sonrió, recordando tiempos pasados mientras miraba el álbum con su

Jaid Black - Después de La Tormenta


marido. "Estas somos Sara y yo en nuestro baile de graduación." Se rió. "¡Mira

nuestro pelo, Sara!"

Sara se levantó de su asiento y se puso detrás del hombro de Thomas. Pasó a la

siguiente página y sonrió. "Y aquí estamos en nuestra graduación de la

universidad."

Thomas pasó a la siguiente página del libro y frunció el ceño. “¿Quién es ese

tipo con los brazos alrededor de vos, Maya?"

Maya mordió una papa y luego miró hacia abajo en el álbum. Tragó con los ojos

muy abiertos. "Eh... nadie especial." Alargó el álbum y hábilmente cambió a la

página siguiente. "¡Oh, mira esto!" Anunció, con la esperanza de distraer a su

marido. "Estas somos Sara y yo en París."

311
El Club de las Excomulgadas
Su táctica no funcionó. Thomas volteó a la página anterior y

señaló con vehemencia en la fotografía al hombre guapo y

rubio detrás de Maya, con sus brazos rodeando su cintura.

“¿Quién es él?"

Maya se estremeció. "Estuve comprometida con él por un tiempo", admitió en

voz baja.

Thomas levantó la frente, formando una barra con los ojos. "¿El nombre?"

"Nick".

"¿Nick?"

"Sí".

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Nick el Trasero?"

"Sí".

Tres gritos de asombro llegaron de la boca de Argyle, Dugald, y Harold. "Si

hubiera sabido eso, habría matado al hombre cuando estaba en el futuro, mi

señor." Harold miró a Maya mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.

"¿Habéis estado comprometida con un mago?", preguntó con incredulidad

Argyle.

"¿Un mago?" Reginald preguntó con expresión perpleja. "¿Qué es eso de un

mago?"

"Ahora papá,” intervino Sara, dándole a su padre una mirada de no-te-atrevas-

a-contradecirme, "los dos sabemos que Lady Maya terminó su noviazgo con

Nick el Trasero cuando se enteró de que era un mago. ¿No es así?"

312
El Club de las Excomulgadas
Reginald se rascó la cabeza y le dio a su hija una mirada de:

mejor-explica-qué-infierno-es-esto-y-quiero-que-me-lo-

expliques-más-tarde. “Sí. Sí, por supuesto, ya lo sé. Todo el mundo sabe que

Maya no pudo soportar casarse con un mago."

Thomas lanzó un gruñido, apaciguado. "Quitarás esta fotografía

inmediatamente y la quemarás. No conservaré cualquier pergamino de mi

esposa en brazos de otro hombre, mago o no." Frunció el ceño a Maya, a la

espera de que cumpliera su demanda.

Maya se encogió de hombros, quitó la fotografía de su cubierta protectora de

plástico, y pasó el encendedor Bic por ella. La tiró al suelo, viéndola arder hasta

volverse cenizas. "¿Feliz ahora?"

Thomas lanzó un gruñido.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Dugald cruzó los brazos sobre el pecho y frunció el ceño a Sara. "Si hay

cualquier fotografía en el álbum de vos con otro hombre, será mejor que os

deshagáis de ella antes de que la vea."

Sara se mordió el labio y asintió. Tomó el álbum de las manos de Thomas y

pasó las páginas. Sacó un total de diez imágenes, Dugald estaba visiblemente

más y más enojado a cada retirada de pedazo de pergamino. "¿Has sido amada

por todos estos hombres?" Se volvió a Reginald y frunció el ceño. "¿Ha

permitido que la cortejen todos ellos?"

Reginald enrojeció, arrebatando las fotografías de las manos de Sara mientras

miraba a su futuro yerno. "¡Ahora veamos, en nuestro tiempo los hombres

tienen muchas mujeres antes de establecerse con una sola!" Jugueteó con el

montón de fotos y frunció el ceño. "La mitad de estas son imágenes de los

hombres de Maya de todos modos."

313
El Club de las Excomulgadas
"¿Los hombres de Maya?" Gritó Thomas.

Maya se quejó, hundiéndose aún más en su silla. "Gracias, Daddy C", murmuró

en voz baja.

"¡Ahora vean esto!" Reginald declaró a Thomas y Dugald con justa indignación,

"Mis niñas no fueron cortejadas más que por diez hombres cada una. Eran

chicas buenas, ambas."

"¿Diez hombres cada una?", Gritaron Thomas y Dugald al unísono.

Maya y Sara cerraron los ojos, ambas fantaseando sobre todas las formas en que

podían torturar a Reginald cuando estuvieran solas.

"¿Diez hombres? ¿Diez hombres?" Thomas miró a su esposa, con las fosas

nasales dilatadas.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya puso los ojos en blanco mientras se ponía de pie. "Thomas", lo regañó

mientras se quitaba un largo rizo del hombro, "Acabo de dar a luz a tus hijos

hace unas horas. No estoy de humor para que me grites. Me iré a mi

dormitorio.” Se volvió sobre sus talones y se quedó viendo hacia la puerta de la

sala.

"¡Maya!" Gritó Thomas. "¡Vuelve aquí y explicaos en este mismo instante!"

"No, ¡No lo haré!" Escupió mientras se daba la vuelta para enfrentarse a él de

nuevo. "Tú, mi propio marido, me has insultado." Corrió al lado de Reginald,

tomó las fotografías de su mano, y se las arrojó a su esposo. "Este cortejo era la

costumbre de nuestro tiempo, las cosas eran así. ¡No puedes culparme por vivir

de la única manera que conocía!”

314
El Club de las Excomulgadas
Sus palabras defensivas traspasaron a Thomas, haciéndole ver

las cosas desde la perspectiva de su esposa. Se echó atrás de

inmediato, aún enojado, pero no dijo más.

"Ahora,” anunció Maya por encima del hombro mientras caminaba hacia la

puerta de la sala, "¡Me voy a mi recámara, a alimentar a mis bebés, y luego me

iré a dormir a mi cama! ¡Buenas noches!"

*****

El MacGregor se paseaba por la muralla inferior, orando para que pronto se

calmara lo suficiente para visitar a su esposa y a sus críos. Nadie se atrevía

acercarse a él mientras se paseaba con ira hacia atrás y adelante, ni siquiera Sir

Dugald.

Jaid Black - Después de La Tormenta


En el fondo de su corazón, Thomas sabía que no era justo que estuviera tan

enojado con su esposa, sin embargo, saber tanto hacía poco para disipar su

estado de ánimo asesino. Quería matar al hijo de puta de Nick, quería verlo

morir por sus propias manos.

Thomas no era ingenuo como para creer que Maya había sido virgen y también

reconoció el hecho de que sabía eso mucho antes de casarse. Sin embargo, una

cosa era saber de algunos hombres olvidados hacía mucho tiempo de su pasado

y otra totalmente distinta ver una fotografía del hombre abrazado al cuerpo de

su esposa como si tuviera derecho.

Ningún hombre tenía ese derecho. Maya era su esposa, su bien, su posesión por

ley. Si tan sólo hubiera albergado la previsión de ir con Harold y Argyle al

futuro, entonces el hijo de puta de Nick estaría muerto y su honor vengado. En

su lugar, caminaba con ritmo en el patio deseando algo que podría haber sido y

que nunca sería.

315
El Club de las Excomulgadas
Era cierto que podría incursionar en el futuro solo y tomar

venganza, pero sabía que nunca dejaría su lugar al lado de su

esposa durante el tiempo que podría tomarle hacerlo. No, no podía soportar ser

arrancado de ella por largo tiempo.

Thomas suspiró, derrotado. Llegó a un abrupto fin y pasó los dedos por su pelo.

Su Maya estaba en lo cierto. Tales costumbres de cortejo eran la forma de las

cosas en el mundo que utilizaba para reclamar como suyo. Además, él había

ganado. Maya pertenecía irrevocablemente a él. Quizá podría dejarlo pasar,

sabiendo que era el vencedor cuando todo estaba dicho y hecho.

Después de todo, era su cama a la que Maya llegaba cada noche. Su cuerpo el

que exigía el de ella, amándola con toda su pasión. Eran sus críos los que

succionaban de sus pechos en su cámara ahora. Y serían sus críos los que

Jaid Black - Después de La Tormenta


crecerían en su vientre en el futuro.

Thomas se encogió de hombros, meditando cada vez menos cada momento.

Suspiró con resignación, consciente de que debía estar encima de las escaleras

con su esposa y sus críos, no caminando con ritmo en el patio como loco.

Era el momento de acceder a lo obvio. Nick el trasero podría haber ganado la

primera batalla, pero era una batalla anteriormente a que hubiera conocido a su

Maya. Además, el MacGregor había cobrado el último premio. Él era el hombre

que había ganado la sangrienta guerra.

*****

Maya despidió a Maris de su dormitorio, insistiendo en que la partera - y ahora

institutriz – fuera al gran salón para comer algo. Ella aceptó con facilidad, el

cansancio de las últimas horas había caído sobre ella.

316
El Club de las Excomulgadas
Angus se despertó al oír la voz de su madre y lloró. Maya se

abrió sus vestidos, liberando su pecho en el proceso, mientras

corría a la cuna que compartía con su hermana. Lo levantó y sonrió

cálidamente. "Sí que eres un hombre con hambre, pequeño."

Angus se lamentó en respuesta y continuó haciéndolo hasta que estuvo

felizmente amamantado por la leche de su madre.

Thomas entró en su dormitorio un poco más tarde, encontrando a su mujer

arrullando a su hijo mientras lo alimentaba de su pecho. Los miró en silencio

durante un largo rato, sin decir nada, pero sintiéndose muy contento. Elizabeth

comenzó a pedir atención con pequeños chillidos, rompiendo a Thomas de su

lectura lánguida de madre e hijo. Se acercó a la cuna y tomó a su hija. Le frotó

con dulzura la espalda mientras giraba su cabeza perfecta y le daba paternales

Jaid Black - Después de La Tormenta


besos cariñosos.

Maya lo miró después, entrecerrando los ojos. "No te oí entrar," admitió

rígidamente.

Thomas miró a su esposa y sonrió, queriendo una tregua. "Te estaba viendo, y

a Angus, desde la esquina. La pequeña Beth debió haber escuchado entrar su

papá”. Puso otro beso de amor encima de su frente luego miró a Maya. "Siento

la forma en que me comporté, Maya mía. No tenía derecho a enojarme por

cualquier cosa que os haya pasado mientras estabais todavía en el futuro."

Maya se encogió de hombros, con sus defensas inmediatamente desarmadas.

Sonrió lentamente, su enfado se disipó. "Está bien. La verdad sea dicha,

probablemente hubiera reaccionado de la misma manera en que lo hiciste si

hubiera estado inesperadamente frente a una mujer de tu pasado." Ella sacudió

su cabeza y frunció el ceño. "Déjame rectificar eso. Definitivamente habría

317
El Club de las Excomulgadas
reaccionado del mismo modo que lo hiciste si yo de improviso

hubiera sido enfrentada a ver a una mujer de tu pasado."

Thomas sonrió. "Bien. Y recemos para que nunca tengas la experiencia por el

tipo de sentimientos del que he sido objeto."

Thomas se acercó a su mujer mientras continuaba dando golpecitos a la espalda

de Elizabeth. "Creo que está esperando su turno por vuestro pecho, esposa.

Mejor los cambiamos tan pronto como Angus acabe de comer."

Maya asintió. "Ha terminado ahora. Voy a alimentar a Elizabeth mientras haces

eructar a Angus."

"¿Eructar?"

Maya sonrió. "Póntelo sobre tu hombro y dale palmaditas suavemente en la

Jaid Black - Después de La Tormenta


espalda. Al oírlo eructar entonces sabrás que hiciste un buen trabajo."

Maya tuvo que reír cuando unos minutos más tarde, su hijo eructó... y su

marido tuvo una mirada tan orgullosa que cualquiera habría pensado que

acababa de ser coronado rey de Escocia.

318
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 34
Entre los preparativos de la boda de Lady Sara y de Sir Dugald, la ceremonia

de nombramiento de caballeros de Sir Argyle y Sir Harold, que tuvieron lugar

al día siguiente de su regreso, el anuncio de los esponsales de Sir Argyle y Lena,

y la llegada de Hamish el Artesano a la torre, el Castillo MacGregor era un

hervidero de actividad sin fin al mes siguiente. Y todo esto, reflexionó Maya,

mientras se ajustaba a la maternidad con el señor de la guerra de su marido.

"Vas a estar casada mañana Sara, ¿Puedes creerlo?"

"¿Increíble, no? Sólo tuve que esperar, ¿Qué, un año?"

Maya tomó su mano de cartas y sonrió. "Bien, pero valió la pena. Daddy C ha

Jaid Black - Después de La Tormenta


llegado para acompañarte a las puertas de la capilla."

“Ya lo sé." Sara sonrió. "Y tengo a Harold y Argyle para darles las gracias por

ello."

Harold se sonrojó mientras tomaba la mano de cartas que Maya le daba. "No

fue nada, señora."

Argyle asintió. "Ahora que todo se ha resuelto. Los cuatro vamos a hablar de

negocios. Tengo una mano aquí garantizada, la mano para enviar a todos

vosotros a morder el polvo."

"Voy a ser el único huyendo, muchacho", insistió Harold con una sacudida de

cabeza indignado.

319
El Club de las Excomulgadas
En ese momento, Reginald entró en la sala y frunció el ceño.

"No dejen que los Tweedle Dee y Tweedle Dum9 las asusten,

niñas. Ninguno de ellos puede tener una vela para ustedes en el póquer."

Maya y Sara se rieron lo que causó que el ceño ya fruncido de Harold el Sotted

hacia el doctor Chance se hiciera más duro. "Quizá debéis entrar en el juego,

Reggie, y veremos quién hace polvo a quién".

"No me llames Reggie, Harry.”

"No me llames Harry, Reggie. Y ¿Quién me va a detener?"

"Yo lo haré."

"¿Vos? ¡Ja! ¡Vos no podéis ni siquiera manejar una espada!"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Reginald pisoteó al lado de Harold, con el rostro rojo de ira fantástica. "¡Todavía

tengo mis puños!"

Harold se puso de pie, desafiando a Reginald a los ojos. “¿Es a eso a lo que

llamáis cosas de mujer débil?"

"¿Enclenques? ¿Femeninas? Ahora ven aquí y trae tu trasero de caballo… "

"¿Trasero de caballo?" Farfulló Harold. Su cara se puso del mismo tono enojado

carmesí que el de Reginald. Se irguió hasta su altura máxima y metió el dedo en

el pecho del doctor. "Soy de goma, vos sois pegamento. ¡Lo que decís rebota en

mí de buena forma y se os pega a vos!"

Maya puso los ojos en blanco. "Muchachos, es suficiente. Angus ya muestra más

madurez que cualquiera de ustedes."

9
Tweedle Dee y Tweedle Dum: Gemelos de Alicia en el País de las Maravillas

320
El Club de las Excomulgadas
Sara se echó a reír y Argyle, inducido por los gritos de los

hombres se ruborizó brillantemente.

"¡Bien!" Escupió Harold.

"¡Bien!" Contestó Reginald.

Los hombres se sentaron en un lugar atrás. Maya entregó a Reginald una mano

de cartas mientras negaba con la cabeza por el entretenimiento.

"Bueno", declaró Argyle en un tono de ansiedad, "vamos a empezar el juego".

*****

Harold escupió en la culata de su espada, después la hizo brillar usando una

piel de animal desechada. Repitió la acción sobre el puño entero, concentrado

Jaid Black - Después de La Tormenta


en su trabajo. Levantó la vista cuando vio acercarse a Reginald por el patio.

"Lord Chance", refunfuñó.

"Sir Sotted ", reconoció Reginald sólo quejándose del tono.

Harold volvió a su trabajo, escupiendo y puliendo. Reginald se sentó en el

banco junto a Harold y lo miró en silencio durante un buen rato. Por último,

suspiró. "Tenías razón. No puedo empuñar una espada. No era algo que tenía

que saber cómo hacer en mi mundo."

Harold dejó su trabajo y miró fijamente a Reginald. Escuchó, pero no dijo nada.

"Supongo que me siento... bueno... como un débil aquí", admitió Reginald.

"Podía cuidar a las niñas en el siglo XXI, pero no tengo ni idea de cómo hacerlo

en el siglo XIV."

321
El Club de las Excomulgadas
Harold se rascó el mentón barbado reflexivamente. Se dio

cuenta de cuánto le había costado al curador admitir todo. "Yo

podría enseñarte, Reggie".

"¿Podrías?"

"Sí".

Reginald asintió. "Estaría para siempre en deuda contigo."

Cuatro horas más tarde, Maya, Sara, y Argyle pasaban a Reginald y Harold

mientras paseaban por el patio. Corrían rápidamente y en silencio detrás de una

hilera de arbustos, observando el duelo del dúo sin ser vistos.

"Me preguntaba dónde habían desaparecido” murmuró Sara.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Argyle entrecerró los ojos a los hombres. "Al parecer, Sir Sotted le está

enseñando cómo luchar en batalla", ofreció.

Maya sonrió mientras sacudía la cabeza. "Nunca pensé que viviría para ver el

día en que tu padre estuviera en una lucha de espadas, mientras viste falda

escocesa", susurró.

Sara se rió en voz baja. "Dijo que se sentía como una niña en la escuela católica

llevando ese plaid."

Maya le dio al doctor Chance una buena mirada. "Una muy corpulenta chica de

escuela católica, tal vez."

"Ja ¡Da la batalla, Reggie!" Harold gritó desde el centro de la muralla inferior

cuando sus espadas sonaron juntas. "Vamos a trabajar en mejorar tus

habilidades después de mañana.”

322
El Club de las Excomulgadas
"¿Por qué esperar tanto tiempo?" Reginald preguntó mientras

golpeaba a Harold de nuevo.

"La boda de tu hija es mañana por la mañana. Tengo canciones que preparar.

No puedo luchar sino hasta el día después."

Reginald maldijo cuando, un momento después, Harold lo desarmó y señaló

con la punta de su espada la garganta de Reginald. "Un día, Sotted," advirtió.

"Un día será mi espada la que apuntará a tu garganta."

Harold sonrió. "Y me voy a sentir como un orgulloso padre cuando llegue ese

día."

Reginald puso los ojos en los cielos. "Vamos a tomar algunos prisioneros,

Harry."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Yo estaba a punto sugerirte lo mismo, Reggie".

Dos mujeres y un caballero desconcertado rieron por lo bajo en las sombras.

"Creo que se caen bien el uno al otro", susurró Maya.

"Tengo que decir que estoy de acuerdo", reflexionó Argyle.

"Espero que no le enseñe a mi padre a cantar", agregó Sara.

El trío se miró y se echaron a reír.

323
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 35
"Creo que no puedo creer que me voy a casar con un caballero." Lena llevó su

mano a su corazón y suspiró dramáticamente.

Maya y Sara levantaron la vista de la tapicería que el trío estaba cosiendo y

sonrieron al mismo tiempo.

"Debes sentirte orgullosa de él", dijo Sara. "Obtuvo su título de caballero."

"Estoy orgullosa de mi Argyle. Muy orgullosa Milady." Lena sonrió, levantando

su fina tapicería una vez más. "Dijo que pensó en mí durante todo su viaje.

Prometió que soy más hermosa que incluso las mujeres de los libros que leía,

mientras estaba de viaje." Frunció el ceño y se encogió de hombros. "No puedo

Jaid Black - Después de La Tormenta


entender lo que quiso decir con eso, pero me tocó igual."

Sara tosió, aclarándose la garganta con delicadeza. "Estoy segura de que fue el

mayor de los cumplidos."

Maya negó ausente, después se pinchó el dedo y frunció el ceño. "¡Ay!" Hizo

una mueca. "Después de todo un año en esto, uno podría pensar que habría

dejado las heridas de guerra de la costura."

Sara se echó a reír alegremente. "Los tapices MacGregor no serían lo mismo sin

gotas de sangre tejidas a lo largo de ellos."

"Sí," Lena se rió, "le dan un efecto muy real, milady."

*****

Oh decir Sir Dugald verá

Las primeras luces del alba

324
El Club de las Excomulgadas
Después de que la Señora Sara lo hará en la cama

Y casi le da un susto.

La risa en la recepción de la boda hizo eco en toda la gran sala. Maya sonrió con

un sentido de venganza imperturbable, dando a Angus palmaditas en la

espalda mientras eructaba. Miró a Sara que se estaba convirtiendo en una

sombra deliciosa en rosa. "Por lo menos estás siendo humillada con el tono de

The Star Spangled Banner 10 en lugar de la Isla de Gilligan", bromeó.

La Señora Sara es justa

Sir Dugald necesita un heredero

Oremos por la noche

Jaid Black - Después de La Tormenta


Que su rodilla tenga cuidado.

Sara gimió. ¡Por lo menos Maya no había enseñado su trasero frente a su padre

en la recepción de su propia boda! Cautelosamente tomó su copa de hidromiel

con especias y vació su contenido. Después hizo señas desesperadamente a

Gilfred, lo que indicaba la necesidad de una dosis adicional.

