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Resumen FINAL EVO I - CON ÍNDICE
Resumen FINAL EVO I - CON ÍNDICE
ÍNDICE DE TEXTOS
UNIDAD Nº 1
Texto Pág..
UNIDAD Nº 2
UNIDAD Nº 3
UNIDAD Nº 4
1
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
UNIDAD Nº 5
UNIDAD Nº 6
UNIDAD Nº 7
Nº 29. Wallon: Los orígenes del carácter en el niño. Segunda parte. 245
UNIDAD Nº 9
UNIDAD N º10
UNIDAD Nº 11
2
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
UNIDAD Nº 12
Nº 39. CASTORIADIS: “HECHO Y POR HACER. PENSAR LA IMAGINACIÓN”. 310
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Texto Nº 1.
Por otra parte, a la vista de cuanto se sabe sobre la historia de la familia, del niño y
de la anticoncepción, se puede advertir una correlación entre tres factores: la
elevación del niño en el momento del nacimiento; la práctica de la adopción y la
extensión del infanticidio. La sexualidad se encuentra separada de la procreación.
La elección de un heredero es voluntaria. Los subproductos del amor, sea conyugal
o no, quedan suprimidos.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Se había superado una etapa notable. Pero el matrimonio que prevalecía era un
matrimonio monogámico en el que el marido conservaba el derecho de repudiar a la
mujer.
Los lazos sanguíneos adquieren un valor importante. Hacen falta hijos porque hay
que constituir una reserva a la cual recurrir en el caso de incidentes y de mortalidad.
Esta actitud tendrá como consecuencia la revalorización de la fecundidad, así como
la indirecta y ambigua revalorización del niño.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El bautismo deja de ser colectivo y pasa a ser individual y debe ocurrir lo antes
posible tras el nacimiento. La insistencia de la Iglesia en este punto demostraba la
importancia que daba al niño.
Ya había niños malcriados en el siglo XVII, mientras que dos siglos antes no se
encontraba ni uno solo. Para malcriar había tener hacia él un sentimiento de ternura
extremadamente fuerte. Toda la historia de la infancia hasta nuestros días está
constituida por la dosificación de ternura y severidad.
Niños malcriados, niños golpeados, tanto unos como otros dominaron el siglo XIX y
los comienzos del siglo xx. Hemos visto, pues, cómo el niño salía del anonimato y
de la indiferencia de las épocas remotas y se convertía en la criatura más preciosa,
la más rica en promesas y en futuro.
La muerte infantil, que durante mucho tiempo fue provocada, y más tarde aceptada,
ha llegado a ser absolutamente intolerable. Quizá no nos damos cuenta hasta qué
punto es reciente esta actitud. Señala una fase definitiva de la sensibilidad, o al
menos por mucho tiempo, y no se puede concebir cómo podría retrocederse. El
hombre occidental ha experimentado en el siglo XVIII y en el XIX una revolución en
la afectividad que, ciertamente, no lo hace mejor, sino diferente. Sus sentimientos se
subdividen de otro modo, y, en particular, se concentran más en el hijo.
Texto N° 2.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El psicoanálisis tuvo que derivar la vida anímica del adulto de la del niño, tomar en
serio el aforismo ―el niño es el padre del hombre‖. Ha rastreado la continuidad
entre la psique infantil y la del adulto, pero también notó las pseudo trasmudaciones
y los reordenamientos que sobrevienen en ese camino.
Pero así se tropezaba con una paradoja psicológica que sólo para la concepción
psicoanalítica no es tal, a saber: que justamente esas impresiones, las más
significativas entre todas, no se conservaran en la memoria de los años posteriores.
El psicoanálisis ha podido comprobar con la máxima nitidez para la vida sexual este
carácter paradigmático e imborrable de las vivencias más tempranas. Los
numerosos enigmas de la vida amorosa de los adultos sólo se solucionan cuando se
ponen de relieve los factores infantiles en el amor.
Otro descubrimiento, nos dice que de las formaciones anímicas infantiles nada
sucumbe en el adulto a pesar de todo el desarrollo posterior. Todos los deseos,
mociones pulsionales, modos de reaccionar y actitudes del niño son pesquisables
todavía presentes en el hombre maduro, y bajo constelaciones apropiadas pueden
salir a la luz nuevamente. No están destruidos, sino situados bajo unas capas que
se les han superpuesto.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Los autores psicoanalíticos han reparado en que la tesis ―la ontogénesis es una
repetición de la filogénesis‖ tiene que ser también aplicable a la vida anímica, lo cual
dio nacimiento a una nueva ampliación del interés psicoanalítico.
Texto N° 3
A) La vida sexual no comienza sólo con la pubertad, sino que se inicia enseguida
después del nacimiento.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El primer órgano que aparece como zona erógena y propone una exigencia libidinal
es, a partir del nacimiento, la boca. Al comienzo, toda actividad anímica se acomoda
de manera de procurar satisfacción a la necesidad de esta zona. En esta fase la
zona erógena se apuntala en una de las funciones vitales para la vida como es el
comer y luego se independiza de ella. Muy temprano, en el chupeteo en que el niño
perseverar obstinadamente, se evidencia una necesidad de satisfacción que aspira
a una ganancia de placer independiente de la nutrición, y que por eso puede y debe
ser llamada sexual.
Ya durante esta fase «oral» entran en escena, con la aparición de los dientes, unos
impulsos sádicos aislados. Ello ocurre en medida mucho más vasta en la segunda
fase, que llamamos «sádico-anal».
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Texto N° 4
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
La situación analítica es una apertura interpretativa, que se tiene que formular en los
términos de deseo icc., pero también, y esto resulta capital, por referencia al
pasado.
La cubeta (una situación que se funda a sí misma, que crea su propio campo y su
propia clausura) psicoanalítica está forzosamente abierta sobre la dimensión del
pasado. Decir que es un pasado mítico, decir que abordamos un niño mítico, está
muy a la moda. Nosotros mitificamos el pasado, pero a la búsqueda de más verdad
sobre el pasado.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
1 Se denomina vicario a la persona que ejerce las funciones de otra, en todo o en parte por delegación y nunca con carácter propio; la sustituye
por tiempo indefinido o determinado.
Creer que el psicoanálisis tiene algo para decir acerca de todo, es pretender que él
es todo y actuar para que intente realizar esa pretensión. Desmontar esas
pretensiones necesita algún desarrollo, por ejemplo, querer extender los resultados
adquiridos por el método a una psicología general del adulto, una tendencia
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Estamos en plena confusión, confusión consentida por los psicoanalistas, por los
psicólogos que aceptan utilizar una perspectiva sobre el desarrollo de la sexualidad
como si se estuvieran refiriendo a la misma cosa que hablan cuando tratan de la
constitución del objeto. Esto es una confusión de conceptos y una superposición de
fases y evoluciones. Toda la evolución es colocada a la sombra de la descripción
freudiana.
Texto N° 5.
La psicología genética como ciencia, no podría prescindir del método clínico crítico.
La indagación clínica es el procedimiento privilegiado para acceder a la
organización intelectual en la investigación, interviene como interrogación dirigida a
determinar el funcionamiento cognoscitivo en ciertos trastornos psicopatológicos;
incluso tiene un lugar en la creación de situaciones de aprendizaje que tienden a
suscitar la actividad constructiva por parte de los niños.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El interrogador debe contar con dos cualidades para que sea eficaz el
procedimiento:
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Se ejemplifica con un caso de carácter exploratorio, por guardar una cierta analogía
con las investigaciones de Piaget hacia 1926. Las características que se observan
se pueden encontrar en la fase exploratoria de cualquier investigación: descubrir la
originalidad del pensamiento respecto del tema a tratar y luego sistematizar
las preguntas y ponerlas a prueba.
Las hipótesis son más claras y precisas en este período que en el anterior, ya que
se intenta indagar la progresiva coordinación de las acciones del niño en forma de
sistemas.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Cuatro momento:
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
(Ejemplo de los caramelos, frente a una fuerte indagación se logra encasillar al niño
dentro de una etapa conocida como ―intermediario avanzado‖).
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Hay casos de precocidad, pero respetando las condiciones del procedimiento. Pero
aquí se obtiene una precocidad verdadera, y no una pseudo-conservación como en
el caso del muñeco.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
-En 1er lugar, trabajar con estas situaciones implica conocer teóricamente la
temática en cuestión, pues el origen de las transformaciones tiene que ver con una
interpretación infantil determinada, que el investigador está tratando de dilucidar.
-En 2do lugar, la hipótesis y su posterior verificación en acto deben estar siempre
presentes: la ausencia de hipótesis durante el interrogatorio lleva a indagar
ciegamente.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
No es pertinente tomar las pruebas operatorias tal como están publicadas en los
textos de Piaget, ya que hay una diferencia de propósito entre una indagación de
orientación epistemológica y una indagación con pretensión clínica.
Texto N° 6.
DUCROT Y TODOROV:
SINCRONÍA Y DIACRONÍA.
-en 1er lugar, relacionar una palabra con otra palabra que revele su significación
profunda y oculta y,
-en 2do lugar, relacionar una palabra con una palabra anterior de la cual ―proviene‖.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
3- Aunque es cierto que los cambios fonéticos suelen modificar la expresión de las
relaciones gramaticales, sólo lo hacen de manera indirecta y accidental, sin
proponerse como objeto esa modificación.
Texto N° 7
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Es sano mantener limpia la fantasía de los niños, pero esa pureza no se preserva
mediante la ignorancia. Antes bien, creo que mientras más se oculte algo al varón o
a la niña, tanto más maliciarán la verdad. Uno por curiosidad cae sobre el rastro de
cosas a las que poco o ningún interés habría concedido si le hubieran sido
comunicadas sin mucha ceremonia. El niño entra en contacto con otros niños, caen
en sus manos libros que lo inducen a meditar, y los mismos tapujos con que sus
padres tratan lo que empero él ha comprendido no hacen sino atizarle el ansia de
saber más.
Los órganos reproductivos no son las únicas partes del cuerpo que procuran
sensaciones sexuales placenteras. Se designa como período del autoerotismo a
esta época de la vida en que, por la excitación de diversas partes de la piel
(zonas erógenas), por el quehacer de ciertas pulsiones biológicas y como
coexcitación sobrevenida a raíz de muchos estados afectivos, es producido
un cierto monto de placer indudablemente sexual. La pubertad no hace sino
procurar el primado a los genitales entre todas las zonas y fuentes dispensadoras
de placer, constriñendo así al erotismo a entrar al servicio de la función
reproductora. Por otra parte, antes de alcanzar la pubertad el niño es capaz de la
mayoría de las operaciones psíquicas de la vida amorosa (ternura, celos, la
entrega). Lo único que le falta al niño es la aptitud para la reproducción.
Así el interés sexual del niño por los enigmas de la vida genésica, su apetito de
saber sexual, se exterioriza en una época de la vida insospechadamente temprana.
El 2do gran problema que atarea el pensar de los niños es el del origen de los
hijos, anudado las más de las veces a la indeseada aparición de un hermanito/a.
Esta es la pregunta más antigua y más quemante de la humanidad infantil. Las
respuestas usuales en la crianza de los niños menoscaban su honesta pulsión de
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
investigar, y casi siempre tienen como efecto conmover por primera vez su
confianza en sus progenitores; a partir de ese momento, en la mayoría de los casos
empiezan a desconfiar de los adultos y a mantener secretos sus intereses más
íntimos. Pienso que no existe fundamento alguno para rehusar a los niños el
esclarecimiento que pide su apetito de saber.
La curiosidad del niño nunca alcanzará un alto grado si en cada estadio del
aprendizaje halla la satisfacción correspondiente.
Texto N° 8
LAPLANCHE:
Una perspectiva sana sobre la especificidad del psicoanálisis, sobre la relación del
campo psicoanalítico con el campo psicológico y sobre el primer desarrollo del ser
humano padece por la omisión de distinguir el dominio de la sexualidad y el de las
adaptaciones psicofisiológicas primeras, lo que Freud llamaba autoconservación
antes de abandonarlo él mismo en su pensamiento.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Frente a esta aporía que nos ha dejado Freud, la reacción más radical es sin duda
separar la línea psicoanalítica de toda psicología hasta, eventualmente, el repliegue
sobre ―el niño mítico‖ o ―el niño psicoanalítico‖.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Nuestro objeto, aquel que traza la génesis de la sexualidad sólo es posible sobre un
fondo mínimo. Las primeras aproximaciones de los psicoanalistas, ceden su lugar a
un conocimiento más preciso de esas primeras relaciones con el mundo, con el
ambiente animado o inanimado, parcial o total; en suma: con la evolución y el
perfeccionamiento de esos montajes sensitivo-motores o perceptivo-motores, de
este «equipamiento» del lactante, aún si se trata de un equipamiento muy lagunoso.
La psicología del lactante se desarrolla sin la hipótesis contradictoria del narcisismo
primario.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Para mostrarlo no se puede hacer nada mejor que introducir la noción de tiempo y
lo que constituye su especificidad en psicoanálisis: lo que llamamos el APRÉS-
COUP, que es un funcionamiento en dos tiempos, del cual ninguno es registrable
por sí mismo. La evolución, los retrocesos, las mutaciones de una evolución
perceptiva se pueden seguir paso a paso, inclusive si hay fenómenos de ruptura, de
cambio de función, de recaptura, etc. Pero si hacen falta siempre dos traumatismos
para constituir un traumatismo, dos tiempos distintos para constituir una represión,
la represión originaria, o bien el traumatismo, nunca pueden ser señalados con el
dedo en una observación, incluso analítica. La observación analítica está destinada
por el tipo mismo de este objeto en dos tiempos, a situarse siempre y por definición
o demasiado temprano o demasiado tarde.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Texto N° 9
LA VIVENCIA DE SATISFACCIÓN.
3. A otros lugares del manto llegan las noticias de descarga del movimiento reflejo
desencadenado, inherente a la acción específica. Entre estas investiduras y las
neuronas del núcleo se forma una facilitación.
La facilitación se forma de una manera que permite una visión más profunda sobre
el desarrollo de Ψ. Las diversas neuronas Ψ estaban bloqueadas entre sí por
barreras-contacto con fuertes resistencias. Pues bien, existe una ley fundamental de
la asociación por simultaneidad, que se afirma en la actividad Ψ pura, el recordar
reproductor, y constituye la base de todas las conexiones entre las neuronas Ψ.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Entonces, por una investidura simultánea α-β fue facilitada una barrera-contacto. De
aquí se sigue, en los términos de nuestra teoría que una Ǫ traspasa más fácilmente
de una neurona a una neurona investida, que a una no investida. La investidura de
la segunda neurona produce entonces el mismo efecto que la investidura más
intensa de la primera. Una vez más, investidura muestra ser equivalente a
facilitación.
Texto N° 10
EL DESCUIDO DE LO INFANTIL.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Que yo sepa, ningún autor ha reconocido con claridad que la existencia de una
pulsión sexual en la infancia posee el carácter de una ley. Y en los escritos, ya
numerosos, acerca del desarrollo del niño, casi siempre se omite tratar el desarrollo
sexual.
AMNESIA INFANTIL.
Freud alude a la peculiar amnesia que en la mayoría de los seres humanos cubre
los primeros años de su infancia, hasta el sexto o el octavo año de vida. En esos
años, de los que después no conservamos en la memoria sino unos jirones
incomprensibles, reaccionábamos con vivacidad frente a las impresiones, sabíamos
exteriorizar dolor y alegría de una manera humana, mostrábamos amor, celos y
otras pasiones que nos agitaban entonces con violencia, y aun pronunciábamos
frases que los adultos registraron como buenas pruebas de penetración y de una
incipiente capacidad de juicio. Y una vez adultos, nada de eso sabemos por
nosotros mismos. ¿Por qué nuestra memoria quedó tan retrasada respecto de
nuestras otras actividades anímicas? Principalmente cuando tenemos fundamento
para creer que en ningún otro período de la vida la capacidad de reproducción y de
recepción es mayor, justamente, que en los años de la infancia.
Esas mismas impresiones que hemos olvidado dejaron, no obstante, las más
profundas huellas en nuestra vida anímica y pasaron a ser determinantes para
todo nuestro desarrollo posterior. No puede tratarse de una desaparición real de
las impresionas infantiles, sino de una amnesia semejante a la que observamos en
los neuróticos respecto de vivencias posteriores y cuya esencia consiste en un mero
apartamiento de la conciencia (represión).
En verdad, es algo más que un mero juego de ingenio enlazar la amnesia infantil
con la histérica. Sin amnesia infantil, podríamos decir, no habría amnesia histérica.
La amnesia infantil, que convierte la infancia de cada individuo en un tiempo
anterior, por así decir prehistórico, y le oculta los comienzos de su propia vida
sexual, es la culpable de que no se haya otorgado valor al periodo infantil en el
desarrollo de la vida sexual.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Durante este periodo de latencia total o meramente parcial se edifican los poderes
anímicos que más tarde se presentarán como inhibiciones en el camino de la
pulsión sexual y angostan su curso a la manera de unos diques (el asco, el
sentimiento de vergüenza, los reclamos ideales en lo estético y lo moral). Este
desarrollo es de condicionamiento orgánico, fijado hereditariamente, y llegado el
caso puede producirse sin ninguna ayuda de la educación.
¿Con qué medios se ejecutan estas construcciones tan importantes para la cultura
personal y la normalidad posteriores del individuo? Probablemente a expensas de
las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo aflujo no ha cesado, pues ni siquiera
en este período de latencia, pero cuya energía es desviada del uso sexual y
aplicada a otros fines. Mediante esa desviación de las fuerzas pulsionales sexuales
de sus metas, y su orientación hacia metas nuevas (un proceso que merece el
nombre de sublimación), se adquieren poderosos componentes para todos los
logros culturales. Agregaríamos que un proceso igual tiene lugar en el desarrollo del
individuo, y situaríamos su comienzo en el período de latencia sexual de la infancia.
Puede arriesgarse una conjetura acerca del mecanismo de tal sublimación: Las
mociones sexuales de estos años infantiles serían, por una parte, inaplicables, pues
las funciones de la reproducción están diferidas, lo cual constituye el carácter
principal del período de latencia; por otra parte, serían en sí perversas, esto es,
partirían de zonas erógenas y se sustentarían en pulsiones que dada la dirección
del desarrollo del individuo sólo provocarían sensaciones de displacer. Por eso
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EL CHUPETEO.
Freud toma como modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles el chupeteo (el
mamar con fruición).
¿Cuál es el carácter universal de las exteriorizaciones sexuales del niño, que nos
permitirá reconocerlas? La concatenación de fenómenos que gracias a la
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AUTOEROTISMO.
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Cualquier otro sector del cuerpo puede ser dotado de la excitabilidad de los
genitales y elevarse a la condición de zona erógena. Las zonas erógenas e
histerógenas exhiben los mismos caracteres.
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Por eso la meta sexual puede formularse también así: procurará sustituir la
sensación de estímulo proyectada sobre la zona erógena, por aquel estímulo
externo que la cancela al provocar la sensación de la satisfacción. Este estímulo
externo consistirá la mayoría de las veces en una manipulación análoga al mamar.
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relación con las personas que cuidan al niño, es por otra parte una de las raíces del
estreñimiento tan frecuente en los neurópatas.
Entre las zonas erógenas del cuerpo infantil se encuentra una que no desempeña,
por cierto, el papel principal ni puede ser la portadora de las mociones sexuales más
antiguas, pero que está destinada a grandes cosas en el futuro. Tanto en los
varones como en las niñas se relaciona con la micción (glande, clítoris). Las
activaciones sexuales de esta zona erógena, que corresponde a las partes sexuales
reales, son sin duda el comienzo de la posterior vida sexual «normal».
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El onanismo del lactante parece desaparecer tras breve lapso. Después del período
de lactancia, en algún momento de la niñez, por lo común antes del cuarto año, la
pulsión sexual suele despertar de nuevo en esta zona genital y durar un lapso, hasta
que una nueva sofocación la detiene, o proseguir sin interrupción. Todos los detalles
de esta segunda activación sexual infantil dejan tras sí las más profundas
(inconscientes) huellas en la memoria de la persona, determinan el desarrollo de su
carácter si permanece sana, y la sintomatología de su neurosis si enferma después
de la pubertad. En este último caso este período sexual se ha olvidado, y se han
desplazado los recuerdos conscientes que lo atestiguan; la amnesia infantil normal
se puede vincular con esta activación sexual infantil.
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PULSIONES PARCIALES.
Con independencia aún mayor respecto de las otras prácticas sexuales ligadas a las
zonas erógenas, se desarrollan en el niño los componentes crueles de la pulsión
sexual, la crueldad es cosa enteramente natural en el carácter infantil. La moción
cruel proviene de la pulsión de apoderamiento y emerge en la vida sexual en una
época en que los genitales no han asumido aún el papel que desempeñarán
después. Por tanto, gobierna una fase de la vida sexual que más adelante
describiremos como organización pregenital. Niños que se distinguen por una
particular crueldad hacia los animales y los compañeros de juego despiertan la
sospecha, por lo común confirmada, de una práctica sexual prematura e intensa
proveniente de las zonas erógenas.
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LA PULSIÓN DE SABER.
A la par que la vida sexual del niño alcanza su primer florecimiento, entre los tres y
los cinco años, se inicia en él también aquella actividad que se adscribe a la pulsión
de saber o de investigar. La pulsión de saber no puede computarse entre los
componentes pulsionales elementales ni subordinarse de manera exclusiva a la
sexualidad. Su acción corresponde a una manera sublimada del apoderamiento, y
trabaja con la energía de la pulsión de ver. Sus vínculos con la vida sexual tienen
particular importancia, la pulsión de saber de los niños recae sobre los problemas
sexuales, y aun quizás es despertada por estos.
EL ENIGMA DE LA ESFINGE.
El varoncito se aferra con energía a esta convicción, pero la realidad muy pronto le
opone una contradicción y la abandona sólo tras serias luchas interiores (complejo
de castración). En 1920 Freud agrega que tiene derecho a hablar de un complejo
de castración también en las mujeres. Tanto los varoncitos como las niñas forman la
teoría de que también la mujer tuvo originariamente un pene que perdió por
castración. La niñita, presa de la envidia del pene, culmina en el deseo de ser un
varón, deseo tan importante luego.
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¿De dónde vienen los niños? Los niños creen que vienen del pecho, son extraídos
del vientre o el ombligo se abre para dejarlos pasar. En cuanto a la investigación
correspondiente a los primeros años de la infancia, es muy raro que se la recuerde
fuera del análisis; ha caído, bajo la represión, pero sus resultados fueron uniformes:
los hijos se conciben por haber comido algo determinado y se le da a luz por el
intestino, como a la materia fecal.
Si a esa tierna edad los niños son espectadores del comercio sexual entre adultos,
lo cual es favorecido por el convencimiento de los mayores de que el pequeño no
comprende nada de lo sexual, no puede menos que concebirse el acto sexual
como una especie de maltrato o sojuzgamiento en sentido sádico. Una
impresión de esa clase contribuye a la disposición para un ulterior desplazamiento
sádico de la meta sexual. En lo sucesivo los niños se ocupan mucho de este
problema.
Las teorías sexuales infantiles son reflejo de la propia constitución sexual del niño y,
pese a sus grotescos errores, dan pruebas de una gran comprensión sobre los
procesos sexuales. Los niños perciben también las alteraciones que el embarazo
provoca en la madre, escuchan con una desconfianza profunda cuando les es
contada la fábula de la cigüeña. Pero como la investigación sexual infantil ignora
dos elementos (el papel del semen fecundante y la existencia de la abertura sexual
femenina) los esfuerzos del pequeño investigador resultan por lo general
infructuosos y terminan en una renuncia que no rara vez deja como secuela un
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El punto de llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del adulto llamada
normal; en ella, la consecución de placer se ha puesto al servicio de la función de
reproducción, y las pulsiones parciales, bajo el primado de una única zona erógena,
han formado una organización sólida para el logro de la meta sexual en un objeto
ajeno.
ORGANIZACIONES PREGENITALES.
Freud llama pregenitales a las organizaciones de la vida sexual en las que las zonas
genitales todavía no han alcanzado su papel hegemónico.
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AMBIVALENCIA.
En 1924 Freud intercala tras las dos organizaciones pregenitales una tercera fase,
ya llamada fase genital, que muestra un objeto sexual y cierto grado de
convergencia de las aspiraciones sexuales sobre este objeto, pero se diferencia de
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pueden adscribirse efectos erógenos muy nítidos. Entre estos, destacamos sobre
todo los estímulos térmicos.
EXCITACIONES MECÁNICAS.
ACTIVIDAD MUSCULAR.
Una intensa actividad muscular constituye para el niño una necesidad de cuya
satisfacción extrae un placer extraordinario.
PROCESOS AFECTIVOS.
TRABAJO INTELECTUAL.
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Texto N° 11
Texto N° 12
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Un difícil problema consiste en decidir hasta dónde es lícito presuponer para cada
niño individual, lo que aquí se informará sobre ellos en general. La presión
pedagógica y la diversa intensidad de la pulsión sexual posibilitará sin duda grandes
variaciones individuales en la conducta sexual del niño, sobre todo en cuanto al
momento en que emerge el interés sexual infantil. Estoy convencido de que ningún
niño puede dejar de ocuparse de los problemas sexuales en los años anteriores a la
pubertad.
Los neuróticos son seres humanos como los demás, no siempre es fácil distinguirlos
en su infancia de quienes luego serán sanos. Sus neurosis no tienen un contenido
psíquico particular, propio y exclusivo de ellos, sino que enferman a raíz de los
mismos complejos con que luchamos nosotros, los sanos. La diferencia sólo reside
en que los sanos saben dominar esos complejos sin sufrir perjuicios grandes,
registrables en la práctica, mientras que los neuróticos consiguen sofocarlos, pero al
precio de unas costosas formaciones sustitutivas.
Como los que después serán neuróticos traen hartas veces en su constitución una
pulsión sexual particularmente intensa y una inclinación a su madurez temprana, a
su prematura exteriorización, nos posibilitará discernir muchas cosas en el quehacer
sexual infantil de una manera más flagrante y nítida que lo que nuestra capacidad
de observación nos permitiría ver en otros niños.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Estas inquietudes hacen que el niño se ocupe del primer grandioso problema de la
vida y se pregunte: ¿de dónde vienen los hijos? Este pensar prosigue su trabajo
como una pulsión autónoma de investigar. Por esto, tarde o temprano demandará
una respuesta a sus padres o a las personas encargadas de su crianza, que para él
significan la fuente del saber. Pero ese camino fracasa. Recibe una respuesta
evasiva, o una reprimenda por su apetito de saber, o lo despachan con alguna
información de cuño mitológico: ―los trae la cigüeña‖. Los niños descontentos con
esta solución, y que le oponen enérgica duda, son muchos más de los que
sospechan sus padres, sólo que no siempre lo confesarán con franqueza. Los niños
rehúsan creencia a la teoría de la cigüeña; a partir de este primer engaño y rechazo
los niños alimentan desconfianza hacia los adultos y creen que hay algo prohibido
que los ―grandes‖ desean mantenerles en reserva y por eso rodean de secreto sus
siguientes investigaciones.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Estas falsas teorías sexuales que elucidaré poseen, todas, un curiosísimo carácter.
Aunque grotescamente falsas, cada una de ellas contiene un fragmento de la
verdad. Tales supuestos han nacido de las objetivas necesidades de la constitución
psicosexual; por eso podemos hablar de teorías sexuales típicas en los niños, y por
eso hallamos las mismas opiniones erróneas en todos los niños cuya vida sexual
nos resulta accesible.
En la niña pequeña se puede observar fácilmente que comparte por entero aquella
estimación de su hermano. Desarrolla un gran interés por esa parte del cuerpo en el
varón, interés que pronto pasa a estar comandado por la envidia.
A partir de la excitación del pene se retoma el enigma del niño que crece en el
vientre de la madre ¿Cómo llega ahí adentro? Es probable que el padre tenga algo
que ver; en efecto, él mismo declara que el niño es su hijo también. El pene ha
tenido sin ninguna duda su participación en estos procesos que no se alcanzan a
colegir, pues lo atestigua con su coexcitación a raíz de todo ese trabajo de
pensamiento. Pero cuando el niño parece estar en el mejor camino para postular la
existencia de la vagina y atribuirle al pene del padre esa penetración en la madre
como aquel acto por el cual se engendra el hijo en el vientre materno, la
investigación se interrumpe, desconcertada, pues la obstaculiza la teoría de que la
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
madre posee pene como un varón, y la cavidad que acoge al pene permanece
ignorada para el niño. El primer fracaso ejercerá por siempre un efecto paralizante.
La teoría sádica del coito, que aislada despista donde podría haber aportado una
corroboración, es también ella la expresión de uno de los componentes sexuales
innatos. Y como confirmatorias de su concepción ve el niño unas huellas de sangre
que eventualmente descubre en la cama o la ropa interior de la madre, como
pruebas de la embestida del padre sobre la madre.
En conexión más laxa con el problema de saber de dónde vienen los hijos, el niño
se ocupa en averiguar la esencia y el contenido de lo que llaman «estar casado».
Parece que estar casado es una satisfacción placentera y la remoción de la
vergüenza. La concepción más frecuente reza: «orinar cada uno en presencia del
otro»; una variante «el marido orina en la bacinilla de la esposa».
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Las opiniones infantiles sobre la naturaleza del matrimonio, no rara vez conservadas
por el recuerdo consciente, poseen un gran valor significativo para la sintomatología
de una neurosis luego contraída.
Serían estas las más importantes entre las teorías sexuales típicas producidas
espontáneamente en los primeros años de la infancia, sólo bajo el influjo de los
componentes pulsionales sexuales.
Tiene su valor, asimismo, la manera en que los niños se conducen hacia las
comunicaciones que les llegan. En muchos casos, la represión de lo sexual se ha
propagado hasta el punto de que no quieren escuchar nada, y estos consiguen
también permanecer ignorantes hasta edad tardía.
Por diverso que sea el comportamiento de los niños hacia la satisfacción del apetito
de saber sexual en su primera infancia, se puede suponer una conducta uniforme y
que en ese tiempo se centrará en averiguar qué hacían juntos los padres y por
donde salen los hijos.
Texto N° 13
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Leonardo da Vinci (1452-1519) fue uno de los hombres más importantes del
Renacimiento italiano que siempre pareció enigmático. Si bien nos ha legado obras
maestras de la pintura, sus descubrimientos científicos permanecieron inéditos y sin
explicación.
El giro de sus intereses desde su arte hacia la ciencia, fue acentuándose con los
años. Su actividad pictórica se vio descuidada. Para su actividad pictórica, la
consecuencia fue que tomara el pincel a desgano, pintara cada vez menos y más
raramente, dejará inacabado las más de las veces lo que había comenzado y se
cuidara poco del ulterior destino de sus obras.
Era proverbial la lentitud con que trabaja Leonardo. A menudo trepaba a los
andamios por la mañana temprano y ya no soltaba el pincel hasta que anocheciera,
sin acordarse de comer y beber. Luego transcurrían días enteros sin que posara las
manos en su obra; en ocasiones se pasaba horas ante la pintura y se conformaba
con examinarla interiormente. Mostraba su sobre-exigencia. Su carácter como
hombre mostraba todavía muchos otros rasgos insólitos y aparentes
contradicciones. Con frecuencia parecía indiferente hacia el bien y el mal.
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Existe la sospecha de que Leonardo era homosexual, por haber sido acusado de
prácticas homosexuales prohibidas siendo aprendiz, de lo cual salió absuelto, y ya
una vez maestro, se rodeó de bellos muchachos y adolescentes, a quienes tomó
como discípulos; incluso uno de ellos lo acompañó hasta su muerte y fue declarado
heredero. En síntesis, no cabe atribuirle un alto grado de actividad sexual.