*****

"Pienso que la recepción fue bastante buena", susurró Maya en la cama mientras

su marido estaba sentado junto a la cuna de los bebés.

"Sí", afirmó en voz baja. "Fue un buen momento." Quitó su cinturón de su plaid,

dejándolos caer al piso de la cámara. Caminó hacia la cama desnudo y sonrió a

su esposa. "Aunque no hubo un buen momento como lo hubo en la nuestra."

10 The Star Spangled Banner: Himno de los Estados Unidos

325
El Club de las Excomulgadas
Thomas se tendió sobre la cama boca arriba junto a su esposa y

puso sus manos detrás de su cabeza mientras miraba hacia el

techo.

Maya tragó. Había planeado originalmente que esperaran las seis semanas

completas antes de reanudar sus relaciones sexuales con su esposo de nuevo,

pero no podía detener el aleteo en el estómago a la vista de la gruesa erección

que su pene causaba.

"Thomas", susurró.

Él estiró la cabeza hacia ella, sonriendo a sabiendas de que cuando lo llamaba le

comía el cuerpo con los ojos. “¿Sí?"

Maya se arrastró al lado de su marido en la cama, apoyando su cuerpo en un

Jaid Black - Después de La Tormenta


codo, y miró hacia él. Extendió su mano libre sobre su pecho, sintiendo el sexy

pelo negro debajo de las yemas de sus dedos.

Thomas contuvo la respiración, sus pezones pinchados en pequeños puntos.

Sus músculos tensos como cables, el entusiasmo tambaleándose a través de sus

propias fibras. Disfrutaba de cada momento al tocar a su esposa, habiendo sido

demasiado tiempo desde que había explorado su cuerpo dispuesto, a su manera

de pensar. Su eje se hinchó dolorosamente rígido.

Maya se volvió más audaz, visible e inevitablemente consciente del hambre de

su marido, así como de la suya. Ella alcanzó entre sus piernas y sacó su pene

para adentrarlo en su mano. Lo acarició de arriba a abajo, con su toque

provocando familiares gemidos de placer en él. "Maya, mi amor, no puedo

sobrevivir a esto", admitió con voz ronca. "Si no podéis terminar, no

comencéis."

326
El Club de las Excomulgadas
Maya continuó acariciando la carne de su marido mientras

inclinaba la cabeza para acercar uno de sus pezones a su boca.

Thomas gruñó, incapaz de soportar la tortura mucho más tiempo.

Se hizo más insistente en sus caricias, hasta que por fin reemplazó la mano en el

eje de su marido por su boca. Tomó la cabeza de su hombría entre sus labios,

luego se tragó la mitad succionando largo y bajo. Thomas se apoderó de la parte

posterior de su cabeza, su aliento girando irregular y poco profundo. Maya

mamó arriba y abajo de la longitud de él, una y otra vez, con el sabor salado de

su pre-semen en su lengua.

Thomas no pudo resistir más. Forzó a la boca de su esposa a sacar su eje y se

volcó sobre ella. La besó rudamente en los labios, devorando su boca con la

suya, mientras alcanzaba entre sus piernas para acariciar su carne

Jaid Black - Después de La Tormenta


preparándola.

Ya estaba empapada. Tenía que tenerla… ya.

Thomas acomodó su musculoso cuerpo entre los muslos de su esposa y

suavemente probó los huecos exteriores de su apertura con su excitación,

avanzando lentamente, poco a poco en su interior. Maya gimió más fuerte,

ajena a cualquier cosa excepto el placer que ella sabía iba a seguir.

Tomó el rostro de su esposa, obligándola a sostener su mirada. La miró a los

ojos, con ganas de ver su reacción cuando la tomara. Había pasado tanto

tiempo. Demasiado tiempo.

Thomas metió el eje en el cuerpo de su esposa con un poderoso golpe. Ella abrió

la boca, su naturaleza apretando su condición de mujer después del nacimiento

de sus hijos. Era casi como perder su virginidad otra vez. Sólo que este dolor no

duraba tanto.

327
El Club de las Excomulgadas
Thomas se calmó, con el sudor vertiéndose en su frente.

"Hacedme saber cuándo me pueda mover en vos, mi amor.

Permitidme saber cuándo vuestro cuerpo recuerde al mío."

Maya se estiró y movió la cara de su esposo hacia abajo para acercarla a la suya.

Le dio un posesivo y apasionado beso en los labios, luego lo soltó y agarró sus

nalgas, amasándolas con los dedos. "Tómame ahora, Thomas," declaró ella.

"Maya", gruñó cuando surgió dentro de su estrecha abertura de nuevo.

La montó por momentos sin fin, con su ceño fruncido mientras bombeaba

dentro y fuera de su cuerpo. Rodó sus caderas, lo que provocó un profundo

gemido de aprobación de su esposo mientras empujaba dentro y fuera de ella

en movimientos más rápidos.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Continuó su viaje, luchando con su propia liberación, hasta que sintió el latido

familiar de su carne alrededor de su virilidad. Thomas echó atrás la cabeza y

gimió, derramando su semen profundamente dentro de ella.

Se calmó encima de su esposa, respirando profundamente. Después de dos

largas quincenas, finalmente se sintió repleto. Rodó fuera de ella y sobre su

espalda, moviendo a Maya hacia abajo para ponerla sobre su musculoso brazo.

Le movió el pelo empapado de sudor detrás de las orejas y le sonrió. "Pensé que

no me queríais a vuestro lado de la cama por muchos años", bromeó.

Maya sacudió la cabeza fuera de su pecho y lo miró a los ojos. Sonrió. "Es por

eso que lo hicimos en tu lado".

Thomas se echó a reír, dándole nalgadas de broma en el proceso. "Tengo la

sensación de que voy a estar en mi lado de la cama muchas más veces esta

noche, Maya mía."

328
El Club de las Excomulgadas
"¿Es una promesa?"

"¿Una promesa? Mi amor, lo juro."

Jaid Black - Después de La Tormenta

329
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 36
Robert MacAllister se inclinó hacia abajo y se rascó la cabeza mientras

observaba su obra. Le había tomado meses encontrar a un aldeano que acertara

tener el color del pelo y el tamaño corporal, pero el trabajo finalmente estaba

hecho. Lástima que tuvo que matar a los plebeyos, pero no había podido

evitarlo.

Robert sonrió. Realmente estaba todo brillante y digno. Había arrebatado el

cuerpo del hombre muerto para perversamente rasgarlo con el colmillo de un

animal que se había procurado para que pareciera como si un jabalí hubiera

desgarrado a Robert MacAllister en pedazos. Sólo que no era el MacAllister el

que estaba muerto en el suelo. "Era un plebeyo, usando la ropa de Robert.”

Jaid Black - Después de La Tormenta


Robert se puso de pie y se dirigió a la cubierta de árboles, sintiéndose cada

centímetro astuto por su estrategia. Se rascó el pecho, la ropa de lana gruesa

hacía que su cuerpo picara tanto como sus piojos infestados en su cuero

cabelludo lo hacían.

No importaba. Robert estaba demasiado bien de ánimo como para preocuparse

más de lo trivial. Los hombres MacGregor encontrarían el cuerpo del supuesto

MacAllister en cualquier momento. Entonces el MacGregor relajaría su guardia.

Y la perra sería suya.

El MacAllister sería mejor que el MacGregor… de nuevo. Era suficiente para

hacerlo reír de alegría.

330
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 37
Angus y Elizabeth MacGregor se sentaron en el regazo de su papá junto a la

chimenea en la gran sala y sonrieron con adoración hacia él. Cada uno de los

niños montó a horcajadas sobre uno de los poderosos muslos de su padre, con

el deleite que sólo los bebés de cuatro meses de edad pueden mientras Thomas

los subía de ida y vuelta en sus piernas con el juego del caballito.

“Es un caballo de guerra que vos bien estáis montando, hijo." Thomas hizo

relinchar al caballo de batalla que sonaba mientras sacudía a su heredero de un

lado a otro. Angus sonrió a su papá, su cabello oscuro y ojos eran la viva

imagen de su padre.

"Y vos mi Lady Beth, a un palafrén domesticado." Los ojos claros de Elizabeth

Jaid Black - Después de La Tormenta


se mostraron brillantes mientras reía, sus brillantes rizos rubios rebotaban al

tiempo que la rodilla de su padre.

Thomas miró a su esposa y sonrió, mirándola mientras ella y Lady Sara

ladraban órdenes a los hombres para colgar los adornos que Hamish había

construido para la decoración del pino de Navidad. Las medias que las señoras

habían cosido ya se habían colgado sobre la chimenea, por lo cual lo que quedó

para el final fue el árbol.

Hamish estaba cerca de Lady Maya, haciendo muecas cada vez que parecía que

un soldado MacGregor no era tan cuidadoso con las creaciones de vidrio que

había formado, como debería haber sido. Maya leía la preocupación escrita en

la cara del artesano y castigaba a los hombres de inmediato. "Gilfred y Argyle,

tengan cuidado por favor. Hamish trabajó día y noche en estas piezas. Faltan

solo tres días para navidad, por lo que no tendremos tiempo para

reemplazarlas."

331
El Club de las Excomulgadas
Argyle miró a su señora y frunció el ceño. "Mi señora, está

imposiblemente alto aquí. Estoy haciéndolo lo mejor que

puedo al mismo tiempo para mantener mi equilibrio."

Maya le sonrió. "¿Eres un caballero valiente, feroz con miedo a las grandes, digo

medianas alturas?"

“Sí, terriblemente, y no estoy orgulloso de admitir cosas así."

Maya y Sara se echaron a reír. Hamish sacudió la cabeza y se rió entre dientes.

"Argyle" Thomas gritó desde el otro lado de la sala, "Saca tu femenino trasero

de allí y ven a sostener a mis críos. Voy a poner yo mismo los adornos."

Argyle se sonrojó, pero cumplió fácilmente. Corrió hasta el lado del laird y

recogió a Angus y Beth del regazo de su padre. "Vuestro devoto primo Argyle

Jaid Black - Después de La Tormenta


hará el mejor caballito que puedan tener alguna vez."

Thomas gruñó en desacuerdo, después se dirigió hacia el árbol.

Dugald entró en la gran sala un momento después. Se detuvo junto a la

chimenea y les hizo cosquillas a los bebés, sentados encima de Argyle, en sus

barbillas.

Satisfecho de que los había hecho felices, se acercó a su esposa y besó la parte

posterior de su cuello.

Sara se dio la vuelta. "¡Me has asustado!", Se rió, y lo besó de nuevo.

"Yo nunca intentaría asustar a la madre de mi crío".

332
El Club de las Excomulgadas
Ella sonrió y se palmeó la barriga. Lanzó su mirada en

dirección a los niños de Maya y se volvió sentimental. “¿No

estás emocionado? ¡Vamos a ser padres en un par de meses!"

“Lo sé, querida." Dugald besó la mano de su esposa y sonrió. "Sin embargo, me

hubiera gustado que estuviéramos casados antes de haber concebido y no

después. Da a las chismosas menos grasa que masticar".

Sara se encogió de hombros. "No me importa lo que digan."

Dugald sonrió. "A mí tampoco."

Lady Lena deambulaba en la sala próxima marchando con entusiasmo al lado

de Maya. “Bueno, milady, puedo por último decir que todo está hecho. El

cocinero ha contratado la ayuda suficiente en el pueblo para preparar un

Jaid Black - Después de La Tormenta


banquete espléndido. Los aldeanos estarán muy impresionados."

Maya sonrió, aplaudiendo con las manos juntas de emoción. "Gracias por

ocuparte de ello, Lena. Sabía que podía contar contigo... como siempre."

Lena se sonrojó ante el cumplido. "No fue nada."

"No menospreciéis tu duro trabajo, mujer,” Argyle la regañó mientras caminaba

hacia Lena y Maya. "Estoy muy orgulloso de lo bien que todo ha salido."

Lena sonrió con placer a su marido, tomando a Elizabeth de sus brazos en el

proceso.

Maya asintió en acuerdo. "Argyle está en lo correcto. Eres un verdadero tesoro,

Lena." Sonrió a sus hijos, ambos muy contentos con Sir Argyle y en brazos de

Lady Lena. Susurró y chasqueó la lengua a cada uno de ellos mientras les daba

333
El Club de las Excomulgadas
palmaditas en la cabeza cariñosamente, luego regresó a su

trabajo como supervisora de la decoración del árbol de

Navidad.

"Un poco más arriba, Thomas. Quiero que el ángulo sea perfecto para que la luz

del sol se refleje en él”

Thomas asintió y levantó el adorno más arriba.

"Más a la derecha."

Thomas se movió a la derecha.

Maya inspeccionó su trabajo colgado con el ceño fruncido, ladeando la cabeza

con indecisión. "Tal vez estaba mejor donde estaba. ¿Qué piensas tú, Hamish?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Hamish se aclaró la garganta, con una sonrisa en la mirada por la exasperación

en la cara del Laird. "Mmm," contempló rascándose la barba pensativo, "me

gusta donde está."

Maya asintió, decidiendo que el artesano tenía razón. “Muy bien. Thomas,

puedes proceder con el siguiente adorno."

Thomas miró a la bruja de su esposa. "Oh, ¿Puedo Lady Maya? No puedo

agradecerle lo suficiente", dijo con sarcasmo.

Sara sonrió mientras caminaba hacia Maya y juguetonamente la golpeaba en el

brazo. "A este ritmo, será Navidad antes de que Thomas finalice."

El MacGregor resopló su acuerdo. "Por desgracia, es la voz de la razón."

334
El Club de las Excomulgadas
En ese momento, Sir Harold y Lord Reginald entraron

contoneándose en la gran sala, ambos sudorosos por el manejo

de la espada. "Ah mira," Maya bromeó, "Aquí vienen Beavis y Butthead11

ahora."

Las risas de Argyle y Sara causaron que Harold y Reginald fruncieran el ceño.

Harold puso sus puños sobre sus caderas y frunció el ceño. "Puedo deciros cuál

de nosotros es Butthead y no soy yo."

"Ahora vemos", Reginald bromeó, "si alguien es Butthead es definitivamente

usted. Soy mucho más fino como Beavis”.

"¡Ja!" Harold dijo, con una palabra de desafío que Lady Maya recogió.

Reginald puso los ojos en blanco. "No estás más que adolorido conmigo, porque

Jaid Black - Después de La Tormenta


finalmente te he derrotado."

"¿Vos superaste al Sotted?" Preguntó Argyle con un brillo en los ojos.

"Así es, chico, sin duda lo hice," Reginald se jactó.

Harold movió la cabeza. "Mi cuerpo estaba cansado aún de la buena noche de

amor que me dio mi señora las vísperas pasadas."

Reginald puso los ojos en blanco, era una ocurrencia común para que

conversara con Harold. "Si yo fuera tu señora lo único bueno que iba a

encontrar acerca de tu amor sería abstinencia."

"Yo soy de goma, vos sois de pegamento"

"¡Muchachos!” gritó Maya mientras levantaba la mano silenciándolos. "Basta

ya".

11 Beavis y Butthead: Protagonistas de una conocida serie animada de MTV de los 90

335
El Club de las Excomulgadas
Reginald y Harold gruñeron, pero dejaron de pelearse. "Por lo

tanto," se quejó Reginald mientras hacía un gesto con la mano

ausente en el aire, "¿Qué está haciendo la tribu Brady12 medieval hoy día?"

Sara se contoneó hacia su padre y le besó la mejilla. "¿Qué parece?"

"¿Decoración de Navidad?"

“Sí, “ ofreció mientras Thomas colgaba otro adorno en la rama del pino. "Mi

esposa musaraña está ordenándome como si fuera una muchacha del servicio."

Maya resopló su desacuerdo.

"Será mejor que tengáis muchos regalos bajo tu árbol, amor."

"Sigue insultándome", advirtió Maya con una sonrisa dulcemente falsa pegada

Jaid Black - Después de La Tormenta


a los labios "Y puedo decir que un presente definitivamente no tendrás esta

Navidad, o cualquier otra noche en nuestro dormitorio para que te importe."

Los gritos y aullidos de risa se hicieron eco en toda la gran sala. Thomas sonrió

maliciosamente a su esposa. "¿Con el apetito que demandaste ayer? No me

preocuparía por no tener mucho de qué preocuparme."

Las carcajadas se hicieron más fuertes.

Maya abrió la boca para expresar otro sentimiento irónico, entonces cerró sus

mandíbulas. Frunció el ceño a su marido, incapaz de pensar en una sola cosa

inteligente que decirle en represalia. Maldita sea, ¡Había ganado esta ronda!

Thomas le hizo un guiño a su esposa, sabiendo exactamente lo que estaba

pensando.

12
La tribu de los Brady: Serie de televisión norteamericana donde todo es casi perfecto

336
El Club de las Excomulgadas
*****

La fiesta de Navidad MacGregor fue un éxito rotundo. Los aldeanos se

turnaban para moverse dentro y fuera de la torre, cada uno de ellos comiendo

hasta que su corazón estuvo contento. Maya presentó a Hamish el Artesano con

Hamish el Pastor, aún desconcertada por el hecho de que los hombres llevaran

el mismo nombre. Ninguno de ellos parecía como fascinado por el

conocimiento como Maya lo estaba, pero se hicieron amigos rápidamente, sin

embargo, deleitándola al final.

"¿Están seguros de que se tienen que ir ya?", Preguntó Maya dirigiéndose a sus

nuevos amigos.

“Sí, señora," dijo Sir Stephen. "Lo siento de verdad, sin embargo, el padre de mi

Margaret está enfermo. Le dijimos que le llevaríamos un plato de comida, si no

Jaid Black - Después de La Tormenta


os importa."

"¡Por supuesto que no me importa!" Maya se sonrojó. "Tomen todo lo que

quieran. Y Margaret, por favor prométeme que vas a traer a tus adorables hijos

para volver a jugar con Angus y Beth muy pronto."

"Lo prometo", sonrió Margaret, ruborizándose bellamente. "Y no puedo

agradeceros a vos lo suficiente por su bondad, Milady”.

Maya se rió cuando se volvió a Stephen. "¿Cuántos viajes a la torre tardará antes

de que me llame por mi nombre, y deje el rollo de ‘Milady'?"

Stephen sonrió. "Estoy pensando que en su próxima visita."

Una hora más tarde, Sara se unió con Maya en la gran sala, golpeando su

espalda para ganar su atención.

337
El Club de las Excomulgadas
Maya se dio la vuelta y lanzó una sonrisa a su mejor amiga.

"¿Está todo bien?"

Sara asintió enfáticamente. "La estoy pasando muy bien, aunque Dugald está

ansioso por ver el final".

"¿Por qué?"

Ella se encogió de hombros. "Está emocionado acerca de abrir sus regalos. No

puede esperar a abrir los regalos de su media después de que los habitantes del

pueblo salgan y sólo el resto de la familia se quede aquí”.

Maya sonrió. "Qué infantil."

Sara se echó a reír. "Dímelo a mí".

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¡Maya!"

Thomas resonó su nombre mientras caminaba por el pasillo. "Ven aquí, amor."

Ella giró sobre sus talones y sonrió a su esposo. No había pasado algún tiempo

a solas con él en horas.

Thomas y Dugald estaban de pie junto a un tercer hombre y una mujer entre

ellos.

"¿Quiénes son ellos?" Sara susurró con asombro y los ojos muy abiertos.

"No sé", exclamó sin aliento Maya.

El desconocido de pie entre sus maridos era el hombre más hermoso que

cualquiera de ellas hubiera nunca visto. Pelo oscuro, ojos azules, y tan alto y

fuerte como Thomas y Dugald. Ninguna de los dos estaba interesada en él, por

supuesto, pero una mujer tenía que estar ciega para no echar un vistazo... o dos.

338
El Club de las Excomulgadas
La mujer que estaba con el extraño era bastante pesada, no era

una gran belleza, pero era fácil ver porqué el hombre a su lado

la señalaba. Era tan bustona como cualquier chica de Penthouse y a juzgar por

su escote, estaba también muy orgullosa de ese hecho. Se movía bien, capaz de

levantar sus atributos.

Maya y Sara detuvieron la lectura atenta de la mujer y volvieron su atención al

hombre en seguida. ¡Wow! ¡Qué hombre!

Thomas y Dugald fruncieron el ceño, ambos dándose cuenta que sus esposas

estaban dando a Hamilton más de una mirada a la vez. El laird sonrió a Maya y

Sara, ajeno a que sus amigos le estaban frunciendo el ceño. "Mis señoras", sonrió

"es un honor finalmente conocer a ambas. He oído mucho de ustedes por parte

de Sir Dugald y el MacGregor."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya dejó su lectura del extraño y se acercó a su lado.

"Vos debéis ser la famosa Lady Maya," dijo Hamilton. Llevando su mano a sus

labios para darle un beso.

"Thomas, con seguridad, no exageró su hermosura. De hecho, sus palabras no le

hicieron justicia."

Maya se ruborizó y decidió que le gustaba el hombre ya.

Thomas lanzó un gruñido, con el ceño fruncido, ante la finura de Hamilton.