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hombre así investigará con la misma devoción apasionada que otro dota a su amor:
podría investigar en lugar de amar.
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Texto N° 14
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para ambos sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no
hay un primado genital, sino un primado del falo.
Por desdicha, sólo podemos describir estas constelaciones respecto del varoncito;
carecemos de una intelección de los procesos correspondientes en la niña pequeña.
El varoncito percibe la diferencia entre varones y mujeres, pero al comienzo no tiene
ocasión de relacionarla con una diversidad de sus genitales. Para él es natural
presuponer en todos los otros seres vivos un genital parecido al que él mismo
posee; más aún, sabemos que incluso en las cosas inanimadas busca una forma
análoga a su miembro.
Esta parte del cuerpo, que se excita con facilidad, tan rica en sensaciones, ocupa en
alto grado el interés del niño y de continuo plantea nuevas y nuevas tareas a su
pulsión de investigación. Querría verlo también en otras personas para compararlo
con el suyo.
Es notorio, también, que el menosprecio por la mujer deriva del convencimiento final
acerca de la falta de pene en ella.
Sin embargo, no se debe creer que el niño generaliza tan rápido su observación
de que muchas personas del sexo femenino no poseen pene; ya es un obstáculo
para ello el supuesto de que la falta de pene es consecuencia de la castración a
modo de castigo. El niño cree, al contrario, que sólo personas despreciables de
sexo femenino habrían perdido el genital. Pero las personas respetables, como su
madre, siguen conservando el pene.
Para el niño, ser mujer no coincide todavía con la falta del pene. Sólo más tarde,
cuando aborda los problemas de la génesis y el nacimiento de los niños, entiende
que sólo las mujeres pueden parir hijos, también la madre perderá el pene y, se
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Una primera oposición se introduce con la elección de objeto, que sin duda
presupone sujeto y objeto. En el estadio de la organización pregenital sádico-anal
no cabe hablar de masculino y femenino; la oposición dominante es entre activo y
pasivo. En el siguiente estadio de la organización genital infantil hay algo
masculino, pero no algo femenino; la oposición sería genital masculino, o castrado.
Texto N° 15
Si el yo fuera sólo la parte del ello modificada por el influjo del sistema percepción,
estaríamos ante un estado de cosas simple. Pero se agrega algo más.
Ciertos motivos nos movieron a suponer que existe un grado en el interior del yo,
una diferenciación dentro de él, que ha de llamarse ideal-yo o superyó.
Si un tal objeto sexual es resignado, porque parece que debe serlo o porque no hay
otro remedio, no es raro que a cambio sobrevenga la alteración del yo que es
preciso describir como elección del objeto en el yo.
Este proceso es muy frecuente, sobre todo en las fases tempranas del desarrollo.
Se llega a la siguiente concepción: el carácter del yo es una sedimentación de
las investiduras de objeto resignadas pues contiene la historia de estas
elecciones de objeto.
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Ahora bien, los efectos de las primeras identificaciones con los progenitores, las
producidas a la edad más temprana, serán universales y duraderas. Esto nos
reconduce a la génesis del ideal del yo, pues tras éste se esconde la identificación
primera, y de mayor valencia, del individuo: la identificación con el padre de la
prehistoria personal. A primera vista es una identificación inmediata y directa, más
temprana que cualquier investidura de objeto. Las elecciones de objeto que
corresponden a los primeros períodos sexuales y atañen a padre y madre, parecen
tener su desenlace, si el ciclo es normal, en una identificación de esa clase,
reforzando de ese modo la identificación primaria.
Con la demolición del Complejo de Edipo tiene que ser resignada la investidura
de objeto de la madre. Puede tener dos diversos reemplazos: o bien una
identificación con la madre, o un refuerzo de la identificación-padre. Solemos
considerar este último desenlace como el más normal.
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El superyó conservará el carácter del padre, y cuanto más intenso fue el complejo
de Edipo y cuanto más rápido se produjo su represión, tanto más riguroso y sádico
devendrá después el imperio del superyó como conciencia moral, quizá también
como sentimiento inconsciente de culpa, sobre el yo.
El ideal del yo satisface todas las exigencias que se plantean a la esencia superior
del hombre. En el posterior cortocircuito del desarrollo, maestros y autoridades
fueron retomando el papel del padre; sus mandatos y prohibiciones han
permanecido vigentes en el ideal del yo y ahora ejercen, como conciencia moral, la
censura moral. La tensión entre las exigencias de la conciencia moral y las
operaciones del yo es sentida como sentimiento de culpa.
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La historia genética del superyó permite comprender que conflictos anteriores del yo
con las investiduras de objeto del ello puedan continuar en conflictos con su
heredero, el superyó. Si el yo no logró dominar bien el complejo de Edipo, la
investidura energética de este, proveniente del ello, retomará su acción eficaz en la
formación reactiva del ideal del yo. La amplia comunicación de este ideal con esas
mociones pulsionales Icc resolverá el enigma de que el ideal mismo pueda
permanecer en gran parte Icc, inaccesible al yo.
Texto N° 16
Los ―Tres ensayos de una teoría sexual‖ no presentan una teoría abstracta de las
pulsiones en general, sino que describen esa pulsión por excelencia que es la
pulsión sexual. Es la sexualidad la que representa el modelo de toda pulsión y
probablemente la única pulsión en el verdadero sentido del término.
Después de 1920, Freud propone y sostiene una teoría que engloba dos tipos de
pulsiones y es en ese punto donde nuestra tesis parecerá entrar en abierta
contradicción con el pensamiento freudiano, pero también donde habrán de surgir,
precisamente, las dificultades dentro de la obra misma de Freud.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
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El primero de los ensayos nos presenta un desfile polémico, casi apologético, de las
aberraciones sexuales. Se trata de destruir, a través de una descripción de las
perversiones, las nociones comunes de fin y objeto específicos. Lo esencial es,
para Freud, mostrar cuán vasto es este campo, casi universal y como su existencia
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El 3er capítulo de ―Una teoría sexual‖ es referible como el momento del instinto
reencontrado, pero como en todo reencuentro, distinto de cómo era en el comienzo,
pues es el reencuentro de otra cosa. Es evidente el tiempo del Edipo. La noción de
perversión se define comúnmente como desviación del instinto, lo cual
implica apartarse de una vía y fin específicos por un camino desviante.
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Texto N° 17
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Posición se refiere a una ubicación determinada del sujeto dentro de una situación
dentro de una ubicación objetal completa. En este contexto, ―posición‖ implica una
serie de vínculos ordenados alrededor de un rol central, de sentimientos distribuidos
entre el padre y la madre, de identificaciones y elecciones de objetos alternantes o
superpuestas. Sobre todo, la posición se refiere a un ordenamiento situacional que
se instala como respuesta a un tipo específico de angustia. Klein llega a concebir la
posición, más allá de la referencia libidinal, como una situación involucrando la
totalidad de la vida psíquica.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
―mecanismos‖ o ―bases‖, las diferencias entre las angustias psicóticas del desarrollo
del niño y psicosis del adulto.
En el niño muy pequeño existen, al lado de sus relaciones de objeto reales, pero
como si fuera en un plano distinto, relaciones con imagos reales, vividas como
figuras excesivamente buenas o excesivamente malas. Estas dos clases de
relaciones de objeto se entremezclan y se colorean una a la otra en un grado
siempre mayor en el curso del desarrollo. Los primeros pasos importantes en esta
dirección se producen cuando el niño llega a reconocer a su madre como persona
completa e identifica con ella una persona concreta, real y amada, es entonces que
la posición depresiva llega a primer plano.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
amor y el odio que habían sido mantenidos aparte en la relación anterior con objetos
parciales; el advenimiento de esta posición es correlativo de la angustia depresiva,
que se manifiesta por el miedo de perder el objeto bueno por los ataques de los
objetos malos y del Ello, al mismo tiempo que aparecen sentimientos de culpa, los
sujetos externos e internos se vuelven moribundos o mueren; el incipiente Superyó
inflexible y el sadismo está en su apogeo (concepto que será modificado después se
ubica entre los 4-5 meses) constituye una posición central en el desarrollo psíquico;
se establece mediante procesos destinados a separar el objeto.
Por otro lado, M. Klein (1934) tiende a generalizar el concepto de posición que, en
aquel entonces llama ―paranoide‖, como antinómica de la posición “depresiva‖,
introduce otras posiciones que no reconocerá como tales. Sólo la posición
paranoide permanecerá, enriqueciendo el concepto, como ―posición esquizo-
paranoide‖. Aunque la posición paranoide sea descrita en términos menos claros
que la depresiva, la autora llega a formular algunos rasgos esenciales, su búsqueda
específica (angustia del aniquilamiento del yo), el tipo de objetos que se ponen en
juego (perseguidores, idealizadores), ciertos mecanismos utilizados en ella.
Considera que hay dos conjuntos de temores, sentimientos y defensas que son
característicos de ambas posiciones, que por más íntimamente ligados entre sí que
estén, pueden, ser aislados uno del otro.
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-El 2do conjunto de sentimientos que vienen a constituir la posición depresiva, son
los sentimientos de tristeza y preocupación por los objetos amados, los temores a
perderlo y el ansia de recuperarlo. La persecución y las defensas características en
contra de ella, por una parte; y el pensar por el objeto amado, por la otra,
constituyen la posición depresiva.
Al final, une a los términos bajo el rótulo de posición depresiva. Esto puede resultar
muy instructivo, dado que ambas posiciones se dan rara vez en forma pura y
pertenecen a un nivel de abstracción mayor que la interpretación inmediata del
acontecer clínico.
Podemos entender las posiciones como polos ideales, que se manifiestan rara vez
en su pureza, pero permiten ordenar las experiencias y orientar las interpretaciones,
aunque se presenten en la clínica, la mayoría de las veces, en forma mezclada.
A partir de las lecturas de Fairbarn, puede combinar términos acuñados por ambos y
con ello, puede distinguir claramente tanto la posición esquizo-paranoide como la
depresiva. Este 1er periodo, que al principio la autora describió como fase
persecutoria, lo nombró posición paranoide y sostuvo que antecede a la posición
depresiva. Si los temores persecutorios son muy frecuentes, y si por esta razón el
bebé no puede elaborar la posición esquizo-paranoide, la elaboración de la posición
depresiva se ve a su vez impedida. Este fracaso puede llevar a un incremento
regresivo de los temores de persecución y puede reforzar los puntos de fijación de
psicosis graves. La posición depresiva tiene un rol central en el desarrollo temprano
del niño; con la introyección del objeto como total, las relaciones de objeto del bebé
cambian fundamentalmente. La síntesis entre los aspectos amados y odiados del
objeto completo, despiertan sentimientos de duelo y culpa que implican progresos
en la vida emocional e intelectual del bebé. Este punto es crucial para la elección
de psicosis o neurosis.
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Ella primero intenta elucidar sólo algunos aspectos de la vida emocional del bebé
durante su primer año de vida, y recalca particularmente las angustias, luego las
defensas contra ellas y recién después las relaciones objetales. Sin embargo, la
angustia siempre fue el centro de su elaboración teórica. Desde luego, la angustia
no es nunca angustia frente a nada. Angustia implica un peligro frente a los objetos,
sean amenazadores, acusadores, dañados por el propio sujeto, sean reparados por
él con los múltiples matices que esto involucre.
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Surge una pregunta acerca del concepto Kleiniano de transición de una posición a la
tarea sea una perspectiva evolutiva o en la experiencia analítica: ¿Cuál es el factor
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Estos cambios, a partir del 2/4 meses del primer año de vida, giran alrededor de la
constitución del objeto total. Este objeto total es introyectado, pero fantaseado
como víctima de los tipos agresivos del sujeto -aunque estos sean menos violentos
que en la posición esquizo-paranoide-, siguen siendo vividos como un peligro
extremo para el objeto, lo que desencadena los sentimientos de culpa y el miedo a
perder el objeto. La aparición de estas angustias nuevas, no impide, si son
insuperables, el progreso de la integración. La ampliación de las relaciones afectivas
del lactante con varias personas de su ambiente tiende también a permitirle una
mayor posibilidad de distribuir la angustia.
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Otro motivo de este cambio es el orden técnico: lo más difícil de analizar y modificar
es la envidia primaria y sus consecuencias.
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El pensamiento de Klein es que los objetos no son productos del Yo más que
este producto de aquellos. Existe un mundo externo no bien diferenciado del
mundo subjetivo al principio, pero que lo va plasmando en el curso del desarrollo. El
Yo no reina omnipotentemente sobre sus objetos, sino que tiene que tenerlos en
cuenta (a los externos y a los internos) el Yo y los objetos se definen en su relación
recíproca.
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Cuanto más se incrementa el dolor y el peligro por razones internas o externas, más
necesidad hay de llevar al extremo las cualidades del objeto idealizado y más
omnipotente tiene que ser. Pero no todas las experiencias del lactante son tan
extremas.
Mucho antes de que el lactante pueda percibir y concebir a su madre como persona
total, completa y separada, reconoce a esta reacción frente a ella en forma distinta
de lo que hace con otras personas, manifiesta una necesidad muy particular de ella,
y no de cualquier persona, y le otorga un lugar privilegiado en su mundo incipiente
de percepciones. Ya no es del todo el objeto parcial que caracteriza la posición
esquizo-paranoide, sino el prototipo de lo que será, después, un objeto total y
completo.
Durante los primeros 3-4 meses de vida, el objeto bueno y el malo no son
completamente distintos uno del otro en la mente del bebé. El pecho de la madre, a
la vez en sus aspectos buenos y en los malos, parece también estar sumergido para
él en la presencia corporal de ella; y así la relación con ella como persona se
constituye progresivamente desde el estadio más temprano en adelante.
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La persecución ejercida por los objetos idealizados es una persecución moral y una
exigencia de perfección impuesta al Yo, que este no puede cumplir, mientras que la
persecución de los objetos perseguidores es una voluntad ciega de torturar y
aniquilar al sujeto sin carácter de castigo moral en su forma más pura. La diferencia
se vuelve difícil de detectar cuando los objetos idealizados y perseguidores se han
unificado en una estructura más unitaria, el superyó.
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Las dos actitudes contrastantes hacia el pecho de la madre son trasladadas hacia la
nueva relación con el pene del padre. La frustración sufrida en la relación anterior
incrementa las exigencias y las esperanzas hacia la nueva fuente, y estimulan el
amor hacia el nuevo objeto. La decepción inevitable en esta nueva relación refuerza
el regreso hacia el primer objeto, y esto contribuye a la labilidad y a la fluidez de las
actitudes emocionales y de los estadios de organización libidinal.
La relación del niño con sus padres se concentra alrededor de los objetos
parciales primarios. La presencia corporal de la persona, es aún más importante
en esta primera ampliación de la gama de objetos centralizada alrededor del pene
del padre.
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Huida y distribución son las dos grandes formas de pasar del objeto primitivo al
que le sigue de inmediato (el pene del padre) y después a otros objetos.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Todas las variedades de existencia objetal que hemos examinado son relativamente
sencillas y arcaicas. El proceso de distribución de la angustia y el juego de las
medidas defensivas llegan a la constitución de tipos más complejos de la relación
sujeto-objeto.
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Texto N° 18
CAPÍTULO VI
APARTADO I
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Las ramificaciones de la relación del lactante con el pecho malo son las siguientes:
el pecho odiado adquirió las cualidades oral-destructivas de las propias pulsiones
del lactante cuando éste atraviesa estados de frustración y de odio. En sus
fantasías destructivas muerde y desgarra el pecho, lo devora, lo aniquila; y siente
que el pecho lo atacará en la misma forma. A medida que las pulsiones sádico-
uretrales y sádico-anales se fortalecen, el lactante en su imaginación, ataca al
pecho con orina envenenada y heces explosivas, y por lo tanto supone que el pecho
lo envenenará o hará explotar. Los detalles de sus fantasías sádicas determinan
el contenido de su temor a los perseguidores internos y externos y, en primer
lugar el pecho malo.
Como los ataques fantaseados dirigidos contra el objeto son influidos por la
voracidad, el temor a la voracidad del objeto, debido a la proyección constituye un
elemento esencial de la ansiedad persecutoria: el pecho malo devorará al bebé con
la misma voracidad con que él desea devorarlo.
Apartado II
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APARTADO III
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la agresión— el pecho bueno puede instalarse en forma más firme en la mente del
lactante.
Sin embargo, los deseos sádico-orales del lactante fácilmente despertados por la
frustración de origen externo e interno, le producen inevitablemente una y otra vez la
sensación de que el pecho se halla destruido y despedazado en su interior, como
consecuencia de sus voraces ataques devoradores.
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desarrolla en la mente del lactante a partir de una relación con partes de su cuerpo y
varios aspectos de su personalidad (como su olor, tacto, voz, sonrisa, el ruido de
sus pasos, etc.) La angustia depresiva y la culpa se centran gradualmente en la
madre como persona y aumentan en intensidad; la posición depresiva aparece en
primer plano.
APARTADO IV
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
A medida que el Yo adquiere mayor capacidad para tolerar la ansiedad, los métodos
de defensa se modifican paralelamente. A ello contribuye el creciente sentido de
realidad y la mayor variedad de gratificación, intereses y relaciones de objeto.
Disminuye la fuerza de las pulsiones destructivas y de la ansiedad persecutoria; se
fortalece la ansiedad depresiva y llega a su clímax durante el período que se
describe en la parte siguiente.
APARTADO I
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Todos estos progresos se reflejan en la relación del bebé con su madre (y, en cierta
medida, con su padre y otras personas). La relación con la madre como persona,
que se ha ido desarrollando gradualmente, mientras el pecho figuraba aún como
principal objeto, se establece más firmemente y la identificación con ella se fortalece
cuando el bebé llega a percibir o introyectar a su madre como persona (o, en otras
palabras como "objeto total").
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Las tentativas del Yo de controlar los objetos externos e internos —método que en
la posición esquizo-paranoide está principalmente dirigido contra la ansiedad
persecutoria— también sufren cambios. Cuando predomina la ansiedad depresiva,
el control de objetos e impulsos es principalmente utilizado por el Yo con el fin de
prevenir la frustración, impedir la agresión y el consiguiente peligro para los objetos
amados, es decir, mantener a raya la ansiedad depresiva.
Al mismo tiempo ocurren importantes progresos en el desarrollo del Yo, los que no
sólo capacitan al Yo para establecer defensas más adecuadas contra la ansiedad,
sino que logran eventualmente una disminución efectiva de la misma. La repetida
experiencia de enfrentar la realidad psíquica, implicada en la elaboración de la
posición depresiva, aumenta la comprensión del bebé del mundo externo.
Paralelamente, la imagen de los padres se aproxima gradualmente a la realidad.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
De este modo, se establecen las bases del desarrollo normal: se desarrollan las
relaciones con los demás, disminuye la ansiedad persecutoria referida a los objetos
internos y externos, se establecen más firmemente los objetos internos buenos, lo
que trae aparejado un sentimiento de mayor seguridad; todo lo cual fortalece y
enriquece al Yo. El Yo más fuerte y coherente, aunque haga mayor uso de la
defensa maníaca, une repetidamente y sintetiza los aspectos escindidos del objeto y
del Yo. Gradualmente, los procesos de escisión y de síntesis se aplican a aspectos
ahora menos distanciados unos de otros; aumenta la percepción de la realidad y los
objetos aparecen bajo una luz más realista. Todos estos progresos conducen a una
creciente adaptación a la realidad externa e interna, se produce un cambio paralelo
en la actitud del bebé hacia la frustración. En el estadio más temprano el aspecto
malo perseguidor de la madre (su pecho) representaba en la mente del lactante,
todo lo malo y frustrado, tanto interno como externo. Cuando aumenta el sentido de
la realidad en relación con los objetos y la confianza en ellos, el bebé se vuelve más
capaz de distinguir entre la frustración impuesta desde el exterior, y los peligros
internos fantaseados. El odio y la agresión se relacionan más estrechamente con la
frustración o daño reales derivados de factores externos. Esto constituye un paso
hacia un método más realista y objetivo de manejo de su propia agresión, que
despierta menos culpa y, en último término, capacita al niño tanto para vivenciar
como para sublimar su agresión en una forma egosintónica.
Además, esta actitud más realista frente a la frustración –que implica la disminución
de la ansiedad persecutoria relacionada con los objetos internos y externos-
conduce a una mayor capacidad del bebé para restablecer una buena relación con
la madre y otras personas cuando la vivencia de frustración no actúa ya. En otras
palabras, la creciente adaptación a la realidad –ligada a cambios del
funcionamiento de la introyección y proyección- tiene por resultado una relación
más segura con el mundo externo e interno. Esto conduce a una disminución de
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APARTADO II
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Uno de los factores fundamentales que determinan si la pérdida del objeto amado
(por muerte u otras causas) conducirá a la enfermedad maníaco-depresiva o será
normalmente superada consiste, de acuerdo con la experiencia de M. Klein en el
grado de éxito de la elaboración de la posición depresiva durante el primer
año de vida y en la firme introyección de los objetos buenos en el interior.
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Otro aspecto de los estadios edípicos tempranos está ligado al papel esencial
desempeñado en la mente del bebé por el "interior" de la madre y el suyo propio.
Durante la posición esquizo-paranoide, la necesidad del bebé de penetrar en el
cuerpo materno y posesionarse de su contenido es de naturaleza
predominantemente oral y anal. Esta necesidad es activa aún en el estadio siguiente
(posición depresiva), pero al aumentar los deseos genitales, se dirige mayormente
hacia el pene paterno (igualado con bebés y materia fecal) el que, según cree el
bebé, debe estar contenido dentro del cuerpo de la madre. Simultáneamente los
deseos orales del pene paterno conducen a su internalización y así el pene
internalizado (a la vez objeto bueno y objeto malo) pasa a desempeñar un papel
importante en el mundo objetal interno del bebé.
Los estadios temprano del desarrollo edípico son muy complejos: convergen deseos
de distintos orígenes; estos deseos se dirigen a objetos parciales así como a objetos
totales; el pene del padre, codiciado y odiado, existe no sólo como parte del cuerpo
del padre, sino que el bebé siente que está simultáneamente en su propio interior y
dentro del cuerpo de la madre.
A medida que se desarrolla una relación más realista con los padres, el bebé llega a
considerarlos como individuos separados, es decir, que la primitiva figura parental
combinada pierde su fuerza.
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Así pues, los estadios tempranos del complejo de Edipo positivo y negativo alivian
las ansiedades del niño y lo ayudan a superar la posición depresiva. Sin embargo,
surgen nuevos conflictos y ansiedades, puesto que los deseos edípicos hacia los
padres implican que la envidia, la rivalidad y los celos son ahora vivenciados
hacía dos personas, a las que se odia y ama a la vez. La elaboración de estos
conflictos que surgen por primera vez en los estadios tempranos del complejo de
Edipo, forma parte del proceso de modificación de la ansiedad que se extiende más
allá de la primera infancia hasta los primeros años de la niñez.
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APARTADO I
Los deseos genitales hacia ambos progenitores, que inician los estadios
tempranos del complejo de Edipo (hacia la mitad del primer año), están al principio
entretejidos con deseos y fantasías orales, anales y uretrales, de naturaleza a la vez
libidinal y agresiva. Las ansiedades de carácter psicótica originadas por pulsiones
destructivas provenientes de todas estas fuentes, tienden a reforzar estas pulsiones,
y, en caso de ser excesivas, crean fuertes fijaciones en los estadios pregenitales.
Así pues, la ansiedad influye en cada etapa del desarrollo libidinal, ya que conduce
a la fijación de estados pregenitales y una y otra vez, a la regresión a estos. Por otra
parte, la ansiedad y culpa y la consiguiente tendencia a la reparación, agrega
ímpetu a los deseos libidinales y estimulan la dirección progresiva de la libido, pues
dar y recibir gratificación libidinal alivia la ansiedad y satisface también la necesidad
de reparar. Por lo tanto, la ansiedad y la culpa a veces frenan y otras veces
favorecen el desarrollo libidinal.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Esto varía no solamente de un individuo a otro, sino que puede variar en un mismo
individuo, según la intrincada interacción de los factores internos y externos en
determinado momento.
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padres. Todo esto significa que está elaborando y modificando las ansiedades
persecutorias y depresivas.
Existen razones para suponer que tan pronto como el bebé desplaza su interés
hacia otros objetos distintos del pecho materno –como ser partes del cuerpo
materno, los objetos que lo rodean, partes de su propio cuerpo, etc.-, empieza un
proceso fundamental para el incremento de las sublimaciones y relaciones de
objeto. El amor, los deseos (agresivos así como libidinales) y las ansiedades, son
transferidos del primero y único objeto, la madre, a otros objetos; y se desarrollan
otros intereses que sustituyen la relación con el objeto primario. Este objeto primario
es, sin embargo, no sólo el pecho externo sino el pecho bueno internalizado; y la
desviación de los sentimientos y emociones relacionados ahora con el mundo
externo está ligada a la proyección. La función de formación de símbolos y la
actividad de las fantasías tienen gran importancia en todos los procesos descritos.
Con el surgimiento de la ansiedad depresiva y particularmente con el comienzo de
la posición depresiva, el Yo se ve llevado a proyectar, desviar y distribuir los deseos
y emociones así como la culpa y la necesidad de reparar, en nuevos objetos e
intereses. Estos procesos constituyen la fuente principal de las sublimaciones a lo
largo de la vida. Es, sin embargo, condición previa del desarrollo exitoso de las
sublimaciones (como también de las relaciones de objeto y de la organización
libidinal) que el amor por los primitivos objetos pueda mantenerse, mientras los
deseos y ansiedades son desviados y distribuidos, pues el predominio de la queja y
el odio hacia los objetos primarios tiende a hacer peligrar las sublimaciones y
relaciones con objetos sustitutivos.
Surge otra perturbación de la capacidad para reparar y por lo tanto para sublimar,
cuando, debido al fracaso de la superación depresiva está obstruida o dicho de otra
forma, si existe desesperanza por la destrucción ocasionada a los objetos amados.
APARTADO II
Todos los aspectos del desarrollo están ligados a la neurosis infantil. Un rasgo
característico de la neurosis infantil lo constituyen las fobias tempranas que surgen
durante el primer año de vida y, cambiando de forma y contenido, aparecen y
desaparecen a lo largo de los años de infancia. Tanto la ansiedad persecutoria
como la depresiva subyacen a las fobias tempranas, que incluyen dificultades en la
alimentación, pavor nocturnus, ansiedad en ausencia de la madre, miedo a los
extraños, perturbaciones de las relaciones con los padres y relaciones de objeto en
general. La necesidad de externalizar los objetos perseguidores es un elemento
intrínseco del mecanismo de las fobias. Esta necesidad deriva tanto de la
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Todos estos cambios son característicos de los mecanismos obsesivos, los que
también pueden ser considerados como una defensa muy importante. Por ejemplo,
al adquirir hábitos de limpieza, las ansiedades del bebé referentes a sus heces
peligrosas (es decir, referentes a su propia destructividad), a sus objetos malos
internalizados y a su caos interno, disminuyen temporalmente una y otra vez. El
control de esfínteres le prueba que puede controlar los peligros internos y los
objetos internos. Los excrementos reales sirven como prueba en contra de sus
temores fantásticos de destructividad. Pueden ahora ser expulsados conforme al
pedido de la madre o niñera, quienes al aprobar las situaciones en que expulsa
excrementos parecen también aprobar la naturaleza de los mismos, y esto los
vuelve, "buenos". De ello resulta que el niño llega a sentir que el daño hecho por sus
excrementos en sus fantasías agresivas a sus objetos internos y externos, puede
ser anulado. La adquisición de hábitos de limpieza disminuye por lo tanto su
culpa y satisface su deseo de reparar.
Los mecanismos obsesivos constituyen una parte importante del desarrollo del Yo.
Capacitan a éste para mantener temporalmente a raya la ansiedad. Esto a su vez,
ayuda al Yo en el logro de mayor integración y fuerza; en esta forma es posible la
gradual elaboración, disminución y modificación de la ansiedad. No obstante, los
mecanismos obsesivos constituyen en este estadio tan sólo una de las defensas. Si
son excesivos y llegan a ser la defensa principal, esto puede considerarse como una
indicación de que el Yo no puede manejar eficazmente la ansiedad de naturaleza
psicótica y de que se está desarrollando en el niño una grave neurosis obsesiva.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Hemos visto las formas en que el Yo utiliza la escisión durante la fase esquizo-
paranoide. El mecanismo de escisión subyace a la represión (lo que está implícito
en el concepto de Freud); pero en contraste con las primitivas formas de escisión
que conducían a estados de desintegración, la represión no tiene normalmente
por resultado la desintegración del Yo. Ya que en este estadio existe mayor
integración, tanto dentro de las partes conscientes como inconscientes del
psiquismo y ya que en la represión, la escisión efectúa predominantemente una
división entre lo consciente y lo inconsciente, ninguna de las partes del Yo está
expuesta al grado de desintegración que podía surgir de estadios anteriores. Sin
embargo, el grado en que se recurre a los procesos de escisión en los primeros
meses de vida influye vitalmente en el empleo de la represión en un período ulterior.
Porque en caso de no ser suficientemente superados los mecanismos esquizoides
tempranos puede resultar que, en lugar de un límite fluido entre lo consciente y lo
inconsciente, surja entre ellos una rígida barrera; esto indica que la represión es
excesiva y que, por lo tanto, el desarrollo está perturbado. Por otra parte,
mediante una represión moderada, el inconsciente y la conciencia tienen mayores
probabilidades de permanecer "porosos" uno con respecto al otro y por lo tanto las
pulsiones y sus derivados son, en cierta medida, autorizados a emerger una y otra
vez del inconsciente y son sujetos por parte del Yo a procedimientos de selección y
rechazo. La elección de las pulsiones, fantasías y pensamientos que deben ser
reprimidos, depende de la creciente capacidad del Yo para aceptar las normas de
los objetos externos. Esta capacidad está ligada a la mayor síntesis dentro del
Superyó y a la creciente asimilación del Superyó por el Yo.
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del desarrollo del Superyó, resultado de un proceso que se extiende sobre los
primeros años de vida.
CONCLUSIONES.
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Término introducido por Melanie Klein para designar un mecanismo que se traduce
por fantasías en las que el sujeto introduce su propia persona (his self), en su
totalidad o en parte, en el interior del objeto para dañarlo, poseerlo y controlarlo. El
término «identificación proyectiva» ha sido utilizado por Melanie Klein en un sentido
muy especial, distinto del que sugiere a primera vista la asociación de las dos
palabras, es decir, una atribución a otro de ciertos rasgos de sí mismo o de una
semejanza global consigo mismo.
Pero sólo más tarde (1946) introdujo este término para designar «una forma
particular de identificación que establece el prototipo de una relación de objeto
agresiva».
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
«como una penetración forzada desde el exterior al interior en castigo por una
proyección violenta».
M. Klein y Joan Riviere afirman que las fantasías de identificación proyectiva actúan
en diversos estados patológicos, como la despersonalización y la claustrofobia.
Texto N° 19
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CAPÍTULO I: FANTASÍA.
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Se establece una relación con el objeto ideal. Así como se proyecta fuera el
instinto de muerte, para evitar la ansiedad que surge de contenerlo, así también se
proyecta la libido, a fin de crear un objeto que satisfaga el impulso instintivo del Yo a
conservar la vida. El yo proyecta parte de ella afuera, y la restante la utiliza para
establecer una relación libidinal con ese objeto ideal. El yo tiene relación con dos
objetos: el objeto primario, el pecho, está en esta etapa disociado en dos partes, el
pecho ideal y el persecutorio. La fantasía del objeto ideal se fusiona con
experiencias gratificadoras de ser amado y amamantado por la madre externa real,
que a su vez confirman dicha fantasía.
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Todos los bebés tienen períodos de ansiedad, y las ansiedades y defensas que
constituyen el núcleo de la posición esquizo-paranoide son parte normal del
desarrollo humano. Una de las conductas de esta posición es la escisión, es lo que
permite al yo emerger del caos y ordenar las experiencias, ordenar el universo de
las impresiones emocionales y sensoriales del niño y es una condición previa para
la integración posterior.
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Los celos son necesariamente una relación de objeto total se basan en el amor y
su objetivo es poseer al objeto amado y excluir al rival; corresponden a una relación
triangular y a una época de la vida en que se reconoce y diferencia a los objetos.
La envidia es una relación de dos partes en que el sujeto envidia al objeto por
alguna posesión o cualidad. La envidia se experiencia en función de objetos
parciales.
El objetivo de la voracidad es poseer todo lo bueno que pueda extraerse del objeto,
sin considerar consecuencias. En la envidia, el objetivo es ser uno mismo tan bueno
como el objeto, pero cuando esto se siente imposible, el objetivo se convierte en
arruinar lo bueno que posee el objeto para suprimir la fuente de envidia. Es este
aspecto dañino de la envidia lo que la hace tan destructiva para el desarrollo, pues
convierte en mala a la fuente misma de todo lo bueno, de la que depende el bebé y
por ende impide la realización de buenas introyecciones.
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El manejo de las ansiedades de los primeros meses del desarrollo del bebé lleva a
organizar gradualmente su universo. A medida que los procesos de escisión,
proyección e introyección le ayudan a ordenar sus percepciones y emociones, y a
separar lo bueno de lo malo, el bebé se encuentra ante dos objetos: un objeto ideal
y un objeto malo. Ama al objeto ideal, trata de adueñarse de él, de conservarlo y
de identificarse con él. En el objeto malo ha proyectado sus impulsos agresivos y lo
siente como una amenaza para sí mismo y para su objeto ideal. Si el desarrollo se
efectúa en condiciones favorables, el bebé siente cada vez más que su objeto ideal
y sus propios impulsos libidinales son más fuertes que el objeto malo. Al disminuir la
proyección de los impulsos malos disminuye también el poder atribuido al objeto
malo.
Posición depresiva como la fase del desarrollo en que el bebé reconoce un objeto
total y se relaciona con dicho objeto. Este es un momento crucial del desarrollo
infantil. Cuando el bebé reconoce a su madre esto significa que ya la percibe como
objeto total. La madre como persona total, que puede ser buena y a veces mala,
estar presente o ausente y a la que puede amar y odiar al mismo tiempo, sus
experiencias proceden de la misma madre que es a la vez fuente de lo bueno y de
lo malo. Reconocer a la madre como persona total significa reconocerla como
individuo con una vida propia y con sus propias relaciones con otras
personas. El bebé descubre cuán desamparado esta, como depende totalmente de
ella y cuantos celos le provocan los demás.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Al percibir a la madre como objeto total el bebé puede recordarla, puede recordar
gratificaciones anteriores en momentos en que la madre parece frustrarlo y
anteriores experiencias de frustración mientras ella lo está gratificando. El bebé
reconoce que es una misma persona, él mismo, quien ama y odia a una misma
persona, su madre. Se enfrenta con conflictos vinculados con su propia
ambivalencia. Este cambio en el estado de la integración yoica y objetal trae
consigo un cambio en las ansiedades del bebé.
El bebé bien integrado que puede evocar y conservar su amor por el objeto bueno,
incluso mientras lo odia, está expuesto a nuevos sentimientos: el duelo y la
nostalgia por el objeto bueno al que se siente perdido y destruido, y la culpa, una
experiencia depresiva típica provocada por el sentimiento de que perdió a su objeto
bueno por su propia destructividad.
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La relación maníaca con los objetos se caracteriza por una tríada de sentimientos:
control, triunfo y desprecio. Estos sentimientos se corresponden con sentimientos
depresivos de valorar al objeto y depender de él, con el miedo a la pérdida y a la
culpa, y sirven de defensa contra ellos.
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Lo capacita para soportar la privación sin que lo abrume el odio, su propio odio lo
aterra menos al aumentar su confianza en que su amor puede restaurar lo que su
odio ha destruido. En la medida en que el yo ha restaurado y creado internamente el
objeto, este le pertenece cada vez más, el yo puede asimilarlo y el objeto contribuye
a su desarrollo, de ahí el enriquecimiento del yo a través del proceso de duelo.
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El bebé proyecta en los padres sus propios deseos libidinales y agresivos. Cuando
le dominan sus propios impulsos fantasea que sus padres están en coito continuo,
percibe a sus padres en función de sus propias proyecciones, le origina frustración
y envidia ya que percibe a los padres dándose sin cesar aquellas gratificaciones
que él desea para sí. Reacciona a esta situación con más fantasías, ataca a sus
padres y los percibe destruidos, pareja paternal interna destruida de la situación
edípica temprana. En su fantasía el pene o el padre son parte de la madre, su
idealización de ella le hace verla conteniendo todo lo deseable.
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criatura se puede dirigir apartándose del pecho. Evoluciona hacia una situación
genital, hacia el deseo de tener relaciones sexuales con él y de recibir bebes de él.
A medida que avanza el desarrollo predomina el fin genital, fluctúa cada vez menos
la elección entre ambos padres. Se hace una elección más definida del progenitor
del sexo opuesto como objeto de deseos libidinales, a la vez que aumenta la
rivalidad y la identificación con el progenitor del mismo sexo. El sentido de la
realidad que trae consigo la percepción del propio sexo ayuda al niño a renunciar
parcialmente a sus deseos homosexuales y a aceptar el propio sexo. De este modo
se prepara gradualmente al escenario para el complejo de Edipo clásico en términos
genitales.
Texto N° 20
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El tema principal del presente ensayo se verá con mayor claridad mediante la
comparación del estudio de la infancia con el estudio de la transferencia
psicoanalítica. Esta exposición se refiere a la infancia.
Durante la infancia al individuo le suceden cosas buenas y cosas malas que están
fuera de su alcance. De hecho la infancia es el periodo en el que se halla, en
proceso de formación, la capacidad del individuo para captar factores
externos y aplicarlos a su omnipotencia. El apoyo del ego proporcionado por los
cuidados maternos permite al niño vivir y desarrollarse pese a que todavía no sea
capaz de controlar lo bueno y lo malo del medio ambiente, ni sentirse responsable
de ello.
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LA PALABRA “CRIATURA”.
La palabra criatura se emplea para denominar al niño de muy corta edad. En los
escritos de Freud a veces parece que esta palabra sirve también para denominar al
niño hasta que alcanza la edad en que supera el complejo de Edipo.
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Estoy definiendo así la teoría según la cual la principal razón de que durante el
desarrollo infantil la criatura, por lo general, aprenda a dominar el id (y el ego logre
incorporarlo) estriba en el cuidado materno, en que el ego materno complemente el
ego infantil y le de fuerza y estabilidad. Será necesario ver cómo ocurre esto y
también de que forma el ego infantil acaba liberándose del apoyo del ego materno,
de tal forma que la criatura alcanza una independencia mental con respecto a la
madre, es decir, una diferenciación que le otorga una personalidad propia.
Para estudiar la relación paterno-filial primero hace falta intentar un breve resumen
de la teoría del desarrollo emocional infantil.
DATOS HISTÓRICOS.
Poco a poco fueron formulándose los mecanismos de defensa del ego. Se dio por
sentado que estos mecanismos estaban organizados en relación con la ansiedad
producida o bien por la tensión instintiva o por la pérdida de objeto. En esta
primera fase la angustia no está relacionada con la castración o la separación, sino
que se refiere a cosas muy distintas; de hecho, se trata de una angustia relativa a
la posibilidad de aniquilamiento.
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El estudio de las defensas del ego hace que el investigador se remonte a las
manifestaciones pregenitales del id, mientras que el estudio de la psicología del ego
lo hacen retroceder hasta la dependencia, hasta la unidad cuidado materno-criatura.
I.LA CRIATURA:
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de predecir el desarrollo real del niño debido al otro factor: el cuidado materno (no
nos referimos a un cuidado materno adecuado sólo en sentido físico; el significado
de la adecuación y de la inadecuación en este contexto se comenta más adelante).
a) Sostenimiento;
- el proceso primario;
- la identificación primaria;
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- el autoerotismo;
- el narcisismo primario.
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DEPENDENCIA.
Otro fenómeno que es necesario estudiar en esta fase es la ocultación del núcleo
de la personalidad. La personalidad central, es el potencial heredado en fase de
experimentación de una continuidad existencial y de adquisición, a su modo y ritmo,
de una realidad psíquica personal y de un esquema corporal propio. El concepto de
aislamiento de esta personalidad central es característica de normalidad. En esta
fase primeriza, cualquier amenaza que se cierna sobre este aislamiento de la
personalidad verdadera constituye una considerable fuente de angustia. Las
defensas propias de la primera infancia aparecen en relación con la incapacidad
materna (o del cuidado materno) para evitar los peligros que amenazan con
trastornar este aislamiento.
Puede que la organización del ego se enfrente a estos peligros y los ponga al
servicio de la omnipotencia de la criatura, haciendo que sean percibidos como
proyecciones. Puede suceder, por el contrario, que estos peligros atraviesen las
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
defensas a pesar del apoyo prestado al ego por el cuidado materno. Entonces el
núcleo central del ego se ve afectado, lo cual constituye la verdadera naturaleza
de la angustia psicótica.
ANIQUILAMIENTO.
En esta fase la criatura necesita unas condiciones ambientales que poseen ciertas
características:
125
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El sostenimiento:
- sigue los cambios tanto físicos como psicológicos imperceptibles que día a
día van teniendo lugar en el crecimiento y desarrollo de la criatura.
La salud mental del individuo, es decir, el hecho de que esté libre de psicosis o
propensión a ella (esquizofrenia), se apoya en este cuidado materno, en el que
apenas se repara cuando no hay complicaciones y que es continuación de la
provisión fisiológica que caracteriza al estado prenatal. Los mecanismos de defensa
por escisión, las proyecciones, las introyecciones y demás, son un intento de
enunciar los efectos de la falta de provisión ambiental en términos del individuo.
Este estudio sobre los mecanismos primitivos nos da solamente una visión parcial.
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La criatura se halla fusionada con la madre, y mientras así sea, cuanto más se
aproxime ésta a la comprensión exacta de las necesidades de la criatura mejor será.
Sin embargo, se produce un cambio al llegar el final de esta fusión, final que no
tiene por qué ser gradual. Tan pronto la madre y la criatura se encuentren
separadas, desde el punto de vista de la segunda, se observará que la madre tiende
a un cambio de actitud. Parece que la madre sepa que la criatura posee una nueva
capacidad: la de emitir una señal que indique la necesidad que la madre debe
atender. Al finalizar la fusión, cuando la criatura se ha separado del medio
ambiente, uno de los rasgos importantes de la nueva situación es que la criatura
tiene que dar una señal. Esta sutileza la vemos claramente en la transferencia
durante nuestro trabajo analítico.
Las madres que han tenido varios niños empiezan a dominar tanto la técnica de ser
madre, que hacen todo lo que deben hacer en el momento adecuado, y entonces la
criatura que ha empezado a separarse de la madre no dispone de medio alguno
para asumir el control de todo lo bueno que tiene lugar a su alrededor. El gesto
creador, el llanto, la protesta, todos los signos pequeños que deberían producir la
acción de la madre, todas estas cosas faltan, y no aparecen porque la madre ya ha
satisfecho la necesidad, igual que si la criatura siguiera fusionada con ella y ella con
la criatura. Así, la madre, al ser en apariencia tan buena madre, hace algo peor que
castrar a la criatura: dejarla ante dos alternativas; la de hallarse en un estado
permanente de regresión y de fusión con la madre o, por el contrario, llevar a cabo
un rechazo total de la misma, incluso de aquella que en apariencia es una buena
madre.
Cuando las cosas van mal el niño cobra conciencia, no del fallo del cuidado
materno, sino de los resultados de dicho fallo, sean cuales fueren; es decir, la
criatura se da cuenta de la reacción ante algún hecho conflictivo. El resultado
de un buen cuidado materno consiste en que la criatura lleva en sí una continuidad
127
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existencial que constituye la base de la fuerza del ego; mientras que el fallo de dicho
cuidado produce la interrupción de esa continuidad a causa de las reacciones
provocadas por las consecuencias del fallo en cuestión, con el consiguiente
debilitamiento del ego.
Es importante en este contexto examinar los cambios que tienen lugar en las
mujeres que están a punto de tener un hijo o que acaban de tenerlo. Estos
cambios empiezan con el hecho físico de llevar la criatura en el vientre. Dentro
de la normalidad, las mujeres experimentan cambios en su orientación hacia sí
mismas y hacia el mundo; pero, por muy arraigados en la fisiología que estén dichos
cambios, son susceptibles de sufrir deformaciones a causa de mala salud mental en
la mujer.
Por regla general, las madres se identifican, de una y otra forma, con el bebé que
crece en sus entrañas, lo cual les permite emplear una potente capacidad para intuir
las necesidades del bebé. Se trata de una identificación proyectiva. Esta
identificación con el bebé dura cierto tiempo después del alumbramiento y luego,
poco a poco, pierde importancia.
La madre, por medio de su identificación con la criatura, sabe cómo se siente esta y,
por tanto, es capaz de darle casi exactamente todo cuanto necesita en forma de
sostenimiento y de provisión de un medio ambiente general. Sin tal identificación la
madre no aportará lo que la criatura necesita al principio: una adaptación viva a
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Con «el cuidado que recibe de su madre» toda criatura es capaz de tener una
existencia personal, y así empieza la evolución de lo que podría denominarse una
continuidad existencial. Partiendo de esta continuidad, el potencial heredado va
desarrollándose hasta convertirse en una criatura individual. Si el cuidado materno
no es lo bastante bueno, entonces la criatura no llega realmente a tener una
existencia, ya que no hay ninguna continuidad existencial; en su lugar, su
personalidad se edifica sobre una serie de reacciones provocadas por los conflictos
ambientales.
RESUMEN:
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LA SOCIALIZACIÓN.
EL RECORRIDO
Al hablar de la salud en este contexto, se refiere tanto a la salud del individuo como
a la sociedad ya que la madurez plena, del individuo no es posible dentro de un
marco social inmaduro o enfermo.
TRES CATEGORÍAS.
1- Dependencia absoluta.
2- Dependencia relativa.
3- Hacia la independencia.
DEPENDENCIA ABSOLUTA.
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En primer lugar, llamaré su atención sobre las primeras fases del desarrollo
emocional de toda criatura. Al principio la criatura depende por completo de la
provisión física aportada por la madre, ya sea en su vientre o por medio de los
cuidados que presta al hijo una vez nacido. No obstante, en términos de la
psicología el niño es a la vez dependiente e independiente. Esta paradoja se debe
investigar. Por un lado, está todo lo que la criatura hereda incluyendo los procesos
de maduración y tal vez también ciertas tendencias patológicas; todo ello tiene una
realidad propia y nadie puede alterarlo. Al mismo tiempo la evolución de los
procesos de maduración dependen la provisión ambiental. Cabe decir que el medio
ambiente posibilita la marcha ininterrumpida de los procesos de maduración. Pero el
medio ambiente no hace al niño; en el mejor de los casos, lo que hace es permitirle
realizar su potencial.
Lo que será esa criatura en un futuro escapa al control de los demás. Los padres
dependen de las tendencias heredadas por la criatura. ¿Qué es lo que pueden
hacer los padres si no pueden hacer a su propio hijo? La respuesta es que pueden
hacer mucho. Pueden proveer lo necesario para que el niño esté sano, en el sentido
de que alcance la madurez propia de cada etapa de su vida. Si el éxito los
acompaña en esta tarea, entonces los procesos de maduración de la criatura
reciben satisfacción y, por tanto, pasan a formar parte del niño.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
En los primeros tiempos del psicoanálisis la palabra «adaptación» sólo podía tener
un significado: la satisfacción de las necesidades instintivas de la criatura. Así,
existe el desarrollo total del ego infantil, con sus propias necesidades. A este
respecto diremos que ―la madre no abandona a su hijo‖, si bien puede y debe
frustrarlo en el sentido de satisfacer las necesidades instintivas. Resulta asombroso
lo bien que las madres satisfacen las necesidades del ego de sus hijos.
Siempre hay unas cuantas que son incapaces de la entrega total necesaria en esta
primera fase.
Dada su variedad, será mejor describir las necesidades del ego. El mejor ejemplo lo
constituye posiblemente la cuestión del sostenimiento. Nadie es capaz de sostener
un bebé en brazos a menos que sepa identificarse con él. También podría
recordarles lo de la temperatura del baño, que la madre comprueba con la mano o
con el codo; la criatura se limita a tomar por sentado que estará a la temperatura del
cuerpo. Todo se reduce a una cuestión de que la existencia de la criatura se vea o
no amenazada.
Todos los procesos de una criatura viva constituyen una continuidad existencial,
una especie de programa o plan detallado para la existencia. La madre que sabe
entregarse durante un breve período a esta su misión natural, sabe igualmente
proteger la continuidad existencial de su hijo. Todas las amenazas, conflictos o
fallos de adaptación suscitan en la criatura una reacción que corta la citada
continuidad. Si tales reacciones marcan la pauta en la vida de una criatura, se
producirá una grave interferencia en la tendencia natural a convertirse en una
unidad integrada, capacitada para conservar una personalidad dotada de pasado,
presente y futuro. Con la ausencia relativa de reacciones ante amenazas,
etcétera, las funciones corporales de la criatura proporcionan una buena base
sobre la que edificar un ego corporal.
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DEPENDENCIA RELATIVA.
Conviene hacer hincapié en este ser ―ella misma‖. Hay que hacer una distinción
entre la persona y el hombre, la madre o la niñera, que interprete el papel de forma
muy convincente.
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La fase que sigue a esa en la que la criatura tiene cierta conciencia de que necesita
a la madre, se caracteriza por el hecho de que la criatura empieza a comprender
que la madre es necesaria.
Esta fase de especial necesidad dura aproximadamente entre seis meses y dos
años.
Cuando la criatura alcanza los dos años de edad, se han producido ya algunos
acontecimientos que la preparan para enfrentarse con la pérdida. Al lado de estos
acontecimientos existen ciertos factores ambientales que deben tenerse en cuenta.
Por ejemplo, cabe la existencia de un equipo formado por la madre y una niñera,
equipo que es digno de estudio por derecho propio. Probablemente habrá también
una serie de personas adecuadas (tías, abuelos, amigos íntimos de los padres) que
por su presencia constante se hacen acreedoras al título de ―madres sustitutivas‖.
HACIA LA INDEPENDENCIA.
Los padres resultan muy necesarios para el gobierno de sus hijos adolescentes
mientras éstos van explorando un círculo social tras otro; y lo son porque ellos
pueden ver mejor que sus hijos en qué casos es demasiado rápido el paso desde un
círculo social limitado a otro círculo social ilimitado.
Las palabras «hacia la independencia» describen los esfuerzos del niño pequeño y
del niño que se encuentra en la pubertad. Durante el período de latencia los niños
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El proceso de crecimiento debe seguir en la edad adulta, ya que raras veces llegan
los adultos a alcanzar la madurez plena.
Texto N° 21
MI PRIMERA HIPÓTESIS.
Es bien sabido que los recién nacidos tienden a usar el puño, los dedos, los
pulgares, para estimular la zona erógena oral, para satisfacer los instintos de esa
zona y, además, para una tranquila unión. También se sabe que al cabo de unos
meses los bebés encuentran placer en jugar con muñecas, y que la mayoría de las
madres les ofrecen algún objeto especial y esperan, que se aficionen a ellos.
LA PRIMERA POSESIÓN.
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Mediante esta definición, el parloteo del bebé y la manera en que un niño mayor
repite un repertorio de canciones y melodías mientras se prepara para dormir, se
ubican en la zona intermedia, como fenómenos transicionales, junto con el uso que
se hace de objetos que no forman parte del cuerpo del niño aunque todavía no se
los reconozca del todo como pertenecientes a la realidad exterior.
Así como es necesario una doble exposición, también es necesaria una triple: la
tercera parte de la vida de un ser humano, es una zona intermedia de experiencia
a la cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior. Se trata de una zona
que no es objeto de desafío alguno, porque no se le presentan exigencias, salvo la
de que exista como lugar de descanso para un individuo dedicado a la perpetua
tarea humana de mantener separadas y a la vez interrelacionadas la realidad
interna y la exterior.
Winnicott afirma que existe un estado intermedio entre la incapacidad del bebé para
reconocer y aceptar la realidad, y su creciente capacidad para ello. Estudia la
sustancia de la ilusión, lo que permite al niño y lo que en la vida adulta es inherente
del arte y la religión, pero que se convierte en el sello de la locura cuando un adulto
exige demasiado a la credulidad de los demás cuando los obliga a aceptar una
ilusión que no les es propia.
No se refiere exactamente al osito del niño pequeño, ni al uso del puño por el bebé.
Su enfoque tiene que ver con la primera posesión, y con la zona intermedia entre lo
subjetivo y lo que se percibe en forma objetiva.
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1. con la otra mano el bebé toma un objeto exterior, digamos una parte de la
sábana o frazada, y lo introduce en la boca junto con los dedos; o
2. el trozo de tela se aferra y succiona de alguna manera o bien no se lo
succiona; o
3. se producen movimientos de masticación, acompañados por sonidos,
balbuceos, ruidos anales, etc.
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Cuando el bebé empieza a usar sonidos organizados puede aparecer una palabra
para nombrar al objeto transicional. Es frecuente que el nombre que da a esos
primeros objetos tenga importancia, y por lo general contiene en parte una palabra
empleada por los adultos.
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ESTUDIO TEÓRICO.
El bebé puede emplear un objeto transicional cuando el objeto interno está vivo, es
real y lo bastante bueno (no demasiado persecutorio). Pero ese objeto interno
depende, en lo referente de sus cualidades, de la existencia, vivacidad y conducta
del objeto exterior. El fracaso de este último en el cumplimiento de alguna función
esencial lleva en forma indirecta al carácter inerte o a una cualidad persecutoria del
objeto interno. Cuando subsiste la característica de insuficiencia del objeto exterior,
el interno deja de tener significado para el bebé y entonces, sólo entonces, el objeto
transicional se vuelve también carente de sentido. Este último puede representar el
―pecho externo‖ en forma indirecta, debido a que representa un ―pecho interno‖.
Nunca se encuentra bajo el dominio mágico, como el interno, ni está fuera de ese
dominio como ocurre con la madre verdadera.
ILUSIÓN / DESILUSIÓN.
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La madre bastante buena comienza con una adaptación casi total a las necesidades
de su hijo, y a medida que pasa el tiempo se adapta poco a poco, en forma cada
vez menos completa, en consonancia con la creciente capacidad de su hijo para
encarar ese retroceso.
Entre los medios con que cuenta el bebé para enfrentar ese retiro materno se
cuentan los siguientes:
LA ILUSIÓN Y SU VALOR.
Al comienzo, gracias a una adaptación de casi el 100 por ciento, la madre ofrece al
bebé la oportunidad de crearse la ilusión de que su pecho es parte de él. Por así
decirlo, parece encontrarse bajo su dominio mágico. Lo mismo puede decirse del
cuidado en general del niño. La omnipotencia es casi un hecho de la experiencia. La
tarea posterior de la madre consiste en desilusionar al bebé en forma gradual,
pero no lo logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de ilusión.
En otras palabras, el bebé crea el pecho una y otra vez a partir de su capacidad de
amor, o de su necesidad. Se desarrolla en él un fenómeno subjetivo, que se llama
pecho materno. La madre coloca el pecho en el lugar en que el bebé está pronto
para crear.
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fue iniciado lo bastante bien por la madre. La zona inmediata a que se refiere
Winnicott es la que se ofrece al bebé entre la creatividad primaria y la percepción
objetiva basada en la prueba de la realidad. Los fenómenos transicionales
representan las primeras etapas del uso de la ilusión, sin las cuales no tiene sentido
para el ser humano la idea de una relación con un objeto que otros perciben como
exterior a ese ser.
La función principal del objeto y los fenómenos transicionales: uno y otro inicial
al ser humano en lo que siempre será importante para él, a saber, una zona neutral
de experiencia que no será atacada. Acerca del objeto transicional puede decirse
que se trata de un convenio entre nosotros y el bebé.
RESUMEN.
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pecho materno) y con los objetos internos (el pecho mágicamente proyectado), pero
es distinta de ellos.
Por lo general el objeto transicional del bebé se descarga poco a poco, en especial
a medida que se desarrollan los intereses culturales.
LA IDEA DE CREATIVIDAD.
Espero que el lector acepte una referencia general a la creatividad, que no permita
que la palabra se pierda en la creación exitosa o aclamada, sino que la mantenga
unida al significado correspondiente a una coloración de toda la actitud hacia la
realidad exterior.
Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena de vivirse es, más que
ninguna otra cosa, la apercepción creadora. Frente a esto existe una relación con la
realidad exterior que es relación de acatamiento; se reconoce el mundo y sus
detalles pero solo como algo en que es preciso encajar o que exige adaptación. El
acatamiento implica un sentimiento de inutilidad en el individuo, y se vincula con la
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idea de que nada importa y que la vida no es digna de ser vivida. En forma
atormentadora, muchos individuos han experimentado una proporción suficiente de
vida creadora como para reconocer que la mayor parte del tiempo viven de manera
no creadora como atrapados en la creatividad de algún otro, o de una máquina.
Tiene suma importancia para nosotros que en el plano clínico no encontremos una
clara línea de separación entre la salud y el estado esquizoide, o aun entre aquella y
la esquizofrenia plena. Si bien reconocemos el factor hereditario en esta última y
nos mostramos dispuestos a admitir que las perturbaciones físicas aportan su
contribución en determinados casos, miramos con suspicacia cualquier teoría que
separe al sujeto de los problemas de la vida corriente y de los universales del
desarrollo individual en determinado ambiente. Advertimos la importancia del
medio, en especial al comienzo mismo de la vida infantil del individuo, por lo cual
realizamos un estudio específico del ambiente facilitador, en términos humanos, y
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Las personas pueden vivir una vida satisfactoria, y aún realizar tareas de
excepcional valor, y sin embargo ser esquizoides o esquizofrénicas. Pueden estar
enfermas en un sentido psiquiátrico, a consecuencia de un escaso sentido de la
realidad. Para equilibrar esto sería preciso afirmar que existen otros arraigados con
tanta firmeza en la realidad percibida de manera objetiva, que son enfermos en el
sentido contrario, es decir, en el de no tener contacto con el mundo subjetivo y con
el enfoque creador de la realidad.
En cierta medida, en estos problemas tan difíciles resulta útil recordar que las
alucinaciones son fenómenos oníricos que se han introducido en la vida de
vigilia, y que el alucinar es, en sí mismo, tan poco enfermizo como el hecho
correspondiente de que los sucesos del día y los recuerdos de acontecimientos
reales pueden pasar al otro lado de la barrera e internarse en el dormir y en la
formación de los sueños. En rigor, si examinamos nuestra descripción de las
personas esquizoides, vemos que usamos las palabras que empleamos para
describir a los niños pequeños y a los bebés, y que en rigor esperamos encontrar
allí los fenómenos que caracterizan a nuestros pacientes esquizoides y
esquizofrénicos.
Los esquizoides son personas tan poco satisfechas consigo mismas como los
extrovertidos que no logran ponerse en contacto con el soñar. Estos dos grupos de
personas acuden a nosotros en busca de psicoterapia porque en un caso no quieren
vivir con una irrevocable carencia de contacto con los hechos de la vida, y en el otro
se sienten alienados en lo referente a los sueños. Tienen la sensación de que algo
anda mal y que en su personalidad existe una disociación, y les gustaría que se los
ayudase a lograr una situación de unidad (Winnicott, 1960b) o un estado de
integración tiempo-espacio en el cual hubiese un persona que lo contuviese todo, en
lugar de elementos disociados que existen en compartimientos, o que se encuentran
dispersos y sembrados por todas partes.
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Con el fin de estudiar la teoría que usan los analistas en su trabajo, para ver dónde
tiene un lugar la creatividad, es preciso separar, como ya lo señalé, la idea de la
creación, por un lado y las obras de arte por el otro. Lo cierto es que una creación
puede ser un cuadro, una casa, un jardín, un traje, un peinado una sinfonía, una
escultura; cualquier cosa, a partir de una comida preparada en casa. Quizá sería
mejor decir que estas cosas podrían ser creaciones. La creatividad que me ocupa
aquí es un universal. Corresponde a la condición de estar vivo. Es de suponer que
tiene que ver con la característica de vivacidad de algunos animales así como de los
seres humanos, pero sin duda resulta notablemente menos significativa en unos u
otros, cuando tienen una escasa capacidad intelectual, que en el caso de los seres
humanos que poseen una capacidad intelectual casi cercana al promedio, media o
elevada. La creatividad que estudiamos se refiere al enfoque de la realidad exterior
por el individuo. Si se da por supuesta una capacidad cerebral razonable una
inteligencia suficiente para permitir al individuo convertirse en una persona que vive
y participa en la vida de la comunidad, todo lo que se produce es creativo, salvo en
la medida en que el individuo está enfermo o se encuentra frenado por factores
ambientales en desarrollo que ahogan sus procesos creadores.
En relación con la segunda de estas dos alternativas, quizá sea un error pensar en
la creatividad como algo que puede ser destruido por completo. Pero cuando se oye
hablar de individuos dominados en su hogar, o que se pasan la vida en campos de
concentración, o perseguidos durante toda su existencia por un cruel régimen
político, antes que nada se siente que solo unas pocas de las víctimas conservan su
espíritu creador Por supuesto, estas son las que sufren (véase Winnicott, 1968b). Al
principio parece que todos los demás que existen (no viven) en esas comunidades
patológicas han abandonado ya, hasta tal punto, sus esperanzas, que no sufren, y
han perdido las características que los hacen humanos, de modo que ya ven el
mundo con mirada creadora. Estas circunstancias se refieren a lo negativo de la
civilización. Es como contemplar la destrucción de la creatividad en los individuos
por factores ambientales que actúan en un periodo avanzado del creci- miento
personal (cf. Bettelheim, 1960).
Aquí intentamos encontrar una forma de estudiar la pérdida por los individuos, de su
ingreso creador en la vida, o del enfoque creador inicial de los fenómenos
exteriores. Me interesa la etiología. En el caso externo existe, ab initio, un fracaso
relativo en lo que respecta al establecimiento de una capacidad personal para el
vivir creador.
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Digamos que en ese caso extremo todo lo real, todo lo que importa, todo lo
personal, original, creador, se encuentra oculto y no da señales de su existencia. En
esas condiciones, al individuo no le importa si está vivo o muerto. El suicidio tiene
escasa importancia cuando ese estado de cosas se encuentra poderosamente
organizado en el individuo, y este no tiene conciencia de lo que habría podido ser, o
de lo que se ha perdido o falta (Winnicott, 1960a).
Por lo tanto, el impulso creador es algo que se puede entender como una cosa en sí
misma, que, por supuesto, es necesaria si el artista quiere producir una obra de
arte, pero también como lo que se encuentra presente cuando cualquiera —bebé,
niño, adolescente, adulto, anciano o mujer— contempla algo en forma saludable o
hace una cosa de manera deliberada, como ensuciarse con sus propias heces o
prolongar el acto de llorar para gozar con un sonido musical. Se halla presente tanto
en el vivir de momento en momento de un niño retardado que goza con su
respiración, como en la inspiración de un arquitecto que de pronto sabe qué desea
construir, y que piensa en términos de los materiales que puede usar para que su
impulso creador adquiera formas y el mundo pueda verlas.