"Y vos debéis ser la justa Lady Sara ", sonrió. "Juro que sois también tan

hermosa como Sir Dugald se jactó.” Se llevó la mano de Sara a los labios,

besándola brevemente. Ella suspiró con deleite.

Dugald frunció el ceño.

339
El Club de las Excomulgadas
"Patrick," ronroneó la mujer a su lado. “¿No vais a presentarme

a la esposa del MacGregor?"

La mujer tenía un brillo inquietante en sus malvados ojos que Maya vio directo

a través de ella. Maya miró hacia su marido sospechosamente sólo para ver que

se movía de atrás para adelante sobre sus pies y no la veía.

"Esta es Meg", el Hamilton se encogió de hombros, indiferente a los ojos

entrecerrados de Maya.

"¿Su esposa?” Preguntó con frialdad, orando porque sonara así.

“No” respondió Meg, sonriendo maliciosamente hacia ella. "Soy su amiga."

Resaltó Meg con su atención hacia el MacGregor. "¿Vos no vais a darme la

bienvenida, Thomas? Ha pasado mucho tiempo," hizo una pausa significativa,

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Ha pasado mucho tiempo."

Thomas dio una rápida mirada a su esposa. No le importaba convertirse en la

peor parte por la ira que vio creciendo como cerveza allí. Sonrió a medias a Meg

e inclinó la cabeza.

"Por supuesto que es bueno veros, Meg."

Meg se lamió los labios tímidamente, sonriendo al MacGregor.

Maya le lanzó dagas a su marido, haciéndole saber de manera inequívoca que

no pretendiera estar más feliz con esta visita de lo que ya estaba fingiendo. Por

lo menos, había fingido mejor, pensó malhumorada.

"Entonces” preguntó Maya, con veneno en la mirada, a la cara del desconocido

alto,"¿Quién demonios es usted?"

"¡Maya!" la reprendió Thomas.

340
El Club de las Excomulgadas
Hamilton dio un respingo, pero se las arregló para inclinarse

con gracia, sonriendo hacia Maya mientras hablaba. "Soy el

Laird Patrick, del clan Hamilton."

"Patrick" Maya asintió mientras agarraba su mano y se echaba a reír, olvidando

su enfado por un momento.

"¡Es maravilloso por fin conocerlo! Mi marido habla de usted todo el tiempo.

¡Dijo que iba a venir hoy!"

Thomas se acercó al lado de su esposa y movió con fuerza la mano de Patrick.

"No quise hablar de él tanto. Estoy pensando que no me importa mucho más el

hombre".

Maya frunció el ceño a su marido, avergonzada por su rudeza y recordando

Jaid Black - Después de La Tormenta


que seguía estando enojada porque su ex-amante se encontraba en su casa.

Patrick, sin dejarse desalentar por la posesividad del MacGregor hacia su

esposa, echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.

“Perdone a mi esposo," murmuró Maya "Tiene los modales de un cerdo

salvaje."

Patrick se rió más fuerte, sujetando a Thomas en el brazo. "Sois tan descarada

como mi amigo Thomas afirmó, milady.”

Meg fulminó con la mirada a su oponente, sin importarle ser eclipsada por una

mujer, dama u otra cosa. Puso sus manos en las caderas tentadoramente y le

guiñó un ojo a Thomas. "Nunca pensé que tuvierais malos modales. Sus

modales hacen siempre las situaciones encomiables... ciertamente".

Y lo hacían.

341
El Club de las Excomulgadas
Maya dio un paso amenazador hacia Meg mientras Sara y

Thomas rápidamente le pusieron las manos con restricción

sobre los hombros. "Quiero dejar una cosa perfectamente clara aquí, Meg."

Thomas hizo una mueca, con miedo de que su esposa estuviera a punto de

insultar a la amante del laird visitante. ¿A quién le estaba tomando el pelo?

Sabía que estaba a punto de insultar a la amante del Hamilton.

Ante la mirada altiva de Meg con reto desafiante, Maya presionó. "Estoy muy

contenta de por fin conocer a Patrick, y de que sea bienvenido aquí en cualquier

momento. Pero no nos engañemos… la presencia de los Hamilton no me

disuadirá de sacarte fuera de mi casa si se mantiene enviando sugerencias

sutiles a mi marido de esa manera. Es mío", dijo con bajo aliento, para el deleite

de los soldados MacGregor que se habían reunido alrededor para ver el

Jaid Black - Después de La Tormenta


espectáculo. "¡Todo mío!"

Los ojos de Thomas casi sobresalían de su cabeza. No podía detener la euforia

que se hinchaba en su corazón con las palabras de su esposa ferozmente celosa

y posesiva. Miró rápidamente hacia la ex de Patrick por su reacción, viendo a la

vez que el laird estaba sonriendo a Maya. Al parecer, Meg no significaba nada

más para los Hamilton que un auto. Ella había sido muy divertida cuando

Thomas había necesitado diversión, pero la otra mujer no podía esperar

sostener el demonio de una mujer.

"Y además,” continuó Maya mientras la fulminaba con la mirada ahora echando

humo a Meg "si deseas permanecer en mi casa como invitada, ¡Mostrarás la

cantidad adecuada de respeto a mí como mujer de esta casa y mujer del

MacGregor!" Maya nunca se había preocupado mucho por su título hasta este

momento, la sensación de consuelo que le dio agregó influencia a la situación.

"¿Me he expresado a la perfección, total y claramente inequívoca, Meg?"

342
El Club de las Excomulgadas
Meg levantó la barbilla desafiante, mirando hacia abajo a Maya

mientras hablaba. "Creo que otra es la que tiene los modales de

un cerdo salvaje."

"¡En eso tienes razón, compañera! ¡Y soy tan mortífera como uno, nunca lo

olvides!"

Thomas no pudo reprimir su sonrisa. Tomó a su esposa y la levantó alto

echándose a reír, dejándola a su lado hasta que enfundara sus garras. "Creo que

Meg sabe cuándo retroceder, ¿Verdad, Meg?"

"¡Creo que no puedo quedarme aquí por más tiempo!" Meg anunció con un

resoplido. "Patrick, ¡Exijo ser devuelta al castillo lo más pronto posible!” Patrick

sacudió la cabeza, tratando de no reírse para evitar la imagen divertida de

Maya amenazando a una mujer tan alta y grande como Meg. "Meg, no puedo

Jaid Black - Después de La Tormenta


irme de aquí hasta después de la Hogmany13. Me quedaré aquí con mi viejo

amigo, Thomas.”

"Entonces ¡Demando que se me escolte a casa!"

Patrick se encogió de hombros, con ganas de librarse de la molestia llamada

Meg después de la molestia que había causado a la mujer no sólo de un amigo

cercano, sino de un aliado muy importante. Hizo un gesto a uno de sus

hombres, indicándole que hiciera lo que le había encargado. Él se ocuparía de

ella más tarde, cuando regresara a casa.

Meg echó una mirada fulminante a las maneras del Hamilton. "Bueno, ¡Hasta

nunca!" Farfulló también indignada para pensar y mucho menos hablar. Puso

sus manos en sus caderas, desafiante y se marchó con un soldado

acompañándola.

13 Hogmany: Año nuevo escocés

343
El Club de las Excomulgadas
Maya sonrió triunfalmente tras la salida de Meg. Sonrió

maliciosamente a Sara, induciendo a su mejor amiga a reír

también.

"¿Es seguro que te baje ahora, pequeña bruja?", Preguntó Thomas con diversión.

Maya frunció el ceño a su marido, pero cedió. "Si ella ya se ha ido, ¡Entonces sí!

Y ¡No te rías de mí!"

Patrick soltó una carcajada al ver a Thomas colocando a su esposa suavemente

sobre sus pies. Era obvio que amaba mucho a su mujer.

Maya recobró la compostura, y luego trató de aplacar a Patrick con una genuina

sonrisa. De repente, se sintió un poco culpable. "Realmente lo siento. No era mi

intención que pasara las vacaciones lejos de la mujer que ama."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Patrick se rió más fuerte, haciendo un guiño a Maya después. "Era una amiga,

nada más. No puedo estar enamorado de ella. No puedo esperar para terminar

con ella, milady. En verdad lo siento porque os insultó tan fuertemente, ¿No

podéis perdonar a la muchacha?"

Ella sonrió con gusto al guapo laird, agradeciendo su comprensión inesperada.

"Sí".

Maya entrelazó los dedos en los de su esposo y le sonrió. Thomas sonrió,

sacudiendo la cabeza para despejarla de lo que sólo podría ser llamado

desconcierto. Ella había dicho que era suyo. "¡Todo mío!" Había sido su término

exacto. El conocimiento de que a ella le importaba tan apasionadamente le

complacía hasta el extremo.

Decidiendo poner fin a la fea escena y recuperar lo que ella esperaba pareciera

su real compostura, Maya volvió su atención a Patrick. "Entiendo que va a

344
El Club de las Excomulgadas
pasar las vacaciones con nosotros, claro hasta el año nuevo.

¿Estoy en lo correcto?"

“Sí, señora", sonrió retirándose del fiasco con gracia. "Doy las gracias por

invitarme y a mis hombres. Y espero que a sus críos y al señor le gusten los

regalos que les he traído".

“No tenía porque hacer eso.”

“Fue un honor, Lady Maya."

"Bueno," Maya se rió, "Me alegra que lo crea, porque tenemos un regalo o dos

para usted también."

Patrick se sonrojó. "Vos sois tan amable."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas puso los ojos en blanco, incapaz de soportar por más tiempo los

sentimientos asquerosamente dulces que eran intercambiados entre su esposa y

su buen amigo. "Si han terminado de besarse los traseros, vamos a retirarnos a

la mesa y a comer."

Patrick se echó a reír, pensando que no había tenido un mejor rato que éste en

años. Maya resopló. "Los modales de un cerdo salvaje", murmuró en voz baja

mientras se dejaba conducir por su marido a la mesa.

345
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 38
"Amor, es tiempo de abrir los regalos. ¿Vais a dejarlo pasar y uniros a la

diversión?"

Maya siguió el ritmo del piso en su dormitorio mientras miraba a nadie y nada

en particular. Se detuvo ante su marido, levantó el pecho, e imitó a Meg en tono

de falsete. "Hey vos ¿No vas a darme la bienvenida, Thomas? Ha pasado mucho

tiempo desde que… ", hizo una pausa como Meg lo había hecho"…nos hemos

visto."

Thomas rió entre dientes, desconcertado por la imitación de su esposa de la

ahora ya deportada Meg. "Vos estáis celosa, Milady".

Jaid Black - Después de La Tormenta


“¡Por supuesto que lo estoy!" Respondió Maya, con sus fosas nasales dilatadas.

Thomas cruzó los brazos sobre el pecho y miró a su esposa. "Se me acaba de

ocurrir, que quizá este encuentro con Meg fuera algo bueno."

Maya se dio la vuelta para encarar a su marido. "¿Cómo puedes decir eso?",

preguntó, realmente desconcertada.

"Porque ahora sabéis cómo me sentí cuando vi esa foto de vos y Nick el

Trasero."

"Eso es diferente."

Thomas arqueó una ceja negra. "Ah, ¿sí? ¿Cómo es eso?"

"Nick no estaba aquí en vivo, haciendo un montón de insinuaciones perversas."

"Y vos tenéis suerte de que no hubiera estado, porque hubiera matado al

hombre."

346
El Club de las Excomulgadas
Maya entrecerró los ojos a su marido, luego, lentamente,

sonrió. Negó con la cabeza, por fin al ver la ironía y el humor

de la situación. "Actué como una verdadera arpía, ¿no?"

Thomas sonrió. “Sí. Pero no tengo queja."

"Lo siento, Thomas," admitió Maya con un suspiro. "No debí tomarla contra ti.

Te amo, eso es todo. La idea de que ella estuviera entre tus piernas un poco

más... me mata", admitió con tristeza.

Thomas la tomó por la barbilla y la obligó suavemente a mirar hasta encontrar

su propio rostro. "Como dijo Patrick, eso ya se terminó, mi amor. Me alegro que

sucediera, porque ahora me doy cuenta de cuánto verdaderamente me amáis".

"No podría vivir sin ti” susurró con voz ronca.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Ni yo, milady." Thomas le frotó la espalda mientras tiraba de ella en un

apretado abrazo.

"Nuestros hijos y los amigos nos esperan en el gran salón. ¿Vamos a hacer la

Navidad?"

Maya asintió. "Te amo, Thomas."

"Y os amo también, Maya mía."

*****

"Es vino de mi tierra," Maya dijo. "Espero que le guste."

Patrick estudió la botella de vidrio exquisitamente diseñada que lucía como una

infusión de sangre roja y sonrió. "Lo juro, Milady, la propia botella es un regalo

digno. Sé que sin duda voy a disfrutar mucho de él."

347
El Club de las Excomulgadas
Maya se mordió el labio y miró a Sara. Ella le dio a su mejor

amiga un silencioso agradecimiento por hacer un buen trabajo

en quitar la etiqueta del California Merlot de la botella de vino y sustituirla por

un pergamino escrito de su puño y letra. Después de todo, la etiqueta original

contenía la verdadera fecha de su embotellado. Ésta lucía una fecha falsa.

Maya miró a su alrededor a la gran sala y sonrió. Todos los que significaban

algo para ella estaban aquí, disfrutando de sus regalos inmensamente. Angus y

Elizabeth estuvieron sentados rápidamente por el suelo, jugando con los

juguetes hechos a mano que su padre y Patrick habían tallado para ellos. Argyle

y Lena estaban sentados en la esquina abrazándose y besándose, mientras que

Lena adulaba un brazalete de piedras preciosas que Argyle había conseguido

para ella en el futuro.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Harold estaba estudiando intensamente el libro de baladas del que Reginald lo

había dotado, mientras que Reginald estaba sobre la radiante espada nueva que

Harold había mandado hacer con el herrero artesanal para él. Maris estaba

sentada con Harold y su amada Helena, ambas mirando sus nuevos collares con

aceptación. John el Anciano se sentó con Hamish el Artesano, ambos hombres

extraordinariamente complacidos con la túnica y daga que su señor y señora

les habían dado. Sara y Dugald se reían, ambos abrumados por los regalos que

se habían concedido el uno al otro.

Y luego estaba Thomas. Thomas se sentó pensativo en su silla junto a su buen

amigo Patrick, mirando por encima de las sedas, especias y finas túnicas tejidas

que su señora le había dado con una ávida y feliz mirada en los ojos. Maya

sonrió. Nunca había visto una más ansiosa, ávida mirada en la cara de felicidad

de su esposo. Bueno, excepto en la cama, pero decidió que no contaba.

348
El Club de las Excomulgadas
"Tengo dos regalos más que dar a mi esposo", anunció Maya

mientras se ponía de pie y serpenteaba hacia la silla de su

marido.

La sala se calló, todos los ojos curiosos fijos en el laird y su esposa. Thomas

arqueó una vertiginosa ceja. "¿Hay más? Ya me habéis dado mucho, amor."

Maya se encogió de hombros mientras colocaba un pequeño regalo envuelto en

las rodillas de su marido. Thomas miró a los presentes y luego a su esposa.

"Ábrelo", pidió ella.

Él asintió y obedeció.

Thomas abrió el regalo de su esposa, sacando un collar de grandes rubíes del

pergamino. Era una piedra que había pertenecido a su padre y al padre de éste

Jaid Black - Después de La Tormenta


antes que él. Ella había ordenado a Argyle que encontrara su paradero antes de

que el doctor Chance y Harold dejaran el futuro. Thomas levantó la piedra,

exitosas exclamaciones envolvieron la gran sala mientras lo hacía. "Lo juro",

Dugald anunció "Es una gran piedra."

"Digna de un rey", coincidió Patrick sin aliento.

Maya sonrió a su marido con los ojos abiertos y se inclinó para darle un beso en

la mejilla. Ella le quitó la pesada cadena y el amuleto de sus manos y lo colocó

alrededor de su cuello. "Esta piedra ha pasado en mi familia por generaciones.

Cuando estábamos de cortejo, Thomas me dio un collar similar a éste. Me dijiste

que pensara en ti cada vez que lo mirara, así que nunca me lo quité." Ella

sonrió. "Ahora te pediré lo mismo a ti. Tú eres mi vida, mi corazón y quiero que

lo uses siempre para que nunca me olvides."

349
El Club de las Excomulgadas
Un coro de ahhhs sonó en toda la sala. Thomas tiró de su

esposa a su regazo y la besó más o menos a fondo y en los

labios. Tocó el rubí que colgaba de su cuello, en silencio preocupado de que

podría ponerse en vergüenza a sí mismo frente a sus parientes si lloraba.

"Nunca me lo quitaré, Maya mía. Nunca".

Ella besó a su marido durante un buen rato, haciendo temblar la tierra. Incluso

resbaló un poco su lengua, para el deleite y risa de los ocupantes de la gran sala.

Maya salió del regazo de su marido un rato más tarde. Se arrodilló en el suelo,

recogió a Angus y Elizabeth, con amor y los colocó en el regazo de su papá. "Y

ahora mi último regalo", anunció con una sonrisa maliciosa.

“¿Sí? ", Preguntaron al unísono, preguntándose qué podría superar el último

regalo.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya miró a su marido, sonriéndole radiantemente. "Eres un buen padre,

Thomas. Amas a nuestros hijos hasta la distracción."

"Ay, amor, lo hago."

"¿Crees que tendrás espacio en tu corazón para amar a otro, así también?"

"Por supuesto que sí. Yo…“ Thomas se detuvo a media frase, rascándose la

cabeza mientras las palabras de su esposa penetraban en su mente. "Maya",

susurró, "¿Qué estáis diciendo, amor?"

Sara se disparó de su silla y se rió cuando ella y su forma muy embarazada se

contonearon hasta el lado de Maya. Le frotó el vientre con un movimiento

circular y sonrió a Thomas.

350
El Club de las Excomulgadas
Thomas quedó sin aliento, ladeando la cabeza para mirar a su

mujer. "¿Ya? ¿Estáis esperando otro crío ya?"

Maya se rió, asintiendo.

Los brindis sonaron a lo largo del pasillo. Thomas se sintió mareado. Miró a sus

muchachos querubines de rostros regordetes que estaban sentados contentos en

su regazo y se echó a reír. Luego sonrió a su mujer, sin palabras. "Wow",

respiró, con una pérdida de cualquier palabra salvo la singular exclamación de

Inglés de Tampa que su esposa a menudo murmuraba.

"Wow está bien", coincidió Maya. Ella se mordió el labio inferior, luchando con

un pensamiento que sólo apareció en su cerebro. Ella miró a Thomas y frunció

el ceño. "Y yo nombraré a éste."

Jaid Black - Después de La Tormenta

351
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 39
"¡Miren aquí!" El soldado gritó, llamando la atención de todos los presentes.

Gilfred cabalgó rápidamente a su lado, sonriendo con triste satisfacción cuando

vio los ojos del soldado a sus pies.

Era Robert MacAllister. Muerto.

Gilfred reconocería el pelo rojo y el plaid mate en cualquier parte. "Buen

trabajo, Philip,” Gilfred asintió. "El MacGregor estará muy complacido."

Philip sonrió, fortalecido por la idea de obtener la aprobación de su Laird.

Había viajado todo el camino desde las tierras bajas para que le enseñaran a

luchar.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Gilfred desmontó y se arrodilló sobre la carne desmenuzada del antiguo laird.

Estudió las heridas atentamente, con una rama caída levantó el cuerpo otra vez,

hacia arriba. Un jabalí. No había duda de que lo había hecho un animal salvaje,

un jabalí era la hipótesis más lógica.

Gilfred sabía que este más bien no era como el cuerpo de Robert MacAllister.

Sin embargo, habría preferido saberlo con seguridad y habría sido difícil decirlo

con toda seguridad cuando el rostro del hombre había sido mutilado. Se

encogió de hombros. Tenía que ser el MacAllister. No podía ser otro. Ningún

extraño sino Robert sería tan tonto como para aventurarse en las tierras

MacGregor sin ser bienvenido.

Gilfred ordenó que el cuerpo del MacAllister fuera empaquetado y puesto en

una montura. "Tengan cuidado", advirtió a los hombres, “Dejen a los hombres

del castillo que lo persiguieron decidir sobre la identidad de esta sabandija.”

352
El Club de las Excomulgadas
Los soldados se resistieron al unísono, ninguno de ellos

deseando tocar los restos grotescos de Robert.

Gilfred puso los ojos en blanco y suspiró. "No actúen como mujeres. Sois

soldados MacGregor, todos vosotros. Alguien tiene que recogerlo." Se

estremeció e hizo una mueca. "Y no seré yo."

*****

"Lo juro, Thomas, tu esposa es la más hermosa de las muchachas. ¿Tendrá

alguna hermanas por ahí, a la espera de ser sacada por los pies por el más

guapo de los lairds?", preguntó Patrick con una sonrisa, bloqueando un golpe

de la espada del MacGregor en el proceso.

“No,” respondió Thomas mientras cortaba por lo bajo, el sonido del golpeteo de

Jaid Black - Después de La Tormenta


metal contra metal. "No tiene hermanos o hermanas."