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Supuestamente, antes de cierta era, digamos hace mil años, solo unas pocas
personas vivían de manera creadora (cf. Foucault, 1966). Para explicar esto habría
que decir que antes de cierta fecha era muy excepcionalmente posible que un
hombre o una mujer llegasen a un estado de unidad en su desarrollo personal.
Antes de esa fecha los millones de seres humanos del mundo nunca habrían
encontrado, o habrían perdido, al final de la infancia o la niñez, su sentimiento de
ser individuos. Este tema se desarrolla en cierta medida en Moisés y el monoteísmo
(1939), de Freud, y a él se remite en una nota al pie que considero un
importantísimo detalle en los escritos de Freud: "Breasted lo llama 'el primer
individuo de la historia humana'." No es fácil que nos identifiquemos con hombres y
mujeres de tiempos antiguos, quienes a su vez se identificaron de tal manera con la
comunidad, la naturaleza y fenómenos inexplicados tales como la salida y la puesta
del sol, los rayos y los terremotos. Hacía falta una ciencia organizada antes de que
los hombres y las mujeres pudiesen convertirse en unidades integradas en términos
de tiempo y espacio, vivir en forma creadora y existir como individuos. El tema del
monoteísmo corresponde a la aparición de esta etapa en el funcionamiento mental
humano.
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Yo formulé la idea de que tanto Freud como Klein se saltearon en ese punto un
obstáculo y se refugiaron en la herencia. Se podría describir el concepto de instinto
de muerte como una reafirmación del principio del pecado original. He tratado de
desarrollar el tema de que lo que tanto Freud como Klein eludían de ese modo era
el de las consecuencias de la dependencia, y por lo tanto del factor ambiental
(Winnicott, 1960b). Si en verdad la dependencia significa eso, dependencia, la
historia de un bebé no se puede escribir en términos de él solamente. Hay que
escribirla además en términos del ofrecimiento de un ambiente que satisface las
necesidades de dependencia o no logra satisfacerlas (Winnicott, 1945, 1948, 1952).
Advertimos, o bien que los individuos viven en forma creadora y sienten que la
vida es digna de ser vivida, o que no pueden hacerlo y dudan del valor de vivir. Esta
variable de los seres humanos tiene vinculación directa con la calidad y cantidad de
la formación de un ambiente al comienzo o en las primeras etapas de la experiencia
vital de cada bebé.
Así como los analistas hacen todos los esfuerzos posibles para describir la
psicología del individuo y los procesos dinámicos del desarrollo y de la organización
de defensa, y para incluir los impulsos en términos del individuo, así, en este punto
en que nace o deja de nacer la creatividad (o se pierde), el teórico debe tener en
cuenta el ambiente, y exposición alguna que tome al individuo aislado puede llegar a
ese problema central de la fuente de la creatividad.
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Parece importante mencionar aquí una complicación especial que surge del hecho
de que si bien los hombres y las mujeres tienen tanto en común, sean, sin embargo,
diferentes. Resulta evidente que la creatividad es uno de los denominadores
comunes, una de las cosas que comparten todos los hombres y mujeres, cuando no
comparten la congoja ante la pérdida o falta del vivir creador. Ahora me propongo
examinar este tema desde otro ángulo.
Nada hay de nuevo, dentro o fuera del psicoanálisis, en la idea de que los hombres
y las mujeres tienen "predisposición a la bisexualidad".
Aquí trato de utilizar lo que aprendí sobre la bisexualidad en análisis que avanzaron,
paso a paso, hasta cierto punto y se concentraron en un detalle. No se hará intento
alguno de seguir los pasos gracias a los cuales un análisis obtiene ese tipo de
materiales. Se puede decir que en general hace falta mucho trabajo antes de que
ese tipo de material adquiera significación y exija prioridad. Resulta difícil ver cómo
se podría evitar esa labor preliminar. La lentitud del proceso analítico es una
manifestación de una defensa que el analista debe respetar, como respetamos
todas las defensas. Si bien el paciente es quien constantemente enseña al analista,
este debería conocer en teoría los aspectos referentes a los rasgos más profundos
o centrales de la personalidad, pues de lo contrario no podrá reconocer las nuevas
exigencias impuestas a su comprensión y técnica —y hacerles frente— cuando a la
larga el paciente logra llevar temas profundamente enterrados al contenido de la
transferencia, con lo cual ofrece oportunidad para una interpretación variable. Al
interpretar, el analista muestra cuánto y cuán poco puede recibir de la comunicación
del paciente.
Como base para la idea que deseo ofrecer en este capítulo, sugiero que la
creatividad es uno de los denominadores comunes de hombres y mujeres. Pero en
otro lenguaje es la prerrogativa de las mujeres, y en otro más es una característica
masculina. En los párrafos que siguen me ocuparé de este último.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
En la fase actual se ha llegado a algo que es nuevo para mi. Tiene que ver con la
forma en que enfoco el elemento no masculino de su personalidad.
Deseo destacar que esto nada tiene que ver con la homosexualidad.
El profundo efecto de esta interpretación me hizo ver con claridad que en cierta
forma mi observación era oportuna, y en verdad no estaría relatando ese incidente
en este contexto si no fuese porque el trabajo que comenzó ese viernes quebraba
un círculo vicioso. Me había acostumbrado a una rutina de buen trabajo, buenas
interpretaciones, buenos resultados inmediatos, y a la destrucción y desilusión que
aparecían en cada ocasión debido al reconocimiento gradual, por el paciente, de
que algo fundamental había quedado intacto: el factor desconocido que hacía que
ese hombre se dedicara a analizarse desde hacía un cuarto de siglo. ¿Su trabajo
conmigo sufriría el mismo destino que el realizado con otros analistas?.
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Las cosas habrían podido quedar así, pero en vista de los sucesos posteriores me
alegro de haber ido más lejos. Mi observación siguiente me sorprendió, y remachó
el argumento. "No se trata de que usted —continué— le haya dicho eso a nadie; soy
yo quien ve a la mujer y oye hablar a una mujer, cuando lo cierto es que en mi sofá
hay un hombre. El loco soy yo mismo".
No tuve que seguir desarrollando este punto, porque dio en la tecla. El paciente dijo
en- tonces que en ese momento se sentía cuerdo en un ambiente demente. En
otras palabras, se sentía liberado de un dilema. Más tarde dijo él mismo. "Nunca
pude decir (sabiendo que soy un hombre): 'Soy una mujer.' Mi locura no es esa.
Pero usted lo dijo, y habló a mis dos partes."
Esa locura mía le permitía verse desde mi posición como a una mujer. Sabe que es
un hombre, y no lo duda.
¿Resulta evidente lo que ocurría ahí? Por mi parte, he tenido que pasar por una
profunda experiencia personal para llegar a la comprensión que estoy seguro de
haber alcanzado.
Este complejo estado de cosas posee una realidad especial para este hombre
porque él y yo llegamos a la conclusión (aunque no podamos demostrar) de que mi
madre (que ya no vive) vio a una niñita cuando lo vio a él, recién nacido, antes de
poder pensar que era un niño. En otras palabras, el hombre tuvo que adaptarse a la
idea de su madre, de que su hijo era y sería una niña. (Era el segundo hijo, siendo
el primero un varón.) Tenemos muy buenas pruebas, por la parte interna del
análisis, de que en la primera etapa de su crianza la madre lo sostenía y lo
manejaba en todo tipo de formas físicas como si no viese que era un varón. Sobre la
base de esa pauta, él ordenó más tarde sus defensas, pero la "locura" de la madre
era la que veía a una niña donde había un varón, y eso fue traído al presente
cuando dije "Soy yo quien está loco." Aquel viernes se fue profundamente
conmovido, con el sentimiento de que ese era el primer cambio significativo que se
presentaba en el análisis desde hacía mucho tiempo (si bien, como dije, siempre
hubo continuos progresos, en el sentido de que se realizaba un buen trabajo).
Querría dar más detalles en relación con ese incidente del viernes. Cuando volvió, el
lunes siguiente, me dijo que estaba enfermo. Me resultó muy claro que tenía una
infección, y le recordé que su esposa la tendría al día siguiente, cosa que sucedió.
Ello no obstante, estaba invitándome a que interpretase la enfermedad, que había
comenzado el sábado, como si fuese psicosomática. Trataba de decirme que el
viernes por la noche había tenido relaciones sexuales satisfactorias con su esposa,
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de modo que el sábado habría debido sentirse mejor, a pesar de lo cual enfermó y
se sintió enfermo Yo conseguí dejar a un lado la dolencia física y hablar de la
incongruencia de que se sintiera mal después de las rela- ciones sexuales que
según sentía habrían debido ser una experiencia curativa. (En verdad habría podido
decir: "Tengo influenza, pero a pesar de eso me siento mejor en mí mismo.").
Pero la mujer a la que hablé no quiere que el hombre se libere, y en verdad ese
hombre no le interesa. Desea que la reconozcan en toda su plenitud, a ella y a sus
derechos sobre el cuerpo de usted. Su envidia del pene incluye en especial la
envidia que le tiene a usted como hombre. —Y seguí diciendo:— El sentirse mal es
una protesta contra la persona femenina, contra esa mujer, porque esta siempre
esperó que el análisis descubriese que ese hombre, usted, era y en realidad
siempre había sido una mujer (y 'estar enfermo', es un embarazo pregenital). La
única terminación del análisis que esta mujer puede esperar es el descubrimiento de
que usted es en verdad una mujer." A partir de esto se podía empezar a entender la
convicción de él, de que el análisis jamás podría terminar.
Más tarde pude ver que la resistencia del paciente se había convertido en una
negación de la importancia que pudiese tener mi frase: "Soy yo quien está loco."
Trató de dar por entendido que era mi forma de decir algo, una figura de lenguaje
que resultaba posible olvidar. Pero descubrí que era uno de esos ejemplos de
transferencia engañosa, que desconciertan a pacientes y analistas por igual, y la
médula del problema del manejo se encuentra aquí, en esta interpretación, que, lo
confieso, estuve a punto de no permitirme hacer.
DISOCIACIÓN.
Lo primero que advertí fue que hasta entonces nunca había aceptado del todo la
disociación total entre el hombre (o la mujer) y el aspecto de la personalidad que
tiene el sexo opuesto. En el caso de ese paciente masculino la disociación era casi
completa.
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A este caso le corresponde otra observación clínica. Parte del alivio que siguió a
nuestra llegada a la nueva plataforma para nuestro trabajo juntos provenía del
hecho de que ahora podíamos explicar por qué mis interpretaciones, basadas en un
buen terreno, respecto del uso de objetos, de las satisfacciones eróticas orales en la
transferencia, de las ideas sádicas en relación con el interés del paciente por el
analista como objeto parcial o como persona con pechos o pene; por qué mis
interpretaciones, repito, jamás eran mudables. Al llegar a la nueva situación, el
paciente experimentó un muy vívido sentimiento de relación conmigo. Tenía que ver
con la identidad. El elemento femenino separado, puro, encontraba una unidad
primaria conmigo como analista, y ello otorgaba al hombre el sentimiento de que
empezaba a vivir. Este detalle me ha afectado, como se verá en mi aplicación de lo
que descubrí en este caso a la teoría.
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b) Cabe que el elemento del otro sexo esté separado por completo, de forma,
por ejem- plo, que un hombre no pueda establecer vinculación alguna con la parte
separada. Ello rige en especial cuando la personalidad, en otros sentidos, es sana y
está integrada. Cuando la personalidad que funciona ya está organizada en
múltiples divisiones, se carga menos el acento en el "yo estoy sano" y por lo tanto se
presenta menos resistencia contra la idea de "yo soy una mujer" (en el caso del
hombre) o "yo soy un hombre" (en el caso de una mujer).
c) En el plano clínico es posible encontrar una disociación casi total del otro
sexo, organi- zada desde muy temprano en relación con factores exteriores, y unida
a disociaciones posteriores organizadas como una defensa basada, en mayor o
menor medida, en identifi- caciones cruzadas. La realidad de esta última defensa
organizada puede oponerse a que el paciente reviva, en el análisis, la división
reactiva anterior.
(En ese sentido existe un axioma, a saber: que el paciente siempre se aferrará a la
explotación de los factores personales e internos, que le ofrecen cierta proporción
de control omnipotente, antes que permitir que se forme la idea de una tosca
reacción frente a un factor ambiental, ya sea de deformación o de fracaso. La
influencia ambiental, mala o incluso buena, entra en nuestro trabajo como una idea
traumática, intolerable porque no funciona en la zona de la omnipotencia del
paciente. Compárese con la afirmación del melancólico, de que es responsable de
todos los males.)
d) La parte separada del otro sexo tiende a mantenerse en una edad o a crecer
con lentitud. En comparación con ello, las figuras realmente imaginativas de la
realidad psíquica interna de la persona maduran, se interrelacionan envejecen y
mueren. Por ejemplo, un hombre que depende de mujeres más jóvenes para
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mantener viva su persona femenina separada puede llegar a ser capaz, poco a
poco, de utilizar para ese fin especial a jóvenes en edad de casarse. Pero si vive
hasta los noventa años es improbable que las muchachas así empleadas puedan
vivir hasta los treinta. Pero en un paciente masculino la joven (que oculta el
elemento femenino puro de formación anterior) podría tener características
femeninas, sentir orgullo de su pecho, experimentar envidia del pene, quedar
embarazada, no contar con genitales externos masculinos e incluso poseer órganos
sexuales femeninos y gozar de experiencias sexuales femeninas.
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f. Parece que en la evolución del mito griego los primeros homosexuales eran
hombres que imitaban a las mujeres de modo de llegar a una relación lo más
próxima posible con la diosa suprema. Ello correspondía a una era matriarcal a
partir de la cual apareció un sistema de dioses patriarcales con Zeus a la cabeza.
Este (símbolo del sistema patriarcal) inició la idea del joven amado sexualmente por
el hombre, cosa acompañada por la relegación de las mujeres a una posición social
inferior. Si esta es una exposición veraz de la historia del desarrollo de las ideas,
proporciona el eslabón que necesito para unir mis observaciones clínicas sobre el
elemento femenino escindido, en el caso de pacientes masculinos, con la teoría de
la relación de objeto. (En las pacientes, el elemento masculino separado tiene igual
importancia para nuestro trabajo, pero lo que debo decir acerca de la relación de
objeto se puede decir en términos de uno solo de los dos ejemplos posibles de
disociación).
Debo decir que el elemento que llamo "masculino" establece contactos en términos
de relacionarse en forma activa o de estar relacionado de manera pasiva,
respaldadas ambas por el instinto. En el desarrollo de esta idea hablamos del
impulso del instinto en el bebé, en relación con el pecho y la alimentación, y luego
respecto de todas las experiencias vinculadas con las principales zonas erógenas, y
con los impulsos y satisfacciones subsidiarias. Sugiero que, en cambio, el elemento
femenino puro se relaciona con el pecho (o con la madre) en el sentido de que el
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El término objeto subjetivo se empleó para describir el primer objeto, el objeto aún
no repudiado como un fenómeno no-yo. En esta relación del elemento femenino
puro con el "pecho" hay una aplicación práctica de la idea de objeto subjetivo, y esa
experiencia allana el camino para llegar al sujeto objetivo, es decir, la Idea de una
persona y el sentimiento de realidad que nace de la sensación de poseer una
identidad.
Por compleja que resulte a la larga la psicología del sentimiento de la persona y del
establecimiento de una identidad a medida que un bebé crece aquel sentimiento no
surge, salvo sobre la base de esa relación en el sentido de Ser. Ese sentimiento de
ser es anterior a la idea de ser-uno-con. porque hasta entonces no había otra cosa
que identidad. Dos personas separadas pueden sentir que son una, pero aquí, en el
lugar que examinó, el bebé y el objeto son uno. Es posible que el término de
identificación primaria se haya usado precisamente para esto que describo, y yo
pretendo demostrar cuánta importancia vital tiene esta primera experiencia para la
iniciación de todas las posteriores experiencias de identificación.
Las identificaciones proyectivas y las introyectivas surgen de este lugar en que cada
una es igual que la otra.
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Por el contrario, la relación objetal del elemento masculino con el objeto presupone
separación. En cuanto se dispone de la organización del yo, el bebé asigna a este la
cualidad de ser no-yo o separado, y experimenta satisfacciones del ello que incluyen
la ira relativa a la frustración. La satisfacción de los impulsos acentúa la separación
del objeto respecto del bebé y lleva a la objetivización del objeto. A partir de ahí, del
lado del elemento masculino la identificación necesita basarse en complejos
mecanismos mentales, a los que es preciso dar tiempo para que aparezcan, se
desarrollen y se establezcan como parte del equipamiento del nuevo bebé. Pero del
lado del elemento femenino la identidad exige tan poca estructura mental que esa
identidad primaria puede ser una característica desde muy temprano, y los
cimientos para el simple ser pueden quedar establecidos (digamos) desde el
momento del nacimiento o antes. o poco después, o desde el instante en que la
mente se libera de las trabas para su funcionamiento debidas a la inmadurez y a las
lesiones cerebrales vinculadas con el proceso del nacimiento.
Es posible que los psicoanalistas hayan prestado una atención especial a este
elemento masculino o aspecto impulsivo de la relación de objeto, pero pasaron por
alto la identidad sujeto objeto a la que yo llamo la atención aquí, y que se encuentra
en la base de la capacidad de ser. El elemento masculino hace, en tanto que el
femenino (en los hombres y mujeres) es. Aquí entrarían los varones del mito griego
que trataron de ser una sola cosa con la diosa suprema Y también aparece la
manera de formular la envidia profundamente arraigada que las personas
masculinas sienten respecto de las mujeres cuyo elemento fe- menino los hombres
dan por sentado, a veces en forma errónea.
No es posible formular lo que aquí llamo relación del elemento femenino con el
pecho sin el concepto de la madre bastante buena y no lo bastante buena.
(Tal Observación es más cierta aún en esta zona que en el terreno comparable que
abarcan los términos de objetos y fenómenos transicionales. El objeto transicional
representa la capacidad de la madre para presentar el mundo de tal modo, que el
niño no tenga que saber al comienzo que dicho objeto es creado por él. En nuestro
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(En el terreno clínico hay que encarar el caso del bebé que debe arreglárselas con
una identidad referida a un pecho que es activo, un pecho de elemento masculino,
pero que no resulta satisfactorio para la identidad inicial, que necesita un pecho que
es no uno que hace. En lugar de "ser como" ese bebé tendrá que "hacer como", o
se le hará a él, lo cual equivale a lo mismo, desde nuestro punto de vista).
La madre capaz de hacer esa cosa tan sutil a que me refiero no produce un niño
cuya persona "femenina pura" tenga envidia del pecho, pues para él este es la
persona y la persona el pecho. Envidia es un término que se podría aplicar en la
experiencia de un fracaso atormentador del pecho como algo que ES.
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A riesgo de repetirme quiero volver a decir que cuando el elemento femenino del
bebé o paciente varón o mujer encuentra el pecho, lo que se ha encontrado es la
persona. Si se pregunta, "¿qué hace el bebé mujer con el pecho? ", la respuesta
afirma que ese elemento femenino es el pecho, participa de las cualidades de él y
es deseable. A lo largo del tiempo, deseable significa comestible, y ello quiere decir
que el niño corre peligro por ser deseable, o en lenguaje más refinado, por ser
excitante. Ser excitante implica ser capaz de hacer que el elemento masculino de
alguien haga algo. Así, el pene de un hombre puede ser un elemento femenino
excitante, que provoca en la muchacha la actividad del elemento masculino. Pero
(es preciso aclararlo) ninguna joven o mujer es así; en estado de salud existe una
proporción variable de elemento femenino en una niña y en un varón. Además
intervienen elementos del factor hereditario, de modo que resultaría muy fácil
encontrar a un niño con un elemento femenino más fuerte que la niña que está a su
lado y que puede tener un elemento potencial femenino menos puro. Agréguese a
esto la capacidad varia- ble de las madres para transmitir la deseabilidad del buen
pecho o de la parte de la función materna que el buen pecho simboliza, y se verá
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que algunos niños y niñas están condenados a crecer con una bisexualidad torcida,
cargada en el costado erróneo de su constitución biológica.
Tal como yo lo entiendo, este difícil soliloquio resulta difícil porque ni el propio
Hamlet tenía una clave para su dilema, pues residía en su estado modificado.
Shakespeare tenía la clave, pero Hamlet no podía recurrir a la obra de aquel.
Así pues, la obra (si Hamlet hubiese podido leerla o verla representada) es la que le
habría mostrado la naturaleza de su dilema. La obra dentro de la obra no logró
hacerlo, y yo diría que fue puesta en escena por él para dar vida a su elemento
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masculino, amenazado al máximo por la tragedia que había quedado entretejida con
él.
RESUMEN.
Y ahora deseo decir: "Después de ser hacer y que se le haga a uno. Pero primero
ser".
CAPÍTULO 6:
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La diferencia que hay entre relación de objeto y uso del objeto. En la primera el
sujeto permite que se produzcan ciertas alteraciones en la persona, del tipo que nos
llevó a inventar el término catexia. El objeto se ha vuelto significativo. Han actuado
mecanismos de proyección e identificación, y el sujeto se ve vaciado en la medida
en que parte de él se encuentra en el objeto, aunque enriquecida por el sentimiento.
Para usar un objeto es preciso que el sujeto haya desarrollado una capacidad que le
permita usarlos. Esto forma parte del paso al principio de realidad.
No es posible decir que tal capacidad sea innata, ni dar por sentado su desarrollo en
un individuo. El desarrollo de la aptitud para usar un objeto es otro ejemplo del
proceso de maduración como algo que depende de un ambiente facilitador.
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Este paso (de la relación al uso) significa que el sujeto destruye el objeto. Después
de "el sujeto se relaciona con el objeto" viene "el sujeto destruye al objeto" (cuando
se vuelve exterior); y después puede venir "el objeto sobrevive a la destrucción por
el sujeto". Pero puede haber supervivencia o no. El sujeto dice al objeto: "Te he
destruido", y el objeto se encuentra ahí para recibir la comunicación. En adelante el
sujeto dice: " ¡Hola, objeto! " "Te he destruido." ―Te amo." "Tienes valor para mí por
haber sobrevivido a tu destrucción por mí." "Mientras te amo te destruyo
constantemente en mi fantasía (inconsciente)." Aquí comienza la fantasía para el
individuo. Entonces el sujeto puede utilizar el objeto que ha sobrevivido. No se trata
solo de que destruye el objeto porque este se encuentra fuera de la zona de control
omnipotente. La destrucción del objeto es la que lo coloca fuera de la zona de
control omnipotente del sujeto.
Gracias a la supervivencia del objeto, el sujeto puede entonces vivir una vida
en el mundo de los objetos, cosa que le ofrece inmensos beneficios; pero es
preciso pagar el precio, en forma de la aceptación de la creciente destrucción en la
fantasía inconsciente vinculada con la relación de objeto.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
De nada sirve decir que un bebé de pocos días de edad envidia el pecho. Pero es
legítimo afirmar que a cualquier edad que tenga, empieza a permitir al pecho una
ubicación exterior (fuera de la zona de proyección), lo cual significa que la
destrucción del pecho se ha convertido en un rasgo característico. Una parte
importante de lo que hace una madre consiste en ser la primera persona que hace
pasar al bebé por esta primera versión, de las muchas que encontrará, de ataques a
los cuales se sobrevive. Ese es el momento correcto en el desarrollo del niño, dada
su relativa debilidad, de modo que se pueda sobrevivir a la destrucción con bastante
facilidad.
RESUMEN
Ofrezco las razones por las cuales, en mi opinión, la capacidad para usar un objeto
es más complicada que la aptitud para relacionarse con objetos; y la relación puede
ser con un objeto subjetivo, en tanto que el uso implica que el objeto forma parte de
la realidad exterior.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
2) El objeto está a punto de ser hallado por el sujeto, en lugar de ser ubicado
por este en el mundo.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El objeto es un símbolo de la unión del bebé y la madre. Ese símbolo puede ser
localizado. Se encuentra en el lugar del espacio y el tiempo en que la madre se halla
en la transición de estar (en la mente del bebé) fusionada al niño y ser
experimentada como un objeto que debe ser percibido antes que ser concebido. El
uso de un objeto simboliza la unión de dos cosas ahora separadas, bebé y
madre, en el punto del tiempo y el espacio de la iniciación de su estado de
separación.
Si el uso del objeto por el bebé llega a convertirse en, entonces tiene que existir el
comienzo del establecimiento, en la mente del bebé, o en su realidad psíquica-
personal, de una imagen del objeto. Pero la representación mental del mundo
interno se conserva como significativa, o el imago de ese mundo se mantiene viva
gracias al reforzamiento proporcionado por la disponibilidad de la madre exterior,
separada y real, junto con su técnica de cuidado del niño.
Por el contrario, los bebés son constantemente curados de los efectos del grado x +
y + z de privación por los mimos localizados de la madre, que enmiendan la
estructura del yo. Esta enmienda restablece la capacidad del bebé para usar un
símbolo de unión, entonces el niño vuelve a permitir la separación, y aun a
beneficiarse con ella.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
En campo cultural alguno es posible ser original, salvo sobre la base de la tradición.
A la inversa, ninguno de los integrantes de la línea de quienes efectuaron aportes a
la cultura repite nada, salvo en forma de cita deliberada.
Debo seguir un poco más con el tema, en términos de las primerísimas experiencias
del bebé (Me refiero a las etapas de crecimiento anteriores a aquella en que el bebé
adquiere mecanismos mentales que, pronto se encuentran disponibles para la
organización de complejas defensas).
TESIS PRINCIPAL
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Todos los bebés tienen en dicho espacio y sus propias experiencias favorables o
desfavorables. La dependencia es máxima. El espacio potencial se da sólo en
relación con un sentimiento de confianza por parte del bebé vinculada con la
confiabilidad de la figura materna o de los elementos ambientales, siendo la fianza
la prueba de la confiabilidad que comienza a ser introyectada.
Para estudiar el juego y después la vida cultural del individuo es preciso examinar el
destino del espacio potencial que hay entre un bebé cualquiera y la figura materna
humana (y por lo tanto falible) que en esencia es adaptativa debido al amor.
Si se quiere pensar en esta zona como parte de la organización del yo, hay una
porción de este que no es un yo corporal, es decir, que no se basa en la pauta del
funcionamiento del cuerpo, sino en experiencias corporales. Estas se refieren a la
relación de objeto de tipo no orgásmico.
Todo lo que sucede en el juego se ha hecho antes, sentido antes, olido antes, y
cuando aparecen símbolos específicos de la unión entre el bebé y la madre (objetos
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
transicionales), dichos objetos fueron adoptados, no creados. Pero para el bebé (si
la madre ofrece las condiciones correctas) cada uno de los detalles de su vida es un
ejemplo de vivir creador. El bebé empieza a vivir de manera creadora, y a usar
objetos reales para mostrarse creativo en y con ellos. Si no se le da esa
oportunidad, no existe entonces zona alguna en la cual pueda jugar o tener
experiencias culturales; se sigue de ello que no hay vínculos con la herencia
cultural.
Texto N° 22
Palabras preliminares.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
1. CONSIDERACIONES GENERALES
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Este libro ofrece un modelo del aparato psíquico centrado en una de sus tareas
específicas: la actividad de representación.
El término elemento alude a dos clases de objetos: los que son necesarios para el
funcionamiento del sistema, y los que se imponen a éste último, el cual no puede
ignorar su acción.
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Hay una homología entre los objetos psíquicos y los objetos físicos: de ambos, y
para cada sistema, sólo hay una representación que ha metabolizado al objeto
originado en esos espacios, transformándolo en un objeto cuya estructura se ha
convertido en idéntica a la del representante.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El Yo busca forjarse una imagen de la realidad exterior, para lo cual ejerce una
actividad representativa. Al ejercerla, se ilusiona acerca de que está conociendo los
objetos en sí, es decir, se ilusiona acerca de que ejerce una actividad cognitiva, pero
en rigor esto no es así: el Yo transforma el objeto exterior asimilándolo a su propia
estructura, con lo cual su actividad no es cognitiva sino interpretativa: interpreta el
mundo según su propia lógica y su propia causalidad.
Estas consideraciones sirven para mostrar que cada sistema funciona de acuerdo a
una ley o postulado propio (ver esquema de arriba).
El placer no se alcanza plenamente en el ámbito del Yo, que no puede realizar esta
meta. Esto no debe hacernos pensar que la actividad de representación del Yo no
implique una experiencia de placer, pero se trata de un placer mínimo necesario
para que haya vida, es decir, debe haber un placer mínimo necesario para que haya
actividad de representación y para que haya representantes psíquicos de objetos
externos, y mismo aún objetos psíquicos.
Sin embargo, la existencia del placer es tan importante como la de displacer: esta
dualidad pulsional enfrenta al Yo con una paradoja: ¿cómo puede haber displacer
en un objeto de deseo? ¿Cómo puede surgir el placer del displacer? La teoría
174
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Explicaremos mejor este estado de encuentro para entender los conceptos centrales
de este libro: violencia e interpretación, pero antes aclaremos algo: el discurso
teórico psicoanalítico intenta describir tal cual como ocurre este proceso pero no
puede: ejerce una violencia, pues impone al proceso un marco teórico que lo
desnaturaliza, es decir, sólo puede concebir los procesos como sucesivos, no
simultáneos. Por ello se describe una sucesión que va desde un estado originario a
otro secundario, pasando por el primario.
175
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
En síntesis, las cualidades que tienen que tener los existentes para poder ser
metabolizados por el proceso respectivo, son las siguientes:
Placentero / Displacentero
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b. Un efecto que está ligado a esa experiencia y que puede ser de placer o
displacer.
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3. Esta puesta en forma es representación del afecto que une el objeto con la zona.
4. El afecto es representado por una acción del cuerpo, por la acción de atracción o
de rechazo reciproco de la zona y del objeto.
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este modelo lo designamos como engrama pictográfico, entendiendo con ello que
aquello que lo originario utiliza del modelo somático del incorporar y del rechazar
fuera de sí proporcionará a lo primario un. material que este metabolizará para que
pueda representar la relación existente entre él y el cuerpo materno, entre el padre
y la madre, entre él y la pareja paterna. Estas representaciones sucesivas lo
remitirán siempre, sea a la imagen de una penetración que prueba una posible
reunificación deseada, sea a la de un objeto expulsado por la violencia de un
cuerpo que lo rechaza. Este doble modelo constituye la prefiguración del acto
sexual concebido como acto de deseo y de amor o como acto de rechazo. Como
acto de amor, permite la catectización de dos soportes, cuyo encuentro da
testimonio de la existencia de un mundo «amante» que se unifica y es unificador: el
sujeto contempla en este «exterior» el antes que le ha dado origen. Se comprende,
el riesgo que corre la estructuración psíquica ante la imposibilidad de representarse
esta escena como acto de amor y el poder hacerlo sólo como realización de un
deseo de rechazo mutuo. Veremos, en relación con la psicosis, las posibles
consecuencias de esta aprehensión. Una única escena representa en forma
conjunta el origen del sujeto, del deseo y del placer debido a que, al presentarse
corno causa del amor o del odio, pero en ambos casos, corno causa del afecto
experimentado, ubica al fantaseante en la posición de aquel a quien se le ofrece un
placer de ver de oír, de ser, o de aquel que es rechazado por lo visto, lo oído, lo
existente; rechazo que le hará imposible experimentar placer en el momento de la
contemplación de la escena. La primera percepción de un mundo «separado»
exige el reconocimiento de que existen afectos que transitan por el exterior, que el
afecto del mundo no es siempre idéntico al afecto del fantaseante; pero la puesta
en escena de ese mundo presupone la metabolización de un modelo que, también
en este caso, se apoya en un modelo corporal. Sin embargo, esta metabolización
conferirá a la fantasía un carácter no acorde con el postulado de lo originario.
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A. El prototipo identificatorio.
En nuestra opinión, aplicar el término «identificación» al proceso primario es fuente
de confusión: sólo se lo debería utilizar en el registro del Yo, instancia constituida
por el lenguaje y por el sistema de interpretación del mundo que este impone.
Decir, como hace Freud, que la incorporación constituye su prototipo exige añadir
que este prototipo tiene el mismo parentesco con el Yo que el que puede existir
entre dos clases de vertebrados. Aunque se observa una misma estructura
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5. Pero, al actuar de ese modo, sólo podrá fantasear, como respuesta a su deseo
de agresión, a su propia vivencia; la agresión sobre el Otro le devuelve como reflejo
su propia respuesta ante la agresión, es decir, una nueva agresión.
1. El acto de ofrecer será interpretado como signo del deseo del pecho de «dar
placer».
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El contrato narcisista.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
1. La relación que mantiene l pareja parental con el niño lleva siempre la huella de
la relación de la pareja con el medio social que la rodea (de acuerdo con la
problemática particular de la pareja, la palabra «medio» remite a la sociedad en
sentido amplio o al subgrupo cuyos ideales la pareja comparte).
4. El conflicto que quizás exista entre la pareja y su medio puede confirmar ante la
psique infantil la identidad entre lo que transcurre en la escena exterior y su
representación fantaseada de una situación de rechazo, de exclusión, de agresión,
de omnipotencia: La realidad de la opresión social sobre la pareja, o de la posición
dominante que la pareja ejerce en ella, desempeñará, un papel en el modo en que
el niño elaborará sus enunciados identificatorios. No es totalmente casual que la
historia de las familias de gran parte de quienes luego serán psicóticos repita con
tanta frecuencia un mismo drama social y económico: dicha realidad, que rompe
todo paréntesis, cumple un papel en el destino de estos niños que, en un segundo
momento, la sociedad remite a diferentes instituciones para que reparen los
perjuicios de los que ella es indudablemente responsable.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
enunciados: entre ellos, tendrá un lugar particular la serie que define la realidad del
mundo, la razón de ser del grupo, el origen de sus modelos. Esta serie comprende
así al conjunto de los enunciados cuyo objeto es el propio grupo, conjunto más o
menos complejo y flexible, que posee siempre como infraestructura inmutable para
una cultura dada una serie mínima a la que llamamos los enunciados del
fundamento. Esta fórmula puede escribirse también como el fundamento de los
enunciados, incluyendo la una, inevitablemente:, a la otra. Según los tipos de
cultura, esta serie estará constituida por enunciados míticos, sagrados o científicos.
Cualesquiera que sean sus diferencias, estos enunciados comparten una misma
exigencia: su función de fundamento es una condición absoluta para que se
preserve una concordancia entre campo social y campo lingüístico, que permita
una interacción indispensable al funcionamiento de ambos. Pero para que estos
enunciados ejerzan tal función se requiere que puedan ser recibidos como palabras
de certeza de no ser así, serán dejados de lado y reemplazados por una nueva
serie; de todos modos, la función nunca quedará sin titular. Tanto el discurso
sagrado como el ideológico (profano) están obligados a plantear estos puntos de
certeza que pueden diferenciarse por su forma, pero que coincidirán en su papel de
fundamento del campo sociolingüístico. Añadamos que, cualquiera que sea el
grupo que defiende, propone o impone un modelo social, este modelo concordará
siempre con los ideales de quienes lo defienden. Al carecer de otro término,
designaremos aquí como «,ideología» al discurso basado en y por los ideales del
enunciante, para recordar que el, sujeto, necesariamente, es parte activa en una
cierta teoría acerca de los fundamentos de lo social: él confronta la realidad del
mundo tal como le aparece con la imagen ideal que propicia su teoría. Y esto
determinará que todo subgrupo en conflicto con el modelo dominante se constituya
alrededor del modelo propio; insistimos en este punto debido a que tendrá
repercusión directa en el efecto anticipatorio del discurso de los otros sobre el
infans. En estas reflexiones sobre el campo social, hemos decidido ilustrar las
funciones del discurso del mito, de la ciencia y de lo sagrado tomando corno
ejemplo a este último y considerando solamente las escasas características que
pueden extrapolarse a los otros dos.
Una primera característica de este discurso reside en que comporta siempre
enunciados referidos al origen del modelo, origen que implica a su vez una
definición de lo que debería ser el objetivo hacia el cual tiende el modelo. El modelo
del origen plantea implícitamente el modelo del objetivo que se procura, lo que
determina que todo cambio en el objetivo buscado entraña un cambio del primero.
Durante una fase muy proIongada de nuestra cultura, se postuló como enunciante
originario del modelo a una voz divina, voz, en un sentido, exterior al grupo que
constituye su fundamento: el antes del grupo, lejos de remitir a la horda, remite a lo
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El contrato narcisista.
Consideremos un grupo «X»: su existencia implica que la mayor parte de los
sujetos, salvo durante períodos muy breves de su historia, aceptan como
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
verdaderos un discurso que afirma lo bien fundado de las leyes que rigen su
funcionamiento, define el objetivo buscado y lo impone.
Podemos considerar estas leyes como la tela que subtiende la representación que
los sujetos se dan acerca del conjunto ideal: se deduce que la relación del sujeto
con el conjunto depende de su catectización de los enunciados del fundamento. Al
adherir al campo social, el sujeto se apropia de una serie de enunciados que su voz
repite; esta repetición le aporta la certeza de la existencia de un discurso en el que
la verdad acerca del pasado está garantizada, con el corolario de la creencia en la
posible verdad acerca de las previsiones sobre el futuro.
La catectización de este modelo futuro constituye una condición necesaria para el
funcionamiento social: hemos dicho que se encuentra en relación directa con el
modelo del origen. Toda descatectización del primero repercutirá en el segundo;
ahora bien, si el sujeto pierde toda certeza acerca del origen, pierde, por ello
mismo, el punto de apoyo que el enunciante está obligado a encontrar para que el
discurso se ofrezca como lugar con la siguiente característica: la que de la
posibilidad de que una verdad encuentre sitio en él esté garantizada por el
asentimiento del conjunto de las voces. Al convertirse en apropiación lícita del
sujeto, el discurso de lo sagrado catectiza al sujeto como sujeto del grupo: el
enunciado de de los fundamentos vuelve al sujeto como enunciado fundador de su
posición en el conjunto. Esta designación debe ser separada del registro
identificatorio en sentido estricto: ella es coextensa con él, sigue una vía paralela,
pero no se confunde. Permite un discernimiento que encuadrará a la problemática
identificatoria, y que esta última no quede totalmente apresada en la trampa de la
relación imaginaria. Esta designación define en el sujeto lo que trasciende la
singularidad característica de la relación entre dos locutores: ella privilegia los
atributos compartidos por el conjunto, indicando, en cada voz, los enunciados que
cada una tiene derecho ·a repetir y afirmar como verdaderos, y en relación con los
cuales reivindica un derecho legítimo de herencia. Si consideramos al conjunto real
representado por el conjunto de las voces existentes, diremos que sólo puede
preservarse mientras la mayor parte de los sujetos catectizan un mismo conjunto
ideal, vale decir, un conjunto en que el sujeto puede proyectarse en el lugar de un
sujeto ideal.
El sujeto ideal no es idéntico al yo ideal o al ideal del yo: refiere al sujeto del grupo
o sea, a la idea (término más legítimo, en este caso, que el de imagen) de él mismo
que el sujeto demanda al grupo, como concepto, concepto que lo designa como un
elemento que pertenece a un todo que reconoce en él una parte homogénea. A
modo de contrapartida, el grupo espera que la voz del sujeto retome por cuenta
propia lo que enunciaba una voz que se ha apagado, que remplace un elemento
muerto y asegure la inmutabilidad del conjunto. Se instaura así un pacto de
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
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1. Los emblemas y los roles valorizados por la pareja, que logra así el acuerdo y, a
menudo, la complicidad de los otros sujetos del conjunto, pueden permitir a los
padres y al niño disfrazar un deseo que, de ese modo, logra el complemento de
justificación que les dará un lugar en el registro del bien, de lo lícito, de la ética.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
del contrato puede tener consecuencias directas sobre el destino psíquico del niño.
En este caso, se comprobarán dos tipos de situación:
1. Aquella en la que, por parte de la madre, del padre o de ambos, existe una
negativa total a comprometerse en este contrato; descatectización que por sí sola
marca una grave falla en su estructura psíquica y revela un núcleo psicótico más o
menos compensado. En estos últimos años, son muchos los que han insistido
acerca del carácter cerrado de determinadas familias de psicóticos, microcosmos
que al guardar a su loco preservan un equilibrio inestable que, mal que bien, sólo
se mantiene mientras se puede evitar todo enfrentamiento directo con el discurso
de los otros, gracias al silenciamiento de lo que se habla en el exterIor. El riesgo
que corre en tal caso el sujeto es verse imposibilitado de encontrar fuera de la
familia un soporte que le allane el camino hacia la obtención, de la parte de
autonomía necesaria para las funciones del Yo. Esto no es causa de la psicosis,
pero sí, sin duda, un factor inductor, a menudo presente en la familia del
esquizofrénico.
En la última parte de esta obra veremos que, en toda ocasión en que la realidad
histórica de la vida infantil se potencia con una construcción, fantaseada de su
percepción del mundo, su colusión puede determinar la imposibilidad de sustituir a
la fantasía mediante una «puesta en sentido» que la relativice. En cierto número de
anamnesis de psicóticos llama la atención el redoblamiento impuesto por la
realidad social: se observa que el rechazo, la mutilación, el odio, la enajenación,
situaciones todas a las que nos remite la problemática psicótica, son actuadas y no
solo fantaseadas en la relación del conjunto con la pareja. Consecuentemente, en
el momento en que el Yo descubre lo exterior a la familia, en el momento en que su
mirada busca allí un signo que le dé derecho de ciudadanía entre sus semejantes,
encuentra un veredicto que le niega ese derecho, que apenas le propone un
contrato inaceptable: en efecto, su respeto implicaría que en la realidad de su
199
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
devenir renuncie a ser otra cosa que un engranaje sin valor al servicio de una
máquina, que no oculta su decisión de explotarlo o excluirlo. Este veredicto redobla
aquello que se había percibido, en la relación del Yo con la pareja, como rechazo
de toda autonomía, como prohibición de toda veleidad de contradecir lo dicho: es
evidente que estos dos veredictos no son idénticos. Plantear una identidad entre
represión social y represión en el sentido psicoanalítico, entre explotación
económica y apropiación por parte de la madre del pensamiento del niño, no tiene
ningún sentido; inversamente, sin embargo, y debido a que el niño comienza por
proyectar sobre la escena social el pattern de su problemática en relación con los
ocupantes del espacio familiar, puede observar la inscripción sobre esta escena del
redoblamiento de una misma dialéctica, en la que, de ese modo, se encuentra
doblemente apresado.
Estas consideraciones acerca de la función y omnipresencia del contrato narcisista
ponen punto final a nuestro análisis del espacio al que el Yo debe advenir: hemos
mostrado las condiciones que debe cumplir para que el Yo pueda habitarlo y las
que pueden hacerlo incompatible con esta función. Antes de abordar la
consecuencia más dramática de esta incompatibilidad (la, psicosis), y a fin de
comprender qué expropiación entraña en relación con el Yo, consideraremos una
función que especifica a esta instancia, una vez que ha logrado advenir: posibilitar
una conjugación del tiempo futuro compatible con la de un tiempo pasado.
CAPÍTULO 1.
ENFOQUE GENERAL.
201
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
ADAPTACIÓN.
RELACIÓN OBJETAL.
202
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
ALGUNAS DEFINICIONES.
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En 1955 comenzamos a poder articular una concepción que incluía una fase normal
de separación-individuación.
204
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Mahler estudia fenómenos del período preverbal que (desde fuera) parecen ser los
tipos de experiencia equiparables a lo que los pacientes son capaces sólo más tarde
de comunicar durante el análisis, en sus recuerdos verbalizables, o sea,
asociaciones libres, sin que en ese punto se den cuenta del origen de estos.
¿Por qué ocurre esto? Porque las vías motoras y kinestésicas son los principales
caminos de expresión, defensa y descarga de que dispone el infante (mucho antes
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
La conducta afecto motriz (gestual) de todo el cuerpo del niño pequeño, rica y
expresiva, así como el movimiento alternante de conductas de acercamiento y
llamado y de conductas de distanciamiento entre el infante y su madre sirven de
guía al proporcionar muchas claves de fenómenos que se encontraron a través de la
comunicación verbal en estudios posteriores. Mahler observó atentamente la
movilidad expresiva del infante, a medida que ésta progresaba, mediante funciones
de rodeo provistas por las capacidades primitivas del yo: las de demorar, de
aprender y de anticipar. Observó y evaluó el funcionamiento motor autónomo y no
conflictuado del infante, considerando especialmente las etapas progresivas del
proceso de separación-individuación.
CAPÍTULO 3.
En la fase autística normal hay una relativa ausencia de catexia de los estímulos
externos. Este es el período en que se observa más claramente la barrera que se
opone a los estímulos, la falta innata de respuesta a estímulos externos. El infante
206
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El neonato normal nace con un equipo reflejo, tal como la succión, prensión y el
aferramiento. Sin embargo, la reacción que Freud singularizó como la más notable
(el hecho de que el bebé vuelva la cabeza hacia el pecho para lograr el placer
deseado, que había experimentado en contactos previos con este) es de un tipo
diferente. Es una pauta de recepción adquirida, al servicio de una importante
―motivación de logro de placer‖.
207
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Aunque la fase autística se caracteriza por una relativa ausencia de catexia de los
estímulos externos esto no significa que pueda no haber ninguna respuesta a los
estímulos externos.
La vida de vigilia del neonato se centra en torno de sus continuos intentos de lograr
la homeostasis. El efecto de las atenciones que la madre proporciona reduciendo
los padecimientos de hambre-necesidad no puede aislarse, ni el infante pequeño
puede diferenciarlas de sus propios intentos de reducir la tensión, tales como orinar,
defecar, toser, estornudar, escupir, vomitar, que son todas las maneras en que el
infante trata de librarse de una tensión desagradable. El efecto de estos fenómenos
expulsivos, así como la gratificación que se obtiene con las atenciones de la madre,
ayuda al infante a diferenciar con el transcurso del tiempo entre una calidad de
experiencia ―placentera/buena‖ y otra ―penosa/mala‖.
A partir del segundo mes, una oscura conciencia del objeto que satisface las
necesidades marca el comienzo de la fase de simbiosis normal, en que el infante se
comporta y funciona como si él y su madre constituyeran un sistema omnipotente,
una unidad dual dentro de un límite unitario común.
En este período la barrera casi sólida contra los estímulos (negativa, porque no está
catexiada) -esta caparazón autística contra estímulos externos- comienza a
resquebrajarse. A raíz del giro catéxico hacia la periferia sensorio-perceptiva,
comienza a formarse y a envolver la órbita simbiótica de la unidad dual madre-hijo,
es decir, un escudo contra estímulos que es protector, pero también es receptivo y
selectivo y está positivamente catexiado.
208
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El yo rudimentario (aún no funcional) del neonato y del infante pequeño tiene que
completarse con la relación emocional establecida mediante el cuidado materno,
una especie de simbiosis social. Esta dependencia fisiológica y sociobiológica
respecto de la madre genera la diferenciación estructural que lleva a la organización
del individuo para la adaptación: el yo en funcionamiento.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
- Un núcleo interno de la imagen corporal, con un límite que está vuelto hacia el
interior del cuerpo y separa a éste del yo.
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representan un encuadre con el cual tienen que relacionarse todas las experiencias
antes de que haya en el yo representaciones claras y globales del sí-mismo y del
mundo objetivo. Spitz (1965) llama a la madre ―yo auxiliar‖ del infante.
Suponemos en general que hacia la última parte del estadio simbiótico el narcisismo
primario declina y cede gradualmente el paso al narcisismo secundario. El infante
toma a su propio cuerpo, y al de la madre, como objeto de su narcisismo
secundario.
El autismo normal y la simbiosis normal son prerrequisitos del comienzo del proceso
normal de separación-individuación. Ninguna fase ni subfase de la separación-
individuación es totalmente reemplazada por la fase siguiente. Desde un punto de
vista descriptivo, es posible observar similitudes entre ellas. Desde un punto de vista
evolutivo, cada fase se presenta como un período en que se hace una contribución
cualitativamente diferente al desarrollo psicológico del individuo.
211
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Malher formula la hipótesis de que las imágenes del objeto de amor, y las imágenes
del yo corporal y más tarde del yo psíquico, surgen de las huellas mnémicas cada
vez más abundantes de experiencias instintivas y emocionales placenteras
("buenas") y no placenteras ("malas"), y de las percepciones con que estas llegan a
asociarse.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
3. por el más temprano moldeamiento adaptativo del infante y por sus capacidades
receptivas, con una conducta de sostenimiento ―suficientemente buena‖ por parte de
su madre simbiótica.
CAPÍTULO 4.
Freud acentuó que las percepciones internas son más fundamentales y más
elementales que las externas. Estas son las respuestas del cuerpo a sí mismo y a
los órganos internos.
Algunas conductas que sirven a la demarcación del yo respecto del "otro‖ son
susceptibles de investigación observacional. Jacobson observa que la capacidad de
distinguir objetos se desarrolla más rápidamente que la de distinguir al "sí-mismo"
de los objetos. Podemos observar el amoldamiento del infante al cuerpo de la
madre y cómo se distancia de él con su tronco; podemos ver cómo siente su propio
cuerpo y el de su madre; y observar cómo maneja objetos transicionales.
213
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
En otras palabras, la atención del infante, que durante los primeros meses de la
simbiosis se dirigía en gran parte hacia adentro, o se enfocaba de una vaga manera
cenestésica dentro de la órbita simbiótica, se expande gradualmente con el
advenimiento de la actividad perceptual dirigida hacia el exterior durante los
crecientes períodos de vigilia del niño. Este es un cambio de grado, pues
durante el estadio simbiótico el niño ha estado por cierto muy atento a la figura
maternante. Pero esa atención se va combinando gradualmente con un repositorio
creciente de recuerdos de las idas y venidas de la madre; de experiencias "buenas"
y "malas"; estas últimas no las podía aliviar en absoluto el yo, pero se podía
"esperar con confianza" que las aliviarían las atenciones de la madre.
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LA PAUTA DE VERIFICACIÓN.
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En niños que han tenido una fase simbiótica óptima y en los que ha prevalecido una
"expectativa confiada", la curiosidad y el asombro, discernibles en nuestro
ambiente de investigación por la pauta de verificación, son los elementos
predominantes en su examen de los extraños. En contraste, en el caso de niños
cuya confianza básica no ha sido óptima, puede ocurrir un cambio abrupto que
produce una aguda ansiedad ante los extraños; o puede haber un prolongado
período de reacción leve ante extraños, que interfiere transitoriamente con una
conducta de examen placentero. Este fenómeno y los factores en que se basan sus
variaciones constituyen, a nuestro parecer, un aspecto importante de nuestra
evaluación del objeto libidinal, de la socialización y del primer paso hacia la
constancia emocional del objeto.
Estas pautas de diferenciación muy temprana parecen no sólo tener una gran dosis
de racionalidad, tanto en lo referente a la relación madre-hijo como a la dotación
particular de cada niño, sino también poner en movimiento pautas de organización
de la personalidad que aparentemente mantienen su coherencia en el desarrollo
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Al final del primer año y en los primeros meses del segundo podemos ver con
particular claridad que el proceso intrapsíquico de separación-individuación
sigue dos carriles evolutivos intervinculados, pero no siempre conmensurados ni en
avance simétrico.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
CAPÍTULO 5.
Estos desarrollos preparan el camino para que el interés del infante por su
madre se extienda a los objetos inanimados. El infante explora estos objetos
visualmente e investiga su gusto, textura y olor con sus órganos perceptuales de
contacto, particularmente la boca y las manos. Alguno de estos objetos puede
transformarse en un objeto transicional. Es característico de este estadio temprano
de ejercitación que, si bien hay interés y concentración en estas actividades, el
interés por la madre parece tener decidida preferencia.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Descubrimos que los niños que tenían el mejor "contacto a distancia" con la madre
eran los que se aventuraban a alejarse más de ella. En casos en que había
demasiado conflicto por el proceso de separación o demasiada resistencia a
abandonar la cercanía, los niños mostraban menos placer durante este período.
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Durante la primera subfase de ejercitación, luego del tira y afloja inicial para
separarse de la madre y acceder al mundo exterior, la mayoría de los niños
parecían pasar por un breve período de la ansiedad de separación. El hecho de que
fueran capaces de alejarse e independizarse de la madre, y de seguir sin embargo
conectados con ella desde las modalidades de distancia consistentes en ver y oír,
hacía que el uso logrado de estas modalidades de distancia resultara
extraordinariamente importante por un tiempo. A los niños no les gustaba perder de
vista a la madre.
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Vemos una gran impermeabilidad a los golpes y caídas y demás frustraciones. Los
adultos sustitutos que les resultaban familiares dentro del ambiente de nuestro
jardín eran aceptados con facilidad.
La importancia de la marcha para el desarrollo emocional del niño es tan grande que
no se la puede sobreestimar. La marcha proporciona al deambulador un enorme
aumento de descubrimientos y pruebas de realidad del mundo mediante su propio
control y dominio mágico.
La renuncia de la madre a la posesión del cuerpo del infante, tanto varón como
mujer, en este periodo es en su mayor parte casi automática.
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En síntesis, la marcha parece tener un gran significado tanto para la madre como
para el deambulador: es como si el deambulador que camina solo hubiera
demostrado, al lograr la locomoción vertical independiente, que ya puede
incorporarse con derecho al mundo de seres humanos independientes. La
expectación y confianza que la madre trasunta cuando siente que su hijo es capaz
de "lograrlo" ahí afuera, parece ser un importante desencadenante del sentimiento
de seguridad en sí mismo que experimenta el niño, y quizás también el aliento inicial
que lo impulsa a intercambiar parte de su omnipotencia mágica por el placer de la
propia autonomía y de su creciente autoestima.
LA BAJADA DE TONO.
1) si una persona que no era la madre trataba activamente de consolar al niño, éste
perdía su equilibrio emocional y rompía a llorar;
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Hasta ese punto el niño había estado en un especial "estado del yo": esta bajada
de tono y la "evocación de la imagen" de la madre que de ella se infiere,
recuerda una depresión anaclítica en miniatura.
Había una conciencia naciente de pérdida de la mitad simbiótica maternante del yo.
La conducta siguiente, de bajada de tono, tenía diferentes matices en cada niño
cuando se los comparaba entre sí y a cada uno consigo mismo a lo largo del tiempo.
Esta añoranza del estado de bienestar y de unidad o cercanía con la madre faltaba
de un modo característico en niños cuya relación simbiótica se había prolongado
indebidamente o había sufrido perturbaciones.
CAPÍTULO 6.
Consideraciones generales.
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• El seguimiento de la madre
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juego y facilita así los saludables intentos de imitación e identificación del niño, la
internalización de la relación entre la madre y el deambulador puede progresar
hasta el punto en que se inicia la comunicación verbal, aunque aún predomine una
vivaz conducta gestual, es decir, la afectomovilidad. El previsible compromiso
emocional por parte de la madre parece facilitar el rico despliegue de los procesos
de pensamiento del deambulador, la prueba de realidad, y la conducta imitativa, al
final del segundo o comienzo del tercer año de vida. El desarrollo emocional de la
madre va a alentarlo hacia la independencia.
En general, las señales de peligro potencial que se observan durante esta fase
incluyen una ansiedad de separación mayor que el promedio; un excesivo
seguimiento de la madre o una continua "huida" impulsiva de ella, con el fin de
provocarla a que atrape al niño; y, finalmente, excesivas perturbaciones del dormir.
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2) la crisis de acercamiento;
3) las soluciones individuales de esta crisis, que dan por resultado pautaciones
y características de personalidad con las que el niño entra en la cuarta subfase de
la separación-individuación, es decir, la consolidación de la individuación.
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El deseo de más amplia autonomía por parte del niño no sólo se expresaba por el
negativismo hacia la madre y otras personas, sino que también llevaba a una
extensión activa del mundo madre-hijo: principalmente para incluir al padre. El
padre como objeto de amor, desde época muy temprana en adelante pertenece a
una categoría de objetos de amor totalmente distinta de la madre.
Era característico de los niños de esta edad utilizar a la madre como una
extensión de sí mismo, proceso en el cual de alguna manera negaban la penosa
conciencia de separación.
Vimos a esta edad muchos signos de identificación con las actitudes de otros,
en especial con las de la madre o el padre. Esto estaba en un nivel superior de
identificación del yo.
Durante el período de las más agudas crisis de acercamiento, todos los niños
estaban conscientes de la ausencia de la madre de la habitación y se preocupaban
por averiguar dónde se hallaba. En el aspecto cognitivo, la capacidad de
comprender que la madre podía estar en otra parte y se la podía encontrar era
algo que ya se hallaba bien establecido. Este conocimiento basta a veces para
reasegurar al deambulador, cuando este experimentaba la emoción de echar de
menos a su madre. En general, sin embargo, el deambulador a esta edad no
gustaba que lo "dejaran abandonado" pasivamente. Comenzaban a producirse
dificultades en el proceso mismo de despedida, expresadas en la reacción de
aferrarse a la madre. Por lo común estas reacciones iban acompañadas Por
depresión y por una incapacidad inicial, breve o prolongada, de dedicarse a jugar.
Alrededor de los 21 meses, las vicisitudes del proceso de individuación de los niños
iban cambiando tan rápidamente, que ya no se trataba de conductas específicas de
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una fase, sino individualmente muy distintas, y diferentes de un niño a otro. Lo que
aquí se planteaba, no era tanto la comprensión de la separación, sino más bien la
manera en que esta comprensión era afectada por, y a su vez afectaba, la
relación madre-hijo, la relación padre-hijo, y la integración de la personalidad
total del niño individual. Observamos también que parecía producirse en ese
período una diferencia bastante significativa en el desarrollo de los niños, en
comparación con las niñas. Los niños mostraban tendencia a desvincularse de la
madre y a gozar de su funcionamiento en el mundo en expansión. Las niñas
parecían más absorbidas por la madre en presencia de ésta. Esto parecía
vincularse con la comprensión de la diferencia de sexos. Había un hecho muy
importante: la herida en el narcisismo, que experimentaban las niñas al no tener
pene, era casi sin excepción reprochada a la madre.
En síntesis, esta "fase final" muy importante del acercamiento como desarrollo
intrapsíquico parecía ser la suma de las soluciones a las múltiples tareas evolutivas
y maduracionales a las que había llegado cada niño individual durante el curso de
su desarrollo particular en las subfases, hasta el comienzo de la cuarta subfase.
En general, observamos que los niños eran más motores que las niñas y se
resistían más obstinadamente a los abrazos y los besos, más allá de, e incluso
durante, la diferenciación; también vimos que los niños se interesaban antes en los
objetos en movimiento, tales como autos y trenes.
Por lo general el niño descubría su pene mucho antes. Hemos observado que
alrededor de los 12 a 14 meses la posición vertical facilita la exploración visual y
sensorio-motriz del pene.
El descubrimiento del pene por las niñas las enfrentaba con algo de lo que ellas
mismas carecían. Este descubrimiento produjo un amplio rango de conductas que
indicaban claramente ansiedad, cólera y desconfianza. Las niñas deseaban anular
la diferencia sexual.
castración, pero esto sólo ocurría más tarde; durante el segundo y tercer año, les
resultaba más fácil que a las nenas funcionar por separado; eran más capaces de
volverse hacia el mundo exterior, o hacia su propio cuerpo, para obtener placer y
satisfacción; también se volvían hacia su padre como alguien con quien podían
identificarse. En cierto modo parecían enfrentar su ansiedad, de castración en una
fase de triangulación casi-edípica.
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todo lo cual funciona dentro del contexto de la dotación constitucional del individuo.
CAPÍTULO 7.
En lo que respecta al sí-mismo [self], hay una estructuralización de gran alcance del
yo y se producen signos definidos de internalización de exigencias parentales, que
indican la formación de precursores del superyó.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Sólo después de bien avanzada la constancia objetal, que no parece ocurrir antes
del tercer año, la madre puede ser sustituida durante su ausencia física, al menos
en parte, por la presencia de una imagen interna confiable que se mantiene
relativamente estable, cualquiera sea el estado de necesidad instintiva o de
incomodidad interna. Sobre la base de este logro, puede prolongarse y tolerarse
mejor la separación temporaria. El establecimiento de la permanencia del objeto y
de una "imagen mental" del objeto en el sentido de Piaget, es un prerrequisito
necesario, pero no suficiente, del establecimiento de la constancia objetal
libidinal.
Antes de proseguir, debemos decir algo más sobre lo que Piaget dice acerca de la
"permanencia del objeto" y sobre nuestro propio uso de la expresión constancia
objetal. La obra de Piaget ha aclarado que el desarrollo de la permanencia del
objeto ocurre a los 18 a 20 meses y se consolida razonablemente en esa época.
¿Ocurre este desarrollo al mismo ritmo si se traía del objeto libidinal, es decir, de la
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Vemos que ocurre un cambio prominente, aunque todavía sólo relativo, entre los
fenómenos de la subfase de acercamiento, con una mayor o menor dificultad en la
despedida, y la acrecentada capacidad de jugar separadamente de la madre, con
indicaciones de que el niño puede aferrarse automáticamente cada vez más a la
imagen de la madre ("la madre buena") en ausencia de ésta.
A medida que esta subfase avanza el niño se va volviendo en general cada vez más
capaz de aceptar de nuevo la separación de la madre (como ocurría en el período
de ejercitación); en verdad, cuando está absorbido por el juego, parece preferir
quedarse en el cuarto de deambuladores sin la madre, a tener que dejar ese cuarto
para estar con ella. Consideramos esto como signo del logro incipiente de la
constancia objetal emocional.
EL LOGRO DE LA INDIVIDUALIDAD.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
En casos ideales, durante la segunda mitad del tercer año persiste el investimiento
libidinal haya o no una satisfacción inmediata, y esto permite que se mantenga el
equilibrio emocional del niño durante las ausencias temporarias del objeto.
Cuanto menos predecible y confiable o cuanto más intrusiva haya sido la actitud
emocional del objeto de amor en el mundo externo, tanto mayor será la medida en
que el objeto se mantiene como, o se transforme en un cuerpo extraño no
asimilado—un introyecto "malo"— en la economía emocional intrapsíquica. En una
palabra, puede producirse una gran ambivalencia, que sigue dañando el desarrollo
sin tropiezos hacia la constancia de objeto emocional y el narcisismo secundario
sano. Estas son las consecuencias en el caso de los niños en los cuales una
comprensión demasiado repentina de su sentimiento previo de omnipotencia, así
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como de la omnipotencia mágica compartida con los progenitores. Estos son los
deambuladores que en el tercer año en particular muestran tendencia a escindir el
mundo objetal en "bueno" y "malo", y para los cuales la "madre real‖, la madre
después de la separación es siempre frustradora, y cuya regulación de la
autoestima es muy precaria.