Patrick lanzó un gruñido, ya fuera por la noticia de la falta de hermanas de

Maya o por el efecto irritante del bloqueo que el último golpe de Thomas tuvo a

su brazo armado, que ningún hombre pudiera controlar.

Los dos lairds lucharon en silencio durante media hora, aprovechando una gran

multitud de espectadores MacGregors y Hamiltons a su alrededor para verlos.

Los soldados MacGregor animaban a Thomas, llamando a Patrick con todas las

formas de nombres de mujer. Los hombres de Hamilton, para no sentirse

menos, difamaban a Thomas, mostrando la estima que tenían por su propio

laird.

Thomas y Patrick se miraron y sonrieron. Por todos los santos, ¡Cómo habían

extrañado esto los dos! Eran, sin lugar a dudas, su otro único rival en toda

Escocia. Siempre había sido así.

353
El Club de las Excomulgadas
Los lairds lucharon ferozmente, los dos estaban desnudos,

salvo por sus faldas. Sus tensos músculos abultados brillaban

salvajemente con el sol del mediodía, sus cuerpos brillantes de sudor en cada

pulgada cuadrada de los mismos, invierno o no. Se lanzaban con cada golpe,

gemían con cada ataque, y sin embargo, ninguno de ellos mostró signos de

agotamiento ante el otro en ningún momento.

"¡Mi señor!" Gilfred gritó mientras él y un puñado de soldados MacGregor

atravesaban las puertas del interior.

“¿Sí?", Gritó Thomas sin perder su concentración.

"¡Creemos que podríamos haber encontrado el cuerpo del MacAllister!"

Thomas llamó al cese de los espadazos, induciendo sonidos de lamentos de

Jaid Black - Después de La Tormenta


decepción en todo el interior. Le dio una palmada en la espalda a Patrick en

agradecimiento por la buena batalla, después se dirigió hacia Gilfred que

desmontaba. "¿Está vivo o muerto?"

"Muerto. Muy muerto. Rasgado en piezas por un jabalí salvaje."

Thomas asintió. Miró a Patrick y Dugald para que llegaran a su lado. "Eso

parece demasiado fácil", murmuró para sus amigos.

"Sí," dijo Dugald con convencimiento," después de tanto tiempo, sería

demasiada buena suerte, por fin lo encuentras, muerto por el ataque de un

jabalí. Aunque si es común, no voy a cuestionar la sabiduría de los cielos."

Patrick cruzó los brazos sobre el pecho y fulminó con la mirada el saco que

contenía los restos del MacAllister. "Abre la bolsa, muchacho, y déjanos ver."

354
El Club de las Excomulgadas
Gilfred asintió a Philip, el soldado que había sostenido el

cuerpo, lo que indicaba que debía hacer como el Hamilton le

había ordenado. "Philip encontró el cuerpo, pero he de admitir que he tenido

las mismas reservas que vos, mi señor."

"¿Por qué?", Preguntó Thomas.

Gilfred se encogió de hombros, apuntando hacia los restos a sus pies. "Su rostro

está mutilado feamente. Os digo no puedo tener la certeza de que sea él. Me

sentiría mejor si pudiera al menos ver su cara."

Thomas le dio una palmada a Gilfred y Philip en la parte posterior. "Buen

trabajo vosotros dos. Sir Argyle está adentro con mi esposa. Pidan a los dos que

vengan, quiero a toda prisa sus opiniones. Argyle ha lidiado con el MacAllister

tanto como Dugald lo ha hecho. Y Lady Maya, bueno... ya sabéis su talento para

Jaid Black - Después de La Tormenta


el examen de los muertos".

Gilfred y Philip asintieron. Se volvieron a montar en sus corceles y se dirigieron

a las puertas a toda velocidad.

"¡Thomas!" castigó Patrick, sacudiendo la cabeza en desacuerdo. "No creo que

esta sea una vista suave para que tu esposa la pueda ver."

Thomas y Dugald se rieron entre dientes. El MacGregor palmeó al Hamilton en

la espalda y sonrió.

"En primer lugar, no hay nada suave acerca de mi esposa, en caso de que la

escena con Meg no te haya dado ninguna pista. En segundo lugar, tenía la tarea

de examinar muertos en, eh, su patria, por lo que la muerte no asusta a la

muchacha. Y en tercer lugar, ella sabrá si realmente lo hizo un jabalí o no."

355
El Club de las Excomulgadas
Patrick negó con la cabeza, la visión de una mujer de tan alta

alcurnia como Lady Maya que no se enfermara con la vista de

un hombre casi hecho pedazos abrumaba su sensibilidad. Finalmente, se

encogió de hombros. "Te lo digo, mi amigo. Su patria debe ser un lugar

extraño."

Thomas asintió. Si sólo él supiera cuán extraño, pensó con ironía.

Thomas se dirigió a su comandante de armas. "¿Qué os parece, Dugald?" El

MacGregor bajó con la espada el cuerpo del muerto, con la empuñadura

volteando la cara hacia un lado para una mejor inspección.

Dugald negó con la cabeza. “No es tarea fácil decirlo, Thomas. Me gustaría

creerlo, sin embargo, y no tener dudas."

Jaid Black - Después de La Tormenta


“Sí,” asintió Patrick. "No conozco a los MacAllister tanto como cualquiera de

vosotros lo ha hecho. Aunque fui obligado a tratar con su mala conducta, sin

embargo, he oído mucho acerca de ellos. Robert es muchas cosas, pero no creo

que sucumbiría a la muerte de esta manera. Él es mucho mejor cazador que

eso." El Hamilton pasó su mano hacia el cadáver y a sus pies, haciendo hincapié

en su significado.

Thomas se inclinó, rodeando el cuerpo con cuidado. La longitud y la anchura

del mismo eran definitivamente de acuerdo con el tamaño del MacAllister.

Incluso el cabello del mismo tono de rojo fuego. Sin embargo... "Vosotros estáis

en lo correcto, ambos lo están", reconoció. "Robert es un cazador muy bueno,

siempre lo ha sido. Estoy ansioso por conseguir las opiniones de Maya y

Argyle."

Sir Argyle y la Señora Maya aparecieron juntos unos minutos más tarde,

montados a caballo, en su poderosa yegua de color negro. Thomas arqueó la

356
El Club de las Excomulgadas
ceja ante su esposa y un soldado. "Llegasteis muy rápido.

¿Puedo considerar que no estabais en el castillo propiamente

dicho?"

Maya le sonrió a su marido mientras Argyle la ayudaba a desmontar. "No

ricura, Argyle me está enseñando a montar esta belleza que me regalaste en

Navidad." Acarició al caballo en la cabeza y luego se volvió a su marido con el

ceño fruncido. "Todavía no sé cómo nombrarla".

"Podéis decidirlo más tarde, amor. Pero ahora, quiero que miréis este cuerpo

muerto y me digáis cómo murió. Y vos, Argyle, decirme si os parece que este

pudiera ser el MacAllister."

Maya y Argyle asintieron al mismo tiempo, mientras caminaban hacia los restos

del hombre no identificado.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Patrick miró con asombro y respeto mientras Lady Maya se puso en cuclillas

junto al cuerpo y lo examinó. No mostró emoción alguna, ni siquiera el menor

indicio de que encontraba la tarea puesta delante de ella como repulsiva como

cualquier otra dama de su conocimiento la hubiera encontrado.

“No es el MacAllister," Argyle anunció, apenas vacilante.

"¿Cómo podéis estar seguro?" Thomas le preguntó con escepticismo.

"Sí," Dugald pinchó, "Estoy tan receloso de su supuesta muerte, igual que todos

vosotros, a pesar de que se ve como Robert."

Argyle se ruborizó, aclarándose la garganta. "Ustedes olvidan que cuando era

un joven escudero y con exceso de celo, ellos lograron capturarme." Argyle se

encogió de hombros. "A Robert le gustaba bajar al calabozo y me atormentaba

357
El Club de las Excomulgadas
con toda clase de descripciones feas de lo que me pasaría. Vi al

hombre de cerca muchas veces. No se trata de él".

Thomas suspiró. Se puso las manos en las caderas y consideró a Argyle. "No lo

olvidé. Es por eso que os he llamado para que vinierais desde el principio."

Dugald sacudió la cabeza y gimió. “Entonces, ¿Qué significa esto? ¡Es extraño el

hecho de encontrar muerto al MacAllister en los bosques y una coincidencia

muy extraña, cuando el hombre tiene casi el aspecto exacto de Robert!"

"Quizá los MacAllister esperaban que lo mataran", ofreció Patrick.

Thomas miró a su amigo y frunció el ceño. "Una trampa. Quiere que baje mis

defensas, tal vez."

“Sí” asintió Patrick.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya se puso de pie y se volvió para enfrentarse a su marido. "Probablemente

fue el colmillo de un animal salvaje lo que mató a este hombre, pero dudo que

fuera el propio animal el que hizo un daño real."

Patrick negó con la cabeza, sus palabras no tenían sentido para él. "No le

entiendo, milady."

"Explicaos, esposa", insistió Thomas.

Maya tomó aire reflexivo mientras se arrodillaba de nuevo al lado del cuerpo.

"He visto los restos de muchos hombres y mujeres asesinados por animales

salvajes y los cortes de estos definitivamente tienen el mismo aspecto que

aquellos. Sin embargo," Anunció mientras inclinaba la cabeza para encontrar las

miradas de interrogación de los hombres, "Mi mejor idea es que un ser humano

hizo esto."

358
El Club de las Excomulgadas
Los ojos de Patrick se abrieron en forma de platillos. Estaba

cada vez más interesado en este cuento por el momento.

"Todavía no lo entiendo".

Maya suspiró, con ganas de volver a su clase de equitación y lejos del hedor de

la muerte y de la descomposición del cuerpo que le hacían sentir suficiente

náuseas durante las primeras etapas de un embarazo. Sin embargo, sabía que su

marido no la soltaría hasta que se hubiera explicado en su totalidad. "Un

hombre probablemente utilizó el colmillo de un jabalí que había matado para

mutilar a este hombre. Él quería que la gente creyera más probablemente que

esta pobre alma fue asesinada por un animal en vez de por un hombre." Se

encogió de hombros. "Tal vez el hombre teme la horca por asesinato. Quién

sabe."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"O quizá", Argyle fulminó con la mirada, "Era apenas un hombre tonto que se

complacía con el dolor de otras personas. Sí, eso sería el buen MacAllister."

Thomas gruñó su acuerdo. “¿Por qué os parece que el jabalí no podría haber

hecho esto, amor?"

"Mira las marcas de dientes", insistió Maya con una caricia de su mano hacia el

cuerpo de la víctima. Se puso de rodillas como los hombres para conseguir una

mirada más de cerca. "Este hombre es alto. Para que el jabalí pudiera haberlo

llevado hasta el suelo para una muerte habría tenido que pegarle en el centro.

Al hacerlo, sería en la parte posterior de la cabeza y las heridas cortarían hacia

arriba. Estas heridas corren hacia abajo, algunas de ellas incluso hacia los

lados."

"Quizá el hombre fue atacado mientras dormía ", sugirió Patrick, aunque más

para jugar al abogado del diablo que porque él mismo lo creyera.

359
El Club de las Excomulgadas
Maya se encogió de hombros. "Cualquier cosa es posible, pero

es poco probable. Los animales no matan a los hombres que se

tienden a dormir. Atacan cuando se sienten amenazados. ¿Qué amenaza es un

ronquido del MacAllister?"

Argyle carraspeó. "No mucho." Enderezó la espalda con indignación, con la

esperanza de salvar lo que sentía como un golpe a su virilidad a los ojos de

todos. "Ni siquiera sentí miedo por él mientras incluso estuve en prisión y

Robert me estaba atacando en vigilia." Resopló. “Es poco probable que el

hombre pudiera asustar a un cerdo salvaje mientras dormía."

Thomas puso los ojos en blanco. "Déjalo ir, muchacho. Eso fue hace muchas

temporadas. Todos sabemos que habéis llegado a ser un gran guerrero mientras

tanto."

Jaid Black - Después de La Tormenta


Argyle se ruborizó, echando la mirada hacia el suelo. “Sí, milord” murmuró.

"Ahora bien", dijo Maya mientras se ponía de pie y se sacudía las hojas y la

suciedad de su vestido, "Si has terminado conmigo y Argyle, señor, estábamos

en medio de una clase de equitación cuando nos interrumpió." Se levantó de

puntillas y rozó sus labios contra su marido. "Nos vemos en la comida del

mediodía."

Thomas le dio un manotazo en broma en la parte trasera y sonrió. "Vamos,

amor. Aprende lo que podáis de Argyle esta mañana y cabalgaremos juntos

esta noche después de la cena."

Maya asintió. Agarró a Argyle de la mano y tiró de él con fuerza detrás de ella

hacia su nuevo caballo. Realmente quería esta clase de equitación. La

experiencia en el caballo, en el que había huido de Thomas hacía tanto tiempo,

era uno lleno de baches, aterrador. "Vamos. Si nos damos prisa y me sale el

360
El Club de las Excomulgadas
truco de esto pronto, todavía tendremos tiempo para una o dos

rondas de póquer."

Argyle se iluminó considerablemente con esa idea mientras saltaba detrás de su

señora en la yegua. "Y la dejaré limpia, milady.”

Maya dio un bufido muy poco femenino. "Sueña".

*****

"Bueno, ¿Qué os parece?"

Dugald planteó la cuestión a los dos lairds mientras se reclinaba en la silla y

tomaba un sorbo de su copa de vino. Thomas miró a su alrededor, a la gran

sala, distraídamente mientras contemplaba su próxima respuesta. Se acercaba la

hora de la tarde, sin embargo, su esposa aún no había salido de la sala con sus

Jaid Black - Después de La Tormenta


"amigos de póquer". Se preguntó con un toque de diversión si lo obligaría a

sacarla de allí para comer como él tan a menudo se encontraba haciendo.

Patrick hizo señas a su escudero para volver a llenar su copa mientras se

acomodaba en su silla junto al fuego. Le guiñó un ojo a un grupo de sirvientas

que, riendo, caminaban a través de la gran sala, mirando al Hamilton.

Los ojos de Patrick devoraban a la muchacha en el centro, sabiendo que él

llevaría a la voluptuosa rubia a su dormitorio esta víspera. Había tenido ya a la

muchacha de la izquierda la noche anterior. Quizá le pediría a la muchacha del

medio que le ayudara en el baño antes de la cena.

Patrick se volvió hacia el grupo, olvidándose de la muchacha tan rápido como

se había sentido codicioso por ella. "Me uno al pensar que todo es una

estratagema." Miró a Thomas, efectivamente ganando su atención. "A juzgar

por lo que habéis contado de su deseo de robaros la esposa de debajo de la

361
El Club de las Excomulgadas
nariz, incluso yendo tan lejos como para tratar de tenderos una

emboscada, no me queda ninguna duda de que todo esto fue

un esfuerzo por hacerse parecer por muerto."

Thomas suspiró, ajustando su enfoque disperso de la conversación que se

llevaba a cabo. “Sí, estoy de acuerdo. La cuestión ahora es qué es lo que voy a

hacer con esta información ahora que sé su juego."

Dugald se encogió de hombros, la solución obvia para él. "Tendámosle una

emboscada al hijo de puta."

“No,” respondió Tomás. "No sabemos en dónde está escondido, aunque es

obvio que debe permanecer cerca del bosque."

Patrick se frotó la parte posterior de su cuello mientras consideraba las

Jaid Black - Después de La Tormenta


posibilidades que tenían. "Yo siempre estoy gustoso de participar en una buena

pelea, pero estoy de acuerdo con Thomas. Creo que la mejor movida sería dejar

al diablo creer que lo tomamos por muerto y que por lo tanto, habéis bajado la

guardia con tu esposa. Luego, cuando trate de llevársela, lo matamos."

Thomas gruñó, poniéndose de pie. "He pensado en eso, Patrick, créeme que lo

he pensado. Pero, ¿Cómo voy a bajar la protección de Maya sin de hecho

bajarla?"

Patrick se rascó la barbilla y sonrió. "No lo sé."

Dugald puso los ojos en blanco y se echó a reír. "Muy útil, Hamilton."

Patrick se levantó y dio un manotazo a Thomas cariñosamente en la espalda.

"Voy a estar aquí por otra noche, viejo amigo. Vamos a resolver todo esto antes

de que viaje de regreso a casa."

362
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 40
Maya estaba junto a su marido y se quedó parada sobre las tumbas bajo sus

pies. Thomas había visto que los restos de su madre Elizabeth hubieran sido

enterrados en tierra sagrada. Ya no estaba relegada a los jardines, un lugar

donde los indignos pedían a la iglesia pasar, bajo sus terrenos, la eternidad. Ella

estaba en un sitio de entierro santo ahora, en un descanso para siempre junto a

su esposo Angus.

La lápida de Elizabeth era grande en sí, un monumento digno de una reina.

Maya le apretó la mano a su marido y le sonrió. "Es hermosa. El albañil hizo un

buen trabajo."

“Sí. Y ahora madre está donde debía haber estado descansando en paz junto a

Jaid Black - Después de La Tormenta


su marido."

Maya estudió el perfil del hombre de pie junto a ella con amor y orgullo.

Después de casi un año y medio pasado a su lado, este guerrero apuesto,

orgulloso, aún podía hacer que su corazón aleteara como un amor de colegiala

que la golpeaba. Se preguntaba divertida, si siempre sería así. Algo le decía que

sí. Este señor de la guerra, con atributos y defectos por igual, era su corazón.

"¿En qué estáis pensando?"

"¿Umm?" Maya se encogió de hombros, salió de sus abiertos pensamientos

sobre su marido y parpadeó. Se dio cuenta de lo estúpida que debía haber

parecido mirándolo con una expresión fantástica en la cara. "¿La verdad?"

"Sí".

363
El Club de las Excomulgadas
"Estaba pensando en lo afortunada que soy de haberte

encontrado, lo agradecida que estoy de cualquier poder que

tuvo a bien enviarme a ti."

Thomas le apretó la mano y sonrió. "Soy yo el afortunado, amor."

"Nunca lo olvides", bromeó.

"¿Vais a dejarme algún día?"

"Ni por equivocación, ricura."

La pareja se tomó de la mano y reanudó la contemplación tranquila de la

tumba. Maya se había dado cuenta de la sensación de paz, una serenidad,

incluso, que había impregnado la fibra misma de Thomas desde la aceptación

de la inocencia de su madre.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas se dio cuenta, un poco a regañadientes, que nunca supo exactamente lo

que había sucedido esa noche terrible de la muerte de Elizabeth hacía tantos

años, sino que también llegó a un acuerdo con el hecho de que, en todo lo que

había sucedido, su madre era inocente de todo lo que su padre engañado había

creído que era culpable.

No importaba si Thomas no tenía hechos indiscutibles para respaldar su

confianza en la moral de su madre. Le creía. Era suficiente para él. Y eso tendría

que ser suficiente para satisfacer a la iglesia.

El MacGregor había hablado.

*****

Robert MacAllister terminó de cavar el agujero en el suelo y se levantó. Metió la

mano en su túnica de campesino y sacó el pelo rojo llameante que había cortado

364
El Club de las Excomulgadas
de su cabeza. Era extraño que pasara, la sensación de casi no

tener pelo. Sin embargo, su cabeza ya no picaba por las

criaturas diminutas que habían habitado en ella durante tantos años. Todos

estaban en el interior del haz de pelo que ya no llamaba suyo.

Robert tiró el montón de pelo en el agujero y sonrió. Sería casi imposible de

reconocer sin su característico pelo rojo. Era inteligente, el haberse hecho el

corte de cabello, sólo para ser cauteloso. Los MacGregors iban a tener otra fiesta

en la noche. Había oído rumores en el pueblo que la patria extranjera de la

Señora MacGregor tenía la costumbre de celebrar el paso de los años a uno

nuevo.

Los de la villa MacGregor ya estaban hablando sin cesar sobre el próximo

evento, todos eufóricos de que iban a ser invitados a cenar como lo habían

Jaid Black - Después de La Tormenta


estado en Navidad. Era buena la costumbre, porque el día que precedería a la

celebración significaría una cadena sin fin de actividades entre el pueblo y el

castillo en los próximos días.

Lástima que no se había preparado para ver sus planes en Navidad, pero el

MacGregor no había creído que estuviera muerto en ese momento. Si se podía

confiar en los chismosos del pueblo, para ahora sin duda Thomas MacGregor

creería que ya había sido apartado de este mundo.

En la noche, el deseo que había afectado cada uno de sus pensamientos y

acciones por más de un año finalmente sucedería. Por fin tendría el placer de

bombear su vara al calor de la perra, el placer de su mirada de ruego por

misericordia mientras él le quitaba la vida. Robert gimió. Se estaba poniendo

duro sólo al pensar en ello. El padre de Robert lo había llamado tonto, loco. Le

había dicho innumerables veces que daba gracias a Dios cada día porque su hijo

mayor, el de la compasión, era el que lo sucedía como laird y no su sanguinario

365
El Club de las Excomulgadas
segundo hijo Robert. Cómo molestaría al viejo saber que su

heredero se encontraba junto a él en una tumba poco profunda

y que él, Robert MacAllister, era el MacAllister.