INTRODUCCIÓN TEÓRICA.
La mayor parte del 1er año de vida está dedicado a esforzarse por sobrevivir y a
formar y elaborar dispositivos de adaptación que sirvan para conseguir esa meta. El
lactante, durante este período de su vida, está desamparado, siendo incapaz de
conservarse vivo por sus propios medios. Todo aquello de que carece el infante, lo
compensa y proporciona la madre. Esta atiende a todas sus necesidades. El
resultado es una relación complementaria, una diada. En la medida en que las
potencialidades propias del infante se desarrollan en el transcurso del primer año de
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vida, se irá haciendo independiente del medio que lo rodea. Este proceso se efectúa
tanto en el sector somático como en el psicológico de la personalidad del infante.
PROPOSICIONES PSICOANALÍTICAS.
Las proposiciones han sido elegidas arbitrariamente por su utilidad en este libro:
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
c) el principio de la realidad.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
anal y genital son activadas, marcando las etapas sucesivas del desarrollo
libidinal.
11.El punto de vista adaptativo: Sin usar este término, Freud formuló el concepto
en "Los instintos y sus destinos". El punto de vista de la adaptación exige que la
explicación psicoanalítica de todo fenómeno psicológico incluya proposiciones
concernientes a su relación con el medio ambiente.
FACTORES CONGÉNITOS.
Aquello con que el recién nacido está dotado y que lo hace único, lo denominaré
equipo congénito. Este equipo consta de tres partes:
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
EL OBJETO LIBIDINAL.
Puesto que este libro está dedicado a la génesis de las relaciones de objeto, es
necesario decir unas pocas palabras acerca del concepto psicoanalítico del objeto
libidinal.
El objeto libidinal puede variar en el curso de la vida; o para ser más exactos,
tiene que variar inevitable y frecuentemente. Estos cambios son condiciones
inherentes de la maduración y la diferenciación progresivas de los impulsos
instintivos, de la interacción dinámica entre ellos, de la estructura de los impulsos
parciales y de otros factores, algunos de los cuales, como los mecanismos de
defensa del yo, ya se han investigado, y otros apenas se han explorado en detalle
hasta ahora.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
LA RESPUESTA SONRIENTE.
En el 3er mes de vida el bebé responde al rostro del adulto sonriendo si se cumplen
ciertas condiciones: el rostro se tiene que mostrar de frente para que se puedan ver
los dos ojos, y que el semblante tenga movilidad.
HALLAZGOS EXPERIMENTALES.
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No es la totalidad del semblante con todos sus detalles lo que constituye el signo,
sino más bien una Gestalt privilegiada que forma parte de él. Esta Gestalt
privilegiada se compone de la frente, los ojos y la nariz, todo ello en movimiento.
Un experimento sencillo puede efectuarse para mostrar que lo que desata la sonrisa
es una Gestalt signo, consistente en una parte circunscribible del rostro. En este
experimento se establece contacto con un niño de tres meses, sonriéndole y
moviendo la cabeza; el infante reaccionará con la sonrisa. Ahora cuando esta
Gestalt se modifica, al volverse de perfil, el objeto de percepción ya no es
reconocido; perdió su tenue cualidad de objeto. El infante cesará de sonreir.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Aun cuando el equipo innato está a disposición del bebé desde el primer momento
de vida, ha de ser activado; esa chispa vital, es conferida al equipo mediante
intercambios con otro ser humano con un congénere o con la madre.
El proceso de seleccionar una entidad significativa del universo de las cosas sin
sentido y establecerla como una Gestalt signo está en la naturaleza del proceso de
aprender. Es una transición desde un estado en que el infante percibe sólo
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Una vez más nos vemos obligados a volver al principio y tratar del papel, que lo
abarca todo, desempeñado por la madre en el surgimiento y despliegue de la
consciencia del infante y a la parte de vital corresponde a ella en el proceso de
aprender. Ellas crean lo que yo llamo el clima emocional en la relación madre e hijo,
favorable en todos los aspectos del desarrollo del niño. Lo que crea ese clima son
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
los sentimientos de la madre hacia el hijo. Su amor y afecto por el pequeño hacen
de este un objeto de interés incalculable para ella; y, aparte de su interés sin
mengua, le brinda una gama siempre, renovada, enriquecida y variada de
experiencias vitales, que son todo un mundo. Esto es esencial en la infancia, pues a
esa edad los afectos son de una importancia muchísimo, mayor que en cualquier
otra época posterior de la vida. Durante estos primeros meses, la percepción
afectiva y los afectos predominan en la experiencia infantil, excluyendo en la
práctica a todos los demás modos de percepción. Desde el punto de vista
psicológico, el aparato perceptivo, sensorialmente discriminativo, aún no está
desarrollado. La actitud emocional de la madre, su afecto, servirá de orientación a
los afectos del infante y conferirá a la experiencia de esta la calidad de vida.
Está a la vista que existen variaciones sin fin de una madre a otra. Cada madre en
particular, varía de un día a otro. La personalidad del infante absorbe estos patrones
cambiantes en un proceso en circuito, influyendo la gama de los afectos maternales
con su conducta y con sus actitudes. De acuerdo con la personalidad de la madre,
puede haber una diferencia enorme, respecto a que el niño sea precoz o retrasado,
dócil o difícil, obediente o revoltoso.
En la relación madre e hijo, la madre representa lo dado del medio; o bien puede
decirse que ella es la que representa ese medio. Por parte del infante, lo dado
comprende el equipo congénito suyo.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Pienso en las partes constituyentes deI yo, que tienen como prototipo innato
funciones fisiológicas, en su mayor parte trasmitidas filogenéticamente, así corno
patrones de conducta innatos. Yo sitúo la edad de la formación del yo rudimentario a
los tres meses.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Ejemplos de los prototipos de los núcleos psíquicos son la función del precepto de la
gestalt signo, la respuesta sonriente, o el reflejo de mamar y, desde el punto de vista
de la conducta consumatoria los patrones del despertar del sueño.
Estos prototipos de núcleos del yo, más o menos autónomos al nacer, servirán al
neonato subsecuentemente en sus intercambios preobjetales con la madre. En el
curso de tales interacciones serán modificados como un resultado del investimiento
catéxico, dotándolo de contenido psíquico y transformándolos en núcleos psíquicos
del yo.
A los tres meses se produce un paso integrativamente primordial, que hace que se
junten muchos de los núcleos desunidos del yo en una estructura de un orden
superior de complejidad y que formen el yo rudimentario.
Las cargas energéticas, evocadas por esos estímulos que llegan, pueden ahora
fraccionarse, distribuyendo entre los varios sistemas de rastros mnémicos
almacenados; o, como también puede ser el caso, descargarse en forma de acción
directa, no ya como una excitación difusa al azar. En la bibliografía psicoanalítica,
esta función de la actividad dirigida, de las acciones como tales, al estimular el
desarrollo durante el primer año de vida, no ha sido debidamente apreciada. Se
habla con bastante frecuencia del impulso agresivo; pero es raro que se diga
claramente que este impulso agresivo no está limitado a la hostilidad.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
CAPÍTULO 6.
Durante esos períodos críticos las corrientes del desarrollo se integrarán unas con
otras en varios sectores de la personalidad, así como en las funciones y
capacidades emergentes que resultan de los procesos de maduración. El producto
de esta acción integradora es una reestructuración del sistema psíquico en un nivel
de complejidad superior. Dicha integración es un proceso delicado y vulnerable que,
de tener éxito, lleva a lo que yo llamo un "organizador" de la psique.
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Ahora el niño puede influir en el medio para aliviar su incomodidad; en una etapa un
tanto posterior, aprende también a influir su medio para que le ofrezca la
satisfacción deseada. Aquí tenemos la transición desde la etapa de la manifestación
pura de lo que se siente a la etapa de petición de lo que se desea. Este es el primer
paso importante que da comienzo a la comunicación y que, finalmente, lleva a la
comunicación con la ayuda de señales semánticas.
La angustia del octavo mes, que aparece en la segunda mitad del primer año de
vida, es enteramente diferente de la conducta medrosa. En la reacción hacia el
desconocido, el niño responde a algo o a alguien con lo que, o con el que, no tuvo
nunca antes una experiencia desagradable. ¿Por qué, pues, manifestaban su
angustia o cuando menos su aprensión al acercárseles un desconocido?
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Como la respuesta sonriente a la edad de tres meses, la angustia del octavo mes,
señala una etapa diferente en el desarrollo de la organización psíquica.
Esto representa una función del yo en un nivel intelectual superior del desarrollo
psíquico y abre nuevos horizontes.
EL SEGUNDO ORGANIZADOR.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Los dos pasos principales que llevan a la constitución del objeto libidinal son:
Una vez que se va más allá de estas limitaciones impuestas por el método
psicológico de la conducta, y se busca el significado de la conducta manifestada en
la angustia del octavo mes, nos damos cuenta de que el afecto, a saber, la angustia,
tiene un papel decisivo en ese fenómeno. El objeto ha quedado establecido, no sólo
en el sector óptico (cognitivo) sino también —y acaso debiéramos decir
primordialmente— en el sector afectivo.
Una vez que el objeto queda establecido, el niño ya no confunde nada con él. Esta
exclusividad confiada permite al niño formar vínculos estrechos que confieren al
objeto sus propiedades únicas. El niño ha encontrado la pareja con la que puede
formar relaciones de objeto en el verdadero sentido del término.
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CAPÍTULO 9.
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2. su pensamiento consciente, y
3. su afecto.
Evidentemente, el niño hace suyo el gesto a los quince meses. El niño no hace suyo
el pensamiento de la madre. En esta fase, el infante todavía es incapaz de pensar
racionalmente y por eso no sabe si la madre prohíbe porque está temerosa de que
el niño se haga daño, o si está enojada porque éste ha sido malo.
Por lo que se refiere al afecto de ella, el niño a esa edad sólo comprende el afecto
de una manera global. Distingue sólo dos afectos en el "otro". Les he denominado el
afecto "a favor" y el afecto "en contra". Al identificarse con el agresor, por medio
del gesto negativo, el niño se ha apropiado sólo del gesto mismo, juntamente con el
afecto en contra. No obstante, es este un progreso extraordinario. Con la
adquisición del gesto de negación, la acción es reemplazada por mensajes y se
inicia la comunicación a distancia.
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TEXTO Nº 27.
Cratty: Desarrollo perceptual y motor en los niños.
El infante empieza a ejercitar sus capacidades motrices antes del nacimiento y los
niveles de actividad fetal permiten predecir aproximadamente la competencia
motriz posterior.
Reflejo tónico cervical de las extremidades: si se hace girar el cuello del infante,
el estiramiento de los músculos cervicales provoca un aumento de tono en las
extremidades correspondientes al lado que la cabeza enfrenta, mientras que las
extremidades del lado opuesto se flexionan.
Reflejos de prensión palmar y plantar: tocar las palmas de las manos, así como
la parte delantera del lado inferior de los dedos de los pies, tiende a causar la
flexión, respectivamente, de las manos y los pies. El reflejo de las manos
habitualmente determina una acción de prensión que no incluye el pulgar y que
puede ser lo bastante fuerte como para sostener el peso del infante durante corto
tiempo.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Reacciones de tracción hacia arriba con los brazos: varios meses después de
nacer, el infante, si se lo sostiene de ambas manos en posición vertical y se lo
inclina hacia un lado u otro, tenderá a reflexionar el brazo apropiado y tratará de
recuperar la posición vertical inicial. Análogamente, si se lo sostiene de ambas
manos y se lo inclina hacia atrás, reflexionará ambos brazos e intentará, al mismo
tiempo, mantenerse vertical.
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El reflejo de gateo: si se pone al infante boca abajo sobre una superficie y se aplica
presión a la planta de uno y otro pie alternativamente el bebé responderá con una
pauta de gateo ejecutada con sus extremidades superiores e inferiores. Por lo
común desaparece entre el tercer y el cuarto mes después del nacimiento: hay un
nítido intervalo de tiempo entre su desaparición y la aparición del gateo voluntario.
Para que el niño adopte la posición vertical y empiece a caminar, es preciso que
haya desaparecido el reflejo de ―prensión‖ de la planta de los pies. Si el infante
sigue curvando las plantas de los pies cuando tocan el suelo, estos no les
ofrecerán la firme base de apoyo que necesita para iniciar la locomoción.
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Ponerse de pie: Alrededor del séptimo mes, el infante efectúa intentos de sentarse
durante lapsos cada vez más largos, y puede que en el décimo mes logre sentarse.
Una vez adoptada la posición sentada, la siguiente tentativa será por ganar la
vertical, lo cual dependerá de la presencia de refuerzos sociales, tales como
oportunidades de asirse de muebles. El infante puede, a continuación, empezar a
caminar, con apoyo constante de las manos.
Desde el nacimiento hasta los cinco años, los niños pasan por evidentes cambios
en lo que se refiere a su capacidad para moverse y al nivel de destreza que
denotan en distintas tareas. Al término del primer año, sus horizontes de
movimiento se han ampliado en medida considerable, puesto que acceden al plano
vertical, alcanzarán la postura erecta y aprenden a caminar.
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Alrededor de los cinco años, los niños pueden elevarse, en sus saltos, a unos 30
cm del suelo, tomar una pelota grande, saltar cerca de un metro en largo y actuar
con equilibrio estático y dinámico. Empiezan a demostrar eficiencia en el
lanzamiento y pueden correr en forma bien coordinada. La madurez física avanza.
Sólo necesitan experiencia para desarrollar más aún sus capacidades para el
movimiento.
El infante pasa por cuatro fases generales en su relación con los objetos. Primero
se siente atraído por los objetos y por sus propias manos. En la segunda etapa
manifiesta excitación motriz general al enfrentar un objeto, sin ninguna tentativa
coordinada por tomar contacto con él. La tercera fase es de contacto y
manipulación en forma cada vez más experta. La cuarta etapa involucra diversas
clases de explotación del objeto.
Al madurar el niño, alcanzados los tres o cuatro años de edad, empieza a tocar
cada vez menos los objetos, pues parece haber incorporado a su conciencia
diversas formas y superficies. Para llegar a conocer cada objeto nuevo que se le
presenta, no necesita tocarlo directamente; le basta mirarlo.
Capítulo IX: Desarrollo motor del Niño de los seis a los doce años.
Un estudio de los puntajes obtenido en tareas mediante las cuales se evaluaron las
aptitudes motrices de varones y mujeres de seis a doce años permite formular las
siguientes generalizaciones.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
2. Durante esos años los varones son más fuertes que las niñas en la cintura
escapular y la región pelviana, y sus puntajes superan los de ellas en tareas que
suponen acciones directas y vigorosas con las manos (fuerza de prensión),
acciones con los brazos (velocidad de lanzamiento) y acciones con los pies y las
piernas (salto vertical y salto en largo sin carrera de impulso).
3. Las mujeres superar con frecuencia a los varones en tareas que suponen
actividades locomotrices rítmicas y exactas, tales como tareas de salto con un pie
alternando las piernas, tareas de agilidad, rayuela y tareas similares.
6. Las diferencias por sexo en las tareas de lanzamiento, carrera y fuerza parecen
acentuarse, en favor de los varones, a medida que se llega a la preadolescencia.
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Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por nuestro esquema corporal,
podemos entrar en comunicación con el otro. Todo contacto con el otro, sea de
comunicación o de evitamiento de comunicación, se asienta en la imagen del
cuerpo; porque no es sino en la imagen del cuerpo, soporte del narcisismo, que el
tiempo se cruza con el espacio y que el pasado inconsciente resuena en la relación
presente.
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tiempo y el espacio. La imagen del cuerpo refiere al sujeto del deseo a gozar,
mediatizado por el lenguaje memorizado de la comunicación entre sujetos. Se
articula con el esquema corporal a través del narcisismo. La imagen del cuerpo es
siempre inconsciente, y está constituida por la articulación dinámica de una imagen
de base, una imagen funcional, y una imagen de las zonas erógenas donde se
expresa la tensión de las pulsiones.
Se puede distinguir tres modalidades de una misma imagen del cuerpo; imagen de
base, imagen funcional e imagen erógena. Estas imágenes se hallan ligadas entre
sí, en todo momento, por algo que las mantiene cohesivas y que se llama imagen
dinámica.
La imagen de base no puede ser afectada, no puede ser alterada, sin que surja de
inmediato una representación, que amenaza la vida misma. Cuando la imagen de
base se ve amenazada aparece un estado fóbico, medio especifico de defensa
contra un peligro, y la propia representación está ligada a la zona erógena
actualmente predominante para el sujeto.
Esto equivale a decir que cada estadio viene a modificar las representaciones que
el niño puede tener de su imagen de base; en otras palabras, hay una imagen de
base propia de cada estadio.
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Imagen funcional: mientras que la imagen de base tiene una dimensión estática,
la imagen funciona es imagen esténica de un sujeto que tiende al cumplimiento del
deseo. Aquello que pasa por la mediación de una demanda localizada, dentro del
esquema corporal, en un lugar erógeno donde se hace sentir la falta específica, es
lo que provoca el deseo. Gracias a la imagen funcional, las pulsiones de vida
pueden apuntar, tras haberse subjetivado en el deseo, a manifestarse para obtener
placer, a objetivarse en la relación con el mundo y con el otro.
Corresponde a una intensidad de espera del alcance del objeto, es el trayecto del
deseo dotado de sentido, ―yendo hacia‖ un fin.
El objeto transicional es un objeto que articula a los niños con las imágenes táctiles
de las zonas de base, funcional y erógena; y con las imágenes manipuladoras
funcionales anales de la época en que son deambulados por el adulto. Sobre los
objetos transicionales ellos desplazan la relación pasada de los adultos con ellos
cuando, de estos adultos, se sentían objetos parciales. Estos objetos son
necesarios si un peligro amenaza separarlos del lugar de seguridad materna.
Tienen necesidad de este objeto que representa la relación rememorada de sí
mismos siendo pequeños con el adulto asegurador, adulto de quien poseen su
omnipotencia potencial frente al objeto transicional.
El narcisismo fundamental del sujeto, que permite al cuerpo vivir, echa raíces en
las primeras relaciones repetitivas que acompañan a la vez a la respiración, la
satisfacción de las necesidades nutritivas y la satisfacción de deseos parciales que
ilustran la comunicación de psiquismo a psiquismo, del sujeto bebe con el sujeto su
madre.
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La prohibición del placer del cuerpo del niño al placer del cuerpo de la madre, esta
castración anal es la condición de la humanización y de la socialización del niño a
los 24 a 28 meses, la privación de la asistencia física materna es también el
comienzo de la autonomía para el niño. También significa el descubrimiento de otro
tipo de relaciones, como con el padre. Gracias a esta autonomía conquistada por
obra de la castración anal, autonomía del niño respecto a su madre, el niño puede
colocarse en el lugar del otro. El niño obra imitando lo que percibe, luego
identificándose con los seres humanos que lo rodean.
Después del Edipo el niño entra en un periodo de latencia. Los frutos de castración
son aquellas pulsiones que no pueden satisfacerse directamente en la satisfacción
del contacto corporal, o en la satisfacción del cuerpo con objetos eróticos
incestuosos. Estas pulsiones siguen estando prohibidas por el modelo de la
prohibición, con respeto por la humanización del niño, estas pulsiones entran tras
un periodo de represión, en los procesos de sublimación, la cultura.
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evoluciones que son las castraciones superadas. Este adulto solo permite al niño el
acceso de la simbolización de sus pulsiones si al mismo tiempo que la castración
que le da, siente respeto y amor por el niño a quien propone limitaciones o
prohibiciones respecto de determinado goce parcial que el niño buscaba, este es
entonces el modelo que el niño puede seguir. Una castración padecida conduce al
individuo a una mayor confianza en sí mismo y a una comunicación cada vez más
diferenciada con el otro. Cuando el niño ha alcanzado el nivel de la castración anal
ya es capaz, mediante su esquema corporal, de utilizar pulsiones motrices
sublimadas en la soltura del cuerpo.
Hay dos fuentes de vitalidad simboligena que promueve la castración umbilical: una
se debe al impacto orgánico del nacimiento en el equilibrio de la salud
psicosomática de la madre y con ello de la pareja de cónyuges en su relación
genital. La otra es el impacto afectivo que la viabilidad del niño aporta, en más
narcisismo a cada uno de los dos genitores. Con la simbolización fundadora del ser
en masculino o femenino que sigue del nacimiento y a la nominación del niño este
ingresa en el periodo oral.
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La castración anal es la prohibición del deterioro tanto del rapto de los objetos de
otro y de todo daño del cuerpo, la verbalización de estas prohibiciones por parte del
adulto, quien da el ejemplo ajustando sus actos a estas prohibiciones, es también
castración anal.
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sentido de experiencia viva tan solo por la presencia, al lado del niño, de una
persona con la cual su imagen del cuerpo y su esquema corporal se reconocen, al
mismo tiempo que reconoce a esta persona en la superficie plana de la imagen
escopica. La experiencia del espejo posibilita al niño el choque de captar que su
imagen del cuerpo no bastaba para responder de su ser para los otros, por ellos
conocido, y que su imagen del cuerpo no es total. El espejo permite al niño
observarse como si él fuera otro al que nunca encuentra. Él se ve, pero aquí todo
deseo de comunicarse con el otro se frustra.
A partir del estadio del espejo las cosas ya no serán como antes, el niño sabe que
ya no puede confundirse con una imagen fantasmática de el mismo, que ya no
puede jugar a ser otro, que falta a su deseo. Antes de la experiencia del espejo, era
el esquema corporal de la madre, su cuerpo en la realidad, el que daba sentido a
las referencias del narcisismo primordial de su hijo y las sostenía. Después de la
experiencia del espejo es cuando la imagen del cuerpo del bebe da forma a su
propio esquema corporal, según el lenguaje que constituye la imagen del cuerpo
para el sujeto, en referencia al sujeto madre. El niño descubre su aparente
integridad o no con la imagen que ve en el espejo. Este es el momento de la
aparición de la identificación primaria, origen del narcisismo primario. Solo tras la
experiencia especular, que el niño repite experimentalmente frente al espejo, es
cuando comienza a apropiarse de su propio cuerpo.
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El niño que ve que el sexo del otro es diferente del suyo tiene el fantasma de que
se trata de una anomalía o de una mutilación, el malestar que el niño constata en el
adulto confirma que fueron ellos quienes hicieron eso con él o con otros, de aquí la
angustia. La aceptación de castración primaria implica para el niño de ambos sexos
la valorización del pene en cuanto forma bella y deseable, esta bella forma del
pene se inscribe en la continuidad de la bella forma del pecho.
El varón: las pulsiones genitales activas son pulsiones parciales penianas, se trata
de las pulsiones que el niño traspone sobre los objetos parciales que representan,
el sexo peniano en particular que el desplaza sobre todos los instrumentos. El niño
renuncia a sus juegos agresivos penianos y ello gracias a la prohibición del incesto,
que debe ser pronunciada tanto homosexual o heterosexual. Los varones
trasponen la agresión peniana de tipo centrífugo sobre la actividad manual. Cuando
esto es dicho por el padre a su hijo se trata de la iniciación del hijo para la vida
humana, humanización genital.
La niña: finalidad de seducir tanto a la madre como al padre, para ella que se
remite al falo, los hombres tienen pene y las mujeres tienen niños. La niña solo
puede entrar al Edipo a condición de que intente transgredir la prohibición del
incesto, haciendo caer a su padre en la trampa de la seducción. Acecha al objeto
que para ella representa la potencia y que quiere tomar para sí misma, ser tomada
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por el papa. Las niñas son perversas en el sentido de seductoras, para desviar al
otro de la ley luego que esta les ha sido significada.
TEXTO Nº 29. Wallon: Los orígenes del carácter en el niño. Segunda parte.
Introducción: conciencia corporal y cenestesia.
La noción del yo psíquico implica que se haga la distinción entre lo que debe ser
referido al mundo exterior y lo que puede ser atribuido al propio cuerpo. Al
comienzo hay disociación entre los diferentes dominios funcionales: el dominio
interoceptivo que es el de la sensibilidad visceral, el dominio propioceptivo que
comprende las sensaciones ligadas al equilibrio y el dominio exteroceptivo o de la
sensibilidad vuelta hacia las excitaciones de origen exterior, las funciones
interoceptivas son las más precoces, las exteroceptivas las más tardías.
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discriminativas. Llega a ser una especie de intermediario entre las necesidades del
organismo y el medio exterior.
Alrededor del año las sensibilidad urinaria se integra en el conjunto que permite al
niño controlar sus micciones, se le agrega muy temprano a esto por iniciación
recíproca con el adulto o por descubrimiento personal, un cierto grado de
curiosidad y goce sexual. El interés que tiene por su orina es de potencia funcional,
de creación, de pertenencia.
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A partir del séptimo mes se opera todo los movimientos y sus lugares de ubicación
como una especie de discriminación y de localización de acuerdo a puntos de
referencia. Apropósito de un mismo acto, el niño usa alternativamente sus dos
manos o sus dos pies, como si descubriera la bilateralidad y complementariamente,
la unidad de su cuerpo, cuyas diferentes partes son capaces de ejecutar el mismo
acto según su voluntad. Y es a partir del noveno mes donde sus ejercicios van a
bifurcarse, unos vueltos hacia el reconocimiento del propio cuerpo y los otros hacia
los efectos exteriores de su actividad.
La sensibilidad exteroceptiva comienza por suscitar solo efectos sin relación con el
mundo exterior.
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En el periodo que va del 6° al 12° mes, el niño frente al mundo exterior comienza a
concederle suficiente realidad como para escapar de él ciertos efectos y para iniciar
allí su actividad instrumental. Frente a su propio cuerpo, se libra a una actividad
complementaria, cuyo resultado es individualizarlo y hacer predominar sobre las
sensibilidades orgánicas y subjetivas la sensibilidad de relación. Al mismo tiempo
que la sorpresa, se van apagando las reacciones difusas de los primeros tiempos,
aquellas cuyo único efecto es propagar en el organismo sus ondas de sensibilidad
puramente afectivas y, en consecuencia, tornarlo no disponible para una respuesta
orientada hacia la fuente de excitación y adaptarla a su causa. La noción del propio
cuerpo no podrá proceder en tanto esas reacciones afectivas no sean sometidas al
control de la acción exteroceptiva.
Del complejo global que hacía en un principio buscando a la madre, el niño separa
impresiones particulares de lugar y forma que llegan a ser transportables sobre otra
persona cualquiera.
El animismo del niño puede hacerlo tratar de manera muy semejante a su propio
cuerpo y a los objetos exteriores, solución mixta a la que le hará extraer
definitivamente, fuera de su propia sensibilidad, el mundo exterior e ingresar
sustancialmente su cuerpo físico a su yo. Pero en un primer momento, al
individualizar sus propios órganos solo puede yuxtaponerlos a sí mismo.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Una contraprueba que muestra con nitidez porque grados y dificultades debe pasar
el niño antes de llegar a reducir en una intuición de conjunto todo aquello que se
refiere a su personalidad física, es su manera de reaccionar, según sus diferentes
edades, en presencia de su imagen en el espejo. Se trata de saber cómo llegar a
ser capaz de reconocer como suyo su aspecto exteroceptivo, que el espejo le
traduce de la manera más completa. El problema parece comportar dos etapas:
percibir la imagen y reportarla a sí mismo, ponen en causa mecanismos y
condiciones que el análisis de la conciencia por sí misma no permitiría. El niño
entre la imagen especular del otro, realismo de las imágenes y estadio de
yuxtaposición: solamente en el 4° mes según Preyer, la imagen reflejada por el
espejo parece provocar la fijación de la mirada, sin despertar, por otra parte, interés
por el rostro.
La noción de yo corporal exige que se haga la distinción entre lo que debe ser
referido al mundo exterior y lo que puede ser atribuido al propio cuerpo, como
definiéndolo en sus diferentes aspectos. Una condición indispensable es la ligazón
entre la actividad que está volcada hacia el mundo exterior y la que se refiere más
inmediatamente a las necesidades y a las actitudes del cuerpo. Pues el estado del
sistema nervioso en el nacimiento se opone a eso. No hay interacción funcional en
tanto no estén mielinizadas las fibras nerviosas. La soldadura no comienza hasta
después del tercer mes.
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Teniendo que abrir o cerrar el tubo digestivo, la actividad bucal desarrolla y afina sus
conexiones, sus mecanismos, sus aptitudes discriminativas. Llega a ser una especie
de intermediario entre las necesidades del organismo y el medio exterior.
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Las numerosas sinergias que ponen en juego a los sentidos para acomodarse a sus
objetos, las transformaciones y disposiciones sucesivas que exigen de ellas las
necesidades de la búsqueda resultan una actividad del mismo orden.
De todas las sensibilidades que en realidad la componen, manifiesta solo las mas
orgánicas, las mas afectivas, con exclusión de aquellas que establecen una
discriminación entre la cualidad de las excitaciones y que están más vueltas hacia el
conocimiento del mundo exterior. Las reacciones consecutivas a un contacto no
están orientadas. Estas tienen su razón de ser en la vida propioceptiva y afectiva y
no en la actividad de relación. Si la excitación se hace insistente o intensa, provoca
la retracción de la parte tocada pero habitualmente con sobresaltos, como al niño
que intentan limpiarle la nariz. En todos los casos los gestos de evitamiento
preceden a los de defensa y los de defensa a los que se orientan hacia la fuente de
excitación y se adaptan a su causa.
Con el segundo mes se abre un periodo en que la movilidad de tipo afectivo da lugar
progresivamente a una actividad de aspecto más sensoro motor. Al mismo tiempo
que se constituyen las sinergias sensoriales, el rostro adquiere los rasgos de la
atención y de la preparación a las impresiones exteriores: tensión de la frente,
mayor apertura de los ojos. La actitud llega a ser mucho mas discriminativa frente a
excitaciones exteriores.
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El pasaje entre impresiones de una misma fuente y el pasaje de una fuente a otra
van a la par. En lugar de impresiones fragmentadas.
Asi la nocion del propio cuerpo no podría ser el resultado de una combinación
automática entre las diversas sensibilidades.
Una contraprueba que muestra con perfecta nitidez porque grados y dificultades
debe pasar el niño antes de llegar a reducir en una intuición de conjunto todo
aquello que se refiere a su personalidad física, es su manera de reaccionar, según
sus diferentes edades, en presencia de su imagen en un espejo. Se trata de saber
cómo llega a ser capaz de reconocer como suyo su aspecto exteroceptivo, que el
espejo le traduce de la manera más completa y evidente. El problema comporta dos
etapas: percibir la imagen reportarla a sí mismo.
Hasta el final del tercer mes en niño permanece insensible a las imágenes que
permanecen en el espejo. Solamente en el curso del cuarto mes la imagen reflejada
por el espejo parece provocar la fijación de la mirada, pero sin interés en el rostro.
Es necesario esperar hasta el sexto mes para que la imagen reflejada por el espejo
llegue a asociarse a otras reacciones diferentes de las manifestaciones puramente
mímicas y efectivas. Alrededor del séptimo mes se observa por primera vez en el
niño un gesto de volverse hacia la persona cuya imagen ve en el espejo.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Realizar algo nuevo, resuelve una dificultad, integra en una suerte de unidad
superior lo que hasta entonces no presentaba todavía para el una ligazón
determinada. Desde que hay visiblemente, comprobación de una relación, existe
prueba de que ya se ejerce la aptitud de distinguir términos que tiene ciertos
caracteres específicos, para individualizarlos y unirlos en u plano superior de la
actividad psíquica.
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En el lenguaje infantil hay una fase prelingüística, el inicio de esta fase viene con
la identificación y por el aprendizaje de unidades fónicas a las que va asociado un
determinado significado. Esto presenta dos caras: una perceptiva en la cual los
sonidos se distinguen cada vez más y otra articulatoria, en la cual se aprende
gradualmente a reproducirlos por medio de los órganos articuladores. La finalidad
de este proceso es descubrir estructuras, esquemas recurrentes, en la estructura
compleja de las señales fónicas oídas. El niño construye su primer sistema
lingüístico, donde inicialmente es un sistema pasivo, comprendido, pero no
utilizado, compuesto de secuencias fónicas. El niño puede empezar las dos
posibilidades del desarrollo que se le presentan: el paso de la parte pasiva a la
activa, y la construcción de sistemas lingüísticos más complicados. Al final del
prelenguaje empieza la actividad lingüística propiamente dicha.
Gracias al valor fonemático que los sonidos adquieren, los sonidos se convierten en
fonemas por medio de la selección operada por el niño.
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La reacción del niño ante el lenguaje adulto está dominada por dos factores: el
factor fonético que domina, puesto que al no poseer el niño un sistema fonológico
personal, sus reacciones están determinadas por las impresiones auditivas en su
estado puro. Y el factor sintagmático, domina porque el niño no se esfuerza en
reproducir los sonidos emitidos por los adultos y que el identifica, las secuencias de
sonidos que constituyen unidades aisladas por él e identificables en el lenguaje
adulto. Por un refinamiento de capacidades interiores, el niño comprende que las
distinciones esenciales en la comunicación lingüística se expresan a través de
características fonéticas, principio de pertinencia fonológica.
El niño, habiendo aprendido a unir ciertos valores fonéticos con ciertos datos
semánticos, se esfuerza por reproducir tales valores fonéticos, esto presupone el
desarrollo de una cierta comprensión lingüística. El niño parece depender de la
entonación para comprender los datos verbales, da lugar a la fase de la melodía.
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El niño desarrolla desde las primeras semanas de vida la capacidad de utilizar, con
el fin de comunicarse con el ambiente, ciertas señales fónicas, que van desde la risa
y el llanto, hasta la emisión casual de sonidos (lalación, balbuceo). Se desarrolla la
capacidad de decodificación, de comprender en su valor simbólico los sonidos
emitidos por los adultos. En la fase de transición prelingüística, confía la expresión
de sus intenciones comunicativas a los elementos melódicos del lenguaje, después
mejora su capacidad de captar e imitar las sucesiones de los enunciados de los
adultos: nos encontramos ante la primera palabra, ante la primera emisión de
fonemas, los cuales se convertirán en sistema. Este sistema se adapta al de los
adultos, se adapta tanto en el aspecto paradigmático (la estructura y realización
fonética del mismo sistema) como en el sintagmático (la sucesión lineal de los
segmentos fónicos). El llanto y la risa toman el sitio que les pertenece socialmente
junto al lenguaje articulado. En el momento de la edad escolar convencional, cada
niño controla el sistema fonológico de la lengua materna en todos sus aspectos con
la misma facilidad y precisión que los adultos, está integrado con los que hablan la
lengua como nativos.
CAPÍTULO 3: SEMÁNTICA.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Las condiciones que rigen la salida del vocabulario infantil son dos: la
identificación más precisa y adaptada de las unidades reales en las cuales se
configura el mundo de los adultos y la adaptación formal de los mensajes verbales
a los de los adultos. Entre estas dos exigencias se desenvuelve todo el juego
dialéctico que permite la formación y el incremento gradual del vocabulario infantil.
El nacimiento de la estructura semántica en el lenguaje infantil está representado
por el proceso de adaptación de los valores semánticos que el niño capta en la
relación entre la realidad y la lengua de los adultos, y que domina gradualmente
hasta constituir un sistema semántico individual que tenga el máximo posible de
congruencia con el sistema semántico de la comunidad.
CAPÍTULO 4. MORFOSINTAXIS
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El hecho de que el niño sea capaz de corregir sus propios errores, da cuenta de que
el niño utiliza ciertas REGLAS DE CONSTRUCCIÓN.
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La sección final del artículo de Freud sobre «Lo inconsciente» parece tener
raíces en su temprana monografía sobre las afasias (1891). Tal vez sea de interés,
entonces, reproducir aquí un pasaje de ese trabajo (correspondiente a las págs. 74-
81 de la edición alemana original) que, si bien no es en sí mismo fácil de entender,
echa luz sobre los supuestos en que se basaron algunas concepciones
posteriores de Freud. Otro interés incidental de este pasaje radica en que Freud
emplea en él, como no era habitual que lo hiciera, el lenguaje técnico de la
psicología «académica» de finales del siglo XIX.
Examinemos ahora las hipótesis que nos hacen falta para explicar las
perturbaciones del lenguaje sobre la base de un aparato del lenguaje construido de
ese modo; dicho en otros términos: lo que el estudio de las perturbaciones del
lenguaje nos enseña respecto de la función de este aparato. Al hacerlo
distinguiremos en lo posible entre el lado psicológico y el anatómico de la cuestión.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
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cuidarme demasiado poco del sentido; y tan pronto me fatigo, leo de tal modo que
los otros todavía pueden entenderme, pero yo mismo ya no sé lo que he leído.
Todos estos son fenómenos de una atención dividida, y surgen aquí precisamente
porque la comprensión de lo leído se produce siguiendo tan amplios rodeos. La
analogía con nuestra conducta en el curso del aprendizaje de la lectura aclara que
no puede hablarse de esa comprensión cuando el proceso mismo de la lectura
tropieza con dificultades, y nos guardaremos muy bien de considerar la ausencia de
comprensión como signo de interrupción de una vía. La lectura en voz alta no puede
considerarse un proceso diverso de la lectura para sí, salvo el hecho de que
contribuye a apartar la atención de la parte sensorial del proceso de lectura.
6. Puede suponerse que también más tarde ejercitamos las funciones singulares
del lenguaje por las mismas vías asociativas que seguimos al aprenderlas.
Aquí pueden sobrevenir abreviaciones y subrogaciones, pero no siempre es fácil
indicar su naturaleza. La significación de estas disminuye, además, por la
observación de que en casos de lesión orgánica el aparato del lenguaje
probablemente se verá dañado en alguna medida como un todo y forzado a
retroceder a los modos de asociación primarios, bien establecidos y más
minuciosos. En cuanto a la lectura, es indudable que en el caso de las personas
ejercitadas se hace valer el influjo de la «imagen de palabra visual», de suerte que
palabras individuales (nombres propios) pueden leerse aun prescindiendo del
deletreo.
La palabra es, pues, una representación compleja, que consta de las imágenes
que hemos consignado; expresado de otro modo: corresponde a la palabra un
complicado proceso asociativo, en el que confluyen los elementos de origen
visual, acústico y kinestésico enumerados antes.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
He aquí la tesis que, sobre la base de la patología de los trastornos del lenguaje, no
podemos menos que formular: La representación-palabra se anuda por su
extremo sensible (por medio de las imágenes de sonido) con la representación-
objeto. Así llegamos a suponer la existencia de dos clases de trastornos
lingüísticos:
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Texto N° 33
El juego es una función del yo, un intento por sincronizar los procesos corporales y
sociales con el sí mismo. Creo que el énfasis debe recaer en la necesidad yoica de
dominar las diversas áreas de la vida, en especial aquellas en que el individuo
encuentra que su sí mismo, su cuerpo y su rol social están incompletos y están
rezagados. El propósito del juego consiste en alucinar un dominio yoico y, no
obstante, también practicarlo en una realidad intermedia entre la fantasía y el mundo
real; pero el juego es el amo indiscutido de sólo un estrecho margen de la
existencia. ¿Qué es juego y qué no lo es? Consultemos primero el lenguaje y luego
pasemos a los niños.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Cuando el hombre juega debe entremezclarse con las cosas y la gente en una
forma igualmente no comprometida y ligera. Debe hacer algo que ha elegido hacer
sin estar impulsado por intereses urgentes o por una intensa pasión; debe sentirse
entretenido y libre de todo temor o esperanza de cosas serias. Está de vacaciones
con respecto a la realidad social y económica; o bien, como suele acentuarse, no
trabaja. Es esta oposición con respecto al trabajo la que confiere al juego una serie
de connotaciones, una de ellas es la "mera diversión". Así, el juego es un
fenómeno fronterizo en relación con una serie de actividades humanas y, en su
propia forma juguetona, trata de eludir toda definición.
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Para comprender lo que Freud vio en este juego, debemos señalar que en esa
época se interesaba por el extraño fenómeno de la "compulsión a la repetición", esto
es, la necesidad de repetir experiencias penosas a través de palabras o actos.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Utilizando su dominio sobre los objetos, el niño puede organizarlos de taI modo que
aquellos le permitan imaginar que también es el amo de su situación vital. En su
juego, sin embargo, el niño tiene a la madre sujeta por un hilo. Se asegura de que
regrese cuando él lo desea. Ha convertido la pasividad en actividad; juega a hacer
algo que en realidad le hicieron a él.
El juego sólo, tal como lo describe Freud, puede haberse convertido en el comienzo
de una creciente tendencia en el niño a sobrellevar las experiencias de la vida en un
rincón solitario y a rectificarlas en la fantasía y sólo allí.
¿Pero acaso el juego infantil siempre "significa" algo personal y siniestro? Los
niños, si han sufrido algún trauma, eligen para sus dramatizaciones el material
lúdico que su cultura pone a su disposición y que pueden manejar de acuerdo con
su edad. Lo que tiene un significado común para todos los niños de una comunidad
(es decir, la idea de hacer que un carretel y un poco de hilar representen una cosa
viva sujeta a una correa) puede encerrar un significado especial para algunos niños
(esto es, para todos aquellos que han aprendido a manipular un carretel y un trozo
de hilo y por lo tanto pueden estar en condiciones de entrar a una nueva esfera de
participación y simbolización comunal). No obstante, todo esto puede tener,
además, un significado único para los niños individuales que han perdido a una
persona o un animal y que, en consecuencia, confieren al juego una significación
particular. Lo que estos niños tienen "atado de un hilo" no es tan sólo un animal,
sino la personificación de un animal particular, significativo y perdido, o bien de una
persona.
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acompañan y los afectos visibles, sobre todo aquellos que describiremos como
"desorganización del juego".
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Cuando se aprende todo esto, cada esfera adquiere su propio sentido de realidad y
dominio. Un niño introduce en el juego solitario preparado para él todos los aspectos
de su yo que han resultado más dañados.
¿Qué es, entonces, el juego infantil? No constituye el equivalente del juego adulto.
El adulto que juega pasa a otra realidad; el niño que juega avanza hacia nuevas
etapas de dominio. Propongo la teoría de que el juego del niño es la forma infantil
de la capacidad humana para manejar la experiencia mediante la creación de
situaciones modelo y para dominar la realidad mediante el experimento y el
planeamiento.
2. JUEGO Y CURACIÓN.
El acting out a través del juego es la medida autocurativa más natural que ofrece la
infancia.
Los adultos que han sufrido traumas tienden a resolver su tensión hablando del
asunto. Se ven obligados a describir repetidamente el hecho doloroso: ello parece
"hacerlos sentir mejor". El método encuentra sus limitaciones cuando esta situación
"clínica" pierde la actitud objetiva en la que es posible reflejar la vida, y se convierte
a su vez en un apasionado conflicto de dependencia y hostilidad. En términos
psicoanalíticos, la limitación está determinada por la tendencia, particularmente
fuerte en los neuróticos, a transferir los conflictos básicos de su marco infantil
original a toda situación nueva, incluyendo la terapéutica. Esto es lo que Freud quiso
decir al afirmar que el tratamiento mismo se convierte al principio en una "neurosis
de transferencia". Todos los neuróticos están divididos en su deseo de curarse y
de que, necesariamente, transfieren sus dependencias y hostilidades al tratamiento
y a la persona del terapeuta.
Este fenómeno de la transferencia en el niño que juega, así como en el adulto que
verbaliza, señala el punto en que las medidas simples fracasan. El fracaso está
caracterizado por lo que cabe describir como una desorganización del juego, es
decir, la incapacidad repentina y completa, o difusa y de lenta expansión, para jugar.
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Cuando los niños son más grandes, la conversación prolongada reemplaza el juego.
Aquí, sin embargo, mi propósito consiste en demostrar que unas pocas horas de
juego pueden servir para informarnos sobre cuestiones que el niño nunca podría
verbalizar.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Para mi pequeño vecino, el rol de piloto de un bombardero debe haber sugerido una
posible síntesis de los diversos elementos incluidos en una identidad naciente: su
temperamento (vigoroso); su etapa de maduración (fálico-uretral-locomotora); su
etapa social (edípica) y su situación social; sus capacidades (musculares,
mecánicas); el temperamento de su padre (un gran soldado antes que un triunfador
en la vida civil); y un prototipo histórico contemporáneo (héroe agresivo). Cuando
esta síntesis tiene éxito, una muy sorprendente coagulación de reacciones
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C. IDENTIDAD NEGRA.
¿Qué ocurre si el "medio ambiente" está decidido a dejar vivir sólo al precio de una
pérdida permanente de la identidad?
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Texto Nº 34
A nosotros, los legos, siempre nos intrigó poderosamente averiguar de dónde esa
maravillosa personalidad, el poeta, toma sus materiales y cómo logra conmovernos
con ellos, provocar en nosotros unas excitaciones de las que quizá ni siquiera nos
creíamos capaces.
¿No deberíamos buscar ya en el niño las primeras huellas del quehacer poético? La
ocupación preferida y más intensa del niño es el juego. Acaso tendríamos derecho a
decir: todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo
propio o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le
agrada. Toma muy en serio su juego, emplea en él grandes montos de afecto. Lo
opuesto al juego es la realidad efectiva. Tiende a apuntalar sus objetos y situaciones
imaginados en cosas palpables y visibles del mundo real. Sólo ese apuntalamiento
es el que diferencia aún su «jugar» del «fantasear».
Ahora bien, el poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de
fantasía al que toma muy en serio, vale decir, lo dota de grandes montos de afecto,
al tiempo que lo separa tajantemente de la realidad efectiva.
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Cuando el niño ha crecido y dejado de jugar, tras décadas de empeño anímico por
tomar las realidades de la vida con la debida seriedad, puede caer un día en una
predisposición anímica que vuelva a cancelar la oposición entre juego y realidad
El fantasear de los hombres es menos fácil de observar que el jugar de los niños. El
niño juega solo o forma con otros niños un sistema psíquico cerrado a los fines del
juego. El adulto se avergüenza de sus fantasías y se esconde de los otros, las cría
como a sus intimidades más personales, por lo común preferiría confesar sus faltas
a comunicar sus fantasías. Esta diversa conducta del que juega y el que fantasea
halla su buen fundamento en los motivos de esas dos actividades, una de las cuales
es empero continuación de la otra.
El jugar del niño está dirigido por un solo deseo: ser grande y adulto. Juega siempre
a «ser grande», imita en el juego lo que le ha devenido familiar de la vida de los
mayores. No hay razón alguna para esconder ese deseo. Diverso es el caso del
adulto; su fantasear lo avergüenza por infantil y por no permitido.
Hay un género de hombres a quienes no por cierto un dios, sino una severa diosa
—la necesidad—, ha impartido la orden de decir sus penas y alegrías. Son los
neuróticos, que se ven forzados a confesar al médico, de quien esperan su curación
por tratamiento psíquico, también sus fantasías; nuestros enfermos no nos
comunican sino lo que también podríamos averiguar en las personas sanas.
Es lícito decir que el dichoso nunca fantasea; sólo lo hace el insatisfecho. Deseos
insatisfechos son las fuerzas pulsionales de las fantasías, y cada fantasía singular
es un cumplimiento de deseo, una rectificación de la insatisfactoria realidad. Los
deseos pulsionantes difieren según sexo, carácter y circunstancias de la vida de la
personalidad que fantasea; pero con facilidad se dejan agrupar siguiendo dos
orientaciones rectoras. Son deseos ambiciosos, que sirven a la exaltación de la
personalidad o son deseos eróticos.
Una fantasía oscila en cierto modo entre tres tiempos, tres momentos temporales de
nuestro representar. El trabajo anímico se anuda a una impresión actual, a una
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ocasión del presente que fue capaz de despertar los grandes deseos de la persona;
desde ahí se remonta al recuerdo de una vivencia anterior, infantil las más de las
veces, en que aquel deseo se cumplía, y entonces crea una situación referida al
futuro, que se figura como el cumplimiento de ese deseo.
No puedo omitir el nexo de las fantasías con el sueño. Tampoco nuestros sueños
nocturnos son otra cosa que unas tales fantasías. Por la noche se ponen en
movimiento en nuestro interior también unos deseos de los que tenemos que
avergonzarnos y debemos ocultar, y que por eso mismo fueron reprimidos,
empujados a lo inconsciente.
Hasta aquí las fantasías. Pasemos ahora al poeta. ¿Estamos realmente autorizados
a comparar al poeta con el «soñante a pleno día», y a sus creaciones con unos
sueños diurnos? Se nos impone una primera diferencia; prescindamos de los poetas
que recogen materiales ya listos, como los épicos y trágicos antiguos, y
consideremos a los que parecen crearlos libremente. En estos últimos, los menos
pretenciosos narradores de novelas, novelas breves y cuentos, que en cambio son
quienes encuentran lectores y lectoras más numerosos y ávidos. Un rasgo no puede
menos que resultarnos llamativo en las creaciones de estos narradores; todos ellos
tienen un héroe situado en el centro del interés y para quien el poeta procura por
todos los medios ganar nuestra simpatía. En esa marca reveladora que es la
invulnerabilidad se discierne sin trabajo a su Majestad el Yo, el héroe de todos los
sueños diurnos, así como de todas las novelas. Muchísimas creaciones poéticas se
mantienen distanciadas del arquetipo del sueño diurno ingenuo, pero aun las
desviaciones más extremas pueden ligarse con ese modelo por medio de una serie
de transiciones continuas.
El soñante diurno pone el mayor cuidado en ocultar sus fantasías de los demás
porque registra motivos para avergonzarse de ellas. Ahora agrego que, aunque nos
las comunicara, no podría depararnos placer alguno mediante esa revelación. Tales
fantasías, si nos enteramos de ellas, nos escandalizarían, o al menos nos dejarían
fríos. En cambio, si el poeta juega sus juegos ante nosotros como su público, o nos
refiere lo que nos inclinamos a declarar sus personales sueños diurnos, sentimos un
elevado placer, que probablemente tenga tributarios de varias fuentes. Cómo lo
consigue, he ahí su más genuino secreto; en la técnica para superar aquel
escándalo, que sin duda tiene que ver con las barreras que se levantan entre cada
yo singular y los otros, reside la auténtica poética. El poeta atempera el carácter del
sueño diurno egoísta mediante variaciones y encubrimientos, y nos soborna por
medio de una ganancia de placer puramente formal, es decir, estética, que él nos
brinda en la figuración de sus fantasías. A esa ganancia de placer que se nos ofrece
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Texto N° 35
Al término del período sensorio-motor, hacia un año y medio o dos años, aparece
una función fundamental para la evolución de las conductas ulteriores, y que
consiste en poder representar algo (un "significado") por medio de un
"significante" diferenciado y que sólo sirve para esa representación: lenguaje,
imagen mental, gesto simbólico, etc. Se denomina, en general, "simbólica" esa
función generadora de la representación; pero como los lingüistas distinguen
cuidadosamente los "símbolos" y los "signos", es mejor emplear con ellos la
expresión de "función semiótica" para designar los funcionamientos referentes al
conjunto de los significantes diferenciados.
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PAPEL DE LA IMITACIÓN.
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El simbolismo lúdico puede llegar a cumplir la función de lo que sería para un adulto
el lenguaje interior; pero, en lugar de repensar simplemente en un acontecimiento
interesante o impresionante, el niño tiene necesidad de un simbolismo más directo,
que le permita volver a vivir ese acontecimiento, en vez de contentarse con una
evocación mental (ejemplo de la niña que vio un pato muerto en la cocina de su
casa y más tarde jugó a representar esa escena).
Los límites, tan vagos, entre la conciencia y lo inconsciente, que dan testimonio del
juego simbólico del niño, hacen pensar más bien que el simbolismo del sueño es
análogo al del juego, porque el durmiente pierde, a la vez, la utilización razonada
del lenguaje, el sentido de lo real y los instrumentos deductivos o lógicos de su
inteligencia; se halla entonces, sin querer, en la situación de asimilación simbólica
que el niño busca por ella misma.
III. EL DIBUJO.
El dibujo del niño, hasta los ocho o los nueve años, es esencialmente realista de
intención, pero el sujeto comienza por dibujar lo que sabe de un personaje o de un
objeto mucho antes de expresar gráficamente lo que ve en él.
El monigote, que es uno de los modelos más dominante en el principio, pasa por el
estadio de los ―monigotes-renacuajos‖, en que sólo se figura una cabeza provista de
apéndices filiformes, que son las piernas y/o brazos, pero sin tronco.
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• Hacia los ocho o nueve años, a ese realismo intelectual sucede un "realismo
visual", que muestra dos novedades. Por una parte, el dibujo no representa sino lo
que es visible desde un punto de vista perspectivo particular. Por otra parte, el
dibujo tiene en cuenta la disposición de los objetos según un plan de conjunto (ejes
y coordenadas) y sus proporciones métricas.
Parece, así, que las imágenes mentales sean de aparición relativamente tardía y
que resulten de una imitación interiorizada. Esa imitación trata de proporcionar una
copia activa de los cuadros perceptivos con eventuales esbozos de referencias
sensoriales.
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El análisis que hemos realizado parece indicar una diferencia bastante clara entre
las imágenes de nivel preoperatorio (hasta los siete u ocho años, pero con
numerosos residuos más tardíos) y las de los niveles operatorios, que parecen
entonces fuertemente influidos por las operaciones.
Al nivel preoperatorio, las imágenes mentales del niño son casi exclusivamente
estáticas, con dificultad sistemática para reproducir movimientos o
transformaciones, así como sus resultados en sí, sólo al nivel de las operaciones
concretas (después de los siete-ocho años), los niños consiguen esas
reproducciones de movimientos anticipadoras de categorías correspondientes.
3. LAS IMÁGENES-COPIAS.
En las imágenes-copias, el modelo queda ante los ojos del sujeto o acaba de
ser percibido, sin que haya evocación diferida a días o a semanas de
distancia, como en las pruebas relativas a traslaciones o rotaciones de modelos.
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5. IMÁGENES Y OPERACIONES.
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VI. EL LENGUAJE.
1. EVOLUCIÓN.
Este comienza, tras una fase de balbuceo espontáneo (común a los niños de
todas las culturas, de los seis a los diez-once meses) y una fase de diferenciación
de fonemas por imitación (desde los once a los doce meses), por un estadio
situado al término del período sensorio-motor.
Desde el fin del segundo año se señalan frases de dos palabras; luego, pequeñas
frases completas sin conjugaciones ni declinaciones, y después una adquisición
progresiva de estructuras gramaticales. En la hipótesis de N. Chomsky ha
demostrado que la adquisición de las reglas sintácticas no se reducía a una
imitación pasiva, sino que entrañaba no sólo una parte considerable de asimilación
generalizadora, sino también ciertas construcciones originales. Esas
reducciones de las frases adultas a modelos originales infantiles obedecían a ciertas
exigencias funcionales, tales como la conservación de un mínimo de información
necesaria y la tendencia a mejorar ese mínimo.
2. LENGUAJE Y PENSAMIENTO.
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realidad, se trata de dos problemas distintos, ya que, si cada cual admite que el
lenguaje decupla los poderes del pensamiento en extensión y en rapidez, la
cuestión de la naturaleza lingüística o no lingüística de las estructuras lógico-
matemáticas es mucho más controvertida.
3. LENGUAJE Y LÓGICA.
La lógica de los propios lógicos no es otra cosa que una sintaxis y una semántica
generalizadas.
4. LENGUAJE Y OPERACIONES.
5. CONCLUSIÓN.
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Texto N° 36
En este capítulo trato de explorar una idea que me ha impuesto mi trabajo. Esta,
que es en gran parte el psicoanálisis, también incluye la psicoterapia.
EL JUEGO Y LA MASTURBACIÓN.
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Melanie Klein se ocupaba del juego al referirse casi siempre al uso de este. El
terapeuta busca la comunicación del niño y sabe que por lo general no posee un
dominio tal del lenguaje que le permita transmitir las infinitas sutilezas que pueden
hallar en el juego quienes las busquen. Es apenas un comentario sobre la
posibilidad de que en la teoría total de la personalidad del psicoanalista haya estado
muy ocupado utilizando el contenido del juego como para observar al niño que
juega, y para escribir sobre el juego como una cosa en sí misma. Resulta evidente
que establezco una diferencia significativa entre el sustantivo ―juego‖ y el verbo
sustantivado "el jugar".
Todo lo que diga sobre el jugar de los niños también rige para los adultos, sólo
que el asunto se hace de más difícil descripción cuando el material del paciente
aparece principalmente en términos de comunicación verbal. El jugar se manifiesta,
por ejemplo, en la elección de palabras, en las inflexiones de la voz, y por cierto que
en el sentido del humor.
FENÓMENOS TRANSICIONALES.
Para mí el significado del jugar adquirió un nuevo color desde que seguí el tema
de los fenómenos transicionales y busqué sus huellas en todos sus sutiles
desarrollos, desde la primera utilización del objeto o la técnica transicionales hasta
las últimas etapas de la capacidad de un ser humano para la experiencia cultural.
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preciso hacer cosas, no sólo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo. Jugar es
hacer.
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Ello significa que la madre se encuentra en un "ir y venir" que oscila entre ser lo que
el niño tiene la capacidad de encontrar y (alternativamente) ser ella misma, a la
espera que la encuentren.
Si puede representar ese papel, entonces el niño vive cierta experiencia de control
mágico, es decir, la experiencia de lo que se denomina "omnipotencia" en la
descripción de los procesos intrapsíquicos.
PSICOTERAPIA.
Ahí, en esa zona de superposición entre el juego del niño y el de la otra persona,
existe la posibilidad de introducir enriquecimientos. El maestro apunta a ese
enriquecimiento. El terapeuta, en cambio, se ocupa en especial de los procesos de
crecimiento del niño y de la eliminación de los obstáculos evidentes para el
desarrollo. La teoría psicoanalítica ha permitido una comprensión de esos bloqueos.
Es bueno recordar siempre que el juego es por sí mismo una terapia. Conseguir
que los chicos jueguen es ya una psicoterapia de aplicación inmediata y universal, e
incluye el establecimiento de una actitud social positiva respecto del juego. Es
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Sólo quiero recordar que el juego de los niños lo contiene todo, aunque el
psicoterapeuta trabaje con el material, con el contenido de aquel.
RESUMEN
a. Para entender la idea del juego resulta útil pensar en la preocupación que
caracteriza el jugar de un niño pequeño. Lo que interesa es el estado de casi
alejamiento, afín a la concentración de los niños mayores y los adultos. El niño que
juega habita en una región que no es posible abandonar con facilidad y en la que no
se admiten intrusiones.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
1. La culminación;
CAPÍTULO 4:
323
Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Un rasgo importante del juego, es que en él, y quizá sólo en él, el niño o el
adulto están en libertad de ser creadores. Esta consideración surge en mi
pensamiento como un desarrollo del concepto de los fenómenos transicionales, y
tiene en cuenta la parte difícil de la teoría del objeto transicional, a saber, el hecho
de que contiene una paradoja que se debe aceptar, tolerar y no resolver.
LA BÚSQUEDA DE LA PERSONA.
Antes de seguir desarrollando esta idea debo exponer un segundo tema, vinculado
con el primero pero que exige su tratamiento por separado. Se refiere al hecho de
que el individuo a quien tratamos de ayudar podría abrigar la esperanza de sentirse
curado cuando le explicarnos, y decir: "Entiendo; soy yo mismo cuando me
siento creador y cuanto efectúo un ademán creador, y ahora la búsqueda ha
terminado”. En este tipo de trabajo sabemos que aún la explicación correcta resulta
ineficiente. La persona a quien pretendemos ayudar necesita una nueva experiencia
en un marco especializado. Dicha experiencia corresponde a un estado no
intencional, a tildar, por decirlo así, los elementos de la personalidad no integrada.
Esto lo llamé "lo informe" en la descripción de casos.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Texto N° 37
CAPÍTULO 5.
Los primeros años son los más cruciales en el desarrollo del niño. Durante este
período, el niño comienza a establecer pautas de aprendizaje, actitudes y cierto
sentido de sí mismo.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Puesto que el niño no tiene a esta edad control visual sobre sus garabatos, los
padres deben considerar esto como una indicación de que el niño no está aún en
condiciones de realizar tareas que requieran control motor preciso de sus
movimientos.
Para un niño de dos años, la actividad del garabateo ha comenzado a ser un medio
real de expresión, uno de los primeros, después del llanto. Todos los niños empieza
con el garabateo; parece que es una parte natural del desarrollo total de los niños,
que refleja su evolución psicológica y fisiológica.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Todavía ensaya una variedad de métodos para sostener el lápiz o la barra de pastel,
y alrededor de los tres años ya se aproxima a la forma de tomar el lápiz que tiene el
adulto. Los garabatos ahora son más elaborados y en algunas ocasiones el niño
descubre ciertas relaciones entre lo que ha dibujado y algo del ambiente.
El papel del adulto es más importante, el niño acudirá a él con sus garabatos,
deseoso por hacerlo partícipe de su entusiasmo, esta participación en una
experiencia es lo importante.
Antes, el niño podía ver una relación entre lo que había dibujado y algún objeto,
ahora dibuja con una intención.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Lo importante es que los garabatos o líneas que los adultos pueden considerar sin
sentido alguno, tienen en cambio un significado para el niño que los está dibujando.
Sólo cuando el niño entra en la etapa de dar nombre a sus garabatos, desea
realmente emplear diferentes colores para distintos significados.
Los niños criados en una atmósfera sin estímulos atractivos y con carencias
afectivas parecen quedar fuera del desarrollo normal en todas las fases de su
crecimiento. La interacción del niño y su ambiente es el elemento más importante
para el aprendizaje. Un medio pasivo, neutro, estéril, no es el ideal para el desarrollo
de un niño.
Es importante para el desarrollo emocional del niño que se lo estimule para que
elabore y descubra las posibilidades del garabateo.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
representar esa realidad, el niño desarrolla la habilidad para hacer que algo (un
símbolo, una palabra, un objeto) represente lo que no está a la vista.
Los primeros garabatos registran una actividad kinestésica y en ellos, las líneas
aparecen hechas al azar o repetidas para dominar un trazo particular. Lo conceptos
del niño más allá del yo no se han desarrollado por entero y no tiene una completa
integración visomotriz.
Motivación artística.
Nunca debe interferirse con el trabajo del niño que garabatea. Cuando un niño ha
empezado a asignar nombres a sus garabatos tenemos, ya lo dijimos antes, una
clave definida para interpretar su pensamiento. Esta nueva dirección, la relación
entre sus garabatos y el ambiente, debe recibir estímulo.
Cualquier material artístico usado por los niños debe ajustarse a las necesidades de
estos. Deben estimular la expresión espontánea sin que su uso suponga
dificultades técnicas.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
CAPÍTULO 6.
Estos dibujos resultan importantes no solamente para el niño, sino también para los
padres y maestros, que ahora cuentan con un testimonio tangible del proceso
mental del niño. Esto le provee al adulto de ciertas claves sobre lo que es
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
importante en la vida del niño y sobre la forma en que esta está comenzando a
organizar su relación con el ambiente. Generalmente, hacia los 4 años el niño
evoluciona hacia formas reconocibles, aunque resulte un tanto difícil decidirse sobre
qué representan. Hacia los 5 años, ya se pueden observar, casi siempre, personas,
casas, árboles; y a los 6 años las figuras han evolucionado hasta constituir dibujos
claramente distinguibles y con un tema.