Después de todo, su padre sabía su secreto. Fue su padre, que no sintió temor

por lo que era su hijo, quien mantuvo su boca cerrada y dejó a Angus

MacGregor vivir sus últimos años pensando que su esposa muerta había sido

una puta infiel.

Pronto, en la noche, Robert podría volver a su sustento, a donde debía estar. Se

volvería un héroe, un conquistador, un hombre ingenioso bastándole tener más

habilidades que los más temidos lairds en Escocia. Gimió, apretando los ojos y

cerrándolos fuertemente.

Jaid Black - Después de La Tormenta

366
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 41
"¿Alguna vez lo extrañáis, muchacha?"

"¿El futuro?"

"Sí".

Maya se encogió en la silla de montar mientras trotaba junto a su marido; ella

sobre su yegua y él, en su poderoso y mucho más grande caballo. Viajaban

juntos, los dos, como habían hecho cada noche desde Navidad. Maya estaba

disfrutando de los paseos a paso ligero, mientras podía, pues sabía que su

excesivamente protector marido le prohibiría montar en un par de meses

cuando el bebé se hiciera más grande.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Bueno, ¿Lo hacéis?"

"No, no lo hago." Sonrió de lado a él. "Hay ciertas comodidades en el futuro que

echo de menos, pero no las cambiaría por todo lo que tengo aquí."

Thomas asintió. "Lo he estado pensando mucho en el último tiempo."

"¿Por qué?"

"No lo sé. Supongo que nunca pensé mucho en él anteriormente porque me

negaba. Siempre asociaba mis sentimientos del futuro con el temor de

perderos." Se encogió de hombros. "Quizá porque ahora me siento seguro al

saber que vos no me dejaríais, es que me permito reflexionar sobre lo que

Harold y Argyle tuvieron oportunidad de experimentar." Suspiró con nostalgia.

"Sus cuentos son apasionados, podéis estar segura."

367
El Club de las Excomulgadas
Maya contempló a su marido y frunció el ceño. "No estás

pensando en viajar a mi época, ¿verdad?"

Él negó con la cabeza. “No. No soy tan tonto".

Lanzó un suspiro preocupado y sonrió. "Gracias a Dios por eso."

"¿Por qué gracias a Dios?"

"Porque yo no soy tan tonta como para pensar que íbamos a tener suerte cada

vez que se utilizaran las nubes negras. El destino podría decidir repartir una

mano perversa y nos impediría llegar hasta allí, o nos impediría regresar.

Somos afortunados de que Harold y Argyle llegaran al 2001 y volvieran sin

ningún incidente".

Thomas estuvo totalmente de acuerdo y dijo lo mismo. "Yo nunca intentaría ir,

Jaid Black - Después de La Tormenta


sin embargo, una parte de mí no puede dejar de envidiar a Harold y Argyle por

su buena fortuna por haberlo conocido."

Maya negó con la cabeza, haciéndole saber que una ojeada al futuro no valía la

pena todos los problemas que entrelazaba llegar allí. "Thomas, realmente no es

diferente de lo que está aquí. La gente de mi tiempo quiere las mismas cosas,

luchan por los mismos objetivos, y así sucesivamente. Es sólo que tenemos más

mecanismos en el futuro para luchar por nuestros objetivos." Se encogió de

hombros, dándose cuenta por primera vez desde su llegada que realmente no

se perdía nada de su vida anterior en lo más mínimo.

Thomas sonrió a su esposa, tomando su mano para acercarla a sí mismo. "¿Sólo

me decís eso para hacerme sentir mejor, muchacha, o realmente es cierto?"

"Lo digo en serio, Thomas. Y es una promesa."

368
El Club de las Excomulgadas
Él asintió, aceptando las palabras de su señora, a sabiendas de

que nunca viviría para ver el día que pudiera demostrarle que

estaba equivocada de todos modos. No podía arriesgarse a salir, para no volver

a sus Tierras Altas. Esto era su casa. Y ahora mucho más que una casa por haber

encontrado a su Maya y convertirse en padre de su Angus y Beth. Por los

santos, ¿Cómo había llegado a ser tan afortunado?

Thomas aferró la mano de su esposa mientras trotaba a su lado en la noche.

Miró hacia arriba, hacia el cielo estrellado, silenciosamente dando las gracias

por este regalo tan preciado. Había sido un milagro lo que le había traído a su

Maya a él. Había sido un milagro aún mayor que le hubiera dado su amor. Sí,

pensó, era realmente muy afortunado.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Pero ¿Por qué este regalo se le había otorgado a él en primer lugar? No tenía

ninguna idea. Y no le importaba reflexionar sobre ello tanto.

Algunas cosas, admitió a las estrellas parpadeando por encima de él, era mejor

apreciarlas en su simpleza.

Ella era suya y lo amaba. Era lo único que importaba.

369
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 42
"¿Nunca ha pensado en casarse y tener hijos propios?"

Maya formuló la pregunta a Patrick, mientras caminaba con él por el patio

inferior. El Hamilton había estado jugando en el suelo de la gran sala con

Angus y Beth cuando ella lo había visto por primera vez esta mañana, con una

mirada de deseo puro y total para sus propios hijos escrito en su hermoso

rostro. Patrick se había puesto de pie y se inclinó hacia Maya al verla, entonces

pidió el privilegio de acompañarla con su marido cuando anunció que iba a ir a

buscar y recoger a Thomas.

Patrick apretó el brazo de Maya y guiñó un ojo hacia ella. "¿Cómo puedo pensar

en casarme cuando la única mujer que quiero ya está felizmente casada?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Maya sonrió al encantador Hamilton. "Voy a tomar esa respuesta como una

forma amable y poética de decir 'no' y decirme que me meta en mis propios

asuntos."

Patrick rió de buena gana, encantado con su rápido ingenio. "Sería más

inadecuado para mí decirle si fue o no en broma."

"Cierto."

"Pero diré esto: sí, pienso sobre casarme, tener una esposa y un crío. Pienso en

ello mucho más ahora que veo a vos hacer muy feliz al MacGregor".

"Él me hace igual de feliz."

"Ya lo sé. Vosotros sois afortunados, ambos, han sido tan bendecidos." Sonrió,

poniendo sus sentimientos en el tema a continuación. "Sí Milady, deseo lo

mismo para mí mismo." Le apretó el brazo de nuevo y le susurró en

370
El Club de las Excomulgadas
complicidad. "Así que ahórreme la molestia de encontrarla y

encuentre una chica tan hermosa y con espíritu como sois vos,

para mí."

Maya se rió entre dientes. "Tal vez debería hablar con Thomas sobre la cantidad

de problemas que una mujer de espíritu produce. El hombre me regaña casi

todos los días con respecto a algo u otro que he hecho para ofender a las

masas."

Patrick se echó a reír, imaginando mentalmente la visión. "Sin embargo, está

contento. Un hombre ciego y sordo podría verlo."

Maya golpeó el dedo contra su mejilla mientras contemplaba la idea que

apareció en su cerebro. "¿Sabe una cosa, Patrick? Acaba de establecer una tarea

para mí que me va a dar una muy necesaria distracción. Algo divertido que no

Jaid Black - Después de La Tormenta


requerirá levantar una aguja y meter la sangre de mi cansancio en los dedos

para entretenerme."

"Ah, ¿sí? Y ¿Y qué podría ser, muchacha?"

Maya sonrió. "Voy a tratar de ayudarle a encontrar una esposa."

*****

Patrick se paró frente a la ventana de la recámara que ocupaba en el castillo

MacGregor y miró hacia bajo al patio. Lady Maya estaba allá abajo, dirigiendo a

los sirvientes en cuanto a donde debían colocar las mesas que se estaban

arrastrando por el castillo propiamente dicho para la próxima fiesta de

Hogmany.

Sus rizos dorados largos estaban recogidos alrededor de su cintura como un

halo, dándole un efecto como el de un ángel, un etéreo visitante de los cielos.

371
El Club de las Excomulgadas
O quizá estaba siendo puramente romántico.

Patrick suspiró mientras se pasaba una mano por su largo pelo negro como el

de un cuervo. En qué estaba, ¿Loco de amor por la esposa de su más antiguo y

cercano amigo era ser como un villano mal educado? Las vísperas pasadas, la

muchacha rubia que le servía y se llamaba Nicola lo había llevado al orgasmo

tres veces. Nicola era lo suficientemente hermosa, sin embargo, el Hamilton

había cerrado los ojos y fingido que ese cuerpo, al que estaba bombeando su

semilla, había sido el de Maya. Con cada gemido que su eje provocaba en la

muchacha, se había permitido creer que era la esposa de Thomas la que estaba

metida debajo de él, temblando en sus brazos, rogándole que le diera más de su

grueso miembro.

Patrick nunca había estado más excitado.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Nunca había estado más disgustado consigo mismo.

Lógicamente, sabía que era normal para un hombre sentir lujuria por una

hermosa mujer, casada o no, pero darse cuenta de este hecho no impidió los

tormentos pesados de culpa que acordonaban su corazón cada vez que pensaba

en darse placer con la señora MacGregor. Thomas era un buen aliado, un amigo

de verdad. El único que había conocido. Y allí estaba, dispuesto a vender su

alma al diablo, incluso por una noche en la cama con Lady Maya.

Patrick sacudió la cabeza con disgusto. ¡Qué miserable era!

372
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 43
Thomas montó su corcel rápidamente a través de la ladera, sin un destino en

mente. Tenía que salir de la torre, necesitaba sentir el viento en su espalda. Y

más que nada, necesitaba conseguir aplacar su fulminante temperamento.

Algo estaba pasando en su casa. Algo que estaba mal y lo había sacudió hasta la

médula en su propio ser.

Tenía miedo de reconocer sus miedos para sí mismo, ya que los haría parecer

más reales. Pero estaba empezando a temer, a creer realmente, que el destino

poco ceremonioso de su padre se convertiría en el suyo. Sólo que el destino de

Angus había sido el que se había imaginado, mientras que el suyo no sería de

reflexiones de una imaginación demasiado fértil y posesiva.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Desde la primera visita del Hamilton, Thomas se había dado cuenta de que su

amigo deseaba a su esposa. Estaba en cada mirada de Patrick a Maya, en la

forma en que la miraba, la desnudaba con la mirada. Era evidente en la manera

que se unía a su esposa con cada palabra, como si vomitara el conocimiento

enviado directamente desde arriba de los cielos.

Thomas no había dicho nada, creyendo que el enamoramiento de Patrick

pronto pasaría, como todos los enamoramientos tendían a hacer. Pero ahora se

iba preguntándose si podría haber sido un error no haber hecho nada.

¿Estaría obligado a matar a su mejor amigo y mantener a su esposa en la torre

con el fin de vengar su honor? Cerró los ojos contra el dolor, rogando a los

santos para que le dijeran que no era así.

373
El Club de las Excomulgadas
Durante tres días, el Hamilton había estado evitándolo. Y cada

vez que Thomas tenía la oportunidad de correr a él, siempre lo

encontraba en las faldas de Maya, moviéndose detrás de ella como un

muchacho inexperto obsesionado.

Y luego le extrañaba que retirara la cara al entrar en contacto con los ojos

intercambiados entre él y Patrick últimamente. Cada vez que su amigo pescaba

su mirada, éste la había bajado siempre, como si estuviera demasiado

avergonzado para sostener la suya. Thomas conocía esa mirada, sabía lo que

quería decir cuando a un hombre se le ponía la cara roja y miraba a todas

partes, excepto a tus ojos mientras te hablaba.

Se llamaba culpa.

Thomas había sido testigo de la auto expresión en la cara de Dugald el día que

Jaid Black - Después de La Tormenta


su comandante de armas sostuvo la audiencia con el rey. Había sido el día

después que Dugald había tomado a la esposa de Bruce.

Thomas agarró el rubí extendido contra su corazón, sosteniéndolo en reverencia

como un amuleto que tenía el poder de alejar el mal. Cerró los ojos brevemente

contra la miseria que lo impregnaba.

Su Maya nunca lo traicionaría.

Por favor, querido Dios en el cielo, no su amada Maya.

*****

Maya acarició las cabezas durmientes de Angus y Elizabeth mientras los miraba

entregarse al estado de felicidad del sueño. Sonrió con ternura a sus hijos

pequeños, que estaban creciendo más y más con su propia personalidad

mientras pasaban los días.

374
El Club de las Excomulgadas
Era extraño pensar que un día, demasiado pronto, dejarían de

ser bebés. Crecerían rápidamente para ser adultos fuertes, que

llevarían una vida que les iba a ser propia. El hermoso Angus sería laird de su

clan un día, mientras que la hermosa pequeña Elizabeth se casaría con un señor

poderoso que la amaría tanto como Thomas, agregó Maya. Pero siempre serían

sus amados bebés, sus tesoros primogénitos.

Maya se inclinó y besó a sus hijos, entonces, en silencio se dirigió a la puerta. Ya

era hora de encontrar a su esposo.

Thomas había estado actuando extraño últimamente, como si estuviera

embrujado por un fantasma o una amenaza inminente que no tenía nombre. No

estaba segura de qué hacer con su extraño y volátil humor de los últimos días,

pero estaba decidida a averiguar la causa de él antes de que esa noche

Jaid Black - Después de La Tormenta


terminara. Además, mañana era la fiesta, y quería que su marido se divirtiera,

sin fantasmas.

Maya paseó hasta la gran sala y buscó rápidamente algún signo de su esposo.

No estaba ahí. Sólo estaban Argyle, Sara, y Dugald. Frunció el ceño a ellos.

"¿Alguien ha visto a Thomas?”

Sara negó con la cabeza y sonrió. "No, él no ha estado aquí desde el mediodía,

creo."

"Quizás está en el patio", ofreció Dugald.

Maya asintió. "Creo que todo lo que puedo hacer es ir a ver."

"Si no está allí ", agregó Argyle, "Quizá entonces se unió a lord Chance y Sir

Sotted a su viaje al pueblo." Se encogió de hombros. "Mencionaron que irían a

recordarle al Consejo la fiesta del día siguiente."

375
El Club de las Excomulgadas
"Gracias, Argyle. Voy a ir a ver si todavía está en la torre."

Maya recogió su falda y caminó rápidamente hacia el patio,

esperando que estuviera todavía dentro de los límites del castillo. Frunció el

ceño cuando llegó a la muralla, sólo para descubrir que estaba vacía.

Maya se encaminó hacia la pared más cercana del castillo y se apoyó en ella,

con los brazos cruzados sobre sus pechos al contemplar la posibilidad de dónde

su marido podría estar. No había estado en la gran sala. No había estado en el

patio. No había mencionado el deseo de ir a cabalgar con ella esa noche. Al

parecer había salido con Chance y Sotted. Tenía que estar en el pueblo. ¿Dónde

más podría estar?

Los pequeños pelos de la nuca de Maya se agitaron, alertándola sobre el hecho

de que ya no era la única persona de pie en el patio. Se dio la vuelta con una

Jaid Black - Después de La Tormenta


sonrisa expectante, esperando que fuera Thomas el que se acercara.

"Patrick", susurró, intentando su mejor esfuerzo para ocultar su decepción.

Hamilton vio su esfuerzo. Le dolía mucho darse cuenta de que nunca podría

amarlo como amaba a su marido, pero sabiendo al mismo tiempo que era mejor

para él mismo tener la fuerza de reconocerlo como un hecho. "Veo que os he

decepcionado, milady. Siento ser yo y no el MacGregor".

Maya enrojeció, con la sensación de ser una anfitriona ogro. "No Patrick, no me

ha decepcionado en absoluto."

Ella negó y lo miró. "Es sólo que me parece que no puedo encontrar a mi

marido en ningún lugar y estoy empezando a preocuparme por él. ¿Sabe usted

dónde está Thomas?”

“No,” admitió con un pequeño suspiro. "No lo he visto desde esta tarde."

376
El Club de las Excomulgadas
"Ese parece ser el consenso por aquí." Sacudió la cabeza,

bajando la mirada hacia el terreno. "No es propio de él irse sin

decirme su destino. Estoy empezando a preocuparme."

Patrick sonrió. "Tiene suerte este Thomas, de que una mujer como usted esté

triste por él."

Maya miró hacia arriba por las palabras en voz baja que susurró Patrick, sus

ojos redondos, con la sospecha que había acogido por unos días. Y cuando

acercó su mano a su mejilla y la acarició con nostalgia, su sospecha se convirtió

en una confirmación precisa.

El Hamilton la deseaba.

"Patrick", susurró, alcanzando su mano y quitándola con cuidado, pero con

Jaid Black - Después de La Tormenta


fuerza de su mejilla.

"Me siento halagada. Muy halagada. Pero…"

"Pero vos no me amáis." Suspiró. "Vos amáis a Thomas, como debéis."

Maya asintió. "Lo siento".

"No os arrepintáis."

Patrick dio a Maya una brillante sonrisa con hoyuelos, pero dolida. Respiró

hondo, sus ojos azules cerrados, parpadeando brevemente. Los abrió con la

misma rapidez, entonces se inclinó y la besó castamente en la frente.

"La he hecho sentir incómoda, muchacha. Es mi problema esta lujuria, no suya.”

Negó con la cabeza con pena, no pudiendo sostenerle la mirada. "No he podido

mirar a mi mejor amigo a los ojos en estos días, sabiendo que lo he traicionado

con mis pensamientos."

377
El Club de las Excomulgadas
"Patrick, no creo que deba decirme esto."

"Sí, debo. Debo sacarlo de mi pecho. Muchacha, no puedo irme de aquí sin que

vos sepáis mis sentimientos. Os amo, Maya. Estoy muy enamorado de vos."

Maya se quedó mirándolo con la boca abierta al Hamilton, incapaz de creer lo

que acababa de oír. ¿Conocía Thomas sus sentimientos? ¿Era por eso que la

había estado evitando como la peste negra últimamente? “Patrick", exhaló, "Oh

Dios, no quiero hacerle daño. Y no quiero ser la causa de una disputa entre

usted y Thomas tampoco. Yo..." Sacudió la cabeza y suspiró. "Patrick estoy

casada. Y feliz."

"¿Piensa que no sé eso?", Preguntó. "¡Dios mío Maya!, me he estado diciendo

por días que no puedo seguir teniendo este tipo de pensamientos que he estado

albergando. ¡Él es mi mejor amigo, por todos los santos!" Hizo una mueca

Jaid Black - Después de La Tormenta


cuando se pasó los dedos por el pelo lacónicamente. "Me siento inferior a un

Inglés. Sé que Thomas conoce mis sentimientos."

Maya respiró hondo y reflejó todo lo que sabía a Patrick. Pensó en cuán

honorable era, el buen amigo que siempre había sido con Thomas, amable y

generoso como era con Angus y Beth. Negó con la cabeza. "Tú no me amas,

Hamilton."

Patrick se dio la vuelta para mirarla a la cara otra vez. "Vos no podéis saber lo

que siento, milady.”

"Te equivocas. Puedo. Y sé que no me amas."

Él frunció el ceño. "No lo sabes."

Maya respiró bien el aire frío de la noche, mientras movía un rizo rezagado

detrás de su oreja.

378
El Club de las Excomulgadas
"No me parece en absoluto el tipo de hombre que cae de

cabeza sobre los talones loco de amor por una mujer que

apenas conoce, una mujer con la que ha pasado poco tiempo y pocas horas.

Creo que está enamorado, pero no de mí." Se encogió de hombros. "Amas lo

que yo represento."

"Lo que vos... ¿Representáis?"

“Sí. Ves a Thomas, un señor de la guerra endurecido que has conocido toda la

vida, de pronto es feliz y está contento de quedarse en casa con su nueva

familia en lugar de montar a caballo para la última batalla." Le sonrió, tomando

sus manos entre las suyas. "Veo cómo mira a Angus y Beth. Puedo ver el deseo

que tiene de una familia en sus ojos. Pero usted es el tipo de hombre que no se

daría cuenta de qué es exactamente lo que es querer, incluso cuando lo mirara

Jaid Black - Después de La Tormenta


fijamente a la cara porque, por lo que he entendido acerca de usted, siempre ha

sido del tipo que evita comprometerse a cualquier costo. Y ahora se está

encontrando solo, deseando lo que Thomas tiene." Se encogió de hombros y

sonrió. "Acabo de pasar a ser la mujer más cercana a usted cuando finalmente

se dio cuenta de qué era lo que necesitaba."

Patrick pensó mucho en lo cierto de sus palabras, preguntándose si podría ser

verdad. ¿Podría ver cosas acerca de él, como un tercero imparcial, que no podía

ver claramente por sí mismo? Ella era una mujer inteligente, la esposa de

Thomas.

Y finalmente, después de tres días tortuosamente largos y cargados de

culpabilidad, y tres igualmente miserables noches sin dormir, una gran carga se

levantó del corazón del Hamilton. "Vos estáis en lo correcto, señora", Patrick

susurró. Sonrió lentamente.

"Vos estáis en lo correcto."

379
El Club de las Excomulgadas
"¡Por supuesto que sí!" Maya dijo emocionada, efectivamente

poniendo fin al estado de ánimo sombrío creciente alrededor

de ellos. "Soy la esposa del McGregor, después de todo. ¡Puedo coser tapices,

convocar fiestas lujosas, y detener a sabuesos como Meg todo en un solo día!"

Patrick echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír alegremente. No se había

sentido mejor en... bueno, tres días y noches para ser exactos. Tomó del brazo a

Maya y la llevó lentamente a las puertas del castillo. "¿Mi buen amigo Thomas

no sabe el tesoro extraordinario que ha encontrado en vos?"

"Umm. No lo sé", bromeó, "¡pero más le vale!"

*****

Desde los arbustos cerca de la pared del castillo, Thomas se quedó mirando la

Jaid Black - Después de La Tormenta


espalda de su esposa y su mejor amigo. Cerró los ojos y respiró profundamente

para calmarse. “Sí, mi amor” susurró con voz ronca: "Sí sé el tesoro que tengo."

Y luego, con un gran alivio y gratitud, incluso más, Thomas MacGregor, el más

temido laird de toda Escocia, cayó sobre sus rodillas con cicatrices de batalla, y

lloró de alivio.

380
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 44
Maya se sentó en la cama, sin poder conciliar el sueño. Thomas todavía no

había vuelto a casa. Había hecho todo, dentro de su poder, al pensar en otras

cosas, al pensar en algo, excepto en la conclusión desgarradora que había

albergado de que algo horrible le había sucedido a su marido.

Había entrado a la sala tres veces para comprobar a Angus y Elizabeth. Había

cosido los agujeros en dos de las túnicas de Thomas y tenía las costras para

probarlo. Había caminado por las almenas, mirando la noche, orando por el

menor atisbo de él. Y ahora estaba sentada en la cama, tratando de concentrarse

en el grueso libro de América que nunca había logrado terminar.

Unos minutos más tarde, la puerta de la alcoba crujió, causando que la mirada

Jaid Black - Después de La Tormenta


de dardo de Maya se dirigiera hacia ella. Suspiró de alivio cuando se dio cuenta

que era Thomas entrando en la habitación. Cerró el libro con un golpe pequeño

y salió fuera de la cama para darle la bienvenida.

"Gracias a Dios", susurró para sí misma más que para alguien, a pesar de que él

la había oído también. Lo miró y sonrió con alivio. "Estaba tan preocupada por

ti. ¿Estás bien?"

"Sí".

Sus ojos se abrieron cuando cayó en cuenta de que su marido estuvo llorando.

Tenía los ojos enrojecidos e inyectados en sangre, la garganta áspera y rasposa.

"¿Thomas? ¿Qué pasa? ¿Paso algo malo?" Se agarró el corazón. "¿Son los niños?

Acabo de estar en la guardería, por favor dime."

“No, los críos están muy bien, amor."

381
El Club de las Excomulgadas
Maya ladeó la cabeza hacia arriba y hacia los lados, tratando

de discernir lo que estaba preocupando a su marido.

“Entonces, ¿Qué es? ¿Por qué lloras? ¿Qué está mal?"

Thomas negó con la cabeza lentamente mientras estudiaba el rostro de su

esposa. Sentía más amor por ella ahora del que nunca antes había sentido. Lo

cual, reconoció, era mucho decir. "No hay nada malo." Sonrió cálidamente.

"Todo está muy bien." Extendió sus manos. "Vamos muchacha, ven a mí.

Permitidme abrazaros. Permitidme amaros."

Maya no dudó ni por un momento. Corrió a los brazos extendidos de su esposo,

las lágrimas brotando de sus ojos mientras la abrazaba, sin siquiera saber

porqué.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Amor. Era tanto amor el que irradiaba de él que la abrumaba.

"Os necesito, Maya mía. Necesito haceros el amor."

Thomas se dejó caer al suelo de la alcoba con su esposa en brazos y le mostró

todo el amor que brotaba de su corazón. Penetro su dispuesto cuerpo una y otra

vez, nunca queriendo terminar, necesitando permanecer dentro de ella para

siempre.

Y mucho tiempo después, cuando finalmente vertió su vida en su vientre, sabía

que había vencido al destino. Él, el MacGregor, había aprendido a hacer lo que

su padre antes que él nunca había podido. Había aprendido a confiar.

Y ahora conocía la paz.

382
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 45
Patrick estaba de pie junto a su caballo de guerra, frotando las manos con

fuerza sobre los músculos del elegante caballo, trabajando los calambre en ellos.

Había viajado con fuerza esa mañana, quizá demasiado duro, pero había tenido

una gran cantidad de cosas en qué pensar y el caballo siempre le ayudaba a

aclarar sus confusos pensamientos.

Maya estaba en lo cierto. Él quería un heredero, así como una amante esposa

para calentar su corazón y su cama. También tenía razón en que había sido la

codicia de lo que pertenecía a Thomas por lo que ella representaba para él. Oh,

era bastante hermosa y animada seguramente, y cualquier hombre sería un

tonto si no se daba cuenta, pero era también un símbolo, una musa. Había,

después de todo, logrado llevar al más poderoso y temido señor de la guerra de

Jaid Black - Después de La Tormenta


las tierras altas remotas y escarpadas a sus talones. Si Thomas MacGregor podía

ser domesticado y disfrutar de cada momento de ella, entonces también lo

podría Patrick Hamilton.

"Hamilton".

Patrick disparó su mirada en la dirección desde donde la voz había salido. Su

rostro enrojeció cuando se encontró con los ojos de Thomas, por lo que

rápidamente desvió la mirada, de vuelta a su caballo de guerra. "MacGregor".

Thomas paseaba lentamente al lado de Patrick, viéndolo mover sus manos

sobre el escudo de su caballo de batalla. No dijo nada durante un buen rato,

simplemente mirándolo. "Es un buen pedazo de carne ese caballo, tu semental."

Patrick asintió, pero no retiró su mirada de la crin de su montura. "Sí. Es árabe."

383
El Club de las Excomulgadas
Thomas no dijo nada durante unos minutos más. Y finalmente,

cuando se hizo obvio que el Hamilton no iba a hacer otra cosa

y que no se revolcaría en su propio estado inducido de miseria, se aclaró la

garganta y habló en voz baja. "Dejadlo ir, hombre."

Patrick se volvió duro sobre sus talones, mirando a su viejo amigo. Cerró los

ojos brevemente, y luego chasqueó de nuevo abriéndolos. "Ella os lo dijo,

¿verdad?"

“No." Thomas sonrió, echando una mano a las puertas de la muralla más

cercana. "Estuve escuchando en los arbustos la totalidad de su conversación."

“¿La totalidad de ella?" Patrick se estaba ahogando.

"Sí".

Jaid Black - Después de La Tormenta


Patrick se sonrojó, después se volvió a frotar el semental, una vez más. "Debéis

pensar que no es necesario llamarme más amigo, porque no soy digno." Tomó

una respiración profunda. "No puedo decir que os culpe."

"No, estáis equivocado."

Patrick dejó caer la cabeza sobre su pecho y cerró los ojos brevemente. "No lo

puedo creer de mí mismo, Thomas, así que ¿Cómo podéis vos?"

"Porque os conozco."

"¿Qué queréis decir?" Se dio la vuelta y miró a su compañero y amigo más

cercano.

Thomas se rascó la barbilla, y luego pasó los dedos por su melena de pelo largo

hasta los hombros. Alzó la vista al cielo como buscando las palabras adecuadas,

entonces, se volvió otra vez al Hamilton. "En los últimos días me había dado

384
El Club de las Excomulgadas
cuenta de que vos estabais sintiéndoos culpable por algo que

habíais hecho". Él negó. "He de admitir que he querido

mataros, porque pensé que os habíais acostado con mi esposa. Podéis imaginar

mi alivio cuando oí a Maya hablando con vos y me di cuenta de que tu

culpabilidad se debía a tus pensamientos y no a tus acciones".

Patrick se rió sin humor, sacudiendo la cabeza en disgusto consigo mismo. "La

culpa no comienza a describirlo ", dijo entre dientes.

Thomas sonrió. “Lo sé ahora." Se encogió de hombros. "No puedo culpar a

ningún hombre por desear a mi esposa, ya que tendría que estar casi muerto o

ser un depravado, pero os doy las gracias por ser un hombre lo suficientemente

honorable y no hacer nada, salvo pensar en ella".

Patrick enrojeció, moviéndose de ida y vuelta sobre sus pies. "Creo que no

Jaid Black - Después de La Tormenta


podéis dejar ir esto tan fácilmente."

Él negó. "No creo que podría."

"Estáis en lo correcto, aunque no es la forma escocesa. Sin embargo, sois un

amigo, y porque lo sois, os habéis castigado lo suficiente." Thomas colocó sus

manos en las caderas y lo miró. "No hay necesidad de tener un desafío por lo

sucedido. Vos os habéis castigado más de lo que podría cualquier hombre con

tu conciencia y estoy contento con eso. No os tengo ninguna mala voluntad,

Hamilton, porque si vos no fuerais un verdadero amigo entonces ya hubierais

sufrido las consecuencias."

Patrick sonrió al pensar en las palabras de Thomas. "Vos estáis en lo correcto.

Me he castigado mucho. Y me lo merecía." Hizo una mueca, pasándose la mano

por el pelo con agitación. "Sin embargo, estoy listo para dejarlo ir. Quiero que

vuestra camaradería fácil vuelva, mi amigo."

385
El Club de las Excomulgadas
"Al igual que yo"

Patrick asintió, complacido. “Entonces, ¿Qué hacemos?"

Thomas dio una palmada en la espalda del Hamilton. "En primer lugar, os

agradezco por hacer esto." Movió el brazo hacia atrás con todas sus fuerzas,

arrojándolo, y marcó la mandíbula de Patrick. El Hamilton cayó sin

miramientos al suelo, frotándose la mandíbula dolorida mientras yacía tendido

a los pies de Thomas.

"¿Gracias? ¡Creía que me habíais perdonado!” Dijo con incredulidad.

El MacGregor le guiñó un ojo a cambio. "Ahora lo he hecho".

Patrick se quedó mirando a Thomas con los ojos abiertos. Y luego, lentamente,

sonrió.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír. "Ahora ¿Ambos nos sentimos mejor?"

Al gesto del MacGregor, Patrick se puso de pie y sonrió.

"Gracias a vos."

"Por nada."

*****

"¡Maldita sea!"

Maya mostró su mano derrotada de cartas a Argyle, los tres caramelos de

jengibre laminados de azúcar que acababa de perder con él pronto le siguieron.

Argyle atrapó los caramelos con la boca, se los tragó, y luego se frotó el vientre

dramáticamente.

386
El Club de las Excomulgadas
Thomas y Patrick se echaron a reír, ambos miraban

atentamente para aprender a jugar póquer. Sara barajó las

cartas, y luego repartió la siguiente mano a Maya, Argyle, Harold, su padre, y a

ella misma. Miró a los dos lairds y sonrió. "¿Están dispuestos a participar?"

“No” se rió Patrick. "Debería ver un poco más antes de perder el trabajo de mi

vida con estos jóvenes caballeros".

Thomas secundó eso, luego preguntó: "¿Dónde está vuestro marido?"

"Dugald está fuera explorando con sus hombres." Se encogió de hombros, al

parecer no preocupada. "Buscando al MacAllister, como de costumbre."

Terminó repartiendo, luego levantó sus cartas.

Harold revisó sus cartas, considerándolas con ojos codiciosos drásticamente, y

Jaid Black - Después de La Tormenta


sonrió con aire de suficiencia. "No necesito otra. Esta mano vale la pena así".

"Estás faroleando." Reginald agitó la mano en el aire. "Todo lo que haces es

farolear. Sara, querida, dame dos."

"¿Farolear? Ahora ve esto Reggie, no faroleo en este momento. Has hablado

muy pronto cuando aún quedan caramelos de jengibre. Cuando ya no queden,

entonces no hables." Harold gruñó, frunciendo el ceño. Movió el dedo hacia

Maya y Argyle. "Estos aquí son el señor y la señora del clan llamado Farol".

"No faroleo", Argyle declaró la cuestión de manera casual. "Mi prima se lo

puede decir."

Maya sonrió. "Tiene razón. Nunca aprendió a hacerlo. Su rostro siempre se

pone rojo cuando dice una mentira."

387
El Club de las Excomulgadas
"¡Ja!" Desafiaron Harold y Reginald al unísono. Reginald

disparó un dedo de reprimenda hacia Argyle. "Su cara no se

enrojeció durante su lastimosa mano pasada, pero tuvo que doblar y todo lo

que tenía eran dos ochos."

Los ojos de Maya se abrieron en forma redondeada como platillos. Arrugó la

cara y lanzó una mirada mordaz a Argyle. "¿Dos ochos?"

Argyle se encogió de hombros sin arrepentimiento. "¡Estas cartas son la

guerra!".

"¿La guerra? ¡Te voy a mostrar el resultado de la guerra, Argyle! ¡Sara!”, gritó,

“¡Dame una!"

La risa sonó en toda la sala. Sara sonrió, y luego intercambió una de las cartas

Jaid Black - Después de La Tormenta


de Maya por una en la parte superior del montón.

Maya tomó la carta que había sido cambiada, entonces sonrió dulcemente hacia

Argyle. "¿Te vas a quedar con la mano o deseas negociar, ricura?” Sonrió a él de

nuevo, con un brillo perverso en sus ojos.

Argyle tragó, sus ojos rodaron. Respiró hondo y suspiró en aquiescencia. "Dame

tres", declaró malhumorado.

*****

"Le agradezco el haberme perdonado, milady." Patrick sonrió a Maya mientras

caminaban a través del patio, examinando la última de las mesas que estaban

siendo arrastradas a la gran sala para la fiesta de esa noche. Maya negó,

apretando su brazo. "No había nada que perdonar." Hizo una pausa por un

momento, entonces, agregó. "¿Pensó en lo que le dije anoche?"

388
El Club de las Excomulgadas
"Sí," admitió. "Mucho. Y, por supuesto, tiene razón. No estoy

enamorado de vos."

Maya se detuvo abruptamente y se dio la vuelta cuando el Hamilton se refirió a

ello con el ceño fruncido. "¡No tiene que ser tan contundente al respecto!"

Patrick se echó a reír. "No señora, lo que quise decir es que la amaré siempre,

pero voy a ser noble acerca de esto y os amaré de lejos."

Maya sonrió. Apuntándolo con el dedo en su pecho. "¡Está mejor!"

Patrick se echó a reír, entonces, tomó su brazo y reanudaron su paseo por el

patio. "En serio, Maya, y no digo esto para sonar dulce… sois una mujer

maravillosa. Thomas es muy afortunado en verdad. Y aunque no puedo decir

que no sentiría distinto si las circunstancias fuesen diferentes y la hubiera

Jaid Black - Después de La Tormenta


conocido antes que el MacGregor, ahora me doy cuenta que me enamoré más

de lo que le da a Thomas que de la mujer misma." Sacudió la cabeza con

nostalgia. "Le habéis dado mucho."

Maya sonrió cálidamente a la cara del apuesto Patrick y le apretó el brazo una

vez más. "¿Sabe algo? Siempre he tenido buena intuición y en este momento mi

intuición me dice que vas a conocer a la mujer adecuada para vos muy pronto."

Patrick suspiró. "¿Cómo lo sabéis?"

Maya sonrió maliciosamente. "¡Soy la esposa del MacGregor!"

Se echó a reír. "¡Ay! ¿Cómo podría olvidarlo?"

Caminaron en silencio hasta que llegaron a las puertas del castillo. Luego

Patrick se inclinó y susurró, "¿Y sabe quién es?"

"Sé quién no es."

389
El Club de las Excomulgadas
"Oh, ¿Lo sabéis? ¿Y quién no es ella?"

"Ella no es", acercó su pecho burlonamente. "Meg".

Patrick se rió a carcajadas, haciendo que la cabeza de los sirvientes y caballeros

por igual se volvieran brevemente a ellos. Sonrió hacia ella, realmente

divertido. "Me esforzaré en recordar eso."

Jaid Black - Después de La Tormenta

390
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 46
Thomas y Maya yacían en su cama, sudorosos y saciados de hacer el amor.

Maya le había dado dos clímax en una hora. Él sonrió con satisfacción, sabiendo

que siempre sería bueno el amor entre ellos. Cuanto más llegaban a conocer las

necesidades del otro, más completa su pasión se convertía.

Thomas pasó la mano grande y de batalla sobre el vientre de seda de Maya y

sonrió. "Creo que no podéis haber quedado embarazada tan pronto después de

Angus y Beth."

Maya lo miró y se rió entre dientes. "No debería ser".

"¿Por qué decís eso, todo lo que hago os montaros?" Él pasó sus dedos sobre su

Jaid Black - Después de La Tormenta


todavía relleno pezón y lo frotó suavemente entre el pulgar y el índice. Maya

contuvo el aliento. "¡Alto!" Se medio rió y la otra mitad rogaba mientras quitaba

la mano de su marido de su seno. "¡Otra vez vamos a llegar tarde a la fiesta!"

"Ya lo creo, maliciosa."

Maya le sonrió, bajando su boca para cubrir la de él. Ella movió su lengua

dentro de sus labios cuando se abrieron y saboreó la boca húmeda durante un

buen rato. Thomas rodó en la parte superior de su esposa y se acomodó entre

sus muslos, liberándose de su beso para mirarla. Gentilmente investigó los

huecos exteriores de su piel resbaladiza con su erección. "¿Por qué decís que no

deberíais estar esperando a mi crío?", susurró con voz ronca.

Los ojos de Maya estaban vidriosos por la necesidad mientras envolvía sus

brazos alrededor de él y pasó los dedos por encima de sus nalgas. "La lactancia

391
El Club de las Excomulgadas
materna se supone que hace que sea difícil concebir", susurró.

"Y todavía estaba lactando cuando quedé embarazada."

"Ah. Entonces, ¿cómo podéis estar embarazada con mi crío?", preguntó.

Maya arqueó las caderas en invitación mientras le agarraba una nalga de acero

con cada mano y la apretaba. "No sé, pero estoy segura de que lo estoy."

"¿Aunque no sea posible?"

"Aparentemente no."

Thomas movió a su esposa con un movimiento uniforme. Apretó los dientes

por el placer en contra de la estrecha resistencia del cuerpo que siempre le daba

a su eje grueso. Su gemido hizo que los dientes le dolieran más duro. "¿Cuándo

nacerá mi crío? ¿Cuánto tiempo… "

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Thomas", reprendió Maya mientras suavemente le cubría la boca con la mano.

“¿Sí? "Murmuró por debajo de los dedos cerrados.

"Por favor, silencio."

Thomas quitó la mano de su esposa de su boca cuando subió profundamente

por su estrecha abertura. Ella gruñó en respuesta. "¿Queréis que ya no hable?”

Susurró contra su cuello, haciendo que la piel de gallina le corriera por su

espina dorsal.

"No, a menos que digas algo sucio", calificó con otro gemido de placer.

"Sucio, ¿Eh?" La acariciaba a su vez, empujando hasta su empuñadura. Ella

gimió, como él sabía que lo haría. "¿No os importa entonces si os digo de lo

ajustado de tu vaina y de lo mucho que amo penetraros?"

392
El Club de las Excomulgadas
"No me importa", admitió en un gemido.

Se sentó completamente, meciéndose lentamente dentro y fuera de su canal

húmedo, desde la cabeza hasta la empuñadura, una y otra vez. Metiéndose tan

profundamente como le era posible, después, calmado, agarró un puñado de

sus cabellos de oro con los puños. "¿A quién pertenece vuestro cuerpo?",

preguntó a través de ojos entrecerrados y llenos de lujuria.

"Al MacGregor” susurró sin dudarlo.

"Sí", admitió él. "Y no lo olvidéis."

Se metió en ella salvajemente, y luego la montó rápida y ferozmente. Maya

temblaba mientras él la llevaba al clímax, cada uno de sus empujes duros

enviando una nueva ola de placer golpeándola.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Era primitivamente sexual su marido, y ella sabía que no había mejor

afrodisíaco que saberlo. Llegó a su clímax de nuevo, diciendo en voz alta su

nombre mientras golpeaba violentamente su carne. Él disparó su semilla un

momento más tarde, saliendo a borbotones en su vientre mientras ella pulsaba

alrededor de su pene.

Poniendo los brazos entrelazados en los del otro, cansados y saciados,

respirando profundamente para calmar sus desiguales respiraciones.

"¿Deberíamos tomar un baño antes de que bajemos?" Le preguntó Thomas.

Maya sonrió. "Por supuesto. Me veo como el infierno."

"Vos no podríais veros como el infierno nunca."

"¿Thomas?"

“¿Sí?"

393
El Club de las Excomulgadas
"Te amo".

"Ya lo sé, Maya mía. Y yo también os amo."