Se puede considerar los dibujos de los niños de esta edad como el resultado de la
evolución de un conjunto indefinido de líneas hacia una configuración representativa
definida. Generalmente el primer símbolo logrado es un hombre.
La figura humana se dibuja típicamente con un círculo por cabeza y dos líneas
verticales que representan las piernas. Estas representaciones ―cabeza-pies‖ son
comunes en los niños de 5 años.
No está claro por qué la representación del renacuajo debe ser la primera manera
que el niño utiliza para representar al ser humano, pero es general la convicción de
que el niño de esta edad no está tratando de copiar un objeto visual que tiene ante
sí. Puede ser que se esté dibujando a sí mismo. Esto equivale a suponer que el niño
está dedicado al yo. La perspectiva egocéntrica del mundo es en esta época una
visión de sí mismo.
Los niños saben mucho más sobre el cuerpo que lo que dibujan, pues la mayoría de
ellos sabe identificar rápidamente casi todas sus partes.
Durante esta etapa del desarrollo el niño busca continuamente conceptos nuevos y
sus símbolos representativos también cambian constantemente. Pero, a la edad de
7 años, habrá establecido cierto esquema.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Esto no significa que los niños en la edad preesquemática no tengan conciencia del
color, sino que su habilidad para trazar formas de su propia elección domina su
pensamiento.
En los dibujos y pinturas realizados a esta edad hay normalmente poca relación
entre el color elegido para pintar un objeto y el objeto representado: un hombre
puede ser rojo, azul, verde, etc.
El uso del color a esta edad es una experiencia cautivante. Aunque el niño no desee
establecer una determinada relación exacta con el color, puede disfrutan usando el
color a su gusto.
Es muy interesante lo que para el niño de esta edad significa el espacio. Lo concibe
relacionado primordialmente con sí mismo y su propio cuerpo. Esto a veces se
relaciona con el espacio corporal.
Puesto que el niño se considera a sí mismo como el centro del ambiente, en lo que
podría llamarse una etapa de egocentrismo, las experiencias que están
directamente relacionadas con él resultan las más significativas. Podemos afirmar,
por lo tanto, que el niño en esta etapa está emocionalmente consustanciado con sus
relaciones espaciales.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Uno de los indicios más importantes de esta etapa es la flexibilidad del niño. Esto se
puede apreciar en los frecuentes cambios que se producen en los conceptos.La
manera de representar las cosas es un indicio de las experiencias que el niño ha
tenido con ellas. La imagen que una persona tiene de sí misma y de las cosas que
la rodean, cambiará a medida que tenga más conciencia de las características
significativas de dichos objetos. La percepción significa mucho más que el simple
conocimiento visual de los objetos, incluye la intervención de todos los sentidos,
tales como las experiencias kinestésicas. Tan pronto como el niño establece algo
más que el mero significado de un objeto, comienza la percepción visual y el niño
emplea ahora otras líneas aparte de las simplemente geométricas.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
MOTIVACIÓN ARTÍSTICA.
Para que sea exitosa, la motivación debe hacer de la experiencia artística mucho
más que una simple actividad; debe estimular en el niño la toma de conciencia de su
ambiente y hacerle sentir que la actividad artística es extremadamente vital y más
importante que cualquier otra cosa.
LOS TEMAS.
Cuanto más entregado esté el niño a la actividad artística, más se identificará con lo
que hace y más activamente empleará los sentidos: cuando más suyo sea el
proyecto, más significativo será para él.
Los temas básicos ponen de relieve la toma de conciencia de las partes del cuerpo,
como ser ―la vez que me lastimé la rodilla‖, ―tengo dolor de estómago‖. Diversas
actividades están relacionadas con el cuerpo y constituyen buenos tópicos.
Pueden destacarse también las relaciones de tamaño. ―Mi familia‖ es un tema que
da una conciencia del tamaño de cada uno de sus miembros, desde el padre hasta
la hermanita y, aún tal vez, del gato.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Las motivaciones artísticas para esta edad se concentran alrededor de las propias
experiencias del niño, ya sea con respecto a su yo físico o a su fantasía, o de las
experiencias ajenas que de alguna manera le han transmitido. Debemos
concentrarnos sobre los factores ambientales dentro del proceso de aprendizaje.
CAPÍTULO 7.
Estos conceptos tienen un carácter altamente individual. Las diferencias entre los
esquemas dependen de muchas cosas, pero así como no hay dos niños iguales,
tampoco podemos encontrar dos esquemas idénticos: depende en gran medida de
las diferencias de personalidad y del grado hasta el cual el maestro ha podido
activar el conocimiento pasivo del niño mientras estaba dando forma a sus
conceptos. Aunque no existe un momento predestinado para la formación de un
esquema, la mayoría de los niños llega a esta etapa a los 7 años. El esquema
puede estar determinado por la forma en que un niño ve algo, el significado afectivo
que él le adjudica, sus experiencias kinestésicas, la impresión táctil del objeto, o la
manera en que este funciona o se comporta.
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EL ESQUEMA HUMANO.
EL ESQUEMA ESPACIAL.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
De aquí en adelante, esta conciencia, que incluye todos los objetos en una relación
espacial común, se expresa poniendo toda sobre esta importante línea de base.
Un niño puede usar otra interesante forma no visual de representación para mostrar
diferentes aspectos que no sería posible percibir visualmente al mismo tiempo. Este
sistema es el de describir simultáneamente el interior y el exterior de un edificio o de
cualquier otro ambiente cerrado. Mezcla los conceptos de interior y exterior en sus
dibujos. Se ve parte del interior y parte del exterior, como si este fuera transparente.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
El niño descubre naturalmente que hay una relación entre el color y el objeto. No es
una elección casual o de tipo afectivo la que determina el color que va a emplear en
sus pinturas. En sus representaciones espaciales, el niño dibuja el medio más
objetivamente y configura relaciones espaciales definidas. También en el color el
niño descubre relaciones definidas similares. Así como repite una y otra vez su
esquema de un hombre o del espacio, también repite los mismos colores para los
mismos objetos.
Para el niño, el poder comprobar que el color de su pintura es el mismo que el del
objeto que está pintando resulta un importante descubrimiento y una experiencia
satisfactoria; ha comenzado a encontrar cierto orden lógico en el mundo y está
estableciendo relaciones concretas con las cosas que le rodean.
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El desarrollo del esquema también significa un cambio hacia una actitud de mayor
cooperación. Las diferencias entre las etapas preesquemática y esquemática
pueden apreciarse fácilmente cuando se observa a los niños de un jardín de
infantes y se compara su comportamiento con el de niños de segundo grado. Los
del jardín de infantes juegan y trabajan juntos sólo cuando se los impulsa a ello.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
misma correlación para relacionar letras entre sí de modo de formar un símbolo con
la palabra.
Una de las pruebas del desarrollo intelectual del niño es su comprensión del mundo
que lo rodea. Las cosas pueden tener significado para el niño o no tener sentido
alguno para él, según sea su relación afectiva con ellas y su comprensión intelectual
de ellas.
Que para el niño el mundo haya adquirido sentido o no depende del grado hasta el
cual él haya formulado sus conceptos. Es probable que el niño exprese en sus
dibujos un símbolo definido para las cosas que representa continuamente.
El conocimiento activo del niño se revela por su comprensión e interés del mundo
que lo rodea y esto es lo que expresa en sus dibujos. El arte contribuye mucho al
desarrollo del niño, estimulando su toma de conciencia de las cosas que están a su
alrededor.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Hemos visto que en esta edad el color sigue las mismas pautas esquemáticas que
la forma o el espacio. Un niño que aún no ha establecido relaciones de color-objeto
en sus dibujos, no está perceptivamente tan desarrollado como otro que ya tiene
conciencia de que los objetos a la distancia tienden a empequeñecerse.
Hacia el final de esta etapa esquemática, los dibujos del niño sufren la influencia
creciente de su percepción visual del medio.
Hasta cierto punto, los productos de esta etapa esquemática parecen más rígidos
que los dibujos y pinturas de los niños menores. No obstante, se debe notar que el
niño está estructurando su proceso mental de tal forma que se halla en condiciones
de comenzar a organizar y ver relaciones en el medio que lo rodea. Ese no es un
paso atrás. El niño está empezando a estructurar sus dibujos de modo tal que
adquiere cierta base para los cambios y la organización. El pensamiento creador
no es un pensamiento desorganizado, es la capacidad para redefinir y
reorganizar de manera más flexible, aquellas formas y elementos que nos son
familiares. El pensamiento abstracto está basado en símbolos, y durante esta etapa
se puede apreciar los primeros pasos del niño hacia ese desarrollo.
El ideal es que todo niño esté ansioso por crear, siendo el papel primordial del
maestro el de alentar la profundidad de la expresión y la realización de experiencias
significativas. El niño que se aferra a los estereotipos, o repite muy a menudo un
determinado esquema, o está constantemente pidiendo sugerencias, es el que más
necesita la atención para fortalecer la confianza en su propia expresión.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
CAPÍTULO 8.
Un rasgo de esta etapa del desarrollo es el descubrimiento que hace el niño de que
es un miembro de la sociedad, una sociedad constituida por sus pares. Durante esta
época los niños construyen la trama de lo que luego será su capacidad para
trabajar en grupo y cooperar en la vida de los adultos. El descubrimiento de que
se tienen similares intereses es fundamental. Existe una conciencia creciente de
que uno puede hacer más en un grupo que solo.
A causa de los distintos intereses de los varones y de las niñas en nuestra sociedad,
y de las diferencias físicas en el desarrollo, los grupos o pandillas son generalmente
del mismo sexo. Los niños ignoran a las niñas y estas los desprecian.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Para el niño, esta edad puede ser el más emocionante y saludable período de
descubrimientos, como se aprecia en sus trabajo de creación. El esquema ya no es
adecuado para representar la figura humana durante este período. El concepto de la
figura humana como se expresaba durante la primera parte de la etapa esquemática
era una expresión generalizada del hombre. Ahora el niño está interesado en
expresar características vinculadas al sexo, la generalización esquemática ya no
es suficiente.
Ahora que el niño desarrolla una mayor conciencia visual, ya no emplea el recurso
de la exageración, omisiones u otras desviaciones para expresarse. El niño
comienza ahora a utilizar otros medios de expresión para acentuar algo, tales como
una acumulación de detalles en aquellas partes que son emocionalmente
significativas.
Ahora los niños critican como artificiales los dibujos del tipo de rayos X. Como las
representaciones de este tipo son subjetivas, los niños van adquiriendo mayor
conciencia de la naturaleza, ya no consideran apropiado este modo de organización.
El niño va desde una rígida relación color-objeto hasta una caracterización del
color. En esta etapa distingue entre un pulóver rojo violáceo y otro rojo anaranjado.
El niño goza con los colores y ahora es capaz de una mayor sensibilidad hacia las
diferencias y semejanzas.
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La habilidad para distribuir varias imágenes sobre una hoja de papel, de modo que
tengan relación entre sí, significa que el niño está en condiciones de manejar esos
objetos simultáneamente y no de ordenarlos sobre una línea.
Los niños de esta edad siempre coleccionan cualquier tipo de cosas, desde
pedazos de piolín hasta sapos.
Las relaciones emocionales que un pequeño puede establecerse con las distintas
partes de su ambiente pueden expresarse directamente o en forma simbólica.
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Una de las características de esta etapa es que las diferentes partes de un dibujo
pueden separarse del total sin perder su significado. Ya no bastan las líneas
geométricas.
Dentro del marco de las experiencias artísticas disponemos de los medios para
favorecer el desarrollo emocional, para poder expresarse emocionalmente y
favorecer el desarrollo afectivo los niños necesitan identificarse con sus propias
experiencias artísticas.
En esta etapa los niños evitan el recurso de la exageración que utilizaban en etapas
anteriores. Observamos que hay proporciones más naturales. Este también es un
período en el que los niños comienzan a desarrollar un concepto, una comprensión
de sí mismos como individuos que pueden comenzar a actuar en cierto modo
independientemente.
La evolución social durante este periodo es uno de los factores sobresalientes del
desarrollo, si el niño se identifica o no con el grupo puede reconocerse en dos
factores de su trabajo creador: el contenido del trabajo y la participación en el
trabajo grupal.
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Uno de los terrenos más importantes en el desarrollo, al cual el arte puede prestar
su contribución, es el desarrollo creador, durante esta etapa evolutiva hay una fuerte
presión en el niño para que se adapte, no sólo a los deseos de los adultos, sino
también a las exigencias del grupo. Para actuar en forma creadora, uno debe
hacerlo individualmente, esto significa que debe evitar el conformismo que se
produce con el uso de moldes impuestos y la imitación. Es vital favorecer los
intentos propios e individuales del niño para resolver problemas, hasta qué punto el
niño es creador en esta edad, se verá por el deseo que muestre en experimentar,
explorar e inventar.
Al resumir esta etapa surge en forma clara que el arte puede contribuir al
desarrollo total. Una de las grandes necesidades de los niños durante este período
es encontrarse a sí mismos, descubrir su propio poder y desarrollar sus propias
relaciones dentro del grupo. Después viene la necesidad de descubrir su propia
relación sincera dentro del ambiente y con los objetos y materiales que
forman ese ambiente. No hay atajos en el camino que llevar al desarrollo de la
capacidad perceptiva o creadora. Aunque la amplitud de diferencias individuales
pueda ser muy extensa, el producto final obtenido debe considerarse solamente
como una indicación del desarrollo individual. Hemos visto que el desarrollo influye
sobre el producto artístico y también afecta la conciencia estética del niño, y
cualquier patrón que venga de afuera resulta falso para la criatura.
Durante la primera parte de esta etapa esquemática vimos que los niños necesitan
repetir el mismo símbolo una y otra vez. Luego, en cambio, la repetición va
desapareciendo gradualmente, y aparecen nuevas formas que no se repiten
constantemente.
PSIQUE Y SOCIEDAD.
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Ahora bien, ocurre que tanto en psique y sociedad hay y debe haber sentido no
funcional. Ese sentido es de distinta naturaleza en ambos casos. La psique pide
sentido, la sociedad la hace renunciar.
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El psicoanálisis se habilita para arrojar luz sobre los orígenes de nuestras grandes
instituciones culturales: la religión, la eticidad, el derecho, la filosofía.'' Al pesquisar
las situaciones psicológicas primitivas de las que pudieron surgir las impulsiones
para esas creaciones, se ve capacitado para refutar muchos intentos de explicación
que se basaban en alguna provisionalidad psicológica, y sustituirlos por unas
intelecciones que calan a mayor profundidad.
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mostrar los caminos que los seres humanos han emprendido para la ligazón de sus
deseos insatisfechos, bajo las condiciones cambiantes, y alteradas por el progreso
técnico, de permisión y denegación por la realidad.
El arte constituye el reino intermedio entre la realidad que deniega los deseos y el
mundo de fantasía que los cumple, un ámbito en el cual, por así decir, han
permanecido en vigor los afanes de omnipotencia de la humanidad primitiva.
G. EL INTERÉS SOCIOLÓGICO.
Es cierto que el psicoanálisis ha tomado por objeto la psique individual, pero a raíz
de su exploración no podían escapársele las bases afectivas del vínculo del
individuo con la sociedad. Ha descubierto que los sentimientos sociales son
portadores, por lo común, de un erotismo cuyo hiperrelieve y represión subsiguiente
es la peculiaridad de un grupo determinado de perturbaciones anímicas. Ha
discernido el carácter asocial de las neurosis en general, todas las cuales aspiran a
esforzar al individuo fuera de la sociedad y sustituir el asilo en el claustro, de épocas
anteriores, por el aislamiento de la enfermedad.
Por otro lado, el psicoanálisis descubre en su más amplia escala la participación que
las constelaciones y los requerimientos sociales tienen en la causación de la
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H. EL INTERÉS PEDAGÓGICO.
Cuando los educadores se hayan familiarizado con ios resultados del psicoanálisis
hallarán más fácil reconciliarse con ciertas fases del desarrollo infantil y, entre otras
cosas, no correrán el riesgo de sobrestimar las mociones pulsionales socialmente
inservibles o perversas que afloren en el niño. Más bien se abstendrán de intentar
una sofocación violenta de esas mociones cuando se enteren de que tales
intervenciones a menudo producen unos resultados no menos indeseados que la
misma mala conducta que la educación teme dejar pasar en el niño. Una violenta
sofocación desde afuera de unas pulsiones intensas en el niño nunca las extingue ni
permite su gobierno, sino que consigue una represión en virtud de la cual se
establece la inclinación a contraer más tarde una neurosis.
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APARTADO II.
Para tratar el tema del hombre común y su religión Freud cita la famosa afirmación
de unos de los más grandes literarios y sabios que se procura sobre el vínculo de la
religión con el arte y la ciencia, Goethe: ―quien posee ciencia y arte tiene también
religión; y quien no posee aquellos dos, ¡pues que tenga religión!‖. Esta sentencia
ubica a la religión en oposición a las dos realizaciones supremas del ser humano.
De modo que, si queremos impugnarle al hombre común (que no posee ciencia ni
arte) su religión, es evidente que la autoridad del poeta no está de nuestra parte.
Freud señala que la vida como nos es impuesta resulta gravosa: nos trae hartos
dolores, desengaños y tareas insolubles. Para soportarla no podemos prescindir de
calmantes, que son de 3 clases:
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Por eso pasa a una pregunta menos pretenciosa: ¿Qué es lo que los seres
humanos mismos dejan entender por su conducta, como fin y propósito de su vida?
¿Qué exigen de ella y qué quieren alcanzar? Entonces la respuesta no es difícil:
quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad y mantenerla. Esta aspiración tiene
dos costados:
En estricto sentido literal, ―dicha‖ se refiere sólo a la meta positiva. Por esta
bipartición de metas, la actividad humana se despliega siguiendo dos direcciones,
según que busque realizar, de manera predominante o aún exclusiva, una y otra de
aquellas.
El programa del principio de placer es el que fija su fin a la vida. Este principio
gobierna la operación del aparato anímico desde el comienzo mismo. Sobre su
carácter acorde a fines no caben dudas, no obstante, su programa entra en disputa
con el mundo entero. Es irrealizable, las disposiciones del todo lo obstruirían y se
dirá que el propósito de que el hombre sea dichoso no está contemplado en el plan
de la Creación.
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● El mundo exterior: puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas
hiperpotentes, despiadadas, destructoras. Se puede reducir, pero no se puede
eliminar.
● Los vínculos con otros seres humanos: el padecer que viene de esta fuente,
la cultura, es el que sentimos más doloroso. Es un suplemento en cierto modo
superfluo, aunque no es menos inevitable ni obra de un destino menos fatal que el
padecer de otro origen.
De esa forma, Freud indica que no es asombroso que bajo la presión de estas
posibilidades de sufrimiento los seres humanos suelan aliviar sus exigencias de
dicha, tal como el propio principio de placer se transformó bajo el influjo del mundo
exterior en el principio de realidad más modesto; no es asombroso que se
consideren dichosos si escaparon a la desdicha.
Una satisfacción absoluta de todas las necesidades quiere ser admitida como la
regla de vida más tentadora, pero ello significa anteponer el goce a la precaución, lo
cual tras breve ejercicio recibe su castigo.
1. La protección más inmediata que uno puede procurarse contra las penas que
depare la sociedad de los hombres es una soledad buscada: mantenerse alejado de
los otros, y la dicha que puede alcanzarse por este camino es la del sosiego. Del
temido mundo exterior no es posible protegerse excepto extrañándose de él de
algún modo, si es que uno quiere solucionar por sí solo esta tarea; hay por cierto
otro camino mejor: como miembro de la sociedad, con ayuda de la técnica guiada
por la ciencia, pasar a la ofensiva contra la naturaleza y someterla a la voluntad del
hombre, y entonces se trabaja con todos para la dicha de todos.
2. Los métodos más interesantes para precaver el sufrimiento son los que
quieren influir en el cuerpo propio. Todo sufrimiento es sólo sensación, no subsiste
sino mientras lo sentimos y sólo lo sentimos a consecuencia de ciertos dispositivos
de nuestro organismo. El método más rudo, pero más eficaz para obtener ese
influjo, es el químico: la intoxicación. Existen sustancias embriagadoras extrañas al
cuerpo cuya presencia en la sangre y los tejidos nos procura sensaciones
directamente placenteras, pero alteran de tal modo las condiciones de nuestra vida
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ello la sublimación de las pulsiones presta auxilio. Se lo consigue sobre todo cuando
uno se las arregla para elevar suficientemente la ganancia de placer que proviene
de las fuentes de un trabajo psíquico intelectual: satisfacciones como la alegría del
artista en el acto de crear, de corporizar los productos de su fantasía, o como la que
procura al investigador la solución de problemas y el conocimiento de la verdad.
Estas satisfacciones aparecen ―más finas y superiores‖, su intensidad está
amortiguada por comparación a la que produce saciar mociones pulsionales más
groseras y primarias. Lo débil de este método es que no es de aplicación universal
pues sólo es posible para pocos seres humanos: presupone particulares
disposiciones y dotes en un grado no muy frecuente y ni siquiera a esos pocos
puede garantizarles una protección perfecta contra el sufrimiento, y suele fallar
cuando la fuente del padecer es el cuerpo propio. Es nítido su propósito de
independizarse del mundo exterior pues se busca sus satisfacciones en procesos
internos psíquicos.
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7. Otro método para evitar el sufrimiento se distingue del resto por la más
asombrosa reunión de rasgos característicos. Desde luego también aspira a
independizarnos del ―destino‖ y con tal propósito sitúa la satisfacción de los
procesos anímicos internos y para ello se vale de la desplazabilidad de la libido. Se
aferra a sus objetivos y obtiene la dicha a partir de un vínculo de sentimiento con
ellos. No se queda contento con la meta de evitar displacer, sino que se atiene a la
aspiración originaria, apasionada hacia el cumplimiento positivo de la dicha y quizás
se le aproxime más que cualquier otro método. Es aquella orientación de la vida que
sitúa al amor en el punto central que espera toda satisfacción del hecho de amar y
ser-amado. Una actitud psíquica de esta índole está al alcance de todos nosotros
una de las formas de manifestación del amor, el amor sexual, nos ha procurado la
experiencia más intensa de sensación placentera, abusadora, dándonos el
arquetipo para nuestra aspiración a la dicha. Nada más natural que obstinarse en
buscar la dicha por el mismo camino siguiendo el cual una vez la hallamos. Nunca
estamos menos protegidos contra las angustias cuando amamos, nunca más
desdichados y desvalidos que cuando hemos perdido al objeto amado o a su amor.
APARTADO IV.
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la cultura humana (el amor es una de las bases de la cultura) y el primer resultado
fue que una mayor cantidad de seres humanos pudieron permanecer en comunidad.
Se había indicado que la experiencia de que el amor sexual (genital) asegura al ser
humano las más intensas vivencias de satisfacción, y en verdad le proporciona el
modelo de toda dicha y se dijo también que por esa vía se volvía dependiente de
forma más riesgosa de un fragmento del mundo exterior. Para algunos le permite
hallar la dicha, pero supone vastas modificaciones anímicas de la función del amor,
de forma que estas personas se independizan de la aquiescencia del objeto
desplazando el valor principal del ser amado al amar ellas mismas, se protegen de
la pérdida no dirigiendo su amor a objetos singulares, sino a todos los hombres en
igual medida y evitan desengaños del amor genital apartándose de su meta sexual
mudando la pulsión en una moción de meta inhibida.
Aquel amor que fundó la familia sigue activo en la cultura tanto en su sesgo
originario, sin renuncia a la satisfacción sexual directa, como en su modificación, la
ternura de meta inhibida. En ambas formas prosigue su función de ligar entre sí un
número mayor de seres humanos y más intensamente cuando responde al interés
de la comunidad de trabajo.
Las mismas mujeres que por los reclamos de su amor habían establecido el
fundamento de la cultura, pronto entran en oposición con ella y despliegan un influjo
de retardo y reserva. Ellas subrogan los intereses de la familia y de la vida sexual, el
trabajo de la cultura se ha ido convirtiendo cada vez más en asunto de los varones,
a quienes plantea tareas de creciente dificultad, constriñéndolos a sublimaciones
pasionales a cuya altura las mujeres no han llegado. Pero como el ser humano no
dispone de cantidades ilimitadas de energía psíquica tiene que dar trámite a sus
tareas mediante una adecuada distribución de la libido y lo que usa para fines
culturales lo sustrae en buena parte de las mujeres y de la vida sexual; la
permanente convivencia con varones llega a enajenarlo de sus tareas de esposo y
padre y la mujer, se ve empujada a un segundo plano por las exigencias de la
cultura y entra en una relación de hostilidad con ella. De esa forma, la cultura se
comporta respecto de la sexualidad como un pueblo o estrato de la población que
ha sometido a otro para explotarlo.
El reclamo de una vida sexual uniforme para todos, que se traduce en esas
prohibiciones, prescinde de las desigualdades en la constitución sexual innata y
adquirida de los seres humanos, segrega a un buen número de ellos del goce
sexual y de tal modo se convierte en fuente de grave injusticia. El resultado de tales
medidas limitativas podría ser que los individuos normales (no impedidos por su
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constitución) volcaran sin merma todos sus intereses sexuales por los canales que
se dejaron abiertos; empero lo único no proscrito es el amor genital heterosexual
que es estorbado también las limitaciones de la legitimidad y la monogamia. La
sociedad culta entonces, se ha visto precisada a aceptar calladamente muchas
transgresiones que según sus estatutos habría debido perseguir.
APARTADO VIII.
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El proceso de desarrollo del individuo puede tener pues, sus rasgos particulares,
que no se reencuentren en el proceso cultural de la humanidad; sólo en la medida
que en que aquel primer proceso tiene por meta acoplarse a la comunidad coincidirá
con el segundo.
Señala Freud que, si el desarrollo cultural presenta tan amplia semejanza con el del
individuo y trabajo con los mismos medios, no se está justificado diagnosticar que
muchas culturas y aun la humanidad toda, han devenido neuróticas bajo el influjo de
las aspiraciones culturales.
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Texto Nº42
Ahora deseo ampliar esta idea y tratar de presentar una formulación positiva, que se
pueda examinar con un enfoque crítico. Utilizaré mi propio lenguaje.
Comencé a ver que podría existir un punto de vista infantil, no complicado, distinto
del de la madre o el observador, y que quizá fuese ventajoso examinar ese punto de
vista infantil. Durante mucho tiempo mi mente permanecía en un estado de
desconocimiento, que cristalizó en mi formulación de los fenómenos
transicionales. Entretanto experimenté con el concepto de "representaciones
mentales" y con su descripción en términos de objetos y fenómenos ubicados en la
realidad psíquica personal, sentida como interior; además seguí los efectos del
funcionamiento de los mecanismos mentales de proyección e introyección. Me di
cuenta, empero, de que en rigor el juego no es una cuestión de realidad psíquica
interna ni de realidad exterior.
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Autorxs: Barrientos Alejandro, Rodríguez Lucía, Bravo Graciela
Por el contrario, los bebés son constantemente curados de los efectos del grado x +
y + z de privación por los mimos localizados de la madre, que enmiendan la
estructura del yo. Esta enmienda restablece la capacidad del bebé para usar un
símbolo de unión. entonces el niño vuelve a permitir la separación, y aun a
beneficiarse con ella. Este es el lugar que he decidido examinar, el de la separación
que no es tal, sino una forma de unión.
Debo seguir un poco más con el tema, en términos de las primerísimas experiencias
del bebé, momento en que nacen las distintas capacidades, posibilitadas
ontogenéticamente por la muy sensible adaptación de la madre a las necesidades
de su hijo, que tiene como base su identificación con él. (Me refiero a las etapas de
crecimiento anteriores a aquella en que el bebé adquiere mecanismos mentales que
pronto se encuentran disponibles para la organización de complejas defensas. Y
repito: un niño tiene que recorrer cierta distancia desde las primeras
experiencias,hasta llegar a la madurez necesaria para ser profundo.
TESIS PRINCIPAL.
4. Todos los bebés tienen en dicho espacio sus propias experiencias favorables o
desfavorables. La dependencia es máxima. El espacio potencial se da sólo en
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relación con un sentimiento de confianza por parte del bebé, es decir, de confianza
vinculada con la confiabilidad de la figura materna o de los elementos ambientales,
siendo la confianza la prueba de la confiabilidad que comienza a ser introyectada.
5. Para estudiar el juego y después la vida cultural del individuo es preciso examinar el
destino del espacio potencial que hay entre un bebé cualquiera y la figura
materna humana (y por lo tanto falible), que en esencia es adaptativa debido al
amor.
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RESUMEN.
Señalé el hecho de que ese espacio potencial es un factor muy variable (de
individuo en individuo), en tanto que las otras dos ubicaciones —la realidad psíquica
o personal y el mundo real— son más o menos constantes, siendo la una
determinada biológicamente y la otra de propiedad común.
El espacio potencial que existe entre el bebé y la madre, entre el niño y la familia,
entre el individuo y la sociedad o el mundo, depende de la experiencia que conduce
a confiar. Se lo puede considerar sagrado para el individuo, en el sentido de que allí
experimenta este el vivir creador.
Por el contrario, la explotación de esta zona lleva a una condición patológica en que
el individuo es confundido por elementos persecutorios que no posee medios para
eliminar.
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realidad sobre la base de una imaginación productiva, y aun de crear una realidad que
transforme incluso las necesidades básicas del sujeto.
La alucinación primitiva constituye el primer núcleo de simbolización.
Una realidad nueva, realidad ―de representación‖, ha sido creada, lo que ya no está fuera ni
tampoco aun adentro, pero está destinada a un espacio que algún día será el adentro, un
lugar que se inscribe como un lugar de excitación y de ligazón al mismo tiempo. De
excitación en la medida en que nunca más la descarga podrá ser a cero en el plano
autoconservativo, y de ligazón porque cada vez que aparezca una tensión, un estímulo, se
convertirá en excitación y, no siendo evacuable, tendrá que ligarse de algún modo. Este
primer objeto que se puede llamar alucinación primitiva, constituye un primer núcleo de
simbolización que, paradójicamente, siendo un efecto de lo real externo, ni refleja la
realidad exterior ni está destinada a conocerla.
Lo que caracteriza al simbolismo humano en sus orígenes es que no tiene ningún objetivo
de aprehensión de la realidad exterior, no tiene ningún sentido de dominio sobre el mundo:
su único objetivo es el dominio sobre la excitación interna; este es un postulado de partida
que da cuenta de la constitución de toda simbolización. La simbolización humana surge así
de una especie de corte radical de autoconservativo, y los rasgos de objeto sólo operan
como elementos indiciarios de los procesos de placer-displacer, de gratificación, de
reequilibramiento interior; se trata de objetos que posibilitan una vía de resolución de las
tensiones endopsíquicas.
La sublimación es el proceso por medio del cual la psique se ve forzada a remplazar sus
objetos propios, o privados, de investidura, incluida su propia imagen como tal, por objetos
que son y que valen dentro de su institución social y gracias a esta, y a convertirlos, para la
psique misma, en causas, medios o soportes de placer.
Esta sería la conversión masiva que caracteriza a la emergencia de la humanidad, es decir,
la sustitución del placer de órgano por el de representación, y la aparición por medio de las
obras de lo imaginario social, de la institución, por lo tanto: la creación de objetos en rigor
invisibles.
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