*****

El jolgorio y las alegres decisiones entre los MacGregors y los Hamiltons se

podían oír por toda la torre y sin duda a kilómetros de distancia. El sonido de

laúdes y gaitas tocadas en la noche, el olor de los pasteles de carne, panes,

guisos, tartas dulces y bayas flotaban en la brisa.

Robert MacAllister observaba desde los árboles mientras un grupo de aldeanos

se abrían paso a través de las puertas del castillo. Hizo un gesto a cuatro de sus

hombres a sueldo, todos sedientos de sangre como su maestro. Salieron del

escondite de los árboles con pasos suaves, integrándose en el grupo de aldeanos

Jaid Black - Después de La Tormenta


con facilidad.

Robert sonrió. Hacía dos días casi se había rendido, dándose cuenta que la ruta

de fuga no iba a funcionar y había abandonado. Ahora estaba sellada. Pero él

estaba aquí, caminando a través de las puertas del castillo con su ropa sucia y

con sus secuaces detrás. Y nadie era más acertado.

Robert vio a su presa un minuto después de entrar a la amplia y gran sala.

Estaba de pie junto a una muchacha embarazada, batiendo palmas al compás de

la música mientras miraba a su marido bailar.

Robert se puso inmediatamente erecto. Iba a ser condenadamente fácil esto.

394
El Club de las Excomulgadas
Capítulo 47
Maya veía divertida mientras su marido y Maris bailaban a través de la gran

sala al compás de la música. Sintió un poco de pena por su hombre, sabiendo

mejor que nadie cuán completamente exhausto había quedado sólo una hora

antes en su dormitorio. De hecho, tenía ya bastante tiempo manteniendo el

espíritu que la institutriz tenía.

"Ve despacio conmigo, muchacha," Thomas bromeó mientras recogía a Maris y

la giraba a su alrededor.

"Ni por un momento ", se rió de vuelta.

"Creo que no estáis siendo justa con tu laird. Mi esposa me ha utilizado bien

Jaid Black - Después de La Tormenta


esta tarde."

Maris chasqueó la lengua, pero no cedió. “¿Y qué cree que Lord Chance y yo

hacemos cuando desaparecemos de la sala? ¿Coser tapices y cantar baladas?"

Thomas se echó a reír a carcajadas. “No, muchacha, no pienso eso. Y, decidme

por favor, ¿Este Reginald os va hacer una mujer honesta?"

"En San Miguel".

"¿San Miguel? ¿Por qué esperar hasta septiembre cuando puede casarse con vos

ahora?"

"Porque,” le guiñó un ojo Maris, "Me gusta jugar a ser la ama de Reggie.

Conseguir más regalos, creo."

Thomas hizo un sonido rico de risa mientras recogía a Maris y giraba a su

alrededor.

395
El Club de las Excomulgadas
"Maliciosa."

Maya y Sara se rieron de la audiencia, ambas oyeron la conversación entre el

Laird y la institutriz. Maya cambió su atención lejos de ellos y escaneó algunas

de las caras más familiares del grupo de bailarines. Negó y se rió entre dientes,

empujando a Sara para que mirara en la dirección de Sir Harold y su amada

que se encontraban en la sala grande junto a la otra sala. Tan vasta como era la

gran sala, se había abierto para dar cabida a todos los juerguistas y había un

segundo salón que había sido preparado en caso de que se necesitara.

"¿Por qué le corrió su mano?", Preguntó Sara arrugando la nariz y de puntillas

para ver por encima de la multitud.

Maya puso los ojos en blanco. “La está acosando, como el perverso que es.”

Jaid Black - Después de La Tormenta


Sara se rió entre dientes. "Ah, parece que Hamilton está ahorrando a la pobre

Helen la vergüenza de las garras demasiado largas de Harold".

Las dos amigas se rieron entre dientes, teniendo un gran momento esa tarde.

Reginald se pavoneaba con Maya y Sara a los pocos minutos y se inclinó

formalmente ante las mismas. Miró a Maya y le guiñó un ojo. "Debido a que a

tu marido le da un ataque salvaje cada vez que un hombre se te acerca, no te

pediré que bailes, querida Maya."

Maya puso sus manos indignadamente en sus caderas. "¡No lo hace!"

"¡Sí lo hace!"

"Bueno, estoy segura de que haría la excepción contigo, Daddy C."

Reginald hizo una mueca. "No creo ser lo suficientemente bueno con mi espada

todavía para poner a prueba esa teoría."

396
El Club de las Excomulgadas
"¡Papá!" Sara sacudió la cabeza. "Eres imposible."

"¿Y tú, hija mía?" Reginald preguntó con una sonrisa. "Tu marido y Lady Lena

están bailando, por lo que ¿Le darás a tu viejo el privilegio de reclamar este

baile?"

Sara tomó su mano y sonrió. "Más te vale que lo creas."

Un escaso momento más tarde, Sir Argyle levantó a Lady Maya del suelo y le

dio vueltas a su alrededor. Ella echó la cabeza hacia atrás y rió, disfrutando

cada momento. "¿Supongo que me has perdonado por ganarte todos los

caramelos de jengibre de nuevo esta tarde, Argyle?"

“Sí,” admitió él con una fingida queja. "La he perdonado, mi señora prima, sin

embargo, no he perdonado a su marido."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Ah," bromeó Maya "todavía estás molesto porque se aprendió el juego tan

rápido, ¿eh?"

"'Suerte de principiantes creo, pero me alegro de estarlo afligiendo en este

momento."

"¿Afligiéndolo? ¿Cómo es eso?"

Argyle mostró su sonrisa con hoyuelos, travieso. "Si yo puedo bailar con vos, la

esposa del laird, y vos le hacéis creer que os coqueteo, entonces serán evidentes

los puñales que sentirá en la espalda por el baile que estoy teniendo con su

señora esposa."

Maya se rió con incredulidad, pero ladeó la cabeza para ver si estaba en lo

cierto. "Bueno, yo voy a ser la condenada," Exhaló, tratando de mantener una

cara seria. "Realmente es evidente que tiene dagas sobre ti."

397
El Club de las Excomulgadas
Argyle sonrió triunfalmente. "Es un hombre bueno, creo."

Maya consideró esa noción un momento, el brillo malvado de Argyle, que sabía

muy bien todo eso, brillaba intensamente en sus ojos. "Él hace una -tosió

discretamente- actuación de poder cuando está celoso."

"Hmm," Argyle pinchó, "entonces deja a vuestro primo preferido veros bien

encamada esta víspera."

"¿Qué quieres decir?"

"Haz lo que os digo y envuelve tus brazos alrededor de mi cuello, bien apretado

como ahora, muchacha."

Maya lo hizo, riéndose de su plan mientras Argyle se daba la vuelta en círculo y

bailaba con ella con su cuerpo apretado contra él. "Va a llegar en cualquier

Jaid Black - Después de La Tormenta


momento", susurró Argyle con complicidad. “Es demasiado posesivo para

poderlo manejar, estéis casada o no con su primo".

"¡Argyle!" Thomas gritó desde el otro lado del patio. Él lanzó los brazos de

Regina Maris lejos y se dirigió rápidamente hacia su esposa y su primo. “Habéis

bailado suficiente con mi señora, ¿Verdad? ¡Ve a buscar a tu propia esposa!”

Thomas arrancó a Maya de las garras de Argyle una sola vez, y luego metió su

cuerpo apretado contra el suyo. Maya hizo un guiño a Argyle por encima del

hombro de su marido, pronunciando un silencioso "agradecimiento".

Argyle se echó a reír, sacudiendo la cabeza de alegría mientras serpenteaba su

camino a través del patio en busca de la esposa de Sir Dugald.

“Vos no bailaréis con nadie más excepto yo esta víspera, Maya, ¿Entendido?”

398
El Club de las Excomulgadas
"Thomas", Maya respondió "Argyle es el único hombre con el

que he bailado a excepción de ti, en toda la noche."

La nariz del MacGregor estalló mientras miraba hacia abajo a la esposa que

había pegado en contra de su lado como una pieza de equipaje. "No hay nada

de malo en eso, muchacha, os lo puedo decir." Gruñó él, la vena marcando su

sien al lado de su trenza. ”Estoy pensando en la necesidad de recordaros a

quién pertenecéis, esposa.”

Maya tragó. El deseo corría por su sangre. No esperaba que reaccionara con

tanta rapidez, pero decidió no quejarse. Ella y Argyle tendrían que ponerlo de

cabeza más a menudo.

Maya acarició con las manos el rostro de su marido y tiró suavemente de las

trenzas a cada lado de sus sienes. Lo besó en la boca provocativamente. "Creo

Jaid Black - Después de La Tormenta


que tienes razón, esposo. Por favor, recuérdamelo".

Thomas gruñó, ferozmente erecto. Plantó a su esposa sobre su cadera y se

marchó a través de la gran sala, llevándosela lejos como una muñeca de trapo.

Encontró una cámara vacía en el ala oeste del castillo y la izó contra la pared.

Levantándole la falda, puso el plaid a un lado, y se metió en ella con fuerza

plena.

“Decídmelo ahora," apretó mientras la estocaba. "¿A quién pertenece esta carne

húmeda?”

"Al MacGregor,” gimió ella, envolviendo sus piernas alrededor de sus caderas.

"A ti".

"Siempre," gruñó él golpeando su carne una y otra vez. Juntando sus nalgas con

sus manos callosas, tomando el ritmo al hacer el amor y empujando sin piedad

dentro de ella.

399
El Club de las Excomulgadas
Maya gimió mientras secretamente sonreía.

Sus ojos rodaron en su cabeza.

Sí, ella y Argyle definitivamente tendrían que hablar más a menudo.

Jaid Black - Después de La Tormenta

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 48
Maya escapó hasta su dormitorio para limpiarse las pegajosas secuelas de haber

hecho el amor recientemente con su marido. Apresuró el paso, pues no quería

perderse la fiesta que el cocinero y sus ayudantes estarían llevando a cabo en

cualquier momento. Podía oler el aroma de la comida en el aire que se elevaba

de las cocinas, y sabía que iba a estar tan bueno como olía. El cocinero se había

convertido en un chef superior desde que Harold y Argyle habían traído cubos

de especias del futuro.

Maya se recogió la falda y corrió escaleras arriba y luego casi chocó contra el

pecho sólido de un aldeano calvo. Fue como golpear una pared de acero, pensó.

"Oh, hola. Lo siento, no lo vi. ¿Se ha perdido?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


Robert MacAllister sonrió dulcemente hacia ella, haciendo una cortés

reverencia. “No, señora, la he estado esperando".

"¿A mí?"

"Sí".

La agarró con fuerza de la parte posterior de la cabeza, poniéndole una mano

sobre la boca para acallar sus inevitables gritos. "He estado esperando por vos

por mucho tiempo, dulce." Sustituyó su mano por su boca, marcando

dolorosamente sus labios. Después, forzó la mano de Maya hacia abajo en su

entrepierna para que pudiera sentir la erección feroz que le había hecho tener.

Maya le mordió el labio, causando que la sangre se escurriera de ahí.

"¡Vos perra!" Gritó lanzándole una bofetada sonora sobre su cara.

401
El Club de las Excomulgadas
Maya cayó al suelo, pero no perdió el conocimiento. Gritó con

la parte superior de sus pulmones, llamando a su marido en

estado de pánico. Robert la tiró a sus pies y la sujetó con la mano hacia abajo

más o menos tapándole la boca de nuevo.

Lucharon juntos por un largo rato hasta que Robert recuperó el control de la

situación y sujetó a Maya firme, irrevocablemente contra su lado. La golpeó en

la cara otra vez, luego la levantó y la llevó por el pasillo, abriendo la puerta de

la cámara en la que todo había comenzado hacía tantos años.

*****

La pequeña Margaret, nombrada así por su madre, fue despertada por los gritos

de la Lady. Ella se puso las manos sobre las orejas a sus cinco años de edad,

temerosa de que la amiga de su madre se estuviera muriendo.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Margaret miró a su hermano, así como a Angus y Elizabeth, quienes

dormitaban juntos en la guardería, entonces, se dirigió hacia la puerta de la

cámara. La abrió en silencio, con miedo de que su madre o padre se dieran

cuenta de que estaba escondida.

La señora estaba llorando. Un mal hombre la estaba lastimando.

*****

La risa, música y baile en la gran sala y más allá subían en un frenesí todo el

tiempo.

Thomas sonrió triunfante mientras deambulaba entre la multitud y se dirigió

directo hacia el Hamilton.

Le dio una palmada a su amigo en la espalda. “¿Os estáis divirtiendo?”

402
El Club de las Excomulgadas
Patrick sonrió perversamente a Thomas y asintió. "Varias veces

ya esta noche, mi amigo."

Thomas ululó de risa, feliz por su éxito con las damas. Le guiñó un ojo.

"Siempre y cuando no sea con Maya, sois bienvenido con el botín."

Patrick se echó a reír. "No hablemos de eso, os lo suplico." Echó una mirada a la

multitud especulativamente, mirando a su alrededor. "Tu esposa, con certeza,

puede dirigir una buena fiesta."

"Sí, sí puede."

"¿Dónde está ella de todos modos? No la he visto en mucho tiempo."

Thomas frunció el ceño. "No lo puedo decir. Ha pasado algún tiempo desde que

la dejé. Estaba a punto de buscarla cuando os vi aquí."

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Vamos a buscarla juntos entonces. Así comeremos más pronto."

Thomas y Patrick vagaron entre la multitud, buscando algún rastro de Maya. Se

detuvieron unos minutos más tarde, derrotados. "No la veo por ningún lugar",

admitió Patrick.

"Tampoco yo", dijo Thomas, rascándose la barbilla con perplejidad. “Mi esposa

nunca se pierde una fiesta".

Patrick enderezó la espalda y entrecerró los ojos mientras su mirada se detenía

en un hombre en particular.

Los pequeños pelos en la nuca de su cuello se electrificaron y supo en un

instante que algo no estaba bien. El aldeano. Era muy familiar. "Thomas".

“¿Sí?"

403
El Club de las Excomulgadas
"¿Qué nombre tiene el aldeano que va por allí?"

"¿Quién?"

Patrick apuntó con la cabeza hacia la posición en el lado más lejano de la gran

sala. El hombre de cabello oscuro estaba molestando a una muchacha del

servicio, riendo con sus amigos mientras ella lo rechazaba. "No lo conozco",

Thomas admitió con el ceño fruncido. "Pero está a punto de conocerme. No voy

a tolerar que usen a una mujer contra su voluntad."

Se quedaron allí por un momento, mirando en silencio, decidiendo no hacer

nada por el momento ya que el hombre había dejado a la muchacha ir. Y

entonces Patrick cayó en la cuenta mientras el reconocimiento lo llenaba. Sus

ojos se agrandaron.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"Thomas, no es un aldeano común."

"¿Eh?"

Patrick se volvió hacia él. "Algo está muy mal, mi amigo. Conozco a ese hombre

de Bannockburn. ¡Está loco como un perro!” Señaló con vehemencia hacia él.

"El hombre es un caballero, sin embargo, está vestido con la ropa gruesa de un

plebeyo."

Thomas miró al hombre en cuestión, con el ceño fruncido. "¿Pero por qué…"

Tomó un respiro mientras se estabilizaba desenvainando su espada. "No tengo

necesidad de preguntar," anunció mientras caminaba rápidamente por la

multitud y en línea recta hacia su presa.

“Sí,” susurró Patrick de su lado. "Es uno de los MacAllister."

404
El Club de las Excomulgadas
Si Thomas había tenido alguna duda de si Patrick había tenido

razón al creerlo, se quedaron descansando cuando el forastero,

y sus tres amigos "aldeanos" vieron al MacGregor y al Hamilton dirigirse hacia

ellos como dos hombres poseídos. Los hombres MacAllister desenvainaron las

espadas que habían estado ocultando a la vista con sus mantos y dieron su grito

de guerra al unísono. Thomas y Patrick gritaron, y entonces todo el infierno

efectivamente se desató.

Desde el otro lado del camino, Harold y Reginald estaban con Dugald y Argyle

que se reían cuando todos excepto Harold bebían su cerveza. Por el rabillo del

ojo, Harold notó una falta de definición de movimiento.

Ladeó la cabeza para ver lo que pasaba, sus ojos cada vez se hacían mayores al

comprender mientras el MacGregor daba un grito de venganza que no pudo ser

Jaid Black - Después de La Tormenta


escuchado por el ruido, entonces, dirigió su espada a un hombre, decapitándolo

al instante. Desenvainó su espada y gritó, "¡A las armas!"

Dugald y Argyle reaccionaron de inmediato, sacando las espadas de sus vainas

y se dirigieron hacia el laird a toda velocidad. Reginald se quedó mirando, con

la boca abierta, por el baño de sangre que se desplegaba ante sus ojos. "¡Vamos

Reggie! ¡Tenemos que luchar como los hombres!" Gritó Harold.

Reginald parpadeó, con la boca reseca. "¡Nooooo infiernos!", Gritó sin

importarle que oyeran su acto cobarde.

"¡Reggie!” Gruñó Harold. "¡Puedes hacerlo! Es parte de la vida aquí. ¿Qué hay

de tu hija embarazada? ¿Dejarás que sea violada y asesinada por mantenerte sin

blandir una espada?

Reginald tragó con los ojos muy abiertos. Negó con la cabeza, entonces, siguió a

Harold en una loca carrera hacia el corazón del drama. "Mierda", gritó el doctor

405
El Club de las Excomulgadas
Chance mientras corrían. "¡Nunca pensé que en realidad

tendría que utilizar esta maldita cosa!"

Jaid Black - Después de La Tormenta

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 49
"¡Mi marido te va a matar, hijo de puta!"

Maya observaba cada movimiento del MacAllister con aprehensión mientras

yacía atada de las muñecas en la cama llena de polvo, con un gran dolor en la

cara y todo su cuerpo temblando.

Robert lentamente se desnudó delante de ella, encogiéndose de hombros.

"Quizá.” Sonrió. "Pero voy a utilizaros a vos primero." Sonrió, abriendo y

cerrando sus ojos con la alegría de un loco. "Al igual que usé a su madre."

Maya contuvo el aliento, con ojos muy abiertos. "Tú la mataste."

Era una afirmación, no una pregunta, pero el MacAllister la trató como lo

Jaid Black - Después de La Tormenta


último. “Sí. Tuve un buen momento antes de hundir mi daga a través del

corazón de esa perra".

"Me enfermas."

Robert se echó a reír, disfrutando y saboreando cada momento de esta

conquista tan esperada. Lanzó su plaid al suelo, de pie ante la cama totalmente

erecto. "Llamadme lo que queráis, pero estáis punto de conseguir la follada de

tu vida".

"¿Con ese pequeño gusano?" Maya se burló, sin importarle si lo enfurecía. Si iba

a ser violada y asesinada, por lo menos se burlaría de él con todo lo que tenía.

"Serían más bien cosquillas."

"¡Vos puta!" Escupió, con la cara roja de ira. "¡Os voy a mostrar un gusano!"

*****

407
El Club de las Excomulgadas
"¿Dónde está ella?" Gritó Thomas. "¿Alguien ha visto a mi esposa?"

El MacGregor no esperó una respuesta mientras cargaba a través de los

corredores con Hamilton, Dugald y Argyle pisándole los talones.

"¡No está en su cuarto!" Anunció Argyle. "Ya he mirado."

Se dirigió a las escaleras, subiéndolas de dos en dos, luego se detuvo en la parte

superior.

"¿Quién es la chica?" Preguntó Patrick.

"La hija de Stephen ", respondió Thomas ausente mientras caminaba junto a

ella y abría las puertas de la guardería para asegurarse que sus hijos estuvieran

ilesos. Cerró las puertas un momento más tarde, muy aliviado por sus críos, sin

embargo, temiendo por su madre.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas miró a la pequeña Margaret, entonces, se puso en cuclillas y le dio una

palmadita encima de la cabeza. Tenía los ojos redondos de miedo. "¿Qué pasa,

muchacha? ¿Os da miedo la gente como yo?"

Ella negó con la cabeza.

“Entonces, ¿Qué es?" La pinchó.

“Es... ¡Es... el hombre malo!"

Cuatro pares de orejas se animaron con la poca información. Los ojos de

Thomas se abrieron con sorpresa y mucha aprehensión. "¿Habéis visto a Lady

MacGregor, querida?"

Ella asintió.

408
El Club de las Excomulgadas
Thomas tomó una respiración profunda para controlarse,

sabiendo que nunca sacaría nada de la niña si la asustaba.

"¿Adónde fue, muchacha?"

Margaret señaló el pasillo a la izquierda, un ala que no se utilizaba a menudo.

"El... el hombre malo sin pelo llevó a Milady allí. Milady gritó cuando el

hombre malo la lastimó con su puño."

El pelo en la nuca de Thomas se erizó. Se las arregló para mantener la calma,

enviando a la muchacha a la guardería. "Sois una buena chica. Quedaos aquí y

vigila a mis críos hasta que venga por vosotros. Cierra las puertas detrás de

vos."

Margaret asintió con ojos muy abiertos mientras cerraba la puerta sin hacer

ruido detrás de ella.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas se volvió rápido sobre sus talones y corrió por el pasillo. "¡Divídanse!

¡Cada uno de vosotros buscará en una recámara diferente!"

*****

Maya gritó cuando Robert la golpeó en la cara, luego agitó sus pies mientras

trataba de levantarle la camisa. Estaba empezando a preocuparse de que

Thomas no llegara a tiempo. Sus manos estaban atadas e inútiles, Robert ya

había logrado romperle el vestido. "¡Bastardo!"

Se echó a reír impertérrito. "Sigue luchando, muchacha. Me encanta, así. Hace

que sea más dulce."

Robert arrancó la camisa de su cuerpo, triturando la seda en dos partes.

"Mmm", sonrió mientras echaba un vistazo a su cuerpo desnudo con aprecio.

"Creo que os voy a follar por un rato."

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El Club de las Excomulgadas
Maya gritó a todo pulmón, rezando para que alguien –

cualquiera - la oyera. Un miedo se lanzó a través de su cuerpo

cuando se dio cuenta de que todo lo que el MacAllister tenía que hacer era abrir

sus piernas. Y entonces sería capaz de violarla.

Las puertas de la cámara se abrieron un instante después. Maya lanzó su

mirada a la puerta, luego sonrió, con lágrimas de histeria escosando sus ojos.

Era Thomas. Lo había logrado a tiempo.

Robert saltó de la cama, agarrando su espada y dando un grito de guerra.

Thomas gritó el suyo. Maya volvió el rostro de la inevitable carnicería, sabiendo

sin mirar quién saldría vencedor y quién dejaría la cámara como un hombre

muerto.

Patrick y Argyle llegaron un momento después, viendo que Thomas se

Jaid Black - Después de La Tormenta


encargaba del MacAllister, lo suficiente, entonces corrieron hacia Maya que

estaba atada, desnuda y llorando en la cama. Argyle llegó a su lado primero.

Argyle se quitó el puñal de su plaid y rompió las cuerdas que habían cortado su

piel y la mantenían como rehén. Maya le echó los brazos al cuello y se mantuvo

llorando por su vida incontrolablemente.

"¿Habéis sido violada?" Argyle exigió mientras la depositaba en su regazo y le

acarició el pelo.

Ella siguió llorando, incapaz de hablar. Por último, negó con la cabeza. Los

hombres dejaron escapar una respiración colectiva, aliviados.

"Pero estuvo cerca. Tan cerca ", exclamó, abrazándose más fuerte contra Argyle.

"¡Oh, Argyle, Dios!"

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El Club de las Excomulgadas
Patrick se sacó su túnica sobre su cabeza, luego suavemente

llegó a Maya. "Aquí muchacha, ponte esto".

Maya miró a Hamilton a través de los ojos empapados de lágrimas y asintió en

agradecimiento. Se irguió sobre las rodillas de Argyle y se puso delante de

Patrick, con los brazos levantados encima de su cabeza, todavía en estado de

shock, ajena a su desnudez.

Patrick le puso la túnica sobre su cabeza suavemente, cubriendo su cuerpo una

vez más.

“Tienes buen trasero" anunció Argyle, con la esperanza de producir que Maya

saliera del shock y se riera. Patrick le sonrió, con un brillo en sus ojos azul de

mar. Maya tragó, moviendo sus ojos muy abiertos mirando en torno a Argyle.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Con su sonrisa, ella entendió lo que estaba tratando de hacer. Sonrió

lentamente, agradecida que fuera bendecida con tantas personas que se

preocupaban por ella y por su cordura, tanto. Ella emitió un sonido gutural,

mitad risa y mitad llanto, luego se aventó hacia los dos hombres. "¡Los quiero!

¡A los dos!"

"¿Y qué hay de mí?"

Maya liberó a los hombres que la habían liberado de las cuerdas y se dio la

vuelta con el sonido de la voz de su marido. Comenzó a llorar de nuevo,

incapaz de detenerse. Le tendió los brazos, incapaz de moverse.

Thomas la levantó sin dudarlo, tirando de ella con fuerza para llevarla hasta él.

Por encima del hombro, vio a Dugald colocar una sábana sobre los restos de

Robert MacAllister y estuvo agradecida con él de que ella no tuvo que ver la

cara del hombre desquiciado y sádico de nuevo.

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El Club de las Excomulgadas
Thomas sostuvo a su esposa con reverencia, con temor de

dejarla en el suelo, con un miedo más allá de la razón de

dejarla ir. Ella se aferró a él, diciéndole sin palabras lo mucho que siempre lo

necesitaba.

Jaid Black - Después de La Tormenta

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El Club de las Excomulgadas
Capítulo 50
Thomas y Maya MacGregor paseaban de la mano a través de los terrenos de la

feria, Angus y Elizabeth corriendo frente a ellos, incapaces de contener su

emoción. "¡Angus! ¡Beth!" Thomas gritó. "Regresen aquí con su mamá y papá,

ahora."

Los niños poniendo caras tristes, se dieron la vuelta y se arrastraron

tambaleantes deteniéndose frente a sus padres.

Thomas soltó la mano de su esposa y se puso en cuclillas para encontrarse con

sus críos a la altura de sus ojos. Les guiñó un ojo mientras envolvía a su

primogénito y a su hija en un abrazo MacGregor. "Se quedarán corriendo cerca

y no se alejarán de su madre, o les dejaremos de comprar dulces, ¿Entienden?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¡He oído eso!" Maya se echó a reír.

Thomas la miró con fingida ignorancia. “No sé lo que queréis decir, esposa.”

"¡Ja!"

Thomas sonrió a su amor, después se dirigió a sus hijos una vez más. "Vamos a

llevarlos por algunas golosinas. ¿Quieren que los cargue?"

Elizabeth llegó a sus brazos, abriendo y cerrando sus ojos tricolor mientras

sonreía. Thomas la levantó y la besó en la mejilla. "Sabía que querríais que os

llevara cargada, hermosa. Y ¿Qué hay de vos, Angus?"

Angus sonrió a su padre y esperó a que lo aventara por encima del hombro. Y

cuando lo hizo, se echó a reír con una risa burbujeante que sólo un niño de un

año de edad podía hacer.

413
El Club de las Excomulgadas
"Thomas, ten cuidado con él por favor", lo reprendió Maya.

"Mantén tu lengua en silencio, arpía. Estoy jugando con mi crío".

Maya puso los ojos en blanco con diversión y cedió. Cuando se trataba de sus

hijos, Thomas sabía a lo que iba. Por otra parte, el MacGregor siempre parecía

saber en lo que estaba.

El cuarteto se acercó a la cabaña más cercana en busca de dulces y compró

cuatro diferentes variedades de pasas confitadas y mezclas de miel. Thomas

pagó con monedas de oro, luego trató de bajar a los niños para que pudieran

comer. Angus se bajó con facilidad, saltando hacia su madre para tomarla de la

mano, sosteniéndola firmemente con su otra mano también. Elizabeth, sin

embargo, no podía lograr nada de eso.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Qué os pasa, Beth, mi muñeca? ¿No podéis bajar lo suficiente para comer?"

Elizabeth negó con la cabeza, dramáticamente mordiendo su labio inferior.

Thomas rió entre dientes. "¿Queréis que os ayude con mi dedo pulgar a

levantaros?"

Elizabeth sonrió, tomando las trenzas a cada lado de las sienes de su padre. Tiró

de ellas suavemente y rió, y luego se inclinó hacia él y lo besó intensamente en

la mejilla.

“Bueno, cuando lo decís así, chica, ¿Cómo os puedo negar algo?”

Maya se echó a reír con las payasadas de su hija cuando tomó a su hijo y lo besó

en la parte superior de su cabeza.

Ella se contoneaba al lado de su esposo y sonrió a su hija y la besó en su

pequeña mano.

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El Club de las Excomulgadas
"Maya" Thomas dijo con ojos entrecerrados. "Me daréis a mi

hijo. Voy a llevarme a mis críos para que tú no los carguéis."

Maya puso los ojos en blanco drásticamente hacia el cielo. "Thomas…"

"Maya, no voy a escuchar tus argumentos. Tenéis el vientre redondo con mi crío

y no os dejaré que los levantéis. Mi palabra es definitiva"

"¿Cómo vas a comer?"

“Vos podéis alimentarme. Dadme a Angus.”

Diez minutos más tarde, Sir Argyle y Lady Lena encontraron al laird

equilibrando a un niño a cada lado de su cadera, mientras que abría la boca y

dejaba que su crío tirara caramelos en ella. Lena se rió. "Mirad al laird y ved lo

que hace, Argyle." Acarició su vientre un poco hinchado. "Ya llegará tu turno

Jaid Black - Después de La Tormenta


pronto."

"Escucha a mi prima, muchacho” asintió Thomas. "Mira al maestro y aprende",

alardeó.

"Oh, por favor", replicó Maya, sacudiendo la cabeza.

Argyle sonrió. "Si el crío de mi Lena me da sus dulces, entonces creo que los

tendré que ganar en las cartas, mi señora prima."

Maya frunció el ceño. "Ganas una vez esta semana y se te va directamente a la

cabezota."

Lena y Thomas se echaron a reír, a sabiendas de la seriedad con que Maya y

Argyle tomaban sus juegos de póquer.

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El Club de las Excomulgadas
Sir Dugald y Lady Sara serpenteaban por entre la multitud y

encontraron su camino hacia el resto del grupo. Dugald tenía

al bebé Niall durmiendo, nombrado igual que su abuelo, al hombro.

"¡Hola chicos!", Dijo Maya. "¿Dónde han estado?"

"Esperando a Dugald", admitió Sara en evidente disgusto.

"No uséis ese tono, esposa," Dugald la regañó. "Estaba esperando a que mi

jinete se fuera." Hizo un guiño a su esposa y sonrió. "No me tardé mucho, ¿No?"

Ella sonrió. "No, no realmente."

Los oídos de Thomas se animaron con las palabras de Dugald. Tragó hasta que

el caramelo de Angus salió de su boca, luego inclinó la cabeza a su comandante.

Jaid Black - Después de La Tormenta


“¿De qué jinete habláis?”

"Ah, me olvidaba," Dugald admitió mientras frotaba la espalda de Niall. "Era

un jinete del Hamilton. Patrick debería llegar a la torre al caer la noche."

"¿Patrick?” Repitió Maya. "Será bueno verlo. ¡Ha pasado tanto tiempo!"

"Sí," estuvo de acuerdo Argyle, rascándose la barbilla. "Se fue unos días

después del nuevo año. No habíamos tenido la oportunidad de verlo desde

entonces.”

Thomas asintió. "Será bueno verlo de nuevo."

El señor Reginald y Sir Harold se pavoneaban en la familia, con los brazos

llenos de diversos dulces.

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El Club de las Excomulgadas
Harold se detuvo ante Maya y se inclinó. "Vos veis, me he

abastecido de dulces, chica. Estoy listo para jugar tu malvado

juego de cartas, así que lo mejor será que dejéis al MacGregor representaros."

"Ahora vean aquí," dijo Reginald. "Maya no tiene que abastecerse de todo lo

que puede conseguir con los dulces que te ha ganado."

"¿Qué estás tratando de decir Reggie?” Gruñó Harold.

"Creo que lo dije bastante claro, Harry.”

”No me llames Harry, Reggie"

"No me llames Reggie, Harry.”

"Ah, ¿Sí? ¿Y qué haréis acerca de ello, mujer?"

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Mujer? ¡Ahora ven aquí ingenioso idiota!"

"¿Ingenioso idiota? Soy de goma, vos sois de pegamento"

"Todo lo que decís," terminó un grupo de MacGregors sonriendo al trovador

guerrero, "¡Rebota en mí de buena forma y se queda pegado en vos!"

Harold gruñó. “Son reales esas palabras.”

Maya le dio unas palmaditas a Harold cariñosamente en la espalda. "Veo que

algunas cosas nunca cambian.” Hizo una pausa, con los ojos cada vez más

grandes.

Thomas miró su confusión, ladeando la cabeza hacia su esposa. "¿Qué es

amor?"

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El Club de las Excomulgadas
Maya sonrió con ironía y anticipación. "Creo que hay algo en

las ferias que me hace tener bebés... literalmente."

"El bebé", gritó Sara riendo.

"¡Harold! ¡Argyle! "Gritó Thomas.

“¿Sí?"

"Ustedes tendrán que llevar a mis críos para poder llevar a mi esposa a la

fortaleza."

Harold sacó a Angus de los brazos del laird y Argyle tomó a Elizabeth. Thomas

levantó a su esposa y la acunó en la protección de su musculoso pecho.

"Reginald", gritó.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"¿Sí?"

"Ve a conseguir a Maris, después regresáis para ver el nacimiento." Hizo una

pausa, frunciendo el ceño. "Y vos no veréis entre las piernas de mi esposa,

mientras lo hagáis."

Reginald puso los ojos en blanco. "Ella es como una hija para mí, Thomas.” El

MacGregor gruñó.

"Thomas" Maya lo regañó. "Quiero que me acuestes en la cama. Por favor,

¡Gruñe más tarde!".

Él volvió a gruñir. Luego se volvió a mandar a Sara. “Vamos, muchacha."

Sara sonrió, saludó a Thomas mientras se acercaba a su lado. “¡Sí, sí capitán!"

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El Club de las Excomulgadas
Él frunció el ceño, pero no dijo nada. Thomas tomó una

respiración profunda, después se dirigió a todo el grupo. "No

quise gritarles a todos vosotros, pero esto de los nacimientos es un asunto

difícil."

"¡Hola! ¡Hola!" Gritó Maya. "¡Creo que en realidad soy yo la que va a tener al

bebé!"

Thomas simplemente gruñó a eso. Un momento después se echó a correr como

un murciélago del infierno hacia su casa.

“Bueno,” sonrió Argyle con sus chispeantes ojos azules. "Es tiempo de brindar

con una buena cerveza."

*****

Jaid Black - Después de La Tormenta


Thomas aceptó la jarra de cerveza que le entregaron, y luego continuó el ritmo

de ida y vuelta ante la chimenea en el gran salón. Angus se sentó encima del

regazo de Argyle, riendo a carcajadas, mientras jugaba al caballito. Elizabeth se

sentó en el suelo, jugando con el carro que su papá le había comprado hoy en la

feria. Niall volteó a ver a su padre, sonriendo antes de tratar que sus fuertes

piernas se pusieran de pie sobre el regazo de Dugald.

"Me estáis mareando, amigo." Patrick increpó, con los brazos cruzados sobre el

pecho.

Thomas lanzó un gruñido, pero detuvo el ritmo. Se pasó una mano callosa por

el cabello y suspiró. "Vos creeríais que a mi esposa le importa lo suficiente el

nacimiento de mi crío que lo tendrá lo más pronto posible, de modo que no

debería preocuparme."

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El Club de las Excomulgadas
Patrick echó la cabeza hacia atrás y rió. "Ha estado en lo del

nacimiento por sólo cinco horas. Es temprano todavía."

Elizabeth se tambaleó hacia el lado de su padre y sonrió dulcemente a él

mientras levantaba los brazos, lo que indicaba que quería ser cargada. Thomas

sonrió hacia ella, levantándola a su lado. "Vos no podéis soportar estar lejos de

mí, ¿Verdad, muñeca?"

Elizabeth dio una gran sonrisa a su manera, mostrando sus cuatro dientes

blancos nacarados. Puso su mano en la mejilla de Thomas y lo besó en los

labios. "Pa."

Patrick se rió entre dientes cuando extendió la mano y giró uno de los rizos de

oro de Elizabeth entre los dedos.

Jaid Black - Después de La Tormenta


"He escuchado de Argyle que la muchacha no se aleja de tu vista."

Thomas puso los ojos en blanco con exasperación fingida, sabiendo todo el

tiempo que atesoraba lo mucho que su chica Beth lo amaba. "Es verdad, amigo

mío. Cuando salgo a mis prácticas de cada día, tengo que dejarla furtivamente

en la torre, de lo contrario Beth se enoja cuando se da cuenta de que la dejo".

Patrick sonrió. “Tenéis suerte, seguro que sí.”

"Efectivamente".

Una hora más tarde, Elizabeth estaba encantando a Patrick, sentada en su

regazo y dándole besos, mientras que Thomas seguía su ritmo. Estaba

demasiado nervioso para hacer algo más.

Poco después apareció Maris en la parte superior de la escalera, moviéndose

hacia abajo con la realeza de una reina. Los hombres dejaron lo que estaban

420
El Club de las Excomulgadas
haciendo y todos los ojos se quedaron paralizados por la

inminente llegada de la partera.

Thomas esperó con anticipación, tan silencioso como ellos. Maris se detuvo ante

él y sonrió. "¡Sois el padre de dos más saludables críos!"

"¿Dos?" La pregunta fue arrancada de cinco juegos de labios, tal como lo había

sido hacía poco más de un año.

Maris rió, asintiendo con entusiasmo. "Ambos hijos, son gemelos, aunque no

son idénticos."

Thomas se llevó la mano a la frente, sintiendo la necesidad de sentarse. "¿Es qué

mi esposa no puede hacer nada de forma fácil? ", Preguntó con asombro, pero

con mucho placer.

Jaid Black - Después de La Tormenta


Después de tranquilizarse, Thomas tomó la jarra de la mesa más cercana al

hogar, y con una euforia que podía sentirse sólo después del nacimiento de uno

de sus propios hijos, la levantó y gritó: "¡Por mis hijos! Los nombraré el día de

hoy… ” Hizo una pausa y se aclaró la garganta, recordando su promesa de

Navidad a su esposa. "Creo que será mejor esperar y hablar con mi bruja

primero."

El sonido de un gran salón lleno de risas sonó, levantó la jarra de nuevo y

sonrió. "¡Por mis hijos!"

"¡Por tus hijos!"

Thomas dejó su jarra de cerveza, dando un gesto a Patrick para que lo siguiera

con Beth y Angus, y se dirigió a la escalera. Era tiempo de ver a su esposa y a

sus críos.

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El Club de las Excomulgadas
****

"¿Patrick? ¿Habéis nombrado a mi hijo después de esto, mujer?"

Hamilton se echó a reír con Thomas, entonces reanudó su arrullo y cantó a su

tocayo. Miró a Lady Maya y sonrió. "¿Cómo llamaréis al otro?"

Maya se encogió de hombros mientras sonreía a su cuarto hijo nacido, el hijo

que ya estaba mostrando el temperamento de todos los temperamentos. Ella

sonrió. "Bueno, ya he llamado al que tiene el temperamento de un gatito con un

homónimo igualmente jovial, se me ocurre sólo un nombre acorde con este

cuarto niño exigente mío."

El MacGregor gruñó. "Y ¿Cuál será, amor?", Preguntó.

Maya sonrió. "¡Este hijo mío es un 'Thomas' si alguna vez he visto uno!"

Jaid Black - Después de La Tormenta


El Hamilton explotó con un ataque de risa. Incluso Thomas tuvo que sonreír.

Tomó a su cuarto hijo de nacimiento, que también se guardaba en los brazos de

su madre y lo besó intensamente en la mejilla. El pequeño Thomas, lo llenó con

la leche de su madre, eructando.

Patrick se rió entre dientes. "¡Es el hijo de su papá ahora mismo!"

Maya vio como el Hamilton llovía besos encima de la cabeza diminuta de

Patrick. Sonrió, sabiendo lo gran padre que sería. "Así que Patrick," sonrió,

"¿Has conocido a alguien digno de casarse contigo últimamente?"

Patrick hizo una mueca. “No, señora. He estado muy ocupado este año pasado

con Kirkpatrick."

"¿Todavía no os habéis deshecho de su líder rebelde?" Preguntó Thomas.

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El Club de las Excomulgadas
"Sí".

"Bien. Entonces es tiempo de buscar una chica."

Maya se rió entre dientes. "Es mejor darse prisa en ello, Hamilton. Mi Angus

está prometido a su hija primogénita. Al ritmo que está avanzando, ¡Vas a tener

ochenta años antes de que llegue tu heredero!"

Thomas se echó a reír. “Es bastante cierto, esposa."

Patrick negó. "Vos continuáis como si fuerais mis padres y yo sólo una

muchacha y no un laird poderoso."

Thomas le dio una palmada en la espalda. "Creo que alguien lo tiene que

hacer."

Jaid Black - Después de La Tormenta


El resto de los MacGregor habían arrastrado los pies por la habitación, y con

suerte se habían ido a la planta baja a comer después del parto. Elizabeth

caminó en línea recta directamente a su papá, Angus directamente a su madre.

Angus se subió a la cama y sonrió a Maya. "Mamá".

Ella le dio un beso en la mejilla a cambio, un sonido de chasquido se escuchó en

todo el dormitorio. Thomas trajo a Beth a su lado para otro beso, los seis

sentados en la cama, mientras presentaban a la primera y al segundo a los

nacidos tercero y cuarto.

Maya miró a su marido y sonrió, una lágrima brillaba en sus ojos. Thomas

sonrió, sabiéndolo.

Era la más feliz de las señoras.

Él era el más feliz de los lairds.

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El Club de las Excomulgadas
"Te amo, Thomas MacGregor."

“Y yo os amo a ti, Maya mía.”

FIN

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